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Consolaciones para mi desarraigo

DAMIÁN NICOLÁS LÓPEZ DALLARA

El otro Oeste

Otro horizonte alimentó este día mi candor humano,


Atravesando el gris color civilizado llegué a tus afluentes;
Se desprendía en paralelo la luz amarilla fluorescente;
Y me lamentó el alejado y matador aroma suburbano.

Centuagenarios caminos escarpados


Me llevaron al otro lado de tu cuerpo;
Frágil memoria sea tu imagen misteriosa…

Me quedé en aquel estanque hermafrodita


Y contemplé el natural vaho y las piedritas;
Transparentes aguas inspiraron estas citas.
Resucité, pues, en una metamorfosis impredicha.

El contorno de tu piel fue un fiel consuelo


Para la búsqueda fetal nonata e imparida,
Que duró los nueve meses de gestación adolorida;
Y nunca más hallé mesura ni consuelo.

A todas partes donde fui llevé conmigo


Al diablo que implantaste en el vientre de mis letras;
No hallé mesura o paz… O templanza de mi espada;
Tratárese de un grito amargo y cauteloso.
Volví de aquel estanque a tu cintura anochecida,
Me senté a poco de tu cintura zigzagueante;
No quise tocar tu sabia gris por temer a que te rompas;
Alaridos me enloquecen si no tengo aquel consuelo.

Hiriéndome la carne estuvo ese alarido:


Venganza procuré en ambos crepúsculos;
Vientos tormesinos me calmaron la codicia
Moriré, pues, sin lograr mi insano cometido.

Apeé lo que duró la despedida de la luz incandescente


El atardecer es en tus manos poéticas pinturas contorneadas;
En el camino de mi Tormes alguna que otra alma me miraba
Y no me alcanza el verso para desprenderla de mi seno.

El vado Tormesino

Esta tarde iba pensando en el karma que me toca;


Busqué en el vado al que me diera algún alivio;
Confusos sentires me dejó en el alma aquel vacío;
Volvió del río el gaucho sin haber oído aquella boca.

Fue posado en la palma de mi mala mano diestra


Aquel río… todo el camino de mi búsqueda yerrada;
Hasta la entrada de mi cueva que ya estaba cerrada
Oportunidades perdidas me volvieron sin hacer ningún esfuerzo.

Toscos versos ya leo en el libro del suplicio,


La amada volverá con sus viejas citaciones;
Sólo el río salvaguarda del infierno a mis pasiones,
Naturales vistas devolvieron al gaucho su equilibrio.

Hacia el centro de la Tierra quedaron sepultadas


Todas las voces que pertenecieron a otros vivos;
Las imágenes no vistas en el vado tormesino
Seguirán erosionando el declive entre mis rocas.

Cuando respiré mágicos aires


Que salteadamente se situaron
Tormesinos vientos apartaron
La tragedia que me ata:
El dulce vado tormesino consiguió que versifique mi leyenda
Y así de la cruz de mis martirios yo bajaba desclavado.
Gestaciones

Frente al río buscó consuelo el alma suya,


Honda inspiración dejaron aquellas citaciones;
Rodearon su perímetro diligentes distracciones;
Más la métrica epopeya no alcanzó para matarla.

Amadores versos me invitaron a escribirte;


Halló forma el soneto
En un diálogo etéreo con los dioses.
Ese flujo de palabras
Que a cada instante entre nosotros se procrea
infundió soberbios erotismos en mi seno,
Que fallecen cuando estoy entre otros vivos.

En cada gota del Tormes mi niño resucita;


Allí un verso fecundaron las doctrinas
Que nunca debí excomulgar de mis adentros
Pues con los civilizados hallé sin ti mil muertes.

En el planeta del sigilo


Fértil útero de estrofas es de mi pecho
Si contemplo la cintura que me muestras…
Y me arrullas para que junto a ti caiga dormido.
Ecos

20 de Julio

Otros caminos hicieron


Que me acerque hasta tu aura.
En el sitio del pescador ausente
Apeé de mi potro para verte.

