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LOS TRES PEDIDOS DEL DIABLO

Monchi era muy pobre, siempre con el mismo pantalón raído y la camisa remendada y
durmiendo en un petate, la pasaba muy difícil sin trabajo y acostándose muchas veces sin
cenar. Cansado de esa vida, y por sus creencias, invocó al príncipe de las tinieblas
creyendo que así solucionaría su apuro. Y el Diablo se presentó, con toda su parafernalia
de tridente y patas de cabra.

-Que es lo que quieres de mí?- Demandó el diablo.


- ....Pues....yo quisiera ser muy rico. Ya estoy cansado de esta vida perra que llevo - .
contestó Monchi, tartamudeando.
-Eso es fácil de conceder- dijo Satanás- pero antes deberás cumplir con tres pedidos que
te haré. Si fallas en cualquiera de ellos, me apoderaré de tu alma y la llevaré al infierno. Lo
que tienes que traerme será de esta forma: El primer día me darás La Carne de todas las
carnes. El segundo día, me traerás la miel de todas las mieles. Y el tercer día me
conseguirás el "Hay y no Hay" . 
- Y donde consigo esas cosas? - preguntó Monchi azorado.
- Eso es asunto tuyo. Te espero mañana en la entrada del campo - contestó el diablo y se
marcho en medio de una nube de azufre.

Monchi, muy asustado por el lío en que se encontraba, fue a pedir ayuda a su "Tío Seco"
que era un viejo muy sabio y astuto, para conseguir las cosas que le había solicitado el
Diablo.

Al día siguiente, Monchi llegó a su cita con el Demonio, que al verlo dijo:
-¿Me has traído la carne de todas las carnes?
- Así es- dijo Monchi, y le entrego un pequeño animal, que le había facilitado su Tío Seco.
- Esta criatura no reúne las características de lo que te he pedido- dijo el diablo, extrañado
- Solamente es un Toache -. 
- Tú seras muy diablo, pero aquí estas errado. Dios, al principio de la creación, hizo a un
animal para que su carne tuviera el sabor de todos los animales, y este es lo que te he
traído. Y te has equivocado porque no se llama "toache" sino Toche o ARMADILLO. 
El diablo, al verse chasqueado, desapareció echando chispas.

Al día siguiente, Monchi llegó a la entrada del campo, donde el Diablo, al verlo, le
demandó gritando:
-Dame la miel de todas las mieles!
Monchi, ayudado nuevamente por su Tío, saco de su morral un frasco de miel de abeja y
se lo presentó. El diablo, al verlo, le dijo enojado:
-Esta insignificancia no puede ser lo que yo te he pedido!
- Te equivocas - le contestó Monchi - Porque esta es miel de abeja Real, que fue libada de
todas las flores del campo. Si no me lo crees, puedes probar cada flor y comparar por ti
mismo.
El Diablo, furioso, se marchó corcovando en medio de una nube de azufre.

Al tercer día, Monchi llegó a la cita con el Demonio, quien le preguntó burlonamente,
seguro de su triunfo:
- Me has traído el "Hay y No Hay"?
-Claro que sí, mete la mano en mi morral y podrás obtenerlo.
Monchi, aconsejado previamente por su Tío Seco, había cortado una penca de nopal
cubierta de muchas agudas espinas, y le había quitado todas las espinas por solo uno de
sus lados.
El diablo de inmediato metió la mano en el morral, pero la retiro al contacto de las
espinas, gritando con dolor:
-Ayyy!!!
Monchi, rápidamente sacó la penca del nopal y mostrándosela dijo:
- Por aquí AY pero por acá NO HAY.

