Está en la página 1de 7

Lunes 20 de julio del 2020

Resumen de Tema Académico: Anatomía y fisiología del sistema osteomioarticular


Dr. Cabrera Almonte R3

El esqueleto forma el armazón del cuerpo. Está constituido por los huesos, unidos entre sí por las
articulaciones. Dentro de sus funciones proporciona sostén mecánico del cuerpo y de sus partes
blandas como armazón que mantiene la morfología corporal; participa en el permitiendo posturas
como la bipedestación; permite el movimiento funcionando como palancas y puntos de anclaje
para los músculos; sirve de contención y protección de las vísceras, funcionando como
amortiguador de las concentraciones e intercambio de sales de calcio y fosfatos.
En el esqueleto se puede distinguir: a) La columna vertebral; b) las costillas, las cuales se
articulan posteriormente con la columna vertebral y anteriormente con el esternón; constituyendo
en conjunto la caja torácica; c) la cabeza, está compuesta por el cráneo y la cara que se articula
con el extremo superior de la columna vertebral; d) los miembros superiores se unen al tórax
mediante la cintura escapular constituida por la clavícula y la escápula; Los miembros inferiores
se unen a la columna vertebral por medio de la cintura pélvica, formada por los dos huesos
coxales. El conjunto formado por los dos huesos coxales y el sacro constituye la pelvis.
Finalmente, en la parte anterior del cuello se sitúa un hueso, el hioides, situado a distancia del
resto del esqueleto.
El número de huesos es de doscientos, sin contar los huesecillos del oído, los pequeños
sesamoideos y los huesos suturales.
Los huesos se clasifican en tres grupos: huesos largos, huesos planos y huesos cortos. Los
huesos largos son aquellos en que una dimensión, la longitud, predomina sobre las otras dos. En
los huesos largos se distinguen un cuerpo o diáfisis y dos extremos engrosados o epífisis. La
clavícula es una excepción, ya que no presenta epífisis diferenciadas.
Los huesos planos se caracterizan por el predominio de la longitud y la anchura sobre el espesor.
Los huesos planos presentan dos caras; el número de bordes varía según la forma del hueso. Los
huesos cortos son aquellos cuyas tres dimensiones son casi iguales. La superficie de los huesos
presenta relieves o procesos y depresiones, que pueden dividirse en eminencias y cavidades
articulares y no articulares. Las eminencias y cavidades articulares son las superficies por medio
de las cuales se unen los huesos. Su forma varía según el tipo de articulación al que pertenecen.
Las eminencias no articulares presentan formas muy diversas, que se designan con los términos
de tuberosidad, tubérculo, espina, cresta o línea. Unas están únicamente determinadas por
inserciones tendinosas o ligamentosas. Su volumen y extensión depende de la importancia de los
tendones o ligamentos que se insertan en ellas. Otras eminencias no articulares se forman por
medio de un centro de osificación particular. Se encuentran sobre todo en las epífisis de los
huesos largos y en los ángulos de los huesos planos.
Las cavidades no articulares se dividen en tres categorías. Unas se desarrollan bajo la influencia
de inserciones musculares y tienen como misión aumentar la superficie de inserción del tendón.
Otras, en forma de escotadura, agujero, surco o canal que sirven de paso a vasos y nervios.
Finalmente, ciertas cavidades son divertículos, como los de las cavidades nasales y timpánica; se
desarrollan en los huesos vecinos, y constituyen las cavidades sinusales y mastoideas.
En la superficie de los huesos se encuentran numerosos orificios, los agujeros nutricios, que dan
acceso a los conductos nutricios del hueso se encuentran clasificados en tres órdenes.
