Está en la página 1de 430

RESUMEN:

ARIO DE ROSALES
En esta Monografía Municipal,
publicada en el año de 1980, el autor abarca los diversos
aspectos en la historia de Ario de Rosales, a partir
de su nacimiento durante el Virreinato, como Santiago Ario,
que con el correr del tiempo destacará por la participación
de su gente en los movimientos sociales, especialmente
en las luchas por la Independencia y de Reforma.

Este jirón michoacano, "boca o puerta de la Tierra Caliente",


emergido de las penumbras del imperio chichimeca,
ha sido teatro de acontecimientos trascendentes,
que lo relacionan entrañablemente con el devenir
del resto de México, sobre todo porque allí se establecieron
los primeros poderes federales con los que el país
contó y con los que se preparó para vivir en forma
independiente y soberana.

Un hilo conductor vincula los sucesos nacionales


con los del Estado de Michoacán, para que el lector tenga
una visión clara del fenómeno histórico
en su conjunto, aunque, desde luego, concentrándose
en el objetivo central, que es Ario de Rosales.

Libro sustentado en fuentes nutridas y confiables


que permitirán al lector obtener una visión integral
de este municipio michoacano, "hermosa tierra clásica
en hombres libres y mujeres patriotas", en palabras
del autor, quien considera con modestia que se trata
de un manual "que una persona de mediana cultura puede
tener a la mano" para encontrar el dato susceptible
de ampliarse en fuentes más exhaustivas.
PABLO G. MACÍAS

Monografía Municipal

ARIO DE ROSALES

PABLO G. MACÍAS

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN


1980

2
ARIO DE ROSALES

PRESENTACIÓN

E L GOBIERNO DE MICHOACÁN edita esta serie de monografías


municipales porque piensa que el conocimiento específico de uno
de los municipios michoacanos contribuirá a una autoconciencia
razonada de cada municipio, a un conocimiento más cabal del
conjunto del Estado, a la divulgación de la belleza y los valores locales
del terruño y a la mejor inteligencia del hombre en general. Estima,
asimismo, que las monografías locales pueden ser un instrumento
pedagógico de primer orden para iniciar a niños y adolescentes al
través de su patria chica, a la que instintivamente aman, en la ciencia
y el amor de la patria grande que es México, y porque está seguro que
estas monografías fomentarán una acción social más consciente,
vigorosa y audaz de los conglomerados municipales.
Cada monografía se propone diseñar un conocimiento redondo
de un municipio, aspira a la comprensión de sus hombres, al dibujo
de su geografía, de su historia, de su economía, de su organización
social, de su participación política y de su vida de relación con otras
comunidades y busca la definición del municipio de que trata.
Vamos a impulsar hacia un imperioso levantamiento espiritual
los mejores hombres de cada lugar, que hoy están prisioneros del
gravamen terrible del abandono y aislamiento. Vamos a hacerles
saber a estos espíritus fraternos, perdidos en la inercia provisional
que tienen en nosotros auxiliares y defensores. Vamos a tender una
red de nudos de esfuerzo por todos los ámbitos michoacanos, red que
a la vez será órgano de comunicación y órgano del estudio y
conocimiento del hecho local y nacional; red, en fin, que forme un
sistema nervioso por el que corran vitales oleadas de sensibilidad y,
automáticas, poderosas corrientes de entendimiento y colaboración.
Si alcanzamos estas metas, estaremos cumpliendo con el
propósito esencial de esta serie monográfica y, a nivel estatal,
colaborando en la realización de los propósitos nacionales expresados
por el Presidente de la República, licenciado José López Portillo.
Finalmente, sobra decir que estas monografías no serán producto
de una sola persona, sino de varias bien enteradas y muy distinguidas
que nos han brindado su colaboración: sus escritos o testimonios, así

3
PABLO G. MACÍAS

como el resultado de sus investigaciones hechas sobre el pasado y la


realidad actual.

Morelia, Mich., mayo de 1980


Carlos Torres Manzo
Gobernador Constitucional del Estado

4
ARIO DE ROSALES

PREFACIO

L A HISTORIA DE ARIO emerge en la penumbra de un pasado remoto.


Como casi todos los pueblos michoacanos de la Sierra, Ario formó
parte del gran Imperio chichimeca. Durante la Colonia su nombre
sonó repetidas veces y desde el inicio del movimiento libertador
acaudillado por Hidalgo en 1810, fue teatro de acontecimientos
importantes en la vida de México.
Sin embargo, muy poco se conoce de la existencia que llevaban
sus hombres, sobre todo en la época prehispánica. La Relación… de
Michoacán (único documento irrefutable para el estudio de esta parte
de la Historia) hace pormenorizado relato de las incursiones
efectuadas por las huestes conquistadoras de Hirípan, Tangáxoan I e
Hiquíngare, tocando puntos tan cercanos a Ario como Santa Clara del
Cobre, Zirahuén, Taretan, Uruapan, Tacámbaro, La Huacana y
Urecho; pero concretamente no menciona a Ario.
Lo que verán los lectores en las páginas que siguen no es, como
pudiera suponerse, el resultado de una búsqueda completa,
exhaustiva (labor acuciosa que el futuro reserva a otros individuos).
Nuestros principales obstáculos en el momento fueron la escasez de
tiempo y la pérdida casi completa del archivo municipal de Ario,
anterior a la Revolución de 1910.
Sin embargo, con todo lo que en la comarca logramos hallar en
ruinas arqueológicas; en manuscritos, folletos y libros existentes en
bibliotecas y archivos oficiales y particulares; y con las versiones
trasmitidas de padres a hijos avecindados sucesivamente desde cuatro
siglos atrás en la vasta región de la Tierra Caliente de Michoacán,
elaboramos un texto, dándole hasta donde fue posible, secuencia
cronológica, y no pocas veces parafraseando el propio lenguaje de
nuestros informantes, con objeto de esclarecer circunstancias sin
alterar la idea original ni su sentido exacto.
En otras palabras, los propios habitantes de Ario de Rosales y de
su zona de influencia, son coautores de estos Apuntes.
Desde un principio, nuestro propósito fue el de que dichas notas,
despojadas de tecnicismos de estilo, elaboraciones y complicaciones
filosóficas, se leyeran con la misma facilidad de una novela. Forman

5
PABLO G. MACÍAS

tan sólo un manual que el estudiante —por ejemplo— o el hombre de


mediana cultura puede tener a la mano, en un momento dado, para
encontrar el dato que, si así son sus deseos, queda en libertad de
ampliar después yendo a las fuentes originales.
Atentos a este designio, únicamente aquellas afirmaciones que
parezcan exageradas o que en rigor deba señalarse su origen, llevarán
la cita respectiva al pie de la página. Evitamos con ello, también,
acumular pliegos de papel impreso y cansar al lector común con una
extensa bibliografía que sólo se justifica en obras de gran alcance, de
erudición y de consulta. Y nada más.
Nuestro agradecimiento más cumplido:
—A don Roberto Pita Cornejo, quien puso a nuestra disposición
su archivo particular y nos relacionó con gente útil que facilitó este
trabajo.
—A doña Eudelina Marroquín y Marroquín, directora de la
biblioteca pública "José Trinidad Guido", de Ario de Rosales.
—A don Atilano Vázquez Herrera, que con singular
desprendimiento nos proporcionó documentos e informaciones
inestimables de su archivo particular.
—A don Gerardo Sánchez Díaz, de la Escuela de Historia de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, por sus valiosos
datos y por los escritos que puso en nuestras manos, sobre la Tierra
Caliente de Michoacán.
—A don Javier Arreola Cortés, director de la biblioteca pública y
universitaria de Morelia.
—A don Jorge Arturo Chávez Páramo, director del Archivo
General del Estado de Michoacán.
—A don Manuel Castañeda Ramírez, director del Museo
Histórico de la Casa de Morelos, de Morelia.
—Al personal de la Hemeroteca "Mariano de Jesús Torres", de
Morelia.
—Y de manera especial, al señor profesor don Leopoldo Herrera
Morales, quien, no obstante sus múltiples ocupaciones de gran
responsabilidad como representante del gobierno del Estado de
Michoacán en el Distrito Federal, acompañó al autor en uno de sus
viajes a Ario y resolvió en el momento oportuno todo aquello que
hubiera podido frustrar los planes de esta edición.

6
ARIO DE ROSALES

Finalmente, añadiré: Los ocho últimos Capítulos de Ario de


Rosales fueron escritos bajo el peso de una profunda tensión
espiritual. Mi esposa Esperancita, la dulce compañera de cuarenta y
ocho años de mi vida, agonizaba en su lecho desde hacía cuatro
meses. El 25 de diciembre a las 23 horas 45 minutos, como una flor
que ya en el ocaso deja caer sus marchitos pétalos al soplo de la brisa
invernal, cerró sus grandes ojos para siempre, y el rocío de dos
lágrimas humedeció sus pálidas mejillas.
Unas horas antes había escrito la última página de estos Apuntes.

P. G. M.

Ciudad Satélite, México,


diciembre de 1979.

7
PABLO G. MACÍAS

CAPÍTULO I

ENTRE LA HISTORIA
Y LA LEYENDA
(1315-1556)

Ario prehispánico. Probable época de su fundación. Yácatas, idolitos y


cerámicas de tiempos remotos. Guerra entre los indios. Integración
del Imperio Chichimeca. Misioneros en Tierra Caliente. Vasco de
Quiroga y fray Juan Bautista de Moya. Evangelización y
organización de los pueblos. Vuelve la paz a los espíritus. Santiago
Ario. Año de su fundación. Opinión del historiador Romero Flores.
Primeras familias castellanas en Ario y en Santa Clara. Los pueblos
vecinos: Urapa, Tunácuaro, Las Cundas, Puentecillas. Artesanías.
Las pieles y el cobre.

MISIONERO EN LA TIERRA CALIENTE DE MICHOACÁN

ERA, PROBABLEMENTE, a fines de la primavera de 1556. Unos indios


chichimecas de cacería en las abruptas estribaciones del imponente
Cerro de la Barra (3,070 m. sobre el nivel del mar)1 vieron,
asombrados, descender por el áspero sendero la figura de un hombre,
que se dirigía al sur. Flaco en extremo, pero a juzgar por la empresa
que acometía sus músculos debían ser fuertes; cubría su cuerpo con
una raída túnica de monje, llevaba en la diestra un tosco palo a
manera de báculo, iba descalzo y a las claras se le notaba el duro
efecto de sus vigilias. Se llamaba Juan Bautista de Moya, español
nacido en Jaén en 1504; había estudiado en la Universidad de
Salamanca donde alcanzó fama de orador, teólogo y maestro.
Influenciado por fray Tomás de Villanueva se hizo fraile y en 1536
llegó a México con el segundo grupo de agustinos, del que también
formaba parte otro sabio: fray Alonso de la Veracruz.

1Correa Pérez, Dr. geog. Genaro, y otros. Geografía Física del Estado de
Michoacán, p. 195. Morelia, 1974.

8
ARIO DE ROSALES

Ya en la Nueva España este predestinado se marchó a la Tierra


Caliente del ahora Estado de Guerrero; vivió algún tiempo en
Huauchinango y después en Chilapa; según las crónicas agustinianas,
bautizó a más de seis mil indígenas y fundó en el curso de ocho años,
iglesias y monasterios, enseñando a los naturales la doctrina cristiana.
En 1548 hallábase en esta labor cuando fue llamado por sus hermanos
a la capital del virreinato y cuatro años después, en el Capítulo
Provincial celebrado en 1552, fue elegido Definidor de la Orden, cargo
al que renunció casi en seguida, para dirigirse ahora a la Tierra
Caliente del antiguo imperio chichimeca. Hizo el viaje a pie a
Valladolid, pueblo fundado apenas once años antes por el virrey
Antonio de Mendoza; aprendió en corto tiempo la dulce lengua de los
naturales y al año siguiente, 1553, por su empeño evangelizador, sus
virtudes y sabiduría, fue designado prior del convento de Tacámbaro,
cuya jurisdicción abarcaba todo el sur de Michoacán y el poniente del
Estado de Guerrero.
Ese hombre, sin duda, andaba practicando alguna de sus giras
misionales para conocer las dimensiones y recursos del territorio,
cuando, en medio de aquellos parajes de rústica belleza, fue visto por
los indios chichimecas. Con ellos bajó la empinada cuesta y se detuvo
en la explanada del Cerro del Castillo, desde donde pudo mirar entre
la gama de un intenso y multicolor crepúsculo, el enorme anfiteatro
de la Tierra Caliente con el cercano Tipitarillo y, más allá hacia la
derecha, el majestuoso pico de Tancítaro (3,842 m. sobre el nivel del
mar).2
Antes de este encuentro, fray Juan Bautista de Moya había ya
estado en otras regiones michoacanas. Fundó "doctrinas" o "visitas"
en Tlalpehuala, Coyuca, Zirándaro y Tuzantla; corre hasta hoy por
aquellos rumbos la leyenda de que en Zirándaro invitó a comer al
encomendero y al ofrecerle unas pobres tortillas, que eran su
alimento, las oprimió entre sus manos y salió sangre; entonces el
fraile, mirándolo con unos ojos infinitos de tristeza, le dijo:

2 Ut supra. Geografía física. p. 192. En el Inventario de Recursos de


Michoacán, Ed. del Gobierno del Estado. México, 1973. Se le fija una altitud
de 4,100 m. s. n. m.

9
PABLO G. MACÍAS

—Estas tortillas están amasadas con la sangre de mis indios.3


También hizo fundaciones en Cuitzio, Huetamo y Ajuchitlán con
lo que logró unir las misiones de Michoacán a las de Chilapa y Tlapa,
que antes había establecido. Posteriormente fundó Purungueo y
Turicato, y en Carácuaro dejó una imagen que aun se llama el "Santo
Cristo del Misionero". Recorrió La Huacana, Tecpan, Petatlán,
Zacatula y Coahuayutla. Ya por entonces se hablaba de hechos
sobrenaturales en torno al "Apóstol de la Tierra Caliente", que
nosotros consignamos aquí con la reserva debida, pues no existen
documentos que comprueben su absoluta veracidad. Se afirmaba, por
ejemplo, haberlo visto en levitación; que sus báculos al enterrarse
florecían; que hacía aparecer el pan para el alimento de la gente; que
cruzaba el Río Balsas sobre el lomo de un caimán; y que oficiaba
misas en tres lugares distintos a la misma hora.
Desde el Cerro del Castillo donde se hallaba, fray Juan abarcó con
la mirada la suave ladera que seguía a sus pies, y observó, dispersas
en el centro de la extensa explanada, las casas de madera y barro,
habitaciones de los indios chichimecas. Aquel poblado se llamaba
Ario. Su existencia, como la de casi todos los pueblos prehispánicos de
Michoacán, databa de la época en que los cazadores nómadas al
mando de Hireti-Ticátame llegaron a Zacapu, por el año 1200 de
nuestra Era; luego se esparcieron por la zona lacustre de Pátzcuaro y
otros lugares, algunos muy lejanos, hasta formar el imperio de los
cazoncis.

ARIO PREHISPÁNICO. POSIBLE ÉPOCA DE SU FUNDACIÓN

Más adelante volveremos a encontrarnos con fray Juan Bautista de


Moya. Dejémosle por ahora en la falda del Cerro del Castillo, sumido
en sus meditaciones y rodeado de indios, mientras nosotros
averiguamos la posible época en que pudo haber sido fundado el
villorrio.

3Enciclopedia de México, t. 9 pp. 271 y 272 cols. 541, 542 y 543. Impresora y
Editora Mexicana, S. A. de C. V. México, 1977.

10
ARIO DE ROSALES

La palabra Ario, sin lugar a dudas, es chichimeca. En ello están de


acuerdo historiadores y filólogos. Algún autor, sin dar razones, afirma
que significa "lugar donde se aprende a leer". Juan Medal en sus
Apuntes estadísticos sobre el distrito de Ario, Estado de Michoacán4
declara terminantemente: "La palabra Ario significa en la lengua
tarasca (es decir, chichimeca), tempestad, sitio de continuas lluvias;
fue llamada así porque en el lugar donde se fundó eran en aquella
época muy frecuentes estos meteoros durante la estación pluvial". El
historiador Jesús Romero Flores5 dice que proviene de la voz
chichimeca "Hurio" que quiere decir "tierra caliente"; y Pedro M.
Llaca, acaso con mayor fundamento, anota: "Hay varias y muy
diversas opiniones sobre el significado de la palabra Ario.
Seguramente la más adecuada es la que hace derivar dicha palabra de
la voz chichimeca "ari" que significa caña. Muy aceptable es que se
haya formado una contracción con esta voz y la desinencia "ro"
indicativa del lugar. En tal caso el significado español de la palabra
sería el de "lugar de cañas" o "lugar donde hay cañas", muy apropiado
por los extensos plantíos que se hacían y aun se hacen de ese fruto".6
Pero el caso es que la zona se aviene también a las otras definiciones:
no existen hoy, propiamente, en el municipio, analfabetas; está
asentado en el límite del clima templado (a veces frío de la sierra) y el
cálido de los trópicos. Es, pues, boca o puerta de Tierra Caliente como
se le conoce hasta la fecha.
Muy comentados son también, los escritos del famoso anticuario
Lorenzo Boturini y Benaduci. En uno de ellos: Idea de una nueva
historia general de la América septentrional, fundada sobre
material copioso de figuras, símbolos, caracteres y jeroglíficos,
cantares y manuscritos de autores indios, este autor afirma que antes
del descubrimiento del Nuevo Continente por Cristóbal Colón, el
poblado era conocido con el nombre de Guanaxo, que significa "piña

4 Memorias de la Sociedad Científica "Antonio Alzate". t. II. Imprenta del


Gobierno. México, 1888.
5 Nomenclatura geográfica de Michoacán. Investigaciones lingüísticas.

Cuadernos de Cultura Popular. Nº. 80. Morelia, 1974.


6 Michoacán. Estudios históricos, económico-fiscales sobre los Estados de la

República. t. III. Secretaría de Hacienda y Crédito Público. México, 1940.

11
PABLO G. MACÍAS

de pino"; que esta denominación se debió a que ese territorio fue


ocupado en aquellos tiempos por una tribu que en señal de victoria se
adornaba con piñas de pino. A esta tribu —dice— se le conoció como
la de los "guanaxos".
Consignamos lo anterior sólo como un dato curioso, pues no
queremos pasar por alto nada que pueda ser útil al objeto de nuestra
monografía. El caballero Boturini —como gustó que le llamaran sus
contemporáneos— era un personaje sin carácter definido y los
trabajos de investigación que realizó pintan de cuerpo entero su
ingenuidad y falta de sindéresis.
Como no existen documentos por lo que respecta a la época
prehispánica, que prueben su erección, vamos a servirnos de las
referencias que hacen tanto la Relación de Michoacán,7 como su
mejor comentarista, el doctor Paul Kirchhoff, con el fin de determinar
más o menos en qué tiempo pudo haber sido fundado el Ario que
descubrió fray Juan Bautista de Moya en 1556.
¿Cuándo incursionaron por aquella región las huestes
chichimecas que dieron nombre al poblado?.
La Relación refiere que una vez muerto el caudillo Hireti-
Ticátame en Zichaxúcuaro a manos de sus "cuñados", los
zizambanecha, Sicuirancha, su hijo, levantó a su pueblo y se trasladó
con él a un lugar hermoso y fértil llamado Uayameo (situado en la
parte septentrional del lago de Pátzcuaro), a poca distancia de donde
después se fundó Santa Fe de la Laguna. Allí el nuevo jefe "hizo las
casas de los papas y los fogones y hacía traer leña para el adoratorio
de su dios Curicaueri". En una de sus excursiones descubrió que
Michuácan (Tzintzuntzan en idioma nahua) estaba habitado por
mexicas, parientes de los nahuas que siglos antes habían pasado por
allí rumbo al Valle de México, que adoraban a la diosa Xarátanga y
vivían de la agricultura y la pesca combinadas.
Con estos vecinos Sicuirancha y quienes le sucedieron en el
cacicazgo, se mantuvieron en buenas relaciones, pero con otros hubo
que luchar para mantener y agrandar sus posesiones. Conquistaron

7Relación de los Ritos y Población y Gobierno de los Indios de la Provincia


de Michoacán hecha al Ilmo. Sr. D. Antonio de Mendoza, virrey y
gobernador de esta Nueva España. (1541) Editorial Aguilar. Madrid, 1956.

12
ARIO DE ROSALES

por la guerra Pichátaro, al sudoeste de la Laguna; Irámuco, Pareo


(hoy Santiago Pareo y San Pedro Pareo en el municipio de Pátzcuaro),
y arribaron a las cercanías de Curínguaro-achurin (Quirínguaro), al
este de la ciudad de Pátzcuaro, en la montaña.
Sicuirancha al morir dejó un hijo, Pauácume y éste engendró a
Uápeani, quien fue padre de Curátame, que en el orden de parentesco
venía a ser bisnieto de Sicuirancha y tataranieto de Hireti-Ticátame,
el fundador de la dinastía. Ahora bien, Curátame engendró dos hijos:
Uápeani y Pauácume, a quienes llamaremos los segundos para
distinguirlos de los anteriores.
"Xarátanga tenía ya su cu (templo) en Michuácan (Tzintzuntzan)
—afirma la Relación—8 y sus sacerdotes y señor Tariaran iban por
leña a Tamataho, un montecillo próximo a Uayameo; y sus sacerdotes
llamados uatárecha llevaban ofrendas de esta leña algunas veces a
Curicaueri. Y los chichimecas que tenían a Curiacueri, viendo esto,
iban a un barrio de Michuácan llamado Yauro y de camino llevaban
de esta leña a Xarátanga en ofrenda de Michuácan", lo cual hace
suponer que se profesaban buena amistad.
Un día, sin embargo, ocurrió algo inesperado. Tariaran y los
sacerdotes de Xarátanga bebieron vino en exceso durante una fiesta;
ese hecho disgustó a la diosa, quien los castigó provocándoles vómito.
Tratando de curarse, mandaron a sus "hermanas" a la Laguna para
que les llevaran algunos pescados, pero éstas se encontraron una
enorme culebra a la que condujeron a su casa. Allí, por indicación de
los sacerdotes, la chamuscaron en el fuego, la cocieron con maíz en
una olla e hicieron unas "poleadas", especie de atole, que engulleron.
Hacia la media noche, tras de experimentar horrible escozor en el
cuerpo, los sacerdotes se fueron transformando en culebras y por la
mañana se echaron a la Laguna con dirección a Uayameo.
Los chichimecas al ver las culebras las espantaron dándoles
voces; en seguida éstas dieron vuelta y penetraron en un monte
llamado Tariacaherio, donde desaparecieron. "Tenido el anterior
suceso como un agüero" —añade la Relación—9 los descendientes de

8 Ibídem, pp. 23 y 24.


9 Ibídem, pp. 25 y 26.

13
PABLO G. MACÍAS

Hireti-Ticátame se dividieron en cinco grupos, regidos cada uno por


su jefe.
Tarépecha Chánshori con su gente y su dios Hurendequauécara,
se instaló en Curinguaro-achurin, sitio al que ya nos referimos antes,
ubicado en la montaña, al este de Pátzcuaro.
Otro, con su cacique Ipínchuani y su dios Tirípeme-Xungápeti se
mudó a Pichátaro, al oeste de la Laguna, una de las tierras
conquistadas.
Un tercero, al mando de Turepánguaran pasó con su dios
Tirípeme-Turupten a Irámuco, aldehuela probablemente en las
riberas del Lago, que ya no existe.
Un cuarto cacique, Mahícuri, tomó a su dios Tirípeme-Caheri y se
fue con los suyos a Pareo, lugar que también ya hemos citado.
En Uayameo permanecieron solamente los hermanos Uápeani II
y Pauácume II, pero luego —de acuerdo siempre con el texto del
Códice— "tomaron a Curicaueri y llevándole por cabe la Laguna, de la
parte de Santa Fe y pusiéronle en el peñol que está allí llamado
Capacurio". Pasado algún tiempo este grupo que era el principal y
poseedor de Curicaueri, el dios mayor, bordeó el lago de Pátzcuaro
por las montañas, acampando sucesivamente en Phatamu-
angaracaho, Uatzeo-tzarauacuyo, Xenguaran y Honchéquaro para
luego ir a establecerse en Tirimichúndiro, ubicado donde hoy está el
pueblo de Tingambato.
Pero también los habitantes nahuas de Michuácan-Tzintzuntzan
—comenta Kirchhoff— abandonaron su pueblo, y después de una
larga migración fundaron uno nuevo al sudeste del Lago y le dieron el
nombre de su jefe, Tariaran. De allí en adelante Tariaran, santuario
de la diosa Xarátanga, pasó a desempeñar el papel civilizador que
antes correspondió a Michuácan. No sabemos más de este "curioso
agüero de las culebras", pero no cabe duda que sus consecuencias
cambiaron todo el rumbo de la historia de Michoacán. De tres de los
cinco grupos en que se dividieron los chichimecas, ya no se oye hablar
más.10

10La Relación de Michoacán, como fuente para la historia de la sociedad y


cultura tarascas. p. XXVII. Editorial Aguilar. Madrid, 1956.

14
ARIO DE ROSALES

Algún tiempo después de radicarse en Tirimichúndiro los


hermanos Uápeani II y Pauácume II, este último contrajo nupcias con
Patzimba, hija de Curiparanchan, pescador de la isla de Xarácuaro,
que había de llegar a ser la madre de Tariácuri, el gran héroe de la
epopeya chichimeca. Con motivo de este matrimonio surgieron
excelentes relaciones entre los cazadores nómadas y los isleños, al
grado de que los citados hermanos vivieron un tiempo en Xarácuaro,
uno con el cargo de "sacrificador" y el otro con el de "Petámuti"
(sacerdote).
Empero, un día Carícaten, cacique de Xarácuaro, por intrigas de
Chánshori, el jefe chichimeca que vivía en Curínguaro desde el
"agüero de las culebras", riñó con Uápeani y Pauácume, los expulsó
de la isla y éstos volvieron a su antiguo solar, Tirimichúndiro. Es este
el tiempo en que fundan Pátzcuaro y algunos años después mueren en
una emboscada".11
Al llegar a este punto nos parece pertinente hacer algunas
reflexiones que nos acerquen con absoluto criterio histórico, a la
probable fecha de la fundación de Ario.
Partamos de la gran división de Uayameo a causa del "agüero de
las culebras" —punto clave de la historia— porque desde entonces
grupos chichimecas se diseminaron por importantes regiones de los
hoy Estados de Michoacán y Guanajuato, formando centros de
población, algunos de los cuales, como veremos más adelante, todavía
existen.
¿Cuándo tuvo lugar —en una posible hipótesis— dicha escisión?.
Véamoslo.
Hireti-Ticátame llegó con su tribu a Zacapu, según se dijo antes,
por el año 1200 de nuestra Era. Se avecindó en Zichaxúcuaro y allí
murió victimado por los zizambanecha; Sicuirancha, su hijo, trasladó
la sede a Uayameo donde gobernaron sucesivamente él y sus cuatro
descendientes inmediatos: Pauácume I, Uápeani I, Curátame,

11 Pablo G. Macías. Los Chichimecas. Apuntes para escribir la historia


prehispánica de Michoacán. Gobierno del Estado de Michoacán, pp. 60.64,
México, 1979. Del mismo autor. Pátzcuaro. Monografías municipales, pp. 33
y 34. México, 1978.

15
PABLO G. MACÍAS

Uápeani II y Pauácume II (los dos últimos eran hermanos y


compartieron el poder).
Por otra parte, el Diccionario de geografía, historia y biografía
de Leduc, Lara Pardo y Roumagnac indica que los hermanos Uápeani
y Pauácume, los segundos, murieron en 1360 y, aunque radicados en
Tirimichúndiro, habían ya fundado su gran centro ceremonial en
Pátzcuaro; allí se efectuaron sus funerales.
Entre 1200 y la fecha señalada por el Diccionario… a la muerte de
los caudillos, hay un lapso de 160 años, durante el cual, la tribu
chichimeca-michoacana fue regida por seis generaciones de caciques,
incluyendo a Hireti-Ticátame. Si asignamos a cada una de las cinco
últimas generaciones un promedio de 26 años y 20 a la de Hireti-
Ticátame por haber sido truncada bruscamente por la prematura
muerte de éste, no creemos apartarnos de una realidad cronológica, si
aseguramos que la gran división de Uayameo tuvo lugar algunos años
antes de que se estableciera el grupo troncal en Tirimichúndiro, acaso
diez o quince, si se recuerda que Uápeani II y Pauácume II acamparon
por temporadas (cuyo lapso no se menciona en la Relación) en
Phatamu-angaracaho, Uatzeotzirauacuyo, Xénguaran y Honchécuaro.
Afincados ya en este lugar, entablaron amistad con los isleños de
Xarácuaro, y Pauácume I, casó con Patzimba; fueron en la isla el uno
"sacrificador" y el otro "petámuti"; luego fundaron Pátzcuaro y,
finalmente, perecieron en una emboscada. En todo ello debieron
transcurrir, según cálculos razonables, otros veinte años que,
agregados a los quince de la peregrinación, suman 35. Por
consiguiente, el "agüero de las culebras" que propició la división de
Uayameo, debe haberse registrado por 1315, según la distribución que
hemos hecho del tiempo entre 1200 y 1360.
Preguntamos ahora: ¿No sería lógico suponer que como
consecuencia de la división de Uayameo, grupos chichimecas
invadieron la Tierra Caliente y fundaron Ario, así como otros
numerosos centros de población bien conocidos al presente? Al norte
de la actual ciudad de Ario, a unos 300 metros a la derecha de la
carretera que baja de Pátzcuaro a la costa, se halla una yácata

16
ARIO DE ROSALES

parecida a las de Tzintzuntzan12 —destruida en parte y semi-cubierta


de tierra— y los vecinos aseguran que entre la maleza de los terrenos
adyacentes, existen otras, amén de que han sido encontrados por los
labriegos al roturar sus tierras, cerámicas y otros objetos que el
Instituto Nacional de Antropología no ha podido estudiar por falta de
personal y presupuesto.
Unas notas que Roberto Pita Cornejo, nativo de Ario de Rosales y
vecino de Pátzcuaro, nos proporcionó de su archivo particular, sitúan
la fundación de Ario en la época de las conquistas de Hireti-Ticátame;
o en otras palabras, a principios del siglo XIII. Más posible, sin
embargo, nos parece que el acontecimiento haya tenido lugar después
de la división de Uayameo o durante las guerras llevadas a cabo a
mediados del siglo XV por los caudillos Hirípan, Tangáxoan e
Hiquíngare, de que se hablará adelante.
El escritor Juan Medal en sus Apuntes estadísticos…13 asienta
textualmente: "…Hacia el norte de la población, como en otros
puntos, hay yácatas levantadas en medio de las llanuras que
comprenden el extenso valle de Ario: el origen de estos monumentos
primitivos o sepulcros de los antiguos magnates de las tribus tarascas
(chichimecas), están ya bien descifrados por la historia y por lo
mismo determinamos efectuar algunas excavaciones en éstas.

12 A fines de febrero de 1979, antes de cerrar mis Apuntes sobre esta


monografía, hice una última visita de trabajo a la ciudad de Ario de Rosales.
Conmigo fueron, mi dilecto amigo el escritor Roberto Pita Cornejo,
secretario del H. Ayuntamiento de Pátzcuaro, excelente guía y conocedor de
las tradiciones de la comarca, de la que es nativo; un ayudante que conducía
el vehículo especial en que viajamos J. Guadalupe Hurtado García; y el
fotógrafo de prensa Joaquín Hernández Camargo, de la Dirección General de
Turismo de Morelia. Los cuatro pudimos apreciar los restos de la yácata y
tanto Pita Cornejo como otros vecinos caracterizados del lugar, a quienes
entrevistamos después (Javier González, Ramón Herrera, Joaquín Benítez
Zuloaga y licenciado Atilano Vázquez), estuvieron acordes en que al
practicarse excavaciones en cualquier punto de Ario, se han encontrado
"idolitos", cuchillos de obsidiana, puntas de flecha del mismo material,
piezas antiguas de barro y restos de yácatas. N. del A.
13 Ut Supra. p. 204.

17
PABLO G. MACÍAS

"Por los objetos extraídos allí, como por la forma de éstos y su


fisonomía arqueológica, del todo semejante a los que se presentaron
en la primera exposición de Michoacán, reconocimos que dichos
monumentos habían sido edificados en tiempos muy remotos por las
tribus chichimecas para conservar la memoria de sus jefes; pues estas
tribus poblaban entonces el sur de Michoacán, las cuales se
distinguieron en el siglo XVI por sus costumbres, su cultura, su
industria en las artes mecánicas y por la armonía de su idioma rico en
vocales; además, supieron sostener su monarquía independiente del
imperio mexicano hasta la venida de los españoles…"
Recordemos también que de tres de los grupos que se separaron
en Uayameo ya no se supo más —el de Ipínchuani, Turepupánguaran
y Mahícuri—, afirma la Relación, lo que hace presumir fundadamente
que peregrinaron más allá de la zona lacustre; esta última por aquel
tiempo, objetivo principal de la tribu de Hireti-Ticátame.
Si aceptamos esta hipótesis, deduciríamos que la fundación de
Ario prehispánico quedaría comprendida entre los años de 1315 y
1360, periodo en que se efectuaron en la región central lo que hoy es
el Estado de Michoacán, los grandes acomodamientos no sólo de
estos chichimecas históricos, sino de los restos de grupos nahuas,
otomíes y matlazincas que también habitaron el vasto solar.

LA INTEGRACIÓN DEL IMPERIO REFUERZA LA HIPÓTESIS

Si bien lo dicho en las líneas anteriores demuestra que Ario existía


desde antes de la llegada de los españoles a Michoacán, en el siglo
XVI, no está por demás que refiramos algunos datos fundamentales
acerca de la integración del imperio chichimeca, que pueden también
clarificar o reforzar la hipótesis que hemos establecido.
La Relación… de Michoacán narra que poco antes de la muerte
de Tariácuri, ocurrida entre 1446 y 1448,14 este caudillo, ya muy
anciano, pues murió de 90 años, dio plenos poderes a sus sobrinos

14Pablo G. Macías. Los Chichimecas, Ut. Supra. p. 172. Del mismo autor:
Pátzcuaro. Monografías Municipales, pp. 61 y 62. Gobierno del Estado de
Michoacán. México, 1978.

18
ARIO DE ROSALES

Hirípan y Tangáxoan, así como a su hijo Hiquíngare, para que


llevaran a cabo por su cuenta, conquistas territoriales suficientes para
la formación del Imperio que él había proyectado desde joven.
A los golpes de estos jóvenes guerreros, cayeron sucesivamente
no sólo los pocos pueblos lacustres que conservaban una nominal
autonomía, sino el señorío de Hiuacha, príncipe de Tariaran, con
capital en Zirahuén; el cacicazgo de Zurumban, poseedor de la diosa
Xarátanga y heredero de la cultura nahua; los de Curínguaro,
Tetepeo, Tiripitío, Hetúcuaro, Hóporo, Xaso-chucándiro, Teremendo,
Huaniqueo (en el Códice aparece este nombre a veces con H y a veces
sin ella), Cumanchén, Naranxan, Zacapu, Cherán, Siuinan,
Hacahuato, Tzintzupan, Chemengo, Huacapu, Yuriria, Hapacutio,
Urecho (actual Nuevo Urecho, cabecera del municipio de su
nombre)15 y ciento cuarenta pueblos más, habitados tanto por
chichimecas como por nahuas, otomíes, tecos y matlazincas.
Se hallaban precisamente los tres jefes en Urecho cuando
recibieron la noticia de la muerte de Tariácuri. Hijo y sobrinos se
trasladaron rápidamente a Pátzcuaro para asistir al entierro, después
del cual se dispusieron a tomar posesión de sus respectivos reinos, de
acuerdo con las instrucciones del caudillo. "Y llamó Hirípan a
Tangáxoan y a Hiquíngare y díjoles: hermanos ya es muerto Tariácuri,
nuestro tío; tú Tangáxoan vete a Michuácan (Tzintzuntzan) y yo me
iré a Cuyuácan (Ihuatzio) y Hiquíngare estará aquí en Pátzcuaro, que
aquí es su casa y asiento. Y hicieron una casa a Hirípan en Cuyuacán y
a Tangáxoan otra en Michuácan, y tomó cada uno su señorío y fueron
tres señoríos…"16
Apenas Tangáxoan e Hinquíngare acababan de instalarse en sus
respectivas ciudades, cuando Hirípan volvió a llamarlos y en consejo
acordaron proseguir las guerras de conquista. Es sólo por el número y
la ubicación de los señoríos anexionados (desde la Tierra Caliente a
ambos lados del Río Balsas, las planicies y depresiones de Ario, La
Huacana, Urecho y Taretan, hasta el Bajío de Guanajuato y el sur de
San Luis Potosí) como nos podemos formar alguna idea de la

15 No confundir Urecho con Uricho, pueblo este último perteneciente a


Erongarícuaro, en la zona lacustre.
16 Ibídem, pp. 151 y 152.

19
PABLO G. MACÍAS

magnitud de las campañas que eran necesarias para cubrir todo ese
enorme territorio. ¡Es sorprendente, pues, que hacia la mitad del siglo
XV habían quedado muy por abajo las primitivas ambiciones de
Tariácuri, que aspiraba a un reino unido y nacionalista con sólo las
comunidades establecidas en torno del Lago de Pátzcuaro!.
Fueron sometidos por el triunvirato en medio de encarnizadas
luchas, Huriparao, Charo, Chútiro, Tupátaro, Uarirásquaro, Xéroco,
Cuitzeo, Peuendao, Zinzimeo, Uamúquaro, Acuitzapeo, Papazio-
hoato, Tetengueo, Puruarán, Cutzian, Mazani, Petacio, Camuqua-
hoato, Yuréquaro, Zirándaro, Cupan, Cuxaran, Caxuruyo, Sicuítaro,
Tarimbo-hatzaquirán, Sicuitarán, Pumucha-cupeo, Yacuho,
Ayaquenda, Zinahua, Churumuco, Paranzio, Zinapan, Zirapitío,
Taziran, Turuquarán, Cupuan, Charapichu, Paráquaro, Páquaro-
hoato, Tiristarán, Puco-hoato, Tancítaro, Eroxio y Ziramaratiro.
En otra campaña, Hirípan, Tangáxoan e Hiquíngare, reforzadas
sus fuerzas con efectivos de los isleños y nahuas, agrandaron el
imperio chichimeca con más pueblos: Usindan, Hauiri-hoato,
Zinapan, Apatzingan, Pungari-hoato, los cinco de la Tierra Caliente.
De los otomíes tomaron: Ambezio, Tahuengo-hoato, Tiringueo,
Characharando, Paranchéquaro, Uatzi-hoato, Uhcumu, Ahcandiquau,
Haroyo, Xungapeo, Chapato-hoato, Haziro-aunio y Taximaroa. Luego
se extendieron, sin dar tregua a nada, a Pucuri-equatacuyo,
Maravatío, Hucario, Hirechuhoato, Acámbaro, Hiramucuyo,
Peuengao, Tauéquaro, Puruándiro, Ziránquequaro, Quarunu,
Inchatzo, Hutazeo, Acauato, Zanzani, Tamazulla y Caputlán.
El horizonte político de los chichimecas abarca ahora desde las
costas de Guerrero, Michoacán, Colima y Jalisco en el Océano Pacífico
hasta los Estados de Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí.
Algunos de los pueblos conquistados han desaparecido. A
continuación damos a conocer aquellos que aun existen, plenamente
identificados, con anotación de los municipios a que pertenecen en la
actualidad:
Araró (Zinapécuaro), Tacámbaro (Tacámbaro), Uruapan
(Uruapan), Paracho (Paracho), Charo (Charo), Puruarán (Turicato),
Yuréquaro (Yurécuaro), Zirándaro (población perteneciente al Estado
de Guerrero), Parácuaro (Parácuaro), Tiristarán (Morelia), Tancítaro
(Tancítaro), Apatzingán (Apatzingán) Purenchécuaro (Quiroga),

20
ARIO DE ROSALES

Taximaroa (Ciudad Hidalgo), Acámbaro (ciudad perteneciente al


Estado de Guanajuato), Yuriria (lo mismo), Etúcuaro (Acuitzio del
Canje), Chucándiro (Chucándiro), Huaniqueo (Huaniqueo),
Teremendo (Morelia), Cumanchén (Comanja), Naranxan (Naranja),
Zacapu (Zacapu), Cherán (Cherán), Condémbaro (Tancítaro),
Tupátaro (Huiramba), Cuitzeo (Cuitzeo), Zinzimeo (Álvaro Obregón),
Puruándiro (Puruándiro), Zinapécuaro (Zinapécuaro) y Maravatío
(Maravatío).
No se mencionan en esta pequeña lista los nombres de pueblos
que repetidamente han sido citados, cuya ubicación se ha dado; o bien
aquéllos de situación desconocida.
Pronto se dieron cuenta los triunviros de que, con motivo de las
guerras, los habitantes huían de un lugar a otro, sin rumbo fijo —
muchas veces se remontaban a las montañas— llevándose consigo sus
menajes fácilmente transportables, entre los cuales figuraban oro,
plata, piedras preciosas, plumajes, conchas y joyas en general,
exponiendo todo a pérdidas irreparables. Resolvieron entonces
convencer a los vecinos de que regresaran a sus respectivos pueblos,
tomaran posesión nuevamente de sus casas y los que no las tuvieran
las edificaran, cultivaran las tierras y vivieran en paz, para lo cual
Hirípan, Tangáxoan e Hiquíngare les garantizarían su protección,
siempre que, naturalmente, los reconocieran como sus jefes
superiores.
Los propios caudillos se percataron de que por la enorme
extensión que abarcaba ya sus dominios, no era posible gobernarla
con eficiencia, por lo cual tomaron la decisión de nombrarles caciques
a cada pueblo, encargados de aplicar las leyes del Imperio, conservar
la disciplina y mantener las costumbres. Se autorizó a estos
mandatarios locales a hacer conquistas por su propia cuenta en
beneficio de la comunidad chichimeca y bajo la supervisión de los tres
herederos de Tariácuri.
"…No se contentaron los purépechas (nombre dado también a los
chichimecas, tan impropio como el de tarascos) —en palabras del
historiador Fulgencio Vargas—17 con los triunfos obtenidos en
Michoacán; soñaron con un poderío que los hiciera semejantes y aun

17 Historia elemental del Estado de Guanajuato, pp. 25 y 26. México, 1940.

21
PABLO G. MACÍAS

superiores a los pueblos vecinos. Así pasaron de Michoacán al hoy


Estado de Guerrero, que les brindaba con tierras propicias a la
agricultura y con maderas preciosas en sus abruptas serranías…
Hicieron como los mexicanos labor de expansión y de conquista; pero
más afortunados que éstos, debido a la vecindad y a la persistencia de
la lucha, lograron ensanchar su poderío, de tal suerte, que la mayor
parte de lo que es ahora Guanajuato, y aun los mismos lugares
sometidos al yugo tenochca, quedaron en poder de los purépechas.
Compruébanlo perfectamente los muchos lugares que todavía
conservan el nombre impuesto por los michoacanos: Guanajuato,
Irapuato, Acámbaro, Cuerámaro, Coroneo, Huanímaro, Irámuco,
Jerécuaro, Yuririapúndaro, Tarandacuau, Tarimoro, Tócuaro,
Uriangato y tantos más… La aldea principal era Yuririapúndaro,
cabecera de los terrenos conquistados por este rumbo, que a la llegada
de los españoles tenía seis o siete mil habitantes…
"Palpables muestras de la cultura y predominio de los tarascos en
Guanajuato —añade Vargas— las tenemos en las yácatas o pirámides
de San Bartolo (municipio de Apaseo), de las de Uriangato y Pukiato
(cerca de Moroleón), del notable cementerio chichimeca de
Chupícuaro (municipalidad de Jerécuaro) y de los monumentos de
reciente exploración en tierras de Silao, de Irapuato y de San
Francisco del Rincón. En todos ellos se advierte la huella de los indios
de Michoacán, ora tratándose de la figura de los ídolos, ora de los
collares y pendientes, ora de los utensilios de cocina".
El padre Lucio Marmolejo18 expresa que las huestes chichimecas,
en la época que reseñamos, fundaron pueblos y aldeas en vasta zona
del ahora Estado de Guanajuato. Coincide con Fulgencio Vargas al
afirmar que la cabecera de todos era Yuririapúndaro, cuyo cacique
"llamado por los antiguos historiadores general de los chichimecas,
recibió el bautismo con el nombre de don Alonso Sosa".
Las otras principales aldeas chichimecas de que se tiene noticia,
son las de Pénjamo,19 Coynán, Cuitzeo, Los Ayos, Guastatillos y

18 Efemérides guanajuatenses, p. 86. Imprenta, librería y papelería de


Francisco Díaz. Calle de la Tenaza Letra L. Guanajuato, 1907.
19 Un hijo ilegítimo del último cazonci, Tangáxoan II, que al ser bautizado

tomó el nombre de don Diego Tomás Quesuchigua, andando el tiempo

22
ARIO DE ROSALES

Quanashuato (Guanajuato) capital del Estado de ese nombre. El


significado de Quanashuato es "lugar montuoso de ranas", el cual,
según el padre Marmolejo, le fue puesto por dos razones: la primera,
por la facilidad con que se propagan en la comarca esta clase de
animales; y la segunda, por haber encontrado los indios en una de las
montañas, una enorme piedra que semejaba la figura de una rana, a la
cual tributaron culto religioso.
Todo este relato viene a cuento —con riesgo de ser prolijos—
porque si bien la Relación… de Michoacán no menciona
expresamente como conquistada la congregación de Ario, es muy
posible que sí lo fuera, puesto que lugares tan cercanos a ella como
Xácuaro (hoy Santa Clara del Cobre o Villa Escalante), Urapa, Las
Cundas, Tanácuaro, Puentecillas, La Huacana y Nuevo Urecho (sin
contar Taretan, Tacámbaro, Puruarán y Uruapan, que estaban más
distantes) quedaron sometidos al integrarse el Imperio chichimeca
hacia el año 1450.20
A la vista de estos datos, el lector podrá hacer con mayor facilidad
las investigaciones y deducciones que le parezcan más acertadas.

SANTIAGO ARIO, DON VASCO DE QUIROGA Y FRAY JUAN BAUTISTA DE


MOYA

Volvamos ahora al "Apóstol de Tierra Caliente", a quien dejamos


sumido en profundas meditaciones y rodeado de cazadores
chichimecas, en la falda del Cerro del Castillo. Al entrar en Ario pudo
observar este religioso que la disposición de las casas en la amplia
ladera, no era anárquica como ocurría en otros pueblos
prehispánicos. Se notaba allí, por la traza, la mano de un urbanista
inteligente. Y es que a fray Juan le había precedido en la visita a
aquellas tierras, un hombre singular, sin hábito de monje, pero
también con báculo y libro de oraciones, vigoroso y de espíritu fuerte
a pesar de sus 63 años que contaría en 1533; visionario y progresista,

alcanzó el grado de capitán y fundó Pénjamo, donde fijó su residencia. N. del


A.
20 Pablo G. Macías. Los Chichimecas. Ut. Supra. Pp. 187-189.

23
PABLO G. MACÍAS

fiel trasunto de Tomás Moro que, como él se había adelantado a su


siglo. Ese hombre era Vasco de Quiroga.
Vasco de Quiroga, en efecto, primero como oidor enviado por la
Segunda Audiencia de México, de la que formaba parte; y después
como obispo, recorrió sin duda varias veces entre 1533 y 1565, en
misión pastoral y social, la Tierra Caliente, la brava costa de
Michoacán y Colima y las extensas planicies del opulento Bajío
guanajuatense, hasta las fronteras con San Luis Potosí, fundando
congregaciones, doctrinas y pueblos, o apoyando las que hacían los
franciscanos y agustinos a lo largo y ancho de su obispado.
Llevaba en sus continuas giras este misionero laico, en una mano
la Cruz de Jesucristo y en la otra el arado que roturaba la tierra y
hacía fructificar la semilla. Celoso como el Buen Pastor, cuidaba de su
rebaño con profundo celo, según lo atestigua la muerte que lo
sorprendió en Uruapan en 1565, en pleno trabajo heroico a los 95
años de edad, cuando visitaba por última vez aquellos sitios de su
predilección.
Al llegar a dichos lugares (1533-1538), el señor Quiroga se
encontró con las ruinas de los pueblos chichimecas, que sus
moradores habían abandonado remontándose a las montañas,
después del bárbaro asesinato del último cazonci, Tangáxoan II, en
1530. El sabio oidor, como lo hiciera antes en Tzintzuntzan, habló con
los indios y sus jefes, volviólos a sus chozas y les dio un santo patrón
que los protegiera.
Los pocos datos históricos que hemos podido recoger en los
archivos del Ayuntamiento de Ario —eficazmente auxiliados por el
secretario de este cuerpo, licenciado Atilano Vázquez Herrera— y en
otros archivos y bibliotecas, revelan que cuando don Vasco de
Quiroga fue a pacificar el reino de Michoacán, reorganizó no sólo el
pueblo de Ario, sino el de Xácuaro-Santa Clara de los Cobres, así
como varias congregaciones indígenas aledañas, entre otras las que ya
citamos: Tunácuaro, Urapa, Puentecillas y Las Cundas. Como
observara que los naturales de Xácuaro poseían especial gusto y
habilidad por el labrado del cobre, mandó traer de España artífices

24
ARIO DE ROSALES

especializados para que les enseñaran la técnica de este trabajo,


siendo famosas ahora las manufacturas que elaboran.21
Esta actitud benévola contribuyó a que los indígenas de ambas
márgenes del Río Sisipucho que en 1522, a la llegada de los españoles
a Tzintzuntzan, habían huido a los montes abandonando sus
pequeños pueblos de Taborca, Churucumeo, Itziparátzico,
Cuirindicho, Huitzila y Andicua, regresaran unos a sus antiguos
hogares y otros se afincaran en Santa Clara.
Ya como obispo (1538-1565), el señor Quiroga volvió a la Tierra
Caliente. Durante sus permanencias en Ario enseñó a los habitantes el
arte de curtir las pieles y fundir metales, principalmente el cobre, que
se extraía de las minas de La Huacana. Estos dos ramos de la
industria primitiva se hermanaron formando en Ario una sola. "Tata"
Vasco quiso darle por patrón a este pueblo —en recompensa al
ingenio y lealtad de su gente— a Señor Santiago, que, a su vez, lo era
de su patria, España, donde una tradición peninsular dice que
"derrotó a los moros".
Este fue el Santiago Ario que en 1556 encontró fray Juan Bautista
de Moya después de trasponer el Cerro de la Barra. Sin descuidar su
priorato de Tacámbaro ni sus misiones por el resto de la Tierra
Caliente, tuvo este varón insigne especial afecto por los arienses. Once
años permaneció entre ellos, llevando a término una eminente obra
social y de evangelización. Impulsó las artesanías implantadas por
Quiroga y fomentó con singular devoción el amor a la tierra, de la que
los habitantes extraerían el sustento de sus familias. Tal es la razón
por la cual los vecinos de Ario consideran a fray Juan Bautista de
Moya como el fundador verdadero de la ciudad reconstruida después
de la conquista hispana.
Él supo rehabilitar entre los indios la fe en la justicia, los protegió
del abuso de los encomenderos, hizo que los colonizadores que iban
llegando los trataran como a iguales y les infundió la esperanza de
alcanzar una felicidad cristiana.
No dejaron de sorprenderse aquellos ariscos chichimecas ante el
nuevo trato. Si apenas unos años antes habían visto perecer quemado

21Jesús Rojas Sánchez. Santa Clara del Cobre. p. 11. Sin pie de imprenta.
1966.

25
PABLO G. MACÍAS

vivo, a su último rey; si el látigo, el hierro y el tormento más refinado


habían marcado sus carnes, y obedecían rencorosos al feroz capataz,
ahora los papeles parecían trastocarse con aquel manso agustino.
Llevaba éste —como ellos— los pies desnudos, sangrantes;
soportaba, para dar el ejemplo, con heroica resistencia, sin queja, la
vigilia, lo duro del camino bajo un sol abrazador o el frío inclemente
de las montañas; dormía a ras del suelo y comía pan de bledos,
kurundas, ukuares, chapatas y uchepos.
Por contradictorio que parezca, aquellos indios se sentirían
fortalecidos ante la sola presencia de ese fraile humilde, desencajado,
punto menos que un actual pordiosero; no se explicarían por qué la
misma soldadesca brutal, los capitanes y señores se inclinaban ante
él, que en vez de espada llevaba una cruz y por báculo un tosco palo
cortado en el sendero.
Con paciente y dulce modo, aquel hombre curaba a los arienses
no sólo de sus dolencias físicas. Les daba también consuelo y bríos
para el trabajo diario, amor para sus familias y la visión clara de una
nueva forma de vida.
Por todo lo anterior, mucho nos ha sorprendido que no se le haya
levantado en el centro de Ario —tal vez pudiera lograrse un día en la
plazuela Victoriano Pimentel, frente a la parroquia de Santiago— una
estatua como la erigida al mariscal de campo Víctor Rosales en el
Jardín Principal.
A mediados de 1567 fray Juan enfermó de cuidado. Su precaria
salud anunciaba de un momento a otro un fatal desenlace. Para
procurarle algún alivio los indios lo llevaron cargado a Valladolid,
donde falleció el 20 de diciembre de aquel año, en una celda del
convento de San Agustín. "Tuvieron que sepultarlo de prisa —
comenta el enciclopedista—, porque el gentío se abalanzó sobre sus
prendas, pues era muy grande su prestigio como santo. Sobre su
tumba en San Agustín de la ahora ciudad de Morelia, se lee este
epitafio: Qui nomen mores quetuos, praecurso Jesu, dum vixit retulit
donditur hoc túmulo".22
También en el "gran viaje", don Vasco de Quiroga se le había
adelantado dos años a este insigne predicador.

22 Ut Supra. pp. 272, col. 543.

26
ARIO DE ROSALES

FUNDACIÓN DE SANTIAGO-ARIO. OPINIÓN DEL HISTORIADOR ROMERO


FLORES

En 1956 el Ayuntamiento y el pueblo de Ario (hoy Ario de Rosales en


homenaje al prócer insurgente mariscal Víctor Rosales) celebró con
gran dignidad e inusitado fervor patrio —hecho del que hablaremos
oportunamente— el cuarto centenario de la erección de dicha ciudad.
El acontecimiento dio margen a que, previamente, dos historiadores
michoacanos de reconocido prestigio, don Jesús Romero Flores y don
Antonio Salas León, fueran requeridos por el presidente municipal,
Antonio Villanueva Macías, para que emitieran su opinión sobre si
desde el punto de vista histórico, se estaba en lo debido al
conmemorar en 1956 la indicada efemérides.
En el archivo municipal de Ario no hallamos la respuesta de Salas
León. Recurrimos entonces a sus amigos con el propósito de celebrar
con él una entrevista, enterándonos luego por ese conducto, de que el
historiador recientemente había fallecido.
La contestación de mi dilecto amigo Romero Flores, fechada el 1º
de mayo de 1956, dice a la letra:

Sr. Antonio Villanueva M.


Presidente Municipal de
Ario de Rosales, Mich.

Muy estimado y fino amigo:

En mi poder su apreciable carta del 5 de abril que hasta hoy contesto,


pues dada la naturaleza de la pregunta que usted se sirve formularme,
no es serio ni correcto contestarla de una manera ligera y superficial,
sin antes hacer un estudio detenido del asunto.
A ese propósito consulté desde luego, la "Estadística de la
Provincia de Michoacán" publicada en el año de 1824 por don Juan
José de Lejarza; este autor trae datos muy interesantes sobre Ario;
pero de su fundación no dice nada.
Leí, en seguida, la parte relativa de la obra "Noticias para formar
la Historia y la Estadística de Michoacán" por el doctor don José

27
PABLO G. MACÍAS

Guadalupe Romero en 1862; trae lo de Lejarza y algo más, pero nada


de la fundación de Ario. Habla de la fundación de Urecho.
Remontándome a las antiguas crónicas de la Orden de San
Agustín, cuyos sujetos misionaron en la Tierra Caliente, consulté las
siguientes: "Americana Tebaida" por fray Matías de Escobar,
compuesta en el año de 1729. Esta obra enumera las poblaciones
fundadas por fray Juan Bautista de Moya y entre ellas señala a Ario
(Santiago Ario). No dice la fecha.
Vi luego la "Crónica Agustiniana" por fray Juan Bautista, pero
sobre lo que deseamos no dice nada.
Por último consulté la obra "Historia de la Provincia de San
Nicolás Tolentino de Michoacán" por fray Diego de Basalenque y
publicada en 1673 y esta obra me dio mayor luz.
Por ella colijo que fray Juan Bautista de Moya fue el fundador de
Santiago Ario, probablemente en el año de 1556, sin que esto se
exprese de una manera categórica, sino por deducciones, a saber:
Fray Juan Bautista de Moya nació en Jaén, España, en el año de
1504. Llegó a la entonces Nueva España (México) en el año de 1536.
Vivió en Chilapa y Huauchinango varios años y vino a Michoacán en
1552, instalándose primeramente en Valladolid (Morelia) y pasó luego
a Tacámbaro a emprender su obra de evangelización y fundación,
durando en ella cinco años, pues falleció en el de 1567.
No es aventurado afirmar que, en esos cinco años de tan intensa
labor, en los que llegó hasta Pungarabato y Zirándaro y fundó muchos
pueblos de la Tierra Caliente, no haya fundado a Santiago Ario en el
año de 1556, es decir, un año antes de su fallecimiento.
Desde luego hay que hacer notar que ya la mayor parte de los
pueblos michoacanos estaban fundados desde el tiempo de los reyes
tarascos, lo prueba su mismo nombre Ario, que al ser reducidos sus
habitantes al cristianismo, por medio de la catequización, se le
antepuso el nombre del santo patrón que se les señalaba y que en este
caso fue Santo Santiago. Como el día que se fundaba el pueblo, es
decir, que sus habitantes se convertían, se tomaba el nombre del
santo del día, no es remoto asegurar que fue el 25 de julio de 1556.
Cuando para escribir la historia no existen documentos
fehacientes, claros y terminantes, no es absurdo emplear el método
inductivo-deductivo, es decir, proceder por los datos más

28
ARIO DE ROSALES

aproximados y verosímiles que existan. Es lo que yo he hecho en el


presente caso, y creo no estar errado.
Mientras no haya un documento que compruebe lo contrario,
debe tenerse como fecha de la fundación de Santiago-Ario el día 25
de julio del año de 1556.
Puede usted proceder a organizar los festejos para ese día y le
deseo que, no obstante la premura de tiempo, salgan muy entusiastas
y lucidos, debido al patriotismo de los hijos de ese lugar.
Quedo, como su atento amigo, que sinceramente lo aprecia. Su
afmo. atto. y S. S. Dr. y Profr. Jesús Romero Flores".23
El historiador Romero Flores supone que los habitantes de Ario,
fueron "reducidos" al "cristianismo" el 25 de julio de 1556. De allí
parte para afirmar que en tal fecha se fundó el pueblo, dándosele por
patrono el santo del día. A eso se debió que se le llamara Santiago
Ario. Pero el hecho evidente es que el ahora llamado Ario de Rosales
fue bautizado varios años antes por el obispo Quiroga, de tal suerte
que cuando fray Juan Bautista de Moya penetró por primera vez en la
Tierra Caliente de Michoacán (1553), el citado pueblo ya era conocido
como Santiago Ario. Sea pues, el 25 de julio el de su erección u otro
día cualquiera, lo cierto es que la ciudad con nueva traza y
organización, nació el año de 1556 y prosperó guiada por la sabia
mano del "Apóstol de la Tierra Caliente".
Por otra parte, al historiador Romero Flores, tan cuidadoso en
sus investigaciones y escritos, se le deslizaron esta vez dos molestos
gazapos:
El primero, fray Juan Bautista de Moya permaneció 14 años (de
1553 a 1567) en tierras michoacanas, no cinco, como
equivocadamente se afirma; y segundo, si fray Juan fundó Ario en
1556 y murió en 1567, fueron once años y no uno, los que
transcurrieron entre los dos acontecimientos.
Entre las primeras familias castellanas que edificaron casas en
Santiago Ario figuraban los Alcázar, Infante, Hurtado, González,
Moreno, Gallardo, Gómez, Alarcón, Castañeda y Vicentelo, las cuales
al mezclar su sangre con la indígena produjeron un tipo de hombre
vigoroso, leal y patriota. Refiriéndose a estas familias, precursoras del

23 Archivo del H. Ayuntamiento de Ario de Rosales.

29
PABLO G. MACÍAS

linaje ariense, el poeta J. Lamberto Moreno, escribió en su libro Los


Gañanes, estas evocadoras semblanzas:
"…Alcázar, apellido que suena a fortaleza y que llevó en su limpia
travesía por la vida, don Francisco Darío, hombre fuerte, hombre de
empresa que supo dar lustre a su prosapia y prestigio a su progenie.
Seda en su vida y seda en su trato.
"Alarcón, sello personal de familias que marcaron una trayectoria
sin sombras, sin dudas, y en cuyo seno nacieron sacerdotes, monjas,
artistas, soñadores, quijotes y románticos.
"Hurtado, símbolo de una ascendencia de guerreros, de poetas y
políticos hispanos que supieron escribir con una espada y matar con
una pluma; espada y pluma que bien hubieran podido ostentarse en
su heráldica con el patronímico de Mendoza en gallarda conjunción,
para clamar con alto y noble orgullo: aquí están los Hurtado de
Mendoza.
"Caballeros todos que al mezclar su sangre con la sangre indiana,
produjeron mujeres de belleza incomparable y hombres de bravura
irresistible".
Por lo que respecta a Santa Clara del Cobre, inmigraron a este
lugar desde el primer viaje del oidor Quiroga a Michoacán, varias
familias españolas conducidas por fray Martín de la Coruña, primer
franciscano que pisó la zona lacustre de Pátzcuaro en 1525. Entre ellas
aparecían los Luna, los Sáenz, los Pérez, los Arriaga, los Menocal, los
Castrejón, los Molina y los Aldaiturriaga.
Fue de esta manera como al comenzar la segunda mitad del siglo
XVI, Santiago Ario y todos los pueblos y congregaciones de sus
alrededores, quedaron preparados para enfrentarse a su nuevo
destino.

30
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO II

EL RÉGIMEN COLONIAL
(1556-1800)

"Nuevos amos, nuevos métodos" en lo que fueron los dominios del cazonci.
Santiago Ario y su zona de influencia. Nuevo Urecho, La Huacana y
Churumuco. La Tierra Caliente. Descripción del suelo. Clima. Flora.
Fauna. Productos agrícolas y minerales. Aparece la propiedad
privada. "Mercedes" y encomiendas. Los latifundios. Compraventa
y arrendamiento de tierras. El reparto agrario. Despojo de predios
comunales. Ario, puerto de tránsito comercial. Auge de otros
tiempos. El volcán del Jorullo. Temblores y ruidos subterráneos
antes de su erupción. Terror entre los habitantes. Anatema de los
frailes capuchinos.

MICHOACÁN A LA CAÍDA DEL IMPERIO CHICHIMECA

CON OBJETO de que se pueda entender mejor lo ocurrido en


Michoacán, después de consumada la ocupación hispana, haremos
previamente un bosquejo de la organización social y económica que
prevalecía en los dominios del cazonci, antes del arribo a
Tzintzuntzan de Cristóbal de Olid, en 1522.
En tiempos del Imperio todas las tierras pertenecían al monarca.
No existió en ninguna época, la propiedad privada y el producto
agrícola, de las cacerías y de la pesca se concentraba en los almacenes
o troxes del rey, quien proveía a sus súbditos mediante una cauda de
servidores, de lo necesario. El monarca era elegido por un cuerpo de
"viejos", pero una vez en el ejercicio del poder, él designaba los
caciques y demás autoridades de los pueblos; las órdenes reales se
daban a conocer en todo el territorio por medio de mensajeros a los
que llamaban acharcha. Otros de los súbditos principales —porque
debe advertirse que los distintos cargos de la administración eran
desempeñados por miembros de la nobleza— se encargaban de
levantar censos, de hacer que el pueblo ejecutase las obras públicas

31
PABLO G. MACÍAS

ordenadas y recoger los tributos que se entregaban a un tesorero


mayor o tesorero de la corona, quien daba cuenta al cazonci del
movimiento de caudales.
Los chichimecas desconocieron la moneda. Las transacciones
mercantiles se hacían al trueque, usando joyas, rodelas de plata,
guirnaldas, jubones, mitras, brazaletes de oro, piedras preciosas,
plumajes y mantas. Estos mismos objetos se empleaban para pagar
los impuestos.
La expansión agraria comenzó desde el momento mismo de la
llegada de Hireti-Ticátame a la Ciénega de Zacapu, al principiar el
siglo XIII, cuando empezaron los miembros de su tribu a apoderarse
de las parcelas de sus enemigos. Posteriormente, las campañas por los
señoríos vecinos emprendidas por Tariácuri y las guerras de
conquista llevadas a cabo por Hirípan, Tangáxoan, Hiquíngare,
Tzitzispandáquare y Zuangua vinieron a aumentar considerablemente
la extensión territorial del Imperio.
"Existía entre el pueblo nahuatl —afirma el padre Mariano
Cuevas, S. J.— lo mismo entre los tarascos (chichimecas) y los mayas,
un derecho penal que abarcaba los casos prácticos, y, aunque brutal
en sus sanciones, vago a veces en su redacción, incompleto otras e
injusto muchas, mantenía en policía a aquellos pueblos por lo menos,
que podían alcanzar materialmente el despotismo de sus respectivos
señores…"24
En el desempeño de todas las funciones en servicio del cazonci y
de la comunidad chichimeca, había un grupo muy numeroso de
príncipes que tenía bajo su autoridad a otros nobles y a los
responsables de los muchos oficios que se ejercían. Había, pues, en el
Imperio, una organización social, política y económica bien definida.
Ahora, antes de dar a conocer las nuevas formas de gobierno
implantadas por el español, vamos a colocarnos en el escenario de
nuestra historia, en el amplio foro donde va a continuar el desarrollo
de hechos; foro en que quedan incluidos Santiago Ario, su zona de
influencia (los pueblos de clima templado que lo amurallan al norte);

24Historia de la Iglesia en México, t. I, p. 61. Ediciones Cervantes. México,


1942.

32
ARIO DE ROSALES

y las muchas depresiones de la Tierra Caliente, donde se asientan La


Huacana, Nuevo Urecho y Churumuco.

DESCRIPCIÓN GENERAL DEL VASTO ESCENARIO

Ario (nombre prehispánico), Santiago Ario (durante la Colonia) o Ario


de Rosales (a partir de la Reforma), está situado en la vertiente
occidental de la sierra que se extiende al sur del Lago de Zirahuén, a
una altura de 1,950 metros sobre el nivel del mar, entre los 19º 12' 00"
de latitud norte y los 101º 42' 00" de longitud oeste del meridiano de
Grenweech. Dista de Morelia un poco más de 100 kilómetros por la
carretera pavimentada que pasa por Santiago Undameo, Tiripitío,
Huiramba, Pátzcuaro y Santa Clara del Cobre; así como por otra, la
carretera 15, que sigue la ruta de Quiroga y Tzintzuntzan, para unirse
en Pátzcuaro con la anterior.
Unos kilómetros al sur de Ario corre el Río de Santa Casilda, que
se une al Cupatitzio o del Marqués, tributario del Tepalcatepec,
afluente del caudaloso Balsas.
Rodea el casco urbano los Cerros del Castillo y las Vigas, al norte;
el de San Miguel, al sur; el Cerro de la Barra, al oriente; y el
Tipitarillo, al poniente. Los límites del municipio son: al norte, Santa
Clara del Cobre (indistintamente se usa este nombre y el de Santa
Clara de los Cobres); al sur, La Huacana; al oriente, Tacámbaro y
Turicato; y al poniente, Nuevo Urecho y Taretan. De acuerdo con la
última división territorial, tiene una superficie de 623.35 kilómetros
cuadrados; y la cabecera, 2.5 Km.2.
Ario ha sido por su extensión territorial, el segundo distrito
judicial y rentístico del Estado, con 6,300 kilómetros cuadrados de
superficie (el primero corresponde a Coalcomán con 7,408 kilómetros
cuadrados). De Ario dependen en el aspecto indicado, los municipios
de Churumuco, Nuevo Urecho y La Huacana, de los cuales nos
ocuparemos en su oportunidad porque son parte del núcleo agrícola,
social y económico de la región que estamos reseñando. El aspecto
físico de esta comarca es de lo más variado. Tiene hermosos bosques
cubiertos de tupida y variada vegetación; fértiles valles que riegan los
ríos Tzintzongo y Los Negros, y numerosos arroyuelos. En Ario el

33
PABLO G. MACÍAS

clima es templado, pero en el resto del municipio y en los pueblos de


la zona, se experimentan todos los climas desde el frío-húmedo al
norte y en las montañas, hasta el tórrido de los trópicos. La
temperatura media del mes más frío (enero) es de 16.8ºC., y la del
mes más cálido (junio) es de 22.3ºC., con una precipitación anual
aproximada de 1,200 mm., siendo el periodo más lluvioso entre junio
y noviembre.
La estructura geológica del suelo de Ario ofrece varias
formaciones de naturaleza diversa, cuyos caracteres aun no están
suficientemente determinados por los expertos.25
Partiendo de las planicies que rodean el volcán del Jorullo hacia
Churumuco, se atraviesa un terreno volcánico para entrar en otro,
pórfido, que alterna con capas basálticas, hasta tocar con una
extensión grande de rocas graníticas que van a terminar a las
márgenes del Río de las Balsas. De este punto hacia Sinagua —pueblo
que ya ha desaparecido—, el terreno está cruzado de enromes moles
graníticas cubiertas de capas arenosas. Los valles están formados por
capas de terreno sedimentoso que alternan unas con otras, siendo de
espesor diferente, compuestas de arcilla y desperdicios orgánicos,
mezclados con bases de cal, de aluminia, magnesia y fierro.
Las cimas de las montañas y de las pequeñas cordilleras,
aparecen cubiertas de tierra turba que se forma bajo la influencia de
la humedad del suelo, de los follajes y de los desperdicios vegetales
desprendidos constantemente de las ramas de los árboles que se
producen en sus superficies.
Las márgenes de los ríos y de los arroyos se hallan tapizados de
aluvión mezclado con fragmentos de silicato de sosa, potasa y ácido
silícico. En la estación de las grandes avenidas, la masa es arrastrada
hacia las planicies, convirtiendo casi siempre los terrenos compactos
en porosos, haciéndolos prácticos para el cultivo.

