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de 1 a 10 años
A) INTRODUCCIÓN
Por eso, si bien la definición de salud de la OMS está vigente, se consideran requisitos
fundamentales para la salud: la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, el ingreso, un
ecosistema estable, la conservación de los recursos, la justicia social y la equidad (Primera
Conferencia internacional sobre promoción de la Salud, Ottawa, Canadá, 1986). Pese al
enunciado anterior, y sin querer resolver exclusivamente desde el ámbito médico
problemáticas que exceden su marco, consideramos que el control de salud por parte del
médico de cabecera de la familia es necesario y útil. La familia que tiene un médico de
cabecera puede asesorarse en prevención, estilos de crianza, crisis vitales, etc., y cuenta con un
decodificador de información médica científica que le permitirá adaptar el conocimiento a su
situación particular. La relación que va construyéndose con el tiempo entre la familia y el médico
confiere un trato más humano al cuidado de la salud.
Así como la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad, el rol habitual del médico
requiere de una adaptación: al diagnóstico de las enfermedades deberá agregar el
“diagnóstico” de salud; para ello, introduciremos el concepto de “riqueza” que utiliza Donald
Winnicott. La salud requiere de aquello que es posible medir, estandarizar y comparar con una
tabla, curva o pautas para determinada edad: el crecimiento físico, el desarrollo evolutivo, la
adquisición de pautas sociales, etc. Sin embargo, lo medible no es suficiente; lo que debería
preocuparnos, en realidad, es la riqueza de un individuo. Las cualidades que todo niño posee y
lo hacen único; que lo distinguen y que hay que ayudar a desarrollar.
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La riqueza es lo que ocupa el peldaño más alto del progreso humano. El concepto
de riqueza evita que la normatización médica se vuelva rígida y dogmática,
atentando contra la individualidad. Por otra parte, lo medible evita que la amplitud
de criterio termine por difuminar todo límite y entorpezca la acción médica cuando
esta es necesaria.
B) OBJETIVOS
C) CONTENIDOS
1) Generalidades
2) Control de salud del niño de 1 a 2 años
3) Control de salud del niño de 2 a 6 años (preescolar)
4) Control de salud del niño de 6 a 10 años (escolar)
GENERALIDADES
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La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) establece que los controles de salud se realicen
cada tres meses durante el segundo año de vida, cada seis meses en el tercer año y cada año
desde los tres años en adelante. Sin embargo, toda norma o algoritmo médico es una reducción
en busca de lograr estandardizar la práctica. En el caso del control de salud, más allá de algún
elemento básico, como las vacunas o la antropometría, hay que cuidar que la norma dé lugar a
la individualidad de cada familia y paciente.
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El certificado de aptitud física para el colegio puede ser una importante
oportunidad para no limitarse a lo físico y no perder el seguimiento y control de
salud, que se encuentra muy afianzado en la población para el menor de un
año, pero se pierde a medida que pasa el tiempo. Muchas veces, la familia
pierde el seguimiento longitudinal del niño y se encuentra desorientada cuando
atraviesa una crisis vital o surgen cambios en sus hijos, olvidándose que pueden
consultar con su médico de cabecera.
La característica fundamental de la entrevista a una familia con niños es que hay varios
interlocutores. No todos tienen la misma capacidad de expresión, por lo que accedemos a
conocer al niño a través de lo que los padres nos cuentan; sin embargo, a medida que crece, el
niño debería ir logrando mayor autonomía y la comunicación debería ser cada vez más directa
con él. Generalmente, esto se puede lograr a partir de los cuatro años.
Hay que iniciar la entrevista saludando, dando la mano y escuchando cómo se encuentran los
integrantes de la familia, las novedades desde la última consulta y los temas que quisieran
tratar en el encuentro. La actualización del estado de la familia desde la última visita puede
orientar sobre el verdadero motivo de consulta. Los duelos, las enfermedades de los abuelos, los
problemas laborales, etc., no suelen ser expresados si no se preguntan directamente. La
identificación de los motivos de consulta permitirá al médico manejar mejor el tiempo, decidir y
consensuar qué temas requerirán de otra consulta, y evitar el apresuramiento. También es útil
actualizar el estado de salud del niño desde la última consulta. Las intercurrencias, la necesidad de
tomar medicación o de concurrir a la guardia pueden cambiar el objetivo de la consulta. “El
escuchar al otro requiere de un gran desprendimiento para dar lugar al silencio propio. [...] La
incógnita es qué viene a buscar; [...] generalmente, la pregunta ronda sobre la salud, la
enfermedad, el placer o el displacer, el dolor, la angustia, la soledad, el quién soy, la necesidad
de afecto, la vida y la muerte”, dice el Dr. Emilio Boggiano.
Durante el encuentro se pueden identificar intereses comunes y diferentes: los de cada padre,
de la pareja, del niño, de los hermanos, de la familia ampliada (abuelos, tíos, etc.) y del
grupo de pertenencia social (amigos, escuela, club, etc.). Esto aporta al encuentro una
riqueza y una complejidad que hace que no pueda haber dos iguales. La función del médico
que atiende a niños es velar por su desarrollo integral y, en caso de conflictos, intermediar para
que la solución no omita la atención de los intereses de cada integrante.
Muchas veces, la consulta de control de salud es el gran evento de la semana, tal vez del mes.
Darle la debida importancia le permitirá a la familia expresar ciertas dudas que muchas veces
permanecen ocultas. El ámbito y la receptividad del médico influirán sobre lo que las personas
relaten. Es un derecho de la familia que el médico esté actualizado y cuente con los
conocimientos y las habilidades que permitan desarrollar su arte idóneamente, pero dicho
conocimiento debe estar acompañado de suficientes habilidades de comunicación y de empatía.
Cada vez más los padres consultan por aspectos de la salud vinculados con el
desarrollo, y es un área en gran crecimiento en la investigación. Clásicamente se
diferencia el crecimiento del desarrollo. En el primero hay un aumento del tamaño
y/o el número de las células y en el segundo hay una diferenciación que permitirá,
a través de la maduración, la adquisición de nuevas funciones. La influencia
genética y ambiental interaccionan, favoreciendo o dificultando este
desarrollo que el niño hace.
La SAP propone realizar la PRUNAPE a los niños de bajo riesgo de padecer patología del
desarrollo psicomotor al año de vida y repetirla entre los cuatro y los cinco años, con una
sensibilidad del 80% y una especificidad del 93%. En los niños de alto riesgo, debería realizarse
a los seis y doc emeses, y a los tres y cinco años (Esquema minimo). Los beneficios de la detección
temprana están demostrados para lesiones orgánicas importantes, como la parálisis cerebral, el
síndrome de Down, etc., que, igualmente, suelen reconocerse de otra manera. En cuanto a
otros problemas, la literatura aún no es concluyente. La eficacia de los padres como detectores
de problemas es muy dispar: tienden a subdiagnosticar en el área del lenguaje y a
sobrediagnosticar en el área motora. Al final de este capítulo incluimos la Guía de Desarrollo
del Niño, donde figuran las pautas madurativas esperables para cada edad, divididas por
áreas, y los signos de alarma (las “banderas rojas”). En la guía también figuran pautas de
prevención de accidentes, así como juguetes adecuados para cada edad. Los ítems que
corresponden a la PRUNAPE están en letra cursiva, con el porcentaje de población que
realiza esa pauta a esa edad determinada. Esta guía no reemplaza a la prueba de
PRUNAPE, que requiere entrenamiento e instrumental específico para ser tomada.
Cuando se realiza el examen físico como parte de la evaluación diagnóstica de una patología o
un síndrome que ha motivado la consulta, las maniobras deberán ser eficaces y estar acordes
con la patología por evaluar. En cambio, cuando el examen físico se realiza como parte de la
consulta de un niño sano, actúa más como un método de rastreo poblacional. Por lo tanto,
debería cumplir con los criterios necesarios. Deben evaluarse la sensibilidad y especificidad de
las maniobras para las patologías por detectar si la detección temprana (antes de que la
enfermedad se haga evidente para los padres) cambia los resultados pronósticos, evaluar su
costoefectividad y la disponibilidad de recursos para completar el diagnóstico y el tratamiento de
los casos identificados. Esta información es escasa para la mayoría de las enfermedades
pediátricas. Para algunas afecciones, como las caries, el estrabismo y las hernias inguinales, el
examen físico es muy sensible y específico y la detección precoz vale la pena, ya que el
tratamiento disminuye la morbilidad; sin embargo, para otras afecciones, como por ejemplo el
varicocele, la evidencia no es clara y por el momento no contamos con evidencia que indique
que el diagnóstico y tratamiento precoz disminuyan la morbilidad asociada con esta entidad (en
este caso, la infertilidad).
En la etapa que va del año a los once años de vida, no hay evidencia de que el
examen físico sea de gran utilidad para la detección de patologías en niños que ya
fueron evaluados durante su primer año de vida; sin embargo, cumple un rol
muy importante para tranquilizar a los padres acerca de que todo anda bien.
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Ciertas maniobras del examen físico deben realizarse una sola vez, para determinar la presencia
o ausencia de un problema específico (por ejemplo, criptorquidia, atresia coanal, daltonismo).
Otros procedimientos deben realizarse periódicamente ya que detectan patologías adquiridas
(por ejemplo, asma, tumores, escoliosis) o congénitas, que pueden no ser evidentes
inicialmente (malformaciones cardíacas, hipoacusia). La antropometría (peso, talla y perímetro
cefálico) debe realizarse en forma periódica ya que permite tener una visión longitudinal que
expresa mejor la evolución del crecimiento físico que una medida puntual, sea esta normal u
anormal. Un crecimiento normal dará tranquilidad respecto de otras áreas de la evaluación de la
salud, como la inapetencia de los niños de dos años.
