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CUATRILOGÍA

LOS HIJOS DE MÓNICA


AMDER

(Volúmenes I-II-III-IV)

ERINA ALCALÁ
CUATRILOGÍA
LOS HIJOS DE MÓNICA
AMDER

I. MÓNICA

ERINA ALCALÁ
Recordar es fácil para
el que tiene memoria.
Olvidarse es difícil para
quien tiene corazón.
CAPÍTULO UNO

Esa noche de junio era fresca. Corría una suave brisa que daba paso al
verano. La camioneta de Nolan Wilson acababa de aparcar en el sendero
que llevaba al Ponce Ranch. Apagó las luces. Había suficiente claridad
con la gran luna llena que dominaba el cielo nocturno plagado de estrellas.
Cuando Nolan paró la camioneta, Mónica sabía qué iba a pasar y lo
había deseado con fuerza durante toda su adolescencia y juventud. El chico
la miró. La sacó de la camioneta de la mano y se fueron ambos a la parte
de atrás. Echó una manta y se subieron. Se puso encima de su frágil
cuerpo. Se besaron y ella tembló como un pajarillo disponiéndose a dejar
de ser virgen esa noche a la vuelta de la fiesta de graduación del instituto.
Nolan besaba bien, besaba mejor que nadie para ella, porque siempre
estuvo enamorada de su vecino, aunque éste, era mayor que ella cinco años
y nunca la hubiese visto como una chica guapa, como las animadoras
rubias y las chicas preciosas del instituto y de la que era novia suya, Pam,
y posteriormente las que hubiese conocido en la Universidad de Cheyenne.
Él había terminado ese verano la Universidad. Llevaba saliendo con Pam
casi cinco años.
Mónica no era esa, ni era su novia. Y sin embargo estaba allí con él
perdiendo la virginidad en la parte de atrás de la camioneta de quien tanto
adoraba.
Había sido una casualidad que se encontraran en el pueblo y que Nolan
la llevara a su casa del rancho en la camioneta.
Los padres de Nolan obligaron prácticamente al hermano de Nolan,
Oscar a llevarla al baile de graduación, y éste como a su hermano le
gustaban el mismo tipo de chicas. Así que el baile, fue como esperaba,
Oscar se fue con sus amigos y chicas guapas y ella se quedó sentada hasta
que salió del instituto y se quedó allí en la puerta, sola. Cuando pasó Nolan
camino del rancho, después de dejar a su novia, la vio sentada allí y le dijo
que si la llevaba al rancho. Llamó a su hermano y se lo dijo. Ella quería
irse a casa y accedió a que la llevara Nolan al rancho. Iba seria y triste.
Ese momento fue para ella un tanto doloroso al principio, pero Nolan le
hizo sentir lo que imaginaba cuando soñaba con él y más. Se puso un
preservativo y entró en su sexo, supo que era virgen y sin palabras, con los
movimientos y gemidos en la noche estrellada, ella tuvo un orgasmo con
el hombre soñado y adorado desde que tuvo doce años y en esos
movimientos, se corrió en ella. Se demoró más de lo previsto en salir, pero
ahí acabó todo. Luego, le bajó el vestido de graduación, se subió los
pantalones y se fueron en silencio a la parte de delante de la camioneta.
Arrancó y la llevó a su rancho.
Sin palabras.
Jamás le preguntó qué sintió ella, que siguió temblando durante horas
esa noche.
Esos momentos hizo que Mónica se sintiera culpable de lo que había
hecho. Nolan tenía novia y ninguno de los dos habían hecho bien.
Y supo con certeza que era el vanidoso y engreído que se pavoneaba y
aprovechaba de cualquier chica más joven, porque ella tenía diecisiete
años y Nolan ya había terminado la universidad y acababa de cumplir
veintidós años. Siempre había sido mujeriego y aunque lo había pensado,
esa noche, había sido solo sexo para Nolan, ni un beso, ni la tocó siquiera.
Era raro porque ella tampoco sabía demasiado del tema sexual, pero él, sí
debía saberlo y se había reído de ella. No lo vería más. Cuanto más
pensaba en Nolan, más rabia y culpa sentía contra él y contra ella misma
por dejarse, por seducirla, por tener novia, por todo.

Mónica era una chica adelantada a su tiempo. Su mentalidad no era la


de una chica de diecisiete años, sino de más, menos en lo que no quería
pensar.
Era bajita, apenas si pasaba el metro sesenta y aunque había nacido en
un pueblo de Málaga, se vino muy pequeña, apenas con cuatro años al
Ponce Ranch. Su madre era americana y su padre malagueño y cuando sus
abuelos maternos murieron, tuvieron que venirse de Málaga para hacerse
cargo del rancho.
Su padre apenas sabía de ranchos, pero sí de negocios, y con el tiempo
fue aprendiendo todo y ese rancho se hizo próspero. Estaba situado en un
valle de las montañas de Wyoming, a cinco millas de Dubois, un pueblo de
apenas mil habitantes, rodeado de ranchos, algunos turísticos. El Ponce
Ranch, era un rancho de reses y de vacas.
Los padres de Mónica no tuvieron más hijos y ella se crio en el rancho
aprendiendo como una más las labores del rancho cuando salía de la
escuela y posteriormente del instituto y le gustaba.
Era pequeña y callada, algo tímida de adolescente, discreta, siempre iba
con pantalones vaqueros al instituto y al colegio. Tenía una melena larga
castaña oscura y aunque siempre lo llevaba recogido, su pelo era precioso.
Ella era atractiva, tenía una nariz pequeña y unos ojos grandes verdes de
largas pestañas, pero para Nolan y su hermano pequeño Oscar, ella
siempre simplemente fue su vecina.
Una vecina algo incómoda.

Nolan Wilson vivía en el rancho de sus padres, que justo estaba encima
del Ponce Ranch, en el alto de la colina. Sus ranchos estaban separados
por alambradas.
El Wilson Ranch era como dos veces más grande que el Ponce Ranch,
y desde la casa de Nolan se veía la casa de Mónica.
Los padres de Nolan y Oscar, como los de Mónica eran amigos desde
que ellos eran pequeños. Incluso el padre de Nolan estuvo alguna vez
enamorado de la madre de Mónica cuando eran jóvenes, pero ella, se fue a
España y ahí se acabó todo.
Sin embargo fueron vecinos y amigos hasta la muerte de la madre de
Mónica cuando ésta tenía diez años de una mala caída de un caballo. Y
ella se quedó a solas con su padre.
Y los padres de Nolan y Oscar, siempre estaban pendientes de Mónica,
tanto que obligaron a Oscar de su mismo curso, a llevarla al baile de
graduación. Y Oscar, no quería porque había chicas mucho más guapas y
quería acostarse con alguna.
Mónica sabía que Oscar, la había invitado aquella noche obligado por
sus padres. Sin embargo, la presión y su timidez la obligaron a ir con él.
Aunque no bailaron, él solo se hizo cargo de llevarla y su hermano la llevó
de vuelta.

Y ahí quedó todo durante la adolescencia y juventud.


Ese verano ya no vio a Nolan sino de lejos en el rancho montando y
ayudando a sus padres como ella hacía también con su padre.
Este la obligó a ir a la universidad. Y la mandó a España con sus
abuelos. En España era más barato estudiar una carrera y podría quedarse
con ellos y perfeccionar el idioma, pero Mónica no quería dejarlo solo tan
lejos, sabía de sobra que no iba a ir a verla con todo el trabajo del rancho,
pero insistió tanto su padre que al final, la matricularon en la Universidad
de Málaga para hacer Derecho y Dirección de Empresas. Y poder gestionar
el rancho a su vuelta. Ella quería irse después al rancho y administrarlo,
junto con su padre y estar con él.
Sus abuelos ni qué decir tiene que iban a ser felices con su nieta en casa
esos años e insistieron también. Y en septiembre, ella hizo sus maletas
para no volver en seis años al rancho. No volvió en vacaciones.
Cuando fue a Málaga llevaba un secreto con ella, que cuando no pudo
disimular más tuvo que contarles a sus abuelos. No quería que su padre se
enterara de que estaba embarazada. Si tan solo se había acostado una vez
en el baile de graduación con un chico…
Al principio lloraba mucho, pero sus abuelos le dijeron que la
ayudarían y mantendrían el secreto, pero que había ido a estudiar y aunque
perdiera un año o unos meses, iba a terminar la carrera que había ido a
hacer. Y eso los unió a los tres.
Y la preocupación del principio, paso a ser ilusión por un hijo y un
bisnieto. Sus abuelos le compraron todo para el pequeño, porque se enteró
de que era un chico, buscaron un hospital y justo en las vacaciones de
semana santa nació su hijo Alejandro, al que le pusieron el nombre de su
abuelo y para distinguirlo lo llamaban Alex. No podían ser más felices.
Ella siguió sus clases, pidiendo apuntes el primer mes pero terminó su
curso y descansó en verano. Su abuela le cuidaba el pequeño y su abuelo.
Cuando cumplió un año, Alex, un niño alto y moreno como su padre,
pero con los mismos ojos que su madre, entró en la guardería los meses
que ella estudiaba. Sus abuelos lo recogían por la tarde porque ella empezó
a trabajar en una academia de inglés, dos horas por las tardes y los sábados
por la mañana. Así pagaba los gastos del chico y de la guardería. Ya sus
abuelos la ayudaban demasiado, aunque su padre, le mandaba
mensualmente un dinero también para la Universidad, más la beca que le
daban.

En Málaga fue feliz, con su hijo, con sus abuelos. Se olvidó de Nolan
pensando que sería madre soltera y que él ya tendría otros hijos con Pam o
estaría casado y nunca se lo diría. Alex, era solo suyo. Y esa maldita
noche, y a esos chicos que la habían apartado a un lado en el instituto
también los olvidó.
Se hizo amigos en Málaga en la universidad, tuvo un par de chicos con
los que se acostó y salió con ellos, pero su hijo era un obstáculo para los
chicos jóvenes y, además, nunca fue como con Nolan a pesar de todo.
Aprovechó sus cuatro años de estudio y un master que su padre le pagó
y sus abuelos no querían que se fuera. Tuvo al pequeño en el colegio desde
los tres años. Y era un niño precioso y bueno.
Durante los veranos, aprovechaba para pasearse por la playa con su
hijo, salir con sus amigos y dar las clases de inglés en la academia por las
mañanas, con el que se sacó el carné de conducir cuando ya no tuvo que
pagar guardería y comprarse un coche pequeño para moverse, de segunda
mano, aunque sus abuelos quisieron comprarle uno nuevo, ella no quiso. Y
llevaba a sus abuelos a comer o a tapear los fines de semana por la costa
del sol y a la playa. Y fue una época feliz.

Dejó de ser la chica tímida para ser la mujer y mamá alegre, disfrutar
de esa ciudad, de los pueblos, del clima, de las amistades, de su familia y
sobre todo de su pequeño. Su vida cambió y dio un giro de trescientos
sesenta grados. Y cuando volviera al rancho y su padre conociera a su hijo,
se iba a quedar de piedra, pero le encantaría su nieto.

Sin embargo, cuando acababa el master su abuelo murió y fue un


trauma para su abuela y para todos ellos. Su padre no pudo venir porque
dijo que había mucho trabajo en el rancho y a ella le extrañó que no
viniera a la muerte de su padre, pero tampoco pensó en eso demasiado con
ella tomando las riendas de todo, ya que no había más familia, salvo
algunas hermanas de su abuela.
Y se quedaron solas su abuela y ella y no veía bien a su abuela, y el
padre le aconsejó quedarse un tiempo con la abuela.
Termino su máster y se quedó un año más en Málaga, porque el médico
al que iba la abuela, le dijo que no iba a durar mucho en el plan que se
puso, no comía, dormía poco, y al final tenía todo tipo de enfermedades.
Ni su biznieto la animaba. Y ella cuidó de su abuela y de su hijo y hacía de
todo, la llevaba médico, la mimaba, la sacaba a pasear, pero nada pudo
hacer por ella.
Y al final, trece meses después de terminar ella el master murió
también con el calor de julio.
Tampoco vino su padre y ella casi se enfadó con su padre por no venir.
Tenía veinticuatro años y su hijo cinco y medio y tuvo que hacerse cargo,
también del funeral de su abuela. Y quedarse un mes más o dos, tal como
le dijo el notario. Pero si le dejaba algo a su padre, tendría que venir sí o
sí.
Pero los abuelos le dejaron a ella toda su herencia. Porque su padre
había renunciado a ella en favor de su hija. Lo habían hablado meses antes
de morir el abuelo con su padre. Ella se enteró por el notario.
La casa de la playa, y dos millones de euros que tenían casi. Sus
abuelos, tenían dinero, porque su abuelo tuvo un negocio de una
gasolinera, pero nunca pensó que tanto, Aunque vivían muy bien y su casa
era una gran casa estupenda en Marbella.
Vendió la casa y el coche, recogió todo, metió a su hijo en el pasaporte
con su doble nacionalidad, y metió el dinero de su herencia en su cuenta,
lo cambió a dólares, hizo las maletas, escasas, ya compraría ropa nueva, y
con dos millones ochocientos mil dólares, diez mil en el bolso y dos
billetes en primera para Nueva York, puso rumbo el dos de octubre, con su
hijo a la gran manzana primero y allí tomaría un vuelo a Cheyenne.
Descansarían un día o dos y compraría un coche y viajarían hasta Dubois.
Iba a ser un viaje largo y cansado para su hijo tan pequeño, pero pararían
cada pocas horas. Y el viaje a Nueva York, lo eligió nocturno, para que se
durmiera.
Y el día tres de octubre, llegaron a Cheyenne. Un taxi los llevó a un
hotel, pidieron algo de comer y se ducharon y durmieron los dos en la
cama grande hasta el día siguiente.
-Mamá hace frio. -Dijo el pequeño al día siguiente cuando despertaron
y miró curioso por la ventana.
-Sí hijo vamos de compras y para el rancho también y un coche nuevo.
-¿Muy grande?
-Enorme, como tú.
-¿Hablan inglés?
-Sí cariño, aquí inglés.
-Vale.
-¿Vamos a ver al abuelo?
-Sí, vamos a ver a tu abuelo y el rancho, caballos y vacas…
-¿Me compras un poni?
-Ummm… Intentaré comprarte un poni.
-¿No tengo papá aquí tampoco?
-Sí que tienes, aquí tienes un papá. Lo veremos si no está fuera. Pero te
has levantado muy preguntón hoy.
-Sí- y se reía mientras ella le hacía cosquillas en la cama y Alex se reía.
-Venga nos levantamos, vamos a desayunar fuera y de compras.
-Sí yo elijo mi ropa.
-¡Cómo no, mi hijo independiente siempre!
-Mamá…
-Dime cariño.
-¿Cómo se llama mi padre de aquí?
-Nolan.
-¡Qué nombre más raro!
-Son nombres americanos, pequeño. Tendrás que acostumbrarte. Es un
nombre bonito. Quizá tengas hermanos.
-¿Por qué?
-No sé si se ha casado, tenía novia cuando me fui con los abuelos a
Málaga.
-¿No te quería?
-Creo que no cariño, pero a ti te querrá, seguro. Eres su hijo. Y si no te
quiere, yo te quiero un montón -y lo colmaba de besos.
-Basta de preguntas pequeño curioso, ¡arriba!…
CAPÍTULO DOS

Se abrigaron, desayunaron cerca del hotel y fueron a comprarse ropa a


un centro comercial que le dijeron, no estaba muy lejos.
Se compraron dos maletas más, ropa para el rancho y para abrigarse,
para vestir, botas guantes, bufandas... perfume y maquillaje que no pudo
llevar en el vuelo.
La temperatura era fría aún en octubre y dejaron las compras en el
hotel. Se compró un abrigo más elegante y se lo puso, con guantes y una
bufanda. Y el chico eligió tres chaquetones. Era un amante de las compras.
Después fueron a comer y luego a comprar el coche. Se compró un
todoterreno, tipo coche, que sirviera para el rancho y fuese elegante a su
vez para ir al pueblo.
Y al día siguiente a las seis de la mañana, metió sus maletas y las
compras en el coche, a su hijo lo puso atrás en una sillita para el coche que
compró en el concesionario y puso rumbo al rancho. Ya no se acordaba de
lo fácil que era conducir sin marchas.
Su hijo iba dormido y a las diez lo despertó para desayunar, ir al baño y
paró tres veces más.

Después de doce horas, llegó a Dubois. Se habían levantado temprano y


era de noche ya, estaba muerta de conducir más de doce horas con las
paradas. Tenía las piernas entumecidas y el pequeño estaba ya cansado
también. Anochecía ya.
Al entrar en el pueblo, lo vio cambiado, seis años, habían cambiado el
pueblo. Había más tiendas y la cafetería del centro la habían renovado.
Aparcó allí.
-¿Vamos a cenar aquí mamá?
-Sí, ¿No tenías hambre?
-Sí que tengo y pis otra vez.
-Pues vamos cielo. Cuando lleguemos al rancho seguro habrán comido
y no saben que vamos. Así que cenamos y nos vamos a la cama directos.
Al entrar en la cafetería, la vio renovada. Estaba bonita. Primera
parada: baño.
Había unos cuantos vaqueros, que no conocía, unas parejas. Se sentó en
un asiento al lado de la ventana y frente a la puerta de entrada, para vigilar
su coche, estaba lleno de cosas, aunque todas estaban en el maletero. Y allí
en un pueblo tan pequeño nunca pasaba nada.
La gente la miró. Iba demasiado elegante para el pueblo. Si no la
reconocían mejor, pero Fanny, la camarera, sí que la reconoció y le
preguntó cuando se acercó para tomarle el pedido.
-Pero muchacha, ¡Qué guapa estás! ¿De dónde vienes después de tantos
años?
-De la Universidad, pero he estado en el extranjero.
-¡Madre mía qué elegante! ¿Y éste pequeño tan guapo?
-Es mi hijo, Alex.
-Has tenido un hijo y todo, ¡qué barbaridad! Dime qué vas a tomar
pequeño.
-Una hamburguesa.
-¿Con un batido?
-No, -y se rio. -Con refresco de naranja.
-De dónde venimos, hija, no tomamos las hamburguesas con batido -
Dijo Mónica.
-¡Qué raro! -Y Fanny se reía y ella, -Para mí lo mismo y cerveza sin
alcohol.
-¿Le pongo el menú infantil?
-Sí, pónselo, le gustará.
-Ya mismo está todo.
-Ha cambiado el pueblo Fanny.
-Sí, hay más tiendas. El turismo ha aumentado. Mejor para nosotros.
-¡Qué bien!
-Bueno guapa voy a traeros la cena. Me alegro de que estés de vuelta.
Estaba quitándole el abrigo al pequeño y mientras ponía su bolso al
lado del asiento entre ellos, al levantar la cabeza, vio entrar a Nolan en la
cafetería y lo miró. Había cambiado. Tenía veintinueve años si no
recordaba mal y era un hombre ya. Era un vaquero alto, más alto de lo que
recordaba. Su cuerpo no era el del chico que vino de la Universidad, sino
el de un hombre formado y fuerte y más guapo. Y se puso nerviosa.
Nolan, se quitó el sombrero y ella vio su pelo negro como el carbón y
sus ojos verdes claros como un lago al amanecer. Tenía el pelo ligeramente
largo, se quitó la chamarra y los guantes y se sentó en la barra, miró hacía
su mesa y la vio. Y por supuesto la reconoció.
-¡Joder! -se dijo Nolan, y fue hacia ella.
No la había vuelto a ver desde aquella noche que lo dejó con Pam en
uno de esos vaivenes que tenían como pareja. Pero no lo hizo bien con ella
y eso no podía remediarlo ya.
-¡Hola Mónica!
Y Mónica se levantó, se dieron dos besos…
-Hola Nolan!
-¿Y este chaval, es tuyo?
-Sí, es mi hijo. Alex, saluda a Nolan, es nuestro vecino, tiene un rancho
al lado del nuestro.
-¿Como mi padre?
-Sí más o menos -Y se puso colorada.
-¡Hola! -Dijo Alex extendiéndole su manita y Nolan la estrechó.
-¿Puedo sentarme con vosotros?
-Claro siéntate.
-¿Es su padre de aquí?
-Sí, lo es.
-¿Qué edad tienes Alex?
-Cinco y medio. -Alex la miró a los ojos, como si tuvieran una
conversación pendiente. No le pasó desapercibido que el niño fuese igual
que él y apretó la mandíbula...
-¡Dios mío cuánto has cambiado!
-Tú también.
-Hace ya más de seis años que te fuiste.
-Sí, la verdad, no he vuelto en seis años.
-¿Has estado en España?
-Sí, de dónde es mi padre.
-¿En la universidad?
-Sí, hice Derecho y Dirección de empresas y un Máster, pero mis
abuelos murieron uno tras otro y no pude venir antes. ¿Y tus padres y
Oscar, cómo están?
-Oscar está trabajando en Nueva York como bróker para una empresa.
-¿En serio?
-Sí, es todo un señorito. Y mis padres en el rancho como siempre. Mi
padre se ocupa del ganado y yo de la administración, suministros, compras
ventas y todo cuanto puedo y mi madre de la casa. ¿Y tú, qué piensas
hacer, aparte de buscar al padre de tu hijo? -Le dijo con ironía y ella
evadió la pregunta.
-Pues lo mismo que tú, supongo.
En esos momentos Fanny le puso a ella la cena y le pregunto a Nolan
qué quería tomar.
-Lo mismo que Mónica, pero la cerveza con alcohol.
-Ahora mismo te lo traigo.
-Come tú Mónica, no me esperes. ¿Te gusta la hamburguesa Alex? -Le
preguntó al chico.
- Es muy grande -y Nolan sonrió.
-¡Estás muy guapa!
-¿En serio?
-Sí, en serio.
-Hubiese apostado mi vida a que jamás me dirías eso en la vida.
Y Nolan sonrió.
-Tenemos que hablar de lo de aquello. A solas.
-No creo que haga falta eso, Nolan. Hace ya tanto tiempo…
-Creo que te debo una disculpa. Lo siento.
-No lo sientas, gracias a eso tuve a mi hijo.
Y Nolan se la quedó mirando. De todas formas, tendría que decírselo y
esa fue una buena ocasión.
-¿Qué?
-Lo que te acabo de decir. Como dos gotas de agua, para mi mala suerte.
-No lo creo, estás de coña.
-No mentiría en una cosa así. ¿Te gusta que te mientan?
-No.
-Pues entonces… He cambiado Nolan, si esperas encontrar una chica
tímida y tonta, no me busques.
-Ya veremos. ¡Joder Mónica!
-Mi mamá dice que eso es una palabrota -le apuntó a Nolan.
-Tienes razón hijo -No lo volveré a decir.
-¿Eres amigo de mi mamá?
-Sí, y vecinos también. ¿Quieres venir algún día a ver mi rancho?
-¿Puedo mamá?
-Ya veremos.
-Joooo.
-No seas tan dura mujer. Le gustará.
-Te dejaré.
-Gracias mami. ¿Tienes ponis?
-No, pero estoy pensando comprar uno.
-Bueno, ¿te has casado? -quiso saber ella, porque si se había cado o
tenía hijos, todo sería diferente.
-No, nada de matrimonios, ni novias.
-Bueno, te gustaban mucho las chicas y estuviste años con Pam.
-Así es, pero tuvimos muchos vaivenes y al final, hace seis meses lo
dejamos, está en los Ángeles.
-¿Y tú sales con alguien?
-¿De dónde?, acabo de llegar. El ultimo chico con el que salí en serio, lo
dejamos hace ocho meses. Tuve luego lo de mis abuelos y no, no me he
traído a nadie de España salvo a mi hijo.
-De eso y de más cosas, tenemos que hablar.
-Y hablaremos.
-Siento lo de tu padre.
-Lo de mi padre de qué -y Fanny le puso la cena a Nolan.
-¿No lo sabes?
-No, no sé nada, me extrañó que no fuera a la muerte de mis abuelos,
¿pero qué pasa? Nadie me ha dicho nada.
-Porque no ha querido. Está en cama.
-¿Cómo que está en cama?
-Está enfermo, Mónica, le queda poco tiempo de vida.
-Pero qué dices, -se levantó de un salto.
Y Nolan le agarró la mano y la sentó. Y a ella se le saltaron las
lágrimas.
-Tuvo un infarto y después otro. Es duro pero el último… Se está
apagando.
-¿Cuánto?
-Dos meses como mucho. Yo voy a diario a verlo, Margot se queda a
dormir en la casa grande y Alfred en la del capataz. Les he echado una
mano con el rancho, pero no te vas a encontrar el rancho igual que cuando
te fuiste.
-¿Por qué?
-Antes de irte, tu padre estaría ya mal y fue dejando abandonado el
rancho, apenas quedan 300 reses.
-¿Nada más?
-Y solo Alfred.
-Pero si el rancho de mi padre…
-Ha ido vendiendo, era como si supiera que te ibas a quedar allí.
-¡Dios mío! Tengo que irme, Nolan.
-Espera y terminamos de cenar, en media hora más no vas a solucionar
nada y te acompaño.
-¡Está bien! -Y se quedó seria.
-De verdad que tu padre pensaba que te iba a quedar en España, me lo
decía.
-¡Dios mío!
-Vamos no te pongas sí, termino y nos vamos.

Nolan fue tras ella al rancho. Si el hijo era suyo tendrían que hablar en
serio, aunque ahora ella tenía mucho que hacer y su padre estaba como
estaba, pero, joder, había tenido a su hijo sola y tenía un hijo precioso de
cinco años con ella.
Estaba tan distinta… Había cambiado. No era la chica tímida del
instituto ni la que callaba todo cuando iba a su rancho con sus padres, con
su padre o cuando hablaban con ella.
Tener un hijo… era…
Cuando ella llamó a la puerta, Nolan estaba tras ella. Se sentía una
enana a su lado, le llegaba por los hombros y olía muy bien. Margot, la
mujer que cuidaba a su padre y la casa le abrió la puerta. Llevaba con ellos
toda la vida y era la mujer del capataz Alfred, pero ambos estaban para
jubilarse.
-¡Ay mi niña! -Y la abrazó fuerte. -¿Y este pequeño?
-Es mi hijo Alex, Nani. -Como ella llamaba a Margot toda la vida.
-¿En serio? Pero qué guapo. Anda pasad. ¡Hola Nolan!
-Estás en casa, cómo has cambiado, ¡qué guapa!
-Y ella abrazó a Margot llorando.
-Vamos no llores mi niña.
-¿Mamá por qué lloras? -Se asustó el pequeño.
-No te preocupes hijo, es de la emoción de ver a mi Nani.
-Los he encontrado cenando en la cafetería -le dijo Nolan a Margot.
-Gracias hijo por acompañarlos.
-¿Cómo está hoy? He tenido que ir a hacer una gestión esta tarde al
pueblo y no he podido venir.
-Dormido del todo ya, ni se despierta -Y Nolan miró a Mónica.
-Dame las llaves del coche Mónica y te saco el equipaje.
Ella lo miro y no iba a ser descortés cuando se ofrecía a ello.
Nolan le metió todo en la casa y luego tomó la llave del garaje y le
metió el coche. Parecía que conocía todo lo que estaba en su casa.
-Gracias le dijo ella.
-Bueno, me voy. Aún tengo que dar una vuelta a los chicos a ver si el
ganado está bien. Nos vemos, Mónica
-Está bien, gracias Nolan.
Cuando él se fue, ella se abrazó llorando a Nani.
-Vamos pequeña, no llores.
-Mami no llores.
-No nos iremos hasta que él se vaya. Pero después debes buscar un buen
vaquero para el ganado. Tienes poco. Ya te pondrá mi marido al tanto.
Pero ya está demasiado cansado y nos hemos comprado una casita en el
pueblo. Pero no te dejaremos sola.
-Gracias Nani, yo me iré haciendo cargo de todo. Voy a verlo.
-Vamos Alex a ver al abuelo. Está malito. Entraremos en silencio.
Y subieron las escaleras y entró en la habitación de su padre y lo vio
allí, tan delgado, demacrado y dormido, sin abrir los ojos y lloró como una
niña. Por eso no había podido asistir al entierro de sus padres, él mismo
estaba enfermo. Le cogió la mano.
-Papa no me dejes, no me queda nadie salvo tu nieto y no vas a
conocerlo si te vas, Nani y Alfred se van si tú te vas.
-¿Dónde se va el abuelo?
-Con los otros abuelitos, mi amor. ¡Qué voy a hacer!…
-No llores mamá.
-No cariño. Vamos a dormir.
Estaba cansada. Iba a ocupar con su hijo su antigua habitación, se dio
una ducha y otra al pequeño y no dejó Nani a cambiar las sábanas, ella las
cambió y subió sus maletas arriba.

Y se acostó abrazando a su pequeño que se quedó dormido al momento.


Lo miró tan pequeño e indefenso, que casi se arrepintió de no haberse
quedado en Málaga, pero ahora, Nolan lo sabía y estaba segura de que no
la dejaría irse con su hijo. Así que debería sacar adelante el rancho ella
sola.
Y no sabía ni el estado de las cuentas ni cómo estaba todo. La casa ya la
había visto. Necesitaba una mano de pintura, unas reformas y cambiar los
electrodomésticos. El barracón de los chicos, bueno ahora vacío, ni lo
sabía.

A la mañana siguiente se levantó muy temprano, su hijo seguía


durmiendo. Fue a ver su padre, y seguía igual, vació las maletas. Nani le
dijo que le plancharía lo arrugado, que colgara el resto. Y tuvo que
hacerlo.
Nani, voy a ir al pueblo primero, a ver al doctor y al banco a ver las
cuentas…
-Deja al chico conmigo. Estará bien. Así irás más rápido.
Está bien, pero te dejo el móvil, cualquier cosa me lo pones y vengo
enseguida. Le traeré algunos juguetes. ¿Habéis cobrado?
-Sí, tu padre lo dejó domiciliado todo.
-Está bien, iré, desayuno allí y luego vengo.
-Vale, le doy a tu padre a ver lo que puede tomar y te plancho eso, luego
haré comida,
-Gracias Nani.
Y tomó las llaves del coche y se fue desayunar para empezar, se llevó
sus documentos, todos.
-Allí estaba de nuevo Nolan.
-¡Hola Nolan! -Y se sentó frente a él y pidió un desayuno.
-¿Otra vez en el pueblo?
-Tengo que hacer gestiones en el banco -le dijo Nolan.
-Yo también y pasar por la clínica a hacerme un seguro de salud para
Alex y para mí y a ver al doctor que lleva mi padre, a la comisaría. A la
juguetería, unas cuantas gestiones.
-El doctor Norton lleva a tu padre.
-Vale gracias. Hablaré con él.
-Venga desayunemos. Y háblame mientras de mi hijo.
-Nolan… Lo siento, pero era joven, asustada y no sabía si estabas con
Pam, casado, si tenías hijos.
-¿Qué apellido tiene?
-El mío
-Lo cambiaremos.
-Ahora tengo tantas cosas, Nolan…
-Yo lo hare y te ayudaré con él, puede venir al rancho, mientras estás
con tu padre y reformas el rancho si es que vas a llevarlo. Mi madre puede
cuidarlo.
-¿Se lo has dicho?
-No, pero se lo diré hoy a los dos.
-Por Dios Nolan, van a pensar lo peor de mí. Tenías novia en ese
tiempo.
-Había cortado con ella esa noche.
-Eso es un día. Estoy… Agobiada, cansada agotada de tantas muertes y
ahora mi padre. No va a saber ni que tiene un nieto.
-Vamos nena, te ayudaré. No voy a echarte en cara lo de Alex, bastante
tienes ya, pero debe saber que soy su padre y venirse conmigo para no ver
esa situación en casa, al menos los fines de semana o algunas tardes si
puedo recogerlo del colegio. Luego lo llevo para dormir.
-No sé Nolan, tendré que hablar con él. Siempre ha estado conmigo.
-Iré contigo a comprar juguetes. ¿Dónde duerme?
-Conmigo, en casa solo hay tres dormitorios, lo sabes.
-Bueno, voy a ponerle en casa una infantil con juegos y juguetes.
-¡Estás loco!
-No, si es mío, lo compartiremos. Estamos al lado.
-Está bien, no te lo voy a negar si él quiere conocerte y a tus padres.
-Entonces, tú hablas con Alex y yo con mis padres.
-Dios qué nervios.
-Venga come que tenemos que hacer gestiones, te acompaño.
-¡Está bien, como quieras! ¿Cuántas reses tienes?
-Unas ocho mil.
-¡Qué barbaridad! Y ¿Cuántos vaqueros tienes?
-Diez chicos y el cocinero, a veces como con ellos en el barracón y
tenemos una mujer que viene a casa a ayudar a mi madre.
-Yo tengo según tú, trescientas reses, pero Alfred y Nani se van en
cuanto falte mi padre. ¿Cuántos vaqueros debería contratar?
-Uno solo de momento si no tienes más reses.
-Aún no he visto ni las cuentas ni cómo está el rancho.
-Dejado. Hay trabajo si quieres poner eso en orden. Al menos pintar y
algunos arreglos.
Y la miró. -Te paso el número de un contratista que tiene un pintor
barato. Te ahorrarás tiempo y dinero y si quieres decoración, hay una
tienda y te decoran. En el rancho lo hicimos hace un par de años.
-Vale. Eso me vendrá muy bien.
-Dame tu móvil y te dejo el mío.
Y se lo dieron.
El resto de la charla transcurrió preguntándole Nolan por cómo era la
ciudad donde estuvo y por el pequeño.
-Vamos al banco, no quiero llegar muy tarde, quiero ver el estado del
rancho, antes de que anochezca.

Cuando llegó, al banco su padre tenía una cuenta a nombre de los dos,
solo una, allí tenía las domiciliaciones de todo. Y tres millones de dólares.
Se quedó pasmada, pero sabía que en sus tiempos, el rancho había sido
próspero y ella sabía de ranchos, no se le había olvidado, y ahora además,
sabía de cómo gestionarlo.
Metió en la cuenta del rancho su dinero y ascendió a más de cinco
millones y medio. Pidió una sola tarjeta y anuló la de su padre. Y su
cuenta y tarjeta que traía de España.
Fue a la clínica con Nolan y mientras esperaba que la atendiera el
doctor Norton, se sacó un seguro de salud y Nolan quiso pagar el de Alex,
ya llevaba otras tarjetas más.
-Nolan…
-Ese lo pago yo, Mónica.
-Está bien, ¡Qué terco eres!
-Tú has pagado cinco años de todo, Mónica.
El doctor cuando la atendió le dijo que apenas un mes le quedaba a su
padre si llegaba, o menos, ya llevaba morfina en el suero que tenía puesto
y que había que ponerle una dosis al día, pero nada más se podía hacer por
él. No se podía hacer nada y ella lloró, al salir.
Con unas gafas negras se dirigió a la oficina del sheriff para cambiar su
carnet de identidad y de conducir.
Luego se pasaron por la tienda de ropa y se compró más ropa para el
rancho, las cuadres, un sombrero, un abrigo para el rancho…
Nolan compró también ropa para su hijo. Ella no le dijo nada. Y en la
juguetería libros y juguetes para Alex y para ella un par de libros. Nolan
también compró muchos más que ella y una silla para el coche. Para su
hijo.
Luego pasaron por la de muebles y le compró un dormitorio y una mesa
para hacer deberes.
Y por fin pasaron por el colegio y lo apuntaron. En la librería
compraron los materiales y al día siguiente tenía que ir al colegio de nueve
a cuatro. Comería allí, así ella tendría tiempo de hacer todo.
El colegio era público, donde ellos estudiaron y los materiales y libros
los compró de nuevo Nolan y ella ya no discutía con él. Compró toda la
lista de materiales.
Ahora no estaba para discutir por tonterías, había crecido y su padre se
estaba muriendo. Eran ya muchas muertes en menos de un año.
Y si Nolan quería gastarse dinero en su hijo, no sería ella quien se lo
impidiera. Estaba haciendo lo mejor.

Por la tarde saludó a Alfred y este le enseñó los barracones, que


necesitaban también un repaso de pintura y arreglos, había habitaciones
para doce personas, eso lo recordaba y miró cómo estaba todo, mientras su
hijo se quedó jugando con los juguetes. Hablaría con él por la noche de su
padre.
Ahora estaban los animales dentro con la nieve por caer y los estuvo
viendo.
Fue al despacho de su padre. Un caos absoluto, Alfred, solo dejaba las
facturas en un cajón y ella tenía en la cuenta, los gastos que se cargaban,
pero ahora no iba a hacer nada, cuando su padre faltase, empezaría de
nuevo, como si fuera una empresa que empezaba de nuevo y pensando en
todo, se dio cuenta de que había tomado una decisión, y era quedarse en el
rancho.

Nolan, a caballo, la vio salir del barracón y pasear entre la nieve, a ver
las vallas, seguro iba a verlas, Alfred se metió con los animales y Nolan
abrió las vallas que comunicaban al rancho de ella. Había hecho una puerta
para entrar si fuera necesario, hizo un camino con la camioneta también, le
puso un cerrojo y si tenía que echarle un cable a Alfred, entraba por allí
para no tener que dar la vuelta a todo el rancho y abrió el candado y fue
hacía ella con el caballo.
Cuando llegó a su lado
-¡Hola Mónica! -y se bajó del caballo caminando a su lado.
-¿Cómo has entrado?
-Hice una puerta en la valla, quité las tuyas viejas y oxidadas que pegan
a mi rancho y puse esas blancas de madera. No nos hacen falta dos.
Cuando tu padre enfermó hice una puerta para ayudar más que nada y no
dar toda la vuelta al rancho si algo le ocurría a Alfred, es mayor.
-Sí, lo es, gracias, si tengo que darte algo por las vallas, la mitad, me
dices lo que te debo.
-No hace falta, está pagado ya mujer.
-Pondré las mismas en mi lado, iguales cuando reforme.
-¿Has hablado con Alex?
-Esta noche ¿Y tú?
-Sí, ha sido toda una convulsión en casa, los juguetes, la ropa, he
mandado quitar una habitación, se la han llevado los chicos para una
familia al pueblo. Una locura, están deseando conocerlo. Saber que tienen
un nieto… Están como locos. Te quieren, Mónica.
-Lo llevaré mañana cuando salga del colegio a que lo conozcan.
-Ya tendrá su dormitorio listo.
-Estoy nerviosa Nolan, que lo sepas.
-No pasa nada mujer. Todo se solucionará y no es tan grave salvo lo de
tu padre. No pienses en nada más ahora.
CAPÍTULO TRES

-Tendré que meter algunos vaqueros cuando compre ganado. Primero


quiero arreglar todo y cuidar a mi padre.
-Bueno, si necesitas ayuda…
-Te consultaré si compro ganado, de momento no voy a hacer nada.
-Te diré un par de sitios donde comprar el ganado y contratar vaqueros,
un anuncio.
-Gracias.
-Le echaré un vistazo y te diré qué comprar.
-Gracias. Esto es hermoso. Aunque haga frio.
-¿Allí no hacía?
-No, tiene una temperatura suave todo el año y te puedes bañar casi
nueve meses al año en el mar.
-¿En serio?
-Sí, es precioso, tiene mar y montaña
-Estás cambiada, eras una chica tímida, y discreta.
-Si no te fijabas en mí Nolan, ¿Vamos a tener una conversación de esas?
-¿Por qué no? Nunca me perdonaré aquella noche, fue fatal, horrible. Te
traté mal.
-No fue tan malo, no te castigues con eso. Éramos más jóvenes.
-Ahora también lo somos. Y con mucha responsabilidad. Un hijo.
-Sí, un hijo.
-¡Estás tan guapa!...
-Nolan…
-Dime.
-Sigues siendo un vanidoso y ligón.
-¿Eso crees?
-Sí, lo estás haciendo.
-Es lo que pienso y he cambiado aunque no lo creas.
-Vamos monta a caballo. Te llevo a ver tus tierras.
-Hace que no monto, Nolan.
Y él la cogió a pulso y la montó en el caballo.
-¡Ay Dios Nolan que miedo!, es muy alto…
Y Nolan se montó delante.
-Agárrate, no iremos muy lejos, para que lo veas desde la colina.
-¡Ay Dios que miedo! Y se aferraba a su cintura.
-Tienes que comprar caballos, tienes uno y viejo.
-Sí, tendré que comprar caballos. Al menos una yegua más baja para mí
y un par de caballos o uno para cada chico que contrate. Ya veré.
-¿Vas bien?
-Agarrotada, cuando me baje no voy a poder andar.
Y Nolan se reía, pero sentía a través de su abrigo los pechos de ella
pegarse su espalda y se excitó.
Esa pequeña no era la que fue y en cuanto la vio en la cafetería, no
había visto una mujer más guapa que ella. Y le gustaba cómo era ahora,
era encantadora, sincera y franca. Nada quedaba de la niña tímida que
conoció. Lo que jamás quería recordar era aquella noche. No saldría ya
con ninguna chica. Iba a conquistar a la madre de su hijo, costara lo que
costara.
Cuando llegaron a la colina la bajó y la pegó demasiado a su cuerpo, le
pareció a ella.
-Sigue siendo precioso. Y más grande de lo que imaginaba.
-Sí que lo es.
-¿Tienes dinero Mónica?
-Sí, mi padre tenía más de tres millones y yo también traía algo de mis
abuelos. Quiero arreglar todo, y dejar una buena cantidad, el resto
compraré reses. Necesito una mujer para la casa, y depende de las reses
que pueda comprar, contratar los vaqueros y caballos necesarios.
-¡Vaya!, lo tienes todo pensado.
-Sí, quiero hacer reformas, pero que no me cueste mucho, salvo la casa,
quiero ampliarla y poner cinco dormitorios y dos salas grandes abajo. Eso
es lo que más gastos tendrá.
-Te sorprenderás, el contratista es barato y lo tuyo son pequeñas
reformas y pintura, arreglar los tejados, esos sí.
-Y la ampliación de la casa.
-Lo sé. Nos vamos de vuelta.
-Gracias por dejarme ver el rancho.
Y la dejó en la casa con el caballo. Saludó a su pequeño que estaba
jugando y subió a ver su padre. Nolan se había quedado un rato hablando
con Alfred. Mónica, lo miraba a través de la ventana de la habitación de su
padre.
-¿Es guapo verdad? -la pilló Margot mirando.
-Sí, es muy guapo, y es el padre de Alex.
-En cuanto lo vi, lo supe. Es igualito a él cariño. Y a ti siempre te gustó
ese hombre. Ahora puede ser tuyo. Es el padre de tu hijo.
-Vamos Nani, una cosa es que sea su padre y otra que yo le guste.
Nunca le gusté. Era un vanidoso y engreído.
-Mi niña, todos los jóvenes guapos lo son. Y de eso hace muchos años.
Nos ayuda demasiado. Es un buen chico ahora. Y muy trabajador.
-Sí, se lo tengo que agradecer.
-Ahora es distinto, eres una chica guapa y fina.
-Porque tú me ves con esos ojos.
-Ya verás que pronto te pedirá formar una familia. Le gustas, lo sé, lo
he visto y no me equivoco nunca.
-¡Ay Nani, eres una brujilla!

Por la noche cuando se acostó con su hijo, le dijo:


-Cariño tienes que saber quién es tu papá. Ya lo has visto.
-¿Sí? -Dijo el chico emocionado.
-Sí cariño, es Nolan.
-¿Nolan es mi papá?
-Sí, hemos hablado de ti, ven levanta -y el chico se levantó y fue con
ella a la ventana.
-¿Ves las luces allí arriba?
-Sí.
-Esa es la casa de tus abuelos, ahí vive tu padre.
-¿Es otro rancho?
-Sí, es el rancho de al lado.
-¿Y me quiere?
-Sí que te quiere. Y más te va a querer cuando te conozca porque eres
mi niño precioso. Te ha comprado un dormitorio allí por si te quieres
quedar alguna noche a dormir, dice que te va a comprar un poni y juguetes
te compró ayer. Los abuelos también quieren conocerte. Los padres de tu
padre.
-¿Cómo se llaman?
-Tu abuelo, Andrew y tu abuela, Lisa. Y tienes un tío en Nueva York,
donde paró el avión por primera vez, es más pequeño que tu padre, de mi
edad, se llama Oscar.
-¿Y puedo verlos?
-Le dije a tu padre que solo si quieres conocerlos. Podrás quedarte con
ellos algunas tardes con tu padre o por las mañanas algún fin de semana,
estamos al lado, y cuando quieras puedes venirte a casa, ¿Qué me dices?
Tener un padre es estupendo. Te enseñará cosas que yo no sé.
-Sí, me gusta mi padre, ¿A que es muy alto mamá?
-Sí, es muy alto. Tú serás como él, no como la enana de tu madre. -Y el
pequeño se reía.
-Quiero ser un vaquero como papá.
-¿Entonces vamos mañana al salir del cole? Seguro merendamos allí.
-Sí, quiero ir.
-Está bien, dame un abrazo mi niño. Te quiero tanto… seguro que como
el abuelito está enfermo, estarás allí más tiempo con ellos, mientras lo
cuido y hago reformas. Te voy a hacer una habitación preciosa. Y dejaré la
casa bonita para ti.
-¿Sí?
-Sí, te va a gustar y abajo una sala para hacer los deberes. Y ahora a
dormir que mañana vas al cole. Allí comes, todo, ¿Vale? Conocerás a
amigos, ya verás, como en España.
-Sí mamá -y se le cerraban ya los ojos.
-Mi niño bonito…
Al día siguiente, se levantó, se vistió y le dio el desayuno a su pequeño.
Éste cogió su mochila y lo dejó en el cole todo contento. Esperaba que
hiciera algunos amigos, había entrado tarde, pero tenía en cambio más
deberes y algunas lecciones que ella debía darle para ponerse al día.
Fue a desayunar a la cafetería y de paso hizo una compra en el
supermercado.
Cuando volvió a casa, Nani le dijo, que había visto peor a su padre y
mientras Margot colocaba la compra ella subió a verlo y efectivamente
estaba muy mal. Llamó al médico y éste se pasó por el rancho sobre las
dos. No le dio buenas noticias. Al contrario, le dijo que era cuestión de
días, horas, que se preparara. Le puso morfina y se quedó sedado y
tranquilo.
Luego tomó algo y se echó un rato en el sofá hasta la hora de ir a
recoger al pequeño. Solo deseaba ya que su padre no sufriera el tiempo que
le quedara de vida. Ya no podía verlo ni hablar con él ni nada.

-¡Hola mi niño! ¿Qué tal el cole? -Abrazándolo al salir.


-Muy bien mami, tengo dos amigos nuevos y sé hacer bien los deberes,
eso dice la profe.
-Lo que te quiero pequeño, así me gusta, que te portes bien. A tu padre,
le encantará. Vamos a verlo.
-Sí -Y no paraba de hablar sobre el cole con los nervios que ella
llevaba…
-No nos quedaremos mucho, el abuelo está enfermito.
-Bueno.
-Venga sube al coche.
Cuando pararon en el rancho de Nolan, éste salió a recibirlos, vio el
coche desde el despacho y le dijo al pequeño con su preciosa sonrisa:
-¿No le das un abrazo a tu padre? -Y el chico salió corriendo y lo
abrazó -Ella se sintió emocionada, como él.
-¿Ya te ha dicho mami que soy tu padre?
-Sí, eres muy alto.
-Como lo serás tú cuando crezcas. Y te comas todo.
-Eso dice mamá, que no voy a ser un enano como ella -y Nolan se rio.
-¿Has merendado?
-No.
-Pues conocemos a los abuelos y tomamos la merienda, ¿Quieres?
-Sí.
-Y te enseño tu habitación para cuando te quedes aquí, tus juguetes y la
casa de papá.
-Vale…
-Vamos Mónica pasa al matadero. -Le dijo a ella.
-Y que lo digas.
-¡Venga tonta!… No estés nerviosa, entra delante mujer. -Y su hijo se
reía.
-¿A quién tenemos aquí?, -dijeron los padres de Nolan deseosos de
conocerlo.
-Dios mío pero si es mi hijo en miniatura. Es igual que Nolan cuando
era pequeño.
Y el chico los besó a ambos. Y a Mónica la abrazaron.
-¡Hola cariño! -Le dijo la madre. ¿Cuánto tiempo? ¿Cómo estás?
-Bien, bueno, con esto de mi padre… No quiso que lo supiera.
-Siento lo de tu padre, ¿Cómo está?
-Ha tenido una recaída esta mañana, el doctor le da días solamente.
-¡Qué mala suerte!
-Cariño, si hubiésemos sabido que mi hijo te hizo eso, le hubiera dado
una buena paliza. -Dijo el padre de Nolan.
-Sí pero ahora no tendría a mi hijo, ni ustedes a su nieto.
-Eso es verdad. ni nosotros un nieto tan guapo.
-El abuelo te enseñarás otro día los animales y tu padre te ha encargado
un poni bonito.
-¿Quieres que la abuela te prepare la merienda? -Le preguntó la abuela.
-Sí abuela Lisa -y la madre se rio.
-Venga vamos a la cocina.
-Siéntate Mónica, ahora traigo el café
-Le ayudo.
-No te preocupes, yo lo traigo siéntate.
-Bueno, gracias.
-Bueno cuéntame qué has hecho en España, le dijo el padre de Nolan -Y
ella se lo contó.
-Tienes dos carreras.
-Sí, señor. Y un Master.
-Andrew, mujer, no me llames señor, nos conocemos de toda la vida.
-Vale.
-Y también sé que vas a reformar el rancho y a llevarlo.
-Eso quiero, aquí nací y quiero que mi padre se sintiese orgulloso
aunque ya he visto en el estado lamentable que está.
-Sí, pero el pobre no pudo hacer nada, fueron casi tres años de
enfermedad.
-Si lo sé. Me lo ha dicho Nolan. Me extrañaba que no asistiera a los
entierros de mis abuelos.
Y la madre puso los cafés y tarta y un vaso de cacao para el pequeño
que se sentó en las piernas de su padre.
Parecía haber encontrado a su ídolo. Y hablaban despacio entre ellos.
-¿Cómo fue el parto de Alex? -Quiso saber la madre.
-No fue largo, pero era joven. Mis abuelos me ayudaron mucho, pero
seguí estudiando y daba clases de inglés en una academia. Al año fue a la
guardería y a los tres al colegio.
Hoy ya ha ido al del pueblo. Viene contento porque ha hecho dos
amigos.
-Es precioso -Decía la abuela con adoración.
-Sí, es muy bueno y cariñoso.
-Ya sabes que aquí tiene una habitación. Cuando tu padre esté peor
puede quedarse con nosotros, cuando lo necesites también, porque
queremos conocerlo y pasar tiempo con él. Es nuestro primer nieto.
-Se quedará siempre que quiera.
-Gracias Mónica, eres una chica estupenda, siempre lo fuiste.
-Gracias.
Cuando el chico terminó la merienda y mientras ella hablaba con los
padres, su hijo y Nolan subieron a ver su habitación y abajo, en el
despacho su padre tenía una mesita para hacer los deberes con una sillita y
algunos juguetes y una alfombra para sentirse a jugar.
-Creo que Nolan se ha pasado en comprarle cosas, hasta ropa le ha
querido comprar.
-Mujer si se queda y se mancha…
-Es verdad.
-Déjalo está como un niño con zapatos nuevos. Nunca pensé que a mi
hijo le hiciera tanta ilusión tener un hijo.

A eso de las cinco y media ella les dijo que se tenían que ir, sobre todo
por su padre.
-¿Ya mamá, tan pronto?
-Ahora querrá quedarse aquí.
-Claro mujer, aquella casa esta como está.
-Tienes que hacer deberes cariño.
-Mañana puedes quedarte y luego que te lleve papá. – Le dijo Nolan.
-¿Puedo?
-Sí, puedes. -Y todos se reían.
Cuando se despidió de ellos, Nolan salió a despedirlos al coche, metió
al pequeño, lo besó
- ¿Quieres que vaya mañana a por ti al cole y te llevo por la noche?
Hacemos los deberes,
-Sí, ¿Puede mamá?
-Puede.
Cerraron el coche.
-Al final me lo quitarás.
-Nunca te lo quitaría, ni tú a mí ahora tampoco.
-A las cuatro Nolan, me llamas cuando lo recojas.
-Que sí mujer, no te preocupes tanto. La cogió por la cintura y la besó
en los labios.
-¿Qué haces?
-Lo que tenía ganas de hacer desde que llegaste.
-Estás loco, tengo a mi padre en las últimas, estoy lamentablemente
hundida.
-Tienes que salir de esta y yo te ayudaré, es lo que me pidió tu padre.
-Siempre te estaba pidiendo que me protegieras. Tú nunca querías.
-Esto es diferente Mónica y lo sabes.
-Lo sé, pero ahora mismo no quiero salir con nadie Nolan.
-Está bien, esperaremos.
-¿Esperaremos?
-Sí, no creerás que esto se va a quedar así. Tenemos un hijo. Y me
gustas.
-Eres el tipo más vanidoso del mundo -Le dijo riéndose.
-Sí, no puedo evitarlo.
Se metió en el coche.
-¡Hasta mañana Nolan!
-Yo te lo llevo.
-Tiene deberes y un tema que adelantar.
-Lo sé. No te preocupes.

Pero esa noche su padre murió de madrugada, y entre ella y Nani lo


arreglaron y llamaron a la funeraria.
Llamó también a Nolan a las ocho para que llevara al pequeño al
colegio y lo recogiera.
Y allí estaba a las nueve menos cuarto.
-Lo dejo y vengo a echarte una mano. Pero ya estaba casi todo listo y a
todo lo necesario habían llamado Margot y ella.
Su padre tenía un seguro de salud y otro de decesos. Del de salud, se
enteró posteriormente.
Eso se lo dijo Alfred y ella buscó en el armario de su padre. Y llamó.
Así cuando vino Nolan, de llevar a su hijo al cole, les ayudó a solucionar
todos los documentos.
Esa noche, el pequeño se quedó a dormir con los abuelos, no querían
que viera nada. Y Nolan fue un rato con ella cuando se quedó dormido.

El lunes enterró a su padre en el rancho, al lado de su madre. Le iban a


traer una lápida igual que la de su madre Y tendría que arreglar ese
cementerio donde estaban enterrados sus abuelos y sus padres.
Asistieron los amigos de su padre al sepelio y Nani preparó comida.
Nolan se ocupaba del pequeño mientras para que no estuviera en esa casa.
Y en cuanto podía, estaba con ella, animándola.
-Gracias Nolan deberías irte, por si despierta el pequeño.
-Y tú también, venga, descansa unos días. Vengo en dos o tres días a ver
cómo estás.
-Vale, gracias Nolan.
-Yo me ocupo del pequeño, pasamos por la tarde y si se quiere venir a
dormir que se venga o que se quede, -pero el chico quería irse con su
padre.

En una semana su Nani de toda la vida y Alfred se iban del rancho para
siempre. Ella les pagó bien.
Había contratado con la ayuda de Nolan, un capataz y su mujer para la
casa y le estuvo explicando que comerían juntos de momento los tres y el
pequeño y el sueldo que les pagaría y que de momento estaría solo hasta a
arreglar todo y meter más reses y contratar más personal.
-Así te ayudará con la casa y con la comida de los chicos cuando los
tengas y limpiará- pero a ella le parecía demasiado trabajo con la casa que
quería hacer. Ya vería.
-¿Tú tienes? -Le preguntaba a Nolan.
-Sí tenemos un cocinero que hace todo en el barracón. Limpia, hace la
comida y compra. Ese es su trabajo. Solo para los vaqueros.
-Sería una idea estupenda.
-Voy a llamar mañana al constructor.
-Lo llamaré yo, para que se porte bien contigo,
-¡Cuánto te voy a deber! -Le decía derrotada y Nolan la abrazaba.
-Nada, para eso somos vecinos.
No volvieron en esa semana a hacer referencia al beso que le dio, pero
ella lo había sentido, le había gustado, la había llevado a años atrás aunque
nunca la besó y su beso en los labios lo sintió como un viento fresco,
ligero y sutil.

Lo que sí hizo fue comprar una camioneta nueva para empezar que la
llevara su capataz James y dos caballos y un yegua de momento. James les
hizo sitio en las cuadras, le dijo que había que comprar pintura para los
bebederos, eso lo haría él y pintó los bebederos a lo largo del rancho para
llevarles agua del arroyo que lo atravesaba cuando llegara la primavera.
Quería hacer todo entre lo que quedaba de octubre y parte de noviembre
antes de las nieves fuertes.
El constructor pasó por su casa, al día siguiente de llamarlo Nolan.
Estuvo viendo el barracón, las cuadras, los almacenes, la casa y la
casita del capataz de una sola planta. Su casa, quería ampliarla entera,
cinco dormitorios todos con vestidor y baño con ducha excepto el
principal dos vestidores grandes y un baño doble, dos salas grandes abajo
y reformar todo con un concepto abierto.
-Quiero reformar lo que pueda y luego hablaré con la decoradora.
Quiero todo por fuera de gris. Y si ves que los tejados no están bien, los
cambiamos.
-Ya tengo lo que quieres. Quedará precioso, todo el rancho. No te
preocupes.
-Estupendo.
-Te voy a dejar todo precioso. Ya verás.
-Me pasas el presupuesto de todo.
-Sí, te lo paso. Y creo que en un mes, para mediados de noviembre, lo
tienes todo listo, con las nuevas vallas como las de Nolan en la parte que
te faltan y una entrada bonita con el nombre del rancho.
-¿En serio tan pronto? Me gustaría, sí, lo quiero antes de las nieves
fuertes.
-Y lo tendrás, mi cuadrilla te irá haciendo todo, menos el barracón, que
será lo último cuando vayas decorando. Tu casa te la empiezo lo primero
ya te puedes ir a dormir al barracón, los chicos sacarán todo. Y te llevan lo
que te vayas a quedar, allí, y lo que no quieras lo tiramos o donamos,
como prefieras, me traigo unas cuantas cubas. Te mandare unas cuantas
entradas de rancho y eliges.
-Gracias Chad.
Al día siguiente, le pasó un presupuesto de unos cuantos miles de
dólares menos de un millón y le apreció barato y dijo que sí, y durante un
mes no dejaban de hacer obras de un lado a otro y, además, llamó a la
decoradora para ir viendo cosas y muebles para todo.
A James le dijo que fuese haciendo lista de herramientas y comprarían
otro par de camionetas y lo que faltara para las cuadras y barracones de
grano y animales. Algún rifle y mirara los litros del depósito de gasoil.
Y terminaron la casa de capataz. Lina, James y ella dormían mientras
en el barracón.
Lina y James no quisieron cambiarse y dejarla sola en el barracón hasta
que tuvo su casa lista también. Lina decía que su casita era preciosa. Tenía
tres dormitorios una pequeña sala salón cocina y dos baños y uno en el
dormitorio. Cuando se metieron en la suya ella le pregunto cuánto subía
con una piscina en el patio no demasiado grande.
Y la hizo por 40.000 dólares más.
Decoró las casas, la suya era preciosa, con todo, y un despacho
completo y enorme maravilloso. Y uno infantil para su hijo al lado del
suyo con un hueco abierto, para estar pendiente de él.
Compró materiales, los colocó en las estanterías y en un mes le dejaron
todo listo. Vallas y entrada y cementerio incluido. Estaba muerta. Nolan le
había ayudado con el pequeño y se había quedó a dormir muchas noches
para alegría de los abuelos que le dijeron que no se preocupara hasta
terminar el rancho.
Les dio las gracias a Chad y a la decoradora.
Lina y James estaban en su casa y ella le dijo que hiciera comida para
los cuatro, no dos comidas de momento y James ya tenía la lista preparada
El barracón lo decoró y preparó con todo para doce chicos, y las
cuadras para catorce caballos, incluidos los dos que tenía y su yegua. De
momento se apañaba bien con eso.
Y cuando todo estaba en orden y los animales dentro, ya que tuvieron
que sacarlos para la reforma unos días antes de las nieves, justo cuando
todo estaba acabado, empezaba a nevar.
Nolan le había ayudado mucho con el pequeño durante ese mes y padre
e hijo se unieron mucho ese tiempo.
Ella inició en su despacho, la gestión del rancho.
No tomó en cuenta nada, salvo que abrió una cuenta con millón y medio
para gastos anuales, hasta el fin del año siguiente.
Sabía que era mucho pero si debía poner pondría más. Dejó otro millón
y medio en su cuenta particular, por si las cosas no salían bien que no se
quedaran sin nada y le quedaba después de todos los gastos un millón
cuatrocientos para comprar las camionetas, el gasoil, la lista de James, el
veterinario que debía pasar en cuanto comprara reses. Las reses y caballos
necesarios, y para ello empezaría por comprar la lista, le gasoil las
camionetas y ver cuantas reses podía comprar, los caballos y ver cuántos
vaqueros podía contratar y necesitaba a Nolan, y a par ti de ahí empezó a
meter gastos que iba comprando.
Era sábado y prefería no molestarlo durante la semana. Bastante había
hecho ya por ella con el pequeño, aunque fuese su hijo, pero la había
ayudado bastante.
-Esta tarde voy guapa y así veo al pequeño. Tenerlo aquí tantos días,
ahora ya lo echo de menos. Voy a la hora del café.
-Perfecto, te invitaré a café y a un trozo de tarta y te enseño cómo ha
quedado todo.
-Hasta luego guapa y le colgó.
-¡Vaya, guapa! -es sorprendente -se dijo sonriendo.

-¿Quién era? -Le dijo su padre que entraba en el despacho. Venía de ver
a los animales y se sentó frente a él.
-Mónica. Voy a ir a verla para el café, seguro que quiere ya comprar las
reses y los caballos y contratar personal.
-¿Ya ha terminado el rancho?
-Ayer le terminaron rodo.
-Menos mal está empezando a nevar.
-Sí ha tenido suerte -Y se quedó mirando a su hijo.
-¿Qué que pasa papá?
-Eso digo yo, qué pasa. Aún espero que me cuentes qué pasó hace seis
años, si tenías novia y qué piensas hacer ahora que tienes un hijo.
-Papá. Esas cosas…
-Esas cosas me las cuentas. Tengo un nieto y ella era menor de edad. Lo
sabías, ¿No?
-No sabía exactamente si ya tenía 18 años. Acababa de venir de la
Universidad.
-Pero era la hija de nuestros vecinos, y amigo. No tenía madre, se la
encomendamos a tu hermano, así que ¿Qué pintabas tú con ella?
-¡Joder papá!
-Sí, joder.
-Está bien. Me había enfadado con Pam aquella noche. A mi hermano
lo obligasteis a llevarla al baile, pero ya sabes cómo es Oscar, le gustan
demasiado las mujeres.
-Y a ti también. Sé cómo son mis hijos.
-Sí, pero estuve saliendo años con Pam, bueno saliendo y rompiendo.
No podía más con esa relación al final. Era demasiado tóxica. Pero esa
noche nos enfadamos y cuando pasé por el instituto, Mónica estaba fuera
sola, sentada en la puerta y quería irse del baile. Yo me la traje y se lo dije
a Oscar que estaba con otra chica.
-¿En la camioneta?
-Papá por Dios, no pienso contarte eso.
-Está bien. ¿No te gustaba?
-No, ni a Oscar ni a mí nos gustaba en ese tiempo.
-¿Y ahora que ha vuelto preciosa y tiene un hijo tuyo?
-Quiero al pequeño, como vosotros, es mi hijo.
-¿Y ella?
-¿Qué pasa con ella?
-Eso te pregunto si tienes planes, si te gusta, si piensas casarte con la
madre de tu hijo. Eso queremos saber tu madre y yo.
-Me gusta mucho, sí, está distinta y guapa.
-Al menos es algo. Y espero que no sea solo por tu hijo.
-No es por eso. Me gusta de verdad. Pero no quiere salir con nadie hora.
-Eso es una tontería. Le gustas, lo sé, siempre le gustaste.
-No lo sabía.
-Pero tu padre tiene ojos y por eso me da rabia que te aprovecharas de
ella. Eso es imperdonable. No he educado a mis hijos para eso.
-Lo sé papá y lo siento.
-Quiero que mis hijos sean honrados y buenos con las mujeres, como
soy yo con tu madre.
-Ya te he dicho que me gusta y quiero casarme con ella.
-Es la primera vez que te veo pensar con coherencia, pero si consigues
casarte con ella, si le haces daño, no pondrás un pie en mi rancho. Será de
mi nieto.
-Pero papá… Necesito tiempo.
-Y que no te vea con otras chicas.
-No pienso en otras chicas, o no se casará conmigo.
-Si te casas con ella, supongo que vivirás allí.
-Supongo que sí, pero vendré a mi trabajo en este rancho, ella llevará el
suyo. Mi trabajo no va a cambiar nada.
-Está bien. Veamos qué nos dice el tiempo, pero ya sabes hijo, ahora
tienes una familia y si te gusta tienes que hacer tu propia familia. Piensa
en ello.
Y lo dejó pensando en el despacho. Su padre le había reñido como si
fuese un niño y sonrió, pero se sintió mal como se sentía cada vez que
pensaba en esa noche.
CAPÍTULO CUATRO

Cuando llegó Nolan al rancho de Mónica, ésta abrió la puerta y su hijo


vino corriendo detrás de ella a abrazar a su padre.
-¡Papá! -y Nolan lo levantó, lo abrazó y le dijo que lo quería.
-Estoy dibujando papi.
-¿En serio?
-Sí, mira ven -Y se acercaron al despacho.
Y su hijo le enseñó lo que hacía y él alabó su pequeño trabajo.
-Sigue dibujando cielo, papá y yo tenemos que hablar -Le dijo su
madre.
-Menudo despacho, aquí te caben tres, exagerada.
-Sí, es enorme. Ven, te voy a enseñar la casa y luego nos tomamos un
café y te consulto.
Y el chico fue tras ellos a enseñarle a su padre la habitación y los
juguetes y su alfombra en la sala y se fue de nuevo a seguir dibujando y
ellos fueron a la cocina.
-¡Me encanta! Te dije que era bueno. Pero has hecho una gran
ampliación.
-Es preciosa. Me gusta así de grande.
-Me encanta el patio en esas tres divisiones. Al menos tienes cerrada la
parte de la piscina para Alex
-Sí, y luego tengo césped y el patio para barbacoa y disfrutar en verano.
¿El café solo?
-Sí, solo con una de azúcar.
-¿Tarta?
-Para eso me has invitado.
-Bueno, voy a darte trabajo.
-No me importa ayudarte y lo sabes. -Y mientras ella preparaba la
bandeja para llevársela al despacho y hablar allí, Nolan le dijo:
-Menuda bronca me ha echado mi padre esta mañana.
-¿Y eso? ¿Eres un niño?
-Más o menos eso cree. Me ha abroncado porque tenía novia cuando
concebimos a Alex, tiene una memoria que no veas. Que me aproveché de
ti, que eras menor, que tengo que casarme contigo…
Mónica empezó a toser. Y Nolan le dio en la espalda.
-Tu padre está loco.
-No, yo también lo pienso.
-¿Que nos casemos?
-Por supuesto que nos casaremos. Cuando metas animales y tengas solo
el trabajo del día a día, estarás relajada y sí que quiero una relación
contigo.
-Vamos Nolan, te gustan demasiado las chicas.
-No hay más chicas, desde hace tiempo.
-¿No?
-Seguro.
-¡Cómo has cambiado! Pero recuerdo no gustarte nada ni a ti ni a tu
hermano.
-Eso fue hace seis años, ahora me gustas.
-¿Porque tenemos un hijo?
-Independientemente de eso.
-Vamos al despacho. Tomamos allí el café
-¿Quieres que nuestro hijo te salve de la campana?
Y ella lo miró, pero siguió adelante. Pero su hijo lo que hizo fue irse a
la sala a ver dibujitos en la televisión.
-No te ha salvado.
-Mala suerte la mía, -dando un sorbo al café.
-¿Qué problema tienes conmigo Mónica? –Dime -¿No te gusto ya?
-Sí, me gustas, demasiado.
-¿Entonces?
-Las cosas no son tan rápidas, el que tengamos un hijo no va a hacer
que me case contigo mañana. Cuando me case.
-Conmigo.
-Contigo o con otro, me casaré enamorada, y quiero un marido fiel.
-Te seré fiel, no lo dudes.
-Desde luego que me será fiel el que sea o lo echaré de mi rancho a
patadas.
-¡Vaya!, te has vuelto guerrera.
-Por mi hijo sí. Nadie se va a reír de mí.
-No pensaba hacerlo, nena, ¿Por qué no confías en mí?
-Dame tiempo.
Pero Nolan se levantó y la levantó del sillón, la acercó y la pegó a su
cuerpo.
-Estás temblando, mujer dura.
-Sí, estoy temblando. Y él bajó su boca a la suya y la besó y ella se
aferró a su cuello y pegó sus pechos a su pecho en un beso interminable. Y
sintió la excitación de Nolan en su vientre y se sintió mojada.
Cuando Nolan se retiró, la miró toda azorada.
-¡Joder nena!, me tienes excitado y me gustas. Enamorado no puedo
ahora mismo decírtelo, pero me gustas y pienso en ti a todas horas, pienso
en hacerte el amor, a todas horas, y esta vez será diferente.
Y ella se sentó de nuevo en el sillón temblando.
-No sé Nolan, tengo tanto miedo. Hemos vivido bien Alex y yo solos
tanto tiempo…
-Danos una oportunidad, por nosotros y por nuestro hijo. Me quiere.
-Sí, eso es lo malo, que eres su ídolo. No te prometo nada, pero no
saldré con ningún hombre.
Él se sentó frente a ella de nuevo y le preguntó:
-¿Cuántos hombres has conocido?
-Quieres saber con cuántos me he acostado después de ti.
-Sí, quiero saberlo.
-Dos y no me preguntes lo que estás pensando. No hablo de los hombres
con los que me acuesto.
-Está bien, ahora me lees el pensamiento. Es un comienzo.
-Eres demasiado positivo.
-No seas tan dura. No me perdono lo de aquella noche, cuando lo
pienso, creo que fui un bruto. No te besé siquiera, no fui…
-Basta Nolan, no pienses ahora en eso. Te atormentas demasiado,
dejemos la conversación te he llamado por otro tema.
-Está bien, lo dejamos de momento. Dime qué quieres saber.
-Donde comprar las reses, los caballos y cuántos comprar con el dinero
que tengo, y a partir de eso, los vaqueros que tengo que contratar y
reestructuro el trabajo de Lina y de James, cuánto cobran y demás. Este es
el dinero que tengo para eso -y le anotó la cantidad.
-Vamos a apartar el 20 por ciento para caballos y monturas y los precios
que hay donde nosotros compramos. -Y empezó a hacer cuentas.
-Unas tres mil doscientas cabezas, con estos toros, estas preñadas, y
terneras jóvenes y terneros por vender en primavera, pequeños. Con lo que
tienes llegas a unas cuatro mil cabezas y está muy bien para empezar, ya
James sabe apartar e ir aumentando el ganado dejando algunas terneras
jóvenes.
-Sí, eso me dijo. Si compro eso, -ella lo anotó y el sitio. -¿Cuántos
vaqueros contrato?
-¿Quieres un cocinero para el barracón?
-Sí como tú, que se ocupe de la cocina y los chicos, a Lina la quiero
solo para mí, la casa, la suya, las compras de comida y el pequeño, nos
podemos repartir. Ya hablare con ella.
-Está bien, pues con James y cinco hombres tienes, uno de ellos el
cocinero. Ahora van a estar dentro los animales, si te hace falta alguno
más lo contratas en primavera, si James lo cree conveniente.
-Está bien, tengo el caballo de James, mi yegua y otro caballo.
-Compra seis de momento. Tener uno o dos de sobra está bien, si
contratas otro vaquero o si lo necesitas en un momento dado.
-Está bien.
-¿Qué más ranchera? -y ella sonrió
- Los sueldos, a Lina le pago 1500, pero quiero subirle a 2000 dólares,
si tiene que ir a las compras del barracón y las casas de comida y por si
tiene que recoger alguna vez al pequeño. Lo que me recuerda que mañana
tengo que hablar de todo esto con James y con ella y hacer una lista
enorme de compra. El lunes hay que ir de compras.
-Los vaqueros con casa y comida 2500, lo mismo el cocinero y 2800 a
James. Y tú te pones también un sueldo.
-¿Yo?
-Claro vas a gestionar el rancho y estar pendiente de todo.
-¿Cuánto ganas tú?
-Tres mil libres y un tercio de los beneficios anuales, pero tú tendrás el
100% de los beneficios, claro que será el año que viene al final, cuando
hagas cuentas y pagues los impuestos.
-Me lo pondré. 3000 dólares.
-Eso es enana.
-¡Qué tonto! Gracias, creo que eso es todo por ahora. El lunes contrato a
los vaqueros.
-Vamos a poner el anuncio y el lunes por la mañana cuando lleves al
pequeño al colegio puedes contratarlos, me llamas y me acerco, pon a las
once de la mañana.
-Vale. Mañana preparo los contratos a falta de los nombres. Y el martes
tendrá que ir James con otro vaquero a por las reses y elegirlas bien y los
caballos, con sus monturas.
-Te las traen.
-Perfecto. Ya hemos comprado todo, el grano, solo falta lo de los
caballos. He hecho hasta un pequeño despacho para el veterinario, y James
le pidió una lista al veterinario y todo está listo para empezar.
-Lo tienes todo nena. Que James haga un cuadrante mensual para los
días libres de los chicos y lo deje en un tablón en el barracón.
-Sí eso ya lo tengo para notificaciones. Le he puesto un despacho
completo a James también para su trabajo. Ahora tengo miedo.
-Preciosa todo saldrá bien.
-Espera voy a ver al pequeño que no lo oigo hace un rato y llevo las
tazas a la cocina.
-Está bien, vamos a ver al pequeño. Si nos casamos, tengo que ponerme
un despacho frente al tuyo, cabemos de sobra -Y ella le sonrió.
Nolan, se levantó y se asomó a la ventana.
-No deja de nevar.
Fueron a la sala.
-Se ha quedado dormido. Ya no se despertará hasta la hora de la
merienda o casi la cena.
Y lo dejaron durmiendo con una mantita encima. Y ella llevó las tazas a
la cocina.
-Vamos al salón nena.
-¿Para qué?
La cogió de la mano y la sentó en el sofá del salón, encima de sus
piernas, como si fuera una niña. Y la abrazó sintiendo el calor de su cuerpo
junto al suyo.
-Tienes mucho peligro.
Y la abrazó y la besó.
-¡Oh Dios Nolan!, esto no está bien.
-Está muy bien, -Y empezó a desvestirla, tocar sus pechos y tomó su
mano y se la llevó a su miembro para que supiera lo que le hacía. Y ella,
ya no recordaba su sexo engrandecido para ella y se sintió mojada.
Nolan la desvistió y se desvistió. Tomó una manta del sofá y la echó
entre sus cuerpos.
Y se puso un preservativo.
-Eso no nos sirvió la vez anterior -Dijo Mónica. -y Nolan sonrió.
-Esta vez sí.
Y entró en ella, gimiendo.
-¡Oh nena!, Dios.
La cogió de las caderas y entró profundamente en ella mientras ella
gemía, en otro mundo, abrazaba su espada ancha y olía el olor de ese
hombre. Le gustaba su olor, siempre le había gustado, era un presumido en
cuestión de perfumes.
Empezó a moverse en su cuerpo y ella supo que no era como la primera
vez, ni como nadie. Todo era diferente y apretó su trasero para que entrara
en ella más profundamente.
-Nena, no me hagas eso, ¡Joder Mónica!, -Y chupó y mordió sus
pezones y ella se volvía loca.
-No pares, Nolan.
-Espera no corras tanto, nena.
-No puedo Nolan.
-¡Joder! -Y se movió más rápido y se fundió en el calor de ella
estallando como lluvia blanca. Cuando todo acabó, salió de ella y se echó a
un lado. Y la besó.
-Espera ahora vengo, ni te muevas.
-No pienso hacerlo, -Recobrando la respiración.
Cuando volvió la abrazó.
-¡Qué pequeñita eres!
-Sí, espero que nuestro hijo salga a ti. -Y él sonrió besándola.
Acarició su cuerpo y ella se cobijó en su pecho.
-No ha sido igual -Dijo ella.
-Por supuesto que no, chiquita.
-Lo recuerdo perfectamente. Siempre me gustaste, desde que tenía doce
años.
-Lo sé boba.
-¡Qué bueno eres!
-Espero ser bueno en algo.
-En eso eres muy bueno Nolan, pero me pones nerviosa.
-¿Por qué?
-Porque…
-Ya te he dicho que no habrá más chicas, pero tú, estás muy buena y
eres una chica muy guapa ahora y estarás rodeada de vaqueros.
-¿Y qué?
-Pues eso me preocupa.
-Elegiré los más guapos.
-¡Qué mala eres conmigo! Sé que no me lo perdonarás.
-Te he perdonado hace mucho, pero eres un cabezota.
-Y tonto.
-Y engreído.
-Y vanidoso.
-Eres tan guapo… -Mirándolo.
-Entonces eres mía.
-¿Esa pregunta, qué tipo de pregunta es?
-Si somos pareja y me quieres conocer sin miedos. Tendrás tiempo. El
que necesites.
-¿Es que tú no quieres tiempo para conocerme también?
-Sí, pero me excitas demasiado.
-Como tú a mí.
-Ya es un avance y la besó de nuevo.
-Nunca me besaste.
-No, lo siento.
-Fue rápido y breve.
-Sí que lo fue. ¿Y ahora?
-Ha sido rápido pero maravilloso.
Te compensaré la rapidez, pero en eso tú tienes la culpa, nena, que no
esperas.
-Sí, lo sé.
-Me quedo esta noche y cenamos en familia.
-¿Y tus padres?
-Los llamo y les digo que me quedo, no son tontos Mónica.
-Está bien, no saben si nos acostaremos.
-¡Qué ingenua eres nena!
Y tocó su pene que se expandía como un arco.
-Mónica.
-Qué -Dijo bajito.
-Nada, pero luego no digas, que… ahg nena, espera por Dios…
Cuando acabaron la segunda vez, decidieron vestirse porque el pequeño
estaría a punto de despertarse.
-Voy a la cocina a hacer algo de cena.
-Me voy contigo hasta que despierte.
-¿Qué te apetece cenar?
-Cualquier cosa.
-Hago un filete, patatas y ensalada.
Y la agarró por detrás y metía entre su camiseta las manos tocando sus
pezones. Ella le sonreía y la besaba en el cuello.
-Así no podré hacer cena, ni filete.
-Ummm… ¡Qué bien hueles pequeña! Me encantan tus pechos. Y tu
pelo. Y tu cuello y la besaba.
-Estate quieto, bobo. -Le dijo ella riendo cuando apareció el pequeño en
la cocina dándose en los ojos con las manitas.
-¿Estás besando a mami?
-Sí, es que es tan guapa…
-Mamá es guapa.
-¡Hola mi amor! -y lo cogió en brazos. -¿Quieres una galleta hasta la
cena?
-Cacao.
-Yo se lo hago -Le dijo Nolan.
-Está en aquel mueble.
-Ven con papi, te va a hacer el cacao y luego vamos a ver el partido.
-¿Qué partido?
-De béisbol ¿Has jugado alguna vez?
-No.
-Papá te dirá como se juega y los equipos.
-Vale.
-Lo vemos juntos. ¿Has hecho los deberes para el lunes?
-Sí, esta mañana.
-¡Qué suerte! Todo el fin de semana para jugar.
Y el peque se reía.
-Me lo llevo a ver el partido -y lo subió en hombros y el pequeño se
reía contento.
-Está bien, dejaré la cena hecha y en el horno hasta luego.
Y la volvió a besar en los labios. El peque reía, porque nunca había
visto a su madre con ningún hombre.
-Papá -le preguntó en la sala.
-Dime hijo.
-¿Los papas se besan?
-Sí y duermen juntos si se quieren y yo quiero mucho a tu mami.
-Mama no ha dormido nunca con nadie.
-Porque yo soy el papá, no podía.
-¿Vas a dormir con mamá?
-Algunas noches, sí, el papá tiene trabajo en el rancho de los abuelos,
pero si mami me deja… me quedo.
-Yo quiero que te quedes.
-Claro mi pequeño. Ahora te voy a enseñar cómo se juega, venga que va
empezar el partido.

Cuando acostaron por la noche al pequeño…


-¿No te arrepentirás que dejarme pasar la noche?
-Ya me estoy arrepintiendo -y Nolan se reía y la cogía por detrás.
-Vamos anda, ya no puedo llamar de nuevo a casa a decir que voy.
Entraron al dormitorio y aunque ya lo había visto antes…
-Es enorme, mujer, eres una exagerada, aquí caben tres personas. Me
encanta esa cama. Lo vamos a hacer como Dios manda, en una cama.
-¡Qué tontorrón eres! No sabía que tuvieras esa vena irónica.
-Porque no me conoces.
-No, no te conozco, solo vi la parte que no me gustaba.
-Por eso me tendrás aquí para conocer mi lado bueno.
-Voy a ducharme antes.
-Voy contigo.
-¡Qué cara tienes!
-Encima de que voy a enjabonarte…
-Sí ya.
Pero la enjabonó y la tocó y ella se derramó en sus manos.
-Me encanta cuando respondes a mis manos y a mi cuerpo.
-Te aprovechas porque sabes que me gustas.
-¿Y tú a mí no me encantas?
Cuando salieron y se secaron, Nolan la tumbó en la cama y se metió en
sus muslos.
-¡Ay Nolan! qué loco estás, que me… ¡Oh Dios!
Y se afanó en hacerla feliz y lamió sus pliegues hasta arrancarle un
orgasmo. Sus gemidos lo ponían duro y excitado y cuando ella estalló, se
puso un preservativo y entró en su sexo y se la puso encima, buscando su
propia liberación junto con la de ella.
-Eres imparable.
-Sí, me gusta el sexo, espero que no te suponga un problema nena, si no
me dejas ver otras chicas, tendré que tenerlo contigo.
Y ella le dio en el hombro.
-¡Ay guerrera! Me encantas tonta.
-Ven que te abrace, me gusta abrazarte.
-Me gusta tu cuerpo. Le dijo ella.
-Y a mí el tuyo enana.
-Que te voy a dar… -y él reía feliz.
-Tengo que tomar pastillas anticonceptivas, no me fio de los
preservativos.
-Podemos tener otro chico antes.
-¡Estás loco! Se llevarían más de seis años, así luego te las tomas.
-¿No hablarás en serio?
-Sí, hablo en serio, ¿Quieres que se lleven ocho o nueve años?
-No, no quiero que se lleven nada porque no quiero más niños.
-¿En serio?, Has sido hija única.
-Por eso.
-¿Nos vamos a quedar con uno?
-Sí, con uno solo, no pienso tener más niños.
-¡Qué mujer más estricta!
-Es que no creo que lo digas en serio siquiera. ¿Acabas de conocer a tu
hijo y quieres otro?
-Sí, por qué no voy a querer, si nos vamos a casar y me gustaría tener
más hijos.
-Dios mío, vete a tu casa.
-No pienso irme y no puedes echarme, no tienes fuerzas.
Y ella se puso encima.
-Eres un hombre loco.
-Sí, pero que te gusta mucho y me gustas mucho.
-¿Sabes lo que me costó tener a Alex?
-Pero eras joven…
-¿Y ahora soy una vieja?
-No quiero decir eso, eres una chavalita, por eso te lo digo, serás a los
cuarenta una mamá con adolescentes.
-Anda cállate ya –Y lo besaba.
-Me estoy poniendo de nuevo nena.
-Pues tendré trabajo -Y bajo a su sexo y lo metió en la boca.
-Loca, Mónica no… eso…
-Shhh calla, me encantara hacértelo. Siempre he soñado ver tu cara
cuando te lo hiciera.
-Joder, nena, me estás matando… déjame entrar.
-Más tarde, esto es sólo para ti.
Y Nolan se aferraba a la cabeza de Mónica y se moría de deseo y
placer, con lo que ella le hacía, cuando recorría su longitud y la medida
exacta de su miembro. Cuando explotó fue lo mejor que le había pasado. Y
Mónica lo miró con adoración.
-Estás muy guapo cuando te corres, me excita verte.
-Espera que me recupere.
-Cuando te recuperes, tenemos que dormir guapo.
-Ya veremos preciosa.
Era extraño pensó ella cuando acabaron y él se quedó dormido. Aun así,
con lo que habían compartido, tenía un miedo extraño. Ella nunca había
tenido suerte con los chicos, ni de joven ni en la universidad y Nolan era
un hombre demasiado guapo. La suerte que tenía es que Pam estaba lejos.
Era el único inconveniente que podía separarlos, pero se temía que ahora
le gustaba aparte de por su hijo, porque estaba más guapa y había
cambiado, pero no era base suficiente para una relación con Nolan.
Necesitaba confianza y tiempo.
Y estaba su hijo y no quería que saliera dañado.
Y abrazándolo y pensando que todo saldría bien, que debía ser positiva,
se quedó dormida.
CAPÍTULO CINCO

El lunes, a las once tenía unos cuantos hombres en su casa dispuestos a


trabajar. Lina había ido al pueblo a por una gran compra, con una de las
camionetas, la lista inmensa para comer y productos de limpieza, para el
barracón y las casas. Le dijo que en casa hiciera comida para ella y para
James y ella y se llevara a casa y así no hacía dos cenas, y James podía
comer y desayunar con los chicos. O en el barracón, como quisiera.
Lina dijo que ya vería. Eso se lo dejaría a ella.
Nolan estaba con ella en el despacho atendiendo y seleccionando a los
hombres.
Entrevistaron a quince. Y les dijo que esperaran en el pasillo.
Y entre Nolan y ella seleccionaron a los cinco contando el cocinero.
-El cocinero me encanta, -dijo ella bromeando -Se parece a Jason
Momoa.
-Por eso te gusta.
-Es idéntico y no hay otro cocinero, ese contratado. Es callado y me
gusta.
-¡Joder es un gigante!, y mira que yo soy alto… Me pondré celoso.
-Me da igual, ese y entre los otros cuatro…
Y eligió cuatro chicos de menos de treinta años.
-¿Has elegido a los guapos por algo?
-Son todos guapos y fuertes, necesito gente joven.
-Eres la leche Mónica.
-Prefiero tener una buena vista, pero además tienen currículum.
-¡Está bien! Como quieras.
-Pues sal tú y les dices a los otros que no los necesito de momento.
-Vale, yo hago el trabajo que no gusta.
-Anda cielo.
Y cuando se quedó con los que necesitaba, Nolan se fue a su rancho y
los hizo pasar al despacho de Mónica junto con James. Había preparado
sillas suficientes y se sentaron.
Ella les dijo que les enseñaría el barracón, que elegirían cada uno su
caballo cuando viniesen, que tenían casa, comida y James les pondría en el
salón, un cuadrante con las salidas y trabajos, los horarios y demás, que
era el capataz. Y que al día siguiente iría uno con él a buscar a los
animales y les pidió los carnets para hacer los contratos.
-James, llévalos a enseñarles y que elijan cama y vean las cuadras y los
animales. Me quedo con West (El cocinero) y le explico.
Y salieron todos con James. Estaban de acuerdo en mudarse por la tarde
al rancho.
-Bueno West, me dijiste que eras de Montana.
-Sí.
-Tu trabajo será limpiar bien el barracón. Ellos se hacen su cama y su
ropa, se lo dejas claro, pero el barracón es tuyo. Espero que te guste. Lo
limpias una vez a la semana o como creas conveniente, pero tiene que
estar limpio y la comida, desayuno, algo a mediodía y cafés y cena. Hay
una máquina de café, tenla siempre preparada, y una bandeja de pastas o lo
que haya para la merienda. Te compraré tartas también alguna semana.
Lina es la mujer de James, a ella o a mi le das la lista semanal, Tú te
preparas los menús.
-Claro no te preocupes. Se hacer mi trabajo, señorita Mónica.
-Llámame Mónica.
-Lina te va a llevar una cantidad de productos después, ha ido a
comprar, los colocas como quieras, porque no hay nada y todo es nuevo, y
elijes tu habitación.
-Tengo mis cosas ya en mi todoterreno.
-Vale pues te quedas, te pago el día de hoy.
-No hace falta.
-Te lo pagaré, no te preocupes. Tendrás también tus días libres. Pero
tendrás que hacer el día anterior comida para dos días, sois pocos al fin y
al cabo.
-Perfecto.
-Bueno, te acompaño al barracón y luego os paso el contrato a todos por
la tarde y os devuelvo el carnet. Os pagaré mensualmente, el último día de
mes por transferencia a vuestra cuenta. Por eso os la he pedido.
-Lo sé gracias.
-Pues venga, vamos a verlo y también eliges un caballo para ti cuando
los compre mañana. Cuando vengan, eliges. Así si quieres en tus ratos
libres o días libres puedes dar una vuelta por el rancho.
-Vale. Muchas gracias.
Y se pusieron los abrigos. Y se encontraron con el resto de los chicos
que salían del barracón.
-¿Habéis elegido habitación?
-Sí señorita.
-Van al pueblo a por sus cosas, Nick vendrá conmigo mañana a elegir a
los animales. Vamos a ver las cuadras -Le dijo James.
-Perfecto voy a enseñarle a West el barracón y su cocina.
Y eligió una de las habitaciones que no habían ocupado los chicos. Y le
enseñó todo.
-Es nuevo todo y están las habitaciones enumeradas así como las
cuadras. Lo he reformado entero. Así que todo es nuevo. Estrenarás la
cocina.
-¡Está precioso!
-Las bebidas alcohólicas, serán por cuenta de cada uno West, aunque os
he dejado un suvenir, también os compraré cervezas, pero lo haré con
moderación, calculo un par de ellas por la noche, para la cena para cada
uno, nada más.
-Creo que está muy bien.
-Pues es todo, te dejo que te instales. Pronto llegará Lina y te ocupas de
colocar la compra y hacer la cena para esta noche. Pasaré después.
-Muy bien, Mónica.
¡Qué guapo era ese hombre! No le faltarían chicas cuando saliera fuera.
Pero ella tenía a su Nolan y a su hijo, su rancho, sus miedos y…
desconfianzas.

Por la noche les llevó los contratos, ya habían cenado y fue con su
pequeño en la camioneta, no estaba lejos, pero nevaba.
Entró y les dio para firmar a todos sus contratos dejándoles una copia.
Y sus documentos
-¿Y este pequeño? -Dijeron algunos.
-Es mi hijo, saluda Alex a los chicos.
-¡Hola!
Y se rieron saludándolo.
Allí estaba James hablando con Nick, un chico alto y rubio con la lista
del ganado que tenían que traerse. Nick había trabajado en un rancho de
venta de ganado y por eso lo eligió James para elegir bien las reses y los
caballos.
Su hijo se fue al lado de West que terminaba en la cocina
-¿No tienes una mujer? -Le preguntó el chico.
-No, no tengo pequeño, ¿Por qué?
-Para que te lave los platos -Y éste se rio.
-Yo soy el cocinero.
-En mi casa lo hace Lina.
-Ya sé.
-Mi padre no lava los platos, vive en el rancho de al lado.
-¿Sí?
-Sí.
-Muy bien, ¿Has hecho deberes?
-Sí, tengo que hacer más que otros niños porque llegué tarde, mi
abuelito se ha muerto.
-Lo siento mucho pequeño.
-Alex, no molestes a West.
-No me molesta Mónica. Es muy gracioso.
-Bueno, os dejamos descansar. Buenas noches y bienvenidos.
Buenas noches señorita.
-James vamos -le dijo ella.
-Toma esta tarjeta y pagas con ella, -le dijo cuando salieron fuera, ¿A
qué hora os vais?
-A las cinco, hay que elegir mucho y son doscientos kilómetros.
-Paga los desayunos con la tarjeta y la comida de vuelta.
-Está bien. Y elígeme bien James.
-No te preocupes, he visto que Nick sabe bastante, ha trabajado siete
años en un rancho de venta.
-Menos mal que lo he elegido.
-Bueno, estamos en contacto, me llamas si hay algún problema o se
pueden comprar más, ya sabes el límite para caballos y reses.
-Lo sé, no te preocupes.
-Hasta mañana, James.
-Hasta mañana jefa.

El lunes por la noche no la llamó Nolan ni se pasó y le extrañó, pero


como se habían visto por la mañana, no le dio importancia.
El martes se había ido James con Nick a por el ganado y ella llevó a su
hijo al colegio y desayunó en la cafetería.
Ella sabía que la felicidad duraba poco para ella, a ráfagas más bien.
Siempre había sido así, a ráfagas de meses o años, pero esto que se
encontró fue de días, su vida siempre había sido así. No iba ahora a ser
más feliz.
Si no hubiese sido porque ya estaba dentro de la cafetería y había
pedido a Fanny desde la barra, se hubiese salido, pero al darse la vuelta,
vio a Nolan con Pam que estaba de frente y la saludó. Ella se acercó
valiente a su mesa y Nolan no supo dónde esconderse.
-¿Eres Mónica?
-Sí, lo soy, Pam, creía que estabas en los Ángeles. Nolan me lo dijo.
-Sí, pero volví ayer. Chica ¡Cuánto has cambiado!
-Eso parece, al menos todo el mundo me lo dice -y miro a Nolan que no
levantaba la mirada y eso era mal asunto.
-Has estado fuera mucho tiempo.
-Sí, casi seis años. Hice una carrera doble y un máster ¿Y tú?
-No fui a la Universidad, trabajé en la tienda de ropa y ahora en otra en
California, pero mírame –Pam se levantó un poco y ella la miró y vio su
vientre abultado.
-Iba a volver antes, pero, estuve en cama, vamos a tener una niña Nolan
y yo.
-¡Ah me alegro! ¡Enhorabuena Nolan! -Dijo ella irónica. ¿De cuánto
estás?
-De ocho meses, me queda uno. Cuando me fui nos enfadamos, siempre
estamos así, esa es nuestra vida, Nolan es un terco. Intentaré que Nolan se
venga a los Ángeles y deje el rancho. Aquí está desperdiciado con su
carrera.
-Eso estaría bien.
-Me gusta vivir allí, pero si no es posible, mira el tiempo…
A mí me gusta la nieve, aunque viví en un lugar parecido a los Ángeles
en cuanto al clima.
-Y te viniste, mujer, a quien se le ocurre…
-Me vine por mi hijo y mi padre.
-¿Tienes un hijo?
-Sí, de cinco años y medio. Bueno, parejita, os dejo que Fanny me trae
la comida.
-¡Enhorabuena Pam!
Y se puso de forma que le daba la espalda a los dos.
¡Maldito hijo de puta! Dos veces le iba a destrozar la vida, pero eso se
acabó. No se llevaría a su hijo ni loca. No sabía qué le contaría a Pam,
pero desde luego sabía que vendría a hablar con ella, cobarde no había
dicho una palabra, ni la había mirado siquiera. Jamás en la vida lo iba a
perdonar, pero ¿Qué mierda de tipo cobarde le había gustado toda su vida?
Tenía ganas de vender el rancho y desaparecer.
¡Ojalá Pam lo convenciera para irse a los Ángeles! No quería verlo ni
en pintura. Y si lo sabía y se había acostado con ella, lo iba a matar a ese
cabrón, si la había utilizado de nuevo…
No se terminó el desayuno y no se despidió de ellos salvo de Fanny.
Fue a la clínica, iba a hacerse una revisión ginecológica y que le
mandaran pastillas anticonceptivas para colmo. De todas formas iría
porque tenía la cita.
Cuando salió, se fue a la farmacia y las compró, se fue al rancho por si
la llamaba James con algún problema. Lina estaba ya haciendo la cena.
-¿Te hago algo para comer Mónica?
-No gracias Lina acabo de desayunar. Y en el despacho tengo de
momento todo metido. Voy a dar una vuelta a los chicos y al barracón, voy
a cambiarme.
-Vale.
Ya todo estaba en orden, cada uno sabía qué debía hacer y estaban de
acuerdo, tenía un rancho precioso y estaba pero que muy cabreada, podía
estar tan tranquila… Y ese maldito hombre. Lo sacaría de su vida a
pedazos, iba a tener dos hijos con dos mujeres diferentes.
Cuando bajó vestida para ir a ver a los animales.
Lina le dijo:
-Tienes una visita. Los padres de Nolan. En la sala.
-Vale. -Y entró en la sala y ellos se levantaron.
-¡Hola Mónica!
-No se levanten, ¿Quieren un café?
-No, gracias, hemos tomado, queremos hablar contigo.
-Lo imagino.
-No, no lo imaginas.
-Los he visto esta mañana en la cafetería.
-¿Sí? -Dijo el padre.
-¡Dios mío! -dijo la madre, no sabemos cómo nos vamos a disculpar
contigo.
-De ningún manera. Le dijo ella lo más calmada que podía, ustedes no
tienen la culpa de nada. Lo mío fue un accidente, lo de Pam no sé.
-Mi hijo no lo sabía y se presentó ayer en el rancho. Se va a quedar allí
de momento.
-Bueno, ante eso yo no puedo hacer nada.
La madre empezó a llorar.
-Vamos señora Wilson, no llore. Por mi parte no hay problemas, yo he
vivido sola con mi hijo casi seis años. Ahora tendrán otra nieta.
-Pero nos gustas tanto, ya sabes que somos amigos de tus padres desde
siempre.
-No se preocupen.
-¡Maldito hijo mío! -Dijo el padre de Nolan, no he educado a mis hijos
para esto.
-No se preocupe, cuando quieran pueden venir a ver a su nieto.
-¿No nos lo dejarás?
-Su padre puede llevárselo, sí, pero si no quiere o se siente incómodo,
tendrán que verlo aquí.
-¿Sabes que quiere que se vaya a los Ángeles?
-Sí, lo sé, me lo ha dicho ella.
-Aún no sabe que tu hijo es de Nolan.
-Si no quiere decírselo, es problema suyo. No deben meterse, ustedes
pueden venir siempre que quieran. Ya lo saben.
-¿Ha hablado contigo?
-No, no ha hablado nada, pero supongo que vendrá esta noche, seguro.
-Lo sentimos tanto hija… no sabemos qué va a hacer y no queremos
que se vaya.
-Déjenlo que tome sus propias decisiones.
-¿Y tú?
-Yo ya he tomado las mías. Tengo a mi rancho y a mi hijo, pero no
tendré nada con el suyo, salvo nuestro hijo en común. Cuando quiera verlo,
lo verá. Alex está muy entusiasmado y es en mi hijo en el que pienso yo.
-Tienes razón, mi pequeño va a sufrir.
-Haremos que nos sea así. ¿De verdad no quieren tomar café?
-No, hija, ya nos vamos, solo queremos disculparnos.
-No deben hacerlo, no han hecho nada. -Y los abrazó.
La madre se fue llorando y le padre muy enfadado con Nolan y los
entendía. Pero no quería más problemas que los suyos propios.

-Lina voy al barracón y a ver a los chicos, cuando acabes te puedes ir si


no he vuelto.
-Vale, ya lo tengo todo listo, salvo la cena, le queda un poco. ¿Estás
bien Mónica?
-Mañana te lo cuento, que no tengo que ir al pueblo.
-Bueno, no te preocupes, mujer, todo se arreglará.
-Esto no.
-¡Vaya! Ten cuidado con la nieve.
-Me llevo la camioneta mejor.
Y se la llevó las cuadras, allí estaba uno de los chicos terminando de
echarle a los dos caballos y a la yegua y preparando paja para cuando
vinieran el resto. Les dijo que los chicos limpiaban el corral de los
animales y revisó el de la maquinaria. Luego se fue al barracón.
-¡Hola West!
-¡Hola Mónica!
-¡Qué tal! ¿Les gusta tu comida? -se acercó a la cocina donde él estaba.
-Y él sonrió.
-Aún no se han quejado.
-Si alguno se queja me lo dices y lo echo.
-Estaría bueno.
-¿Qué haces para esta noche?
-Un estofado de carne con patatas y judías.
-¡Qué bien huele!, creo que te voy a cambiar por Lina.
-Saldría ganando.
Y ella se quedó seria de repente.
-¿Te pasa algo?
-No, no es nada, son cosas personales.
-Bien, ahí no me meto, a no ser que tú me las quieras contar.
-¿Por qué has venido desde Montana West? -cambió ella la
conversación, -allí hay ranchos y tienes 27 años, eres joven.
-Sí, pero tuve un encontronazo con mi familia, mi hermana en concreto,
distintos puntos de vista.
-¿Tienes un rancho?
-Sí, un rancho de caballos. Lo tuvimos hasta hace unos meses.
-¿Y qué pasó?
-Me gusta la cocina. Fui a Nueva York a hacer un curso de cocina, de
chef.
-¿En serio?
-Sí, -sonrió con una sonrisa blanca y preciosa. Le encantaba su barba y
el pelo largo negro recogido como en rastras.
-¿Y por qué volviste?
-Por la familia, mi padre murió. Mi madre cuando era pequeño. Solo
tengo una hermana mayor y quiso tener su parte del rancho.
-¿Y no podías comprárselo?
-No, no tenía dinero para tanto, así que lo hemos vendido y conduje
hasta Cheyenne. Iba a volver a Nueva York y montar un restaurante, pero
vi el anuncio y necesitaba esto un tiempo.
-Bueno no quiero preguntar tanto. Algún día me harás una comida de
esas pijas.
-Cuando quieras.
-Estás desperdiciado aquí, no ganas lo que mereces.
-Estoy bien aquí de momento. Me gusta el campo.
-Bueno.
-¿Quieres comer algo?
-Lina me ha preparado para el almuerzo, no te preocupes. Necesito un
descanso. Llevo unos meses estresantes estoy deseando de que venga el
ganado y que todo sea normal.
-Ya queda poco, mujer.
-Lo traerán para el fin de semana. Bueno West, te dejo trabajar. Algún
día me quedo a cenar con vosotros, mejor en primavera, no quiero sacar a
Alex de noche con el frio.
-Cuando quieras.
-Hasta luego West.
-Hasta luego.
Entraron algunos vaqueros.
-¡Qué buena está la jefa!, ¿Eh West? -Y este lo miró serio.
-Está bien, está bien. ¿Sabéis que el hijo es del hijo mayor del rancho
de al lado?
-¿En serio?
-Sí, yo soy de Dubois, el pueblo es pequeño y uno se entera de todo.
Además conozco a Mónica. Nolan, el padre del chico, tenía novia desde el
instituto, siempre se peleaban y volvían, hasta que hace seis meses se fue a
California y ha vuelto embarazada.
-¿En serio? -Dijo uno de los vaqueros.
-Sí, ayer por la tarde. Se queda en su rancho.
-Pobre Mónica -cuando era jovencita siempre fue una chica discreta,
callada y tímida. Se quedó sin madre de niña y ahora que vuelve y se
muere su padre, y el padre de su hijo tiene otro con otra. Menuda pieza
está hecho Nolan. Le gustan demasiado las mujeres.
-Bueno, eso no nos concierne a nosotros -dijo West. -Trabajar bien para
ella es lo que debemos hacer.
-Sí, pero me da pena.
-Bueno, ahí tenéis las bandejas. Y café en la cafetera.
West pensó que era una mujer fuerte aunque no sabía lo que había entre
ellos, era una putada.

James y Nick llegaron sobre las siete. Su hijo estaba viendo la tele en
pijama. Ya habían cenado y ella los invito al despacho. James le dio la
tarjeta. Habían comprado todas las reses y los caballos, elegido bien, y les
habían regalado unos cuantos terneros jóvenes. Apenas le quedaba cien
dólares en la cuenta.
-Nos los traen el jueves -le dijo.
-Estupendo, gracias a los dos, id a cenar que West tiene vuestra cena y
mañana ya preparáis los otros dos corrales para los animales. Llamaré
mañana al veterinario y que les eche un vistazo.
-No hace falta, de momento están revisados. Toma sus libros. Hasta
dentro de tres meses si no es necesario no hace falta.
-¡Qué bien, por Dios!, los pondré con el resto mañana en la oficina del
veterinario. Es un gran ahorro. Gracias.
-Bueno, nos vamos.
-Buenas noches que descanséis.

Justo se habían ido y ella acostó al pequeño que se quedó dormido y


había preguntado ese día por su padre, y ella le tuvo que darle una excusa
de que estaba lejos por ganado, llamaron a la puerta. Sabía que era él.
-¡Pasa!
-¡Hola Mónica!
-¡Hola! ¿Quieres café?
-No, nada, he tomado ya.
-Pasa a la sala -y se sentaron. A ver qué le iba a contar.
-Tú dirás.
-Vamos Mónica…
-Di lo que tengas que decir Nolan. Estoy cansada hoy.
-Lo siento.
-Eso ya me lo has dicho cien veces.
-No quiero dejar de ver a mi hijo.
-¿Se lo has dicho a Pam?
-Sí, lo sabe ya.
-Y…
-Quiere que nos vayamos a los Ángeles, ahora con más razón.
-Esa decisión te corresponde a ti, tienes una carrera, puedes buscar
trabajo allí.
-Tengo a Alex.
-Y tienes a otra en camino.
-Estoy dividido.
-Si te quedas no. Te casas con el amor de tu vida y puedes ver a tus dos
hijos. No tienes nada que elegir.
-Eso quiero, no quiero irme del rancho y dejar a mis padres. Tendrían
que contratar a un gestor unas horas.
-No es tan malo, de todas maneras te pagan. Y tienes tus beneficios
como tu hermano al final de año.
-¿Y nosotros?
-Desde el momento en que se queda en tu casa Pam, no hay un nosotros
Nolan, ni lo habrá jamás, o qué pretendes, ¿Tener dos mujeres y dos hijos?
¿O que sea tu amante?
-Mónica…
-¿Lo sabías? Lo sabías, sabías que estaba embarazada y te acostaste
conmigo.
-No, no lo sabía, te lo juro.
-No me lo creo, no te creo nada, Nolan. No confío en ti y no debí
acostarme contigo de nuevo. Me arrepiento en el alma.
-Mónica, no...
-¿Duermes con ella?
-Duermes con ella cabrón. No tenemos nada más que hablar Nolan.
-Mónica, compréndeme…
-A Alex, llama cuando quieras verlo.
-¿Puedo llevarlo a mi casa con mis padres?
-En principio sí, pero si está incómodo, no irá, tendréis que venir a
verlo aquí. Ella no.
-No seas dura.
-Y tú no seas tan cabrón.
-No lo sabía, te lo juro. No hemos hablado desde que se fue.
-Me da igual Nolan. Eres libre. Olvídate de mí, ahora no necesito esto.
-No sé qué hacer, Mónica.
-No soy tu paño de lágrimas Nolan, ni tu amiga, no me pidas consejos.
Me importa un pepino lo que hagas. Yo no te necesito y tu hijo tampoco.
Solo te conoce desde hace dos meses, no se va a morir por no verte.
-¡Dios maldita sea Mónica, me gustas tanto!…
-Tú a mí ahora mismo, no me gustas nada.
-Nena, dime que me quieres y seremos una familia.
-No voy a decirte eso, tu vida es tuya, elije tú solo.
-¡Está bien!, ¿Y Alex?
-Dormido.
-Te llamo mañana.
-A él.
-Y a ti.
-Como quieras, estoy cansada de esta historia Nolan.
-¡Buenas noches! -Y tal como vino se fue.
Y ella desde arriba vio las luces del coche llegar a su casa.
Mónica no se iba a humillar diciéndole que lo quería y que la eligiera a
ella. Que lo hiciera él, y además no quería ni que la eligiera. Conocía a
Pam, y no los iba dejar ser felices y ella sería más feliz sin ellos.

No la llamó al día siguiente sino que dijo que iba a recoger Alex del
colegio y lo llevaba él. Y ella accedió.
Lo dejó en la casa y ella le preparó la merienda al pequeño mientras
este jugaba un rato antes de hacer los deberes.
-Me voy a los Ángeles -le dijo Nolan en la cocina.
-Me alegro mucho de que salgas de aquí.
-Mis padres no quieren.
-Normal.
-¿Quieres llevar el rancho?
-¿Qué rancho?
-El mío.
-No, Nolan, con el mío tengo, no tengo tiempo de estresarme, tu rancho
es demasiado grande y yo quiero estar con Alex por la tarde.
-Entonces buscaré a alguien del pueblo que se ocupe unas horas.
-¿Se lo has dicho a Alex?
-Sí, quería hablar con él, por eso he ido a recogerlo al colegio.
-¿Cuándo te vas?
-La semana que viene. Le he abierto una cuenta, toma.
-¿Para qué?
-Le ingresaré un dinero mensual para él y lo llamaré.
-No lo necesita.
-Es mi hijo también Mónica, guárdalo para la Universidad.
-Está bien, si es lo que quieres… Muy bien, espero que seas feliz allí.
-Vendré a ver a Alex.
-Cuando quieras, pero él no irá allí, lo sabes.
-Lo sé, por eso vendré a verlo y lo llamaré.
-Muy bien.
-¿No te importa?
-No me importa que tomes tus decisiones. Gracias por tu ayuda en el
rancho.
-Te voy a echar de menos.
-Espero que no Nolan, espero que no.
Cuando su hijo de quedó dormido y él se fue, lloró como una niña
pequeña, había pensado toda su vida en ese hombre y había elegido a su
novia de toda la vida y a su otro hijo. Pero ella era fuerte, y pensaría solo
en su hijo, sacaría su rancho adelante, iría de vacaciones y se olvidaría de
esa locura de hombre. Ya le había dedicado demasiado tiempo de su vida.

El jueves, estuvo ocupada con la llegada de los animales. Nolan vino a


por Alex y se lo llevó a su casa.
Ya lo tenía todo listo, los chicos eligieron a sus caballos y West
también, el que le dejaron y James le dijo que ya todo era empezar a
trabajar.
Cuando su hijo volvió del rancho de su padre, volvió serio.
-¿Qué te pasa Alex?
-No me gusta Pam.
-¿Y eso hijo?
-Me ha dicho que va a tener una niña con papá y que la querrá más que
a mí por eso se va lejos y me deja.
-No te preocupes, cielo, tu papá te quiere y vendrá verte a veces y
nosotros hemos vivido juntos y solos y felices y tienes a West a James a
Lina y todos los vaqueros. No te enfades, ¿Eh?, y empezó a hacerle
cosquillas y entre risas se le olvidó.
-¿Quieres dormir con mami esta noche?
-Sí.
-Pues vamos, Y el domingo vemos una peli con palomitas.
-Sí, biennnn.

El fin de semana Nolan la llamó para ir a por el chico y ella le dijo que
no, que si querían verlo sería en casa y le preguntó por qué y se lo dijo sin
contemplaciones, nadie le hacía daño a su hijo o que te atuviera a las
consecuencias.
Y él se pasó por la casa un par de horas a jugar con el chico y a
despedirse de él, mientras ella se fue al barracón.
-Te dejo, voy al barracón, llámame cuando te vayas.
Y allí se sentó con los chicos a hablar con ellos y a conocerlos. Al
menos pasó un rato ameno con ellos
Cuando se levantó a por un café, West le preguntó:
-¿Y Alex, lo has dejado solo?
-No West, ¿cómo crees?, está con su padre, se va a los Ángeles con su
novia embarazada
-Vaya por Dios…
-Seguro que ya lo sabes, Luc es del pueblo y esto es un pueblo pequeño.
Y él y yo fuimos al colegio y al instituto, aunque era mayor que yo, pero
era un buen chico.
-Bueno, algo he oído, pero no toda la historia.
-¿Te interesa?
-Si quieres contármela…
-Cuando haya menos público, te la contaré algún día.
-Bien, como quieras.
-He mandado a Lina a comprar un buen pavo y tarta de calabaza para
Acción de Gracias, comemos todos en el barracón juntos. Claro los que
nos quedemos, así que tienes trabajo, -Me encantará.
-Lina te echará una mano.
-Estupendo.

Nolan había contratado para tristeza de sus padres a un gestor para el


rancho y se dio de baja y el martes puso rumbo a California con Pam, que
quería tener allí a su hija.
De esa forma, les podía dejar a Alex algunas tardes a sus abuelos, los
padres de Nolan le dieron las gracias. Estaban contentos porque venía
Oscar por Navidades, al menos verían a su hijo que no venía en tres años.
Pero el padre estaba permanentemente enfadado con Nolan.

El día de Acción de Gracias lo celebraron en el barracón y fue una


fiesta. Alex tomó como referencia a West, que a pesar de lo gigante que
era, el chico no se asustaba, le gustaba mucho y tenía mucha paciencia con
el pequeño y eso que ahora hacía frio e iba poco.
Todos alabaron la comida. Luego tomaron café y tarta, y cuando se fue
a la casa, el pequeño iba dormido ya. Los vaqueros jugaban con él y
pasaba de mano en mano y era feliz.
Y ella con los días y con las semanas también fue olvidando lo que no
era suyo.
Compró adornos para Navidad para la casa y para el barracón y ella los
colocó con ayuda de West.
-¿Sabes que te pareces a Jason Momoa? -Y él rio a carcajadas.
-Eso me dicen, sí.
-Pues es cierto. ¿No serás de Hawái?
-No, solo tengo algo de sangre india.
-¿En serio?
-Sí, mi abuela materna era de la reserva de los Blackfeet. Es una
reserva conocida en Montana.
-Por eso eres tan
moreno. Bueno te dejo. Mañana voy a comprar dulces para la Navidad y
los regalos.
-¡Qué trabajadora eres!
- Me gusta estar activa. ¿Tienes la lista de esta semana?
-Sí.
-Dámela voy al pueblo mañana.
-Y West se la dio.
Es mujer le gustaba, se dijo West, pero él no era nada para ella aunque
pobre no era, tenía la mitad del rancho de sus padres que su hermana se
empeñó en vender y que no pudo comprarle. Ya le había contado la
historia a Mónica. Ella había sido sincera con él y mataría a ese tipo que le
había hecho daño. Era una mujer trabajadora, siempre pendiente de todo y
de todos. Trataba bien a sus trabajadores y todos la estimaban. Pero a él, le
gustaba esa pequeña, que era distinto.

Al día siguiente al final fue ella sola al pueblo, dejó a su pequeño en el


colegio. Dentro de unos días, le daban vacaciones y quería tener todo
comprado. Dejó la larga lista de la compra en el supermercado para que se
la prepararan y fue a desayunar y a comprar regalos para todos, para su
hijo y para Lina y todos los hombres del rancho, para los abuelos de Alex
que había quedado con ellos a comer el 25, y para Oscar si venía de Nueva
York.
Y cargada con todo, con un paisaje nevado de frente volvió contenta al
rancho por una vez desde que Nolan se fue.
Cuando llegó, dejó los regalos para envolverlos al día siguiente y
ponerles las etiquetas con sus nombres, dejó las cajas de la casa, Lina ya
las iba colocando y se fue al barracón cargada. West, al verla salió fuera.
-Deja mujer eso lo meto yo, no te cargues.
-Son esas tres cajas y esta de bebidas, -y él la miro con esos ojos negros
y profundos
-Es un día especial.
-Está bien, no quiero borrachos en mi barracón -y ella le sonrió.
-¡Qué malo eres!, un día es un día. Si no quedaremos sino cuatro gatos.
-Somos cuatro gatos.
-Tienes razón.
-Bueno, me voy a casa. Tengo cosas que hacer. James me ha dejado un
par de facturas y tengo que meterlas. Espero tener pronto entradas.
-Espera a la primavera.
-Lo sé. Hasta luego Jason Momoa.
-Guasona, hasta luego Mónica -y ella se fue riendo.

La Navidad fue especial, los chicos recibieron sus regalos y a ella


también, le compraron entre todos, un abrigo para el rancho, unas botas
para montar y un sombrero negro.
Y ella se emocionó.
-Venga jefa, nada de lloros.
-Gracias a todos.

El 25 fue a casa de los padres de Nolan y les dio sus regalos y ellos a
ella y a su pequeño, hasta Oscar la saludó y le dio un regalo.
-¡Ay que ver qué señorito te has vuelto! Mira cómo vistes, y un reloj de
oro- Y Oscar se reía.
-Y tú también, aunque tengas esa pinta de vaquera. Eras una niña tímida
y fea.
-Hombre gracias -Y se reían.
-Me acuerdo cuando mi padre me obligó a llevarte al baile.
-Sí, y no querías.
-Sí -y se reían, -que me lo pida ahora…
-Anda, anda. ¿Tienes novia? – le preguntó mientras los abuelos estaban
con el pequeño y los regalos.
-Sí, estoy saliendo con una chica. Tenía trabajo, por eso no ha venido y
me voy pronto.
-Me alegro Oscar.
-Es una buena chica.
-Ya era hora
-Si. -Y se reía -¡Quién me lo iba a decir con lo que fui!
-De verdad.
-Pero tengo un trabajo estresante.
-Sí, ser bróker no es fácil, yo me quedaría ronca.
-He visto lo que has hecho en el rancho, lástima que tenga que irme
pasado mañana. Quiero pasar el tiempo con mis padres, desde que Nolan
se fue.
-Sí, fue un palo para ellos
-Siento lo que te hizo, Mónica, si lo llego a saber no lo dejo irse contigo
aquella noche.
-Pero tengo a mi hijo.
-No sé cómo ha podido elegir a Pam, no terminaran bien, es la historia
de una relación infeliz, y más después de perder a la niña.
-¿Cómo que ha perdido a la niña?
-¿No lo sabes?
-No, ¿Que ha pasado?
-Mis padres están tristes y no habrán querido decírtelo. Mi hermano
está hecho polvo. La niña murió en el parto. Es decir por lo que sé, había
muerto días antes. Y ella no puede tener más hijos por no sé qué historia.
-¡Joder, Oscar! Es un palo para los dos.
-Sí, es una putada.
-Nadie me ha dicho nada. Tampoco les pregunté a tus padres. Me dan
pena. Ya tienen bastante.
-Sí, a pesar de que nunca les gustó Pam están ahora tristes, pero creo
que más por mi hermano. A ti, siempre te gustó desde pequeña.
-Siempre me gustó tu hermano, pero creo que dejó de gustarme en un
momento de cobardía.
-Se casan en abril aunque parece que ella tiene una depresión, pero se
casan. Creo que irán mis padres yo no sé si podré asistir. Haré lo imposible
por ir.
-Yo me alegro, no me gustaría que me dejaran sola en un momento
como ese.
-Ya sabes cómo ha sido siempre.
-¿Tu hermano tiene trabajo? -Le preguntó ella.
-Sí ha encontrado en una empresa de turismo como director de
contabilidad.
-Vaya, me alegro.
-Por enchufe.
-Muchos trabajos son por enchufe, Oscar.
-El mío, no.
-Bueno, tu hermano es bueno en lo que hace.
-Sí, es inteligente. Tienes un hijo maravilloso, no sé por qué no se
quedó contigo.
-Yo tampoco – Y empezaron a reír.
CAPÍTULO SEIS

Cuando el pequeño echaba la siesta en uno de los sofás de la sala, le


echó una mantita y ella se echó en el otro. Estaba cansada, y lo que le dijo
Oscar le había afectado.
Nolan eligió a otra mujer y a otra hija y ahora no tenía hija ni podría
tener hijos con Pam, y le dio pena porque sabía que le gustaban los
pequeños. No se alegraba en absoluto, pero se iban a casar y eso no era
cosa suya.
En ese momento recibió un mensaje escueto de Nolan. Parecían que
ambos pensaban al unísono.
Su nota fue breve.
-Le he ingresado 2000 dólares a Alex por Navidad, le ingresaré mil
dólares al mes. Lo llamo a las seis.
Y ella le contestó
-Gracias. Feliz Navidad.

Por la tarde descansó leyendo y su hijo jugaba con los juguetes de los
reyes. Merendaron y a las seis la llamó Nolan.
-¡Hola Mónica!
-¡Hola Alex!, siento lo de tu hija.
-Gracias.
-Te pongo a Alex.
Y estuvo una hora hablando con su hijo. No sé qué hablaban pero el
pequeño se reía a veces.

Cuando las Navidades pasaron, y todo volvió a la normalidad, ella


gestionaba el rancho unas horas al día. Llevaba a su hijo al cole,
desayunaba en la cafetería, compraba algunas cosas, si necesitaba o se iba
directamente al rancho, metía las facturas y hablaba con James sobre las
cosas del rancho, se iba a su despacho y trabajaba un rato. Sobre las once
se iba con West al barracón si tenía tiempo y tenían sus charlas, cuánto
más se conocían más se gustaban.
Una mañana de marzo, ella le preguntó si no salían los fines de semana.
-No me apetece.
-Hay muchas chicas guapas en el pueblo, West.
-No me interesa ninguna.
-Qué radical eres -ay déjame probar eso -y West, le daba una albóndiga.
-¡Qué buena está! -Lo que te decía, que no las conoces.
-Ni falta que me hace.
-Pero hombre, tendrás necesidades como los demás chicos.
-Soy gay -Le decía riendo.
-Vete al cuerno. -Y se reían.
-Ya saldré, no te preocupes. De momento estoy bien.
-Bueno, tú verás lo que te pierdes.
-Tú también te lo pierdes jefa. Aquí somos todos iguales.
-Ya apunta para la primavera, se están yendo las nieves. -Miraba fuera
por la ventana de la gran cocina, -¿Quieres ir conmigo el sábado al
pueblo?
-¿Y eso?
-Pues quiero ir a cenar, a tomar una copa, a bailar. Así tú también
puedes, si me bebo algo…
-¿Quieres que te sirva de chofer? Eso lo cobro aparte.
Y ella reía encantada.
-Bueno, tú puedes ir por un lado y luego quedamos, así puedes conocer
a las chicas.
-Está bien, salgo contigo el sábado, pero no con esas condiciones.
-¿No?
-No, tengo las mías.
-A ver…
-Si salgo contigo, ceno contigo, bailo contigo y tomamos una copa
juntos.
-Eso es una cita, West.
-Sí, exacto, es una cita. Tú verás.
-No sé si estoy preparada.
-Vaya, ¿No estás preparada después de cuatro meses?
-Ya tengo 25 años y Alex seis ya.
-¡Qué vieja eres!
-¡Está bien! Voy a ver si sus abuelos se quedan con el peque y acepto la
cita.
-Te recojo en la casa a las siete. Ya habrán comido y habré recogido.
-Estupendo. Me voy ya.
-Y West la miró profundamente.
Y se rio cuando ella salió de allí. Las cosas no iban a ser cómo ella
quería. Era un trabajador de ella, pero era un hombre y no se dejaba
manipular por nadie. Pero había conseguido una cita. Ya le valía, porque le
encantaba esa mujer.

Mónica, habló con los abuelos y con su hijo y aceptó quedarse con los
abuelos esa noche.
-Debes salir más hija, mira que un día desde que llegaste… Vienes a
por él, el domingo por la tarde. Aquí tiene juguetes. Y le leeré un cuento.
Y hay tele.
-Gracias señora Wilson.
-Al contrario. Estamos encantados. Tiene su habitación aquí para
cuando quiera.
-Si pasa algo, me llaman.
-Sal tranquila y no te preocupes por nada.

