Junio 2018

La Guadalupana
en las
manifestaciones
populares
* Patricio Cortés
** Luis Xavier Sandoval García
* Analista político y periodista independiente.
** Maestro por la UNAM. Psiquiatría Clínica., psicoanalista individual y de
grupo, terapeuta de pareja, Profesor Facultad Medicina, UNAM.

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 La Guadalupana en las manifestaciones populares
Patricio Cortés / Luis Xavier Sandoval García

Palabras clave: mito, Virgen de Guadalupe, medios de co-

municación, Fromm, matriarcado, religión, psicoanálisis.

Abstrac

El mito guadalupano es reproducido por los mass media y

reflejado en diversas manifestaciones de la cultura popular
como parte de la Gran Madre, siendo el núcleo de la religio-
sidad en México. Es el mito fundacional que contribuye en
la creación de “el sujeto necesario”.

The Guadalupan myth is reproduced by the mass media

and reflected in various manifestations of popular culture
as part of the Great Mother, being the core of religiosity in
Mexico. It is the founding myth and contributes to the crea-
tion of “the necessary subject”.

Introducción

Q
uizás la primer pregunta que debamos contestar
sea ¿Es la virgen de Guadalupe un mito? ya que un
mito es, desde el punto de Joseph Campbell (1991),
un relato fundacional que nos permite entender lo que so-
mos y nuestra posición en el mundo, por tanto la respuesta
sería sí, aunque, como sabemos, no hay cuadros puros.
Si bien, no nos habla de la creación del universo o del mun-
do tal cual, sí de la fundación de nuestro mundo, nuestro
microcosmos mestizo en un imaginario donde México
surge de la fusión de dos culturas; aunque esto tiene sus
matices puesto que hay muchas influencias de distintas la-
titudes, hablemos de preponderancia, básicamente de su
papel en el imaginario social y en la memoria colectiva.
Tampoco podemos hablar de que viene
de tiempos inmemoriales, presuntamente
hay incluso una fecha de aparición, pero
siendo honestos muy pocos mexicanos
saben de ese 1531, aunque el onomás-
tico del 12 de diciembre es de las fechas
más trascedentes, se estima que en 2017
la Guadalupana recibió sólo ese día a más
de siete millones de personas, de acuerdo
con estimaciones del gobierno capitalino
(Excelsior, 2017).

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Es importante aclarar que la acepción de mito, utilizada
en el presente texto, no es igual a aquella que lo maneja
como sinónimo de mentira, aquí lo vemos como un relato
místico con carácter fundacional.
A su vez, Juan Diego no es el típico héroe, es más cerca-
no a un mensajero, su aventura no es épica como la de
Huitzilopoztli, Hércules o el Rey Mono (chino), no tiene
gloriosas batallas, su herramienta y guía es sólo la fe, Juan
proveniente del hebreo es el fiel a Dios; Diego viene de
instruido, por lo consecuente es un instruido en la fe en
Dios, su papel es básicamente el de mensajero y en eso se
centra su mito.
Incluso, si nos constriñéramos al relato del Nican Mopuha,
sin tomar en cuenta el impacto, lo catalogaríamos sólo
como un cuento de hadas, ya que en la clasificación que
utiliza Bettelheim (1994) sólo afecta al protagonista y su
círculo interno, si nos acotamos al relato que además
cuenta con un final feliz más propio de los cuentos que
de los mitos. No obstante, prácticamente en todo tipo de
manifestaciones de arte popular podemos encontrar a la
Virgen de Guadalupe como un símbolo de identidad na-
cional y/o una representación de la Gran Madre, su carác-
ter mítico en la psique del pueblo mexicano es innegable.
El presente texto busca analizar las representaciones de
la Guadalupana en la cultura popular, utilizando teorías
psicoanalíticas y sociológicas.
El arquetipo de la Gran Madre se entremezcla con el del
Ánima (Jung, 1970)
Fromm analizó el matriarcado en México, este mural de Grace Greenwood refleja dicha realidad.
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La imagen del ánima que preservaba brillo sobrehu-
mano ante los ojos del hijo es abandonada, poco a
poco, frente a la banalidad de lo cotidiano y cae por
ello en el inconsciente sin que disminuya su pleni-
tud instintiva y su tensión primitiva. Desde ese mo-
mento está lista para el salto y es proyectada en la
primera oportunidad cuando un ser femenino quie-
bra la cotidianeidad. No es naturaleza real del objeto
sino una transferencia del complejo materno (p. 65).
Jung sostuvo que los mitos se encuentran en el inconscien-
te colectivo donde no se heredan las representaciones sino
las formas arquetípicas.
El sistema matriarcal
mexicano según From
Fromm y Maccoby (1973) en su estudio Sociopsicoanálisis
del campesino mexicano atribuyen esta devoción, en el
ámbito rural, a una sociedad matriarcal afirmando que: “En
México encontramos que el principio paterno está minado
y en guerra con el principio materno” (p. 156), expone que,
aunque aparenta ser una estricta sociedad centrada en el
padre donde por ley y costumbre el hombre gobierna a las
mujeres y a éstas se las ve como inferiores, entretejido con
esta estructura patriarcal existe un sistema matriarcal.
Viéndolo desde una perspectiva freudiana, la tendencia al
matriarcado descrita por Fromm describiría una proceso
edípico no resuelto (Freud 2012, p. 2748), en la que la so-
ciedad mexicana tendería a vivir un proceso simbiótico con
la madre, la cual sería siempre el punto de referencia del
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hombre adulto a pesar de que en lo práctico