El examen físico comienza desde que el niño ingresa en el consultorio, incluso desde que está
en la sala de espera. La observación de la conducta, la marcha, la relación con el cuidador
que lo trae puede ser más valiosa cuando el niño no se sabe observado. Para facilitar el
examen es bueno preavisarles las maniobras que se van a realizar y comenzar por las menos
molestas. Los niños de uno a tres años ofrecen gran resistencia para ser revisados. Comenzar el
examen físico en brazos del padre o de la madre y usar un muñeco para mostrarles las
maniobras antes de revisarlos a ellos puede disminuir su ansiedad. Es fundamental respetar el
pudor de los niños, especialmente en la edad escolar. Se puede realizar el examen físico por partes,
permitiendo mantener cubiertas las otras partes del cuerpo.
La agudeza visual entre los tres y cinco años es 7 a 8/10 en cada ojo, y se
alcanza 10/10 (valor normal de los adultos), a los cinco años. Se indica la
derivación a oftalmología si un niño de tres a cinco años tiene una agudeza visual
igual o menor que 6/10 en algún ojo o dos líneas de diferencia entre los ojos (2/10
o más).
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sospecha de los padres de hipoacusia o de retraso del lenguaje, historia familiar de sordera,
estigmas de síndromes conocidos asociados a hipoacusia, infecciones posnatales asociadas a
hipoacusia (meningitis, parotiditis, etc.), infecciones intrauterinas (CMV, herpes, sífilis,
toxoplasmosis, etc.), indicadores neonatales (hiperbilirrubinemia que requirió
exsanguinotransfusión, hipertensión pulmonar que requirió asistencia respiratoria mecánica –
ARM–, pacientes que recibieron oxigenación por membrana extracorpórea), síndromes con
pérdida auditiva progresiva (neurofribromatosis, osteopetrosis, síndrome de Usher),
desórdenes neurovegetativos o neuropatías sensoriomotoras, traumatismo de cráneo con fractura
temporal, historia de otitis con derrame de por lo menos tres meses de duración. Todos estos
niños requieren un control anual de la audición. En la Argentina, en el año 2001, la Ley 25.415
creó el Programa Nacional de detección de la Hipoacusia, estableciendo la detección universal
en todos los niños menores de tres meses. Actualmente esta indicada la detección de
otoemisiones acústicas (OEA) en forma universal, lo que permitirá disminuir la edad media de
detección de la hipoacusia, que actualmente es a los tres años. La detección temprana es
fundamental para el desarrollo normal del habla, la comunicación y el lenguaje; cualquier alteración a
este nivel debe evaluarse precozmente descartando hipoacusia. En ese caso, no es adecuado el
enfoque de “esperar y ver cómo evoluciona”, ya que el lenguaje tiene un período crítico en el
que debe desarrollarse y, si lo hace fuera de ese lapso, deja secuelas. Los problemas del lenguaje
repercuten en la adquisición de los conocimientos, en la conducta y en los resultados académicos y
laborales de la vida adulta.
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Por ejemplo, los elementos tóxicos (productos de limpieza, combustibles, etc.) deben
guardarse en un lugar inaccesible para los niños. Un cajón alto puede ser un lugar adecuado
para un niño de un año, pero no para otro de dos, que puede treparse y tiene fuerza para
abrirlo. El niño de dos años aún atraviesa la etapa oral y se llevará a la boca todo lo que quiere
conocer; es un gran explorador, está incorporando las normas, pero no siempre respeta el “no”
ni tampoco comprende los riesgos de una acción determinada.
El control de salud es un espacio rico para que el médico aproveche para hacer
prevención en varios aspectos: vacunación, detección de riesgo psicosocial,
prevención de adicciones y de accidentes.
El niño de 1 a 2 años realiza cambios asombrosos tanto en su cuerpo como en sus habilidades. Su
crecimiento físico es muy veloz. Pasa de ser un bebé a ser un nene. De la dependencia casi
absoluta de sus padres, pasa a convertirse, de a ratos, en un audaz explorador (aunque
mantiene a la madre como base segura a la que volver); de caminar con dificultad, pasa a subir
escaleras solo, a trepar y a patear la pelota. De decir solamente “papá” y “mamá”, comienza a
armar frases con sustantivos y verbos. Se torna más perseverante y comienza a poner a prueba
la respuesta de sus padres a sus demandas. Aprende a decir “no”, novedad que a los padres no
siempre los alegra. Muchas veces, ese negativismo, característico del final de esta edad, genera
fricciones en la vida cotidiana familiar y los padres deben aprender a establecer límites
consistentes para que el niño también descubra la frustración cuando sus deseos no se
cumplen. Encontrar el equilibrio entre permisos y restricciones es una tarea intensa que
involucra a todos los miembros de la familia.
Desarrollo psicomotor
A los dos años, más del 25% de los chicos saltan en dos pies, bailan, suben y
bajan las escaleras agarrándose del pasamanos, sin alternar los pies.
Motricidad fina: al año, el 90% de los chicos hacen pinza pulgar-índice con los pulpejos de los
dedos de la mano enfrentados (los padres refieren que comienzan a agarrar “miguitas”).
Esta habilidad manual les permitirá comer solos la mayor parte de la comida (a los 12 meses,
el 55%; a los 18 meses, el 80%), hacer torres con cubos, garabatear, imitar un trazo vertical,
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pasar las hojas de un libro, etcetera.
A los dos años, el 90% de los chicos hace torres con 4 cubos y el 50%, con 8, y
muchos pueden sacarle el envoltorio a una golosina sin ayuda.
Lenguaje: el lenguaje hace una evolución impresionante durante el segundo año de vida. A los
13 meses, el 50% dicen “papá” o “mamá” correctamente, usan una jerga inintelegible y
comprenden el “no”. A los 15 meses, incorporan más palabras y usan palabras-frase, es decir,
una palabra con entonación y gesto que, según el contexto, significa una frase. Por ejemplo:
“agua” por “dame agua”. A los 18 meses, arman frases de dos palabras con significado, como
“pelota-gol”, y dicen palabras gigantes como “hasta-luego” o “muchas- gracias”. Pueden nombrar
un dibujo y decir su nombre. Dicen “no”.
A los dos años, el 75% de los chicos relatan hechos inmediatos y dicen frases
que tienen sustantivo y verbo, como “cayó nene”, que incluso pueden estar
formadas por tres o más palabras.
A los dos años, más del 50% de los chicos se sacan la ropa sencilla, como
un saco desabrochado o los zapatos desatados, y controlan esfínteres durante el
día, aunque tengan algunos escapes cuando están muy entretenidos con un
juego.
Área cognitiva: en este estadio viven experimentando todo el tiempo. Se llama etapa
sensoriomotriz porque prueban y aprenden de lo que ven y de lo que experimentan. Así,
adquieren las relaciones espaciales que les permiten apilar cubos, meter y sacar unas cosas
de otras, encajar, etc. Al año y medio, comienzan gradualmente a reflexionar sobre sus
acciones, sin necesidad de hacer la acción concreta. Los objetos se recuerdan y perciben por
lo que han aprendido de ellos y pueden prever acciones: piensan. Se comprenden a sí mismos
como una entidad única: se piensan.
Juegos y juguetes: el juego le permite a los niños aprender, desarrollarse, canalizar tensiones,
ser creativos. Al principio, juegan con su propio cuerpo y con objetos de su alrededor. Los
elementos que hay que ofrecerles deben ser seguros y adecuados a su desarrollo
madurativo. Durante esta etapa les gusta mucho utilizar juegos de encastre (casitas con
formas), de apilar (bloques), de arrastre (autitos, carritos), para arrojar (pelota). Los juguetes
que dan vueltas o que van y vienen les permiten repetir incansablemente la misma
experiencia. Los padres disfrutan mucho cuando sus hijos los copian en sus tareas cotidianas.
Los muñecos y los juguetes de cocina o de taller les permiten imitarlos.
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Crecimiento y examen físico
La talla alcanzada a los dos años suele ser la mitad de la talla final adulta (por
ejemplo: un niño que mide 86 cm a los dos años alcanzará, aproximadamente, una
talla adulta de 172 cm).
El peso aumenta alrededor de 200 g por mes durante el segundo año. Un niño que triplicó
su peso de nacimiento al año, lo cuadruplicará a los dos años y medio. El tejido adiposo,
medido por el pliegue subescapular y tricipital, va disminuyendo, lo que da al cuerpo menos
aspecto de bebé rozagante y más de nene esbelto. El peso y la talla de los varones son
mayores que los de las niñas.
El perímetro cefálico aumenta en correlación con la masa encefálica. Como esta alcanza el
60% de su peso al año de vida, el perímetro cefálico aumenta rápidamente en el primer año (12
cm) y luego se desacelera y aumenta solamente 2 cm durante el segundo año de vida. Por
lo tanto, salvo que exista una patología particular, a partir de los dos años ya no es necesario
medirlo. Al año y medio, la fontanela anterior debe estar cerrada.
La frecuencia respiratoria (FR) de un niño de uno a dos años es de 25 rpm (se define taquipnea
si la FR es mayor de 40 rpm). La auscultación pulmonar puede detectar signos de
broncoespasmo, sin crisis severas al momento. La agitación exagerada con el ejercicio o la risa
intensa y la tos nocturna seca orientan el diagnóstico de asma u otras causas de obstrucción
bronquial. La frecuencia cardíaca (FC) normal en reposo es de 110 +/- 40 lpm. Es
importante detectar la presencia de soplos. Los pulsos femorales deben ser fácilmente
palpables.
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Tabla 1.
La tensión arterial debe medirse con el paciente sentado, con un manguito adecuado (que
cubra el 80% de la circunferencia y 2/3 del largo del brazo). Un consenso reciente del grupo
de hipertensión de la SAP establece el control desde los primeros días de vida, no aclarando la
periodicidad. Las guías para la supervisión de la salud de la SAP y la AAP sugieren la
medición anual a partir de los tres años. Hay una tabla de TA para varones y otra para
mujeres; las mediciones deben compararse con las que figuran en la tabla para la misma
edad teniendo en cuenta el percentilo de talla del paciente (ver tablas de TA). En la tabla figuran
el percentilo 90 y el 95 de TA sistólica y diastólica. Se define hipertensión arterial al promedio de
tres mediciones de TA sistólica o diastólica mayor del percentilo 95. Se define hipotensión a la
presión sistólica menor de 80 mmHg en los niños de uno a cinco años.