Recordé antiguos helados corazones,


En el verso encontré alivio de mi pena
Y un pañuelo intelectual de fina seda
Me detuvo el lagrimal cuando salía.

Ante la maravilla que miraba


Postré mi mole en reverencia:
Ecosistemas básicos miré sin indulgencia
En la curadora lejanía de mi amada.

Coincidencias oportunas recuperan


La fina fe que mi alma metafísica
Había abandonado.
En la rivera tormesina
Comulgué con Dios
Mientras el ocaso iba naciendo.

Sin ninguna piel tu sangre turbia


Se movía tal cual el flujo líquido del fuego
Sometido a las gravedades del vacío;
Y en la contemplación de tu vientre curvilíneo
Navegué absorto a la deriva
Por más de media luna que menguaba.

Conmovedoras tropas
Se movían ágilmente
En el seno del cardumen.

Las brazas que inmolaron


A los gobiernos de mi Troya
Se enfriaron de inmediato
Cuando tu mística cadera
Se dirigió a la ceremonia
Del anochecer inevitable.

La Perdida

Saltó hasta la otra punta de la Tierra


Para resguardar sus posesiones:
Acunadoras civilizaciones no halló nunca.
Ni nunca deja de aguardar a su Perdida.

Exigente fama jaló el criollo hasta la tierra de sus padres;


Una tarde entonces descubrió la traición del parlamento:
Pues resultaron ser todas las calles del exilio
Inexpugnables ciudadelas impidiéndole costumbres.

Para que el exiliado recuerde los orígenes


Usurparon a su corazón extraditado
Mazamorreras imposibles y exóticos cabildos…
Payadoras le mantienen atado de su pena.

El criollo rescatado de la muerte


Soñó hoy con la voz de su Perdida.
Metabolismo fidedigno le despierta
Con el sol saliendo en otro este.

Antípodas climas le brindaron a su suerte


El alivio inesperado que atrae el aire seco.
Sacrificio de la tierra dolió más de lo estimado…

Valora más que ayer las imbebidas aguas de sus ríos.


Pues autóctonas doctrinas recuerda más que antes
El arrepentido al no hallar La Pampa al despertarse
Lamentó el inexistente azar de ver a su Perdida.

Mía

20 de Mayo

Ya va un entero lustro que no tengo el privilegio


De tus pasionales ojos despuntando en la mañana
Aprovecho el verso que susurra este llanto merecido
Para rendir tributo escrito de mi pena peligrosa.

Insistentes versos me obligaron a esta suerte


Más que el noble merezco estos tormentos.
El lamento es corto para lo que ha sido tu cuerpo:
Ágiles alas abriste la mañana de mi muerte.

Un lustro empujé mi piedra hacia la cumbre del torrente;


La desmemoria usufructuó el pasar de los inviernos;
Las nieves demoradas no pudieron marchitar entero el verso
Que nació dentro de mí para que así pueda olvidarte.

La soledad entró en su adolescencia


La mañana que miré alrededor mío
Y reemplacé con lágrimas de estío
Tus risas, tus palabras y tus bocas.

Y a las noches las vi envejecer súbitamente;


A pocos pasos estuvo de mi puerta la insanía;
Pues el coraje de buscarte no tuve ni siquiera
A pesar que vi la vida transitando por mis venas.

Por mi cobarde orgullo solitario y destructivo


Ya ni siquiera abro los libros dedicados con tu letra.
Mi soledad sobrevivió amén de mis pesares…
Y hoy intenta suicidarse en un soneto

Que ilustra tus ausencias.

Las mil muertes

Descripciones de quién soy y de lo que me rodea,


Lograron llevarse la maldición por un momento;
Extractos de pasión, de mi duda y mi lamento
Se chocaron en esta encrucijada que atormenta.

