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DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

Enfoques teóricos y análisis del desarrollo socioeconómico de Colombia

Carlos Humberto Ortiz 1

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Agradezco el año sabático que me otorgó la Universidad del Valle entre el segundo semestre de 2012 y el
primero de 2013 para escribir este libro. También agradezco los aportes que me hizo José Ignacio Uribe en
nuestras conversaciones sobre el desarrollo nacional.
Para Elisa, Tomás y Martín

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ÍNDICE

I Prefacio

II Crecimiento Económico y Diversificación Productiva Endógena


1. Introducción
2. Los Patrones del Desarrollo Económico
2.1. Los Patrones del Desarrollo de Kaldor
2.2. El Residuo de Solow
2.3. La Transformación Estructural
2.4. Regresores Robustos del Crecimiento Económico de Largo Plazo
3. El Crecimiento Exógeno
4. La Importancia del Sector Productor de Capital
5. Un Modelo Agregado de Diversificación Productiva
5.1. Introducción
5.2. La Tecnología
5.3. El Equilibrio en los Diferentes Mercados
5.4. El Comportamiento de las Firmas
5.5. El Equilibrio Instantáneo y la Función de Producción Agregada
5.6. Crecimiento Económico
5.7. Política de Industrialización
6. Algunas Reflexiones Finales sobre la Teoría del Crecimiento Económico y la Política
de Industrialización

III Estancamiento Estructural y Crecimiento Económico: Un Modelo Bisectorial de


Diversificación Productiva
1. Introducción
2. Autarquía
2.1. Tecnologías
2.2. Resumen de la Asignación del Capital
2.3. Dinámica de la Economía Cerrada
2.3.1. La Ecuación Diferencial Clave
2.3.2. Comportamiento Económico bajo Autarquía y una Estructura Económica Congelada
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2.3.3. Comportamiento Económico con Autarquía y Desenvolvimiento de la Estructura
Económica
2.3.4. Demanda de Capital entre Sectores en Autarquía
2.3.5. Evidencia de la Condición de Estabilidad en Economías Relativamente Cerradas
3. Comercio Internacional
3.1. El País Representativo del Mundo
3.2. La Economía del País Específico
3.2.1. El Supuesto de Compacidad
3.2.2. Asignación de Capital en el País Específico con Apertura Comercial
3.2.3. La Dinámica del País Específico con Igualación Internacional del Precio del Capital
3.2.3. La Dinámica del País Específico con Igualación Internacional del Precio del Capital
3.2.4. Un Equilibrio Mundial Hipotético con Diferenciales Internacionales de Precios
3.2.5. Dinámica Económica del País Pequeño con un Diferencial Internacional en el Precio
del Capital
4. Comentarios Finales
Anexos
Apéndice

IV Política, Activos Productivos y Crecimiento Económico: Colombia 1906-2009


1. Introducción
2. Activos Productivos
2.1. Definición
2.2. Crecimiento Económico y Activos Productivos
2.3. Los Principales Activos Productivos para Colombia
2.4. Otros Activos Productivos
3. Del Modelo Industrialista al Modelo Aperturista
4. El Crecimiento Económico Colombiano y la Transformación Industrial
4.1. De 1906 a 1928 (Antes de la Gran Recesión)
4.2. De 1925 a 2009
4.3. Las Grandes Etapas del Crecimiento Económico Nacional
4.4. Transformación Industrial
4.5. Las Sub-Etapas del Crecimiento Económico Nacional

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4.5.1. La Situación Socioeconómica de Principios del Siglo XX
4.5.2. La Etapa Progresiva
4.5.2. La Etapa No Progresiva
4.5.3. Resumen de las Etapas del Crecimiento Económico
5. El Gran Viraje
6. Pactos Políticos y Crecimiento

V Comentarios Finales

Referencias

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I PREFACIO
A veces se escoge mal. Esta es una idea extraña para los economistas ortodoxos.
Acostumbrados a pensar en agentes que siempre optimizan, extrapolan equivocadamente esta
lógica a los países. Pero la interacción política y la definición de los juegos de poder no
siempre llevan a la senda óptima del desarrollo económico. Con el acicate de las ganancias de
corto plazo se pueden definir políticas económicas y sociales miopes, políticas que favorecen a
los sectores que comandan el poder del Estado pero que no favorecen al país en su conjunto.
Sin embargo, los economistas ortodoxos, los políticos y los periodistas mantienen la ilusión de
la optimización colectiva con la ideología de que todo lo que es bueno para los empresarios es
bueno para el país; y esta visión se complementa con la idea de que la senda de desarrollo
seguida tal vez no fue muy buena pero era inevitable. Ni una cosa ni la otra. No siempre el
beneficio de las élites es bueno para el país, y no hay fatalidad absoluta en el desenvolvimiento
social, político y económico de un país. Por tanto, las élites nacionales no pueden eludir su
cuota de responsabilidad histórica en los logros y fracasos de nuestro sistema económico
nacional.
Gran parte del esfuerzo analítico de este libro se llevó a cabo por la necesidad de
mostrar cómo fue que Colombia se equivocó y cayó en lo que Hirschman (1958) denominaba
el riesgo del estancamiento estructural, el riesgo de abandonar el proceso de diversificación
productiva y estancarse en un nivel intermedio del desarrollo. Sobre esto se vuelve
recurrentemente.
La transformación industrial, entendida como un proceso sostenido de diversificación
productiva, ha sido el más importante motor del crecimiento económico de Colombia desde
principios del siglo XX, cuando el país entra a la modernidad y se industrializa de manera
sostenida. De hecho, las dos grandes etapas de la dinámica económica nacional del siglo
pasado –la aceleración económica de las primeras siete décadas y la desaceleración económica
de las últimas tres décadas- se relacionan directamente con las dos fases de la transformación
industrial del país –la diversificación productiva de las primeras siete décadas y el posterior
congelamiento de la estructura económica nacional-. Los datos se presentan posteriormente.
Desde una perspectiva estructuralista se ha propuesto y sustentado que la causalidad de
estos procesos va de la transformación industrial a la dinámica económica. La diversificación
productiva de las primeras siete décadas del siglo XX –la industrialización- aumentó la

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productividad sistémica, activó otros motores del crecimiento económico que también
potenciaron la productividad, e indujo la aceleración tendencial del crecimiento económico
nacional en el mismo período. Por otra parte, la posterior parálisis de la diversificación
productiva –la desindustrialización- desactivó el círculo virtuoso mencionado y generó la
desaceleración tendencial de las últimas tres décadas del siglo XX (Ortiz, 2009a; Ortiz, Uribe
y Vivas, 2009 y 2013). 2
La diversificación productiva de las primeras siete décadas del siglo XX fue
comandada por el empresariado nacional con el apoyo del Estado. A partir de los años
cincuenta la inversión extranjera también contribuye decisivamente a la diversificación
industrial del país. Desde el Quinquenio de Rafael Reyes (1904-1909) hasta el gobierno de
Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), con diferencias de énfasis entre los diferentes gobiernos,
el eje de la política económica fue el apoyo a la industrialización nacional. En consecuencia, el
país experimentó una aceleración leve del crecimiento económico hasta principios de los años
setenta: después de la Guerra de los Mil Días (1898-1902) y de la toma de Panamá (1903), con
la economía al borde del colapso, el país experimenta una aceleración “milagrosa” del
crecimiento económico que fue cortada por la gran Recesión de los años 30; posteriormente, y
con base en las cuentas económicas nacionales de la CEPAL (1957) y del DANE, se estima
que la tasa de crecimiento de largo plazo del PIB pasó de 2,1% en 1931 a 6,3% en 1971. Estas
estimaciones se presentan posteriormente.
Por otra parte, en las últimas tres décadas del siglo XX la estructura productiva del país
se congeló e incluso, en algunos casos, retrocedió –después de la Apertura económica de 1990
muchos sectores, tanto manufactureros como agrícolas, fueron desplazados por la avalancha
de importaciones-. Esta parálisis de la diversificación productiva tiene varias causas internas y
externas que se examinan posteriormente. Una de ellas, la más importante, es el descuido y
luego abandono de la política industrial. Los efectos de esta reorientación de la política sobre
el crecimiento económico de largo plazo y sobre el bienestar social fueron sumamente
dañinos: del gobierno de Pastrana Borrero (1970-1974) al de Pastrana Arango (1998-2002), la

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El término parálisis se debe matizar. Aunque algunos nuevos sectores se han derivado de otros ya existentes, son
estos casos excepcionales. Desde los años setenta la inversión se concentra primordialmente en las actividades
económicas ya establecidas, de manera que desde entonces la creación de sectores productivos ha sido mínima
(Poveda Ramos, 1976, 2005; Ortiz, Uribe y Vivas, 2009).

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tasa de crecimiento económico de largo plazo cayó sistemáticamente: pasó de 6,3% en 1971 a
1,3% en 1999. Estas estimaciones, ya se dijo arriba, se presentan posteriormente.
Muchas de las lacras sociales que sufre hoy el país –pobreza, exclusión, desigualdad,
marginalidad, deterioro del mercado laboral, migración económica- se habrían podido
aminorar si el país hubiera mantenido la senda de desarrollo industrialista que tuvo hasta los
años 60. Pero las élites y sus representantes decidieron favorecer desde el Estado los intereses
de los sectores ya establecidos. Abandonaron entonces la promoción pública de los sectores
potenciales y el país en su conjunto perdió.
En este texto también se analiza de forma exploratoria cómo las élites nacionales
ganaron la gobernabilidad requerida para definir el modelo de desarrollo imperante en función
de sus intereses y las condiciones internas y externas del país. Una revisión somera de la
historia económica de Colombia permite postular que las élites han jugado un papel
protagónico en la definición e imposición de las políticas de desarrollo del país. A través de
alianzas, acuerdos y rupturas, que no han excluido el uso de la fuerza pública y la violencia
irregular, las políticas acordadas se han impuesto para defender los intereses de sus agentes.
Lo que se encuentra es que el resultado no sólo beneficia a los directamente interesados.
Cuando los intereses dominantes y las condiciones internas y externas del país lo han
permitido, los gobiernos que han promovido la generación, promoción o mantenimiento de
activos productivos han impulsado el crecimiento económico y el bien común. En otras
ocasiones las políticas han sido contraproducentes para el bienestar social; algunos ejemplos
son del caso: la política de flexibilización laboral, pensada para promover la competitividad
empresarial en el contexto de la Apertura económica, ha incidido significativamente en el
deterioro del mercado laboral y en la incapacidad estructural del sistema económico para
aminorar los problemas de pobreza y marginalidad social; otro ejemplo, la drástica apertura
comercial de los años noventa ha potenciado las actividades intensivas en recursos naturales y
fuerza de trabajo no calificada (la fuerza de las ventajas comparativas), lo que ha contribuido a
la consolidación de las actividades de producción y distribución de drogas ilícitas, con todas
las secuelas conocidas de violencia y desinstitucionalización nacional.
El concepto de activo productivo juega un papel central en la argumentación de este
libro. Por lo tanto conviene definirlo. Las teorías del crecimiento endógeno y el análisis
histórico-económico del capitalismo han identificado una serie de motores del crecimiento

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económico que inciden tanto en la acumulación factorial como en el crecimiento de la
productividad (los componentes del crecimiento económico). A cada uno de estos motores del
crecimiento se le denomina activo público productivo, y a la carencia total o parcial de alguno
de ellos se la denomina restricción del desarrollo. En se orden de ideas las restricciones
estructurales del desarrollo se pueden clasificar en cuatro grandes categorías: 1) restricciones
productivas: son aquellas que se relacionan con la parálisis o desaceleración del proceso de
diversificación industrial (especialmente en la industria manufacturera); 2) restricciones
distributivas: son aquellas que concentran el ingreso y las diferentes formas de riqueza (capital
fijo, capital humano, tierra, etc.) en pocas manos y obstaculizan el desarrollo del mercado
interno (e impiden la explotación de economías de escala); 3) restricciones infraestructurales:
corresponden a la carencia parcial o absoluta de infraestructura física (carreteras, acueductos,
ferrocarriles, puertos, etc.) y social (colegios, universidades, hospitales, centros de salud, etc.);
4) restricciones institucionales: la incapacidad total o parcial del Estado para hacer valer y
respetar las vidas y las propiedades (los derechos de propiedad), para formular políticas
económicas que incentiven la acumulación de capital físico y humano, y para diseñar y
construir instituciones cuya misión sea preservar u ofrecer activos públicos como el acervo de
los recursos naturales y ambientales, el cuidado de los niños, los ancianos, los pobres y
desamparados, etc.
El impacto de la diversificación productiva sobre el crecimiento económico ha sido
modelado por Romer (1987, 1990), Grossman y Helpman (1991), y Aghion y Howitt (1992).
El efecto de la distribución del ingreso y de la riqueza en la generación del mercado interno, la
posibilidad de alcanzar economías de escala especialmente en las actividades industriales
manufactureras, su impacto sobre la productividad y el crecimiento económico ha sido
modelado por Murphy, Shleifer y Vishny (1989 a y b). La importancia para el crecimiento
económico del gasto público en infraestructura y en otros bienes públicos productivos ha sido
modelado por Barro (1990). El respeto a la propiedad y a la vida –la propiedad suprema- no
sólo es una condición del crecimiento económico sino de la existencia de cualquier economía
mercantil; el mismo Marx (1886) en su obra magna, El Capital, pone de presente que la
relación social del intercambio implica necesariamente el mutuo reconocimiento de las partes
como dueñas de sus mercancías. La posibilidad de que el gobierno incida con sus políticas
económicas en la acumulación de los factores productivos y la actividad económica ha sido

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postulada por la teoría económica desde sus orígenes, pero fue Keynes (1936) quien más
influyó en la comprensión analítica de esta función gubernamental. Por último, pero no por
eso menos importante, el desarrollo institucional que se requiere para que el Estado ofrezca,
promueva o preserve los activos productivos, tanto los anteriormente mencionados como otros
–los recursos naturales y ambientales, el patrimonio público, la administración de justicia, la
preservación del orden público, la protección de los desvalidos, etc.-, potenciando de esa
forma el crecimiento económico, es compatible con la visión institucionalista del desarrollo
económico (North, 1993).
El conjunto de los activos productivos está compuesto por bienes privados con
externalidades productivas, bienes públicos que inciden en la productividad, e instituciones
que promueven la generación de los bienes mencionados. Baste decir por el momento que en
este trabajo se postula que el activo productivo más importante del crecimiento económico
nacional ha sido la diversificación de la estructura industrial, con especial énfasis en la
diversificación productiva manufacturera. Se propone que la diversificación productiva no
sólo incide directamente sobre la productividad sistémica y el crecimiento económico, sino
también indirectamente por su capacidad de activar otros motores del crecimiento económico.
Sobre esto se vuelve en el cuarto capítulo con más detalle.
Pasando al campo de la acción política se propone que los gobiernos que generan
consensos suficientemente sólidos como para generar activos productivos, incluso en el marco
de una política funcional a los intereses de las élites económicas, inciden positivamente en el
crecimiento económico nacional de largo plazo. Una rápida revisión sobre los pactos de
gobernabilidad más importantes del último siglo viene al caso. En medio de la herencia
desastrosa de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), los efectos desmoralizantes de la
pérdida/venta/usurpación de Panamá (1903), la desinstitucionalización nacional y la
polarización política, el general Rafael Reyes (1904-1909) comienza su Quinquenio
comandando una alianza funcional entre liberales y conservadores. Ello le permitió adelantar
un proyecto de desarrollo industrial e infraestructural para sacar al país de la crisis.
Posteriormente, con la consolidación del capitalismo industrial y el crecimiento de las grandes
urbes, se da una recomposición de las fuerzas sociales –aparecen con fuerza en la liza política
el proletariado y el campesinado con sus reivindicaciones sociales y laborales-. El choque con
las estructuras de poder establecidas genera la Violencia de finales de los años 40 y los años

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50. La revuelta popular es reprimida militarmente. Pero luego el “salvador” del régimen, la
figura bonapartista del general Gustavo Rojas Pinilla, deja de ser funcional a los intereses de
las élites cuando pretende erigirse en alternativa de poder. Aprovechando el vacío que deja la
izquierda liberal, antaño comandada por Jorge Eliecer Gaitán, y la incapacidad de la izquierda
para capitalizar tal vacío, el general forja desde su gobierno un movimiento político de
carácter conservador que expresa las aspiraciones y las reivindicaciones de clases medias,
sectores populares y del ejército. Después de una revuelta civil, liderada por las élites y atizada
por los abusos del régimen, el general es depuesto y se impone un nuevo pacto de
gobernabilidad entre las élites que tiene varios propósitos: contener el movimiento popular,
apaciguar la violencia, y sacar adelante el proyecto de desarrollo industrialista e institucional.
Es en este contexto socioeconómico donde surge la propuesta bipartidista excluyente del
Frente Nacional (1958-1974). Durante los primeros 12 años del Frente Nacional el proyecto
de desarrollo funciona bien porque se basa en la política de industrialización adelantada
enérgicamente por los presidentes Alberto Lleras Camargo (1958-1962) y Carlos Lleras
Restrepo (1966-1970). Luego, con el cambio de las condiciones externas –se da el auge del
comercio internacional apoyado en los cambios tecnológicos de la época y la estabilidad que
brindan los organismos multilaterales que se crean después de la segunda guerra mundial-, se
redefine nuevamente el pacto político entre las élites para promover los sectores ya
establecidos, proveerse de maquinaria e insumos y materias primas industriales por medio del
mercado mundial, y cesar la política de apoyo a la diversificación productiva interna. Este
cambio comienza con el último gobierno frentenacionalista, el de Misael Pastrana Borrero
(1970-1974). Se da entonces lo que se ha caracterizado como un “intercambio de regalos”
entre las élites (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009). El acuerdo emblemático de la nueva alianza es el
Pacto de Chicoral (enero de 1972). Con éste se desmonta definitivamente el programa liberal
de la reforma agraria. Ganan los terratenientes que además mantienen como prebendas las
siguientes: altos aranceles para la protección de los productos agrícolas, financiación crediticia
subsidiada del Banco de la República, promoción cambiaria, tributaria y crediticia de las
exportaciones (devaluación lenta pero sostenida, certificado de abono tributario –CAT-, y
apoyo institucional a las exportaciones), y tributación nula o insignificante para el sector rural.
Y ganan los sectores industriales y financieros que comandan en adelante la política
económica a su favor: devaluación gradual, promoción tributaria de las exportaciones, altos

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aranceles para sus productos, licencias globales de importación y relajamiento de las
condiciones de importación, financiación subsidiada del Banco de la República, y
liberalización y desregulación del sector financiero. Desde Pastrana Borrero se proponen las
políticas de promoción de exportaciones y de expansión de la construcción de vivienda y de
otras obras públicas como motores del crecimiento. Sin embargo, ni la actividad constructora
ni las exportaciones pueden sustituir el liderazgo tecnológico del sector industrial
manufacturero (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009). En consecuencia, la economía nacional comienza
una rápida deriva hacia la desaceleración económica que llega a su sima con la recesión de
1999 (se mencionó arriba). Mientras tanto se han fortalecido todos los actores armados
ilegales con base en la extorsión y el narcotráfico –las guerrillas, el paramilitarismo las bandas
narcotraficantes y la delincuencia común-. El pacto político con Estados Unidos para lanzar el
Plan Colombia de 1999 permite el fortalecimiento de las fuerzas armadas de Colombia y la
disminución de los índices de violencia en la siguiente década.
¿Cómo se dio el cambio de la etapa de desarrollo industrialista a la etapa de desarrollo
aperturista? No hay mayor misterio en esta pregunta. El viraje se relaciona con el cambio del
modelo de desarrollo económico. Hasta los años sesenta el país tuvo un modelo de desarrollo
industrialista apoyado por el Estado; posteriormente se le da paso a un modelo de desarrollo
crecientemente aperturista que se concentra en la promoción de los sectores económicos ya
establecidos, abandona la política de diversificación productiva, e impulsa la devaluación de la
moneda y la flexibilización laboral como principales mecanismos de búsqueda de la
competitividad empresarial (nótese que estos mecanismos se dirigen a disminuir los costos
salariales de cara al mercado mundial). En la etapa aperturista se intenta infructuosamente
sustituir el liderazgo dinámico de la industria manufacturera por la construcción de vivienda y
la demanda externa (exportaciones).
Conviene mencionar que en este trabajo también se estudia la recuperación económica
de la primera década del siglo XXI. El modelo de desarrollo aperturista y sin promoción
industrial no sólo no cambia sino que se profundiza. La economía nacional se recupera –sin
llegar a los niveles de crecimiento de largo plazo de principios de los años setenta- por la
coyuntura favorable de auge de la economía mundial (con excepción de los años de la crisis
financiera internacional: 2008-2009), términos de intercambio favorables para los minerales y
algunos producto agrícolas (comandados por la demanda internacional, los minerales y otras

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materias primas experimentan precios crecientes), flujos de inversión extranjera, y
pacificación interna (Plan Colombia y “Seguridad Democrática” del gobierno Uribe Vélez).
Aunque la promoción de exportaciones se impulsó desde 1967, durante el gobierno de
Carlos Lleras Restrepo, con el famoso decreto 444 de control de cambios, la devaluación
gradual (“gota a gota” o crawling peg) y el apoyo tributario a las exportaciones (CAT), el
tránsito hacia el nuevo modelo de desarrollo se dio en los gobiernos sucesivos de Misael
Pastrana Borrero (1970-1974), Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Julio César Turbay
Ayala (1978-1982). Son estos gobiernos los que abandonaron la política de impulso a la
diversificación industrial. El modelo aperturista se profundizó con la Apertura comercial y
financiera de César Gaviria Trujillo (1990-1994). Y se siguió profundizando en los gobiernos
de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2014) con una mayor
desgravación arancelaria, subsidios a los exportadores, la firma de una serie de tratados
bilaterales de libre comercial, profundización de la flexibilización laboral, desregulación del
sector financiero y otras medidas dirigidas a ampliar el libre desenvolvimiento de los
mercados y a privatizar las actividades productivas en diferentes sectores económicos (la
salud, la educación, la banca, la infraestructura, la energía eléctrica, las comunicaciones y
otros servicios públicos, etc.).
El viraje de un modelo de desarrollo a otro cambió fundamentalmente la política
económica de los gobiernos, en especial la intervención gubernamental en la promoción
industrial. En el período industrialista se privilegió la creación de nuevos sectores, y durante el
período aperturista se ha privilegiado la promoción de los sectores ya existentes. Se le apostó
al pasado contra el futuro y, por tanto, perdimos: mientras el período intervencionista (e
industrialista) se caracterizó por la industrialización y la aceleración del crecimiento
económico, el período aperturista se ha caracterizado por la desindustrialización y la
desaceleración del crecimiento económico.
Conviene definir de una vez que por industrialización se entiende en este libro el
proceso sostenido de diversificación productiva del sector manufacturero. Y por
desindustrialización se entiende lo contrario: una parálisis (o retroceso) del proceso de
diversificación productiva. Actuando como locomotora de la economía en el período
industrialista, el sector industrial manufacturero creció más rápidamente que el resto de la
economía y aumentó por tanto su participación en la generación del PIB. En el período

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aperturista ningún otro sector sustituyó al sector manufacturero en su rol de liderazgo
tecnológico –a pesar del intento, la construcción y las exportaciones no lideraron el
crecimiento económico de largo plazo (Alonso y Patiño, 2007; Ortiz, Uribe y Vivas, 2009)-, el
sector industrial disminuyó su dinámica y perdió participación en la generación del PIB. Por
tanto, la evolución de la participación industrial manufacturera en la generación del PIB se
considera una medida adecuada del proceso de transformación productiva del país.
Una advertencia. No es el propósito de este libro hacer un fetiche del sector industrial
manufacturero. Conviene aclarar, por tanto, que la diversificación del sector industrial
manufacturero ha jalonado el crecimiento económico en Colombia y en el mundo porque
históricamente este sector ha sido intensivo en tecnología (y en inteligencia). A partir de esta
característica se entiende por qué la diversificación del sector industrial manufacturero activa
otros importantes motores del crecimiento económico. La diversificación productiva en si
misma potencia la productividad y el crecimiento económico (como en la fábrica de alfileres
de Adam Smith, la especialización potencia la productividad), también activa la expansión del
conocimiento tecnológico (la ciencia aplicada a la industria ha sido la fuerza productiva más
importante del desarrollo capitalista), el crecimiento del capital humano: educación,
aprendizaje en la práctica, salud y salubridad (los sectores intensivos en tecnología requieren
fuerza de trabajo calificada que genera externalidades en la productividad), el gasto público
productivo (el desarrollo industrial y productivo en general requiere el desarrollo de
actividades infraestructurales complementarias), y la explotación de economías a escala (la
mayor escala permite alcanzar mayores niveles de productividad en diferentes sectores
económicos que se apoyan mutuamente a través de externalidades pecuniarias y pueden
inducir procesos virtuosos de crecimiento autosostenido). Aunque históricamente, por su
naturaleza intrínseca de transformador de materias primas, el sector industrial manufacturero
ha concentrado en sí el conocimiento científico y tecnológico, este monopolio del sector
manufacturero se ha diluido considerablemente; como lo revelan los recientes desarrollos
científicos y tecnológicos en otras actividades económicas –informática, computación,
telecomunicaciones, animales y plantas transgénicas, genética, biotecnología, robótica,
nanotecnología, creación de nuevos materiales, investigación científica y tecnológica, etc.-.
Además, los desarrollos recientes en la teoría del crecimiento económico han replanteado la
visión tradicional, y hoy se acepta, especialmente entre los teóricos del crecimiento endógeno

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y los teóricos estructuralistas, que es el desarrollo de nuevas actividades intensivas en
tecnología (manufactureras o no) lo que potencia la productividad sistémica y el crecimiento
económico (Rodrik, 2007; United Nations, 2007).
Así, pues, la clave del desarrollo económico en la visión estructuralista se encuentra en
la diversificación de las actividades productivas intensivas en tecnología. Por esa razón, este
libro está compuesto de cuatro capítulos sobre los efectos dinámicos en la economía de la
diversificación productiva con especial énfasis en la experiencia del crecimiento económico de
Colombia desde principios del siglo XX a la actualidad.
El primer capítulo es este prefacio. El segundo capítulo es una versión revisada y
ampliada de las notas de clase del autor para sus cursos de crecimiento económico de la
Universidad del Valle. En este segundo capítulo se presentan las bases analíticas de las teorías
del crecimiento endógeno y se construye un modelo de crecimiento endógeno que muestra
cómo la diversificación productiva liderada por la actividad innovadora del sector empresarial
en un contexto no competitivo puede generar externalidades productivas e inducir un
crecimiento económico sostenido. El modelo mencionado es de carácter schumpeteriano –la
creación de nuevos productos y sectores económicos se endogeniza como parte del quehacer
empresarial-. El modelo se basa en los aportes analíticos de Romer (1987, 1990) y Grossman y
Helpman (1991). Por tanto, no tiene pretensiones de originalidad teórica. No obstante, por su
diseño, el modelo aquí desarrollado genera una tecnología agregada de la economía que revela
cómo la potencia de las externalidades asociadas a la diversificación de los insumos
manufactureros incide en la productividad sistémica de la economía. De hecho, se muestra que
si las externalidades mencionadas son lo suficientemente fuertes pueden contrarrestar la
tendencia decreciente de la productividad del capital. En ese caso, la tecnología agregada de la
economía se caracteriza por rendimientos constantes o crecientes en el capital (físico y
humano), y se induce un proceso de crecimiento sostenido; de otra forma, si el impacto de las
externalidades de la diversificación productiva no alcanza a contrarrestar la tendencia
mencionada, la economía converge, como en el modelo de crecimiento exógeno de Solow
(1956) y el de Ramsey-Cass-Koopmans (1928, 1956, 1956), a un estado estacionario
caracterizado por un producto per cápita constante (el producto per cápita cesa su
crecimiento).

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En el segundo capítulo se plantea que el enfoque analítico schumpeteriano es siempre
relevante para explicar el liderazgo del sector empresarial en el desarrollo tecnológico y la
diversificación productiva de la economía. Para el caso del desarrollo económico colombiano
el enfoque de innovación empresarial es especialmente importante para entender por qué a
principios del siglo XX en un contexto de economía cerrada se dio un proceso de despegue
económico virtuoso. En ese período, que cubre por lo menos la primera mitad del siglo XX,
los empresarios nacionales lideraron de forma autónoma el proceso de industrialización y
generaron un proceso de crecimiento económico acelerado que fue apoyado por los gobiernos
con incentivos a la acumulación y con inversión pública tanto en la acumulación de capital
como en la construcción de una infraestructura complementaria. Como en todo proceso de
desarrollo industrial tardío, la diversificación productiva y la acumulación de capital en
Colombia no se basaron en la innovación tecnológica autóctona –como sucede en los países
desarrollados que lideran el cambio tecnológico- sino en la adopción y adaptación de
tecnologías foráneas. La transferencia tecnológica se llevó a cabo principalmente a través de la
importación de maquinaria y equipo en un contexto de mercados internos relativamente
protegidos tanto de forma natural (costos de transporte) como política (barreras comerciales
arancelarias y para-arancelarias). Sólo de esta forma se puede entender que los empresarios
nacionales hayan diversificado las actividades productivas y hayan asumido los costos de
copia, adopción y adaptación de las tecnologías foráneas: en condiciones de protección los
precios internos pueden elevarse sobre los precios internacionales.
El tercer capítulo es la versión ampliada y traducida al español del artículo de Ortiz
(2013). Se incluyen aquí secciones, anexos y apéndices que no se publicaron en la revista
referenciada. En este capítulo se construye un modelo de crecimiento endógeno con
diversificación de los insumos manufactureros. En una primera parte se examina el
comportamiento dinámico de la economía en un contexto de autarquía y, luego, se analiza su
comportamiento bajo un régimen de apertura comercial y competencia internacional. Con este
modelo se analiza cómo las externalidades productivas y pecuniarias derivadas de la
diversificación productiva ameritan el apoyo del Estado a la acumulación de capital que
implica la creación de nuevos sectores productivos. El modelo arroja los siguientes resultados.
En primer lugar, los niveles de ingreso y el bienestar social se relacionan directamente con la
diversificación de los insumos manufactureros (DIM). En segundo lugar, la tasa de

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crecimiento económico también aumenta con la DIM; esta relación, sin embargo, no es lineal
ya que la economía debe sobrepasar un umbral determinado de diversificación productiva
antes de que la tasa de crecimiento económico reaccione positivamente. Y en tercer lugar, la
transformación estructural (el cambio de la distribución del capital de la actividad agrícola a la
actividad manufacturera) se relaciona directamente con la DIM. Los dos primeros resultados
han sido sometidos a prueba estadística en otras partes (Ortiz y Castro, 2008; Ortiz, Castro y
Badillo, 2009). El tercer resultado se analiza estadísticamente en este capítulo.
El cuarto capítulo se centra en el desarrollo socioeconómico de Colombia desde
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principios del siglo XX. Se identifican los activos productivos que más han incidido en el
crecimiento económico de largo plazo:
1) La diversificación productiva en general y la manufacturera en particular.
2) El desarrollo de la infraestructura en general y en especial la del sistema multimodal
de transporte.
3) El respeto a la propiedad en general y a la vida en particular.
4) Las políticas económicas que promueven la acumulación de capital.
5) El desarrollo institucional que promueve, preserva u ofrece los activos productivos
con especial énfasis en los anteriormente mencionados.
En este capítulo se muestra que la diversificación productiva, en especial la diversificación del
sector industrial manufacturero, ha sido el activo productivo que más impacto ha tenido sobre
la dinámica económica nacional. Éste impacto no sólo se explica por su propia capacidad de
potenciar la productividad sistémica de la economía sino también por su capacidad de inducir
o activar otros activos productivos que también actúan como motores del crecimiento
económico (la apropiación del conocimiento tecnológico, la educación tecnológica, el
aprendizaje en la práctica, la inversión pública en infraestructura productiva, y la ampliación
de la escala de producción industrial y el aprovechamiento de economías de escala a través del
efecto virtuoso de la ampliación del mercado y de la demanda agregada). También se examina
de forma breve la evolución histórica de la correlación de fuerzas entre las élites nacionales y
el resto de la sociedad civil –análisis que se sitúa en el campo de la política y en el
correspondiente diseño de las políticas económicas-. Con base en el desarrollo político y

3
Después de que se entregó este libro a impresión publiqué un artículo que resume los desarrollos del cuarto
capítulo (Ortiz, 2014).

16
económico del país en su contexto nacional e internacional se explica la adopción de los
modelos de desarrollo económico y sus efectos en el crecimiento económico de largo y
mediano plazo. Especial cuidado se le presta a la relación entre estas políticas y el apoyo
gubernamental a los activos productivos arriba mencionados.
Dada la gran complejidad de las relaciones entre política y desarrollo económico es
evidente que el análisis aquí presentado es apenas introductorio. Aunque se basa en desarrollos
de la historia económica de Colombia y otros análisis socioeconómicos y políticos –algunos
de los cuales se citan en las referencias bibliográficas-, requiere complementarse y
desarrollarse con el concurso de los analistas sociales del país.
Finalmente el texto cierra en el capítulo quinto con una recomendación de política
económica para el desarrollo: los gobiernos nacionales deben mantener al país en la senda de
la diversificación productiva con una incorporación creciente de tecnologías de punta.

17
II CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA
ENDÓGENA

1. Introducción
La experiencia del desarrollo económico ha mostrado que el crecimiento económico
rápido y sostenido se asocia generalmente con la industrialización (Chenery, Robinson y
Syrquin, 1986; Syrquin y Chenery 1989a, 1989b; Stern, 1989). Esta regularidad permite
sospechar que los gobiernos pueden incidir efectivamente en el proceso de desarrollo
apoyando de alguna forma el proceso de industrialización. En este artículo se presenta una
contribución al análisis de esta intuición. Para ello se utiliza un modelo de crecimiento
endógeno basado en innovación tecnológica con diversificación de la base productiva.
Antes de pasar a la política de industrialización, se utilizará el modelo de Rebelo
(1991) para examinar el rol fundamental del sector productor de capital en el desarrollo
económico. Este modelo tiene la virtud pedagógica de resumir algunas de las principales
contribuciones de las teorías caracterizadas por crecimiento económico sostenido.
Las nuevas teorías del crecimiento han venido a ocupar un espacio central en la teoría
del desarrollo económico. En contraste con las anteriores teorías del crecimiento, que
explican la continua expansión del producto per cápita en el largo plazo corno resultado de
un cambio técnico exógeno, las nuevas teorías endogenizan los procesos que aumentan
permanentemente la eficiencia del trabajo y generan crecimiento económico sostenido. Pero
además de esta característica, las nuevas teorías del crecimiento endógeno también pueden
replicar otros comportamientos característicos del proceso del desarrollo económico de los
países.
Parece, pues, conveniente empezar con una presentación de los patrones del
desarrollo económico tal como han sido identificados por diferentes autores. Este trabajo se
realiza en la primera sección. En la segunda sección se presenta el modelo de crecimiento de
Solow (1956) como representativo de los modelos de crecimiento exógeno. En la tercera
sección se analiza el modelo de Rebelo (1991) como paradigma de los modelos de
crecimiento sostenido y endógeno. Tanto en la segunda sección como en la tercera sección
se examina el ajuste de los modelos a los patrones del desarrollo económico. En la cuarta
sección se desarrolla un modelo agregativo de innovación tecnológica que construye sobre el
modelo de crecimiento endógeno de Grossman y Helpman (1991). En esa misma sección se

18
discute la relevancia de este modelo para sustentar una política de industrialización basada
en diversificación productiva. Finalmente, en la sección quinta se concluye con algunas
reflexiones sobre la teoría del crecimiento y las perspectivas de un nuevo paradigma de
política económica que fomente y dinamice el desarrollo económico.

2. Los Patrones del Desarrollo Económico


2.1. Los Patrones del Desarrollo de Kaldor
Fue Kaldor (1961) quien identificó las siguientes regularidades del proceso de
desarrollo:

1. El producto por trabajador, Y/L, exhibe una tendencia al crecimiento sostenido.

2. El capital por trabajador, K/L, muestra crecimiento continuo.

3. La tasa de retorno del capital, r, es relativamente constante.

4. La relación capital-producto, K/Y, es estable.

5. El trabajo y el capital reciben fracciones constantes del ingreso nacional.

6. Existen amplias brechas en la tasa de crecimiento del producto per cápita entre países.

Algunos de estos patrones son dependientes entre sí (Romer, 1989). Se observa, para
empezar, que los patrones primero y cuarto implican el segundo: si Y/L crece y K/Y es
estable, se sigue que K/L también debe crecer. Por otra parte, los patrones del desarrollo
cuarto y quinto implican el tercero: si K/Y es estable y rK/Y es estable, se deduce que r es
también estable. Así, pues, los seis patrones del desarrollo que identificó Kaldor se reducen a
cuatro.

2.2. El Residuo de Solow


Solow (1957) propuso una metodología para descomponer el crecimiento del
producto entre sus elementos determinantes. Desde entonces este ejercicio se ha repetido en
una cantidad innumerable de países y con variaciones de mayor sofisticación. Los resultados
han arrojado regularmente que el crecimiento del producto no se puede explicar en su
totalidad por el crecimiento de los factores. Por tanto, el residuo de Solow es también un
fenómeno típico del desarrollo económico. Cabe anotar, de pasada, que durante casi 30 años
el residuo de Solow se atribuyó al cambio técnico exógeno.

19
Los estudios de Chenery y Syrquin (1980), Chenery, Robinson y Syrquin (1986), la
síntesis presentada por Syrquin (1993) y muchos otros señalan que en los análisis de corte
transversal entre países el crecimiento del producto y el residuo de Solow muestran una
correlación positiva –efecto de Verdoorn (1949, 1951)-. También han mostrado que la
proporción del crecimiento del producto que es explicado por el residuo de Solow tiende a
aumentar con el nivel de ingreso real del país.

2.3. La Transformación Estructural


Además de los patrones de Kaldor y Solow, también se han identificado algunos
patrones característicos de la industrialización. Para ello los investigadores del crecimiento
económico han utilizado la base de información que se ha venido acumulando desde el fin de
la segunda guerra mundial (Ver del Banco Mundial la serie anual de las Tablas Mundiales y
también la serie anual de los Informes del Desarrollo Mundial; sobre la industria
manufacturera se puede ver el Yearbook of Industrial Statistics de las Naciones Unidas). El
trabajo de Chenery, Robinson y Syrquin (1986), así como los trabajos de Syrquin y Chenery
(1989a, 1989b), y el trabajo de Syrquin (1993), resumen y organizan toda esta información.
De ella se deduce que en el proceso de transformación estructural asociado con la
industrialización y el crecimiento económico se presentan los siguientes comportamientos
característicos:
1. Transformaciones de la Demanda Final. La transformación estructural
experimentada durante el proceso de industrialización se caracteriza por el aumento de
la participación de la inversión en la demanda final y la disminución de la
participación del consumo de alimentos –la Ley de Engel-.
2. Transformaciones de la Demanda Intermedia. Durante el proceso de desarrollo la
utilización de bienes intermedios tiende a aumentar al mismo tiempo que su
composición cambia: el uso relativo de bienes intermedios primarios disminuye
mientras aumenta el uso relativo de bienes intermedios provenientes del sector
manufacturero y del sector servicios. En términos del análisis insumo-producto, este
patrón de comportamiento implica una mayor participación de los bienes intermedios
en el producto bruto, una densificación de las relaciones intersectoriales, y el
desplazamiento de la demanda intermedia hacia los sectores secundario y terciario.
3. Transformaciones de la Demanda Externa Neta (Comercio Internacional). El

20
aumento en la intensidad de capital físico y humano con respecto al trabajo, y la
observada mayor tasa de crecimiento de la productividad en sectores modernos de la
economía, tienden a cambiar la ventaja comparativa de las actividades primarias a las
industriales y de servicios.

2.4. Regresores Robustos del Crecimiento Económico de Largo Plazo


Se deben mencionar también los descubrimientos sobre el desarrollo económico que
se han obtenido de los análisis estadísticos de corte transversal utilizando la base de datos de
Summers y Heston (1991). Esta base de datos presenta la ventaja de permitir comparaciones
entre países tanto intra-temporal como inter-temporalmente. Ahora bien, como la conjunción
de las nuevas teorías del crecimiento endógeno y la disponibilidad de la base de datos de
Summers y Heston ha provocado una oleada de estudios empíricos sobre el crecimiento de los
países es difícil identificar las conexiones empíricas más robustas que se deducen de tales
estudios. Afortunadamente, se han realizado análisis de sensibilidad para examinar la robustez
de las variables que "explican" el crecimiento. El estudio pionero en este campo se le debe a
Levine y Renelt (1992). En él se establece que el crecimiento del producto per cápita entre
países en el período 1960-1988 se asocia robustamente con el siguiente conjunto básico de
variables:
1) La participación media de la inversión en el producto nacional (correlación
positiva.
2) El ingreso real per cápita del año inicial (correlación negativa).
3) La tasa inicial de escolaridad secundaria (correlación positiva).
Levine y Renelt muestran que otras variables pueden presentar correlaciones significativas
con el crecimiento del producto per cápita pero esa significación estadística está condicionada
al conjunto de variables incluidas en la regresión. Las tres variables mencionadas son pues las
que presentan una asociación más clara y sistemática con el crecimiento económico.
La correlación de la tasa de inversión y el crecimiento es indicativa de la importancia
del sector productor de bienes de capital para el desarrollo económico. La correlación del
ingreso inicial y el crecimiento puede estar capturando las tendencias hacia la convergencia
internacional del ingreso per cápita. Finalmente, la correlación entre la tasa de escolaridad y el
crecimiento puede indicar la importancia del nivel de acumulación de capital humano en el
desarrollo económico.

21
Además de los anteriores resultados, Levine y Renelt encontraron que los análisis de
regresión de corte transversal no arrojan una correlación robusta entre crecimiento del
producto per cápita y apertura de la economía una vez que se controla por el efecto de la tasa
de inversión. Pero sí encontraron una correlación positiva y robusta entre la tasa de inversión
y la tasa de apertura al comercio internacional; por la última tasa se entiende una medida de la
participación de las exportaciones o de las importaciones o de una suma de las dos en el
producto. Este descubrimiento va en contravía de la sabiduría convencional según la cual la
tasa de crecimiento económico y la tasa de exportaciones están asociadas. Por otra parte, este
descubrimiento es consistente con el tercer patrón de transformación estructural identificado
por Chenery y colaboradores: la correlación entre industrialización y crecimiento puede muy
bien indicar una causalidad que va de la industrialización a la liberalización comercial, y no al
revés, como se piensa usualmente. De hecho, la evidencia histórica parece indicar que los
países de industrialización reciente -incluyendo Japón y otros países del sudeste asiático-
comenzaron por cimentar su infraestructura industrial y desarrollaron sus habilidades técnicas
antes de competir eficientemente con exportaciones manufactureras en el comercio mundial
(Chenery et al., 1986; Stern, 1989; Amsden, 1989).
La anterior lista de fenómenos típicos del crecimiento económico está obviamente
sujeta a debate. El análisis teórico y empírico del crecimiento económico se encuentra
nuevamente en un estado fluido, y por tanto toda conclusión sobre este fenómeno está sujeta a
revisión. Pero los patrones del desarrollo económico mencionados se han corroborado en
diferentes estudios y no es probable que se descarten por estudios posteriores. El mayor riesgo
que asumimos al listar estos patrones es la posibilidad de excluir alguno o algunos. Así, por
ejemplo, algunos economistas podrían plantear que la hipótesis de la U invertida de Kutznets
(1963) es una regularidad del proceso del desarrollo económico. La hipótesis de la U invertida
toma su nombre del gráfico de un índice de concentración del ingreso contra el ingreso per
cápita. Según esta hipótesis, en las primeras etapas del desarrollo económico la distribución
del ingreso empeora para apoyar el proceso de acumulación de capital, y posteriormente
mejora cuando los frutos del desarrollo se irrigan al conjunto de la sociedad. Las
implicaciones de la hipótesis de Kuznets sobre la política económica y el bienestar social son
tan fuertes que vale la pena declarar que no se ha verificado su validez (Stern, 1989; Todaro,
1989). Dadas la acumulación de información y análisis empíricos sobre el desarrollo

22
económico y la aparición de las teorías del crecimiento endógeno, en la agenda de
investigación de la economía del desarrollo se presenta como tarea primordial la formulación
de modelos teóricos que permitan analizar y comprender los patrones del desarrollo
económico. De esta forma la teoría del desarrollo podría convertirse en una guía eficiente para
la acción.

3. El Crecimiento Exógeno
Los primeros modelos formales de desarrollo, aquellos de Harrod (1939) y Domar
(1946), generaban crecimiento sostenido con una combinación de demanda keynesiana –el
multiplicador exógeno- y la postulación de una relación dinámica estable entre la capacidad
productiva y el acervo de capital fijo. Dado el equilibrio dinámico en el mercado de bienes se
determina que la tasa de crecimiento de la inversión, g, es igual al producto de la propensión
marginal a ahorrar, s, y la relación marginal producto-capital, g = sA. Sin embargo, la senda
de crecimiento de este modelo es altamente inestable: cualquier desviación de la senda del
equilibrio amplifica el desequilibrio.
La respuesta a este problema vino de dos escuelas contrapuestas. La escuela
neoclásica produjo el modelo de Solow (1956), donde el equilibrio se vuelve estable por la
substituibilidad de los factores de producción –capital y trabajo- y la postulación de una
productividad marginal decreciente de cada factor individual. La substituibilidad de factores
permite que la relación capital-producto se estabilice en el nivel adecuado dada la tasa de
ahorro. Una versión de este modelo con consumidores que optimizan intertemporalmente fue
desarrollada por Ramsey (1928), Cass (1965) y Koopmans (1965). La otra respuesta vino de
la escuela inglesa de Cambridge. Kaldor (1955-56) y Pasinetti (1962) mostraron que el ajuste
hacia el equilibrio se podía lograr con una redistribución del ingreso entre obreros y
capitalistas. Ya que las clases sociales se caracterizan por diferencias significativas de la
propensión a ahorrar, la tasa de ahorro agregada se ajusta al nivel requerido de ahorro que
garantiza el crecimiento por cambios en la distribución del ingreso. Esta vía de análisis fue
abandonada durante un largo periodo y sólo en los últimos años ha renacido el interés en los
modelos de crecimiento que involucran la distribución del ingreso. En este capítulo no se hará
más referencia a la escuela de Cambridge.
La escuela neoclásica logró el cometido de devolverle la estabilidad al crecimiento,
pero sacrificó el crecimiento sostenido. En el modelo de Solow (1956) la economía converge

23
suavemente a un nivel estacionario de ingreso per cápita. Se examina entonces brevemente
este modelo. Se supone que los consumidores ahorran una fracción constante de su ingreso: S
= sY, donde S denota el ahorro, s es la propensión marginal al ahorro y Y es el ingreso –se
supone que todo el ingreso de la economía es captado por los hogares-. El producto Y, por
otra parte, es generado por una función bien comportada que se caracteriza por rendimientos
constantes a escala con respecto al capital, K, y al trabajo, L. Así, pues, Y = F(K, L) =
Lf(K/L), donde f(K/L) ≡ F(K/L, l). En términos per cápita, la función de producción se puede
4
reescribir como y = f(k), donde y ≡ Y/L, k ≡ K/L, f′(k) > 0 y f″(k) < 0. Se supone
adicionalmente que f(k) –la función de producción en forma intensiva- satisface las
condiciones de Inada: lim k→0 f′(k) = ∞, y lim k→∞ f′(k) = 0. Por otra parte, la población crece a
la tasa constante de crecimiento n, y el capital se deprecia a la tasa exógena δ. Usando la
condición de equilibrio en el mercado de bienes, según la cual el ahorro iguala la inversión
bruta, sY = I, se deduce que

 
k ≡ ∂(K/L)/∂t = (K/L – K L) / L2

= (K/L – nK/L)
= (I – δK)/L – nk
= (sY – δK)/L – nk
= sf(k) – (n+δ)k

donde t indica tiempo, y un punto sobre una variable indica la derivada de la variable con
respecto al tiempo. La anterior ecuación diferencial comanda la evolución de la acumulación
de capital. Ella dice simplemente que el capital per cápita aumenta (disminuye) si la inversión
ruta per cápita, sf(k), es mayor (menor) que los requerimientos de acumulación per cápita
para mantener constante el capital per cápita, (n+δ)k.
Como la función del producto per cápita, f(k), es estrictamente cóncava, el producto
marginal del capital es inferior al producto medio del capital: f′(k) < f(k)/k. Se sigue, por tanto,
que la tasa de acumulación es decreciente:

∂( k /k)/∂k = s[kf′(k) – f (k)] / k2 < 0.