se casara con otra mujer. La referencia afectiva
más importante sería la opinión de su madre
y su esposa tendría que competir por un ente
inalcanzable, la visión idealizada de la primera.
Así, ni el hombre alcanzaría el proceso de indi-
viduación (Mahler, 1986, p. 44) suficiente para
generar una nueva familia independientemen-
te de la de origen, y tampoco la mujer podría
explicitar ese matriarcado en procesos sociales
prácticos que repercutieran en la organización
social. De esta manera, ambos se encontrarían
limitados para generar procesos estructurales
sociales de recambio generacional, de formu-
lación autónoma y de estrategias asertivas fo-
calizadas para solucionar el conflicto edípico.
Tanto el hombre como la mujer, de acuerdo a
esta descripción frommniana, tenderían a esta-
blecer sus procesos de poder en una estructura
preedípica, con ganancias secundarias y una
interconexión neurótica propia de una familia
disfuncional.

Tras un arduo estudio en una comunidad mexi-

cana (alrededor de 1960), Fromm expone que,
en el sistema familiar, la ligazón principal se
establece con la madre, independientemente
Los mexicanos, independientemente del sexo son más cercanos a la madre, Marion
de la edad del individuo “ofender o lastimar a
Greenwood, nos muestra una faceta de la maternidad entre las campesinas.
la madre es quizá el crimen más real y severo,
aunque no en términos legales ni en cuanto a
lo que los aldeanos conscientemente piensen del crimen”
(Fromm, 1973 p. 142).
El predominio del elemento maternal también se
puede ver en la estructura religiosa del catolicismo
romano mexicano. Mientras que su teología es por
supuesto, igual a la de la Iglesia en general, se acen-
túa y hace hincapié con fuerza el lado matriarcal. El
mundo religioso está regido por la Virgen, la madre
misericordiosa toda ayuda y toda perdón, mientras
que Dios y hasta Cristo martirizado toman el se-
gundo lugar en los sentimientos de la gente. No es
exagerado decir que para el campesino mexicano la
Virgen de Guadalupe (y muchas otras Vírgenes de
importancia local) está en el centro de la creencia
religiosa (Fromm, 1973, p. 156).
Explica el fenómeno con una castración simbólica de los
mestizos e indios ante la imposibilidad de defender a sus
mujeres de ser violadas y tomadas por los españoles du-
rante la Conquista, lo que destruyó la sociedad patriarcal
azteca, pues en el fondo viven temerosos de ser rechazados
por sus esposas.
Esta visión sobre lo acontecido en la Conquista, se podría
reproducir psíquicamente en cada generación de nuevos
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mexicanos por distitntos mecanismos li-
bidinales asociados al enlace entre padres
e hijos (Ricoeur, 1999). Desde hace cinco
siglos, se generaron procesos que se van
transmitiendo de padres a hijos, puede
explicarse mejor si consideramos que el
período de tres siglos de Colonia no facili-
tó una renovación y solución psíquica del
traumatismo asociado a la conquista, por
medio la transmisión trangeneracional que
Kaës describe, los conflictos propios de las
generaciones que les antecedieron, así co-
mo por la repetición del proceso de some-
timiento en un sistema colonial (Sandoval,
2017), el sujeto intrapsíquico castrado e
impotente se refrendó en la historia mexi-
cana. Después de la independencia, el lla-
mado criollismo no se limitó a que el grupo
en el poder adquiriera una estructura edí-
pica (Kernberg ,2005, p.14), sino más bien
a que mantuviera las fantasías omnipoten-
tes propias de la infancia y las reprodujera
conductualmente mediante una estructura
desigual en la que la nueva élite pudiera
“comprobar” su no castración detentan-
do esos mismos privilegios propios de la
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Si bien, hablamos de un texto con medio siglo de antigüe-

dad, podemos inferir que en el medio rural (y en colonia po-
pulares urbanas) esto aún puede ser válido, ya que el peso
de la familia aún recae principalmente en la mujer.

Encarnación guadalupana
en la cultura popular
El simbolismo esta encarnación de la Gran Madre está ple-
namente integrada al imaginario social del mexicano, in-
cluso para muchos no creyentes es un símbolo puesto que
está presente en diversos eventos de la historiografía y de
la cultura popular, como es la leyenda del Inicio de la Guerra
de Independencia.