25 Extractamos en esta parte los datos principales recogidos sobre el terreno


por Juan Medal, vecino de Pátzcuaro, quien después de estudiar los distintos
fenómenos de la Tierra Caliente como socio de la Academia de Ciencias
"Antonio Alzate", publicó sus Apuntes estadísticos del distrito de Ario en el t.
II de las memorias de dicha institución.

34
ARIO DE ROSALES

CLIMATOLOGÍA

La climatología de Ario y su zona de influencia abarca, como ya se


puntualizó antes, todos los climas. Atendiendo solamente a las
producciones que se recogen en su suelo, se puede hacer la división de
su clima en sus dos grandes zonas: la primera es más extensa que la
segunda; su temperatura media anual es de 23 a 28º, y de 12 a 17º la
de la segunda. La zona cálida se extiende en su mayor parte hacia el
sur, cubriendo toda la Tierra Caliente y con ésta el conjunto de las
producciones naturales propias de la región. La zona templada va en
una dirección de suroeste a noroeste, formando una dilatada línea de
vegetación bien distinta de la que produce la otra.
La proximidad de estas dos zonas es notable para quien las
estudia; pero más comúnmente sorprende ver cómo dos o más
plantas de una misma familia, pero de climas diferentes, se les ve
nacer y desarrollarse juntas en el mismo sitio. Tales son el trigo y la
caña de azúcar, pertenecientes a la familia de las gramíneas
producidas en el valle de Ario, cuya altura es de 1,950 metros sobre el
nivel del mar (la Enciclopedia Porrúa, Ed. de 1964, le atribuye 2,050)
se halla enclavado en la zona templada.
Como existen, pues, localidades con climas diferentes, en sus
tierras se producen plantas y frutos a discreción. Una prueba son los
excelentes resultados que dieron los plantíos de morera que se
hicieron en 1842 y cuya planta fue traída de China. Al año siguiente,
cuando la empresa de la cría de gusanos de seda trató de propagar el
cultivo, se plantaron en las inmediaciones de La Huacana 200,000
estacas que igualmente dieron buenos resultados.
Al norte del municipio, mezclada entre tupidos bosques de pinos,
crece la chirimoya, que es de muy buena calidad, pero hasta hoy nadie
se ha preocupado de cultivarla con fines comerciales. Abundan
también los manzanillos, tejocotes y capulines. En la parte media, los
guayabos silvestres se producen entre los encinales; y al sur, abundan
los palmares, los mangos, las anonas, los timbiriches (fruta ácida para
hacer charape, bebida parecida al tepache), los órganos cuajados de
pitires y pitayas, los tamarindos y los plátanos.
La explotación de los bosques de pinos, oyameles y encinos,
algunas huertas de frutales, la agricultura —entre cuyos productos se

35
PABLO G. MACÍAS

siembra la caña de azúcar— una creciente cría de ganado mayor, la


avicultura y la apicultura que empieza a rendir frutos, constituyen los
principales renglones de la actividad económica del municipio.
Los vientos que soplan durante el año apenas pueden
considerarse como constantes. El del norte que se experimenta en
Ario por la mañana y a veces hasta el medio día, sin rapidez es muy
variada, pues está por lo común en relación directa con el estado de la
atmósfera, de tal manera, que se siente frío, húmedo o seco, según
que el aire esté más o menos seguro del cambio instantáneo que en su
forma deben afectar las nubes poco después. Este caso puramente
parcial que observamos en el casco urbano de Ario, no está, sin
embargo, apoyado por una larga experiencia.
El viento del sur es menos rápido. Su corriente es seca y cálida, y
se siente por la tarde o al medio día. Bajo su influencia tiene lugar la
formación de las nieblas en las planicies de la zona templada. Es de
advertirse que al disiparse las nieblas dejan las cimas de las altas
montañas cubiertas de nieve durante algunos días, como se ve en el
pico de Tancítaro, situado al poniente de Ario, cuya altura, repetimos,
es de 3,842 metros sobre el nivel del mar. Los campesinos de aquellos
lugares tienen como signo exacto para prever que las cabañuelas de
los meses de invierno no se efectúan, cuando el pico de Tancítaro ha
sido cubierto por las nieves, sin que las hayan precedido nieblas.

MINERÍA

Sabemos cómo desde mucho antes de la invasión española, los


chichimecas beneficiaban el cobre, la plata y el oro. Aprendieron a
fundir estos metales con admirable destreza y llegaron a fabricar —
como lo atestigua fray Alonso de la Rea—26 joyas y otros objetos
preciosos que causaron admiración en Europa cuando fueron
conocidos. Don Vasco de Quiroga se interesó por esta industria y así
fue como alcanzó notorio auge en la segunda mitad del siglo XVI.

26Crónica de la Orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco. Libro I,


cap. IX.

36
ARIO DE ROSALES

Por otra parte, los encomenderos establecidos en la parte central


de Michoacán, descubrieron que en el área ocupada por los ahora
municipios de Churumuco, La Huacana, Nuevo Urecho, Paracho,
Tacámbaro, Taretan, Turicato y otros más lejanos, abundaba el cobre.
En aquella época se fundía ya este metal con bastante perfección en
Ario y en Santa Clara. Había minas en Inguarán, la Concepción, el
Presidio, San Luis, San Anastasio, San Cristóbal, La Salud, San Juan,
El Purgatorio, China y Pananque, ahora casi todas abandonadas.
En la memoria presentada en julio de 1877 por el general Manuel
González, Gobernador del Estado, se explotaban aun las minas de
Oropeo, La Concepción, Inguaranito, San Luis y otras. En cambio
estaban paralizadas El Socorro, La Providencia, La Gloria, San José,
Camacho, El Puerto, San Rafael, La Laja, La Cruz, El Basurero, La
Zarandona, Guadalupe, San Pedro, San Valentín, San Antonio,
Aránzuzo, Tachinolas, El Tajo, El Alcalde, Las Ánimas, Los Ángeles,
El Puerto, Los Coyotes, la de Tamácuaro, El Remate, La Minita,
Piedra Larga, El Pedernal, El Refugio y El Olvido, todas de cobre; y de
plata las de Potrerillo, San Antonio y La Estrella.
Dentro del municipio de Ario se han extraído muestras de fierro
del cerro de San Miguel. También han sido examinadas algunas
variedades de mármoles, principalmente en la Tierra Caliente.
A fines del siglo XVIII un gran incendio consumió la fundición
establecida en Santa Clara, el convento y parte del pueblo. Al llevarse
a cabo la reconstrucción a principios del siglo XIX, afluyeron a ese
lugar operarios y hombres de empresa que reorganizaron la industria
cobrera, y abrieron otros negocios. Así Santa Clara desplazó a Ario,
por lo que respecta a artefactos de cobre, y adquirió gran prestigio por
la calidad de los objetos labrados, como alambiques, cazos, charolas,
jarras, etc.
Según el Inventario de Recursos de Michoacán (Ed. del gobierno
del Estado. México, 1973) las especies mineralógicas de nuestra
entidad son bastante variadas y se encuentran distribuidas en todo el
territorio. Las principales están representadas por minerales de cobre
y fierro. Entre los yacimientos más importantes de estos metales
básicos se pueden mencionar: Las Truchas y el Jovero, ricos en fierro;
y La Colmilluda (reserva federal), Inguarán, El Malacate, Lombardía y
otros, ricos en cobre.

37
PABLO G. MACÍAS

LA FAUNA

No deja de sorprender al naturalista ver cómo viven en tan corto


territorio (el municipio de Ario y la Tierra Caliente) un gran número
de series zoológicas de distintas familias. Hay leopardos, tigres, zorra,
coyote, tejón, gato montés, jabalí, ratas del campo, tuzas, candingos y
lagartijas. Entre las aves de rapiña predominan el buitre, el águila, el
halcón, el gavilán y el búho o tecolote, que causan sensibles daños a
los intereses de los campesinos.
También se encuentran muchas variedades de pájaros apreciados
por la armonía de su canto y la viveza de los colores de su plumaje. De
éstos abundan el jilguero, el cenzontle, el gorrión, la calandria, el
colibrí o chupamirto (ave célebre en la dinastía chichimeca) y el
papagayo. De las especies acuáticas que se crían en las riberas de los
ríos existen muchas variedades que el hombre aprovecha como
recurso alimenticio. La emigración de las especies acuáticas nunca se
observa en la zona que estamos describiendo, acaso por la falta de
lagos y el clima; pero la de las aves viajeras es casi siempre del sur
hacia el norte, y se efectúa a principios de la primavera o a fines del
otoño.
Los reptiles son también muy abundantes, sobre todo al sur del
municipio de Ario y en toda la Tierra Caliente, siendo algunos de
éstos muy temibles por la actividad de su ponzoña. Hace todavía
pocos años se daban casos frecuentes de individuos que morían a
consecuencia de la mordedura de un reptil, pero en la actualidad ya
son muy raros debido a los servicios de salud que proporciona el
gobierno.
En algunos sitios insalubres, los insectos causan molestias al
viajero que se aventura por tales lugares.

ARIO, NUEVO URECHO, LA HUACANA Y CHURUMUCO

Referimos en el capítulo anterior que cuando Don Vasco de Quiroga


fue a pacificar a los chichimecas de Michoacán, fundó varias
congregaciones indígenas cerca del pueblo de Ario, al que ya había
dado por patrón a Señor Santiago. Estas fueron las de Urapa, Las

38
ARIO DE ROSALES

Cundas, San Miguel, Tunácuaro y Puentecillas que formaron la


vicaría de Ario, perteneciente después al curato de Santa Clara. La
existencia de dichas congregaciones ha sido fácil comprobarla
después de un recorrido por dichos lugares, donde se aprecian todavía
las ruinas de templos católicos probablemente edificados en el siglo
XVI.
Santiago Ario llegó a un alto grado de opulencia poco tiempo
después de su fundación, por la importancia de su comercio, la
actividad agrícola y la inversión de capitales para exportar los
productos de la Tierra Caliente. El historiador Medal, a quien nos
hemos venido refiriendo, asegura en sus escritos que el número de
molinos de caña que había en las haciendas, en esa época era triple
del que hoy existe.
En el siglo XVI sólo había dos caminos por donde se llevaba a
cabo el tráfico comercial entre el norte y el sur de Michoacán: el
primero partía de Cocupao (Quiroga) y tocaba Tzintzuntzan (capital
del imperio), Pátzcuaro, Itziparatzico, Surupio, Huero, Huaniqueo,
Camémbaro y Tzatzio, para seguir con rumbo a la Tierra Caliente y a
las minas; el otro salía de Paracho y tocaba Pichátaro, Axuno (Ajuno),
Zirahuén, Chapa, Camémbaro y en Tzatzio se reunía con el primero.
Como consecuencia, Santiago Ario se convirtió en el puerto clave para
el comercio de la región.
Si bien, a su debido tiempo nos ocuparemos de ampliar este
tema, no está por demás anticipar desde ahora que Ario sufrió mucho
durante la Guerra de Independencia. La población fue incendiada por
los crímenes de los soldados españoles, se dieron a la fuga emigrando
en distintos puntos. Un grupo numeroso de vecinos se refugió en una
barranca de la hacienda de Santa Efigenia, pero allí fue localizado por
los realistas, quienes perpetraron una horrible carnicería, no
perdonando la vida ni a los niños. Esa barranca es conocida hoy con el
nombre de "Las Ánimas". Otros arienses se escondieron en "Barranca
Honda" donde vivieron algunos años, para volver a su tierra al
término de la guerra.
Lo anterior trajo consigo la pérdida de capitales, la ruina de
numerosas familias y un cambio completo del comercio y la
agricultura. Más de medio millón de pesos que los frailes agustinos

39
PABLO G. MACÍAS

tenían invertidos en Ario, destinado al cultivo de la caña, compra de


cobre y elaboración de aguardiente, desapareció de inmediato.
El año de 1822 se inició la reedificación con el regreso de las
familias que habían emigrado. Se dio mayor simetría y alineamiento a
las calles de la población, más forma regular a las manzanas de casas
y se dividió en dos ramas el brazo del arroyo de Tunácuaro,
resolviéndose de esta manera las necesidades de los dueños de
huertas y solares.
Martínez de Lejarza en su Análisis Estadístico de la Provincia de
Michoacán en 1822 (Ed. Morelia, 1974) hace esta observación
respecto de Ario: "En los tiempos presentes, aunque las fincas
totalmente destruidas o destrozadas en los once años que aquella (la
guerra de Independencia) durara comienzan a reponerse y fructificar,
no es fácil dar un plan completo y exacto de su actual estado; pero
cargadas la mayor parte de las fincas de gruesos capitales, que
expenden su valor, y aun más sobrecargadas de réditos atrasados,
mientras una ley sabia del Congreso de la Nación, no provea a los
muchos inconvenientes y trabas que aquí resultan a la agricultura, a
los dulces, ramo principal de la riqueza de este territorio, no pueden
valer lo que en otros tiempos valía este efecto, es imposible que pueda
restablecerse en el grado de opulencia y abundancia que reinaba en él
anteriormente".
En 1822 el citado Martínez de Lejarza señala a Santiago Ario un
total de 7,236 habitantes. El censo de población de 1970 registra
10,927 en la cabecera y 13,302 en el resto del municipio, lo que da un
total de 24,229 sujetos. De los 24,229 censados, el 24.20% constituye
la población económicamente activa; 35.50% constituye la población
económicamente inactiva; y el 40.30% está formada por menores de
12 años. Sin embargo, lógico es suponer, los datos anteriores han
aumentado en los diez años que van a cumplirse en 1980. Los cálculos
recogidos por nosotros sobre el terreno, acusan para la cabecera un
promedio de 15,000 habitantes, y para el resto del municipio 17,000
en números redondos.

40
ARIO DE ROSALES

NUEVO URECHO

Urecho proviene de la voz chichimeca urere, que significa tierra de


rescoldo. Su nombre original es Urexo, pero como la x en la lengua
nativa se pronuncia como ch, vino a quedar en Urecho. El sitio es
histórico porque según la Relación de Michoacán allí se encontraban
los caudillos Hirípan, Tangáxoan e Hiquíngare que realizaban sus
campañas militares para agrandar el Imperio chichimeca, cuando
recibieron la noticia de la muerte de Tariácuri.
El pueblo fue cristianizado por los frailes agustinos, quienes le
dieron por patrón a San Antonio. En tiempos del obispo Quiroga se
introdujo el cultivo de arroz y desde entonces su clima ardiente se
hizo mortífero, a causa de los miasmas desprendidos de las sustancias
químicas descompuestas en los pantanos formados por los arrozales.
Esta circunstancia obligó a muchos habitantes a abandonar el pueblo,
trasladándose en 1833 a otro punto menos húmedo y más sano, que
es conocido hoy con el nombre de Nuevo Urecho.
La municipalidad tiene una extensión de 402.22 kilómetros
cuadrados con una población de 7,020 habitantes (censo de 1970), lo
que significa una densidad de 17 personas por kilómetro cuadrado. Su
territorio cuenta con elevaciones que varían entre 900 y 600 metros
sobre el nivel del mar. La cabecera está situada entre los 19º 09' 00"
de latitud norte y los 101º 53' 00" de longitud oeste del meridiano de
Greenwich. La corriente fluvial más importante es el Río Acúmaro
que después se transforma en el de Casilda y que sirve de límite entre
este municipio y el de Gabriel Zamora. Limita al norte, con Taretan; al
sur, con La Huacana y Francisco J. Múgica; al este, con Ario; y al
oeste, con Gabriel Zamora.
El Ferrocarril Uruapan-Apatzingán lo cruza y una carretera une
su cabecera con el ramal Taretan-Gabriel Zamora.

LA HUACANA

La cabecera municipal de La Huacana está situada entre los 18º 57'


30" de latitud norte y los 101º 49' 00" de longitud oeste del meridiano
de Greenwich, a una altura de 550 metros sobre el nivel del mar. La

41
PABLO G. MACÍAS

palabra, de origen chichimeca, significa sonar hueco o instrumento


que produce un sonido sordo. El clima es cálido; las enfermedades
que llegaron a dominar fueron las llamadas "calenturas" y la xiricua o
mal del pinto, de las cuales la primera casi ha desaparecido por las
campañas sanitarias del gobierno.
La Huacana existía desde antes de la dominación española; sus
habitantes fueron convertidos al cristianismo por fray Juan Bautista
de Moya, quien fundó la iglesia parroquial erigida en curato el año de
1567 por el obispo Antonio Ruiz Morales, sucesor de don Vasco. Sus
vecinos permanecieron en ese lugar hasta mediados del siglo XVIII,
fecha en que obligados por los fuertes temblores de tierra que se
experimentaban y por el terror que los monjes capuchinos habían
infundido entre los crédulos habitantes, respecto a los trastornos que
había de causar una violenta y repentina erupción de fuego el día de
San Miguel, del año de 1759,27 se trasladaron algunos meses antes al
pueblo de Tamácuaro, distante de La Huacana unos 13 kilómetros.
Otros emigraron a la colina de la Agua Zarca, donde fueron testigos de
aquel fenómeno geológico.
El curato de este lugar fue servido algunos años antes de la
Independencia (de marzo de 1798 a abril de 1799) por el señor cura
José María Morelos y Pavón, quien vivió en Tamácuaro. El recuerdo
de los beneficios recibidos de este gran héroe de la patria, aun
permanece vivo en los corazones de los habitantes del lugar.
El municipio de La Huacana tiene una extensión de 1,641.62
kilómetros cuadrados y una población de 14,016 habitantes, según el
censo de 1970. Limita al norte, con Ario de Rosales, Turicato y Nuevo
Urecho; al sur, con Churumuco, Arteaga y Tumbiscatío; al este, con
Turicato; y al oeste con Francisco J. Múgica y Apatzingán. Hacia el
noroeste y sureste las elevaciones fluctúan entre 300 y 1,200 metros
sobre el nivel del mar, lo que hace que en estos puntos el terreno sea
muy quebrado. Varios ríos y arroyos cruzan el territorio, entre los
primeros el Conguripo o Paso Real que forma la presa de Zicuirán y el
de Zicuirán que sale de la mencionada presa, el Huamito que forma la

27Movimientos telúricos que precedieron a la erupción del Jorullo, hechos


de los cuales nos ocuparemos más adelante. N. del A.

42
ARIO DE ROSALES

presa de La Majada y entre los segundos el de Paso Real o Hacienda


Vieja el Poturo.

CHURUMUCO

La cabecera municipal de Churumuco está situada en las márgenes


del Río de las Balsas, entre los 18º14'00" y los 101º32'15" de latitud y
longitud respectivamente del meridiano de Greenwich, a una altura
de 359 metros sobre el nivel del mar. El municipio tiene una
superficie de 1,390.26 kilómetros cuadrados, limita al norte con
Turicato y La Huacana; al sur con el Estado de Guerrero; al oriente,
con Turicato y Huetamo y al poniente con La Huacana y Arteaga. El
clima es excesivamente cálido. Su fundación data de la época del
Imperio chichimeca; en el siglo XVI sus habitantes fueron
cristianizados por fray Juan Bautista de Moya, quien les dio por
patrón del pueblo a San Pedro.
Temporalmente el señor Morelos estuvo también de cura en este
lugar. Durante la guerra de Independencia las tropas realistas
quemaron por completo al pueblo, pero sus vecinos lo reedificaron al
triunfo de las armas nacionales. Cerca de la cabecera está el famoso
mineral de cobre de Inguarán. Este metal era conducido antes de allí
a Ario y después a Santa Clara, cuando esta última población desplazó
a la primera en la manufactura de objetos de cobre.
El municipio tiene alturas que fluctúan entre 300 y 1,200 metros
sobre el nivel del mar, contándose entre los cerros más importantes
los de Zicuindio, Cónchitiro, La Caña, Mayapito, Huaro y
Huarúcuaro. En su territorio, casi limitando con La Huacana, se alza
el volcán del Jorullo.
Varios ríos y arroyos fertilizan las tierras. De los primeros el más
importante es el Balsas y de los segundos los de Poturo, Palma de
Huaro, Salitre y Huayacán. También el embalse del Infiernillo ocupa
una considerable extensión de este municipio. Sus aguas cubrieron el
antiguo pueblo de San Miguel Sinagua. Estudios geológicos
practicados anteriormente, indican la existencia de minerales de
cobre, plata y oro en el subsuelo de la región. Los habitantes se
dedican a la agricultura, a la ganadería de bovinos, a la avicultura y a

43
PABLO G. MACÍAS

la apicultura. Según el censo de 1970 el municipio contaba con un


total de 10,121 habitantes, y la cabecera 2,030.

ESTRUCTURA ECONÓMICA DEL RÉGIMEN COLONIAL

Una vez descrito el campo de acción de nuestra historia, llega por fin
el momento de continuar el relato de lo que aconteció en Michoacán
después de la caída del Imperio chichimeca. Desde luego, las riquezas
de éste pasaron a la corona española por cesión voluntaria de
Tangáxoan II; y lo principal de tales riquezas eran el hombre y la
tierra; los minerales preciosos extraídos de las minas; las maderas de
los bosques; los productos agrícolas; y, sobre todo, la mano de obra
gratuita del indio que hizo posible las magníficas construcciones
iniciadas en el siglo XVI.
Se convertía de este modo en una realidad aquella lapidaria frase
de Cortés al ordenar el tormento de Cuauhtémoc: A nuevos amos,
nuevos métodos. Y en nombre del nuevo amo, el déspota alemán, el
audaz capitán de Medellín tomó posesión de un continente jamás
soñado por hombre alguno.
El monarca español repartió, a su vez, la tierra en "mercedes" y
encomiendas entre sus capitanes y los descendientes de éstos,
dejando a los infelices indios y a sus familias en calidad de bestias de
trabajo, sin derechos ni asistencia de ninguna clase. El propio Cortés
durante la primera entrevista que tuvo con el cazonci en 1522, cuando
éste fue a visitarlo a Coyoacán, lo despojó de la capital de su imperio,
Tzintzuntzan, que el desdichado Tangáxoan se había reservado como
único patrimonio y símbolo de su anterior poder. En seguida le dijo:
—Vete a tu tierra, ya te tengo por hermano; no hagas mal a los
españoles que están en tu señorío, porque no te maten. Dales de
comer y no pidas a los pueblos tributos que yo los tengo de
encomendar a los españoles.
De esta manera comenzó en lo que fueran los dominios del gran
Tariácuri y sus sucesores, el desastroso régimen colonial. Tacámbaro,
Nocupétaro y Carácuaro se dio en encomienda a Cristóbal de Oñate;
Uruapan, a Francisco Villegas; La Huacana, a Juan Pantoja; los
pueblos de la Laguna de Pátzcuaro (excepción de Tzintzuntzan), a

44
ARIO DE ROSALES

Juan Infante; Taximaroa, Irimbo y Senguio, a Juan Velázquez de


Salazar; Huango, Numarán, Puruándiro y Penjamillo, a Juan de
Villaseñor Cervantes; Tiripitío, Acuitzio, Huiramba, Hetúcuero y
Undameo, a Jorge Alvarado; Acámbaro, a Hernán Pérez de
Bocanegra; Peribán y Tepehuacán, a Antonio Caicedo; Coyuca, a
Pedro Meneses; Chucándiro, a Álvaro Gallego, y así el nuevo amo fue
repartiendo todo el imperio formado al través de más de tres siglos
por los audaces chichimecas descendientes de Hireti-Ticátame.
A esta insaciable sed de rapiña sólo unos cuantos frailes
franciscanos y agustinos —sobre todos ellos el oidor y obispo
Quiroga— se interpusieron ante el invasor para procurar a los
vencidos un trato más justo y humano.
Se comprenderá ya que la propiedad privada —que no existió en
el imperio— surgió en Michoacán a partir de la invasión. Se fue
desarrollando durante la Colonia mediante "mercedes", encomiendas
y otros medios de dudosa licitud. Esta forma de reparto gestó más
tarde el sistema de ranchos, estancias y haciendas que predominaron
por la zona inmediata de Ario y la Tierra Caliente, en los últimos
siglos de la dominación española, abarcando Santiago Ario, Taretan,
Uruapan y Tacámbaro, al norte, hasta las estribaciones de la Sierra
Madre del Sur.
Las "mercedes" se concedieron a los españoles afincados en la
zona desde la segunda mitad del siglo XVI; pero el reparto se
intensificó durante la tercera década del siglo XVII, dedicándose las
tierras especialmente a los cultivos de caña, añiles, cacao y al
desarrollo y fomento de la ganadería.
Aparte de las "mercedes", la compraventa de tierras y el despojo
de los predios comunales, jugaron un papel muy importante en la
adquisición y concentración de la propiedad rural en unas cuantas
manos, de tal manera que ya el siglo XVIII marca un periodo de
consolidación de extensas propiedades en la Tierra Caliente, como los
latifundios Vaca-Corona, y el Mayorazgo Urrutia-Vergara, con más de
cincuenta mil hectáreas.
Otra de las grandes propiedades fue la famosa de San Pedro
Jorullo, que se comenzó a formar en el siglo XVI y fue creciendo
durante las dos centurias posteriores, mediante la acumulación de
"mercedes", hasta completar más de cuarenta mil hectáreas.

45
PABLO G. MACÍAS

En la primera mitad de la centuria pasada funcionaban alrededor


de sesenta haciendas en los entonces llamados partidos de Ario,
Apatzingán y Coalcomán, dedicadas en su mayor parte a actividades
agrícolas y a la cría de ganado. Algunas de esas haciendas databan de
finales del siglo XVIII y otras se formaron a raíz de la Independencia,
al desintegrarse el Mayorazgo Urrutia-Vergara.
Cuando una nueva disposición política dividió a Michoacán en
distritos, el de Ario contó con tres municipalidades, dos tenencias,
una congregación, 34 haciendas y 254 ranchos. Según los datos
proporcionados por el historiador Medal, sólo dentro del municipio
de Ario había cinco haciendas: Araparícuaro, de caña; Chuén, de
labor; Zintzongo, de cultivo de caña; Tejamanil, de caña y palma; y
Tamo, de cría de ganado. Los ranchos eran: Agua Zarca, Agostadero,
Ánimas, Alberca, Arroyo Colorado, Barra, Barranca Honda, Burro,
Canalejas, Cangrejos, Caramicuas, Carrizal, Caso, Carrizalillo,
Cebadilla, Ciprés, Compañía, La Campana, Colonia, Cuarayo,
Cuchatácuaro, Cuirio, Las Cundas, Cuesta de Zintzongo, Chachacala,
Changungal, Charcos, Chuparrosa, El Durazno I, El Durazno II,
Encanto, Escondida, Espinal, Estancias, Escobillas, Fresnos,
Golondrinas, Guitarrilla, Huarinco, Jabonera, Joyas de Chuén, Joya
Limpia, Laja, Laja de Urapa, Limón, Llano Grande, Magueyes,
Manzanillo, Moral, Maravillas, Mesa, Minita, Mortero, Naranjas, Ojos
Zarcos, Ojo Ciego, Hortigal, Hortigalito, Otatal, Otatal Nuevo, Pablo
Cuén, Palmo, Palma Coate, Parcas, Paso Real, Pedrizco, Playa,
Platanillo, Potrero, Potrero de los Negros, Potrero de los Bueyes,
Puente, Puentecillas, Puente Tierra, Puente Alto, Puente de Urapa,
Puente del Paso Real, Rosa, Rincón, Rincón de Carricitos, San Pedro,
San Joaquín, San Isidro, San Miguel, Santa Rita, Sandía, Serrano,
Sauz, Tecolote, Tepamal, Terrenate, Tigora, Tirindiricho,
Tahuenambo, Trigueño, Trocurio, Tres Palos, Ucaz, Urapa, Valle
Nuevo, Vallecito, Villas, Yatzio, Yerbabuena y Zinthuatzio.
La propiedad privada tuvo en esta zona dos modalidades
importantes respecto de la estructura económica en tiempos de la
colonia: una, la compraventa de las tierras, y la otra, los
arrendamientos. Los primeros años después de consumada la
Independencia señalan un periodo para efectuar fácilmente la compra
y venta de tierras. Un gran número de propietarios se había

46
ARIO DE ROSALES

ausentado durante la guerra y estaba dispuesto a venderlas. Entre


éstos figuraban los españoles que tuvieron que abandonar no
solamente la región, sino el país, al dictarse su expulsión en 1827.
Obligados por las circunstancias, remataron sus propiedades a un
precio inferior al real. Los remates de tierras fueron también
originados por litigios entre los herederos de antiguos latifundistas,
que al tratar de hallar una solución a sus conflictos vendieron sus
propiedades a precios ínfimos.
Un ejemplo, son las extensas propiedades acumuladas en las
últimas décadas del siglo XVIII por el coronel Francisco García de
Menocal,28 en la jurisdicción de Ario-La Huacana. Este latifundio se
compuso originalmente por las haciendas de Araparícuaro, El Chuén
y la labor de Apareo; después fueron adquiridas las haciendas de
Acalpican y La Orilla, reuniendo una extensión total de 93,000
hectáreas. La familia Menocal, residente en Pátzcuaro, conservó
íntegras sus propiedades durante la primera mitad del siglo XIX, pero
luego comenzó a vender sus tierras para pagar las deudas que tenía
con agiotistas de Morelia.
El coronel Francisco García de Menocal era originario de La
Habana. Se estableció en Pátzcuaro a fines del siglo XVIII, donde
desempeñó los cargos de coronel de Dragones del Rey y Alcalde
Mayor por su majestad de las provincias de Tancítaro, Puruándiro,
Ario y Motines del Oro (Coalcomán y Coahuayana). Cuando nuestro
país alcanzó la Independencia, sus descendientes ocuparon puestos
importantes en el gobierno de Michoacán. Don Felipe Menocal, que
en 1833 era prefecto de Morelia, fue designado en el mismo año
Gobernador interino y sus hermanos varias veces fueron prefectos y
diputados.29
Otro caso concreto es el de la hacienda de San Pedro Jorullo,
valuada en 1774 en $51,000.00 y vendida en 1845 en $19,000.00 —
valor bastante bajo—, pasando a manos de Juan Bustillo Díaz de
Leyva, quien la anexó a la estancia de Poturo.

28 Gabriel Ibarrola Arriaga. Familias y casonas de la vieja Valladolid. Fímax


Publicistas. Morelia, 1969.
29 Melesio Aguilar Ferreira. Los gobernadores de Michoacán. 1824-1874.

Morelia, 1974.

47
PABLO G. MACÍAS

Los arrendamientos introdujeron otra forma no sólo en la


tenencia de la tierra, sino en la explotación de la misma: el desarrollo
y fomento de la agricultura comercial y la experiencia de nuevos
cultivos, como la morera en la zona de Ario-La Huacana, de que
hablamos antes.
Los arrendadores se dividieron por los menos en tres grupos
principales: los que arrendaban las tierras de cultivo y pasturas,
indicativo de que no poseían mucho ganado y sólo se trataba de
agricultores; los que rentaban únicamente los pastos, éstos eran
solamente ganaderos que casi nunca llegaban a establecerse en el
lugar, sino que confiaban el cuidado de sus bestias a uno o varios
caporales; y, por último, los que rentaban tan sólo las fincas de las
haciendas y que, según Jean Bazant,30 eran sin duda los más pobres y
numerosos.
Uno de los conspiradores de Valladolid en 1809 en favor de la
Independencia —el licenciado y después general José Mariano
Michelena—, propietario de la hacienda de Los Otates en la
jurisdicción de Ario, la dio en arrendamiento a José María Vallejo
para dedicarla a la agricultura.
Por último, el 19 de junio de 1841, Pedro Estrada, vecino de Ario,
apoderado de doña María Guadalupe Aburto, otorgó en
arrendamiento la hacienda de Texamanil y anexas a José María
Bocanegra, de Morelia, por un periodo de siete años y una renta anual
de $6,000.00 que serían pagados por adelantado. El contrato
obligaba al arrendatario a respetar y conservar la integridad de los
terrenos y a guardar en ellos 300 novillos que la otorgante tenía ya
vendidos, los que más tarde serían entregados a sus dueños.

LAS TIERRAS COMUNALES

Desde el último tercio del siglo XVIII las comunidades indígenas de


Ario y Tierra Caliente, venían siendo despojadas de sus tierras. En
vista de ello, los naturales gestionaron el amojonamiento de los
predios, logrando sobrevivir precariamente hasta la Revolución de

30 Historia Mexicana, v. XXIII, Nº. 2 p. 351.

48
ARIO DE ROSALES

1810. Al iniciarse el régimen federal, pidieron medidas de protección


al Congreso del Estado y este organismo creyó resolver el problema
repartiendo en forma individual los bienes comunales. Después de
prolongados debates, el Congreso decretó el 30 de enero de 1827 la
primera Ley agraria de Michoacán —posteriormente se elaboró el
reglamento respectivo— que fijaba el procedimiento que debía
seguirse al hacer el reparto. Dicho reglamento prescribía que la
distribución de tierras y de todos los bienes de la comunidad debía
hacerse por familias y a partes iguales, y que los solares ya ocupados
por indios o "gente de razón", quedaban exentos de reparto.
Pese a estas medidas los despojos continuaron, de tal suerte que
cuando concluida la guerra de Independencia nuevos colonos fueron
a la comarca, con el fin de impulsar la ganadería y los cultivos de añil,
caña y algodón, se encontraron con que una buena parte de las tierras
comunales estaba ocupada por particulares.
Los pastizales que quedaban, porque no ofrecían perspectivas de
lucro, fueron arrendados por las comunidades a los solicitantes,
recibiendo por ellos una pequeña renta anual. Una de las
consecuencias inmediatas de todo esto, fue que las comunidades
indígenas de los partidos de Ario y Apatzingán, perdieran
paulatinamente el control de sus tierras.

LA ACTIVIDAD COMERCIAL

Santiago Ario no fue ninguna excepción entre los pueblos coloniales


de Michoacán, por lo que respecta al ejercicio del comercio. Siguiendo
el modelo impuesto en Pátzcuaro por el obispo Quiroga, se le señaló
un día de "tianguis", al que llegaban indígenas de los lugares vecinos a
intercambiar sus productos.
Por otra parte, su posición de frontera entre la zona templada y la
tórrida, facilitó su auge mercantil, que en varias épocas tuvo ribetes
de opulencia. Por allí pasaban procedentes de la Tierra Caliente
rumbo a Pátzcuaro, Valladolid, México y Texcoco, los cargamentos de
caña, maíz, piloncillo, añil, ajonjolí, cascalote, queso, frutas tropicales,
arroz, chile, café, cayacal (coquito de aceite), algodón, papa y ganado
vacuno y caballar; y a la vez, por la misma puerta, entraban las

49
PABLO G. MACÍAS

carretas y las recuas de los arrieros que iban hacia la costa a vender
las mercancías de la zona templada.
Sólo con pequeños tropiezos, el auge comercial de Santiago Ario
perduró hasta la Guerra de Independencia, cuando sufrió el incendio,
el saqueo, el robo y la destrucción en general de su industria peletera
y cobrera. Sus habitantes, cuando no estaban sobre las armas
luchando por la libertad, protegían a los insurgentes, de tal modo que
el odio realista se ensañó contra ellos.
En 1822 —en palabras de Martínez de Lejarza— la situación de
Ario era la siguiente: "…Pueblo, cabecera del partido de este nombre,
vicaría fija del curato de Santa Clara del Cobre, y el entrepuesto o
llave del comercio de la Tierra Caliente y de la costa en esta provincia
de Michoacán. Está rodeado de siete haciendas principales o trapiches
de caña dulce, hallándose en este partido y los inmediatos las que
hacen la riqueza de la provincia. Este pueblo es frío por razón de su
altura (sabemos ahora con mejores datos, que su clima es templado),
pero comienza desde su plan a descenderse a los bajíos de la Tierra
Caliente, y goza de las preeminencias de los parajes templados;
produce maíces, trigo, chile, hortalizas y frijol, abasteciéndose la costa
y la Tierra Caliente de los dos primeros efectos.
"La industria de sus habitantes se reduce a curtir pieles y a la
fundición de los metales de cobre… que sacan de las minas de
Inguarán, Oropeo y Churumuco. Su comercio es en los algodonales,
sal, ganados, quesos, dulces, arroz, añiles, cascalote y metales, que
sacan de la costa y Tierra Caliente, y pudiera ser susceptible de
mayores creces.
"Este pueblo fue quemado y casi aniquilado en la revolución, y de
dos años a esta parte ha comenzado a reponerse y a reedificarse o
hacerse de nuevo la iglesia parroquial. A causa de su población
crecida y de las haciendas inmediatas, que se están igualmente
reponiendo, podía establecerse allí la cabecera de un nuevo curato,
pues la administración espiritual así lo exige en estos países por la
distancia extrema de los pueblos. En él se ha puesto el ayuntamiento

50
ARIO DE ROSALES

constitucional correspondiente, y es de los que hoy dan más lustre a la


provincia…"31
El autor de estas notas fija a la cabecera en el año de 1822, un
total de 1,236 habitantes.
Por lo que atañe a los pueblos del distrito, el propio estudioso
proporciona los datos que siguen:
"Santa Antonio Urecho (Nuevo Urecho), pueblo del partido de
Ario, con ayuntamiento constitucional a causa de su crecido
vecindario y curato secular de esta mitra de Michoacán, habiendo sido
antiguamente cabecera del partido de su nombre. Está situado en un
valle de temperamento bastante caliente. Sus producciones
principales son los añiles, la caña dulce y el arroz, estando rodeado de
diez haciendas o trapiches de azúcar, con 23 ranchos y dos estancias
de ganado, cuya población se halla agregada a la de dicho pueblo. La
industria de sus vecinos es la labor de las mieles y el añil en que
comercian.
"La Huacana, pueblo del partido de Ario con su parroquia y
vicaría en Sinagua (al construirse la presa del Infiernillo, San Miguel
Sinagua desapareció en el embalse), de poco vecindario, pero la
población de sus ocho haciendas y 17 ranchos, con 28 estancias
agregadas elevan la suma a 1,679 habitantes. Produce añiles, maíz y
cascalote en que sus vecinos comercian.
"San Pedro Churumuco, pueblo de la misma demarcación, muy
inmediato al Río de las Balsas, cerca del punto en que desemboca el
que viene de Tacámbaro. Es árido y caliente; produce maíz, sandía y
melón, con algunas crías de ganado. Cerca de este pueblo se halla el
Cerro de Inguarán, donde hay minas de cobre, aunque poco ricas de
este metal. Tiene una población de 1289 habitantes".
Todavía por el año de 1888, aunque la explotación agrícola
padecía del atraso inherente a la falta de implementos modernos,
crédito y recursos, el municipio de Ario de Rosales alcanzó un
rendimiento anual de productos de la tierra, de $223,550.00; el de la

31Análisis estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822. Fimax


Publicistas. Morelia 1974.

51
PABLO G. MACÍAS

Huacana, de $122,200.00; el de Nuevo Urecho, de $122,700.00; y el


de Churumuco y Carrizal, de $35,400.00.32

EL VOLCÁN DEL JORULLO

Si bien la reciente erupción del Paricutín —nació el 20 de febrero de


1943— ha dado pie para profundizar los estudios vulcanólogos, no
está por demás que demos a conocer algunos datos, los más
esenciales, sobre el Jorullo, tanto más cuanto que está ubicado en la
zona tratada en esta monografía y porque su aparición causó muchos
trastornos al desarrollo económico.
El Barón de Humboldt en su Ensayo Político sobre la Nueva
España, el Padre Clavijero en su Historia de México, y el poeta jesuita
Rafael Landívar en su Rusticatio Mexicana, describen con
abundancia de datos la erupción de este volcán. Pero como, por un
lado, la consulta de estos libros no es fácil para el gran público (sólo la
Biblioteca Nacional y la de Hacienda, que nosotros sepamos, sin
contar desde luego las particulares, conservan algún ejemplar en el
idioma en que fueron escritos); y por otro, las traducciones al
castellano no han sido siempre muy buenas y las ediciones limitadas,
vamos a tomar de aquella obras y del estudio de don Juan Medal, los
datos más importantes relacionados con este fenómeno de la geología
moderna.
Antes, veamos la breve nota que consigna la Enciclopedia de
México (Ed. 1977. t. 7 p. 505, col. 1010): "Jorullo, Volcán de. Hizo su
primera erupción el 29 de septiembre de 1759, después de estar
anunciando con fuertes estruendos y temblores desde el mes de junio
anterior. Brotó en la parte más alta de la cañada que se llamó
Cuitanga, en la entonces jurisdicción de Ario, de la Alcaldía mayor de
Tancítaro, Mich., en terrenos de una hacienda azucarera, ganadera y
agrícola denominada Jorullo. Arrasó los valles de Jorullo y
Presentación, y el pueblo de La Huacana. Las grandes erupciones del
volcán continuaron hasta febrero de 1760, y en los años siguientes

32 Juan Medal. Ut Supra, pp. 220-222.

52
ARIO DE ROSALES

fueron de más a menos. No ha tenido ninguna nueva deyección hasta


la fecha (1793)".
A una distancia de 50 kilómetros aproximadamente al sur de Ario
y al este del Pico de Tancítaro, está el volcán del Jorullo que nació la
noche del 29 de septiembre de 1759, en terrenos de la hacienda del
mismo nombre. Los que fueron testigos oculares de este
acontecimiento geológico, desde la colina de la Agua Zarca —situada
sobre el camino de la costa— así como otros puntos, aseguraban
haber visto abrazarse un espacio de más de una legua cuadrada, por
las llamas que salían del sitio donde se formó el volcán. Asombrados
veían cómo una boca de fuego a ras del suelo lanzaba al aire infinidad
de piedras candentes a prodigiosas alturas y descender después en
forma de tupida lluvia de fuego. Les parecía observar al través de una
espesa nube de cenizas y escorias, que la costra reblandecida de la
tierra se levantaba sobre el nivel del antiguo llano de Cuiratimba
(Cuitanga, dice erróneamente la Enciclopedia…). El río de este lugar y
el de San Pedro, lanzados fuera de su lecho, se precipitaron en las
grietas inflamadas, y bajo la influencia de este agente, sus aguas eran
descompuestas en sus elementos químicos y avivaban más el fuego de
la llanura.
En la parte accidentada del terreno se formaron pequeños conos
volcánicos a los que la gente de la región les llamó "hornitos", porque
de la boca de éstos salía una columna de humo. El Barón de
Humboldt cuando en 1803 se trasladó al Jorullo para continuar los
estudios de aquel fenómeno, anotó que la temperatura en los
"hornitos" era de 96%; en cambio, el escritor Medal que estuvo en la
zona en el último tercio del siglo pasado, obtuvo una temperatura de
50 a 60º en el termómetro centígrado, lo cual demuestra que el calor
central iba disminuyendo paulatinamente.
En la depresión de la Tierra Caliente existen otras formaciones de
origen volcánico, como son Los Picos de Cucha, en el municipio de
Tuzantla; las serranías de Inguarán, en Churumuco; y las de
Curucupaceo, al sur de Villa Madero. El apéndice de las mesetas altas
de Ario, erizadas hoy por muchos conos volcánicos, se corta
bruscamente a causa de los elevados muros de los cerros del Chivo y
el Hortigal, para luego caer hacia el grandioso anfiteatro del Jorullo.

53
PABLO G. MACÍAS

Medal sitúa la posición geográfica de este volcán entre los


18º53'30" de latitud norte y los 2º23'27" de longitud oeste, tomada
probablemente de Martínez de Lejarza. La ubicación del Jorullo está
dentro de la zona volcánica del macizo montañoso tarasco-náhuatl
que constituye el eje de enlace entre las sierras Madres Oriental y
Occidental, cuyos puntos de contacto son respectivamente el
Citlaltépetl y el Nevado de Colima. Esta cadena montañosa penetra en
Michoacán en forma de una ramificación desprendida del Nevado de
Toluca, uniéndose al sur de Morelia con el Nudo de Tancítaro.33
Es de presumirse que los cráteres apagados de los volcanes de
Cutzaróndiro en el distrito de Tacámbaro, dieron origen al que nos
ocupa, pues se hallan en la misma línea en que están colocados el de
Puebla, el de Toluca, el pico de Tancítaro y el Volcán de Colima. Por
tradición se sabe que los volcanes de Cutzaróndiro estuvieron en
actividad algún tiempo antes del nacimiento del Jorullo; y según la
más autorizada opinión de los geólogos se cree que habiéndose
obstruido la comunicación directa de las corrientes subterráneas de
estos cráteres, fueron dirigidos a formar el citado Jorullo, que dista de
aquéllos aproximadamente 65 kilómetros.
Actualmente la actividad del volcán se ha extinguido, pues no se
le ve arrojar humo, ni cenizas, ni escorias, sino muy rara vez. Los
temblores ocasionados por él son muy raros y de ninguna
importancia, sintiéndose por lo regular al acercarse la estación de las
lluvias. Quince o veinte días antes de los primeros aguaceros se
escuchan ruidos subterráneos a inmediaciones del volcán y a veces
hasta en el propio pueblo de Ario. En los días en que la atmósfera se
halla saturada de humedad, se ve sobre la cima del volcán una
pequeña columna de vapor acuoso, a juzgar por su aspecto físico. Ésta
se forma por las corrientes cálidas que irradian constantemente del
centro de su cráter hacia afuera.

33Michoacán. Inventario de Recursos. Plan de Desarrollo. Talleres de


Central de Artes Gráficas, S. A. Río de Churubusco 291, México, 1973.

54
ARIO DE ROSALES

CÓMO ANUNCIÓ EL VOLCÁN SU NACIMIENTO. MALDICIÓN DE LOS FRAILES


CAPUCHINOS

En Ario y la Tierra Caliente corren muchas versiones respecto al


volcán del Jorullo, pero todas concuerdan en un punto que nosotros
vamos a referir con las reservas debidas.
Se asegura que algunos meses antes de la erupción,
probablemente a principios de 1759, José María Pimentel, dueño de la
Hacienda de San Pedro Jorullo, fue advertido por el administrador de
la finca, de que en la cañada de Cintumba se oían ruidos subterráneos
parecidos al de un torrente de agua, y que se sentían ligeros temblores
de tierra.
Al principio Pimentel no dio importancia a este aviso, pero
viendo que era confirmado por todos los trabajadores de la hacienda,
partió a convencerse personalmente del suceso. Al efecto, salió de
Pátzcuaro, donde residía, en los primeros días de marzo de 1759. Al
llegar a San Pedro Jorullo se trasladó en compañía de varias personas
a visitar el sitio donde se escuchaban los ruidos subterráneos, y
convencido de ello, mandó excavar aquel terreno para aprovechar el
agua que al parecer corría debajo de la costra terrestre. Cuando los
trabajadores llevaban perforados como tres metros, notaron que el
terreno estaba hueco, formando una bóveda que se cimbraba
peligrosamente. Esa circunstancia, que inspiró temores entre la gente,
motivó la suspensión de la obra; pero en los días posteriores empezó a
temblar la tierra, percibiéndose un olor de hidrógeno sulfurado, que
molestaba a los habitantes de la hacienda.
Pimentel creyó de su deber dar cuenta a las autoridades de
Pátzcuaro, las cuales comisionaron al padre Ignacio Molina —jesuita
conocido entonces por su vasta ilustración—, quien después de
inspeccionar la cañada de Cintumba, declaró que aquellos lugares
eran peligrosos, porque si los temblores continuaban podría ocurrir
una abertura volcánica, opinión que fue confirmada la noche del 29
de septiembre de aquel año, en que se registró la erupción.
Entre la gente del campo persiste la creencia hasta hoy en día, de
que la causa de este fenómeno, fue porque los frailes capuchinos que
predicaban por esos lugares a principios de 1759, irritados porque no
habían sido recibidos tumultuosamente, maldijeron los terrenos de la

55
PABLO G. MACÍAS

hacienda de San Pedro Jorullo y predijeron lo que más tarde había de


acontecer. La profecía fue pintada de una manera fantástica y
aterradora ante la ignorancia de aquellos sencillos y pacíficos
labriegos: que sus fértiles campiñas se verían destruidas por el fuego
abrasador que saldría de las entrañas de la tierra, por torbellinos de
lava candente y por horribles terremotos.

CIENTÍFICOS EXTRANJEROS EN EL JORULLO

En los siglos XVIII y XIX estaban aún en pañales los estudios


geológicos; sin embargo, la erupción del volcán del Jorullo atrajo
siempre el interés de los hombres de ciencia de todo el mundo, pese a
que apenas unos cuantos centros de investigación disponían de
recursos para emprender trabajos de esta naturaleza y a que sólo muy
contados científicos se dedicaban a ahondar en la geología moderna.
Acaso uno de los principales obstáculos para realizar un estudio a
fondo sobre el Jorullo fue el estado caótico que vivía el país en medio
de la insurgencia, la anarquía que le siguió, la agresión
norteamericana del 47, la guerra de Reforma y el segundo Imperio.
Fue hasta esta centuria cuando las instituciones nacionales
pudieron obtener los primeros frutos de la reconstrucción. El 27 de
agosto de 1906, un grupo de sabios que tomaron parte en el Congreso
Geológico celebrado en México, el propio año, visitó el volcán con
objeto de completar los estudios iniciados por el Barón de Humboldt
en 1803. Como representantes del gobierno federal encargado de
dirigir la expedición, el Presidente Díaz nombró a los ingenieros
Andrés Villafaña y Ezequiel Ordóñez; y en Morelia se incorporó a
éstos, en representación del gobierno del Estado de Michoacán, el
ingeniero Pascual Ortiz Rubio.
El grupo de geólogos estaba compuesto por las siguientes
personalidades:

1. Mr. Cadell, científico escocés que vivía en Edimburgo,


miembro del Instituto de Geología y profesor del Colegio de
Ciencias. Viajó por los Estados Unidos, África Austral y Nueva
Zelanda.

56
ARIO DE ROSALES

2. Profesor Hobson, inglés, de la Universidad de Manchester,


especialista en el estudio de las rocas cristalinas. Viajó por
Alemania, Estados Unidos y África del Sur, estudiando en
esta última el famoso Victoria Tals.
3. Profesor Eumions, norteamericano que estuvo al servicio de la
Geological Survey por cerca de 40 años. Era en esa época jefe
del departamento de Geología Económica.
4. Mr. Lawson, norteamericano, profesor de geología en la
Universidad de California; estudió la catástrofe de San
Francisco en todas sus fases y dio una brillante teoría acerca
del fenómeno. Fue periodista científico durante 15 años.
5. Mr. Osan, alemán, profesor de mineralogía y petrografía en la
Universidad de Trisburg y miembro del servicio geológico de
Texas.
6. Mr. Philippi, de Berlín, miembro de la expedición alemana que
exploró las regiones antárticas en donde hizo profundos
estudios geológicos durante dos años. Visitó también África
del Sur.
7. Mr. Janischewski, profesor del Instituto Tecnológico de
Tomsk, Siberia.
8. Mr. Michailowski, oficial ruso, demócrata y hombre de
profundos conocimientos geológicos.
9. Mr. Lawatsch, vienés, notable petrógrafo y profesor de la
Universidad de Viena.
10. Mr. Hirschfeld, berlinés, doctor en jurisprudencia de Minas.
11. Mr. Sciprio, doctorado en la misma rama del anterior.
12. Mr. Stolle, de Berlín, ingeniero de Minas.
13. Mr. Frentzel, berlinés, doctor en jurisprudencia de minas.
14. Mr. Hackman, geólogo finlandés.
15. Mr. Beergeat, alemán, petrógrafo, profesor de la Universidad
de Claustda.
16. Mr. Morris Davis, norteamericano, autor de varios libros,
entre los que se cuenta un tratado de meteorología, que en esa
época servía de texto en la Escuela Nacional de Ingenieros de
México.
17. Mr. Dorember, cónsul de Bélgica en Puebla y coleccionista de
objetos arqueológicos.

57
PABLO G. MACÍAS

18. Mr. Pezon Didion, francés, alumno de la Escuela de Minas de


Paris.
19. Mr. J. Dalnos, oficial del cuerpo de Minas de París.
20. Mr. Pinzon, ingeniero de Artes y Manufacturas de París.
21. El Conde y la Condesa de Matuchska, prusianos.
22. Ezequiel Ordóñez, ingeniero mexicano, director de la
expedición científica al volcán del Jorullo.
23. Andrés Villafaña, ingeniero de la Facultad de Ingeniería de
Guanajuato, miembro de la Sociedad Geológica Mexicana,
geólogo del Instituto de Geología de México y subdirector de
la expedición.
24. Pascual Ortiz Rubio, nicolaita, egresado de la Facultad
Nacional de Ingeniería de México, representante del gobierno
del Estado de Michoacán en la citada expedición.34

Pocos años después, como resultado de esta visita, se publicaron en


México y en el extranjero numerosos trabajos científicos sobre el
Volcán del Jorullo.

34 El ingeniero Pascual Ortiz Rubio proporcionó a la redacción del periódico


El Ensayo, de Ario de Rosales, la nómina que antecede, la cual se publicó en
el número 28 de 12 de julio de 1908, de cuyas páginas la copiamos. N. del A.
Archivo particular de Roberto Pita Cornejo. 3ª de Ahumada 46. Pátzcuaro,
Mich.

58
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO III

SEMILLA DE LA LIBERTAD
(1522-1810)

Organización política. El gobierno de Cortés. Las Audiencias. El Virreinato.


División territorial de la Provincia Michoacana. Jurisdicciones
civiles y eclesiásticas. Alcaldías Mayores. Corregimientos e
Intendencias. Ideas libertarias en Ario y la Tierra Caliente. Quiénes
las llevaron y difundieron. El Barón de Humboldt y el botánico
Aimè Bonpland. En Ario se hospedaron en casa de don José María
Silva. Los hermanos Hidalgo en Santa Clara. Párroco el uno,
sacristán el otro. Carta de Hidalgo a Morelos. El Padre Lloreda.
Contribución de los arrieros a la causa de la Independencia.

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y TERRITORIAL EN LA COLONIA

CONSUMADA LA CONQUISTA, Hernán Cortes con su carácter de capitán


general, se hizo cargo de la administración pública; pero seis años
después, por Cédula Real de 13 de diciembre de 1527, se dispuso que
el país fuera gobernado por una Audiencia, investida de facultades
jurídicas y ejecutivas. Presidió este cuerpo uno de los capitanes más
sanguinarios y feroces de que se tiene memoria en la historia de
México, el gobernador de Pánuco, Nuño Beltrán de Guzmán, y la
completaban cuatro oidores: Diego Delgadillo, Francisco de
Maldonado, Juan Ortiz de Matienzo y Alonso de Parada.
Las fechorías y corrupción de los miembros de este organismo
superaron a los desmanes de Cortés —que trataban de corregirse—,
por lo cual Carlos V nombró una segunda Audiencia que compusieron
el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, como presidente; y los
oidores licenciados Vasco de Quiroga, Francisco de Seynos, Juan de
Salmerón y Alonso Maldonado.
Despachados por la Audiencia los negocios más urgentes, se
comisionó en 1533 al oidor Quiroga para que se trasladara a
Tzintzuntzan, hablara con el gobernador indígena don Pedro

59
PABLO G. MACÍAS

Cuiniarángari, con los frailes avecindados allá —especialmente con


fray Martín de la Coruña— y los caciques de los pueblos, a fin de
encontrar la forma de sofocar la rebelión que éstos habían desatado a
raíz del asesinato del cazonci Tangáxoan II, por el execrable Nuño de
Guzmán.

"…He venido a renovar nuestra amistad y a aseguraros que su


majestad está profundamente apesadumbrado por el mal trato que
vuestra nación ha sufrido —les dijo—; podéis estar seguros de que
aquellos que sean culpables de crímenes tendrán a su debido tiempo
su justo castigo. Considero un gran honor y un privilegio el haber
sido enviado por el rey para daros esta seguridad; ciertamente que
vosotros no debéis tener sospechas de mis motivos ni dudas sobre
mis buenas intenciones, ya que yo he demostrado desde el principio
que sólo tengo amor y afecto para con la nación indígena; los
mexicanos que vienen en mi compañía pueden testificar esto y
deciros cómo miles de personas viven en la actualidad felices en
poblaciones que he edificado para ellos… Lo que hice en Santa Fe
[Santa Fe de México, donde el oidor había fundado un hospital-
pueblo como el que se proponía en Michoacán] deseo hacerlo aquí
también: el pobre se verá socorrido, el enfermo y el anciano serán
bien atendidos y los niños recibirán la debida instrucción…" 35

Fue entonces cuando don Vasco tuvo oportunidad de recorrer por


primera vez los pueblos aledaños a la Laguna de Pátzcuaro. Estuvo
además en Xácuaro (Santa Clara del Cobre),36 en Ario, en Zirahuén y
en Tirimichúndiro (Tingambato).
Ante la elocuente palabra del magistrado, la sencillez de su
persona y de su trato, la inequívoca sinceridad con que hablaba, los
chichimecas depusieron su actitud y con él empezaron una nueva y
edificante obra que todavía hoy sorprende.
La Segunda Audiencia gobernó el país hasta 1535, pues el 15 de
octubre de ese año tomó posesión el primer virrey, Antonio de
Mendoza, quien dio nueva trayectoria a la administración pública,
atenuó hasta donde fue posible los abusos de la encomienda y el

35 Enrique Cárdenas de la Peña. Vasco de Quiroga, precursor de seguridad


social. IMSS, México, 1968, p. 76.
36 Jesús Rojas Sánchez. Santa Clara del Cobre. Sin pie de imprenta. 1966.

60
ARIO DE ROSALES

militarismo, y nombró los primeros funcionarios de carácter civil,


como alcaldes mayores y corregidores.37
Xavier Tavera Alfaro, en nota número 3 a la "Introducción" del
Análisis Estadístico… de Lejarza, refiriéndose a esta época y hasta
finales de 1800, la resume así: "Existieron en la Colonia varias clases
de divisiones territoriales. La más importante fue la división
eclesiástica, dentro de la que hay que distinguir: la propiamente
dicha, que dividía y subdividía el territorio en porciones sujetas a la
jurisdicción de la jerarquía de la Iglesia; la que dividía el territorio en
las llamadas provincias de evangelización encomendadas a las
órdenes religiosas y la división judicial eclesiástica motivada por la
jurisdicción distrital de los tribunales del Santo Oficio.
"Por otra parte existió la división territorial determinada por los
distritos de jurisdicción que tuvieron las audiencias subdivididas en
gobiernos, corregimientos y alcaldías mayores que prevaleció hasta el
establecimiento de las intendencias. La primera disposición en
materia de división territorial estuvo contenida en la real cédula
expedida en Toledo el 20 de febrero de 1534, ejecutada el 30 de junio
de 1535, en la que se ordenaba el establecimiento de cuatro provincias
o mitras, siendo una de ellas la de Michoacán, dándole a cada una,
una extensión territorial de quince leguas a la redonda de la cabecera
diocesana.
"A pesar de esta disposición los obispos abarcaron extensiones
que sobrepasaron con mucho lo dispuesto en el ordenamiento. Esta
elasticidad estuvo condicionada por los límites políticos que tuvieron
las localidades coloniales, límites que aun hoy no pueden
comprenderse con precisión… Las fuentes de esta antigua división
territorial, como la llamó Humboldt, son fundamentalmente dos: una,
la aceptación por parte de los conquistadores de algunas de las
entidades precortesianas, la otra, la peculiar manera que se usó para
llevar a cabo la penetración militar. Así, los pobladores hicieron suya
la antigua división y límites del reino de Michoacán, y al establecer

37Al final de la obra, como Apéndice núm. 1, se publica la lista de los Alcaldes
Mayores, Corregidores e Intendentes que tuvo Michoacán desde 1580,
cuando se trasladó la sede episcopal de Pátzcuaro a Valladolid, hasta la
consumación de la Independencia, en 1821. N. del A.

61
PABLO G. MACÍAS

bastiones contra los chichimecas38 y realizar penetraciones en el


territorio ocupado por éstos fueron ensanchándose los límites de la
primitiva división.
"Así se siguió diferenciando en el mapa colonial, con el carácter
de provincia, el territorio del llamado reino de Michoacán con los
límites anteriores a la conquista, más los agregados hechos al
expandirse la acción de los conquistadores y pobladores. De esta
manera, la provincia y con ella su obispado, se desplegó en una
enorme extensión territorial, que al iniciarse el siglo XVII abarcaba
una mínima parte del actual Tamaulipas, las actuales entidades de
Guanajuato y San Luis Potosí, parte de Jalisco, de Zacatecas, de
Querétaro, de Guerrero y el Michoacán actual, pues Colima, que le
había pertenecido en el siglo XVI, era para entonces una provincia
mayor de la Audiencia de Nueva Galicia.
"Dentro de este territorio funcionaron las alcaldías mayores y
corregimientos no tributarios que sumaron nueve durante el siglo
XVI, y las alcaldías mayores y corregimientos tributarios que sumaron
cuarenta en el mismo lapso de tiempo. En el siglo XVI el número de
las primitivas encomiendas llegaba a cuarenta… Existía un
corregimiento en la villa de Charo y 26 alcaldías mayores. Esta
división subsistió hasta 1787 en que se establecieron las intendencias.
Por entonces las alcaldías mayores se subdividían en partidos y
tenientazgos. Las más pequeñas de las jurisdicciones regionales,
reducidas a los términos de una ciudad, villa o pueblo eran los
municipios regidos por un ayuntamiento. Este lo integraban dos
alcaldes ordinarios que fungían como presidentes, los que, al igual
que el procurador síndico, eran elegidos por los regidores; éstos,
como el alférez real y el escribano de cabildo, compraban en subasta
pública los cargos, que llegaron a ser vitalicios y aun hereditarios. Por
otra parte, existían las repúblicas o gobiernos de indios, que eran en

38 Tavera Alfaro indudablemente se refiere a los chichimecas bárbaros que


durante su inmigración y asentamiento en el Occidente de México, quedaron
dispersos en distintos puntos de los ahora Estados de Sinaloa, Nayarit,
Jalisco y Guanajuato. Desde luego, estos chichimecas eran mucho menos
civilizados que sus parientes los chichimecas michoacanos, descendientes de
Hireti-Ticátame, poseedores ya de una apreciable cultura. N. de P. G. M.

62
ARIO DE ROSALES

su mayor parte antiguos señoríos indígenas o sus residuos. En la


primera mitad del siglo XVIII eran 59 los organismos de esta
naturaleza que existían en la provincia mayor de Michoacán.
"Al establecerse las intendencias la provincia mayor de
Michoacán quedó fragmentada, no así el obispado que, salvo algunos
arreglos en sus límites, quedó circunscrito casi a sus antiguos
confines. La intendencia de Valladolid de Michoacán quedó con unos
límites muy cercanos a los que actualmente tiene el Estado. El distrito
de las intendencias fue el de las jurisdicciones que desde 1770
señalaron a las alcaldías mayores y corregimientos el superintendente
de la Real Casa de Moneda y el contador general interino de los
Reales Tributos, por lo que Michoacán tuvo, entre esa fecha y la
erección de la intendencia, tres alcaldes corregidores que fueron Juan
Sevillano, Policarpo Crisóstomo Dávila y Juan Antonio Riaño, poco
antes de ser nombrado el primer intendente". 39
Igual que el cazonci, Carlos V era monarca absoluto, con la
diferencia de que aquél se preocupaba por el bienestar de sus
gobernados; y éste, que había pasado a ser el dueño de las riquezas de
los chichimecas, los explotaba en forma inicua y no les daba a cambio,
por lo menos durante las primeras décadas después de la ocupación,
ningún servicio asistencial.
Las autoridades tenían como uno de sus oficios principales
recaudar las contribuciones. Pesaban sobre los habitantes indios,
gente de color y mestizos, crecidos impuestos para el real tesoro, el
granero del rey, el sostenimiento de hospitales, construcción de
iglesias y obras públicas, aparte de los diezmos y primicias.
La alcabala era una contribución que se cobraba por el tránsito de
mercancías de un lugar a otro. El gobierno se reservaba la venta de
algunos artículos como el azogue, indispensable en el laboreo de las
minas; el tabaco, la pólvora, los naipes, las pieles curtidas, la nieve y
otros muchos efectos que los productores tenían que entregar
forzosamente al Estado, para que sus agentes los vendieran al público.
Las alcabalas, los estancos y los monopolios fueron, por tanto, los
enemigos principales del progreso económico de la Nueva España.

39Notas al Análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1822.


Segunda Edición, Fimax Publicistas, pp. 201 y 203. Morelia, 1974.

63
PABLO G. MACÍAS

Había una contribución llamada media annata consistente en la


venta que hacía el gobierno de los puestos públicos, muchas veces al
mejor postor; por lo cual, una vez adquirido el empleo, el propietario
se dedicaba a sacarle la mayor ventaja, con mengua de la justicia y de
los intereses de la comunidad.
La contribución de lanzas era aquella que pagaban quienes
poseían títulos nobiliarios, pues con ella, como en la Edad Media, se
quería simbolizar la obligación del noble de concurrir con hombres y
otros recursos en servicio del rey, cuando éste lo solicitaba.
Otra forma de comercio que producía pingües utilidades, era la
venta de bulas. Eran éstas los permisos otorgados por el Papa a
quienes las compraban, como —por ejemplo— comer carne los días de
vigilia, ganar indulgencias, recibir una bendición a la hora de la
muerte o cualquier otro beneficio espiritual. No sólo el pueblo, sino la
propia clase dominante, era víctima de este tributo, pues fácil es
suponer que quien no adquiriera dichas bulas quedaba sujeto a
molestas censuras y se hacía sospechoso de herejía. Se exigía también
una contribución llamada de la Santa Cruzada, para sostener las
guerras que el Papa y los principales cristianos hacían a los "infieles".
Con el transcurso de los años y como consecuencia de las
gestiones que hicieron algunos frailes y uno que otro gobernante, en
favor de los súbditos de América, el soberano español dictó diversas
disposiciones para refrenar abusos y corregir errores, las cuales se
conocen con el nombre de Leyes de Indias. Estos documentos se
consideran una expresión de la justicia de los monarcas, pero la
verdad es que las Leyes de Indias nunca se cumplieron. Como casi
todas venían a reprimir las arbitrariedades que los españoles
cometían en contra de los indios, y esto afectaba a la clase
explotadora, tales mandatos no eran obedecidos casi nunca.
Don Vasco de Quiroga, quien con justicia se hizo acreedor al
título de padre de los indios michoacanos, considerado como uno de
los grandes protectores de la raza indígena, casi un santo, fue con
todo, denunciado por el fraile franciscano Maturino Gilberti, coautor
de graves atropellos cometidos en perjuicio de los naturales, en un
escrito que no llegó a manos del rey por haberlo interceptado la
Inquisición, y que contenía diecisiete capítulos de cargos de los cuales
basta conocer estos tres:

64
ARIO DE ROSALES

"…Primeramente que todos los pueblos deste obispado de


Michoacán, so especie del edificio de la iglesia catedral que nunca
tendrá fin, son vejados muy malamente, siendo compelidos a que
vayan a la dicha obra, de veinte y de quince leguas con su comida y
hijos a cuestas y las herramientas con que han de trabajar y labrar, y
si alguno da herramienta es tal o cual y generalmente sin ser
pagados, y los ocupa en otras obras impertinentes a la dicha obra,
como es el hacer o reparar las casas y corrales de los españoles…
"Item, que los indios por no venir de tan lejos y redimir su vejación,
han dado gran cantidad de dinero para la fabricación, y sobre esto
los tiene cada día presos y molestados hasta el día de hoy, en especial
los indios de Tzintzuntzan, y se han muerto algunos indios en la
cárcel, sin los que se han muerto en la misma obra, que son muchos.
"Item, que los indios naturales deste obispado de Michoacán reciben
del obispo y de su provisor, muy notables agravios y vejaciones,
porque por muy leves cosas los prenden y los molestan largo tiempo
en la cárcel, y después pagan mucho carcelaje, y después los
penitencian públicamente con crudelísimos azotes y los tienen de
cabeza en el cepo muchos días, fuera de todo derecho, y después los
penitencian con pena pecuniaria sobre los azotes, y después los
condenan por seis o más o menos meses a la obra de la iglesia, por
donde sus mujeres y hijos padecen muy gran detrimento…40

Al transcribir los párrafos anteriores tomados de la obra clásica del


historiador Castillo Ledón, no podemos pasar por alto algunos datos
sobre la personalidad del acusador y las circunstancias en que
probablemente ocurrieron los hechos: fray Maturino Gilberti nació en
1498 en Francia, y murió en 1585 en Tzintzuntzan. Ingresó en la
orden franciscana en la provincia de Aquitania, "oyó artes y teología"
en la Universidad de Tolosa, y vino a la Nueva España en 1531.
Declaró él mismo "haber desprendido siete lenguas de los indios" y
escrito y ordenado en ellas "muchos y muy útiles tratados", entre los
cuales figuran: Arte de la lengua de Michuácan, Thesauro espiritual
en lengua de Michuácan, Diálogo de doctrina Christiana en lengua
de Michuácan y Vocabulario en lengua castellana y michuacana. Se

40Luis Castillo Ledón. Hidalgo. La vida del héroe, t. I. "Introducción". pp.