El verso que hoy narra un lustro de tu ausencia


Nació en mi entraña la mañana de mi muerte.
La mañana es una emulación de tu fantasma;
Aún oigo tus tacones al otro lado del pasillo
Como si fuera tu fantasma la voz de mi martirio
Varios golpes diste con la llave de mi puerta.

Aquel atrapa-sueños aún se oye al otro lado del pasillo;


Hoy me avisa que ya no volverán aquellos ruidos;
Me recuerda la mañana tu llegada, pero una vez despierto
Palidece el cuarto que hace un lustro tu sonrisa iluminaba.

La media tarde sabe a jazmines marchitados.


Y las doce de la noche tu partida me recuerda.

El amor ulterior nunca ha tocado a la puerta de mi cuarto;


El fantasma tuyo se apropió de cualquier vida
Que intenta rescatarme de las fauces de esta arpía;
La soledad es el amor que me ha llenado el tiempo
Con frágiles adornos y muñecos de piel gruesa y oscura.

En un intento de sosiego me calmo entre mis prosas


Yo aquí me atrevo a ser un poco más poeta
Cinco mayos van ya de nuestra última lujuria.
Y no encuentro reemplazo que me suba al podio de las artes.

La pasión…
Yo ya la he desgastado en tu recuerdo.
Y vivo plagiando los sueños de mí mismo.

Cinco mayos han pasado del día de mis muertes;


Tardíamente trataste de evitarme el sufrimiento…
Y revivo en oníricas mañanas el recuerdo de tenerte.

Dos Lados Asimétricos

27 de Julio

Sintió en algún momento


La llegada de su amada.
Dos golpes di a su puerta
Silencio hiriente su respuesta
A mi primer llamada.

En mi segunda comunión
Sentí el desdén feroz de su palabra.
Padecí en los últimos crepúsculos
La erosiva ceremonia de la espera.

Pero al llegar a la ciudad, al partir


En dos lados asimétricos mi angustia…
La desilusión se torno verso.

Sin razón

Observa la tormenta
Que no le deja inspiraciones.
Deseos de su cama,
Exigencias de la métrica:

Le invade una pelea


Que ya tiene muchos años.
Y busca un nuevo verso
Que le mate por la espalda.

Ese hombre trató de mesurar a sus pasiones;


Molestias que no debieran existir le acongojaron.
Encuentra el verso si se otorga unos momentos
Para observar el torbellino que se encrespa.

Una escalera formaron sus pasiones.


Rara inspección hizo que pisara fuertemente
Sobre cada una de ellas,
Para subir hasta la cumbre.

Haraposos versos culminaron el soneto


Con una rima nacida en el arroyo:
Avergonzadas oraciones
Le armaron la escalera.
Y acabó viendo una Tormenta.

El cuarto animal

Puntos luminosos, cansados días, poemas reciclados;


La tristeza pareciera un único armamento para el arte.
Fuera de mí mismo está la vida que en mi adentro.
Nunca pude encontrar en los libros sapientales.

Veloces segregaciones provocaron niñatas moralejas


-Manantiales de insistencias me hirieron por una sola parte-,
Mis soledades son las fauces del leviatán que no conozco;
No quise sentir la piel del simio que me había sido concedida
En mi trigésimo día octavo del mes ocho.

La escamosa piel del renacuajo


No me inspira los mismos pensamientos
Que me habían conmovido
Hace trece días continuados.

Guerreras estrofas batallaron sin métrica ni rima


Al aliento imaginario de aquel triunvirato de feroces
Que conspiraban en contra de mis sueños frente mío…
Y por fin me descubrí sintiendo como ellos

Y escarbando comunes tierras


Busqué anticuadas sanaciones;
Di con el Grial que yo ya había
Descubierto una mañana...
O una noche.

