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Asignatura:

Geopolítica

Actividad
La fragmentación del mapa político del mundo

Presenta:
Mavir Jhoana Ardila Romero

Docente:
Gonzalo Charry

Bogotá D.C Colombia Septiembre, 30 de 2017


La Fragmentación del Mapa Político del Mundo
Ricardo Méndez, analiza la fragmentación producida por el mapa político mundial,
con la pérdida de poder del Estado-nación al tiempo que surgen nuevos estados.
Proclamada la victoria del sistema capitalista sobre el intento de construcción de
un modelo alternativo y liberado de las restricciones que suponía la pluralidad
ideológica característica del período de Guerra Fría, el pensamiento neoliberal
encontró un ambiente propicio para su expansión y difusión, hasta constituirse en
lo que llegó a calificarse de pensamiento único (Estefanía, 1997) .

Resalta el Consenso de Washington, un conjunto de acuerdos informales entre


instituciones internacionales, gobiernos, grandes grupos económicos y financieros,
que marcaron en buena medida la agenda global en la última década del siglo y
que tuvieron al Foro Económico Mundial, celebrado anualmente en Davos (Suiza),
como su mejor expresión. Por otra parte, el eslogan “menos Estado, más
mercado”, tenía como objetivo lograr una menor intervención del sector público,
con objeto de avanzar en una progresiva desregulación y liberalización de todos
los mercados (de capital, trabajo, bienes y servicios, suelo, etc), junto a una
paralela desaparición de todo tipo de fronteras.

Además, detalla los principios rectores de ese nuevo mundo sin fronteras descrito
por Ohmae (1990), y resumidos por Zingler (2004: 62-63) con los siguientes
puntos:

1. Liberación rápida y completa de los mercados financieros.


2. Desmantelamiento del sector público y privatización de todos los sectores
de la economía.
3. Desregulación que garantice la libre competencia en los mercados.
4. Eliminación de todos los aranceles aduaneros.
5. Apoyo al desarrollo de los sectores exportadores
6. Igualdad de trato a la inversión autóctona.
7. Mayor protección a la propiedad privada
8. Reducción del gasto público.
9. Reforma fiscal que disminuya la carga tributaria de las rentas altas en los
países deudores del Tercer Mundo.
10. Supresión de todo tipo de subsidios y exenciones fiscales a productos de
primera necesidad o servicios básicos.

Afirma, citando a Ernesto Sábato, “hace escasos años, dos potencias se


disputaban el mundo. Fracasado el comunismo, se difundió la falacia de que la
única alternativa era el neoliberalismo. En realidad, es una afirmación criminal,
porque es como si en el mundo sólo hubiese lobos y corderos y nos dijeran:
libertad para todos y que los lobos se coman a los corderos”.
Por otro lado, con el trasfondo impuesto por el pensamiento neoliberal y la acción
explícita de determinados organismo internacionales, esa tesis sobre la crisis del
Estado fundamentó una nueva narrativa en lo que se calificó como un proceso de
deconstrucción de la institución estatal (Nogué y Vicente, 2001:72). Basado en lo
anterior, el autor afirma que esa perspectiva basó sus interpretaciones en la
progresiva cesión de soberanía, tanto hacia instancias superiores como inferiores.

En primer lugar, señala la creciente influencia ejercida por actores no estatales y


vinculados al proceso de globalización. Un segundo factor, fue la aparición de un
creciente número de instituciones supraestatales, que sólo en los años 90
superaron a las surgidas en las cuatro décadas anteriores. Algunas de las
instituciones constituidas en torno a los años finales de la Guerra Fría (APEC,
1989; MERCOSUR, 1991; Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
1994), junto a los foros de grandes potencias y potencias emergentes que se han
consolidado en estos años (G-8, G-20) son su mejor exponente, pero en ningún
momento alcanzan el significado que para la supraestatalidad tiene el proceso de
integración europea.

Según Judt, la Unión Europea afianzó en esos años su posición como actor
geopolítico. La ampliación progresiva de sus fronteras, para incorporar incluso a
países antes pertenecientes al COMECON y al pacto de Varsovia, hizo cada vez
más complejas esas decisiones de carácter supraestatal, pero pese a las
sucesivas detenciones del proceso y a la dificultad para aprobar un Tratado
Constitucional, la integración ha continuado. (Judt, 2005).