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Tabla 2.
Update on the 1987 Task Force Report on Blood Pressure in Children and Adolescents.
Pediatrics 1996; 98: 649
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Tabla 3.
Update on the 1987 Task Force Report on Blood Pressure in Children and Adolescents. Pediatrics
1996; 98: 649
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En el examen de los genitales debe constatarse la presencia de ambos testículos en el escroto.
En el varón, puede observarse que aún no puede retraerse completamente el prepucio. Esto
puede ser normal y no requerir ninguna intervención. Algo similar ocurre en las niñas con la
fusión de labios menores. En ellas, la palpación de tejido mamario luego del año no es normal y
requiere de mayor investigación.
La evaluación de la dentición durante el examen físico permite verificar la aparición de las piezas
dentarias, detectar la presencia de caries, sugerir pautas de higiene bucal y adaptar las pautas
alimentarias (ver más adelante). Los dientes de leche hacen erupción durante el primer año. A
los 12 meses ya están presentes los cuatro incisivos superiores e inferiores. Durante el segundo
año, van apareciendo los primeros molares, los caninos y los segundos molares, en ese orden.
Generalmente, primero los inferiores y luego los superiores.
Hábitos
El objetivo será hacer del encuentro un momento agradable y estimular el diálogo familiar. A
esta edad, ya no necesita que todos sus alimentos sean semisólidos, tipo papilla. Puede ingerir
alimentos sólidos, teniendo en cuenta la función de las distintas piezas dentarias. Cuando
cuente con molares superiores e inferiores que permitan la masticación, no necesitará que se
le corte la comida en trozos tan pequeñitos. Los caninos desgarran las fibras musculares y los
incisivos permiten cortar la comida y manipular pequeñas porciones. Debe tenerse en cuenta
que el aprendizaje del uso de cubiertos será gradual. Inicialmente es muy rudimentario,
por lo que requiere de la ayuda y supervisión de un adulto. Es útil usar platos y vasos
irrompibles y llenarlos parcialmente para evitar derrames. Respecto del menú, se recomiendan los
alimentos nutritivos, sencillos y fáciles de cocinar. Hay que ir ampliando el listado de alimentos
que ingiere el niño y no restringirse solo a los que le gustan, aunque será el niño, en última
instancia, quien decidirá qué y cuánto comer de lo que le sirven.
Los lácteos no deberían superar el litro por día ya que, si el niño toma más leche, esto puede
determinar que reduzca la ingesta de alimentos sólidos y, por consiguiente, puede ocasionar
un déficit de hierro. Como líquido, se recomienda usar agua. Los jugos artificiales y las gaseosas
no se recomiendan porque disminuyen el apetito y no aportan nutrientes (calorías vacías). Se
recomiendan las frutas de estación como postre. La familia suele aprender las normas de
higiene alimentaria durante el primer año de vida del niño, pero es necesario ampliarlas al
manejo de alimentos a esta edad; en ese sentido, es importante: cocinar bien el huevo y las
carnes (especialmente, la carne picada), no usar nuevamente los cubiertos que se usaron para
manipular carne cruda sin lavarlos antes, y lavar bien los alimentos que se ingieren crudos (lechuga,
tomate, frutas, etcetera).
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Es normal que al final del segundo año los niños coman menos en general, o
que un día coman mucho y al día siguiente no coman “nada”. Anticipar esto
a los padres evita preocupaciones y consultas innecesarias.
Es frecuente la consulta de las madres que amamantan preguntando hasta cuándo hacerlo.
No hay una norma estricta. La duración de la lactancia tiene que ver con cuestiones
personales, familiares y culturales. Unicef plantea prolongarla más allá de los dos años.
Generalmente, el destete ocurre entre el primero y el segundo año. Es importante saber cuál
es el deseo de la madre. Algunas consultan buscando un permiso externo para continuar
amamantando porque perciben un rechazo en su contexto para seguir dando el pecho; otras
buscan el consejo técnico para poder destetar a su hijo sin ocasionarse mastitis. Para ayudar a
tomar la decisión individual, debe evaluarse si el niño puede abrirse a otros vínculos fuera de la
madre, lo que es esperable que ocurra a lo largo de este período.
Respecto del uso del chupete, es esperable que el niño lo vaya dejando solo hacia el final del
segundo año. Los niños que lo usan se calman con él y no es prudente sacárselo en forma
brusca cuando aún lo necesitan. El proceso puede facilitarse con medidas como restringir
gradualmente su uso. Es frecuente escuchar que el uso del chupete ocasiona deformación del
paladar y maloclusión (mordida abierta anterior); actualmente hay consenso en que es difícil
que eso ocurra antes de los cuatro años (lo mismo puede decirse del hábito de succionar el
pulgar).
Es aconsejable comenzar a cepillar los dientes apenas aparecen. El cepillo debe ser de cerdas
blandas. No es necesario usar pasta dental. Este hábito puede iniciarse como un juego imitativo,
viendo a los demás hacerlo.
Es normal que el niño se mueva mucho cuando duerme. Son frecuentes las sacudidas, los
gestos y los cambios amplios de posición. Es muy frecuente la consulta de los padres por
dificultades para acostar a los niños o por despertares nocturnos. Es recomendable hacer
una rutina para ir logrando autonomía en el sueño del niño. Si bien desde el primer año
debería lograrse que el niño se durmiera solo, es decir, sin la asistencia de un adulto (tenerlo
alzado, pasearlo, darle la mamadera, sostenerle la mano, etc.), es muy frecuente que esto no
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ocurra. La rutina para acostarse debería incorporar la cena, el baño, alguna actividad compartida.
con los padres (leer un cuento, etc.) y, finalmente, acostarlo despierto en su cuna. No es
recomendable que el niño haga una actividad excitante, atemorizadora o extenuante antes de
dormir. Por lo general, el horario en el que los padres llegan del trabajo es un determinante
fundamental para estas rutinas.
El niño de un año aún usa pañales. Las diuresis son frecuentes y tiene una o dos
deposiciones por día. Si bien no hay una edad estricta para el aprendizaje del
control de esfínteres, popularmente se dice que este debería aprenderse a
partir de los dos años o durante el segundo verano (suele buscarse coincidir
con el período de vacaciones de verano, ya que la familia tiene mayor
disponibilidad horaria y menos ropa para desvestir y cambiar en caso de
mojaduras). La influencia cultural puede variar estos parámetros pero, por lo
general, debería evitarse que sea antes de los 18 meses.
Desde el punto de vista médico, la fecha de inicio se basa más en la adquisición de pautas
fisiológicas, de desarrollo madurativo y de conducta que en la edad cronológica. Para que el niño
pueda aprender a controlar esfínteres, es preciso que, desde el punto de vista fisiológico,
logre coordinar en forma voluntaria la musculatura esfinteriana. Esta se asocia a la
mielinización completa del tracto piramidal que ocurre entre los 12 y 18 meses. Desde el punto
de vista del desarrollo, el niño debe ser capaz de comunicar su necesidad de ir al baño,
comprender y cumplir órdenes simples, imitar comportamientos, sentarse solo en la pelela,
bajarse y subirse la ropa. En ese sentido, el niño está preparado para esto cuando tiene
menos actitud negativista, menos berrinches y cuando muestra deseos de agradar e interés en
el tema. La disponibilidad de los padres también influye en el tiempo de aprendizaje, ya que la
enseñanza es un proceso que requiere de paciencia. En promedio, el tiempo que tarda un niño
en adquirir la continencia de materia fecal y de orina diurna es de seis meses. La incontinencia
de orina nocturna no se considera una patología hasta los cinco o seis años.
Medidas de prevención
Las medidas de prevención incluyen: las vacunas, las situaciones familiares esperables, la
prevención de accidentes y la prevención de adicciones.
Los niños de un año deben recibir la vacuna triple viral (1º dosis), que incluye
la protección para sarampión, rubéola y paperas; la vacuna de la hepatitis A, el
refuerzo de vacuna antineumococcica conjugada y la vacuna antigripal en los
meses previos al invierno. La vacuna de la fiebre amarilla esta indicada, al año de
vida, para residentes o viajeros a zonas de riesgo. A los 15 meses se indica la 3º
dosis de la vacuna antimeningococcica y la vacuna antivaricela (dosis ùnica). A
los 18 meses, todos los niños deben recibir los refuerzos de Sabin
(antipoliomelitis oral), cuádruple (tétanos, pertusis, Haemophilus y difteria) y
antigripal si corresponde por epoca invernal.
Si bien el esquema habitual de vacunación para hepatitis A incluía una segunda dosis a los seis
meses de la primera, la presencia de anticuerpos protectores a los 15 días de una primera
dosis alcanza al 95% de los vacunados y el contacto con el virus natural haría de refuerzo
para mantener la inmunidad a largo plazo. Por lo tanto, la aplicación de esta segunda dosis
queda a criterio individual.
En cuanto a la familia, en lo posible, el médico debería fomentar que la pareja encuentre tiempo
para estar juntos, sin la presencia de su hijo; esto ayudará al niño aunque reclame lo opuesto.
También es importante fomentar el contacto con la familia ampliada y con amigos.
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A esta edad, los chicos ya pueden quedarse durante algunas horas al cuidado de
una abuela, lo que permite que los padres puedan distenderse, salir, etc. Es
importante que el médico pregunte si el niño duerme en la misma cama que los
padres. En ocasiones, la intervención médica ayuda a evitar que el niño interfiera
en la relación de los padres y los autoriza a tener un tiempo para ellos, tanto en
pareja como individualmente.
A esta edad, los deseos se convierten rápidamente en actos, sin sentido del
peligro. Si bien el niño incorpora el “no” y las normas, no lo hace en forma
permanente, por lo que requiere de la supervisión constante de un adulto.