El sábado, cuando West les dio de cenar y recogió la cocina, se dio una
ducha y se vistió, con unos vaqueros negros, botas negras, camisa azul y
un abrigo negro.
-Ey… West, ¿Dónde vas? -Le dijeron los chicos que no habían salido.
-Tengo la noche libre. Ya sois grandecitos.
-Ay West va a buscar una chica, ya pensábamos que… Y él se reía.
-Cuidad bien esto y apagad las luces.
Tomó su todoterreno y aparcó frente a la casa de Mónica.
Ella se había puesto un vestido verde botella de media manga, estrecho
hasta media pierna, medias y botas vaqueras de vestir negras, su abrigo y
su bolso, se perfumó y se dejó el pelo suelto. Y le abrió la puerta.
-¡Madre mí Mónica!, ¡Qué guapa, así cómo quieres que te deje sola
mujer!
-¡Qué tonto!, anda vamos.
-¿Y el peque?
-Lo llevé esta tarde con los abuelos. Están encantados.
-Pues nos vamos -y le abrió la puerta del coche.
-¡Estás guapo!
-Soy guapo.
-¡Que tonto eres!
-Anda sube, preciosa.
Y ella subió y le cerró la puerta...
-¿Dónde vamos primero?
-A cenar. Solo hay un restaurante en el pueblo.
-Dios cuánto hace que no salgo, estoy nerviosa.
-Si es que no puede ser mujer.
-Ha hecho frio y no me apetecía.
-Ya saldrás más con la primavera.

Aparcó frente al restaurante. West tenía una mesa reservada en un


rinconcito íntimo.
-¡Cuánta intimidad!
-La mereces, toma la carta.
Y pidieron unos cuantos platos de mariscos y pescado para compartir.
-Pescado para variar.
-¡Está bueno!
-Sí, que lo hacen bien.
-Bueno, hombre reservado cuéntame.
-Qué te cuento, si sabes mi vida.
-Tu vida amorosa no la sé.
-¿Esta noche nos toca?
-Bueno, como cualquier otro día.
-¡Está bien! Deje de ser virgen a los dieciséis con una mujer de 26.
-¿Estás de broma?
-No, era hija de unos amigos de mi padre. En el rancho.
Y ella se reía.
-Claro fueron unas cuantas veces, pero me enseño mucho. En el
instituto tuve un amago de salir con una chica, dos meses. No me pude
acostar con ella y ya pasamos a Nueva York. Allí estuve cuatro años.
-¿Cuatro años de curso?
-Sí, no era un curso cualquiera. Como una carrera.
-Vaya. Lo hice en un hotel de cinco estrellas y trabajaba también para
mantenerme. Más las prácticas. Tenía un pequeño apartamento en
Brooklyn de un dormitorio.
-¿Y?
-Y allí salí con una chica un año, el primero, el resto fueron intentos
que no cuajaban. Las chicas piden demasiado.
-¿Un anillo?
-O, quieren hombres con corbata y traje y una vida con un buen sueldo.
-Pero tú tienes ahora dinero si tienes la mitad de un rancho próspero.
-Sí, lo tengo para poner algún día mi restaurante.
-En Nueva York.
-Me gustaría sí, pero en Manhattan.
-Es caro.
-Lo sé, empezaré alquilando un buen local. Estoy haciendo un libro.
-¿De qué?
-De recetas inventadas. También algunas de las que aprendí.
-Eso es estupendo. Me temo que me quedaré sin ti pronto.
-Depende.
Y ella no quiso preguntar.
-Y ahora te toca.
-¿Mi vida amorosa? Pues poca cosa, Nolan.
Y le contó el día de la graduación.
Luego me fui a España a Málaga con mis abuelos, ni padre quiso que
hiciera allí la carrera porque era más barata y porque estaría con mis
abuelos, el niño, dos relaciones sin importancia de seis o siete meses,
murieron mis abuelos con diferencia de dos años y cuando vuelvo, mi
padre muere y tuve una relación de un día con Nolan, quería casarse
conmigo. Creo más bien por el niño, aunque me dijo que le gustaba. Y el
lunes aparece su novia. Ya sabes la historia. Y se fue con ella, dejando a
Alex.
-Ahora tiene dos hijos.
-No, solo tiene Alex.
-¿Y eso?
Y ella le contó que Pam perdió a la niña y no podían tener más hijos y
que Nolan trabajaba de director de una empresa de contabilidad
-Vaya, eso es duro.
-Le manda mil euros al mes a Alex y en Navidades dos mil, se los tengo
guardados para la Universidad.
-Eres una mujer excepcional. Has levantado el rancho tú sola. Ahora en
abril venderás y vas recuperar dinero.
-Eso espero, porque dejé un dinero que va bajando con los gastos.
-Ya verás mujer, al principio es así. ¿Quieres postre?
-Café y tarta.
-Yo lo mismo -dijo West al camarero.
Y se tomaron el postre. West no la dejó pagar.
-Bueno, yo pago los chupitos o la copa.
-¿Vas a tomar chupitos?
-Vamos a ver qué tomo, para un día que salgo… Venga vamos a tomar y
a bailar un rato.

El baile estaba en un local. Tenía una barra, asientos alrededor y una


pista para bailar.
Se quitaron los abrigos y los dejaron en el guardarropa y se fueron a la
barra.
-Tú dirás guapa. Me encanta ese pelo largo y negro y tus ojos verdes
preciosos con esas pestañas de medio metro -y a ella le dio por reír.
-Y a mí me gusta tu pelo largo también y esa barba. Un chupito -le dijo
al camarero y una cerveza.
-Pues yo otro igual.
Y se tomaron tres chupitos con cerveza.
-Coge la cerveza y vamos a sentarnos que cuando esto suba verás, jefa.

Ella no estaba acostumbrada a beber nada y el chupito junto con el vino


de la cena empezó a hacer su efecto y se sintió elevada y eufórica. Tenía
un puntillo.
-Eres muy guapo West, me gustas lo sabes.
-Son los chupitos los que hablan, -le sonreía West.
-No, te lo digo en serio.
-Yo también te digo en serio que me excitas pequeña, le dijo al oído en
un susurro.
-Si me dices eso así, me excito yo también -Y West se reía.
-Vamos pequeña, ¿Quieres volver a tu casa?
-No quiero. -Y lo cogió por el cuello abrazándolo y le arrimó la boca a
la suya.
-Mónica…
-Dame un beso, quiero saber cómo besas.
-¿Para qué? - Le decía con los labios pegados a su boca, ¿Para
compararme con Nolan?
-Ese es un estúpido, para nada, quiero saber cómo besas y haces el
amor.
-Por Dios mujer… Y ella arrimó la boca y metió su lengua en la boca
de West y este la entrelazó entre la suya, apretándola a su cuerpo y
besándola como no la habían besado nunca y aún no estaba borracha del
todo, solo tenía un punto.
Cuando se retiraron, la besó con suavidad en los labios.
-Debo decir en tu favor, que eres el mejor de todos. Besas como Dios.
No estoy borracha West, solo tengo un puntillo. Vamos a bailar.
-¿No te caerás no?
-No, tú agárrame fuerte.

Y la sacó a la pista y ella se pegó a su cuerpo. Era tan grande que se


acurrucaba en su pecho y sintió la excitación en su vientre.
-¿Eso es por mí cocinero?
-No tengo a nadie más en los brazos.
-¿Soy guapa entonces?
-Preciosa.
-¿Te gusto?
-Me encantas desde que viene a este rancho, aunque mañana no
recuerdes que te lo he dicho.
-Lo recordaré. Eres el tío más bueno que he conocido.
-Estás un poco loca, jefa.
-Es que nunca bebo. Estoy hablando demasiado.
-Imagino.
-Tú también me gustaste en cuanto te eché el ojo y no sabía que tenías
dinero.
Y él se reía.
-¡Ah que bien hueles hombre! Así no puedo resistirme a ti.
Y West la abrazaba fuerte. Acariciaba su pelo largo. Al cabo de una
hora decidieron irse.
-¿Estás bien?
-Mejor que nunca, lo he pasado genial, tenemos que repetir de nuevo.
-¿Conmigo?
-Claro bobo, no quiero a otro.
Cuando la dejó en su casa, se bajó a abrirle la puerta del coche y cerró
el coche, la ayudó a abrir y entró dentro con ella.
-¿Te encuentras bien?, si salimos más no te dejaré beber salvo un
chupito.
-Estoy mejor que nunca, guapo.
-Bueno, sube y te acuestas, nos vemos mañana.
-Ey, dónde vas. – lo cogió de la mano. Cierra esa puerta y ven aquí, no
hemos acabado, vas a probar mi cama.
-Mónica no creo que sea buena idea.
-Es buena idea, no estoy borracha West, ¿No quieres?
-Te deseo, sí que quiero. Cómo no voy a querer…
- ¿Si me doy una ducha te quedas?
-Si te das una ducha creo que me quedaré eternamente. -Y ella le sonrió
y saltó sobre él que la cogió al vuelo.
-Dios mío qué loca estas.
-Me gustan los hombres grandes, ¿Sabes?
-No lo sabía.
-¿A ti te gustan las mujeres pequeñas?
-No sé, me gustas tú y eres pequeña, así que supongo que me gusta una
pequeña. Vamos arriba venga, a la ducha.
Cuando llegaron arriba ella le dijo la habitación…
-Ahí -Y la dejó en la cama.
-¡Quítame la ropa West!
-No me pidas demasiado, nena.
-¿Es demasiado que te bañes conmigo?
Y él sonrió pero ella tocó su sexo por encima del pantalón.
-¡Joder West!, quiero que te bañes conmigo, oh dios…
-¿Eso quieres?
-Sí, eso quiero.
-Pues tú ganas, espero que no te arrepientas.
-¿Cuánto hace que no te acuestas con una chica?
-Meses y no me preguntes nada más.
-Pues tomo pastillas, no utilizaremos nada.
-¡Joder jefa! Pero qué… Y ella le bajaba los vaqueros
-Te vas a dar con la cabeza al suelo.
Al final, se desvistió y la desvistió a ella.
-Tienes un cuerpo precioso, Mónica.
-Y tú glorioso, Momoa.
-A la ducha -Y se la llevó al hombro.
-¡Ay! -e iba riendo.
-¡Uf por Dios! -cuando le cayó el agua -Menos mal que está calentita. Y
ella lo abrazo y la subió a su cintura y entró en ella. Lo miró seria y se
adentró en ella.
Mónica gemía y gemía y West, cubría su piel profunda y le gustaba
sentirlo dentro. Abarcaba con su miembro todo su sexo y la rozaba como
ningún hombre lo había hecho. Era grande en todos los sentidos y él
vaivén de sus caderas, la estaba matando.
-¡Ay West, qué bueno estás!
-Tú sí que estás buena, chiquita, pero no te voy a aguantar mucho, nena,
¡Dios joder! Mónica y dándole las últimas embestidas ella tuvo un
orgasmo potente y fiero y gritó su nombre que él apagó con un beso,
mientras sujetaba sus caderas y mordía sus pezones y ella recobraba la
respiración.
Cuando la bajó, se lavaron y él tomó unas toallas, se la puso en la
cintura y a ella le puso otra y se la llevó a la cama. Mientras la secó, ella
permaneció callada.
-Se han pasado los chupitos guapa.
-¡Ay West!, lo siento.
-No, no, no voy a dejar que te arrepientas porque ha sido genial. Y no
hemos acabado.
-¿No?
-Para nada, pequeña.
-Abrió la toalla y entró con la boca en su sexo.
-¡Oh! Dios West, es que. ¡Oh madre mía, madre mía!
Y lo cogía por la cabeza hasta explotar en su boca.
Él fue subiendo besando su vientre sus pechos, su boca. Y se abrazó a
ella.
-No te escondas nena.
-Ahora me da vergüenza West.
-Yo te dije que pararas, pero tú, chupito va, y chupito viene.
Y ella empezó a reírse. Y se abrazó a él.
-Quería que pasara hace tiempo.
-Mentirosilla.
-Quería ver tu cuerpo. Es una suerte tener a un hombre como tú en mi
cama.
-La suerte es mía. Eres preciosa mujer. Me tienes loco.
-¿En serio?
-Sí, en serio y se la puso encima.
Y ella lo abrazaba con su cuerpo desnudo como una mariposa abrazaba
en vuelo.
-Tengo miedo West, trabajas para mí.
-No voy a dejar mi trabajo a menos que me eches.
-No pienso echarte.
-¿Entonces?
-Entonces, están los chicos, está mi hijo.
-Eres libre, aún no te enteras, puedes tener el novio que quieras, tienes
25 años ya y eres independiente. A quien quieras meter en tu cama es cosa
tuya.
-Sí, pero me gustas demasiado.
-¿Ah sí?
-Sí, no quiero… digo no me gustaría… no soy de esas.
-¿De esas cómo?
-Que se acuestan un día con otro y el otro día con otro distinto.
-Por eso me gustas.
-¿Y ahora qué va a pasar?
- ¿Qué quieres que pase? -Le preguntó West.
-Hay dos soluciones.
- ¿Quieres olvidarlo cuando acabemos esta noche y nos hablamos como
si no hubiese pasado nada? Yo no puedo Mónica, tampoco soy de esos, y
menos de hacerlo sin protección. No he salido desde que estoy con nadie
aquí por ti. Y tengo ya 28 años, no soy un niño.
-¿De verdad?
-Eres tonta mujer o una ingenua tontilla.
-No lo sabía.
-¡Ah Dios! Qué mujer, pareces una niña. Y la otra forma es salir
conmigo.
-Que salgamos juntos…
-Sí, y durmamos juntos. Tengo mi horario y estaré allí para eso.
-¿Quieres dormir conmigo?
-No, con uno de los chicos.
-No te rías tonto, que esto es serio.
-Quiero conocerte y quiero pasar las noches contigo. Se lo diremos a
los chicos, dos días y se harán a la idea. Y todo irá rodado.
-¿Y si no sale bien West?
-Me iré a Nueva York y pondré mi restaurante.
-No quiero perderte. El hecho que me digas eso, me hace sentirme
vacía, eres amigo mío -¿Y qué más?
-El hombre más sexy que he conocido.
-No me conoces del todo.
-¿Y mi hijo?
-¿Qué pasa con Alex?, Es un niño precioso y que quiero. No tiene
padre, pero me tiene a mí. Y si seguimos juntos, seré su padre.
-Lo que quiera él.
-Pues claro boba, no me importa que tengas un hijo maravilloso.
-¡Oh Dios!, soy feliz, soy tan feliz -Y empezó a llorar.
-Pero nena, no llores, te mereces que te pasen cosas buenas por una vez
en tu vida y yo soy una de ellas, te haré feliz… El fin de semana que tenga
libre, ese día dejo comida y nos lo llevamos al parque o viajamos por ahí
ahora que es primavera.
-¿Y tu sueño?
-Lo dejaré de momento aparcado.
-¿Por mí?
-Por ti, tú eres mi sueño desde que te vi.
Y empezaron de nuevo a hacer el amor, y siguieron durante la noche.
El domingo cuando despertó, no solo había despertado su cuerpo, sino
su alma. Tenía una nota en la almohada.

Ha sido una noche preciosa. La mejor de mi vida con la mejor


mujer de mi vida.

Sí, sí, oh Dios Qué feliz, Dios mío concédeme este hombre, es perfecto.
Deja que me quiera y que se enamore de mí y yo de él. Está… tan bueno y
es tan guapo. Y no se deja dominar y eso me gusta. Tiene las cosas claras.
Ay qué feliz soy. Tengo las piernas oxidadas. No me puedo mover. Sí,
voy a salir con él.
Decía hablando sola en la casa.
Se levantó y se tomó un desayuno, hizo la cama y pensaba comer al
mediodía en el barracón y tomar café con los chicos. Por la tarde iría a por
Alex, pero llamó para ver si estaba bien, y estaba encantado con los
abuelos.
Cuando salió fuera, fue a casa de Lina. Ésta le abrió sorprendida.
-¿A qué se debe tu visita?
-¿Qué haces?
La cena para James y para mí, esta noche, pasa. ¿Y Alex?
-Con sus abuelos. ¿Estás sola?
-Sí, ¿Por qué?
-Tengo que contarte algo Lina. Y le contó toda su vida mientras Lina
hacía la cena en silencio.
-Hija eres joven para haber pasado tantas muertes, pero ya hace tiempo
de todo, incluso de Nolan.
-Habla con su hijo todas las semanas, antes todos los días, pero ahora
todas las semanas y le manda 1000 dólares al mes que se lo guardo para la
universidad. En el fondo me da pena que no pueda tener hijos.
-Se portó mal contigo, Mónica.
-Sí, pero suelo perdonar.
-¡Qué mujer!
-Estoy feliz ¿sabes?
-Cuenta eso.
-Anoche me acosté y salí con un hombre.
-Ya puedes contar.
-Con West.
-¿El cocinero?
-Sí, el mismo.
-Madre mía Mónica, está de muerte.
-¡Estás casada!
-Pero no ciega, menudo tipo. Sabes, me alegro mucho por ti, espero que
sea un tipo estupendo y te trate bien.
-El sexo con él es…
-Eso no me lo cuentes.
-Vamos que tu James…
-Sí, pero no quiero que me pongas los dientes largos con Jason Momoa.
-Y ella empezó a reírse.
-Me encanta la pareja que hacéis, tan pequeña y él mide 1,90, y es
fuerte.
-Es especial, solo espero que la vida me dé la felicidad que no me ha
dado. Me la merezco Lina.
-Te la mereces. Y si no sales con ese hombre, te las verás conmigo.
Creo que te adora,
-¿Cómo sabes eso?
-Tengo ojos.
-¡Ay Lina! -y la abrazó
-Anda ve un rato antes de que vengan los chicos.
-Voy, hasta luego Lina, te quiero…
-Anda sí. -Y Lina se reía.
-Ojalá te salga bien, Mónica, lo mereces. Dijo cuando salió de su casa.
Eres una buena persona.

Cuando llegó al barracón, estaba West solo haciendo la comida y ella lo


abrazó por detrás y tocó su sexo.
-Ummm, qué pasa nena, tengo un cuchillo en la mano, no puedes darme
ese susto.
-Ya me habías visto tonto.
Y se dio la vuelta y la abrazó y la subió a la encimera.
-¿Has pensado algo?
-Sí, he pensado algo y sí, sí y sí, dándole besos en los labios.
-¡Estás loca!
-Eso espero, estar loca por ti.
-Tengo trabajo, sabes, la jefa me va a echar.
-La jefa viene a comer, no tengo comida.
-Pobrecita…
-Lo que coman los vaqueros, luego voy a ir a por Alex al rancho de los
abuelos.
Quiero saber cuándo vamos a sacar a los animales.
-Está bien se lo preguntas a James.
-¿Te ayudo?
-No hace falta, lo tengo todo controlado. Y ella lo tocó por encima de
los pantalones.
-Estate quieta. -Se reía -eso no lo controlo si me tocas pequeña.
-¡Qué pena!
-Eres una bomba, ¿Lo sabes?
-No, pero lo seré para ti. Estoy tan feliz West…
-Anda siéntate y toma algo. Serás más feliz esta noche. Y ella lo miró
con adoración.
-Espero a los chicos, ya vienen por ahí.
Y habló con James y le dijo que sobre el miércoles sacaban al ganado.
Iban a limpiar y llenar los bebederos y repasar las vallas aunque eran
nuevas, por si acaso. Iba a venir antes el veterinario y en abril iban a
separar a los que iban a vender.
-¿En serio voy a ganar ya algo?
-En serio, y no poco.
-¡Qué bien!
-¿Tengo que comprar vacunas?
-Ahí llevas la lista.
-Iré mañana al pueblo y compro el material y la compra. ¿Hay gasoil?
-Compra también.
-Les diré que vengan y llenen le depósito.
-Ahora nos ahorraremos gastos con el grano hasta para los caballos. Ya
hay suficientes pastos.
-Bueno ahora que estáis todos quería deciros una cosa -West la miro.
No pensó que fuese capaz de decirlo, pero no la conocía, era más valiente
de lo que pensaba.
-West y yo estamos saliendo.
-¿En serio? -dijeron.
-Vaya West, qué callado lo tenías.
-Sí, para que no haya cuchicheos aquí ni en el pueblo.
-¡Enhorabuena chicos!
-Gracias a todos -Dijo ella. Dormirá en mi casa pero seguirá trabajando
como siempre. Y él fue a su encuentro y la besó.
-Ehhh… Que no estáis solos, ¿Eh?, sin pasarse.
-¡Que tontos!, ya podéis comer. Y ella tomó algo con ellos.
Cuando se fue por su hijo había tomado café y tarta. Los dejó
descansando un rato y se fue a por Alex.
Cuando volvieron el chico había merendado y le dijo:
-Alex cariño, ven que tenemos que hablar.
-¿Qué pasa mami?
-¿Te gustaría que mamá saliera con un chico? Tu papá se va a casar y
mami está sola contigo.
-¿Quieres tener novio?
-Sí, pero solo si te gusta y si lo quieres y te quiere.
-¿Ya tienes?
-Es West, ¿Te gusta?
-Mamá, West es mi amigo, me gusta.
-Pues vendrá por las noches a dormir con mamá, y el fin de semana que
tenga libre, iremos al parque, ahora que hace bueno y por ahí de viaje.
-¿Y será mi papá?
-Si tú quieres… Aunque tienes un padre, pero puedes llamarle papá, si
te deja. Puedes tener dos padres.
-¿Te gusta?
-Mucho hijo, soy feliz con él, pero quiero que tú también lo seas o no
saldré con él.
-Quiero que seas feliz mami y puede ser mi otro papá.
-Te quiero hijo, y sabes que porque eres tan bueno…
-Yo también a ti.
-¿Probamos entonces?
-Sí. Me gusta.
-Dame un abrazo.

Y cuando West terminaba su trabajo se iba a su casa, allí se llevó la


ropa y sus cosas, y fueron felices, durante los siguientes meses, el niño,
estaba encantado con West y ellos no podían ser más felices.
West jugaba con el pequeño, iban al parque el fin de semana que tenía
libre y a pueblos cercanos. Y ella estaba reluciente con su hombre. Era
sexy, era sexual y era juguetón y cariñoso. Y conoció su lado inteligente y
de un hombre que le gustaba su carácter.
Las noches eran suyas y no se enfadaba con ella, la mimaba, cuando
iban fuera, le compraba flores y todo era poco para ellos. Su hijo le
llamaba papá y a su verdadero padre papá Nolan. Y forjaron una unión
fuerte.
El ganado había salido ya a los pastos. Habían vendido dos veces
ganando y entraban por fin ingresos. E iba muy bien. Estaba amortizando
los gastos.
En abril los padres de Nolan habían ido a su boda y ella ni preguntó ni
le comentaron nada, pero se veían preocupados. Y le daba pena.

Pasó la primavera y llegó el verano. El pequeño tuvo vacaciones. Y le


dijo a su madre si iban a ir de vacaciones a algún lado.
-¿West cuando tienes vacaciones?, sabes que te turnas con Lina y
James.
-Lo sé, pero James dice si me puedo coger 15 días cada uno y se nos
paga el resto, que lo iba a hablar contigo porque el rancho no se puede
quedar solo.
-Eso estaría bien.
-Me las tomaría en agosto, del uno al quince.
-Nos vamos a algún lado y llevamos al pequeño.
-Por supuesto.
-¿Vamos a la playa?
-Vamos a la playa.
-¿Florida?
-Si vamos a Florida, lo llevamos a Orlando unos días. -Dijo West. O
vamos a los Ángeles…
-No, allí no.
-Está bien, no vamos a encontrarlo.
-Pero ir y que no vea a su padre, no me parece ético. Aunque no haya
venido a verlo desde que se fue.
-Tienes razón. Pues Orlando y Florida.
-Yo me encargo.
-Vale sacamos los billetes esta noche, tú solo los ves. No tomes
decisiones sin mí, ni pagues sola, o me enfadaré.

Ella se ponía en sus ratos libres por la tarde a hacerle un libro de


recetas de España y tapas y pinchos y montaditos andaluces y comida
vegana y se iba anotando y pasándolo en el ordenador con dibujos
ilustrados que encontraba, quería anillárselo o encuadernarlo como un
libro y regalárselo para Navidad. Y llevaba mucho tiempo. Pero le gustaría
y sería una sorpresa para West.
CAPÍTULO SIETE

Pasaron unas vacaciones maravillosas, el pequeño lo pasó genial y ellos


en la playa descansaron de todo un año de trabajo.
Y luego estuvieron tres días en casa. West no quiso que ella pagara sola
las vacaciones, a medias como mucho aceptó West, y ella se enfadó porque
llevaba a su hijo, pero él no dio su brazo a torcer.
-¿Te enfadas conmigo nena? -Y la cogía en alto. -Mira Alex, tu madre
se enfada.
-Bájame West o te las verás conmigo. -Y los chicos se reían.
-Mamá no puedes con West.
-¿Ah no?, veremos.
-No me amenaces con eso, nena.
-Porque no puedo, que si no… Porque me vuelves loca demasiado, le
dijo al oído.

Habían abierto la piscina y ella se bañaba con el pequeño, lo enseñó a


nadar, pero no lo dejaba solo y cuando se dormía por las noches, y venía
West, se bañaban desnudos y hacían el amor en todos los rincones y de
todas las formas posibles que él le enseñaba.
-Cualquier día me rompes algún hueso.
-Anda tonta, eres una exagerada.
-Sí exagerada, tú hazme eso muchas veces y verás.
-Con lo bien que lo pasas… Para eso te gusta un hombre grande. Oye
pequeña, debería darte algo por estar contigo.
-Eres tonto ¿Verdad?, no dirás eso en serio…
-Lo digo en serio nena.
-No voy hacer eso.
-¿No?
-No, voy hacer otra cosa y bajaba a su sexo y West, le decía que se
moría por ella y que estaba loca y lo volvía loco.
Ella empezó a enamorarse de ese hombre, lo sabía y cuando lo supo,
tuvo miedo de que se fuera como se fue Nolan y a veces sufría.
Y un día West le preguntó por qué a veces la encontraba triste.
Y se lo dijo
-No voy a irme a ningún lado que esté mejor que contigo.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo, eres mi mujer ¿Cómo voy a dejarte si te amo?
-¿Me amas?
-Pues claro nena, estoy loco por ti, enamorado de ti, te quiero.
Y se abrazaron y West la besó, sellando su amor.
-Yo también te amo tanto...West.

Y cuando llegaron las siguientes Navidades, le regaló un anillo de


compromiso y Mónica estuvo llorando un buen rato.
-Estoy esperando guapa.
-Sí, sí me casaré contigo, para siempre.
-Tenemos que poner fecha.
-El día de los enamorados.
-¡Qué romántica eres!
-Contigo siempre -Y lo besaba.
-Pues ese día.

Nolan se enteró por su hijo que su mamá se casaba con West el cocinero
y maldijo el día que lo contrató. Las cosas no le iban bien con Pam, nunca
le fueron bien y ahora su hijo llamaba papá a otro hombre y a él papá
Nolan, como si fuese su abuelo.
-Pásame a tu madre Alex. Pequeño, te llamo la semana que viene.
-¡Hola Mónica!, Dice Alex que te casas.
-Sí, el 14 de febrero.
-Con West, el cocinero.
-Sí, con él. Es el hombre de mi vida.
-Que seas feliz.
-Lo soy Nolan, como nunca en mi vida.
-El niño lo llama papá.
-Y a ti también y sabe que tú eres su verdadero padre, pero quiere
llamar papá a alguien.
Espero que a Pam y a ti las cosas os vayan bien.
-Sí, nos van bien. Algún día iré a verlo.
-Aquí está cuando quieras. Y tus padres lo tienen cuando quieren.
Bueno tengo que dejarte Nolan, tengo que preparar muchas cosas.

Las navidades fueron maravillosas y ella hizo regalos como el año


anterior y a él le regaló ropa y el libro de recetas encuadernado con su
nombre y su foto vestido de chef que a ella le pasó de cuando estuvo en
Nueva York y West, ese emocionó.
-¡Dios mío nena!, ¿Cuándo has hecho esto?
-En los ratos libres por la tarde durante meses.
-Te quiero, lo sabes nena.
-Lo sé y yo te amo a ti. Nunca lo dudes.
-No lo dudo. Me lo demuestras y te quiero tanto…
-West. Eres un hombre tan especial...
-Mi niña…
-¿A mí me quieres West -El niño tenía unos oídos.
-Más que a tu madre -Y lo cogió en alto.
-Ah con que esas tenemos, ¿eh? -dijo la madre. Y entre juegos, el niño
era feliz.
Su hijo nunca fue más feliz y crecía por momentos.
En enero cuando hizo cuentas, y pagó impuestos, ese año tuvo pocos
beneficios, reponer hasta el millón y medio de gastos y unos doscientos
mil dólares.
West, le dijo que estaba muy bien, que era el primer año, que tuviera
paciencia. Y que eso era bastante dinero. No esperaría ganar millones al
año.

En febrero se casaron en el salón del barracón, la decoradora de la


tienda se lo decoró precioso y un arco de flores para que se casara, luego
hubo un catering, tampoco tenían demasiados invitados y cabían en el gran
salón del barracón, que además cuando retiraron las mesas a un lado
tuvieron baile hasta el amanecer. Invitaron a los abuelos de Alex.
-Ya me hubiese gustado que fuese mi hijo. -Le dijo el padre de Nolan.
-Soy feliz con West. Las cosas y la vida cambian y Alex y yo somos
felices, no se preocupen.
-Menos mal hija. Sé feliz, te lo deseamos de corazón. Si te viera tu
padre ahora…
Cuando llegaron a casa…
-Ya no eres la señorita Ponce, eres la señora de West Amder.
-Creo que mantendré mi apellido.
-Mujer independiente. Me gustaría ponerle el apellido a Alex, pero
tiene a su padre también.
-Sí, no lo haremos, no quiero ponerle el de su padre, no dio tiempo y él
no hablo de ello después, si le ponemos el tuyo, será una provocación y no
quiero problemas. Es tu hijo también aunque no tenga tu apellido y te
quiere.
-Es verdad. Tendremos más hijos
-¿Quieres más hijos?
-Pequeña somos muy jóvenes, claro que quiero hijos contigo, así que
deja las pastillas, al menos dos hijos.
-¿Estás loco?
-Por ti, pero tendrás a mis hijos y Alex tendrá hermanos.
-¡Está bien! fuera pastillas de momento.
Y antes de Acción de Gracias del año siguiente, nacieron los gemelos
West y John Amder, con mucho pelo negro y ojos oscuros como su padre,
que sí llevaban los apellidos de su padre y ella quiso ponerles Ponce de
segundo como en España para que su hermano Alex ya de siete años, no se
sintiera aislado. West, no lo dejaba, y participaban ambos en todo.
West, estaba encantado, con sus gemelos y toda su familia, tenía 29
años y Mónica 26 y ya tenían tres hijos. Habían tenido dos de golpe y ya
no querían más.
-Menos mal que amplié la casa y puse cinco dormitorios.
-Aún nos queda uno, dos porque estos duermen juntos.
Y dormirán hasta que estén más grandecitos y ella tuvo que meter una
chica para ayudase con tantos hijos.
-Y todos varones West.
-Así serás la madre y mi niña, la niña de la casa, tus hijos te querrán
más.
-Yo te quiero más.
-Y yo a ti, preciosa.

Los años pasaron felices en el rancho. Nolan no vino más, ni a ver su


hijo ni a sus padres. Estos viajaban de vez en cuando a verlo a California y
a Nueva York a ver a Oscar, hablaban por teléfono…
El rancho daba buenos beneficios y hubo que contratar tres vaqueros
más y tenían casi ocho mil reses. Habían conseguido un rancho precioso
con el tiempo.
Ese verano, su hijo Alex terminó el instituto y había solicitado beca
para hacer Derecho en Cambridge, Boston, en la universidad de Harvard.
Estaba muy ilusionado. Era un chico guapo como su padre y alto y moreno
con ojos verdes y ya tenía unas cuantas chicas tras él que lo llamaban.
Mónica le dijo a Alex:
-No te preocupes, si no te dan beca, irás a esa Universidad, la pagamos
nosotros, tenemos para vuestros estudios cielo, no te preocupes. Los niños
son pequeños aún, tienen diez años y les quedará para la universidad.
-Pero mamá, si son dos.
-Tú tienes tu universidad pagada y mamá tiene guardado de los
beneficios para ellos. Quizá tenga algo en mente, no quiero que vayas tan
lejos solo.
-¿Qué piensas?
-No le digas nada a tu padre, quizá venda el rancho.
-¿En serio?
-Sí, el sueño de tu padre siempre ha sido poner un restaurante en
Manhattan y yo puedo llevar la gestión y trabajar con él. Se quedó porque
me amaba, pero quiero ahora que es joven que cumpla su sueño. El mío es
gestionar y me da igual un rancho que un restaurante. Claro que echaremos
todo esto de menos.
-No me lo creo que seas capaz…
-Dejó su sueño por mí y sabes que amo a tu padre tanto… Creo que
podemos comprar un buen apartamento, tengo dinero y tu padre también y
alquilar un local, si nos va bien comprarlo. Allí tendrás más oportunidades
cuando acabes la carrera, no te quiero lejos, además tu padre Nolan, está
allí, lo verás y a tus abuelos y tu tío Oscar y tus primos, y tus hermanos
podrán ir a la universidad tuya y trabajar en una ciudad grande. Es mejor
para todos. Tenéis más oportunidades.
-Mamá es un riesgo.
-En la vida hay que correr riesgos. Lo estoy pensando aún.
-¿Pero cuánto dinero tienes mamá?
Guardé cuando vinimos un millón y medio y siempre tengo otros dos
que amplié hace unos años para los gastos del rancho y de beneficios tengo
casi cinco millones, más lo que me den por el rancho.
-¡Joder mamá!, eres una ricachona…
-Y tu padre tiene aún, no sé lo que tiene, pero la mitad de su rancho. No
nos quedaremos sin nada. Iréis a la universidad y quiero que tu padre
cumpla su sueño. He oído que hay un ranchero que quiere comprar el
rancho a los abuelos y quizá le interese el nuestro, pero no quiero ser yo la
que lo diga, porque me bajará el precio, pero mañana voy al pueblo, te
encargas de los pequeños y pregunto cuánto vale nuestro rancho
funcionando, quiero que deje a los trabajadores como condición.
-Eso estaría bien.
-Bueno, buenas noches cielo, mañana veré. No le digas nada a papá,
quiero que sea una sorpresa si lo vendo.

Y cuando al día siguiente fue a desayunar al pueblo, algo que le había


encantado desde siempre cuando iba dejar a los chicos o a hacer alguna
gestión, dejó a los pequeños en el colegio que les quedaban unos días de
colegio antes de las vacaciones. Pasó por la inmobiliaria y preguntó por
cuanto podría vender su rancho funcionando con las tierras y demás que
habían renovado de nuevo hace poco.
Los animales unos dos millones y medio, las casas y barracón y demás
otro millón y medio o dos si tienes grano y herramientas, con las
camionetas que son nuevas y son cuatro, pongamos tres y la tierra es lo
que más vale, puede ser unos 55 millones, ponle entre 60 y 65 millones de
dólares, no más.
-Gracias. Al menos tengo una idea.
Al salir de la inmobiliaria, la llamaron los padres de Nolan por si podía
pasar por la casa y les dijo que en veinte minutos.
Cuando llegó se encontró allí a un par de tipos trajeados. Y pensó que
quizá fuese su día de suerte.
-¡Hola Mónica!, Pasa hija.
-¡Hola! Vine preocupada, creí que pasaba algo.
-Nada mujer, siéntate ¿Quieres un café?
-No estaría mal.
-Mira Mónica, te presentamos a los hermanos Gadner.
-Encantada y los saludó.
-Hija, ya sabes que somos mayores, nos vamos a Nueva York con
nuestros hijos.
-¿Con sus hijos?
-Sí, Nolan y Oscar tiene un apartamento en el mismo edificio y vamos a
comprar uno también allí, para estar cerca.
-Bueno me alegro ¿Y el rancho qué van a hacer con él?
-Estos señores nos lo van a comprar.
-¿En serio?
-Sí, le daremos a Alex un millón para la Universidad. Y a cada uno de
nuestros hijos, un tercio. Con el otro y nuestra pensión podemos vivir bien.
-No es necesario, de verdad.
-Es nuestro nieto y lo haremos.
-Gracias, si es para él…
-Verás el caso es que están interesados también en tu rancho, por eso te
hemos llamado.
-¿En el mío? -Se hizo ella la tonta.
-Sí quieren comprar todo el valle y la colina para sus hijos.
-Exacto señora Amder. -Dijo uno de ellos.
-Señora Amder -dijo el otro. Hemos hecho un estudio sobre su rancho y
le ofrecemos 70 millones con todo lo que tiene, solo se llevará su ropa, sus
dos coches y objetos personales.
-Lo renové hace dos años.
Lo sabemos, por eso, le pagamos más. Es un buen precio.
-¿Y qué van a hacer?
-Un rancho, nuestro representado tiene varios hijos y le gusta estos
ranchos y quiere comprar un rancho para cada hijo.
-¿Y los chicos que tengo trabajando? No me gustaría que los echaran.
Llevan diez años conmigo, son jóvenes y buenos trabajadores.
-Se quedarían con todo el personal, eso es inamovible, así como con los
de este rancho.
Le pedimos que nos dejen los despachos con la contabilidad.
-No hay problema, tengo mi portátil para otros asuntos, ahí tengo todo
lo del rancho solamente.
-Pues piénselo. Esta noche.
-Se lo diré pero si digo que sí, necesito una semana, mis chicos
terminan esta semana el colegio y necesito recoger mis cosas personales,
darme de baja, el personal, el resto se lo dejaré como quieren, todo para
ustedes.
-Perfecto.
-¿Ustedes lo han vendido? -Le preguntó a los padres de Nolan.
-Sí hija, nos vamos a Nueva York, ya Oscar nos está buscando un
apartamento. ¿Qué harías tú?
-Irme a Nueva York, West estuvo allí estudiando cocina y quiere poner
un restaurante. Supongo, no sé, se me ha ocurrido.
-Entonces veremos a nuestro nieto. Vente.
-¡Está bien! No quiero pensarlo, el rancho es mío y mi marido me va a
matar, pero acepto el trato.
-Quedamos mañana aquí mismo y hacemos los contratos de los dos
ranchos. Se trae la escritura y el notario nos da una nueva. Vendrá también
un señor del banco del pueblo para que se queden tranquilos
-Perfecto. Gracias.
-A las once quedamos.
-A las once, -dijo ella.

Y se fue su rancho, estaba vendido por 70 millones y tenía en total si se


los daban 78 millones y medio, y haría feliz a su marido, claro que
tendrían que comprar un apartamento. Se quedarían en un apartamento de
alquiler hasta encontrar uno para comprar, uno precioso. Ver un buen local
para poner un restaurante y encontrar colegios para los gemelos e iría a la
universidad a llevar a Alex.
Intentaría guardarle su dinero a Alex, el de su padre y el millón de sus
abuelos, y pagar ellos la universidad. Ese dinero era suyo y no sería justo
pagarle a los gemelos y a él con el dinero que su padre le había dado y el
millón que iban a darles los abuelos. Se lo daría todo al acabar la
Universidad.
Si no le daban beca tendrían que pagar matrícula y gastos, pero su hijo
sería abogado en Harvard. Cada uno cumpliría su sueño y el sueño de ella
no era tanto el rancho como gestionar una empresa y sus hijos tendrían un
mejor futuro que en ese pueblo. Y no quería que un día se fueran todos
lejos y ellos quedarse solos y West sin haber logrado su sueño al menos, lo
intentarían. Ella ya estaba entusiasmada haciendo planes.

Cuando estaban acostados, después de hacer el amor, ella acariciaba el


pecho de West. Tenía 39 años y ella 36. Y siempre lo deseaba, como el
primer día. Y eran jóvenes y luchadores y él se había quedado con ella y
ahora ella se iba a ir con él a por su sueño.
-West…
-Dime preciosa…
-Nunca me has dicho cuánto dinero tienes de tu rancho y lo que has
ganado en este.
-¿Quieres saberlo?
-Sí.
-Tengo casi 40 millones. Ya sabes que mi sueldo lo pongo en casa como
tú.
-¡Qué dices loco!, ¿40 millones?
-Sí, te dije que era un gran rancho.
-Y te quedaste conmigo en vez de irte a buscar tu sueño.
-Mi sueño eres tú.
-Ya no.
Y él se incorporó.
-¿Por qué?
-No es lo que piensas, Alex ya lo sabe, he vendido el rancho hoy.
-¿Qué has hecho mujer? Ahora sí creo que estás loca.
Lo he vendido todo tal cual con los hombres trabajando por 70 millones
y ocho y medio que tengo, los padres de Nolan también han vendido el
suyo y le van a dar un millón para la universidad Alex, que el meteré en su
cuenta. De la Universidad ya hablaremos.
-Pero vamos a ver loca, ¿Dónde vamos a ir?
-A Nueva York nuestros hijos tendrán un futuro, podrán ir a la
universidad de Alex en unos años y nosotros estaremos cerca de ellos y no
solos aquí aislados. Hay que comprar un gran apartamento en Manhattan,
y alquilar o comprar un gran local cerca de casa y del colegio, en una zona
de tránsito de negocios, un gran local, montar un buen restaurante o una
buena cafetería. Serás chef y yo te gestionaré el restaurante. Cumplirás tu
sueño mi amor. Y ya es hora de juntar el dinero. Somos una familia.
Y West se echó las manos a la cara emocionado.
-¿En serio nena?
-Tú has estado conmigo y somos jóvenes y cumpliremos tu sueño. El
mío es gestionar y me igual lo que sea. Y me encanta iniciar nuevos
negocios y hacer planes.
-¿Sabes lo que te quiero?, Pero tú tienes el doble de dinero chiquita.
-Cuando lleguemos a Nueva York, no, será de los dos, invertiremos y
dejaremos un remanente por si no nos va bien, encontrar otro trabajo.
-Pero ahora estoy desfasado.
-No seas tonto, siempre inventas en casa y miraremos sitios y ver qué
ponen, ya no necesitas años de estudio, tienes ideas. Yo también, puedes
ponerte al día, mirar en internet, en las avenidas, yo también tengo ideas
de España, te busco, mientras nos preparan el restaurante, tiene que ser
nuestro, novedoso, nada de traspasos. De unos mil metros cuadrados como
mucho.
-¡Estás loca! Pero te amo tanto…
Si haces algo será a lo grande, distinto a lo que hay, contrataremos
personal y hay que hacer una lista de cosas por comprar. Creo que en
octubre podemos funcionar.
-¡Dios nena te quiero! Yo sabía que eras el amor de mi vida, ¿estás
segura de esto?
-Sí, quiero que nuestros hijos sean pijos y tengan allí un mejor futuro y
estudien una carrera.
-Dos universidades juntas…
-Ya puedes hacer buenas comidas. Yo puedo gestionarte el restaurante y
estar con los chicos por la tarde o echarte una mano. Contrataremos una
señora para la casa.
-Sí, con los chicos no quiero que trabajes demasiado.
-Y cerraremos los domingos si es una zona de negocios. Disfrutaremos
de unos días siempre juntos, para los chicos o ir a ver a Alex algún
domingo… o simplemente descansar.
-¡Dios nena, qué locura!
-Mañana firmo y hablaré con todos, les pagaré antes de irnos y
empezaré con Alex a recoger las cosas en cajas y maletas. En cuanto a los
chicos les den vacaciones el viernes, el sábado nos vamos. Tendremos que
llevar dos coches, tú con los gemelos y Alex conmigo
-¿Tan pronto?
-Sí, tengo que llamar a una inmobiliaria de Manhattan y encontrar un
apartamento por días hasta comprar uno, será lo primero junto con buscar
local y colegio, renovar el seguro de salud, comprarle un coche a Alex,
abrirle una cuenta en el banco, llamar la universidad, comprarle ropa. Un
pc nuevo y un móvil, aunque habrá que comprar para todos.
-¡Joder calla que me estresas! -Y ella se reía feliz. Y se abrazaba a él y
se ponía encima besándolo.
-Sí, nos vamos en cuanto acaben los chicos del colegio, mientras Alex y
yo preparamos las maletas y cajas, solo nos podemos llevar lo personal, ni
el despacho siquiera, solo nuestros portátiles.
-Nos vamos en los dos coches.
-Sí.
-Menos mal que son nuevos.
-Si no, compraríamos otros. En el monovolumen mío y tu todoterreno
tiene que caber todo. Alex que vaya conmigo y los chicos contigo.
Tendremos que parar una noche a mitad de camino, pero mañana me
pongo a alquilar un piso en Manhattan para tener algo cuando lleguemos.
Luego buscamos para comprar uno.
-Esto es una locura, lo sabes nena.
-Lo sé, pero quiero que tengas el sueño de tu vida, mi amor.
-Te amo pequeña, -y volvió a hacerle el amor y sabía que esa pequeña
lo amaba como él la amaba a ella.
-Hay otra cosa.
-Qué cosa.
-Nolan está en Nueva York.
-¡Joder Mónica! Estoy celoso.
-Vamos tú eres mi hombre. Se separó de Pam, y va a vivir en el mismo
edificio con sus padres y su hermano, está trabajando allí. Será bueno para
Alex. Y a ti nunca va a dejar de quererte, porque eres más padre que su
verdadero padre. Si quiere ver a Alex, nosotros ya no pintamos nada, es
casi mayor de edad.
-Está bien, confío en ti.
-Y no lo hagas y te daré, tonto. Eres el amor de mi vida. Nunca he sido
tan feliz y tenemos que sacar a dos chicos adelante todavía.
-¡Oh Dios nena, ahora tengo miedo!
-¿Tú? Eso no te lo permitiré o te haré yo las rastras.
-Eso ni loco.
-Ummm, pequeño, estoy emocionada. Ilusionada.

En una semana se habían despedido de todos con lágrimas en los ojos,


de sus padres, en el pequeño cementerio, de todos los chicos a los que
creía dejar en buenas manos, de Lina y James, tan fieles y tan buenos. Les
habían enseñado todo a los nuevos dueños y se iban cargados con dos
coches camino de Nueva york, dejando su rancho atrás, su vida y esos
paisajes nevados de invierno. Tantos recuerdos, tanto amor dejaban…Tuvo
una sensación de melancolía y lloró.
-¿Mamá, estás llorando? -Le dijo Alex en el coche.
-Sí hijo. A pesar de que estoy contenta, han sido tantos años y dejamos
bien a tus abuelos en un sitio incomparable y no volveremos, y tendrás allí
a tu padre. Tu tío, y a tus abuelos, oportunidades y a tus padres que no te
quieren lejos.
-¡Qué sentimental eres mami!
-Sí, siempre hemos estado juntos desde que naciste en España, no se te
olvide. Siempre hemos estado juntos y has sido mi niño precioso, como
tus hermanos, pero son unos fierecillas. Os quiero tanto a todos…
-Vamos mamá o tendré que conducir yo.
-No te preocupes, es solo un momento de debilidad.
-Pero si eres la mujer más fuerte que conozco.
-Gracias mi amor. Venga nos vamos a la aventura. Ya tenemos el seguro
de salud y un apartamento por días hasta comprar uno. Grande y precioso,
ya verás.
Pararon dos noches a dormir en un par de moteles de la carretera. Eran
demasiados kilómetros. Por fin llegaron a Manhattan. Mónica miró los
altos edificios y sintió esa ciudad como suya. Habían llegado a casa por
fin. A otra casa distinta. Y estaba feliz.
CAPÍTULO OCHO

Cuando por fin llegaron a Manhattan, a la dirección que les había dado
el agente inmobiliario por teléfono, aparcaron en la puerta y ella se bajó a
que el agente le diera las llaves. Le dijo que entraran al parking, plazas
530 y 531, y le dio el número del apartamento. En planta 18, número 1808.
Y fue a decírselo a West y a Alex que metieron los coches en el parking y
fueran subiendo cajas en los ascensores, porque ella se iba al apartamento
con el agente a firmar.
Entre todos los chicos fueron metiendo cajas en los ascensores y ella
subió primero con el agente, firmó y este le dejó una copia ya que le había
hecho una transferencia y había quedado en que le cobraría los días que se
quedaran solamente, ya que iban a necesitarlo para comprar un
apartamento más grande y un local o en cualquier caso alquilar el local.
-Abra si quiere y se la enseño -Le dijo el agente.
-Vamos allá. ¡Ah!. Es bonita
-Es lo que me pidió, bonita, limpia y con tres dormitorios, solo tendrá
que meter la comida. Tiene dos baños, uno en el dormitorio y otro en el
pasillo.
Está bien, tiene un concepto abierto, y es para unos días.
-Sí.
-Le dije que buscamos uno mucho más grande de al menos cinco
dormitorios y un gran despacho, con baños al menos en cuatro o dos
dobles. Tengo gemelos. En ese momento entraban los chicos metiendo
cajas y bajaron a por más.
-Este nos gusta, para estar hasta que encontremos uno para comprar.
-Bien, ¿En qué zona? -anotaba el agente.
-En alguna zona de Manhattan que sea juvenil, con bares, restaurantes,
una zona de trabajo de negocios, queremos montar una cafetería o
restaurante, ya veremos, y queremos un apartamento cerca y un colegio e
institutos cerca también. No queremos un local traspasado, preferimos
ponerlo a nuestro gusto, es más barato que si tiramos y levantamos. Entre
ochocientos y mil metros cuadrados.
-Bueno, intentaré encontrarle algo. De momento este les viene bien.
-Sí, nos apañaremos hasta que nos encuentre pronto lo que nos gusta.
-Tienen las dos plazas de garaje que me pidió.
-Gracias.
-Tome mi tarjeta, estamos en la avenida paralela de arriba, en este
número. Me pongo a buscar lo que necesita y la llamo.
-Gracias. Lo antes posible por favor.
-No se preocupe.
-Muchas gracias.
-A usted señora Mónica. Les dejo que se instalen.
-Adiós, adiós.
Y ella fue metiendo las cajas enumeradas en los dormitorios. Había
pedido tres dormitorios, uno con dos camas. Y en cada dormitorio metió
las cajas de cada uno y sus maletas.
Por fin subieron los chicos con todo.
Y West, la abrazó mientras los chicos abrían cosas en su dormitorio.
-¿Habremos hecho bien nena?
-Ya no hay vuelta atrás, pero me gusta, es distinto hay gente por la calle
como loca andando, una barbaridad. Es un gran cambio, pero los chicos y
tú estaréis mejor y os gustará, lo sé.
-¿Y tú?
-Yo, donde esté mi hombre y mis hijos estaré bien, y esto no está mal,
ya le he dicho al agente que nos busque lo que queremos, espero que nos
llame pronto y lo vemos.
-Mi amor, te quiero.
-Yo también a ti.
-Mañana sacamos una cuenta para Alex con tarjeta para la Universidad
y le iremos metiendo cada mes. He pensado 2000 dólares al mes pero le
meteremos unos 25.000 al principio para libros y lo que necesite y le
compramos un coche. Vas tú con él, nuevo, pero no demasiado grande
West, unos diez mil más o menos. Y un seguro. Y los gastos se los
domiciliamos en la nuestra, la comida, estancia matrícula, si no le dan
beca. Hay que comprarle ropa un pc nuevo, y bueno, un móvil y varios
pendrives. Luego que compre lo que necesite.
-Me parece perfecto.
-¿Sí?
-Sí, lo necesita.
-Gracias cielo. No me parece justo utilizar la cuenta de su padre y de
sus abuelos y pagar la de los otros pequeños de la nuestra. Se la
guardaremos hasta que acabe la universidad y se la damos.
-Es una buena idea. Sabes que en eso estoy de acuerdo. ¡Qué haría yo
sin ti!
-Nada bobo. Tendrías una mujer modelo de piernas largas. Eres un
tipazo a los cuarenta.
-Ven aquí anda y no digas tontería, aun me falta un año para eso. -Y la
tiró en la cama.
-Pero estás loco, están los chicos…
-Sí, en sus habitaciones y cerró la suya,
-Por Dios nene…
-¿Qué? ¿No quieres a tu marido?
-Más que nunca…
-Entonces no hagas ruido.
Y se la llevó al baño y allí le hizo el amor contra la pared como un loco
entrando y saliendo de ella.
-¡Ay por Dios West! Ummm…
-No hagas ruido, preciosa.
-Por Dios, es que no aguanto West. Y este la besaba para que no hiciera
ruido hasta acabar corriéndose en ella, cuando supo que ella tenía un
orgasmo. Conocía su cuerpo a la perfección.
-¡Ah qué bueno eres mi amor!
-Eso lo sé -bajándola despacio.
-No te vuelvas vanidoso.
-Ummm me encantan las tetas que te han salido y esos pezones me
vuelven loco.
-Tantos hijos…
-Son bonitas.
-Se me están cayendo.
-Yo te las subo con la boca.
-¡Qué brutillo eres mi amor! -Y lo besaba, anda tengo hambre.
Y se cambió de ropa y él también.
-¡Qué buen estreno!
Y ella lo abrazaba.
-Tengo hambre chef.
-Salimos a comer primero y nos traemos entre todos una compra.

Y el padre salió al pasillo


-Chicos vamos a comer, nos traemos una compra y sacamos las maletas
después. No es imprescindible que lo saquéis todo, que nos están buscando
una casa. Si no, tendremos que recoger de nuevo. No se tiran las cajas, nos
pueden servir.
-Mañana vamos a comprarte un móvil muevo y un pc, ropa y maleta
nueva, y vamos al banco a abrirte una cuenta y te explicaremos lo del
dinero, ¿Vale? Te vamos a comprar un coche pequeño también, pero nuevo
-Le dijo West a Alex.
-¿En serio?
-Sí, pero solo si nos prometes tener cuidado, y un punto más, nada de
hermandades.
-Lo prometo.
-Hay que estudiar, el dinero no lo ganamos para hermandades y
pérdidas de tiempo. Amigos, sí, salir también, con moderación, pero
hermandades y gilipolleces nada, o te quitaremos el coche y tendrás que
trabajar para ganarte la comida y la estancia media jornada, preferimos
pagarla siempre que la aproveches.
-Sí cariño, eso irá también para tus hermanos. No haremos distinciones.
Os quiero.
-Y yo a vosotros.
-Mi niño, eres mi niño grande y queremos que seas un buen hombre.
-Mamá, pero si voy a cumplir 18.
-Por eso, tu padre tiene miedo de todo ahora mismo y quiere que seas
una buena persona como eres ahora.
-¡Que tonta! Anda dame un abrazo. No os defraudaré. -Y le dio otro a
West.
-Cuando quieras, llamas a tu padre Nolan, está aquí en Nueva York por
si quiere verte. No sé si te conocerá después de tantos años y a tus abuelos.
-Vale.
-Nos compraremos todos un móvil y un pc para casa, siempre que en -
dirigiéndose a los gemelos -los vuestros no se abran páginas. Solo
llamadas y ordenador. -Dijo West.
-Vale, pero igual.
-Nada de entrar en páginas, que sirva para hacer los deberes, buscar en
internet. Nada de páginas de gente, ¿Entendido? Y ni hacerse una página,
hasta los 16 al menos. Y con nuestro permiso.

Cuando West, tenía que ponerse serio con ellos, se ponía. Mónica era
más blanda. Pero él era más estricto y los chicos lo respetaban.
-Venga a comer. Salimos fuera.
Y salieron a una cafetería cercana y se sentaron.
-¿Podemos pedir lo que queramos? -dijo West, uno de los gemelos.
Claro, faltaría más, hijo. -Dijo Mónica.
Y cuando les sirvieron los platos, ella vio feliz a todos sus hijos y a su
familia, como hablaban con su padre y él la miro interrogante y supo qué
pensaba. Y le dijo al oído:
-¿Eres feliz?
-Tengo una familia preciosa y un marido maravilloso.
-¿En eso pensabas chiquita?
-Sí. Estoy contenta.
-Te amo, lo sabes.
-Desde que entraste al rancho.
-Exacto nena.
-¿Os gusta Nueva York?
-Nos encanta.
-Espero que a Alex le guste la universidad. Se va lejos.
-Pero si estoy a unas horas.
-Es verdad, vendrás en Acción de Gracias y en Navidad y nos llamarás
al menos una vez o dos a la semana o cuando nos necesites. Ya tu padre te
dará las normas.
-Ya me las has dado.
-También te daré yo algunas. -Y se reían
-Mamá -Dijo John, que era muy gracioso. -¿Iremos a colegios nuevos?
-Me gustaría y que hablarais castellano.
-Ya hablamos.
-Bastante mal y eso que quiero que hablemos al menos en casa un poco.
-Es que es muy complicado, los verbos…
-Te voy a dar. Sí, esperemos un buen colegio público, nada privado,
como vuestro hermano. Los habrá buenos aquí.
Cuando terminaron, West pagó y ella le había preguntado al dueño de la
cafetería por un supermercado y un centro comercial.
Y le dijo que si bajaran un par de manzanas, encontrarían un centro
comercial y allí había un hipermercado dentro.
Y allí de dirigieron todos.
Su padre dijo que cogieran tres carros.
-¿Tres, West? -Dijo Mónica.
-Si nos sobra algo, nos lo llevamos al nuevo, pero no hay nada cielo.
-Es verdad.
Cuando pagó no quiso ver la cuenta. Una hora de compras estuvieron
entre todos.
Nos la llevan las seis.
-Jolín, -dijo Mónica, pues podemos comprar los pc y los móviles al
menos.
-Y la ropa, nos va a dar tiempo de todo.
Compraron los móviles, cinco ordenadores portátiles, dos más baratos
para los gemelos y los demás de última generación, completos, así como
tres pack de pendrives de diez cada pack, como los móviles, allí se
gastaron una pasta.
Y luego compraron una maleta grande para Alex. Y ropa para los tres,
de todo.
-Te has pasado en la ropa -le dijo Alex.
-Papá -mamá es una exagerada, no me va a caer en la maleta y tendré
que comprar allí de la universidad.
-Déjala, es feliz -le dijo cuando iban para al apartamento.
-Me ha comprado perfume caro.
-Para las chicas.
-Por Dios Papá.
-Eres presumido como tu padre y debes protegerte siempre, lo sabes.
-Sí. Lo sé.
-Yo solo tengo vaqueros y algo de ropa fina. -Dijo West cuando Mónica
los miró.
-Eso hay que solucionarlo. Ya iremos nosotros de compras, con los
chicos ya no nos quedaba tiempo.
-Mañana el coche y el banco y ya está Alex listo, espero que pronto nos
llamen de la inmobiliaria también.
-¿Tomamos la merienda?
-¿Qué hora es? -Dijo West.
-Las cinco, da tiempo, venga.
Y luego se fueron a casa. Los chicos metieron sus cosas en la
habitación con los móviles y los pc y ellos dejaron los suyos en el
dormitorio y colocaron la compra.
-¡Dios mío! Qué lista…
-Es que no había nada guapa. Estás hecha una señorita, solo gestionar
nada más.
-¡Qué malo eres! Si estaba loca de allá para acá llevando a los chicos,
deberes y mirando por mi rancho y por mi marido -y él, le dio en el
trasero.
-¡Qué tonto que me caigo!
-No te dejaré caer.
-Qué cansada estoy…
-Preparo cualquier cosa para la cena. Una tortilla y ensalada y se acabó
por hoy. Lo hago enseguida.
-Me ducho antes. -Dijo Mónica.
-Sí, y sácame algo de la maleta, cuando cene me ducharé yo.
-Está bien cielo. Lo besó y fue a sacar ropa y la colocó en las perchas de
los vestidores, ropa interior y casi toda las maletas de ambos. Si había que
recoger, luego se recogía.
Tenían la plaza de garaje 532 alquilada para el coche de su hijo, el que
iban a comprarle. Ya se lo dijo al agente.
Cuando estaban acostados por la noche…
-Le vamos a comprar un coche pequeño.
-Es mejor mediano, así le durará unos años para luego buscar trabajo.
-Está bien, no más de doce mil dólares.
-Bien, como tendrá su tarjeta, que elija su coche
-Vas con él tú y le metes 25.000 dólares para empezar. Y le pides una
tarjeta, que la guarde en la cartera con las demás tarjetas.
-Sí, en cuanto desayunemos, me lo llevo al banco y vamos a por el
coche. Y llamamos a la universidad. Ven aquí, que aún estoy muerto de
miedo, nena.
-Tenemos que hablar del restaurante, así que nada de nervios.
-¿Dime qué idea tienes?
-Un restaurante de noche, quieres dar desayunos a media mañana,
meriendas, cenas, qué, vegano…
-No sé nena, tengo un libro de recetas, hay que pensar.
-He pensado… -Dijo ella.
-¿Que has pensado cabecita?
-Si el local es grande, puedes hacer de todo, pero trabajarás mucho y no
quiero que estés desde las siete de la mañana hasta las una o dos de la
madrugada, eso no puede ser. Hemos de elegir cafetería o restaurante.
-Eso nunca me ha importado.
-Pero no quiero tantas horas sin ti y sin los chicos. Tenemos que elegir.
O haces un restaurante por la noche o haces hasta terminar la merienda,
cada cosa tiene que tener su aparte.
-¿Qué hacemos? Preciosa.
-¿Tú que hacías en el curso?
-De todo.
-Habrá que contratar a gente.
-¿Qué has pensado tú?
-¿Te lo digo?
-Sí
-Un lugar para desayunos y mesas tipo vintage, pero cómodas,
alrededor de todas las ventanas, bonito, alegre. Allí desayuna la gente de
negocios, y a media mañana ponemos pinchos tapas, montaditos, tipo
españoles con algunos veganos, mini hamburguesas perritos. Y las
meriendas cafés y tartas de todo tipo, al menos seis tipos de tartas o diez,
depende del mostrador. Con horarios para cada cosa. Por ejemplo a las
diez se acaban los desayunos y empieza el resto y a las tres empiezan las
meriendas.
Y las cinco se cierra, media hora para recoger entre todos. Con unas
veinte o veinticinco mesas y su barra. Metes a gente. Yo te gestiono las
compras, ventas y la contabilidad. Abrimos una cuenta aparte, para saber
si obtenemos beneficios.
-Me gusta esa idea, mejor que el restaurante, todo a la vez lo veo
demasiado.
-Por qué no vemos la zona cuando tengamos el local y vemos qué
horarios pueden ser mejores, así como cuotas de mercado, porque si es de
gente trabajadora, es mejor hasta la merienda.
-Es cierto.
-Puedes lucirte con las tapas y la comida del medio día. Si luego nos va
bien, podemos montar más.
-¡Estás loca mujer, tengo 39 años!
-Jovencito.
-¿Jovencito para qué?
-Para esto -Y se tumbó encima de él y lo besó, y bajó a su sexo duro.
-No te preocupes cielo, ya lo vemos.
-Si no, me preocupo, nena, por Dios…
-Shhh, los chicos…
-Mónica, nena, que me ohhh Dios, qué mala eres…
Y ella chupaba su sexo grande y le hacía lo que a él le gustaba y a ella.
Hasta dejarlo muerto.
-¡Dios pequeña! -Y con esas manos chiquitas y me matas. Nunca me he
podido resistir a ti, y así sigue siendo.
-¿Me quieres?
-Para siempre te quiero. No hay otra mujer para mí que tú, mi familia,
que mis hijos, todos, lo sabes.
-Lo sé y por eso te quiero. Alex es más tuyo que de Nolan.
-Lo sé. Es un chico estupendo ¿Verdad? -Decía satisfecho.
-Espero que esto nos salga bien mi amor. Tengo confianza.
-Ya veremos. Vamos a dormir nena.
-Sí, y se quedaron abrazados.
Había sido un día estresante y cansado. Cuando se despertó, estaba sola
en la cama.
-¡West! -llamó, pero no se oía nada.
Se levantó, se dio una ducha y se lavó el pelo. Cuando se había vestido
fue a la cocina.
-Estos se han ido. -Se dijo.
Tenía una nota en la cocina.

-Cariño te dejamos el desayuno, caliéntalo voy con Alex al banco y a


por el coche y estos quieren venir, así que te dejo solita. Prepárate algo
para media mañana y luego hago yo la cena, seguro que tomamos algo
por ahí. Te llamo al mediodía. Te amo. Lo haces todo muy bien.

-¡Que tonto era! Lo adoraba.


Hizo las camas y cuando terminaba de recoger un poco las
habitaciones, la llamó el agente inmobiliario por si podía pasar a verlo en
media hora y ella le dijo que sí. No estaba West, pero iría. Tomó su bolso y
salió.
Cuando llegó, el chico la sentó y le dijo:
-Le he encontrado todo lo que busca.
-¿En serio?
-Sí. Le va a gustar. En la avenida principal, donde está todo el trabajo,
los negocios, un colegio, un instituto, todo público, a una manzana del
apartamento y justo debajo del apartamento, el local.
-¿Qué me dice?
-Era un edifico que han reformado hace un par de meses. Nos vamos y
lo vemos, mientras le explico.
-Pero mi marido no está.
-Pero quiero que lo vea.
-Si quieren, pueden venir esta tarde. Pero quiero que lo vea porque le va
a encantar y ya tengo varias personas detrás del local.
-¡Está bien!
-Vamos ver la zona, está en la otra avenida.
Y salieron.
-¡Madre mía, esta avenida es un hervidero de gente!
-De oficinas, negocios, bares, el centro comercial, el colegio,
guarderías. El sitio perfecto para un negocio como el que quiere. Subamos.
Y subieron unas cuantas manzanas, y justo en medio de la avenida llena
de bares y restaurantes y lugares de negocios, el agente le dijo, este es el
local y este el edificio.
-¡Qué alto!
-Sí, es alto pero el piso es el número 15, pero le voy a enseñar el local
primero, está vacío, y le digo que es nuevo. Listo para hacer la reforma. Le
abrió una puerta de madera y encendió la luz.
-Es maravilloso. Y grande.
-Hay que hacerlo todo nuevo, se vende o se alquila.
-Pero si lo alquilo, me cuesta un dinero ponerle toda la obra.
-Exacto, por eso tiene un buen precio en bruto. 1000 metros cuadrados.
-Es perfecto, me gusta que sea rectangular para poner una cocina al
final y cristales y mesas cerca de la ventana y una gran barra. Es mejor
para día que para restaurante.
-Por supuesto, esta zona es de estar todo el día hasta la cena, aunque si
lo quiere de restaurante… pero le digo que es perfecto hasta las cinco o
cinco y media en que termina todo y empiezan las cenas.
-¿Y el precio?
-8000 dólares el alquiler, claro y lo que le cueste ponerlo en marcha. Y
vendido, 25 millones de dólares. Que le interesa más, porque es enorme.
Que le cueste un par de ellos la reforma y mobiliario y está muy bien. Si
quiere un constructor y decoradora, al final, le doy las tarjetas.
-Prefiero comprarlo. Y quiero esas tarjetas.
-¿Se lo reservo?
-Sí, me lo reserva, me encanta.
-Allí a una manzana hay un colegio público con buenas referencias. Y
al lado el Instituto.
-Perfecto.
-Y ahora vamos a ver el apartamento.
-Vamos.
Y tiene portero.
-Sí, pero la comunidad no es demasiado cara, ahora el apartamento le
va a encantar, está para meter muebles pintado y limpio, eso sí, pero es
maravilloso, 400 metros cuadrados.
-Enorme.
Sí, pero todos los dormitorios tienen baño con ducha, dos dobles, uno
con ducha y el principal con ducha y bañera. Un despacho que caben dos,
un aseo, cuarto de lavado, despensa y electrodoméstico de acero
inoxidable, los grandes, eso lo tiene completo.
¿En serio? ¡Qué preciosidad!
-Sí señora.
Y cuando llegaron y abrió la puerta, ella supo que ese era su
apartamento para toda la vida, era precioso, era lo que buscaba y a todos
les iba a encantar.
-Es luminoso y daba a la avenida. Tiene razón, me encanta. Todo lo que
veo, la cocina, los baños, los colores, en gris claro, los suelos…
-Sabía que le encantaría. ¿Qué me dice?
-Me encanta, solo me falta el precio.
-Nueve millones, con derecho a la piscina y gimnasio y dos plazas de
garaje en el sótano dos.
-Necesito otra, de momento
-Se la conseguiré por 40 dólares al mes.
-Juntas.
-Lo intentaré. Y la comunidad, 1500 dólares. Es la zona. Ya lo sabe.
-Me quedo todo.
-¿Sin que lo vea su marido?
-Sin que lo vea, le encantará. Si me rebajan los impuestos y su minuta,
se la saca a los vendedores y le doy ahora mismo 34 millones al contado.
-Me deja unos minutos...
-Claro -y el agente hizo un par de llamadas.
-Hecho es buena negocianta. Vamos al despacho.
-En total son… 34 millones para nosotros y 1540 de comunidad y el
primer del coche. Necesitaré una cuenta para la domiciliación de la
alarma, internet, agua y luz y comunidad.
-Hacemos el contrato y las escrituras ahora mismo. Y le doy la cuenta.
-Pues vamos a ver la piscina y sus plazas de garaje, se las digo.
Y allí, en la oficina, estuvo más de una hora y se fue con sus escrituras
de todo y había pagado todo al contado. Las cuentas habían bajado a 84
millones y medio, pero aún tenían gastos.
West la iba a matar o no, porque era un chollo le pareció para la zona.
Había llamado a la decoradora y al constructor y quedó con ellos al día
siguiente a las diez. Irían los dos solos, primero al local y luego subirían
con la decoradora al apartamento para que diera ideas, iba a decorar el
local entero también. Tomó algo a medio camino y llegó a casa justo
cuando llegaban ellos.
-Mamá, vamos a ver mi coche. -Dijo ilusionado Alex.
-Vamos a ver qué te ha comprado tu padre, seguro que se ha pasado -Y
él la miraba con adoración.
-Es una pasada, sabía que se había pasado.
-Es coche y todo terreno, no es muy grande, me encanta.
Y lo abrazo.
-Y a mí también me encanta. Tu padre lo ha hecho muy bien.
-Gracias mamá.
-Gracias cielo -Y West la beso.
-Bueno, vamos arriba necesito un café y tarta de la que compramos
ayer.
-¿De dónde vienes pequeña, con tanto papel?
-Cuando tomemos café te lo cuento.
-Mal asunto, has hecho algo sola te conozco.
-Te encantará.
-Loca, no puedo ni enfadarme contigo.
-No, ni lo harás.

Cuando tomaban café…


-Cariño,
-Dime…
-Teníamos 118 millones y medio. Y un poco que nos queda suelto, unos
40.000 dólares.
-Toda una pasada, por tu rancho, no por mí.
-No seas bobo tú tenías 40 millones de tu rancho.
-Sí, con lo que me pagabas, casi llegué.
-Déjate de tonterías. Me llamó el gestor inmobiliario por la mañana. Y
he comprado la casa que queríamos, un apartamento precioso, con tres
plazas de garaje, bueno dos, pero he alquilado una por 40 dólares al mes
para Alex, no es nada y 1500 de comunidad. Y el apartamento vacío, solo
los electrodomésticos grandes, 9 millones, 400 metros cuadrados,
reformado, pintado para meter muebles. Mañana veo a las diez a la
decoradora.
-¿Y yo?
-¿Tú? tu local de 1000 metros cuadrados por 25 millones, tienes al
contratista a las diez. Primero pasamos por el local y luego vamos con la
decoradora al piso. Dejamos a los chicos con Alex. Quiero que sea como
tú quieras que sea, restaurante o cafetería, tú elijes pero me dijo el chico
que es mejor cafetería. Aquí están las escrituras, he pedido una rebaja, los
impuestos y lo de la inmobiliaria. Todo está pagado.
-Estás, mujer ni lo he visto…
-Era un chollo y había gente interesada y no iba a dejar que nos lo
quitaran estando bajo el apartamento. Ya verás la avenida, me ha dicho que
mejor no hacer cenas. Que es un lugar de mucho negocio durante el día,
hasta la merienda. Que un restaurante lleva mucho dinero montarlo. Vinos
caros, etc. Pero he pensado empezar con eso y si nos va bien, en unos años,
si te apetece un restaurante, lo ponemos.
-No, si me parece bien.
-Puedes hacer una comida al medio día maravillosa, algunas veganas, te
ayudaré a hacer la carta.
-Eres una loca maravillosa, lo sabes. Creo que haré la gestión y tú el
restaurante.
-¡Qué bobo! Quiero que sea tu local, a tu gusto. La decoradora te dará
algún consejo e ideas, junto con el contratista.
-Sabes eres la mujer de mi vida, me encanta tu entusiasmo cuando
haces algo. -Y lo besaba.
-Y lo mejor hay un colegio a una manzana para los pequeños, público.
Y hay un centro comercial, tiendas, y el parque a 40 minutos andando.
-¿A qué hora tenemos que estar?
-A las diez, hay mucho que hablar.
-¿Cuánto nos queda?
-Ochenta y cuatro y medio y medio y los 15 y pico mil. Porque le
hemos metido a Alex el resto. Más la fianza de este apartamento. Incluso
gastando los cuatro y medio o cinco en decoración y reformas de los dos,
es estupendo. Si podemos comprar productos bien, sino, compramos
aparte, está muy bien.
-Apartamos algo nena y no se toca.
-50 millones. He pensado, porque necesitaremos el primer mes para el
negocio, ponemos medio millón o uno y ya vamos viendo. Abrimos una
cuenta para el restaurante una vez comprado todo y así, cuando lo
amorticemos, al ahorro, la compra y la reforma no. Es independiente.
Cuando nos den un presupuesto hacemos cuentas y abrimos otras.
-Como tú digas gestora.

-Está bien, tendremos que empezar lo antes posible. Voy a hacer la


cena. Tengo ganas de ver qué has comprado.
-Quédate un rato aquí conmigo. Me duele la lengua.
-No me extraña. -Se reía West.
-Luego hacemos unas pechugas a la plancha.
Y se tumbaron en el sofá.
-Es pequeño.
-Compraré un gran sofá para mi hombre.
-Eso es lo único que pido.
-Y una cama extra.
-También.

A la mañana siguiente estaban los dos en la puerta de edificio nuevo.


Habían dejado a los chicos solos al cargo de Alex.
Saludaron a la decoradora y al contratista.
-Este es el local West, ¿Qué te parece?
-Es un lugar inmejorable. -Mirando alrededor.
-Teníamos muchas ofertas, si no lo compra tu mujer ayer, ya no sería
tuyo, mira la cantidad de locales. Y este es un chollo.
-Es verdad,
-¿Quieres verlo por dentro?
-Sí, -Y ella le dio la llave y abrieron, era enorme.
-Es grande. Le dieron a la luz. Y entre la decoradora y ella y el
constructor miraron todo y tomaron notas de lo que querían. Iba a quedar
una preciosidad. Una barra grande, mesas alrededor de una cristalera, de
toda la fachada, los baños, Espacio entre las mesas y la gran barra. La
cocina detrás y abierta y en la parte posterior el almacén con espacio
suficiente para los congeladores y neveras, fruta y verdura, botellas. Y su
despacho.
Iba a quedar maravilloso, eligieron los baños las puertas, alarma,
cristal, suelo y una barra de ladrillo preciosa, que terminaba un poco más
baja para poner la caja.

La decoradora tomó nota de todo lo necesario para el local, luces,


mostrador, sillas cortinas enrollables para cerrar por la noche, máquinas y
toda la vajilla y demás.
Ya tenían al menos unas ideas y había que hacer una lista por parte de
los dos, y dos presupuestos.
Los llamarían porque había que pedir licencias y demás, pero el
constructor le dijo que tardarían al menos un mes en dejarlo para la
decoradora, se daría prisa y a finales de agosto estaría listo. Como
calcularon ellos, antes de octubre quizá abrieran.
Y se fueron con la decoradora a la casa. Cuando West la vio, se quedó
de piedra, era maravillosa, lo que Mónica quería. Ni hecho a su medida.
-Como tú querías mi amor y con esos colores -La abrazaba West.
-Sí, falta decorar.
Eligió la habitación doble para los gemelos, con su baño doble y otra
para estudiar y de juegos, a Alex otras dos con su estudio despacho y ellos
la suya y un despacho doble con las mesas enfrentadas al lado de la
ventana y estanterías en tonos claros. Como blanco roto, eligió todo.
Y le dijo que quería de todo, y para sus hijos video juegos, televisión,
música en cada habitación de juegos y estudio y de dormir, con cómodas y
una impresora para Alex y otra para los chicos, para ellos. Pc y móviles ya
tenían. Alarma...
Así con la decoradora tardaron más de una hora en elegir todo nuevo.
Ella ya se encargaba de lámparas, los colores de las cortinas, cuadros le
dijo cómo quería el comedor para seis personas, toallas, vajilla de todo y
electrodomésticos pequeños. Y un enfriador de botellas.
Quedó en darle un presupuesto al día siguiente Eligió en el salón tres
sofás grandes y un sillón de lectura y la decoradora ya sabía qué le
gustaba.
-Te llamo mañana y te doy precio. No te asustes que será de calidad
todo.
-Está bien, ya sabes lo que me gusta, y te dejo elegir algunos muebles
siempre que sean claros y cómodos, y una chimenea de luz preciosa entre
las estanterías, bajo la televisión.
-Sé qué quieres y te encantará.
-Cuando te dé el sí, ¿Cuánto tardarás en meterlo?
-Dos días. Tengo mucha gente.
-O sea que en tres días, para el viernes al mediodía lo tienes.
-Si tengo tiempo te hago hoy el presupuesto y te llamo esta tarde.
-Perfecto. Que no me falte nada.
-No te faltará ni un folio. Te llenaré de materiales los despachos. Ya
verás.
-Gracias.
-Vamos abajo. Venga -Dijo West.
Así recibirían tres presupuestos para todo.
Y se llevaron de comer algo camino de casa.
-¿Qué te parece, mi amor?
-Me encanta, creo que es una buena opción, si aprobamos la obra me
tarda un mes y medio. El local es maravilloso y rectangular es lo mejor y
la casa… Debo admitir que sabes comprar.
-Bueno, en ese tiempo podemos ver proveedores y hacer las cartas,
elegir lo de la decoradora, estaremos instalados en casa… Y podrás ir
probando pinchos en casa y a la vez mirar cómo va todo. Mañana iré al
colegio a hacerles la inscripción y el lunes llamamos de nuevo a la
universidad de Alex.
-Estupendo. Porque el fin de semana quizá estemos de mudanza.
Y quiero contratar una señora para la limpieza y cena, eso será cuando
entren al colegio y esté el local listo para trabajar.

Por la tarde la decoradora la llamó y le dio un presupuesto, 800.000


dólares para la casa
con todo, todo.
-Todo y material para que te hartes. Cuatro juegos de sábanas para cada
cama mantas, todo. Tu cama extra la grande y además ya tienes aire y
calefacción centralizado y unas lámparas que te mueres.
-Está bien, te doy el visto bueno. Te transfiero el dinero, y quedamos
mañana temprano en la puerta para darte una llave, tengo que ir al colegio
cercano.
-Perfecto.
Le transfirió el dinero entero. Y quedaron a las nueve en la puerta.
Al día siguiente quedó con ella y le dejó las llaves, fue al colegio e
inscribió a los gemelos. El colegio tenía castellano como segunda lengua,
lo que le encantó. Pagó las inscripciones y se llevó las listas de materiales
y ropa deportiva, libros y entraban el uno de septiembre. Ya lo compraría
más adelante. Porque entre el viernes por la tarde y el domingo estaban en
casa. Quería descansar un poco.
Otra cosa menos, se paró a tomar un café y una tostada. Y se fue a casa.
Besó a West al llegar.
-¿Y los chicos?
-En sus habitaciones, desayunados, ¿Y tú has desayunado?
-Sí, mi amor, por el camino o me caía -Tengo las inscripciones del
colegio, entran el uno de septiembre y una larga lista de ropa materiales y
libros.
-Cuando estemos en la casa nueva, ya instalados, iré con ellos a
comprarlo todo. Y unas mochilas nuevas. Es todo gastar y gastar.
-Estoy tan cansada, que me voy a echar una siesta antes de comer. En
dos días nos cambiamos y quiero dejar todo listo e ir de compras.
-Podemos ir comprarnos algo esta tarde nosotros solitos y dar un paseo,
estos no querrán salir de compras para nosotros.
-Sí al menos nos despejamos antes de empezar a trabajar con las cartas
y demás.
Y se tumbó en el sofá y se quedó dormida un par de horas.
-Nena, vamos a tomar algo, que llevas dos horas dormida -Y los chicos
se reían.
-Reíros, pero estaba tan cansada…
Cuando les dijeron que iban de compras para ellos, no quisieron ir.
-Lo sabía -Dijo mientras recogían la mesa.
-Tomamos café fuera nena y que se hagan la merienda ellos.
-Me encantas sabes -y lo abrazaba por detrás y lo tocaba.
-Quieta fierecilla, cuando vengamos.
- ¡Oh qué pena!
-Que boba… -Y la besaba.
-¿Por qué estarás tan bueno y te desearé tanto?
-Porque eres caliente y me encantas así – le dijo al oído, pero
disfrutaremos luego.
- ¡Está bien, a por mí tarta!

Y se fueron a por su ropa y su tarta y sus compras. Y vinieron cargados


de bolsas.
-Te lo digo en serio nena, eres una exagerada.
-Nunca hemos tenido tanta ropa y vamos a llenar los vestidores.
-Lo que nos hará falta será otro.
-Anda tonto, disfruta de cuando estuviste aquí. En cuanto tengamos
todo listo mientras nos hacen las obras del local, vamos a ir un día con los
chicos a Central Park. Está a más de media hora andando, damos un paseo
y comemos fuera.
-Si quieres… Así nos relajamos.
-Por la noche cuando se acostaron ella se pegó a su cuerpo como
siempre y lo acarició.
-Solo uno nena. Que eres más joven que yo -y ella se reía.
-Esta noche mi amor están los chicos dormidos ya, hay que aprovechar
viejito.
-Ummm, te quiero. Y se metió en sus nalgas.
-¡Oh Dios West! Ummm, qué bueno eres -gimiendo.

Cuando se levantaron por la mañana desayunaron y dieron un paseo con


los chicos y compraron pan en el súper. Cuando se metieron en sus
dormitorios…
-¿Estás inquiero mi amor?
-Sí, estoy inquieto y nervioso y no sé qué poner, estoy hecho un lio,
tenía un sueño y ahora tengo telarañas. -Y ella se reía.
-Ay mi amor, ya verás qué bonita la cafetería y las tapas, te vas a lucir.
Elegiremos bien. Mañana vamos a ir por la mañana a ver las cafeterías,
que hay y qué ofrecen. Me llevaré una libreta y anotaremos.
-Buena idea. Que se quede Alex con los chicos.
-Recorremos la avenida y vemos que ofrecen.
-Te quiero ¿Te lo he dicho, nena?
-No.
-Pues vamos a tomar algo y esta tarde y mañana nos ponemos a trabajar
con los menús, y otro día elegimos proveedores de todo lo que vayamos a
necesitar, pero ya se nos ofrecerán solos, ya verás. No tendremos ni qué
preocuparnos. En cuanto vean que hay un local, vendrán a ofrecernos los
productos ellos mismos. De todas formas haremos una lista de
proveedores y verás. Todo saldrá bien. Te preocupas demasiado en vez de
estar entusiasmado y feliz. Además tenemos tiempo cundo nos instalemos
de estrenar nuestro despacho para trabajar en todo lo que queremos servir
y ofrecer a los clientes.
-¡Qué feliz eres con cualquier cosa!
-No es cualquier cosa mi amor, es un pastón.
-No me lo recuerdes -Y ella se reía.
-Sufridor…
CAPÍTULO NUEVE

El día siguiente les dejaron el desayuno hecho a los chicos y se fueron


ellos a desayunar. Dejando el cargo a Alex y que no abrieran la puerta.
Mónica llevaba una libreta para anotar todo. Se recorrieron al menos
veinte locales, tomaron dos desayunos, algún café y en otros tarta.
Estaba llena, pero a la una de la tarde, llevaba ya una libreta de
anotaciones entera.
-Vamos a casa, no quiero saber nada de comida hasta la noche.
-Les compramos unas hamburguesas de paso.

Y se sentaron en el sofá con las anotaciones. Espera que me recupere –


Y se tumbó en su piernas. -Mejor me doy una ducha y me pongo el pijama
no pienso salir ningún lado hoy.
Y se ducharon juntos e hicieron el amor en la ducha.
-Eres un aprovechado mi amor.
-Si dices ducha, recuerdo nuestro primer encuentro sexual, el día de los
chupitos, fue estupendo. Estabas tan graciosa…
-No seas tonto.
-Aún te pones colorada. Me encantas, sigues siendo mi niña
-Soy una niña, tengo 36 años y tú 39, y estás tan bueno…
-Nunca me cansaré de ti, ni de tu sexo. Es mía, que no se te olvide.
-¿Ah sí?
-Sí, -y la tocaba y ella se moría en sus manos. Luego entró en ella y
Mónica se aferraba a su cuello y a su espalda y West la embestía fuerte
como un hombre sediento hasta correrse ambos en un clímax potente.
-Y yo que pensé -mientras la bajaba jadeando -cuando te conocí, que
eras una chica tímida e introvertida y me has salido ardiente.
-Ahora tendrás cuidado con las chicas.
-Serás tú con los chicos.
-En serio te lo digo.
-¿Para que necesito nada si lo tengo en casa todo?
-Pues te aviso.
-Qué me avisas chiquita, si estoy enamorado como un tonto de ti, haces
conmigo lo que quieres, compras sin consultarme.
-Pero lo hago bien todo…
-Eso sí, todo lo haces bien.
-Sí, si -y bajó a su miembro y lo movió como la espuma a la playa.
-Eso… también, nena, loca, mi chiquita, que estoy que exploto, para
que los niños
-No gimas tan alto.
-No me hagas eso, deja que entre.
-Me gusta ver cómo lo tienes, me encanta hacértelo.
-Ves, y quieres que…, por dios Mónica… No pienso buscar nadie, joder
y explotó en haz de lluvia blanca y joven.
-Nena, esto no es normal, nuestro matrimonio no es normal porque te
deseo mucho y me gusta mucho el sexo contigo. La gente normal lo hace
una vez a la semana.
Y ella se reía porque se guaseaba de ella.
-Vale pues lo haremos una vez a la semana y seremos normales.
-Ven tonta… Nosotros no somos así.
-Lo sabía.
Y se abrazó a él, y se quedó dormida satisfecha y feliz y él la miraba y
no había mujer más preciosa para él, sexual, ardiente, que lo deseaba de
verdad, lo ponía duro a pesar de los años que llevaban juntos y era la
mejor madre para sus hijos, cariñosa y paciente. Y quería hacerlos felices
a todos.
Nunca pensó que pararse en Cheyenne le iba a traer esa felicidad con
ella. Era valiente y echada para adelante y ahora había dejado el rancho y
se había ido a la aventura a cumplir su sueño. Con toda la tropa. Era una
todo terreno.

El día siguiente después de desayunar, se sentaron en el salón y con la


carpeta de anotaciones y folios en blanco, empezaron a trabajar.
-Venga desayunos. – Dijo Mónica -Abres a las siete y a partir de las
siete y media empezar a servir.
-5 modalidades de desayuno. Ya lo elegiremos. Podemos tener en
bandejas calientes en detrás del mostrador, beicon, huevos, tostadas, puré
y tortitas, mermeladas, sirope. Y cada uno que pida lo que quiera y al final
el café, diferentes o tés distintos y pagar en caja. Que cojan bandejas, no
será como en la universidad, porque será más bonita la barra y parecerá un
hotel de lujo. Con todo de diseño. Que atraiga a la gente y que no tengan
que esperar. Que esté todo hecho y señalizado con su precio.
-Buena idea.
-Podemos poner vasos de cartón que sirvan también para llevar.
Termina a las once y media y a esa hora se ponen bandejas distintas con
tapas ya hechas montaditos y pinchos tipo vascos y mini hamburguesas, en
las bandejas se ponen los precios. Por ejemplo el desayuno por un precio
único., enumerados si los ponemos de precio diferente. Y variados pro
días, que sorprendan y puedas lucirte con platos pequeños. Un chico para
retirar las bandejas de la mesa, otro para servir, tú y otro en la cocina y
otro en caja y tú y dos más en la cocina. Y limpiar entre todos, la cocina y
el resto antes de irse a las cinco cerrar y dejar limpio para las cinco y
media. La limpieza es importante, West. Así que creo que con 5 personas
tenemos.
West la escuchaba atento y la dejaba hablar, parecía tan entusiasmada y
le gustaban las ideas, la comida era cosa suya, innovaría, sobre todo a
media mañana.
A la hora del almuerzo, cambiamos y ponemos bandejas con pinchos
tapas, mini hamburguesas, perritos ya listos y tu comida innovadora, las
enumeramos y que cada uno con su bandeja tome lo que quiera y las
bebidas al final frescas. Todo irá registrado en caja. ¿No te gusta la idea?
-Es un self service, mi amor
-Sí, pero no tendrán la categoría ni el gusto nuestro, y será más rápido y
estará hecho para la gente que tiene prisa, tapas calientes y frías y tres o
cuatro veganas, y habrá espacio sin que la gente se acumule y choque y
nadie se va sin pagar. Y de tres a cinco y media, merienda, solo tartas y
cafés cariados, tés de distintos sabores, tilas y demás y batidos para los
niños, refrescos… eso se deja igual que por la mañana, solo se cambian las
tartas o pasteles. Luego se va la gente a casa, porque salen a las cuatro o
las tres y esa es nuestra hora.
-Yo iré sobre las nueve, cuando deje a los chicos en el colegio y hago la
contabilidad de un día para otro y me dejáis lo que se necesita para pedir,
pago a los proveedores y reviso los pedidos. El dinero hay que dejar
siempre en caja una cantidad luego habrá que ir a diario al banco. Dejamos
en la caja fuerte el del día anterior y yo en cuanto haga cuentas y cuadre la
caja del día anterior, ingreso y me traigo suelto. En caja solo hay que dejar
lo mismo siempre para que me cuadre y ya cambio yo para dar el suelto.
Tendremos siempre en la caja fuerte y si necesitas cambiar antes de que
venga, cambias. Pero ese irá aparte. Te dejaré cajas distintas con monedas
distintas, yo repaso. Ahí nadie puede entrar. Yo les daré las nóminas a final
de semana y su cheque. Pediremos cheques al banco.
-¿Ya?
-Sí, ya
-Creía que no terminabas y que era mi cafetería. -Y ella se echó a reír.
-¡Ay perdona! me he entusiasmado. ¿Qué opinas?
-Me gusta, haremos eso. Creo que eso es innovador y saldrá bien.
-Pero qué bobo eres.
-Esa idea tiene cosas buenas, menos personal, evitamos que la gente dé
propinas, lo cual está muy bien.
-Podemos poner un bote grande de cristal para las propinas. Si dan, se
reparte a todos semanalmente, menos a nosotros.
-Por supuesto. Las propinas serán de todos los chicos.
-Nos faltan los proveedores.
-Nos falta todo, mi niña.
-El tiempo pasa pronto.
-Y te falta pensar en las tapas, así que chef, ya puedes innovar.
-Sí, voy a innovar y comeremos en casa.
-Te quiero mi amor.
-Eres una generación de ideas.
-¿A que sí?
Y se echó encima de ella y aparecieron los niños al salón.
-Vaya, tenemos público.
-Papá, mamá, joder…
-Esa boca West, -le dijo el padre al gemelo.

Y así fueron haciendo una gran lista de todo. West, estaba encantado
con las ideas de Mónica, y en eso sonó el teléfono.
-Sí, Henry, sí dime…
-Es el constructor -le dijo a ella tapando el teléfono.
-Lo sé -le dijo silenciosa.
-Mira West, lo que quieres decorado con ese suelo, la barra construida,
las taquillas y el despacho, el cuarto de limpieza, las cristaleras, alarma y
cocina, salida de humos y agua etc., Ya sabes todo menos lo típico
decorativo y electrodomésticos, solo luces empotradas halógenas. En fin
lo que hablamos con licencias incluidas, hasta la de apertura, impuestos,
los baños para el personal, para vosotros en el despacho, con todo te va al
millón y medio de dólares. Si empezamos ya el lunes, te lo tengo para
primeros de septiembre listo, y ahí te mando a la decoradora. Que ya más
o menos tiene una idea y va a trabajar conmigo. Ya os llamará ella con lo
que le dijisteis.
-Perfecto.
-¿Quedamos ahora y me das la llave?, Te empiezo cuanto antes.
-¿Te hago una transferencia?
-Estupendo.
-Dame el número, te lo ingreso y quedamos en la puerta.
-Perfecto, hasta ahora West.
-¿Dónde vas? –Le preguntó ella.
-A llevarle la llave y a transferirle un millón y medio, es lo que nos
pide.
-¡Qué barato!, esperaba más.
-Espera que metamos decoración y letreros y demás, máquinas... ¿Has
pensado el nombre? Tengo que decírselo para los permisos. No había
pensado nada.
-Café Manhattan Amder -dijo Mónica. -Me gusta.
-¿Te gusta ese?
-Me encanta, y es tu apellido.
-Pues le hago el ingreso, -Y cuando lo hizo.
-Dame un beso, vengo en un momento. Esto ya está en marcha.
-Sí, mañana seguimos. Por hoy está bien.

Los dos siguientes días salieron a dar un paseo con los chicos y
trabajaban en sus tapas y veían locales y decoración.
Y el viernes al mediodía la llamó la decoradora. Su casa estaba lista.
West, compró tres cerraduras y alarma ya tenía.
El sábado estaban en casa y entregando las llaves en la inmobiliaria que
les devolvió la fianza y les cobró lo que habían estado, ese fue el acuerdo.
Dejaron los coches en sus plazas y mientras West colocaba los
alimentos de la cocina que tenían en el otro apartamento, los chicos
sacaron y colocaron sus ropas, estaban locos con la casa y sus dormitorios
y despachos.
Ella les dijo que lo que había arrugado al cuarto de lavado en la
encimera de la plancha. El domingo por la noche, por fin, todo estaba
colocado, West había colocado todo lo de los despachos y conectado todo
con ayuda de los chicos, internet, en la alarma puso los números y se los
dijo a todos, tenían que recordarla, se encargó de las cerraduras de la
puerta y hacer copias para todos, y ella de planchar toda la ropa, hacer un
par de coladas, y los chicos de echar una mano, de forma que por la noche
como todo estaba listo y precioso a West le encantó, a todos, pero estaban
derrotados.
-Pero nena, esto es enorme nos vamos a perder.
-Pero es preciosa, las lámparas todo.
-Eso sí, te quiero, cuando haces algo, lo haces bien, lo reconozco
chiquita.
-Lo sé mi amor, pero ella sabía qué se refería.
-¿Pedimos pizza para cenar? Papá está cansado esta noche.
Y estrenaron la mesa del comedor para seis que le había puesto
preciosa la decoradora y que ella la llamó para agradecérselo. Ya
quedarían cuando la obra estuviese avanzada para el local,
-Ya estamos en casa.
-Papá, -Dijo Alex.
-Dime hijo…
-Mañana llamamos a la universidad.
-Sí, a media mañana, luego me paso por la obra.
-Espera hasta el fin de semana, el viernes. Tenemos que hacer cosas y
que los chicos salgan también. Además no habrán hecho nada, hombre.
-Es verdad, mejor hago tapas.
-No corras, ellos saben hacer su trabajo y vas a encontrar escombros.

En agosto tuvieron muchas noticias ellos ya tenían claras las tapas y


qué precio poner, West había hecho una lista con los desayunos, las tapas,
había visto un sitio que suministraban las bebidas, las tartas, las verduras,
la carne, pescado, latas aceites y todos los productos que iban a utilizar.
Mónica, le hizo comprar una agenda grande y poner los teléfonos de
cada cosa y también meterlos en el ordenador y pasarlos a un pendrive
para llevarlos al local.
A su hijo le habían dado la beca y ella iba ir con él en septiembre a
Harvard. Pensaron que abrirían en octubre la cafetería, ya que quedaba
poco de obra y luego la decoración y permisos de apertura compras y
demás.
Nolan llamó a su hijo para quedar un fin de semana con él y que viera a
los abuelos y ella lo llevó a la puerta y él lo recogió.
Hacía años que no había visto su hijo, así que no lo reconocería.
Pero lo reconoció porque era idéntico a él salvo los ojos de su madre. Y
se emocionó. Ella pensó que podía haberlo visto antes y no había querido.
-¡Hola Mónica!
-¡Hola! ¿Qué tal?
-Bien y ¿Tus padres?
-Mayores ya, pero están cerca de Oscar y de mí.
-Algún día pasaré a verlos ahora estamos muy ocupados, vamos a abrir
una cafetería.
-¿En serio?
-Sí, en este local, en octubre queremos abrirla o antes, depende. Bueno,
¿A qué hora lo traes?
-¿Tienes el mismo teléfono?
-Sí.
-Te llamo, se puede quedar mañana sábado si él quiere,
-No lleva ropa, otro fin de semana antes de que se vaya a la
Universidad, o ven mañana a por él y si se quiere se puede quedar el
domingo, que se lleve ropa.
-¡Está bien!
-Me llamáis para cualquier cosa.
-Vale.
-Dame tu dirección y la de tus padres -Y Nolan se la dio.
-Vale me alegro de verte Nolan.
-Y yo.
Y se llevó a su hijo.
No había cambiado mucho. Menos mal que West había ido a ver la
obra, le quedaban apenas una semana y podrían limpiar y decorar. No
quería llamar a la decoradora hasta estar todo limpio.

Una mañana antes de acabar la obra, fue a comprarles a los chicos el


material para el colegio, apenas quedaban unos días para entrar y les
compró algo de ropa más de otoño.
Ellos prepararon sus mochilas y materiales y el día uno de septiembre,
entraron al colegio. De nueve a cuatro y comían en el colegio.

El día cinco quedaron con la decoradora, el local estaba terminando y


limpio y estuvieron todo el día eligiendo todo lo de la cafetería. Otro
millón ochocientos mil dólares.
En cinco días lo tenían todo listo y podían empezar a pedir suministros
y poner anuncios para contratar al personal.
Mientras metían todo lo que iban comprando llegó la hora en que Alex
debía irse a la universidad y decidieron que ella iría con su hijo por la
mañana y se volvería en tren, porque West estaba al tanto de la decoración
y se encargaría de llevar a sus hijos al colegio y recogerlos.
Cuando tuvo todo listo para irse Alex e iban a bajar al parking. West, lo
abrazó emocionado
-Hijo, ya sabes todo, ¿Te falta algo?
-No papá.
-Llevas tu cuenta, cuando compres lo que necesites ya iremos
metiéndote en la cuenta. Tú madre va de todas maneras y preguntará por
todo. Pero llevas casi todo gratis, la matricula, comida y estancia, y llevas
suelto, ten cuidado.
-Lo sé papá.
-Te esperamos para Acción de Gracias.
-Vendré no lo dudes.
-Te quiero y se abrazaron y abrazó a sus hermanos.
-Cuidado con la carretera.
-Hay cuatro horas cariño. Ten cuidado con los pequeños -Le dijo
Mónica a West.
-Que no te preocupes, mi amor. -Y la besó.
-Me vengo esta tarde en tren después de que vea todo.
-Vale. Te llamo.
Y su hijo condujo hasta la Universidad. Cuando llegaron aquello era un
hervidero de chavales. Sacaron las maletas y fueron a ver dónde le tocaba
dormir. Después de todos los trámites, en la misma recepción, se
encontraron con Nolan.
-Papá has venido… -Se alegró el chico.
-Claro no iba a perderme esto ahora que estás tan cerca.
-¡Hola Mónica!
-¡Hola Nolan!
-¿Ya te han dado habitación? -Le preguntó su padre.
-Sí, llevo todos los documentos.
-Está bien, vamos a verlo, ¿Puedo subir, no?
-Claro papá.
Y fueron a su habitación. Tenía un compañero de Wyoming.
- ¡Qué casualidad mamá! Es de Cheyenne.
-Me legro y saludaron, el chico que parecía un buen chico, iba a
estudiar también derecho.
Dejaron la ropa colocada, ella le ayudó, todo y se fueron a ver el
campus, el comedor, las pistas, las clases, y al final lo dejaron en su
habitación. Iban a comer su compañero y él.
Su padre le dio dinero.
-Papá tengo.
-Bueno, ya te enviaré a tu cuenta nueva todos los meses.
-Gracias papá.
-Bueno nos vamos hijo, nos llamas.
-Que sí mama no seas pesada.
-Te quiero -Y abrazó a sus padres.
Y al final salieron fuera.
-¿Te ha dicho Alex que tiene una cuenta nueva?
-Sí, me lo ha dicho.
-La otra está intacta para cuando salga de la universidad. No lo sabe.
Será una sorpresa.
-Le hará falta luego. ¿Has traído coche?
-No, hemos venido en el coche de Alex, tomaré un taxi y me voy en
tren cuando coma algo.
-Vamos Mónica te llevo, te invito a comer y te llevo a casa.
-No sé Nolan.
-Quiero hacerlo.
- ¡Está bien! -No le parecía decirle que no. Tampoco había que ser
desagradecida y llegaría antes a casa.
-Bien, si me llevas me ahorro tiempo.
-Venga salgamos de aquí y tomamos algo en Cambridge.
-Como quieras. Tienes un buen coche.
-Sí, no tengo que pagar pensión ni casa y gano bien.
-¿Qué estás haciendo?
-Trabajo en una empresa de informática.
-¡Ah qué bien!
-Vivimos relativamente cerca y trabajo en la avenida donde vives, más
arriba.
-¡Qué cerca! ¿Tus padres están bien?
-Sí, están mayores pero contentos de no tener trabajo, mi padre y ella
salen de paseo todas las mañanas y comen fuera y luego se quedan por la
tarde en casa y los domingos comemos algunos todos juntos, mi cuñada
los hijos de Oscar y yo.
-¿No te has vuelto a casar?
-No, ni tengo pareja.
-Vaya, se te va a pasar el arroz -y él se rio.
-¿Cafetería o restaurante?
-Mejor una cafetería, así si puedo ver alguna novedad…
-Buscaré una buena de paso antes de tomar la autopista.
-Bien.
Y aparcó en una cafetería bastante elegante
Pidieron de la carta y mientras comían, Nolan, le preguntó:
-Te casaste al final con el cocinero.
-Sí, tú hiciste tu elección, ¿Es que quieres hablar de eso?
-Me gustaría.
-Bueno, yo no tengo inconveniente de hablar de lo que sea.
-Quiero pedirte perdón.
-Estás perdonado.
-Gracias.
-No debí elegirla, pero estaba embarazada.
-Tenías otro hijo, podías haber tenido a los dos y no lo has visto hasta
ahora, en años Nolan.
-En eso tienes razón.
-Ha tenido un buen padre.
-Lo sé y lo siento, pero no podía verte.
-¿A mí?
-Sí, sé que fue poco tiempo pero nunca te he olvidado.
-Vamos Nolan, no te habrás conservado virgen.
-Claro que no mujer- Dijo riéndose.
-Pero fuiste muy importante, si no te hubieses casado hubiese vuelto a
por ti.
-No hubiese vuelto contigo. No era un comodín.
-Hubiese insistido.
-No sé qué hubiera pasado, pero tengo dos hijos con West y es el amor
de mi vida, Nolan, tú solo fuiste un sueño de juventud, pero se me cayó el
suelo de golpe el día que me dejaste sola con mi hijo.
-Sí, es el mayor error que he cometido en la vida y eso pago.
-Soy feliz, de verdad Nolan. Y me gustaría verte feliz a ti.
-Sí, te veo feliz y entusiasmada, pareces una niña, y estás tan bella…
Más que de joven
-Bueno tú tampoco estas mal, pero debes buscar tu propia felicidad.
-¿En serio eres feliz con West?
-Sí, lo soy.
-¿Y me has olvidado del todo?
-Nolan, no te he olvidado como no he olvidado a mis padres, porque
tengo un hijo contigo, pero eso es solo lo que me une a ti. Puedes llamarlo
y verlo cundo quieras. Ya es casi mayor de edad y es tu hijo. Y tiene suerte
de tener dos padres. Pero no de la manera que piensas. Todo el dinero que
le has mandado y el millón que le dieron tus padres, se lo tengo guardado
íntegro para cuando salga tener un futuro, porque tengo otros dos hijos y
no quiero hacer diferencias.
-Eres una mujer maravillosa y una gran madre.
-Lo sé. -Y se rieron.
-¿Qué edades tienes tus otros hijos?
-Son gemelos y tienen diez. Se llaman West, uno como su padre y el
otro se llama John, como mi padre.
-No querías tener más hijos.
-Contigo, pero hubiese sido injusto no haberlos tenido con él.
Pagó, ella fue al baño y continuaron el camino.
-¿Cómo es?
-¿Cómo es quién?
-Tu hombre.
-Como padre es maravilloso, excelente como marido excepcional,
cariñoso, amigo, detallista, siempre pendiente de mí y de los chicos. No ha
hecho excepciones y como hombre, eso no te lo voy contar. Pero soy una
mujer afortunada.
-Lo envidio ahora mismo.
-¡Qué tontería Nolan! Hace muchos años ya.
-Para mí, como si fuera ayer. Me gustaría estar en su lugar.
-Vamos déjalo. Ya no tiene solución. Aquello fue una tontería de
jóvenes y luego por Alex, pero nunca estuviste enamorado de mí. Siempre
lo estuviste de Pam.
-Eso no es cierto.
-Bueno, ¿Y por qué te separaste?
-Cuando perdió a la niña, ya nada fue igual. Le habían aconsejado no
viajar en avión y lo hizo, dos veces. Yo no lo sabía. Luego no pudo y
tampoco quiso. Y empezó a salir con hombres a mis espaldas.
-Lo siento.
-¿Le has sido infiel?
-Qué tonterías dices, yo jamás le sería infiel a mi hombre ni él a mí.
-Tampoco lo sabes.
-Lo sé, porque estamos juntos a todas horas.
-Lo siento no quería…
-Dejemos esa conversación. Tengo que visitar a tus padres antes de
empezar la cafetería e invitarlos.
-Iré a tomarme algo.
-Cuando quieras.
-Seguro que a West no le hará gracia.
-Seguro, pero te tratará bien. Es así y confía en mí como yo en él.
-¿Vas a llevar la gestión de la cafetería?
-Sí, eso es lo que sé hacer, espero gestionarla bien, aunque sea un
negocio diferente.
-Tú sabes.
-Sí, el rancho se me ha dado bien
-Me lo dijeron mis padres.
-¿Te viniste por él?
-Me vine por él principalmente, tenía cuatro años de estudios de chef y
lo dejó todo por mí, y ahora, tuvimos esa oportunidad, tus padres y yo de
vender los ranchos. Quería estar cerca de Alex, que tuviera más
oportunidades y de los chicos también. Quiero que vayan a la universidad
y tengan sus carreras y su vida.
-Sí en Nueva York tendrán más oportunidades.
-Y son jóvenes, allí en ese pueblo nuestro no hay nada.
-Lo sé.
- ¿Qué tal California?
-Prefiero Nueva York, hay estaciones y me gusta este estrés.
-Vaya. Soy más tranquila, pero tengo la cafetería al lado de casa, ya
veremos cómo funciona.
-Está en un sitio inmejorable.
-Eso nos dijeron.
-Ya verás que sí.
-¿Y tú hermano cómo está?
-Tiene dos peques locos. -Y Mónica sonrió.
-Lo sé por tus padres.
-Son un torbellino, mi cuñada la pobre… Los tiene en la guardería.
-¿Qué edades tienen?
-8 y 5 la pequeña.
-Bueno, estamos llegando.
-Gracias por traerme Nolan.
Y entraron en la ciudad y él la dejó en su puerta.
-Al menos has llegado pronto.
-Sí, si no hubiese llegado de noche. Gracias.
-Estaré en contacto con Alex y si hay algo importante, te llamo.
-Vale, gracias de nuevo. Que te vaya bien, Nolan.
-Gracias a ti por venirte, al menos hemos hablado.
-Sí. Adiós.
Y ella se bajó con su bolso y entró en casa.
Nolan la miro con una cierta melancolía y tristeza. No debió dejarla,
estaba preciosa y radiante. Fue un tonto al elegir, se debió quedar en el
rancho con ella y Alex, pero ya todo estaba escrito en su vida. Nunca sería
suya.

-¡Hola cielo! Qué pronto has venido…


-Estaba allí Nolan.
-¿En serio?
-Sí, qué vamos a hacer, estuvimos viendo todo, es maravillosa, el
campus, todo y cuando lo dejamos instalado, me invito a traerme y a
comer. No iba a ser desagradecida, no había caso.
-Pero nena… Son cuatro horas con él más la comida.
Y ella lo abrazó.
-Solo hemos hablado.
-Estoy muy celoso que lo sepas.
-¡Qué tonto eres!, jamás te sería infiel.
-Pero seguro que habéis hablado.
-Sí, luego por la noche te lo cuento.
-¡Joder!
-Déjate de tonterías y dime cómo va lo nuestro.
-Ahora mismo me gustaría matarlo.
Y ella lo abrazó.
-Mira me gusta que estés celoso por una vez en la vida.
-Mónica, no quiero enfadarme.
-Y no te enfadarás. ¿Cuántos días nos quedan?
-Una semana y todo listo parar empezar.
-Una semana…
-Con casi los dos millones que nos ha costado decorar… como para que
no.
-Con todo, carteles y…
-Con todo, con detalles. Esa decoradora es buena.
-Sí que lo es. En cuanto lo tengamos ponemos el anuncio para contratar
los cinco chicos.
-Mañana voy a comprar el material de papelería, las nóminas, la caja y
demás y vamos al banco.
-Has visto lo que quedan 78 millones cuatrocientos mil y vamos a pedir
dinero suelto, cambiamos al menos 20.000 dólares y abrimos una para la
cafetería y guardamos el resto
-Me parece bien.
-Vamos a meter los 400000, veinte para cambio y el resto para los
suministros. Iremos comprando semanalmente y bebidas cada dos
semanas, no puede faltar.
-Tengo que hacer esa lista también y ya sé que debemos pagar
semanalmente, 600 a las cuatro personas y 1000 semanales a nosotros. Lo
que suponen unos 20.000 al mes en sueldos.
-Ya te diré cundo paguemos suministros y productos. Los gastos y
ganancias.
-Está bien. Me parece bien, mañana vamos a dejar a los pequeños,
desayunamos fuera, hacemos lo del banco, lo metemos en la caja fuerte y
vamos al local a que lo veas. Por la tarde vamos haciendo listas los dos.
CAPÍTULO DIEZ

Era el día de la apertura. Todo estaba listo y maravilloso, y la Cafetería


Manhattan Amder se abrió una semana antes de octubre. Habían hecho una
gran inversión, y estaba dentro con los trabajadores, preparando los
desayunos. Todos habían hecho cursos de cocina y ella compró uniformes
para sus taquillas, debían ir con uniformes y zapatos de trabajo, los
cocineros con gorro.
Habían contratado todo hombres, porque vinieron de un curso todos.
Habían realizado un curso de cocina, eran de la misma clase y eran
jóvenes y con ganas.
Todos aceptaron el trabajo de buen grado. Y a ella le gustaba mucho.
Estuvieron un día antes, el viernes, en el que les explicaron todo su
método de trabajo y estaban encantados.

Al mes habían obtenido unos beneficios de 30.000 dólares.


-Cariño, nos va bien
-Estamos empezando solo, ya verás. Y además reciben propinas al
menos cincuenta dólares para cada uno.
-Ven aquí, le dijo el sábado en la cama cuando se ducharon.
-Mañana qué hacemos…
-Quería ver a los padres de Nolan.
-Solo un rato y luego voy donde estés con los chicos aunque estos con
sus dormitorios no quieren salir, pero un rato por la mañana sí.
-Acércate mi vida mañana llamará Alex.
-A eso me refiero, a que aún no me has contado qué hablaste con Nolan
en el camino de vuelta.
-De nuestro amor, de que no lo había olvidado…
-Qué tonta eres, quieres ponerme celoso.
-Sí.
-Pues hablamos de eso.
¿Qué te dijo? -Mientras la acariciaba.
-Si me haces eso no puedo contarte la verdad.
-¡Está bien!
-Me dijo que debió que elegirme a mí, que se arrepentía, que estaba
enamorado de mí.
-Eso es mentira.
-Lo sé. Si lo hubiese estado, me habría elegido.
-A eso me refiero.
-Yo sí lo estuve de él, pero era joven, 12 años, y en el baile de
graduación, pero debió ser la tontería adolescente.
-Pero después te acostaste con él.
-Una noche.
-Me mata esa noche.
-¿Una noche con todos los años que me he acostado contigo?
-Es verdad mi amor.
-Tú eres el hombre de mi vida, se lo dije, que era muy feliz. Me dijo
que te envidiaba.
-Que me envidie.
-Pareces un adolescente celosillo.
-Sí parezco un adolescente, toca.
-Mira que eres West.
-Vamos nena, esto te espera. -Y se puso encima de ella y entró en su
cuerpo.
-Dime que eres mía.
-Siempre loco seré tuya, le decía jadeando. Nadie tiene tu sexo que me
llena.
-Dime que me amas.
-Te amo -y le mordisqueaba los pezones que tanto le gustaban le subía
las caderas y entraba en ella como si entrara en un pozo profundo donde se
perdía.
-¡Oh Dios mío mi niña!, te amo tanto… No quiero perderte.
-Ay Dios West, deja eso y sigue que no puedo… -Y West sonreía. Y
sabía cómo hacer feliz a su mujer. Cuando acababan, ella se metía en su
cuerpo grande y a él le encantaba acurrucarla.
-West…
-Dime pequeña.
-¿Eres feliz con la cafetería?
-Sí, me encanta. Soy feliz con todo ahora mismo, has cumplido mi
sueño, nena. Tengo además la familia que quiero y te tengo, ningún
hombre puede pedir más.
-Quiero que seas feliz, de verdad, nos hemos venido para eso.
-Lo soy, ¿Sabes que los chicos me han pasado más tapas como tú dices
innovadoras?
-Pues hazles caso y que te enseñen. Prueba todo. Déjate aconsejar. A la
hora el almuerzo, sabes que os echo una mano.
-Sí, eres un as.
-Me da tiempo. Y gracias que hemos contratado a Ane cinco horas para
la casa, es grande y tiene que hacer de todo.
-Sí, eso nos ahorra trabajo. Las cenas no son como las tuyas, pero ya
pruebo tu comida al mediodía. Y tu desayuno y el café antes de ir a por los
chicos. -West la besaba.
-Me gusta verte tras la barra.
-¡Qué mala!
-Estas guapo con tu traje negro y tus rastras…Y es barba que nunca te
has quitado.
-Porque te gusta.
-Sí, me encanta.
-Sobre todo cuando me meto aquí y se metía entre sus piernas y lamía
su sexo y lo chupaba.
-Ah, Dios mi amor, me matas. Me vuelves loca, sí agg, madre mía
West, te amo loco. Y se corría en su boca.

Al día siguiente fue a ver a los padres de Nolan, allí estaba, y se


sorprendió, pero supo que se había alegrado. Los estuvo saludando.
-He venido temprano para ver cómo están, porque he quedado con West
y los chicos abajo. Vamos a llevarlos un rato al parque.
-Alex nos llama -Dijo el abuelo.
-Me alegro, son sus abuelos.
-Y a su padre también.
-Es mi hijo, qué puedo decir, llama a todo el mundo.
-Es un chico maravilloso Mónica. Lo has hecho muy bien. -Dijo la
abuela -orgullosa.
-Vendrá en Acción de Gracias.
-Espero que sí y en Navidad, al menos lo esperamos. Que pase a vernos.
-Pasará y a ver a su padre, seguro.
Cuando estuvo un rato con ellos hablando de todo, de la cafetería y
demás, se despidió de ellos.
-Te acompaño al ascensor.
-No hace falta Nolan.
-Bueno te acompaño.
-¿Cómo va la cafetería?
-Llevamos un mes, pero creo que somos nuevos y va muy bien.
Estamos contentos.
-Bueno te dejo, me esperan en casa.
-Hasta otro día Mónica.
-Dentro de dos semanas viene Alex, ya vendrá a ver a tus padres al
menos un día.
-Sí, les gustaría.
-Hasta luego.
-Hasta luego.
Y se fueron con los chicos paseando al parque y ella y los chicos que
esperaban abajo en casa.
-Hace frio ya, el sábado vamos a comprar ropa de invierno. Ella no iba
el sábado a la cafetería. Y el lunes tenía más trabajo pero dedicaba eso dos
días a sus hijos a repasar sus deberes y salir con ellos.
Y el sábado siguiente iban al centro comercial…
-Yo quiero un abrigo nuevo -Dijo West el gemelo.
-¿Y un videojuego nuevo mamá? -Decía el otro John.
-Ya veremos, creo que sí.
-Te queremos mamá.
-Ya sé por qué me queréis bandidos. -Y se reían.
-¿Sabes que a West le gusta una chica del cole?
-Mama no es verdad, John es tonto, soy muy joven.
-Es cierto, ya tendréis tiempo de ver chicas cuando seáis mayores,
-Como Alex, Alex también es joven, pero ya es mayor para tontear con
chicas.
-En la universidad hay chicas guapas.
-En todos los sitios hay chicas guapas, lo importante es que sean buenas
chicas y las queráis y os quieran.
-Como papá y tú.
-Eso es muy especial encontrarlo y me gustaría que lo encontrarais. Tu
padre y yo estamos muy enamorados.
-Por eso te besa tanto aggg…
-Calla bicho, ¿No te gusta que me bese tu padre?
-Sí.
-¿Entonces West?
-Es un pesado, sois muy pesados. -Y la madre se reía feliz.
-Eso te va costar el videojuego.
-No mamá.
-Anda entremos, si nos da tiempo merendamos en la cafetería y
comemos algo en el centro comercial.
-Vale.
Vinieron cargados de bolsas y hasta al padre le compraron ropa.
-Me he pasado, tu padre me va a matar.
-Le das dos besos. Y te perdona. -Dijo West
-Pero serás bicho…
-Es muy bonita la ropa le gustará. Y el perfume.
-Es el que usa siempre.
-Huele muy bien.
-Tu padre siempre ha olido bien.
-¿Y nosotros por qué que tenemos colonia?
-Porque sois aún pequeños. Hasta los 16.
-¿Qué hora es?
-Las cuatro, nos da tiempo a merendar.
-Ya verás cuando vea papa las bolsas.
Y entraron.
-Mónica, te has pasado esta tarde, te has gastado lo que hemos ganado
esta semana -se rio West al verla entrar cargada con los chicos.
-Exagerado, para nada. Mi amor. Vengo a merendar y pago.
Y cada uno cogió su merienda y ella pagó. Quería las cuentas siempre
estrictas.
Luego se fueron a casa y a la media hora llegó él. Acababa de terminar
de colocar la ropa.
-Les he comprado dos videojuegos. Pero para después de los deberes y
estudiar.
-Eso espero.
-No te enfades mi amor. Son tus pequeños y son buenos. Te he
comprado ropa preciosa.
-Sabía que me habías comprado algo.
-Y unos slips maravillosos.
-¡Qué tontorrona eres! Sabes que no me enfado por lo que necesiten y
más. Siempre has sido demasiado generosa.
-¿Ya hasta el lunes?
-Hasta el lunes. Voy a guardar el dinero.
-Tengo cena para mi amor.
-Pues traigo un táper para mañana.
-Aprovecharemos. Ya veré cómo ha ido la semana y les pago a los
chicos.

Los meses pasaron, Alex vino por Acción de Gracias y su padre preparó
un menú especial, el viernes se fue con Nolan y los abuelos y el domingo
se fue a la universidad de nuevo. Volvió por Navidad, ella decoró el árbol
y la casa con los chicos y con West la cafetería y otra tarde fue a por
regalos para todos, y padre con ellos otro día para ella.

La cafetería se fue afianzando y de boca en boca y con la rapidez que


servían y de todo, fue tomando fama, y tenían buenos beneficios, un buen
horario, pero trabajaban mucho en el horario. Contrataron otro chico al
año para la cocina.

Y los meses pasaron y los años y seis años después, Alex terminó su
carrera y un máster de dos años y lo llamaron de un bufete de Nueva York,
para trabajar, ya que fue el tercero de su promoción, y en un mes debía
incorporarse.
Sus padres habían asistido a la graduación de la carrera y del máster en
derecho financiero.
Y volvió a casa, con 24 años, un joven guapo, fuerte e inteligente.
Ocupo su habitación y su estudio y lo modifico. Ese año habían pintado
toda la casa antes de que acabara Alex, y la cafetería, la pintaban todos los
años, pero cambiaron un poco la decoración. Había que hacer cambios
cada cinco o seis años.
De nuevo tenía en su casa a todos sus hijos reunidos. Los gemelos,
tenían ya 16 años y estaban en el instituto, apenas le quedaban dos cursos e
irían a la universidad pronto.
Eran cuatro hombres grandes y presumidos los que tenía en casa,
bajaban al gimnasio y a la piscina y eran estupendos, ella a veces bajaba
también al menos tres tardes a la semana si podía y West, cuando se
levantaba temprano. Desde el rancho estaba acostumbrado a madrugar. Y
le venía bien el ejercicio.

