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EL PERIODISMO Y SU
IRRUPCIÓN EN LA LITERATURA.
1. El ensayo.......................................................................................................................1
1.1. Concepto.................................................................................................................1
A. ¿Es posible una tipología?....................................................................................2
1.2. Estructura................................................................................................................2
A. Exposición y argumentación................................................................................3
B. El ensayo como monografía.................................................................................3
1.3. Rasgos lingüísticos.................................................................................................4
2. EL PERIODISMO Y SU IRRUPCIÓN EN LA LITERATURA.................................4
2.1. Introducción............................................................................................................4
2.2. El texto periodístico: características y tipología.....................................................5
2.2.1. El nuevo periodismo:.......................................................................................7
2.3. Periodismo y literatura...........................................................................................7
a) el siglo XVIII.........................................................................................................7
b) en el siglo XIX......................................................................................................9
c) el siglo XX. Perspectiva del siglo XXI...............................................................10
1. El ensayo.
1.1. Concepto.
Vehículo de gran difusión de la exposición y la argumentación, según Miriam
Álvarez, es un género flexible y con grandes posibilidades de adaptación formales y
temáticas. El ensayo, dice la autora, es un género ligado a la reflexión libre, al discurrir
en libertad y, por ello, es el instrumento idóneo del que se vale la cultura en su constante
evolución. Así pues, lo define como “vehículo de ideas, intentando siempre fijar su
identidad entre lo rigurosamente científico y el predominio de lo estético”.
GBHC hablan de géneros didáctico-ensayísticos, que incluyen los textos destinados a
la exposición de idea o de prosa no ficcional, aun cuando no haya siempre una intención
artística bien definida. Aunque en muchos de estos géneros el propósito estético queda
subordinado al ideológico o al didáctico, aquél nunca está ausente por completo. La
forma básica de este grupo genérico –el ensayo– es testimonio a lo largo de las épocas
de las tendencias estéticas dominantes en los momentos en que fue escrito.
La clasificación, con alguna modificación, de GBHC es así:
De - diálogo platónico.
expresión - diálogo lucianesco.
dramática
- diálogo renacentista.
- sátira menipea.
De ENSAYO – artículo – tratado – glosa
expresión
objetiva miscelánea: apotegma, refrán, máxima, aforismo, greguería
historia, biografía, viajes
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FORMAS ORATORIAS: religiosa, política, forense, académica,
militar,...
DIDÁCTICA
De AUTOBIOGRAFÍA: ensayo, memorias, diario,...
expresión ENSAYO.
subjetiva
CRÍTICA.
Dentro de este misceláneo grupo deberían incluirse, claro está, los diferentes
géneros periodísticos que podríamos considerar, en términos de Lázaro Carreter,
literales, esto es, con voluntad de perduración más allá de la simple difusión diaria de
noticias.
Suele identificarse el ensayo con aquellos textos dirigidos a lectores no
especializados –otra cosas son los textos especializados– en que se expone un tema de
forma subjetiva y se argumenta sobre él tratando de suscitar el interés, la curiosidad y la
reflexión del lector. Y es que el lector, como afirma Álvarez, tiene un papel
determinante en el ensayo como destino de la meditación del autor. En todo texto, el
autor es consciente del acto comunicativo que está realizando, pero esta conciencia es
más explícita y evidente en el ensayo, en el que abundan las alusiones y apelaciones al
lector, su inclusión en la reflexión, y diferentes tipos de estrategias retóricas destinadas
a influir en él. Como decía Ortega y Gasset, “el ensayo es la ciencia menos la prueba
explícita [...]. Yo sólo ofrezco posibles maneras nuevas de mirar las cosas. Invito al
lector a que las ensaye por sí mismo”. (Meditaciones del Quijote).
