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Monarquía escocesa[editar]

En Escocia, como en Inglaterra, las monarquías surgieron tras la retirada de Roma a


comienzos del siglo V. Los tres grupos que vivían en Escocia en aquel entonces eran
los pictos (que habitaban el reino de Pictavia), los britanos (que se asentaban en varios reinos
del sur escocés, incluyendo el reino de Strathclyde), y los gaélicos, o escotos (que más
adelante darían su nombre a Escocia), de la provincia irlandesa de Dalriada. Cináed I es
tradicionalmente considerado el fundador de la Escocia unida (o reino de Alba). La expansión
de los dominios escoceses continuó durante los dos siglos siguientes, debido a que otros
territorios como Strathclyde eran subyugados u obtenidos mediante matrimonio dinástico.
Los primeros monarcas escoceses no heredaban la Corona de forma directa; en su lugar, se
optó por una costumbre de alternar las partes, como ocurría en Irlanda y previamente entre los
pictos. La monarquía se rotaba, pues, entre dos, o a veces tres, ramas de la Casa de Alpín.
Sin embargo, como resultado, los linajes dinásticos rivales entraron en conflicto, a menudo de
forma violenta. Los problemas relativos a la sucesión se ven especialmente reflejados por el
periodo que va desde 942 a 1005, durante el cual siete monarcas consecutivos fueron
asesinados o ejecutados en batalla. La rotación de la monarquía entre linajes diferentes llegó
a su fin cuando Máel Coluim II asumió el trono en 1005 tras asesinar a muchos opositores. De
esta forma, cuando Donnchad I sucedió a Máel Coluim II en 1034, lo hizo como tanista, sin
oposición alguna.
En 1040, Donnchad fue derrotado en batalla en manos de Macbeth, tema que trataría la
famosa obra de William Shakespeare (La tragedia de Macbeth). Luego, en 1057, el hijo de
Donnchad Máel Coluim vengó la muerte de su padre al derrotar y asesinar a Macbeth. Unos
meses más tarde, tras el regicidio del hijo de Macbeth, Lulach, Máel Coluim llegó al trono
como Máel Coluim III, convirtiéndose en el primer monarca de la Casa de Dunkeld.
A partir de 1107, Escocia se vio brevemente dividida bajo la voluntad de Edgardo, quien
separó sus dominios de los de su hermano mayor superviviente Alejandro I (que gobernó el
norte de Escocia como rey) y de los de su hermano menor David (que gobernó el sur de
Escocia en función de conde). Tras la muerte de Alejandro en 1124, David heredó sus
dominios, y Escocia volvió a unificarse una vez más. David fue sucedido por el
ineficaz Malcolm IV, y luego por Guillermo el León, cuyo reinado fue el más largo previo a
la Unión de las Coronas. Guillermo participó en una rebelión contra el rey Enrique II de
Inglaterra; no obstante, ésta fracasó, y Guillermo fue capturado por los ingleses. En un
intercambio para su liberación, Guillermo se vio forzado a reconocer a Enrique como su señor
feudal. El rey inglés Ricardo I acordó acabar con el pacto en 1189, a cambio de una gran
suma de dinero que necesitaba para sus Cruzadas. Guillermo falleció en 1214, y fue sucedido
por su hijo Alejandro II. Este, así como su sucesor Alejandro III, intentaron hacerse con las
islas occidentales, que se encontraban aún bajo el poder de Noruega. Durante el reinado de
Alejandro III, Noruega desplegó una invasión fallida sobre Escocia; el consiguiente Tratado de
Perth (1266) reconoció el control escocés sobre las islas del oeste y otras zonas disputadas.
El fallecimiento de Alejandro III en 1286 llevó a su nieta noruega de tres años, Margarita, al
trono. Sin embargo, durante su viaje a Escocia en 1290 Margarita murió en el mar,
ocasionando una gran crisis de sucesión, durante la cual hubo trece demandantes rivales por
la Corona de Escocia. Muchos líderes escoceses acudieron al rey Eduardo I de Inglaterra para
solventar la disputa. Se convocó a una corte con las "facciones" de Balliol y Bruce, cada una
nominando a "asesores". Contrario a la opinión popular, Eduardo no eligió a John Balliol para
ocupar el lugar de rey. Balliol ganó el apoyo abrumador de la mayoría de los asesores, pero
aquel procedió a tratarlo de vasallo, e intentó ejercer una influencia considerable en asuntos
escoceses. En 1295, cuando Balliol renunció a su lealtad hacia Inglaterra, Eduardo I invadió y
conquistó Escocia. Durante los primeros diez años de las subsiguientes Guerras de la
independencia escocesa, Escocia no dispuso de ningún monarca; sin embargo, fue liderada
informalmente por William Wallace. Tras la ejecución de Wallace en 1305, Roberto I de
Escocia asumió el poder y se proclamó rey. Sus esfuerzos culminaron con éxito, y la
independencia escocesa fue reconocida en 1328. No obstante, Roberto murió tan solo un año
más tarde, y los ingleses volvieron a invadir con el pretexto de devolver al heredero legítimo
de John Balliol, Edward Balliol, al trono. A pesar de ello, tras más campañas militares, Escocia
consiguió nuevamente su independencia con el hijo de Roberto I, David II.