Cuando Alex, después de venir de la Universidad, fue a darle a su


madre la tarjeta…
-¿Cuánto tienes mi amor?
-Creo que unos mil trescientos dólares mamá.
-Ven, vamos a comprarte unos trajes y ropa de trabajo y tengo que darte
algo que es tuyo.
Y se fueron una tarde los dos y le compró ropa a su hijo, cinco trajes
para el trabajo, camisas y zapatos, una cartera y un maletín y un pc y un
móvil nuevo.
-Mamá te has pasado.
-Los necesitarás para el trabajo. Con ese dinero lo pagas, nos lo
gastamos lo que quede en ropa y perfume por ti.
-Peluquería.
-También.
Y cuando acabaron, se sentaron en el centro comercial.
-Hijo…
-Dime mamá, ya no queda dinero en la cuenta.
-Te invito a la merienda.
-Eres un caso mamá. Estás tan joven y guapa… No me extraña que papá
esté tan enamorado de ti.
-Como yo de él, es el hombre de mi vida y lo siento por Nolan, no quiso
serlo.
-Lo sé.
-Bueno, es tu padre y al final se ha portado bien contigo.
-Sí, me ha mandado dinero todos los meses, me llamaba y ha ido a
verme.
-Lo sé, por eso te hemos mandado menos de lo que pensábamos, él
quiso darte lo de siempre desde que se fue a California y se casó.
-Sí.
-Y tengo guardado ese dinero, y un millón que te dieron tus abuelos
cuando vendieron el rancho.
-¿En serio?
-Sí, lo guardé para este momento. Tienes un millón ciento sesenta y
nueve mil dólares.
-Joder mamá…
-Sí son tuyos.
-Quédate con esa tarjeta, te lo transfiero y cierro la cuenta. Ya no creo
que te dé más dinero, a no ser a la otra.
-Mamá es una pasada.
-Lo es y además tienes trabajo.
-Sí, y me van a pagar a 5000 dólares mensuales.
-¡Qué barbaridad!
-Se gana más, pero soy novato. Te daré algo por estar en casa.
-Ninguno de mis hijos pagará nada en casa de sus padres, papá no
querrá y yo tampoco.
-Sabes que en un par de años me independizaré.
-Lo sé. Cuando tengas una chica o ganes más o quieras, pero quédate un
par de años y ahorras.
-Mi padre, Nolan habló conmigo.
-Sí.
-Sí, quiere darme parte para comprarme un apartamento.
-¿En serio?
-Sí, dice que no tienes más hijos que yo.
-Le he dicho que en un par de años.
-Me alegro mucho, si tu padre te da algo, nosotros también y te
compras uno.
-Mamá.
-Así no pagarás hipoteca, tu padre y yo tenemos para compraros un
apartamento a cada uno. La cafetería va muy bien y hemos ganado en estos
seis años casi cuatro millones libres que tengo guardados, porque con el
sueldo de tu padre y el mío tenemos para los gastos de casa y pagarle a
Ane.
-Joder mamá, sí que eres buena gestora.
-Sí, tenemos unos 85 millones y pico, porque siempre tengo un
remanente para la cafetería, tu padre cree que tenemos menos. Él no se
preocupa, pero yo sí, y quería universidad y apartamento para todos mis
hijos. Sin que se pasen y guardar para cuando nos jubilemos tu padre y yo.
-Mamá, eres la mujer más maravillosa del mundo, ojalá encontrara yo
una chica como tú.
-Encontrarás tu propia chica mi amor. Sabes todo lo que te quiero y he
hecho todo lo posible para que no te falte nada, si quiere irte antes, lo
haces.
-No, me quiero quedar con vosotros. Si salgo con alguna chica ya veo.
-Vale mi niño, aún eres joven.
-Para ti siempre lo soy.
-Eres tan guapo como tu padre.
-Pero tengo tu color de ojos.
-Eso sí.
-Bueno, nos vamos a casa, antes de que se arruguen los trajes.
-Vamos.

Ese mes su hijo descansó en la piscina, en el gym, se puso al día del


bufete, había pasado una mañana y se enseñaron su despacho. Iba a llevar
casos financieros de empresas, denuncias, etc. E iba a ir con un abogado de
la empresa seis meses para aprender y luego si se quedaba en plantilla iba
él solo con sus propios casos. Y un sueldo más alto.

West, estaba orgulloso de él y el primer día que se incorporó al trabajo


pasó por la cafetería y cuando su padre lo vio con traje y su maletín, se
emocionó. Entró al despacho de ella y lo abrazó.
-Hijo, te quiero, eres todo un hombre, ¡Mírate!
-Papá, yo también te quiero.
-Que tengas un buen día.
-Te contaré por la noche.
-Vale hijo.

Y así pasaron otros dos años y Alex cumplió 26 años en marzo y ese
mismo año, terminaban los gemelos el instituto en junio.
Y el domingo les dijo a sus padres que quería independizarse, que
ganaba un buen sueldo y que había encontrado en la misma avenida, justo
entre sus dos padres un apartamento de tres dormitorios y un despacho,
por siete millones y su padre le dio cuatro para comprarlo.
-Pues nosotros te damos el resto y te lo decoramos. Te daremos otros
cuatro.
-Está pintado y reformado, solo faltan los muebles. Os quiero a todos lo
sabéis.
-Sí. Te transferimos cuatro y así tienes para los impuestos y para
decorarlo a tu gusto todo y puedes llevarte lo que quieras de casa, así si los
gemelos quieren dormir solos, que ocupen tu dormitorio.
-Sí, -dijeron -cada uno su dormitorio y despacho.
Y así su hijo Alex vivía relativamente cerca en un piso que le dejaron
precioso. Contrató una señora un par de horas al día y ganaba un buen
sueldo.

-Te emocionas… -Le dijo West por la noche.


-Sí, me emociono cariño, ya soy mayor, pero se nos va uno del nido del
todo.
-Pero cielo si pasó seis años en la universidad.
-Pero no era lo mismo, luego estuvo casi dos años en casa después.
-Seguro que sale con alguna chica y quiere su independencia, pero es un
afortunado, apartamento un buen trabajo y dinero a los 26.
-Sí, ¿verdad?
- ¿Tenemos para eso?
-Pues claro, y para los otros.
-Nunca me dices qué tenemos cielo.
-81, con lo que le hemos dado.
-¿Todo eso?
-Sí, la cafetería es una minilla de oro. ¿Entonces no ponemos más
cafeterías?
-Ni hablar, es preciosa, la reformamos de vez en cuando como la casa y
tenemos nuestros clientes y buenas ganancias anuales. Somos mayores ya,
cielo.
-¿Estás cansado mi amor?
-No, sabes que no me cansa el trabajo porque es lo que me gusta y tú te
ocupas de lo que no me gusta.
-Que es lo que me gusta.
-Nos quedamos solos en unos meses. Estos se van a la universidad.
-Lo sé.
-Creo que podrás gritar por primera vez en tu vida.
-¡Qué loco estás!
-Aún estoy fuerte, tengo 46 años. Creo que me voy a quitar las rastras.
-¿En serio? Pues yo me corto el pelo por los hombros y me echo unas
mechas rubias.
-Sí, cualquier día te doy una sorpresa, cuando se vayan los chicos a la
universidad.
-¡Ay Dios mío!, mira que si luego no me gustas…
-Tú me gustarás, cambio una morena por una rubia. Así pruebo las dos.
-Y ella se reía.
-La barba no, recortadita, para hacerte cosquillas pero el pelo, estoy
cansado.
-Bueno, cambiemos.

Y en septiembre, en cuanto los gemelos entraron en la universidad de


Harvard, West a hacer arquitectura y John Criminología, West como dijo,
se quitó las rastras y cuando llegó a casa más tarde de lo normal y ella lo
miró.
-¡Ay Dios, Dios mío, qué guapo! Si te han dejado como un joven…
-Me encuentro bien, parece que me he quitado un peso de la cabeza.
-¡Qué tonto!
-¿Te gusta?, me noto raro -
-¡Estás buenísimo mi amor!, quiero gritar.
-¿Quieres, mi rubia?
-Sí.
-Un baño antes.
-Me voy contigo. Acabo de cambiar de hombre, me parecerá que soy
infiel a mi marido
-Ven tonta y se la echó al hombro.
-¡Ay dios West!, estás loco.
-Sí, pero disfrutaremos los que nos quede de vida sexual, estamos solos
mi chiquita.
-La casa está vacía.
-Estamos los dos.
-Y nos arruinaremos.
-Tienen beca.
-Es verdad. Hemos tenido suerte con los chicos.
-Te quiero mi amor.
Y se desvistieron dejando un rastro de ropa por la habitación y West le
hizo el amor como a ella le gustaba. Y podía gemir fuerte y gritar su
nombre.
-Y ahora a la cama.
-¿Otra vez?
-Es que no tener a los chicos y no tener el pelo, me da alas.
-Está bien, volemos, mi amor.
-Mi chiquita. ¡Qué feliz soy!
-Yo también y más lo vas a ser y se metió entre sus piernas…
Cuatro años después…

CUATRILOGÍA. LOS HIJOS DE MÓNICA AMDER.

II. ALEX.CAPÍTULO DIEZ

-Venga chicos, que tengo que estar ya en casa de tu hermano.


-Se nos casa el primero mi amor.
-No te estreses, es domingo y tenemos aún una hora. Estás bellísima. Sí
con 50 años
-Y con 60 lo estarás, preciosa,
-¿Niños cómo vais?
-Bien mamá. Ya casi estamos.
Iban todos con trajes preciosos, los chicos habían terminado la
universidad e iban a hacer un master de dos años como lo hizo su
hermano.
Alex se casaba esa mañana. Era un abogado de prestigio, tenía casa y
dinero y una familia maravillosa que lo adoraba.
Y su novia… su novia era…. Una chica estupenda. Cuando la conoció
le decía a su madre que era como ella, y que estaba enamorado de ella
como sus padres lo estaban que era la mujer de su vida….
CUATRILOGÍA
LOS HIJOS DE MÓNICA
AMDER

II. ALEX

ERINA ALCALÁ
Seré un ladrón de minutos
Para estar más tiempo contigo.
CAPÍTULO UNO

La madre de Alex Ponce siempre estuvo enamorada desde que tuvo 12


años del padre de Alex, Nolan Wilson, su vecino del rancho de al lado,
pero este, unos años mayor que ella nunca se fijó en esa chica seria, tímida
pequeña y callada que fue. A parte de tener novia desde el instituto, Pam,
la chica rubia, animadora y guapa.
Su madre, Mónica Ponce, había nacido en Málaga, España, de padre
malagueño y madre americana, cuyo abuelo, el bisabuelo de Alex, tenía un
rancho en Dubois, un pueblo del estado de Wyoming y cuando este murió,
los padres de su madre tuvieron que irse desde Málaga a hacerse cargo del
rancho. Y su abuelo lo hizo próspero.
Sin embargo, la noche de la fiesta de graduación del instituto, sus
padres lo concibieron.

Sin saberlo, su abuelo, el padre de su madre quiso que su madre


Mónica, estudiara en la universidad de Málaga y así estar con sus abuelos
paternos.
Y allí nació Alex, al que su madre le puso su apellido y nunca, ni su
abuelo ni su padre supieron de él hasta que su madre, regresó al rancho
seis años después.
Él era pequeño y recordaba poco, recordaba haber conocido a su padre
en el rancho cuando volvieron de España, poco tiempo, pero también
recordó que su padre iba a tener otra hija con su novia que se había ido a
California y había vuelto embarazada, llevándose a su padre consigo.
Sin embargo, la novia de su padre perdió a su hija en el parto. Pero se
casó con ella, meses después y él siguió con su madre que tuvo que
hacerse cargo del rancho y ponerlo a punto al morir su abuelo. Recordaba
cómo estuvieron los dos solos y cómo su madre trabajó e iba de un lado a
otro hasta dejar el rancho precioso.
Contrató a trabajadores y se enamoró del cocinero, un chico de
Montana, West y al que quiso más que a su propio padre que no fue a verlo
nunca más, salvo llamarlo por teléfono y mandarle dinero mensualmente.
No lo volvió a ver hasta los 17 años. Sin embargo, sí recordaba irse al
rancho de al lado de pequeño y hasta los 17, con sus abuelos, los padres de
su padre que lo querían mucho.
Su padre nunca le puso el apellido y su madre no quiso que West, su
marido, le pusiera el suyo, para no hacer daño a su verdadero padre Nolan,
y pasó a llamarse Alex Ponce, el apellido de su madre que siempre tuvo y
no quiso cambiarlo.
Su madre tuvo dos gemelos de su padre West, el que lo había criado con
amor y lo quería como su propio hijo, y a los gemelos les puso su segundo
apellido para que todos sus hijos tuvieran el suyo, Ponce, así sus hermanos
a los que llevaba siete años, West y John, se llamaban Amder Ponce.
Cuando Alex acabó el instituto, tanto sus abuelos paternos como su
madre, vendieron sus ranchos y se fueron a Nueva York. Su madre le dijo
que iban a cumplir el sueño de su padre West.
West era un tipo alto, más que su padre, guapo y fuerte de ojos negros
profundos como sus hermanos. Era de Montana y tenía un rancho, que su
hermana mayor, le hizo vender cuando murió su padre. Y aún conservaba
la mitad del dinero de su rancho, pero al ver el anuncio de su madre
buscando cocinero años atrás, fue a Dubois y nunca se arrepintió.
Años atrás había estado cuatro años en Nueva York haciendo un curso
extenso de chef, pero dejó su sueño de montar un restaurante por su madre.
Se enamoró perdidamente de ella y nunca había visto una pareja que se
amara más que sus padres. Siempre se lo decía a su madre, que quería un
amor como el de ellos y una mujer como su madre, que se amaban tanto.
El no veía que discutieran sino por tonterías y su padre cogía a su
madre en alto y se le quitaba el enfado, y siempre estaba cogiéndola y
besándola y ella a su padre igual.
Siendo él pequeño, participaba en esos juegos. En la adolescencia, le
parecían pesados, pero después eran una envidia para todo el mundo. Eran
su media naranja, el amor de su vida cada uno.

Cuando se fueron a Nueva York, compraron un apartamento enorme y


precioso y sus padres montaron una cafetería justo en el bajo del
apartamento.
El edificio tenía gimnasio y piscina. Y su madre siempre era la madre
generosa que no quería que no le faltara nada a sus hijos, y su padre era
más recto y lo respetaban y querían y
West, se emocionaba a veces, sin disimular nada.

Justo el año que se cambiaron a Nueva York, Alex recibió una beca para
estudiar en Harvard, había solicitado Derecho y allí, conoció a su mejor
amigo, de Wyoming, de Cheyenne, la capital y durante los seis años que
permanecieron en la universidad, fueron los mejores amigos. Iban juntos a
todos lados, estudiaban, salían con chicas. Más un tonteo que otra cosa los
primeros años, pero el cuarto año de universidad, Alex creyó enamorarse
de una chica que en una de las fiestas que hicieron, chocaron y ella le echó
su refresco encima.
Tenía 21 años y cuando miró la cara de esa chica asustada y preciosa,
supo que había tenido la mayor suerte del mundo.
-¡Ay Dios! Lo siento, siento haberte echado…
-No pasa nada, ha sido un accidente- Dijo él casi encantado.
- Lo siento de verdad- Dijo de nuevo la chica.
-Te lo perdono si vienes a que me cambie.
-¿A tu habitación?
-No te voy a comer.
-¿Qué estudias?
-Derecho ¿y Tú? -Le preguntó Alex.
-Yo también.
-¿Que año?
-Cuarto.
-Yo tercero- Dijo ella.
-Pero no eres de aquí por el acento, digo…
-No, soy española, de Málaga. Marbella en concreto.
-¿En serio?
-Sí, ¿Por qué?
-Yo nací allí, mi abuelo también lo era y mi madre, pero me viene a los
casi seis años a Wyoming a nuestro rancho, ahora vivimos en Nueva York-
Le contaba mientras caminaban hacía su dormitorio.
-¡Qué casualidad! Yo soy de Marbella y mis padres quisieron que
estudiara en esta universidad.
-¿Tienes beca?
-No, ¿Tú sí?
-Sí- Dijo Alex.
-¡Qué suerte!
-¿Cómo te llamas?
-Sofía ¿Y tú?
-Alex encantado, ya llegamos y me cambio.
-Vale.
Y lo acompañó a través del campus y se metió en el baño y se cambió.
-Bueno, ya está. ¿Volvemos a la fiesta?
-Sí.
-¿A qué se dedican tus padres?
-Mi padre es médico y mi madre también.
-¿Son ricos?
-No demasiado, solo que ganan bien y mis abuelos me dan algo para la
universidad.
-¿Tienes más hermanos?
-Sí, tengo uno mayor. Julio. Es policía en Málaga, pero ya es
independiente.
-¿Qué edad tienes?
-20, pronto cumpliré 21 en marzo.
-Yo 21. Y cumpliré en unos meses 22. Nunca te he visto por aquí
-Siempre estoy en la habitación o en la biblioteca. Tengo que estudiar,
no puedo dejar que mis padres se sacrifiquen y no aprobar los exámenes.

A partir de esa noche, Alex, un chico de 1,85, de ojos verdes, pelo


oscuro y cuerpo formándose, se creyó enamorado de Sofía, pequeña como
su madre, si pasaba de 1,60, con unos ojos castaños claros y un pelo
castaño por media espalda que era su debilidad, tenía un cuerpo precioso.
Y cada vez que tenían un rato libre estaban juntos. Eran inseparables,
así como su amigo Jim de Wyoming que se echó otra novia Karen de
Nueva York. Iban los cuatro a la biblioteca, a comer y cenar y salían por
Cambridge.
Y dos meses después de conocerse, hicieron el amor en un hotel de
Cambridge un fin de semana que se quedaron solos.
Él, ya se había acostado con algunas chicas en tonteos los años
anteriores. Pero para Sofía era su primera vez y fue muy especial para los
dos. Fue intenso y estaban enamorados como adolescentes.
Él adoraba a esa chica buena que lo adoraba a él. No había otra. No se
lo quiso contar a sus padres hasta que esa relación tuviera más tiempo, y
además no quería preocuparlos y que pensaran que no estudiaba y
estudiaba más con ella.
Alex era muy cariñoso, y lo que aprendió de su padre West, lo ponía en
práctica, la cogía al vuelo, la besaba siempre, la tocaba y era su pequeña
española.
Así estuvieron un año y medio, saliendo. Y cuando Alex empezó el
master, justo a la mitad del primer año de los dos que hizo de master, y
cuando Sofía, terminaba la carrera, los padres de Sofía murieron en un
accidente de coche y tuvo que volver a España para no volver más.
Y aquello fue muy duro para ambos que estaban tan enamorados. Alex
recordaba como lloraban el día que ella tomó el tren para irse al
aeropuerto de Nueva York.
Era el fin de todo.
Alex se hundió en los libros y su amigo Jim, hacía lo que podía porque
sabía lo enamorado que estaba de ella.
Hablaban por Skype, pero sabía que eso no llevaba a ningún lado y ella
no quería sufrir más de que ya sufría por la muerte de sus padres, y dejó de
hablar con él. Le dijo que se buscara otra chica y la olvidara.

Alex terminó su master, pero nunca olvidó a Sofía, estuvo dos años en
casa de sus padres y lo llamaron para trabajar en un bufete, y a los 26 años,
se independizó, tenía trabajo, un apartamento situado en la misma avenida
que vivían sus dos padres, y que le pagaron y decoraron entre ambos
padres, y además tenía dinero.
Sus abuelos cuando vendieron el rancho le habían dado un millón de
dólares que su madre junto con lo que le había ido dando su padre Nolan a
lo largo de los años, recibió. Y su cuenta fue aumentando con los dos años
que vivió en casa de sus padres y que no quisieron cobrarle nada.
Vivía feliz, tenía todo, chicas no le faltaban y a veces veía a su amigo
Jim que se mudó a Nueva York y seguía con Karen y cuando los veía
juntos, se acordaba de Sofía, pero eso ya no podría ser.
Sin embargo, ninguna chica fue como Sofía en esos años.

Sofía por su parte, al año siguiente y con uno de retraso, tuvo que
repetir curso en Málaga, el último de Derecho, en cambio el master duraba
un año allí, así que cuando acabó tenía 24 años y vivía con sus abuelos.
No había olvidado a Alex y nunca más salió con otros chicos.
Quería ir a Nueva York, pero ¿Cómo encontrarlo?, quizá tuviera novia,
quizá… Pero iría.
Así que una noche cuando había acabado su master quiso irse a Nueva
York y así se lo dijo a sus abuelos que, acongojados, no querían perder a su
nieta.
Su hermano en cambio le dijo que si ese era su deseo, se fuera y
probara, si no, que volviera. Era su vida.
-Pero abuelo, está mi hermano Julio, he hablado y con él y con
Manuela.
-¿Y qué te ha dicho tu hermano y tu cuñada?
-Que haga mi vida. Hemos repartido el dinero y vendido la casa de mis
padres.
-¿Y cuánto tienes hija?
-Después de pagar el máster, casi 500.000 euros, serán más en dólares,
alquilaré un apartamento en Manhattan.
Donde vivía Alex con la intención de verlo. Esa era la única intención,
encontrar trabajo también, pero verlo…
-Un apartamento pequeño y buscaré trabajo en un bufete.
-Está bien cariño, te daremos algo más nosotros y a tu hermano. Si es lo
que quieres...
-Me iré cuando pasen los reyes, me quedaré aún un par de meses
mientras renuevo el carnet, vendo el coche y quiero pasar las Navidades
con vosotros.
-¡Ay cariño! que lejos tan sola y con 24 años…
-Cuando me vaya tendré casi 25. Los cumplo en marzo abuela.
-Los que sean, eres tan joven y esa ciudad es tan grande, tan lejos… Y
estarás sola.
-Abuela, vendré todos los años a veros, lo prometo, en vacaciones
estaré con vosotros.
-Mi niña…

Y el diez de enero, iba camino de Nueva York, en primera, con dos


maletas, su bolso de mano, más de 650.000 dólares y un apartamento
alquilado que había visto por internet de un dormitorio y un pequeño
despacho en una de las avenidas de Manhattan, de zonas juveniles.
Aún tenía que ver el apartamento antes de firmar el contrato y así se lo
dijo al agente antes de ir o decirle que se lo quedaba, porque las fotos eran
una cosa y cuando lo veías, era otra cosa bien distinta
Y con el agente, quedó en la puerta. Lo llamaría al llegar al aeropuerto
y el tiempo que tardase desde el aeropuerto en taxi, la esperaba el agente
en la puerta para darle las llaves y hacer el contrato. Ya sabía la dirección.
Ella pidió en un buen sitio, amueblado y limpio, pintado y con muebles
decentes, por algo le costaba tres mil quinientos con comunidad. Algo caro
si no encontraba trabajo pronto, pero llevaba todos sus títulos ya para
poder trabajar en Nueva York. Y en cuanto estuviese instalada, buscaría
trabajo.

Cuando llegó a su apartamento, le encantó. Era soleado, luminoso y los


muebles le encantaban, un baño y vestidor en su dormitorio, una cama
grande, y un aseo y despacho pequeño, un salón suficiente, con comedor
para cuatro y una cocina pequeña de concepto abierto.
-Es precioso. Algo caro.
-Pero está en el centro. No los hay más baratos. Esto es Nueva York- Le
dijo el agente.
-Eso sí, -Y se quedó con él. Hicieron el contrato, le pagó al agente
inmobiliario y se dispuso a poner la alarma y ducharse para empezar, y
salió a tomar algo a una cafetería cercana, y se acostó a plomo en la cama.
Estaba tan cansada…
Durmió hasta el día siguiente en que salió de nuevo a comer y hacer
una compra de alimentación y limpieza, aunque más limpio no podía estar
el apartamento.
Cuando colocó lo que había comprado, empezó a sacar sus maletas,
planchar la ropa y no le apetecía hacer de comer.
Fue a dar un paseo y comió algo y compró algunos adornos, flores y un
jarrón, alguna planta y materiales de oficina, fax, impresora, un pc nuevo y
un nuevo móvil.
Iba cargada, Eso lo pondría al día siguiente y eso hizo.
Y se acabaría el descanso.
Cuando tuvo su despacho listo, empezó a buscar trabajo, tanto por
internet, como por el periódico, como enviando currículums a los bufetes
de abogados y despachos. Ella había elegido la rama criminalista del
derecho y quizá podía tenerlo más fácil. Porque era la más complicada y el
hecho de haber sacado buenas notas en Harvard, podía ir en favor de su
currículum.
CAPÍTULO DOS

Ya llevaba Sofía casi un año en Nueva York, había encontrado trabajo


en un buen bufete y acababan de dejarla en plantilla con un despacho y una
ayudante y poder preparar sus propios casos y llevar a su ayudante al
juzgado sola, no ir ella como ayudante.
Ese día estaba radiante y feliz.
Había pasado un a Navidad sola, pero a ella no le importaba, le
encantaba el sitio donde vivía, la zona, a los de la cafetería los conocía y
saludaba y a los del supermercado. Era abierta e inteligente, extrovertida y
risueña.
Era feliz, pero a pesar de que ya iba a cumplir 26 años en marzo, no se
había atrevido a buscar a Alex. Tampoco lo hizo sin saber si iba a quedarse
del todo allí, pero ya sí que se quedaría y quizá ya era hora de buscarlo.
¿Y si la había olvidado? Bueno, serían amigos, de todas formas, con los
años que habían pasado no podrían ser otra cosa, no creía que Alex se
hubiese casado tan joven, pero seguro que tendría novia o algo similar. Era
tan guapo y abogado, estaría trabajando y era imposible que no saliera con
alguna chica y eso tenía que asimilarlo ella. Y tendría que empezar a salir
con chicos, no sin antes encontrarlo.
Y buscó Alex Ponce en todas las páginas de trabajo, abogados, derecho,
por todos sitios y lo encontró. Solo había uno, no podía haber dos Alex
Ponce abogados.
Lo encontró en una página de bufetes de abogados. Sabía dónde
trabajaba, a cuarenta minutos de su casa, ella trabajaba a media hora
andado de casa e iba andando todos los días, así hacía ejercicio al ir y al
venir, iba súper vestida y maquillada y se acostumbró a llevar y traer
zapatillas y al llegar al bufete, ponerse los tacones elegidos para el traje de
ese día.
A ella le hacía gracia porque la mayoría de las chicas hacían lo mismo
a parte de llevarse el café por la calle, pero a ella eso no le gustaba.
Desayunaba y se iba. Se levantaba más temprano e iba ya desayunada.
Uno de los días, le llegó un caso a su mesa y empezó a temblar, porque
la parte contraria la llevaba el despacho de abogados de Alex. Un abogado
llamado Jack. Ya se informó que tenía fama de duro e implacable en el
juzgado, pero ella, no era tonta tampoco, era más joven, pero también era
implacable y dura si tenía que serlo.
A los cuatro días quedó con el abogado de la parte contraria y su
representado, tenían cita en el despacho de abogados de Alex. Ella hubiese
preferido en su espacio, pero accedió al final. No tenía inconveniente. No
porque diera su brazo a torcer ni que por un momento creyera ese Jack que
ella era ingenua joven y tonta. Seguro la había estudiado como ella a él,
era lo primero que se hacía.
Ella lo hizo por si podía ver a Alex. Iba a preguntar por él cuando
terminara la reunión.

Y cuando entró en el despacho de abogados con su defendido, sabía que


eran peces gordos y que, si no se crecía, se la comerían con patatas. Su
bufete era un bufete bueno, pero ese era de gente rica y adinerada, y tenían
un ranking de casos ganados del 90%. Y ella tenía que demostrar que iba a
pisotear a esa cucaracha de Jack, aunque el tío estaba bueno y tenía 33
años, siete más que ella.
Cuando se reunieron en la sala, su representado parecía una criatura
desamparada, pero ella que iba guapísima, entró con decisión al despacho,
pisando fuerte.
-¡Hola! ¿Jack Redmond? -y el abogado se levantó del sillón sonriente y
educado de la sala donde se iban a reunir y era alto, pero a ella no la
dominaba nadie.
Era alto, era guapo, tenía una voz preciosa y le apretó con decisión la
mano. La miró de arriba abajo y ella sintió calor en su cuerpo. Hacía
tiempo desde Alex que nadie la miraba y pensaba acostarse con ella y eso
sintió.
Se sentó junto con su representado frente a ellos, y esperó a que Jack
hablara primero.
-Bueno, señorita Méndez, este es el trato. Mi representado pide 500.000
mil dólares y nos olvidamos de todo ahora mismo.
Y habló en silencio con su defendido.
-Vamos señor Redmond, sabe que eso fue un accidente. Vale que mi
representado entró con un cuchillo en la tienda con intención de robar,
porque no tenía para comer, pero fue su representado el que le quitó el
cuchillo y se hirió con él. Mi representado no tiene dinero para pagar
medio millón de dólares. Pero tengo una proposición que hacerle.
-Díganos señorita Méndez.
-Trabajará gratis un año a media jornada para el señor Blond y aparte le
dará 50.000 dólares.
-¿Y de dónde sacará 50.000 dólares si no tiene para comer?
-Eso es cosa suya, ¿Pero si no tiene 50.000, ¿cómo su defendido le pide
medio millón?
-Mi representado no acepta el trato.
-Irá a la cárcel pero de ningún modo podrá pagarle, como mucho tendrá
que hacer trabajos a la comunidad, siempre será mejor que le trabaje a él.
Es una buena persona. Y la primera vez que lo hace. No tiene antecedentes
y sí una familia con necesidades.
-No aceptamos. Nos vemos en el juzgado.
-Bien, pues nos vemos en el juzgado.
Era un reto el que le había hecho ese hombre.
Ella habló con su representado y le dijo que se verían al día siguiente
las once, tenía otros dos casos y tenía que hablar con Jack y con Alex si
estaba. Y el chico se fue

Cuando ambos abogados se quedaron solos…


-¿Quiere de verdad que ese chico vaya a la cárcel un par de años?
-Eso quiere mi representado.
-Pues déjeme que le diga que lo considero cruel, la cárcel no va a
hacerle nada bien, he conocido a su familia y aunque sea negro, eso no
significa que sean malas personas, es la primera vez que lo hace.
-¡Qué pena!
-¿En serio me dice eso?
-En serio Sofía.
-Señorita Méndez para usted.
-Está bien. Es usted como su representado.
-¿En qué se basa?
-En sus buenas intenciones, ¿En qué me voy a basar? Pero se olvida que
llevaba un cuchillo.
- Lo sé pero no tenía intención de hacer daño.
-Señorita, esto es la ley aquí somos lobos, y la oveja pierde.
-Pues es una pena, oveja.
Y él rio con ganas.
-Es usted muy graciosa y me gusta su acento.
-Gracias. ¿Puedo hacerle una pregunta? -Mientras salían de la sala.
-Y dos.
-¿Trabaja aquí Alex Ponce?
-Sí, en la segunda planta, es más implacable que yo, ¿Lo conoce?
-Sí estudiamos juntos en Harvard, quería saludarlo.
-Pregunte en la segunda planta, allí trabaja él y su novia.
-Gracias dijo ella.
Y no supo si pasar o no, pero ya estaba allí, por qué no iba a pasar…
-Sofía, -Le dijo Jack antes de despedirse.
-Sí.
-La invito a una copa.
-¿Después de lo que me ha dicho?
-El trabajo es independiente de la puerta de salida.
- ¿Puede hacerlo?
-Debo hacerlo y usted también, si no, mal asunto.
-¿No está casado?
-Ni tengo pareja, no la invitaría de otro modo.
-Está bien acepto. Si Alex tenía novia…
-Paso a recogerla hoy.
-Prefiero mañana sábado, tengo asuntos pendientes hoy.
-Si tiene novio retiro la propuesta.
-Si tuviera novio, no aceptaría.
-Perfecto.
-¿Dónde vive?
-No me atrevo ni a darle mi dirección al lobo.
Y Jack, se reía
-Vamos, no me la comeré todavía.
Y a ella no le importaría que se la comiera, porque estaba buenísimo,
pero estaba Alex.
Y se la dio.
-A los siete pasos mañana a recogerla.
-Está bien.
-Tengo tu teléfono.
-Cómo no, y yo el tuyo. Adiós lobo.
Y tomó el ascensor mientras Jack iba riendo a su despacho, era pan
comido.

Al llegar a la segunda planta, preguntó por Alex y una chica alta y


rubia, abogada, le dijo que era su novio y que de qué lo conocía y ella le
dijo que se había enterado por casualidad de que trabajaba allí, que habían
estudiado en Harvard juntos, hacía mucho tiempo y que tenía un caso con
Jack.
-Cuidado con ese hombre.
-Ya lo he visto.
-Si esperas, tarda cinco minutos en venir, acaba de llamarme, te dejo en
su despacho, tengo que irme fuera a un caso.
-Bien, gracias.

A los diez minutos entró Alex en el despacho y vio a una mujer sentada
de espaldas y su corazón dio un vuelco, no podía ser…
Pero era. Ella se levantó y se dio la vuelta. Estaba preciosa y ambos se
pusieron nerviosos.
-¿Sofía? ¿Pero qué haces aquí?
-¡Hola Alex! ¿No me saludas?
Y se abrazaron y él sintió los pechos de ella en su cuerpo, su calor, la
sensación extraña de que no la había olvidado. Y de que era la única.
-Me alegro de verte, sabía que llegarías lejos.
-Y tú también.
-Estoy trabajando para un bufete menos ostentoso que este. Tu novia
me ha dejado aquí en tu despacho, es preciosa Alex.
Y él se sintió desazonado, porque cuando la vio, el mundo desapareció
bajo sus pies. Cuando estuvo con ella, era una jovencita, pero ahora era
toda una mujer preciosa y elegante.
-Pero cuéntame desde cuando estás aquí, todo eso- y ella le contó todo.
-¿Pero por qué no me has llamado antes, en cuanto volviste?
-No quería por si no me quedaba en Nueva York. Tenía miedo de que
estuvieses con otra mujer, no…
-¡Joder Sofía, si me hubieses llamado!
-¿Por qué?
-Llevo siete meses saliendo con Marie.
-¿No hubieses salido con ella?
-Por supuesto que no, no te he olvidado a pesar de todo, lo sabes, estuve
enamorado de ti, mucho. Eras toda mi vida y ahora estás aquí y nada ha
cambiado Sofía.
-Lo sé y yo también y sufrimos mucho, pero ahora solo nos queda ser
amigos.
-¡Joder, maldita sea!, ¿Y has venido a verme?
- En parte, pero tengo un caso con Jack.
-¿Con Jack?, es criminalista.
-Como yo. Quiere ir a juicio.
-Te despedazará en el juzgado.
-Ya veremos.
-¡Joder!
-A cambio me ha invitado a salir.
-Se acostará contigo seguro.
-Bueno, no estaría mal, Alex, tú tienes novia.
-¡Madre mía Sofía!
-No tenía que haber llegado Alex, perdona y se levantó para irse, no
quería que tu vida cambiara. Ni quiero, solo quería saber cómo te iba la
vida.
-No puedes aparecer en mi vida e irte de nuevo. No te dejaré.
-Alex, Marie es una chica encantadora y no voy a salir contigo, si es eso
lo que pretendes.
-¿Sales con alguien?
-No con nadie, pero esa no es la cuestión, vamos Alex, tengo que irme.
Ya te he visto.
-No es así la cuestión, Sofía. Dame tu teléfono.
-Con una condición, no quiero que tu vida cambie, solo como amigos.
-Está bien, como amigos- Y a ella no le sonó convincente.
-Te dejo ya. Tengo asuntos pendientes.
Y lo abrazó.
-Vamos, reflexiona, no seas impulsivo, lo nuestro fue y se acabó, Alex.
-¡Dios Sofía! Eso ya lo veremos. Te llamaré.
-Muy bien.
-Adiós Alex.
Y un cuerno- dijo cuándo se fue. Esto es el principio. Acaba de empezar
y esta vez no te dejaré marchar. Conocía a Jack, se acostará con ella.
¡Maldita sea! Pero qué, joder… joder… menudo puto día llevo.
Sofía sabía que había sido un error en el momento en que Alex se puso
alterado al verla. Ella también y estaba fantástico, guapo y elegante, era un
hombre, no el joven que conoció sabía que no podía ser suyo, ni ella era de
las que destrozaban parejas. No debía haberlo visto desde que Jack le dijo
que tenía novia, pero no se esperaba bajo ningún concepto que rompería la
relación de Alex.
No quería, no quería hacerlo infeliz, al contrario, quería que fuese feliz
y su novia le cayó muy bien, era una buena chica, agradable y amable. No
debió hacerlo, pero ya no tenía solución.
Y ahora la llamaría y querría hablar con ella.
Bueno si era solo hablar no tendría inconveniente, pero hasta ahí.
Estuvo toda la tarde alterada, menos mal que no había quedado esa
noche con Jack, el lobo.
Porque ese hombre era peligroso y ella hacía mucho tiempo que no
hacía el amor. Y eso era peligro seguro. Pero era libre.

Se dio una buena ducha caliente y larga. Se secó el pelo y se hizo algo
de cena. No pensaba hacer nada más. Ese último día de la semana había
terminado con sus fuerzas, quizás el domingo o al día siguiente por la
mañana mirara los casos que llevaba para seguir preparándolos. Porque en
dos semanas, tenía que ir tres días al juzgado, era estresante, pero le
encantaba.
Había acabado de cenar y recibió una llamada. No tenía registrado ese
teléfono, pero sabía que era Alex.
-¡Hola Sofía!, ¿Molesto?
-No, he acabado de cenar.
-Pensé que habías salido.
-Mañana salgo a tomar una copa, es una de las pocas veces que salgo
Alex.
-Quiero verte, tenemos que hablar.
-Tienes novia Alex no sé de qué quieres hablar.
-De cómo nos ha ido, como tú dices como amigos.
-Está bien. Por la mañana y damos un paseo por el parque.
-Comemos al mediodía. Y tomamos café.
-Como quieras.
-Dame tu dirección- Y ella se la dio.
-Te recojo a las once.
-Me viene bien, así puedo trabajar un poco.
-Hasta mañana Sofía.
-Hasta mañana- Y registró su número en el teléfono porque sabía que la
llamaría más veces.
Alex, Dios mío, no quiero sufrir. – Se dijo. Durmió inquieta esa noche
sabiendo que Alex estaba con otra mujer. Quizá vivían juntos, o no, pero se
enteraría.

Por la mañana, después de desayunar, trabajó un par de horas y media


hora antes de que viniese Alex a por ella. Se vistió, informal. Llegaba la
primavera y eligió ropa cómoda. Ya vestía con trajes toda la semana y se
pondría guapa esa noche.
-¡Hola Alex!
-¿Vives aquí sola?
-Sí, pasa, te enseño el apartamento.
-¿Es comprado?
-¿Estás loco?, No tengo dinero para eso, es alquilado y caro, no creas,
pero no tengo más pagos, limpio y cocino.
-¡Vaya, es bonito y coqueto!
-Sí, pequeño, pero soy pequeña y no necesito más espacio.
-Me gusta.
-¿Tú vives solo?
-Sí, tengo uno a 20 minutos de aquí. Es mío, mis padres me dieron el
dinero, mi padre y mis otros padres.
-Suerte de tener dos padres.
-Sí, se rio Alex. Tiene tres dormitorios y un despacho.
-Señorito pijo- Le sonrió.
A ella le llegó su perfume olía mejor que bien.
-He venido andando.
-Mejor necesito andar, vamos.
Y fueron andando
-¿Qué pasó con tus padres?
-Murieron y perdí ese año de curso, no me lo convalidaron. Ni tenía
fuerzas tampoco para terminarlo. Me quedé a vivir con mis abuelos y
vendimos la casa de mis padres y repartimos el dinero entre mi hermano y
yo.
Hico una pausa y lo miró…
-Al año siguiente terminé la carrera allí, hice las convalidaciones
necesarias y un master de un año. Y estuve unos meses con mis abuelos, al
pasar las Navidades me vine y encontré trabajo y aquí llevo un año y unos
meses.
-¿Y tú?
-Cuando terminé, el tercero de mi promoción, me llamaron del bufete,
estuve un año de becario digamos, menos, unos seis meses o siete y luego
me dieron mi despacho y ayudante y aquí estoy, con el derecho financiero.
Llevo empresas.
-¿Te va bien?
-Sí. Digamos que sí, estoy encantado y tengo muchos clientes.
-Me alegro Alex, eres inteligente.
-Y tú, ser criminólogo aquí es el peso pesado de los abogados.
-Sí, lo sé, tengo que luchar y trabajar más que nadie.
-Y tener cuidado con los casos.
-No llevamos grandes crímenes televisivos, eso lo lleva Jack y otros
bufetes.
-¿Te gusta Jack?
-Está bien, es guapo e inteligente, interesante y luchador.
-Sí, lo sé, ¡Maldita sea Sofía!
-¿Que pasa?
-Ese accidente marcó nuestras vidas. Podíamos estar ahora juntos.
-O no, nunca se sabe Alex.
-Es cierto, pero estaba tan enamorado…
-¿Y no lo estás de Marie?
-Como lo estuve de ti no, nunca, de ninguna.
-¿Ha habido muchas?
-No, otra relación corta y ella, el resto no tuvo importancia. ¿Y tú?
-Nadie ha tenido importancia- No quería decirle que no se había
acostado con nadie más, era echar leña al fuego.
-¿Vives con ella?
-No, vivo solo.
-¿Pero se queda?
-Sí, los fines de semana, no todos. Este no se queda. Joder no me
preguntes eso. Siento todo, quiero estar contigo Sofía. Ahora que estás
aquí…
Se sentaron en un banco y la miro.
-¿Qué pasa? -Dijo ella.
-Eres tan bella, si pudiera tenerte ahora tan solo una noche…
-Esa proposición es indecente Alex, e incluso siendo decente no la
aceptaría.
-¿Por qué? Quiero recuperar lo que tuvimos.
-Porque quieres saber si sientes por mi lo que sentimos y dejar tu novia
o no dejarla. Y eso no voy a hacerlo.
-¿Por qué? joder Sofía. Eres libre y voy a dejarla de todas formas.
-Por eso, soy libre y te digo que no. No puedes proponerme eso, porque
tú no eres libre.
-Pero si te acostarías con Jack…
-Sí, puede ser o no, no tiene novia y tú sí.
-Pero es un mujeriego. Y estoy celoso. Si no te hubiese visto…
-Vamos Alex, tú vas acostarte con tu novia, ¿Crees que no me duele
verte con otra mujer? Vine por ti.
-Por eso mismo, la dejaré y volveremos a tener lo que tuvimos.
-No quiero que hagas eso Alex.
-Eso no depende de ti, sino de mí. Si de algo me he dado cuenta al
verte, es que no la quiero. No he dejado de pensar en ti.
-Lo sé y siento haber preguntado por ti, haber alterado tu vida, cuando
Jack me dijo que tenías novia debí haberme ido.
-Te hubiese visto algún día en los juzgados, seguro, y hubiese sido
igual. Para mí no es fácil Sofía.
-Puede ser que no. Para mí tampoco lo es. ¿Sabe Marie algo de mí?
-No, no sabe nada, salvo que estudiaste conmigo en Harvard.
-Mejor, no le hagas daño.
-Te lo haría a ti si aún me quieres y me lo haría yo que te sigo amando.
¿Quieres que seamos tres infelices?
-No me preguntes eso Alex, de verdad déjalo estar. Vamos a tomar algo,
quiero trabajar esta tarde o descansar.
-¡Está bien! Por ahora.
Mientras comían, hablaron de cosas banales, de juicios del trabajo, pero
ya ella no quiso retomar más el tema, porque en realidad, ella había ido a
buscarlo y le dolía. Amaba a ese hombre como el primer día y encontrarlo
fue peor para ella, porque estar cerca de él sabiendo que se acostaba con
otra, era difícil y duro para ella.
Hubiese sido tan especial que no tuviese a una chica… Habría sido una
historia preciosa encontrarse y entonces sí lucharía por él de nuevo, pero
de esa forma no. Sus convicciones no se lo permitían y menos después de
haber conocido a Marie.
CAPÍTULO TRES

En cuanto la dejó en su portal, le dio dos besos a modo de despedida, y


Alex llamó a su madre.
-¡Hola hijo! ¿Qué pasa, dónde estás?
-Cerca, voy a la cafetería, ¿Estás allí?
-No estoy en casa, papá se ocupa ya de la merienda, me ha echado y me
doy una ducha mientras llegas.
-No deberías ir los sábados, papá no quiere.
-Pero tus hermanos ya están en la universidad y al mediodía les echó
una mano y quito la contabilidad del viernes, así el lunes tengo menos
trabajo.
-Voy para allá.
-¿Qué te pasa hijo?
-Necesito hablar contigo es importante.
-No me asustes Alex.
-No es nada grave mama, necesito tu consejo.
-Está bien. Te espero.

-Pasa -Le dijo su madre cuando le abrió la puerta.


-¿Has tomado café?
-Sí y si tomo otro me dará un infarto.
-Hijo por dios, venga siéntate, y cuéntame.
-Mamá, estoy -Y empezó a llorar.
-¡Pero hijo por Dios no llores!, Nunca te he visto llorar, hijo cálmate o
lloraré contigo-Abrazándolo.
-¡Joder mamá!
-¿Que pasa, has cortado con Marie?
-No es eso.
-Entonces…
Se limpió las lágrimas y su madre estaba en un hilo.
-Cuando estaba en cuarto de derecho, conocí a una chica que también
estudiaba en Harvard, era de Málaga.
-¿De verdad?
-Sí le conté nuestra historia que tú y yo y el abuelo nacimos allí. Toda
nuestra vida, mi vida, y ella la suya, sus padres eran médicos en Marbella.
No tenían el dinero que teníamos nosotros, pero eran de clase acomodada.
Era una chica fina, pequeña como tú, con los ojos color miel y el pelo por
la espalda, morena. Me echó el refresco en todos los pantalones en una de
las fiesta. -Sonrió mientras Mónica lo escuchaba con atención.
-Tuve que ir a la habitación a cambiarme y me acompañó y a raíz de ahí
fuimos inseparables, me enamoré de ella como tú de papá, estaba loco por
ella y ella por mí.
-Y se fue al acabar…
-No, era un año menor que yo, estaba en tercero, se llama Sofía.
-¿Y qué pasó?
-Pues que fuimos felices durante ese curso y más de la mitad del otro.
Ella estudiaba más que yo, es abogada criminalista y yo la acompañaba a
estudiar a la biblioteca. Era virgen cuando nos costamos, yo no mamá,
había tonteado con unas cuantas chicas, pero ella no, y fue…
-Hijo me cuentas esas cosas…
-No tengo secretos para ti mamá, lo sabes.
-Pues eso no me lo has contado.
-Porque quería decírtelo cuando acabáramos y se quedara en Nueva
York.
-¡Está bien! ¿Y qué pasó?
-Éramos como tú y papá. Pero a mediados del curso siguiente ella
terminaba la carrera y yo el primero del master y tuvo que irse porque sus
padres murieron en un accidente.
-¡Madre mía, pobrecita!
-Tiene un hermano policía allí y casado.
-Se quedó con sus abuelos y vendieron la casa y se repartieron la
herencia. Ella con el tiempo me dejó porque sabía que no podría volver.
-Las relaciones a esa distancia, mi amor, no funcionan. Hizo lo mejor
que podía hacer.
-Eso dijo ella, pero sabía que me quería y yo a ella y sufrimos. Perdió
ese curso y tuvo que realizarlo todo entero al año siguiente. Ya habíamos
perdido el contacto. Y luego hizo un master de un año. Cuando terminó,
dejó pasar las navidades con sus abuelos y se vino mamá a Nueva York, a
buscarme.
-¿En serio?
-Sí, sé que se vino por mí, lo sé, estoy seguro. Si no ¿Por qué vino, lejos
y sola aquí?
-Sí tiene sentido, lo hizo por ti.
-Y que lleva más de un año trabajando en un bufete y hoy la he visto,
lleva un caso y se enfrenta uno de los penalistas de mi bufete.
-Supo que estaba en ese bufete y le preguntó al abogado por mí. Y vio a
Marie que la dejó en mi despacho.
-¿Qué le dijo a Marie?
-Que era amigo de la universidad. Imagina cuando entré en el despacho
y la vi.
-¡Ay hijo!
-He estado esta mañana con ella y creo que he cometido un error.
-¿Por qué?
-Porque le dije que si la tuviera otra vez…
-Pero hijo ¿Cómo se te ocurre?
-Me dijo que no.
-Por supuesto si es una chica decente, te hubiese dado dos tortas por
primera vez
-Sé que la quiero, no la he olvidado, está más bella que nunca. Es el
amor de mi vida, y ahora qué hago con Marie…
-Hijo mío qué problema…
-Sofía no quiere saber nada, dice que tengo novia, que ella no se mete
entre las parejas.
-Me gusta esa chica y Marie también, es una chica alegre y buena.
-Ay Dios mamá, ¡Cuánto la amo!
-Sabes una cosa, cuando tu padre se fue a California a casarse con Pam,
me dijo que si le decía que lo quería, se quedaba conmigo.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Porque no me correspondía a mi esa decisión.
-Eso quiere decir…
-Que tú debes tomar tus propias decisiones, no puedes obligarla a ella.
-Y encima va a salir con ese abogado esta noche, y se acostará con él.
Estoy tan celoso…
-¿Por qué se va a acostar con él?
-Porque todos los conocemos, es alto, guapo, ninguna chica se le
resiste, es un lobo.
-Pero ella es libre y tú no.
-Lo sé, lo sé mamá. Voy a dejar a Marie, pero necesito saber si estoy
haciendo lo correcto, Quiero que me digas que hago.
-Pero hijo cómo te voy a decir yo eso. Tú eres libre de elegir el amor de
tu vida. Que no te pase como a tu padre que aún, en cuanto tiene ocasión
me lo dice y no se lo digo a tu padre West porque lo mataría.
-Pero al verla todo el mundo ha desaparecido para mí, incluso Marie.
-Entonces Marie, no es la mujer de tu vida.
-Llevamos siete meses.
-No puedes hacerle daño, si no la quieres, se lo dices, pero no vayas
corriendo a buscar a Sofía, dale tiempo y date tiempo para pensar. El
hecho de ver a Sofía te ha hecho saber que Marie pese a ser una mujer
estupenda, no es tu media naranja hijo.
-Lo sé, lo he pensado.
-No te acuestes más con ella, sé sincero. No tienes por qué decirle nada
de Sofía esa es tu vida privada. Deja pasar algunos meses sin salir con
nadie y hazle saber a Sofía que no sales con nadie y has roto con Marie. Y
no por ella, no debe sentirse culpable, por si te pregunta.
-Sal con ella, de día, a pasear, a recordar, sé su amigo, no seas pesado y
cuando pasen dos o tres meses, entonces pasa a otro nivel.
-Mamá eres una bruja.
-No, soy tu madre y sé que eres impulsivo, y si esa chica es como te ha
dicho, no va a salir contigo cuando rompas. Sino más tarde.
-Está bien.
-¿Estás mejor, más calmado?
-Sí, pero me queda pasar un mal rato con Marie.
-Bueno, pero no esperes, no retrases lo inevitable.
-¿Y si se acuesta con el abogado?
-Eso no puedes evitarlo, ni te va a pedir perdón por lo que haga con su
vida. Cariño, te has acostado con mujeres que no han significado nada en
tu vida. Ella también ha sufrido. ¿O no? Y además no sabe si vas a dejar a
tu novia, al menos presupone que no.
-Sí.
-No te he educado para ser machista, ni sufridor, ¿Entendido?
-Lo sé mamá.
-Pues ya está. Yo como madre te he dado un consejo, y porque me lo
has pedido, ahora te toca a ti tomar tus decisiones. Eres un hombre, tienes
27 años y si te sale mal con Sofía si sales, al menos lo habrás intentado,
pero está claro que Marie no es tu alma gemela cariño.
-Lo sé.
-Pues venga dame un abrazo. ¿Te quedas un rato y hago algo de comer?
-No mamá, quiero hablar esta noche con Marie.
-Vale. Como quieras.
-Me llamas mañana y me cuentas.
-Sí, te llamaré.
-Tendrás unos días duros y difíciles cariño.
-Lo sé y tengo que atenerme a las consecuencias. Te quiero mamá.
-¿Te vas tranquilo?
-Sí, pero relativamente con lo que voy a decirle a Marie.
-Bueno, cariño te quiero.
-En ese momento en que se iba, entraba West por la puerta, venía de
cerrar el restaurante.
-¡Hola hijo! ¿Todo bien?
-Sí papá.
-No es normal que pases un sábado por la tarde.
-Estaba cerca y he pasado a hablar con mamá.
-Bueno -Y se abrazaron.
-Me voy, ya es tarde.
-Adiós hijo.
-Adiós papá.
-¿Qué le pasa?
-Ahora después te lo cuento.
Se quedó preocupada por su hijo, aunque era mayor, sufría por la
historia. Y se repetía, menos mal que no había hijos de por medio.

Cuando West se ducho y se puso cómodo, se tumbó con ella en el sofá.


Puso la cabeza en los muslos de ella…
-¡Qué semana mi amor!
-Eso es bueno, tenemos muchos clientes.
-Sí, pero cuando llega el sábado estoy molido.
Y ella le acariciaba la cara.
-¿Qué le pasa a Alex?
Y ella se lo contó.
-¡Joder qué historia Mónica!
-Sí ya sabes el consejo que le he dado, pero depende de él. ¿Tú qué
opinas?
-Opino que esa chica ha venido en su busca porque lo ama.
-A ver quién es el romántico aquí.
-Ten en cuenta que viene joven, sola, al terminar los estudios, del otro
lado del mundo, está claro, pero que es una buena chica y que no quiere
meterse entre Marie y Alex y que le hubiese gustado que no tuviera
nuestro hijo ninguna chica.
-¿Eres adivino?
-Sí, lo soy. Piensa mi amor.
-Ahí es complicado meternos.
Sí, a ver si me dice algo mañana.

Jack, recogió a Sofía a las siete. Se había puesto tacones altos y un


vestido a media manga, estrecho negro y blanco a media pierna, se dejó el
pelo suelto y se perfumó y maquilló.
Él llevaba un traje gris precioso y caro.
Cuando abrió le dijo:
-Ya está aquí el lobo.
-La caperucita está genial. No se habla de trabajo recuérdalo.
-Lo tengo en cuenta vamos.
-He pensado cenar primero, ¿Has cenado?
-No, iba a invitarte a cenar.
-Yo te invito mujer, gano más.
-Estás de guasa…
-No quiero que una penalista de un bufete pobre me pague la cena.
-Pero ¡Qué tonto eres! Pues voy a pedir lo más caro de la carta.
-No esperaba menos de ti española peleona. ¡Anda vamos!
-¿En coche?
-Sí, vamos a un sitio exclusivo.
-¡Cómo no el señorito!
-Anda que no soy tan malo.
-¡Menudo coche! -Dijo Sofía al ver el BMW último modelo.
-Sube -Y le abrió la puerta como todo un caballero.
- ¿Tú no tienes coche?
-No, no me he comprado ninguno, pero creo que me compraré uno
pequeño o se me olvidará conducir, al menos podré ir a Boston a ver mi
antigua universidad o ir la playa o viajar algo.
-Sí mujer cómprate uno, aquí te cuesta más barato que en España.
-Lo sé, es que no lo he necesitado hasta ahora.
-¿Viste a Alex?
-Sí, lo vi, estuvimos hablando.
-¿Saliste con él en la universidad?
-¿Qué eres, un adivino?
-Más o menos.
-Sí, salimos un año o así, éramos muy jóvenes.
-¿Y qué pasó?
-Es una larga historia.
-Me la cuentas cenando.
-Vale.
Y cuando entraron al restaurante, desde luego era precioso, íntimo y lo
conocían.
-Te conocen, seguro que traes a todas tus presas aquí. -Y él se echó a
reír.
-Eres la leche mujer…
-Sí, algunas mujeres guapas he traído, soy soltero, guapo y sin
compromiso.
-Tienes razón.
Cuando pidieron, él le dijo:
-Venga espero esa historia.
Y mientras comían ella se la contó…
-Y viniste a por él.
-En cierto modo.
-¿Por qué esperaste un año mujer?, si sale con ella desde hace siete
meses.
-Porque no sabía si me iban a hacer fija o me iría de nuevo.
-Ahora somos amigos, nada más, tiene novia.
-Él te dirá que soy un lobo, seguro y un mujeriego. Lo reconozco, pero
no engaño a nadie dejo las cosas claras y me protejo en mis relaciones.
Pero si piensas que la va a dejar por ti…
-Jamás lo he pensado, es más le he dicho que no.
-Bueno Alex es algo ingenuo y ella una ovejita con piel de cordero, en
cuanto él diga que la deja llorará y llorará y se pondrá enferma y no la
dejará. Es de ese tipo de mujeres y él de ese tipo de hombres, débil.
-Dirás bueno. Y su novia me pareció agradable y buena.
-No te fíes.
-Tendré en cuenta lo que me has dicho. ¿Y tú qué?
-Yo, soy de Nueva York estudie en Harvard también, el primero de mi
promoción, claro que cuando tú entrabas yo salía. Tengo un apartamento
de mi propiedad, gano bien, tengo el trabajo que me gusta, un buen
vestidor, soy un presumido, me gustan los relojes de oro, te lo digo por ti
se te ocurre regalarme algo. -Y ella se reía.
-No creo que me llegue el sueldo para un regalo así.
-Es broma mujer.
-Entonces no te preguntaré por tus relaciones si son cortas y de una
noche.
-No siempre tan cortas, pero nunca me he enamorado, la verdad. El
amor está sobrevalorado.
-Pero si una chica te necesita un día… Si tú dominas las relaciones no
dejas que la otra persona domine las suyas, así no encontrarás a nadie.
-No tengo ese problema.
-No has encontrado a una mujer especial, si no ya te hubiese puesto en
tu lugar.
-Podrías ponerme.
-No me tientes -Bromeaba. Y él se reía.
-Eres guapa e irónica, algo bajita pero con tacones…
-¡Qué guasón eres!, Pero eres divertido y tienes labia, por eso las
mujeres caen rendidas a tus pies.
-Tú no.
-Puedo caer fácilmente -lo miró a sus ojos azules profundos, que
sobresalían bajo su pelo negro como el carbón, -Pero no rendida a tus pies,
eres mayor que yo, me llevas siete años y no soy fácil de rendirme a pesar
de mi juventud.
-¿Tantos años te llevo? No se notan.
-¡Qué bobo!
-Me gustan las mujeres que no se rinden, comen y les gusta de postre el
chocolate.
-¡Qué inteligente!
-¿Postre?
-Un mus de chocolate.
-Lo sabía.
-¿Dónde vamos después?
-A un local de moda a tomar un copa, ¿Quieres bailar?
-Bueno, si se puede…
Cuando acabaron de comer, él le dejó la tarjeta al camarero y ella fue al
baño de mujeres.
Al salir del baño, él la empujó dentro de uno de los baños.
-¿Qué haces loco?
-¿Tú qué piensas? -Besándola y ella se aferró a su cuello. Le parecía de
lo más erótico que había vivido. Ese hombre caliente la encendía, la retaba
y cuando se dio cuenta tenía la falda subida mientras él se colocaba un
preservativo y le bajaba la cremallera del vestido a la cintura mordiendo
sus pezones, la cogió y subió a su cintura y ella tomó su pene y gimiendo
lo metió en su sexo.
-Eso es nena…
-¡Oh Dios!
-Shhh, -la besaba para apagar los gemidos que le daba con sus
embestidas y ella colorada y azorada tuvo un orgasmo rápido y caliente,
mientras se corría dentro de su cuerpo.
-¡Ay Dios!
La bajó, le recompuso el vestido y la besó en los labios.
Y salieron de allí en menos de cinco minutos. Jack tomó su tarjeta y le
trajeron su coche.
Mientras iban al local…
-¿Estás loco?
-Sí un poco, pero me ha encantado, nena.
-Ha sido erótico.
-¿Verdad?
-Sí que lo ha sido.
-¿Hace cuánto que no lo haces?
-Años.
-¿Cómo? -Dijo él.
-Casi tres años.
-Pero eso no puede ser, ¿Con Alex la última vez?
-Sí, era una cría joven.
-Déjame que te diga, que estás desperdiciada, debes tener más sexo.
-Claro como tú lo tienes fácilmente…
-Y tú podías también, eres preciosa, y ufff, me has puesto duro, que lo
sepas.
-Seguro que te pones duro con todas.
-Ha sido distinto. Eres un reto.
-Y voy y me lo creo -Dijo Sofía.
-Pues deberías. -Y se quedó serio.
-¿Vas a ponerte serio?
-No, estaba pensando.
-No pienses.
-Vale, vamos a bailar.
Y estuvieron tomando un par de copas y la dejó en su casa a la una de la
madrugada.
-¿No me invitas a subir?
-¿Puedes dejar el coche ahí?
-Sí, lo puedo dejar, hay un aparcamiento.
Y cuando entraron en su apartamento, ella puso la alarma y él la cogió
en brazos y estuvieron haciendo el amor hasta que ella dijo:
-Estoy rendida.
-Lo sabía -sonriéndose.
-Pero no a tus pies.
-También lo sabía nena, estás muy buena. Y eres ardiente. Con lo
pequeña que eres y voy a rendirme yo también.
-Eres muy bueno.
-Lo sé.
-Pero qué vanidoso eres…
-Anda, vamos a dormir que va amanecer y tengo mañana trabajo unas
horas.
-Y yo también.
-Déjame que te bese esas tetas que tienes, me encantan, al menos no
son de silicona.

Mujeriego sería, pero era un as del sexo y además era divertido y


natural. Sin embargo, a pesar del cansancio y de la noche de sexo que
habían compartido, se sentía culpable, como si le hubiese sido infiel a
Alex. Y no debería ser así, ya que él tenía novia y se había acostado con
unas cuantas mujeres No debía pensar ni darle tanta importancia. Había
tenido sexo con un hombre que sabía mucho de ello, nada más. No tenía
importancia.
Se quedó dormida en sus brazos y cuando despertó, Jack se había ido.
Le dejó una nota en la almohada.

Preciosa caperucita, me gustas y me gusta tu casita. El lobo. Te


llamaré.

¡Qué bobo era! Pero había pasado una noche espectacular. Inmejorable.
Y lo necesitaba.
Sin embargo, para Alex la noche fue una pesadilla. En cuanto habló con
Marie y le dijo que quería dejarlo, ella se echó a llorar, a suplicar, a darle
un ataque de ansiedad, de pánico y él intentaba consolarla, quiso llevarla
al hospital debido al estado en el que se encontraba, pero ella se negó, se
abrazaba, sufría y se sintió débil para dejarla. Pero si algo tenía claro Alex,
es que no haría el amor más con ella.
El domingo llamó a su madre y le contó lo que había pasado.
-Hijo. Si no eres feliz, no puedes continuar esa relación, por más que
llore o le dé un infarto.
Mónica supo que a su hijo lo dominaba esa mujer y no lo dejaría ni él a
ella, y por pena no se tenía una relación, y así se lo dijo a su hijo. Y sufría
porque lo conocía, era un buen chico pero no quería que nadie se
aprovechara de él.

Y ese domingo llamó a Sofía.


-¡Hola Alex! ¿Qué tal?
-Bien ¿Tú?
-Muy bien.
-¿Saliste con Jack?
-Si claro fue estupendo, es divertido y necesito salir Alex. Llevo un año
aquí y aún no he salido y solo Jack me ha invitado.
-Quise dejarla anoche.
-Alex, no te lo he pedido, te lo dije.
-Quiero dejarla yo, independiente de ti.
-No me lo creo, pero si es lo que quieres…
-No pude, ¡Joder! Le dieron ataques de ansiedad, y casi la llevo al
hospital, no pude, pero la dejaré. No pienso acostarme más con ella y no sé
si está jugando conmigo.
-Alex… Tengo que dejarte, no vuelvas a contarme tus intimidades, me
duele, y me duele verte sufrir, de verdad.
-Pero Sofía, te amo, nunca dejé de amarte.
-Adiós Alex, espero que soluciones tus problemas. Entonces me llamas.
Ya sabes que no me gusta romper las relaciones. Me siento mal,
entiéndelo.
¡Joder, qué bien la conocía Jack! Alex siempre había sido demasiado
ingenuo y bueno. Pero ahora no estaba por la labor de tener que llevar esa
mochila. Pero desde luego Jack tenía buen ojo con las mujeres y a Marie la
había calado al segundo.
Le gustaba Jack y sabía que eso no duraría tres días y quería a Alex,
pero no a ese Alex débil. Le molestó y le colgó por eso.
Pero Jack era peligroso para ella, sabía más que ella, hacía muy bien el
amor y era gracioso e irónico, eso gustaba mucho las mujeres, alto, guapo,
inteligente y seductor. Y ella no era distinta a las demás mujeres. Era un
problema salir demasiado con él, porque estaba en una situación
vulnerable, debido a Alex.
Lo hizo todo por él, había dejado su país y su familia y se había
encontrado aquello. Pero no pensaba irse de allí. Le gustaba Nueva York y
su trabajo y su pequeño apartamento.

Alex se dijo que había cometido un error, mira que su madre se lo dijo.
Y había quedado como un hombre débil ante ella y eso no le gustó. No le
gustó nada que Sofía tuviese ese concepto de él.
Jack la llamó el domingo al medio día.
-¿Cómo está mi caperucita?
-Trabajando un poco, lobo.
-¿No dices mi lobo?
-Por si acaso tienes muchas.
-No hay nadie ahora mismo caperucita. Me invitas a café, así nos
despejamos.
-Sé cómo es la forma en que te despejas.
-No te quejaste anoche.
-Y no me quejaré en el café, anda ven.
-Estoy allí a las tres, a las seis tengo que venirme, tengo un juicio que
preparar para el martes.
-Vale.
-¿Tendremos con tres horas? -Bromeó ella.
-Suficiente.
-Un lobo que aúlla rápido.
-¡Qué mala eres conmigo!
-Aun no tengo práctica, pero me enseñarás. Soy buena alumna y estoy
dispuesta a aprender.
-No lo dudes pequeña.

Y mientras preparaba el café en la cocina tuvo su primera sesión de


sexo de la tarde. Se puso tras ella y desde atrás entró en su cuerpo.
-¡Por Dios Jack, ay Dios!
-Qué pasa nena, ¿No te gusta? -mientras gemía embistiéndola.
-Sí, sigue, oh Dios, -Le tocaba los pechos y con la otra mano su sexo y
la besaba el cuello.
-¡Dios mío! -Y ella se elevaba como una llama tiritante hasta explotar
en un orgasmo brutal.
Cuando le dio la vuelta, la besó.
Esa tarde además de tomar café y hacer tres veces el amor en el sofá,
también estuvieron hablando, Jack tenía su lado serio y sabía que era un
trabajador nato.
-Jack…
-Dime nena.
-¿Esto es un fin de semana?
-No sé, pero me gustas mucho, en serio. Sé que te llevo unos años,
pero… y que eres una ingenua caperucita -y ella le dio en el hombro.
-¡Ay!, pero me gustas. Quiero ser sincero contigo.
-No me importa que esto dure dos o tres semanas o cuatro meses, pero
sí que quiero fidelidad mientras esto dure. Si no puedes me lo dices. No
practico el amor libre de un día contigo, mañana con otro y pasado de
nuevo contigo. Cuando se acabe se acabó para siempre Jack y tan amigos.
-Eres estricta para ser tan joven.
-Soy sincera como tú. No me gustaría que me llamaras cuando tienes
necesidad de sexo y crees que estoy a tu disposición cuando solo te
apetezca a ti, porque entonces, tú dominarías esto, lo que hay de sexo.
-Está bien, lo que dure, no estaré con otra. Y tú puedes llamarme
cuando te apetezca.
-Y si quieres dejarlo, me lo dices sin problema, no me voy a enfadar de
verdad, lo nuestro es solo sexo, lo sé. Pero quiero que sepas que no duraré
mucho, no soy se esas mujeres, no me voy a sentir bien.
¿Por qué?
-Porque soy anticuada en ese sentido.
-No te entiendo, eres guapa, preciosa, inteligente y libre y no eres capaz
de disfrutar del sexo sin complicaciones.
-Tú lo has dicho, me gusta complicarme la vida, sin querer. Si siguiera
contigo un par de meses así podría enamorarme de ti Jack y no quieres eso
¿no? Yo tampoco porque amo a Alex y tendría un conflicto en mi vida.
Eres una persona muy completa en todos los sentidos y llegarías a
gustarme demasiado.
-No quiero eso, me gustas mucho, pero me sentiría atado, agobiado,
-Lo sé, por eso te lo aviso. Eres un hombre libre. Nunca te
comprometerás, ni te casarás Jack.
-¿Y tú? – Le preguntó él.
-Yo, sí, quiero un hombre para mí y una familia.
-Perfecto nena, lo tenemos claro. Amigos y sexo. Y cuando quieras
acabas esto. Y te prometo que, aunque sean dos fines de semana o tres no
me acostaré con otra,
-Más claro que el agua, amigos y sexo con fidelidad mientras haya
sexo.
-Y ahora tengo que dejarte de verdad pequeña.
-Vale -Y la besó un buen rato.
-No me quedo que me tientas demasiado. Te llamo. Aunque hasta el
viernes no podremos vernos.
-Lo sé, yo tampoco puedo.
-Bien, adiós guapa.
Cundo salió de su casa, supo que era una mujer diferente y que aquello
tenía los días contados, pero no sería él el que diera fin a aquello, sería ella
y lo aceptaría. Esta vez, tendría que dejarlo una mujer, porque le encantaba
esa pequeña y preciosa mujer con ese carácter. Lástima que él pensara
como pensaba. No iba a ceder en ello. Pero la echaría de menos cuando le
dijera adiós.
CAPÍTULO CUATRO

Por supuesto, Marie, no es lo que pensaban todos, todos menos Alex.


Ella no era tonta y se imaginó que esa chica que lo visitó desencadenó algo
en él. Si habían salido en la universidad debió ser muy importante para su
novio, pero ella no iba a dejar a Alex suelto y mantendría a Alex de todas
las maneras posibles y había una grande por la que no la dejaría jamás.
Y dejó de tomar las pastillas anticonceptivas que tomaba y esperaba
tener suerte y quedarse embarazada, aunque ella no quería ser madre, pero
al ver el peligro que se le avecinaba, no le importó lo más mínimo.
Aunque lo viera a él preocupado,
Pero ni el siguiente fin se semana ni el otro consiguió acostarse con
Alex. Y a falta de excusas, tuvo la excusa perfecta. Y esperaba tenerla de
verdad.
Alex había llamado un par de veces más a Sofía, pero esta no quería
saber nada de su debilidad por ella y por el problema que tenía en dejar a
esa mujer si no la quería, aunque no fuese por ella. Y no quería entrar ahí,
porque era un dolor agudo y permanente.

Alex se sentía como su padre cuando tuvo que elegir y eligió mal y no
quería que a él le pasara lo mismo, no quería que la historia se repitiera,
porque su padre Nolan fue infeliz, aunque ahora estuviese en pareja con
una mujer, siempre había tenido a su madre en el corazón, él sabía que tan
solo una noche que pasó con su madre no la olvidó, cuanto más él, que
había pasado año y medio con Sofía. Y no sabía cómo quitarse a Marie de
encima.

El lunes, dos semanas atrás se enteró de que Jack salió y se acostó con
Marie. Fue a verlo a su despacho.
-Pasa, Alex qué raro que vengas a verme.
-Es un tema personal -Dijo Alex.
-Lo imagino siéntate, -Y Alex se sentó.
-Es por Sofía.
-Lo sé, sé que salisteis en la universidad, pero sales con Marie ¿No?
-¿Te has acostado con ella?
-Vamos Alex, yo no cuento mis relaciones, aunque la gente hable, yo no
te pregunto por las tuyas, pero si quieres a esa mujer, estás tiempo, deja a
Marie.
-Es complicado.
-Marie no es la mujer que piensas si quieres que te sea claro. Déjala y
tendrás a Sofía, pero si no la dejas, yo tampoco pienso dejar se salir de
momento con Sofía, no tenemos un relación como la tuya, apenas salimos
este fin de semana, pero me gusta.
-¡Joder Jack!
-¿Qué pretendes? Que espere dentro de cuatro años a que dejes a Marie,
tú no vas a ser capaz de dejarla. Es más lista que tú y hará lo impensable,
ten cuidado. Es un consejo de compañero.
-Vete al cuerno Jack.
-Mira Alex. Hagamos un trato, a mí me gusta Sofía, si eres capaz de
dejar en dos semanas a Marie, y te doy dos semanas, hablamos y me retiro
para que la conquistes si estás enamorado de ella. Dos semanas y ahora
siento decirte que me tengo que ir.
-Eso que dices es…
-Alex, o lo tomas o lo dejas, eres un buen abogado, pero en las
relaciones eres un poco ingenuo, te dejo. Cogió su maletín y le dijo a Alex:
-Vamos. Tengo que irme.
Y cerró su despacho y Alex bajó al suyo pensando y maldiciendo. Jack
no se iba a retirar tan fácilmente y le había dado dos semanas, y aunque
Jack tenía palabra, le parecía poco para convencer a Marie si se había
puesto como se puso el fin de semana anterior. Pero no podía estar con
ella.

Durante la semana la llamaba Jack, era gracioso y le hacía reír. En esos


momentos Sofía lo necesitaba para olvidar a Alex y su debilidad. Jack era
un huracán.
Una de las noches le dijo:
-¿Te vienes el fin de semana a mi casa?
-¿El fin de semana? -Le dijo ella sorprendida.
-Entero.
-¿En serio o te ha dado algo?
-Sí, -sonrió Jack, -Mi casa es más grande y si quieres trabajar y yo
también tengo un gran despacho, nena.
-No sé Jack.
-Vamos caperucita. Voy a por ti, cenamos algo fuera y nos venimos el
viernes a descansar, si quieres salimos el sábado.
-¡Está bien! preparo un bolso.
-A las siete.
-Sí. Lobo.
-¡Ah!, Qué ganas tengo de comerte en dos semanas en el juzgado.
-Sueña, pequeño.
-Sobre todo pequeño. -Y se reía.
¡Que tonto y vanidoso era! Pero era tan encantador que era lo que ahora
necesitaba.

Pasaron un fin de semana maravilloso, volvieron salir el sábado y él le


dijo que no se pusiera ropa interior para salir.
-Me vas a pervertir.
-Sí, quiero hacerte algo -y se lo hizo, en el local de copas. Ese hombre
era un desvergonzado y lo peor es que a ella la iba a hacer una
desvergonzada porque era una chica decente. Pero Jack hacía que todo
pareciese tan fácil sin nadie darse cuenta… Era un loco.
-¡Estás loco! No puedes hacerme eso en un lugar público.
-Me pone, nena.
-Pero me da vergüenza.
-Pero si te protejo con mi cuerpo, puedes gemir entre la multitud y
nadie se entera con el ruido.
-Por Dios Jack.
-Vamos preciosa, terminemos en casa.

Lo cierto es que empezó a gustarle Jack, era tierno, era pasional eran
mil hombres diferentes. No sabía encuadrarlo y todos le gustaban, ella se
lo decía que era multi hombre.
A él le hacía mucha gracia su acento y su ingenuidad.
También es que le llevaba siete años y cien de experiencia y eso lo
ponía. Enseñarle a ella todo, le encanta ver cómo se encendía le encantaba,
pero no quería quedarse pillado de ella, aunque se dio cuenta de que en
esas dos semanas no había pensado en ninguna otra y era feliz cuando
entraba al trabajo.
-Pareces contento ¿Eh?, le dijo un día un compañero suyo.
-Lo estoy.
-¿Una mujer interesante?
-Muy interesante.
-¿De piernas largas?
-Todo lo contrario.
-Me lo creeré cuando lo vea.

Ese fin de semana Alex fue incapaz de decir de nuevo a Marie lo de


dejarlo, ya que se hizo la enferma todo el fin de semana salvo para
abrazarlo y querer hacer el amor, pero él no quiso. Por ahí no pasaba
Alex. Y Marie supo qué hacer.

Llegó el día del juicio. No habían hablado la noche anterior. Él se dijo


que no la llamaría hasta pasar el juicio. Cuando se trataba de trabajo, era
formal.
El implacable, pedía cárcel para el chico y ella, dura, le pidió al juez
trabajos para la comunidad ya que el cliente de Jack no quería darle una
oportunidad.
Al día siguiente, el juez después de escuchar a todo el mundo que fue
poco, y que era un juicio menor para Jack, pequeño y sin importancia que
pasó por sus manos, el juez lo hizo a favor de ella y su cliente.
El Juez condenó al chico a los 50.000 dólares que pedía Sofía para el
cliente de Jack y un año de trabajos a la comunidad en un centro de
menores durante un año a media jornada supervisado por los servicios
sociales.

Cuando Jack la miró, se quedó con la boca abierta y ella lo miró con
adoración. Cuando llegó a su despacho todos la aplaudieron porque había
ganado a Jack Redmond.
Esa noche, Jack pasó por su casa a pesar de ser miércoles, con un ramo
de flores. Se quedó en el umbral con las piernas cruzadas.
-Anda, entra lobo.
-No puedo creerme que me hayas ganado, nena.
-No me conoces.
-Has utilizado la pena.
-Tengo mis recursos.
-Toma, te las mereces -Y le dio el ramo de rosas amarillas.
-Gracias, creí que no querías verme más después de eso.
-Qué tonta, pierdo juicios como los gano. Ven aquí caperucita, me has
comido en el juzgado y ahora voy a comerte antes de irme a casa, te lo
mereces.
-¿De verdad?
-Has estado fantástica, en serio. Has tenido suerte con ese juez, es débil.
-Gracias. De todas formas.
Y la cogió en brazos y llevó a la cama.
-Loco pervertido…
-Ummm, esto merece empezar por abajo como premio.
-¡Ay Jack! Ah Dios Jack…
-Me encanta cuando me dices eso.
-Ummm. Por dios Jack. Y él lamía su sexo y lo chupaba y sabía qué
hacer para que ella se derramase en su boca. Y lo hizo.
-Me encantas, lo sabes, y sabes bien, y hueles mejor. -Y se puso un
preservativo y entró en ella
-¡Ag, nena! La cogió por las caderas y la penetraba hondo.
-Me matas nena, no me aprisiones tanto que no te aguanto.
Y ella echaba la cabeza hacía atrás sujetando su trasero y las manos de
esa pequeña eran inexpertas pero le llegaban. Y explotaron juntos en un
clímax maravilloso.
-¡Ah nena!, lo necesitaba, desde el domingo… Y eso que tengo trabajo.
Y pellizcaba sus pezones, mientras se quedaba un rato con ella en la
cama.
-Me gustan tus pezones tiesos como un arco, sintonizantes.
-¡Qué bobo eres!, La antena la tienes tú.
-Muy graciosa, y la abrazaba. ¿Me das de cenar?
-Te doy de cenar.
-Luego me voy nena, nos vemos el fin de semana.
-¡Está bien!
Mientras cenaban, él le contó la visita de Alex.
-¿De verdad fue a verte por mí?
-Sí, me preguntó, bueno, quería saber si nos acostamos, tranquila no
cuento mis andanzas, que cada uno piense lo que quiera. Te quiere, Sofía,
está enamorado de ti.
-No lo creo Jack, llevo ya dos semanas y me llama y no la deja. Si me
quisiera la hubiese dejado ya, sobre todo por ella, yo, no querría estar por
pena con un hombre que no me quiere.
-No seas ingenua, no va dejarla, ya se inventará ella algo. Alex es un
buen hombre y le queda una semana.
-¿Una semana?
-Sí, le dije que si dejaba a Marie en dos semanas yo me retiraba. Si aún
estás enamorada de él y por eso has venido Sofía y lo sabes, y te quiere.
Me retiro, en serio. Pero me temo que no podrá y si no lo hace, no te
merece. Eres una gran mujer.
-Estoy que no sé qué pensar. Y estoy enfadada contigo.
-¿Por qué? Lo he hecho por ti.
-No te lo he pedido.
-¿Pero por qué te enfadas?
Y a ella se le saltaron las lágrimas…
-Vamos pequeña, no llores, ¿Por qué?
-Quiero que te vayas.
-¿Me lo dices en serio?
-Sí, en serio.
-No quiero irme si te quedas así.
-De verdad Jack quiero estar sola.
-Está bien, te dejo, te llamo luego.
-No, prefiero que no lo hagas.
-¿Quieres terminar?
-Necesito pensar.
-Como quieras. Te dejo, lo siento si he hecho algo que te hay
molestado.
Y le dio un beso en los labios y se fue. Y se fue preocupado porque no
sabía qué había hecho mal con ella, tan solo ser generoso, por ella, si
estaba enamorada de Alex, aunque a él le gustaba, la dejaría libre.
A él le gustaba, nada más y lo pasaba bien con ella y se sentía bien a su
lado, pero nada serio. Nunca lo tenía con ninguna mujer.
Pero lo otro era distinto.
¡Joder qué había hecho Jack!
Sofía estaba enfadada con Alex y con Jack, con Alex por ir a enterarse
de si se había acostado con Jack que era en definitiva lo que le molestaba y
con Jack por decidir por ella y no por él mismo.
El día había terminado de la peor manera posible y se planteó dejar a
Jack, de todas formas, habían salido apenas dos fines de semana. Y cuando
la llamó y ella estaba en la cama, no le contestó.
Y Jack, le mandó un mensaje:

-Está bien, nena, perdón si he hecho algo que te haya molestado.

Y tampoco contestó. Y Jack se preocupó. Tenía que hablar con ella el


fin de semana y sabía qué había hecho mal.

Pero ese fin de semana ocurrirían algunas cosas inesperadas. Alex sabía
que no le quedaba mucho tiempo para dejar a Marie, o lo de Jack y Sofía
podía alargarse y con ello su sufrimiento, pero cuando llegó el viernes a
casa, a Marie le dijo que tenían que hablar.
Sí que tenían que hablar y en serio. Lo sentía por ella, lo sentía en el
alma. Se pusiera como se pusiera.
Pero Alex, se iba llevar una sorpresa como la que se llevó, cuando
Marie llegó a su casa y le dijo que estaba embarazada y a él se le cayó el
mundo encima. ¿Quería hijos? Sí, ahora no, todavía era joven y no los
quería con Marie, quería hijos con Sofía, si es que alguna vez tenía hijos.
Y Alex se desesperó y supo que la había perdido porque él no haría lo
que hizo su padre, abandonar a su hijo. Y ya no habría decisión posible,
llamaría a Sofía y se lo diría y cerraría con todo el dolor se su corazón ese
capítulo de su vida.

Por su parte Jack llamó a Sofía el viernes preocupado, pero ella le


mandó un mensaje diciéndole que no se encontraba bien, que tenía la
regla, lo cual era cierto, y que el sábado iba a ir comprarse un coche, pero
como no podían tener relaciones era mejor no verse.
-Vamos boba, no me importa, podemos estar juntos, no seas así, ¿Crees
que solo es por acostarme contigo?
-Está bien, te llamo el sábado cuando vuelva de comprar el coche,
-Espero que me llames nena, tenemos que hablar.
Y ella lloró el viernes. Lo echo de menos y encima, le había venido la
regla, y estaba vulnerable y llorona. Y de Alex sin noticias. Y habían
pasado las dos semanas que Jack le dio como tope.
El sábado, se levantó muy temprano, fue al súper y le dio al
apartamento, fue a la inmobiliaria a alquilar una plaza de garaje si había
en su edificio y pudo alquilar una, y de ahí a comprarse un coche, pequeño,
no necesitaba un coche grande ni caro, para cogerlo los fines de semana en
que saliera de la ciudad.

Comió fuera y llegó a casa a la hora del café, compro una tarta en la
cafetería cercana, pequeña y llamó a Jack.
-Ya estoy en casa.
-¿Sigues enfadada conmigo?
-Estoy enfadada, sí.
-Voy, y hablamos, estoy en media hora.

Cuando llegó la cogió por la cintura, la apegó su cuerpo y la besó.


-Vamos preciosa, no quiero que sufras y de verdad, por más vueltas que
le doy, no sé qué he hecho mal.
-¿Quieres café?
-Sí.
Y se fue con ella a la cocina.
-¿Vas a decírmelo?
-¿Quieres saberlo de verdad?
-Sí, por eso te pregunto.
-Me gustaría que le hubieses dicho a Alex que no ibas a retirarte, no soy
una mercancía y no me gustan que piensen por mí.
-Pero nena, lo he hecho por ti, estás enamorada de ese hombre.
-No lo sé, la verdad, ahora mismo estoy confundida. No, creo que fue
algo de juventud que yo le di más importancia de la que tuvo.
-No es eso nena, lo amas y él te ama, el pasado está ahí presente entre
vosotros.
-Pero le cuesta dejarla. Y creo que no la dejará y yo tengo que vivir mi
vida.
-Está bien, pues lo siento, hice mal pensando que hacía bien en
ayudarte.
-No necesito tu ayuda, no te la he pedido. Y creo sinceramente Jack que
tenemos que dejar eso, porque tú tampoco me convienes. Creo que tengo
la culpa de haber empezado algo que no va a ningún lado. No quiero
amigos con derecho a roce. Quiero amigos y un hombre que me ame y yo a
él y tú no eres ese hombre.
-¡Joder Sofía!, somos amigos y tenemos sexo, muy bueno por cierto.
-Exacto, y no quiero tener sexo contigo. Eres muy bueno, ya lo sabes,
pero no quiero que me gustes tanto y tener dependencia de una relación
que no lleva a ningún lado. Puedo enamorarme fácilmente de ti y sufrir, y
no puedo permitírmelo.
-Pero nena, apenas llevamos tres fines de semana.
-Eres muy intenso y yo no tengo experiencia y aparte de Alex, solo te
conozco a ti. Quiero ser solo amiga tuya y dejar este tema Jack.
-Mira que conozco mujeres, pero eres la mujer más difícil que conozco.
-No soy tan difícil, sino que para mí las relaciones no son amor libre, y
te lo dije, y si no te gusta, si es mejor que lo dejemos, Jack.
-No voy a enamorarme Sofía, nuestra relación siempre será como te
dije hasta que nos cansemos. No voy a casarme ni a tener hijos.
-Pues aquí lo dejamos Jack, antes de salir dolida.
-¿Porque no quiero casarme?, pero si nos conocemos de hace tres
semanas Sofía.
-No es por eso.
-¿Entonces?
-No quiero una relación que no avance con el tiempo.
-Pero nena…
-No, lo siento, me gustas mucho, pero no puedo, concibo ahora mismo
una relación como la que llevamos, pero me conozco, me irás gustando y
me enamoré de ti, y no me corresponderás en la misma medida y eso no es
lo que yo quiero.
-¡Joder Sofía! Y se fue hacia la puerta, la miró y salió sin tomar café ni
tarta.
Y ella se comió llorando la mitad.
Solo faltaba que la llamara Alex.
Dios mío ¿Qué he hecho? Su vida había sido un caos en apenas tres
semanas.

El domingo de la semana siguiente, se fue al parque, andando dando un


paseo, triste y compungida. Jack ya no la llamó más y no esperaba que la
llamara, pero estando en el parque, la llamó Alex. Y por un momento tuvo
un viso de felicidad.
-He ido a tu casa y no estás.
-No, estoy en el parque.
-Dime dónde y me paso, tenemos que hablar.
Y lo esperó. Estaba cansada de temas amorosos, ¿Qué pensaba por
Dios?, Solo tenía 26 años y desde que fue al despacho de Alex no podía
haber sido más infeliz.
En eso estaba pensando cuando llegó Alex, se sentó a su lado en el
banco. Se dieron dos besos y él se puso las manos en la cabeza.
-¿Qué te pasa Alex?
-¡Está embarazada, Sofía!
-Bueno, vas a ser papá, ¡enhorabuena!
-Si quería tener hijos alguna vez, sería contigo, ¿Lo entiendes?
-Alex, debes olvidarte de mí y por ello no te contestaré más al móvil.
Estoy sufriendo yo también.
-No puedes, eres mi amiga y te quiero, lo sabes. No me he acostado con
ella desde que te vi. No he podido.
-Pero Alex no quiero verte sufrir, me duele, es algo que debemos
olvidar, hazla feliz, ten a tu familia.
-Pero no la quiero Sofía, no lo entiendes. Si tiene un hijo, lo querré,
pero no a ella. No voy a cambiar nada. No viviré con ella ni me acostaré
con ella.
-Pues déjala, ¿Qué tipo de relación es esa? Hazte cargo de tu hijo y ya
está. Yo, es que no tendría ni que decirte nada, Alex.
-¿Embarazada la dejo?
-Pues no la dejes, ¿Que quieres de mi? Sé infeliz, o al menos sé feliz
con tu hijo.
-No sé Sofía. Es todo una locura. Tendremos al bebe, pero no de
momento no voy casarme con 27 años.
-Bueno, entonces, tendrás que cuidarla durante el embarazo, ¿Qué te
digo Alex que no te haya dicho ya?
-Que me quieres.
-¿Y de qué serviría, si no puedo estar contigo con una relación? ¿Cómo
quieres que me meta con un hijo?
-Dios Sofía, soy el hombre más infeliz de la tierra ahora mismo.
-Deberías ser feliz, un hijo es lo mejor del mundo, mira tu madre, te
tuvo a ti.
-Lo sé.
-Y te sacó sola adelante. Tú harás lo mismo sacarlos adelante. Y si no
te quieres casar ni vivir con ella al menos ayudarla en el embrazo y
hacerte cargo de tu hijo.
-¿Y tú qué tal?
-Yo estoy bien.
-¿Te trata bien?
-Sí, muy bien, pero no es lo que yo busco, lo he dejado, para unas
semanas está bien, pero no soy de relaciones que no van a ningún lado,
hace dos semanas que no estoy con Jack. Solo salimos dos fines de
semana. Por eso dejé lo nuestro cuando me fui.
-Eso lo sé de sobra. Por eso te amo. Eso nunca pasará, siempre te amaré
Sofía, nunca lo olvides, pase lo que pase. Eres el amor de mi vida y en
cuanto el bebé nazca, te buscaré y estaremos juntos. Nos amamos desde
siempre, lo sé y no voy a dejarte marchar de nuevo. Hagas lo que hagas,
salgas con quien salgas, yo no lo haré y haré todo lo posible por
recuperarte.
-Somos aún muy jóvenes Alex para saber si somos los amores de
nuestra vida. Ahora no me encuentro bien.
-Yo sí que sé que eres el amor de mi vida. ¿Te gusta Jack?
Sí, me gusta, no voy a mentirte, pero somos diferentes en la forma de
concebir las relaciones, por eso hablé con él y lo dejé, en eso quedamos en
que cuando quisiéramos nos dejaríamos.
-Lo sé, él no se compromete.
-Y tú te comprometes demasiado.
-Sí, así es.
-Tendré que encontrar un término medio.
-¿Por qué? ¿No puedes esperarme?
-Creo que debería descansar y estar sin nadie ahora mismo y pensar y
liberarme y dedicarme al trabajo de lleno. Estoy empezando mi carrera,
apenas, ayer le gané un juicio, y fíjate… Debería estar feliz y satisfecha, y
estoy hecha un guiñapo.
-¡Joder Sofía! ¿Ves cómo somos desgraciados si no estamos juntos?
-No sé si seré una desgraciada, pero me siento como tal, con las manos
vacías y sin poder hacer nada. Vine por ti y creo que cometí un error.
-No digas eso jamás. Sabes que nunca te olvidé y volver a verte es lo
mejor que me ha pasado en la vida.
Y Alex la abrazó fuerte y ella se dejó y él la besó como cuando tenía 22
años.
Si algo había que los unía era amor, sí, pero un amor imposible. Y
ambos lloraron. Volvieron a Harvard de unos años atrás.
Alex se levantó y la cogió de la mano y entró con ella en el primer hotel
que vio. Ella iba como en una nube y al entrar en la habitación, se
abrazaron y besaron, se desnudaron como adolescentes, como los que
fueron.
-No serás mía de momento, pero hoy sí, aunque después me dejes de
nuevo pequeña, quiero conservar este día como eres hoy y amarte no como
un niño, sino como un hombre.
Y se amaron tiernamente como se amaron años atrás en hoteles a
escondidas, en las habitaciones de la universidad cuando estaban solos.
Eso fue una despedida y lo sabían. Se habían encontrado para decirse
adiós. Para Alex, no lo era, era un comienzo, no iba a dejarla. Hacer el
amor con ella, le hizo saber que era de verdad el amor de su vida, que era
ella y siempre lo sería. Entrar en ella, era entrar en su casa.
Sus vidas tomaron caminos diferentes, por el momento para él y él
sabía que no volvería verla más hasta tener a su hijo, salvo si se la
encontraba en los juzgados. Nada más, eso
acordaron. Más bien acordó ella.
No quiso arrepentirse de haberse acostado con Alex, porque lo amaba y
se mentiría así misma. Iba a dedicarse a su trabajo y quería olvidar todo,
pero esa tarde hermosa, le sería difícil olvidarla. Era el amor de su vida,
pero se sentía triste y sabía que en cuanto tuviera a su bebé la olvidaría.
Así que se metería de lleno en sacar una buena carrera y dejar todo lo que
la apartaba de ese fin por el momento.
A las cinco de la tarde salían de hotel, tomaron café y él la dejó en su
casa, llorando y ella también.
Pero no quería llorar más, llevaba ya unos días tremendos y tenía
trabajo.
CAPÍTULO CINCO

Al cabo de dos meses, no había tenido llamada de ninguno, ni se los


había encontrado en los juzgados. Parecía haberse repuesto y solo
trabajaba más de la cuenta. Y recordaba esa tarde en el hotel con Alex,
porque hacer el amor con Alex no era como hacerlo con Jack, con Jack era
solo sexo, muy bueno, lo reconocía, pero hacer el amor con Alex era
intenso y era darle su alma a su hombre, era amor, como siempre lo fue, y
eso era difícil encontrar y más después de haberlo hecho de nuevo.
Lo que sentía con Alex, no lo había sentido con nadie, claro que tenía
poco para comparar, y ni ganas.
En esos dos meses no tuvo la regla. Ella pensó que debía ser toda la
emoción que había pasado y sufrido y aún sufría.
El domingo cuando se levantó, fue directa a vomitar al baño nada más
poner los pies en el suelo.
-¡Joder dijo!
Cuando vomitaba se le pasaba todo. Recogió el piso, y salió a
desayunar fuera, se traería pan y un test de embarazo. Ya dos meses… Lo
que faltaba es que Alex tuviese dos hijos, pero ella no le diría nada, no le
daría a elegir por un hijo. Y tenía 26 años, su vida se desmoronaba por
momentos.
-Si estaba embarazada, sería de dos meses como mucho, porque había
tenido la regla y a la semana siguiente se acostó con Alex y de Jack no
había vuelto a saber nada. Al menos sabía quién era el padre se su hijo si
estaba embarazada claro.
Cuando llegó a casa, dejó el pan en la cocina y se hizo el test.

POSITIVO

En toda regla y ella que había pedido cita a la ginecóloga para tomar
pastillas. La tenía el martes a las seis a la salida del trabajo. Y ahora todo
iba a cambiar.
Y se desplomó en el sofá. Iba a tener a su hijo, sola, como todas las
madres solteras, si volvía Alex bien, pero si no ahora su hijo era la persona
más importante de su vida.
Conforme avanzaba el día se tocaba el vientre y supo que ahí había
alguien por quien luchar, su bebé y se iba a poner manos a la obra,
alegrarse y ser feliz. Nada de tristeza, no quería que su bebé llegara al
mundo con una madre triste. Era joven. No necesitaba a nadie, cuando lo
tuviese tendría una chica interna una semana y luego ella con su
maternidad, no necesitaba a nadie y después una guardería.
En cuanto fuese a la ginecóloga, buscaría otro apartamento. Eso estaba
claro. En un lugar tranquilo de Manhattan, con un dormitorio más.

Ni Jack la llamó, estaba enfadado con ella, tenían un acuerdo y ahora le


decía que no quería, pero en eso quedaron también, cuando alguno no
quisiera seguir así, lo dejaría, pero Jack, no quería dejarla tan pronto, le
gustaba mucho Sofía, no quería dejarla aún a sabiendas de que amaba a
Alex.
Y se dio cuenta de que no debió darle tiempo a Alex y la entendió,
quería que hubiese luchado por ella. Sofía lo haría, fue un tonto, pero en
las relaciones, lo tenía claro. Sí que iba a dejar un tiempo a pesar de que le
gustaba, y luego la olvidaría como al resto y saldría con otras chicas como
siempre. Era joven y sin problemas.
¡Joder Sofía! dijo en su despacho mientras trabajaba. Y se hizo un café
y miró por la ventana pensando en su cuerpo, su risa, su alegría…

Alex, por su parte, le dejó las cosas claras por una vez a Marie,
seguirían como estaban saliendo solo para las cosas del pequeño y si la
necesitaba y se haría cargo de su bebé, pero no vivirían juntos, de
momento, ni pensaba casarse con ella porque no la amaba. Y a Marie con
eso le bastaba, no le quedaba más remedio. Aún tenía esperanzas.

Sofía fue la ginecóloga de su seguro el martes por la tarde como tenía


previsto, estaba embrazada, ya el test se lo dijo, seguía vomitando por las
mañanas y se lo contó a la ginecóloga, pero le dijo que vomitaba y se le
pasaba, luego desayunaba y estaba bien todo el día, no debía preocuparse.
Era normal.
Tenía que hacer algo de ejercicio, pasear al menos una hora al día, y
como llegaba de lleno la primavera le vendría bien.
La ginecóloga le dijo que estaba de dos meses, era de Alex de todas,
todas, pero ya lo sabía, y se había quedado embarazada en el hotel. Le
calculó que nacería en enero, al pasar las Navidades. Estaban en pleno mes
de Abril.
Llegaba a buscar a Alex a Estados Unidos, y lo que conseguía era un
hijo suyo y no a él.
Así que pensó que viajaría en vacaciones a España, estaría de pocos
meses y si se lo recomendaba la doctora, iría a ver a sus abuelos y a su
hermano, embarazada, pero iría. Lo sabría cuando llegara el momento.
Y la semana siguiente se pondría una tarde a buscar apartamento. Tenía
aún el teléfono del agente que le alquiló su apartamento, así que lo
llamaría desde el despacho al día siguiente.
En el bufete, estaban contentos con ella, tenía clientes que le llegaban y
otros que ella buscaba de noticias que encontraba. Era una trabajadora
incansable y en esos meses en que tuvo despacho, la había felicitado el
dueño del bufete varias veces por los juicios que ganaba, o los tratos que
realizaba. Negociaba bien y daba dinero al despacho y le pagaban bien.
Habló con el agente inmobiliario y le dijo que necesitaba algo parecido
a lo que tenía pero con dos dormitorios y un despacho, amueblado, limpio,
pintado si no mandaría a pintar, pero quería una habitación vacía para un
bebé, con guardería al lado y cerca de su trabajo y le dio la dirección.

A los dos días el agente la llamó y quedo por la tarde el viernes para ver
un par de ellos que tenía en un edificio.
Y los vio, los dos, en el mismo edificio con plaza de garaje cerca del
trabajo con el mismo precio que pagaba en el otro y una habitación más.
Una se la vaciaban como quería ella.
Los dos eran prácticamente iguales, pero ella eligió el recién pintado,
no tan alto, en la planta 12 y el que mejores muebles tenía y los colores
también le gustaron. Tenía de todo y se quedó con el, se cambiaba ese fin
de semana.
Allí mismo hizo el contrato y rescindió el otro, adecuaron el dinero y
quedó en llevarles las llaves del otro el lunes por la tarde.
Así que el viernes preparó todo lo del despacho de casa en una caja e
hizo algunas maletas y el sábado se levantó temprano, se fue con el coche
y productos de limpieza y le dio al apartamento, puso coladas y al medio
día estaba todo limpio. Salió al súper que había cerca y e hizo la compra
semanal, se traería todos los productos que tenía en el otro apartamento.
Vio la guardería, le encantaba, justo enfrente y diez minutos andando su
trabajo.
Le gustó mucho la tranquilidad de la zona. El parque lo tenía a 20
minutos. Decoraría la habitación sin prisas, cada mes pondría y compraría
algo.
El sábado por la tarde se echó un rato en el sofá de casa, estaba cansada
y por la tarde llevó casi todo, excepto la comida. Últimamente se cansaba
más, pero durmió en el apartamento nuevo.
Y el domingo fue a por lo que le quedaba, le dio al suelo y limpio, y le
dijo adiós, había pasado allí más de un año, pero el que tenía casi le
gustaba más. Tenía alarma como el otro y eso le daba seguridad, porque
vivía sola.
Y el domingo se lo tiró vagueando en el sofá y viendo la tele, leyendo.
Tampoco Jack dio señales de vida. Eso ya estaba terminado y Alex
tampoco llamó. Claro que no esperaba que ninguno de los dos lo hiciese.
El fin de semana siguiente si no tenía mucho trabajo iría un día a
Harvard y a Cambridge y allí comería o se quedaría una noche en uno de
los hoteles a los que iba con Alex.
Hacer el amor con Alex había sido distinto y ahora diferente, mucho
mejor, pero sabía que esa historia no iba a poder ser de ninguna de las
maneras. Un hijo con cada una. Y ella no le iba a dar a elegir. Haría como
hizo la madre de Alex.
Paso el tiempo y ella iba decorando la habitación de su bebé. En el
bufete se enteraron de que estaba embarazada, ya no podía esconderlo y
nadie supo quién era el padre. Ella no lo dijo.
Y en tres meses, en septiembre cogió vacaciones, estaba de cinco meses
casi y supo que iba a tener una niña.
La ginecóloga le desaconsejó todo viaje largo hasta después del
embrazo con lo cual, pasó las vacaciones en casa y viajando a lugares
cercanos, fue a la playa de Brooklyn, pero eso estaba abarrotado y ella no
quería meterse en esos lugares.
Pensó en llamar a su hija como su madre, Ana, a la que estuvo muy
unida, y aún no se lo había dicho a su familia. Aprovechó para a ir
decorando la habitación, comprar la cuna, un cucú para su dormitorio
porque nacería en invierno y quería tenerla en su dormitorio, un balancín
para dormirla y ese mes llenó la habitación de la pequeña. Un sofá cama
para que se quedara la chica.
Había un baño pequeño entre la habitación y el despacho y allí la
bañaría, ese sería el baño de su pequeña, porque el suyo no era demasiado
grande tampoco.
Ya le quedaba comprar la ropa pero esa la compraría en Navidad junto
con el bolso para el hospital biberones y demás, pero lo importante, lo
tenía.
La habitación tenía un armario empotrado para la niña y con cajones
para su ropita, aun así compró una cómoda para la ropita interior.
El resto de mes de vacaciones lo dedicó a pasear cuando no hacía
mucho calor, a ir al parque y tumbarse sobre la hierba a la sombra y leer.
Se llevaba un libro una manta y un cojín y se quedaba horas. Luego comía
fuera y se relajó. Ya se le notaba un tanto el vientre.

Y de nuevo comenzó en Octubre el trabajo. Ahora tenía menos que


andar, pero lo compensaba al salir del trabajo, se ponía zapatillas y un
chándal se tomaba un café y andaba avenida arriba y abajo durante una
hora. Se duchaba y trabajaba hasta hacerse algo de cena. Intentó
alimentarse más sano, eliminar tartas y dulces salvo alguna ocasión o el
fin de semana, porque le apetecía el azúcar.
Iba a sus revisiones ginecológicas y trabajaba mucho.
Y su hija tenía el nombre de su madre, ya listo, Ana. Era un nombre
precioso pensó.
Y ponía música tranquila cuando estaba en casa y cd de relajación y
respiración, porque con el estrés del trabajo, lo necesitaba.
Llegó finales de octubre y empezaba a hacer frío, las hojas de los
árboles anaranjadas caían sobre la acera. Las llamadas que recibía eran del
trabajo y de su familia, abuelos y hermano de España. Ella tuvo que
decirles que no se pudo coger vacaciones.

Su vientre ya era abultado y una noche de sábado echó de menos salir y


quiso ir al restaurante al que fue con Jack. Le apetecía comer en un
restaurante y no creía encontrarlo después de tanto tiempo. Tenía un antojo
de comer allí unas gambas que probó cuando comió allí.
Se vistió, con un vestido azul de media manga y tacones altos,
maquillada y perfumada y con un bolsito azul como los zapatos y el
vestido, estrecho que resaltaba su vientre.
Había tenido que ir de compras, pero no quería ropa de premamá, salvo
lo imprescindible,
Estaba cenando en un rinconcito, cuando vio a Jack con una chica de
piernas largas, rubia melena y guapa de envidia, era una modelo.
Jack la vio a ella allí sola sentada, cerca de su mesa, le dijo algo a la
chica y dejó la chaqueta en la silla y fue hacia ella,
-¡Hola Sofía, cuánto tiempo!
-Sí, hace tiempo ya.
-¿Cómo estás?
-Perfectamente.
Él no le vio el vientre porque lo tenía bajo la mesa y se echó un poco el
mantel para que no la viera.
-Estás guapa como siempre.
-Tú también, pero tienes compañía, no la dejes sola. Es guapísima.
-Sí, lo es como tú.
-Seguro -Dijo irónica.
-¿Estás sola?
-Sí, me ha apetecido venir esta noche. Tenía antojo de gambas. No son
como en España, pero están bien. -Y Jack sonrió.
-Ha sido un placer verte. ¿Has venido a verme?
-Sí, por eso he venido. No por las gambas.
-Tonta, era broma. Bueno, te dejo. ¿Sabes que Marie abortó el niño que
esperaban?
-¿Sí? No, no sabía nada, hace el mismo tiempo que no hablo con él que
contigo.
-Pues sí, se quedó embarazada y lo perdió hace unos meses.
-Lo siento por ellos.
-¿No te ha llamado?
-No, ya te lo he dicho.
-Esta vez sí la ha dejado, pero aún la cuida, de eso me he enterado,
ahora tienes el camino libre.
-¿Para qué?
-Par estar con el amor de tu vida.
-Gracias, lo tendré en cuenta.
-Bueno, te dejo. Pásalo bien
-Gracias Jack. Me ha alegrado verte.
Se puso en su mesa frente a ella y de vez en cuando sus miradas se
encontraban.
Jack no estaba pendiente de esa chica por muy modelo que fuera y muy
guapa que estuviese. Vio a Sofía frágil y tan bella y pequeña, joder no
dejaba de pensar en ella a pesar de haberse acostado con algunas mujeres
desde que la dejó.
Cuando Sofía terminó pagó al camarero y se levantó. Y entonces Jack
la vio embarazada, preciosa y creyó que era de él. No le cabía la menor
duda.
Sofía no se despidió de él, salió y cogió su coche y fue a casa. Hora y
media más tarde, la llamó Jack.
-¿Qué pasa Jack? Hace una hora y media que nos hemos visto.
-¿Dónde estás?
-En casa.
-En esta casa no.
-No, me he cambiado, a un apartamento con un dormitorio más.
-Dame la dirección.
-¿Para qué? Me he cambiado para que ni tú ni Alex la sepáis.
-Sofía dame la dirección y no te hagas la tonta, tenemos que hablar y lo
sabes.
-Estoy cansada Jack, pensaba acostarme.
-Dame la dirección y acuéstate en el sofá.
-¡Joder!
-¡Sí joder!
Y se la dio y en media hora estaba en su puerta, tenía un camisón de
tirantes corto, estaba calentita en casa y no tenía ganas de discutir ni de
dar explicaciones. No sabía por qué había ido a ese restaurante. Seguro que
pensó que estaba embarazada de él. Debía der eso.
Y Jack se quitó la chaqueta, la colgó en lao percha e inundó con su
perfume el pequeño apartamento.
-Me gusta más que el otro.
-Sí, tengo enfrente la guardería y el trabajo a diez minutos.
-¿Es mío?
-No es tuya, Jack, quería comer gambas y no esperaba encontrarte. Es
de Alex. Nos acostamos una semana después de verte y no lo he vuelto a
ver. Es una niña, así que no sufras, aún no vas a ser padre. Como tú
querías. Tranquilo.
Ella fue a tumbarse al sofá con las piernas en alto y Jack, se sentó a su
lado.
-No me has llamado, Sofía.
-Ni tú tampoco. Tienes tu vida, no quieres relaciones largas ni ataduras,
ni matrimonio ni hijos, y fíjate en mi ahora, ¿Cómo te iba a llamar Jack,
para qué?
-¿No lo sabe?
-No, ni se lo vas a decir.
-Júrame que no es mía.
-Te lo juro, cuando lo dejamos tenía la regla, lo sabes.
-Pues me hubiese gustado.
-Vamos Jack, no lo dices en serio. En tres fines de semana y quieres
tener un hijo y seguir con la misma vida. Lo que quieres es hacerme
infeliz.
Y toco su vientre y sintió emoción. Por ello.
-No hagas eso Jack.
-Te juro Sofía que me hubiese gustado que fuese mía. Me gustas y
hubiese sido un hombre diferente.
Y tal como vino se fue. Y ella pensó que esa sería la última vez que lo
iba a ver. No era el hombre adecuado ni el amor de su vida, ni creía por un
momento que iba a cambiar por una hija de una mujer que apenas conocía.
Y pensó en lo que le dijo acerca de Alex.
Si había dejado a Marie hacía un par de meses y no la había llamado…
Sentía que hubiese perdido a su hijo, quería llamarlo y no podía.

Y como si pareciese que estaba pensando en él, Alex la llamó el


domingo. O no la llamaba nadie en meses o se ponían de acuerdo para
llamarla.
-¡Hola Alex!
-Hola Sofía, supongo que ya lo sabes.
-Lo supe ayer, lo siento. Me lo ha dicho Jack.
-¿Sales con Jack?
-No, no he vuelto a salir con él, tiene su vida y yo la mía, me he
cambiado de apartamento.
-¿Dónde estás?
-En el parque donde siempre, voy a ir a comer.
-Espérame, ya voy.
-Vale. -Esto era la releche. Dos hombres dominantes y mandones,
seguros de sí mismos.
-¡Hola Sofía! -Le dio dos besos cundo llegó, y se sentó a su lado.
-¿Pero qué..., estás embarazada?
-Ya me ves. Me quedan apenas tres meses. Siento lo de tu bebé, Alex.
-Gracias, pero no creo ni que estuviese embarazada siquiera.
-¿No lo dirás en serio?
-Sí, lo creo, creo que no estaba embrazada, no quiso que fuese con ella
al hospital. Creo que se lo invento hasta tener la certeza que no iba a
quedarme con ella.
-Por Dios, no creo que te engañara en eso.
-Pues créelo, ahora sí que la he dejado, de todas formas no teníamos
relaciones desde que viniste, salvo contigo en el hotel.
-Pues ya somos dos.
-¿Es de Jack? -Le dijo con tristeza
-Es tuya y se llama Ana. La concebimos esa tarde en el hotel. Te has
vuelto muy potente desde que no te veo.
-¡Ay Dios nena! te quiero. ¿Es mía de verdad? Y no me has dicho nada
Sofía…
-Sabes por qué no te he dicho nada, pero si hace dos meses que la has
dejado y es para siempre…
-Para siempre. ¿Cuándo nacerá?
-En enero. ¿Me has visto? tengo una pequeña dentro. Estoy gorda.
-Estás preciosa, no me importa. Esta hija sí que es mía. Por fin
chiquita- y la besó y se tumbó con ella, abarcando su cintura y llorando
emocionado.
-No seas tonto, no quiero llorar. Lo he pasado mal sin ti, pero ahora ya
no te dejaré.
-El que no te dejará pase lo que pase, seré yo a ti. Tenemos que hablar
de muchas cosas nena, te vendrás a casa conmigo.
-¿Quieres que vivamos juntos?
-Sí, eso quiero, que te vengas, tengo espacio suficiente.
-Pero si apenas hace unos meses que me he cambiado, loco.
-Te cambias de nuevo. Ponemos otro despacho en el mío, caben dos. Y
dejamos una habitación para la pequeña Ana. Me gusta el nombre.
-Es el de mi madre. Y la tengo, la habitación digo, solo me falta la ropa.
-Pues nos la llevamos el fin de semana que viene. Tú no debes
preocuparte, yo llevo todo
-Estás un poco loco.
-No un poco no, un mucho. Estoy emocionado, estoy loco por ti.
-Te quiero Alex, nunca pensé que pudiésemos estar de nuevo juntos con
todo lo que hemos pasado.
-Lo estaremos pequeña. Te presentaré a la familia. Ya te conocen,
cuando mi madre te vea con lo que le he hablado de ti…
-¿De verdad?
-Sí, ya verás y mi padre, bueno, los dos. Conocerás a toda la familia.
-¡Ay Dios Alex estás loco! Y van a creer que Marie, la dejaste por mí.
-Y es la verdad pequeña. La he dejado por ti.
-Y yo muerta de hambre - Y Alex se rio con ganas, feliz.
-Pues vamos a comer, venga, luego me invitas a un café en tu casa.
Comió con Alex y este la acompaño a casa, sin dejar de darle besos por
la calle y abrazarla. Ella, le enseño su nuevo apartamento.
-Las cosas de Ana son bonitas, dejaremos el sofá, hay una habitación
para una chica y tiene un vestidor.
-Me falta la ropa.
-La compraremos, seguro mi madre quiere venir con nosotros para
comprarle algo a su nueva nieta.
-La dejamos. Si le hace ilusión…
-¡Dios cuántas cosas preciosa!
-Necesito una ducha antes de hacerte el café, ya veo que tienes muchos
planes.
-Me ducho contigo. Quiero verte y te necesito.
-No tanto como yo.
-Se quitó el chándal que se había puesto para ir al parque y él la miró.
-Estás preciosa. -Y la acarició, y tocó su vientre.
-Esta es mi hija, y tú eres mía. Y ahora seremos lo que siempre
soñamos. Te dije que si quería tener hijos sería contigo -le decía al oído.
-Tienes mucha ropa, pequeño. -Y Alex sonrió.
-Eso lo soluciono rápido también.
-Tengo un hombre que lo soluciona todo.
-Pues no sé si tu hombre aguantará mucho cielo, desde que concebimos
a Ana, no he hecho nada. Soy un santo.
-Por eso te amo tanto.
Y desnudo la tomó en brazos y la metió en la ducha, y tocó su sexo…
-¡Oh Dios Alex! Si me haces eso, no duraré nada.
-No quiero que aguantes, quiero que te corras en mis manos.
-Y tú también –Y movía su miembro duro y caliente como ascuas.
Besándose.
-Nena, no te pases que lo tengo antes que tú, cielo.
Y cuando ella tenía los primeros espasmos, él se quedó en sus manos.
-¡Dios preciosa! no es lo mismo, pero te amo.
Y ella se abrazó a su cuerpo grande.
-¡Qué chiquita eres!
-Sí, tú has crecido mucho.
-Mi niña…-Y la besó.
Cuando salieron de la ducha, él la secó con cuidado, y se tumbaron en
la cama.
-¿Hace falta que me proteja? -Le preguntó él de nuevo duro como una
piedra.
-Creo que es tarde para eso, nene, hace meses que no nos acostamos con
nadie.
-Y ahora sí que voy a morirme, es la primera vez que lo hacemos sin
nada.
-Y embarazada.
-Sí, le sonrío Alex, me gusta ser el primero en todo contigo.
Y entró en su cuerpo despacio para no hacerle daño.
-¡Ay Dios Alex!, no pares.
-Es que no quiero hacerle daño a la niña. Me da miedo tan gordita.
-No se lo harás, te necesito.
Y él avivó el viento entre sus muros cálidos y entre sus enredados
lamentos y llovió sobre ella su amor blanco. Se echó a un lado y la atrajo a
sus brazos.
Y ella se puso de lado para abrazar su pecho ancho y perfecto.
-Siempre has tenido un cuerpo perfecto para mí. Antes eras más flaco,
pero ahora estás de muerte, mi amor.
-¡Qué tonta eres!…
-Y tus ojos verdes, me encantan.
Y lo besaba.
-Tú sí que eres guapa. Ahora tendré dos niñas.
-Sí, serás el consentido de la familia.
-Sí, todas para mí.
-Más adelante tendremos otro.
-¿Quieres tener más hijos?
-Sí, dos al menos.
-Bueno, espera que salgamos de esta.
-¿Quieres café? estoy muerta.
-No luego, echemos una siesta ahora.
-¡Ay sí!
-Pero antes quiero probarte.
-Alex, no, síiii…
Alex sí y entro entre sus nalgas desiertas que lo habían esperado y
lamió y chupo su sabor, hasta que ella se vació en su boca
-Dios mío Alex. Ahora sí que estoy muerta.
Y subió y la abrazó, y se quedaron dormidos.
Había vuelto a él, y ella era su hogar, la mujer de su vida, lo sabía,
siempre lo había sabido y le daba gracias a Dios por habérsela devuelto.
La amaba desde el primer día que la conoció. Y era su hombre, su cuerpo
encajaba en el de ella a la perfección y se sentía morir dentro de su cuerpo
pequeño y frágil ahora.
Cuando Alex se despertó, sintió un placer inmenso y supo qué era. Ella
lo despertaba con su boca.
-Nena estás loca, estaba soñando…
-No es un sueño, es verdad.
-Ay Dios loca, más despacio…
-No había nadie que le hiciera con la boca lo que ella le hacía y se
estiraba en toda su grandeza de hombre y al cabo, saltó en pedazos por los
aires.
-¡Dios, nena! Me vas a matar.
-De gusto.
-Sí, de eso brujilla.
-¿Quieres café ahora?
-Sí, me apetece.
Y se quedaron viendo la tele un rato.
No iba a irse de su lado, ahora no la dejaría.
-Nena, sí me quedo, cenamos, pedimos algo.
-Sí, me has dejado muerta para hacer cena.
-Pedimos, luego tengo que irme. Mañana trabajamos, si no puedo venir
un rato por la tarde, te llamo, pero el fin de semana nos cambiamos. Así
que ve avisando al agente. El viernes empezamos, ve recogiendo.
-¿Cómo vamos a llevar todo?
-Tengo la furgoneta de mi padre del restaurante, se la pediré unas horas.
-¡Está bien!
Y ella le hizo un café y trajo dos trozos de tarta.
-¿No tomas café?
-No puedo, sé que tomo descafeinado alguna vez, pero no me apetece
nada.
-¿Eres feliz?
-Pues claro bobo, cómo no voy a serlo. Vine a por ti y me arrepiento de
no haberte buscado antes y nos hubiésemos ahorrado todo esto.
-Sí, te mereces que te dé.
-Sí, fui una tonta.
-Bueno no pensemos ahora en eso, estamos juntos al fin, nos ha costado
y vamos ser unos papas jóvenes.
-Cuando tenga Ana 20 años, tú tendrás 46 y yo 47.
-Unos jovencitos.
-Pues claro. Fíjate mi madre, tiene 46 y está hecha una chavala. Mi
padre es un pesado con ella. No he visto pareja más empalagosa.
-¿Y tus hermanos?
-Los gemelos están en Harvard hace un par de años. Les llevo siete
años. West, como mi padre se llama, estudia arquitectura y a John, le gusta
la criminología, se llama como mi abuelo, el padre de mi madre. Quiere
entrar en el FBI, o eso dice. Son más altos que yo, como su padre y el mío.
-¿En serio?
-Sí, mi padre West mide casi 1,90 y ellos igual. Soy el más bajo.
-Eres el más bajo y eres un gigante.
-Sí, somos una familia de altos, excepto mi madre que es como tú.
Les habló de su familia y después de cenar él se fue no sin antes hacerle
el amor de nuevo y besarla hasta cansarse.
-Te quiero nene.
-Ten cuidado.
-Lo tengo, no te preocupes.
-Cualquier cosa, me llamas.
-Que sí, pesado.
-Te amo.
-Que te vayas bobo.
Y se fue de su casa más feliz que en toda su vida y ella se quedó feliz
por una vez en la vida.
CAPÍTULO SEIS

Para el fin de semana estaba instalada en el apartamento de Alex. Le


había dejado un vestidor para ella en el dormitorio principal y justo al
lado, la habitación para la pequeña, vacía. Se llevó de nuevo lo que tenía
en la nevera y le quedaba dar la llave el lunes.
Una vez que colocaron todo el sábado por la tarde, Él le dijo que tenía
una chica para la limpieza que le aumentaría un par de horas más al día
para los dos. Y ella quiso pagarla, pero no la dejó.
-Pues compro la comida Alex.
-La compra la chica y ella y yo nos entendemos en la compra.
-Entonces que estoy, ¿No pago nada? ¿Solo el alquiler de la plaza de
garaje del coche?
-Estás para amarme y has comprado todo lo de Ana, fíjate qué bonito ha
quedado todo.
-Sí, preciosa, esta habitación es más grande.
-Venga, nos duchamos y cenamos algo, pido lo que quieras.
-Mañana vamos a dar un paseo a casa. Ya he quedado con ellos. Tienes
que conocerlos, a los gemelos los conocerás en Acción de Gracias. Ya
queda poco.
-¿Y si no les gusto Alex?, Ellos conocían a Marie.
-Sí, y mis padres saben lo que me ha hecho, así que no es que fueran
muy fan suya.
-¿Saben que estoy embarazada?
-Sí, se lo dije el jueves. Lo saben todo.
-Dios Alex, te van a matar con tantos embarazos a mujeres distintas.
-Saben que lo de Marie fue un engaño. Pero este, lo he visto con mis
propios ojos.
-¡Ay qué miedo y qué nervios tengo!
-Venga, una duchita gordy y a comer y descansar, ya estás en casa.
-No me gusta que compres y pagues tú todo.
-Cuando nos casemos juntamos el dinero, si tanto empeño tienes.
-¿Nos vamos casar?
-Sí, cuando tengamos a Ana nos casamos.
-Quiero esperar un poco Alex, no seas impulsivo, primero vivimos
juntos ¿Vale?
-Bueno, como quieras, mientras estés en mi casa…
-No me pienso ir a ni ningún lado, tengo un hombre que me mima y me
satisface,
-¿Sí, eh?
-Sí, no seas tonto Alex…
-Ven aquí, te voy a enjabonar bien.
-Ay Alex… Y se reía.
Esa noche, abrazados, después de hacer el amor…
-Soy el hombre más feliz del mundo, pequeña.
-Y yo, y espero que esta vez nos dure.
-Sé positiva.
-Tengo un poco de miedo al parto, Alex.
-No lo tengas, estaré contigo.
-Quiero que todo salga bien y sea una niña preciosa y tenga tus ojos
verdes.
-Pues a mí, me encantan tus ojos. A mí me da igual, mientras sea
nuestra.
-Es nuestra.
-Eso es seguro.
-¿Acaso lo dudas? Puedes hacerle una prueba cuando nazca.
-Ni por un momento lo he dudado. No pienso hacer ninguna prueba.
-Es extraño, como cuando nos conocimos éramos apenas unos jóvenes y
ahora me pareces un hombre sexy, seguro y guapo. Y tengo celos.
-¿De qué?
-Mira cómo estoy…
-Preciosa. No tengo ojos para nadie, chiquita.
-Te amo tanto…
-Lo sé, venir a por mí, es un acto de amor que nunca jamás lo olvidaré a
pesar de lo que nos depare la vida.
-De momento un apartamento precioso.
-¿Te gusta?
-Me encanta. Me has hecho un despacho, loco.
-Sí, con la mesa enfrente para que nos veamos. Y que nos entre la luz
por la ventana y ver la avenida, aunque prefiero mirarte a ti.
-Me encanta.
-Si quieres cambiar algo… Te tengo hasta una plaza de garaje y
tenemos piscina y gym en los sótanos.
-No pienso cambiar nada, es preciosa. Espera que Ana crezca, y verás.
Iré a la piscina, me vendrá bien, aunque este apartamento está más lejos de
mi trabajo e iré andando, me lo ha recomendado la ginecóloga.
-Quiero ir la próxima vez y ver moverse a mi niña.
-En noviembre el 15 por la tarde tengo la cita, estará ya enorme.
-Vamos juntos, esta niña va a tener un papi con mucha suerte, con sus
papis. Ven aquí preciosa, vamos a dormir que se te cierran los ojos.
Y se quedaron dormidos.

Al día siguiente domingo, se despertó y no estaba Alex, había ido a


hacer ejercicio.
Y así fue, mientras ella hacía el desayuno, entraba él por la puerta.
-Esto huele bien, guapa -Y la besó -Voy a la ducha.
-Desayunamos y me dices que ponerme, muy guapa, súper guapa,
normal, informal…
-Como quieras, pero ni como para ir de fiesta ni para el trabajo.
-Entonces informal.
-Si les vas a gustar, va a ser la primera chica que tengamos en la
familia. Estarán todos locos con ella.