Un tercer factor, se asocia al rebrote del pensamiento nacionalista y de los


movimientos identitarios, que en algunos casos han sido promovidos desde el
propio Estado, pero en otros han supuesto su rechazo y el recurso al principio de
autodeterminación para fundamentar en él la concesión de nuevas soberanías.
Como plantearon Barnet y Cavanagh (1994: 22), “el conflicto político fundamental
en las primeras décadas del nuevo siglo no será entre estados o bloques
comerciales, sino entre las fuerzas de la globalización y aquellas otras que,
sustentadas territorialmente y en defensa de la supervivencia local, desean
conservar y redefinir sus comunidades.

La ruptura de los pactos que estuvieron en el origen de algunos Estados


plurinacionales surgidos en las primeras décadas del siglo XX, desde la URSS a
Yugoslavia o Checoslovaquia, acabó acelerando también su fragmentación,
impulsada a menudo por élites políticas, económicas e intelectuales.

En el trascurso del siglo XX tuvo lugar el desmantelamiento de los imperios y, con


ello, el nacimiento de más de un centenar de Estados poscoloniales, esta nueva
fase de fragmentación política vino a justificar plenamente su identificación como
“el siglo del triunfo del Estado”, Lorot y Thual (1997: 81).

Por otra parte, señala la independencia de algunos archipiélagos de Oceanía


(Islas Marshall, 1990; Estados Federados de Micronesia, 1990; Palaos, 1994;
Timor oriental, 2002), calificados en ocasiones como nanoestados, que cumplen
con el calificativo otorgado por Selwyn (1978) de “pequeños, pobres y remotos”, la
gran mayoría fue resultado del proceso de desintegración de la Unión Soviética y,
de dos Estados europeos surgidos tras el Tratado de Versalles (1918), como
Yugoslavia y Checoslovaquia.

Explica que mientras armenios, georgianos o bálticos conocieron la independencia


política en períodos breves, en los restantes casos eso no había ocurrido. Tras la
autoproclamada secesión de los Estados Bálticos en agosto de 1991 y la creación
de una difusa Comunidad de Estados Independientes que reunía a las restantes
12 repúblicas, la desaparición oficial de la Unión Soviética en diciembre de ese
año supuso el nacimiento de 15 Estados soberanos.

En el caso de Yugoslavia, la artificialidad de un Estado construido en gran parte a


base de fragmentos de imperios sólo permitió su estabilización tras la Segunda
Guerra Mundial, con el estatus de neutralidad logrado por Tito y la construcción de
un Estado federal constituido por seis repúblicas. La desaparición de Tito y la
crisis del modelo socialista autogestionario, tanto en el plano político como
económico (el PIB cayó en un 30% en los años ochenta) junto al final de la Guerra
Fría y de su estatus de país neutral entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, dieron
alas a la reaparición de movimientos nacionalistas radicales, que cuestionaron
frontalmente la situación heredada y alentaron de nuevo un enfrentamiento serbo-
croata que había resultado sangriento en los años cuarenta.

Según Thual, la fragmentación política del mundo contemporáneo resulta de una


combinación de “azar, necesidad, egoísmo e interés” (Thual, 2002:22).

En conclusión, Méndez expone que el nacimiento de nuevos Estados y la


consiguiente fragmentación del mapa geopolítico del mundo en el último siglo no
pueden entenderse en ningún caso como fruto de la casualidad o de una
acumulación de circunstancias locales que confluyeron en el tiempo y en ciertas
regiones. Se entienden como respuesta a la acción voluntaria y consciente de
determinados actores, que responden en lo inmediato a factores internos al propio
territorio afectado, pero que convergen con los intereses y la actuación de otros
actores y factores externos, en el marco de un determinado orden geopolítico que
hace posibles ciertas estrategias e imposibilita otras.
Referencias

Méndez, R. (2011). La fragmentación del mapa geopolítico del mundo, El nuevo


mapa geopolítico del mundo (pp. 133-176). Valencia. Tirant lo Blanch.

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