XI y XII. Talleres Gráficos de la Nación. México, 1948.

65
PABLO G. MACÍAS

le ha citado también, como uno de los posibles autores de la famosa


Relación… de Michoacán.
El Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de
México. Ed. de 1964 p. 607, dice de fray Maturino: "…Enredóse en
acres pleitos con los obispos Quiroga y Morales y su clero secular, y en
ese ambiente fue procesado, sin sentencia definitiva, por la
Inquisición a causa de uno de sus libros. Pretendió tener visiones del
cielo sobre el próximo fin del mundo y la imposible salvación de
algunos si no se metían a frailes…"
El obispo Quiroga tuvo, en efecto, problemas no sólo con
encomenderos y frailes, no precisamente por lo que lo acusaba el
políglota, sino por causas más reales como eran los "golpes" al tubo
digestivo. Al final del capítulo VI de Pátzcuaro,41 escribimos
textualmente: "…Para que se confirme aquella regla de que en este
mundo a veces el más justo es el más atacado", añadiremos:

"1. En los primeros decenios de la colonización española no


pudieron precisarse con exactitud los límites de las diócesis. Don
Vasco de Quiroga tuvo que disputar por esta causa, con el arzobispo
de México y el obispo de Nueva Galicia. A este conflicto se le llamó el
'pleito grande'.
"2. Los encomenderos acusaron al obispo de Michoacán de que
sólo les cobraba diezmos y no les proporcionaba ningún servicio
religioso ni educativo.
"3. Los frailes franciscanos y agustinos se indispusieron con él
'porque el prelado se proponía colocar en los mejores pueblos a los
sacerdotes bilingües egresados del colegio de San Nicolás'.
"4. El virrey se distanció del antiguo oidor, porque éste, ya
obispo y radicado en Pátzcuaro, se negó a cambiar su sede a
Valladolid; y
"5. Para colmo, hasta una buena parte de los indios se
mantuvieron inconformes durante muchos años, porque el insigne
obispo trasladó su catedral fuera de Tzintzuntzan".

¿No sería por este tiempo cuando Gilberti formuló su acusación


contra el primer obispo de Michoacán?.

41 Pablo G. Macías, Pátzcuaro. Monografías Municipales. Gobierno del


Estado de Michoacán, p. 149, México, 1978.

66
ARIO DE ROSALES

Castillo Ledón comete el error de no precisar la fecha del escrito


acusatorio, dando lugar con ello a que en vez del señor Quiroga —que
falleció en 1565—el acusado pudiera ser su sucesor don Antonio Ruiz
de Morales, pues Gilberti dejó de existir hasta 1585, según llevamos
dicho.
Hemos hecho esta digresión por dos razones: la primera porque
se trata de un suceso histórico poco conocido; y la segunda, porque
aunque el contenido del pliego oscureciera un tanto la brillante
ejecutoria del "padre de los indios michoacanos", en nada
desmerecería su grandiosa personalidad.
La concentración del poder y la riqueza en una minoría integrada
por los europeos y el clero, la miseria del pueblo sojuzgado e
ignorante y la agitación intelectual provocada por la Revolución
Francesa y las nuevas tendencias filosóficas y económicas de los
pensadores modernos, que enfrentaban criollos y mestizos ilustrados
de nuestro país, quienes hablaban ya sin ambages de la democracia y
la libertad, era el panorama que ofrecía la Nueva España en la
primera década del siglo pasado. Visto de conjunto todo, puede
afirmarse por lo que respecta a Michoacán, que el descubrimiento, la
conquista y la colonización no constituyen sino tres etapas de un
mismo movimiento.
La primera corresponde a la conquista y a las consecuencias
inmediatas de la ocupación militar, que comprende la caída del
Imperio chichimeca y la sumisión de Tzintzuntzan, su capital; la
prisión, tortura y muerte del cazonci; el gobierno de Cortés y de sus
agentes hasta la llegada de las Audiencias y la formación de un
sistema regular de instituciones, que toma forma definitiva en el
virreinato: 1521-1535.
La segunda es la expansión, la consolidación, el crecimiento y el
apogeo del régimen colonial, que abarca todo el siglo XVI y parte del
XVII hasta que se detiene el impulso de descubrimientos, conquistas,
fundaciones y misiones.
Y la tercera, el estancamiento y decadencia no sólo en Michoacán,
sino en todo el país, en la cual las formas de gobierno y el movimiento
social, económico y constructivo presentan los síntomas de la crisis
que, al fin, estalla en la Revolución de 1810.

67
PABLO G. MACÍAS

LAS IDEAS LIBERTADORAS EN ARIO Y LA TIERRA CALIENTE

¿Cómo es que en los primeros años del siglo XIX germinaron las ideas
libertadoras en la zona de Ario y la Tierra Caliente de Michoacán? No
existen estadísticas ni documentos que comprueben la presencia de
hombres más o menos cultos en aquellas comarcas. Muy pocos
europeos, regular número de criollos y mestizos y casi ningún
indígena poseían más instrucción que la proporcionada por los
escasos establecimientos clericales. La gran mayoría de los habitantes
satisfecha estaba con "saber leer, escribir, contar, negociar y rezar",
según elocuente frase de la época.
Sin embargo, sorprende que hasta esos apartados lugares —con
deficientes caminos y peores medios de transporte— había llegado la
efervescencia revolucionaria que agitaba a México, Valladolid,
Querétaro y San Miguel el Grande, centros visibles de conspiración,
así como el descontento entre gachupines y americanos.
Aparte del Barón Alejandro de Humboldt y de su amigo, el
botánico Aimè Bonpland, que estuvieron en 1803 en Pátzcuaro y en
Ario, de paso para el Jorullo, no se tiene memoria de que en ese
tiempo otros viajeros notables hubiesen llevado a dichas latitudes las
luces de la Ilustración. En Ario, Humboldt y su compañero se
hospedaron en casa de don José María Silva, próspero comerciante de
la localidad, relacionado con hombres de letras de Valladolid,
respetado por su saber y filantropía. Silva acompañó a sus huéspedes
al volcán del Jorullo, proporcionó a éstos datos e informaciones
regionales de mucho interés para que pudieran completar sus
estudios, lo cual motivó para él una sincera gratitud de aquellos
hombres de ciencia.
Nos parece lógico pensar que Humboldt y Bonpland, sobre todo
el primero —espíritu despierto a las modernas inquietudes filosóficas
y sociales—, hablara a Silva de los efectos inmediatos de la Revolución
Francesa, que él acababa de presenciar en Europa; y que lo alertara
sobre el inminente fin de los gobiernos despóticos y corrompidos,
como el de España. Veinte años contaba cuando las llamas de la
Revolución iluminaron el mundo. Las ideas de igualdad, libertad y
fraternidad ejercieron una profunda influencia sobre Humboldt y su
hermano Guillermo —afirma uno de sus biógrafos—, ya que éstas

68
ARIO DE ROSALES

coincidían plenamente con su concepción humanística de la ciencia.


Su hermano marchó inmediatamente a París y Alejandro profesó toda
su vida los ideales de 1789 y trató siempre de actuar de acuerdo con
ellos.
Después de Humboldt, otros sembradores habían andado
también por el sureste de Michoacán. Los hechos nos hacen suponer
que entre éstos estaban el propio libertador Miguel Hidalgo y Costilla,
su hermano José Joaquín, don Manuel de la Torre Lloreda y el cura
de Churumuco, Tamácuaro de la Huacana, Nocupétaro y Carácuaro,
José María Morelos y Pavón, quienes plantaron por primera vez la
semilla de la Independencia en la conciencia de aquella gente
batalladora.
Vale la pena examinar el caso porque ello clarificaría la conducta
de los arienses, siempre patriota y apasionada por la libertad,
conducta que se significó por un denodado espíritu insurgente, aun a
costa de la sangre de cientos de sus hijos y dos veces el incendio de su
pueblo.
Que estas cuatro personas estaban en íntima relación desde a
fines del siglo XVIII, no hay duda, multitud de documentos históricos
de sobra conocidos lo comprueban. Morelos fue discípulo de Hidalgo
cuando éste fue rector del Colegio de San Nicolás Obispo; por él
conoció los principios constitucionales que más tarde plasmó en los
"Sentimientos de la Nación" y de él recibió, también, el tratamiento
de "querido discípulo y amigo", como se verá en esta carta:

"Dolores, septiembre 4 de 1810.


Señor don José María Morelos
Querido discípulo y amigo:

Tuve noticias del centro; se me dice que el 29 del venidero octubre es


el día señalado para la celebración del Gran Jubileo que tanto
ansiamos todos los americanos. Como aun puse en duda tan buena
nueva emprendí viaje a Querétaro y nuestro señor Corregidor me
confirmó la noticia lleno de gusto así como doña Josefa. Por lo tanto y
según lo que hablamos en nuestra entrevista de fines de julio, me
apresuro a noticiárselo y espero que usted procurará por su parte que
en dicho día 29 de octubre se celebre con toda pompa y con el objeto

69
PABLO G. MACÍAS

que simultáneamente sea en todo el Anáhuac, tenga verificativo, y que


con tiempo vea a sus más devotos feligreses, a fin de que tomen parte.
Yo procuraré tener a usted al tanto de todo lo que ocurra y mi
notario don Tiburcio está encargado de recibir noticias y contestar en
caso urgente.
Don Ignacio lo saluda a usted lo mismo que el licenciado y tienen
idea de que usted ha de sobresalir en esta función y desean llegue el
día señalado que le repito 29 de octubre.
El padre Mariano Matamoros estuvo a verme y también se fue
entusiasmado y a disponerse para esa gran función.
Por hoy no le digo más; deseo que pronto nos veamos.
Su maestro y amigo que lo aprecia y besa su mano.

Miguel Hidalgo".42
(Rúbrica).

Con toda claridad —pese al disfraz que se le puso—, [anuncia] Hidalgo


a Morelos que el gran jubileo se efectuará el 29 de octubre de 1810
(fecha que se había acordado primeramente por los conspiradores,
para iniciar la revolución de Independencia); que con tiempo vea a
sus más devotos feligreses (partidarios de la causa) para que tomen
parte; que se tiene la certeza de que él ha de sobresalir en esta
función, en la que también colaborará el cura Mariano Matamoros.
Pero lo más importante para el objeto de nuestro trabajo, es que el
señor Hidalgo habla de una entrevista tenida con su discípulo a fines
de julio de ese año, lo cual prueba que los dos hombres estaban en
convivencia, comprometidos para luchar por la libertad de nuestro
país, y que se veían con más o menos regularidad.
Por otra parte, los doctores José María Cos y José Sixto Verduzco
(este apellido aparece escrito en los documentos indistintamente con
B o V) —el primero, miembro del Congreso de Chilpancingo y uno de
los cerebros de la revolución de la Independencia por su clarísimo
talento; y el segundo, vocal de la Soberana Junta Nacional de
Zitácuaro presidente del citado Congreso—, fueron también colegas

42Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía.


Morelos. Documentos inéditos y poco conocidos. México, 1927, 3 vols.

70
ARIO DE ROSALES

de Morelos. Él y Cos recibieron del obispo de Michoacán, fray Antonio


de San Miguel, en un mismo acto celebrado en el oratorio del palacio
episcopal de Valladolid el 19 de diciembre de 1795, las órdenes del
sacro subdiaconado y del diaconado respectivamente;43 y en otra
ceremonia igual, en el propio sitio y presidida por el mismo prelado,
Morelos y Verduzco obtuvieron las órdenes mayores, el día 21 de
diciembre de 1797.44
Es muy natural que en los colegios y en otras sociedades o
agrupaciones los individuos afines en carácter, actividades, ideas,
gustos y costumbres sus relaciones sean más estrechas que con otros;
que se busquen, aconsejen y ayuden en sus problemas. Cos y
Verduzco, dos grandes héroes de la Independencia nacional, fueron
acaso, por esta sola circunstancia, amigos del "Siervo de la Nación"
desde muchos años antes del Grito de Dolores.
Por tanto, nos inclinamos a pensar, si Morelos estaba imbuido de
las ideas de Hidalgo, su maestro y amigo, a quien respetaba por su
sabiduría, y con él existieron contactos personales y por escrito desde
antes de finalizar el siglo XVIII, y cultivaba relaciones amistosas con
Verduzco y Cos, ¿no sería lógico que el cura de Carácuaro difundiera
sus ideas sociales y políticas entre su feligresía de la Tierra Caliente y
despertara en ella un deseo apasionado por la libertad, como lo
demostraron siempre los habitantes de Ario, Puruarán, Carácuaro,
Taretan, Tacámbaro y Santa Clara del Cobre, entre otros?.
Es válida la versión de los campesinos "viejos" de Churumuco y
La Huacana —que nosotros recogimos durante nuestras giras de
investigación por la comarca— en el sentido de que durante sus
conversaciones con el cura Morelos trataba de persuadir a los
naturales de la importancia de poseer la tierra, tesoro que debían
defender de los extraños aun al precio de la vida.
Aunque en rigor Morelos no podía reputarse campesino (nació en
Valladolid, hijo de un obrero, Manuel Morelos y de la hija de un

43 Antonio Arriaga. Morelos. Documentos. p. 53. Edición del Gobierno del


Estado de Michoacán, Morelia, 1965.
44 Ut. Supra. pp. 65 y 66.

71
PABLO G. MACÍAS

maestro de escuela, Juan María Pérez Pavón)45 sus once años que
vivió de labrador en la hacienda de Tahuejo al lado de gente sencilla y
humilde del campo, infundieron en él su amor por la tierra, "único
bien que, como una madre, nos proporciona la vida, alimento y
comodidad".
El respetable escritor Romero Flores pretende que el "Siervo de la
Nación" no tuvo ningún contacto con los conspiradores de Valladolid,
ni de Querétaro; que no hizo preparativo alguno para un
levantamiento, y que "si bien era conocido del señor Hidalgo en los
dos primeros años de sus estudios en el colegio de San Nicolás, nada
nos hace suponer que estuviera en comunicación con una persona a
quien no veía ni trataba desde hacía ya 18 años";46 que su decisión de
participar en la lucha fue un "acto espontáneo, súbito", en el que no
concurrieron más estímulos que un sentimiento de generosidad
extraordinario.

"…Ya un historiador47 nos ha dicho —asienta textualmente— y no


será por demás recordarlo, que la noticia de la insurrección
verificada en el pueblo de Dolores la tuvo el señor cura Morelos casi
a mediados de octubre, por don Rafael Guedea, que viniendo de
Tacámbaro para la costa, llegó a Nocupétaro.
—"Y qué vientos trajeron a don Rafael por aquí? —dijo el cura que se
encontraba recostado en una hamaca rezando en su breviario,
cuando, apeándose de su cabalgadura un sujeto de correctas
maneras y porte a la usanza de los hacendados de la costa, llegaba al
portal en donde Morelos se encontraba.

45 El Ing. José R. Benítez, autor del documentado libro Morelos. Su casta y


su casa en Valladolid. (Ed. del Gobierno del Estado de Michoacán. Morelia,
1964) afirma en la página 65 "que fue el Caudillo el primero en escribir su
apellido materno con v como siguió escribiéndose en adelante y que también
fue el primero en suprimir el patronímico Pérez, que no volvió a ser usado
por ninguno de los familiares después de la muerte de doña Juan María
Pérez Pavón". N. del A.
46 Jesús Romero Flores, Historia de Michoacán, Edición del gobierno del

Estado de Michoacán, pp. 251 y 252. Morelia, 1962.


47 Romero Flores se refiere al general Vicente Riva Palacio que copia de

Alamán el diálogo entre Morelos y Rafael Guedea, propietario de la hacienda


de Guadalupe.

72
ARIO DE ROSALES

—Vengo de dar una vuelta por Tacámbaro y quiero que su merced


me dé posada esta noche.
—Con todo gusto —contestó el cura. ¿Y qué tiene de nuevo por esos
rumbos?
—¡Cómo…! ¿Aún no sabe su merced las novedades? Se dice que el
señor cura Hidalgo se ha levantado en contra de los españoles, que
tomó Guanajuato y viene con un mundo de ejército sobre Valladolid.
"Y continuaron una larga conversación por la noche. Al día siguiente
Guedea continuó su camino, y el cura, sin anunciar a nadie su
determinación, ordenó a Gregorio Zapién, su topil, que fuera a
Yanintzio y le pidiera prestado a su nombre a doña Guadalupe,
medio almud de dinero.
"Entre tanto el mozo o alguacil volvía con el dinero, comisión en la
que demoraría unas tres horas, el señor cura tuvo una larga
conferencia con don Mariano Melchor de los Reyes, gobernador de la
comunidad de indígenas y con su ama de llaves doña Brígida
Almonte,48 sobrina del gobernador.
"Cuando regresó Zapién, el cura montó en su caballo y salió rumbo al
Platanar y pasando por la Cañada de San Diego Balcones llegó a
Indaparapeo, en donde recibió del señor Hidalgo la comisión de
insurreccionar todo el sur…"49

Faltó, por lo visto, mejor investigación al historiador Romero Flores.


Si antes de escribir hubiera conocido y leído bien la carta de Hidalgo a
Morelos fechada el 4 de septiembre de 1810 —que reproducimos
antes— no habría malinterpretado a Riva Palacio cuando éste dice que
Morelos tuvo conocimiento de la insurrección en el pueblo de Dolores
"casi a mediados de octubre".
En efecto, para el cura de Carácuaro (a muchos kilómetros de
distancia de Dolores, sin correo expedito ni medios rápidos de
comunicación) la noticia de que se había anticipado el levantamiento
fue una sorpresa bien grande, pues el señor Hidalgo repite tres veces
en su breve carta, que el "gran jubileo" principiará el 29 de octubre de
1810; no el 16 de septiembre en que tuvo lugar. Y una cosa es no tener

48 Esta Brígida Almonte fue madre de Juan Nepomuceno Almonte, hijo


natural del héroe de Cuautla, más tarde diplomático y general del Ejército
Mexicano, partidario de la monarquía.
49 Romero Flores, Ut. Supra,p. 252.

73
PABLO G. MACÍAS

conocimiento de que la sublevación se hubiese anticipado, y otra, muy


distinta, que el "Siervo de la Nación" ignorara las medidas que los
conspiradores de Valladolid, Querétaro y San Miguel el Grande
venían tomando desde 1809, para emancipar el país.
En Indaparapeo el ex rector del Colegio de San Nicolás entregó a
Morelos el siguiente nombramiento:

"Por el presente, comisiono en toda forma a mi lugarteniente el Br.


D. José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del
sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones
verbales que le he comunicado".

Estas instrucciones verbales, que don Lucas Alamán da a conocer,50


fueron "que en todos los lugares por donde pasara se encargara del
gobierno y recogiera las armas, dejando aquél en la persona que lo
obtuviese, no siendo europeo, bajo las seguridades que le pareciese, y
siéndolo, nombrase otro; que aprehendiese a todos los europeos y los
remitiese a la intendencia más inmediata, embargando sus bienes
para pago de las tropas que levantase. El destino final de los europeos
había de ser el que dándoles lugar a los casados para que se reuniesen
con sus familias, marchasen a su tierra o a una isla que el mismo
Hidalgo había de señalar. Diole también el encargo de tomar la plaza
y puerto de Acapulco, siendo éste el principal objeto de la comisión de
que iba encargado".
Después de su entrevista con Hidalgo y de regreso en la Tierra
Caliente, Morelos nombró su secretario a Félix Hernández y a su topil
Gregorio Zapién lo hizo su asistente. Con otros catorce hombres
reclutados en Nocupétaro, salió a cumplir la misión que más tarde lo
llenaría de gloria. Esos hombres eran Vicente Guzmán, Gregorio
Velázquez, Francisco Zamarripa, Benito Melchor de los Reyes, Roque
Anselmo, Francisco Cándido, Marcelino González, Ramón de los
Santos, Francisco Espinosa, José Concepción Paz, Máximo Melchor
de los Reyes, Andrés González, Teodoro Gamero y Bernardo Arreola.

50Historia de México, t. 2 p. 317. Imprenta de José Mariano Lara. Calle de la


Palma 4. México, 1850.

74
ARIO DE ROSALES

Con esta pequeña fuerza que fue el principio de sus campañas, tomó
el rumbo de Zacatula a cumplir con su heroico destino.

LOS HERMANOS HIDALGO EN SANTA CLARA DEL COBRE

José Joaquín Hidalgo y Costilla, primogénito del matrimonio entre


Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga, después de profesar
por varios años el magisterio en el Colegio de San Nicolás y de servir
los curatos de San Miguel el Grande y de Coeneo, tomó posesión el 20
de enero de 1788 de la parroquia de Santa Clara del Cobre, donde
permaneció casi siete años, hasta el 14 de febrero de 1794, según
consta en los archivos de la notaría parroquial de aquel lugar.
Su hermano Miguel, dos años menor, fue designado sacristán
mayor del referido pueblo de Santa Clara, no se conoce exactamente
en qué fecha, pero en el año de 1791 ya disfrutaba ese beneficio, como
se aprecia en el siguiente documento citado por el historiador Antonio
Arriaga, director del Museo Nacional de Historia del Castillo de
Chapultepec, en el prólogo que escribió para una monografía de Villa
de Escalante:

"El bachiller don Miguel Hidalgo y Costilla, sacristán del pueblo de


Santa Clara de los Cobres, catedrático de Prima Sagrada Teología,
rector y colegial de oposición en el R. y Primitivo Colegio de San
Nicolás Obispo por el muy ilustre, venerable S. Dean y Cabildo de la
Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de Valladolid…"

Este documento, de puño y letra del señor Hidalgo, fechado el 28 de


julio de 1791, certifica que Isidro Huarte (hermano de doña Ana
Huarte, esposa de Agustín de Iturbide, y que fue el constructor del
acueducto de la hoy ciudad de Morelia) estudió con Hidalgo dos
cursos de teología. El futuro padre de la patria no vivió, ciertamente,
en Santa Clara de los Cobres, pero disfrutó el título de sacristán que
era un beneficio que la iglesia concedía a determinadas personas con
objeto de que pudieran percibir los pequeños emolumentos anexos al
citado cargo, aun cuando éste no se desempeñara materialmente. Sin
embargo, Hidalgo iba con mucha frecuencia a Santa Clara, viajes que

75
PABLO G. MACÍAS

aprovechaba para saludar y cambiar impresiones con su hermano


José Joaquín.

"…Si consideramos los méritos que el señor cura don Miguel Hidalgo
tenía como hombre de talento y los servicios eminentes que había
prestado al clero michoacano, encontramos la razón de que se le
hubiera premiado con la dignidad ya mencionada —expresa
textualmente Jesús Rojas Sánchez—. Con este motivo Santa Clara
tuvo la honra de que el padre de la patria lo visitase muchas veces y
no resulta aventurado pensar que en varias ocasiones, aunque haya
sido en forma muy velada, dejara escapar de sus labios la crítica
hacia los españoles y las ideas de libertad que, como un hecho
histórico comprobados, sabemos que siempre bulleron en su
cerebro…
"Cuando se tuvo la noticia del levantamiento del cura de Carácuaro
don José María Morelos y Pavón, secundando a Hidalgo, los
habitantes de Santa Clara, Ario, La Huacana, Tacámbaro y toda la
Tierra Caliente, se marcharon a engrosar sus filas; si bien que a
algunos el generalísimos los volvió a sus lugares de origen para que
cultivaran la tierra y dieran de alimentar a las tropas…" 51

Aunque no hay prueba escrita, porque los archivos tanto de la


parroquia como del Ayuntamiento de Ario fueron incendiados dos
veces durante la guerra de Independencia, no está fuera de sentido
suponer que los hermanos Hidalgo, con el carácter que ostentaban y
firmes en sus propósitos de liberación, hubieran andado también por
la zona de Santiago Ario propagando al mismo tiempo que la fe
religiosa, la doctrina de la liberación.

DON MANUEL DE LA TORRE LLOREDA

El sacerdote Manuel de la Torre Lloreda nació en Pátzcuaro el 6 de


junio de 1777. Fueron sus padres Francisco Justo de la Torre y Rosa
María Palacio. Cambió su segundo apellido por el de su padrastro
Francisco Lloreda, con quien casó la autora de sus días en segundas

51 Ut Supra, pp. 19 y 20.

76
ARIO DE ROSALES

nupcias al quedar viuda, cuando apenas contaba Manuel dos años de


edad. Su formación literaria la hizo en el tridentino seminario de
Valladolid y en la Universidad de México, y, si bien parece no haber
estado por mucho tiempo en las aulas del Colegio de San Nicolás, sí
tuvo amistad con el rector Hidalgo y se solidarizó desde un principio
con las ideas reformadoras de éste.

"…Como todo buen mexicano —dice de él Rojas Sánchez, a quien ya


hemos citado varias veces—, ambicionaba una patria libre
aprovechando la fama de que disfrutaba como hombre de ciencia, a
cada momento lograba convencer a miembros de todas las clases
sociales para que secundaran el movimiento iniciado por el señor
Hidalgo. Además, el padre Lloreda había cultivado una amistad muy
estrecha con el cura de Dolores del que había sido discípulo cuando
aquél ocupó la rectoría del Colegio de San Nicolás. Amante de la
libertad como ya se ha dicho, con mucha anticipación al movimiento
libertario sostuvo con él correspondencia epistolar en la que
planeaban, entre ambos, todo lo relativo a la preparación de la causa
que bullía con fuerza en los cerebros privilegiados de aquellos
hombres que han dejado tan honda huella a su paso por ese plantel
educativo que ha sido honra y prez, no sólo de Michoacán, sino de
México entero".52

De la Torre Lloreda fue nombrado párroco de Santa Clara del Cobre el


año de 1808, pero sus inquietudes revolucionarias lo hicieron
sospechoso al descubrirse la conspiración de Valladolid, a tal extremo
que en vísperas del Grito de Dolores fue aprehendido en su casa de
Pátzcuaro y escoltado por 50 dragones, como si hubiera sido un
criminal, fue conducido a Valladolid y encarcelado primero en el
convento del Carmen, y después en el de San Diego, donde
permaneció hasta que el arzobispo Lizana y Beaumont ordenó su
libertad.

"Durante el tiempo de su cautiverio —añade Rojas— fue víctima de


toda clase de vejaciones por parte del gobierno español, amén de que
contrajo enfermedades que pusieron en peligro su vida. Pero esta
prueba fortaleció su espíritu, de suyo ya fuerte, y atizó la hoguera de

52 Ut Supra, p. 19.

77
PABLO G. MACÍAS

amor a la causa libertaria, convirtiéndose en colaborador activo de


los insurgentes para quienes su pluma hábil, elegante y fecunda en el
conocimiento de las ciencias humanas, fue de una utilidad
incalculable".

En mayo de 1812, De la Torre pudo ocupar nuevamente su curato de


Santa Clara, ayudando a la causa de la libertad por medio de su
feligresía.
Igual, pues, que los hermanos Hidalgo y el cura Morelos, bien
pudo ser este insigne sacerdote desde su curato, un activo propagador
de la Independencia en medio ya de la lucha revolucionaria, pues no
se explica de otra manera que los habitantes de Santa Clara y de Ario
—sobre todo estos últimos— y los de la Tierra Caliente, hayan
combatido con tanto patriotismo, denuedo y valentía a los realistas.

LA ARRIERÍA

Para completar la serie de factores que sin duda influyeron en la


penetración de los ideales de independencia en la región de Ario y la
Tierra Caliente, volveremos ahora la vista a una actividad casi en
olvido, porque ya no existe, pero que durante la Colonia y hasta
mediados de la centuria pasada, fue toda una institución en nuestro
país: nos referimos a la arriería.
Ario, ya lo señalamos en otro capítulo, era puerto obligado de
tránsito comercial entre la zona fría y la Tierra Caliente de
Michoacán. Los productos de la costa llegaban por ese camino a Santa
Clara, Pátzcuaro, Valladolid e incluso a ciudades del interior del país.
Por tanto, el diario movimiento de forasteros en el pueblo, le daba un
tono de singular importancia. Los arrieros de las recuas llevaban y
traían las noticias sobresalientes de los lugares que tocaban en su
ruta, y a veces eran, también, espías y correos secretos de los
magnates de la época.
Don Julio Zárate, autor del tomo 3 de México a través de los
siglos (Ed. Cumbre. México, 1953), en la página 182 atribuye al cura
Morelos la ocupación de arriero; y aunque no es de ninguna manera
un desdoro que el "Siervo de la Nación" hubiera desempeñado tal

78
ARIO DE ROSALES

oficio (equivalente hoy al de maquinista de ferrocarril, operador de


camiones, marino o piloto de aviación), la verdad histórica es que
nunca lo ejerció.

"Muerto el padre de Morelos —afirma con sorprendente ligereza—


desvanecióse la ilusión que la pobre viuda había abrigado de dedicar
a su hijo a la carrera eclesiástica y le confió al cuidado de su tío
Felipe Morelos,53 que era dueño de una recua con la que trajinaba
entre México y el puerto de Acapulco. El héroe futuro de la
independencia, hasta los treinta años de edad, recorrió el camino
que liga a estas dos ciudades dedicado a la arriería, sin que haya
noticias de que en su niñez, ni en su juventud, hubiera adquirido
instrucción ninguna".

Los arrieros y la diligencia fueron dos importantes medios de


transporte en su tiempo; y no debe desconocerse que los transportes
dan vitalidad a la agricultura y a la industria, permiten la creación de
mercados, el abasto de los mismos, la obtención de materias primas,
la regulación de precios, la diversificación económica, la unidad
política y social y la adquisición de un nivel de vida más elevado para
la población. La arriería era una ocupación para hombres valientes,
ambiciosos y astutos, pues ofrecía posibilidades de hacer fortuna; un
oficio rodeado de romanticismo, cuya aureola de peligros, amoríos y
reyertas, cubría a los arrieros. Tenía la arriería en México gran
tradición y entre sus miembros podían nombrarse personajes como
Catalina de Erazo, la famosa Monja Alférez, dueña de una posada en
el camino de México a Acapulco, que traficaba en calidad de arriero;
el beato fray Sebastián de Aparicio, quien durante nueve años
condujo carretas de bueyes a través de terrenos escabrosos, y que
abría caminos propios, como el célebre Real de Minas de Zacatecas; a
Valerio Trujano, héroe de Huajuapan, libertador de la patria.54

53 Fundándonos en las propias declaraciones del generalísimo hechas en el


tribunal de la Inquisición, no tuvo ningún tío de nombre Felipe Morelos. N.
del A.
54 Francisco R. Calderón, Historia Moderna de México. "La Vida

Económica", pp. 96 y 97. Editorial Hermes, México, 1955.

79
PABLO G. MACÍAS

El arriero fue con su recua de mulas, el medio de transporte más


común y uno de los tipos más pintorescos de todos los tiempos. A uno
de ellos, de nombre Crisóforo, el historiador Francisco R. Calderón, lo
pinta de esta manera:

"sombrero de ala ancha forrado de hule, cotón de cuero resguardado


por una pechera del mismo material; ancho ceñidor, cuyas puntas
caían sobre un calzón de gamuza abierto hasta media pierna,
rodillera también de cuero y zapatos de vaqueta. Crisóforo era
matemático, porque sabía las divisiones y subdivisiones de los pesos
y medidas de áridos y también porque dejaba la curva y seguía la
recta, siempre que por ella podía dirigirse a un punto dado. Era
astrónomo, porque al ver las cabullas, la guía ó el carro, averiguaba
la hora que era, con una diferencia de cuarenta minutos. Era
homeópata, porque más de una vez y al padecer enfermedades, trató
de curarlas con sus semejantes; es decir, el famoso similia similibus
que traduciendo literalmente significa, un clavo saca a otro clavo".

El arriero tenía una lengua peculiar, rica en mil interjecciones que


empleaba con sus compañeros, las mulas y los agentes aduaneros. En
estos tipos se ve o mejor dicho, se veía, patentizado a toda luz el
carácter del mexicano y las virtudes muy naturales de los rancheros
que figuraban como gente de la clase media entre los fuereños, y que,
ajenos a los fingimientos de la falsa política, con la mejor buena fe
manifestaban los sentimientos de su corazón, probando con hechos su
franqueza, hospitalidad, desinterés, respeto, sincera amistad y cuanto
bueno y útil pueda tener el hombre.
Las mulas eran cuidadas con todo esmero, por representar, no
sólo el capital de su dueño y el medio de carga, sino también el orgullo
y señorío del dueño. Se les ponía nombres graciosos, como Chula,
Negra, Prieta, Linda.
Muchos refranes se han hecho sobre la arriería, y a veces eran un
reflejo fiel y popular de su noble profesión: "el padre arriero, el hijo
caballero y el nieto pordiosero"; amor de arriero, "si te ví, ya no me
acuerdo"; "la india quiere al arriero cuando es más lépero y fiel";
"arriero de un jumento, buen plato y mal testamento"; "alazán
tostado, primero muerto que cansado"; "cuando el arriero vende la
bota, o sabe a pez o está rota"; "de arriero a arriero no pesa dinero".

80
ARIO DE ROSALES

Hoy decimos del marino —arriero moderno— "en cada puerto un


amor"; y por ese estilo, adjudicamos toda clase de dichos y
dicharachos lo mismo al modesto abonero o vendedor ambulante que
a los jerarcas de la importación.
Las humildes tiendecitas que se hallaban en los caminos eran el
oasis en donde el arriero se permitía un breve descanso: se acercaba
tímidamente a la dueña, se quitaba el sombrero y sonriendo alargaba
la mano para tomar el agua que se le ofrecía; adonde el arriero llegaba
con la garganta quemada por el sol y el polvo del camino y se detenía
a fumar un cigarrillo de hoja, siguiendo el rito tradicional del gran
fumador; adonde se puede preguntar una dirección, dejar un recado o
informar al dueño sobre los sucesos notables en los pueblos y caminos
por donde iba.
Los arrieros transportaban las más variadas clases de
mercaderías: azúcar, aguardiente, almidón, arroz, ajos, alpiste, cacao,
chile ancho y pinto, cilantro, cebada, cal, frijol, garbanzo, harina, sal,
oro, plata, tabaco, cacahuate, aceituna, higo pasado, piñón, vinos,
ropas, telas y otros muchos productos.
No ha quedado memoria en los archivos, de la intensidad del
tránsito en Ario, pero debe haber sido importante, como ya se dijo en
el capítulo segundo, a juzgar por su posición geográfica como "boca"
de la Tierra Caliente.
Pues bien, estos arrieros, cuyo carácter y apego a su oficio hemos
descrito, pudieron haber sido también agentes muy activos de
agitación revolucionaria en el sureste de Michoacán, trasmitiendo y
comentando noticias, exaltando a la gente que encontraban a su paso;
con la circunstancia de que se mezclaban lo mismo entre la plebe —
como se designaba en esa época al pueblo— que entre los hacendados
y comerciantes que tenían necesidad de utilizar sus servicios.
El caso de doña Antonia La Correo, mujer nacida en Pátzcuaro,
heroína de la independencia, y de quien no se conoce ni siquiera el
apellido, es un ejemplo de lo que la arriería aportó a la difusión de las
ideas libertarias en la zona que venimos reseñando. El historiador
patzcuarense Antonio Salas León, afirma que doña Antonia se
dedicaba en tiempos de la Guerra de Independencia, a la arriería,
comerciando entre Santa Clara del Cobre, Ario, Tacámbaro, Turicato,
La Huacana y la Tierra Caliente en general.

81
PABLO G. MACÍAS

Acaso por su carácter hombruno no le arredraban los peligros


que se corrían por los caminos infestados de bandoleros. Los realistas
de Pátzcuaro vieron en doña Antonia un elemento que podía ser útil a
su causa llevando y trayendo correspondencia a y de los lugares que
visitaba. La mujer aceptó tal comisión y la desempeñaba fielmente,
aunque también la aprovechaba para ayudar a los insurgentes, de
quienes era adicta, proporcionándoles informes, dinero y armas que
le ministraban los partidarios de la Independencia.
Semejante tarea no podía quedar mucho tiempo oculta:
denunciada a los realistas fue aprehendida al regresar a Pátzcuaro de
uno de sus viajes, en un punto llamado Los Reyes. De este lugar los
partidarios del rey la condujeron a rastras, tirándola de los cabellos,
hasta la plaza mayor, adonde llegó moribunda y bañada en sangre.
Este acto de barbarie provocó la indignación de la mayor parte del
vecindario, pero no logró salvarle la vida, pues la infeliz mujer expiró
en la cárcel a causa de sus lesiones.55
Bien sea de esta manera o hayan intervenido otros factores que
nosotros desconocemos, lo cierto es que los habitantes de Ario y su
zona de influencia estaban en 1810, perfectamente preparados para
tomar parte en el movimiento de emancipación acaudillado por el
cura de Dolores.

55Pablo G. Macías. Pátzcuaro, p. 193. Monografías municipales. Gobierno


del Estado de Michoacán. Imprenta Madero. México, 1978.

82
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO IV

COMIENZA LA LUCHA ARMADA


(1810-1815)

Levantamiento de Hidalgo. La noticia en Valladolid. Acciones de guerra en


Michoacán. La capital de la provincia atacada varias veces. Ario,
refugio de insurgentes. Triunfos y descalabros de Muñiz, López
Rayón, Torres, Morelos y Matamoros. Los desastres de Acuitzio,
Zipimeo y Puruarán. El Congreso de Chilpancingo. Peregrinación
de este cuerpo por Ajuchitlán, Tlachapa, Santa Efigenia, Púturo,
Uruapan y Ario. La Constitución de Apatzingán. Su promulgación.
Quemada por orden del virrey en la plaza mayor de México.
Instalación de los poderes del país en Ario. Fracasa el plan de
Iturbide para aprehender a sus miembros. Fusilamientos en Ario.

NOTICIAS EN VALLADOLID DEL LEVANTAMIENTO DE HIDALGO

DURANTE LOS PRIMEROS cinco años después del levantamiento de


Hidalgo en Dolores, no cesó de arder un solo día el fuego de la guerra
en algún lugar del país. Los hoy Estados de Guanajuato, Jalisco,
Querétaro, Morelos, Guerrero y Michoacán, fueron teatro de las más
encarnizadas batallas, donde las pasiones del hombre, reprimidas por
tres siglos, llenaron de consternación a la patria. Michoacán,
principalmente, estuvo en lucha desde el mismo día en que Hidalgo
penetró en Valladolid (17 de octubre de 1810) seguido de sus tropas;
pero las primeras noticias de la insurrección se conocieron en la
ciudad desde el 20 de septiembre, cinco días después del grito.
En esa fecha, Valladolid se preparaba a recibir al intendente
propietario, Manuel Merino, al comandante Diego García Conde, al
coronel conde de la Casa Rul y a un hijo suyo, a su ayudante, y al
padre Andarza, que estaban por llegar procedentes de México, cuando
se supo por una carta que recibió el licenciado Victoriano de las
Fuentes —catedrático del Colegio de San Nicolás—, fechada en San
Miguel el Grande, que el cura Hidalgo se había sublevado en Dolores,

83
PABLO G. MACÍAS

tomando la plaza de San Miguel, encarcelado a varios individuos


principales y nombrado a nuevos funcionarios.
De las Fuentes comunicó inmediatamente la noticia al asesor real
e intendente interino, José Alonso de Terán, quien citó luego a una
junta a los munícipes para notificarlos de lo que ocurría y tomar las
providencias necesarias en caso de que los insurgentes se decidieran a
atacar la ciudad.
Varias juntas siguieron a esa, concurriendo ya no sólo los ediles,
sino los miembros del clero, entre ellos Manuel Abad y Queipo,
obispo electo de Michoacán;56 el licenciado José Mariano Timoteo de
Escandón y Llera, conde de Sierra Gorda; el alcalde ordinario de
primer voto, José María Anzorena; el alguacil jubilado Matías de los
Ríos, el regidor honorario Benigno Antonio de Ugarte, el canónigo
doctoral Gabriel Gómez de la Fuente, el canónigo licenciado Agustín
de Ledos, estos dos últimos a nombre del cabildo eclesiástico; el prior
del convento del Carmen, el del convento de San Agustín, el
administrador del convento de religiosas de Santa Catarina de Sena
don Gaspar Alonso de Ceballos; toda la oficialidad, hacendados de los
contornos y vecinos principales de Valladolid, dando por resultado
que tales reuniones y las noticias que corrían de boca en boca entre
los arrieros, tuvieron en constante alarma a los habitantes, al grado de
que antes de finalizar el mes de septiembre muchos de ellos se habían
refugiado en los sitios que les parecieron más seguros.57
En Valladolid se registraron motines, robos y asesinatos, los más
inspirados por venganza. Los indios se alzaron con cuchillos, palos y
hoces, lo mismo en la zona lacustre de Pátzcuaro, Zacapu y Zirahuén
que en lo alto de la meseta tarasca o en la Tierra Caliente, y pronto los
jefes insurgentes engrosaron sus filas.

56 Abad y Queipo fue quien el 24 de septiembre de 1810 expidió el edicto de


excomunión de Hidalgo, de los demás jefes de la insurgencia y de todos los
que le siguieran y ayudaran en su grande obra, el cual sancionó el 11 de
octubre del mismo año el arzobispo de México, doctor Francisco Javier de
Lizana y Beaumont. N. del A.
57 Pablo G. Macías. Aula Nobilis. Monografía del Colegio Primitivo y

Nacional de San Nicolás de Hidalgo. Ediciones de "Vanguardia Nicolaita", p.


84. México, 1940.

84
ARIO DE ROSALES

En la capital de Michoacán, José María Anzorena, partidario de la


independencia, pasó por designación de Hidalgo, a ocupar el cargo de
intendente, con cuyo carácter publicó el primer decreto del cura
aboliendo la esclavitud, el cual más tarde amplió y promulgó en
Guadalajara. Sin embargo, Valladolid cayó pocos días después en
poder del gobierno virreinal, pero nada más; porque toda la provincia
estaba en franca rebelión contra las tropas realistas.
Aunque Valladolid sufrió después asedios, amagos, ataques y aun
un sitio, no llegó a caer nuevamente en manos de los insurgentes. El
resto del territorio, en cambio, sí fue un vasto y constante teatro de la
guerra, en donde a veces las armas insurgentes se cubrían de gloria y
en ocasiones sufrían penosas derrotas. También fue en la provincia de
Michoacán en donde por primera vez se trató de dar coherencia y
unidad política al movimiento insurgente y en donde, desde luego, se
formuló y tuvo vigencia la primera Constitución mexicana.

PRIMERAS ACCIONES DE GUERRA EN MICHOACÁN

Después de la batalla del Puente de Calderón (17 de enero de 1811),


muchos de los combatientes que habían salido de la entidad con el ex
rector del Colegio de San Nicolás volvieron a ella para hacer la guerra
a las fuerzas realistas. Éstos se organizaron en dos grupos: el de la
región central y el de la oriental. El primero más móvil, activo y
numeroso, contó con muchos jefes que controlaban otros tantos
pueblos donde se refugiaban, aprovisionaban, reclutaban sus tropas y
fabricaban sus armas, y que se reunían para intentar la conquista de
Valladolid, contando a veces con refuerzos de Guanajuato, Jalisco o el
actual Guerrero. A todos éstos los dirigió primero Manuel Muñiz,
después Verduzco y al fin Morelos, que tenía las tropas más selectas.
El grupo de la región oriental tuvo un centro fijo —primero
Zitácuaro y luego Tlalpujahua—, mantenido como capital de la
insurgencia, que procuró conservar a toda costa, bajo la jefatura del
licenciado Ignacio López Rayón. Zitácuaro fue la primera base
insurgente que adquirió importancia militar debido a que el 20 de
febrero de 1811, Benedicto López, ranchero acomodado de gran
prestigio entre los indios, causó serio descalabro al oficial realista

85
PABLO G. MACÍAS

Torrescano, y a que tres meses después derrotó por completo al


capitán Juan B. de la Torre, quien murió a pedradas al ser conducido
prisionero.
Poco después llegó a esa plaza López Rayón, al término de su
famosa retirada desde Saltillo. Éste, ya con el mando regional,
dispuso la fortificación de Zitácuaro y se preparó a rechazar el
inminente ataque realista. Emparán con una fuerza de dos mil
hombres, fue derrotado por Rayón y su tropa quedó reducida a sólo
quinientos soldados. Al finalizar el año Zitácuaro parecía
inexpugnable y su influencia militar se había extendido a Angangueo
y Tlalpujahua, en Michoacán, y a Cacalomacán, Jacotitlán,
Temascaltepec y Sultepec, en el actual Estado de México.
Ese mismo año las fuerzas del centro hicieron dos serios intentos
por apoderarse de Valladolid: Muñiz y Manuel Villalongín, reforzados
con los efectivos de Rayón, Verduzco, Liceaga y el padre Torres,
ejecutaron el primero de 18 al 31 de mayo de 1811; el segundo, el
propio Muñiz, del 19 al 22 de julio, como se verá más adelante.
"En Michoacán —escribe don Lucas Alamán— el gobierno no
poseía más que su capital la ciudad de Valladolid, en que había
quedado una guarnición mandada por Trujillo (Torcuato), pero toda
la provincia se había mantenido en insurrección, y después de la
batalla de Puente de Calderón, habían vuelto a ella varios jefes que en
aquella se hallaron, entre ellos Muñiz,58 que fijó sus cuarteles en
Tacámbaro. Atacólo en aquel punto el comandante don Felipe
Robledo (14 de febrero de 1811) que salió con este fin de Pátzcuaro,
pero aunque ocupó el pueblo y puso en fuga a la tropa de Muñiz, éste
se retiró hacia la Tierra Caliente, donde se rehízo y reunió de nuevo su
gente".59
En efecto, en Ario el pueblo proveyó a Muñiz de pertrechos y
víveres; allí se le incorporaron contingentes de las rancherías cercanas

58 Manuel Muñiz tomó parte en la conspiración de Valladolid en 1808-1809,


y peleó en favor de la Independencia hasta el mes de mayo de 1817 cuando
obtuvo su indulto al precio de la vida del mariscal de campo Víctor Rosales,
muerto a traición en el rancho de La Campana, cercano a Ario. N. del A.
59 Historia de México, t. II, p. 255. Imprenta de José Mariano Lara. Calle de

la Palma 4. México, 1850.

86
ARIO DE ROSALES

y de los pueblos de La Huacana, Santa Clara del Cobre y Turicato;


recorrió la zona tórrida de Nocupétaro, Churumuco y Carácuaro y
pasó luego al actual Guerrero por Huetamo, siguiendo la ruta de
Morelos. Después de mes y medio volvió a Tacámbaro y con la ayuda
de López Rayón, el Amo Torres, José María Liceaga, Navarrete,
Huidobro y Camargo, logró formar un ejército de veinte mil hombres
con el cual se presentó por segunda vez a la vista de Valladolid, el 19
de julio de 1811. Daremos algunos detalles, los más importantes de
esta acción en la que por el egoísmo de los jefes atacantes, se perdió la
batalla; si bien para Trujillo, el defensor de la plaza, fue más bien una
derrota.
Los días 20 y 21 los insurgentes con diversos movimientos
circunvalaron la ciudad y Trujillo entendiendo por estas disposiciones
que iba a dársele un ataque general, distribuyó sus fuerzas en todas
las garitas, retirando a la de Santa Catarina al sur de la ciudad, la
sección que mandaba el capitán Robledo, que los insurgentes
intentaron envolver y cortar en las lomas de Santa María, donde se
había mantenido. El 21 por la tarde Muñiz rompió el fuego sobre la
ciudad con poco daño debido a lo alto de la puntería, lo cual
observado por un sargento de la tropa realista llamado Pelayo, lo
advirtió al jefe insurgente en una carta que trató de pasarle y que fue
interceptada. Llevada a Trujillo el 22 por la mañana mandó fusilar
inmediatamente a Pelayo, cuyo cadáver quedó colgado en la picota
con la carta amarrada al cuello.
"Aunque todas las avenidas de la ciudad estaban amenazadas —
comenta Alamán—, los insurgentes dirigieron su ataque principal por
el lado del sur, bajando de la loma de Santa María a la hacienda del
Rincón, formados en una columna de tres mil hombres con diez
cañones, visto lo cual Trujillo se propuso desbaratar este cuerpo. Con
este intento cargó con mucha bizarría, logrando desalojar del puesto a
los enemigos, tomándoles ocho cañones, obligándolos a retirarse a su
línea; pero entretanto obtenía esta ventaja, Robledo se veía muy
apretado en la garita de Santa Catarina y no menos estaba la de
Chicácuaro. Trujillo se dirigió a la del Zapote, para recoger la tropa
que era allí menos necesaria y marchar con ella al auxilio de los
puntos que se hallaban en peligro, mas al entrar en la ciudad se
encontró con que la gente consternada huía por todas partes, gritando

87
PABLO G. MACÍAS

que el enemigo estaba adentro, lo que se confirmaba por los soldados


que veía dispersos y fugitivos. Persuadido que era menester hacer un
esfuerzo desesperado, dio orden de matar al soldado que no volviese a
su formación, y dirigiéndose a la garita de Santa Catarina, halló a la
tropa que guarnecía desalentada y en desorden, con su artillería en
poder del enemigo o desmontada: salió al llano por el puente y allí se
le presentó un cuerpo de insurgentes de dos mil hombres en buena
formación, con cuatro cañones, que le obligó a retroceder a la cabeza
del puente, y aunque en una nueva carga de los realistas los
insurgentes cedieron el terreno, se retiraron en orden sin dejar de
hacer fuego de fusilería y artillería. La noticia de estar tomada la
ciudad corrió por todas partes, contribuyendo a difundirla los
partidarios de los independentistas que había dentro de ella habiendo
llegado la voz a la garita de Santiago, en la que mandaba D. José
Barreiro, teniente del Fijo de México, se le persuadía que abandonase
el punto, pues estaba todo perdido, pero aquel oficial volviendo la
tropa hacia la ciudad, le dijo: "nosotros moriremos aquí, haciendo
nuestro deber y cumpliendo con la obligación de valientes soldados".
"Los insurgentes se retiraron de la ciudad, abandonando
veintidós cañones, sin que haya causa suficiente a qué atribuirlo. La
gente piadosa lo tuvo por milagro del Señor de la Sacristía, imagen
venerada en aquella catedral; los independientes lo explicaron por las
rencillas y divisiones que había entre los varios jefes que se reunieron
para el ataque, no habiendo querido Muñiz proveer de municiones a
Anaya o a otros que las habían consumido, por no cederles la gloria
del triunfo… Murieron varios oficiales de cuenta y la pérdida de tropa
fue considerable. El virrey ascendió a coronel a Trujillo y al grado
inmediato a los oficiales sobrevivientes.
"Entre los ejemplos funestos de los horrores a que conducen las
guerras y el rigor de la disciplina, puede citarse el que Trujillo
recomienda del alférez de lanceros D. Domingo Pacheco, que en
cumplimiento de la orden de hacer volver a cuchilladas a sus puestos
a los que hubiesen huido, quiso matar por su propia mano a su hijo,
por creer que había faltado a las leyes del honor, volviendo la espalda
al enemigo".60

60 Ut Supra, pp. 306, 307 y 308.

88
ARIO DE ROSALES

Obligado Muñiz a retirarse como queda dicho, retornó


nuevamente a Tacámbaro, donde con el auxilio de los fundidores de
cobre de Ario y Santa Clara, fabricó cañones y otra clase de armas
para sus tropas.
En otro campo, el comandante del Batallón de Cuautitlán, Juan
Sánchez, desbarató en Puruándiro el 13 de marzo de 1811, a un grupo
de insurgentes, en cuya acción —recalca el historiador realista— se
distinguieron los condes de San Pedro del Álamo, de la familia de los
marqueses de San Miguel de Aguayo, y el de Rábago, que servían en la
división de Sánchez. Pero aunque los realistas obtuvieron sonadas
victorias, lo cierto es que conforme evacuaban las plazas en
persecución de los insurgentes, éstos las recapturaban (excepción de
Valladolid) porque las escasas guarniciones que quedaban en ellas
eran poco importantes para resistir el ataque de los libertadores.
Esto determinó que Trujillo, viendo que tales acciones no
producían otro resultado que desbaratar una partida que se volviese a
integrar otra en distinto sitio, quiso probar un nuevo medio, que fue
igualmente infructuoso. El 3 de mayo mientras Muñiz, Torres,
Navarrete y otros jefes recorrían la Tierra Caliente para formar el
ejército de veinte mil hombres de que se da cuenta antes, lanzó en
Valladolid una proclama en la que decía, que después de seis meses
en que el gobierno no había cesado de darles pruebas del deseo que le
animaba por su felicidad, habiendo sido inútiles sus esfuerzos para el
restablecimiento de la paz, ofrecía en su nombre y por autorización
especial del virrey, por última vez, el indulto, dando todo género de
seguridades a los que quisieran hacer uso de aquella gracia, y
prometiendo premios y recompensas a los que denunciasen a los
pertinaces; pero amenazaba al mismo tiempo, que se trataría como
rebeldes a todos los que se mantuviesen en insurrección; que serían
quemados los pueblos y las casas, confiscadas las propiedades
públicas y particulares y extinguidas las repúblicas de los pueblos
indios, teniéndose por prueba fehaciente del delito de infidelidad para
la aplicación de estas penas, el hecho de encontrar las casas cerradas
sin legítima causa, a la entrada de las tropas reales en alguna
población.
Ningún jefe insurgente atendió la proclama de Trujillo. Como
consecuencia, a lo largo y ancho de la provincia michoacana comenzó

89
PABLO G. MACÍAS

el incendio de los pueblos, cebando los realistas su ira principalmente


sobre las comunidades indígenas, cuyos miembros estaban sobre las
armas. Hacia el mes de septiembre de 1811 la población de Ario se
componía casi sólo de mujeres y niños y de unos cuantos ancianos
que cultivaban la tierra y los pequeños huertos familiares. Los jóvenes
y adultos se habían incorporado desde el primer momento a las
fuerzas del cura Morelos que operaban con éxito en lo que había de
ser después el Estado de Guerrero; o bien, a las del padre Navarrete o
de Muñiz, cuyo centro de operaciones era justamente Ario, Santa
Clara y Tacámbaro.

SI INTENSIFICA LA OFENSIVA REALISTA

El ataque de Muñiz a Valladolid en la segunda quincena de julio de


1811, motivó que el virrey dispusiera reforzar la guarnición, tanto más
cuanto que aquél y otros jefes insurgentes que después del desastre de
Calderón habían penetrado a Michoacán, merodeaban en sus
cercanías con intenciones de apoderarse de la plaza. Con este fin, el 3
de agosto hizo marchar a la capital michoacana al teniente coronel
Castillo Bustamante con un batallón de granaderos y alguna
caballería y artillería. Allí se reunió con Linares, elaboraron un plan
de acción y el 6 de septiembre salieron a batir a Muñiz, que se hallaba
en Acuitzio con ocho mil hombres y trece cañones. El insurgente se
afortinó en la loma de San Juan, pero no pudo resistir la violenta y
combinada ofensiva de sus dos enemigos; abandonó entonces el
campo, dejando allí su artillería y municiones. Castillo Bustamante,
ensoberbecido, sólo se detuvo en Acuitzio lo indispensable para
castigar al pueblo —matando a gente inocente— enterrar a sus
muertos y recoger los despojos de los vencidos.
El 18 de septiembre salió a Pátzcuaro en busca de José Antonio
Torres, que ocupaba aquella ciudad, pero éste no le aguardó en ella,
partió para Zacapu a unirse al padre Navarrete y juntos esperaron a
las tropas reales en las lomas que dominan la alberca de Zipimeo.
Empeñada la acción, ambos bandos sostuvieron en dos asaltos,
reñidos duelos de artillería y fusilería que culminaron con la retirada
general de los independientes.

90
ARIO DE ROSALES

"Castillo Bustamante —afirma el autor del Cuadro histórico… p.


234— se llenó de orgullo con estas acciones que le dieron nombradía
no mereciéndola, pues no era más que un vendedor de mantas en
Celaya, y repentinamente se hizo general ascendiendo a brigadier
entre los españoles. Vengó en más de trescientos prisioneros hechos
en Acuitzio la derrota que sufrió Trujillo el 22 de julio, a los cuales
despiadadamente hizo fusilar en la misma tarde de la acción, sin
mostrar la menor compasión hacia ellos. Este bárbaro repitió después
muchas ejecuciones de igual número, con la circunstancia de que el
día que las mandaba hacer comulgaba. Creía sin duda agradar a
Jesucristo con la sangre de estos infelices. Parece que se había
transmigrado al cuerpo de esta bestia feroz el alma de algún sacerdote
antiguo de Huitzilopochtli, de aquellos que pasaban muchas horas del
día arrancando corazones con navajas agudas de pedernal en el ara
infame del sacrificio".
La división de Castillo regresó a Pátzcuaro a celebrar la victoria
de Zipimeo; luego siguió sus operaciones por Tacámbaro, Ario, Nuevo
Urecho y otros pueblos que fueron arrasados sin misericordia. La
fábrica de cañones que Muñiz tenía establecida en Tacámbaro fue
destruida y fusilados los vecinos de Ario y Santa Clara que habían sido
llevados para que los fundieran.
Mientras estos sucesos se registraban en la zona lacustre y la
Tierra Caliente, en Valladolid un acto de audacia del guerrillero
Manuel Villalongín —digno de Robin Hood o del espectacular Francis
Drake— motivó que la fuerza armada de Linares que se hallaba
fortificando la plaza de Zamora, se movilizara rápidamente a la
capital de la provincia para protegerla. Villalongín era nativo del lugar
donde había nacido en 1777; se educó con esmero, dedicándose
después a la agricultura. Al estallar la revolución se unió a Hidalgo,
con él entró a Guadalajara y luego ya con el grado de mariscal de
campo, combatió en el Puente de Calderón. Después del desastre,
volvió a Michoacán convirtiéndose en guerrillero; participó en varios
ataques contra Valladolid y otros pueblos al lado de Morelos,
Verduzco y Muñiz. Para obligarlo a rendirse, el desalmado Trujillo
aprehendió a su esposa que vivía en Valladolid y la puso presa en la
Casa de las recogidas. Una oscura noche del mes de septiembre de
1811, un pequeño grupo de guerrilleros al mando de Villalongín,

91
PABLO G. MACÍAS

sorprendió un puesto avanzado de las defensas realistas y penetró en


la ciudad, rescató a la prisionera y tras una breve escaramuza se retiró
sin ninguna baja. El suceso no tuvo más consecuencias que la alarma
provocada y la inútil movilización de las tropas de Linares. ¡Castillo
Bustamante se sintió burlado y prometió matar a Villalongín por su
propia mano!.
Todavía en febrero de 1812 Muñiz y Navarrete, auxiliados ahora
por Albino García, hicieron un nuevo y vano intento de tomar
Valladolid. Derrotados, fueron perseguidos por Linares hasta
Tacámbaro. Pero la pérdida más sensible en este año fue la muerte del
Amo Torres, que operaba entre Zamora y Tlazazalca.

EL CONGRESO DE CHILPANCINGO

Concederemos una pequeña tregua a las campañas militares en la


provincia de Michoacán para ver qué hacía, entretanto, el cura
Morelos en la zona que dominaba.
Al morir Hidalgo y algunos de los caudillos que lo acompañaron
en su gran aventura del 15 de septiembre de 1810, Rayón y Morelos
quedaron al frente del movimiento independentista: al primero
corresponde el mérito indisputado de haber lanzado la idea de la
formación de una Suprema Junta Nacional Americana, que se reunió
en Zitácuaro, con la doble finalidad de gobernar el Estado que nació la
noche del Grito de Dolores y de preparar una estructura
constitucional de la nación.
Las vicisitudes de la guerra, la limitación del número de personas
que la integraron y ciertas rivalidades entre Rayón y Morelos,
determinadas, entre otras causas, por la decisión inquebrantable del
Generalísimo de quitar a la lucha la máscara de Fernando VII y de
crear un sistema republicano de gobierno, no permitieron que la
Junta cumpliera la tarea constitucional para la que había sido
reunida.
Morelos, que por encima de sus cualidades militares poseía un
acendrado amor por la justicia y la convicción profunda de que "el
gobierno de la buena ley es superior a todo hombre", tuvo la intuición
genial de que una constitución tiene que ser la expresión de las

92
ARIO DE ROSALES

necesidades y los ideales de los hombres y la obra de un congreso


constituyente, formado por representantes del pueblo.
En consecuencia, sin desatender sus operaciones militares, el 28
de junio de 1813 convocó a elecciones para la integración de una
asamblea que se reunió en el mes de septiembre del propio año en la
ciudad de Chilpancingo, de la recientemente creada provincia de
Tecpan. El día 14 del mes citado se abrieron las sesiones, habiendo
pronunciado el héroe de Cuautla un brillante y conceptuoso discurso,
que es asimismo el primer mensaje constitucional de nuestra historia.
Al concluir la reunión, Morelos entregó a los asambleístas los
Sentimientos de la Nación Mexicana, expresión altísima de amor por
lo humano, por la justicia social y por la libertad de los pueblos. El 6
de noviembre siguiente, la asamblea, que se dio a sí misma el título de
Congreso de Anáhuac, firmó el Acta solemne de la Independencia de
la América Septentrional, cuya redacción se debe a don Carlos María
de Bustamante.
Don Andrés Quintana Roo conoció anticipadamente los
Sentimientos…, según afirma en sus Memorias Guillermo Prieto.

"Morelos —refiere Quintana— era un clérigo fornido, cariancho,


moreno, de grande empuje en el andar y movimientos, de voz sonora
y dulce. Una noche, la víspera de la instalación del Congreso de
Chilpancingo, conversábamos en su casa. La estancia en que
estábamos era reducida y con un solo asiento; en una mesilla de
palo, blanca, ardía un velón de sebo que daba una luz palpitante y
cárdena.
"Morelos me dijo:
—"Siéntese usted y óigame, señor licenciado, porque de hablar
tengo mañana, y temo decir un despropósito; yo soy ignorante y
quiero decir lo que está en mi corazón: ponga cuidado, déjeme
decirle, y cuando acabe, me corrige para que sólo diga cosas en
razón.
"Yo me senté —prosigue Quintana Roo—. El señor Morelos se
paseaba con su chaqueta blanca y su pañuelo en la cabeza; de
repente se paró frente a mí y me dijo su discurso.
"Entonces, a su modo, incorrecto y sembrado de modismos y aun
de faltas de lenguaje, desenvolvió a mis ojos sus creencias sobre el
hombre, división de poderes, separación de la Iglesia y el Estado,
libertad de comercio y todos esos admirables conceptos que se

93
PABLO G. MACÍAS

reflejan en la Constitución de Apatzingán y que apenas entreveían la


Europa misma a la luz que hicieron los relámpagos de la Revolución
francesa.
"Yo le oía atónito anegado en aquella elocuencia sencilla y
grandiosa con vista de volcán; él seguía, yo me puse de pie… estaba
arrobado… Concluyó magnífico y me dijo:
—"Ahora ¿qué dice usted?.
"Digo señor… que Dios bendiga a usted (echándome en sus
brazos enternecido), que no me haga caso ni quite una sola palabra
de lo que ha dicho, que es admirable…
—"Vaya un licenciado disparatero— dijo Morelos; y yo quedé
asombrado de lo que había inspirado su talento y su gran corazón
(porque realmente era poco instruido) a ese inmortal caudillo de
nuestra independencia.
"El mismo efecto que en mí, produjo al siguiente día el discurso
de Morelos, en el seno del Congreso —añadió Quintana".61
En los Sentimientos… figuran estos principios que fueron la base
de la Constitución de Apatzingán:
"La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo
quiere depositarla en sus representantes divididos en tres poderes:
ejecutivo, legislativo y judicial.
"Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte
nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y
patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia y de tal suerte se
aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres, aleje al
ignorancia, la rapiña y el hurto.
"Que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la
distinción de castas quedando todos iguales y no se distinguirá a un
americano de otro, sino por el vicio y la virtud".

El Congreso quedó integrado por los siguientes diputados: José María


Liceaga, José Sixto Verduzco, José María Morelos y Pavón, José
Manuel de Herrera, José María Cos, José Sotero Castañeda, Cornelio
Ortiz de Zárate, Manuel Alderete y Soria, Antonio José Moctezuma,
José María Ponce de León, Francisco de Argándar, Remigio de Yarza,
Pedro José Bermeo, Ignacio López Rayón, Manuel Sabino Crespo,

61Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos. Editorial Patria. México,


1958.

94
ARIO DE ROSALES

Andrés Quintana Roo, Carlos María de Bustamante y Antonio de


Sesma.
Los acontecimientos militares, como se verá sucintamente en el
curso de estas Notas, obligaron a los diputados constituyentes a
peregrinar por los pueblos de Ario, Puruarán, Taretan, Uruapan y
otros de la Tierra Caliente, así como por las intendencias de México y
Puebla. En el curso de un año aquellos próceres de la independencia,
perseguidos y en ocasiones rodeados por las tropas españolas,
tuvieron no obstante el valor y la serenidad necesarios para inscribir
en un documento de inestimable valor, los más hermosos principios
de la filosofía política de su tiempo, de la igualdad civil y de la libertad
de los hombres y de las naciones, hasta que por fin, el 22 de octubre
de 1814, en la ciudad de Apatzingán los representantes del pueblo,
conscientes de la grandeza de su misión, firmaron el Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana. Cinco
diputados: Ignacio López Rayón, Manuel Sabino Crespo, Andrés
Quintana Roo, Antonio de Sesma y Carlos María de Bustamante no
firmaron el documento por hallarse ausentes en comisiones del
propio Congreso.

DERROTA DE MORELOS FRENTE A VALLADOLID

En Chilpancingo, una vez firmada el Acta de Independencia (6 de


noviembre de 1813) de que se habló antes, el Congreso comenzó sus
labores. Morelos, investido ya con el grado de generalísimo, se reunió
con los jefes de su ejército, así como con Muñiz y don Ramón López
Rayón, quienes le informaron sobre la situación en la provincia de
Michoacán y el Bajío guanajuatense.
El 8 de noviembre, al frente de un ejército de seis mil hombres, se
puso en marcha hacia Valladolid, donde tenía proyectado establecer el
Congreso y su centro de operaciones, para atacar desde allí las
provincias de Guanajuato, Guadalajara y San Luis Potosí. Entró a
Michoacán por Cutzamala, siguió por Chumbitaro y la hacienda de la
Cofradía del Santísimo de los indios de Coyuca. Las marchas por estos
puntos se hacían de noche por el calor excesivo. En Huetamo se
detuvo un día el ejército, continuando a Agua del Obispo, Amorena,

95
PABLO G. MACÍAS

Parandán, Corral de Piedra y "su amado curato de Carácuaro —dice


textualmente Bustamante en su Cuadro histórico— donde estuvo tres
días arreglando varias cosas". Continuó a la hacienda de Chupio, allí
se le incorporó nuevamente Muñiz con un "cuerpo de oficiales
sueltos" y la gente de Ario, Turicato y Santa Clara. En Tacámbaro
demoró dos días, de allí pasó a Acuitzio y Santiago Undameo, lugar en
que pernoctó Morelos. A las 7 de la mañana del 23 de diciembre se
presentó en las lomas de Santa María e intimó a Domingo Landázuri
la rendición de la plaza.62
Una serie de circunstancias ocurrieron antes, durante y después
de este enésimo ataque a Valladolid, que es importante, por lo menos,
sintetizar, tanto porque se trata de la cuna de Morelos como porque a
partir de esa fecha empieza a declinar la aureola del generalísimo.
Valladolid estaba defendida por una guarnición de 800 hombres
al mando de Landázuri. Después de intimar la rendición a éste y al
obispo Abad y Queipo en sendas cartas, inició el ataque el día 23. Pero
Calleja, que había sido informado desde el 24 de noviembre de los
movimientos de Morelos, ordenó a Ciriaco de Llano y a Iturbide que a
marchas forzadas concurrieran al teatro de la acción, a donde llegaron
en el momento mismo en que los insurgentes al mando de
Hermenegildo Galeana y Nicolás Bravo, asaltaban la ciudad por la
garita del Zapote. La bravura del ataque provocó la confusión y la
desbandada de los revolucionarios. Por la noche las fuerzas de
caballería de Iturbide completaron la derrota de los insurgentes.
Al día siguiente, víspera de Navidad, se consumó la derrota total
de los independentistas.
Por una mera desgracia, los realistas interceptaron una orden de
Morelos para que de capitanes para abajo todo hombre se tiñese la
cara a fin de no equivocarse con los realistas. Éstos, aprovechando la
estratagema, pintaron de negro la cara de 300 dragones y otros tantos
infantes, que montados en las grupas salieron de la plaza al campo
enemigo. Ningún insurgente dio importancia al hecho hasta que
Iturbide, que mandaba aquel cuerpo, hizo alto a unos cuantos metros

62 Bustamante en su Cuadro histórico… pp. 636 y 637, consigna


detalladamente el itinerario seguido por el "Siervo de la Nación" desde su
salida de Chilpancingo hasta el desastre de Valladolid. N. del A.