Es muy útil darles a los padres los números de teléfonos de toxicología (figuran también en la
etiqueta de los insecticidas): Centro Nacional de Intoxicaciones 0800 333 0160; Hospital de Niños
“Ricardo Gutiérrez”, 4962-6666/2247; Hospital de Niños “Pedro Elizalde”, 4300-2115. En la
provincia de Buenos Aires: Centro Nacional de Intoxicaciones, Policlínico “Alejandro Posadas”,
(011) 4658-7777 o 4654-6648; Hospital de Niños de La Plata, (0221) 451-5555. Córdoba:
Hospital Municipal de Urgencia, (0351) 422-2039 o 421-5400. Rosario: Sanatorio de Niños,
(0341) 448-0202.
La prevención de adicciones también es una tarea importante que el médico de cabecera puede
desarrollar en las consultas de control de salud. En ese sentido, es útil averiguar si los niños
están expuestos al humo del tabaco y si alguno de los padres fumadores tiene deseos de dejar.
Es importante que el médico informe a los padres acerca del tabaquismo pasivo y que, si se
desea evitar sus complicaciones en los demás convivientes, no se puede fumar dentro de la
casa incluso si se reserva para ello un ambiente determinado, como el dormitorio de los padres
o si se abren las ventanas: la única forma de no exponer a los demás es fumar fuera de la casa.
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En esta etapa, los niños también adquieren el control de esfínteres y la distinción de género.
La velocidad de crecimiento es menor. Son muy activos y parecen no cansarse nunca. El
desarrollo motor les permite cada vez más habilidades, como andar en triciclo, saltar y usar
los juegos de la plaza. La adquisición del lenguaje les permite hablar y expresarse cada vez
más claramente. Pueden expresar sus deseos pero aún tienen dificultades para elegir. En la
medida en que van creciendo, aprenden a tolerar las frustraciones. Tienen una cosmovisión
egocéntrica, por lo que todo lo que sucede está conectado con sus afectos. Es una etapa de
especial vulnerabilidad en caso de duelos, ya que el niño tiende a atribuir las causas a sus
sentimientos o pensamientos. Su accionar es irracional, sus deseos son más fuertes que su
razón y esta no inhibe su conducta. Incorporan lentamente el manejo del tiempo, pero en el
corto plazo. No pueden tolerar la postergación de sus deseos. Generalmente, a partir de los
cuatro años el interrogatorio del médico puede dirigirse directamente al niño.
Desarrollo psicomotor
Motricidad gruesa: entre los dos y los dos años y medio, el 75% de los niños puede saltar en
el lugar con ambos pies. Son capaces de patear la pelota, bajan las escaleras agarrándose de
la baranda sin alternar los
pies y arrojan la pelota hacia arriba o hacia el examinador (el 90%). Entre los 30 meses y los
tres años pueden correr balaceando los brazos, trepan, saltan, caminan hacia atrás, en punta
de pies y en los talones y suben escaleras alternando los pies. A los tres años, el 75% de los niños
pedalea en el triciclo, alterna los pies al bajar la escalera, salta de un escalón o da un salto amplio
(20 cm) y se paran en un pie durante cinco segundos.
A los cuatro años saltan en un pie, lanzan la pelota por arriba de la cabeza, la
hacen rebotar en el piso y la agarran, trepan bien y caminan talón-punta (como en
el juego “pan y queso”). A los cinco años saltan la cuerda, juegan a la rayuela y
saltan de sitios altos, como una mesa.
Motricidad fina: con el manejo cada vez mejor de la pinza digital, manipulan los objetos y van
incorporando la relación espacial entre ellos (adentro-afuera, abajo-arriba, etcétera). A los dos
años y medio hacen torres de ocho cubos (el 75%), pueden usar el lápiz para imitar trazos
verticales, enhebran cuentas de orificios grandes y abren las puertas. A los tres años
comienzan a dibujar la figura humana (figura circular), pueden copiar un puente de tres cubos
(el 75%) y corregir su posición al construir la torre (el 75%). A los cuatro años pueden dibujar
la figura humana con tres partes (el 75%). Cada par es una parte (ojos, brazos, etc.) y cada
zona única es una parte (cabeza, tronco, etc.). Pueden prenderse los botones, imitar una cruz
(más del 50%), doblar un papel en diagonal (más del 50%), pintar figuras.
A los cinco años dibujan a las personas con seis partes (el 75%) y copian un
triángulo (el 55%). Cuentan con los dedos de la mano, se atan los cordones y
modelan con plastilina. A los seis años dibujan la figura humana muy completa,
dibujan otras cosas y manejan el martillo y la tijera.
PROFAM :: 105
Lenguaje: a partir de los dos años, los niños dicen su nombre y su edad, nombran figuras
que ven en dibujos o fotos, y dicen frases con sustantivo y verbo (el 75%). Un observador
externo a la familia les entiende cerca del 50% de lo que dicen. Su vocabulario va en aumento y
depende de la calidad y cantidad de palabras usadas en la familia y en los medios de
comunicación masivos a los que tengan alcance (televisión, radio, etc.). A los dos años y medio
dicen frases completas (el 75%). A los tres años dicen su nombre y apellido (más del 75%) y
se refieren a sí mismos con el pronombre “yo”. Cuentan hasta tres y describen bien un dibujo.
Tararean en presencia de terceros (el 80%). A los cuatro años reconocen tres colores (más del
50%), conocen la función de objetos se uso cotidiano, comprenden analogías opuestas como “si la
sopa es caliente, el helado es...”. Son capaces de cumplir dos indicaciones consecutivas y de
comprender las expresiones “sobre”, “bajo”, “adelante” y “atrás”. Comprenden el significado de “por
la mañana” o “por la tarde”.
Área social: la conducta social de los preescolares está muy influenciada por el medio
familiar y la concurrencia o no al jardín de infantes. A partir de los dos años diferencian
masculino y femenino, alto y bajo, etc.; señalan partes del cuerpo al examinador; les gustan los
libros con dibujos. A los dos años y medio se lavan las manos y la cara, ayudan a vestirse y usan
bien la cuchara; arman rompecabezas de dos piezas y clasifican objetos por color; controlan
esfínteres diurnos (más del 75%). A los tres años muestran preocupación por las
acciones de los otros, juegan en cooperación dentro de pequeños grupos (juego paralelo),
aprenden a esperar su turno, inician amistades reales; juegan con amigos imaginarios; ayudan
a vestirse, se desabotonan. A los cuatro años pueden vestirse y desvestirse sin ayuda, van al
baño solos sin intervención de los adultos, organizan juegos con roles y aceptan normas de la
casa.
Área cognitiva: el preescolar pasa de la etapa sensoriomotriz de los menores de dos años al
pensamiento lógico del escolar. Inicialmente, por la influencia del lenguaje y la socialización,
la experiencia se va transformando en pensamiento propiamente dicho. Juega todo el tiempo,
experimenta y comienza a expresar su propia experiencia, hace un vínculo entre su
pensamiento y la palabra. Puede evocar la imagen de un objeto inanimado ausente y darle
realidad en su pensamiento. Todo lo que desea aparece por magia en su pensamiento. Es la
etapa del pensamiento mágico. Pero le cuesta diferenciar entre realidad y fantasía. Si alguien
le dice “tonto”, él cree que es tonto. Y si oye “si te portás mal, te voy a matar”, cree que eso
ocurrirá realmente.
PROFAM :: 106
Desarrollo psicosexual: hasta los tres años, el niño está en la etapa anal del desarrollo
psicosexual; de los tres a los seis años atraviesa la etapa fálica. Durante esta etapa se consolida
el núcleo básico de su identidad sexual, acepta las diferencias de género y logra estructuración
del superyó (conciencia moral). El hecho fundamental de esta etapa es la resolución del
complejo de Edipo; se pasa de una relación diádica a triádica. El varón entra en conflicto
emocional con el padre, juega a matarlo y trata de acaparar la atención de la madre. La niña
se enamora del padre, es afectuosa y seductora con él. Hay mucha preocupación por la
lesión física, especialmente genital (angustia de castración). Es un tiempo difícil para realizar actos
quirúrgicos ya que pueden tomarse como castigo. Aparecen miedos a la oscuridad, a los
animales grandes, etcétera.
Juegos y juguetes: jugar es la actividad principal del niño y también es una necesidad. El juego
le permite aliviar tensiones, ponerse en contacto con la realidad, adquirir habilidades, imitar a
otros, conocer los diferentes roles, liberar su imaginación y creatividad. De los dos a los tres
años juega solo, aún no es capaz de compartir juguetes o su juego. Disfruta de correr, saltar,
jugar con agua, tierra o arena, tapar y destapar cajas. Desde los tres años en adelante, aprende
a compartir sus juguetes, imita y dramatiza en sus juegos. Puede ayudar en las tareas
domésticas, jugando a imitar a los adultos. Tiene más equilibrio y puede alternar los pies, lo que
le permite andar en triciclo, patear la pelota, etcétera.
A los cuatro años agrega imaginación y fantasía a los juegos. Elige el papel
que quiere representar, juega con otros. A los seis años alterna juegos de gran
movimiento con otros sedentarios. Puede estar un rato pintando o dibujando,
puede aceptar algunas reglas y jugar a las escondidas, a la pelota o correr
carreras.
Le gusta coleccionar cosas (figuritas, lápices de colores, etcétera). Las mascotas representan
una gran ayuda para aprender a asumir pequeñas responsabilidades, a comprender las
diferencias sexuales con naturalidad y a respetar la vida. Los padres pueden acompañar el
juego de los niños sabiendo la importancia que esta actividad tiene para ellos. Es importante
respetar el tiempo para jugar, avisarles que está llegando la hora de comer para permitirles
terminar y hacer con gusto la nueva actividad. Participar de los juegos con ellos requiere del
adulto una adaptación a las reglas inventadas por los niños; pretender que sea al revés suele
terminar con el juego. La accesibilidad a los juguetes es muy importante, así como ir aprendiendo a
ordenarlos luego de jugar. Permitir que el niño se tire al piso, que trepe, que se ensucie mientras
juega con agua, tierra o témperas, que disfrute intensamente del juego le hará mucho bien y
quedará grabado en su memoria.