Por ejemplo, Alejandro Lora y el TRI, quizá el exponente más

voracidad, mientras que la mayor parte de la población, en
condiciones de pobreza, nuevamente suscribiera intrapsí-
quicamente los procesos devaluatorios que se dieron desde
la Conquista.
Fromm (1973) expone en el siguiente párrafo lo que consi-
dera un sistema patriarcal minado:
popular del rock mexicano, en una canción versa “Virgen
Morena, gracias por darnos un día más” (Lora, 1997), cla-
ramente la ubica como alguien capaz de dar la vida al ser
humano, cuyas decisiones influirán en nuestra vida, como si
fuese una deidad superior. No parece representar la “grati-
tud” de una posición kleiniana, que ya superó la de la “envi-
dia” (Klein, 1994), sino más bien pareciera la actitud pasiva
de un infante que no quiere abandonar su figura adulta de
referencia que le da certeza en su cotidianidad.
El rezo católico a la virgen dice “ruega por nosotros los peca-
dores” y otro la cataloga como “ruega pues, señora aboga-
da nuestra”, ya que, desde el punto de vista teológico de la

La ineficacia masculina también se observa en los

muchos casos de hombres que abandonan a sus fa-
milias, andando de aquí para allá o emborrachándo-
se, o haciendo ambas cosas. Al contrario, la madre
mexicana cuida a sus hijos con toda responsabilidad
y realismo, casi nunca bebe o se permite cosas que
pudieran interferir con sus obligaciones (p. 159).

Este hombre adulto en edad, y con tendencia a la adicción

en muchos casos, más bien se trataría de un individuo en
la etapa oral (Abraham, 1994, p. 189), que en una conducta Retablos del Museo de la Basílica de Guadalupe con
machista e intolerante, mostraría que en su ciclo vital psí- agradecimientos a la Virgen.
quico aún no ha entrado a la fase de latencia más produc-
tiva, mostrándo más bien los conflictos propios de la fase
edípica freudiana.

El estudio (Fromm, 1973, pp. 156-157) reconoce que tanto

la religión católica como la judía son esencialmente patriar-
cales (centradas en el Dios Padre); sin embargo, los católicos
han incorporado principios matriarcales como el concepto
de la Madre Iglesia y la Virgen, mientras el protestantismo
de Lutero se vuelve cada vez más patriarcal. A ello se incor-
pora la figura del sacerdote célibe que puede funcionar tan-
to como padre que como madre.
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Iglesia Católica Apostólica y Romana, es más bien una abo- José Suarez (2015) menciona los alta-
gada o intermediaria, pero en el imaginario social su poder res mortuorios del narcotráfico la pre-
milagroso es directo y las peticiones suelen ser de concé- sencia de “figuras míticas como Jesús
deme, no pide que se me conceda. Basta ver los retablos Malverde, símbolos religiosos como
(pequeñas pinturas de agradecimiento) donde los favores Jesucristo, la Virgen de Guadalupe
se le agradecen directamente a ella. Vemos agradecimien- y San Judas Tadeo, entre otros. Por
tos por favores que van desde una curación divina, hasta un tanto, la narcocultura contiene y man-
campeonato nacional de boxeo de peso welter. tiene componentes simbólicos que
definen a una cultura: valores, siste-
En este sentido, los amuletos y medallas religiosas se pa- mas, creencias, normas, definiciones,
recerían más al objeto transicional que describe Winnicott usos y costumbres, en ese ámbito
en la que su presencia en muy diversos lugares, contextos conciben el mundo” (p. 208).
y en el propio cuerpo, se sigue viviendo como ese “objeto”
protector entre “internalizado” y “externalizado” que gene- Si analizamos las conductas de los
ra una seguridad materna hacia un infante, y que mitiga la sujetos que se encuentran dentro del
ansiedad de separación que se persenta cuando el sujeto narcotráfico, es mucho más probable
intenta generar un proceso de mayor autonomía propia del que se trate de sujetos con una estruc-
adulto (Romano, 2001). tura preedípica debido al mal manejo
de la agresividad y de los mecanismos
Charlando con una muy respetable mujer devota, le pre- de defensa. Muy probablemente obe-
guntamos sobre por qué le pedía a la Virgen y no directa- decen a una prueba de realidad muy
mente a Dios y ésta respondió, “porque es su madre y él la alterada, si consideramos que se des-
tiene que obedecer”, queda claro que el nivel con el que es envuelven en una realidad aparte en
percibida, es de deidad mayor; es decir, mucho más cercano el momento en que rompen el pacto
a la religiosidad construida desde el imaginario social que
desde el canon religioso dictado por Roma.

No se niega en absoluto la existencia de Dios, no lo sustitu-

ye, va en paralelo. Así, “la ley del padre” lacaniano no se ins-
talaría debido a que se mantiene la simbiosis con la madre,
lo cual sucede en un país que no tiene un sistema legal que
se lleve a la práctica, imperando los procesos de corrupción,
impunidad, nepotismo y de arreglo casero de los proble-
mas legales, políticos e institucionales.