La concavidad de f(k) también implica que la productividad marginal del capital es
decreciente.

4
Suponiendo que la función de producción F(K, L) presenta productividades marginales decrecientes de los
factores: FK ≡ F/K > 0, FKK ≡ 2F/K2 < 0, FL > 0, y FLL < 0, se sigue que f′(k) ≡ FK(k, 1) > 0, y f″(k) ≡ FKK(k, 1)
< 0.

24
Si la función de producción satisface las condiciones de Inada, la tasa de acumulación
5
disminuye de infinito a –(n+δ). Por tanto, el estado estacionario existe y la economía
converge suavemente hacia él.

Figura 1. La Tasa de Acumulación del Capital

sf(k)/k


k/k

n+δ

0 k* k
Fuente: elaboración propia

La figura 1 ilustra la convergencia del modelo de Solow. La curva sf(k)/k representa el ahorro
disponible por unidad de capital. La línea (n+δ) indica la tasa a la cual disminuiría el capital
per cápita si la acumulación de capital se detuviera. La diferencia entre las dos curvas mide la
tasa de acumulación del capital per cápita. Se deduce que la economía converge al capital per
cápita k*. En el estado estacionario el producto medio del capital está dado por f(k*)/k* =
(n+δ)/s, lo cual define implícitamente k*. El producto per cápita en el estado estacionario está
dado obviamente por y* = f(k*).
Se examina ahora el modelo de Solow a la luz de los patrones de crecimiento de
Kaldor. Nótese, para empezar, que en el modelo de crecimiento de Solow sólo existe

5
Utilizando la regla de L'Hopital se comprueba que

lim k → 0 k / k = lim k → 0 [sf(k)/k – (n+δ)] = {s[lim k → 0 f ′(k)] /[ lim k → 0 1]} – (n+δ) = ∞,

y lim k → ∞ k / k = – (n + δ).
Para obtener estos resultados se supone que la tecnología satisface las condiciones de Inada.

25
dinámica transicional. En el largo plazo, el crecimiento del producto per cápita cesa. El
crecimiento del producto per cápita en el largo plazo se introduce entonces por medio del
cambio técnico exógeno. En el estado estacionario, el modelo de Solow presenta una relación
capital-producto estable, la productividad marginal del capital también lo es, la participación
del capital en el producto es por tanto estable y, dado el supuesto tecnológico de rendimientos
constantes a escala, el teorema de Euler garantiza que la participación del trabajo también sea
estable. Con cambio técnico exógeno, el modelo de Solow deja sin explicar las diferencias de
las tasas de crecimiento del producto per cápita entre países. Así, pues, y por la misma razón,
el modelo de Solow no puede explicar los patrones del desarrollo de Kaldor números 1 y 6.
Ahora bien, siendo un modelo de crecimiento agregado, el modelo de Solow tampoco puede
explicar los patrones del proceso de transformación industrial.
¿Es consistente el modelo de Solow con los patrones del crecimiento económico
identificados por Levine y Renelt? En primer lugar, el modelo de Solow no es consistente con
la correlación entre tasa de inversión y tasa de crecimiento. En el largo plazo, la tasa de
crecimiento del producto per cápita es independiente de la tasa de ahorro –que en el contexto
del modelo de Solow equivale a la tasa de inversión-. 6 Por tanto, no es posible deducir del
modelo de Solow una relación importante de largo plazo entre proceso de industrialización y
crecimiento económico. Sin embargo, el modelo de Solow sí es consistente con la
convergencia internacional del ingreso real per cápita, así sea de forma condicional. Por otra
parte, el modelo de Solow no puede reclamar consistencia con la correlación positiva entre
escolaridad y crecimiento económico. Inclusive si se entiende la variable capital, K, como un
indicador agregado de capital físico y capital humano. En tal caso el acervo inicial de capital
humano se asociaría negativamente con el crecimiento del producto per cápita, así como el
acervo inicial de capital físico se relaciona negativamente con el crecimiento (ver la Figura 1).
A pesar de la influencia de Schumpeter (1942), quien señaló el rol fundamental de la
innovación tecnológica en el sistema capitalista como producto de la iniciativa empresarial,
durante casi treinta años los economistas se conformaron con un esquema teórico donde la
economía converge suavemente al estado estacionario y a partir del cual el producto per

6
El modelo de Solow sólo predice una relación directa entre la tasa de ahorro, s, y el nivel de ingreso per cápita,
y = f(k*), pues al aumentar esta tasa aumenta el capital per cápita. Usando la Figura 1 se puede mostrar que un
aumento de s desplaza la curva sf(k)/k hacia arriba con el resultado de que el capital per cápita de largo plazo, k*,
aumenta.

26
cápita aumenta exclusivamente por la influencia de un cambio técnico inexplicado.
¿Ofrece la literatura del crecimiento endógeno una mejor alternativa para explicar los
patrones del desarrollo económico? Esta literatura, que se le debe fundamentalmente a Romer
(1986, 1987, 1990), Lucas (1988) y Grossman y Helpman (1991), busca generar crecimiento
ilimitado en el producto per cápita sin recurrir al cambio técnico exógeno. Aunque los detalles
de los diferentes modelos difieren entre sí, todos ellos comparten la característica de que
endogenizan el proceso por medio del cual la eficiencia del trabajo se potencia en el tiempo.
Este proceso puede consistir en la acumulación de conocimientos, o en la acumulación
voluntaria de capital humano -con educación formal-, o en la acumulación de capital humano
de forma involuntaria -en el proceso de aprendizaje por experiencia laboral-, o en la extensión
de la división del trabajo. Por tanto, estos modelos se concentran más en la acumulación de
capital humano que en la acumulación de capital físico. Aunque todos ellos contienen
importantes externalidades, éstas no son esenciales para generar crecimiento sostenido. De
hecho, todo lo que es necesario para generarlo es que el producto marginal del capital no
disminuya por debajo de cierto límite, o sea, en el contexto del modelo de Solow, f ′(k) ≥
f(k)/k = (n+δ)/s. En tal caso la inversión neta per cápita será siempre positiva y el producto
per cápita crecerá indefinidamente. En esencia, todos los modelos de crecimiento endógeno
citados previamente comparten esta característica.
Por consiguiente, una forma simple de generar crecimiento sostenido consiste en
asumir una tecnología tal que Y = AK, donde f ′(k) = f(k)/k = A (≥ (n+δ)/s) es una constante.
Así, el crecimiento del producto per cápita está dado por
 
y/ y = k/ k = sA – (n + δ) ≥ 0.

Éste es esencialmente el modelo simple de Rebelo (1991); aunque utiliza en su exposición


consumidores que optimizan intertemporalmente, el mensaje esencial se captura en la anterior
ecuación.
¿Reproduce el modelo simple de Rebelo los patrones de desarrollo económico? En
primer lugar, este modelo genera crecimiento sostenido del producto per cápita. La relación
capital-producto es estable por que la tecnología es lineal con respecto al capital. La tasa de
remuneración del capital es también estable porque la productividad marginal del capital es
constante. En este modelo la tasa de crecimiento del producto sí depende positivamente de la
tasa de ahorro. La tasa de ahorro que aparece en el modelo simple de Rebelo es, naturalmente,

27
la tasa después de impuestos; en consecuencia, el modelo es consistente con la amplia
dispersión de tasas de crecimiento económico entre países si se incorporan las diferencias
internacionales de políticas económicas. Sin embargo, el modelo simple de Rebelo no es
consistente con la convergencia observada del ingreso per cápita entre países; de hecho, este
modelo predice divergencia: si los países crecen a tasas constantes no puede existir
convergencia de ingresos per cápita. El modelo simple de Rebelo es también un modelo de
crecimiento agregado y, por tanto, no puede dar cuenta de los comportamientos típicos de la
transformación industrial.
La tecnología propuesta por el modelo simple de Rebelo, la función de producción
AK, se asimila a la tecnología del modelo de Domar. Parecería así que en la tecnología del
modelo de Rebelo el trabajo no juega papel alguno. No obstante, si el proceso de potenciación
de la eficiencia laboral es proporcional a la mecanización la función de producción agregada
se comportaría como la tecnología del modelo simple de Rebelo. A modo de demostración,
considere que la función de producción agregada se caracteriza por rendimientos constantes a
escala en términos de trabajo en unidades eficientes y capital. Así Y = F(K, εL), donde ε mide
la eficiencia media del trabajador. Suponga, adicionalmente, que ésta depende linealmente del
grado de mecanización, esto es ε = (K/L). Reemplazando en la función de producción se
obtiene y = F(K, (K/L)L) = AK, donde A ≡ F(1, 1). Ahora bien, con una tecnología como
ésta, las participaciones del capital y el trabajo son estables y, por tanto, el modelo de Rebelo
satisface todos los patrones del desarrollo de Kaldor.
Nótese, sin embargo, que se está justificando la tecnología del modelo simple de
Rebelo con una externalidad. Este no es un desarrollo explícito de Rebelo (1991); es tan sólo
una posibilidad entre muchas de justificar tal tecnología. Pero es un desarrollo interesante
porque la existencia de externalidades puede ser incompatible con un equilibrio competitivo
óptimo. La intervención de la autoridad gubernamental podría ser entonces requerida para
llevar a cabo una asignación óptima de recursos. Se volverá sobre este tema en la sección
quinta.
El resultado de que se puede generar crecimiento sostenido con una productividad
constante del capital se puede deducir, como se vio arriba, del modelo de Solow. Aunque este
resultado fue resaltado por el modelo simple de Rebelo, la contribución más importante de
Rebelo es la demostración de que el sector productor de capital juega un papel-fundamental

28
en el crecimiento económico. Para este desarrollo teórico se necesita obviamente un enfoque
multisectorial, que es el objetivo de la siguiente sección.

4. La Importancia del Sector Productor de Capital


En el modelo bisectorial de Rebelo (1991) se tiene un sector que produce capital y un
sector productor de bienes de consumo final. El capital en este modelo se entiende como un
índice compuesto de todos los factores reproducibles –capital físico y capital humano-. La
tecnología del sector productor de capital es lineal en el factor capital:
I =A(l - x)K ,
donde I denota la producción (instantánea) de capital, K es el acervo de capital del cual se
utiliza la fracción (l-x) en el sector productor de capital, y A es un índice de la tecnología tal
que la productividad del capital es constante.
La demanda de inversión bruta se compone de inversión neta e inversión de
reposición:
 δ K .
IK

La derivada del acervo de capital en el tiempo –la inversión neta- se representa con un punto
superior; la reposición se supone proporcional al acervo de capital –la tasa de depreciación, δ,
es constante-.
Combinando las anteriores ecuaciones se deduce la tasa de crecimiento del capital:
(4.1) g K  A(1  x)  δ , /K .
gK  K

El crecimiento del capital varía directamente con la participación del sector productor de
capital en la inversión.
El sector productor de bienes de consumo (alimentos) utiliza una tecnología
caracterizada por homogeneidad lineal con respecto al capital y a un factor fijo, T, cuyo valor
se normaliza a 1:
C  B (xK)α T 1  α  B (xK)α , 0  α  1, T 1.
donde B es un índice constante de la productividad multifactorial del sector, la cual depende
de condiciones externas invariables y ajenas a las firmas: clima, fertilidad, disponibilidad de
agua, etc. Así, pues, el factor capital experimenta una productividad marginal decreciente en
la producción de bienes de consumo.

29
En el equilibrio balanceado de este modelo –la situación en la cual todas las variables
se expanden a tasas de crecimiento constantes- la asignación del capital está fija. De hecho, en
este modelo no hay dinámica transicional, la economía se ubica desde el principio en el
equilibrio balanceado (esta característica se demuestra para un modelo más general en el tercer
capítulo). Por tanto, x es invariable en el tiempo. De esta forma, las tasas de crecimiento del
consumo y del capital se relacionan como sigue:
(4.2) gC  α g K ,

donde gC es la tasa de crecimiento de la producción del bien de consumo, y gK es la


tasa de crecimiento de la asignación de capital en el sector productor del bien de consumo.
El consumidor representativo tiene un horizonte de vida infinito –hace parte de una
dinastía de generaciones cuyas funciones de utilidad están ligadas de padres a hijos-. Su
objetivo es la maximización de la siguiente función estándar de utilidad:
 C 1 σ  1
U0 = 0 e dt
-ρt

1 σ
donde ρ es la tasa de descuento y σ es el coeficiente de aversión al riesgo (l/σ es la elasticidad
de sustitución intertemporal). Nótese que la condición de utilidad marginal decreciente implica
1 – σ < 1, ó σ > 0.Teniendo en cuenta su restricción presupuestaria, el consumidor racional
varía su consumo a la siguiente tasa:
(4.3) rC  ρ
gC 
σ
Así, pues, el consumidor aumenta el consumo si la tasa de interés denominada en bienes de
consumo, rC, es mayor que la tasa de descuento, ρ. La tasa de crecimiento se magnifica con la
elasticidad de sustitución intertemporal (ver Blanchard y Fischer, cap. 2).
Las ganancias del sector productor de capital están dadas por la siguiente expresión:
pI – (rK + δ)p(l – x)K,
donde p es el precio del capital del denominado en bienes de consumo final, y rK es la tasa
neta de retorno del capital. Dada la linealidad de la función de producción y el supuesto de
libre movilidad del capital, el equilibrio competitivo sólo es posible con ganancia nula. Así
que la productividad del capital debe cubrir la tasa neta de retorno del capital más la tasa de
depreciación:
(4.4) A = rK + δ .

30
Las ganancias del sector productor de bienes de consumo están dadas por la siguiente
expresión:
C  (rK δ)p(xK) R
donde R representa los costos fijos (alquiler del factor no reproducible). La maximización de
ganancias requiere que el ingreso marginal del capital se iguale al costo marginal:
α B (xK) α  1  (rK  δ) p  A p
Para realizar este cálculo se asume un comportamiento competitivo, de tal forma que las
firmas toman los precios del mercado. Ahora bien, se sabe que x es invariable en el tiempo.
Por otra parte, la tasa neta de retorno del capital es fija [ver la ecuación (4.4)]. Por tanto, de la
última ecuación se deduce que el precio relativo del capital evoluciona de acuerdo con la
siguiente expresión:
(4.5) gp  (α 1)gK .
Para cerrar el modelo dinámico sólo falta la relación de indiferencia entre préstamos
denominados en bienes de consumo y préstamos denominados en bienes de capital:
(4.6) rC  rK  g p
La tasa de crecimiento de los precios aparece en el lado derecho de esta expresión porque la
rentabilidad de un préstamo denominado en bienes de capital debe tener en cuenta la
valorización del capital.
El sistema de las ecuaciones (4.1) a (4.6) determina las variables x, gK, gC, gp, rK y rC.
Resolviendo para la tasa de crecimiento del sector productor de capital se obtiene:
(4.7) A δ ρ
gK 
1  α(1  σ)
Dada esta solución las demás variables se determinan fácilmente. Se puede notar, pues, que la
tasa de crecimiento de la economía depende fundamentalmente de la productividad neta del
capital en el sector productor de capital, A–δ. La tasa de crecimiento es constante, lo cual
indica crecimiento sostenido.
Es necesario apuntar aquí que el modelo bisectorial de Rebelo requiere algunas
restricciones en los parámetros para garantizar una tasa de crecimiento positiva (gK > 0), y
asegurar que la utilidad sea restringida e integrable [–ρ + (l – σ)gC < 0]. La primera condición
se cumple si A – δ > ρ. Dada esta condición (crecimiento positivo), la segunda condición
siempre se cumple para un coeficiente de aversión al riesgo igual o superior a la unidad (σ ≥
31
1); y si este coeficiente es inferior a la unidad, σ < 1, se debe cumplir la siguiente desigualdad:
A – δ < ρ/[α(1–σ)]. Así, la productividad neta del capital, A – δ, debe ser suficientemente alta
para garantizar crecimiento sostenido. Y, cuando la aversión al riesgo es baja (0 < σ < 1), la
productividad neta del capital no debe ser muy alta (lo cual llevaría a que los agentes
pospongan el consumo al infinito en aras de la acumulación).
El producto interno bruto (PIB) de esta economía viene dado por Y = C + pI. Como el
valor de la inversión en el estado estacionario crece a la tasa gp + gK = gC, que es también la
tasa de crecimiento del consumo, el PIB crece a la misma tasa. Así, pues, la tasa de inversión
bruta, i = pI/Y, es constante, y también es constante la relación capital-producto, pK/Y. Por
otra parte, el producto marginal del capital es constante, de donde se deduce que la
remuneración al capital también es constante.
Resolviendo para i se obtiene:
α(1  x)
i
1  (1  α)(1  x)
Se deduce que la tasa de inversión bruta, i, aumenta con la participación del sector productor
manufacturero en la inversión (1–x). Resolviendo para esta participación se encuentra:
(4.8) A  ρ  αδ(1  σ)
(1  x) 
A [1  α(1   )]
Se concluye, pues, que la productividad del sector productor de capital, A, incide
positivamente en la participación del mismo sector en la inversión, 1–x, y por tanto incide
también directamente en la tasa de inversión bruta, i. Por otra parte, A incide positivamente en
la tasa de acumulación de capital, gK [ver la ecuación (4.7)], y también en la tasa de
crecimiento de la economía, gC. Por tanto, el modelo bisectorial de Rebelo así como el modelo
simple expuesto previamente predicen una covariación positiva entre la tasa de inversión y la
tasa de crecimiento de la economía. Este descubrimiento debe interpretarse con cuidado, pues
en el modelo de Rebelo la tasa de inversión se refiere a la inversión tanto en capital físico
corno en capital humano. Nótese finalmente que el modelo bisectorial de Rebelo se reduce al
modelo agregado para α = 1.
En su texto, Rebelo (1991) examina el equilibrio general competitivo. En este aparte se
analiza el comando óptimo. Por simplicidad se supone para este ejercicio que el coeficiente de
aversión al riesgo es unitario (σ = 1), de manera que las preferencias instantáneas son
logarítmicas. Y, en consecuencia, la función de utilidad intertemporal adopta la siguiente
32
forma:
- ρt
U0 = 0 e ln C dt
La función de producción del bien de consumo [C = B(xK)α] y la función de producción del
bien de capital [A(1 – x)K] son las mismas que se plantearon arriba. La inversión bruta se
 δ K ]. Por tanto, se deduce la
distribuye entre inversión neta e inversión de reposición [ K

ecuación de transición del capital:


 δK .
A(1  x)K  K
Con un coeficiente de aversión al riesgo unitario, la asignación competitiva del capital estaría
dada por x* = ρ/A [la ecuación (4.8) se reduce a la anterior expresión para σ = 1]. Y la tasa de
crecimiento del capital sería gK = A – δ – ρ [para deducir este resultado basta sustituir σ = 1 en
la ecuación (4.7)]. Por otra parte, el Hamiltoniano correspondiente al problema de
maximización de la función de utilidad intertemporal es el siguiente:
H(x, K, ) = e – ρt ln[B(xK)α] + [A(1–x) – ]K
La primera condición de primer orden para maximizar la utilidad intertemporal está dada por
Hx = 0. O, lo que es lo mismo,
αe – ρt /x* = AK .
Reemplazando para x* K se obtiene el hamiltoniano optimizado:
H(x, K, )* = e – ρt ln{B[αe – ρt /(A)]α} + [(A – )K] – αe – ρt .
La segunda condición de primer orden se deduce como sigue:
 λ H K  λ (A  δ).

En consecuencia, el precio sombra del capital () crece a la siguiente tasa:


g = – (A – ).
Dado el equilibrio entre la producción y la absorción del capital se deduce la tasa de
crecimiento del capital:
gK = A(1–x) –  .
Diferenciando la condición de primer orden con respecto al tiempo se obtiene:
–  – gx = g + gK .
Después de los reemplazos requeridos se deduce la ecuación diferencial que comanda la
asignación del factor capital:
gx = Ax –  .

33
La única solución estable para la asignación del capital al sector productor de bienes de
consumo es x* = /A, lo que implica gK = A(1–x*) – δ = A – δ – ρ. En consecuencia, la senda
temporal del crecimiento en condiciones competitivas es la misma del comando óptimo: la
“mano invisible” del mercado lidera la economía con eficiencia. No hay espacio en esta
economía para la intervención del Estado.
Se vio en la sección anterior que el modelo de Rebelo es consistente con los seis
patrones de crecimiento económico identificados por Kaldor. Este es obviamente un avance
con respecto al modelo de crecimiento de Solow. Sin embargo, el modelo de Rebelo todavía
está lejos de ajustarse perfectamente a los patrones del crecimiento en su conjunto. Aunque sí
predice una covariación positiva entre crecimiento y tasa de inversión, no satisface los otros
patrones de crecimiento identificados por Levine y Renelt. Además, no satisface ninguno de
los patrones de la transformación estructural. Esto puede explicarse por la simplicidad del
modelo; el supuesto de preferencias homotéticas hace posible una solución analítica pero no
permite capturar la ley de Engel y, como se vio, el modelo arroja una tasa de inversión
constante. Por otra parte, el modelo es cerrado y no involucra la producción de bienes
intermedios; así que tampoco puede capturar la multiplicación de los encadenamientos
sectoriales ni los cambios en el patrón de especialización internacional.
Pero del modelo de Rebelo se aprende que la existencia de crecimiento sostenido en
una economía competitiva no requiere necesariamente de la existencia de externalidades; todo
lo que se requiere es “un conjunto básico de bienes de capital que se produzca con
rendimientos constantes a escala sin el concurso directo o indirecto de factores no
reproducibles” (Rebelo, 1991, 502). La tasa de crecimiento depende de la productividad de tal
núcleo básico de industrias productoras de capital. Además, el crecimiento sostenido no es
incompatible con la existencia de sectores caracterizados por rendimientos decrecientes debido
a la presencia de factores de producción no reproducibles. Este resultado se mantiene inclusive
si algunas formas de capital involucran factores no reproducibles en su producción (Rebelo,
1991).
Dmitriev (1898) y Sraffa (1926) descubrieron que la tasa de ganancia del capital en
sistemas lineales de producción depende exclusivamente de las condiciones de producción de
los bienes básicos, o sea de aquellos bienes que participan en la producción de sí mismos. Se
podría por tanto sugerir que el resultado de Sraffa es a la teoría del valor lo que el resultado de

34
Rebelo es a la teoría del crecimiento. Se puede sospechar que existe aquí una conexión
intrínseca que ameritaría una reflexión analítica posterior.

5. Un Modelo Agregado de Diversificación Productiva


5.1. Introducción
El modelo bisectorial de Rebelo muestra que el sector productor de capital juega un
papel crucial en el desarrollo económico. Lo fundamental para el crecimiento económico
sostenido es que la productividad marginal del capital en los sectores productores de bienes de
capital básicos no caiga por debajo de cierto límite mínimo. Pero en el modelo de Rebelo la
productividad de los sectores productores de capital está dada exógenamente. Además, dados
los supuestos sobre la tecnología y ante la ausencia de fallas del mercado, el equilibrio
competitivo del modelo es óptimo en el sentido paretiano. En otras palabras, la senda de
expansión del capital que se deduciría de un ejercicio de control económico centralizado por
un planificador social, es la misma que se sigue en un equilibrio competitivo con agentes
económicos dotados de previsión perfecta. Por tanto, el modelo de Rebelo no deja margen
para la intervención gubernamental.
Por contraste, el modelo que se presenta a continuación endogeniza la productividad
del sector productor de capital por medio de la diversificación de la producción de bienes
intermedios. El modelo se basa en un modelo de Grossman y Helpman (1991, capítulo 3),
pero tiene características propias que permiten la obtención de una función de producción
agregada. Como en la fábrica de alfileres de Adam Smith, en este modelo la diversificación
productiva genera economías externas porque la división del trabajo hace más eficientes los
factores primarios de producción. Por otra parte, la existencia de estas externalidades implica
que el beneficio privado de la inversión sea inferior al beneficio social. Así que en este nuevo
modelo sí hay margen para la intervención gubernamental en la industrialización y el
crecimiento económico.

5.2. La Tecnología
La economía produce un bien final con la siguiente tecnología:
(5.1) Y  K αY LβY I1αβ ,
donde Y representa el flujo instantáneo de producto final, KY y LY representan el
capital y la fuerza de trabajo utilizados en esta actividad, e I es un producto intermedio

35
compuesto. Alternativamente, I se puede entender como un índice de la contribución de los
insumos intermedios a la producción final, o también como un producto intermedio que puede
aumentar su eficiencia con la acumulación de características. Nótese que en esta .sección se
modifica el significado del símbolo I.
I se compone de productos intermedios que se diferencian horizontalmente y se
ordenan de forma continua en el rango (0, N). El parámetro N mide el grado de
diversificación en bienes intermedios. La composición de I adopta la siguiente forma:
(5.2) I  (0 qθi di)1/ θ ,
N

donde qi representa el uso del producto intermedio i-ésimo, y θ es una fracción constante
positiva (0 < θ < 1). Este supuesto implica que la elasticidad de sustitución entre bienes
intermedios, η = 1/(1–θ), es alta pero finita, o sea 1 < η < ∞ (ver el Apéndice 1). Se necesita
este supuesto para que la demanda por productos intermedios se comporte correctamente.
Las ecuaciones (5.1) y (5.2) describen el estado global de la tecnología del bien final
en un momento dado del tiempo. Instantáneamente los productores de bienes finales toman N,
el rango disponible de productos intermedios, como un dato. Por tanto, la producción del bien
final se caracteriza por rendimientos constantes a escala en factores primarios e insumos
intermedios disponibles.
La producción de bienes intermedios tiene las siguientes características. Se requiere
una inversión fija de una unidad de capital para entrar en el mercado de un nuevo bien
intermedio (se captura así los costos de instalación, pago de patentes, derechos de adquisición
de conocimiento tecnológico, etc.). Pero una vez realizada esta inversión, la producción es
proporcional al trabajo utilizado en la producción de bienes intermedios: se requiere un
trabajador por cada unidad de bien intermedio. Como los costos iniciales son altos y es posible
diferenciarse, las firmas que entran en el sector productor de intermedios escogen siempre un
producto nuevo. Ningún productor va a preferir entrar en un mercado ya existente a competir
activamente en precios si tiene la opción de diferenciarse: dados los costos fijos, la curva de
costos medios es decreciente, por tanto una valuación según costos marginales arrojaría
pérdidas. Así, pues, el sector industrial productor de intermedios se caracteriza por
diferenciación horizontal de productos, alta substituibilidad y entrada libre –en el sentido de
que no es posible evitar la entrada de nuevos productores que paguen el costo de entrada-.
Estas son las características básicas de un mercado de competencia monopolística.

36
Los insumos intermedios se caracterizan por tecnologías idénticas y entran
simétricamente en la función de producción del, bien final. Se deduce que cada uno de ellos se
usa con la misma intensidad, i.e. qi = q, i  (0, N). Por tanto, la intensidad del uso de bienes
intermedios en la producción final se puede representar como sigue:
(5.3) Q = Nq .
Reemplazando la ecuación (5.3) en la ecuación (5.2) se obtiene el índice compuesto de
consumo intermedio:
(5.2′) I = QN(l-θ)/θ = QN 1/(η-1) .
Esta ecuación muestra que la diversificación aumenta la productividad conjunta de los
insumos intermedios debido a la imperfecta substituibilidad entre ellos mismos (η < ∞). Por
tanto, la tecnología del producto final se caracteriza por rendimientos crecientes dinámicos en
la medida en que la economía diversifique su base productiva.
La ecuación (5.2) captura la visión smithiania de una productividad creciente debido
a la profundización de la división técnica y social del trabajo. Esta ecuación se utilizó
inicialmente por Dixit y Stiglitz (1978) en la teoría de la utilidad con diversificación de
bienes de consumo, fue utilizada por Ethier (1982) en la teoría de la producción, en la teoría
del crecimiento con innovación endógena fue utilizada por Romer (1990) y Grosman y
Helpman (1991).

5.3. El Equilibrio en los Diferentes Mercados


En todo momento la economía hereda un capital que se distribuye entre el sector
productor del bien final y el sector productor de bienes intermedios:
(5.4) K  KY  N ,
donde K es el acervo de capital, KY fue definido previamente y N corresponde a la inversión
acumulada de capital fijo en el sector productor de bienes intermedios. Por simplicidad se
supone que el capital no se deprecia.
La fuerza de trabajo se ofrece inelásticamente y también se distribuye entre los
sectores mencionados:
(5.5) L  L Y  Nq ,
donde L es la cantidad total de trabajo, LY fue definido arriba y Nq expresa los requerimientos
instantáneos de trabajo por el sector productor de bienes intermedios. Por simplicidad se

37
supone una fuerza de trabajo constante.
El consumidor representativo es eterno y deriva utilidad del consumo final. Su objetivo
es la maximización de la siguiente función intertemporal de utilidad:
(5.6) 
C 1 σ  1
U 0   e -ρ t dt ,
0 1 σ
donde C denota el consumo final, ρ es la tasa de descuento y l/σ es la elasticidad de sustitución
intertemporal del consumo final. El consumidor maximiza la ecuación (5.6) sujeto a su
restricción presupuestaria y a la condición de que no puede diferir su deuda al infinito.
Ahora bien, el producto final tiene dos usos: satisface el consumo final, o se invierte en
la producción de capital. Se supone que se requiere una unidad del bien final para producir una
unidad de capital. Por tanto, la demanda del bien final tiene los siguientes componentes:

(5.7) Y  C K,
donde un punto sobre una variable denota su derivada en el tiempo.

5.4. El Comportamiento de las Firmas

Las ganancias de las firmas en el sector productor del bien final se definen como sigue:

π Y  Y  rKY  wLY  0 p qi di ,
N

donde r es la remuneración del capital, w es la tasa salarial y pi es el preció del i-ésimo


producto intermedio. Los productores del bien final escogen óptimamente los factores
primarios y los productos intermedios tomando los precios de estos factores como datos. Las
condiciones de primer orden para maximización de ganancias están dadas por las siguientes
ecuaciones:
(5.8) K Y  αY/r ,
(5.9) LY  βY/w ,

(5.10) q θi  1
pi  (1 α  β)Y N θ
, i(o, N) .
0 q i di
La última ecuación es la inversa de la función de demanda del bien intermedio i-ésimo. De
ella se deduce que la elasticidad-precio de la demanda por bienes intermedios es una
constante igual a (∂qi/∂pi)(pi/qi) = 1/(1–θ). La elasticidad de sustitución entre bienes
intermedios, η, tiene la misma magnitud. Por tanto, la demanda de un bien intermedio

38
decrece con el precio si la elasticidad de sustitución entre bienes intermedios es alta (0 < θ <
1, ó η > 1).
El monopolista productor del bien intermedio i-ésimo maximiza las siguientes
ganancias asumiendo conocida la función de demanda de su producto por los productores del
bien final:
(5.11) πi  pi q i  wqi  r ,

Teniendo en cuenta que la elasticidad precio de la demanda del bien intermedio es constante,
el ingreso marginal del monopolista es igual a (1–1/η)pi = θpi, mientras el costo marginal es
igual al salario, w. Por tanto, el precio de los productos intermedios está dado por la siguiente
expresión:
(5.12) pi = p = w/θ .
Con precios idénticos la intensidad en el uso de cada bien intermedio debe ser la misma, tal
como se señaló arriba.

5.5. El Equilibrio Instantáneo y la Función de Producción Agregada


Substituyendo la ecuación (5.12) en la ecuación (5.10) se obtiene que la intensidad en
el uso de intermedios es igual a:
(5.3′) Q  (1  α  β)θY/w ,

Esta expresión la substituimos en la ecuación (5.2') para encontrar otra expresión para el
producto intermedio .compuesto:
(5.2′′) I  (1 α  β)(θ/w)YN(1- θ ) / θ ,

Ahora se substituyen las demandas de los factores de producción del bien final, ecuaciones
(5.8), (5.9) y (5.2′′), en la función de producción del mismo bien, la ecuación (5.1), para
obtener la frontera de precios de los factores primarios:
(5.13) rα w1-α  αα ββ (1 α  β)1- α - β θ1- α - β N (1- α - β ) (1- θ ) / θ ,

Esta frontera se desplaza hacia la derecha con el grado de diversificación de la economía en


productos intermedios, N. Se puede obtener la frontera de precios primarios debido a la
existencia de rendimientos constantes a escala en la producción del bien final.
Debido también a esta característica tecnológica, el producto final se agota en la remuneración
de los factores y el pago de insumos. Por tanto, la ganancia neta de los productores del bien
final es nula.

39
Dada la libre entrada en el sector productor de bienes intermedios, las ganancias del
sector deben igualarse a las ganancias del sector productor del· bien final, o sea a cero.
Igualando la ecuación (5.11) a cero y utilizando las ecuaciones (5.3') y (5.12), se encuentra
que la tasa de remuneración al capital debe satisfacer la siguiente expresión:
(5.14) r  (1 α  β)(1 θ)Y/N,

Ahora se substituyen las ecuaciones (5.8) y (5.14) en la condición de equilibrio del mercado
de capitales, ecuación (5.4), y se obtiene que el acervo de capital de la economía, K, se
distribuye de forma constante entre el sector productor del bien final y el sector productor de
bienes intermedios. La participación del último es igual a
(5.15) (1  α  β)(1  θ)
N K .
α  (1  α  β)(1  θ)
Substituyendo en la ecuación (5.14) se obtiene otra expresión para la tasa de remuneración al
capital:
(5.14′) r  [α  (1 α  β)(1 θ)]Y/K.

Se utiliza ahora la condición de equilibrio en el mercado de trabajo, la ecuación (5.5).


Substituyendo en ella las ecuaciones (5.3′) y (5.9) se obtiene la tasa salarial:
(5.16) w  [β  (1 α  β)θ]Y/L.

Utilizando las últimas ecuaciones se obtiene la relación salario-tasa de remuneración al


capital:
(5.17) w β  (1  α  β)θ K
 . .
r α  (1  α  β)(1 θ) L
Finalmente, combinando las ecuaciones (5.13), (5.14′) y (5.17) se obtienen expresiones
reducidas para el salario, la tasa de remuneración al capital y la función de producción
agregada:
(5.18) w  constante1 N (1- α - β) (1- θ) / θ (K/L)α ,

(5.19) r  constante2 N (1- α - β) (1- θ) / θ (K/L)α -1 ,

(5.20) Y  [constante3 N (1- α - β) (1- θ) / θ ] Kα L1- α ,

Donde las constantes son positivas y no tienen mayor importancia. La función de producción
agregada, la ecuación (5.20), relaciona los factores primarios, K y L, con el producto final, Y.
Nótese que esta función presenta rendimientos constantes a escala en los factores primarios e

40
incorpora las externalidades derivadas de la diversificación en la producción de intermedios;
por esta razón, la expresión entre corchetes aparece instantáneamente ante los ojos de las
empresas como una constante. Como la diversificación de la economía es proporcional al
acervo de capital –ver la ecuación (5.15)-, esta economía experimenta rendimientos crecientes
dinámicos. La función de producción agregada revela el origen de las economías externas
generadas por la diversificación tecnológica en la producción de bienes intermedios: estas
economías se incrementan con la intensidad de los bienes intermedios en la producción final
de la economía, o sea aumentan con el parámetro (1-α-β), y, por otra parte, disminuyen con el
grado de sustituibilidad entre insumos, o sea disminuyen con η (y también, por tanto, con θ).

5.6. Crecimiento Económico


Se vio con Rebelo que la condición mínima necesaria para el crecimiento sostenido es
homogeneidad lineal de la función de producción agregada en el factor reproducible. Para
comprobarlo en este modelo se requiere conocer la dinámica del consumo.
Sujeto a la restricción del ingreso y con preferencias como las expresadas por la
ecuación (5.6), la tasa de crecimiento del consumo está dada por la siguiente expresión (ver
el Apéndice 2):
(5.21) g  r  ρ .
σ
Ahora bien, de las ecuaciones (5.15) y (5.20) se deduce que el grado de homogeneidad
de la función de producción agregada con respecto al capital, está dado por la siguiente
expresión: κ ≡ α + (1–α–β)(1–θ)/θ. Donde el primer término, α, representa la elasticidad
producto del capital en la función de producción agregada, y el segundo término, (1–α–β)(1–
θ)/θ, captura el efecto sobre la eficiencia del capital generado por las economías externas de la
diversificación productiva. De las ecuaciones (5.15) y (5.19) se deduce que el grado de
homogeneidad de la tasa de remuneración al capital con respecto al capital está dado por (1–
α–β)(1–θ)/θ + α –1 = κ –1.
Por tanto, asumiendo una situación inicial en la cual la tasa de remuneración al capital
es mayor que la tasa de descuento (r > ρ), se tienen tres alternativas de comportamiento:
1) El crecimiento del consumo per cápita se acelera en el tiempo si κ > 1, o sea si la
homogeneidad de la función de producción con respecto al capital es mayor que 1. En
este caso la tasa de remuneración al capital aumenta en el tiempo.

41
(2) El crecimiento del consumo es constante si la función de producción es linealmente
homogénea en el factor capital, κ = 1. En este caso la tasa de remuneración al capital
es invariable.
(3) Si la homogeneidad de la función de producción agregada con respecto al capital es
menor que 1, κ < 1, domina el efecto de los rendimientos decrecientes y por tanto la
tasa de remuneración al capital disminuye en el tiempo. Así, pues, la tasa de
remuneración al capital converge a la tasa de descuento: lim t→∞ r = ρ, y la tasa de
crecimiento del consumo per cápita converge a cero. En este caso, la dinámica es
similar a la del modelo ortodoxo neoclásico: la economía converge al estado
estacionario con niveles estables de consumo per cápita y capital per cápita.
Los casos 1 y 2 generan crecimiento sostenido. Una demostración de la existencia de la senda
de expansión del producto y del capital se encuentra en Romer (1986). Ahí se demuestra que
la tasa de crecimiento del producto aumenta en el tiempo cuando la tasa de crecimiento del
consumo se acelera. Si la tasa de crecimiento del producto es constante, también lo es la tasa
de crecimiento del producto. En este caso se puede obtener una solución analítica de la senda
de expansión (ver el Apéndice 3). El caso 3 es interesante porque muestra que la existencia de
externalidades no es una condición suficiente para la existencia de crecimiento sostenido. El
análisis de Rebelo que se vio en la sección anterior demuestra que las externalidades tampoco
son necesarias para generar crecimiento sostenido. Así, pues, las externalidades no son ni
suficientes ni necesarias para que el sistema económico exhiba crecimiento sostenido. Éste se
presenta cuando la tecnología de los factores reproducibles experimenta por lo menos
rendimientos constantes a escala. Esta característica se puede lograr sin externalidades –como
en el modelo de Rebelo-, o con externalidades, como en el modelo de Romer (1986), y en el
modelo de innovación tecnológica y diversificación de la base productiva que se analiza en
este capítulo.

5.7. Política de Industrialización


La existencia de externalidades en el modelo de diversificación tecnológica implica
que el equilibrio competitivo es sub-óptimo desde el punto de vista paretiano. El equilibrio
competitivo exhibe muy poca acumulación de capital y, por tanto, una menor tasa de
crecimiento, porque la productividad privada del capital, r, es inferior a la productividad social
del mismo. Para probar esta afirmación se recurre a las ecuaciones (5.14′), (5.15) y (5.20). Por

42
(5.14′) se sabe que r = [α + (1–α–β)(1–θ)]Y/K. La productividad social del capital se obtiene
diferenciando la función de producción agregada [ecuación (5.20)] con respecto al capital,
teniendo en cuenta el aumento de eficiencia del capital por las externalidades tecnológicas
[ecuación (5.15)]: ∂Y/∂K = [α + (1–α–β)(1–θ)/θ]Y/K. En tanto θ es una fracción positiva, se
deduce que r < ∂Y/∂K.
La brecha entre la productividad privada del capital y la productividad social se puede
cubrir con un subsidio al capital. La tasa del subsidio debe ser igual a la siguiente expresión:
(1  α  β)(1  θ) 2
φ .
[α  (1  α  β)(1  θ)]θ
Este subsidio puede descentralizar un equilibrio competitivo que se desplace por la senda de
crecimiento óptima. Esta política requiere, por supuesto, que el gobierno actúe neutralmente
en la economía, lo cual implica tasas impositivas neutrales y el gasto de los ingresos fiscales
en el subsidio de la acumulación. Si estas condiciones no fueran posibles, el gobierno podría
adoptar una política sub-óptima consistente en promover e incentivar el desarrollo de nuevos
sectores productores de bienes intermedios. Dados los canales de transmisión de las
externalidades [ver la ecuación (5.20)], se debe privilegiar la producción de aquellos bienes
intermedios que se destinen a los sectores intensivos en insumos; se debe procurar también
que los nuevos bienes intermedios no sean fuertes substitutos de los bienes intermedios ya
utilizados. Además, si estas dos condiciones se presentan conjuntamente, las economías
externas se refuerzan.
Este modelo captura la concepción del desarrollo económico que sugirieron
Hirschman (1958) y Leontief (1963): estos autores recalcaron el papel fundamental de la
evolución de los encadenamientos tecnológicos para el desarrollo económico. Evidencia
empírica sobre la correlación positiva entre el crecimiento económico y la densidad de las
relaciones tecnológicas interindustriales se encuentra en Ortiz (1993).

6. Algunas Reflexiones Finales sobre la Teoría del Crecimiento Económico y la


Política de Industrialización
La teoría del desarrollo económico vive días felices. Este fenómeno no se presentaba
posiblemente desde que Adam Smith instruyó acerca de la importancia de los rendimientos
crecientes en el desarrollo capitalista:
"La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en la división

43
del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se
derrama hasta las clases inferiores del pueblo” (Smith, 1958, Fondo de Cultura
Económica, libro 1, cap. 1, 14).

Esta visión optimista se substituyó posteriormente por una concepción de desarrollo basada en
rendimientos decrecientes que llevan tarde o temprano al estancamiento económico. Así,
Ricardo (1817)\ignoró las concepciones smithianas sobre la posibilidad de crecimiento
sostenido para proponer un sistema que tiende al equilibrio estático. Su famosa teoría de la
renta (Ricardo, 1815, 1817) coloca los rendimientos decrecientes de la producción agrícola en
el centro del sistema económico. Ricardo no ignoró la posibilidad de contrarrestar el
estancamiento por medio del cambio técnico, pero asumió que la tendencia dominante estaba
dada por los rendimientos decrecientes. Esta ambiguedad la heredó Marx (1886) con su
famosa "ley tendencial" de la tasa decreciente de ganancia; ésta también se fundamenta en
rendimientos decrecientes aunque se reconoce la posibilidad de factores tecnológicos
compensadores. Posteriormente, los neoclásicos retornaron el enfoque de "equilibrio" basado
en rendimientos decrecientes y centraron gran parte de sus esfuerzos analíticos en los "estados
estacionarios".
Las razones que llevaron a este viraje de enfoque en la teoría económica son objeto de
discusión. Romer (1990) plantea que la ausencia de una teoría del crecimiento económico
basada en rendimientos crecientes se explica por la carencia de los conocimientos
matemáticos necesarios para incorporar esta característica en modelos económicos
intertemporales; tales conocimientos sólo se desarrollan en la década de los sesenta con el
descubrimiento del Teorema de Kuhn-Tucker. Pero es también posible que la escuela
dominante de la economía, la escuela neoclásica, haya evitado los desarrollos teóricos en esa
dirección; desde Marshall (1916) se había señalado la incompatibilidad de un enfoque de
rendimientos crecientes internos a la firma con el equilibrio competitivo y la posibilidad de la
no existencia de una solución única y estable (Salazar, 1993). Al desterrar de su horizonte
analítico los rendimientos crecientes y las estructuras de mercado no competitivas, la escuela
neoclásica pudo aferrarse al ideal neo-liberal que se sustenta en los teoremas del bienestar
competitivo (Chica, 1992). Según estos teoremas, el sistema económico capitalista sin
intervención gubernamental es conducido por la senda de desarrollo óptimo en el sentido
paretiano siempre y cuando las tecnologías y las preferencias sean convexas, los mercados
sean competitivos y no existan fallas del mercado; en este mundo, la "mano invisible" de
44
Smith es eficiente.
Después de Marshall, Young (1928) repostuló el problema de los rendimientos
crecientes en la teoría del desarrollo, pero no formuló un marco teórico para entender el
mecanismo de expansión económica. Romer (1986) propuso la primera posibilidad de
solución de un modelo competitivo de crecimiento caracterizado por rendimientos crecientes
externos a la firma.
No es nuestro objetivo ahondar en la epistemología de la teoría del desarrollo
económico. No obstante, parece que después de la revolución industrial y la consecuente
consolidación del capitalismo tanto en la esfera económica como en la política, la voluntad de
verdad de la economía como ciencia se centró en los mecanismos de la distribución mientras
supuso que la generación del producto estaba explicada y desproblematizada. Es así que
Ricardo (1817) le asignaba a la economía política la tarea primordial de develar las leyes que
rigen la distribución del producto entre las clases; la torta estaba dada, sólo había que
repartirla. Era una visión que tendía a resaltar la estabilidad intrínseca del sistema, no su
posibilidad de expansión continua y, por tanto, de “desequilibrio” permanente (Salazar, 1993).
Esta visión era posiblemente necesaria para consolidar la defensa de la causa empresarial
contra los intereses terratenientes –recuérdese el papel de la teoría ricardiana de la renta en la
lucha contra las leyes cerealistas-. La misma visión, pero en otro contexto, era necesaria en
Marx para postular una teoría de la explotación de los trabajadores y, al mismo tiempo,
predecir la decadencia del sistema capitalista como resultado de la tendencia decreciente de la
tasa de ganancia: el sistema capitalista caería victima de su propio desarrollo.
Pero la teoría económica se encontraría con una expansión continua del sistema
capitalista en el largo plazo –en el cual, supuestamente, todos estaríamos muertos (Keynes)-.
Con el desarrollo de la teoría del crecimiento endógeno se presenta la posibilidad de explicar
esta dinámica sostenida del sistema capitalista, y también se posibilita el análisis de los
mecanismos que jalonan el despegue industrial de los países. Esta última posibilidad tiene
implicaciones trascendentales para el bienestar social porque, como dicen Murphy et al.
(1989a), no ha existido un país que haya logrado resolver el problema del atraso y la pobreza
sin pasar de una forma u otra por un proceso de industrialización previo.
Para alcanzar estos objetivos las teorías del desarrollo endógeno han repensado el
papel de la oferta y la producción en el proceso de desarrollo. En especial se ha vuelto a

45
mostrar que el todo es más que la suma de las partes, pues la dinámica del sistema depende de
las interacciones entre agentes y sectores económicos. En otras palabras, las nuevas teorías del
crecimiento endógeno han recuperado el rol de las economías externas que ya habían sido
señaladas por Smith (1776), Marshall (1916) y Young (1928), entre otros.
En el modelo de la sección quinta se explora un mecanismo de generación de
externalidades basado en la profundización de la división del trabajo en el sector productor de
bienes intermedios. El mecanismo que sostiene el desarrollo es consistente con el segundo
patrón de la transformación industrial: a mayor grado de desarrollo económico mayor es el
grado de diversificación tecnológica y mayor es la densidad de las relaciones interindustriales.
Así, pues, una política de industrialización basada en la diversificación productiva y en la
densificación de la red de relaciones intersectoriales puede ser apoyada con el modelo que
aquí se presenta.
De todo el análisis anterior se deduce que la teoría del crecimiento económico todavía
tiene un largo camino por recorrer para lograr una mejor comprensión de los mecanismos del
desarrollo. Para que la· teoría del desarrollo justifique la euforia que actualmente la embarga,
debe todavía pasar del reino de la teoría al reino de la práctica. Debe refinar sus modelos y
verificar sus hipótesis para persuadir a las esferas de decisión política de la viabilidad y
conveniencia de llevar a la práctica las políticas que catalicen los procesos de generación de
externalidades e induzcan crecimiento sostenido. En este nuevo consenso de política
económica, la política de industrialización muy posiblemente jugará un papel fundamental
para lograr el objetivo de un mejor nivel de vida para la sociedad en su conjunto.

