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La Primera Guerra de Independencia (1296-1328) se inició con una invasión inglesa de Escocia, finalizando
mediante la firma del Tratado de Edimburgo-Northampton en 1328. La Segunda Guerra de Independencia
(1332-1357) se produjo con motivo de la invasión de Eduardo de Balliol, apoyado por los ingleses, en 1332,
finalizando a su vez en 1357 con la firma del Tratado de Berwick.
El período y todos los conflictos en su conjunto supusieron para Escocia una enorme crisis de tipo nacional,
siendo una época decisiva para la posterior historia del país. Una vez finalizadas ambas guerras, Escocia
había logrado mantener su estatus de nación libre e independiente, lo que había sido su objetivo a lo largo de
todo el conflicto.
Hay que destacar que estas guerras tienen importancia por otros motivos, relacionados con la historia de la
tecnología militar, ya que fue durante las mismas cuando hizo su aparición el arco largo como elemento
clave del armamento medieval.
Índice
Primera Guerra de Independencia (1296-1328)
Los inicios de la guerra: 1296-1306
Bajo el rey Robert Bruce: 1306-1314
De Bannockburn a Edimburgo-Northampton: 1314-1328
La Segunda Guerra de Independencia (1332-1357)
Eduardo de Balliol es proclamado rey
Eduardo III invade Escocia
La entrada de Francia en el conflicto
Derrota de David II y prisión
Véase también
Principales batallas y acontecimientos
Personajes destacados
Véase también
Notas y referencias
Enlaces externos
Comandantes
Roberto I de Escocia Eduardo I de
sir William Wallace † Inglaterra
sir Andrew Moray † John de Warenne,
sir William Douglas † VII conde de Surrey
sir James Douglas Eduardo II de
Thomas Randolph Inglaterra
William Wallace Edward Bruce Aymer de Valence, II
Simon Fraser conde de Pembroke
John de Bretagne
La guerra comienza con el saqueo de la ciudad de sir Raymond Caillau
Berwick llevado a cabo por las tropas de Eduardo I de
John de Bermingham
Inglaterra en marzo de 1296, seguido por la derrota
sufrida por las tropas escocesas en la batalla de Dunbar y Fuerzas en combate
por la abdicación de Juan de Balliol en el mes de julio 20 000 100 000
siguiente. La invasión inglesa había ya ocupado la
mayor parte del territorio escocés para el mes de agosto Bajas
y, tras el traslado de la Piedra del Destino desde su Desconocidas Desconocidas
tradicional ubicación en la abadía de Scone, en Escocia,
a la de Westminster, en Inglaterra, Eduardo I convocó el
Parlamento escocés en Berwick, momento en que los nobles escoceses le rindieron homenaje en tanto que
rey de Inglaterra. No obstante, Escocia distaba mucho de estar definitivamente conquistada por los ingleses.
Las revueltas que se produjeron a principios de 1297, organizadas por William Wallace, Andrew de Moray y
otros nobles escoceses obligaron a Eduardo I al envío de nuevos contingentes de tropas, así como a iniciar
negociaciones con los escoceses. Aunque Eduardo consiguió obligar a los nobles sublevados a capitular en
Irvine, las constantes y reiteradas campañas de William Wallace y de Andrew de Moray condujeron a la
primera victoria escocesa, que se produjo en Stirling Bridge; como consecuencia de esta victoria siguieron
diversas incursiones escocesas en el norte de Inglaterra y el nombramiento de William Wallace como
Guardián de Escocia en marzo de 1298. Sin embargo, Eduardo I planificó una nueva invasión, con la que
pretendía aplastar a William Wallace y a sus seguidores, logrando derrotar una vez más a los escoceses en
Falkirk. Aunque Eduardo I no hubiese conseguido someter la totalidad de Escocia antes de su regreso a
Inglaterra, la reputación militar de William Wallace había quedado seriamente menoscabada, y Wallace tuvo
que resignarse a vivir como un proscrito, renunciando a su cargo de Guardián de Escocia.