Igual la podemos ver en la versión de mexicana de Rosario

Tijeras, donde la sicaria le implora protección, que en un
nicho al fondo mientras discuten Pedro Infante y Jorge
Negrete en el film Dos tipos de Cuidado. Igual aparece como
una inocente caricatura en las imágenes de la cultura pop
diseñadas por Destroller con el título de “Virgencita plis”
que en un tatuaje de un mara (pandillero) centroamericano.

Jorge Alan Sánchez Godoy en Procesos de instituciona-

lización de la narcocultura en Sinaloa, advierte “la cultura
del narcotráfico ha incluido diversas expresiones de la vida
urbana mexicana y chicana. Por ejemplo, algunos edifican
sus mansiones en Culiacán muy al estilo Beverly Hills, pero
en el interior de ellas construyen una pequeña capilla en
devoción a la Virgen de Guadalupe o Malverde”. El mismo
autor destaca “el uso de camisas de seda de colores visto-
sos con estampados diversos como la figura de la Virgen de
Guadalupe, moda que se conoce como estilo Versace” (p.
31)

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Rosario Tijeras rezándole a la Virgen antes de una misión
de convivencia social (Kernberg, 2005).
Estos sujetos, en realidad con un gran des-
amparo psíquico, tendrían que encontrar
algún “objeto psíquico” de referencia para
sentir seguridad, y la Virgen representa
ese objeto, que además les ofrece la po-
siblidad de mantenerse en el imaginario
mítico mexicano, con lo que podrían co-
nectarse con la sociedad con la que han
decidido romper su convivencia dentro
del pacto social implícito en las personas
que viven dentro del sistema legal.
Pareciera que, en el mundo de la delin-
cuencia, se opta por convocar a la madre
protectora, aquella que perdona y cubre
con su manto celeste, no al Dios castiga-
dor. Así la Rosario Tijeras mexicana tendrá
una relación estrecha con una pequeña
imagen de la Virgen de Guadalupe a la
que le rezará antes de cada misión, recor-
demos que el personaje se prepara para
cometer homicidios, inclusive no solo im-
plora protección sino ayuda, pues solicita
“que mi balas sean certeras”. Si bien, la his-
toria está basada en un libro colombiano,
que a su vez fue hecho película y teleno-
vela, el hecho de que en la tropicalización
se utilice a la Virgen de Guadalupe, y no
a Malverde (santo de los narcos), la Santa
Muerte u otra figura similar, refleja la pe-
netración que tiene la deidad en la cultura
mexicana.
De acuerdo con una nota periodística
(Bargent, 2014) sobre el significado de los
tatuajes de los pandilleros centroamerica-
nos, los tatuajes de la Virgen de Guadalupe
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son una apelación a un poder supremo para recibir protec-
ción y muy populares en la agrupación Barrio 18.
Como símbolo de la mexicanidad, aparece en múltiples
obras e incluso una canción popular mexicana sostiene
“Desde entonces para el mexicano, ser guadalupano es al-
go esencial” (anónimo, s/f ). Sumado a ello, podríamos citar
una encuesta realizada en vivienda por Parametría en 2015
donde resultó que el 83% de los mexicanos cree en la Virgen
de Guadalupe, mientras que en el 2002 era el 85 %. El 79%
le ha rezado alguna vez, si nos enfocamos en los que no tie-
nen estudios sube al 100% y baja al 60% con aquellos que
tienen posgrado; es decir, si bien hay una disminución en
la devoción entre quienes cuentan con mayor preparación
académica, aun en ese sector, los creyentes son mayoría.
A esto habría que añadir los no creyentes que la identifican
como un símbolo nacionalista. Pero, es importante matizar,
no todos los mexicanos son guadalupanos, no todos los
guadalupanos son católicos, ni es la patrona de todos los
católicos mexicanos. En Juquila, Oaxaca, por ejemplo, tie-
nen su propia advocación; en la localidad de Xochimilco de
la misma Ciudad de México un chofer de bici taxi, comentó,
“aquí no es la Virgen de Guadalupe, el que rifa es el Niñopa”
(representación de un cristo recién nacido). Lo que sí es un
hecho es que el culto a la Virgen de Guadalupe y su respec-
tiva imagen cuenta con una avasalladora mayoría, al tomar
en cuenta todo el territorio nacional.
Veneración de la imagen
Victorino Zecchetto (1999) expone que la Iglesia legitima
que la veneración de imágenes al definirlas como la “encar-
nación del Verbo”, una representación de Dios invisible (p.
45).
En el estudio Creyentes urbanos (Suarez, 2015), se muestra
una encuesta, realizada en la colonia Ajusco de la Ciudad de
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México, donde se desprende que el 81% tiene

un altar u objeto religioso en el hogar.