Los orificios y conductos de primer orden pertenecen a la diáfisis de los huesos largos y a las
caras de los huesos planos. Dan paso a la arteria nutricia principal del hueso. Los conductos
nutricios de primer orden del cuerpo de los huesos largos se dirigen a la cavidad medular
siguiendo un trayecto oblicuo. La oblicuidad del conducto se debe al alargamiento más rápido de
la diáfisis hacia la epífisis más fértil, de manera que el orificio superficial del conducto nutricio se
desplaza hacia este extremo al mismo tiempo que se forman nuevas laminillas de hueso
perióstico.
Los orificios y conductos de segundo orden se localizan sobre las epífisis de los huesos largos,
los bordes y ángulos de los huesos planos y, sobre todo, en la superficie no articular de los
huesos cortos. Son especialmente numerosos en las proximidades de las superficies articulares.
Los orificios y conductos de tercer orden, de muy pequeño calibre, se hallan en número
considerable en toda la superficie no articular del hueso. Los huesos están formados por tejido
óseo compacto y tejido óseo esponjoso. El hueso compacto forma en la periferia del hueso una
capa continua mientras que el hueso esponjoso está envuelto por el hueso compacto. Está
formado por laminillas óseas que limitan espacios rellenos de médula ósea que comunican unos
con otros.
Las trabéculas o laminillas del hueso esponjoso se orientan en cada hueso de manera que
ofrecen la mayor resistencia posible a las presiones que deben soportar.
En los huesos largos, el cuerpo está constituido por una cubierta de hueso compacto, cuyo
espesor disminuye, en general, de la parte media hacia los extremos. La cubierta de hueso
compacto limita la cavidad medular que se extiende a lo largo de todo el cuerpo del hueso. Esta
es atravesada por finas trabéculas óseas y está rellena de médula ósea. Los extremos de los
huesos largos están formados por una laminilla periférica de hueso compacto que envuelve a una
masa de hueso esponjoso. Los espacios del hueso esponjoso comunican entre sí y con la cavidad
medular;
Los huesos planos están formados por dos láminas de hueso compacto, entre las cuales hay una
capa más o menos gruesa de hueso esponjoso. En los huesos de la bóveda craneal, las dos
láminas de hueso compacto se denominan lámina o tabla interna y lámina o tabla externa; la capa
esponjosa intermedia se denomina generalmente diploe.
Los huesos cortos se componen de una delgada envoltura de hueso compacto que rodea al
hueso esponjoso. El periostio es una membrana fibrosa y blanquecina que recubre y se adhiere a
los huesos, salvo en las superficies articulares. Alrededor de las superficies articulares, el
periostio se une a la cápsula articular.
Esta adherencia es tanto más fuerte cuanto más irregular es la superficie ósea. Así, la adherencia
es débil en la diáfisis de los huesos largos; es muy fuerte en la base del cráneo, las epífisis de los
huesos largos, los bordes y ángulos de los huesos planos, y en los huesos cortos. El periostio
desempeña un papel esencial en el desarrollo y la vascularización de los huesos.
Las arterias nutricias de los huesos son de tres órdenes. Los huesos largos y los huesos planos
poseen tan sólo un conducto nutricio de primer orden en el que se introduce la arteria nutricia
principal del hueso.
En los huesos largos, esta arteria penetra en la cavidad medular y se divide en dos ramas que
divergen hacia los extremos del hueso. Las venas y los nervios siguen el trayecto de las arterias.
Osificación cartilaginosa. En ciertas regiones del esbozo cartilaginoso y en determinados períodos
del desarrollo, se producen modificaciones histológicas que dan lugar a la formación de los
centros de osificación. Éstos se extienden y transforman toda la pieza cartilaginosa en tejido óseo,
con excepción de una delgada capa de cartílago que reviste las superficies articulares.
El primer centro de osificación que aparece en el esbozo cartilaginoso de un hueso se denomina
centro de osificación primario. Forma la mayor parte del hueso; los otros centros de osificación, o
centros de osificación secundarios, aparecen más tarde y forman algunos procesos. En los
huesos largos, el centro de osificación primario aparece en la parte media del hueso y forma la
diáfisis. Los centros de osificación secundarios constituyen las epífisis.