Apéndice 1: La Elasticidad de Sustitución entre Bienes Intermedios

La minimización del costo del bien intermedio compuesto requiere que la razón entre las
productividades marginales de los productos intermedios i-ésimo y j-ésimo –la tasa marginal
de sustitución técnica-, sea igual a la razón de precios –la tasa marginal de sustitución
económica-. Utilizando la ecuación (5.2) se obtiene:
I/q i I 1 - θ q θ 1 p
 1 - θ iθ 1  i .
I/q j I qj pj
de donde se deduce la elasticidad de sustitución entre bienes intermedios:

 (q i /q j) ) (pi i /p j ) 1
  η.
(pi i /p j ) (q i /q j) ) 1 θ

Apéndice 2: El Crecimiento del Consumo

46
El consumidor representativo maximiza la función de utilidad [ecuación (5.6)] sujeto a la
siguiente restricción presupuestaria:

C  K  wL  rK .
La tasa salarial, w, y la tasa de remuneración del capital, r, se toman como datos. Un
consumidor individual puede presentar deudas o acreditar préstamos, pero en el agregado
tales transacciones financieras se cancelan. Las disparidades en riqueza tienen un efecto
nulo en el consumo debido a la homoteticidad de la función de utilidad.
La ecuación hamiltoniana que corresponde a este problema es la siguiente:
-ρ t C
1- σ
1
H e  q (wL  rK  C) ,
1 σ
donde q es el precio sombra de la inversión de capital. Las condiciones necesarias y
suficientes de maximización son las siguientes:
e -ρ t Cσ  q ,

-q qr ,
limt   q(t)K(t)  0 ,
La primera condición establece que el valor presente de la utilidad marginal del consumo
(futuro) iguala el valor corriente de la unidad de consumo. La segunda condición establece
que el interés instantáneo de una unidad de capital más las ganancias de capital iguala la
rentabilidad neta de un préstamo denominado en consumo que es cero (la unidad de consumo
es el numerario en esta economía agregada). Finalmente, la tercera condición es la condición
de transversalidad: élla dice que en el fin de los tiempos el valor del capital debe ser nulo para
que la asignación del consumo sea óptima –si tal valor no fuera nulo el capital se podría
consumir previamente, aumentando en forma neta la utilidad del consumidor-. Diferenciando
la primera condición con respecto al tiempo y utilizando la segunda condición, se deduce la
tasa de crecimiento del consumo expresada en la ecuación (5.21).

Apéndice 3: El Crecimiento del Producto con Relación Capital-Producto Constante

La dinámica de la acumulación de capital está dada por la ecuación (5.7). Si la función de


producción es linealmente homogénea con respecto al capital, κ = 1, la ecuación (5.7) se
puede reescribir de la siguiente forma:

K  AK  C .
donde A denota todos los elementos constantes de la función de producción agregada –
incluyendo el trabajo-. En otras palabras, la función de producción agregada [ecuación (5.20)]
se reduce a Y = AK.
Teniendo en cuenta que el consumo aumenta a la tasa constante g, la anterior ecuación
diferencial se puede resolver:
e gt e At
Kt  K0 e  C0
At
.
gA
La homogeneidad lineal de la función de producción con respecto al capital implica:
κ ≡ α + (1–α–β)(1–θ)/θ = 1. De la ecuación (5.14′), y teniendo en cuenta que Y/K = A, se
obtiene que r = [α + (1–α–β)(1–θ)]A. Se deduce así que r < A. Por otra parte, la condición
para que la función objetivo sea restringida e integrable es ρ + (l–σ)r < 0. Por tanto, las

47
siguientes desigualdades deben ser satisfechas para que el problema de optimización esté
bien definido: g = (r–p)/σ < r < A. Las anteriores desigualdades serán útiles para determinar
las condiciones iniciales de consumo y acumulación de capital. Teniendo en cuenta que la
tasa de remuneración al capital es constante, la solución de la ecuación diferencial
correspondiente al precio sombra del capital [ver la segunda condición de maximización en el
Apéndice 2], arroja el siguiente resultado:
q t  q0 e - r t ,
Por tanto, el precio del capital en cualquier momento está dado por
 e (g  A) t  1
q t K t  q 0 e (A - r) t K 0  C0 .
 g  A 
Pero la condición de transversalidad dice que este valor debe ser cero cuando t tiende a
infinito. Esto sólo es posible si la expresión entre paréntesis en la anterior ecuación es nula.
Por tanto, la escogencia óptima del consumo inicial es
C0  (A  g) K0 .
Reemplazando en la solución para la senda de acumulación de capital se obtiene
Kt  K0 e g t .
Así, pues, se prueba que el consumo y el capital crecen óptimamente a la misma tasa.

48
III ESTANCAMIENTO ESTRUCTURAL Y CRECIMIENTO ECONÓMICO: UN
MODELO BISECTORIAL DE DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA

1. Introducción

¿Es conveniente que un país subdesarrollado diversifique su economía? ¿O debe


especializarse según el dictamen de la división internacional del trabajo? En un contexto de
creciente globalización, las economías subdesarrolladas enfrentan este dilema: especialización
o diversificación.
La mayoría de los analistas le apuestan a la opción de la especialización. Desde un
punto de vista estático, el argumento es imbatible. El mundo como un sistema económico
integrado aumenta su eficiencia cuando cada país se dedica a aquellas actividades productivas
en las cuales tiene ventajas comparativas –las ganancias del comercio están bien establecidas
en la teoría económica-. De hecho, este capítulo provee un apoyo teórico a las ganancias de la
especialización bajo el supuesto de que los precios de los factores se igualan
internacionalmente.
Por otra parte, una larga tradición del desarrollo económico se ha pronunciado en favor
de la diversificación productiva (Rosenstein-Rodan, 1943; Prebisch, 1950, 1963; Nurkse,
1953; Hirschman, 1958; Kaldor, 1961, 1966; Chenery, 1960, 1963; Leontief, 1963; Chenery,
Robinson y Syrquin, 1986; Murphy, Shleifer y Vishny, 1989a; Amsden, 1989; Wade, 1990;
Landes, 1998; Imbs y Wacziarg, 2003; Lall, 2004; Haussman y Klinger, 2006; Rodrik, 2007;
United Nations, 2007; entre otros). El común denominador de estos análisis es que las ventajas
comparativas no son estáticas sino dinámicas. A medida que un país diversifica su estructura
económica alcanza la producción de bienes más tecnológicamente integrados de tal manera
que gana eficiencia en su conjunto. La diversificación productiva deviene en una ventaja
comparativa en sí misma dado que la estructura económica debe ser pacientemente construida
(Hirschman, 1958; Leontief, 1963; Landes, 1998). Además, el capital privado y el capital
social fijo se acumulan con el proceso de diversificación productiva, de manera que las
ventajas comparativas cambian a favor de los bienes intensivos en capital (Hirschman, 1958;
Chenery, Robinson y Syrquin, 1986).
De acuerdo con esta visión, la historia importa. Los países de desarrollo temprano y
tardío no se relacionan simétricamente en los mercados mundiales. Los de desarrollo tardío

49
enfrentan desventajas tecnológicas y riesgos políticos. Comienzan con una menor
productividad multifactorial y deben resolver problemas de coordinación para sostener el
proceso de industrialización (Murphy, Shleifer y Vishny, 1989a). En ocasiones el impulso a la
industrialización encuentra una fuerte oposición de los industriales ya establecidos que
prefieren las ofertas externas en vez de las domésticas para sus propias industrias (Hirschman,
1958).
Dadas las asimetrías de la economía mundial, este capítulo ofrece un apoyo teórico a
las ganancias derivadas de la diversificación productiva. Se argumenta que los países que no
pueden ascender por la escalera de la industrialización contribuyen al desequilibrio de los
mercados mundiales agudizando la competencia entre ellos. En consecuencia, los países cuyas
actividades productivas requieren un escaso número de insumos intermedios –un bajo grado
de integración intersectorial- experimentan el deterioro de los términos de intercambio,
perciben menores remuneraciones de los factores, ganan menores ingresos y alcanzan menores
tasas de crecimiento económico. Más aun, en un mundo donde la innovación tecnológica es
monopolizada por unas pocas naciones industrializadas, este capítulo predice que la
especialización conduce a desequilibrios en los mercados mundiales, brechas internacionales
en los precios y sendas separadas de crecimiento económico. Por tanto, la opción de la
especialización puede ser buena para el corto plazo, pero no lo es para el largo plazo.
¿Es esta perspectiva relevante? Si. Ni los precios ni las remuneraciones se igualan
internacionalmente (ver los reportes anuales sobre el desarrollo económico del Banco Mundial
y los reportes sobre precios y remuneraciones del Union Bank of Switzerland). De hecho,
enormes brechas de precios persisten en el tiempo entre países desarrollados y no
desarrollados. Además, los datos han mostrado que los países ricos han crecido más
rápidamente en el largo plazo que los países pobres (Pritchett, 1997; Easterly y Levine, 2001;
Perry et al., 2006).
Para apoyar las anteriores afirmaciones, en este capítulo se describe y resuelve un
modelo bisectorial de crecimiento. El modelo descansa en dos bases. En primer lugar, este
modelo incorpora externalidades derivadas de la diversificación productiva, y una estructura
económica sectorialmente diferenciada (triangular). Los efectos externos de la diversificación
de los insumos aumentan la productividad manufacturera y potencian la tasa de crecimiento de
la economía; éste es un aporte de los modelos de crecimiento endógeno basados en

50
diversificación productiva (Romer, 1987, 1990; Grossman y Helpman, 1991; Aghion y
Howitt, 1992), los que, a su vez, modelan las intuiciones económicas de Smith (1776),
Marshall (1890) y Young (1928) sobre los efectos circulares de la extensión del mercado, la
división del trabajo y las economías a escala sobre el crecimiento económico. En segundo
lugar, desde la visión estructuralista del desarrollo económico, este modelo incorpora la
estructura triangular y recursiva de los eslabonamientos de los bienes intermedios. Algunas
actividades productivas requieren una lista más corta de bienes intermedios que otras
actividades; por tanto, cuando estas actividades se ordenan en la tabla insumo-producto de
acuerdo con su grado de integración intersectorial anterior, un patrón triangular surge
(Leontief, 1963).
La principal implicación de estas peculiaridades tecnológicas es que las actividades
productivas con un uso poco profundo de insumos intermedios deben desarrollarse primero
que las actividades tecnológicas más complejas. Chenery et al. (1986) denominan
profundización insumo-producto a este patrón del desarrollo económico. Es una característica
clave. En primer lugar, tiene importantes efectos de nivel (de ingresos). Tanto Chenery (1960,
1963) como Leontief (1963) encontraron que el ingreso real comparado entre países aumenta
significativamente con la profundización insumo-producto. Como lo expresó Leontief (1963),
los países subdesarrollados son pobres porque son de lejos menos económicamente
diversificados y menos tecnológicamente integrados. Basados en un análisis empírico de
nueve economías representativas, Chenery et al. (1986) confirmaron este patrón del desarrollo
económico. Un análisis transversal reciente entre países tampoco pudo rechazar
estadísticamente la hipótesis de que existe una relación positiva entre el nivel de ingresos y la
profundización insumo-producto (Ortiz y Castro, 2008). En segundo lugar, la profundización
insumo-producto tiene importantes efectos de crecimiento económico. Fue Hirschman (1958)
quien por primera vez llamó la atención sobre los eslabonamientos anteriores y posteriores de
las inversiones como mecanismos importantes del desarrollo –Hirschman prefiguraba una
visión dinámica de la tabla insumo-producto: ella evoluciona a través de inversiones puntuales
que inducen inversiones futuras en actividades productivas tecnológicamente encadenadas a
las anteriores-. Kaldor (1961) mostró que existían importantes brechas de crecimiento entre
los países; y el mismo Kaldor (1966) relacionó este fenómeno con el grado de
industrialización relativo. Chenery et al. (1986) confirmaron este patrón de desarrollo

51
económico. Otro análisis transversal reciente entre países tampoco pudo rechazar la hipótesis
de que la profundización insumo-producto tiene efectos de crecimiento (Ortiz, Castro y
Badillo, 2009). Estos autores encontraron que la tasa de crecimiento económico aumenta entre
los países con el coeficiente insumo-producto del sector industrial manufacturero –una medida
indirecta de la densidad de las transacciones interindustriales manufactureras-; la relación, sin
embargo, no es lineal: sólo a partir de un cierto umbral del coeficiente insumo-producto
manufacturero se generan tasas de crecimiento positivas.
Así, la profundización insumo-producto parece ser una característica virtuosa del
desarrollo económico. Desafortunadamente, no parece que exista un mecanismo automático o
autónomo de la diversificación industrial. Fue Hirschman (1958), de nuevo, quien por primera
vez señaló el riesgo de perder el impulso industrializador; su explicación fue simple pero
contundente: como un país subdesarrollado debe ir paso a paso en el proceso de
diversificación económica, siempre existe el riesgo de estancarse en un nivel intermedio de la
escala industrial. Hirschman (1992) lo denominó el riesgo del estancamiento estructural.
Recurriendo sistemáticamente a los mercados mundiales como principales proveedores, un
país subdesarrollado podría enfrentar un estancamiento estructural. La principal consecuencia
es la desaceleración del crecimiento: al suspender los eslabonamientos intersectoriales entre
inversiones secuenciales, este país renuncia a la diversificación productiva, uno de sus más
importantes, sino al más importante, motor del desarrollo económico.
Una advertencia es conveniente. El contexto económico del modelo aquí desarrollado
es la competencia. Dada la exitosa inclusión de comportamiento empresarial innovador en
modelos dinámicos de equilibrio general caracterizados por rendimientos crecientes a escala y
competencia monopolística (Romer, 1987, 1990; Grossman y Helpman, 1991; Aghion y
Howitt, 1992), la aproximación competitiva puede parecer extraña y desactualizada. Para
empezar, es conveniente declarar de una vez que el planteamiento teórico aquí desarrollado no
pretende de ninguna manera descartar la aproximación teórica no competitiva al proceso del
desarrollo económico. La visión schumpeteriana es adecuada para el análisis de los países
industrializados que llevaron a cabo su revolución industrial (y desarrollaron su proceso de
diversificación productiva) por medio de la innovación tecnológica; también es apropiada para
el análisis de los países subdesarrollados que adoptan tecnologías foráneas mientras disfrutan
de algún grado de protección comercial. En esos casos, la brecha entre precios y costos

52
marginales permite financiar los costos fijos relacionados con la innovación tecnológica o la
adaptación tecnológica. Pero la principal preocupación de este trabajo es analizar las
economías subdesarrolladas en el contexto de la globalización; en este caso es válido suponer
que la creciente competencia entre países, y la reducción de barreras comerciales y costos de
transporte lleva los mercados a un comportamiento cercano al competitivo. Además, las
ganancias monopolistas derivadas de la innovación tecnológica no pueden evitar su erosión a
medida que expiran las patentes, el progreso tecnológico vuelve obsoletas las innovaciones
previas, y a veces la casi gratuita difusión de la tecnología permite el aumento de la oferta de
7
sustitutos directos o cercanos. Por lo tanto, para el muy largo plazo, puede ser adecuado
suponer un comportamiento competitivo de la economía mundial.
Este capítulo se organiza como sigue. La segunda sección resuelve el equilibrio
general competitivo de una economía cerrada sin y con diversificación de insumos
manufactureros. La tercera sección resuelve el equilibrio competitivo de una economía
pequeña, subdesarrollada y abierta sin igualación y con igualación internacional del precio del
factor capital. En ambas secciones el equilibrio estático se caracteriza primero; posteriormente
se deduce la senda de crecimiento económico. Algunos comentarios finales cierran este
capítulo en la cuarta sección.

2. Autarquía
2.1. Tecnologías
Hay dos sectores. El sector agrícola produce un tipo de alimento. El sector
manufacturero produce bienes intermedios y un bien de capital. El alimento y los bienes
intermedios se consumen en el período de análisis. El capital es pensado como un índice
compuesto de todas las formas de capital.
La función de producción del alimento se representa con una tecnología Cobb-Douglas
con rendimientos constantes a escala en capital y tierra:
(1) F  BK F T 1    BK F , 0    1 ,
Donde F es la producción de alimento en el período de análisis, B es el nivel constante de
productividad del sector agrícola, KF es el capital del sector, β es la constante elasticidad de

7
El argumento de la difusión tecnológica descansa en el supuesto de que el conocimiento tiene características de
bien público (Romer, 1986); a pesar de su importancia para el desarrollo económico, la difusión tecnológica no se
considera en este modelo.

53
sustitución capital-producto, y T es la tierra utilizada en el sector. La tierra se utiliza
exclusivamente en la agricultura; siendo un factor fijo, y sin pérdida de generalidad, la oferta
de tierra se normaliza a 1 (T = 1). En consecuencia, la actividad agrícola se caracteriza por una
productividad marginal decreciente del capital.
Como muestra la Figura 1, la estructura económica manufacturera se representa con
una tabla insumo-producto aumentada con el vector de asignación de capital. Con el capital
como principal factor de producción, los bienes intermedios se utilizan para producirse a sí
mismos y al bien de capital. Todos los sectores se indexan de acuerdo con su grado de
integración intersectorial anterior entre 0 y N. De ahora en adelante, N será referenciado como
el número de bienes intermedios. Así, el sector industrial manufacturero está compuesto de
N+1 actividades productivas: N bienes intermedios y el bien de capital. X representa el vector
de bienes intermedios producidos en el período de análisis; y K representa el vector de capital.
Se supone que la integración tecnológica anterior –dependencia tecnológica entre proveedores
de insumos- aumenta linealmente con el índice del sector: el sector j sólo usa como insumos
intermedios aquellos bienes intermedios con un índice menor o igual. Esta característica
garantiza que la matriz insumo-producto sea perfectamente triangular. Los insumos
intermedios de cada sector se pueden leer verticalmente de la matriz en su respectiva columna.
El vector Q, en particular, es el conjunto de insumos intermedios de la actividad de producción
del producto final.

54
Figura 1
Estructura Económica Manufacturera
0 j N Q X

i X
Xij Qi i

K • KI
Kj
X •
Xj I

Fuente: el autor.

La tecnología del j-ésimo bien intermedio se define con la siguiente función de producción
(2) X j  K j 0 X ij1 di , 0    1 ,  j  [0, N ) ,
j

donde X j es el producto bruto del j-ésimo bien, K j es el capital del sector j-ésimo, y X ij es el
consumo intermedio del bien i-ésimo en el sector j-ésimo (i  j).
La tecnología del bien de capital está dada por
(3) I S  K I 0 Qi1 di ,
N

donde IS es la producción del bien de capital en el período de análisis (inversión bruta, desde el
lado de la demanda), KI es el capital del sector, y Qi es el consumo intermedio del i-ésimo
insumo en el sector productor de capital. Esta tecnología es así idéntica a la tecnología del N-
ésimo bien intermedio, de manera que la tecnología del bien de capital incorpora el rango
completo de los bienes intermedios disponibles. Nótese que la creación de nuevos insumos
implica una externalidad productiva en la actividad productora de capital: I/N = KI α QN1 >

0. Por tanto, una importante característica del modelo es la existencia de externalidades


productivas derivadas de la diversificación de los insumos. Como en la fábrica de alfileres de

55
Adam Smith (1776), la productividad del sector productor de capital aumenta con la división
de las actividades productivas cooperativas.
Es conveniente hacer énfasis en otras características de las tecnologías del sector
manufacturero: 1) Las actividades manufactureras se caracterizan por rendimientos constantes
a escala en capital y los bienes intermedios; 2) Todos los bienes intermedios se producen con
la misma tecnología; la única diferencia está dada por el rango de los bienes intermedios
usados por cada sector; 3) Los insumos intermedios son buenos sustitutos entre sí: la tasa de
sustitución técnica entre cualquier par de de insumos intermedios está dada por 1/ > 1 (ver el
Anexo 1).
Las tecnologías manufactureras tal como las definen las ecuaciones (2) y (3)
incorporan el efecto positivo de la diversidad de insumos sobre la productividad. Estas
ecuaciones son una variación de la función de utilidad CES de Dixit y Stiglitz (1977),
pensadas, como en Ethier (1982), como una función de producción donde el insumo
intermedio compuesto aumenta con la diversidad de insumos. Esta especificación ha sido
utilizada en destacados modelos de crecimiento endógeno: Romer (1987, 1990), Rivera-Batiz
y Romer (1991), Grossman y Helpman (1991), Aghion y Howitt (1992), entre otros. En estos
modelos, sin embargo, se supone que las tecnologías son iguales entre los sectores productores
de insumos. En este capítulo se supone, por el contrario, una matriz insumo-producto
triangular. Esta característica tecnológica es consistente con el patrón del desarrollo de la
profundización insumo-producto.
Si K es el capital de la economía, una fracción z se le asigna al sector agrícola:
(4) K F  zK .
El resto se le asigna al sector manufacturero. En este sector, como se muestra en la Figura 1, el
capital se distribuye entre los sectores que producen bienes intermedios y el sector productor
de capital:
N
(5)  0 K j dj  K I  (1  z ) K .

La matriz insumo-producto en la Figura 1 muestra que cada bien intermedio se utiliza en la


producción de aquellos bienes intermedios con mayor integración tecnológica anterior.
También es utilizado en la producción del bien de capital. Así, la condición de equilibrio del
mercado del i-ésimo bien intermedio está dado por

56
N
(6) Xi  i X ij dj  Qi ,  i  [0, N ) .

Las firmas en el j-ésimo sector maximizan las ganancias que están dadas por la siguiente
expresión
j
 j  p j X j  rK j  0 pi X ij di ,
donde pj es el precio del j-ésimo bien intermedio, r es la tasa de retorno bruta del capital
denominada en el bien de capital. Éste se toma como numeraire (pI = 1). Se supone
comportamiento competitivo en todos los mercados. Dados los precios del mercado, la
demanda por capital y bienes intermedios del j-ésimo sector satisface las siguientes
condiciones de primer orden para la maximización de ganancias:
Kj   pjX j / r ,
(7)

(8) X ij  [(1   ) p j / p i ] 1 /  K j , i  [0 , j ) .

La sustitución de las ecuaciones (7) y (8) en la ecuación (2) arroja


j
pj
1 / 
 (/r )  pi 11/ di , 0  μ  α (1  α)(1  )/  1 .
0

Diferenciando esta expresión con respecto a j, se obtiene


d pj  2
= pj .
dj r
El precio de equilibrio del bien i-ésimo se encuentra integrando esta ecuación diferencial entre
0 e i:
r
pi = , 0  A     2 (1  )(1   ) /   1,  i  [0, N ) .
(9) Ai
Para obtener este resultado es necesario proponer el precio de equilibrio del bien 0: dada la
tecnología [ecuación (2)], la producción de un bien intermedio que no utiliza insumos es nula;
por tanto, el único precio significativo para este bien es infinito.
De la ecuación (9) se deduce que los precios relativos son fijos: pi /pj = j/i. Hay otra
implicación de la ecuación (9): dado que el bien de capital se toma como numeraire (pI = pN =
1), el retorno bruto sobre el capital se determina como sigue:
r = AN .
Así, la estructura de precios relativos se resuelve con la siguiente ecuación

57
(9)
pi  N / i ,  i  [0, N ) .

Dadas las externalidades de la diversificación de insumos, los sectores con mayor integración
intersectorial anterior (mayor i) disfrutan una mayor productividad y, así, producen bienes
intermedios más baratos.
La combinación de las ecuaciones de precios (9) y las condiciones de primer orden
para maximización, ecuaciones (7) y (8), resuelve los coeficientes técnicos del capital y de los
bienes intermedios del sector j-ésimo
Kj 1
= .
Xj μj
(10)
X ij 1   i 1/
= ,  i  [0, j) .
(11) Xj  j 1 + 1/

Note que los coeficientes técnicos de esta en esta economía son fijos. La fijeza de los
coeficientes técnicos se explica por la fijeza de los precios relativos. Y esta característica, a su
vez, se explica por el supuesto de rangos fijos de bienes intermedios por sector.
Los coeficientes técnicos del sector productor de capital se deducen por simetría
KI 1
= .
(12) I μN

Qi 1   i 1 / 
=  i [ 0, N ) .
(13) I  N 1+1 /
Dadas las soluciones de precios y los coeficientes técnicos, el producto bruto del bien
i-ésimo es deducido. La sustitución de los coeficientes técnicos del bien i-ésimo, las
ecuaciones (11) y (13), en la condición de equilibrio del mercado del bien i-ésimo, la ecuación
(6), arroja la siguiente expresión

1 1 /
 N Xj I 
Xi = i  i j 1+1 / dj + N 11 /  .
  
Diferenciando con respecto a i se deduce que (d Xi / d i)/(i / Xi) = 1. Así, Xi = ω i, donde ω es un
término constante a ser determinado. Sustituyendo la solución genérica en la expresión de
arriba se identifica ω, y el producto bruto del bien i-ésimo se resuelve como
1 I i
Xi = ,  i  [0, N ) .
(14)  N N

58
Finalmente, sustituyendo las ecuaciones (10), (12) y (14) en la ecuación (5), el
equilibrio del mercado de capital, se deduce la función de producción neta del capital:

(15) I S  ( AN ) (1  z ) K .

Las funciones de producción neta son aquellas que descartan sus insumos intermedios
para relacionar directamente el producto con los factores principales del sector (Ortiz, 1995).
Para obtener este resultado es necesario suponer competencia y rendimientos constantes a
escala; también es necesario excluir la posibilidad de producción conjunta. De esta forma es
viable calcular los requerimientos directos e indirectos de los factores principales (capital en
este caso) para la producción de un bien (Samuelson, 1966). Las condiciones mencionadas son
satisfechas por este modelo. Por tanto, la función de producción neta del bien de capital, la
ecuación (15), incorpora la estructura completa del sector manufacturero tal como la describe
la Figura 1. Y esta función de producción neta preserva las características de las tecnologías
del sector manufacturero: rendimientos constantes a escala y externalidades productivas de la
diversificación económica.

2.2. Resumen de la Asignación del Capital


Conviene resaltar la asignación del capital por sectores para referencia futura. Como se
había definido con la ecuación (4), una fracción z se le asigna a la producción del alimento:

KF  z K .
El capital del sector industrial manufacturero, (1–z)K, se distribuye como sigue: una fracción α
se le asigna al sector productor de capital; y el resto se distribuye homogéneamente entre los
sectores productores de bienes intermedios. Teniendo en cuenta la producción de los bienes
intermedios, ecuaciones (14), y el producto de capital, ecuación (15), el primer resultado se
obtiene sustituyendo los coeficientes técnicos del capital, las ecuaciones (10) y (12), en la
condición de equilibrio del bien de capital, la ecuación (5):

(16) KI   [(1 z)K] .


El Segundo resultado se obtiene sustituyendo las ecuaciones (14) y (15) en la ecuación (10):

(17) K j  (1   ) [(1  z ) K ] / N  j  [0, N ) .

59
2.3. Dinámica de la Economía Cerrada
2.3.1. La Ecuación Diferencial Clave
Esta sección resuelve el comportamiento dinámico de esta economía bajo autarquía.
Como es conveniente simplificar la notación, algunas convenciones serán útiles. Para
empezar, todas las letras latinas se suponen variables temporales; por ejemplo, K ≡ K(t). Las
excepciones a esta regla son las siguientes: A, B, T, e, d, t, i y j. Las primeras tres letras
(mayúsculas) representan parámetros constantes; e es la constante matemática; d es el símbolo
de derivada; y las últimas tres letras (minúsculas) son los contadores del tiempo, de los
sectores y de los bienes, respectivamente. Las letras griegas siempre representan parámetros
constantes.
Como se mostró arriba, un modelo bisectorial es capaz de describir el conjunto de la
actividad económica en un contexto competitivo. Combinando las ecuaciones (1) y (4), la
función de producción del alimento se puede reescribir como sigue:
F  B ( zK )  , 0    1 .
El bien de capital se produce con la siguiente tecnología lineal:
I S  ( AN ) (1  z ) K , 0  A 1.
Estas dos ecuaciones, F y I S, definen la estructura de la oferta del modelo.
Desde la perspectiva de la demanda, la inversión bruta se compone de la acumulación
neta de capital y de la reposición del capital:
I D  K   K , 0  1,
donde δ es la tasa constante de depreciación. Como es usual en este tipo de análisis, una
variable con punto arriba denota una derivada temporal. La condición de equilibrio del
mercado, I S = I D, define la tasa de crecimiento del capital:

(18) gK  ( AN) (1  z)   , gK  K/ K .


En adelante, cualquier tasa de crecimiento se representa con la letra g.
Las ganancias del sector productor de capital son lineales en el capital:
 I  I S  (rK   ) (1  z ) K   AN  (rK   )(1  z ) K ,
donde rK es la tasa de retorno del capital denominada en el mismo bien. La condición de
equilibrio del mercado implica ganancias nulas, lo que significa que la tasa de retorno bruta
del capital iguala la productividad del sector:

60
(19) rK    AN .
Diferenciando la función de producción del alimento con respecto al tiempo se obtiene
la siguiente relación dinámica

(20) gF   ( g z  gK ) .
Las ganancias del sector agrícola están dadas por
F  pF  (rK  ) ( zK )  R  pB( zK )  (rK  ) ( zK )  R ,
donde p es el precio relativo del alimento, y R representa la renta de la tierra. La condición de
primer orden para la maximización de ganancias es
d ( F ) / d ( zK )   pF /( zK )  ( rK   )  0 .
Dada la concavidad de la función de producción, β < 1, la condición de segundo orden se
satisface:
d2 (F ) / d( zK)2   ( 1) p F /(zK)2  0 .
Utilizando la ecuación (19) y la función de producción del alimento [F = B(zK) β ], la condición
de primer orden puede reescribirse en la siguiente forma βpF/(zK) = AN, y también βBp(zK) β –
1
= AN. Diferenciando esta última expresión con respecto al tiempo se obtiene la siguiente
relación dinámica

(21) g p  (1   )( g z  g K )  g N .

Fijando las ganancias en el sector productor del alimento a cero –los terratenientes
extraen el excedente de la actividad agrícola- y usando las condiciones de primer orden, la
renta de la tierra se define como sigue
R  (1 /   1)( rK   )( zK ) .
Se supone que el alimento es el único bien de consumo final. En una economía
cerrada, el equilibrio del mercado requiere que la demanda del alimento se iguale con la
producción. Por tanto, el consumidor representativo maximiza el flujo descontado de la
utilidad que se deriva del consumo (producción) del alimento a lo largo de una senda temporal
con horizonte infinito

U0  0
e   t log( F ) dt ,

donde ρ es la tasa de descuento. Esta función de utilidad intertemporal está sujeta en todo
momento a la restricción presupuestaria, el equilibrio entre ingresos y gastos. Los gastos están
61
compuestos del valor del alimento consumido y la inversión bruta; y los ingresos están
compuestos de los retornos sobre el capital y la renta de la tierra:
pF  K  K  (rK   ) K  R ,
La ecuación hamiltoniana relacionada con este problema es
H  e  t log ( F )  m ( rK K  R  pF ) ,
donde m es el multiplicador lagrangiano. Las condiciones de primer orden para la
maximización de la utilidad intertemporal son las siguientes
H F  0  e   t F 1  m p ,

m  H K   m rK ,
K H m  rK K  R  pF ,

lim mK  0 .
t 

Diferenciando la primera condición de primer orden con respecto al tiempo, y


utilizando la segunda condición de primer orden, la tasa de crecimiento de la producción del
alimento se define como

(22) g F  (rK  g p )   ,

donde rK–gp iguala la tasa de interés denominada en el bien de consumo (alimento), rF . 8


Agregando las ecuaciones (20) y (21) se obtiene

(23) g F  gP  g z  gK  g N .
Esa expresión también se deduce diferenciando la condición de primer orden de las ganancias
del sector productor del alimento, βpF/K = ANz, con respecto al tiempo.
La combinación de las ecuaciones (19) y (22) arroja

(24) g F  g p  AN     .

Combinando las ecuaciones (18), (23) y (24) se obtiene finalmente

(25) g z  ( AN) z    g N .

8
La ecuación rF = rK – gp se obtiene en un ambiente competitivo como la condición de equilibrio entre los
préstamos denominados en el bien de capital y los denominados en el bien de consumo.

62
Esta es la ecuación diferencial que comanda la dinámica de la asignación del capital y, así, la
dinámica del sistema económico. Para que esté apropiadamente definida, deben realizarse
algunos supuestos con respecto a la tasa de crecimiento de la diversificación económica, gN .

2.3.2. Comportamiento Económico bajo Autarquía y una Estructura Económica


Congelada
Por estructura económica congelada se entiende una situación en la cual el rango de los
insumos intermedios disponibles está dado. Esta situación puede presentarse porque ningún
agente privado tiene el incentivo de invertir en innovación de insumos: dado que las
condiciones competitivas fijan el precio al costo marginal, no queda margen para cubrir los
costos fijos iniciales de la innovación tecnológica o de la adopción y adaptación de tecnología
foránea. Por consiguiente, la tasa de diversificación económica es nula: gN = 0.
Bajo este supuesto, la ecuación (25) se reduce a

(25´) g z  ( AN) z   .
El correspondiente diagrama de fase se muestra en la Figura 2. La estabilidad económica
intertemporal sólo se obtiene para gz = 0, la que a su vez es satisfecha si y sólo si z = ρ/(AN).
Nótese que para una solución interior se requiere un mínimo nivel de productividad del
capital: z < 1  AN > ρ, lo que implica un nivel mínimo de diversificación manufacturera: N
> ρ/A.
Figura 2
Condición de Estabilidad
Autarquía y Estructura Económica Congelada
gz

0
ρ/(AN) 1 z

Fuente: el autor.

Dada la asignación de capital al sector productor del alimento,


z = ρ/(AN),

63
La tasa de crecimiento del capital se deduce de la ecuación (18):
gK  AN     .
Como la asignación de capital se define desde el comienzo, (gz = 0), la ecuación (20) define la
tasa de crecimiento de la producción del alimento:
gF   gK .
Y la ecuación (21) arroja la tasa de crecimiento del precio relativo del alimento:
g p  (1   ) g K .

Desde la perspectiva de la oferta, el producto interno bruto se define como PIB = I + p F. De


la función de producción del capital se deduce que la inversión bruta se relaciona linealmente
con el acervo de capital: I = AN(1–z)K = (AN–ρ)K. Así, la tasa de crecimiento de la inversión
bruta iguala la tasa de crecimiento del capital:
gI = gK .
Además, la tasa de crecimiento del valor del alimento también se iguala a la tasa de
crecimiento del capital:
gp + gF = (1–β)gK + βgK = gK .
Por tanto, la tasa de crecimiento del producto iguala la tasa de crecimiento de capital:
gPIB = gK .
dadas las condiciones de primer orden para la maximización de ganancias en el sector
productor del alimento, βpF/(zK) = AN, y la asignación del capital, z = ρ/(AN), se deduce que
la razón del valor del alimento al capital es constante:
pF/K = ANz/β = ρ/β.
Como se muestra arriba, la inversión bruta de capital también se resuelve como una razón
constante del capital:
I/K = AN – ρ.
Se sigue por tanto que la tasa de ahorro de la economía también es constante:
s = I/(I + pF) = (AN – ρ)/(AN – ρ + ρ/β).
En el contexto de una economía cerrada y en la perspectiva del largo plazo, la inversión se
financia totalmente con ahorros, y estas variables se igualan.

64
Consideraciones de Bienestar con Autarquía y una Estructura Económica Congelada
Si N es constante –la diversificación manufacturera no tiene lugar en esta economía-,
la tasa de crecimiento del capital, gK (= AN – ρ – δ), también es constante, de forma que la
senda temporal del capital está dada por
K  K0 e g K t ,
donde K0 es el acervo inicial de capital. La sustitución de esta expresión en la función de
producción de alimentos permite despejar la senda temporal del consumo del alimento
 
 K   K   g t g t
F  B   B  0  e K  F0 e K ,
 AN   AN 
donde F0 es el consumo inicial del alimento. Así, la función de utilidad intertemporal puede
expresarse analíticamente como una función de sus determinantes:

1   K    
U 0  log  B  0
   2  AN      .
   AN   
La Figura 3 describe algunos análisis de estática comparativa para cambios autónomos
en el grado de diversificación manufacturera (N). La Figura 3.1 muestra que el valor de la
utilidad intertemporal es convexa en N; el valor mínimo de N para la utilidad intertemporal es
ρ/A, que es también el grado mínimo de diversificación manufacturera que se requiere para
asignar capital a las actividades manufactureras. Tal como lo muestra la Figura 3.2, si N ≤ ρ/A,
z = 1: todo el capital es asignado a la producción del alimento; por tanto, la economía no sería
viable en el largo plazo porque no se produce capital. Un mayor esfuerzo de diversificación
productiva es requerido para aumentar el bienestar social (como lo muestra la Figura 3.1), e
inducir la actividad económica manufacturera (como lo muestra la Figura 3.2). Y, como lo
muestra la Figura 3.3, se requiere un aún mayor esfuerzo de diversificación manufacturera
(por encima del mínimo) para alcanzar una tasa de crecimiento económico positiva: gK > 0 si y
sólo si N > (δ+ρ)/A (> ρ/A). En consecuencia, los esfuerzos para diversificar la economía
deben llevarse a cabo previamente para cosechar los beneficios del crecimiento económico.
Como lo ilustra la Figura 3.4, sólo para tasas de ahorro (s) relativamente altas la economía
experimenta una tasa de crecimiento económico positivo, pero la relación es espuria ya que
ambas variables, s y gK, dependen del grado de diversificación manufacturera, N.

65
Figura 3
Estática Comparativa del Bienestar bajo Autarquía
U0

Fig. 3.1

0 ρ/A N

z
1

Fig. 3.2

0 ρ/A N

gK
Fig. 3.3

0
ρ/A (δ+ρ)/A
N

-(δ+ρ)

Fig. 3.4

0
ρ/A (δ+ρ)/A N

Fuente: el autor.

Dado que la productividad del sector manufacturero es la variable clave de la dinámica del
modelo, y ésta depende de la diversificación de este sector (N), un mínimo grado de
diversificación manufacturera se requiere para que la economía despegue; este mínimo grado
es igual a (δ+ρ)/A. Esta característica del modelo coincide con un hallazgo empírico: un
análisis transversal entre países arrojó que la tasa de crecimiento económico aumenta con la
integración tecnológica manufacturera sólo después de que se sobrepasa un cierto umbral
(Ortiz, Castro y Badillo, 2009). Tanto este modelo como el hallazgo empírico mencionado
apoyan en alguna medida la teoría del crecimiento económico balanceado con respecto a la
importancia de un “gran empujón” (Big Push) de inversiones multisectoriales para lograr el

66
despegue económico sostenido (Rosenstein-Rodan, 1943; Nurkse, 1953; Murphy et al.,
1989a).

2.3.3. Comportamiento Económico con Autarquía y Desenvolvimiento de la Estructura


Económica
Supóngase que el rango de insumos manufactureros aumenta autónomamente a una
tasa positiva: gN > 0. Defínase también la siguiente variable auxiliar: y ≡ Nz. De esta forma, la
ecuación diferencial que comanda la dinámica del modelo, la ecuación (25), puede reescribirse
como sigue

(25″) g y  Ay   .

El correspondiente diagrama de fase se omite porque es completamente análogo al caso


analizado en la Figura 2 [ecuación (25´)]. En cualquier caso, la estabilidad económica
intertemporal requiere fijar la tasa de crecimiento de la variable y a cero, gy = 0. Esta condición
se satisface si y sólo si y ≡ Nz = ρ/A. En consecuencia, el producto Nz debe ser constante. En
tasas de crecimiento también debe ser cierto que
gz  gN  0 .
Este resultado provee una explicación teórica del cambio de la distribución del capital de las
actividades primarias hacia las actividades manufactureras a lo largo del proceso de desarrollo
económico: la diversificación manufacturera, gN > 0, implica una menor asignación de capital
al sector agrícola, gz < 0.
La sustitución de la condición de estabilidad, Nz = ρ/A, en la ecuación (18) arroja la
misma función que fue encontrada antes para la tasa de crecimiento del capital:
gK  AN    .
Note, sin embargo, que en este contexto –diversificación productiva (N aumenta)- la tasa de
crecimiento del capital aumenta en el tiempo. Esta característica puede ayudar a explicar el
patrón de crecimiento económico acelerado que ha caracterizado al capitalismo en su conjunto
en el muy largo plazo; el análisis estadístico de series de tiempo no rechaza esta hipótesis para
los países líderes del desarrollo capitalista –Holanda, Reino Unido y Estados Unidos - desde el
siglo XVIII al siglo XX (Romer, 1986). Nótese que este resultado, obtenido en el contexto de
la autarquía, es válido para el mundo en su conjunto si el sistema capitalista mundial, cada vez

67
más integrado, se entiende como un sistema económico cerrado, y los países líderes del
desarrollo tecnológico le transfieren sus adelantos a los rezagados (Romer, 1986).
Volviendo al modelo se encuentra que la razón entre el valor de la producción de
alimento y el capital se mantiene constante:
pF/K = ANz/β = ρ/β;
Y la razón entre la inversión bruta y el capital mantiene su forma algebráica:
I/K = (AN)(1 – z) = AN – ρ.
Nótese, sin embargo, que la diversificación productiva (N) se considera ahora como una
variable creciente, por lo que la razón I/K también aumenta en el tiempo.
De las anteriores ecuaciones se deduce que el valor del alimento, pF, aumenta a la tasa
de crecimiento del capital. La inversión bruta, I, crece más rápidamente por el efecto de la
diversificación productiva. Así, el producto interno bruto,
PIB = I + pF = [AN + (1/β – 1)ρ]K,
Crece a una tasa de crecimiento ponderada, de manera que se cumple la siguiente cadena de
desigualdades: gK < gPIB < gI .
En el contexto de la autarquía, este modelo contribuye algunas de las principales
características del cambio económico estructural: 1) A lo largo del proceso de desarrollo se
incorporan nuevas actividades manufactureras, el grado de eslabonamientos intersectoriales
aumenta y, así, el entramado intersectorial de la matriz insumo-producto se profundiza
(Chenery et al. 1986); 2) el desarrollo económico induce una reasignación relativa del capital
de las actividades primarias hacia la manufactureras (Chenery et al. 1986); 3) el ingreso
aumenta a medida que la economía se desenvuelve sectorialmente y la diversificación
manufacturera tiene lugar (Chenery, 1963; Leontief, 1963; Chenery et al. 1986); 4) el
despegue económico se logra a partir de un mínimo grado de diversificación productiva
manufacturera ((Rosenstein-Rodan, 1943, Nurkse, 1953), lo que rememora las teorías
económicas del “gran enpujón” (“Big Push”); 5) una vez superada ese nivel mínimo de
diversificación manufacturera, la tasa de de crecimiento de la economía aumenta directamente
con el grado de diversificación manufacturera (Kaldor, 1961, 1966; Romer, 1986). En pocas
palabras, a medida que la economía se desarrolla (se industrializa y se integra
tecnológicamente) aumenta tanto el ingreso real como su ritmo de crecimiento.

68
Endogenizando la Diversificación Manufacturera en Autarquía
Dado que bajo condiciones competitivas el sector privado no invertiría en
diversificación productiva, supóngase que el gobierno grava la renta de la tierra para financiar
la creación de nuevos sectores de bienes intermedios. Como los precios relativos no se
distorsionan, el equilibrio general que se caracterizó arriba sigue siendo válido.
Defínase la renta de la tierra en el equilibrio económico general:
R = (1/β – 1)(rK + δ)(zK) = (1/β – 1)(AN)(zK) = (1/β – 1)ρ K .
Para deducir este resultado se utiliza la condición de estabilidad intertemporal: Nz = ρ/A. La
tasa impositiva sobre la renta de la tierra se define con τ. Suponga, sin pérdida de generalidad,
que cada unidad de valor de alimento permite la creación de un sector productor de un bien
intermedio. Por lo tanto, la dinámica de la economía se determina con el siguiente sistema de
ecuaciones diferenciales
N  R  [ (1 /   1)  ] K

K  g K K  ( AN     ) K
El correspondiente diagrama de fase se muestra en la Figura 4.

Figura 4
Acumulación de Capital y Diversificación Manufacturera en Autarquía
K ∙
K=0

a

u

0 (δ+ρ)/A N

Fuente: el autor.

De la Figura 4 se deduce que existe la posibilidad de crecimiento económico sostenido, como


lo muestra la senda dinámica del punto a. La línea punteada representa el locus de la
acumulación nula de capital. Dado un bajo nivel de diversificación productiva, el crecimiento
del acervo de capital puede ser negativo mientras la economía alcanza un mínimo nivel de
diversificación manufacturera [N = (δ+ρ)/A] y la productividad aumenta hasta que pueda
sostener una tasa de crecimiento positiva. Esa es la razón por la cual se requiere un mínimo

69
nivel de acumulación de capital desde el principio; como muestra la dinámica del punto u,
existe la posibilidad de trampas de pobreza. Esta característica del modelo es consistente con
la hipótesis marxista de la necesidad de una acumulación originaria de capital como condición
socioeconómica de despegue del capitalismo.
La senda virtuosa de desarrollo económico –como la senda que comienza en el punto
a- muestra que la política industrialista activa puede inducir aumentos en el bienestar social,
como fue el caso de la experiencia de desarrollo de Colombia en las primeras siete décadas del
siglo XX (ver el cuarto capítulo). A propósito, además del impulso autónomo a la
industrialización por los empresarios que aprovecharon la creciente demanda interna, la alta
protección comercial y las frecuentes interrupciones del comercio internacional en el período
mencionado (Hirschman, 1958; Poveda Ramos, 1976), el Estado colombiano también financió
el proceso de industrialización durante el período mencionado transfiriendo rentas de la
agricultura, especialmente de las exportaciones de café, hacia el sector industrial
manufacturero.

2.3.4. Demanda de Capital entre Sectores en Autarquía


Dada la condición de estabilidad dinámica del sistema económico, Nz = ρ/A, es posible
definir la distribución acumulada del capital entre los sectores: ésta se representa con la línea
punteada en la Figura 5.

Figura 5
Distribución Acumulada del Capital entre Sectores

(1−α) + αρ/(AN0)

z = ρ/(AN0)

0 N0 N
Fuente: el autor.

El sector productor de alimentos se indexa con 0 porque no requiere insumos intermedios.