Retornando al melodrama televisivo de Rosario

Tijeras, revisamos que prácticamente la misma
escena, de veneración, funciona en la versión
colombiana que en la mexicana, el cambio es
la interprete y la advocación mariana. Esto obe-
dece a que, de acuerdo con Zecchetto (1999),
hay importantes similitudes de origen en la
religiosidad del subcontinente: “el catolicismo
popular latinoamericano sigue comunicándose
a través de un lenguaje religioso muy rico en
expresiones simbólicas, entre las que se cuenta
el uso abundante y extendido de las imágenes
religiosas” (p. 57).

Es importante recordar que el cristianismo lo-

cal se cimentó en la suplantación de las figu-
ras idolátricas mesoamericanas por imágenes
cristianas que ilustraban pasajes de la vida de
Jesucristo, de los santos y los dogmas de la fe,
de facto se sustituyó una idolatría por otra.

El sentido del cristianismo es expuesto por el so-

ciólogo Victorino Zecchetto (1999) en Imágenes
en acción, el uso de las imágenes religiosas en
la religiosidad popular latinoamericana:

Se ha dicho que el pueblo pobre y ex-

plotado de América Latina se identi-
fica mejor con el Cristo doliente que
con el Señor triunfante. Es cierto. Pero, El 12 de diciembre la Basílica recibe siete millones de fieles.
habría que manifestar la fuerza libera-
dora de la muerte de Jesús unida a su
Resurrección. Es la Pascua la que “hace nueva todas
las cosas”, y no sólo a nivel individual sino también
social e histórico (p. 76).
La imagen es, en cierto modo, su símbolo religioso-
cultural, un aglutinante de recuerdos, sentimientos,
tradiciones e imaginarios religiosos que dan forma
a la identidad popular. Así, la figura de Cristo, pero
más comúnmente la de la Virgen María, son el signo
sagrado de la unidad “religiosa y nacional” en casi
todos los países de América Latina (p. 83).
Así, nos encontramos con que la mercadería sobre la Virgen
de Guadalupe parece infinita, desde la tradicional imagen
plasmada en todo tipo de objetos hasta aquella que se pu-
so de moda conocida como “Virgencita Plis” con apariencia
de niña.
La tilma de Juan Diego entra en lo que se consideraría como
imágenes milagrosas (Zecchetto, 1999), ya que tiene ras-
gos figurativos y una fuerza visual propios. Un especialista
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en arte sacro podría afirmar que su ico-
nografía deriva de un modelo e imagen
denominado mulier amicta sole (la mujer
rodeada de sol), proveniente de los Países
Bajos y de Alemania, tal como lo hace
Gisela Von Wobeser (2015); no obstante, la
misma autora la reconoce como una obra
original, refutando que sea una copia de
una advocación de Extremadura. Su rostro
entre indígena y mestizo es un claro ejem-
plo de ello. La vírgenes mulier amicta sole
suelen contar con menos estrellas en su
manto, lo cual no es una diferencia mera-
mente casual, si consideramos la tradición
en astronomía de los prehispánicos, por
lo que cierta precisión en las constelacio-
nes resultó importante; a ello, se suma el
listón negro en su vientre símbolo de ma-
ternidad entre los indígenas. Hablamos de
rasgos que influyeron directamente en la
aceptación de la imagen. “Cada detalle de