1.2. Estructura.
Según M. Álvarez, el rasgo fundamental del ensayo es que “su estructura es libre: la
línea del pensamiento no sigue un camino prefijado sino que discurre libremente. El
ensayo, por tanto, no avanza de forma lógica: asociaciones, digresiones, pueden motivar
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un cambio de dirección [...] y la introducción de nuevos temas”. Asocia esta
característica con el objetivo último del ensayo: sugerir, y no tanto informar con detalle,
porque para eso está el tratado. Unamuno, que acudió a menudo al ensayo, ya apuntó
que muchas veces eran notas que iniciaban muchos temas sin acabar ninguno: el
pensamiento fluyen en entera libertad.
Aunque es cierto que el autor goza de gran libertad en la ordenación y estructuración
de un texto ensayístico, es posible distinguir en todo texto ensayístico ciertos rasgos de
organización.
A. Exposición y argumentación.
En un ensayo suelen dominar estos dos tipos textuales. Suele ocurrir que el autor
dedica una parte de su texto a exponer o presentar un tema con el objetivo de hacer
comprender el estado de la cuestión que abordará a sus lectores. En esta parte del texto,
acostumbra a predominar una estructura expositiva, caracterizada por la objetividad, la
claridad, la concisión, el rigor, el manejo de fuentes y que seguirá la estructura propia de
este tipo de textos:
Esquema prototípico según Adam, citado por Casalmiglia y Tusón:
Esquema pregunta Esquema respuesta esquema
inicial problemático explicativo
Objeto claro e inteligible
Es decir, que se parte de una situación compleja u obscura que debe ser clarificada o
desentrañada. Para ello se problematiza la cuestión y se plantea una explicación
(respuesta) a través de una serie de procedimientos explicativos (v. tema 28).
Muchos ensayos son sólo una exposición con rasgos de subjetividad en la
explicación, pero lo más habitual es que se le añada una argumentación a través de la
cual el autor exprese su opinión. En esta segunda parte, el autor aportará argumentos de
diferente tipo a favor de una tesis relativa al asunto expuesto anteriormente. Esta
segunda parte corresponderá a los rasgos habituales del texto argumentativo:
argumentos a favor de una tesis, selección léxica y modalización, estrategias en busca
de la adhesión del receptor, estructura dialéctica o lógica (premisas – conclusión),...
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Como proceso de escritura es mucho más didáctico el de D. Cassany (Describir
escribir, La cocina de la escritura,...), pero en cualquier caso todos los autores
coinciden en la especial libertad del ensayo para que el autor lo modele a su personal
manera para adaptarlo al tratamiento subjetivo del tema que haya escogido de la forma
que le parezca más apropiada.
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Según Pizarroso Quintero, A. (Información y poder, Eudema, Salamanca, 1993), la
revolución informativa protagonizada por la prensa empezó con la invención de la
imprenta. Desde finales del XIV hasta principios del XVIII, la prensa periódica fue
gestando su futura expansión a las sombra del Estado, que pronto vio en ella un
poderoso medio de propaganda. En el siglo XVI ya se había generalizado la impresión
de leyes, decretos, pragmáticas,... Pero en el siglo XVII, en algunos países, encabezados
por Holanda, la imprenta, y la prensa –aún no periódica– se convierten en vivero de
ideas divergentes, de discrepancias, de opinión y difusión intelectual, de libertad. La
Inglaterra liberal de segunda mitad del XVII (Cromwell aparte) crea un cierto modelo
de libertad de prensa. Hasta el siglo XVIII la prensa se convierte en vehículo de control
del estado, en maquinaria propagandística de los poderes religiosos y en punto de
difusión de nuevas ideas –algunas clandestinas–. Se popularizan ciertas publicaciones
periódicas en forma de folletos, novelas por entregas, literatura popular, almanaques,,..
El siglo XVIII contemplará el nacimiento de la prensa periódica. La secularización y
generalización de la cultura, así como la difusión del libro impreso y la voluntad
didáctica y reformista del espíritu ilustrado motivan la aparición de un periodismo
literario a nivel europeo: desde el estado, desde las sociedades privadas, desde los
círculos intelectuales se van creando incipientes empresas periodísticas. Se consolidan
las gacetas semanales y aparecen los primeros periódicos diarios –aún denostados por la
alta cultura–, mientas se suceden episodios de una lucha oculta contra la censura
impuesta por los estados. Durante años, debido a esa censura, la prensa será un producto
caro, sólo al alcance de las medias clases pujantes.