Cuando llegaron a la casa de Mónica, él le dijo que la cafetería del bajo


era la de sus padres.
-Tenemos que venir un sábado, a tomar café o a comer al mediodía.
-Me gustará comer la comida del chef de la casa.
-Di que está buena -Y se reía.
-Lo diré -Sonriéndole.
Estaba nerviosa antes de que abrieran la puerta.
Se había puesto unas mallas negras y un jersey de lana fino largo con
una rebeca larga igualmente verde. Y su bolso y botas altas de tacón bajo.
-¡Hola hijo!
-¡Hola Sofía!
-Doña Mónica, señor West…
-Los saludó a todos con dos besos.
-Nada de doña, ni don en esta casa hija, venga pasa y siéntate. Madre
mía, Mónica, vamos a ser abuelos antes de lo que esperábamos.
-Sí, en enero. Es una niña. Se llamará Ana.
-Esa sí es mi hija mamá, le dijo, con satisfacción.
-Tengo ganas de verla, hijo, con lo que has sufrido, ahora estamos tan
contentos…
Y Sofía sacó de su bolso las ecografías que ya había visto antes Alex y
se las enseñó.
-¡Qué chiquita!
-Me temo que saldrá a mi -Dijo riéndose.
-Eres muy guapa. En esta casa los hombres son grandes y las mujeres
pequeñas, Que siga la estirpe de mujeres pequeñas españolas. Alex dice
que eres de Marbella, le habló en castellano
-Sí, de allí soy.
-Tu madre habla muy bien castellano. -Le dijo a Alex.
-Estos son más torpecillos, por más que me empeño, pero al menos, se
enteran y saben, Alex más, pero los gemelos…
-En la universidad no les quedará más remedio.
-Bueno, dijo West, cuéntanos vuestra historia
Y Alex iba a hablar, pero West, lo cortó.
-Déjala a ella, la tuya la sabemos.
-Mira que eres papá…
-Te quiero, soy un buen padre,
-Eso no lo dudo. Yo también te quiero.
-Venga vamos a tomar algo que he preparado y Sofía me va a contar
todo, de todo.
-Papá…
-No me importa Alex, me gusta.
Y entre la comida y el café, departió con sus padres y les contó todo.
-No puedo imaginar lo que has sufrido, sola al otro lado del mundo en
busca de mi hijo, y lo que ha pasado mi Alex estos meses, pero ahora
estáis juntos y vais a tener una hija, nuestra primera nieta. Y eso es lo
importante. Así que a olvidar lo malo. ¿Tienes ya las cosas de la niña
compradas?
-Sí, Alex le ha preparado una habitación y yo tenía comprado los
muebles. Los hemos llevado ya. Me queda comprarle la ropita solo. Tenía
la habitación y Alex se la ha preparado.
-¿Cuándo vais a por la ropa?
-Queremos ir antes de Acción de Gracias, Para Navidad quiero tenerlo
todo listo.
-Y tenemos que ir ver a mi padre Nolan y a los abuelos. -Digo Alex. -
Iremos el domingo que viene. Tenemos ahora trabajo.
-Está bien, pero si pudiera ir con Sofía a por la ropa…- Dijo la madre.
-Vendrá con nosotros, se lo prometo. Un sábado vamos y luego
comemos en la cafetería. -Tengo que probar las delicias del chef. Estas
están magníficas.
-¿A que sí? -Le dijo satisfecho West.
-Lo digo de verdad. ¿Sabe que se parece usted a Jason Momoa?
Y todos se rieron.
-Sí, me lo han dicho muchas veces, cualquier día me corto las rastras.
-No serás capaz mi amor, -le dijo Mónica.
-Pues seré, me estoy cansando.
Cundo tomaron café y salieron de casa de los padres de Alex, ella salió
contenta.
-Les gusto Alex.
-Sí, claro que les gustas, eres maravillosa, sensata, y agradable, eres
inteligente y quién no te quiere mujer, si eres buena.
-Tú también estás bueno.
-Boba…
-El sábado que viene vamos a comprar con mi madre las cosas del bebé.
-Tengo que terminar la lista.
-La haces y el domingo vamos a ver a mi padre, a mis abuelos y a mi
tío Oscar y su prole. Porque el siguiente es Acción de Gracias y comemos
en casa, ya sabes que te han invitado y no comerás sola.
-Conoceré a tus hermanos.
-Seremos seis. Mi padre está que se sale y a mi padre le gustas, tiene
debilidad por las mujeres pequeñas. Y te pareces a mi madre.
-¿Tú también tienes debilidad por las mujeres pequeñas?
-Tengo debilidad por ti, guapa.
-Me gustan los hombres grandes.
-¿Para qué?
-Para que me cojan, claro cuando no esté gordita. Me gusta, es algo
innato.
-Te cogeré en volandas.
-Loco…

El sábado siguiente, fueron de compras con la madre a un centro


comercial. Ella llevaba una lista y Alex el coche y recogieron a su madre.
Y cuando acabaron llevaban el coche lleno. Su madre quiso pagar todo
cuanto veía de bonito y se gastó un dinero.
-No puedo dejarla que compre todo Mónica.
-Vamos es mi primera nieta, déjame que disfrute, tengo dinero y quiero
un puñado de nietos y tener la casa llena algún día y poder verlos a todos.
-Los verá porque es muy joven.
-Vamos a comer la cafetería, tu padre dirá que hoy me he escapado.
-Allí estuvieron comiendo.
-¿Qué? ¿Muchas cosillas para mi nieta?
-Demasiadas, amor. Será la niña más bonita de Manhattan.
-Tú como siempre tan generosa.
-Pero West, la abrazaba y besaba.
-¿Ves lo que te dije? -Le decía Alex a Sofía.
-Es bonito que se quieran, y espero que me quieras como ellos se
quieren.
-Pues claro que lo haré. Tengo buenos maestros.
-Sofía dio las gracias a los dos y al final se fueron a la casa y por la
tarde, antes del café estuvieron doblando la ropita y colocándolo todo.
-Ya está todo mi amor.
-Pues necesito un café nena, y vamos tarde.
-Tu padre nos ha dado un taper para la noche, porque hemos insistido
en pagar.
-Pues ya tenemos cena.
-Te hago el café y nos vamos al sofá un ratito, luego tengo trabajo un
par de horas.
-Yo prefiero hacerlo mañana.
-Mañana también tengo. Tengo el martes un juicio escabroso.
-Entonces me pongo contigo, si vamos a ver a tus abuelos, comemos
algo fuera.
-Sí, temprano y nos venimos a trabajar.
-Vale.
A Nolan también le cayó muy bien Sofía y a los abuelos y a su tío
Oscar y los niños preguntaban por la niña de la barriga.
Cuando llegó agotada a casa, se tumbó en el sofá y Alex la dejó dormir.
Llevaba tres fines de semana agotadores y las semanas de trabajo
estresantes.
Cuando se despertó eran las seis y media.
-No me has llamado, loco y he dormido un montón de horas.
-Las que necesitas.
-Voy a hacer algo de cena ligerito.
-Está bien.
-Y luego tengo que mirar un par de cosas.
-Como quieras.
-¿Qué te ha parecido la familia?
-Me encanta toda. Son estupendos. Aunque tu madre Mónica y West,
me encantan. Son más cercanos y familiares.
-Lo sabía, eres una romántica.
-No es eso, me gusta la historia de su amor, y ese hombre ama a tu
madre, por encima de todo.
-Como yo te amo a ti.
-Eso espero.
-¿O qué?
-Te mataré a besos.
-Eso me gusta.
-Sí, pues vas a esperar a la cena.

El día de Acción de Gracias, fue un tumulto en casa de Mónica. Los


gemelos eran tipos grandes, aún jóvenes, como cuando Alex y ella se
conocieron. Eran habladores y parlanchines y abrazaban a Mónica.
-Dejadla ya -Decía Alex.
-Es nuestra cuñada, qué hermano este. ¿A que sí Sofía?
-Pues claro.
Hablaron de la Universidad y West hizo una comida estupenda. Eran
una gran familia ya y sus padres estaban tan felices… Que ella echó de
menos a los suyos y sus reuniones familiares en Málaga. Pero tenía con
Alex una familia estupenda.
-Si esta familia se agranda en unos años, vamos a tener que celebrarlo
en la cafetería o comprar una mesa más grande. -Dijo West.
La velada fue perfecta. Ella llevó productos españoles de una tienda del
centro y llevó jamón ibérico y le dijo a West.
-Supere esto -Le dio irónica dándole a probar a West. -Y West, se reía.
-Esto es insuperable -Cuando lo probó.
-¡Ay qué bueno! -Dijo Mónica. Eso no lo pruebo desde pequeña.
-Ummm. ¡Qué bueno Sofía! -Y West se reía.
-Compra usted un jamón de esos y pone tapas a 12 dólares. Seguro que
lo vende bien.
-Desde luego voy a pensarlo.
-Cuando se fueron, le llevaron comida para el fin de semana no hacer
nada.

El viernes y los fines de semana daban un paseo y a veces comían fuera


y otros iban casa, ella se echaba una pequeña siesta, llamaba a España y
luego trabajaba con Alex hasta la cena.
El viernes cuando se sentó por la tarde con Alex en el despacho, le dijo.
-Me ha llegado un caso difícil.
-¿Y eso?
-Un crimen de barrio como siempre. Lo peor que tengo a Jack de nuevo.
Nunca pensé tenerlo al otro lado, pero ahí está. Antes de Navidad y quiero
poner el árbol y decorar y comprar los regalos para todos.
-Bueno tranquila…
-¿Qué llevas? -Y mira que no me gusta que lo veas, porque me pongo
celoso cuando recuerdo que te puso la mano encima.
-Venga, no seas tonto, eso me pasa con Marie y las Marie que no
conozco.
-Es verdad, pero yo tengo que verlo de vez en cuando. Y a pesar de
todo, sé que le gustas.
-Pero no a mí.
-Es guapo, pero no es adecuado para mí.
-Bueno, lo olvidamos, ¿El caso?
-Su defendido mató al hijo de mi defendida, una pelea de barrio. ¿Y
pueden pagarle a un abogado como Jack y un bufete como el nuestro?
-Trafican Alex, claro que pueden pagarle.
-No le vas a ganar esta vez entonces, cielo.
-Haré lo imposible, pero ya la madre sabe que no va a ganar. Se lo he
dicho, pero no le importa, confía en mí y si no ganamos al menos lo ha
llevado al banquillo, que le vea la gente la cara, es lo que quiere. A su hijo
no va a recuperarlo.
-Mi niña me vas a hacer sufrir mucho, elegir criminología es duro…
-Es lo que me apasiona.
-¿Por qué?, Vamos a ver si eres una persona tranquila y… En fin, no sé
cómo elegiste criminología con los lobos que hay.
-Soy una caperucita buena.
-Mi amor, ten cuidado.
-Lo tengo, hago mi trabajo, nada más -Y él la abrazaba.
-No quiero que mis niñas sufran.
-No sufro, realizo mi trabajo.
-Ojalá le ganaras a ese vanidoso. -Y ella se reía.
-Un milagro me haría falta. Estoy buscando e informándome de todo.
-Así que en cuanto termine el juicio el lunes de la otra semana, me
pongo a decorar la casa, ¿Me dejas?
-Pues claro, es tuya.
-No, es tuya, pero pondremos un árbol.
-Nunca he puesto.
-Este año, sí, con los regalos para todos.
-Te quiero, ¿Te lo he dicho?
-Cada cinco minutos, pesado.
-Pues no querías que fuese pesado…

Ella trabajó mucho en ese juicio, y cuando el lunes siguiente se


encontró en el juzgado con Jack…
-¡Vaya qué gordita estás!
-Sí, me queda apenas un mes, cuando pasen las fiestas. Para el diez o
así de enero.
-Estás guapa, no has engordado nada.
-¿No? ¿Y esto? -señalándose el vientre…
-Mujer, es la niña. ¿Estás preparada para perder?
-Nunca ¿Y tú?
-Jamás caperucita.
-Siempre igual de vanidoso -Le sonrió a Jack.
-Este es un tema escabroso. No me gusta enfrentarme a ti en esto.
-¿Me consideras débil?
-Frágil ahora mismo.
-No te fíes de la fragilidad de las mujeres.
-¿Estás con él?
-Claro, vivo con él.
-Me alegro, de verdad Sofía. Eres una mujer estupenda.
-Y tú un hombre increíble.
-Pues me dejaste.
-Sabes por qué.
-¿Y ahora tienes lo que quieres?
-Lo tengo. Soy feliz, no tengo que tener esa palpitación constante de
infidelidad.
-¡Qué poeta eres! Anda entra. Vamos al matadero.

El juicio duró tres días. Y el jurado debatió otro y el jueves a última


hora el juez los llamó a todos.
No ganó, por supuesto, pero no perdió. El defendido y supuesto asesino
de Jack no entraba en la cárcel, pero por el contrario debía darle a la madre
del defendido muerto de Sofía, medio millón de dólares. Que por supuesto
para ese camello lleno de oros, no era nada y salió riéndose en la cara de la
madre para más humillación de la pobre mujer.

-Bueno, le dijo Jack, creo que no hemos ganado ninguno de los dos.
-El que no ha ganado nada es el muerto. Pero al menos su madre tendrá
una compensación para irse a otro lado a vivir.
-¿Se va fuera?
-Sí, tiene dos hijos más. Se va a algún pueblo pequeño del sur, no lo
sé…
-Lo mejor que puede hacer, su hijo se metió en terrenos turbios.
-Me cae de culo tu defendido. -Y Jack se rio de la expresión.
-A mí también, no creas, pero es trabajo, ya lo sabes.
-Lo sé y a veces lo hago. Creo que algún día pediré una plaza en la
policía.
-Pues mira no estaría mal, toma, un amigo mío de FBI, hacen exámenes
cada cierto tiempo para criminólogos o abogados penalistas.
-¿En serio?
-Sí, es difícil entrar, pero te gustará buscar datos para algún policía y
ganar más.
-Quizá me lo piense. Gracias Jack.
-Nos vemos guapa y le dio dos besos. Voy a buscar al collares de oro.
Y ella se reía…

Esa tarjeta la guardaría para después de la maternidad y quizá llamara y


se preparara ese examen, sería como una oposición.

El fin de semana fue de compras con Alex, y ella compró sola el árbol,
y los regalos y la decoración.
Entre el viernes, el sábado y el domingo estaba todo puesto bajo el
árbol.
Tenían las Navidades repartidas, el 24 por la noche con sus padres y los
gemelos a cenar y el 25 al mediodía, irían con sus abuelos y su padre
Nolan y fue especial.
El 24, cuando llegaron a casa de estar en casa de los padres y pasarlo
genial abriendo regalos, Alex le dio el suyo.
Una cajita con un anillo de compromiso. Se puso de rodillas y se la
abrió.
-Alex Dios mío, es precioso y se emocionó.
-Vamos estoy esperando, nena.
-Sí, claro que sí, me casaré contigo. Te amo mi amor.
Y ella le regaló un reloj de oro.
-Dios mujer, esto cuesta una pasta.
-Te lo mereces.
-Tengo uno.
-Para tu colección.
-Te quiero chiquita, me encanta. Y hay ropa también. Y un peluche para
Ana.
-Vamos a llenar los armarios y nos queda ir a casa de los abuelos.

Habían pasado las Navidades y empezaron de nuevo el trabajo.


El día dos la llamó su hermano desde España. Le extrañó porque había
hablado en Navidad con ellos, pero fue para decirle que los abuelos, no
estaban bien, que el abuelo se estaba muriendo y que por que no se iba allí,
hasta que pasara lo de los abuelos y luego volviera y ella tuvo que contarle
la verdad.
-Pero hermana, si vas a dar a luz, vente cuando estés bien y tomas tu
maternidad, seguro que Alex lo entiende. Sabes que no tienen más nietos y
no quiero llevarlos a morir a una residencia.
-Pero tengo un trabajo aquí, Julio.
-Al menos hasta que pase lo del abuelo. Y cuando acabes tu maternidad
vuelves, son cuatro meses apenas. Te preparemos una habitación de bebé
en casa de los abuelos y tú duermes en la otra habitación ¿Vale? Si Alex te
quiere, te esperará. Esta vez no será tanto tiempo.
-Pero serán ya dos veces. Ay dios, Julio, tengo miedo.
-Ya acondicionaré la sala como despacho, para que estudies casos o lo
que quieras, porque el comedor se lo hemos dejado como habitación ya no
pueden subir a la parte alta. Y abajo tienen el baño.
-Pero no es eso hermano.
-Vamos Sofía, yo no puedo hacerme cargo, tengo turnos y no podemos
meter una mujer interna, no me fio.
-Alex puede venir a verte cuando pueda. Será poco tiempo.
Y Sofía supo que la felicidad duraba poco.

Cuando llegó la hora habló con Alex. Temía decírselo. No iba a querer
perderla de nuevo y no la perdería, pero ahora también era a su hija.
-No puedo dejar que te vayas Sofía y menos con mi niña, no puedo de
nuevo.
-Tengo que irme mi amor, son mis abuelos y solo será el tiempo de
maternidad y si se alarga un poco, vienes en vacaciones a vernos. Y
hablaremos todos los días. Esta vez no te dejaré que te vayas con otra -Le
decía llorando.
-Y mi hija y tu trabajo.
-No quiero irme, pero no tengo otra opción, mi amor, te amo tanto. Soy
tan desgraciada…
Tengo muy mala suerte Alex.
-Vamos pequeña, no llores así, no es bueno para la niña.
-Estoy dividida. Pero juro que nos casaremos, te seré fiel y tú a mí.
Júramelo.
-Claro pequeña. Me dejas solo de nuevo.
-Esta será la última vez.
-Mi madre no se lo creerá. Y se pondrán tristes por no poder ver a su
nieta.
Y ese día estuvieron llorando y Alex supo que Sofía era el amor de su
vida, una buena nieta y buena mujer, generosa, que anteponía su felicidad
a todo. Y que la esperaría toda su vida.
El tiempo la dejó triste, no quería irse de su casa tan bonita, ni con su
niña sin Alex. Este le dijo que se iba con ella, pero ella no quiso que
perdiera su trabajo. Con que lo perdiera ella, era suficiente.
En enero contrató una chica y ya le dijo que sería apenas un mes, quizá
le viniera bien ayudarla con la pequeña. Alex también lo quiso.
Y tenía en mente algo que llevaba rondando en su cabeza.
Al pasar las Navidades habló con su jefe y le expuso su problema. Y
este le dijo que cuando volviera, lo buscara porque allí siempre tendría un
hueco en su bufete. Y el 31 de diciembre se despidió del trabajo, dejó
todos sus casos atados y recogió sus cosas, quería tomarse la maternidad y
estar tranquila hasta dar a luz, de todas formas, pediría sus cuatro meses al
seguro de salud por irse antes a otro país, le correspondía aunque tenía la
doble nacionalidad. Vendió el coche. Y dejaría los muebles de la pequeña
salvo el carrito.
Una vez que se despidió del trabajo y sin decirle nada a Alex, tomó la
tarjeta que Jack le dio en el juzgado y llamó por teléfono al amigo de Jack,
que estaba interesada en esas plazas y éste le pidió una dirección de
correo, le mandaría toda la información y libros para comprar.
Cuando la recibió, pidió todos los libros y exámenes que le había
recomendado de años anteriores. No trabajaría y se iba a preparar esas
oposiciones y cuando volviera se presentaría al primero que se hiciera o
cuando estuviese preparada. Según este salía uno anual, y las pruebas eran
en Filadelfia.
Eso no importaba, pero no iba a estar sin hacer nada y ese trabajo sería
mejor que el que tenía. Y tenía dinero para aguantar meses sin trabajar. Si
no lo conseguía, buscaría trabajo y se iría presentando hasta aprobar.

Se lo contó a Alex y a este le alegró al menos una cosa.


-Vas a ir cargada mi amor.
-Me recogerá mi hermano y me dejarás tú en el aeropuerto.
CAPÍTULO SIETE

Sofía tuvo su hija el 10 de enero, era una niña preciosa y chiquita en un


parto demasiado largo. Alex estuvo en todo momento con ella y sufría
como ella. En unos meses cumpliría 27 años y ella, era una mamá joven
con 26.
Ana era una pequeña morena de ojos verdes como su padre. Toda la
familia estuvo con ellos y la niña iba de mano en mano, pero Mónica puso
orden.
-No te enfades Sofía, pero es igual que mi hijo. Es como Alex cuando
era pequeño.
-No me enfado, mejor que se parezca a su padre, es tan guapo…. -Y
Mónica se reía.
-Sí que lo es, es hijo mío. Pero quiero que me mandes algún video o me
la pongas. La voy a echar tanto de menos… No voy a poder mimarla tanto.
-Espero Mónica que esta vez sea poco tiempo.
-Eso espero hija. Mi hijo irá a verte en verano, ya verás. Ya no te dejara.
Y no llores, vamos anímate, te queremos todos. Eres una hija para
nosotros.
-Gracias Mónica.
-Venga, ya verás qué pronto vuelves, además no te vas todavía.
-No, en un par de meses.
- ¡E!, pues a disfrutar de mi Anita preciosa.

La chica que contrataron, estuvo con ella en el hospital y se encargaba


de ella y la niña cuando no estaba la familia.
Cuando estuvo en casa, llamó a su hermano diciéndole que todo había
salido bien y empezó a recuperarse.
La niña era preciosa y dormilona, tranquila y la chica decía que era un
amor de niña y que la iba a echar de menos cuando se fuera a primeros de
marzo que fue la fecha en que decidió marcharse. Ya estaría recuperada y
Ana tendría dos meses y podía viajar.
El tiempo pasaba y ella cuidaba de su pequeña, visitaban a los abuelos y
Alex estaba tan embobado con su hija que a ella, le daba pena marcharse y
quitársela. Se iban a echar mucho de menos.
Cuando la cuarentena pasó, volvieron a tener relaciones.
-¡Mi niña!, te voy a echar tanto de menos…
-Lo sé y yo también. Pero hoy he hablado con mi hermano y mi abuelo
está peor. Tengo que ir preparando las cosas y me iré el uno de marzo. Voy
a sacar los billetes de noche y en primera.
-Eso seguro. Quiero que vayas cómoda tantas horas y me llames en
cuanto llegues a la hora que sea.
-Lo sé, te amo Alex. No quiero irme. Ahora con nuestra niña. -Se
abrazaba a él.
Y él la besaba como si fuese la última vez, y como si fuese la última
vez hacían el amor, intensamente.
Y llegó el día anterior a su partida. Esa noche, ya había despedido a la
chica y a toda la familia. Lloró mucho cuando se abrazó a West y a Mónica
sobre todo, que la animó. Tenía todo lo que iba a llevarse en el salón, tres
maletas su bolso y uno para la pequeña, su cochecito Con lo que
necesitaba para el viaje.
Cuando estaban en la cama después de hacer el amor. Era su última
noche y estaban emocionados y abrazados y Alex decía que la casa iba a
quedarse sola y sorda como él.
-¿Qué edad tienen tus abuelos?
-Son mayores. Tienen más de 80 años, ya y mi abuelo está bastante
enfermo. Me lo dijo mi hermano ayer. Así que me quedaré con mis
abuelos en su casa. La ha adaptado para que no tengan que subir escaleras.
Es una casa de dos plantas. Ya la tiene lista para la niña y para mí, e
incluso me ha hecho un pequeño despacho en una sala. Allí estaré con Ana
y sus juguetes.
-Volverás cariño, pronto.
-Vendrás tú antes a vernos y así ves dónde naciste. Te quedas con
nosotros en casa las vacaciones.
-Pues claro que iré a verte mi chiquita. Y si tomo algunos días también.
Eso seguro.
-Sí, volveré porque tengo a tu hija, y porque me gusta Manhattan. Y por
ti.
Cuando inevitablemente se fue, ella se quedó vacía, como Alex, pero al
menos sabía que se amaban intensamente y eso no cambiará nunca más en
la vida.

Llegó dos días después por la mañana a Málaga a Marbella con su


hermano, cargada y cansada. Cuando llegó a casa de los abuelos, y los
saludó, llamó a Alex para decirle que habían llegado bien, que después
hablarían.
Y los posteriores días se instaló en casa de sus abuelos y cuidaba de
ellos y de la pequeña. Habían solicitado una chica a domicilio de los
servicios sociales para sus abuelos y al menos le hacían la comida, los
bañaban y a veces iban al médico, limpiaban las zonas de los abuelos y
ella se encargaba del resto. Y de su pequeña, y no había ni un día que no
hablara con Alex y este viera a su chica y a ella y a Mónica y West, les
mandaba videos de la pequeña para que la vieran y algún domingo los
llamaba.

Cuando pasó la maternidad, a finales de Abril, metió la pequeña en una


guardería cercana y contrató a una señora para cuidar a sus abuelos unas
horas, así ella podía dedicarse a estudiar los libros para el examen del FBI
y poder salir a comprar y pasear.
Los abuelos estaban bien atendidos de día y ella estaba por la noche.
Los meses pasaban… y ella se adaptó, pero echaba tanto de menos a su
hombre y su vida allí…
Su abuelo que cada día iba empeorando hasta que en Mayo, empeoró y
murió una mañana.
Y se quedaron solas las tres en casa con las chicas de Ayuda para su
abuela. Su hija ya tenía cinco meses y era un revoltijo, su padre estaba
encantado con ella, le decía papá por Skype.
Y Alex le dijo que si no se venía para el verano iría a verlas, que no
aguantaba más y ella dijo que sí, porque la abuela, con la muerte del
abuelo había empeorado y se había metido en su mundo y le daba pena
dejarla. Y a él se le hacía insoportable la vida sin ellas.

La vida pasaba y pasaron los meses, ella y cumplió en Marzo los 27


años y ya Alex tenía 28 y llegó el verano y por fin Alex apareció en
Marbella y se quedó en casa con ella.
-¡Ay mi amor! qué guapo estás y qué bien hueles. Te quiero, te quiero.
Y no dejaba de abrazarlo y besarlo y él a ella. Quiso ir sola a por él al
aeropuerto.
-¡Cuanto te he echado de menos mi niña! y la besaba con pasión. Todos
te dan recuerdos y besitos a la pequeña. Y traigo regalitos para ella.
-Vámonos o no llego a tu casa, ¿Y la pequeña?
-Allí la he dejado, quería esperarte a solas. Tengo a una chica unas
horas con mi abuela que está mal. Por eso no me he querido ir cariño, pero
estoy estudiando mucho para hacer el examen de FBI y dejar los juzgados
-¿Crees que aprobarás? Me he informado y son muy difíciles, no entra
cualquiera fácilmente.
-Entraré yo con tu ayuda. Estoy estudiando mucho y estudiaré allí hasta
el primer examen. -No pienso trabajar a no ser que suspenda. Si suspendo
trabajo y estudio.
-A mí me gustaría entrar en ti, de otra manera.
-¡Qué loco!
-No sabes cómo te deseo. Estoy que exploto, nena.
A su abuela le dijeron que era el padre de su hija, y ya no se enteraba de
mucho. Estaba también fastidiada y ella temía que se enfermara mucho
más.

Ese mes que estuvo Alex en Marbella fue maravilloso, iban a la playa
con la niña y él era el padre perfecto y el hombre perfecto. Era feliz, era su
hombre y disfrutaba de él el tiempo que la vida allí, se lo permitiera.
No estudió nada y sacaban a la abuela a dar paseos por la Costa del sol
y a comer fuera. A Alex le encantó el sitio donde había nacido. Hicieron
mucho el amor por las noches. Y las siestas. Y él decía que tenía que
llevarse por otro tiempo.
-Cariño, no te preocupes, he visto como está tu abuela y creo que no le
queda mucho tiempo, y nos lo dijo el médico la semana pasada. No quiero
que te estreses con la pequeña, ni sufras, quédate lo que se necesario.
-Pero te echo de menos, quiero estar allí contigo. No quiero dejarla y no
puedo dividirme y mi hermano de verdad que no puede.
-Lo sé, me cae muy bien tu hermano.
-Ha sido mutuo.
-Y estarás pronto, y lo sabes, y nos casaremos y tendremos otro hijo.
-Antes quiero aprobar las oposiciones o buscar trabajo.
-Lo harás. Eres el amor de mi vida y te esperaré lo que sea necesario.
Ya he venido y he visto lo que hay.
-No te acuestes con otra. Alex. Le decía ella llorando. Eres mío.
-Boba, no llores. No lo haré, jamás.

Lloró mucho cuando se fue, habían sido unos días maravillosos, pero no
sabrían cuando iban a verse de nuevo. Y todo volvió a ser como antes de
que fuera a verla.

Pero ese año la abuela no llegó Navidad y tuvieron otra muerte más.
Cuando se lo dijo a Alex…
-Cariño, no te preocupes, yo ya la vi mal en vacaciones y tenía pensado
ir a veros de nuevo en Navidad.
-No vengas, en cuanto solucione los temas de la casa de mis abuelos y
el testamento nos vamos de nuevo. Tengo ganas, aunque estoy rendida y
cansada de estos días. Han sido horribles, no he querido decírtelo hasta
hoy.
-¿Cuándo te vienes?
-Cuando pasen las Navidades, espero que para el primer cumpleaños de
Ana. Solucionar los temas nos llevará tiempo.
-Te echo de menos, y te quiero y en cuanto puedas, te vienes.
-Desde luego. Te dejo cariño, me llama mi hermano, ahora, son todo
papeleos.
-Luego hablamos.
-Vale. Te amo.

Sus abuelos le dejaron a ella el dinero que había y la casa, pero ella
quiso darle a su hermano la mitad.
-No Sofía, te lo han dejado a ti.
-Julio, pues entonces, la casa a medias, y el dinero para mí, pero no te
quedarás sin nada y así podrás pagar tu casa y no tener hipoteca. Tengo un
buen trabajo y aquí he estado casi un año. Tengo 27 años, casi 28 y una
hija soltera, pero Alex me ayudará vivimos en su casa no va a dejarme ir a
ningún lado ni pagar nada, es así y quiero conseguir esa oposición para la
que me estoy preparando a conciencia. Si no apruebo, vuelvo a mi antiguo
bufete, mi jefe me contratará, seguro, me lo dijo.
-Está bien, pero el dinero para ti.
-Tenemos que ponerla en venta, cuando la venda, me voy con Alex.
-Eso me deja tranquilo. Me irás contando.
-Sí.
Tardaron dos meses en vender la casa y ella preparar de nuevo las
maletas, despedirse del de su familia y de nuevo el viaje de vuelta. Parecía
mentira, pero estaba nerviosa. Tuvo que celebrar el primer cumpleaños de
su hija sola con su hermano, pero Alex dijo que lo celebrarían a su vuelta
con su padre. La venta de la casa, se había demorado más de la cuenta.
Su hija Ana ya tenía un añito años y dos meses, era marzo y ella
también había cumplido los 28 años.
Había empezado a tomar pastillas anticonceptivas, no quería tener más
accidentes de momento.
La casa de la abuela la vendieron bien y ahora llevaba más dinero que
con el que se vino, un millón doscientos cincuenta mil y pico dólares.
Estaba contenta, pero le había dolido ver morir a sus abuelos.
Ahora iba más nerviosa que nunca, de vuelta la certidumbre de estar
con él y no pensaba cambiarse ya por nada ni por nadie. Le tocaba vivir a
ella.

Cuando llegó al aeropuerto, allí estaba esperándolas. Estaba tan guapo.


Más si cabía y es que estaba tan enamorada de ese hombre moreno y sus
ojos verdes preciosos, con 29 años y se había vuelto más seguro, no era el
Alex de la universidad ni el Alex que conoció dos años atrás. En sus
conversaciones era más decidido, y más exigente y seguro. Y lo amaba sin
medida y la había esperado.
Cuando la vio, con el carro con las maletas, la abrazó fuerte y la subió a
su altura.
-¡Qué guapa Dios! ¡Cuánto te he echado de menos este año!, chiquita, y
a mi niña que tanta falta me hace.
-Para loco.
-A ver mi niña, y la cogió en brazos y la besó por todas partes.
-Papá…
-Mira Sofía me ha dicho papá.
-Sí, te reconoce de verte tanto por Skype. Esta niña es inteligente.
-Dios no me creo que estés de vuelta. Ha sido más de un año, cielo.
-Y lo has resistido…-
-Y tú me lo preguntas, boba, pues claro, te lo había prometido.
-Y yo también.
-Espero que le guste la habitación a Ana y la recuerde. Cuando cumpla
dos años, le compramos una camita.

Cuando entró en casa, le pareció mentira.


-Ya no la recordaba.
-Pues es nuestra.
-Es tuya.
-Es nuestra.
-Gracias mi amor, pero creo que necesitamos una ducha. La baño y le
das la cena.
-Por supuesto, su papi le da la cena.
-Mientras me ducho y saco algo de las maletas, mañana las deshago. Y
se duchó y salió con un chándal cómodo.
-Mañana deshago el equipaje, sacaré lo necesario.
-Para dormir no saques nada -Y ella se rio. Ven aquí y ella se sentó a su
lado en el sofá, mientras su pequeña se quedaba dormida.
-La acuesto. Espero que no eche de menos la cama. La chica le ha
puesto sabanas limpias y le ha limpiado todo y recogido la ropa que le ha
quedado pequeña en una caja, está en el altillo del vestidor.
Estuvieron besándose y la puso bajo su cuerpo.
-¿Recuerdas la primera vez que lo hicimos? -Le dijo Alex despacito.
-Sí.
-Eras virgen.
-No me lo recuerdes.
-¿Por qué? Me gustó, fue un flechazo aquél día, después de tantas
vicisitudes y mira dónde terminamos ahora.
-Estás excitado.
-Sí, por ti, qué crees bruja después de tanto tiempo, y fue desnudándola.
Iba a ponerse un preservativo…
-No hace falta, tomo pastillas anticonceptivas, para nosotros.
-¡Oh Dios Sofía!, eso es matarme.
-Pues moriremos, y él entró en su cuerpo y fue como siempre con Alex,
mejor, pasional y sexual y conocía su cuerpo, mordía sus pezones y se
movía en ella.
-¡Dios Alex! -Y abrazaba su gran cuerpo, su pelo y se sentía azorada y
vencida, gimiendo como una sirena varada en la playa.
Y cuando alcanzaron la marea el dejó en ella, su espuma blanca.
-¡Madre mía Sofía!, eres el amor de mi vida, te amo nena.
Ella lo abrazó
-Te amo Alex, no sé cómo puede dudar, tienes que perdonarme.
-Shhh de eso no se habla en esta casa.
-Eres mi primer hombre, has cambiado.
-Sí, he cambiado.
-Eres más seguro.
-He cambiado por ti.
-Quiero un hombre bueno.
-Soy un buen hombre, pero quiero darte todo lo que necesitas y
mereces.
-Y yo ti. -y se perdió en sus nalgas.
-Ay Alex loco, por dios. Por dios mi amor no puedo… ¡Oh dios madre
mía! -Y ella estalló en mil pedazos
-Sí que has cambiado.
-Tonta…
-Ay mi amor, estoy en casa… Pensé que este momento no llegaría
nunca. Necesito un coche.
-Tienes la misma plaza de garaje.
-La has conservado todo este tiempo…
-No, la he comprado, es nuestra. Ahora tenemos dos.
-Eres un loco, te la pagaré.
Ya está pagada, sabía que la necesitarías. Vamos a cenar, la chica ha
dejado algo. Mañana es viernes y trabajo y estaremos todo el día juntos el
fin de semana.
Y se acostaron pronto. Estaba muerta, pero él la dejó más muerta aún.
Cuando se despertó la mañana siguiente, se encontró una nota en la
almohada.

Te amo pequeña. Ya estás en casa. Vengo por la tarde. Descansa.


Tienes todas las llaves en tu mesita.

Y ella sonrió. Miró su lado de la almohada y aspiró su aroma. Le


encantaba el olor de su hombre. Sí, ya estaba en casa tenía que hacer
muchas cosas. Entre ellas, vestirse, tenía que salir fuera. Recogió la
habitación y deshizo el equipaje de la niña y suyo. Y dejó todo colocado.
Cuando la chica llegó, le dijo que estaba encantada de tenerla de vuelta,
que la niña era enorme.
Sofía le dijo que tenía ropa de plancha de la niña y suya y ésta le dijo
que se la plancharía y la colocaría ya que Alex le había ampliado de nuevo
las horas y se iba a las dos.
Cuando la niña de despertó, la vistió, le dio el desayuno y con su
mochilita de la guardería de Marbella, que contenía sus datos y algunos
pañales, una muda de ropa, le dijo a la chica que se iba a la calle. Que
tenía que hacer unas gestiones, que no venía a comer al mediodía que solo
hiciera la cena, ya que la chica no venía a casa los fines de semana.
También le dijo que si no le importaba limpiar primero el despacho, ya
que se quedaría allí a estudiar por las mañanas unos meses.

Lo primero que hizo, fue ir a la guardería, y de lunes a viernes hasta las


cuatro, con la comida y siesta echada.
Hizo la inscripción y la pagó junto con el mes en curso. Le dieron una
lista de materiales y dónde comprarlos. Y la dejo allí, quería quedarse,
porque ya estaba acostumbrada a estar con niños y la dejó hasta las cuatro
y así haría las gestiones.
La primera, desayunar. Mientras lo hacía llamó al FBI, al teléfono que
tenía para saber cuándo se hacían los exámenes e inscribirse.
Le dijeron que el mes de abril, o sea el siguiente se abrían los plazos
para la inscripción y el 15 de junio eran los exámenes en Filadelfia. Una
vez que se inscribiera en la página y pagara el derecho de examen, ya le
mandaban la información, de cuando eran los exámenes, pero tenían
previstos ser a mediados de junio. En Filadelfia.
Tenía casi tres meses duros para repasar y estudiar a fondo y los
exámenes repasarlos bien. Ya llevaba un año estudiando, pero esta vez
sería en serio total.
Salió de desayunar, fue a comprar las cosas de la pequeña para la
guardería y un pc nuevo, ya metería la información que tenía en el otro.
Había visto que Alex le había dejado su mesa de despacho libre donde
puso los libros de los exámenes. Y su pc, pero y tenía unos años, así que
compró una impresora, un fax y una gran cantidad de materiales de oficina
y fue casa.
Una vez que lo hubo todo colocado, mientras la chica planchaba. Salió
de nuevo a comprarse un coche. De gama media. Ya no quería un coche
muy pequeño si tenía que llevar a la pequeña, así que se compró un Ford
mediano precioso en color azulón. Iría a los exámenes en coche, total
tardaba un par de horas si tenía en cuenta salir de Nueva York o un poco
más. Se iría con tiempo.
Pasó por el centro comercial más cercano y compró también una sillita
de para Ana, un parquecito para que jugara en el y juguetes. Y una vez que
terminó, aparcó el coche en el garaje no sin antes echarle un vistazo. Era
precioso. Cogió las cosas y subió a casa.
Y volvió a salir a comer a la cafetería.
Ya lo tenía todo y el lunes después de ver a toda la familia, se pondría a
estudiar. Tendría una rutina, llevar a la peque a la guardería, desayunar
fuera, bajar a la piscina y estudiar hasta la hora de comer y luego de nuevo
hasta ir por la pequeña estaría con ella un ratito y en el parquecito de
juegos que le había comprado, con juguetes, la pondría al lado del
despacho para echarle un ojo y se dedicaría a los exámenes. Así debería
estudiar la menos 5 o 6 horas diarias, como mínimo y un par de ellas o tres
los fines de semana.
Si no aprobaba, buscaría trabajo. Iría a su antiguo bufete y si no podían
contratarla buscaría en otros, pero seguiría con las oposiciones hasta
aprobar. Eso seguro.

Estando en casa, a las tres se echó un rato en el sofá y llamo a su


hermano, que ya estaba instalada y después llamó a Mónica. Para ella era
como una madre.
-¡Ay cariño que ganas tengo de verte y ver a mi nieta!
-Mañana vamos a la cafetería y desayunamos, seguro. Tenía tantas
ganas de estar aquí con Alex y ustedes.
-Y nosotros, te queremos mucho. Siento lo de tus abuelos, te has
sacrificado por todos.
Y ella le contó sus planes del FBI.
-¿En serio? Pues debes hacerlo.
-Mis abuelos me dejaron dinero y yo tenía de mis padres, pero su hijo
no quiere que le dé nada. Me he comprado un coche y he puesto la
guardería a mi nombre y en cuanto venga, sé que me reñirá, pero no me
deja Mónica y ahora no ganaré nada, pero tengo dinero.
-Tú déjalo a él.
-Pero tengo más de un millón de dólares.
-Bueno, haces como hice yo, cuando os caséis, juntáis el dinero y te
quedas tranquila. Nosotros somos así, lo que me costó que West aceptara
mi dinero, y eso que tenía la parte de su rancho, pero como yo tenía más
del doble que él, le costó, pero somos una familia que deja el tema del
dinero hasta que os caséis. Luego vas a ganar casi más que él.
-Eso si apruebo.
-Ya verás que sí. Vas a ocuparte de la niña. Puedes meter una chica para
ella.
-No, quiero estar con ella, ya bastantes horas la llevo a la guardería,
cuando se despierta. -No le dejo horarios salvo a la hora de salir.
-¡Ay qué ganas tengo de verla!
-Ya nos vemos mañana, dele un abrazo a West de mi parte.
-Se lo daré. ¿Y los gemelos?
-Pues los gemelos terminan este año en junio, las carreras, pero como
hizo Alex harán un master de dos años, así que un par de años más el nido
vacío.
-Bueno, luego me juntaré con John en el FBI, imagine, a lo mejor hasta
trabajo para él,
-Sería gracioso, sí.
-Bueno Mónica, nos vemos mañana voy a recoger a la pequeña.
-Hasta mañana, mi niña.
-Adiós, adiós.

Cuando vino Alex por la noche, la niña ya estaba bañada y en pijama,


jugando en su parquecito con sus juguetes y al verlo entrar por la puerta…
-¡Papa!…
-Sí, ya está papá en casa, preciosa, la sacó del parquecito y la besó y le
hizo cosquillas y la niña se reía y le tocaba el pelo.
-Me quiere, mi amor.
-Eres su papá.
-Yo también te quiero a ti. -Y la besó.
-¿Qué haces?
-Ya te contaré todo lo que he hecho hoy, estudiando los exámenes. Me
he inscrito ya, en cuanto salgan los exámenes pago el derecho y ya ponen
en la página el día, es en Filadelfia, puedo ir y venir, me han dicho que
sobre el 15 de junio.
-Ah bien, cielo, aún tienes unos meses.
-Que no voy a buscar trabajo.
-Mejor.
-Si no apruebo, me pongo a buscar trabajo, quiero dedicarme a estudiar
a fondo.
-Me parece bien. Mi mujer será del FBI.
-Pero no ganaré nada estos meses cielo.
-No me importa no seas pesada mi amor con el dinero. No has querido
en este año que te mande nada para nuestra hija y has pagado guardería y
todo. Así que ahora le toca a su papá.
-Pues si nos casamos juntamos el dinero. Tengo de mis abuelos y de
mis padres, ¿Sabes?
-Lo sé, no me importa lo que tengas.
-Pues es bastante no te creas.
-¿Sí, cuánto de rica es mi mujer?
-Tengo un millón doscientos cincuenta mil y un poquito porque he
comprado un coche y lo del despacho y a Ana.
-¿En serio? -dijo sorprendido.
-Sí, por eso no quiero que pagues nada y si me caso contigo tenemos
que juntar el dinero, a no ser que tú tengas mucho más que yo y quieras
bienes separados.
-No, no quiero bienes separados.
-Pues deberíamos poner y el dinero cuando nos casemos.
-Cuando nos casemos hablamos.
-¡Qué pesado! Pues me he comprado un coche, el despacho, y lo que
ves de la pequeña.
He estado en la guardería, la he inscrito hasta las cuatro, así puedo
estudiar y hacer en la piscina un poco de ejercicio.
-Yo pago la guardería.
-Esta vez ya está domiciliada.
-Sofía…
-Alex…
Y ella se echó en sus brazos.
-No seas tonto, te amo.
-Y yo. Y no puedo contigo.
-Llevo solo un día y ya no me quieres…
-No seas tontilla, ven aquí -y la besó -sabes que te necesito cuando
llego a casa y hoy es un día especial. No sabes lo solo que he estado en
esta casa.
-Ya no lo estarás más mi amor. -Y tocaba su miembro por encima del
pantalón.
-Estate quieta loca que esto se sube. -Le decía Alex encantado.
-Eso pretendo que se suba para mí sola.
-Ya te lo recuerdo cuando la niña se duerma. ¿Habéis cenado?
-No, solo nos hemos duchado -y El dejo el maletín en su mesa de
despacho.
-Pues me doy una ducha y me pongo cómodo, luego cenamos.
-¿Cómo ha estado el día? -Iba tras él al dormitorio. Dame niña si vas a
ducharte.
-Bueno, no ha sido un mal día, llevo una gran empresa ahora.
-Tú puedes.
-Confías mucho en mí.
-Más que en nadie en la vida.
Y Alex la beso.
-He hablado con tu madre, -Le decía mientras él se desvestía y colgaba
el traje en el vestidor.
-Mañana vamos a desayunar a la cafetería.
-Ya se lo he dicho, tiene ganas de ver a la niña. Les llevaré las
camisetas de Marbella.
-Le harán ilusión, seguro, sobre todo a mi madre.
-Bueno, te dejamos que te duches. Te esperamos en el salón. Voy a darle
la cena a tu hija.
Le dio la cena y acostó a la pequeña.
Feliz, estaba en casa, y tenía todo lo que había deseado desde que lo
conoció y le echó la coca cola en el pantalón- y sonrió al pensarlo.
CAPÍTULO OCHO

Cuando cenaban y la niña estaba dormida…


-Echaba de menos cenar con alguien en casa. Estás tan guapa. Todo lo
que siempre soñé y lo tengo ahora. ¿Cuándo quieres casarte?
-El año que viene, si apruebo los exámenes o en todo caso encuentro
trabajo, podemos casarnos cuando acaben los mellizos el curso.
-Eso es un año, nena.
-No importa, no pienso dejarte tonto.
-Me casaré con 30 años.
-Sí y yo con 29.
-Y luego dejamos un par de años y tenemos otro pequeño.
-Si quieres y ya no más. Esto es planear una vida.
-Pues claro, tonta, pero tengo planes más cercanos en cuanto acabemos
de comer.
-¿Sí?
-Sí, en el sofá un rato, luego tengo que trabajar una horita o así.
-Pues me pongo contigo a todo. Pensaba empezar fuerte el lunes, pero
así organizo el estudio para que me dé tiempo.
-Llevas casi un año estudiando.
-Pero necesito estudiar ahora en profundidad porque los puestos son por
puntos y quiero Nueva York, no pienso irme a otro lugar, por eso quiero
sacar la mayor puntuación.
-¿Cuántas plazas hay para Nueva York?
-Cinco, y quiero una, me da igual la que sea, pero la quiero aquí.
-La conseguirás. No te preocupes.
-Me esforzaré lo máximo mi amor. Lo hago por nosotros, siempre me
has dicho que no te gustan los casos que llevaba.
-Y es verdad, pero si apruebas te dedicarás a la investigación, y la niña
y yo estaremos más tranquilos
-Me gusta la investigación y todo es de despacho, por ordenador, claro
que tendré que trabajar para un agente. Y a veces salir.
-Pero ya será distinto.
-Creo que nunca lo pensé hasta que me lo dijo Jack, pero me gusta ese
trabajo.
-Pues a por ello.
Cuando recogió la cocina. Preparaba un café para tomarlo en el salón,
pero Alex se puso tras ella y la abrazó pellizcando sus pezones.
-¡Ah Alex!, ¿Qué haces mi amor?
-¿Tú que crees? -Le decía al oído y metía una mano en su sexo -Y Sofía
echaba la cabeza hacía atrás apoyándose en su pecho.
Y Alex, le bajó el pantalón de chándal y el tanga y sus pantalones de
chándal, la arrimó a la encimera y entró en ella desde atrás tocándole los
pezones y su sexo.
-Por Dios Alex, me matas así.
-Así me encanta matarte, y la besaba en el cuello, diciéndole palabras
eróticas al oído. Y embistiéndola con fuerza, dominando la relación y ella,
no aguantaba más.
-Alex voy a tenerlo, sigue, mi amor, oh Dios sigue -Y él siguió fuerte y
sin pausa hasta correrse dentro de su sexo.
Se pegó a ella en sus últimos espasmos y la abrazó.
-Mi amor, cuanto te he echado en falta.
-Ahora se me ha enfriado el café -Y él se rio con ganas.
-Yo intentando ser romántico…
Salió de ella y le subió y se subió el pantalón. Y Sofía se dio la vuelta Y
lo abrazó.
-Ninguna mujer podrá quererte como yo te quiero.
-Lo sé y ningún hombre te amará a ti como yo -Y la cogió en brazos y
se la llevó al sofá.
-¡Ay Alex!, ¿Qué haces?
-¿Tu qué crees? Tomar fuerzas para lo que me queda de trabajo.
-El café…
-Nos lo llevamos al despacho.
-Vale, mi niño.
Y se tumbó en el sofá y se la puso encima.
-No has crecido.
-Te voy a dar tonto -Y le daba.
-¡Ay, pequeña, pero qué malvada!, peleona estás hecha -Y tras jugas un
poco, bajó al sexo de Alex.
-¿Qué haces mujer?
-Relajarte…
-Pero si se está poniendo dura.
-Por eso, la voy a relajar.
-Nena es qué…-Oh dios Sofía, -le decía mientras ella chupaba su pene
tieso y duro como un mástil. Estiraba su piel al tiempo que Alex se
estiraba en el sofá de placer y le sujetaba con las manos la cabeza y ella se
afanaba en hacerlo feliz y lamía la medida exacta de su miembro.
Y Alex gemía su nombre y sabía el placer que su mujer le provocaba.
-Nena…
-Calla, déjate ir, no pienses.
Y no pensó y explotó como un viento de llovizna blanca.
-Agg nena, solo quiero dormir ahora, y lo limpió y se echó encima de
él, descansando
Alex cerró los ojos feliz y más relajado que en toda su vida,
abrazándola y acariciando su pelo.
-Eres una mujer bella. Y he tenido suerte.
-Y tú estás muy bueno y me gusta tu pene,
-¡Qué romántica cuando te lo propones!
-Lo sé, pero es que llevo tiempo sin sexo y solo pienso en eso.
-Estás… ¡Qué mujer!
-No quieres que te desee sexualmente, porque quererte te quiero.
-Sí que me gusta, pero no eres la Sofía que conocí en Harvard.
-Esa se quedó allí, esta Sofía es ardiente y sexual y tendrás que
aguantarte.
-No me supone ningún sacrificio que lo sepas, casi prefiero la de ahora.
-¡Qué bobito eres!

Se llevaron el café al despacho y allí estuvieron un par de horas


trabajando.
Sobre las once se acostaron y a las doce se durmieron, después de hacer
el amor un par de veces.
-Me matarás antes de casarnos nena.
Y ella se reía feliz, se abrazaba a él y ponía sus piernas encima de las
suyas, se acurrucaba en su pecho y se quedó dormida.
Alex pensó en la mujer distinta y sexual que era y le encantaba que lo
deseara, porque él la deseaba como un loco en celo.
El fin se semana estuvieron de desayunos familiares. Todos estaban
contentos de verlos de vuelta y locos con Ana.
Y el lunes empezó su vida normal. Se levantaba temprano, y cuando
llegaba la chica que limpiaba, se iba una hora a la piscina, llegaba, se
duchaba y se ponía cómoda y levantaba la pequeña, le daba el desayuno,
la llevaba a la guardería, desayunaba y se metía en el despacho ya limpio,
cerca de las diez de la mañana, cerraba la puerta y estudiaba hasta casi que
la chica se había ido a las dos.
Tomaba algo y descansaba una hora. Luego volvía a ponerse a estudiar
hasta las tres y media, tomaba un café e iba a por la pequeña. Jugaba un
rato con ella y luego la bañaba y la metía en su parquecito a jugar y miraba
exámenes porque se concentraba menos con ella, hasta que venía Alex y
luego cenaban y hacían el amor. Y los fines de semana iban al parque y a
casa de su suegra, para que viera la pequeña.

Los meses pasaban felices y el día 15 de junio se examinaba. Alex le


dijo que se fuera el 14, a un hotel y se quedara allí tranquila esa noche
hasta el examen, así no tenía que ir por la carretera estresada con el
tráfico. Su madre se vendría a dormir y se haría cargo de la pequeña, luego
la recogía de la guardería y estaba con ella hasta que el llegara del trabajo.
En eso quedaron.
Conforme se acercaba el día, se iba poniendo nerviosa. Era un gran
paso y un peso para ella y quería demostrar que podía aprobar y conseguir
una de las cinco plazas para Nueva York. Sabía que había una en la sede de
Manhattan, pero seguro que los primeros cincos la pedirían, o no, ya vería.
El día 14, se despidió de su niña, de Alex y de Mónica. Le desearon
buena suerte.
Ella quería tenerlo. Cargada con los libros y los exámenes y algunos
apuntes, tomó su coche y puso rumbo a Filadelfia. Había reservado un
hotel de cuatro estrellas cerca de donde iba a hacer el examen, lo llevaba
todo.

Cuando llegó, dejó su pequeña maleta con todo y su pc en el hotel. Los


llamó diciendo que había llegado, y salió a comer y ver el lugar del
examen.
Luego en el hotel se dispuso a repasar. A las nueve tenía el examen, así
que se levantaría temprano, desayunaría fuera y que Dios la ayudara a
aprobar.

Había más de mil personas haciendo su mismo examen, había más


exámenes pero eran para otras actividades e incluso para ingresar al
cuerpo.
Se sentó en su asiento correspondiente y le dieron su examen, dos horas
el examen tipo test. Y después un tema práctico con un caso. De otras dos
horas, y media de descanso entre uno y otro.
Cuando terminó su examen iba contenta, creía haberlo hecho bien.
Conoció a gente de Nueva York, algunos querían Brooklyn e incluso uno
cerca del Bronx. Estaba loco aquél tipo.
De esos mil que se presentaron, solo se elegirían 100 personas para
todo el norte y este, la parte del sur y el oeste del país, sería al día
siguiente.
Eran casi las tres cuando salió de allí comentó con algunos que se
presentaron.
Estaba muerta de hambre y necesitaba un café.
Llamó a Alex
-¿Qué tal cariño?
-Creo que bien, pero ya sabes, había mil personas para todo el norte y
este y solo cinco plazas para Nueva York. Estoy muerta de hambre, voy a
comer algo, me tomo un café y me echo una siesta, y luego me voy a casa.
-Vale, te espero en casa cielo. ¿Y las notas?
-En dos semanas. Se me hará eterno cielo.
-Pues aprovechas para hacer ejercicio y descansar y comprar ropa de
verano, nos hace falta a todos.
-Sí, es verdad. Eso pienso hacer. Incluso me iré con la niña al parque
algunos días, más temprano dando un paseo. Y meriendo fuera.
-Exacto a descansar. Luego te pones las pilas.
-Te quiero.
-Te amo mi amor, ten cuidado en la carretera.
-Lo tendré, voy despacio.
-Eso es.
Cundo llegó casi era de noche, la niña estaba cenando. Su suegra se
había ido a casa y ella lo besó.
-Y mi niña, te da papi de cenar…
-Sí.
-Pues quito la maleta y dejo en el despacho todo recogido, me doy una
duchita y estoy con vosotros.
Y al cabo de media hora salió al salón.
-Se ha dormido.
-Sí su papi sabe dormir a su niña -Le dijo sentado con ella en el sofá.
Está rendida.
-Dame y la acuesto si quieres. Es el primer día que no estoy con ella y
la he echado de menos y a ti.
-Date prisa preciosa, tengo hambre.
-Voy.
Y cuando volvió la cogió en alto.
-¿Qué haces loco?
-¿Lo sientes?
-Me parece que siento algo duro ahí, sí.
-Pues ya sabes cómo estoy.
-Sé cómo estás.
-¿Y qué vamos a hacer al respecto?
-Tendremos que quitarnos la ropa.
-Eso pienso y se la quitaron entre risas y él la penetró contra la pared.
-Nena, esto no es normal -Le decía en su boca.
-No es mejor que normal gemía ella.
-Me encantan tus tetas, y tus pezones, desde que tuviste la niña las
tienes preciosas y más grandes y me excitan, -y con los empujones se le
movían los pechos y eso a él lo volvía loco y siguió y siguió hasta que
explotaron en un clímax maravilloso.
Ella se quedó rendida en su hombro. Y se la llevó así al sofá, y se la
puso al lado.
-Hoy sí que ya estoy muerta. Mental y físicamente.
-Pobrecita mi niña.
-Necesito un descanso.
-Y tendrás medio mes para lo que quieras.
-Lo sé, pero este fin de semana, es para nosotros. Para hacer mucho el
amor.
-Y sexo también
-Me gusta… -Dijo Alex.
Y eso hicieron.
Ese fin de semana fue para pasear con su niña y comer fuera y por la
tarde mientras ella echaba una siesta con la niña, él trabajaba un poco.
Y se recuperó de esos últimos días estresantes que había pasado.
Hicieron el amor, tuvieron mucho sexo, de mil maneras diferentes.
-Eres una loca del sexo.
-Sí, porque me tientas mucho. Quiero disfrutarte mientras sea joven.
-¿Vamos de vacaciones a algún lado?
-No sé Alex, ¿Y si apruebo y tengo que trabajar?
-Bueno, esperamos a ver y si no, nos vamos en julio, así en agosto
puedes buscar trabajo.
-Si no apruebo iré a mi antiguo bufete primero.
-¿Crees que te darán trabajo?
-Al menos el jefe me dijo que siempre tendría un hueco y si no puede
ser me busco otro. Oye Alex…
-Dime cielo…
-¿Has vuelto a tener contacto con Marie?
-No, no hablo con ella, creo que sale con otro, así que eso nos
ahorramos.
-Mejor.
-¿Y tú con Jack?
-No desde que me dio la tarjeta, pero si apruebo, lo llamaré para darle
las gracias.
-Ummm…
-Vamos, estaría bien.
-Tengo celos.
-Eres un tonto. ¿Tú lo ves?
-Sí y no ha cambiado, sigue lo mismo con las mujeres.
-¿Pues entonces por qué tienes celos bobo?
-Porque sé que tú eres otra cosa para él que las mujeres que tiene.
-Pero yo te tengo a ti nada más y ahora te lo voy a demostrar -Y se echó
encima de él
-¡Qué loca! Cualquier día me matas.
-Sí, lo haré -Y cogía su pene y lo metí en su sexo y Alex gemía…
Esos días de dedicó a dormir más, cuando la pequeña se levantaba ella
también lo hacía, le daba de desayunar y se vestía. La llevaba a la
guardería e iba de compras, compró ropa nueva para todos, con su tarjeta.
Ya Alex pagaba suficiente.
Compró ropa de verano, a Alex le compró trajes para trabajar, en la
boutique donde él se los compraba, zapatos y cinturones, corbatas y
camisas, hasta ropa interior. Le compró cinco trajes nuevos de verano
completos con sus complementos.
Ella también lo hico, igual que él, por si tenía que buscar trabajo,
zapatos y bolsos incluidos, un maletín de trabajo y los llevó a casa. Luego
se iba a la piscina, se echaba una siesta tras hacerse algo de comer.
Otro día compró para la niña de todo para el verano.
Y el siguiente compró ropa informal para los dos y por si iban a la
playa.
Y el último fue por maquillaje, pasó por el salón de belleza y se hizo de
todo, por la peluquería, compró perfumes, y cosas de aseo más caras para
todos y maquillaje.

Y ese día miró la cuenta. Había acabado y los vestidores estaban llenos,
cambió con la chica los trajes de invierno al vestidor de la habitación de
invitados y dejó en el principal la ropa ya de verano nueva y con su hija
hizo lo mismo. Todo planchado y colocado.
Se había gastado casi 20.000 dólares bien gastados, ya podía decir Alex
misa.
Y dijo, y le riñó y ella le quitó el enfado como sabía.
-Eso no te va a valer hoy, estoy enfadado.
-No. ¿Y si nos vamos de vacaciones quien va a pagar?
-Yo, como debe ser.
-¡Qué machista eres!
-En eso lo soy.
-Pues ponte encima.
-¡Qué mujer! ¿Quieres que me enfade de verdad?
-No te dejaré -Y metía su mano entre su entrepierna y su pene crecía.
-Sofía, ah Dios mujer, no puedes tomarte nada en serio.
-Esto me lo tomo muy en serio.
Y él la cogía en brazos y la penetraba en el sofá.
-Luego ella lo besaba.
-Tonto, te quiero, ¿No te gusta la ropa?
-Me encanta, pero y ella le metía la lengua en la boca.
-Mi amor te quiero. Vivo en tu casa, sé por una vez bueno conmigo.
-Y lo soy…
-Pues entonces por qué te enfadas, ¿Quieres hacerme infeliz?
-No digas eso nunca.
-Ummm, qué bueno estás.
-Eres imposible -Y se reía. Y ella con él.
-Somos felices tonto.

El día que iban a salir las notas ella estuvo nerviosa toda la mañana,
desayunó fuera y se metió en el despacho, con una novela, y dejó abierto el
pc con la página para ver las notas. De vez en cuando la actualizaba, pero
hasta las dos de la tarde no salieron.
Tenía ya los nervios desquiciados y el estómago cerrado. No había
podido tomar nada desde el desayuno, salvo una tila doble.
Y por fin salieron las notas y se vio el número tres en Nueva York y
saltó se alegría.
Le había tocado en Manhattan y no se lo creía.
Tenía que ver dónde estaba la sede.
Pero recibió un correo a las dos y media, con la dirección, y debía
empezar el cinco de julio, en cinco días apenas a las 7 de la mañana. A las
órdenes del agente Dam Stoker. El horario de 7 a 3 de la tarde. Y el sueldo
10.000 dólares mensuales.
-¡Qué pasada! Se dijo.
Y saltó de alegría., imprimió el correo y fue la mujer más feliz del
mundo.
-Voy a comer fuera y llamaré a todo el mundo. -Dijo sola en alto.
Cuando llegó a la cafetería, pidió una buena hamburguesa y cerveza que
le supieron a gloria y se compró una gran tarta para celebrarlo en casa por
la noche con Alex.
Menos mal que se había comprado ropa de trabajo. Pero ya le dirían
qué debía llevar.
Si tenía que comprarse algo se lo compraría.
Llamó a Alex y se lo dijo.
-¿En serio nena?
Sí, un horario estupendo y un sueldo mejor que... Y un trabajo
sentadita. Aunque espero que me saquen alguna vez fuera.
-Muy bien, te quiero, lo sabía, eres una mujer inteligente. Lo
celebramos esta noche. Te amo.
-Y yo, te dejo que tienes trabajo.
-Adiós mi amor.
Luego llamó a su hermano, y después a Mónica y estaban locos de
contentos, ella y West. Solo tendría que llevar a la pequeña a la guardería
más temprano, pero no había problema. Y era más grandecita y allí que le
dieran el desayuno también. Hablaría con la dirección de la guardería y el
día cinco de julio entraría con un nuevo horario.
Y llamó a Jack por último.
-¡Hola Jack!, ¿Estás ocupado?
-¿Sofía?
-Sí, soy yo, la misma.
-¡Dios mío mujer cuánto tiempo!, ¿Cómo te ha ido?
-Muy bien.
-¿Dónde estás?
-Tomando una hamburguesa.
-¿Dónde?
Y le dio la dirección.
-Espera, estoy relativamente cerca y hablamos. Tengo que comer
también.
-Vale. Te espero.
Y cuando él entró, estaba igual que siempre, guapo, olía mejor que bien
y era un ejecutivo como Alex, impecable.
-Dios qué guapa estás.
-Gracias tú también estás muy bien.
-La maternidad te ha sentado bien, ¿Cómo está tu hija?
-Mira, -Y le enseñó la foto en el móvil.
-Es igual que Alex -Dijo Jack.
-Sí, igual que su padre.
-Bueno, y como te ha ido este tiempo, no te he visto por los juzgados,
-He estado un año en España.
-¿Y eso?
Y ella le contó lo de sus abuelos.
-¡Joder, lo siento!
-Te he llamado porque usé la tarjeta que me diste del FBI, antes de
irme, llamé a tu amigo y me inscribí en la página, compré todos los libros
y me presenté cuando vine, hace dos semana y adivina…
-¿Has aprobado?
-Síii, hoy te invito.
-Vaya, te acepto.
-¿No quieres algo más pijo?
-Me viene bien una hamburguesa, no me va a matar un poco de grasa.
¿De verdad has aprobado? Si es dificilísimo entrar.
-Sí, había 1000 personas en el examen, en Filadelfia y solo cinco para
Nueva York y fui la tercera, pero lo que me extraña es que me han dado
Manhattan que fue lo que pedí en primer lugar.
-Bueno, ten en cuenta que a lo mejor los que han aprobado son de
Brooklyn o tiene casa en otro lado.
-Eso sí.
-Bueno, pues ya me ves. Entro el día cinco de julio.
-Qué barbaridad. Ya no te veré en los juzgados.
-O sí, quizá tenga que llamarte para hacer averiguaciones si mi agente
me lo pide.
-¡Qué cosas!
-Te estoy tan agradecida Jack, de verdad.
-Bueno, ¿Y cómo va tu vida con Alex?
-Perfecta, y lo sabes.
-Te envidio.
-Vamos tienes una vida libre con sexo y mujeres, una casa estupenda y
un trabajo que te apasiona.
-Sí, pero tú eras distinta, ahora lo sé.
-Venga no hablemos de eso, me caso el año que viene. Ya tengo un
puesto fijo y espero que me traten bien. ¿Conoces al agente Dam Stoker?
-Claro que lo conozco
-¿Cómo es?
-35 años, soltero, alto y guapo, barba, un figurín, y vanidoso como yo.
-¡Que tonto!
-No es verdad.
-Lo es, te tirará los tejos ya verás. En el trabajo es como yo, le apasiona
y no deja nada al azar y te sacará a la calle.
-¿Cómo lo sabes?
-Te hará trabajar duro.
-Eso no me importa.
-No se conforma si no resuelven los casos. Es duro.
-Bueno, yo soy lista.
-Prepara una libreta para lo que te pida, se te olvidara y te lo echará en
cara.
-Sabré llevarlo.
A ver si es verdad.
-Sí, a veces me consulta en sus averiguaciones si llevo parte del caso.
Tenía un ayudante que creo que se jubilaba, era mayor y lo tenía frito,
quizás sea más feliz contigo.
-¡Que malo eres! No me asustes.
-Te prevengo, hay que trabajar duro.
-Me estoy arrepintiendo de no haber ido a mi bufete de clase inferior.
-No mujer. Es buena persona, pero si trabajadora y un buen agente.
-Gracias, me habías asustado.
-Tiene temple, es tranquilo pero certero.
-Gracias Jack.
-De nada.
-¿En qué andas ahora?
-Un crimen pasional.
-¡Uy que fuerte!
-Sí, marido mata a mujer porque tiene un amante, pero no sé si es cierto
porque la mujer tenía un seguro de vida por dos millones.
-Pues no tiene pinta de crimen pasional.
-Eso pienso yo, pero el amante está de muerte. -Y Sofía se reía.
-¿Te vas a cambiar de acera? -Y Jack rio con ganas.
-No, pero es lo que cualquier mujer diría.
-Estás loco, no has cambiado.
-Dime una cosa en serio, aunque ya no tenga importancia, Sofía, en
serio.
-Dime.
-¿Hubieras salido conmigo si hubiese pensado de forma diferente?
-Sí, lo hubiera hecho, me gustabas mucho pero no quería sufrir ni que
me pusieras los cuernos.
-¿Y Alex es distinto?
-Sí, lo es, confío en él.
-¿Y en Marie?
-¿Qué pasa con Marie? Sale con otro chico.
-Eso no es cierto.
- ¿Cómo que no lo es? Me lo dijo Alex.
-Te equivocas.
-¿No me mientes?
-No, sigue tras él. Ten cuidado Sofía, no me fio de ella un pelo y lo
mismo te dije antes y no me equivoqué.
-Pero Alex…
-No querrá preocuparte, pero no sale con nadie y hace todo lo posible
por consultarle, por invitarlo, por todo, y sabe que está contigo y tiene una
hija.
-¿No me estás mintiendo Jack?
-No podría hacerte eso, y lo sabes. Porque me sigues gustando mucho a
pesar de que por mi vida pasen mil mujeres. Pero sé que lo amas y contra
eso jamás podría luchar, y me gustas como eres también como persona y
no quiero que nadie te haga daño.
-¿Y qué hago? No estoy allí. Es un buen bufete para Alex, si se va de
allí por ella...
-Es el mejor bufete, por eso no se va, no tiene por qué.
-Me dejas de piedra.
-No creo que le haga caso, pero tener una mujer así es estresante.
-¿Y no puede hablar con el jefe?
-Podría, ¿Pero sabes una cosa?
-Dime…
-Que es su cuñada, está casado con su hermana.
-¡Joder Jack!
-Pues prefiero que trabaje en otro bufete, aunque no sea el más
importante.
-Esa sería la mejor idea, hay otro tan importante como el nuestro,
anota…
Y ella tomó nota.
-Si sigue allí estará estresado continuamente, porque no podrá evitarlo
y no es que vaya a tener nada con ella, pero ella lo joderá vivo, y no es
cuestión.
-Gracias Jack, confío en ti. Siempre has tenido razón. Hablaré con Alex.
-No me importa que le digas que te lo dije, hago lo mejor para vosotros.
Sobre todo por ti.
-Y te lo agradezco.
-Bueno preciosa, tengo que irme, tengo trabajo.
Estas estupenda y me alegro por lo que has conseguido.
Y se abrazaron.
-Gracias Jack, eres un buen hombre.
-Sí, lo soy, contigo solo, así que guárdame el secreto.
-Lo haré. Tu secreto está a salvo conmigo.

Pero se quedó intranquila. Eso no es lo que le había dicho Alex cuando


días atrás ella le preguntó si había vuelto a ver a Marie, le había mentido.
Si era para no hacerle daño, no le gustaba, quería que tuviera confianza en
ella. Si lo estaba pasando mal, solucionarían las cosas entre los dos.
Tenía que hablar con él y tendrían que hablar en serio. No quería que
esa tipa le molestara y como decía Jack, la única forma de escapar de esa
mujer era irse de ese bufete.
Lo convencería para que se fuera a otro, de eso no había duda, no iba a
estar con una acosadora bajo presión. Ya el trabajo era demasiado
estresante como para tenerla encima.
Pensó mil cosas que podía hacerle a Alex. A ella no iba a echarla nadie,
estaba en el bufete de su cuñado y encima fue Alex el que la dejó y sacaría
el tema del aborto y lo que sufrió. Sabía dónde dar y sabía demasiado.
Así que única forma de estar tranquilos de momento era salir de allí.
Alex era inteligente y trabajador, era buen abogado, tenía experiencia y no
necesitaba ese bufete. Había más bufetes, además si la cosa se ponía muy
cruda podría dedicar tiempo a buscar.
Ella ahora tenía un buen trabajo con un buen sueldo, pero eso no
evitaba el miedo que sentía. Imaginaba a Marie diciéndole cosas a Alex y
quería matarla.
¿Y si le hacía algo?… La gente estaba loca. Si Alex no le hacía caso
podría….
No quería pensar. Se puso nerviosa y acelerada.
Vaya, el día se había estropeado, pero al menos tenía las cosas claras. Y
sabía que tenían una conversación pendiente. Pero eso no evitaba lo mal
que se sintió. Tenía que contárselo alguien y quien mejor…
CAPÍTULO NUEVE

No sabía qué hacer, si hablar primero con Mónica, la madre de Alex, o


con él. Pero fue por su hija a la guardería y se la llevó un poco antes. La
niña iba durmiendo en el carrito y Sofía fue andando hasta la cafetería de
los padres de Alex.

-¡Hola! salió West a saludarla de detrás de la barra. Le dio dos besos.


Ya habían puesto las meriendas.
-¡Hola West!, ¿Cómo están?
-¿Qué tal? ¡Enhorabuena por ese puesto! -y le dio un abrazo.
-Gracias West. Estoy encantada.
-A ver mi nieta. Está dormidita.
-Sí, la he recogido antes de la guardería, quería hablar con ustedes, o
con Mónica si usted no puede.
-Claro que puedo, ya tenemos puestas las meriendas. Y todo está ya
más tranquilo. Pasa al despacho, llevo café y un trocito de tarta para los
tres.
-Vale, si quiere…
-Ya solo nos quedan las meriendas, que las hagan los chicos si es
importante.
-Lo es.
-¿Es porque has aprobado los exámenes?
-No, por eso estoy contentísima, empiezo en cinco días.
-¡Cuánto me alegro! Venga entra y dile a Mónica que haga espacio en la
mesa para para los cafés.
-Vale, gracias West.
Y entró con el carrito, y saludó a Mónica, y dejaron la niña en un lado y
West llevó cafés y tarta para todos.
-¡Enhorabuena! -Le iba diciendo Mónica, no sabes lo contenta que
estoy, de verdad, las cosas parece que ya os van de maravilla.
-No tanto.
-¿Qué pasa hija? -Mientras se tomaban el café.
-Pues resulta que el otro día en una conversación así con Alex, le
pregunté si veía a Marie, y me dijo que poco, que salía con otro chico
-Y…
-Pues un criminalista de su bufete con el que me enfrente dos veces, y
que fue quien me dio la tarjeta para los del FBI…. Verán, les llamé a
ustedes, a Alex, a mi hermano para decirles que había aprobado, fui a
comer cerca de la guardería y lo llamé para agradecérselo y decirle que
había aprobado. Y estaba por la zona y hemos comido juntos.
-¿Y qué pasa? -Preguntó West.
-Pues que esa mujer Marie lo acosa desde que la dejó. Y Jack no miente
nunca, eso lo sé con seguridad.
-Pero como puede ser eso. Hace más de un año. -Dijo sorprendida
Mónica.
-Pues dice que lo controla, que le pregunta a todas horas, lo invita, lo
llama. A casa no lo he visto, pero según Jack, es la cuñada del jefe y le
está haciendo la vida imposible. Y lo está estresando.
-Madre de Dios -Dijo Mónica preocupada.
-Es un buen bufete, pero ella nunca se irá de allí. Jack, el abogado de
su bufete, me ha dado la dirección de otro bufete que es tan bueno como el
suyo por si quiere enviar un currículum.
-Pero qué… -Dijo West.
-Estoy preocupada por Alex, me mintió para no hacerme daño, pero él
lo está sufriendo. -¡Maldita sea!… Ha resultado una arpía de mucho
cuidado- decía West.
-Bueno, cielo cálmate, hablaremos con él y si tiene que cambiarse que
lo haga.
-No creo que le haga caso, por ese lado estoy tranquila y no lo estoy.
Ahora estoy muy preocupada, cada vez que me pasa algo bueno, hay algo
que lo estropea. Alex trabaja mucho y no quiero que lo haga bajo presión.
-Ni nosotros tampoco -Apuntó Mónica.
-Hablaré con Alex esta noche. Iba a ser una celebración por mi trabajo,
pero no estaría centrada sabiendo lo que sé.
-Mira, Ana se ha despertado, Y Mónica la cogió.
-¡Hola preciosa, ven con la abuela! -Y la sentó en sus piernas.
-Habla esta noche con Alex y yo hablaré mañana. No puedo permitir
que mi hijo trabaje de esa manera. Hay más bufetes. -Dijo con decisión
West.
-Eso pienso yo. Y más ahora que yo voy a ganar un buen sueldo. No
tenemos que aguantarla.
-No te preocupes, Sofía lo solucionaremos entre todos. Ya verás. Alex
puede trabajar en el bufete que quiera, es bueno.
-Lo sé. Desde luego quiero que se vaya de allí por su salud y por
nosotros. No me fio de esa mujer.
-Ni nosotros tampoco.
-Habla con él y me llamas mañana.
-Lo haré. Tengo ya que irme. Bañar a la pequeña y darle la cena.
-Bueno cielo. Te acompaño a la puerta.

Esa noche Alex llegó más tarde de lo debido y la niña ya estaba


dormida. Ella duchada y lo esperaba para cenar. Había comprado la tarta, y
ya no le apetecía celebrar su nuevo trabajo.
-¡Hola mi amor! Vengo tarde, -Besándola -He tenido que tratar con un
cliente. ¿Has cenado?
-No, te esperaba.
-Ven aquí, y la levantó y la besó y ella le correspondió.
-¡Enhorabuena por tu trabajo nuevo! Te lo mereces, mi niña.
-Gracias mi amor.
-¿Y la niña?
-Ya está dormida.
-Voy a darle un beso, me doy una ducha y cenamos ¿Vale?
-Sí, te espero aquí en el salón.

Cuando salió Alex desnudo de cintura para arriba, ella tuvo ganas de
comérselo.
-¡Qué calor tengo!…
-Ya lo veo.
-Tú estás fresquita también.
-Sí, es un vestidillo de tirantes corto.
-Y muy sexual.
-Alex, tenemos que hablar.
-¡Uy eso qué mal me suena!
-Mientras comemos, venga.
-Vale vamos poner la mesa nena, estoy hambriento. Necesito una
cerveza.
Y mientras comían…
-Venga suéltalo pequeña. Hoy es un día alegre y feliz para ti, ¿Qué ha
pasado?
-Jack.
- ¿Qué pasa con Jack? -Se la quedó mirando, -Sabes que no me gusta…
-Lo llamé para darle las gracias, estaba por la zona y comimos juntos
en la cafetería de enfrente
-¿Has comido con él?
-Sí, no es un delito.
-¡Joder Sofía!
-Me alegro de haber comido con él.
-¿Y eso por qué?
-Porque me has mentido y no me gusta que lo hagas.
-¿En qué te he mentido?
-El otro día te dije que si veías a Marie.
-Sí.
-Y me dijiste que salía con otro, ¿Por qué me has mentido?
-Te ha dicho Jack…
-Sí, me lo ha dicho porque me estima y por nosotros.
-¡Joder, no te he mentido!, No quiero que sufras.
-Y sufres tú.
-Puedo con ello.
-Pero no quiero que puedas con ello, quiero que busques otro bufete.
Tengo la dirección de uno muy bueno.
-No me voy a ir por ella.
-No, te vas por nosotros y por tu salud, no quiero verte estresado, ¿Me
entiendes?
-¡Joder, la gente no sabe tener la lengua quieta!
-Me alegro de que me lo haya dicho, no quiero que te haga daño, tengo
miedo, es una acosadora. ¿No te das cuenta?
-Es en todo caso una pesada.
-Pero tú, no te mereces eso cielo. Hagamos una cosa.
-¿Qué cosa?
-Envías un currículum al otro bufete, y si puedes a algunos más, no
digas nada, ya sé que el dueño es el cuñado de ella.
-Te enteras de todo.
-Estoy muy preocupada, Alex, ponte en mi lugar, ¿Y si fuese yo?
-Está bien, ¿Qué quieres que haga?
-Que hables con el otro bufete, es importante también, y si te cogen, te
vayas de allí al otro. Ahora yo tengo un buen sueldo y quiero que seamos
felices, en todas las facetas, hay más bufetes. No quiero que estés con esa
tipa acosadora. Hazlo por nuestra hija.
Y Alex se la quedó mirando.
-¿Me lo dices en serio?
-Sí. Dime de verdad si estás relajado en el trabajo.
-No -Le dijo serio. -No lo estoy.
-No te enfades mi amor, ni conmigo ni con Jack. Si lo piensas bien,
estarás más tranquilo en otro bufete. No tienes necesidad de trabajar con
esa presión, ya bastante presión tienes con el trabajo. No quiero que sufras
ni me ocultes nada. ¿Lo pensarás?
-Lo pensaré sí, siento no habértelo dicho, No quería…
-Lo sé mi amor, pero ahora no tenemos necesidad. Eres un buen
abogado, con experiencia y cualquier bufete estaría satisfecho de tenerte.
-Lo pensaré cielo.

Cuando terminaron de comer, recogió la cocina y se sentó junto a él en


el salón. Había puesto la televisión y ella se echó a su lado.
-Pequeño
-Dime.
-¿Estás enfadado?
-Estoy celoso, has comido con él.
-Estás tonto, nos ha hecho un favor.
-A ese hombre le gustas, lo sé.
-Pero a mí me gustas tú -y acarició su pecho, duro y desnudo y lo besó.
-Alex…
-Qué.
-Menos mal que no estás enfadado. ¿Ya no me quieres? -Le dijo
abrazándolo.
Claro que te quiero, pero estoy… Tengo miedo, ¿Y si no encuentro otro
bufete?
-Lo encontrarás, confío en ti y en tus capacidades. Eres un buen
abogado.
-Está bien buscaré, me tiene harto.
-¿Lo ves? Tenía razón.
-Sí, la tiene.
-Pues entonces, vamos a celebrar mi trabajo.
Y metió la mano en su miembro.
-Nena…
-¿Qué pasa, no quieres celebrar nada?
-Eres tremenda. Claro que quiero.
Y le subió el vestidillo y la tumbó en el sofá.
-Estos vestidillos, me ponen.
-Te ponen cómo.
-Duro como una piedra.
-Pues ya sabes.
Y le bajo el tanga y se quitó los pantalones del pijama y entro en ella.
-¡Oh Dios! Esto sí que me calma y me da vida.
-Si no fuera por tu cuerpo…
-Mi amor, eres único, ¡Oh Dios cómo te quiero Alex!
-Nena no me aprietes tanto…
-Cariño sigue, sigue.
-No corras tanto, pequeña.
-Es que… Y tuvo un orgasmo caliente que él sintió bajar por su cuerpo
y siguió entrando en ella hasta que tuvo otro que la dejó temblando.
-¡Oh Dios nene! Oh Dios, madre mía.
-Eso es una felicitación.
-Quiero esa felicitación todas las noches. No te muevas, quédate un
ratito dentro.
-Se me pondrá floja.
-No me importa, me gusta sentirte arriba.
Y a mi sentir tus pechos duros como piedras.
-Son de silicona por eso.
-¡Qué tonta eres! -Y la besaba. Y la besaba y mordía sus pezones.
-No empieces de nuevo.
-¿No?
-Deja que me recupere.
Y se echó a un lado. Y ella lo abrazó, y lo besaba.
-Mi niño, quiero que seas tan feliz como yo.
-Intentaré buscar en otro lado, te lo prometo. No sé por qué me he
enfadado.
-Porque llevas mucho tiempo en ese bufete, te gusta y no quisieras irte,
te da miedo lo nuevo, pero yo ya he pasado por eso, y voy también a un
trabajo nuevo y tú lo tendrás. Y estarás tranquilo sin que ninguna mujer te
moleste.
-Está bien, comenzamos una etapa nueva.
-Y nos casamos dentro de un año.
-Se lo dije esta tarde a tus padres.
-Sofía por Dios.
-Estaba muy preocupada.
-¿Por qué?
-Porque tenía miedo. No tengo a nadie a quien contarles mis problemas
y tus padres, son como los míos.
-Está bien pequeña, que te han dicho…
-Que hablarán contigo y buscaras otro bufete, opinan igual que yo, te
quieren y quieren que seas feliz y se preocupan.
-¡Qué mujer! No puedo tener secretos para ti.
-No, no quiero que los tengas, ninguno. Somos una pareja y nos
casamos dentro de un año. En cuanto los gemelos terminen el curso. Ana
tendrá ya dos años y medio.
-Tengo que quererte sí o sí.
-Me lo has prometido.
-Eso es lo malo, que puedes conmigo tan chiquitilla que eres.
-No puedo contigo, y se puso encima de él.
-Sí, ponte encima y rózame así, que verás.
-No hay nada que tu pequeña no solucione.
-Ay Dios, te quiero tanto, nena...

El día siguiente Alex habló con sus padres y los dejo tranquilos.
-¿Hijo por qué no nos has dicho nada?
-No quería preocupar a nadie y pensé que sería poco tiempo y se le
pasaría.
-Y lleva más de un año. -Dijo West.
-Ya voy a buscar otro bufete, papá, estoy en ello.
-Seguro que lo encuentras. Te vas de allí y que acose a otro.
-Bueno, os dejo. Os quiero, pasamos el fin de semana.
-Está bien hijo. Nos alegramos por todo, y busca otro sitio por tu
familia y por tu salud, cielo -Le dijo su madre.

-¿Estás nerviosa, nena? -Le dijo Alex la noche antes de empezar


trabajar.
-Un poco sí, tengo que levantarme más temprano y dejar a la peque en
la guardería.
-Nos levantamos juntos.
-Me tengo que llevar el coche, espero que haya aparcamiento.
-Seguro que tienen. Voy a quitarte los nervios. Sé cómo.
-Yo también.
-Ya verás que todo sale bien.
-Contigo siempre sale bien.
-No me refería a eso boba.
-Yo sí.
-Loca…

Alex se había puesto manos a la obra y envió su currículum a otros


bufetes, entre ellos, el que le dio Jack a Sofía. Y andaba a la espera de que
lo llamaran.

Cuando llegó al trabajo el primer día Sofía, después de dejar a la


pequeña en la guardería, le dieron una plaza de aparcamiento en el sótano.
Estaba a veinte minutos en coche de casa.
Se había puesto un traje de chaqueta y pantalón gris con camisa blanca
y tacones, un maletín y su bolso.
Cuando llegó, a la sala amplia dónde iba a trabajar, la enviaron a
recursos humanos para dar sus datos, firmar el contrato y le dieron una
ficha con su foto, que había dado previamente, su nombre y una cinta para
colgársela en el cuello y la enviaron a su mesa.
Era una mesa de despacho con varios cajones, donde había un sillón
cómodo no demasia.do grande, frente a otra mesa, hacían las mesas una
curva. Con un ordenador de sobremesa para ella y otro para la mesa de
enfrente y algunas carpetas encima.
Allí sentado, enfrente de ella estaba el que iba a ser su agente, ya se lo
había descrito Jack.
Y se presentó.
-¡Buenos días!, perdone que llegue tarde pero es mi primer día y he
pasado por recursos humanos.
-Te han dado el collar -Afirmó.
-Sí -Sonrió ella. Y la saludó con la mano.
-Bueno, tengo que decirte yo las cosas, pero aquí tienes también una
lista. Ropa gris y blanca las camisas, da igual pantalón o falda, si es la
última por la rodilla. No pongo yo las normas, más quisiera.
-Está bien, hoy vengo bien.
-Sí, te falta la corbata negra.
-Vaya. Me compraré.
-Bueno Sofía Méndez…
-Sí.
-Casada.
-Me caso el año que viene, pero tengo una hija.
-Estupendo.
-El horario es bueno, al menos el tuyo.
-Lo sé.
-Te digo cómo trabajo.
Y le estuvo explicando el proceso de cómo trabajaba él, las contraseñas
que debía guardarlas en los cajones bajo llave, como debía hacerle los
informes, dónde buscar datos de personas y cómo, de empresas y le dio un
libreto.
-Puedes llevártelo a casa y estudiarlo. Te será muy útil y agilizaremos
el trabajo. Las carpetas, me gustan ordenadas, clasificadas y por orden.
Utiliza los cajones y cada saco. Luego los archivamos. Te diré dónde está
el archivo, los metemos en cajas y les ponemos si se ha resuelto o no. El
jefe nos da los casos. Este es nuestro teléfono de mesa y este es del
trabajo, toma, tú le pones contraseña., este es el número y también
necesito el tuyo particular, te aconsejo que lleves los dos encima, en casa
puedes encontrarme alguna cosa, si lo necesito, sabes las claves. Y me
ayudarás en los casos de juzgados y derecho criminal.
-Por supuesto.
-Las claves son importantes Sofía.
-Sí, las sé, mes las aprenderé de memoria.
-Bueno, si recuerdo algo más…
-¿Alguna vez te i portaría salir conmigo?
-No, para nada.
-Pues hoy es uno de esos días.
-Toma esa carpeta. Te pongo al tanto por el camino.
La salida fue para ella emocionante. Fueron a la casa de la madre de
uno de los asesinados del caso. Un caso farragoso de drogas con asesinatos
de por medio.
A la vuelta, Dam, le dijo de iba a salir de nuevo y le dio una lista de
información que tenía que buscar y le dejó la carpeta para que le agrupara
la información y se la dejara allí por si se iba antes de que él volviera,
Y estuvo hasta la una buscando toda información posible. Aun así, salió
a tomar algo y al volver se puso de nuevo manos a la obra y cuando creyó
tener toda la información y más, la ordenó y agrupo y la dejó en la carpeta,
justo en el momento en que Dam entraba.
-¿Qué tal?
-Creo que tengo toda la información posible, agente Dam.
-Dam solo, Sofía.
-Está bien. Bueno, veamos -Se quitó la chaqueta y se sentó frente a ella.
Te quedan tres cuartos de hora para salir. Podemos repasar el caso por
encima y mañana con más profundidad.
-Vale, lo que quieras.
Y empezaron a mirar el caso paso por paso y ella le señalizaba algunas
cuestiones de derecho criminal que Dam anotaba en un folio en blanco.
-¡Joder! Esto me recorta mucho.
-Lo sé, pero no se puede, al menos en el juicio si tiene que declarar.

Y así casi terminaron de leer el caso cuando llegó la hora de irse.


-Vete ya Sofía, hasta mañana.
-¿Y la información que le he buscado?
Ya la leo yo. Si tengo alguna pregunta, te llamo o mañana la vemos. Si
resolvemos el caso esta semana, tendrás que reescribirlo y dejarlo
ordenado.
-Está bien. Pues hasta mañana entonces.

El día había sido estupendo, le encantaba adentrarse en los casos,


aunque no estuviera en primera línea de fuego. De eso se trataba. Era más
que una secretaria y le encantaba,
Esa tarde llamó a la guardería y les dijo que iría a por la niña más tarde,
porque tenía que hacer unas gestiones.
Las gestiones fueron coger todos los trajes que se comprado, menos el
que llevaba puesto y cambiarlos. Dejó las blusas y los zapatos, pero a
cambio de compró cuatro trajes más de pantalones y otros tantos de falda
en gris oscuro y cinco corbatas negras de mujer. Y tres pares de zapatos
negros. Y seis camisas blancas.
Los dejó en casa, y recogió a la pequeña. Se tomó un café en la
cafetería y se fueron a casa.
Bañó a la pequeña y la dejó en la entrada del baño, con el parquecito,
mientras se duchaba y la pequeña jugaba con sus juguetes.
Cuando acabó, se puso uno de los vestidos frescos y cortos de algodón.
Hacía calor y había puesto el aire acondicionado no muy fuerte. Se hizo
una cola en el pelo y cuando estuvo lista, se fueron al salón.
-¡Ay mi niña guapa! ¿Me quieres?, -La cogió en brazos. Y jugo con ella
un rato.
-Tu mami tiene un trabajo precioso. Me encanta, en cuanto me haga a él
seré más rápida y sabré mucho pequeña. Estás creciendo mucho. Y la
besaba y la niña a ella, le tocaba el pelo y la abrazaba.

Y así fue. El mes siguiente ella agilizaba el trabajo. Trabajar para Dam,
le encantaba, era respetuoso, pero era tozudo hasta dejar los casos listos y
ella ordenados.

Era educado y encantador y también irónico y ella lo pasaba muy bien.


Estaba encantada. -¿Qué tal la corbata?, -Le dijo Dam el segundo día.
-No me he visto en otra.
-Y Dam se rio.

En cambio, veía un tanto triste a Alex porque no lo habían llamado de


ningún bufete.

Y justo al mes de estar ella trabajando y haber cobrado su primera


nómina, lo llamaron. Tenía una entrevista en el despacho que le
recomendó Jack. Era otro de los grandes despachos de Manhattan.
Tenía la entrevista dos días después.
-No te pongas nervioso, ya verás que lo harás bien. Y te lo van a dar,
me lo dice el corazón cariño, eso no cambia.
-Lo sé y la abrazó, cuando estaban acostados. Si entro no pido
vacaciones este mes, que me las paguen y vamos el año que viene,
-Bueno, si puedes estar dos años sin vacaciones…
-Puedo, descansamos los fines de semana.
-Eso sí.

En la entrevista, le preguntaron por qué quería cambiarse de bufete si el


otro era bueno y llevaba allí unos años con un currículum excelente y Alex
no mintió. Dijo que era un tema personal, sin más.
Quedaron en decirle algo en dos días. Entraría como un abogado porque
tenía experiencia para ser un simple becario más y el sueldo era similar al
que tenía en el otro bufete.
Y en dos días tenía trabajo. Debía incorporarse en dos semanas.
Y cuando lo tuvo, llamó a sus padres y se loó dijo y a ella, que se alegró
inmensamente.
Le dijo al director de su bufete que en cuanto terminar el caso que
llevaba, no le pasara más, se iba en aproximadamente una semana.
Descansaría otra y empezaría en el nuevo bufete.
Y así fue como y sin miedos, cambió de trabajo para bien.
Estaba contento, trabajaba libre y estaba más relajado en casa con ella y
la niña.

Sin embargo, al mes Sofía llamó a Jack.


-¡Hola Sofía!, yo sé que me quieres y no puedes pasar sin mí.
-Sí, eso es tonto.
-Encima mujer, qué mal me tratas.
-Te he tratado bien siempre.
-Eso es muy cierto. Dime guapa, sé que quieres algo. Tu hombre se ha
ido hace un mes.
-Sí, al bufete que me recomendaste.
-Voy a tener que darte más recomendaciones, te doy suerte.
-Y que lo digas.
-¿Qué quieres saber preciosa?
-Cómo anda la acosadora.
-Creo que no le ha sentado bien, pero ahora no debes preocuparte. Anda
a la caza del nuevo que entró por Alex.
-¿De verdad no me mientes?
-¿Cuándo te he mentido?
-Nunca.
-Pues parece que se gustan, salieron el fin de semana pasado.
-Gracias a Dios. -Y Jack se reía.
-No te preocupes, ahora sí que está ilusionada de nuevo.
-Te quiero Jack lo sabes.
-Lo sé, no como quiero, pero me conformo. Nunca se lo digas a Alex o
me despedazaría.
-¡Qué loco estás! Tú no te casarás nunca. Eres un alma libre.
-Pues ya me estoy cansando.
-La edad Jack. Lo bueno es que no pasarás la crisis de los cuarenta. Los
tendrás libres.
-¡Mala eres!, anda, encima que te tengo al tanto de todo.
-Es verdad. Eres un cielo. Bueno gracias Jack de verdad.
-De nada preciosa. Cuando quieras.
-Adiós Jack.
-Adiós, adiós.,
Y él se quedó mirando el móvil.
-¡Qué tonto fui!…
CAPÍTULO DIEZ

El tiempo pasaba feliz, ahora sí que estaba ella tranquila con su familia.
Su trabajo le encantaba y su jefe y Alex era feliz en su nuevo trabajo. Lo
amaba sin remedio y lo deseaba tanto…
Siempre le decía que ella lo deseaba más y Alex le ponía la mano en su
miembro. Y a ella la cogí en brazos o se la echaba al hombro cuando se la
llevaba a la cama. Se hizo más abierto y extrovertido y siempre estaba
cogiéndose o tocándose,
Los gemelos en verano, les quedaba ya unos dos años de master nada
más.

Y pasaron las estaciones y llegó el invierno, de nuevo el día de Acción


de Gracias y de nuevo Navidad.
West y Mónica la trataban y querían como una hija porque no había
mujer que amara más a su hijo y los veían tan feliz que ojalá los gemelos
encontraran mujeres como Sofía, decía West.
-Tenemos unos hijos inteligentes, aunque ellos son jóvenes aún. Pero
Sofía es el amor de la vid de nuestro hijo como tú de la mía. No puedo
pedir más como madre y mi nieta es el sol de mis ojos.
-No me he cansado nunca de ti. Y tenemos la primera boda a la vista y
lo tenemos cerca. Fue un acierto venirnos a Nueva York, cielo
-¿Lo ves cómo me das la razón?, eres feliz con tu cafetería, tenemos
buenos beneficios y buena gente trabajando, estamos juntos y tenemos una
familia cerca y buena y eso es más de lo que esperaba cuando llegaste a mi
cocina en el rancho y te vi, tan grande. Nuestros hijos tienen buenas
carreras y los gemelos serán trabajadores como su padre. Les ayudaremos
llegado el momento.
-Y yo me hubiese quedado en el rancho toda la vida por ti, mi amor. Mi
pequeña… eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
-Pero yo, nunca me arrepentiré de haber vendido el rancho y ser feliz
aquí todos juntos. Y que tú trabajaras en tu sueño y mis hijos tuvieran un
futuro mejor que en el pueblo tan pequeño. Es un trabajo duro.
Y West la besaba como siempre hizo. La amaba por encima de todo.
Era la matriarca del clan Amder y le encantaba que lo fuera.

Ana cumplió dos añitos y Alex dijo de contratar a una organizadora


para la boda, porque no tenían tiempo. Se iban a casar el uno de julio y ese
mes estarían de vacaciones ambos. Se irían de luna de miel, la abuela ya se
quedaba con la pequeña, la llevaría a la guarde y la recogía.
Se quedaría en casa con los abuelos. De luna de miel se iban diez días
solamente, luego se irían con la pequeña cerca, eso ya lo verían a la vuelta.
De momento la celebración sería en un hotel de cuatro estrellas de
Manhattan. Sofía no quería una boda demasiado ostentosa, pero bonita.
Se compró un vestido de novia precioso, de tirantes estrecho hasta
abajo de encaje en blanco roto.

Había una revolución el mes antes de la boda y ellos trabajando y


eligiendo cosas. La noche de bodas en la suite nupcial del hotel, y luego se
iban de vacaciones, allí dejarían las maletas y la organizadora se llevaría
después el vestido y el traje de novia y todo a la casa de Mónica. Hasta que
vinieran.
Todo lo tenía la chica controlado, las invitaciones, flores, hotel, cerca
de cien personas. Y solo quedaba el viaje de luna de miel.
-¿Vamos a Paris cielo? -Le dijo él una noche.
-Me encantaría.
-Estamos seis días y volamos a Noruega cuatro días.
-Me encanta. Siempre quise ir a Noruega.
-Por eso cielo.
-Tengo una sorpresa para ti.
-¿Qué sorpresa?
-Tu hermano vendrá con tu cuñada y los dos chicos.
-¿En serio?
-Sí, ya les tengo una suite en el hotel y mandados los billetes con todo
pagado.
Y ella se emocionó y lloró
-No me ha dicho nada ni tú tampoco.
-Quería que fuera una sorpresa, se quedaran cuatro días. Es un regalo
para ellos. Aunque nosotros no estaremos con ellos salvo dos días.
-No importa mi amor, pero estará en mi boda y me llevará del brazo.
-Exacto.
-Les dije a tus padres que fueran mis damas de honor.
-No me lo creo.
-Si y lo serán.
-Mis padrinos serán mis hermanos.
-Toda la familia. Dios qué contenta estoy.
-Yo más.
-Mi amor -Le dijo Sofía.
-Dime cielo...
-Tenemos que hablar de dinero.
-Ya está todo pagado, los viajes y todo.
-Lo sé, porque eres un cabezota pero si no juntamos el dinero ya, no me
caso y quedan cinco días,
-¡Está bien!, quieres que juntemos nuestro dinero y tengamos una de
ahorro y otra con los sueldos.
-¿Cómo lo sabes?
-Te conozco ya.
-Mañana vamos temprano y lo metemos en tu cuenta y abrimos otra a
nombre de los dos y en esa tuya de tu nomina pongo la mía en cuanto
llegue al trabajo.
-Perfecto.
-Voy a mirar qué me queda, la boda se ha llevado un pico.
-¿Cuánto tienes Alex?
-Un millón doscientos y pico después de pagar la boda.
-¿Cuánto de pico?
-34. 000 y tú…
-Un millón trescientos sesenta y dos mil dólares.
-Más que yo.
-Es que has pagado la boda cielo.
-¿Metemos en la de ahorro los dos y medio? Y nos quedamos los casi
100.000 de la luna de miel y nos ingresarán las nóminas, y con las
nóminas debemos vivir y al empezar cada año metemos algunos ahorros.
-Me parece bien chiquita.
-Por una vez, Gracias Dios.
-¡Qué loca!
-Y se puso encima de él.
-Somos ricos.
-Tú estás rica.
-¿Cuánto de rica?
-Te lo digo -Y cogía su pene y entraba en ella…
-Sí, está rica, ahora Dios Alex…
La boda…

La boda fue preciosa y no pudo ser más emocionante con toda la


familia que ella quería y estaba a su lado. No podía pedir más a la vida.
Recordó a sus padres y se emocionó por ellos, pero Alex le había
escrito unos votos maravillosos y ella a él también.
Todo, salió perfecto y felicitaron a la organizadora.
La suite también era perfecta como su marido ahora, ahora ya no era
Sofía Méndez, sino Sofía Ponce Méndez, quiso conservar el segundo
apellido, porque mantener las costumbres de ambos países. No quería
perder los suyos.
-Ahora ya eres mía, pequeña.
-Siempre he sido tuya, mi amor, desde que ti por primera vez.
-Fue un flechazo.
-Fue un flechazo, pero estoy cansada, creo que el día de mi boda no
podré hacer el amor.
-Sí que puedes, una ducha y allí será el primero.
-Loco, estoy muerta
-Por eso, déjate hacer -Y cuando se desnudaron y se fueron al baño, él
la pegaba contra la pared del baño y le hizo el amor para que supiera que
era suya entera en cuerpo y alma. Y se corrieron como locos bajo el agua
gimiendo poderosos.
-Menos mal que no podías y casi me matas, pequeña.
-Ay de verdad Alex, un par de horas y me despiertas.
-Pobrecita.
Y se acurrucó en la cama con ella.
Pensar que la conoció con veintiún años y que fue su primer amor y
ahora estaba allí con ella. Habían crecido, era toda una mujer, la madre se
sus hijos, la mujer más bella que amaba y amaría.
Era caliente y sexual para él. Siempre pensó que su vida con ella sería
una vida feliz y tranquila preciosa, pero ella no era lo que él creía, era
fuerte y luchadora y era una buena amante y no podía resistirse a sus
pequeñas manos cuando lo acariciaba, era tocona y le encantaba que lo
deseara. Y sonriendo se quedó dormido abrazándola.

Cuando despertaron pidieron el desayuno.


-Sabes que me sorprendió que tu madre fuese de rubia con el pelo por
los hombros y tu padre sin rastras.
Y Alex se reía con ganas.
-Jamás lo hubiese pensado, me dijo que se había quitado un peso de
encima.
-Pues parece más joven -decía mientras tomaba el café.
-Sí es verdad. Es dos años mayor que mi madre no llega a dos, pero
parecen unos jovencitos.
-¿Sí, verdad?
-La boda salió magnífica, ¿Verdad mi amor?
-Todo. Pero no pienso salir de aquí hasta las cinco para irnos al
aeropuerto, ya nos despedimos ayer. Llamamos a mi hermano y a tus
padres para ver cómo está la niña y ya están.
-Y fuera, quedarnos en la cama, tengo mucho trabajo en tu cuerpo hoy.
Y ella se reía.
-Tenemos muchos días.
-Pero veremos lugares, así que hoy voy a leer tu cuerpo bien leído, unas
pinceladas aquí, -y le tocaba los pezones.
-Otras aquí, -Y le tocaba el sexo.
-Loco para.
-Esto está mojado Sofía.
-Bien sabes por quién es, no hay nadie más.
Y se metía en sus piernas.
-Vamos a probar primero.
-Ummm Alex loco… ¡Ay Dios!…
Y él se afanaba en pintar en su sexo hasta que ella encendida se
derramaba en su boca.
Luego entraba en ella y le provocaba otro orgasmo sin cansarse de ella.
-Creo mi amor, -Le decía Sofía jadeando, que esta luna de miel mojada
va a ser demasiado mojada,
-Umm, para eso son las lunas de miel, me pones cachondo y me corro.
-¡Qué expresiones!
-Te gustan cundo te las digo al oído y te cojo sí y te penetró hasta el
fondo.
-Sí, me pones, me pones de todas las formas.
-Lo sé bonita.
-Te amo mi niño.
-Y yo a ti.
Por la tarde salieron rumbo Paris, donde lo pasaron estupendamente, no
le quedó un lugar por visitar, de la lista que llevaban.
Hacían el amor, salían a comer, llamaban a casa para ver cómo estaba
la niña y a visitar lugares como dos adolescentes.
Nunca habían podido hacer algo así solos, juntos y fue para ellos lo más
maravilloso. En parís compraron regalos para todos,
Y de ahí fueron a Noruega. Estar allí era retornar a la tierra de los
vikingos. Estar como en otro planeta. Maravilloso.
Sofía tenía una ruta para visitar los fiordos y alquilaron un coche, se
hicieron infinidad de fotos en lugares maravillosos y pasearon en un barco,
comieron salmón y se les acabó demasiado pronto la luna de miel. Y pocos
días para ver lo que querían.
Pero echaban de menos a su hija.
Cuando llegaron, la niña estaba como loca con sus papás y los regalos.
Se quedaron en casa una semana y el resto salían al parque, ella quiso ir
a Cambridge y recordar dónde se conocieron y pasaron allí un día y
volvieron por la noche. Pasearon por Nueva York, porque a pesar de vivir
allí no había visto prácticamente nada, y visitaron los barrios más
importantes, comían fuera y los tres últimos días antes de empezar de
nuevo a trabajar, salían a pasear por la mañana con la pequeña y
descansaban en casa toda la tarde,
-Dios mío mi amor, qué bonito mes contigo. Ha sido lo más. Pero no ha
sido un descanso, estoy más cansada que cundo me fui, entre el estrés de la
boda y ver todos los lugares… Pero ha sido fantástico. Que sepas que si
vamos el año que viene, medio mes de playa.
-Iremos todos los años de vacaciones los dos solos, te lo prometo. Y a
la playa.
Dos años después…

Alex dijo que deberían tener otro hijo si querían dos chicos, porque se
iba a llevar con Ana, casi cinco años, y ella le dijo que sí, tenía 31 años y
él 32 y era la hora de tener otro hijo, aun jóvenes.

Por su parte los gemelos habían acabado su master ese verano y como
Alex, se quedaron en casa de sus padres.
John dijo que hasta entrar en el FBI, se prepararía a fondo las
oposiciones, y se metía en su habitación y en el estudio y de allí no salía.
Aunque no tuviese trabajo quería entrar desde el principio.
West, el otro gemelo encontró trabajo en un estudio de arquitectura
nada más pasar el verano.
Tenían 24 años, como cuando Alex terminó sus estudios y Mónica y
West, estaban contentos de tener de nuevo a sus hijos en casa aunque
sabían que sería por poco tiempo. West dijo que se iba en cuanto estuviese
en plantilla en el estudio de arquitectura y John en cuanto aprobara las
oposiciones.

Y así, el año siguiente ocurrieron muchas cosas.


Ana cumplió cinco años, Sofía 31 y Alex 32, los gemelos 25 y Mónica
52, West padre 54, jóvenes aún con su cafetería funcionando a pleno
rendimiento.
El primero en irse de casa de sus padres fue West, que lo hicieron fijo y
sus padres le compraron un apartamento de tres dormitorios, amueblado, y
él se compró un coche., para eso trabajaban sus padres, quisieron que
todos sus hijos tuvieran su casa sin hipotecas. Aparte de tener guardados,
aún dinero de los ahorros del rancho, habían hecho una pequeña fortuna
con la cafetería.
La casa era preciosa y tenía un gran despacho y estudio de diseño que
les encantó a todos, su coche nuevo y su plaza de garaje,
John aprobó las oposiciones en junio del FBI, pero quiso quedarse un
tiempo más en casa, hasta ganar al menos para un coche. Les dijo que
medio año o así, ya se habían gastado en West un dinero, pero Mónica le
dijo que había igual para él, aun así, dijo que se quedaría unos meses,
cuando encontrara un apartamento que le gustase, ya se lo diría a sus
padres,
Y lo encontró a los tres meses, en el edificio de su gemelo, éste se lo
dijo. Y lo prepararon como prepararon el de su primer gemelo. Se compró
su coche como su hermano y tenía el vestidor lleno de trajes grises del FBI
como su cuñada Sofía y se reían cuando hablaban de ello.
Trabajaba en Brooklyn, pero dijo que en cuanto hubiera plaza en
Manhattan se iba, de todas formas vivía allí.

Y en octubre vino el pequeño Alex al mundo, igual que su padre, igual


que su hermana Ana. El parto fue más corto que el de su primera hija.
Ya tenían todas las habitaciones completas, le habían cambiado la
habitación por una infantil a Ana,
Y Alex dijo que en un par de años comprarían un apartamento de cuatro
dormitorios más grandes, que ese les quedaba pequeño.

Y dos años después lo compraron y se mudaron. Lo encontraron en el


mismo edificio y eso era lo que Sofía quería.
Alex estaba feliz con su familia y los abuelos decían que a ver si los
gemelos encontraban ya a chicas serias, pero ellos no están aún por la
labor, eran felices con todo lo que tenían.

-Cielo, le dijo Alex a Sofía.


-Dime…
-Con el apartamento nuevo y la decoración y demás han bajado los
ahorros.
-Lo sé pero tenemos todavía cielo. Tenemos millón y medio, te gusta
quejarte. Empezaremos a ahorrar de nuevo y no pienso cambiarme más.
Además, estamos en el mismo edificio. Si tenemos dos sueldos buenos, en
unos años tendremos buenos ahorros y vamos de vacaciones y salimos.
-Es verdad, ya Sofía entra al cole y no tenemos gastos con ella, y el
peque en la guardería un año más y eso ahorraremos, aunque tenemos a la
chica para ellos.
-Pero se reparten el tiempo y el trabajo.
-Eso sí.
Veinte años después…

Alex había cumplido 52 años y Sofía 51. La vida había pasado feliz, en
un soplo. Ella seguía en su mismo trabajo con el mismo agente, Dam
Stoker, se hicieron amigos, más que amigos hermanos y muy bueno
compañeros de trabajo. Antes de que Dam, le pidiera algo, ella ya sabía
qué le iba a pedir.
Y trabajaban como uno, nunca tuvieron un choque y eran efectivos
como pareja de trabajo. Los habían felicitado varias veces,
Alex, también seguía en el mismo bufete aunque el jefe se jubiló y su
hija se había hecho cargo renovando la plantilla pero a él lo había dejado,
porque era bueno.
Los gemelos habían cumplido 45 años y tenían sus vidas y los abuelos
habían vivido toda una vida llena de amor.

Habían traspasado y vendido la cafetería por un buen precio. Tenían 74


y 76 años y estaban en forma, siempre estaban andando y haciendo planes,
viajando a lugares donde no pudieron ir antes por el trabajo y pendientes
de sus nietos.
Cuando vendieron la cafetería, les dieron a cada uno de sus hijos 20
millones y estos no querían porque tenían su propio dinero, pero ellos
dijeron que aún les quedaba demasiados y que cuando murieran serian
suyos también, que era una ayudita de momento.

Los abuelos de Alex, los padres de Nolan su padre verdadero murieron


años atrás, así como su padre, de una enfermedad, dos años antes.
Los abuelos les dejaron a sus hijos Nolan y Oscar su herencia y Nolan a
su hijo.
Alex no se creía lo que tenía su padre. Cuando cobró su herencia con el
dolor de la pérdida por él a los 80 años. Aún era joven, pero no superó su
enfermedad y tuvo muchas conversaciones esos últimos días con su hijo,
entre ellas que nunca dejo de amar a su madre.
Alex recibió más de 70 millones de dólares, que junto con los que
tenían ellos horrados era una barbaridad, decía Sofía.
-Para nuestros hijos, como hizo mi madre. Tendrán su casa cuando
acaben de estudiar.

Ana Ponce, la hija mayor había cumplido ya 26 años. Estudió derecho


como su padre y su madre en Harvard, y había hecho un master. Sus padres
querían la mejor educación para sus hijos y ya trabajaba en el bufete de su
padre que la recomendó. Se especializo en separaciones y divorcios.
Y cuando llevaba un año trabajando se quedó en plantilla y sus padres
le compraron un apartamento decorado como quisiera. Y un millón de
dólares.
Estaba encantada, se le parecía tanto a su padre que sentía devoción por
él y Sofía lo sabía, desde pequeña era la princesa de su padre y éste la
consentía en todo.
Era una chica pequeña, extrovertida y simpática donde quiera que fuese
relucía. Trabajadora incansable como su padre y cuando tuvo su
apartamento daba saltos de alegría.
Era feliz por naturaleza y guapa. No pasaba desapercibida.

-Volvemos a estar solos pequeña -le decía Alex a Sofía.


-Aún nos queda Alex.
-Pero le quedan tres años de universidad. Desde siempre quiso ser
ingeniero.
-Sí, lo tenía claro como el agua.
-Bueno, alguien es distinto en la familia.
-Es tan alto como tú, me recuerda a ti cuando nos conocimos. -Decía
Sofía.
-Espero que alguna chica le eche la coca cola encima en alguna fiesta. -
Y se reían.
-¿española?
-¿Imaginas? Mi niño…
-Mi niña para ti es tu niño.
-¡Qué vacía está la casa!
-Disfruta mujer…
-Disfruto con mi trabajo y contigo. Pero el tiempo se me ha pasado tan
feliz y volando… Me gustaría ir a ver cómo está Marbella, donde nacimos
y así vemos a mi hermano y a mis sobrinos, hace dos años que no los
vemos. Desde que vinieron.
-No estaría mal, pues nada este año vamos a Marbella.
-Podemos alquilar un coche y visitar Andalucía, tapear, ir a otras
playas. Un mes entero
-¿Y Alex?
-Alex que se vaya a casa de Ana, por un mes no le pasará nada, no
coincidiremos con ella de vacaciones, y todo solucionado. Se lo comento
mañana en el trabajo.
-Estás bueno para tener 53 años mi amor y no necesitas ni viagra
siquiera.
-Pero ¡Qué tonta sigues siendo! Contigo a mi lado no necesito nada,
eres una tocona, la tengo pelada del uso que le has dado.
-¡Ay mi amor! -Se reía Sofía -¡Qué gracioso eres! Me gusta mucho el
sexo contigo y aunque ya no tengo la regla debes estar contento, te deseo y
siempre estoy húmeda para ti.
-Eres una salidilla.
-¿Qué frase es esa?
-Española.
-¿Y desde cuando te pones a aprender frases españolas?
-Desde que te tengo.
-Y tú eres un cachondo.
-Esa no es la frase,
-¿No? ¿Entonces cuál es?
-Estoy cachondo, nena.
-Has aprendido mucho.
-No tanto, si eso es lo que he aprendido en más de veinte años contigo
no he aprendido nada.
-¿Tú crees?
-Sofía… que te conozco.
-Alex… ¡Qué bien me conoces!

Y bajó a su sexo y lo chupaba sin medida, mientras él jadeaba y gemía


y se ponía su sexo alerta. Hasta que él explotaba y ella lo miraba como un
dios, siempre le había encantado su cuerpo. Era su debilidad.
Alex, nunca necesitó ni pensó en otra mujer, porque en casa tenía todo
cuanto necesitaba y amaba, y a ella le pasaba lo mismo. En cuanto estaba
en la cocina o en cualquier lado y había un poco de silencio en cas ya
estaba buscándola como un loco en celo.
-Es que estoy sordo si no te oigo trastear -Le decía.
-Sí, claro, lo que quieres es que te trastee -Decía ella.
-Cuando acababan de hacer el amor…
-¡Qué feliz me has hecho mi vida todos estos años!
-Y tú a mí.
-Imagina que me hubieses dejado con Marie.
-Pues estuve a punto, pero eras mío. No luché lo suficiente porque no
quería romper tu relación, pensé que la querías, que te habías enamorado
de ella.
-Solo me he enamorado una vez en la vida, es pequeña y preciosa y me
ha dado dos hijos maravillosos, y buenos.
-Tú, me has dado una familia grande y feliz que tanto he querido
siempre.

-Me preocupan mis padres. Hablando de la familia.


-¿Por qué?
-Se hacen mayores Sofía,
-Pero si están en forma Alex. Son tan dinámicos, no paran.
-Aunque estén en forma van llegando a los 80 y ese número no me
gusta nada.
-No te preocupes, no estarán solos. Cuando no puedan estar en su casa,
esta es muy grande. Nos sobrarán tres dormitorios. No los dejaremos solos
con una señora ni en una residencia, no dejaré a mis abuelos y a ellos no
los dejaremos, aunque tenga que dejar el trabajo para siempre. Son como
mis padres. Podemos pasar sin que yo trabaje. Contrataremos a una chica,
pero no para que estén internos, sino para que me ayuden a lavarlos y
pasear y demás, que los cuide y estarán con nosotros. La habitación de
invitados es la suya, con su ducha amplia y su vestidor,
-¿En serio harías eso?
-Son mis padres cariño, y los tuyos y lo haremos por ellos, a mí no me
importa mientras te tenga,
-¿Y el sexo?
-¿Qué pasa con el sexo?
-No tendremos libertad como ahora.
-No digas tonterías, tenemos libertad en la habitación, siempre se
encuentra un sitio, o podemos quedar como amantes en un hotel. Te
escapas del trabajo, yo los dejo con la chica y…
-Eso no lo hemos probado. -Y ella se reía.
-En serio, Sofía, eres una mujer valiosa y he tenido la suerte de
conocerte.
-Y de amarme.
-Y de amarte.
CAPÍTULO ONCE

Unos años más tarde

-¿Crees que lo conseguiremos mi amor? -Le decía Mónica a su marido


West.
-Espero que sí.
-¿Entonces nos ponemos manos a la obra?
-Sí, va a ser grandioso y va a ser difícil y complicado, pero vamos a
intentarlo. Nosotros pagamos todo, las reservas, el avión, los alquileres de
los coches y la estancia de todos, de nuestros hijos y nietos, hay que
calcular las cabañas. Espero que tengan para todos porque vamos a ocupar
todo el lugar.
-Hay que con seguir que todos tomen las vacaciones el mismo mes, eso
es lo complicado.
-De eso me encargo yo -decía Mónica, aunque tenga que llorarles, pero
no puede faltar ninguno. Solo es una semana, el que no pueda en
vacaciones, que la pida, así de claro.
-Va a ser fantástico, no se lo va creer nadie cielo.
-Sí, vamos a volver al rancho, a mi rancho, donde cocinabas. La verdad
que el cambio de rancho de animales a rancho turístico ha sido genial, las
vistas maravillosas y las cabañas me encantan.
-Los chicos lo van a pasar estupendamente.
-El que más lo recordará será Alex, los gemelos quizá un poco, pero
eran más pequeños.
-Me encantaría ver a nuestros hijos y nietos todos juntos, donde nos
conocimos, el origen de mis abuelos y mi madre.
-Quizá esté aún el pequeño cementerio.
-Si está, llevamos flores.
-Por supuesto.
-Es que hace 50 años que nos casamos en ese rancho y pasar juntos
tantos años amándonos, es difícil de conseguir
-Nuestras bodas de oro. Será nuestro regalo.
-Debería ser al contrario.
-Sabes que están ocupados y nosotros los amamos tanto… Somos una
gran familia.
-Sí, cuando nos juntamos, tienes que ser en un hotel ya o un restaurante.
-Mejor, así no recogemos.
-Toda una vida contigo y sigues igual de guapa que siempre.
-Sí, claro, igual que cuando nos conocimos. -Ironizaba Mónica.
-Para mí sí. No ha habido otra y hemos trabajado mucho codo con codo.
-Siempre juntos.

-Bueno vamos a ponernos manos a la obra primero a Alex y a Sofía sus


hijos….
-A convencerlos.
-Si tú no eres capaz, nadie lo será, pequeña.
-Te amo West y tengo miedo.
-De que…
-De que me faltes o te falte, mi amor.

-Es ley de vid pequeña, pero lo que nosotros hemos vivido nadie lo ha
hecho o muy poca gente, y no quiero que pienses ahora en eso, aún somos
jóvenes y vamos estar felices con nuestros hijos en tu rancho.
-¿Crees que podremos?
-Sí, lo veo. Nos veo a todos juntos felices.
-¿Te has vuelto adivino?
-Lo veo como tú viste nuestra cafetería.
-Está bien, hago las llamadas…
-Dame un besito antes
-Cómo no, mimoso…

Querían tener el último sueño de su vida, reunir a sus nietos novios o


novias o parejas y a sus hijos y estar todos juntos una semana en el rancho
que una vez fue suyo.
Se habían enterado, bueno West se había enterado de que habían hecho
de él un rancho turístico unos años atrás, mirando para ir a pasar unas
vacaciones con Mónica y lo vio. Se lo dijo a ella.
Y ahora querían pasar una semana con todos. Se harían cargo de los
gastos, de todos, tenían y cumplían sus bodas de oro, cincuenta años de
casados, de amor inmenso.
Y se animaron a cumplir el sueño de ambos, estar todos juntos, porque
conforme pasaba el tiempo siempre, faltaba alguno a las cenas familiares,
era normal, tenían familias, pero esa era una buena ocasión para tenerlos a
todos.

Y su sueño se hizo realidad, meses después. Todos acudieron al rancho


Ponce, cuyo nombre ya había cambiado. Pasaron una semana en familia,
montando a caballo, haciendo rutas, en la piscina y bailes por la noche…
Incluso respetaron el cementerio que se amplió con otras personas
Alex le dijo a Mónica que el rancho de al lado, encima de la colina, fue
de su padre Nolan.

Eran una gran familia y West y Mónica estaban tan emocionados de


volver a su rancho… estaba precioso. Tenerlos a todos fue un
agradecimiento a Dios por el amor que todos se tenían y en eso, ellos
habían puesto todo de su parte.
Sus hijos les regalaron entre todos una réplica del rancho de Dubois, de
cómo estaba cuando Alex vivió allí 17 años, tenía fotos antiguas y
mandaron a hacerla al despacho de arquitectura de West, el hijo de Alex y
se lo regalaron y Mónica y West se emocionaron, pero ellos sabían que su
mayor regalo, era tenerlos a todos juntos, donde fuera.
Pero allí, fue tan especial… que no había más felicidad en el mundo
para ellos.
CUATRILOGÍA
LOS HIJOS DE MÓNICA
AMDER

III. JOHN

ERINA ALCALÁ
Aprender que hay personas
que te ofrecen las estrellas
y otras que te llevan a ellas.
Esa es la diferencia entre
quien quiere y quien ama.