la imagen no nació al azar, sino que surgió
desde una cultura cargada de elementos
simbólicos” (Zecchetto, 1999, p. 83).
La representación de haces luminosos y
estrellas pareciera obecer a patrones ar-
quetípicos descritos por Jung (1970), en
las que la representación del espacio si-
deral ha influído en la mayor parte de las
culturas de la historia de la humanidad,
ante las cuales se rinde un culto debido a
que los aspectos más vulnerables del psi-
quismo encuentran un representante con
el que se relacionan ambivalentemente,
pues, el temor que sienten ante su grande-
za lo pueden tornar en cercanía mediante
actos rituales propios de todas las culturas
del hombre. El ángel que podemos ver
en la parte inferior de la imagen juega un
importante factor en la percepción visual;
sirve como un entorno en el que su silue-
ta de inmediato se puede colocar en las
alturas, ratificando la superioridad de su
origen y de su idealización.
La otra característica que requiere una
imagen milagrosa es su origen inespera-
do y desconocido; es decir el objeto don-
de está plasmada la fe es milagroso de
origen, así sucede en el caso en cuestión,
en el imaginario, ya la fidelidad histórica
es un aspecto que aquí no analizaremos.
“Fue inmediatamente interpretado por la
gente marginada, como un signo claro del
oráculo divino que anunciaba un tiempo
mejor para ella”, expone Zecchetto (1999,
p. 84) acotándola como signo de identidad
social.
En el momento en que el relato de la
Virgen de Guadalupe mexicana contenía
una manufactura divina porque no la ha-
bía hecho un humano, sino que era pinta-
da directamente por la misma divinidad,
se generó un cambio de proporciones del
nivel de comprensión en el momento de
su creación; se distanció del resto de repre-
sentaciones de otras virgenes, para colo-
carse en el escenario de lo inentendible de
la consciencia y lo perceptible únicamente
desde lo inconsciente debido a la incom-
patibilidad con las leyes de la lógica de la
prueba de realidad cotidiana, con lo que
se fomentó el lanzamiento de un símbolo
que puede constituirse como un gran mito
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fundador en una población que decide compartir estas es-
ciciones dentro del imaginario social.
Así este personaje es adoptado como la Gran Madre por
la mayoría de los mexicanos, y así es representada en los
medios masivos de comunicación. Tal es el caso de Rosario
Tijeras, quien no tiene padre y su madre no se hace res-
ponsable de ella, vive entre criminales, es el símbolo de
una sociedad abandonada que encuentra refugio en la re-
ligión; Jung (1970) decía que la religión atiende al malestar
de la ausencia de los padres.
Otro aspecto del rito es el contrato entre creyente y deidad;
tras analizar peregrinaciones en honor a la Virgen de San
Juan de los Lagos y el Santo Niño de Atocha, Fernández
Poncela (2009) concluye que “los rituales sociales, entre los
que podemos ubicar a los religiosos, cumplen una función
de integración, solidaridad y cohesión social, toda vez que
originan y reproducen significados culturales básicos que
tienen que ver con su forma de ver el mundo, una cosmo-
visión propia, su historia, memoria y tradición cultural” (p.
93) El rito guadalupano juega en la misma dimensión, ya
Fiel de rodillas entrando a la Basílica.
que las prácticas conmemorativas tienen una función de
cohesión social y formación de identidades.
Recordemos que las manifestaciones sociales y culturales
lejos de desaparecer al alcanzarse niveles más complejos
de desarrollo, se modifican y especializan en nuevas confi-
guraciones. Hablamos de un impulso que surge de la nece-
sidad establecer lazos de continuidad y redes de relaciones
con el exterior.
Recurriendo al relato original, la Virgen pide se lleve su
mensaje, pues quiere un centro de adoración; “lo agrade-
ceré bien y lo pagaré”, le dice al indígena y al final lo premia
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Patricio Cortés /Luis Xavier Sandoval García
Capilla de bendiciones, Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
curando a su tío. Hay un contrato verbal entre ambos per-
sonajes que hoy se reproduce, simbólicamente, en pere-
grinaciones, mandas y juramentos. Incluso en el santuario
de la Basílica de Guadalupe hay un área para bendiciones y
otro para ir a jurar, donde se le hacen promesas a la Virgen,
muchas de ellas en circunstancias de tensión y aflicción
emotivas. Igualmente, hay quien considera la peregrinación
como una manifestación de culpa interiorizada que busca
el alivio psicológico.
El contenido de los rituales también cuenta, por lo que
cuando se opta por trasladarse grandes distancias de ro-
dillas con su consecuente lesión tisular, sí podemos ver un
proceso de castigo culpígeno, de autosacrificio en la que se
establece un pacto implícito en la que se pide algún mila-
gro con castigo propio, o se agradece una situación favora-
ble mediante la autoinflixión de algún castigo corporal. En
dicho caso, no es un ritual lúdico, sino más bien sufriente e
imponente hacia los demás.
Cabe mencionar, al estudiar estos fenómenos religiosos, a
Maurice Halbwachs (2004), quien expone que la Memoria
Colectiva atesora y destaca en la sociedad algo relacionado
el significado de acontecimiento que permite desarrollar
procesos identitarios basados en marcos sociales donde el
La noche entre el 11 y el 12 de
diciembre la televisión mexicana
transmite 'Las Mañanitas a la
Virgen de Guadalupe” donde su
elenco rinde tributo a la Morenita
del Tepeyac.
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Capilla de juramentos, Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
tiempo y las fechas, las fechas son tiem-
pos de la memoria que permiten que una
sociedad se perciba con tradición pasado
e identidad.
La Virgen televisada
Rosario Tijeras es sólo una muestra del
uso de la imagen, en un aparente se-
gundo plano; los mass media recurren
constantemente al mito de una manera
más directa. Así la televisión utiliza y re-
actualiza el rito constantemente, existen
testimonios cinematográficos de Pedro
Infante y Sara García rindiendo tributo en
la Villa; desde hace décadas las mañanitas
a la Virgen son toda una “tradición” en el
canal 2, hoy Las estrellas (Televisa), a la
que más recientemente se ha sumado TV
Azteca.
Ambas televisoras graban programas
especiales con su elenco estelar, días an-
tes del 12 de diciembre (por razones de
logística) y serán transmitidos minutos

