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Enfermedad,síntoma y carácter
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El rescate de las partes enajenadas de nuestro cuerpo
dice, por ejemplo, que tiene una hepatitis, o que tiene asma o que es bipo-
lar, saber que ese decir fue determinado por alguien que reconoció un
grupo de síntomas y signos como pertenecientes a una entidad nosológi-
ca que se denomina de esa manera.
Estamos frente a alguien que acusa, señala, muestra "otra cosa" que
no es él. Está dividiéndoseentre él y lo que le duele, ese hígado que se
enfermó o esa dificultad para respirar o esa personalidad que lo altera.
Con una visión holística, nuestra primera tarea es restituir la integri-
dad de la mirada hacia ese cuerpo,que es un cuerpo-para-otro,en el cual
puede estar ocurriendo algo que lo limita y que él permitió que se adueña-
ra de todo el escenario y actuara como protagonista. Le mostramos que él,
el paciente, la persona, es el verdadero protagonista y es preciso que acla-
re su relación con ese otro con el cual está en un impasse.
Permitimos a la persona que establezca un encuentro y un diálogo
con ese otro-que-no-es-él,y ofrecemosayudarla si cree conocerlo poco.
Podemos hacer este ofrecimiento con seguridad, porque, afortunada-
mente, la anatomía y fisiología de los seres humanos son sensiblemente
iguales. Lo que no podemos ni siquiera sospechar es lo que puede decir la
persona a ese "otro".Qué le reprocharáo qué le agradecerá. Los órganos
mismos tienen un discurso limitado por su estructura y su función, que
nos impide fantasear o interpretarlosantojadizamente. Aun con los lími-
tes naturales, el discurso de nuestros órganos es extremamente comple-
jo y no necesariamente aceptado por las personas.
En estos diálogos nos damos cuenta de lo increíble que puede ser la
escucha de una persona para con el órgano o la parte que le duele, ya que
la lleva a aceptar aspectos que rechaza violentamente como partes de sí.
Muchas veces pudieron decirle a alguien, por ejemplo, "tú no sabes
pedir" o "te cuesta aceptar"y aunque aquello sea una característica que
admite como propia y entienda de dónde viene su actitud, nada cambia.
De pronto, durante el diálogo gestáltico, esa persona escucha a su cora-
zón diciéndole "yo sé recibir y dar","necesito que me llegue sangre no sólo
para alimentarme, sino también para distribuirla a los demás"... y advier-
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LO ORGANíSMlCO EN GESTALT
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1 Me refiero al hecho de usar comúnmente una especie de "yo auxiliar" que repite lo que
la persona expresó al sentarse en la "silla vacía", en este caso, la descripción del órgano
afectado.
2 Schnake, Adriana, La voz del síntoma, Cuatro Vientos, Stgo„ 2001, p. 203.
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Dice Perls:
Me he permitido esta larga cita para reforzar una vez más el hecho de
que estamos describiendo un modo de acercarnos a la persona en su tota-
lidad. Aunque en apariencia la "separamos",ya que en estos diálogos la
hacemos hablar con lo que le duele, con el órgano que supuestamente le
está dando síntomas, la realidad es otra: esa persona ya llega dividida ante
nosotros. Más que eso, viene a denunciar a un agresor. El síntoma o la enfer-
5 Perls, Fritz,El enfoque guestálticoy testimonios de terapia, Cuatro Vientos, Stgo, 1976, p. 62.
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medad que la aquejan son algo de lo que quisiera verse libre y que no reco-
noce como propio.No podemos hablar de lo que le pasa hasta que no recu-
pere su integridad. Si accedemos a hablar directamente de su enfermedad
acentuamos su división.
Como terapeutas, si no sabemos cómo es esa parte que se queja, no
podemos hacer nada. ¿Postergar el encuentro y estudiar, informarnos?
Tal vez. Por lo menos, tendríamos que saber lo elemental, para que, si
tenemos que hablar por el órgano, podamos corregir errores graves de
información que nos ha dado la persona. No es algo que se pueda hacer
en el último momento.No es una lecciónque repetiremoscomo loros.
