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CUANDO EL PROBLEMA

ES LA SOLUCIÓN
Aproximación al enfoque
estratégico
2ª edición
Ramiro J. Álvarez

CUANDO EL PROBLEMA
ES LA SOLUCIÓN
Aproximación al enfoque
estratégico
2ª edición

25

Crecimiento personal
C O L E C C I Ó N
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1ª edición: febrero 1998


2ª edición: febrero 1999

Diseño de colección: Luis Alonso

© Ramiro Álvarez, 1998


© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 1998
Henao, 6 - 48009 Bilbao
www.edesclee.com
info@edesclee.com

Printed in Spain
ISNB: 84-330-1280-0
Depósito Legal:
Impresión: Publidisa, S.A. - Sevilla
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1.- LOS INEVITABLES PROBLEMAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
- La dinámica del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
2.- CUESTIONES PROBLEMÁTICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
- El dueño del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
- Problemas sin dueño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
- Actitudes frente a los problemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
3.- SOLUCIONES INTENTADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
- Los mapas mentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
- El nivel de la solución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
- Más de lo mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
4.- CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
- La manera segura de ahogarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
5.- POSTURAS ANTE EL PROBLEMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
- Las reglas de juego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
- Posturas frente al problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
- La zona minada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
6.- PASOS HACIA LA SOLUCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
- Cuando el problema es la solución . . . . . . . . . . . . . . . . 103
- Hacia la solución efectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
- Cambiar la estrategia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
7.- ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
- La bola de nieve: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
- Guiones para el cambio: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
- La filosofía del cambio mínimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
8.- EL ENFOQUE ESTRATÉGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
- Un punto de vista muy pragmático . . . . . . . . . . . . . . . 147
- Anatomía de la estrategia psicoterapéutica . . . . . . . . . 149
- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Apéndice: EL ESTILO "PALO ALTO" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
- El equipo terapéutico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
- Organización del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
- No trabajar más que el cliente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
- Trabajar en solitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178

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A cuantos han confíado en mi ayuda.
Ello son mi razón para superarme

A mi madre, convaleciente mientras se fueron


llenando estas páginas. Nunca antes le había dado
las gracias por nada.
INTRODUCCIÓN

"El medio de salir es a través de la puerta;


¿por qué nadie quiere utilizar esta salida?
Confucio

Recuerdo la impresión con que recibí, siendo niño, el cuen-


to de "el vestido nuevo del emperador": entre divertido y
escandalizado oía explicar al narrador –un viejo maestro de
mis años de parvulario– el astuto engaño con el que unos
embaucadores llegan a convencer al rey del país de todos los
cuentos para que se deje hacer un vestido maravilloso con
una tela mágica que sólo podía ser visible para las personas
sensatas e inteligentes. Por supuesto, no existían tales tela ni
vestido y el rey estrenó su nueva indumentaria paseándose
por la calle en paños menores en medio del cómplice silencio
de sus súbditos que no se arriesgaban a poner en evidencia su
eventual estupidez personal proclamando que eran incapaces
de ver los maravillosos encajes que adornaban el mágico
paño del vestido. El engaño sólo llegó a romperse con la inge-
nua intervención de un niño que no pudo evitar una carcaja-
da espontánea al ver a su majestad en calzoncillos.
En aquella época yo desconocía el poder de la sugestión y
no podía concebir que fuera posible crear una ilusión colecti-
va como la que propone el relato de Andersen. No sabía tam-
poco que los cuentos pudieran ser algo más que meros pasa-
tiempos para mantener tranquilos a los niños durante un

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CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

rato; no tenía la menor idea acerca de mensajes metafóricos dirigi-


dos al subconsciente ni de arquetipos compartidos que se transmi-
ten por tradición oral. Ignoraba que las narraciones infantiles eran
la base de los guiones de vida a los que mucha gente adapta su esti-
lo personal de actuar en el mundo (posteriormente me fui encon-
trando con muchas "Caperucitas" y algunos "Lobos Feroces"; tam-
bién llegué a conocer a unos cuantos "Patitos Feos" y a varias
"Cenicientas"). En todo caso, la imagen del niño con el valor de
desafiar los convencionalismos establecidos –el pacto de silencio
frente a lo evidente– se fue convirtiendo, sin saberlo yo mismo, en
un ideal de comportamiento para mi vida futura.
Mas tarde, con el correr de los años, a medida que me fui inter-
nando en el terreno de la psicoterapia, empecé a reconocer con sor-
presa a muchos vendedores de la misma "tela mágica", que se dedi-
can a colocar su inexistente mercancía a quienes están dispuestos a
comprar humo a cambio de librarse del esfuerzo personal que,
inescapablemente, requiere todo proyecto de cambio.
Un vistazo somero al panorama ideológico de eso que ha dado
en llamarse el "desarrollo personal" muestra una variedad de direc-
ciones y prácticas tan dispares que más bien parece que estemos
construyendo una nueva Babel: se recuperan los valores de Oriente
de modo que Buda, Lao-Tsé y Confucio ya no resultan extraños
–aunque sigan siendo igualmente desconocidos– al hombre euro-
peo actual. El chamanismo andino se une a la mejor tradición druí-
dica europea y se busca recuperar a través de prácticas rituales
antiquísimas el contacto con las fuerzas de la naturaleza.
Ceremoniales de imposición de manos se convierten en actividades
perfectamente normalizadas y el trabajo con los "chakras" o la
visualización del "aura" se están convirtiendo en conceptos tan
familiares a nuestra cultura occidental como podía serlo el teorema
de Pitágoras en mis años de estudiante.
La mentalidad popular se va tiñendo de conceptos reencarna-
cionistas y espiritistas. Los videntes y futurólogos se profesionali-
zan –aunque sin pagar IVA, me temo– de un modo cada vez más
sofisticado y su actividad encuentra una magnífica caja de reso-
nancia en los medios de comunicación que tratan todos estos temas

12
INTRODUCCIÓN

"espirituales" con la misma seriedad que la previsión meteorológi-


ca para el fin de semana. La oferta de cursos sobre actividades
variopintas es apabullante: "Reiki", "Renacimiento", esencias flora-
les, sabiduría interior, rituales con velas, conocimiento de vidas
anteriores... Asistimos en la actualidad a un despliegue irracional
de supersticiones teñidas de pseudocientificismo que van confor-
mando una curiosa idolatría de fin de siglo, indicativa de la pasivi-
dad mental en la que vamos incurriendo.
Y en medio de todo esto mi niño interior, el que se quedó mara-
villado con el cuento del vestido nuevo del emperador, no deja de
alertarme ante la creciente oferta de telas invisibles:
– Los métodos para el crecimiento personal, anunciados cada
uno de ellos como el conocimiento definitivo y el control supremo
de los mecanismos psíquicos, se suceden unos a otros apoyados
más en conceptos de marketing que en nociones efectivas del fun-
cionamiento humano. El "buzoneo" o los anuncios en revistas cons-
tituyen el flamante método de auto-oferta de los "gurús" contem-
poráneos y el pago correspondiente, en efectivo o mediante tarjeta
de crédito, el modo más eficaz de asegurarse un programa de desa-
rrollo espiritual completo en cursillos de fin de semana. Lo más
normal es que los seguidores incondicionales de una escuela deter-
minada, desengañados al cabo del tiempo, se adscriban ciegamen-
te a una nueva doctrina recién llegada y luego a otra y a otra, sin
darse cuenta de que aún no se han movido un palmo en su pro-
yectado camino de desarrollo personal.
Personalmente desconfío mucho de las montañas que van a
Mahoma y pienso más bien que lo lógico es que Mahoma vaya a la
montaña. No creo en la sinceridad de los maestros que venden su
sabiduría a través de anuncios publicitarios; en el camino del desa-
rrollo personal creo que sólo tiene sentido el conocido proverbio
oriental: "Cuando el discípulo esté preparado, aparecerá el maes-
tro". En efecto, los maestros preocupados por conseguir discípulos,
difícilmente podrán ocuparse de su propio desarrollo personal con
lo que dejarán de ser verdaderos maestros.
– La "energía" a la que tanto se apela en la terminología "New
Age" es conceptualizada como una especie de capa sutil que

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CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

envuelve el cosmos y se manifiesta sobre el ser humano en meri-


dianos, chakras o coloraciones del "aura". El nivel de salud o enfer-
medad, los estados emocionales y hasta la buena o mala fortuna de
los sucesos que nos acaecen en la vida dependerían de la configu-
ración específica de estas líneas de fuerza que nos rodean. Para
mantener una adecuada relación de energías sería preciso recurrir
a determinados rituales (imposición de manos), ejercicios mentales
de visualización, productos al estilo de esencias florales o talisma-
nes varios. El esfuerzo personal se considera irrelevante pues en la
nueva ideología el ser humano ha pasado de conceptualizarse
como "conquistador" activo de su universo (¡con toda la violencia
que ello implica!) a simple pieza del puzzle cósmico en igualdad de
condiciones que las demás entidades visibles e invisibles, anima-
das o inertes que constituyen ese socorrido "todo".
Creo, sin embargo, que la única energía válida para ponerse en
camino hacia el logro de las metas personales es aquella que noso-
tros mismos generamos con nuestro propio esfuerzo. La energía la
desencadena cada sujeto, no se limita a "absorberla". Y aquí es
donde discrepo de un modo más radical respecto a los plantea-
mientos ingenuos –a mi modo de ver– de muchos de los seguido-
res de la filosofía "Nueva Era" que, al confiar en unas fuerzas uni-
versales de tipo panteísta, se limitan a esperar pasivamente a que
el viento infle las velas para dejarse ir con la nave por la derrota
más conveniente. Los partidarios de la "Vieja Escuela" preferimos
empuñar los remos si es preciso y, en todo caso, manejar el timón y
las escotas para ajustarnos al rumbo que nosotros mismos elegimos
en cada momento.
"De los esforzados es el reino de los Cielos", reza la cita evangélica.
También los esforzados, y sólo ellos, podrán conquistar el reino de
su propio existir. No conozco la historia de ningún gran personaje
que no haya alcanzado sus metas sin esfuerzo, a base de horas de
estudio, de trabajo, de renovados intentos tras cada fracaso. La ins-
piración, la iluminación, la curación y la madurez sólo llegan con el
esfuerzo individual, tras muchas horas de búsqueda infructuosa y
después de muchos ensayos fallidos. Jamás la "energía" se ha apo-
sentado gratuitamente en un elegido para mimarlo con sus dádivas

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INTRODUCCIÓN

gratuitas. Dicho de un modo más popular: "A Dios rogando y con el


mazo dando".
– La "sabiduría interna" suele ser entendida, dentro de esta con-
cepción panteísta desnaturalizada en la que se está convirtiendo la
ideología del "homo consumitor" de fin de siglo, como el canal
secreto de comunicación con las energía cósmicas o con el incons-
ciente colectivo que, con la debida disciplina mental de meditación
y visualizaciones, llegaría a hacerse accesible a la consciencia.
Del mismo modo que las "energías" circulantes, este concepto de
sabiduría interior puede conducir a una actitud pasiva. Lo cierto,
una vez más, es que jamás he visto a nadie convertirse en ingenie-
ro de caminos a base de recurrir a su conocimiento interno; más
bien creo que el conocimiento y la sabiduría tienen que ser también
objeto de conquista personal a través del esfuerzo invertido en su
adquisición. Otra cosa diferente es buscar dentro de uno mismo eso
que, desde siempre, se ha denominado en nuestra cultura sentido
común y que de tanta utilidad nos puede ser a la hora de determi-
nar el camino por el que queremos que discurra nuestra existencia.
Vivimos en una época de ritualismos. El hombre de final de
siglo, creador de la sociedad consumista del bienestar, ha perdido
el sentido de su fuerza individual: la tolerancia a la frustración, la
capacidad de aguante frente al sufrimiento, la necesidad de recurrir
al esfuerzo propio, son vistos como amenazas al deseado disfrute
de la vida y, por eso mismo, es preciso inventarse conjuros que
suplan la responsabilidad personal de hacer frente a las demandas
de la vida. En lugar de poner a punto la propia fortaleza, es más
sencillo apelar a la energía del cosmos y engañarse a sí mismo ima-
ginando que es posible asimilarla mediante combinaciones de colo-
res, danzas o imposición de manos. ¡Poco hemos avanzado desde
la oscura Edad Media!
Hace algún tiempo, un buen amigo mío, también terapeuta,
decidió hacer una "inmersión espiritual" marchándose a pasar una
temporada en un monasterio de la India, para dedicarse a la medi-
tación y al silencio. Cuando se puso en contacto con el organismo
que iba a gestionarle tanto el viaje como la estancia en aquel país,
se encontró con la desagradable sorpresa de que todas las plazas

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CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

estaban ya ocupadas no sólo para las fechas de las que él disponía,


sino incluso para los meses siguientes. Pero lo más chocante fue el
argumento con el que los organizadores trataron de aliviar la frus-
tración de mi amigo: "Haga usted meditación en su país –le dijeron–;
tiene el mismo valor que en la India".
Lo que importa, en efecto, no es tanto el ritual, sino la intencio-
nalidad personal. No es que crucen la India meridianos de energía
más poderosos que los que pueden discurrir por nuestras tierras;
de lo que se trata es de comprometerse con una disciplina de medi-
tación, no simplemente de auto-engañarse "comprando" unas vaca-
ciones meditacionales en un escenario con reminiscencias más o
menos esotéricas.
¿Vamos ahora a adquirir la tela invisible sólo porque hay mucha
gente que nos dice que es la de moda, la innovadora, la del futuro?
¿Y qué hacemos con nuestra evidencia personal?, ¿qué hacemos
con el sentido común?
No puedo dejar de recordar aquí otro cuento de la infancia, tal
vez no tan conocido como el del vestido nuevo del emperador, pero
en la misma línea de éste:
Cuentan que en un lejano país, tras la muerte del sabio monarca que
había conducido prudentemente a sus súbditos por el camino de la paz y
la prosperidad durante largos años, subió al trono su hijo, tan inexperto
en tomas de decisión como acostumbrado a la vida fácil de palacio donde
todos sus caprichos eran inmediatamente satisfechos. Al contrario que su
padre, prefirió delegar las tareas de gobierno en arteros ministros adula-
dores para poder dedicarse así más ampliamente a las fiestas y diversiones
de palacio. Pronto, los nefastos efectos del mal gobierno de sus validos se
hicieron notar en todos los aspectos de la vida económica y social del país:
los impuestos aumentaban, el trabajo escaseaba, en las fronteras se vivía
en una situación de guerra permanente y la vida en palacio se había con-
vertido en una conspiración permanente. El resultado de todo ello fue que
los enemigos del nuevo rey eran tan numerosos dentro de su propio pala-
cio como más allá de los confines del debilitado reino
Cuando el joven monarca comprendió que la situación se le podía ir de
las manos, quiso tomar las riendas del gobierno pero la empresa no resul-
taba nada fácil. Su carácter era voluble, sus decisiones poco firmes y su

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INTRODUCCIÓN

inseguridad manifiesta. Como era consciente de sus limitaciones y desea-


ba verdaderamente enmendar sus errores, decidió pedir ayuda al mayor
sabio del país, un anciano que ya había aconsejado prudentemente al ante-
rior soberano en momentos especialmente difíciles de su gobierno.
–"Venerable maestro, ¿qué es lo que necesito para imponerme a todos
mis enemigos y pacificar de nuevo el país?" –preguntó el joven monarca.
–"Para vencer a vuestros adversarios, Majestad, tan sólo precisáis una
cosa: la espada de vuestro capitán, vencedor en las guerras de la frontera"
–tal fue la respuesta del sabio anciano.
Encantado con el sencillo remedio que le acababan de sugerir, el joven
rey hizo comparecer urgentemente ante sí al capitán que velaba por la
seguridad del reino en la lejana frontera del país. Cuando tuvo ante sí al
aguerrido soldado, y después de agradecerle sinceramente su lealtad, el
soberano pidió a su capitán que le entregara la espada victoriosa en tantos
combates contra el enemigo exterior a cambio de elevarlo a la dignidad de
primer ministro.
–"Tomad mi espada, Majestad. Vuestra es pues por vos ha luchado en
cada combate. Nada tenéis que darme a cambio"– respondió el leal solda-
do mientras, arrodillado ante su rey, le ofrecía desnuda y brillante el arma.
Pero cuando el monarca intentó levantar el arma que le ofrecían, fue
incapaz de moverla ni un solo palmo, tal era el peso del acero, y por
muchos esfuerzos que hizo no consiguió sujetarla con sus dos manos.
Entonces comprendió el sentido de la enseñanza del anciano consejero: ¡lo
que puede decidir el combate no es una espada, sino el brazo de quien la
maneja!
En definitiva, mi concepción tanto de la psicoterapia como del
desarrollo personal se fundamenta en dos principios básicos: la
responsabilidad personal –la voluntad para trazarse un camino y
ponerse en marcha sin desmayo hasta completarlo– y el sentido
común –la prudencia de asegurarse tanto de que el camino pro-
yectado es deseable, asequible y provechoso como de que los
medios utilizados para recorrerlo resultan sensatos y adecuados al
fin que se desea conseguir–.
Comencé a escribir este libro –que será mi obra número diez– a
mi vuelta de Palo Alto, en la dorada California. En lo mas escondi-
do de la tierra prometida de los movimientos "hippie" y "new age",

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CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

en ese maremágnum californiano de culturas e ideologías que


constituyen una amalgama de lo oriental y lo occidental, existe una
veta profunda de racionalidad y sentido critico: el "Mental Research
Institute", conocido a nivel de publicaciones como la "Escuela de
Palo Alto". Allí he tenido ocasión de conocer personalmente a figu-
ras prestigiosas como Paul Watzlavick, Richard Fish o Karin
Schlanger y de aprender de ellos a enfocar directamente la realidad
sin la mediación de los habituales prejuicios que suelen empañar
nuestra visión del mundo.
La aportación más notable de esta escuela al ámbito de la psico-
terapia se refiere a la interacción dinámica entre problemas y solu-
ciones infructuosamente intentadas que conducen a la paradójica
situación de que el problema a eliminar está, en realidad, siendo
alimentado por el intento de solución equivocado. Una propuesta
aparentemente muy simple, pero con un alcance insospechado,
como intento detallar en las páginas que siguen.
No debe, por lo tanto, esperar el lector hallar aquí la clave mági-
ca de una nueva iniciación para el dominio de "energías" descono-
cidas; aquí sólo se harán apelaciones continuas a la responsabilidad
personal y a la razón. No vamos a vender ninguna tela mágica que
sólo los elegidos puedan disfrutar; más bien queremos repartir
arpillera, burda, sí, pero abrigosa y al alcance de todos los bolsillos.
Nuestra intención tampoco consiste en proporcionar un arma
invencible, sino en adiestrar el brazo para que así podamos mane-
jar con eficacia cualquier herramienta que nos sea útil.
Nadie diga luego que no he avisado de la clase de mercancía
que ofrezco.

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1
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

"Para poderse resolver, un problema ha de ser,


ante todo, un problema"

Paul Watzlawick

La dinámica del problema

Conocí en cierta ocasión a un médico jubilado, extroverti-


do y vitalista, que me narró múltiples peripecias relacionadas
con su rica vida profesional. Entre las anécdotas que salieron
a relucir, me llamó especialmente la atención una referida a su
etapa en un conocido balneario de mi tierra gallega, donde
ejerció como facultativo durante cierto tiempo, y que mi inter-
locutor utilizó para explicarme su poca fe en la eficacia del
termalismo como sistema terapéutico:
Me contaba el veterano doctor que en cierta ocasión le pre-
guntó a un conocido magistrado de la audiencia nacional,
cliente asiduo del balneario verano tras verano por sus pro-
blemas crónicos de vesícula, qué tal marchaba su tratamiento
hidroterápico.
–"Excelente –le respondió el magistrado– como que hace ya
treinta y dos años que acudo sin falta cada verano a tomar las aguas
de este balneario".
–"Imagínese lo insensato que tenía que ser este hombre –ironi-
zaba el curtido médico– para continuar intentando el mismo
remedio durante años y años sin darse cuenta de que la solución a

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CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

su problema no llegaría nunca por ese camino, mientras que mediante una
sencilla intervención con las actuales técnicas quirúrgicas, en setenta y
dos horas habría resuelto su dificultad... ¡incluyendo el postoperatorio!".
Si tuviera que dar una definición lo que es un "problema", pro-
bablemente lo describiría como una situación incómoda, persisten-
te, que se da en un marco social, y a la que se ha intentado poner fin
en repetidas ocasiones pero sin alcanzar el resultado apetecido.
Gráficamente la situación se corresponde con el esquema de un "cír-
culo vicioso" en el que cada vuelta al circuito nos deja en el punto
de partida, como se refleja en la figura adjunta (pág. 25). Tal es el
ineficaz sistema utilizado por el recalcitrante magistrado de la anéc-
dota inicial, que para solucionar sus molestias de vesícula acude al
balneario, pese a lo cual las molestias persisten, por lo que decide
regresar de nuevo a tomar las aguas a la temporada siguiente, para
encontrarse de nuevo con idénticas molestias... y así sin final
Si analizamos con calma las implicaciones de la definición ante-
rior, puede que nos demos cuenta de que la cosa no es tan simple
como pudiera parecer en un primer momento:
Así, en primer lugar, ha de darse una condición de incomodidad
para el sujeto que sufre el problema. Pero como los criterios de
molestia, agobio y sufrimiento son subjetivos, la condición de pro-
blematicidad no reside en la situación concreta que se debe afrontar,
sino más bien en el propio sujeto que la define como problemática.
Puede que yo no soporte al perro de mi vecino –ni a ningún otro
can– pero para él el animal no constituye ningún problema; de
hecho parece encantado de que el chucho le destroce las tapicerías
y le arañe el parquet simulando que entierra huesos imaginarios.
Para los atribulados padres de un chico vago constituye un serio
problema el hecho de que el muchacho suspenda curso tras curso
sin el menor atisbo de que vaya a concluir sus estudios de bachille-
rato ni, mucho menos, a comprometerse con una carrera superior;
sin embargo, para el chico más interesado en la música, el cine y los
amigos, el hecho de suspender no constituye ningún problema.
Estas consideraciones ya nos colocan sobre la pista de una impor-
tante cuestión referida a la "propiedad" del problema y que desarro-
llaremos con mayor detalle más adelante. Baste por ahora con apun-

20
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

tar que sólo el "dueño" del problema puede darle solución: todos
cuantos sermones le endilguen los padres del estudiante melómano
a su hijo no van a lograr cambiar su comportamiento mientras el
chico no perciba como un problema real, es decir, como una situación
poco deseable, el hecho de estar fracasando en los estudios.
Paradójicamente, una situación aparentemente deseable puede,
en realidad, constituir un problema para su protagonista. Por ejem-
plo, una joven bulímica consigue adelgazar una docena de kilos
transformándose en una chica esbelta. A partir de ese momento
puede que se convierta en foco de atención por parte de los jóvenes
de su entorno pero ella, en lugar de sentirse halagada como la mayo-
ría de las chicas de su edad, tal vez se convierta en víctima de un
estrés continuo al carecer de las habilidades sociales más elementa-
les para relacionarse con la gente del otro sexo y atribuir las norma-
les atenciones de sus compañeros a oscuros intentos de acoso sexual.
El segundo requisito indispensable para poder hablar con pro-
piedad de un "problema" es la persistencia de la situación indese-
able. Todos nos enfrentamos antes o después a situaciones vitales
dramáticas: muerte de seres queridos, pérdidas económicas o labo-
rales, proyectos frustrados, enfermedades, etc. Una situación nega-
tiva, por indeseable que sea, si se da sólo de manera puntual no
tiene por qué constituir necesariamente por sí misma un problema.
Mi padre falleció cuando yo entraba en la pubertad. Fue un
golpe duro al que hube de adaptarme como tantos otros chicos que
pierden a sus padres de manera inesperada, en un accidente o por
otras causas, en un momento crítico de su desarrollo pero no por
ello quedan "traumatizados" para el resto de sus vidas. Conozco a
un ingeniero que perdió su empleo en la etapa crítica de los cua-
renta y tantos; eso supuso un serio traspiés para muchos de sus pla-
nes pero él supo adaptarse y encontró un nuevo trabajo temporal
en otra empresa desempeñando una función inferior a la que por
su titulación le correspondería. Podría contar también la historia de
un matrimonio que perdió hace años a sus dos únicos hijos en un
dramático accidente de un transporte escolar y que, a pesar de
todo, han logrado rehacer su vida y continuar adelante con un claro
proyecto de futuro. Son acontecimientos puntuales en la vida de

21
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

cualquier persona. Pueden resultar muy dolorosos, pero no consti-


tuyen problemas.
Por el contrario, también conozco el caso de otros padres que no
han superado la muerte de su hijo mayor y que todavía hoy, aun-
que han pasado ya más de quince años siguen refiriéndose a él
como si estuviera vivo. Evidentemente estos padres se comportan
de un modo neurótico; pero su problema, si es que en realidad exis-
te, no reside tanto en la pérdida del hijo –la muerte no es nunca un
problema, sino una dura realidad que forma parte de la existencia–
como en la insana defensa frente al dolor que han puesto en juego
durante todo este tiempo.
Una tercera característica que se debe añadir a la definición de
una situación como problemática es el hecho de que prácticamente
todas las dificultades con las que debemos bregar a lo largo de
nuestra vida surgen en un contexto interpersonal; todo problema
lo es siempre de relación. Aunque la queja inicial, aparentemente,
concierna a un solo individuo, no debemos perder de vista la con-
dición social del ser humano. La postura tradicional de la psicolo-
gía clínica que se ha desarrollado siguiendo el modelo médico ha
consistido en identificar la causa intrínseca de cada problema a tra-
vés de un diagnóstico clasificatorio, para proceder, a continuación,
a la aplicación del tratamiento específico supuestamente encami-
nado a ayudar al sujeto a superar su mal funcionamiento. Extirpado
el apéndice, se acabó la inflamación.
Esta consideración clínica del sujeto como un "enfermo" carencial
supone un punto de vista muy limitado de la realidad ya que si que-
remos entender en toda su dimensión la totalidad del problema de
una persona determinada, digamos un estudiante perezoso, lo cier-
to es que poca información nos va a reportar un análisis del nivel de
sus neurotransmisores cerebrales o de su ingestión diaria de vita-
minas –aunque en ocasiones también pueden ser datos relevantes–
sino que más bien deberemos enmarcar su conducta negligente, su
falta de motivación, en la totalidad de las interacciones que se pro-
ducen en el ámbito familiar y escolar así como en su círculo de ami-
gos que, en buena medida, constituirán los elementos de manteni-
miento de tal comportamiento autoindulgente.

22
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

Del mismo modo, un ama de casa deprimida persiste en su


depresión como una reacción bastante "lógica" a la interacción que
sus allegados sostienen con ella: probablemente llegó a su estado
de distimia como consecuencia de la falta de reconocimiento a su
trabajo cotidiano y, quizás, lo que ahora mantenga su ánimo depri-
mido sea la percepción inconsciente de haberse convertido en cen-
tro de la preocupación familiar. Otro tanto se puede decir del esqui-
zofrénico o de cualquier paciente encuadrable en una categoría
diagnóstica. Esto no quiere decir que el entorno sociofamiliar sea el
"culpable" o la causa de los trastornos psíquicos que en un momen-
to dado llegue a experimentar cualquier persona, sino más bien
que algunas de las interacciones que se producen en dicho entorno
pueden constituir uno de los factores desencadenantes y, en cual-
quier caso, será el elemento crucial a la hora de posibilitar la desa-
parición o el mantenimiento del síntoma.
Se puede objetar que muchos trastornos psíquicos se dan en
personas solitarias que viven al margen de cualquier entorno
humano; pero como asegura Paul Watzlawick "es imposible no
comunicar". Si bien se mira, tal marginalidad no se produce nunca
en estado puro, pero aún cuando pudiéramos concebir a un psicó-
tico desgajado por completo del seno de cualquier grupo social, en
el fondo, su conducta sería un claro mensaje dirigido a esa socie-
dad: "No deseo comunicarme con vosotros" y, ciertamente, la respues-
ta de indiferencia social a este desafío tácito vendría a constituir el
factor primordial de su psicosis.
De este modo podemos entender la última condición necesaria
para la definición de una situación como problema: los intentos
repetidos e infructuosos de poner fin a tal estado de cosas.
Continuamente tenemos que habérnoslas con situaciones
adversas: dificultades propias y típicas de los diferentes estadios de
desarrollo a través de los cuales todos vamos constituyendo nues-
tra propia evolución personal; confrontaciones con los componen-
tes de nuestros respectivos entornos sociales, familiares o de traba-
jo como consecuencia de las diferentes perspectivas que cada uno
alimenta en relación a las situaciones concretas en las que se pro-
ducen los roces; crisis inevitables derivadas de las propias condi-

23
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ciones del existir humano y de la realidad inescapable de la vida,


como las que se refieren a enfermedades, pérdidas, sufrimiento y
muerte o demandas que inesperadamente se nos plantean y a las
que tenemos que hacer frente, que pueden abarcar desde reveses
económicos a embarazos no deseados.
El caso es que frente a todas estas eventuales circunstancias, los
humanos funcionamos muy a menudo según los rígidos mapas
mentales que adquirimos a través de la educación, en su más
amplio sentido, como resultado tanto de la acción intencional pro-
pia de las instituciones al efecto así como de la impregnación difu-
sa de opiniones, valores, normas, creencias, costumbres, expectati-
vas, atribuciones, etc. a los que como miembros de diferentes gru-
pos culturales estamos expuestos a lo largo de toda nuestra exis-
tencia y principalmente durante la época infantil.
Típicamente, cada microgrupo social ofrece un repertorio de
soluciones esquemáticas para cada una de las dificultades en que
pueden verse inmersos sus componentes y los miembros de cada
cultura se aferran a las soluciones que se le ofrecen como si real-
mente constituyeran la única salida posible a sus inquietudes. Sin
embargo, lo cierto es que diferentes colectivos humanos pueden
echar mano de soluciones opuestas frente a una misma demanda
vital... y hasta es bien posible que ninguno de las arreglos pro-
puestos alcance a dar término de modo satisfactorio a la queja ini-
cial que impulsó a la búsqueda de una solución concreta.
Es posible que los valores familiares transmitidos a una determi-
nada persona enfaticen la necesidad de llevarse bien con los vecinos
por encima de todo mientras que otro microgrupo familiar trata de
mentalizar a sus miembros para que impongan los propios criterios
personales de modo que no se "dejen pisar" jamás en sus derechos.
Cuando los intentos de solución desembocan en la misma situa-
ción problemática de partida, consolidando así el círculo vicioso
típico de las interacciones problemáticas, podemos estar bien segu-
ros de que los intentos infructuosos de solución han pasado a for-
mar parte integrante del problema. La tentación que surge enton-
ces es intensificar la magnitud de la solución puesta en práctica en
una tentativa de alcanzar la dosis terapéutica para que nuestra

24
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

acción alcance el resultado de-


Situación
seado, como cuando un resfria- indeseable
do no responde al jarabe y hay
que pasar al ataque incremen-
tando el tamaño de la cuchara;
Mismo resultado Efecto negativo
pero este razonamiento suele
conducir a un nuevo fracaso o,
peor aún, a una escalada en la
que cuanta más "solución" Intento de
intenta poner una parte, con solución

mayor cantidad de "problema"


le responde la otra.
Podría pensarse que, en sentido estricto, los problemas de vesí-
cula del magistrado de la Audiencia no estaban relacionados con
sus periódicas visitas al balneario en el sentido de que tal actividad
no le causaba directamente la enfermedad. Sin embargo, si bien se
considera la cuestión, claro que existe una relación muy directa
entre ambos factores: el mantenimiento de su enfermedad vesicular
sí que estaba relacionada con el hecho de que en lugar de buscar un
tratamiento adecuado se limitaba a realizar maniobras distractoras
que nada positivo aportaban para la solución del asunto.
Si para mí constituye un problema encontrarme cada mañana
un charquito de pis al salir del ascensor y me limito a maldecir
entre dientes por la poca consideración de algunos vecinos que tie-
nen perro, puedo tener la completa seguridad de que cada mañana
habré de saltar por encima de un charco similar a menos que deci-
da intentar algo más efectivo como hablar con mi vecino, quejarme
a la comunidad de propietarios o llamar a la policía municipal (no
sugiero otras soluciones más drásticas por los consiguientes pro-
blemas que su puesta en práctica me podrían acarrear).
Si los padres del chico melómano que repite curso tras curso
intentan, típicamente, hacerle "entrar en razón" mediante coaccio-
nes tales como riñas o castigos repetidos con frecuencia, y la reac-
ción del muchacho se concreta en una airada declaración de no ser
comprendido por los "viejos" que le lleva a encerrarse en su cuarto
después de cada bronca para buscar el consuelo de la música, des-

25
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

tilada en sus oídos a través de los correspondientes cascos, o si su


respuesta es la clásica de "resistencia pasiva", en la que debajo del
aparente sometimiento a los deseos paternos se esconde el más
absoluto holgazanear día tras día, de modo que en cualquiera de
los dos casos el resultado sigue siendo el fracaso escolar, entonces
podemos hablar con claridad de una interacción problemática
entre todos los personajes implicados.
En psicoterapia se da muchas veces una situación parecida a la
que me contaba el médico del balneario: un paciente acude al tera-
peuta para tratar de superar un problema emocional o para desen-
redar alguna embrollada vivencia que le ha quedado pendiente
desde la infancia. A veces transcurren meses e incluso años y el
nudo emocional continúa sin deshacerse. El cliente, semana tras
semana, vierte lágrimas durante su hora de consulta, saca a flote
sentimientos de todo género y airea emociones que ni siquiera sos-
pechaba poder albergar en su subconsciente. El terapeuta, por su
parte, pone en juego toda su capacidad de empatía, acompaña al
consultante en su búsqueda de pistas, le ayuda a reinterpretar todo
el material que va aflorando... y el mismo problema o la vivencia
objeto de consulta permanece constante a pesar de todo el tiempo
y el esfuerzo invertido en las sesiones. Cliente y terapeuta están
convencidos de hacer lo correcto y de trabajar muy duro, pero la
única realidad contrastable es la permanencia del problema.
Cuando se habla de solucionar problemas, el único criterio váli-
do de contraste ha de ser el resultado, no la buena voluntad emple-
ada ni el esfuerzo invertido en la supuesta resolución. Un buen
nadador puede hacer un par de largos en una piscina olímpica en
poco tiempo y con un esfuerzo mínimo; para realizar el mismo
recorrido, alguien que sólo sea capaz de mantenerse a flote pero
desconozca la técnica necesaria para coordinar brazadas y respira-
ción de una manera efectiva, empleará mucho más tiempo, se fati-
gará de un modo desproporcionado y aunque tenga la sensación de
haber realizado una gran proeza, en realidad no habrá hecho otra
cosa que malgastar su energía.
Intentos de solución estériles han existido –y persisten– de
modo continuado a lo largo de la historia. En una tablilla de cerá-

26
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

mica, procedente de la antigua Babilonia, que se exhibe en el


Museo Británico, se refleja en caracteres cuneiformes una amarga
queja sobre la desconsideración de los jóvenes de la época que no
muestran respeto alguno por los mayores y tan sólo manifiestan
interés en beber cerveza. Tres mil años después de que la tablilla
hubiera sido acuñada, el mensaje continúa siendo aplicable a nues-
tra realidad contemporánea a pesar de los repetidos intentos por
cambiar las cosas reflejados en la organización de planes de educa-
ción, la reforma de dichos planes y el estudio de "nuevos" proyec-
tos para mejorar las evidentes lagunas de todo lo anterior.
En nuestras relaciones habituales es posible que nos encontre-
mos cada día con alguien "imposible", cuyo comportamiento nos
saca de quicio o nos pone al límite de nuestra paciencia. Un hijo
rebelde, un compañero de trabajo entrometido, un jefe abusivo, un
vecino fastidioso, pueden ser espinas emocionales que se nos cla-
van en el ánimo impidiéndonos con su presencia el disfrute de las
pequeñas cosas de la vida a las que tenemos pleno derecho. A
veces nos limitamos a tolerar con resignación la incómoda reali-
dad de estos elementos de nuestra vida cotidiana; en ocasiones tal
vez nos enzarcemos en una batalla continua para tratar de cambiar
las cosas; en cualquier caso, es posible que hayamos desarrollado
un determinado estilo personal de habérnoslas con las dificultades
de cada día.
"Por más que lo castigamos, no conseguimos que nuestro hijo
estudie"; "lo he intentado todo, pero no consigo dejar de fumar"; "él
es así y por mucho que me empeñe no voy a cambiarlo". Frases de
este estilo pueden sonar a rendición sensata ante lo imposible, pero
en el fondo tal vez estén encubriendo sencillamente el viejo estilo
de "más de lo mismo" que, indefectiblemente, conduce siempre al
mismo resultado.
Cuando alguno de estos problemas cotidianos se convierte en
crónico, la única solución "razonable" que cabe intentar es actuar
de un modo diferente al habitual para, así, poder romper el cír-
culo vicioso y lograr llegar a alguna otra parte, como se ejemplifi-
ca en la segunda figura. Pero, muchas veces, la apertura de un
camino nuevo choca de plano con las creencias o las prácticas

27
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

habituales, con los mo-


dos tradicionales de in- Nueva Situación
situación indeseable
tento de solución. Uno
se pregunta si no estará
cometiendo una locura
por salirse del camino Diferente resultado Efecto negativo
culturalmente marcado e
in-tentar en solitario una
nueva ruta incierta, cuyo
Solución
punto de llegada no se novedosa
conoce con seguridad. El
argumento que hay que
contraponer entonces es que, con toda certeza, el viejo camino nos
dejará donde siempre; la nueva conducta que vayamos a desarro-
llar, sin duda, abrirá nuevas posibilidades de interacción con nues-
tro entorno.
En ocasiones, los intentos de solución adoptan una engañosa
diferenciabilidad, de manera que uno puede creerse que ha
emprendido una acción distinta cuando, en realidad, está hacien-
do "más de lo mismo", lo cual le llevará, inevitablemente, al mismo
resultado indeseable. A diario podemos encontrarnos con múlti-
ples ejemplos de tales falsas soluciones, de atajos que nos devuel-
ven al punto de partida en el circuito inacabable del manteni-
miento del problema:
Tal vez una madre considere que es muy diferente echarle la
bronca a su hija por dejar la ropa tirada por el suelo de su habita-
ción que intentar razonar serenamente con ella sobre las ventajas
del orden y la pulcritud. Y ciertamente el estilo es distinto, pero el
mensaje contenido en ambas interacciones puede ser exactamente
el mismo: "Por las buenas o por las malas, tienes que ordenar tus
cosas". No es extraño que la reacción de la chica sea entonces la
misma resistencia activa o pasiva frente a las demandas maternas.
Si las diferente actuaciones de una persona aquejada por una
depresión severa se limitan a variar el medicamento A por el anti-
depresivo B, en realidad, el cambio es sólo aparente y otro tanto
cabe decir del sujeto que decide transformar su dependencia de las
drogas en otra adhesión ciega a determinado grupo de psicotera-
pia, secta o ideología fantasiosa.

28
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

La práctica de la teoría

Aunque en la teoría puede que todo resulte muy claro y con-


vincente, enfrentarse a la realidad de los problemas que nos rode-
an no es, en modo alguno, tarea fácil. Muchas veces necesitaríamos
estar fuera de nuestro bosque para darnos cuenta de la configura-
ción del terreno y poder trazar así la ruta que nos conduzca afuera.
Esa es, precisamente, la función del psicoterapeuta: servir de guía
a quien encuentra dificultades para escapar de los circuitos cerra-
dos en los que sus problemas lo atrapan.
El propósito de este libro es fundamentalmente práctico: pro-
porcionar pautas eficaces para que cada cual elabore la solución
que más le convenga a su situación personal y vital. Por eso
mismo, en cada capítulo se propondrán una serie de ejercicios
relacionados con la teoría expuesta, de manera que se pueda ir
avanzando paso a paso, tanteando el terreno y, a veces, detenién-
dose a descansar o incluso retrocediendo hasta encontrar el cami-
no más seguro y satisfactorio.
En la tarea de dar respuesta a las demandas de la propia vida no
se pueden dar recetas fijas ni platos precocinados; cada cual debe
aprender a guisar su propia salsa. Las situaciones vitales de cada
persona son únicas y las soluciones válidas para un caso no tienen
por qué serlo necesariamente para otro por muy similar que parez-
ca al primero. Por eso, los ejemplos que se utilicen a lo largo del
libro deben considerarse sólo como muestras de cómo actuar más
que como modelos de lo que se debe hacer.
En todo momento debemos tener muy claro que el objetivo
final de todo el trabajo que nos dispongamos a hacer debe estar
enfocado hacia la consolidación de la responsabilidad personal
puesto que sólo puede ser responsable quien es libre y sólo es libre
quien sabe seguir su propio criterio; es decir, quien es mentalmen-
te sano.