96
ARIO DE ROSALES

del cura Matamoros y ordenó el asalto. Aunque mucha gente del


bando realista pereció, el mismo Morelos estuvo a punto de ser
capturado.
Y para colmo de desgracias: "cuando las sombras de la noche ya
comenzaban a cubrirnos —laméntase uno de los testigos— asomó el
padre Navarrete con su gente por una loma del costado izquierdo
hacia el campo del señor Matamoros; ni uno ni otro tenía la debida
noticia, y rompieron el fuego creyéndose enemigos. Algunos dragones
ebrios subieron por el costado derecho, se hizo la confusión general, y
no permitiendo la oscuridad distinguirse, se mataron los nuestros
entre sí con un furor y facilidad cual no es capaz se haya visto en la
más sangrienta batalla".
En tales condiciones no quedaba al ejército de Morelos otro
recurso, que la retirada.

DESASTRE EN PURUARÁN

Pero aun faltaba lo peor: temerosos los realistas de que la reacción de


Morelos les quitase el fruto que habían alcanzado en Valladolid, se
propusieron darle el último fatal golpe de destrucción, persiguiéndolo
tenazmente. El Rayo del Sur se replegó con el resto de sus tropas a la
hacienda de Puruarán, en donde, contra el parecer de Matamoros, del
intendente Sesma y de don Ramón López Rayón, decidió esperar al
enemigo. Éstos opinaban que la batalla debería darse en la hacienda
de La Loma, protegida por trincheras naturales, pero prevaleció el
criterio de Muñiz "porque temía que sus sementeras de cañas —
afirma Bustamante— plantadas en La Loma se viesen destrozadas por
aquel ejército hambriento… Por no oír las plegarias de Muñiz (decía
Morelos) quedémonos aquí; vale que esta gente está acostumbrada a
defenderse encerrada… Bien, le replicó Rayón, pero eso es bueno
cuando el lugar donde se encierra le asegura la defensa, no cuando se
opone a ella… A esto nada respondió sino mandar que allí se hiciesen
las trincheras…"63

63 Ut Supra, p. 644.

97
PABLO G. MACÍAS

Morelos confirió el mando a Matamoros y él se retiró a regular


distancia para observar el desarrollo de los acontecimientos. El
historiador Bustamante relata así la acción:

"A las 12 del día (5 de agosto de 1814) he aquí al enemigo que muy
luego comenzó a situar su artillería y a hacer fuego para descubrir la
de Matamoros, que sólo le contestó con un cañón. A poco rato el jefe
realista destacó dos partidas de observación de doscientos hombres
que no sólo destrozaron a la tropa americana, sino que viéndola en
fuga salió a perseguirla. Mandó Llano un trozo de caballería a las
órdenes del coronel Orrantia, por el punto llamado de la Bagazera;
mas aunque éste estaba descuidado fue rechazado dos veces e
insistiendo en penetrar por la tercera, lo consiguió e introdujo el
pavor en el ejército.
"También fue acometido don Ramón Rayón por una partida de
caballería que no dejó pasar; entonces se retiró del puesto, viendo
que era imposible reanimar a la gente, y se situó en una loma que
está entre el poniente y el sur de Puruarán, desde donde protegió la
retirada de los que salieron: así lo confiesa Llano en su parte inserto
en la Gaceta número 515. Pasaron de seiscientos los muertos y de
setecientos los prisioneros, entre los que fue igualmente el general
Matamoros que se halló sin caballo, pues se lo tomó su hermano don
Nicolás y lo dejó en la plaza. En vano quiso huir en uno malo de un
dragón y pasar el río, porque no pudo superar los obstáculos que se
le presentaron estando el puente enteramente embarazado con
tercios y cargas, que hacían casi imposible su tránsito; entróse en
una casilla inmediata, y uno de sus oficiales lo denunció y entregó
traidoramente, según he podido averiguar, y que también fue pasado
por las armas al siguiente día en premio de su bajeza.
"Su aprehensor fue el soldado de frontera Eusebio Rodríguez, de
la escolta de Orrantia, y se le remuneró su acción con doscientos
pesos. Después de la batalla, que terminó cerca de las cuatro de la
tarde, Llano hizo fusilar a 18 oficiales de los muchos que hizo allí
prisioneros. Mandó que los americanos cargaran a sus heridos, que
no eran pocos, y esto les proporcionó a muchos la ocasión de
escaparse. Galeana y su escolta, que lograron salvar, fueron a
reunirse a Morelos, cuya gloria militar acabó en este día. Corrióse el
albur y lo perdió en términos de no poder levantarse de esta caída…
"Por un cálculo no exagerado, pasó de ochocientos mil pesos el
valor del parque perdido desde la acción del 23 hasta esta de

98
ARIO DE ROSALES

Puruarán. Los acopios para el mantenimiento de este numeroso


ejército comenzaron a hacerse desde Oaxaca, pues Morelos jamás
perdió de vista la ocupación de Valladolid, a donde meditaba
trasladar el Congreso de Chilpancingo…" 64

La matanza de heridos y prisioneros ordenada por el sanguinario De


Llano, fue espantosa. Bustamante condenó así el suceso:

"De este modo brutal, cruel y desusado, y con estas circunstancias de


refinada y meditada atrocidad, saciaron los españoles su saña contra
los que peleaban por su libertad, esquivándose de oír sus quejas de
opresión. Así correspondieron a los que en las llanuras del Palmar
oyeron dos meses antes sus clamores en el mismo momento de
descargar sus cuchillas vencedoras sobre sus delincuentes cabezas;
así pagaron a Matamoros cuando se puso de rodillas a los pies de sus
mismos soldados cuando los vio encarnizados contra sus enemigos, y
llorando amargamente les rogó como general y como hombre, que
los perdonasen…"65

El doctor Raúl Arreola cortés en su monografía Morelia,66 relata con


vigoroso patetismo, el tratamiento cruel dado a Matamoros desde el
momento mismo de su captura, su conducción a Valladolid, los
sufrimientos que pasó en la prisión y su muerte ante una pilastra del
portal que ahora lleva su glorioso nombre.

ARIO Y LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN

Después del desastre, Morelos marchó a Tlacotepec, donde estaban


trabajando los miembros del Congreso (reducidos a cinco individuos,
pues los demás peleaban con las armas); pero asediados por los
realistas pasaron de Tlacotepec a Ajuchitlán y Tlachapa del actual
Estado de Guerrero, y recorriendo diferentes lugares llegaron a
Uruapan. A todo trance las tropas reales deseaban aprehender a los

64 Ut Supra, p. 644 y 645.


65 Ut Supra, p. 649.
66 Morelia. Monografías Municipales. Gobierno del Estado de Michoacán,

pp. 172-175. Morelia, 1978.

99
PABLO G. MACÍAS

diputados, los cuales con heroísmo ejemplar, en medio de las batallas


y algunas veces bajo los mismos fuegos del enemigo, defendían los
archivos y la imprenta, cuyos tipos el doctor Cos había elaborado con
sus propias manos.
Obligado el Congreso a evacuar Uruapan, se trasladó a la
hacienda de Santa Efigenia, luego a la de Púturo y a las de Laureles
(Tiripitío) y La Zanja, y de allí a los pueblos de Apatzingán y Ario,
para regresar nuevamente a Uruapan y Apatzingán, hasta que al fin
encontró por segunda vez un refugio más o menos seguro en el
heroico Ario, cuyos habitantes astutamente supieron ocultar a sus
miembros. Así, unas veces entre las ruinas de adobes de alguna casa,
y otras, a cubierto por la maraña de las chozas, sentados sobre piedras
o troncos de madera, aquellos hombres admirables fueron redactando
el texto de la Constitución o Decreto Constitucional para la Libertad
de la América Mexicana, que se firmó en Apatzingán el 22 de octubre
de 1814.
El Congreso y los titulares del Poder Ejecutivo dieron plena
vigencia a la Constitución en las provincias ocupadas por la
insurgencia. La jura y publicación del Decreto Constitucional… se
hizo dos días después, el 24 de octubre (artículo 242); se celebró una
misa de acción de gracias; se designó a los diputados Morelos, Cos y
Liceaga como representantes del Poder Ejecutivo y se nombró a don
José Antonio Pérez, como intendente de la Provincia de Michoacán.
Se dieron también los primeros pasos para seleccionar a los
magistrados que habían de integrar el Supremo Tribunal de Justicia:
Presidente, licenciado Mariano Sánchez Arreola; magistrados:
licenciados José María Ponce de León, Mariano Tercero y Antonio de
Castro; secretario, licenciado Juan Nepomuceno Marroquín.
No obstante que la promulgación del Decreto Constitucional de
Apatzingán se celebró ruidosamente en los pueblos más importantes
de la provincia michoacana, muy tardíamente tuvo noticias completas
de aquel suceso el gobierno virreinal, y aunque al principio vio todo
con altivo desprecio —asegura don Julio Zárate—67 pronto
comprendió el alcance y gravedad que pudiera tener un documento

México a través de los siglos, t. III, pp. 471 y 472. Editorial Cumbre, S. A.
67

México, 1953.

100
ARIO DE ROSALES

expedido precisamente al mismo tiempo que en México se celebraban


fiestas suntuosas por la vuelta de Fernando VII al trono y por la
supresión del código político de Cádiz, de 1812.
No se ocultó a Calleja ni a sus consejeros que con este paso la
Revolución de independencia se alzaba moralmente a gran altura, en
tanto que bajaba la causa de la monarquía en opinión de amigos y
enemigos, pues que la caída de la Constitución española había
contristado a una gran parte de la sociedad, contándose en primer
término el comercio, que ejercía notable influencia en la Colonia y que
fue al principio de la guerra robusto apoyo de la dominación.
Para condenar con más estrépito el acto del Congreso y evitar en
lo posible el examen que se intentase hacer de un documento que
comprendía en mucha parte los grandes principios políticos
adoptados por el código de Cádiz, pasó el asunto al acuerdo del virrey
el 17 de mayo de 1815. Siete días después, dicho funcionario publicó
un bando en la capital por el que mandaba que aquel mismo día se
quemasen por mano del verdugo en la plaza mayor, la Constitución y
demás papeles que con ella había recibido, y que lo mismo se hiciese
en todas las capitales de provincia.
Penas terribles imponía el bando que acabamos de citar a todos
los que no entregaran a las autoridades, dentro del tercer día, los
papeles que en su poder tuviesen relativos a la Constitución de
Apatzingán; a los que no delatasen las conversaciones a favor de ésta
y de la Independencia, y a los que las defendiesen y apoyasen.
Prohibía el bando llamar en lo sucesivo insurgentes a los defensores
de la independencia, que deberían ser designados, de palabra y por
escrito, traidores y rebeldes, y para no equivocarse los cuerpos de
vecinos armados que en cada lugar había, y que llevaban el nombre de
patriotas, con los de los insurgentes adoptaron igual denominación,
mandábase que los primeros se distinguieran con la de realistas fieles
del lugar que correspondiese. Finalmente ordenaba el virrey a los
ayuntamientos que levantaran un acta en que constase no haber
nombrado ni en manera alguna autorizado a los que, llamándose
representantes del pueblo mexicano, firmaban con tal carácter la
Constitución de Apatzingán.
Con aparatosa pompa se procedió el 24 de mayo, fecha del bando,
a quemar la ley constitucional de los independientes. Todas las tropas

101
PABLO G. MACÍAS

formaron en la vasta plaza mayor, en cuyo centro se alzaba la estatua


ecuestre de Carlos IV; cerca de este monumento se veía un dosel con
el retrato de Fernando VII y en uno de los ángulos de la plaza se
levantó un tablado donde fue quemada la Constitución por mano del
verdugo, a presencia de un gran concurso y del virrey mismo, quien se
colocó en un balcón del palacio.
La iglesia, a su vez, se apresuró a condenar la Constitución de
Apatzingán, y en un edicto publicado por el cabildo eclesiástico de
México el 26 del mismo mes de mayo se imponía pena de excomunión
mayor a los que la leyeran, y extendía ese castigo a los que no
delatasen a las personas que conservaran en su poder algún ejemplar
de la ley constitucional. Ordenaba el cabildo a los curas, confesores y
predicadores, tanto seculares como regulares, que combatiesen los
principios contenidos en ella, y amenazaba con la pérdida de
beneficios y destinos, con la suspensión y aun con la formación de
causa a los eclesiásticos que anduviesen remisos en este punto.

"Pero lo que sorprende —comenta textualmente el historiador


Zárate—68 es la ligereza o extrema pasión con que procedió el cabildo
en esta vez, puesto que aseguraba que la Constitución de Apatzingán
establecía la tolerancia religiosa, cuando precisamente en su primer
artículo declaraba que la religión católica apostólica romana era la
única que debía profesarse en la nación y en su capítulo III exigía en
los extranjeros, para poder obtener carta de ciudadanía, el requisito
de ser católicos, comprendiendo entre los crímenes por los cuales se
debía perder ese derecho, los de herejía y apostasía".

Aparte del edicto del cabildo eclesiástico, fundado como acabamos de


ver en una irritante postura, lanzó el suyo la Inquisición el 10 de julio.
También declaraba incursos en excomunión mayor a los que
conservasen en su poder la Constitución y proclamas de los
independientes, a los que no denunciasen a los que las leyeran, y a los
que desobedeciesen las determinaciones de las autoridades, y
especialmente las del Santo Oficio. Y como el Congreso había
ordenado a los curas que leyesen la Constitución a sus feligreses, y a
éstos mandaba jurar su obediencia, de ahí el conflicto en que se

68 Ut Supra, p. 642.

102
ARIO DE ROSALES

vieron colocados, tanto los curas de los pueblos pequeños, que


estaban a merced de las guerrillas de insurgentes, como muchos de
los fieles que no sabían de qué parte se hallaba la verdad. En cambio,
los numerosos partidarios de la independencia despreciaban las
censuras eclesiásticas como efecto del espíritu de bandería, y en el
concepto de amigos y enemigos las armas de la iglesia se
desprestigiaban completamente, conocido el móvil político que las
hacía vibrar con tanto desatino.

LOS PODERES PÚBLICOS A PUNTO DE SER DESTRUIDOS EN ARIO

Después de permanecer alrededor de tres meses en Apatzingán, los


miembros del Congreso se trasladaron a Ario, lugar señalado por el
generalísimo para fijar la residencia de los Poderes de la nación, tanto
por la lealtad y bravura de su gente, como por ser un punto
estratégico en una amplia explanada rodeada de defensas naturales, y
entronques de caminos a diversos sitios del vasto territorio dominado
por la insurgencia.
El doctor Cos había instalado la imprenta en una casa situada en
la esquina de las calles que ahora llevan los nombres de Hidalgo y
Rayón, en la que imprimía las proclamas del gobierno. En una de
ellas, fechada el 9 de febrero, alerta al pueblo a que no se deje
sorprender por un plan de intrigas que ha puesto en marcha el
régimen virreinal, para dividir a los insurgentes. Este documento, que
se exhibe en el salón de acuerdos del Ayuntamiento de Ario, dice a la
letra:

"El supremo gobierno mexicano a sus conciudadanos

"En correspondencia que se ha interceptado, y dirigía Cruz a Calleja,


se contiene, entre otras cosas, un plan de intriga y seducción para
indisponer entre sí los ánimos de los principales jefes americanos, con
el fin de excitar una desavenencia general que termine en anarquía,
inspirando celos, resentimientos y desconfianza hacia el sistema de
nuestra Constitución provisional, por medio de sujetos que decididos
a nuestro partido inculquen reflexiones capaces de alucinar a los

103
PABLO G. MACÍAS

incautos, impeliéndolos por motivos de adhesión a nuestra justa


causa, y deseos de que triunfe la Independencia, entretanto que los
pérfidos brindan a los comandantes americanos con la continuación
de sus empleos y algunas otras gratificaciones, con tal que muden de
partido. Estos astutos enemigos de la patria, desesperados de llevar
adelante por las armas sus inicuas miras de opresión, y convencidos
plenamente, de que el establecimiento del orden y buen gobierno les
hace una guerra más activa que los ejércitos, y es principalmente a
quien podemos deber algún día la victoria, no omiten diligencia
alguna para evitar los gloriosos resultados de nuestro nuevos sistema,
pretendiendo destruirlo en sus principios, y que vuelva la antigua
confusión, en que acuchillándonos nosotros mismos, tenga la acción
un desenlace conforme a sus perversas intenciones; como si los
hombres de honor y los jefes de talento que mueven al presente esta
gran máquina, fueran susceptibles de ideas rateras, y no tuvieran
bastante generosidad y nobleza para unirse íntima y fraternalmente a
un mismo objeto, sofocando sentimientos peligrosos, y produciendo
con prudencia y buena fe sus objeciones, cuando tengan que hacer
algunas, satisfechos de que nuestras corporaciones todas desean y
agradecen que se les ilustre, y están dispuestas a hacer cada día las
reformas que les sugiera el talento y recia intención de sus hermanos.
Por tanto, este Supremo Gobierno, celoso siempre e infatigable por la
prosperidad de sus conciudadanos, previene a todos, especialmente a
los jefes políticos y militares de todas clases, doblen su vigilancia en
tiempos tan peligrosos, y con la prudencia y patriotismo que tienen
tan bien acreditados, inquieran si en sus respectivas demarcaciones
hay algunos agentes de los enemigos, perturbadores de la paz pública,
disfrazados con la capa de buenos y celosos patriotas, y procuren con
la circunspección necesaria en asunto de tanta gravedad e
importancia conducirse de modo que queden burlados y
escarmentados los seductores, dando cuenta a esta Superioridad con
lo que ocurriere, y practicaren en cumplimiento de sus deberes, para
impedir la ejecución de tan detestable plan, y precaver
oportunamente sus espantosos resultados.
"Palacio Nacional del Supremo Gobierno Mexicano en Ario,
febrero 9 de 1815.
"José María Liceaga, presidente. José María Morelos.

104
ARIO DE ROSALES

"José María Cos. Remigio de Garza, secretario de gobierno".

El 16 del propio mes, se lanzó otra proclama exhortando a los


"compatriotas" a "sacudir el profundo sueño que habéis dormido bajo
la pesadez del león español". Su texto es el siguiente:

"El Supremo Gobierno Mexicano a sus compatriotas

"Ciudadanos: tan empeñada esta suprema corporación en repetiros


pruebas de la pureza de sus intenciones, como en exterminar la
injusticia y la mala fe de los tiranos de la patria, medita día y noche
los medios más seguros de felicitaros, al paso que provee a un infinito
de incidentes de todas las provincias. Pero ¿cómo podrá lisonjearse de
conocer y reunir en general cuanto conviene poner en movimiento, ni
de dar a cada parte, la ejecución que demanda? o ¿cómo se aventurará
a las nociones de lo pasado, o a unas exposiciones poco sinceras, en
medio del estruendo marcial y la premura de las circunstancias?
"Vosotros, ciudadanos, que libres respectivamente de tales
estorbos abrasáis en el círculo de vuestra vista un pequeño número de
objetos, y podéis analizar la ventaja o desventaja de los métodos
practicados en uno o muchos ramos de la administración, la
naturaleza de sus principios, sus enlaces y consecuencias, el origen de
los abusos y excesos, y el modo de cortarlos, formando combinaciones
mecánicas, ilustradas por el conocimiento de los lugares y de las
personas: vosotros sois los que debéis rectificar y acelerar la grande
obra del ministerio. Por lo menos, él excita a este fin vuestras virtudes
sociales y os escoge por sus guías.
"Acabad pues de sacudir el profundo sueño que habéis dormido
bajo la pesadez del león español. Entrad en posesión del más preciso
de vuestros derechos. A la timidez de esclavos, suceda la confianza de
hijos, y a la superchería de indígenas, la generosidad de ciudadanos.
Como no ataquéis el dogma, la sana moral, ni la tranquilidad pública,
podéis representar a este Supremo Gobierno cuando os parezca
conducente a la felicidad de vuestra nación, convenciendo
prácticamente a los opresores de aquella verdad consignada en la
historia de todos los siglos: 'que jamás falta un pueblo virtuoso a
producir los talentos que le son necesarios'.

105
PABLO G. MACÍAS

"Palacio Nacional del Supremo Gobierno Mexicano en Ario,


febrero 16 de 1815.
José María Liceaga, presidente. José María Morelos.
José María Cos. (Rubricados)".

Ambos documentos dan claro testimonio de cuál era el estado de


los espíritus en el fragor de la lucha revolucionaria.
Morelos hallábase en Ario con los otros miembros del Ejecutivo y
los diputados del Congreso, desde a principios de febrero, con objeto
de asistir a la ceremonia de la jura y toma de posesión de los
magistrados del poder judicial —cuyos nombres dimos a conocer
anteriormente— señalada para el 7 de marzo de 1815. El acto debe
haber revestido imponente solemnidad, pues de esta manera quedaba
por fin constituido el gobierno nacional, con sus tres poderes como lo
mandaba la Constitución.
La casa en que se instaló el Tribunal aún existe, si bien se le han
hecho diversas reparaciones. Está situada en el portal Guzmán:
consta de dos plantas con varias habitaciones y un hermoso jardín a la
entrada; en la parte alta hay una especie de terraza bordeada de
macetas y jaulas con pájaros, sin faltar allí plácidamente vigilando, el
amigo fiel del hombre: un perro. Su propietaria es doña Clara Guido
de Figueroa viuda de Téllez. Durante uno de los viajes que hicimos a
Ario entrevistamos a esta señora; cuenta 79 años, pero no obstante su
avanzada edad coordina bien sus pensamientos y no carece de vigor
físico, pues aun desempeña todos los quehaceres domésticos.
Doña Clara es hija de Quirino Guido Calderón y de Librada
Figueroa Alcaraz, vecinos "viejos" que fueron de Ario; los padres de su
esposo eran Eulogio Téllez y Andrea Barajas Morelos, esta última, hija
de María Isabel Morelos, descendiente del generalísimo, según nos
aseguró Clara. Por tanto, nuestra entrevistada se considera pariente
política del cura de Carácuaro.
A un lado de la puerta de la casa, fue colocada una placa con la
siguiente inscripción:

"SESQUICENTENARIO DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA DE LA


NACIÓN, EMANADO DE LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN, Y
ESTABLECIDO EN ARIO DE ROSALES, EL 7 DE MARZO DE 1815.

106
ARIO DE ROSALES

JUNTA CÍVICA DE CONMEMORACIÓN.


LIC. AGUSTÍN ARRIAGA RIVERA.
GOBERNADOR DEL ESTADO DE MICHOACÁN, 1966".

Además del poder judicial se alojaron en esta casa por temporadas los
miembros del Congreso y los del Ejecutivo, cuando andaban a salto de
mata —protegidos por las fuerzas de Morelos— redactando el Decreto
constitucional que había de promulgarse en Apatzingán.
El impacto que produjeron las últimas acciones de los jefes
insurgentes, exacerbaron la rabia de los militares realistas, quienes se
propusieron asestar un golpe definitivo a aquel "remedo de gobierno",
como ellos lo llamaban.
Uno de tales militares era Agustín de Iturbide. Coterráneo de
Morelos, le siguió los pasos y nunca lo perdió de vista en sus
campañas, con la esperanza de un día alcanzar la gloria de tomarlo
prisionero. Esa gloria estuvo a punto de obtenerla en la defensa que
hizo de Valladolid frente a las tropas del héroe del sur.

"Un trozo como de sesenta hombres de la fuerza mandada por


Iturbide —afirma Bustamante— subió arriba de la loma en demanda
de Morelos, y logró penetrar en su campamento; algo más hubo, lo
escoltaron unos cuantos un largo rato, teniéndolo por el general
Llano, pues quiso la suerte que estuviese vestido del modo que éste, y
montado en brida española, cosa exótica entre los americanos.
Morelos entendió lo que pasaba, calló, sostuvo la ilusión hasta que
llegó su escolta llamada de los pares, que estaba abajo en lo más
ardiente de la refriega; reconoció que aquellos dragones eran
enemigos, cargó sobre ellos y los hizo piezas, entonces Morelos se
retiró bonitamente…"69

Pues bien, sabedor Iturbide de que el Congreso y los miembros de los


poderes ejecutivo y judicial se hallaban instalados en Ario se dirigió al
virrey —salvando, por cierto, el conducto de su superior Ciriaco de
Llano— presentándole un plan para aprehenderlos, y solicitando, al
mismo tiempo, ser él con sus tropas quien lo llevara a efecto.

69 Ut Supra, p. 642.

107
PABLO G. MACÍAS

Calleja aprobó el plan y lo autorizó para ejecutarlo con absoluta


independencia del brigadier Llano, causando a este jefe grandísimo
disgusto, pues se le escapaba a él aquella oportunidad. A las once de
la noche del 13 de abril de 1815, Iturbide mandó a Llano desde su
cuartel de Irapuato esta comunicación:

"Tengo tomadas medidas muy eficaces para saber exactamente los


planes de los rebeldes y podemos sacar de ello ventajas muy grandes,
pero es muy interesante para el efecto, que ni por el sur, ni por el
poniente, ni por el norte de Valladolid salga tropa alguna hasta que
yo diga a V. S. el resultado de mi proyecto, para el cual también
vendría bien que saliese alguna tropa de Valladolid por el rumbo de
San Bartolo o de Queréndaro con pretexto de introducir víveres a
aquella capital. A pesar de que ésta irá con correo escoltado, no me
atrevo a explicar más claramente sobre el asunto, porque cualquier
incidente imprevisto que hiciera descubrir mi intento causaría
mucho mal. Concluyo con repetir a V.S. que importa mucho se haga
lo que he dicho, y aun en el caso de haber tropa por alguno de los
rumbos del sur, poniente o norte de Valladolid, debe V. S. mandar
retirarla bajo cualquier pretexto honesto. Entre tanto, no debe V. S.
tener cuidado de la gavilla del padre Torres, pues estoy a la mira de
ella. Agustín de Iturbide".70

Lista la expedición, y habiendo cuidado Iturbide de ocultar


mañosamente su intento, salió de Irapuato el primero de mayo con
dirección a Puruándiro, mientras que su segundo, el coronel Orrantia,
marchaba desde Coeneo hacia Chimilpa, baluarte próximo a Uruapan,
con el fin de destruir las fortificaciones que los independientes habían
comenzado a levantar en ese sitio, para impedir que se retirasen a él
los que huyesen de Ario. Esperaba Iturbide que caminando día y
noche los 140 kilómetros más o menos que separan a Puruándiro de
Ario, ningún aviso de su rápida marcha podría llegar a los miembros
del Congreso. Sin embargo, el día 4 Iturbide llegó a Zínziro, punto
distante 65 kilómetros aproximadamente de aquel a que se dirigía,
pero sólo le acompañaba su vanguardia, y los demás grupos en que
había dividido su fuerza, extraviados durante muchas horas en los

70 México a través de los siglos, t. III, p. 473.

108
ARIO DE ROSALES

bosques que hubieron de atravesar, no se reunieron hasta las dos de


la mañana del día 5.
Esta detención forzada del coronel realista frustró por completo
sus planes y salvó a los miembros del Congreso y funcionarios del
gobierno de una muerte segura. Avisados con anticipación de algunas
horas por el cura de Tingambato del riesgo que les amenazaba,
resolvieron entonces separarse, lo mismo que los miembros del
Tribunal de Justicia, y así divididos en pequeñas partidas, se
dirigieron a Puruarán y a otros sitios.
Morelos, Liceaga y Cos, integrantes del poder ejecutivo,
permanecieron en Ario hasta última hora, pusieron en lugar seguro
los archivos y la imprenta y salieron en los momentos de entrar en el
pueblo las primeras avanzadas de Iturbide.
Orrantia después de arrasar Chimilpa se reunió en Ario con
Iturbide, quien durante los ocho días que permaneció en el pueblo,
incendió la casi totalidad de las casas, atropelló los hogares de aquella
gente que no tenía más delito que desear la libertad de su patria, y
mató a personas del todo inocentes.
Pero lo que más llenó de indignación y espanto a los habitantes
de la comarca, fue el fusilamiento de Manuel Valdés, Eligio Castro,
Antonio Medina, Manuel Castañeda y Manuel Mendizábal, este
último de escasos 20 años de edad (todos vecinos muy estimados de
Ario y que no habían tomado las armas), llevado a cabo por orden del
sanguinario Iturbide, en el costado oriente de la plaza que ahora lleva
el nombre de Hidalgo, ante un frondoso árbol que allí se levantaba.
Irritado hasta la locura el más tarde emperador de México, salió
el día 14 rumbo a Pátzcuaro para volver a su cuartel de Irapuato.
Lleno de despecho fue haciendo un reguero de sangre inocente en su
camino. A las ejecuciones de Ario hay que añadir las de muchos
empleados de las fincas que fue tocando, los cuales no tenían más
crimen que haber recibido a los insurgentes, como si en su mano
hubiese estado impedirles la entrada a las haciendas.
En Pátzcuaro fue aprehendido Bernardo Abarca, hombre
distinguido y pacífico, a quien el doctor Cos había improvisado
comandante para que resguardara la población. Al aproximarse
Iturbide huyeron todos los oficiales, pero el desgraciado Abarca tardó
en hacerlo por tener que dejar a su esposa en cama, y habiendo sido

109
PABLO G. MACÍAS

preso al salir de la población, fue puesto inmediatamente en capilla


para ser pasado por las armas. En vano se interesaron por salvarle la
vida el cura Rafael Cornejo, las religiosas y los vecinos que habían
quedado; en vano su enferma y afligida esposa se echó a los pies de
este monstruo, quien le aseguró que su marido no sería fusilado. Al
salir de Pátzcuaro lo hizo conducir preso con la división y lo mandó
matar en Tzintzuntzan. Esta atroz ejecución fue considerada como un
desquite por el mal éxito de la expedición contra el Congreso y los
otros miembros del gobierno insurgente.
Apenas Iturbide emprendió el regreso, los miembros del gobierno
que se habían refugiado momentáneamente en Puruarán, volvieron a
Ario a proseguir sus labores. Ardua era su tarea, sobre todo la del
poder ejecutivo, cuyos componentes (Morelos, Liceaga y Cos) tenían
por momentos que atender no sólo a las cuestiones administrativas,
sino a las campañas militares que a partir de 1815 los realistas
intensificaron en Michoacán y Guerrero.

110
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO V

EN EL FRAGOR DE LA INSURGENCIA
(1815-1821)

Consecuencias del frustrado plan de Iturbide. Represalias del doctor Cos. Se


separa del gobierno. El Congreso ordena a Morelos que lo
aprehenda. Sentenciado a muerte en Uruapan. El Congreso parte a
Tehuacán. Las Juntas Subalternas. Captura y fusilamiento del
SIERVO DE LA NACIÓN. Víctor Rosales, héroe de leyenda. Precursor de
la Independencia. Muñiz lo traiciona. Barragán lo sorprende en el
rancho de La Campana y lo mata a cuchilladas y balazos. Su
cadáver exhibido en Ario y sepultado en La Huacana. Benemérito
de la Patria en grado heroico. Los Rosales, una familia de héroes.

CONSECUENCIAS DEL FRUSTRADO PLAN DE ITURBIDE

EL FRACASO de la expedición de Iturbide produjo inmediatas


consecuencias en ambos bandos. Éste tuvo que sufrir las burlas
sangrientas de su jefe superior, Ciriaco de Llano, y la reprimenda del
virrey, pues mientras que en el paroxismo del despecho efectuaba
atroces matanzas de inocentes en Ario y Pátzcuaro, la insurrección en
el Bajío había cobrado nuevos bríos y vigorosos ímpetus. El padre
José Antonio Torres y Lucas Flores, hacia el lado de Pénjamo y Valle
de Santiago; y Víctor Rosales, Moreno, Rosas y los Pachones, por el
rumbo del norte, no dejaban ni un momento de reposo a las
guarniciones realistas. Para combatir a tantos enemigos, Iturbide
destacó a Orrantia y Castañón —que eran los jefes de su mayor
confianza— y éstos se encontraron en Rincón de Ortega con las
partidas insurgentes que recorrían la parte septentrional de la
intendencia.
Efectuóse el choque el 24 de julio, rudo y sangriento. Los
independientes perdieron la batalla, pero sus contrarios sufrieron
descalabros dolorosos en vidas y municiones. El realista Higinio
Juárez pudo apoderarse algunos días después del valiente Rosas, de

111
PABLO G. MACÍAS

tres oficiales y de varios soldados, a quienes pasó por las armas sin
pérdida de tiempo.
Pese a estos reveses, gruesas partidas de insurgentes al mando de
Borja y Santos Aguirre, congregadas en la hacienda de La
Tlachiquera, asaltaron briosamente la ciudad de Guanajuato, el 25 de
agosto. El ataque fue simultáneo por Marfil, Mellado y Valenciana. En
el primero de estos puntos fue reñidísima la lucha, pereciendo el
comandante realista Francisco Venegas y su segundo, Francisco
Fischer, minero alemán enviado por la corona de España para
perfeccionar el arte de la minería. Mellado y Valenciana fueron
también ocupados a viva fuerza, habiendo los independientes
incendiado uno de los tiros de esta célebre mina, llamado San
Antonio; pero la ciudad no pudo ser tomada por la vigorosa
resistencia de los defensores.
El peligro en que se vio Guanajuato y el desastre que causaron los
asaltos en la mina de Valenciana, consecuencia todo de la fracasada
expedición a Ario, movieron a Calleja a dirigir severa reprimenda a
Iturbide, achacando a su imprevisión los resultados de la intentona y
los más fatales que pudo acarrear el triunfo de las guerrillas.
Empero si en el Bajío los realistas sufrieron bajas y pérdidas
materiales de consideración, los efectos en el lado insurgente fueron
no menos sensibles. Las horribles matanzas llevadas a cabo por
Iturbide, determinaron sangrientas represalias de parte del doctor
Cos, quien separándose de sus compañeros del poder ejecutivo, se
dirigió rápidamente a las inmediaciones de Pátzcuaro y se unió a las
guerrillas mandadas por José María Vargas y el padre Carvajal, que
acababan de hacer prisioneros al capitán realista Aval y a 17 soldados,
que venían hostilizando a los vecinos de la región. Cos ordenó el
fusilamiento de todos en el pueblo de Santa Clara del Cobre, para
vengar la muerte de Abarca, sacrificado, como sabemos, en
Tzintzuntzan.
Aquella actitud constituía un suceso lamentable. Cos se había
distinguido hasta entonces por su acrisolado patriotismo, ya
defendiendo la noble causa de la independencia, ya con la pluma y la
imprenta, ya exponiendo su vida en los campos de batalla. Sin
embargo, se negó a volver al seno del gobierno y permaneció unido a

112
ARIO DE ROSALES

las partidas de Vargas y Carvajal. Don Carlos María de Bustamante,


compañero suyo en el Congreso, expresa:

"Cos siempre manifestó deseos eficaces de hallarse a la cabeza de un


ejército, y obrar cosas dignas de la inmortalidad. Temiéronle mucho
sus compañeros por su genio violento, y así es que lo colocaron al
frente del gobierno, en el que se mantuvo inquieto y desasosegado.
Apenas tuvo ocasión de emigrarse del seno del gobierno cuando
partió a reunirse con una partida de tropa, hecho que se estimó por
una rigurosa deserción del puesto que ocupaba y por una
escandalosa transgresión del artículo 168 de la Constitución de
Apatzingán, que dice: "No podrá mandar personalmente el
gobierno en cuerpo ni por alguno de sus miembros ninguna fuerza
armada, a no ser en circunstancias extraordinarias, y entonces
deberá proceder la aprobación del Congreso".71

Por su parte Alamán dice:

"Cos era de carácter altivo y muy inclinado a entrar en cuestiones de


derechos, en las que no economizaba dicterios a sus contrincantes.
En el año anterior (1814) había sostenido una disputa muy
empeñada sobre autoridad eclesiástica con el obispo electo de
Michoacán don Manuel Abad y Queipo; éste en circulares a sus
diocesanos, declaró que Cos había incurrido en las herejías de Wiclef
y de Lutero, y que por un efecto de rebeldía no reconocía en su
persona la dignidad episcopal. Cos contestó que en efecto no lo
reconocía, porque no había podido ser penitenciario, ni mucho
menos obispo de Valladolid estando acusado muchos años hacía de
ser hereje formal; porque no se le habían dispensado las
irregularidades contraídas por la ilegitimidad de su nacimiento;
porque estaba nombrado por autoridad ilegítima, y porque, aunque
fuese legítima la regencia de España, no residían en ella las
facultades del patronato real para presentar a beneficios
eclesiásticos".72

Cos fue llamado repetidas veces por el Congreso para que volviese a
ocupar su puesto en el seno del poder ejecutivo, al lado de Morelos y

71 Ut Supra, t. III. p. 213.


72 Ut Supra, t. IV, p. 283.

113
PABLO G. MACÍAS

Liceaga. Lejos de obedecer, el turbulento cura publicó y circuló en el


fuerte de Zacapu el 30 de agosto de 1815, un manifiesto en el que
trataba de demostrar a los comandantes militares la ilegitimidad del
Congreso, por carecer de nombramiento popular los miembros que lo
formaban; acusaba a éstos de haberse arrogado una autoridad
absoluta; de vulnerar la libertad de imprenta; de comprometer la
honra nacional enviando a los Estados Unidos del Norte a un
plenipotenciario en demanda de auxilios, y de comprometer la pureza
de la religión, atropellando la inmunidad eclesiástica; por último,
llegaba al grado de lanzarles el cargo de traidores, asegurando que
estaban vendidos al gobierno virreinal, y excitaba a los jefes militares
a desconocerlos hasta que se instalase legítimamente un congreso, de
acuerdo con Morelos y Rayón.
Sensible en extremo fue para los patriotas reunidos en Uruapan
la actitud que acababa de asumir su antiguo compañero de infortunio,
y a quien reconocían notable inteligencia en los consejos, así como
impávido valor en los peligros; pero sobreponiéndose a ellos el interés
de la patria, resolvieron sofocar con energía este nuevo elemento
perturbador que tanto daño pudiera causar a la revolución.
El Congreso ordenó, en consecuencia, a Morelos que procediese a
la prisión de Cos con prevención de que lo fusilase si hacía resistencia.
Marchó Morelos a Zacapu para cumplir la penosa misión que se le
había confiado; Cos intentó defenderse, pero sus soldados lejos de
obedecerle lo entregaron a Morelos, quien con toda clase de
consideraciones y miramientos lo presentó al Congreso que lo juzgó y
sentenció a ser pasado por las armas.

"No era ciertamente el deseo de los miembros del Congreso —escribe


don Julio Zárate— llevar a cabo tan terrible sentencia, para lo cual
querían que el condenado diese alguna muestra de sumisión", 73 y
para inclinarlo a ella, comenta Bustamante en su Cuadro histórico,
"mandaron poner a su vista el ataúd en que había de ser conducido
su cadáver: tentativa inútil, pues Cos se mostró impávido en la
prisión y no cesó de excitar a la rebeldía a todos los que le rodeaban.
Mayor dolor (decía) me causará el piquete de una pulga que el
tránsito de la vida a la muerte…"

73 Ut Supra, t. III, p. 480.

114
ARIO DE ROSALES

La sesión en que fue sentenciado duró muchas horas y en el momento


de pronunciarse la sentencia el clero y el pueblo de Uruapan
imploraron de rodillas la gracia para Cos. El cura Nicolás Santiago
Herrera, quien por sus luces y virtudes era llamado en toda la
comarca el venerable Herrera, se presentó, en efecto, en la sala de
sesiones y en humildísima postura pidió que se conservara la vida del
doctor Cos; apoyó su súplica el diputado Izazaga, y el Congreso se
rindió al fin conmutando al rebelde la pena capital en prisión
perpetua en los calabozos subterráneos de Atijo, donde fue encerrado
desde luego.

"Durante las largas horas de su prisión —añade Zárate— aquel


hombre que destruyó con la mano izquierda la obra que había
construido con la derecha, se entretenía en ver a los lobos y a los
tigres que bajaban de los montes de beber en un arroyo que corría no
my distante del ventanillo de su calabozo".

Estas deplorables desavenencias contribuyeron a desalentar la acción


de los insurgentes con gran provecho para las armas realistas.
El doctor Cos nació en Zacatecas, estudió gramática y retórica en
el colegio de San Luis Gonzaga de su ciudad natal, obtuvo el
doctorado en la Real Universidad y fue catedrático de filosofía,
teología y latinidad, así como vicerrector del Tridentino seminario de
Guadalajara. Fue cura párroco de Zacatecas (1800), del mineral de la
Yesca, Jalisco (1801) y de San Cosme (1804). En 1810, de acuerdo con
Francisco Rendón, intendente de Zacatecas, se entrevistó en
Aguascalientes con el insurgente Iriarte, cuyos planes comunicó a
Calleja en San Luis Potosí, y después al virrey Venegas en la capital
del Virreinato. De regreso en Zacatecas fue apresado por una partida
del cura Correa, quien lo condujo a la Junta de Zitácuaro (noviembre
de 1811). Rayón y sus compañeros lo recibieron con desconfianza,
creyendo que era espía de Venegas; pero desvanecidos esos temores
se le encargó de levantar un regimiento, al que llamó "de la muerte".
Nombrado vicario castrense por la Junta de Zitácuaro, en marzo de
1812 marchó con las tropas a Sultepec donde publicó el semanario El
Ilustrador Nacional con tipos de madera que labró con sus propias

115
PABLO G. MACÍAS

manos, e impreso con añil a falta de tinta. Más tarde la sociedad de


Los Guadalupes le proporcionó tipos de metal con los que publicó El
Ilustrador Americano. Posteriormente don José María Liceaga
nombró al doctor Cos su segundo en el mando de la provincia de
Guanajuato y con este carácter y en unión de Fernando Rojas, formó
en el pueblo de Dolores un cuerpo de infantería, que infligió un serio
revés al general García Conde.
Nombrado diputado al Congreso de Chilpancingo por la
provincia de Zacatecas (14 de septiembre de 1813), no pudo llegar a
tiempo a la instalación de la asamblea, por lo cual no firmó el Acta de
Independencia. Tras la derrota de Morelos en Valladolid, de la cual
dimos cuenta en páginas anteriores (Capítulo IV), el Congreso, falto
de recursos y estrechamente perseguido por los realistas, llevó una
vida errante por territorio de los actuales Estados de Guerrero y
Michoacán, en cuyo trayecto y sin embargo de tantas privaciones, los
diputados fueron redactando la Constitución, y en la cual se advierte
la docta pluma del doctor Cos.
Por último el doctor Cos pudo fugarse de la cárcel, permaneció al
lado de Rayón algún tiempo y decepcionado, al fin, se indultó por
conducto del cura de Pátzcuaro, en donde se le permitió residir
dedicado a su ministerio, bajo la protección de Juan Cruz Ruiz de
Cabañas, obispo de Guadalajara. Fue uno de los más destacados
ideólogos de la revolución de independencia al lado de don Andrés
Quintana Roo y Francisco Severo Maldonado. Murió en la vieja urbe
ceremonial de Tariácuri el año de 1819.

ÚLTIMOS PASOS DEL CONGRESO. CAPTURA Y MUERTE DE MORELOS

Los miembros del Congreso, del poder ejecutivo y del Supremo


Tribunal de Justicia no permanecieron mucho tiempo en Ario y
considerando más seguro por el momento que Uruapan fuese el
asiento del gobierno, allá lo trasladaron, animados de la misma
ardiente fe que los había sostenido en medio de tan continuos y
graves peligros.
Antes de marcharse a Uruapan, el gobierno nombró una junta
subalterna que se estableció en Taretan, integrada por Manuel Muñiz,

116
ARIO DE ROSALES

Dionisio Rojas, José María Pagola, Felipe Carvajal y el licenciado


Juan Pablo Anaya. Este último que acababa de regresar de los Estados
Unidos de una infructuosa misión,74 sorprendió en la hacienda de
Santa Efigenia a sus colegas, con quienes estaba en desacuerdo, y los
llevó presos a Ario. Pero entonces otros jefes insurgentes
capitaneados por Vargas, indignados por el proceder de Anaya que
estorbaba la unidad y la acción de la insurgencia, constituyeron poco
después, en Uruapan, otra Junta de la que formaron parte el propio
Vargas, el mariscal Víctor Rosales, Yarza, Amador, Izazaga y el padre
Torres. Para esto el Congreso había resuelto ya abandonar Uruapan,
pues las sorpresas que Iturbide llevó a cabo hicieron comprender a los
diputados que su estancia segura en Michoacán no podía prolongarse,
rodeados como estaban de poderosos enemigos y sin contar con
fuerzas bastantes que oponerles.
Después de largos debates el Congreso resolvió trasladarse a
Tehuacán, juntamente con el Tribunal de Justicia, y confió la
ejecución de este atrevido proyecto al generalísimo Morelos,
autorizándolo especialmente para tomar el mando de las tropas que
habían de escoltar al gobierno, pues como miembro del poder
ejecutivo no podía ejercer las funciones de jefe militar.
Atravesar más de seiscientos kilómetros de territorio ocupado por
divisiones realistas, y pasar a la vista de sus puntos fortificados y
guarnecidos con una comitiva numerosa y las fuerzas competentes
para su resguardo, era sin duda una empresa ardua y peligrosa.
Morelos lo comprendió así y dictó desde luego todas las disposiciones
que creyó convenientes al buen éxito de la expedición. Se instruyó a la
Junta Subalterna para ejercer sus facultades en las provincias hasta
Texas, y después de recibir cada uno de los funcionarios seiscientos
pesos, menos Morelos que no quiso tomarlos, y que para marchar
tuvo que vender su ropa de uso, afirma Bustamante en el t. III, p. 217
de su Cuadro histórico, salió de Uruapan la expedición el 29 de
septiembre de 1815.

74Tal vez haya sido a la que alude Cos en su manifiesto acusatorio o a la del
diputado José Manuel de Herrera, a quien el Congreso había acreditado
como plenipotenciario ante el gobierno norteamericano. N. del A.

117
PABLO G. MACÍAS

En el momento de partir eran miembros del Congreso —en esto


seguimos a don Julio Zárate— apenas cuatro diputados: José Sotero
Castañeda, Ignacio Alas, Antonio de Sesma y Ruiz Castañeda, pues los
abogados Sánchez, Arias e Izazaga, el doctor Argándar y don José
Villaseñor se habían separado con licencia y debían luego
incorporarse a la asamblea, y el doctor Verduzco, terminado el
periodo de su diputación, se había retirado a su curato de Tuzantla.
Los abogados Ponce de León, Martínez y Castro con los secretarios
Bermeo y Calvo componían el Tribunal de Justicia; y formaban el
poder ejecutivo Morelos, don Antonio Cumplido en lugar de Cos, y
José María Liceaga, que en Huetamo había de separarse con licencia,
protestando volver al cabo de tres meses y presentarse en el lugar que
escogiese el gobierno para su residencia.
Los archivos y papeles de las oficinas, los víveres, las municiones
y equipajes y veinte mil pesos que se destinaban a la compra de
armamento en los Estados Unidos, formaban un convoy considerable,
capaz de llamar la atención del enemigo y de excitar su codicia.
Previamente había acordado el Congreso sujetarse durante el
viaje a las órdenes de Morelos, de suerte que caminaban los
miembros que lo componían en rigurosa formación, desde las siete de
la mañana hasta la tarde, acampaban al raso, y los diputados recibían
ración diariamente como los oficiales y soldados. Así marchó la
expedición desde Uruapan hasta Huetamo, y luego siguió recorriendo
la orilla derecha del Mezcala con dirección al este. Tocó
sucesivamente Tutzamala, Tlalchapa, Poliutla el 3 de noviembre hizo
alto en Tesmalaca, pequeña población cercana a los límites de la
provincia de Puebla.
Morelos creyó indispensable dar un día de descanso a la
expedición, esto es el 4. Pero esta demora inevitable ocasionó su
pérdida, pues dio tiempo a que el sanguinario teniente coronel
Manuel de la Concha, que lo perseguía de cerca cayera sobre él con
numerosas tropas. Al tiempo que empezaba la lucha, Morelos ordenó
que los miembros del Congreso, del Tribunal de Justicia y del Poder
Ejecutivo con todos los bagajes, marcharan con mayor rapidez para
ponerse fuera del alcance de los realistas, y dictó sus disposiciones a
fin de resistir hasta donde fuese posible. La batalla se generalizó y en
medio del fragor de la pelea, entró el desorden en las filas

118
ARIO DE ROSALES

insurgentes. Hubo un momento en que se encontraron Morelos y


Bravo, y como este último manifestara al ilustre caudillo el deseo de
morir combatiendo a su lado:
—No —le contestó—, vaya usted a escoltar al Congreso, que
aunque yo perezca importa poco.75
Y acompañado de unos cuantos siguió Morelos batiéndose en
retirada, después de pronunciar esas nobles palabras que eran a
manera de la suprema aceptación de su destino. Cuando las balas
enemigas dieron muerte a sus pocos compañeros, y al ver que sus
municiones se habían agotado se internó, seguido de un asistente, a
un bosque inmediato y mientras se detuvo a quitarse las espuelas para
marchar con más celeridad, fue alcanzado por una partida de realistas
en Tepecuacuilco, mandada por un teniente llamado Matías Carranco,
que había servido a las órdenes de Morelos en 1812. Los fusiles de los
realistas apuntaban ya al "Siervo de la Nación", cuando éste sin
inmutarse dijo clavando su mirada en el tránsfuga:
—Señor Carranco, parece que nos conocemos.
Entonces éste ordenó que no se hiciese daño al prisionero, quien
premió tal muestra de consideración regalando su reloj al aprehensor.
Más de trescientos muertos tuvieron los insurgentes en la acción de
Tesmalaca, sin contar treinta prisioneros que fueron fusilados en
Tenango, pero el gran trofeo de los vencedores fue la aprehensión del
caudillo que tantas veces había empañado el lustre de las armas del
rey en los campos de batalla.
Apenas instalado el gobierno en Tehuacán, los miembros que lo
formaban se dirigieron a Calleja pidiéndole respetar la vida de
Morelos. Este documento, redactado por don Carlos María de
Bustamante, que nosotros copiamos de la p. 489 del t. III de México a
través de los siglos, dice a la letra:

"Señor general: la suerte de la guerra ha puesto en manos de V. E. la


persona de don José María Morelos, hecho prisionero en las
inmediaciones de Tesmalaca el 5 de este mes, a tiempo que protegía
la retirada de este Congreso nacional. Sus diputados presumen que
V. E. intente quitar la vida a este ilustre guerrero, o que no le trate

75 Bustamante. Ut Supra, t. III, p. 219.

119
PABLO G. MACÍAS

con el respeto debido a su carácter, pues V. E. no considera esta


guerra sino bajo el aspecto de una rebelión, y no como la expresión y
voluntad general de un pueblo justamente irritado. V. E. ha
procurado inspirar esta desventajosa idea a las naciones civilizadas,
a pesar de que la desmienten la tenacidad y constancia con que por
ella reclama la América su libertad.
"Sin embargo, esta representación nacional faltaría a sus deberes si
no solicitase de V. E. la conservación de la preciosa vida del general
Morelos, que es uno de los jefes principales y al mismo tiempo
miembro de nuestro gobierno americano. Exhortamos, pues, a V. E.
en nombre de la nación y por las penalidades sufridas por causa de
esta guerra, a que conserve la vida de don José María Morelos.
Acompañamos la proclama que acabamos de circular en el Ejército, y
esperamos que V. E., que en su oficio del 14 del pasado dirigido al
señor don Pedro Fonte concedió el indulto a don Juan Nepomuceno
Rozáins, escuchará en esta vez la voz de la humanidad. Nos
prometemos que cesará ya el derramamiento de sangre de los
moradores de este país, ya que hasta aquí no ha reinado por todas
partes sino la desolación y la muerte.
"Hemos dado constantemente pruebas de moderación: reflexione V.
E. en que si atenta contra la vida de Morelos, su muerte sería un fatal
presagio para V. E. y para los de todo su partido. ¡Cuidado, pues, con
los azares de la guerra! ¡Examine V. E. nuestra situación y recursos y
tiemble por la venganza! Si V. E. se muestra cruel ¿qué puede
prometerse si las contingencias inesperadas de la campaña lo ponen
en nuestras manos? ¿Acaso sus prisioneros tendrán derecho para
implorar nuestra piedad? ¿Querrá V. E. obligarnos a que nos
arrepintamos de haber sido clementes, a pesar de nuestro justo
enojo? Finalmente, acuérdese V. E. de que sesenta mil españoles
deberán responder de la menor injuria que se haga al general
Morelos. Él es amado sobre toda ponderación de los americanos; su
suerte no puede verse con indiferencia, ni aun por los que han sido
unos simples espectadores de nuestra terrible lucha.
"Dios guarde a V. E. muchos años. Tehuacán, 17 de noviembre de
1815. Lic. José Sotero Castañeda, presidente del Congreso. Lic.
Ignacio Alas, presidente del gobierno, Lic. José María Ponce de
León, presidente del Supremo Tribunal de Justicia. Al señor capitán
general del Ejército Español don Félix María Calleja del Rey".

120
ARIO DE ROSALES

La petición anterior no tuvo respuesta de Calleja, quien se limitó a


enviar copia de ella al gobierno español, recomendando se vieran con
cuidado las palabras con que "los rebeldes de Tehuacán" se atrevían a
amenazarle, "pues ellas pintan el carácter de los rebeldes, la alta
opinión que tenían de sí mismos, la determinación en que se hallaban
y las esperanzas que mantenían".
No siempre le es posible a nuestro pueblo, especialmente al de
origen obrero y campesino residente en apartados lugares del país,
conocer la verdad de muchos sucesos importantes de la historia, ya
por falta de libros, ya por carencia de bibliotecas en sus localidades.
Los detalles de la muerte cruel aplicada al héroe de Cuautla por el
sádico Concha, es uno de ellos. Atentos a esta circunstancia nos
parece oportuno transcribir estas notas, el relato patético de sus
últimos momentos debido a la pluma de don Julio Zárate, no sólo por
tratarse del máximo héroe de la patria, después de Hidalgo, sino
porque era michoacano y porque en Ario dio forma y funcionó el
primero gobierno insurgente conforme a lo dispuesto por la
Constitución de Apatzingán.
Oigamos, pues, al historiador:

"…El día 21 de diciembre de 1815, el coronel Manuel de la Concha


(había ascendido a este grado por su victoria) notificó la sentencia a
Morelos, obligándole a que oyese de rodillas la lectura. Después de
esto, fueron llamados el cura Guerra y otros eclesiásticos para
disponerlo a morir.
"No obstante que se había dicho a Morelos que sería fusilado tres
días después de la sentencia, a las 6 de la mañana del 22 de
diciembre de 1815 Concha lo hizo salir engrillado en un coche con el
padre Salazar y un oficial, escoltándolo la división de su mando, y
tomaron el camino de San Cristóbal Ecatepec. Al llegar a la Villa de
Guadalupe, como el carruaje se detuviese, creyó el prisionero que
aquel era el lugar señalado para la ejecución, pero se le dijo que allí
se le iba a servir el desayuno. Después de algunos minutos prosiguió
su marcha la fúnebre comitiva, deteniéndose en el llamado palacio
de San Cristóbal Ecatepec, tosco edificio construido por el Consulado
de México para el recibimiento que allí se hacía a los virreyes. Gran
serenidad mostró Morelos en los postreros instantes de su vida.
Mientras se hacían los preparativos para la ejecución, se le sirvió la

121
PABLO G. MACÍAS

comida y comió con apetito. De repente oyó el redoble de los


tambores, y levantándose de la mesa violentamente exclamó:
—Esta llamada es para formar: no mortifiquemos más… Déme
usted un abrazo, señor Concha, y será el último…
En esos momentos llegó la escolta que debía conducirlo al lugar
del suplicio, y metiendo los brazos en su turca, dijo con donaire:
—Ésta será mi mortaja, pues aquí no hay otra…
"Acercóse un soldado a vendarle los ojos, y él se resistió diciendo:
—Aquí no hay objetos que me distraigan.
Mas habiendo insistido el jefe de la escolta, se vendó con un
pañuelo que sacó del bolsillo. Atados los brazos con los portafusiles
de los soldados que lo conducían, y arrastrando con dificultad los
pesados grillos, fue llevado al recinto exterior del edificio.
—¿Aquí es el lugar? —preguntó con voz enérgica.
—Sí —le respondieron.
Obligáronle a arrodillarse con el rostro vuelto hacia una tapia;
dióse la voz de fuego, tronó la descarga, y apenas se disipó el humo,
se percibió el cuerpo agitándose en terribles convulsiones;
disparáronle una segunda descarga, oyóse un grito penetrante y
aterrador, y quedó inmóvil sobre una charca sangrienta el más
notable y bravo defensor de la Independencia de México". 76

Siete años después de consumada la Independencia, el gobernador de


Michoacán, José Salgado, promulgó el 12 de septiembre de 1828, un
decreto de la Legislatura de aquella entidad, cuyo artículo único dice:

"Desde la celebridad del 16 del corriente, quedará suprimido para


siempre el nombre de Valladolid con que se ha conocido esta ciudad,
sustituyéndole el de MORELIA, en honor de su digno hijo, benemérito
de la patria C. José María Morelos".

En 1869 se erigió con el nombre de Morelos un nuevo Estado de la


Federación mexicana, en virtud de la siguiente ley:

"Benito Juárez, Presidente constitucional de los Estados Unidos


Mexicanos, a todos sus habitantes, sabed:
"Que el Congreso de la Unión ha tenido a bien decretar lo
siguiente:

76 México a través de los siglos, t. III, p. 498.

122
ARIO DE ROSALES

"Artículo único: Queda definitivamente erigido en Estado de la


Federación con el nombre de Morelos la porción de territorio del
antiguo Estado de México, comprendido en los distritos de
Cuernavaca, Cuautla, Jonacatepec, Tetecala y Yautepec, que
formaron el tercer distrito militar creado por decreto de 7 de junio de
1862…
"Salón de sesiones del Congreso de la Unión, México, 16 de abril
de 1869. Nicolás Lemus, diputado presidente. Joaquín Baranda,
diputado secretario. Julio Zárate, diputado secretario.
"Por tanto, mando se imprima, publique y circule y se dé a él
debido cumplimiento. Dado en el palacio del Ejecutivo Federal en
México, a 17 de abril de 1869. Benito Juárez. Al c. José María
Iglesias, ministro de gobernación".

El nombre de Morelos está inscrito en letras de oro en el recinto de la


Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, se han levantado
cientos de estatuas en otras tantas poblaciones del país y por millares
se cuentan las escuelas, institutos, colonias, sindicatos, agrupaciones
cívicas e instituciones de diversa índole que en la república ostentan
con orgullo el nombre del héroe de Cuautla.

VÍCTOR ROSALES, HÉROE DE LEYENDA

Los arienses tienen una devoción casi mística por Víctor Rosales,
mariscal de campo del ejército insurgente, quien dio su nombre no
sólo al antiguo pueblo que en 1556 descubrió el franciscano Juan
Bautista de Moya, sino al municipio y a todo el distrito rentístico,
electoral y judicial que a partir de 1858 por decreto de la legislatura
michoacana, se conoce por Ario de Rosales.77
Siendo Víctor uno de los trece héroes de la patria reconocidos por
ley del 19 de julio de 1823, expedida por el Primer Congreso mexicano

77La Ley invocada dice en lo esencial: "Núm. 36. Artículo único. Se concede
al pueblo de Ario el título de Villa de Ario de Rosales. Gerónimo Elizondo,
diputado presidente. Justo Mendoza, diputado secretario. Francisco W.
González, diputado secretario. "Por tanto mando se imprima, circule y
observe. Morelia, a 4 de marzo de 1858. Miguel Silva Macías, Pascual Ortiz
Ayala, secretario".

123
PABLO G. MACÍAS

después de la consumación de la Independencia,78 sorprende no


conocerse siquiera el nombre de sus padres, ni la fecha y el lugar

78 La parte relativa del Decreto reza de esta manera:


"Nº. 106. El Soberano Congreso Mexicano, que jamás ha visto con
indiferencia los sacrificios que los buenos patriotas han prestado a la nación
en todas épocas, para obtener su independencia y libertad, ha tenido a bien
decretar:
…………………………………………………………
"Art. 13. "El congreso declara Beneméritos de la Patria en grado heroico a los
señores don Miguel Hidalgo, don Ignacio Allende, don Juan Aldama, don
Mariano Abasolo, don José María Morelos, don Mariano Matamoros, don
Leonardo y don Miguel Bravo, don Hermenegildo Galeana, don José
Mariano Jiménez, don Francisco Javier Mina, don Pedro Moreno y don
Víctor Rosales. Sus padres, mujeres e hijos y asimismo las hermanas de los
señores Allende, Morelos, Hidalgo y Matamoros, gozarán de la pensión que
les señalará el Supremo Poder Ejecutivo, conforme a los extraordinarios
servicios que prestaron, guardándose el orden de preferencia que previene el
artículo 10.
"Art. 14. "Y respecto a que el honor mismo de la patria reclama el desagravio
de las cenizas de los héroes consagrados a su defensa, se exhumarán las de
los beneméritos en grado heroico que señala el artículo anterior, y serán
depositadas en una caja que se conducirá a esta capital, cuya llave se
custodiará en el archivo del Congreso.
…………………………………………………………
"Art. 18. La caja que encierra los venerables restos de los héroes expresados,
se trasladará a esta catedral el 17 del próximo septiembre con toda la
publicidad y pompa dignas de un acto tan solemne, en la que se celebrará un
oficio de difuntos con oración fúnebre.
…………………………………………………………..
"Art. 24. El presidente anunciará, que la nación ha acordado por medio de
sus representantes, que se escriban con letras de oro, en el salón de Cortes,
los nombres de estos héroes que se sacrificaron por la independencia y
libertad nacional.
"Lo tendrá entendido el supremo poder ejecutivo, y dispondrá lo necesario a
su cumplimiento, haciéndolo imprimir, publicar y circular. México 19 de
julio de 1823, tercero de la Independencia y segundo de la Libertad. Manuel
de Mier y Terán, presidente. José Javier de Bustamante, diputado
secretario. José María Jiménez, diputado secretario.

124
ARIO DE ROSALES

exacto donde vio la luz primera. La Enciclopedia de México, el


Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, el
Diccionario… de Leduc, Lara Pardo y Roumagnac, Mexicanos
distinguidos de Francisco Sosa, y otras publicaciones señalan de su
nacimiento el año de 1776 y Zacatecas como su patria de origen. Sin
embargo, esto parece ser inexacto en parte.
En el mes de marzo de 1955 estuvimos en Zacatecas invitados por
un excelente amigo nuestro, el licenciado José Minero Roque, a la
sazón gobernador de aquella entidad, para consultar en los archivos
del gobierno del Estado y en los del Ayuntamiento, cuanto documento
encontráramos sobre este insigne insurgente y su coterráneo el doctor
José María Cos, datos que aprovecharíamos en un trabajo histórico de
la revista Tiempo, en aquellos días dirigida por el escritor Martín Luis
Guzmán.
La búsqueda fue inútil respecto a lo indicado, pero en cambio,
muy provechosa en cuanto a sus hermanos y otros miembros de su
familia, como veremos más adelante.
Tampoco en los libros de registro de bautizos de 1775 a 1778 que
consultamos en la parroquia zacatecana, por gentileza del canónigo
Joaquín Raigoza, existe asiento alguno del héroe.
Minero Roque nos comunicó entonces que él conocía una antigua
tradición, tenida por veraz entre algunos zacatecanos dados a la
investigación, en el sentido de que Víctor había nacido en una aldea
cercana a la capital del Estado, llamada Calera o La calera, por lo
cual ese poblado, ahora municipio, lleva el nombre de Calera-Víctor
Rosales. Pero de esto no hay nada que pudiera conducirnos a una
conclusión cierta.
Por otra parte, un artículo intitulado Víctor Rosales que se
publicó el 16 de septiembre de 1874 en el diario de la capital El eco de

"Por tanto mandamos a todos los tribunales, justicias, jefes, gobernadores y


demás autoridades, así civiles como eclesiásticas y militares, que guarden y
hagan guardar, cumplir y ejecutar, el presente Decreto en todas sus partes.
Tendréislo entendido para su cumplimiento, y dispondréis se imprima,
publique y circule. En México a 21 de julio de 1823. José Mariano
Michelena, presidente. Miguel Domínguez, Vicente Guerrero.

125
PABLO G. MACÍAS

ambos Mundos, para celebrar el aniversario del Grito de Dolores, el


cual aparecía firmado por "La Redacción", es la fuente que ha
satisfecho a cuantos han escrito en torno a nuestro personaje.
Afirma el artículo que Víctor Rosales nació en el año de 1776 en
Zacatecas, sin explicar si en la ciudad o en alguna otra población del
Estado; que era inclinado a las letras y a la agricultura; y que aprendió
gramática y filosofía con fray Nicolás Porres, mercedario amigo de su
familia, por cuya influencia fue enviado a la capital de la Nueva
España a principios del siglo XIX, a estudiar leyes.
Un incidente cortó su carrera. Hallábase en aquellos días la
estatua ecuestre de Carlos IV en la plaza mayor de México, custodiada
por cuatro centinelas de la guardia nacional. Una mañana se
acercaron a contemplar el monumento unos indígenas del barrio de
Tecpan de San Juan guiados por su cacique, quien admirado habló en
su lengua náhuatl con elogio; pero uno de los centinelas creyendo
escuchar censuras porque el caballo está pisando el carcaj de flechas
indias, propinó de culatazos al cacique. Visto lo anterior por Víctor
Rosales, quien entendía el náhuatl y por casualidad estaba presente,
aclaró al ignorante soldado que el indio sólo había vertido alabanzas
para la obra. Indignado el centinela por el tono enérgico en que
Rosales había hecho la aclaración, lo golpeó con una vara,
conduciéndolo luego junto con los indios a la cárcel de la ciudad,
donde estuvo cinco días incomunicado, al cabo de los cuales se le puso
libre por gestiones del padre Porres, pero fue expulsado del colegio
considerándolo desafecto al gobierno virreinal.
De regreso en Zacatecas tomó la determinación de trabajar por la
Independencia del país, para lo cual hábilmente se puso en contacto
con los conspiradores de Valladolid. En 1809 agitaba a los mineros de
su tierra natal, de Guanajuato, de Tlalpujahua y del Catorce, con
quienes intentaba hacer levantamientos. Por esos días recibió una
invitación de Allende para participar en la revolución que planeaba
con Hidalgo, invitación que aceptó, y en seguida con sus hermanos
Fulgencio, Sotero, Vicente, Francisco, José María y Juan se remontó a
la sierra, dedicándose a fabricar pólvora, lanzas y monturas y armó
una fuerza de sesenta hombres a la cabeza de la cual se puso,
iniciando la lucha por la libertad.