PROFAM :: 107
Como hemos dicho, el crecimiento se desacelera a partir de los dos años. Lo que un niño ha
crecido en talla en esos dos años y nueve meses (si contamos el crecimiento intrauterino)
representa la mitad del crecimiento total; o sea, creció lo mismo que crecerá en los próximos 16
años, hasta el final de la adolescencia. De los dos a los seis años, la talla aumenta entre 7 y 8
cm por año, menos de 1 cm por mes. Por lo tanto, incluso en caso de requerir mayor control, las
mediciones deben espaciarse por lo menos cada dos meses. El crecimiento en altura se debe
principalmente al crecimiento de la columna vertebral, por lo que aproximadamente a los
cuatro años se pierde la lordosis lumbar (y la correspondiente prominencia abdominal)
característica de los menores de esta edad. A partir de los cuatro años, para ser comparados
con las tablas de talla, los niños deben medirse parados. Después de los tres años no es
esperable que un niño cambie de percentilo de talla, por lo tanto, cualquier cambio, tanto en
más como en menos, debería ser investigado.
Durante todo este período el niño aumenta dos kilos de peso por año en forma constante. El
tejido adiposo, medido por el pliegue subescapular y tricipital, sigue disminuyendo. El perímetro
cefálico crece lentamente, de 49 a 52 cm (el cerebro alcanza el 75% de su volumen a los tres
años y el 90% a los seis años).
La dentición decidua (dientes de leche) debe estar completa a los dos años y
medio. En cada maxilar debe haber cuatro incisivos, dos caninos y cuatro molares
(que se ubican en el lugar de los premolares del adulto). Es oportuno evaluar la
mordida y descartar maloclusión. La caída de los dientes de leche suele ocurrir
en el período escolar, pero también es normal que se caiga algún diente al final
de esta etapa.
En los chicos con riesgo de anemia ferropénica debería considerar la extracción de sangre si no
se realizó antes. Algunos autores recomiendan dosar el colesterol a los chicos mayores de dos
años con antecedentes familiares de riesgo de hipercolesterolemia (un progenitor con
hipercolesterolemia severa o enfermedad coronaria precoz).
Hábitos
El niño preescolar debe participar de la mesa de los adultos. Las sillitas de comer con bandeja
ya no son útiles. Es necesario adaptar la silla para que logre mayor altura y comodidad. El
niño debe poder subir y bajar solo de la silla. El niño preescolar utiliza la cuchara y el tenedor
cada vez con mayor habilidad. Es deseable que coma a horarios regulares, cuatro comidas y
dos colaciones. Es importante ir ampliando el menú, incorporando frutas, verduras,
PROFAM :: 108
legumbres y pescado. La ingesta de líquidos en mamadera debe restringirse, especialmente
como hábito asociado a irse a dormir.
Otras veces se trata de una inapetencia selectiva (solo come determinados alimentos). Es
importante preguntar cuánta leche toma, ya que los padres no suelen registrarla como alimento.
En principio, la ingesta de leche (incluyendo otros lácteos como yogur o postres) no debe
superar el litro por día y, a partir de los dos años y medio, con medio litro es suficiente.
También hay que investigar el consumo de golosinas y de comida “chatarra”. El aumento
adecuado de peso y talla y una dieta variada darán tranquilidad respecto de la nutrición.
Así, los padres podrán comprender cuándo el problema es nutricional, cuándo lo es la
incorporación de hábitos en la comida, cuándo hay un poco de los dos o, si en realidad, no
hay ningún problema.
El niño de dos a seis años duerme, en promedio, once horas por día. Esto es muy variable y
dos horas más o menos pueden no tener ninguna significación patológica. Es esperable que
duerma toda la noche y que haga una siesta diurna después del mediodía. Esta siesta suele
suprimirse a los tres años por razones escolares. Es recomendable que se mantenga hasta los
cuatro años y más también, porque evita que el sueño nocturno sea muy profundo y favorezca
la aparición de episodios de sonambulismo o terrores nocturnos.
Es importante constatar que los hábitos del sueño se estén incorporando en forma
adecuada: horarios fijos para acostarse y levantarse, rutina previa, evitar el uso
de televisión, etc. El preescolar debe poder dormirse solo y dormir en su cama
toda la noche solo.
Lo ideal es que el preescolar duerma en una habitación propia o con hermanos, salvo que
por razones económicas o edilicias deba usar la pieza de los padres. Incluso en este último
caso, si la habitación es grande, la colocación de un biombo o un placard en forma
perpendicular puede permitir armar un sector para el niño y otro para los padres. A partir de
los dos años es frecuente que ocasionalmente aparezcan pesadillas y terrores nocturnos. Los
factores desencadenantes pueden ser la falta de sueño, el estrés y/o la visión de situaciones
violentas en el entorno o en la televisión.
El niño preescolar incorpora hábitos que serán beneficiosos para su salud y continuarán por el
resto de su vida; de ahí la importancia de su adquisición. Como cualquier otro aprendizaje, los
hábitos se incorporan por enseñanza e imitación. Durante este período se consolida el
aprendizaje del control de esfínteres vesical y anal. Esto es un avance fundamental en el logro
de su autonomía. Como cualquier proceso, son esperables los avances progresivos y los
retrocesos circunstanciales. Se aconseja retirar los pañales durante el día para que el niño
perciba la sensación de la defecación y la micción y pueda comunicarlo a sus cuidadores.
PROFAM :: 109
La pelela le permite adoptar una posición más fisiológica y más segura que el uso directo del
inodoro. La pelela debe estar siempre en el mismo sitio, en el baño, y el niño debe ver cómo
sus excrementos se arrojan al inodoro. Los varones aprenden a orinar parados y las niñas
sentadas al observar cómo lo hacen los padres, hermanos y/o amigos. Inicialmente, los padres
limpiarán al niño y le enseñarán a hacerlo por sí mismo. Luego, solamente supervisarán la
higiene.
A las niñas hay que enseñarles a hacerlo de adelante hacia atrás (de la vagina hacia el ano),
para evitar la contaminación de la vagina con gérmenes anales que puede causar
vulvovaginitis. El lavado de las manos antes de comer y después de ir al baño es uno de los
hábitos más importantes para prevenir enfermedades (diarrea, parasitosis, etcétera).
Lo más adecuado es hablarle con voz firme y decirle que cuando se le pase podrán seguir
haciendo determinada actividad. Hay veces que la sensación de los padres es que el hijo
explota y no puede salir solo del berrinche, entonces, abrazarlo y no decir nada puede ser la
mejor actitud y luego continuar con la actividad anterior, evitando los reproches o los
sermoneos inmediatos.
Durante el período preescolar el accionar del niño muchas veces es irracional. Es decir, sus
deseos son más fuertes que la razón y esta no puede frenar su conducta. Aclarar este
concepto ayuda a los padres a no exponer a su hijo a dificultades que no podrá sortear. Por
ejemplo, si el niño no puede comer caramelos, lo más sensato en esta etapa es alejar el
caramelo de su vista ya que no es posible aún que el niño vea el caramelo, lo desee y no lo
coma “porque le hace mal” o “porque si no, no va a comer más tarde la comida”.
Durante esta etapa los niños aprenden y hacen propias las normas para vivir en sociedad. Las
aprenden de lo que ven de los adultos significativos de su alrededor. No es posible enseñarle a
un hijo a que no pegue pegándole. Es necesario que las normas sean consistentes y coherentes.
Es decir, ambos padres deben ponerse de acuerdo en ellas y los dos hacerlas respetar. Las
desavenencias entre los padres son rápidamente captadas por los hijos y utilizadas para “hacer
lío”. Las normas tienen que ser mantenidas en el tiempo. Si tocar el enchufe está mal, debe
serlo siempre.
PROFAM :: 110
La comparación con los cuidados de un jardinero frecuentemente ayuda a los padres a
comprender este rol que deben asumir con sus hijos. Como escribe Enrique Mariscal, en su
Manual de jardinería humana, el tutor y la poda tienen una función importante en el desarrollo
inicial del árbol. El tutor marca el sentido en que se debe crecer. En esta casa, esto está bien, y
aquello, no. Si el tutor ha cumplido bien su función, más adelante ya no será necesario. La
poda evita que la planta “se vaya en vicio”, que haya un crecimiento desmesurado de un área
en desmedro de otras. Ambos, tutor y poda, en exceso o en defecto, alteran el crecimiento de
la planta. Un tutor muy ajustado o una poda excesiva pueden ahogar a la planta o dejarla sin vida.
La función de los límites no es eliminar la expresividad, la espontaneidad o el juego. Ocurre lo
mismo con el riego, que puede asimilarse al afecto: es fundamental para el crecimiento, pero
en exceso, puede pudrir las raíces (podría parangonarse con las madres que no dan espacio a
otros en la relación con el hijo).
Algunos padres temen que los límites coarten la expresividad de sus hijos. Jaime Barylko
hace una comparación entre los límites y el marco de un cuadro. El marco delimita un
espacio dentro del cual es deseable la creatividad y la espontaneidad. Por un lado, restringe
pero, por otro, da seguridad, contiene, permite que las cosas sean esperables y se
mantengan dentro de determinados parámetros. También el marco permite el encuentro con
otro, establece las normas y el lenguaje que utilizaremos para comunicarnos y entendernos. No
determina el temario, pero aclara cuándo se inicia y cuándo termina; dentro del marco se da el
espacio para la libertad personal. El marco permite, incluso, la transgresión, saber que uno
está pasando más allá del límite.