Identificar las áreas problemáticas


La primera tarea va a consistir en un ejercicio de reflexión acer-
ca de las área vitales más problemáticas; de los temas pendientes

29
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

que posiblemente hemos venido arrastrando a lo largo del tiempo


sin habernos dado una oportunidad para reflexionar acerca de su
presencia ni, mucho menos, plantearnos la posibilidad de aplicar-
les alguna solución.
De lo que se trata en concreto es de establecer las áreas vitales en
las que podemos estar experimentando dificultades en la actuali-
dad; después seleccionaremos los temas más importantes sobre los
que deseamos trabajar en el futuro para aplicarles una solución y,
finalmente, nos pondremos manos a la obra a medida que vayamos
descubriendo nuevos puntos de vista y podamos, así, diseñar nue-
vas estrategias.
A continuación figura una lista de posibles categorías o áreas
problemáticas. La relación de situaciones que se ofrece no pretende
ser exhaustiva, sino tan sólo indicativa. La tarea consiste en identi-
ficar los elementos de la lista que pueden constituir una "zona con-
flictiva" personal o añadir otros que no figuren explícitamente pero
que pueden ser fácilmente identificables por cada lector, de mane-
ra que se pueda realizar una reflexión acerca de los conflictos que
pueden estar presente en la propia vida.
Ciertamente, algunas veces una buena táctica frente a un pro-
blema determinado consiste en dejarlo en estado "durmiente" pues
su solución podría acarrear efectos secundarios indeseables tales
como fuertes conflictos familiares, pérdidas afectivas u otras con-
secuencias semejantes. Sin embargo, el objetivo de esta primera
tarea no es comprometerse con ningún trabajo difícil o costoso, sino
simplemente lograr un incremento de la conciencia personal de las
áreas conflictivas; más adelante será posible elegir sin presión algu-
na con qué temas concretos se empezará a trabajar y cuáles se deci-
dirá dejar tal como están.

Lista de posibles zonas problemáticas


– Área personal:
Sentimientos de inferioridad, incompetencia.
Baja autoestima.
Hábitos indeseables (fumar, beber, uso de drogas, adicción al
juego...).

30
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

Tendencia a la depresividad.
Irritabilidad, violencia.
Tendencia a aplazar las cosas, indolencia.
Dificultad para expresar las propias opiniones.
Excesiva dependencia de los demás.
Ideas o pensamientos obsesivos.
Actos compulsivos.
Dificultades de carácter sexual.
Incapacidad para tolerar las frustraciones.
– Área familiar:
Disgustos, discusiones, discrepancias frecuentes con la pareja.
Problemas de control de los hijos.
Entrometimiento de la familia de origen o de la política.
Problemas de economía familiar.
– Área laboral:
Monotonía en el trabajo.
Deseo de cambiar de empleo.
Sentimiento de ser manipulado, explotado en el puesto de tra-
bajo.
Estrés laboral.
Incapacidad para lograr ascensos.
Sentimiento de estancamiento, de ser sobrepasado por los
compañeros.
– Área social:
Dificultades de relación interpersonal.
Tendencia a ponerse colorado.
Miedo a hablar ante la gente.
Incapacidad para hacer amigos.
Vergüenza, timidez ante el sexo opuesto.
Sentimientos frecuentes de soledad.
Carencia de habilidades sociales (iniciar y mantener conversa-
ciones, decir o recibir cumplidos, etc.)
– Salud:
Enfermedades crónicas.
Tendencia al insomnio.
Hipertensión.

31
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Problemas con la comida (por exceso o defecto).


Vida excesivamente sedentaria.
A esta lista se deberán añadir las áreas o elementos que sean
más adecuados a la situación personal de cada uno. Como se obser-
vará, los términos empleados son muy vagos y genéricos. Por eso,
una vez realizado este somero acercamiento genérico a las áreas
conflictivas que pueden estar afectándonos en un momento dado,
es conveniente centrarse en una en concreto y comenzar a desbro-
zarla lo más pormenorizadamente posible especificando:
– Qué ocurre exactamente; en qué consiste el problema de la
manera más concreta y detallada.
A menudo la gente se queja de cosas tan ambiguas como los pro-
pios elementos de la lista. Muchas personas acuden en demanda de
consejo para su problema de relación matrimonial alegando que
tienen "un problema de comunicación". Esta etiqueta es tan genéri-
ca que no resulta útil ni como descripción de la interacción que
tiene lugar en la pareja ni como punto de partida para intentar una
solución adecuada.
El primer paso imprescindible consiste en especificar cómo se
desarrollan los episodios de incomunicación concretos: ¿cuando él
llega a casa está ella tan absorta con el serial de la televisión que ni
siquiera dice "hola" al marido que se mete detrás de su periódico
para no interrumpir la afición de su mujer hasta la hora de cenar
poniendo así en marcha un juego de ignorancia mutua? ¿o lo que
ocurre es que él evita los intentos de su esposa para iniciar una con-
versación ocultándose detrás del periódico? Evidentemente, los
dos ejemplos no parecen equiparables pues mientras en el primer
caso parece apreciarse una interacción simétrica de alejamiento por
parte de los dos esposos, en el segundo se observa un juego de
acercamiento-distanciamiento.
A veces es conveniente recurrir a un ejemplo típico de la situa-
ción problemática habitual y tratar de recrearla en la imaginación
con todo detalle, como si se estuviese presenciando una película
representativa del suceso para darse cuenta de todos los elementos
implicados: qué hago yo exactamente, cómo reaccionan los demás;
cual es mi respuesta a esa reacción...

32
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

Un error muy corriente a la hora de describir un problema con-


siste en recurrir a una etiqueta diagnóstica: "Mi problema es que
tengo una depresión", declara algún consultante, como si ese rótulo
fuera inequívoco e hiciera referencia a un estilo de comportamien-
to exactamente idéntico en todos los pacientes adscritos a la cate-
goría. Pero un estado depresivo puede variar desde un ligero sen-
timiento de tristeza más o menos persistente (¿en qué momentos
del día, o en qué situaciones concretas está más presente y en cuá-
les no es tan intenso?, ¿qué actividades pueden servir como dis-
tracción frente a los sentimientos?...) hasta una sensación de vacío
de emociones o incluso un intento de suicidio (¿fue planificado o
espontáneo?, ¿qué elementos decidió utilizar?...) En cualquier caso,
lo importante es destacar que los seres humanos no somos máqui-
nas automáticas y que la individualidad personal alcanza incluso a
la forma de experimentar cada problema.
– Quién está implicado en la situación problemática además del
que sufre la dificultad
Muchos problemas son interaccionales y en ellos será fácil
determinar los protagonistas de la situación conflictiva: problemas
entre los miembros de una pareja, desobediencia de los hijos, roces
con un colega, etc. Sin embargo es importante estar también aten-
tos para ver si además de los personajes más evidentes no intervie-
nen, además, otros protagonistas ocultos a los que también cabe
atribuir una importancia capital en el mantenimiento de la situa-
ción indeseable.
Tal vez la queja manifiesta de un matrimonio sean sus frecuen-
tes discusiones. A la hora de detallar un poco más pormenorizada-
mente el problema puede que nos encontremos con que la mayor
parte de las discusiones surgen en torno al comportamiento de uno
de los hijos o tal vez puede que sean inducidas por la presencia de
este tercer elemento de la familia. En tal caso, habrá que incluir al
elemento filial en la interacción conflictiva ya que es evidente que
algo tiene que ver en la situación problemática.
– De qué manera lo que ocurre llega a constituir un problema.
Juan llega hambriento a su casa después de una larga jornada de
trabajo agotador. María se afana en la cocina en un intento inútil de

33
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

acelerar la cocción de la olla. Ella ha tenido que arreglar a los niños


y llevarlos al colegio; después se entretuvo más de la cuenta en la
cola de la caja del supermercado y, para colmo, tuvo que perder un
poco más de tiempo en acercarse hasta el cajero automático para
sacar algo de dinero antes de hacer el resto de la compra. Luego de
limpiar la casa (incluido el odioso cuarto de baño) e iniciar los pre-
parativos de la comida, ha ido a toda prisa a recoger a los niños a
la salida del colegio. La maestra de la mayor la retuvo para hablar
con ella sobre las dificultades que la niña estaba teniendo con la lec-
tura. Cuando, finalmente, se pudo poner a los mandos de la cocina
era ya muy tarde: la comida no iba a estar a tiempo y sabe que,
como casi siempre, su marido le va a echar en cara la poca consi-
deración que muestra hacia él, que llega siempre harto de trabajar,
cansado y hambriento, esperando encontrar en su casa un poco de
bienestar... María se considera una mala esposa, piensa que no sabe
desempeñar adecuadamente su función de ama de casa, se cree un estorbo
para su marido y teme que él la abandone en cualquier momento. Por eso,
cuando escucha el ruido del ascensor precediendo a la entrada de Juan en
el piso, no puede evitar que los ojos se le llenen de lágrimas y el corazón se
le apretuje en un rincón de su pecho...
Imaginemos que volvemos a leer ahora exactamente el mismo
relato pero sustituyendo el fragmento que aparece en cursiva, des-
pués de los puntos suspensivos por este otro:
... María sabe que ha trabajado muy eficientemente bregando con la
casa y los niños. Su autoestima es alta y está muy satisfecha de cómo lleva
la casa y los niños. Conoce el descontento de su marido con el trabajo y
espera que, como cada día, él utilizará la excusa de no tener la comida a
punto para desahogar su mal humor. María sabe que ella está haciendo lo
mejor por los suyos; está segura de sí misma y se siente lo suficientemen-
te fuerte como para ayudar a su estresado marido con las frustraciones que
se trae a casa. Ella tiene planes para la tarde y se los va a proponer a Juan
después de comer, cuando él sienta ya su estómago satisfecho. Cuando oye
el ruido del ascensor no puede evitar una sonrisa sabiendo que, como siem-
pre, se va a salir con la suya...
La misma situación no constituye un problema para distintas
personas, sino que buena parte del problema deriva, en realidad,

34
LOS INEVITABLES PROBLEMAS

del modo en que cada cual interpreta esa situación; el problema no


nos viene, sino que nosotros lo creamos. Por eso, a la hora de tomar
conciencia de la dinámica de una situación conflictiva debemos
reflexionar acerca de cómo esa situación nos afecta en concreto, en
función de las creencias y valoraciones propias, de modo que lle-
guemos a percibir que todo problema es, en realidad, el resultado
de una interacción dinámica entre las condiciones vitales que nos
afectan y nuestra codificación personal de tales acontecimientos.
Dicho de otro modo, los problemas no son cosas que existen en el
mundo externo, tales como los árboles o las montañas, sino más
bien elaboraciones mentales que reflejan nuestra interpretación de
la realidad externa.

Resumen

– Un problema consiste en una situación indeseable, de ca-


rácter persistente, que se da en un marco social, y a la que se ha
intentado poner fin en repetidas ocasiones pero sin alcanzar el
resultado apetecido.
– Un incidente aislado no es un problema, sino sólo un inci-
dente.
– Todo problema se da en un contexto de interacción social
que hay que tener en cuenta a la hora de solucionarlo.
– Sólo el "dueño" del problema puede darle solución.
– El problema real, lo que hay que cambiar, es la solución
ineficazmente intentada.

35
2
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

"Cuando el lenguaje se toma unas vacaciones,


surgen problemas filosóficos"

Wittgenstein

El dueño del problema

No siempre resulta fácil determinar quién tiene el problema


cuando en una interacción entre dos o más personas surge el
conflicto. Esta dificultad se deriva del mismo hecho de la impre-
cisión de nuestro propio lenguaje y de la poca consciencia que
tenemos acerca del valor limitado de nuestras propias palabras.
Pero este es un tema que podría llenar otro libro entero1.
Si yo le digo a alguien: "tienes un grano sobre la ceja izquier-
da", mi interlocutor podrá comprobar inmediatamente la ver-
dad o falsedad de mi declaración recurriendo a sus propios
sentidos externos, ya sea pasándose la mano por la zona seña-
lada o bien contemplando la imagen de su cara en un espejo.
La sencillez de este procedimiento de constatación de la reali-
dad se debe a que el enunciado hace referencia a algo que
tiene existencia física en el mundo de la realidad; esto es: un
grano es una acumulación subcutánea de pus. que suele pro-
ducir un abombamiento en la parte del cuerpo afectada.

1. El lector interesado en estos temas puede consultar: Alfred KORZYBS-


KI: Science and Sanity, Lancaster: International Non-Aristotelian
Library, 1933.

37
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Sin embargo, cuando hablamos de problemas, la mayor parte de


las veces, no nos estamos refiriendo a nada que tenga existencia
real en el mundo físico, sino a un producto de nuestra interpreta-
ción personal de la realidad social.
Estamos tan acostumbrados a identificar el mundo de nuestras
palabras, nuestro mapa de la realidad, con el mundo de los hechos,
que muchas veces nos cuesta trabajo separar ambos elementos o,
incluso, nos resistimos a creer que se pueda tratar de dos cosas dife-
rentes y, así, consideramos que la manifestación verbal de nuestro
pensamiento constituye una evidencia tan objetiva y universal que
no concebimos que alguien pueda imaginar una interpretación
diferente de nuestra "realidad".
Pero los problemas no son algo tangible como los granos en la
frente, las páginas de un libro o los tornados del Caribe; no forman
parte del mundo físico, sino que son elaboraciones mentales, con-
ceptualizaciones individuales –compartidas por más o menos suje-
tos, pero nunca de una manera unánime– de determinados aspec-
tos de la realidad. No existen instrumentos de medida válidos y fia-
bles que puedan ser aplicados para acotar sus dimensiones, ni
siquiera va a existir un acuerdo universal sobre la existencia o no
del problema:
"¡Tú tienes un problema!" –exclama airada la esposa, agobiada
ante la perspectiva de todas las tareas domésticas que tiene por
delante como argumento definitivo de su razón en la disputa– "y es
que nunca piensas en los demás".
En efecto, el marido permanece sentado, ante la televisión, sos-
teniendo una revista abierta entre sus manos, bastante ajeno a la
bronca de su mujer, lo que hace suponer que se despreocupa
ampliamente de las cuestiones domésticas que sacan de quicio a la
esposa. Sin embargo, al observar la escena con desapasionamiento,
al margen de prejuicios machisto-feministas, ¿quién parece, real-
mente, estar expresando un problema? ¿quién es el sujeto que sufre
y que parece demandar un cambio en sus circunstancias?
Tendemos a construir nuestra realidad según los propios presu-
puestos personales; aplicamos a los demás nuestras normas y valo-
res y juzgamos desde nuestro particular punto de vista si los otros

38
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

lo están haciendo "bien" o "mal"; si tienen o no un problema, como


si existieran unas normas estándar de vida, válidas para todo el
mundo. Esta normativa personal se traduce, a menudo, en los cono-
cidos términos: "debería", "hay que", etc. aplicados a uno mismo, a
los demás o a los acontecimientos en general. Todo "debería" seguir
su cauce. Lo malo es que las personas y las cosas no tienen ningún
cauce diseñado; es nuestro punto de vista personal el que se empe-
ña en encarrilarlos según unos criterios puramente subjetivos.
"El problema de mi hijo es que se ha juntado con unos amigos indese-
ables"... o que le falta motivación, o que tiene poca autoestima, o es
muy desordenado, muy desobediente... Cuando la actitud o el
comportamiento de alguien nos molesta, casi siempre lo cataloga-
mos de problemático y, por supuesto, atribuimos a esa persona la
responsabilidad de poner remedio a la situación indeseable según
nuestro particular modo de ver las cosas.
Cuando alguien llama por teléfono para solicitar una consulta
para otra persona, ya sea un padre que decide hacer algo por poner
fin a la colección de suspensos de su hijo, una esposa desesperada
con la adicción al juego de su marido o un marido harto de los celos
de su mujer, lo primero que tratamos de aclarar es si esa persona,
en cuyo nombre se solicita la consulta, está interesada en acudir por
su propia voluntad con ánimo de trabajar en la solución de la queja.
Si la respuesta es negativa, el pronóstico es desfavorable; en efecto,
todo terapeuta sabe que es imposible cambiar a quien no desea
hacerlo. Ni siquiera las más "duras" técnicas hipnóticas tienen nada
que hacer frente a alguien que no está dispuesto a dejarse persua-
dir para intentar un nuevo comportamiento.
Generalizando, podemos decir que quien tiene una queja tiene
un problema, y que sólo puede solucionar un problema su legítimo
propietario. Así, en los casos anteriores, debemos distinguir dos
niveles de problema: 1) el que describe la persona que llama, refe-
rido al pretendido "cliente", es decir, la pereza del hijo, la ludopatía
del marido o los celos de la esposa –lo que, a su vez, puede ser defi-
nido o no como problema por ellos– y 2) el que sufre en propia
carne el comunicante por el hecho de tener que relacionarse con
quienes manifiestan los comportamientos descritos.

39
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

MI PROBLEMA TU PROBLEMA
· Me siento mal cuando me · Sacas bajas calificaciones.
preguntan por las notas de mi
hijo. · Te pasas los veranos castigado.

· Me siento un fracasado como · Tendrás dificultades para


padre por no haber podido conseguir un empleo...
inculcar a mi hijo hábitos de
estudio.

MI PROBLEMA TU PROBLEMA
· Me siento abandonada, · Descuidas tus deberes
relegada a un segundo plano. familiares.
· Siento vergüenza de pensar · Eres el hazmerreir de tua
que debes dinero a todo el amigos.
mundo.
· No consigues ahorrar para
· No puedo contar con un el futuro
remanente de dinero.

Tal como se ejemplifica en el primer esquema, cada persona sólo


puede hacerse cargo del campo de problemas incluido dentro de
sus posibilidades de acción directa, representado por los puntos
especificados en cada uno de los círculos que simbolizan a un per-
sonaje determinado en una interacción diádica.
Por otra parte, en las relaciones de convivencia, siempre la acti-
tud de uno de los miembros influye sobre el otro por lo que, en
muchos aspectos, la pro-
piedad de un problema
puede que sea comparti-
NUESTRO PROBLEMA

MI PROBLEMA TU PROBLEMA
· Imposibilidad de ahorro

da por varios miembros · Relegada. · Desconsiderado.


de una familia, aunque la
responsabilidad del mis- · Avergonzada · Ridículo.
mo recaiga sobre todo en
uno de ellos. En ese caso
existe una zona compar-

40
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

tida que afecta a los dos sujetos de la relación como se sugiere en


el segundo esquema.
Si el "paciente" señalado asume su conducta como problemática
y está dispuesto a hacer algo por cambiarla, entonces es posible
comenzar el trabajo directamente con él. Si, por el contrario, no está
dispuesto a aceptar su designación como cliente –lo que suele ser el
caso más frecuente– lo más conveniente será indicarle abiertamen-
te a quien solicita la consulta que, si bien no es posible forzar a la
otra persona a un cambio que por sí misma no desea, sí podemos,
en cambio, ayudar al propio comunicante a hacer frente al proble-
ma que a él le supone tener que soportar esas actitudes indeseables
y a establecer los cambios que estén en su mano para lograr una
variación efectiva en su relación, lo cual supone, en definitiva, una
vía indirecta hacia el cambio de conducta de la otra persona.
En el capítulo dedicado a las soluciones efectivas (capítulo VI)
abordaremos el modo de hacer frente a las situaciones incómodas
generadas principalmente por el comportamiento de otra persona
que no podemos controlar de modo directo.

Problemas sin dueño

Existen acontecimientos y situaciones incómodas pero inevita-


bles por las que obligatoriamente todos hemos de pasar alguna vez
en la vida. En sí mismos no deberían constituir ningún problema
por cuanto, en realidad, son condiciones de la existencia humana y
lamentarse de su realidad es algo así como protestar por tener que
pertenecer a un género determinado –varón o mujer– sin que se
nos haya dado opción a elegir nuestro grupo de preferencia o que-
jarse de tener los ojos de determinado color cuando hubiéramos
preferido tenerlos más claros o más oscuros.
La menarquía y la menopausia, el envejecer, las enfermedades,
las catástrofes de la naturaleza, las inevitables separaciones de los
amigos y seres queridos así como otros muchos eventos que entre-
tejen la realidad de nuestro existir, incluyendo la muerte, forman
parte del camino de la vida por lo que no deberían ser conceptua-

41
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

lizados como problemas. Lo que sí puede constituir un problema es


nuestra reacción ante estas realidades inescapables: la negativa a
afrontar la realidad, la dejación de nuestra responsabilidad perso-
nal frente a estos "retos" existenciales que demandan una acción o
una actitud por nuestra parte para asumirlos y madurar con ellos.
El doctor Albert Ellis2, creador de la "Terapia de Conducta
Racional-Emotiva" denomina "tremendismos" y "no-soportantitis"
a estas actitudes de rechazo de las circunstancias existenciales.
Según la corriente racional-emotiva, la actitud neurotizante de
alguien que se enfrenta a algún acontecimiento doloroso de su vida
va siguiendo los pasos siguientes:
1. La persona parte de unas exigencias irreales acerca de su
necesidad de bienestar, ausencia de dolor y favorabilidad de
sus circunstancias vitales. Obsérvese que el error de salida es
la actitud de "exigencia" neurótica frente a una postura de
normal "preferencia" por las condiciones más favorables posi-
bles. Es como si el pensamiento de fondo del sujeto tomase la
forma de: "Necesito que todo me salga bien" en un lugar de un
razonable: "Sería bueno que todo marchara sobre ruedas"
2. En un segundo paso hacia la neurosis se magnifican los pro-
blemas hasta llegar a la fase de horripilación en la que se con-
sidera como "terrible", "espantoso" y "horroroso" el hecho de
tener que hacer frente a la situación problemática que a uno
le ha tocado vivir. Aquí, de nuevo, la clave explicativa de los
sentimientos extremadamente dolorosos reside en la exagera-
ción que supone convertir lo que es meramente "indeseable"
o "inconveniente" en "horrible".
3. Finalmente, ante la realidad inevitable de que los aconteci-
mientos vitales siguen su curso al margen de nuestras exi-
gencias o deseos, la persona neurótica entra en la fase de des-
moronamiento, caracterizada por pensamientos al estilo de:
"No lo puedo soportar" que expresan la actitud personal de
derrota, abandono y renuncia en contraposición al talante
más razonable de quien, ante una dificultad, aunque sea ine-

2. Albert ELLIS: Razón y Emoción en Psicoterapia, Bilbao: Desclée De Brouwer,


1980.

42
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

ludible, al menos trata de poner todos los medios a su alcan-


ce para paliar en lo posible, sus consecuencias negativas.
Hace algunos meses, un buen amigo mío se tuvo que enfrentar a
un diagnóstico de cáncer. Si bien eso le supuso un duro golpe, él
supo asimilar la situación con bastante serenidad de manera que, en
la medida de lo posible, continuó realizando sus actividades habi-
tuales y hasta disfrutando de momentos de esparcimiento con sus
amigos. Su esposa, por el contrario, se sumió en una desesperación
tan grande que llegó a abandonar su trabajo habitual y hubo de recu-
rrir a tratamiento psiquiátrico para tratar de salir de su profunda
depresión. Es un ejemplo ilustrativo de cómo a partir de una condi-
ción vital incontrolable, unos, simplemente, ponen en marcha todos
sus recursos personales para hacerle frente de la mejor manera posi-
ble, mientras que otros la convierten en un problema insoluble.
En cualquier caso, hay que aceptar como inevitables muchas
situaciones que nos plantea la vida ante las cuales sólo cabe el
recurso de la adaptación y no utilizarlas como base para edificar
sobre ellas un problema, aún mayor, de actitudes personales de
horripilación y rebeldía frente a lo que no está en nuestras manos
solucionar. Podríamos decir que se trata de "problemas sin dueño"
y por lo tanto, sin solución.

Actitudes frente a los problemas:

Negar el problema
Muchas veces, el intento de solución más primario e ineficaz que
activamos frente a un problema consiste en su negación. Es algo así
como traspasar a la propia situación vital el "digno" desenlace que la
zorra supo darle al episodio de las inalcanzables uvas. Lo malo es
que ella se alejó con la cabeza muy alta, pero con el estómago vacío.
Cuestiones de dignidad personal o de prestigio social pueden
llevar a la gente a adoptar posturas de negación de lo más eviden-
te llegándose así a las paradójicas situaciones de los "secretos a
voces" donde todo el mundo conoce el punto débil de alguien, pero
nadie lo menciona. Es algo parecido a lo que ocurría en el cuento

43
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

de "El traje nuevo del emperador". Se organiza de esta manera una


especie de juego con reglas tácitas que todos los participantes se
comprometen a respetar. El juego puede continuar indefinidamen-
te mientras alguien no haga explícita la trampa del "como si", en
cuyo caso ya no es posible prolongar más la partida.
Tengo una paciente paranoica de treinta y pocos años que vive
con sus padres en una pequeña aldea. Ella desconfía de casi todo el
mundo; se siente vigilada, piensa que todos hablan de ella a sus
espaldas y que la observan continuamente. Cuando comenzó a
manifestarse su problema, hace ya varios años, la familia se empe-
ñó en ocultar lo que resultaba evidente para todos los vecinos que
se acercaban por el domicilio de mi consultante –que eran todos los
habitantes de la aldea, como suele ocurrir en las localidades muy
pequeñas, donde todo el mundo se conoce. Así, los familiares de
esta joven, cada vez que observaban que ella iba a iniciar alguno de
sus comportamientos estrafalarios o que decía incoherencias en pre-
sencia de extraños, le ordenaban que se retirara a otro lugar; des-
pués, una vez que habían despachado a la visita, la adoctrinaban
severamente acerca de lo que los demás podrían pensar de la fami-
lia si ella se comportaba de manera rara y la conminaban a que no
hiciera ni dijera nada en presencia de gente que no fuera de la casa.
El establecimiento de todo este complicado montaje dio como
resultado una serie de normas implícitas que, al ser escrupulosa-
mente respetadas por todas las partes, condujo, inevitablemente, a
una agravación del problema:
– Como había que ocultar la realidad del trastorno de la joven al
vecindario, nadie en la familia debía hablar de ese tema. Los
vecinos, al no hallar más que evasivas a su preguntas acerca
de la salud de la chica, obviaron también el tema hasta que
llegó un momento en el que ya nadie hablaba del asunto aún
cuando todos lo tenían presente.
– Para no dar pie a que los vecinos pensasen que algo andaba
mal con la chica, era necesario evitar en lo posible el contacto
de la joven con las gentes del pueblo. Para ello se recurrió a
animarla a que se quedara en casa y se dejase ver lo menos
posible por sus vecinos.

44
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

– Como refuerzo a la medida anterior, se inculcó en la chica la


idea de que "algunas personas" son malas y sólo desean hacer
daño, por lo que es mejor evitarlas –al no especificársele qué
personas eran las malas, lo más lógico era desconfiar de todo
el mundo y evitarlos a todos–.
De esta manera, con la presión interna de la familia y sin poder
contar con un soporte social externo de relaciones normalizadas
con las personas de su entorno, la joven se fue volviendo cada vez
más recelosa de la gente con lo que su comportamiento se volvió
cada vez más chocante y extraño; su familia fue tendiendo cada vez
más a ocultarla y los vecinos, ignorantes de la situación real así
como del comportamiento que debían mantener frente a ella, evi-
taban cada vez más su trato con lo que los recelos de la chica hacia
la gente resultaban confirmados por la actitud esquiva de aquellos
que constituían su entorno social más inmediato.
Pero sin llegar a extremos tan dramáticos como la esquizofrenia,
en cualquier familia se pueden hallar "secretos a voces", que perte-
necen a la historia familiar, y que a pesar de ser conocidos por
todos sus miembros, aparentemente todos los ignoran. Virginia
Satir3 consideraba como un elemento muy importante, a tener
siempre en cuenta en sus trabajos de "reconstrucción familiar",
estos secretos que llegan a formar parte integrante del espíritu de
la familia y vienen a constituirse como uno de los elementos confi-
gurativos de la manera de ser común que impregna a todos los
miembros de un grupo familiar.
Por mucho que un padre intente ignorar la vida sexual de su
hijo, es evidente que éste la está desarrollando de uno u otro modo;
ignorar el tema no va a suponer una ayuda para el adolescente aun-
que para el padre esa postura sí implique el alivio de no tener que
entrar en temas delicados frente a los que probablemente se senti-
rá incómodo y bastante perdido.
En definitiva, los problemas siguen molestando por más que las
partes implicadas en la situación conflictiva se empeñen en ignorar
su existencia. La técnica del avestruz que esconde la cabeza para no

3. Virginia SATIR: Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar, México:


Editorial Pax, 1991.

45
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

encarar el peligro que la acecha sólo conduce a una creciente falta


de control que en nada va a beneficiar nuestro bienestar personal.

¿Es "malo" o está enfermo?


La ideología personal implicada en la atribución de las causas
de una determinada situación indeseada constituye el factor deter-
minante tanto a la hora de establecer quién es el responsable del
problema como los métodos a utilizar para intentar alcanzar una
solución satisfactoria.
En principio, la respuesta individual básica más frecuente que
vamos a encontrar en el análisis de cualquier interacción proble-
mática va a ser el intento de desimplicación de cada una de las par-
tes por su lado y la atribución de la responsabilidad total al otro
protagonista. Este mecanismo básico de autodefensa nos ayuda a
protegernos de la ansiedad, pero a costa de perder el realismo y la
objetividad a través de los cuales, en lo posible, deberíamos tratar
de enfocar cuanto está ocurriendo en la relación.
Una vez situada la responsabilidad del problema sobre el otro,
sólo nos caben dos explicaciones "lógicas" para dar cuenta de su
comportamiento desviado según nuestro personal punto de vista:
o bien esa persona actúa deliberadamente con maldad para crear-
nos un conflicto, lo cual implicaría que es indigno de nuestro apre-
cio, o bien sufre algún tipo de desarreglo orgánico o mental, es
decir, está enfermo, con lo cual quedaría atenuada su responsabili-
dad y así podemos seguir dispensándole nuestro afecto a pesar de
todo; lo único que habría que hacer, en este último caso, sería
ponerlo en cura para recuperarlo plenamente.
La primera alternativa, la perversidad intrínseca, es muy difícil
de aplicar cuando el problema se mantiene en relación con familia-
res muy allegados: si alguien tiene que admitir que su hijo no estu-
dia por "maldad", las preguntas que inevitablemente van a deri-
varse de tan simplista explicación de las causas de su holgazanería
se van a referir al origen genético de ese malévolo temperamento
("¿lo habrá heredado de la propia familia de quien se hace el cues-
tionamiento...?) lo cual lleva a crearse un problema aún mayor por
cuanto uno puede llegar a preguntarse acerca de sus propias poten-

46
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

cialidades malignas. Es más cómodo, desde luego, achacar el pro-


blema a una carencia: de vitaminas, de motivación o de cualidades
pedagógicas en sus maestros. De este modo siempre queda a salvo
el honor de la familia... aunque en cualquiera de los casos, la reali-
dad sea que el chico corre un riesgo evidente de fracasar en sus
estudios. En todo caso, la hipótesis de la maldad suele aplicarse
más liberalmente a personas ajenas a la propia sangre.
Mas tranquilizadora parece la alternativa de la equivocación, el
error salvable o el trastorno transitorio porque siempre deja un res-
quicio a la esperanza de recuperabilidad en cuanto se encuentra la
clave –fármacos, persuasión o rituales– que haga que las cosas
vuelvan a la normalidad.
No hace mucho tiempo recibí la visita de una esposa preocupada
porque había descubierto que su marido estaba frecuentando con
asiduidad cierto club de alterne y se daba cuenta de que las cosas
entre ellos se iban enfriando rápidamente. Después de que el mari-
do, que había reconocido abiertamente la situación, accediese a man-
tener una entrevista conmigo con vistas a organizar un plan de tera-
pia familiar, recibí la llamada angustiada de la mujer para pregun-
tarme cómo lo había encontrado y para confirmar su suposición ini-
cial de que él iba a necesitar un determinado tratamiento psicofar-
macológico que pusiese fin sus aventuras galantes. Pero cuando le
expliqué a ella que su marido no precisaba medicación alguna y que
lo que íbamos a tener que hacer sería trabajar conjuntamente los tres
para provocar un cambio en la situación, ella se mostró muy defrau-
dada. Incluso me preguntó si no me había fijado en el extraño brillo
de la mirada del marido, síntoma para ella confirmatorio del trastor-
no mental transitorio por el que debía estar pasando su esposo.
Muchos padres albergan las mismas expectativas respecto a los
problemas de rendimiento o comportamentales de sus hijos: van
buscando que alguien le de unas "charlas" al chico para que éste
reflexione y cambie a una conducta más ajustada. Pocos están dis-
puestos a hacer algo por su parte para provocar un cambio en la
situación y encuentran la justificación a su postura pasiva precisa-
mente en la idea de que el problema lo tiene el chico porque "es"
vago o "le pasa algo".

47
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Traté en una ocasión a un muchacho de diecisiete años que pre-


sentaba un notable problema de anorexia junto con un estado
depresivo de tal seriedad que lo había llevado a un intento de sui-
cidio. Parte de las preocupaciones del muchacho se referían a su
futuro académico: De brillantes calificaciones, él quería cursar estu-
dios superiores aunque por problemas económicos momentáneos
de la familia, sus padres lo presionaban para que colgara los libros
y preparase unas oposiciones sencillas que le permitieran contri-
buir a sanear la economía doméstica. Tras explicarles a los padres
la situación, éstos estuvieron de acuerdo en que era conveniente
que el muchacho continuara estudios universitarios ya que, de
todos modos, iban a poder hacer frente a los gastos derivados de la
matrícula y libros correspondientes.
El estado del chico comenzó a mejorar rápidamente; ganó peso,
se le veía más animado y volvió a salir con sus amigos. Por eso me
extraño su apremiante llamada unas semanas más tarde: Con lágri-
mas en los ojos, me explicó que su padre había sido trasladado tem-
poralmente por su empresa a otra ciudad distante varios cientos de
kilómetros y que, en casa, le habían vuelto a insinuar que tal vez
sería mejor que él dejase de estudiar y empezase a pensar en unas
oposiciones. Cuando llamé de nuevo a la madre para hablar sobre
la recaída del chico, ella me respondió muy cortante que ya sabía lo
que le pasaba a su hijo y que le habían asegurado que eso se cura-
ba con determinadas inyecciones... Afortunadamente el muchacho
está en la actualidad terminando sus estudios de Empresariales.
A estas alturas, ya es el momento de decir explícitamente que el
error está en buscar las causas de un problema en la parte "equivo-
cada" de la relación. El problema no reside en sólo uno de los pro-
tagonistas de la situación conflictiva: el problema es la interacción,
no la actitud personal de los miembros. Por eso, una terapia estra-
tégica eficaz debe señalar como objetivo de su intervención no al
miembro "culpable" o "enfermo", sino a la relación en sí misma.
Aunque la terapia sistémica, es decir la que centra su interés en
los sistemas sociales de los que forma parte un individuo, está
cobrando una importancia y consideración cada vez mayores entre
los psicólogos, no deja de sorprender este enfoque a los terapeutas

48
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

de formación tradicional, seguidores en el fondo del modelo médi-


co clásico que busca la patología, el funcionamiento anómalo de
determinadas estructuras psíquicas o las vivencias personales trau-
máticas para actuar sobre ellas, "intrapsíquicamente".
El énfasis sobre la interacción, antes que sobre la patología indi-
vidual, arranca del concepto de "cismogénesis"4 de Gregory Bateson5
quien en su estudio antropológico de la tribu Iatmul llega a la con-
clusión de que para comprender el comportamiento de un indivi-
duo, hay que tener en cuenta los lazos que establece con las perso-
nas de su entorno social y así, "cismogénesis" viene a ser el "proce-
so de diferenciación en las normas de comportamiento individual resul-
tante de interacciones acumulativas entre unos individuos"
Sólo desde un punto de vista integrador se puede lograr un pro-
greso efectivo en el caso de mi paciente paranoide, que no apren-
derá a confiar en la gente a menos que su entorno familiar afloje su
presión constante para mantener oculto el secreto a voces de su
demencia; por supuesto que ella sufre delirios, pero ¿su ocurrencia
no estará relacionada con la actitud de prevención que le transmite
su entorno? Del mismo modo, el marido calavera sólo se dará una
oportunidad de rectificar su comportamiento cuando encuentre
una relación diferente a la que ha mantenido hasta ahora con su
mujer; naturalmente que él no debería haber incurrido en una con-
ducta tan deshonesta con su esposa, pero ¿no estarán acaso pre-
sentes los factores que le llevaron a buscar esa loca aventura más en
la deteriorada convivencia actual de ambos esposos que en la
enfermiza mentalidad de calavera del marido?
Mientras culturalmente se siga patologizando a quien se desvía
de las normas establecidas y se pretenda solucionar el problema

4. Bateson sostiene que en las sociedades occidentales, la diferenciación de un


grupo respecto a su sociedad matriz se produce de una manera "herética";
es decir, mediante la adopción de nuevas costumbres diferenciadoras,
mientras que algunas sociedades primitivas, como los Iatmul, la segrega-
ción de grupos sociales diferenciados sigue una pauta "cismática": hay un
cambio de líderes, pero no de dogma
5. Gregory BATESON: Naven: a survey of the problems suggested by a composite pictu-
re of the culture of a New Guinea Tribe drawn from three points of view, Cambridge:
Cambridge University Press, Reimp. McMillan Co. Nueva York, 1937.

49
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

enderezando sólo al sujeto desviado, sin intervenir para nada en su


ambiente más inmediato, lo único razonable es esperar que ese
mismo ambiente intacto, las relaciones cotidianas habituales, con-
tribuirán una y otra vez a arrastrar al "paciente manifiesto" a su
desvío, a menos que se llegue a implementar una nueva pauta de
relaciones entre el sujeto y quienes con él conviven.
Pero no sólo la conceptualización de los problemas se debería
enfocar desde un punto de vista interactivo; como tendremos oca-
sión de ver, también las posibles soluciones van a tener un carácter
compartido, de modo que, siempre, el comportamiento de una de
las partes afecta a la conducta de las demás pudiendo su influjo
contribuir al mantenimiento del problema o bien aportando una
vía para lograr un cambio en la situación.
Paul Watzlavick6 propone el ejemplo de dos marineros haciendo
bordo por las bandas opuestas de una embarcación: cuanto más se
inclina uno hacia afuera, más tiene que inclinarse el otro por su
banda para mantener el equilibrio de la embarcación; de esta mane-
ra, en muchos sistemas familiares o de relación humana en general,
se llega a alcanzar una posición precaria a base de un equilibrio de
fuerzas contrapuestas que, a menudo, resulta muy incómodo para
ambas partes.

La práctica de la teoría

1.- A lo largo de este capítulo se han referido diferentes ejemplos


de interacciones problemáticas. Como ejercicio práctico se propone
al lector que repase los ejemplos de "la joven paranoica", "el mari-
do infiel" y "el joven depresivo" para:
a) Identificar a los personajes entre los cuales se mantiene la
situación conflictiva en cada caso.
b) Asignar a cada uno de los personajes los problemas implíci-
tos en la situación que le son propios.
c) Determinar los posibles problemas compartidos por ambas
partes en cada situación.

6. Paul WATZLAWICK, John H. WEAKLAND y Richard FISH: Cambio, Barcelona:


Herder, 1989.

50
CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

Al final del capítulo se sugiere una posible solución. Es posible


que la propuesta de cada lector difiera de la indicada; eso es nor-
mal y ninguna de ellas se debe considerar como errónea; es sim-
plemente un reflejo de cómo la misma realidad puede ser objeto de
diferentes enfoques, necesariamente parciales todos ellos y ningu-
no superior al otro.
2.- Como segundo ejercicio se propone llevar a la vida práctica
las sugerencias del capítulo, permaneciendo atento a las diferentes
interacciones conflictivas que tienen lugar en los ambientes habi-
tuales y adoptando la postura de "árbitro" o "juez" que asigna a
cada cual su parte correspondiente del problema.
Es importante, sobre todo, ser consciente de las propias atribu-
ciones a las causas profundas del problema detectado:
– ¿El problema se debe, fundamentalmente, a otra persona o a
uno mismo?
– ¿Está causado por alguna "patología" sufrida por el responsa-
ble: rasgo de carácter, trastorno, ofuscación, etc.?
– ¿De qué manera el propio comportamiento puede afectar a la
aparición o al mantenimiento de la situación problemática?
– ¿Se trata de una situación que se produzca con frecuencia en
la vida personal?
– ¿Existe una categoría de problemas "típicos" en los que uno se
ve envuelto sin saber exactamente de qué manera?