antes del onomástico guadalupano. Se
venera a la “madre de los mexicanos” con
canticos que hablan directamente de
la Guadalupana o de la madre en gene-
ral, resaltando su papel de Gran Madre
bondadosa.
Invariablemente, en la transmisión del fes-
tejo guadalupano, se incluyen “reportajes”
donde se hace hincapié en lo milagroso de
la imagen, destacando aspectos como que
sobrevivió un atentado con una bomba,
que se ha conservado a pesar de que pasó
siglos sin protección, que no es posible ha-
cer una pintura tan detallada en un lienzo
tan irregular y un largo etcétera. Es decir,
se recalca el papel de “madre de los mexi-
canos” y se legitima el carácter milagroso
del ayate, pues es original, tiene un origen
místico. Cabe destacar que dichas piezas
televisivas tienen más características de
En La Rosa de Guadalupe vemos como se reproducen los valores “guadalupanos”.
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propaganda religiosa que periodísticas, pues se limitan a
repetir lo que el canon establece, sin dar voz a los antiapa-
ricionistas. Recordemos que la “realidad” que percibimos es
mediática por lo que la información que recibimos de las
televisoras es, aún, formadora de sujetos.
Thompson (1998) sostendría que los mass media reformu-
lan la tradición que para sostenerse “requiere la continua
representación de su contenido simbólico en las activida-
des de la vida diaria. La repetición es la única manera de
asegurar la continuidad temporal” (p. 56).
Enrique Guinsber (1988) equipara a los medios con las re-
ligiones en cuanto a funciones psíquicas (reconocidas por
Freud) de búsqueda de satisfactores sustitutivos, pero ade-
más habla de una alianza:
Tal como ocurre en México y la mayor parte de
los países tercermundista, los medios se integran
con las instituciones religiosas al presentar una vi-
sión del mundo –una ideología– en gran medida
 La Guadalupana en las manifestaciones populares
Patricio Cortés /Luis Xavier Sandoval García

compartida: en valores como en la importancia que

manifiestamente asignan a, por ejemplo, los viajes
papales en el caso de la iglesia católica (p. 144).

“En la medida en que la transmisión de la tradición se vincu-

la cada vez más a los medios de comunicación, las tradicio-
nes igualmente pierden las raíces que las fijan a territorios
concretos”, sostendrá Thompson (1998, p. 257), es decir la
televisión no necesariamente elimina la tradición, puede ex-
tenderla a otras latitudes.

Otro ejemplo, son los programas unitarios titulados La Rosa

de Guadalupe, cuya estructura se mantiene casi intacta: hay
un conflicto donde alguien está transgrediendo la moral
tradicional, hablamos desde simples actos de promiscui-
dad, pasando por el bullying, hasta verdaderos crímenes. La
resolución siempre es similar, se le reza a una imagen de la
Virgen de Guadalupe, mientras nadie observa, aparece una
rosa blanca, es la aceptación de la solicitud, el contrato por
decirlo de alguna manera. Luego un sutil viento sopla sobre
algún personaje cuyo cambio de actitud puede darle un gi-
ro positivo al conflicto y terminamos con un final feliz. Esto
se repetirá, así se trate de una historia de infidelidades o de
narcotráfico.

Esta versión moderna de los milagros guadalupanos, si bien

aún trabaja con el pensamiento mágico, mueve la influencia
de la deidad en un ámbito más terrenal, no cura enfermos,
ni menos revive muertos, sólo infiere en las decisiones de
un personaje crucial; en términos psicoanalíticos este supe-
ra estados como una monada para actuar en consecuencia
de lo que haría un ser social; en términos del discurso televi-
sivo, “influye en su corazón”.
Así la Rosa de Guadalupe, inserta en los valores tradicio-
nales de la sociedad mexicana, reactualiza un mito, en una
época donde los milagros deben ser más sutiles, ayuda a
lo que Guinsberg definiría como “la formación del sujeto
necesario”.
Artesanía de “Nacimiento”, tomada en diciembre de 2017,
Museo de las Culturas Populares CDMX.
Incluso el autor cita: ”Es evidente entonces
que el receptor coloca en la visitudes de
los programas aspectos personales, que
les posibilita el cumplimiento de necesi-
dades personales; y en este sentido resulta
notorio que los medios ofrecen material
para todas las necesidades imaginables
posibles” (p. 144).

Podemos encontrar todo tipo de mercancías alusivas.