126
ARIO DE ROSALES

Uno de los primeros pasos fue incorporarse a las tropas de


Hidalgo, y a la vanguardia de ellas entró en Valladolid el 15 de octubre
de 1810, siguiéndole Jiménez el 16 y el 17 el propio cura, con el grueso
de la gente. Continuó con él a Guadalajara, estuvo en la batalla del
Puente de Calderón y después del desastre siguió a Allende en su
marcha al norte. Consumada la traición de Acatita de Baján se puso a
las órdenes de don Ignacio López Rayón, a quien acompañó en su
retirada desde Saltillo.
Tanto Víctor como sus hermanos guerrearon incansablemente
por espacio de varios meses en los Estados de Zacatecas, Guanajuato
y Michoacán; luego se ocultaron un tiempo en la sierra para reunir
nueva gente y armas; y el 13 de junio de 1812 reapareció nuestro
hombre ya con el grado de coronel, según informa desde Nochixtlán
al intendente interino de Zacatecas, Peón Valdés, el tristemente
célebre "cura chicharronero", José Francisco Álvarez. En julio,
Agatón, segundo de Rosales se apoderó en Burgo de San Cosme, hoy
Villa de Cos, de 300 caballos y mulas con que reforzó la caballería de
su jefe.
La movilidad de este caudillo era sorprendente. A fines de
octubre andaba por Jalpa con el doctor Cos y Liceaga y a principios de
1813 tomaba parte activa en la campaña de Michoacán y se reunía en
Ario con un grupo numeroso de insurgentes comandados por Manuel
Muñiz, Navarrete y otros.
En septiembre de aquel año Víctor Rosales regresó a la provincia
de Zacatecas, donde engrosó sus filas con 700 jinetes, causando serios
descalabros al enemigo, pese a que lo perseguían tropas realistas de
caballería que don Carlos María de Bustamante hace ascender a cinco
divisiones.
Fue entonces cuando Rosales con su proverbial audacia y
animado por la seguridad que le había dado el fraile Porres, su
antiguo protector, sobre que una buena parte de la guarnición realista
se le uniría, asaltó el 25 de septiembre la ciudad de Zacatecas, en
unión de su hermano José María, con sólo 50 hombres de a caballo, si
bien había dejado otros 250 en una hacienda cercana. La tropa
realista no se movió en su favor como se le había dicho, y con sus
pocos soldados atacó denodadamente el cuartel de los Urbanos,
acuchilló a los centinelas, se hizo dueño de dos cañones que en él

127
PABLO G. MACÍAS

había, los cuales abandonó en su retirada al ver que la guarnición


realista, muy superior en número y al mando del brigadier Irisarri, se
disponía a cercarle por todas partes.
"Rosales salió de la ciudad ileso —refiere Bustamante—; pero se
encontró con una división de 150 hombres de caballería de Frontera
al mando de José María Navarrete, que habiendo sabido el peligro en
que se hallaba Zacatecas vino oficiosamente a auxiliarla, y cargó sobre
Rosales, cuya tropa se puso en dispersión. Rosales, que había visto
con dolor perseguir a su familia con la misma crudeza con que
pudieran hacerlo los españoles a su persona, traía consigo a un hijo
suyo, de edad de once años, precisamente con el fin de libertarlo. Esta
pobre criatura no pudo seguir a su padre en el escape, y así es que fue
fácilmente pillado y herido. Lleváronlo a Zacatecas, donde a pesar de
su situación e inocencia, los gachupines lo azotaron, lo ultrajaron
hasta lo sumo, y dentro del segundo día lo sacaron en una camilla…
y… lo fusilaron!".79
Consumada la independencia y reunido el primer Congreso de la
nación, Bustamante, recordando este monstruoso crimen, exclamó
ante los diputados estas palabras:

"¡Españoles que os llamáis cristianos, que la echáis de generosos y


justos, confundíos a vista de este hecho tan infame que avergonzaría
aun a aquellas bárbaras naciones del norte de nuestra América, que
ceban su saña en los cautivos, haciéndoles la dolorosa operación del
escalpelo! ¡Ah! Ellos se vengan de hombres que pudieran dañarle en
la guerra, y que como cautivos suyos res mancipi, quedaron a su
disposición como trofeos de su valor; pero no se vengan en niños,
cuya inocencia respetan…! Bárbaros, feroces, insensatos, conoced la
justicia con que detestamos vuestro nombre y decimos anatema a
vuestra memoria, que sólo nos recuerda la historia de vuestros
delitos, crueldades y depredaciones!
"Supremo poder ejecutivo, fijad ya vuestras miradas sobre la
desgraciada familia de Víctor Rosales, a quien el soberano Congreso
de la nación mexicana ha declarado Benemérito de la Patria, cuyo
nombre ha mandado inscribir con letras de oro en el catálogo de los
héroes, y en derredor de cuya tumba hemos esparcido flores de
honor en la solemne y memorable parentación del 14 de septiembre

79 Ut Supra, pp. 633 y 634.

128
ARIO DE ROSALES

de 1823, rodeándola las supremas autoridades mexicanas. La familia


de Rosales (repito) pide pan por el órgano de mi voz… La inocencia
del niño clama en su obsequio… ¡Oid sus voces, mostraos justos y
liberales!... Yo os conjuro a que así obréis por vuestro honor, cierto
de que si os mostrarais indiferentes a tales clamores, os haríais tan
criminales como el jefe de aquellos asesinos detestables. Busquemos
a esos infelices entre las quiebras de las montañas de Zacatecas,
enjuguemos sus lágrimas, llenemos de consuelo sus corazones, y
fíjense en el frontispicio del salón de vuestras sesiones estas
memorables palabras que puso en la entrada de su tribunal un
célebre rey moro de Granada:

"Llégate sin temor, huérfano triste


que aquí hallarás el padre que perdiste".

DECAE EL ÍMPETU DE LA INSURGENCIA

Interrumpamos por un momento la narración de las hazañas de


Víctor Rosales, para volver a Uruapan donde dejamos a la Junta
Subalterna nombrada por el Congreso en septiembre de 1815, antes
de partir para Tehuacán. Poco duró la Junta en dicha plaza, pues poco
después se trasladó al fuerte de Jaujilla en la laguna de Zacapu, y
aunque trató de imponer su autoridad, no fue reconocida por don
Ignacio López Rayón —jefe del grupo oriental de insurgentes—, quien
se hallaba en el fuerte de Cóporo, pues éste seguía reclamando para sí
todos los derechos derivados de la antigua Suprema Junta Nacional
Americana de Zitácuaro. Pero a su vez Rayón tampoco fue reconocido
por don Nicolás Bravo, Pablo Galeana, José María Vargas y otros jefes
menores que controlaban importantes guerrillas.
La captura y muerte de Morelos y la disolución del Congreso fue
un golpe tremendo para la insurgencia, del cual no pudo recuperarse.
Quedaban, es cierto, varios jefes valientes y de prestigio en el teatro
de la guerra, pero faltaba unidad de mando entre ellos, faltaba
cooperación y un líder de la categoría del Generalísimo, que asumiera
la responsabilidad de la campaña. Ni Bravo, ni Rayón, ni Guerrero, ni
don Guadalupe Victoria tenían suficiente influencia entre los grupos
para conducir al éxito a las tropas revolucionarias.

129
PABLO G. MACÍAS

En estas circunstancias, la ofensiva insurgente vino a menos y los


realistas tomaron la iniciativa en todas partes. Cundió el desaliento y
éste trajo consigo numerosas rendiciones, dispersiones y traiciones,
ya que muchos de los que capitulaban se convertían automáticamente
en perseguidores eficaces de sus antes compañeros; cuyos métodos,
recursos y guaridas conocían.
En este estado de ánimo, el virrey Apodaca lanzó el 30 de enero
de 1816, a escaso mes y medio de la ejecución de Morelos, una nueva
proclama concediendo el indulto con plazo de 60 días, y reiteró la
vieja consigna de fusilar sin excepción a cuanto jefe insurrecto fuera
capturado en acto de guerra, por lo cual se apresuraron a rendirse
aquellos que vieron el peligro de muerte más cercano y la esperanza
de triunfo más distante que nunca. Todo el año de 1816 fue trágico
para los libertadores. El Fuerte de Cóporo, cercano a Jungapeo, que
empezaron a fortificar desde 1814 Benedicto y Ramón Rayón, fue
rendido por este último al coronel realista Matías Martín y Aguirre el
7 de enero de 1817; aunque lo recuperó y reacondicionó Nicolás Bravo
en julio siguiente y allí resistió con heroísmo el ataque del coronel
Mora, dado el primero de septiembre, tuvo que abandonarlo,
desbarrancándose con su caballo, mientras el licenciado Alas y otros
se acogían al indulto para no caer prisioneros. Márquez Donallo,
asesorado por Ramón López Rayón (el antes bravo jefe insurgente,
hermano de Ignacio) lo tomó finalmente y allí mismo fue fusilado
Benedicto López, aprehendido cuando trataba de ayudar a los
sitiados.
Antes de esto, como sabemos, habían caído ya en las manos
realistas, el fuerte de Chimilpa, próximo a Uruapan, destruido por
Orrantia; el de la Isla de Janitzio, a la vista de Pátzcuaro; el de la Isla
de Mezcala y el de Cuiristarán.
Días más tarde de la capitulación de Cóporo, las partidas de
insurgentes indultados al mando del cura Felipe Salazar y del capitán
Juan Antonio de la Cueva, hicieron prisioneros a don José Sixto
Verduzco en Purechucho, lugar próximo a Huetamo, y a Ignacio
López Rayón con su familia, en Zacapuato, conduciéndolo a Patambo.
Don Nicolás Bravo trató de libertarlos, pero fue aprehendido por
Armijo en el rancho de Dolores, adonde había ido a curarse de los
golpes recibidos al escapar de Cóporo.

130
ARIO DE ROSALES

Martín y Aguirre puso sitio al fuerte de Jaujilla en donde se


encontraba la Junta. Algunos miembros de ella pudieron evadirse: el
canónigo San Martín y don Antonio Cumplido con la imprenta y
después Ayala con el archivo. El padre Torres que llegó con 500
hombres de refuerzo, fue derrotado el 3 de febrero de 1818 y el 6 de
marzo los defensores se indultaron, entregando prisioneros a los
oficiales Christie y Dovers, capitanes de las fuerzas de Francisco
Javier Mina allí refugiados, que rehusaron rendirse.
San Martín, Cumplido y Villaseñor reinstalaron la Junta en
Turicato y ordenaron a los jefes que la reconocían que atacaran
Pátzcuaro. Sin embargo, el correo que llevaba la orden la entregó al
coronel realista Quintanar, para obtener una gratificación, y éste
encomendó la persecución de la Junta a Vargas (que ya se había
indultado), quien la sorprendió el 21 de febrero, capturó a San Martín,
al que envió a Guadalajara, y fusiló a cinco personas.
Por última vez, José María Pagola, Mariano Sánchez Arriola,
Pedro Villaseñor y Pedro Bermeo establecieron la Junta en Huetamo,
pero el capitán Tomás Díaz, de las fuerzas de Armijo, sorprendió en el
paraje de Cantarranas a Pagola y Bermeo, quienes fueron fusilados en
Huetamo el 9 de julio de 1818.

VÍCTOR ROSALES MUERE COMBATIENDO CERCA DE ARIO

Desde a principios de 1816 había surgido, por cuestiones de mando,


una seria rivalidad entre Muñiz y Rosales, la cual se agravó en medio
del caos descrito en líneas anteriores. Los dos eran hombres decididos
y valientes, precursores de la Independencia y de los primeros en
tomar las armas contra el enemigo realista. El uno formó parte de la
conspiración de Valladolid en 1808-1809 y al estallar la guerra se
adhirió a Hidalgo con las fuerzas del regimiento que mandaba; el otro
puso en guardia a los mineros de Zacatecas, de San Luis Potosí y de
Guanajuato con recursos propios, como narramos antes, en unión de
sus hermanos, armó en la sierra a un grupo de patriotas con el cual se
lanzó a la lucha, poniéndose a las órdenes del cura de Dolores.
Muñiz llevó a cabo en 1810 —por cierto con insospechado
refinamiento— las horribles matanzas de españoles en Valladolid y

131
PABLO G. MACÍAS

Guadalajara, crímenes que le restaron simpatía, acaso por ese


sentimiento de humanidad muy natural en los mexicanos. En cambio,
los biógrafos de Rosales están contestes en admitir la enorme
popularidad de que éste disfrutaba entre los mineros de diversos
lugares, antes y después de estallar la insurrección. En marzo de 1810
los mineros de la Quebradilla se dirigieron al virrey Francisco Lizana
y Beaumont quejándose de los "gachupines" a quienes ya no
soportaban, advirtiéndole que de no ser atendidos los quitarían ellos
mismos. En previsión de que la amenaza fuera a realizarse con
violencia y que en el fondo hubiera causa más seria, el gobierno
virreinal, intentó sin éxito reunir buenos artesanos para fabricar
armamento. Refiriéndose a este hecho, el conde del Peñasco opinaba
que la excitación en Zacatecas se debía a la presencia de agentes
franceses enviados por Napoleón Bonaparte para socavar la autoridad
de Madrid, pero el historiador Francisco Sosa afirmó que ésta era el
resultado de las actividades de Víctor Rosales quien ya preparaba en
la Quebradilla un plan de levantamiento popular contra los españoles
de acuerdo con instrucciones que se le habían dado en la capital de la
Nueva España.
Cuando Rosales hizo sus primeras armas en Michoacán, iba ya
precedido de una aureola de leyenda por sus hazañas en Zacatecas y el
Bajío guanajuatense. Muñiz, tanto por su residencia en Valladolid
como por sus antecedentes de conspirador desde 1808, se
consideraba —después del Grito— como el jefe insurgente con
mayores méritos para dirigir la campaña en Michoacán; en esta
creencia no permitía que nadie estorbara sus planes y ya anotamos en
el capítulo IV cómo trató de reconquistar dos veces Valladolid y atacó
con vigoroso empuje otras plazas estratégicas de la provincia,
auxiliado de Rayón, el "Amo" Torres, Navarrete, Huidobro y otros.
A principios de enero de 1817 al capitular el Fuerte de Cóporo,
Muñiz volvió al centro de Michoacán, pero allí se encontró con que
Rosales, ascendido a mariscal de campo y con el título de comandante
general de las provincias de Michoacán y Zacatecas, mantenía el fuego
de la revolución desde Pátzcuaro a la Tierra Caliente. Esto reavivó su
odio al zacatecano y antes de someterse a sus órdenes, decidió
indultarse, más que por convicciones verdaderas como veremos

132
ARIO DE ROSALES

adelante —al retornar al lado de los insurgentes— para darle el golpe


mortal con las tropas realistas.
Favoreció esta maniobra de Muñiz la circunstancia de que el
virrey había dispuesto que el vencedor de Cóporo, coronel Matías
Martín de Aguirre, quedase al frente de la provincia de Valladolid; y
que entre los efectivos de tal jefe figurara el teniente coronel Miguel
Francisco Barragán,80 quien desplegó inusitada actividad en la
persecución de las guerrillas insurgentes, pues unas fueron
empujadas hacia tierras de la Nueva Galicia, otras se sostuvieron en
torno de la laguna de Zacapu, y las de Víctor Rosales se replegaron
por la sierra de Ario con vistas a ganar la Tierra Caliente.
Muñiz, que hasta entonces había fingido seguir el plan de
Rosales, se separó de éste y se presentó en Pátzcuaro a Barragán,
indultándose con la promesa de señalarle el lugar exacto donde se
hallaba el zacatecano. Esta infame traición manchó para siempre la
memoria revolucionaria del conspirador de Valladolid.
El asalto fue perpetrado al atardecer del 28 de mayo de 1817 en
una pequeña aldea (enclavada en medio de la sierra) denominada La
Campana (hoy El Durazno), cercana a Urapa, tenencia actual del
municipio de Ario. Empero para precisar la secuencia de los sucesos,
vamos a valernos de los partes militares referentes al impresionante
episodio.
Barragán se había situado el 10 de mayo en la hacienda de
Chupio. Desde allí informó a su jefe:

80 Miguel Francisco Barragán nació en Valle del Maíz, San Luis Potosí, en
1782, en el seno de una familia descendiente del emperador Moctezuma
Xocoyotzin, y temprano abrazó la carrera militar en favor del régimen
español. En 1812 era teniente del cuerpo de Lanceros de San Luis, y al año
siguiente entró a formar parte de los Dragones Fieles del Potosí, tomando
parte en la campaña lanzada en Michoacán contra los insurgentes de Rayón,
Muñiz, el Amo Torres y otros. En 1817 con el grado de teniente coronel
persiguió tenazmente al mariscal Víctor Rosales hasta darle muerte. Se
adhirió al Plan de Iguala; en 1824 tomó la fortaleza de San Juan de Ulúa,
último reducto español. Murió en 1836, de tifoidea, siendo Presidente de la
República.

133
PABLO G. MACÍAS

"…Las repetidas noticias que tuve de estar reunido Víctor Rosales en


Turicato me hicieron emprender esta jornada violentamente, y con
lo mismo me vuelvo a mi destino, con las ventajas de haber hecho
prisioneros a (tres jefes) los que llevo en cuerda… Todos se han
aprehendido en esta hacienda porque de Turicato salió para acá
Rosales… y por aquí no hizo más que pasar para Acatén y esta ha
sido la causa de no lograr el golpe que quería darle…"

Matías Martín y Aguirre comunicó, a su vez, al gobierno virreinal que


el 13 de mayo entraba a Pátzcuaro Barragán con el "cabecilla" Muñiz,
quien se había presentado a indulto; que aprehendió a varios
cabecillas y como a cien hombres de chusma; que los prisioneros
serían castigados con arreglo a sus crímenes, y los efectos que se les
quitaran "se venderán y se aplicará su producto a los gastos de la
división".
Por lo anterior sabemos, pues, que Muñiz se rindió el 13 de mayo,
fecha en que llegó a Pátzcuaro con Barragán, concluida la expedición
de éste por Chupio y Turicato. Sin esperar más de lo necesario, el jefe
realista aprovechando los informes del traidor y guiado por éste, se
puso en marcha con 400 hombres en dos divisiones en busca de
Rosales, a quien sorprendió en el rancho de La Campana al atardecer
del 28 de mayo. Dejemos que el enemigo describa a su manera el
asalto, pues se carece de documentos insurgentes.
El 2 de junio en Pátzcuaro, Barragán comunicó a su superior
inmediato Aguirre,

"…Que como a las 10 del día 28 fue aprehendido un correo que


enviaba Suárez, el segundo de Rosales, a Ramírez; me informé que
estaba la reunión en La Campana con Víctor y que nada se sabía de
mi división. A las 5 de la tarde del citado 28 me avisté sin ser sentido
a La Campana… A escape me eché sobre la casa donde estaba
Rosales… Los rebeldes la mayor parte habían ensillado… Yo quedé
con 40 hombres en la casa donde estaba Víctor, quien hizo tanta
resistencia con los que lo acompañaban, que por la intrepidez de mis
dragones les fue muy fácil matarme uno a mi lado… pero muy en
breve fueron estos necios pasados a cuchillo, siendo de los primeros
el cabecilla Víctor, que nombraban comandante general de las
provincias de Zacatecas y Valladolid…

134
ARIO DE ROSALES

"A don Manuel Muñiz y a un sujeto de esta ciudad que no quiere que
aparezca su nombre, les debo el haber sido guiado por caminos
lóbregos y solos, y el haberme situado en tan buen paraje al
amanecer del 28…"

Por su parte Aguirre confirma los datos dados por Barragán en esta
nota enviada al virrey:

"…El valiente Barragán tuvo que batirlo (a Rosales) en el rancho de


La Campana (hoy El Durazno), el 28 del corriente a las 5 de la tarde,
pues en aquel mismo momento ya formada su gavilla se iba a
marchar a otro punto. Tuve la desgracia de la muerte de un
granadero mío, heridos de gravedad un oficial y seis dragones, pero
la pérdida del enemigo llegó a 200 entre muertos y prisioneros,
incluso en los primeros el cabecilla Rosales y toda su plana mayor. Se
les quitó el parque, 150 fusiles que se recogieron, muchas armas
blancas, 150 caballos que me son muy útiles para reponer los
maltrechos míos, y algún botín del que aprovechó la tropa en justa
recompensa de su valor y acreditado amor a nuestro soberano… El
indultado don Manuel Muñiz hizo prodigios de valor e igualmente su
asistente, que salió herido de gravedad".

Aguirre recomendaba al teniente coronel Barragán para que se le


otorgara la Cruz de Isabel la Católica en premio a su valor.
Así, víctima de asquerosa traición, concluyó violentamente una
noble vida de cuarenta años que pudo haber continuado sirviendo a la
angustiada patria. Los restos del heroico mariscal, después de ser
exhibido en Ario, fueron a recibir piadosa sepultura en La Huacana.
No llegaron a México como las otras venerables reliquias en su
apoteosis de septiembre de 1823, sino que hallaron paz duradera en la
tierra donde tanto luchó por la libertad.
En septiembre de 1958 el Presidente de la República, don Adolfo
Ruiz Cortines, inauguró con gran solemnidad en la plaza principal de
Ario, una estatua del insigne héroe insurgente en cuyo pedestal se
puso una placa de bronce con la siguiente inscripción:

"General Víctor Rosales


"Nació en la ciudad de Zacatecas en 1776. Cursó la carrera de
Derecho en el colegio de San Ildefonso, uniéndose en 1810 a la causa

135
PABLO G. MACÍAS

de la Independencia. En 1817 fue sorprendido por las fuerzas realistas


en el rancho de La Campana, de este municipio, defendiéndose
heroicamente hasta perder la vida. Sus hermanos Fulgencio,
Francisco y Vicente, su hijo Timoteo de once años de edad y su
sobrina Ricarda, supieron ofrendar su vida en aras de la
Independencia. Su valor y su conducta en las zonas en que operó, le
crearon grandes simpatías. En reconocimiento a sus méritos el
Congreso de la Unión el 29 de julio de 1823, lo declaró Benemérito de
la Patria en grado heroico. Por decreto de la Legislatura del Estado de
Michoacán, de fecha 4 de marzo de 1858, el municipio de Ario se
llama de Rosales.
"El pueblo de Michoacán erigió este monumento en memoria de
tan insigne ciudadano de la insurgencia y el señor Presidente de la
República don Adolfo Ruiz Cortines lo inauguró el 25 de febrero de
1958".
Al periodo caótico registrado en el alborear de nuestra vida
independiente, le siguió la agresión de los Estados Unidos que se
apoderó de más de la mitad de nuestro territorio, la guerra de
Reforma, la intervención francesa y el segundo Imperio, pero una vez
triunfante la República Federal con Juárez, los arienses se
preocuparon por localizar en el rancho de La Campana, el sitio exacto
donde fue sacrificado Víctor Rosales.
Se sabía por tradición que la choza que sirvió de trinchera al
héroe quedaba en medio de un pequeño círculo formado por tres
frondosos colorines y un árbol de aguacate, los cuales con el
transcurso de los años quedaron perdidos entre la tupida maleza de la
sierra. Se colocó en el centro una cruz de madera —mientras se erigía
un monumento decoroso— y aunque fuerte y protegida por una cerca
de piedra, desapareció también por la acción del tiempo, al grado de
que en febrero de este año nadie nos pudo informar en Ario el sitio en
que fue puesta la cruz.
Resolvimos entonces encontrarlo por nuestra propia cuenta. El
28 de febrero partimos de Ario a bordo de una camioneta que nos
proporcionó el gobierno del Estado y tomamos la carretera a
Puruarán. Unos cuantos kilómetros adelante de Ario, la abandonamos
para penetrar en la serranía, siguiendo una angosta brecha hasta
llegar al pueblo de Urapa. Nos acompañaban Roberto Pita Cornejo,

136
ARIO DE ROSALES

secretario del Ayuntamiento de Pátzcuaro, nativo de Ario de Rosales;


el fotógrafo de prensa Joaquín Hernández Camargo, de la dirección
general de Turismo del gobierno del Estado; y el conductor del
vehículo, J. Guadalupe Hurtado García.
Al llegar a Urapa, Pita obtuvo la cooperación de uno de los
vecinos más caracterizados, don Guilebaldo Rojas, ex secretario de la
tenencia, quien de la mejor buena voluntad accedió a conducirnos
mitad a pie, mitad a bordo del vehículo, entre la escabrosa serranía,
hasta el sitio en que unas cuantas casitas rústicas constituían la
ranchería de El Durazno, sustituto de La Campana.
Registrando aquí y allá, dimos, por fin, en opinión de nuestro
guía don Guilebaldo, con el añoso tronco de un aguacate, el cual, sin
embargo, daba vida a un corpulento renuevo; y cerca de él, también
los viejos restos de palos de colorín que supuestamente rodeaban la
casa de Rosales.
Tanto Pita Cornejo como Rojas hicieron las anotaciones que
creyeron pertinentes respecto de los detalles de esta expedición, con
la mira de que los habitantes de la comarca y las autoridades
municipales y estatales, lleven a feliz término el proyecto de levantar
al insigne insurgente un monumento digno de sus hazañas, en el
propio lugar de su sacrificio.
Por otra parte la de Víctor Rosales fue sin discusión una familia
de héroes.
Su hermano Fulgencio que era en León, Guanajuato, propietario
de un obraje, resultó herido en la batalla del Monte de las Cruces, en
octubre de 1810. Siguió a Valladolid con Hidalgo; peleó de nuevo en
Aculco el 7 de noviembre, cayó prisionero y fue ejecutado.
Vicente, hermano, minero en Catorce, anduvo en campaña hasta
1812; en Purépero, Michoacán, fue muerto a tiros y cuchilladas.
Francisco, hermano, pereció también en 1812, al ser capturado y
fusilado por el realista Galopén en Illueca.
Sotero, hermano, labrador en la región de Amoles. Entró en la
revolución en 1810 ayudando a Víctor a preparar armas y municiones.
José María, hermano, participó en el asalto a Zacatecas en
septiembre de 1813, murió fusilado allí en febrero de 1814.

137
PABLO G. MACÍAS

Juan, hermano, aprehendido por conspirador en favor de la


Independencia en junio de 1811. Cuando era conducido a León logró
fugarse, sin que se supiera jamás su paradero.
José Timoteo, primogénito. Tenía once años de edad cuando
acompañó a su padre en el asalto que dio a Zacatecas en 1813. Herido
por los realistas fue hecho prisionero y fusilado frente a su madre, no
obstante los ruegos de ella.
María Elena Gordoa de Rosales, esposa de Víctor. Huyendo de los
españoles de Zacatecas murió en el rancho de Veta Grande el 19 de
marzo de 1814 al dar a luz, sin auxilio médico, a su segundo hijo José
Rosales Gordoa.
María Ricarda Rosales, hija de Fulgencio. Fue capturada en
octubre de 1814 en la hacienda de El Maguey juntamente con José
Rosales Gordoa, su primo de siete meses, a quien cuidaba por la
muerte de su madre. Fueron enviados a la Inquisición en México de
donde se fugaron con ayuda de doña Leona Vicario. Murió el 1º de
enero de 1818 durante la trágica evacuación del fuerte de San
Gregorio, en Corralejo, al salvar las banderas de 1810 que le había
confiado su tío Víctor.
Respecto al bárbaro Muñiz, pronto pagó su crimen fratricida. Al
cabo de unos meses traicionó, a su vez, a los realistas —lo cual prueba
su falta de convicciones— pues al llegar don Francisco Javier Mina al
Bajío se unió a sus fuerzas participó en la defensa del Fuerte de los
Remedios. Allí fue capturado por el jefe español Pascual Liñán, quien
lo fusiló el 18 de enero de 1818.
Como corolario añadiremos que cuando los arienses empezaron a
tomar conciencia serena de los valores justos de sus personajes
históricos, borraron el nombre de Muñiz que se había puesto a una de
las calles de Ario de Rosales, y el Ayuntamiento de 1955 presidido por
don Antonio Villanueva Macías, lo sustituyó por el de Guadalupe La
Chinaca, célebre guerrillera de la época de la intervención francesa,
oriunda del lugar.

138
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO VI

LUCES EN LA ANARQUÍA
(1821-1853)

El Plan de Iguala. Capitulación de Valladolid. Mujeres michoacanas en la


Insurgencia. México independiente. Ario en la nueva división
territorial. Departamentos. Distritos. Municipios. La administra-
ción civil. La clerical. Prefectos y curas. Gobernadores y diputados.
Don José María Silva y sus amistades. Su actuación política. Lucha
de facciones. Federalistas y Centralistas. Ario en el periodo caótico.
Primeras escuelas en Michoacán. Los preceptores. La reforma
educativa de Gómez Farías. Reapertura del Colegio de San Nicolás.
Melchor Ocampo. González Urueña. Miguel Silva Macías. Calvo
Pintado. Santos Degollado. La agresión yanqui de 1847. La última
dictadura de Santa Anna en 1853.

EL PLAN DE IGUALA. CAPITULACIÓN DE VALLADOLID

BIEN CONOCIDAS son las maniobras políticas puestas en juego por los
conspiradores de La Profesa, así como las gestiones diplomáticas de
Iturbide que culminaron, primero, en el Plan de Iguala y segundo, en
la rendición de los principales caudillos tanto insurgentes como
realistas que permanecían en guerra hasta mediados de 1821, al
primer jefe del Ejército Trigarante.
Vicente Filisola proclamó el plan en Zitácuaro; se adhirieron a él
Juan José Codallos, en Maravatío; Miguel Barragán, en Ario, donde
tenía establecido su cuartel general al acecho de la rica Tierra
Caliente; y Juan Domínguez, en Apatzingán, quedando sólo
Valladolid fiel a la corona española.
Después del 8 de mayo de 1821, en que Iturbide terminó su
campaña política, al parlamentar con José de la Cruz y Pedro
Celestino Negrete en San Antonio, inició la ofensiva y sitio de su solar
nativo, último baluarte español en territorio michoacano.

139
PABLO G. MACÍAS

Valladolid fue la primera ciudad michoacana tomada en 1810 (15


de octubre) por el ejército insurgente; recapturada por los realistas el
28 de diciembre, le tocaba ahora ser la última en capitular, el 20 de
mayo de 1821, secundando el Plan de Iguala.
Parafraseando aquí el relato que sobre este importante suceso
consigna don Julio Zárate,81 por considerarlo uno de los más veraces y
porque no siempre estas obras están al alcance de la gente de
medianos recursos, para la que, preferentemente, han sido escritos
estos Apuntes.
El día 13 de mayo toda la división trigarante ocupó las haciendas
de Guadalupe y del Colegio y el pueblo de Tarímbaro, situados a corta
distancia entre sí, y a poco más de ocho kilómetros al norte de
Valladolid, en tanto que las secciones de Barragán y de Parrés
avanzaban de Pátzcuaro a toda prisa y situábanse, respetivamente, al
sur y al este de la capital. El día 14 el coronel Luis Quintanar, defensor
de la plaza, contestó a Iturbide la carta que le escribió desde
Huaniqueo invitándolo a adherirse al Plan de Iguala, a cuyo fin agregó
las copias de varios documentos que demostraban los rápidos
progresos de la revolución: negábase con tono decidido el
comandante realista a admitir la defección y decíale que sus
obligaciones más sagradas y su honor estaban en contradicción con la
propuesta que le había hecho, y que en Valladolid no se reconocía más
que al gobierno virreinal.
No se desanimó por esta negativa el jefe del ejército trigarante y
el 15 de mayo volvió a escribir a Quintanar, pidiéndole una entrevista
de la cual no dudaba que resultaría un arreglo conveniente y justo, y
poníale como ejemplo el pacto que acababa de tener con los generales
Cruz y Negrete. También desde Huaniqueo escribió Iturbide a los
miembros del Ayuntamiento de Valladolid, enviándoles una proclama
que dirigía a los habitantes de la ciudad, solicitando que se
comisionase a dos o más individuos para que con él se entrevistasen;
pero como aquella corporación no le contestara, reiteró su petición y
la amenazó con obrar militarmente si no obtenía respuesta.
El propio 15 de mayo, por la tarde, se presentaron ante Iturbide
en la hacienda de Guadalupe el regidor Antonio de Haya y el

81 México a través de los siglos, t. III, pp. 705-706.

140
ARIO DE ROSALES

procurador síndico José María Cabrera, quienes pusieron en sus


manos una nota del Ayuntamiento en que manifestaba que, no
estando en sus facultades tratar de asuntos militares, había
comisionado a los concejales ya nombrados para que intentasen un
concierto que evitase la efusión de sangre y las demás calamidades
que amenazaban a la ciudad. Comprendió Iturbide que no era fácil un
arreglo entre un jefe del ejército que pretendía ocupar lo antes posible
la capital de Michoacán, y los representantes de una autoridad civil
carente de tropas; en consecuencia, los despidió, si bien de una
manera cortés.
Finalmente ante la deserción de las tropas realistas que
diariamente engrosaban las fuerzas insurgentes de Barragán y Parrés,
más próximas a Valladolid que el grueso del ejército, Quintanar
nombró a los tenientes coroneles Manuel Rodríguez Cela y Juan
Isidro Marrón para que recibieran las proposiciones de Iturbide. En
concreto éstas se reducían a dos: que se dejase a la tropa realista en
libertad para tomar el partido que quisiese, ofreciendo a los
expedicionarios el pago de sus alcances y medios para regresar a la
metrópoli; y que los jefes, oficiales y soldados que prefiriesen seguir
obedeciendo al gobierno virreinal quedaran en la plaza sin hostilizar
ni ser hostilizados hasta que se resolviesen las propuestas que se le
harían por conducto del general Cruz, del obispo de Guadalajara y del
marqués del Jaral.
Quintanar antes que aceptar las proposiciones de Iturbide,
prefirió rendirse. En la tarde del 19 salió del recinto fortificado en
compañía de Rodríguez Cela, su segundo; allí entregó a este jefe una
orden escrita, previniéndole tomase el mando superior de la
guarnición, y en seguida marchó al cuartel general de Iturbide que
estaba en el convento de San Diego, a incorporarse a los trigarantes.
Rodríguez Cela, ganado de antemano por el futuro emperador, sólo
pidió a éste que nombrara a sus representantes, que lo fueron los
sargentos mayores Joaquín Parrés y José Antonio Matiauda, para
ajustar con ellos una honrosa capitulación.82

82 Los términos de esa capitulación son los siguientes:


"Artículo 1. Las tropas de la guarnición saldrán con los honores de la guerra
y con sus armas, por el paraje, día y hora que se señale, tambor batiente, dos

141
PABLO G. MACÍAS

La guarnición, reducida a menos de seiscientos hombres, salió de


Valladolid a las 8 de la mañana del 22 de mayo, y de conformidad con

violentos con sus municiones, ocho cajones con las de fusil, mecha
encendida, y por el camino más corto se dirigirán a México, sin tocar en
Toluca y sin hostilizar ni ser hostilizados, para cuyo fin se servirá expedir
órdenes convenientes el señor don Agustín de Iturbide, primer jefe del
ejército de las Tres Garantías; y a mayor abundamiento podrá conceder en
rehenes los sujetos que el mismo señor jefe nombre, quienes se volverán de
las inmediaciones de México.
"Artículo 2. Para lo que necesite la tropa durante su marcha, se darán al
señor teniente coronel don Matías Rodríguez Cela los reales que fuesen
bastante.
"Artículo 3. Los enfermos que queden en la plaza serán cuidados hasta su
entero restablecimiento y se les facilitará pasaporte, para su incorporación, a
los que lo soliciten.
"Artículo 4. Todo ciudadano que guste marchar con la guarnición podrá
hacerlo, y los que deseen salir después de la ciudad podrán hacerlo también,
concediéndoles ocho días para el arreglo de sus intereses, al cabo de los
cuales marcharán con igual seguridad que si lo hiciesen con las tropas.
"Artículo 5. Ningún ciudadano de cualesquiera clase, patria y condición de
los que queden en la plaza será incomodado por sus opiniones anteriores, ya
las hayan vertido de palabra o por escrito; las familias que queden de los que
marchen, sean militares, simples ciudadanos o empleados, serán
comprendidas en ese artículo, y serán asimismo respetadas y protegidas, en
caso de indulto, por el jefe que mande la plaza, quien les facilitará los
pasaportes para donde les convenga, luego que lo soliciten.
"Artículo 6. El señor jefe del ejército sitiador podrá comisionar a un jefe
que reciba la artillería y parque, quedando al evacuar la plaza un sargento,
un cabo y diez soldados de la guarnición a sus órdenes, para custodia de
dichos efectos ínterin entran las tropas sitiadoras.
"Artículo 7. Se proveerá a la guarnición de las mulas necesarias para el
transporte de sus equipajes.
"Artículo Adicional. La ropa de la tropa que ha pasado de la plaza a los
independientes y la de aquella que últimamente se reúna, ha de
entregárseles.
"Fecho en Valladolid de Michoacán, a 20 de mayo de 1821. El comandante
de la plaza, Manuel Rodríguez Cela. Los comisionados por el señor primer
jefe del Ejército de las Tres Garantías para arreglar esta capitulación,
Joaquín Parrés, José Antonio Matiauda.

142
ARIO DE ROSALES

el artículo respectivo de la capitulación, pasó el sargento mayor


Francisco Cortazar a recibir la artillería, armas y municiones.
Cuarenta y cinco cañones de varios calibres, más de mil fusiles y una
enorme cantidad de vestuario y de municiones de guerra fueron los
trofeos de esa campaña, en la que no se derramó una sola gota de
sangre, habiéndose apoderado Iturbide de más de cien mil pesos de
las arcas públicas, procedentes de los ramos de tabaco, alcabalas,
pólvora y papel sellado.
Los habitantes de Valladolid acudieron al convento de San Diego
para felicitar a Iturbide por el pronto y feliz término del asedio.
Cantóse un Te Deum en la iglesia de aquel convento y concluida esta
función religiosa Iturbide entró en la ciudad a la cabeza de sus tropas.
A partir de esta fecha Michoacán, prácticamente, empezó su
reconstrucción. Sin embargo, antes de hablar de ella vamos a dedicar
unas cuantas líneas a las numerosas mujeres michoacanas que
participaron en distintas formas, en la lucha insurgente. Pero ante la
imposibilidad de citarlas a todas puesto que de muchas ni siquiera se
saben sus nombres, les rendiremos homenaje en el recuerdo de éstas:
Rafaela López Aguado, mujer heroica, de valor espartano, madre
de los cinco hermanos Rayón, quien, ni por salvar la vida del menor
de sus hijos, quiso influir en los otros cuatro como deseaban los
españoles, para que depusieran las armas. Es célebre su respuesta:
"Prefiero ver un hijo muerto a un traidor a la patria". Es la familia
López Rayón la más importante de la insurgencia —después de la de
Víctor Rosales—. Tuvo por tronco a don Andrés López Rayón y a doña
Rafaela López Aguado. El más destacado de los cinco hijos del
matrimonio fue don Ignacio, organizador de la Soberana Junta
Nacional de Zitácuaro. Nació en 1783, estudió en el Colegio de San
Nicolás y se graduó de abogado en San Ildefonso. En 1810 se
incorporó a Hidalgo en Maravatío, quien lo hizo su secretario. Estuvo
en multitud de combates y capturado en 1818 los realistas lo
condenaron a muerte, pero alcanzó el indulto. Murió en 1832.
Don Ramón Rayón se inmortalizó defendiendo el Fuerte de
Cóporo. Al triunfo de la República —pese al grave error que cometió
al indultarse— se le reconocieron sus eminentes servicios prestados a
la insurgencia y murió con los honores debidos el año de 1839.

143
PABLO G. MACÍAS

Francisco Rayón, el tercero de los hermanos, sirvió en las fuerzas


libertadoras hasta 1815, año en que lo aprehendieron los realistas y lo
pasaron por las armas en Ixtlahuaca.
José María Rayón combatió al lado de su hermano Ignacio hasta
1816. Fue quien a raíz del levantamiento de Dolores organizó el
regimiento de caballería de provinciales de Tlalpujahua, que tanto se
había de distinguir en el curso de la guerra. Al retirarse de la lucha
armada abrazó la carrera eclesiástica.
Por último, el año de 1812 Rafael Rayón mantuvo el dominio
insurgente en San Miguel el Grande y en toda la zona de influencia,
tomando parte activa después en las campañas de la provincia de
Valladolid.
Otra mujer patriota fue doña María Luisa Martínez, vecina del
pueblo de Erongarícuaro —casada con Esteban García Rojas—, a
quien mandó fusilar el jefe español Pedro Celestino Negrete, en enero
de 1817. Esta mujer que se dedicaba al comercio entre las poblaciones
de Pátzcuaro, Santa Clara del Cobre, Ario, Tacámbaro y las
numerosas rancherías intermedias, prestaba grandes servicios a las
tropas insurgentes, ya agenciándoles víveres y municiones, ya
sirviéndoles de espía y correo, hasta que cayó en manos de Negrete
quien la perseguía sin descanso, considerándola tan peligrosa como
un capitán de guerrilla.
Refiere el profesor Romero Flores,83 que la señora Martínez, sin
perder en ningún momento el ánimo y dando muestras del temple
vigoroso de su espíritu, reprochó a Negrete en el momento de ser
pasada por las armas:

"¿Por qué tan obstinada persecución en contra mía? Tengo derecho


de hacer cuanto pueda en favor de mi patria, porque soy mexicana.
No creo cometer ninguna falta con mi conducta, sino cumplir con un
deber".

Ya en el capítulo III de estas Notas nos ocupamos de doña Antonia


"La Correo", activa agente de los insurgentes, quien fue aprehendida

83 Ut Supra, p. 289.

144
ARIO DE ROSALES

en Pátzcuaro por los realistas, los que le dieron muerte arrastrándola


de los cabellos por las calles de aquella ciudad.
Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega, heroína de Pátzcuaro,
quien no obstante haber perdido a su esposo y a su hijo que
combatían en las filas independientes continuó con mayor
entusiasmo su lucha por la liberad. Aprehendida por los realistas fue
fusilada el 10 de octubre de 1817 en la plaza grande de Pátzcuaro, pero
su recuerdo permanece vivo en la conciencia de cada mexicano.
Doña Dolores Soravilla fue capturada en Valladolid bajo el cargo
de facilitar recursos a los insurgentes, habiendo permanecido por más
de ocho meses en la casa de recogidas de la propia ciudad. Por
último, doña Josefina Huarte Escalante, esposa del guerrillero
Manuel Villalongín, fue también reducida a prisión en la capital de la
provincia, siendo rescatada por su propio esposo en la forma
dramática que se relata en el capítulo IV.

MÉXICO INDEPENDIENTE. ARIO EN LA NUEVA DIVISIÓN TERRITORIAL

Breve periodo, pero cargado de acontecimientos, había transcurrido


desde la entrada a México del ejército trigarante el 27 de septiembre
de 1821, hasta el 4 de octubre de 1824. En tres años y siete días
México había pasado por una Junta Provisional Gubernativa, un
Imperio, la abdicación, destierro, regreso al país y fusilamiento de
Agustín de Iturbide, en Padilla; y la promulgación de la Constitución
de la República Mexicana que establecía el régimen federal.
Corto tiempo, en verdad, que apenas permitió a los hombres que
tuvieron en sus manos el gobierno, sentar las primeras bases para la
reconstrucción nacional. Éstas, principalmente, consideraron en
rescatar al país de la anarquía que siguió a la consumación de la
independencia, proceder a una nueva nomenclatura territorial acorde
con la Constitución, y organizar los pueblos devastados por la guerra.
En virtud de esta Ley, Michoacán vino a ser uno de los 17 Estados
de la Federación. Como consecuencia, se convocó a elecciones y el
primer congreso (el Constituyente por haber sido el que redactó la
Constitución particular de la entidad) quedó formado por los
diputados Pedro Villaseñor, José M. Rayón, Isidro Huarte, Manuel

145
PABLO G. MACÍAS

González, Manuel de la Torre Lloreda, José Trinidad Salgado, José M.


Jiménez, Agustín Aguiar, José M. Paulín, Manuel Menéndez y Juan
Pastor Morales.
También se hizo la elección del primer Gobernador, recayendo
ésta en el literato y patriota Manuel Sánchez Tagle, quien debido a sus
actividades políticas en la metrópoli no pudo asumir el cargo, y
entonces se designó al licenciado Antonio de Castro, que gobernó con
el título de Jefe Superior interino mientras se elegía al nuevo
funcionario, que lo fue el diputado Salgado.

"Un año más tarde daba cima a sus labores el Congreso


constituyente, presentando la Primera Carta Constitucional del
Estado para ser promulgada. Basta dar una hojeada a la legislación
de aquellos años para comprender la suma de talento y labor que
pusieron aquellos inolvidables hombres, para que, en el plazo de
quince meses hayan dejado constituido al Estado en sus tres
poderes, conforme a leyes que acusan mucho adelanto con relación a
la época de que se acababa de salir y, lo que es más notable,
revelando mucho interés y patriotismo".

De acuerdo con esta Constitución, el Estado de Michoacán quedaba


dividido en cuatro departamentos con sus respectivos partidos.
El Departamento del norte con Valladolid, Tiripitío, Charo,
Cuitzeo, Huaniqueo y Pátzcuaro.
El Departamento del poniente con Zamora, Tlazazalca,
Jiquilpan, Puruándiro y La Piedad.
El Departamento del sur con Uruapan, Ario, Taretan, Antiguo
Paracho, Apatzingán y Coahuayana; y
El Departamento del oriente con Zitácuaro, Tlalpujahua,
Zinapécuaro y Huetamo.
A su vez, los anteriores departamentos se subdividieron en
municipalidades. El del Norte con catorce: Morelia, Pátzcuaro,
Erongarícuaro, Cocupao (hoy Quiroga), Tzintzuntzan, Coeneo,
Zacapu, Santa Clara del Cobre, Huaniqueo, Cuitzeo, Chucándiro,
Huango, Charo y Tiripitío.
El del Oriente con quince municipalidades: Zitácuaro, Irimbo,
Susupuato, Tuxpan, Angangueo, Maravatío, Tajimaroa (hoy Ciudad

146
ARIO DE ROSALES

Hidalgo), Zinapécuaro, Ucareo, Indaparapeo, Tarímbaro, Huetamo,


Pungarabato (hoy Ciudad Altamirano, Gro.), Coyuca y Tlalpujahua.
El del Sur con once municipalidades: Uruapan, Parangaricutiro,
Taretan, Ario, Turicato, Tacámbaro, Paracho, Nahuatzen, Apatzingán,
Tancítaro y Coalcomán; y el del
Poniente con veintidós municipalidades: Zamora, Jacona,
Tangancícuaro, Guarachita, Sahuayo, Ixtán, Tangamandapio, Jaripo,
Puruándiro, Angamacutiro, Panindícuaro, La Piedad, Yurécuaro,
Tanhuato, Ecuandureo, Tlazazalca, Chilchota, Purépero, Penjamillo,
Jiquilpan, Los Reyes, Tingüindín y Cotija.
Estas divisiones fueron modificadas por la Ley de 19 de diciembre
de 1831 expedida por el IV Congreso constitucional, conservándose
los cuatro departamentos, pero ahora subdivididos en veintidós
partidos y éstos en 61 municipios con 207 tenencias.
El Departamento del Norte contaba con los partidos de Morelia,
Tiripitío, Pátzcuaro, Zacapu, Puruándiro y Cuitzeo.
El del Oriente con los de Zitácuaro, Tlalpujahua, Maravatío y
Zinapécuaro.
El del Sur con los de Ario, Taretan, Tacámbaro, Huetamo,
Uruapan, Apatzingán y Coalcomán.
El del Poniente con los de Zamora, Tlazazalca, La Piedad,
Jiquilpan y Los Reyes.
Cada uno de estos departamentos tenía un prefecto cuyas
funciones se explicarán más adelante, y sus cabeceras fueron
respectivamente, Morelia, Zitácuaro, Ario y Zamora.
En el año de 1861 el Estado de Michoacán estaba dividido en 21
distritos, cada uno con sus respectivas municipalidades que sumaban
setenta y dos y éstas, a su vez, con sus tenencias que llegaban a 230.
De acuerdo con esta enésima división territorial, las cabeceras de
distrito eran: Morelia, Puruándiro, Cocupao, Purépero, La Piedad,
Zamora, Tangancícuaro, Jiquilpan, Los Reyes, Coalcomán, Tancítaro,
Uruapan, Paracho, Pátzcuaro, Ario, Tacámbaro, Huetamo, Zitácuaro,
Tlalpujahua, Maravatío y Zinapécuaro.
También el fugaz imperio de Maximiliano hizo su división
territorial que, como es natural, fue rectificada al triunfo de la
República en 1867. Según ella se crearon tres departamentos: el de

147
PABLO G. MACÍAS

Michoacán, el de Tancítaro y el de Coalcomán; cada uno estaba


fragmentado en distritos y cada distrito en municipalidades.
Actualmente el Estado de Michoacán cuenta con ciento trece
municipios con una población calculada en más de tres millones de
habitantes para 1980.
Ario —como Zitácuaro— fue una de las poblaciones más
duramente castigadas por los realistas durante la guerra de
Independencia. Sufrió varias veces el incendio, el saqueo, la
devastación de sus fincas, el atropello en sus familias y la amenaza
constante del enemigo español que no perdonaba a los habitantes su
ayuda a la insurgencia.
Varios hombres, sin embargo, lograron sobrevivir a la tragedia
que se prolongó once años. Entre ellos, uno que ya nos es conocido:
don José María Silva, el mismo que en 1803 hospedó en su casa al
Barón de Humboldt y a su acompañante Aimè Bonpland cuando estos
dos sabios visitaron la región volcánica del Jorullo.84 Silva, además de
próspero comerciante en Ario y la Tierra Caliente, era instruido,
afecto a la lectura y a estar bien informado, por lo cual tanto por esto
como por el interés de ensanchar más sus negocios hacía frecuentes
viajes a Valladolid, donde cultivaba amistad con gente de letras. Entre
sus amistades figuraba desde luego el cura que había sido de
Pátzcuaro y Santa Clara del Cobre, don Manuel de la Torre Lloreda,
filósofo y poeta, quien por esos días (1823-1824) con su carácter de
diputado, redactaba la Constitución particular de Michoacán, que
muy pronto, una vez aprobada por el Congreso, entraría en vigor.
También era de su tertulia —según nos informó alguna vez con acopio
de datos el licenciado José Ortiz Rodríguez, magistrado que fue del
Supremo Tribunal de Justicia del Distrito y Territorios Federales y
autor de una excelente biografía del nieto de don José María —el
doctor Juan Manuel González Urueña (entonces muy joven) fundador
de la Facultad de Medicina de Michoacán en 1830 y dos veces
Gobernador del Estado durante la primera república federal.
Terminada la guerra, José María Silva tomó la iniciativa de
reconstruir Ario y así como esta población fue una de las primeras en
sufrir los estragos de la lucha armada, así también fue una de las

84 Ver el Cap. III de estas Notas.

148
ARIO DE ROSALES

primeras en sobreponerse al desastre, y resurgir de sus propios


escombros. Con otros vecinos, Silva se distinguió auxiliando o
dirigiendo a sus coterráneos en la reparación de sus casas e
impulsándolos a abrir nuevamente los campos al cultivo, a la cría de
ganado y a recuperar la industria de las pieles y el cobre. Lejarza en su
Análisis… que escribió en 1822, informa:

"Este pueblo (Ario) fue quemado y casi aniquilado en la revolución, y


de dos años a esta parte ha comenzado a reponerse y a reedificarse o
hacerse de nuevo la iglesia parroquial".

Era natural que esta empresa le atrajera la simpatía de los arienses,


así que cuando se efectuaron las elecciones para integrar la segunda
legislatura del Estado, Silva resultó electo por el Departamento del
Sur. Su personalidad y sus claras ideas sobre la democracia
reafirmadas, tal vez, por sus largas conversaciones con Humboldt,85 lo
llevaron en 1834 a ocupar también el cargo de Gobernador en
sustitución de don Onofre Calvo Pintado.
Es ya conocido el dato de que a don José María se debe el cambio
de nombre de Valladolid por Morelia. Sin embargo, por tratarse de un
ariense destacado que prolongó su estirpe a través de un hijo de
talento brillante, el doctor Miguel Silva Macías, tres veces Gobernador
de Michoacán en la época aciaga de la guerra de Reforma; y de un
nieto no menos ilustre, el doctor Miguel Silva González, filántropo,

85 Romero Flores se pregunta en su Historia de Michoacán, pág. 200: "¿Qué


clase de conversaciones sostendrían el sabio viajero alemán y el modesto
comerciante de Ario? Fácil es de colegirlo, por lo que sucedió siete años
después y otros más tarde. Don José María Silva fue un ardiente partidario
de la Independencia de México, en cuya casa se ocultaban los insurgentes
perseguidos por el gobierno español; de la casa del señor Silva salían correos
con avisos a los jefes revolucionarios, víveres y medicinas; el señor Silva
cuando se consumó la Independencia fue diputado a la segunda legislatura y
el autor del proyecto para que se diera a nuestra ciudad el nombre de
Morelia; fue gobernador interino del Estado; fue padre del doctor Miguel
Silva Macías y abuelo del doctor Miguel Silva González, que muchos de los
que aun vivimos alcanzamos a conocer y tratar y, como yo, a recibir de aquel
hombre generoso multitud de favores".

149
PABLO G. MACÍAS

humanista y dos veces Gobernador de la entidad en tiempos de la


Revolución de 1910, damos a conocer la crónica de aquel hecho
histórico publicado en el periódico La Libertad que dirigía don
Amador Coromina, en su edición del 16 de septiembre de 1893.

"En la sesión del 23 de agosto de 1828 —dice el documento— el


secretario de la Cámara dio lectura a una iniciativa suscrita por los
diputados Ignacio Villavicencio, Basilio de Velasco, Joaquín Tomás
Madero y Antonio Chávez, que en su parte medular dice:
"Los primeros usurpadores del vasto imperio mexicano al imponer
nombres españoles a las poblaciones que fundaron y conquistaban,
bien llevaron el objeto de obsequiar a su tierra natal y que por este
medio se perpetuase la memoria de sus atrocidades, canonizadas
entonces con el nombre de servicios importantes hechos a Dios y al
Rey, o bien al establecer cierta analogía entre este Continente y la
Península según la situación topográfica de los países que
dominaban, o últimamente el de adular a los tiranos o sus ministros;
de estos principios emanaron los nombres de Valladolid, Salamanca,
Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, Galveston, Villa de Padilla y otras
muchas que sería largo referir.
"Fenecieron ya aquellos tiempos de oprobio y de ignominia y a ellos
sucedieron los de gloria y engrandecimiento. No debemos ya
recordar nuestra esclavitud, si no es para saber apreciar justamente
lo mucho que ha costado nuestra libertad. Debemos borrar de
nuestra memoria los nombres de nuestros opresores y de los lugares
que abortaron esos monstruos de crueldad. Guiados de este principio
algunas sabias legislaturas, o han restituido a sus estados y capitales
los nombres que antiguamente tenían o les han puesto otros, propios
para entronizar la memoria de los héroes que sacrificaron sus vidas
en aras de la patria; tal conducta merece ser observada por
Michoacán, que no debe ceder a los demás en gratitud y
reconocimiento. Y siendo esta ciudad la misma en que vio la luz
primera uno de los más esclarecidos mártires de la patria, el ínclito,
el valiente, el impertérrito campeón don José María Morelos, parece
fuera de toda duda que para inmortalizar su nombre y excitar la más
tierna gratitud de las presentes y futuras generaciones hacia un hijo
ilustre de este suelo, que fue el honor y gloria de esta ciudad, se
acceda por vuestra soberanía a la proposición que presentamos: en la
celebridad del 16 de septiembre del presente año, se cambiará el
nombre de esta capital y sustituyendo en su lugar el de 'Ciudad

150
ARIO DE ROSALES

Morelos' u otro alusivo a la memoria de este benemérito hijo de la


patria".

La sesión discurrió animadísima, pues en ella hicieron uso de la


palabra varios diputados, acordándose al final que el proyecto se
turnara para estudio a la comisión de legislación, la cual presentó su
dictamen el 2 de septiembre, proponiendo que se restituyera a la
ciudad su nombre de Guayangareo que había tenido antes de la
invasión hispana.
El día 6 se reunió nuevamente la legislatura. El diputado Pablo
José Peguero, apoyado en sus colegas Gómez Puente y Chávez, pidió
que se impusiera a Valladolid el nombre de "Patria de Morelos",
produciendo esta solicitud largos debates. Fue entonces cuando uno
de los miembros de la comisión, el diputado José María Silva, se
levantó de su asiento y expuso que ya había consultado con diversas
personas el asunto y que no se encontraba nombre más a propósito
que el indicado por Peguero. Sin embargo, solicitaba una moción
suspensiva mientras la comisión volvía a considerar el caso con mayor
detenimiento.
Aceptada que fue la moción, en la asamblea del 10 de septiembre
el diputado Silva volvió a hacer uso de la palabra y sostuvo una
proposición tendiente a que el nombre que llevara la antigua
Valladolid fuera el de Morelia, indicando que dicho nombre se
formaba por analogía, como se había formado la palabra Bolivia a
cuya nación se le dio ese nombre para recordar al libertador Simón
Bolívar. De igual manera, expresó, podemos formar el derivado
Morelia, del apellido Morelos.
Con dispensa de trámites se aprobó la disposición del diputado
Silva, y de ella nació el Decreto respectivo, que es como sigue:

"El gobernador del Estado de Michoacán, a todos sus habitantes


sabed:
"Que el Congreso del mismo Estado ha decretado lo que sigue:
"Desde la celebridad del 16 del corriente, quedará suprimido para
siempre el nombre de Valladolid con que se ha conocido esta ciudad,
sustituyéndole el de Morelia, en honor de su digno hijo, benemérito
de la patria, ciudadano José María Morelos.
"El gobernador del Estado dispondrá se publique, circule y observe.

151
PABLO G. MACÍAS

"Valladolid, septiembre 12 de 1828. Joaquín Tomás Madero,


diputado presidente. Pablo José Peguero, diputado secretario.
Basilio de Velasco, diputado secretario.
"Por tanto, mando se imprima, circule y observe. Palacio de gobierno
del Estado.
"Valladolid, septiembre 12 de 1828. José Trinidad Salgado. Manuel
González Pimentel. Secretario de gobierno".

El espíritu de las diferentes leyes que modificaron la estructura


territorial de Michoacán en el periodo que estamos reseñando,
propugnaba, como es lógico, por dar una mayor cohesión y fuerza a
las funciones administrativas y económicas del gobierno del Estado.
Así se explica la existencia de los prefectos de departamento o de
distrito que eran un enlace entre éstos, las autoridades municipales y
el ejecutivo de la entidad.
Los prefectos se encargaban preferentemente de vigilar la marcha
de los ayuntamientos; que éstos cumplieran con las disposiciones del
gobierno; que se ejecutaran las obras públicas programadas para cada
jurisdicción; y se levantaran los censos y estadísticas que dieran a
conocer el estado social y económico de la comarca.
Esta fue una de las primeras medidas que las autoridades
republicanas adoptaron en Michoacán para rehacer su maltrecha
economía.
Al reconstruir su pueblo, los habitantes de Ario tuvieron el tino
de conservar la imagen primitiva de éste: casas de adobe, sobrias y
bien distribuidas; amplias ventanas, techumbres de teja rojiza, patios
y alféizares cuajados de flores. Todo en armonía con la belleza de un
panorama natural que ya hemos descrito. Se comenzó también a
alinear las calles, a las que se dio una anchura adecuada; sólo en el
presente parecen angostas por la cantidad de vehículos que circula
por ellas. Se construyó la casa del ayuntamiento a un costado de la
iglesia de Señor Santiago, patrón del pueblo.
La organización eclesiástica estaba constituida por las parroquias
o curatos que casi siempre funcionaron en las cabeceras de distrito o
en las municipales más importantes. En cada una había un cura
propietario que ejercía también de juez eclesiástico; sus ocupaciones
eran impartir los sacramentos y celebrar el culto divino en las iglesias.

152
ARIO DE ROSALES

Las vicarías tenían a su cargo los pueblos más pequeños. Al


terminar la guerra de Independencia, Ario era una vicaría
dependiente del curato de Santa Clara del Cobre; pero unos cuantos
años después por el esfuerzo de sus vecinos, pasó a ser cabecera de
parroquia, igual que Turicato y Nuevo Urecho, quedando como
vicaría solamente Sinaua, Churumuco y La Huacana.
En el orden civil, Ario alcanzó también muy pronto la categoría
de cabecera del Partido o de Distrito, con su respectivo ayuntamiento
constitucional.

EL LIBERALISMO. LA LUCHA DE LAS FACCIONES

El esforzado empeño que iban poniendo en práctica los arienses para


superar la devastación sufrida por su terruño y por las comunidades
de su zona de influencia, se vio súbitamente interrumpido hacia 1829.
El Presidente Victoria había promulgado poco antes el decreto de
expulsión de los españoles, con excepción de aquellos que hubiesen
prestado servicios de significación a la Independencia. Esta medida al
ser aplicada en Michoacán por el Gobernador José Trinidad Salgado
produjo efectos catastróficos.
El lector podrá imaginarse, sin mucho esfuerzo, la efervescencia
social y política de aquellos días, en una sociedad formada en su
mayor parte por elementos hispánicos o ligados estrechamente a
ellos; las grandes fincas de campo, los trapiches y haciendas de la
Tierra Caliente, los comercios, las incipientes industrias, los cargos
civiles y eclesiásticos, todo estaba en manos de españoles que pronto
tendrían que retirarse, dejando bienes y hogares, riquezas y
comodidades a que tan acostumbrados estaban, para marchar a su
país que, si bien era el de su nacimiento o el de los suyos, no
encontrarían en él la opulencia de que se habían rodeado en éste.
De esta singular manera empezaba la cruenta batalla entre
centralistas y federalistas; escoceses y yorquinos (si los mencionamos
por los nombres de sus ritos masónicos); monarquistas y
republicanos. Las denominaciones cambiaban, pero eran los mismos;
partidarios del retroceso y del progreso; absolutistas y demócratas;

153
PABLO G. MACÍAS

los que se convertirían más tarde en conservadores y liberales, y a la


fecha en reaccionarios y revolucionarios; de derecha y de izquierda.
Ahora se trataba de una guerra entre hermanos atizada por el alto
clero, el iturbidismo y la clase elevada de la sociedad, que pugnaba
por el control del poder y la conservación de sus intereses. Frente a
éstos se alzaban los viejos insurgentes, aquellos ideólogos
insobornables como Quintana Roo, Carlos María de Bustamante, José
María Luis Mora, Valentín Gómez Farías, Manuel de la Torre Lloreda
y Francisco Manuel Sánchez de Tagle, entre otros, partidarios del
federalismo.
El descontento arreció después de 1830, al ser depuesto el
Presidente Guerrero. El Gobernador Salgado, la legislatura local, los
antiguos insurgentes y muchos elementos intelectuales se declararon
partidarios del federalismo, y por tanto, simpatizadores del general
Guerrero, que lo encarnaba. Los afectos al antiguo régimen y las
clases que habían venido dominando en Michoacán desde la época de
la Colonia, eran rabiosos centralistas; entre éstos se contaban los
miembros del ayuntamiento de Morelia, quienes apoyados por el jefe
de las armas, desconocieron al Gobernador Salgado. Pudo éste
escapar de la ciudad e instalar su gobierno en Zamora. Los diputados
de aquella histórica legislatura partieron a sus respectivos distritos
para auxiliar al ejecutivo en el cumplimiento de la ley; pero tales
hechos eran una prueba elocuente de que la lucha de las facciones
había llegado a Michoacán, proyectándose en forma espectacular
sobre una juventud inquieta que tenía ya conciencia clara de la
nacionalidad y que más tarde militaría en el liberalismo.
El Presidente Guerrero, al abandonar la metrópoli, se había
situado en Tixtla, de donde dirigió al Congreso una carta dándole
cuenta de su conducta en los últimos sucesos y de su retirada al lugar
de su nacimiento.

"…El bastón de Presidente de la República —decía— lo deposito en


el poder nacional: sus representantes harán el uso que estimen
conveniente, en la inteligencia de que la soberana resolución de las
augustas cámaras sobre este particular juro sostenerla como la
verdadera voluntad de la nación, hasta con la última gota de mi
sangre, pues no soy otra cosa que un soldado de mi patria, el último
súbdito de la nación".

154
ARIO DE ROSALES

¡Con qué humildad hablaba Guerrero a los diputados y senadores de


aquel Congreso, coludidos ya con la facción centralista que
manipulaba con insospechada destreza las ambiciones del general
Anastasio Bustamante!.
El 4 de febrero de 1830 Bustamante legalizó el derrocamiento de
Guerrero de esta manera:

"El vicepresidente de los Estados Unidos Mexicanos a los habitantes


de la República, sabed:
"Que el Congreso general ha decretado lo siguiente:
"El C. general Vicente Guerrero tiene imposibilidad para gobernar la
República.
"Pedro de Ocampo, presidente del Senado, Joaquín Cázares y
Armas, presidente de la Cámara de Diputados. Rafael Delgado,
senador secretario. Anastasio Cerecero, diputado secretario.
"Por tanto mando se imprima, publique y circule y se le dé el debido
cumplimiento. Palacio del gobierno federal en México, a 4 de febrero
de 1830. Anastasio Bustamante".

Luego se precipitó el trágico final. Lucas Alamán y José Antonio


Facio, ministros de Relaciones y de Guerra, respectivamente, en el
gobierno de Bustamante, entraron en arreglos con el traidor Picaluga.
Éste puso a Guerrero en manos de sus verdugos y diez días después,
el 14 de febrero, aquella criminal facción lo asesinaba en Cuilapan
ante el estupor de la República.
Al escaparse Salgado y para que los asuntos del gobierno no
cayeran en su totalidad en poder de los centralistas de Morelia, el
doctor Juan Manuel González Urueña se hizo cargo del ejecutivo, con
su carácter de consejero decano, hasta que tomó posesión el
vicegobernador, Diego Moreno. Salgado reunió en Zamora 600
hombres mal armados, esperando combinar sus fuerzas con las de
Vicente Romero, Gobernador de San Luis Potosí; pero al desertar éste
se quedó solo y después de resistir quince días en aquella ciudad la
abandonó ante el avance de las tropas de Armijo y Antonio García. El
26 de marzo fue aprehendido y llevado a Morelia; se le formó proceso
y fue sentenciado a muerte, pero el día señalado para la ejecución
logró escaparse de una celda del convento de San Agustín, en donde

155
PABLO G. MACÍAS

estaba encapillado, y fue a unirse a Gordiano Guzmán y Juan José


Codallos, que combatían en el sur de Michoacán en favor del
federalismo.
Durante la gestión del Gobernador Moreno empezó a funcionar la
primera cátedra de Medicina (1º de mayo de 1830) en el hospital de
los Juaninos de Morelia, por iniciativa del doctor González Urueña; se
autorizó un gasto de 200 pesos anuales para la compra de pus
vacuno; se estableció la dirección general de rentas (16 de junio de
1831); se expidió la ley sobre el impuesto directo (22 de diciembre); se
creó la primera Compañía Industrial (24 de diciembre de 1831) con la
participación del gobierno; se dictó una ley sobre vagos y
malvivientes; se promulgó la ley reglamentaria de las juntas de
inspectores de instrucción pública (24 de diciembre de 1832),
creándose 22 escuelas de niños y 8 de niñas en diversos municipios y
se expidió un decreto restableciéndose el Colegio de San Nicolás, cosa
que no pudo llevarse a cabo por las vicisitudes políticas.
El 6 de octubre de 1833 volvió al gobierno de Michoacán el
general Salgado; pero al separarse le sucedieron en sólo un mes y
medio cinco gobernadores: Felipe Menocal, Joaquín Caballero de
Acuña, Antonio Bribiesca, Onofre Calvo Pintado y el ariense José
María Silva.
Calvo Pintado, aunque liberal, no estuvo de acuerdo con la
expulsión decretada al obispo Gómez de Portugal (27 de abril de
1834), quien se había negado a aceptar las reformas adoptadas por el
gobierno michoacano. En consecuencia, se separó del cargo y quedó
en su lugar, por segunda vez, don José María Silva. Tocó a este
incorruptible ariense enfrentarse a la insurrección contra el sistema
federal (junio) encabezada por el general Isidro Reyes con el batallón
activo de Morelia, quien se hizo fuerte en el convento de San Diego.
Sitiado por el coronel Angón al frente de los milicianos, resistió
durante nueve días, pero hubo de retirarse cuando Reyes recibió
ayuda de los suyos.
Entre la escapatoria del general Salgado en 1830 y la instauración
del centralismo en 1835, hubo en Michoacán 22 gobernadores (electos
o reinstalados) que dan idea de la tremenda agitación política. Ellos
son: José Trinidad Salgado, Pedro Villaseñor, Juan Manuel González
Urueña (primera vez), Diego Moreno, José Manuel Chávez, José

156
ARIO DE ROSALES

Antonio Pérez Gil, Juan Manuel González Urueña (segunda vez), José
Antonio Pérez Gil en Morelia, Ramón Sánchez en Celaya, José
Trinidad Salgado (reinstalado), Felipe Menocal, Joaquín Caballero de
Acuña, Manuel Ruiz de Chávez Gil, Antonio Bribiesca, Onofre Calvo
Pintado, José María Silva, Manuel de Echenique, Antonio Manzo
Ceballos, Mariano de Anzorena y Foncerrada y Antonio Telésforo
Méndez de Torres.
Y lo que pasaba en la capital del Estado, repercutía en los
municipios. Por eso en Ario exaltaban y caían ayuntamientos con una
facilidad pasmosa, lo cual hace más admirable aun la obra esforzada
de los arienses en beneficio de su pueblo.

