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Se quedó en Bélgica a estudiar el arte, dedicado para dar felicidad creando belleza.
Las obras de este período temprano en Holanda son pinturas de género muy
iluminadas y de tonos sombríos de las que la más famosa es Los comedores de
papas (1885). En ese año Van Gogh fue a Antwerp donde descubrió las obras
de Rubens y compró muchos grabados japoneses.
En 1886 fue a París para unirse con su hermano Theo, el director de la Galería de
Goupil. En París, Van Gogh estudió con Cormon, conoció inevitablemente
a Pissarro, Monet, y Gauguin, y empezó a dar más luz a su paleta muy oscura y
pintar en las brochadas cortas de los impresionistas. Su temperamento nervioso le
hizo un compañero difícil y las discusiones que duraron toda la noche, en
combinación con pintando todo el día, afectaron a su salud.
Decidió ir al sur de Arles donde tuvo la esperanza de abrir una escuela de arte con
sus amigos. Gauguin hizo el viaje a Arles pero el resultado fue un desastre. En el
fin de 1888, después de un incidente, Gauguin tuvo que salir de Arles. Van Gogh le
persiguió con una cuchilla y fue parado por Gauguin, pero se cortó una parte de su
propia oreja. La vida de Van Gogh empezó a alternar entre los ataques de locura y
la lucidez. Van Gogh fue enviado al manicomio en Saint-Rémy para su tratamiento.
En mayo de 1890, sentía mucho mejor y fue a vivir en Auvers-su-Oise bajo el ojo
atento de Doctor Gachet. Murió dos meses después cuando se disparó a sí mismo
“por el bien de todo.” Durante su carrera breve vendió solamente una pintura. Las
obras más finas de Van Gogh fueron producidas en menos de tres años por una
técnica que crecía más y más apasionada en la brochada, en color simbólico e
intenso, en tensión superficial, y en el movimiento y la vibración de forma y línea. La
fusión inimitable de forma y contenido de Van Gogh es poderosa, dramática, rítmica,
imaginativa y emocional. El artista estaba absorto completamente en el esfuerzo
para explicar su lucha contra su locura o en la comprensión de la esencia espiritual
de hombre y naturaleza.
Para conocer mejor acerca de la vida del famoso pintor, Se conservan más de
seiscientas cartas de Vincent a su hermano Theo y cuarenta cartas de Theo a
Vincent, y aunque la mayoría de ellas no están fechadas, los historiadores de arte
han sido capaces de ordenar esta correspondencia, en gran parte, de manera
cronológica. La recopilación de estas fuentes textuales ha sido muy valiosa para
establecer las bases de lo que se conoce sobre los hermanos Van Gogh. Es
interesante hacer constar que el periodo en el que la vida de Van Gogh es más
oscura, es el de su etapa de París, ya que Theo y Vincent vivían juntos sin necesidad
de escribirse y por lo tanto hay menos información.
La primera carta que Vincent Van Gogh escribió a su hermano menor Theo está
fechada en agosto de 1872, la última en julio de 1890. En los dieciocho años que
las separan Vincent escribió al menos novecientas misivas –casi unas tres al mes–
aunque la frecuencia varió bastante. La extensión es todavía más importante que
su número, a medida que la correspondencia aumentaba crecía también el volumen
de cada una, con frecuencia ocho hojas e incluso más.
La estrecha relación epistolar que Vincent y Théo mantenían hace que el lenguaje
de las cartas sea evidentemente fraternal. En ellas Vincent habla con Théo de todo,
le describe las situaciones que vive a lo largo de sus múltiples cambios de
residencia, le recomienda libros, le habla de su gusto por el arte y su predilección
por ciertos pintores, por lo que es posible saber que le gustaba, que le disgustaba y
que le intrigaba. Un detalle importante son los pasajes en los que Vincent describe
los dibujos o pinturas en los que trabajaba y lo que más le atraía del tema, junto a
reflexiones acerca de la composición y el uso del color, a menudo añadía pequeños
bocetos para que su hermano se hiciera una idea de su trabajo.
Gracias a las cartas que escribió, es posible conocerlo en las diferentes facetas de
su personalidad en continua evolución. Van Gogh escribió al igual que otros llevan
un diario y leerlas es adentrarse en un personaje único y de excepcional brillantez,
al contrario de lo que puede pensarse del artista al que antecede su fama de
perturbado y conflictivo. Sus cartas a Theo pueden entenderse como extensión de
su pensamiento y armar una visión más completa de Van Gogh: el hombre, el artista.
En las cartas que Vincent escribió a Theo se percibe la evolución pictórica del
artista, enmarcada en el dramatismo que va adquiriendo su escritura, refleja sus
esperanzas y sus desilusiones y la huella que va dejando en él su inestable salud
física y mental. El arte final de Vincent Van Gogh no es la prueba de su locura, por
el contrario, es exactamente lo opuesto el intento diario por mantener su
enfermedad a raya mediante trazos salvajes, producto de una mente turbulenta a
momentos cuerda. Pintaba entre ataques, aferrándose a su trabajo como el mejor
de los remedios, el único escape al torrente de pensamientos y sentimientos que
canaliza escribiendo y pintando. Vincent Van Gogh en total control de sus acciones,
fusiona el paisaje ante sus ojos con el eufórico paisaje en su mente, de brillante
colorido y retorcidas formas.