(Mario Benedetti)
CAPÍTULO UNO

La madre de John Amder, Mónica Amder, siempre estuvo enamorada


de su padre, West Amder desde el día que entró al rancho de su madre en
Dubois, Wyoming, y ella lo contrató como cocinero.
Su padre había estado cuatro años antes en Nueva York, de joven,
estudiando varios cursos de cocina, aprendió y obtuvo su título ser chef y
su sueño era montar su propio restaurante en Manhattan.
Era oriundo de Montana. Su abuelo murió y su padre y su tía vendieron
el rancho que tenían, repartiéndose el dinero. Y su padre tomó rumbo de
nuevo a la gran manzana a montar su restaurante. Se había enfadado con
su hermana porque no quería que se vendiera el rancho familiar, pero su
hermana le dijo que, si él se iba, ella no podía hacerse cargo del rancho,
quería su parte y quiso venderlo. Y se repartieron el dinero.
Pero al llegar a Cheyenne, Wyoming, cansado y enfadado, su padre vio
el anuncio de que se necesitaba cocinero en un rancho y por un impulso
decidió ir a ver. Y vio a su madre y fue un flechazo. Y se quedó allí,
enamorado de ella aparcando su sueño.

Su madre, Mónica Ponce, había nacido en Málaga, España, de padre


malagueño y madre americana, cuyo abuelo, el bisabuelo de John, tenía un
rancho en Dubois, un pueblo del estado de Wyoming y cuando este murió,
los padres de su madre tuvieron que irse desde Málaga a hacerse cargo del
rancho. Y su abuelo lo hizo próspero. Su abuela murió años después y su
madre se quedó sola con su abuelo en el rancho y allí creció.
Sin embargo, la noche de la fiesta de graduación del instituto, su madre
se acostó con un chico que le gustaba desde jovencita del rancho de al lado
y concibió a su hermano mayor Alex, dejándole el apellido Ponce.

Sin saberlo, su abuelo, el padre de su madre quiso que su madre


Mónica, estudiara en la universidad de Málaga y así estar con sus abuelos
paternos.
Y allí nació Alex, en España, su hermano mayor al que su madre le
puso su apellido y nunca, ni su abuelo, ni su padre supieron de él hasta que
su madre, regresó al rancho seis años después.

Sin embargo, el padre de su hermano Alex, tenía una novia, desde el


instituto y se casó con ella y se fue a vivir a California, porque estaba
embarazada y eligió entre su madre y su hermano y su novia, y su madre
se quedó sola con su hijo en el rancho.

Cuando su madre llegó al rancho con su hermano Alex con casi seis
años, su abuelo murió y ella tuvo que reformar el rancho que estaba hecho
una pena. Contrató a trabajadores y se enamoró del cocinero, un chico de
Montana, su padre West y al que su hermano Alex, quiso más que a su
propio padre que no fue a verlo nunca más, salvo llamarlo por teléfono y
mandarle dinero mensualmente.
No lo volvió a ver hasta los 17 años. Sin embargo, su hermano mayor,
si iba al rancho de al lado de pequeño y hasta los 17, con sus abuelos, los
padres de su padre que lo querían mucho.
Su padre nunca le puso el apellido y su madre no quiso que West, su
padre, le pusiera el suyo, para no hacer daño a su verdadero padre Nolan, y
pasó a llamarse Alex Ponce, el apellido de su madre que siempre tuvo y no
quiso cambiarlo.
Su madre, se casó con su padre West y tuvo dos gemelos, su hermano
West y él mismo. Por eso, ellos se llamaban Amder Ponce, dos apellidos
porque su madre decía que en España se tenían los apellidos del padre y de
la madre. Y para que uniera al menos el suyo a todos sus hijos.

Cuando su hermano Alex acabó el instituto, él y su hermano gemelo,


tenían diez años y leves recuerdos del rancho, su madre, vendió su rancho
y se fueron todos a Nueva York. Su madre le dijo que iban a cumplir el
sueño de su padre West de montar un restaurante o una cafetería en
Manhattan.

Él, nunca había visto una pareja que se amara más que sus padres.
Siempre se lo decía a su madre, conforme crecía, que quería un amor
como el de ellos y una mujer como su madre, que se amaban tanto.
El no veía que discutieran sino por tonterías y su padre cogía a su
madre en alto y se le quitaba el enfado, y siempre estaba cogiéndola y
besándola y ella a su padre igual.
Siendo ellos pequeños, participaban en esos juegos. En la adolescencia,
le parecían pesados, pero después, eran una envidia para todo el mundo.
Eran su media naranja, el amor de su vida cada uno.

Cuando se fueron a Nueva York, compraron un apartamento enorme y


precioso y sus padres montaron una cafetería justo en el bajo del
apartamento. Compraron el local y lo diseñaron.
El edificio tenía gimnasio y piscina. Y su madre siempre era la madre
generosa que no quería que le faltara nada a sus hijos, y su padre era más
recto y lo respetaban y querían y West, se emocionaba a veces con sus
hijos, sin disimular nada. Tan solo quería que sus hijos fueran honrados,
trabajadores y buenas personas.

Justo el año que se cambiaron a Nueva York, Alex su hermano mayor,


recibió una beca para estudiar en Harvard. Había solicitado Derecho y allí,
conoció al amor de su vida, su cuñada Sofía, de Marbella, como su madre
y su abuelo. Sus padres murieron en un accidente y Sofía tuvo que irse de
nuevo a España, pero volvió a por su hermano años más tarde y desde
entonces eran otra de las parejas más felices que conocía.
Ella trabajaba como criminalista en el FBI y su hermano era abogado
de derecho laboral. Y tenían ya dos hijos, Ana y Alex. Y sus padres
estaban encantados.

John también había estudiado en Harvard, con su hermano gemelo, pero


mientras West hacía arquitectura, él siempre quiso ser agente del FBI y
estudió criminología y un máster de dos años. Todos sus hermanos lo
hicieron.
Al terminar tenía 24 años y se quedó en casa casi un año estudiando los
exámenes para entrar al FBI, hasta que se presentó y los aprobó y fue el
día más feliz de su vida.
Le asignaron Brooklyn y cuando tuvo trabajo, sus padres le regalaron
un apartamento amueblado y decorado, como a sus hermanos, en el mismo
edificio que vivía su gemelo, de tres dormitorios y un despacho, precioso,
se compró un coche y con sus primeros sueldos llenó su vestidor de trajes
grises y zapatos impecables.
Tuvo un compañero unos años mayor que él en el trabajo, del que
aprendió bastante y a los dos años de estar en Brooklyn, pidió la central de
Manhattan.
Y ya llevaba unos años allí. Allí trabajaba su cuñada Sofía, la mujer de
su hermano Alex, aunque en otra planta.

Había cumplido 30 años, era un tipo alto y guapo, con una mirada negra
profunda, era irónico y gracioso, y se tomaba el trabajo muy a pecho. No
tenía horarios, los asesinatos y demás casos no tenían horario. Aunque
tenía turnos, si el caso se alargaba tenía que quedarse, fuese día o noche.

Era un presumido de cuidado. Tenía chicas, y a veces salía con su


gemelo y conocían chicas que se llevaban a casa, pero él no quería aún
tener responsabilidades, ni noviazgos, ni chicas, ni enamorarse ni familia
como su hermano Alex.
Claro que su hermano Alex tuvo mucha suerte con Sofía y había pocas
Sofía en Manhattan, al menos lo que él conocía, no eran chicas como la
que pudiera tener para una relación como la que tenían sus padres y su
hermano.

Una de las noches en que iba a atrapar a un asesino con su compañero,


este se metió en un portal de unas de las avenidas de Manhattan y su
compañero y él pidieron refuerzos a la policía. Uno de los dos ascensores
del edificio se movía hacía arriba y el otro también, y en uno de ellos iba
el asesino.
Y su compañero se quedó abajo y él subió pistola en mano.
Cuando llegó al piso 12 el tipo salió del ascensor. A John le faltaba el
aliento de subir por las escaleras, se quedó en el rellano.
-¡Salga y deje la pistola! ¡Deje la pistola en el suelo y salga con las
manos arriba! Ahora, ¡No se lo diré dos veces!, ¡Salga y tire la pistola al
rellano donde lo vea cerca!
Con los gritos, Peter Marsdem, de 77 años, se asustó y se asomó a la
mirilla de su apartamento, porque era la hora en que su sobrina nieta venía
del trabajo y allí había un policía y del ascensor salía un delincuente. El
otro ascensor se abrió en el momento en que el delincuente disparó a John
que estaba escondido tras el rellano y la bala le dio a Fanny en el brazo.
Ella se quedó muda.
-¡Agáchese, ahora! -Y ella se tiró al suelo y le disparó al delincuente
dándole en la pierna. Este soltó la pistola en el momento en que la policía
y su compañero aparecieron y se lo llevaron esposado.
Sin embargo, Peter al ver a través de la mirilla a su sobrina nieta en el
suelo, salió al pasillo.
-Señor, señor -Le dijo John -métase dentro de casa.
-Vamos, es mi sobrina nieta, Fanny, Fanny -la llamó…
Y esta se levantó, pero se vio sangre en el brazo.
Aún llevaba la bata de la residencia de mayores donde trabajaba y los
zapatos. Había dejado el coche en el garaje y se vio sangre en el brazo que
le corría hasta la mano.
-¿Está usted bien? -le dijo a la pequeña mujer y la ayudó a levantarla.
Le llegaba apenas por los hombros y ella tuvo que mirar hacia arriba.
-Vamos no se desmaye, llamo a una ambulancia.
-Espere, vivo aquí, voy a mirar qué tengo.
Y entró tras ella y tras su tío en el apartamento.
John le dijo a su compañero que iba a ver la herida de la chica, tomarle
declaración y que después iba.
-Ella entró en una habitación.
-Espere aquí -le dijo Peter al agente -Ella es enfermera, sabe lo que
hace.
-¿Ah sí?
-Sí, sabe lo que hace, de verdad.
Y Fanny salió al salón. Se había cambiado la parte de arriba, salió con
una camiseta de tirantes sin sujetador. Se había quitado la bata
ensangrentada.
Y llevaba una venda sujetando la herida.
-Solo me ha pasado rozando.
-Déjame ver...
-¡Oh, Dios! Necesitará puntos.
-Yo me los hago, tío traiga mi botiquín grande del aseo.
-¿Pero se los va a hacer sola? Preguntó John.
-Sí.
-Y el tío, que andaba a duras penas, le trajo el botiquín y ella sacó un
bote y se echó un líquido con una gasa.
-¿Qué es?
-Anestesia local, necesito puntos, no pensará que me los voy a hacer sin
anestesia…
-Pero mujer, se los hacen en el hospital.
-Está lejos, solo son cinco.
-¡Dios no quiero ver eso! -Dijo John.
-No mire. ¿Puede ver asesinatos y sangre y no puede ver cómo me coso
unos puntos?
Y cuando acabó, se puso una gasa con betadine y otro con esparadrapo.
-Ya está.
-Le va a doler cuando se le pase la anestesia.
-Me tomaré un analgésico.
-Está bien.
-¿Quiere un café? -Le dijo Peter al agente John.
-Sí, gracias.
Mientras ella llevaba el botiquín al baño…
-Buscaré un plástico para ducharme luego antes de que se me pase la
anestesia.
-Me llamo John Amder, siento lo que le ha pasado, podría haber sido
peor.
-Bueno, gracias a que no lo ha sido, solo tengo esta rozadura en el
brazo. No esperaba salir del ascensor y que rozara una bala.
-Es un peligroso delincuente. ¿Cómo se llama? -Sacó su libreta John.
-Yo me llamo Estefanía, pero todos me llaman Fanny
-Encantada.
-Y él es mi tío abuelo Peter.
-¿Viven solos?
-Sí, vivimos solos.
-El apartamento es muy bonito.
-Es de mi tío, yo lo decoré hace un año cuando nos vinimos de España.
-¿De España? Ya me sonaba un acento diferente.
-Sí, de Cádiz. Mi tío siempre ha vivido y nacido aquí.
Peter le puso el café.
-Sí, pero cuando su padre murió me fui con ella hasta terminar los
estudios. Luego nos vinimos y compré este apartamento. Antes tuve un
apartamento en Brooklyn, pero lo vendí al irme a España. Este un lugar
tranquilo, menos hoy.
-Sí la verdad, pero no hemos podido evitarlo. ¿En qué hospital trabaja?
-No trabajo en un hospital, sino en la residencia de mayores del norte.
Trabajo allí de enfermera. De siete a cuatro de la tarde, con turnos, pero no
me esperaba esto.
-¿Le duele?
-Aún no, en media hora, quizás.
-Necesito hacerle unas preguntas que prácticamente sabemos, por el
caso, para que no tenga que ir a la comisaría. Y unas fotos de la herida.
-Está bien.
Cuando terminó, se despidió de ellos.

¡Joded qué mujer más guapa! -Pensó John. Tenía toda la información
que necesitaba. No tenía madre desde que murió en el parto, su padre
murió cuando tenía 19 años y su tío, se fue con ella hasta terminar
enfermería.
Llevaban un año en Manhattan y seis meses trabajando en una
residencia con 100 usuarios. Todo un estrés laboral. La residencia tenía 3
enfermeras y ella tenía turnos con las demás. De mañana tarde y noche. Y
los fines de semana había otras enfermeras.
Debía ganar un sueldo decente.
El tío había comprado el apartamento, de tres dormitorios, grande y
precioso en un buen sitio, sí que debía tener dinero y ella alguno de sus
padres, al menos, supo que su tío fue ingeniero industrial en Brooklyn,
pero para su sobrina prefería Manhattan.

Cuando se cambió la bata, se quedó con el pantalón blanco de trabajo y


una camiseta estrecha sin sujetador que marcaba sus senos hermosos, ni
excesivamente grandes ni pequeños.
Pero lo excitaron. Tenía un pelo largo castaño claro con una coleta alta
y un flequillo que le hacía parecer una jovencita. Y tenía 24 años, recién
cumplidos. Demasiado joven John, se dijo, pero era guapa a reventar y le
gustaba el acento.
Y era pequeña como su madre y por un momento la vio levantándola
como su padre lo hacía con su madre y besándola. Tenía unos labios
bonitos, unos ojos verdes claros que enamoraban y una sonrisa preciosa y
era valiente.
¡Joded! Iba a dejar unos días de pensar en ella, hasta se quedó con su
olor.
-¡Menudo bomboncito!, le dijo su compañero Rony, cuando llegó a la
central. Te has demorado más de lo debido.
-Sí, un poco.
-Es guapa ¿eh?, ¿Qué ha pasado?
-Solo le rozó la bala, pero podía haberla matado.
-¿La has llevado al hospital?
-No, es enfermera y se ha dado sola cinco puntos.
-¿En serio?
-En serio.
-Joder, me gusta. ¿Cómo se llama?
-Fanny.
-¡Qué bonito!
-Pero no es para ti.
-¡Ah! -Y se reía -Te ha gustado.
-Sí, me ha gustado, pero que coincidamos, eso es un milagro.
-Sabes dónde vive, John y sabes su teléfono.
-Lo sé. Pero de momento voy a dejar que pase un tiempo. Ya sabes que
mi independencia es lo más importante para mí. Si no se me pasa, voy.
-¿A qué vas a ir?
-No lo sé aún, no me preguntes.
-¿A acostarte con ella?
-Es una posibilidad, si no sale con nadie, somos libres.
-No me pareció ese tipo de chica y tengo buen ojo.
-Todas las chicas son iguales ahora, amigo.
-No lo creo, te digo que esa chica es seria. Mejor te olvidas de ella. Tú,
eres un espíritu libre y puedes hacerle daño a una chica así.
-Nunca le he hecho daño a ninguna chica, soy sincero, franco y saben a
qué atenerse.
-Me haces gracia. Saben a qué atenerse…
-Claro no les queda más remedio. Si quieren acostase conmigo sí.
-¡Qué vanidoso eres!, algún día ya verás.
-Bueno algún día, de momento me gustan las relaciones con las chicas
como las tengo.
-¡Joder qué cabrón eres!
-Qué quieres, soy feliz así. El trabajo ahora mismo es lo más
importante para mí.
-Espero que alguna te mande al carajo alguna vez.
-Sería la primera vez.
-Alguna a será la primera John.
-Ya veremos. Ya veremos. ¿Has hecho el informe?
-Esperaba el tuyo para cerrarlo, no sabía si habías llamado a una
ambulancia. Ya está con su abogado, nada que ha tardado el tipo.
-No tiene nada que hacer.
-El abogado es bueno, te lo digo.
-Pues espero que no lo vuelvan a soltar, porque la próxima no le voy a
dar en la pierna
-No ni yo, cabronazo el tío…
CAPÍTULO DOS

Dos meses después de lo sucedido, ella ya no tenía los puntos en el


brazo, solo un ligero estiramiento si hacía un esfuerzo demasiado grande,
pero habían cicatrizado bien.
Pensaba en ese agente continuamente. Era un tipo tan grande que no era
posible que la mirara a ella, un agente de FBI, a ella que era una enana,
inmigrante y poca cosa. Estaba fea y desaliñada cuando se lo encontró. En
sus peores momentos, pero tenía unos ojos oscuros profundos y un olor
que aún conservaba. Era guapo y tenía un cuerpazo. Elegante y educado.
Tenía que olvidarse de él, se dijo al volver a casa del trabajo ese día, si
no la había llamado en dos meses que habían pasado desde el incidente,
era que no le interesaba, así de claro. Era demasiado romántica y tonta.
Además, era un policía. Los policías no tenían vida familiar, se acostaban
con mujeres, era lo que había visto en la tele y no se alejaba mucho de la
realidad, y ella no quería esa vida para ella.
Cuando abrió la puerta, se encontró a su tío tumbado en el suelo. Y
pensó que había muerto.
-Tío, tío, contesta, ¡Dios mío! -Y llamó a una ambulancia.

En el hospital le dijeron que había sufrido un ictus y que debía estar al


menos 48 horas porque podía repetirse. Estaba dormido, en coma, y en
cuidados intensivos, solo podía verlo a través de los cristales de la UCI.
Era todo cuestión de suerte. Le habían hecho un tac y un escáner y
esperaba los resultados, aunque llegara a casa a las doce de la noche
porque no la dejaban quedarse allí. Era viernes y no trabajaba el fin de
semana.
¡Maldita sea! Estaba bien cuando lo dejó. Y rezaba para que se
recuperase.
No le podía pasar nada, no tenía a nadie más. No quería quedarse sola
en la vida. Su tío era ahora todo su mundo y era un hombre joven aún.
Mientras esperaba los resultados de las pruebas, Fanny fue a tomarse un
refresco. Desde el mediodía no había tomado nada y necesitaba algo
fresco, ya empezaba mayo y fue a la máquina de refrescos. Echó la
moneda y no salía ni la moneda ni el refresco.
-¡Joder! -Y le dio una patada casi llorando.
-Joder…
John la vio a lo lejos luchando contra la máquina, y supo que era ella.
No esperaba encontrársela y se alegró de verla.
Se puso tras ella en la máquina y la aprisionó con sus manos. Ella al ver
las manos, se dio la vuelta y miró hacia arriba.
-Puedo detenerte por intentar matar a una máquina de refrescos.
-No me faltaría hoy nada más que eso. Tenía su cuerpo demasiado cerca
y su olor, demasiado dentro. Y ella de nuevo con su coleta desaliñada y su
ropa del trabajo.
Él quitó las manos.
-¿Qué pasa, mujer?
-Que no sale el refresco ni la moneda.
Él le dio y la sacó.
-Toma, ¿Qué haces aquí?
-A mi tío le ha dado un ictus, me lo encontré en el suelo cuando llegué,
no sé cuántas horas llevaba así. Porque Samy, la chica que tenemos se va a
las dos. Le han hecho pruebas y espero el resultado.
-Lo siento.
-Cuando llegué del trabajo, lo encontré tirado en el suelo, llevaría horas
ya.
-Me quedo contigo, ya he terminado por esta semana.
-Como quieras. ¿Qué haces aquí?
-Ver a un paciente herido que tiene que declarar en un juicio. He venido
a hacerle unas preguntas.
-¿Ha habido suerte?
-Alguna. ¿Nos sentamos?
-Sí, estoy muerta de toda la semana.
-Es que tienes muchos pacientes, mujer.
-Sí, lo sé, pero me gusta mi trabajo.
-¿Cuánto ganas?
-¿Por qué preguntas eso?
-Por saber cuánto gana una enfermera.
-¿Te interesa mi sueldo para casarte conmigo? -Y John se rio.
-No mujer.
-Gano con los turnos unos 10.000 dólares.
-Pues un poco menos que yo y me juego la vida.
-¿En serio? No conoces a los abuelos.
-¿Y eso?
-Intento que no me toquen las tetas o el culo mientras les tomo la
tensión o la temperatura o les curo las heridas -Y John rio con ganas.
-Es que estás buena, mujer.
-Gracias, tú también.
-¿No tienes más familia aquí Fanny?
-No nadie más, salvo a mi tío.
-¿El apartamento es alquilado?
-No, lo compró mi tío al contado, no debemos nada. ¿Tú tienes
apartamento?
-Sí, mis padres me compraron uno, a quince minutos de dónde vives.
Tengo un hermano gemelo que vive en el mismo edificio.
-¿En serio tienes un hermano gemelo? ¡Qué suerte!
-Sí, West, se llama como mi padre. Es arquitecto y el mayor Alex,
abogado. Ya está casado, quedamos nosotros.
-¿Qué edad tienes?
-30 y tú 24.
-Sí, qué buena memoria tienes.
-Tengo, ¿Tienes novio, amigos?
-No, no salgo, tengo un tío mayor.
-Eso no es excusa.
-Bueno, pero estoy a gusto en casa, no conozco a nadie para salir de
momento, ¿Y tú?
-Nada serio, nunca me he enamorado ni he tenido novia.
-De una noche.
-Sí, pero no creas que todas las noches.
-Bueno, eso no es de mi incumbencia, eres un
tipo estupendo.
-Y tú una mujer muy guapa para no salir.
-Ahí viene el médico… Cortando la conversación.
-Doctor…
-Hola de nuevo, hemos detectado un coágulo de sangre en el cerebro,
me temo que, si operamos, corre un riesgo inevitable. Es muy mayor.
-Entonces…
-Entonces no hay nada que hacer.
-¿Pero si se opera hay alguna probabilidad?
-La hay, pero puede quedarse en el quirófano. Y además tenemos que
esperar a que despierte del coma.
-Si hay posibilidad, me arriesgaré.
-Está bien, prepararemos la operación en cuanto despierte. De momento
lo tendremos en cuidados intensivos.
-Está bien.
-Ahora se puede ir, ya no puede hacer nada por él.
-Gracias doctor. Si hay alguna novedad…
-No se preocupe, la avisamos.
-¿Has traído coche? -Le preguntó John.
-No, me vine en la ambulancia, pero no te preocupes, tomo un taxi,
mañana me vengo un rato por la mañana.
-Venga te llevo, vivo cerca mujer.
-Te lo agradezco, de verdad.
-Te llevo Fanny.
-Está bien.

Iba muy seria en el coche de John y callada.


-¿Estás preocupada por tu tío?
-Sí, muy preocupada, no es tan mayor, tiene 77 años solamente.
-Sí, es relativamente joven, ¿No se ha casado nunca ni tiene hijos?
-No, nunca se casó. Decía que tenía mucho trabajo y que no encontró
nunca el amor de su vida. Es tan bueno para mí… Hacía la comida. Ha
cuidado de mí estos años. Vendió su apartamento en Brooklyn y se vino a
cuidarme a España para que no estuviese sola.
-Es un buen hombre.
-Sí, terminé de aprender el idioma con él, a pesar de que desde el
colegio tenemos el inglés como segunda lengua hasta la carrera, él quiso
que habláramos inglés en casa siempre. Le debo mucho, John. Hasta ha
comprado un piso en Manhattan para nosotros.
-¿Y tus padres, bueno tu padre?
-Mi padre era ingeniero como él, y me dejó un poco de dinero y la casa
que vendimos al venir. Pero no quiso que le diera nada para el
apartamento.
-Tendrá dinero, si es soltero y toda la vida trabajando como ingeniero…
Los ingenieros ganan un buen sueldo.
-Nunca le he preguntado qué tenía. Es tan cariñoso y preocupado por
todo. Si me quedo sin él… Y se emocionó.
-Vamos Fanny, no lo pienses, si es fuerte seguro que mejor, si no
tendrás que ser tú la fuerte.
-Sí -dijo limpiándose las lágrimas. Perdona.
-Nada mujer, y aparco en su puerta. ¿Quieres que me quede y pedimos
algo de cena?
-No sé si será buena idea.
-Me aseguraré de que comas.
-¡Está bien!, Sube. Si no tienes nada mejor que hacer un viernes por la
noche, que quedarte conmigo…
-Nada mejor. No te subestimes.
La acompañó al apartamento y ella dejó las cosas en el despacho, su
bolso y su maletín de trabajo.

-¿Qué pedimos?
-¿Te importa si me doy una ducha? Dos hospitales en el día pueden
conmigo.
-Claro, no te preocupes, tarda lo que debas. Luego pedimos.
-Échale un vistazo a la casa, si te apetece, seguro que lo estás deseando
-y él sonrió -puedes poner la tele.
-Gracias.
Y ella se metió en su habitación y cerró la puerta, se quitó la ropa sucia
y se dio una ducha y el pelo también. Lo necesitaba siempre que venía de
la residencia, pero encima había tenido que pasar por el hospital y lo
necesitaba. Se puso un vestido de tirantes corto y unas sandalias bajas de
verano.
Mientras, él cómo no, y ella lo suponía, recorrió las habitaciones,
tenían una de invitados, con ropa de temporada en un armario empotrado
de pared a pared, un baño dentro, pequeño con ducha. Bonito y decorado
con gusto.
La habitación de su tío era más masculina, pero tenía un vestidor y un
baño completo solo con ducha, sin bañera, seguro que ella tendría el
principal y más grande.
Un aseo grande con un gran botiquín de enfermería que daba al salón,
precioso y su despacho. Grande y bonito. Debía ser soleado. Tenía
informes de enfermería de la residencia. Y tenía utensilios diversos de
enfermería.
El resto era de concepto abierto con una isla mediana comedor para
cuatro y un salón con dos sofás grandes y un sillón balancín, con una
mesita al lado y una lámpara de lectura. Una mesa de centro y el frontal,
una chimenea de gas, con estanterías blancas a los lados, llenas de libros y
alguna decoración vintage, sin ser excesiva. Y en la entrada otra mesa, alta
cuadrangular, con una lamparita y un cuenco para dejar las llaves junto
con un perchero de pie antiguo.
Se quitó la chaqueta, y se sentó a ver la tele, mientras ella terminaba.
A la media hora salió al salón, a él le pareció preciosa incluso con la
coleta y ese vestidillo corto, sin maquillaje, limpia y con olor fresco.
-¿Ya estás mejor?
-Sí, gracias.
-Ven aquí, siéntate a mi lado.
Y ella se sentó a una distancia prudencial.
-No te voy a comer, mujer.
-Lo sé, pero…
-Vamos ¿Qué pedimos de comer? Hamburguesa, chino, japonés…
-japonés.
-Pues japonés, me apetece también. Pido bebidas.
-Tengo bebidas de todo, en el frigorífico John.
-Bien, pues no pido bebidas.
-Tenemos una chica que se encarga de la casa, mi tío se empeñó, no
quiere que trabaje en casa y fuera. Pero debió pasarle eso cuando no estaba
Samy.
-Seguro que ya se había ido. Yo también tengo otra un par de horas al
día me deja cena.
-Se te va a desperdiciar.
-Mañana me la como, me la deja en el horno o en el frigorífico. No creo
que le pase nasa.
-Bueno ya está, esperamos la comida.
-Pongo la mesa mientras.
-Te ayudo, venga.
Y pusieron la mesa y él tomó una cerveza. Cuando vino el chico con la
comida, se sentaron a comer.
-¿Has tenido algún novio serio, Fanny?
-Aquí no.
-¿Y en España?
-Bueno tuve uno en la universidad y otro en el instituto.
-¿Y te enamoraste?
-No, nunca me he enamorado.
-¿Entonces?
-Salíamos juntos, nada más. Además, no me duraron mucho.
-¿Y eso?
-No me gustan los chicos que beben los fines de semana y son libres
teniendo novia.
Y él sonrió.
-Cuando somos jóvenes, somos distintos.
-Y cuando somos mayores, no somos tan distintos.
Y él se rio de nuevo.
-La verdad, algunos no.
-¿Y tú cómo eres?
-Trabajador, le dedico muchas horas al trabajo, incluso de noche tengo
que salir o volver, depende.
-No me refiero al trabajo, yo también le dedico al mío muchas horas.
-No me gusta nadie en particular.
-Me extraña que un hombre como tú no haya tenido nunca una novia o
pareja al menos de las que duran meses.
-Pues no te sorprendas, no la he tenido.
-Porque no has querido.
-¿Por qué lo dices?
-Porque eres muy guapo, muy alto, tienes un cuerpo espectacular, eres
policía, y eres educado y trabajador, inteligente…
-Para para, que me voy a poner colorado. -Riéndose. -Lo mismo puedo
decir de ti.
-¿Que soy alta y tengo un cuerpo espectacular?
-Lo primero no, pero lo segundo sí… -Y ella se puso colorada.
-Y te has puesto colorada.
-No estoy acostumbrada a que los hombres me digan nada.
-¿Soy un hombre? -Le dijo con una mirada de medio lado demasiado
sexy para ella.
-Sí, yo soy una chica de 24 años y tú un hombre de 30.
-Para mí, tú eres una mujer preciosa.
-¿Me estás tirando los tejos, agente?
-Sí, en la cabeza.
Y por primera vez ella se rio. Y a John le encantó su risa.
-¿Por qué?
-Porque me gustas, desde el primer día que te rozó esa bala. A
propósito, está muy bien, te hiciste un buen trabajo -Señalándosela.
-Aún siento una tirantez a veces, pero se pasará.

Después tomaron café en el salón.


-¿Quieres tarta agente?
-Llámame John.
-John.
-No, con el café tengo.
-¿Tienes que conservar tu cuerpo?
-Eso es, poca azúcar.
Ella sí que se puso un trozo.
-A mí no me importa el físico.
-Claro, porque estás muy bien.
-Tengo piscina abajo, voy cada vez que puedo.
-Yo también y al gym, una hora por las mañanas. Tengo que hacerlo por
fuerza, sino cómo voy a estar en forma y correr tras los malos.
-Yo, depende… Es que me faltan horas, tengo que revisar y me gusta
leer, hablar con mi tío, salimos a dar un paseo…
-Tienes una agenda completa.
-Sí, me gusta vivir aquí. Aunque en Cádiz iba más tranquila por la
calle.
-¿Y eso?
-Es más pequeño, con casas bajas y edificios pequeños. Esto es una
mole, pero me gusta.
Él la cogió por la coleta y la atrajo hacia él.
-Me encanta tu pelo. Nunca te lo dejas suelto.
-Sí, cuando salgo, en casa y en el trabajo no, imaginas, lo tengo
demasiado liso y no veo. John sonreía, pero la atraía hacía su boca.
-¿Qué vas a hacer? -Dijo ella temblando como un a gatilla herida.
-Besarte. Lo he pensado todo este tiempo, quiero saber cómo sabes.
-Pero, pero…
-Shhh -Y arrimó su boca a la suya y la besó en los labios y ella
temblaba, profundizó el beso y enredó sus lenguas en un beso húmedo y
ella, temblaba porque ningún hombre la había besado así. Cuatro besos en
la universidad no tenían comparación. Y ese era un hombre, no un niño
tonto. Y ella quería probar a ese hombre.
No conocía el sexo y quien mejor, aunque la dejara, aunque fuera esa
noche solamente, lo necesitaba, y le echó los brazos al cuello y lo siguió.
Él, la abrazó contra su cuerpo. Y tocó sus pechos duros y altos, y la piel
desnuda de sus muslos, mientras le subía el vestido.
-Dime que sí. -Le preguntó en su boca.
-Sí, -Dijo ella. Si tenía que hacerlo con alguien por primera vez, ese era
el mejor hombre y momento. Y no se lo pensó. No iba a arrepentirse nunca
de ello a sabiendas que no lo iba a ver más.
Y la levantó a pulso y la llevó al dormitorio. Solo se fijó en la gran
cama y la echó en ella, se desnudó y ella vio el gran hombre completo que
teñía frente así y jamás se arrepentiría de hacerlo con él su primera vez.
La desvistió entre besos y vio un cuerpo precioso y bonito de mujer
desnuda, desnuda del todo, desnuda de sexo, y entró entre sus piernas
buscando y dándole placer y Fanny gemía
-¡Oh, Dios, oh Dios!
Y él sabía que iba a derramarse pronto en su boca y así lo hizo,
jadeando… encendida, roja y preciosa.
Se puso un preservativo y entró en ella, Fanny se asustó un poco,
porque eso era desconocido para ella y él un hombre grande con un sexo
grande para ella.
John, empujó dentro y su sexo abarcaba todo el suyo y lo rozaba, lo
estaba matando. Entró despacio y hubo un momento que le costó seguir, y
la miró. Era virgen, esa pequeña no había tenido relaciones sexuales con
ningún hombre salvo con él y se aferraba a su espalda abriéndose para él.
Y empujó dentro, no había vuelta atrás, estaba demasiado excitado con
ella y eso no le había pasado nunca.
-¿Te duele? -Le dijo en la boca.
-No, ha sido solo un momento.
-¿Sigo?
-Sí, quiero que sigas -Le dijo bajito -Y él siguió y le hizo el amor
despacito y lento hasta que avivó el ritmo y sintió el calor del cuerpo de
ella bajar a su sexo y no aguantó más y se derramó en su cuerpo, gimiendo
y alterado.
Cuando acabaron, ella fue al baño y se limpió. Tenía algunas gotas de
sangre, incluso en el colchón, fue a limpiarlas, mientras él se quitaba el
preservativo.
-Después se acostaron de nuevo.
-Ven aquí pequeña que te abrace. Pero mujer tienes 24 años, no me
puedo creer lo que ha pasado aquí.
-Sí, pero no he tenido oportunidad. Ha sido precioso, gracias.
-Sí que lo ha sido. Eres una mujer muy especial.
-Que no te pide nada.
-Lo sé. He visto estos años muchas cosas pero que esto me iba pasar a
mí, no.
-¿No te has acostado nunca con un virgen?
-Nunca.
-Bueno, ahora sí. ¿He estado a la altura? -Preguntó ella, acariciando su
pecho.
-¿A qué altura?
-A la de las demás mujeres con las que te has acostado.
-¿Para qué quieres saberlo, nena?
-Pues nunca lo he hecho, sé que soy torpe en ese sentido, y sé poco.
Bueno, tonta no soy, sé que hacer, otra cosa es que la haga bien y satisfaga
a un hombre.
-Estoy muy satisfecho, si eso te preocupa.
-¿De verdad? -Dijo ingenuamente.
-De verdad, no pienses en eso ahora.
Y le quitó la goma del pelo, y su melena se derramó en la cama y en la
almohada.
-Tienes un pelo precioso y me gustan tus pechos, tus pezones. -Iba
tocándola -Tu piel. Tienes una piel suave y bonita. Y tu sexo pequeño que
se abre para mí.
-Tú sexo es grande.
-¿En serio? -Bien lo sabía él.
-Sí, le dijo -Y lo tocó y se puso alerta.
-Vaya…
-Si me tocas, me pongo así mujer.
-Eso me gusta.
-Malvada.
Y bajó a su sexo y…
-Pero Fanny, nena, no me importa que…
-Pero a mí sí.
-¡Oh, Dios mujer!…
Y ella lo metió en su boca, chupándolo y lo lamía en toda su longitud
de hombre y le encantaba que ese hombre tan grande se estirara y gimiera
con lo que le hacía. Tocaba sus nubes de viento y movía el viento en sus
manos y con su boca lo humedecía y John explotó en un orgasmo feroz y
brutal.
-¡Oh nena! ha sido… Si no tienes experiencia… ¿Cómo sabes tanto?
Ha sido… espera que me recupere.
Y ella se metió en su pecho acurrucada, acariciando su pecho y
besándolo.
-Me gusta que no seas una mujer pasiva.
-No creo serlo, me gusta tener un hombre y acariciarlo y… Bueno, qué
estoy diciendo…
-¿Me quedo esta noche? -Le preguntó John.
-¿No tienes nada que hacer?
-Nada, si me permites darme una ducha.
-Puedes. Claro.
-Mañana iré a casa a cambiarme.
-Yo tengo que ir al hospital a ver a mi tío por la mañana.
-Voy contigo y comemos fuera.
-¿Quieres?
-Sí, claro que quiero, quiero estar contigo el fin de semana.
-Pero si tú solo eres de una noche…
-Bueno, un fin de semana, estás sola y te deseo nena.
-Yo también te deseo. Estás muy bueno.
-¡Qué cosas tienes mujer! No te da nada decir lo que piensas.
-No, para qué.
-Eso, para qué, si me lo dices me excitas más – Y se la puso arriba a
pulso.
-¡Dios mío, qué fuerza tienes!
-Soy grande y pesas como una pluma y me encanta subirte.
Y se puso un preservativo y entró en ella de nuevo, tomando sus pechos
y mordisqueando sus pezones a la vez y ella gritaba su nombre y se moría
con su cuerpo grande dentro del suyo. Jamás sentiría con nadie lo que
estaba sintiendo con su gigante, nunca. Era perfecto para su cuerpo, y sería
suyo, al menos ese fin de semana.
Era incansable, le hizo tener dos orgasmos seguidos, tuvo sexo de todas
las formas diferentes y a las tres de la mañana…
-¡Ay, John, no aguanto más, estoy molida! Eres incansable.
-Pobrecita, anda durmamos un poco.
-Y ella casi se quedó dormida en sus brazos, pensando que debía pedir
cita para tomar pastillas anticonceptivas, no quería quedarse embarazada o
tener un error con los preservativos. Y se quedó abrazada a su pecho.
El la miró, era pequeña, era preciosa, y su sexo encajaba en el suyo a la
perfección, olía bien, era ardiente y caliente, más sexual que ninguna de
las mujeres que había conocido, lo deseaba sin fingimientos, y había sido
suya, de nadie más, de nadie, y eso le produjo un sentimiento posesivo y
protector. Que otro la tocara, no le gustaba nada.
¿Pero qué estaba pensando?... Él no se comprometía nunca.
Pero tenerla en sus brazos, era algo distinto que él no había sentido
nunca.
Se había metido en un buen lio con esa pequeña, pero ella sabía cómo
era él, debía saberlo, no creía que esperara más que lo que le ofreciera el
fin de semana. Era una mujer inteligente.

Al día siguiente él fue a su casa a cambiarse. Se puso ropa de sport y


fue a buscarla de nuevo. Desayunaron en una cafetería y él la llevó de
nuevo al hospital.
-Podíamos haber cogido mi coche.
-Me gusta conducir y si me llaman para algún caso… Debo llevarlo
siempre, nena.
-¿No será que no quieres ir conmigo y que yo conduzca?
-En parte.
-Desconfiado.
-Se había dejado el pelo suelto, y se había puesto un vestido fresco y
unas sandalias altas. -Se había maquillado, no demasiado.
-¡Qué guapa, le dijo al verla! ¡Qué bien hueles siempre, nena! Y la besó
y abrazó.
-Tú siempre hueles bien.
-¿Te gusta?
-Sí, me gusta.

Su tío estaba igual. Dormido en coma, no pudo ver a ningún médico al


ser sábado, y hasta que no saliera del coma, no se haría nada. Estuvieron
una hora y se fueron.
No podían estar con él, estaba en la UCI. Después, fueron al
apartamento de John a dejar el coche. Él le enseñó su apartamento.
¿Te gusta?
-Sí, es mucho más grande que el de mi tío, pero es precioso.
-¿Más masculino? -Y ella rio.
-Un poco más sí, pero es precioso. Tienes un despacho enorme.
-Me gustan los grandes espacios.
-Para ti solo es mucho apartamento.
-Pero era regalado.
-Señorito… ¿Eres rico?
-No, me regalaron el apartamento mis padres. Ellos son los ricos,
digamos, trabajadores ricos. Tenían un rancho y lo vendieron. Y Mi padre
tenía otro y tuvo la mitad cuando lo vendió junto a su hermana.
-Eres un niño pijo.
-¿Y tú qué eres? -La cogió y la subió su sexo duro para ella.
-Yo, soy una huérfana, tengo algo de dinero, pero no demasiado, pero
tengo un trabajo que me encanta con la juventud.
-¡Qué tontilla eres!
Y la fue bajando, pegándola a su cuerpo.
-¿Quieres probar mi apartamento?
-Algo habrá que hacer.
-Pues vamos. -Y se la echó al hombro.
-¡Ay, John loco!, estás loco -e iban riéndose.
-Quería tener el cuerpo de ella en su cama, su olor, su sexo. Quería
comprobar si lo del día anterior seguía allí o fue algo que a él lo cogió
vulnerable.
Pero no fue algo al azar. Fue mejor que el día anterior. El sexo con
Fanny era fabuloso, y ella aprendía rápido a hacerle lo que a él le gustaba.
Lo ponía a cien esa mujer, estaba en perpetua excitación y le encantaba su
cuerpo pequeño y manejable.
Si su madre lo viera, otra mujer pequeña en la familia, y española. Se
partiría de risa.
Lo cierto es que era graciosa extrovertida y divertida, tenía luz propia.
Le encantaba jugar con él y siempre perdía porque la cogía y la
aprisionaba en su cuerpo.
Le hizo el amor en el baño, junto a la pared del pasillo, en la cocina,
desde atrás y fue ¡joder!, fue demasiado intenso para él. Nunca había
tenido tanto sexo en un fin de semana que recordara.
Se quedó con John esa noche en su casa.
Parecían dos adolescentes en celo. Si era por el tema sexual, estaban
hechos el uno para el otro.
-Vas aprendiendo nena, y eso que ayer no sabías nada.
-Me has enseñado mucho en dos días.
-Siempre que te toco, estás mojada.
-Siempre que te toco se te sube.
-Eres tremenda.
-Anda que tú…
El domingo quiso irse sola a casa, tenía que ir a ver a su tío y trabajar
en unos informes que le llevarían unas horas, de la residencia.
Y él también tenía un caso a repasar.
-Te acompaño y me vengo.
-No hace falta John, voy dando un paseo. Además, quiero bajar a la
piscina un rato.
-Yo también iré al gym.
-Por eso no hace falta que me acompañes.
-Dame tu teléfono, le dijo él y anota el mío.
Pero ella sabía que no la llamaría más ni ella tampoco, que eso se
acababa ahí, por eso quiso irse ese día. Tres días intensos con John, era
demasiado para no haber estado nunca con un hombre y si estaba con ese
tan bueno, no iba a poder olvidarlo tan fácilmente, aunque ya era
complicado. Había sido su primer, único y mejor hombre. Y tenía que
dejarlo libre y olvidarlo, pero siempre le quedarían esos días de sexo para
recordar. Haber tenido su primera experiencia con un hombre así, había
sido una suerte para ella. No podía pedir más, ¡Ojalá pudiera! pero ahora
los hombres eran así. Y las mujeres también. Las relaciones eran esas.
Pero ella no quería ese tipo de relación. Le había pedido el teléfono, pero
no la llamaría. Ella lo presintió.

Iba a desayunar y al hospital. Y a quedarse con los recuerdos en su


cuerpo.
Su tío estaba igual, no había cambiado de situación. Estuvo un rato,
pero no podía entrar a la UCI, así que no hacía nada allí. De todas formas,
la llamarían si había cambios o novedades.
Y a la vuelta, se fue a la piscina y allí descargó la adrenalina que tenía.
Al llegar a casa se dio una ducha y se lavó el pelo, se preparó un bocadillo
para comer, un café y un trozo de tarta y se echó en el sofá un par de horas.
Pensando en su gigante, se quedó dormida.
A las cuatro de la tarde, se despertó y se fue al despacho a trabajar un
rato. Miró su móvil, ningún mensaje, pero eso ya lo sabía ella.
CAPÍTULO TRES

No recibió más llamadas de él. Su tío, despertó del coma, sin ninguna
posibilidad de vivir, aun así, ella quiso operarlo como última posibilidad,
pero murió en la operación y ella se quedó sola.
Pensó en llamar a John mil veces, pero no lo hizo. Sabía que era un
hombre libre y ella no iba a molestar a nadie y menos con sus problemas.

En el mes de junio, un mes después de la muerte de su tío, recibió toda


su herencia. El apartamento y tres millones de dólares que le había dejado.
Ella nunca supo cuánto dinero tenía su tío y fue una sorpresa, una sorpresa
que guardó como ahorro, pues ella tenía casi medio millón de dólares de la
venta de la casa de sus padres, de su trabajo y lo poco que su padre ahorró,
ya que al estar enfermó el dinero se había gastado.
Así que guardó tres millones cuatrocientos y se quedó con el resto en su
cuenta corriente.
Se fue de compras para el verano y llenó su vestidor de ropa bonita,
alguna elegante y otras más desenfadadas. Un par de bañadores para la
piscina y al menos seis vestidos cortos y frescos para estar en casa, como
le gustaban, ropa interior, se fue a la peluquería, y al centro de estética.
Pidió cita con una ginecóloga del seguro que tenía, y empezó a tomar
pastillas anticonceptivas.
Dejó a Samy que se ocupaba de la casa para no despedirla, así le
ayudaba y la mantenía limpia y ella tenía más tiempo libre a la vuelta del
trabajo. Todo seguía igual, cambió la habitación de su tío porque le dolía
verla como estaba y donó toda su ropa y Samy la limpió a fondo. Se quedó
con su reloj y objetos personales y fotos en una cajita. Y la metió en la
habitación de invitados, en el armario.
Al principio le costaba estar sola, lo echaba de menos, sobre todo
cuando volvía del trabajo y charlaban, salían, se reían… Y ahora la casa
estaba en silencio, pero se fue acostumbrando con el paso de los días a no
encontrarlo a la salida del trabajo y comentarle su día y su tío el suyo,
pasear, reírse…
Había algo que quería cambiar en su vida, el trabajo le encantaba,
aunque era demasiado y ganaba bien, pero quería un horario de mañana.
Los turnos no los llevaba bien.
Habló con el director de la residencia y le dijo que no podía hacerse
nada.
Pues si no podía hacerse nada, intentaría buscar otro trabajo, en un
hospital u otro lugar, y cuando lo tuviese, dejaría la residencia.
Y envió todos los currículums que pudo a clínicas, a todo tipo de
hospitales y al final, encontró trabajo como enfermera en una pequeña
clínica no muy lejos de casa, a veinte minutos andando. Era lo que quería.
Trabajaría para un doctor endocrino. Y el horario era de siete a tres y
media de la tarde, con media hora para comer. Con 8000 dólares de sueldo.
Eran casi dos mil dólares menos que en la residencia, pero no podía
comparar el trabajo. Ganaba menos porque no tenía turnos, pero para ella
era preferible ganar dos mil dólares menos y tener más tiempo.
La clínica era nueva, la habían reformado, pequeña. Su doctor era una
eminencia y le encantó trabajar con él.
Al menos tenía el horario que quería, y se podía dedicar a hacer un
máster a distancia por la Universidad de Harvard, lo tuvo en mente. Se
apuntaría el curso siguiente, mientras, buscaría información.
Dedicaría tiempo mientras empezaba el máster a hacer ejercicio a leer,
a pasear y poder salir. Sobre todo, a salir al menos un día el fin de semana,
conocer a chicos, porque John era el pasado.
Si en dos meses no había tenido noticias de él ya podía ir olvidándolo.
Finalizaba julio y ya hacía casi tres meses que no lo había vuelto a ver
y un sábado, ya con toda su vida organizada, se había inscrito en un máster
que le resultó muy interesante en Harvard, a distancia, tan solo tenía que
acudir al examen final, cada año y aunque era carísimo, ella se lo podía
permitir.
Y tuvo ganas de empezar a salir ese fin de semana, tuvo ganas de salir
el sábado.
Miró lugares donde la gente no demasiado joven iba a tomar una copa o
a restaurantes por la zona o un tanto alejados y se dijo que ya era hora,
pronto cumpliría veinticinco años y no iba a quedarse en casa sola. Era una
chica joven y tenía que salir y conocer a gente.
Se vistió, se puso un vestido precioso corto y elegante, con un escote,
no excesivo, pero que resaltaba sus pechos y unas sandalias de tacón alto,
el pelo suelto, maquillada y un perfume caro que le encantó y se lo había
comprado. Sería su perfume a partir de ese día.
Tomó un bolsito con todo y su coche y fue primero a un restaurante que
tenía fama de carne a la parrilla. Le encantaba el exterior en las fotos y le
apetecía.
Iba a probarlo.
Había reservado mesa para uno y la pusieron al final del restaurante.
A pocas mesas de la suya, mientras miraba lo bonito que era, había un
chico joven, rubio y de ojos azules, guapo, alto y con un traje que le
quedaba genial, y se le acercó.
-¡Hola!
-¡Hola! Dime ¿Estás sola?
-Sí, voy a comer sola.
-Yo también, he venido a Nueva York por negocios. Soy de Boston, me
llamo Damián.
-Encantada Damián. Soy Fanny.
-¿Quieres compañía, Fanny?
-Bueno si te dejan cambiarte de mesa…
-Me dejarán y le dijo al camarero que se iba a cambiar con la señorita.
-Bueno Damián, ¿Qué edad tienes?
-28. Trabajo en una empresa de marketing y tenemos una filiar en
Nueva York.
-¿Y vienes a veces?
-Sí, a supervisar.
-¿Tan joven?
-Bueno, llevo unos años y soy el hijo del dueño. -Y ella se rio.
-Un puesto de confianza.
-Mejor que el mío no la iba a tener mi padre.
-¿Vives en Boston?
-Sí, allí vivo, está cerca.
-Nunca he ido, de hecho, no he salido de Manhattan, pero eso lo voy a
solucionar.
-¿Y eso por qué, mujer?
-Porque llevo casi un año y tuve un tío y luego murió y por eso no he
salido.
-Lo siento.
-No pasa nada. ¿Tienes hermanos?
-Sí, somos tres hermanos, todos varones, todos trabajando para el
patriarca.
-Eres gracioso.
-Soy el más pequeño y tú ¿En qué trabajas?
-Soy enfermera en una clínica, antes trabajaba en una residencia, pero
tenía turnos y no los llevo bien, así que busqué y ahora tengo un turno de
mañana menos sueldo, pero lo prefiero, es más tranquilo y puedo hacer
muchas cosas por la tarde.
-¡Qué suerte!
-¿Pedimos?
-Yo he venido a probar la carne a la parrilla.
-¿Pedimos un plato variado y una ensalada para dos? -Dijo Damián.
-Estupendo, no sería capaz de comerme uno entero.
-Así probamos de todo.
-Desde luego.
-¿De dónde eres?
-De España, del sur.
-Lo decía por el acento, un tanto latino.
-Las españolas también somos latinas, del latín.
-Fíjate. Todo el mundo cree que los latinos son los sudamericanos.
-Pues no, se equivocan, los italianos son latinos y los franceses, y los
españoles…
-¿Estudiaste allí enfermería?
-Sí, en el sur de España de dónde soy, de Cádiz. ¿Y tú?
-Estudié marketing y dirección de empresas en Harvard, un máster…
-Eres un niño inteligente.
-Lo soy, y se rieron. Y en ese momento entraba John en el restaurante
con un chico alto morena y guapísima, la llevaba por la cintura y ella
quiso esconderse donde no la viera, pero tuvo mala suerte, porque los
pusieron dos mesas más allá de la suya.
John la vio y soltó de inmediato la cintura de la chica, como un niño al
que pillan infraganti. Pero ella a pesar de todo, sintió celos, lo reconoció,
pero intentó actuar con calma. Jamás imaginaría encontrárselo allí, con la
cantidad de locales que había por la zona.
John dejó la chaqueta que llevaba puesta en la silla y le dijo a la chica
que ahora volvía.
Y fue a su mesa.
-¡Hola Fanny! -Y ella le dio la mano, nada de besos.
-¡Hola John, ¡qué bien te veo! Mira este es Damián, y se levantó y le
chocó las manos a John. No era tan alto como él, pero era alto.
-John es un policía que me salvó la vida de un tiro al salir del ascensor
de casa -Le dijo Damián.
-¡Menos mal!
-¿Cómo está tu tío?
-Murió en la operación.
-Lo siento. -Y bien que lo sentía, no haberla llamado. Ni haberla
acompañado en esos momentos.
-Bueno, no queremos que dejes a tu chica sola.
-No pasa nada, me espera.
-Bueno. ¿Qué tal el trabajo?
-Bien. ¿Y el tuyo?
-Me he cambiado, ahora trabajo en una clínica de endocrinología, y no
tengo turnos. Y puedo tener toda la tarde para mis cosas.
-Bueno, me alegro de verte, encantado Damián.
-Adiós John.
Y este se fue celoso a su mesa.
Si pensaba que ella iba a esperarlo el tiempo que él considerara, se
equivocaba y el chico era más joven que él y guapo, simpático, ¡Maldita
sea! Había dejado un tiempo y ya no pensaba llamarla, para dejar de
pensar en ella y su tío había muerto. La había dejado sola, no la había
llamado y estaba guapísima y estaba con otro.
Bueno él estaba con otra y no la había llamado en dos meses. Había
pensado en ella demasiado, pero no marcó en teléfono ni una vez, pero eso
era diferente, para él no significaban nada las mujeres con las que estaba,
sin embargo, ella… Lo cual él tampoco significaba nada para ella. Y eso
no le gustaba un pelo. Y sabía que era un pensamiento egoísta.
No pasó la noche que esperaba, sin embargo, veía a Fanny con ese chico
divertirse y reírse. Ella era así, de extrovertida y graciosa.
Cuando acabaron de cenar, tomaron un café y Damián, le dijo que se
iba al día siguiente, que, si le apetecía ir a tomar una copa a un local que
había cerca, ella le dijo que sí encantada.
Y el coche, puedes dejarlo aparcado ahí, tengo el mío también. Luego
venimos a por ellos. -Estupendo, demos un paseo.
-La comida es fabulosa.
-Me ha encantado.
-Sí. Suelo venir cuando tengo ganas de comer a la parrilla, es un sitio
donde lo hacen a la perfección.
-Pero no me has dejado pagar Damián, y eso no me gusta.
-Otro día que venga, pagas tú.
-No, yo pago las copas o no voy.
-¡Está bien! Qué mujer, no dejas que pague.
-No me gusta.
-Serás la única a la que no le guste.
-Seré única en algo.
-Anda vamos.
Y se fueron a tomar una copa y a bailar y cuando estaba bailando con
Damián, entró de nuevo John con su chica, y la vio bailar con ese chico.
¡Joded vaya noche! Para una noche que salía, no la iba a dejar de paz,
no se lo encontraba en dos meses y se lo encontraba dos veces en una
noche.
Intentó olvidarlo y no mirar dónde estaba. Desde luego no lo vio bailar
ni besar a la chica, que parece ser lo estaba deseando porque lo tocaba y lo
acariciaba, pero él no se dejó, al menos en lo que ella vio.
Sin embargo, ella no salió a ligar sino a pasar un buen rato y lo pasó
con Damián, era un chico estupendo.
-¿Tienes novia Damián en Boston?
-No, pero me gusta una chica del trabajo.
-¿Y qué pasa?
-Soy algo tímido.
-¿Algo tímido y me has invitado a cenar en el restante?
-Pero eres desconocida y estabas sola.
-Pero Damián, ¿La has invitado?
-No.
-Pues invítala a salir antes de que te la quiten.
-Temo que me diga que no.
-Si no lo intentas, nunca lo sabrás. Puedes traerla a Nueva York, cuando
vengas.
-Bueno, sé que soy indeciso, pero me encanta.
-Pues invítala la semana que viene. No te demores.
-Lo haré.
-Es fácil invitar a alguien, venga, eres gracioso, un buen partido,
hombre, el hijo del jefe.
-¿De verdad?
-¡Ay, Dios! Pues claro.
-No tengo problemas con las mujeres Fanny, pero con ella sí.
-Porque te gusta hombre.
-Lo intentaré.
-Claro que sí. Y verás, si le gustas te dirá que sí. Quizá sea tan tímida
como tú.
-Es tímida.
-Pues ahí está. Toma la iniciativa.
-Seguiré tu consejo.
Y a eso de las dos de la mañana, ella le dijo que era tarde y se iba. Y si
él tenía que irse temprano a Botón...
-¿Puedo llamarte el fin de semana que viene y te cuento?
-Claro -Y se intercambiaron los teléfonos. Era un chico tan
estupendo…
Cuando llegaron a los coches se dieron un abrazo.
-Suerte, y me llamas y me cuentas. Eres el primer amigo que tengo y
estás en Boston.
-Vale, seguro que sí. Eres mi mejor amiga en Nueva York.
-Eso espero.

Y se subió al coche y llegó a su edificio, aparcó y subió en el ascensor.


Al salir a su planta se asustó, no esperaba a nadie en el pasillo y allí estaba
John, el gigante.
-Menudo susto me has dado John, ¿Qué haces en mi puerta?
-Te esperaba.
-¿Necesitas dos mujeres en una noche?
-Déjate de tonterías Fanny.
-No son tonterías, te he visto con una chica escultural esta noche y tu
mano en su cintura, no me tomes por tonta.
-Tú, también estabas acompañada.
-Sí, por un amigo, es distinto. Y no tengo que darte explicaciones
porque no te las pido. -No estamos saliendo.
-Es lo mismo para mí ¿Vas a pasar?
-Sí.
-Estoy cansada John y no tengo ganas de tonterías ni de celos
inventados que no me creo ni muerta.
-No estoy celoso.
-¿Entonces qué haces aquí que no puedas esperar a mañana?
-¿Te has acostado con él o con otro estos meses?
-No te importa.
-Sí que me importa, nena, y la cogió por los brazos.
-¡Suéltame, John, ahora mismo! -Y él la soltó. ¿Pero quién te crees que
eres con esas escenitas de policía celoso, machista y posesivo? Soy una
mujer libre como tú y no voy a tu casa a ver con quién te acuestas, ¿Te has
acostado con alguna desde que no nos vemos?
-No, no me he acostado con ninguna.
-Pero lo pensabas esta noche y para mí, es lo mismo.
-¿Y tú?
-No te lo voy a decir, salvo que he salido hoy a tomar una copa y cenar
carne a la parrilla.
-¡Joder Fanny!
-Sí, joder John, soy joven pero no soy tonta. No me fio de ti en cuanto a
tener relaciones, tuvimos sexo dos días y estuvo muy bien, pero qué
quieres de mí, ¿Que no me acueste con nadie nunca más hasta que decidas
regresar algún fin de semana o día suelto?
-No quiero que te acuestes con nadie, no he dejado de pensar en ti. No
puedo quitarte de mi cabeza, eres mía.
-¿Eres tonto no?
-No me insultes.
-No te insulto, ¿Soy tuya según tú y no me llamas en dos meses y sales
con otra y la abrazas por la cintura y me la paseas por las narices, a un
pedazo de tía escultural?
-No sabía que ibas a estar allí.
-Bueno. Esto ya es lo más… Encima infiel -siguió irónica. -No tengo
ganas de discutir, ¿Qué quieres John, ¿qué quieres de mí?
-Quiero estar contigo, dentro de ti.
-¿De qué forma?… Hay una forma
-¿Sí?
-Sí, salir conmigo, sin nadie más que tú y yo.
-No me pidas demasiado, Fanny, porque te dejaré. -Y ella se echó a reír.
-¿Que me dejarás, pero si no salimos? Quiero que te vayas de mi casa y
no insultes mi inteligencia, ni a mí tampoco.
-¿Cómo?
-Que te vayas y no me llames nunca.
-Nadie me pones condiciones, ¿Te enteras?
-Yo le pido a un hombre lo que quiera como tú, si no estás de acuerdo,
ya estás pillando la puerta de salida.
-¿En serio?
-En serio. Yo no busco como tú relaciones sexuales de aquí te pillo aquí
te mato y si te vi no me acuerdo, sino serias, duren lo que duren y con
fidelidad. Si soy tan tuya como dices, te vas y te lo piensas.
-¡Maldita mujer pequeña!
-¡Maldito hombre gigante!
Y le abrió la puerta y se fue. Enfadado y cabreado, como se quedó ella.

¿En serio John? ¿Pero quién te crees que eres, tonto? pensó ella. No
me llamas en dos meses y vienes a preguntarme si me acuesto con otro,
celoso perdido cuando te acabo de ver con una mujer despampanante,
¿Eres tonto o te lo haces?
Me acostaré y saldré con quien quiera. Y tú hombre del demonio
por muy bueno que estés y por mucho que me gustes, maldito, no vas a
dirigir mi vida. Ya sabes, si quieres salir conmigo cambias de vida, si
no, me dejas en paz. Que yo no te he molestado.

¡Maldita mujer pequeña! No se había podido acostar con otra, entre


otras cosas porque había tenido mucho trabajo, había estado con un
caso farragoso para colmo y por otra quería olvidar ese fin de semana,
pero le hervía la sangre haberla visto con otro en el restaurante y
bailando, sí que él salió con una chica que conoció, pero ella sabía que
lo suyo era distinto, que no tenía importancia.

Tenía razón, no la había llamado en dos meses, su tío había muerto,


estaba sola, pero eso no quería decir que la había olvidado y que
probablemente se habría acostado con esa chica esa noche. Pero no lo
había hecho, y lo trataba como si fuera infiel. Si no se había acostado,
¡Joder, joder! Y no podía olvidarla. Y no quería una relación…

El domingo John fue a casa de sus padres. Su padre estaba en el


gimnasio un rato.
-¡Hola, mamá! ¿Y papá?
-En el gym y la piscina, tardará una hora acaba de irse, ¿Querías algo de
él?
-No, quería hablar contigo.
-¿Tienes problemas en el trabajo?
-No, no te lo vas a creer, tengo problemas con una española del sur,
pequeña y desesperante.
Y como esperaba su madre se reía.
-No te rías mamá, es de Cádiz.
-Es muy bonito, tiene unas playas, preciosas, de las mejores de
Andalucía.
-¿Qué es Andalucía?
-El sur de España tiene ocho provincias. Es como un estado. Míralo en
el mapa. Bueno y qué te pasa.
Y le contó como la conoció.
-¿Y se cosió ella sola los puntos?
-Sí.
-Uy, nada más que pensarlo me da escalofríos.
-Es fuerte. Tiene 24 años.
-¿No es un poco joven para ti, hijo?
-Sí, lo es.
-Y me la encontré a los dos meses en el hospital. A su tío le había dado
un ictus y la acompañé y una cosa llevó a la otra.
-¿Y te acostaste con ella?
-Era virgen mamá.
-¿Qué? En estos tiempos y con 24 años…
-Sí, solo se ha acostado conmigo.
-Y qué pasa, tú quieres vivir tu vida a tu manera sin problemas.
-Ya, sí, ella no me ha llamado ni me ha echado nada en cara.
-Entonces…
-Entonces anoche la vi en un restaurante con un chico, yo iba con una
chica,
-De esas espectaculares con las que sales sin compromiso, huecas y
vacías.
-Bueno en parte.
-¿Y qué pasa? Tiene derecho a salir, es joven y está sola, soltera y
puede hacer lo que tú. Hoy los jóvenes funcionáis así.
-Me puse celoso. Uff.
-No me lo puedo creer hijo, John.
-Sí, muy celoso. Y molesto por no haberla llamado. Luego la vi en un
local de copas.
-Fíjate qué casualidad en dos sitios una misma noche.
-Eso pensé yo, bailó con él y me fui. Llevé a la chica a casa y la esperé
en su puerta.
-Hijo ¿Y si hubiese llevado al chico?
-Pero no lo llevó. Y discutimos.
-¿Como que discutiste si no te debe ninguna explicación? No le
habrás… hijo John, hijo…
-Quiero tener mi vida de antes de conocerla y no puedo con ella. o dejo
de pensar en ella, me levanto con ella y me acuesto con ella. Y ella tan
tranquila.
-Eso no lo sabes, has sido su primer hombre y eso no se olvida ni es
fácil para una mujer y no la has llamado, las has usado y dejado tirada y no
todas las mujeres son iguales y ahora vas haciéndote el celoso, sin querer
dejar tu vida, pero que ella no se acueste con nadie.
-Es que mamá si pienso que está con otro…
-Lo mismo pensará ella si tú estás con otra, no seas machista hijo.
-Me dijo que, si salía con ella bien, y si no que la dejara en paz.
-Me parece perfecto.
-Mamá…
-¿Quieres hacerle daño a una buena chica?
-No, no quiero hacerle daño, quiero hacerle el amor.
-No seas bruto John, soy tu madre.
-¿Y qué?, puedo sincerarme contigo.
-Hijo deja a esa chica en paz si no tienes intenciones de salir en serio
con ella. Es una buena chica, ha vivido con su tío, pudiendo tener una
juventud, ha sido virgen, es una chica especial y ya me gustaría que fuese
la tuya, pero tú, eres distinto, no quiero que le seas infiel.
-¿Infiel? Si no puedo pensar en otra. Ni me he podido acostar con
ninguna en estos meses.
-Pero te ha visto con otra y ahora su desconfianza ha aumentado del
suelo al techo. Y ahora sabe cómo eres y no te tiene en tan alta estima.
-Joder mamá, ¿Qué hago?,
-Lo que te he dicho, o la dejas o sales con ella.
-Ninguna de las dos cosas puedo hacer.
-Las harás porque si no me enfadaré contigo, guárdate eso sí solo lo
quieres usar para desahogarte, ¿Está claro?
-Está bien mamá.
-Si me entero de que le haces daño, me enfadaré y mucho contigo y tu
padre también.
-Pues no se lo digas.
-No tenemos secretos con nuestros hijos.
-Eres dura.
-Sí, lo soy, ¿Cómo es?
-¿Quién?
-Fanny, quién va a ser.
-Es pequeña, como tú, es preciosa, tiene el pelo largo con un flequillo,
el pelo claro y unos ojos verdes claros preciosos. Es trabajadora y
extrovertida, risueña y buena y muy caliente en la cama.
-¡Ay, eso no quiero oírlo!
-Sí, es ardiente y…
-¡Que te calles hijo! Es perfecta. Entonces por qué te cuesta tanto
querer a una mujer buena y cambiar de vida, tienes 30 años.
-Es que tener una familia me…
-¿Acaso tu familia no es feliz?, tu hermano Alex es un hombre feliz, tus
padres son felices.
¿Qué haces cuando te quedas solo?
-Pongo la tele.
-Se acabó la conversación.
-Mamá…
-¿Te quedas a comer algo con nosotros?
-Solo comer, luego me voy. Tengo trabajo esta tarde.
-Quiero que pienses qué vas a hacer con esa chica. Y si no quieres una
relación, prométeme que la dejarás en paz.
-Te lo prometo.
-Ni la llames. La has ofendido.
-No la llamaré.
-Entonces has tomado ya tu decisión.
-Sí, la he tomado.
-Muy bien, aunque no lo dices muy convencido.
-Estoy convencido.
-Bien.

Cuando comió con sus padres y tomó café, se fue a su casa y Mónica le
contó a West el problema que tenía su hijo.
-Pero será sinvergüenza, -decía el padre.
-Vamos no te alteres.
-Le hubiese dado un puñetazo. No me gusta que traten así a las mujeres.
-No va a llamarla más, pero saber cómo es, me gusta. Yo creo que está
enamorado, ya verás que tenemos nueva pequeña y andaluza de nuevo.
-Tal y como se ha portado, si yo fuese una mujer, no lo miraría a la
cara.
-Pero eres un hombre.
-Que siempre ha tratado bien a las mujeres y he sido claro.
-Él también lo es, salvo que esa mujer le gusta, si no, para que iba a ir a
su casa y me alegro de ella lo echara.
-Le ha dado en toda su vanidad. Eso está bien. Ya era hora de que
encontrara una mujer así, que lo pusiera en su sitio.
-Me ha dicho que no va a volver a verla, West.
-Conozco a mi hijo, irá, ya verás con cualquier excusa, aunque sea para
pedirle perdón.
-¿Tú crees? -Le dijo Mónica.
-Lo creo, ese está enamorado. Ten en cuenta que la conoce desde hace
cinco meses, la ha visto dos veces y está celoso como un toro…
-Me parece mi amor que ese entrará como tú entraste conmigo.
-No, eso fue distinto, lo mío contigo preciosa, fue un flechazo y estaba
Nolan y no sabía qué había entre vosotros.
-Una noche a los 18 y otra antes de venir vosotros, nada más, pero se
puso celoso cuando te elegí.
-¿En serio?
-Sí, le dije que el cocinero sí, porque me gustaste. Y no me arrepiento
de haberte elegido y haber ido al barracón tantas veces a verte.
-Eso no me lo habías contado.
-Pues ya lo sabes, eras un tipazo de hombre.
-¿Era?
-Sigues siéndolo para mí.
-Ven aquí chiquita que nos vamos a echar una siesta. Es domingo.
-¡Ay, West! Qué loco sigues estando.
-Contigo sí… -Y se la llevaba riendo.
CAPÍTULO CUATRO

John, estaba como un león enjaulado. No podía concentrarse en nada


esa tarde, después de discutir con Fanny la noche anterior. Y se arrepentía,
porque, no llevaba razón, se lo había dicho su madre.
En solo tres meses había visto a una mujer dos veces, se había acostado
un par de días con ella, pero pensaba en ella constantemente. Verla con
otro, se le revolvieron las tripas, John era visceral, impulsivo y
temperamental, pero esa pequeña no se quedaba atrás. Si lo pensaba bien,
ella no lo había molestado. Y se arrepentía de no haberla llamado.
Pero si la llamaba, ella podía pensar que… Y era verdad, quería verla,
pero con sus normas, aunque había comprobado que ella también tenía
normas.
Le costaba tanto tener una mujer sola para él, no ser independiente…
De todas formas, no iba a verla más, pero al menos tenía que
disculparse con ella.
Y en un impulso, se puso unos vaqueros, una camiseta y compró un
ramo de rosas amarillas de paso a casa de Fanny.
Eran las cinco y media y a ella le pareció raro que llamaran a su puerta,
no ser que fuese John, aunque no creía, pero al mirar por la mirilla, lo vio
allí con un ramo de flores.
¿Arrepentimiento? ¿Disculpa?
Abrió la puerta.
-¡Hola, John! ¿No tienes planes esta tarde?
-Vamos Fanny, vengo en son de paz -Y le dio las rosas.
-Gracias son preciosas, pasa.
Y él cerró la puerta y ella llevó las flores a la cocina, las puso en un
jarrón con agua y las dejó en la mesa del comedor, en el centro.
-Bueno, tú dirás a qué se debe tu visita.
-¿Estás trabajando?
-Sí, estoy recabando información. Me he inscrito en un máster a
distancia en Harvard.
-Son caros.
-Puedo pagarlos.
-Siéntate, supongo que no habrás venido solo a traerme las rosas,
¿Quieres tomar algo?
-No, nada, gracias.
-Y se sentó en uno de los dos sofás y ella en el otro.
-Bueno, dime.
-Siento lo de anoche Fanny, no merecías lo que te dije.
-No, no lo merecía, soy una mujer libre.
-Lo sé. Solo te conozco de un par de noches, no me llamas, sé cómo
eres y al cabo de otros tantos meses nos encontramos y me echas en cara
que salga con otro. Vamos John, piénsalo.
-Sí, lo sé, me cuesta, pero no puedo evitarlo contigo.
-No te creo, no me has llamado. ¿Por qué? Porque es mentira. Si te
gustase me hubieses llamado, habríamos salido, nos veríamos, pero nada
de eso ha sucedido, si te pones en mi lugar, pensarías lo mismo.
-Dime una cosa Fanny, en serio.
-¿Qué quieres saber?
-Si te gusto.
-Sí, me gustas, mucho, excepto cuando haces esas cosas, ahí no me
gustas nada. Pero tengo que olvidarte John, no eres mi hombre.
-¿No soy tu hombre? He sido tu único hombre.
-Eso no tiene importancia.
-Sí que la tiene.
-No eres mi hombre porque no estás conmigo, ni estás por mí, ni me
gusta cómo llevas tu vida y no voy a aceptarte con tu vida de ninguna de
las maneras.
-¿Y si no me acuesto con ninguna?
-Tampoco, el que no te acuestes, no va a hacer que te espere cuando
quieras llamarme o salir conmigo si te apetece cada tres meses, cada dos.
-¿Si saliéramos juntos como tú quieres, saldrías conmigo?
-Sí, es así de simple, pero no creas que mientras lo piensas me voy a
quedar en casita, tengo un trabajo que me encanta, empiezo en septiembre
un máster, tengo un buen trabajo, hago ejercicio y tengo dinero. Puede que
cuando me llames tenga que salir y te diga que no, y así, sería
eternamente. O me enamore de un buen chico que esté por mí.
-Joder Fanny, eres una mujer difícil y complicada.
-¿Tú crees? Eso es porque en cuestión de mujeres, te gustan las cosas
simples. Creo que nunca has tenido una relación y tienes miedo, pero las
relaciones se acaban también, no son eternas. ¿Por qué lo tienes?
-Me gusta mi independencia.
-Pues sé independiente, yo no te he pedido que cambies tu vida.
-Pero estás en ella.
-No puedo evitarlo, olvídate de mí John.
-¿Eso quieres?
-No quiero eso, me gustaría que estuviésemos juntos, como cualquier
pareja, pero si no puede ser, tendremos que olvidarnos. Pero John si solo
hemos pasado un fin de semana hace cinco meses, eres testarudo. Eres…-
Y se acercó a su sofá demasiado.
-¿Cómo soy?
-No te acerques, de verdad John, no puedo si te acercas.
-Chiquita, te echo de menos.
-John no quiero que me hagas daño y él la cogió por la cintura, la atrajo
hacía así y la besó y ella no podía resistirse a él y lo besó de nuevo y él
supo que no la había olvidado, que era suya aún, pero que ese sería el final
de todo.
Subió las manos por sus piernas y tocó su sexo húmedo y dispuesto
para él.
-No John por favor… No puedes hacerme eso.
-Eso es bueno para los dos. Solo una vez más y prometo dejarte en paz
para siempre y Fanny, se dejó hacer, fue débil y se dejó hacer el amor por
ese maldito hombre.
Para colmo se rompió el preservativo.
-Joder Fanny, se ha roto.
-No te preocupes, tomo pastillas anticonceptivas.
-Menos mal -Dijo él.
-No vas a hacerme eso nunca más, si no quieres una relación conmigo,
así que sal de mi casa y te llevas tus rosas. No quiero nada de ti. ¿Qué te
crees, que me vendo por unas rosas y hasta nunca Fanny? ¡Fuera de aquí!
-Sabes que esto es el final Fanny. No volveré a molestarte nunca más. -
Dijo molesto y enfadado.
-Lo sé, quiero que te vayas -le dijo con lágrimas en los ojos.
-Lo siento Fanny.
-No lo sientes, no vuelvas a venir y déjame en paz. John.
-Lo siento pequeña.
Y se fue peor que vino. Había metido la pata hasta el fondo y la había
insultado de nuevo y no volvería a verla más. Había sido un error, sabía
que tenía lágrimas en los ojos y que le había hecho daño. Pero era una
despedida, su independencia era más importante para él que nada en el
mundo, más que Fanny. No debía haber ido, su madre tenía razón.

Fanny, se quedó llorando. La había insultado de todas las maneras


posibles Estaba enamorada de él y no podía hacerlo, no iba a tener más
sexo con John ni acostarse por más que lo deseara, porque entonces sería
infeliz mucho tiempo, ya lo era. Cuanto más lo hiciera con John peor se
sentiría consigo misma y ella no era una de esas chicas con las que John
salía.
Se dio una ducha y se cambió de ropa para no tener su olor cuando la
cogió por la cintura y la pegó a su cuerpo. Iba a olvidar de una vez a ese
maldito hombre, ni le abriría la puerta ni le contestaría al teléfono. De
todas formas, él no lo iba a hacer, lo conocía.
Se tumbó de nuevo en el sofá, ya no tenía ganas de trabajar más, ni de
comer, solo de llorar. Y se quedó dormida en el sofá hasta bien entrada la
noche. Cuando despertó, era de día. Por la mañana corrió para no llegar
tarde al trabajo. Estaba tan cansada…

Cuando ese día llego a casa, bajó a la piscina una hora, se dio una ducha
y se echó una pequeña siesta.
Despertó, se hizo un café y se metió en el despacho a trabajar un poco
en el máster, porque debía comprar los libros y buscaba información hacer
una lista y para comprarlo todo a la vez en una librería especializada y así
avanzar, porque ese verano no le pagaban las vacaciones en agosto, porque
en ese mes se cerraba la clínica, y hacía apenas unos meses que había
entrado a trabajar en ella.
Estuvo casi tres horas y ya estaba cansada, se hizo la cena y para
llevarse al día siguiente al trabajo. Cuando tomaba el postre, de quedó de
piedra.
La noche anterior no se había tomado la pastilla anticonceptiva. Se la
tomaba al ir a dormir y se había quedo dormida en el sofá toda la noche y
para colmo se había roto el preservativo y fue corriendo a la habitación sin
creerlo. Abrió la mesita de noche y allí estaba, la pastilla que faltaba. Y
ahora ¿Qué hacía?, Dios. Le quedaban siete pastillas, se las tomaría, no
creía que pasara nada. ¿Y si pasaba? Y empezó a ponerse nerviosa.
Maldito, por qué, ahora tendría que estar días alterada esperando que le
viniera la regla.
Tenía 24 años, solamente. No podía quedarse embarazada, llevaba
apenas tres meses en el trabajo, y le gustaba.
Joder, lo mataría si se quedaba embarazada.
Intentó relajarse y decirse que no era posible por una vez, además el
preservativo se había roto, eso tampoco significaba que se quedara
embarazada, las demás pastillas hacían su efecto.
No iba a pensar en eso y estar alterada hasta que pasara una semana.
Pero lo estuvo, y solo la piscina la desestresaba, pero cuando terminaba
la piscina, su pensamiento era solo ese. Aunque ella no se notaba nada.
La semana se le hizo interminable, y sus peores presagios le pasaron
factura. No le vino la regla cuando tenía que venirle y ya llevaba otra
semana de estrés y nervios y al acabar la segunda semana, se compró una
prueba de embarazo junto con la compra, para hacérselo tranquila y
pensar.
Dejó colocada la compra. Y cuando acabó, casi a las cinco de la tarde,
bajó a la piscina, había gente el viernes y allí estuvo hasta la ocho. Cuando
llegó a casa, se duchó. Estaba muerta.
Se tomó una ensalada de pollo y un trozo de fruta. Y se lavó los dientes
y allí estaba, la prueba. Era hora de saber la verdad.
Y lo hizo, le temblaban las manos, pero se esperaba ya un positivo
como la copa de un pino.
Ahora, que, si estaba embarazada, su padre lo iba a tener los fines de
semana. O no se lo diría, o…
¡Joder, estaba!
Pero qué…
Dios le había quitado a su tío y le daba un hijo.

Y salió del baño, blanca y triste, y se tumbó a plomo en el sofá.


Pensando. La echarían del trabajo, seguro, aún no había cumplido un año
para estar en plantilla. Bueno, si la echaban estaría los dos años del máster
con su hijo, lo llevaría a la guardería y cuando terminara el máster
buscaría trabajo. O cuando… ¡Oh dios! Y se tocó el vientre.
Estaba hecha un lío.
Mi bebé, qué hacemos solos los dos…
Y pensó que no debía dejarse vencer, tenía dinero y un piso pagado y si
tenía un hijo soltero, no era nada del otro mundo, no sería la única.
Y lloró un poco, pero solo un poco de debilidad, se sintió sola y
vulnerable y pensó en qué iba a decirle al padre o no se lo iba a decir.
Si se lo decía lo condenaría a una vida que no quería y su convivencia,
si convivían sería un infierno, y no quería eso para su bebé.
Si no convivían estarían viéndose y no quería hacer el amor con ese
hombre si no la quería, verlo con otras. No podía.
La decisión acerca del padre estaba tomada, no se enteraría nunca.

Y el lunes pediría cita en su clínica con la ginecóloga, se todas formas,


la gente se enteraría. Y si estaba se lo diría al endocrino. Que tomara la
decisión que quisiera con respecto a su trabajo. No pasaba nada, ya
buscaría después de la maternidad o cuando su bebé tuviese un año, lo que
no dejaría sería el máster de dos años, porque era importante para su
carrera.

Ese fin de semana se dedicó a pasear por el parque, a bañarse en la


piscina, comer fuera, eso lo hizo el domingo, y el sábado fue con el coche
a una librería especializada a Cambridge. Se levantó muy temprano y
desayunó por el camino. Iba a pasar allí el día, comprar todos los libros
que necesitaba, los exámenes del primer año, del segundo, todo pasa no
tener que ir al año siguiente con el bebé.
Cargó el coche de libros, porque era dos semestres por año y había
apuntes, libros, libros para consultar, exámenes y compró también folios y
libretas, pendrives y tinta para la impresora suficiente.
Fue hasta la Universidad. Era preciosa y grandiosa. Le encantó. Dio un
paseo por la ciudad, comió allí y tomó café y después se fue a casa. Llegó
agotada. Dejó todos los libros en las estanterías del despacho y ya el lunes
los organizaría y empezaría a estudiar.

El lunes pidió cita con la ginecóloga de su clínica. Ésta, le dijo que


después fuera a su consulta, que le había fallado una paciente, y la podía
recibir.
Y cuando entró. Triste, le comentó el problema.
-Ya decía, si te había mandado hace dos meses pastillas
anticonceptivas. -Le dijo la ginecóloga.
-Pues el preservativo se rompió y no me tomé la pastilla, me quedé
dormida toda la noche en el sofá. Estoy aterrorizada.
-¿Te has hecho una prueba?
-Sí, ha salido positivo.
-Bueno vamos a verte Fanny. Túmbate y descúbrete la barriga, te voy a
hacer una ecografía lo primero y después vamos a oír el corazón.

-Tengo noticias Fanny, ¿Los ves?


-¿Cómo que si los veo?
-Son gemelos, idénticos.
-Pero eso no puede ser.
-Suele ocurrir con las pastillas.
-Él, es gemelo de otro
-Pues entonces ahí lo tienes.
-¡Ay, Dios! me voy a morir doctora.
-Que no mujer, dos pequeñines, mira qué pequeños. Si son dos
lentejitas.
-¡Oh, Dios mío!

Solo estás de dos semanas. Así que empezaremos a contar y para


finales de mayo o abril, quizá un poco antes, e iremos viendo las fechas,
los gemelos nacen un poco antes.
-Ay Dios, el doctor me echará del trabajo, no llevo un año aquí.
-No digas tonterías, eres eficiente. Nunca te echaría, y menos por
maternidad.
-¿Tú crees?
-Sí, mujer. Si no te vienes conmigo. De todas maneras, se lo dices,
bueno, aún es pronto. No te mando nada este mes, ven a finales de
septiembre cuando abramos la clínica y te hago una analítica y si tienes
náuseas, vómitos o mareos, te tomas esto, de momento mira qué corazones
tienen.
Y ella oyó los corazoncitos.
-¿Fuertes eh?
-Sí, son fuertes.
-Pues nada, tú también puedes con eso. Ánimo. Paseos, piscina ay poco
más. Ahora tienes vacaciones.
-Eso lo hago.
-Pues ahora con más razón, al menos una horita al día de ejercicio.
Come sano, nada de alcohol y de café, si lo tomas, descafeinado.
-Gracias. Doctora
-Te pongo el dos de octubre mejor a las tres y media, cuando sales y así
no tienes que volver de nuevo.
-Perfecto.

Y cuando llegó casa quiso matar a John. Dos hijos, si ya le costaba uno,
cómo iba a tener dos con 24 años…
Ahora que estaba haciendo su máster, tenía que modificar todo. De
momento los metería en un dormitorio a los dos, hasta que fueran
mayores, hasta terminar el instituto, o sea siempre. La otra se la dejaría de
estudio cuando fueran mayores.
¡Oh, Dios!, iba a vaciar un dormitorio y cuando supiera el sexo, iría
decorando. Lo haría más adelante, se momento seguiría con su vida como
hasta ahora, estudiando, paseando y en la piscina.
Era una barbaridad lo que iba a hacer.
Y no le quedaría más remedio que decirle a la chica que si le podía
aumentar las horas y quedarse al menos diez días cuando diera a luz para
ayudarla o un mes, hasta que estuviese en condiciones.
Habló con ella y Samy le dijo que no se preocupara, que estaría con
ella.
Una cosa menos.
Ahora le quedaba hablar con su doctor, en el trabajo y por el contrario
de lo que pensaba, la felicitó y le dijo que no se preocupara del trabajo,
que ellos no despedirán a nadie por ese motivo. Eso la dejó tranquila al
menos.
Y quedaba el tema del máster. Bueno, al menos podría hacer el primer
semestre y aunque lo terminara en tres años, lo iba a hacer, no se rendía.
Trabajaría con ahínco. Una buena guardería para sus niños en cuanto se le
acabara la maternidad. Pediría junto el mes de vacaciones, así tendrían
cinco meses y no le daría tanta pena, meterlos tan pequeños.
Estaba agotada, de tanto pensar. Eran tantas cosas… Eso sí que iba a
cambiar su vida y su rutina. Era joven, y echó de menos a su tío Peter. Se
tapó la cara con las manos y lloró. ¿Cómo se había podido meter en ese lío
con ese hombre que ni siquiera estaba por ella? Ahora podría salir, era
joven, podía divertirse y la había dejado sola y con dos bebés. Maldito
hombre, maldito fuera…

Pasó el otoño y se fue haciendo a la idea, al final estaba contenta con


sus niños. A finales de octubre, estaba de tres meses. Iba a empezar a
cambiar las habitaciones y comprar cosas, cuando se sintió mal.
Era viernes por la noche, hacía un par de horas que había salido del
trabajo y empezó a dolerle el vientre y a sangrar. Y tomó en uno de sus
bolsos algo de ropa y el otro con sus documentos y llamó a una
ambulancia. Cuando llegó al hospital, había perdido a sus hijos, y se sintió
inmensamente dolida, perdida, vacía y sola.
No podía ser más infeliz. Ahora quería a sus hijos y ya no podía
tenerlos. Y John tenía la culpa por el sufrimiento que le había causado. No
se lo perdonaría nunca. Lloró todo el fin de semana que permaneció en el
hospital y le recomendaron ver a un psicólogo. Pero ella no quiso. Se había
quedado embarazada y había perdido a sus hijos, se recuperaría, quizá
hubiese sido lo mejor. Dios la castigaba y no había hecho sino ser débil
con un hombre al que conoció.
El lunes volvió al trabajo, a pesar de estar cansada. Se lo dijo a su
ginecóloga, y ésta, le dijo que lo sentía, le hizo unas pruebas y tenía que
recuperar fuerzas y descansar a la salida del trabajo.
Y eso hizo durante casi dos meses en que llegó la Navidad.
Ya se lo había dicho a Samy, así que no tenían que cambiar ni comprar
nada. Se metió de lleno en su máster y con el paso del tiempo, fue
mejorando y sintiéndose mejor y supo que quizá eso, era lo que le tenía
deparada la vida.
Empezó de nuevo a andar y a ir a la piscina la salir del trabajo a
sentirse bien y a ir a merendar a la cafetería, los viernes a la salida del
trabajo.
Ya empezaría después de las fiestas a salir de nuevo. Había cumplido
25 años y era joven a pesar de haber pasado un trance difícil.
Pasaron las Navidades, tristes, y que no tuvo ganas de comprar árbol ni
celebrarlas y estuvo tranquila en casa, viendo películas y estudiando.
Después de Navidades las cosas cambiaron para bien. Había empezado
a salir los sábados a tomar una copa, a veces cenar y tomar una copa,
conoció a algunos hombres y se acostó con ellos, y no fue tan malo como
creía, quizá no sentía lo mismo que con John, pero era un sexo
satisfactorio.
Y lo que no quiso con John, lo hizo con otros. Salía algunos fines de
semana, pero se dejaban por una u otra razón. Terminó en junio siguiente
su primer año de máster y aprobó. Y se sintió satisfecha consigo misma.
Ahora sí que iba a ir de vacaciones, en el mes de agosto, cuando su
endocrino cerraba la clínica y le quedaba un mes para decidir dónde irse
ese mes entero.
Estuvo viendo lugares. Un rancho de recreo podría estar bien, o Florida,
o California, playa o montaña o Canadá. Lo importante es que necesitaba
salir de allí tras más de un año horrible que había llevado.
Podía ir a la playa y también a la montaña. Se lo merecía.
Así que sacó un billete para un rancho de recreo en Montana diez días.
No era caro y después en la playa de Santa Mónica reservó un hotel de
cinco estrellas dos semanas, iba a gastarse el sueldo de dos meses, pero iba
a disfrutar de todo lo mejor. Ese sí que le saldría más caro con los viajes.
Y después descansaría en casa dispuesta para empezar otro año.

Una de las tardes, de julio, antes de irse de vacaciones, viernes, cuando


tenía por costumbre merendar fuera por norma, en una cafetería para
acabar la semana. Y disfrutaba de un buen café y trozo de tarta, que se
permitía los fines de semana.
Estaba sentada en la cafetería mirando la calle cuando entró el hombre
que jamás quiso ver, con traje, alto e imponente cuando ella llevaba una
coleta y acababa de salir del trabajo. Y se puso nerviosa. No la había
visto. Iba de trabajo, lo supo y miró alrededor y la vio. Sus miradas de
cruzaron y el corazón de John galopaba como un caballo desbocado al
verla, estaba más guapa y más mujer que nunca.
Ella no quiso mirarlo y le desvió la mirada, pero él, pidió un café y se
sentó en su mesa.
-¡Hola Fanny! Cuanto tiempo… -Le dijo alegre. Pero ella se mantuvo
seria.
-¡Hola John!, ¿Cómo te ha ido?
-Muy bien ¿Y a ti?
-Ya me ves.
-Fanny… -La miró a los ojos.
-Dime John.
-Lo siento, de verdad que lo siento. Todo lo que pasó entre nosotros.
-Estupendo, te deseo que sigas siendo independiente muchos más años.
Ya ves que estoy muy bien.
-Fanny…
-Dime John.
-¿No podemos salir como amigos algún día, a tomar algo, a cenar?
-No, lo siento, es algo que nunca haré contigo como amigo.
-¿Por qué?
-Porque no puedo y más después de perder a los tres meses a tus hijos.
Ya lo sabes. Ese último día te dije que no. Se rompió preservativo.
-Pero tomabas pastillas.
-Pero esa noche se me olvidó tomarme las pastillas, y me quede
embrazada de gemelos. Los perdí a los tres meses, así que ahora que estoy
recuperada, salgo, me acuesto con quien me da la gana y no quiero verte
nunca más, ni como amigo ni como nada que se le parezca. No sufriré por
ti ni un minuto más de mi vida.
Y se levantó, pagó la cuenta y se fue a casa dejándolo con el café en la
mano sin decir nada y con la boca abierta.

¿Cómo? ¿Pero qué había pasado? ¿Que se había quedado embarazada y


había abortado? Y de gemelos. Era lo más rocambolesco que oía ese día.
Si no quería verlo, bien, estaba en su derecho, aunque a él le había dado
mucha alegría verla después de casi un año. Más que alegría. Pero
inventarse esa historia, no lo se lo creía ni por asomo. Además, era cruel
inventarse una historia como esa. No reconocía a esa chica que conoció, la
chica que conoció era alegre y extrovertida, romántica y sentimental y esta
era una mujer dolida que no quería ni verlo y le guardaba rencor, pero él
siempre fue sincero con ella. No quería una familia ni salir ni tener novia
por costumbre. Y ella no era así y le decía que ahora se costaba con quién
quería. Tampoco se creía eso.
Era la primera mujer que lo dejaba ahí solo, sin alegrarse de verlo. Lo
había tratado como si tuviera la culpa de algo.
Aun así, se quedó preocupado e iba a investigar sobre ella. No podía
haber cambiado tanto. No se lo creía.
Se terminó el café y fue a la central.
CAPÍTULO CINCO

Al llegar a la central se encontró a su compañero Rony y se sentó en su


mesa frente a él
- ¡Uy! -dijo este -Muy serio vienes, ¿Qué pasa tío?
-No puedes creer a quién me encontrado.
-Si no me lo cuentas, no soy adivino, a no ser que investigue.
-A Fanny, en una cafetería, por casualidad.
-Fanny Fanny…
-La chica de la bala, tío.
-La chica esa que…
-Sí, la misma, estaba tomando un café -Le dijo John.
-¿Y qué pasa, no se ha alegrado de verte? -Le dijo irónico.
-En absoluto, no quiere ni verme, no entiendo a las mujeres. Solo
estuvimos y nos acostamos un fin de semana y otra vez y ya te piden la
luna.
-¿Y qué? Para algunas mujeres es importante y es mucho más joven que
tú es una chica tío y tú ya tienes 31 años.
-Treinta tenía cuando nos acostamos y ella 24 y virgen, y tendrá ya 25.
Tampoco es tan joven.
-¿Cómo? ¿Era virgen? – dijo más alto de lo normal.
-Calla o te partiré la cara.
-Que era virgen y… Joder John, eres un cabronazo, tienes la suerte de
nadie y te gustaba mucho y la dejaste tirada. Y ahora pretendes que se
alegre de verte.
-No la dejé tirada.
-¿Ah no? Dos veces, una cuando su tío murió y se quedó sola.
-Joder no me lo recuerdes. Debí haberla llamado, al menos para
preguntar por su tío.
-Y la otra porque te pusiste celoso al verla con otro aquella noche y
tuviste que ir a su casa, cuando tú, ibas con otra.
-Lo sé, joder.
-Eres un vanidoso tío.
-Quería comprobar que lo que sentí ese finde semana era cierto y me
acosté con ella, pero no esa noche, al día siguiente.
-¡Joder John, no haces una a derechas con esa chica!
-Se rompió el preservativo -Y Rony se reía.
-No te rías, no tiene gracia, tomaba pastillas anticonceptivas.
-¿Entonces, ¿qué te pasa ahora?
-Me acaba de decir que esa noche, la última vez que nos vimos, se
quedó embarazada, de gemelos y abortó a los tres mees. Eso tuvo que ser
en octubre o noviembre.
-¡Joder, eso es serio tío!
-No me lo creo, y voy a investigarla.
-¿Por qué iba mentirte si no te quiere ver?
-No lo sé, pero si tomaba pastillas, y lo peor… Me ha dicho que se
acuesta con quien quiere.
-Normal, es joven,
-Ella no era de esas de una noche.
-Quizá salga un mes con un chico, o dos meses y no encajen, yo qué sé.
-No es de esas joder…
-No lo era, puede haber cambiado.
-Pues no me parece que no quiera eso conmigo y sí con otros.
-Porque a lo mejor está enamorada de ti.
-No digas tonterías. Voy a investigarla ahora mismo.
-Joder, no creo que sea ético. Es su vida.
-Pero si abortó, los hijos eran míos, tengo un gemelo y tengo derecho a
saberlo. Así que ¿Vas a ayudarme o no? -Se lo decía a Rony porque
investigando era el mejor de todos.
-Está bien, una hora, luego me voy, es viernes, lo sabes.
-Lo sé. Lo sé muy bien.

Entre ambos estuvieron investigándola desde que llegó a Nueva York.


-¿Desde el principio?
-Sí, quiero saberlo todo, ya no me creo nada.

Cuando acabaron…
-¿Qué tienes? -Le preguntó John.
-Pues nada que no te haya dicho que no sea cierto. Llegó con su tío
Peter desde Cádiz, ingeniero que vivía en Brooklyn, se fue cuando ella
tenía 19 años y su padre murió, se hizo cargo de ella hasta que terminó
enfermería. Su madre murió en el parto.
Se compraron un apartamento en Manhattan, su tío había vendido uno
que tenía en Brooklyn. Y cuando murió en una operación…
-Sí murió en la operación, y el médico le dijo que no tenía
probabilidades, pero ella insistió. Iba a morir de todas formas y como
último recurso había una posibilidad. Pero se quedó en el quirófano.
-Le dejó tres millones de dólares y el apartamento. Tiene tres millones
cuatrocientos en una cuenta de ahorro, ¡joder es rica tan joven!, los
cuatrocientos que se trajo de España de su casa. Y en una cuenta normal en
la que paga las facturas casi cien mil dólares.
Hay un aborto en el hospital donde estuvo su tío en noviembre.
-¡Joder es cierto!
-Sí, no te ha mentido. Estuvo embarazada de ti. Era un aborto gemelar.
-¡Dios mío! -Se levantó John como un león enjaulado con las manos en
la cara.
-Eso no te lo va a perdonar.
-¿Por qué abortó?
-Fue un aborto espontáneo. No fue porque quiso. Ahí está el informe.
Fue en viernes y el lunes empezó a trabajar. Es una mujer fuerte.
-¡Joder, joder! -dijo John. No me ha mentido.
-No tenía por qué.
-Quizá por eso ha vivido amigo, después del dolor.
-Pero bueno por qué te importa si solo has estado con ella un fin de
semana y un día y se acabó.
-Es distinta.
-Aún te gusta.
-Nunca dejó de gustarme.
-Hay más…
-Qué…
-Sigue en la misma clínica, trabaja con un endocrino. Ha terminado un
curso de dos años de un máster en enfermería, le queda uno, on line, en
Harvard, y esto es lo mejor. Tiene vacaciones en agosto, cuando tú John.
-¿Es que tiene algo reservado?
-Sí, señor, diez días en un rancho en Montana, de recreo y dos semanas
en Santa Mónica, hotel de cinco estrellas con todo incluido.
-¡Joder, eso cuesta una pasta!
-No tuvo vacaciones el año pasado, así que querrá resarcirse.
-Imprime los vuelos y los sitios.
-¿Para qué?
-Imprímelos…
-¿Vas a ir?
-Me lo pensaré.
-John por Dios que te conozco, se va a relajarse y no quiere verte.
-Lo sé.
-¿Y por qué eres tan terco?
-Porque no lo sé, me gusta mucho y se ha quedado embarazada de mis
hijos, los perdió.
-Y ahora está tranquila y seguro que quiere conocer a algún chico,
descansar…
-Esta vez no va a ser así.
-¿Por qué?, ¿Vas salir con ella en serio?
-Primero tengo que conseguir que me perdone.
-Va a ser peor, yo creo que deberías esperar a que vuelva de vacaciones,
¿Tú no ibas a ir a Europa?
-Será otro año. Y no voy a esperar.
-¡Joder! John, tú mismo. Haz lo que quieras. Pero que sepas si quieres
un consejo, que no es una buena idea.
-Esperare y sacaré esos pasajes si consigo agosto.

Pero no fue así, porque a los dos días el jefe los llamó. Tenían un
trabajo en Boston de al menos diez días, así que las vacaciones se las
tendrían que retrasar.
-¡Maldita sea, maldita sea! -Dijo John.
-Es lo mejor John, ahora te ha visto, y pensará en ti. Además, si
terminamos pronto puedes ir a Santa Mónica. A Montana ya no puedes.
Cuando acabemos, mira a ver si puedes ir, si no se ha ligado algún tío
cachas en la playa…
-Cabrón…
-Eh, eh que yo no tengo la culpa, díselo al jefe.
Cuando Fanny, había visto dos días atrás a John, quiso matarlo, no
quería verlo, era un sufrimiento. Verlo de vez en cuanto no haría que lo
olvidara. Parecía que los astros se ponían de acuerdo para eso.
Estaba guapo y ella quería olvidarse del hombre que más daño le había
hecho sin pretenderlo. Sabía que no lo había hecho a propósito y que había
sido sincero, pero le hacía daño verlo aún. Sabía cómo era ella y no la
había dejado el año anterior.
Verlo de nuevo, era sentir dolor por sus hijos perdidos. Ya no tanto,
pero sí era culpable de lo nerviosa que se ponía al verlo.
Gracias a que tenía a la vuelta de la esquina las vacaciones. Parecía que
el hecho de vivir en esa gran ciudad no hacía que dejara de verlo. Claro
que vivían relativamente cerca.
Pero no pensaría en él más, se iba a vivir sus vacaciones y al volver
tenía que empezar de nuevo su último curso de máster.
Así que, al llegar agosto, preparó dos maletas, una con más ropa la
primera, le dijeron que en Montana refrescaba por la noche y en la otra, la
más grande, la llevaría casi vacía, iba a comprar ropa en Santa Mónica,
bikinis y ropa para salir, eso el primer día y después a descansar. Había
reservado un hotel en primera línea de playa con vistas al mar. Precioso.
Una maravilla.
Solo pensaba en descansar, primer día compras, el resto descansar en la
playa privada del hotel, pasear, leer, ponerse morena y dormir, comer
sano. Y no pensar en nadie. Si había fiesta en el hotel ni tenía que salir de
allí por las noches, aunque tuviese que bailar la macarena. Pero le habían
dicho que había dos salas de fiesta, una para mayores y otra para gente
más joven.
Bien...
Estaba lista. Allá iba Montana, solo había salido a Boston y a
Cambridge a los exámenes de su máster y a comprar libros, pero ahora
viajaría cada año a un par de estados.
El vuelo duró cuatro horas y media y se vio en Helena, la capital.
En el mismo aeropuerto alquiló un coche para ir a los 300 km que había
hasta el rancho. Metió sus maletas y quería llegar antes del anochecer.
Paró a tomar algo a la hora de ir conduciendo y cuando llegó al rancho, le
encantó.
Era maravilloso, el paisaje espectacular. Una pasada.
Le asignaron una cabaña, de un dormitorio con armario, baño con una
ducha, una pequeña cocina y un saloncito acogedor.
Ella no iba a utilizar la cocina, iba a comer en el comedor principal,
aunque compraría algunos refrescos, alguna botella de agua, café, algo de
lectura…
La cabaña tenía un porche con una mesa y un balancín para las noches.
Era maravilloso sentarse allí tomando un café, tranquila mirando las
estrellas.
De momento iba a buscar el comedor y a cenar. Compraría agua y
dormiría a plomo, ya los demás días miraría bien las actividades que le
habían dado en la recepción y se apuntaría a algunas que le gustasen,
Esa noche después de cenar, se sentó en el porche, a respirar ese aire.
Era cierto que hacía fresco y se puso una rebeca.
Las estrellas estaban bajas allí y se oía la música de la fiesta que se
celebraba por las noches a lo lejos.
Aquello era maravilloso.
Después de estar un rato allí, deshizo la maleta que llevaba para
Montana, la otra la dejo cerrada. Se dio una ducha y se quedó dormida en
ese silencio maravillosos, después de un día agotador de viaje.
A la mañana siguiente se puso unos vaqueros, zapatillas de deporte, una
camiseta y tomó el libreto de actividades y fue a desayunar.
Tomó su bandeja con todo lo que pensaba comer. Tenía hambre, y dos
cafés con el desayuno.

Se sentó mirando las actividades, esa tarde se apuntaría a un paseo a


caballo al atardecer. Iba a un arroyo. Sería bonito verlo.
Al día siguiente había una excursión con picnic a media mañana,
andando por la montaña
También, el tercero era un pequeño rodeo, si querían ir a verlo, quizá se
acercará.
Por las noches había baile, quizá se fuese alguna noche. Cada noche era
un baile típico, había de disfraces, que podías comparte en la tienda, de
bailes de salón country… concursos de baile, un poco de todo.
-¡Hola! -la saludaron. Ella levantó la vista.
-¡Ah hola!, perdona, estaba enfrascada en las actividades, le dijo al tipo
que le pidió permiso para sentarse con su bandeja en la mesa.
-¿Puedo?
-Claro hombre, parece que nos hemos levantado todos a la vez.
Y el tipo alto como de 1,85, y guapo, moreno y de ojos verdes se sentó.
-¡Hola me llamo Connor!
-Yo soy Fanny. Encantada.
-Encantado Fanny, y empezaron a comer.
-Ese hombre tenía modales elegantes, no era un vaquero.
-¿No eres un vaquero?
Y Connor rio.
-No, tú tampoco eres una vaquera.
-Tampoco, -Rio ella.
-¿De dónde vienes?
-De Nueva York.
-Yo también, qué casualidad -dijo Fanny.
-¿Sola?
-Sola, sí, ¿Y tú?
-Solo también.
-¿Y cómo te ha dado por venir a Montana solo?
-Pues creo que te podría hacer la misma pregunta.
-Sí, la verdad.
-Bueno, el año pasado no tuve vacaciones, así que este, me voy a tomar
casi todo el mes completo, después de estar aquí diez días me voy a
California, a Santa Mónica, dos semanas. En dos años que llevo en Nueva
York solo he ido a Boston, a Cambridge.
-¿Nada más?
-Nada más.
-Pienso ir cada año a un par de estados y algunos fines de semanas o
días de Acción de Gracias.
-¿No tienes familia en Nueva York?
-Un tío y murió el año pasado.
-¿No eres de allí?
-No, soy de España, del sur. ¿Y tú?
-Nací en el Bronx, era un niño pobre, pero estudié. Llevo viviendo en
Manhattan siete años. Desde que salí de la universidad.
-¿Y tienes familia en el Bronx?
-No, era hijo único y les he comprado a mis padres un apartamento
pequeño en Manhattan.
-¿Y vives con ellos?
-No me compré otro para mí.
-¡Joder! ¿En qué trabajas Connor?
-Soy bróker. Trabajo para una empresa en la bolsa, e invierto también.
-No me extraña que puedas comprar dos apartamentos en Manhattan.
-El de mis padres es de dos dormitorios, pequeño, no lo quisieron más
grande.
-¿En qué trabajaban tus padres?
-Mi padre era fontanero, pero era autónomo, y mi madre limpiaba una
casa en Brooklyn.
-¿Ya no?
-Pues no, no quiero que lo hagan. Se casaron ya con una edad y a mi
madre le costó tener hijos después de tres abortos, y al final nací yo, así
que están jubilados.
-Eso es estupendo.
-Bueno, algo le doy mensualmente, que no me quieren coger, pero les
abrí una cuenta, por si lo necesitan. Les he regalado un viaje a Canadá este
año.
-Eres un buen hijo.
-Lo intento. Han sido unos buenos padres en un barrio conflictivo. Y tú
qué me cuentas.
-Soy enfermera en una clínica. Mi madre murió en el parto y mi padre a
los diecinueve años. Sólo tenía un tío abuelo aquí ya jubilado y se fue
conmigo a España, cuando acabé la carrera, nos vinimos, y aquí estoy, él
murió el año pasado.
-Vaya, qué mala suerte.
-¿Y por qué has venido aquí?
-Es relajante -dijo Connor, el trabajo es estresante y necesito paz, vi en
la agencia este rancho y me dije que por qué no.
-¿Llevas muchos días con este?
-Yo llegue anoche. Estaba mirando excursiones, voy a ir esta tarde al
paseo a caballo al arroyo.
-Yo también pensaba apuntarme a ese.
-Pues iremos a ver qué nos depara montar a caballo, aunque a mí me da
un poco de miedo, imponen.
-Son caballos tranquilos.
-Eso espero -y se rieron.
-Cuando acabaron de comer…
-¿Quieres dar un paseo por el rancho y te enseño cada cosa, lo vi ayer, y
luego nos apuntamos para la tarde?
-Me parece bien, antes de ir a la cabaña voy a comprar agua y algunos
refrescos.
Pues venga.
Lo cierto es que lo pasó bien con Connor. Era un chico agradable y
sencillo, educado. Y había tenido una infancia difícil, pero se había
superado. Y era un hombre guapo, tan guapo…
Era delicado. Era distinto a John. Era un hombre tierno.

La verdad es que ella no quería complicaciones en su vida, sino vivir,


no quería meterse en problemas, se iba a California y no iba a hacerle
promesas a nadie, así que, si surgía algo bien, pero nada más, ella no daría
pasos, ni en falso ni de ninguna manera,
Pero no tuvo que darlos porque lo pasó muy bien con Connor esos días
que estuvieron en Montana. Él, se iba cuatro días antes.
Y la noche antes de irse, después de hacer actividades en común bailar
y pasarlo fenomenal y no intentar nada con ella.
-Connor…
-Dime.
-¿Eres gay?
-Sí, ¿Cómo lo has adivinado?
-Por las maneras no, desde luego, ni la voz ni nada. Pero lo he
imaginado.
-Lo soy, espero que no te suponga ningún problema, además mañana me
voy.
-Para nada, me lo he pasado muy bien contigo, además ya sabes mi
número, si quieres, te llamo cuando vuelva y salimos por ahí a cenar o a
algo por ahí.
-Me encantaría, le dijo Connor con una gran sonrisa.
-Tienes que enseñarme sitios nuevos y eres un gran amigo que no
quiero perder.
-Ven siéntate en mi porche un rato, hoy no vamos a bailar, estoy
cansada.
-Yo tampoco, me voy cuando me levante.
-¿Has tenido novios, Connor?
-Vine porque además del trabajo, rompí con el chico con el que salía,
-¿Y eso?
-No es lo que me gusta, aunque me gusta mucho,
-Vaya, estamos a la par, ¿Cuánto llevabais saliendo?
-Dos años.
-¿Dos años?
-Sí, y me fue infiel.
-¡Joder Connor!, ¿Y qué vas a hacer?
-Nada, se ha ido con el otro. -Y lloró.
-Vamos Connor, -lo abrazo, -no pasa nada. Son cosas que pasan en la
vida.
-Estoy enamorado.
-Lo sé, pero debes olvidarlo como yo a John, ¿Quieres saber mi
historia?
-Sí.
Y cuando se la contó…
-¡Joder Fanny!, has perdido dos hijos…
-Sí, los he perdido y al padre, no me quiere, yo lo entiendo, nos hemos
acostado apenas unas cuantas veces, pero soy una romántica como tú.
Somos seres anormales.
Y Connor se reía.
-Cómo me puedo enamorar de un hombre, el primero, solo por
acostarme con él un fin de semana y un día.
-Porque es tu hombre, tu media naranja.
-Pero no me gusta cómo lleva su vida.
-Todo el mundo ahora funciona así Fanny. Es una puta locura.
-Yo quiero una vida normal, me voy a tener que cambiar de estado a un
pueblo pequeño.
-No, ese hombre irá a por ti. Ya verás.
-Espero que no cuando tenga 50 años. Quiero tener un hijo al menos.
Estuve mal cuando me quedé embarazada y cuando los perdí. No quise
perder a mis niños, iba a empezar a arreglar las habitaciones y a
comprarles cosas. Ya me hice a la idea de ser madre soltera.
-Puedes serlo sin necesidad de ningún hombre.
-Es cierto, pero no me gusta esa opción, quiero una familia tradicional.
Y yo, dentro de lo que hay.
-Bueno, en cuanto venga de California, salimos por ahí encanto, pero si
eres un tipazo.
-Tú eres muy guapa, con unos ojos preciosos.
-Gracias, eres un sol de hombre… Pues iremos a ligar los dos.
-Iremos.
Cuando se despidieron, a ella le dio mucha pena, despedirse de él. Lo
había pasado tan bien.
Conocer que otras personas también sufrían y no solo ella, le hizo ver la
vida más desenfadada. Era cierto, y había hecho un amigo del que sacaría
de ese pozo. Mientras, iba a pasarlo bien en California.
Echó de menos a Connor los cuatro días que estuvo de más, pero lo
pasó tranquila, hizo un par de excursiones más, socializó con otras
personas y se fue un mañana con pena. Tomó el coche alquilado y llegó a
Helena. Lo dejó, pagó el alquiler y con sus maletas se dirigió a la zona de
facturación.
Debía esperar un par de horas hasta la salida de su vuelo a Santa
Mónica. Otras cuatro horas de vuelo.
Mientras esperaba, se dio una vuelta por el aeropuerto, se lavó un poco,
y fue al restaurante a tomar algo, luego en una cafetería un café y esperó
un poco más hasta la salida del vuelo.
El vuelo fue tranquilo y fantástico y cuando llegó, tomó un taxi a su
hotel.
Era de lujo. La habitación, era algo impresionante, tenía de todo, una
bienvenida, un baño con jacuzzi que probaría, una cama extra, despacho,
un par de butacas, una silla para el despacho y un baño imponente, una
terraza perfecta con vistas al mar y un armario en la entrada para sus
maletas.
La habitación era enorme, así como la terraza, con sillones y tumbonas
y una mesa. Una sombrilla de playa para tomar el sol… y una lavadora con
secadora pequeñas en el baño. Y eso fue lo primero que hizo cuando
deshizo las maletas, dejar puesta una lavadora con la ropa que había usado
en Montana, iba a cenar y luego pondría la secadora.

La cena estaba buenísima, un office con todo tan bueno que no sabía
qué elegir,
Tomó una mesa pequeña para dos que daba a un patio con una cascada
de agua maravillosa.
Esa noche estaba cansada, así que cuando recogió la colada, se duchó y
se sentó un rato en la terraza de su habitación, oyendo cómo las olas se
movían sobre la arena.
La mañana siguiente, se fue de compras, se había pasado, no sabía se le
cabría todo en las maletas, si no, compraría otra, No le faltó nada, más
bien le sobraba ropa, y al final compró otra maleta mediana por si acaso.
Por la tarde después de comer y echar una siesta, se fue a la playa, con
su bikini a estrenar, una tolla y un libro. El hotel tenía tumbonas para los
clientes y sombrillas y ella se sentó en una.
Y empezó a leer una novela en castellano que se había comprado en la
tienda, para que no se le olvidara. Era una novela de Pérez Reverte La
carta esférica. Tenía ganas desde hace tiempo de leerla, pero con el
máster, no había podido. Ahora que se la iba a leer en vacaciones.
Siempre estaba que iba a leerla, pero nunca tenía tiempo o compraba
otra, pero en esa pequeña librería encontró novelas en castellano y le
preguntó al librero y la tenía.
Eso era vida, iba a disfrutar sus dos semanas de una buena lectura, un
buen hotel y la playa preciosa y privada, aunque había bastante gente en
ese mes de agosto y tiempo de vacaciones.
Era gente guapa, como dirían en Andalucía, nada que ver con las playas
de Cádiz, allí las chicas no tenían una gota de grasa, incluso con su talla 38
y su altura, se sintió gorda. ¡Joded!
Qué comían esas rubias, altas y guapas, con esos ojos tan azules y los
chicos de gimnasio, imponentes…
En fin, se quedó como una hormiga en la tumbona. Luego se bañó un
rato. El agua estaba buenísima, y estuvo hasta cansarse.
Al volver, al lado de su tumbona había un hombre de esos imponentes,
no tanto de gimnasio, tenía músculos donde debía tenerlos, ocupaba toda
la tumbona a lo largo y la había pegado a la suya, ¡pero qué cara! y tenía
su libro en las manos leyendo. No le veía la cara, pero desde luego no tenía
educación.

-¡Hola! -Dijo ella irónica, ¿está cómodo?


-¡Hola Fanny!
-John… pero…-Y se puso más nerviosa que en toda su vida.
CAPÍTULO SEIS

-Pero John ¿Qué haces aquí, me persigues?


-Digamos que sí.
-¿Cómo sabias que estaba aquí?… ¿Me has investigado? -y John sonrió,
-¡Me has investigado!
-Sí, lo he hecho, tenemos que hablar y no me ha quedado más remedio
y ha sido una suerte. Por cierto, ese bikini te queda fenomenal – y ella se
tapó con la toalla -y él sonrió.
-Venga Fanny, estamos en la playa, -Y se secó y tumbó a su lado.
-Te has pegado demasiado. ¿Cómo has llegado y cuándo?
-Pues lo cierto es que estábamos en Boston en un trabajo, mi
compañero y yo, sabía antes dónde venías e iba a tomar agosto de
vacaciones para venir contigo, no lo niego.
-¡Pero qué cara tienes!
-Nos enviaron a Boston, pero resultó que terminamos antes de lo debido
y al menos he podido venir. Esto es fantástico, con playa privada.
-¿Cuándo has llegado?
-Esta mañana, he dormido un poco y he visto en la playa que ibas a
bañarte.
-¿No vas a dejarme nunca en paz?
-Bueno, tengo los mismos días que tú y la habitación de al lado.
-Pero como…
-Algo bueno es ser del FBI.
-Eres un tonto ¿Lo sabes?
-Sí, lo sé de sobra. Pero nos vamos juntos en el mismo vuelo y estoy
aquí, ya no puedo ni quiero irme del hotel, es maravilloso, un poco caro…
-Vete a uno más barato.
-¿Y perderme estos lujos?, Ni hablar.
-¿Y qué quieres? Ahí tienes un montón de chicas guapas de tu estilo.
-No he venido a buscar chicas guapas de ese estilo, sino a ti.
-Sabes lo que pienso con respecto a ti y eso no va a cambiar nunca.
-Al final tendré que casarme contigo.
-Eso tiene gracia, -rio ella. –Tú, nunca te casarás.
-Sí que me casaré.
-Pues no será conmigo, ni lo sueñes.
-Será contigo, ve soñando.
-De verdad John, te veo poco, pero cada vez que te veo me pones de los
nervios y he venido a descansar y a disfrutar y siempre que nos vemos,
salgo herida.
-Nadie te lo impide.
-Sí, tú me lo impides, ¿Y si quiero acostarme con algún hombre, o
ligar, ¿cómo voy a hacerlo contigo como una lapa a mi lado?
-Liga conmigo y acuéstate conmigo.
-Ni lo sueñes. Contigo ya sabes lo que hay.
-Y ahora qué te has acostado con otros, ¿Qué diferencia hay en que te
acuestes conmigo?
-¿Quieres saberlo?, levantó la voz irritada.
-Me gustaría chiquita. -Le dijo despacito.
-Pues te lo diré para que me dejes en paz de una vez.
-Dímelo.
Y ella se acercó a su boca y le dijo:
-Porque estoy enamorada de ti -y a él, le dio ganas de besarla y hacerle
el amor en la tumbona como un loco, pero la frase le pilló desprevenido.
-¿Que qué?
-Ya lo sabes, estoy enamorada de ti, por eso no me acuesto contigo
como podría hacerlo con otro cualquiera. Antes jamás lo hubiese hecho,
pero después de lo de los niños, cuando me recuperé, si, lo hice.
-¿Por rabia?
-No, por ganas, ¿Qué te crees?
-¿Y qué tal?
-Muy bien, no eres único, que lo sepas.
-Y si no soy único ¿Por qué no estás con alguno de ellos?
-Porque no quiero. No me has oído… Pero eso cambiará. Quizá yo tarde
más en desenamorarme de ti, o cuando encuentre una persona que sea el
amor de mi vida.
-El amor de tu vida soy yo, nena.
-Ya John, no me hagas reír.
-Por eso no puedes olvidarme.
-Eres un maldito hombre que quiere que sea infeliz.
-Eso no es cierto Fanny, nena -y ella se levantó.
-¿Dónde vas? -Le dijo él.
-A dar un paseo por la playa. Tengo ganas de matarte.
-Voy contigo. Me arriesgaré -dijo sonriendo.
-Haz lo que quieras. -Le dijo enfadada.
-Fanny -le dijo al rato de ir en silencio.
-¿Qué quieres de mí?, que quieres, me has hecho daño, he perdido a mis
hijos, no eres lo que necesito y me hieres a conciencia, no eres bueno.
-No me digas eso Fanny, no soy una mala persona.
-Pues mira qué haces conmigo, nada bueno ¿Qué quieres en realidad?
Pasar las vacaciones conmigo, nos acostamos y a la vuelta, si te vi no me
acuerdo y dentro de un año nos encontremos por casualidad en Manhattan,
y así cada año.
-No.
-¿Entonces?
-Quiero salir contigo, con tus condiciones.
-Que quieres… Con mis condiciones…
-Sí, quiero salir contigo, ser la primera mujer con la que salga y sí que
no prometo que esto dure toda la vida. Depende de nosotros, pero haré lo
que sea necesario para que dure toda la vida.
Y ella se sentó en la playa y él a su lado -y Fanny lloró.
-Vamos chiquita, no llores, nunca quise hacerte daño lo sabes, sé que he
sido un tonto y no estaba preparado, me daba miedo. Nunca he sentido con
una mujer lo que sentía contigo. Era solo por eso. Ven aquí y deja de
luchar y ella se echó en su hombro y se limpió las lágrimas.
-¿Vas a salir conmigo entonces?
-No lo sé, si será una buena idea John.
-He venido hasta California, algo tendrá que valer.
-No puedo contigo, de verdad, me superas. John.
-Pues sal conmigo y probemos.
-No quiero hombres infieles.
-No te seré infiel mientras estemos juntos.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo y tú también.
-También.
Y acercó su boca a la suya, y la besó en los labios, profundizó el beso y
la tumbó en playa.
-Dios mío nena, estás buena, -Y ella, le enlazaba sus brazos al cuello.
-No sé si me arrepentiré de esto John, pero si me arrepiento será la
última vez que lo haga y si me ves ni me mires.
-Mi niña, te echaba de menos.
-¡Qué mentiroso!
-Te lo digo en serio. No creas que me he acostado con muchas mujeres
este año, desde la última vez que estuvimos.
-¿No?
-No solo con cinco.
-¿Eso son pocas?
-Poquísimas nenas, y nada desde hace tres meses, no sabes la alegría
que me dio verte en el café.
Y estuvieron así abrazados un rato en silencio.
-El agua debe estar buena, -Dijo John.
-Está muy buena, -Y John se levantó, y la cogió en brazos.
-John no, que... Ay John loco y se la llevó al agua y la tiraba jugando.
-Te voy a matar, -Y John se reía.
-He pagado una pasta por esto, tenemos que aprovecharla nena.
Al final terminaba cogiéndola a horcajadas y besándola, y Fanny pensó
que por qué no, después de tanto tiempo sufriendo, le daría una
oportunidad. Estaba enamorada de ese gigante que la abrazaba y ella
temblaba en sus brazos.
-Venga nos vamos de vuelta o nos perderemos la cena. Está
anocheciendo. Y la tomó de la mano y subieron a las habitaciones.
-Ahora te llamo y bajamos a cenar.
-Está bien, y la besó en los labios.

Cuando llamó John su puerta para bajar a cenar, ya estaba casi lista. Se
había puesto un vestido de tirantes y unas sandalias altas. Se dejó el pelo
suelto y se maquilló, tomó el bolso y le abrió la puerta.

-¡Qué guapa! Ummm qué bien hueles…


-Tú estás también guapo.
-Me he dejado la chaqueta atrás.
-Estás bien con la camisa y los pantalones.
-¿No estoy mejor sin ellos?
-¡Qué tonto eres!
Y la cogió por la cintura, tocó sus pechos, y la besó.
-Uff vámonos o no cenamos esta noche.