Resumen

– Tiene un problema quien formula una queja explícita o


hace una demanda de cambio en relación a una situación deter-
minada.
– Sólo el "dueño" del problema puede darle solución.
– La causa de los problemas de relación no estriba en la
"maldad" o en déficits de sus protagonistas, sino en la anómala
relación entre los implicados.
– El problema es la interacción, no la actitud personal de sus
protagonistas.

51
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Posible solución al ejercicio 1:

Personajes Problema Problema


individual compartido
Situación 1
- joven paranoica. -angustia, temor de - presión para ocul-
que le puedan hacer tar la situación.
daño.
- familiares. -vergüenza por tener
un miembro de la
familia perturbado.
- vecinos. -no tienen ningún
problema en esta
interacción concreta.
Situación 2
- marido. -insatisfacción en la - relación insatisfac-
relación marital. toria para ambos.
- esposa. -temor a perder a su
marido, abandono.
Situación 3
- joven depresivo. -problemas de auto- - inseguridad en el
imagen (anorexia). futuro.
-temor de no poder
continuar los estu-
dios.
-baja tolerancia a la
frustración.
- padres. -problemas econó-
micos.
-ansiedad/ira ante la
depresión del hijo.
-planes inconstantes.

52
3
SOLUCIONES INTENTADAS

"A fin de salvar la ciudad, tuvimos que destruirla"

(Informe del comandante de una unidad


norteamericana en Vietnam)

Los mapas mentales

"Lo he intentado todo y no consigo que mi hijo se siente a la mesa


y coma"; "por más que lo intento ,no logro liberarme de mis pensa-
mientos obsesivos"; "no puedo dejar de fumar y eso me desespera"...
"El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la
misma piedra" dice el proverbio. Y no sólo dos, sino que, a
menudo, se producen bastantes tropezones más. Con fre-
cuencia, la gente tiene la sensación de encontrarse en un calle-
jón sin salida, atrapados en la dinámica de sus problemas que
les llevan una y otra vez a recorrer el mismo trayecto para
alcanzar, finalmente, el inevitable resultado indeseable del
que desean verse libres; la música de fondo de su existencia
parece componerse de un único tema repetido una y otra vez
como un "canon" barroco que vuelve constantemente sobre
las mismas notas.
Y si bien se mira, un problema típico posee una estructura
determinada, una partitura que es posible objetivar si se
posee la suficiente lucidez como para distanciarse emocional-
mente de las resonancias afectivas desagradables que la situa-
ción despierta y adoptar el talante científico del antropólogo

53
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

que se dedica a tomar nota, desapasionadamente, de la ceremonia


ritual que se desarrolla en la comunidad que desea estudiar.
Desde una primera aproximación simplista pudiera parecer que
los humanos tendemos a desarrollar, paradójicamente, comporta-
mientos altamente irracionales frente a las situaciones más o menos
amenazadoras a las que debemos hacer frente cada día. Lo cierto,
sin embargo, es que, en general, somos rigurosamente lógicos...
sólo que solemos aplicar nuestras estrictas reglas racionales a par-
tir de premisas absurdas y, consecuentemente, todo el edificio
racionalista acaba desmoronándose sobre el incauto que intenta
hallar en él su refugio.
Por extraño que pueda sonar, los humanos no reaccionamos
directamente frente a los acontecimientos, sino ante nuestra perso-
nal interpretación y valoración de los hechos. Concebimos una
imagen del mundo constituida por prejuicios, atribuciones, expec-
tativas y sistemas cerrados de clasificación y después ya no res-
pondemos a la realidad objetiva de cuanto se cruza en nuestro
camino, sino al producto subjetivo resultante de aplicar todos esos
esquemas mentales a los estímulos ambientales que continuamen-
te inciden sobre nosotros, al mapa cognitivo que de manera indivi-
dual construimos sobre la realidad.
Es como llevar el timón de una nave en medio de la niebla: Una
vez localizada la enfilación de dos puntos conocidos de la costa, no
determinamos nuestra situación directamente sobre las aguas que
rodean a nuestra embarcación, sino sobre la carta marina que des-
plegamos en la mesa y así podemos prever bancos de arena ocul-
tos a nuestra visión y determinar de antemano un nuevo rumbo
hacia el punto de destino. La seguridad de la navegación depende
de la fiabilidad del mapa. Lo malo es que los "mapas cognitivos",
lejos de reflejar arrecifes objetivos, están más bien plagados de
escollos asentados sobre prevenciones personales, a menudo
sobredimensionadas.
Por ejemplo, alguien que ha tenido experiencias de rechazo en
algún momento crítico de su vida, seguramente se habrá formado
una matriz mental de expectativas negativas en relación a lo que
puede esperar de los demás, que va a constituir la base de su acti-

54
SOLUCIONES INTENTADAS

tud frente a las personas con las que llegue a interactuar en su vida
cotidiana. Con toda probabilidad, desarrollará una postura típica-
mente defensiva ante los demás como consecuencia del núcleo de
creencias individuales sobre su propio valor personal y su capaci-
dad de protegerse frente a los otros, así como respecto a las atribu-
ciones relativas a sus intenciones y propósitos.
Este "mapa mental" será el punto de referencia para cada una de
las situaciones cotidianas que se le puedan presentar. De este
modo, ante la posible propuesta de invertir en una empresa o nego-
cio, sus pensamientos adquirirán la forma de: "se quieren aprovechar
de mi"; "se van a beneficiar a mi costa", etc. y su respuesta más pro-
bable será una negativa a la proposición. En cambio, la persona
que, en función de sus vivencias, ha llegado a elaborar mapas cog-
nitivos de confianza en sí mismo y en los demás, desarrollará una
visión mucho más positiva de la situación y se mostrará más pro-
clive a participar en el negocio.
Pero a diferencia de los geográficos, los mapas mentales no se
suelen comparar con la realidad: mientras que, por ejemplo, en el
océano se puede constatar que, por la acción erosiva de las corrien-
tes, donde originalmente estaba señalado un banco de arena existe
ahora calado suficiente, de modo que resulta posible rectificar la
información en las futuras ediciones de la carta marina, a nivel cog-
nitivo no siempre se procede a confrontar la información codifica-
da en los archivos mentales correspondientes con los elementos de
la realidad y, a menudo, quien parte de un prejuicio acerca de las
aviesas intenciones del prójimo, no se molesta en comprobar ese
dato, sino que al activar su postura defensiva –evitando así la inte-
racción con el otro interlocutor– refuerza la creencia inicial en la
malevolencia de sus propósitos.
Un marido, inesperadamente, se presenta en su casa con un
radiante ramo de rosas para su esposa. La pregunta es: ¿cómo reac-
cionará la sorprendida mujer ante una atención tan inusual en el
repertorio de comportamientos de su cónyuge?
Podemos sentirnos tentados a responder que se sentirá encanta-
da. Sin embargo, no deberíamos perder de vista que ella no va a
reaccionar directamente a la presencia de las flores (ese sería el

55
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

comportamiento elemental de una abeja) sino al significado que


percibe en esta pauta no verbal del marido. Y tal significado lo va a
buscar en la sección de su atlas mental correspondiente a "atribu-
ción de intenciones a actos inesperados". Si la confección de ese
mapa se ha regido por criterios de desconfianza –lo que algunos
autores llaman "protensión"1– ella pensará, probablemente, que se
trata de un intento de desagravio por parte del esposo que busca
congraciarse por algún ignoto incidente del cual, de todos modos,
ella no tardará en enterarse. En este caso, el resultado, entonces, va
a ser una reacción de alarma, más que un sentimiento de agradable
sorpresa, por parte de la mujer. También puede que la actitud de
prevención de la esposa no alcance cotas tan elevadas y, simple-
mente, se limite a ponerse enguardia ante la posible petición que,
seguramente, se oculta tras el
ramo de rosas en cuyo caso su
actitud será de expectación
defensiva. Finalmente puede
ocurrir, como no, que la esposa
considere el detalle de las flo-
res como una muestra de sin-
cero cariño de su marido, sin
segundas intenciones, con lo
que su reacción será, evidente-
mente, un sentimiento agrada-
ble de sorpresa y de cordial
agradecimiento hacia el simpático detalle.
Keyser2 formuló el "Principio del destino y la libertad": Tenemos
la libertad (de acuerdo con las leyes del pensamiento) para elegir nuestras
suposiciones, pero una vez elegidas, las consecuencias las siguen con un
"destino lógico".

1. Protensión es un término descriptivo del Cuestionario 16 PF de R.B. Cattell


se y se refiere a una excesiva desconfiabilidad acerca de las intenciones aje-
nas. Corresponde a ese tipo de personas que mantienen una actitud bási-
camente defensiva ante los demás.
2. Citado en: Isabel CARO: Semántica General y Psicoterapia, Valencia: Promoli-
bro, 1992.

56
SOLUCIONES INTENTADAS

Nos atreveríamos a matizar que esta libertad de elección de


nuestros supuestos personales a través de los cuales vamos a enjui-
ciar todos los acontecimientos de nuestras vidas es sólo una liber-
tad relativa, precisamente debido a nuestra cualidad social de seres
humanos que nos aboca a la imitación de pautas, posturas y roles
en el momento crítico de comenzar a construir la estructura de la
propia personalidad. En todo caso, nuestra responsabilidad como
adultos consiste en investigar nuestras suposiciones para descubrir
si están basadas en hechos objetivos o son, más bien, el fruto de
unos rígidos esquemas mentales que dificultan nuestro desarrollo
personal.

El nivel de la solución

Si bien nos fijamos, los problemas que a diario tenemos que


afrontar son persistentes. La misma inquietud nos asalta una y otra
vez y no encontramos la manera de desprendernos de ella. La acti-
tud de resignación impotente nos lleva a aceptar muchas situacio-
nes incómodas de nuestro vivir diciéndonos que esto es lo que nos
"ha tocado"; que es nuestro "destino" y que la única actitud razona-
ble frente a ello es la resignación.
Pero un hijo rebelde, unas condiciones de trabajo penosas, una
depresión persistente o un cónyuge despreocupado no son "prue-
bas" que se nos ponen para que, con nuestro callado sufrimiento,
lleguemos a conquistar el cielo, sino, más bien, consecuencias del
estilo de relación que, a diario, mantenemos con cuantos nos rode-
an y con nosotros mismos. Estilo que, como hemos explicado, está
predeterminado por nuestros esquemas mentales.
La perpetuación de un problema puede explicarse por varias
causas. Los motivos generales de persistencia de una situación
indeseable ya se han analizado en el capítulo anterior:
– Negar la existencia del problema es el medio más eficaz para
que el conflicto persista. En las asociaciones de ayuda a alcohólicos,
por ejemplo, el primer paso que se espera por parte de quien desea
ser ayudado es que reconozca la presencia de ese problema en su

57
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

vida; de lo contrario es imposible que pueda hacer nada para supe-


rarlo. Negar que un problema existe conduce a la inmovilidad en el
seno del propio conflicto.
– Convertir en problema aquello que no lo es, constituye tam-
bién una manera eficaz de amargarse la existencia. Es el procedi-
miento de quienes consideran indeseables ciertas circunstancias
ineludibles de su existir, como el hecho de envejecer; realidades de
las que más que escapar, hay que saber afrontarlas como elementos
sobre los cuales apoyar los diseños realistas de futuro, los proyec-
tos de vida, el sentido del propio existir. Considerar como proble-
mático lo que simplemente es natural, conduce a falsear los datos
de la propia existencia convirtiendo la vida en un autoengaño infe-
cundo por el que se llega a valorar más el aspecto del envoltorio
que la riqueza de la mercancía principal, perdiendo el tiempo en
superficialidades cosméticas en lugar de emplearlo en acciones
realmente importantes.
– Atribuir el problema a quien no le corresponde hace que la
situación quede sin solucionar. El responsable del conflicto se niega
a emprender los cambios que podrían abrir una vía hacia su reso-
lución y, en cambio, se empeña en culpabilizar a otros. Si este dina-
mismo se perpetúa, es evidente que la dificultad queda sin resolver
y la insatisfacción llega a convertirse en la música de fondo de cada
uno de los instantes de la vida.
– Emitir mensajes de doble significación resulta demoledor para
el destinatario de la comunicación que no sabe qué sentido atribuir
a la interacción de la que forma parte. Los mensajes de "doble vín-
culo" han sido propuestos por G. Bateson3 como el origen de la
esquizofrenia. Imaginemos una madre despidiendo a su hijo
pequeño que, todo ilusionado, parte por primera vez de excursión
con sus compañeros de colegio:
– "Diviértete mucho –le recomienda su madre– no te preocupes por
el dinero y compra todo lo que te parezca bien".
A la vuelta de la excursión el niño, lo mismo que la mayoría de
sus compañeros, se ha gastado casi todo el dinero en helados y

3. Gregory BATESON, Don JACKSON, Jay HALLEY y John WEAKLAND: A theory of


Schizophrenia, "Behavioral Science", 1956, 1.

58
SOLUCIONES INTENTADAS

chucherías de modo que cuando su madre se interesa por cuánto


dinero trae de vuelta, el pequeño apenas si puede reunir unas
pocas monedas. Entonces, la esquizofrenogénica4 madre amones-
ta severamente al niño no sólo por derrochador sino también por
no haberse acordado de ella trayéndole algún recuerdo de su
excursión.
Si analizamos con cuidado todas las posibilidades anteriores,
podemos encontrar que, la mayor parte de las veces, los conflictos
se consolidan de manera permanente porque, en algún lugar de su
estructura, existe un cruce de niveles entre planteamientos de base
y aplicación de soluciones que imposibilita el cambio de situación.
Para esclarecer el tema de los "niveles" podemos utilizar un de-
terminado mapa cognitivo que sirve como modelo para ilustrar
ciertos aspectos de la realidad:
Imaginemos una madre empeñada en la lucha diaria de la edu-
cación de su hija quinceañera. La madre desea que la chica desa-
rrolle determinados hábitos –tales como orden, limpieza y dispo-
sición hacia el trabajo– que, a su vez, reflejarán una cierta actitud
personal de responsabilidad, meta real de los esfuerzos educado-
res de la madre. La chica, sin embargo, por más que la buena de la
mujer la sermonea, amenaza, castiga o riñe, mantiene su habita-
ción en un constante caos de ropa amontonada, discos tirados por
todas partes, cama perpetuamente deshecha y zapatos despareja-
dos. La madre, como la mayor parte de las madres, mantiene en
este terreno una guerra con su hija que sólo concluirá cuando ésta
abandone el hogar familiar para instalarse con su marido en su
propio hogar.
En casos semejantes al descrito, lo que ocurre es que el proble-
ma está teniendo lugar en un determinado nivel de realidad –el
comportamiento de la chica– pero la madre se empeña en aplicar
una solución en otro nivel diferente –el del carácter de la chica. Es
decir, que la madre no se limita a negociar con su hija una serie de

4. El término "esquizofrenogénico" se aplica a aquellos progenitores que sue-


len utilizar términos de doble significado de tal modo que al desconcertar
sistemáticamente a aquellos con quienes mantienen una interacción coti-
diana, provocan en ellos una ruptura con la realidad; es decir, una psicosis.

59
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

cambios concretos de conducta –lo que "deberías hacer"– sino que le


exige un cambio de actitud personal –"cómo deberías de ser".
Ocurre como si nuestra personalidad tuviera una estructura
piramidal, de manera que en la base se encuentran los elementos
más sencillos, las conductas manifiestas, y a medida que ascende-
mos de nivel nos encontramos con factores más íntimos y difíciles
de observar directamente. En el ejemplo propuesto, la madre, a tra-
vés de la guerra del dormitorio, persigue insertar en el nivel "ACTI-
TUDES" de su hija elementos muy importantes en la personalidad
de todo joven como "autonomía" y "responsabilidad"; pero para lle-
gar eficazmente a ese nivel, hay que subir la escala desde el primer
peldaño de "COMPORTAMIENTOS" y centrarse en aspectos muy
concretos de la realidad tales como "cama hecha", "zapatos recogi-
dos en la parte baja del
armario", "jerseys coloca-
dos en el estante corres-
pondiente, etc."... situa- IDENTIDAD

ción de orden y limpieza CREENCIAS


de la que la chica, por
otra parte, se beneficia ACTITUDES

cada día porque, al final,


HÁBITOS
termina propiciándola la
propia madre tras la habi- COMPORTAMIENTO
tual riña a la que la joven
ya estará acostumbrada.
Otro tanto ocurre, por ejemplo, con la persona gravemente
deprimida, o con quien sufre algún tipo de fobia incapacitante. En
el nivel de la actitud personal se ha instalado una pauta de desá-
nimo o de evitación de determinada conducta. La solución no va a
llegar mediante el análisis de los posibles traumas causantes de la
actual situación de paralización emocional o de comportamiento,
sino más probablemente a partir de la instauración de determina-
das conductas –actividades sencillas frente al sentimiento de inca-
pacidad del depresivo y afrontamiento gradual de la situación
temida por parte del sujeto fóbico– que comiencen a contrarrestar
la inmovilidad inicial y que, al repetirse, puedan llegar a constituir

60
SOLUCIONES INTENTADAS

nuevos hábitos de comportamiento facilitadores, a su vez de una


nueva actitud personal, abierta a nuevas expectativas y creencias
diferentes sobre las propias capacidades que, finalmente, desem-
boquen en una nueva conceptualización acerca de la propia per-
sonalidad.
Paul Watzlawick5 recurre al concepto matemático de grupo para
explicar que muchos problemas adquieren la estructura de "círculo
vicioso" comentada en el capítulo I, de tal manera que la solución
intentada se convierte, en realidad, en parte constituyente del pro-
blema de manera que su aplicación sólo contribuye a alimentarlo.
Por ejemplo, un agorafóbico que en determinadas situaciones
experimenta las señales típicas de un ataque de pánico: sudora-
ción, sensación de vértigo, aceleramiento de la tasa cardíaca y
demás síntomas, tiende a suponer que sólo va a poder enfrentarse
a los estímulos temidos a partir de un nivel de relajación fisiológi-
ca que le permita hacer más soportables todas esas sensaciones.
Así, hay un conjunto de elementos –situación temida, comporta-
miento de evitar o mantenerse en dicha situación, respuestas fisio-
lógicas de angustia, etc.– que se relacionan según unas "operacio-
nes" o reglas determinadas. Entre tales normas, se sitúan la creen-
cia en la escalada de las propias sensaciones fisiológicas, que se
supone llegarán a situarse totalmente fuera de control provocando
un ataque cardíaco, y la única maniobra de control concebible: reti-
rarse de la situación.
Así, el único modo imaginable de rebajar los niveles de angus-
tia para atreverse a hacer frente a la situación de una manera más
confortable es... alejándose de la situación, con lo que, a su vez, el
único resultado previsible a largo plazo será la continuación del
temor fóbico a las situaciones asociadas con la ocurrencia de los
ataques de pánico. De este modo, toda la cadena de comporta-
miento se mantiene siempre en un mismo nivel, digamos el nivel 1.
Pero para que se produzca un cambio efectivo en la situación,
será necesario provocar un cambio de segundo orden, es decir,
introducir algún elemento nuevo en el orden de creencias, expecta-

5. Paul WATZLAWICK, John H. WEAKLAND y Richard FISCH: Cambio, Barcelona:


Herder, 1976.

61
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

tivas o comportamientos que no esté originariamente incluido en


ese nivel de partida. Por ejemplo, un intento deliberado de aumen-
tar los niveles de angustia arriesgándose a que sobrevenga un des-
vanecimiento que ponga fin a la insoportabilidad de la situación, o
una actitud experimental que lleve a tomar nota minuciosa de
todas las señales fisiológicas que acompañan al estado de angustia
experimentado en esa situación (¿se perciben los latidos del cora-
zón sólo en el pecho o también en la garganta, las sienes, las muñe-
cas, los tobillos...?; ¿en qué zonas del cuerpo se produce sudora-
ción?, ¿cómo se puede cuantificar la cantidad de sudor...?)
Todos estos "descabellados" comportamientos que no están
presentes originariamente en el nivel donde se produce el círculo
vicioso de la angustia tienen que ser introducidos necesariamente
desde otros niveles diferentes (nuevas creencias, aceptación de
riesgos...) con lo cual se posibilitan el inicio de nuevos comporta-
mientos diferentes a la evitación persistente de la situación ansió-
gena.

Más de lo mismo

A veces se intenta abrir una vía de solución a partir de un cam-


bio ficticio:
"Si le digo a mi hija que recoja su habitación, entonces se tumba enci-
ma de la cama con los cascos, se aísla de todo y no me hace caso. Cuando
le riño, me llama dictadora y me acusa de que siempre quiero que se haga
mi voluntad, o bien, si me enfado de verdad, se marcha llorando a su cuar-
to y allí se encierra toda la tarde. A veces, cuando la pillo de buenas, trato
de razonar con ella haciéndole ver que tiene que acostumbrarse a llevar
una casa y que el orden es algo fundamental..."
Órdenes directas, reprimendas, razonamientos; ¿tres estrategias
diferentes? Solamente en apariencia; en el fondo son tres maneras
de presentar una misma actitud: "Por la malas o por las buenas, tienes
que hacer lo que yo te digo". El cambio verdadero en una situación
como ésta requiere algo más que el simple maquillaje formal de la
demanda materna; es necesaria una nueva pauta de interacción con

62
SOLUCIONES INTENTADAS

la hija. Algo completamente diferente a las reglas de actuación


implícitamente aprobadas por ambas partes a lo largo de los años
de cooperación mutua en el mantenimiento del problema.
Las operaciones o "reglas de juego" son bien conocidas por
ambas partes aunque no pueden hacerse explícitas entre los "juga-
dores" porque entonces dejarían de tener valor y habría que susti-
tuirlas por otras diferentes, con todo el coste de riesgo e incerti-
dumbre que eso implica.
Cuando Fina tuvo a su hijo, los padres de ella se volcaron en el
bebé hasta el punto de que prácticamente se lo arrebataron con la
excusa de que la joven madre tenía antecedentes de epilepsia y
necesitaba noches tranquilas para que no empeorase su habitual-
mente irascible temperamento con las pequeñas frustraciones deri-
vadas inevitablemente de la necesaria atención nocturna que el
niño requería. La regla aparente era "nosotros cuidamos tu bebé para
que tú descanses y te repongas". La pauta de comportamiento efecti-
va, por el contrario, podía interpretarse como: "Eres una madre
inmadura e incapaz: Sólo conseguirás traumatizar a tu hijo con tu mal
genio. Nosotros nos haremos cargo de la educación del niño por su bien y
por el tuyo".
Al romperse el matrimonio unos meses después por causas que
no vienen a cuento, la anterior regla implícita dio pie a la joven
para desarrollar toda una serie de comportamientos más propios
de una delincuente juvenil que de una madre responsable, preocu-
pada por la educación de su hijo: salidas nocturnas hasta altas
horas, violencia física contra sus propios padres, "amenaza" de vol-
ver con su ex-marido llevándose consigo al niño, etc.
Por su parte, los padres intentaron tres soluciones "diferentes":
1. Razonar por las buenas con la chica para tratar de hacerle
comprender lo inapropiado de su comportamiento y exhor-
tarla a la adopción de una actitud más responsable.
2. Conducirla al psiquiatra, quien determinó la necesidad de
incrementar las dosis que venía tomando de ansiolíticos.
3. Forzarla a que iniciara un período de psicoterapia con la fina-
lidad de que alguien ajeno al entorno familiar le "diera unas
charlas" que la hicieran entrar en razón.

63
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Pero las tres vías de solución comparten un único denominador


común: La chica está trastornada, enferma, y de ninguna manera se
puede hacer cargo de su hijo. Aquí el juego consistía en que los abue-
los no deseaban renunciar al encanto de hacerse cargo de un niño
pequeño que volvía a traerles una chispa de ilusión a sus vidas y la
madre del niño no deseaba soportar las pequeñas incomodidades
de la crianza de su hijo: la abuela jugaba a ser madre y la madre a
estar "desquiciada".
Naturalmente que la joven madre necesitaba terapia individual
y hasta estoy de acuerdo en que le venía bien una cierta dosis de
ansiolíticos. Pero la solución efectiva a todo ese panorama no podía
perder de vista las pautas de interacción que se habían establecido
entre todos los protagonistas de la historia que, de un modo tácito,
seguían las reglas del juego silencioso que conjuntamente habían
llegado a crear.
La táctica del "más de lo mismo" parte del supuesto de que exis-
te sólo una actitud razonable ante un problema determinado y que
si no se logra alcanzar el resultado apetecido, la única solución sen-
sata consistirá en amplificar la intensidad de los esfuerzos, pero
siempre apuntando en la misma dirección, como si el esperado
efecto terapéutico hubiera de producirse con dosis más altas de
idéntica "actitud razonable". El verdadero resultado, sin embargo,
suele consistir en un incremento del problema mismo, ya se trate
del comportamiento indeseable de otra persona o bien de actitudes,
conductas o emociones propias.
El error de partida está en la premisa inicial de muchos de
nuestros supuestos vitales. Como ya hemos apuntado, no es que
los seres humanos actuemos de una manera consistentemente
ilógica, es sólo que aplicamos una lógica rigurosa a partir de
postulados equivocados. De ese modo, el resultado final del
razonamiento es una falacia redundante. Conozco, por ejemplo,
el caso de una persona que se ha estado sometiendo a trata-
miento por depresión durante varios meses. En vista de que su
estado no mejoraba todo lo rápidamente que él desearía, decidió
aplicarse la regla elemental del cambio e intentar algo diferente;
de este modo, optó por prescindir de los psicofármacos que

64
SOLUCIONES INTENTADAS

habitualmente venía tomando y empezar un tratamiento home-


opático...
El supuesto sobre el que se monta este cambio aparente es el de
que la depresión es una enfermedad del mismo nivel que la gripe;
es indiferente lo que uno haga o deje de hacer para sacudirse de
encima el pertinaz abatimiento que acompaña a este estado ya que
la solución ha de venir por vía medicamentosa. Por lo tanto, si no
funciona el compuesto A, parece sensato intentarlo con el prepara-
do B. Pero la variación inducida en esta situación (producto home-
opático) es un simple cambio de nivel 1; se sitúa en el mismo plano
de la anterior relación depresión-psicofármaco-depresión. No
aporta una modificación cualitativa como la que podría derivarse,
por ejemplo, de un incremento de actividades y así, el círculo vicio-
so inicial se convierte en otro de idéntica estructura que, previsi-
blemente, conducirá al mismo resultado.
Empleando un símil geográfico, podemos pensar que a veces
nos comportamos como si nuestros mapas mentales se correspon-
dieran con la creencia de que la Tierra es plana. Nos asusta investi-
gar nuevas posibilidades si ello implica partir de premisas poco
convencionales y perdemos de vista que son, precisamente, esas
premisas las que nos mantienen atados a nuestros propios prejui-
cios. Creemos estar en "lo cierto" cuando, en realidad, sólo alcanza-
mos a atisbar un diminuto fragmento del todo global. Nos creemos
que nuestra cueva es el mundo entero y no conocemos la montaña
que la sustenta, ni el paraje en el que se enclava la montaña, la
región de la que forma parte el paraje... Por eso, un cierto relativis-
mo más que un dogmatismo inamovible es, a menudo, la actitud
mentalmente más sana.
Cuando, en el análisis de los datos, nos encontramos reiterada-
mente con que, a pesar de las acciones emprendidas para solucio-
nar un conflicto, desembocamos siempre en el mismo resultado
indeseable –la rabieta del hijo, el abuso de autoridad del jefe, la
indiferencia del cónyuge, etc.– es lógico empezar a considerar que
una buena parte del problema está constituida, en realidad, por la
solución recurrentemente intentada. Lo sensato entonces es apli-
carse a buscar el eslabón más débil del círculo vicioso para hacer

65
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

saltar el circuito y poder iniciar así un trayecto nuevo que nos con-
duzca a una situación diferente.
Pero en lo más profundo del bosque es difícil percibir el sende-
ro que puede conducir a la salida; a veces es necesario buscar una
perspectiva aérea para alcanzar una visión de conjunto de todo el
entramado de caminos, sendas y atajos en el que fácilmente pode-
mos desorientarnos con nuestra miope mirada a ras de suelo. Lo
cual, traducido al terreno de nuestras cuitas personales, significa
que, para salir del atolladero personal en el que a veces nos encon-
tramos atascados repitiendo una y otra vez las mismas pautas de
comportamiento estéril, puede ser muy oportuno recurrir a un
punto de vista externo –consejero, terapeuta, persona desimplicada
de la situación– o bien buscar un plano más elevado sobre el que
encaramarnos para conseguir ampliar el propio campo de visión.

La práctica de la teoría

En vista de lo anterior, parece que el primer paso hacia la reso-


lución efectiva de cualquier dificultad que nos preocupe en un
momento dado debe estar constituido por el análisis cuidadoso de
la solución que estamos intentando aplicar al problema.
A menudo, cuando interrogamos a alguien sobre las dificulta-
des que experimenta, obtenemos respuestas muy genéricas,
comentarios imprecisos que, aunque a nuestro interlocutor pueden
parecerle totalmente explícitos, en realidad dejan un montón de
lagunas informativas a la hora de confeccionar un mapa de la situa-
ción, tanto del problema en sí como de las acciones específicas
emprendidas para solucionarlo.
Los padres de Gonzalo, un chico de catorce años con serios pro-
blemas de obesidad (pesa ciento seis kilos) se quejan de que "por
más que lo intentan" no consiguen romper la pauta del muchacho
que engulle su comida a toda prisa, sin apenas masticar los boca-
dos. Explorando un poco más las soluciones intentadas nos encon-
tramos con una estructura de comportamiento típica que suele
seguir esta pauta:

66
SOLUCIONES INTENTADAS

1. La madre no interviene. El padre exhorta a Gonzalo a que


coma más despacio dándole una "orden blanda" directa en
ese sentido (sin mucho convencimiento). O bien adopta una
actitud más "razonadora" y pregunta al chico si le gusta lo
que está comiendo. Como la respuesta de Gonzalo es afirma-
tiva, su padre le explica que si comiera más despacio disfru-
taría aún más de la comida.
2. Gonzalo contesta de mal humor que si come más despacio, la
comida no le sabe a nada. Se pone nervioso y acelera un poco
el ritmo de ingestión.
3. El padre se sonríe, menea la cabeza o hace algún comentario
del estilo "es imposible poder razonar contigo" y sigue comien-
do. La madre se ocupa de los pequeños detalles de la mesa y
las viandas, ajena a la interacción padre-hijo. Gonzalo termi-
na su comida y se va rápidamente a ver la televisión (los días
que los padres consiguen que se siente a comer con ellos a la
mesa).
Es evidente que estos padres no han intentado muchas cosas; en
realidad, sólo mantienen una pauta única para tratar de corregir la
nefasta manera de engullir del chico. En todo caso, no lo han inten-
tado "todo":
– No han probado a ponerle porciones minúsculas de comida en
el plato.
– O a darle la comida tan caliente que no le quede más remedio
que esperar un rato antes de engullirla.
– Ni a guardar el cable de la televisión hasta la noche.
– A hacer comer al chico, cada día, de pie sobre la báscula.
Ni otras muchas "maldades" que es posible que repugnen al
"sentido común" pero que pueden convertirse en puertas abiertas
hacia un cambio de comportamiento en el muchacho.
El primer ejercicio, por lo tanto, va a consistir en centrarse en el
problema personal que se ha elegido en los capítulos anteriores, u
otro que resulte más apremiante, e identificar la solución –o solu-
ciones– que se ha intentado aplicar típicamente como forma de
ponerle término. Una vez reconocida la pauta habitual de reacción
al problema, se procederá a analizarla minuciosamente, como si

67
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

realizáramos su "autopsia", del modo más objetivo y desapasiona-


do posible, teniendo presente que cualquier comportamiento
puede diseccionarse en tres estratos interconexionados:
– El nivel fisiológico. Aquí se producen las respuestas más ele-
mentales y automáticas, dependientes del sistema nervioso autó-
nomo: secreción salival, variaciones en la tasa cardíaca o de ten-
sión arterial, erizamiento del cabello y otras muchas cuyo control
no resulta inmediatamente accesible de manera voluntaria.
Algunos de estos componentes se pueden modificar a través de
técnicas de relajación o similares. En el anterior ejemplo de
Gonzalo, el chico obeso, no tenemos constatación de las respuestas
fisiológicas de ninguno de los protagonistas por no considerarlas
relevantes al caso (otro asunto sería si se tratara de un problema
fóbico donde los componentes fisiológicos de la angustia son muy
importantes)
– El nivel conductual es el comportamiento visible de manera
directa y que puede ser descrito y comprobado objetivamente por
cualquier observador. En el ejemplo anterior serían los gestos de los
tres personajes, sus actos; las palabras concretas que el padre de
Gonzalo dirige a su hijo y la respuesta de éste; las acciones especí-
ficas de la madre, "cacharreando" por la cocina, etc.
– El nivel cognitivo no es tampoco observable de manera direc-
ta. Constituye el ámbito de los pensamientos –ya sea mediante
imágenes o a través de una especie de diálogo interno–. Mediante
un cierto entrenamiento en introspección cada uno puede llegar a
darse cuenta de las ideas que acuden a su mente en un momento
dado. Tal vez en el ejemplo que estamos utilizando Gonzalo se
diga a sí mismo cosas como: "Ya adelgazaré más adelante". El padre
puede pensar cosas como: "Mi hijo puede llegar a ponerse fornido si
lo convenzo de empezar en un gimnasio" y tal vez la madre se diga:
"Es inútil que yo intervenga; todo lo que yo hago le parece mal a mi
marido".
Así pues, una vez se ha identificado la solución a desmenuzar,
se procurará analizarla en todos sus componentes, describiendo
detalladamente en relación a cada uno de los personajes implica-
dos:

68
SOLUCIONES INTENTADAS

– Qué hace cada uno específicamente.


– Qué dice cada uno de los protagonistas típicamente.
– Cómo se hace o se dice.
– Qué se piensa en el momento de actuar (aunque no es posible
conocer directamente lo que piensan los demás siempre pode-
mos tratar de situarnos dentro de su propia piel y observar el
mundo adoptando su punto de vista).
– En qué situaciones concretas se actúa de ese modo y en cuáles se
adopta otro comportamiento diferente.
– Qué sentimientos afloran al actuar de la manera habitual. Qué sen-
timientos parecen experimentar los demás.
El segundo ejercicio está encaminado a intentar un enfoque
nuevo del problema elegido. Es una especie de juego cuya finali-
dad es la de aportar un punto de vista diferente al que se mantiene
de manera habitual de modo que, a partir de esa visión distinta, se
posibiliten también nuevas vías de solución.
Se trata de completar frases como las que se proponen a conti-
nuación. No hay que limitarse a las que se presentan aquí, sino que
cada cual puede ampliar o variar el ejercicio de acuerdo con su
situación personal:
El problema real no es ........................ (el comportamiento del otro); el
problema real es ................. (cómo respondo yo).
El problema real no es ........................... (lo que yo pienso); el problema
real es ............... (cómo me siento).
El problema real no es ....................... (por qué sucede eso); el problema
real es ............... (dónde sucede).
Etc.
En el ejemplo de Gonzalo, su padre podía utilizar el formato de
este ejercicio para hacerse planteamientos diferentes a los suyos
habituales hasta que algo en su interior le diera la pista de una
nueva posibilidad:
"El problema real no es cómo "devora" mi hijo; el problema real es que
yo me muestro permisivo".
"El problema real no es que yo piense que Gonzalo debería adelgazar;
el problema real es que, en el fondo me siento satisfecho de verlo tan gran-
dote".

69
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

"El problema real no es que discutamos por su estilo de comer; el pro-


blema real es que esto ocurre siempre en relación a la TV".
Etc.

Resumen

– Los problemas tienen una estructura característica o


siguen unas "reglas de juego".
– No reaccionamos directamente frente a los acontecimien-
tos, sino ante "mapas mentales" que representan nuestra perso-
nal interpretación y valoración de los hechos.
– Los conflictos permanecen inmutables porque se intentan
aplicar la soluciones desde un nivel ineficaz para iniciar un
cambio.
– Las soluciones repetitivas arrancan del mantenimiento de
determinadas creencias erróneas que reflejan una visión muy
parcial de una realidad más global.

70
4
CATEGORÍAS POBLEMÁTICAS

"Todos los cretenses son unos mentirosos"

Epiménides de Creta

La manera segura de ahogarse

Cada situación problemática se produce en un contexto


determinado y para unos actores concretos, lo que equivale a
decir que cada problema es único e irrepetible, pero tiene una
estructura determinada que es preciso comprender para arti-
cular los cambios necesarios que faciliten una salida del inevi-
table circuito cerrado que supone toda interacción conflictiva.
Existen situaciones delicadas cuya resolución parece pro-
gramada según una especie de ritual solventador, común a
todos los miembros de una determinada cultura, que se con-
sidera como lo socialmente "correcto" aunque, en realidad, la
pauta de acciones establecidas no sirva para nada útil.
Recuerdo haber leído en cierta ocasión el informe de un
antropólogo que había pasado varios meses estudiando las
costumbres y pautas culturales de cierto pueblo esquimal
dedicado a la pesca. El científico había compartido con ellos
sus rituales, su comida, sus vestidos y había participado en
cada una de las ocupaciones grupales que tenían lugar en el
poblado, como si fuera un miembro más del grupo social que
estaba estudiando.

71
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

En cierta ocasión, participando en las faenas de pesca, su canoa


volcó y él se encontró, cabeza abajo, dentro del agua. Fiel a su espí-
ritu de antropólogo cultural, procuró adaptar su comportamiento
de supervivencia a las pautas propias del pueblo objeto de estudio
y recordó que los pescadores experimentados recomendaban a los
jóvenes que hacían sus primeras salidas al mar no abandonar, bajo
ningún concepto, la embarcación en caso de vuelco. Tratando de
ajustarse a la sabiduría popular de los esquimales, el antropólogo
intentó adrizar de nuevo su canoa, pero por más intentos que hizo,
no consiguió restablecer la posición inicial. Finalmente, en vista de
su fracaso, decidió salir de la barca y ganar a nado la orilla, cosa
que logró felizmente.
Cuando, tras ser socorrido por los demás pescadores, preguntó
a los más veteranos cuál era el motivo de aconsejar a los jóvenes la
permanencia en la embarcación, a pesar de las evidentes dificulta-
des para restablecer el equilibrio que, él personalmente había
constatado, la respuesta le dejó más helado que la temperatura del
agua de la que acababa de salir: nadie en el poblado sabía nadar;
por eso, arriesgarse a dejar la embarcación era una acción suicida
para ellos.
También en nuestra sociedad tecnificada seguimos fielmente
pautas culturales que a menudo nos llevan a hundirnos con la
canoa. Por eso no es extraño que se insista tanto a lo largo de los
capítulos en la necesidad de emprender acciones diferentes a las
intentadas habitualmente, aunque se corra el riesgo de incurrir en
la desaprobación de los "expertos" o aún a costa de pillar algún
buen resfriado.
Veamos, por tanto, con algún detalle, los intentos más comunes
de aferrarnos a "lo malo conocido", aún a sabiendas de que no nos
reportará solución alguna, para que podamos darnos cuenta a
tiempo de nuestro círculo vicioso e intentar aplicar alguna solución
nueva.

Forzar lo espontáneo
A veces, cuando me pongo delante del ordenador con ánimo de
escribir una página, las ideas se niegan a acudir hasta la punta de

72
CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

mis dedos para que ellos puedan convertirlas en letras, palabras y


frases. Entonces me obligo a realizar un tremendo esfuerzo de con-
centración... y sólo obtengo arrobas de frustración por el vacío
mental que se abre delante de mí. En ocasiones, sin embargo, se
perfila ante mí el proyecto de un capítulo cuando estoy dedicándo-
me a cualquier otra cosa que no sea escribir, llegando incluso a
sacarme de un plácido sueño a altas horas de la madrugada.
A menudo nos empeñamos en conseguir de modo inmediato
aquello que sólo puede llegar a su debido tiempo, o lo que no está
en nuestras manos alcanzar. Partiendo de un imperioso "DEBE-
RÍA", queremos que las cosas adopten el cariz que nosotros nos
empeñamos en imprimirles, aunque, en su discurrir natural, los
acontecimientos sigan cauces ajenos a nuestras preferencias perso-
nales. Muchos de los hechos que nos empecinamos en forzar por el
tesón de nuestra firme voluntad pueden tener que ver con aconte-
cimientos de carácter fisiológico, psíquico o bien con interacciones
interpersonales:
Una jovencita puede caer en toda una neurosis de angustia con
su empeño en que sus pechos alcancen un desarrollo mayor que el
que actualmente presentan (mientras que, por supuesto, otra
puede llegar a autoanularse con sus sentimientos de inferioridad
por todo lo contrario). Los expertos en disfunciones sexuales vie-
nen hablando desde hace tiempo del "rol de espectador"1 para
explicar cómo es, precisamente, la angustiada vigilancia por parte
de la víctima de la disfunción lo que bloquea el normal proceso
fisiológico que se desarrollaría de una manera totalmente natural
en una situación de relajada entrega a la otra persona. Son tan sólo
una muestra de la variedad de cuestiones fisiológicas que uno
puede desear controlar a toda costa cuando, en realidad, por

1. Como ejemplo ilustrativo del "rol de espectador" se cuenta la anécdota del


intelectual barbudo, cuya perilla le caía hasta casi la cintura: Un amigo le
preguntó en cierta ocasión si dormía por las noches con la barba por den-
tro o por fuera del embozo de las sábanas por lo que, en las noches sucesi-
vas, atento a darse una respuesta a sí mismo ante una cuestión que nunca
se había planteado, el barbudo pensador no logró encontrar acomodo en
ninguna de las dos posturas por lo que llegó a perder el sueño y hubo de
cortarse la frondosa barba para poder recuperarlo.