El siglo XIX será la gran época de la prensa política. Sin la competencia de los
medios tecnológicos del siglo XX, la prensa vive su Edad de Oro hasta la segunda
década del XX como único y gran medio de información. La revolución industrial, con
sus nuevos medios y la mejora de las técnicas de impresión, permiten ampliar las
tiradas, la calidad y la periodicidad de las publicaciones, que, con los nuevos medios de
comunicación, llegan antes y mejor a los más remotos lugares. No sin limitaciones
legales, la prensa se desarrolla y se consolida de forma definitiva en todos los países
occidentales, apareciendo algunos de los grandes periódicos –que aún perviven–. El
lenguaje periodístico desarrolla un sistema propio que, en manos de algunos autores, se
consolida como lleno de posibilidades expresivas y, así, como género literario.
El siglo XX, con su vertiginosa tecnología, desplaza a la prensa como medio de
información de plena actualidad, para convertirla en vehículo de reflexión y opinión,
que ha sabido adaptarse a los tiempos tanto en su forma y presentación, como en los
contenidos y enfoques que recoge.
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el periodista lleva cabo un proceso de evaluación, selección e interpretación de las
noticias, como filtro para hacerlas llegar al público. Y aún después de ellos, volverá a
filtrarlas al preparar el texto que se ofrecerá al público.
Por lo tanto, en todo texto periodístico hay una doble intención, un doble proceso,
una doble motivación: INFORMACIÓN (con voluntad teóricamente objetiva, se trata
de proporcionar al receptor los datos más completos y neutros posibles: interpretación
indicativa y descriptiva) y OPINIÓN (todo texto periodístico, por haber pasado una
serie de filtros, es implícitamente subjetivo, pero además puede ofrecer explícitamente
opiniones: interpretación exegética y evaluativa, la prensa crea opinión.).
La prensa, pues, como indica Rodrigo Alsina (La construcción de la noticia, Paidós,
BCN, 1989), tiene un triple rol social:
- informar sobre la realidad social objetiva que rodea al individuo.
- participar en la construcción simbólica de esa realidad.
- participar en la construcción de la realidad social subjetiva que cada individuo crea
en base a las anteriores.
El texto periodístico fundamental es la NOTICIA, que muchos periodistas definen
como aquello que hace exclamar “¡caramba!” al lector y otros muchos como “aquello
sobre lo que la gente hablará” o “cualquier cosa que hará hablar a la gente”, y que otros,
más académicos, relacionan con el concepto de “interesante”. La noticia suele recoger
hechos de actualidad, que tengan interés humano, y que se evalúan según una serie de
criterios como la popularidad de sus protagonistas, lo insólito o sorprendente, la
continuidad que pueda tener, el impacto o la espectacularidad, la proximidad
geográfica,...
Partes de la noticia: Titular, subtítulo, encabezamiento, cuerpo de la noticia. Las
cinco WW.
Estilo expositivo: claridad, concisión, brevedad, corrección, información completa y
detallada
Objetividad y subjetividad: focalización y modalización.
Problemas lingüísticos (Lázaro Carreter): literalización, estilo administrativo,
vulgarismos, extranjerismos, ultracorrecciones sintácticas, uso excesivo de terminología
específica,...
Pero existen otros géneros. Recogemos, completándola, la clasificación de Gomis:
Género Noticia relato de un hecho sucedido que se considera que el
de público debe saber
información
reportaje redacción viva –detallada e ilustrada– de un suceso o
situación del que el periodista ha sido testigo.
entrevista diálogo con una persona cuyas opiniones o confidencias
pueden ser de interés. Estilo directo, presentación previa.