En la cena ella le dijo…


-¿De verdad me has investigado?
-Sí, quería saber cuándo tenías vacaciones y dónde ibas. Me jodió que
nos dijeran que íbamos a Boston y que teníamos las vacaciones en
septiembre, pensaba ir a Montana.
-¿También sabías eso?
-Sí, era lo que habías sacado.
-¿Y lo de los niños?
-Salía en el informe, sí, tuviste un aborto, y lo siento tanto…
-Fue espontáneo, no pude hacer nada, salvo llorar. Quería a los niños,
iba a prepararles las habitaciones e ir comprando sus cosas, cuando me
sentí mal.
-¡Joder lo siento tanto Fanny! Hemos perdido dos hijos.
-Sí, para mí fue eso. -Y se le saltaron las lágrimas.
-Vamos no te emociones, si algún día nos casamos tendremos hijos, por
lo menos dos pares de gemelos, soy potente, solo tengo gemelos.
-¡Que tonto eres! -y le cogió la mano.
-Y tú qué guapa.
-¿Ya no me tienes miedo?
-Sí que te tengo, un montón. Eres un peligro para mi estado emocional,
nena.
-Estás a tiempo.
-No quiero. Ya te he dado mi palabra de salir. Uff estoy lleno ya.
-Vamos a dar un paseo.
-Si.
Salieron a dar un paseo y de vuelta tomaron un café.
-¿Te apetece ir a bailar esta noche? -Le preguntó él.
-No, esta noche me apetece sentarme en la terraza tranquila.
-Pues hacemos eso. ¿En tu habitación?
-Sí.
-Voy a lavarme los dientes y me vengo en chándal, ahora vengo nena,
ponte algo sexi.
-¡Qué bobo!
-Te lo digo en serio.
-Sí, muy en serio.
Y cuando entró en su habitación, se puso un camisón corto, de
florecillas, no quería ponerse uno de los más sexis.
El apareció con pantalones de chándal y una camiseta de tirantes.
-Ummm y la cogió en brazos, cerró a la puerta y la subió a su sexo
duro.
-Mira cómo me pones, chiquita.
-Será como te pones.
Y le subió las manos por las piernas y metió la mano y le quitó el tanga.
-¡Oh, Dios John!
-¿Qué pasa nena? Estás húmeda -Tocando su sexo.
-Tenía ganas de hacer esto hace ya un año o más.
Con la otra mano la cogía por el trasero y con otra buscaba su sexo
húmedo mientras la besaba y mordía sus pezones a través del camioncillo
que llevaba.
-Quiero verte desnuda y le quitó el vestido y la tumbó en la cama.
Y él se quitó el chándal y la camiseta, los slips y se tumbó encima de
ella.
-Joder Fanny estoy casi listo ya –Y Fanny tocaba la frontera de su sexo
duro y alto. No me toques mucho. ¿Me pongo preservativo?
-Si hace tanto tiempo no hace falta, confío en ti.
-Siempre me protejo, y me hice un análisis después de la última, pero
esto va a ser, joder Fanny, -le decía mientras ocupaba el lugar donde iba a
dejar su dolor mojado como un náufrago herido.
Y ella lo recibía como una gaviota en la playa.
-¡Ah, Dios John!, -Y se abría par él como una flor en vuelo, se aferraba
a su espalda y respiraba agitada mientras él la penetraba agitado también,
con su boca en la boca de Fanny exigiéndole su nombre, y Fanny
pronunciaba su nombre exigiéndole que la liberara de su dolor mojado. Y
cuando el calor de su cuerpo le llegó a John a su miembro, tumbó sus
pasos de agua sobre su vientre inquieto y suelto.

-¡Ay, Dios mío John!


-Joder chiquita, ha sido… Si antes te tenía miedo ahora estoy hasta
temblando.
Y ella lo besaba.
-Eres increíble mujer, cómo puedo sentir tanto contigo. Es algo… que
no puedo explicar, estar dentro de ti, me muero pequeña.
-Eres mi hombre.
-¿Soy tu hombre?
-Sí, eres mío -le decía en la boca.
-¿Soy tuyo?
-Sí, lo eres, no hay nadie como tú para mí, por más que quiera
olvidarte, no puedo, si me dejas, sí que me iré lejos, al otro lado del
mundo.
-No digas eso porque no voy a dejarte, cómo crees.
Y él se echó a un lado, y la atrajo a su cuerpo.
-Nena, es la primera vez que voy a hacer esto, no necesito a ninguna
mujer más, pero no sé cómo vamos a hacerlo, porque trabajo, ya ves mi
horario.
-Yo tengo que estudiar el máster, me queda un año, si me has
investigado sabes que estoy haciendo uno. -Y él rio.
-¡Qué malvado eres!
-Sacas buenas notas nena, estoy orgulloso de ti.
-Podemos vernos los fines de semana que podamos y algunos días en
que salga pronto, me voy a dormir contigo, tengo que llevarme ropa a tu
casa.
-Pero qué cara tienes inspector…
-Además tienes despacho.
-Sí y un ordenador de sobremesa, además del otro.
-Bueno, tengo el mío, si necesito alguna cosa tuya, la utilizo.
-¡Vaya policía!
-Te lo requiso.
-Sí, -Y ella se reía.
-Puedes hacerlo cuando volvamos.
-Tú también puedes dejar algo en mi casa, alguna ropa, por si nos
quedamos allí algún fin de semana. Te presentaré a mi gemelo.
-Lo haré. Espero no confundirte.
-Espero que no nena, estaría bien…
-Podría tener dos hombres en uno, iguales.
-Ummm. Voy a hacerte algo para que notes la diferencia -Y se metió en
sus nalgas.
-Madre mía John, hace tiempo que no… ¡Oh, Dios!…
Y él chupaba su sexo, y lamía sus paredes y su clítoris buscando el
placer de esa mujer que era suya hasta que ella se corrió en boca.
-¡Ah, John por Dios!
-¿Qué pasa nena?
-Me falta la respiración.
-No me extraña, has tenido un orgasmo brutal.
-Ay por Dios…
Y así estuvieron esa noche y todas las noches que estuvieron de
vacaciones.
Se levantaban, desayunaban y se iban a la playa. Él, le preguntaba si no
quería ver nada de California. Y le dijo que podían alquilar un coche e irse
un día a ver la ciudad.
Y dedicaron tres días, entre las dos semanas, uno, fueron a San
Francisco temprano y volvieron por la Noche, de madrugada y otro fueron
a Las Vegas y jugaron. Ella ganó dos mil dólares y se reía.
-Esto para la gasolina y el coche de alquiler.
-Pareces una niña.
-Nunca he jugado en un casino, pequeño. Son enormes.
-Pues ya has visto algo.
-Sí, gracias y lo abrazaba. Hemos visto demasiado.
-Ya los días que quedan en la playa.
-No podía ser más feliz, tenía al hombre del que estaba enamorada,
pegado todo el día a su cuerpo. Es más, ni se lo creía, y tenía miedo a la
vuelta, porque en vacaciones todo era distinto. Sin embargo, estar allí, en
la rutina, era otra cosa.
Y se lo dijo.
-No temas nada, no estaremos de vacaciones juntos, pero estaremos
todo el tiempo que podamos juntos, si tienes un cuerpo que ando detrás de
ti como un perrillo faldero.
-¡Qué bobo!, es que siempre tienes ganas de sexo.
-Contigo sí, he tenido estos días más que los dos años anteriores.
-¡Qué exagerado eres!
-Sí, exagerado, toca y verás. -y le llevaba la mano a su miembro.
-Ya veo bobo…
John era feliz, iba a salir e iba a tener una chica, que nunca había
tenido, pero por el contrario a lo que pensaba no estaba tan mal la historia,
además ahora no podía dejarla, tener sexo con ella un día, era una cosa,
pero tener todo el día durante dos semanas era bien distinto, conocerla
también, era especial y graciosa, y era ardiente y más sexual que él, lo
buscaba y lo tocaba, lo acariciaba y siempre estaba de broma. La veía tan
feliz…
Tenía que olvidar todo lo mal que lo había pasado y que disfrutar con él
todo el tiempo.

Y el tiempo de vacaciones llegó a su fin y tomaron un taxi al


aeropuerto.
-¿Pero cuántas maletas llevas mujer?
-Tres, me he comprado una, y ropa.
-Dios mío. ¡Qué loca!

Y en cinco horas y media de vuelo estaban en casa, se despidieron en el


aeropuerto, cada uno tomó un taxi y quedaron en verse al día siguiente.
A ella le quedaban cinco días para entrar a trabajar, pero a él, le
quedaban dos semanas aún.
Cuando llegó a casa, saltó feliz.
Deshizo todas las maletas, puso algunas coladas, porque Samy, no
vendría hasta el uno de septiembre y dejó todo recogido para poder
disfrutar.
Bajo a hacer una compra, se dio una ducha y bajó de nuevo a comer
algo y a tomar un café.
Se tumbó a plomo en el sofá, y cuando se despertó, colocó la ropa de la
colada y se puso a leer un rato la novela que John no la había dejado leer
casi. Cuando se sentaban en la terraza, él la metía entre sus piernas y ella
ponía su espalda contra su pecho, y cuando empezaba a leer, le pellizcaba
los pezones, o le subía el camisón.
-No me dejas leer la novela.
-Esta novela es erótica -Le decía.
¡Qué bien lo había pasado! Ese sí era el John que ella quería en su vida.
Era gracioso, bromista, y muy sexual. Estaba pendiente de ella y no la
dejaba ni a sol ni a sombra, dentro y fuera del agua.
Estaba leyendo la novela por la tarde cuando la llamó.
-¿Qué haces chiquita?
-Leer la novela que no me has dejado.
-Estoy aburrido y solito, iba a ir mañana, pero quiero irme ya. Te echo
de menos.
-Anda vente.
-Me llevo algo de ropa, de aseo y el pc, así no te molesto en tu novela.
Y ella se reía.
-Me extraña.
-Pedimos para cenar, pago yo.
-He comprado hago algo de cena ligerito.
-Está bien, no me voy a quedar solito esta noche.

¡Qué loco estaba!, Pero allí lo tenía en media hora, ese seguro que ya
había preparado el bolso con la ropa.
Ella le dejó un hueco en su vestidor y allí dejó la ropa y lo de aseo en la
parte que había doble.
-Ya está, qué hacías.
-Leyendo.
-Me tumbo contigo un ratito, seguro me quedo dormido.
-Vale.
Y se tumbó tras ella cogiéndola fuerte y se quedó dormido, mientras
ella leía la novela.
Por la noche ella hizo una tortilla, de patatas y ensalada y cenaron.
-Estoy cansada y eso que me he echado una siesta.
-Y yo.
-Tú, eres una marmota, has dormido dos horas seguidas.
-Nena las necesito, no sabes el trabajo duro que me das.
-Seguro que es por eso.
-Tenemos que aprovechar estos días, ¿Qué voy a hacer cuando vayas a
trabajar y me queden casi diez días?
-Ver a tu familia.
-Están de vacaciones.
-Pues lee, trabaja, haz ejercicio.
-Ve a esperarme a la salida del trabajo y tomamos café.
-Eso me gusta.
-Me bañas cuando venga…
-Eso también.
-El resto ya lo sabes.
-¡Qué mala eres!
-¿Estás bien de verdad John?
-Estoy muy bien, soy feliz. No pienso en otra cosa más que en ti
chiquita. No quiero que pienses tonterías, ahora estamos muy bien, ¿O tú
no?
-Sí que lo estoy. Nunca imaginaba perdonarte, pero no tengo nada que
perdonarte, es la forma de vida que elegiste.
-Y ahora elijo otra.
-¿Por mí?
-Por ti y por mí también. Estoy mejor así, ¿Quién me lo iba a decir?

Los días pasaron y ella volvió de nuevo al trabajo y tomaban un café a


la salida del trabajo los días que John estuvo de vacaciones.
Cada día estaba más en su casa, hasta que se le acabaron las vacaciones.
Entonces, se veían los fines de semana y algunos días que terminaba
temprano y la llamaba.
Ella se puso manos a la obra con el segundo curso del máster.
Un fin de semana estuvieron en casa de John y subieron al apartamento
de su hermano. Y se la presentó.
-Pasad, -dijo West.
-Es Fanny, -Ya te he hablado de ella.
-Otra española. Encantado Fanny.
-Sois idénticos.
-Somos gemelos idénticos, si no fuese por la ropa, no os identificaría.
-No te confundas cielo. -Le dijo posesivo John.
-Anda Fanny ven y deja al tonto de mi hermano, ¿Quieres un café?
-Sí, gracias, -y el hermano les hizo un café.
-¿Y tú cuándo te vas a echar una española chiquita?
-¡Que guasón eres!… Cuando encuentre un española como las vuestras
-y se rieron.
-¿Pues la arquitecta que ha venido de España no te gusta? Me dijiste
que había venido una sobrina del jefe.
-Me tiene de los nervios, sería la última mujer en el mundo que yo
mirara, es sabionda y mandona.
-Pues así son las mujeres de la familia.
-Ya te digo yo que no.
-¿Cómo se llama?
-Blanca. Y no es la sobrina del jefe. Esa es otra. No me queda más
remedio que aguantarla, pero no la soporto.
-Vamos hermano. No será tan grave.
-¿De dónde eres tú Fanny?
-De Cádiz ¿Y ella de dónde es?
-De Sevilla.
-¡Qué bonito!
Ya le contó a qué se dedicaba y su hermano era un sol, era menos
extrovertido que John, pero era un tipo educado, igual de guapo que él y
pasaron un buen rato.

Cuando habló con su hermano a solas, West, le dijo, que le había


parecido una chica estupenda.
-Me gusta John, hasta para mí.
-Lo siento hermano, esa es mía.
-Lo sé y a mamá le encantará. La tropa de andaluzas es… vaya.
-Bueno y de Blanca qué me cuentas.
-Es igual que las demás, pequeña y morena de ojos verdes también,
viste demasiado corta y escotada, y me pone los pechos delante de la cara.
Y John se reía.
-Pues fantástico tío, ¿Qué más quieres?
-Que sea más formal, habla con todos, demasiado extrovertida, feliz y
risueña.
-Hombre no va a ser muda en el trabajo.
-Es sabionda y exigente.
-Eso te conviene que te mande, en la cama también.
-Déjate de tonterías es muy joven. 24 años.
-¡Joder le llevas uno más que yo a Fanny! Ella tiene 25.
-Demasiado joven para mí.
-Bueno, mejor, así la enseñas.
-Déjate cabrón.
Y John se reía.
-Bueno te dejo, dale besos a Fanny de mi parte, me gusta para ti
hermano. Intenta ser fiel esta vez, ya es la tercera.
-Tienes razón. Estoy como un adolescente, todo el día empalmado.
-Anda, imbécil. Y cuídate en el trabajo.
-Siempre lo hago.
-Aun así.
-Te quiero hermano.
-Y yo a ti.

West y John siempre habían estado muy unidos. Vivir en el mismo


edificio los unía más, pero West siempre se preocupaba por el trabajo que
su hermano había elegido.
Toda la familia se preocupaba por él, con pistola y homicidios, redadas
y demás, y aunque era inspector eso no evitaba que tuviera un percance,
aunque hasta ahora había tenido mucha suerte.
Pero eran una familia unida y se querían mucho. Su madre se encargaba
de que estuvieran todos unidos, de que se quisieran, su padre también.
Y miraban porque sus hijos tuvieran mujeres buenas que lo amaran, y
que ellos miraran por ellas como su padre miraba a su madre.

-Chiquita. -Le dijo por la noche cuando iba a acostarse.


-Qué pasa pequeño.
-Le encantas a mi hermano.
-¿Sí? Uyyy...
-Vanidosa.
Y ella le metía las manos bajo la camiseta.
-Nena, no apures demasiado.
-¿No quieres?
-¿Cómo no voy a querer?, ¿Alguna vez te he dicho que no?
-Me habías asustado.
-Vámonos a la cama -Y se la echaba al hombro.
-¡Qué bruto eres!
-Espera que te posea y verás…
Y ella estaba encantada.
CAPÍTULO SIETE

En octubre, no lo vio en dos semanas, que parecía que se retrasaba para


otra semana más. Un curso le dijo John. Tenían un caso difícil y además lo
tenían en Filadelfia. Se llamaban todas las noches y la llamaba cuando
podía, y le decía palabras hermosas.

Ella recordó a Connor y una tarde, en vista de que John tardaba lo


llamó. A pesar de haber pasado un par de meses, tenía ganas de verlo y ver
cómo le iba la vida.
-¡Hola Connor!
-¿Quién es?
-Fanny, de Montana, ¿Ya no te acuerdas de mí?
-¡Dios mío Fanny!, claro que me acuerdo, ¡Qué alegría oírte!, ¿Qué tal
te va?
-Ah si te contara…
-Y yo a ti. Tengo que contarte muchas cosas.
-¿Nos tomamos un cafelito y hablamos?
-Me encantaría.
-¿Te parece el viernes cuando salga del trabajo?, Tengo costumbre para
terminar la semana tomarme uno.
-Está bien. Perfecto.
-Te mando la dirección y la hora.
-Será estupendo Fanny volver a verte, tengo que contarte tantas cosas…
-Venga, te envió eso y quedamos el viernes.
¡Qué contenta estaba!, al menos estaría la tarde del viernes con Connor,
tenía ganas de verlo y hablar con él. John no venía hasta la semana
siguiente y lo echó de menos tanto, la casa estaba vacía, y al menos hablar
con alguien, le haría bien.

Y cuando llegó el viernes, antes de salir del trabajo, se llevó ropa de


vestir informal y se cambió. Aunque le hubiese gustado darse una ducha,
pero bueno, se llevó el perfume y guardó en el bolso la ropa.
Y salió en busca de Connor,
Cuando lo vio tan guapo, se echó en sus brazos, se abrazaron y besaron
en la cara. Ella lo tocaba y de decía:
-¡Pero qué guapo estás!
Sin embargo, no muy lejos de allí, estaba John que había vuelto para el
fin de semana, fue a esperarla para tomar el café con ella, que sabía
tomaba los viernes y se encuentra besando y abrazando a un tipo alto y
guapo. Cogerse de la cintura e irse a la cafetería.
-¡Pero qué guapa estás Fanny! ¡Estás reluciente!
-Ya te contaré, todo. Venga vamos, la cafetería está cerca.
John estaba que trinaba, se iba tres semanas y le era infiel y esa era la
mujer que le pedía fidelidad e iba de la cintura de un chico alto y guapo…
¡Maldita mujer!
Se quedó cerca para verlos. Sabía que a ella le gustaba sentarse cerca de
los ventanales del café y pidieron café y tarta y hablaban como si se
conocieran de toda la vida, se cogían de las manos y ya no pudo soportarlo
más.
Se fue a casa de ella, recogió todas sus cosas y le dejó la llave encima
de la mesita de entrada. Sin más sin palabras.
Le había sido fiel, la quería, estaba enamorado de ella y, sin embargo,
se iba y ya estaba con otro, o quizá estaba antes, no podía estar más celoso
y quería matarla. No le contestaría no le hablaría más en la vida, ahora sí
que se acabó, ¿Que hacía, vengarse? Había esperado meses para eso…
¡Maldita fuera esa mujer!, Ya lo sabía, sabía que eso no podía ser cierto.
Por eso él no quería tener relaciones con ninguna mujer y nunca más. Se
sentía engañado, estafado, ¿Que estaba enamorada de él? Y un carajo… Él
si estaba enamorado de ella.

Mientras tanto, Fanny, ajena a todo, era feliz al volver a Connor de


nuevo.
-Que sepas que no me he olvidado de ti, venga cuéntame.
-Estoy saliendo con un chico estupendo.
-Con razón no me has llamado.
-Lo conocí nada más llegar, Kevin, es… Estoy enamorado amiga.
-¡Cuánto me alegro por ti amigo!
-Mira te enseño una foto.
-Dios es guapísimo, es que todos los guapos sois gais, qué vamos a
tener las mujeres chicas y normales como yo, hombre… A nadie.
-Vamos que sé que estás resplandeciente.
-Tengo a mi hombre.
-¿A tu gigante?
-Sí, mi inspector, ahora está en Filadelfia, me ha abandonado tres
semanas, pero ya mismo lo tendré de nuevo.
-Fíjate…
-¡Quién te lo iba a decir! Madre mía Fanny, pero si eres una enana a su
lado.
-Te voy a dar…
-Tenemos que quedar un día para comer o cenar o tomar un café los
cuatro. Un fin de semana.
-Sería estupendo.
-Yo te llamo -dijo ella y conocemos a los nuestros.
-¿Y el trabajo qué tal?
-Tan estresante como siempre ¿Y el tuyo?
-Adelgazando a la gente. Muchas hamburguesas.
-¡Qué mala eres!
-Malo mi endocrino que es estricto, tenemos gente de pasta, no creas.
La gente quiere cuidarse.
Y se contaron y se contaron, de las parejas, de cómo eran y demás y les
llegó la noche.
-Bueno, se nos va a juntar el café con la cena.
-Venga, nos vamos, me llamas y quedamos Fanny, la guapa española.
-¡Qué tonto! guapo tú.
Y se abrazaron en la puerta y ella se fue muy contenta a casa. Se dio
una ducha y se puso un pijama. Y notó algo raro.
¿Qué pasa? -, se dijo y echó un vistazo, no había nada de John, y se
asustó, ni en el despacho ni la ropa, y las llaves estaban en la mesa de la
entrada.
¿Había venido y no la quería? Se lo había pensado mejor.
Pero eso se lo tendría que decir a la cara, nada de teléfonos, así que se
puso un chándal y unas zapatillas y fue a su casa andando rápido, se había
hecho una cola y ni se maquilló. Iba con el corazón loco. No sabía a qué
atenerse, ni qué pasaba. Se lo había pensado mejor, pero al menos podía
habérselo dicho.
Cuando llegó a su casa, llamó a la puerta con el corazón encogido. Le
abrió John vestido para salir por la noche, lo sabía.
-¿Qué pasa John? ¿Vas a salir a buscar una chica?
-Sí, ¿Qué pasa?
-¿Sales conmigo, o ya no sales?
-Dímelo tú.
-¿Como que te lo diga? Pues claro que salimos juntos. A no ser que
vuelvas a tu vida independiente, al menos dímelo en la cara, sin irte de mi
casa sin hablarme y llevarte tus cosas cuando no estoy.
-¡Qué cara tienes Fanny! ¿Querías vengarte?
-¿Vengarme de qué? No tienes siquiera la dignidad de decirme que me
dejas, te llevas las cosas a escondidas y vas a salir a buscar una chica para
acostarte después de todos estos meses que hemos compartido tanto.
-Eso voy a hacer, sí.
-¿Por qué? ¿Qué te he hecho?, Te he esperado, te quiero, estaba
deseando que vinieras. Si querías dejarme maldito, ¿Para qué fuiste a
California?, Te odio que lo sepas. ¿Cuántas veces vas a hacerme daño?
Eres un maldito hombre, lo sabía que no podía fiarme de ti- le decía
llorando y se fue hacia él y le dio en el pecho.
-¡Eres un cabrón maldito!, No te quiero ver más en mi vida. Sigue con
tu puta vida independiente.
-Y tú sigue siéndome infiel.
-¿Infiel? ¿Qué te he sido infiel? Yo no soy una mujer infiel, al contrario
de ti.
-¿Ah no? -Le dijo con las manos en las caderas, -¿Y lo que he visto esta
tarde qué era? Me voy dos semanas y vengo a tomarme un café a la salida
de tu trabajo y te veo con otro tipo abrazándote y besándote y te vas a
nuestra cafetería, abrazados.
-Pero si era Connor. Es mi amigo.
-Como si es quien sea Fanny, eres una mujer maldita para mí. Me dices
que estás enamorada de mí y es mentira, pero yo si me he enamorado de ti,
¿Lo sabes?
-¿Sí, de verdad? -Dijo acercándose a él con ilusión.
-No te acerques a mí.
-Pero John si Connor es gay…
-¿Qué es? -Y se echó a reír.
-Lo es, si quieres lo llamo y que te lo diga.
-Invéntate otra excusa mejor Fanny.
-Te lo juro, lo conocí en Montana, lo había dejado su novio y ahora
tiene otro y lo llamé para tomar un café.
-No me lo creo -Se quedó dudando John por un momento.
-Por Dios John, créeme.
-Quiero que te vayas, esto se acabó.
-John, es gay y es tan cierto lo que te cuento como que nuestros hijos
murieron.
-No quiero saber nada.
-Si no me crees, nunca más te lo voy a perdonar, jamás y no tendrás
conmigo otra oportunidad. Si no me buscas esta noche y te vas a buscar a
otra y te acuestas con ella o me investigas, no vengas porque será tarde,
nadie te querrá más que yo en la vida, nadie, maldito.
Y se fue hacia la puerta y cerró de un portazo.
Y se fue llorando a su casa.
Era un impulsivo, y un maldito celoso, si la había visto, ¿Por qué no
había acercado? Se sintió la mujer más infeliz del mundo, quiso
desaparecer, irse al otro lado del mundo y quizá lo hiciera. Si esa noche no
parecería en su casa iba a tener que hacer algo para olvidarlo, eso no podía
ser. No podía llevar esa vida cada cierto tiempo, estaba agotada
emocionalmente con John, desde que entró en su vida.

Por el contrario, John se quedó con las manos en las caderas, pensando
si lo que le había dicho podía ser cierto.
¿Que era gay?, Menuda excusa tonta. Lo había visto. No volvería con
ella nunca más. Iba a salir esa noche, se iba a emborrachar y buscaría una
chica, como llevaba siempre su vida.
Y la encontró. Acostarse con otra mujer, lo dejó vacío y se sintió infiel,
insatisfecho molesto y culpable.
No la llamó, no se creyó lo de Connor, y sí iba a investigarlo, dijera ella
lo que dijera.

-¿Otra vez John?, joder tío, -Le dijo Rony. Por qué no te fías de ella. Es
una buena chica.
-Porque es una excusa barata. Los vi.
-¡Joder!
Y a los diez minutos, tenía el informe:
Connor Lake, fue a Montana en agosto, antes de que Fanny se fuera a
California, no había más Connor en el rancho. Es bróker de la bolsa de
Nueva York, trabaja para una empresa privada… Y es gay, aquí tienes a su
pareja, viven juntos desde que vino de Montana, antes tuvo a otro que lo
dejó, justo antes de las vacaciones.
-¡Joder -Joder! Rony
-¿Qué pasa tío?
-Me he acostado con otra este fin de semana. Me emborraché y…
-Eres un cabrón ¿Sabes?
-Ahora no me perdonará jamás, y la quiero, maldita sea. Con las manos
en la cara.
-Dala por perdida.
-La quiero.
-Tú no la quieres John, te quieres a ti mismo, no confías en nadie.

Y le mandó un mensaje a Fanny a la salida del trabajo:

Lo siento chiquita, te quiero, Perdóname por favor, Te amo. Sé que


soy impulsivo, te creo.

Pero ella sabía que había estado investigando, John era así, y eso no lo
quería ella. Quería que confiara en ella sin necesidad de investigar cada
cosa en la que no confiaba. Y no le perdonaba que hubiera salido ese fin de
semana, porque estaba segura de que se había acostado con otra y no se lo
iba a perdonar.

Vete a la mierda John, ¿crees que no sé que te acostaste con otra?


DEJAME EN PAZ.

-Lo sabe Rony, ¿Cómo lo ha sabido?


-El qué… -le dijo Rony cansado.
-Que me acosté con otra.
-Será del FBI.
-Joder esto es serio.
-Por supuesto, has metido tu polla donde no debías.
Y ahora… ¿Qué iba a hacer sin ella?
Pero ese lunes de octubre, antes de que John le mandara el mensaje, su
endocrino la llamó a su despacho.
-Pasa y cierra Fanny -y Ella se temió lo peor, Todo venía junto, seguro
la echaba del trabajo por algo.
-Dígame doctor.
-Siéntate tenemos que hablar, quiero hacerte una proposición. No te
preocupes, no te voy a echar mujer.
-Gracias, pensé que ya no me iba a necesitar más.
-No es eso, te pongo en antecedentes. Mira tengo una hermana en
Nueva Zelanda. Tiene una clínica más grande que esta, tiene de todo, en un
pueblo más o menos mediano- y le sacó el mapa. Mira aquí, se llama
Russell. Es una ciudad pequeña, costera, juvenil. Es preciosa.
-Sí que lo es…
-El problema es que tengo una sobrina, que ha terminado enfermería y
quiere hacer un máster on line como el que tú has hecho.
-Bueno, estoy haciendo el segundo año, pero solo tengo que hacer los
exámenes finales en la Universidad, a finales de junio.
-Eso se puede solucionar. Mi sobrina quiere hacer el máster on line y
trabajar a la vez.
-¿Quiere que esté en mi lugar?
-Exacto, pero no te voy a dejar en la estacada. Solo serán dos años hasta
que termine el máster. Haga el último examen y concluya ese año hasta las
vacaciones, o sea dentro de dos años en julio. Ya se ha matriculado este
año. Entonces, se irá a la clínica de mi hermana y tú vuelves conmigo.
-¿Quiere que me vaya a Nueva Zelanda?
-Exacto, eso es.
-Me encantaría, pero tengo un apartamento y dos años cerrado…
-¿Dónde lo tienes?
-Pues cerca del trabajo, a quince o veinte minutos andando.
-¿Es tuyo?
-Sí, es mío.
-Pues mejor, ella busca un apartamento, se lo alquilas, te lo cuidará
bien. Con eso puedes alquilar allí algo y te sobrará.
-Dios, nunca he ido tan lejos.
-Allí aprenderás, mi hermana es ginecóloga, y trabajarás para ella.
¿Qué me dices?
-¿Cuándo tengo que irme?
-Mi sobrina viene la semana que viene, o sea la siguiente. El tiempo en
que le enseñes el apartamento. Toma.
-¿Eso qué es?
-Una lista de lo que tienes que preparar para entrar al país, lo que vas a
necesitar, el clima, todo. Léelo. Y cómo llegar a Russell. Es el lugar donde
vivirás y trabajarás.
-Pues le digo que sí.
-Perfecto. Te encantará, si no tienes pareja ni nada, eres joven y es un
sitio costero, te podrás bañar en esas playas magníficas, son unas buenas
vacaciones.

Preparar todo lo que necesitaba le llevó una semana, mientras


preparaba pasaporte y vendió el coche.
Le daba pena, pero se compraría otro a la vuelta, eso no lo iba a dejar.
El problema era Samy, pero a ver si la chica la quería y así la tenía ella
a su vuelta, no quería despedirla, dejaría ropa en un armario, no iba a
llevárselo todo, en una de invitados y la fue guardando en el dormitorio, le
dejaría el despacho excepto el pc, y le dejaría los libros e información del
master del primer año en lo alto de la mesa del despacho por si quería
utilizarlos y se llevó todo lo del segundo año.
Estaba tan contenta, que esos días de infarto de preparar todo, se olvidó
de John. Éste le mandaba mensajes, flores, pero ella no pensaba contestar,
lo que iba a hacer era olvidarlo esos dos años, aunque volvería en junio,
pero iría a Cambridge directamente a hacer sus exámenes. Se quedaría
unos días y se volvería otro año.
Investigó el pueblo, era precioso, alquilaría un apartamento de dos
dormitorios y le alquilaría a la sobrina de su jefe el apartamento algo más
barato de lo que se tasaban, se enteró y podía alquilarlo por 4000 dólares
con comunidad, pero le dijo a su doctor que a ella se lo dejaría 1000
dólares más barato, tenía piscina y gym. Y le estaban muy agradecidos,
allí iba a ganar igual que en Nueva York, 8000 dólares.

Y la siguiente semana, llegó la sobrina del Doctor Pratt y quedó con


ella para enseñarle el apartamento y cómo llegar al trabajo, le dijo que le
dejaba toda la información del primer año del máster, y todo limpio y
nuevo. A la chica, joven, le encantó el apartamento tan grande y bonito, en
Manhattan, en casi el centro, no muy lejos de su tío, el precio, y que
tuviera piscina. Todo le encantó y se quedó con Samy las mismas horas
que teñía ella y le pagaría lo mismo y Samy estaba encantada, pero triste
porque la iba a echar de menos dos años, y sabía por qué se iba y le daba
pena todo cuanto había sufrido.

Y en dos semanas iba en un vuelo camino de Russel en Nueva Zelanda.


Tenía una semana para llegar y acomodarse y presentarse en la clínica.
Se quedó en un hotel el primer día.
El siguiente, fue a dar una vuelta por el pueblo. Era maravilloso, era
otro planeta, los barcos, esas casitas maravillosas, el cielo tan azul…
Tomó un buen desayuno y tuvo unas buenas vibraciones. Era un lugar
abierto, y ahora mismo necesitaba respirar y olvidarse de ese hombre.
Encontró la clínica y entró dentro y preguntó por la hermana de su jefe
James Pratt, la señora Anne Pratt y esta la recibió con los brazos abiertos,
como si fuese su hija, por lo que había hecho con la suya, que era unos
años más joven que ella.
-Podrás ir a los exámenes en junio, gracias por todo. Le dijo la señora
Pratt.
-De nada, estoy encantada de estar aquí.
-Bueno te quedan unos días, pero tengo tiempo, si quieres te enseño la
clínica,
-Me encantará, luego quiero ir a buscar un lugar donde quedarme.
-Te voy a decir dónde hay una inmobiliaria, di que vas de mi parte y
que te busquen algo bonito, aquí todo está relativamente cerca.
Le enseñó la clínica, tenía despacho propio, con toda la documentación,
y la señora Pratt le dijo cómo trabajaba y su función, y estuvo de acuerdo.
Le hizo el contrato, y de dio una dirección donde comprarse la ropa para la
clínica.
Y se fue contenta, primero a buscarse una casa.
Le encantó la primera que le enseñó el agente.
Era una casita en lo alto de la colina, se veían los barcos a lo lejos, tenía
un buen porche para ver los barcos, la playa, tomar el café, el amanecer y
el atardecer. Y por un camino, se bajaba a la playa en quince minutos, un
trozo asfaltado y el resto de tierra y rocas.
Tenía dos dormitorios con vistas al mar. Era de una sola planta.
Maravillosa de 80 metros cuadrados, con cocina, salón, un aseo y un
dormitorio completo con un armario grande y una gran cómoda y un baño
completo dentro. El otro era un despacho, solo necesitaba meter los
elementos necesarios y la lavadora y secadora estaban en la cocina.
Era perfecta para ella. Maravillosa y luminosa. Y pagaba 2400 al mes,
aun así, ganaba 600 más teniendo en cuenta lo que ganaba con su
apartamento.
Se quedó con ella y pagó el hotel, la limpió, y se fue de compras, hasta
dejar todo listo,
Se compró ropa, la ropa de trabajo, comida, limpieza y un despacho
completo, un pequeño coche nuevo, por si visitaba los alrededores que
pensaba recorrerse y ver todo cuanto pudieran. Se compró un mapa para
visitar lugares, y un libro de turismo.
Y descansó, todo el fin de semana. En la playa, conociendo todos los
rincones del pueblo. Tuvo una llamada del endocrino, el doctor Pratt.
Y le dijo que estaba encantada.
-Disfruta estos dos años.
-Eso pienso hacer, gracias.
Y el lunes, descansada y feliz, empezó un nuevo trabajo de ocho a
cuatro de la tarde.
El trabajo era distinto, pero trabajar en ginecología era maravilloso. Y
la doctora Pratt, era como su hermana, tranquila, educada y le enseñaba
todo cuando debía saber.

¡Qué feliz era allí!, allí pasó sus primeras Navidades bañándose en la
playa. Aquello era magnífico, las estaciones estaban cambiadas, pero a
ella no le importaba.
Era feliz en su casita, cuando salía del trabajo, descansaba un rato, y
estudiaba su máster y bajaba a la playa dando un paseo o al revés, se daba
un baño y cenaba y en el porche estudiaba otro par de horas.
No había conocido a nadie, su prioridad era terminar su máster, pero
era tan feliz de momento…

Sin embargo, John en Nueva York estaba desesperado, le mandaba mil


mensajes y no le contestaba.
Y una mañana, sabía que estaba la chica de la limpieza Samy y se
acercó a la casa.
Y esta lo reconoció y le abrió la puerta.
-¡Hola Samy!
-¡Hola John!
-¿Está Fanny?
-No Fanny está en Nueva Zelanda.
-¿En Nueva Zelanda, de vacaciones?
-No, va a estar allí trabajando dos años.
-No lo dices en serio, entonces ¿Qué haces aquí?
-Tiene el apartamento alquilado a la sobrina de su jefe. Ha venido a
hacer un máster y ella le ha alquilado el apartamento y ha hecho un
intercambio de trabajo.
-¿Me lo dices en serio de verdad?
-Sí, de verdad, puede venir por la tarde y se encontrará a otra persona
aquí.
-¡Joder Samy!
-No es que me importe John, pero le has hecho mucho daño. Ella quiere
que la dejes en paz.
-La quiero Samy.
-Bueno, yo ahí no me meto, pero tendrás que esperar dos años, hasta
julio o agosto.
-Está bien, gracias, Samy.

Y salió llorando del edificio. Se había ido por su culpa, estaba seguro.
¿Qué iba a hacer sin ella dos años? Dos largos años…
Pero la esperaría, seguro. Fanny era suya y no sufriría más por su culpa.
Le había prometido no hacerle daño jamás y se lo hace. Se había
comportado como un cabrón, como le dijo su compañero Rony y acostarse
con otra no había ayudado nada a solucionar su relación, al contrario, la
había alejado de ella durante dos largos años. Y todo porque ella tomó un
café con un amigo gay. No se lo perdonaba.
Iba a echarla de menos, ¿Cómo iba a estar dos años sin acariciar su
cuerpo, sin tocarla o sentir su olor? Sin hacer el amor con ella.
Sufriría si se acostaba o conocía otro tipo mejor que él, porque se había
pasado con ella, la había humillado.
Aun recordaba ese viso de ilusión cuando le dijo que se había
enamorado de ella y Fanny se acercó a él ilusionada, dispuesta a abrazarlo
y la retiró de su lado como si fuese veneno.
Estaba tan desesperado… Y ella no le cogía el teléfono, ni le contestaba
a los mensajes.
Pero desde luego no la iba a dar por perdida, era suya, lo sabía. Era el
amor de su vida y la compensaría toda su vida y no desconfiaría de ella
jamás.
No había otra que su Fanny. Y la había alejado de su lado.
CAPÍTULO OCHO

Durante el primer año Fanny, no podía ser más feliz. Quería visitar
lugares maravillosos que había, pero tenía que acabar el máster, y
estudiaba mucho. El año siguiente se recorrería todos los lugares
interesantes los fines de semana.
Estaba considerada en el trabajo como una buena trabajadora y eso le
importaba mucho, aprendió bastante de la rama de ginecología, le
encantaba esa rama cuando la conoció, más que la endocrinología, pero
ambas le encantaban salvo que la ginecología era más amplia.
Las heridas iban menguando con el tiempo y la lejanía. Los recuerdos y
su amor por John, no. No sabía qué tenía ese hombre para ella.
Y cuando llegó junio pidió el mes de vacaciones, el tiempo pasaba y
había cumplido 27 años no había vuelto a tener relaciones sexuales con
nadie, ni lo necesitaba. Estaba inmersa en los exámenes y esos días de
vacaciones estudió como loca sin parar pues el día 20, 21 y 22 tenía los
exámenes, así que allí estaba de nuevo en Harvard para sus exámenes.
Se quedó en un hotel en Cambridge para ello, como hizo el año anterior.
Volver a Estados Unidos, le trajo irremediablemente recuerdos de John
y la historia bonita que podían haber tenido si no hubiese sido por su
terquedad y su impulsividad. Estar en Nueva Zelanda, le dio otro punto de
vista de la situación.
Le hizo ver que ella no podía obligar a nadie a vivir una vida como ella
quería, ni ella tampoco como otra persona quería, simplemente, no estaban
hechos el uno para el otro, porque simplemente veían la vida de manera
distinta. Y él, era un loco impulsivo y desconfiado.
Sin embargo, recordó cuando la última noche en que se enfadaron en
casa de John, éste le dijo que se había enamorado de ella.
-¿Cómo se puede uno enamorar de una persona y acostarse con otra?
Quizá los hombres sí, pero su forma de ser, se lo impedían.
De todas formas, sabía que lo que había sentido con ese hombre, no iba
a sentirlo con nadie más y era una pena.
Había acabado los exámenes, e iba al hotel a descansar. Habían sido tres
días duros y se quedaría unos días en Boston hasta salir de nuevo hacia
Nueva Zelanda, a vivir su segundo año de trabajo allí. Le había servido de
relax.
Y allí en la puerta del hotel, como si fuese una pesadilla o un sueño,
estaba él, John, esperándola, lo sabía.
Se le iluminaron los ojos cuando la vio. Y se acercó a ella y la abrazó y
ella sintió estar en casa, su calor, el olor suyo imparable e imposible.
-¡Dios mío nena, cuánto tiempo sin verte! Estás morena, guapísima -Le
dijo como si el tiempo no hubiese pasado.
-¡Hola John!, -se retiró de él. No puedo deshacerme de ti, -le dijo
minándolo tristemente a los ojos.
-Jamás, eres mía.
-¡Ay, John! -Estoy cansada.
-Vamos a comer, ¿Has comido? -Le preguntó John.
-No, iba a darme una ducha y comer algo.
-Comemos juntos, tenemos que hablar, nena.
-De qué John, no ves que esto me cansa…
-Te espero abajo.
-Está bien, como quieras. -No tenía ni ganas ni fuerza para luchar
contra ese gigante.
Y ella subió temblando a su habitación. Ese hombre la iba a perseguir
por cada rincón del mundo, no podría esconderse en ningún sitio. ¡Qué iba
a hacer con él!, O lo mataba y lo tiraba por un terraplén o lo amaba sin
medida.

Se dio una ducha y se cambió de ropa, y bajó a hall del hotel.


-Venga, vamos cerca.
-Una cafetería John, nada de restaurantes, con los nervios del examen,
sería desperdiciar el dinero.
-Está bien, como quieras. Y la cogió de la mano.
-John…
-¿Qué pasa, no te puedo coger de la mano?
-No tenemos nada. Lo dejamos hace un año.
-No te he olvidado nena, te quiero.
-John, por Dios, estoy muy bien donde estoy.
-Lo sé, sé que te fuiste por mi culpa.
-No solo por eso, el doctor Pratt, me pidió un favor para su sobrina.
-¿Qué favor?
Y ella se lo contó.
-Entremos en este, parece que está bien -refiriéndose al restaurante.
Y entraron y pidieron un plato combinado y una cerveza.
-¿Y te vienes el año que viene?
-Sí, en julio termino.
-¿Dónde vives?
-En un lugar privilegiado, encima de una colina, veo los barcos, bajo a
la playa, es un pueblo precioso.
-¿Y has salido con alguien?
-No, John no he salido con nadie, ¿y tú?
-Tampoco. -Y ella sonrió y lo miró.
-¿No te lo crees?
-Para nada, John.
-Pues es cierto.
-Si tú lo dices…
-Lo digo, y es cierto, tan cierto como que me voy contigo mi mes de
vacaciones a Nueva Zelanda
-¡John! -mirándolo sorprendida.
-Me voy contigo. Hoy he tomado mis vacaciones.
-No me voy mañana -Le dijo Fanny.
-Lo sé.
-John, no me dejas olvidarte.
-No quiero que me olvides chiquita. Fui un tonto, lo he estropeado
todas las veces, no quiero ya prometerte nada, pero confiaré en ti siempre.
Dejaré de ser tan impulsivo.
-Uno no cambia de la noche a la mañana.
-Dime una cosa Fanny.
- ¿Qué quieres? -le dijo mirándolo a los ojos.
-¿Me sigues queriendo?
-Y ella miró el plato y lo miró de nuevo.
-Sí, te sigo queriendo, John, pero estaba tan feliz ahora, libre, tranquila,
quería olvidarte.
-Yo no quiero que lo hagas. -y le cogió la mano. -Perdóname nena.
-Estás perdonado John. Uno hace en la vida lo que quiere.
-Chiquita, lo he pasado muy mal sin ti. Volvamos a lo que tuvimos.
-Pero John, me queda un año en Nueva Zelanda.
-No me importa, me voy contigo las vacaciones. Te esperaré este año.
-John, sigues siendo el hombre terco e impulsivo que conocí.
-Mi niña, dime que sí.
-John, qué voy a hacer contigo…
-Y qué voy a hacer yo sin ti todo un año… Ya este me ha costado.
-Ser independiente.
-No seas boba, no quiero ser independiente, te amo.
-Está bien, con una condición, si quieres acostarte con otra, o salir, me
lo dices, no hay problema.
-¿Es que tú piensas hacerlo?
-No lo he hecho en un año y sabes que soy fiel, pero tú no, y si lo haces,
tienes que decírmelo.
-Para dejarme.
-Exacto. Si no somos capaces de aguantar dos años, no somos…
-No digas eso. Te seré fiel este año. Y no me va a costar nada, me
centraré en el trabajo.
-Ay Dios John.
Y él le sonrió con esa sonrisa que ella no podía resistir. Porque lo
amaba.

-¿Dónde te quedas?
-Aún no lo sé, tengo la maleta en el coche. Solo tengo sacado el pasaje
a Nueva Zelanda a tu lado.
-Eres…
-Sí, soy tuyo.
-Estás tan loco como cuando te conocí.
-Ahora estoy loco por ti. ¿Dónde vamos?
-Pensaba pasar los días que me quedan en Boston.
-Pues nos vamos. Allí dejo el coche y vuelvo por Boston.
Y se fueron al hotel, ella recogió sus cosas, pagó el hotel y salió.
John, le ayudó a meter la maleta y un bolso con los libros en el
maletero.
Una vez sentados en el coche de John, la cogió y la besó profundizando
el beso y abrazándola después.
Ella estaba emocionada y él lo notó.
-No quiero que llores chiquita, por mí, nunca, te he hecho sufrir tanto
que no te merezco.
Y ella lo abrazó fuerte.
-Venga vamos.
Y se quedaron en un hotel del centro de Boston. Se iban a pasar tres
días allí y luego, se iba con ella a Nueva Zelanda, aunque ella tenía
trabajo, él iba a estar allí con ella en vacaciones y aprovecharían las tardes
para bajar a la playa y estar juntos.

Y cuando llegaron a la habitación de Boston, John, dejó las maletas y la


subió a horcajadas a su cintura, besándola y acariciando su cuerpo, metió
la mano entre sus nalgas desnudas y le bajó el tanga.
-¡Ah, John Dios! Hace un año que no lo hago.
-Ni yo pequeña y me correré antes de entrar en tu cuerpo.
Pero no lo hizo, se bajó los vaqueros lo suficiente como para liberar su
sexo y pegarla a la pared y entrar en ella, duro y fuerte gimiendo al viento,
en su boca, entrelazando sus lenguas, reencontrándose en el tiempo, y ella
amaba a un ángel desnudo y suyo, porque era suyo y siempre lo había sido.
Y en esos movimientos del deseo, le dejó su semilla en su vientre.
-¡Dios mi niña, te deseaba tanto!…
-¡Ay, madre mía John!…
-Mi niña, te amo.
Y la bajó abrazándola y besándola.
Y se desnudaron y se metieron en la cama hasta el anochecer.
-John necesito comer algo.
-Pobrecita, sin café ni nada.
-Pero estoy cansada para vestirme y salir, necesito otra ducha.
-Y yo.
-¿Pedimos algo?
-Sí, mejor.
-Primero la ducha y mientras nos traen algo, saco un camisón de la
maleta.
-No saques nada. Quédate así desnuda.
-Para, comer, loco.
-Bueno, pero solo para comer.
-Sigues siendo igual de tonto.
-Sí, es algo que no puedo evitar. Necesitaba una buena sesión de sexo
para que volviera mi tontuna contigo.
Y ella, lo tocó en la ducha desde atrás.
-Nena, que la vas a gastar hoy.
-Tiene aguante…
Y él la cogió y la embistió en la ducha, mientras ella gemía bajo el agua
y él tan húmedo y resbaladizo, entraba en su sexo libre y suyo.

Mientras comían, ella le contó cómo era su casa.


-¿Y no tienes chica?
-No, no la necesito y además alquilé mi apartamento barato, pero aun
así ahorro 600 dólares. Es una casita baja, de una planta preciosa, te va a
encantar. Desde el despacho y desde el dormitorio y el salón se ve el mar y
los barcos.
-¿En serio?
-Sí, es maravillosa.
-Iremos los fines de semana a ver los alrededores.
-Por supuesto, este año pensaba hacer turismo si apruebo el máster.
-Aprobarás, ya verás. Tengo una mujer trabajadora e inteligente.
-No quiero irme sin conocer los rincones maravillosos que hay al
menos cerca, iré los fines de semana o me quedaré alguna noche fuera.
-Te envidio. ¿Y el coche?
-Lo vendí y me he comprado uno pequeño, lo malo es conducir al revés,
pero te acostumbras. Cuando vuelva lo vendo y me compro otro.
-Me quiero ir a vivir allí hasta que vuelvas.
-Pide un año sabático.
-Si pudiera… Ahora tenemos un montón de trabajo y vamos bastante a
Filadelfia.
-Si hubiera sabido que ibas a venir a esperarme…
-¿Qué?
-Nada, nunca lo hubiese imaginado.
-Porque no crees que te quiero de verdad cielo.
-Sé que me quieres, pero te ha costado decirlo.
-Es verdad pequeña. Eres mi mujer, el amor de mi vida, como lo es
Sofía de mi hermano Alex y como lo es mi madre de mi padre.
-¿Quieres un amor como el de ellos?
-Quiero mi propio amor.
-¿De verdad?
-Sí.
-Voy a llamar a que retiren la bandeja, ¿Quieres café?
-No -dijo ella.
-Yo tampoco.
Después de lavarse los dientes, se tumbaron.
-Necesito dormir. He estado veinte días intensos estudiando como una
loca.
-Ahora puedes dormir en mis brazos, pero antes voy a darte algo.
¿Qué vas a darme loco?, que te conozco…
Y fue a su maleta y le sacó una cajita de terciopelo.
-John…
Y la abrió.
-Es un anillo de compromiso John.
-Lo sé, lo he comprado yo, tontilla.
-Pero John…
-Te quiero y quiero casarme contigo en cuanto vengas.
-Pero queda un año.
-Pero quiero que estemos comprometidos, seremos fieles y te quiero mi
amor. Entonces ¿Qué me dices?
Y puso la mano y él sonrió, le puso el anillo y ella se tiró encima de él.
-¡Ay qué loca estás!
-Me ha costado.
-No, me ha costado a mí, nena.
-Pero es precioso y me lo merezco,
-Eso sí, por quererme desde el primer día.
-¿Podrás esperar?
-Podré. Cuando vengas, nos vamos de vacaciones y luego buscamos un
apartamento más grande y organizamos una boda.
-¿Quieres un apartamento más grande?
-Sí, ten en cuenta que, si tenemos gemelos, nos faltará casa.
-¿Estás loco?
-Pues claro mujer, por ti estoy como loco. Soy un hombre
comprometido.
-¡Dios qué bonito es!… Me encanta John, ahora se me hará largo el
tiempo.
-No, quiero que disfrutes y veas el paisaje que quieres, y no tienes que
estudiar.
-Eso si apruebo.
-Aprobarás, pesada, ya verás y hablamos todos los días por Skype. Los
que podamos.
-¡Ay, Dios John qué feliz soy! Esta vez sé bueno conmigo. Tengo tanto
miedo contigo siempre, estoy siempre en continuo no saber a qué
atenerme.
-Debes estar tranquila, vamos a esperar un año, vamos a ir de
vacaciones, vender nuestros apartamentos, casarnos y tener hijos.
-¿Quieres tener hijos?
-Sí, quiero. Me gustaría tener gemelos.
-¿Quién me lo ha cambiado?
-¿Y tú me lo preguntas, loca?… Mis padres lo saben ya y en cuanto
vengas, te llevo a casa a que te conozcan. Verás la cafetería de mis padres.
Están deseando conocer a otra española chiquita en la familia.
-Te quiero, lo sabes.
-Lo sé.
-Vanidosillo.
Y se la echó encima y le hizo el amor despacio, lento, y en silencio,
danzando en sus olas…

El tiempo que John pasó en Nueva Zelanda, fue para él también un


tiempo de relax. Le encantó la pequeña casita de Fanny. Por la mañana,
mientras ella iba al trabajo, él iba a desayunar o a comprar al
supermercado de al lado, y le recogía la casa un poco mientras ella
trabajaba, hacía algo de cena. Se iba a convertir en un cocinitas. Y se
bajaba a la playa hasta casi la hora de tomar algo, comía algo y se hacía un
café y se quedaba dormido un rato en la tumbona del porche, al fresco,
frente al mar. Eso era vida.
A veces ella, llegaba y lo pillaba dormido, se duchaba y se sentaba al
lado de él en la tumbona, y él lo notaba, la abrazaba y seguían durmiendo.
Otras, se la ponía encima o de lado y entraba en ella hasta dejarla
satisfecha y él también. Y se quedaban una horita más dormida.
Tomaban café el en porche y hacían otra vez el amor.
Bajaban dando un paseo a la playa, se bañaban hasta casi el anochecer.
Se duchaban y cenaban y en el porche tenían largas conversaciones
mientras se oía el ruido de las olas.
Los fines de semana, los tres que John estuvo, fueron a ver lugares que
señalaron en el mapa, buscaron en internet y se les antojó preciosos, se
quedaban la noche en un hotel y volvían el domingo.
-Nena me va a costar irme de aquí, esta casa es una casa de vacaciones.
Me voy a buscar un trabajo aquí y nos compramos esta casita.
-No te veo aquí, pero podemos volver alguna vez en vacaciones.
-Sí, este lugar es un remanso de paz.
-¿Te gusta el trabajo?
-Me encanta más la ginecología sí.
-¿Y tienes trabajo cuando vuelvas?
-Sí, en la clínica, claro. La chica está haciendo un máster como yo.
-Te quiero pequeña. Qué voy a hacer sin ti, con todos estos días
maravillosos.
-Pero me quedo yo, que te recordaré todos los días aquí en el porche
este que te encanta. Y me haces la cena.
-¡Que mala, es por eso!
-Te has vuelto un chef como tu padre.
-Algo aprendí, pero como mi padre ni de lejos.

La noche antes de irse John, Fanny lloró bastante.


-Vamos nena por Dios, no llores tanto, ya verás que el tiempo pasa y
llevas mi anillo, cielo.
-No me lo quitaré nunca.
-Es tuyo y tú mía. Te amo tanto… El que no quiere irse soy yo.

Pero al día siguiente no tuvo más remedio que irse. Y ella lo echó tanto
de menos, sobre todo los primeros días, lloraba por la tarde en el poche.
Pero después hablaba con él y se le pasaba, reían, comentaban cosas.
Y el tiempo fue pasando, Fanny, como se prometió, visitaba los lugares
que le quedaban por visitar y echaba de menos en ellos a John, pero, había
cambiado, no dejaba de mandarle mensajes, de ánimo, de amor y de deseo
también, sexuales y ella se reía.

Y pasaron las Navidades de nuevo, llegó la primavera y el verano, y a


últimos de junio volvió la hija de la señora Pratt, y ella estaba contenta
porque ya se iba. Le daba pena, pero quería estar con John en casa.
Sin embargo, la señora Pratt, la llamó a su despacho para darle la
terminación del contrato y decirle que su hermano la esperaba, pero que
quería hablar con ella de un tema.

-Sé que estás prometida Fanny, y quería preguntarte una cosa, a parte
del agradecimiento por lo que has hecho y lo bien que has trabajado con
nosotros. Llevas tu finiquito y te tomas el mes de julio de vacaciones,
pagadas, mi hermano te da el mes de agosto también, ya sabes que siempre
cierra en agosto la clínica.
Así que entrarás el uno de septiembre, tienes dos meses de vacaciones,
tienes suerte, pero vas a entrar a trabajar con una ginecóloga porque mi
hija va a trabajar con mi hermano, al final se va a quedar en Nueva York.
-Sí, se irá en agosto, quiere comprar un apartamento y por eso quería
hablar contigo. Le ha gustado Nueva York mucho, y ahí está mi hermano,
por esa parte estoy tranquila porque es joven, pero quiere ser
independiente y le gusta tu apartamento y quiere comprártelo como está
porque está cerca del trabajo y le encanta la decoración.
-¿En serio?
-Sí en agosto quiere ir para empezar en septiembre en la clínica. Quería
saber si tienes intención de venderlo.
-Sí que tengo, mi prometido y yo nos vamos comprar uno más grande
para casarnos.
-¿Se lo vendes a ella?
-Sí, si lo quiere como está se lo vendo a ella mejor que a nadie. Solo
sacó la ropa que me dejé que ya está anticuada, y se lo vendo. Lo que no sé
es cómo estará de precio ahora, lo compró mi tío cuando llegué y no tengo
ni idea de lo que vale.
-Pues mientras, te enteras y me mandas un mensaje con el precio. Si se
lo vendes, debe quedar libre en agosto, quiere pintarlo.
-Claro, en cuanto llegue me entero y se lo digo.
-Gracias, Fanny, me ha encantado trabajar contigo, si alguna vez vienes
de vacaciones, pasas a verme.
-Seguro que sí.
Y se abrazaron.

Y al día siguiente tomó su vuelo para la gran manzana de nuevo,


después de dos años, cargada de maletas. Después de dos años cargada de
emociones, de sueños, de deseos. Dejaba atrás su casita y le daba pena. Esa
casita con sus vistas, con su porche y su playa abajo.
Había sido muy feliz allí y tuvo que vender también su coche, con el
que había viajado por la costa. Las tardes maravillosas y las puestas de sol
azules.
Había sido feliz allí y sentía que un trozo de su vida lo dejaba en esa
casita preciosa y azul.
Si no fuese porque John iba a ir a recibirla al aeropuerto. Estaba
deseando ver a su hombre fuerte y no a través de la pantalla o de la voz,
como los últimos meses, tenía ganas de tocarlo y abrazarlo, de tenerlo
encima de ella o debajo, sentir el calor de su piel que la recordaba aún. Su
olor y sus manos acariciando su piel.
John, había pedido julio de vacaciones para pasarlo con ella, aunque
ella tenía dos meses, pero decía que quería estar con ella desde que la
viera, día y noche.
Estaba deseando verlo y tumbarse encima de su cuerpo grande, ¡Cómo
lo deseaba! Deseaba llegar pronto y el vuelo se le hizo eterno. Volver a
casa, después de dos años…
CAPÍTULO NUEVE

Cuando bajó del avión y recogió sus maletas en un carrito, al salir por
la puerta, de llegada allí estaba su gigante. Era inconfundible, guapo, era el
amor de su vida y su sonrisa mientras se acercaba a él, era preciosa.
Cuando llegó a su lado, él la levantó a su altura y la abrazó y besó
profundamente. La miró.
-Ahora sí pequeña, no dejaré que te vayas a ningún lado de nuevo. No
sabes lo largo que se me ha hecho todo este tiempo.
-No pienso irme mi amor a ningún lado.
-Bueno, de aquí nos vamos, pero ya.
Y le cogió el carrito con las maletas hasta el aparcamiento y tomaron
rumbo a Manhattan.
-¡Qué guapas estás, joder! Tienes 27 años y hace tres que te conozco y
cada día estás más mujer.
-¡Qué tonto! Tú sí que estás bueno.
-Eso sí es verdad. -Y se reía.
-¡Ay Dios!… ¡Qué vanidosillo sigues siendo! Tengo novedades y unas
cuantas.
-Qué novedades!
-Ya no trabajaré para el doctor Pratt, al final a su sobrina le ha gustado
Nueva York y va a trabajar para él.
-¿Y tú, entonces para quién vas a trabajar?
-Me van a asignar a una ginecóloga, espero que se a la mía. ¿Imaginas?
-¡Ojalá! Si es lo que tú quieres…
-Estoy contenta porque ese trabajo me gusta más.
-Pues mejor, ya tienes experiencia de dos años en ginecología.
-Y tengo otra novedad.
-¿Otra más?
-Sí, quieren comprarme el apartamento tal cual está, a primeros de
agosto debe estar libre., quiere pintar. Para la sobrina de mi jefe. Me
preguntó la madre antes de venir y como dijimos de comprarnos otro más
grande, se lo voy a vender.
-¿Y por cuánto se lo vas a vender?
-No sé cómo estarán tasados ahora, por lo que me lo tasen, esta vez
nada de rebajas que en el alquiler le rebajé 1000 dólares mensuales.
-¿Estás loca?
-Sí, eso hice, pero no importa si me lo ha cuidado bien. Voy a recoger y
pedir precios y en agosto tengo que estar fuera, si no, alquilo uno hasta que
compremos el nuestro, si no te has arrepentido.
-En absoluto, nos lo compraremos este mes. ¿Qué mes tienes de
vacaciones?
-Julio y agosto.
-¿Dos?
-Dos y pagados por el favor.
-Pues tenía pensado pedir julio, pero pido en agosto, pero lo cogeremos
en agosto y para esas fechas ya tendremos nuestro apartamento listo para
vivir y nos vamos de vacaciones tranquilos.
-Si no puedes…
-Sí, puedo, si vendo el mío también, si no lo vendemos a la vuelta, pero
de vacaciones, nos vamos.
-No vamos a pagar hipoteca cielo.
-Vente al mío -Le dijo John.
-Sí no te molesto, lo que hacemos es vender el mío, con eso y lo que
tengo ahorrado compramos uno más grande y luego ponemos el tuyo en
venta.
-Eso me parece bien, lo compramos a medias, en cuánto venda el mío,
te doy mi parte. Y falta para la decoración o para la compra también. Ya
hacemos cuentas después. Guardaremos todas las facturas.
-No me importa John.
-Pero a mi si, va a ser de los dos…
-Bueno, como quieras. Voy a preguntar si hay en mi edificio.
-¿Te gusta allí? A mí no me importa, me parece una buena zona.
-Sí, está cerca de mi trabajo y tiene piscina y gym para ti. Compramos
dos plazas de garaje. En cuanto descanse, me pongo a recoger cosas y voy
preguntando, cuando estés en el trabajo, el resto eres mío.
-Soy tuyo a todas horas.
-Eso lo sé, le he dicho a Samy que nos limpiara la casa, espero que esté
limpia, estoy deseando llegar tras dos años sin verla. ¿Y ahora qué estás
haciendo?
-Tenemos un caso complicado, de momento interrogando a los testigos.
-Vaya, como en la tele.
-No sabes lo que mienten.
-Pero mi gigante tiene un sexo sentido para eso.
-Tu gigante tiene un sexo sentido, está deseando llegar y comerte.
-¡Qué loco estás! -y se reía -¿Tienes el fin de semana libre?
-Todo entero para ti. Un maratón de sexo sin salir a la calle te he
preparado, nena.
-Cada día estás peor, cielo.
-Sí, estoy peor, más viejo y cachondo.
-¡John! -y le dio en el hombro.
Y ella lo tocó mientras conducía, por encima del pantalón.
-Nena no juegues con mi pistola, que se descarga sola.
-Se me había olvidado su longitud.
-Imagina el doble.
-¡Qué exagerado!
Pero de exagerado tuvo poco, en cuanto aparcaron en el garaje de Fanny
y subieron las maletas, no le dio tiempo nada más que de cerrar la puerta y
cogerla en brazos y la dejó en la cama, se desvistieron como locos y
desnudos, la besó y chupó sus pezones.
-¡Joder Fanny, estoy que exploto! Y ella le reclamaba su sexo de lluvia
mientras enlazaba la medida de su espalda y lo atraía a su cuerpo y entró
en ella dispuesto como hierro incandescente, duro y fuego, ocupando su
espacio. Se movieron en una danza primitiva y salvaje, deseante de llegar
al clímax, corto, potente y fuego como lava.
-Nena…
-Estoy muerta, mi amor.
-¡Dios cómo te deseaba!, pequeña. Y se echó a un lado, a recobrar la
respiración.
-Ya no puedo pasar sin ti y sin esto que nos une.
-¡Ay mi niño!…
-Tu niño está descansando un poco solamente…
Y su niño tuvo razón. Tuvieron un maratón de sexo en todo el fin de
semana. Solo salieron a comer, alguna vez, ducharse y pedir comida, y el
domingo por la tarde, dieron un paseo a casa de John coger la ropa del
trabajo y las cosas para el trabajo del lunes.
-Aún no he abierto ni las maletas, desnuda todo el día.
-Como me gusta verte. Tienes que satisfacer a tu hombre.
-¡Qué bobo! Tengo que hacer muchas cosas. Mañana salgo y lo primero
es que vengan y me tasen el apartamento con muebles. Tengo que volver a
hacerme un seguro de salud y empezar a recoger las cosas, y mirar
apartamentos, irme a comprar ropa, aunque creo que voy a esperar a tener
el apartamento nuevo o no, depende y tengo que ir recogiendo en cajas lo
que es mío, tampoco tengo sino libros y ropa algunas cosas de mi tío, y
objetos personales, le dejo todo hasta el despacho.
-Ya te comprarás uno nuevo y yo otro. Si lo vendo me gustaría hacerlo
también con muebles. Así compramos los que nos gusten. Bueno, tú, que
tienes más gusto.
-¿Sabes que tengo agujetas, exagerado?
-¿Sabes que aún tengo ganas de sexo, nena?
-Eres incansable e insaciable.
-Joder, es que llevaba tanto tiempo y eso no es normal en mí.
-Claro, eres un mujeriego.
-No, era independiente pero tampoco un mujeriego.
-Bueno, eso se acabó lo que fueras.
-No lo necesito, tengo más sexo contigo que sin ti, pequeña. -Y la cogía
por la cintura, la levantaba y se la llevaba de nuevo a la cama.

-Tenemos que ir a ver a. mis padres. -Dijo cuando descansaban.


-Cuando tengamos el nuevo apartamento.
-Está bien, así los invitamos después un día para que lo vean.

El lunes sacó algo de la maleta y vino Samy, se abrazaron, le hizo un


café y a Fanny le dijo que se hiciera otro y hablaron de todo.
-Voy a comprarme otro apartamento con John y quiero que te vengas
con nosotros.
-¿En serio?
-Sí, voy a ver si hay en este edificio, necesitamos más espacio, así que
te subiremos las horas, en agosto tienes vacaciones, así que me ayudarás a
recoger todo en cajas o si me lo compró aquí lo llevamos tal cual están las
cosas.
-Me deshaces las maletas y mientras voy lo primero a hacer unas
gestiones, ¿Vale?
-Vale, no te preocupes.
-Si hay suerte vengo con el agente a ver cómo me tasa el apartamento.
Y lo primero que hizo fue a desayunar en su cafetería favorita, leyó el
periódico y sacó su seguro de salud y de ahí a la agencia inmobiliaria.
La atendió una chica. Le dio la dirección y le dijo que quería un
apartamento grande en ese edificio si había, si no en el de John. Al menos
con cinco dormitorios y un gran despacho. De los más grandes y si no le
importaba tasarle el suyo, porque se lo iba a vender a un amigo.
Y la chica estuvo mirando.
-¿Quieres uno de los más grandes en tu bloque?
-Sí, me gustaría, mi pareja quiere espacio y el mío tiene tres
dormitorios. Y queremos dos plazas de garaje.
-Muy bien. Vamos a ver si tengo algo…
-Bingo, se acaba de reformar para venderlo. Uno en su edificio y
también tengo en el de su pareja, aunque ahí son más caros.
-Sí, él también va a vender el suyo y se lo daremos que nos lo venda.
Así se llevará la comisión si nos encuentra la casa de nuestra vida.
-Solo hay uno, en la planta 17.
-Bueno, no está demasiado alto.
-Las vistas son magníficas. Creo que le va a encantar.
-Vamos y hacemos las dos cosas. Garajes hay, no hay problema. Aunque
el apartamento tiene una adjudicada, puedo venderle otra.
Y se fueron a ver primero el apartamento reformado.
Y subieron al apartamento de la planta 17.
-No tiene muebles, solo está reformado, pero tiene 450 metros
cuadrados.
-¿Tanto?
-Espere que abra la puerta y verá.
Y cuando abrió la puerta, era maravilloso y más grande lo que
imaginaba.
El despacho y el baño eran grandes, tenía un cuarto de lavado, limpieza
y plancha grandes.
La cocina tenía los electrodomésticos de gama alta y aluminio
completos.
Tenía lavadora y secadora igualmente. Todos nuevos estrenar. Y un gran
fuego en el salón, eléctrico.
-Tiene aire acondicionado y calefacción centralizada.
-Sí eso lo tengo en el mío.
-Bueno, es en todo el edificio.
-Vamos a ver las habitaciones.
-Me encantan los suelos y la pintura. Los ventanales, me encanta. -
Decía Fanny que no le veía defectos.
-Todo el piso está en gris clarito y el suelo, es gris como de leña, a mí
también me encanta,
-Los dormitorios todos con un gran armario y baño con ducha y el
principal es enorme, aunque todos son grandes, este tiene lavabo doble y
una gran bañera, una ducha enorme. Y el wáter con puerta. Dos grandes
vestidores.
-¡Qué raro! Dijo ella sobre el wáter.
-Para dar privacidad.
-Me gusta, es tan enorme todo… Y tiene un gran armario para toallas y
demás. Me encantan los grifos negros.
Todo le encantaba, me encanta, me encanta…
-Todo es nuevo, a estrenar
-Es perfecto, lo que buscamos.
-Solo faltan las lámparas y decorar. Y meter de todo, tenemos una
decoradora que hace unos trabajos fantásticos y le deja todo para entrar,
desde sábanas hasta el último electrodoméstico pequeño.
-Deme la tarjeta.
Y se la dio.
-Y me dice el precio claro.
-Tal cual está, diez millones con dos plazas de garaje, impuestos y
minuta incluida.
-¿En serio?
-Sí, tienen prisa por venderlo y es demasiado grande. No todo el mundo
quiere un apartamento tan grande. Cuesta venderlos y se quieren mudar de
estado.
-Entonces diez millones justos todo pagado.
-Exacto.
-Es tan luminoso y bonito. Me lo quedo.
-¿Sí?
-Sí, solo que tengo que vender el mío, pero tardaré una semana como
mucho.
-Lo puede reservar si quiere.
-Lo reservo, por supuesto.
-Con cien mil dólares se lo reservo.
-¿Quiere que lo hagamos?
-Sí, vamos al mío y así nos sentamos y lo hacemos y me tasa el mío
-Eso se lo hago gratis.
-Gracias.
Y Samy les hizo un café, hicieron una reserva y le hizo una
transferencia de cien mil dólares.
-En cuanto tenga este vendido, te lo pago y hacemos las escrituras, va a
nombre de mi novio y mío.
-Vamos a mirarlo, dijo la agente. Te lo tasaré como está, bien tasado.
-Este, nada tiene que ver con el que te he enseñado, que ya digo que lo
quieren vender y es un chollo.
-Estupendo, tú me dices. Este lo vendo tal cual está, con muebles.
Menos la ropa y algunos objetos personales, pero el despacho le dejo todo
menos el pc.
-Es un buen apartamento y grande.
-Se lo puedes vender tal cual por ocho millones y medio con la plaza de
garaje.
-Sí, tengo una.
-Sí, eso es. Por eso se están vendiendo.
-Pues me pondré en contacto con ella porque quiere entrar en agosto y
pintarlo.
-Pero si está nuevo.
-Querrá poner otro color.
-Bueno, en eso quedamos Fanny, tú me avisas.

Cuando vino John le contó que había comprado un apartamento y le


contó todo por ese precio.
-Eres una busca chollos mujer. Cinco dormitorios y 450 metros
cuadrados es una exageración por ese precio.
-En el 17. He llamado al doctor Pratt y he quedado pasado mañana en la
gestoría que les trabajan. Me van a pagar ya por ahí y tengo un mes para
salir. Se ocupan de todo ellos.
-Dios nena, ¿cuánto tienes?
-Tengo cuatro millones y los ocho y medio que me paguen, le quitas
impuestos, me quedarán doce doscientos o trescientos o así.
-Yo tengo un millón setecientos. Si hace falta…
-Voy a comprarlo a nombre de los dos, si me paga tengo el dinero para
decorarlo, y cuando hagamos cuentas me das tu mitad del todo. De
momento tengo.
-Vale nena, si no te va a faltar… Pero si falta, tengo dinero, Ya sabes.
-Es mejor así.
-Pues ve juntando facturas. En cuanto sea nuestro pongo el mío en
venta mientras decoran.
-Solo tengo dos facturas, la de la decoradora y la del apartamento, ah y
los impuestos de la venta, que hay que sumar los tuyos también. Le
encargaré los despachos con pc completos.

Cambiarse de apartamento vender el suyo y tener el nuevo listo fue


cosa de 20 días.
La decoración era maravillosa y Samy le había ayudado a tirar la ropa
que no necesitaba y a subirle sus cosas y las colocaron. Hicieron una
compra enorme.
Ahora lo que necesitaba era ropa. A Samy le dio la nueva llave y le
aumentó las horas a partir de septiembre, porque era la casa más grande.
-Aunque sabes que después de lo que hemos trabajado tienes agosto de
vacaciones
-Es precioso Fanny, me encanta.
-Ya solo le das mañana viernes un poco a la casa y ya dormimos aquí,
me vengo a este y le das una limpieza, no muy exagerada, porque lo va a
pintar, pero al menos cuando venga que esté limpio.
-Vale, no te preocupes. Luego subo y os hago la cena.
-Si te da tiempo, todo está limpio. Ya hemos colocado las cosas de John
y las cosas que se trajo, su apartamento está ya puesto en venta también,
esta noche lo estrenamos.
El apartamento de John, lo tasaron en diez millones con la plaza de
garaje.
Y esa noche estrenaron el nuevo apartamento.
-Es una preciosidad nena, esta es nuestra casa y, de los dos y mañana
vamos a hacer las cuentas
-Vale. Y en cuanto venda el mío, te pago mi parte. Pero esto es lo mejor
que has comprado, menuda cama has puesto, y me encantan los grifos y
los colores, son cálidos, yo sabía que tenías buen gusto.
-He colocado tus cosas, pero si quieres cambiarlas…
-Está todo perfecto. ¿Cuándo viene la sobrina de tu jefe?
-Creo que la semana que viene, tengo que darle la llave.
-Al día siguiente hicieron cuentas.
-Te dije que era poco, son once millones doscientos mil dólares, todo
incluido con la compra de comida y alimentación que nos ha llenado
Samy.
-He despedido a la mía.
-A Samy la quiero mi amor.
-Lo sé por eso, de todas formas, venia un par de horas.
-Entonces te debo… 5 seiscientos.
-Exacto, me va a quedar más ahorrado de lo que tenía.
-Y a mí también nena, esto de tener casa a medias no está mal.
-Caserón dirás.
-Y recién renovado.
-De verdad nena. Esto es una gran casa y me encanta el despacho, todo.
Nos hemos gastado una pasta en la decoración, pero no nos falta un
bolígrafo.
Sí, lo pedí todo. Es precioso.

Y la semana siguiente vendieron el apartamento de John, le pagó a ella


su dinero, vino la sobrina del doctor Prat, ella la conoció y se cayeron
bien, le dijo dónde vivía por si necesitaba algo y la chica estaba
contentísima.
Y unos días antes de irse de vacaciones, se fueron de compras.
-Voy a llenar mi vestidor, nene y una mañana me voy a tomar la
mañana para arreglar todo mi cuerpo
-Ummm, -y la tocaba.
-Eso también, malvado.
Y el sábado se fueron de compras.
-Nos hemos pasado, mujer.
-No necesito muchas cosas de aseo y maquillaje, y ropa para el trabajo.
Ya la tengo nueva. Y lista. Y necesito perfume y ropa, de verano.
Y comieron fuera, colocaron por la tarde.
-Nena, me vas a matar. Me cansan las compras.
-Tienes el domingo para descansar. Además, te has comprado más que
yo, presumido, más caro.
-Es que los trajes son más caros.
-Bueno ya hemos colocado todo, baja las cajas a la basura. Anda mi
amor. Ahora nos duchamos.

Cuando se ducharon, descansaron un rato en la cama. Estaban muertos.


-El lunes me voy al centro de estética y cabo ya. Por cierto, no hemos
hablado de las vacaciones y tenemos un mes y un par de días.
-Te digo nena que este año, estoy cansadísimo. Algún sitio tranquilo por
favor chiquita, que llevamos un mes entre el sexo y las casas…
Y ella se reía y se tumbaba encima de él.
-Ay, sí, lo que me faltaba…
-El lunes cuando vaya al centro de estética y al dentista, si veo por la
tarde algo tranquilo estamos unos días, ¿Quieres playa o montaña?
-No sé nena, me gustan las dos cosas, no muy lejos.
-¿Vamos a Florida? Quince días y luego nos quedamos en casita.
Podemos ir a algún lugar después si queremos otra semana.
-Lo pensamos después.
-Está bien, eso me parece bien.
-Entonces saco para Florida.
-Sí, pero debemos poner una cuenta en común para los gastos y todo lo
que hagamos.
-Me parece bien.
-Vamos el lunes temprano y la abrimos.
-¿Con cuánto?
-Cien mil cada uno y esa la utilizamos para los gastos.
-¿Y cuánto metemos de las nóminas al mes?
-Cinco, tendremos. Podemos probar, si falta, si no…

Pasaron dos semanas en Florida descansando.


-Estás hecho un vago, mi amor.
-Déjame descansar nena. Solo con sexo tengo de sobra.
-Pero mira qué hotel y qué playas, debes disfrutar, vamos al agua anda.
-¡Qué mujer!
-Luego duermes. Vaya inspector de pacotilla que tengo y la cogía y la
tiraba el agua.
Se bañaron en la piscina, en la playa, paseaban por la tarde, se
levantaban tarde, hacían el amor y hacían el amor.
-En eso no te cansas -Le decía ella.
-Porque me pones mucho tontita.
-¡Quién me iba a decir que íbamos a vivir juntos!
-Quien me lo iba a decir a mí, nena, yo era un espíritu libre y me has
cortado las alas.
-¿Me quieres?
-Muy poco, y me estoy cansando.
-Yo también, tonto.
-Te quiero un montón nena. Nunca he sido tan feliz, desde chiquito. Eso
me recuerda que tenemos que ir en septiembre a mi casa, tienes que pasar
la prueba de fuego de mi familia.
-¡Que nervios!
-La pasarás con nota cielo.
-¡Qué bueno estás John, ¡cómo te has enamorado de mi tan normal que
soy!
-Eso me pregunto yo, con las mujeres tan exuberantes que he tenido y
me vuelvo loca por una chiquitilla con un carácter que no veas.
-No me digas eso. Soy muy buena contigo.
-Es broma tontorrona. Eres muy manejable. Y la mejor de todas.
-Cualquier día me rompes un hueso, eso te lo advierto.
-¿Cuándo?, Y le dio la vuelta en la cama y la puso boca abajo y tiró de
su trasero y entró en ella desde atrás.
-¡Ay, Dios John!
-Eso digo yo, Dios nena qué buena estás y la embestía y gemían y la
cogía por las caderas entrando en ella y le hacía lo que ninguno le había
hecho, y ella se moría por su cuerpo de cualquier manera y en cualquier
postura, pero a John, le gustaban algunas especialmente y esa era una de
ellas.
-¡Oh nena! No puedo aguantar más.
-No pares John, no pares, sigue -Y él seguía mientras pegaba sus nubes
a su sexo entrando hasta el fondo y se corría dentro de ella en sus últimos
espasmos.
Y caían a plomo en la cama, se quedaban así hasta que ella podía
moverse.
Y él se tumbaba encima de ella.
-¡Nena, esto es vida! Me encanta tu trasero.
-¡Oh, Dios! me vas a matar John te lo advierto.
-Te hecho el amor también con ternura.
-Lo sé, pero me gusta mucho tu parte sexual pura.
-Lo sabía. -Y sonreía.
CAPÍTULO DIEZ

Las dos semanas de vacaciones, les sirvieron para descansar y estar


juntos.
Y cuando volvieron a casa, John le dijo que se quedaran el tiempo de
vacaciones allí, disfrutarían de su casa y saldrían a pasear, sin prisas.
Luego tenían todo un año estresante.
Y así lo hicieron, se quedaron las otras dos semanas en casa, solos,
comían fuera y ella se leyó una novela, echaba sus siestas, sus paseos.
Bajaban a la piscina y John iba a diario al gym, La piscina. Salieron a
bailar un fin de semana, otro a cenar fuera.

-Cuando vengan mis padres de vacaciones, vamos a verlos, nena.


-Cuando tú quieras, si ya saben que vivimos juntos y nos hemos
comprado una casa…
-Primero vamos a casa de mis padres y luego invitamos a mis hermanos
y a ellos a que vean la casa y tomamos algo.
-Me encantaría.
-Ya sabes que estas Navidades y Acción de Gracias no las vas a pasar
sola. Y que tenemos una boda pendiente. Deberíamos ir pensando en la
fecha ya, nena.
-¿Quieres que pongamos la fecha?
-Sí, en febrero, creo que es buena fecha.
-No estaría mal.
-Contratamos a una organizadora, es lo mejor. -Dijo él.
-Por la iglesia.
-Si tú quieres, a mí me da igual, cielo.
-Me gustaría, soy católica.
-A mi madre le encantará, pues por la iglesia y luego buscamos un hotel
bonito.
-Mir el febrero un sábado.
-¿Quieres el 13?, es sábado, luego tenemos el día de los enamorados.
-Pues el 13.
-¿Nos vamos de viaje a algún sitio?
-Tenemos trabajo mi amor, lo hacemos en verano. -Dijo ella.
-Mejor, pero pasamos la noche en el hotel.
-Eso sí, iremos a Europa
-¿Quieres ir a Cádiz en verano?
-Podemos ir a Andalucía sí, ver todo, alquilamos un coche… Te
gustará.
-Pues ya está todo controlado. Nos falta la organizadora. En noviembre
la llamamos. Voy a preguntarle a mi cuñada Sofía, ellos creo que tuvieron
una muy buena, claro que hace años que se casaron.
-Bueno si se puede, bien, si no, otra.
-Esto va para adelante nena, te amo.

Empezaron de nuevo a trabajar y a ella le tocó en el trabajo a su


ginecóloga con lo cual estaba contentísima, pues, aunque apreciaba al
doctor Pratt, aprendía más en ginecología.
Al cabo de dos semanas, él la llevó a conocer a sus padres un domingo.
Los invitaron a comer y Fanny, estaba nerviosa
-¿Qué me pongo John?
-Estás guapa con cualquier cosa, mi amor, no te vistas demasiado.
-Vale y se vistió informal con unas botas altas un vestido y medias, una
chaqueta por encima y su bolso.
-¿Ves?, estás guapísima.
Se dejó el pelo suelto y maquillada.

Cuando llegaron a la puerta, y les abrieron sus padres, entraron…


-Vamos pasad, hijos.
-¡Hola, mamá, hola, papá! -Y los abrazó.
-Ella es Fanny.
-¡Hola Fanny, hija!, -Y la abrazaron, -Pasa.
-¡Qué guapa eres! -como todas las españolas. -Le dijo Mónica.
Y ella se rio. -¡Que voy a decir yo que lo soy! Anda sentaos en el salón.
-Todas las españolas andaluzas, -dijo West, -Son guapas y chiquitas.
Todas en mi familia.
-¿Qué tal las vacaciones? -Y empezaron hablar de las vacaciones y le
preguntaron por su trabajo.
-Vaya tenemos a una enfermera en la familia.
-¿Y qué tal la casa que os habéis comprado, cómo es?
-Estamos preparando una comida para que vengáis todos y la veáis.
-Estaría bien, tengo ganas de veros a todos juntos, -dijo Mónica, la
madre.
-Bueno, Fanny, ¿Cómo llegaste aquí? -le preguntó West el padre.
Y ella le contó su historia.
-¡Qué historia! así conociste a John, con una bala en el brazo.
-Así, lo conocí, luego nos veíamos una vez al año, casi por casualidad.
-Y has tardado tanto, hijo…
-Solo dos años papá.
-Siempre ha sido muy independiente este hijo mío. -Dijo la madre. -Si
alguna vez pensé que se me quedaba alguno de ellos soltero, hubiese
apostado por mi John, pero, mira, está contento.
-Estoy enamorado mamá, que no es lo mismo.
Y Fanny se puso colorada.
-Espero que la trates bien, ya sabes lo que os digo a todos.
-Me trata bien, señor West.
-Nada de señor.
-Bueno, tuvimos nuestros más y nuestros menos, me costó enamorarme
de ella. Y sufrió un poco, pero se lo estoy compensando.
-No quiero enfadarme. Y sabes que tenéis de quién aprender.
-De vosotros, si es que sois unos pesados, pero os quiero.

Fanny, no conocía esa faceta de John con sus padres, tan familiar. Era
una familia que parecía se llevaba muy bien y sintió cierta envidia al estar
sola y no tener a nadie y recordó a su padre y a su tío, porque de su madre
no tenía ningún recuerdo.
Fanny, ahora eres de nuestra familia -le dijo Mónica como si supiera lo
que estaba pensando. Y nosotros cuidamos de los nuestros. Mi nuera
tampoco tiene familia allí en España, y es nuestra hija como lo serás tú. Ya
verás cuando conozcas a toda la tropa.
-Conozco a West, el gemelo de John.
-Pues aún te queda. Y tenéis que venir a comer a la cafetería. Y probar
las delicias de mi chef preferido. Voy a traer algunas.
-Le ayudo -dijo Fanny haciendo amago de levantarse.
-No hace falta, cielo, yo voy -Le dijo John.
Y su madre fue a la cocina y John fue tras ella.
-¿Qué te parece mamá?
-Me encanta, es una chica buena y especial y rara vez me equivoco, así
que trata a esa niña bien. Es muy guapa, por Dios, tiene unos ojos verdes,
preciosos.
-Sí, estoy enamorado hasta las trancas de ella.
-Y ella de ti, se le nota.
-Y tengo mucho sexo con ella.
-No me cuentes eso, hijo.
-Vamos que tú no tienes aún con papá. Y la abrazaba por detrás.
-Déjame tontorrón, eso de tu padre y yo, son cosas nuestras y no te las
voy a contar.
-Has tenido mucha suerte con mi padre.
-Lo he tenido sí, y él conmigo también. Hijo quiero que la ames mucho
y ella a ti.
-Vas a ir de boda el año que viernes.
-¿En serio?
-Sí, tiene el anillo desde hace un año. Nos casamos el trece de febrero.
-¿En serio? ¡Oh, Dios mío! todo lo que hay que preparar.
-Nada, vamos a contratar a una organizadora. No te estreses que tienes
mucho trabajo en la cafetería.
-Sí, que lo tengo.
-¿Cómo va?
-Muy bien, pero en cuanto papá cumpla los 65, en unos cuatro años, la
traspasamos y vendemos. Tenemos mucho dinero y quiero ir a visitar
lugares, no me quiero retirar vieja.
Queremos vivir, y tenemos dinero para eso. Si vendemos bien la
cafetería.
-Mamá es una mina de oro esa cafetería, tuviste buen ojo.
-Sí la verdad.
-Siempre lo has tenido para los negocios.
-Venga, lleva esa bandeja, tú padre se ha esmerado.

Mientras John hablaba con su madre, el padre le preguntaba a Fanny


cómo era Cádiz, qué había hecho en Nueva Zelanda y ella le contó todo. Y
él le contó cómo conoció a Mónica y que estudió cocina en Nueva York.
Le pareció un hombre cariñoso y recto, interesante y que se preocupaba
por sus hijos y su familia, pero su mujer era un amor de madre y lo que le
dijo John era cierto, ese hombre era envidiable.
Era idéntico a John, sus gemelos se le parecían, altos, gigantes,
morenos y con los ojos negros y profundos. Habían luchado por tener una
familia unida que se querían y por tener unos hijos honrados, y
trabajadores.
Y se levantó y fue hacia la mesa.
-Vamos Fanny, a ver si te gusta mi comida. Y eso que he cambiado,
siempre estoy innovando. Es mejor que un restaurante, porque mis pinchos
y tapas son exquisitos, o eso al menos dice la gente. Y vamos a variando
cada día y cada semana para que los clientes no se cansen de lo mismo.
Por eso tenemos éxito. Somos rápidos al servir.
Eso fue todo idea de Mónica y eso que no apostaba por un office, pero
no es eso exactamente.
Y la cogió por los hombros y se sentaron en la mesa.
A ella le encantó la charla, la comida y se lo dijo, y pasaron un buen
rato. Se sintió como en casa.
Después de tomar café y tarta, se despidieron de ellos y se fueron a
casa.

-¿Qué, ¿qué te parece? -le dijo West a Mónica.


-Es una chica encantadora y buena y lo mejor, ¿Has visto como lo
mira? lo adora.
-Como tú me miras a mí, nuestro hijo independiente va a tener mucha
suerte con esa mujer, es trabajadora y es guapa. Es chiquita como tú mi
amor. Y como Sofía, es que en Andalucía no hay mujeres grandes.
-Te voy a dar tonto… Claro que las hay, como hay hombres pequeños
aquí.
-Pero da la casualidad de que todos somos hombres grandes.
-Mejor para nosotras, a mí me gustan los hombres grandes.
-¿Todos?
-Me gusta un hombre grande que es mío solamente.
-Ven aquí pequeña. Ha estado bien la mañana, me gusta es mujer para
nuestro hijo, de verdad. Es preciosa en todos los sentidos.
-Ahora nos queda West.
-Pues yo creo que tiene algo, pero que no nos lo dice.
-¿Tú crees?
-Conozco a mi hijo West.
-Llevas razón mujer.
-Como siempre.
-Vamos a echar una siestecita.
Y la miró como ellos se miraban.
-¡Ay, West!, que te conozco…
-Vamos…

-¿Qué te han parecido pequeña?


-Son estupendos, cariñosos, me gusta tu familia.
-Ahora es la tuya también, le has gustado mucho a mi madre, me lo ha
dicho.
-¿Sí?
-Sí mi amor, ya eres nuestra.
-¡Qué tonto!
-Vendremos un día a comer a la cafetería y en octubre preparamos una
cena para todos en casa, ¿Qué te parece?
-Muy bien, así la ven. Tu madre va a decir que eres un exagerado. Es
enorme.
-A mi madre le gustan las casas grandes, lástima que ahora la tengan
solo para ellos, pero al menos viven bien y son felices.
-Sí, se nota ¿Verdad?
-No sabes lo pesados que son, esos tienen más vida sexual que nosotros.
-¡Qué malo eres! Tus padres son jóvenes.
-Sí y si mi padre es como yo, mi madre estará contenta.
-Ay no hables de eso, pobres -Y él se reía.
-Si me encanta que parezcan dos jovencitos…
-Sí, me han gustado mucho y la cafetería se ve grande.
-Ya verás cuando vayamos.
-La verdad es que lo que ha preparado tu padre, estaba buenísimo.
-Le encanta la comida.
-Quiero un hombre chef.
-Vas a conformarte con un inspector de policía que te ama mucho.

La semana siguiente John quiso ir a dar un paseo el sábado y comer en


la cafetería para que la viera Fanny y a ésta le gustó mucho la comida,
hablaron un rato con la madre, pagaron, aunque su padre no quería, pero
John dijo que sí, qué luego no le salían las cuentas a esa madre estricta que
tenía y se reían todos.

Luego tomaron café cerca de casa y se echaron una siesta de las suyas.

En octubre, invitaron a toda la familia, y Fanny y Sofía hicieron una


piña. Se cayeron muy bien desde el principio.
-Aquí hay muchos españoles… -Decía Sofía.
-Tanto como americanos.
-Yo soy español, -Decía Alex riéndose, me voy con las chicas.
-Ya estamos -dijo John.
Fanny, conoció a su hermano Alex, el mayor, que era distinto a ellos, se
le parecía a su padre, dijo John. Tenía 40 años y era un hombre guapo y su
mujer, Sofía encantadora y hablaba en castellano a veces.
-Se nos va a olvidar ya verás.
-Ahora que nos conocemos no creo. -decía Fanny.
Los niños eran preciosos, Ana tenía 12 años y era una niña preciosa y
buena y su hermano Alex era más bicho y tenía 7 años ya. Los tenían
grandes, pero eran preciosos.

La cena fue maravillosa y cómo no, el padre West, trajo comida para
que sobrara.
-La próxima en casa en Acción de Gracias, todos, la familia aumenta -
Dijo Mónica.
-A ver West que quedas tú. -Le dijo su hermano John.
-Cuando te cases, me caso yo también.
-¡Qué pájaro! -Le decía su hermano.
Cuando se fueron todos… y se quedaron solos, Fanny, dijo:
-Me encanta tu familia, tu hermano Alex es estupendo.
-Sí que lo es, tiene dos padres y es el más rico de todos, su padre tiene
dinero y no tiene más hijos y quiere a mi madre desde siempre.
-¿En serio? ¿Y por qué no se casó con ella?
-Tuvo una novia, que se quedó embarazada y la eligió a ella.
-¡Vaya!
Y ahora está arrepentido, pero gracias a eso, ella ha sido la mujer más
feliz del mundo con mi padre, son amores de los que ya no existen.
-Sí existen, te quiero.
-Espera que pasen los años.
-No dejaré de quererte gigante.
-¡Ay mi pequeñilla!
-Voy a recoger esto, y a guardar la comida que ha sobrado para mañana
y pasado, no ha querido nadie llevarse nada. Así que tenemos comida para
dos días.

John no podía ser más feliz con ella y a veces, si salía o llegaba tarde o
de madrugada, la despertaba para hacerle el amor.
En noviembre empezaron a preparar la boda y las siguientes
celebraciones antes de la misma.
Fueron en Acción de Gracias a casa de sus padres y en Navidades.
Compraron un árbol mediano para dejar los regalos para ellos y para toda
la familia. Y Fanny estaba tan entusiasmada….
Cada día estaba más integrada en esa familia que ahora era la suya, y
tenía el teléfono de todos y todos el suyo,
A veces salía a tomar café con Sofía, o iban de compras las dos con
Mónica y pasaban la tarde fuera y de chicas.
La madre de John era una mujer juvenil y graciosa y mantenía la
belleza serena que dan los años y nunca se venía sin comprarles algo a
ellas y a todos. Estaba en su naturaleza, luego tomaban café en la cafetería
y se iban Sofía y ella a sus casas.
Con Sofía mantenía una buena relación y se ofreció a quedarse alguna
noche de fin de semana con los chicos para que ellos salieran, y lo
hicieron, aunque lo dejaban más en casa de los abuelos.
Y la boda se acercaba inexorablemente y fue a comprarse una tarde el
vestido con Sofía y con su suegra.
A las dos le encantó el que eligió.
-Es el tuyo Fanny -le dijo Sofía. Estás reluciente, mi cuñado se va a
quedar de piedra.
-Estás preciosa -le dijo la suegra.
Eligió padrinos a los padres de John, no había otros y estos estaban
orgullosos, el padre de John iba a llevarla al altar, y ella se sintió
emocionada porque no tenía a su padre para ese día tan importante.
-Vamos cielo, mi padre te quiere como si fueras su hija.
-Ya lo sé, es solo que me he acordado de ellos en ese día tan importante.
-Venga nos quedan dos días. Ya verás qué guapo va a ir tu inspector.
-Tenemos unos cuantos, invitados, pequeño.
-Sí, mis padres nos han dado un dinero para la boda, dicen que le dieron
a mi hermano Alex también.
-¿En serio?
-Sí.
-Les habrás dado las gracias.
-Por supuesto. Venga ven aquí voy a probarte antes de casarnos.
-Eres lo que no hay.
-Sí, pero me gusta meterme entre tus piernas.
-¡Ay dios loco!
-No tardaré, hare que te corras enseguida.
-John, ay, John por dios, ufff -Y ella se abría como una flor para él.
-Nunca me cansaré de ti preciosa.

Cundo estaba vestida de novia, estaba preciosa, solo estaba su cuñada


Sofía y su suegro y la organizadora, que iban a ir en coche a la iglesia,
mientras él esperaba con su madre en el altar.
John había comprado unas alianzas preciosas.
La iglesia era maravillosa, y solemne y cuando ella entro del brazo de
su suegro, y la dejó a su lado, John se emocionó l verla
-¡Estás preciosa mi niña!
-Y tú también.
Después de la misa y la boda que los unía para siempre, todos los
invitados se fueron al hotel donde se celebraba la recepción y ellos fueron
con el fotógrafo a hacerse algunas fotos.
La comida fue exquisita y fue una boda emocionante y preciosa, la
comida, el baile hasta últimas horas de la madrugada, y recibieron como
regalo de los invitados dinero. Y la gente no compraba regalos, se daba
una cuenta y te regalaban dinero.

Cuando ya cansados, se retiraron los últimos invitados, ellos se fueron a


la suite nupcial
-Ven señora Amder a mis brazos, y la metió en brazos en la habitación.
-Estoy muerta John parece que me ha pasado un camión por encima y
ahora estoy laxa.
-Vamos a darnos una ducha antes, después de tanto baile…
-No sabía que bailaras tan bien…
-Es que hemos ido poco y además llevo unas copas cielo, es mi boda.
-¡Qué loco estás!, anda quítame la cremallera del vestido.
Y se quitaron los trajes, se dieron una ducha.
Y John la cogió y se la puso encima
-Solo uno nena que yo también estoy muerto.
Y ella se reía. Y sí que lo hicieron, pero solo una vez,
Se quedaron dormidos hasta casi el mediodía del domingo y ahí sí que
tuvieron una maratón de sexo, después de pedir el desayuno.
Y la comida y cuando se hizo de noche, recogieron los bolsos con los
trajes y se fueron a casa.
-Ahora sí que estamos casados preciosa.
-Sí, ahora eres mío -Y lo abrazaba por detrás.
-Dejaremos los trajes y que Samy los lleve al tinte para guardarlos.
Y se ducharon y sentaron en el sofá.
-Vamos a pedir algo, y mientras vamos a ver las cuentas y tengo que
decirte nena que vamos a dejar una sola para ahorro los dos, si tenemos
prácticamente iguales.
-Si quieres, me parece bien.
-Sí, todo es de los dos.
-Como quieras mi niño.
-El martes vamos y la juntamos en una y metemos lo que nos han
regalado y cerramos esa. Así tenemos dos, dejamos en una las nóminas y
el dinero y la de ahorro. Para qué queremos tres cuentas cada uno.
-Te quiero, lo sabes -le dijo ella echándose en sus piernas.
-Al menos algo mando.
-¿Cuánto tenemos?
-Pues si sumo lo que tenemos en cada cuenta y lo que nos han dado,
unos once millones y en los otros cien mil ochenta dólares, ahí metemos
las nóminas.
-Perfecto y pagamos todo.
-Si ahorramos guardamos y si nos hace falta como en vacaciones de la
de ahorro si nos falta.
-Bueno, intentaré ahorrar para no sacar de ahí.
-Nena.
-Dime…
-¿Quieres que cuando vengamos de vacaciones nos pongamos manos a
la obra y tengamos un pequeño?
-¿Quieres?
-Sí, pero quiero que tengas tu luna de miel. Luego nos ponemos, soy
potente y te quedaras el primer mes.
-Mira que eres tonto…
-Soy tu tonto preferido y ponía la cabeza en su regazo.
Y ella lo besaba.
-¿Qué pedimos?
-japonés que es más ligero.

La vida era maravillosa para ella, al fin había llegado a una estabilidad
emocional con John que la amaba como ella a él. Lo deseaba, le encantaba
su olor y su cuerpo grande de hombre, cómo la cogía, la besaba y le
tomaba a veces el pelo, cómo le hacía el amor.
Era su hombre, el que le había enseñado todo. El que había cambiado
por ella. Y ahora quería hijos. Estaba un poco loco.
Y su familia… era la suya, porque no tenía a nadie más en la vida y se
sintió muy arropada, igual que su cuñada Sofía, con la que se llamaba
todos los días por teléfono.
- ¿Con quién hablas todos los días? -Le preguntaba John.
-Con Sofía…
-Vaya dos.
-Calla bobo.
-Termina ya y atiende a tu marido.
Y se oía al otro lado de la línea a Sofía; qué tonto es tu marido…
-Sí, -y se reían.
-Anda cuelga hija. Que sé qué quiere, es igual que Alex. Estos hombres
nuestros son demasiado sexuales.
-Mejor, ni quejarse.
Y John le quitaba el teléfono.
-Cuñada, deja ya a mi mujer que tiene que atenderme.
Y se oían las risas
-¡Ay, John! -Y le colgaba.
-¡Estás tontorrón!
-Sí estoy tontorrón, toca y verás, necesito un ratillo de relax que tengo
un tipo que me duele la cabeza de hacerle preguntas. ¡Maldito cabrón! Así
que ven y atiende a tu marido.
Y se la llevaba al baño, y cuando salía se tumbó en la cama, y ella bajó
a su sexo.
-Nena, pero así…
-Así también te gusta, mi amor.
-Ah Dios Fanny, me gusta de todas las formas, gag Dios nena…
Y ella chupaba y lo movía con sus manos de viento y estiraba la piel de
su miembro y sus nubes y él gemía y la nombraba hasta que explotaba en
espasmos inevitables. Luego lo limpiaba y se echaba encima de él y lo
abrazaba, su cuerpo entero, lo acariciaba y besaba en el cuello.
-Nena, que me estoy poniendo firme de nuevo.
-Me encanta tu pistola grande y bonita.
-Cógela y métela en la funda.
Y ella tomaba su pene y lo metía en su interior y se movía encima de él
y lograban tener un orgasmo diciéndose palabras en la boca, a él le
encantaba ese erotismo de ella cuando haciendo el amor le hablaba de su
pene y lo que le hacía, y él le decía palabras más sexuales y se ponían
calientes y húmedos y llegaban al clímax más intenso.
Y allí se quedaba encima de su cuerpo. Hasta que se echaba a un lado.
Y la acariciaba y besaba, le contaba su día y luego se ponían el pijama y
cenaban.
Si venía muy temprano bajaban un rato a la piscina o se daban un
paseo.
Estaban solos y hacían lo que querían.

Y cuando llegó agosto, se tomaron vacaciones y se fueron a España. En


Sevilla fue la primera parada, y alquilaron un coche para el viaje, el
primero tras Sevilla, para ir a ver Cádiz. En Sevilla se quedaron tres días
con sus tres noches, pero hacía un calor que pelaba. Sin embargo, por las
noches, visitaron el barrio de Santa Cruz, cenaron allí y viajaron en un
barquito por el rio y vieron la Giralda y los Reales Alcázares.
Se fueron a Cádiz y estuvo enseñándole dónde vivió con su tío y cuál
era su casa, y se fueron a una de sus maravillosas playas y pasar unos días,
y estuvieron allí cuatro días y uno en la capital.
Después pasaron por Sevilla de nuevo y fueron a Jaén, subieron al
Castillo de Santa Catalina cuyas vistas eran fabulosas con esas tierras de
olivos verdes, en formación militar, la Sierra de Cazorla, unos días en un
paraje maravilloso en un hotel y él decía que todo era baratísimo. Y la
comida buenísima.
Ella anotó en una carpeta tapas para el padre de John.
De ahí fueron a Granada a ver la Alhambra y el Albaicín, de noche a
tomar unos vinos. Después a las playas de Almería para combinar
descanso con visitas y se quedaron en la playa de San José de casitas
pequeñas, en un hotel maravilloso.

Y terminaron en Málaga, se recorrieron la costa del sol y se quedaron


en varios hoteles.
A John le encantó Andalucía, los pueblos blancos, las tapas baratas, la
comida, las playas, el pueblo de su madre y de su hermano Alex, y veía a
Fanny tan feliz enseñándole todo…
Pero se les acabó el tiempo, 20 días estuvieron y dos de viajes.
El resto en casa de descanso.
-Sí mi amor -le decía de vuelta a casa en el avión.
-¿Estás triste?
-Un poco melancólica, pero ha sido fantástico ir, gracias, mi amor. Ha
sido un gran regalo para mí.
-Pero si nos ha costado poco. Es tan barato todo…
-He llenado la libreta para tu padre de tapas, que aproveche o
modifique, a ver si le gustan algunas.
Y llevaban regalos para todos, una camiseta de Andalucía, y objetos
típicos que les harían ilusión a todos los andaluces al menos.

Cuando le dio a su suegro la libreta llena de tapas, este le dio un abrazo


fuerte.
-Esto es una maravilla.
-Puede adaptarlas a su forma e innovar con ellas, pero al menos puede
tener tapas nuevas. Esto es lo último que hemos comido en todos los
sitios.
-¡Qué nuera tengo!, mirando por mi negocio… Pero le hizo mucha
ilusión.

-No te tomes las pastillas, le dijo John en septiembre.


-¿Las dejamos ya?
-Sí, nena.
-¿Estás seguro?
-Mucho, quiero un nene para la primavera, hay que aumentar los nietos.
Y dejó las pastillas, y como su marido dijo se quedó embarazada el
primer mes.
En octubre la vio su ginecóloga y le dijo que tenía de nuevo gemelos,
así que debía estar muy tranquila debido a lo que le pasó anteriormente.
Debía cuidarse al menos los tres primeros meses y ya iba camino de
dos.
-Pues ya sabes -Le dijo la ginecóloga -Nada de esfuerzos.
-Me cuidare bien esta vez -Y le hizo una analítica.
Y cuando llegó a casa, le dijo a John:
-Hola mi amor. Tienes que tratarme bien a partir de ahora.
-¿Y eso?
-Nada de cogerme y echarme a tus hombros. Tengo que estar tranquila,
nada de esfuerzos.
-¿Estás embarazada?
-Estamos embarazados, sí, de dos, otra vez.
-¿De dos? Lo sabía, cielo, y la abrazó.
-Me ha dicho la ginecóloga que tengo que cuidarme al menos los tres
primeros meses.
O los cuatro. Por lo que me pasó antes.
-Haremos lo que dice, mi amor, te quiero, cuando le diga a mi madre
que vamos a tener gemelos…
-No lo diremos aún. Me da miedo que pase lo de antes. Esperaremos
hasta los cuatro meses cielo. Cuando la ginecóloga me diga que ya no hay
problemas. Ahora estoy asustada, no quiero perder estos John. Me hundiría
del todo.
-No los perderemos, te cuidarás y solo tranquilidad, yo te cuidaré mi
cielo.
-Ay Dios dos hijos…
-Sí, ríete, cuando sean dos y no podamos dormir de noche, verás.
-Tendremos una chica para los niños, que te ayude mientras tengas la
maternidad.
-¿Y si me hacen una cesárea?
-Ahora no pienses en eso.
-Está bien mi amor.
-Te quiero tanto mi niña… Ahora te trataré como si fueras de algodón.
No tendremos sexo hasta que estén bien.
-Eso tampoco me lo ha dicho.
-Pero no pienso perder a mis niños, podemos tener sexo sin hacerlo, del
otro tipo.
-No me desesperes.
-No te desesperes, pero no pienso arriesgarme.
-Como quieras.
-No te enfades preciosa, yo te haré cosas buenas con mis manos y mi
boca y tú también a mí. Piénsalo.
-Está bien. Solo son dos meses, no nos moriremos por eso.
-Te quiero, lo sabes, nena…
-Lo sé no más que yo ti pequeño.
CAPÍTULO ONCE

Siete meses después, en mayo nacían sus gemelos, Peter y John Amder.
Ella, les puso a sus niños el nombre de su tío y el otro de su padre.
No tuvieron que hacerle cesárea, ella tampoco quiso, y tuvo suerte, pero
terminó muerta del parto.
John andaba todo emocionado, llamando a toda la familia. Y aquello
fue una locura con los gemelos, idénticos a su padre y a su tío West y a su
abuelo West también, morenos de ojos oscuros.
-Mi niña. Le decía John, -Son iguales que yo, en chiquitito.
-Sí mi amor, pero aquí cerramos el cupo.
-No me importa, con dos tenemos. Así serás la niña de la casa y todos
te vamos a querer.

El tiempo pasaba. Ese año juntó la maternidad con las vacaciones y


cuando sus hijos tenían cinco meses, entró de nuevo al trabajo y buscaron
una guardería para los pequeños, ella los llevaba y los recogía y se
quedaron solo con Samy, y despidieron a la chica que contrataron para
esos meses.
Ella podía hacerse cargo por las tardes, tenía un buen horario de
trabajo. Solo tenía que bañarlos y darles la cena.
Cinco años después…

Casi cinco años después los abuelos cerraron la cafetería, la traspasaron


y vendieron y le dieron 20 millones a cada uno de sus hijos.
-Tus padres están locos -Le dijo ella a John.
-No, nos han dicho que es para la universidad de los gemelos y lo que
necesitemos. Y cuando cumplan unos años les pondremos habitaciones
individuales a cada uno y una de estudio, pintamos y compramos muebles
nuevos. Esperaremos a que crezcan más.
-Dios mío que locos…
-Ya tienen una edad, y quieren dedicarles tiempo a sus nietos, a vivir y
a viajar, han trabajado mucho.
-Eso es cierto, tus padres han trabajado mucho.
-Ellos tienen dinero, han vendido muy bien la cafetería y además tenían
guardados unos buenos millones de los ranchos, no se gastaron todo el
dinero. Te has casado con un hombre que tienen padres ricos, nena.
-¡Que tonto eres! Sabes que el dinero no me importa. Ya vas camino de
los 40, cielo.
-Estoy en mi mejor edad y tú también, ven aquí…
-Aprovechemos que los tienen los abuelos.
-Por eso, esta tarde maratón de sexo loco, y se la echaba al hombro
como siempre hizo su padre y hacía él y a ella le encantaba.
-¡Ah nena, qué tetas tienes!
Sí, me crecieron del embarazo más aún.
-Me encantan y esos pezones… No me canso de ti. Mira que tonto fui al
principio ¿verdad cariño?
-Lo fuiste, querías ser independiente y mira, tienes dos niños.
-¿Quieres otro? -Le dijo serio.
-No John, con mis niños me conformo. Y tenemos casa para todos.
Cuando le pongamos un estudio, quedará la de invitados. Me gusta vivir
aquí, el trabajo lo tengo cerca y me da pereza tener más. No quiero.
-Pues nos quedamos con nuestros gemelos.
-Sí, para qué quiero más niños si te tengo a ti.
Y entraba en ella gimiendo.
-¡Oh nena por Dios! Cómo me gusta estar dentro de ti. Me quedaría
dentro para siempre si aguantase.
-Aguantas mucho.
-Voy a hacer que tengas dos orgasmos hoy, voy a ser generoso. ¡Ay
nena!, Por Dios, no te muevas tanto.
-¡Ay, madre mía John!, te quiero. Y le apretaba fuerte el trasero para
que entrara dentro de ella hasta el fondo y lo estrangulaba con sus paredes.
-Malvada, no me hagas eso, por Dios Fanny que no te aguanto…
Pero la aguantaba y le hizo tener dos orgasmos, porque cuando él se
empeñaba…
-Madre mía mi amor, te quiero.
-Y yo a ti pequeña. Y se echaba a un lado y la atraía a su cuerpo
-Eres la mujer de mi vida, lo sabes.
Sí, y tú el hombre de la mía y como te ve con otra verás.
Y John se reía.
-Para qué voy a estar con otra, si te tengo a ti, mis niños y el trabajo que
me encanta, tonta.

Cuando descansaron ella bajó a su sexo…


-Fanny… Nena, ah, Dios cómo me gusta, despacito, nena, joder Fanny
qué me haces…

-Eso que me has hecho tiene premio, nena.


-¿Sí?
-Sí, un viajito este verano a solas, medio mes, mis padres se quedan con
los pequeños.
-¿Pero ya lo has sacado?
-Sí, sin tu permiso.
-¿Dónde?
-A la casita de Nueva Zelanda.
-¡Ay, John, ¡qué feliz soy!
-Sabía que te iba a hacer feliz, por eso lo he hecho. Pero mujer no
llores…
-Es que te amo tanto…
Unos años más tarde…

-¿Crees que lo conseguiremos mi amor? -Le decía Mónica a su marido


West.
-Espero que sí.
-¿Entonces nos ponemos manos a la obra?
-Sí, va a ser grandioso y va a ser difícil y complicado, pero vamos a
intentarlo. Nosotros pagamos todo, las reservas, el avión, los alquileres de
los coches y la estancia de todos, de nuestros hijos y nietos, hay que
calcular las cabañas. Espero que tengan para todos porque vamos a ocupar
todo el lugar.
-Hay que con seguir que todos tomen las vacaciones el mismo mes, eso
es lo complicado.
-De eso me encargo yo -decía Mónica, aunque tenga que llorarles, pero
no puede faltar ninguno. Solo es una semana, el que no pueda en
vacaciones, que la pida, así de claro.
-Va a ser fantástico, no se lo va a creer nadie cielo.
-Sí, vamos a volver al rancho, a mi rancho, donde cocinabas. La verdad
que el cambio de rancho de animales a rancho turístico ha sido genial, las
vistas maravillosas y las cabañas me encantan.
-Los chicos lo van a pasar estupendamente.
-El que más lo recordará será Alex, los gemelos quizá un poco, pero
eran más pequeños.
-Me encantaría ver a nuestros hijos y nietos todos juntos, donde nos
conocimos, el origen de mis abuelos y mi madre.
-Quizá esté aún el pequeño cementerio.
-Si está, llevamos flores.
-Por supuesto.
-Es que hace 50 años que nos casamos en ese rancho y pasar juntos
tantos años amándonos, es difícil de conseguir
-Nuestras bodas de oro. Será nuestro regalo.
-Debería ser, al contrario.
-Sabes que están ocupados y nosotros los amamos tanto… Somos una
gran familia.
-Sí, cuando nos juntamos, tienes que ser en un hotel ya o un restaurante.
-Mejor, así no recogemos.
-Toda una vida contigo y sigues igual de guapa que siempre.
-Sí, claro, igual que cuando nos conocimos. -Ironizaba Mónica.
-Para mí sí. No ha habido otra y hemos trabajado mucho codo con codo.
-Siempre juntos.

-Bueno vamos a ponernos manos a la obra primero a Alex y a Sofía sus


hijos, a John y Fanny y los gemelos.
-A convencerlos.
-Si tú no eres capaz, nadie lo será, pequeña.
-Te amo West y tengo miedo.
-De que…
-De que me faltes o te falte, mi amor.

-Es ley de vida pequeña, pero lo que nosotros hemos vivido nadie lo ha
hecho o muy poca gente, y no quiero que pienses ahora en eso, aún somos
jóvenes y vamos a estar felices con nuestros hijos en tu rancho.
-¿Crees que podremos?
-Sí, lo veo. Nos veo a todos juntos felices.
-¿Te has vuelto adivino?
-Lo veo como tú viste nuestra cafetería.
-Está bien, hago las llamadas…
-Dame un besito antes
-Cómo no, mimoso…

Querían tener el último sueño de su vida, reunir a sus nietos novios o


novias o parejas y a sus hijos y estar todos juntos una semana en el rancho
que una vez fue suyo.
Se habían enterado, bueno West se había enterado de que habían hecho
de él un rancho turístico unos años atrás, mirando para ir a pasar unas
vacaciones con Mónica y lo vio. Se lo dijo a ella.
Y ahora querían pasar una semana con todos. Se harían cargo de los
gastos, de todos, tenían y cumplían sus bodas de oro, cincuenta años de
casados, de amor inmenso.
Y se animaron a cumplir el sueño de ambos, estar todos juntos, porque
conforme pasaba el tiempo siempre, faltaba alguno a las cenas familiares,
era normal, tenían familias, pero esa era una buena ocasión para tenerlos a
todos.

Y su sueño se hizo realidad, meses después. Todos acudieron al rancho


Ponce, cuyo nombre ya había cambiado. Pasaron una semana en familia,
montando a caballo, haciendo rutas, en la piscina y bailes por la noche…
Incluso respetaron el cementerio que se amplió con otras personas
Alex le dijo a Mónica que el rancho de al lado, encima de la colina, fue
de su padre Nolan.

Eran una gran familia y West y Mónica estaban tan emocionados de


volver a su rancho… estaba precioso. Tenerlos a todos fue un
agradecimiento a Dios por el amor que todos se tenían y en eso, ellos
habían puesto todo de su parte.
Sus hijos les regalaron entre toda una réplica del rancho de Dubois, de
cómo estaba cuando Alex vivió allí 17 años, y John y su hermano diez
años, tenía fotos antiguas y mandaron a hacerla al despacho de
arquitectura de West, y sus nietos, se lo regalaron y Mónica y West se
emocionaron, pero ellos sabían que su mayor regalo, era tenerlos a todos
juntos, donde fuera.
Pero allí, fue tan especial… que no había más felicidad en el mundo
para ellos.
CUATRILOGÍA
LOS HIJOS DE MÓNICA
AMDER

IV. WEST

ERINA ALCALÁ
En un beso,
Sabrás todo lo que he callado.

(Pablo Neruda)
CAPÍTULO UNO

La madre de West Amder, Mónica Amder, siempre estuvo enamorada


de su padre, West Amder desde el día que entró al rancho de su madre en
Dubois, Wyoming, y ella lo contrató como cocinero. West, se llamaba
como su padre.
Su padre había estado cuatro años antes en Nueva York, de joven,
estudiando varios cursos de cocina, aprendió y obtuvo su título ser chef y
su sueño era montar su propio restaurante en Manhattan.
Era oriundo de Montana. Su abuelo murió y su padre y su tía vendieron
el rancho que tenían repartiéndose el dinero. Y su padre tomó rumbo de
nuevo a la gran manzana a montar su restaurante. Se había enfadado con
su hermana porque no quería que se vendiera el rancho familiar, pero su
hermana le dijo que si él se iba, ella no podía hacerse cargo del mismo y
quiso venderlo. Así que no les quedó más remedio que venderlo. Y se
repartieron el dinero.
Pero al llegar a Cheyenne, Wyoming, cansado y enfadado, su padre vio
el anuncio en el que se necesitaba cocinero en un rancho y por un impulso
decidió ir a ver. Y vio a su madre y fue un flechazo. Y se quedó allí,
enamorado de su madre.

Su madre, Mónica Ponce, había nacido en Málaga, España, de padre


malagueño y madre americana, cuyo abuelo, el bisabuelo de John, tenía un
rancho en Dubois, un pueblo del estado de Wyoming y cuando este murió,
los padres de su madre tuvieron que irse desde Málaga a hacerse cargo del
rancho. Y su abuelo lo hizo próspero. Su abuela murió años después y su
madre se quedó sola con su abuelo en el rancho y allí creció.
Sin embargo, la noche de la fiesta de graduación del instituto, su madre
se acostó con un chico que le gustaba del rancho de al lado y concibió a su
hermano mayor Alex, dejándole el apellido Ponce cuando nació.
Sin saberlo, su abuelo, el padre de su madre quiso que su madre
Mónica, estudiara en la universidad de Málaga y así estar con sus abuelos
paternos.
Y allí nació Alex, en España, su hermano mayor al que su madre le
puso su apellido y nunca, ni su abuelo, ni su padre supieron de él hasta que
su madre, regresó al rancho seis años después.

Sin embargo, el padre de su hermano Alex, tenía una novia, desde el


instituto y se casó con ella y se fue a vivir a California, porque estaba
embarazada y eligió entre su madre y su hermano y su novia, y su madre
se quedó sola con su hijo en el rancho.

Cuando su madre llegó al rancho con su hermano Alex con casi seis
años, su abuelo murió y ella tuvo que reformar el rancho que estaba hecho
una pena. Contrató a trabajadores y se enamoró del cocinero, un chico de
Montana, su padre West y al que su hermano Alex quiso más que a su
propio padre que no fue a verlo nunca más, salvo llamarlo por teléfono y
mandarle dinero mensualmente.
No lo volvió a ver hasta los 17 años. Sin embargo, su hermano mayor,
si iba al rancho de al lado de pequeño y hasta los 17, con sus abuelos, los
padres de su padre que lo querían mucho.
Su padre nunca le puso el apellido y su madre no quiso que West, su
padre, le pusiera el suyo, para no hacer daño a su verdadero padre Nolan, y
pasó a llamarse Alex Ponce, el apellido de su madre que siempre tuvo y no
quiso cambiarlo.
Su madre, se casó con su padre West y tuvo dos gemelos, su hermano
John y él mismo. Por eso, ellos se llamaban Amder Ponce, dos apellidos
porque su madre decía que en España se tenían los apellidos, el del padre y
de la madre. Y para que los uniera al menos el suyo a todos sus hijos.

Cuando su hermano Alex acabó el instituto, él y su hermano gemelo,


tenían diez años y leves recuerdos del rancho, su madre, vendió su rancho
y se fueron todos a Nueva York. Su madre les dijo que iban a cumplir el
sueño de su padre West de montar un restaurante o una cafetería.

Él, nunca había visto una pareja que se amara más que sus padres.
Siempre se lo decía a su madre, conforme crecía, que quería un amor
como el de ellos y una mujer como su madre, que se amaban tanto.
El no veía que discutieran sino por tonterías y su padre cogía a su
madre en alto y se le quitaba el enfado, y siempre estaba cogiéndola y
besándola y ella a su padre igual.
Siendo ellos pequeños, participaban en esos juegos. En la adolescencia,
le parecían pesados, pero después, eran una envidia para todo el mundo.
Eran su media naranja, el amor de su vida cada uno.

Cuando se fueron a Nueva York, compraron un apartamento enorme y


precioso y sus padres montaron una cafetería justo en el bajo del
apartamento. Compraron el local y lo diseñaron.
El edificio tenía gimnasio y piscina. Y su madre siempre era la madre
generosa que no quería que le faltara nada a sus hijos, y su padre era más
recto y lo respetaban y querían y West, se emocionaba a veces con sus
hijos, sin disimular nada. Tan solo quería que sus hijos fueran honrados,
trabajadores y buenas personas.

Justo el año que se cambiaron a Nueva York, Alex su hermano mayor,


recibió una beca para estudiar en Harvard. Había solicitado Derecho y allí,
conoció al amor de su vida, su cuñada Sofía, de Marbella, como su madre
y su abuelo. Sus padres murieron en un accidente y Sofía tuvo que irse de
nuevo a España, pero volvió a por su hermano años más tarde y desde
entonces eran otra de las parejas más felices que conocía.
Ella trabajaba como criminalista en el FBI y su hermano era abogado
de derecho laboral y financiero. Y tenían ya dos hijos, Ana y Alex. Y sus
padres estaban encantados.

West también había estudiado en Harvard, con su hermano gemelo,


pero mientras él hacía arquitectura, su hermano John, siempre quiso ser
agente del FBI y estudió criminología y un master de dos años. Todos sus
hermanos lo hicieron.
Al terminar, tenía 24 años y en unos meses encontró trabajo en un
estudio importante de arquitectura en Manhattan y se independizó.
Sus padres le regalaron un apartamento amueblado y decorado, como a
su hermano Alex y como casi un año después harían con su gemelo John,
ya que éste quiso quedarse a estudiar en casa hasta entrar en el FBI y
aprobar los exámenes y se comprara otro en su mismo edificio.
El apartamento era de tres dormitorios y un despacho, precioso y
completo con mesa de diseñar y todo lo necesario para trabajar en casa. Se
compró un coche y se levantaba temprano, hacía ejercicio en el gym de su
edificio y nadaba todas las mañanas. Tenía un cuerpo perfecto. No en vano
eran tipos altos, de uno noventa, como su padre, morenos y de ojos negros
y profundos, con cuerpos de dioses.