73
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

mucho que lo intente, caen por completo fuera de su control per-


sonal.
El obsesivo que se siente víctima de sus propios pensamientos
repetitivos, de sus compulsiones, y que, cuanto más se obliga a fre-
nar la vorágine de sus rituales, mayor es su angustia, por lo que
más acuciado se siente a recurrir a los estériles actos estereotipados,
a través de los cuales busca liberarse de su tensión psíquica, o las
noches en vela del insomne que consume los minutos consultando
el reloj para calcular el tiempo de descanso que aún le queda antes
de que el fatídico timbre del despertador de la señal para levantar-
se, pueden servir como muestra de los procesos mentales que, a
menudo, se desencadenan de tal modo que, cuanto más empeño se
pone en frenarlos, más autónomos parecen volverse. En este mismo
grupo se pueden encuadrar los desesperados intentos del adicto al
tabaco –o a cualquier otra sustancia– por liberarse de la esclavitud
a que se ve sometido; la lucha consigo mismo del exhibicionista
compulsivo, del ludópata y de la bulímica que se sienten devora-
dos por sus propios actos automatizados.
"No quiero que mi hijo (o mi pareja) lo haga porque yo se lo pido, sino
porque él mismo desee hacerlo voluntariamente". Frases de este estilo
resumen claramente la paradoja inherente a la actitud de empeñar-
se en forzar la ocurrencia de algo de manera "natural"; pero lo cier-
to es que si provocamos una reacción en otra persona, por defini-
ción, ese comportamiento o actitud manifiesta, nunca va a ser
espontáneo y, por otra parte, si una conducta se ha de producir
espontáneamente, ya tendrá lugar a su debido tiempo y no en el
momento en que alguien quiera que ocurra.
La tragedia de quien se empeña en desencadenar actitudes
espontáneas en otra persona, estriba en que nunca va a estar segu-
ro de la naturalidad de las manifestaciones que de tal actitud se
deriven. Así, por ejemplo, una esposa puede reprochar a su mari-
do el que nunca le manifiesta su afecto con expresiones verbales
pero en cuanto el marido, acuciado por esas quejas, le dice que la
quiere, ella empieza a lamentarse de que esa no es una expresión
de cariño sincero, sino que ha sido forzada por su queja previa en
ese sentido.

74
CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

Forzar lo espontáneo es, como vemos, una forma bastante


común de crearse un círculo vicioso de difícil salida; pero no es, ni
mucho menos, la única fuente de problemas o de falsas soluciones
a los problemas que nos angustian.

Aplazar lo temido
Es bien sabido que cuando un avestruz observa un peligro, sim-
plemente esconde la cabeza para no verlo, imaginándose que así
queda a cubierto de toda amenaza. Los humanos funcionamos
muchas veces como el ave corredora y nos imaginamos que pode-
mos controlar las situaciones temidas evitando enfrentarnos a ellas.
Pero conseguir una tregua no es lo mismo que ganar la batalla.
Posiblemente, se trate de un mecanismo de defensa que pervi-
ve desde la infancia; los niños, en efecto, saben recurrir a su fan-
tasía para imaginarse desenlaces maravillosos a las situaciones de
angustia a las que también ellos tienen que enfrentarse algunas
veces. Pero si bien es normal –y hasta sano– que los pequeños
alberguen en sus cabezas hadas y magos, ya no lo sería tanto en
el caso de las personas adultas; de hecho, cuando una persona
mayor se empeña en echar mano de esas estratagemas infantiles
frente a la ansiedad, se le suele colocar la etiqueta de "esquizofré-
nico".
Lo que los mayores pueden hacer de una manera más "razona-
ble", consiste en rehuir las situaciones temidas recurriendo a estra-
tegias de evitación sutiles –como alegar tener asuntos más impor-
tantes que atender– o a conductas abiertamente fóbicas.
Los problemas fóbicos, como los de depresión, no parecen
implicar claramente una situación de interacción humana, condi-
ción que asignábamos a la definición inicial de problema, pero, si
bien se mira, las personas que rodean al sujeto que sufre el tras-
torno sí pueden hacer mucho por favorecer o impedir la instaura-
ción y mantenimiento del comportamiento fóbico o depresivo ya
que con su propio comportamiento –a veces de compasión mal
entendida– llegan, en realidad, a inducir a la persona a que se
convierta en un "inválido" a base de facilitarle todo cuanto nece-
sita o de hacerle compañía para levantarle el ánimo, impidiendo

75
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

así que el sujeto sienta la más mínima necesidad de activar sus


propios recursos personales que terminan anquilosándose por
falta de uso.
Por supuesto, el trastorno fóbico es el caso más extremo de "téc-
nica del avestruz". Cuando uno se da cuenta de que es presa del
pánico en determinadas situaciones realmente inocuas tales como
ascensores, centros comerciales, transportes públicos, instalaciones
hospitalarias, mostrarse ante grupos de gente, etc. y constata ade-
más que, sistemáticamente, cada vez que intenta entrar en una de
esas situaciones, sufre una crisis de angustia, su primera reacción
lógica va a consistir en evitar toda vinculación con tales escenarios
ansiógenos, reacción que, ciertamente, elimina el estado de ansie-
dad asociado a la situación temida.
Pero como las complejas necesidades de la vida moderna fre-
cuentemente nos imponen determinados actos burocráticos y de
relación social, tarde o temprano, la persona fóbica llega a plante-
arse la necesidad de superar sus angustias irracionales. Como
observa, además, que las otras personas no alteran lo más mínimo
su propio comportamiento ante los mismos estímulos tan temidos
para él y que afrontan con naturalidad situaciones que personal-
mente se le antojan insuperables, el fóbico se plantea un absolutis-
ta "DEBERÍA" ("... superar mis miedos", "hacer frente a todo esto,
ser igual que los demás", etc.) con lo que, en realidad, empieza a
labrarse un círculo vicioso de exigencias de espontaneidad que lle-
gan a constituir un problema sobreañadido.

Defender el baluarte
Muchos problemas de interacción con otras personas se pueden
encuadrar en esta tercera categoría de situaciones problemáticas;
ya se trate del proverbial "abismo generacional" que tradicional-
mente separa las posiciones de padres e hijos, de las problemáticas
relaciones de comunidad de vecinos o de la competitiva "camara-
dería" que suele establecerse entre compañeros de trabajo.
En muchas situaciones de este tipo, típicamente, los protagonis-
tas se encuentran empeñados en una especie de pugna en la que
sólo se considerarán vencedores si consiguen "derrotar" a su adver-

76
CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

sario. Es otra variación del conocido tema de los "DEBERÍA" que


consiste en aplicar al comportamiento de los demás unas determi-
nadas condiciones, ideales según el propio punto de vista personal,
pero que la otra parte no parece compartir en absoluto.
Como ambos participantes en la interacción siguen las mismas
reglas, tratando de controlar la conducta del otro, se comienza una
escalada simétrica en la que cada uno de los participantes quiere
situarse por encima del adversario; pero como éste no está dis-
puesto a quedar por debajo, busca subir más alto que el primero
con lo que la interacción se convierte en una contienda sin fin en la
que el tema de "vencer" se repite en un continuo "in crescendo" por
ambas partes.
En este grupo de interacciones problemáticas hay que incluir las
disputas conyugales por los más variados motivos (sea cual sea el
pretexto de la discusión, el tema de fondo casi siempre hará refe-
rencia al poder: quién tiene derecho a exigir qué cosa, quién tiene
que hacer cual otra, etc.), las riñas entre hermanos que se desarro-
llan en el marco de una lucha por determinar la jerarquía respecti-
va de cada cual y, en general, todas las disputas con las que los
“iguales", en cualquier contexto humano, tratan de marcar sus res-
pectivas diferencias de estatuas.
En este contexto, también es importante determinar quién tiene
el problema: en general, será siempre el "ofendido" quien demande
de la otra parte respeto hacia su posición personal, obediencia a su
autoridad, o el reconocimiento de su posición superior. En conse-
cuencia, él parece, en principio, el dueño del problema.

Coartadas acusadoras
La paciente paranoica que se mencionaba en el capítulo II está
muy preocupada pensando si no estarán hablando de ella a sus
espaldas. Cada vez que sorprende conversando a dos miembros
de su familia se apresura a preguntarles ceñuda si la están criti-
cando y por más que ellos se esfuerzan en tranquilizarla explicán-
dole el tema de su conversación, ella considera todas esas explica-
ciones como un camuflaje del verdadero argumento de la tertulia:
sus manías persecutorias. Algo parecido le ocurre a un ludópata

77
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

rehabilitado que cada vez que regresa un poco tarde a su casa es


interrogado acerca de su posible recaída en el juego; sus explica-
ciones y argumentos justificativos son tomados, sistemáticamente,
como prueba de la insinceridad con que recubre la recidiva de su
problema.
Este tipo de situaciones proporcionan un buen ejemplo de
cómo, normalmente, en lugar de examinar directamente la reali-
dad, nos detenemos en los prejuicios cristalizados que componen
nuestro arsenal de datos mentales: etiquetas, definiciones inamovi-
bles y observaciones sesgadas que no nos molestamos en adaptar a
la realidad cambiante de los datos objetivos del mundo físico.
Supongo que el empeño en mantener una relación problemática
se debe a que es más "económico" conservar intactos los mapas
mentales correspondientes a esa situación conocida que hacer el
esfuerzo de adaptarlos a la nueva realidad. Así, para una esposa
puede ser menos amenazador seguir tratando a su marido como
ludópata sospechoso que arriesgarse a admitir que ahora es una
persona perfectamente responsable y tener que cederle a él parte
del control en las decisiones domésticas. También para el ludópata
rehabilitado puede resultar más cómodo continuar dejándose lle-
var en cuanto a temas económicos que asumir la responsabilidad
de organizar un plan de ahorro familiar.
Pero, por lo general, en este tipo de situaciones, una de las par-
tes se rebela ante la idea de que le apliquen un trato que no se mere-
ce. Su autodefensa, sin embargo, sólo consigue provocar nuevos
ataques de su acusador con lo que la situación se parece mucho a
la escalada que se produce en las luchas de poder a las que hacía-
mos referencia en el punto anterior.

La práctica de la teoría

Es un buen hábito aprender a tomar distancia de los problemas


para ampliar la propia perspectiva hasta alcanzar una comprensión
más exacta de la situación. No sólo se consigue con ello un mayor
acercamiento al plano objetivo de la realidad, sino que además dis-

78
CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

minuyen los niveles de ansiedad derivados de la activación de los


prejuicios personales.
Adoptar una actitud "científica" suele requerir rutinas de obser-
vación –desapasionada– y agrupamiento de fenómenos semejantes
para llegar a generalizaciones útiles y económicas. Los ejercicios
propuestos como parte práctica de este capítulo tendrán que versar,
por lo tanto, sobre la adquisición de hábitos clasificatorios de situa-
ciones problemáticas siguiendo el esquema expuesto en las páginas
precedentes.
Hemos considerado cuatro categorías de problemas: Forzar lo
espontáneo, eludir lo temido, defender los criterios personales y
acusar con la defensa (cada lector puede buscar otros criterios de
clasificación que se acomoden mejor a su visión personal del
mundo y ese, también, puede constituir un excelente ejercicio de
reflexión). El primer ejercicio consistirá, por lo tanto, en asignar a
su grupo correspondiente cada una de las situaciones problemá-
ticas que se sugieren a continuación. Al final del capítulo se pro-
pone un modelo de solución –que no es, necesariamente "la" solu-
ción–.
a) "Yo nunca he tenido que hablar de sexo con mis hijos; esas cosas
ahora las explican en la escuela con muchos medios didácticos"
b) "Él siempre dice que me quiere, pero yo sé que, en realidad, eso es
sólo una pantalla para tenerme contenta y evitarse los reproches que
se merece por su actitud falsa"
c) "¡Tú tienes un problema!" –exclama airada la esposa , agobiada
ante la perspectiva de todas las tareas domésticas que tiene
por delante como argumento definitivo de su razón en la dis-
puta– "y es que nunca piensas en los demás"
– "Lo que ocurre en realidad, es que tú te empeñas en que las cosas
se hagan siempre a tu modo y no aceptas un criterio diferente", le
replica el marido
d) Una joven anoréxica persiste en su comportamiento de evita-
ción de alimentos en un desesperado esfuerzo por mantener
su aspecto aniñado.

79
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Resumen

Los tipos más frecuentes de problemas suelen pertenecer a


alguna de las siguientes categorías:
– Hacer esfuerzos para lograr que suceda algo que sólo
puede ocurrir de manera espontánea.
– Intentar eludir o aplazar lo que se teme.
– Empeñarse en mantener a toda costa las propias razones.
– Utilizar los argumentos justificatorios como indicios para
alimentar las dudas personales.

Posible solución al ejercicio 2:

a) "Yo nunca he tenido que hablar de sexo con Aplazar lo te-


mis hijos; esas cosas ahora las explican en la mido.
escuela con muchos medios didácticos".
b) "Él siempre dice que me quiere, pero yo sé Defensa acusa-
que, en realidad, eso es sólo una pantalla para dora.
tenerme contenta y evitarse los reproches que se
merece por su actitud falsa".
c) "¡Tú tienes un problema!" –exclama airada Defensa de las
la esposa, agobiada ante la perspectiva de razones pro-
todas las tareas domésticas que tiene por pias.
delante, como argumento definitivo de su
razón en la disputa– "y es que nunca piensas
en los demás".
– "Lo que ocurre en realidad, es que tú te empe-
ñas en que las cosas se hagan siempre a tu modo
y no aceptas un criterio diferente", le replica el
marido.
d) Una joven anoréxica persiste en su com- Forzar (en este
portamiento de evitación de alimentos en caso retrasar) lo
un desesperado esfuerzo por mantener su espontáneo.
aspecto aniñado.

80
5
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

"Por lo general, lo que promueve el cambio


es la desviación respecto a alguna norma"

Paul Watzlawick

Las reglas del juego

Virginia Satir señalaba la importancia de los "secretos de


familia" –el aborto de la tía soltera, el alcoholismo social del
padre, etc.– como elementos configuradores del propio carác-
ter familiar. Son incidentes de la pequeña historia genealógi-
ca, aparentemente ignorados por el grupo de parientes pero,
en la realidad, perfectamente conocidos por todos los miem-
bros del clan. Pues bien, lo mismo ocurre con la estructura de
muchos de los problemas: las interacciones conflictivas se
ajustan a unas determinadas reglas de juego que los jugado-
res no mencionan nunca explícitamente pero que respetan al
máximo, ciñéndose a lo permitido y lo prohibido por el regla-
mento tácito.
Hace algún tiempo traté a un muchacho del medio rural
con un trastorno obsesivo-compulsivo constituido por ritua-
les comprobatorios y de limpieza de tal complejidad que le
obligaban a permanecer buena parte del día en su casa, entre-
gado a su escrupulosa cumplimentación –lo que le llevó a
perder aquel curso– además de perturbar seriamente la con-
vivencia familiar.

81
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

El grueso de sus manías se centraba en torno al aparato de tele-


visión: nadie, salvo él, debía tocar el artefacto para encenderlo o
apagarlo. Además, había que comprobar determinadas alineacio-
nes tanto en los botones del televisor como del mando a distancia
y si observaba alguna huella grasienta o una mota de polvo en el
aparato, tenía que proceder a una complicada maniobra de limpie-
za. Si se le contrariaba en algún momento, el chico desencadenaba
una crisis de ansiedad de tal calibre que llegaba a provocarle unos
evidentes temblores corporales tras los cuales se encerraba en su
habitación y permanecía en un mutismo total.
El caso es que todo este complejo problema se desarrollaba
exclusivamente frente al aparato de televisión, situado en la cocina-
comedor, donde la extensa familia compuesta por abuelos, dos tíos,
padres y muchacho, se reunía a diario para comer y no tenía lugar,
por ejemplo, en relación al aparato de TV que los padres le habían
puesto al chico en su propia habitación.
El joven estaba siguiendo tratamiento psiquiátrico y había pasa-
do también por varios psicólogos, sin que el problema hubiera
variado en absoluto en el último año. Cuando, después de tomar
buena nota de los factores que parecían estar facilitando la ocu-
rrencia del problema sugerí a los padres que empezaran por retirar
el televisor del lugar donde comían, me miraron horrorizados
explicándome que no podían privar a los otros miembros de la
familia de su entretenimiento favorito a la hora de la comida.
El horror de aquellos padres provenía del hecho de que yo les
estaba proponiendo quebrantar una regla familiar estricta1 al invi-
tarles a tomar una iniciativa que, por norma consuetudinaria, no
era de su competencia. Por su función de padres, ellos estaban dis-
puestos a hacer añicos el dichoso televisor, pero como "herederos"

1. La estructura familiar en las zonas rurales de Galicia, con una incidencia muy
acusada de los peculiares sistemas de herencia de las tierras por los que la
mayor parte de la Propiedad queda en manos del hijo mayor, favorece el
mantenimiento de rígidos sistemas patriarcales en los que los abuelos son
dueños absolutos de todos los bienes, incluida la casa donde habita la fami-
lia extensa, mientras que el supuesto heredero, aún cuando pueda sobrepa-
sar los cincuenta años de edad, no es libre de tomar decisión alguna sin el
consentimiento de aquellos, so pena de que la herencia pase a algún otro hijo.

82
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

no podían quebrantar una regla familiar tácita por la que era preci-
so consultar con los abuelos hasta las más mínimas decisiones rela-
tivas a la casa. Todos comprendían que el problema más inmediato
a atajar era el comportamiento del chico a la hora de comer; todos
sabían que dicho comportamiento estaba relacionado con la pre-
sencia del televisor en el lugar de la comida, pero nadie quería de-
cirlo en voz alta, arriesgándose a que la sugerencia pudiera resul-
tar molesta a quien había que tener contento...
En nuestras interacciones personales jugamos muchas veces a
fingir que no somos conscientes de que la otra persona está desem-
peñando su papel, que consiste en simular que desconoce el nues-
tro propio. Si las reglas ocultas se hacen explícitas ya no es posible
continuar con el juego; pero esto, como ya hemos apuntado, puede
generar una considerable angustia al perder los puntos de referen-
cia que señalan las competencias y limitaciones de cada uno de los
participantes, con lo que, a partir de ese momento, ya no se puede
predecir con exactitud el comportamiento del otro protagonista que
hasta ahora se ha ajustado estrictamente a las normas implícitas.
En otra ocasión un padre solicitó una entrevista para exponerme
el caso de su hijo: el chico estaba fracasando estrepitosamente en
sus estudios, también había hurtado cantidades relativamente im-
portantes de dinero tanto de la propia casa como de la de algún
vecino; por último, había sido sorprendido en el colegio fanfarro-
neando ante sus compañeros con unas pajitas de hashis. Según la
versión paterna, el chico debía de tener un cociente mental tan bri-
llante que sus intereses intelectuales sobrepasaría los contenidos
concretos de su programa de estudios, lo que hacía que el mucha-
cho no atendiera a sus clases. Por otro lado, sus problemas de com-
portamiento eran debidos, seguramente, al carácter histérico de la
madre que sólo interactuaba con su hijo para reñirle constante-
mente. La pretensión de este padre era que, con la excusa de
comenzar un tratamiento con el chico, llamara yo a la madre a con-
sulta y, de una manera sutil, me pusiera a trabajar con ella ya que,
en definitiva, ella era la causa de todas las dificultades.
Evidentemente, en esa familia existía un juego de reglas muy
complejas y lo único que se pretendía con el simulacro de acudir a

83
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

la consulta del psicólogo era legitimar la distribución de los pape-


les en la farsa que se estaba organizando: Un padre tan preocupa-
do por la situación que estaba dispuesto a todo; incluso hasta a
recurrir a un psicólogo en busca de ayuda; un hijo víctima de la
incomprensión de quienes se ocupaban de su educación (profeso-
res que no sabían conectar con los verdaderos intereses del mucha-
cho; madre nerviosa que perturbaba aún más el comportamiento
del joven) y una madre, verdadera "causa" del conflicto existente,
tan trastornada que no podía hacer nada por sí misma para salir de
su estado de ansiedad permanente y empezar a contribuir así a la
paz familiar.
Pero desde mi perspectiva, la realidad que yo veía en la situa-
ción que ese padre me planteaba era muy diferente a su punto de
vista personal. Yo veía:
– Un adolescente negligente en sus estudios y con un compor-
tamiento gravemente desajustado, más por dejación de sus
propias responsabilidades personales que por incomprensión
de cuantos le rodeaban o por intereses intelectuales superiores
a los habituales en su edad.
– Un padre encubridor de las fechorías del muchacho, que esta-
ba funcionando como refugio constante del chico el cual, al
sentirse defendido por el padre, no hacía nada por responsa-
bilizarse de su propia conducta.
– Una madre angustiada como consecuencia de toda la situa-
ción anómala que estaba viviendo con su hijo en la que se sen-
tía una luchadora en solitario (ella era la que iba a hablar con
los profesores, con los vecinos robados y la que se encargaba
de vigilar las andanzas continuas del muchacho).
La contrapropuesta que yo le hice a este padre consistía en tra-
bajar directamente con todos los miembros de la familia, con el
objetivo de lograr que el chico empezara a modificar su comporta-
miento en lugar de intentar engatusar a la madre para que sólo ella
acudiera a psicoterapia –lo que equivalía a responsabilizarla en
exclusiva de la situación general. Por supuesto, cuando le expuse al
"preocupado" padre mi punto de vista, el juego concluyó definiti-
vamente entre nosotros de modo que él se despidió, supongo que

84
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

en busca de otro terapeuta que estuviera dispuesto a aceptar las


reglas que él pretendía instaurar.
El Análisis transaccio-
nal estudia pormenori-
Perseguidor Víctima
zadamente "los juegos a
los que jugamos" y las
2

reglas dinámicas a las


que éstos se ajustan. Una
aportación importante
de esta escuela psicoló-
gica ha sido la definición Salvador
del "Triángulo dramático"
compuesto por tres protagonistas que asumen los papeles relativos
de perseguidor, salvador y víctima de tal manera que estos roles
son intercambiables.
De este modo, si aplicamos la estructura del triángulo dramáti-
co al caso utilizado como ejemplo vemos que, según la apreciación
del padre, la víctima aparente es el muchacho, "perseguido" por sus
profesores y, fundamentalmente por la madre mientras que mi con-
sultante se reservaba el papel de salvador. Lo malo es que, como
decíamos, los papeles son fácilmente intercambiables, y eso es lo
que significan las dobles flechas del gráfico, por lo que, de no
implicarse de una manera activa en la solución de esa interacción
conflictiva en el seno de su propia familia, ese padre probablemen-
te no tardará en convertirse en víctima de las acciones de su hijo...
¡y ya se verá entonces si la madre está dispuesta a adoptar el papel
de salvadora!

Posturas frente al problema

Las soluciones que se van a intentar aplicar para solucionar un


problema dado van a estar configuradas por el conjunto de creen-
cias y actitudes de quien pretende llevarlas a cabo. Evidentemente,
la reacción de unos padres ante el comportamiento rebelde de su

2. Eric BERNE: Games People Play, New York: Grove Press, 1964.

85
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

hijo no va a ser la misma si ellos consideran que el chico está pasan-


do por un período, difícil pero transitorio y perfectamente justifi-
cable desde el punto de vista de su desarrollo evolutivo, que si
piensan que el muchacho está siendo víctima de alguna mala com-
pañía, o que su hijo sufre algún trastorno de carácter patológico. En
el primer caso la reacción más probable será inhibirse, mantenién-
dose a la espera, mientras que en el segundo, probablemente, adop-
tarán medidas coercitivas para lograr que el muchacho abandone a
sus amigos habituales y, en el tercero, decidirán remitir el problema
a un profesional de la salud mental.
Podemos considerar a la "postura personal" como un importan-
te mapa mental, característico de cada individuo, que refleja las cre-
encias más profundas en relación a lo que uno es, a lo que puede
esperar de sí mismo, de los demás y de la vida. Referida a la defini-
ción y resolución de problemas, es una manifestación de los valores
vitales del sujeto que se enfrenta a la situación conflictiva específica.
Ejemplos concretos de posiciones personales podemos encon-
trarlos indagando las razones por las cuales se realizan determina-
das elecciones como, por ejemplo, haber adquirido precisamente el
automóvil que se posee o el motivo de vivir en el barrio en el cual
se reside: en unos casos, las razones de prestigio primarán sobre las
económicas mientras que, en otros, será al contrario y también
encontraremos motivaciones de lo más insólito: desde la búsqueda
de la singularidad hasta el más profundo deseo de pasar totalmen-
te desapercibido.
Centrándonos en el ámbito de las interacciones conflictivas,
podemos comprobar que la postura personal se hace sentir ya en la
definición misma del problema. El comportamiento rebelde de un
muchacho se puede convertir en fuente de quebraderos de cabeza
para sus padres a partir de consideraciones muy diversas por parte
de éstos: puede que interpreten la situación como la evidencia de
su fracaso como educadores, o tal vez como una señal de inferio-
ridad respecto a sus amigos que no están teniendo conflicto alguno
con sus respectivos hijos; como una vergüenza ante sus vecinos
que constatan día a día las tropelías del chico y hasta como una
amenaza al concepto de sí mismos por cuanto, al fin y al cabo, la

86
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

conducta de su hijo no deja de ser una exteriorización de los pro-


pios genes que como padres han transmitido al muchacho.
También a la hora adoptar medidas para resolver un problema
la postura personal se hace sentir de un modo evidente: desde el
escéptico que duda de poder encontrar alguna salida a la situación
y, por ello, difícilmente intentará ninguna, hasta el optimista exal-
tado que minimiza la verdadera importancia que el problema
pueda tener, pudiéndose encontrar asimismo a la persona que se
siente responsable de la situación y decide tomar alguna iniciativa
,y a quien espera que otros le solucionen aquello de lo que no se
siente en modo alguno partícipe.
La comprensión de la propia postura personal, o el análisis de las
posiciones de otras personas que nos puedan pedir ayuda para la
resolución de sus propios conflictos, resulta, como vemos, indis-
pensable a la hora de diseñar un cambio efectivo que nos ayude a
desterrar las soluciones ineficaces que están reforzando los círculos
viciosos en los que podemos estar inmersos. Por ello, merece la pena
que hagamos un pequeño alto en la consideración de este aspecto
del comportamiento, que a menudo nos pasa desapercibido.
Virtualmente, podemos encontrar tantas posturas vitales como
personas individuales que se enfrentan a sus propios problemas.
Sin embargo, de alguna manera, es posible delimitar ciertas cate-
gorías actitudinales que los humanos solemos adoptar como con-
secuencia de nuestros valores personales, y este es un campo que
diferentes autores o escuelas psicológicas han intentado acotar en
base a sus propios modelos teóricos. Pues bien, dentro de las múl-
tiples categorizaciones propuestas por diferentes sistemas o escue-
las psicológicas, me gustaría destacar dos: El modelo de los patro-
nes de comunicación de Virginia Satir y la fascinante propuesta del
Eneagrama.

Patrones de comunicación
Virginia Satir, la genial terapeuta familiar, fallecida hace unos
años, consideraba que los humanos buscamos, fundamentalmente,
protegernos de la amenaza que supondría el hecho de ser rechaza-
dos por los demás y que, para lograrlo, recurrimos básicamente a

87
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

un determinado estilo de interacción con los otros, lo que refleja


una "postura personal" típica en las interacciones humanas. Los
patrones de relación interpersonal identificados por Satir son los
siguientes:
– Conciliador:
La persona que adopta sistemáticamente esta postura vital es
muy poco asertiva: se suele valorar a sí misma menos que a los
demás –los importantes son los otros– por lo que considera que se
debe esforzar mucho para mantener el aprecio de quienes le rode-
an. Jamás hace valer sus preferencias ni sus opiniones. Está muy
pendiente de los deseos de las personas de su entorno y se desvive
por atenderlas. Consigue, en efecto, el aprecio de los demás pero a
costa de renunciar a su propia identidad. A nivel fisiológico, este
tipo de personas suelen desarrollar sintomatologías psicosomáti-
cas3 relacionadas con tensión muscular y trastornos del aparato
digestivo –lo cual no deja de ser una materialización de todo cuan-
to, metafóricamente, tienen que "tragar"–.
– Acusador
Manifiesta una personalidad agresiva. Parece que los demás le
estorban y que son ellos quienes tienen la culpa de que las cosas no
marchen como él desearía. Él se siente en posesión de la verdad y
si el mundo marcha mal, son los otros los responsables. Sistemáti-
camente se muestra en desacuerdo con las opiniones ajenas y trata
de imponer la suya con mucha vehemencia. Normalmente esta
postura personal esconde una fuerte vulnerabilidad e intensos sen-
timientos de soledad: en realidad suele salirse con la suya, pero a
costa de que los demás rehuyan su compañía. A nivel fisiológico,
como a este carácter le "arde la sangre", suele desarrollar síntomas
de hipertensión esencial u otros trastornos cardiovasculares.
– Calculador
Su mecanismo de defensa es el distanciamiento emocional a tra-
vés de la racionalizción. Todo lo analiza cerebralmente y trata de no
mostrar sentimiento alguno, permaneciendo continuamente en

3. Existe una tendencia creciente a relacionar los factores de estrés psíquico


con la vulnerabilidad a las enfermedades orgánicas. La psiconeuroinmuno-
logía es una ciencia joven que está avanzando en este sentido.

88
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

una actitud tranquila, fría y contenida. Detrás de esta fachada de


aséptico intelectualismo se esconde el miedo a verse desbordado
por los propios sentimientos. Como la postura implica un aleja-
miento constante de las zonas candentes y la adopción de un punto
de vista supervisor que permita un análisis objetivo, las personas
que adoptan este patrón de relación suelen desarrollar síntomas
relacionados con tensión muscular de la espalda: lumbalgias, rigi-
dez, cefaleas tensionales, problemas de cervicales, etc.
– Irrelevante
Es la persona de comportamiento disparatado, que logra desim-
plicarse de toda situación interpersonal mediante mecanismos de
comportamiento absurdo. Sus comentarios no tienen relación con
la situación y hace observaciones superficiales sobre asuntos que
no vienen al caso. En realidad, trata de defenderse de sus propias
tensiones emocionales fingiendo que no existen ya que, en reali-
dad, se siente desplazado en todas partes. Los posibles síntomas a
desarrollar por las personas que mantienen esta actitud personal
están relacionados con la confusión mental, la inestabilidad (vérti-
gos) y la descoordinación corporal.
Estas cuatro pinceladas nos pueden ayudar a imaginar el cuadro
completo de muchas posturas personales que van a condicionar el
rango de las soluciones intentadas para poner fin a las interaccio-
nes problemáticas: la de quien tiene que conseguir que le obedez-
can, la del que no puede arriesgarse a que no le quieran, el que no
ve el problema, el que sólo estará dispuesto a adoptar soluciones
"razonables"...

La propuesta fascinante
El máximo objetivo de todos los sistemas psicológicos ha sido,
desde siempre, la elaboración de un sistema clasificatorio de la
personalidad de tal precisión que pueda no sólo describir las
características de una persona determinada, sino también de pre-
decir con exactitud su comportamiento futuro. De este modo se
han definido numerosas categorizaciones algunas de las cuales
han alcanzado niveles de divulgación considerables, como la
conocida diferenciación entre introvertidos y extrovertidos, mien-

89
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

tras que otros son sólo manejados por los profesionales del estudio
de la conducta humana.
Pues bien, en los últimos años se ha comenzado a reconsiderar
una antigua propuesta de estudio de la realidad humana basada,
al parecer, en conocimientos milenarios recogidos por los sufíes:
el eneagrama, de historia confusa y misteriosa –elementos en los
que reside buena parte del encanto de este instrumento de auto-
transformación– que sorprende al profesional de la psicología por
la detallada descripción de caracteres humanos que propone así
como por las sensatas direcciones de desarrollo que contempla.
Aunque el tema del eneagrama se merece la extensión de todo
un libro4, por existir ya una amplia bibliografía que lo recoge, me
limitaré a lo más esencial de la cuestión, en relación a las "posturas
personales" y proporcionaré al lector interesado en el asunto una
reseña de libros sobre el asunto al final del capítulo.
Según podemos observar en el gráfico representativo del enea-
grama, la estrella de nueve puntas, se consideran nueve actitudes
vitales –las etiquetas asignadas a cada uno de los eneatipos que
generalmente se identifican mediante su número correspondien-
te– de manera que
cada individuo, aún ENEAGRAMA

cuando pueda mostrar


CONCILIADOR 9
algunos rasgos atribui-
bles a diferentes gru- LÍDER 8 1 PERFECCIONISTA
pos, puede encontrar
una descripción carac- VITALISTA 7 2 SERVICIAL
terística de su habitual
modo de ser y de com- LEAL 6 3 EJECUTIVO

portarse en alguno de OBSERVADOR 5 4 ROMÁNTICO


los nueve tipos, el que
corresponda a su pos-
tura personal.
Cada eneatipo se configura en torno a un defecto o "pecado
capital" –comportamiento compulsivo– característico de las perso-

4. Estudiar el Eneagrama y escribir sobre él es uno de mis proyectos de


futuro.

90
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

nas que componen el INDOLENCIA


grupo eneagrámico, tal 9

como se esquematiza en REPRESALIA


8 1
IRA

la figura siguiente.
Las líneas que unen PLANIFICACIÓN 7 2
SUPERIORIDAD

entre sí a los eneatipos TEMOR EFICACIA


representan las posibles 6 3
AHORRO
direcciones de desarro- 5 4
MELANCOLIA

llo e involución que


puede seguir cada per- COMPORTAMIENTOS COMPULSIVOS

sona en su búsqueda de
perfección o bien en el afianzamiento cada vez más sólido del
defecto característico. Así, por ejemplo, el tipo 5, que característica-
mente es un observador desimplicado de los acontecimientos que
ocurren a su alrededor, debe moverse hacia el 8 –el líder– asu-
miendo compromisos y responsabilidades respecto a los demás
para superar así su individualismo y desembarazarse de la "avari-
cia" que le mantiene centrado en sí mismo. Si, por el contrario, el 5
organiza su comportamiento en función del otro tipo eneagrámico
al cual está unido mediante la otra rama de la estrella, el 7, su
empeño en "vivir la vida", actitud característica de este otro eneati-
po, le conduciría a encerrarse más en sí mismo, en el disfrute de su
propio bienestar, con lo que, de nuevo, se afianzaría más su com-
portamiento compulsivo inicial de "guardar para sí" en lugar de
compartir con los demás.
Veamos entonces las posturas vitales, las actitudes personales
que contempla el eneagrama:
1.- El Perfeccionista. La actitud personal correspondiente a
cuantos se pueden encuadrar en este tipo viene definida por un
marcado nivel de exigencia –hacia sí mismo y hacia los demás. Los
problemas, normalmente, surgirán por su inflexibilidad y su per-
feccionismo. La frase emblemática de las personas que se caracteri-
zan por esta postura ante la vida podría ser la conocida "un sitio
para cada cosa y cada cosa en su sitio". El aspecto más apreciable entre
los "1" es su entrega al trabajo; el polo negativo de tal cualidad: la
intolerancia. El personaje de ficción representativo –exagerada-

91
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

mente– de esta tipología vendría a ser la "Señorita Rotenmeyer", la


austera institutriz de la historia de "Heidi". Entre los personajes
reales5 que, personalmente, encuadraría en este grupo figura
Severo Ochoa, el premio Nobel español cuya entrega a su trabajo
siempre me ha parecido encomiable.
2.- La persona Servicial se caracteriza por su entrega a los
demás. Parece vivir más para los otros que para sí misma. La cua-
lidad más apreciable entre los "2" es su interés por los demás; lo
peor que pueden hacer con ese tesoro es transmutarlo en absor-
bencia. El problema básico de este tipo de personas puede radicar
en que sólo pueden considerarse valiosas en la medida en que se
sienten útiles a los demás con lo que, en casos extremos, pueden
caer en el juego del "salvador" que se empeña en cuidar a su prote-
gido aún en contra de la voluntad de éste. Su frase característica
sería algo parecido a la cita evangélica: "venid a mí los afligidos". El
personaje ficticio representativo de este grupo sería la estatua prin-
cipesca en "El príncipe Feliz", de Oscar Wilde, que se despoja de
cuanto tiene para socorrer a las personas necesitadas de su reino.
Entre las personas reales se podría pensar en la Madre Teresa de
Calcuta.
3.- El Ejecutivo suele mantener una actitud de exigencia conti-
nua consigo mismo que siempre le lleva a ir más allá, a superarse
continuamente. "Nunca digas nunca jamás" podría ser su grito de
guerra para nunca caer rendido en una empresa. La virtud mejor
cultivada en este grupo es el dinamismo; el aspecto más negativo
que pueden llegar a desarrollar, la superficialidad. Los problemas
relacionados con esta postura personal pueden derivarse del senti-
miento de insatisfacción permanente que suele acompañar a quie-
nes mantienen esta actitud o bien de un espíritu de competición
malsana que lleva a desarrollar una actitud constante de pugna con
los demás. Pero sobre todo, el mayor problema de los "3" eneagrá-
micos se deriva del hecho de que, continuamente, viven más repre-

5. Las referencias a personas reales, vivas o fallecidas, como representantes de


un eneatipo determinado son apreciaciones meramente subjetivas del autor
y no ejemplos paradigmáticos. En todo caso, el autor desea expresar su más
profundo respeto y admiración hacia todas las personas referenciadas.