Busqué mitologías para anotar en mis cuadernos,


Así al fin me rescataban del demonio...
Y eludir así la feroz desaparición de los griales
Que petrificaron el cuerpo de mi espíritu.

Y mi niño no halló lugar que lo cobije


Ni consuelo que lo calme…
Ni pude inventar literaturas
Que consiguieran el oído de mi tribu.

Murallones

30 de Agosto, Madrugada

Hoy no sentí el cobijo de tus aires


Y lágrimas me caen si recuerdo
Vuestra física y secretos.
Me dolió evocar la vida respirada
En el lugar que me negó la coincidencia.
Y así me hice de piedra...
Cuando respiré la atmósfera diurna.

En la ausencia de tu mitología curadora


Pasadas convivencias usurparon mi morada.
En el verso salvavidas mi alma es refugiada
Del desesperanzado vaivén de devenires.

Cuando tu cuerpo se recorre


Hay rincones donde nunca
Se pierden el sensible ni el sencillo.
Tu cuerpo está ahora inmerso
En la boca de mi entraña.
Tus aires llegan siempre
Hasta el seno de mi vientre
Sin rozar a mi garganta.

Hoy que no he probado


Un solo beso de tu boca
Mis células se asfixian:
Mis sentires se sofocan…
Pues me falta el aire
Al que sin quererlo
Ya estuve acostumbrado

Cuando estamos frente a frente


Huidizas horas jamás llenan
El hambre de la tarde.
Y el sol se despide exagerando
Serenitudes en oriente.

Respiraciones, pensamientos...
Búdico estado de mi alma
Buscando salvamento.

La nueva vista

1 de Septiembre

Ver de nuevo tu cuerpo reyacido en la tarde pudorosa


Es un trofeo que consuela mi llanto desterrado;
Negué engranar locura y a una amada que no tuve…
Me serenó el perfume que tu alcoba siempre lleva puesto.

Me di por vencido al tocar de nuevo


La tersura de tu piel refrescante y pudorosa;
Mi diablo se marchitó temporalmente;
Y me dejó una herencia de saberes
El haber estado al lado tuyo
Luego de dos días enteros…
Que pasaron por dos meses.

Rindió tu olor a tierra humedecida


El rencor que en otro tiempo
Fue bandera de batalla.

En el trágico sendero de las medias horas


Me di cuenta que tu cuerpo huele diferente
En lugares diferentes.
El césped hospedante
-Por un tiempo contado-
Fue cama de lectura.

Dos días enteros pasaron sin el beso de tu carne


La luna llena omitió todas las casas,
Mi alma aprehendió el haber de los milagros
Para que la Perdida regresare hasta mi puerta.

Las Aguas de Mi Tormes

5 de Septiembre

Estaba inconcentrado; arriba mío


La luminaria artificial daba en mi nuca:
Igual que el rayo solar atardeciendo
Me quemó el cuero cabelludo angularmente.

La ausencia de mis corrientes tormesinas


Hicieron que te extrañe aún mucho más
Que aquellos días en que el río acaudalado
Quita de mi sangre aquella imagen
Que tu cuerpo sentenció con una pincelada
Sobre el lienzo sustancioso de mi alma.
En la tarde busqué de paso las aguas de mi Tormes.
Después de aquel lienzo inconcluso,
Retomé el camino a las corrientes
Por alguna ruta inconcebida en mi memoria.

Tus aguas se entregaron a la veda de mi vista;


Pastizales te ocultaban de mis ojos lisonjeros;
El sol me castigó hasta la hora del crepúsculo,
Viejos ángeles quisieron advertirme de tu grito.

Mucho que contar tiene el hombre del suburbio


Supo bien de amadas… Se inspiró en nuevos lugares.
Y se mortificó con los nuevos desamores:
Navegó en el océano del verso y de las prosas…
Como yo hubiera querido navegar
Sobre las aguas de mi Tormes.