Para un nivel dado de diversificación manufacturera, N0, la fracción de capital asignada al
sector agrícola es igual a z = ρ/(AN0); el complemento, 1–z, se distribuye entre los sectores

70
productores de bienes intermedios y el sector productor de capital. Ahora, por la ecuación (17)
se deduce que el capital se distribuye homogéneamente entre los sectores que producen bienes
intermedios; por tanto, la fracción acumulada de capital aumenta linealmente con el grado de
integración tecnológica anterior, como lo muestra la línea punteada de la Figura 5 para el
rango 0 < N ≤ N0. De la misma ecuación también se conoce que la fracción del capital
asignada a la producción de bienes intermedios está dada por (1–α)(1–z); así, para el mayor
grado de integración tecnológica, N0, la fracción acumulada de capital (la línea punteada)
alcanza el siguiente valor: z + (1–α)(1–z) = (1–α) + αz = (1–α) + αρ/(AN0). Finalmente, por la
ecuación (16) se sabe que la asignación de capital para el sector productor de capital, α(1–z),
completa la asignación total del capital entre los sectores. Como el bien de capital tiene
exactamente el mismo grado de integración tecnológica anterior que el bien intermedio N0-
ésimo, a ese nivel de integración la línea punteada salta a 1 (o 100%).
Dado que el capital total, K, se ofrece inelásticamente en la economía, la Figura 5
puede entenderse como la distribución acumulada de la demanda de capital entre los sectores
económicos según el grado de integración tecnológica anterior (N).

2.3.5. Evidencia de la Condición de Estabilidad en Economías Relativamente Cerradas


De acuerdo con la condición de estabilidad intertemporal, la elasticidad de la
participación agrícola en el capital, z, con respecto al grado de diversificación de los insumos
manufactureros, N, es igual a –1: Nz = ρ/A (constante), ó log(z) = log(ρ/A) – log(N), luego
gz/gN = –1.
Para diferentes años entre 1950 y 1973, justo antes de que se diera el viraje
internacional hacia los regímenes de economía abierta, Chenery et al. (1986) construyeron un
panel de datos desbalanceados para nueve países representativos de los diferentes grados de
desarrollo industrial y tamaño del mercado interno. Los datos de panel incluyen a Colombia y
se presentan en el Apéndice Estadístico al final del capítulo. Para probar la hipótesis sostenida
en forma estática, se utilizó la siguiente información: la participación del sector primario en el
PIB (PS: primary share), y el grado de interdependencia estructural agregada (OL: overall
linkages, ó índice de densidad de la matriz de Leontief invertida). La variable PS se utiliza
como una variable sustituta (proxy) de z, y la variable OL se utiliza como variable sustituta de
N. Teniendo en cuenta efectos fijos por país, y el probable cambio estructural de los años 70,
el cual es capturado con una variable ficticia (dummy) que adopta los siguientes valores: D70

71
= 1 para cualquier año de los años 70, y D70 = 0 en otro caso. 9 El modelo de regresión que
permite estimar la elasticidad de la asignación primaria con respecto al grado de
eslabonamientos totales es el siguiente:
log(PS) = η0 + η1log(OL) + η2log(OL)*D70 + η3(Efectos Fijos por País) + ε ,
donde η0 es el término constante, η1 es la elasticidad mencionada, η2 es el efecto interactivo de
las perturbaciones de los años 70, η3 es el vector de coeficientes relacionado con los efectos
fijos por país (Colombia es el país de referencia), y ε es la perturbación estocástica distribuida
con media 0. Debido a la heterocedasticidad, los estimadores mínimo-cuadráticos se corrigen
con la matriz de covarianza consistente de Newey y West. Las regresiones 1 y 2 en la Tabla 1
arrojan que la elasticidad de la asignación primaria con respecto al grado de los
eslabonamientos totales no es estadísticamente diferente a –1.

9
Los años 70 se caracterizaron por choques petroleros, inflación y recesión.

72
Tabla 1
Regresiones de Asignación Sectorial
Variable Dependiente: log(PS)
(Muestra: = 30, Estadísticos t en paréntesis)
Variable\Regresión (1) (2)
8.134*** 7.700***
CONSTANTE
(4.879) (14.069)

log(OL)
-1.093** -0.996***
(-2.700) (-7.934)
-0.079*** -0.082***
log(OL)*D70
(-5.066) (-5.797)
-0.670*** -0.633***
MÉXICO
(-7.839) (-17.183)
-0.090
TURQUÍA
(-0.804)
-0.117 -0.107***
YUGOESLAVIA
(-0.805) (-2.843)
-0.484* -0.490***
JAPÓN
(-1.724) (-2.897)
0.591*** 0.596***
COREA DEL SUR
(3.436) (10.171)
-0.003
TAIWAN
(-0.016)
-0.959*** -0.954***
ISRAEL
(-5.299) (-12.388)
-0.988*** -0.970***
NORUEGA
(-7.664) (-14.308)
R2 adj. 0.880 0.889
S.E. 0.201 0.192
Akaike -0.095 -0.214
Schwarz 0.418 0.206
Muestra: 30, Estadísticos t en paréntesis.
Nivel de significación: *10%, **5%, ***1%.
Fuente: el autor.

3. Comercio Internacional
3.1. El País Representativo del Mundo
En esta sección se analiza el caso de un país pequeño con algunas características
peculiares en sus tecnologías. La pequeñez garantiza que sus características peculiares no
afecten el equilibrio económico mundial. La flexibilidad de precios es ubicua. La circulación
de bienes y capital en cada país se supone libre –los precios se igualan internamente-. A nivel
internacional los bienes también circulan libremente, pero los flujos de capital están
prohibidos o son extremadamente costosos. Esta última característica puede explicarse por las

73
condiciones de fijeza del capital, por complementariedades entre diferentes formas de capital
(humano, físico, infraestructura pública, etc.), y por las barreras migratorias que imponen los
países ricos. No obstante, como lo plantea el teorema de la igualación del precio de los
factores, la movilidad internacional de los bienes puede ser un buen sustituto de la movilidad
factorial, de manera que los precios de los factores también se igualan internacionalmente. Por
otra parte, también es posible que el teorema mencionado no aplique; esta situación se analiza
en detalle posteriormente.
Como la globalización implica una integración comercial creciente y una disminución
tendencial de los costos de transporte, el comportamiento del mercado mundial debe convergir
a la competencia. Esta es la principal razón para construir esta aproximación teórica a la
diversificación productiva bajo el supuesto de estricta competencia (no hay espacio para que
los precios diverjan de sus costos marginales). La estructura de mercado competitiva es la
apropiada para analizar el desempeño económico de un pequeño país subdesarrollado que
debe escoger entre especialización y diversificación bajo un régimen de economía abierta en el
contexto de la globalización.
De ahora en adelante, los parámetros y variables del país representativo del mundo se
identifican con un asterisco, y los parámetros del país específico están libres de marcas.
Algunos parámetros claves reflejan el estado del país representativo del mundo: el grado de
diversificación manufacturera (N*), la acumulación de capital (K*), y la productividad del
sector productor del alimento (B*). Las variables correspondientes para el país específico son
N, K y B. Ahora, algunas asimetrías se incorporan en el modelo. Para empezar, la economía
representativa del mundo sobrepasa al país específico en acumulación de capital (K* > K), y en
diversificación manufacturera (N* > N). Pero, como en Matsuyama (1992), la productividad de
la producción del alimento en el país representativo se supone menor que en el país específico
(B* < B); esta característica se explica por la abundancia tierra y/o una mayor fertilidad
agrícola en el país específico. También se supone que el país representativo del mundo
aumenta su diversificación manufacturera de insumos a la siguiente tasa constante:
gN* =  (> 0),
mientras que el país específico no lleva a cabo ningún esfuerzo para diversificar su estructura
productiva (N está dada).

74
El siguiente conjunto de ecuaciones define la asignación de capital, la tasa de
crecimiento de las principales variables, y los precios de la economía representativa del
mundo. Las ecuaciones correspondientes tienen las mismas soluciones en forma reducida que
se encontraron para un país en condiciones de autarquía –la economía mundial después de
todo no es más que una economía cerrada a escala planetaria- y con diversificación de
insumos manufactureros:
N z   / A
g z*   g N*  

g K*  AN    

g F *   ( g K*   )
g p*  (1   ) g K *  

g K*  g PIB*  g I *
pi  N  / i , i  [0, N  )
rK *    AN 
Como se vio anteriormente, este sistema completo de variables se determina una vez que se
define la estabilidad de la economía mundial, la que está dada por la primera expresión. Las
tasas de crecimiento –de la segunda a la sexta expresión- se definen tal como en el caso de un
país autárquico con una estructura económica en desenvolvimiento. Para entender las últimas
dos ecuaciones de precios, debe decirse que el bien de capital mantiene su carácter de
numeraire, así pN* = 1. Por consiguiente, basado en la ecuación (9′), los precios relativos de
los bienes intermedios se determinan con la penúltima ecuación presentada. Con base en la
ecuación (19) se deduce que la tasa bruta de retorno del capital depende del grado de
diversificación manufacturera mundial (N*), como lo muestra la última ecuación.

3.2. La Economía del País Específico


3.2.1. El Supuesto de Compacidad
Dada la estructura tecnológica y un determinado grado de diversificación productiva
(N), en una economía cerrada todos los bienes intermedios requeridos entre 0 y N deben ser
producidos. Por tanto, la matriz insumo-producto correspondiente es compacta en el rango
mencionado. Si el supuesto de compacidad se preserva para el país específico en un régimen

75
de economía abierta, o alternativamente se supone que el país se abre súbitamente al comercio
internacional y llega al nuevo régimen comercial con su estructura económica compacta
aunque de menor diversificación que la del resto del mundo (N < N*), se deduce
inmediatamente que el país específico queda excluido de la producción de los bienes
intermedios de mayor grado de integración tecnológica anterior (y, por supuesto, de la
producción del bien de capital). Su escasa integración económica no le permite al país
producir esos bienes a precios competitivos. Esta economía experimenta una especialización
en la producción del alimento y en algunos bienes intermedios en el rango [0, N).
En el contexto de una economía abierta con costos de transporte bajos, parecería viable
que un país de baja integración tecnológica produjera un bien de mayor integración
tecnológica importando aquellos insumos que el país no produce y que requiere para producir
el bien mencionado. Sin embargo, varias razones pueden plantearse para sostener en el largo
plazo el supuesto de compacidad de las tecnologías del país:
1. Los países subdesarrollados siguen muy diversas sendas de desarrollo, pero están
usualmente restringidos a algunos patrones de cambio estructural (Chenery et al,
1986); típicamente, los países comienzan su despegue industrial produciendo bienes
primarios. Posteriormente diversifican su estructura económica produciendo bienes
intermedios que se basan principalmente en bienes agrícolas y minerales. En la
siguiente etapa desarrollan bienes intermedios que usan otros insumos industriales. Y
finalmente producen bienes de capital y desarrollan bienes manufacturados basadas en
innovaciones científicas: maquinarias, equipos y bienes durables de mayor
especificidad tecnológica. Por lo tanto, los bienes tienden a ser desarrollados una vez
que sus insumos se producen internamente. De otra forma, un desequilibrio temporal
induciría la oferta interna de aquellos insumos a través de la sustitución de
importaciones; este es uno de los argumentos de Hirschman (1958) para el crecimiento
desequilibrado. En el largo plazo, por tanto, el patrón de compacidad se restaura.
2. Las actividades productivas de mayor avance tecnológico típicamente requieren
trabajadores con habilidades más sofisticadas. Puede decirse que los sectores que
incorporan en su tecnología una lista más larga de insumos requieren “cocineros” con
una mayor conocimiento de “recetas” e “ingredientes” (Leontief, 1963). Más aun, para
dominar las tecnologías avanzadas se debe adquirir primero el conocimiento y la

76
práctica de las menos avanzadas. Por consiguiente, es sensato que los países en
desarrollo produzcan primero aquellos bienes con un uso superficial de bienes
intermedios, y avancen paso a paso hacia las actividades que requieren una lista mayor
de requerimientos de insumos.
3. También es reconocido que los costos de transporte han jugado un papel importante
en el proceso de industrialización a través de la sustitución de importaciones. Además,
incluso si los costos de transporte son insignificantes, un oferente cercano de insumos
puede implicar importantes ventajas estratégicas para los productores locales en
términos de disponibilidad, rapidez en el despacho, y seguridad contra las
perturbaciones externas (Porter, 1990).
En el contexto de una economía abierta, los precios relativos son impuestos por los
mercados mundiales. Supóngase, pues, que los términos de intercambio –el precio relativo del
alimento en el mercado internacional- están dados por p*. Esta característica implica que la
asignación interna del capital en el país específico es exógenamente determinada de acuerdo
con las ventajas comparativas del país.
La estructura económica manufacturera del país específico se representa con la Figura
6. Este país está restringido a producir el alimento y los bienes intermedios en el rango [0, N).
Una fracción z del capital se le asigna a la producción del alimento; y la fracción restante, 1–z,
se asigna a la producción de bienes intermedios. Dado que el capital se distribuye
homogéneamente entre los sectores productores de bienes intermedios, el monto de capital en
el sector j-ésimo está dado por
K j  [(1  z ) K ] / N .
Con base en el coeficiente técnico del capital [ecuación (10)], se deduce el producto
bruto del j-ésimo bien intermedio:
X j   j K j   j (1  z ) K / N .
Dado que no hay diferencia entre sectores y actividades –no hay producción conjunta-, el
contador j puede cambiarse por i.
Con base en la ecuación (11) es posible definir los requerimientos de insumos del bien
i-ésimo para la producción de una unidad del bien j-ésimo:
X ij  (1   )1 /  ( i / j )1 /  (1  z ) K / N .

77
Como muestra la Figura 6, las exportaciones del bien i-ésimo están dadas por el exceso del
producto con respecto a las demandas intermedias internas:
N
Ei  X i  i X ij dj .

Figura 6
Economía Abierta: El País Pequeño
0 j N E X
0

i X
X E i
ij i

K
K
j
X
X
j

Fuente: el autor.

Por tanto, combinando las últimas tres ecuaciones se deduce analíticamente el monto de las
exportaciones del bien intermedio i-ésimo:

E i   ( i / N )1 /  (1  z ) K  i  [ 0 , N ).
Ahora se deduce el valor de las exportaciones de los bienes intermedios del país
E   0 p i E i di  ( AN  )(1  z ) K ,
N

Donde el precio relativo del insumo intermedio i-ésimo está dado por pi = N*/i.
La función de exportaciones intermedias, E, incorpora tres importantes características
de la estructura económica del país:
1) Los precios se igualan internacionalmente.
2) El supuesto de compacidad de la estructura insumo-producto implica que la apertura
a los mercados mundiales excluye al país específico de la producción de bienes
intermedios con mayor nivel de integración tecnológica (actividades cuyos índices de
integración son mayores a N), y de la producción del bien de capital.

78
3) Aunque el país específico está ahora restringido a producir bienes intermedios en el
rango [0, N), el valor de las exportaciones de bienes intermedios del país, E, no
depende en ninguna forma de su propio grado de diversificación manufacturera (N).
Por tanto, un modelo de dos sectores resume la estructura productiva completa del país
pequeño bajo un régimen de economía abierta y con igualación internacional del precio de los
factores. Las funciones de producción neta, F y E, definen las tecnologías de la producción del
alimento y de las exportaciones intermedias respectivamente:

F  B ( zK )  ,

E  ( AN  )(1  z ) K .
De este sistema de ecuaciones se deduce que un país pequeño y subdesarrollado que abre sus
puertas a los mercados mundiales se favorece con el mayor nivel de productividad del mundo,
AN* > AN, el que corresponde a una mayor tasa de retorno del capital (y al mayor grado de
diversificación manufacturera del mundo, N* > N). La deducción es sencilla: en autarquía la
función de producción de alimento del país sería la misma [F = β(zK) β], pero en vez de la
función de producción de las exportaciones intermedias, E = (AN*)(1–z)K, el país específico
tendría la función de producción del bien de capital, I S = (AN)(1–z)K. La última ecuación
implica un menor nivel de productividad, AN < AN*, porque la diversificación manufacturera
del país específico es menor a la del resto del mundo, N < N*. Por tanto, el sistema de
funciones de producción neta bajo un régimen comercial abierto e igualación internacional del
precio de los factores incorpora las ganancias usuales del comercio internacional.
Nótese que el producto del país, PIB = p* F + E = p* β(zK) β + (AN*)(1–z)K, en las
condiciones mencionadas no depende de su propio grado de diversificación manufacturera, N,
sino del grado de diversificación manufacturera del mundo, N*. En consecuencia, el gobierno
de un país pequeño y subdesarrollado en un régimen comercial abierto podría concluir que la
diversificación manufacturera no vale la pena. Se argumentará abajo que ese gobierno puede
tener la razón en el corto plazo, pero estaría completamente equivocado en el largo plazo.

3.2.2. Asignación de Capital en el País Específico con Apertura Comercial


Las ganancias en el sector exportador de bienes intermedios están dadas por
 E  ( AN  )(1  z ) K  (rK   )(1  z ) K .

79
Como las ganancias son lineales en el capital, el equilibrio del Mercado requiere que la tasa de
retorno bruta sobre el capital iguale la productividad de las exportaciones de los bienes
intermedios:
rK    AN  ,
La que es igual a la tasa de retorno bruta del capital en el mundo.
Las ganancias del sector productor del alimento están dadas por
F  p * F  (rK  ) (zK)  R  p * B(zK)  (rK  ) (zK)  R,
donde p* representa los términos de intercambio. La condición de primer orden para la
maximización de ganancias implica
 p  B ( zK )  1  rK   .
Por tanto, esta condición implica la igualación del valor del producto marginal entre
los sectores:
 p  B ( zK )  1  AN  .
Esta igualación también debe cumplirse para la economía representativa del mundo:
 p  B ( z  K  )  1  AN  .
Utilizando las últimas dos ecuaciones para eliminar los términos de intercambio, p*, se deduce
la asignación del capital en el país específico, z:
1 /( 1  )
z B   K 
(26)     .
B 

z K 
Nótese que una mayor productividad agrícola en el país específico (B/B* > 1), y un menor
acervo de capital en el mismo país (K*/K > 1), implica una mayor asignación de capital en el
país especifico a la producción agrícola: z/z* > 1. Así, la apertura implica un aún mayor nivel
de especialización del país específico. Más aun, si las diferencias estructurales en la
productividad agrícola y la acumulación de capital son suficientemente amplias, el país
específico podría estar completamente especializado en la producción del alimento (z = 1).
Esto disminuiría la tasa de crecimiento del país específico a la tasa de crecimiento del sector
productor de alimentos, que es una fracción de la tasa de crecimiento del capital. Dado que la
gran mayoría de los países subdesarrollados producen algunos bienes intermedios, la
posibilidad de una especialización completa se descarta de ahora en adelante.

80
La ecuación (26) implica que la asignación del capital bajo un régimen de economía
abierta se determina por la fortaleza de las ventajas comparativas.
Conviene definir las rentas de la tierra del país específico bajo un régimen de
economía abierta y con igualación internacional del precio de los factores:
R  (1 /   1)(rK   )( zK )  (1 /   1)( AN  )( B / B  )1 /(1 ) z  K 
(27)  [(1 /   1)( B / B  )1 /(1 )  ] K 
  K
donde θ ≡ (1/β–1)(B/B*)1/(1–β) ρ > 0. Este resultado incorpora la asignación de capital del país
[ecuación (26)], y la condición de estabilidad intertemporal de la economía mundial, N*z* =
ρ/A.
Con los resultados de esta sección es posible definir el PIB del país específico:

(28) PIB  (rK*   ) K  R  ( AN  ) K   K  .

3.2.3. La Dinámica del País Específico con Igualación Internacional del Precio del
Capital
También es posible deducir la tasa de crecimiento del país específico. El siguiente
desarrollo analítico es completamente paralelo al análisis del crecimiento económico en
autarquía. La principal diferencia consiste en el hecho de que la demanda del alimento bajo un
régimen de economía abierta, representada con la letra D, no es necesariamente igual a la
producción interna del mismo bien, F, como era el caso en autarquía. Por tanto es inevitable
diferenciar estas dos variables.
La función de utilidad intertemporal del país específico se define en términos del valor
corriente del flujo de demanda de alimento sobre un horizonte infinito:
U 0  0 e   t log( D ) dt ,

La restricción presupuestal instantánea del consumidor representativo está dada por


p  D  K  K  (rK   ) K  R ,
donde p* representa los términos de intercambio (el precio relativo del alimento en el mercado
mundial).
Se supone que la economía representativa del mundo disfruta una tasa de
diversificación de insumos constante y positiva:
gN* =  > 0 ,

81
mientras que el país específico está estancado en su grado de diversificación de insumos, N.
La explicación para este supuesto podría ser que, como se analizó previamente, una vez que la
economía específica abre sus puertas al comercio internacional el ingreso del país no muestra
ventajas evidentes de la diversificación de insumos si el precios del factor capital se iguala
internacionalmente. Por tanto, el grado de diversificación manufacturera del mundo
evoluciona de acuerdo con la siguiente senda temporal:
N * = N0* eνt,
donde N0* es el nivel inicial de la diversificación manufacturera mundial. Así, la tasa de
crecimiento de la acumulación de capital en el mundo está dada en cualquier momento por
gK* = AN * – ρ – δ = AN0*eνt – ρ – δ .
Y el capital de la economía representativa del mundo se expande de acuerdo con la siguiente
senda temporal:
K* = K0* exp[AN0*(eνt – 1)/ν – (ρ + δ)t],
donde K0* es el acervo inicial de capital de esa economía.
En el Anexo 2 se resuelve la dinámica económica del país específico. Se encuentra que
la senda temporal del capital está dada por
K = K0 exp[AN0*(eνt – 1)/ν – (ρ + δ)t],
Esta expresión es completamente análoga a la solución anterior. Así, el capital del país
específico se acumula a la misma velocidad de las economías más desarrolladas: gK = gK*.
Nótese también que esta tasa se acelera en el tiempo.
Este resultado parece ser una buena noticia para todos los analistas económicos que
recomiendan políticas económicas de libre mercado. Bajo un régimen de economía abierta,
esta recomendación implica que la asignación del capital entre los sectores se define por las
ventajas comparativas del país. Dados sus importantes recursos de tierra, su baja
disponibilidad de capital y escasa diversificación productiva, el país específico estará
altamente especializado en actividades productivas con un bajo índice de integración
tecnológica.
Este resultado descansa en el supuesto de que la remuneración bruta del capital se
iguala entre países. Sin embargo, como se explicó arriba, este supuesto no es realista. Enormes
brechas en precios y remuneraciones se observan entre los países. ¿Cómo explicar este
fenómeno?

82
3.2.4. Un Equilibrio Mundial Hipotético con Diferenciales Internacionales de Precios
Para tener una intuición del fenómeno mencionado, considérese el proceso de
transformación estructural en un mundo dualista: muchas naciones del Sur son
subdesarrolladas y tienen el mismo grado de diversificación manufacturera (N0); y unas pocas
naciones en el Norte son desarrolladas y también tienen el mismo grado de diversificación
manufacturera (N0*), de tal forma que N0* > N0.
La Figura 7 representa el cambio estructural mundial del período 0 al período 1. La
Figura 7.0 muestra que la distribución acumulada de capital está dada por la línea continua
KS0 (línea 0-N0-a-b-v): la dotación relativa de capital del Sur está dada por la línea continua al
nivel de N0 (línea N0-a), y el resto –la dotación relativa de capital del Norte- está dada por la
línea continua al nivel de N0* (línea b-v). Por otra parte, la distribución acumulada de la
demanda de capital está dada por la línea punteada KD0; ella corresponde a la distribución
acumulada de la demanda de capital entre sectores que se explicó en la Figura 5. Por su bajo
grado de diversificación manufacturera, el Sur sólo produce bienes caracterizados por índices
de diversificación tecnológica inferiores o iguales a N0; en esta situación inicial no se presenta
especialización completa porque el Norte tiene que producir algunos de estos bienes: la oferta
de capital del Sur es menor que la demanda requerida de capital para la producción de los
bienes indexados hasta N0. Así, algunos bienes son comúnmente producidos, de manera que se
cumple la igualación internacional de los precios de bienes y capital. En esta situación, como
se probó previamente, el Norte y el Sur crecen al mismo ritmo porque el Sur está
funcionalmente articulado al sistema económico internacional: aunque el motor del
crecimiento de la economía mundial es el proceso de diversificación que monopoliza el Norte,
el Sur comparte plenamente los beneficios del comercio internacional.

83
Figura 7
Cambio Estructural Mundial

%
1 v

1−α+αρ/(AN0*)
Figura 7.0
KD0

ρ/(AN0*) a KS0 b

0 N0 N0 * N

%
1 q

Figura 7.1
1−α+αρ/(AN1*) KD1

a KS1 u
ρ/(AN0*)

ρ/(AN1*)

0 N0 N1 * N

Fuente: el autor.

Como se mostró previamente, con la igualación internacional del precio del capital
ningún país subdesarrollado experimenta la necesidad de mantenerse a sí mismo en la senda
de la diversificación productiva. Suponga ahora que en un período posterior, el período 1, el
grado de diversificación tecnológica del Sur se mantiene en N0, mientras que el del Norte
aumenta de N0* a N1*. Por tanto, como lo representa la Figura 7.1, la distribución acumulada
de la demanda de capital disminuye (de KD0) a KD1, la línea de guiones; este movimiento
representa el cambio estructural del mundo entre el período 0 y el período 1. Por otra parte, la
distribución acumulada de la oferta de capital cambia a KS1 (línea 0-N0-a-u-q). Nótese, sin
embargo, que la oferta relativa de capital del Sur no varía (está dada por la misma línea N0-a).
84
La explicación es la siguiente: en la situación inicial el teorema de la igualación del precio de
los factores se cumple, y, como se probó previamente, el capital crece en todas partes al
mismo ritmo. Ahora, en el período 1 el teorema ya no aplica: dado que la brecha tecnológica
entre el Norte y el Sur se amplía (N1* > N0* > N0), una menor proporción de capital se
demanda para las actividades agrícolas en el mundo [ρ/(AN1*) < ρ/(AN0*)]. En consecuencia,
una brecha suficientemente amplia en la diversificación tecnológica entre el Norte y el Sur
podría generar un desequilibrio en el mercado internacional del capital. Como lo muestra la
Figura 7.1, en el período 1 la oferta de capital del Sur es mayor que la demanda internacional
de capital para las actividades productivas cuyo grado de integración tecnológica es igual o
menor a N0. Lo que está pasando parece una paradoja: el subdesarrollado Sur sufre de un
exceso de capital… dado su bajo grado de diversificación tecnológica. El exceso de la oferta
de capital del Sur se representa por la brecha entre la línea continua KS1 al nivel de N0, y la
línea de guiones KD1 al mismo nivel. Este exceso de capital quisiera escaparse al Norte, y
alguna parte lo podría lograr –como lo revelan los robustos flujos migratorios de los países
subdesarrollados a los desarrollados-, pero las fuertes barreras migratorias –que restringen el
flujo de capital humano-, y, por otra parte, el carácter fijo, la complementariedad y la
obsolescencia del capital –el capital ya invertido usualmente no se puede mover, exige en
muchos casos una complementariedad específica con el capital humano local y la dotación
infraestructural del país, y puede estar tecnológicamente atrasado para los estándares de un
país desarrollado- restringen el flujo de capital e impiden la total supresión del desequilibrio
arriba mencionado. En esta situación, el Sur se especializa completamente en actividades de
baja integración tecnológica (N ≤ N0), y el Norte se especializa completamente en actividades
de mayor integración tecnológica (N > N0). Inicialmente el capital del Sur podría quedar
parcialmente desempleado, pero tarde o temprano el exceso de oferta de capital disminuye la
remuneración bruta del capital en el Sur, y con esa disminución también disminuyen los
precios relativos de los bienes del Sur. Lo que implica un deterioro de los términos de
intercambio; recuérdese que existe una relación directa entre la remuneración bruta del capital
y los precios relativos [ver la ecuación (9)].

85
3.2.5. Dinámica Económica del País Pequeño con un Diferencial Internacional en el
Precio del Capital
El análisis anterior muestra que la probabilidad de que los países subdesarrollados
sufran un deterioro de sus términos de intercambio y deban soportar una menor remuneración
factorial se relaciona inversamente con su grado de diversificación económica. Como esta
situación no es inusual, supóngase que un país subdesarrollado enfrenta precios
internacionales de los bienes que produce que son menores de los hasta ahora definidos
[ecuación (9′)] en una proporción constante γ. En consecuencia los precios relativos de los
bienes del país tienen la siguiente estructura:
pi   N  / i , i  [0, N ), 0    1.
En esta situación, la función de producción del alimento del país no cambia:
F  B( zK )  .
Pero la función de exportaciones de los bienes intermedios del país cambia porque la
productividad es disminuida en la misma fracción:
E   ( AN  )(1  z ) K .
Con menores precios relativos de los insumos, el valor de las exportaciones es disminuida en
la misma fracción, y así también sucede con la tasa bruta de retorno del capital. Para
examinarlo en detalle considérense las ganancias por exportaciones del país específico:
 E   ( AN  )(1  z ) K  (rK   )(1  z ) K .
Dada la linealidad en el capital de esta función de ganancias, la condición de equilibrio del
mercado impone ganancias nulas, de manera que la remuneración bruta del capital satisface la
siguiente igualdad:
rK    AN   AN  .
Esta nueva situación tiene implicaciones para la asignación del capital en el país
específico. Dadas las ganancias del sector productor del alimento:
 F  p  F  (rK   ) ( zK )  R  p  F  (AN  ) ( zK )  R ,
La condición de primer orden para la maximización de ganancias implica la igualación del
valor del producto marginal entre los sectores:
p   B ( zK )  1   AN  .
Esta condición también aplica para la economía de un país desarrollado:
86
p   B  ( z  K  )  1  AN  .
La asignación de capital en el país específico se define como sigue:
1 /(1  )
z  B  K

   1   .
z  B  K
Con deterioro de los términos de intercambio en el país, 0 < γ < 1, o γ –1 > 1, y los mismos
supuestos sobre la brecha de productividad primaria (B/B* > 1), y la brecha de la acumulación
de capital (K*/K > 1), el sesgo en la asignación del capital a la producción de alimento en el
país es ahora más fuerte: z >> z*.
En esta situación la renta de la tierra en el país específico es mayor:
R  p  C  (rK   )( zK )  (1 /   1)(AN  )(zK )
 (1 /   1)(AN  )(  1 B / B  )1 /(1 ) z  K 
 [(1 /   1)(   B / B  )1 /(1  )  ] K 
(29)
 K
donde ψ ≡ (1/β–1)( γ –β B/B*)1/(1–β)ρ (> 0). Para obtener este resultado se utiliza la condición
intertemporal de estabilidad internacional: N*z* = ρ/A. En consecuencia, la renta de la tierra
aumenta con el deterioro de los términos de intercambio. Este resultado se deriva de la
comparación de las ecuaciones (27) y (29):
ψ ≡ (1/β–1)(γ –βB/B*)1/(1–β)ρ > θ = (1/β–1)(B/B*)1/(1–β)ρ .
Note que γ < 1 (deterioro de los términos de intercambio) implica γ – β/(1–β) > 1.
Así, el PIB del país específico con deterioro de los términos de intercambio está dado
por

(30) PIB  (rK   ) K  R  (AN  ) K   K  .


Se observa así que el deterioro de los términos de intercambio cambia la distribución del
ingreso a favor de la renta de la tierra y en contra del capital: de la comparación de las
ecuaciones (28) y (30) se deduce que la remuneración del capital disminuye (γAN* < AN*) y la
renta de la tierra aumenta (ψ > θ).
La intuición dice que la dinámica del factor de ajuste del precio relativo del capital, γ,
dependerá de la dinámica de la brecha en diversificación productiva entre países desarrollados
y subdesarrollados: N*/N. Esa es una tarea para resolver en el futuro. Por tanto, por
simplicidad supóngase que N, N* y γ están dados. Aún en ese escenario favorable para el Sur –

87
el deterioro de los términos de intercambio se frena-, se puede probar que el país
subdesarrollado crece más lentamente que las economías plenamente desarrolladas. Esa tarea
se realiza en el Anexo 3. De ese análisis se deduce que la acumulación de capital en el país
específico crece a la siguiente tasa:
 K exp( g t )   [( g K * / g ) exp( g K* t )  exp( g t )]
gK   0 g,
 K 0
exp( g t )   [exp( g K*
t  exp( g t )] 
donde Ω ≡ [–ψK0*]/[(1 – γ)AN* – ρ] > 0, g ≡ γAN* – δ – ρ, y gK* ≡ AN* – δ – ρ. Esta última
expresión es la tasa de crecimiento de la economía desarrollada. Nótese que se cumple la
siguiente cadena de desigualdades: gK < g < gK*: como g < gK*, la expresión en corchetes es
menor que 1, de manera que gK < g. Más aun, con el paso del tiempo la expresión entre
corchetes disminuye hasta cierto límite. Por tanto, el país específico que experimenta un
deterioro de los términos de intercambio no solo acumula capital a un menor ritmo que el resto
del mundo (gK < gK*), sino que además su tasa de crecimiento disminuye lentamente hasta
encontrar un piso inferior.

4. Comentarios Finales
Este modelo se ha construido para analizar el caso de una economía subdesarrollada,
pequeña y abierta que ha abandonado la política de diversificación productiva para plegarse a
la visión dominante de la especialización productiva. El análisis de la economía cerrada en la
segunda sección arroja las herramientas para definir el equilibrio de la economía mundial y su
senda dinámica. Dado el contexto económico mundial, la tercera sección resuelve el equilibrio
económico general del un país específico (particular) tanto en términos estáticos como
dinámicos. Como esta economía se supone bien dotada en recursos naturales pero carece de
capital –físico y humano-, y su diversificación manufacturera es escasa, el país específico
termina produciendo bienes primarios (alimento) y algunos bienes intermedios de baja
integración tecnológica anterior. Si el precio del capital se iguala internacionalmente, el
cambio de una economía cerrada a una abierta beneficia a este país; más aun, la tasa de
crecimiento económico del país iguala la de las economías desarrolladas. Sin embargo, en esta
situación, cuando la pequeña economía se desempeña como una parte funcional del sistema
económico mundial, el gobierno de un país subdesarrollado no experimenta ninguna necesidad
de mantener la economía en la senda de la diversificación productiva –más que un riesgo

88
(Hirschman, 1958), el estancamiento estructural es un destino si los gobiernos de los países
subdesarrollados no se proponen desarrollar la estructura económica (Landes, 1998)-. Esa es la
razón por la cual se supone en este trabajo que el pequeño país subdesarrollado se abandona a
los cantos de sirena sobre la ventajas de la especialización productiva.
Este último supuesto es realista. A diferencia de Ulises, quien se hizo amarrar por su
tripulación al mástil de su navío para resistir los tentadores pero peligrosos cantos de las
sirenas, la mayoría de los países subdesarrollados han abandonado la agenda de la
transformación productiva y han hecho realidad el riesgo del estancamiento estructural.
Entonces, la vida se les ha complicado. Este modelo arroja que los países subdesarrollados
aumentan la probabilidad de sufrir un deterioro de sus términos de intercambio y obtener una
menor remuneración factorial –se rompe el teorema de la igualación del precio de los factores-
en la medida en que concentran su actividad económica en actividades cuya demanda relativa
cae a medida que aumenta la diversificación productiva del mundo a cargo de los países
desarrollados. Como efecto se tiene que aumentan las brechas internacionales de crecimiento:
los países desarrollados aceleran su crecimiento económico mientras que los subdesarrollados
se desaceleran.
Estos resultados se ajustan a la experiencia del desarrollo económico de Colombia en
el siglo XX: por los años 70 el régimen de la política económica cambió de un contexto
relativamente cerrado y una promoción activa de la industrialización, a un régimen cada vez
más consolidado de apertura comercial y financiera, y sin políticas de industrialización. Como
resultado, la economía colombiana pasó de un proceso de aceleración económica tendencial
que se había vivido desde principios del siglo XX, a una tendencia a la desaceleración
económica que se mantuvo hasta fin de siglo. Además, la actividad económica se concentró en
actividades primarias y en actividades agroindustriales altamente intensivas en los recursos
naturales (Ortiz, 2009a).
En general, el modelo arroja los siguientes resultados. En primer lugar, los niveles de
ingreso y el bienestar se relacionan directamente con la diversificación de los insumos
manufactureros (DIM). En segundo lugar, la tasa de crecimiento económico aumenta con la
DIM; esta relación, sin embargo, no es lineal ya que la economía debe sobrepasar un umbral
determinado de DIM antes de que la tasa de crecimiento económico reaccione positivamente.
Y en tercer lugar, la transformación estructural (el cambio de la distribución del capital de la

89
actividad agrícola a la actividad manufacturera) se relaciona directamente con la DIM. Los dos
primeros resultados han sido sometidos a prueba estadística en otras partes (Ortiz y Castro,
2008; Ortiz, Castro y Badillo, 2009). Y el tercer resultado se analiza estadísticamente en este
capítulo.
En general, y para concluir, este capítulo sugiere que las políticas gubernamentales que
mantienen la economía en la senda de la diversificación productiva potencian el bienestar
social.

ANEXOS

Anexo 1: La Elasticidad de Sustitución entre Insumos Intermedios


De la ecuación (2) se deduce que la productividad marginal del insumo Xij sobre el producto
del bien j-ésimo está dada por
X j
 (1   ) K j X ij  .
X ij
La minimización de costos del bien Xj implica que la razón de las productividades marginales
de los bienes Xij y Xjj debe igualar la respectiva razón de precios
X ij X jj  p i p j .
Así, la elasticidad de sustitución técnica entre los bienes i y j está dada por
 ( X ij X jj ) ( pi p j ) 1
   1.
 ( pi p j ) ( X ij X jj ) 

Anexo 2: Dinámica del Pequeño País con Igualación del Precio del Capital
La ecuación hamiltoniana relacionada con el problema dinámico intertemporal del país
específico está dada por
 t
H  e log( D)  m (rK K  R  p * D) .
Las condiciones de primer orden (CPO) para la maximización son las siguientes
HD  0  e D1  m p     gD  gm  gp*
 t

m  HK  m
  m rK  gm   rK
K Hm  K rK K  R  p D
lim mK  0
t 
De las anteriores CPOs se deduce que el valor de la demanda de alimento, p*D, crece a la
misma tasa de la acumulación de capital en el mundo:
gp* + gD* = rK – ρ = AN* – ρ – δ = gK* .
Así, el valor de la demanda del alimento evoluciona de acuerdo con la siguiente senda
temporal:
p D = p0 D0 exp[ AN0* (e t  1) /  (    )] ,
donde p0*D0 es el valor incial de la demanda del alimento.

90
La senda del capital se deduce integrando la ecuación diferencial correspondiente (la
tercera CPO). Como algunas variables pueden expresarse en términos de sus fundamentos,
esta ecuación diferencial puede reescribirse como sigue:
K ( AN    ) K   K   p  D .
El correspondiente factor de integración está dado por

 0
t

 
f  exp   ( AN0e s   ) ds  exp  AN0 (e t  1) /   t .
Multiplicando la ecuación diferencial a través por f, escribiendo la expresión del lado
izquierdo de esta ecuación en forma de derivada temporal [= d(rKK)/ds], e integrando
posteriormente entre 0 y t se obtiene
K exp[  AN 0 (e t  1) /    t ]  K 0  ( K 0  p0 D0 )(e   t  1) /(   ) .
Dada la condición de transversalidad (la cuarta CPO), la expresión del lado izquierdo de esta
expresión debe anularse en el infinito. Para garantizar este resultado, el valor inicial de la
demanda de alimento debe determinarse como sigue:
p0 D0   K0   K0 .
Sustituyendo este resultado en la penúltima ecuación se despeja la expresión matemática de la
senda temporal del capital:
K  K0 exp[ AN0 (e t  1) /  (   ) t ] .

Anexo 3: Dinámica del País Pequeño con Diferencias en el Precio del Capital
La función objetivo es la misma función de utilidad intertemporal que se definió previamente

U0   e  t log(D) dt .
0
Esta función se maximiza sujeta a la restricción presupuestal instantánea
p D  K K  (rK*   )K  R ,
donde rK* + δ = γAN* y R = ψK*. La restricción presupuestal aplica en todo momento. La
ecuación hamiltoniana relacionada es
H  e   t log (D)  m (rK K  R  p  D) .
Las condiciones de primer orden (CPO) para maximización son las siguientes:
H D  0  e  t D1  m p 
  HK  m
m   mrK
K  Hm  K rK K  R  p D

lim mK  0
t 
Como se procedió previamente, de estas CPOs se deduce que el valor de la demanda del
alimento, p*D, crece al siguiente ritmo:
gp* + gD = rK – ρ = γAN* – ρ – δ.
Por tanto, en esta situación el valor de la demanda del alimento en el país específico se
expande a una tasa menor que el capital del país representativo del mundo:
gp* + gD = γAN* – ρ – δ < gK* = AN* – ρ – δ.
De la segunda CPO se deduce que
m = m0 exp(– rK t) = m0 exp[– (γAN* – δ) t].

91
Para este resultado es conveniente recordar que la remuneración del capital en el país
específico se supone constante: rK (= γAN* – δ) es constante ya que N* también se supone
constante.
La ecuación diferencial del capital está dada por
K (AN    )K   K   p D .
Esta es una ecuación diferencial lineal de primer orden cuyo factor de integración está dado
por
f  exp[(AN   ) t ] .
Multiplicando la ecuación diferencial a través por f, escribiendo la expresión del lado
izquierdo en la forma de derivada temporal [= d(rKK)/ds], e integrando posteriormente entre 0
y t se obtiene
exp(1   ) AN    t   1 
K exp AN    t   K 0 K 0  p0 D0 exp(  t ) 1 /  .
(1   ) AN   
Para que funja la condición de transversalidad (la cuarta CPO), la expresión del lado izquierdo
de esta ecuación debe desaparecer en el infinito. Esta condición se satisface si y solo si
(1–γ)AN * – ρ < 0.
Por tanto, la siguiente cadena de desigualdades debe cumplirse: 0 < 1 – ρ/(AN*) ≡ 1–z* < γ < 1.
El índice de deterioro de los términos de intercambio, γ, no puede caer por debajo de la
fracción de asignación de capital a las actividades manufactureras del mundo, 1– z*. Por otra
parte, la condición de transversalidad requiere que el valor inicial de la demanda del alimento
satisfaga la siguiente ecuación:
  K 0
P0 D0   K 0 

.
(1   ) AN   
La senda temporal del capital es entonces definida por
K  K 0 exp[(AN      ) t ]
 K 0

(1   ) AN   
exp[(AN      ) t ]  exp[(AN      ) t ] ,
De manera que la acumulación de capital crece a la siguiente tasa:
 K exp(g t )   [( g K* / g ) exp(g K* t )  exp(g t )] 
gK   0 g,
 K 0 exp(g t )  [exp(g K* t  exp(g t )] 
donde Ω ≡ [–ψK0 ]/[(1 – γ)AN – ρ] > 0, g ≡ γAN – δ – ρ, y gK* ≡ AN* – δ – ρ.
* * *

92
Apéndice Estadístico
Panel de Datos Desbalanceado
Nueve Países, Treinta Observaciones
País Año OL PS
Colombia 1953 50 40,4
1966 65,4 32,4
1970 69 30,7
México 1950 54,3 23,1
1960 68,9 17,5
1970 63,9 12,7
1975 69,5 12
Turquía 1963 52,1 40,7
1968 56,7 32,3
1973 59,6 31
Yugoeslavia 1962 82,2 24,4
1966 79,5 24,6
1972 87,3 16,8
Japón 1955 89,9 25
1960 94,5 15,1
1965 94,6 10,7
1970 106,3 7,2
Corea del Sur 1963 89,9 46,8
1970 89,8 32,4
1973 92,8 28,8
Taiwan 1956 76,5 29,8
1961 85,9 29,3
1966 92,9 24,2
1971 93,7 14,8
Israel 1958 83,7 13
1965 78,6 8,2
1972 101,5 6,3
Noruega 1953 66,7 15,5
1961 77,9 9,9
1969 87,2 6,2

Fuentes. OL (Overall Linkages): Índice de eslabonamientos totales (Kubo, Y., J. de Melo, S. Robinson
and M. Syrquin, 1986). PS (Primary Share): participación de las actividades primarias en el valor
agregado nacional (Kubo, Y., J. de Melo y S. Robinson, 1986).

93
IV POLÍTICA, ACTIVOS PRODUCTIVOS Y CRECIMIENTO ECONÓMICO:
COLOMBIA 1906-2009

1. Introducción

¿Incide la política en el crecimiento económico de largo plazo? Por política se entiende


aquí el ejercicio del poder del Estado para favorecer tanto el bienestar común como los
intereses de los grupos o sectores económicos representados por las ramas ejecutiva y
legislativa. A la luz de la historia de Colombia, de las teorías del crecimiento endógeno, y de
algunos análisis empíricos sobre el crecimiento económico nacional, este capítulo sustenta una
respuesta afirmativa a la pregunta formulada.
La respuesta se desarrolla en dos pasos analíticos. En el primero se identifican los
principales determinantes del crecimiento económico colombiano. Para lograrlo se parte de
una visión teórica sobre la dinámica económica. Desde la perspectiva de la oferta, el
crecimiento económico de largo plazo depende de la acumulación de los factores de
producción y del crecimiento de la productividad multifactorial. También se tiene en cuenta
que, desde la perspectiva de la demanda, la ampliación del mercado interno permite
aprovechar economías de escala que aumentan el potencial de acumulación y la productividad
multifactorial. Los diferentes determinantes del crecimiento colombiano se denominan en este
trabajo activos productivos. Cabe mencionar de una vez que el conjunto de los activos
productivos es muy amplio, y que, por tanto, es necesario identificar los más importantes. Esta
labor se ha llevado a cabo en diferentes contribuciones analíticas con sustentación empírica y
econométrica (Ortiz y Castro, 2008; Ortiz, Castro y Badillo, 2009; Ortiz, Uribe y Vivas, 2009
y 2013; Ortiz, 2009a). En el segundo paso de la argumentación aquí desarrollada se sustenta
que las necesidades de acumulación de las élites económicas nacionales inducen la adopción
por parte de los gobiernos de algunas políticas para ofrecer, mantener o preservar los activos
productivos. De esta forma, y dependiendo de la composición de los activos productivos que
se fomenten, el gobierno puede incidir en el desarrollo y el crecimiento económico nacional.
La adopción de las políticas económicas mencionadas no es un ejercicio simplemente
administrativo, también responde al juego político de pugnas y alianzas entre las élites
económicas y a su relación con el resto de la sociedad civil. Por tanto, el ámbito político juega

94
un rol definitivo, estructural, en el modelo de desarrollo que se adopte y en la dinámica del
desenvolvimiento económico nacional. Sobre ello también se vuelve adelante.
Del párrafo anterior se deduce que el concepto de activo productivo juega un papel
central en la argumentación que aquí se desarrolla. Conviene pasar entonces a la definición de
esta categoría. Los activos productivos son un conjunto heterogéneo de bienes e instituciones
que inciden en la acumulación factorial y en la productividad de la economía. Se incluyen ahí
los bienes públicos que las actividades productivas requieren (v. gr. las carreteras), los bienes
con externalidades productivas (v. gr. los colegios), y las instituciones que proveen,
promueven o preservan estos bienes (v. gr. el ministerio del transporte y el ministerio de
educación). 10
Una reflexión breve sobre la anterior definición conduce a la conclusión de que deben
existir muchos activos productivos. Imagine por un momento la gran cantidad de bienes
públicos y privados que inciden de forma directa o indirecta en la acumulación factorial y en
la productividad conjunta del sistema económico –sistema escolar, sistema de salud, sistema
de salubridad, sistema monetario, sistema de crédito, puentes, puertos, carreteras, aeropuertos,
ferrocarriles, canales, plantas de energía, provisión de justicia, sistema legislativo,
aseguramiento del orden y de la paz, policía, ejército, manejo de los recursos naturales y
ambientales, desarrollo de las mallas urbanas, etc.-. Luego incluya mentalmente todas las
instituciones que de una forma u otra contribuyen a mantener u ofrecer tales bienes. Se deduce
sin dificultad que el conjunto de los activos productivos es enorme.
Por tanto, para analizar el desarrollo económico de Colombia es necesario definir
cuáles son los activos productivos que más impactan en el crecimiento y el desarrollo

10
En la literatura económica se propone que los bienes privados se caracterizan por rivalidad y exclusión. Un bien
es rival si el consumo del bien por alguien impide su consumo por otra persona (una manzana, por ejemplo); y es
excluyente si el propietario del bien puede impedir que alguien lo consuma (en un contexto de respeto a los
derechos de propiedad, el dueño de la manzana tiene el poder de ofrecerla o no en el mercado). Un colegio es
entonces un bien privado (incluso si lo administra el Estado): los cupos son necesariamente limitados (rivalidad),
y es posible impedir que el consumidor (el estudiante) se eduque a menos que pague los derechos (registro,
matrícula, pensión, etc.). Un puente, por el contrario, es un bien público porque se caracteriza por no rivalidad: su
uso por alguien no impide que lo use otro más (a menos que haya congestión), y también se caracteriza por no
exclusión: no es posible impedir que alguien use el puente (a menos que el dueño instale un peaje). Los bienes con
externalidades productivas son otra categoría: son aquellos bienes como los colegios (bienes privados) o los
puentes (bienes públicos) que potencian indirectamente la productividad del conjunto de la actividad económica;
la educación aumenta la productividad (privada) del trabajador y, además, por efecto de la interacción laboral,
aumenta adicionalmente la productividad del conjunto de la actividad económica; por su parte, un puente aumenta
la productividad de todos aquellos que deben transportarse para llegar al trabajo o movilizan bienes para los
mercados.