92
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

sentando el papel de triunfador que en contacto con su propia rea-


lidad personal. La mayor parte de los denominados "yuppies"
podrían asignarse a esta categoría. Tal vez el cantante Michael
Jackson podría elegirse como un ejemplo de persona que, cara a los
demás, muestra más su rol que su vida interna.
4.- El grupo de los Románticos está constituido por cuantos
viven en y para sus propios sentimientos. Suele tratarse de gente
muy especial, de alta sensibilidad, envueltos en un aire de soledad
e incomprensión por parte de quienes les rodean. Tienen un senti-
do fatalista de la vida y suelen mostrar una sensibilidad muy deli-
cada. "El sentimiento trágico de la vida" podría ser el título corres-
pondiente a su vida afectiva. La cualidad más destacable en este
grupo es su especial sensibilidad; su debilidad más paralizadora, la
tendencia a la depresión morbosa. "La Dama de las camelias" que
no puede llegar a disfrutar las delicias del amor sería una buena
representante de este grupo. Entre las personas de carne y hueso
que yo asignaría al eneatipo "4" figura Antonio Gala, cuya alta sen-
sibilidad se deja traslucir en sus palabras, ademanes y hasta en el
más mínimo detalle que rodea a su persona. El problema mayor de
los "4" consiste en que, paradójicamente, sólo el sufrimiento los
mantiene en contacto con la vida y por ello no saben cómo liberar-
se de sus pesares.
5.- "Pienso, luego existo" podría ser la frase emblemática de los
Observadores, en buena medida ajenos a su mundo emocional y
que rehuyen la realidad a base de interponer continuamente ante
ellos la lente de la racionalidad. Temerosos de perder el control ante
aquello que no comprenden, se empeñan en controlar todas las esfe-
ras de la realidad convirtiéndose en polifacéticos introvertidos. La
cualidad más destacable de los "5" es su capacidad de integración;
el peor defecto que pueden desarrollar: el desapego. El personaje de
ficción más representativo que yo encuentro para este grupo es el
detective "Nero Wolfe" que resuelve los más intrincados casos sin
desplazarse de su domicilio, ni llegar a entrar nunca en contacto con
la sangre y las víctimas, valiéndose de las informaciones que le pro-
porciona su ayudante. Bertrand Russell, polifacético pensador, ma-
temático, psicólogo, filósofo, etc. podría ser el prototipo real de los

93
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

“5”. Las áreas de conflicto de los "observadores" pueden estar en


relación con la inevitable necesidad de "mojarse", de implicarse en
interacciones interpersonales que a menudo temen.
6.- Al tipo de los Leales pertenecen cuantos se sienten identifica-
dos con un grupo de cualquier índole –deportiva, política, religiosa,
familiar– de tal manera que desarrollan un sentido del "nosotros"
que se superpone al del yo personal. "El deber es lo primero" es su
máxima. La virtud característica de los "6" es la confiabilidad; el
defecto extremo en el que pueden incurrir, el fanatismo. El proble-
ma que entraña esta actitud vital es que el "nosotros" cohesionador
requiere la existencia de un "ellos" antagonista, lo que puede gene-
rar tensiones partidistas. Cuando el enemigo no se puede situar en
el exterior, a menudo se identifica con el propio líder grupal, con lo
que se generan disensiones y cismas. Adolfo Suárez, el primer pre-
sidente democrático de nuestro país me parece un "6" característico.
También Martín Lutero quien en su empeño por permanecer leal a
sus convicciones llegó a enfrentarse y romper con sus superiores.
7.- El tipo Vitalista es aquél que sabe disfrutar realmente de la
vida: se la bebe a tragos, literalmente. El título del filme "Qué bello
es vivir" constituye su lema. Su cualidad es el optimismo, su capa-
cidad de extraerle todo su jugo a la vida, mientras que su mayor
defecto lo constituye el hedonismo a ultranza. Centrado continua-
mente en planificar un futuro idealizado se olvida de vivir su pre-
sente. Las áreas más conflictivas en que puede incurrir el tipo "7" se
relacionarán, probablemente, con su "sed" de diversión que lo
orientarán hacia la desimplicación con las propias responsabilida-
des. Un personaje de ficción representativo del grupo podría ser
Paul McKlein, el personaje de "El río de la vida", encarnado en la
pantalla por Brad Pitt, cuya dramática vida gira en torno a la pesca
y las mesas de juego. Como personaje real, se me ocurre la faceta
más gastronómica de mi admirado Camilo José Cela tal como se
presentaba en algunos anuncios televisivos.
8.- El Líder tiene una personalidad fuerte e independiente, un
personal sentido de la justicia –equivocado o no– muy desarrolla-
do y una autoridad natural. El grito de guerra para los "8" es: "Por
encima de mi cadáver". Su mejor cualidad, desde luego, es esa ten-

94
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

dencia innata de protección del débil y su aspecto más negativo, la


violencia arrolladora que pueden desplegar frente a sus "enemi-
gos". Las áreas de conflicto de las personalidades tipo "8" estarán,
probablemente, relacionadas con su agresividad y las difíciles rela-
ciones que pueden entablar con la gente de su entorno. Como per-
sonajes representativos del grupo podríamos señalar a los "bandi-
dos generosos" de la época del Romanticismo que despojaban a los
ricos para entregárselo a los pobres y a su prototipo de ficción,
Robin Hood, mientras que entre la gente real, la figura de Jesús Gil,
con su personal visión de lo que es justo e injusto, no estaría muy
alejada de esta tipología.
9.- El Conciliador es la persona pacifista por naturaleza; el
"puente" siempre tendido entre actitudes encontradas como vía de
solución de conflictos e integración de posturas. No es extraño que
la cualidad que la gente aprecia más entre los integrantes de este
grupo caracteriológico sea, precisamente, su sentido de la diploma-
cia, de la negociación; mientras que el defecto mayor en el que pue-
den incurrir es la indolencia. De natural tranquilos y calmosos, su
postura ante la vida se puede resumir en la conocida expresión apli-
cable a los problemas que a menudo nos preocupan innecesaria-
mente: "Si tiene solución, ¿por qué preocuparse?; y si no la tiene... ¿por
qué preocuparse?". Los premios Nobel de la Paz son un buen semi-
llero de este grupo caracteriológico. Entre los políticos se me ocurre
señalar al actual secretario general de la OTAN, Javier Solana.
Si se miran con detenimiento, las nueve posiciones contempla-
das en el Eneagrama cubren un amplio espectro de descripciones
caracterológicas que en los sistemas clasificatorios de rasgos de
personalidad más actualizados sólo aparecen parcialmente defini-
das. De hecho se ha estudiado el paralelismo entre Eneagrama y el
sistema tipológico propuesto por C.G. Jung, que se asienta sobre
tres consideraciones esenciales del funcionamiento psíquico huma-
no: la orientación básica (intro-extraversión), las funciones prefe-
rentes (percepción: a través de los sentidos o de la intuición; juicio.
mediante pensamiento racional o en base a procesos afectivos) y las
funciones observables (juzgar y percibir). Tampoco será muy difí-
cil, incluso al lector ajeno a las cuestiones técnicas de la Psicología,

95
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

apreciar la relación entre los eneatipos y la clasificación de la per-


sonalidad en función de los intereses predominantes propuesta por
Allport, Vernon y Lindzey que agrupa a las personas en base a sus
personales preferencias de carácter teórico, económico, estético,
político, social o religioso.

La zona minada
A menudo, los valores personales, la actitud o posición desde la
que se enfoca una situación problemática, da lugar a una clase típi-
ca de comportamientos que apunta hacia una intencionalidad
determinada. Así, por ejemplo, la conducta consistentemente torpe
de un niño que deja caer todo cuanto pasa por sus manos o los olvi-
dos sistemáticos que experimenta un adolescente respecto a los
encargos que se le encomiendan, puede estar orientada a conseguir
la atención que desean de cuantos les rodean en un intento –efecti-
vo muchas veces– de sentirse a sí mismos importantes. La reitera-
da desobediencia de un muchacho que, sistemáticamente, va segui-
da por la correspondiente riña paterna, suele apuntar hacia una
lucha de poderes mediante la cual, probablemente, padre e hijo se
dedican a delimitar sus territorios personales y sus correspondien-
tes zonas de influencia. Ciertos comportamientos constituyen pura
y simplemente intentos de venganza abiertos o encubiertos hacia
alguien contra quien se guarda algún resentimiento. También es
posible encontrar muestras de ineptitud por parte de quien, sim-
plemente, desea que lo dejen en paz.
Llamadas de atención, pulso de poderes y desquite son tres de
los objetivos a los que apuntan numerosos comportamientos ina-
decuados o conflictivos en los que se encuentra involucrada una
relación interpersonal. A menudo constituyen peldaños de una
misma escalera que, inadvertidamente, van subiendo quienes se
enredan en una dinámica conflictiva, de manera que el comporta-
miento que comienza constituyendo una simple molestia para la
persona hacia la que va dirigido, pasa a convertirse en un desafío a
la autoridad, lo cual desencadena la consiguiente réplica punitiva
que, a su vez, genera un deseo de desquite en el protagonista más

96
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

débil institucionalmente. El otro tipo de conducta inapropiada, las


muestras de ineptitud, puede darse en un contexto interpersonal o
bien producirse a partir de un sentimiento individual de incapaci-
dad, como en el caso de las depresiones o las fobias.
Las personas del entorno habitual de este tipo de "provocado-
res" reaccionan con un comportamiento que está determinado tam-
bién por su posición personal y, de este, modo se inicia un clásico
círculo vicioso, indicativo de que se está engendrando un típico
problema circular. Así, a cada tipo de comportamiento inadecuado
se le suele contraponer una reacción típicamente ineficaz y conti-
nuadora del conflicto:
Las llamadas de atención intentan ser neutralizadas recurriendo
a un tono irritado:
– "Oye, papá y por qué...” (enésima pregunta que el niño aburri-
do dirige a su cansado padre que, a la vuelta del trabajo, inten-
ta concentrarse en la repetición de las jugadas más interesan-
tes de los partidos del domingo).
– "Hijo, ¿no ves que estoy intentando descansar? espérate un rato y
luego juego contigo".
La acción del niño ha conseguido desencadenar una fuerte reac-
ción emocional en su padre; se puede decir que el hijo "controla" las
emociones del adulto; el niño es, por lo tanto, el "vencedor" en esta
interacción
Los desafíos a la propia autoridad intentan ser contrarrestados
dándole más fuelle al mando institucional:
– "¡Es así porque lo digo yo y basta!" (el padre está encendido de
ira porque, lejos de agachar la cabeza como un corderito, su
hijo le está haciendo ver algunas incoherencias de sus argu-
mentaciones de adulto en relación a las salidas nocturnas con
sus amigos).
– "¡Pues por mucho que me chilles, no vas a tener más razón!" (el hijo
se muestra firmemente sereno, lo cual desencadena un enojo
aún mayor en el padre).
Los deseos de revancha generan nuevos deseos de venganza:
– "Por haberte peleado con tu hermano te quedarás esta noche sin ver
la TV".

97
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

– "Espera que te agarre.." (le susurra por lo bajo el reo a su acusa-


dor mientras le lanza una mirada cargada de odio).
El comportamiento de ineptitud provoca deseos de "rendirse"
dejando por imposible a quien muestra tal conducta inadecuada o
bien es la justificación para abandonarse uno mismo evitándose la
incomodidad de todo intento de autosuperación:
– "No, mira, se hace de esta manera... (después de mostrarle un
modelo varias veces)... ¡oh!, está bien, deja, yo te lo hago".
O tal vez:
– "Tengo una voluntad muy débil... es inútil que siga intentando dejar
de fumar...".
Pues bien, como estas actitudes son las que provocan que la
interacción se mueva permanentemente en el mismo círculo, es
importante ser consciente de su existencia para evitar a toda costa
penetrar en la misma "zona minada" que, sin remisión, nos con-
ducirá de nuevo al lugar del que, precisamente, queremos salir.
Si el padre del primer ejemplo evita caer en su propia zona
minada de irritabilidad cada vez que su hijo solicita su atención y
se esfuerza en desarrollar otra actitud diferente, por ejemplo
tomando él la iniciativa para desarrollar algún juego de contacto
físico con el niño en cuanto llega a casa en lugar de enfrascarse en
la televisión, el niño ya no tendrá razón alguna para persistir en sus
molestas llamadas de atención. Otro tanto se puede decir de quien,
con su propia actitud, alimenta una escalada simétrica por la cum-
bres del poder: la mejor estrategia para romper el círculo de vio-
lencia engendrado por el "ordeno y mando" es otorgar a la parte
contraria algunas de las cotas de responsabilidad que demanda. En
cuanto al ánimo de revancha, no es difícil comprender que el ejer-
cicio de la venganza sólo genera ansias de desquite en la parte per-
dedora, con lo que, fácilmente, se desencadenará una interminable
rueda de vindicaciones en la que, sucesivamente el que ha queda-
do por debajo se situará momentáneamente arriba hasta que, de
nuevo, el otro lo haga caer.
En cuanto a las manifestaciones de ineptitud o las actitudes de
impotencia, la zona minada está constituida precisamente por el
deseo de retirada que provocan. Si un maestro "se rinde" ante la

98
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

manifiesta cerrazón de su alumno para aprenderse la tabla de mul-


tiplicar, probablemente pasarán años antes de que el alumno, efec-
tivamente, la aprenda. Pero si en lugar de eso el maestro persevera
buscando formas amenas o sorprendentes de estimular el interés
del chico, acelerará el proceso de aprendizaje. De hecho, muchos
programas diseñados para el mejoramiento del rendimiento inte-
lectual, como el "Proyecto HARVARD"6 o el "Programa de Enrique-
cimiento instrumental" (P.E.I.)7 de Reuven Feuerstein han demos-
trado resultados sorprendentes en alumnos con síndrome de
Down, que si hubieran caído en manos de profesores fácilmente
asequibles al desaliento, no hubieran desarrollado todo el potencial
del que demostraron ser capaces. Lo mismo ocurre en relación a
uno mismo: la actitud de rendirse ante los repetidos fracasos per-
sonales sólo conduce a nuevos fracasos. La zona minada a evitar,
por lo tanto, frente a estas actitudes, tanto de los demás como pro-
pias, es el abandono.

La práctica de la teoría

La asimilación de los puntos tratados en este capítulo, más que


una práctica puntual sobre un par de ejercicios escritos, requiere el
desarrollo de una disposición personal de reflexión en torno a las
posibles actitudes, propias y ajenas, que subyacen a cada fragmen-
to de comportamiento externo:
– ¿Qué creencias, valores, qué postura personal, en definitiva,
parece estar justificando la adopción de una determinada con-
ducta?
– ¿Qué papel se está desempeñando en el juego de comporta-
miento en cada caso: víctima, perseguidor, salvador?
– ¿Qué actitud vital parece ser la predominante en cada uno de
los actos cotidianos: conciliador, acusador, calculador, irrele-
vante?

6. CEPE. Madrid, 1992.


7. Bruño. Madrid, 1992.

99
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

– ¿Qué clase de tipología de personalidad se puede atisbar por


debajo del estilo habitual de funcionamiento propio y de los
demás: perfeccionista, entregado, avasallador, melancólico,
distante, adherente, despreocupado, justiciero, indolente?
Mejor que unos pocos ejercicios con solución modelo, será
mucho más provechoso consultar las referencias bibliográficas del
final del capítulo e iniciar, a través de alguna de las lecturas suge-
ridas, la aventura de descubrir a los demás a través del conoci-
miento de uno mismo.

Resumen

– La interacciones problemáticas parecen seguir unas reglas


determinadas por los valores personales.
– Las reglas encubiertas pueden definir diferentes papeles
que los protagonistas de la relación-problema están jugando
inadvertidamente.
– Los papeles más simples en una relación difícil son los de
perseguidor-víctima-salvador
– Las posturas personales más frecuentes en relación con
los demás son las de: conciliador, acusador, calculador e irrele-
vante.
– La caracterología individual condiciona la actitud perso-
nal frente a una situación conflictiva. Un buen sistema de clasi-
ficación de personalidad se puede encontrar en el eneagrama y
sus nueve tipos: perfeccionaste, entregado, triunfador, senti-
mental, observador, leal, vividor, justiciero y conciliador

100
POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Lecturas recomendadas sobre el Eneagrama:

BARON, Renee y WAGELE, Elizabeth: El Eneagrama., Barcelona: Plane-


ta, 1995. Se trata de una obra de fácil lectura y muy comple-
ta. Excelente como introducción al tema.
BEESING, María; NOGOSEK, Robert J.; O´LEARY Patrick H.: El Eneagra-
ma Un camino hacia el autodescubrimiento, Madrid: Narcea,
1995 (3ª ed.). Excelente obra de estos pioneros en el estudio y
divulgación del tema. Contiene un interesante capítulo sobre
Eneagrama y espiritualidad.
GALLEN, Maria-Anne y NEIDHART, Hans: El Eneagrama de nuestras
relaciones, Bilbao: Desclée De Brouwer, 1997. Son dos exce-
lentes obras de iniciación en la teoría eneagrámica. La pri-
mera enfocada hacia el autodescubrimiento personal y la
segunda, con una dimensión hacia lo social.
MELENDO, Maite: En tu centro: El Eneagrama, Santander: Sal Terrae,
1993. Libro de fácil comprensión, con el aliciente de estar
escrito por una autora española, desde un punto de vista más
cercano a nuestra propia cultura. Ideal para iniciarse en el
tema.
PALMER, Helen: El Eneagrama, Barcelona: Los Libros de la liebre de
marzo, 1996. Se trata de la obra más recientemente publicada
en España sobre el tema y tiene la virtud de que su autora es
una auténtica pionera en el estudio del Eneagrama.
RISO, Don Richard: Tipos de Personalidad. El Eneagrama para descu-
brirse a sí mismo, Santiago de Chile: Cuatro Vientos, 1993.
––––– Comprendiendo el Eneagrama, Santiago de Chile: Cuatro
Vientos, 1994. Estas dos obras de Riso son, probablemente,
las más completas y didácticas publicadas hasta la fecha.
Pueden servir como manual de consulta permanente y como
texto de aprendizaje sistemático.
––––– Descubre tu perfil de personalidad en el Eneagrama., Bilbao:
Desclée De Brouwer, 1997.

101
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ROHR, Richard: Eneagrama y crecimiento espiritual, Madrid: P.P.C.,


1995. Sorprendente obra de este franciscano de Nuevo Méji-
co. Conviene estar iniciado en el tema para sacarle todo su
jugo a la obra.

Cursos sobre Eneagrama:

Instituto de Dinámica e Interacción Personal. C/ Hortaleza 73,


Madrid Tfno. 91 310 32 38

102
6
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN
"El principio de más de lo mismo no produce 'sorprendente-
mente' el cambio deseado, sino que, por el contrario,
la 'solución' contribuye a aumentar el problema
y se convierte en el mayor de ambos males"

Paul Watzlawick

Cuando el problema es la solución

Patricia es una joven universitaria que intenta (¡por terce-


ra vez!) sacar adelante las asignaturas que tiene pendientes de
primer curso de Historia. De brillante trayectoria a lo largo
tanto de la EGB como de los estudios de bachillerato, posee
además un notable talento musical –de hecho, está conclu-
yendo sus estudios de piano–. Sus padres, además de quejar-
se de la mala marcha de la chica en los estudios, describen el
comportamiento de su hija como caótico, desordenado,
inconstante y sumamente variable. La madre, como ilustra-
ción a todo ese panorama, refiere la anécdota de que Patricia
no sólo deja tirada su ropa por cualquier parte, sino que inclu-
so es capaz de despreocuparse de hacer desaparecer la com-
presa que debería arrojar a la basura, olvidándosela ostento-
samente en cualquier lugar de la casa.
Los padres de Patricia constituyen una pareja culta, de
posición económica desahogada, interesada en temas intelec-
tuales y sin ningún tipo de problema serio de convivencia
entre ellos. La segunda hija del matrimonio, además, es una
chica encantadora, en absoluto problemática y excelente estu-

103
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

diante y ellos aportan ese dato como justificación de que no deben


ser unos padres tan desastrosos como para explicar el comporta-
miento problemático de su hija mayor.
Cuando este angustiado matrimonio se pregunta cómo es posi-
ble que una hija pueda desorganizar su conducta hasta el punto de
repetir por tercer año consecutivo un mismo curso de carrera, a
pesar de todo el empeño, esfuerzo y cuidado que ellos han estado
poniendo en la educación de las chicas, están muy lejos de plante-
arse que, en realidad, buena parte del problema de comportamien-
to de Patricia se puede estar dando a causa de ese mismo empeño,
preocupación y desvelo que están teniendo con la chica.
Puede parecer un disparate; sin embargo, la cuestión es bien
simple: Si cada vez que alguien se enfrenta a un problema aparece
una persona que lo resuelve por ella, entonces la propiedad del
problema pasa del primer al segundo sujeto. Es el juego del perse-
guidor-víctima-salvador: el salvador se convierte en víctima de
quien resulta salvado por su intervención y empieza a percibir a
éste como su perseguidor.
En el caso de Patricia, ella podía actuar del modo en que lo hacía
sabiendo, por una parte, que sus padres no sólo le iban a tolerar
que repitiese año tras año el mismo curso, sino que, además, podí-
an permitírselo económicamente. También sabía, porque lo estaba
constatando cada vez que surgía el tema, que si dejaba tirada su
ropa y sus cosas por cualquier parte, alguien se las recogería de
todos modos, con lo que ella siempre se iba a encontrar su habita-
ción arreglada y sus pertenencias en perfecto orden. En otras pala-
bras, lo que estaba manteniendo vivo el problema de Patricia era el
hecho de que continuamente sus padres se encargaban de "sacarle
las castañas del fuego".
Llevando las cosas hasta un punto extremo, podemos conside-
rar también el caso de problemas tan acuciantes en nuestra socie-
dad como la anorexia: Las estadísticas demuestran que este tras-
torno es prácticamente desconocido en los países del tercer mundo;
cuando la preocupación principal de las personas es encontrar el
alimento necesario para sobrevivir cada día, no tienen cabida con-
sideraciones referidas a la cantidad de calorías que conviene o no

104
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

ingerir en cada comida para mantenerse esbeltos. Se dice también


que una buena batalla cura las depresiones y que en las líneas de
combate no se conocen los estados depresivos (otra cosa es lo que
pueda ocurrir en retaguardia o los efectos postraumáticos de una
vivencia de tensión continuada en el frente). Cuando la preocupa-
ción primaria es la autodefensa, la conservación de la propia vida
en cada minuto del presente, no hay lugar para las especulaciones
acerca de futuros más o menos abrumadores y pesimistas.
De este modo, bien es verdad que simplificando exageradamen-
te las cosas, podemos entrever cómo un problema de déficit ali-
mentario está vinculado a la disponibilidad de comida en abun-
dancia por parte de la persona afectada, o una situación de angus-
tia vital puede desencadenarse a partir del hecho de no tener una
"batalla" personal en la que comprometerse.

Hacia la solución efectiva:

De todo lo expuesto hasta el momento, no será de extrañar que


la propuesta genérica para poner término a cualquier situación
conflictiva, recurrente o que se prolonga indefinidamente en el
tiempo, consista en poner fin a la solución infructuosamente inten-
tada durante todo ese espacio de tiempo o en los momentos en que
se ha querido atajar en vano el problema, y probar a hacer algo
diferente. Dicho de un modo sencillo:

Si lo que estás haciendo no funciona, prueba algo diferente.

Parece una verdad de "perogrullo" pero, paradójicamente, la


gente en lugar de ponerla en práctica se empeña en actuar como
aquellos esquimales que no sabían nadar, aferrándose consistente-
mente a sus viejas pautas conocidas aún a sabiendas de que no van
a solucionar su problema.
La solución a cualquier problema requiere un cambio, la intro-
ducción de un elemento nuevo, actuar desde un nivel diferente o
partiendo de unos presupuestos distintos –aunque esto no quiere

105
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

decir que cualquier cambio vaya a arreglar la situación–. A veces


los cambios suceden de manera espontánea, pero lo más normal es
que haya que provocarlos intencionadamente para salir del estan-
camiento de la rutina.
Los papeles en una familia pueden estar distribuidos de manera
rígida de modo que cada miembro se ajusta a su partitura. La fami-
lia navega a través de sus pequeñas crisis rutinarias: broncas, que-
jas, reproches... tal vez el padre ha institucionalizado –a pesar de las
protestas de su mujer– el desaparecer los sábados por la tarde para
ir a echar la partida con los amigos y ver el partido de turno en el
bar. No se trata de infidelidades escabrosas, ni de adicción al juego;
simple definición de su papel masculino. Quizás la madre pone el
grito en el cielo cada vez que su marido deja caer algo de ceniza
sobre la pulcra alfombra... nada de grandes crisis; tan sólo ajustarse
a su papel de ama de casa. Puede que la única hija del matrimonio
vaya creciendo sin grandes sobresaltos: algunos problemillas con el
inglés del colegio y, por supuesto, con las matemáticas; sus fiestas
de cumpleaños con las amigas y toda la vida por delante.
Tal vez esa familia ni siquiera se ha dado cuenta de que está
tejiendo un inmenso problema en torno a sí: el de la rutina, el has-
tío, la desilusión. En consecuencia, no se plantean hacer nada por
cambiar el estado de las cosas. Millones de familias sobreviven así
durante años y más años.
Pero, quizás ocurre algo imprevisto: un amago de infarto lleva
al padre a ser ingresado en el hospital; tal vez un coche atropella a
la niña o un accidente doméstico convierte a la madre en una vícti-
ma de la fatalidad. En cualquier caso, ha surgido una crisis. De
pronto, los papeles desempeñados hasta el momento ya no sirven:
el marido se da cuenta de que no es el "macho" independiente que
se puede valer por sí mismo eternamente; la niña siente por prime-
ra vez el miedo ante la realidad de la muerte que ha visto angus-
tiosamente cercana y la madre empieza a comprender en su propia
carne que hay cosas más importantes que la alfombra del salón. Ya
es un punto de partida. Por lo de pronto se habrá producido, como
mínimo, un cambio de actitud personal en alguno de los miembros
de esa familia o en todos ellos.

106
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

Además, puede que empiecen a tener lugar otras variaciones


sutiles en el entorno de los tres personajes: Quizás, por primera
vez, pasen juntos la velada del sábado acompañando al miembro
de la familia enfermo. Tal vez hagan planes conjuntos para cuando
las cosas vuelvan a la normalidad. En cualquier caso empiezan a
estar en disposición de propiciar un cambio real en sus vidas que,
probablemente, abrirá una salida hacia la solución al problema de
rutina y hastío en el que habían incurrido sin darse cuenta.
Otras familias no tienen la "suerte" de encontrarse con la opor-
tunidad de un cambio espontáneo a través de una crisis de cual-
quier tipo y languidecen en sus rutinas habituales arrastrando un
sentimiento difuso de amargura y desazón, sin conseguir localizar
el origen de su malestar. Algunos otros grupos familiares tienen
mayor sensibilidad y, ante la activación de esa alarma sorda pero
persistente, deciden buscar ayuda profesional para intentar reo-
rientar su trayectoria hacia una meta más ilusionante que la que
vislumbran desde su comportamiento de rutina.
A la hora de diseñar un cambio efectivo hacia una situación más
satisfactoria que la de partida, se supone que ya tenemos delimita-
do nuestro problema y que estamos en condiciones de definir o, al
menos, intuir las posturas personales de los protagonistas implica-
dos en la interacción conflictiva y que están contribuyendo al man-
tenimiento del problema. El primer paso hacia el cambio efectivo
ha de ser, por supuesto:

Definir un objetivo de cambio mínimo


Toda meta se alcanza después de una sucesión más o menos
larga de pasos. Cualquier gran cambio ha de asentarse en pequeños
cambios previos. El punto de partida más lógico para dar solución
a cualquier problema ha de ser orientar, del modo más concreto
posible, el rumbo a seguir y fijarse una primera meta cercana y
fácilmente alcanzable.
Si se quiere vaciar un camión de veinte toneladas no se puede
hacer de golpe; hay que ir descargándolo saco a saco. Hace muchos
años que la sabiduría popular utiliza la metáfora de la "bola de
nieve" para ejemplificar el modo en que un comienzo modesto

107
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

puede llegar a alcanzar proporciones considerables. En los países


tropicales se recurre al "efecto mariposa": teóricamente es posible
que una mariposa que agita suavemente sus alas en la selva ama-
zónica desplace una pequeña masa de aire que a su vez, bajo deter-
minadas condiciones, ponga en movimiento a otra más considera-
ble y así sucesivamente hasta desencadenar un huracán en Florida.
Pues bien, es este efecto mariposa o bola de nieve lo que hay per-
seguir a la hora de encarar la solución de un conflicto.
Cuando Pedro intentó volver a la autoescuela tras suspender
por primera vez su examen de conducir, se sintió invadido por
una angustia tan grande que fue incapaz de entrar en el aula, por
lo que decidió dejarlo aquel día y volverse a su casa. Como en los
días siguientes se repitió exactamente la misma situación y la reac-
ción de Pedro fue igualmente de huida, pensó en pedir ayuda psi-
coterapéutica para sobreponerse a su naciente problema de ansie-
dad fóbica.
Tras una primera entrevista con el joven –en la que se constató
una actitud extremadamente perfeccionista por su afán de demos-
trar a su suegro que él no era ningún "tonto" y toda una serie de
demandas internas exageradas en el sentido de "tener que" aprobar
en el primer intento, así como pensamientos ansiógenos del estilo
"todos los que han empezado conmigo van a sacar el carnet antes
que yo; me voy a convertir en el "tonto" de la autoescuela"– se acor-
dó rebajar inicialmente su objetivo global: "aprobar en el siguiente
examen" por el más específico de:
– Entrar en el aula, tomar unos tests y cubrirlos hasta la llegada
del profesor de teórica.
– Atender a la explicación sobre normas del código correspon-
dientes a ese día.
– Permanecer una hora más en la autoescuela, una vez conclui-
da la exposición del profesor, trabajando con otros tests y com-
probando los resultados

Cambiar la posición personal


El cambio, por supuesto, ha de orientarse en la línea de menor
resistencia y, tal como hemos explicado, las actitudes personales

108
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

son los muros de contención de las interacciones conflictivas, los


cauces que ayudan a que los problemas fluyan una y otra vez
siguiendo exactamente el mismo curso que en anteriores ocasio-
nes. En una palabra, la postura personal forma parte integrante
del problema.
"Cuando uno no quiere, dos no discuten", sentencian sabiamen-
te las madres cuando uno de sus hijos se empeña en mantener una
disputa con su hermano acusándole de haber sido él el iniciador de
la pelea. Cuando, en medio de un partido de tenis, uno de los dos
jugadores decide que tiene cosas más importantes que hacer que
jugar con la raqueta, no tiene más que dejar pasar unas cuantas
bolas y el final partido se precipita en pocos instantes, o también
puede dejar la raqueta en el suelo directamente y marcharse a las
duchas. Pero si se empeña en devolver cada pelota que el adversa-
rio le lanza, el último set puede ser interminable y dejar exhausto
al jugador deseoso de acabar.
Quien se empeña en mantener su postura provoca que la otra
parte se afiance en sus posiciones lo que, a su vez, conduce a una
reafirmación más sólida del primer protagonista y así comienza la
famosa "escalada" conflictiva que nunca concluye ni conduce a
solución satisfactoria alguna. La homeopatía se fundamenta en el
principio de que "lo semejante se cura con lo semejante" lo cual
quiere decir que el remedio debe ser instaurado a partir de aquello
que provoca los mismos síntomas que la enfermedad a la que se
quiere combatir. La "homeopatía psicoterapéutica" ha sido descu-
bierta hace ya bastante tiempo y ha recibido el nombre de "inten-
ción paradójica". Así, mientras el "(sin)sentido común" aconseja
combatir un síntoma mediante la actitud contraria a pesar de la ine-
ficacia de este método, sistemáticamente comprobada, la técnica
paradójica aconseja seguir la corriente del problema en lugar de
interponer los habituales diques actitudinales que, inevitablemen-
te harán que revierta en donde menos se desea.
Es como en el cuento de la caña y el roble: tanta resistencia ofre-
ció el roble frente al viento que terminó quebrándose mientras que
la caña, flexionándose en la dirección del huracán capeó sin pro-
blemas el temporal. Del mismo modo, el padre empeñado en some-

109
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ter a un hijo rebelde, sólo conseguirá provocar una mayor rebeldía


en el chico que, a la menor oportunidad, buscará la manera de
desafiar la autoridad paterna para situarse por encima, llegando
incluso a fugarse de casa si la presión ya ha alcanzado cotas muy
elevadas; mientras que si el padre abandona la lucha, probable-
mente el conflicto bajará a niveles más negociables.

Caminar despacio
Como en música, cada cambio tiene su "tempo" e intentar acele-
rarlo sólo desemboca en estridencias. Problemas que han ido cris-
talizando a lo largo de los años no pueden desvanecerse por arte de
magia (por cierto: la magia en psicoterapia no existe) en unos pocos
días. Es preciso asegurar el objetivo final consolidando previamen-
te cada una de las conquistas logradas.
La actitud más importante a desarrollar a lo largo de este cami-
no pausado es la de observador inteligente que aprende de cuan-
to examina y reconoce las leyes ocultas en los fenómenos que con-
templa, de manera que su sensación de control sobre la situación
que está manejando se fundamenta cada vez con mayor solidez
en su comprensión de las relaciones entre lo que hace y lo que
obtiene.
También es bueno tener en cuenta que la solución de un proble-
ma, de cualquier problema, por importante que sea, no supone la
inauguración de una etapa de felicidad perpetua para el resto de
los días de existencia, sino que, más bien, la vida es una sucesión
de problemas y que, tras el que acabamos de dejar atrás, segura-
mente nos espera otro. Pero hay que saber también que un proble-
ma es sólo eso: una situación a la que conviene poner remedio. No
se trata ni del fin del mundo ni de algo "horroroso".

Áreas de cambio
Según la estructura del problema al que debemos enfrentarnos
en un momento dado, puede que sea necesario enfocar nuestro
objetivo hacia los aspectos interpersonales de una relación o quizás
el problema esté principalmente ubicado en nosotros mismos, con
lo que el terreno de juego va a ser nuestra actitud personal.

110
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

Sea cual sea el área conflictiva, los cambios que podemos pro-
ponernos iniciar pueden estar dirigidos hacia tres aspectos de la
realidad social o personal:

– El ámbito interno de los pensamientos y cogniciones.


– El mundo de los afectos y sentimientos más íntimos.
– El área concreta de las acciones personales, de la conducta
observable.

Los tres espacios constituyen, en realidad, aspectos parciales de


la realidad global del funcionamiento humano:
La filosofía básica de la vida –el mapa general de referencia,
podríamos decir, o la base teórica de la "postura personal"–, consti-
tuye el sustrato a partir del cual se activan las valoraciones corres-
pondientes a cada situación concreta en la que nos hallamos, la
definición de uno mismo y de los demás, con todas las derivacio-
nes que ello implica sobre aspectos tales como autoestima, juicios
sobre los otros, expectativas, etc.. A nivel operativo se concreta en
una especie de diálogo interno permanente, más o menos cons-
ciente, que mantenemos con nosotros mismos, ya sea en forma ver-
bal o de imágenes.
El clima afectivo se genera principalmente a partir de las valo-
ración subjetiva de los acontecimientos que nos toca vivir en un
momento dado, en el sentido de que los juicios personales pueden
modular la intensidad de una emoción ya sea magnificándola o
minimizándola (recuérdese la referencia a la teoría Racional-
Emotiva de Albert Ellis apuntada en el apartado "Problemas sin
dueño" del capítulo II). Además, la percepción personal de la inten-
sidad de una emoción es utilizada como criterio confirmador de los
presupuestos filosóficos de partida.
El repertorio de conductas de cada cual está en función de sus
presupuestos filosóficos básicos al tiempo que participa también de
la esfera afectiva en el sentido de que el actuar o abstenerse de
hacerlo en función de las creencias de base, activa determinados
estados emocionales. Además, los actos concretos sirven a su prota-
gonista para consolidar su propia visión del mundo y de sí mismo.

111
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Esta triangulación mutua-


SENTIMIENTOS
mente confirmatoria puede
alterarse, sin embargo, modi-
ficando alguno de sus ele-
mentos: Si forzamos un cam-
bio filosófico mediante deba- CREENCIAS COMPORTAMIENTO

te y cuestionamiento de los
planteamientos cognitivos de
base, es posible modificar los sentimientos asociados al plantea-
miento primitivo y arriesgarse a iniciar nuevas conductas funda-
mentadas en los nuevos puntos de vista que se van consolidando.
Por otra lado, si nos "arriesgamos" a realizar nuevos comporta-
mientos que no figuraban inicialmente en el repertorio personal,
es posible que algunos de los presupuestos teóricos de base tengan
que ser modificados. Finalmente, también es posible forzarse a
modificar un sentimiento llevándolo hasta niveles "razonables" o
tolerables, tal como propone Albert Ellis con sus ejercicios de "ima-
ginación emotiva", en los que invita al sujeto a representarse una
situación problemática al tiempo que se esfuerza en mantener un
nivel de emociones adecuadas, lo cual le lleva a efectuar algunos
reajustes en su manera de pensar posibilitándose, por consiguien-
te, nuevas maneras de actuar en esa situación inicialmente proble-
mática.
Pues bien, estos cambios mínimos, lentos y dirigidos a modifi-
car algunos aspectos de la posición personal pueden iniciarse
sobre cualquiera de los tres aspectos del funcionamiento global. No
obstante, como normalmente es más fácil ejercer un control directo
sobre las acciones, será en esta área donde se centrarán la mayor
parte de los intentos de cambio voluntariamente iniciados.

Cambiar la estrategia:

"Si lo que estás haciendo no funciona, haz algo diferente". No debe-


mos perder de vista esta máxima fundamental en la filosofía del
cambio estratégico ya que toda acción encaminada a la obtención

112
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

de un nuevo resultado debe partir de la novedad, de la diferencia


respecto a los viejos caminos trillados cuyo indeseable destino ya
conocemos de sobra.
La clave fundamental del cambio se sitúa en la "postura perso-
nal". A menudo es este empeño en ganar el partido de tenis lo que
provoca que el juego se prolongue indefinidamente, mientras que
el hecho de deshacerse de la raqueta propiciaría la conclusión
inmediata del partido. Por eso, a nivel general, lo que se debe per-
seguir a la hora de poner fin a cualquier situación de conflicto con-
siste en adoptar una postura diametralmente diferente a la mante-
nida hasta ese momento.
Veamos las posibilidades de acción en cada una de las diferen-
tes categoría problemáticas que se han señalado anteriormente
(véase capítulo IV):

Forzar lo espontáneo
Frente al empeño persistente en conseguir, sin resultado alguno,
que se produzca aquello que sólo puede ocurrir de modo natural,
la única postura que cabe adoptar para abrir una vía hacia resulta-
dos diferentes es, precisamente, empeñarse en no lograr aquello
que deseamos conseguir. Este camino aparentemente absurdo es
ampliamente utilizado en psicoterapia, por ejemplo a partir de téc-
nicas paradójicas tales como la prescripción del síntoma que pro-
pugna Viktor Frankl1 así como otros muchos autores.
Se puede constatar fácilmente que la mayor parte de los sínto-
mas fisiológicos como el insomnio o las disfunciones sexuales son
mantenidos, en buena medida, por la exigente demanda de que las
cosas funcionen de manera diferente: Cuanto más empeño pone el
insomne en lograr caer dormido, mayor ansiedad se genera a sí
mismo con sus exigencias de aprovechar al máximo las pocas horas
que le quedan hasta el momento de tener que levantarse. Si en
lugar de angustiarse por el reloj o la perspectiva de un día somno-
liento, se dedicara a disfrutar de su música favorita o de una lectu-
ra apasionante, o bien se afanara en hacer la limpieza del cuarto

1. Viktor E. FRANKL: Logoterapia y Análisis Existencial, Barcelona: Herder, 1990.

113
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

trastero, como mínimo, se desestresaría y, muy probablemente, lle-


garía a caer rendido cuando menos se lo esperara.
Del mismo modo, cuanto más se esfuerza en experimentar una
erección la persona afectada de impotencia, más es presa de su pro-
pia ansiedad de expectación y, en consecuencia, más dificultades
experimenta para lograrlo con lo que su frustración aumenta, aña-
diendo un nuevo problema a la situación, mientras que si aceptara
de entrada su dificultad y se centrara más bien en el juego amoro-
so, en el que es posible participar sin erección alguna, sus probabi-
lidades de lograrla aumentarían significativamente.
También, el pretender forzar el nacimiento de un determinado
sentimiento en otra persona es encuadrable en este apartado.
Conozco un puñado de casos de padres o madres separados que,
dolidos por el hecho de que sus hijos parecen más encariñados con
el padre con quien conviven habitualmente, se empeñan en obligar
a los pequeños a que los quieran a ellos en las fechas que el juez les
ha estipulado como régimen de visitas cuando lo más razonable
sería partir del hecho de que es lógico que el niño se sienta más
apegado hacia la persona con la que convive habitualmente y tra-
tar de ganar su cariño no por decreto y a fecha fija, sino mediante
detalles y a lo largo de todo el año.

Evitar lo temido
Cuando alguien siente aprensión ante una situación es porque
se ve a sí mismo sin los recursos pertinentes para hacerle frente y
salir airoso. En consecuencia, la reacción más inmediata consiste en
tratar de esquivar la situación. Pero de ese modo se pierde la opor-
tunidad de adquirir la práctica necesaria para el desarrollo de esos
recursos de los que no se dispone. Este es el caso de las fobias y de
las situaciones ansiógenas en general. Cuanto más se evita un estí-
mulo temido, mayor temor llega a producir con lo que las conduc-
tas de evitación se vuelven más dominantes en el futuro.
La única manera de superar el temor a una situación es entran-
do en escena y haciendo frente al miedo que ese estímulo desenca-
dena. Sin embargo, hay que hacer una matización: las personas
fóbicas a menudo se comparan con quienes no experimentan su

114
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

temor irracional y, al comprobar que los demás superan sin la


menor dificultad las situaciones que para ellos resultan totalmente
insoportables, se ponen como meta "agarrar el toro por los cuernos"
y enfrentarse a sus miedos hasta aplastarlos... con el resultado de
que, con frecuencia los aplastados son ellos mismos.
La actitud correcta para enfrentarse a lo que se teme consiste,
por el contrario, en enfrentarse a la situación pero partiendo de una
idea de falta de dominio ante ella, tal como hacen, por ejemplo, los
oradores nerviosos que comienzan su disertación anunciando al
auditorio su estado de nervios. Del mismo modo, alguien que teme
a los ascensores, puede probar a utilizarlos mientras comprueba
cómo su corazón se acelera (no estaría mal que observara su tasa
cardíaca y la anotara en una libretita a intervalos de un minuto, así
como cualquier otro síntoma de angustia que vaya sintiendo en su
organismo) y hace predicciones acerca de cuál será el piso más cer-
cano en el momento en que pierda el conocimiento.
O bien, si todo eso le parece excesivamente angustioso, puede
dedicarse a planificar con todo cuidado el día en que decidirá, por
fin, subir a un ascensor: hasta qué piso llegará y si va a realizar la
experiencia sólo o en compañía de alguien que le inspire seguridad;
a continuación deberá visualizar toda esa situación varias veces
hasta el más mínimo detalle mientras se encuentra en un estado de
relajación lo más completo posible, y todo esto durante varias jor-
nadas. Llegado el día del desafío, volverá a relajarse profunda-
mente mientras activa pensamientos de tranquilidad y bienestar.
Después, se dirigirá al ascensor elegido y esa vez ni siquiera inten-
tará subir, sino que lo aplazará hasta el día siguiente en el que sólo
subirá hasta dos pisos por debajo del nivel inicialmente propuesto
(en todo caso no debe subir más allá de un par de pisos) y así suce-
sivamente.
El primer procedimiento de hacer frente a la claustrofobia se
relaciona con la técnica de la "terapia implosiva" y puede ser muy
eficaz a corto plazo. El segundo enfoque está más próximo al espí-
ritu paradójico que, en realidad, puede fomentar un auténtico
deseo de "meterse en harina" de una dichosa vez en lugar de andar-
se con tanto rodeo.