Crónica cuenta una serie de hechos de cierta duración de forma
panorámica, en ciertas tendencias periodísticas, se mezcla
con la opinión.
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Género crítica opinión sobre un evento cultural por especialista: libro,
de opinión película, obra, concierto.
editorial escrito sin firma, fijo y destacado, que expone la
opinión de todo el periódico.
Chiste ilustración cómica firmada que expresa una opinión
gráfico- sobre un suceso de actualidad.
caricatura
cartas al opiniones de los lectores.
director
Artículo exposición subjetiva de cierta longitud sobre una tema
cualquiera de actualidad.
Artículo de siglo XIX: descripciones detalladas de escenas
costumbres cotidianas,
columna espacio fijo de un colaborar o un periodista que escribe
de forma asidua y regular sobre un tema de actualidad.
Hay columnistas muy influyentes en la opinión pública.
a) el siglo XVIII.
Afirma N. Glendinning (Historia de la literatura española, vol. 4, Ariel), que fue
gracias a las publicaciones periódicas cómo muchos autores pudieron alcanzar un
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público más amplio. Las diferentes revistas y diarios, favorecieron la aparición de
nuevos géneros caracterizados por su brevedad, la controversia, la polémica, la
actualidad (el ensayo reducido y la carta, sobre todo) formando así nuevos hábitos de
lectura, influyendo en el estilo de escritura de los autores, trabajando como medio de
publicación y circulación de muchas de las obras del siglo (como las Cartas Marruecas
que aparecieron primero en el Correo de Madrid).
1713: bajo cierta estabilidad política: desarrollo de corrientes periodísticas de crítica
literaria, política, científica, económica,... Aparecen periódicos como las Memorias
eruditas para la crítica de Artes y Ciencias, antecedente del fundamental Diario de los
Literatos (1737-1742). Alborg considera que el Diario pertenecía a la modalidad
llamada literario-erudita, ya que en él se proponían “emitir juicio ecuánime sobre todos
los libros que se publicaran en España”. N. Glendinning insiste en la importancia de
estas publicaciones para la distribución y difusión de las ideas ilustradas y los principios
del Neoclasicismo en España. Así, el Diario acabó por ser un verdadero tratado de
preceptiva contra el barroquismo, el amaneramiento y la falta de rigor, y alabó la
claridad, la sistemática y la calidad didáctica. El Diario de los Literatos fue fundado por
Juan Martínez Salafranca (uno de los fundadores de la Academia de Historia), Leopoldo
Jerónimo Puig y Francisco Xavier de la Huerta y Vega. Alrededor de esta publicación
se creo una amplio círculo de colaboradores entre lo más granado de la intelectualidad
española de la época. Inspirados en el anterior aparecieron en 1739 el Mercurio
Literario, de Antonio Maria Herrero y José Lorenzo de Arenas y el Nuevo
Cordón Crítico general de España (1748).
F. Mariano de Nipho editó el semanal Caxon de sastre dedicada a la selección de
autores españoles y extranjeros bajo criterios morales y éticos, pretendiendo moralizar y
entretener a la vez. Nipho es el primero en crear una publicación periódica –aunque
prescinde de la actualidad– y en establecer un sistema de suscripción. El mismo editó
después Diario estrangero, amalgama de traducción de obras y artículos franceses. Bajo
la misma órbita de éste último aparecen publicaciones como El Hablador juicioso (que
pretende instruir al pueblo con artículos sobre moral, política, metafísica, bellas
artes,...), El Hurón político (seguidor del periodismo anglosajón, didactista), la Aduana
crítica (revista de crítica literaria que pretendía cribar los malos libros), El Belianis
Literario (primer ejemplo de crítica literaria moderna) o la Tertulia de la aldea
(dirigida a un público sencillo pretendía divulgar obras clásicas internacionales).