Y así fue como Monchi, con la ayuda de su Tío Seco pudo vencer el Diablo, que cumplió su
promesa y volvió a Monchi un hombre rico....pero sólo de ilusiones...
LOS ENREDOS DE CATRINA
Escrita por: Jocabed Merino Montiel
Comedia. Personajes: Catrina, Paquita, abuelita.
Escenario: (campo, camino, y casa de paquita)
PRESENTADOR: Buenas tardes niños y niñas, Saben ustedes quien es La Catrina? Pues muy
fácil, Catrina es la representación de la calavera de día de muertos, de nuestras queridas
fiestas mexicanas. Catrina es bastante atolondrada y veremos a continuación una
divertida aventura donde intenta llevarse Paquita, una chiquilla muy traviesa que hará
todo lo necesario para que la calaca no la atrape. Acompáñenos a ver qué sucede!
Catrina entrando a escena: jijiji….buenos días a todos….o no son buenos días?…ah..o
buenas tardes entonces…estoy buscando a una chiquilla que se llama paquita…la han
visto? (pregunta a los niños para que contesten que no) Pues que mal…Paquita es una
niña muy traviesa y tengo la misión de atraparla y llevarla conmigo….ahh…(mirando a
distancia) veo que alguien viene por el camino…mmmmhh…jaja…me esconderé y la
sorprenderé! (se oculta)
Paquita (, vestido rojo o rosa y un sombrero. Viene Cantando): Lara, lari, lara…que linda es
mi canción, jaja…buenas tardes, que rico este clima y este viento de nuestras tradiciones
de todos santos y día de muertos verdad amigos? Pues yo estoy muuuy feliz porque iré a
ver a mi abuelita para tomarme un chocolate y pan con ella, que rico verdad.
(Catrina sale detrás de ella y trata de acercarse de puntillas)
Paquita: Que paso…ayy se sintió frío…
Catrina: Jaja, ya te atrapé niña!
Paquita: Ayy que señora tan grandota, quien es usted?
Catrina: Jaja, ahora resulta que no me conoces eh? Ándale, que ya es hora de que te lleve
conmigo…
Paquita: No señora, no por favor, que tengo que ir a ver a mi abuelita!
Catrina: Pues no se podrá, vámonos que tengo mucha prisa o se me va a ir el tren que
tengo que tomar y pasa a las 6
Paquita: A las 6? Ay señora, pero la estación está bien cerquita…aún tenemos tiempo…
que le parece si jugamos algo antes?
Catrina (emocionada): en serio? Me gustan mucho los juegos! Sale, pero solo un momento
y después te llevo conmigo eh? Y a todo esto, a que jugamos?
Paquita: Vamos a jugar a las escondidas, es muy fácil, usted se esconde mientras yo
cuento y luego la busco.
Catrina: muy bien, pero no me vayas a mirar donde me escondo eh?
Paquita: No, lo prometo, ahora escóndase mientras cuento yo del 1 al 10, comienzo! 1…
2…3…4…
Catrina: Corro a esconderme!
Catrina se esconde detrás de una pared.
Paquita: 5, 6 ,7, 8, 9…(sonríe) Y ahora….aprovecho y me voy con mi abuelita, nos vemos!!
(sale por el otro lado de la escena)
Catrina(escondida) me estará buscando ya? No me encontrará, jaja….(mira afuera) Y
Paquita? Vieron para donde se fue? Ayy esta niña despistada…ahora tendré que buscarla
yo, ya perdió el juego…y …que estoy diciendo, se me escapó! Sale a toda prisa.
Escena 2. Casa de la abuelita:
Paquita con su abuelita toman chocolate y pan.
Paquita: Ay abuelita, que rico esta todo esto.
Abuelita: gracias hijita, que bueno que pudiste venir a visitarme.
Paquita: Y por poquito y no llego….jiji…ya te contaré.
(se oyen golpes en la puerta) toc, toc, toc
Abuelita: tocaron hijita?
Paquita: Ay válgame, se me hace que es la calaca! Se levanta y se asoma: Si es…( a su
abuelita)este..no es nadie abuelita, solo es un vendedor….ahorita lo atiendo…mientras,
me quieres enseñar esas fotos de bebe que dijiste que tienes mias?
Abuelita: Ay si, mi niña, voy a buscarlas a mi cuarto (sale)