115
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Defender el baluarte
Esta es la postura clásica del "partido de tenis". La actitud que
deberían desarrollar aquellos que siempre están empeñados en
salirse con la suya para demostrar su dominio es la de aprender
que el auténtico poder se demuestra consiguiendo que el otro fun-
cione de la manera que uno desea pero sin que se de cuenta de que
en realidad está siendo manejado.
Se trata de una especie de Judo psicológico en el que, como en
la lucha japonesa, en lugar de oponerse frontalmente a la fuerza del
adversario, se emplea, precisamente, su propia energía para hacer-
le caer. Si alguien se lanza contra uno para derribarlo y el atacado
se empeña en parar el golpe, en realidad lo único que hace es ayu-
dar al agresor a mantenerse en pie, mientras que si se aparta, es
muy fácil que el agresor caiga por su propio impulso.
Conozco a una pareja de "aries" –en realidad ignoro su signo
zodiacal ni, por supuesto, me importa en absoluto conocerlo–
cuyas interacciones más habituales consisten en darse cabezazos de
oposición dialéctica. Cuando acudieron en demanda de asesora-
miento psicológico, en realidad pretendían una especie de juez que
otorgara la razón a una de las partes en detrimento de la otra por
lo que quedaron un tanto frustrados cuando les expliqué que esa
no era mi función. Después de algunas sesiones con cada uno de
los cónyuges por separado, procuré explicarle a la mujer –dado que
ella era la que más sufría y, en realidad, era quien había demanda-
do la terapia– cómo podía hacer en concreto para practicar esta
clase de "Judo psicológico", pero ella lo interpretó como una pro-
puesta para "ceder" ante las injusticias del marido. Cuando por fin
logré hacerle entender que la inteligencia es la forma más refinada
de poder, ella empezó a vislumbrar numerosas maneras de lograr
salirse con la suya a partir de una aparente actitud de sumisión
ante su esposo. Se guardó su "puño de hierro" y empezó a entrenar
su "mano izquierda" con unos resultados muy esperanzadores.
En definitiva, frente a la actitud de tener razón en todo momen-
to y querer salirse siempre con la suya, se debe aprender a mante-
ner una posición de debilidad aparente, lo cual puede implicar
desde la sustitución del imperioso "tienes que" por un más amable

116
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

"por favor, ¿podrías...?", pasando por técnicas más sutiles como el


desconcierto para captar la atención (dado que en las interacciones
beligerantes la otra parte puede estar tan enfrascada en el desplie-
gue de su propio ataque que no capte las señales de cambio que
empezamos a emitir, se pueden aplicar fórmulas de "choque" que
provoquen la sorpresa de nuestro oponente) o estratagemas de
"sabotaje benévolo" que ejemplificaremos en el capítulo siguiente.

Defensa acusadora
Cuando el problema más acuciante entre dos personas consiste
en un típico círculo vicioso que comienza con la imputación por
parte de uno de los protagonistas de determinados comportamien-
tos perversos en el otro y, ante la defensa negadora del acusado, se
utiliza esa misma negación como prueba de su mala disposición
para reformarse, lo que ocurre, en realidad, es que se está inician-
do un círculo vicioso tan tupido que es imposible intentar buscar
una salida "razonable". Este puede ser el caso de un ludópata en
vías de cura: si cada vez que llega a casa su esposa le interroga acer-
ca de sus incursiones en las máquinas tragaperras y éste niega
haberse gastado ni un duro en tal vicio, pero su negativa es inter-
pretada como una mentira defensiva, la situación puede llegar a ser
tan asfixiante que induzca al presunto jugador a incurrir nueva-
mente en su hábito, como un medio de venganza frente a la actitud
inquisitorial de la que ha de protegerse cada día.
Mi paciente paranoica, de la que ya he hablado en capítulos
anteriores, vive muy preocupada pensando si no estarán hablando
de ella a sus espaldas. Una y otra vez interroga a quienes conviven
con ella, pero nunca se queda satisfecha con las negativas que reci-
be; más bien sospecha que se confabulan para ocultarle la verdad
de sus veladas murmuraciones. En cierta ocasión que acudió a la
consulta acompañada por su madre aproveché para hablar con ésta
y organizar una estrategia que pudiera servir a toda la familia para
aliviar un poco su tensa situación. De este modo, en presencia de la
joven, di a la madre instrucciones en el sentido de que, cada vez
que la chica les preguntara si habían estado hablando de ella, le
contestaran sistemáticamente en sentido afirmativo. Me aseguré de

117
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

que la joven había comprendido bien lo que le esperaba cuando


volviera a la carga con sus dudas martirizantes y aguardé hasta la
consulta siguiente. En la siguiente sesión, en efecto, mi paciente me
informó de que la situación se había convertido en una especie de
juego aburrido porque desde la vez anterior ya no sabía si sus fami-
liares habían estado hablando realmente de ella o si se limitaban a
seguir mis instrucciones, con lo que su obsesión por interrogarles
continuamente había decaído notablemente.
En resumen, para romper el círculo de las "coartadas acusato-
rias", la actitud a desarrollar consiste en confirmar las dudas en
lugar de oponerse a ellas. Si, al contrario que en el caso de mi
paciente paranoide, la otra parte desconoce las reglas del juego,
habrá que provocar su desconcierto recurriendo a confirmar sus
dudas unas veces con un inequívoco aire burlón y otras veces con
un talante completamente serio, de manera que ya nunca sepa a
qué atenerse.

La práctica de la teoría

A estas alturas es posible que ya se haya perfilado alguna zona


conflictiva concreta sobre la que se desea iniciar algún cambio posi-
tivo. Por lo que llevamos expuesto, debería estar ya bastante claro
que el problema, si bien lo miramos, no radica en la "causa" que ha
dado origen a la demanda de cambio –eso pertenece al pasado y
nosotros sólo podemos actuar sobre el presente concreto– ni,
mucho menos, es el inevitable fruto de un caprichoso "destino" del
que somos juguete. El problema, más bien, radica en aquello que
estamos haciendo para conseguir que las cosas permanezcan inmu-
tables, en la misma situación indeseable en la que se encuentran; el
problema es la solución y todos nuestros esfuerzos deben orien-
tarse a propiciar un cambio en la estrategia que abra nuevas posi-
bilidades de resolución no intentadas hasta la fecha.
Por ello, el objetivo de este capítulo apunta claramente a la rup-
tura del círculo vicioso, no abriendo un gran boquete en la estructu-
ra de nuestra conducta habitual, sino, sencillamente, permitiendo

118
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

que se inicie una leve ranura a través de la cual pueda empezar a


salir parte de la presión que estamos soportando con nuestra actitud.

Determinar el círculo vicioso


Tal vez las prácticas iniciadas en capítulos anteriores puedan
servir como punto de partida, o, a lo mejor, este es el momento de
centrarse en un área diferente, de mayor relevancia que las que se
han venido utilizando para realizar los ejercicios anteriores. En
todo caso, el primer movimiento va a consistir en determinar la
relación problema-solución ineficaz mantenida hasta el momento y
para ello, hay que definir con todo detalle ambos parámetros:
a) El contexto: Especificar el área elegida a nivel de comporta-
mientos. Si el asunto sobre el que se ha decidido trabajar está enun-
ciado en términos excesivamente abstractos, conviene concretarlo
hasta especificar niveles de comportamiento muy definidos (por
ejemplo, si el área de cambio propuesta es inicialmente tan amplia
como "reducir mi inseguridad", será necesario matizarla inicialmen-
te con expresiones más precisos que incluyan elementos como:
– Momento (¿por la mañana, por la tarde, cuando hay mucha
gente, cuando me quedo solo...?
– Lugar (¿en el trabajo, en casa, en el restaurante...?)
– Personas implicadas (¿el jefe, los amigos, los suegros, deter-
minado proveedor o cliente...?)
– Comportamiento específico –propio y de los otros (¿quedarse
callado, ponerse colorado, salir huyendo, hablar por los
codos...?; ¿los otros miran, se sonríen, dicen algo en concreto,
levantan la voz, amenazan ...?)
b) La solución intentada: Determinar claramente todas las ten-
tativas puestas en marcha para poner fin a la situación que, evi-
dentemente, no han tenido éxito hasta el momento. He aquí algu-
nos más frecuentes de intentar provocar un cambio:
– Castigar, reñir, amenazar, advertir
– Esforzarse más en lograrlo, exigir(se), imponer
– Desistir, abandonar, rehuir
– Razonar, sermonear
... ... ...

119
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

c) La actitud implicada en la solución ineficaz, como por ejem-


plo:
– Demostrar que tengo razón
– Hacerles ver que no se pueden arreglar sin mí
– Demostrar(me) que no soy menos que ellos
– Echarles en cara el daño que me hacen
– Mantener el control de mis emociones
– Sentirme protegido
– No complicarse la vida
– Hacerles pagar sus errores
– Evitar discusiones
Determinar la postura personal que mantiene determinado
comportamiento no siempre es tarea sencilla. Los humanos somos
unos expertos en el arte de engañarnos a nosotros mismos. De
hecho, los "mecanismos de defensa" de los que tan largamente se
ha venido ocupando la literatura psicológica no son otra cosa que
argucias de las que todos nos servimos para mantener alta la pro-
pia autoestima a base de ocultarnos la realidad. Por eso, este paso
ha de ser encarado con firme delicadeza de manera que no cons-
tituya un descubrimiento doloroso, pero, al mismo tiempo, que
sea afrontado con decisión. De hecho, la cumplimentación de esta
fase constituye más de las tres cuartas partes de la solución del
problema.

Romper el círculo por el punto diametralmente opuesto


Una vez que se ha determinado la actitud personal oculta, no
será difícil determinar la postura que constituye su polo opuesto.
Pues bien, una vez realizada esta constatación, será necesario ini-
ciar una nueva vía en esa dirección, diametralmente diferente a
todo lo intentado hasta el momento, en la seguridad de que sólo
intentando algo diferente podremos alcanzar otro resultado.

120
PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

Algunas actitudes personales y sus


correspondientes opuestos

-Tengo razón. -Me equivoco muchas veces.


-Soy imprescindible. -Los otros pueden ser auto-
suficientes.
-No soy menos que nadie. -Hay muchos que me superan.
-Sufro intensamente. -Puedo soportar mucho más.
-Tengo que protegerme. -Soy muy capaz de asumir
riesgos.
-Tengo que demostrar quién -No necesito hacer alardes.
soy.
-No quiero complicarme. -Asumo cualquier compromi-
so.
-“Me las pagarás”. -“Perdóname”.
-No voy a discutir contigo. -Quiero que me expliques
muchas cosas.

Resumen
Estructura lógica de la solución de problemas:

PROBLEMA

de otro mío

INTENTOS
DE SOLUCIÓN

funciona no funciona

SEGUIR NUEVA SOLUCIÓN

FIN

121
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Esquema de la solución de problemas:

El problemas es: La nueva solución a intentar


será:
- Me empeño en que suceda - Hacer lo posible por que no
algo que sólo puede ocurrir ocurra (Ej.: mantenerse despier-
espontáneamente. ta para combatir el insomnio).
- Trato de evitar algo. - Programarse para hacer un
mal papel en la confrontación
(Ej.: empiezo a hablar en públi-
co confesando mi nerviosis-
mo).
- Quiero salirme con la mía. - Me pongo en manos de mi
oponente (Ej.: pido la colabora-
ción de mi hijo en lugar de em-
peñarne en que me obedezca).
- Tengo que defenderme - Doy la razón a mi acusador
continuamente de acusacio- sistemáticamente (ej.: siempre
nes injustas. afirmo que he (fumado, bebido,
jugado...) cuando me lo pre-
guntan, tanto si lo he hecho
como si no).

122
7
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

"Si no tiene ningún sentido, nos evita un montón de


preocupaciones ya que no necesitamos encontrarle ninguno"

El rey de la baraja en Alicia en el país de las Maravillas.


Lewis Carroll
La bola de nieve
Prepararse para cambiar puede ser una tarea más compli-
cada de lo que a primera vista parece. El cambio es un arte, tal
como demuestra Paul Watzlawick en su obra1 y como en todo
arte, se pueden utilizar determinadas técnicas, seguir ciertas
pautas estandarizadas y hasta esforzarse en utilizar las canti-
dades exactas de la "receta", pero la obra completa depende
de algo más que de la aplicación mecánica de unas cuantas
operaciones infalibles. A la hora de diseñar una estrategia de
cambio, es preciso partir no de unas normas prefijadas ("¿de
qué se trata aquí?: ¿de un intento de "forzar lo espontáneo? ¡Ah,
bien! entonces lo que tengo que aconsejar es que boicotee sus inten-
tos de éxito") sino de la comprensión de la postura personal
del sujeto que demanda ayuda o de la actitud propia que, sis-
temáticamente, nos conduce a obtener el resultado que menos
deseamos.
Entonces, ¿cómo diseñar la estrategia de cambio con las
mayores garantías de éxito?, ¿cómo aplicar las instrucciones de
la receta para conseguir un guiso comestible y hasta sabroso?

1. Paul WALTZLAWICK: El arte del cambio, Barcelona: Herder.

123
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Los dos elementos básicos ya han sido comentados en anterio-


res capítulos; no obstante, dada su importancia fundamental, no
estará de más recordarlos de nuevo brevemente:

Fijar un cambio mínimo


Ante todo, hay que mentalizarse de que un largo camino sólo se
puede recorrer paso a paso, o de que para descargar un camión de
varias toneladas, la única forma posible de hacerlo es procediendo
a vaciarlo saco a saco. En un buen guiso es importante ajustar las
cantidades mínimas de los condimentos que lo acompañan; sufi-
cientes para potenciar su gusto, pero no tan abundantes que lle-
guen a encubrir el sabor característico del plato.
Del mismo modo, se ha de proceder a iniciar cualquier cambio:
contando con el efecto bola de nieve y en la seguridad de que una
vez desencadenado, las cosas rodarán por sí solas. Los objetivos,
por lo tanto, han de ser lo bastante modestos para que puedan lle-
gar a alcanzarse sin demasiado esfuerzo, pero lo suficientemente
significativos como para que el nuevo estado de cosas empiece a
hacerse evidente, de tal manera que se tenga la sensación de que se
va cumpliendo un objetivo tras otro.

Concederse todo el tiempo preciso


Por seguir con el símil culinario, podemos entender fácilmente
que un plato necesita su tiempo exacto de cocción: si se apura
demasiado, posiblemente quedará sin hacerse por algunas zonas,
mientras que, si se deja demasiado tiempo al fuego, puede que-
marse. En todo caso, a efectos digestivos, siempre será mejor que
los alimentos estén un poco pasados antes que crudos.
Otro tanto ocurre con los cambios. Para que una nueva conduc-
ta o relación queden debidamente asentadas es necesario que se
fragüen durante el tiempo necesario. El desarrollo de nuevos hábi-
tos requiere la práctica repetida de determinadas acciones, progre-
sivamente con mayor maestría, hasta su perfecta consolidación.
Todo lo novedoso requiere un tiempo de adquisición y de asenta-
miento por eso mismo, es importante no apresurarse con los cam-
bios; es más, todo terapeuta consciente se encargará de atemperar

124
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

los ímpetus arrolladores de los consultantes excesivamente impa-


cientes por el logro de sus metas personales.
Otros aspectos no menos importantes para propiciar un cambio
efectivo son los siguientes:

Recolocar elementos más que "curar" actitudes


La filosofía del cambio parte
Enfoque sistémico:
de una perspectiva sistémica; es
decir, no considera al individuo
"disfuncional" independiente-
mente de su entorno. De esta
manera, se aparta decididamente
del modelo médico tradicional en
el que la única estrategia consiste,
básicamente, en actuar sobre el
paciente para forzar una varia- Si una naranja está aplastada...
ción en sus funciones o metabolis-
mo que le acerquen a la normalidad. El enfoque sistémico, por el
contrario, no aísla a la persona de su entorno social significativo,
del que es una parte constituyente, sino que considera la disfun-
cionalidad individual como una manifestación del carácter propio
de las relaciones que se establecen entre todos los miembros del
sistema.
El objetivo del terapeuta del cambio no va a ser actuar sobre el
"órgano enfermo" del paciente, sino recolocar las piezas del rom-
pecabezas social de manera que, a
semejanza de los juguetes móviles
que cuelgan del techo de las habi-
taciones de algunos niños, el movi-
miento de una de las partes llegue
a repercutir en todas las demás. Y,
a menudo, la primera pieza que
conviene cambiar no es el "pacien-
te" designado, sino la actitud de
... algo tendrá que ver el resto algunas personas de su entorno
del montón. familiar:

125
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Jaime tiene diecinueve años y ha venido a consulta debido a su


estado depresivo. La madre explica que el curso pasado ha inicia-
do la carrera de arquitectura pero que, debido a su carácter intro-
vertido, no ha conseguido encajar ni en la escuela ni en la residen-
cia de estudiantes donde se alojó durante ese año, con el resultado
de un suspenso casi general en todas las asignaturas. Al comenzar
el nuevo curso, Jaime se encuentra sin ánimos para enfrentarse de
nuevo a la misma situación. El chico ha pensado en cambiarse de
carrera y empezar a estudiar una ingeniería técnica que podría cur-
sar en la misma ciudad de residencia familiar y con esta perspecti-
va se muestra más tranquilo y esperanzado.
Durante la entrevista inicial en la que madre e hijo están pre-
sentes, la madre trata de dar ánimos a su hijo con frases como la
siguiente:
–"Tú sabes que en casa nadie te dice que tengas que volver a arquitec-
tura... pero es una lástima que pierdas las asignaturas que tienes aproba-
das" (el joven tensa los músculos y se echa hacia atrás, encogiéndo-
se, en la silla).
Más adelante, la madre vuelve a intervenir con otro de sus argu-
mentos:
–"Puedes estudiar lo que más te guste... pero elige algo que tenga sali-
da el día de mañana" (el chico se derrumba literalmente mientras
mira al terapeuta como pidiendo socorro)
La entrevista prosigue con la misma tónica de acoso por parte de
la madre y de indefensión del muchacho. Evidentemente, lo prime-
ro que parece necesario arreglar antes de intentar ningún tratamien-
to para la depresión de Jaime, o una terapia encaminada a "curarle"
de su actual depresión, es la interacción madre-hijo en la que el chico
parece haberse quedado desarbolado ante el impetuoso avance de la
mujer que le ha comido todo el terreno de las iniciativas propias para
satisfacer su anhelo de tener un hijo arquitecto.

Aprovechar los recursos existentes


Cuando nos centramos en el problema que nos acucia, a nosotros
mismos o a un consultante, el campo de visión estratégica parece
que tiende a estrecharse. La idea de orientar todos los esfuerzos

126
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

hacia la búsqueda de una salida factible puede hacer perder la pers-


pectiva de conjunto de todas las potencialidades positivas, así como
de los episodios de la historia personal que culminaron con la reso-
lución exitosa de alguna situación conflictiva anterior, que guarde
más o menos similitud con las circunstancias presentes. Pero lo cier-
to es que, a menudo, se pueden encontrar en algunos mapas inter-
nos recónditos, actitudes personales que se han sabido aplicar a
otros problemas con resultado satisfactorio y, entonces, mejor que
recurrir a lo novedoso, parece más seguro y económico echar mano
de lo que ya ha probado ser efectivo, lo cual proporciona al sujeto,
además, una mayor sensación de control sobre los resultados.
Por eso mismo, es crucial realizar un estudio previo de la capa-
cidad del sujeto, en el caso de que estemos actuando como tera-
peutas, o de las propias habilidades personales, si se trata de llevar
adelante un trabajo personal, a la hora de poner solución a otros
problemas más o menos similares al que nos ocupa.
Luis es un sujeto de cincuenta y seis años, que acudió a consul-
ta debido a su grave problema con las máquinas tragaperras. En el
momento de solicitar terapia, estaba endeudado en varios cientos
de miles de pesetas por causa del juego y su vida familiar estaba
seriamente amenazada por esta causa. En la entrevista inicial
observamos que Luis era un "poliadicto" que había tenido proble-
mas con prácticamente todas las "sustancias" legales existentes:
fumaba tres paquetes diarios de cigarrillos; sus problemas de juego
no se limitaban a las máquinas, sino que también había tenido
serias dificultades con el bingo –hasta que decidió autodenunciar-
se para que le fuera impedida la entrada en las salas de juego– y se
gastaba semanalmente una buena cantidad de dinero en los dife-
rentes tipos de lotería existentes. Además, había tenido problemas
con el alcohol y en la actualidad estaba tomándose altas dosis de
emetina (una sustancia que, con el alcohol, provoca el vómito y
puede servir como método de disuasión para quienes no tienen el
suficiente autocontrol) para impedirse ingerir bebidas.
Intentamos inicialmente un tratamiento "de choque" mediante
técnicas de hipnosis que, si bien tuvieron un éxito parcial, no logra-
ron erradicar totalmente el problema de ludopatía de Luis por lo

127
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

que, tras algunas sesiones, decidimos aplicar el sistema de cambio


lento o "bola de nieve".
Lo que nos había llamado la atención desde el principio era la
buena voluntad de nuestro consultante en poner fin a sus excesos
con el juego, así como su convencimiento de que era incapaz de
desarrollar la más mínima "fuerza de voluntad" para lograr un
cambio. De hecho, el control sobre el alcohol lo estaba mantenien-
do por medios externos a sus recursos personales (emetina). Por
otra parte, Luis nos relató que durante una larga temporada había
dejado de fumar, sustituyendo los cigarrillos por pastillas y cara-
melos (lo que le llevó a engordar una buena cantidad de kilos).
Partiendo de la base de que él, efectivamente, carecía de fuerza
de voluntad (¡cómo nos íbamos a empeñar en recurrir a algo que no
estaba bajo nuestro control directo ni del suyo propio, según su
punto de vista!), le hicimos ver que, de todos modos, él sabía echar
mano de mecanismos externos de control cuando lo consideraba
oportuno: la emetina en el caso del alcohol, los caramelos frente al
tabaco... Al interesarnos en la razón para haber decidido poner en
práctica una solución tan extrema con el alcohol como las sustan-
cias vomitivas, Luis explicó que había sentido mucha vergüenza
alguna vez que sus amigos y conocidos lo habían visto bebido y
que, por "vergüenza", se había impuesto esa solución.
Aprovechando la propia actitud de Luis lo invitamos a que pen-
sara de qué manera podía lograr sentirse avergonzado por jugar en
las máquinas tragaperras. El no encontraba motivo ninguno; de
hecho, era capaz de jugar cómodamente en presencia de sus ami-
gos –alguno de los cuales también estaba "enganchado" en las
máquinas– sin sentir ningún apuro. Del mismo modo, era capaz de
sacar pequeñas cantidades de dinero en su banco habitual sin sen-
tirse molesto por las posibles sospechas del cajero (Luis había
renunciado a su tarjeta para operar en cajeros automáticos por
obvias razones de control).
Como el objetivo que habíamos convenido de antemano con
nuestro cliente consistía en no recurrir al banco ni a amigos para no
desequilibrar la economía doméstica, le sugerimos entonces que se
comprometiera, cada vez que fuera a retirar dinero en la sucursal

128
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

bancaria o a pedírselo prestado a algún amigo, a comentarle al caje-


ro o al amigo, que el dinero era, en realidad, para gastarlo en las
máquinas tragaperras. A Luis le horrorizó la idea, pero él mismo
comentó que no resultaba mucho peor que ingerir emetina para
activar una cierta aversión por el alcohol.
En la actualidad, Luis ha liquidado todas sus deudas de juego,
dice sentir tentaciones de jugar unas "doce veces al año" y, cuando
incurre en alguna de ellas, es a costa del dinero que lleva tasado
para sus dos cafés, pero no lo pide prestado ni lo retira de su cuen-
ta. Curiosamente, aunque éste no había sido un objetivo explícito
del contrato terapéutico, ha rebajado sus dosis de emetina y sólo
recurre a ella los días que él considera de alto riesgo de bebida, por
ejemplo, si tiene que acudir a alguna fiesta o celebración familiar.
Además, tras el último chequeo médico en su empresa ¡ha empe-
zado a plantearse el dejar de fumar!

Mantener una actitud pesimista


No está de más contar con la naturaleza humana, falible por
definición, y prever de antemano la posibilidad de fallos, errores y
retrocesos a la hora de seguir un plan de acción. Quien ha sido
fumador empedernido durante muchos años y decide dejar el taba-
co, muy probablemente se verá envuelto en una larga lucha consi-
go mismo antes de tener éxito; en todo caso, sería un iluso si trata-
ra de engañarse a sí mismo imaginándose capaz de lograr su obje-
tivo de abstención total sin el menor esfuerzo y apelando exclusi-
vamente a su capacidad de razonar consigo mismo.
Cuando la tarea a encarar está enraizada en una larga serie de
años de permanencia del problema parece, cuando menos, pru-
dente prepararse para bregar con numerosas dificultades, e incluso
esperar algunos fracasos. Tal vez sea conveniente rebajar el nivel de
los objetivos apuntados inicialmente; quizás haya que mentalizar-
se para remontar una recaída.
Lo cierto es que la vida sigue más bien una trayectoria sinuosa
de modo que cuando nos sentimos en un momento pleno debería-
mos pensar que, probablemente, el siguiente tramo será descen-
dente por lo que tendremos que aprender a aceptar los altibajos

129
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

como una parte integrante del propio camino que, inexcusable-


mente, tenemos que recorrer.
Gerardo es un estudiante universitario que ha cursado los dos
primeros años de su carrera de ingeniería industrial a trancas y a
barrancas. Este curso, se encuentra con que lleva demasiadas asig-
naturas arrastrando y se propone realizar un importante esfuerzo
para ponerse al día aprobando casi todas las que tiene pendientes
de cursos anteriores. Pero el "historial clínico" de Gerardo está lleno
de buenos propósitos incumplidos, de autoengaños con el tema de
"esta vez sí"; por eso mismo, cuando nos pide consejo, mostramos
nuestro escepticismo y le hacemos ver que difícilmente podrá llevar
adelante sus planes dado su carácter voluble. Le explicamos que,
teniendo en cuenta sus antecedentes de inconstancia, sería mejor
que decidiera matricularse sólo de un par de asignaturas en la espe-
ranza de que las saque adelante entre Junio y Septiembre.
Paradójicamente, con esta actitud de pesimismo se cubren
varios objetivos simultáneamente: Se normalizan el fracaso y las
recaídas y así, al aceptar mejor los errores, dejan de constituir un
lastre para el avance hacia los objetivos deseados; se estimula el
amor propio de algunas personas que encuentran en el desafío
implícito de tal actitud pesimista un motivo para superarse, o bien
se marcan unos objetivos más modestos y razonables, más fáciles
de alcanzar y más estimulantes, a la hora de proponerse nuevos
logros más importantes.
Si bien se mira, el conjunto de los factores anteriores constituyen
pequeños elementos a partir de los cuales la bola de nieve puede
comenzar a rodar sin grandes esfuerzos, de un modo sutil hasta
desembocar en cambios notables. Examinemos a continuación
algunas estrategias concretas de cambio:

Guiones para el cambio

El boicot bienintencionado
Retomemos el caso de Patricia, la joven universitaria con la que
comenzábamos el capítulo anterior. Su comportamiento puede

130
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

ilustrar la actitud de "lucha por el poder" por cuanto, a pesar de los


esfuerzos de sus padres, ella no parece muy dispuesta a cambiar su
conducta ni respecto a sus estudios ni en casa. Es más, cada vez que
la madre se enfrenta con ella para intentar inculcarle una dosis
mínima de sentido del orden, ella transforma su habitual resisten-
cia pasiva en una lucha abierta con la madre en la que los gritos y
desplantes se prodigan por ambas partes.
Se quejaba la madre de la falta de consideración de Patricia, que
llegaba a dejar tiradas sus compresas sin preocuparse de quien las
iba a recoger por ella. Comentando este incidente en una de las
consultas que se mantuvieron con los padres de la chica, encontra-
mos pie para sugerir una actuación contrapuesta a la actitud beli-
gerante de la madre que, simultáneamente, sirviera para responsa-
bilizar a la chica del orden de sus pertenencias y pudiera abrir el
camino a una redefinición de los papeles desempeñados en el seno
de la familia.
En concreto, se le sugirió a la madre que, cada vez que se encon-
trara con una compresa o ropa sucia de la chica tiradas en cualquier
lugar donde no debieran estar, en lugar de recogérsela o echarle
una reprimenda a la chica por su abandono, se la dejara encima de
la cama –que, por supuesto, estaría sin hacer– sin el menor comen-
tario. En el caso, más que probable, de que Patricia protestara por
el inoportuno hallazgo entre las sábanas, la madre no debería
enzarzarse en una disputa con ella, aprovechando la ocasión para
hacerle ver el caos de su habitación, sino que debería limitarse a
explicarle, en tono de disculpa, que había recogido la prenda del
suelo y que luego, al entrar en la habitación para ventilarla, segu-
ramente la habría dejado olvidada sobre la cama. También se le
indicó que tratara de diseñar situaciones similares a este prototipo
de actuación, de manera que Patricia percibiera una actitud "extra-
ña" en su madre que ya no entraba en el habitual combate "cuerpo
a cuerpo" que solían mantener por temas similares.
Por su parte, el padre, si lo consideraban necesario, debía mos-
trar una cierta despreocupación por los estudios de Patricia y cen-
trarse más en la madre, como si estuviera muy preocupado por el
estado emocional de ésta.

131
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

No es de extrañar que con este nuevo ambiente familiar de


fondo, todas las alarmas mentales de Patricia saltaran a la vez: de
pronto, su hogar ya no era el lugar estructurado y seguro donde
había podido descargar cómodamente sus problemas, sino que
empezó a tener la percepción de que "algo" podía ir mal, con lo
que se vería privada de su refugio de seguridad. Poco a poco la
conducta de Patricia fue evolucionando hacia una mayor preocu-
pación tanto por sus estudios (de hecho, al final del curso, consi-
guió aprobar sus asignaturas pendientes de primero y alguna de
segundo curso) como por el orden de sus cosas y la buena marcha
de la casa en general. Incluso la tirante relación de lucha de pode-
res con su madre se convirtió en una mayor confianza y apoyo
mutuos.
Los cambios propuestos en esta intervención están bien claros:
Se comenzó reformulando la queja inicial de los padres en el senti-
do de explicarles que Patricia no tenía nada anormal, sino que su
comportamiento era fruto de su exceso de preocupación en relación
a la educación de la chica. El cambio consistió, por una parte, en
hacerle sentir a Patricia las consecuencias lógicas de su comporta-
miento en lugar de evitárselas sistemáticamente; por otro lado, se
desvió el foco de atención hacia la "desquiciada" madre. La joven,
que formaba parte del juego de relaciones intrafamiliares, no podía
permanecer ajena al desplazamiento de la línea de fuerzas implica-
das en el seno familiar y, lógicamente, tenía que seguir la dirección
de la nueva configuración de energías.

Ayudarle a romper el cascarón


Amelia es hija única. Sus padres han puesto en marcha una
próspera empresa cuya dirección comparten ambos conjuntamen-
te. Amelia lleva brillantemente sus estudios universitarios en una
localidad distante del domicilio familiar, pero cuando se acerca la
época de exámenes tiene fuertes episodios de bulimia con provo-
cación de vómitos. El asunto ha llegado tan lejos que la chica sufre
ahora ciertas complicaciones en el cardias por las que tiene que
seguir tratamiento médico, a pesar de lo cual prosigue con sus epi-
sodios de bulimia. Los padres tienen que viajar con frecuencia al

132
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

extranjero y se marchan muy preocupados por las posibles crisis de


la joven que, a menudo, cursan con fuertes estados de angustia.
En las entrevistas iniciales con los padres se percibe que la
madre, también hija única a su vez, está completamente volcada en
Amelia desviviéndose por atender sus posibles necesidades; no en
el sentido de consentirle todos sus caprichos, sino procurando
desarrollar una educación "científica" a base de consultar todo tipo
de obras de psicopedagogía –de hecho está angustiada porque el
diagnóstico inicial de la chica fue "anorexia" y aunque actualmen-
te, en realidad, tiene un notable sobrepeso–, la madre vive obsesio-
nada con el dato leído en alguna publicación referente a que un
diez por ciento de jóvenes anoréxicas llegan a fallecer. El padre está
tan intranquilo por su esposa como por la chica y, en realidad, no
sabe a cuál de las dos atender.
La madre cuenta cómo la última vez que fueron a ver a Amelia,
antes de los exámenes de la chica, le llevaron una enorme ensalada
con el fin de que le llegara, a ella y a su compañera de piso, para un
par de días pero Amelia se la comió toda aquella misma noche, tras
la cena. A lo largo de la conversación también se comenta el detalle
de que la chica ha logrado el permiso de conducir recientemente
pero que su madre se resiste a que utilice el coche por miedo a que
pueda sufrir algún accidente.
Comenzamos el trabajo con los padres informándoles de la clara
diferencia entre anorexia y bulimia, explicándoles que, en efecto,
muchas jóvenes que comienzan con un serio problema de pérdida
de peso, después se pasan al extremo contrario, pero que, en todo
caso, lo que hace peligrar la vida de cualquier chica anoréxica es un
peso corporal inferior a cuarenta kilos y no un sobrepeso, como
estaba ocurriendo con Amelia.
Después procedimos a reencuadrar toda la información en el
sentido de felicitar a los padres por el excelente trabajo que habí-
an hecho con la educación de Amelia, y que, evidentemente, se
reflejaba tanto en el buen expediente académico de la joven como
en sus cualidades personales. Por otro lado, resaltamos ante los
padres la posibilidad de que Amelia, al tomarlos a ellos como
modelo de conducta, tal vez estaba fijando su propio listón dema-

133
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

siado alto, lo que explicaría su excesiva angustia ante los exáme-


nes, así como el exagerado interés en obtener siempre calificacio-
nes excelentes. Por último, desarrollamos la hipótesis de que,
ahora que Amelia ya era una mujer, sería conveniente desplegar
otro estilo de relación, menos protector, con la chica ya que, segu-
ramente, una buena porción de la angustia de la joven podía pro-
venir del hecho de que ella estuviera empezando a plantearse
inconscientemente el hecho de que, un día, tendría que salir al
mundo sin contar con la seguridad del apoyo que ellos le estaban
dando continuamente. En resumen, se propuso a los padres de
Amelia que pensaran nuevas formas de relacionarse con ella
desde un nivel más adulto, en lugar de tratarla como la "niñita" a
la que continuamente se refería la madre.
–"Algo así como darle las llaves del coche antes de que nos las pida"
–apuntó el padre–.
Evidentemente, en esta intervención hubo mucho camino que
recorrer –más con la madre de Amelia que con la propia chica–
pero el inicio quedaba claramente señalado por la propuesta del
padre: en lugar de mantener al pollito en el cascarón para evitarle
los inconvenientes de la vida sobre la tierra, los padres debían ayu-
darle a desprenderse de los últimos restos de cáscara que todavía
le impedían volar... aún a riesgo de que fuera a darse algún que
otro batacazo

La sombra de la desgracia
A menudo, los problemas parecen estar asentados a nivel per-
sonal, más que desarrollarse en la interacción entre varios protago-
nistas. Cuestiones como los pensamientos obsesivos o las depresio-
nes es posible que tengan un origen más característico a partir del
sistema cognitivo del sujeto que como resultado de un juego de
relaciones con otros, si bien el factor social puede tener también
una notable incidencia tanto en la aparición como en el manteni-
miento del problema. En estos casos, al igual que en los típicamen-
te derivados de las inevitables vinculaciones interpersonales, la
directriz más clara para buscar una salida válida al conflicto indi-
vidual consiste en establecer la postura personal que parece estar

134
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

manteniendo el problema para, una vez especificada, esforzarse en


desarrollar la actitud opuesta.
Lucía es ama de casa y a sus cuarenta y pico años se encuentra
atrapada en una depresión crónica. No tiene hijos y debido al tra-
bajo de su marido se pasa sola buena parte del día. Ella se esfuerza
por mantenerse activa y, de hecho, lucha seriamente por no caer en
la trampa de la inmovilidad típica de las depresiones, pero no
puede evitar el sentirse mal. Explica que las cosas le resultan parti-
cularmente difíciles por las noches, cuando se dispone a preparar
la cena antes de que su esposo regrese a casa. En ese momento,
explica, suele sentir una congoja casi palpable a nivel físico y a su
mente acude con carácter obsesivo la idea de que una grave des-
gracia se cierne sobre su hogar, como si una catástrofe inevitable
estuviera a punto de ocurrir mientras espera la llegada del marido.
La historia de Lucía se parece de alguna manera a la cómica
anécdota de aquel viajero, tan preocupado por la eventualidad de
que pudiera haber una bomba en alguno de los aviones que a
menudo utilizaba en sus desplazamientos, que empezó a estudiar
muy concienzudamente todos los datos referidos a catástrofes aére-
as. Para su sorpresa, pudo constatar, a través de sus estudios esta-
dísticos, que la probabilidad de hallar una bomba en un avión era
tan baja, que resultaba casi ridícula. Pero a él no le bastaba con una
probabilidad baja; para su completa tranquilidad necesitaba una
posibilidad nula. Entonces, descubrió que la probabilidad de
encontrar dos bombas en un mismo avión sí que resultaba total-
mente nula. Desde aquel día, el preocupado viajero se encarga de
llevar su bomba personal cada vez que ha de subirse a un avión...
Lucía se estaba preocupando de una bomba potencial, con muy
escasas probabilidades de detonación, y esta obsesión le hacía
adoptar una postura temerosa. Por eso mismo, coherentemente con
el principio paradójico de la prescripción del síntoma y aplicando
las estadísticas de la "segunda bomba" se decidió proponerle una
medida de autosabotaje para sus horas nocturnas más conflictivas.
En concreto, se sugirió a Lucía que, dado que ella tenía ese
sentimiento de angustia tan acentuado, lo mejor que podía hacer
era, realmente, provocar una catástrofe casera, no muy grande,

135
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

precisamente a la hora en la que solía preparar la cena; algo así


como derramar aceite por el suelo o dejar que se quemara un
poco la comida.
El efecto, según los posteriores comentarios de la propia intere-
sada, fue que como ella tenía la mente bastante ocupada en dise-
ñar "catástrofes caseras" de no mucha gravedad (la primera vez
que derramó aceite por el suelo se arrepintió luego mil veces de
haber elegido un desaguisado tan difícil de recomponer), empezó
a dejar de lado sus negras ideas sobre desgracias más serias que
podían sobrevenirles y hasta llegó a apreciar el aspecto humorísti-
co de la situación.
En esta ocasión, se empleó abiertamente la táctica de la "pres-
cripción del síntoma" abundantemente utilizada en los enfoque
paradójicos. El hecho de que la consultante tuviera que ocupar sus
pensamientos en el desarrollo de la tarea sugerida sirvió de corta-
fuego a sus pensamientos depresógenos habituales y el mecanismo
de autocontrol de las propias ideaciones empezó a establecerse en
base a un principio de "menos de lo mismo"

Lo segundo que te venga a la cabeza


Manuel tiene un pasado de adicción a las drogas y aunque
actualmente está "limpio" de toda sustancia, mantiene algunos de
sus rasgos temperamentales típicos de su anterior etapa; en con-
creto, su baja tolerancia a la frustración le lleva a experimentar fre-
cuentes explosiones de ira desencadenadas por estímulos tan
nimios como no encontrarse la comida a su hora habitual o tener
que posponer algún plan, tal como una salida al campo debido a un
cambio de tiempo inesperado.
Según refiere el propio interesado, en sus arrebatos de ira llega
a golpearse contra las paredes o bien a romper cuanto tiene al
alcance de la mano. Una vez fuera de esas situaciones, él reconoce
que su conducta es disparatada y se arrepiente de sus arrebatos,
pero, cuando está "en caliente", asegura no poderse controlar.
Manuel está muy preocupado por el riesgo de deterioro de su rela-
ción de pareja: teme que su mujer lo abandone, lo que le supondría
un duro golpe.