A lo largo de todo el desarrollo y el crecimiento del hueso, el centro diafisario se encuentra
separado de los centros epifisarios por una delgada capa de cartílago denominada cartílago
epifisario. Antes de que tenga lugar la osificación cartilaginosa diafisaria, el pericondrio,
membrana conjuntiva que envuelve al cartílago adopta las características del periostio y produce
tejido óseo en forma de una envoltura ósea pericondral.
El crecimiento del hueso en longitud se realiza en su mayor parte a nivel del cartílago epifisario.
Las capas superficiales del cartílago se transforman en tejido óseo, mientras que el cartílago se
renueva por proliferación de elementos de su parte media. El cartílago epifisario persiste hasta el
desarrollo completo del hueso;
Las epífisis fértiles que son aquellas que donde el cartílago es mas activo están situadas cerca de
la rodilla y lejos del codo. Los cartílagos epifisarios correspondientes a la epífisis superior del
húmero, inferior del radio, inferior del fémur y superior de la tibia presentan una actividad o
«fuerza proliferativa» mayor que los cartílagos epifisarios del extremo opuesto de cada uno de
estos huesos.
El cartílago que recubre las epífisis contribuye también, aunque de manera poco importante, en el
crecimiento en longitud. El crecimiento en espesor se realiza por medio de la capa profunda,
osteogénica, del periostio.
En los huesos largos, a medida que la diáfisis se engruesa la parte central constituye la
localización de fenómenos de reabsorción. El hueso endocondral desaparece en la diáfisis y, a
continuación, el proceso de reabsorción se extiende a las capas más profundas del hueso
perióstico. Así se forma la cavidad medular.
Osificación membranosa. Los centros de osificación de la bóveda del cráneo y de la cara se
desarrollan directamente en el tejido conjuntivo embrionario.
Articulaciones
Las articulaciones son el conjunto de elementos por los que los huesos se unen entre sí. Las
articulaciones se dividen en tres clases principales:
— Articulaciones inmóviles o fibrosas.
— Articulaciones semimóviles o cartilaginosas.
— Articulaciones móviles o sinoviales.

Las articulaciones fibrosas se caracterizan por tener dos superficies articulares unidas por tejido
fibroso ejemplo las sindesmosis y las suturas. Las suturas se dividen, dependiendo de la
configuración de las superficies articulares, en dentada, escamosa y plana. En la sutura dentada,
los huesos se unen por engranaje de las superficies articulares, que presentan una especie de
dientes. La sutura escamosa es una sutura dentada en que las superficies articulares están
talladas en bisel y la sutura plana se caracteriza por superficies articulares relativamente planas y
sin dientes.
La esquindilesis es aquella articulación en cuya superficie, en forma de cresta, se enclava en la
superficie opuesta, en forma de ranura. Ejemplo la articulación del hueso vómer con el hueso
esfenoides.
Las articulaciones cartilaginosas pueden poseer superficies articulares, planas o cóncavas,
recubiertas de cartílago, se unen: a) por medio de un ligamento interóseo, fibroso o
fibrocartilaginoso, que se extiende entre las superficies articulares, y b) por ligamentos periféricos
que recubren el contorno del ligamento interóseo. El tejido intermedio o ligamento interóseo puede
diferenciarse en cartílago hialino y entonces la articulación se denomina sincondrosis, o bien en
una masa de tejido fibrocartilaginoso situada entre las superficies articulares que recibe la
denominación de sínfisis.
Las articulaciones sinoviales o diartrosis presentan:
superficies articulares lisas, que se hallan separadas por una cavidad articular y se mueven unas
sobre otras; b) una cápsula articular y ligamentos, y c) una membrana sinovial.
Las superficies articulares están siempre revestidas de cartílago, denominado cartílago articular.