Paquita: Tengo una idea, jijiji…(toma el rebozo de su abuelita y un par de anteojos y se
pone un paliacate en la cabeza) abre la puerta.
Paquita: Quién es??
Catrina: Buenas tardes señora….esta es la casa de Paquita? La esto buscando….es que…soy
una amiga…y ella…me va a acompañar a hacer unos mandados!
Paquita: Ayy que mentirosa!....digo…este…si hija…que bueno, pasa, pasa, estás en tu
casa…quieres sentarte un momento…? Ahorita voy a traer a paquita, quiere que le de un
chocolatito?
Catrina: Gracias señora…muy amable es usted
Paquita: Ahorita te la traigo eh, niña? (al público) ahorita nos vamos a divertir, jaja
(sale paquita y se esconde mientras entra la abuelita con sus fotos)
Abuelita: Mira mi niña aquí están las fotos..(ve a Catrina) Ay mija, no paso tanto tiempo y
ya te ves bien desmejorada!
Catrina: Oiga señora, no se mande…este…digo…mire…yo no soy su nieta…se acuerda? Soy
Catrina
Abuelita: Como dijiste?
Catrina: Pues Catrina!
Abuelita: Ahh…y que quieres hija?
Catrina: Pues venía por paquita….
Abuelita: ah…si…mira que bonita era de chiquita! (le enseña fotos)
Catrina: Este…si…que bonita era….pero…y el chocolate?
Abuelita: El chocolate ahí no tenía….ese se lo di hace rato.
Catrina: nooo…decía que el chocolate que me ofreció
Abuelita: quieres chocolate hija? Bueno…aquí esperame…(sale y regresa paquita vestida
de abuelita)
Paquita: Ay hijita…se nos terminó el chocolate…quieres un agüita de mango aunque sea?
Catrina: este…el mango me hace daño….mejor no, gracias…
Paquita: bueno, pero entonces no le gustaron las fotos de paquita?
Catrina: si…pero….yo venía para que me acompañara…este…ya mero viene?
Paquita: A ver…creo que si…déjame ir a asomarme.
Catrina: gracias…espero…
Paquita sale y se esconde. Regresa la abuelita.
Abuelita (con una taza): Aquí tienes hija. Bien caliente como se debe…
Catrina: Uggh…este…caliente…el agua de mango…? Uyy…señora…pero yo le dije que no
quería, gracias!
Abuelita: Como que no si hasta tu me lo pediste!!
Catrina…pero…emmmm…
Abuelita: anda, no seas remilgosa…prueba tantito…(le da la taza y le empuja el líquido)
Catrina: Ayyy….que caliente!!!....y esta agua de mango sabe a chocolate?
Abuelita: Como que es agua de mango…niña…estas mal de la lengua!
Catrina: siii…porque ud me la quemo señora!...ayy..mejor dígale a paquita que regreso la
próxima semana, porque se me va el tren….ayyy…mi…lengua!
Paquita…(saliendo de atrás junto a la abuelita): Que no era “ay mis hijos”??
Catrina: Esa es la llorona….momento…(mira a la abuelita y a paquita juntas como abuelas)
Abuelas gemelas!!! Oh no…!!
Abuelita: Niña, estas mal de los ojos…ella es paquita (paquita le hace muecas con el disfraz
puesto)
Catrina: ay no….creo que y veo mal o tengo calentura!....
Paquita: No seas exagerada…mejor tomate otro traguito mijita…
Abuelita: Paquita?
Catrina (viendo a paquita) Paquita?
Paquita: viendo a la abuelita. Paquita?
Catrina:quien es la abuelita???
Paquita: Soy yo, y ella es mi abuelita!
Abuelita: Yo yo la abuelita de paquita
Paquita a Catrina: Y tu no eres la amiga de Paquita, solo quieres llevártela mentirosa
Abuelita: Y dices que mi chocolate sabe a agua de Mango? Mentirosa doble!
Paquita: Y además te quejas como la llorona!
Abuelita: Y tienes cara de calaca flaca!
Catrina: Ayyy…yaaa…mejor me voy, este es el superataque de las abuelitas….mejor
regreso dentro de un mes!
Sale corriendo por la puerta
Abuelita: Ay mija, que amiga mas rara la tuya,,,,y porque te disfrazaste asi..vas a salir a
pedir dulces….?
Paquita: Jijiji…no abuelita…que mejor dulce que tu chocolate…me das mas?
Abuelita: si….pero no me vayas a inventar que te sabe a mango!
Paquita: Jajajja…no abuelita, como crees!
(se abrazan)
TELON