Robert Bruce reunió entonces a los prelados escoceses y a los nobles que lo seguían apoyando y se coronó
como Rey de los escoceses en la abadía de Scone, dando inicio en forma inmediata a una nueva campaña
militar para intentar liberar su nuevo reino de las tropas inglesas que lo ocupaban. Tras sufrir una derrota
militar, fue expulsado de Escocia y declarado como fuera de la ley. Mientras se ocultaba en el fondo de una
cueva y meditaba en la posibilidad de abandonar la lucha, Bruce, según afirma la leyenda, parece ser que vio
cómo una minúscula araña intentaba tejer una telaraña en un hueco demasiado grande para ella. Mientras lo
contemplaba, Robert Bruce pensó en lo estúpida que era la araña, hasta que se dio cuenta de que la araña
había conseguido tejer la tela. Bruce consideró lo que había presenciado como una lección de que él también
debía perseverar en sus intentos a pesar de que las circunstancias parecían no aconsejarlo. En 1307 dejó por
fin de mantenerse oculto y, tras que se le volviesen a reunir varios escoceses, desafió en varias batallas a los
ingleses. El número de sus tropas no cesó de aumentar, especialmente tras la muerte del rey Eduardo I de
Inglaterra, en el mes de julio de 1307.
De Bannockburn a Edimburgo-Northampton: 1314-1328
En 1320, un grupo de nobles escoceses transmitió al papa la Declaración de Arbroath, para presentarle la
independencia de Escocia respecto de Inglaterra. Dos declaraciones similares fueron enviados igualmente
por el clero y por Roberto I de Escocia. En 1322 en la batalla de Old Byland, Roberto I Bruce derrota en
Yorkshire al rey Eduardo II de Inglaterra, forzándolo a aceptar la independencia de Escocia. En 1327,
Eduardo II de Inglaterra fue arrojado del trono y asesinado, y Roberto I invadió nuevamente el norte de
Inglaterra, lo que forzó al nuevo rey inglés, Eduardo III, a firmar el Tratado de Edimburgo-Northampton el 1
de mayo de 1328, por el que se reconocía de facto la independencia de Escocia y se reconocía igualmente
como rey de la misma a Robert Bruce, ya Roberto I de Escocia. Para que la paz quedase todavía más
garantizada, el hijo y heredero de Roberto I, David, contrajo matrimonio con la hermana de Eduardo III.
Los «desheredados» desembarcaron en Kinghorn, Fife, el día 6 de agosto. Les precedían las noticias sobre
su avance y, mientras marchaban hacia Perth, se encontraron en su camino, cerrándoles el paso, un gran
ejército, formado principalmente por infantería, bajo el mando directo del nuevo Guardián de Escocia, el
conde de Mar.
Durante la batalla de Dupplin Moor, el pequeño ejército de Eduardo de Balliol, que se encontraba dirigido
por Henry Beaumont, logró derrotar a las tropas escocesas, a pesar de la superioridad numérica de las
mismas. Beaumont utilizó en su victoria las mismas tácticas que los ingleses aplicarían y difundirían
posteriormente durante la Guerra de los Cien Años, con caballeros a pie en el centro y grupos de arqueros en
las alas del ejército. Atrapados bajo una mortífera lluvia de flechas lanzadas por los arqueros, la gran
mayoría de los soldados escoceses no llegaron siquiera a alcanzar la línea enemiga. Cuando finalmente
terminó la masacre, el conde de Mar, Robert Bruce (un hijo ilegítimo de Roberto I de Escocia), numerosos
nobles y aproximadamente 2000 escoceses más habían muerto en la batalla. Como consecuencia del
resultado de dicha batalla, Eduardo de Balliol procedió a coronarse como rey de los escoceses, en primer
lugar en la ciudad de Perth y, posteriormente, en el mes de septiembre, en la abadía de Scone.
No obstante, el éxito de Eduardo de Balliol sorprendió a Eduardo III de Inglaterra que, temeroso de que la
exitosa acción de Balliol prosiguiese con una invasión escocesa de Inglaterra, decidió dirigirse al frente de
su ejército hacia la frontera escocesa, como medida de precaución.
En octubre de ese mismo año de 1332, Archibald Douglas, que había sido recientemente nombrado nuevo
Guardián de Escocia, firmó una tregua con Eduardo de Balliol, en el que se establecía en sus cláusulas que
se permitiría reunirse al Parlamento escocés para que fuese éste quien decidiese quién es el verdadero rey.