Este cartílago presenta una superficie libre, lisa y pulida. Su espesor es proporcional a la presión
que soporta por unidad de superficie. El cartílago articular facilita los deslizamientos, protege la
superficie ósea e impide el desgaste del hueso. Con frecuencia las superficies articulares no se
adaptan exactamente. En este caso, la concordancia se restablece mediante láminas
fibrocartilaginosas interarticulares denominadas meniscos articulares. Las caras libres y lisas de
los meniscos se aplican exactamente sobre las superficies articulares correspondientes. Su
contorno se adhiere a la cápsula.
Los rodetes periarticulares son anillos fibrocartilaginosos dispuestos alrededor de las cavidades
articulares. Se diferencian de los meniscos por el hecho de que sólo una de las dos caras del
rodete es libre y articular, mientras que la otra se adhiere a la superficie articular correspondiente.
Los rodetes aseguran, al igual que los meniscos, la perfecta adaptación de las superficies
articulares. Al mismo tiempo, aumentan la extensión y profundidad de la superficie articular a que
pertenecen.
Las superficies articulares se mantienen en contacto mediante una cápsula articular y ligamentos.
La cápsula articular es un manguito fibroso que se une al contorno o a las proximidades de las
superficies articulares. La cápsula es tanto más laxa cuanto más móvil es la articulación y más
amplios son sus movimientos. La cápsula articular presenta en algunos lugares refuerzos,
denominados ligamentos, que se sitúan allí donde la cápsula debe presentar una mayor
resistencia.
La membrana sinovial es una membrana delgada y transparente que se aplica sobre la cara
interna de la cápsula articular y forma cuerpo con ella. Se inserta alrededor del revestimiento
cartilaginoso de las superficies articulares y tapiza toda la cavidad articular, salvo las superficies
articulares.
La cara interna de la mayoría de las membranas sinoviales está elevada por los pliegues
sinoviales que son prolongaciones que protruyen hacia la cavidad articular, formadas por tejido
conjuntivo muy vascularizado. Los pliegues sinoviales son de forma y volumen muy variables.
Unos son filiformes, otros laminares, y otros constituyen voluminosas acumulaciones adiposas
que recubren la membrana sinovial. Todos ellos tienen la misma función y sirven para llenar los
espacios libres que se crean entre las superficies articulares en determinados movimientos de la
articulación. Ése es el motivo de que los pliegues sinoviales se desarrollen sobre todo en la parte
anterior de las interlíneas articulares.
Las superficies articulares están constantemente lubrificadas por el líquido sinovial un líquido
incoloro, viscoso y filante que facilita el deslizamiento de las superficies articulares. Es frecuente
encontrar prolongaciones en forma de fondo de saco de la membrana sinovial, que se sitúan entre
los fascículos de la cápsula articular o de los ligamentos.
Según la forma de las superficies articulares, se distinguen seis clases de articulaciones
sinoviales:
La articulación esferoidea o enartrosis, cuyas superficies articulares son segmentos de esfera,
uno convexo y otro cóncavo. La articulación elipsoidea o condílea, cuyas superficies articulares
son segmentos de elipsoide, uno convexo y otro cóncavo.
El encaje recíproco o articulación sellar o en silla de montar, caracterizada por superficies
articulares que son cóncavas en un sentido y convexas en el otro; la concavidad de una se opone
a la convexidad de la otra.
El gínglimo o tróclea, una de cuyas superficies tiene la forma de una polea.
La articulación trocoide, cuyas superficies son segmentos de cilindro, uno convexo y otro cóncavo.
La articulación plana o artrodia, cuyas superficies articulares son planas.
Las articulaciones sinoviales son articulaciones móviles. Son localización de movimientos pasivos
o activos, dependiendo de si las superficies articulares en contacto se desplazan por la acción de
una fuerza exterior o por la de los músculos. La forma de las articulaciones sinoviales determina
los ejes alrededor de los cuales se efectúa obligatoriamente el movimiento.
