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Los autores comienzan el texto señalando que desde el descubrimiento, en 1962 en
la localidad de Folsom (Nuevo México), de los restos de 33 bisontes directa asociados a con
puntas de lanzas de piedra finamente trabajada, se ha vuelto inoperante la discusión en
respecto de la convivencia del hombre con fauna pleistocénica en América. Impulsando las
investigaciones referidas a los primeros pobladores del continente.
Años más tarde, los arqueólogos estaban en condiciones de afirmar que los más
tempranos americanos estaban representados por diversas bandas que se habían distribuido
por las llanuras de Norteamérica, formando El Llano o Clovis (como tradición cultural):
sociedades de cazadores y recolectores
fabricaban instrumentos de piedra y hueso altamente eficientes para la caza y el
faenamiento de especies como el mamut
ancestros del grupo Folsom y de los que alcanzaron la Patagonia hacia el 900 a.c
↪ tecnológicamente, todos usaron el sistema “Clovis”
Se acepta que estos hombres ingresaron a América por un puente terrestre, Behring,
que emergió varias veces durante el Pleistoceno cuando, a expensas de los hielos glaciares,
el mar descendió a menos 70 metros de su nivel actual. Este puente terrestre existió desde
hace más de 50000 años y permitió también el intercambio faunístico entre Asia y América.
Luego de exponer el contexto, los autores señalan la existencia de dos teorías que
proponen una diferencia temporal en cuanto a los inicios del poblamiento americano.
Entre ambos grupos, hay acuerdo en que las bandas de cazadores entraron a
Norteamérica desde Alaska, por un corredor libre de hielos que se formó entre los glaciares
montañosos cordilleranos, al oeste de las Rocallosas, y Laurentida al este. Sin embargo, no
hay acuerdo en las veces en que el corredor y el puente terrestre de Behring coincidieron.
A este debate, se suma el que dice relación con el momento en que estos grupos
ingresaron al continente norteamericano. ↓
pudo deberse a múltiples oleadas migratorias con gentes que
no
necesariamente pertenecían a la tradición cultural Clovis
1. Poblamiento durante el Pleistoceno terminal (tardío)
postura avalada por un conjunto de evidencia arqueologica
los ancestros de los grupos Clovis ingresaron a América no antes de 20000 a 15000
años atrás
grupos que desarrollaron una técnica de trabajo de piedra reconocible en sitios
siberianos del río Yenisei, como por ejemplo Mal’ta y Afontova Gora.
2. “Poblamiento temprano”
se apoya en la existencia de yacimientos distribuidos desde Alaska hasta el sur de
Chile, que no parecen formar parte de esa tradición cultural
fechas más tempranas que el 11500 – 11000 a. p (extremos de las dataciones
absolutas en las que se sitúan los sitios del complejo El Llano)
cada uno de esos yacimientos es único en cuanto a su contexto geológico, cronología
y artefactos y, por lo tanto, se hace difícil encontrar un patrón tecnológico recurrente.
En relación a esto último, a la existencia de estos otros yacimientos y a su utilización
como recurso (fuente) arqueológica se articulan dos posturas:
1. Conservadores:
exigen que estos yacimientos cumplan con ciertos requisitos que caracterizan a los
sitios Clovis y a las bandas paleoindias descendientes:
estratigrafía clara
cronología acotada
asociaciones culturales y faunísticas precisas y recurrentes
se espera que los sitios referidos al hombre temprano americano presenten
instrumentos considerados diagnósticos, como ejemplo: puntas de lanza,
raspadores y cuchillos líticos finamente retocados
2. “Tempranos”:
el hombre llegó a América, por primera vez, hace por lo menos 40000 años
No obstante, por uno u otro motivo, los yacimientos con fechaciones más tempranas,
y que se sitúan en el rango entre 14000 y hasta más de 30000 años atrás, no poseen este
tipo de
herramientas. Si excepcionalmente las hay, el sitio se considera mal fechado. Las razones
pueden ser muchas, desde que el grupo humano que estuvo allí pertenezca a otra tradición
tecnológica y nunca fabricó puntas de lanza, hasta el hecho de que la gente que ocupó el
lugar no necesitó ese tipo de artefactos, se los llevó consigo o bien fueron hechos de madera
y hueso, y no se han conservado.
Modelación y Desarrollo tecnologico:
En este apartado, los autores esgrimen una propuesta metodológica interdisciplinaria
que tienda, por un lado, a fechar y registrar eficientemente aquellos sitios arqueológicos con
poco diagnósticos y, por otro, a solucionar e interpretar este tipo de datos y fenómenos con el
fin de dar cierta solución al debate en torno a la temporalidad de ingreso de los primeros
pobladores. En este sentido, los autores abogan por la idea de que la tarea debe ser
emprendida por quienes abogan la existencia de una gran antigüedad del hombre en nuestro
continente a partir de la utilización de ciertas tecnicas o metodos que comenzaron a usarse
en otras partes del mundo con el proposito de afrontar sitios y artefactos considerados
“problemáticos”.