Se puede apreciar como para Vincent resultaba imposible separar sus ideas
estéticas, sociales y filosóficas, de su comportamiento, lo cual se refleja claramente
en su obra plástica, en las cuales el color intenso, las formas llameantes y las
marcadas texturas expresan y reflejan sus estados de ánimo. Un hombre siempre
comprometido con sus ideales y con sus propósitos y fiel a sí mismo.
Psicosis
Como se mencionó antes Van Gogh padeció múltiples episodios psicóticos durante
su vida; presentó alucinaciones auditivas y visuales mencionadas por él mismo al
escribirle a su hermano: “Sin embargo, las alucinaciones insoportables han cesado,
y ahora me están reduciendo a una simple pesadilla, como consecuencia de tomar
bromuro de potasio, creo”. Además, en Arlés manifestó: “Lo que me consuela un
poco es que comienzo a considerar la locura como una enfermedad como cualquier
otra y acepto la cosa así, mientras que, en las crisis mismas, me parecía que todo
lo que yo me imaginaba era realidad. En fin, justamente no quiero ni pensar ni hablar
de ello”; también tuvo ideas delirantes en especial religiosas y sobre la creación,
comportamiento desorganizado, etc. El episodio escandaloso de intento de
atentado contra Gauguin y después su automutilación, pudo haber sido
manifestación de un estado psicótico agudo con agitación, alucinaciones auditivas
e ideas delirantes que lo incitaron a cortar parte de su propia oreja en un auto-
castigo. Durante el año en Saint-Rémy experimentó tres recaídas psicóticas con
amnesia prominente. El último episodio psicótico fue el más prolongado, con una
duración de febrero a abril de 1890, caracterizado por delirios religiosos y
paranoides, con alucinaciones auditivas.19 El diagnóstico de esquizofrenia
propuesto por Karl Jaspers e influenciado por Eugen Bleuler en 1922, se considera
hoy obsoleto ya que “no hay nada de la típica pobreza, rigidez o inmovilidad; su
pintura es lo contrario: movimiento y sentido del ritmo”. Se podría plantear entonces
el diagnóstico de trastorno esquizoafectivo. Según el DSM-5, este es un trastorno
que se manifiesta como combinación de síntomas de esquizofrenia que incluyen
alucinaciones o delirios, y síntomas del trastorno del estado de ánimo, como
depresión o manía. A diferencia de la esquizofrenia, la cual presenta abolición o
disminución de la expresión emocional y deterioro cognitivo, el trastorno
esquizoafectivo tiene un mejor pronóstico y mejor expectativa de recuperación
interepisodios
Durante la vida de este gran artista, fue notable su poca capacidad para adaptarse
a la sociedad y su ánimo melancólico: “Quiero hacer dibujos que golpeen a ciertas
personas… Sea en la figura, sea en el paisaje yo quisiera expresar no algo así como
un sentimentalismo melancólico, sino un profundo dolor”. Además, manifestó interés
por la muerte y el suicidio. En su época religiosa, sus creencias sobre la muerte
eran cristianas “Lo que hay más allá es un gran misterio que Dios solamente conoce,
que nos ha revelado de un modo irrefutable en su palabra, que hay una resurrección
de muertos” Después de superar esta obsesión, interroga sobre el sentido de la
muerte y la vida eterna. Hay registros que evidencian episodios de probable
ideación suicida comentada con sus colegas de la época “Después desayuné un
trozo de pan seco y cerveza; es lo que Dickens recomienda a los que están a punto
de suicidarse, como particularmente indicado para alejarlos de su proyecto por un
tiempo”. Además de varios intentos de suicidio durante su hospitalización en
SaintRémy, es probable que el pintor haya presentado múltiples factores de riesgo
para cometerlo como trastornos afectivos de la personalidad y ansiedad, abuso de
sustancias, trastorno esquizoafectivo, etc. por lo que se encontraba en alto riesgo
de culminar su vida como lo hizo. Justo antes de su muerte, escribió a Theo: “¿esta
miseria nunca terminará?”.
En muchas de sus cartas a Theo y en reportes clínicos del Dr. Paul Gauchet y el Dr.
Rey, descansa la evidencia de una patología mucho más severa que aquejaba al
pintor holandés. Como fue confirmado por Gastaut en el año de 1956, parecía existir
un foco epileptógeno secundario a una lesión temporolímbica de origen primario
desconocido, pero probablemente facilitada por el consumo de absenta. Las
desaforadas convulsiones producían no solo movimientos tónico clónicos y fuertes
distonías, sino también alucinaciones visuales y auditivas que aquejaron en forma
permanente al atormentado artista.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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