Tenemosque sentir que somos capaces de ser un órgano vivo y, con esa
sensación, mirar al que tenemos alfrente, que está de ojos cerrados y nos
escucha.
Lo que se ha hecho evidente es que a los terapeutas que siguen esta
orientación, el estar en permanente contacto y mostrándoles, a las perso-
nas las posibilidades y los límites de su organismo, los conecta con sus pro-
pios límites y los hace darse cuenta del profundo sentido de ser parte de
un todo: cómo en la medida en que vamos representandoa un órgano
frente a diferentes personas,vamos descubriendo más y más posibilida-
des, y más y más limitaciones artificialmente puestas por el mundo que
nos rodea y que pretendeque funcionemos según modelos estándar de
rendimiento o eficiencia.
En este trabajo nos vamos encontrandocon inmensa cantidad de
coincidencias y verdaderosdescubrimientos de "relaciones de relaciones",
que nos llevan en distintas direcciones y que convergen en la extraordina-
ria sabiduría de este cuerpo que somos y que se ha dejado adivinar, sin ser
invadido, por la sabiduría milenaria de los grandes maestros. Es así como
podemos consignar detalles y coincidencias que se repiten, ante nuestra
vista, en situacionesque, de pronto,nos parecen obvias sin tener una
explicación o nada que las avale.
Ser, actuar como esa parte de esa persona que nos tocó ser, una parte
de un todo (por importante que nos parezca Io que somos), nos impide
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pensar que podríamos vivir fuera de ese cuerpo. Si uno nunca se ha senti-
do algo pequeño, hacer este rol será más difícil.
Si no tenemos una muy buena escucha, costará darse cuenta de los
aspectos que la persona acepta o rechaza del órganoy cuando hay que
hacer el rol de éste, se hará mecánicamente, repitiendo como una letanía las
características aprendidas.
El rol que nos toca como terapeutas es el de defensores del órgano.
Y ningún defensor es bueno si no cree en su defendido y si no ha escucha-
do muy bien las acusacionesy no se centra en las que son obviamente
injustas.
A los médicos que siguen este Enfoque les es fácil saber las caracte-
rísticas de los órganos, pero si no se han ejercitado en serlo vivencialmen-
te y con la simpleza que se requiere,no logran con facilidad tener la armo-
nía necesaria para rehacer el vínculo.
El entrenamiento en estos diálogos es casi como una terapia en la
que se va aprendiendo, al estilo del Tai Chi, los movimientos de acercarse y
alejarse del otro. Se aprende a estar en el aquí y ahora, con absoluta con-
centración en este encuentro y diálogo, que requiere un total respeto por
el otro. Se logra, así, la vivencia increíble de tener la oportunidad de hablar
por un inocente que tiene derecho a ser aceptado como es.
A partir del verdadero conocimiento de las características de cada
uno de nuestros órganos y sistemas, podríamos llegar a darnos cuenta
de la extraordinaria mezcla de valores, posibilidades y limitaciones que
nos habitan y, en este reconocimiento,podría ocurrir que cada vez sea
menos necesario que una parte tenga que gritar para que sepamos que
existe.
Por mucho que se conozcan las característicasde los órganos por
parte del paciente y/o del terapeuta, el diálogo entre el órgano y el pacien-
te requiere una concentración y una escucha privilegiadas del terapeuta,
que tiene que estar atento a las expresiones mínimas de la persona, para
permitirse enfatizar las características más rechazadas por ésta.
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Una vez más describiremosen detalle los pasos que nos parecen
esenciales en estos diálogos:
En primer lugar, explicamos a la persona X que le facilitaremos que
se ponga en contacto con la parte de la que se queja, como un modo
de que pueda llegar a darse cuenta de qué significa este reclamo.
2. Le pedimos a X que nos cuente con todo detalle qué le pasa, qué le
duele o molesta o a qué ha atribuido (o le han atribuido) su supues-
ta enfermedad o malestar.
3. Escuchamos con gran atención para darnos cuenta a qué órgano o a
qué parte del cuerpo X está acusando o, por lo menos, haciendo res-
ponsable de lo que le pasa.
