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SACRIFICIO DE QUETZALI
Autor: Javier Mauricio Parra Prada
Narradora:
El sacrificio humano era una práctica religiosa de la civilización azteca. La
mayoría de los historiadores creen que el sacrificio humano era una parte principal
del culto azteca y que algunas víctimas eran canibalizadas.
El sacrificio humano entre los aztecas era parte de la larga tradición cultural de
sacrificio humano en Mesoamérica; también era practicado por los mayas y los
zapotecas.
De acuerdo a su cultura, todos los dioses se sacrificaron para que la humanidad
pudiera vivir. En este sentido, el sacrificio humano era el nivel más alto de una
cantidad de ofrecimientos a través de los cuales los aztecas buscaban pagar su
deuda a los dioses; se decía que la víctima había «prestado su servicio.
Inicio:
(Música de fondo)
Se inicia con la danza ritual del sacrificio donde las mujeres miembros de la tribu
azteca danzan alrededor de la piedra del sacrificio (con una vela) y luego se
organizan en una fila de 4 los hombres de la tribu aparecen en la parte de atrás
finalmente aparece Quetzali en medio de la piedra del sacrificio. En ese momento
(cuando acaba la música) se sientan todos en fila y queda de pie Quetzail
Narradora:
Esta ceremonia se realizaba cada 52 años —un ciclo completo en el calendario
azteca— para evitar el fin del mundo. La primera ceremonia fue realizada en el
1090, aunque existe evidencia de que pudo haber sido antes.
La última ceremonia del fuego nuevo se celebró en 1507; la tradición terminó con
la conquista española. Al atardecer del último día del año, los sacerdotes subían a
la cima de un volcán donde sacrificaban a un hombre. Luego se encendía una
gran fogata, desde la cual se prendían antorchas para colocarlas en los templos
de la ciudad.
Inicio de la obra
Acto 1
Empezaron a resonar los cantos y el sonido de los tambores; Edahi esposo de
Quetzali y principal arquitecto, escultor y pintor se sentía morir en vida debido al
evento que se avecinaba…
Edahi: (se encuentra triste y melancólico escribiendo en un papiro) y dice:-si es
posible, que no haya sangre pero si la ha de haber que los dioses reciban este
sacrificio por este nuevo ciclo y por toda la humanidad.
Narradora:
La tribu habiendo culminado la primera parte del ritual del fuego se prepara para la
gran ceremonia; Quetzali toma una daga como es costumbre y corta su pierna,
toma un poco de sangre y la unta en su frente; de su rostro no sale ni una sola
muestra de angustia o temor sino que la invade una gran paz mientras tanto el
sacerdote Totonaco afila el cuchillo con el que ha de despojar el alma de la
sacrificada
Quetzali: (se encuentra muy tranquila y mirando fijamente la piedra donde la van
a sacrificar) – hoy que yo muera no quiero que estén tristes aquí yo volveré
convertida en colibrí.
Sacerdote Totonaco: (se encuentra afilando su puñal)- Dioses reciban a esta
mujer como ofrenda que servirá para concluir este ciclo y postergar el próximo
Narradora:
Dos guerreros elites toman con fuerza los brazos de Quetzail la cual no pone
resistencia ante estos, ¡de repente! Se acerca Yareni madre de la sacrificada
quien lleva en sus manos el gran hongo alimento que sirve para producir
insensibilidad o disminuir el dolor; mientras Edahi estático e inmóvil mira con una
tristeza abrumadora a su esposa
Yareni: (la madre se acerca a Quetzail y abrazándola le dice) – mujer, cuando
mires hacia el sol sonríe con alegría.
Quetzail: - madre cuida bien a mis hijos y que este sacrificio alargue y prologue
sus palpitaciones.
Acto 2
Narradora:
Mientras tanto a orillas de la playa encallan dos grandes barcos, de los cuales
descienden figuras altas e imponentes algunos con grandes armaduras de hierro y
voluptuosas barbas; y otros con grandes y largas ropas, el primero el capitán
Hernan Cortes maravillado por la vegetación de la zona hace una señal con sus
dedos, enseguida descienden dos sacerdotes jesuitas don Antonio y don leo
alzando una gran cruz, posteriormente sale su esposa Lucia del Castillo quien
motivada por la noticia de la ciudad de oro acude en compañía de su esposo.
Hernan Cortes: -mirad y contemplad la tierra que mana leche y miel, tierra salvaje
y bella cubierta de riquezas
Don Antonio: -capitan se dé buena fuente la fama que poseen los habitantes de
esta zona de practicar danzas y rituales demoniacos.
Don leo: -es preciso andar con cuidado capitán dicen que las mujeres andas
desnudas para seducir a los hombres y llevarlos al pecado.
Hernan Cortes: (mirada picara) entonces hay que darnos prisa…
Lucia del Castillo: (le pega un codazo) no tan rápido señor Cortez recuerda que
estas mujeres están llenas de demonios y puedes quedar poseído por alguna de
ellas.
Don leo: -esta vez en este caso su esposa tiene razón capitán de hecho dicen
que esta gente se baña todos los días (tiembla de miedo)
Lucia del Castillo: - ¿dime cuando no tengo la razón padre leo? Si yo soy la
cabeza de esta aventura.
Don Antonio: (se calla y reza) -debemos rezar
Narradora: Los españoles emprendieron su búsqueda selva adentro, sin embargo
en Tenochtitlán, Quetzail se encontraban a punto de concluir el rito, Yareni su
madre no dejaba de abrazar a su hija quien mantenía un semblante tranquilo y
sereno. Enseguida Yareni empezó a verter sobre su hija una pintura roja y azul
sobre sus extremidades
Yareni: -hija mía, toma y come del gran hongo, así no sientes este día.
Narradora: Quetzail recibió con desprecio solo un trozo del hongo el resto lo
escupió.
Quetzail: (después de escupir mira a su madre y dice) – madre quiero ser
consciente lo más que pueda de mi entrega por favor no hagas esto más difícil
Yareni: (llora y abraza a su hija) – hija te voy a extrañar.
Sacerdote Totonaco: (algo preocupado) -los dioses esperan con ansia tu entrega
Quetzail ya prestaste tu servicio, es vital tu sacrificio.
Quetzail: -que sea la voluntad de los dioses y la voluntad de la comunidad.