La elección del jardín de infantes debe tener en cuenta varios ítems. El lugar ha de ser, en lo
posible, cercano a la casa para evitar traslados largos. El ambiente físico del jardín debe ser
seguro, luminoso, amplio y agradable. Los baños deben estar adaptados para permitir que el
niño tenga fácil acceso a los sanitarios y los lavatorios. Durante el primer año de jardín son muy
frecuentes los resfríos, gripes y cuadros infecciosos leves debido al encuentro con numerosos
gérmenes nuevos. Es importante avisarles esto a los padres para que estén preparados. Es
fácil reconocer en el consultorio el niño que va a jardín porque suele ser más desenvuelto,
se puede despegar de la madre, juega y acomoda los juguetes de la sala de espera. En el jardín
de infantes se aprenden las primeras normas sociales: saludar, compartir, usar el baño, no
discriminar, jugar con otros, los símbolos patrios, etcétera.
Si bien el ingreso a jardín es una primera salida del grupo familiar, la gran
prueba está representada por el ingreso escolar. La familia vive esta etapa
como una crisis vital, de crecimiento, no exenta de ansiedades y esperanzas.
Siente que su hijo, el producto que ha cuidado y ayudado a crecer durante cinco
años, sale del nido, del ámbito protegido bajo la tutela parental, para encontrarse
con otros y ser puesto a prueba. La sociedad, inicialmente la escolar, comienza a
tener mayor gravitación en el desarrollo del niño.
PROFAM :: 111
En los ambientes urbanos, donde hay muchas escuelas, la elección de la escuela primaria
es de gran importancia. Ambos padres deberán ponerse de acuerdo respecto del tipo de
educación que desean para sus hijos. Las opciones son múltiples: pública o privada, religiosa o
laica, jornada simple o completa, con idioma intensivo o no, etc. Es útil preguntar por el proyecto
educativo de la escuela y evaluar el ambiente físico. Muchas veces, los padres defienden
posiciones de un tipo de escuela que fue adecuado cuando ellos eran chicos. El desafío es
pensar una educación para un mundo futuro que no conocemos y que será el de sus hijos. “La
consonancia entre el modelo ofrecido por la escuela y el que los padres esperan encontrar es lo
que ofrece la estabilidad necesaria para tolerar e intentar superar las dificultades que los niños
pudieran tener en el aprendizaje”, dice el libro Cómo elegir la escuela de nuestros hijos, de Laura
Leibiker y Sandra Pugliese. Desde el consultorio, el médico puede ayudar a los padres a valorar
la importancia de la decisión, pero también tranquilizarlos ya que si es necesario cambiar de
escuela, no hay que pensar que ocurre una tragedia.
En la mayoría de los casos, el ingreso a primer grado viene precedido por una
evaluación del niño en el jardín de infantes. Sin embargo, en ocasiones es útil
que el médico de atención primaria conozca los requisitos mínimos que debe
tener un niño para ingresar en primer grado ya que, cuando estos no están
presentes, es necesario realizar una consulta psicopedagógica.
Medidas de prevención
A los seis años, o al ingreso escolar, los niños deben recibir la Sabin
(antipoliomelitis oral), la triple bacteriana (DPT: difteria, coqueluche y tétanos) y
la triple viral (contra sarampión, rubéola y paperas). Destacamos que el refuerzo
con BCG (contra la tuberculosis) al ingreso escolar ha sido eliminado del
calendario nacional. La vacuna antigripal y antineumococcica no conjugada no
se recomiendan en la poblacion general, sino en los niños con factores de riesgo
especificos.
Es importante revisar el carnet de vacunación y supervisar las dosis previas. La Argentina tiene
una buena cobertura en vacunas de la población menor de un año, pero decae
considerablemente a partir de esa edad. En caso de encontrar esquemas incompletos, no es
necesario reiniciarlos: se debe respetar el numero de dosis y no el intervalo transcurrido entre
cada una.
El médico debería estimular que cada padre encuentre un tiempo para compartir a
solas con cada hijo, sobre todo si tiene hermanos.
PROFAM :: 112
Esto les permite sentirse cuidados especialmente. Cuando hay conflictos entre hermanos, es
recomendable evitar tomar partido siempre por el mismo y aceptar la rivalidad y los celos como
naturales en esa relación. La educación sexual debe ser instruida en el seno familiar. A esta edad,
los niños toman conciencia de la diferencia de los genitales entre el sexo propio y el otro. Es
normal la curiosidad y el deseo de explorar su cuerpo y el de otros niños. Los niños comprenden
fácilmente que hay cosas que se comparten y otras que no. Es necesario explicarles que los
genitales son partes privadas, para que no se dejen tocar por nadie y evitar situaciones de
abuso. Fruto de la curiosidad y del descubrimiento, es habitual que los niños se masturben. Los
padres deben enseñarles que esto no debe realizarse en público. También surgen a esta edad las
preguntas acerca del origen de los bebés. Los padres deben prepararse para dar una respuesta
clara, veraz y acorde con el desarrollo del niño. Es conveniente que a esta edad los padres no se
muestren desnudos frente a los hijos.
La prevención de las adicciones también es una tarea que puede desarrollar el médico de
atención primaria. Es recomendable que el médico interrogue si hay algún miembro de la familia
que fuma y si tiene pensado.
dejar de hacerlo. El alcoholismo es una enfermedad muy difundida, sin embargo, es muy
probable que no se diagnostique si el médico no interroga en forma directa, en un ámbito de
confianza.
El escolar es un niño que se desenvuelve fuera del ámbito familiar. Y este entorno es cada vez
más amplio: la escuela, el barrio, el club, etc. Ha aprendido a controlar sus impulsos, si bien
puede excitarse y ser bochinchero. Es una etapa de gran curiosidad intelectual, en la que
incorpora el conocimiento de su propia muerte. Disminuye la intensidad de los sentimientos
hacia los padres, y los maestros y otros adultos que están fuera del ámbito familiar se
convierten en modelos identificatorios. Los pares adquieren mayor importancia. Suelen
desarrollar habilidades solo porque les gusta y la familia puede acompañar estas
preferencias. En esta etapa, el crecimiento es una preparación para el empuje puberal
(aumentan más de peso que de talla) y aún no hay interés por los temas específicamente
sexuales (etapa de latencia).
PROFAM :: 113
Desarrollo psicomotor
Motricidad gruesa: a los seis y siete años, el niño se la pasa jugando en todos lados. Deja el
triciclo para usar la bicicleta o el monopatín; trepa, se arrastra, juega a la lucha, a la soga, a la
pelota. Disfruta de los juegos de la plaza.
A los ocho y nueve años le atraen los deportes, los juegos grupales, bailar imitando
esquemas de la televisión, y puede aprender a nadar en diferentes estilos.
Motricidad fina: a los seis y siete años, el niño se ata los zapatos, se peina, se viste y
desviste sin ayuda. Dibuja y colorea sin salirse de la línea, puede dibujar la figura humana
con 12 partes, copia un rombo, recorta y pega figuritas, modela arcilla y dibuja objetos que
le gustan (las nenas, habitualmente, casas, vestidos y flores, y los varones, autos, barcos y
aviones). A los ocho y nueve años, utiliza la pinza en actividades complejas, como hacer
collares, trabajos de carpintería, etcétera.
Área del lenguaje: cuenta hechos recientes. A los seis años reconoce el alfabeto y cuenta
hasta 20, copia letras imprenta mayúscula, puede invertir letras, números o sílabas. A los siete
años copia en cursiva y lee.
A los ocho y nueve años puede leer y escribir sin dificultades y resuelve problemas
matemáticos.
Área social: a los seis y siete años puede sentir temor a ruidos desconocidos,
enfermedades o heridas; respeta las reglas de la escuela; identifica la derecha y la izquierda,
empieza a ubicarse geográficamente en el barrio; manifiesta deseos y gustos claramente,
especialmente en la ropa o las actividades; continúa con
explosiones emocionales que irán en descenso con la edad; desarrolla el sentido ético; tiene
preferencia entre los compañeros y elige amigos. A los ocho y nueve años disfruta de
actividades grupales, cuida sus objetos personales, asume responsabilidades dentro y fuera de
la casa, respeta al grupo de pares, está muy atento a la valoración de sí mismo que hacen los
demás y se identifica con adultos fuera del grupo familiar. Hacia el final de la etapa desarrolla
automotivación e inicia proyectos que logra completar.
El área social es una de las áreas del desarrollo psicomotor que más se
desarrolla en la etapa escolar.
Área cognitiva: el escolar se caracteriza por alcanzar el pensamiento concreto, es decir, puede realizar
operaciones mentales, pero depende de la percepción. A los siete años, percibe la
reversibilidad de una acción. Puede comprender que 2 + 1 = 4 – 1. Antes sabía que 2 + 1 = 3 y
que 4 – 1 = 3, pero no era capaz de entender que el resultado de ambas operaciones era el
mismo. Esta adquisición le permite hacer sumas y restas ligadas con la realidad (uso de
elementos concretos). La conservación de la materia le permite entender que las propiedades de
un objeto no cambian aunque se modifique su forma exterior. Incorpora primero la noción de
longitud, luego la de peso y, finalmente, la de volumen. Esto le permite entender que un kilo de
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pluma pesa igual que un kilo de plomo, aunque este ocupe menos volumen. En relación con el
experimento de Piaget, de trasvasar la misma cantidad de líquido de un vaso angosto y alto a uno
ancho y bajo, el niño de siete años puede entender que es la misma cantidad, mientras que un
niño menor dirá que hay más en el vaso angosto y alto.
Ya no requiere de objetos físicos o acontecimientos reales para entender. Los adolescentes pueden
desarrollar el pensamiento hipotético deductivo: si pasa esto, puede ocasionar esto otro o
aquello; pueden construir teorías acerca de conceptos abstractos, comprender metáforas y
tener ideales.