Con el lienzo colgado en mis espaldas


Arrimé los ojos para que cruzaran la maleza.
¡Aires de Dios respiré paso por medio!
Intercalados altares visité todo el camino.

Estos días sentí más que nunca


La ausencia de mis dos amores.
De ella me separan atlánticas distancias.
De ti me alejaron mis rutinas indeseadas.
En Tus confines siento a la Perdida
Aún buscándome en las sombras.

Piel morena

Escuché el crepitar del fuego


en función que me ofrecía
el caótico vaivén
de las copas de los cedros.

Y llamé a la alegría
con un mantra memorioso.

Tres días de ausencias han pasado


y el camino hasta tu cama
se hizo corto.
Los cardos no crecieron suficiente
para que yo notara recompensa
en su inforzada fotosíntesis.

Nostalgias me añadieron
los caminos pedregosos.

La fauna que se aloja


bajo la primer capa de tu piel morena
se alimentó vehementemente
con los restos blancos
de mi linaje aún increado.

Y entonces una parva de gorriones


desordenadamente vi volando
a la orilla del camino
que me llevó hasta tu piel turbia.

La sirena y el caracol

Buscando excomulgar mis viles adicciones


Huí hacia los inflexibles brazos de mi Tormes
Pero no pude quitarte de mi enfrente.

Parecida a la marca de bíblicos traidores


Me acompañaste una tarde hasta la huerta
Que curó mi corazón en otros mayos.

Ocho crepúsculos de lluvias


Impidieron el viaje hasta tu cama;
Ya no podré prosar mis pensamientos
Como si fuese el Nobel de las letras.

Mis pensares son fichas


Que se empujan una a otra.
Me apuré a volver a tu regazo, a tus manos...
A tus brazos infernales o a tus senos duros.
Pero el Río la mente me contuvo
Para que no tomara aquella ruta.
A tu cuerpo solamente desmenuza
La lenta baba de oportunos caracoles
Que me llenaron la tarde y el alma punzada.

La locura me curó aquel caracol


Venciendo la timidez de su especie
Y dando a conocer sus ojos milimétricos
Y su cuello espeso...

Lagartijitas trepadoras
Yo miré reptar
En aquella tapia
De cemento ornamental.

Mucho que decir me inspiró el junco nunca visto


Paseadores evitaron caminar por mis delantes.
Pero un recuerdo me quedó de aquellas piernas.
Mientras el vado tormesino me celaba.

Agosto trae al Tormes sirenas que no cantan


Esos cuerpos pasionales enloquecen
Amén de su disfónica garganta
-O la cera en mis oídos-.
Bronceados bustos de sirenas hechiceras
Agosto siembra en el vado de Tormesino.

El Otro

La festividad de las truchas


Coronó la tarde
Con su sincronicidad manifestada.

Observaciones que no quiero fueron mías


Correcciones lastimaron a ese feto
Que en mi vientre se incubaba

En el arroyo tormesino
Escribí un verso de memoria.
Soy guiado por el dios de los lamentos
Soy esclavo de ese diablo...
Que no deja de enseñarme
Su faz por un momento.
Cayó en un bache oscuro
El verso vespertino.
Y ya no quise decir más vulgaridades.
E intenté fallidos juegos de palabras
Cuando el ogro en mi garganta
Me apuró para que hable.

Probé dejar la rima tal cual me la dictó


Ese invisible hombre que a veces me acompaña
En los soleados senderos que conducen a tu seno.
Pensé en terceros que mi prosa aún no adjetiva
Pensé también en ella...
Y pensé también en la voz de los sin rostro.

Vulgar me suena
El escribir de una mujer que no me quiso
Ya se internó en la carne que me arma
La Diosa de los cabellos homicidas.
De una súbita caricia incineraron a mi niño

Y me enojó el no poder
Aniquilarte de un plumazo.
Y me enojé....
Al notar que mis versos auspiciaban
El último deseo de su risa.