Tuvo suerte de entrar en ese estudio de arquitectura y con los años se


hizo un buen nombre. Tenía encargos de gran envergadura a pesar de ser
joven.
Era demasiado perfeccionista y trabajador. Se pasaba por las obras y
miraba todo al milímetro. Todo debía salir bien. Tenía su propio despacho
inmenso para él solo.
Iba todos los fines de semana a ver a sus padres, o a comer a la
cafetería los sábados, y salía a veces con su hermano John, que vivía en su
mismo edificio y que ya llevaba unos años en el FBI. Salían con chicas y
las llevaban a casa, pero mientras John era más mujeriego e independiente
y extrovertido y no quería líos con ninguna mujer. Él era distinto, se
parecía más a su padre en ese sentido. No le satisfacía salir una noche con
una y al fin de semana siguiente con otra y la vida loca que llevaba su
hermano John. Así que a veces no salía con él.
Tuvo un par de relaciones, más bien cortas porque era tan
perfeccionista en el trabajo como lo era en las relaciones. Era serio y
crítico. Era más introvertido que su gemelo.

Sin embardo era feliz, con su trabajo, su casa y su vida tranquila y


como quería llevarla.
Pero todo eso cambió el día que cumplió 31 años. En septiembre, a su
vuelta de vacaciones.

Blanca Prieto, era una chica bajita, preciosa, extrovertida. Tenía un


pelazo largo y moreno por la cintura, liso y unos ojos verdes, que
enamoraban. Era una chica graciosa con una sonrisa que derretía un
iceberg, tan pequeña como una muñequita…
Hablaba con todo el mundo, ya fuera en el autobús o con algún
extranjero que preguntaba por algún lugar. Sabía inglés a la perfección y
algo de italiano y alemán. Era una chica feliz por naturaleza. Vivía aún en
casa de sus padres. Sin embargo, su hermana Luz, ya se había casado y
divorciado y ahora vivía con un policía local de Sevilla.
A su hermana le duro el noviazgo once años y el matrimonio dos, pero
ahora estaba feliz.

Su madre, cuando tuvo a su hija Luz, no quiso tener más hijos, porque
tuvo una cesárea que fue horrible y sabía con certeza, que, si tenía otro
hijo, también le iban a hacer otra cesárea, pero su hermana Luz insistió
tanto que tuvieran otro y fue Blanca la que nació, también por cesárea.
Una niña radiante. Y siempre se llevaron bien las dos hermanas a pesar
de la diferencia de edad, casi nueve años. Tan solo discutían cuando una se
quitaba la ropa a otra, sin permiso.
Sus padres eran los dos funcionarios. Su padre era ingeniero y su
madre, profesora de literatura y le encantaba escribir.
Era una romántica empedernida y Blanca a pesar de su coraza
extrovertida, las dos hijas le salieron románticas. Su padre era más
racional, pero amaba a sus hijas por encima de todas las cosas. Cada vez
que abrían la boca, allí estaba el padre a ayudarle. Y la madre, Carmen,
disfrutaba comprándoles ropa, aunque tuviesen que ir a descambiarla, pero
disfrutaba con ello.
Le encantaba la Navidad y ponía un Belén todas las Navidades y un
árbol que eran envidiados.
En la mesa no le cabían a su madre más figuras, porque era una
enamorada de la Navidad y a sus hijas les pasó el amor por esas fiestas.
Entre otras cosas.
Vivían en una gran casa en Triana con un gran patio de flores que era
otra de las cosas de las que su madre estaba enamorada. Decía que era su
rincón de oxígeno.
Su hermana Luz era ingeniera como su padre, sin embargo, Blanca,
quiso hacer arquitectura. Carrera que terminó con casi 23 años máster
incluido.
Y estuvo un año trabajando en un estudio de arquitectura americano,
que había conseguido un concurso para hacer unas grandes obras en el
puerto de Sevilla.
Cuando llevaba un año y había cumplido los 24 años, su jefe le propuso
ir a Manhattan y trabajar allí y a cambio se traería un especialista en
puertos de Manhattan. A ella no querían despedirla porque era innovadora
y tenía ideas buenas, pero les sería más útil allí, además hablaba dos
idiomas y se defendía en otros dos.
Cuando se lo propusieron, fue la chica más feliz del mundo. Era joven,
era independiente y estaba más feliz que en toda su vida.
Ahora había que convencer a sus padres de que la dejaran irse, aunque
ya tenía 24 años.
Tras muchas conversaciones, los padres no tuvieron más remedio que
ceder, pero el nido se quedaba vacío ya que ella vivía en casa aún. Estaba
ahorrando para irse a vivir a un piso pequeño, pero ese dinero lo tenía
guardado, unos 20.000 euros.
En España ganaba 1.600 euros, pero en Manhattan iba a ganar unos
8.000 dólares, claro que la vida era más cara.
Aun así, sus padres, le dieron 20.000 euros a cada hija, para no hacer
distinciones. Eran pudientes y ahora una lo necesitaba y la otra no iba a ser
menos.
Así que, tras las vacaciones de agosto, debía empezar a trabajar, en
septiembre en Manhattan.
Y tenía todos los datos a final de julio cuando tomó sus vacaciones, de
dónde estaba la empresa el nombre, el mismo, la dirección…
Y pensó irse en agosto, el mes que tenía vacaciones para alquilar un
apartamento y tener todo listo para trabajar en septiembre.

Así que sacó pasaporte, un par de maletas, los euros cambiados a


dólares y un apartamento en Manhattan vacacional a través de Airbnb por
una semana, esperaba encontrar un apartamento pequeño cerca del trabajo
que fuera una buena zona. Llevaba su contrato de trabajo, porque estaba ya
en plantilla, solo que le debían modificar el traslado y la nómina. Y
asignarle trabajo. Le dieron una serie de trabajos que ahora se estaban
realizando en la empresa para que les echara un vistazo. No obstante, el
jefe de allí ya le asignaría un compañero o un trabajo individual.

Y el cinco de agosto, con unos nervios a flor de piel tomaba el avión


rumbo a la gran manzana. Su madre se quedó emocionada llorando, que la
llamara cuando llagara que tuviese cuidado, que no hablara con todo el
mundo como aquí. Y su padre se decía a la madre que ya era mayor.
Cuando Blanca, llegó a Nueva York horas después, tomó un taxi y le
dijo la dirección al taxista. Este la dejó en un edificio en Manhattan, sacó
las maletas y le dio al portero su papel impreso que le daba acceso al
apartamento y este le dio la llave del apartamento. Así habían quedado.
Era un apartamento, pequeño de un dormitorio solamente. Estaba bien,
pero era enano y tuvo que hacerse a la idea de que allí no iba a encontrar
algo mucho más grande con su sueldo... Ya vería al día siguiente cuando
encontrara una inmobiliaria. De momento iba a darse una ducha en el
único baño que había y saldría a tomar algo. Luego dormiría hasta el día
siguiente.

Ni siquiera había deshecho las maletas. Cuando despertó al día


siguiente, salió a desayunar y mirar por la zona. Una vez que desayunó,
buscó en el plano la ubicación de la empresa y tras andar casi una hora la
encontró. Estaba bien lejos de su apartamento, a la vuelta iría en taxi, pero
al menos le gustó el sitio, era un lugar de negocios y había restaurantes.
Había pasado un centro comercial un supermercado, cafeterías, y algunos
lugares de copas. Le gustaba la zona.
Entró en uno de los edificios y le preguntó al portero si conocía alguna
inmobiliaria por la zona. Estaba buscando apartamento.
Este le preguntó que qué buscaba y ella le dijo que un apartamento
pequeño.
Le dijo que esperara e hizo una llamada telefónica. Si esperaba, en un
cuarto de hora había un agente allí.
Y mientras, se quedó hablando con el portero, se enteró de si la zona
era buena, tranquila, si era cara, y sí supo que estaba muy bien vivir allí en
esa avenida, se enteró de que había de todo y aunque no estaba en pleno
centro, era una zona tranquila.
Cuando llegó el agente, el portero se lo presentó.
Y ella le dijo que estaba en un apartamento vacacional, le indicó su
empresa con la mano, porque estaba justo al lado y el agente le dijo que en
se mismo edificio donde estaban podía tener algo para ella casi perfecto.
Blanca le dijo:
-Quiero dos dormitorios. Bueno uno y un despacho amplio, soy
arquitecta y necesito un despacho grande para meter una mesa de diseño y
despacho.
-Bueno, vamos ver… ¿Tiene coche?
-No de momento.
-Bueno, cundo tenga, si lo alquila, puede alquilar plaza de garaje
también. Me llama y lo solucionamos. Tenga mi tarjeta.
-De momento no tengo interés. Puedo ir en bus a todos lados.
-Está bien, vamos a ver… Tengo dos en este edificio.
Y se los enseñó.
-Este es uno, planta 15. Da a la avenida y tiene dos dormitorios
concepto abierto, se puede quitar un dormitorio. Tiene un baño en el
principal y un buen vestidor, y el otro dormitorio es grande también con
aseo fuera. El resto lo que ve, este pequeño armario es el cuarto de
lavadora y limpieza y el resto, el salón y la cocina y comedor para dos.
-No está mal, pero los muebles y la pintura…
-Sí, el otro es a estrenar, ahora se lo enseño. Este así tan cual, cuesta
3000 más 500 de comunidad, hay piscina y gym en los sótanos. Es gratis.
-¡Qué bien!
-Vamos al otro, planta 18. También da a la avenida. Está recién
reformado. El despacho no tiene muebles. Lo dejaron así, pero el resto es a
estrenar, muebles cortinas, cama, todo, hasta los utensilios de cocina. Los
suelos…
A ella le encantó.
-Tiene dos vestidores a los lados y dentro el baño, con bañera y ducha.
Y una cama extra, y me encanta esta cómoda alta y enorme de cajoncitos.
Y los colores.
-Sí, el dormitorio es muy grande y el aseo del salón, pequeño.
-No necesito más. Y el salón y la cocina me encantan. Son ideales.
-Sí, este es más pequeño tiene 70 metros cuadrados, pero le faltan los
muebles del despacho, pero da a la venida. Es maravilloso.
-Y grande para mí, -y ella ya ubicó el despacho.
-Y está recién pintado y limpio y mesa de comedor para cuatro, aunque
sea pequeña, dos sofás y mesita en la entrada.
-Me gustan todas las lámparas. ¿Y qué cuesta este?
-Igual que el otro.
-¿Y eso por qué?
-Tiene 10 metros cuadrados menos. Y una habitación sin muebles.
-No noto la diferencia de metros. Me quedo con este, si tiene el mismo
precio.
-Sí, señorita.
-¿Y cuándo puedo entrar? aunque tengo un apartamento vacacional
pagado por una semana.
-No importa, si nos da la fianza, paga la parte correspondiente de este
mes sin la semana que tiene pagada y puede entrar ya.
-¿En serio?
-Sí, y ya empieza a pagar en septiembre el mes entero.
-Estupendo.
-Necesito estos datos -Le dio una lista a Blanca. Y ella los miró.
-Los traigo en el bolso.
-Entonces hacemos ya el contrato.
-Claro.
-Pues vamos hacerlo. Se sentaron y ella firmó y le hizo una
transferencia y le dio la cuenta para las domiciliaciones de todo, luz, agua
comunidad, internet. Todo.
-Aquí tiene sus llaves, las de la entrada y las del buzón. En septiembre
le pasarán la siguiente y la diferencia de los gastos.
-Sí, gracias, estupendo.
Y se quedó en su apartamento. Mirándolo todo. Tenía ropa de todo y
estaba súper limpio, ni una gota de polvo y tres cerraduras de seguridad.
Iba a ir a su apartamento, llamar a ver si le devolvían el dinero, si se lo
devolvían bien si no, ya se lo habían descontado, pero si podía... Tenía que
comprar comida, limpieza y el despacho entero. Solo tenía el pc, y era una
gran lista.
Tuvo suerte, le devolvieron 200 dólares, al menos para la compra tenía.
Tomó un taxi, las maletas de nuevo y el bolso y le dejó las llaves al
portero con una firma de que se iba.
Lo primero que hizo, cuando llegó a su nuevo apartamento, fue llamar
casa, mandarles fotos del apartamento y sus padres estaban encantados y
ella más porque iba a tener libres si gastaba poco, unos 2500 a 3000
dólares si descontaba gastos. Era una buena suma. E iba a ahorrar. Si podía
más aún.
CAPÍTULO DOS

Cinco días después, tenía su apartamento listo. Había puesto un


despacho de dulce, completo como un profesional. Con sus dos mesas que
daban a la ventana, la de despacho y la de diseñar, sus sillas, armarios y
fax e impresora, materiales que no le faltaba de nada.
Tenía su frigorífico lleno y le quedaban 15 días para entrar al trabajo.
Así que iba a descansar que eran sus vacaciones, leer y ver los trabajos por
internet que estaba realizando y que le había dicho el jefe que llevaban en
Nueva York.
Iba por las mañanas a la piscina y hacia bicicleta en el gym, después
salía a desayunar e iba casi todos los días a ver algo importante de la
ciudad, luego comía algo por ahí y las tardes se daba una ducha y se
quedaba dormida y cansada en el sofá.
Por las tardes leía algo o veía la tele y así pasaron las dos semanas en
las que ella ya controlaba toda la zona, el autobús para ir al parque… Y
era feliz, pero estaba deseando entrar al trabajo y conocer a los
compañeros. Y socializar un poco. Porque solo hablaba con su hermana,
sus padres, sus amigas y el portero. O algunas personas conocidas de la
piscina.

El uno de septiembre entraba por la puerta de su empresa a las siete de


la mañana. Su horario era de siete a tres o cuatro, dependía, incluso a
veces, le dijeron en recursos humanos que si tenía que ir a la obra más
horas, pero fichaban y se las pagaban aparte. A ella le pareció perfecto.
Después pasó por el despacho del director, al que saludó y estaba al
tanto de que venía de España y se incorporaba en Manhattan.
-¡Hola Blanca! Qué tal, le dijo el director, el señor Velasco, un señor
alto de unos 50 años en un gran despacho amplio al que le hicieron pasar.
- ¡Hola, señor Velasco! -Saludó ella pensando que tenía ascendencia
latina al menos por el apellido y los rasgos.
-Pase y siéntese un momento, tenemos que hablar.
-Sí señor.
-Sé que has trabajado en España en equipo, en nuestras oficinas de
Sevilla.
-Sí, señor. Así es.
-¿Nunca has hecho ningún trabajo sola?
-No, ninguno en el año que trabajé allí. Eran trabajos demasiado
enormes.
-Pero serías capaz…
-Por supuesto.
-Muy bien, si no tienes coche aún, en el garaje tenemos coches de la
empresa.
-¡Ah bien, gracias!
-¿Tienes carnet?
-Sí, por supuesto. Pero aún no me ha dado tiempo de comprar uno. -
Mintió ella y sabía que debía comprarse uno lo antes posible.
-Bien, aunque a veces hagas trabajos en solitario tendrás también que
realizar algunos en equipo. Para empezar, te he asignado a uno de
nuestros mejores arquitectos, West Amder, con él aprenderás mucho, lleva
ya unos años con nosotros y es de los mejores que tenemos, por eso, te he
asignado el mismo despacho y te he preparado tus mesas. Es el despacho
más grande, pero allí estaréis los dos bien. De momento vas a trabajar con
él en un pedido de unas casas victorianas en Nueva Jersey. Está a una hora
y media de aquí, pero son un grupo de casas. 50, en una urbanización que
vamos a restaurar. Por si no lo sabes está a casi dos horas de aquí, pero irás
con West a diario y quiero planos y cambios en las casas. Es una
urbanización entera y vieja y la vamos a modernizar, incluso le voy a
hacer un parque, asfaltar y ajardinar las entradas y los patios. Vamos a
dejarlas como nuevas. Tienen tres dormitorios y dos baños arriba, y vamos
a modificar la estructura.
Toda la información la tienes en tu mesa. Voy a presentarte a West,
seguro está viendo los planos, o leyendo toda la información y quiero que
entre los dos unáis vuestras ideas y me las presentéis en un par de semanas
a lo sumo. Tendréis que ir allí, las llaves están en vuestra oficina, de todas
las casas señalizadas y el plano de la finca.
-¿Te gusta?
-Me encanta la idea.
-Muy bien, creo que trabajaremos bien juntos.
-Vamos a ver a West y te lo presento.

Y entró taconeando con su falda por media pierna y su camisa preciosa


y con dos botones desabrochados.
Y cuando entró a su despacho, le encantó. Lo primero que vio, fueron
dos espacios definidos, iguales. Uno ocupado ya por un hombre moreno y
gigante, de ojos negros penetrantes y guapo como él solo, con un cuerpo
de mírame y no me toques, pero a ella le dio ganas de tocarlo entero.
Cundo se levantó para saludarla, se sintió una hormiga, incluso con los
tacones altos, apenas le llegaba por los hombros.
-¡Hola West! -Dijo el señor Velasco
-¡Hola señor Velasco!
-Habrás visto que hemos doblado tu despacho.
-Sí, lo he visto esta mañana, al llegar.
-Vas a tener una compañera, a veces, otras trabajareis
independientemente, pero este trabajo quiero que lo hagáis juntos, son 50
casas. Es Blanca Prieto y viene de España y recomendada por mi socio de
Sevilla, donde estamos haciendo el trabajo del puerto.
Y West le dio la mano grande y ella metió su manita en la de aquél
hombre y sintió calor recorriéndole el brazo hacía arriba, y se puso
colorada, lo que no le pasó desapercibido a West.
-Ya que os he presentado, podéis estudiar el proyecto, juntos y mañana
ir a allí y ver la zona y la urbanización in situ. ¿Os parece bien?
-Sí, por supuesto, dijeron ambos,
-Bueno, tú ya sabes cómo va esto West, si tienes que explicarle algo a
Blanca, la ayudas.
Pero West estaba acostumbrado a trabajar solo y le había jodido llegar
de vacaciones y encontrarse su gran despacho con otro igual a éste, pero la
empresa no era suya y había que obedecer.
Cuando vio a esa pequeña hormiga, tuvo ganas de aplastarla. Aunque
era una mujer guapa, no le gustó nada, nada de nada. No y como la mujer
que no era su tipo, sino que no le gustó la forma de vestir, no quería
distracciones, la falda demasiado corta y la blusa demasiado escotada,
pintada y con el pelo suelto, y un perfume fresco y deseable.
Y cuando fue a sentarse Blanca a su sillón, West le dijo con desdén:
-Espero que no vayas así vestida mañana a la urbanización.
-No, iré vestida de noche. -Le soltó con una gran sonrisa que él se la
hubiese quitado de la cara.
-Bueno, tú me dirás cómo trabajamos, siento haber ocupado tu espacio,
pero aquí soy una arquitecta como tú. Espero que sepas llevarlo bien, -Le
dijo Blanca que no se cortaba un pelo.
Y West apretó la mandíbula.
-Mejor nos llevamos bien West. Estaremos años de compañeros. Siento
que ahora no trabajes solo, pero alguna vez tendremos un respiro los dos.
-Aún no te he dicho nada.
-Está bien. ¿A qué hora vamos mañana?
-A las siete cuando entremos nos llevamos los planos y vamos en una
de las camionetas de la empresa.
-Perfecto, porque aún no tengo coche.
-Y miramos hoy los planos de las casas.
-Si quieres…
Y ella se llevó su sillón a la mesa de West.
Este estaba anonadado, esa pequeña era un ciclón. Olía mejor que bien,
pero no la quería.
-Miramos primero las casas cómo son y qué le podemos hacer -Dijo
Blanca.
-Como mande la señorita -Y ella le sonrió cerca, mientras él miraba
dentro de su blusa un sujetador negro de encaje, que cómo se acercara
demasiado podría verle hasta los pezones, ¡joder!
-La urbanización es a lo largo, con casas a un lado y a otro y una
carretera, que ya no es tal en el centro, 25 casas a cada lado. Hay dos
clases de casas, una a la izquierda y otra a la derecha de distinto tamaño.
-A ver -dijo ella cercándose más sin ser consciente de ello.
-Eso es… Es una urbanización enorme.
-El patio es grande, vamos a poner piscina.
-¿Les vamos a poner una piscina a todas?
-Al final del patio.
-O unos metros antes, me parece mejor a mi -dijo Blanca.
-Sí, será mejor como tú dices.
-Y le podemos poner una pequeña cascada con piedras -dibujaba ella
mientras hacían el patio, con flores alrededor, -La piscina podemos
cerrarla por si haya niños.
-Bien pensado, patio y césped -Dijo West.
-Sí, tres partes el patio, con un lavadero, cuarto de limpieza y aquí una
pequeña estancia para los utensilios de la piscina, y este hueco un aseo que
dé al salón. Pequeño y suficiente.
-Eso mismo he pensado yo.
-¿En el salón tiramos paredes y dejamos concepto abierto?
-Por supuesto, si no, nadie las comprará -Decía West. Al parecer tenían
la misma idea.
-¿Esto es un muro de carga? Estas casas victorianas están muy
compartimentadas y los sótanos dan miedo. -Y fue la primera vez que vio
sonreír a ese gigante guapo.
-Sí, exacto.
-Pondremos una viga, que sujete la parte alta.
-Sí señorita.
-Todo abierto, si quitamos estas paredes, cocina, una pequeña despensa.
¿Tiene sótanos?
-Sí señorita, todas las casas.
-Llámame Blanca.
-Es esa puerta de la cocina.
-El garaje.
-El garaje Blanca es de dos plazas y es independiente.
-Mejor.
-¿Mejor por qué?
-Por los humos, a mí me gustan independientes, ¿Y a ti?
-Pero se puede entrar directamente por la casa.
-Yo los prefiero independientes por seguridad.
-Tendremos que echarlo a suertes.
-Está bien, ya veremos.
Diseñaron la parte de abajo, la cocina con isla, y las escaleras, un
despacho que daba a unos de los ventanales de la calle, la parte de arriba
con una suite y otras dos habitaciones con armario empotrado y otro baño
para compartir. No había más espacio.
-Es mejor independiente el baño, que no dé a ninguna de las
habitaciones.
-En eso estamos de acuerdo. Es un ahorro de puertas.
-Además es doble.
-Nos queda el sótano.
-Cuarto de caldera, y eléctrico, un baño con ducha pequeño. Y un gran
salón familiar, parte para juegos, parte para ver la tele. -Dijo West.
-Podemos hacer sótanos diferentes… -apuntó Blanca.
-Como por ejemplo...
-Ese que tú dices West uno. Otro igual pero una zona de juegos para
niños.
-¿Y la otra?
-La otra una habitación de invitados con un pequeño saloncito y su
baño.
-No estaría mal.
-Sí, así no serían todos iguales. Si luego se decoran diferentes…
-Tienes buenas ideas pequeña.
-Gracias. Cuando terminemos las casas, veremos el paisajismo y el
parque. Hay que verlo allí.
-Me parece estupendo.
-¿Te caigo ya mejor?
-Ni por un segundo. -Y ella se reía.
Cuando acabaron de mirar por encima todo era la hora de comer.
Habían pasado horas sin darse cuenta y solo habían mirado las ideas para
las casas.
Ese gigante olía tan bien…
-¿Vienes a tomar algo? -Le dijo West.
-Sí, no sabía si podíamos traernos comida al trabajo.
-Hay una sala con microondas y máquinas.
-Ah, pues mañana me traigo comida.
- Mañana no puedes, estaremos fuera todo el día.
-Es verdad, bueno, cuando pueda.
-Bueno, venga, te invito hoy por ser nueva. Y te enseño la sala de
comida.
-Gracias. Te caigo mal, te he ocupado tu despacho y me invitas…
-Soy un caballero, nada tiene que ver.
-Gracias West. De verdad, no quiero que te sientas mal por mi culpa.
-No me sentiré, tienes buenas ideas.
-¿De verdad? -dijo ilusionada.
-De verdad.
-Pues acepto comer contigo. Y salieron fuera.
Entraron a una cafetería, y pidieron un plato combinado.
-¡Está bueno! -dijo Blanca.
-¿Es mejor la comida aquí que en Sevilla?
-Ni de lejos. Allí la hacemos con aceite de oliva y se nota la diferencia.
-¿Por qué has pedido venirte aquí?
-Yo, no lo pedí, West, me lo ofrecieron como única alternativa, por las
obras que se hacen en el puerto de Sevilla y se han llevado a un arquitecto
experto.
-Sí lo sé.
-Bueno, me dijeron que no querían prescindir de mí y me lo ofrecieron.
-¿Y dónde vives?
-Casi al lado, dos edificios más abajo. Tengo un apartamento alquilado
de un dormitorio y un gran despacho. Me encanta, es coqueto y pequeño,
estaba recién pintado y reformado. ¿Y tú?
-Tengo un apartamento a quince minutos, de tres dormitorios.
-¿Es tuyo?
-Sí, me lo regalaron mis padres cuando me independicé.
-¿Con muebles y todo? -Se sorprendió ella.
-Sí, y a mis dos hermanos también. Mi hermano gemelo vive en mi
edificio.
-¿Tienes un hermano gemelo?
-Exacto, John.
-Eres un ricachón -y le sonrió.
-Yo no, mis padres sí tenían dos ranchos y los vendieron.
-¿Y se vinieron aquí a estas moles?
-Mi padre es chef y tienen una cafetería.
-¡Ah!, eso es otra cosa.
-¿Qué edad tienes Blanca?
-24 años ¿Y tú?
-31.
-¿Estás casado?
-No, ni tengo novia, supongo que si te has venido tú tampoco.
-No, tampoco. No me hubiese venido, pero me gusta esta ciudad. Nada
que ver con Sevilla. Pero está bien.
-Todo el mundo quiere venirse aquí.
-Sí, pero es un caos por las mañanas.
-Por las mañanas y por las tardes.
-Sí. -Dijo riendo. -¿Entonces mañana vamos a ver la urbanización?
-Sí, creo que vendremos tarde, vamos a medir las casas. En eso
tardaremos unos días, porque creo que las de un lado tienen más metros
cuadrados que las otras. Y comprobar que son todas iguales. Y vamos a
ver la calle, los jardines y el parque y diseñar algo por encima y medir
bien.
-¿Todo eso en un día?
-No mujer, en una semana al menos, la otra la trabajamos en el estudio,
tenemos que presentar planos realistas y perfectos, ya sabes y pedir
permisos, hablar con el contratista y presentar un presupuesto y estar al
tanto de la obra. Mientras los obreros trabajan iremos una vez cada dos
semanas a ver las obras cómo van. Mientras nos darán otro trabajo. Pero
estaremos al tanto hasta estar acabado todo, listo para vender. Tenemos
una inmobiliaria y decoradoras. No sé cómo los venderán, si decorados o
sin decorar. Esta urbanización se compró en una subasta.
-¿Sí?
-Sí, señorita. A un banco.
-¡Ah estupendo! ¿Te gusta trabajar solo?
-Sí, la verdad.
-Bueno espero no ser un obstáculo para ti. A mí nadie me ha dado un
trabajo para mí sola, siempre lo he hecho con otro, pero tengo ganas de
que me den un trabajo que pueda llevar yo sola.
-Estoy deseando comprobar eso.
-¿No confías en mí? Tú fuiste joven también.
-Acaso me ves cara de viejo…
-No quería decir eso, ya lo sabes.
-Sí. Lo sé. ¿Postre?
-No, gracias, café, sí.
-Pues café para dos.
Y la tarde la dedicaron a hacer diversos diseños a mano alzada del
parque.

Cuando salió del trabajo, estaba agotada y no había hecho nada, ese
primer día, ese gigante le había robado la energía, menudo tipazo. Y olía
mejor que bien, un traje impecable. La camisa se le pegaba a los músculos
como ella se pegaría a ese cuerpo hecho para el pecado. Ganas tenía de
verlo vestido informal. Y en cuanto a su ropa, ella vestía así, si no le
gustaba, allá él, solo iría con camiseta, zapatillas y vaqueros a la obra.
Nada más,
Tenía la sensación de que había sido educado, nada más, pero no sólo
era que no le gustaba trabajar en equipo, es que ella no le gustó, por alguna
razón que no llegaba a comprender. Y no de la manera de tener pareja, no
hacía falta, sino como persona, y ella era buena persona. Bueno allá él.
Ojalá terminaran pronto las casas y le dieran un trabajo a ella sola, aunque
estuviese en su despacho, iba a hablar lo menos posible.
Con lo bueno que estaba, si fuese más extrovertido sería todo un
partidazo, estaba tan bueno… Y miraba como de lado, profundo a los ojos.
Pero salió contenta, tampoco era tan radical en el trabajo y le habían
gustado sus ideas. De todas formas eran casi las suyas, por esa razón
estaban de acuerdo en todas las ideas.

Tenía que mirar su cuenta y comprarse un coche a la voz de ya. Era


imprescindible, uno que fuese coche y todoterreno, no demasiado grande.
Y miró su cuenta. Después de comprar el despacho, un seguro de salud
que era imprescindible, y que había estrenado con un ginecólogo y le pidió
pastillas anticonceptivas cuando estaba de vacaciones, le quedaban unos
38.000 dólares. Así que tal cuando iba a ducharse, lo dejó y llamó a la
agencia para alquilar una plaza de garaje y le dieron una, y se la pasaron a
la cuenta y se la pasarían todos los meses.
Le dieron el número y se fue a comprarse un coche. Cogió un taxi y
cuando volvió venía en su coche nuevo, blanco, un Ford eco sport. Era
precioso, podía servirle para viajar y para ir a las obras. Eso de no tener
marchas le encantaba.
Era su coche ideal, pero su cuenta bajó a 25.000 dólares. Ya no se
permitiría nada más, hasta Navidad, haber ahorrado algo... Aun así, no
estaba nada mal, pero debía ir midiendo el dinero, hasta saber qué gastaba
mensualmente, ella anotaba todo para llevar sus cuentas, Cada dólar que
gastaba.
Se duchó e hizo algo frugal de cena, ya que comería fuera una semana,
y no iba a dejar que la invitara West, pero cuando estuviesen en el
despacho, se llevaría comida para ahorrar.

Cuando West, salió del trabajo, iba con un mal sabor de boca. Siempre
había sido feliz en su trabajo, había hecho por la empresa más de lo que se
pedía y ahora le colocaban a una enana, que parecía una hormiga de un
lado para otro con su minifalda y sus escotes, era guapa, sí, pero fuera del
trabajo. Estaba acostumbrado a trabajar solo. La chica hacía todo lo que
podía y era simpática y extrovertida y no era tonta para nada. Sino
bastante inteligente y aportaba ideas buenas. En eso estaba de acuerdo,
pero tenerla todo el día con su olor en la nariz…
Bueno, esperaba que pasara pronto ese tiempo de las casas victorianas y
le dieran un trabajo a solas.
Cuando llegó a casa se dio una ducha y antes de cenar lo que la chica,
Loren que la tenía contratada un par de horas al día para la casa y la cena,
le había dejado, llamó a su madre,
-¡Hola mamá!
-¿Qué tal West hijo?, ¿cómo has pasado las vacaciones?
-Para eso os llamo, para ver cómo las habéis pasado vosotros.
-Bueno, hemos venido hace una semana, hemos pintado el local, ya
sabes que pintamos todos los años y limpiamos. Así que hoy ha sido un
buen día, ¿Y tú cómo estás?
-He ido a California. A la playa.
-¿Un mes entero?
-Pasé por San Francisco unos días. Y el resto en casa.
-¿Querías playa?
-Sí, necesitaba un descanso ¿Y vosotros?
-Hemos ido a Florida, donde van los viejos. -Y se reía -Tu padre quería
playa este año.
¿Te pasa algo hijo?, estás serio.
-Sí, me pasa.
-A ver cuéntame.
-Han ocupado mi despacho nada más venir de vacaciones.
-¿Cómo es eso?
-Me han puesto un compañero, como es enorme…
-Bueno hijo, si necesitan más personal, tendrán que hacerlo. ¿Es que no
te gusta?
-No, no me gusta, estoy acostumbrado a hacer el trabajo solo y encima
voy a hacer un trabajo en equipo.
-Porque no sabes trabajar en equipo. Es hora de hacerlo, no siempre lo
harás solo a no ser que formes tu propio despacho.
-Ya, pero es una chica para colmo.
-¿En serio? ¿Y qué problema tienes?
-Sí, de Sevilla, española, una enana extrovertida y graciosa.
Y la madre se partía de risa al otro lado de la línea.
-Esa es la tuya, hijo, llenaremos esto de andaluces, faltabas tú.
-Ni de coña, es una enana.
-Como tu madre, así que ni te rías de eso.
-Es distinto, tú eres mi madre. Es una chica buena, es trabajadora, pero
no me gusta.
-Pero por qué, es una trabajadora como tú, tendrás que aprender a
trabajar en equipo y en solitario, eso ya sabes. Y quizá sea bueno y es una
experiencia más.
-¡Joder mamá! cómo viste…
-¿Cómo viste?
-Faldas demasiado cortas y blusas con escote. Tacones altos. Es una
niña, tiene 24 años.
La madre se reía.
-Mejor para ti, así te animas y trabajas más ágil.
-Mamá por Dios, es serio. Entre el perfume, y su ropa los tacones…
-Bueno, pero ya verás como cuando vaya a la obra, vestirá como se
debe.
-Eso espero.
-¿Está sola en el país?
-Sí, ha venido sola pero no pienses ya en acoger a todo gato herido, que
te conozco.
-Pobrecita, pórtate bien con ella hijo. Ten en cuenta, que es su primer
día, que es un trabajo nuevo, que está sola. Se empático. Acuérdate cuando
entraste tú.
-Siempre tienes palabras para todo.
-Y porque no te oye tu padre, si no te ibas a enterar.
-Mejor no se lo digas que luego me canta las cuarenta.
-Bueno hijo, pero sé bueno. Tengo unos hijos maravillosos, y que
ayudan a las personas, no seas brusco.
-Está bien, tienes razón.
-Como siempre mi niño.
-Tu niño ya tiene 31 años.
-Con más razón. Eres un buen chico, si fuese John ya se la habría
ligado.
Y se reían.
-Menos mal que no lo es.
-Por eso, sé bueno y no te preocupes, trabajar en equipo es bueno y si la
chica es guapa y trabajadora y simpática mejor ¿no? Imagina que te meten
un listillo…
-Es una listilla.
-Vamos no será para tanto. Eres un exagerado.
-En fin, ¿estáis bien?
-Sí cariño,
-Pasaré el fin de semana a comer algo.
-Invítala a tomar algo el sábado.
-Ni lo sueñes.
-Como tu compañera, dile que tu madre es de Marbella y tus cuñadas de
Marbella y Cádiz y verás.
-Que no mamá.
-Como compañera de trabajo, quiero conocerla. No seas tan cerrado.
-Ya veré.
-Bueno, os esperamos. Seguro que está sola y le encantará.
-Ya veremos te digo. Un beso a los dos, os veo.
-Adiós hijo te quiero…
-Y yo a ti.

Su madre no perdía la ocasión en cuanto oía hablar de mujeres ya


estaba alerta, sus hermanos Alex estaba casado y John se había
comprometido, y quedaba él y estaban deseando, pero él no estaba por la
labor. Vivía muy tranquilo. Tenía una vida estructurada y no deseaba
modificarla. Además había salido con su hermano y no le gustaban las
mujeres que había conocido, aunque se había acostado, por supuesto,
cuando quería sexo, sabía dónde ir.
CAPÍTULO TRES

Al día siguiente, entró en el trabajo con unos vaqueros que le quedaban


como un guante, una camiseta azul con tirantes escotada, una cola alta y
un maquillaje ligero, pues hacía un calor aún y unas botas de trabajo
marrones, su bolso de trabajo y saludó a West que ya había llegado. Ella
era puntual, pero ese tipo llegaba diez minutos antes.
-¡Hola West!
-¡Hola Blanca! ¿Lista?
-Lista para irnos.
-¿Llevas dónde anotar?
-Sí, llevo mi tableta y una carpeta de arquitectura, otra normal, para
anotar también, ¿Y tú?
-Lo mismo, vamos a pasar antes para llevarnos las herramientas.
-Vamos, -y ella lo siguió a un cuarto donde había herramientas,
medidores. Y lo que necesitaban.
-Cuando necesites y tengas trabajo tú sola, aquí están las cajas, pides y
lo anotas aquí con el día y la hora, -le señaló un tablón, luego lo borras
cuando lo entregues. Nos llevamos dos, uno para cada uno.
-Perfecto
-¿Cuál es tu apellido?
-Prieto, deja yo lo anoto.
-Bien, vamos a tomar una camioneta del trabajo, están en los sótanos,
hay tres.
-Vale, la vamos a solicitar en recepción y que nos den la llave,
ahorramos nuestra gasolina. Y hoy seguro que nos llevamos unas horas
extras, esta semana, al fichar, al volver sobre todo.
-¡Qué bien, me hace falta!
Y West la miró, no debía tener mucho dinero. Por la ilusión que le
hacía.
-¿Has desayunado?
-Sí.
-Luego tomamos algo por la zona a media mañana.
Y bajaron al parking y él cogió una de las camionetas, dejaron las
herramientas atrás y ella se sentó al lado. Y tomaron camino de Nueva
Jersey.

-Vas muy callada -Le dijo West.


-No quiero molestarte.
-No me molesta que hables -la miraba y veía más escote del necesario.
Tenía unos pechos turgentes y duros que asomaban por la camiseta. No
eran ni demasiado grandes ni pequeños. Eran joder… No sabía cuánto
tiempo iba a aguantar con esa mujer. Odiaba la ropa que se ponía.

-¿Saliste con chicos en Sevilla?


-Vaya, de momento te interesa mi vida sexual.
-Por sacar conversación.
-No, No he tenido novios, solo amigos -y pensó que serían amigos con
derecho a roce.
-¿No has salido con nadie? Novio, novios… Nada.
-No, con nadie ¿Y tú?
-Tampoco.
-¿Con 31 años no has salido ni un par de meses con ninguna chica?
-He salido con chicas pero nada de un par de meses.
-Eres de los que sale una noche y aquí te pillo y aquí te mato -Y West
rio con ganas por primera vez.
-¡Menuda expresión!
-Bueno, en Sevilla es normal.
-No, mujer, es que me gusta tener una vida tranquila, tengo una vida
estructurada, mi trabajo, ejercicio, leo, trabajo en casa, voy a ver a mis
padres y me gusta el orden y si necesito sexo, sé dónde ir.
-Vas a tenerme que dar la dirección esa.
-¿Y eso?
-Pues llevo casi un mes, si es un sitio bueno, puedo ir a buscar sexo
como tú. Si es recomendable claro.
-Es caro -le dijo él.
-No me importa, seguro que algún chico puede pagarme una copa, si no,
yo me la pago, no necesito que me paguen nada.
-¿La quieres de verdad?
-Pues claro, lo digo en serio.
-Te la daré, anota en el móvil.
Y ella sacó el móvil y anotó la dirección y el nombre.
-Es gente…
-Es gente de pasta.
-Lo que necesito, no por la pasta, sino porque me gustan los hombres
formales, y de nivel cultural alto, más que yo.
-Vaya, quién lo diría con esa ropa…
Y ella rio.
-Vamos al campo West. Pero cuando salgo, soy otra.
-Ya he visto parte.
-¿No te gusta mi forma de vestir?
-Digamos que es demasiado para mi gusto.
-¿Quieres que me ponga traje para el trabajo?
-No estaría mal.
-Soy joven y no hay reglas ni uniforme en el trabajo.
-No, mala suerte.
-¿Eres un viejo conservador?
-Para nada.
-Entonces, no mires. Yo no miro tus trajes abrochados hasta el cuello
con la corbata, Don elegante.
-No llevo traje hoy.
-Estás bien así, camiseta y pantalones caquis de bolsillos, te quedan
bien, pareces más joven y todo, lo que pasa es que no te gusto como
persona, he invadido tu espacio y lo siento, pero somos iguales en el
trabajo. Acostúmbrate.
-Me acostumbraré. ¿Qué haces el sábado?
-Ir a ese local que me he anotado.
-Me refiero al mediodía.
-Pues quizá salga a comer.
-Te invito a la cafetería de mis padres.
-¿En serio? no me lo puedo creer, ¿me estás invitando?
-Sí, mi madre es de Marbella, mi hermano mayor también, mi cuñada
de Marbella y la prometida de mi gemelo de Cádiz, todas enanas como tú.
Ella se reía…
-¡Qué bueno!… Iré, quiero conocer a tu madre.
-Ha sido idea suya, pero no te hagas ideas equivocadas.
-De qué…
-De que salimos o algo.
-No se me ocurriría, no eres mi tipo, ni yo el tuyo, no me gustas como
pareja. Saldré por la noche, pero acepto la invitación.
¿Que no le gustaba como pareja?, pero qué se creía esa enana, a él sí
que no le gustaba nada.
-¿Entonces quedamos?
-Sí, claro.
-Me das tu dirección y voy a buscarte si quieres… Todo es cosa de mi
madre, recoge a todo bicho herido por la calle Tengo ganas de ver dónde
vives.
-¡Qué curioso!
-Dos edificios más abajo de la empresa, en el 18 A. tengo vistas a la
avenida.
-Luego tomamos café en el mío y te lo enseño
-Tengo ganas de ver ese apartamento estructurado.
-Muy graciosa. -bueno ya casi estamos.

Y cuando llegaron la urbanización se bajaron. Estaban solos.


-¡Dios esto puede quedar maravilloso! Me encantan las casas.
-No te fíes, son antiguas, puede salir algún bicho de ellas.
-Pareces un portero.
-Sí, vamos a ver la primera, te enseño qué hacer y luego vamos a cada
una.
-Tú puedes ir a la parte de la izquierda.
-Bien, no me importa.
-Estas son las 25 llaves.
Y se las dio. Esas son más pequeñas, aunque tienen lo mismo, todo es
más pequeño.
-Bueno, Vamos allá.
Y estuvieron casi una hora en la primera casa, midiendo, mirando,
señalando paredes para tirar, mirando fontanería y electricidad, los
sótanos, tomando medidas y notas.
Aquí toma las medidas y aquí en esta parte el estado de todo, ¿Vale?
-Vale.
-Pues vete a las casas de arriba, esta está acabada.
-Ponle el nombre, están en las puertas.
-Perfecto. Está bien.
Y ella se fue a su parte y él a la suya.
Al cabo de cuatro horas ella había mirado tres casas y él otras tres más
la que habían visto al principio. Cuando West terminó, llamó donde ella
estaba.
-Estoy en el sótano, acabando.
-Vamos a comer algo y volvemos hasta que haya luz.
-Vale subo.
-Dios cuánto polvo, sacudiéndose los pantalones.
-¿Has acabado esta?
-Sí.
-Vamos a tomar algo, lo que nos dé tiempo esta tarde y si no, mañana.
-Bien.

Al final del viernes habían acabado con las casas.


La semana siguiente irían un par de días o tres a ver los alrededores, los
jardines de entrada y el parque y ya empezarían a hacer planos para
presentar al ayuntamiento, al contratista y empezar otro proyecto, pero al
menos tendrían todo ese mes de septiembre en ello, luego el contratista
junto con ellos elegirían los materiales. Al menos hasta el 5 de octubre no
estaría listo todo para el contratista y los albañiles.

El viernes, cuando se despidieron y ficharon, ella supo que iba a


ganarse unas horas extras esa semana, pues casi llegaban de noche y
muerta.
-Vengo a por ti a la una.
-Vale, estaré preparada.
-Estupendo. Vengo a por ti, espero que te guste la comida de mi padre.
-Seguro que sí.
-Ese viernes, se dio un baño y calló a plomo con solo una ensalada.
Estaba muerta, y le dolía todo el cuerpo de agacharse y levantarse.

El sábado se levantó temprano, le dio al apartamento un repaso y fue a


la compra.
Luego descansó un rato, se dio una ducha y pensó qué ponerse.
Sus tacones y un vestido corto y con algo de vuelo, por encima de las
rodillas, el pelo suelto recogió atrás y maquillada. Su bolso y ya estaba
lista.
Estaba nerviosa, jamás se esperaría que West la invitara a comer. En la
vida, con lo mal que ella le caía…
Esa semana de trabajo habían intercambiado algunas conversaciones a
la ida y vuelta a Nueva Jersey y en la comida, que tenían que salir del
barrio al sitio más cercano.
Ella se portó muy simpática y risueña con él, que reía poco, la verdad,
pero en el fondo le hacía gracia. Llevaba varios vaqueros, pero las
camisetas eran todas del mismo tipo, de diversos colores.
Si West soñaba era con sus pechos, se los conocía al dedillo, ¡Dios!, que
insufrible mujer, siempre riendo, optimista, eso sí, trabajaba como nadie y
no se quedaba atrás, no le pedía ayuda por más que le ofrecía. Y cuando le
preguntaba algo, él desde su altura, miraba sus pechos. Debía reconocer
que su ropa interior era de encaje toda y bonita.
Tenía que acostumbrarse, se dijo mientras iba a su casa a buscarla para
ir a comer a la cafetería de sus padres. No les había dicho nada, sería una
sorpresa.
Cuando llamó a su puerta, Blanca ya estaba vestida, linda y preciosa
con ese vestidillo, que él le arrancaría… ¿Pero, en qué estaba pensando?
Ni por un segundo.
Ella le ofreció una de sus mejores sonrisas y lo hizo pasar.
-Entra West.
-Te voy a enseñar mi casa enana para una enana -y le sonreía. -Tampoco
soy tan enana, es que tú eres demasiado alto.
-Somos altos en mi familia.
-¿Todos?
-Menos las mujeres, todas son como tú.
-¿De verdad? -y se echó a reír -no me lo creo.
-Créelo.
-Anda ven, mira este es el salón y la cocina con una península y dos
taburetes, me sobra uno -y se reía, el comedor por cuatro, es pequeñito.
-Es coqueto.
Era coqueto y limpísimo y muy ordenado, la estantería estaba llena de
libros y algunos objetos vintage.
-Este es el aseo, pequeño. Lo suficiente.
-Suficiente y este es mi despacho, ¿Verdad que es precioso?
-Me encanta, tiene mucha luz.
-Sí, tengo dos mesas y de todo. No venía con el apartamento, lo compré
yo, así como un coche por si acaso.
-Y este es mi dormitorio. Tiene un gran vestidor y un baño completo,
no muy grande todo
-Es perfecto para ti, no tiene una cama demasiado grande.
-Sí, se rio ella, pensarían en alguien grande cuando lo decoraron.
-¡Que es bonita la cómoda! Me encantan las cómodas altas con muchos
cajoncitos pequeños arriba para las pulseras y anillos.
-Sí, es bonita…
-¿Qué te parece entonces?
-Es bonito.
-Tengo abajo piscina, y un gimnasio, pero esta semana no he tenido
tiempo de ir a la piscina que es lo que más me gusta.
-Hemos venido demasiado tarde. Mi apartamento también lo tiene.
-El agente me dijo que muchos edificios lo tenían.
-Me gusta, ¿Cuánto pagas por el?
-3700 con la comunidad y la plaza de garaje, espero ahorrar al menos
2.500 todos los meses y si me dan horas extras todo lo que pueda. Quiero
ahorrar hasta Navidades, al menos lo que traje -y a él le dio un poco de
pena. Eso significaba que no tenía mucho dinero, pero era joven aún.
-Bueno nos vamos.
-Cuando quieras. Vamos en mi coche. Tengo el mío aparcado en la
puerta y sé dónde está, a veinte minutos en coche.
-Vale, esta noche lo estrenaré, aún no he tenido tiempo.
-¿Vas ir al sitio que te recomendé esta noche?
-Sí, voy a dar una vueltita y me tomo una copa, después de la semana
que hemos tenido me lo merezco, además con coche, me da menos miedo
ir.
-¡Está bien!

-Vaya coche que tienes West.


-Sí, es un BMW último modelo, es el segundo que tengo.
-Es precioso, huele como el mío, a nuevo.
-Me lo compre hace tres meses.
-Me encanta. Es una pasada. Se sentó a su lado y el vestido se le subió,
enseñando más de media pierna, pero se lo bajó enseguida. Par West fue
tarde, tenía unas piernas pequeñas pero fabulosas.
-Estoy un poco nerviosa, como cuando un chico lleva a su novia a
conocer a sus padres.
-No es eso y lo sabes.
-Claro que lo sé, de sobra, pero me he puesto nerviosa. Tranquilo, tu
independencia y estructuración están a salvo conmigo, señorito.

Cuando llegaron a la cafetería, West, entró con ella en la cafetería, y su


padre se quedó de piedra, mudo. Miró a Blanca…
-Hijo, ¿Qué pasa, vienes a comer?
-Sí, -y el padre salió de detrás de la barra y lo abrazo.
Eran idénticos altos fuertes y West era en calco de su padre, pensó
Blanca.
-Papá, te presento a mi nueva compañera de trabajo, Blanca.
-¡Hola Blanca preciosa!, ¿Te trata bien mi hijo en el trabajo?
-No demasiado -Dijo ella bromeando.
-Te dejaré mi teléfono y me lo dices ya me las veré con él -Y ella se
reía.
-Me trata muy bien, señor Amder, aprendo mucho con él, y me ayuda.
-Eso es lo que quiero de mis hijos.
-No empieces papá, que he venido a comer en son de paz, ¿Y mamá?
-La llamo, anda sentaos hasta que salga y luego coméis.
-¡Está bien!
Y su madre salió al momento.
Cuando la vio Blanca era cierto que era tan bajita como ella.
-¡Ah Dios hijo!, -lo abrazó, -¿A quién me traes?
-A mi compañera de trabajo, ¿No querías conocerla?, Es Blanca.
-¡Qué guapa hija! -y se sentó con ellos.
-¿Eres de Sevilla?
-Sí, nosotros de Marbella y una de mis nueras, la novia de su gemelo de
Cádiz.
-Sí, me lo ha dicho West, que esto está lleno de andaluces.
-Y andaluzas pequeñas con estos grandotes. Dime, ¿te has adaptado al
trabajo y a Nueva York?
-Más a lo primero que a lo segundo, al menos tenía un año de
experiencia antes de venir aquí.
-¡Qué pelo más largo tienes!
-Sí, mi hermana y yo tenemos el pelo muy largo y liso.
-¡Es precioso!...
-Gracias señora Amder.
-Mónica.
-Gracias Mónica.
-¿Te trata bien mi West?
Sí señora -, es todo un caballero.
Y Mónica se reía, mientras West miraba al cielo.
-Las mismas preguntas que papá, es solo mi compañera.
-Ya sabes dónde estamos, si te gusta la comida, puedes venir cuando
quieras. Si tienes coche estarás cerca.
-Lo haré.
-Tenemos pinchos y tapas españolas.
-¿De verdad?
-De verdad, venga, os dejo y antes de que os vayáis salgo, estoy en el
despacho, llevo todo esto... Blanca hasta luego, hijo…
-Me cae bien tu madre y tu padre también.
-Caen bien a todo el mundo y son unos pesados.
-¿Por qué?
-Porque siempre están besuqueándose, -Y Blanca se echó a reír.
-¿Y es malo? son jóvenes aún. Yo pienso hacer eso si algún día me
caso, mataré a mi marido por acoso.
-Muy graciosa. Anda toma la bandeja.
-¡Qué bonitas!
-Y pide los pinchos y tapas que quieras, al final tomamos las bebidas.
Cuando se sentaron…
-Creo West que me he pasado cogiendo tapas. Y no me has dejado
pagar, y no me gusta. -Te he invitado yo, además si mi padre ve que pagas,
me mata.
-¿En serio?
-Sí señorita. Es antiguo.
-Bueno, ya te invito otro día yo.
Y probó un pincho.
-Dios que bueno. Ummm…
Todo le encantaba, de todo se reía y con todo disfrutaba, en realidad
envidiaba a esa enana y su optimismo. El padre de vez en cuando le
preguntaba y ella le respondía:
-Esto está de muerte señor Amder, -Y el padre se reía satisfecho.
-Ya está mi padre enamorado de ti.
-Lo estará de tu madre hombre.
-Ya sabes a lo que me refiero.
-¿No querías traerme?
-Me convenció mi madre.
-Bueno disfruta, comer contigo no significa sino que tu padre cocina de
maravilla. Tomaron postres y al cabo de una hora hablando en la que a él
se le soltó un poco la lengua y le contó la historia de la familia y los
ranchos, dijeron de irse. Se despidieron de sus padres con un abrazo.
-Me ha encantado conocerte Blanca, cuando quieras, ya sabes -Le dijo
Mónica.
-Seguro que vuelvo, aunque no venga con su hijo.
-Nos gustaría.
-La comida ha estado maravillosa, señor Amder.
-Bueno hija, ya sabes si necesitas algo, que estás sola te dejo esta
tarjeta, ahí están nuestros teléfonos.
-¡Ay muchas gracias, de verdad!
-Supongo que West sabe el tuyo.
-No pero se lo daré.
-Dáselo que lo tenga.
Y allí tuvieron que intercambiarse los teléfonos.
Ya estaban sus padres contentos -se dijo West.
-Bueno nos vamos.
Y West la llevó a su casa, aparcó el coche en el parking y subieron.
Abrió la puerta…
-¡Ala qué casa más grande!
-Sí, es que la tuya es pequeña.
-Es preciosa West. Es enorme y bonita. Algo minimalista para mi gusto,
pero me gusta. El salón es una pasada.
-Este es mi despacho.
-¡Jo, esto es un despacho!
-Tiene igual que lo tuyo, salvo que tengo más espacio.
-Sí, pero es tan espacioso…
-Dos dormitorios completos y el principal.
-Tienes también una buena cama.
-Sí, pero yo soy grande.
-Dos vestidores y un pedazo de baño para bailar. Precioso. Es muy
bonito tu apartamento.
-Anda ven al salón y tomamos café. No tengo tarta.
-No me cabe nada más no te preocupes.
Se sentaron en el salón y él hizo café, sabía que con leche para ella, lo
habían pedido más veces durante el trabajo.
-Gracias.
-Bueno, ¿Qué te han parecido mis padres?
-Son lo más, si conocieras a los míos te gustarían, son encantadores y
graciosos.
-¿Y tu hermana?
-Tiene ocho años y medio más que yo.
-¿Y esa diferencia de edad?
-Mi madre tuvo una mala cesárea porque mi hermana nació de pie. Y le
dio miedo tener otro, pero se ve que mi hermana fue insistente en tener
una hermana para no quedarse sola, y no se lo pensó, yo también vine
cesárea. Pobrecita, pero la quiero mucho. Es profesora de literatura y le
encanta escribir y las flores. Tenemos un patio precioso de flores.
-¿Pero vives en Sevilla capital o en un pueblo?
-En la capital, pero haya casas grandes antiguas. En un buen barrio. A
mi padre le encanta y lo compró en una buena época, luego le hicieron
reformas, y me gusta.
-Y ahora vives en esa casita de chocolate.
Y le dio en el hombro.
-¡Ey! que mi apartamento es muy bonito. No me importa vivir en uno
pequeño yo sola.
Bueno, West, me voy, voy a descansar esta tarde y echarme una siesta,
esta noche voy a salir de juerga por primera vez. Quizá mañana trabaje un
poco en el parque si tengo ganas si no, sofá y piscina. Y haré algo de
comer en condiciones.
-Te llevo.
-Para nada, sé ir y está muy cerca, no merece la pena. Voy dando un
paseo.
-Llámame cuando llegues.
-¿En serio?
-Sí, qué pasa.
-¿Eres mi padre?
-Me quedo más tranquilo.
Y se rio.
-Está bien papá. Gracias por invitarme, lo he pasado muy bien, y se
levantó y lo besó en la cara, cerró la puerta y salió a la calle.
¡Pero qué mujer del demonio! le había dado un beso de amigo, pero
cuando se fue, se quedó vacío y sordo, esa mujer llenaba un estadio y se
echaba en falta e iba a salir esa noche…

Cuando Blanca llegó a casa, le mandó un mensaje:

-He llegado bien, sana y salva. Blanca. Gracias por todo.

Y se tumbó a dormir en su sofá estupendo.

A las once de la noche, West estaba inquieto. Seguro que ella había ido
de verdad a tomarse una copa a ese local lleno de hombres con traje. No
sabía qué le pasaba. No era el guardián de nadie, pero le gustaría verla
cómo se desenvolvía, ¿Y a él qué le importaba? Había cenado y estaba
alterado.
¡Joder!, al final, se dio una ducha y se puso un traje y salió por la
puerta.

Cuando Blanca se despertó por la tarde, bien tarde, se dio un buen baño,
arregló su cuerpo, de lavó el pelo y eligió para ir a ese local un vestido
estrecho de licra negro con tirantes y copas, unos tacones altos negros y el
pelo suelto.
Tomó la cena en casa y a las diez, se vistió y maquilló y se perfumó.
-Por Dios que ligue esta noche, que me voy quedar para vestir santos. Y
miró en el móvil como se iba al local. Estaba cerca y tenía aparcamiento.
Estaba a quince minutos en coche.
Así que iba a estrenar su coche.

Cuando entró al local, era bonito, había música, una pista en alto y una
gran barra, en un lateral y el resto, lleno de sillones bajos tapizados.
Y tenía gente, no demasiado abarrotado, lo cual, le gustó, no le
gustaban las discotecas alocadas. Estaban poniendo música latina y le hizo
gracia. Y la música no estaba muy alta.
Se fue a la barra y pidió un coctel sin alcohol.
West estaba allí, la vio entrar. Estaba preciosa, y soportó cómo los
hombres la miraban y babeaban por ella. Pero Blanca echó un vistazo
alrededor y sonrió. Le había gustado seguro. Fue a la barra y pidió un
cóctel y al darse la vuelta lo vio sentado solo.
Era la leche ese hombre, había ido a vigilarla.
Y se acercó a él.
-¿Has venido a vigilarme West? -Y se sentó a su lado.
-Algo así, no quiero que te pase nada.
-¡Que tonto! qué me va a pasar, he traído el coche y hay chicos guapos,
ahora no podré ligar ni nadie me pedirá bailar. ¿O es que tienes una cita?
- No tengo ninguna cita. ¿Quieres bailar?
-Pues claro, a qué crees que he venido.
-¿A buscar un hombre para acostarte con él?
-No es ese el objetivo, pero si lo encuentro también.
-¿Eres de las que se acuestan con uno un fin de semana y con otro el
siguiente fin de semana siguiente?
-Claro soy joven. -Y West se puso serio.
-Eres tonto. Pues claro que no, eso lo harás tú.
-Yo no hago eso.
-Bueno, ese es tu problema, West.
-¿Entonces quieres bailar?
-Si pones esa cara, no.
-Anda vamos, -y se levantó y la cogió de la mano y se la llevó casi a
rastras a la pista, cuando sonaba una canción lenta.
-¡Ay estás tonto!, Me vas tirar con estos tacones, bruto. Y yo que le he
dicho a tu padre que eres un caballero…
-Cállate mujer por un momento.
-Es que estoy nerviosa.
-Aun así.
Y ella se calló.
Él la abrazó por la cintura y Blanca le echó las manos al cuello. Había
ido por ella ¿no? pues la iba a encontrar, ya que no iba a dejarla ligar con
nadie, sería con él, porque era tan guapo que se lo iba a ligar esa noche, ya
volverían al trabajo como compañeros.
Y se acercó demasiado a él abrazando su cuello y pegando sus pechos al
suyo fuerte y duro. Y sintió la excitación dura de West en su vientre y lo
miró y le sonrió, pero estaba muerta de miedo.
-¿Te hace gracia? -Le dijo West en la oreja despacito.
-¿Que te excites conmigo?, mucha.
-Eres una mujer terrible.
-¿Tú crees?
-Con total seguridad, irritable y enana.
-Pero bien que te excitas.
-Hace tiempo que no lo hago, me excitaría con una vaca lechera esta
noche.
-Mentirosillo, -le dijo levantando su boca y casi pegándola a la de West,
provocándolo.
-No me provoques, nena.
-¿O qué?
-O no respondo.
-Me gustaría ver cómo no respondes.
-Nena…
-Has venido, así que…
Y West arrimó la boca a la suya tan cerca que estaba y la besó en los
labios con ternura.
Pero ella lo miró y acercó de nuevo su boca y fue ella quien metió su
lengua en la boca de West y este se sorprendió y tomo las riendas y
entrelazó sus lenguas en una danza sin fin hasta que a ella le costaba
respirar. Ese gigante besaba de lo lindo.
Estaba colorada y encendida.
-Besas muy bien.
-¿Sí? No me digas…
-Te digo y la abrazó bajo su mata de pelo.
Y la atrajo más a su cuerpo de forma que no quedaba entre ellos un
centímetro de aire.
Y la besó de nuevo, y de nuevo sus lenguas danzaron en un vaivén lento
y húmedo y cada vez ella lo notaba más excitado.
No era un niño, ni jugaba, era un hombre que sabía lo que hacía y le
hacía maravillas en su boca.
Cuando se cansó de besarla…
-¿Tomamos algo más?
-Sí, se van a descongelar los cócteles.
Y se sentaron en los sillones donde estaban antes de bailar, donde
tenían las copas.
-Estoy nerviosa West.
-¿Por dos besos sin importancia?
-¿No tienen importancia para ti?
-Claro que la tienen boba, me gusta cómo besas, y me gustas.
-No me lo puedo creer.
-Tienes un cuerpo pequeñito, pero precioso y me gustaría ver esos
pechos que me has enseñado toda la semana.
-¿Que ha sido del West serio y trabajador?
-Que está de fin de semana. -Y ella rio -Era serio, pero irónico.
-Él la cogió por el hombro y la atrajo hacía sí.
-Nene, eres un peligro para mi estabilidad.
-No voy a ser un peligro,
-Lo vas ser, te lo digo yo.
Y ella lo besó en los labios.
-No lo seré.
-No voy a cambiarte.

Se tomaron otra copa que pagó ella porque se empecinó y bailaron de


nuevo.
Al final se fueron a las dos de la mañana.
-Te sigo a tu casa.
-Vamos West, no he bebido, sé llegar.
-Quiero entrar.
-¿Dónde?
-A tu casita de chocolate.
-¿A qué?
-¿A qué va a ser mujer?
-¿Quieres acostarte conmigo?
-¡Qué inteligente eres! Pero si no quieres…
-Es que… Y West pego su respuesta con un beso.
A eso tenía ella miedo, pero si alguno tenía que ser el primero, ya que
había insistido, con quien mejor que ese tío bueno, que era su compañero,
el lunes volverían a lo mismo.

Aparcaron los coches y él subió unos minutos más tarde.


Entró en su apartamento y se quitó la chaqueta, la dejó en la percha de
la entrada y fue tras ella.
-Ven aquí pequeña y la cogió subiéndola a su sexo que ella lo sintió
entero, largo y grande,
Dios estaba temblando.
-¿Tiemblas?
-Un poco, eres mi compañero -se le ocurrió.
-No seas tonta, -le bajó un tirante y luego otro y dejó sus pechos al aire.
-Estaba deseando verlos y los metió en la boca y ella echó el pelo hacía
atrás y se derretía. La cogió a horcajadas y la llevó al cuarto, le quitó el
vestido y los zapatos y se quedó con un tanga transparente que enseñaba
todo.
-Depilado… Eres una caja de sorpresas nena, mientras se desnudaba y
dejaba la cartera en la mesita de noche y sacó un preservativo.
Cuando ella lo vio desnudo sí que se puso nerviosa, era espectacular,
grande de todas las maneras e hiperventilaba
-Vamos tranquila Blanca, chiquita, no voy comerte o sí, quizás y le bajó
el tanga y se metió en sus muslos.
-¡Ah, Dios West! esto no…
-¿No te gusta?
-No lo sé, nunca lo he hecho…
-Te va a gustar entonces y el la cogió por las caderas y la chupó y lamió
y la rozaba con su barba de un par de días, y en segundos ella se derramó
en su boca.
-Lo siento -dijo ella.
-No lo sientes, te ha gustado.
-Sí, mucho, pero no puedo respirar -Y West sonrió pensando dónde
había estado metida si no le habían hecho sexo oral.
-¡Oh Dios!
Y West, se puso un preservativo y entró despacio en ella, y Blanca
estaba estrecha y lo estaba matando, porque cubría todo se sexo y lo
rozaba con su piel.
-¡Joder nena! Así me matas y me estrangulas, ufff, Dios Blanca… Pero
llegó un momento en que el roce que su piel no podía seguir y encontró
una barrera que lo impedía y la miró extrañado. Ya su hermano le dijo que
Fanny era virgen y su otro hermano que Sofía también lo había sido, pero
que él se encontrara con otra, era impensable.
-Sigue, le dijo ella y él le dijo en su boca:
-Imposible echarme atrás pequeña, y siguió despacio traspasando la
barrera y cuando pasó, ella gimió un poco.
-¿Te he hecho daño?
-Ya ha pasado.
Y siguió y al final ella avivaba su viento porque supo que de cuerpo
nacía un calor extraño y desconocido que no había sentido nunca de esa
manera y gimió su nombre y se abrió más a él apretando sus piernas y
West se desmoronó dentro de su cuerpo como un adolescente.
Allí se quedó un minuto, hasta que se echó a un lado.
Y fue al baño. Ella aún estaba tumbada preciosa, como la dejó.
Le trajo una toalla pequeña para que se limpiara.
-Gracias West.
-¿Te he hecho daño, Blanca?
-Para nada, solo fue un respingo, nada más, ha sido fantástico,
maravilloso, gracias.
-Esto es nuevo para mí, nena. Nunca me había pasado. Y ella se abrazó
a su cuerpo.
-No pienses, no te voy pedir nada, eres mi compañero de trabajo, da
igual quién hubiera sido el primero para mí, y me alegro de que hayas sido
tú, eres muy guapo, eres un hombre y has sido especial. Y tienes un
cuerpazo -Sonrió ella.
-Vaya, es por eso. -mientras la acariciaba.
-No seas tonto, eres un irónico. Ha sido bonito.
-Sí que lo ha sido. Me ha gustado compartirlo contigo. Pero no hemos
acabado.
-¿No?
-No, no pienso irme hasta mañana, así que nena, tendremos una noche
de sexo y volveremos ser lo que fuimos, ¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Y le hizo el amor de mil maneras diferentes y de cada una que se la
hacía, era mejor y ella también bajo a su sexo y él se moría con lo que le
hizo, explotando en un haz de lluvia blanca gimiendo como un eco extraño
el nombre de ella.
Comieron a media noche y al amanecer, se quedaron dormidos. Él la
abrazaba posesivo por esos pechos que había mordido y lamido y chupado
hasta cansarse y ese cuerpo que había probado sin remisión.
Blanca se despertó a las once de la mañana, él ya no estaba en la cama
se había ido. Le había dejado una nota.

Ha sido perfecto dormilona. Una noche maravillosa. Nos vemos el


lunes, compañera.

Ya sabía qué significaba, ahí se acababa todo. Era una pena, pero no iba
a ser ella la que dijera nada a él en el trabajo, ni fuera, ni hiciera ningún
comentario acerca de lo que habían compartido. Había sido tan
maravilloso, pero sabía cómo era o se hacía una idea, y sabía que ese era el
comienzo de su vida sexual, le había enseñado y la había puesto en el
camino y ahora ella tenía que seguir sola.
Olía tan bien. Toda la cama olía a él, a su cuerpo, su colonia, a olor a
sexo que compartieron. No iba a cambiar las sábanas hasta el sábado
siguiente, las acababa de poner ese día.
Si West, fuese de otra manera, para ella era el ideal de hombre, pero
West no quería salir con chicas y ella no iba a exigirle nada. Tendría que
olvidar esa noche hermosa de sexo y piel encadenada.
Bueno, iba a desentumecer los músculos en la piscina y luego saldría a
desayunar fuera, casi a comer. Y se tumbaría en el sofá, haría la cena para
llevarse al día siguiente y quizá mirara un poco en el despacho el parque.
Al menos hacer dos o tres bocetos por encima. Los que se le ocurrieran y
las entradas a las casas. A ver qué le parecían a West.
Y nada de nombrar nada de esa noche, lo sabía por experiencia de sus
amigas, y ella no cometería ese error, viviría y se olvidaría de ese hombre
inolvidable, por más que le costara.
Si él quería dar algún paso que lo diera, pero que no se creyera que iba
a acostarse los fines de semana con él y si te vi no me acuerdo y como si
nada en el trabajo. Dos veces, podía, pero tres ni loca.
CAPÍTULO CUATRO

Durante el domingo, no la llamó ni lo esperaba, ella no iba a llamarlo si


es que esperaba que lo hiciera. Si era de los que estaban acostumbrados a
que las mujeres lo persiguieran, era no era una de ellas y nunca lo sería.

El lunes llegó al trabajo contenta como siempre. Iba vestida con falda
corta y una camiseta estrecha, sus tacones y maquillada. Ese día no iba a ir
a la obra pues iba a hacer más o menos diseños de las entradas a las casas
y del parque e iría al día siguiente. Luego ya empezarían a hacer los planos
de las casas, ella haría los que había medido y él las del otro lado, así
quedaron.

-¡Hola buenos días West!, dijo ella contenta.


-¡Hola Blanca! qué tal…
-Estupendamente, -taconeando. -¿Vamos a hacer algunos bocetos del
parque y de las entradas?
-Sí, lo hacemos por separado y los vemos después de la comida y
elegimos.
-Me parece bien. Y se sentó en su mesa, dispuesta a realizar su trabajo.
Él la miró, estaba radiante. No le había dicho nada ni había hecho
referencia a nada. Mejor, él no quería, pero le molestaba en el fondo.
Estaba guapísima y no lo molestó en toda la mañana. Cuando fue la
hora de salir a comer
-Él le dijo:
-¿Vamos a tomar algo?
-Me he traído de casa, siempre que esté aquí lo haré, West, voy a ver si
ahorro un poco.
-¡Ah vale, como quieras! Hasta luego…
Y ella sacó su táper y sus cubiertos y se fue a la sala de comida, estuvo
comiendo con unas cuantas personas, y las conoció. Uno era un arquitecto
técnico, un chico alto y guapo de 28 años que le cayó fenomenal, gracioso
y simpático y empezaron a bromear sobre España y Estados Unidos. Otra
chica la recepcionista, que se reía con ellos.
-Somos casi los únicos que comemos aquí, luego vienen algunos a por
el café.
-¿En serio?
-Sí.
-Tengo que ahorrar -dijo ella.
-Como nosotros. -Dijo Tom, que era el aparejador y Lena la
recepcionista,
Lo cierto es que se rieron mucho y hubo un momento en que iban a
hacerse el café y Tom la cogió por los hombros.
-¿Dónde vas pequeña? Aquí tomamos el café por orden de estatura -
bromeando.
-¡Serás tonto! -y se reía y le dio en el pecho de broma.
-Nada, cógelo primero arquitecta guapa. Porque eres la extranjera para
que no digan.
-A mí no me dejas -dijo Lena…
-Es nueva y es la guapa y tú estás casada.
-Ah qué listo…
Y en esas bromas llegó West a tomarse un café y la pilló con los brazos
de Tom en su hombro riéndose y se sintió celoso, tuvo que reconocer que
no le gustó nada.
-¡Ah West!, ¿Quieres café?, -le dijo ella
-Que se ponga a la cola, -Dijo Lena.
-Me pondré mujer, cuando me toque.
Cuando se hicieron los cafés estuvieron bromando un rato sobre todo
con Tom y al final ella se despidió de ellos.
-Si no nos vemos mañana, hasta pasado.
-Adiós guapa.
Y se fue a lavarse los dientes al baño y retocarse la pintura.
-Es guapa, menudos ojos verdes tiene. Es un bombón. ¡Qué suerte
tienes West!
-Sí, tengo mucha suerte.
-Es graciosa y simpática dijo Lena. Me cae muy bien.
-Bueno, chicos os dejo tengo que ver con ella los planos de la
urbanización nueva.
-Eso es una pasada…
-Sí, es mucho trabajo. Hasta luego.
Cuando entró al despacho, ella ya se había refrescado y se había pintado
los labios de nuevo, con el lápiz, no le gustaban las barras que manchaban.
-¿Lo estabas pasando bien?
-Sí, la verdad.
-¿Te gusta Tom?
-Claro, es guapo y es muy simpático, la verdad lo he pasado bien.
-¿Te gusta Tom en ese sentido?
-No lo he pensado, por qué, ¿Estás celoso?
-Ni lo sueñes.
Entonces no te importa. No te tengo que dar explicaciones. Vamos a
trabajar West. Ya tengo bocetos del parque y de las entradas, porque la
carretera será eso, una carretera.
-Sí, se asfaltará y ya está.
-Bueno, vamos a ver eso.
Y ella le enseñó unos cuantos diseños de parque en el que había
merenderos algunos árboles un parque infantil y una pista para correr por
la parte de fuera, una zona para los perros… De distintas maneras
Él le enseñó otra y al final se quedaron con una bonita que ella diseñó
porque West no había tenido en cuenta a los perros, pero esa gustó a los
dos. Solo quedaba el diseño con las medidas y las entradas a las casas
-Pues el asfaltado a los garajes.
-Independientes -dijo ella.
-Yo opto porque se entre desde ellos a las casas, pero podemos hacerlos
en tu lado, distintos.
-Perfecto, los más grandes con puerta y los pequeños, independientes, si
quieren que cierren.
-Estupendo y la puerta a la casa…
-Al lado césped natural
-He pensado -Dijo ella que en el centro del césped pongamos un árbol
que crecerá y alrededor geranios de colores, eso dará un toque de color a la
urbanización y no parecerá tan sosa
-¿Qué tipo de árbol?
-Uno que no crezca demasiado y tape las ventanas, se pregunta en el
vivero. Eso lo tratamos con el contratista. Y el porche podemos cerrarlo y
dejar un espacio para subir los dos escalones, así cuando se pinte la
baranda del porche como la casa, se puede poner algún balancín o
columpio o mesas y alguna silla, eso ya la decora o que cada familia que
lo ponga, pero quedaría bonito el porche cerrado. Son grandes y tienen dos
partes
-Eso me gusta.
-¿Entonces te gustan las entradas así?
-Me gustan.
-Vamos mañana y medimos eso y el parque y empezamos a diseñarlo
todo.
-Puedes diseñar tú el parque y yo las entradas, y cada uno sus casas.
-Me parece bien.
-¿Cuánto crees que tardaremos en esto? -Dijo ella.
-Al menos medio mes entre hablar con el contratista, elegir colores,
materiales.
-¿Los elegimos nosotros?
-Todo, excepto la decoración.
-¡Qué bien, me encanta!
-Pues entre el diseño, hablar con el contratista que iremos un par de
días, elegir todo y pedir los permisos… Medio mes. Así que sobre
mediados de noviembre tienen que empezar a trabajar.
-¿Y si nieva?
-Que empiecen por las casas. Aquí eso no importa.
-Está bien.

-Me voy a aponer con el diseño -Dijo Blanca.


-Nos queda menos de una hora para irnos.
-Bueno, empiezo con la primera casa, ¿Tenemos que hacerlas todas o
una de cada clase con los sótanos?
-Con una de cada clase nos basta. Fotocopiamos y listo.
-¿Miden todas los mismo?
-Las mías sí.
-Pues un diseño de la casa, y uno distinto de casa sótano, y elegimos
cuántos sótanos de cada clase de casa clase y dónde.
-Perfecto.
-Al final vemos el parque y la entrada y cuando venga el contratista y
nos deje los acabados elegimos.
-Estoy ilusionada con este proyecto. La zona es preciosa y las casas
maravillosas.
-Espera que las terminen.
-Bueno.
Cuando acabó el día había casi diseñado uno de los sótanos más fáciles.
-Nos vamos -Dijo West.
-Se me ha pasado el día volando.
-Bueno, West hasta mañana.
-Hasta mañana Blanca.
Y se la quedó mirando. ¡Maldita sea!, no había hecho referencia a nada
ni él tampoco como si el sábado no hubiese existido. Es que no había
tenido importancia para ella, que era la que había sido virgen ¡Joder!

El día siguiente y el siguiente y toda la semana siguiente, siguió igual.


Ella se quedaba comer a mediodía y cuando volvía, se ponía celoso con
Tom porque se hacían muy amigos y bromeaba con ella.
El viernes por la tarde, se quedaron una hora más para terminar todos
los planos de las casas. Y acabaron por fin.
-El lunes vamos a tomar las medidas de los porches, el parque y la parte
de césped y el camino hasta las casas y el garaje perfecto. Me traigo ropa
de trabajo.
-Esto está acabado ya, y lo guardaron en el armario, con su
correspondiente informe.
-¿Vas salir este fin de semana? -Le preguntó West.
-No lo sé, si salgo será mañana, hoy estoy muerta. Voy a ducharme y a
tumbarme en el sofá y descansar.

-Está bien, hasta el lunes.


-Adiós West.
Y ella se fue a casa. No la había invitado y ella no sabía si iba ir a salir.
Así que no podía decirle nada, claro que él no la había invitado por lo que
ya estaba todo dicho entre ellos. Como si se hubiesen conocido en el
trabajo dos semanas anteriores y no hubiera pasado nada entre ellos.

Pero el sábado, cuando limpió y fue a la compra, hizo lo mismo que el


sábado anterior, había sido una semana larga y merecía tomarse una copa.
Y se fue a ese sitio por la noche, no creía que iba a ver a West, pero si
conocía a un chico majo bailaría y lo pasaría bien, desde luego no iba a
acostarse con nadie.
Se había puesto sus tacones altos, rojos esta vez y una falda negra corta
y un top rojo.

Y por supuesto estaba West, pero ella no lo vio esta vez. Él se ocupó de
ello.
Pero él sí, y sabía que iba a ir. Era como todas las mujeres. Y como
todos los hombres, tuvo que reconocer.
Blanca, pidió algo en la barra, y se sentó sola a tomarse su copa
mientras miraba la pista de baile y enseguida tuvo un chico al lado, la vio
sonreírle y hablar con él, la vio bailar con él no muy agarrada, tuvo que
reconocerlo, pero sí que parecía pasarlo bien, mientras él se sentía un
cobarde por no haberle dicho nada. A eso de las dos de la mañana se
despidió de ese hombre y salió sola a la calle y la vio meterse en su coche
e irse a casa. Sola.
Y cuando se estaba desvistiendo llamaron a la puerta y se asustó, miró
por la mirilla y era West.
-¡Hola West!, joder menudo susto me has dado a estas horas. He estado
a punto de llamar a la policía. Pasa anda -se había puesto un camisón corto
y se había quitado el sujetador.
-¿Pasa algo a esta horas? ¿Qué quieres?, acabo de llegar a casa… Anda
pasa, es tarde y no vamos a hablar en el pasillo.
-¿No te has traído a nadie a casa?
-No, da la casualidad de que esta noche no. ¿A eso has venido? ¿Me
estás controlando?
-Quiero saber con qué mujeres me acuesto. -Y ella se echó a reír.
-Pues mira West, da la casualidad de que no me importan las mujeres
con las que te acuestas. Conmigo solo fue un anoche, era virgen y nada
más. Eso dijiste tú y sigo tus normas. Así que ese es tu problema. A partir
de ahí me acostaré con quien me dé la gana, porque no tenemos nada, ¿O
sí tenemos algo y no me he enterado?
-Blanca… La miró.
-¿Qué quieres?
-¡Joder te he echado de menos!
-Pues menuda forma tienes tú de echarme de menos, no quedas
conmigo y no haces referencia a lo que pasó. No soy una mujer de piedra
West. Y te diré algo, no voy a acostarme contigo una noche del fin de
semana y durante la semana si te vi no me acuerdo. Si quieres salir
conmigo, bien y si no te vas y me dejas en paz y trabajaremos como hasta
ahora y olvidaremos lo que pasó. Yo lo tengo asumido.
-¿Qué salga contigo? Yo no salgo con nadie -le dijo humillándola como
si no valiera nada.
-Lo siento, West. Le dijo muy seria. Sal de mi casa y no vuelvas.
Limítate a ser mi compañero de trabajo. No vengas a mi casa a
humillarme a las dos de la mañana. Estoy cansada. Nos vemos el lunes.
Y salió por la puerta enfadado.
Lo había hecho francamente mal, la había humillado como si no valiera
nada cuando le gustaba demasiado y estaba celoso, pero lo mejor sería
olvidarla, o la olvidaba o le traería problemas.
Que hiciera lo que quisiera con su vida, o se costara con quien quisiera,
Bueno, eso no le gustaba nada, había sido solo suya, él le había
enseñado lo que sabía y le molestaba profundamente y que ella pudiera
acostarse con otro y sentir lo que había compartido con él.
Que otro tocara su piel y su cuerpo, lo ponía francamente mal. Esa
enana se le había metido en la piel y bien y qué iba hacer con ella.

El domingo, West, estuvo fatal todo el día. Sin embargo, Blanca, lo


tenía todo muy claro, nadie la humillaba ni le controlaba su vida. Vivía
independiente y era libre y se acostaría con quien le diera la gana y saldría
con quien la invitara que a ella le gustase.
Lo malo era que le gustaba West, pero si no podía ser, a qué perder el
tiempo con ese tonto estructurado. No se iba a acostar los fines de semana
con él por más que lo deseara, porque era peligroso se enamoraría de él y
sufriría y eso no se lo podía permitir, había ido allí a trabajar y eso iba a
hacer, no a complicarse la vida.

El lunes, entró con la ropa de trabajo.


-¡Buenos días West! -Le dijo como siempre alegre y optimista y este le
contestó serio.
-Buenos días Blanca.
-Vamos a eso.
-Sí, tienes todo preparado…
-Lo tengo.
-Vamos a coger las herramientas y la camioneta.
Se llevaron los bocetos de lo que iban a medir y tomaron rumbo a las
casas. Casi todo el trayecto, iban callados. Ni siquiera le pidió perdón por
humillarla, era tremendo, Blanca iba mirando el paisaje por la ventanilla y
lo ignoró.
Cuando llegaron, él quedó en medir su parte de las casas, jardín, porche
y dónde iban a poner los árboles y ella midió su parte.
Casi al medio día tenían terminadas las casas.
Y fueron a comer algo.
-Blanca…
-Dime…
-Lo siento.
-No pasa nada siempre que me dejes en paz si no quieres nada conmigo.
He venido aquí a trabajar y hacerlo bien, a divertirme, soy joven y si
quiero tener una pareja, la tendré si surge. O si quiero tener una noche
como la que tuve contigo también.
-¿Conmigo no?
-No, contigo no voy a repetir.
-¿Por qué, maldita sea?
-Porque eres distinto, eres el primero, muy bueno y no quiero
enamorarme de ti, porque tú nunca lo harás de mí y no pienso sufrir por
nadie. Soy una persona feliz. Y no quiero hablar más del tema West. Tú
eres un tipo guapo y alto y como me dijiste cuando quieres tener sexo, lo
tienes, pues ya está, no va a ser conmigo. No te gusto, así que estamos a la
par. Y dejemos esta conversación.
-¿Por qué? ¿Porque tú lo dices?
-No, porque me cansa, ¿Quieres salir conmigo?
Y él se calló.
-Pues ya tienes la respuesta. West. Déjalo, trabajábamos muy bien, me
gusta trabajar contigo, pero olvídate de que pase lo que pasó y seas
después un cubo de hielo, no estoy acostumbrada a ese tipo de hombres.
-No estás acostumbrada a ninguno porque te acostaste conmigo por
primera vez.
-Pero sé que quiero, y no quiero un hombre que se caliente en la cama y
que al día siguiente me salude con monosílabos y el sábado siguiente de
nuevo y al día siguiente otro cubo de hielo. Lo siento, no cuentes conmigo
para ello.
-Está bien, dijo enfadado.
-No te enfades West, yo no me enfado, ni quiero que lo hagas,
simplemente vemos las relaciones de manera diferente. Tú eres sexo y yo
no soy solo sexo, soy sexo y sentimientos. Al menos contigo así sería.
¿Quieres que sufra contigo, te va esa marcha?
-No, para nada.
-Pues búscate chicas cuando lo necesites, no vas a tener ningún
problema.
-¿Me dices eso en serio Blanca?
-Te lo digo muy en serio si no quieres salir conmigo. Yo no te he pedido
un anillo ni nada, pero ni sexo cuando tú quieras. Olvídate, por muy bueno
que estés y yo sea una enana. Yo también ligo, ¿Qué te crees?
-No lo dudo, con esos escotes…
-Eso ha sido una grosería.
-Lo siento.
Pero ella ya no le volvió a hablar del tema ni le insistió. La había
fastidiado dos veces,
De todas formas ella iba a llevar sus escotes y sus faldas, faltaría más,
imbécil…
Por la tarde midieron el parque y volvieron de noche.
Se dijeron adiós y hasta el día siguiente.
Los siguientes dos días dejaron listo todos los planos de toda la
urbanización y el jefe le mandó el contratista.
Estuvo mirando los planos con él durante toda la mañana y como tenía
dos partes y cada uno tenía un gusto distinto, todo estaban de acuerdo en
todo en pintura exterior y puertas de garaje, pero no en el interior, así que
quedaron en que sería interesante elegir cada uno su lado con distintos
materiales.
Así que en dos días, para el viernes, todo estaba elegido, él su parte de
materiales dentro y ella las suyas.
La semana siguiente, iban con todos los planos a pedir al ayuntamiento
los permisos una vez que el jefe les diera el visto bueno.

Y por fin llegó el viernes de nuevo. Y solo sería que aceptaran el


proyecto, que el contratista presentara el presupuesto, el jefe aprobara el
proyecto e ir a pedir los permisos.
Y eso sería el miércoles, la reunión y el jueves al ayuntamiento.
Mientras, el lunes iba a recibir otro trabajo y dejar ese aparcado hasta la
aprobación.
Esa semana había comido también con Tom y con Lena y Tom la invitó
el sábado a comer fuera y a salir a tomar una copa.
-Como amigos, nada más española.
-Pues acepto.
-Te voy a llevar a un restaurante español de verdad.
-Sí, ¿Te va a gustar?
-Perfecto, paso a buscarte.
-Prefiero quedar allí, -y le dio la dirección y la hora.
-Pues allí nos vemos guapa.
La verdad es que Tom era un encanto, e iba a pasarlo bien, era
extrovertido y divertido y se iba a ir con él.

Cuando el viernes a última hora se despidió de West, este le dijo:


-¿Quieres ir a cenar el sábado? Solo a cenar y una copa, no haremos
nada.
-Lo siento West. Si quieres la semana que viene, esta he quedado.
-¿Has quedado?
-Sí, me ha invitado Tom a un restaurante español y a tomar una copa y
he aceptado, si quieres quedamos el siguiente.
-Bien, entonces hasta el lunes.
-Hasta el lunes.
Nada de quedamos la semana que viene. ¡Qué bruto era!…
Bueno, que le dieran…
El sábado fue fantástico. Con Tom, se rio lo que no se había reído desde
que se había ido a Nueva York, era la persona más divertida que había
conocido. La comida era maravillosa.
-Amiga, creo que West se pone celoso cuando nos ve.
-No lo creo. -Dijo ella.
-Lo sé a ese le gustas, más de lo que él piensas.
-Es muy raro, no puedo con la gente bipolar, Tom.
-¿Pero te gusta?
-Sí, me gusta, pero no entendemos la vida de la misma manera.
-La vida es para todos iguales mujer, solo hay que encajarla.
Y ella le contó que se acostó con él, no que fuese virgen, eso no se lo
contó.
-¿Y no te dijo nada?
-No, esa es la historia con West. Le contó todo.
-Está celoso, y te ha invitado este fin de semana y le has dicho que
salías conmigo.
-Sí, claro. Sé lo que quiere. Y no se va a salir con la suya.
Y Tom se reía.
-Mujer, el sexo por el sexo no está tan mal.
-Pero no quiero enamorarme de él, si fuese otro no me importaría, me
gusta demasiado, pero lo mataría.
-Me parto. Eres tremenda mujer.
-¿Y tú qué, nada de chicas?
Y él la miró riéndose.
-Chicos…
-Aja…
-No me lo creo.
-¿Por qué?
-Porque no sé, nada amanerado.
-No tengo por qué serlo.
-Es verdad, están los tópicos, pero nunca lo hubiese sospechado, la
verdad.
-Nadie lo sabe.
-No me importa que se sepa en el trabajo, pero es mi vida privada.
-Si es por mí, estás salvo. Es tu vida y la vives como quieres y ¿Por qué
me has invitado? -Porque me gustas, estás solita y eres la mujer más
graciosa y buena que conozco.
-¡Ay qué lindo!, y se levantó y lo abrazó. Vas a ser mi mejor amigo. No
tengo a nadie, salvo a Lena, que me cae bien, pero claro está casada.
-Es una mujer maravillosa.
-Lo sé, me cae genial, siempre está riéndose.
-Como tú.
-Sí, formamos un buen trio.
-Después de contarse sus vidas, se fueron a tomar una copa a un sitio
cercano y bailando.
Cuando eran las tres de la mañana dijeron de irse.
Lo cierto es que me lo he pasado bomba.
Ya repetiremos si el señorito de corbata no te invita. Te invitará, le
gustas, le has dejado huella.
-¡Ay mi niño!
-Bueno dame un abracito, que me voy.
-Te acompaño al coche, tengo el mío cerca.

El domingo como siempre, se levantó tarde, se fue a la piscina y salió


después a comer y dar un paseo.
Y a la vuelta llamó a casa y a sus amigas.
Pensó tomarse un cafelito y echar una siesta. No tenía trabajo que hacer
hasta que al día siguiente le adjudicaron uno. Y prefería uno para ella sola,
quería retirarse un poco de West.
Luego haría una ensalada de pollo y piña y se llevaría al día siguiente.
Y cenaría.
Tenía el café en la mano dispuesta a tumbarse con su camisón en su
sofá, ya que no pensaba salir más. A dormir…
Y la llamó West.
Vaya. Se dijo qué querrá ahora.
-¡Hola West! ¿Qué pasa, necesitas algo?
-¿Has tomado café?
-Lo iba a tomar ahora, en la mano lo tengo.
-Vaya, iba a invitarte a uno, si estás sola claro.
-Estoy sola, sí, si es lo que quieres saber.
-Pero no tengo ganas de salir, estoy cansada.
-¿Me invitas a uno?
-Está bien, pasa y te invito.
-Llevo tarta. -y colgó.
-Ese hombre era lo más.
-No pensaba cambiarse su camisón cómodo por él, ni su coleta, ya le
había visto el cuerpo así que si la veía en camisón no se iba a sorprender,
no se iba a poner siquiera el sujetador. No se iba a vestir para él.
Tiró su café para tomarse uno con él cuando llegara.
Y en quince minutos lo tenía en su puerta, con vaqueros y camiseta
negros, y un olor que dejó por su casa. La besó en la cara.
-Vaya me sorprendes. ¿A qué se debe tanto cariño?
-¿Estás en camisón?
-Estaba en camisón porque iba echar una siesta. No pensaba tener
visita.
-Si te molesto me voy.
-Ya que has traído tarta, quédate.
Y se sentó en el sofá.
-Siéntate y hago los cafés.
-Toma la tarta.
-Es demasiado grande West, ¿Cuándo me la voy comer?…
-Te llevas al trabajo y la compartes con tus compañeros.
-Mira, buena idea.
Puso los cafés en el salón y se sentaron cada uno en un sofá.
-¿Qué cómo que te ha dado por venir?
-Quería verte.
-Me ves toda la semana.
-¡Joder Blanca, qué difícil lo pones!
-Vale, está bien.
-¿Lo pasaste bien anoche?
-Estupendamente, sí, muy bien con Tom.
-¿Se quedó a dormir?
-Pero West, por Dios, no pienso contestarte a eso, ¿Qué crees, que cada
hombre que miro me lo cepillo?
-No hables así.
-Es que me pones de los nervios con eso de acostarme. ¿Te importa?
-Mucho. Y se acercó a su sofá.
-Sí, me importa que te acuestes con otro, me pongo celoso.
-Vamos West. ¿Con esta enana que te pone tanto? Déjalo, no te acerques
tanto.
-¿Por qué?
-Porque me pones nerviosa, ya lo sabes.
-¿Y eso es malo?
-Mucho porque no sé a qué atenerme luego, y eso me desazona.
-¿Y si salgo contigo?
-¿Y cambiar tu vida estructurada y ordenada?
-Ya me la has desordenado lo suficiente.
-¿Eres tonto?
-Sí, mucho, pero no sabes cuánto te deseo -Y la cogió por la cola y la
atrajo a su cuerpo y la abrazó.
-Pequeña eres un incordio.
-Pues déjame.
-No puedo, desde que fuiste mía no puedo, te deseo, me pongo celoso,
te tiraría en cualquier sitio y te haría el amor hasta morirnos.
-West, estás loco.
-No, creo que me he vuelto loco y arrimó su boca a la suya y metió su
lengua y danzó en su boca con la suya, mientras metía la mano entre su
camioncillo y tocaba sus pechos.
Sus pezones se ponían duros y la tumbó en el sofá.
-Dime que te gusto al menos nena.
-Me gustas, claro que me gustas, y lo sabes.
-No, he estado tan celoso…
Y le mordía los pezones.
-¡Ah Dios West!...
-Le bajó el tanga y se metió entre sus piernas.
-Por Dios West, ay madre mía, que… ¡Ay!, y se corría agitada en su
boca.
-¡Que poco me duras pequeñilla! Se desvistió, se colocó un
preservativo y le quitó le camisón y allí desnudo, pobló la calle en que
habitaba, tuvo sus labios finos y la frontera de su sexo, y un dolor mojado
cubría su miembro entrando en ella, en un vaivén de caderas, en esa calle
que era nueva para él. Donde nunca había sentido lo que con Blanca, donde
encajaba su mundo y lo desordenaba.
Gemía con ella mientras la poseía. Y eso era el mundo. Y la vida, y lo
supo. Era ella. Ninguna más, y en ese momento no le importó nada más
que hacerla feliz y ser feliz hasta desatarse en espasmos en su pequeño
cuerpo que le calentaba con su orgasmo ardiente.
Cuando acabaron, él se echó a un lado muerto, su cuerpo grande de ella
y ella se abrazó a su pecho mirándolo.
Él tenía los ojos cerrados por segundos.
-Ahora vuelvo guapa.
Y fue al baño y volvió. Aún tenía su miembro balanceante y grande y se
tumbó con ella.
-Vas matarme chiquita.
-Vas a matarme tú.
-No quiero que te acuestes con otro.
-¿Y eso por qué?
-Porque eres mía, desde la primera vez.
-¿Y tú eres mío?
-Sí que lo soy, sabes que no soy un mujeriego.
-Pero tengo miedo de que mañana seas el hombre que ignora lo que
pasa hoy.
-No lo haré más tonta.
-Tenía miedo.
-¿De una enana?
-No eres una enana cualquiera. Eres mi enana.
-¡Qué bobo eres!
Y tocó sus pechos.
-Me encantan estos pezones.
-¿No vas a dejarme echar una siesta?
-Esto es la mejor siesta nena y se la echó encima y se puso otro
preservativo y ella cabalgó sobre su gigante mientras él mordisqueaba sus
pechos a la vez y la besaba y la acariciaba. Quería hacerle todo a la vez.
Sus sexos se rozaban demasiado y ella sentía el golpeteo de sus nubes y se
excitaba demasiado hasta que ya no pudo más.
-West. No puedo, sigue. Pero él siguió y siguió y ella tuvo un orgasmo y
West no paró y le arrancó otro orgasmo que ella nunca supo que podía
tener dos y se sorprendió y él se corrió sin remedio y sin poder aguantarla
más.
-¡Dios West! ¡Ay dios, mi madre!
-¿Qué le ha pasado a mi chiquita?
-He tenido dos orgasmos.
-Los he sentido antes de correrme. -Y sonrió.
-Eres tan bueno…
-Soy el único, no tienes con quien comparar.
-No me hace falta. Me gusta tu pene, tan grande y bonito. Lo tienes
bonito.
-¡Qué tonta eres!
-Es verdad.
Y mientras descansaban de nuevo…
-¿Y ahora que va a pasar West?
-Salimos juntos, es lo que quieres. Si tengo que tenerte de esa manera,
así será.
-No quiero que hagas algo que no quieras, no quiero cambiarte.
-Lo hago porque quiero, salimos juntos.
-¡Qué pesado!
-Sí, eh, pesado…
-Sí, -y se levantó, se la echó al hombro.
-¿Dónde me llevas loco?
-A la cama. Allí se está mejor.
-¿Pero no estás cansado?
-Aún no enana.
West iba riendo…

Y West se fue a su casa, cuando cenaron, y a las diez de la noche. La


besó.
-Nos vemos mañana guapa.
-Adiós pesado, no me puedo mover.
Y se fue sonriendo y feliz.

¿Y por qué estaba feliz? Dios era una mujer loca y lo volvía loco con
todo lo que le hacía. Cuando metía su pene en la boca, lo desataba y
porque eso no le había pasado con otra mujer, sí, se había acostado ya con
bastantes y llega una enana virgen y lo cambia y se muere con ella.
En perpetua excitación lo tenía, con lo mal que le cayó el primer día y
ahora le caía a plomo cuando la dejaba satisfecha.
No importaba, iba a salir con ella, tendrían que hablar de muchas cosas,
y como todo no iba a ser hacer el amor, ya tendrían tiempo de dejar claro
que lo que durara, pero eso ya lo sabía ella.
Si alguno se cansaba o no quería seguir saliendo con el otro, se dejarían
y tan amigos. Pero ahora no iba a dejarla ni que lo mataran. Necesitaba su
cuerpo, su olor, su sexo de agua. Ese pelo que le encantaba y esos pechos
con esos pezones que lo volvían loco.
Al final su madre tendría razón y todos iban a tener una andaluza
pequeña, pero él no estaba por la labor de casarse.
Era joven y aunque su hermano John, estaba comprometido y con su
novia en Nueva Zelanda por dos años y ya era el último, le costaría
compartir su casa y sus cosas con una mujer. Días a la semana, vacaciones,
lo que fuera sí, pero permanentemente toda la vida, eso era otro cantar.
CAPÍTULO CINCO

El lunes cuando llegó al trabajo, iba nerviosa, por dos motivos, una por
ver cómo actuaba West, y el otro por el trabajo que iban a darle hasta que
el miércoles retomaran el trabajo de las casas por un par de días y luego ya
le dedicarían una vez cada dos semanas hasta que terminaran. Y esperaba
su nuevo trabajo. Y no sabía si iba a ser compartido con West o lo haría en
solitario.
-¡Hola West! Buenos días -Dijo Blanca al llegar al trabajo.
-¡Hola preciosa!
-¡Uy, ¡qué cariñoso!
-¡Qué tonta!, no te hago nada porque el jefe esta llegar, pero eso era lo
que querías, ¿No?
-Algo así.
-Me gustan esas piernas.
-¡Que bobo!
-El escote, la falda y ese sujetador negro de encaje que son…
En ese momento entro el jefe con dos carpetas distintas.
-¡Hola West, hola Blanca!
-¡Hola señor Velasco! -Saludaron ellos.
-Bueno, antes de nada y como os dije el otro día, ha sido fantástico el
trabajo de las casas y la urbanización, me gusta todo, hasta las diferencias
entre unas y otras, los distintos acabados. Solo espero el presupuesto y si
entra dentro de lo que tenemos para ello, permisos y licencia daremos el
visto bueno al contratista.
-Muy bien.
-Si no, tendremos que recortar en algo.
-Bien.
-Bueno… ¿Y cómo van los planos de las casas?
-Ya acabado.
-Ya sabéis que en cuanto se empiecen a construir, una vez cada dos
semanas después del primer mes, tendréis que ir un día a comprobar todo.
Así que aquí os traigo otros trabajos que nos han llegado. Esta vez por
separado, no se necesitan dos arquitectos, no son tan voluminosos los
trabajos.
Y les dio las carpetas.
-Tú West, te tengo una familia que quiere reformar en Brooklyn, un
pequeño edificio de apartamentos. Es una herencia. El padre tenía 6 hijos
y cada uno tiene uno, del mismo tamaño, antiguos, es un edificio de seis
plantas con ascensor y escaleras, entrada y seis pisos, un piso en casa
planta. Es bajo. Hay que reformar el exterior y el tejado. Bueno, te
reunirás con ellos y si no te lían con lo que cada uno quiere… Ahí tienes
toda la información, -señalándole la carpeta -tendrás que verlo, reunirte
con ellos y que Dios te acompañe, le daremos un presupuesto a cada uno y
otro por los exteriores y zonas comunes que tendrán que pagar entre todos,
tienen dinero, no solo han heredado apartamentos, sino dinero. Nada de
lloros.
-Está bien, me leo de momento el informe y veo los planos de cómo
están, y ver si tengo algunas ideas que compartir con ellos.
-Ya te la darán ellos, son un poco especiales, pero al menos para el
exterior estaría bien que tuviesen ideas, no se puede modificar, pero pintar
o restaurar, sí.
-Es de ladrillo, habrá que limpiarlo si no quieren cambiarlo claro.
-Perfecto. -Dijo el señor Velasco.
-Y para ti Blanca, tengo algo muy bonito, pero muy complicado con
muchas normativas que tendrás que leerte.
-¿Sí?
-Sí, te va a gustar. Una residencia de mayores aquí en Manhattan, en el
norte. Cinco plantas. Este es el director y dueño del edificio y su mujer. Te
pones en contacto con ellos y los visitas. Es un edificio antiguo y quiere
convertirlo en una residencia. Llámalo queda con ellos, mira el edificio y
anota lo que quiere en cada planta, si se puede y haces lo de siempre, una
idea y ya irás a medir y planos, se lo presentas a ver qué tal y luego los
haces. Ten cuidado con las medidas el ayuntamiento es muy exigente con
el cumplimento de hasta un centímetro.
-Estupendo.
-Hay tienes toda la información y las normativas de las residencias de
mayores.
-Bueno.
-Os dejo que trabajéis. El miércoles tenemos reunión, así que nada de
quedar ese día, quizá vayáis al ayuntamiento después por lo de la
urbanización.
-Perfecto.
-Ahí os dejo.

-¿Te gusta qué te ha dejado? -Le preguntó West.


-Me encanta.
-Es un proyecto mejor que el mío, al menos no tendrás que pelearte.
-Bueno voy a echar un vistazo.
-¿Estás bien, nena?
-Mejor que bien guapo. Y se levantó y la besó en los labios.
-No quiero que nos pillen.
-Ya lo sé boba.
Y estuvieron trabajando y ella le echó en un par de horas un vistazo al
proyecto y llamó al cliente por teléfono para concertar una cita.
-Está bien, dijo ella, estoy allí en media hora.
-¿Te vas?
-Sí, tengo una cita, voy a ver el edificio, allí está el director y la mujer
que van a llevar la residencia Y me esperan.
-Ten cuidado nena.
-Me llevo todo de momento. Y una camioneta. Hasta luego, quizá tome
algo por ahí si se me hace tarde o comeré aquí, voy a dejar la comida en la
sala por si acaso.

Y cuando llegó al lugar indicado, miró el edificio, era antiguo, pero


estaba en las afueras y tenía una zona para dejarla de jardín en las afueras
para paseos, y empezó a generar una serie de ideas, en el exterior, sin
haber entrado siquiera. Y una gran verja.
Saludó en la puerta a los directores y con su libreta iba a notando piso
por piso lo que querían y en el sótano querían poner las cocinas y el
comedor.
En la primera junto con la recepción, secretaría, zona de juegos,
gimnasio, enfermería, fisioterapia, una zona de máquinas con bastones,
sillas de ruedas, y todo el material disponible, baños en todas las plantas,
al menos dos, excepto en las de los dormitorios porque tenían cada uno el
suyo.
Zona para la televisión, visitas, educador social, psicólogo, etc. Y el
resto de las plantas, serían para los dormitorios, en la última estarían los
que tenían menos movilidad o tenían enfermedades peores.
Las habitaciones, las medidas, se las dieron los directores, porque era lo
que se les exigía en el ayuntamiento, todas las normas, debía estudiarlas,
aunque ella ya las tenía en el despacho.
Y para el patio delantero, ella tenía ideas para dejarlo maravilloso,
donde tomar el sol y pasar por unas rutas rectas y grandes donde cupieran
las sillas de ruedas.
Con una serie de fotos que ella también echó con el móvil, tuvo ideas
magníficas,
-Como tengo las medidas y los planos del edificio, les presentaré unos
planos en un par de semanas, si tienes algo que preguntarme o añadir que
se no haya pasado les dejo mi tarjeta y si necesito venir por algo, los
llamo. Va a quedar preciosa. Todo el mundo va a querer venirse aquí.
-Estupendo Blanca, queremos una residencia bonita y esta es la lista de
materiales que necesitamos de todo.
-¿Me la dan?
-Casi entera, queremos que la residencia esté completa cuando la
terminen. Para entrar.
-Bien, se la pasaré al contratista y la decoradora. Y le pasarán
presupuestos aparte.
-Todo ha de ser de buena calidad, ya lo sabes, todo tiene normas y
normas.
-Lo sé, pero no se preocupen. Creo que en 15 días, nos vemos a ver qué
le parece, ¿Con algún color especial?
-Nos gusta el verde, da vida.
-Perfecto, me encanta el verde.
Y se fue contenta al despacho. Cuando llegó, West había salido a comer
y ella comió en la sala con Tom y Lena, aunque estos se fueron antes, ya
que habían consumido sus tiempos allí.
Y al cabo de estar comiendo llegó West.
-¡Hola nena!
-¡Hola West! aún estoy comiendo.
-¿Qué tal?
-Me encanta, voy a dejar una residencia maravillosa, quieren la
residencia decorada y con los materiales, tengo listas inmensas de todo.
-Vaya, completa del todo.
-¿Y tú qué tal?
-He quedado mañana con todos en el edificio, en uno de los pisos,
espero tener suerte, pero les he echado un vistazo, al menos son todos
iguales, compartimentados, me tocará tirar muros y ver los de carga. He
hecho un plano de uno, así sin medidas exactas a ver si les gusta. Y no me
tiran por la ventana.
-Pobrecito. Bueno, solo son seis pisos, ten en cuenta que tengo cinco
pisos con un montón de habitáculos y habitaciones, todas iguales. Al
menos eso sí, estoy encantada.
¡Cómo no, que suerte tienes!
Cuando tomaron café se pusieron a trabajar.
-Voy a empezar por leerme las normas de las habitaciones de personas
con reducida movilidad, es la última planta. Esto está lleno de normas, sin
pasarse un centímetro.

Cuando acabaron el día, salió con ella y la acompañó a su edificio.


-¿Quieres un café? -Le dijo ella.
-¿Me invitas?
-Ha sido un día duro, solo tengo que bajar a la piscina, ducharme y
hacer la cena, no pienso hacer nada hoy.
-Te dejo entonces preciosa, voy a darme yo también una ducha, pero si
me invitas a cenar vengo temprano, no me quedaré mucho, te dejaré
descansar, así hago yo también un poco de ejercicio. Y ella lo miró
encantada.
-Te espero y la besó en la puerta.
-Hasta luego enana. Me traigo cena.
-Si voy a hacer.
-¿Y la que me hace la chica?
-Bueno, comemos de todo un poco.
-Ahora vengo en hora y media o así.
-Hasta luego.

Así que entre bajar una horita a la piscina y bañarse y ponerse el


camisón, tenía en la puerta a West.
-¿Vienes con chándal?
-Cariño, no pensaba vestirme, así ando un poco. Y dejó la comida
encima de la península de la cocina.
-Ese pantalón de algodón, enseña demasiado, se nota.
-Se nota el qué -Y ella lo tocó.
-Si me tocas, guasona, se nota sin duda ninguna. ¡Qué boba eres! -Y lo
agarró por el cuello y se la subió con las piernas abiertas hasta que sintió
su sexo caliente con su miembro que se ponía duro.
-Mira lo que me haces…
-Me encanta lo que te hago.
-Pues habrá que poner remedio y sacó un preservativo, se lo puso, le
apartó el tanga a un lado, y así entró en ella, apoyándose contra la pared y
embistiéndola hasta derramarse en ella y agitados gemían.
-Nena, esto es lo más, no pesas nada chiquita y puedo manejarte.
-Sí, pero ten en cuenta mis piernas.
-Tus piernas son…Tienes una piel… Y la bajó al suelo y besándola y
fue al baño.
Ella sacó la comida e hizo unos filetes además a la plancha y ensalada
con patatas cocidas para el día siguiente.
-Esto no puede ser todas las noches pequeña.
-Lo sé, tenemos trabajo, pero hoy desde luego no iba a hacer nada, ni
pienso. Me acostaré en cuento te vayas.
-¿Sin regalo ninguno para irme?
-Quizá te lleves uno.
-Gracias a Dios…
-¡Que tonto!
Y se lo llevó, e iba contento.

Los días y las semanas pasaban y ellos seguían con sus trabajos, el
proyecto y presupuesto de las casas fue aprobado y los meses se pasaron,
todo estaba aún en obras, tirando tabiques y echaron un vistazo y comieron
fuera, la próxima vez que visitaron la urbanización. Hablaron con el
contratista por si había algún problema y por lo demás, seguía ella con su
residencia.
Le quedaba ya poco para terminar los planos, los terminaría para el 15
de noviembre sí o sí, aunque tuviera que trabajar en casa, y en el edificio
de West, ya habían empezado a trabajar, pero en el de ella con tantas
normas, había que señalar las medidas en los planos, pero el 15 de
noviembre lo terminó, incluso con colores de paredes y la zona de patio,
de paseo.
Luego una vez hecho la decoradora se dedicaría a comprar y decorar
con la lista que ella tenía para meter, y que además había que comprar en
sitios especializados con medidas específicas también.
El día que les presentó los planos a los directores, se quedaron
encantados, ella le hizo un plano virtual en su tableta, con un recorrido de
cómo iba a quedar. Se curraba sus trabajos con los programas que tenían.
Y solo quedaba pasarle el presupuesto de la obra, el de la decoración
era otra cuestión,
Para el presupuesto, debían ir al estudio y hablar con el señor Velasco y
el contratista y la decoradora.
Ella ya les pasó los planos a ambos y le quedaba como siempre
licencias permisos y estar al tanto de vez en cuando.
West, había terminado mucho antes y estaba con unos cuantos pisos
sueltos en edificio, trabajos menores.
Aun así, seguían con el primer proyecto que tenía previsto terminarse
para mediados de enero.
Cerrar un proyecto, era acabarlo del todo, y de momento tenían todos
abiertos. Pero estaban contentos.
Salían los fines de semana por la noche, al menos un día que casi lo
pasaban juntos todo el fin de semana, en casa de uno o de otro excepto el
domingo por la noche que West o ella, iban a dormir a su casa o algunas
tardes en las que trabajaban.
Y entre semana, él pasaba algunas noches.
Pero estaban radiantes.
West era feliz con su pequeña, ella era feliz con su gigante y con su
trabajo y llamaba los fines de semana a su casa.
Llegaba finales de noviembre y el frío y había cobrado una buena
nómina en octubre, en septiembre y ahorraba, porque si salía con West el
sábado, aunque cenaban en casa y salían solo a tomar una copa, no la
dejaba pagar y salían poco con el frio. West no era muy fiestero, pero sí
una vez a la semana, le decía ella. Y lo pasaban muy bien, porque si por él
fuera, no salían.
Llegaba Acción de Gracias y tenían unos días de descanso. Blanca
pensó en salir de Nueva York, porque no había visto nada aún y quería
aprovechar el puente con West.
-Voy a comer a casa de mis padres, vamos toda la familia -le dijo casi
diez días antes.
-Podemos ir el viernes fuera y estar un par de días, en Boston o en
algún lugar. Le dijo ella que comprendía que no iba a invitarla a ese día
que era familiar y no llevaban el tiempo suficiente, aunque conocía a sus
padres. Pero no le sentó mal.
-Tendré que aprovechar el puente para trabajar, nena.
-Este puente, podrías descansar.
-Y podemos, pero podemos trabajar también. Nos quedaremos en
casita.
-No West, voy a salir de Nueva York este fin de semana. Necesito ver
otros lugares, salir respirar un poco del trabajo y renovarme. Lo necesito y
qué oportunidad mejor que esta que hay tres días… Si tú, no puedes cielo,
voy yo.
-Pero vuelves por la noche. ¿No?
-No, me voy el viernes y vengo el domingo. Quería salir unos días, de
todas formas, nene, si tienes que trabajar, estarás mejor solo.
-¿Dónde vas?
-Voy a ver las cataratas del Niágara, estarán preciosas en esta estación,
nevadas, solo hay unas siete horas de camino saliendo de Nueva York, si
salgo temprano el viernes, llego al mediodía y me quedo dos noches y me
vengo después de comer el domingo o como por el camino. Me gustaría ir,
y que vinieras conmigo, pero si no puedes venir…
Y él se puso serio.
-Te vas sola.
-Como tú a comer con tu familia. Y me voy sola porque no quieres
venir. No voy a estar encerrada un puente con lo que trabajo, quiero ver
sitios, cada vez que tenga unos días pienso salir y ver lugares, no me
enfado cariño porque no vengas. Pero tú, tampoco debes hacerlo.
-Pero son dos noches fuera.
-Sí y qué, no te vas a morir, así me echarás de menos -Y lo besaba.
-Blanca, no quiero que vayas -le dijo muy serio.
-¿No quieres que me vaya?
-Estamos muy bien aquí en casa.
-Vente conmigo, si sales tarde de la cena de tus padres nos vamos más
tarde.
-No es eso.
-¿Entonces? -y ella, lo miró -Ah no West. Me voy, lo siento.
-¿Te vas, en serio?
-Pues claro, si no pasará nada por irme, en Navidades también estarás
con tu familia y yo sola, y no me enfado.
-Me quedaré el 25 contigo en casa.
-En casa, sin salir.
-Puede que no esté cuando vuelvas.
-¿Pero estás tonto?… Si son dos días ¿Me lo dices en serio?
-¿Me ves riéndome?
-No, no te veo riéndote, pero me voy a ir, te pongas como te pongas,
quedan dos semanas y voy a reservar y a estrenar mi coche por carretera,
ya tengo los planos y me falta reservar hotel, un hotelito no muy caro que
he visto precioso.
Él la miró toda ilusionada y sabía que era una tontería, pero el hecho de
que se fuera sin que él quisiera… Quería pasarlo en la cama con ella desde
el viernes, y ella no quería, pues que se fuera.
Y ella pensó que no todo era sexo sin salir, que le gustaba viajar y ver
cosas nuevas y podían hacer el amor allí.
-Bueno, pues nada. -Dijo él, Tú misma. Y se fue de casa.

Aún quedaban diez días para Acción de Gracias, diez días en que solo la
saludaba en el trabajo y no le había dado un beso ni quedó con ella ese fin
de semana.
Blanca se estaba poniendo de los nervios y eso era lo que West
pretendía, castigarla. Sí que el miércoles antes de Acción de Gracias,
Blanca, le dijo al salir del trabajo:
-Espera West.
-Dime…
-¿Hemos acabado esto?, Porque si lo hemos acabado me gustaría
saberlo, llevas diez días comportándote como un niño mimado porque me
voy tres días de vacaciones y no quieres acompañarme, por eso me voy
sola.
-¿Me retas?
-¿Que te reto?, es un viaje West.
-Hemos acabado, sí, si te vas, hemos acabado.
-Perfecto, por mí no hay problema. Ya sé a qué atenerme. Al menos lo
tengo claro.
Porque a ella le parecía la tontería más grande que iba a cometer ese
tipo, que lo supiera. Ahora era libre, y aunque lo echaría de menos, sabía
que algún día iba a poner cualquier excusa para acabar con ella y así se lo
dijo.
-¿Sabes West? Si quieres encontrar una excusa para dejar de salir
conmigo no hacía falta esa idiotez, me lo dices claro y en paz. En eso
quedamos. A partir de ahora somos libres, puedes acostarte con otras, si es
lo que quieres, yo haré lo mismo.
Y él la miró para matarla.
-Adiós West, hasta el lunes.
Porque el día de Acción de Gracias ella iba a pasar a fichar y de ahí se
iba a la residencia y volvía para fichar e ir a casa.
-¡Será cabrón! -Se dijo, -no me invita a su casa como una amiga porque
no quiere que sepan que sale conmigo desde hace dos meses y no quiere
que vaya de vacaciones sola ni con él, ¿pero qué se ha creído? iría ahora y
cuando quisiera, donde quisiera, no iba a estar encerrada en casa siempre.
Sin ver nada. Solo a tomar una copa un sábado por la noche.
Y se dio cuenta de que si no era porque ella lo animaba se quedarían
siempre en casa, y ella no era de esas, que se olvidara, era joven y quería
salir.
Fuera el gigante. Por muy bien que hiciera el amor o lo quisiera,
estuviese enamorada de él ya sin remedio, pero no había ido a Nueva York
a trabajar y a estar en casa para él y escondida, para nada.
Y en cierta manera se sintió libre porque lo vio con claridad. Se
equivocaba con ella si pensaba que solo iba a salir el sábado de noche y a
un local.
Aún en los meses que llevaban no había visto ni siquiera el parque con
ella, solo a los trabajos, pero eso se acabó. ¿Es que le daba vergüenza ir
con ella o qué leches le pasaba? Era cariñoso y era sensual y sexual, pero
eso no era todo, quería ir de la mano por la calle a plena luz del día y había
estado tonto.
En cuanto llegó el día de Acción de Gracias a casa, sabía que él estaba
comiendo con su familia, excepto la prometida de John, su gemelo que
estaba en Nueva Zelanda, pero si ella estuviera en Sevilla y él estuviese
solo en ese país y en esa ciudad, lo hubiese llevado a su casa, aunque allí
no se celebraba esa fiesta, pero en otra cualquiera.
Le daba igual, se duchó, hizo una maleta pequeña, preparó su buen
abrigo, y bufanda y guantes aparte y se hizo la cena, una sopa y tortilla. Y
como los diez días anteriores en que no la llamó, esa noche menos iba a
recibir llamada o mensaje de él.
¡Que le dieran!
Su despertador y dejó su móvil cargando su GPS, sus documentos en el
bolso y reservó un hotelito cercano a las cataratas. Lo estuvo viendo y era
magnífico.
Y a las seis de la mañana, bajó al parking con su maleta, su GPS y lo
puso en el coche y emprendió camino a las cataratas. Pararía a la salida de
Nueva York para desayunar y luego para tomar algo si se le hacía tarde.
Y por fin a la una y media llegó, le señalaron el aparcamiento del hotel.
Aquello era maravilloso, aunque hacía demasiado frio.
En el hotel contrató un seguro necesario para estar allí, y se apuntó a
ver las Cuevas de los Vientos y el Acuario, una cosa cada día. Con las
vistas tenía suficiente.
Eran una maravilla de la naturaleza. Impresionante.
Entró en la habitación, con vistas y el ruido ensordecedor al abrir la
ventana, estaba encantada.
Bajó a comer al comedor, conoció a gente, entre ellos a un chico
ingeniero de Nueva York, algo mayor que ella, Samuel, con el que hizo
amistad enseguida en la mesa mientras comían, porque le recordaba a
Tom, salvo que este no era gay.
Había llegado por la mañana y se había apuntado a las mismas
actividades que ella, porque con ir a las vistas, ya no daba más tiempo en
un fin de semana.
Era un chico rubio y encantador de ojos verdes, risueño y agradable, era
alto y guapo, tenía un buen cuerpo, se notaba que hacía algo de ejercicio.
Cuando hablaron de sus trabajos, él trabajaba en un despacho de
ingeniería, cerca de su trabajo y conocía el estudio de arquitectura, incluso
alguna vez habían trabajado juntos en algunos trabajos con los ingenieros
de su empresa. Él estaba en otra sección.
-¿En serio? -Dijo ella.
-Sí, en serio. Nos consultaron los elementos para un estudio como el
nuestro.
-Bueno, yo estoy desde septiembre trabajando en Nueva York.
-¿Eres extranjera?
-Española.
-Se te nota un poco el acento, pero hablas muy bien inglés.
-Gracias.
-¿Y tienes novio?
-Bueno, novio no, salía con un chico del trabajo hasta hace once días.
-¿Y eso?
Ella le contó un poco por encima la historia.
-¿En serio? -se sorprendió Samuel.
-Por esa tontería, por esa, y me he dado cuenta de que nunca he salido
con él de día ni hemos ido algún fin de semana de vacaciones, sí que fui a
la cafetería de sus padres, al principio, como compañera de trabajo, que
eso es lo que éramos, pero de día nunca.
-No puedo creer eso. Mujer te vas a quedar encerrada en casa.
-Pues eso digo yo, y ponerme en la tesitura de ni invitarme a su casa y
no querer que me fuera de vacaciones.
-Eso se llama egoísmo amiga.
-Sí, lo sé.
-Vive tu vida, mujer, que nadie te encierre. Si tienes oportunidad de
hablar con él, se lo cuentas.
-Eso está ya hablado, por descontado, y a partir de ahora, saldré más,
tengo mi trabajo y mi sueldo, intento ahorrar todo lo que puedo, pero salir
a veces ir al parque es casi gratis, vas andando y te das un paseo.
-¿Dónde vives?
-Al lado del trabajo.
-Anda, yo también.
-Estamos a cinco minutos, -Cuando se dijeron dónde vivían.
-¿Qué edad tienes Samuel?
-29 ¿Y tú?
-24.
-¡Qué jovencita! Tu apartamento es alquilado entonces…
-Sí, es pequeño de dos dormitorios. ¿Y el tuyo?
-Me lo he comprado, bueno, mis padres me ayudaron, la verdad.
-¿Tiene piscina y gym como el mío?
-Sí y cuatro dormitorios.
-¡Qué exagerado! ¿Para qué quieres cuatro dormitorios?...
-Iba a comprarlo de tres, pero había uno igual de precio, y me lo
compré de cuatro. Ahora estoy satisfecho.
-¿Y qué tienes cuatro dormitorios?
-No tengo uno de librería y para escuchar música, videojuegos el mío,
otros dos y el despacho que es enorme.
-¿Cuantos metros cuadrados tiene?
-250.
-Madre mía hombre…-Y él se reía. -¿Eres un pijito de Nueva York?
-No soy de Nueva York, soy de Boston, allí viven mis padres, en
Cambridge, allí estudié en Harvard y allí fui un hijo mimado y único.
-Con razón. Podías haber trabajado allí.
-Tenemos la central allí, pero al abrir una sucursal en Nueva York, me
enviaron aquí. Mis padres son ingenieros también los dos.
-¡Qué barbaridad!
Y ella le contó también su historia.

-Tienes unos ojos bonitos…


-Los tuyos son también bonitos y más claros, me encantan los ojos tan
claros.
-Bueno, estoy molida Samuel, creo que voy echarme una siesta.
-¿Quedamos para la cena? Luego hay una fiesta.
-¿En serio?
-Sí, en serio.
-¿A qué hora?
-A las diez, pero quedamos a las ocho y media para cenar, ¿Te parece
bien?
-Me parece muy bien, nos vemos aquí.
-Hasta luego Blanca española.
-Hasta luego Samuel de Boston. -Y él se rio con una risa preciosa.