Juegos y juguetes: el juego en la edad escolar se caracteriza por la aceptación de reglas y por
la preferencia del juego con otros niños de la misma edad y sexo. Los triunfos y derrotas se
aceptan con mayor facilidad. Los escolares disfrutan de los juegos grupales, al aire libre. Las
nenas suelen jugar al elástico o la rayuela, y los varones al fútbol o a carreras. A medida que
crecen, se van distanciando las relaciones con los niños del sexo opuesto, a la vez que se
complejizan las reglas intragrupales. También pueden alternar con juegos sedentarios en
grupo, como el juego de la oca. Alcanzan una buena coordinación visomotriz y les gusta
coleccionar y armar rompecabezas.
Los padres deben llevar el control del tiempo de juego para alternarlo con los
deberes escolares y, de esta forma, irles enseñando a asumir responsabilidades
gradualmente. Está recomendado fomentar los deportes y las actividades
creativas en las que el niño encuentre otros pares fuera del colegio y pueda
desarrollar alguna actividad en la que se sienta seguro y reconocido; sin embargo,
es importante que los chicos no tengan demasiadas actividades fijas
extraescolares que impidan el juego libre y el ocio.
Encontrar una actividad recreativa placentera antes del desarrollo puberal facilitará canales de
expresión y de liberación de tensiones, tan necesarios en la etapa siguiente. Vale la pena
recordar aquí el concepto de riqueza, de D. Winnicott, que le atribuía gran valor a lo único e
irrepetible que tiene un niño determinado. Ese don, esa característica, esa habilidad particular
para determinada actividad o área debe ser fomentada, sostenida y valorada para que se
desarrolle y florezca.
El crecimiento de los niños de siete a once años es una preparación para el estirón puberal. La
talla aumenta entre 5 y 6 cm por año (la velocidad más baja hasta la adultez) y el aumento de
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peso comienza a ser mayor. Luego de la meseta de 2 kg por año que aumentan los niños
preescolares, a partir de los siete comienzan a aumentar entre 2.5 y 3 kg. Esto se acompaña
de un aumento del tejido adiposo y no es raro observar acumulación de grasa en la región
abdominal a los nueve años. En este período comienza a ser notoria la diferente constitución
corporal de ambos géneros. El perímetro cefálico crece muy lentamente de los siete a los diez
años (solo un cm, de 52 a 53). La auscultación cardíaca y respiratoria debe realizarse en
los controles de salud. La TA puede ser fácilmente medida a esta edad. En el desarrollo óseo
es especialmente importante la evaluación de la columna vertebral, ya que el estirón puberal
puede magnificar pequeñas anomalías. Se sugiere realizar la exploración ortopédica para
jóvenes atletas (ver la tabla 4). Se puede realizar rápidamente y los niños de esta edad pueden
comprender las consignas sin dificultad.
Tabla 4.
Instrucciones Observación
Colocarse frente al observador. Articulaciones acromioclaviculares; actitud
Mirar al techo y al suelo sin mover los general.
Movilidad de la columna cervical.
hombros; elevar los hombros hacia las
Encoger
orejas. los hombros Fuerza del trapecio.
(mientras el explorador opone resistencia).
Abducir los hombros 90o Fuerza de deltoides.
(el explorador oponederesistencia o
Flexión y extensión los codos.a los 90 ). Movilidad de los codos.
Con los brazos a los lados y los codos en flexión Movilidad de codos y muñecas.
de 90o,
pronar
Abrir lasy manos,
supinar las muñecas.
cerrar los puños. Movilidad y deformidades de las manos o los
Contraer y relajar los cuádriceps. Simetría
dedos. de rodillas, derrames de rodilla y tobillo
Dar 4 pasos con las nalgas sobre los talones Movilidad de cadera, rodilla y tobillo.
(cuclillas)
alejándose
Ponerse de del explorador.
espaldas al explorador. Simetría de hombros, escoliosis.
Sin doblar las rodillas, tocar los dedos de los pies. Escoliosis, movilidad de la cadera, tirantez de
tendones
Ponerse en puntas de pie, elevar talones. de Aquiles.
Simetría de pantorrillas, fuerza de las piernas.
De American Academy of Pediatrics, Committee on Sport Medicine: Health Care for Young Athletes.
El examen genital debe respetar el pudor habitual a esta edad, haciendo que a veces deba
investigarse la presencia de caracteres sexuales solo a través del interrogatorio. La telarca no
debería ocurrir antes de los ocho años en las nenas ni el aumento del volumen testicular
(testículos de 2.5 cm de longitud) antes de los nueve años en los varones. El diagnóstico de
pubertad precoz incluye una velocidad de crecimiento alta, el desarrollo gonadal y del vello
pubiano. La presencia aislada de uno solo de estos signos puede ser normal, pero debe alertar
y mantener una vigilancia más cercana del desarrollo y/o una consulta a un endocrinólogo
infantil. En el escolar se encuentran presentes todos los senos paranasales. En este período hay
un crecimiento notorio de los huesos de la cara, incluidos los maxilares, que deben albergar a la
dentadura adulta. La dentición decidua es reemplazada por la dentición permanente.
Generalmente, a los seis años comienzan a caerse los dientes de leche, en la misma
secuencia en que aparecieron. También a los seis años comienzan a salir los primeros
molares.
Hábitos
Es frecuente que la alimentación del niño escolar deba adaptarse a los horarios de
la escuela y de la familia.
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Pueden surgir, entonces, dificultades para desayunar temprano, o que coma en la escuela una
vianda o una comida preparada allí. Algunos niños reciben dinero de sus padres para
comprarse golosinas en el quiosco durante el recreo. Es cierto que dentro de la oferta de
alimentos que suele haber en estos sitios existen pocas opciones nutritivas. Los niños suelen
estar muy atentos a lo que hacen sus compañeros y algunos pueden tener vergüenza de
llevar alimentos de la casa. Muchas veces, el consumo está guiado por la publicidad
televisiva de alimentos con alto aporte de sodio, grasas y azúcares, y poco valor nutritivo. La
adquisición de buenos hábitos alimentarios, como comidas a horarios regulares, con alto valor
nutritivo y bajo contenido de grasas y azúcares, y la presencia de un clima familiar agradable
que favorezca el diálogo, darán al escolar una buena relación con la alimentación, que influirá
favorablemente en su salud actual y futura.
Un escolar necesita, en promedio, unas diez horas de sueño. De vez en cuando puede
hacer una siesta diurna corta. Ya puede referir sus sueños, y estos suelen tener que ver con la
actividad diurna, con el cine y la televisión. Ocasionalmente pueden aparecer pesadillas. En
esos casos, los padres deben tranquilizar al niño, darle seguridad y asistirlo para que vuelva a
dormirse. Si es necesario aclarar algún aspecto respecto del contenido de las pesadillas,
será mejor hacerlo durante el día, y si estas se vuelven frecuentes, probablemente se
requiera una consulta. Es ideal que el escolar cuente con una habitación para él solo pero, en
caso de compartirla, es necesaria una cama solo para él y un lugar donde guardar sus objetos de
valor. No es aconsejable que tenga televisor en su cuarto.
En la edad escolar, los padres son los adultos más significativos, pero a ellos se
suman los maestros y otros adultos del entorno. El niño aprende normas que
existen fuera de su hogar. A esta edad, empieza a pedir explicaciones del porqué de
las normas. Si recibe una aclaración coherente, segura y precisa, las cumplirá
fácilmente.
Los padres y maestros usan premios y castigos para imponer disciplina, reforzar conductas
positivas y evitar las negativas.
Miriam B. Acevedo dice, en Puericultura del escolar, que “los estímulos y sanciones deben
tener una intencionalidad, ser oportunos, adecuados, consecuentes, concretos e informados”.
Tienen intencionalidad cuando el objetivo es claro y tiende al desarrollo integral del niño; son
oportunos y consecuentes cuando ayudan al niño a relacionar la causa con el efecto y, así, a
hacerse cargo de sus acciones; son adecuados cuando guardan relación la conducta positiva
con el premio y la conducta negativa con el castigo, reforzando la idea de justicia; son concretos
si no hay promesas falsas o amenazas incumplidas, evitando debilitar la autoridad de los
adultos que el niño tiene como modelo; son informados cuando permiten al niño reflexionar sobre
su conducta y prever los beneficios o perjuicios que puede ocasionar. Ante una falta
cometida, es importante hacerle ver al niño el daño provocado y evaluar, junto con él, las
posibilidades de reparación. Los padres y adultos al cuidado de los niños deben estar de
acuerdo respecto de las normas y deben dirimir las diferencias en privado. En caso de surgir
diferencias entre ambos padres, puede ser de utilidad pensar qué es lo mejor para el desarrollo
del hijo. Las sanciones deben ser aplicadas por el adulto presente y evitar el “ya vas a ver
cuando venga papá”, o el “si no te portás bien, el doctor te va a dar una inyección”. A esta edad,
el grupo de pares genera sus propias leyes y ellos mismos suelen ser muy estrictos en
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casos de transgresiones.
Para el médico, es útil hacer semiología del cuaderno escolar. Ver el cuidado, la
prolijidad y las notas de la maestra puede ayudar a detectar disfunciones
tempranas.
Los problemas sociales del grupo de amigos forman parte de la vida cotidiana de un escolar. A
veces, los niños se sienten excluidos del juego, son molestados por sus pares, etc. Estas
situaciones no son fáciles y los padres deben estar atentos y a una distancia adecuada para
escuchar cuando el niño quiere ser escuchado y dejarlo resolver las cosas solo cuando así lo
desea. A veces, hay situaciones que requieren de la intervención de los adultos si el problema
interfiere en la actividad diaria (dificultades escolares, aislamiento, etc.). Los problemas de
conducta, aun con un buen desempeño académico, pueden requerir de más consultas. El
dibujo de la figura humana y de la familia, aun sin ser especialista, puede ayudar al médico general
a detectar algún problema.
Medidas de prevención
Es importante informar que debe vacunarse cada diez años con dT. Con un esquema completo,
la siguiente dosis es a los 16 años. De este modo, no requerirá profilaxis con inmunoglobulina
luego de una herida. Al finalizar el período escolar, se indicant las vacunas que tienen como fin
asegurar la salud del adolescente y tambien de la generacion futura. A los once años, se deben indicar
las vacunas triple bacteriana acelular y la vacuna del VPH e n las niñas. Es importante
verificar que esten completes los esquemas de vacunacion con triple viral y hepatitis
B.