95
económico nacional. Con base en algunos análisis econométricos, se postula que tales activos
son los siguientes: 1) la diversificación productiva del sector industrial manufacturero, 2) la
infraestructura en general y en especial la de transportes, 3) el derecho a la propiedad en
general y en especial a la propia vida, 4) las políticas económicas que incentivan la inversión
(acumulación de capital físico y humano), y 5) las instituciones que proveen, promueven o
preservan los bienes mencionados en los anteriores numerales. Sobre ello se vuelve después.
Se propone entonces la siguiente hipótesis: desde que Colombia entra a la era
industrial, a principios del siglo XX, el crecimiento económico de largo plazo ha sido
potenciado por los gobiernos cuyos programas de acción se han orientado a la provisión,
promoción o preservación de los activos productivos, y ha sido disminuido por los gobiernos
que han ignorado o desatendido la oferta de los activos mencionados.
Dicho lo anterior se pasa al segundo paso de la argumentación. Dada la coyuntura
histórica del país, los sectores sociales que lideran el desarrollo económico han procurado que
el gobierno responda a sus necesidades de activos productivos. En determinadas condiciones,
el interés de las élites económicas ha ido en contravía de la provisión de algunos de estos
activos. En el primer caso se potencia el crecimiento económico nacional, mientras que en el
segundo caso se restringe. En consecuencia, dados los efectos dinámicos de los activos
productivos, se califican como progresivos los gobiernos que han mantenido o aumentado la
oferta de los activos productivos; y aquellos gobiernos que han relegado esta oferta a un
segundo plano se denominan no progresivos. 11

11
Cuando Landes (1998) se pregunta a sí mismo por las características de una sociedad progresiva se responde
como sigue: “Esta sociedad ideal a favor del crecimiento y el desarrollo sería una que:
1) Supiera cómo operar, administrar y crear los instrumentos de producción, y que creara, adaptara y dominara las
nuevas técnicas de la frontera tecnológica.
2) Fuera capaz de impartir este conocimiento y know-how a los jóvenes, tanto a través de la educación formal
como del entrenamiento de aprendices
3) Seleccionará a las personas para ocupar puestos en virtud de la idoneidad y el mérito relativo; que las
ascendiera o degradara con base en el desempeño.
4) Proporcionará oportunidad al individuo y a la empresa colectiva; estimulara la iniciativa, la competencia y la
emulación.
5) Permitiera que las personas disfrutaran y utilizaran el fruto de su trabajo y laboriosidad” (Landes, 1998, pp. 282
y 283). Entre las características de la progresividad económica Landes sitúa a la tecnología y a la capacidad de
usarla (autonomía tecnológica) en los primeros puestos. También resalta la importancia de la meritocracia, la
generación de oportunidades de desarrollo individual, y el respeto al derecho de propiedad. Entre las
características institucionales menciona posteriormente la honestidad y la sensibilidad social del gobierno
(Landes, 1998, p. 285). Nótese que todas estas condiciones equivalen a la provisión de activos productivos; y que
la primera implica necesariamente una orientación decidida hacia la diversificación productiva.

96
Antes de continuar conviene advertir que este trabajo se enfoca en el efecto de los
activos productivos sobre el crecimiento económico colombiano de largo plazo. En la parte
del impacto político se señalan de forma esquemática algunos de los factores históricos que
han permitido la existencia de gobiernos progresivos y no progresivos, y los mecanismos
políticos e ideológicos que han incidido en la definición de las políticas económicas de los
gobiernos. En otras palabras, no se aspira en este capítulo a dar cuenta de todo el entramado
multidimensional de los mecanismos sociales de acceso y ejercicio del poder político. Se
invita a los diferentes científicos sociales a que consideren la hipótesis aquí expuesta sobre el
crecimiento económico colombiano de largo plazo y la desarrollen.
La teoría económica ha analizado la forma en que algunos activos productivos actúan
como motores del crecimiento económico sostenido: la diversificación productiva (Romer,
1987, 1990; Grossman y Helpman, 1991; Aghion y Howitt, 1992); el conocimiento
tecnológico (Romer, 1986); el aprendizaje en la práctica (Arrow, 1962; Lucas, 1988, 1993;
Matsuyama, 1992); la educación (Nelson y Phelps, 1966; Lucas, 1988); otros componentes del
capital humano: salud, salubridad, nutrición (Barro, 1996); el gasto público productivo (Barro,
1990); la industrialización conjunta o secuencial con actividades productivas caracterizadas
por rendimientos crecientes a escala, especialmente en el sector productor de bienes de capital
(Murphy, Shleifer y Vishny, 1989a; Rebelo, 1991; Ortiz, 2008); y la equidad en la distribución
del ingreso que genera demanda efectiva e induce la explotación de economías a escala
(Murphy, Shleifer y Vishny, 1989b).
Aunque estos activos productivos son todos necesarios para el desarrollo de un país, no
todos son igualmente importantes. El más importante, el que comanda el proceso de
crecimiento económico, e incluso actúa como mecanismo de ignición de otros motores del
crecimiento, es la diversificación productiva. La propuesta implícita en este planteamiento es
que la locomotora del desarrollo capitalista ha sido la profundización ininterrumpida de la
división del trabajo social. Como en la fábrica de alfileres de Adam Smith (1776), la división
sostenida de las tareas productivas a lo largo y ancho de la sociedad, resultante de una
innovación continua en los bienes y la tecnología, aumenta la productividad sistémica y
potencia el crecimiento económico.
Es ampliamente aceptado que la innovación tecnológica y la introducción de nuevos
bienes y servicios se relacionan estrechamente con el impulso empresarial privado bajo un

97
sistema capitalista de producción (Schumpeter, 1942). Así lo reconocen incluso los críticos del
sistema:
“La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de
existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas
las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el
empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la
navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la asimilación para el cultivo
de continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras
surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. ¿Cuál de los siglos pasados pudo
sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del
trabajo social?” (Marx y Engels, 1848).

El Estado, por su parte, también juega un rol fundamental para el crecimiento


económico como proveedor de la infraestructura física y social, como garante del derecho a la
propiedad –condición institucional mínima de cualquier economía mercantil-, y como hacedor
de políticas económicas que estimulan la inversión. Además, las instituciones públicas pueden
jalonar o activar los motores del crecimiento económico. Se citan a continuación algunos
ejemplos históricos del impulso institucional a la promoción o consolidación de los activos
productivos más importantes para el crecimiento económico de Colombia: la creación en 1940
del Instituto de Fomento Industrial (IFI) impulsó la diversificación productiva del país; la
creación en 1905 del Ministerio del Transporte jalonó la infraestructura vial del país; la
aplicación a partir de 2000 del programa colombo-estadounidense del Plan Colombia
disminuyó la tasa de secuestros y la tasa de homicidios (Ortiz, Uribe y Vivas, 2013); la
creación en 1958 del Departamento Nacional de Planeación contribuyó, entre otros objetivos,
a mejorar las políticas de inversión pública y privada.
Por tanto, el sector privado y el sector público son complementarios. Y esta
complementariedad tiene una fundamentación teórica. Si la hipótesis arriba planteada es
correcta, si de verdad existen bienes públicos y privados que potencian el crecimiento
económico, se deduce el siguiente corolario: como los mercados por sí solos no ofrecen los
bienes públicos ni los bienes privados con externalidades positivas en las cantidades que serían
socialmente deseables (fallas de mercado), se requiere que el Estado intervenga directa o
indirectamente en la economía para proveerlos. Sobre la complementariedad público-privada
para el desarrollo es ilustrativa y reveladora la historia del capitalismo (Landes, 1998); se ha
estudiado esta complementariedad en los casos “milagrosos” de las economías del sudeste

98
asiático (Amsden, 1989; Wade, 1990; Aoki, Kim y Okuno-Fujiwara, 1997); y también se ha
analizado en el caso de las economías latinoamericanas (Cárdenas, Ocampo y Thorp, 2003).
Este enfoque analítico permite explicar la reversión de la dinámica económica
colombiana que se dio a principios de los años 70: desde una perspectiva de largo plazo, el
crecimiento económico colombiano se acelera desde principios del siglo XX hasta principios
de los años 70; posteriormente se desacelera hasta el fin del siglo. Los datos que sustentan esta
hipótesis se analizan posteriormente.
Correspondiendo a este desempeño dinámico de largo plazo de la economía
colombiana se postula que la era de los gobiernos progresivos en Colombia cubre las primeras
siete décadas del siglo XX. Aunque no todos los gobiernos de ese período fueron progresivos,
y algunos lo fueron en menor medida, todos se beneficiaron del impulso económico que
generaron los que sí lo fueron en alto grado. Según Poveda Ramos (2005), los presidentes de
Colombia que más impulsaron el desarrollo económico colombiano en el siglo XX fueron
Rafael Reyes Prieto (1904-1909), Pedro Nel Ospina Vásquez (1922-1926), Enrique Olaya
Herrera (1930-1934), Alfonso López Pumarejo (1934-1938 y 1942-1945), Eduardo Santos
Montejo (1938-1942), Alberto Lleras Camargo (1945-1946 y 1958-1962), Mariano Ospina
Pérez (1946-1950), Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) y Carlos Lleras Restrepo (1966-1970).
De Rafael Reyes (1905-1909) a Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) la política industrial
jalonó la industrialización nacional (aumentó la diversificación industrial manufacturera), se
desarrolló el sistema multimodal de transporte (puertos, navegación fluvial, ferrocarriles,
carreteras, cables aéreos, aeropuertos y aviación), y la tendencia del crecimiento económico se
aceleró. A este resultado también contribuyeron los siguientes activos productivos: un marco
institucional para regular las relaciones entre sociedad civil y Estado (v. gr. la legislación
laboral, la tributación directa, la justicia, la protección de la propiedad, la constitución de
fuerzas armadas profesionales bajo el control directo del Estado central, etc.), el desarrollo de
las políticas económicas para incentivar la inversión pública y privada, y el desarrollo
institucional que legitima e impulsa tanto los activos productivos mencionados como la
promoción de otros activos productivos (la educación, la salud, la salubridad, etc.).
Posteriormente, de Misael Pastrana Borrero (1970-1974) a la actualidad (2013), se ha
vivido en la era de los gobiernos no progresivos. La política industrial activa se abandonó. Se
pretendió sustituir fallidamente el liderazgo dinámico de la industria manufacturera por el

99
sector exportador y por la construcción de vivienda urbana. En consecuencia el país se
desindustrializó (el proceso de diversificación de la industria manufacturera nacional se
estancó o se revirtió). También se abandonó el sistema multimodal de transporte para
privilegiar las modalidades de transporte más afines a la actividad privada (automotores y
aviones). Y el sector público descuidó la calidad y la cobertura de la educación pública, la
salud pública y la salubridad pública. Otros objetivos públicos con impactos productivos como
la redistribución progresiva del ingreso y de la riqueza, la preservación de los recursos
naturales y ambientales (v. gr., las cuencas hidrográficas), la promoción de la ciencia y la
tecnología, etc. fueron pasados a un segundo o tercer lugar en tanto objetivos del sector
público. Como resultado de esta orientación de las políticas económicas, la tendencia del
crecimiento económico se desaceleró. Cabe señalar que la recuperación económica de la
primera década del siglo XXI no ha implicado una variación del nuevo modelo económico
(más bien se ha profundizado), lo que requiere una explicación particular que se ofrecerá
posteriormente.
Si lo anteriormente dicho se confirma, se habrá contestado afirmativamente la pregunta
inicial: la orientación política que define la agenda de las políticas económicas del Estado
incide en el crecimiento económico de largo plazo. Además, en este artículo se propone como
hipótesis secundaria que los grandes virajes en la tendencia del crecimiento económico
colombiano han sido determinados por los pactos políticos de las clases dominantes del país.
En este punto conviene introducir una breve discusión sobre el papel de las
individualidades. La argumentación aquí desarrollada podría conducir a la idea de que fue la
inteligencia de algunos presidentes la que jalonó el crecimiento económico nacional en las
primeras siete décadas del siglo XX; por simetría, se podría pensar también que después de la
década de los sesenta ya no llegaron a la presidencia individuos capaces. Aunque las
individualidades son importantes, es claro que la visión política del papel del Estado cambió
en los años 70. Lo que orientaba la política del desarrollo en las primeras siete décadas del
siglo XX era la convicción común de que el Estado debía proveer las condiciones para el
despegue económico. Se pensaba, así no se conocieran los fundamentos analíticos, que una
política industrial activa podía desencadenar procesos virtuosos y auto-sostenidos de
desarrollo económico. Era una ideología, pero funcionó de forma relativamente exitosa desde
principios del siglo XX porque tenía bases reales. Además, posteriormente esta visión fue

100
defendida teóricamente por la CEPAL. Sin desdeñar la promoción de las exportaciones y el
desarrollo industrial de aquellos bienes que se producían de forma semi-industrial o artesanal,
la CEPAL postuló que el principal mecanismo de industrialización de los países
subdesarrollados era la sustitución de importaciones. Sin embargo, como lo han señalado
algunos analistas (Love, 1994; Ocampo, 2008), la sustitución de importaciones fue una
realidad antes de convertirse en una teoría (y en una estrategia) en las manos de la CEPAL. La
sustitución de importaciones fue esencialmente una acción espontánea de los inversionistas
locales inducida por un proceso de consolidación del capitalismo que se tradujo en políticas
activas de los gobiernos. En el caso de Colombia, a principios del siglo XX era evidente la
carencia de una infraestructura nacional de transportes y de todo tipo para lograr consolidar un
mercado interno. El aislamiento comercial con el resto del mundo fue disminuyendo a medida
que se abarató el transporte, pero la localización andina del mercado interno (ciudades alejadas
de las costas en zona elevadas) protegió la actividad interna. Además, las frecuentes
perturbaciones externas de los primeros setenta años del siglo XX (guerras mundiales,
recesiones internacionales, choques petroleros) actuaron como catalizadoras del proceso de
desarrollo: la volatilidad internacional generó crisis, pero también oportunidades que fueron
aprovechadas para el desarrollo industrial nacional Y en esta coyuntura la iniciativa pública
para la provisión de infraestructura, y la iniciativa privada para la creación y consolidación de
empresas actuaron de forma conjunta y virtuosa. Sobre esto se vuelve posteriormente.
Entonces, el problema no es tanto de individualidades como del modelo de desarrollo
que se impone a partir de condiciones objetivas, y de los intereses de los sectores económicos
que actúan bajo tales condiciones. También es importante la orientación académica. Sin
embargo, como se ha sustentado en otra parte (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009), usualmente debe
darse una complementariedad entre los intereses económicos de los sectores económicos
dominantes y las recomendaciones de política que la academia propone; de otra forma, las
recomendaciones de política económica caen en el vacío y se quedan en el papel. El paso del
modelo industrialista al modelo aperturista con flexibilización laboral implicó un
desplazamiento progresivo de la visión cepalina por la visión neoliberal. Ésta se promovía
desde los años 70 desde la Universidad de Chicago (Friedman y Phelps), y rápidamente
dominó la academia de los países desarrollados hasta llegar a su apoteosis con los gobiernos
de Reagan en los Estados Unidos y de Thatcher en Inglaterra. Para Colombia el impacto fue

101
negativo. Una vez se aceptaron las premisas neoliberales –los mercados por sí solos se regulan
mejor, y la intervención estatal en la promoción industrial es indeseable-, y los industriales
comenzaron a defender y consolidar las industrias ya establecidas, el Estado colombiano
abandonó la política industrial y la sustituyó por una política de promoción de las industrias ya
existentes. El congelamiento de la estructura productiva manufacturera y la
desindustrialización indujeron la desaceleración económica nacional.
Entonces, el problema no es tanto de individualidades como del modelo de desarrollo
que se impone a partir de condiciones objetivas y los intereses de los sectores económicos que
actúan bajo tales condiciones. También es importante la orientación académica. Sin embargo,
como se ha sustentado en otra parte (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009), debe darse una
complementariedad entre los intereses económicos de los sectores económicos dominantes y
las recomendaciones de política que la academia propone; de otra forma, las recomendaciones
de política económica caen en el vacío.
Este capítulo se organiza como sigue. La segunda sección describe los activos
productivos y su relación con el crecimiento económico colombiano. La tercera sección
caracteriza el cambio del modelo económico industrialista por el aperturista. La cuarta sección
muestra los indicadores del crecimiento económico nacional y de la transformación industrial.
La quinta sección aborda la razón del viraje en el modelo de desarrollo. Los pactos políticos
que permitieron esos virajes se mencionan en la sexta sección. Unos breves comentarios
cierran el artículo en la séptima sección.

2. Activos Productivos
2.1. Definición
Los activos productivos son un conjunto de bienes e instituciones que inciden en la
acumulación factorial y/o la productividad de la economía:
1) Bienes públicos productivos. Son los bienes que inciden directa o indirectamente en
la actividad productiva, y que por sus características de no rivalidad y de no exclusión
deben ser provistos, promovidos o preservados de forma directa o indirecta por el
gobierno, v. gr. las carreteras, la malla urbana, la diversificación industrial, los recursos
naturales y ambientales, la información estadística oficial, el derecho a la propiedad,
las políticas económicas que incentivan la inversión –estas políticas son bienes

102
públicos porque cualquiera puede aprovecharlas (no exclusión), y su aprovechamiento
particular no impide que otros también las aprovechen (no rivalidad)-.
2) Bienes privados con externalidades productivas. Son aquellos bienes que, pudiendo
ser ofrecidos privadamente (son suficientemente rivales y excluyentes), generan
externalidades productivas positivas, v. gr. la educación, la salud, la salubridad, los
servicios públicos domiciliarios, el cuidado de la niñez, la moneda, la banca, etc. La
valoración que les asigna el mercado a estos bienes es inferior al social, por lo que el
Estado debe promover su provisión. Cuando las externalidades productivas son
negativas, como en el caso de la contaminación, el sector privado ofrece más de lo que
es socialmente óptimo, y por tanto el Estado debe controlarla o desincentivarla.
3) Instituciones Productivas. También se deben considerar como activos productivos
per se las instituciones que se proponen como objetivo la provisión, promoción o
preservación de los bienes mencionados en los numerales anteriores. Por ejemplo: la
oficina de estadísticas oficiales, el banco central, el ministerio del medio ambiente, el
sistema judicial, etc. Por supuesto, dada la existencia de fallas del estado, las
instituciones reguladoras y supervisoras del Estado también devienen indirectamente
en activos productivos.

2.2. Crecimiento Económico y Activos Productivos


La teoría económica ha planteado que los gobiernos disponen de herramientas para
incidir tanto en la acumulación factorial como en el crecimiento de la productividad
multifactorial, los dos componentes del crecimiento económico desde la perspectiva de la
oferta (Solow, 1957). Para empezar, la acumulación factorial puede ser estimulada con un
diseño inteligente de políticas económicas; a pesar de la escuela económica de las expectativas
racionales, que plantea la neutralidad intertemporal de la política económica, hoy se acepta
generalmente que el gobierno tiene un papel que jugar tanto en la regulación de la actividad
económica (Keynes, 1936) como en el crecimiento económico de largo plazo (Barro, 1990).
Por otra parte, tanto la acumulación factorial como el crecimiento de la productividad
multifactorial pueden ser impulsados con la provisión y la preservación de los activos
productivos. Esta afirmación se sustenta con las diferentes teorías del crecimiento económico
endógeno que se mencionaron previamente.

103
2.3. Los Principales Activos Productivos para Colombia
Los activos productivos más importantes para el crecimiento económico de Colombia
han sido los siguientes:
1) La diversificación productiva del país, especialmente la del sector industrial
manufacturero. Nota: La diversificación productiva implica el riesgo de innovar con la
creación de tecnología o la adopción de tecnología foránea. Para el caso colombiano se
ha planteado que “la incorporación de tecnología es una consecuencia de la instalación
de nuevas industrias más que de innovaciones en las existentes” (Poveda Ramos, 1976,
36). Así, la diversificación productiva ha incidido directamente en la productividad
sistémica de la economía colombiana.
2) La dotación infraestructural del país, especialmente la del transporte. Nota: a
principios del siglo XX Colombia era un país de regiones aisladas; el desarrollo de los
transportes permitió integrar la nación y generar un mercado interno.
3) La garantía del derecho a la propiedad, en especial a la propia vida.
4) Las políticas económicas que incentivan la inversión real. Nota: la inversión no
implica necesariamente diversificación productiva –se puede invertir en sectores ya
creados-, pero genera una expansión de los factores productivos que impulsa per se el
crecimiento económico.
5) Las instituciones que promueven los bienes anteriormente mencionados.
Esta lista no es gratuita. Se deduce de algunas estimaciones econométricas de series de tiempo
sobre el crecimiento económico colombiano (Ortiz, 2009a; Ortiz, Uribe y Vivas, 2009 y
2013). En esos trabajos se ha comprobado que, una vez se controla por la acumulación
factorial (crecimiento del capital fijo y del capital humano), la contribución relativa del sector
industrial productor de materias primas al producto (un indicador sustituto de la
diversificación industrial) incide positiva y significativamente en el crecimiento económico; la
contribución relativa del sector de transportes al producto incide negativa y significativamente
en el crecimiento económico –la infraestructura del transporte se ha comportado como un
lastre del crecimiento económico nacional por su escaso desarrollo-; y la tasa de secuestros (un
indicador indirecto del respeto a la vida) incide negativa y significativamente en el crecimiento
económico.

104
2.4. Otros Activos Productivos
Otros activos productivos son ciertamente importantes para asegurar unas condiciones
mínimas de seguridad social (salud y salubridad), movilidad social (educación y banca),
construcción del tejido social (redistribución progresiva del ingreso y de la riqueza),
conformación de un mercado interno (generación de ingresos), y sostenibilidad económica
(preservación de recursos naturales y ambientales), factores estos que también inciden directa
o indirectamente en la productividad multifactorial y el crecimiento económico.
No obstante, es probable que los principales activos productivos mencionados
comanden el crecimiento económico por su capacidad de arrastre sobre otros activos
productivos que también son motores del crecimiento económico. Por ejemplo, la
diversificación productiva parece comandar la demanda de trabajo calificado y la inversión en
educación (Murphy, Shleifer y Vishny, 1991; Ortiz, Castro y Badillo, 2009); lo mismo se
puede decir del aprendizaje en la práctica: la experiencia mantiene su potencial de
mejoramiento de la productividad si la introducción de nuevas tecnologías y nuevos bienes
aleja sistemáticamente la frontera del aprendizaje (Lucas, 1988; Young, 1993); y, en el
contexto del capitalismo, la industrialización y la generación de conocimiento científico han
ido de la mano.
Conviene profundizar un poco más en la dependencia de la educación con respecto a la
diversificación productiva. Aunque los modelos tradicionales de crecimiento tratan la
educación como un componente fundamental del capital humano –característica que no está
en discusión-, y privilegian su carácter como oferta de capital humano, por lo que insisten en
considerarlo como un factor de producción cuya acumulación determina el crecimiento
económico (junto con la acumulación de capital físico), otros enfoques analíticos proponen
que la determinación principal va del proceso de transformación productiva (o de maduración
estructural de la economía) a la demanda de trabajo calificado (Klees, 1989; Levin y Kelley,
1994; Bils y Klenow, 2000; Easterly, 2001, ch. 4). De hecho, en algunos ejercicios
econométricos con datos panel y datos de corte transversal entre países se encuentra que el
impacto de la educación sobre el crecimiento económico no es significativo cuando se
incorpora como regresor (determinante) el grado de integración intersectorial del sector
industrial manufacturero (el que actúa como una variable sustituta del proceso de
diversificación industrial); y en cambio sí se encuentra que el logro educativo de los países

105
está significativamente determinado por el grado de diversificación productiva de la economía
en su conjunto (Ortiz, Castro y Badillo, 2009). Estos resultados son compatibles con la lógica
de funcionamiento del capitalismo: los capitalistas comandan el capital físico (y el financiero,
que es la expresión monetaria del último), mientras que los trabajadores comandan su propia
inversión en educación, que es una parte del capital humano, pues la inversión en experiencia
y en aprendizaje en la práctica también depende, por razones obvias, tanto del trabajador como
del capitalista. Pero ahí no termina la historia, pues la decisión de educarse parece tener como
determinante decisivo las expectativas de los trabajadores sobre la demanda tecnológica
(Murphy, Shleifer y Vishny, 1991), lo que devuelve el comando del desarrollo económico al
capital: el capital define la diversificación productiva que, a su vez, define las expectativas de
los trabajadores sobre el cambio tecnológico y su decisión de educarse hoy para emplearse
mañana como trabajadores calificados. Así, en últimas, tanto en la formación del capital físico
como en la formación del capital humano el liderazgo del capital es fundamental. Sin
embargo, este proceso no implica necesariamente desarrollos equilibrados: puede haber
problemas de coordinación entre oferta y demanda de trabajo calificado. Colombia es un buen
ejemplo: el país ha expandido la cobertura y calidad de sus centros educativos superiores
desde los años setenta sin mayor correspondencia con su desarrollo industrial; como
consecuencia el país se ha convertido en un exportador neto de cerebros, y ha profundizado su
dependencia de la tecnología extranjera y de las remesas internacionales (Ortiz et al., 2009).
Por su parte, las acciones del gobierno para incentivar la acumulación factorial,
desarrollar la infraestructura nacional, y garantizar la paz, el orden y el respeto a la propiedad,
promueven seguramente la inversión, la educación, la integración social, etc. Estos motores a
su vez retroalimentan la diversificación productiva, generando así círculos virtuosos de
crecimiento económico.

3. Del Modelo Industrialista al Modelo Aperturista


Con diferencias de énfasis y circunstancias, los gobiernos colombianos jugaron un rol
activo en las primeras siete décadas del siglo XX. Además de las políticas económicas que
apoyan la inversión productiva, el Estado intervino directamente en la industrialización (un
hito importante fue la creación del IFI). Por otra parte, el Estado acometió y apoyó el
desarrollo de una infraestructura multimodal de transporte y comunicaciones (puertos, ríos,
habilitación del Canal del Dique, ferrocarriles, carreteras, cables aéreos, aerolínea,

106
aeropuertos, telegrafía y telefonía), proveyó servicios públicos (acueductos, alcantarillado y
energía), construyó las mallas urbanas, erigió un sistema público de educación, estableció el
sistema de salud pública, creó la banca central, etc. El propósito general del período
industrialista fue la creación de un mercado interno. Su consolidación lenta pero segura
implicó una ventaja tecnológica adicional: el aumento de la productividad sistémica por la vía
del aprovechamiento de las economías de escala en los grandes proyectos privados y públicos.
Así, mientras se mantuvo el modelo de desarrollo que se basaba en la intervención del
sector público con especial énfasis en la diversificación productiva del sector industrial
manufacturero (objetivo de largo plazo), la expansión de la infraestructura de transportes
(objetivo de largo plazo), el respeto a la vida y las propiedades de las personas (objetivo de
corto plazo con efectos en el largo), y la generación de incentivos a la inversión (objetivo de
corto plazo con efectos en el largo), el país se industrializó y el crecimiento económico de
largo plazo se aceleró.
Cuando se dio el viraje hacia el nuevo modelo de desarrollo, el cual se caracteriza por
el abandono de la política de desarrollo industrial (oferta interna) y su fallida sustitución por la
promoción de las exportaciones (demanda externa) y la construcción, el descuido y luego
desmonte del sistema multimodal de transporte (el transporte fluvial, ferroviario y de cables
aéreos fue desplazado por los automotores y el transporte aéreo), 12 la eliminación progresiva
de las barreras al comercio exterior, la aspiración neoliberal de una menor injerencia estatal en
el desarrollo de la estructura productiva y los servicios sociales (concesiones y
privatizaciones), un mayor énfasis en la estabilidad macroeconómica de corto plazo (equilibrio
fiscal e inflación nula), y una estrategia de competitividad basada en la devaluación sostenida
y la flexibilización del mercado laboral –reducción de la remuneración laboral como costo de
producción-, la economía se desindustrializó y sufrió una fuerte desaceleración tendencial del
crecimiento económico.

12
La reducción del sistema multimodal de transporte a los medios privados no sólo les permitió a los gobiernos
nacionales doblegarse ante las presiones comerciales de Estados Unidos (gasolina, automotores y aviones),
también les “ahorró” el cuidado y mantenimiento de las cuencas hidrográficas, y les permitió eludir la necesidad
de poner en cintura las ambiciones excéntricas del sindicalismo en las empresas estatales o mixtas del sistema de
transporte (Colpuertos, Ferrocarriles Nacionales de Colombia, las empresas navieras del río Magdalena). La
preferencia por las carreteras, que exigen grandes gastos de mantenimiento, le convino a contratistas y
concesionarios, pero no al país (las lluvias tropicales han deteriorado las carreteras nacionales con frecuencia).
Mientras los países desarrollados expandieron el sistema de transporte multimodal por razones de eficiencia
sistémica, aun pagando altos subsidios, Colombia renunció a ese activo productivo que se construyó durante más
de medio siglo. En consecuencia disminuyó la productividad nacional.

107
Y hubo otras consecuencias. En un contexto de creciente apertura comercial –la
protección natural (por costos de transporte), la protección arancelaria y la para-arancelaria
han experimentado tendencias decrecientes (Villar y Esguerra, 2007)-, se impuso la lógica de
las ventajas comparativas, y se dio una especialización creciente de la actividad económica en
los productos intensivos en recursos naturales y fuerza de trabajo no calificada –los recursos
abundantes del país-, se reorientó la actividad económica hacia la producción de bienes
primarios (exceptuando aquellos bienes agrícolas que reciben enormes subsidios de los países
desarrollados) y productos agroindustriales (incluyendo las drogas ilícitas). Por eso desde los
años setenta las exportaciones nacionales se concentran cada vez más en productos primarios
–especialmente minerales- y productos agroindustriales (DANE). Además, la violencia
aumentó con el fortalecimiento de todos los grupos ilegales que extraen rentas del narcotráfico
(narcotraficantes, delincuencia común, guerrillas y paramilitares). La violencia paramilitar se
explica inicialmente por la privatización de la seguridad (y la renuncia del Estado al
monopolio de las armas), pero con el narcotráfico y la delincuencia el monstruo paramilitar
cobra vida propia: las CONVIVIR evolucionan en las Autodefensas Unidas de Colombia.
La desindustrialización y la violencia han sido dañinas. Por la falta de oportunidades
laborales y por la violencia la migración fue masiva: según el censo de 2005 (DANE), el
número de colombianos viviendo en el exterior ascendía a 3,3 millones de personas, de los
cuales la mayoría migró por razones económica y políticas, y un poco más de la tercera parte
eran trabajadores calificados –la economía no fue capaz de aumentar la demanda de fuerza de
trabajo calificada al ritmo del crecimiento de la oferta-. Las remesas se convirtieron en una de
las fuentes de ingreso más importantes de las familias. Además, la desindustrialización alejó el
país de la modernidad económica: se perdió la orientación a la diversidad productiva con su
avance hacia actividades de mayor especificidad tecnológica. Internamente el mercado laboral
se deterioró: el desempleo se ha mantenido alto (tasas de dos dígitos), y la calidad del empleo
ha tendido a deteriorarse (las tasas de informalidad y de subempleo aumentan
tendencialmente).
Y se planteó un problema que se ha querido resolver afectando regresivamente la
distribución del ingreso. Toda economía abierta debe resolver el problema de la
competitividad; si no se aumenta la productividad por la vía difícil de la diversificación
industrial se debe recurrir a la vía fácil del abaratamiento de los costos de producción, y es ahí

108
donde la política de flexibilización laboral jugó su papel: las leyes 50/1990 y 789/2002 fueron
sus principales hitos. Además, las organizaciones sindicales fueron duramente combatidas,
incluso con recurrentes asesinatos selectivos; según Amnistía Internacional, Colombia exhibe
la mayor tasa de homicidios de sindicalistas: más de 2.000 homicidios en los últimos veinte
años. No extrañamente la sindicalización disminuyó; hoy menos del 5% de la fuerza laboral
colombiana está sindicalizada. La violencia también se dirigió contra los grupos políticos de
izquierda; Colombia detenta como record la aniquilación de un partido opositor: entre los años
80 y 90 fueron asesinados más de 3.000 militantes de la Unión Patriótica (UP). Finalmente, la
reorientación de la demanda de trabajo hacia actividades calificadas en el contexto de la
Apertura contribuyó a disminuir relativamente la remuneración del trabajo no calificado.
Todos estos factores generan una tendencia decreciente de la participación del trabajo en el
producto nacional: esa participación fluctúa alrededor del 40% en los años 70 y 80, 36% en los
años 90, y 32% en la primera década del siglo XXI (Ortiz et al., 2013).
Con el nuevo modelo económico variaron tanto la estrategia como los beneficiarios de
la política económica. Se pasó de la promoción de la oferta interna (la diversificación
industrial), cuya capacidad jalonadora de la economía está comprobada, a la promoción de las
exportaciones (la demanda externa) y de la construcción. Los economistas ortodoxos aseguran
que esa es la estrategia correcta. Aunque nadie está en contra de que el país exporte, algunos
análisis econométricos han arrojado que las exportaciones colombianas no han jalonado el
crecimiento económico sino al revés (Alonso y Patiño, 2007). Por tanto, la política económica
centrada en la promoción de las exportaciones ha sido más redistributiva que productiva: si los
subsidios que les paga el Estado (todos los colombianos) a los exportadores no jalonan el
crecimiento económico, su efecto es primordialmente redistributivo. Y esa política también es
regresiva: los ganadores han sido los exportadores –usualmente personas pudientes-, y los
importadores que desplazan la actividad interna –igual comentario-; y los perdedores han sido
los productores nacionales (muchos quebraron) y los trabajadores.
La intención de sustituir la industria manufacturera como líder del desarrollo por la
construcción de vivienda y las exportaciones de bienes primarios y agroindustriales fracasó
por una razón tecnológica: mientras las actividades manufactureras son usualmente intensivas
en tecnología (e inteligencia), la construcción de vivienda es intensiva en trabajo simple, y las
actividades primarias y agroindustriales son intensivas en trabajo simple y en recursos

109
naturales. Análisis recientes compatibles con la visión estructuralista del desarrollo
socioeconómico (Rodrik, 2007; United Nations, 2007; Haussman y Klinger, 2006) permiten
plantear que la industria manufacturera lideró el desarrollo nacional por su intensidad
tecnológica. Y por tanto se colige que hacia el futuro la promoción industrial en sentido
amplio debe centrarse en actividades intensivas en tecnología (e inteligencia), así no sean
actividades manufactureras –sobre esto se vuelve posteriormente-.
Además de concentrar el ingreso, el nuevo modelo económico ha concentrado la
riqueza. La contra-reforma agraria de los años 70 (el pacto de Chicoral de enero de 1972) se
profundizó desde la década de los 80 con la expulsión violenta de la población rural y la
expropiación de sus tierras. 13 Por otra parte, la orientación neoliberal en el manejo del sector
financiero –liberación de las tasas de interés, desregulación, permisividad gubernamental con
la especulación, y privatización de los bancos estatales- permitió que cuatro grupos
económicos centralizaran a través de operaciones financieras legales e ilegales gran parte de la
riqueza industrial-financiera del país. Hoy esos mismos grupos controlan casi todos los medios
de comunicación, financian elecciones, y cabildean con gran poder. No es extraño así que en
2005 el 0,2% de los accionistas controle el 80% de las acciones en la Bolsa de Valores de
Colombia (Bonilla y González, 2006). De esta forma, el país ha sido incapaz de resolver el
problema de la pobreza: 37,2% y 12,3% son las estimaciones de la pobreza y la indigencia
para 2009 [MESEP (Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y
Desigualdad), 2012].

4. El Crecimiento Económico Colombiano y la Transformación Industrial


4.1. De 1906 a 1928 (Antes de la Gran Recesión)
La Gráfica 1 presenta la senda del crecimiento económico colombiano del periodo
1906-1924. Esta senda fue estimada por el Grupo de Investigación en Crecimiento Económico
(GRECO) del Banco de la República con base en indicadores indirectos (demanda de dinero y
variables de comercio exterior).

13
Acción Social registró 3,7 millones de desplazados internos entre 1997 y mayo de 2011. La Consultoría para los
Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) estimó que la cifra de desplazados llega a 5,3 millones de
personas entre 1985 y junio de 2011. Y el total de tierras expropiadas entre 1980 y 2010 se estimó en 6,6 millones
de hectáreas.

110
Gráfica 1
La Senda de Crecimiento Anual del PIB
Colombia 1906-1924
9

6
% 5,4
5

2
1906
1907
1908
1909
1910
1911
1912
1913
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
GPIB GPIBmedia

Fuente: GRECO (2002).

Las Cuentas Nacionales de Colombia están disponibles desde 1950 (DANE). Una proyección
de las cuentas hasta 1925, llevada a cabo con un esquema contable asimilable al de las cuentas
nacionales, fue realizada por la CEPAL (1957). Empalmando las series se obtiene la senda del
crecimiento económico de 1925 a 2009 (Gráfica 2).

Gráfica 2
La Senda de Crecimiento Anual del PIB
Colombia 1925-2009
10
8
6
%
4 4,1
2
0
-2
-4
-6
-8
-10
1925
1929
1933
1937
1941
1945
1949
1953
1957
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005
2009

GPIB GPIBmedia

Fuente: Cálculos propios con base en DANE, DNP y CEPAL (1957).

111
La senda de la tasa de crecimiento anual, GPIB, se representa en ambas gráficas con la línea de
rombos vacíos; y la tasa de crecimiento promedio anual del período, GPIBmedia, se representa
con la línea discontinua horizontal. Nótese que la tasa de crecimiento promedio anual del
período 1906-1924, 5,4%, es mayor que la correspondiente tasa del período 1925-2009, 4,1%.
Dadas las diferencias metodológicas de las estimaciones y la inexistencia a principios del siglo
XX de una institución dedicada a la recopilación de estadísticas nacionales (la Contraloría
General de la República que vendría a subsanar parcialmente esta deficiencia sólo se funda en
1923), es probable que estos promedios no sean estrictamente comparables. Por eso las series
se presentan separadamente.
Si bien un análisis del nivel del crecimiento es arriesgado, un análisis de la tendencia
del crecimiento es seguramente más sensato. Como lo marca la línea discontinua vertical en la
Gráfica 1, entre 1906 y 1917 las tasas de crecimiento están en la media o por debajo de ella,
con la única excepción de la tasa de crecimiento del año 1907; en cambio, entre 1918 y 1924
todas las tasas de crecimiento están en la media o por encima de ella. Ello denota una
tendencia a la aceleración económica. Para completar la caracterización dinámica de la
economía colombiana hasta 1928 se utilizan las cuentas nacionales estimadas para Colombia
entre 1925 y 1950 (CEPAL, 1957). Según esta fuente, en los últimos dos años del gobierno de
Pedro Nel Ospina Vásquez (1925-1926), y en los dos primeros del gobierno de Miguel Abadía
Méndez (1927-1928), el país tuvo tasas de crecimiento económico exuberantes: 5,4%, 9,6%,
9% y 7,4%. Por tanto, entre 1906 y 1928 la economía colombiana tuvo un despegue
económico acelerado. Y sí, también hubo un “milagro” económico, si se considera que la
economía colombiana a comienzos del siglo XX estaba casi exánime por el impacto
destructivo de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), la separación de Panamá (1903), la
parálisis del sector público, la hiperinflación, el desempleo, la fuga de capitales, etc.

4.2. De 1925 a 2009


De la Gráfica 2 se deducen las siguientes características dinámicas de la economía
colombiana para el período 1925-2009:
1) Crecimiento sostenido: en este período de 85 años, sólo tres años son recesivos
(1930, 1931 y 1999).
2) Volatilidad: descontando las pocas recesiones, la tasa de crecimiento económico
fluctúa entre 0 y 10%.

112
3) Crecimiento cíclico: auges y desaceleraciones tienden a sucederse alternadamente;
los ciclos (por encima o por debajo de la tasa de crecimiento promedio) no han durado
más de 7 años.
El carácter cíclico de la economía dificulta la revelación de la tendencia del crecimiento
económico (la tasa de crecimiento de largo plazo). Para resolver este problema se utilizan
diversas metodologías estadísticas que descartan y/o suavizan los efectos cíclicos. En este
trabajo se utilizan dos. La primera es el filtro de Hodrick y Prescott. La segunda es la media
móvil de 7 años centrada en el cuarto año; dado que los ciclos en la economía colombiana no
duran más de 7 años, una media móvil de esa duración incorpora el número mínimo de
observaciones continuas que se deben promediar para suavizar el efecto del ciclo. Las
estimaciones resultantes se presentan en la Gráfica 3.

Gráfica 3
La Tendencia del Crecimiento Económico
Colombia 1925-2009

Fuente: Procesamiento propio con base en DANE, DNP y CEPAL (1957).

La media móvil de siete años, GPIB(7), se representa con la línea de rombos. La estimación que
arroja el filtro de Hodrick y Prescott, GPIB(HP), se representa con la línea gruesa. La
estimación del filtro es menos volátil, pero la media móvil marca más claramente las etapas de
la tendencia económica nacional. En cualquier caso, estas estimaciones se mueven
acompasadamente; una señal de que reflejan el impulso estructural (fundamental) del

113
crecimiento económico nacional. El análisis de la tendencia del crecimiento económico entre
1925 y 2009 permite diferenciar cuatro etapas (las líneas punteadas verticales las separan):
1) De 1929 a 1931 Colombia sufre el fuerte choque de la crisis económica mundial. La
tendencia del crecimiento económico nacional, que venía de un alto nivel, cae con la
crisis, y para 1932 se sitúa en 2,1%.
2) De 1932 a 1971 Colombia experimenta una tendencia a la aceleración económica.
Es así que para 1971 la tasa de crecimiento de largo plazo se sitúa en 6,3% –el máximo
nivel del período analizado-.
3) De 1972 a 1999 Colombia experimenta una tendencia a la desaceleración
económica. Para 1999, año de recesión económica, la tasa de crecimiento de largo
plazo se contrae a 1,3% –el mínimo nivel del período analizado-.
4) A partir de 2000 la economía colombiana experimenta una débil reactivación. De
hecho, sólo a partir de 2003 el país experimenta un auge económico que se frena por el
efecto de la crisis financiera internacional de 2008-2009.

4.3. Las Grandes Etapas del Crecimiento Económico Nacional


Con base en las anteriores consideraciones, se deduce que la tendencia dinámica de la
economía colombiana desde principios del siglo XX hasta la primera década del siglo XXI
pasa por tres grandes etapas:
1) La aceleración económica de las primeras siete décadas del siglo XX.
2) La rápida desaceleración económica de las últimas tres décadas del mismo siglo.
3) La recuperación económica de la primera década del siglo XXI.
La primera gran etapa corresponde a la era de los gobiernos progresivos que redundó en la
industrialización y en la aceleración económica nacional; nótese que la Gran Recesión sólo
detuvo temporalmente esta tendencia. 14 La segunda y tercera etapas corresponden al modelo
económico con gobiernos no progresivos y una orientación creciente al liberalismo

14
La mayor tasa de crecimiento del despegue económico a principios del siglo XX hasta la gran Recesión –las
primeras tres décadas del siglo- comparada con la tasa de crecimiento del período posterior –de los años 30 a los
60- parecería ser compatible con la visión del crecimiento económico de los modelos tipo Solow y Ramsey-Cass-
Koopmans (crecimiento exógeno); sin embargo, una mirada más detenida revela que no lo es: si los modelos
mencionados fueran adecuados al caso colombiano la tasa de crecimiento debería ser decreciente para generar la
convergencia a un nivel de producto per cápita dado. Pero en Colombia sucede todo lo contrario: a mayor
diversificación mayor es la tasa de crecimiento de largo plazo. Otra razón para sustentar que los modelos de
crecimiento endógeno basados en diversificación productiva son indispensables para la comprensión analítica del
desenvolvimiento económico de Colombia.

114
económico. En la segunda etapa (las tres últimas décadas del siglo XX) se presenta la
desindustrialización y la desaceleración económica. La recuperación económica en la primera
década del siglo XXI tiene causas particulares que se examinan posteriormente; en cualquier
caso, en esta última etapa no se alcanzan las tasas de crecimiento de largo plazo que tuvo la
economía colombiana a fines de los años 60 y principios de los 70.
Ya se mencionó que la reversión de la dinámica económica nacional a partir de los
años 70 tuvo impactos negativos sobre el desarrollo socioeconómico y sobre el bienestar
social. A propósito, es imposible valorar el sufrimiento que generan el desempleo, la baja
calidad del empleo, las políticas de flexibilización laboral (eufemismo para la mayor
explotación laboral y la reducción de la remuneración laboral), la separación de las familias
cuyos miembros deben migrar para buscar las oportunidades que el país no ofrece, la
especialización creciente del país en el narcotráfico y la criminalidad, la violencia, las escasas
oportunidades de educación y promoción social para niños y jóvenes que devienen en adultos
empobrecidos y resentidos, el desarraigo y la desesperanza de la población rural desplazada y
expropiada, el desgarramiento del tejido social y sus efectos negativos sobre la convivencia.
No obstante, sí se puede medir cuánto se dejó de ganar por el sólo proceso de desaceleración
de la economía. Como muestra la Gráfica 3, para 1971 el filtro de Hodrick y Prescott,
GPIB(HP), estima la tasa de crecimiento económico de largo plazo en 5,7%, y la media móvil
de 7 años, GPIB(7), la estima en 6,3%. Entre 1971 y 2009 la tasa de crecimiento promedio
anual de la economía colombiana fue 3,8%. Si se hubiera mantenido la tasa de crecimiento de
largo plazo de principios de los años 70, como lo hicieron las economías recientemente
industrializadas, el PIB colombiano de 2009 habría sido entre dos y dos y media veces el PIB
15
que efectivamente se generó. Por tanto, si se hubiera mantenido la dinámica
industrializadora muchas de las lacras sociales que tiene el país se habrían podido resolver, no
sólo porque habría un mayor ingreso sino también porque la mayor dinámica económica
permitiría una mayor capacidad de gestión del gobierno.
Las grandes etapas del crecimiento económico nacional de largo plazo presentan sub-
etapas que responden a diferentes énfasis de los gobiernos en la provisión de los activos

15
Utilizando las dos estimaciones de la tasa de crecimiento económico de largo plazo para 1971, se obtienen las
respuestas buscadas: (1,057/1,038)2009-1971 ≈ 2, y (1,063/1,038)2009-1971 ≈ 2,5.

115
productivos. Antes de pasar a ese análisis conviene establecer que la tendencia dinámica de la
economía se corresponde estrechamente con el proceso de transformación industrial del país.