Y ella se acostó pensando que había más hombres guapos y simpáticos,


sobre todo, porque West no lo era, ¡Maldito gigante!…

Esa noche de Acción de Gracias West, estaba muy cabreado, su madre


le dijo que qué le pasaba.
-Tan serio como siempre mamá déjalo -decía John.
Pero pensaba en Blanca y se le revolvían las tripas, no quería que se
fuese sola, quería irse después de cenar, irse a su casa y ni salir en todo el
fin de semana salvo a trabajar, un poco, pero ella quería ser un espíritu
libre, pues que no contara con él.
Ya eran libres, no tenían nada y si no estaba ella, iba a buscar sexo,
quería darle una lección, y lo tendría. El sábado, donde siempre.
Y lo tuvo, y se arrepintió nada más tenerlo, se sintió infiel y perdido, no
era ella y si lo supiera no se lo iba a perdonar. Ni siquiera supo quién era la
chica, ni le preguntó siquiera.
Pero sí que le pidió un taxi nada más acabar.
¡Dios que he hecho!, joder maldita sea. ¡Blanca del demonio!…

Sin embargo, Blanca estuvo cenando con Samuel esa noche y bailando
en la fiesta.
Luego se sentaron a tomar una copa.
-Lo estoy pasando fenomenal, menos mal que te he conocido.
-Sí, y yo a ti, ha sido una suerte, guapa.
-¿Tienes novia?
-No, hace seis meses terminé una relación, demasiado tóxica para mí,
era controladora y no soporto eso.
-¡Vaya dos! ¿Estabas enamorado de ella?
-Pues no como debería, eso no es amor ¿Y tú del gigante?
-En dos meses, no creo, pero es que es tan raro, y me doy cuenta de
cosas que no me gustan.
-¿El sexo?
-Sí, el sexo es bueno, muy bueno, no te voy a mentir, pero es que no he
tenido salvo a él.
-¿Eras virgen cuando viniste y te acostaste con un tío de 31 años?
-Sí, era una tonta. Pero no me arrepiento que fuera el primero.
Generalmente soy una persona que no me arrepiento de lo que hago.
No mujer, tardaste demasiado. Y si él tiene 31…
-¿Te acostarías con otro?
-Por qué no, seguro que él lo hace, pero no es por eso, soy libre, no me
voy a quedar para vestir santos. -y él rio.
-¿Conmigo?
-¿Me lo estás proponiendo?
-Sí, sinceramente me gustas, eres muy guapa, somos libres, y me
gustaría. Di que sí…
-Sí, -Y Samuel, le tomó la mano y la llevó a su habitación. Blanca iba
temblando.
-Blanca, no tiembles guapa, sé que no soy el primero y no me importa
que me compares, yo soy yo y él es tu primer hombre, y si vuelves con él
sería normal, porque hace muy poco tiempo.
Y ella le pasó los brazos por el cuello y se besaron. Samuel besaba muy
bien y ella estaba mojaba y húmeda y se había tomado dos copas y eso
ayudaba y cuando él se desnudó, ella vio un tipo estupendo con un cuerpo
diez, y se dijo que hasta ahora tenía suerte con los cuerpos de los hombres.
Y Samuel, la trató con ternura y entró en ella hasta arrancarle un
orgasmo fuerte y potente y gemían ambos en esa cama bajo el ruido del
agua.
-¡Oh Dios, qué bonito ha sido Samuel!
-Sí que lo ha sido, pero has visto solo mi parte tierna.
-Bueno, tenemos la noche…
Y fue al baño y al volver, se metió en su sexo y ella sentía la suavidad
de su barba, las cosquillas que ese hombre le hacía y se corrió enseguida.
Le encantaban los hombres con barba corta, como su gigante, negra y
como la de Samuel, suave y rubia.
-Eres demasiado ardiente y sexual nena, ufff… como me pones. Y ella
bajó a su sexo correspondiéndole y Samuel, explotó como las cataratas en
la noche.
Y siguieron con el calor de las copas y el de sus cuerpos y tuvo un sexo,
sin comparar a nadie, ni siquiera a West. Y ni se sintió culpable. Quizá al
día siguiente.
Pero tampoco.
El sábado él la despertó para ir a la excursión y lo pasaron
especialmente bien, en las cuevas. Samuel la llevaba de la mano como si
fuese su pareja y ella se sintió bien.
Samuel medía 1,85, era alto y estaba bueno, le encantaba su barba, las
mujeres lo miraban y ella sintió celos, y se sorprendió.
A la vuelta cenaron y otra vez se quedaron en la cama toda la noche.
-¿Qué me dices chiquita?
-Ha sido perfecto.
-¿Me vas a dar tu teléfono?
-Claro y tú me das el tuyo.
-Y si vuelves con él a la vuelta, quiero saberlo.
-Te lo diré.
-Porque si no te quiere, yo sí quiero salir contigo.
-¿De verdad?
-De verdad, eres una mujer estupenda y no voy a renunciar a ti, a menos
que tú no quieras.
-Samuel…Eres tan guapo. He tenido la suerte de tener dos hombres
guapos. Si no hay nada entre él y yo a la vuelta, pero quiero que vayamos
despacio.
-Tú llevas el ritmo, pequeña.
-No, los dos.
Y la besó.
-Eres perfecta.
-Y tú… No sé por qué no tienes pareja.
-Soy selectivo, no salgo con cualquiera, ni me acuesto tampoco. Pero si
salgo, la fidelidad está en primer lugar, si no, esto se termina y si se quiere
ser infiel también.
Lo sé, creo que pensamos igual en eso.
-Anda vamos a ver el acuario y luego nos vamos, una pena que no
hayamos venido juntos, pero te llamaré a casa para ver si has llegado bien.
¿Vale? Y ahora ven aquí que Samuel tiene una cosita para ti.
-Espero que sea húmeda.
-Muy húmeda.
CAPÍTULO SEIS

Era extraño, pero en el camino de vuelta, no se sentía culpable, ni


extraña, se sentía libre. Había hecho el amor con otro hombre, casi más
compatible con ella, más amigo. Con Samuel podía soltarse y contarle
cosas además de compartir risas y sexo y un sentido del humor parecido.
Pero claro, la encrucijada de West, estaba ahí, para que lo viera a diario. Y
no sabía cómo iba a sentirse al verlo el lunes.
No sabía qué iba a pasar, es más era tan especial Samuel que le dijo que
si salía de nuevo con West, se lo dijera, además le iba a dar un tiempo a
ver qué pasaba, no quería empezar una relación con ella demasiado pronto,
y eso él lo sabía. Y ella también.

Pero se sentía feliz y satisfecha y había pasado unos días preciosos.


Salir la renovó, lo necesitaba en todos los sentidos y el sexo, había sido
especial con Samuel. Ahora podía comparar si quería, pero no iba a
hacerlo.

Lo que no se esperaba ella, era que el lunes, al entrar al trabajo de


nuevo, había una mesa más en esa sala tan grande. Habían contratado a
otro arquitecto.
-¡Hola West! -saludó ella como todos los días, contenta y feliz. Parece
que vamos a tener otro arquitecto más.
-¡Hola Blanca!
Pero no le dijo nada más ni tenía intención de hablar más con ella, más
de lo necesario, porque el martes tenían que ir a las casas.
-¿Mañana vamos a las casas? -Preguntó Blanca.
-Sí.
-Vale estupendo.
-Se quitó su abrigo y la bufanda y se sentó en su mesa.
En ese momento entró una chica alta y guapísima y exuberante, con
cierto aire latino, el pelo negro y largo y los ojos negros. A ella casi ni la
miró.
-¿West?, eres tú… Madre mía, qué casualidad después de lo de la noche
del sábado. Jamás pensé que íbamos a ser compañeros. La vida es un
pañuelo.
-¿Eres arquitecta?
-Claro, -se acercó a su mesa y le tocó la cara en forma de caricia. -Pero
jamás después de lo del sábado, pensé encontrarte aquí.
Esa mujer no se cortaba un pelo, y West, bajó la cabeza, avergonzado, y
ella supo que se había acostado con ella el sábado. No quería mirarla a la
cara.
A ella no debía darle explicaciones de todas formas, lo que faltaba, eran
libres y tampoco tenía problemas en trabajar con más personas en la sala.
Era una gran sala y una gran firma y por lo visto aumentaban los trabajos.
-Bueno, bueno. Se acercó a ella…
-¡Hola soy Marlene!, encantada. Voy a trabajar con vosotros.
-¡Hola Marlene! -se levantó ella y la saludó con la mano. -Encantada de
tenerte con nosotros.
Sabía que, a West, no le gustaban dos cosas, que se la hubiese tirado y
ella se enterara y que les metieran a más personas en su despacho. Y sobre
todo tenerlas a las dos allí.
Ella ese día tenía cita con el señor Velasco, la decoradora el contratista
y los directores de la residencia, sobre las diez de la mañana, para ver si se
aprobaba el proyecto de la residencia, pero mientras le darían otro, que
tendría que empezar el miércoles si iban el martes a las casas.

En ese momento entró el señor Velasco…


-¡Hola buenos días!
-Buenos días, saludaron.
-A ver unas cuantas cosas, os presento a mi sobrina, Marlene, va a
trabajar con vosotros, pero os voy a cambiar de sala, porque está queda
demasiado estrecha para los tres y me gusta que trabajéis con espacio.
Espero que no tengas problema Blanca.
-¿En qué señor?
-Te voy a cambiar a ti sola a la sala de al lado, para que estéis más
libres. La sala es para una persona sola -Y West lo miró con rabia, y
Marlene encantada. Sé que estás haciendo un buen trabajo y a ti West, te
necesito para que le enseñes a mi sobrina cómo funcionamos.
-Ah por mí ningún problema, señor Velasco -le dijo Blanca encantada
de estar sola sin esos dos. Como agua de Mayo, le había venido
-Verás es una sala bonita, la han pintado esta mañana y ahora vendrán
en media hora a llevarse tus cosas y las instalan.
-Estupendo.
-Tiene vistas a la avenida, como esta y es para una persona sola, ya te
puedo dar trabajo en solitario, después de lo que has hecho en la residencia
y era normativo, y sabes que tenemos la reunión a las once.
-Sí señor.
-De todas formas, tienes el trabajo con West, de las casas, ese lo
terminas con él. Mañana tenéis que ir ¿no?
-Sí, mañana nos toca.
-Pues perfecto. Te voy a dar otro trabajo, ya que estoy contigo, y quiero
que mientras tengamos la reunión cambien tus cosas. Bueno, en principio
pensé dejaros a los tres aquí por ese se han metido los muebles, pero
estarás al lado de ellos, por si necesitas consultarle algo a West. Está bien,
toma, otro proyecto. Vas tener tres abiertos.
-No me importa. Lo llevo anotado en mi agenda.
-Bien, este va a ser corto, porque te voy a mandar a Boston después de
Navidades, a finales de enero, cuando se acaben las casas. Sí dejas uno
cerrado.
-¿Sí?
-Sí señorita, allí te quedaras en nuestra sucursal a hacer un trabajo, otra
residencia de mayores y como tienes experiencia, te mandaré y lo harás
con un compañero, luego te vuelves, él se queda al tanto de la revisión,
pero si nos sale otra, ya tiene tu compañero de Boston experiencia. Le vas
a enseñar -y se reía -Revisará en tu lugar hasta cerrar el proyecto. Por
supuesto, te daremos un apartamento mientras estés allí y unas
retribuciones aparte.
-Gracias señor.
-Y ahora toma, este es el trabajo antes de que te vayas a final de enero.
Te va gustar porque es una cafetería de dos plantas, en esta avenida.
-¿En serio?
-Sí, podrás ir andando. Ahí tienes todo, ve echando un vistazo mientras,
si te da tiempo a todo lo que hoy te espera.

-Bueno, ahora tú, West, ¿Cómo vas con el edificio?


-He presentado ya el proyecto, a falta del presupuesto, al menos he
logrado un consenso. Falta aprobar el presupuesto y llevar las licencias
que tengo preparadas,
-Bueno, a ver si puedes hacer todo este mañana, llama que te aprueben
eso, firmen y llevas las licencias para que el contratista empiece eso ya. Y
toma, para el miércoles, este con mi sobrina Marlene, para que aprenda
contigo. En Brooklyn, una sala de arte moderno. Ahí lleváis todo, podéis
llamar y verla y lo de siempre a ver qué quieren, cómo, medidas, podéis
quedar para el miércoles y empezar con los planos, no debe llevar mucho,
pero quiero que vaya contigo. Si da tiempo hoy podéis echar un vistazo.
Marlene, tú lo miras mientras West sale a lo de las licencias y el
presupuesto. Y si no, mejor lo acompañas para que vayas viendo el tema.
-Está bien.
A Blanca le pareció que es aparte de las uñas largas, no sabía ni papa y
que West iba a hacer el trabajo. Ese era su problema.

Se puso a mirar su trabajo. Una cafetería. Si le daba tiempo iba a verla


por la mañana, pero no creo que le diera tiempo salvo de llamar para
quedar el miércoles temprano.
Y estaba contenta de que la cambiara a una sala sola para ella.
Uff, estar con esos dos iba a ser insufrible y el señor Velasco era su
ángel de la guardia,
Estuvo mirando cafeterías. En el estudio de la carpeta, era una cafetería
vegana, había sido otra cafetería, por lo que se ve, pero querían cambios de
barra, y tenía dos plantas, no lo había visto salvo en Sevilla, pero en
Manhattan no, pero se le ocurrieron ideas, que ya hablaría con los dueños.
Mientras, la sobrina del señor Velasco se sentó en la mesa al lado de
West, hablando despacito y con una falda más corta que la suya, si ya él se
quejaba.
Ella miraba de soslayo y lo veía avergonzado. Bueno allá él.
Al final salieron a la calle diciendo hasta luego y recogiendo sus
documentos.
Y a ella la llamaron a la sala para los presupuestos de la residencia.
Se sentaron todos al lado de la mesa y le presentaron los presupuestos,
del contratista y la decoradora uno con todos los utensilios, hasta el último
bote de alcohol. La lista inmensa y ellos comprobaron con la suya.
Estuvieron hablando y aprobaron los dos presupuestos, en cuanto la
decoradora les enseñó los muebles y su diseño perfecto.
Se saludaron todos y ellos la abrazaron y les dieron las gracias a todos
-Iré dentro de un mes, y luego cada dos semanas hasta comprobarlo
todo. Con la decoradora también -Les dijo Blanca.
Y eso gustó a los clientes.
Ya el resto se fueron y ellos se quedaron a pagar con el señor Velasco y
ella se fue a su despacho.
-Ya te han colocado todo, se lo han llevado volando -Le dijo la
recepcionista.
-¡Ah gracias!
-Ahí han dejado tus llaves. Se han llevado tu abrigo y la bufanda.
-Gracias, me encanta.
-Bueno, si no me queda nada voy a ver mi despacho.
-Hasta luego. Me voy a la recepción. Nos vemos en la comida.

Y cuando abrió su despacho, era precioso, que se jodiera West, que


ahora iba a estar con ella, mejor, si se habían acostado…
Pero tenía despachito mono para ella sola. Se iba traer unas fotos para
la mesa de despacho y un par de plantas, fotocopiaría sus títulos y master
y los colocaría el miércoles en su despacho.
Tenía una percha para colgar sus cosas, dos armarios altos con cajones
y puertas y los de arriba libres, donde tenía una copia de las casas y otra
copia de la residencia.
Y frente a la ventana la mesa de dibujar y la de despacho al revés,
mirando hacía la puerta, con dos sillones frente a su preciso sillón de
despacho, completo, su tableta, pc, fotocopiadora de pie grande a un lado y
un fax.
Temía de todos los materiales y estaba que se salía, hasta una puerta
que abrió y era un pequeño aseo.
¡Ah Dios, que felicidad!, y ahí no había espacio para nadie más, estaré
sola y feliz.
De momento era la hora de comer y se llevó sus cosas a la sala a comer.
Cuando se cruzó con West…
-¡Hola Blanca!
-Hola West?
-¿Vas a comer?
-Sí.
-Bien.
Y ella saludó a sus amigos de comida y cuando acabó, West, no había
llegado a tomar el café y ella se fue a su despacho. Iba a traerse un cepillo
de dientes y un vaso y una toalla para su baño y allí dejó su bolsita de
aseo.

Por la tarde, el tiempo que le quedaba, llamó a los dueños de la


cafetería, para quedar temprano el miércoles
Y así fue.
El resto de la tarde hizo algunos bocetos de cafeterías de dos plantas, a
partir de las fotos que había en la carpeta de cómo había sido antes.
Llamaron a la puerta media hora antes de irse.
-Sí, pase.
-¡Hola Blanca!
-¡Hola West!…
Y él, se sentó en una de las dos sillas que había frente a su despacho y
lo miró.
-¡Qué suerte! Es precioso.
-El miércoles lo decoro. Dime…
-Quiero decirte que entre Marlene y yo…
-No me importa el polvo que echaras West el sábado.
-Blanca eres…
-¿Qué, qué soy?
-Una bruta hablando.
-Sí me gusta serlo, si tienes un problema con ello, no te importa. ¿Algo
más?
-Lo siento, de verdad.
-¿Que lo sientes? No lo creo.
-Debí ir contigo.
-Sí, debiste ir, no pienso permitir que nadie me encierre en casa ni se
avergüence de mí, valgo mucho West.
-Lo sé, no es eso.
-Sí que lo es, y prefiero no estar contigo y salir. Y más después de lo del
sábado por venganza.
-¿No vas a perdonarme?
-¿Qué no voy a perdonarte, que te acostaras con ella?
-Sí, por favor chiquita, fue por vengarme al irte, no lo pensé, pero te
juro que será distinto a partir de ahora. Tienes razón. Saldremos juntos
por ahí…
-No, no puedo estar contigo ahora mismo, además yo también me
acosté con alguien en las cataratas, si yo te perdono, tú, también debes
hacerlo.
-¿Que te has acostado con otro?
-¿Qué te has acostado con otra?
-No ha significado nada para mí.
-Para mí, ha sido bonito, pero no tengo ninguna relación tampoco. Así
que tú verás -y lo miró a los ojos.
-No puedo perdonar eso.
-¿Y yo sí debo hacerlo?
-No es lo mismo, lo siento. -Y salió por la puerta.
¡Vete a la mierda hombre!

Y sabía que ahí había terminado y que ese salía con Marlene sí o sí y
vería como no era tan tonta como ella y salían fuera. La vida era un
pañuelo. De lágrimas.
A la hora de la salida, cuando cerró su despacho, los vio salir y ella se
agarraba a su brazo mirándolo y sonriéndole.
Perfecto. Era el final de los finales, con ese tipo.
Ahora dejaría un tiempo a que Samuel la llamara. Si la llamaba, claro.
No tenía ganas de salir ahora mismo con nadie porque le dolía, le dolía lo
que le había hecho, dejarla doce días porque se iba de vacaciones, sin
hablarle. Por todo. Y ahora le paseaba por las narices a la tiparraca esa. Iba
a hacer el trabajo él y ella se iba a llevar la mitad de los agradecimientos.
Ella estaba mejor sola, y deseaba que acabara pronto las casas para no
tener que ir con él ningún lado.

Esa tarde salió a comprar unas macetitas y unas litografías de


arquitectura preciosas, compró un par de marcos para sus títulos y los puso
en casa, y se los llevaría al día siguiente con una toalla y un vaso con un
cepillo de dientes y dentífrico.
Luego bajó a por la compra que no hizo el puente, y le dio un poco al
apartamento y puso una colada, mientras se hacía una ensalada, porque al
día siguiente comía fuera.
Cuando acabó se dio una ducha, cenó y se tumbó en el sofá.
Eran casi las diez de la noche. No había podido bajar a la piscina, al día
siguiente, le venía bien.
Y pensó en todo. Intentó hacerlo racionalmente.
-¿Cómo era posible que West la hubiese dejado por ir de vacaciones un
fin de semana?
Y todo por no hacer lo que él quería y fíjate la que se había liado,
habían dejado de salir y se habían acostado con otras personas. Y para
colmo, para él era una infidelidad imperdonable, faltaría más y lo suyo…
¿Qué era?
Lo mejor era dejar el tiempo correr y centrarse en su trabajo y salir los
fines de semana de día o de noche o viajar donde quisiera.

Al día siguiente, se puso unas mallas con las botas de trabajo y un


jersey de cuello alto con un chaquetón impermeable con gorro.
Entro en su despacho y metió un par de libretas en su bolso de trabajo,
la tableta, y lo que siempre llevaba, y se dirigió al despacho de West.
-¡Hola West, Hola Marlene!
-Nos vamos dijo este.
-Sí, voy cogiendo las herramientas y la llave de la camioneta.
-Vale.
-Te espero abajo.
-Cuídamelo bien, Blanca.
-No te preocupes, es grandecito y sabe cuidarse bien, -Y la chica lo
miró con adoración.
Cuando él llegó a su altura…
-Tienes pintura roja en los labios -Y West se los limpió.
-Toma la llave, es el uno.
Y metieron las herramientas y ella se sentó al lado del conductor y
West conducía hasta que salieron de Nueva York. Ella iba en silencio.
-¿No vas a hablar en todo el camino? -Le dijo él.
-No tengo nada que decir West y menos si sales con ella.
-Voy a salir sí.
-Me alegro, es una chica muy guapa y alta.
-Gracias, ¿Tú no sales con nadie?
-De momento no, pero me extraña que tú que no salías, la facilidad que
te ha entrado por dejar a una y salir con otra en dos semanas.
-Tú lo has querido, Blanca ahora no te quejes.
Y ella se rio.
-¿Tiene gracia?
-Mucha. Ahora cuando lleguemos, me voy mis casas y tú a las tuyas,
luego vemos el parque, ya lo han empezado también -Y dio por finalizada
la conversación entre ellos. Si quería buscarla, no la iba a encontrar.
-Perfecto. Luego comemos algo y de vuelta.
-Me parece bien.
Al cabo del rato, él le dijo:
-¡Maldita sea Blanca! ¿Por qué?
-¿Por qué qué?
-Eres tan testaruda.
-Porque no quiero hacer lo que lo demás me digan ni voy a estar
encerrada porque te dé la gana, voy a salir, de día y de noche y viajaré los
fines de semana. Hay tiempo para todo. Y tú puedes encerrar a tu Marlene,
aunque te va a resultar difícil y preveo que te va a salir cara. Además tú
me has dejado. Sí me has dejado. Has salido ganando, es espectacular y
guapa, te lo digo en serio. Aunque le recomendaría que en el trabajo se
compre un lápiz de labios en vez de barra, no manchan.
Y él la miró con rabia.
-Vale ahora me odias. Qué mala soy ¿eh?… El santo West.
-Déjalo ya.
-Sí, es la última vez que hablamos de este tema, no quiero saber nada,
West, lo único en el trabajo y como compañeros, nada más, lo que hagas
con tu vida, no es mi problema y lo que haga con la mía, tampoco es
problema tuyo, en eso creo que estaremos de acuerdo
-Por supuesto.
-Bien.
Menos mal que llegaron y tuvo al menos un tiempo para ir
comprobando cómo iban sus casas. Aún quedaban por empezar a tirar
tabiques en las cinco últimas y estaban acabadas más de la mitad.
-Luego falta la pintura y los suelos, es lo último.
-Han quedado preciosas. Tengo ganas de verlas pintadas.
-Vamos a dejarlas todas sí, y luego empezamos con la pintura y después
las entradas,
-¡Qué bonitos los porches! ¿verdad?
-Ha sido una buena idea y no quedaran en color madrea sino del color
de las puertas. En blanco, el suelo sí.
-Precioso quedarán. ¿No ha habido problemas?
-Ninguno.
-¿Vamos a ver los tres sótanos distintos que diseñaste?, han ido a 1-2-3
1-2-3, así, van a quedar.
-Maravilloso, me encantan, estoy tan satisfecha que si tuviese dinero
me compraría una.
-Y yo también, le dijo el aparejador, ya que el contratista estaba con
West.
-Con los colores en gris por dentro, el suelo gris leñoso y ese doble
azul, se van a vender en dos días. Bueno, a ver si sale West y vamos a ver
el parque.
-Está ya casi medio hecho y en cuanto se acaben las casas le damos a
las calles y al final las entradas.
-¡Que ganas tengo de verlo acabado todo!
-Ya no queda mucho, Blanca, mes y medio o así, para finales de enero.
-Ah mira ahí sale West, bueno, te dejo, venimos en dos o tres semanas.
-Cuando queráis.
Y se fue con West a ver el parque.
-Está muy adelantado, ¿verdad? Aunque con la nieve... Pero al menos
está todo señalizado y asfaltado.
-¿Qué tal tus casas? -Le preguntó ella.
-Me gustan, la verdad que la idea de los sótanos le ha gustado hasta al
contratista.
-Me alegro, cuando las pinten van a quedar preciosas.

-Bueno, vamos a tomar algo donde siempre.


-Vamos y volvieron al principio de las casas dónde se habían dejado la
camioneta y se fueron a la cafetería, pidieron y ella pagó su parte. Ya que
él quiso dividir.
Estaba en plan obcecado, ella le hubiese pagado la suya, pero no quiso.
Estaba en un plan que ella no abrió la boca hasta que llegaron al estudio, él
dejó las herramientas y la llave de la camioneta, abrió su despacho, cogió
sus cosas, fichó y se fue a casa tan tranquila.
Él iba echando chispas.
El miércoles iba cargada al trabajo con las plantas y las litografías.
Pidió una escalera y lo coloco todo. Quedó precioso y lleno, ya no parecían
las paredes solitarias.
Y no le quedaba más tiempo que recoger todas las cosas y una caja de
herramientas e ir andando a la cafetería donde había quedado.
Allí estuvo toda la mañana, eran una pareja que tenía buenas ideas y
ella dijo qué podía hacerse y qué no, además de darles ideas y al final
había pasado una hora después de comer cuando acabaron de tomar nota
de todo y medir.
Cuando llegó al trabajo, comió y se tomó un café.
Le quedaba media hora para salir. Aun así, hizo un mejor boceto para el
día siguiente empezar con los planos.

Esa tarde iba a pasar por la piscina, lo necesitaba y estuvo más de una
hora, se lavó el pelo y salió a comprar un árbol de Navidad y decoración
para la casa.
Las calles ya estaban preciosas. Otro día saldría a comprase algo de
ropa, sobre todo interior bonita.
Quería poner el árbol ese fin de semana y descansar, que falta le hacía.

Los días pasaban y ella veía salir a los dos siempre cogidos de la mano
o él le echaba el brazo por la cintura, solo cuando salían a la calle y ella se
metía en su portal. A veces él la veía entrar. No era feliz para nada.
Estaba acostumbrado a verla ya a diario en su trabajo y ahora la echaba
de menos. Marlene no era Blanca. Era algo empalagosa para como le
gustaban las mujeres y se había metido él solo en la boca del lobo.
Ni siquiera el sexo con ella, era como con Blanca. Y ahora se arrepentía
y se sentía culpable de todo lo que había pasado entre ellos. Estaba
cabreado, irritado y encima Blanca se comportaba con educación cuando
los saludaba, Tanto a ella o a él, como cuando iban juntos.
Y así se lo dijo su hermano John, que había sido un tonto, que la chica
quería salir, no era de las que estaban todo el día en la calle, pero tampoco
la iba a tener encerrada y cuando John se enteró de que había sido virgen
con él y había hecho la misma necedad que él, se enfadó doblemente. Y
West la echaba tanto de menos… Había sido un imbécil y el tema es que
ya no tenía solución. Y a ver cómo dejaba a Marlene. La pesada.
El fin de semana, mientras Blanca decoraba su árbol y su casita de
chocolate como decía West, la llamó Samuel.
-¡Hola guapa!
-¡Hola Samuel! ¿Cómo estás?
-Yo perfectamente, echándote de menos.
-¡Ah ya será menos eso!
-Es cierto guapa, pero quería saber si hay moros en la costa o tengo el
camino libre.
-Tan libre como el viento.
-¿Quedamos a comer?
-Termino de decorar mi apartamento. Si me esperas voy.
-Si me dices donde vives pongo la estrella.
-Anda venga y le mandó por mensaje la dirección.
-En diez minutos estoy allí.
-Y allí estuvo en quince.
-Te has retrasado -le dijo al abrir.
-Y él le tomó en sus brazos y la besó.
-¡Qué guapa con ese vestidillo tan corto!
-¡Que tonto!
-¡Toma! Para una rosa.
-¿Rosas?
-Esos son los cinco minutos de retraso -Y ella se reía.
-¡Qué bonitas! Las pongo en agua.
-¡Qué casita más mona!
-¿Verdad? Ahora te la enseño, que ya termino con la decoración.
-Te pongo la estrella.
-Sí, es lo que queda. Llevo todo el día decorando.
-Pues está genial. Me gusta esta casa coqueta como tú.
-Ven, lo que ves es lo que hay. Un aseo, pequeño, mi despacho…
Y silbó.
-Menudo despacho. Eso sí que me gusta.
-Es grande y tengo de todo. Lo necesito.
-¿Todo?
-Todo… Tonto.
-El mío no es tan grande, pero tengo más espacio.
-Bueno y me queda el dormitorio, con un gran vestidor y un baño
completo pequeño.
-No está mal mujer. ¿Y esa camota?
-Me gustan los hombres grandes.
-Como yo.
-Como tú.
-Ven aquí, esta cama, vamos a estrenarla preciosa.
-Umm… -Y se tumbó encima de él -¡Estás loco!
-Sí, pero he sufrido pensando que habías vuelto con el gigante.
Y ella le contó todo,
-¿En serio?, no me lo creo.
-Estoy deseando terminar las casas para no tener más contacto con él.
-Mejor, y tienes un despachito para ti sola.
-Mira, y se lo enseñó en el móvil.
-Chiquito y coqueto, me encanta. Doña arquitecta.
-¡Que bobo!
Y él la besó y le subió el vestido y apartó el tanga…buff nena, que hace
tiempo que no lo hago, al menos un año.
-¿Conmigo?
-No, contigo como si hiciera un año.
-¿Y con otra?
-Ninguna, te estaba esperando boba.
Y se desvistió y entró entre sus piernas, ambos desnudos. Y la penetró
con pasión como un loco, le hizo el amor.
-Ay nena, eres genial, serás adictiva para mí, me encanta tu cuerpo.
-El tuyo es… ¡Qué me gustan los hombres grandes! Y tú, eres tan
guapo…
Él, se echó a un lado y fue al baño.
Al volver la cogió entre su pecho.
-Blanca.
-Dime Samuel…
-Me gustas, lo sabes.
-Tú a mí también, por qué lo dices…
-Porque quiero salir contigo.
-¿De verdad?
-Pues claro guapa no va a ser de mentira, vivimos cerca, nos gusta salir,
congeniamos, y me pareces una mujer inteligente y trabajadora y tienes un
cuerpo que me pone mucho.
Y ella tocaba su pene.
-Guapa tranquila, que esto tiene resorte.
-Ummm, me gustan los resortes.
-¿Ah sí? Voy a ver por ahí abajo.
-Ay loco, que vas a hacer, ay Samuel, ummm… Dios guapo…
Y tuvo un orgasmo que la dejó encendida…
Me gusta cómo hueles, preciosa…
Y subió a su boca y a sus pezones y al vaivén de sus caderas cuando se
la puso encima de él de nuevo.
Luego ella bajó a su sexo.
-Blanca, nena, que me pones… Ay dios mujer… ufff. Hasta explotar
como un tren arrollador.
-Deja ya hombre que estoy muerta de hambre.
-Pobrecita mi niña, venga ponte algo mujer que así me enciendes.
-¡Qué tonto!, me visto y salimos a comer.
-Y a tomar café, necesito tarta, conozco una cafetería cerca que nos
vamos a poner morados, me das hambre tan chiquitita.
Y ella se reía mucho con él.

Cuando terminaron con la tarta y el café eran más de las tres de la


tarde.
-Y ahora nos echamos una siesta.
-Anda y vete a la tuya loco.
-Vente a la mía y te la enseño.
-Sí.
-Sí, vamos bonita.
Y se la llevó a su casa.
Cuando ella entró de quedó de piedra. Era maravillosa.
-Es preciosa Samuel, ¡Qué grande!
-Sí, es enorme.
-Me encanta esta habitación de lectura. Tantos videojuegos.
-En lo que trabajo nena.
-Me gusta.
-Eso lo sé, ya te voy conociendo.
-Y tu despacho, es bonito hombre.
-Es más espacioso, pero sí, es bonito.
-Y mi cama la última.
-Por Dios Samuel…
Y la cogió en brazos y la metió en la cama.
-Toda la tarde la vamos a pasar aquí, estoy muy necesitado, nena.
-Lo que estás es loco.
-Aún no me has contestado -Le decía mientras le mordía el pezón.
-Sí, esa es la respuesta. Oh…
-¿Sí? estupendo, tenemos que hacer planes, para la semana y el fin de
semana. Aunque en Navidades me voy a Boston con mis padres.
-No pasa nada guapo. Eso lo sabía.
-Pero podemos aprovechar estos dos fines de semana.
-¿Sabes que me voy a Boston un mes a finales de enero o primeros de
Febrero?
-¿Y eso?
-Tengo que hacer una residencia de mayores con un compañero y como
tengo una empezada, en cuanto la termine, me voy a ayudarles.
-Iré al verte al menos dos fines de semana si puedo.
-Aún falta para eso.
-¿Vamos de compras el sábado que viene por la mañana?
-No muy temprano que el sábado limpio y hago la compra.
-Pues cuando me digas, paso a por ti y comemos fuera, tengo que
comprarme algo de ropa y regalos para llevarles a mis padres. Pasamos el
día fuera, menos la siestecilla.
-¡Qué malo eres! Yo también tengo que comprarme algo de ropa.
-Pues vamos a gastar.
-¿Y mañana, tienes algo que hacer?
-No, nada, salvo la cena por la noche.
-Pues quédate conmigo esta noche, pedimos para llevar.
-Si me dejas ir a la piscina antes de comer…
-Te dejo. Y nos vamos llamando si alguna tarde podemos me acerco y si
no, nos vemos el viernes.
-Ese no salgo.
-Yo tampoco, estoy molido. Y necesito despejar la cabeza.
-¿En qué trabajas ahora?
-Estamos haciendo unos videojuegos de guerra.
-¿Pero qué tipo de ingeniero eres?
-De informática.
-¿Y ganas con eso?
-Ni te lo imaginas, exportamos juegos, menos a china. -Y se reían. -Sí
es una pasada. Además nos llevamos un tanto por ciento.
-Eres un ricachoncillo…
-No mujer, salgo por unos 20 o así.
-Me da un infarto vamos… Eso es una pasada de sueldo.
-¿Cuánto ganas tú pequeña?
-Unos 8000 fijos, pero si hago horas extras, puedo llegar a 10, a 9, pero
vamos, el sueldo son 8000. Y pago 3700 por el alquiler, más los gastos.
Pero bueno ahorro un poquito. Claro que no puedo ir por la vida,
derrochando. No tengo a nadie que me limpie, lo hago yo, es pequeño, me
hago la cena y me llevo al trabajo, si no salgo. Tengo poquito ahorrado, ten
en cuenta que llevo un año y pico en la empresa, y quiero ahorrar, más por
si acaso.
-Eres una chica guapa, y me refiero a guapa por dentro, y la besó. Me
gustas mucho, y como me gustas mucho, vamos a estrenar mi cama de
nuevo.
Y hasta el día siguiente no se fue a la suya a las doce de la mañana.
Estuvo en la piscina y se hizo algo de comer, un pescadito y una ensalada
y se tumbó a dormir toda la siesta.
A las siete, apareció de nuevo Samuel con la cena.
Ella estaba haciendo.
-Pero loco, si estoy haciendo carne con patatas.
-Pues ya tienes para dos días, traigo japonés.
-¡Ay qué bueno!
-Voy a poner la mesa mientras se termina la cena.
Y estuvieron comiendo.
Viendo la tele, y el ya no hizo amago de hacerle más el amor, solo
caricias, y estuvieron charlando de todo, de sus familias, de cómo era
Sevilla, Boston.
-Me voy a quedar sin ti un mes cuando te vayas.
-Pues me temo que un tiempo, sí, un mes o así, o menos.
-Pues voy a verte al menos un fin de semana o dos.
-Eres guapo, rubio.
-Y tú también morena. Pero tengo un poco de miedo, aquí en el
estómago.
-¿Que miedo?
-Que lo tienes al lado todo el día y que fue el primero.
-Pero está con la otra y en menos que canta un gallo ha salido.
-¿Cómo es la chica?
-Es alta, muy guapa, espectacular, unas piernas y un pelo negro. Tiene
antecedentes latinos, como su tío, el jefe. Es una tía buena.
-¿Y tú que eres?
-Una enana.
-Una enanita preciosa y boba que se subestima, pero eres una mujer
maravillosa. La que me gusta a mí y soy grande.
CAPÍTULO SIETE

El sábado siguiente, Samuel, la recogió para ir de compras. Todo le


gustaba a Samuel. Era un presumido.
-Pero si eres un ingeniero, los ingenieros no son tan presumidos.
-Nena yo visto de traje para el trabajo.
- ¡Ay, Dios! ¿Y cuántos vas a comprarte?
-Cuatro, y zapatos, otros cuatro, cuando me compro es todo a juego y
doble camisa.
Cundo él terminó y ella también entre risas, mientras él le elegía la
ropa interior y ella, le quitaba la que no quería…
-Pero si es preciosa, mujer.
-Mi ropa interior la elijo yo.
-Pues has elegido la mía. Está bien, te dejo tres conjuntos.
-Así era Samuel, era divertido, era risueño, era un loco.
Cuando terminaron iban cargados de bolsas.
-Nena, o comemos o se desmaya este cuerpo de infarto que tengo.
-¡Qué tonto que eres!, anda vamos a comer.
-En esa cafetería.
-Esa es cara Samuel.
-Por eso, un día, mujer, estamos en Navidades.
-Está bien a ver si encontramos sitio para comer.
Mientras estaban en la barra, y miraban lo que había, cogida por la
cintura de Samuel que le besaba el cuello y ella se reía, dos mesas más allá
West no se reía tanto, al contrario, estaba muy serio.
Cuando ella miró si había mesas los vio, y en ese momento Marlene,
que los vio también, la llamó con la mano haciendo ademanes.
-Blanca…
-Joder Samuel, allí están y me ha llamado Marlene.
-Venga tonta vamos quiero conocerlos, Ummm qué ilusión, -y hasta
tuvo que reírse.
-¡Hola Blanca, hola, West!, qué tal, venga sentaos con nosotros, no hay
mesas. En estos días, todo está abarrotado.
-Si molestamos…
-Que no mujer, así hablo con alguien hoy, West está aburrido, -y lo
miraba.
-Está bien, nos sentamos.
Se sentaron en frente de ellos
-¿Nos presentas a tu novio, Blanca? -le dijo Marlene, como una gata en
celo echándole el ojo a Samuel.
-Sí, claro, mira Samuel, te presento a West, y a Marlene, son pareja y
trabajamos en la misma empresa. Te he hablado de ellos alguna vez. -Y se
saludaron.
-Samuel es ingeniero y trabaja cerca de nosotros.
Y Samuel, la cogía por la cintura y la besaba.
-A ver qué quieres cielo, ya viene la camarera.
Y cada vez que Samuel la tocaba y le decía palabras cariñosas y no le
dejaba las manos, West, apretaba la mandíbula.
-Blanca me ha dicho West que eres el mejor arquitecto de la empresa.
-Creo que ha exagerado, ella ha hecho trabajos buenos.
-Yo también aprendo de él Sam -le dijo Marlene, y es verdad, que es el
mejor, ¿Verdad mi amor?
Y Blanca y Samuel se reían por dentro.
Cuando la camarera llegó, pidieron todos y la charla la ocupo más
Marlene dedicándose a Samuel y Samuel, contestaba correcto. West, habló
poco, pero los tres hablaron y se rieron.
Marlene era una buena chica, salvo que un poco corta, y en el fondo le
daba pena porque West se veía insufrible, y vio esa relación terminada. A
Marlene le pasaría como a ella, que era un tipo aburrido y Marlene era
incluso más extrovertida y divertida que ella.
Al final, Marlene quiso ir a otro sitio a tomar café y fueron los cuatro.
Y cuando acabaron y salieron a la calle, Samuel cogió por la cintura a
Blanca y la beso.
-Bueno, me alegro de haberos conocido, nosotros nos vamos, estamos
cansados de tantas compras, una siestecilla no nos vendría mal, ¿No
nena?…
Y ella se puso colorada. Los saludó y se fueron a casa.
-¡Qué malo eres!
-¡Que celoso está Blanca, ese tipo está aún por ti!
-Pobre Marlene, cada día me cae mejor, aunque sea floja para el
trabajo.
-Pero se lo hace su noviecito. Y el tuyo te va a trabajar de verdad.
-Necesito antes una ducha.
-¿Quieres el primero en la ducha?
-Creo que sí.
-Vamos a mi casa, tengo una ducha enorme y los trajes se arrugan, tus
vestidos y faldas no.
-Bueno, venga, vamos a la tuya.

Y allí pasaron toda la tarde, incluso echaron una siesta.


La semana siguiente, Samuel fue a Boston en Navidad, y ella se quedó
sola, pero iba disfrutar saldría a comprarle un regalo a Samuel para cuando
volviera y darse un paseo y cenó fuera.
Cuando iba a casa, se encontró con West que iba para la suya. Aunque
estaban a quince minutos, ella iba dando un paseo.
Y él se colocó detrás de ella, venía con bolsas.
-¡Hola Blanca!
Y ella miró hacia atrás y arriba.
- ¡Ah hola, West! ¿Vienes de compras?
-Como tú por lo que se ve. ¿No llevas a tu novio hoy?
-Podría decirte lo mismo, pero no, es de Boston, y ha ido a pasarlas con
su familia.
-¿Y no te ha invitado?
-No llevamos tanto tiempo como para eso, apenas llevamos unas
semanas. Y tu novia, ¿No te acompaña?
-Hemos terminado.
-¿Que has terminado?, Pero si el otro día…
-Pues sí, soy un tipo aburrido para ella.
-Bueno, lo siento.
-¿Sales en serio con Samuel?
-Sí, yo nunca salgo en broma con nadie.
-Quizá te cambien de sala de nuevo
-¿Por qué? -dijo desilusionada
-Creo que te la quitará, y volverás conmigo.
-Eso no me gusta.
-Bueno, no tiene nada ya que revisar, y le pedirá a su tío la sala.
-Para no estar contigo.
-En parte, aunque, están las salas del otro lado.
-Pues que le den una allí, me gusta estar sola en mi sala, así te dejarán a
ti la tuya también, siempre te ha gustado estar solo.
-Contigo no me importaba.
-Bueno, la verdad, a mí no me gustaría, pero si el jefe me manda,
obedezco, yo hago mi trabajo. Y queda poco de las casas, un par de visitas.
Estoy deseando cerrar ese tema.
-Para no verme.
-No es eso, te veo, quiero cerrar al menos un trabajo y la residencia y la
cafetería que las terminaré casi a la vez y luego me voy a Boston un mes.
Tengo ganas de cambiar de aires.
-¿Y tu novio?
-No es mi novio, salgo con él. Irá a verme algún fin de semana, además
es de allí.
-Blanca...
-Dime.
-Fui un tonto.
-Sí, que lo fuiste.
-Te esperaré.
-Me esperarás para qué…
-Porque sé que serás mía, más tarde o más temprano.
-De momento me temo que va a ser tarde West.
-No me importa.
-West. ¿Por qué eres tan complicado?
-No soy perfecto, pero sé que quiero.
-Bueno, pues no me lo digas, estamos en Navidades y no quiero que me
las estropees.
-Vale.
-Está bien.
-Nos vemos cuando pasen, ya he llegado.
-Hasta luego West. Y deja de pensar en tonterías.

En Navidades estuvo un poco tristona, echaba de menos a su familia en


Sevilla, pero claro eran tres días y no pudo ir, pero iría en verano en
vacaciones, todo el mes, pasara lo que pasara.
Los días pasaron entre llamadas, compró galletas típicas de chocolate y
de otras clases y leyó, fue a la piscina y vio películas, paseo y al menos el
tiempo se le hizo más corto. Y cuando volvió Samuel, le dio su regalo,
unos gemelos de plata, bonitos y otros más, él también le regaló un abrigo
precioso.
-Estaba deseando venir, nena. Te he echado de menos.
-Pero si hemos hablado más que nunca…
-Por eso.
-Tonto.
-Sí, pero vamos a donde vamos y vamos a lo que vamos… Y se la
llevaba a la cama riendo.

Cuando volvió al trabajo, dio gracias a Dios de que no la habían movido


de sala y a West lo dejaron solo en la que siempre estuvo. Y a su sobrina
Marlene, la cambiaron con otros arquitectos.

En enero terminaron la urbanización y la pusieron en venta.


Quedó maravillosa la urbanización y las casas ya se estaban vendiendo
antes de acabarlas. Por fin cerró un trabajo y a mediados de febrero cerró
la residencia, la cafetería y un piso que le adjudicaron para dejar todo listo
e irse a Boston.
Estaba animada a irse, aunque estaba acostumbrada a estar con Samuel
y lo pasaba muy bien con él, sin embargo, no vio que West tuviera mujer
alguna, la miraba, pero nada más hablaba de trabajo y punto.
Cerró sus carpetas y el señor Velasco le dio las llaves y la dirección del
apartamento donde iba a quedarse, estaba preparado, era de la empresa y
tenía de todo.
-Está limpio, siempre lo limpiamos cuando alguien va a ocuparlo, el
resto te ocupas tú.
-Por supuesto. No pasa nada.
-Bueno, esta es la dirección de empresa, a diez minutos andando, y este
-dándole una tarjeta -el director que ya te adjudicara a tu compañero y
empezareis a trabajar. Te llevará unas tres semanas o un mes, porque es
una residencia enorme, como tres veces la que has hecho aquí. Así que, si
necesitas llevarte la normativa, aunque allí la tienes.
-Entonces no me la llevo.
-Perfecto. Qué te digo, suerte. El lunes te vas. Déjame en buen lugar, te
prepararé algo bonito cuando vengas, que te va a gustar.
-Perfecto. Muchas gracias por confiar en mí.
Y el viernes fue a despedirse de West.
-¡Hola West!
-¡Hola Blanca! ¿Te vas a Boston?
-Sí. Me voy el lunes, he pasado a despedirme, vendré a mediados de
marzo.
Y él se levantó para despedirse de ella, pero la cogió por la cintura y
puso sus labios en los suyos.
Ella se retiro
-West…
-Lo siento.
-No pasa nada. Hasta la vuelta.
Pero ella se fue temblando. West, tenía esa capacidad sobre ella. No le
diría nada a Samuel porque no le iba a dar importancia, pero entonces…
¿Por qué temblaba, ese gigante no tenía vergüenza, maldito fuera, sabía
que salía con Samuel…

Ese fin de semana se despidió de Samuel, hizo sus maletas y el


domingo por la mañana puso rumbo Boston, tenía que llegar, deshacer las
maletas, y estar el lunes a las siete en el trabajo.
Samuel le dijo que la echaría de menos un mes entero, aunque hablaran
por la noche, si podía iría a verla, pero ahora estaban con un videojuego y
tenían presentación en una semana que había internacional de videojuegos.
No te preocupes, si tres o cuatro semanas pasan enseguida.

El apartamento de Boston era como el suyo, de dos dormitorios, no tan


coqueto, pero tenía lo suficiente.
Deshizo las maletas dejó el bolso de trabajo en el despacho para el día
siguiente, y bajó a comer y si había algún super, llevarse algo de comida.
Cuando colocó todo, se dio una ducha y se tumbó en el sofá. Y llamó a
Samuel.
-Nena, estaba preocupado, pero no he querido llamarte.
-Estaba duchándome, deshaciendo la maleta, comiendo y he comprado
algo de comida
Y ahora llamo a mi niño.
-Ponte que te vea.
-¡Qué bicho eres! Estoy en el sofá.
-¡Qué guapa estás!
-Sí con la cola que no te gusta que me haga.
-¿Hace frio?
-Sí, aún hace frio, y el apartamento es de dos dormitorios, como el mío,
pero no tan bonito, decorado, pero es perfecto.
-¡Cómo te echo de menos nena! Vente ya, me gustaría, aquí estoy
trabajando como loco. Todos los años hay una semana dedicada a los
videojuegos, en Brooklyn y presentamos los nuestros, y debo estar hasta el
domingo. Tenemos que ver la competencia.
-Bueno, me llamas cuando puedas, no te preocupes.
-Ten cuidado, cielo.
-Lo tendré.
-Bueno chiquita te dejo, tengo mucho trabajo.
-Adiós nene.
-Me gusta que me llames nene.
-Te gusta todo.
-Eso es cierto, hasta tus pezones.
-Mira que estás loco, anda adiós.
-Adiós guapa.

Las seis semanas, que pasó en Boston, al final Samuel no pudo ir, y el
fin de semana que podía, al siguiente iba ella, y no hacía falta.
Fue una experiencia estupenda. Su compañero Jeff, era un chico que
acababa de salir de la Universidad, pero ella trabajó intensamente con él
enseñándole todo y el chico era inteligente y trabajaron muy bien juntos.
Le dijo que había aprendido mucho de ella.
A veces, incluso se quedaban un par de horas en el trabajo porque la
residencia que tenían prisa por terminarla pronto y por eso, ellos
trabajaron incansablemente con los planos.
Luego, cuando tuvieron todo, y las licencias, ella le dejó por escrito los
informes de cuándo y cómo revisaría Jeff, porque dejaba unos planos
completos y perfectos para el contratista, que le quitaba trabajo. Aun así,
si había algún problema, ella se llevaba un duplicado por si tenían algún
problema tanto el contratista como Jeff.
Jeff se lo agradeció.
El jefe de Boston la felicitó y le pasó las horas extras a Nueva York, y
la compensación para que se lo pagaran en la siguiente nómina.
Estaba orgullosos de ella y de su trabajo, hasta los directores la
invitaron a la inauguración. Les dijo que si podía ir iría. Pero eso se lo
dejaría a Jeff que había trabajado muy bien con ella,
Cuando volvió a Nueva York, era casi finales de marzo.
Samuel, le dio el tiempo justo de llegar e ir a verla.
-Loco no me has dado tiempo de darme una ducha.
-Ummm. Yo te enjabono, ya no recuerdo tu cuerpo, nena,
-¡Oh, Dios cuánto tiempo!, tócame y verás.
-Estás duro.
-Estoy como una piedra filosofal.
Y la cogió y la llevó al baño.
Se quitaron las ropas y se mojaron juntos, se puso un preservativo y la
agarró a su cintura y entró en ella embistiéndola.
-¡Oh nena, por Dios!, cómo te echaba de menos…
-¡Ah, Samuel nene!, estás loco.
-Sí, estoy muy loco, pero te deseo tanto… Que no tardaron mucho en
correrse.
Luego le ayudó a lavarse el pelo y a secárselo.
Y se tumbaron en la cama.
-¿Tienes hambre?
-Un poco.
-Voy a pedir, algo de comer y hoy sábado ni salimos, nena.
-Me dejas mañana por la mañana que limpie y deshaga las maletas a
cambio.
-Pero me vengo para la siesta.
-Vale, pesado -Y lo besaba.
-Trato hecho.
Y él no la dejaba en toda la tarde, aunque se quedaron dormidos un rato,
él volvía a empezar.
El domingo por la mañana la dejó y ella se fue a su piscina que echaba
de menos, luego volvió a casa, deshizo las maletas, puso coladas, cambió
las sábanas, y limpió un poco, bajó a por comida y comió fuera.
Cuando llegó colocó la compra y se dio una ducha de nuevo.
Se puso un camisón corto y se echó en el sofá. Ya tenía todo colocado,
para el día siguiente ir al trabajo llamó a Sevilla, a su hermana y a sus
padres y les dijo que había vuelto de Boston y, miró su cuenta. Tenía casi
60.000 dólares. Estaba satisfecha y
no sabía qué iban a pagarle en marzo.
Estaba contentísima.
Por la tarde apareció Samuel y tomaron café. Él lo hizo.
-Estoy muerta nene.
-Yo lo hago.
-He comprado una tarta pequeña de las que te gustan.
-¡Qué perfecta eres!
Se sentaron en el sofá y se contaron, la fiesta de los videojuegos, todo
el trabajo de ella, de Jeff.
-¿Era guapo?
-¿Estás celoso?
-Un poco.
-Era un chico recién salido de la universidad bobo…
-¡Ah bueno, no tiene nada que hacer conmigo!
-Te voy a dar, es un chico estupendo con ganas de aprender, amable
agradable y con ideas, creativo y proactivo.
-Menos mal.

El lunes llegó de nuevo al trabajo, satisfecha. El señor Velasco pasó por


su despacho a felicitarla. Habían hablado muy bien de ella y a final de mes
tendría una compensación más sus horas extras.
-Solo he hecho mi trabajo señor Velasco.
-Estoy muy contento contigo. Te iba a dar un trabajito pequeño para que
descansar, pero, mi sobrina había acabado el suyo, así que vas a trabajar de
nuevo con West.
A ella no le gustó nada, pero el jefe mandaba.
-Lo usted diga.
-Mira tenemos un hotel y esto, nos va a llevar tiempo, es en Queens.
Fue un hotel también, antiguo. Es un edificio que ha salido a subasta. Lo
hemos comprado nosotros.
-¿En serio?
-Sí, este es nuestro. Tiene diez plantas.
-¡Qué grande!
-Hay que transformarlo todo, mira la carpeta, esta es tuya, vamos a ver
a West, que estará esperando.
Y fueron a la sala de West.
-¡Hola West! -y a él se le iluminaron los ojos al verla, se levantó y le
dio dos besos.
-Bienvenida de nuevo Blanca.
-Vais a trabajar de nuevo juntos West -Dijo el señor Velasco.
-Encantado -dijo contento. Y ella le hubiese partido la cara de guapo
que tenía.
-Toma, esta carpeta es la tuya. Ya le he dicho a Blanca que hemos
comprado en una subasta. Es un hotel viejo, en un viejo edificio, en
Queens. Tened cuidado al entrar, puede que haya algún escalón roto. No
sabemos en qué condiciones está. Tiene diez plantas, hay que reparar todo
el exterior, el techo, cada planta tiene 25 habitaciones y una sala de
limpieza. El hall y abajo en los sótanos, la cocina, el comedor y el
aparcamiento.
-No hay espacio para piscina o gimnasio a no ser que lo encontréis.
-Ya vemos. -Dijo West.
-Así que aquí tenéis la llave las puertas están abiertas. Eran antiguas,
tendremos que poner tarjetas y puertas nuevas claro. Tenemos un
presupuesto cerrado y un posible comprador, habrá que ver todo con el
contratista en cuanto tengáis los planos. Así que manos a la obra, si podéis
ir hoy…
-Quizá no tenga mucho trabajo, no sé cómo están las habitaciones,
quizá sea solo reforma. Está bien. pues echad fotos que vea cómo está
todo.
-Perfecto.
-Voy a casa en diez minutos y me cambio. -Le dijo a West.
-Yo también, nos vemos en el aparcamiento en media hora.
-Perfecto.
-Yo que estoy más cerca, cojo las herramientas y la camioneta.
-Está bien, nos vemos.
Cogió su bolso del trabajo, cerró el despacho, y fue a casa a cambiarse.
-Cuando llegó, pidió las herramientas y la llave de la camioneta y en
cinco minutos estaban en el parking.
-¿Llevas todo?
-Sí, y tú, también. ¿Las llaves?
-Yo las tengo y la dirección, pongo el GPS. Con el tráfico tardaremos
casi 45 minutos, esperemos que no más, tenemos aquí todo el día.
Mientras iban a Queens…
-¿Qué tal en Boston?
-Muy bien, ha sido perfecto. Me ha encantado salir al menos.
-¿Qué has hecho tú?
-Un centro de estética.
-¿Ah y no te han hecho nada gratis?
-Muy graciosa.
-Esto nos va a llevar meses.
-Bueno, los planos al menos un mes y medio.
-Desde luego.
-Lo haremos por plantas, si son todas las habitaciones iguales, cuando
midamos, con que hagamos una, tenemos. Menos trabajo.
-Pero me gustaría que tuviese piscina y gym
-Si podemos a arrancarle metros, el problema es de dónde.
-¿Y en el techo?
-En el techo, se puede hacer una piscina y un pequeño gym.
-Bueno, es una buena idea si se puede, tenemos que poner vigas de
sujeción, entonces.
-No hay mucho dinero en el presupuesto.
-Pues no se podrá, hacemos un plano con ella, y otro sin ella y que el
constructor haga dos presupuestos, es solo el añadido.
-Ya veremos el techo, si es cerrado y no se puede subir, nada que hacer.
Tendremos que preguntar al ayuntamiento.
-Lo haremos, quiero piscina.
-Y tú dices que soy el testarudo…
-Parece que estas de buen humor hoy.
-Sí, porque has vuelto.
-No pienso hablar de eso, West, sabes que salgo con Samuel.
-Lo sé.
-Bueno, por si no lo sabes. ¿Es que no sales con nadie?
-No, salgo como siempre, cuando necesito sexo.
Y eso a ella no le gusto tampoco. Diría que se ponía celosa. No le
importaba ¿O sí?

El trabajo del hotel era más difícil de lo que parecía, tuvieron al menos
10 días de medir y ver en qué condiciones estaba. El contratista estuvo con
ellos unos días mirando todo.
Y mirando las posibilidades de hacer la piscina en el tejado. Y hubo
suerte porque el tejado tenía una azotea alta, con lo cual podían construir
un gym mediano y una piscina y reforzar el suelo. Quedaría preciosa, el
hotel era alargado y podían hacer la piscina, bastante decente.
Las plantas eran todas iguales, había solo que reformar todo y todo
igual, eligieron los suelos, para todo el hotel iguales, escaleras, ascensores
nuevos, dos, nada de moqueta, suelo de madera, y quitar las bañeras y
colocar duchas.
Todo: la cocina, el parking, el comedor, el exterior pintarlo.
Estuvieron viendo todo milímetro a milímetro y midiendo y el
contratista dio su toque, eligieron todo y al cabo de un mes ellos ya
estaban, con los planos y el contratista llevó los presupuestos y el señor
Velasco eligió el presupuesto con piscina. Tenía otra partida para la
decoradora y materiales. Y eso sería cuando todo estuviese pintado.

Era un gran presupuesto, pero había más reforma que otra cosa, ya que
no estaba en muy malas condiciones, no mucha obra, más bien cambios,
ventanas, suelos, puertas, baños, el hall.

Terminaron a finales de abril los planos y pidieron las licencias y el


contratista empezó el trabajo.
En marzo le habían pagado 13.000 dólares y ella se alegró un montón,
ahorró unos cuantos miles de dólares y ya mismo cobraría de nuevo y
llegaba la primavera.
Y tenía como siempre ese trabajo que visitar a partir del mes cada dos
semanas como siempre.
Mientras, recibieron otro trabajo juntos. Parecía que el señor Velasco
quería juntarlos. Una clínica de tres plantas, no muy grandes.

Pero toda la felicidad que tenía con su trabajo y con Samuel, estaba a
punto de acabarse, a finales de abril, cuando más feliz era.
Conservaba su despacho, le encantaban sus proyectos, se llevaba mejor
con West, y con Samuel era feliz, era un loco, encantador, pero en tantos
meses nunca le dijo que la quería, ni ella tampoco. Salían, lo pasaban
estupendamente, eran una pareja, se decían palabras cariñosas, pero nunca
te amo. Ella tampoco necesitaba eso, tenía 25 años y era joven. Había sido
su cumpleaños en marzo y era feliz. hasta que….
CAPÍTULO OCHO

A finales de abril, cuando faltaban unos días


para terminar el mes, Samuel llegó el sábado serio, triste, cuando sabía
que ella había límpido ido a la piscina ay había salido a la compra. Tenían
por costumbre salir a comer y a tomar café, descansar y salir por la noche.
-¿Qué pasa nene? ¿por qué vienes tan serio?
-Tengo algo que decirte que no me gusta nada.
-¿Malo?
-Muy malo.
-Vamos Samuel no me asustes, ¿Estás enfermo?
-No es eso.
-¿Entonces?
-Es bueno para mi trabajo, pero es malo para nosotros.
-Pues dime ya qué es.
-Me trasladan definitivamente a la central de Boston.
-¿Para siempre?
-Sí, me han nombrado jefe de inspección de los videojuegos. Tendré
que inspeccionarlos.
-Pero eso es bueno.
-25.000 dólares.
-Eso es mejor todavía. Pero y tu apartamento…
-Si me voy, tengo que venderlo, ¿Lo quieres?
-No podría comprártelo, aunque quisiera. Ya sabes, no tengo sino
70.000 dólares. Nunca podré comprarme un apartamento aquí yo sola.
-No quiero irme, no quiero dejarte.
-Samuel, tienes que hacerlo, es tu vida.
-¿Y nosotros?
-Nosotros hemos vivido un tiempo maravilloso, -Y lloraba.
-¿Ves?, ¡Estás llorando!
-Sí, pero me alegro por ti, no quiero que te quedes y después
terminemos y hayas perdido una oportunidad laboral como esa.
-¿Y si vengo los fines de semana?
-Vamos Samuel, estamos a casi siete horas de camino. Las relaciones a
distancia nos durarán dos meses como mucho.
-Te voy a echar mucho de menos, no puedo dejarte.
-Tendrás que hacerlo nos costará mucho, yo te echaré mucho de menos,
pero no podemos tener una relación así, Samuel date cuenta…
-Lo sabía en cuanto me lo propusieron. Aún no he aceptado, el lunes
tengo que decirlo, quería consultarlo contigo.
-Dirás que sí, venderás tu apartamento, nos quedaremos con lo que
hemos tenido. Que ha sido una historia preciosa.
-¿Tú puedes?
-Podremos, encontraremos a otras personas con el tiempo Samuel.
-Ahora no puedo.
-Ni yo tampoco, pero tendremos que darnos tiempo.
Y se abrazaron y lloraron e hicieron el amor y estuvieron brazados y
tristes el fin de semana.
-¿Cuándo tienes que irte?
-El lunes pongo el apartamento en venta. En dos semanas espero
haberlo vendido, o tendré que volver para la firma, pero nos queda el fin
de semana que viene, el lunes siguiente me voy.
-Pues vamos a aprovechar el fin de semana que viene tengo que
embalar las cosas.
-Yo te ayudaré, por las tardes lo haremos y el fin de semana.
-Gracias guapa. Nunca encontraré una mujer como tú.
-Samuel.
-Sí, guapa.
-Cuando te vayas, no me llames.
- ¿Por qué?
-¿Por qué no?
-Al menos hasta que pase un año. O nunca.
-¿Un año?
-Sí, y vemos todo de otra forma, no puedo, no quiero nene, soy una
llorona.
-¡Joder Blanca!, ¿Qué voy a hacer?
-Irte, eso sin duda, además allí están tus padres, se alegrarán mucho, y
te comprarás otro apartamento. Si te mandan a un trabajo pasarás a verme.
Como amigos, siempre.
-Voy a echar de menos Nueva York y a ti, sobre todo, nena.
-Y yo a ti. Y se abrazaban.
-¡Joder!, -y Samuel lloraba.
-No llores, que, si no lloro yo también, venga, tenemos que ser fuertes.
Si la vida nos ha hecho esto será por algo.
-Sí, pequeña.

La siguiente semana fue un lloro total de ambos, ella le ayudó a poner


el apartamento en venta, a guardar sus cosas y dejar vacío el apartamento,
tampoco tenía muchas cosas. Quería venderlo con muebles y tuvo suerte,
lo vendió en diez días, y se quedó en su casa con el fin de semana con su
coche a tope.
Vendió su apartamento por diez millones con los muebles, más de lo
que pensaba, pagó los impuestos y paso con ella el sábado y el viernes.
Haciendo el amor, despidiéndose, llorando abrazados. Era la despedida de
una etapa.
-¿De verdad que no te llamo?
-De verdad Samuel, ahora no podría. ¿Dónde te quedarás?
-Me iré a casa de mis padres hasta que me compre un apartamento lo
más cerca del trabajo y lo más pronto, me gusta vivir solo.
Y el domingo, se abrazaron por última vez y él tomó un rumbo distinto
de la de ella. Para siempre. Había sido bonito, pero tan triste.
Pero ella sabía tan bien como él que esa relación no podía darse, no
iban a viajar todos los fines de semana y para que se acabara con el
tiempo, mejor hora, que era más especial. Al menos recordarían lo bonito
que fue.

Ella cambió las sábanas, para olvidarse de su olor, puso coladas, y el


domingo limpió a fondo la casa, hasta cansarse, bajó a la piscina y salió a
comer fuera, un café y durmió una siesta y se sintió más sola que en toda
su vida.
Llamó a su hermana y le estuvo contando la historia y su hermana la
consolaba y le decía que ya vería que recordaría lo bello y que encontraría
a otra persona, que ella era extrovertida, pero habían sido dos meses con
West y cuatro con Samuel, y era tan divertido que dejaba huella.
Se iba a centrar un tiempo en el trabajo sin pensar en nada, o podía ir un
fin de semana Filadelfia, ya vería ira de ruta todos los fines de semana que
no tuviese trabajo.
Ahora tenía la clínica con West y estaban haciendo los planos.

El lunes no paso a saludar a West por la mañana y este lo echó de


menos.
Y fue a su despacho
-¡Hola Blanca!
-¡Hola West!
-¿Qué haces?
-Los planos de mi parte de la clínica.
-Como no has saludado…
-Perdona, no me he dado cuenta -Dijo seria y triste.
-¿Te pasa algo?
-No, nada, -Pero él no se lo creyó. Y si tenía algo que ver con Samuel…
-¿Tae has enfadado con Samuel?
-No, no me he enfadado, se ha ido a vivir a Boston.
-¿Se ha ido?
-Sí, tiene la central allí y lo han nombrado jefe.
-¿Ya no salís juntos?
-No, ya no salimos juntos desde ayer, las relaciones a distancia no son
buenas, ¿Necesitas saber algo más?
-No, lo siento.
-Seguro que no lo sientes.
-No es cierto.
-Perdona.
-Venga, te dejo.
Sabía que necesitaba estar sola y él tenía trabajo también, así que se
consultarían lo necesario, si ella estaba pasándolo mal.
Pero en cuanto pudiera, sería suya de nuevo, y esta vez no la dejaría
marchar. De eso estaba totalmente seguro, los meses que había estado tan
celoso de ese hombre… y ahora la veía sufrir y quería consolarla, joder.
No podía olvidarse de esa enana.
Tendría que tratarla con pies de plomo y como una amiga hasta que se
le pasara.
Y sí pasó el tiempo, entre tener trabajos en común con West y tenerlos
sola, y visitar juntos los que tenían abiertos.
En junio se terminó el hotel y quedó precioso, era maravilloso y se
vendió por uno de los grupos importantes a un buen precio, con lo que la
empresa ganó unos cuantos millones de dólares y los felicitaron por el
trabajo y le dieron 5000 dólares a cada uno, incluyendo al contratista y a
decoradora. Ella se dijo que serían para las vacaciones.
El dolor de perder a Samuel había mitigado con el tiempo, no se
volvieron a llamar como ella quiso, aunque lo recordaba a menudo.
El señor Velasco pasó por su oficina y le dijo que sus vacaciones se las
tendría que coger en septiembre si no le importaba y ella dijo que no tenía
inconveniente, porque le dio un trabajo que no podía esperar, una
biblioteca nueva en un instituto y debía estar lista para septiembre, cuando
los chicos empezaran, más una reforma de una casa de dos plantas que
tenía empezada.
Sin embargo, a West, lo mandaban a España, a Sevilla un par de meses,
para compensar las vacaciones del resto de los dos arquitectos que había
allí.
Iría en agosto y septiembre. Mientras terminaría el trabajo y se iba en
julio de vacaciones, así que no iba a verlo en casi tres meses.
-¡Hola Blanca! -Le dijo entrando en el despacho.
-¡Hola West! ¿Qué pasa?
-Me voy de vacaciones en julio.
-Pues casi ya casi te toca.
-Estoy terminando el trabajo y me voy en diez días. ¿Y tú?
-Yo las cojo en septiembre, me voy a Sevilla.
-¿En serio?
-Sí, quiero estar allí todo el mes, necesito salir un poco de aquí, aunque
salgo los fines de semana, tengo ganas de ver a mi familia.
-¿Sabes que voy en agosto y septiembre a Sevilla a suplir las
vacaciones de los dos arquitectos?
-¿Dónde a Sevilla?
-Acaba de decírmelo el señor Velasco. Sí, a trabajar en el puerto.
-¿En serio?
-Sí, puedes enseñarme la ciudad en septiembre.
-Quizá no esté todo el tiempo, quiero irme unos días a la playa.
-Bueno, cundo estés. ¿Puedo llamarte?
-Sí, claro que puedes.
-¿Me invitarás a ver algún sitio?
-Sí, te invitaré a ver algún sitio, cundo venga de la playa.
-Te llamaré. Tengo ganas de ver España.
-En Sevilla prepárate, en septiembre aún hace demasiado calor.
-¿La playa está muy lejos?
-La de Matalascañas a una hora y poco, es la más cercana.
-Pues me voy el fin de semana. Ya hablamos cuando llegues y te llame.
-Pareces muy contento.
-Lo estoy, la verdad, salir del país es estupendo. Yo también lo necesito.
-No te conocía viajero.
-Puedo cambiar.
-Ya veo.
-¿Quieres que salgamos este fin de semana, antes de que me vaya de
vacaciones?
-No sé West si será buena idea.
-Vamos Blanca hace ya casi dos meses que no sales con nadie, por
tomar una copa…
-¿Al sitio de siempre?
-Al sitio de siempre o a otro, si quieres, cenamos primero y vamos a
tomar una copa después.
-Te desconozco.
-Paso el sábado a por ti a las ocho.
-Está bien. Saldremos el sábado

Ese viernes tenía cita con la ginecóloga, hacía más de un año que no
había ido, desde que vino de España, y le hizo una revisión.
-¿Estas son las pastillas que tomas?
-Sí.
-Puedes descansar un par de meses y te mando otras con menos efectos
secundarios, así descansas unos meses. Puedes venir en octubre y te
mando otras con menos efectos.
-Cuando acabo las vacaciones Le pediré cita.
-Bien. No te las tomes este mes si te toca hoy ya y ven en octubre.
-Sí.
-Así en verano descansas, estas son demasiado fuertes y eres joven, hay
otras más adecuadas para ti.
-Vale.
-Pero estás fenomenal, pero estas producen inflamaciones en los
ovarios si las tomas mucho tiempo seguido.
-Las llevo tomando un año cuando viene aquí a vivir.
-Pues hacemos eso, pídeme cita en octubre cuando vengas.
-Vale. Mientras usa preservativos si tienes relaciones.
-Siempre los uso.
-Perfecto.

El sábado se vistió perfecta para salir con West, estaba nerviosa, casi se
había arrepentido de decirle que sí, pero tenía el efecto de ponerla nerviosa
y temblando ese gigante.
Y sabía que quería volver a salir con ella, pero si iba a ser igual que
siempre no saldría con él para nada.
Lo cierto es que fue encantador durante la cena, le dijo lo guapa que
estaba, le habló de su familia, que pronto venía la novia de su hermano de
Nueva Zelanda, que sus padres le habían preguntado por ella.
-Pasaré algún día a comer.
-Cuando yo no esté.
-Sí, cuando no estés. ¿Dónde te vas de vacaciones?
-Me iré a Canadá algunos días y quizá pase otros en un rancho de
recreo. Tengo que venir al menos una semana antes y preparar todo para
irme, ya tengo el billete, me despido el 30 de junio y me voy el 30 de julio.
-¿Tienes apartamento allí?
-Sí, a ver qué lo mire, -y miró el móvil -en el centro, Avenida de la
Constitución.
-Eso es en pleno centro, está Giralda y la Catedral, el río… Es precioso.
¿Y tú dónde vives?
-Cerca, a 40 o 45 minutos andando, al otro lado del río. Te va a gustar
mucho Sevilla, es preciosa.
-Si me la enseñas…
-Lo que pueda.
-Gracias, anda tomemos una copa.
Y a ella le recordó la primera vez que fue con él, y bailaron juntos, y
allí estaba de nuevo, bailando juntos, ella en sus brazos y sentía su calor y
la dureza de su sexo y se echó en su pecho, lo abrazó por el cuello y él la
apretó a su cuerpo, porque era suya y estaba en sus brazos, le tocaba el
pelo que siempre le gustó.
Y la separó un poco de su cuerpo.
Y la miró, bajó sus labios a los suyos y la besó y como la primera vez,
ella metió la lengua en su boca y West tomó las riendas y entrelazó sus
lenguas y la besó agitado. Hasta no poder casi respirar.
-Chiquita, y la abrazó.
-West, no sé si esto está bien.
-No pienses, somos libres.
-Eso me recuerda lo que me dijiste. Y es verdad.
-Pero han pasado tantas cosas entre nosotros…
-Porque he sido un estúpido, si no me hubiese importado tanto que te
acostaras con Samuel… Estaba tan celoso…
-Pero tú te acostaste con Marlene y después también y seguro que con
otras.
-No, no me he acostado con otras.
-¿No?
-No, sabía que serías mía, algo me lo decía.
-Pero West. Eres un testarudo y yo tengo mucho miedo contigo, si no
me das la libertad que necesito.
-Sí que te la daré, iremos a todos los sitios que quieras ver, te lo
prometo.
-¡Ay, West! Te he echado tanto de menos chiquita. Te quiero…
-Que me…
-Sí, te quiero, te quiero, te amo, eso lo sé con seguridad. No hay otra
para mí más que mi enana. Y ella tuvo que reírse.
-Sí, ríete, pero no sabes lo que he sufrido.
-¡Ay, West!
Y él la cogió de la mano y la sacó del local, entraron en el coche y la
llevó a su casa, subió con ella…
-¡Estás temblando!
-Sí, mucho, estoy aterrorizada.
-Pero qué mujer, si nos conocemos.
-Pero hace que no lo hago y hace mucho tiempo que no lo hago contigo.
-Es como montar en bici.
-Ahora tienes sentido del humor…
-Soy irónico, no soy tan gracioso, pero soy así, nena.
-Sí, lo sé.
Y cuando llegó a su casa, cerró la puerta de una patada y la cogió en sus
brazos a horcajadas, como una muñeca que no pesara nada, se desbrochó
los pantalones, se puso un preservativo, le apartó el tanga y entró como
loco en ella.
-¡Ah, Dios, ¡pequeña!
-¡Madre mía West, ah, Dios madre mía! Mientras él la embestía y
bajaba sus tirantes y mordía sus pezones.
-¡Oh preciosa! cómo tenía ganas de entrar en ti y tenerte así, es un
sueño que he tenido todos estos meses, y entraba y salía de ella y se
quedaba dentro y le hacía sentir que era suya. La agarraba por las caderas
en un vaivén lento y cotidiano, fuerte y feroz y ella se derramó en él y
West siguió hasta arrancarle otro orgasmo como él sabía hacerle a su
cuerpo y dejarlo laso y amodorrado.
Ella se agarró a su cuello y lo besó.
-Di que eres mía.
-Soy tuya.
-Siempre.
-Siempre.
-Quería oírtelo decir, eres mía desde la primera vez que hicimos el
amor.
-¿Pero podrás borrar el resto?
-Está borrado enana.
-¡Ay, Dios West, quien me lo iba a decir!
-Tengo que salir nena.
-Y la bajó, se quitó el preservativo y fue al baño.
Y ella se quedó sentada en el sofá, pensando.
Cuando salió la cogió en brazos.
-No pienses, chiquita, esta noche es nuestra,
Y fue suya y ella volvió a ser suya. En el sexo, West, era inigualable,
era más serio, pero la hacía sentir y temblar como su hombre, fuera como
fuera, era suyo y ella gemía y gritaba su nombre. Y supo que nadie sería
como él, por muchos hombres buenos que tuviese, lo que sentía con él no
lo había sentido con Samuel, ni lo sentiría con nadie, aunque el sexo fuese
bueno, lo suyo era una conexión más allá de lo espiritual, ella también lo
quería, pero tenía que pensar, y para ello tenía dos meses sin él y sus
vacaciones.
-Chiquita, -le dijo mientras se besaban y él la tenía abrazada y con los
ojos cerrados.
-Te amo tanto… si me amaras sería el hombre más feliz del mundo
enana.
-Dame tiempo West. Quiero estar segura, que me gustas, es seguro, que
eres el primer hombre y con el que más siento también.
-¿Más que con Samuel?
-Muy a mi pesar, era fantástico, divertido, extrovertido y la vid con él
era muy fácil, pero como te digo, sentir, sentir como tú ninguno y él la
abrazó, pero eso no significa, aunque -¡Ay, Dios!
-Pero salgamos juntos de nuevo, dame una oportunidad, esta vez no la
fastidiaré, nena.
-Pero si vamos a estar separados.
-Solo un mes y poco y te llamaré o te mandaré mensajes o emails, no
pienso perderte de nuevo, pequeña. Pero si te acuestas con otro me lo
dices. Yo pienso serte fiel.
-No voy a acostarme con otro si salgo contigo, nunca lo he hecho, lo
hicimos cuando lo dejamos. Nunca hemos sido infieles.
-Yo sí que me sentí infiel cuando me acosté con Marlene la primera
vez.
-Está bien, saldremos de nuevo, nos daremos una nueva oportunidad,
West, pero no me cortes las alas porque entonces volare libre ya sin ti.
-Iremos donde queramos.
-No se trata de estar todos los fines de semana por ahí a todas horas, no
era eso lo que yo te pedía.
-Lo sé, no me lo recuerdes.
-Es solo que alguna vez me gustaría salir, al parque, de compras, a
cenar o si no tenemos trabajo fuera y quedarnos en un hotelito, cosas así,
que nos renueven y nos saquen de la rutina.
-Y eso haremos, enana.
Y ella se abrazaba a su pecho fuerte, y le tocaba la barba y lo besaba.
Y se subí en su cuerpo grande.
-Loca…
-Te gusta.
-Me encanta, sí. Ahora mismo soy el hombre más feliz del mundo con
mi chiquitilla y se puso un preservativo, la alzó y la penetro sin más hasta
el fondo.
-Dios West, ¡Oh, Dios madre mía!
Y cabalgó sobre su hombre hasta estallar en mil pedazos.
Fue una noche de reencuentro, mágica para ella, el calor del cuerpo, de
él en su piel, la abrazaba posesivo.
Tenía que enseñar a amarla, aunque fuese años mayor que ella, y lo iba
a conseguir como que se llamaba Blanca.

Pasaron juntos todo lo que pudieron hasta que West se fue de


vacaciones y los días que vino también.
Y se despidió de él que iba a su Sevilla de su corazón, la que tanto
amaba, tan bonita en primavera.
Los dos meses que estuvo sin él salvo cuatro días entre las vacacione de
West e irse a España, la llamaba a diario, hablaban, le decía que la amaba,
que era su chiquita, cuando estaba en Sevilla, que hacía un calor horrible,
pero como en Nueva York, pero por las noches era preciosa, que quería
montarse en uno barquito por el rio con ella cundo fuera, y que había visto
las playas cercanas, podía ir a Cádiz a las de Huelva y ella se reía de cómo
pronunciaba los lugares.
Casi le tenía preparadas las vacaciones, pero ella pasaría al menos diez
días en Cádiz y comer pescadito frito, que se fuera el fin de semana, luego
podía llevarlo a Matalascañas, enseñarle el Rocío, o ir a Córdoba que
estaba cerca. A Huelva y comer chocos y pescado y cómo no Sevilla,
tendría que invitarlo a su casa también.
Ella hacía planes, feliz. Después de lo de Samuel, lo había pasado muy
mal pero ya habían pasado cuatro meses y seguro a él le pasaba lo mismo,
tenían que pensar en hacer sus vidas. Y como West le dijo, la esperaría.
Le decía que estaba loco por ella y chapurreaba algunas palabras en
español cuando llamaba, y ella se reía y lo corregía. Iba a enseñarle el
idioma.

Y por fin llegaba septiembre y ella se iba de vacaciones, su familia


estaba contenta, su hermana, con ganas de verla y ella estaba preocupada,
para empezar a ser feliz, tenía una preocupación que la angustiaba y que se
lo diría a su hermana, a nadie más. Llevaba dos meses de retraso en la
regla. Habían usado preservativos, pero ya no tomaba pastillas hasta
octubre que quedó con la ginecóloga y se temía lo peor. Y eso era ahora en
su vida un caos si era cierto.
Pero dejaría eso hasta llegar a Sevilla y hacerse un test, tenía miedo en
sus vacaciones de saberlo.
Iba tomarse sus vacaciones. Y disfrutar de ellas y de West.
Cuando llegó a su casa, un año después, sus padres la abrazaron.
-Dios mío hija, estás más mayor, más guapa.
-Hermana hija, qué guapa, se ve que te ve bien.
-Me va bien, he ahorrado un poco y todo.
-Cuando le preguntó su hermana, que era para el dinero tremenda…
¿Qué tienes?
-Tengo casi 80.000 dólares.
-Mamá, esta niña es una hucha. Tenemos que ir de compras.
-¿Para que pague yo? -Se reía Blanca.
-Pues claro.
-Pero si os he traído regalos…
-Eso no tiene nada que ver -y se reían.
-He ahorrado y trabajado mucho, y me han dado algunos extras que he
ahorrado y eso que el apartamento me cuesta 3.700, con el garaje, sin
gastos, pero lo llevo bien.
-¡Qué alegría que estés con nosotros!
-Venga a comer -Dijo la madre.
Cuando habló más de una hora con su familia, se dio una ducha, su
madre le preparó la comida y se acostó hasta el día siguiente. Antes de
dormirse, le mandó un mensaje a West.

-He llegado. Mañana hablamos voy a dormir, pequeño. Besos.

-Te quiero chiquita, descansa.

Al día siguiente, sus padres estaban en el trabajo y su hermana y su


cuñado también, y ella salió a desayunar una tostadita a su cafetería
preferida, leyó el periódico y se fue a deshacer las maletas, y a hacer un
plan de vacaciones.
Esa semana se iba quedar en Sevilla y saldría con West y lo invitaría un
día a cenar.
West, le mandó la dirección de su piso, gracias que no lo compartía con
el otro arquitecto. Eran pequeños y cada uno tenía el suyo.
Y por la tarde, les dijo a sus padres que iba a dar una vuelta, y fue a su
casa. Cundo West, le abrió acababa de ducharse y llevaba la toalla
alrededor de la cintura
Y ella entró, le dio un tirón y se la quitó.
-Loca enana…
-Ummm, estás bueno y llevo mucho tiempo sin tu pene -Y él se reía.
-Y yo también sin ti -Y se la llevó a la cama y le levantó la faldita que
llevaba y le bajó el tanga y ella se quitó la camiseta y el sujetador y se
abrió para él, que entró en sus nalgas desnudas y la chupó y lamió y se
volvía loco y ella gemía como una gata en celo.
-¡Ah, Dios, West, ay dios mío! -Y se corrió en su boca, y él la besó. Se
puso un preservativo, y entró en ella como un loco sediento y…
-Nena, no aguanto está vez, te deseo demasiado….
Y fue una tarde noche de sexo ardiente, caliente y húmeda.
Salieron a cenar, unas tapas, ella llamó a casa y decirles que llegaría
tarde.
-Me quedo esta semana aquí y el unes me voy a Cádiz, voy a reservar
en la Barrosa
-Me voy contigo el viernes y me vengo el domingo después de comer.
-¿Quieres?
-Claro. Me iré los fines de semana donde estés, eso seguro.
-Bien, pues el fin de semana este, nos montamos en el barquito y te
enseño algo de la ciudad, vas a venir a casa cenar el viernes.
-¿Me invitas a tu casa? -Se sorprendió West.
-Claro que sí.
-¿Como qué?
-Como el chico con el que salgo.
Y West la levantó y la besó.
Y así fue como se reunieron el viernes todos como cotillos en casa de
sus padres el viernes para conocer al novio de su hija, si salía con ella era
su novio. Blanca ya les contó que lo habían mandado dos meses a trabajar
a Sevilla al puerto.
Le dijo que llevaba dos meses trabajando por las vacaciones del resto
de compañeros, pero que volvían en octubre los dos. Aunque no podrían
irse juntos, ya que él tendría que esperar a la incorporación del compañero
y ella incorporarse el uno de octubre. Pero no importaba.
El viernes fue una fiesta en casa de los padres de Blanca. Cuando vieron
a ese gigante, el padre se reía de que su hija tan pequeña tuviera ese
hombre tan grande. West, estuvo encantador, soltaba algunas palabras y
otras ella las traducía, pero fue fantástico.
-Mamá…
-Dime hija…
-Me quedo con West hasta el domingo, luego me voy a la Barrosa el
lunes. Alquilo un coche el domingo. Quiero pasar unos días en la playa, al
menos diez.
-Está bien, no somos tontos, hija.
-Gracias mamá. Hace dos meses que no nos vemos.
-Que te voy a decir, pásalo bien, es un hombretón guapo y te quiere, lo
sé.
-Yo también lo sé.
-Si es un buen hombre…
-Sí, su familia es estupenda.
-Pues nada hija.
-Así que al final de la noche cogió unas cuantas cosas en una pequeña
maleta y se fue con él a su apartamento
-¿Te han dejado?
-Vamos West, soy mayorcita.
-Es verdad. Pero no sabía si…
-Son muy amables y tu padre es gracioso.
-Sí, es el payaso de la familia, pero lo quiero tanto… Me vengo el
domingo, alquilo un coche y me voy el lunes, si te vienes el fin de semana,
necesito descansar, el próximo podemos ir a Huelva.
-Sí, tengo que tenerte o me moriré.
-No te vas a morir pequeño. Y algunos días me quedaré en casa, luego
tenemos todo el año.
Y pasaron unas vacaciones estupendas, a West, le encantaba todo lo que
ella le enseñaba, trabajaba mucho durante la semana, pero los fines de
semana y algunas noches estuvo con ella, le gustó el Rocío, las playas, la
vida allí, Sevilla. Estaba enamorado de ella locamente.
Era excepcional extrovertida y guapa. Su familia le encantó y fue otro
día a tomar café antes de que ella tuviese que volver. De nuevo a la gran
manzana y entre unas cosas y otras, se olvidó de la regla que tampoco le
vino.
Con lo bien que lo había pasado con West y su familia en Sevilla y las
playas. Se sintió melancólica, triste y llorosa.
No se le notaba nada, pero tres meses, eso ya era un embarazo en toda
regla que tenía que saber en cuanto pidiera cita, antes de que volviera
West.

Y cuando llegó a su apartamento, se duchó, bajó a comer y dormir hasta


el día siguiente.
Y ese día siguiente, se dedicó a limpiar, comprar y preparar las cosas
para el día siguiente entrar de nuevo al trabajo, pero en el super compró un
test de embarazo, aunque llamaría a la ginecóloga para pedirle cita.
Temblando se hizo el test.
Y era tan positivo como ella, aunque ahora no tanto. Dios, con lo raro
que era West… una cosa era salir y otra estar embarazada. Cuando pasara
por la ginecóloga tendrían que hablar, primero lo confirmaría.

El lunes uno de octubre se reincorporó al trabajo y ya tenía un trabajo


para realizar a solas, una galería de arte moderno. Y le encantó. Eso era
tranquilo y con dos plantas.
Le encantó y se citó primero con los dueños. Y allí mismo en su
despacho, pidió cita urgente con la ginecóloga. Por la tarde y se la dieron.

Ese día se dedicó a mirar galerías de arte, la ubicación dos avenidas


más allá, cerca del parque. Iría en la camioneta, estaba a 40 minutos y
cargada con las herramientas…
También salió a comer, no había tenido ganas de hacerse cena la noche
anterior. En dos días se incorporaba West. Y ahora tenía miedo de verlo, un
miedo horrible.

Cuando salió del trabajo, fue a tomar un café cerca de la clínica


haciendo tiempo y cuando le tocó su turno, entró temblando.
-¿Qué pasa mujer? -Le dijo la ginecóloga.
-Creo que estoy embarazada, me quitó las pastillas.
-Porque te las iba a cambiar ¿Has utilizado preservativos?
-Creo que no han dado resultado.
-Vamos a ver eso…
-Ay Dios, tengo miedo.
-Mujer tienes 26 años, una madre joven.
-Son tres meses ya sin regla.
-Bueno túmbate y le hizo una ecografía y la miró…
-¿Hay gemelos en la familia?
-Sí, él es gemelo de uno.
-Pues enhorabuena, Blanca tienes dos bebés.
-¿Cómo?
-Que vas a ser mamá de dos bebés.
-No puede ser.
-Lo es mira ahí a tus hijos, preciosos.
-¡Ay qué pequeñillos!
-Exacto, y mira qué corazones más fuertes. Son potentes, están muy
bien Blanca, te voy a mandar unas vitaminas, y el mes que viene, te veo de
nuevo, tienes que hacerte unos análisis y me los traes el mes que viene.
-Vale.
-Ahí lo llevas todo y te cuidas. Andar, nadar, nada de esfuerzos,
tranquilidad y buena alimentación. Ven el dos de noviembre a esta misma
hora y me traes la analítica. Si hay algo, me llamas.
-Está bien, hasta el mes que viene.
¡Dios mío!, dijo al salir…
CAPÍTULO NUEVE

Al día siguiente venía West de Sevilla y tardaría dos días en


incorporarse al trabajo.
Esa noche la llamó y estuvieron hablando como si nada, ella quería
hablarle del tema cuando volviera y hubiese descansado.
-Ya mismo estoy contigo chiquita. Hace una eternidad que no te veo.
-Pero loco si hace unos días tan solo…
-Como si fueran cien años, tengo que llevarte a casa de mis padres y
esta vez será diferente.
-Está bien, cuando vengas. Lo que tiene que hacer es descansar y ya nos
vemos.
-Bueno, pequeña te dejo, termino de preparar todos.
-Vale, hasta mañana o pasado.
-Pasado quizá que esté descansando voy cuando salgas del trabajo.
-¿Qué te han dado?
-Una galería de arte moderno, preciosa.
-Siempre te dan lo mejor.
-Lo merezco.
-También es cierto chiquita, te amo. Hasta mañana.
-Adiós loco.

Al día siguiente llegaba West a Nueva York de madrugada, llegó a casa


y lo primero que hizo fue dormir al menos doce horas. Se levantó y fue a
desayunar, la chica que tenía para la casa, le había limpiado y llenó la
nevera. Y mientras desayunaba, le deshizo la maleta y le puso unas
coladas.
-Gracias Macy, eres un sol y las cosas del despacho.
-Se las he dejado encima da la mesa.
Y él se metió a organizarlas para llevarse solo sus cosas al trabajo, el
resto lo había dejado en la oficina de Sevilla.
No esperaba más cambios, que no le hubiesen puesto a nadie en su
despacho y que le dieran un buen trabajo para empezar bien el año.
Y tenía ganas de ver a Blanca, cuando fuese a su casa, le iba a llevar
flores y una tarta y tomarían café. Y le hacía el amor hasta dejarla loca.
Se le había metido en la piel. No podía estar sin e ella ya y no lo estaría.

Cuando llamó a su puerta esa tarde, aún no estaba, habría bajado a la


piscina y esperó en la puerta. Cuando la vio salir del ascensor, estaba
preciosa.
-¿Dónde está mi chica favorita?
Y ella se echó en sus brazos.
-¡Ay, Dios West! Te he echado de menos tanto…
-¿Qué traes loco?
-Rosas para mi chiquita y una tarta para el café.
-Me temo que antes debo darme una ducha.
-Sé esperar.
Y cuando salió del baño, él la esperaba sentado desnudo en la cama.
-¡Ay qué loco estás!
-Sí, pero mira cómo estoy…
Y ella se quitó la toalla.
-Tengo el pelo mojado.
-Te lo seco un poquito mientras me tocas.
-Malvado…
-Y se metió entre sus piernas y le arrancó un orgasmo rápido y breve.
-Anda sécate el pelo que te vas a resfriar.
-Sí, como si fuese tan fácil, no puedo respirar tanto.
-Te espero.
-Cuando salió del baño con el pelo seco…
-West. Antes de que sigamos quiero decirte algo. Tenemos que hablar.
-Esto es serio.
-Sí, lo es, estoy muy preocupada.
-Pero es sobre nosotros.
-Es sobre nosotros, me vas a dejar.
-Nunca te dejaría, pero tú quizás, sí, después de saber lo que voy a
decirte.
¿Te has acostado con otro?
-¿Cómo crees bobo?
-Entonces no hay nada que no podamos superar.
-Esto sí y por partida doble
-¿Cómo?
-Estoy embarazada West.
-¿Que estás qué?
-Vamos a ser papas. Estoy de tres meses, creo que casi desde que
empezamos a salir de nuevo.
-¿En serio?
-Sí.
-Pero eso es perfecto, no me importa, es más, me encanta que estés
embarazada, y no me has dicho nada en vacaciones mujer…
-No he dicho nada a nadie hasta estar completamente seguros, no tengo
síntomas, solo me faltaba la regla.
-Vamos a tener un bebé.
-Eso es lo malo.
-¿Cómo que lo malo?
-Que son dos bebés
-¿Que son… gemelos?
-Eso mismo, como tu hermano y tú, gemelos, pero no sabemos el sexo.
-Serán niñas.
-¿No estás enfadado?
-Para nada, estoy. estoy… Voy a ser padre de gemelos.
-Y nada más es lo que sé. West.
-Lo que sean. Sabes que te amo, tanto…
-Yo también te amo.
-¿Me amas?
-Sí, te he amado siempre.
-Tenemos que hacer muchos planes nena. No caben en tu apartamento y
no te dejaré sola, no quiero que te marees o algo.
-No soy de dulce, West.
-Me da lo mimo te cambiarás a mi casa e iremos a decírselo a la
familia.
-Me da miedo decírselo a la mía, se lo diré por Navidades.
-Tanto tiempo, sí.
-Se van a llevar una gran sorpresa.
-Es que soy tan joven…
-Venga, tienes 26 años, eres toda una mujer y serás una mamá
estupenda. La mujer de mi vida y la madre de mis hijos.
-Pensaba que te ibas a enfadar conmigo.
-¿Por qué?
-Porque la doctora me dijo que descansara de las pastillas y ha sido un
fallo del preservativo.
-Bendito fallo. Vamos a ser unos papas jóvenes y lo mejor, seré padre
antes que mi hermano, que por cierto se han comprado un gran
apartamento. Van a casarse en febrero.
- ¿En serio?
-Pero en febrero estaré como una foca. Casi voy a tener los bebés para
esa fecha.
-Pues los tienes.
-No quiero estropear la boda de tu hermano ni de la novia. Yo no soy la
protagonista.
-Y no la estropearás. Mujer. ¿Nos casamos antes?
-No, para nada, no quiero casarme antes que tu hermano, están
preparando su boda, no quiero pasar por encima de ellos, ya te lo he dicho,
esperaremos a que tengamos los bebés y ya planeamos si quieres casarte
conmigo.
-¿Cómo que si quiero?, nos vamos a casar eso seguro.
-West. No seas loco, vamos por partes.
-Pero al revés de mi hermano.
-Será al revés.
-Como quieras chiquita, pero en una o dos semanas estrás en mi casa
viviendo. El fin de semana vamos a ver a mis padres y se lo votamos.
-Ahora sí que iré temblando.
-Ven aquí boba. ¿Entonces podemos hacerlo sin nada?
-Sin nada, hace tiempo que solo somos dos y no hemos tenido a nadie
más.
-¡Ay, Dios! Ahora el que tiembla soy yo, nena, ¿Te cuento un secreto?
-Me lo vas a contar de todas maneras…
-Todas las mujeres de mis hermanos han sido vírgenes y lo hicieron sin
nada solo con ellas.
-¿En serio? -Y se reía…
-Sí, pero algunos fuimos tontos unos meses como yo y os dejamos en
manos de otras.
-Y verás la que se va a liar en Acción de Gracias en casa con tanta
gente.
-¡Ay, Dios mío!
Y le hizo el amor libre de ataduras.
-¡Oh nena, chiquita, entrar así me matas, es oh, Blanca…
-¡Ay, Dios West, madre mía, mi amor, te quiero!
Y él la amaba como un cóndor en la noche, volando sobre su niña de
fuego, radiante para él solo. Hasta derramarse en su vientre de niña.
-¡Ah, Dios! -Y se quedó así. Y se echó a un lado.
-Esto es lo más pequeña.
-Sí que lo es. Yo tampoco lo he hecho nunca sin protección.
-Vamos a tener dos bebés sembrados -y a ella le dio por reír.
-¡Pero qué tonto eres!
-Los regaré bien que nos salgan grandes y no enanitos como su madre.
-A que te doy…
-¡Ay, pero qué amazona!
-¡Ay, Dios qué te quiero nena!, eres lo mejor que me ha pasado en la
vida, ¿sabes? Nunca he sido tan feliz.
-Si tuviera más hermanos todos estaríamos locos por andaluzas
pequeñas. Es que y soya cuatro con mi madre y está mi hermano Alex.
Sois mayoría.
-Tenemos algo especial para tu familia.
-No sé, pero tú lo tienes para mí.
-Y tú también, -y tocaba su miembro que se elevaba como una llama
tiritando.

Ese día la abrazó fuerte y no dejaba de besarla y acariciarle la tripa.


-Se me notará el mes que viene, y estaré como un tonel cielo, y si me
echan del trabajo…
-No seas boba, quien te va a echar. Nadie y si te echan, tienes a tu
hombre y cuando los bebés sean grandecitos buscas, pero no creo que el
señor Velasco te eche, eres su favorita.
-¡Ay dios cuántos problemas!
-De momento ir mañana yo al trabajo y por la tarde vamos recogiendo
tus cosas y le dices a la agencia que te vas. Estarás un poco más lejos del
trabajo, pero venimos juntos.
-No te molestaré.
-Me molestará que no te vengas.
-Con mi despacho tan coqueto…
-Lo metemos en el mío hacemos un hueco.
-Dejemos una habitación para los pequeños querrán estar juntos.
-Sí, eso pienso hacer y dejar otra para invitados y si contratamos una
chica al principio. Para que te ayude.
-Te voy a dar mucha lata, cielo.
-Y te ahorrarás tu sueldecillo.
-No, tengo que darte algo por estar en tu casa.
-Nada.
-La comida al menos, eso sí o no me voy y el alquiler de la plaza de
garaje también.
-Bueno, te dejo eso, pero el resto es mío.
Y cuando era tarde se fue a casa, no sin darle miles de besos.

La semana siguiente la dedicaron a llevar todo lo de Blanca y recolocar


el despacho y sus cosas. Ella le dio con sus adornos un toque personal a la
casa de West.
West la dejó porque decía que su casa era más minimalista. Pero era
preciosa, además tenía dos vestidores, le dejo uno para ella y la ropa que
no era de temporada la metieron en la habitación de invitados y la parte de
la cómoda y una mesita de noche.
-Yo creo que ha quedado perfecto todo, ¿Verdad nena?
-Sí, el despacho está precioso, menos mal que es espacioso y mis
muebles son parecidos a los tuyos, pero cuatro mesas y muebles… Gracias
que es amplio.

-Ya estás conmigo, el domingo vamos a casa, ya están avisados mis


padres. Vaya semana que hemos tenido de acá para allá, y mañana si
quieres podemos ir de compras hace frio y comemos fuera.
-Sí, necesito alguna ropa de abrigo ya.
-Pues salimos después de la piscina, desayunamos y antes de venir
tomamos algo, mañana no se hace nada más, por la noche pedimos para
comer.
-Puedo hacer algo de cena.
-Si quieres, si no pedimos cielo que tienes que descansar.
-Contigo detrás de mí a todas horas no descanso.
-Mujer es que aún con esas faldas y sin nada, me tienes todo el día tras
tus huesos y tras estas caderas que me matan.
-Es que te gusta en cualquier lado.
-Es más erótico boba.
-Si no me quejo.
-Nunca te quejas, por eso me pones tanto y te quiero.
-Ven anda, que Macy nos ha dejado cena.
-Ahora tiene dos horas.
-Le he subido dos horas más, pero eso es por mi cuenta.
-West…
-Vamos si nos vamos a casar el año que viene, no seas boba.
-Dios, estoy en deuda perpetua contigo.
-Y yo en perpetua excitación, así que me pagas en carne y estamos en
paz.
-¡Pero qué tonto que eres!
-Sí, me estoy volviendo tonto desde que sé que voy a ser padre.
-¿Crees que seré un padre simpático y que juegue con mis hijos o seré
serio como me decís?
-Estás cambiando mucho, así que cuando tengas a los peques, serás un
padre excelente. Ya verás.

El sábado se fueron de compras y lo pasaron maravillosamente bien y


por la noche West. le dijo que estirara la mano y le abrió una cajita de
rodillas cuando estaba en el sofá sentada.
-West…,
-¿Te vas a casar conmigo chiquita?
-¡Ay, West!, es precioso, es maravilloso -y se emocionó.
-Vamos tonta, no llores, ¿eh?
-Es que hemos pasado tanto, no me querías…
-Siempre te he querido, desde que entraste con esos escotes y esas
faldas en mi despacho y me lo quitaste. Eres tú la que no me quisiste un
tiempo.
-No seas tonto, te quiero por siete.
-Bueno, siendo sí… Te pongo este anillo.
-Es precioso, sí, me casaré contigo.
-Lo sabía, con dos bebés como para no.
-¡Que tonto! Te quiero y se abrazaba a él y se tiró encima de él le bajó
el pantalón y bajó su sexo de lluvia moviendo su longitud de hombre y
chupando su miembro como a West tanto le gustaba.
-¡Ay mi chiquita, vas a acabar conmigo, ah, Dios Blanca, qué me haces!
Por Dios nena que estoy que exploto… y explotó como una lluvia blanca
de nieve.
-Dios nena, eres… la mejor haciendo esto.
-Y que no me entere yo de que hay otra que te lo haga.
-Jamás y eso es mío, tocando su sexo mojado.
-Para siempre.
-Espera que me recupere.

El domingo cuando fueron a comer a casa de sus padres, estos se


alegraron inmensamente, ya la conocían y sabía que su hijo era feliz
cuando la miraba, y él le enseñó el anillo.
-¡Dios mío, mi West, quién me o iba a decir que se iba comprometer! -
Dijo la madre.
-Pues ya vez mamá, la te quiero.
-Hijo ya sabes -Dijo su padre.
-Sí, papá, que la trate bien, que la quiera.
-Pues si ya lo sabes...
-Pues tenemos algo que deciros más. -Mientras tomaban café. -Vamos a
ser papás.
-¿Cómo?
-Que vamos a tener gemelos.
-¡Ay, Dios mío, dijo su madre, los primeros gemelos de la familia!
-Mamá los segundos.
-Es verdad, los segundos. Me emociono.
-¿Y cómo estás Blanca?
-Pues no tengo síntomas, estoy de tres meses y medio, quizá en
noviembre sepamos el sexo.
-Espero no dar a luz para cuando John se case, porque no quiero
estropear nada.
-No te preocupes, los niños vienen cuando tiene que venir, y ya está.
¡Ay dios otros dos nietos de golpe!
-Lo celebraremos en Acción de Gracias, estaremos todos esta vez, hasta
mis nietos-
-El padre estaba encantado.
-Esta casa se va a llenar de niños.
-¿Entonces no os casáis?
-No, quiero dejar que John y Fanny tengan su día, hemos pensado que
cuando los pequeños tengan unos meses y pase la maternidad, para el año
que viene por estas fechas o en octubre, depende de las vacaciones y haya
recuperado la figura.
-Me parece bien. Os vais a casar el mismo año, hijo.
-Sí, eso es. Para algo somos gemelos.
-¡Qué alegría, hija! No paraba de decir Mónica.
Les contaron que estuvieron en la casa de sus padres en Sevilla, que
vivían juntos en casa de West, porque no quería dejarla sola y su padre dijo
que eso estaba muy bien, y todo lo que vieron en Andalucía… Y cuando
terminaron el café y con la tarta, se despidieron de ellos dando un paseo.

-¿Qué te parece West? -le preguntó Mónica.


-Todas chiquitas y andaluzas y todas preciosas como la matriarca del
clan Amder.
-Pero cómo eres…
-Me gusta mucho es muy risueña y como tu hijo…
-Y el tuyo…
-Y el mío es tan serio, llegará un término medio. Lo he visto cambiado,
enamorado y preocupado por ella y eso es bueno, lo que yo hago contigo y
lo que vamos a hacer ahora mismo.
-La mesa West…
-Deja la mesa, ya quitamos suficientes durante la semana, unas horas
no le va a pasar nada, y se la echó al hombro como hacía siempre.
-¡Ay, West, ¡qué bruto que tengo una edad… -Y ella se reía.
-La mejor de las mejores pequeña.

El mes siguiente se enteraron de que eran dos niñas, y West estaba que
no cabía en sí de gozo.
-Así seré el rey de la casa si no tenemos más.
-Que no tenemos más es seguro pequeño, doy fe,
El señor Velasco les dio la enhorabuena a los dos y ella se alegró
porque no tenía intención de echarla. Y se sintió feliz.

En Acción de Gracias, se juntó toda la familia, tenía ganas de


conocerla. Ya estaba gordita, de cinco meses y medio casi y West la veía
resplandeciente y guapa. Elegía mallas y rebecas largas y jerséis largos y
ropa que se notara su vientre, no le gustaba la ropa ancha, decía que
parecería una vieja y West la veía hermosa.
Toda la familia quiso tocar la barriga de las gemelas, aún no sabían qué
nombres ponerles. Y ella dijo que quizá la de las abuelas, pero que lo
pensarían y lo dirían para Navidad.
Sofía y Fanny y ella, hicieron un piña y se llevaban estupendamente y
sus hijos y lo que Mónica siempre quiso fue tener un familia en la que no
hubiera envidias ni malos entendidos, y lo había logrado, sus hijos eran
para ella los mejores y ellas eran preciosas y simpáticas y buenas para sus
hijos, no podía esperar ninguna mujer mejor para cada uno, ni que sus
hijos se llevaran tan bien, siempre estaban bromeando, sobre todo John,
que era un bromista empedernido y le echaba el brazo por encima a Blanca
y Fanny ni se enfadaba, lo conocía ya.
-¿No te estás equivocando de mujer? -Le decía West.
-Ay perdona hermano, que es la tuya.
Y todos se reían, era tremendo, pero pasaron un día maravillosos con
los niños de Alex, Ana y Alex que se reían con sus tíos y siempre estaban
en brazos de sus abuelos.

Cuando llegaron a casa, ella llegó rendida pero contenta


-Ha sido una noche especial. He quedado con las chicas para comprar
los regalos y salir de compras, tu madre se ha apuntado.
-Vaya, andaluzas por Nueva York, menudo peligro.
-Tú sí que eres un peligro para mí.
-Cuándo?
-A todas horas, voy a lavarme los dientes y te espero desnuda en la
cama.
-Mira mi mujercita, luego dice que yo, eres una mandona.
-Me gusta mandar.
-Entonces te pones arriba.
-Por supuesto …. Par empezar.
Y la besaba sin remedio.
Estoy loco por ti nena, embarazada me resultas preciosa y me pones
más aún.
-¿Con esta panzota que me está creciendo?
-Con esa panzota, enana y todo, te amo más que nada en la vida.
-Cuando tengas tus niñas ya no me querrás la primera, te querremos
todas a ti.
-Por eso quería niñas.
-Estás loco, sí.
-¿Has pensado en los nombres?
-La de las abuelas me parece bien como dijiste, Mónica y Carmen, son
bonitos.
-¿Sí, ¿verdad?
-Sí.

-Pues ya tienen nombres.


-Lo diremos en Navidad.
En Navidad lo dijeron y Mónica se emocionó porque iba a tener una
nieta con su nombre, Habían decorado la casa de West, que nunca había
puesto árbol, pero ella tenía la decoración lista de su casa el año anterior y
otra que compró y quedó preciosa, y él puso la estrella y los adornos de la
parte alta.

La Navidad, el 24 en casa de Mónica fue, una revolución de regalos y


de risas, comidas y hasta West padre tuvo que subirse un par de mesas de
la cafetería cuando la cerró esa tarde.
Fue una noche mágica, como en Acción de Gracias, todos llevaron
comida, dulces, galletas.
Entre todos recogieron en un segundo para no darle trabajo a Mónica y
cada uno se fue a su casa.

La siguiente vez que coincidieron toda la familia fue en la boda de John


y Fanny. La boda estaba muy adelantada, se casaban el 13 de febrero y
después de las fiestas de Navidad, empezó la revolución de la boda de
John y Fanny.
Ella se compró un vestido elástico malva oscuro precioso, tenía ya una
panza a punto de explotar, la ginecóloga le dijo que le quedaba diez días o
una semana y tenían toda la habitación lista, habían comprado todo para
las pequeñas y contratado a una chica para cuando diera a luz. Todo estaba
listo.

La boda de John fue fantástica, lo pasaron de maravilla toda la familia,


hasta ella bailó, pero ya estaba muy pesada y las niñas se movían y no la
dejaban tranquila.

Blanca quiso ir al trabajo hasta el final del embarazo y cogerse las


vacaciones y maternidad incluida. Y entrar a finales de agosto, si daba a
luz a finales de febrero.
Y así poder meterlos luego en una guardería. Ese era el plan que tenían.
-¿No nos dará pena? -Decía West.
-Tendrán casi cinco meses mi amor, todos los niños van a la guardería y
tienes que relacionarse y ser bueno para ellas, luego estamos toda la tarde
con ellas.
Y a los diez días justos de la boda de John, ella se puso de parto, al salir
del trabajo, el 23 de febrero y West pidió un taxi y la llevó al hospital.
Ella le dijo que le llevar los bolsos, pero él no estaba dispuesto a ir
hasta que estuviese bien y las pequeñas también.
Y tuvo dos niñas preciosas, sin cesárea que era lo que ella más temía.
El parto fue tan corto que pensó que no llegaban al hospital.
Cuando llegaron sus padres, él fue casa a por los bolsos y estuvo allí de
nuevo en media hora.
-¿Cómo estás cielo?
-Estoy bien, he parido mi amor, y todos se reían, solo son cinco puntos
casi nada, ha dicho el ginecólogo.
-Ahora tren a las niñas, nos han dado las bandas para que le pongamos
el nombre, habrá que distinguirlas.
-Yo sé distinguir a mis hijas. -Dijo West, todo orgulloso.
-Eso lo veremos y les pusieron el nombre,
-Son tan bonitas, morenas y con los ojos oscuros como su padre.
-Fuera ojos verdes, dijo Blanca y hasta el padre de West, se rio.
-Tenemos buenos genes nuera -Decía el abuelo.
-Eso me temo.
-Todos estaban locos con las bebés tan bonitas parecidas a su padre y
llamó a su casa a decirles a sus padres que había tenido las niñas y les
mandaron unas fotos.
Dijeron que irían en vacaciones, pedirían en junio e irían a conocer a
sus nietas y su hermana también. En otra fecha por no estar todos juntos,
verían a Nueva York que no habían estado nunca y a su hermana, su
cuñado era un viajero de campeonato.

Y el tiempo pasó inexorable. Tuvo ayuda los primeros meses y cuando


entraron a la guardería, ella se incorporó al trabajo a finales de agosto.
Habían ido sus padres y su hermana y su cuñado.
Había sido tan feliz… – Sus niñas crecí tan rápido, West, seguía loco
con las niñas y con ella cuando retomaron sus relaciones y ella volvió a
tomar pastillas.

Y la vida volvió a la normalidad.


Y en septiembre él le dijo que debían preparar la boda y otra vez van a
venir mis padres.
-Les pagamos el billete cuando nos casemos. Reservamos dos
habitaciones de hotel y les pagamos el vuelo.
-Sí, eso sí.
Y se casaron tres días antes de Acción de Gracias, prepararon una boda
súper rápida, con todos sus familiares, su hermana le llevó el vestido de
Sevilla, porque tenían la misma talla, precioso con una, mantilla española.
Eligieron el mismo hotel que su hermano John y todo igual, hasta la
organizadora y la misma iglesia, y fue todo maravilloso.
West era el soltero que quedaba, pero se casó el mismo año que su
hermano.

Sus padres se fueron y celebraron Acción de Gracias de nuevo y otra


Navidad en casa de los abuelos y esta vez la sorpresa fue de Fanny y John
que iban a tener gemelos.
Y tuvieron dos niños gemelos.
Fue una fiesta, porque eran también iguales a su padre.

Ellos se tomaron su luna de miel el siguiente año, aunque las pequeñas


ya tenían año y medio, se las llevaron a un rancho en Montana de recreo, y
lo pasaron montándose en ponis, había un parque para niños, y el aire de la
montaña era magnífico para los niños.
Dieciocho años después…

-Cariño, se nos van a la Universidad, nos quedamos solitos, mis niñas.


-Vamos cielo, nosotros también nos fuimos. Y están cerca mujer. Van
donde fue su papá.
-Y harán buenas carreras y tenemos dinero del que nos dieron tus
padres y el que hemos ahorrado para sus estudios y comprarles un
apartamento como hicieron contigo, mi amor.
-Fíjate Carmen quiere hacer Psicología, y Mónica, va a hacer Derecho y
Dirección de empresas como mi madre.
¿Son preciosas verdad?
-Son las niñas más bonitas del mundo, y estoy orgulloso de ellas.
Hemos hecho un buen trabajo chiquita.
-Y yo también mi amor, pero nos quedamos con el nido vacío ya unos
años o para siempre.
-Pero a cambio podremos hacer otras cosas…
-¿Cómo cuáles?
-Sabes cuales tontorrona… -Y se la cargaba a hombros al dormitorio.
-¡Ay, West tonto! te amo…
-Y yo a ti chiquita, pero vamos a lo que vamos…
Unos años más tarde…

-¿Crees que lo conseguiremos mi amor? -Le decía Mónica a su marido


West.
-Espero que sí.
-¿Entonces nos ponemos manos a la obra?
-Sí, va a ser grandioso y va a ser difícil y complicado, pero vamos a
intentarlo. Nosotros pagamos todo, las reservas, el avión, los alquileres de
los coches y la estancia de todos, de nuestros hijos y nietos, hay que
calcular las cabañas. Espero que tengan para todos porque vamos a ocupar
todo el lugar.
-Hay que con seguir que todos tomen las vacaciones el mismo mes, eso
es lo complicado.
-De eso me encargo yo -decía Mónica, aunque tenga que llorarles, pero
no puede faltar ninguno. Solo es una semana, el que no pueda en
vacaciones, que la pida, así de claro.
-Va a ser fantástico, no se lo va a creer nadie cielo.
-Sí, vamos a volver al rancho, a mi rancho, donde cocinabas. La verdad
que el cambio de rancho de animales a rancho turístico ha sido genial, las
vistas maravillosas y las cabañas me encantan.
-Los chicos lo van a pasar estupendamente.
-El que más lo recordará será Alex, los gemelos quizá un poco, pero
eran más pequeños.
-Me encantaría ver a nuestros hijos y nietos todos juntos, donde nos
conocimos, el origen de mis abuelos y mi madre.
-Quizá esté aún el pequeño cementerio.
-Si está, llevamos flores.
-Por supuesto.
-Es que hace 50 años que nos casamos en ese rancho y pasar juntos
tantos años amándonos, es difícil de conseguir
-Nuestras bodas de oro. Será nuestro regalo.
-Debería ser, al contrario.
-Sabes que están ocupados y nosotros los amamos tanto… Somos una
gran familia.
-Sí, cuando nos juntamos, tienes que ser en un hotel ya o un restaurante.
-Mejor, así no recogemos.
-Toda una vida contigo y sigues igual de guapa que siempre.
-Sí, claro, igual que cuando nos conocimos. -Ironizaba Mónica.
-Para mí sí. No ha habido otra y hemos trabajado mucho codo con codo.
-Siempre juntos.

-Bueno vamos a ponernos manos a la obra primero a Alex y a Sofía sus


hijos, a John y Fanny y los gemelos a West y a Blanca y a las gemelas.
-A convencerlos.
-Si tú no eres capaz, nadie lo será, pequeña.
-Te amo West y tengo miedo.
-De que…
-De que me faltes o te falte, mi amor.

-Es ley de vida pequeña, pero lo que nosotros hemos vivido nadie lo ha
hecho o muy poca gente, y no quiero que pienses ahora en eso, aún somos
jóvenes y vamos a estar felices con nuestros hijos en tu rancho.
-¿Crees que podremos?
-Sí, lo veo. Nos veo a todos juntos felices.
-¿Te has vuelto adivino?
-Lo veo como tú viste nuestra cafetería.
-Está bien, hago las llamadas…
-Dame un besito antes
-Cómo no, mimoso…

Querían tener el último sueño de su vida, reunir a sus nietos novios o


novias o parejas y a sus hijos y estar todos juntos una semana en el rancho
que una vez fue suyo.
Se habían enterado, bueno West se había enterado de que habían hecho
de él un rancho turístico unos años atrás, mirando para ir a pasar unas
vacaciones con Mónica y lo vio. Se lo dijo a ella.
Y ahora querían pasar una semana con todos. Se harían cargo de los
gastos, de todos, tenían y cumplían sus bodas de oro, cincuenta años de
casados, de amor inmenso.
Y se animaron a cumplir el sueño de ambos, estar todos juntos, porque
conforme pasaba el tiempo siempre, faltaba alguno a las cenas familiares,
era normal, tenían familias, pero esa era una buena ocasión para tenerlos a
todos.

Y su sueño se hizo realidad, meses después. Todos acudieron al rancho


Ponce, cuyo nombre ya había cambiado. Pasaron una semana en familia,
montando a caballo, haciendo rutas, en la piscina y bailes por la noche…
Incluso respetaron el cementerio que se amplió con otras personas
Alex le dijo a Mónica que el rancho de al lado, encima de la colina, fue
de su padre Nolan.

Eran una gran familia y West y Mónica estaban tan emocionados de


volver a su rancho… estaba precioso. Tenerlos a todos fue un
agradecimiento a Dios por el amor que todos se tenían y en eso, ellos
habían puesto todo de su parte.
Sus hijos les regalaron entre todos, una réplica del rancho de Dubois, de
cómo estaba cuando Alex vivió allí 17 años, y John y su hermano diez
años, tenía fotos antiguas y mandaron a hacerla al despacho de
arquitectura de West, y sus nietos, se lo regalaron y Mónica y West se
emocionaron, pero ellos sabían que su mayor regalo, era tenerlos a todos
juntos, donde fuera.
Pero allí, fue tan especial… que no había más felicidad en el mundo
para ellos porque allí, estaban su hijo Alex el mayor con Sofía y sus hijos
Ana, la mayor de sus nietas y Alex, los gemelos de John y de Fanny, Peter
y John, y las gemelas de West, Mónica y Carmen.
Todos conocieron sus raíces y todos hicieron felices a sus abuelos y les
contaron la historia de cómo se conocieron, una noche en el porche de la
cabaña…
Y la vida seguía, ahora con sus nietos. Y solo deseaban West y Mónica
que fueran tan felices como ellos eran y como sus padres lo eran.
ACERCA DE LA AUTORA

Erina Alcalá, es poeta y novelista, nacida en Higuera de Calatrava, Jaén,


Andalucía, España. Ha impartido talleres culturales en el Ayuntamiento de
Camas, Sevilla. Ha ganado varios premios de poesía, entre ellos uno
Internacional de Mujeres, y ahora escribe novelas románticas de corte
erótico. También colabora con Romantic Ediciones en las que encontrarás
parte de sus novelas. También publica en Amazon en solitario con bastante
acierto entre sus lectores.
Entre sus obras, por orden de publicación encontrarás:

1 Una boda con un Ranchero (Romantic Ediciones) (Serie ranchos romántico-


erótica)
2 Un amor para olvidar (Romantic Ediciones) (Serie romántico-erótica)
3 Cuando el pasado vuelve (Romantic Ediciones) (Serie romántico-erótica)
4 Un vaquero de Texas (Romantic Ediciones) (Serie ranchos romántico-
erótica)
5 Tapas en Nueva York (Romantic Ediciones) (Serie romántico-erótica)
6 Otoño sobre la arena (Romantic Ediciones) (Serie romántico-erótica)
7 Tu rancho por mi olvido (Romantic Ediciones) (Serie ranchos romántico-
erótica)
8 Un Sheriff de Alabama (Romantic Ediciones) (Serie ranchos romántico-
erótica)

10 Una noche con un Cowboy (Serie ranchos romántico-


erótica)
11 Pasión y fuego (Serie romántico-erótica)
12 El amor viste bata blanca (Serie romántico-erótica)
13 Teniente Coronel (Serie romántico-erótica)
14 La equivocación (Serie ranchos romántico-
erótica)
15 El otro vaquero (Serie ranchos romántico-
erótica)
16 El escocés (Serie romántico-erótica)
17 El amor no es como lo pintan (Serie romántico-erótica)
18 La lluvia en Sevilla es una maravilla (Serie romántico-erótica)
19 Tres veces sin ti Saga Ditton, I (Serie romántico-erótica)
20 Consentida y Caprichosa Saga Ditton, II (Serie romántico-erótica)
21 Solo falta Jim Saga Ditton, III (Serie romántico-erótica)
22 Trilogía Ditton Saga Ditton completa (Serie romántico-erótica)
23 La chica de Ayer (Serie ranchos romántico-
erótica)
24 Escala en tus besos (Serie romántico-erótica)
25 No tengo tiempo para esto (Serie romántico-erótica)
26 ¿Quién es el padre? (Serie ranchos romántico-
erótica)
27 Y tú, ¿Qué quieres? (Serie romántico-erótica)
28 Segunda Oportunidad (Serie romántico-erótica)
29 Te juro que no lo he hecho a propósito (Serie romántico-erótica)
30 Los caminos de Adela (Serie romántico-erótica)
31 La vida de Eva (Serie romántico-erótica)
32 El número 19 (Serie romántico-erótica)
33 El Lobo de Manhattan (Serie romántico-erótica)
34 Ojos de Gata (Serie romántico-erótica)
35 Lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas (Serie romántico-erótica)
36 El hombre que más amo (Serie romántico-erótica)
37 I Mónica Los hijos de Mónica (Serie romántico-erótica)
Amder
38 II Alex Los hijos de Mónica (Serie romántico-erótica)
Amder
38 III John Los hijos de Mónica (Serie romántico-erótica)
Amder
39 IV West Los hijos de Mónica (Serie romántico-erótica)
Amder
40 Cuatrilogía Los hijos de Los hijos de Mónica (Serie romántico-erótica)
Mónica Amder

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