136
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

El punto de partida de esta intervención fue hacer ver a Manuel


su gran capacidad de autocontrol por el hecho de haber consegui-
do desengancharse de las drogas, si bien se le puso de manifiesto
que una empresa tan difícil no se puede rematar en poco tiempo,
por lo que parecería muy razonable esperar todavía un cierto perí-
odo de arrebatos. Dado que el mecanismo semiautomático que
desencadenaba sus estallidos de ira, posiblemente, permanecería
fuera de control aún durante una buena temporada, se le sugirió
que, en lugar de plantearse como objetivo la erradicación de sus
crisis temperamentales, se centrara en introducir pequeñas varia-
ciones en el modo de liberar su tensión psíquica; así, por ejemplo,
cuando en plena crisis de ira se diera cuenta de que estaba a punto
de estrellar un vaso contra el suelo, forzara un cambio de planes y
lo lanzara contra la pared más próxima; o también podía elegir otro
proyectil, o tal vez otra acción diferente, como la de dar un puñe-
tazo en la mesa... en cualquier caso, se le pedía que evitara poner
en práctica lo primero que se le viniera a la cabeza y que lo cam-
biara por lo segundo o lo tercero...
Una intervención parecida se puede sugerir a quienes experi-
mentan trastornos obsesivos con ideas recurrentes, a las que no
pueden poner freno. En lugar de proponerse eliminar ese tipo de
pensamientos, resulta más eficaz sugerirles que se fijen un horario
para sus obsesiones de manera que, llegada la hora, aún cuando
no tengan deseos de pensar en su tema obsesivo, lo activen volun-
tariamente o bien, si a lo largo del día, fuera del horario previsto,
aparece alguno de los temas recurrentes, lo aplacen hasta la hora
convenida.
Todas estas estrategias, por extrañas que puedan parecer, en rea-
lidad, posibilitan un cierto control sobre la situación que se califi-
caba como incontrolable. Se trata, en efecto, de un cambio mínimo,
pero no debemos perder de vista en ningún momento que el ver-
dadero cambio sigue el principio de la bola de nieve por lo que la
intervención más inmediata se debe centrar en la creación de una
"diferencia mínimamente perceptible" en relación a las condiciones
habituales de partida.

137
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

La filosofía del cambio mínimo

Como se puede apreciar, el objetivo de cualquier intervención


estratégica no consiste exactamente averiguar la causa real proble-
ma para llegar a propiciar, desde esta clara comprensión de causas
y efectos, "el cambio" exacto que asegure la conclusión definitiva
del problema, dentro de los parámetros de la verdad absoluta.
En realidad, las teorías que se asientan sobre rígidos dogmas
acerca de los mecanismos de funcionamiento de la psique humana,
no son otra cosa que mapas limitados, útiles para realizar con éxito
determinados recorridos terapéuticos, pero en modo alguno se
pueden considerar representaciones de "la verdad" sobre las leyes
del comportamiento.
Es posible bucear en los entresijos mentales de una joven bulí-
mica, explorar sus vivencias infantiles y rescatar de su subcons-
ciente recuerdos olvidados relacionados con experiencias ambiva-
lentes de sobreprotección y separación y hasta es posible que ella
misma se maraville ante todo este planteamiento tan razonable,
pero ¿servirá todo este "insight" para eliminar su compulsión hacia
la comida? La lógica nos dice que así debería ser; la experiencia clí-
nica nos muestra que rara vez las cosas son tan sencillas.
El enfoque estratégico no pretenda fundamentarse en plantea-
mientos de "verdad" –más bien éste es un concepto bastante subje-
tivo y equívoco– sino sobre bases de funcionalidad y eficacia. Un
terapeuta que pretenda ajustar su actuación a esta filosofía prag-
mática, no va a estar demasiado interesado en explorar las viven-
cias infantiles de su consultante bulímica que, tal vez, llegaron a
propiciar su actual trastorno alimentario. Ese puede ser un conoci-
miento interesante, pero de escasa utilidad para propiciar un cam-
bio en el presente. Más bien, el terapeuta estratégico intentará dise-
ñar nuevas formas de comportamiento en el presente, que le per-
mitan abrir una vía de cambio efectivo hacia una posición diferen-
te, mínimamente satisfactoria.
Desde un punto de vista lineal, que es el que mantienen muchos
planteamientos reduccionistas, las cosas sólo pueden ocurrir como
en una partida de billar: el taco golpea a la bola A, imprimiéndole

138
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

una determinada trayecto-


ria que la llevará sucesiva-
mente sobre B y C, si los
ángulos están bien calcula-
dos. No puede haber ningu-
na otra posibilidad y, en
este sentido, podemos de-
cir, con bastante propiedad,
que el movimiento de la primera bola "causa" la puesta en marcha
de la segunda que, a su vez, origina el de la tercera y todo ello suce-
de a lo largo de una secuencia temporal.
Pero, en la realidad, las cosas suelen ser más complejas y se ase-
mejan, más bien, a un estanque en el que flotan varios barcos de
juguete. Si se lanza una piedra en el punto A, las ondas producidas
por el impacto provocarán determinados ondulaciones simultáne-
amente en varios lugares de la
superficie. En la vida real, A puede
B
tener lugar, efectivamente, antes
C que B, pero ¿tenemos la completa
seguridad de que el primer suceso
A
es la causa del segundo? y lo que es
más importante: ¿el hecho de cono-
D
cer esa relación de causalidad basta
ya por sí solo para poder cambiar
las cosas?
A una joven bulímica, independientemente de las causas que
en el pasado hayan podido provocarle su estado actual, se le sugi-
rió un cambio: antes de darse un atracón, debía proceder a pintar-
se los labios con sumo cuidado. Pues bien, esta sencilla prescrip-
ción tuvo como efecto el que la chica incrementase su autocontrol
respecto a la comida. Ella disminuyó significativamente sus episo-
dios bulímicos y eso ya es bastante para un terapeuta estratégico;
pero un partidario de planteamientos más profundos también
encontraría cubiertos sus presupuestos teóricos, al descubrir que
ese simple cambio en la cadena del comportamiento de la joven
había activado en ella pensamientos relacionados con sus propios

139
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

valores estéticos y su automotivación para llegar a sentirse aún


mas atractiva.
Esto no quiere decir que "la solución" para la bulimia consista en
sugerir a la consultante que utilice el pintalabios antes de comerse
el chocolate; fue una solución que dio resultado en ese caso concre-
to, pero, ante otra persona, posiblemente no tuviera sentido for-
mular ese planteamiento por lo que habría que diseñar un plan
diferente. Por eso, hay que tener muy claro que, desde un punto de
vista estratégico, no se pretende "curar" cuadros clínicos, sino ayu-
dar a desarrollar cambios concretos en las situaciones indeseables
específicas que un individuo puede estar soportando.
No se trata tampoco de proponer cambios a ciegas, sino de ir
siguiendo el hilo de una estrategia definida que pueda abrir una
nueva orientación, en sentido contrario al de la solución ineficaz-
mente intentada, en la cual tenga cabida todo cuanto pueda pare-
cer útil para poner término a la situación conflictiva. Es algo así
como tirar una piedra al agua, pero no simplemente para ver qué
pasa, sino con la intención de producir un movimiento global hacia
una zona determinada.
De un modo muy simple, se pueden intentar muchos tipos de
cambio mínimo; así, por ejemplo, podemos:
– Cambiar la frecuencia o tasa de una conducta (ej.: le sugeri-
mos a un obsesivo que se centre en sus pensamientos distor-
sionadores sólo tres veces al día, después de las comidas, inde-
pendientemente de si le aparecen espontáneamente o no).
– Cambiar el escenario de una interacción problemática (ej.: a
un matrimonio que suele discutir en la cocina se le puede
sugerir que vaya a hacerlo al propio dormitorio).
– Añadir un elemento nuevo al patrón de la queja (ej.: se le pide
a una bulímica que antes de comer chocolate se pinte bien los
labios).
– Cambiar la secuencia de elementos (ej.: sugerirle a la misma
bulímica que primero se provoque un vómito y, a continua-
ción, se de un atracón de comida).
– Asociar la realización de una conducta motivo de queja a algu-
na actividad gravosa (ej.: indicamos a un fumador muy socia-

140
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

ble e hipocondríaco que, en lugar de renunciar a su hábito, se


comprometa a practicarlo exclusivamente a solas y después de
haber desprendido el filtro de cada cigarrillo).
También son posibles los cambios mentales que a través de rein-
terpretaciones, reencuadres y reformulaciones, abren nuevas rutas
en los mapas cognitivos utilizados para valorar una situación
determinada. Sin embargo, la auténtica "prueba de fuego" se sitúa
siempre en el nivel de los comportamientos específicos.

La práctica de la teoría

Tal vez la lectura de este capítulo o de alguno de los ejemplos


presentados en cualquiera de los anteriores, haya podido servir de
pauta para intentar provocar algún cambio en la situación conflic-
tiva personal que se desea erradicar. Cada cual puede diseñar su
propio cambio introduciendo las variantes personales que conside-
re más oportunas. No existen reglas fijas ni se persigue actuar de
acuerdo con "la verdad". La sugerencia más útil que se puede dar
en relación a un proyecto de cambio consiste, precisamente, en
intentar un cambio, no el mejor posible, ni el más adecuado en rela-
ción a los datos examinados, sino simplemente, arriesgarse a mani-
pular alguna de las condiciones existentes y esperar a ver qué pasa.
En todo caso, no se debe perder de vista los dos pilares básicos de
todo cambio efectivo:

– Proponerse un cambio mínimo


– Concederse el tiempo necesario para lograrlo

Es posible que cada lector esté trabajando ya sobre un tema


vital, una situación personal, que desea resolver. De todos modos,
para los más perezosos, se proponen a continuación algunas situa-
ciones posibles para que se diseñen sugerencias de cambio. Al final
del capítulo, como siempre, se apuntan algunas posibilidades (que
en ningún modo pretenden representar "la verdad" del cambio):
He aquí, de manera muy esquematizada, diferentes situaciones
conflictivas. La tarea del lector consistirá en hacer propuestas de

141
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

cambio que puedan provocar un movimiento hacia adelante para


salir del estancamiento que impone todo círculo vicioso:

Situación De quién es Propuestas


el problema de cambio
1. Ana se siente celosa porque una
chica nueva ha comenzado a trabajar
en la oficina de su marido. Se mues-
tra distante e irritable con el marido
cuando éste llega a casa, como para
"castigarlo".
2. La niña de Julia reclama continua-
mente su atención a la hora de
comer; no para quieta: sube y baja
continuamente de la silla, pide que le
den la comida, quiere que le cuenten
cuentos. Por atender a su hija, Julia
tiene todos los días el tiempo muy
justo para el trabajo.
3. María está deprimida porque desea
romper su relación con el chico con
quien está saliendo, pero siente que
sus padres la están presionando para
que continúe con él. Ella no quiere a
ese chico, pero tampoco desea dar un
disgusto a sus padres.
4. Carlos llega a su casa la noche de
los viernes más tarde de lo acordado
con sus padres. Éstos están hartos de
razonar con él, de reñirle y de ame-
nazarle.
5. Mario está desesperado porque no
consigue dejar de fumar. Ya lleva
muchos intentos y no lo consigue. Le
preocupa mucho el riesgo que está
suponiendo para su salud.

142
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

Resumen

– El cambio, para ser efectivo, ha de perseguir sólo unos


objetivos mínimos.
– Hay que contar con el tiempo requerido para que el cam-
bio se produzca.
– Para propiciar un cambio hay que manipular los elemen-
tos manejables.
– Se deben potenciar los recursos personales existentes.
– Es recomendable mantener una actitud escéptica respecto
a los resultados.

Situación
indeseable

Más de lo mismo... conduce


siempre al mismo resultado.
Mismo resultado Efecto negativo

Intento de
solución

Nueva Situación
El Cambio requiere situación indeseable

variación.

Diferente resultado Efecto negativo

Solución
novedosa

143
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Posible solución al ejercicio

De quién
Situación es el pro- Propuestas de cambio
blema
1. Ana se siente celosa por- De Ana. Hablar claramente con
que una chica nueva ha co- el marido, explicándole
menzado a trabajar en la ofi- sus sentimientos. Pres-
cina de su marido. Se mues- tar atención a las mues-
tra distante e irritable con el tras de cariño que le da
marido cuando éste llega a su marido.
casa, como para "castigarlo".
2. La niña de Julia reclama De Julia. Conceder a la niña un
continuamente su atención tiempo prudencial para
a la hora de comer; no para comer. Pasado ese mo-
quieta: sube y baja conti- mento, retirarle el plato
nuamente de la silla, pide y mandarla a hacer sus
que le den la comida, quiere tareas habituales, con
que le cuenten cuentos. Por una actitud normal, sin
atender a su hija, Julia tiene aires de reprimenda y
todos los días el tiempo sin hablar más de la
muy justo para el trabajo. comida.
3. María está deprimida De María. Explicarle a sus padres
porque desea romper su cómo se siente respecto a
relación con el chico con ellos y al chico. Contarles
quien está saliendo, pero la historia de alguna ami-
siente que sus padres la ga que estuvo a punto de
están presionando para que suicidarse por algo simi-
continúe con él. Ella no lar. Comentarles que está
quiere a ese chico, pero segura de que desean lo
tampoco desea dar un dis- mejor para ella y que, por
gusto a sus padres. eso, estarán encantados
el día que decida tener un
novio formal, etc.
CONTINÚA

144
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

VIENE DE LA PÁG. ANTERIOR


De quién
Situación es el pro- Propuesta de cambio
blema
4. Carlos llega a su casa la De los Sacarle las llaves de casa
noche de los viernes más padres y cuando regrese tarde,
tarde de lo acordado con sus de dejar que se pase en la
padres. Éstos están hartos Carlos. calle un buen rato antes
de razonar con él, de reñirle de abrirle la puerta.
y de amenazarle.
5. Mario está desesperado De Explicarle que, dado su
porque no consigue dejar de Mario. carácter voluntarioso, el
fumar. Ya lleva muchos in- fumar probablemente le
tentos y no lo consigue. Le está sirviendo para algo
preocupa mucho el riesgo positivo, como proteger-
que está suponiendo para lo de un estrés excesivo.
su salud. Proponerle un ritual
complicado para que si-
ga fumando: deberá ha-
cerlo siempre a solas y
quitando el filtro del
cigarrillo...

145
8
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO
"Podemos considerar la situación tal como existe ahora y aquí,
sin comprender de qué modo ha surgido y, a pesar de nuestra
ignorancia acerca de su origen y evolución, podemos
hacer algo con ella"
Paul Watzlawick

Un punto de vista muy pragmático

Tal vez todo esto pueda parecer excesivamente manipula-


tivo y hasta engañoso ¿Cómo se pueden eliminar las raíces
del problema si nos estamos limitando a darle un toque de
maquillaje superficial? ¿No resulta demasiado falso el preten-
der forzar un cambio sin buscar primero la comprensión, los
"por qués", de toda la trama problemática? ¿Dónde encajan
aquí los enfoques tradicionales que se articulan en torno a la
empatía, la aceptación incondicional y la devolución al con-
sultante?
Es evidente que nos hallamos ante un planteamiento esen-
cialmente práctico en el que se prima lo efectivo sobre lo "ver-
dadero", lo operativo sobre lo teórico y lo evidente sobre lo
implícito. Y esto es así porque se parte de la base de que la
"Verdad" es incognoscible en toda su extensión; actuamos
sobre fragmentos parciales de realidades personales, sobre
esquemas o mapas mentales que, sistemáticamente, condu-
cen a un callejón sin salida y lo único que pretendemos es pro-
piciar nuevos enfoques y conexiones entre los datos que se
manejan para construir soluciones nuevas. También estamos

147
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

seguros de que las reflexiones profundas sobre un determinado


problema sólo son útiles si desembocan en planes de acción con-
cretos, ya que, de lo contrario, a lo único que conducen es a la
inmovilidad más inoperante. Además, el único campo de actuación
sobre el que se puede operar con un mínimo de eficacia es el terre-
no de los comportamientos evidenciables; de otro modo, intentar
modificar constructos teóricos, supuestamente subyacentes a los
actos concretos, es algo así como empeñarse en modelar el humo
con las propias manos.
Lo característico del enfoque estratégico es que pone todo su
énfasis en resaltar los intentos de solución que sistemáticamente
devuelven el problema a la situación de partida, para diseñar
recursos nuevos que permitan abrir un cauce diferente a partir del
cual se posibilite el cambio. Desde este punto de partida, el enfoque
es aplicable a todo tipo de situaciones problemáticas, inter o intra-
personales, tanto en el ámbito clínico como en el de las organiza-
ciones o en el desarrollo personal.
Los dogmatismos rígidos no tienen cabida en el marco de las
estrategias para el cambio; las creencias pueden ser conceptualiza-
ciones abstractas de los mapas mentales de cada individuo, más o
menos ajustadas a la posible realidad inabarcable. Pero la verdade-
ra medida de la acción personal la constituyen los resultados alcan-
zados en función de los objetivos fijados. Por eso, es posible ampli-
ficar uno de los postulados de partida:

Si lo que haces no funciona, no creas que eres un incapaz;


simplemente prueba a hacer algo diferente y observa lo que ocu-
rre.

El enfoque, sin embargo, no se limita a un mero mecanicismo


ciego. La responsabilidad personal en las acciones que sustentan el
mantenimiento o facilitan el cambio de cualquier situación vital es
insoslayable; más aún, la simplicidad de los planteamientos estra-
tégicos no permiten recurrir al subterfugio de supuestos rasgos de
carácter como excusa para mantenerse en el lugar indeseado, limi-
tándose a elaborar lamentaciones o explicaciones inmovilistas a la

148
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

situación sino que, por el contrario, invitan a la acción personal res-


ponsablemente asumida y se abren a la creatividad, a la iniciativa
y al inconformismo.

Anatomía de la estrategía psicoterapéutica

A lo largo de toda la obra ya se han dado claves abundantes


sobre el funcionamiento del enfoque estratégico. Sin embargo, para
una visión más completa, trataremos de sistematizar en este apar-
tado los aspectos más relevantes de una sesión terapéutica basada
en este enfoque de manera que se haga más comprensible el estilo
paradójico que muchas veces lleva implícito.

Diagnóstico
Ya habrá quedado claro que el enfoque estratégico no busca
aplicar rótulos o etiquetas diagnósticas sobre los que apoyar la
intervención posterior. No se trata de encasillar a los sujetos en
categorías nosológicas ni de especificar su supuesta disfuncionali-
dad individual. Lo que se busca, más bien, es alcanzar una com-
prensión global de los elementos que constituyen la situación pro-
blemática de partida. La fase de diagnóstico, por lo tanto, se con-
cretará en la descripción operativizada de la queja inicial:
– Descripción general.
– Personas implicadas.
– Interacciones entre las personas implicadas.
– Quién parece estar manteniendo el problema.
– Quien parece ser el más perjudicado en la situación actual.
– De qué manera constituye un problema y para quién.
– etc.
Una vez recabados los datos pertinentes, el terapeuta debe hacer
una reformulación de la situación, como un resumen, que integre
todos los elementos considerados y exponerla a su interlocutor
para comprobar la adecuación del propio punto de vista al del con-
sultante. En caso de que el ajuste de ambas percepciones no fuera
el adecuado, el terapeuta deberá formular cuantas preguntas nece-

149
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

site hacer hasta estar seguro de que comprende el punto de vista de


su cliente.
Teresa trae a consulta a su hija, Mónica, de nueve años. Explica
que está separada de su marido desde unos meses antes del naci-
miento de la niña y que el régimen de visitas establecido para que
Mónica pase parte de sus vacaciones con el padre le está causando
muchos trastornos a la chiquilla que, cuando ve acercarse los perí-
odos en que ha de desplazarse al hogar paterno, se muestra angus-
tiada, con síntomas de insomnio, cefaleas, vómitos, y alteración
general de su comportamiento habitualmente tranquilo y pacífico.
Teresa ha solicitado revisión del régimen de visitas, pero los trámi-
tes en el juzgado se están alargando más de lo debido y el tiempo
de las vacaciones de verano se aproxima, con lo que la niña empie-
za a dar muestras de inquietud. La madre solicita ayuda porque
teme que su hija pueda desestabilizarse gravemente en su equili-
brio emocional de persistir tal estado de cosas mucho más tiempo.
Según la madre, la situación constituye un problema dado que
la niña, además de estar experimentando malestares físicos, ha
comenzado a rendir menos en el colegio. Para la madre también es
un problema pasarse noches en blanco a causa de los llantos de la
niña y, además, ella está sintiendo que sus niveles de estrés se están
disparando al sentirse impotente frente al estado de nerviosismo
de la chiquilla. Así pues, madre e hija son las principales afectadas
por esta situación problemática.
Una posible reformulación de todo el cuadro por parte del tera-
peuta podría ser algo así como: "Usted cree que los contactos de la
niña con su padre están resultando demasiado traumáticos para su hija
y desearía liberarla de esta situación"
Ante lo cual la madre podría puntualizar que no es eso exacta-
mente, ya que ella entiende que, por una parte, no es posible supri-
mir las visitas del padre y, por otro lado, considera que lo deseable
para el normal desarrollo de la niña sería que ésta normalizara la
relación con su padre. Entonces, una nueva reformulación debería
construirse a partir de esta consideración más específica: "Según su
punto de vista, lo que puede perjudicar a Mónica, a largo plazo, es su
rechazo hacia el padre y la resistencia que ofrece a normalizar su relación

150
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

con él; pero lo más inmediato son los síntomas de ansiedad que está
desarrollando la pequeña...".

Soluciones intentadas
Ya ha quedado bien establecido que, en realidad, el problema es
la solución y por eso mismo, será necesario especificar muy clara-
mente cuáles han sido las soluciones ineficazmente puestas en
práctica, que han dado como resultado el mantenimiento de la
situación indeseable.
En una entrevista inicial no se debe dejar de formular cuestiones
como las siguientes:
- ¿De qué manera han procurado hacer frente a la situación?
- ¿Qué se ha obtenido exactamente?
- ¿Qué es lo que parece funcionar y lo que no está dando resul-
tado?
- ¿Qué ha impedido que se continuara haciendo aquello que
disminuía el problema?
... ... ...
Un enfoque estratégico no puede perder de vista todo el entra-
mado de interacciones que se producen en el entorno del sujeto
–que, a menudo, ni siquiera es el dueño del problema1– y rechaza
simplificar la cuestión a base de "patologizar" a cualquiera de los
implicados cargando sobre él la responsabilidad exclusiva de la
situación. La visión de conjunto de lo que está ocurriendo en reali-
dad, no puede quedar completa sin un análisis detallado de los
remedios que se han intentado poner en práctica.
En el caso de Mónica la madre informa de que la ha llevado al
pediatra a causa de las somatizaciones que experimenta la niña y
que ha razonado con ella en el sentido de explicarle que los días

1. Muchas veces las sentencias judiciales intentan "forzar lo espontáneo"; así,


en el caso que nos ocupa, no se puede considerar que el problema sea de la
niña por no albergar unos sentimientos de cariño hacia su padre, sino más
bien de éste por no haber sabido ganarse el cariño de su hija; la solución,
por lo tanto, no se puede implantar a partir de obligar a la niña median-
te una sentencia a que permanezca con su padre en contra de su propia
voluntad, sino más bien, de recomendar al padre una actitud hacia su hija
que le permita ganarse la confianza de esta.

151
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

"malos" se pasan pronto y que luego todo vuelve a la normalidad..


También explica que cuando la niña se muestra demasiado nervio-
sa, en el momento de irse a dormir, opta por acostarla con ella para
que se tranquilice.
Los resultados obtenidos no han sido satisfactorios: los vómitos
continuaron a pesar de la medicación y el insomnio permaneció sin
cambios. En cuanto a las charlas de la madre para convencer a
Mónica de que los días pasan pronto, producían una reacción de
rebeldía en la niña o una crisis de llanto. No se pudieron determi-
nar soluciones previas que apuntaran mínimamente al estado de
tranquilidad deseado en la niña.

Objetivos mínimos
Un vez desmenuzado el problema e identificados los caminos
que no llevan a parte alguna, se necesita trazar nuevos itinerarios;
pero es preciso determinar a dónde han de llevar las nuevas vías de
acción, marcando objetivos concretos y verificables que permitan
saber en cualquier momento si los intentos de cambio nos están
acercando o no a la situación final deseada.
En principio, los objetivos de cambio han de ser modestos y tan-
gibles. Su cumplimentación puede suponer un estímulo adicional
para el logro de nuevos fines más amplios al tiempo que señalan la
eficacia del camino emprendido. Se trata, como hemos señalado
anteriormente, de poner en marcha el efecto "bola de nieve".
En esta fase puede ser de utilidad recurrir a preguntas tales
como:
– ¿De qué manera puedo yo ayudarle a afrontar este problema?
En terapia, como en educación, muchas veces se actúa sobre el
presupuesto equivocado de que es el profesional el que debe hacer-
se cargo de la situación, reduciéndose el papel del consultante al de
un mero observador pasivo que se limita a pagar para que le
resuelvan su problema. Cuestiones del estilo de la señalada ayudan
a delimitar el problema estableciendo, por una parte, un marco de
expectativas realistas al tiempo que deja sentado que la responsa-
bilidad de la solución va a recaer no sobre el terapeuta, sino sobre
el propio consultante ya que será él quien deberá esforzarse en

152
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

seguir las indicaciones y las pautas que se le propongan para poner


fin a la situación indeseable.
– ¿Por qué me ha llamado justo en el momento en que lo ha hecho y no
antes ni después?
Tal vez existan factores que han contribuido a aliviar la situación
manteniéndola durante un tiempo en niveles manejables o puede
que, simplemente, se haya producido un cambio inesperado en la
configuración del problema. Es conveniente, por lo tanto, explorar
la existencia de posibles elementos de recurso así como prepararse
para afrontar las dificultades nuevas.
– ¿Cuál es, en este momento preciso, el cambio que parece más priori-
tario enfocar, el más urgente?
En una situación problemática pueden encontrarse múltiples
factores entremezclados, por eso resulta conveniente establecer una
prioridad de necesidades y centrar el trabajo sobre uno sólo de los
elementos para evitar la dispersión de esfuerzos, optimizar la pro-
babilidad de alcanzar resultados positivos y abrir con ello una vía
de esperanza hacia nuevos cambios futuros.
A veces, si el objetivo a alcanzar resulta demasiado complejo,
será necesario subdividirlo en metas intermedias de más fácil cum-
plimentación. En otras ocasiones, cuando hay que hacer frente a
diferentes problemas que se presentan imbricados, será necesario
decidir cuál eliminar primero para poder trabajar con mayor como-
didad sobre los restantes
En el caso de Mónica, y ante la constatación de que el padre de
la niña se inhibía de cualquier tratamiento familiar amplio y com-
pleto y se limitaba a hacer valer su derecho de visita en los perío-
dos fijados, se decidió orientar la terapia hacia los problemas de
angustia de la niña, fijando como primer objetivo más urgente nor-
malizar las noches de la pequeña de modo que consiguiera dormir
ocho horas cada día.
– Si llegase a producirse, ¿cuál se podría considerar como la primera
señal de que ha ocurrido un cambio significativo, aunque sea pequeño?
Mediante esta cuestión se indica al consultante que no debe
esperar un gran cambio a corto plazo en la situación y sí preparar-
se para estar atento a las pequeñas modificaciones que deberán ir

153
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

encadenándose hasta desembocar en el objetivo final deseado.


Además, se invita al consultante a pensar en términos de cambio
continuo, se le mentaliza para trabajar en pos de metas alcanzables
y, en definitiva, se le motiva para estimularse a partir de los peque-
ños logros que va obteniendo.
En el caso de Mónica, tanto la madre como la niña estuvieron de
acuerdo en que una señal de cambio podría estar constituida por el
hecho de que la niña pudiera permanecer en su propia cama sin lla-
mar a la madre para que la acostara con ella

Exploración de los recursos existentes


A medio camino entre el diagnóstico y la intervención, el hecho
de determinar los recursos personales que posee el consultante en
el momento actual o de los que ha podido servirse en anteriores
situaciones semejantes, es un valioso auxiliar para propiciar el cam-
bio deseado. Para explorar este aspecto pueden plantearse pregun-
tas tales como:
– ¿Qué ocurre los días en que el problema no sucede, o es menos acu-
sado? ¿a qué se puede deber esa diferencia?
Ningún problema está presente las veinticuatro horas del día
de cada una de las jornadas del año. Es evidente que, en un
momento u otro, el consultante pone en juego recursos personales,
de afrontamiento o de distracción, de los que puede no ser cons-
ciente; por eso una buena ayuda por parte del terapeuta puede
consistir en redirigir su atención hacia las ocasiones en que el pro-
blema está ausente.
Un niño con enuresis normalmente pasará alguna noche sin
mojar la cama; ¿qué factores pueden estar relacionados con ese epi-
sodio exitoso: la hora más temprana o más tardía de irse a dormir,
la actividad relajante realizada justo antes de meterse en la cama...?
Un obsesivo puede darse cuenta de que sus pensamientos recu-
rrentes son menos intensos o menos molestos cuando está enfras-
cado en alguna tarea de tipo manual o intelectual, o tal vez han
remitido en el momento en que voluntariamente ha activado una
sentencia al estilo de: "tengo el control de mis pensamientos y activo
justo los que yo deseo" o algún otro mecanismo por el estilo. Un

154
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

depresivo puede encontrar que su estado de ánimo es más lleva-


dero en algunos momentos del día, justo cuando algo está ocu-
rriendo en su entorno...
Este tipo de relaciones requieren una cuidadosa investigación y,
en el caso frecuente de que durante la entrevista el consultante no
consiga configurar una respuesta a esta pregunta, se le puede pro-
poner como tarea la observación de esos "momentos buenos" en
función de los elementos de la situación o personales que parecen
estar presentes al mismo tiempo que el problema se hace menos
acuciante.
– ¿Has tenido alguna dificultad parecida anteriormente? ¿de qué
manera conseguiste eliminarla?
A veces, las soluciones a problemas nuevos pueden surgir del
afrontamiento eficaz de viejos problemas. Un estudiante universi-
tario se dio cuenta de que sí existía un factor que en otros tiempos
le había ayudado a llevar adelante con éxito los primeros cursos en
la facultad. Como él decía, consistía en "hacerse visible" a los pro-
fesores, lo cual implicaba ocupar un siento en la primera fila
–arriesgándose a que pudieran formularle alguna cuestión sobre
un tema de estudio– preguntar directamente a los profesores, en
clase o fuera de ella, sus dudas acerca de los temas y otras conduc-
tas similares que, según él, lo obligaban a mantener un cierto com-
promiso de "no decepcionar" al profesor que era consciente de su
existencia y su interés, con lo que se obligaba a llevar sus estudios
al día. Para empezar a solucionar sus actuales dificultades de estu-
dio, no tuvo más que comprometerse a reiniciar alguno de aquellos
viejos hábitos, con lo que su rendimiento empezó a mejorar al cabo
de poco tiempo.
Ayudar al consultante a explorar sus recursos personales le
proporciona una estimable sensación de autocontrol a la que
podrá recurrir a la hora de comprometerse con metas más com-
plejas o ante futuros problemas, semejantes de algún modo a los
que afronta en la actualidad. De nuevo, el poner de manifiesto las
posibilidades personales del consultante, le permite mantener un
sentido de responsabilidad en la búsqueda de soluciones, con lo
que su implicación en la estrategia será mayor, así como la sensa-

155
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ción de dominio una vez que toma consciencia de sus capacidades


personales.

Intervenciones del terapeuta


Algunas escuelas de psicoterapia conceptualizan al terapeuta
como el elemento clave, responsable único de la intervención cuyo
papel consiste en inducir actitudes nuevas en el consultante, ele-
mento pasivo de la relación. Según otras, el papel del terapeuta es
comparable al de un espejo que se limita a reflejar los materiales
que su consultante hace salir a la luz para facilitarle la toma de
consciencia de determinados aspectos emocionales, motivaciones
ocultas o deseos subyacentes de manera que pueda volver a proce-
sar todos esos contenidos y sacar sus propias conclusiones.
Algunas otras consideran al terapeuta como un agente dispensador
de recompensas o castigos en función de las conductas adecuadas
o indeseables de su cliente. Desde el punto de vista de la terapia
estratégica la función del terapeuta es compleja ya que, si bien se
insiste en que la responsabilidad del cambio es del consultante, se
asigna al terapeuta el papel de diseñador de estrategias, motivador
de comportamientos y soporte seguro del consultante.
Así como la función terapéutica engloba múltiples facetas, tam-
bién las posibilidades de intervención son muy variadas y abarcan
desde la primera toma de contacto telefónico hasta el momento de
la despedida final, una vez se ha cumplido el objetivo marcado o
bien se ha alcanzado el número prefijado de sesiones2. Las estrate-
gias de intervención pueden adoptar formas muy diversas, si bien
las más usuales pueden ser:
Resaltar lo positivo
Ya hemos señalado la importancia de hacer reflexionar al con-
sultante acerca de sus propios recursos empleados en anteriores
ocasiones o como medio para lograr algunos pequeños cambios en
su situación actual. Además, el terapeuta debe estar muy atento

2. EL CENTRO DE TERPIA BREVE de Palo Alto ha fijado un número estándar de


diez sesiones como tope para concluir una intervención. El objetivo de
fijarse un límite en el número de sesiones no es otro que el de motivar al
cliente a trabajar activamente hacia el logro de sus propios objetivos.

156
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

para poner también de manifiesto aspectos que el cliente ni siquie-


ra había conceptualizado como valiosos y esto puede hacerlo en
diferentes momentos de la terapia:
a) Resaltando los logros obtenidos que han podido pasar desa-
percibidos al cliente.
Se puede hacer esto, por ejemplo, pidiéndole al consultante que
verbalice su objetivo final y cuando lo ha detallado pormenoriza-
damente, se le puede hacer una pregunta del estilo:
– "¿Algunos de esos elementos se están dando ya, en alguna medida
en la situación actual?".
De esta manera el sujeto puede reflexionar sobre algunos datos
a los que no había prestado atención por centrarse fundamental-
mente en los aspectos más negativos de su situación, con lo cual se
propicia un nuevo punto vista hacia elementos más positivos con
los que se puede estar contando ya en la actualidad.
Cuando la madre de Mónica recapacitó a partir de una pregun-
ta similar a ésta, pudo darse cuenta de que, incluso los días próxi-
mos a las visitas del padre, la niña era capaz de disfrutar de muchas
horas de tranquilidad y diversión en determinadas actividades en
el colegio y con sus amigas o, simplemente, en casa, cuando estaba
enfrascada en sus programas favoritos de televisión. Un agorafóbi-
co se había propuesto como objetivo concluir su preparación como
abogado y comenzar a trabajar en un despacho. A poco que refle-
xionó pudo entender que, de hecho, estaba funcionando en buena
medida tal y como deseaba; ciertamente la angustia lo atenazaba
buena parte del día, pero su funcionamiento, a pesar de ello, era
muy similar al guión de su meta ideal –acudía al juzgado, realiza-
ba múltiples trámites a lo largo del día, preparaba intervenciones,
etc.– lo cual le dio ánimos para perseverar en sus tareas de supera-
ción del miedo fóbico.
b) Reformulando en positivo las palabras del consultante.
En muchos de los mapas mentales que utilizamos están impre-
sas de un modo fijo ciertos rótulos negativos pero, si bien se mira,
tales etiquetas pueden ser examinadas desde otro punto de vista y
sustituirse por conceptualizaciones más positivas. No se trata sim-
plemente de un juego de palabras que hace el terapeuta, como un

157
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

engaño piadoso, para contentar a su cliente sino de una auténtica


redefinición enriquecedora de los presupuestos de partida inicial-
mente limitados.
Cuando Teresa, después de su angustiada narración acerca de
las luchas legales y personales mantenidas con su ex-marido para
negociar unas condiciones de visita más tranquilizadoras para su
hija Mónica, fue felicitada por haber sabido llevar su espíritu
materno hasta el punto de entregarse en cuerpo y alma al bienestar
de su hija, se quedó perpleja un instante y después cambió la expre-
sión de su rostro crispado por una sonrisa de alivio.
Una práctica recomendable consiste en felicitar sistemáticamen-
te a los consultantes por la intención oculta detrás de sus intentos
frustrados de solución. De hecho, los humanos funcionamos de la
mejor manera que sabemos y si nuestras acciones no nos reportan
los resultados que desearíamos se debe más a nuestra ignorancia
acerca de otras alternativas que a una mala disposición personal.
Por eso, a poco que busquemos, es posible encontrar un motivo
para felicitar a un cliente a pesar de su desastroso comportamiento
y así, siempre será posible elogiar la firmeza con que un padre
intenta inculcar buenos hábitos a su hijo o la independencia de la
que hace gala un hijo a pesar de las coacciones paternas.
Muchos terapeutas no saben hacer felicitaciones, bien porque su
modelo teórico de acción no contempla tal tipo de implicaciones
personales con sus consultantes, bien por falta de habilidades
sociales para hacer cumplidos. En el modelo de Palo Alto, como
veremos más adelante, estos inconvenientes quedan a menudo
obviados al ser el equipo de observación el que formula la felicita-
ción, limitándose el terapeuta principal a transmitir al consultante
el mensaje del equipo terapéutico lo cual le permite actuar de una
manera más desimplicada.
c) Normalizando y despatologizando
Algunas personas descubren que son humanas sólo después de
un largo período de remordimientos por sus supuestas conductas
aberrantes: algunos se asustan de llegar a concebir ideas homici-
das contra los suyos (sobre todo si se trata de obsesivos embarga-
dos por la sensación de que pueden perder el control y hacerse

158
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

daño a sí mismos o a la gente de su entorno), otros se muestran


preocupados creyendo que están viviendo un problema inédito en
la naturaleza humana, lo que les convierte en una especie de
monstruos. Por eso, cuando el terapeuta alude a casos semejantes
al suyo o bien les explica el carácter universal de cierto tipo de
situaciones, pueden empezar a concebir una esperanza cierta de
salida para su problema.
Reencuadrar y reinterpretar
Buena parte del trabajo terapéutico, independientemente del
modelo que se siga en la intervención, consiste en reformular el
material que el cliente aporta de manera que le resulte más útil en
función de sus objetivos. Reencuadrar es colocar la queja del clien-
te en un nuevo marco a partir del cual todo adquiere un nuevo sig-
nificado. Bandler y Grinder3 refieren la redefinición a la que llegó
una mujer, obsesionada con la limpieza, cuando se le cambió la
perspectiva desde la pulcra visión de la alfombra de su salón per-
fectamente limpio y colocado, a la percepción de que todo ese
orden y armonía eran el resultado de que no había nadie más junto
a ella: un marido que deja el periódico tirado sobre al sofá o unos
niños que marcan la alfombra del salón con el barro de sus botas...
Se trata de ampliar el punto de vista del cliente para darle una
perspectiva más amplia y completa de la situación: La madre que
presiona sutilmente a su hijo para que, a pesar de su angustia, deje
la comodidad de su hogar para pasar a convivir con una pandilla
de gamberros que le hacen la vida imposible en la residencia estu-
diantil y llevar adelante los difíciles estudios de arquitectura, debe
ser felicitada, ciertamente, por su empeño en conseguir lo mejor
para su hijo, pero también debe ser ayudada, en función del grado
de depresión del chico, a contemplar la posibilidad estremecedora
de un desmoronamiento grave de su hijo...
Podemos comparar el reencuadre como el movimiento de "tra-
velling" realizado por una cámara de cine o el "zoom" de un obje-
tivo fotográfico que parte de un enfoque muy detallado sobre un
objeto para ir ampliando luego el campo de visión de manera que