4.4. Transformación Industrial


La Gráfica 4 muestra la transformación industrial del país con dos indicadores: la
participación del valor agregado de la industria manufacturera en el producto (PIBMAN/PIB), y
la participación del empleo de la industria manufacturera formal en el empleo total (EMAN/E).
La Encuesta Anual Manufacturera (EAM) sólo incluye empresas con tamaño de planta igual o
superior a 10 trabajadores. Se supone que estas empresas tienen mayor intensidad tecnológica
y mayor aprovechamiento de economías a escala. Así, la variable EMAN/E es también un
índice de modernidad económica.

Gráfica 4
Contribución de la Industria Manufacturera al PIB y
Contribución de la Industria Formal al Empleo
Colombia 1925-2008
25 6

20 5

4
15
% 3 %
10
2
5 1

0 0
1925
1929
1933
1937
1941
1945
1949
1953
1957
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005

PIBMAN/PIB EMAN/E

Fuentes: 1950-2008: EAM (DANE); 1925-1950: CEPAL (1957); Poveda Ramos (1976).

La evolución de la contribución relativa del sector industrial manufacturero a la generación del


producto nacional, PIBMAN/PIB, se representa en la Gráfica 4 con la línea doble y se mide en el
eje izquierdo. En 1925 el sector industrial manufacturero ya generaba el 10,5% del PIB
colombiano. Un logro notable si se considera que la Guerra de los Mil Días (1899-1902)
destruyó gran parte de la industria y de la actividad artesanal de los Santanderes y Boyacá, así

116
como en los otros departamentos donde se luchó la guerra: Cundinamarca, Tolima y, en menor
medida, Bolívar, Magdalena y Cauca –no se menciona Panamá porque ya no era parte del
país-. Sólo Antioquia, donde no se luchó, salvó sus desarrollos previos. De hecho, el período
de 1904 a 1925 fue un período de industrialización liderado por esta región. De 1925 a 1974 el
sector industrial manufacturero crece tendencialmente por encima del resto de la economía;
una vez que se descuentan tanto el impacto negativo de la Gran Recesión sobre la actividad
industrial manufacturera, como los saltos de la serie debidos a los cambios metodológicos de
las cuentas nacionales (1951, 1965 y 1990), se concluye que la participación industrial en el
producto tiende a aumentar sistemáticamente en el período mencionado, de forma que en 1974
alcanza su máximo nivel: 23,4%. A partir de 1974, con el gobierno de López Michelsen, la
actividad industrial comienza a perder participación en el producto nacional –sobre esto se
vuelve después-. Así, el año de 1974 es el punto de quiebre de la transformación industrial: se
señala en la Gráfica 4 con la línea vertical punteada. Posteriormente viene una caída
sistemática de la participación industrial que alcanza su mínimo con la recesión de 1999:
13,6%. Nótese que a partir de 1990, con la Apertura comercial de Gaviria, se acelera el
proceso de desindustrialización nacional. En la primera década del siglo XXI, esa
participación se estanca en un promedio del 14%.
No le han faltado críticas a esta caracterización pendular de la transformación
industrial del país. Se ha cuestionado en especial que el índice de valor examinado,
PIBMAN/PIB, está sujeto a todo tipo de problemas de medición y contabilidad: cambios en los
precios relativos, cambios en la composición de las canastas de bienes, cambios en la calidad
de los bienes, desintegración vertical del sector industrial por la terciarización de algunos
servicios del sector, disminución de los márgenes de ganancia por la apertura económica, etc.
Sin embargo, cuando se utiliza un indicador de cantidades, como la participación de la
industria manufacturera formal en el empleo total, EMAN/E, se obtiene la misma relación
pendular; esta variable se representa en la Gráfica 4 con la línea de triángulos y se mide en el
eje derecho. De nuevo se encuentra un ascenso relativo del empleo industrial formal de 2,1%
en 1925 a 5,4% en 1974, para luego caer a 2,6% en 2009. Nótese la coordinación de los dos
indicadores (PIBMAN/PIB y EMAN/E): ambos indican inequívocamente que de 1925 a 1974
hubo industrialización, y en adelante hubo desindustrialización. Más aún, si bien el indicador
de valor se estanca en un promedio de 14% en la primera década del siglo XXI, el indicador

117
de empleo sigue cayendo, indicando que en el sector industrial manufacturero, como en el
resto de la economía colombiana, opera un proceso sustitutivo de trabajo por capital fijo
importado (Ortiz et al., 2013).
La Gráfica 5 muestra la evolución del empleo manufacturero formal (plantas
industriales con 10 o más trabajadores) y del empleo total en Colombia entre 1925 y 2009. El
empleo manufacturero formal (EmpleoMan) se indica con la línea de rombos y se mide en el eje
izquierdo. El empleo total (Empleo) se indica con la línea gruesa y se mide en el eje derecho. La
línea vertical discontinua señala un cambio estructural que refleja la trascendencia de la
desindustrialización nacional: desde 1979 se quiebra la tendencia creciente del empleo
manufacturero formal, y su nivel se estanca alrededor de 500.000 trabajadores hasta 2009. Es
evidente así que en los años setenta hubo un cambio estructural en la economía colombiana
que implicó una menor dinámica del sector industrial manufacturero y un estancamiento
tendencial de la demanda de trabajo del mismo sector.

Gráfica 5
Empleo Manufacturero Formal y Empleo Total
Colombia 1925-2009
600.000 20.000.000
18.000.000
500.000 16.000.000
400.000 14.000.000
12.000.000
300.000 10.000.000
8.000.000
200.000 6.000.000
100.000 4.000.000
2.000.000
0 0
1925
1929
1933
1937
1941
1945
1949
1953
1957
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005
2009

EmpleoMan Empleo

Fuentes: 1950-2009: EAM (DANE); 1925-1950: CEPAL (1957); Poveda Ramos (1976).

Por si faltaren argumentos para sustentar la pendularidad del proceso de


transformación industrial, cabe mencionar que la creación de establecimientos industriales se
expande sistemáticamente de los años 30 (aproximadamente cinco plantas nuevas por año) a
los años 80 (600 plantas nuevas por año en promedio), para luego caer abruptamente hasta 57

118
plantas nuevas en 2001 (Echavarría y Villamizar, 2007). Al respecto cabe mencionar que la
dinámica de la creación de establecimientos manufactureros formales se relaciona
directamente con la dinámica de creación de empleo del sector (Ortiz, Uribe y Vivas, 2010).
Por tanto, con el cambio del modelo económico, que implicó una menor expansión de las
actividades manufactureras formales, también disminuyó la capacidad del sistema económico
para generar empleo formal. Lo que contribuye a explicar el deterioro del mercado laboral
colombiano y la impotencia de los gobiernos para crear puestos de buena calidad (Ortiz y
Uribe, 2012).
La comparación de las Gráficas 3 y 4 arroja que la dinámica económica de largo plazo
y la transformación industrial del país han estado intrínsecamente relacionadas. Como se
muestra en la Gráfica 6, donde se superponen la tendencia de crecimiento de largo plazo
estimado con el filtro de Hodrick y Prescott [GPIB(HP)], referenciado en el eje de la izquierda,
y la contribución relativa del sector industrial manufacturero al PIB [PIBMAN/PIB],
referenciado en el eje de la derecha, la tendencia a la aceleración del crecimiento económico
de las primeras siete décadas del siglo XX se corresponde con la tendencia a la
industrialización nacional; y la desaceleración económica posterior se corresponde con la
tendencia a la desindustrialización.

Gráfica 6
Dinámica Económica de Largo Plazo y Transformación Productiva
Colombia 1925-2009
7%
26%
6%
23%

5% 20%

17%
4%
14%
3%
11%

2% 8%
1925
1929
1933
1937
1941
1945
1949
1953
1957
1961
1965
1969
1973
1977
1981
1985
1989
1993
1997
2001
2005
2009

GPIB(HP) PIBMAN/PIB

Fuente: Procesamiento propio sobre estimaciones de CEPAL (1957) y DANE.

119
Se sustentó anteriormente que los gobiernos progresivos han impulsado el crecimiento
económico mientras que los no progresivos lo han disminuido. Con base en la relación entre
transformación industrial y crecimiento que se acaba de examinar, se sustenta de nuevo que el
activo productivo más importante para el crecimiento económico ha sido la diversificación de
la industria manufacturera, aunque los demás activos productivos, como se verá a
continuación, son también indispensables. Y este análisis que aplica para las grandes etapas
también es válido para las sub-etapas.

4.5. Las Sub-Etapas del Crecimiento Económico Nacional


Dada la limitación de espacio, en este capítulo sólo se hace una mención somera a la
relación entre dinámica económica por sub-etapas y la oferta de activos productivos con
énfasis en el apoyo de los gobiernos a la diversificación industrial.

4.5.1. La Situación Socioeconómica de Principios del Siglo XX


Conviene empezar teniendo en cuenta el contexto de la Colombia de principios del
siglo XX. La Guerra de los Mil Días (1899-1902) había dejado casi exánime la economía
colombiana. Además, en 1903 el país recibió el golpe de la separación/usurpación/venta de
Panamá –tomaría décadas asimilarlo-. Había que hacer algo. Con la Constitución de 1886 se
tenía la base legal para organizar un gobierno central. Pero la nación estaba institucionalmente
desarticulada, políticamente polarizada y espiritualmente postrada por la violencia de la guerra
y la agresión imperialista.
Para dar una idea de la magnitud del reto que enfrentó Colombia a principios del siglo
XX debe mencionarse que la violencia y la destrucción de la Guerra fueron aterradoras. La
fuerza laboral activa a principios del siglo XX quedó drásticamente disminuida: los
historiadores estiman que murieron entre 80.000 y 180.000 hombres. Los muertos
representaban entre el 2 y el 4,5% de la población total al principio del siglo XX
(aproximadamente 4 millones de personas); si se supone a mano alzada que la razón por sexos
era 1:1, y que la tasa de dependencia de la época era del 80% (Flórez y Dureau, 2000), esa
cantidad de bajas representaba entre el 7 y el 16% de la población masculina laboralmente
activa (la gran mayoría de los combatientes eran campesinos pobres que en muchos casos
fueron reclutados a la fuerza en las haciendas y en los villorrios). Y, claro, las regiones donde
se luchó la guerra tuvieron mucha mayor destrucción y parálisis económica. El gobierno

120
nacional quedó sin recursos fiscales, la hiperinflación (causada por el exceso de emisión
oficial para financiar la guerra) paralizó la iniciativa privada (tanto en consumo como en
inversión), y las divisas escasearon debido a la parálisis prolongada del comercio internacional
y la fuga de capitales. Además, hubo factores agravantes de carácter estructural: Colombia era
entonces un país predominantemente rural; el campo era parcialmente autosuficiente; las
ciudades eran pequeñas: según el Censo de 1905, las únicas ciudades con más de 30.000
habitantes eran Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali y Pasto con 100.000, 54.916, 40.115,
30.740 y 30.885 habitantes, respectivamente (con una población total de 4.143.632, sólo el
6,2% vivía en las ciudades mencionadas). La educación era un bien de lujo. La mayoría de la
población tanto en la ciudad como en el campo vivía en condiciones de subsistencia (no usaba
calzado ni disfrutaba de servicios domiciliarios o servicios de salud). Las regiones estaban
separadas por una geografía exuberante de cordilleras intrincadas; las vías de comunicación
eran escasas y lentas (sólo unos cuantos vapores surcaban los ríos de Colombia, y el resto del
camino se debía hacer a pie o a lomo de cabalgadura). Los mercados internos eran así
regionales; y la posibilidad de generar un mercado interno nacional era remota –había muchas
veces más intercambios de las regiones con el resto del mundo que entre sí-. Por esta última
razón, los liberales, articulados a los intereses de las élites locales, apoyaban el federalismo y
defendían el libre comercio a ultranza. En esas condiciones, las perspectivas de la joven
nación, que apenas iba a cumplir su primer siglo de existencia, no eran halagüeñas.
Sin embargo, ocurrió un “milagro”. Y éste comenzó con un acuerdo político. Bajo el
comando del general Reyes los partidos liberal y conservador lograron un acuerdo para
garantizarle gobernabilidad al Presidente y liderar la transformación estructural del país. El
acuerdo se describe posteriormente. Si bien la ignición política jugó un rol fundamental,
también se requería que la pólvora estuviera dispuesta para la explosión. Sin más rodeos, era
necesario que el proyecto de desarrollo encontrara un campo nutricio. Éste lo proporcionó
Antioquia, especialmente Medellín, su capital. De ahí se expandiría posteriormente al resto del
país, especialmente a las grandes ciudades: Bogotá, Cartagena, Barranquilla, Cali y
Bucaramanga.
Las condiciones se habían creado lentamente desde la colonia. A finales del siglo XIX
funcionaban privadamente algunas pequeñas plantas de electricidad en las ciudades. Había
cuatro universidades públicas (la Nacional de Bogotá, la del Cauca en Popayán, la de

121
Cartagena, y la de Antioquia en Medellín), y tres universidades privadas (la Santo Tomás, la
Republicana y la del Rosario, todas en Bogotá). En el siglo XIX se había dado un proceso de
acumulación originaria de capital basado en la explotación minera, la explotación de bienes
agrícolas y la respectiva comercialización nacional e internacional. La economía minera (con
la extracción de oro y, en muy menor proporción, plata y platino) se había desarrollado desde
la conquista y la colonia. La producción de bienes primarios de carácter agrícola
(commodities) se dinamizó desde mediados del siglo XIX con el régimen liberal del Olimpo
Radical. La producción de estos bienes primarios se daría en oleadas. En orden aproximado de
aparición histórica –hubo traslapes temporales-, los bienes primarios exportados por Colombia
en el siglo XIX fueron el tabaco, el café, la quina, los cueros, el algodón, el caucho y el añil
junto con otros productos de menor importancia como el palo brasil, el palo mora, el dividivi,
la tagua, etc. Algunos de estos productos primarios eran producidos en actividades de enclave
(la quina, el caucho, el añil), y en cualquier caso tendrían ciclos de vida más o menos cortos.
La producción de sombreros fue la única actividad exportable de carácter artesanal. Algunos
de estos bienes terminarían su ciclo por la competencia internacional (tabaco, caucho,
algodón, sombreros); otros desaparecerían ante el desarrollo de sustitutos sintéticos
desarrollados en los países europeos (quina y añil). De manera que el oro, el café y en menor
medida los cueros, y la actividad de comercialización nacional e internacional, darían la base
económica para un despegue económico de largo plazo.
A pesar de las guerras recurrentes del siglo XIX, y de que la economía seguía siendo
predominantemente rural y agropecuaria, el desarrollo incipiente de una economía urbana
había permitido el desarrollo de actividades de transformación predominantemente artesanales
y semi-industriales (textiles, confecciones, alimentos, jabonerías, cerámicas, locería,
cervecerías, curtiembres, sombreros, zapatos, jabonerías, velas, talabarterías, etc.), y de
algunas ferrerías, astilleros, talleres de fundición y reparación de máquinas, fábricas de vidrios
y de productos de vidrio, etc. Estos primeros intentos de industrialización tendrían lugar en las
últimas dos décadas del siglo XIX. Pero la Guerra de los Mil Días destruiría o paralizaría ese
esfuerzo en la mayor parte del territorio nacional. Sólo Antioquia salvaría su desarrollo previo
porque las batallas se libraron fuera de su región. Es por esta razón, entre otros factores, que la
industrialización colombiana del siglo XX fue liderada por Antioquia. También fue importante
para el efecto que en Antioquia no se hubiera desarrollado una economía de hacienda (de

122
manera que se evitó la explotación basada en lazos de sujeción personal), que se diera una
cierta homogeneidad racial, que hubiera tierras disponibles hacia el sur (el viejo Caldas y el
Tolima de la cordillera central hacia el norte del departamento), que se presentara por tanto la
Colonización Antioqueña, que se desarrollara la economía cafetera tanto en Antioquia como
en la zona de colonización a través de pequeñas unidades familiares autónomas, que se
generaran suficientes excedentes de las producciones de café y de oro para generar una
demanda efectiva mucho más homogéneamente distribuida que en las regiones caracterizadas
por economía de hacienda (el Gran Cauca, Tolima en el Valle del Magdalena, Cundinamarca
y los Santanderes).
Sin desconocer el argumento de que Antioquia contó con suerte porque la guerra no le
pasó por encima –como lo hizo en otras regiones-, también se debe mencionar que la
inexistencia de una economía de hacienda en la región hacía más difícil reclutar soldados y
organizar la guerra. Los arrieros, minifundistas, mineros y empresarios que no tenían
relaciones laborales de sujeción huyeron para escapar del reclutamiento forzoso. Y se
dedicaron a fundar pueblos en las alejadas montañas antioqueñas, o reforzaron la Colonización
Antioqueña que había empezado algunas décadas antes en el gran Caldas.
En cualquier caso, es claro que en Antioquia, el Viejo Caldas, la zona norte del Cauca
y la parte montañosa del Tolima sobre la cordillera central hacia el norte se presentó un
despegue económico virtuoso en el que la producción de unos sectores –principalmente del
sector cafetero- generaba ingresos relativamente abundantes y suficientemente distribuidos
para financiar la demanda de los demás, y viceversa. De manera que sobre la base de la
inserción internacional creciente del café y el desarrollo de la actividad económica interna,
junto con la urbanización y la proletarización de las masas trabajadoras de la industria, se
demandaban los productos de la actividad industrial en escala ampliada. Ello permitió el
aprovechamiento de economías a escala en las actividades industriales, se posibilitó la
mecanización y la electrificación, y aumentó la generación de ingresos por las ganancias en
productividad. El despegue económico de Antioquia corresponde a la visión del desarrollo
equilibrado que formularan los teóricos del desarrollo económico (Rosenstein-Rodan, 1943,
Nurkse, 1953); básicamente, la lógica de la acumulación es la del desarrollo equilibrado con
externalidades pecuniarias y posibilidad de explotar rendimientos crecientes a escala. No
obstante, para el desarrollo posterior de más largo plazo también aplica la lógica del desarrollo

123
desequilibrado (Hirschman, 1958): en sus primeras etapas la industria produciría
primordialmente bienes de consumo final, y sólo después comenzaría a producir materias
primas industriales y, en menor medida, bienes de capital.

4.5.2. La Etapa Progresiva


El Despegue Económico (1904-1928). El despegue económico fue impulsado
principalmente por las políticas progresivas de Rafael Reyes (1904-1909) y Pedro Nel Ospina
(1922-1926). Este objetivo se logró con la promoción de la industria manufacturera, el apoyo a
la producción de café (la principal fuente de divisas), la construcción de ferrocarriles y
carreteras, la pacificación nacional, los estímulos a la inversión, la recuperación de la
circulación monetaria y del sistema bancario, y la creación de una serie de instituciones
adecuadas para estos fines (Ministerio de Obras, Banco de la República, etc.). Ospina tuvo
menos restricciones externas que Reyes por la compensación de los 25 millones de dólares
que entregó Estados Unidos por la independencia/toma de Panamá, y por la posterior
“prosperidad al debe” que canalizó el auge del crédito internacional al país (alrededor de 200
millones de dólares). Así, de 1906 a 1924 se ha estimado que el país creció a una tasa superior
al 5% anual (Gráfica 1); además, se experimentó una tendencia económica a la aceleración
que duraría hasta 1928 –antes de la Gran Recesión-.
La política jugó un papel fundamental. Reyes formó un gobierno con la participación
de liberales y conservadores. E impulsó un pacto político para buscar la gobernabilidad: se
acordó que los conservadores (los vencedores de la guerra) ocuparían las dos terceras partes de
los puestos gubernamentales, y los liberales tendrían el resto. No era un pacto equitativo, pero
era un pacto. Sin embargo, ocasionó resquemores. Los liberales no estaban del todo contentos,
y los conservadores nacionalistas que dominaban casi absolutamente el Congreso Nacional
(sólo dos congresistas eran liberales, uno de ellos era el general Rafael Uribe Uribe)
boicotearon los programas del gobierno para imponer su aspiración de un gobierno
hegemónico, a la usanza de lo que había impuesto la Regeneración en el siglo pasado (y de
hecho a la usanza del siglo XIX, pues cuando los liberales detentaron el poder, en el período
del Olimpo Radical, también fueron excluyentes). Entonces Reyes cerró el Congreso en 1905
(Uribe Uribe estuvo de acuerdo con la medida), y convocó una Asamblea Nacional
Constituyente cuya representatividad mantendría la fórmula del gobierno: dos terceras partes
de los asambleístas serían conservadores, y el resto liberales. De esta forma, y con la

124
centralización del poder nacional que garantizaba la Constitución de Núñez (1886), se obtuvo
la gobernabilidad buscada. El Quinquenio de Reyes estuvo marcado por la voluntad de
imponer la paz y reconstruir la nación con una gestión eficiente: “Paz, concordia y trabajo” era
el primer lema del gobierno –apenas lógico para un país derruido e ideológicamente
enfrentado-. La reconstrucción nacional requería, como decía el segundo lema del gobierno,
“menos política y más administración”: se necesitaban funcionarios eficientes.
El pacto político de los partidos tradicionales bajo Reyes no sólo era indispensable
para la gobernabilidad del Estado. También se requería para generar confianza en los
inversionistas. Para estos incipientes empresarios, algunos de ellos inmigrantes, era
indispensable que sus emprendimientos tuvieran una probabilidad mínima de retorno positivo.
Para ello se requería paz y tranquilidad. Se requería una economía con una demanda en
expansión. Se requerían transportes y vías de comunicación. Todas las condiciones requeridas
se conjugaron felizmente a principios del siglo XX. Con Reyes se crearía un marco
institucional nacional capaz de gestionar la inversión pública, y se alcanzaría un tamaño
mínimo del mercado interno. De esta forma se dio un despegue económico capitalista jalonado
por la inversión privada en la industria y la inversión en capital social fijo (infraestructura de
transportes, comunicaciones, generación eléctrica, instituciones administrativas nacionales de
diferente orden, etc.). Y la economía respondió con un desempeño asombroso. Como lo
muestra la Gráfica 1, el Quinquenio disparó el crecimiento económico a niveles del 5% y más.
No hay que hacerse ilusiones sobre el carácter democrático del proyecto político del
Quinquenio. De hecho, éste fue elitista desde el principio. Tan pronto se posesionó, Reyes
formó en Bogotá una Junta Nacional de Notables para que lo asesorara. La Junta estaba
constituida por banqueros, industriales, comerciantes y terratenientes; entre ellos se encontraba
el empresario antioqueño José María (Pepe) Sierra –su amigo y consuegro-, a quien
posteriormente Reyes le pediría apoyo financiero para crear el Banco Central. Con Reyes
continuaría una peculiaridad de la política presidencialista colombiana: el ejecutivo consulta
más a los poderosos (y a los grupos de presión) que a los partidos políticos y el común. El
mismo Reyes se vanagloriaba de sus excelentes relaciones con los adinerados, a quienes
consultaba para pulsar de entrada la recepción de sus políticas. Por otra parte, el presidente
mantenía un firme control sobre el manejo de la cosa pública. De hecho, el proyecto de
desarrollo del Quinquenio estuvo marcado por el autoritarismo del gobernante. El cierre del

125
Congreso le permitió gobernar a Reyes con mayor libertad y autoridad –por esta razón algunos
historiadores y políticos tratan a Reyes como dictador-.
A pesar de su orientación elitista, el Quinquenio proveyó los activos públicos
productivos que se requerían para el despegue capitalista de Colombia:
1. Diversificación Industrial. Se impulsó activamente tanto la industrialización (como
motor del desarrollo) como la producción cafetera (que era entonces, y seguiría
siéndolo por muchas décadas, la principal fuente de divisas para financiar las
importaciones requeridas por la industria). 16
Además, la economía cafetera generaba
un ingreso considerable que se distribuía de forma relativamente igualitaria entre todas
las capas sociales de las regiones cafeteras contribuyendo así a conformar un mercado
interno nacional.
2. Infraestructura Vial. En el campo de la infraestructura el gobierno de Reyes atacó
primero el problema de la interconexión nacional. Impulsó la construcción de
ferrocarriles: durante el Quinquenio se construyeron 429 kilómetros de carrileras, un
gran logro si se tiene en cuenta que hacia 1901 sólo había 625 kilómetros construidos –
en el mejor de los casos, los mismos con los que empezó Reyes su período de
gobierno-. Y comenzó la construcción de las primeras carreteras para automotores (la
primera sería la de Bogotá-Tunja-Santa Rosa de Viterbo). El impulso a la
infraestructura vial era indispensable para conformar un mercado interno para las
manufacturas, agilizar la circulación de mercancías y colocar en el exterior las
exportaciones de café –por eso inicialmente los ferrocarriles fueron centrífugos: se
proponían sacar los excedentes cafeteros de las montañas a los puertos marítimos de
país-. Reyes también impulsó la navegación en los principales ríos del país. Y
reconstruyó la red de telégrafos del país ampliándola en más de 5.000 kilómetros.
3. Respeto por la Vida. En el tema del orden público y la garantía del derecho a la vida,
es ilustrativo el tratamiento que le dio Reyes al atentado que se perpetró en su contra.
En febrero de 1906 tres esbirros atentaron infructuosamente contra el general y su hija.
Una corte marcial los hizo ejecutar junto con un cómplice en el mismo sitio del
atentado. El evento refleja la decisión política de acabar con la violencia más la

16
De la mano de Rafael Uribe Uribe, ahora aliado del gobierno, el liberalismo abandonó el radicalismo
manchesteriano (librecambista) que lo había caracterizado en el siglo XIX como defensor de los proyectos de
desarrollo de los estados regionales, y abrazó de forma pragmática la causa industrialista.

126
voluntad de imponer el orden recurriendo incluso a un castigo tan ejemplarizante como
inhumano –sólo hasta 1910 sería abolida la pena de muerte en Colombia-. Quizás por
su talante elitista y su aspiración de liderar una coalición de las élites, Reyes aceptó la
ejecución de los esbirros cuyo origen humilde era evidente (hay fotos). Pero no aceptó
la ejecución de los autores intelectuales, algunos de los cuales eran sus copartidarios
(conservadores) y pares sociales. Posteriormente los indultó. Como dice la sabiduría
popular colombiana, consciente de la influencia elitista en todos los ámbitos de la vida
social, “la justicia es para los de ruana”.
4. Políticas de Acumulación de Capital. Con respecto a las políticas económicas para
impulsar la acumulación, en el Quinquenio se fijaron aranceles proteccionistas, y se
concedieron subvenciones directas, privilegios comerciales e incentivos tributarios
para favorecer la industria textil y el establecimiento de algunos sectores industriales
(alimentos, ácidos, vidrio y papel). En el sector agrícola se favoreció el cultivo del
algodón, la caña de azúcar, el café, el tabaco y el caucho. Los cafeteros recibieron en
especial una subvención de un peso oro por cada quintal exportado. Se centralizaron
(en desmedro de los departamentos) las rentas de licores, degüello y tabaco –esta
medida fue revertida en 1908 por el desorden administrativo y financiero que se
presentó con el manejo de las transferencias regionales-. Se incrementaron los
derechos de aduana en un 70% para recaudar más recursos fiscales y, al mismo tiempo,
aumentar la protección de la agricultura y la industria. La ley 56 de 1905 les facilitó a
los agricultores pobres el acceso a los baldíos nacionales (el problema de la desigual
distribución de la tierra es constante desde la Conquista y sigue sin resolverse).
5. Desarrollo Institucional. A finales del siglo XIX Rafael Núñez intentó crear el
esquema de banca central con el Banco Nacional, un banco mixto que posteriormente
fracasó (la excesiva emisión exigida por el gobierno para financiar la guerra fue el
origen de la hiperinflación). Rafael Reyes recurrió a una figura similar con la creación
en 1905 del Banco Central –éste se creó con aportes oficiales y con aportes de un
grupo de empresarios amigos del gobierno-. Como su nombre lo indica, el Banco
Central tuvo algunas de las funciones típicas de una banca central: monopolio de la
emisión y prestamista del gobierno, pero también tuvo funciones de recaudador fiscal y
de banco comercial (los enemigos de Reyes le quitaron en 1910 sus funciones de banca

127
central y de recaudador). A pesar de su breve existencia, el Banco Central logró el
objetivo buscado: se creó el peso colombiano (equivalente al dólar), se mantuvo el
patrón oro que había instaurado Marroquín desde 1903, se terminó la hiperinflación
heredada de la Guerra, aumentaron las transacciones comerciales y financieras, y se
restauró en alguna medida la confianza del público en la moneda. Y para impulsar las
obras públicas requeridas, Reyes creó el Ministerio de Obras Públicas en 1905.
También debe mencionarse la creación del Ejército Nacional y de la Armada Nacional
como instituciones nacionales y de carácter profesional; de esta forma se aseguró el
comando de la paz y el orden desde el Estado central.
Nótese que las instituciones fueron creadas por las necesidades de acción del gobierno para
dinamizar la actividad económica, y no al revés, como se piensa actualmente desde el
institucionalismo, esa vertiente de la teoría del desarrollo que ve las instituciones como las
demiurgas del progreso (ver Chang, 2011).
Los gobiernos posteriores, los del republicano conservador Carlos Eugenio Restrepo
(1910-1914) y los de los conservadores José Vicente Concha (1914-1918), Marco Fidel
Suárez (1928-1921) y Jorge Holguín (1921-1922), desmontaron parcialmente la política
industrialista (se rebajaron los aranceles y algunas subvenciones que Reyes había concedido
fueron eliminadas), pero mantuvieron el apoyo oficial a la construcción de obras públicas. El
impulso industrial después del despegue se mantuvo fuerte. Y aunque la Primera Guerra
Mundial golpeó inicialmente todas las actividades económicas nacionales, las escaseces
generadas por el cierre del comercio internacional dinamizaron la sustitución de importaciones
y reactivaron la dinámica industrial interna.
En 1922 sube al poder el general conservador Pedro Nel Ospina. Fue el primer
presidente colombiano con título de ingeniero.17 Como buen ingeniero y empresario innovador
(Ospina diseñó el vapor “Antioquia” que surcaba las aguas del río Magdalena), se recupera en
su período el programa desarrollista de Reyes: apoyo a la industrialización, la agricultura
(especialmente la producción cafetera) y las obras públicas. Con los recursos de la
indemnización norteamericana por la venta de Panamá, y con la posterior “prosperidad al

17
Entre la independencia, en 1810, y 1922, los presidentes de Colombia y los encargados, con la excepción de los
presidentes Jorge Tadeo Lozano (médico y filósofo), Miguel Antonio Caro y Marco Fidel Suárez (escritores), José
Manuel Marroquín (gramático) y Carlos E. Restrepo (periodista), fueron militares o abogados. No es extraño así
que se pelearan tantas guerras civiles y se redactaran nueve constituciones en el período mencionado.

128
debe”, se financiaron muchas obras públicas (especialmente ferrocarriles y carreteras).
Además, con el auge económico internacional se dispararon las exportaciones de oro y café.
Nótese que Ospina operó con menos restricciones que sus predecesores por la afluencia
masiva de divisas. Así, profundizó la aceleración económica con una inversión masiva en
obras públicas. Para ello contó con la indemnización por la toma de Panamá (25 millones de
dólares) y con los recursos crediticios posteriores de la “prosperidad al debe” (200 millones de
dólares).
Bajo Ospina se construyeron más de 400 kms. de carreteras; se construyeron 800 kms.
de carrileras; se crearon talleres mecánicos y de reparación de los ferrocarriles en Facatativa,
Girardot y Cali –estos talleres contribuyeron a la calificación de la fuerza laboral (aprendizaje
tecnológico en la práctica) con efectos benéficos posteriores en el desarrollo industrial-; se
reorganizó el servicio de transporte fluvial; se construyeron más cables aéreos en Santander y
en Caldas; se instalaron más de 1.000 kms. de vías telegráficas, y se creó el servicio de
radiotelegrafía internacional. La electrificación de las grandes ciudades ya era un hecho para
1925: según Poveda Ramos (2005), para la época se generaban 70 millones de kilovatios–
horas al año. De manera que las fábricas medianas y grandes empezaron a incorporar el motor
eléctrico como fuente de poder y sustituyeron las calderas de vapor que consumían hulla como
combustible. Pardo Pardo (1972) reporta que para 1924 había plantas eléctricas funcionando
en 14 departamentos, pero la mayor parte de la potencia generada se localizaba en
Cundinamarca (25.380 H.P.), Antioquia (4.386 H.P.), Valle del Cauca (1.890 H.P.), los
Santanderes (1.901 H.P.), Tolima (700 H.P.) y Bolívar (400 H.P.). También hubo grandes
logros institucionales. Con el apoyo de la misión Kemmerer, se puso en funcionamiento un
verdadero esquema de banca central con la creación en 1923 del Banco de la República y de la
Superintendencia Bancaria. En ese mismo año también se crearon la Contraloría General de la
República y otras instituciones. Ospina creó el Ministerio de Industrias. Y fundó el Banco
Agrícola Hipotecario (1923) con funciones de fomento.
El despegue económico fue asombroso y acelerado en las primeras tres décadas del
siglo XX antes de la Gran Recesión. Un ejercicio simple de composición geométrica arroja
que entre 1906 y 1917 la tasa de crecimiento promedio anual fue 4,8%; entre 1917 y 1924
aumentó a 6,3%; y entre 1924 y 1928 aumentó a 7,8%. Aunque esta última tasa no es

129
estrictamente comparable con las anteriores –por razones previamente expuestas-, refleja
obviamente un auge económico sin precedentes en el país.

La Gran Recesión (1929-1931). Como se mencionó arriba, el gobierno del presidente


Miguel Abadía Méndez (1926-1930) se benefició por dos años (1926-1928) del impulso
económico alcanzado en las décadas anteriores, pero luego esperó inerme a que la crisis le
pasara por encima durante el resto de su mandato. La tasa de crecimiento económico nacional
de largo plazo disminuye así a 2,1% en 1932 (Gráfica 3).

El Impulso Liberal (1932-1946) y el Primer Año de Ospina Pérez (1946-1947).


Fueron fuertemente progresivos los cuatro gobiernos del Régimen Liberal: Enrique Olaya
Herrera (1930-1934), Alfonso López Pumarejo (1934-1938), Eduardo Santos Montejo (1938-
1942), y nuevamente López Pumarejo (1942-1945) con su designado Alberto Lleras Camargo
(1945-1946). Cabe destacar el “keynesianismo” pragmático de Olaya Herrera para reactivar la
economía con un programa de obras públicas. 18 Sólo un año largo de Mariano Ospina Pérez
(1946-1947) sería de paz, y éste también adelantó un programa de gobierno progresivo, por lo
cual la economía seguiría expandiéndose aceleradamente hasta 1947. Además, hasta el
“Bogotazo” (abril de 1948), y contrariando la preferencia hegemonista del laureanismo,
Ospina Pérez gobernó con los dos partidos tradicionales (liberal y conservador), lo que
prolongó el pacto de convivencia y gobernabilidad que había inaugurado el general Reyes
durante su Quinquenio. Así, de 1932 a 1947 la tasa de crecimiento económico de largo plazo
aumenta de 2,1% a 5,4% (Gráfica 3).
No es posible en este capítulo hacer una descripción exhaustiva de los logros de los
diferentes gobiernos en la provisión de activos públicos productivos. Sin embargo, se hará una
breve descripción por activo productivo para el bloque de gobiernos de este período.
1. Diversificación Industrial. Los gobiernos de Olaya Herrera a Ospina Pérez
impulsaron la industrialización nacional. Olaya Herrera reestructuró y aumentó los
aranceles para proteger la agricultura y la industria (Leyes 62 y 99 de 1931). También
creó la figura institucional de la sociedad anónima (1931) para potenciar la
financiación del sector industrial y generar nuevas empresas industriales. En el

18
El programa de reactivación de Olaya Herrera a través de inversión en obras públicas no tuvo nada que ver con
Keynes. De hecho, la “Teoría General” de Keynes, que le daría una sustentación teórica a esta estrategia de
reactivación económica, se publicaría posteriormente, en 1936.

130
gobierno de López Pumarejo se llevaría a cabo la reforma constitucional que consagró
la intervención del Estado en la economía (Acto Legislativo No. 1 de 1936). El
presidente Eduardo Santos con su ministro de hacienda, Carlos Lleras Restrepo, fundó
en 1940 el Instituto de Fomento Industrial (IFI), que comenzaría a crear nuevas
empresas industriales en todo el país convocando el concurso de capitales privados y
públicos. La industrialización también fue impulsada por las escaseces generadas
durante la Segunda Guerra Mundial. Ospina Pérez inició el proyecto de la siderúrgica
Paz del Río a través del IFI, y constituyó la empresa Colombiana de Petróleos
(ECOPETROL) en 1948.
2. Infraestructura. Olaya Herrera aplicó una política masiva de inversión en obras
públicas (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, rehabilitación del Canal del Dique,
muelles, puertos, puentes, etc.). La financiación fue parcialmente provista por el Banco
de la República con la garantía de los ingresos estatales por la explotación de las
salinas terrestres y marítimas. Esta política de reactivación económica fue decisiva
para recuperar el impulso económico acelerado que la Gran Recesión había
comprometido. López Pumarejo también continuó la construcción de ferrocarriles
(expandió la red ferroviaria en 350 kms.), construyó 2.300 kms. de carreteras,
construyó aeropuertos, apoyó la construcción del oleoducto Tibú-Coveñas, y construyó
la primera represa del país (La Regadera en Bogotá). En la parte de comunicaciones,
su gobierno expandió la red nacional de telégrafos y telefonía en mil kilómetros.
Eduardo Santos construyó alrededor de 1.000 kms. de carreteras y pavimentó cerca de
400 kms. de carreteras nacionales; y en su mandato se terminó de ejecutar el plan
nacional de carreteras de 1931. Posteriormente, Ospina Pérez construyó 2.000 kms. de
carreteras nacionales y continuó la expansión de la red ferroviaria del país. En 1947 se
reanudó la construcción del ferrocarril entre Ibagué y Armenia con el propósito de
conectar el sistema ferroviario central con el de occidente; pero la violencia desatada a
partir de 1948, y el desplazamiento progresivo del transporte ferroviario por el
transporte automotor, impidieron la concreción de este proyecto que pudo haber tenido
un importante efecto dinamizador sobre el desarrollo económico nacional. Ospina
Pérez impulsó la construcción de plantas hidroeléctricas en Antioquia (Riogrande),
Caldas (La Esmeralda) y Santander (Hilebrija). Trajo la Misión Currie del BIRF en

131
1950 para hacer un diagnóstico de la situación económica nacional. Creó los
Ministerios de Higiene (luego Salud), el Instituto de Seguros Sociales (ISS), el
Instituto Colombiano de Especialización Técnica en el Exterior (ICETEX), y el
Instituto Nacional de Nutrición.
3. Respeto por la Vida. El período de 1930 a 1945 fue un período de relativa paz y
progreso. Cuando sube al poder Ospina Pérez, en 1946, y comienza la revancha
conservadora, comienza a desencadenarse la violencia. Sobre esto se vuelve después.
4. Políticas de Acumulación de Capital. En 1931 el Ministro de Hacienda de Olaya
Herrera, Esteban Jaramillo, aumentó la tributación directa y disminuyó la indirecta, lo
que favoreció la equidad fiscal y la expansión fabril de la producción de cervezas y
gaseosas (los impuestos a las ventas de estas bebidas fueron disminuidos).
Posteriormente, con la reforma tributaria de López Pumarejo (1936), se reforzó la
progresividad de la tasa al impuesto de renta. El gobierno de Olaya Herrera también
reglamentó la figura de la sociedad anónima con el ánimo de democratizar la
propiedad sobre la industria, lo que tuvo efectos muy importantes para canalizar el
ahorro público y privado a la inversión. Por otra parte, los aranceles se elevaron para
proteger los productos nacionales y se estableció el control de cambios. Como
producto de las afugias cambiarias de principios de los años 50, Ospina Pérez
estableció un nuevo arancel de aduanas que se fijó en términos ad valorem para evitar
su erosión por la inflación, y aumentó significativamente la lista de mercancías sujetas
al arancel. Olaya Herrera adoptó en 1931 el Plan Nacional de Obras Públicas cuyos
resultados dinamizadores se relacionaron en la sección anterior. La más importante
herramienta de acumulación de capital fue el IFI (1940) que generó una ingente
cantidad de nuevos sectores; el desarrollo industrial del país y la consolidación de su
estructura económica no hubiera sido viable sin el IFI. Ospina Pérez desmontó en 1948
el tratado comercial que había firmado el país en 1922 el presidente encargado Jorge
Holguín, el cual bloqueaba la mitad del arancel como tratamiento preferencial para los
Estados Unidos; y también logró en el mismo año la anulación del tratado de 1935 que
había firmado López Pumarejo con el mismo país, y que le otorgaba tratamiento de
“nación más favorecida” y le concedía rebajas arancelarias. Poveda Ramos (1976, p.
97; 2005, p. 323) asegura que Colombia pudo haber empezado más temprano la

132
producción de materias primas y bienes de capital de mayor densidad tecnológica de
no haber sido por esos tratados asimétricos y anti-técnicos.
5. Desarrollo Institucional. Con el propósito de promover el bienestar de los
trabajadores, Olaya Herrera estableció la legislación laboral básica: se fijó la jornada
laboral diaria en 8 horas (no era extraño hasta ese entonces que la jornada fabril durara
11 y más horas); también se definieron otras medidas favorables a los trabajadores:
descanso dominical remunerado, atención médica por accidentes de trabajo, seguro de
vida, vacaciones remuneradas, etc. Se reconoció y reglamentó el derecho de los
trabajadores a formar sindicatos. Se creó el primer banco de fomento productivo del
país: la Caja de Crédito Agraria, Industrial y Minera (1931); se creó la Caja
Colombiana de Ahorros (1931) para fomentar el ahorro público; se creó el Banco
Central Hipotecario (1931) para financiar la construcción de vivienda; y se creó la
Dirección General de Aduanas. Con la reforma constitucional de 1936, bajo López
Pumarejo, se reglamentó la intervención estatal en la economía: un desarrollo
institucional fundamental al cual ya se había hecho mención arriba. Se creó el
Ministerio del Trabajo y se aprobaron en el Congreso las leyes de organización
sindical. Nótese que la irrupción del proletariado con el desarrollo capitalista acelerado
comienza a reflejarse en las preocupaciones de los gobiernos liberales para mantener la
paz social y reconstruir el tejido social. También hubo acciones en el sector rural:
Olaya Herrera ordenó las primeras parcelaciones de latifundios para darles tierra a los
campesinos pobres. Alfonso López Pumarejo promulgó la ley 200 de 1936 para
estimular la redistribución y la ocupación productiva de la tierra; en su segundo
mandato se promulgó la Ley 100 de 1944 que permitía la aparcería como forma de
explotación válida para evitar la expropiación. Entre la alianza funcional liberal-
conservadora que le había dado origen al desarrollo económico acelerado con Reyes, y
la fiera oposición de los latifundistas y del partido conservador (en 1934 se creó la
irascible y reaccionaria Asociación Patriótica Económica Nacional –APEN- para
oponerse tanto al movimiento de masas como a la reforma agraria liberal), la reforma
agraria se diluyó. Lo que quedó reveló qué querían realmente los industriales y los
gobiernos liberales industrialistas con la reforma agraria: que la tierra fuera ocupada
productivamente y satisficiera de forma elástica –para evitar presiones inflacionarias-

133
tanto las materias primas agrícolas y pecuarias requeridas por el desarrollo industrial
como los alimentos e insumos requeridos por las ciudades en expansión (Kalmanovitz,
1995). Por otra parte, hubo desarrollos muy importantes en el campo educativo: López
Pumarejo construyó en Bogotá la sede de la Universidad Nacional (1936), y fundó la
Escuela Normal Superior para formar maestros de la educación primaria, secundaria y
universitaria. Las escuelas normales se propagarían posteriormente a todo el país.

La Violencia (1948-1958). En este período gobernó el régimen conservador con


Mariano Ospina Pérez (1946-1950), Laureano Gómez Castro (1950-1953), Gustavo Rojas
19
Pinilla (1953-1957) y la Junta Militar (1957-1958). A pesar de las reformas sociales
destinadas a mantener la paz social que había adoptado el régimen liberal, especialmente las
reformas laborales y la reforma agraria, aunque esta última siempre fue rechazada
efectivamente por el conservatismo, el surgimiento del movimiento reivindicativo del
proletariado y del campesinado dio al traste con el equilibrio político bipartidista que había
inaugurado Reyes. Aquel pacto de convivencia que, de alguna forma, se había mantenido bajo
el supuesto de que las élites mandaban y los sectores populares aceptaban las migajas del
progreso. Los detonantes del conflicto fueron la movilización campesina por la tierra y las
reivindicaciones populares del proletariado y del artesanado. El régimen conservador de nuevo
en el poder incita a la revancha y genera una guerra civil no declarada aunque no por eso
menos violenta. La guerra se amplifica con el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer
Gaitán (1948). Aunque los programas de gobierno de Ospina Pérez y del general Rojas Pinilla
tenían claros visos progresivos, la violencia exacerbada del período se convirtió en un lastre de
la economía.
La política fue, de nuevo, decisiva en este período. Con el surgimiento del movimiento
reivindicativo popular rural y urbano –los ofendidos y humillados reclaman mejores
condiciones sociales y laborales- se quiebra el equilibrio político bipartidista. De hecho, el
partido liberal se divide entre la izquierda gaitanista y la derecha oficialista; es precisamente
por esta división que el partido liberal pierde las elecciones de 1946. En cierta forma, la
izquierda gaitanista no era funcional al pacto de élites que se había forjado bajo el comando
autoritario de Reyes; tal vez por lo mismo el primer impulso de Gaitán fue crear tan temprano

19
Aunque el general Rojas venía del ejército y se promovió por su “eficiente” represión de la revuelta en Cali,
pertenecía ideológicamente al ala Ospinista del conservatismo, y con ella gobernó.

134
como 1933 un proyecto partidista independiente: la Unión Nacional Izquierdista
Revolucionaria –UNIR–. Sin embargo, fracasó en este proyecto, y volvió al redil liberal donde
había espacio para la política social así fuera con la incómoda compañía del oficialismo
liberal, el ala derecha que representaba más a los industriales y a los financistas, y se
preocupaba más por mantener el status quo político. El reto popular al dominio de lo que
Gaitán llamaba las oligarquías provocó una reacción violenta de los terratenientes y de su
representación política más intransigente: el ala laureanista del partido conservador. Pero
también reaccionaron los empresarios, industriales y financistas de ambos partidos que veían
el ascenso de la representación política popular como una amenaza a la hegemonía existente
(En ese contexto surge la APEN). Laureano Gómez representaba al sector más retardatario de
la dirigencia nacional: apoyaba al régimen Franquista, no ocultaba sus simpatías por el
régimen corporativista de Mussolini, favorecía un estado confesional, hablaba del liberalismo
como de un “basilisco” endemoniado que había que destruir, y veía al movimiento popular
(tanto al socialista como al liberal) como una amenaza soterrada del comunismo internacional.
Era la época de la Guerra Fría.
Azuzada por los terratenientes y el partido conservador, especialmente por el
laureanismo, la guerra civil llegó al campo y luego a las ciudades disfrazada de cruzada moral
cristiana. La Iglesia tomó partido. Sus jerarcas llamaron al pueblo conservador a las armas; y
algunos proclamaron cristianamente que matar liberales no era pecado. Ospina Pérez no fue
capaz de enfrentar este reto a la paz como debía. Pretendió pasar de agache, como se lo refregó
Gaitán en la “Marcha del Silencio” del 7 de febrero de 1948:
"Señor Presidente: Pedimos que termine esta persecución de las autoridades. Ponga
fin, señor Presidente, a la violencia. Todo lo que le pedimos es la garantía de la vida
humana, que es lo menos que una nación puede pedir".