Fuera del calendario, es recomendable indicar la vacuna contra varicela a aquellos niños que
no la hayan tenido y no hayan sido vacunados, ya que durante la adolescencia y la adultez la
enfermedad se manifiesta de forma más severa. Los menores de doce años requieren de una
sola dosis y los mayores, dos dosis, separadas por cuatro a ocho semanas.
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Es importante que los padres conozcan a las familias con las que se relacionan sus hijos. Muchas
veces, estas relaciones de amistad se modifican y se crean otras, lo que genera emociones
intensas. Los padres pueden ayudar escuchándolos y acompañándolos, lo que los aliviará y
fortalecerá. La educación sexual puede trasmitirse en el seno familiar, creando un clima de
confianza que le permita al niño expresar sus dudas o preocupaciones. Hacia el final de la etapa
comenzarán los cambios puberales. Preavisarlos ayudará a atravesar la etapa con menos
ansiedad. A esta edad, pueden bañarse solos y hay que estimularlos a hacerlo. Comienzan a
mostrar pudor y hay que respetar esas necesidades.
Debido a la intensa actividad que desarrollan los niños escolares, la mayoría de los
accidentes se presentan fuera de la casa. Las actividades recreativas deben ser
supervisadas por un adulto. Hay que verificar las condiciones de seguridad de los
lugares de juego: clubes, patios, piletas, etcétera.
A esta edad, y según el lugar de residencia, suelen empezar a moverse solos por la calle. Hay que
instruirlos al respecto y enseñarles con el ejemplo. Los adultos los deben ayudar a cruzar las
avenidas. En el auto, después de los ocho años o con un peso de 30 kg, el niño puede usar el
cinturón falda/ hombro para adultos si se adapta bien, esto es: el cinturón falda debe caer sobre
los muslos, y el cinturón hombro debe pasar por el hombro y no superar la altura del lóbulo de
la oreja, de lo contrario necesitará un adaptador sobre el asiento. Aunque ya están grandes,
sigue siendo recomendado que vayan en el asiento trasero. El médico debería interrogar a los
padres si hay armas de fuego en la casa y, si es así, evitar que puedan estar al alcance de los
niños.
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GUÍA DE DESARROLLO DEL NIÑO
Esta Guía de desarrollo del niño tiene las pautas madurativas esperables para cada edad,
divididas por áreas, y los signos de alarma (las “banderas rojas” o red flags). Cuando el ítem
corresponde a la PRUNAPE, lo hemos colocado en cursiva junto con el porcentaje de población
que realiza esa pauta a esa edad determinada. Esta guía no reemplaza la prueba que requiere
de entrenamiento e instrumental específico para ser tomada. En la guía también figuran pautas
de prevención de accidentes y juguetes adecuados para cada edad.
12 meses Juguete: bloques, cubos u otros objetos apilables. Juegos con agua. Pelota. Libros.
Motricidad fina Motricidad gruesa Psicosocial Cognoscitivo
(12 a 15 meses) (lenguaje y
resolución de
problemas)
Esperable Pinza fina entre Logra pararse (más Juego simbólico “Mama” y “papa”
pulgar e índice del 75%). Camina (12 meses, el específico (del 25 al
(punta de dedos) de la mano o sujeto 50%). Toma de 50%). Quita una tapa
(90%). Marcas con a muebles (más del una taza, para hallar un juguete.
lápiz. Deja caer el 75%). Pasos algo derrama. Se Obedece a una
cubo en forma independientes. saca consigna con gesto:
precisa. Intenta torre Protección posterior. gorro, medias. Besa “dame”.
de dos cubos. Trata tocando la piel con Jerga inmadura.
de dejar caer bolitas. los labios o Señala- miento
lamiendo. protoimperativo (para
conseguir un objeto).
Red flag Falta de reacciones No se relaciona Persistencia de llevar
protectoras: social- objetos a la boca:
¿trastorno mente en ¿falta de curiosidad
neuromotor? forma intelectual? No intenta
Falta de interés adecuada. comunicarse con
en desplazarse. palabras.
Prevención Automóvil: se lo coloca en el asiento de seguridad (sillita) mirando hacia adelante,
siempre en el asiento trasero.
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21 meses Juguete: ropita para los muñecos.
Motricidad Psicosocial
(21 a 24 meses)
Esperable Imita a otros para complacer. Pensamiento reflexivo social: cómo
me porto contigo y tú conmigo. Juego paralelo.Tolera la separación.
Coloca objetos en su sitio. Usa bien la cuchara. Abre puertas. Se
quita ropa sin botones (más del 50%). Abre el cierre de la ropa. Se
pone parte de los zapatos. Expresa verbalmente la necesidad de ir
al baño. Relata experiencias inmediatas. Berrinches.
Red flag Balanceo y falta de contacto visual: ¿autismo?
22 meses Juguete: juego de té, mesa con sillitas, etc. Cuidado de plantas, silbatos y otros instrumentos
musicales.
Motricidad fina Motricidad gruesa Psicosocial Cognoscitivo
Esperable Torre de seis cubos. Sube escalera
con baranda sin
alternar los pies.
Se pone en
cuclillas jugando.
Prevención Cocina: manteles, posafuentes, mangos y asas.
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Prevención Hogar: electrodomésticos, armas bajo llave. Piscina: supervisión constante, uso de
flotadores aún
sabiendo nadar o al estar en un bote o colchoneta inflable (deben tener válvula de
seguridad). Automóvil: el niño debe viajar en el asiento de seguridad (sillita) mientras se
adapte a él (orejas por debajo de la parte superior del respaldo y hombros por debajo
de las ranuras de las correas del asiento). De no ser así, se debe optar por un asiento
suplementario más el cinturón del auto. Es preferible el cinturón falda/ hombro que el
cinturón solo de falda más escudo bajo. Siempre debe sentarse en el asiento trasero.
3 años Juguete: crealina, plastilina. El mismo cuento. Música, baile, disfraz. Triciclo.
Motricidad fina Motricidad gruesa Psicosocial Cognoscitivo
Esperable Torre de nueve Pedalea en el Muestra Pregunta por qué.
cubos. Corrige torre triciclo. Salta de un preocupación por “Ayer”. Conoce la rutina
(el 75%). Copia escalón. Salto las acciones de los diaria. Aprecia los
puente con tres amplio (el 75%). otros. Juega en acontecimientos
cubos (el 75%). Se para en un pie cooperación dentro especiales. Recita
Copia cruz. Círculos (el 75%). de pequeños grupos poemas infantiles.
con otros tres o (juego paralelo). Repite tres dígitos.
cuatro adentro, Inicia amistades Emplea oraciones de
a manera de reales. Juega con cuatro o cinco palabras.
cabeza. Luego, amigos imaginarios. Cuenta historias. Utiliza
rayas como Ayuda a vestirse, se plurales. Dice su
extremidades o desabotona. Control nombre completo (más
rayos de sol. de esfínteres diurno. del 75%). Tararea
Intencionalidad y canciones en presencia
verbalización. de terceros (el 80%).
Sabe su sexo y edad.
Red flag No realiza torre de Conducta No sabe su nombre
ocho autoerótica, completo. Lenguaje sin
cubos. No dibuja línea ausencia de juego intención de
simbólico o comunicación:
imaginativo: ¿autismo?
¿autismo?
Prevenció Hogar: Ventanas que se abran de arriba, aperturas con protección en la parte inferior.
n
4 años Juguete: juegos para armar. Juegos de actividades cotidianas: herramientas, plancha,
cocinita.
Motricidad fina Motricidad gruesa Psicosocial Cognoscitivo
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Esperable Copia cruz (más del Salta en un pie Va al baño solo. Señala la más larga de
50%), (el 75%). Lanza la Aparea dos
luego cuadrado. pelota por arriba colores (más del líneas. Cuenta bien
Dobla un papel en de cabeza. Trepa 80%). Aceptación hasta cuatro.
diagonal (más del bien. Camina de normas. Juega a Comprende las
50%). Figura talón-punta (4 representar roles expresiones “sobre”,
humana de tres años y medio, domésticos. Se “abajo”, “adelante” y
partes (el 75%), que 75%). viste y desviste. “atrás”. Analogías
primero son ellos opuestas: “si mamá es
mismos, luego la mujer, papá es...”.
familia. Conoce el uso de
objetos: cocina,
heladera. “Por la
mañana, por la tarde.”
Red flag No salta en un solo Movimiento continuo.
pie. Resiste retos. No
juega con otros.
Prevención
Hogar: no puede quedar solo en la casa. Bicicleta: casco, rodilleras, protectores de codos.
Calle:
actitud frente a animales salvajes, normas del peatón. Hasta los ocho años no están en
condiciones de cruzar la calle solos.
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Esperable Se ata los zapatos, se Salta la soga. Trepa Temores a enferme- Seis años: narra hechos
peina, se viste y des- al dades o heridas. recientes, reconoce el
viste sin ayuda. árbol. Usa bicicleta. Respeta las reglas de alfabeto y cuenta hasta
Copia rombo. Dibuja la escuela. Identifica 20. Copia letras en
y colorea sin salirse derecha-izquierda. imprenta mayúscula.
de la línea. Figura Empieza ubicación Puede invertir letras,
humana de doce geográfica. Expresa números o sílabas.
partes. Recorta y deseos y gustos Siete años: lee y copia
pega figuritas. claramente. en letra cursiva.
Modela arcilla. Explosiones Reversibilidad ly
emocionales en des- conservación de la
censo. Desarrolla el materia.
sentido ético.
Concepto de Dios.
Elige amigos.
Red flag Tics. Encopresis, Falta de sintaxis en
enuresis. frases
cortas; falta de recono-
cimiento de colores o
letras.
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Prevención Natación: aprender a nadar diferentes estilos.
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E)
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