Nigel Glendinning destaca publicaciones como la de José Clavijo y Fajardo: El
pensador (1762), semanal que sigue el modelo del Spectator de Addison:
especulaciones, heterogeneidad temática, generalizaciones, incorporación de cartas
escritas por personajes ficticios, tertulias inventadas,....Con ella, Clavijo se convierte en
portavoz de las grandes cuestiones que preocupaban a los ilustrados: educación, lucha
contra la superstición, reformismo, crítica social –especialmente a los ociosos–,...
Destaca la importancia de otros periódicos como El Censor o el Correo de Madrid por
su difusión de las ideas de la ilustración más avanzada.
Hacia finales de siglo XVIII el número de publicaciones es cuantioso, y destaca El
Memorial Literario, primera revista que se puede considerar estrictamente literaria.
Exitoso fue también El espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en
Europa (1787-1791) de Christoval Cladera, importante fuente de difusión
enciclopedista, defensor de la utilidad práctica de la literatura. También la brevísima La
espigadera (1790-91), mezcla de revista de actualidad, literaria y filosófica, muy
cercana a lo que hoy consideramos revista literaria. En 1791 se prohíben todos los
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periódicos salvo la Gaceta y el Diario de Madrid, al que se prohíbe incluir temas
políticos.
b) en el siglo XIX.
Los modelos del XVIII se mantienen, con su voluntad didactista y reformista, pero
incorporando el espíritu prerromántico que empieza a asomar en la España de la Guerra
de la Independencia. Algunos autores dirigen publicaciones como vehículo para la
expresión de ideas no políticas (Cienfuegos, El mercurio, o Quintana, Variedades de
Ciencia, Literatura y Arte, Lista, Arjona y Reionoso, El correo de Sevilla). De 1808,
con el levantamiento y el restablecimiento de la libertad de prensa hasta el regreso
absolutista de 1814, se multiplican los periódicos y gacetas en todo el estado, serán,
como decía Alcalá Galiano, el medio de ilustración de los españoles. Los autores del
romanticismo español se lanzan a la creación de revistas. Quintana, Lista, Blanco
White,... En 1814 y 1825, permitidos sólo 4 periódicos, destacan La crónica científica y
literaria en la que JJ de Mora defiende el clasicismo y Diario mercantil en el que Böhl
de Faber defiende la estética romántica. En el Trienio liberal resurgen efímeramente
varias revistas como El Censor. Muchos autores seguirán publicando en el exilio,
mientras en España la prensa vehicula la obra de Larra (El duende satírico del día), los
artículos costumbristas de Mesonero Romanos o Estébanez Calderón y el apogeo del
romanticismo hispano en revistas como Cartas Españolas, El Correo Literario y
Mercantil, La Revista Española,...
Muerte de Fernando VII: muchos periódicos efímeros, El siglo, El sol,... Destacan
revistas como El artista, El semanario pintoresco Español de Mesonero Romanos o El
museo artístico y literario en el que se publicó la primera parte de El estudiante de
Salamanca. La prensa un lugar preeminente en la difusión del ideario romántico y de la
obra de sus autores, en ella se consolidó el artículo de costumbres –documento
esencial para conocer la vida española de la época, además de su interés literario por su
técnica descriptiva y pictórica y como revitalización de la narrativa española después
del paréntesis del XVIII, en él radica el nacimiento del realismo español–. Mesonero
recogió algunos de esos artículos –que publicó en prensa bajo el pseudónimo”El curioso
parlante”–, en dos libros: Escenas Matritenses (1842) y Obras jocosas y serias (1862).
En sus artículos se dedica a recoger y pintar escenas de las costumbres y los tipos del
ambiente madrileño, con especial atención al pueblo llano.
La obra de Larra no puede desvincularse de la prensa, en ella empezó como crítico
teatral, y en ella alcanzó las más altas cotas de la literatura periodística, con artículos
que aún hoy resultan de actualidad. En sus artículos se recoge una visión completa y
animada de las costumbres, usos y vicios nacionales, y una visión desencantada y crítica
del mundo y la sociedad reflejada con ironía y desgarro en algunos de los primeros
artículos realmente contemporáneos de la prensa española.