Reclamaba Gaitán un activo público fundamental: el derecho a la vida. Esa noche, cuando
exhibió su impresionante capacidad de movilización de masas, cuando organizó de forma
pacífica y disciplinada una marcha de más de 100.000 manifestantes, muchos de los cuales
venían de todo el país, Gaitán sobrecogió de terror al régimen, y sentenció su pena de muerte.
Después del asesinato de Gaitán y de la violencia desencadenada, Ospina Pérez cerró el
Congreso y concitó a su alrededor tanto al conservatismo como al liberalismo oficialista, que
también estaba muerto del susto. Pero luego, con el ascenso al poder de Laureano Gómez
Castro, los odios se exacerbaron aún más. Los derechos a la propiedad y a la vida fueron de
135
nuevo vulnerados de forma masiva. Y entonces ya no hubo programa progresivo que valiera.
Ni siquiera el del general Gustavo Rojas Pinilla que, en medio de la represión de la revuelta y
la posterior represión selectiva de la oposición política, siguió construyendo ferrocarriles,
pavimentando carreteras, construyendo aeropuertos (“El Dorado” de Bogotá), ampliando la
malla urbana de las ciudades, construyendo planes habitacionales en Bogotá, construyendo
centrales hidroeléctricas en Bogotá (Salto II y Laguneta), Caldas (San Francisco) y el Valle del
Cauca (Anchicayá), creando instituciones universitarias, entidades de regulación ambiental y
territorial como la Corporación Autónoma Regional de Chocó, Valle y Cauca (CVC), la
Oficina Nacional de Estadísticas (que devendría en el Departamento Administrativo Nacional
de Estadística –DANE-), entre otros logros. Así, durante diez años [los últimos dos años del
gobierno de Ospina Pérez (1948-1950), los tres años del gobierno de Laureano Gómez –gran
instigador de la violencia- y de su designado Roberto Urdaneta Arbeláez (1950-1953), los
cuatro años del régimen de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), y el largo año del gobierno
transicional de la Junta Militar (1957-1958)] la violencia le puso freno al crecimiento
económico nacional: como muestra la Gráfica 3, de 1948 a 1958 la tasa de crecimiento
económico de largo plazo se contrae de 5,4% a 4,2%. No es ésta una tasa baja si se la compara
con el promedio histórico del período 1925-2009, 4,1%, pero evidentemente sí muestra una
leve tendencia a la desaceleración.

El Frente Nacional: de Lleras Camargo a Lleras Restrepo (1959-1970). Una vez


que el general Rojas Pinilla realiza la labor de represión y de apaciguamiento político, la que
contó con el apoyo inicial del bipartidismo, sube el general al poder por el desgaste del
régimen laureanista, se constituye en dictador con el apoyo del conservatismo ospinista y el
oficialismo liberal, y es depuesto con el concurso activo del bipartidismo por atreverse a
constituirse en alternativa de poder y recoger algunas de las banderas populares que el
gaitanismo ya no pudo, lo que le da origen a la Alianza Nacional Popular (ANAPO). Lo
reemplaza entonces la Junta Militar, que se prepara para entregarle el poder al bipartidismo
reconstituido con el Frente Nacional.
El Frente Nacional consolida el nuevo pacto político de las élites colombianas. Su
función fundamental fue contener como un dique la oleada de la insurrección popular,
apaciguar los ánimos y asegurar el ejercicio del poder en las manos de las élites bipartidistas.
Por su conformación, el bipartidismo repotenciado deviene en partido del orden con exclusión

136
de las alternativas de oposición. El nacimiento del Frente Nacional tuvo como parteros a
Laureano Gómez Castro y Alberto Lleras Camargo, los cabecillas del ala laureanista del
partido conservador y del partido liberal, respectivamente. Pocas veces se ha visto un salto
ideológico y político tan espectacular de la derecha: Laureano Gómez, antaño furibundo
antiliberal –el mismo que satanizaba al liberalismo con la figura del “basilisco”-, deviene
rápidamente en conservador pragmático para asegurarse el ejercicio del poder con el ala
oficialista del partido liberal (ya el ala izquierda no contaba: muerto el caudillo, el movimiento
de la izquierda liberal se desvertebra, resiste por un tiempo en la forma aislada de guerrillas
rurales, y luego desaparece). Las conversaciones del bipartidismo tienen lugar en Sitges y
Benidorm (España). Se acuerda una distribución alternada del poder presidencial durante 16
años, con una distribución equitativa de puestos entre liberales y conservadores.
El diseño institucional del Frente Nacional le da una nueva gobernabilidad a las élites
económicas nacionales La contención de la violencia que se origina en los movimientos
populares reivindicativos y en los viejos odios interpartidistas funciona eficientemente. Y la
economía sigue su ascenso. Para 1958 y la década de los 60 aún había espacio para políticas
económicas nacionalistas. Y el nuevo liderazgo comandado por los liberales todavía tenía
espacio para la oferta de activos productivos. Además, la “Alianza para el Progreso” (1961)
apoyaría la reforma agraria, la reforma tributaria progresiva y la creación de sistemas
nacionales de planeación.
Los gobiernos frentenacionalistas de Alberto Lleras Camargo (1958-1962), Guillermo
León Valencia (1962-1966) y Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) adoptan programas
progresivos. Esto es más cierto para los Lleras que para Valencia. De hecho, mientras los
Lleras apoyaron irrestrictamente la industrialización, Valencia fue a contrapelo de la política
sustitutiva cuando eliminó la licencia previa a más de la mitad de los bienes que el país
requería. Además, su gobierno se enfocó en la pacificación y el orden: atacó
contundentemente las “repúblicas independientes” de guerrilleros liberales y comunistas; los
sobrevivientes del ataque a la “República de Marquetalia” se reorganizarían posteriormente en
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). No obstante, en general los tres
primeros gobiernos del Frente Nacional le dan un nuevo impulso a la industrialización con
reformas arancelarias proteccionistas para avanzar la diversificación industrial (el decreto
1345 de 1959 incentiva el surgimiento y consolidación de las industrias metalmecánicas,

137
siderúrgicas, petroquímica, químicas y otras básicas; la reforma tributaria de 1960 impulsa las
exportaciones y fomenta la industria, el Plan Decenal de Desarrollo 1960-1970 de Lleras
Camargo impulsa la industrialización del país, dio incentivos a la capitalización de las
empresas y a las exportaciones, y aumentó la progresividad del impuesto sobre la renta), se
genera desarrollo infraestructural (Lleras Camargo construye 3.000 kms. de carreteras y 3.000
kms. de carreteras departamentales; Lleras Restrepo construyó 2.000 kms. de carreteras
nacionales y un poco más de carreteras departamentales), se busca la paz y, como acuerdo
frentenacionalista, se preserva el orden social bipartidista.
Para ello era fundamental satisfacer los reclamos populares. Alberto Lleras Camargo,
con el apoyo de Carlos Lleras Restrepo en el Congreso, promulga la ley 135 de 1961 (Ley de
Reforma Agraria) que crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) y que le
otorga poder (dientes) al gobierno para expropiar y pagar los latifundios en aras de las
necesidades de distribución de tierras para los campesinos pobres. Fue la más avanzada
legislación en el tema, pero la cerrada oposición de los terratenientes en el marco de la alianza
bipartidista impidió que se aplicara. Posteriormente, en enero de 1972, se desmonta con el
pacto de Chicoral. Éste es organizado por el presidente conservador Misael Pastrana Borrero.
Durante los tres primeros gobiernos del Frente Nacional se impulsa la inversión, se mantiene
la inversión en obras públicas, y se crea una ingente cantidad de instituciones oficiales como
nunca antes se vio en el desarrollo nacional. Lleras Restrepo sobresale en estos logros,
especialmente cuando se enfrenta al FMI y adopta con el Decreto-Ley 444 de 1967 una
fórmula de devaluación continua (contraria a la devaluación masiva que pedía el FMI),
impone su programa de apertura para los insumos de las exportaciones (Plan Vallejo), adopta
el control de cambios para evitar los movimientos financieros especulativos, y crea el
Certificado de Abono Tributario (CAT) como beneficio tributario para los exportadores. Con
Lleras Restrepo se pasa al régimen mixto: apertura hacia atrás para la producción exportable
(se bajan los aranceles de los insumos y maquinaria y equipo requerida por estas actividades),
y se mantiene la protección para los productos finales industriales y agrícolas ya consolidados.
Pero, a diferencia de los gobiernos posteriores, Lleras Restrepo mantiene activa la política
industrial, y la industria manufacturera nacional se desarrolla a ritmo acelerado acompañada
por la inversión extranjera que empieza a llegar al país en la década de los 60; este último
proceso es responsable del despegue industrial de Cali y Yumbo en el Valle del Cauca. De

138
hecho, hasta la década de los 50 la inversión nacional fue casi exclusivamente nacional. Crea
también Lleras Restrepo una ingente cantidad de instituciones y empresas estatales:
transforma el viejo Ministerio de Fomento en el Ministerio de Desarrollo Económico, y crea
Proexpo, Incomex, Ingeominas, Colciencias, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF), el Instituto Colombiano de Energía Eléctrica (ICEL), la empresa Interconexión
Eléctrica S.A. (ISA), Colcultura, Coldeportes, la Corporación Financiera Popular, los Fondos
Financieros Agropecuario, Industrial, y de Desarrollo Urbano (FFA, FFI,. FFU) como fondos
de redescuento del Banco de la República, la Asociación Nacional de usuarios Campesinos
(ANUC), el Inderena, el Fondo Nacional del Ahorro, y muchas otras instituciones. Por tanto,
de 1958 a 1971 se impulsa nuevamente el crecimiento económico nacional de largo plazo, y la
tasa correspondiente pasa, como muestra la Gráfica 3, de 4,2 % en 1958 a 6,3% en 1971, la
más alta tasa de crecimiento de largo plazo que logra el país en más de un siglo de historia.
Hasta aquí los años gozosos. Después vienen los dolorosos.

4.5.2. La Etapa No Progresiva


Pastrana Borrero, López Michelsen y Turbay Ayala (1970-1982). Una vez
asesinado el caudillo, depuesto el general, “derrotado” el movimiento guerrillero, diluida la
reforma agraria, y trampeado el general en las elecciones de 1970 (el origen del M-19), el
movimiento popular se desmorona. La ambición milenarista y teleológica de la izquierda
colombiana le impide canalizar ese capital político en el contexto de la democracia
representativa. Se extravía entre la lucha armada y la búsqueda de rentas (secuestro, extorsión,
narcotráfico). Y cuando quiere volver a la lucha democrática en los años 80 y 90, las fuerzas
más retardatarias del país asesinan sus militantes y/o simpatizantes.
El apaciguamiento del movimiento campesino y proletario (que llevan a cabo tanto
Alberto Lleras Camargo como Carlos Lleras Restrepo), y la derrota de las guerrillas (llevada a
cabo por el gobierno Guillermo León Valencia) cambian la correlación de fuerzas. Así, a partir
de Pastrana Borrero (1970-1974), López Michelsen (1974-1978) y Turbay Ayala (1978-1982)
las élites nacionales gozan de un mayor margen de maniobra para gobernar en beneficio
propio. No es que alguna vez hubiera sido diferente, sino que nunca como entonces se impuso
con tanta fuerza la ideología de que lo que es bueno para las élites es bueno para el país. La
transición política y económica lleva a Colombia de un modelo de desarrollo industrialista
apoyado por el Estado, hacia un modelo aperturista sin apoyo estatal a la creación de nuevas

139
actividades productivas, con mayor represión sindical, y con menor actividad estatal en la
provisión de bienes públicos (se prefiere la privatización o el abandono de la obligación estatal
de proveer bienes públicos de calidad: salud, educación, salubridad, servicios públicos,
atención a la niñez y la ancianidad, infraestructura vial, infraestructuras rurales y urbanas,
mantenimiento de los derechos de propiedad, provisión de justicia, mantenimiento de los
recursos naturales y ambientales, etc.). Se abandona o se limita entonces la oferta de los
activos productivos; especialmente importante en este proceso es el descuido y abandono de la
política industrialista de promoción de la diversificación productiva. Como se explica
adelante, las políticas económicas se orientan preferentemente a apoyar los sectores
económicos establecidos en desmedro de los desarrollos productivos que el país todavía
necesitaba para completar su proceso de transformación estructural. En consecuencia,
Colombia comienza a recorrer una senda decreciente del crecimiento económico del largo
plazo que implica un deterioro sustancial del bienestar social.
La redefinición hacia 1970 del pacto del Frente Nacional se ha caracterizado como un
“intercambio de regalos” (Ortiz et al., 2009). En éste el sector terrateniente logra que se
revierta definitivamente la reforma agraria (el pacto de Chicoral de enero de 1972), se
mantenga un nivel mínimo de tributación de la tierra, se otorguen condiciones crediticias
subsidiadas para el sector agrícola con un fondo de redescuento del Banco de la República, se
mantenga una tasa de cambio real favorable y creciente, se promocionen tributariamente las
exportaciones, y se asegure un alto nivel de protección arancelaria de los cultivos
tradicionales. El sector industrial ya establecido consigue que la política económica se ponga a
su servicio con una tasa de devaluación sostenida, la promoción tributaria de las
exportaciones, una alta protección hacia adelante de sus productos y una desgravación
arancelaria hacia atrás de sus insumos y bienes de capital (“Plan Vallejo” y licencias globales
de importación), y acceso crediticio subsidiado con los fondos de redescuento del Banco de la
República para las pymes y las grandes industrias. La política económica que más incidió en la
congelación de la estructura productiva del país fue el uso y abuso de las licencias globales de
importación. Con ellas se disminuyeron drásticamente los aranceles sobre las importaciones
de maquinaria, equipos e insumos. Además, se agilizaron los trámites de importación, se
relajaron los controles de depósitos previos, y se desechó la preocupación estatal por la
promoción de la industria nacional. Por su parte, el sector financiero se beneficia con la

140
liberación de las tasas de interés, logra la desregulación financiera, y captura de alguna forma
la permisividad gubernamental para llevar a cabo los procesos lícitos e ilícitos de
centralización del capital que han conducido finalmente a que cuatro grandes grupos
financieros sean hoy los dueños del país (la permisividad fue rampante bajo López Michelsen
20
y Turbay Ayala). Y todos se han beneficiado con la política dura de la flexibilización
laboral, que se convierte en el pilar de la competitividad de la economía con el abaratamiento
del trabajo y la mayor explotación laboral. Para lograr estos objetivos también se ha recurrido
a la violencia contra el sindicalismo y la oposición política.
En este diseño de políticas tan convenientemente fraguado desde la perspectiva de los
sectores establecidos no encuentran lugar los intereses de los sectores potenciales que son
abandonados por el Estado. La búsqueda del interés particular por y para las élites económicas
impone el abandono del mecanismo más potente de desarrollo socioeconómico que tuvo el
país hasta finales de la década de los 60: la política industrial. De hecho, el gobierno de
Pastrana Borrero ofrece sustituir el liderazgo de la industria manufacturera por las
exportaciones y la construcción de vivienda. Sin embargo, ninguna de esas políticas tiene
capacidad de jalonamiento de la economía en el largo plazo (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009).
Así, la economía colombiana sufre un estancamiento estructural, como lo había
advertido Hirschman. Y la tasa de crecimiento económico de largo plazo se desploma desde su
cima en 1971, 6.3%, a 3% en 1982 (Gráfica 3). Nótese, pues, que no siempre los intereses
empresariales coinciden con el interés general.
A cambio del desmonte de la política industrial Pastrana Borrero acogió un plan de
desarrollo basado en el “Plan Colombia” de Lauchlin Currie de 1960, un programa
conservador que Alberto Lleras Camargo había rechazado durante su gobierno. En éste se
proponía como sectores líderes la construcción urbana y la producción exportable (agrícola e
industrial); con respecto al sector rural se propuso una transferencia masiva de los pobres
(“improductivos”) del campo hacia las ciudades para abastecer el mercado urbano de trabajo,
desarrollar la industria, y aumentar la productividad del campo con producción moderna y a
escala –según Currie, no les faltaba tierra a los campesinos pobres (ni menos una reforma
agraria) sino que sobraba gente en el campo-. Para financiar la construcción de vivienda se

20
La permisividad gubernamental con las maniobras especulativas del sector financiero se ha mantenido. Pruebas:
DMG e Interbolsa.

141
diseñan articuladamente las Corporaciones de Ahorro y Vivienda con el sistema UPAC
(Unidad de Poder Adquisitiva Constante). Éste aseguraba un retorno real a los ahorradores. El
esquema tuvo éxito y canalizó eficazmente el ahorro hacia la inversión en construcción en un
contexto de bajas tasas de interés y bonanza económica. Con los eslabonamientos
intersectoriales de la construcción se estimuló la actividad industrial que se sigue expandiendo
hasta 1974 (ver Gráfica 4). Sin embargo, la construcción, que jalona la actividad económica en
el corto plazo por sus eslabonamientos intersectoriales anteriores y posteriores, no tiene
capacidad de jalonamiento del crecimiento económico nacional en el largo plazo porque no es
intensiva en tecnología y no incentiva el cambio tecnológico (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009). La
orientación del modelo económico hacia actividades urbanas con demandas intensivas de
trabajo no calificado seguramente tuvo efectos retardatarios en el desarrollo tecnológico del
país: esta característica tecnológica marca el descuido del régimen hacia la educación pública
21
de alta calidad (¿Quién necesita “rusos” educados?). La política anti-industrialista sería
amplificada por López Michelsen y Turbay Ayala. El gobierno de Alfonso López Michelsen
(1974-1978) continuó el desmonte de las políticas industrialistas y adoptó políticas
económicas contrarias a la inversión: generalizó la renta presuntiva, intentó eliminar el CAT
(de hecho lo eliminó, mas luego lo reactivó de forma considerablemente disminuida), limitó la
expansión monetaria, aumentó las tasas de interés, y eliminó los incentivos a la renovación,
reposición y ensanche de equipos. Más importante en el desmonte de la política industrialista
fueron las licencias globales de importación. Con esta innovación en la política económica se
pudo importar maquinaria y equipo de forma general (ya no sólo para las actividades
exportables), se simplificaron los trámites de importación, se extendió el período de
financiación y, desde 1976, el arancel sobre maquinaria y equipo se bajó a una tarifa
preferencial única del 5%. Para completar, en 1980 el gobierno de Turbay bajó este arancel
aún más, al 2%. No sobra mencionar que las licencias globales de importación reforzaron la
tendencia a consolidar las industrias ya existentes, y a obstaculizar, cuando no destruir, las
semillas de nuevos proyectos industriales, especialmente aquellos dirigidos a la provisión
interna de bienes de capital. En vista de la orientación gubernamental de López Michelsen,
Poveda Ramos (1976) predijo con exactitud lo que sucedería:

21
“Rusos” es el sobrenombre con el que se denomina en Bogotá a los obreros de la construcción.

142
“A mediados de 1974 un nuevo gobierno presidido por Alfonso López M. asumió el
mando. De manera más o menos explícita este gobierno ha relegado a segundo nivel
de importancia el desarrollo industrial del país. (…) Todo indica que la administración
de este gobierno habrá logrado reducir la importancia de la industria manufacturera en
la economía y del desarrollo tecnológico del país, al terminar su mandato” (p. 82).

El mismo López reivindicaría altivamente su sesgo anti-industrial:


“Creo que la gran tarea de este gobierno, desde el punto de vista intelectual y político,
es haber puesto en tela de juicio, haber cuestionado el dogma de que un país es grande
en la medida en que se industrializa” [Discurso en Montería, citado por Mora (1979,
53-54)].

La historia lo juzgará. Con respecto a la bonanza cafetera que se dio durante su mandato,
López adoptaría la visión neoliberal de que los beneficiarios deberían ser sólo los empresarios:
“La bonanza cafetera es para los cafeteros”. Este lema denotaba la voluntad de desmontar la
financiación pública de la industrialización con base en los excedentes gubernamentales
derivados de la actividad agroexportadora. Y con la misma lógica, y también para recomponer
las reservas internacionales, autorizó la famosa “ventanilla siniestra” del Banco de la
República con la cual se legalizaron los dólares ilegales del contrabando del café y de la
bonanza “marimbera”. Sería una de las varias ocasiones en que los gobiernos neoliberales se
harían los de la vista gorda con la ilegalidad y el narcotráfico en ascenso, siempre y cuando
pudieran sacarle “ventaja”. López Michelsen tampoco era amigo de la reforma agraria; así que
mantuvo la línea del Pacto de Chicoral y ofreció a cambio los programas del Desarrollo Rural
Integrado (DRI) y el Plan de Alimentación y Nutrición (PAN). El PAN debía resolver las
necesidades nutricionales de los más pobres especialmente en las ciudades, y el DRI procuraba
llevar asistencia técnica, créditos, estrategias de comercialización, y el desarrollo
infraestructural en las regiones rurales. La idea era que más que tierra lo que se necesitaba era
modernizar el campo, ampliar la escala de operación de sus unidades e incrementar la
capacidad empresarial.
En el campo de la infraestructura también se orientó mal el nuevo modelo de
desarrollo. Lo que se hizo básicamente fue acabar el sistema multimodal de transporte.
Durante el gobierno de Pastrana Borrero comienza el desmantelamiento del sistema
ferroviario nacional (Poveda Ramos, 2005, p. 563). Aunque hay que reconocer que desde los
años cincuenta los automotores y los aviones, respondiendo a los intereses comerciales de
Estados Unidos, habían empezado a desplazar el transporte fluvial y el ferroviario, con los

143
gobiernos no progresivos se acelera el abandono de estos medios de transporte. Para 1988
Virgilio Barco Vargas clausura los Ferrocarriles Nacionales de Colombia. Y el sistema fluvial
había dejado de funcionar hacia principios de la década de los 60. Sólo quedaron entonces el
sistema de transporte automotor y el sistema aéreo. Por otra parte, y para profundizar el
carácter bimodal del sistema de transporte en Colombia, Turbay Ayala le daría un impulso
adicional a las carreteras y a la construcción de aeropuertos con su Plan de Integración
Nacional (PIN). El PIN se propuso construir 550 km de nuevas vías, reconstruir 1.350 km de
vías pavimentadas y pavimentar 571 km de carreteras nacionales y regionales; también se
propuso construir los aeropuertos de Barranquilla y Cartagena. Los gobiernos posteriores
mantendrían esa orientación hacia el sistema de transporte bimodal. El abandono del
transporte fluvial y del transporte ferroviario obedeció a varios factores: en primer lugar, no se
puede desconocer la presión de las potencias mundiales, especialmente Estados Unidos, por
vender sus automotores, aviones y gasolina, así como el carácter genuflexo de nuestros
gobiernos que cedió a ella; en segundo lugar, el manejo politiquero de los Ferrocarriles
Nacionales por parte del bipartidismo también influyó en su desmoronamiento; en tercer lugar,
el sindicalismo depredador que vio en las empresas estatales una forma de enriquecimiento
contribuyó sustancialmente a disminuir la competitividad del sistema fluvial y ferrocarrilero.
En este aspecto cabe resaltar la incapacidad del Estado para controlar las ansias del
sindicalismo estatal y alinearlo con las reivindicaciones del movimiento obrero; también se
debe mencionar que se optó por la línea del menor esfuerzo: en vez de mantener el sistema
multimodal de transporte por su carácter estratégico, se procedió a liquidar las empresas
estatales y a privatizarlas.
En cuanto a la paz y los derechos a la propiedad y a la vida, los gobiernos de Pastrana
Borrero, López Michelsen y Turbay Ayala serían reconocidos por atacar duramente las
organizaciones sindicales y reforzar la lucha contra la insurgencia. El “Estatuto de Seguridad”
de Turbay Ayala sería el paradigma de un estatuto paranoico que veía enemigos en todas
partes, y que no vaciló en utilizar la represión y la tortura incluso contra civiles para sus
propósitos de control político.
Las clases dirigentes colombianas deciden abandonar la senda de la transformación
industrial hacia 1970 para poner la política económica nacional al servicio de los sectores
productivos ya establecidos, o sea de ellas mismas. Esas élites, representadas por el partido

144
conservador y el partido liberal, comprenden los terratenientes vinculados especialmente a la
ganadería y a las exportaciones agrícolas, por una parte, y la burguesía industrial y financiera,
por otra. Por supuesto que la división no es nítida, y algunos empresarios pueden pertenecer a
varias de estas colectividades; se puede dar así que algunos terratenientes militen en el
liberalismo y que algunos industriales sean conservadores. Más aún, con el frente Nacional se
desdibujan progresivamente los programas y las fronteras de los partidos; la asociación
política los lleva por la fuerza de la circunstancias a una convergencia programática y/o
burocrática que es indispensable para funcionar eficientemente como partido del orden, o
como se dice usualmente en Colombia, como bipartidismo. El resultado neto es que los
intereses populares, que antaño encontraban un canal de acceso a través de la fracción más
progresista del liberalismo, aquella que defendía los derechos laborales de los trabajadores,
aquella que abogaba por la reforma agraria no sólo como mecanismo de presión para aumentar
la productividad de las grandes haciendas sino también como condición de integración
económica y social del campesinado a la vida económica, aquella que defendía el papel del
Estado como proveedor de bienes públicos, va poco a poco perdiendo ascendencia y,
finalmente, ahogada por los intereses de los burócratas y los políticos de carrera, desaparece.
Por eso, Darío Echandía, digno representante de esa vieja fracción liberal progresista, escribía
lo siguiente en junio de 1980:
“Esto que tenemos [el partido liberal] no sirve para nada. Ni que esté haciendo nada.
Al contrario, desgraciadamente, estos viejos que se dicen liberales son de tal manera
reaccionarios que no se equivocan: por donde van ellos anda la reacción. Son
enemigos de la reforma agraria, enemigos de la reforma tributaria, enemigos de todo lo
que sea solución a las malas condiciones sociales del país. Enemigos. Se aterran y se
mueren del susto cuando les hablan de una reforma social. Eso es lo que llaman
liberal…” (Citado por Arizmendi Posada, 1989, p. 244, las palabras entre corchetes se
deducen del contexto).

A partir de Pastrana Borrero se unen las élites para proteger el desarrollo económico pasado en
desmedro del desarrollo económico futuro. El evento paradigmático de tal acuerdo es el pacto
de Chicoral (1972), pacto que se firma sin mayor oposición cuando el establecimiento decide
echar para atrás definitivamente el proyecto liberal de la reforma agraria. Se da entonces un
“intercambio de regalos” entre las élites gobernantes: a cambio de desechar definitivamente el
proyecto de reforma agraria, mantener altos aranceles proteccionistas del sector agropecuario,
devaluar el peso de forma sostenida para promover las exportaciones, abaratar la financiación

145
crediticia de los grandes sectores agropecuarios a través de una fondo de redescuento especial
del Banco de la República, promover las exportaciones a través de descuentos tributarios (El
CAT y luego el CERT), e impedir cualquier intento de reforma tributaria que afecte los
impuestos sobre la tierra –manteniéndose así la bajísima tributación del sector rural-, el sector
terrateniente exportador le cede el manejo de la política económica a la coalición industrial-
financiera. Esta última la utiliza para favorecer los sectores industriales ya establecidos con
una política cambiaria devaluacionista, la promoción tributaria de las exportaciones, la
financiación crediticia a través de fondos de redescuento especiales del Banco de la República,
el incremento de los aranceles proteccionistas para los bienes producidos internamente y, al
mismo tiempo, la reducción progresiva de los aranceles de las importaciones no sustitutivas
(materias primas y bienes de capital que no se producen en el país). El sector financiero, por su
parte, fuertemente imbricado con los capitales industriales, se favorece con una política
neoliberal de desregulación financiera y alza de las tasas de interés. Esta permite, sino
impulsa, el proceso de centralización de capital que se lleva a cabo, muchas veces de forma
fraudulenta. Proliferaron entonces los autopréstamos entre las empresas de los propios grupos,
triangulaciones y apalancamiento financiero ficticio para apropiarse mayoritariamente de las
acciones de las empresas, etc. En este proceso se utilizaron las fuentes de liquidez financiera
que generaron la bonanza cafetera y la bonanza “marimbera” del período. Además, desde
López Michelsen los gobiernos se despreocuparon de la regulación del sector financiero,
coadyuvando así al fuerte proceso de centralización del capital que se dio en la década de los
setenta. Tanto la desregulación financiera como la liberación de las tasas de interés comienzan
con López Michelsen y se profundizan con Turbay Ayala. Es así que de 1979 a 1999 las tasas
de interés de colocación en términos reales alcanzan un nivel promedio de 20%. Y por eso
Colombia tiene hoy cuatro grandes grupos financieros e industriales –Luis Carlos Sarmiento
Angulo, Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardilla Lulle y el Sindicato Antioqueño- que
controlan mayoritariamente las acciones de la Bolsa de Colombia y los medios de
comunicación (radio, televisión, prensa, revistas, etc.). Su poder no sólo es económico pues
inciden decisivamente con sus medios en la opinión pública. Por otra parte, también financian
las elecciones del Estado en todos sus niveles. Y por tanto cabildean con gran poder ante los
poderes legislativo y ejecutivo.

146
Con Belisario Betancur se le puso coto a los excesos especulativos del sector
financiero, pero en esencia la regulación siguió siendo laxa y complaciente. Sólo para refrescar
la memoria considere los siguientes eventos financieros de las últimas dos décadas claramente
relacionadas con la laxitud estatal en su obligación de regular la actividad financiera:
1) La expropiación inmobiliaria masiva que sufren los colombianos en los años noventa con el
encarecido sistema UPAC. Como gran innovación, a mediados de los años 90 la UPAC se ata
a la tasa de interés. Cuando las tasas de interés se incrementan al fin del siglo, los deudores
hipotecarios quedan con deudas más caras que sus activos, y el sistema financiero se queda
finalmente con los pagos inmobiliarios y con las viviendas.
2) El incremento vertiginoso de los costos de las transacciones financieras desde 2000 en una
colusión entre el gobierno, cuyo cobro sobre las transacciones financieras pasa rápidamente
del 2 por mil al 4 por mil, y la banca, que incrementa inmisericordemente sus costos
transaccionales también desde el año 2000 con el argumento inicial de recuperar las ganancias
y compensar así las pérdidas de la crisis de fin del siglo XX (el argumento “inicial” pronto se
olvida y los costos sobre las transacciones financieras se perpetúan y profundizan).
3) El ascenso y caída de la pirámide financiera DMG que consintió el gobierno del presidente
Uribe para sus fines reeleccionistas (de 2007 a 2008).
4) El colapso del grupo Interbolsa en 2012, grupo que abusó de la triangulación de actividades
financieras para manipular el precio de la acción de Fabricato y así obtener pingues ganancias.

Betancur Cuartas y Barco Vargas (1982-1990). A Belisario Betancur Cuartas


(1982-1986) le tocó poner en cintura el impulso especulativo del sector financiero desatado
durante la euforia neoliberal de López Michelsen y Turbay Ayala. Su gobierno intervino los
sectores bancarios más comprometidos, nacionalizó algunos bancos (El Banco de Colombia y
el Banco del Estado –posteriormente, bajo Gaviria Trujillo, se volverían a privatizar-), y creó
el Fondo de Garantías de las Instituciones Financieras (FOGAFIN) para recuperar la confianza
del público. También detuvo las políticas de libre importación que se habían impuesto en los
dos gobiernos anteriores (López y Turbay) y que pusieron en aprietos entre otros al sector
siderúrgico y al sector textil. El gobierno Betancur debió realizar una reforma tributaria para
recomponer los ingresos del gobierno central. También devaluó el peso, primero masivamente
y luego de forma gradual (el “gota a gota” que venía desde Lleras Restrepo); de esta forma se
recuperó la balanza comercial y se dinamizaron las exportaciones. En esa misma línea se

147
recuperó el Certificado de Abono Tributario (CAT), que pasó a llamarse Certificado de
Reembolso Tributario (CERT), como mecanismo activo de promoción de las exportaciones –
los dos gobiernos anteriores lo habían prácticamente desechado como herramienta de política
económica-. Como resultado de estos cambios en las políticas económicas, se estimuló la
inversión y se recuperó el crecimiento económico. Así, pues, las políticas de reactivación de la
inversión de Betancur (1982-1986) permiten que la economía recupere parcialmente el
impulso dinámico. Sin embargo, el modelo económico no cambia –no hubo más política de
diversificación productiva ni mucha inversión en obras públicas-. Virgilio Barco Vargas
(1986-1990), por su parte, presionado desde 1986 por la nueva ortodoxia del Consenso de
Washington, comienza tímidamente la desgravación arancelaria. La recuperación se queda
entonces a medio camino: la tasa de crecimiento de largo plazo pasa de 3% en 1982 a 4,1% en
1990 (ver la Gráfica 3). 22

Gaviria Trujillo, Samper Pizano y Pastrana Arango (1990-2002). Bajo el comando


del capital internacional que construye su agenda de desarrollo con base en el “Consenso de
Washington”, el gobierno de César Gaviria Trujillo impone a partir de 1990 la apertura
comercial y financiera (la Apertura). Los aranceles se bajan unilateralmente de niveles
promedios de 66% a 11% (Garay, 1998); Poveda Ramos (2005) estima que caen de niveles
del 82% al 7%. La desgravación fue masiva pero no fue total; de manera que se mantuvo
algún grado de protección. De cualquier forma, la desindustrialización nacional se profundizó
(ver la Gráfica 4). Se reforzó la política de flexibilización laboral (la Ley 50 de 1993 abolió la
retroactividad sobre las cesantías de los trabajadores). Siguiendo el talente neoliberal del
Consenso de Washington, Gaviria privatizó muchas empresas del Estado en ocasiones a
precios de remate: bancos, corporaciones financieras, hidroeléctricas, termoeléctricas, las
distribuidoras de gasolina Terpel, empresas de energía, los puertos marítimos de Santa Marta,
Barranquilla, Cartagena y Buenaventura, y las zonas francas de Barranquilla, Cartagena,
Medellín, Buenaventura y Palmaseca (Cali), etc. En este período aperturista se intensifica la
producción de cocaína y la violencia se dispara. La tasa de crecimiento económico de largo
plazo cae de 4,1% en 1990 a su sima, 1,3%, en 1999 (ver la Gráfica 3). Es ésta la menor tasa

22
La media móvil en la Gráfica 3, GPIB(7), fluctúa levemente alrededor de 4,1% entre 1987 y 1993 por el impulso
de la renovación de capital fijo que induce la Apertura, pero el filtro de Hodrick y Prescott , GPIB(HP), sí baja desde
1990.

148
de crecimiento económico de largo plazo de la economía colombiana en más de un siglo de
historia (más baja aún que en la Gran Recesión).

Uribe Vélez (2002-2010). La recuperación económica de la primera década del siglo


XXI se explica por varios factores:
1) El auge económico internacional (comienza en 2000 y es interrumpido por la crisis
financiera internacional de 2008-2009).
2) La mejoría en los términos de intercambio de las materias primas y los minerales
que produce el auge de la demanda mundial liderada por China.
3) Los subsidios, subvenciones, regalos y descuentos a la inversión en capital fijo que
otorga a presente y a futuro el gobierno de Uribe Vélez, junto con la disminución de
las tasas de interés activas, 23 abaratan relativamente el capital, lo que se refleja en una
expansión de la acumulación de capital físico y en una sustitución relativa del trabajo.
4) Desde la aplicación del Plan Colombia (2000) disminuyen la tasa de secuestros y la
tasa de homicidios (Ortiz et al., 2013); la “Seguridad Democrática” del gobierno Uribe
refuerza ese efecto.
En esta sub-etapa se profundiza la flexibilización laboral (Ley 789/2002) y se insiste en
nuevos tratados bilaterales de libre comercio –se profundiza el modelo neoliberal-, la
distribución del ingreso no mejora, 24 y la economía se orienta a la explotación intensiva de los
recursos naturales y ambientales sin parar mientes en su preservación y reproducción. Por
tanto, esta recuperación económica no es sostenible.
Un evento trascendental que contribuye a explicar el viraje de la desaceleración
económica a principios del siglo XXI es el Plan Colombia. Con este programa, los gobiernos
de Estado Unidos (Clinton) y de Colombia (Pastrana Arango) se ponen de acuerdo en 1999
para adelantar conjuntamente una campaña masiva de lucha contra el narcotráfico. En la
realidad el narcotráfico no es afectado funcionalmente pues la oferta de cocaína de Colombia,
que llegó a concentrar hasta el 80% de la producción mundial a finales de los años 90, se ha
mantenido en alrededor de 600 toneladas anuales; y la cacareada disminución del área

23
La tasa de interés real activa pasa de un nivel promedio del 20% entre 1980 y 1999, a un nivel promedio del
10% en la primera década del siglo XXI (Banco de la República). Esta disminución fue más que compensada por
los bancos con la elevación de los costos de las transacciones financieras.
24
Entre 2002 y 2011 el GINI del ingreso nacional fluctúa levemente alrededor de 0,56 (MESEP, 2012): un índice
de desigualdad de talla mundial.

149
cultivada en coca se compensó con la dispersión de los cultivos por todo el territorio nacional
y la duplicación de la productividad (Ortiz, 2009b). Además, el denominado efecto globo
también ha funcionado internacionalmente: la oferta de cocaína de Colombia, Perú y Bolivia
(los principales productores mundiales), se ha mantenido relativamente estable alrededor de
1.000 toneladas por año en los últimos 13 años (ONUDC), de manera que si la producción cae
25
en Colombia, Perú y Bolivia compensan el efecto. Pero hubo algo que sí logró el Plan
Colombia: el fortalecimiento de la fuerza pública en su lucha contra el movimiento guerrillero
y otros grupos armados irregulares. Desde 2000 disminuyen los índices de violencia, entre los
cuales es prominente, por su impacto en la acumulación y el aumento de la productividad
multifactorial, la disminución de la tasa de secuestros. Este factor es uno de los determinantes
de la recuperación económica de principios del siglo XXI (Cárdenas, 2007; Ortiz, 2009a;
Ortiz, Uribe y Vivas, 2013). El éxito alcanzado también depende en una gran medida de
factores externos favorables (auge económico internacional y términos de intercambio
favorables), y de algunos factores internos que han estimulado la acumulación sobre bases
cada vez más concentradas (el Plan Colombia; la “seguridad democrática”; la flexibilización
laboral; el abaratamiento del capital con base en menores tasas de interés, revaluación, y
subsidios estatales de todo tipo tanto para la inversión extranjera como para la inversión
nacional; asistencialismo para los pobres –familias en acción, familias guardabosques, madres
comunitarias, grupos anónimos de informantes y delatores, etc.-).

4.5.3. Resumen de las Etapas del Crecimiento Económico


Las Gráficas 7.1 y 7.2 se obtienen relacionando los eventos políticos más
trascendentales del devenir nacional desde 1906 con la tendencia del crecimiento económico
de largo plazo (Gráficas 1 y 3).

25
Como lo predijo Friedman (1972, 1991), un mercado mundial como el de las drogas, relativamente inelástico al
precio, será servido tarde o temprano de una forma u otra.

150
Gráfica 7.1
Política y Tendencia del Crecimiento Económico
Colombia 1906-1924
9
Pedro Nel
8 Ospina

7
I Guerra Mundial
6
% 5,4
5
Rafael
4 Reyes

3 C. E. Restrepo J. V. Concha M. F. Suárez

2
1906
1907
1908
1909
1910
1911
1912
1913
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
GPIB GPIBmedia

Fuente: GRECO (2002).

Como se vio previamente, la tendencia de crecimiento acelerado del período 1906-1924


estuvo jalonada por el impulso industrialista de Rafael Reyes, el impulso industrializante de la
primera guerra mundial y el nuevo impulso industrialista de Pedro Nel Ospina (ver la Grafica
6.1). A esta tendencia se le debe sumar la voluntad y acción gubernamental para dotar al país
de una infraestructura nacional, especialmente con la construcción de un sistema multimodal
de transporte, la regularización de las relaciones sociedad civil-estado en un marco de respeto
a la propiedad privada, y las acciones gubernamentales para desarrollar un entorno
institucional que fomentara los propósitos mencionados. Los gobiernos intermedios (Restrepo,
Concha y Suárez) aflojaron significativamente la política industrialista pero mantuvieron la
política de dotación infraestructural del país. Por eso la economía se desaceleró ligeramente, lo
que se acentuó con la parálisis del comercio internacional impuesta por la primera guerra
mundial (1914-1918). Sin embargo, el impulso autónomo a la sustitución de importaciones
que esa perturbación generó, más el impulso industrialista y el énfasis en la dotación de una
infraestructura nacional de transporte (especialmente ferrovías y carreteras) que llevó a cabo el
gobierno de Pedro Nel Ospina aceleró el crecimiento económico nacional de largo plazo. Para
este desempeño dinámico del período (1906-1924) fue fundamental el acuerdo de
gobernabilidad y convivencia que celebraron los partidos conservador y liberal bajo la égida
del general Reyes.
151
Gráfica 7.2
Política y Tendencia del Crecimiento Económico
Colombia 1925-2009
7 Plan
6,3 Colombia:
6 5,3 Pastrana A.
Uribe
5 4,1
% 4 4,2
La Violencia
3 LL. Camargo
Valencia 3,0 Betancur
2 Barco
2,1 Régimen LL. Restrepo
Pastrana B. Gaviria
Liberal
1 López M. Samper 1,3
G. R.
Turbay Pastrana A.
0
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
GPIB(HP) GPIB(7)

Fuente: Procesamiento propio con base en DANE, DNP y CEPAL (1957).

Posteriormente, como revela la Gráfica 7.2, el impulso de crecimiento acelerado se aplaza por
el efecto de la Gran Recesión (G. R.) de finales de los años 20 y principios de los 30 (1929-
1931). Como en el caso de la primera guerra mundial, la nueva perturbación del comercio
exterior favoreció la diversificación de la industria nacional a través de la sustitución de
importaciones. Y lo mismo sucederá durante la segunda guerra mundial, pues el impulso
industrializante del Régimen Liberal (1930-1946) compensa a través de la sustitución de
importaciones los efectos negativos de la parálisis del comercio internacional, de manera que
la tasa de crecimiento de largo plazo sigue aumentando. Así pues, las políticas desarrollistas
(diversificación industrial y dotación infraestructural) de los cuatro presidentes del Régimen
Liberal (Olaya Herrera, López Pumarejo, Santos Montejo y, nuevamente, Alfonso López
Pumarejo con su designado Lleras Camargo) y del primer año del gobierno conservador de
Ospina Pérez, aceleran nuevamente el crecimiento nacional de largo plazo: la tasa
correspondiente pasa de 2,1 a 5,3% entre 1931 y 1947. Es de resaltar la política “keynesiana”
de inversión masiva en obras públicas que aplica Olaya Herrera para sacar al país de la
recesión. La Violencia posterior viene asociada a la explosión de las reivindicaciones
populares del campo y de la ciudad (campesinos, proletarios y, en menor medida, artesanos)
que entran en conflicto con el establecimiento representado ahora por el nuevo régimen

152
conservador (Ospina Pérez, Laureano Gómez con su designado Urdaneta Arbeláez, el general
Rojas Pinilla y la Junta Militar). Así, aunque tanto Ospina Pérez como Rojas Pinilla impulsan
la dotación infraestructural del país y el desarrollo industrial e institucional, la violencia del
período desacelera la tasa de crecimiento económico de largo plazo del país: cae de 5,3 a 4,2%
entre 1947 y 1958. La irrupción de los movimientos populares desafía la hegemonía política
bipartidista y fuerza un nuevo pacto inter-élites que busca dos objetivos interrelacionados:
mantener la hegemonía bipartidista (el status quo) y contener el ascendente movimiento
obrero y campesino. El Frente Nacional surge de esta necesidad y su concreción se expresa en
un régimen político que excluye las fuerzas políticas ajenas al bipartidismo mientras reparte el
poder político alternadamente por 16 años entre los partidos tradicionales. Los tres primeros
gobiernos del Frente Nacional (Lleras Camargo, Valencia Muñoz y Lleras Restrepo) impulsan
fuertemente el desarrollo nacional con sus políticas industrialistas y de desarrollo
infraestructural e institucional. Mientras los Lleras adelantan las políticas progresivas,
Valencia se enfoca en la pacificación nacional y ataca contundentemente a las guerrillas en sus
bases. De esa acción del Estado contra las guerrillas liberales y comunistas surgen las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Aunque la “pacificación” no es obviamente
completa, en su momento se la vio como exitosa y consolidó el poder del bipartidismo.
Finalmente, estos tres primeros gobiernos del Frente Nacional apoyan la inversión y fomentan
el desarrollo institucional del país. Por eso, entre 1958 y 1971 se acelera nuevamente la tasa de
crecimiento económico nacional de largo plazo de 4,2 a 6,3%. Así, la tendencia del
crecimiento económico colombiano alcanza su nivel más alto a principios de los años 70.
Con base en las anteriores consideraciones se plantea que en las primeras siete décadas
del siglo XX Colombia experimenta una tendencia al crecimiento económico acelerado
asociada a las políticas de industrialización y de desarrollo infraestructural. Nótese en primer
lugar que en mayor o menor medida todos los gobiernos de ese período se articulan a esta
visión del funcionamiento del Estado. Se impone así el modelo de desarrollo industrialista
apoyado por el Estado –esta definición es mucho más precisa que la de modelo de sustitución
de importaciones-. En segundo lugar, todos los gobiernos del período asociados a la
industrialización y la aceleración de la tendencia del crecimiento económico han sido
gobiernos de élite, pero han impulsado el desarrollo nacional atendiendo la dotación,
mantenimiento u oferta de los activos públicos productivos, entre los cuales los más

153
importantes son la política de diversificación productiva, y el desarrollo infraestructural e
institucional. Por esa razón, los gobiernos del período industrialista se denominan progresivos
–buscan el desarrollo socioeconómico- en vez de progresistas –término que tendría una
connotación política inadecuada para gobiernos elitistas-. De hecho, la revuelta contra Rojas
Pinilla que lo saca del poder en 1957 es inducida primordialmente por su desconocimiento del
bipartidismo y su intento de crear una alternativa política de poder basado en el ejército y en
sectores de las clases medias y populares. De este intento, que llena en cierta forma el vacío
político dejado por el gaitanismo, surge la Alianza Nacional Popular (ANAPO).
El periodo posterior que cubre tanto la desaceleración económica de las tres últimas
décadas del siglo XX como la recuperación de la primera década del siglo XXI es el período
de consolidación del modelo aperturista con abandono progresivo del papel industrialista del
Estado. Con la consolidación del entramado institucional internacional –Naciones Unidas,
Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, el GATT que daría paso posteriormente a la
Organización Mundial del Comercio (OMC)-, y el auge económico internacional posterior a la
segunda guerra mundial, más los impactos positivos en el crecimiento económico derivados
de los desarrollos tecnológicos de la época, los países en desarrollo encuentran cada vez más
tentador abandonar sus agendas de desarrollo interno para depender de la provisión
internacional por parte de los países desarrollados de los bienes intensivos en tecnología:
bienes de capital (maquinaria y equipo), materias primas industriales, y bienes de consumo
durable y de alta tecnología. Casi todos los países latinoamericanos caen ante los cantos de
sirena del neoliberalismo, abandonan su políticas industriales autónomas (como se explica en
el tercer capítulo de este libro), aumentan su dependencia tecnológica (Poveda Ramos, 2005;
Ortiz, Uribe y Vivas, 2009), truncan su desarrollo industrial (Fajnzilber, 1983), y en general
hacen realidad el riesgo del estancamiento estructural contra el cual advirtiera Hirschman
(1958) como la principal amenaza para la superación del subdesarrollo.
Internamente el viraje hacia la dependencia tecnológica externa es liderada por los
sectores económicos ya consolidados como producto de una alianza elitista entre los sectores
terratenientes agroexportadores, y la burguesía industrial y financiera. Con Pastrana Borrero,
López Michelsen y Turbay Ayala se da el viraje fundamental: se abandona la política
industrialista, se abandona el sistema nacional de transporte multimodal privilegiando las
carreteras y la aviación, se acogen las políticas de flexibilización laboral, y se acentúa la

154
represión política a la izquierda y a los sindicatos (política que tuvo un momento cumbre con
el “Estatuto de Seguridad” del presidente Turbay, y que volvió a alcanzar momentos estelares
con la represión política del presidente Uribe). Se entierra también la iniciativa de la reforma
agraria con el Pacto de Chicoral (enero de 1972). Por otra parte, las políticas de apoyo a la
inversión se descuidan: desde Turbay Ayala se desregula el sector financiero, lo que permite
movimientos especulativos que llevan a la centralización del capital –comienza a ser más
rentable en Colombia la redistribución de los activos que la producción-, y desde López
Michelsen se liberan la tasas de interés. Este proceso se acentúa bajo Turbay Ayala: de 1979 a
1999 la tasa de interés real de colocación se mantiene en un promedio exorbitante del 20%;
sería importante que se estudiara el impacto en la inversión productiva y el desarrollo de este
manejo colusivo de las tasas de interés por el sector financiero. También con estos gobiernos
(y con los gobiernos posteriores) se desmontan muchas de las instituciones del Estado
dirigidas a proveer los activos productivos del desarrollo industrial, empezando por el Instituto
de Fomento Industrial (IFI). Por tanto, el trío Pastrana-López-Turbay revierte la tendencia al
crecimiento acelerado y la torna en su contraria: la tendencia de crecimiento de largo plazo cae
del 6,3% en 1971 a 3,0% en 1983. Los gobiernos posteriores aceptan pasivamente el nuevo
modelo de desarrollo. Así, la promoción de la inversión que adelanta Belisario Betancur
(1982-1986) reactiva la dinámica económica pero ésta se estanca durante el período de Barco
Vargas (1986-1990): la tasa de crecimiento de largo plazo pasa de 3,0% en 1983 a 4,1% en
1987, y en ese nivel se mantiene hasta 1991. A partir de Barco y sobre todo a partir de Gaviria
se profundiza la apertura comercial y financiera, se profundiza la desindustrialización
nacional, y la dinámica económica nacional se contrae a su mínimo histórico con la recesión
de 1999: la tasa de crecimiento tendencial cae de 4,1% en 1991 a 1,3% en 1999, la fosa del
crecimiento económico de largo plazo de la economía colombiana. La activación del
narcotráfico que genera el nuevo modelo económico aperturista –se consolidan en Colombia
las ventajas comparativas basadas en los recursos abundantes del país: recursos naturales y
fuerza de trabajo simple, lo que coloca a la agroindustria de la marihuana, la cocaína y la
heroína a la vanguardia del crecimiento económico nacional-, y la represión mundial de la
oferta de drogas que consolida sistemáticamente su rentabilidad (Ortiz, 2009b), hacen que
todos los sectores armados irregulares –guerrilla, narcotraficantes, autodefensas y delincuencia
común- se fortalezcan. El resultado indeseado de este proceso es la explosión de la violencia

155
homicida y del secuestro. Esta tendencia sólo se revertirá a partir del año 2000 con el Plan
Colombia y posteriormente con la política de la “Seguridad Democrática” del presidente Uribe
(2002-2010). Este efecto, más la mejoría de los términos de intercambio de los minerales y de
algunos productos agrícolas, el auge económico internacional y las políticas dirigidas a
abaratar el capital generan el auge económico que vive el país entre 2002 y 2007, antes de la
crisis financiera internacional que vuelve a impactar negativamente en el crecimiento
económico de 2008 y 2009. De cualquier forma, la recuperación económica reciente no
alcanza los niveles de crecimiento de principios de los años 70, y no los alcanzará porque se
basa en la especialización del país en los productos derivados de la tierra y desdeña la
necesidad de orientar la economía nacional hacia un modelo de diversificación industrial
basado en el conocimiento y la tecnología.
En consecuencia, los gobiernos del período aperturista a partir de 1970 se han
caracterizado como no progresivos porque la orientación de la política hacia la consolidación
de los sectores ya existentes hace que se abandonen en gran medida los proyectos potenciales
de diversificación productiva nacional. Se sacrifica el futuro en aras del pasado. Además, con
la imposición progresiva de la visión neoliberal, el Estado descuida o abandona la provisión o
mantenimiento de otros activos productivos esenciales para el desarrollo económico: el
sistema multimodal de transporte; el respeto a la propiedad y a la vida –durante este período se
llevan a cabo, con la benevolencia astuta de los gobiernos de turno, las acciones lícitas e
ilícitas de centralización de capital que redundan en la conformación de cuatro grupos
financieros dominantes, y se atenta alevemente contra los derechos políticos de la oposición y
del sindicalismo-; se abandona el énfasis en la cobertura y calidad de la educación y la salud
pública a favor de esquemas privatizadores; se descuidan los recursos naturales y ambientales;
se permite o se tolera la privatización de la seguridad tanto en el campo como en las ciudades
dando origen a los grupos de autodefensas con sus efectos perjudiciales en términos de
violencia; etc. En consecuencia, el país pierde progresivamente su impulso dinámico.