ARIO EN EL PERIODO CAÓTICO. REFORMAS EDUCATIVAS

No se tienen noticias ciertas de que en esta época haya existido en


Ario algún establecimiento educativo por cuenta del Estado. Como se
sabe, apenas en 1833 durante los breves interinatos del vicepresidente
Gómez Farías, el gobierno federal arrebató al clero el monopolio de la
enseñanza, creando la Dirección General de Instrucción Pública para
el Distrito y Territorios Federales, que integraron seis directores, a
saber: el propio Gómez Farías con el carácter de presidente, el doctor
José María Luis Mora, don Manuel Eduardo de Gorostiza, don Andrés
Quintana Roo, don Juan Rodríguez Puebla y don Bernardo Couto,
todos identificados con la lucha que venía sosteniendo el gobierno
contra la ignorancia, el fanatismo, la inmoralidad, el estancamiento
económico y el vicio.
Sin embargo, ya hemos dicho que a fines de diciembre de 1832 el
gobierno de don Diego Moreno autorizó la creación de 22 escuelas
para niños y 8 para niñas en diversos municipios, siendo muy posible
que alguna de tales escuelas se hubiese establecido en Ario,
principalmente por ser oriundo de ese lugar don José María Silva,
varias veces diputado y uno de los personajes más influyentes del
federalismo en Michoacán.
Lo más probable, acogiéndonos a las tradiciones orales comunes
en la comarca, es que los niños acudieran como en los primeros años
de la colonización, a la escuela parroquial a recibir lecciones de

157
PABLO G. MACÍAS

doctrina cristiana, canto, primeras letras y gramática. A este respecto


debemos recordar que el Siervo de la Nación fue en la parroquia de
Uruapan uno de estos curas profesores.
Quienes disponían de recursos —muy contados todavía en aquel
ambiente de intrigas políticas y de inseguridad económica—
contrataban a un preceptor (hombre o mujer) para que en su propia
casa o en el domicilio del interesado, enseñara a los menores las
cuatro operaciones fundamentales de la aritmética, a leer, escribir y
nociones de urbanidad. A veces dos, tres o más familias reunían sus
dineros para pagar el sueldo del preceptor, y en este caso se formaba
un grupo de pupilos que podía ser numeroso.
Los jóvenes arienses que aspiraran a mayores estudios tenían que
trasladarse a México, pues en Morelia por esas fechas únicamente
funcionaba el tridentino seminario que sólo ofrecía la oportunidad del
sacerdocio, ya que el Colegio de San Nicolás fundado por el licenciado
Quiroga en 1540, en Pátzcuaro, se hallaba en clausura desde 1810
cuando estalló la Revolución de Independencia.
La reforma de Gómez Farías no sólo abarcaba la instrucción
primaria, sino la enseñanza media y los estudios superiores. Al
extinguir la Real y Pontificia Universidad de México y crear en su
lugar otras instituciones educativas, el gobierno dio a conocer el
hecho mediante un simple aviso publicado en el periódico oficial, que
decía:

"Sepan nuestros lectores que ha concluido este establecimiento


aristocrático, puramente de brillantez y adorno, y de ningún
provecho para la instrucción pública".86

El diputado Juan Rodríguez Puebla fundamentó en la Cámara Federal


la medida anterior, en el hecho de que la asistencia de los jóvenes a la
mencionada Universidad corrompía la moral, "según lo acreditaba la
experiencia" y en que los grados conferidos en ella "no eran más que
una mera ceremonia, sin que por tales pudieran los estudiantes

86 Pablo G. Macías. La Educación pública en la Constitución de 1857. pp. 21


y 22. Ediciones de la Escuela Nacional de Artes del Libro. México, 1957.

158
ARIO DE ROSALES

acreditar su aprovechamiento, pues sólo se les concedían por


cobrarles cierta cantidad de dinero".
Los institutos que formó desde luego la citada Dirección General
de Instrucción Pública, fueron el de estudios preparatorios, el de
estudios ideológicos y de humanidades, el de ciencias físicas y
matemáticas, el de ciencias médicas, el de jurisprudencia y el de
ciencias eclesiásticas. Mientras se ponía en vigor, el plan de estudios
formulado por el gobierno federal, se autorizó a los profesores de los
colegios de San Ildefonso, San Juan de Letrán, San Gregorio y el
Seminario, para otorgar a los alumnos de sus respectivas cátedras los
grados menores de filosofía, teología y jurisprudencia, sin necesidad
de que cursasen en la Universidad.
Y como primer paso firme en cumplimiento de la nueva
legislación se abrieron en el país las primeras escuelas sostenidas por
el gobierno, se instalaron también los primeros planteles nocturnos
para artesanos, dos escuelas normales empezaron a funcionar
preparando maestros penetrados de la ideología sustentada por el
régimen, y con los libros recogidos de la Universidad y de algunos
conventos se formó el pie veterano del acervo con que hoy cuenta la
Biblioteca Nacional.87
Legislación tan avanzada encontró eco inmediato en Michoacán.
El mismo Seminario Tridentino de Morelia se vio precisado a
reformar sus estudios y poco después (1847) el Gobernador Melchor
Ocampo reabrió el plantel, de noble prosapia, fundado por don Vasco
de Quiroga, con el nombre de Colegio Primitivo y Nacional de San
Nicolás de Hidalgo, impartiéndose en él las cátedras de latín, lógica,
matemáticas, derecho natural y de gentes, derecho canónico y civil,
economía política, filosofía y francés; se le dotó de gabinetes de física
y química, la facultad de medicina fue incorporada a él y se crearon
las escuelas de ingeniería y de obstetricia. El gobernador Ocampo
nombró rector al licenciado Onofre Calvo Pintado y secretario a don
Santos Degollado.
Por aquellos días la amistad de don José María Silva con el doctor
Juan Manuel González Urueña, don Mariano Rivas, Ocampo,
Degollado y Calvo Pintado se hacía más estrecha no solamente a

87 Pablo G. Macías. Ut Supra, p. 22.

159
PABLO G. MACÍAS

causa de los problemas políticos que habían de sortear juntos, sino


por las relaciones de familia que la juventud iba creando con el
tiempo. Lo que afectaba a uno, lo resentía todo el grupo. Y una prueba
de ello fue que a resultas del suceso del 6 de diciembre de 1845 la
Cámara se vio obligada a encausar al presidente Santa Anna y a sus
ministros, pero procedía con tal temor y lentitud que el doctor
González Urueña, diputado de esa legislatura se lanzó contra el Gran
Jurado acusándolo de negligencia, siendo por ello desde ese momento
víctima de la ira del tirano y de las burlas cobardes de sus corifeos.
Tales atropellos levantaron ámpula en Michoacán donde aquel
maestro era todo un símbolo de honestidad y de hombría de bien.
Vamos a referir un detalle —en palabras de Guillermo Prieto— que da
idea de la forma como se estilaba silenciar entonces la voz de la
oposición, y se ridiculizaba a los hombres más justos:

"Las pasiones ardían, el huracán del odio a la dictadura todo


pretendía arrollarlo, y se instaba a la Cámara por la terminación de
la causa para apagar la sed de reivindicación que agitaba al pueblo.
"Pero la causa no marchaba y se repetían las sesiones secretas para
echar en cara al Gran Jurado su morosidad.
"Entre los agitadores de la conclusión de la causa había un médico
distinguido de Michoacán: tuerto, arrogante de palabra, carnes
enjutas y actividad inextinguible; llamábase Juan Manuel González
Urueña. Este señor diputado pidió una sesión secreta, inculpó al
Gran Jurado por sus moratorias en términos vehementes, y en el
colmo de su enojo dijo que no le extrañaba lo que sucedía, porque
Valle88 era hijo de Santa Anna y que había hecho mal en no
excusarse de conocer en aquella causa.

88 El diputado Guillermo Valle había sido un chico socarrón, vagabundo,


criado entre borrachos, dicharachero y mal hablado, a quien conoció Santa
Anna en Oaxaca por 1828. Cayóle bien por una de esas extravagancias
propias de ciertos personajes paranoicos, lo confió al doctor Gómez Farías y
éste lo inscribió en el Colegio de San Ildefonso donde hizo excelentes
estudios literarios que le valieron amistades como la del eximio poeta
Francisco M. Olaguíbel. Todo mundo por las consideraciones que le
dispensaba Gómez Farías y la protección que Valle recibía de Santa Anna,
llegó a pensar que era su hijo; y, en efecto, soto voce, le llamaba el "hijo de
Santa Anna". Con semejante padrino Guillermo Valle pronto se hizo político,

160
ARIO DE ROSALES

"Entonces Valle pidió la palabra…


"La Cámara quedó silenciosa como un sepulcro. Valle se levantó
grave… guardó silencio unos momentos en medio de la atención
universal y dijo:
"La aseveración del señor González Urueña ya la había yo oído; pero
jamás le había dado crédito por mi origen, por la fecha de mi
nacimiento, por miles de circunstancias… pero ahora que lo afirma el
señor González Urueña, dudo… ¿Y quiere saber la Cámara por qué
dudo?
"Una voz… —¿Por qué?—
"Porque el señor González Urueña tiene un ojo en el mundo y otro en
la eternidad.
"Estalló una carcajada universal y no hubo más remedio que levantar
la sesión".89

Pues bien, los amigos y discípulos del doctor González Urueña en


Michoacán —entre los cuales se contaba en primer término, Miguel
Silva Macías, entonces un joven de 25 años— llevaron a cabo actos de
protesta en Morelia y en otros lugares del Estado por los atropellos de
que venía siendo objeto aquel ilustre maestro y benefactor. Santa
Anna no perdonaba a quienes se le interponían en su camino. Sin
embargo, González Urueña fue reelegido diputado federal en los años
de 1848 y 1850, habiendo conseguido en ambos ejercicios
importantes mejoras para el país y desde luego para Michoacán; pero
como tanto él como sus discípulos más significados se afiliaron al
Plan de Ayutla, Santa Anna lo desterró y a pesar de hallarse
gravemente enfermo, el Gobernador Anastasio Torrejón lo hizo
abandonar Morelia, en septiembre de 1854, habiendo fallecido en
Celaya camino del exilio.
El doctor González Urueña nació en Tancítaro, Michoacán en
1802. Hizo sus estudios primarios en Pátzcuaro; en 1810 se trasladó a
México e ingresó en el Colegio de San Ildefonso, para pasar después a

buen orador, llegó a diputado y fue hasta su muerte fiel amigo del grotesco
soldadón de "Manga de Clavo". En el incidente que relata Guillermo Prieto,
Valle era miembro del Gran Jurado de la Cámara y por eso el asunto no
marchaba, dando lugar a la vigorosa acción del doctor González Urueña. N.
del A.
89 Memorias de mis tiempos, p. 68. Editorial Patria. México, 1958.

161
PABLO G. MACÍAS

la Escuela de Medicina donde fue alumno de los doctores Liceaga y


Montaña, titulándose en 1822. Además de sus actividades políticas y
de su intensa labor magisterial, González Urueña colaboró durante su
vida en periódicos y revistas, principalmente en El Sol, La Gaceta
Médica y El Museo Mexicano. Escribió Memoria sobre el diabetes en
general y especialmente el que se conoce con este nombre en
Michoacán (México, 1822); Compendio elemental de Anatomía
general (Morelia, 1834); La hidropatía o más bien la hidroterapia
desde su origen hasta nosotros (México, 1843); Método vulgar y fácil
para la curación de las viruelas (Morelia, 1830); Método
preservativo y curativo del Cólera Morbus (Morelia, 1833). Publicó
en revistas profesionales de la época varios trabajos científicos sobre
la tisis pulmonar y otro de medicina legal, además de algunas
comedias francesas de Madame de Genlis, traducidas al castellano y
que habían sido representadas con éxito en el teatro de Morelia. El
doctor González Urueña redactó el reglamento del Colegio de San
Nicolás cuando este plantel fue reabierto a la juventud por el
Gobernador Melchor Ocampo.
Las ideas políticas y la profunda vocación médica de este insigne
maestro ejercieron influencia definitiva en la juventud michoacana,
ávida de nuevas doctrinas. Casi todos sus discípulos desde los días ya
lejanos cuando fundara la Escuela de Medicina, siguieron sus pasos
sin vacilaciones. Pero nos referiremos aquí a uno solo de ellos, Miguel
Silva Macías —oriundo de Ario, como sabemos, y quien llenará aún,
más adelante, varias páginas de estos Apuntes— por haber sido su
predilecto, pues no sólo le franqueó las puertas de su hogar y le
brindó los selectos libros de su biblioteca, sino que le entregó en
matrimonio a su bella hija doña María González Gutiérrez, madre que
habría de ser de otro sabio y filántropo, el doctor Miguel Silva
González, del que nos ocuparemos a su tiempo.
A mediados de 1846, mientras el viejo insurgente Giordano
Guzmán combatía en Michoacán a los restos del centralismo con las
armas en la mano, en Morelia y en el periódico El Filógrafo, Melchor
Ocampo, Jorge Consuelo Serrano, el doctor González Urueña y el
licenciado Juan B. Ceballos exaltaban los ánimos del pueblo con sus
escritos, para ir a combatir a los agresores norteamericanos que ya
empezaban a invadir nuestro territorio por la frontera del norte.

162
ARIO DE ROSALES

En México se hallaba por esas fechas Silva Macías terminando su


carrera de medicina. A iniciativa suya, muchos de los jóvenes
michoacanos que hacían estudios profesionales en la propia capital se
dieron de alta en el Batallón de Bravos y otros en el Batallón
Matamoros formado en Morelia, entre ellos Eligio Villamar, Juan
Navarro, Ramón Isaac Alcaraz y Juan Ruiz. Se enlistaron también en
el Batallón Matamoros, los después brillantes generales Manuel
García Pueblita y Nicolás de Régules. Abanderado de este cuerpo fue
el estudiante nicolaita Isidro Alemán. Villamar se distinguió en la
defensa del Convento de Churubusco y murió joven, poco después de
haber obtenido su título de abogado. Los demás que combatieron en
el Batallón con Silva Macías, alcanzaron con el tiempo notorio éxito
en los campos de la medicina, la jurisprudencia y la política.
El Batallón Matamoros hizo proezas en la batalla de La
Angostura. Pero nuestros bisoños soldados fueron vencidos allí, en la
Resaca de Guerrero, en Monterrey y en Palo Alto, no precisamente
por falta de valor —que lo hubo hasta el estoicismo— sino por falta de
organización, de dirección y de unidad de mando en nuestras tropas,
así como por carencia de pertrechos de guerra y de calidad de los
escasos que teníamos. Íbamos, inevitablemente, de desastre en
desastre: Veracruz, Cerro Gordo… ¡Puebla cayó sin combatir! El
soldado anglosajón de refresco, vigoroso, bien alimentado, bien
armado y mejor equipado, venció sobre el soldado nuestro, acosado
por la fatiga y el hambre, semidesnudo y, algunas veces, sin más
armamento que su cuchillo.
¡Más que una victoria para el ejército norteamericano parece una
derrota vergonzosa y cruel, porque las victorias no se conciben
cuando se libran contra un enemigo indefenso y débil.90
Genaro Estrada resume así la situación del país entre 1835 y
1853:

"La República se debate en la miseria en ese tenebroso periodo —de


aspectos medievales— de nuestra historia contemporánea. Paredes
en Guadalajara y Santa Anna en Tacubaya son consumados artistas
en pronunciamientos y cuartelazos, y a partir de la presidencia

90 Pablo G. Macías. Aula Nobilis. p. 183.

163
PABLO G. MACÍAS

interna de Echeverría, se inicia con Santa Anna la primera dictadura


formal, y a la sombra de las Bases de Tacubaya entran y salen
presidentes, y surge y desaparece el sistema centralista. Desfilan por
el Palacio Nacional, Bravo y Canalizo, Herrera y Paredes, Salas y
Anaya. La llamada 'Alteza Serenísima' hace y deshace, quita y pone,
triunfa y pierde; tan pronto se presenta en toda la gloria de su
dictadura, como se escapa cubierto de ignominia. Parece el 'deux ex
machina' de todas las desdichas que revolotean siniestramente sobre
México…"91

Concluida con el Tratado de Guadalupe Hidalgo la agresión armada


que nos impusiera el gobierno de Washington y perdida en ella más
de la mitad de nuestro territorio, penosa y difícil fue la reconstrucción
del país bajo los gobiernos sucesivos de don Manuel de la Peña y
Peña, Pedro María Anaya, José Joaquín Herrera, Mariano Arista y
Juan Bautista Ceballos, hasta la ocupación por última vez del Palacio
Nacional el 20 de abril de 1853, por Santa Anna, traído al país de su
destierro en Colombia por el Partido Conservador.
Desencadenó este personaje, no obstante sus experiencias
pasadas, una nueva, brutal y férrea dictadura, en la que ni el
espionaje, ni la delación aviesa, ni el aumento exorbitante de tropa y
policía, bastaban para contener la ira popular, que antes al contrario
iba en aumento exasperada por los crímenes que a diario se cometían.
En Michoacán, de igual modo y en el mismo lapso, pasaron por la
gubernatura Melchor Ocampo, Santos Degollado, Ceballos y Silva;
pero al tomar posesión de la presidencia Santa Anna, éste nombró
Gobernador a Ángel Pérez Palacios a quien siguieron testaferros de la
calaña de Torrejón, Manuel Noriega y Pánfilo Galindo. Hubo un
Gobernador, Domingo Echegaray, que lo fue un solo día (24 de
noviembre de 1854) a consecuencia de un balazo que recibió en la
cabeza.
En Ario ya el lector podrá imaginarse cuál sería la situación
prevaleciente. Pese a ello, el entusiasmo de sus habitantes por el
progreso de su terruño no decayó. La mayor parte de los ranchos y

91 Un Siglo de Relaciones Internacionales. p. XVI. Archivo histórico


diplomático mexicano. Nº. 39 Secretaría de Relaciones Exteriores. México,
1939.

164
ARIO DE ROSALES

poblados del municipio —informaban los prefectos al Ejecutivo— eran


de labor, especialmente los situados en la zona templada,
produciéndose buenas cosechas de maíz, trigo y frutales. En las
tierras cálidas del Distrito se cultivaba algodón de excelente calidad,
arroz, caña de azúcar, ajonjolí y cascalote.
En La Huacana se levantaban cosechas de caña, añil, cascalote y
frutas de la región. El ganado vacuno daba magnífica oportunidad a la
fabricación de queso. También en las entonces tenencias de
Churumuco y El Carrizal se impulsaba la ganadería, se multiplicaban
los apiarios, se cultivaba algodón y se elaboraba queso y aceite de
cayacal (coquito).
Los plantíos de morera se hicieron en 1842 al sur del Distrito de
Ario, con plantas traídas de China, fueron ampliados con mucho
éxito, lo mismo los de vainilla, cuya exportación a México y Morelia
decayó sin embargo a causa de los acontecimientos políticos, entre
otros. El cultivo de la vainilla en el distrito data desde el tiempo de la
monarquía chichimeca; los hechos históricos comprueban
suficientemente que los tributos que los pueblos pagaban a los
cazoncis lo hacían con vainilla y otras producciones peculiares de los
climas.
Evidente es también que los chichimecas trasmitieron a los
españoles el uso de la vainilla con el del chocolate, que era perfumado
con varios aromas, y entre éstos con el de dicho vegetal.
La continua lucha armada y la necesidad de proteger las carretas
y la arriería —factores importantes del comercio de entonces—
motivaron la apertura de brechas que comunicaron a Ario con
numerosas poblaciones antes aisladas.
La cabecera municipal en 1850 contaba con 2,700 habitantes, la
insalubridad era notoria, acaso por la escasez de agua, y sólo
funcionaba una escuela oficial para niños.
Tal era la situación general de Ario y la Tierra Caliente de
Michoacán, al iniciarse la última dictadura santanista en 1853.

165
PABLO G. MACÍAS

CAPÍTULO VII

AYUTLA Y LA REFORMA
(1853-1861)

La dictadura de Santa Anna. Destierro de hombres eminentes. Odisea del


doctor González Urueña. Muere en Celaya camino del exilio. El
doctor Miguel Silva Macías. Su obra como gobernante. Su
consultorio en Ario. Reuniones sociales que parecían políticas. José
Trinidad Guido. Vicente Moreno. Víctor Marroquín. Marcos
Castañeda. "Su Alteza Serenísima" en Michoacán. Pretende tomar
Ario, pero Comonfort lo pone en fuga. Discursos plagados de
cursilería. Renuncia el dictador. Triunfo de las armas liberales. La
Guerra de Reforma. Huerta y Santos Degollado. Asesinato de
Melchor Ocampo. Consternación en el país. Homenaje luctuoso en
el Colegio de San Nicolás. Los poetas Gabino Ortiz y Vicente
Moreno. Muere el doctor Silva Macías.

LIBERALES Y CONSERVADORES. LA REVOLUCIÓN DE AYUTLA

NO PODRÍAMOS, aunque quisiéramos, concretarnos a referir


aisladamente en estos Apuntes, los sucesos exclusivos de una
localidad determinada —llámese ésta Ario, Apatzingán o Huetamo,
por ejemplo— sin incurrir en el riesgo lamentable de mutilar la
historia o de hacerla menos comprensible a la clase popular. Nuestro
tema es Ario y la Tierra Caliente, pero lo ocurrido en esta zona o bien
lo que aconteciera en otras relacionado con Ario, beneficiaría del
mismo modo, sin lugar a dudas, la unidad del relato. En tal
consideración, cuando a veces pareciera al lector que nos apartamos
de nuestro objetivo (describiendo otras regiones o profundizando en
episodios diversos) no es así: es que, simplemente, juzgamos
necesario explicar antes de manera clara, ciertos fenómenos que
pueden contribuir a valorar sin mucho esfuerzo los hechos históricos
locales.

166
ARIO DE ROSALES

Dicho lo anterior, haremos un examen previo de lo que en aquella


época significaban las tendencias liberales y conservadoras, para
después sintetizar el tremendo choque de las dos facciones que se
conoce en la historia moderna como Guerra de Reforma; choque que,
al final, culminó en la intervención francesa y el imperio del
Habsburgo.
Después de la Independencia —esto es más palpable a partir de la
abdicación de Iturbide— cundió entre los mexicanos una fe nueva en
uno de los valores de que estuvieron privados en la vida colonial: la
libertad humana. La libertad fue considerada como el único medio
para alcanzar el progreso. Así es que la libertad y el progreso se
convirtieron en los ideales directivos de la vida mexicana durante
todo el siglo XIX.
La primera expresión de ese ideal fue política, a la que los
españoles fueron los primeros en Europa en darle nombre,
llamándola liberalismo. Liberal es el que ha dejado de ser servil, el
que ha conquistado su libertad. El liberalismo es una filosofía
militante que arranca a las minorías ilustradas de su aislamiento
académico para llevarlas a la acción sobre la realidad política. Su
contenido filosófico es la idea de libertad y el dogma progresista,
aunque en el transcurso del siglo —precisamente en la época que
estamos reseñando— adquiere otros significados, como la oposición a
la fe religiosa y al clericalismo. El teórico del liberalismo político fue el
doctor José María Silva.
Los practicantes de las ideas viejas, los enemigos del progreso, los
que deseaban que todo siguiera como en tiempos de la Colonia, los
defensores de privilegios y de la monarquía, se llamaban
conservadores; es decir los que pretendían conservar al país con los
mismos vicios y errores del pasado.
La lucha del partido conservador contra las ideas nuevas era
total; por eso durante la guerra de Independencia el alto clero
siempre estuvo en contra de nuestros héroes patrios. Don Enrique de
Olavarría y Ferrari, historiador sereno, imparcial y juicioso que fue
contemporáneo de Alamán y de don Carlos María de Bustamante,
autor del t. IV de México a través de los siglos, nos dice en la página
317:

167
PABLO G. MACÍAS

"El clero ejerció en la Guerra de Independencia un influjo tan


grande, tan incalculable como funesto; los inquisidores declararon
herejes, excomulgaron y juzgaron como ateos a los primeros
caudillos y los entregaron al brazo seglar como asesinos. Los obispos
agotaron los sagrados textos en sus pastorales dirigidas a probar que
los pueblos no tenían derecho para hacerse independientes de
España: uno de ellos, Bergosa y Jordán, de Oaxaca, se dio en
espectáculo con el clero de su capital, cabalgando en mulas,
enarbolando una bandera y predicando una cruzada contra la patria;
otro, Campillo de Puebla, dictó contra los independientes una
excomunión que llena de oprobio su memoria… a la vez que en las
catedrales se levantaban mausoleos en honor de una reina que había
escandalizado a España con sus infidelidades y adulterios y de un rey
cuya imbecilidad fue origen de interminables daños para sus
heroicos pueblos".

Más tarde, consumada la Independencia y cuando no se apagaba


todavía el regocijo popular en las calles de México, el clero, por medio
de Iturbide, traicionaba la buena fe de los insurgentes. Fusilado en
Padilla e iniciada apenas de la vida republicana, pervierte al Oráculo
de Manga de Clavo, y el país llega a extremos de anarquía sin límites:
la guerra de Texas, la agresión norteamericana del 46-47, la venta de
La Mesilla a los Estados Unidos y el establecimiento con su "Alteza
Serenísima", de la dictadura más brutal, sanguinaria y ridícula. Este
hecho, no concebido hasta entonces por el más inmoral de los
gobiernos surgidos del caos y del militarismo, precipita la Revolución
de Ayutla acaudillada por el antiguo insurgente Juan Álvarez,
secundado por Ignacio Comonfort y Florencio Villarreal.
Michoacán fue de los primeros Estados que se levantaron en
armas apoyando los principios del Plan de Ayutla. El 6 de mayo de
1854 se sublevaron en Coeneo, Epitacio Huerta, Rafael Salinas y
Domingo Herrera, antiguos combatientes contra los norteamericanos;
se dirigieron a la hacienda de Bellas Fuentes, donde se proveyeron de
caballos, de algunas armas y luego siguieron a Quiroga; allí se les unió
otro guerrillero veterano del 47, Manuel García Pueblita. En esta

168
ARIO DE ROSALES

primera expedición —dice Arreola Cortés—92 los alzados tuvieron un


reñido encuentro con fuerzas santanistas, en un lugar llamado El
Pajarito. Huerta se portó con valentía, pero sus tropas improvisadas y
sin disciplina fueron puestas en fuga y tuvieron que replegarse
nuevamente hasta Coeneo. No obstante este resultado, Epitacio
Huerta fue ascendido por don Juan Álvarez a general de brigada.
Se alzaron también en distintas fechas, Santos Degollado; Luis
Ghiraldi, en Puruándiro; Luciano Martínez e Ignacio Díaz, en
Huetamo; y el general Miguel Negrete en Zamora. Entre los efectivos
de Ghiraldi y Negrete figuraban muchos indios de Zipiajo, El Cobrero,
Quencio, Santiago Atzajo y Cótiro.
Don Epitacio planeaba establecer su centro de operaciones en
Ario, por su posición estratégica rodeado de montañas, protegido por
gente leal y patriota, provisto de granos, rico en ganado y ser puerto
fácil para movilizarse en la Tierra Caliente. Por tanto, poco duró en
Coeneo y sin quitar la mira de su objetivo, se lanzó sobre Santa Clara
del Cobre a fin de llegar a Ario, donde lo estaba esperando Manuel
Magaña para incorporarse a sus tropas; pero al fracasar en este
segundo intento a causa de la vigorosa resistencia de los soldados de
la dictadura, se internó en la sierra y por caminos desconocidos llegó
a inmediaciones de La Huacana, poblado que tomó el 30 de mayo.
En este lugar Huerta fue informado de que el coronel santanista
Francisco Cosío Bahamonde, que estaba de guarnición en Huetamo,
movía en su persecución un núcleo de sus fuerzas para impedirle todo
contacto con Gordiano Guzmán, que hacía la guerra en una amplia
zona de la costa. Don Epitacio desvió entonces su columna hacia el
poniente del Estado, capturando Parácuaro y Tancítaro; en estos
puntos operaban ya los guerrilleros Eutimio Pinzón y los hermanos
Francisco y Antonio Tejeda con regular número de "pintos". Se dirigió
después al norte, se apoderó sucesivamente de La Piedad, Tlazazalca y
Purépero y luego se situó en Zacapu para esperar instrucciones del
general Juan Álvarez.
Entre tanto, Gordiano Guzmán sufría el peor de los descalabros.
Hecho prisionero por sus mismos hombres en La Orilla, fue

92Epitacio Huerta, soldado y estadista liberal. p. 20. Gobierno del Estado


de Michoacán. México, 1979.

169
PABLO G. MACÍAS

conducido a Huetamo ante Cosío Bahamonde, y luego fusilado, por


orden de éste, el 11 de abril. Dos meses después, el 11 de junio,
Anastasio Torrejón, testaferro de Santa Anna, que había sustituido
como Gobernador a José de Ugarte, pasó por las armas en Morelia a
José María Ramos, compañero de Gordiano y segundo en el mando.
La pérdida de estos dos patriotas fue, al iniciarse la lucha, un duro
golpe para los ayutlecos de Michoacán.
Sin embargo, las guerrillas liberales se multiplicaron al mando de
Santos Degollado, Manuel García Pueblita, Epitacio y Antonio
Huerta, Antonio Díaz Salgado, Antonio Pinzón y Miguel Negrete. A
menudo, en venganza del auxilio que los propietarios de fincas
brindaban al enemigo, cometían excesos en las haciendas que
ocupaban después de sus victorias; pero también sufrieron serias
derrotas Díaz Salgado en Zamora y García Pueblita en Morelia. Por
cierto que en esta última acción (24 de noviembre de 1854) murió el
general santanista Domingo Echegaray, nombrado ese día
Gobernador en sustitución de Torrejón.
El 16 de enero de 1855 Ignacio Díaz y Luciano Martínez tomaron
Huetamo, último reducto conservador en el sur de Michoacán;
aprehendieron al coronel Cosío Bahamonde y lo fusilaron en
venganza de haber ejecutado éste en abril del año anterior, al general
Gordiano Guzmán.
En unos cuantos meses el país se vio envuelto en la hoguera de la
revolución. Juan José de la Garza, Gobernador de Tamaulipas,
desconoció al tirano y se puso al frente de los liberales de su Estado;
Porfirio Díaz, en Oaxaca; Ignacio de la Llave, en Orizaba y Santiago
Vidaurri, en Nuevo León.
Pero, a su vez, Santa Anna, para que nadie estorbara sus
proyectos, desterró a todos los hombres de ideas liberales, ya
confinándolos a lugares insalubres del país, distantes de sus
respectivos centros de vida y de familia; ya los enviaba al extranjero
como en el caso de don Benito Juárez, Melchor Ocampo, Ponciano
Arriaga y José María Mata, que tuvieron que ganarse la vida en los
Estados Unidos desempeñando humildes quehaceres.
Por estos días (septiembre de 1854) el Gobernador Torrejón
ejecutó la orden de destierro dictada contra el eminente maestro Juan

170
ARIO DE ROSALES

Manuel González Urueña.93 Su discípulo predilecto el doctor Miguel


Silva Macías vivía en Morelia, pero tenía abierto en Ario, en la casa
donde nació, ubicada en el portal que ahora lleva su nombre, un
consultorio en el que atendía cuando visitaba las propiedades de su
padre, a sus enfermos y a la gente pobre de la villa, incluso de Urapa,
Las Ánimas, Tunácuaro, Los Tumines y otras rancherías, personas
estas últimas a quienes no cobraba la consulta.
Silva Macías solía prolongar sus visitas a Ario por semanas y a
veces durante meses, congregando a sus condiscípulos y paisanos en
su casa, o reuniéndose él con sus familias, en amenas tertulias, para
disfrutar del platillo clásico de los arienses: La Olla Podrida, y charlar
sobre los acontecimientos del día. A tales reuniones concurrían
jóvenes que más tarde habían de destacarse en la política o la ciencia,
tales como José Trinidad Guido, humanista y benefactor y el
inspirado poeta Vicente Moreno. Era natural que se hablara de
política y que allí flotaran como incienso regenerador, los ideales del
maestro González Urueña, de Ocampo y de Calvo Pintado, trasmitidos
por Silva Macías, ya entonces miembro activo del partido liberal e
investido con el cargo de consejero del gobierno revolucionario.
Prueba lo anterior, la trayectoria de Guido, que también fuera
Gobernador de Michoacán, viajero y hombre de ciencia; y la de
Moreno, que hizo de su poesía un arma de combate y sus versos
rotundos, sonoros y vibrantes constituyeron un ariete formidable.
Pues bien, al conocerse la orden de destierro de González Urueña,
Silva Macías se hallaba en Ario. Rápidamente se trasladó a Morelia y
trató de que Torrejón aplazara el exilio, pues el maestro se hallaba
postrado en cama. Inflexible el verdugo, confirmó la orden. Aquel
sabio, casi agonizante, cargado de gloria por sus méritos humanitarios
y venerado por el pueblo michoacano, fue sacado de su casa a las
primeras horas de una fría mañana de septiembre y colocado en un
carruaje custodiado por soldados, como si en él viajara un criminal.
Lo acompañaban su hijo Luis, jovencito de escasos veinte años y el
doctor Silva Macías, quien le iba impartiendo en el trayecto los
auxilios médicos más indispensables. Habían caminado apenas unos

93 Ver Capítulo VI.

171
PABLO G. MACÍAS

cuantos kilómetros cuando el enfermo entró en coma… Al llegar a


Celaya el ilustre desterrado dejó de existir.94
La muerte de este hombre produjo una honda consternación en el
Estado de Michoacán y fue muy sentida por todas las clases sociales.

"SU ALTEZA SERENÍSIMA" EN MICHOACÁN

A medida que pasaban los días el poder y el prestigio de Santa Anna


fueron menguando; y como Michoacán era una de las entidades
donde con más tesón se le hacía la guerra, al comenzar el año de 1855
comisionó a su hijo José para que al frente de una brigada de
caballería, saliera a combatir a las fuerzas liberales. Este joven e
inexperto aprendiz de caudillo dirigió el 20 de enero, en Toluca, a la
columna expedicionaria, la siguiente proclama:

Compañeros de armas:
"Su Alteza Serenísima el general presidente ha tenido a bien confiar
a vuestra lealtad y valor la pacificación de algunos puntos en el
departamento de Michoacán, que se encuentran agitados por los
enemigos del reposo público.
"Conozco vuestra disciplina y vuestra subordinación, y estoy seguro
de que la victoria irá con nosotros, porque es la compañera
inseparable de los valientes. Os anuncio que en breve marcharemos
sobre el enemigo; estad prontos para entrar en el combate, tened
confianza en Dios y en vuestras armas, y no olvidéis jamás que la
causa que vamos a sostener es santa, porque en ella se interesa el
bienestar de nuestros compatriotas. Exterminar a la anarquía, es la
misión que estamos encargados de cumplir; si logramos, como lo

94 Los datos sobre los últimos días de vida del doctor González Urueña
fueron proporcionados al autor de estas notas hace varios años, en distintas
fechas y diversos motivos, por los señores ingeniero Pascual Ortiz Rubio, ex
Presidente de la República y Gobernador de Michoacán, quien fue discípulo
y amigo del maestro michoacano por antonomasia, licenciado Luis González
Gutiérrez, hijo del ilustre desterrado; y por el licenciado José Ortiz
Rodríguez —a quien presentamos en el Capítulo VI— compañero de ideales
del doctor Miguel Silva González, unigénito del doctor Miguel Silva Macías y
nieto de González Urueña.

172
ARIO DE ROSALES

espero, tan feliz resultado, aceptémoslo como la recompensa más


grata de nuestras penalidades y fatigas, porque exterminar a la
anarquía es dar a los mexicanos patria y libertad.
"Así, pues, cuando el clarín anuncie la pelea, tened presente que de
nuestro arrojo y bizarría depende en gran parte el porvenir de cien
generaciones, y en lo más terrible de la lucha enardeced vuestros
ánimos con los gritos entusiastas: ¡Viva la patria! ¡Viva Su Alteza
Serenísima! ¡Viva el presidente general Santa Anna!
"Vuestro comandante en jefe, José López de Santa Anna".95

Y se lanzó a la lucha, pero con tan mala suerte que para levantar un
poco el escaso prestigio del gobierno, que el hijo había arrastrado por
los suelos con sus desaciertos, su padre, en persona, tuvo que salir a
darle la mano, seguido de un impresionante aparato de fuerza armada
que llenó de júbilo al alto clero, pues no se había visto cosa igual ni
durante la guerra contra los Estados Unidos.
Sólo para que el lector se forje una idea de aquella corte
militarista, oropelesca, de que tanto gustaba rodearse "Su Alteza
Serenísima", damos a conocer la nómina de los jefes y oficiales que lo
acompañaron en su gira por Michoacán.

Estado Mayor de Su Alteza Serenísima

Jefe, general de brigada Benito de Zenea.


Coroneles, Francisco Silva, Ramón Soto y Mariano Grimarest.
Comandante de batallón, Vicente Iturbide.
Comandante de escuadrón, Santiago Moreno.
Comandantes, Vicente Canalizo, Rafael García Mazo, Gerónimo
Portocarrero.
Capitán, Juan Manuel de Lozada.
Coronel del cuerpo médico, Doctor Francisco Mellet.
Capellán Mayor del Ejército, canónigo Manuel Perfecto Ordóñez.
Capellán de Su Alteza Serenísima y de su Estado Mayor, canónigo
Juan Gregorio Phanner.

Secretaría particular de Su Alteza Serenísima

95 Hemeroteca Nacional. El Silgo XIX. México, lunes 22 de enero de 1855.

173
PABLO G. MACÍAS

Jefe, general Manuel María Gil.


Comisario de marina, Gabriel Sanabria.
Oficial de marina, Francisco Mendívil.
Ayudante, Luis G. Mendívil.

Comisaría general del Cuerpo de Ejército

Jefe, coronel secretario privado de Su Alteza Serenísima, Francisco de


P. Mora.
Contador, Manuel Mosso.
Capellán de auxiliares, padre José Gutiérrez.

División Carrera

General en jefe, excelentísimo señor general de división director


general de artillería, Martín Carrera.
Edecanes: teniente coronel de artillería, Julián Peña; teniente coronel
capitán de artillería, Jacobo Carrera; comandante de batallón,
Antonio Esnaurrízar; capitán de caballería, Marcos Arróniz.
Jefe del Estado Mayor, general de brigada Esteban Barbero.
Edecanes: comandante de batallón, capitán José María Montes;
capitán de caballería, José Rena; segundo ayudante de caballería,
Mariano Martínez; alférez, Miguel Lozano.
Segundo jefe del Estado Mayor, ayudante general José L. Álvarez.
Edecanes: capitán del Estado Mayor, Agustín Romero; capitán de
Estado Mayor, Luis Álvarez.
Capellán Mayor, padre Alfonso Magna Grecia.
Inspector general del Cuerpo Médico Militar, doctor Francisco
Vander Linden.
Comandantes de batallón: Santiago Humphrey, Agustín Villalobos,
Antonio Vaquero y Manuel Hurtado.
Capitán, Amado Villagrán.
Tenientes: Eleuterio del Valle, Miguel Soto, Felipe N. de Alcalde,
Pablo D'Orbecassel y Evaristo Bello.
Aposentador general, comandante de escuadrón Ignacio Arista.
Ayudante, capitán de caballería Felipe Guadarrama.

174
ARIO DE ROSALES

Conductor general de equipajes, capitán de caballería Ramón Robles.


Comandante general de artillería, teniente coronel Manuel López
Bueno.
Ayudante, comandante de escuadrón Joaquín Miramón.
Mayor de órdenes jefe de división, Juan N. Bazán.
Ayudante, capitán de artillería Antonio Sola.
Comandante del parque, teniente coronel de infantería Julián
Carrillo.
Guarda-parques, oficial segundo Ignacio Rojo; oficial tercero Ignacio
Dosamantes.
Comandantes de zapadores de la guardia de Su Alteza Serenísima,
teniente coronel J. Antonio Ferriz.

Brigada de Infantería

General en jefe, general graduado Leonardo Márquez.


Ayudantes, teniente de infantería Celestino Araujo; teniente Vicente
Velarde.
Alférez, Felipe Castro.
Mayor de órdenes, teniente coronel del Estado Mayor Luis Arrieta.
Ayudantes, capitán de Estado Mayor Tomás Enciso; capitán Vicente
Guido.
Jefe del Cuarto Batallón Activo, general graduado Leonardo Márquez;
teniente coronel Ignacio María Huerta; comandante de batallón,
Sabino Moreno.
Jefes del batallón activo de Sombrerete, coronel Joaquín Baños;
teniente coronel José Romero; comandante de batallón, Ignacio
Lomas.
Jefes del primer batallón activo de San Luis, coronel Vicente Tapia;
teniente coronel Domingo Navas; comandante de batallón, Luis
Tenorio.
Jefes del batallón activo de Saltillo, coronel José Alfaro; teniente
coronel Antonio Villagrán; comandante de batallón, Juan Lara.

Primera Brigada de Caballería

General en jefe, general graduado Miguel Andrade.

175
PABLO G. MACÍAS

Ayudantes, capitán José María Ruiz, Antonio Ballesteros.


Mayor de órdenes, comandante de escuadrón Manuel Febles.
Ayudante, Alférez César Andrade.
Jefes del regimiento de lanceros de la guardia de Su Alteza
Serenísima, general graduado Miguel Andrade; comandante de
escuadrón, Manuel García.
Jefe de escuadrón de guías de la guardia de Su Alteza Serenísima,
teniente coronel Eugenio Paredes.

Segunda Brigada de Caballería

General en jefe, general graduado Francisco Güitian.


Ayudante, capitán José Falses.
Mayor de órdenes, teniente coronel comandante de escuadrón José
Bastos.
Ayudantes, capitán José Ormaechea; teniente José Ayala.
Jefes del regimiento de granaderos a caballo de la guardia de Su
Alteza Serenísima, general Francisco Güitian; teniente coronel
Joaquín Olloqui; comandante de escuadrón, Mariano Barroso.
Jefes del regimiento activo de lanceros de Puebla, teniente coronel
José Romanos; comandante de escuadrón, Luis G. Arévalo.96

Santa Anna estuvo en Angangueo, Maravatío, Morelia, Zamora y


Pátzcuaro; pero cuando se dirigía a Ario tuvo que suspender la
marcha y retirarse a toda prisa, no digamos a Morelia donde con tanto
entusiasmo había sido recibido por sus aduladores, sino a la propia
capital de la República, pues las tropas de García Pueblita, Huerta y
Degollado no dejaban de perseguirlo. Vamos a abundar en dos
detalles de esta ridícula gira de "Su Alteza Serenísima": uno, su
entrada en Morelia por ser la capital del Estado y porque los datos
que vamos a consignar han quedado dispersos en los periódicos de la
época y son poco conocidos; y otro, la frustrada vista a Ario por
razones obvias.

96 El Silgo XIX. Viernes 15 de junio de 1855.

176
ARIO DE ROSALES

"El día de anteayer —dice con fecha 19 de mayo de 1855 el periódico


de don Ignacio Cumplido, El Siglo XIX, reproduciendo un artículo
de El Porvenir de Michoacán— ha sido uno de los más solemnes
para los michoacanos. En él hemos tenido la satisfacción de ver al
primer hombre de nuestro país, al jefe supremo de la nación cuyo
nombre y gloria está identificada con la de nuestra patria, entrar a la
capital en medio de las aclamaciones del más vivo entusiasmo y los
transportes de júbilo que excita en nuestra sociedad la presencia del
único que puede sacarla del miserable estado de disolución y de
angustia a que la han llevado los bandidos liberales… A las 9 de la
mañana salieron a la loma del Zapote, punto por donde debía llegar
Su Alteza Serenísima, varios cuerpos de caballería y de artillería que
estaban de guarnición en la ciudad. El batallón número 14 cubría
desde el frente de la Catedral las calles del tránsito de la entrada de
México, que estaban vistosamente adornadas. Veíanse en ellas desde
la extremidad de la calle de Las Catarinas varios arcos triunfales de
forma y pintura de buen gusto y una multitud de bandas de los
colores del pabellón nacional, con dísticos alusivos a las glorias del
vencedor de Veracruz y Tampico, a los beneficios que su gobierno
difunde en nuestro país y al objeto que le trae ahora a Michoacán.
"Frente al hospital se hallaba un hermoso arco que daba una vista
muy agradable a la calle a que servía de término, y completaba el
adorno general, el particular de las casas que daban al frente de las
calles del tránsito y la multitud que las recorría y que estaba en una
ansiosa expectativa. A las 9 y media salieron del palacio del superior
gobierno las autoridades y corporaciones del Departamento y se
dirigieron a la referida loma del Zapote. Desde esta hora permaneció
la población casi sin separarse de la calle Nacional hasta las cuatro y
media de la tarde en que las descargas de artillería y el repique
general de las campanas de todas las iglesias, anunciaron la
aproximación del primer jefe de la república. En efecto, a las cinco le
recibió la comitiva e hizo su entrada en la ciudad en medio de los
vivas y aclamaciones del más sincero entusiasmo. Tan luego como el
pueblo le apercibió, quitó los caballos que tiraban la calesa en que
venía, y más que arrastrando, en peso, la condujeron por las calles de
la ciudad.
"Llegando a la catedral salió el M. I. y venerable cabildo a recibirle al
atrio y se le hicieron los honores que el ceremonial prescribe
respecto del primer magistrado de la nación y los que le
correspondían como Gran Maestro de la nacional y distinguida
orden de Guadalupe y se cantó un solemne Te Deum.

177
PABLO G. MACÍAS

"Concluida esta ceremonia pasó acompañado de todas las


autoridades y corporaciones al palacio del supremo gobierno, en
donde se le dirigieron por los jefes o presidentes de cada una de
ellas, las felicitaciones correspondientes por su feliz arribo y las
expresiones más sinceras de gratitud en atención al objeto de su
venida.
"De todas nos parecieron más notables, tanto por la belleza de su
estilo, como por las ideas que expresaban, la que a nombre del M. I. y
venerable cabildo diocesano le dirigió el ilustrísimo señor obispo
electo de Puebla, licenciado don Pelagio Antonio de Labastida, 97 la
del señor representante de los miembros de la nacional y distinguida
orden de Guadalupe, la del señor presidente del M. I. Ayuntamiento
y de la comisión de los abogados de la ciudad.
"El canónigo don José Antonio de la Peña, a nombre de la Mitra,
dijo: «Serenísimo Señor. Los representantes del excelentísimo e
ilustrísimo señor obispo de esta diócesis como encargados de su
gobierno, tenemos el honor de felicitar a vuestra Alteza Serenísima
por su arribo a esta ciudad. El universal júbilo manifestado por todas
las clases y las emociones del más puro entusiasmo que se percibe en
todos los individuos, son signos que muestran de una manera muy
natural e inequívoca, la satisfacción que han hallado sus almas en ver
que ya ocupa vuestra Alteza Serenísima la capital de este infortunado
Departamento, cuyas desgracias va a reparar.
«Semejante suceso va a añadir a vuestra Alteza Serenísima una
nueva guirnalda sobre las innumerables que ciñen sus gloriosas
sienes: el día de hoy será siempre memorable en los fastos de
Michoacán; y en la nueva época que desde ahora se abre a su historia
política, se escribirán páginas de grande interés para las
generaciones que nos sucedan, cuando lean las brillantes proezas
con que todavía se puede realzar el augusto nombre de vuestra
Alteza Serenísima.

97Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos nació en Zamora, Michoacán. Fue


alumno, catedrático y rector del seminario de Morelia, abogado, doctor en
cánones, promotor fiscal, juez de testamentos, prebendado, canónico y
gobernador de la Mitra de Morelia; obispo de Puebla y arzobispo de México.
Fue, con su colega Clemente de Jesús Munguía, uno de los más encarnizados
enemigos del liberalismo y de la Reforma. Favoreció la intervención francesa
y ocupó el cargo de regente en el imperio de Maximiliano.

178
ARIO DE ROSALES

«Morelia redunda por todas partes en regocijo, y éste nace de la


dulce calma en que ha entrado con la presencia de su tutelar: ella es
un presagio de esperanzas consoladoras, todo por ella aparece
reanimado; y al suspirar los habitantes de este suelo por los bienes
de la paz, no cesan de fijar sus miradas en vuestra Alteza Serenísima,
porque saben que a este fin empleará los medios, que su alta
penetración estime conducentes.
«Bendiga pues, Dios de los ejércitos esta nobilísima empresa,
bendiga las armas nacionales; y dando acierto al gobierno que su
adorable providencia se ha dignado poner en las manos de vuestra
Alteza Serenísima, lo haga prosperar en favor de la patria, en sostén
de nuestra santa religión y en nuevas glorias para el valiente
caudillo, que nunca ha dudado sacrificarse por tan sagrados
objetos».
"El excelentísimo señor gobernador (Manuel Noriega) al dirigir la
palabra a Su Alteza Serenísima para felicitarle, lo hizo en los
términos siguientes:
«Serenísimo señor: El que habla, por sí, y a nombre de todos los
habitantes del Departamento, cuyo órgano tiene la honra de ser,
lleno de la más pura y cordial satisfacción, e inundado de un gozo
indefinible felicita a vuestra Alteza Serenísima por su feliz arribo a
esta ciudad, en donde se le esperaba con la mayor ansiedad, con esa
ansiedad, consiguiente a la confianza que se tiene de que vuestra
Alteza con el genio que lo distingue, restablecerá la paz, el respeto y
la seguridad que todos anhelan. Y por esto es que vuestra Alteza
habrá notado en su tránsito, y en esta misma concurrencia, pintada
la alegría en los semblantes, porque gozamos ya el envidiable placer
de abrigar en nuestro seno al salvador de México, al héroe ilustre,
que vencedor en mil combates de tropas aguerridas, sabrá anonadar
con sólo su presencia a los inmensos reptiles que han osado levantar
su emponzoñada cabeza en el Departamento, aniquilando las
fortunas e infamando a las familias.
«Así, serenísimo señor, el triunfo de la causa del orden, del progreso,
de la religión y de la humanidad que vuestra Alteza sostiene, quedará
vencedora, y para ello esté seguro de contar con la cooperación más
espontánea de todos los ciudadanos honrados de Michoacán, y de los
valientes militares que lo guarnecen: de todos a vuestra Alteza
Serenísima el ídolo y el padre, y reinando en sus corazones por el
amor y la gratitud, todos sacrificarán gustosos su vida en defensa y
sostenimiento del restaurador de la patria, el ilustre vencedor de
Tampico y La Angostura».

179
PABLO G. MACÍAS

"Concluidas las felicitaciones, el serenísimo señor presidente


contestó a la concurrencia con una extensa alocución, en que expresó
el objeto de su visita a este país…
"En la noche se iluminaron todos los edificios públicos y muchísimas
casas particulares, de una manera no común. Desde las 8 se situó en
las casas consistoriales una música, que estuvo dando serenata hasta
las once. A las 9 tuvieron lugar los fuegos artificiales. La
concurrencia fue numerosa y de lo más selecto de la ciudad".

Pero lo que no consigna El Porvenir en esta marejada de ditirambos y


cursilería, es que frente al edificio del colegio de San Nicolás se
levantó uno de los arcos de triunfo más bellamente elaborados, y en él
con grandes caracteres se colocó este dístico:

¡Predilecto discípulo de Marte,


eres aún más genial que Bonaparte!

Durante la noche, los alumnos del plantel sustituyeron la inscripción


por otra que rezaba:

¡Caricatura vil de Bonaparte,


no pases por aquí, que van a miarte!98

A la mañana siguiente el pueblo de Morelia sonrió a más no poder de


aquella humorada de los nicolaitas, que hirió tan hondo el amor
propio de "Su Alteza Serenísima" como en la misma forma excitaba su
orgullo el halago de sus aduladores.

COMONFORT FRUSTRA LA TOMA DE ARIO POR SANTA ANNA

Pocos días después de proclamado el Plan de Ayutla, Santa Anna salió


de México con un ejército de cinco mil hombres, a combatir a los
sublevados. El 30 de marzo de 1854 llegó a Chilpancingo y del 20 al
26 de abril atacó el Fuerte de San Diego en Acapulco, pero fue

Pablo G. Macías. Aula Nobilis. p. 508. Ediciones de Vanguardia Nicolaita.


98

México, 1940.

180
ARIO DE ROSALES

rechazado por el general Ignacio Comonfort, uno de los autores del


plan. Lo malsano del clima y la falta de víveres obligaron a Santa
Anna a retirarse, amagado constantemente por los guerrilleros
liberales.
En el Cerro del Peregrino se trabó un reñido combate, cuya
victoria se atribuyeron ambos bandos. Santa Anna regresó entonces a
la capital, y Comonfort se fue a los Estados Unidos (San Francisco y
Nueva York), comisionado por los jefes de la revolución, para allegar
recursos a los pronunciados.
En diciembre del propio año (1854) el citado jefe, regresó al
puerto de Acapulco, reorganizó su ejército y escombró de enemigos la
costa guerrerense. En abril siguiente enterado de los planes de Santa
Anna, proyectó frustrarlos y, al efecto, se internó en Michoacán
estableciendo su cuartel general en Ario. En este punto se encontraba
cuando el dictador partía de Zamora rumbo a Pátzcuaro. Nada hacía
sospechar la presencia de enemigos en esta zona, pues así lo
"garantizaba a su Alteza" el general Pánfilo Galindo, responsable de la
seguridad de la comarca.
El dictador había anunciado ya su intención de visitar Ario para
"con su presencia apaciguar los ánimos de aquellos irreconciliables
enemigos del orden". Para ello, en Zamora, población que tomó al ser
abandonada el 15 de mayo por los pronunciados, dictó al Gobernador
Manuel Noriega y al citado general Galindo, este último acantonado
en Pátzcuaro, las órdenes correspondientes, a efecto de continuar la
gira sin contratiempos y seguir disfrutando de las mismas
aclamaciones, placeres y festines como hasta entonces.
La comitiva entró en Pátzcuaro a las once de la mañana en medio
de repiques, músicas, salvas de artillería, alocuciones y brindis de los
miembros del Ayuntamiento, sin faltar una visita que el dictador hizo
por la tarde a la Virgen de la Salud, expuesta en el Sagrario.99
No terminaba aún el regocijo de los conservadores, cuando Santa
Anna recibió con sorpresa (su propio espionaje y el de Galindo habían
fallado) la desagradable noticia de que el general Comonfort lo estaba
esperando en Ario para batirlo. En efecto, los contingentes de este jefe

99Pablo G. Macías. Pátzcuaro, pp. 194 y 195. Monografía Municipal.


Gobierno del Estado de Michoacán. México, 1978.

181
PABLO G. MACÍAS

se hallaban apostados estratégicamente a lo largo del camino


carretero que bajaba de Santa Clara del Cobre a la Tierra Caliente,
pues Comonfort quería evitar a toda costa un choque dentro de Ario,
que causaría grandes daños a la población civil; amén de que sus
intenciones eran rodear al enemigo y capturar vivo al personaje. En
tales circunstancias, la llamada "Alteza Serenísima" ordenó
(contrariando sus verdaderas intenciones) que la vanguardia de su
ejército avanzara rumbo a Santa Clara del Cobre para dar la
impresión de que su proyecto seguía en pie, mientras él con el resto
de las tropas retrocedería a Morelia en plena escapada.
Favoreció esta maniobra una furiosa tempestad que desde la
noche anterior se desencadenó sobre la sierra, pero ese pretexto para
suspender el ataque al pueblo de Ario no engañó a nadie, ni mucho
menos a Comonfort que vio con gran satisfacción cómo también el
general Galindo, que defendía a Pátzcuaro, corría en seguimiento de
Santa Anna ante el avance combinado de las fuerzas de García
Pueblita, Díaz Salgado y Epitacio Huerta.
En la madrugada del 2 de junio (1855) Santa Anna pasó por
Morelia, a toda prisa, dirigiéndose a México. Sus partidarios, sin
percatarse aun de que los jefes liberales perseguían muy de cerca a
aquella aparatosa y desmoralizada columna, todavía le tributaron
entusiastas recibimientos en Zinapécuaro, Acámbaro, Maravatío,
Tepetongo, Ixtlahuaca y Toluca. En esta última población se hizo que
una niña, hija del general Enrique Grimarest, le declamara estos
sonetos:

El ángel soberano de la gloria


entre nubes de espléndida hermosura,
desciende ledo de la excelsa altura
brindándote el laurel de la victoria.

Graba tu nombre en la constante historia


y al mágico esplendor con que fulgura,
la envidia artera en su caverna impura
agita el cieno de su hedionda escoria.

Y su antro deja, y la inscripción borrando

182
ARIO DE ROSALES

que publica tu historia soberana,


juzga que triunfa tu grandeza hollando.
Pero la fama se levanta ufana,
y por los aires su clarín sonando
¡eterniza el recuerdo de Santa Anna!

Ven a Toluca, ven: aquí te espera


el testimonio del amor ardiente
del pueblo fiel que en tu anchurosa frente
mira irradiar la gloria verdadera.
La gloria inmarcesible, duradera,
tu sien corona; y la asombrada gente
palpa que se halla indefectiblemente
el triunfo donde pones tu bandera.

¡Gloria a Santa Anna, bendición, honores!


¡Gloria al terror del vandalismo insano,
y eterna maldición a los traidores!
Amor al protector del ciudadano,
al padre de los bravos defensores,
al que más ama al pueblo mexicano.100

El 9 de junio Santa Anna entró de nuevo en México, convencido de


que su régimen estaba definitivamente derrotado.

"Secretamente hizo sus preparativos de viaje —afirma Olavarría y


Ferrari—; envió por delante a su familia, y mandó que varios cuerpos
de tropa se situaran por el camino entre la capital y Veracruz… El 9
de agosto, a las tres de la mañana salió de la capital acompañado de
su Estado Mayor y de una escolta de lanceros: tomó el camino de
Veracruz y se embarcó después de recibir los fingidos parabienes de
la población.
"Con esta fuga, el triunfo de la revolución iniciada el primero de
marzo de 1854 en Ayutla contra la feroz dictadura santanista,
quedaba virtualmente consumado, y cumplido el primer objeto de
aquel plan; el segundo, el de convocar a la nación para que se

100 Hemeroteca Nacional. El Siglo XIX. Viernes 13 de junio de 1855.

183
PABLO G. MACÍAS

constituyera conforme a su voluntad, quedaba aun por


conseguirse".101

LA CONSTITUCIÓN DE 1857. LA GUERRA DE REFORMA

El 26 de agosto el general don Juan Álvarez designó Gobernador de


Michoacán al licenciado Gregorio Ceballos y con base en el artículo 4º
del Plan de Ayutla se nombró un consejo integrado por siete
miembros, que, con excepción de Luis Iturbide y de Manuel Alzúa, fue
ratificado por el comandante militar Epitacio Huerta, en acatamiento
de la 9ª Base del Estatuto Orgánico. Ceballos ejerció el poder hasta el
11 de noviembre en que lo sustituyó el licenciado José María Manzo,
por haberse hecho cargo aquél de una sala del Supremo Tribunal de
Justicia del Estado. Manzo renunció el 25 de enero de 1856 y entonces
el doctor Miguel Silva Macías, que era consejero decano de esa
administración, asumió las responsabilidades del gobierno hasta el
primero de julio de 1857.
En esos dieciocho meses se legisló en favor de los indios (se les
nombraron abogados gratuitos, se les concedieron gracias en los
términos judiciales, se exigió a los tribunales que informaran
mensualmente sobre sus negocios y se investigó qué pueblos carecían
de fundo legal para otorgárselos); se publicó la convocatoria para la
elección de diputados constituyentes (habiendo sido elegidos Melchor
Ocampo, Santos Degollado, Francisco de P. Cendejas, Sabás Iturbide,
Juan B. Ceballos, Francisco García Anaya, Ponciano Arriaga, Ramón
Isaac Alcaraz, Francisco Cava y Mateo Echaiz, propietarios; y
Francisco Díaz Barriga, Juan N. Navarro, Luis Gutiérrez Correa, Juan
Novellán, Francisco Figueroa, Mariano Ramírez, José María Méndez,
Julián C. Estrada, Gabino Ortiz y Rafael Carrillo, suplentes);102 se
puso en vigor en Michoacán la Constitución Federal promulgada en
México el 5 de febrero de 1857, y se ordenó desde luego la ocupación

101 México a través de los siglos. t. IV, p. 859. Editorial Cumbre, México,
1953.
102 Francisco Zarco. Historia del Congreso Constituyente de 1857. Imprenta

de I. Escalante. México, 1916.

184
ARIO DE ROSALES

de los conventos de San Francisco y San Agustín; se mandó derribar


gran parte de ellos para abrir calles; se formó en los terrenos de los
antiguos pueblos situados al sur de la ciudad, un paseo público con el
nombre de Bosque de San Pedro (hoy Cuauhtémoc) y se fomentó en
gran manera la instrucción pública.
También durante el mandato del doctor Silva Macías se decretó
que en lo sucesivo se llamara Ario de Rosales ese heroico pueblo, para
honrar la memoria del gran insurgente Víctor Rosales, asesinado en el
rancho de La Campana de aquel municipio, en el año de 1817; se
instaló el Congreso Constituyente en Michoacán que redactó la
Constitución local y se efectuaron las elecciones para Gobernador del
Estado. En éstas resultaron electos el general Santos Degollado y el
propio doctor Miguel Silva Macías, el primero como "Gobernador
propietario" y el segundo como "substituto". Aquél no pudo hacerse
cargo del ejecutivo sino hasta el 26 de diciembre de 1857 y tuvo que
separarse del gobierno el 23 de marzo de 1858 para formar parte del
gabinete del Presidente Juárez con la cartera de Gobernación.
Inmediatamente Silva Macías ocupó el cargo con su carácter de
Gobernador substituto. El mismo mes de marzo el Congreso local
declaró a Michoacán en estado de sitio; suspendió en el ejercicio de
sus funciones a todas las autoridades residentes en la entidad; puso el
poder público, con facultades extraordinarias, en manos del general
Epitacio Huerta; y suspendió sus trabajos. El "golpe de estado" de
Comonfort con el cuartelazo de Tacubaya interrumpía —si bien sólo
momentáneamente— la vigencia de los postulados de Ayutla y de la
Constitución de 1857. Daba principio ahora una nueva guerra civil, la
de Reforma.
En cuanto se conoció en el país el "golpe de estado", a iniciativa
del general Anastasio Parrodi, Gobernador de Jalisco, se formó una
coalición de gobernadores para sostener la causa de la legalidad,
figurando en ella desde luego el propio Parrodi; Manuel Doblado, de
Guanajuato; Santos Degollado, de Michoacán; José María Arteaga, de
Querétaro; Silverio Núñez, de Colima; y los gobernadores de
Zacatecas y Aguascalientes. Después se adhirieron los de Veracruz,
Oaxaca, Nuevo León y Guerrero. Los mandatarios coaligados se
obligaban a que tan luego se presentara en el territorio de cualquiera
de esos Estados el licenciado Benito Juárez, presidente de la Suprema

185
PABLO G. MACÍAS

Corte de Justicia de la Nación, se le reconociera como presidente


interino de la República por ministerio de la Ley. Así ocurrió: al llegar
Juárez a la ciudad de Guanajuato, el Gobernador Doblado se puso a
sus órdenes.
Juárez organizó su gabinete en la siguiente forma: Relaciones y
Guerra, Melchor Ocampo; Gobernación, Santos Degollado; Justicia,
Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, Manuel Ruiz; Hacienda,
Guillermo Prieto; y Fomento, León Guzmán. El primer acto del
Benemérito, en su calidad de Presidente constitucional, fue lanzar un
manifiesto a la nación en el que hacía saber a los habitantes del país
que había asumido el mando supremo y que el orden legal quedaba
restablecido, y notificaba las medidas gubernativas que se proponía
adoptar entretanto se reunía el Congreso de la Unión que había sido
disuelto por el cuartelazo.
El 10 de marzo ocurrió en Salamanca, Guanajuato, una batalla en
la que el general Luis G. Osollo, al frente de 5,400 hombres, destrozó
a los coaligados, quienes se retiraron hacia Guadalajara. Al mando de
Osollo combatieron los generales Miguel Miramón, Mejía, Casanova y
José María Blancarte, entre otros. Por la coalición, cuyo ejército
jefaturaba el general Parrodi, participaron Leandro Valle, Manuel
Doblado, Mariano Moret y otros generales.
La batalla de Salamanca marca en realidad el principio de la
Guerra de Reforma. Cuatro periodos pueden señalarse en el
desarrollo puramente militar del conflicto: el primero se inició con un
movimiento arrollador de las tropas conservadoras, a partir de marzo
de 1858, después del desastre de Salamanca; el segundo fue de un
equilibrio dinámico, con triunfos y derrotas alternativos de uno y otro
bando, hasta junio de 1860; el tercero fue de franco predominio de las
fuerzas liberales y terminó el primero de enero de 1861 con la
ocupación de la capital de la república por las fuerzas del general
Jesús González Ortega, vencedor de Miramón en Calpulalpan; y el
cuarto fue una prolongación de la lucha, conectada con la
intervención francesa en apoyo del Imperio de Maximiliano.
No es nuestro propósito reseñar las acciones de guerra —ni
siquiera las principales— registradas durante los tres años de lucha
cruenta. Estos sucesos son bien conocidos y el pueblo mexicano ha

186
ARIO DE ROSALES

sacado de aquella dolorosa experiencia la energía necesaria para


edificar el México moderno que hoy vivimos.
Sólo añadiremos para concluir este periodo, un desdichado
acontecimiento que el 3 de junio de 1861 enlutó las armas de la
victoria liberal: el incalificable asesinato de don Melchor Ocampo,
prócer inmaculado que, con Lerdo, es el autor de las Leyes de
Reforma. Ocampo, entre aquella pléyade de "hombres que parecían
gigantes", según la expresión del maestro Antonio Caso, brillaba con
luz tan propia como la de Juárez y se proyectaba en toda su magnitud
sobre Ramírez, Zarco, Ponciano Arriaga, Degollado y Guillermo
Prieto, verdaderos colosos del pensamiento político.
¡El clero no podía perdonarle tamaños desplantes!.
El 4 de junio, al despuntar el alba, se conoció en México el
horrendo crimen. Pese a la hora, la noticia se comunicó desde luego al
Presidente Juárez. Cuando un día antes, el 3, se supo del secuestro
llevado a cabo en la hacienda de Pomoca por el esbirro clerical
Lindoro Cajigas, se creyó que era factible negociar su entrega, ya que
ni siquiera podía suponerse que se ejercitara tan cruel venganza sobre
un hombre que no tenía enemigos personales; que a nadie había
hecho daño y que, por el contrario, siempre dio muestras de una gran
generosidad.
Al correr de las horas y enterarse el pueblo de los fieros detalles
de aquella muerte, el estupor y la ira se apoderaron primero de la
Capital y luego de la República, especialmente de Michoacán.
Reuniones diversas hubo en todas partes, proponiéndose en
represalia las medidas más exageradas y violentas, tales como el
estado de sitio, la aplicación de los bienes de dirigentes reaccionarios
como indemnización a las familias de los liberales sacrificados, la
expulsión de los eclesiásticos —excepto los que hubiesen jurado la
Constitución—, la clausura de las iglesias menos doce que fuesen
servidas por órdenes del gobierno, la exclaustración de las monjas y el
destierro de los partidarios del clero.
La sesión de aquel día, 4 de junio, en que se notificó al Congreso
de la Unión el fusilamiento de Ocampo, fue borrascosísima. En ella se
aprobaron los decretos que dan idea del estado febril en que se
hallaban los ánimos: por el primero se facultaba al gobierno para que
se allegase recursos de cualquier manera, con el fin de destruir al

187
PABLO G. MACÍAS

partido clerical; y por el segundo, quedaron "fuera de la Ley y de toda


garantía en sus personas y propiedades, los execrables asesinos Félix
María Zuloaga, Leonardo Márquez, Tomás Mejía, José María Cobos,
Juan Vicario, Lindoro Cajigas y Manuel Lozada".
Se declaraba en este último decreto, que el que libertase a la
sociedad de cualquiera de estos monstruos, ejecutaría un acto
meritorio ante la humanidad, recibiría una recompensa de diez mil
pesos, y en el caso de estar procesado por algún delito, sería indultado
de la pena conforme a las leyes se le debiera aplicar.
Bajo este clima, cada hora más tenso, compareció en la Cámara
de Diputados don Santos Degollado, pidiendo permiso para ir a
pelear contra los asesinos del insigne reformador.