4. Pedimos a X que se siente al frente y "sea" esa parte o ese órgano.
Que se tome unos minutos para concentrarse y tratar de imaginar
cómo es ese órgano, que lo represente con todo su cuerpo, y que se
describa. Una vez que comienza, lo vamos guiando para que, en Io
posible, le cuente a X para qué está dentro de su cuerpo. Le vamos
haciendo preguntas con la finalidad de que proporcione más infor-
mación a X. No lo interrogamospara que nos conteste a nosotros
como terapeutas. No estamos interrogando a un alumno para pillar-
lo en falta y calificarlo.Loayudamos a que trate de darse cuenta de
las característicasfundamentales de ese órgano que está asumiendo.
Mientras mejor se describa es más importante captar lo esencial de
su descripción y la expresión que tiene cuando menciona algunas
características. Si la persona sabe muy poco o comete grandes erro-
res, rápidamente la cambiamos, con los ojos cerrados, al asiento de X.
Si se está describiendo bien, la dejamos hasta que perciba que ter-
minó su descripción.
5. Lo cambiamos a su asiento y le pedimos que le exprese a su órgano
o a la parte que habló, lo que siente o lo que quiera decirle.
6.A.- A continuación, si se había descrito bien y no parecía haber olvidado
nada esencial del órgano o la parte, le pedimos que se cambie nueva-
mente al lugar del órgano y le diga a X cuáles son las características
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o cualidades que tiene para poder cumplir sus funciones, y que le pre-
gunte a X cómo es como persona. Si se parecen o no.
6.8.- Lo frecuente es que la persona, aunque sepa de anatomía y fisiología,
haya cometido importantes omisiones o errores en su descripción
como órgano. En este caso, el terapeuta debe ponerse en el lugar del
órgano, avisándole que ocupa este sitio; se describe lo más vivencial-
mente posible (ver fichas Cap. 2) y, al final, le pregunta a X cómo es él,
si se parecen o no.
Es en esta parte donde el arte del diálogo, el respeto por los silen-
cios, la escucha privilegiada, el tono de la voz, la calidez del encuen-
tro con ese otro que nos necesita, aunque nos niegue, la certeza de
ser algo definido y con un sentido en esa totalidad a la que pertene-
cemos, nos da una capacidad de estar y ser que puede detener toda
pelea. Esa persona que rechazaba a ese órgano o le temía, se conec-
ta con lo que somos y con nuestros límites, y lo hace no por miedo,
sino por amor.
7. Cuando X respondea la pregunta que hizo el órgano ("¿en qué nos
parecemos tú y yo?"),frecuentemente se conecta con temas perso-
nales, con aspectos de sí opuestos a alguno de los rasgos expresados
por el órgano que habló.
8. El terapeuta o facilitador se mantiene en el rol del órgano y, desde
ahí, se continúa el diálogo. En estepunto es indispensablela actitud
fenomenológica, no interpretativa,del terapeuta. Su único objetivo es
que la persona acepte la presencia del órgano y se dé cuenta de que
no es posible que no reconozcatener nada parecido,desde el mo-
mento en que nacieron juntos y siempre estuvo presente.
9. Es indispensable volver a cambiar a la persona al sitio del órgano.
Por lo menos hasta que se describa—en primera personay asu-
miendo el discurso— lo mejor posible y se permita dialogar libre-
mente con X.
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Nuestras bases anatómicas y
fisiológicas vivenciadas
Por respeto a Perls y por la honda convicción de que él tuvo una actitud
chamánica trascendente,desde la que brindó una de las visiones más
completas de los seres humanos —que podría permitir dar un verdadero
salto cuántico que evitara la destrucción de los verdaderos valores— quie-
ro hacer lo que él se propuso y nos propuso: "asimilar y masticar bien" los
conocimientos y geniales descubrimientos de nuestra propia fisiología.
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psicoanalíticas y al sopesar
científico. Sin embargo al masticar las teorías
cada vez más capaz de asimilar
cada bocado no digerido,descubrí que era
y construcciones artificiales.l
sus partes valiosas y de descartar sus errores
(Cursivas me corresponden, A. S.)
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El organismo que somos
Nuestra hipótesis es que cualquier cosa que sintamos tiene que hacerse
en el patrón de actividades de las regiones cerebralesque sienten el
cuerpo.
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