Eduardo de Balliol se desprendió en ese momento de la mayor parte de sus tropas inglesas y se dirigió hacia
Annan, en la costa norte del fiordo de Solway. Hizo públicas dos cartas, en las cuales afirmaba que con
ayuda de Inglaterra reivindicaba de nuevo su reino, afirmando igualmente que Escocia siempre había sido
un feudo dependiente de Inglaterra. Prometía igualmente la cesión de tierras a Eduardo III a lo largo de toda
la frontera, incluyendo Berwick-upon-Tweed, y prometía también que serviría a éste durante el resto de su
vida.
No obstante, Archibald Douglas atacó en diciembre a Eduardo de Balliol, que se encontraba entonces en
Annan, aprovechando para sorprenderle con las primeras luces del día. La mayoría de los hombres de
Eduardo murieron, pero el propio Eduardo logró escapar a través de un agujero en la pared, a medio vestir,
para refugiarse en Carlisle.
En abril de 1333, Eduardo III y Eduardo de Balliol pusieron sitio a la ciudad de Berwick con un poderoso
ejército inglés. Archibald Douglas intentó liberar el sitio de la ciudad en julio, pero su ejército fue derrotado
y él mismo murió en la batalla de Halidon Hill. El rey David II, acompañado de la reina, prefirieron
refugiarse, para mayor seguridad, en el castillo de Dumbarton; mientras que Berwick, tras la rendición
efectuada ante los ingleses, fue anexionada a Inglaterra. En ese momento, la mayor parte del territorio
escocés se encontraba bajo la ocupación militar inglesa, y a su vez un total de ocho condados de las
Lowlands habían sido cedidos a Inglaterra por Eduardo de Balliol.
A principios del año 1334, el rey francés Felipe VI propuso a David II concederle asilo en Francia, no solo
para él sino para la totalidad de su corte. Tras aceptar la propuesta, David II llegó a Francia en mayo,
instalando su corte en el exilio en el Château Gaillard, en Normandía. Felipe VI decidió igualmente incluir a
Escocia y a su rey, David II, en las negociaciones de paz que por esas fechas se trataban entre Francia e
Inglaterra, negociaciones que acabaron por desembocar no en una paz sino en la Guerra de los Cien Años.
Tras el regreso a Inglaterra de Eduardo III, los últimos jefes de la resistencia escocesa eligieron a Andrew
Murray como nuevo Guardián de Escocia. Este negoció rápidamente una tregua con el rey Eduardo III con
una duración fijada hasta 1336, durante la cual diversos emisarios tanto del rey de Francia como del papado
intentaron lograr que se alcanzase una paz entre Escocia e Inglaterra. En enero, los escoceses presentaron
una propuesta para un tratado de paz, por el que aceptaban reconocer como rey a Eduardo de Balliol, de
edad avanzada y sin hijos, a cambio de que se aceptase como sucesor del mismo a David II; a la vez que éste
podría abandonar su exilio en Francia, pasando a vivir en Inglaterra. De todos modos, el propio David II
rechazó la propuesta y la propia tregua. En mayo, un ejército inglés, bajo el mando de Enrique de Grosmont,
primer duque de Lancaster, invadió Escocia, siendo seguido por un segundo ejército inglés bajo mando
directo del propio rey Eduardo III. Ambos ejércitos devastaron una amplia zona del noroeste de Escocia,
saqueando Elgin y Aberdeen, a la vez que un tercer ejército inglés procedía de igual manera en el sudoeste y
en el valle del río Clyde.
De cualquier modo, en tan solo nueve años el reino que tanto le había costado organizar a Robert Bruce
había quedado prácticamente destruido. Buena parte de los nobles habían muerto en los combates y la
economía del reino, que tan solo había iniciado una tímida recuperación de los desastres de las guerras
anteriores, había quedado una vez más reducida prácticamente a la nada. Así pues, fue una Escocia
pauperizada y con una enorme necesidad de paz y buen gobierno el país que David II encontraría en junio
del año 1341.
Cuando David II regresó a tierras de Escocia, estaba determinado a mostrarse digno de su ilustre progenitor,
el rey Roberto I de Escocia. Decidió ignorar las treguas concluidas con Inglaterra y devolver la ayuda que
había recibido del rey Felipe VI de Francia, colaborando con éste durante la Guerra de los Cien Años. En
1341, llevó a cabo una incursión de los ejércitos escoceses en territorio inglés, forzando de ese modo a
Eduardo III a llevar a la zona un ejército para reforzar las defensas de su frontera con Escocia.