5. El Gran Viraje
Como se aprecia en la Gráfica 7.2, la reversión dinámica de la economía colombiana
tuvo su punto de quiebre hacia 1971. Coincide esta reversión con el cambio del modelo de
desarrollo industrialista apoyado por el Estado hacia el modelo aperturista basado en la
devaluación y la flexibilización laboral como estrategias fundamentales de competitividad. El

156
cambio tiene sus antecedentes a finales de la década de los sesenta, cuando el Decreto 444 de
control de cambios de 1967, dictado bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, le da paso al
llamado modelo mixto: se promueven las exportaciones con medidas cambiarias (el “crawling
peg” o devaluación “gota a gota”) y medidas tributarias (CAT), y se desgravan las
importaciones de materias primas y bienes de capital no competitivos con la producción
nacional (Plan Vallejo) mientras se mantienen los aranceles proteccionistas para las
actividades industriales y agrícolas ya establecidas. Pero el viraje fundamental se da entre
1970 y 1982 con los gobiernos de Pastrana Borrero, López Michelsen y Turbay Ayala. Estos
tres gobiernos en línea no sólo detienen la tendencia a la aceleración económica sino que la
revierten en su contraria: una tendencia a la desaceleración económica. La razón fundamental
de este infortunio es, en pocas palabras, que todas las restricciones del desarrollo se agudizan
con el nuevo modelo de desarrollo. El Cuadro 1 presenta de forma esquemática esas
restricciones.

Cuadro 1
Modelo Aperturista y Agudización de las Restricciones del Desarrollo de Colombia
Restricciones del Desarrollo Lastres de las Ganancias en Productividad

R. Estructurales Productivas: • Industria manufacturera y agricultura ↓


Estancamiento estructural • Autonomía Tecnológica ↓
• Apertura: asignación de los recursos según
ventajas comparativas (minería, agroindustria
–incluyendo drogas ilícitas-, y servicios) ↑

R. Estructurales Distributivas: • Contra-reforma agraria


Concentración de la riqueza y el ingreso • Desregulación del sector financiero
• Flexibilización del Mercado Laboral

R. Infraestructurales: • Desmonte del sistema multimodal de


Atraso de la infraestructura física y social transporte y deterioro de lo que quedó,
deterioro de la educación pública, de la salud
pública, de la salubridad, etc.

R. Institucionales • Violencia •Corrupción •Desmonte del apoyo


Ausencia o carencia de instituciones estatal a la industrialización •Énfasis en la
estabilidad macroeconómica
• Privatización monopolista •Descuido de los
recursos naturales y ambientales.

Fuente: elaboración propia.

157
Estancamiento Estructural
Como ya se ha mencionado, desde Pastrana Borrero se abandona la política industrial
y se sustituye por la política de generación de vivienda y de promoción de exportaciones.
Como el país se desindustrializa y las actividades sustitutivas (construcción y exportaciones)
no propenden por el cambio tecnológico, se pierde el impulso dinámico del crecimiento
económico. Aunque la construcción de viviendas aumenta la actividad económica de corto
plazo por los fuertes eslabonamientos del sector con otros sectores productivos, y las
exportaciones también tienen un efecto multiplicativo de corto plazo sobre la actividad
económica, su escaso desarrollo tecnológico no les permite liderar el crecimiento de largo
plazo. El correlato de la desindustrialización es la primarización y la expansión de los sectores
no transables (típicamente los servicios). La primarización está regida por la importancia
creciente de las ventajas comparativas como factor determinante de la asignación de los
recursos en un contexto gradual pero sostenido de apertura comercial. Por tanto, se expanden
los sectores que son intensivos en los factores abundantes del país: los recursos naturales y el
trabajo no calificado. Cabe mencionar que esa primarización se vive en Colombia
fundamentalmente en el sector minero porque la agricultura está sujeta a fuertes distorsiones
internacionales de los precios –los enormes subsidios que los países industrializados les pagan
a sus agricultores, pescadores y silvicultores-, y porque, como se verá posteriormente, la
privatización monopolista de las actividades de servicios y los rezagos infraestructurales del
país aumentan directamente los costos de producción de todos los sectores, pero en especial
los de las actividades rurales. Por esas razones la agricultura pierde competitividad y
Colombia deja de ser exportador de alimentos en la década de los sesenta para pasar a ser
importador en la actualidad. La importancia de las ventajas comparativas es tal en un contexto
de apertura económica que no todas las actividades industriales se perjudican; de hecho, las
actividades agroindustriales –intensivas en recursos naturales y fuerza de trabajo no calificada-
se expanden, lo que incluye, por supuesto, la producción de drogas ilícitas, con todas sus
externalidades negativas en términos de violencia, corrupción privada y oficial, y
desinstitucionalización. Una de las medidas de política económica que más incide en el
estancamiento de la industria manufacturera es la utilización de las licencias globales de
importación. Con éstas se reducen drásticamente los aranceles de los bienes de capital (a 5%
durante el gobierno de López Michelsen y a 2% durante el gobierno de Turbay Ayala), se

158
facilitan los requerimientos de importación (se amplía el conjunto de bienes de libre
importación, se eliminan los depósitos previos de importación, se flexibilizan los análisis
previos para demostrar que las importaciones no son competitivas con la industria nacional).
El resultado más palpable es que a partir de 1980 disminuye sistemáticamente la autonomía
tecnológica del país: el contenido nacional del parque de bienes de capital del país, que se
había mantenido alrededor de 34% entre 1925 y 1980, se reduce sistemáticamente a partir de
ese año hasta caer en 2005 a 14% (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009). Así, el estancamiento de la
estructura industrial que se da a partir de la década de los setenta genera una agudización de
las restricciones estructurales productivas del país.

Concentración de la Riqueza y del Ingreso


Con los gobiernos de Pastrana, López y Turbay también se concentran la riqueza y el
ingreso. Con el pacto de Chicoral de enero de 1972 se formaliza el acuerdo de las élites
nacionales para abandonar definitivamente el proyecto liberal de la reforma agraria. Es ese el
primer impulso de la contra-reforma agraria. Y posteriormente, con la violencia desatada en el
campo se concentra aún más la propiedad rural, y la contra-reforma agraria se profundiza. Por
otra parte, desde López Michelsen y Turbay Ayala se liberan las tasas de interés, se desregula
el sector financiero, se privatiza toda la banca pública comercial, y los gobiernos se hacen los
de la vista gorda con el agudo proceso de centralización del capital a través de maniobras
financieras legales e ilegales (triangulaciones financieras, auto-préstamos, manipulación de los
precios de las acciones, etc.). De esta forma, en la década de los setenta nacen los cuatro más
grandes grupos financieros e industriales del país –Luis Carlos Sarmiento Angulo, Julio Mario
Santodomingo, Carlos Ardilla Lulle y el Sindicato Antioqueño-. También se conforman otros
más pequeños. En su conjunto, estos grupos son dueños mayoritarios de las acciones de la
Bolsa de Colombia. Además, su poder es enorme porque se han apropiado de todos los medios
de comunicación nacionales (radio, televisión, prensa, revistas, etc.) con la excepción de
algunos canales públicos de televisión. Además, financian las campañas electorales. Controlan
así la opinión pública y se garantiza que sus intereses sean intocables. Como se ha mencionado
en otra parte (Ortiz, Uribe y Vivas, 2013), desde 1974 se liberan las tasas de interés, las que
aumentan de tal manera que entre 1979 y 1999 la tasa de colocación real se sitúa en un
promedio del 20% (nivel que se puede calificar de estratosférico para cualquier estándar
internacional); con la crisis de 1999 y la creación del Fondo de Garantías Financieras –

159
Fogafín- la tasa mencionada cae al 10% en 2000; y luego, en la primera década del siglo XXI
esta tasa aumenta levemente hasta llegar a 12% en 2009. Aunque la disminución de la tasa de
interés real de colocación de 2000 es considerable, se debe tener en cuenta que sigue siendo
alta para los estándares internacionales, y que el gobierno y el sector financiero en mancorna
aumentan los costos de las transacciones financieras desde ese año para los tarjeta-habientes –
el gobierno nacional cobra el 2 por mil, luego el 4 por mil, sobre las transacciones financieras-,
y la banca, por su parte, con el aval del gobierno, aumenta sus cobros transaccionales. Por esa
razón, las ganancias de la banca colombiana no se resienten en medio de la crisis financiera
internacional de 2008-2009. Finalmente, como se muestra también en Ortiz, Uribe y Vivas
(2013), las políticas de flexibilización laboral que conducen a una menor remuneración
laboral, y la sustitución tecnológica del trabajo por el capital que es inducida por el
abaratamiento del capital a través de las menores tasas de interés y de los subsidios, prebendas
y regalos que se activan especialmente con el gobierno doble del presidente Uribe, llevan a
una pérdida sistemática de participación del trabajo en el producto nacional. Por tanto, desde
1970 se concentran tanto la propiedad de la tierra como el capital, y el ingreso también se
concentra en perjuicio de los trabajadores. Aumentan así las restricciones estructurales
distributivas.

Atraso de la Infraestructura Física y Social


Con el gobierno de Pastrana también cesa el apoyo estatal a los transportes ferroviario,
fluvial, portuario y por cables aéreos que ya venía siendo descuidado desde la década de los
cincuenta (Poveda Ramos, 2005). Además, el sistema nacional de carreteras se estanca desde
los ochenta. Y los aeropuertos no se modernizan –tan sólo ahora, más de veinte años después
de la Apertura económica, se expande y moderniza el aeropuerto “El Dorado” de Bogotá-.
También desde los años setenta se descuida la responsabilidad estatal en la provisión de bienes
públicos de alta calidad, y se aboga por un sistema privado eficiente en educación, salud,
servicios públicos, salubridad, etc. De manera que también aumentan las restricciones
infraestructurales físicas y sociales.

Ausencia o Carencia de Instituciones


Descontando la ausencia del Estado en amplias zonas rurales del país, la presencia
institucional ha sido precaria en el resto. Para empezar, en la década de los setenta con el

160
cambio del modelo económico se expande la producción de marihuana. Pero es en la década
de los ochenta, con el auge de la producción de cocaína y, posteriormente en los años noventa,
con la producción de heroína, que más se expande la criminalidad (aumentan fuertemente la
tasa de homicidios y la tasa de secuestros). Con el narcotráfico no sólo se fortalecen los grupos
narcotraficantes sino también las guerrillas y la criminalidad organizada. De manera que los
sectores sociales vinculados a la tierra comienzan a reclamar la protección privada de sus
bienes y de sus vidas. Más aún, sustituyen la seguridad de las fuerzas armadas nacionales por
grupos privados de vigilantes y justicieros a sueldo. Se crean entonces las CONVIVIR. Éstas
nacen en Antioquia, pero luego se dispersan al resto del país, ya autónomas y con su propia
agenda de intereses, como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y otras formas de
organización delictiva (BACRIM). El ente privado experimenta una metamorfosis y se
convierte rápidamente en un monstruo inmanejable. Así que la privatización de la seguridad
sólo conduce a más violencia. Por otra parte, los gobiernos de Pastrana, López y Turbay
desmontan el sistema nacional de apoyo a la diversificación productiva. Se abandona la
intervención pública para la creación de nuevos sectores productivos (se desmonta el Instituto
de Fomento Industrial –IFI-), y el gobierno se concentra, como manda la cartilla neoliberal, en
el mantenimiento de finanzas públicas sanas (inflación nula o decreciente, y estabilidad fiscal).
La orientación neoliberal lleva a una privatización de los servicios públicos, y las empresas
que maneja el Estado se comienzan a manejar con criterios de rentabilidad privada, no social.
En estos sectores se detenta tal poder de mercado que fijan tarifas por encima de las de
competencia. Veamos: El gobierno fija las tarifas internas de la gasolina a precios
internacionales, de manera que los colombianos pagan la gasolina más cara que sus vecinos y
que el mismo Estados Unidos. Con la concesión de las carreteras se fijan no sólo muchos
peajes sino también altas tarifas en comparación con las de nuestros vecinos. Las empresas
públicas de energía están todas privatizadas y hoy en Colombia se pagan las tarifas de energía
más altas de la región. Otros servicios públicos se privatizan (agua, acueducto, alcantarillado,
recolección de basuras) y los nuevos servicios (gas, internet, telefonía inalámbrica, etc.) nacen
monopólicos u oligopólicos. La banca pública comercial también se privatiza totalmente, y la
política de liberación de precios y de desregulación financiera conduce a una centralización
del capital financiero. Con un sector bancario coludido para fijar tanto las tasa de interés como
los cobros por las transacciones financieras, Colombia paga los márgenes de intermediación

161
oficiales más altos del mundo y los costos de transacción financiera son absurdos –cada
cuenta-habiente paga mensualmente por cuota de manejo alrededor de US$5, un cheque
cuesta alrededor de US$2, un retiro por cajero automático en la propia red bancaria fluctúa
entre 0 y US$1,5, etc.-. No sorprende, por tanto, que la competitividad de toda la economía se
vea afectada negativamente, pues los insumos directos más importantes de las actividades
productivas con la excepción del trabajo –gasolina, agua, energía, transporte y capital- son
cobrados a precios de monopolio. De ahí la insistencia de los empresarios en flexibilizar el
mercado laboral como estrategia fundamental de competitividad. Finalmente, aunque se
podrían seguir mencionando otras carencias institucionales, el Estado descuidó las cuencas
hidrográficas (sobre-explotación de los bosques, erosión de las laderas por sobre-explotación
ganadera y tala, contaminación de los ríos por vertimientos urbanos e industriales, sobre-
explotación de los acuíferos, etc.). La factura del abuso se la acaba de pasar la naturaleza al
país con los inviernos de 2010 y 2011.

¿Cómo se explica que las élites económicas del país decidieran abandonar el viejo
modelo de desarrollo industrialista por el modelo aperturista? Con base en su análisis del
desarrollo económico de Colombia, Hirschman identificó en La Estrategia del Desarrollo
Económico (1958) los más importantes mecanismos económicos y sociales que habían
inducido el despegue económico, la transformación industrial y el crecimiento sostenido de los
países en desarrollo. Planteó que la diversificación productiva inducida por los
eslabonamientos intersectoriales hacia adelante y hacia atrás, los eslabonamientos de
consumo, los eslabonamientos fiscales y los eslabonamientos políticos permitían resolver
secuencialmente el problema del desarrollo integral de los países (estrategia de desarrollo
desequilibrado). Sustentó que el desarrollo secuencial basado en los eslabonamientos era una
alternativa realista y válida frente a la propuesta dominante en la época de industrializar
simultáneamente diversos sectores productivos para que se apoyaran mutuamente en el
despegue económico (estrategia de desarrollo equilibrado). Por otra parte, Hirschman advirtió
sobre la trampa en la cual puede caer un país en desarrollo si no se mantiene en la senda de la
transformación industrial:
“Hasta ahora, al ocuparnos de los efectos de los eslabonamientos anteriores hemos
dado por supuesto casi que la producción nacional se llevará a cabo tan pronto como la
demanda nacional pase del umbral del tamaño económico mínimo. Pero, mientras que
algunas fuerzas hacen que esto suceda, también existen fuerzas contrarias en

162
operación. A menudo, el industrial que hasta ahora ha trabajado con materiales
importados estará en contra del establecimiento de industrias nacionales que los
produzcan. Primero, teme, a veces por muy buenas razones, que el producto nacional
no será tan de buena calidad y tan uniforme como el importado. Segundo, piensa que
podría tener que depender de un solo oferente nacional cuando antes podía comprar en
muchas partes del mundo. Tercero, le preocupa que la competencia nacional se haga
más fuerte una vez que se produzcan los ingredientes básicos dentro del país.
Finalmente, su localización puede ser errónea una vez alterada la fuente de
abastecimiento de los materiales que utiliza.
Por todas estas razones, los intereses de las industrias transformadoras, de acabado y
mezcladoras, se oponen a veces a que los productos que transforman, terminan o
mezclan se produzcan en el interior del país. Es necesario un choque violento –que
generalmente surge como consecuencia de disturbios de balanza de pagos o
inflacionarios- para que estas industrias dejen de defender su status quo” (Hirschman,
1958, 123-124; subrayados propios).

Más de tres décadas después, Hirschman insistió en el riesgo del estancamiento estructural:

“A raíz de que cuentan con la posibilidad de adquirir bienes intermedios y de capital en


los países industrializados, los países en desarrollo pueden avanzar sin prisa, siguiendo
la dinámica de los eslabonamientos hacia atrás, desde las últimas etapas de producción
hasta las primeras y hacia la producción de bienes de capital (si es que llegan ahí), (…)
la naturaleza secuencial del proceso de industrialización en los países de
industrialización tardía podría ser considerado como un obstáculo, debido al riesgo de
quedar estancados en la etapa de producción de bienes de consumo final. Este riesgo es
real: como ya expliqué en La Estrategia” (Hirschman, 1992, 87).

Nuestro autor identifica las razones que pueden detener la transformación estructural de un
país en función del juego de intereses internos. Reconoce que las fuerzas que impulsan la
industrialización encuentran a menudo fuerzas contrarias, y que éstas surgen entre los
industriales ya establecidos. Y advierte del riesgo del estancamiento estructural. Esto fue lo
que efectivamente sucedió en Colombia más de una década después de la publicación de La
Estrategia. Se explica así la aparente paradoja de qué los industriales colombianos se
opusieran a profundizar la industrialización desde los años 70:
“Ni el sector privado ni el Estado han asumido una estrategia reindustrializadora, entre
otras porque la misma burguesía industrial es reacia a una intervención directa del
Estado en la continuación del proceso industrial. Parece una paradoja pero ella (la
burguesía industrial) es anti-industrialista: pide condiciones favorables (crédito,
devaluación, disminución de impuestos, cambios en la composición de los gastos del
Estado hacia compras nacionales, etc.), pero obstaculiza la participación directa del
Estado, cuando precisamente el capitalismo ha demostrado la necesidad de su
intervención para generar sectores dinámicos que el capital privado por sí solo no
puede generar” (Acevedo, Quirós y Restrepo, 1985, 37; subrayado propio).

163
Una clave para entender este comportamiento se encuentra en el último párrafo de la primera
cita de Hirschman. Las primeras ocho décadas del siglo XX estuvieron plagadas de
perturbaciones externas que cerraron a menudo el comercio internacional y forzaron la
sustitución de importaciones industriales. Considérese la siguiente lista de eventos: 1) la
Guerra de los Mil Días (1899-1902) desvertebró la economía nacional y la aisló del resto del
mundo; 2) la separación/toma de Panamá en 1903 disminuyó las relaciones comerciales con
Estados Unidos; 3) la Primera Guerra Mundial de 1914 a 1918 hundió los intercambios
comerciales mundiales; 4) la Gran Recesión de 1929 a 1932 disminuyó la actividad
económica mundial; 5) la Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945 paralizó nuevamente el
comercio internacional; 6) la recesión de Estados Unidos en medio de la guerra con Corea
(1950-1953) disminuyó el comercio desde y hacia Colombia; 7) la aguda escasez de divisas
ocasionada por caídas del precio del café y la huída de capitales entre 1957 y 1966 obstaculizó
el comercio internacional de Colombia; 8) en la década de los años 70 se experimentaron dos
choques petroleros como fruto de las decisiones de la OPEP. Además de estas perturbaciones
externas, ya se mostró que desde Reyes Prieto hasta Lleras Restrepo se erigieron barreras
arancelarias y para-arancelarias al comercio internacional con criterios fiscales y/o
proteccionistas. Finalmente, la configuración geográfica de Colombia también le dio la mano
a la industrialización en los primeros 70 años del siglo XX. Dadas las condiciones ambientales
del trópico, las grandes urbes colombianas (Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cali) se situaron
sobre los Andes, muy elevadas y muy lejos de los puertos –se decía que Colombia era el
“Tíbet” de América-. Colombia ha debido enfrentar esta característica geográfica como una
desventaja competitiva para el comercio, pero fue una ventaja para su desarrollo interno.
Desde Alaska hasta Chile por el Pacífico, y desde Canadá hasta Argentina por el Atlántico, las
grandes ciudades del continente están en las costas o están bien conectadas con ellas. Cuando
los navíos llegan a sus puertos la carga ya está prácticamente en el mercado interno. Sólo
Bolivia y Paraguay, por ser mediterráneas, y Colombia, por su montañosa geografía y la
ubicación andina de sus grandes ciudades, están, por decirlo así, lejos del mar. Así, las difíciles
condiciones de acceso del resto del mundo a Colombia le implicaron una protección natural a
su actividad económica.
En virtud de este aislamiento, el desarrollo económico de Colombia en la primera
mitad del siglo XX se basó casi exclusivamente en inversión autóctona y autónoma:
164
“Colombia presenta una profunda diferencia con todos los demás países de
Latinoamérica (...). Se trata del hecho de que la totalidad de las industrias establecidas
en el país fueron financiadas exclusivamente con ahorro interno colombiano. En 1929
prácticamente no existía en el país ninguna industria extranjera, salvo la transitoria
participación del capital norteamericano en un ingenio azucarero” (Poveda Ramos,
1976, 57-58).

“(…) la etapa entre 1935 y 1939 puede señalarse como un período especial del
desarrollo de la industria en Colombia, caracterizado por la consolidación de la
primera fase fabril, por el crecimiento de la sociedad anónima, por los comienzos de
una tecnificación general, por la consolidación del sindicalismo, por la implantación de
la legislación laboral y por la formación de un empresariado nacional. El carácter
totalmente colombiano de este proceso fue una excepción en América Latina, y, de
haberse preservado en los años posteriores hubiera permitido un desarrollo industrial
más autónomo tanto en sentido tecnológico como financiero” (idem, 60-61).

En resumen, las fuertes perturbaciones internacionales que suspendieron o disminuyeron el


comercio internacional durante las primeras siete décadas del siglo XX, las políticas
proteccionistas del mismo período, y el relativo aislamiento del país, incentivaron la
sustitución de importaciones y el desarrollo de actividades industriales que ya eran producidas
de forma artesanal o semi-industrial en el país (Ocampo y Tovar, 2003).
La situación del comercio internacional comenzó a cambiar a partir de los años
cincuenta, con la creciente estabilidad institucional que impuso la creación de las Naciones
Unidas y de los demás organismos multilaterales, lo que, entre otros factores, dio pie a una
aceleración del comercio internacional. También disminuyó la protección natural del país con
la disminución de los costos de transporte y la creciente globalización. Se generó entonces el
ambiente propicio para que los sectores industriales establecidos comenzaran a dominar la
agenda de las políticas económicas. Los industriales encontraron hacia la década de los años
70 que era mejor dedicarse a consolidar sus industrias, y servirse del comercio internacional
como proveedor de materias primas, maquinaria y equipo, especialmente si contaban con todo
el paquete de las políticas económicas para tal propósito. Entonces, la orientación política
cambió, se abandonó la política económica sectorial y se bloqueó el proceso de diversificación
productiva de la industria manufacturera nacional. El auge del neoliberalismo sólo reforzó esa
tendencia. Por tanto, la autonomía tecnológica del país, mirada como la capacidad nacional de
proveer su propio acervo de capital en maquinaria y equipo, disminuyó sistemáticamente
desde 1980 (Ortiz, Uribe y Vivas, 2009).

165
Se ha argumentado que la estrechez del mercado interno y la escasez de hierro eran
factores desfavorables para el nacimiento de un sector productor de bienes de capital. Esto es
relativo. Lo que realmente faltó fue decisión: 1) los planes de desarrollo del sector fueron
ignorados (Ortiz et al., 2009); 2) la integración andina, que hubiera ampliado el mercado
industrial, fue desatendida después de Lleras Restrepo (Poveda Ramos, 2005); 3) Corea del
Sur sí se lo propuso y desarrolló su industria metalúrgica con importaciones de “chatarra”
(Amsden, 1989; Landes, 1998).

6. Pactos Políticos y Crecimiento


La relación política entre las élites nacionales cambia del siglo XIX al siglo XX. Los
intereses de las élites regionales, que comandaban sus propios Estados con su propia banca y
ejército, tal como lo había definido la Constitución de Rionegro (1863), hacían en muchas
ocasiones irreconciliables las diferencias entre los Estados regionales, y entre estos con el
Estado central. Por tanto, las guerras del siglo XIX fueron sumamente encarnizadas. La
última, la Guerra de los Mil Días (1889-1902), que se libraría por la imposición de un estado
centralista con una ideología autoritaria y confesionalista acorde a los principios de la
Regeneración de Núñez y Caro, y basada en la Constitución de 1886, sería la más sangrienta.
Guerras como estas no eran sostenibles; simplemente comprometían la viabilidad de la nación
como espacio de convivencia. Hubo que cambiar la forma de las transacciones políticas. En
vez de empecinarse en guerras intestinas en las que las partes sólo procuraban acabar con la
yugular del adversario, se encontró que era mejor transar para compartir el poder nacional.
Además, por más retardatario y escolástico que fuera el movimiento de la Regeneración, tenía
la virtud de definir un proyecto de desarrollo nacional que los estados regionales no habrían
sido capaces de liderar. De hecho, el liberalismo comandado por el derrotado general Rafael
Uribe Uribe así lo comprendió, y abandonó entonces su librecambismo manchesteriano, que
tan funcional había sido a los intereses políticos y comerciales de los estados regionales, para
virar pragmáticamente hacia el proyecto de desarrollo nacional que propuso desde su gobierno
el general Rafael Reyes (1904-1909). Esta fue la base de la alianza entre el liberalismo y el
conservatismo histórico. Así, a pesar de la resistencia inicial del conservatismo nacionalista,
que aspiraba como ganador de la guerra a continuar su proyecto de mando hegemónico, se
logra el pacto bipartidista (liberal-conservador) bajo el comando del general Reyes (1904-
1909). Los puestos gubernamentales se repartieron en la proporción 1:2 (los vencedores

166
tomaron la parte del león). Se garantizó así la gobernabilidad requerida. Y se pudo llevar a la
práctica un programa de desarrollo progresivo centrado en la industrialización, la promoción
de la caficultura como principal fuente de divisas y la interconexión vial del país. El modelo
económico de industrialización apoyado por el Estado tuvo consecuencias benéficas para el
desarrollo socioeconómico (Ocampo, 2010). De Rafael Reyes a Pedro Nel Ospina y, después
de la Gran Recesión, con el Régimen Liberal y el primer año de Mariano Ospina Pérez, se
presenta un proceso de crecimiento sostenido y acelerado. Viene después la Violencia (1948-
1958) que contiene el impulso del crecimiento económico y que obligaría a una reconstrucción
del pacto político entre las élites económicas. La Violencia es resultado de la crisis del
proyecto bipartidista ante la irrupción en la arena política del proletariado y del campesinado.
Los reclamos de los sectores populares eran fundamentalmente reivindicativos –no pretendían
subvertir el régimen-; el proletariado aspiraba a condiciones de trabajo dignas y el
campesinado aspiraba al acceso a la tierra tanto como medio de producción y como condición
de autonomía (liberación de las relaciones de subordinación de la hacienda). La reivindicación
por la tierra sería particularmente afrentosa para los latifundistas más representados por el
conservatismo. Por eso el laureanismo sería el principal promotor de la violencia y la
intolerancia, y desataría una guerra civil contra los sectores populares y el liberalismo. Cuando
el proceso de sale de madre, se recurre a los militares para imponer el orden. Sube entonces al
poder como figura bonapartista, sin que se lo propusiera, el general Gustavo Rojas Pinilla
(1953-1957). El represor de la revuelta en Cali se erige como héroe nacional y con el apoyo
del liberalismo oficialista y del conservatismo, especialmente de la facción ospinista, sube al
poder. El Frente Nacional se forma en 1958 como una alianza bipartidista para contener y
disuadir el movimiento popular reivindicativo cuyas banderas fueron recogidas primero por
Jorge Eliecer Gaitán (inicialmente en la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria -UNIR-,
y posteriormente en el ala izquierda del partido liberal), y luego por el general Gustavo Rojas
Pinilla (ANAPO), quien desde el poder forja un movimiento opuesto a la alianza liberal-
conservadora que lo llevó al poder. Es depuesto entonces y asume temporalmente la Junta
Militar que le da paso al Frente Nacional.
El Frente Nacional reconfigura el pacto político bipartidista que venía desde Reyes. Se
asegura así el monopolio del poder por el bipartidismo. Desde esa torre de marfil se negocia
con la sociedad civil sus aspiraciones. Reformas laborales y agrarias se ponen a la orden del

167
día. La última fracasa a la postre en aras de la estabilidad de la alianza liberal-conservadora.
Una vez logrados esos objetivos, a finales de los años 60 y principios de los 70, se le da paso
gradualmente al nuevo modelo de desarrollo aperturista que, a grandes rasgos, confía en las
fuerzas del mercado como promotoras del desarrollo y desconfía de la intervención del Estado.
El nuevo pacto bipartidista en un contexto de auge del comercio internacional pone la política
económica al servicio de los sectores agroexportadores, industriales y financieros. El nuevo
modelo económico que se forja al calor de esos intereses relega la oferta de activos
productivos a un segundo lugar. Por tanto, se abandona la política industrial, se descarta el
sistema multimodal del transporte, se desestimula la inversión, y se desatiende el desarrollo
institucional. Las consecuencias perjudiciales para el desarrollo económico del país y el
bienestar social son legión, y ya fueron mencionadas.
A finales del siglo XX las élites nacionales se unen bajo la tutela de los Estados
Unidos con el propósito de erradicar el narcotráfico y, de paso, la insurgencia armada. Se
concreta el Plan Colombia que comienza a operar desde 2000. Aunque el objetivo manifiesto
del Plan no se logra, la disminución de la inseguridad tiene un impacto positivo sobre el
crecimiento económico nacional.
Después de este recorrido por la economía y la política colombiana del siglo XX y los
dos primeros lustros del siglo XXI se puede concluir que la política económica y social del
Estado colombiano siempre ha sido determinada prioritariamente por los intereses de los
grupos económicos dominantes. Las concesiones otorgadas al logro del bienestar social han
estado subordinadas a los intereses de las élites. Pero claramente tales concesiones nunca han
sido la prioridad de la agenda política del Estado colombiano. El abandono de la Reforma
Agraria como reivindicación económica y social del liberalismo en la primera mitad del siglo
XX es significativo de este estado de cosas: la necesidad de vincular el campo a la economía
de las ciudades para abastecerlas de forma elástica y evitar que se ahogara el desarrollo
industrial y comercial siempre estuvo por encima de la necesidad de lograr justicia social y
vincular el campesinado al desarrollo económico y social del país. Por eso, a principios de los
años 70, cuando las diferentes leyes e instituciones relacionadas con la reforma agraria y el
desarrollo rural garantizaron la provisión de la economía urbana, y el comercio internacional
se vio como una posibilidad de suplir esas restricciones internas, el bipartidismo como bloque
decidió ceder ante la demanda de los sectores terratenientes para que los procesos de

168
concentración de la tierra no fueran cuestionados de manera efectiva. La reforma agraria
murió (Pacto de Chicoral de 1972). Y los terratenientes lograron así que se respetara la
sacrosanta propiedad privada sobre la tierra por sobre todas las cosas. Además lograron
muchas más prebendas de política económica que se examinaron previamente.
Con respecto a la diversificación productiva nacional, motor fundamental de la
dinámica económica nacional, la política también ha dependido de los intereses de las élites.
Mientras el aislamiento del país y los costos del trasporte internacional fueron altos las élites
industriales se aseguraron de que el Estado apoyara su proyecto de desarrollo industrial basado
en el apoyo a la generación de nuevos sectores productivos y el desarrollo del mercado
interno. Ese proceso duró hasta los años setenta. En adelante la élite industrial-financiera del
país encontró conveniente reorientar la política económica a apoyar los sectores ya existentes
y se abandonó el proyecto de industrialización nacional. Se hizo entonces realidad el riesgo del
estancamiento estructural que había sido advertido por Hischman (1958). Y la economía
comenzó a desacelerarse en forma tendencial.

169
V COMENTARIOS FINALES

Desde mediados de la década de los 80 la economía del desarrollo recibió un impulso


sustancial con el auge de los modelos de crecimiento endógeno. Se replantearon así múltiples
propuestas de motores del crecimiento. Estos, con base en externalidades productivas o la
explotación de economías a escala, contrarrestan la tendencia decreciente de la productividad
marginal de los factores productivos y pueden generar crecimiento económico sostenido. El
común denominador de tales modelos teóricos es la existencia de algún motor que aumenta
indefinidamente la productividad multifactorial. La importancia de estos desarrollos teóricos
es que los motores del crecimiento fueron presentados en modelos matemáticos maleables en
los que los agentes de la economía inducen de forma endógena el aumento de la
productividad. Ejemplos de tales motores de crecimiento son las externalidades productivas
del conocimiento tecnológico (Romer, 1986), las externalidades de la diversificación
productiva (Romer 1987, 1990), las externalidades productivas de la inversión en capital
humano en la forma de educación (Lucas, 1988), las externalidades productivas de la
inversión en capital humano en la forma de aprendizaje en la práctica (Arrow, 1962; Lucas,
1988), las externalidades productivas del gasto gubernamental en bienes públicos como la
infraestructura (Barro, 1990), la explotación de rendimientos crecientes a escala a través de
procesos de industrialización y la generación de economías pecuniarias externas (Murphy,
Shleifer y Vishny, 1989a, 1989b). Estos desarrollos en la teoría del crecimiento económico se
complementaron con los desarrollos en las teorías del comercio internacional y de la geografía
económica que incorporaron los rendimientos a escala en entornos de mercados no
competitivos (Krugman 1979, 1991).
La presencia de externalidades productivas en los modelos de crecimiento endógeno
configura situaciones de fallas del mercado pues los agentes privados no pueden internalizar
todos los efectos de sus acciones. Por tanto, en los modelos de crecimiento endógeno la senda
de crecimiento competitivo es usualmente inferior a la senda del comando óptimo. Se genera
así la posibilidad de que el Estado intervenga en la economía para aprovechar plenamente los
impactos productivos de los motores del crecimiento. Pero entonces surge el siguiente
problema para los usuarios de tales modelos. Si estos motores del crecimiento generan fallas
de mercado y exigen la intervención del Estado en la economía, ¿qué debe hacer un país
subdesarrollado con recursos limitados para atender todos estos frentes? El problema no es

170
sencillo porque ninguno de los motores del crecimiento se puede desatender. Unos momentos
de reflexión son suficientes para entender esta proposición. Es fundamental para el desarrollo
económico y social que el país cuente con gente educada, gente que pueda acceder al
conocimiento científico y al conocimiento tecnológico, que pueda innovar o copiar los
desarrollos ya existentes para diversificar la economía, y que mejore su productividad a través
del aprendizaje en la práctica en un ambiente de expansión sistemática de nuevas actividades
productivas e innovaciones tecnológicas. También es primordial que las empresas y los
agentes económicos cuenten con el apoyo del Estado en la provisión de una infraestructura
productiva y de otros activos públicos sin los cuales no puede funcionar la economía de
mercado; entre estos otros activos públicos se encuentran el respeto a los derechos de
propiedad, la justicia y la seguridad, el orden público, el mantenimiento de los bienes públicos
incluyendo los recursos naturales y ambientales, etc. Además, es necesario que las actividades
económicas sean suficientemente modernas y productivas para que los ingresos generados
constituyan una base económica y sea posible sostener la industrialización. Desde esta
perspectiva, el Estado debe velar porque los beneficios del desarrollo económico no se
concentren excesivamente –un país como Colombia que ha permitido la concentración de casi
todos los sectores económicos y exhibe índices de concentración del ingreso y de la riqueza de
talla mundial ha tenido y tendrá problemas para consolidar una base económica para el
desarrollo socioeconómico-. De todo lo anterior se deduce que el Estado debe funcionar
eficientemente (y combatir la corrupción) para atender todos los frentes que inciden en el
crecimiento económico y el bienestar social.
No obstante, es posible postular que la diversificación productiva es esencial como
motor del desarrollo pues no sólo induce per se el aumento de la productividad sino que,
además, induce la ignición de otros motores del crecimiento económico: el aprendizaje en la
práctica, la educación tecnológica, y el acceso al conocimiento científico y tecnológico.
Además, cuando hay desarrollo tecnológico y diversificación productiva la capa empresarial
presiona al Estado para que garantice la provisión de bienes públicos productivos.
Encontrar esta verdad ha sido difícil, pero los analistas del desarrollo económico están
confluyendo a la visión de que la diversificación productiva en actividades intensivas en
tecnología e inteligencia es el mecanismo fundamental del desarrollo de los países (Hausmann
y Klinger, 2006: Haussmann, Hwang y Rodrik, 2006; Rodrik, 2007, United Nations, 2007).

171
¡Y pensar que esta conclusión es un simple redescubrimiento! Adam Smith, el padre de la
economía política, comienza su magnum opus, Investigación sobre la Naturaleza y Causas de
la Riqueza de las Naciones, con las siguientes palabras:

“El progreso más importante en las facultades productivas del trabajo, y gran parte de
la aptitud, destreza y sensatez con que éste se aplica o dirige, por doquier, parecen ser
consecuencia de la división del trabajo” (Smith, 1776, tomado de la edición del Fondo
de Cultura Económica, 1981, p. 7).

Y después aclara Smith que no sólo la división técnica del trabajo –la que se presenta en su
famoso ejemplo de la fábrica de alfileres- se relaciona directamente con la productividad
empresarial, sino que también la división social del trabajo –la que se presenta entre las
diferentes empresas y el Estado- se asocia directamente con la productividad de una economía
en su conjunto:

“(…) la división del trabajo, en cuanto pueda ser aplicada, ocasiona en todo arte un
aumento proporcional en las facultades productivas de trabajo. Es de suponer que la
diversificación de numerosos empleos y actividades económicas es consecuencia de
esa ventaja. Esa separación se produce generalmente con más amplitud en aquellos
países que han alcanzado un nivel más alto de laboriosidad y progreso, pues
generalmente es obra de muchos, en una sociedad culta, lo que hace uno solo, en
estado de atraso” (Smith, 1776, tomado de la edición del Fondo de Cultura Económica,
1981, p. 9).

Es por estas razones que este libro se enfoca en la diversificación productiva como motor del
crecimiento económico tanto desde el punto de vista teórico como empírico.
Los economistas vinculados a la visión ortodoxa del desarrollo económico pueden
compartir la visión arriba descrita siempre y cuando la diversificación productiva sea
originada por las fuerzas empresariales. Sin embargo, la experiencia del desarrollo económico
ha mostrado que el desarrollo industrial ha requerido la colaboración planificada del sector
privado y del sector público para hacerse realidad (Landes, 1998; Cárdenas, Ocampo y Thorp,
2004). Por supuesto, no es ésta una visión aceptada pues la corriente dominante en la
economía todavía impone el criterio de que “la mejor política industrial es la que no existe”.
En línea con la visión estructuralista del desarrollo –aquella que postula que el
desenvolvimiento y diversificación de la estructura económica de los países se relaciona no
sólo con su nivel de ingreso real sino también con su tasa de crecimiento de largo plazo-, en
este libro se muestra que el activo público más importante para el crecimiento económico de

172
Colombia ha sido la diversificación de la industria manufacturera nacional. Por tanto, los
gobiernos progresivos que promovieron la industrialización y otros activos productivos
(especialmente la infraestructura de transportes, los derechos de propiedad y la acumulación
de capital) en las primeras siete décadas del siglo XX potenciaron el crecimiento económico
nacional; por el contrario, aquellos gobiernos (no progresivos) que desdeñaron o desatendieron
la oferta de los activos productivos en las tres últimas décadas del siglo XX contribuyeron a
disminuir la tendencia del crecimiento económico nacional. De hecho, en este libro se muestra
(ver el capítulo cuarto) que las primeras siete décadas de industrialización que vivió Colombia
en el siglo XX se caracterizaron por una tendencia leve a la aceleración económica; y las tres
últimas décadas del siglo XX, cuando se vivió una parálisis de la industrialización seguida por
un proceso de desindustrialización, se caracterizaron por una tendencia a la desaceleración
económica. La Apertura comercial y financiera de Gaviria (1991) no fue por tanto el origen de
la desaceleración económica nacional –como se ha planteado en algunos análisis-, pero sí
contribuyó a profundizar tanto la desindustrialización como la desaceleración económica.
Ahora bien, en el siglo XXI las cosas parecían haber cambiado. De 2000 a 2014 el país
experimentó una recuperación económica que hizo olvidarlos los sinsabores del final del siglo
XX. De hecho, con la excepción de los años 2008 y 2009, cuando el impacto de la recesión
financiera internacional disminuyó el crecimiento económico nacional, el auge económico
pareció darles la razón a los partidarios del modelo de desarrollo basado en exportaciones
mineras y agroindustriales. El país vivió desde 2000 hasta 2014 en el espejismo de un auge
inusitado de los precios de los minerales –petróleo, ferroníquel, carbón, oro, etc.- y del gasto
galopante del Estado que percibía las rentas mineras correspondientes. Se profundizó por tanto
la tendencia minero-exportadora y se relegó el desarrollo industrial y la innovación
tecnológica al cuarto de San Alejo. Esta tendencia indujo un proceso de revaluación pertinaz
que profundizó la reorientación primario-exportadora y mantuvo el estancamiento del
desarrollo estructural del país –la enfermedad holandesa-. Como habían advertido diferentes
analistas, los precios de los commodities se caracterizan por ciclos; por más que vuelen tarde o
temprano aterrizan. Finalmente ello sucedió. Y en 2015 las economías dependientes del
petróleo, como la colombiana, empezaron a sentir el choque del desplome de los precios.
Entonces la nación sí pudo ver que la minería –tanto la legal como la ilegal- ha dejado un
deterioro catastrófico del medio ambiente y de los recursos naturales del país. También dejó

173
más violencia, pues las rentas mineras se sumaron a las del narcotráfico en la financiación de
todos los grupos armados irregulares del país y de la delincuencia común. Y el país se apresta
a transitar por una senda de crecimiento inferior.
¿Qué hacer? Colombia necesita recuperar el programa de desarrollo progresivo. Se
debe poner en el primer lugar de la agenda gubernamental la provisión de activos productivos;
y ello incluye primordialmente el apoyo gubernamental a la diversificación productiva del país
en los sectores intensivos en tecnología (y en inteligencia).
Conviene aclarar que no se hace en este libro un fetiche del sector industrial
manufacturero. La referencia continua a su diversificación es sólo el reflejo del hecho
histórico de que este sector ha sido el más intensivo en tecnología. Sin embargo, con los
desarrollos científicos y tecnológicos recientes –informática, telecomunicaciones, genética,
biotecnología, etc.- esa característica es cada vez menos cierta. Y hoy se plantea que es el
desarrollo de nuevas actividades intensivas en tecnología (manufactureras o no) lo que
potencia la productividad y el crecimiento económico de largo plazo (Rodrik, 2007; United
Nations, 2007).
Dados sus impactos sobre el papel del Estado y sobre la distribución del ingreso y la
riqueza, es probable que sólo partidos políticos de centro-izquierda sean capaces de realizar un
programa de desarrollo progresivo. Y para ello se requeriría una nueva alianza política entre
empresarios, clases medias y trabajadores identificados en la defensa del bien común.

REFERENCIAS

174
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