73

Esta invitación para una fiesta infantil de la Virgencita Plis, reflaja
cierta desacralización de la imagen guadalupana.
Conclusiones
El mito guadalupano, dentro de la cultura mexicanam es
percibido como un mito fundacional, como se puede apre-
ciar en las diversas manifestaciones de la cultura popular,
lo cual se puede verificar en las transmisiones televisivas,
mercancías alusivas y alatares.
Es un fenómeno que lo mismo alcanza a las personas de las
colonias más humildes que a quienes colocan nichos en sus
residencias; puesto que ha sido posicionada a lo largo de
casi 500 años como la madre de los mexicanos, cubriendo
la orfandad que generó la sangrienta Conquista. Así mismo
son diversos los grupos delincuenciales que buscan el man-
to protector de madre, recurren a una madre más “compren-
siva” en busca del perdón.
La Virgen de Guadalupe se posiciona en una sociedad cu-
ya familia es matriarcal, ya que aunque el poder político y
económico sean, todavía, predominantemente masculinos,
74
Junio 2018
los mexicanos se sienten por mucho más cercanos a la
figura materna.
El mito guadalupano, no es un constructo de los mass
media, pues estos son posteriores a él, aunque estos
lo reproducen y sirven como transmisores interge-
neracionales. Los medios construyen y representan
realidades psíquicas por lo consecuente son una pro-
yección del imaginario social guadalupano, aunque
también lo restructuran y refuerzan.
Por lo consecuente, analizar el contenido de los mass
media es a su vez de gran importancia para entender
al mito nacional y sus funciones, pues transmiten al
individuo elementos simbólicos constituyentes del yo
y el superyó.
En el siglo XX todos los periodistas sabían que no
podían meterse con lo que se le denominaba “la
santísima trinidad”: Presidente, Ejército y Virgen de
Guadalupe, siempre hubo muy contadas excepciones,
mas hoy Presidente y Ejército han sido desacralizados,
pero la Guadalupana se mantiene casi intocable, aunque
se ha desacralizado ligeramente como se puede ver en la
imagen Virgencita Plis.
Fromm (1965) convoca a ir más allá de los procesos psí-
quicos en que se basan las experiencias religiosas, pues
también hay que descubrir las condiciones que los deter-
minan. Igualmente frente al debate entre Freud y Jung so-
bre los defectos y virtudes de la religión, sostiene “no es
religión o no religión, sino qué clase de religión”, convocan-
do a procesos que permitan el desarrollo de las personas.
Desde este punto de vista, la Guadalupana convoca a la
unidad nacional, indispensable para un verdadero creci-
miento como país; pero también puede generar cierta pa-
sividad entre quienes esperan un milagro lo cual resulta
nocivo en más de un nivel. Es, por lo consecuente, un sím-
bolo que puede funcionar en varios niveles.
Este mural,
fotografiado por
David Puma,
refleja, la
penetración de la
Virgen de
Guadalupe en la
cultura popular.
 La Guadalupana en las manifestaciones populares
Patricio Cortés /Luis Xavier Sandoval García

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Danza en honor a la Guadalupana, en la Feria de Santiago Zapotitlán, Tláhuac

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 Imágenes
1 Interior de la Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
2 Altar en casa de Coyoacán. Fotografía, Nelly Olivos.
3 Relieve de Juan Diego, interior de la Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
4 Grace Greenwood (1935) Los mercados, (detalle) entrada del Mercado L. Abelardo Rodríguez.
Fotografía Nelly Olivos.
5 Marion Greenwood (1935), La industrialización del campo, (detalle), escaleras del Mercado L.
Abelardo Rodríguez. Fotografía, Nelly Olivos.
6 Imagen de la Basílica de Guadalupe, 12 de diciembre de 2016. Fotografía Javier Garcia/
shutterstock.
7 Retablos del Museo de la Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
8 Ofrenda de Día de Muertos Ciudad Universitaria (UNAM) en 2015. Fotografía, Nelly Olivos.
9 Rosario Tijeras rezándole a la Virgen antes de una misión, temporada 1, capitulo 30, producción
Teleset para TV Azteca y Sony Pictures.
10 Belikova Imagen de la Basilica el 12 de diciembre de 2016 de https://es.123rf.com/imagenes-de-
archivo/68683614.html?sti=o2n7kygxnnbykyx4jp|&mediapopup=68683614
11 Fiel de rodillas entrando a la Basílica. Fotografía, Nelly Olivos.
12 Capilla de bendiciones, Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
13 Capilla de juramentos, Basílica de Guadalupe. Fotografía, Nelly Olivos.
14 Famosos mexicanos cantan 'Las Mañanitas', Mañanitas a la Virgen de Guadalupe 2012 HD,
https://www.youtube.com/watch?v=Oa33bDIMbes
15 Imagen de TV con la Virgen, imagen de archivo.
16 La Rosa de Guadalupe, Camuflaje emo parte 1-2 ,| Capitulo Completo HD. https://www.youtube.
com/watch?v=IqjOj_ZgJZo
17 Artesanía de “Nacimiento”, tomada en diciembre de 2017, Museo de las Culturas Populares
CDMX. Fotografía, Nelly Olivos.
18 Mercancías alusivas. Fotografía, Nelly Olivos.
19 Invitación a fiesta infantil de la Virgencita Plis.
20 Mural de la Virgen de Guadalupe en la cultura popular. Fotografía cortesía de @Davidpuma
21 Danza en honor a la Guadalupana, en la Feria de Santiago Zapotitlán, Tláhuac CDMX.
Fotografía, Nelly Olivos.

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