Tras la agitación revoltosa del romanticismo, la segunda mitad de siglo se
caracterizará por la consolidación de un periodismo informativo más cercano al actual.
El romanticismo fue un movimiento que nace y muere ligado el mundo de la prensa,
pero no cejará de tener un papel fundamental en el realismo, por poner sólo un ejemplo,
la labor crítica de Clarín en varios periódicos de la época. Destaca también, tras la
libertad total de prensa establecida en el sexenio revolucionario, periódicos como El
Imparcial y su famoso Lunes Literario –en el que colaboraban los mejores escritores de
la época– o el otro gran periódico: La correspondencia de España.
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c) el siglo XX. Perspectiva del siglo XXI.
El periodismo español de finales del XIX y principio del XX destaca por una
considerable fusión entre prensa y literatura. Una mezcla de motivos económicos, de
difusión a más público y de colaboración entre autores de tendencias parecidas
convierte a la prensa en el centro de la vida cultura y literaria. No es exagerado
considerar que el ámbito natural del escritor en esta época es más el periódico que el
libro. Con las generaciones del 98 y el 14, y aún la del 27, la preponderancia del ensayo
se debe a esa simbiosis entre periodista, articulista y escritos. La prensa se convierte en
una de las principales fuentes de ingresos para muchos autores y deviene además un
medio eficaz para la labor cultural de los autores y para hacer llegar la propia obra a un
público mayor. Muchas de las obras de estas generaciones ven la luz en periódicos y
revistas como El Sol, El globo, Revista de Occidente, El espectador, El imparcial, ABC.
La prensa española deviene literaria e intelectualizada.
José Carlos Mainer, en La Edad de Plata, destaca el papel fundamental del
periodismo en el proceso cultural que vive España hasta la guerra. Afirma el profesor
Mainer que “el escritor se ha transformado en intelectual, y hasta su actitud bohemia se
colorea de política y supone una toma de posición frente a la sociedad contemporánea”.
Bajo el término “ensayo”, cuando se dice que la literatura española de esta época es
ensayística, se oculta en realidad la condición de periodística que originariamente
tuvieron tantas obras maestras de Unamuno, Baroja, Machado, Ortega, Azorín, Pérez de
Ayala,... “Se olvida hasta qué punto la apuesta diaria de escribir para un país de sordos
acaba siendo, para el escritor, una forma de recabar audiencia pública y reconocimiento
profesional”.
Papel fundamental tendrán aún las revistas en la G.27: Litoral, Presencia, La Gaceta
Literaria, Ultra, Nos, España. La Edad de Plata española, en fin, no se entiende sin las
plataformas periodísticas en las que se apoyó.
Después de la guerra civil, continuarán sólo algunos periódicos más o menos afines
al régimen, y aparecerán revistas literarias como Escorial, Arbor, o el suplemento
literario de Arriba, teñidas de un nacionalismo católico y conservador anclado en la
vocerismo patriotero del régimen. El semanario El Español prestó cierta atención a las
polémicas literarias de los 40 y 50 y fue plataforma para algunos autores jóvenes.
Mucho más productivas resultarán revistas como Cuadernos para el Diálogo o Destino
hasta que en 1966 se declare la libertad de prensa y aparezcan periódicos como Madrid,
de marcado corte intelectual, a través del cual se dan a conocer muchos jóvenes
artistas. En 1975 aparece El País y se afianza los periódicos regionales. La prensa afín
al régimen desaparece. La relación entre literatura y prensa continúa viva, y pocos son
los autores que no han probado suerte en columnas, artículos, críticas de las muchísimas
publicaciones, suplementos, y periódicos que pueblan un panorama cultural de enorme
variedad y riqueza.
Cabría reflexionar sobre el papel de la prensa frente a los otros medios de
comunicación. Y especialmente los retos a los que se enfrenta en la época de la
digitalización. LA PRENSA EN LA ESCUELA Y EN LA CLASE DE LENGUA Y
LITERATURA.
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