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La cadena de la salvación

El autor(a) Pastor Carlos Joel Madrigal Oliva.

Categoría: Sermones y Bosquejos

Lectura Bíblica: Juan 1:35-51.

¿Qué es una cadena? No sólo es un conjunto de eslabones de hierro, alambre o algún otro
material. Una cadena es también un conjunto de cosas sucesivas que van a estar a nuestro
favor o en contra.

Por ejemplo, la Palabra nos dice que cuando Cristo venga un poderoso ángel va a atar con
una cadena a Satanás en esta tierra por 1000 años (Apocalipsis 20:1-3). Sabemos que no es
una cadena literal, sino simbólica. Satanás quedará “atado”, “confinado”, a esta tierra por
una cadena de circunstancias. Sin lugar a dudas, al no tener a quién tentar, pues todos los
impíos estarán muertos y los justos con Cristo en el Cielo.

David también un día se vio envuelto en una terrible cadena de circunstancias y cometió su
tremendo pecado:

1. Estaba ocioso cuando tenía que estar en el campo de batalla


2. Vio a aquella mujer hermosa
3. La codició
4. La obtuvo
5. Quedó embarazada...
6. Mató a Urías

Hay cadenas que matan, pero también las hay que salvan. En esta Tarde vamos a hablar de
la cadena de la salvación. En Juan 1:35-51.

El primer eslabón de la cadena de la salvación es Jesús. Nos dice Juan que Jesús comenzó
su Ministerio solo, el versículo 36 lo presenta andando solo, no andaba con nadie, pero
Jesús no vino a este mundo para andar como un ermitaño, sin compañía y aislado de la
gente. Jesús vino a este mundo para salvar a sus habitantes, y para salvarlos tendría que
relacionarse con ellos. ¿Pero de qué forma? ¿Qué estrategia usaría Jesús? Muy sencilla,
extremadamente sencilla, nos dice el versículo 36 que “andaba por allí”.

Siempre que usted “ande por allí” va a dar buena o mala impresión. Sabemos que Jesús no
le causó buena impresión a la mayoría de los fariseos y escribas, pero sí a Juan el Bautista;
Juan nunca vaciló en llamarlo lo que realmente era, “el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo”.

Cuando andes por el mundo viendo y pensando cómo lograrás la misión de salvar a los
pecadores, vas a dar buena y mala impresión. Siempre habrá quien te critique y hasta se
burle de ti, de seguro escucharás expresiones como estas:
a. “Ahora predicando y antes era tal cosa...”
b. Nos llamarán “ridículos”, etc.

¡Qué interesante, el primer eslabón en la cadena de la salvación es Jesús, él tiene que


comenzar la obra, de lo contrario no es válida! Eso quiere decir que para ser un auténtico
misionero, hay que ser un auténtico cristiano. ¿Qué cosa es ser cristiano?: Si lanzara esta
pregunta para que fuera respondida por ustedes, seguramente escucharíamos muchas
respuestas, unas aceptables y otras no. Dejemos que sea la misma Palabra la que nos diga
quién es un cristiano, Hechos 11:26:

a. Un cristiano es uno que enseña lo que aquellos enseñaban, a Cristo.


b. Un cristiano es uno que se congrega todo el tiempo que sea necesario.
c. Un cristiano es uno que sigue las pisadas de Cristo.

Hay dos detalles interesantes en el relato que hace Juan:

a. Los dos discípulos de Juan no siguieron a Jesús hasta que no “oyeron hablar de él”
(versículo 37).
b. Los dos discípulos de Juan no se convirtieron en misioneros hasta que no estuvieron
con él “todo aquél día, es decir, toda aquella noche”. Me imagino cómo fue aquella
noche, me imagino que no dormirían, era mucho lo que había que preguntarle a
Jesús.

Entonces, cuando se convencieron de por ellos mismos quién era Jesús, ¿qué fue lo primero
que hicieron? Traer otro a Jesús.

Por lo que el segundo eslabón en la cadena de la salvación soy yo, eres tú.

Nótese cuál fue el mensaje de Andrés al ir a su hermano Simón Pedro: “Hemos hallado al
Mesías” (41). Y le trajo a Jesús (42). Notemos que Andrés no tuvo que hacer nada más, lo
que hizo fue más que suficiente.

Simón Pedro se convirtió en el tercer eslabón de la cadena salvífica.

Pero el texto no dice nada de Pedro, él momentáneamente no ganó a nadie para el Señor.
Nos dice el versículo 43 que Jesús llamó a Felipe. Felipe representa en la cadena a aquellos
que aparecen en la iglesia y nadie sabe quién lo trajo, no lo trajo Juan, tampoco lo trajo
Andrés, ni tampoco Pedro, lo trajo Jesús. Pero sabremos que son auténticos si como Felipe
traen a Natanael, es decir, a otros a Jesús. Es interesante detenernos en la experiencia
misionera de Felipe con Natanael:

a. Para que Felipe se convenciera de que Jesús era “aquél de quien escribió
Moisés...así como los profetas”, siendo Jesús de la aldea problemática de Nazaret:
i. Tuvo que haber conocido de los escritos de Moisés y de los profetas.
ii. Tuvo que haberse compenetrado bastante con Jesús.
b. Así que sin lugar a dudas, se convenció y salió a buscar a su amigo Natanael.
Cuando Natanael le reprochó si de Nazaret podía salir algo bueno, Felipe le
respondió: “Ven y ve”. Para convencernos de quien es Jesús, lo único que hay que
hacer es ir a él y verlo.

¿Te atreves a hablar de Jesús con fervor, porque estás convencido de quién realmente es? Si
puedes decir que sí es porque realmente has estado con él, has estado con él buscándolo en
la Palabra con oración y con fervor.

A cada rato se dan casos de “predicadores” que salen a realizar la labor sin conocer
realmente a Jesús, y por lo tanto sin un verdadero mensaje. Ilustración: Caso de Ahimaás (2
Samuel 18)…

En nuestro pasaje encontramos, como vimos, dos detalles resaltantes:

1. Jesús es el que debe prender el fervor misionero y si en algún momento se apaga, es


el que lo debe avivar.
2. Lo que hace que seamos auténticos misioneros es que conozcamos personalmente a
Jesús.

No te desanimes si eres como Pedro que no ganas a nadie cuando entras en los caminos del
Señor, podrás ganar miles si te pones de verdad en sus manos...

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