Uno de los principales argumentos esgrimidos en favor del recurso de estas nuevas
técnicas y estrategias para terminar con el debate es considerar lo difícil que es pensar que
aquellas sociedades hayan tenido un solo patrón de utilización de los recursos vegetales y
animales durante el Pleistoceno terminal, llamando la atención de que los arqueólogos
dedicados a estudiar a los primeros americanos no hayan hecho uso de los modelos que
actualmente se utilizan para analizar a las sociedades cazadoras recolectoras etnográficas.
Estos modelos han sido, principalmente, desarrollados desde la perspectiva
neodarwinista en donde uno de sus tópicos es la la búsqueda de optimización de recursos
por parte de las especies animales, incluyendo el hombre.
Quizá una de las dificultades para aplicar los modelos de la ecología evolutiva
neodarwiniana radica en que faltan datos paleoambientales adecuados para intentar una
buena reconstrucción, considerando que el uso de un ambiente y la tendencia a optimizarlo
requieren, generalmente, un escenario específico a evaluar. Sin embargo, el hallazgo de
sitios arqueológicos en donde el hombre temprano ha llevado a cabo actividades distintas,
revela en cierta forma, las propiedades organizativas de los sistemas humanos del pasado y
su percepción y uso del paleoambiente. De este modo sabemos que los grupos humanos
que poblaron América tenían diversas estrategias de subsistencia y que, por tanto, no es uno
solo el modelo de asentamiento explotación del medioambiente en el repertorio cultural de
los tempranos habitantes del Nuevo Mundo.
La ayuda de la etnografía ha sido importante en esta nueva postura, en tanto que ha
señalado el desarrollo de diferentes estrategias en que las sociedades se procuran alimentos
como la consecuente diversidad de artefactos y nivel tecnológico. Interiorizando esta idea,
podemos aceptar la validez de la evidencia de una clase de sitios arqueológicos diferentes de
los tradicionales aceptados como pertenecientes al hombre temprano. Es así como a partir
de los datos, la observación etnoarqueológica y la teoría antropológica se ha podido
“modelar” la conducta de los paleopobladores y sugerir hipótesis sobre la utilización y
percepción del medio ambiente.
Este nuevo conjunto de técnicas y estrategias se basa en las viejas leyes que
establecen que, generalmente, la mayoría de los materiales orgánicos e inorgánicos en un
ambiente dado están sujetos a procesos de distinta naturaleza –químicos, mecánicos y otros
que los transforman, dependiendo tanto de las características del medio y los elementos
presentes que actúan sobre él como de las propiedades inherentes a los objetos.
Microdesgaste: en el texto se hace referencia a la modelación de procesos de
microdesgaste para materiales de piedra y hueso, esto es, experimentos replicativos
tendientes a reproducir los patrones microscópicos que se observaban en los filos de los
artefactos de hueso y piedra de los sitios arqueológicos con características poco
diagnósticas.(enfoque interdisciplinario)
Análisis de huellas de uso: hace referencia a la utilización de ciertas técnicas
interdisciplinarias para determinar la función de los artefactos, examinando las trazas de
desgaste de sus bordes.
El propósito de estos estudios era comparar aquellas transformaciones que sufría el
material por la acción humana en tareas específicas experimentales, con el material
arqueológico. De este modo se obtuvieron colecciones de referencia con fines comparativos.
Tafonomía: Parte de la Paleontología que estudia los procesos de fosilización y formación
de los yacimientos fósiles.
Eventos tales como la matanza y el procesamiento de los animales dejan, en la
mayoría de los casos, huellas inequívocas en términos de patrones depositacionales
reconocibles como indicativos de las actividades realizadas; indicadores tales como huesos
fracturados en espiral, huellas de impacto, trazas de cortes y otros diversos son utilizados
como prueba de la acción humana.
De manera que existe todo un cuerpo de información e investigaciones de
complejidad y
sofisticación crecientes hoy en día que permite dar cuenta apropiadamente de registros poco
diagnósticos en sitios arqueológicos de fechas tempranas, con gran eficiencia y, por ende,
con claras posibilidades de solucionar e interpretar datos y fenómenos que hace algunos
años resultaban imposibles de demostrar. No hay por lo tanto, prácticamente, excusa en
estos días para no usar tales “adelantos”, a no ser el elevado costo en tiempo y dinero de
estos análisis, que resultan del todo necesarios cuando se trata de dar cuenta de sitios del
hombre temprano en América.