—"Yo vengo en nombre de la justicia —dijo; no quiero el mando ni


las ocasiones, sino pelear contra los criminales. Protesto ante los
manes de Ocampo que no es mi deseo la venganza. ¡Iré como el
último soldado! Déjeseme derramar mi sangre y, sin preocupar el
juicio de la Cámara, volveré a que se pronuncie el fallo de mi
causa".103

La Cámara, como era de esperarse, acordó favorablemente su


solicitud y aquel noble jefe se puso desde luego en marcha rumbo a
Tacubaya para de allí seguir a Toluca. El día 15 de junio con una

103Degollado dirigíase al Congreso porque, hallándose sin mando de fuerzas


y sujeto a proceso, estaba en la capital a disposición de sus jueces. En efecto,
en el mes de septiembre del año anterior (1860) creyendo él, de buena fe,
que podía acelerar la terminación de la sangrienta guerra de Reforma,
mandó al ministro inglés, Mr. Mathew y a todos los jefes del ejército tanto
liberales como conservadores, un proyecto de pacificación elaborado por su
cuenta y riesgo y con desconocimiento absoluto del Presidente Juárez.
Propugnaba el plan porque se integrara una junta compuesta de los
miembros del cuerpo diplomático acreditado en México y de un
representante nombrado por cada gobierno —el liberal y el conservador—, y
una vez instalada, hiciera la declaración de que eran bases de la constitución
mexicana: la representación nacional en un congreso libremente electo, la
libertad religiosa, la supremacía del poder civil, la nacionalización de los
bienes eclesiásticos y los principios contenidos en las Leyes de Reforma. N.
del A.

188
ARIO DE ROSALES

pequeña brigada se movió de Lerma a fin de proteger el paso de la


tropa y armamento que debía salir ese día de la capital bajo la
custodia del coronel O'Horán. Al llegar a los llanos de Salazar, ordenó
a su fuerza ocupar las montañas de su izquierda para seguir por ellas
hasta un punto donde evitaría que el convoy fuese atacado por aquel
flanco; pero al emprender dicho movimiento su infantería fue
sorprendida por el cabecilla Buitrón, que, conocedor del terreno, se
había ocultado en una posición ventajosa.
Desorganizada la columna liberal, Degollado en vano quiso
retenerla y en medio de sus esfuerzos recibió un balazo que le privó de
la vida. Su cadáver fue mandado recoger por el jefe conservador José
María Gálvez, quien le condujo a Huixquilucan, en donde obligó al
cura a que le hiciera solemnes exequias —pues el enemigo mismo
reconocía en Degollado al hombre sincero, cuyas virtudes cívicas
ennoblecían al partido liberal— a las que él mismo asistió. En ese acto
don Francisco Schiaffino, eminente liberal a quien llevaban los
reaccionarios en calidad de prisionero, pronunció una oración
fúnebre en elogio del héroe caído.

OCAMPO Y EL COLEGIO DE SAN NICOLÁS

En Michoacán el asesinato de Ocampo produjo un impacto terrible.


Don Epitacio, que era el Gobernador, decretó que la entidad llevaría
en lo sucesivo el nombre de "Estado Libre y Soberano de Michoacán
de Ocampo"; que un retrato del prócer fuera colocado en lugar
preferente en cada una de las oficinas públicas; y que todos los años,
en la fecha de su sacrificio, se rindieran homenajes a la memoria del
ilustre desaparecido.
El Colegio de San Nicolás, que en enero de 1847 fuera reabierto
por el Gobernador Ocampo bajo los mismos fuegos del invasor
yanqui, organizó una ceremonia luctuosa en la que estuvieron
presentes funcionarios oficiales y el pueblo de Morelia. Con toda
oportunidad el rector hizo un llamado a los nicolaitas a efecto que
participaran en el programa, y concursaron tantos con poesías y
discursos que hubo necesidad de seleccionar entre ellos al licenciado

189
PABLO G. MACÍAS

Gabino Ortiz y al vate ariense Vicente Moreno para que hablaran a


nombre de todos.
Ortiz nació en Jiquilpan el 19 de febrero de 1819; se tituló de
abogado en 1945; fue orador, poeta y periodista; combatió
incansablemente por el liberalismo y atacó con tal virulencia a la
dictadura que Santa Anna lo mandó al destierro, pero al triunfo de la
revolución de Ayutla volvió a Michoacán, colaborando al lado de Silva
Macías, Degollado y Epitacio Huerta.
Al ponerse en vigor las Leyes de Reforma, el licenciado Ortiz fue
el primer juez del registro civil que hubo en Morelia. Más tarde, luchó
con las armas en la mano contra la Intervención francesa y el Imperio.
Fue uno de los primeros profesores que gratuitamente sirvieron sus
cátedras en el colegio de San Nicolás, al ser reinaugurado.
La ceremonia luctuosa a que nos referimos se efectuó el 17 de
junio, catorce días después del asesinato, en el claustro de honor del
Colegio. Allí declamó Ortiz su inspirado poema En la muerte de
Ocampo, del cual copiamos estos fragmentos:

Voz de dolor, rugido de venganza


lúgubres ecos de pesar, de ira,
lancen las cuerdas de mi triste lira
provocando sangrienta a la matanza.
El genio de las furias que me inspira
arranque de mis labios con espanto
raudales de frenética armonía,
y en tan infando día
sea de rabia y de rencor mi canto.
¡Desesperación y luto en torno miro
y fresca sangre que caliente humea…
Sangre también el corazón desea
y a sangre sabe el aire que respiro…

¿Qué se hizo el hombre grande, el genio fuerte,


el sabio michoacano, cuyo acento
hizo temblar al fanatismo inerte
y a la ignorancia en su profundo asiento?
¿Do está la antorcha luminosa y clara

190
ARIO DE ROSALES

que el mundo de Colón bañaba un día?


¿Dónde el escudo está que defendía
los derechos del pueblo mexicano?
¿En dónde está tu orgullo, patria mía?
¡Ocampo, Ocampo, ilustre ciudadano,
¿en dónde estás?... ¡Oh Dios!... ¡Horrible crimen!
¿Qué espectáculo atroz ante mis ojos
ofrecen los esbirros del santuario?
De sangre pura, generosa y cara
empapados están los labios rojos
del aleve y fanático sicario….

……………………………………………………………………….

Empero ya dejaste el triste suelo


y en él grabadas tus preciosas huellas;
hoy inmortal recorres por el cielo
el ignoto país de las estrellas.
Queda tan sólo a México tu gloria;
tu genio, tu virtud, tu nombre al mundo;
a tus amigos un dolor profundo;
a mi alma atribulada, tu memoria!104

Luego, en medio de la expectación del auditorio, subió a la


tribuna un joven de hirsuta melena y mirada profunda: se llamaba
Vicente Moreno, el mismo que unos años antes en Ario, su tierra
natal, había asistido con sus coetáneos Marcos Castañeda, Vicente
Marroquín y José Trinidad Guido, a las tertulias que organizaba el
doctor Miguel Silva Macías cuando éste visitaba su casa solariega.
Moreno interrumpió sus estudios de Derecho en el colegio de San
Nicolás, para enrolarse en la revolución de Ayutla. En 1861 era
prefecto de Distrito de Pátzcuaro y en cuanto supo la muerte del
ilustre reformador, escribió su famoso poema A Ocampo que recitó en
la ceremonia indicada. Dice así:

104Cayetano Andrade. Antología de escritores nicolaitas. p. 105. México,


1941.

191
PABLO G. MACÍAS

La más honda tristeza retratada


en todos los semblantes aquí veo;
la realidad dejó despedazada
la mágica ilusión de mi deseo.
Traiga el alma de pena emponzoñada,
lo que mirando estoy apenas creo
y antes que el peso del dolor expire
quiero decir lo que el dolor me inspire.

¿Quién me contara ayer, mísero vate


que a Ocampo celebré de orgullo henchido,
que al fin Ocampo, en desigual combate
de sucumbir debía escarnecido?
Ya su esforzado corazón no late;
por mano aleve sin piedad herido,
cesó de respirar; y el ancho suelo
por él se cubre de profundo duelo.

Cual Jesucristo predicó en la tierra


la virtud, la igualdad, la tolerancia,
cual Jesucristo soportó la guerra
del vicio, la ambición y la ignorancia.
Hoy una tumba al redentor encierra;
entre Ocampo y el mundo hay gran distancia;
mas las nobles ideas del patricio
no acabaron con él en el suplicio.

Ellas existen, de verdad radiantes,


como su autor las concibiera un día;
quedan aquí para marchar triunfantes
y difundirse por la patria mía.
¡Oídme bien, jesuitas vergonzantes,
revestidos de torpe hipocresía!
Pudo el hombre morir en el tormento
pero ¿cómo matáis su pensamiento?

192
ARIO DE ROSALES

Para llorar al héroe, falta tanto,


para execrar a su asesino, falta
un nuevo idioma de terror y espanto.
Mi enardecido espíritu se exalta;
y a la vista teniendo crimen tanto,
ya no vacilo en renegar del clero
que imprimió en su pendón: sangre y dinero.

"Sangre y dinero" resonó en el templo,


"dinero y sangre" respondió el sicario,
y, presentando escandaloso ejemplo,
se unieron el puñal y el incensario.
En Ocampo la víctima contemplo
de los viles ministros del Santuario…
Mas esa sangre pagaréis mañana,
miserables bandidos de sotana.

La cólera del pueblo se despierta,


la justicia levántase imponente;
el Universo a descubrir acierta
la marca de Caín en vuestra frente.
Decid ¡Adiós! a la esperanza muerta,
si esperanza abrigáis, mística gente;
y antes que el pueblo a destrozaros vaya
bendecid al chacal de Tacubaya.

Agrupados allá en las sacristías,


brindad por él y su fatal victoria,
y a la siniestra luz de las bujías
repasad con placer su negra historia.
¡Reid, danzad en lúbricas orgías!
Que allí estará de Ocampo la memoria,
y el tres de junio en nuestra mente escrito,
siempre os recordará vuestro delito.

¡Ocampo, el tres de junio, el alto clero!


¡Un mártir, una fecha, un asesino!

193
PABLO G. MACÍAS

¿Para qué agregar más?... El mundo entero


ve fijado de México el destino.
¡Álzate, Michoacán! Sé tú el primero
en perseguir el tigre que abomino;
tú que detestas su ominoso yugo,
repite sin cesar: ¡Muera el verdugo!105

Trágico fue para los liberales el año de la victoria. La patria pedía


definitivamente a cuatro de sus mejores hombres: Miguel Lerdo de
Tejada, Melchor Ocampo, Santos Degollado y Leandro Valle. Y como
si la muerte se hubiera ensañado con ellos, en Morelia dejaba de
existir también, víctima del contagio que recibió cuando curaba a las
víctimas de una epidemia de tifo, el doctor Miguel Silva Macías,
dejando en la orfandad a su viuda y a su hijo primogénito, de cuatro
años, el que después fuera eminente médico y filántropo: Miguel Silva
González.

105 Cayetano Andrade. Ut Supra, p. 121.

194
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO VIII

LA INTERVENCIÓN Y EL IMPERIO
(1861-1867)

El Congreso suspende el pago de la deuda externa. Se forma la Triple


Alianza. Actitud patriótica del Presidente Juárez. Se abre la
campaña en Michoacán, Morelia, Zamora y Uruapan en poder de
los franceses. López Uraga, Caamaño y Huerta se pasan al
Imperio. La acción de Chuén. Orozco ataca a Ario de Rosales.
Leonardo Márquez en Pátzcuaro. "El Tigre de Tacubaya" y
"Guadalupe la Chinaca". Santa Clara del Cobre, patria de Mariano
Ochoa. Su muerte en Pátzcuaro. Ario, un constante campamento.
Ramón Méndez, Ave Negra en Michoacán. Una carta de
Maximiliano. El Canje de prisioneros. Habilidad de Riva Palacio
para eliminar a Méndez. Intervención del Mariscal Bazaine. José
Nieves Sosa, héroe inmaculado de Ario. Fusilamiento de Méndez.
Triunfo de la República.

EL CONGRESO SUSPENDE EL PAGO DE LA DEUDA EXTERIOR

EL 11 DE ENERO de 1861 el Presidente de la República Benito Juárez,


entró en la ciudad de México después de haber estado ausente todo el
periodo de la Guerra de Reforma. Se encontró que la deuda exterior
del país ascendía en ese momento a $82.256,290.86, de los cuales se
debían $69.994,542.54 a los ingleses; $2.800,762.03 (1.600,000.00
de capital, $384,000 de intereses y otras partidas), a los franceses; y
$9.460,986.29 a los españoles. El gobierno mexicano tenía un déficit
de $400,000.00 mensuales y la República en toda su extensión
estaba devastada por la guerra civil y el pueblo punto menos que en la
miseria.106

106Enciclopedia de México, Intervención francesa e imperio. t. 7, pp. 590 y


siguientes. Impresora y Editora Mexicana, S. A. de C. V. San Mateo
Tecoloapan, Estado de México, 1977.

195
PABLO G. MACÍAS

En estas circunstancias, el 17 de julio el Congreso suspendió por


dos años todos los pagos, incluyendo las asignaciones destinadas a la
deuda contraída en Londres y a las convenciones extranjeras. Los
ministros de Inglaterra y Francia exigieron la derogación del decreto
en lo relativo a las convenciones extranjeras, advirtiendo que si para
el 25 de julio, a las 4 de la tarde, no eran obsequiados sus deseos,
romperían sus relaciones con el gobierno, cosa que en efecto hicieron
al vencerse el plazo.
Apenas se tuvieron noticias en Europa del rompimiento de
Francia e Inglaterra con el gobierno de Juárez y de que iban a enviar
sus fuerzas contra México, José Manuel Hidalgo, un monarquista
mexicano que había desempeñado algunos cargos diplomáticos en el
extranjero, se apresuró a proponer a Napoleón III y a la emperatriz
Eugenia, de quienes en septiembre de 1861 era huésped en Biarritz, la
idea de aprovechar la intervención para instaurar una monarquía en
México. Su candidato era Fernando Maximiliano de Habsburgo;
acogida la sugestión, se comisionó a José María Gutiérrez de Estrada,
el más viejo y tenaz monarquista mexicano, para hacerle a
Maximiliano la oferta del trono; pero no pudiendo ir desde luego a
Miramar, consiguió que lo hiciese el conde de Rechberg, ministro
austriaco de negocios extranjeros, ante quien aceptó el Habsburgo, el
18 de septiembre. Inmediatamente, el ministro Thouvenel, de
Francia, indicó al representante mexicano Juan Antonio de la Fuente
que, de acuerdo con Inglaterra, se enviaría una escuadra de buques de
ambas naciones para exigir al gobierno de Juárez el pago respectivo.
España se había adelantado a sus aliados. El 2 de diciembre de
1861 salieron de La Habana, al mando del general Manuel Gasset y
Mercader, seis mil hombres de tropa y cuatro mil de tripulación, a
bordo de trece barcos de guerra, cinco mercantes y cinco fragatas para
el transporte de la caballería. El día 10 ya estaban anclados todos en
Veracruz y se intimó la rendición de la plaza. El Gobernador mexicano
que tenía instrucciones del Presidente Juárez de no oponer
resistencia, abandonó sus posiciones, y el 17 los españoles ocuparon la
ciudad y la fortaleza de San Juan de Ulúa. La fuerza naval de
Inglaterra se componía de dos navíos, dos fragatas y dos cañoneras al
mando del comodoro Hugh Dunlop y de Sir Charles Lennox Wyke; y
la de Francia, de un navío y tres fragatas conduciendo dos mil

196
ARIO DE ROSALES

hombres de las tropas de desembarco al mando del almirante Jurien


de la Gravière, cuya autoridad compartía Dubois de Saligny. Se
nombró al general Juan Prim jefe de las fuerzas expedicionarias de las
tres potencias, que el 10 de enero, repetimos, estaban ya en Veracruz.
El invierno fue nefasto para las tropas de la Triple Alianza: había
300 soldados franceses hospitalizados y Prim había enviado ya a La
Habana 800 enfermos. El 2 de febrero el jefe de la expedición envió
una nota al gobierno anunciándole que, con o sin su permiso, las
tropas irían a acampar a las tierras altas. Manuel Doblado, ministro
de Relaciones de Juárez, aprovechó la oportunidad para concertar un
arreglo y convocó a Prim a una entrevista en el pueblo de La Soledad.
Allí se firmaron el día 19 los preliminares de ese nombre, según los
cuales los aliados entraban al terreno de las negociaciones: ocuparían
las ciudades de Orizaba, Córdoba y Tehuacán, pero en caso de
romperse las hostilidades regresarían a Paso del Macho en el camino
de Córdoba y a Paso de Ovejas en el de Jalapa; debería izarse el
pabellón mexicano en el Fuerte de San Juan de Ulúa y en Veracruz y
los hospitales quedarían bajo la salvaguardia de la nación mexicana.
Pero el día 25 los franceses, retractándose del pacto, emprendieron la
marcha al interior del país. Tras una prolija discusión de los aliados,
ingleses y españoles acordaron retirarse, mientras los franceses
resolvieron hacer la guerra por su propia cuenta, poniéndose al frente
de sus tropas el conde de Lorencez. Tal fue a grandes pinceladas el
origen de la Intervención y del Segundo Imperio.
Pronto aparecieron en escena los Estados Unidos. El gobierno de
Washington ofreció a México pagar en su nombre los intereses
(entiéndase bien, nada más los intereses) con las "debidas hipotecas
de territorio: Sonora, Baja California, Chihuahua y Coahuila".
¡Generosa ayuda de Lincoln, quien, además, se negó a vender armas a
México para su defensa, mientras, por otra parte, sin el menor
escrúpulo, abastecía a las tropas de la Triple Alianza! El Presidente
Juárez rechazó con energía semejante proposición.
Cerradas todas las puertas para un arreglo pacífico, el
Benemérito expidió el 18 de diciembre de 1861 un manifiesto, en el
cual, después de exponer a la nación la historia de los
acontecimientos, concluía de esta manera:

197
PABLO G. MACÍAS

"…Todas las naciones, y muy particularmente la España, han pasado


por épocas de escasez y penuria, y casi todas han tenido acreedores
que han esperado mejores tiempos para cubrirse. Sólo a México se le
exigen sacrificios superiores a sus fuerzas.
"Si la nación española encubre otros designios bajo la cuestión
financiera, y con motivo de infundados agravios, pronto serán
conocidas sus intenciones. Pero el gobierno, que debe preparar a la
nación para todo evento, anuncia como base de su política: que no
declara la guerra, pero que rechazará con la fuerza hasta donde sus
medios de acción se lo permitan. Que está dispuesto a satisfacer las
reclamaciones que se le hagan, fundadas en justicia y en equidad;
pero sin aceptar condiciones que no puedan admitirse sin ofender la
dignidad de la nación o comprometer su independencia.
"Mexicanos: si tan rectas intenciones fuesen despreciadas; si se
intentase humillar a México, desmembrar su territorio, intervenir en
su administración y política interior, o tal vez extinguir su
nacionalidad, yo apelo a vuestro patriotismo y os excito a que
deponiendo odios y enemistades a que ha dado origen la diversidad
de nuestras opiniones, y sacrificando vuestros recursos y vuestra
sangre, os unáis en derredor del gobierno y en defensa de la causa
más grande y más sagrada para los hombres y para los pueblos: en
defensa de nuestra patria.
"Defendámonos de la guerra a que se nos provoca, observando
estrictamente las leyes y usos establecidos en beneficio de la
humanidad. Que el enemigo indefenso, a quien hemos dado
generosa hospitalidad, viva tranquilo y seguro bajo la protección de
nuestras leyes. Así rechazaremos las calumnias de nuestros
enemigos, y probaremos que somos dignos de la libertad e
independencia que nos legaron nuestros padres".107

El 12 de abril de 1862, a menos de un mes de la Batalla de Puebla


donde el general Zaragoza venció al Conde de Lorencez, el Presidente
Juárez decía a sus conciudadanos:

"Tengamos fe en la justicia de nuestra causa; tengamos fe en


nuestros propios esfuerzos, y unidos salvaremos la independencia de
México, haciendo triunfar no sólo a nuestra patria, sino los

107 México a través de los siglos, t. V., p. 491.

198
ARIO DE ROSALES

principios de respeto y de inviolabilidad de la soberanía de las


naciones".108

SE ABRE LA CAMPAÑA EN MICHOACÁN

Al llegar a esta parte de nuestros Apuntes vamos a seguir en los


relatos de acciones de guerra, al licenciado Eduardo Ruiz, autor de la
documentada Historia de la guerra de intervención de Michoacán,
tanto porque fue testigo presencial de la mayor parte de combates
(desempeñó los cargos de secretario particular del general Vicente
Riva Palacio y auditor de guerra del ejército del general Nicolás de
Régules), como porque tuvo a la mano para su estudio, multitud de
documentos de aquella época que no se citan, siquiera, en la obra
clásica México a través de los siglos.
En Michoacán, la guerra de intervención principió dos años
después que los franceses desembarcaron en Veracruz. No por esto
dejó el Estado de contribuir a la lucha iniciada en 1862. Tropas
michoacanas concurrieron a los hechos de armas que se efectuaron
hasta la rendición de Puebla, donde fue hecho prisionero y trasladado
a Francia el Gobernador Epitacio Huerta. Después, cuando la victoria
coronó los esfuerzos de la República, tropas michoacanas había entre
los sitiadores de Querétaro y tropas michoacanas también militaron a
las órdenes del general Díaz en el asedio a la Capital. Así fue como
desde el principio hasta el fin, no desmintieron su patriotismo ni su
valor los hijos de Morelos.
La guerra en Michoacán no llegó a interrumpirse en el curso de
tres años cinco meses. Puede afirmarse que no pasó una sola semana
sin que las tropas republicanas pelearan contra las huestes
extranjeras y mexicanas que sostenían al gobierno intruso.
El 17 de septiembre de 1863 fue nombrado Gobernador y
comandante militar en el Estado de Michoacán, el general José López
Uraga. Daremos un breve informe de este jefe para que, desde el
principio, el lector pueda juzgar de su conducta, pues con ella propició

108 Ut Supra, p. 524.

199
PABLO G. MACÍAS

la presencia de las fuerzas imperialistas y de mexicanos traidores, por


más de tres años y medio en la tierra de Ocampo.

"Don José López Uraga —comenta el historiador Ruiz, quien conoció


y trató al personaje— estaba emparentado con algunas de las
principales familias de Morelia. La casa solariega está situada detrás
de la Catedral, al lado izquierdo del colegio de infantes. Los Uraga
hacían alarde de nobleza de sangre. En una lámpara de la sala había
una pintura representando a un negro que tocaba una trompeta. Era
un privilegio de los antepasados que uno de los esclavos estuviese
soplando el estrepitoso instrumento, a la hora de la comida.
¡Hermosa preeminencia que hacía saber a los habitantes de la
antigua Valladolid que los señores Uraga estaban sentados a la mesa!
"El general Uraga tenía ese valor ardiente e impetuoso del primer
momento: atacaba bruscamente y no cuidaba ni de su propia vida, ni
de la de sus soldados. Era hombre de un solo plan de combate; así es
que, si los movimientos o la actividad del enemigo se lo
desbarataban, la derrota era segura. Su carácter era áspero, violento
y orgulloso. Era bajo de cuerpo, de color bilioso y de mirada altiva;
en la época a que me refiero, su calvicie estaba muy avanzada y el
hirsuto bigote enteramente cano".109

Nada de provecho hizo Uraga como Gobernador, a no ser un decreto


que expidió declarando a Morelia en estado de sitio. Los liberales de
Michoacán desconfiaban de él y no creían en su fe política,
principalmente por la actitud que observó durante la guerra de
Reforma. Esto y el carácter despótico de dicho jefe alejaron de su lado
a los patriotas; en cambio los hombres del partido conservador y el
clero lo rodearon y lo embriagaron con sus adulaciones. Sucedió
empero que el 30 de octubre el gobierno federal encomendó a Uraga
el mando del Ejército republicano del Centro y entonces tuvo que
hacer entrega de la gubernatura al general Felipe B. Berriozábal,
militar de limpios antecedentes, acrisolada honradez y patriotismo no
desmentido.
Para poner a Michoacán en estado de defensa y listo para la lucha
que de un momento a otro se iniciaría, Berriozábal impuso a los

109 Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán. Segunda Edición,


p. 10. México, 1940.

200
ARIO DE ROSALES

prefectos de distrito el deber de declarar en estado de sitio sus


respectivas localidades tan pronto como se presentaran los invasores;
que si la cabecera del distrito era ocupada, no abandonaran sus
puestos, sino que se colocaran en el punto más inmediato para
continuar las hostilidades y atender a la administración civil. Lo
notable de esta providencia es que ella siguió observándose durante
toda la campaña, pues jamás dejaron de funcionar en sus respectivas
demarcaciones las autoridades legítimas.
En otro aspecto, Berriozábal no se limitó a municionar y acrecer
al ejército regular, sino que autorizó y dio bases de organización a las
guerrillas de chinacos que tan decididos y valientes se mostraron en
aquella época, entre ellos Rafael Garnica, Ronda, Arias, José Nieves
Sosa y Nicolás Romero, este último prototipo de audacia y
patriotismo.
Dispuso, además, que los archivos públicos se trasladaran a
lugares seguros; estableció métodos eficaces para que las oficinas de
rentas pudiesen recaudar los impuestos, aun en los puntos ocupados
por el enemigo y dictó, en suma, cuantas medidas creyó oportunas
para hacer frente a las fuerzas del Imperio y de los traidores aliados.
Por último, el 24 de noviembre de 1863 promulgó una ley
declarando a Uruapan capital del Estado; allá trasladó los poderes y él
permaneció en Morelia hasta el día 30 en que las fuerzas combinadas
de Leonardo Márquez El Tigre y del general Bertier, entraban a la
ciudad por la garita del Zapote.
Previamente, los días 28 y 29 habían evacuado la plaza las tropas
republicanas al mando del general Nicolás de Régules, yendo a
situarse a Pátzcuaro.

"El general Berriozábal, que tenía ensillados sus caballos, estaba en


el portal de Matamoros y platicaba con algunas familias y con varios
vecinos de Morelia. Todos le instaban a que se retirase, porque de un
momento a otro se creía ver aparecer al enemigo. El general
permanecía impasible, recibiendo con frecuencia las noticias que le
llevaban los exploradores.
"Berriozábal no se había dejado un solo soldado: lo acompañaban
solamente su secretario particular Julián Montiel y Duarte; su
médico Francisco Montes de Oca; sus ayudantes Manuel Alas,

201
PABLO G. MACÍAS

Manuel David Arteaga y Manuel Romero, y el escribiente Manuel


Baranda.
"Por fin, a las diez y media de la mañana anunció uno de los
exploradores que los franceses estaban ya en la loma del Zapote, a
menos de un kilómetro de distancia de las goteras de la ciudad.
Entonces el general montó a su caballo, y seguido de su Estado
Mayor, marchó a ver con sus propios ojos al enemigo. La columna
invasora hacía su entrada a Morelia, yendo a formarse en el bosque
de San Pedro. El general permaneció largo rato presenciando este
movimiento. Luego, paso a paso, regresó a la plaza, se despidió de
sus amigos que aun se hallaban en el portal, y se dirigió hacia la
garita de Santa Catarina. Allí se detuvo una vez más; dio una orden a
Julián Montiel, quien bajándose de su caballo se puso a escribir
lentamente: era el parte dirigido al señor Juárez avisándole la
ocupación de la capital de Michoacán por el ejército franco-traidor.
Firmó el general Berriozábal y volviendo a montar Julián, tomaron
todos el camino de Pátzcuaro. Serían las doce del día". 110

La columna francesa continuó el 2 de diciembre rumbo a Acámbaro.


La guarnición que quedó en Morelia al mando de Márquez se
componía de 3,700 hombres de las tres armas, según datos del
historiador francés Niox. Los cuerpos estaban mandados por los jefes
más distinguidos del ejército reaccionario, tales como Arellano,
Oronoz, Casarrubias, Lemus, Rodríguez y Ramón Méndez; la tropa se
formaba, en su mayor parte, de los antiguos cuadros del ejército que
sirvió a Santa Anna y a Miramón.

LA BATALLA DE MORELIA. SE VISLUMBRA LA TRAICIÓN DE URAGA

Uraga, como ya se dijo, nombrado jefe del ejército republicano del


Centro, libró órdenes desde su cuartel general en San Pedro Piedra
Gorda para que las divisiones mandadas por los generales Santiago
Tapia, Felipe Berriozábal y Miguel M. Echeagaray estuviesen sobre
Morelia el día 17 de diciembre para recuperar la plaza. Reunidas estas

110 Eduardo Ruiz, Ut Supra, p. 14.

202
ARIO DE ROSALES

tropas con las de Uraga excedían de nueve mil hombres con 24 piezas
de artillería.
A las 8 de la mañana del 17 de diciembre se avistó en la garita de
Santiaguito la división del general Tapia, que atacaba por el norte. La
división de Echeagaray apareció por el poniente; y la de Berriozábal se
desplegó por el oriente y el sur.
La lucha fue terrible y sangrienta, como no se había visto antes,
ni durante la insurgencia. Proezas de valor hubo por ambos bandos en
la Soterraña, Niño Perdido, el Prendimiento, San José, Capuchinas,
Las Rosas… Márquez se multiplicaba reforzando los puntos débiles de
los defensores, mientras los republicanos avanzaban sobre la ciudad
ebrios de júbilo.
El general Tapia, tras de simular un ataque sobre San José que
estaba defendido por el francés Zires y en cuyo auxilio acudió el
general traidor Ramón Méndez, condujo en medio de la refriega,
personalmente, dos columnas de ataque sobre el colegio de Las Rosas,
que cayó en su poder.

"No perdió un instante —refiere nuestra fuente—, ocupó el convento


de Teresas, dejando allí una de sus columnas, y avanzó sereno,
imperturbable, en medio de un diluvio de balas, hasta penetrar en la
plaza de armas, ocupando los portales de Hidalgo y Matamoros.
"¡Oh! Si Uraga hubiera tenido una fuerza de reserva y personalmente
hubiera estado en el campo de batalla, multiplicándose en todas
partes, como lo hizo Márquez, ¡en aquel momento Morelia habría
caído en su poder!
"Sonaban las dianas de los republicanos en el centro de la ciudad; se
repicaba en los campanarios de Las Rosas y de las Teresas; el pánico
se difundía entre los imperialistas…
"¡Entonces pasó lo increíble!
"Los ayudantes de Uraga llegaban a todo escape a Morelia.
"Cuando Tapia recibió la orden absurda de retirarse, no quiso creerla
y respondió al ayudante:
—¡Eso no puede ser! Si la plaza está tomada.
—Que cualquiera que sea la situación que usted guarde, se retire en
el acto, replicó el oficial.
"Tapia palideció; puso la punta de su espada en uno de los pilares del
portal y… ¡se fue a fondo! El acero quedó hecho pedazos!

203
PABLO G. MACÍAS

"El general Tapia dio la orden de retirada… Eran como las diez de la
mañana".111

El propio Márquez no daba crédito a su victoria. Para cerciorarse de


que los republicanos se retiraban, subió a la azotea de la casa que le
servía de alojamiento. Desde allí, con su anteojo, divisaba al enemigo
que iba alejándose de la ciudad. De repente una bala corta su rostro y
Márquez, chorreando sangre, cae al suelo sin sentido. La hemorragia
no fue de gravedad; poco después desde su cama siguió dictando
órdenes.
En las calles habían quedado más de mil cadáveres, la mayor
parte de los republicanos; en los cuarteles imperialistas estaban como
setecientos prisioneros. En la noche fueron fusilados en el mesón de
Las Ánimas y en el del Socorro algunos de los oficiales liberales que
quedaron en poder del enemigo. Se les dio sepultura en las
caballerizas.
Entretanto, los restos de patriotas daban sepultura en Santa
María al valiente general Padrés, muerto en el combate.

ZAMORA Y URUAPAN EN PODER DE LOS FRANCESES

Cinco días después del desastre de Morelia, la ciudad de Zamora caía


también en poder de los franceses. A las 8 de la mañana del 22 de
diciembre de 1863, por la garita de Madrigal entraban a escape los
cazadores de África al mando del coronel Margueritte; y a las 3 de la
tarde del mismo día penetró la división francesa, fuerte en más de tres
mil hombres, a la cabeza de las cuales iba el general Félix Douay,
embozado arrogantemente en una capa argelina, blanca como la nieve
y haciendo caracolear su caballo.
A pesar de que caía una lluvia molesta, toda la población de
Zamora salió a ver la columna y no escasearon los vivas a los
"restauradores de la religión". Hubo iluminación, Te Deum, cohetes y
fuegos pirotécnicos.

111 Eduardo Ruiz, Ut Supra, p. 40.

204
ARIO DE ROSALES

El día primero de enero de 1864 los franco-traidores tomaron


Uruapan; allí sólo hallaron las calles desiertas y silenciosas. El 28 de
marzo, la heroica Zitácuaro se defendía en medio de un círculo de
hierro, pues las tropas enemigas la amenazaban al mismo tiempo por
Angangueo, Taximaroa, Maravatío, Tlalpujahua, Ixtlahuaca, San José,
La Asunción Malacatepec, La Villa del Valle, Santo Tomás y Tejupilco,
donde había fuertes destacamentos.
A estas fechas la guerra se había generalizado por el oriente y el
centro del Estado, tomando parte en favor del imperio numerosos
contraguerrilleros; los más temibles Cristóbal Orozco, Camilo Pureco,
Luis Ávalos, Magdaleno del Río, José María Orozco e Higinio
Mondragón.

CRISTÓBAL OROZCO ATACA A ARIO DE ROSALES

Volvamos ahora nuevamente los ojos a Ario —esa hermosa tierra


clásica en hombres libres y mujeres patriotas— circundada por
exuberante serranía, donde se alzan el Tiripatillo y la Barra llenos de
majestad. En la época que narramos el pueblo ostentaba ya el rango
de villa y se llamaba Ario de Rosales.
Cada vez que ahora visitamos el lugar acuden a nuestra mente las
gloriosas hazañas de los héroes de la Independencia, cuyas huellas
están allí latentes en cada piedra, en cada casa que ha sido trinchera
contra la esclavitud.
En Ario encontraron refugio en sus días aciagos, el Siervo de la
Nación, Mariano Matamoros, Los Bravo, Rayón, los diputados al
Congreso de Chilpancingo y los magistrados del Supremo Tribunal de
Justicia. Ario de Rosales fue la primera capital de la República y en
sus viejas casonas, saturadas de leyenda y de historia, se instalaron
por primera vez en 1814 los tres poderes de la nación. Aun existe en el
portal Gordiano Guzmán la casa marcada con el número 1, de doña
Clara Guido, que fue el primer Palacio Nacional, pues bajo su techo
trabajaron los miembros del Congreso redactando la Constitución de
Apatzingán, los integrantes del poder ejecutivo (Morelos, Liceaga y
Cos) expidiendo proclamas y dictando disposiciones administrativas,
y los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.

205
PABLO G. MACÍAS

Evocamos con gran emoción las andanzas del infatigable y


quisquilloso doctor Cos, instalando la imprenta, hoy en la esquina de
las calles de Victoria e Hidalgo, y mañana en otra, en el portal Juan
Álvarez; escondiendo los archivos en casa de don José María Silva,
ardiente defensor de la causa insurgente, o despachando correos por
toda la comarca.
Y surgen también los cadalsos levantados por Iturbide y Ramón
Méndez en la antigua plaza de Jesús María, donde fueron fusilados
pacíficos ciudadanos arienses por el grave delito de profesar su amor
a la libertad. Ario se convierte en Santuario cívico al acoger en su seno
a los restos mortales del insigne Víctor Rosales, muerto a traición en
La Campana, y sepultado subrepticiamente en el pueblo de La
Huacana para evitar que lo profanaran los realistas.
En esta villa, en donde, sin descuidar sus obligaciones habituales,
todos los hombres fueron soldados y en donde hasta las mujeres
alentaron el espíritu de libertad, hallaron también los líderes de
Ayutla colaboradores incansables para derrocar a Santa Anna y en
defensa de la Reforma. Cuando Comonfort llegó a Ario a principios de
mayo de 1854, con el propósito de batir a su "Alteza Serenísima", que
pretendía tomarlo, se encontró que en las casas se fabricaba parque,
se hacía pólvora, se fundían las balas y se terminaban los cartuchos.
Buenos herreros y buenos fundidores, expertos jinetes, diestros en el
manejo de la lanza y el machete, hallaron siempre los jefes patriotas
en la tierra de Miguel Silva Macías.
Cuando aparecía el enemigo, los jóvenes que no ingresaban a las
filas por su corta edad, servían de exploradores; la gente del pueblo,
de correos; las mujeres sembraban los campos y cuidaban las huertas
para que no faltara el sustento. Ario de Rosales era un constante
campamento.
En la guerra contra el segundo imperio, dicha población recibió
su bautizo de sangre el 3 de junio de 1864. A las 11 de la noche, el
contraguerrillero clerical Cristóbal Orozco, que, al frente de una
fuerza numerosa y bien armada recorría arrogante la zona que se
extiende desde Puruándiro a la Tierra Caliente, sorprendió a la
guarnición de Ario, compuesta de setenta dragones y un número casi
igual de infantes. Los primeros pudieron retirarse sin ser perseguidos,
y sólo la infantería, al mando del capitán Miguel Aranda, tuvo que

206
ARIO DE ROSALES

resistir el asalto en el mesón de San Francisco donde estaba


acuartelada. Esta tropa rompió el fuego y logró, por de pronto,
rechazar al enemigo. Orozco mandó entonces echar pie a tierra a sus
soldados, quienes volvieron a la carga. Después de un vivo tiroteo que
duró dos horas y que agotó el parque de los republicanos, rompieron
sus contrarios la puerta del cuartel y penetrando al interior, hicieron
prisioneros al capitán Aranda y a 17 soldados, escapándose sin armas
los restantes por las tapias de la espalda del edificio. Orozco se
apoderó de 45 fusiles y se retiró a la madrugada con sus prisioneros,
que condujo a Pátzcuaro, siendo luego fusilados en aquella ciudad
junto con el valiente capitán Aranda.
Orozco era uno de los dueños de la hacienda de Zipimeo, cercana
a Zacapu, y sea por sus antecedentes de familia o por el entusiasmo
con que abrazó la causa de los traidores, llamó mucho la atención por
aquellos días. Sus soldados vestían de charros y él usaba un lujoso
uniforme de coronel. Sonrióle la fortuna, pues en poco tiempo obtuvo
algunas victorias derrotando a las tropas liberales mandadas por
Ronda y Méndez Cardona.
El 7 de julio del propio año, es decir, un mes cuatro días después
del asalto a Ario de Rosales, Ronda vengó no sólo sus propias derrotas
frente a Orozco, sino la sorpresa de Ario, pues hizo desaparecer para
siempre del campo de la lucha al mentado contraguerrillero.
En efecto, desde hacía tiempo Ronda quería tomar revancha de
sus derrotas. Orozco se hallaba en Zacapu regodeándose de sus
triunfos, cuando Ronda cayó sobre él con sus chinacos. Corto fue el
combate, terrible la matanza y completa la derrota de los imperiales,
que jamás volvieron a reunirse. Orozco huyó rápido como el
pensamiento y nunca volvió a los campos de batalla, habiendo
terminado así su carrera de fechorías que duró seis meses.
Hemos visto que la guerra en Michoacán comenzó con mala
fortuna, pues sucesivamente fueron cayendo en poder del imperio,
Morelia, Zamora y Uruapan. Empero, en cuanto el general Carlos
Salazar quedó al frente del gobierno, levantó la opinión pública e hizo
renacer las esperanzas. He aquí el fragmento de una carta suya
dirigida a Riva Palacio el 21 de junio de 1864:

207
PABLO G. MACÍAS

"…Yo, desesperado de la inacción en que yacíamos, hice una


expedición amagando a Pátzcuaro y me produjo el buen efecto de
libertar la fuerza de Ario que iba a ser atacada por los traidores, y me
he ido sobre ellos hasta tirotearse mi caballería en las calles de
aquella ciudad, y los que guarnecían aquella plaza, en número de
ochocientos, han llevado tal susto, que pidieron auxilio a Zires, quien
se los mandó desde Zacapu. En fin, nos estamos reanimando.
Entretanto le recomiendo a usted que trate al enemigo como nos
trata. Nos han fusilado en Pátzcuaro a cuatrocientos prisioneros que
nos han cogido, entre ellos a quince soldados rasos a quienes
sorprendieron en Ario (alude a los que mandaba el capitán Aranda).
En Puruándiro han asesinado a 23 personas solamente por
desafectas al Imperio".

URAGA, CAAMAÑO Y ANTONIO HUERTA SE PASAN AL IMPERIO

Por otra parte, la intriga había ya echado sus raíces entre altos jefes
encargados de la campaña de Michoacán. La defección de Uraga era
notoria, pues logró seducir al ex Gobernador Antonio Huerta (que no
tenía más méritos que ser hermano de don Epitacio) y al general Juan
B. Caamaño. Este último, que se hallaba en Uruapan con la división
de Michoacán, desconfiaba para la realización de sus planes, del
coronel Miguel Eguiluz, por la firmeza de sus principios y su
patriotismo acrisolado.
En consecuencia, le dio órdenes de encargarse de la zona de Ario
de Rosales para donde éste marchó en los primeros días de julio, con
una fuerza calculada en quinientos hombres. Uraga y Caamaño
permanecieron en Uruapan hasta el 13, en que el primero salió rumbo
a Coeneo escoltado por una sección al mando de su hijo Ciro y el
cuerpo de "Lanceros de la Libertad"; y el segundo, al frente de la
división de Michoacán compuesta por dos mil hombres y doce piezas
de artillería de montaña, aparentemente rumbo a Ario, pero con el
verdadero propósito de conectarse con el ejército de Leonardo
Márquez que estaba en Pátzcuaro (aunque una parte había avanzado
ya hasta posesionarse del cerro del Coporito, en terrenos de Santa
Clara del Cobre) para apoyar la traición en caso de que Eguiluz
atacara.

208
ARIO DE ROSALES

Caamaño llevaba consigo al coronel Francisco Landa, mayor


general de la división; a los coroneles José Vicente Villada,
comandante del segundo batallón de Toluca; y Espiridión Trejo, y a
un hermano de éste, el comandante Justo de igual apellido.
Cuando la columna llegó a Taretan, Caamaño se alojó en la
hacienda de este nombre, mientras la tropa lo hacía en la población y
en el ingenio de azúcar de Acúmbaro. Allí este jefe, que no disimulaba
ya sus intenciones de traicionar al régimen del Presidente Juárez,
aprehendió al licenciado Alipio Gaitán, patriota nicolaita que
desempeñaba el cargo de oficial mayor de la secretaría de gobierno.
Al día siguiente la columna continuó su marcha rumbo a Ario de
Rosales para sorprender a Eguiluz; pero al llegar a la hacienda de
Chuén, Caamaño mandó tocar alto, y por su parte el mayor general
Landa dio orden de que la fuerza formase en batalla sobre una loma
inmediata. Como esta última disposición no había sido dada por
Caamaño, sospechó que su plan hubiese sido descubierto.

"Había llegado para él el momento supremo —escribe don Eduardo


Ruiz—. Su mirada era hosca, siniestra; más de una vez se limpió con
el pañuelo el sudor de la frente; apretaba, sin saber lo que hacía, los
ijares de su caballo; tenía el rostro encendido, y con voz trémula por
la emoción, mandó a su clarín de órdenes que diese el toque de
marcha. Los clarines de los cuerpos iban ya a repetirlo, cuando el
general observó que Villada y los Trejo recorrían las filas, hablando
con los jefes y oficiales. Con acento nervioso mandó de nuevo al
clarín que repitiese el toque, pero de nuevo, por orden de Villada,
guardaron silencio los de los cuerpos.
"Entonces Caamaño se puso intensamente pálido, habló en voz baja
con el comisario general Manuel Bernal y con el pagador Valenzuela,
quienes en el acto arrearon las mulas del equipaje y a trote largo se
alejaron del sitio. Caamaño, en seguida, envió a su ayudante Martín
Acevedo para que comunicar la orden de marcha. Acevedo trasmitió
el mandato a Landa; pero agregó de su cuenta que él también se
quedaba al lado de la tropa. Adorno, jefe de su Estado Mayor, y este
apuesto oficial llegó a las filas gritando "¡Viva la patria! ¡Viva
Michoacán!". Finalmente envió a la última persona que le
acompañaba, al coronel de Lanceros de Toluca, Manuel García,

209
PABLO G. MACÍAS

quien llegó a la columna exclamando también en alta voz: "¡Viva


México! ¡Mueran sus malos hijos!"112

Sin esperar más, Caamaño tomó a escapada el camino de Pátzcuaro.


Al presentarse al Tigre Márquez y saber éste lo acontecido en Chuén,
lleno de cólera ofreció a Caamaño la fuerza atrincherada en el cerro de
Coporito para que fuera a batir a los patriotas. Caamaño
profundamente abatido y avergonzado, se excusó y enseguida
emprendió la marcha a México a perderse en las oscuridades del
imperio. Ese mismo día, la división de Michoacán, al mando
provisional de Villada, penetraba en Ario de Rosales. Por su parte el
coronel Eguiluz cuando tuvo noticias en este lugar de que Caamaño
había salido de Uruapan, aparentemente en su ayuda, pero en
realidad para batirlo, se retiró con su pequeña brigada a la hacienda
de Tejamanil, poniéndose a las órdenes del general Nicolás de
Régules.
Ocupémonos ahora de Uraga. Dijimos que salió de Uruapan el
día 13 rumbo a Coeneo. Pernoctó esa noche en Nahuatzen y llegó muy
temprano al heroico pueblo que por su comportamiento patriótico y
leal a las instituciones legítimas, mereció el título de Coeneo de la
Libertad. El día 15 se efectuó una junta, presidida por Uraga, a la que
concurrieron los patriotas más prominentes no sólo de Coeneo, sino
de Quiroga y Zacapu, en la que aquel jefe, tirando la careta, les
manifestó que en aquella hora el ejército del Centro, del que él era
titular, había ya desaparecido, y que a los presentes no les quedaba
otro recurso que reconocer al imperio. Con profunda indignación
fueron escuchadas las palabras del general: contra ellas protestaron
Garnica, Serranía y otros —testifica el historiador Ruiz—; y el general
reprimiendo su genio violento, procuró dar contestación reposada a
cada uno de los que hablaron. Tomando un tono familiar, les decía:
"no sean ustedes tontos; si ahora nos hacemos traidores, es para
traicionar mañana a la misma traición; vean claro las cosas; si por el
momento nada podemos hacer, más tarde lo haremos todo. Sí,
señores, más tarde". Las últimas palabras llegaron a ser proverbiales,

112 Ut Supra, p. 169.

210
ARIO DE ROSALES

y siempre que entre la gente del pueblo se hablaba de un futuro


contingente, se decía: más tarde, como dijo Uraga.

"Ronda expuso en la junta —afirma Rafael Chávez Carrillo, empleado


de la comisaría general del Ejército en la época de la campaña, en un
artículo publicado en el periódico La Municipalidad, de Pátzcuaro—
que tenía comprometido su crédito particular en ochocientos pesos
de vestuario y equipo que había gastado en su fuerza, a lo que Uraga
contestó que no era esto un inconveniente, que formara el
presupuesto de una quincena de haber para pagárselo
inmediatamente; le dijo además que don Antonio Huerta estaba
nombrado general en jefe de la línea, y que con él seguiría
entendiéndose para todo lo relativo al servicio.
"Lo manifestado por Uraga y la salida ambigua de Ronda,
produjeron tal indignación en los concurrentes, que no pudo
ocultarse a Uraga, quien prosiguió diciendo: «Señores, deseo saber
cuál es su última resolución…»
"Nadie contestó.
"En este instante la veloz carrera de un caballo, cuyas pisadas
cesaron en la puerta de la casa donde se verificaba la reunión, vino a
distraer a las personas que allí se encontraban. Poco después entró a
la sala un individuo que traía el cuerpo ligado desde el vientre hasta
el pecho, quien se dirigió a Uraga y le entregó un rollito cubierto con
lacre, dentro del cual estaba una carta, entablándose entre ambos el
siguiente diálogo:
—"¿De dónde vienes, hijo?
—"Vengo de Pátzcuaro, mi general.
—"¿Quién te manda?
—"El general Caamaño, que llegó ayer a aquella ciudad.
"Uraga comenzó a leer en secreto, y repentinamente exclamó,
enseñando la carta a los que estaban cerca de él: «No queda un solo
soldado del ejército republicano en todo Michoacán».
"Pero al decir esto, Uraga palidecía intensamente. Se puso en pie y
sin poderse contener, se dirigió a su hijo Ciro, primero, y luego a los
concurrentes:
"Manda ensillar y que carguen las mulas. Señores, se da por
terminada la junta".

La agradable noticia que contenía aquella carta y que Uraga recibió


con tanta cólera como despecho, fue adivinada por los vecinos

211
PABLO G. MACÍAS

patriotas de Coeneo, Quiroga y Zacapu que estaban presentes,


quienes en seguida se dirigieron a la casa del comandante Antonio
Lara, en donde se improvisó un banquete en que reinaron la alegría y
el entusiasmo. Hubo abrazos, brindis y juramentos de pelear por la
patria.
Los soldados del cuerpo de Lanceros de la Libertad pretendían
desarmar a las fuerzas de Uraga, embargar las cargas y matarlo, lo
mismo que a Huerta y a Ronda, pues se había divulgado la noticia de
la defección de Antonio y que Ronda estaba comprometido a pasarse
a los traidores.
Ronda alarmado por lo que se decía, formó a su fuerza en el
interior del cuartel, les dirigió la palabra a sus soldados, dándoles una
satisfactoria explicación de su conducta, y protestándoles que
derramaría a su lado hasta la última gota de sangre por la
independencia de su patria.
Esa misma tarde Uraga salió para Zipimeo, acompañado de
Antonio Huerta y escoltado por su hijo Ciro.
Ronda no desistió de recoger los ochocientos pesos que le había
prometido Uraga, y envió a su secretario Manuel Barbosa y al pagador
Juan Delgado a Zipimeo, en donde Uraga, todavía confiando en
atraerse a Ronda, entregó el dinero que sirvió para haberes de los
chinacos.

EL "TIGRE DE TACUBAYA" Y "GUADALUPE LA CHINACA"

Retrocedamos un poco para dar una breve noticia de dos


acontecimientos importantes registrados en la zona: ellos son, la gira
por Pátzcuaro y Puruándiro del jefe imperialista Leonardo Márquez
El Tigre de Tacubaya, y el fusilamiento del patriota Mariano Ochoa,
héroe de Santa Clara del Cobre.
A mediados de abril, Márquez, repuesto de la herida que recibió
en la cara en el ataque a Morelia, salió de esta ciudad a la cabeza de
más de dos mil hombres. Estuvo primero en Puruándiro donde los
partidarios del imperio le hicieron un apoteótico recibimiento. El
escritor Zamacois se solaza en su Historia de México diciendo que

212
ARIO DE ROSALES

"dominadas las señoras por la idea religiosa, que entonces se hallaba


unida a la idea política, enviaron una comisión compuesta de las más
distinguidas de ellas, pertenecientes a las principales familias, y al
presentarse a Leonardo Márquez le ciñeron una preciosa corona de
triunfo. Verificado este acto, los individuos que salieron a recibirle le
suplicaron que subiera a una vistosa carretela descubierta que
habían llevado, y la gente del pueblo desunciendo los caballos, estiró
el carruaje hasta la plaza principal, dando entusiastas vivas a la
religión, a Márquez y al imperio".

La recepción hecha en Pátzcuaro, a donde llegó el 13 de abril, no


debió lisonjearle menos —decía en una carta escrita el 14, un
respetable vecino de la urbe de Tariácuri, citada por don Eduardo en
su Historia de la Intervención… —en donde le hicieron un
recibimiento muy entusiasta.

"El júbilo se manifestó de una manera indescriptible. Las calles


estaban tapizadas de flores, así como su carretela, que materialmente
la alfombraron con ellas, causándole mucha ternura ver el interés
que manifestaron estos honrados habitantes, por sus valientes
soldados, a quienes hacen todas las demostraciones posibles de
gratitud".

En la campaña de Michoacán casi siempre a la vanguardia de las


columnas franco-traidoras, marchaban los exploradores o espías, que
eran contraguerrilleros bien pagados por el imperio. "Fueron pocos,
pero también ¡qué hombres! —afirmaba Alberto Hans, oficial francés
que peleó en Michoacán al lado del traidor Ramón Méndez, en su
obra Memorias de un oficial del emperador Maximiliano—. Mitad
soldados, mitad bandidos, habían sido reclutados entre la flor y nata
de los guerrilleros de la provincia y prestaban grandes servicios por su
audacia y por su conocimiento del terreno. Se habría podido decir que
olfateaban de lejos a los republicanos. Tenían ojos de águila y
descubrían al enemigo por distante que estuviese… La experiencia
había demostrado, por desgracia, que las tropas de línea eran a veces
muy inferiores a una banda de atrevidos guerrilleros bien armados".
Hans llega a la conclusión de que el imperio contaba como
auxiliares eficaces a los bandidos.

213
PABLO G. MACÍAS

En cambio, ¡qué importantes servicios los de Garnica, Ronda,


Arias, Nieves Sosa y tantos otros que se distinguieron por su
patriotismo, por su valor, por su audacia! ¡Qué legendario el tipo de
aquel Nicolás Romero, valiente entre los más denodados, astuto como
pocos, de corazón de oro, de alma de niño, de brazo incansable para la
pelea a quien el miedo de los franceses y la hipocresía de Maximiliano
condujeron al cadalso!.
Guerrilleros como éstos sintetizaban el entusiasmo del pueblo, su
valentía, su abnegación, la fe que tenían en el triunfo, la constancia en
la lucha, la muerte gloriosa en el combate y el martirio sublime en el
patíbulo. Precisamente para poder luchar contra estas fuerzas
invencibles, contra un gigante al que no se le veía el cuerpo pero que
causaba grandes daños al enemigo, el imperio creó las
contraguerrillas, que nunca llegaron a contar con el apoyo de los
pueblos. En cambio los guerrilleros juaristas se paseaban solos por
donde quiera, seguros de que no habría nadie bien nacido que los
vendiese al enemigo, quien les negara el alojamiento, quien les
proporcionase los víveres para ellos y el forraje para sus caballos; en
todas partes tenían amigos fieles que les comunicaban noticias sobre
las poblaciones ocupadas por el imperio.
La Tierra Caliente y todo el centro del Estado de Michoacán contó
en esta época con la acción vigorosa no sólo de hombres de esta clase,
sino también con la de una atrevida guerrillera que ha pasado de la
historia a la leyenda, llamada Guadalupe Martínez, nacida, según
todas las probabilidades en el potrero llamado de Los Pozos, sitio
donde después fue construido el hospital civil de Ario de Rosales. Esta
mujer de estirpe insurgente y bellas facciones, casó muy joven con un
veterano de la guerra contra los yanquis (1846-1847), de nombre
Pantaleón, quien al comenzar la lucha contra los franceses se
incorporó a las tropas de Garnica. Fue entonces cuando Guadalupe se
sumó a la causa de la libertad, por amor a la patria y a su esposo.
Organizó un grupo de audaces y jóvenes jinetes que obedecían sus
órdenes y con él, como fantasmas, recorría al peso de la media noche,
los valles y los montes causando destrozos y desconcierto en los
campamentos del enemigo. Tradición oral entre los habitantes de
Ario la describe cabalgando en brioso corcel, armada de machete y
lanza, haciendo correrías entre Ario de Rosales, Santa Clara,

214
ARIO DE ROSALES

Tacámbaro, Chupio, Turicato, La Huacana y Taretan, cayendo


siempre por sorpresa, incendiaba cuanto estaba al alcance de sus
hombres y huía sin dejar rastro de su escapada.
Amado Nervo inmortalizó a esta patriota en un poema intitulado
Guadalupe la Chinaca que aquí reproducimos:

Con su escolta de rancheros,


diez fornidos guerrilleros y en su cuaco retozón
que la rienda mal aplaca,
Guadalupe la Chinaca va a buscar a Pantaleón.

Pantaleón es su marido,
el gañán más atrevido con las bestias y en la lid:
faz trigueña, ojos de moro
y unos músculos de toro y unos ímpetus de Cid.

Cuando mozo fue vaquero,


y en el monte y el potrero la fatiga le templó
para todos los reveses,
y es terror de los franceses y cien veces lo probó.

Con su silla plateada,


su chaqueta alamarada, su vistoso cachirul
y su lanza de cañutos
cabalgando pencos brutos ¡qué gentil se ve el gandul!

Guadalupe está orgullosa


de su prieto; ser su esposa le parece una ilusión,
y al mirar que en la pelea
Pantaleón no se pandea, grita: ¡Viva Pantaleón!

Ella cura a los heridos


y los venda en los combates
con los rojos paliacates que la pólvora impregnó.

En aquella madrugada todo halaga su mirada,


finge pórfido el nopal

215
PABLO G. MACÍAS

y los órganos parecen


candelabros que se mecen con la brisa matinal.

En los planos y en las peñas, el ganado entre las breñas


rumia y trisca mugidor
azotándose los flancos y en los húmedos barrancos
busca tunas el pastor.

A lo lejos, en lo alto, bajo un cielo de cobalto


que desgarra su capuz,
van tiñéndose las brumas, como un piélago de pluma
irisadas por la luz.

Y en las fértiles llanadas, entre milpas retostadas


de calor, pringan el plan
amapolas, maravillas, zempaxuchitls amarillas
y azucenas de San Juan.

Guadalupe va de prisa, de retorno de la misa


que en las fiestas de guardar,
nunca faltan las rancheras
con sus flores y sus ceras a la iglesia del lugar;

Con su gorra galoneada, su camisa pespunteada,


su rebozo de bolita,
su gran paño para el sol,
y una saya nuevecita y unos bajos de charol;

Con su faz encantadora, más hermosa que la aurora


que colora la extensión,
con sus labios de carmines que parecen colorines
y su cutis de piñón,

Se dirige al campamento, donde reina el movimiento


y hay mitote y hay licor,
porque ayer fue bueno el día, pues cayó en la serranía
un convoy del invasor.

216
ARIO DE ROSALES

¡Qué mañana tan hermosa! ¡Cuánto verde, cuánto rosa


y qué linda la extensión!
Rosa y verde se destaca, con su escolta la Chinaca
que va a ver a Pantaleón.

El Ejército republicano del Centro mandado ahora, como dijimos, por


el general José María Arteaga —quien por esos días operaba entre
Zamora, Jiquilpan y Sahuayo— tenía también en sus filas a una
intrépida amazona que cabalgaba vestida de hombre, llamada Ignacia
Riechy. Esta mujer, por su energía y su bravura en las batallas,
desempeñaba el empleo de Comandante en el Estado Mayor.

MARIANO OCHOA, HÉROE DE SANTA CLARA, FUSILADO EN PÁTZCUARO

Militaba en el ejército juarista un joven valiente, instruido,


pundonoroso y patriota. Se llamaba Mariano Ochoa y era oriundo de
Santa Clara del Cobre. Casi niño había tomado las armas contra la
tiranía santanista, adhiriéndose a la revolución de Ayutla. Después
hizo toda la campaña en la guerra de Reforma, y cuando la patria fue
invadida por las tropas francesas, Ochoa, que entonces vivía retirado
a la vida privada, pues acababa de contraer nupcias con la joven
Isabel Pérez, no vaciló en alistarse de nuevo al lado del general Carlos
Salazar, quien entonces tenía su centro de operaciones en Tacámbaro.
El 26 de mayo Mariano Ochoa recibió la orden de situarse en
Santa Clara, al frente de su compañía de infantes, donde sólo se
encontraba una guerrilla de exploradores mandada por Rosendo
Márquez, con orden del general de vigilar los movimientos que desde
Pátzcuaro pudiera hacer el enemigo. Al llegar a la hacienda de Turiran
cercana a Santa Clara, Ochoa no pudo ya dominar su impaciencia de
ver a su esposa y a su hijo, de escasos seis meses, y se adelantó a la
tropa. Serían las once de la mañana cuando Mariano llegó a su casa.
Pocos momentos después había en las calles inusitada confusión: se
oían gritos, carreras de caballos y repetidos disparos de mosquetes.

217
PABLO G. MACÍAS

"En esos momentos —refiere don Eduardo— entraba


precipitadamente a la casa una cuñada de Ochoa, gritando
despavorida:
"—¡Quién sabe qué hay, Mariano! Huye, huye pronto. El hombre
salió al patio y pudo desde luego observar que una partida de
contraguerrilleros se agolpaba al zaguán. Entre ellos conoció a
Camilo Pureco, que era del mismo pueblo de Santa Clara y que servía
a las órdenes del imperialista Magdaleno del Río. Ochoa apenas tuvo
tiempo de poner a su hijo, que él tenía en sus brazos, en los de su
mujer; de sacar su pistola y amartillarla. Del Río y sus secuaces se le
habían echado encima y descargaban sobre él sus mosquetes. Buscó
con los ojos al jefe de los traidores, le apuntó con su arma y… en
aquel momento su mano y su pistola cayeron de un sablazo que le
propinó Francisco del Río, hermano del contraguerrillero. Aun quiso
montar a caballo; pero por todos lados encontraba las puntas de las
lanzas de sus contrarios. Inerme, herido, impotente para toda
defensa, quedó prisionero, y para mayor seguridad le ataron a la
espalda el brazo que le había quedado bueno". 113

Ebrios de alegría los imperialistas condujeron a su prisionero a la


plaza de la población donde debía fusilársele junto con Antonio
García, compañero de Rosendo Márquez. Entre tanto el vecindario se
dirigió al general Luis Tapia, jefe de la Guarnición de Pátzcuaro,
pidiéndole la vida de los dos patriotas. Como resultado, los dos
cautivos se llevaron a Pátzcuaro, a Ochoa, gravemente herido, y a
García casi moribundo.

"El día 28, a punto de sonar las tres de la tarde —añade Ruiz—,
estaba ya formado el cuadro en la plazuela de San Francisco. Una
escolta condujo a los reos. Mariano Ochoa caminó al patíbulo con
paso firme, llevando el brazo herido en cabestrillo, y allí arengó a los
soldados del imperio, increpándoles su traición y vitoreando a la
patria. A García lo llevaron algunos soldados arrastrándolo hasta
colocarlo en el sitio de la ejecución. ¡Desde una hora antes aquel
infeliz había entrado en agonía!
"Se dieron los toques de ordenanza y se oyó la detonación de los
disparos…

113 Ut Supra, p. 112.

218
ARIO DE ROSALES

"El prefecto político Miguel Patiño entregó el cadáver de Mariano


Ochoa a la desolada familia. Pusieron el cuerpo en una improvisada
camilla y emprendieron el camino de Santa Clara para sepultarlo en
el pueblo donde había estado su hogar. Ya habían salido de la ciudad,
cuando unos contraguerrilleros de Magdaleno del Río alcanzaron a
la fúnebre comitiva, y de orden del general Luis Tapia se hizo
regresar el cadáver para que fuese inhumado en Pátzcuaro, al lado
del de Antonio García".

RAMÓN MÉNDEZ. ARIO EN EL VÉRTIGO DE LA LUCHA CONTRA EL IMPERIO

Desde los últimos meses de 1863 hasta febrero de 1867 cuando el


Gobernador de Michoacán, licenciado Justo Mendoza, reinstaló los
supremos poderes del Estado en Morelia, Ario de Rosales fue teatro
de encarnizadas acciones de guerra entre liberales y franco-traidores,
cuyo relato harían demasiado extensos estos Apuntes. En las páginas
que siguen haremos sólo una reseña brevísima de los acontecimientos
más importantes. Pero antes presentaremos a un nuevo personaje,
prototipo del fanatismo y la traición, que en Michoacán figurara en
primer plano hasta el fin del Imperio. Nos referimos al general
Ramón Méndez.
Ramón Méndez nació en Ario de Rosales, era hijo de un velero y
en su mocedad ejerció él mismo este oficio. Mas pareciéndole muy
humilde para su ambición esta ocupación, solicitó entrar como
escribiente en la oficina de rentas de su pueblo, pasando luego a la de
Huetamo. Sin embargo, como le agradaban más los gallos, la
paseada, las aventuras de todo género, abandonó su empleo y fue a
buscar mejor suerte en la ciudad de México. Al comenzar el gobierno
de Santa Anna en 1852, fue cogido de leva e ingresó a la fuerza que
mandaba el general Tavera; se desertó una vez, y aprehendido, fue
castigado con un banco de palos. Se propuso entonces servir bien en
el ejército, y su buena escritura y sus conocimientos en contabilidad,
su talento natural, su audacia y su vocación a la carrera de las armas
que entonces se reveló en él, lo colocaron sobre el nivel de sus
compañeros. Al triunfo de la Revolución de Ayutla era capitán
primero en el ejército del dictador, desempeñando el empleo de
pagador en las tropas del mismo Tavera; en la Guerra de Reforma

219
PABLO G. MACÍAS

militó a las órdenes de Leonardo Márquez, conquistando sus


charreteras de comandante de batallón. Siempre al lado de Márquez,
hizo la campaña contra el gobierno en 1861-1862 y se unió luego al
ejército invasor, figurando en el sitio de Puebla con el grado de
teniente coronel. Lo vemos aparecer luego en Michoacán con el grado
de coronel, mandando el batallón que se llamó después del
Emperador, la mejor tropa mexicana del imperio, que contaba en su
seno a los veteranos del antiguo ejército reaccionario.
Pues bien, a principios de diciembre de 1863, después del
desastre de Jiquilpan, el general Arteaga con los restos de su división,
la brigada de García Pueblita y cuatrocientos hombres a las órdenes
del general Nicolás de Régules, se situó en Tacámbaro; Carlos Salazar
con su brigada móvil, en La Huacana; el coronel Eguiluz, en Ario de
Rosales; y Cuervo con otros jefes de Jalisco, en Huetamo.
Ramón Méndez con ochocientos hombres partió de Morelia para
sorprender a Arteaga, pero advertido a tiempo éste del peligro que lo
amenazaba y comprendiendo que su fuerza salvada de Jiquilpan, no
estaba en condiciones de batirse, se retiró por Chupio a Pedernales,
dejando en la plaza al general Régules con su brigada y la de Pueblita.
Régules, al frente de cien infantes y cien hombres de caballería salió al
encuentro del enemigo y lo estuvo tiroteando hasta las mismas calles
de Tacámbaro, retrocediendo estratégicamente. Posesionado Méndez
de la plaza sin el resultado que esperaba, la evacuó durante la noche,
retirándose hasta Taracatio; simuló luego que regresaba a Morelia, en
realidad a las 3 de la mañana cayó sobre Ario de Rosales, pero con tal
desgracia para él, que llegó después que Eguiluz con su tropa se había
puesto en salvo. Movido por el despecho cometió horribles crímenes
con sus paisanos, si bien tuvo que salir precipitadamente al amanecer
porque sus espías le anunciaron que Régules, García Pueblita y el
mismo Eguiluz venían sobre él.
A fines del propio mayo, Méndez llegó de nuevo a Ario; Eguiluz,
que había recuperado la plaza pocos días antes, recibió orden del
general Arteaga de retirarse a la vista del enemigo. Méndez al entrar
en Ario destacó en seguimiento del jefe republicano una
contraguerrilla mandada por Modesto Villafuerte, a la que apoyaba el
cuarto regimiento de caballería al mando del coronel Wenceslao
Santa Cruz. A poco andar, Villafuerte se vio atacado por el valiente

220
ARIO DE ROSALES

guerrillero José Nieves Sosa, oriundo de Ario de Rosales y quien


conocía el terreno palmo a palmo. Con veinte hombres hizo
retroceder al traidor que fue a incorporarse a la fuerza de Santa Cruz;
Sosa por su parte se unió a Eguiluz y juntos sostuvieron enconada
refriega con los imperialistas en la cuesta de Zinzongo, en la que
resultaron numerosos muertos y heridos por ambos lados. Los
traidores volvieron a Ario de Rosales y Eguiluz con todo orden
continuó su marcha hasta la hacienda de Tejamanil donde estableció
su cuartel.
El 24 de diciembre del citado año de 1863, víspera de Navidad, el
general Salazar atacó al comandante imperialista Evaristo Dávalos
que se disponía en Santa Clara a unirse a Méndez, que estaba en Ario
como se ha dicho. Se registró un reñido combate en pleno centro de la
población y los traidores tuvieron que rendirse. Lo anterior ocurría a
la vista de los vecinos de Santa Clara, siempre liberales y patriotas,
que aplaudían el valor de los republicanos. Por sus opiniones, les
profesaba un odio feroz el prefecto político de Pátzcuaro, Miguel
Patiño, quien halló ese día un medio de satisfacer el rencor que les
profesaba, según se desprende del informe que rindió a su superior, y
que a la letra dice en su parte esencial:

"…En tan tristes acontecimientos han tenido activísima parte los


vecinos de Santa Clara, porque sabiendo la venida de Salazar no lo
avisaron al señor Dávalos, y cuando se presentó el enemigo hubo un
infame que tratara de persuadirlo de que era fuerza del general
Méndez la que llegaba. A más de este dato para creer culpable a la
población, hay los siguientes: el puente de la salida para esta ciudad
lo halló el señor Dávalos, a su regreso, de tal manera obstruido, que
sólo podía pasar un hombre; el alojamiento que le proporcionaron
fue a una larga distancia del cuartel, y en fin, otras varias
circunstancias que sería por demás referir, demuestran claramente
la culpabilidad de un pueblo enemigo del supremo gobierno".