Las articulaciones sinoviales también pueden clasificarse desde el punto de vista mecánico en
articulaciones de uno, dos o tres ejes, que se corresponden con los movimientos en los tres
planos del espacio. Las superficies articulares de la articulación trocoide están representadas por
segmentos de cilindro: un cilindro sólido que gira dentro de un cilindro hueco. La articulación
radiocubital es un excelente ejemplo de este tipo articular. El eje de esta articulación es
longitudinal, de manera que la rotación del radio en la escotadura radial del cúbito y en el anillo
fibroso que la completa permite a la cabeza del radio girar sobre sí misma alrededor de un eje que
pasa por el centro de la cabeza del radio. Este movimiento desplaza el extremo inferior del radio
medialmente (pronación) o lateralmente (supinación).
Las articulaciones de dos ejes son de dos tipos: la articulación elipsoidea o condílea y la
articulación por encaje recíproco o «en silla de montar». La articulación elipsoidea se caracteriza
por una superficie convexa, el cóndilo, cuyos radios de curvatura son perpendiculares entre sí. un
ejemplo de este tipo de articulación es el cóndilo carpiano. La articulación en silla de montar
presenta también dos ejes, pero la superficie articular móvil, en vez de ser convexa en los dos
sentidos, sólo lo es en uno de sus diámetros, mientras que el otro es cóncavo. La articulación
carpometacarpiana del pulgar (trapeciometacarpiana) constituye un buen ejemplo. Las
articulaciones con tres ejes reciben el nombre de articulaciones esferoideas. Una de las
superficies es esférica y gira en una cavidad más o menos esférica, denominada cavidad
glenoidea o acetábulo.
Estas permiten además movimientos de circunducción en que el hueso correspondiente pasa por
todas las posiciones extremas (aducción, flexión, abducción y extensión).
La articulación plana es un tipo de articulación sinovial totalmente diferente: las superficies planas
se deslizan una sobre otra sin perder el contacto. Los huesos se desplazan sin un eje directriz.
Este juego articular se observa en el carpo y en el tarso cuando los elementos óseos modifican
ligeramente su posición, adaptándola a las diversas condiciones propuestas por la mano o el pie
cuando se ejecuta un gesto complejo.
Los huesos que se articulan mediante articulaciones fibrosas se desarrollan directamente en el
tejido conjuntivo. En este caso, las superficies articulares están unidas por tejido fibroso en vez de
cartílago. Si el tejido cartilaginoso o el tejido fibroso interarticular de las articulaciones fibrosas y
de las articulaciones cartilaginosas es invadido por el proceso de osificación, se produce una
sinostosis. A lo largo del desarrollo de una sínfisis, la producción de tejido condrógeno cesa aun
cuando los extremos cartilaginosos de los huesos vecinos están todavía separados por un gran
espesor de tejido indiferenciado.
Músculos
Los músculos son órganos dotados de la propiedad de contraerse. Se divien en: a) músculos
rojos, estriados, voluntarios o de la vida animal, y b) músculos blancos, lisos, involuntarios o de la
vida vegetativa. Los músculos de estos dos grupos se diferencian por su configuración, estructura,
tipo de contracción, función e inervación.
Un músculo estriado está compuesto por dos partes. El cuerpo o vientre parte gruesa, blanda y
roja, que es la parte contráctil, muscular o carnosa, y que ocupa la parte media del músculo. La
porción tendinosa estrecha, muy densa, resistente y blanca que forma los extremos del músculo.
Los músculos se clasifican en largos, anchos y cortos. Existe además una categoría de músculos
formados por fascículos curvilíneos; se trata de los músculos orbiculares. Según el número de
vientres pueden ser simples, digástricos o poligástricos. Otros músculos, denominados bíceps,
tríceps o cuádriceps, están formados por dos, tres o cuatro cuerpos musculares que tienen un
origen distinto y se reúnen en uno de sus extremos.