FRANCISCA Y LA MUERTE
De Onelio Jorge Cardoso

—Santos y buenos días —dijo la muerte, y ninguno de los presentes la pudo reconocer.
¡Claro!, venía la parca con su trenza retorcida bajo el sombrero y su mano amarilla en el
bolsillo.
—Si no molesto —dijo—, quisiera saber dónde vive la señora Francisca.
—Pues mire —le respondieron, y asomándose a la puerta, un hombre señaló con su dedo
rudo de labrador:
Allá por los matorrales que bate el viento, ¿ve? hay un camino que sube la colina. Arriba
hallará la casa.
"Cumplida está" pensó la muerte, y dando las gracias echó a andar por el camino aquella
mañana que, precisamente, había pocas nubes en el cielo y todo el azul resplandecía de
luz.
Andando pues, miró la muerte la hora y vio que eran las siete de la mañana. Para la una y
cuarto, pasado el meridiano, estaba en su lista cumplida ya la señora Francisca.
"Menos mal, poco trabajo; un solo caso", se dijo satisfecha de no fatigarse la muerte y
siguió su paso, metiéndose ahora por el camino apretado de romerillo y rocío.
Efectivamente, era el mes de mayo y con los aguaceros caídos no hubo semilla silvestre ni
brote que se quedara bajo tierra sin salir al sol. Los retoños de la ceibas eran pura caoba
transparente. El tronco del guayabo soltaba, a espacios, la corteza, dejando ver la carne
limpia de la madera. Los cañaverales no tenían una sola hoja amarilla; verde era todo,
desde el suelo al aire, y un olor a vida subía de las flores.
Natural que la muerte se tapara la nariz. Lógico también que ni siquiera mirara tanta rama
llena de nidos, ni tanta abeja con su flor. Pero ¿qué hacerse?; estaba la muerte de paso
por aquí, sin ser su reino.
Así pues, echó y echó a andar la muerte por los caminos hasta llegar a casa de Francisca.
—Por favor, con Panchita—dijo adulona la muerte.
—Abuela salió temprano —contestó una nieta de oro, un poco temerosa, aunque la parca
seguía con su trenza bajo el sombrero y la mano en el bolsillo.
—¿Y a qué hora regresa?—preguntó la muerte.
—¡Quién lo sabe! —dijo la madre de la niña—. Depende de los quehaceres. Por el campo
anda, trabajando.
Y la muerte se mordió el labio. No era para menos seguir dando rueda por tanto mundo
bonito y ajeno.
—Hace mucho sol. ¿Puedo esperarla aquí?
— Aquí quien viene tiene su casa. Pero puede que ella no regrese hasta el anochecer.
"¡Chin!", pensó la muerte, "se me irá el tren de las cinco. No; mejor voy a buscarla". Y
levantando su voz, dijo la muerte:
—¿Dónde, de fijo, pudiera encontrarla ahora?
—De madrugada salió a ordeñar. Seguramente estará en el maíz, sembrando.
—¿Y dónde está el maizal? -preguntó la muerte.
—Siga la cerca y luego verá el campo arado detrás.
—Gracias —dijo secamente la muerte y echó a andar de nuevo.
Pero miró todo el extenso campo arado y no había un alma en él. Sólo garzas. Soltóse la
trenza la muerte y rabió:
"¡Vieja andariega, dónde te habrás metido!" Escupió y continuó su sendero sin tino.
Una hora después de tener la trenza ardida bajo el sombrero y la nariz repugnada de tanto
olor a hierba nueva, la muerte se topó con un caminante:
—Señor, ¿pudiera usted decirme dónde está Francisca por estos campos?
—Tiene suerte —dijo el caminante—, media hora lleva en casa de los Noriega. Está el niño
enfermo y ella fue a sobarle el vientre.
—Gracias —dijo la muerte como un disparo, y apretó el paso.
Duro y fatigoso era el camino. Además, ahora tenía que hacerlo sobre un nuevo terreno
arado, sin trillo, y ya se sabe cómo es de incómodo sentar el pie sobre el suelo irregular y
tan esponjoso de frescura, que se pierde la mitad del esfuerzo. Así por tanto, llegó la
muerte hecha una lástima a casa de los Noriega:
—Con Francisca, a ver si me hace el favor.
—Ya se marchó.
—¡Pero , cómo! ¿Así, tan de pronto?
—¿Por qué tan de pronto? —le respondieron—.Sólo vino a ayudarnos con el niño y ya lo
hizo. ¿De qué extrañarse?
—Bueno... verá —dijo la muerte turbada—, es que siempre una hace la sobremesa en
todo, digo yo.
—Entonces usted no conoce a Francisca.
—Tengo sus señas —dijo burocrática la impía.
— A ver; dígalas —esperó la madre. Y la muerte dijo:
— Pues... con arrugas; desde luego ya son sesenta años...
—¿Y qué más?
—Verá... el pelo blanco... casi ningún diente propio... la nariz, digamos...
—¿Digamos qué?
—Filosa.
—¿Eso es todo?
—Bueno... además de nombre y dos apellidos.
—Pero usted no ha hablado de sus ojos.
—Bien; nublados... sí, nublados han de ser... ahumados por los años.
—No, no la conoce —dijo la mujer—.
Todo lo dicho está bien, pero no los ojos. Tiene menos tiempo en la mirada. Ésa, a quien
usted busca, no es Francisca.
Y salió la muerte otra vez al camino. Iba ahora indignada sin preocuparse mucho por la
mano y la trenza, que medio se le asomaba bajo el ala del sombrero.
Anduvo y anduvo. En casa de los González le dijeron que estaba Francisca a un tiro de ojo
de allí, cortando pastura para la vaca de los nietos. Mas sólo vio la muerte la pastura
recién cortada y nada de Francisca, ni siquiera la huella menuda de su paso.
Entonces la muerte, quien ya tenía los pies hinchados dentro de los botines enlodados, y
la camisa negra, más que sudada, sacó su reloj y consultó la hora:
"¡Dios! ¡Las cuatro y media! ¡Imposible! ¡Se me va el tren!"
Y echó la muerte de regreso, maldiciendo.
Mientras, a dos kilómetros de allí, Francisca escardaba de malas hierbas el jardincito de la
escuela. Un viejo conocido pasó a caballo y, sonriéndole, le echó a su manera el saludo
cariñoso:
—Francisca, ¿cuándo te vas a morir?
Ella se incorporó asomando medio cuerpo sobre las rosas y le devolvió el saludo alegre:
—Nunca —dijo—, siempre hay algo que hacer.

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