Jacobo IV intentó invadir Inglaterra en 1513, pero fue asesinado en el proceso.

En 1371, David II fue sucedido por Roberto II, el primer monarca escocés desde la Casa de
Stewart (más adelante, Estuardo). Los reinados de ambos, Roberto II y su sucesor, Roberto
III, se vieron empañados por cierto debilitamiento del poder real. Cuando Roberto III falleció en
1406, los regentes debieron gobernar al país; el monarca, el hijo de Roberto III, Jacobo I,
había sido capturado por los ingleses. Tras pagar una importante fianza, Jacobo regresó a
Escocia en 1424. Con el fin de restablecer su autoridad, recurrió a medidas despiadadas,
incluyendo la ejecución de muchos de sus enemigos. Jacobo II continuó con la política de su
padre avasallando a nobles influyentes. Al mismo tiempo, sin embargo, el Parlamento escocés
se volvió bastante poderoso, a menudo desafiando abiertamente al propio rey. El poder
parlamentario tuvo su auge durante el reinado del ineficaz Jacobo III. Como resultado, Jacobo
IV y sus sucesores acostumbraron evitar la convocatoria de sesiones parlamentarias,
controlando de ese modo el poder del Parlamento.
En 1513, Jacobo IV inició una invasión a Inglaterra, intentando tomar ventaja de la ausencia
del rey inglés Enrique VIII. Sus fuerzas llegaron a ser derrotadas en la batalla de Flodden
Field; el rey, al igual que varios nobles mayores, y cerca de diez mil soldados fueron
asesinados. Debido a que el hijo y sucesor de Jacobo IV, Jacobo V, era aún un niño, el
gobierno fue tomado por los regentes. Al llegar a la adultez, Jacobo V gobernó con éxito hasta
otra guerra desastrosa con los ingleses en 1542. Su muerte en el mismo año dejó a la Corona
en manos de su hija de seis años, María, por lo que se estableció nuevamente otra regencia.
María, de fe católica, reinó en un periodo de cambio religioso en Escocia. Debido al esfuerzo
de reformadores como John Knox, se estableció una ascendencia protestante. María despertó
el desconcierto tras casarse con un católico, lord Darnley, en 1565. Tras el homicidio de Lord
Darnley en 1567, María contrajo matrimonio, incluso bastante más polémico, con James
Hepburn, conde de Bothwell, de quien se presuponía era responsable del asesinato de
Darnley. La nobleza se rebeló contra la reina, forzándola a renunciar y huir a Inglaterra, donde
fue encarcelada y posteriormente ejecutada por Isabel I. La Corona recayó sobre su
hijo Jacobo VI, que había sido criado como protestante. Jacobo VI se convertiría más tarde en
rey de Inglaterra tras el fallecimiento de la reina Isabel I.

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