Los músculos se insertan mediante sus tendones. La superficie de inserción puede ser ósea,
cartilaginosa, fascial o incluso cutánea. La inserción se realiza mediante fibras musculares cuando
la superficie de inserción es lisa. Los tendones o las láminas tendinosas se fijan en salientes o en
depresiones, ya que la inserción de un tendón requiere una superficie de inserción mayor que la
superficie de sección de dicho tendón. Las inserciones se dividen en fijas y móviles, o bien en
inserciones de origen e inserciones terminales; la inserción de origen corresponde a la inserción
fija y la terminal a la inserción móvil. La longitud de las fibras musculares o carnosas y las
relaciones que estas fibras establecen con los tendones varían según los músculos.
Si las fibras musculares poseen una dirección oblicua en relación con el eje mayor del músculo y
se implantan oblicuamente, bien en una de las caras del tendón (músculos semipenniformes),
bien en las dos caras de éste (músculos penniformes). Se denominan músculos
seudopenniformes (Weiss) aquellos cuyas fibras musculares se implantan en uno de los tendones
a manera de músculos peniformes y terminan convergiendo en el otro tendón.
Los tendones transmiten la fuerza desarrollada por el músculo. Los tendones se clasifican en
tendones cortos, planos, largos y cilíndricos. Las fibras tendinosas de los tendones cortos y de los
tendones planos son paralelas entre sí y siguen la dirección general del tendón. Los fascículos
tendinosos de los tendones largos y cilíndricos pertenecen a músculos fuertes y describen un
trayecto helicoidal más o menos pronunciado. La disposición helicoidal falta en los músculos
fuertes con tendón largo, cuando el tendón se refleja a lo largo de su trayecto. El punto de
reflexión de un tendón no es jamás de una fijeza absoluta, sino que cede frente al esfuerzo y,
mediante su desplazamiento, amortigua la brusquedad del choque.
Se denomina bolsa sinovial a las membranas conjuntivas que limitan una cavidad cerrada por
todos los lados y cuyo papel es facilitar el deslizamiento de los órganos a los que se encuentran
anexas. Las bolsas sinoviales se dividen en dos categorías: bolsas sinoviales subcutáneas y
bolsas sinoviales anexas a los tendones y a los músculos. Las bolsas sinoviales anexas a los
tendones y a los músculos se desarrollan allí donde un tendón se desliza sobre una superficie
dura, ya se trate de una superficie ósea, ligamentosa o incluso tendinosa. Se desarrollan
igualmente entre un tendón y una superficie ósea cuando el tendón entra en contacto intermitente
con esta superficie. Las bolsas sinoviales se encuentran especialmente en las proximidades
inmediata de las articulaciones. Denominamos vaina sinovial a las bolsas sinoviales cilíndricas
que envuelven los tendones contenidos en una vaina fibrosa u osteofibrosa.
Hay que distinguir entre fascias de revestimiento y aponeurosis. Las fascias de revestimiento son
membranas fibrosas que envuelven los músculos y los separan de los órganos vecinos. Las
envolturas fasciales de los músculos superficiales de un segmento del cuerpo se reúnen entre sí y
forman, en este segmento, un revestimiento continuo que separa los planos superficiales o
tegumentarios de los planos profundos. Los músculos que están en contacto con las fascias
superficiales se hallan unidos a estas fascias por fascículos tensores fibrosos o tendinosos. Las
aponeurosis son tendones aplanados y membranosos, que se unen a los músculos anchos y
planos.
Rouviere, H., Delmas, A., & Delmas, V. (2006). anatomía Humana: Descriptiva, Topográfica y
Funcional (11ed, Vol. 1). Barcelona; España: MASSON Pag 1-23.
http://www.sld.cu/sitios/pdguanabo/temas.php?idv=24070

También podría gustarte