Ulises desatados

Sin Penélopes que desentramen la madeja


Para poblar el tiempo con rechazados candidatos;
Los hombres de hoy en día codiciaron aquel canto.
Fácil y ruinmente violaron su promesa.

Ulises se llamaron… debieron acordarse


De sujetar sus manos a ese mástil
Para que la voz ceremonial de la sirena que quisieron
No infiltre persuasiones en el corazón que no madura.

Con seductora voz logran seguro


Que el hombre que alguna vez
Se detuvo para escuchar a las sirenas
Apuñale por la espalda al comandante.

Las sirenas de hoy en día tienen una facultad


Que los conceptuales no comprenden:
Con rimadas citas mucho más que con su canto
Al marino le convencen de planear sublevaciones.

Aunque el hombre taponara con cera sus dos tímpanos


Jamás el marino debería arriesgarse a mirar a la sirena.
Pues en su siamesa cintura también está la perdición
Del marino que alguna vez juró fidelidades al Mayor.

Ya que en sus ojos tienen el hechizo las sirenas


De robar la voluntad del alma mas pulida.
¿Son los marineros de hoy capaces
De ensordecer con cera sus oídos persuadibles?

Ítaca tiene en tierras recompensas y tesoros


Jamás vistos o admirados por el ojo del marino.
Tripulaciones enteras naufragaron a menudo
Por ser tentados a anclarse y escuchar a las sirenas.

A Ítaca jamás llega el marinero


Que escucha todo el tiempo a la sirena.
Enloquecen de tal forma los marines
Que suben a cubierta para oír a la sirena.

Al mástil principal donde se infla la gran vela


Debió aquel marinero antes haberse sujetado.
Con tal de resistirse a la sirena…
Y jamás querer engañar al capitán de su navío.

Traiciones planifica el marinero


Que alguna vez vio a la sirena.
En sensuales notas corrompieron
La fidelidad del marinero.

Ulises en el mástil se confió de sus marines.


Se confió también del arte que tuvieron sus ideas.
Miró las aguas y escuchó el celestial canto
Mas un Marín le remató para que anclaran.

S.O. eseS

Con mis dos dolores y un remedio


Dejé mi hogar hoy a la tarde
Y busqué tus afluentes.
Corrientes riverinas
Me esperaban donde siempre.
El sol atardeciendo
Me facilitó la pena ambigua;
Dancé con ella en la pasionaria fundición
Del más íntimo deseo.

Me aterró la realidad que me circunda


Pero igual preferiría refugiarme
En esquizofrénicos lugares
Que me rescaten de a momentos.

Y una noche
La rebuscada ventana
Me demostró que vivía en una farsa:
Pero igual yo me quedé en la Esquizofrenia.
Pues me gustaban los socorros que me daba.

Indefinido

El río Tormes se hundió


En las corrientes de otro río...
Forzados versos, repentinos gritos:
Busqué ahora el referente
Para que mi verso cuestionado
Fuera auténtico.

Un gran planeta eclipsa mis estrofas


El río aparece cuando el cuerpo negro
Sigue paso por su órbita pagana
En busca de otro otoño
Que aplaque sus calores, sus glorias…
Y fracasos.

Imágenes del torrente tormesino


Se negaron a poblar mi cuaderno vespertino.
Y mi primer dolor aún no desea despedirse.

No quise nombrarla en un verso urgente


Que sólo busca vanidades mas ajea
La esencia que se esconde en el diptongo.

Podré decir que un timador hay escondido


En algún rincón indetectable de mi casa
Cuando voy a verla hay alguien que me ata
La puerta se me cierra de un golpazo…
Y queda rota la faz de mi garganta.

Justo cuando pensé ir a rescatarla


El río Tormes no me dejó curada la sutura…
Que se abrió una tarde de hace un año.

Felicidades se incorporan en mi seno:


¿Quién seré? Si no una aparición
Que ni se queda... ni se marcha.

FIN

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