3. Richard BANDLER y John GRINDER: Reframing, Moab, Utah: Real People Press,
1982.

159
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

tengan cabida en él nuevos elementos que al principio no eran


evidentes.
Un tipo sutil de redefinición es el que se puede provocar sobre
un consultante desesperanzado mostrándose aún más pesimista
que él mismo, lo cual provoca una inmediata reacción de defensa
de la propia autoestima y, por eso mismo, un reencuadre de las
posibilidades personales.
Hacer uso de este tipo de estrategias es muy parecido a jugar de
"farol", pero suele dar unos resultados sorprendentes. No hace
mucho tiempo, en una sesión con una paciente fuertemente depri-
mida y muy reacia a dejarse "engatusar" con reformulaciones posi-
tivas, nos vimos obligados a contrarrestar todas sus quejas autode-
valuativas mediante una de las apuestas más fuertes que posee
todo terapeuta: la posibilidad de renunciar a continuar adelante en
vista de los fracasos reiterados. De manera que más o menos diji-
mos a nuestra paciente:
– Lo cierto es que no hemos avanzado mucho en todo este tiempo; más
bien me atrevería a decir que estás exactamente igual que al princi-
pio del tratamiento, por lo que estoy empezando a cuestionarme si
realmente te estoy sirviendo de ayuda...
La respuesta de la consultante saltó automáticamente antes de
que se pudiera formular la conclusión lógica de la argumentación
que se había iniciado:
– "Bueno, yo no diría exactamente eso; de hecho he mejorado mucho en
mi funcionamiento: en las dos últimas semanas no he perdido ni un
solo día de trabajo por mi depresión y me estoy obligando continua-
mente a salir hacia adelante; es sólo que mi estado de ánimo sigue
bajo mínimos, pero el funcionamiento general es mucho mejor que al
principio".
Pero no es conveniente jugar tan fuerte si no se parte del hecho
de que es el cliente, y no el terapeuta, el responsable de los logros
en el curso de la terapia.
Prescripción de comportamientos
La prescripción de un comportamiento determinado es el colo-
fón de una estrategia detalladamente estudiada en la que se consi-
dera concienzudamente, a la luz de los objetivos propuestos, tanto

160
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

las soluciones infructuosamente intentadas como la postura perso-


nal del consultante, así como el propósito positivo oculto tras toda
su actuación.
La formulación de las prescripciones, como los reencuadres,
tiene mucho que ver con el lenguaje hipnótico ericksoniano. De
hecho, los terapeutas que tienen experiencia con la formulación de
sugestiones en trance hipnótico encuentran fascinante el hecho de
enunciar sugerencias "en frío", fuera del marco de un estado de
concentración dirigida; pero, en realidad, no se trata de nada muy
distinto de las sugestiones formuladas por Milton Erickson, sin
necesidad de "oficiar" una inducción de trance formal.
Me imagino que un terapeuta novel va a necesitar tragarse
mucha saliva antes de atreverse a pedirle a una cliente depresiva
que esa noche, al disponerse a preparar la cena, derrame el aceite
por el suelo u organice alguna otra catástrofe doméstica. De hecho,
supongo que el inseguro tono de voz con el que va a formular tal
petición provocará un buen desconcierto en su consultante que no
se mostrará en absoluto dispuesta a someterse a tal sugerencia.
Pero si con el mayor convencimiento del mundo se le dice algo así
como:
– "Entiendo que su temor por la posibilidad de que le pueda ocurrir
algo malo proviene de lo más hondo de su subconsciente y está rela-
cionado con un mecanismo de defensa de los sentimientos más posi-
tivos que usted experimenta hacia su familia. Por eso mismo debería
usted sondear hasta qué punto esos sentimientos están presentes y a
punto para empezar a ser liberados... no sé lo que pensará usted, pero
se me ocurre que podría ser una buena idea que esta noche, cuando
se disponga a preparar la cena, provoque usted misma algo de lo que
teme; digamos, por ejemplo, derramar el aceite por el suelo, o cual-
quier otra pequeña catástrofe que pueda diseñar para los próximos
días. y será interesante esperar a ver qué descubrimientos realiza
sobre sus verdaderos sentimientos...
¡Es puro lenguaje hipnótico! El hemisferio cerebral izquierdo
puede "volverse loco" tratando de desentrañar el significado literal
de tan farragoso discurso que habla de miedos, sentimientos posi-
tivos y aceite, pero tal vez el hemisferio derecho capte con toda cla-

161
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ridad el mensaje de que las catástrofes más frecuentes en un hogar


no van más allá de algún que otro charco de aceite y, a pesar de ello,
¡es posible sentirse bien, arropado por todo el calor familiar!
A menudo se trata de prescripciones paradójicas que, aparen-
temente, corren el riesgo de echar por tierra los objetivos de la
terapia. Entre las prescripciones más usuales están aquellas que
implican:
– Provocar o empeorar los síntomas. Paradójicamente, conse-
guir activar un síntoma implica hacerse con sus mecanismos de
control y, por consiguiente, utilizarlos posteriormente para su eli-
minación.
– Provocar una recaída. Esta prescripción tiene dos momentos
especialmente útiles de aplicación: cuando el cliente se muestra
entusiasmado con su progreso continuado a lo largo de varios días,
es conveniente hacerle ver que lo más lógico es esperar que las
cosas no prosigan eternamente bien, sino que habrá altibajos por lo
que es de suponer que no está lejos la recaída. El otro momento
especial es poco antes de dar de alta a un consultante que ya lleva
una temporada "sintiéndose bien"; se le puede pedir que se esfuer-
ce en recaer como una medida adicional de control de los síntomas
y como recordatorio de cómo pueden llegar a ponerse las cosas en
el caso de empeorar.
– Actuar en contra de la tendencia habitual, pero mantenien-
do el propósito inicial: A Teresa, la madre de Mónica, se la puede
felicitar por su empeño en proteger a la niña por encima de todo
para explicarle a continuación (reencuadrar) que el modo más
seguro de protegerla en el futuro es asegurarse de que la propia
niña va a contar con recursos propios y, así, sugerirle finalmente
que empiece por imponer a la niña que se quede en su propia
cama a pesar de sus dificultades para dormirse, explicándole que
es lo mejor para hacerse fuerte y que así estarán orgullosas la una
de la otra.
– Incurrir en la secuencia de conducta que se desea evitar pero
variando alguno de sus elementos –frecuencia, intensidad, dura-
ción, orden– o introduciendo elementos nuevos relacionados con el
entorno, personas implicadas, momento del día, etc. De nuevo, el

162
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

efecto solapado de esta instrucción es proporcionar control sobre el


comportamiento.
Otras prescripciones tienen un carácter aparentemente pragmá-
tico –registros, observación de acontecimientos, autoobservación,
etc.– pero, normalmente, llevan en sí mismas el germen del cambio
mínimo que puede convertir al consultante de mero sujeto pasivo
a controlador activo y organizador de su entorno.
Toda intervención debe partir del análisis de la clase de solucio-
nes ineficaces que se están manteniendo a partir de la postura per-
sonal del cliente y encaminarse a romper ese círculo vicioso, res-
ponsable de la perpetuación del problema: intentos de forzar lo
espontáneo, evitación de lo temido, imposición del criterio propio
o defensa frente a las acusaciones injustas (véase capítulo VI)
Seguimiento y evaluación de resultados
El enfoque estratégico surgió en un marco estrictamente experi-
mental; por eso mismo, la evaluación de los resultados es un ele-
mento clave dentro del modelo.
En la terapia estratégica existe una línea conductora que da
cohesión a la serie de sesiones que se mantienen con cada consul-
tante; a diferencia de otros enfoques que consideran cada interven-
ción como una unidad en sí misma, aquí existe una secuencia inten-
cional entre todas las sesiones en función del objetivo planteado
inicialmente. Por eso, en cada sesión se determina en qué punto se
halla el consultante respecto de sus metas, los cambios debidos a la
intervención específica y los que se han podido producir como
efecto secundario, las causas de los posibles fracasos y las estrate-
gias alternativas para superar las dificultades. Y con todos esos
datos a la vista, se diseña la intervención correspondiente.
A primera vista, podría pensarse que el enfoque estratégico no
es más que un refinamiento de los planteamientos conductistas
más radicales. Sin embargo existe una notable diferencia entre
ambos, así como respecto a otros modelos de psicoterapia; el
esquema adjunto puede servir como guía para constatar algunas
diferencias:
En el entorno ambiental están teniendo lugar continuamente
acontecimientos que, al incidir sobre cada persona, son procesados

163
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ENTORNO

OTRAS PERSONAS SUJETO

SITUACIONES CREENCIAS

ELEMENTOS AMBIENTALES EXPECTATIVAS COMPORTAMIENTO

RESPONSABILIDADES PREJUICIOS

PRESIONES SOCIALES NORMAS

en función de sus propios mapas mentales y, de esa manera, se


organiza la respuesta a emitir en cada situación específica que, a su
vez, puede influir sobre el propio entorno modificándolo en algu-
na medida.
El conductismo más ortodoxo centra las intervenciones en el
nivel de las respuestas de manera que, al reforzar las conductas
deseables y "castigar" las indeseables, se consiga un incremento en
la probabilidad de ocurrencia de las primeras y una disminución
de las segundas. Los enfoques puramente cognitivistas se fijan en
los procesos de pensamiento del sujeto –sus mapas mentales– par-
tiendo de la base de que una variación de las expectativas o las cre-
encias de un individuo puede propiciar la aparición de nuevos
comportamientos. Otros planteamientos, finalmente, tratan de
introducir un elemento nuevo bien sea en el entorno o en el interior
del sujeto –llámese energía, comunicación transpersonal o cual-
quier otra denominación– que será, en definitiva, el factor decisivo
en el cambio de comportamiento.
El enfoque estratégico, por su parte, actúa simultáneamente
sobre los tres elementos del esquema del comportamiento humano:
– Sobre el entorno: por ejemplo, a través de la prescripción de
variaciones y la observación de los efectos que tales cambios pro-
vocan en la cadena entorno-comportamiento-resultado.
– Sobre los esquemas mentales del sujeto: los reencuadres, refor-
mulaciones y reinterpretaciones se pueden considerar como inter-
venciones puramente cognitivistas.

164
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

– Sobre el comportamiento: mediante prescripciones directas, se


ensayan nuevas conductas, se constatan los resultados y se abren
nuevas posibilidades de actuación personal

La práctica de la teoría

Al comenzar este capítulo teníamos en mente el objetivo de


exponer con la mayor concisión posible el esquema de lo que
puede ser el estilo estratégico. Si bien el capítulo se ha orientado
más bien hacia los profesionales de la psicoterapia, nada impide a
quienes no se dedican a tales menesteres aplicar tal esquema a
muchas situaciones de su vida diaria. En concreto, consideramos
que la comunicación habitual puede mejorar muy notablemente si
se adopta como hábito el seguimiento de algunas de las pautas del
enfoque estratégico:
– Reformular el problema integrando todos los elementos es
un ejercicio de comprensión y síntesis. Exponer a nuestro interlo-
cutor un resumen de lo que creemos haber entendido, brindándole
la oportunidad de matizarlo o modificarlo, es el mejor método para
evitar malentendidos.
– Resaltar lo positivo a su vez, no sólo despejará los canales de
comunicación sino que, además, el esfuerzo por descubrir la inten-
ción positiva oculta tras las opiniones o la conducta de un interlo-
cutor, constituye el más elaborado ejercicio de desarrollo de la
empatía personal.
– Prescribir cambios puede ser lo mejor que podemos hacer por
cualquier persona que se vea envuelta en un problema. Hacerle ver
que lo que está haciendo no funciona y que, por eso mismo, es
necesario intentar algo diferente, puede abrirle la puerta hacia nue-
vas soluciones. Por supuesto, no es necesario esforzarse en reco-
mendar sistemáticamente soluciones paradójicas; tal vez, fuera del
marco de la psicoterapia, eso puede resultar demasiado forzado
pero sí que podemos ayudar a nuestros interlocutores a diseñar
estrategias alternativas ¡sin perder de vista que la responsabilidad
última no nos corresponde a nosotros, sino a ellos!

165
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Como entrenamiento, vamos a proponer un ejercicio de reinter-


pretación positiva de comportamientos consistente en buscar un
motivo de elogio para nuestro supuesto interlocutor a partir de su
conducta problemática. Al final del capítulo se propone una posi-
ble solución.

Situación Reinterpretación
positiva
1. Ana se siente celosa porque una chica
nueva ha comenzado a trabajar en la oficina
de su marido. Se muestra distante e irritable
con el marido cuando éste llega a casa, como
para "castigarlo".
2. La niña de Julia reclama continuamen-
te su atención a la hora de comer; no para
quieta: sube y baja continuamente de la
silla, pide que le den la comida, quiere que
le cuenten cuentos. Por atender a su hija,
Julia tiene todos los días el tiempo muy
justo para el trabajo.
3. María está deprimida porque desea
romper su relación con el chico con quien
está saliendo, pero siente que sus padres la
están presionando para que continúe con
él. Ella no quiere a ese chico, pero tampoco
desea dar un disgusto a sus padres.
4. Carlos llega a su casa la noche de los
viernes más tarde de lo acordado con sus
padres. Éstos están hartos de razonar con él,
de reñirle y de amenazarle.
5. Mario está desesperado porque no
consigue dejar de fumar. Ya lleva muchos
intentos y no lo consigue. Le preocupa
mucho el riesgo que puede estar suponien-
do para su salud.

166
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

Resumen

El enfoque estratégico parte de:


1. Determinar el problema.
2. Especificar las soluciones intentadas.
3. Delimitar una meta clara.
4. Contar con los recursos personales existentes.
Las intervenciones estratégicas comprenden:
1. Resaltar lo positivo.
2. Reencuadrar y reinterpretar.
3. Prescribir comportamientos para romper el círculo vicioso
problema-solución.
4. Evaluar los resultados obtenidos.

167
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

ESQUEMA DE PREGUNTAS PARA DIRIGIR UNA


SESIÓN DE TERAPIA ESTRATÉGICA

Descripción del problema:


– ¿En qué puedo ayudarte?, ¿Cuál es el problema que te trae
por aquí?
– ¿Qué ocurre exactamente? ¿Quién hace qué? ¿Cómo respon-
des?
– ¿Dónde, cuándo ocurre?
– ¿Es siempre de la misma manera? ¿Cuáles son las diferen-
cias?

Determinación de objetivos:
– ¿De qué manera puedo yo ayudarle a afrontar este proble-
ma?
– ¿Por qué me ha llamado justo en el momento en que lo ha
hecho y no antes ni después?
– ¿Cuál es, en este momento preciso, el cambio que parece
más prioritario enfocar, el más urgente?
– Si llegase a producirse, ¿cuál se podría considerar como la
primera señal de que ha ocurrido un cambio significativo,
aunque sea pequeño?

Exploración de los recursos existentes:


– ¿Qué ocurre los días en que el problema no sucede, o es
menos acusado? ¿a qué se puede deber esa diferencia?
– ¿Has tenido alguna dificultad parecida anteriormente? ¿de
qué manera conseguiste eliminarla?

Resaltar lo positivo
– ¿Está ocurriendo ya algo que no deseas perder?
– ¿Qué objetivo o función positiva se oculta detrás de todo
eso?

168
EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

Solución al ejercicio propuesto:

Situación Reinterpretación positiva


1. Ana se siente celosa porque Ana ama a su marido. Está muy
una chica nueva ha comenza- pendiente de él y sabe mostrar
do a trabajar en la oficina de su sus emociones aunque sean las
marido. Se muestra distante e de una chiquilla celosa. Deberá
irritable con el marido cuando empezar a mostrarle también
éste llega a casa, como para sus sentimientos más cálidos.
"castigarlo".
2.La niña de Julia reclama con- Julia es una "madraza" que
tinuamente su atención a la desea lo mejor para su hija a la
hora de comer; no para quieta: que está totalmente entregada.
sube y baja continuamente de Como buena madre sabrá
la silla, pide que le den la comi- hacerle a su hija el regalo del
da, quiere que le cuenten cuen- autocontrol.
tos. Por atender a su hija, Julia
tiene todos los días el tiempo
muy justo para el trabajo.
3. María está deprimida porque María es una hija preocupada
desea romper su relación con el por no herir los sentimientos
chico con quien está saliendo, de sus padres. Ella les dará la
pero siente que sus padres la alegría de convertirlos en artífi-
están presionando para que ces de su felicidad por no re-
continúe con él. Ella no quiere a nunciar a la elección personal
ese chico, pero tampoco desea que haga libremente en su
dar un disgusto a sus padres. momento.
4. Carlos llega a su casa la Los padres de Carlos se preocu-
noche de los viernes más tarde pan mucho por su hijo y desean
de lo acordado con sus padres. verle libre de problemas. Segu-
Éstos están hartos de razonar ramente estarán dispuestos a
con él, de reñirle y de amena- enseñarle la dura lección de las
zarle. "consecuencias lógicas" del pro-
pio comportamiento.
CONTINÚA

169
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

VIENE DE PÁG. ANTERIOR

Situación Reinterpretación positiva


5. Mario está desesperado por- El mérito de Mario reside en su
que no consigue dejar de fumar. capacidad de perseverar a
Ya lleva muchos intentos y no pesar de los obstáculos y de no
lo consigue. Le preocupa mu- rendirse ante los fracasos. Sus
cho el riesgo que puede estar probabilidades de éxito
suponiendo para su salud. aumentarán si aplica todo su
empeño en la cumplimentación
de alguna acción que le haga
fumar menos accesible.

170
APÉNDICE
EL ESTILO “PALO ALTO”

"Let's be brief"

Lema del Centro de Terapia Breve del MRI, en Palo Alto

No deja de sorprender al estudiante de Psicología la


amplia bibliografía sobre temas psicoterapéuticos y compor-
tamentales publicados en un lugar con un nombre de tan pin-
torescas resonancias hispanas. Pero el fenómeno es explicable
si se tiene en cuenta que en esa pequeña población california-
na, no lejos de San Francisco, confluyen dos importantes
fuentes referenciales para el profesional de la psicoterapia: la
Universidad de Stanford, por una parte y, especialmente, el
"MENTAL RESEARCH INSTITUTE" (MRI) –nada que ver el
uno con la otra– a cuyo amparo se desarrolla el "Centro de
Terapia Breve", origen de la terapia estratégica y fundamento
de otros enfoques de plena actualidad tales como la terapia
familiar sistémica.
En el jardín central del edificio que alberga al MRI, llega a
palparse la presencia de John Weakland, en el banco de made-
ra que sustenta la placa en su memoria, y, al tiempo que es
posible tomarse un café con Paul Watzlawick mientras se le
van proporcionando matizaciones lingüísticas a su encanta-
dora jerga hispano-italiana o admirar el agudo sentido del
humor del sorprendente Richard Fisch, uno no puede dejar
de pasar revista mentalmente, entre reverente y encantado, a

171
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

la larga lista de nombres ilustres ligados de un modo u otro a la ins-


titución; desde su precursor, Gregory Bateson, hasta los actuales
encargados de mantener vivo su espíritu inconformista e inquisiti-
vo, como la cosmopolita Karin Schlanger, sin olvidar el ramillete de
personajes, casi míticos ya, que han contribuido a la configuración
del espíritu del MRI de Palo Alto, como Don Jackson, Virginia Satir,
y "a distancia", el propio Milton Erickson. Quien desee conocer en
detalle la historia de esta institución puede consultar la bibliografía
correspondiente .
Pero lo más interesante para el terapeuta que allí va a impreg-
narse de algo de ese peculiar estilo estratégico para poder reflejar-
lo después en su acción profesional, es la forma concreta de traba-
jar que se sigue en el Centro de Terapia Breve desde su fundación,
a principios de los años sesenta, y que rompe con muchos de los
esquemas tradicionales de actuación en psicoterapia:

El equipo terapéutico

Lo primero que sorprende es el hecho de que se trabaje en equi-


po. La sala de terapia consiste en un espacio sobriamente amuebla-
do con dos sillas de brazos y una mesa baja que sirve de frontera
entre el terapeuta principal, el responsable de la sesión, y su con-
sultante. Una de las paredes laterales que limita con una salita con-
tigua, está constituida por un gran espejo sin azogue, que permite
observar desde este recinto cuanto ocurre en la sala de terapia.
Aquí se instala el equipo de coterapeutas –entre tres y cuatro– cuya
función va a consistir en prestar ayuda al terapeuta principal con
sus comentarios, interpretaciones y sugerencias. Además, un equi-
po de vídeo permite grabar la sesión así como transmitir su conte-
nido a un aula más espaciosa desde donde pueden seguir el desa-
rrollo de los acontecimientos varios alumnos que no intervienen
directamente en la sesión.
Por supuesto, el consultante conoce la situación y sabe que está
siendo observado. En la sesión inicial, se le ha explicado todo el
procedimiento y se solicita su consentimiento por escrito para

172
APÉNDICE

poder utilizar las grabaciones efectuadas a efectos didácticos o de


investigación. A cambio se le garantiza la más escrupulosa discre-
ción a nivel social.
Lejos de resultar un inconveniente, en esta situación de exposi-
ción semipública, que podría retraer a los menos exhibicionistas,
los consultantes se sienten más arropados por todo un equipo –al
que sienten pero casi nunca ven– y perciben que se está poniendo
un interés muy especial en la solución de su problema particular, lo
cual es muy estimulante para ellos.
La responsabilidad de la sesión corre a cargo del terapeuta prin-
cipal, pero el equipo tras el espejo puede intervenir en cualquier
momento mediante comunicación telefónica con la sala de terapia,
convocando al terapeuta principal a una breve reunión en medio
de la sesión, o bien irrumpiendo en la sala de terapia para comuni-
carse directamente con el terapeuta principal o con el consultante.
Las interrupciones a través del teléfono son frecuentes, pero
lejos de suponer una distracción, son percibidas por el cliente como
un seguimiento muy cercano de su caso por parte de los "persona-
jes misteriosos" ocultos tras el espejo. Desde el punto de vista del
consultante las cosas, más o menos suceden de esta manera:
Consultante:
– "... he procurado seguir las instrucciones lo mejor que he podido,
pero no estoy muy seguro de haberlo hecho bien: Usted me había
sugerido que en lugar de mostrarme tan mandón con mi hijo, procu-
rara pedirle su opinión en todo momento. Pues bueno, él iba a matri-
cularse de unas asignaturas optativas y me pidió consejo. Yo estuve
a punto de sugerirle que eligiera Matemáticas comerciales, pero me
acordé de su consejo y le dije que no estaba seguro de lo que podría
resultarle mejor a la larga y que en cuestión de estudios yo había
"metido la pata" con los míos en alguna ocasión, así que le dije que
no lo tenía muy claro, y que lo mejor era que pensara qué es lo que
más le gustaba...".
Terapeuta:
– "¿Eso ha supuesto un cambio en su actitud habitual con su hijo?,
quiero decir, ¿cómo habría actuado hace un par de semanas en una
situación semejante?".

173
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Cliente:
– "En efecto, antes yo le hubiera dicho: eres un inútil, no sabes nada,
no tienes decisión...".
Suena el timbre del teléfono. El terapeuta principal se disculpa
y descuelga el auricular...
– ...
Terapeuta:
–"Ajá. Está bien... Sí, sí... Se lo comunicaré.
(el consultante sabe que están hablando de él; observa al tera-
peuta con un asomo de expectación).
El terapeuta cuelga el teléfono y se dirige sonriente a su cliente:
– "Me dice el equipo que les ha impresionado el cambio de actitud que
ha mostrado usted en ese momento y quieren felicitarlo".
El equipo terapéutico proporciona una enorme creatividad al
proceso de la terapia; ayuda a evitar los bloqueos en los que todo
terapeuta incurre de vez en cuando y provee un apreciable marco
de seguridad al responsable de la sesión que sabe que va a ser ase-
sorado en los momentos más críticos. Así, las reformulaciones posi-
tivas, los reencuadres y las prescripciones paradójicas pueden ser
aceptadas más fácilmente por el cliente que ve tales intervenciones
como el resultado de un trabajo conjunto más fiable, por lo tanto,
que la simple opinión de un miembro aislado.
A veces hay desacuerdo entre el equipo y el terapeuta principal.
En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: o bien el terapeuta, direc-
tor de la sesión, prescinde del comentario de su equipo y se man-
tiene en su línea individual, o comunica al consultante la discre-
pancia existente entre él y el equipo de asistencia. En este último
caso, la cuestión puede tener repercusiones terapéuticas importan-
tes ya que, por lo general, el cliente se alía con su terapeuta frente
al equipo que mantiene una postura diferente y así se posibilita una
mayor motivación para un cambio concreto:
– "Tenemos un punto de discrepancia los miembros del equipo y yo:
ellos piensan que todavía es prematuro proponerle que haga un
esfuerzo para mantener un poco más alejado ese "control a distan-
cia" que ha venido ejerciendo sobre su hijo; sin embargo yo creo que
usted ha dado ya muestras de prudencia suficiente y pienso que

174
APÉNDICE

podría hacerlo; ¿qué opina usted de dar un paso más y probar a darle
libertad al chico para que se informe de cómo podría organizar su
prestación social sustitutoria antes de que decida si hace o no la
mili?".
– "No me haría mucha gracia que tomara esa decisión, pero compren-
do que es su vida, y aunque él pueda tener ciertas ideas que yo no
comparto, entiendo que sigue siendo mi hijo y, en efecto, va a necesi-
tar mi apoyo".

Organización del tiempo

El Centro de Terapia Breve de Palo Alto determina un número


máximo de diez sesiones con los consultantes que acuden en
demanda de ayuda. Este número se fijó de una manera bastante
arbitraria en los primeros tiempos de puesta en marcha del progra-
ma experimental, como una forma de forzar la brevedad en terapia
y los resultados han venido demostrando que es un plazo razona-
ble. De hecho, muchos objetivos se alcanzan antes de la décima
sesión.
Limitar el número de sesiones es otra forma de mantener el con-
trol de la terapia por parte del terapeuta, aspecto que el Centro de
Terapia Breve se cuida mucho de asegurar. La perspectiva de disol-
ver el contrato terapéutico en un plazo determinado estimula a los
consultantes a poner de su parte todo cuanto puedan para alcanzar
los resultados propuestos. De todos modos, como una especie de
garantía de tranquilidad, cuando el cliente alcanza el término de la
terapia antes de la décima sesión, sabe que podrá utilizar el rema-
nente de jornadas no utilizadas para trabajar sobre el mismo pro-
blema en caso de recaída o de resurgimiento del problema inicial.
Pero la filosofía del Centro es establecer un límite máximo para tra-
bajar sobre un problema determinado. Por supuesto, si un mismo
consultante acude con otro problema diferente al inicial, tendrá
también derecho a sus correspondientes diez sesiones.
El tema del control por parte del terapeuta correlaciona inversa-
mente con la resistencia al cambio: a mayor directividad del tera-

175
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

peuta, aceptada por el consultante, menos dificultades para el cam-


bio experimenta este; pero si el consultante percibe que puede
imponer sus condiciones, por ejemplo en cuestiones como fijación
de la fecha o el horario de la consulta, tipo de tareas que acepta o
se niega a llevar a cabo, frecuencia de las sesiones o cualesquiera
otros, entonces la resistencia al cambio se hace más evidente y las
metas difícilmente son alcanzadas.
En cuanto al tiempo dedicado a cada sesión, suele oscilar en
torno a los cincuenta minutos, sin que el terapeuta tenga que ajus-
tarse forzosamente a cubrir un tiempo determinado. De hecho,
cada sesión terapéutica puede tener su ritmo propio de manera que
se alcance una resolución antes del tiempo establecido con lo que
sería un error prolongarla más allá de lo conveniente ya que eso
podría mermar el impacto de una intervención o de una prescrip-
ción determinada.
En general, la primera parte de la sesión suele estar dedicada a
comentar la actuación del cliente; el modo de llevar adelante las
tareas asignadas, problemas y descubrimientos realizados en torno
a su ejecución y observaciones generales tanto en relación al pro-
blema objeto de consulta como sobre otros temas relacionados.
Durante esta primera parte, el terapeuta, asistido por el equipo,
realiza las correspondientes reformulaciones y reencuadrres.
Normalmente tiene lugar, después, un breve corte en la sesión
como consecuencia de la "mini junta" que celebran el terapeuta
principal y sus asesores del otro lado del espejo: se hace una pues-
ta en común de lo observado, se discuten criterios –y a veces no se
llega a un acuerdo– y se planifica la estrategia a seguir.
Los últimos quince o veinte minutos se dedican a comunicar al
consultante los acuerdos o el punto de vista del equipo y en esta
fase de la sesión se introducen las intervenciones de mayor impac-
to: elogios, desafíos, reencuadres novedosos. Finalmente, se formu-
la la prescripción de comportamiento que el consultante debe
poner en práctica hasta la siguiente sesión.
La frecuencia de las sesiones es, en principio, semanal. A medi-
da que el cliente se va acercando a los objetivos terapéuticos pro-
puestos, las consultas se pueden ir espaciando como una forma de

176
APÉNDICE

transferir el control al propio consultante así como una manera de


ir preparando la terminación de la terapia.
El término de la secuencia terapéutica puede producirse por
haber alcanzado los objetivos propuestos o bien ante la imposibili-
dad manifiesta de lograrlo. En todo caso, se procura que el término
sea siempre cordial y el terapeuta se muestra dispuesto a aprender
de sus propios errores.

No trabajar más que el cliente

Este consejo tuvo un impacto especial sobre mi forma de proce-


der en la actualidad. De hecho, resume bien la actitud general de no
quitarle al consultante su problema, sino ayudarle a liberarse de él.
Muchas veces los terapeutas somos presa de la ansiedad por con-
seguir una mejoría constatable, e, incluso, nos echamos sobre las
espaldas la responsabilidad de que el cliente realice su trabajo. Tal
vez tenga que ver con la autoestima, ya que a nadie le agrada ser
testigo del fracaso de su propia intervención.
Personalmente me he visto muchas veces luchando desespera-
damente con un consultante inhibido, acosándolo a preguntas, asa-
etándolo con propuestas, abrumándolo con sugerencias... para no
obtener más que débiles signos de que no se había perdido del todo
la comunicación verbal. Pues bien, el espíritu de la terapia estraté-
gica desaconseja esta forma de liberar al cliente de su carga. La con-
signa, más bien es: si tu cliente no habla, sé tú más mudo que él (he
comprobado que es una buena manera de conseguir que empiecen
a hablar: o bien el silencio se les hace incómodo, o bien empiezan a
pensar que, ya que están pagando por esa sesión, les resulta más
rentable hablar de algo); si no hace sus deberes, quítale asignacio-
nes, si espera que tú le resuelvas su problema, plantéale más pro-
blemas que resolver...
Es como tener que transportar un peso entre dos personas: si
una de ellas afloja por su lado, la otra tiene que realizar un esfuer-
zo mayor para tirar de la carga. Y creo que es mejor que el que tire
más fuerte sea el consultante... por su propio bien.

177
CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

Trabajar en solitario

Lo malo para cuantos nos dedicamos al ejercicio libre de la psi-


coterapia es que no disponemos de un equipo tras el espejo que nos
aporte creatividad, desafíos, ánimo y puntos de vista diferentes. De
todos modos, las limitaciones de trabajar en solitario pueden
paliarse, parcialmente, si se recurre a ciertas estrategias:
– Grabar las sesiones. Tras pedirle el correspondiente permiso al
consultante, se le puede explicar que la grabación se utilizará para
consultar determinados puntos oscuros que hayan podido quedar
en la sesión con otros colegas expertos. Y, si se tiene la posibilidad,
realizar realmente tal consulta o, al menos, volver a escuchar la gra-
bación y reflexionar sobre lo que allí se ha planteado, planificar
nuevas estrategias o prescripciones, etc. En la siguiente sesión se
puede transmitir al consultante el resultado de nuestras consultas
o reflexiones personales.
– El equipo imaginario: El "rol de espectador" tiene nefastas con-
secuencias en el ámbito del funcionamiento sexual; tener concien-
cia de sí mismo impide que ciertas funciones espontáneas puedan
desarrollarse con normalidad. Sin embargo, en una sesión de tera-
pia es bueno visualizarse de vez en cuando desde el otro lado del
espejo, o imaginar que "el equipo" hace una llamada, justo en el
momento en que parece haberse perdido el hilo de la sesión: ¿qué
reencuadre o felicitación tienen para el consultante? ¿qué propues-
ta o prescripción le harían en ese momento?
El equipo imaginario siempre ayuda a estimular la escucha acti-
va, la percepción del punto de vista del consultante y, a menudo, es
mucho más exigente que el equipo terapéutico real.
En definitiva, el espíritu del Centro de Terapia Breve del MRI de
Palo Alto se compone a partes iguales de altas dosis de creatividad,
pragmatismo, entusiasmo y sentido común. Cualidades todas ellas
muy deseables para cualquier terapeuta, independientemente de la
línea teórica de base que sustente su trabajo clínico. Por otro lado,
a cualquier terapeuta, de la escuela que sea, tampoco le resultará
excesivamente difícil incluir sus técnicas concretas de trabajo den-
tro del marco general de actuación aquí expuesto.

178
APÉNDICE

Tanto desde el punto de vista personal como desde el de profe-


sional de la psicoterapia, entiendo que no es mala cosa intentar,
periódicamente, un pequeño cambio... y observar los resultados.

179
DIRECTOR: CARLOS ALEMANY
1. Relatos para el crecimiento personal. CARLOS ALEMANY (ED.), RAMIRO ÁLVAREZ, JOSÉ
VICENTE BONET, IOSU CABODEVLLLA, EDUARDO CHAMORRO, CARLOS DOMINGUEZ, JOSÉ
ANTONIO GARCÍA-MONGE, ANA GIMENO-BAYÓN, MAITE MELENDO, ALEJANDRO ROCAMORA.
PRÓLOGO DE JOSÉ LUIS PINLLLOS. (6ª ed.)
2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. OLGA CASTANYER. (21ª ed.)
3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad.
ANA GIMENO-BAYÓN COBOS. (5ª ed.)
4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.)
5. ¿Qué es el narcisismo? JOSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.)
6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.)
7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EDS.)
8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO PAROLINI. (5ª ed.)
9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad.
FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. JEAN SARKISSOFF. (2ª ed.)
11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. LUIS LÓPEZ-YARTO ELIZALDE. (5ª ed.)
12. El eneagrama de nuestras relaciones. MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIDHARDT. (5ª ed.)
13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa.
LUIS ZABALEGUI. (3ª ed.)
14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. BRUNO GIORDANI.
PRÓLOGO DE M. MARROQUÍN. (2ª ed.)
15. La fantasía como terapia de la personalidad.FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVIER GAFO (ED.). JAVIER GAFO, CARLOS
DOMÍNGUEZ, JUAN-RAMÓN LACADENA, ANA GIMENO BAYÓN, JOSÉ LUIS TRECHERA. (3ª ed.)
17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO. PRÓLOGO DE J. MARTÍN VELASCO. (3ª ed.)
18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. DON RICHARD RISO. (5ª ed.)
19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. THOMAS HART.
20. Treinta palabras para la madurez. JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (8ª ed.)
21. Terapia Zen. DAVID BRAZIER. PRÓLOGO DE ANA MARÍA SCHLÜTER RODÉS. (2ª ed.)
22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental.
GERALD MAY. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.
23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. JUAN MASIÁ CLAVEL.
24. Pensamientos del caminante. M. SCOTT PECK. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.
25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico.
RAMIRO J. ÁLVAREZ. (2ª ed.)
26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la Integración Psicológica y Espiritual.
DAVID RICHO. (2ª ed.)
27. El acompañante desconocido. De cómo lo masculino y lo femenino que hay en
cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. JOHN A. SANFORD.
28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JUAN MANUEL G. LLAGOSTERA.
29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia.
ASCENSIÓN BELART - MARÍA FERRER. PRÓLOGO DE LUIS ROJAS MARCOS. (2ª ed.)
30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías.
MIGUEL ÁNGEL CONESA FERRER.
31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Guía práctica para sobrevivir a los exá-
menes. KEVIN FLANAGAN. PRÓLOGO DE JOAQUÍN Mª. GARCÍA DE DIOS.
32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico.
VERENA KAST. PRÓLOGO DE GABRIELA WASSERZIEHR.
33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3ª ed.)
34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad.WILKIE AU - NOREEN CANNON.
35. Vivir y morir conscientemente. IOSU CABODEVILLA. PRÓLOGO DE CELEDONIO CASTANEDO. (3ª ed.)
36. Para comprender la adicción al juego. MARÍA PRIETO URSÚA. PRÓLOGO DE LUIS LLAVONA.
37. Psicoterapia psicodramática individual. TEODORO HERRANZ CASTILLO.
38. El comer emocional. EDWARD ABRAMSON.
39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.
JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH.
40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
41. Valórate por la felicidad que alcances. XAVIER MORENO LARA.
42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ.
PRÓLOGO DE JOSÉ KLINGBEIL.
43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno
mismo. CHARLES L. WHITFIELD. PRÓLOGO DE JOHN AMODEO.
44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO.
45. Para que la vida te sorprenda. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.)
46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y
la pasión. DAVID BRAZIER.
47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.
PRÓLOGO DE LUIS LÓPEZ-YARTO.
48. Palabras para una vida con sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS.
49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. PHILIP SHELDRAKE.
50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo.
LUIS CENCILLO. PRÓLOGO DE ANTONIO BLANCH. (2ª ed.)
51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG.
PRÓLOGO DE CARMEN MATEU. (2ª ed.)
52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
53. Desarrollo de la armonía interior. JUAN ANTONIO BERNAD.
54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE y ELISA LÓPEZ
BARBERÁ Y COLS. PRÓLOGO DE JOSÉ A. GARCÍA-MOGE.
55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO.
56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL. PRÓLOGO DE JAVIER ORTIGOSA.
57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares.
GIULIANA PRATA; MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH.
59. Amor y traición. JOHN AMODEO. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY.
60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JAIME GUILLÉN DE ENRÍQUEZ.
61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía.
KEVIN FLANAGAN.
62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-
PINZÓN.
63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal.
IOSU CABODEVILLA ERASO. PRÓLOGO DE RAMÓN MARTÍN RODRIGO.
64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA.
65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.)
66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ.
67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO.
PRÓLOGO DE DAVID H. BARLOW, PH.D. (2ª ed.)
68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. KATHLEEN R. FISCHER
y THOMAS N. HART.
69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS.
70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad
mediante los cuentos. JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU.
71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET.
73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser.
JEAN SARKISSOFF.
74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la
longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO.
75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO CARRERO.
76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. JESÚS DE
LA GÁNDARA MARTÍN.
77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. CLAUDE IMBERT.
78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES VILLAGRÁ.
79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ.
80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? RAMÓN ROSAL CORTÉS.
81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO.
82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica.
DAVE MEARNS y BRIAN THORNE. PRÓLOGO DE MANUEL MARROQUÍN PÉREZ.
83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psico-
terapéutico. FRED FRIEDBERG. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR RAMIRO J. ÁLVAREZ
84. No seas tu peor enemigo...¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! ANN-MARIE
MCMAHON.
85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA.
86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. CON LA COLABO-
RACIÓN DE ITZIAR BARRENENGOA
87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA MÉNDEZ.
88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona.
BARTOMEU BARCELÓ. PRÓLOGO DE JAVIER ORTIGOSA.
89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. ALEJANDRO BELLO
GÓMEZ, ANTONIO CREGO DÍAZ. PRÓLOGO DE GUILLEM FEIXAS I VIAPLANA.
90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. NICK
OWEN. PRÓLOGO DE RAMIRO J. ÁLVAREZ.
91. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU. PRÓLOGO DE ERNESTO FONSECA-
FÁBREGAS.
92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéuti-
ca. AGNETA SCHREURS. PRÓLOGO DE JOSÉ MARÍA MARDONES.
Serie MAIOR
1. Anatomía Emocional. STANLEY KELEMAN. (4ª ed.)
2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)
3. Psicoanálisis y Análisis Corporal de la Relación. ANDRÉ LAPIERRE.
4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.
PRÓLOGO DE JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (2ª ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.), ANTONIO GARCÍA RUBIO, JOSÉ A.
GARCÍA-MONGE, CARLOS R. CABARRÚS, LUIS CENCILLO, JOSÉ M. DÍEZ-ALEGRÍA, OLGA
CASTANYER, IOSU CABODEVILLA, JUAN MASIÁ, DOLORES ALEIXANDRE, MIGUEL DE GUZMÁN,
JESÚS BURGALETA, Mª. JOSÉ CARRASCO, ANA GIMENO. (8ª ed.)
6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. PRÓLOGO DE LUIS
PELAYO. EPÍLOGO DE ANTONIO NÚÑEZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo.Taller de crecimiento personal.
CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY. (6ª ed.)
8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico.
CAROLYN J. BRADDOCK.
9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL
10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)
11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY.
12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual.
CARLOS RAFAEL CABARRÚS. (3ª ed.)
13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en
pareja y una convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ.
14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO.
16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas
psicosensoriales, cognitivos y emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.
17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN.
PRÓLOGO DE CARLOS R. CABARRÚS.
18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.
19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (2ª ed.)
20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C.
21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR.
22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación.
BRUCE M. HYMAN Y CHERRY PEDRICK. PRÓLOGO DE ALEJANDRO ROCAMORA.
Este libro se terminó
de imprimir
en los talleres de
Publidisa, S.A., en Sevilla,
el 3 de febrero de 2004.

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