Finalmente, el 3 de octubre de 1357, David II fue puesto en libertad, en aplicación de las cláusulas del
Tratado de Berwick, por el cual los escoceses aceptaban el pago de un enorme rescate de 100 000 merks por
la liberación de su monarca, suma a pagar en un período máximo de diez años. Para poder hacer frente a los
pagos anuales de una suma tan elevada de dinero, hubo que establecer fuertes impuestos. Escocia estaba en
una situación penosa, que se complicó todavía más porque en el decenio anterior el país había padecido los
azotes de la peste negra. La primera anualidad acordada como pago del rescate fue abonada en tiempo y
forma; la segunda fue pagada con retraso, y no hubo ningún otro pago con posterioridad al segundo abono.
En 1363, David II accedió a acudir a la capital inglesa, Londres, aceptando allí que en caso de que falleciese
sin hijos la corona pasase al rey inglés Eduardo o a uno de sus hijos, aunque para su coronación como rey de
Escocia la Piedra del Destino regresaría a Escocia para la ceremonia. No obstante, los escoceses rechazaron
este acuerdo, proponiendo continuar con el pago del rescate acordado, que había sido aumentado ya hasta la
cifra de 100 000 libras, amenazando también con deponer al rey David II. Se negoció el establecimiento de
una tregua de veinticinco años de duración y, en 1369, el Tratado firmado en 1365 fue derogado, siendo
sustituido por uno nuevo, con cláusulas más favorecedoras para los escoceses en razón de la situación de
Inglaterra, que se encontraba inmersa en la guerra contra Francia. Las nuevas cláusulas contemplaban la
aceptación de que la suma ya abonada de 44 000 merks fuese deducida de la deuda inicial de 100 000, y que
el complemento que faltaba se pagase en anualidades de 4000 merks a lo largo de los siguientes catorce
años.
Cuando Eduardo III murió en el año 1377, todavía faltaban por pagar 24 000 merks, que ya no fueron nunca
pagados. Por su parte, David II había perdido su popularidad, así como el respeto de la nobleza escocesa,
tras haber contraído matrimonio con la viuda de un pequeño señor tras el fallecimiento de su esposa inglesa.
David II de Escocia falleció en febrero de 1371.
Al final de la campaña, Escocia era independiente, y se mantuvo así hasta la unificación del Reino de
Inglaterra y el Reino de Escocia para crear el Reino de Gran Bretaña en 1707.
Véase también
Personajes destacados
Escocia
David II de Escocia
Juan de Balliol
Edward Bruce
John III Comyn, Señor de Badenoch — Guardián de Escocia (1298-1301, 1304)
Archibald Douglas — Guardián de Escocia (1332-1333)
Sir James Douglas, "the Black" (el negro)
Agnes Dunbar
William Lamberton — Obispo de Saint Andrews (1298-1328)
Bernard de Linton — Canciller (1308-1328)
Donald Mormaer octavo conde de Mar — Guardián de Escocia (1332)
Andrew de Moray
Sir Andrew Murray — Guardián de Escocia (1332, 1335-1338)
Thomas Randolph, I conde de Moray — Guardián de Escocia (1329-1332)
Roberto I de Escocia
John de Soulis — Guardián de Escocia (1301-1304)
Roberto II de Escocia — Lugarteniente (1346-1357)
Walter Stewart
William Wallace
Robert Wishart — Obispo de Glasgow (1272-1317)
Inglaterra
Eduardo I de Inglaterra
Eduardo II de Inglaterra
Eduardo III de Inglaterra
Eduardo de Balliol
Henry Beaumont, IV conde de Buchan
Humphrey de Bohun, IV conde de Hereford
Juan de Bretaña conde de Richmond (hijo de Juan II de Bretaña)
Henry de Grosmont, I duque de Lancaster
David de Strathbogie, X conde de Atholl)
Gilbert de Umfraville, IX conde de Angus
Aymer de Valence, II conde de Pembroke
John de Warenne, VII conde de Surrey
Felipe IV de Francia
Felipe VI de Francia
Juan XXII, papa
Véase también
Historia de Escocia
Independentismo escocés
Notas y referencias
Enlaces externos
(en inglés) Guerras de independencia de Escocia (http://www.bbc.co.uk/history/scottishhistory/
independence/features_independence_arbroath.shtml)
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