Como consecuencia, el vecindario de Santa Clara del Cobre fue


multado por orden del comandante militar de Morelia; y Ramón
Méndez tuvo que abandonar otra vez, precipitadamente, Ario de
Rosales.

221
PABLO G. MACÍAS

Incontables son los crímenes y vejaciones que este jefe hizo sufrir
en tres años y medio que se prolongó la guerra en Michoacán, a la
gente de su pueblo, a la que odiaba por su tradicional patriotismo; y a
infinidad de familias desamparadas de toda la región, tan sólo porque
sus padres, hijos, hermanos o esposos peleaban en las filas
republicanas por la independencia de su patria.
En el haber de este hombre funesto hierve la sangre de los
Mártires de Uruapan, que le valió su ascenso a general de brigada y
esta carta de Maximiliano:

"Al señor general Ramón Méndez.


"Mi querido general:
"Acabamos de saber la brillante victoria que habéis alcanzado sobre
los enemigos declarados del orden y de la civilización.
"El corazón nos late de placer al ver a las tropas de nuestra patria
portarse con tanto heroísmo y llevar a cabo hechos tan gloriosos.
Marchamos, pues, adelante, llenos de fe, puesto que nuestra bandera
está en manos de jefes bravos y hábiles y sostenida por soldados
decididos a vencer e infatigables.
"Os habéis mostrado digno de la confianza que en vos depositamos, y
en prueba de nuestra satisfacción por vuestros buenos servicios, os
nombramos general de brigada.
"Asegurad a vuestras sufridas y beneméritas tropas que sabremos
recompensarlas como merezcan. No omitáis enviarnos cuanto antes
una relación de los oficiales y soldados que sean más acreedores a
distinciones honoríficas, y anunciad al teniente Rangel y al
subteniente Navia que, garantes de nuestro compromiso, los hemos
agraciado con la cruz de caballeros de la imperial orden de
Guadalupe, ascendiéndoles además al grado superior e inmediato.
"Palacio de México, octubre 24 de 1865.
Vuestro afectísimo, Maximiliano".

El fusilamiento de Luis Pita, honorable vecino de la región, y de toda


la tropa que había reunido, en el pueblo de Santa Clara del Cobre,
después de una heroica resistencia que opuso al contraguerrillero
José María Orozco; las muertes infames de Miguel Adorno, Pedro
Enríquez y el soldado Elizarrarás ejecutados en Chucándiro [se deben
acreditar a este jefe proimperialista].

222
ARIO DE ROSALES

Pero lo que horrorizó, aun al enemigo mismo, fueron las


maniobras que Méndez llevó a cabo para impedir que mediante un
canje de prisioneros, se salvara la vida a cientos de patriotas tomados
por él en Santa Ana Amatlán (y por otros jefes imperialistas en
distintos lugares), a quienes ya había sentenciado a muerte y se
proponía pasarlos por las armas en Pátzcuaro.
En todo el proceso seguido para el canje, Méndez usó de un
lenguaje altanero y a veces soez, con el general Vicente Riva Palacio,
en esos días (noviembre de 1865) jefe del Ejército Republicano del
Centro, tratando siempre de excluir del convenio a los altos jefes
juaristas capturados, para fusilarlos. Sólo el patriotismo y la habilidad
de Riva Palacio pudieron conseguir al intervención del mariscal
Bazaine, quien eliminó de las negociaciones al sanguinario Méndez.
Dada la trascendencia de estos hechos, reproducimos a
continuación los documentos relativos, los cuales, por sí solos,
demuestran la perfidia del ariense. Las cárceles de Morelia y
Pátzcuaro estaban repletas de prisioneros republicanos y los que
habían caído en Santa Ana Amatlán esperaban de una hora a otra que
se cumpliese en ellos la orden de fusilamiento dictada por Méndez,
que mandó suspender Maximiliano tan sólo provisionalmente, a
instancias de las familias de Pátzcuaro.
En tal situación, en los últimos días de octubre el coronel José
Vicente Villada, preso en Pátzcuaro, pues había sido uno de los
capturados en Santa Ana Amatlán, dirigió a Riva Palacio la siguiente
carta:

"Prisión de Pátzcuaro, octubre 28 de 1865,


Señor general don Vicente Riva Palacio.
Mi general y amigo:

"Hoy mismo por extraordinario violento escribo a usted una carta en


que le participio que la resolución del Emperador es que se verifique
el canje o que se lleve a efecto el decreto de 3 de octubre, es decir,
que seamos todos pasados por las armas. Hemos visto original la
carta del Emperador; está terminante. Por el correo extraordinario
acompaño a usted copia de ella. Por consiguiente, nuestra suerte
depende ahora de usted. Estoy tranquilo. Usted ha sido nuestro
amigo y nuestro compañero en la felicidad y en el infortunio. Sin

223
PABLO G. MACÍAS

embargo, si usted cree que debemos ser sacrificados, no seré yo


quien exhale una sola queja. Cuente usted siempre con el cariño de
su subordinado y amigo. J. Vicente Villada".

El tiempo apremiaba y el general, aunque deseoso de salvar de la


muerte a sus hermanos de armas y de verse rodeado de ellos, quería
alcanzar ese fin con decoro para la República. Tenía establecidas las
oficinas del gobierno civil en la hacienda de San Antonio de las
Huertas, situada entre Tacámbaro y Huetamo. Allí recibió en los
primeros días de noviembre al teniente coronel Luis Carrillo, uno de
los prisioneros de Cerro Hueco, quien le entregó la siguiente
comunicación de Méndez:

"Condiciones que propone el que suscribe al jefe de los disidentes


para celebrar el canje de prisioneros:
"1. El canje de los prisioneros, si se efectúa, será sin excusa de
ningún género el día 25 del presente mes; no habrá lugar, pasada esa
fecha, a ningún convenio.
"2. Los prisioneros serán considerados en igualdad de
circunstancias; es decir, los jefes, oficiales y tropa de ambas partes se
canjearán uno por uno.
"3. Si en alguna de las partes contratantes hubiere mayor número de
oficiales o tropa, se considerarán a un oficial por cada diez soldados.
"4. El jefe de las fuerzas disidentes, si se conforma con lo indicado en
los artículos anteriores, lo ratificará antes del día 15 para que el que
suscribe tenga conocimiento de su resolución sea cual fuere, a lo más
tarde en ese día.
"5. Al conformarse el jefe de las fuerzas disidentes con lo antes
propuesto, el canje se verificará en un punto neutral que podrá
proponer, en donde se reunirán los prisioneros con la escolta
competente y en igual número de ambas partes.
"Morelia, noviembre 5 de 1865. El general Ramón Méndez".

Riva Palacio leyó en voz alta ante sus hombres aquel pliego. Un grito
general de indignación se escapó de todos los labios; aquel lenguaje
altanero del jefe imperialista, aquellas cláusulas que no eran las de un
convenio sino las de un mandato; aquel desprecio hacia el Ejército
Republicano, sublevaron el ánimo de todos y encendía más el odio
contra los traidores. Riva Palacio hizo notar entonces la infame

224
ARIO DE ROSALES

hipocresía que encerraban las proposiciones: mientras la segunda


ofrecía el canje, la tercera, cautelosamente redactada, autorizaba a
Méndez para conservar en su poder a muchos de los jefes y oficiales
republicanos, dejando pendiente sobre ellos la cuchilla de la ley del 3
de octubre.
Con inmensa amargura pensaron todos que era preferible el
sacrificio general de los prisioneros a la situación inaudita de dejar
fríamente a algunos de ellos en las garras del verdugo. Riva Palacio
dictó en voz alta la siguiente contestación:

"San Antonio, noviembre 8 de 1865. De conformidad, menos en el


artículo 3º por estar en completa contradicción con el que le
antecede. El general en jefe del Ejército Republicano del Centro,
Riva Palacio".

Luis Carrillo regresó a Morelia llevando la anterior respuesta; y


Méndez, con fecha 12 del mismo mes, mandó nuevas proposiciones:

"1. Tratándose de jefes superiores, el canje se verificará por clases; y


de comandante abajo, se cambiará persona por persona
indistintamente.
"2. Los individuos de la clase de tropa serán canjeados por completo,
y el exceso que hubiere por aquella parte se repondrá por ésta con
oficiales de comandante abajo a razón de uno por cada cinco
soldados.
"3. Si fuere o no aceptado el canje de que se habla, se hará saber al
que suscribe, con toda precisión, el día 19 del actual. En el primer
caso, el canje se verificará el 29 del mismo en un punto neutral (?)
acordado por los contratantes; en el segundo caso queda expedito el
que suscribe para obrar conforme a las instrucciones del gobierno
supremo".

El Ejército Republicano no tenía en su poder generales ni coroneles


imperialistas, de modo que los generales y coroneles juaristas que el
enemigo mantenía en las cárceles de Puebla, Morelia y Pátzcuaro
quedaban excluidos del canje. Era, pues, evidente la intención de
Méndez de sacrificar al menos a los jefes principales. Así lo indica
dicha comunicación que concluye así:

225
PABLO G. MACÍAS

"Como se ve, no pueden ser más ventajosos para usted los términos
del convenio iniciado por mí, que espero apruebe usted sin
vacilación para asegurar la vida de sus compañeros de causa; de otro
modo, yo me encontraré comprometido a cumplir terribles
obligaciones y por cierto que mi alma no se complace en el
derramamiento de sangre.
"Antes de concluir, agregaré a usted que, como una muestra de
desinterés y luego que el canje se efectúe, pondré en absoluta
libertad al señor teniente coronel don Luis Carrillo, sin exigir que se
me cambie por otro jefe. El general comandante superior, Ramón
Méndez. Señor comandante en jefe de las fuerzas disidentes en
Michoacán".

Después de entregar la comunicación anterior, Luis Carrilllo volvió al


lado de Méndez con la respuesta de Riva Palacio en que rehusaba el
convenio siempre que no fuera franco y leal. Entonces dirigió el jefe
imperialista su última nota, concebida así:

"He recibido su comunicación que me dirige desde Turicato y me


apresuro a contestarla. Jamás he tenido que reprenderme mis
acciones; siempre he obrado conforme a mi deber y a mi conciencia,
y por lo mismo, cuando se me calumnia, como ahora tiene usted la
bondad de hacerlo, me impresiono mucho muy poco, me es
indiferente. Usted supone gratuitamente que he podido meditar la
manera de poner embarazos para que el canje se verifique.
Hablemos claro. Yo no soy diplomático, soy soldado. Usted no cree
que yo abrigue el deseo de estorbar el canje, estoy seguro de ello, y
mucho menos le asiste el temor de que los compañeros de usted que
no pudiesen ser canjeados fuesen fusilados, porque conoce que la
indulgencia del gobierno de S. M. es sobrada. Usted quiere ganar
tiempo, dejar escrito en bonitos conceptos algo que en la historia le
acredite de filantrópico y buen patriota, olvidando que ha podido
usted hacerme proposiciones extraoficiales, pidiéndome todos sus
jefes y oficiales prisioneros por todos los oficiales y tropa nuestra que
usted tiene en su poder, dejando usted fuera de toda consideración a
sus soldados, porque no le sirven gran cosa; a esos soldados con
quienes usted quiere representar que defiende la causa del pueblo,
los abandona y desprecia. Dígame usted en contestación
violentísima, si acepta o no mis proposiciones de canje, advirtiéndole

226
ARIO DE ROSALES

que el día 29 expira el plazo que se fijó en ellas. El general Ramón


Méndez. Señor don Vicente Riva Palacio, comandante de las fuerzas
disidentes en Michoacán".

La respuesta de Riva Palacio dice a la letra:

"Ejército del Centro. General en jefe.


"Cuando he dicho a usted que ponía impedimento al canje, no ha
sido sin razón y para demostrárselo me basta adjuntar la carta que
recibió usted del archiduque Maximiliano, y conforme a la cual
debiera usted, cuando menos, haberme propuesto el canje. Si en ella
se le dice, y yo lo sé, que me entregue los ciento y tantos prisioneros
de Santa Ana Amatlán, y usted sólo me da definitivamente y a pesar
de todas las proposiciones que le he hecho por conducto del teniente
coronel Carrillo, treinta o cuarenta oficiales subalternos, ¿a quién
puedo atribuir, si no a usted esto? ¿Qué puede probarme, sino el
poco deseo que usted tiene de hacer este canje? Esto, señor general,
no es ser diplomático, sino pensar como se debe. No contestaré los
insultos que usted se permite dirigirme en su oficio. La filantropía se
prueba y la historia la recibe cuando está basada sobre hechos; y no
obstante que la fortuna me ha sido también propicia muchas veces
en el combate, todavía no hay ningún cadalso levantado por mí, ni
una familia a quien haya yo arrebatado su apoyo. Cuando se puede
decir todo esto con la mano en el corazón y la frente erguida, no se
teme ni el juicio de la historia, ni el de los contemporáneos. Yo haré
el canje siempre que usted cuando menos me lo proponga, conforme
a las órdenes que tiene, y con arreglo a la carta, cuya copia adjunto.
Así se lo he indicado muchas veces, y así se lo vuelvo a decir ahora
definitivamente.
"No trato de ganar tiempo, pues usted, como general, comprenderá
que en mi situación y con la decisión de morir antes que sucumbir a
ninguna intervención extranjera, para nada necesito ganar los días.
Si usted quiere el canje, deme mis jefes, oficiales y soldados, yo le
daré los suyos, pero esto uno a uno y sin hacer esas odiosas
excepciones que usted me propone. Turicato, 26 de noviembre de
1865. V. Riva Palacio".

Pero mientras ambos jefes se intercambiaban las comunicaciones


transcritas, Riva Palacio había comisionado al capitán Miñón —un
oficial de la fuerza mexicana que había caído prisionero de los belgas

227
PABLO G. MACÍAS

en la jornada de Tacámbaro el 11 de abril— para que en


representación del Ejército del Centro pusiera en manos del mariscal
Bazaine, comunicaciones proponiendo el canje de los prisioneros, sin
tomar en cuenta ni el número ni la categoría de ellos.
El 26 de noviembre se presentó Miñón, de regreso, en el cuartel
general de Tacámbaro y entregó a Riva Palacio el siguiente
documento:

"Cuerpo expedicionario de México. Gabinete del Mariscal,


comandante en jefe. Número 1403.
"Señor general:
"He recibido la carta que me habéis dirigido por conducto del
capitán Miñón. He visto con placer los sentimientos de humanidad
que os animan y os determinan a proceder en esta circunstancia.
Deseando yo ayudaros en esta noble tarea, estoy dispuesto a hacer
todo lo que me sea posible para conseguir un común acuerdo.
"Tengo, pues, la honra de informaros, que doy órdenes para que se
efectúe el canje en el pueblo de Acuitzio, el 2 de diciembre, de las
ocho a las diez de la mañana. Quedan a vuestra disposición en ese
canje:
"Primero, el general Canto y todos los oficiales hechos prisioneros
con él, por el coronel De Portier.
"Segundo, todos los oficiales hechos prisioneros en Tacámbaro por el
coronel Van der Smissen.
"Tercero, todos los oficiales hechos prisioneros en Santa Ana
Amatlán por el general Méndez.
"Cuarto, todos los soldados prisioneros en Morelia.
"En fin, según vuestros deseos, los generales Tapia y Juan Ramírez,
hechos prisioneros en Oaxaca y detenidos en Puebla.
"Todos los prisioneros que están en Morelia os serán remitidos el día
2.
"Respecto a los generales Tapia y Ramírez, me comprometo bajo mi
palabra de honor, a ponerlos en libertad en Puebla con
salvoconductos para que puedan ir a donde les parezca, tan luego
como se me participe estar verificado el canje. El señor capitán
Bocarmé, del regimiento belga, está designado por mí para presidir
el canje de los prisioneros. Lo acompañará el señor capitán don
Antonio Salgado, y como escolta irá hasta el pueblo de Acuitzio una
compañía belga de cincuenta a sesenta hombres y además algunos
jinetes mexicanos.

228
ARIO DE ROSALES

"Espero, señor general, que os satisfará la buena voluntad que os


demuestro en esta ocasión. No quiero concluir esta carta sin daros
las gracias por la buena voluntad y por los miramientos que habéis
tenido para con los prisioneros.
"Recibid, señor general, la seguridad de mi más distinguida
consideración. El Mariscal de Francia, Bazaine. Señor general Riva
Palacio".

El jefe del Ejército Republicano del Centro se apresuró a contestar:

"Con mucha satisfacción he recibido, por conducto del capitán


Miñón, las proposiciones relativas al canje de prisioneros; y S. E. el
Mariscal debe estar completamente seguro de que por mi parte no se
pondrá dificultad de ninguna especie y de que haré todo lo posible
porque, cuanto antes, tenga su más cabal verificativo. Mandaré
entregar al comisionado de su excelencia el Mariscal, todos los
prisioneros tanto extranjeros como mexicanos que existan en
Zirándaro y en Huetamo. Por mi parte presidirá el canje el señor
teniente coronel Agustín Linarte, escoltado por ochenta jinetes.
"Haré, sin embargo, notar al señor Mariscal, que su enviado el
capitán Miñón me ha presentado anoche en esta ciudad sus
comunicaciones; que de aquí al lugar en que están los prisioneros
hay una distancia de cuarenta y seis leguas de muy mal camino, y de
aquí al punto señalado para hacer el canje hay una distancia de doce
leguas que, unidas a las anteriores, producen un total de cincuenta y
ocho leguas que creo imposible que puedan recorrer los prisioneros
belgas en los pocos días que faltan para el cumplimiento del plazo
que el señor Mariscal ha señalado. Sin embargo, he puesto un
extraordinario para que inmediatamente se pongan en camino para
esta ciudad los prisioneros; y me tomo la libertad de suplicar al
capitán Miñón entregue una carta al de igual clase Visart de
Bocarmé, para que éste no salga a encontrarlos hasta el día en que yo
le mande avisar.
"Creo que S. E. el señor Mariscal conocerá la inculpabilidad que hay
por mi parte, si el canje no tiene lugar el día que él ha determinado y
como yo lo deseara.
"Para evitar que las hostilidades en el camino de aquí a Morelia
puedan impedir o retardar el éxito de esta negociación, ya doy mis
órdenes para que se suspendan en toda la línea de Tacámbaro a
Acuitzio; y en el caso de que lleguen a quebrantarse, protesto al

229
PABLO G. MACÍAS

señor Mariscal que no será por parte de las fuerzas republicanas.


Réstame sólo, antes de terminar esta nota, dar a S. E. el Mariscal las
más expresivas gracias por su deferencia y caballerosidad en este
negocio, que prueba sus sentimientos humanitarios y nobles.
"Protesto a S. E. la seguridad de mi más distinguida consideración,
Tacámbaro de Codallos, a 27 de noviembre de 1865. V. Riva
Palacio".
"A. S. E. el señor Mariscal Bazaine, comandante en jefe del cuerpo
expedicionario en México".

He aquí la lista de los prisioneros canjeados:

Relación de los jefes y oficiales hechos prisioneros por el coronel


De Portier
General de brigada Benigno Canto; coronel Albino Vidal; teniente
coronel José María Callejo, teniente coronel Juan García, comandante
Esteban Hernández; comandante Espiridión Espinosa; capitán
Procopio Linares; capitán Marcelo Maldonado; capitán Martín Cueva.

Relación de los jefes y oficiales hechos prisioneros en las


inmediaciones de Tacámbaro, por el coronel Van der Smithsen
Coronel José María Hernández; teniente coronel Luis Carrillo;
teniente coronel Carlos Borda; capitán Guadalupe Caldelas;
comandante Rosendo Márquez; capitán Miguel Aguirre; capitán
Francisco Ramírez; capitán Pascual Rubio; capitán Rafael Espinosa;
teniente Ignacio Hurtado; teniente Francisco Paredes; teniente
Vicente Barrera; soldados, 31.

Relación de los jefes y oficiales hechos prisioneros en Santa Ana


Amatlán por el coronel Ramón Méndez
Coronel José Vicente Villada; coronel José María Pérez Milicua;
teniente coronel Jesús María Romo; teniente coronel Manuel G.
León; teniente coronel Ramón N. Rocha; teniente coronel Antonio
Mejía; teniente coronel Fernando Nevraumont; comandante
Francisco María Ortega; comandante Manuel Rueda; comandante
Eufemio Guzmán; comandante Pablo María Cornejo; comandante
Rafael Cano; comandante Luis G. Aponte; comandante Ignacio T.
Cerda; comandante Felipe Aguirre; teniente Fortino González;

230
ARIO DE ROSALES

teniente Evaristo Colín; teniente Vicente Bravo; subteniente Camilo


Aguilar; subteniente Albino Resendis; escribiente Ignacio Ortiz;
capitán Gerardo Castro; comandante Clemente Trejo; soldados, 80.

Lista nominal de los jefes y oficiales mexicanos imperialistas


Teniente coronel Vicente Solís; capitán Francisco Morel; capitán
Julio Magaña; teniente Tomás Sáenz; teniente Jenaro Escamilla;
subteniente Luis Magaña; subteniente Antonio Nogués; alférez José
María Yáñez; garitero Dionisio Urbina.

Lista de los prisioneros del regimiento de la emperatriz


Gauchin, capitane; De Heck, lieutenant; Walton, idem; Fourdin,
souslieutenant; Di Biver, idem; Adam, idem; Geoffroy, idem; Jacobs,
liutenant pageur; Miñón, intérprete; sargents majors: Heym, Grange,
Sausven; sargents: Seoupens, Lepage, Besme, Duval, Baunier,
Depaus, Fourdin, Chapitre, Jacobs; sargents fourriers: Rosal,
Cauttier, Libert; caporals: Rovis, Hachu Danso, Gerard, Benovie, De
Rive, Dervet, Delange, Piels, Defansart, Brassart, Lambermont,
Vanhagentore, Verkect, Orianne, Delmsée, Honier, Loomans, Betand,
Sibenarelr, Dupare; tambours: La Ricke, Hubert; clarions: Hock,
Canry, Vandermme; soldats: 238, vivandiere, Codemessing.114
PERO, "EL QUE A HIERRO MATA…"

El que a hierro mata a hierro muere, reza el refrán popular. La


excepción fue "El Tigre de Tacubaya" Leonardo Márquez, quien murió
en su cama, en La Habana en 1913, presa de horribles
remordimientos. Ramón Méndez fue ejecutado por los republicanos
un año y siete meses después de los atroces fusilamientos que llevó a
cabo en Uruapan.

114 Los documentos transcritos y las listas de prisioneros que aparecen en


este Capítulo fueron tomados de la obra citada ya muchas veces del
licenciado Eduardo Ruiz: Historia de la Guerra de Intervención en
Michoacán. El Lic. Ruiz era en esa época secretario particular del jefe del
Ejército Republicano del Centro, general Vicente Riva Palacio, y tuvo,
además, la oportunidad de conocer en persona a Ramón Méndez.

231
PABLO G. MACÍAS

Querétaro había caído en poder de los juaristas por la traición de


Maximiliano y de su cómplice Miguel López. La plaza fue tomada el 15
de mayo de 1867. En la mañana del día 18 un hombre habló
reservadamente con uno de los jefes del ejército republicano, y poco
después se supo que Ramón Méndez había sido descubierto en un
escondite y conducido al convento de Teresas, donde se hallaban los
demás prisioneros.

"Todo esto ha sido dicho por los historiadores —explica el licenciado


Ruiz— pero lo que va a relatarse aquí es algo que no ha sido
publicado aún. En una de las veces que los sitiados volvían a
Querétaro derrotados después de sus estériles salidas, Méndez se
dirigía a su alojamiento, cuando de repente le estorbó el paso un
pobre jorobado que acaso por su defecto físico no pudo
oportunamente hacerse a un lado y dejar expedito el camino que
llevaba el general. Éste, que iba profundamente despechado por lo
que él llamaba estúpidas intentonas de Miramón, se encendió de
cólera, llenó de improperios al infeliz jorobado y lo azotó con
crueldad. En seguida continuó tranquilo su marcha.
"El jorobado preguntó a los soldados quién era aquel jefe, y cuando
le dijeron que Méndez, se contento con exclamar: ¡Ah, vaya!
"Pues bien, desde aquel día el hombre no perdió de vista a Méndez.
Sin embargo, se le desvaneció como sombra en los momentos de la
toma de la ciudad; pero con la seguridad de que no había de haberse
ocultado lejos, escudriñó varias casas, tomó toda clase de informes,
avivó su espíritu suspicaz, y cuando tuvo la seguridad de hallar lo
que buscaba, se dirigió, como he dicho, a un jefe republicano, a quien
condujo a una casa. Se practicó en ella un largo cateo, y ya se
desesperaba del éxito, cuando el mismo jorobado vio en el corral de
la casa, una estaca de madera hincada en el suelo; pidió que se
cavara allí la tierra, y hecho, se encontró una oquedad cubierta de
vigas. Allí estaba Méndez, con un rifle en la mano, arma que no
empleó, considerando inútil hacer resistencia a la numerosa tropa
que lo había descubierto".115

Al día siguiente fue conducido a la alameda donde fue fusilado.

115 Ut Supra, p. 505.

232
ARIO DE ROSALES

JOSÉ NIEVES SOSA, HÉROE INMACULADO DE ARIO DE ROSALES

Pero hay en la historia de Ario de Rosales otro hijo de este pueblo que
lava con su patriotismo acrisolado y su lealtad a la República, la
mancha que pudo arrojarle el traidor Méndez. Nos referimos a José
Nieves Sosa, ranchero infatigable y valeroso que había abandonado
sus pequeños intereses y su hogar establecido en Ario para combatir a
los invasores de su patria.
Simpático en su trato y "hombre a carta cabal" era
profundamente estimado por sus paisanos, pues en más de una
ocasión realizando hazañas increíbles, había rescatado de las fauces
de la horda imperialista de Méndez, a las doncellas de su tierra,
famosas ya entonces por su extraordinaria belleza; o bien era el
centauro que destrozaba los campamentos enemigos con una rapidez
asombrosa, escapando luego entre la espesura de los montes.
Aunque su campo de operaciones era preferentemente la línea
que se extiende de Ario a Tacámbaro, José Nieves Sosa estuvo en
combates encarnizados en muchos puntos no sólo de Michoacán, al
lado de García Pueblita, Régules, Carlos Salazar y los guerrilleros
Nicolás Romero, Ronda, los Garnica y Arias. Varias veces combinó
sus embestidas con las de Guadalupe la Chinaca y la Barragana
Ignacia Riechy. Esta última, por cierto, dejó sorprendido al mismo
Nicolás Romero, por su audacia y valor en el asalto a Toluca en 1864.
El 14 de junio de 1866, sorprendido por las fuerzas de Méndez en
el rancho de Corral de Piedra, fue conducido a Tacámbaro y llevado
luego, pie a tierra, atado con una cadena hasta Ario de Rosales, con
objeto de fusilarlo en aquel lugar. Al saberlo el vecindario procuró
libertar del suplicio al honrado guerrillero. A este fin, muchas señoras
y señoritas se dirigieron al alojamiento de Méndez, y allí tomó la
palabra, a nombre de ellas, doña María Bejarano, anciana respetable
que había criado a Méndez en los primeros años de vida de éste. El
jefe imperialista dio a las señoras su palabra de que Sosa no sería
fusilado. Todo el mundo adquirió confianza, pues Méndez regresó a
Pátzcuaro dejando en Ario al preso a disposición del comandante
militar, teniente coronel Juan de Dios Rodríguez, quien procedió a

233
PABLO G. MACÍAS

juzgarlo sentenciándolo a la pena de muerte, circunstancia que no


alarmó a sus intercesoras porque contaban con el indulto.
Sin embargo, Rodríguez mandó encapillar al reo el día 20.
Sabedoras las señoras de que Méndez iba a llegar ese mismo día,
salieron a encontrarlo en la orilla de la población, en el punto llamado
la Garita. Allí renovaron sus instancias y súplicas, a las que fingió
acceder aquél, disponiendo en alta voz que se suspendiera la
ejecución, a cuyo efecto envió a un ayudante a que hablara con
Rodríguez; pero al darle la orden le hizo una seña de inteligencias en
sentido contrario. El ayudante y el teniente coronel Rodríguez
anduvieron tan listos que en el acto fue sacado José Nieves Sosa de la
capilla, y con la cadena al pie, conducido junto a la iglesia, en donde
fue asesinado. Las señoras oyeron los disparos y llenas de indignación
increparon a Méndez, diciéndole una de ellas: "Dejara de ser un
traidor".
No se contentaron los asesinos con lo hecho, sino que mandaron
levantar un poste y colgaron de allí el cadáver, sin permitir que se le
diese sepultura. La población entera protestó contra este acto de
crueldad y de infamia. Méndez conocía a José Nieves Sosa y le
constaba que era hombre de bien y de sentimientos generosos; así es
que su conducta en este caso fue cruel y dictada por el furor del
espíritu de partido. Doña María Bejarano se afectó tanto de este
suceso, que falleció de un derrame de bilis, a los dos días del crimen,
maldiciendo "a su hijo adoptivo el traidor Ramón Méndez".
Con la ocupación de Zamora por las fuerzas republicanas el 5 de
febrero de 1867 —el mismo día en que los franceses, con Bazaine a la
cabeza, salían de México para ir a embarcarse a Veracruz— terminó
en Michoacán la guerra contra la intervención y el imperio.
No en vano fue derramada la sangre de millares de civiles,
hombres y mujeres del antiguo reino chichimeca. ¡La independencia
de México quedó asegurada para siempre!

234
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO IX

EL ESFUERZO RECONSTRUCTOR
(1867-1884)

Ario de Rosales resurge de sus propias ruinas. Construcción y


acondicionamiento de caminos. Nuevos transportes: la Diligencia.
Crecimiento urbano de la villa. Casas aseadas y elegantes. Más
escuelas primarias. Cátedras de español y de latín. La calzada de
Canintzio. Inauguración del telégrafo. Gira del gobernador Rafael
Carrillo. Telegramas al Presidente Lerdo, al ministro de Fomento y
a la Legislatura michoacana. Los maestros Luis González Gutiérrez
y Ángel Padilla. Los poetas Vicente Moreno y Gabino Ortiz. Saludos
telegráficos en verso. Bailes en Ario, Santa Clara del Cobre y
Pátzcuaro. Jugosa crónica de Gil Blas. Personalidades del mundo
político y social de la época. Descripción de un viaje de Morelia a
Ario de Rosales.

DESPUÉS DE LA GUERRA, ARIO RESURGE DE SUS PROPIAS RUINAS

ARIO DE ROSALES, sobreponiéndose al penoso lastre de miseria y


destrucción que dejara la guerra contra la intervención francesa y el
imperio, inició con ejemplar entusiasmo su nueva vida. Juárez había
muerto el 18 de julio de 1872, frustrándose por momentos la obra de
reconstrucción nacional que principió desde su entrada victoriosa a
México, cinco años antes.

LOS CAMINOS

El conflicto armado había contribuido, paradójicamente, a abrir


brechas entre las serranías inhóspitas, caminos de herradura y aun
calzadas más o menos buenas para el transporte de materiales de
guerra. El gobierno constituido, que había ya descubierto cómo los
caminos eran medios de primera importancia para un país —pues son

235
PABLO G. MACÍAS

las venas por donde circula la sangre del comercio, de la civilización,


de los inventos y las mejoras— se preocupó principalmente por el
acondicionamiento de los ya existentes y la apertura de otros.
Al finalizar el gobierno del Presidente Juárez, la red de caminos
troncales era:

1. México-Puebla-Jalapa-Veracruz
Orizaba-Córdoba-Veracruz.
Tehuacán-Oaxaca-Puerto Ángel.
Esperanza.
2. México-Pachuca-Tulancingo-Tuxpan.
Huejutla-Tampico.
Ometusco.
3. México-Querétaro-San Luis Potosí.
Ciudad Victoria-Matamoros.
Aguascalientes-Zacatecas-Durango-Mazatlán.
Ciudad del Maíz-Tampico.
Guanajuato-Lagos-Aguascalientes.
Jalapa-Tampico.
4. México-Cuernavaca-Chilpancingo-Acapulco.
México-Toluca-Morelia.
Zapotlán-Colima-Manzanillo.
Guadalajara-San Blas.
Zihuatanejo.
5. Tonalá-San Cristóbal las Casas-San Juan-Frontera.
6. Campeche-Calkiní-Mérida-Progreso.

Con el ramal México-Toluca-Morelia y con el anterior puesto en


servicio en 1869 (México-Morelia-Las Barrancas, por Zamora)
conectaban infinidad de brechas y caminos locales que conducían a
las poblaciones y rancherías ubicadas en las proximidades de la ruta.
De Morelia partía un tramo que se extendía a diversos lugares de
Michoacán, quedando unidos por este medio Acuitzio, Quiroga,
Pátzcuaro, Tacámbaro, Santa Clara del Cobre, Ario de Rosales,
Taretan, Uruapan y los más importantes pueblos de la Tierra Caliente.
Cuatro años después la capital de Michoacán quedaba ligada
directamente con Guadalajara, Zamora, San Blas, Colima y

236
ARIO DE ROSALES

Manzanillo, así como con todas las plazas de la República mediante


conexiones con los caminos troncales. Ario y la Tierra Caliente
disfrutaron luego de este servicio, que contribuyó en gran manera al
desarrollo de su economía.

LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA

Otro de los renglones impulsados por los gobiernos de Juárez y Lerdo


y por la mayor parte de los gobernadores de los Estados que siguieron
su ejemplo, fue el de la instrucción pública. El Benemérito designó
ministro del ramo al licenciado Antonio Martínez de Castro, y éste
formó, sin pérdida de tiempo, una comisión presidida por don Gabino
Barreda para que redactara la famosa Ley Orgánica de Instrucción
Pública que promulgó el ejecutivo en diciembre de 1867. Esta ley,
además de dar unidad a la enseñanza, declaraba gratuita y obligatoria
la educación elemental. Se multiplicaron las escuelas primarias que
existían y a todas se les hizo depender administrativamente de los
ayuntamientos, pero sus planes de estudio quedaron bajo el control
del ministerio de educación.
La misma ley organizaba bajo bases sólidas los estudios
secundarios: el primero de febrero de 1868 abrió sus puertas la
Escuela Nacional Preparatoria, cuya doctrina filosófica hasta la
Revolución de 1910, estuvo inspirada en el positivismo.
Y siguiendo el impulso renovador que empezó a operarse en todo
el país después del triunfo de la República, los gobiernos de los
Estados emprendieron la reforma educativa de conformidad con los
postulados de la Constitución de 1857. Las escuelas preparatorias ya
establecidas modificaron sus planes de enseñanza, tomando casi
todas como modelo el de la de México. El Colegio de San Nicolás,
clausurado desde la caída de Morelia en poder de las tropas
imperiales en 1863, reabrió sus puertas el 10 de junio de 1867; en
Saltillo, el Gobernador de Coahuila Andrés S. Viesca, inauguró el
Ateneo Fuente; en Pachuca, capital del Estado de Hidalgo, el
Gobernador Juan C. Doria creó el Instituto Científico y Literario; y en
Veracruz el licenciado Francisco Hernández y Hernández, que
gobernó de 1867 a 1872, al par que promovía el mejoramiento y

237
PABLO G. MACÍAS

creación de nuevas escuelas primarias, se anticipaba en más de 50


años a la obra de la Revolución Mexicana en esta materia, al fundar la
escuela secundaria, no con el viejo concepto de "sufrir carrera", sino
con la moderna orientación de integrar la cultura del ciudadano.
Por esta época en Ario de Rosales se inauguraron dos nuevas
escuelas con 136 niños y 124 niñas, sostenidas por el Ayuntamiento.
Existían cuatro planteles particulares que impartían enseñanza a más
de cien pequeños de uno y otro sexo. En el año de 1874 comenzaron a
darse dos cátedras: la primera de idioma español que fue servida por
el doctor Camilo García, y la segunda de latinidad, por el licenciado
Marcos Castañeda. La mayor parte de los alumnos que comenzaban
allí su carrera pasaban luego a terminarla en el Colegio de San Nicolás
o en los seminarios de Morelia y Zamora.

ASPECTO URBANO

En pocos años Ario de Rosales renació de sus ruinas. Ya en el primer


periodo del porfiriato, su caserío era elegante, aseado y pintoresco,
según los informes de los prefectos del distrito al ejecutivo local.
Contaba con 332 fincas cuyo valor se calculaba en 138,615 pesos. La
villa estaba dividida en cuatro cuarteles: el primero contaba con 15
manzanas de casas; el segundo con 10; el tercero con 10; y el cuatro
con 8. Había once portales con los siguientes nombres: Víctor
Rosales, Progreso, Benito Juárez, Juan José Codallos, Gordiano
Guzmán, Juan Álvarez, Miguel Silva Macías, Martínez, Carbajal y La
Unión. En el centro del poblado estaban la Plaza principal y el templo
de Señor Santiago. También existía la iglesita de Jesús María en la
plazoleta de este mismo nombre y otra en la manzana séptima del
cuartel primero.
Hacia el poniente, dentro de la manzana novena del cuartel
tercero, funcionaba el panteón municipal.
Las calles principales de la población eran las siguientes: Cuartel
primero, Melchor Ocampo, Guadalupe Victoria, Hermenegildo
Galeana, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Ignacio
Zaragoza y Miguel Hidalgo; Cuartel segundo, José María Arteaga,
Carlos Salazar, Del Jazmín, Vicente Guerrero y Mariano Arista;

238
ARIO DE ROSALES

Cuartel tercero, Ignacio Comonfort, Alatriste, Iturbide, Del Prado e


Iriarte; Cuartel cuarto, Mariano Matamoros, Mariano Abasolo, Juan
Aldama, Rivas y Muñiz (a esta última calle el Ayuntamiento de Ario
de Rosales le sustituyó en 1955 el nombre de Muñiz por el de
Guadalupe la Chinaca, célebre guerrillera nativa del lugar a quien
aludimos en el Capítulo VIII).
Al norte de la población se hallaba la calzada de Canintzio,
entonces único paseo en Ario y punto de comunicación con el barrio
del mismo nombre. La calzada estaba formada por una serie paralela
de hermosos y corpulentos fresnos, plantados allí a principios del
siglo por unos colonos franceses que se avecindaron en Canintzio. La
amenidad de este lugar era muy interesante en cuanto a que desde él
se dominaba por completo el extenso valle de Nuevo Urecho, el cual
se enlaza con el de Taretan, para ir a terminar en las escarpadas faldas
orientales del majestuoso Pico de Tancítaro.
El conjunto de diversos coloridos que le daban los variados
cañaverales, los plantíos de arroz y café, con el verdinegro de los
platanales y el de otras muchas plantas que forman la abundancia de
la agricultura en Michoacán, hacía más interesante y admirable su
perspectiva. A esto hay que agregar el sorprendente golpe de vista que
se completa, por la triple cadena de montañas y caprichosos picos que
se destacan tras el anchuroso horizonte del Pico ya citado.
La calzada de Canintzio fue construida bajo la dirección del
ingeniero García Jasso, quien después de múltiples trabajos pudo
presenciar su estreno el 5 de mayo de 1879.
En esta misma época se instalaron en Ario dos molinos de trigo,
aprovechándose como fuerza motriz el agua del río que viene de
Tunácuaro.
Si bien, desde 1870 había un servicio esporádico de diligencias
entre Morelia, Pátzcuaro y Ario de Rosales, fue hasta 1883 durante el
gobierno de don Pudenciano Dorantes, cuando la Empresa General de
Diligencias de México formalizó los arreglos, estableciendo una línea
regular entre Morelia y Ario. La mejora pudo realizarse por el
entusiasmo del vecindario y el interés que pusieron en ello el
diputado por ese distrito, licenciado Carlos González Urueña, y el
escritor Juan Medal.

239
PABLO G. MACÍAS

LAS COMUNICACIONES

El Presidente Lerdo, acosado por la rebelión de los "cristeros" (sujetos


fanáticos azuzados por el clero) y las ambiciones políticas del caudillo
de Tuxtepec, apenas pudo atender a lo más indispensable, y entre esto
estaban las comunicaciones, como se esbozó al principio. A él le tocó
inaugurar el tramo del Ferrocarril Mexicano entre México y Veracruz,
el primero de enero de 1873, con un costo de $12.573,695.92 para una
línea de 510 kilómetros,116 y las líneas telegráficas a diferentes
ciudades de la República. Ario quedó entonces incorporado a este
sistema, prolongándose a aquel lugar la línea de Pátzcuaro (esta
población contaba con oficina telegráfica desde 1854).117
La inauguración del telégrafo en Ario de Rosales, que tuvo lugar a
fines de julio de 1873, nos permite conocer datos importantes sobre
costumbres y cultura en los pueblos michoacanos. Vieja crónica de
este suceso, casi perdida para siempre a no haber caído en manos
amorosas que la rescataron —cuya copia poseemos por gentileza de
nuestro apreciable amigo el bibliófilo Javier Arreola Cortés, director
de la Biblioteca Universitaria de Morelia— es fuente rica de
conocimientos sobre la vida michoacana en el último tercio del siglo
pasado.
Contiene, como los lectores verán por la transcripción que
hacemos de sus partes principales, retratos de personajes del mundo
político y social de aquel tiempo, empezando por el gobernador del
Estado, licenciado Rafael Carrillo; su secretario de gobierno don
Aristeo Mercado; los maestros nicolaitas Ángel Padilla y Luis
González Gutiérrez y los poetas de moda Vicente Moreno y Gil Blas,
seudónimo este último que oculta al verdadero autor de la crónica que
no nos fue posible descubrir, pero que se trata de un pariente —como
él mismo lo declara— del que años después fuera por veinte años
Gobernador del Estado, don Aristeo Mercado.

116 México, Historia de su evolución constructiva. t. III, p. 136. Distribuidora


editorial "Libro, S. A. de R. L.". México, 1945.
117 Pablo G. Macías. Pátzcuaro. Monografías municipales. Ediciones del

gobierno del Estado. México, 1978.

240
ARIO DE ROSALES

En estilo romántico, cargado de adjetivos, acorde con la literatura


provinciana del siglo pasado, describe Gil Blas los paisajes que vio,
unas veces a caballo y otras a bordo de antañona diligencia, a lo largo
del trayecto de Morelia a Ario de Rosales; la ceremonia cívica al ser
inaugurado el telégrafo; los bailes en Ario y Pátzcuaro; la recepción en
Santa Clara del Cobre; la belleza de las mujeres; las poesías en boga;
el regocijo del pueblo que no conocía acaso ni en retrato a sus
mandatarios, y en cuya ocasión al verlos tan de cerca desafiar los
aguaceros que en tales días caían sobre la comarca, parecíale un
milagro.
Pero dejemos que el propio Gil Blas haga su relato, por otros
títulos veraz, curioso y humano, que nos hace sentir espectadores de
aquellos acontecimientos. A algunos les parecerá monótono y cursi.
Sin embargo, pese a la mucha hojarasca que contiene, nadie puede
negar que es, por muchos motivos, un documento de inestimable
valor histórico. Dice así:

A CABALLO Y EN DILIGENCIA RUMBO A ARIO DE ROSALES

Eran las seis de la mañana del día diez y nueve de este mes (Julio de
1873). El sol no había podido romper las espesas nubes que vagaban
por el firmamento y éste, nebuloso y triste, presagiaba un día de
lluvia. A esta hora, una diligencia seguida de una pequeña escolta
salía de la ciudad de Morelia y marchaba lentamente por la calzada
que conduce al pintoresco pueblecito de Santa María. La falta de
aparato y la modestia del carruaje no nos indicaría quiénes eran los
viajeros, a no saber a ciencia cierta que el que caminaba así, sin fausto
y sencillamente, era nada menos que el jefe constitucional de uno de
los Estados más poderosos de la confederación mexicana, que iba a
inaugurar la línea telegráfica que acababa de prolongarse de
Pátzcuaro hasta la villa de Ario de Rosales. Dentro del coche
acompañaban al Gobernador su secretario Aristeo Mercado, el
inteligente y apreciable diputado Ángel Padilla, el popular y correcto
poeta Vicente Moreno y la humilde persona del que escribe estas
líneas. El ilustrado y simpático Luis González Gutiérrez había
preferido hacer el camino a caballo y conversaba con el joven
Ponciano Paz, que era el oficial que mandaba la escolta. Antonio

241
PABLO G. MACÍAS

Treviño, comerciante conocidísimo en el Estado y vecino de los más


notables del floreciente y encantador distrito de Uruapan, formaba
accidentalmente parte de la caravana, y sus chistes, que vertía a
raudales y con la mayor finura, fueron una de las distracciones más
agradables de los viajeros; y más de una vez de Pátzcuaro a Ario y al
regreso, se echó de menos su sal epigramática y sus rasgos de
agudeza.
Almorzamos alegremente en la hacienda de "Coapa" y después
pasamos por varios pueblos que están en el tránsito, sin que éstos
supieran de antemano, que su primer magistrado pasaba en aquel
momento por sus poblaciones; el ciudadano Gobernador, hombre de
gustos sencillos y de hábitos completamente republicanos, había
preferido que no se tuviera conocimiento de su viaje, para evitar las
recepciones oficiales.
Llegamos a Pátzcuaro a las cuatro y media de la tarde y la
pequeña fuerza del Distrito, a la entrada, se unió a la escolta federal.
Algunas personas salieron a recibir al Gobernador, entre ellos el Sr. D.
Vicente Gómez, el prefecto D. Jesús Ocampo y la comisión que venía
desde Ario, compuesta de los señores D. Joaquín Oseguera, D.
Perfecto Luviano y D. Norberto Salgado. El ciudadano Gobernador
con parte de su comitiva, se alojó en la casa del administrador de
rentas D. Vicente A. Ojeda, donde una magnífica música, de que
tendré ocasión de hablar más adelante, estuvo ejecutando hasta las
ocho de la noche, diferentes piezas con una maestría que mereció los
elogios de todos los que las escucharon. El ayuntamiento y muchos
vecinos de Pátzcuaro felicitaron al ciudadano Gobernador por su
llegada, y a la mañana siguiente seguimos nuestro camino. El mal
estado de la vía nos presagiaba que tendríamos que bajar
frecuentemente de la diligencia para hacerlo a caballo y efectivamente
de Santa Clara a Ario, el Gobernador y todos los que le acompañaban
montaron por un corto espacio en las cabalgaduras que iban
dispuestas para aquel caso y había quien dudara pudiese llegar la
diligencia hasta la villa a donde nos dirigíamos. Como a las diez de la
mañana estábamos a las puertas de Santa Clara, población de las más
risueñas, alegres y bellas que hemos visto. Nunca olvidaremos la
manera cordial y franca con que fuimos recibidos. Una multitud de
jinetes salieron a nuestro encuentro, las calles estaban

242
ARIO DE ROSALES

completamente llenas por un inmenso gentío, el mayor entusiasmo


reinaba por todas partes, las músicas tocaban alegres sonatas y la
multitud prorrumpía en vivas, apiñándose alrededor del carruaje,
dando al ciudadano Gobernador muestra de profundo respeto y
cariño.
En la casa del Sr. D. Wenceslao Vargas se había preparado una
excelente comida, que se sirvió con la mayor delicadeza y prontitud,
quedando sumamente complacidos el Gobernador y los de su
comitiva, del trato fino y amable de los vecinos de Santa Clara. Allí
tuvimos el gusto de conocer a los señores D. Francisco Ortega, a D.
Faustino y D. Mateo Molina, a D. Simón Tellitud, a D. Vicente Ortiz, a
D. José Castrejón, a D. Pedro Morales, a D. Jesús García Tinajero y
otros individuos, todos hombres sencillos, de corazones rectos y
puros, sinceros, patriotas y que se esmeraron en demostrar su afecto y
respeto por el primer magistrado de Michoacán. Durante la comida
presidió la mayor cordialidad y alegría. Vicente Moreno, chispeante,
elocuente, pronunció soto voce algunos brindis y el Sr. D. Jesús
García Tinajero habló en nombre de la población felicitando al
gobierno del Estado por la acertada marcha de su política y por las
mejoras materiales que con infatigable celo procuraba introducir,
siendo una prueba de ello, la calzada de Cuitzeo y la línea telegráfica
que se iba a inaugurar. El Gobernador dio las gracias con una
elocuencia verdaderamente arrebatadora, que estamos ciertos le ha
granjeado para siempre el afecto de todos los que le escucharon. Muy
a pesar nuestro y resistiendo a las instancias que se nos hacían para
pasar la noche en medio de aquel pueblo entusiasta y ya querido,
tuvimos, que seguir adelante pues se nos esperaba en Ario; pero no se
nos dejó ir sin la formal promesa que hizo el Gobernador de que a su
vuelta tendría el placer de pernoctar en Santa Clara. Muchos de los
vecinos nos acompañaron hasta una larga distancia, y el tema de las
conversaciones dentro de la diligencia, fue la amabilidad, franqueza y
cariños con que habíamos sido recibidos en la población que
dejábamos tras de nosotros. ¡Qué espectáculos tan grandiosos y
sublimes contemplábamos absortos desde las ventanillas del carruaje
en que íbamos! Cuántos recuerdos no me traían a la memoria
aquellos valles inmensos y verdes, aquellos horizontes sin fin,
aquellos abismos, sobre los que rodaba la pesada diligencia, y que

243
PABLO G. MACÍAS

causaban vértigo a la vista. ¡Qué de prodigios no podría realizar el


hombre en esta tierra fértil y afortunada! A la sombra de la paz, el
silbo agudo de la locomotora resonará en estas montañas y el eco lo
repetirá como el canto del progreso y de la civilización: ahora ya el
pensamiento puede cruzar con la velocidad del relámpago por en
medio de estas selvas y estos montes, y un gobierno benéfico con el
concurso de los pueblos, podrá realizar a fuerza de trabajo, paciencia
y moralidad otra multitud de mejoras que traerán la prosperidad y la
dicha para esta desgraciada pero heroica patria de Morelos y de
Ocampo.
Nos acercábamos a Ario, Vicente Moreno sintió brotar en su
corazón, los recuerdos más dulces para el hombre; estaba en la
bendita tierra donde se meciera su cuna, veía las sombras de sus
parientes y amigos muertos, iba a estrechar la mano de muchos de los
compañeros de su infancia, a visitar los lugares en que lleno de
ilusiones había cortado las primeras rosas de la fresca corona del
ángel de la juventud, y conmovido, rebosando de sentimiento, salió
del carruaje, montó en su caballo y juntándose con una multitud de
individuos que salían en briosos corceles a recibirnos se dirigió al
galope, para saludar a su querida patria, que hacía ya muchos años
que no veía. Alguna vez se acercaba a nosotros: ¡Aquí estoy! decía,
refiriéndose a las palabras de unos versos suyos y otros míos que
principian así: ¡aquí estoy! —"Gil Blas, dime, hay algo más grande,
más tierno, más dulce, más sublime que respirar en el valle querido
de nuestra infancia, que contemplar desde lejos la población donde
hemos crecido, donde hemos soñado, amado y gozado, porque esa
que tú ves es mi tierra, mi querida tierra" y se alejaba de nuevo de la
ventanilla del carruaje donde me asomaba, e iba a confundirse entre
sus amigos y camaradas, riendo, casi llorando, loco de contento. Luis
González Gutiérrez no estaba menos emocionado; su carácter se
presta menos para esas expansiones de Vicente, pero en su fisonomía
seria y bondadosa se adivinaba un goce interior, tanto más fuerte
cuanto más reconcentrado era; se sabe el gran cariño que este
ilustrado amigo nuestro, profesa a todos y cada uno de los habitantes
de Ario de Rosales, donde se le corresponde con un afecto igual y
profundo.

244
ARIO DE ROSALES

A eso de las seis de la tarde divisamos por fin a Ario. Qué airoso y
esbelto se tiende a los pies de las elevadas montañas que le circundan:
la población entera, esperaba la llegada del Gobernador, los cohetes
atronaban el espacio, y vivas y estrepitosas aclamaciones resonaban
por todas partes, las músicas nos precedían y las calles se
encontraban adornadas con cortinas y arcos de flores, algunos globos
ascendían por los aires y los víctores y los aplausos nos acompañaron
hasta la elegante casa en que se debían hospedar el Gobernador y su
comitiva. La plaza hervía rebosando de gente y el entusiasmo y el
júbilo eran indecibles. El Gobernador parecía conmovido ante
semejante espectáculo, y si alguna vez ha estado satisfecho de haber
cumplido fielmente con su encargo y de haber procurado el bien de
los pueblos que gobierna, era sin duda en aquel en que recibía tantas
muestras de respetuoso y leal cariño.
La casa de los señores Alcázar, que se levanta en uno de los
ángulos de la plaza, era la designada para habitación de los viajeros:
perfecta y elegantemente amueblada, reúne el lujo de las ciudades y la
amplitud y comodidad de las casas de campo. Del salón de
recibimiento, hermoso y extenso, se pasa a un gran mirador desde
donde se puede contemplar la plaza y muchas de las calles de la villa,
perdiéndose la vista en los montes que cierran a lo lejos el horizonte.
El ayuntamiento se presentó a felicitar al ciudadano Gobernador
presidido por el simpático Antonio María Fernández y otros muchos
vecinos expresaron al Sr. Carrillo el placer con que era recibido, y éste
tuvo para todos palabras de aprecio y finura que le aseguraron luego
la simpatía que le profesaban desde antes de conocerle
personalmente.
En la plaza hasta muy entrada la noche, las músicas tocaron
escogidas piezas, cuyas armonías llegaban a nosotros entre los gritos
de vivas a la república, a la paz y al gobernador, en que prorrumpía,
de tiempo en tiempo, aquel pueblo entusiasta y patriota.
El joven Benjamín Alcázar y el apreciable José María Torres eran
las personas en comisión para acompañar a los huéspedes, y no
podemos menos de tributarles aquí, un elogio, por la eficacia y
cortesía con que supieron cumplir con su encargo: estos amables
ciudadanos, después de conducirnos a las habitaciones que nos

245
PABLO G. MACÍAS

habían preparado, se retiraron, y todos se dispusieron a descansar de


las fatigas del viaje.
Había llegado la media noche, poco a poco se fue apagando el
rumor que levantaba el alegre pueblo que semejante a las olas del mar
llenaba la plaza, las luces morían, los sones de la orquesta ya no
resonaban, y todo entraba bajo el imperio de un profundo y
majestuoso silencio, interrumpido a veces por el ruido triste y
monótono de la lluvia. Yo, de pie, apoyado en el barandal del mirador,
dirigía mis miradas a la oscuridad como interrogándola, los vientos
me traían los aromas desprendidos de los bosques cercanos, algún
pájaro de cuando en cuando cantaba a lo lejos, y aquella soledad,
aquella atmósfera, fría y húmeda que me rodeaba, aquel cielo
nebuloso y oscuro sobre mi cabeza y aquella población, dormida
entonces a mis pies y que hacía tan poco había visto alegre y animada;
todo aquello en fin, era dulce a mi alma y grato a mi corazón. La
noche lóbrega oyó esta vez, como otras muchas, las confidencias
íntimas de un alma melancólica, y en medio de aquel silencio y
oscuridad tuve una luz y un testigo: Dios.

TELEGRAMAS AL PRESIDENTE LERDO Y A LA LEGISLATURA ESTATAL

La mañana, me sorprendió en el mirador, entregado a mí mismo, en


esos sueños en que dejo vagar mi espíritu por regiones
completamente desconocidas, y a la dulce claridad del alba, velada
por un sutil velo de nubes transparentes, pude contemplar, el
hermoso panorama que presentaba la pintoresca villa. En la
naturaleza todo es hermoso, y el despertar de una población tiene
siempre un misterioso encanto para el que ha pasado la noche en el
insomnio y en la meditación: placíame ver aquella plaza
perfectamente empedrada, circundada de portales; divisar los techos
de teja colorada semejantes a nidos de palomas, las largas calles que
iban a perderse en las faldas de los vecinos montes y oía con un
estremecimiento indefinible, todos esos ruidos armoniosos que al
amanecer, forman un himno en que parece que la naturaleza entera,
rinde al Creador un homenaje de reconocimiento y adoración.

246
ARIO DE ROSALES

Parecióme hermoso Ario: me creí por un momento transportado


a la tierra de mis ensueños, allí donde he visto el rayo del sol penetrar
tímida y trabajosamente por entre el sombrío ramaje, e irse a perder
como una lágrima de dorado fuego en las profundidades de un río
caudaloso, que despeñándose sobre un lecho de brillante púrpura, va
llenando el espacio con su poderosa voz remedando al trueno en los
días de tempestad. Por donde quiera descubría paisajes risueños y
encantadores, y hasta la espesa bruma, que llenaba una parte del
cuadro que tenía ante mis ojos, fingía a mi mente, las formas
vaporosas de las sílfides de la mañana, que traían en las blancas
manos, guirnaldas con los colores del iris para colocarlas en la frente
del astro esplendoroso, que da vida y calor al universo.
Ario, es uno delos pueblos más ricos de Michoacán, allí produce
la fecunda tierra el añil, cuyo azul compite con las ondas cerúleas de
los lagos, el arroz, blanco como la leche, el rubio trigo, el dorado maíz,
la caña de sabroso jugo, el café que es la bebida clásica del día, frutas
de todas clases, desde la roja manzana hasta la chirimoya dulce y
olorosa, es abundante en ganados y allí se funde el cobre que se trae
de Opopeo, Inguarán y Churumuco, se curten pieles las más variadas
y finas, y sus quesos son sabrosísimos y convidan al paladar con su
grato olor y blancura.
Hasta ahora los gobiernos no han sabido ni han podido explotar,
impartiendo su auxilio a los pueblos, estas tierras vírgenes, que
abundan en riqueza y cuyo elemento principal es la agricultura, pero
gracias a la paz, de que empezamos a disfrutar, y que es la fuente y la
base de la grandeza y prosperidad de las naciones, se principia ya a
sentir deseos de un mejoramiento material, que es de muy buen
agüero: la línea telegráfica, que une a la población de que hablamos,
no sólo con toda la república, sino también con la mayor parte del
mundo civilizado, será fecunda en bienes para tan rica comarca. El
ejecutivo del Estado, haciendo a un lado muchos de sus actos, en que
ha probado exquisito tacto político, su patriotismo y naturaleza, que
una sola de ellas, bastaría, para honrar toda una administración
constitucional: hablamos de la apertura del puerto de Maruata, de la
calzada de la laguna de Cuitzeo, y de su constante y eficaz trabajo por
establecer líneas telegráficas, en los pueblos más importantes de
Michoacán. Seguramente el vecindario de la villa de Ario de Rosales

247
PABLO G. MACÍAS

piensa como yo, pues, ha celebrado la inauguración del telégrafo con


tal entusiasmo y obsequiado tan espontáneamente al Gobernador y a
los que le acompañaban, que sus fiestas le honran, como honran
también al gobierno, que ha recibido tantas y tan repetidas muestras,
de que se saben apreciar sus afanes e intenciones benéficas, y se
comprende que si no hace más, es porque absolutamente no se puede,
en vista de las circunstancias aflictivas que lo rodean.
A las once del día, se dirigió el Gobernador, con las autoridades y
vecinos de Ario, las personas que le acompañaban desde la capital y
seguido de la fuerza de infantería del Distrito y del piquete del 11º de
caballería de la federación que le servía de escolta, al portal donde se
ha establecido la oficina telegráfica, y que estaba convenientemente
adornado y preparado, para la solemnidad que iba a tener lugar. Las
músicas llenaban los aires y el gozo se pintaba en todos los
semblantes. El Sr. D. José M. Torres, después de una descarga que
hizo la infantería, fue el primero que subió a la tribuna; en seguida de
este señor hizo uso de la palabra el joven Cesáreo Galván, que probó
su buena memoria pronunciando un largo discurso. Jesús García
Tinajero pronunció también una alocución, y los oradores estuvieron
muy felices, pues sus palabras se encaminaban a celebrar el fausto
acontecimiento que nos reunía, brillando en todas las alocuciones, esa
elocuencia irresistible que brota de corazones a quienes inspira el
entusiasmo.
En el discurso del joven Galván, había frases que refiriéndose al
mal estado de la instrucción primaria de la villa, parecieron poco
oportunas en aquellos momentos de júbilo general; el ciudadano
Gobernador, con esa bondad que le es característica y con esa
facilidad sencilla y elocuente de que ha dado tantas pruebas,
pronunció una sentida alocución, prometiendo en ella, que no sería
estéril para los niños de las escuelas, su visita al Distrito de Ario de
Rosales.
Todos esperaban que Vicente Moreno dijera algo, y
efectivamente, no era posible que el vate, hijo de Ario, no llevara su
contingente de ideas para celebrar, el primero, el adelanto de su país
natal: inspira tanto la patria a los corazones generosos, es tan bello
sentirse amado y amar la tierra en que nacimos, que su silencio no
habría tenido disculpa. Advirtiendo, entonces Vicente, que todos

248
ARIO DE ROSALES

deseaban escucharle, sube a la tribuna y lee un bellísimo soneto que


delante de mí, hacía muy poco acababa de improvisar. No podía
escoger pensamiento más elevado y propio para el caso; en sus versos
pide que cese la discordia que en materias políticas divide los ánimos
de sus paisanos, y lo hace con esa poesía, naturalidad y talento que le
han conquistado tan buen nombre entre nosotros.
He aquí el soneto:

¡No lo puedo ocultar!... Porque me aterra


El porvenir de mi nativo suelo,
Hoy levanto mi voz, pidiendo al cielo
Dicha y prosperidad para mi tierra.

Que aquí se apague la intestina guerra,


Sobre todo rencor echando un velo,
Es ciudadanos, mi ferviente anhelo,
La más grande ambición que mi alma encierra.

Quiero que unidos con estrecho lazo


Eternamente Michoacán os vea,
Y que un sincero, fraternal abrazo

Prenda de paz entre vosotros sea:


Uníos, pues, y celebrad con eso
Esta fiesta, la fiesta del progreso.

Estrepitosos aplausos resonaron cuando acabó Vicente Moreno de


leer sus versos, y restablecido el silencio, el secretario de gobierno
Aristeo Mercado, dio lectura a los telegramas que acababa de dirigir el
Gobernador al Presidente de la República, al Ministerio de Fomento y
a la Legislatura del Estado, participándoles la inauguración de la línea
telegráfica de Ario. Los telegramas decían:
"C. Presidente de la República: con la protección que usted se
digna dispensar a Michoacán, se acaba de establecer la nueva vía de
comunicación telegráfica que une al Estado directamente con la
capital de la República.

249
PABLO G. MACÍAS

"La línea particular del gobierno de Michoacán, se ha prolongado


de Pátzcuaro a esta población, y a su apertura solemne he venido de
Morelia.
"Doy a Ud. las más expresivas gracias, a nombre de este Estado,
por el establecimiento de aquella línea telegráfica, y tengo la honra de
poner a la disposición de ese supremo gobierno el tramo de Pátzcuaro
a esta villa, que con el mayor entusiasmo de sus patriotas vecinos, se
inaugura en este momento.- Rafael Carrillo".
"C. Ministro de Fomento.— La línea telegráfica de Michoacán se
ha prolongado de Pátzcuaro a esta villa y hoy se inaugura este tramo,
lo que con satisfacción tengo la honra de participar a Ud. para
conocimiento del supremo gobierno.— Rafael Carrillo".
"C. Presidente de la Legislatura del Estado. Morelia.— La
Legislatura acordó la prolongación de la línea telegráfica del Estado
hasta Ario, y los vecinos de este lugar contribuyeron eficazmente a
que se llevara a cabo ese acuerdo.
"En este momento se inaugura la línea y por ello tengo la honra
de dirigir a la Cámara mis cordiales felicitaciones.— Rafael Carrillo".
Las contestaciones del Presidente y del secretario de Fomento y
de la Legislatura, se recibieron en la tarde, y anduvieron de mano en
mano, pues todos querían convencerse de que era ya una realidad lo
que tanto habían deseado. Estas contestaciones son como siguen:
"C. Gobernador, Rafael Carrillo.
"Reciba Ud. mis cordiales felicitaciones por la inauguración de la
nueva línea telegráfica, y mis fervientes votos por la prosperidad de
ese Estado. Estimo y agradezco a Ud. mucho, los benévolos
sentimientos que se ha servido expresarme en su telegrama.— S.
Lerdo de Tejada".
"C. Gobernador del Estado. Ha sido muy grato para el Presidente
el acontecimiento del telegrama de hoy, en que participa a este
ministerio la inauguración del telégrafo de Pátzcuaro a esa villa y por
cuyo acontecimiento saludo a Ud. cordialmente.— Balcárcel".
"C. Gobernador del Estado. Al empeño del gobierno, no menos
que a la eficaz cooperación de los patriotas vecinos de Ario, se debe
que esta Villa se encuentre unida por el alambre telegráfico a la
capital del Estado.
"Mil parabienes por tan importante mejora.

250
ARIO DE ROSALES

"Mañana pondré en conocimiento del Congreso el contenido del


telegrama de Ud. y no dudo que aquel respetable cuerpo aplaudirá el
acontecimiento a que se refiere.— M. Meza".
"Telegrama depositado en Morelia el 22 de Julio de 1873 y
recibido en Ario el 22 del mismo a las 6 y 45 minutos de la tarde.
"C. Gobernador. La Legislatura, a la que se dio cuenta con la
felicitación de Ud. fecha de ayer, acordó que los que suscriben
felicitasen a Ud. a nombre de la misma, por la inauguración de una
mejora que contribuye a estrechar las relaciones de la capital, a uno
de los más importantes Distritos del Estado. Se congratula de que los
patriotas vecinos de ese municipio cooperando a la extensión de la
línea telegráfica hayan estimulado con su conducta a las demás
poblaciones de Michoacán. Rafael García, diputado secretario. Juan
B. Rubio, diputado pro secretario".
Después de las felicitaciones oficiales, nuestros poetas Gabino
Ortiz y Vicente Moreno se cambiaron los telegramas en verso que
insertamos en seguida:

"Sr. Lic. Gabino Ortiz. Morelia.


Con la más pura alegría
Esta Villa, y no te asombre,
Te saluda en este día,
Bardo de inmortal renombre,
Gloria de la patria mía.
V. Moreno.

"Sr. D. Vicente Moreno. Ario.


De Mors, genio extraordinario,
El maravilloso invento
Conduzca esta vez mi acento
A la noble villa de Ario.

Vicente, con tu laúd


De dulcísima armonía,
Di por mí en tan grato día
A tus paisanos ¡Salud!
G. Ortiz.

251
PABLO G. MACÍAS

Hubo una coincidencia que debe mencionarse: este mismo día se


inauguraba la línea telegráfica, que une más directamente a la capital
del Estado con la de la República, y el ayuntamiento y diputación de
minería de Tlalpujahua felicitaron al Ejecutivo de Michoacán con tan
plausible motivo.

LOS ARIENSES DESBORDAN SU ALEGRÍA. BANQUETES Y BRINDIS

Aunque nuestras comidas diarias, fueron verdaderos banquetes, pues


asistían a ellas de noche y día, un número considerable de apreciables
individuos, y no faltaba nunca todo aquello que constituye la mesa
clásica de nuestra época, merece especial mención, la convivialidad
que concluida la ceremonia de la inauguración, nos esperaba, en la
casa donde nos alojábamos y que fue, sin disputa, la mejor y más
agradable de que gozamos durante nuestra corta permanencia en
Ario.
A eso de la una y media, principió el banquete, al que
concurrieron como sesenta personas. Estaba allí lo más selecto de la
población, y algunos que por inconvenientes del momento no
pudieron asistir, llegaron después a tomar parte en él, reinando la
más franca cordialidad y la alegría más expansiva. Allí tuve el gusto de
estrechar muchas manos leales, de allí datan para mí, amistades, que
aunque nuevas, durarán siempre y conocí entre otras personas
apreciabilísimas a D. Lucas Román, doctor en medicina, a D. Víctor
Marroquín, a D. Martín Vargas Román, a los comerciantes españoles
D. José María Marturet y D. Domingo Narvarte, a D. Antonio María
Fernández, presidente del ayuntamiento, a D. José Ma. Torres,
regidor, al administrador de rentas D. Ignacio Gómez, al juez de letras
José Dolores del Río, al joven prefecto del distrito Andrés Villegas
Rendón, al honrado comerciante Joaquín Oseguera, a D. Francisco
Reyes, a D. Cosme Portillo, médico ilustrado y corresponsal del "Eco"
periódico de México, de que he sido redactor, razón por que nos
conocimos de antemano; a D. Bernardino Macías, secretario del
ayuntamiento, a D. José Brambila, a D. Antonio Carrillo, a D. Luis
Pita, al joven Francisco Solchaga, que estaba allí de paso, a D.

252
ARIO DE ROSALES

Benjamín Alcázar, a D. Perfecto Luviano y a muchos individuos, cuyos


nombres no apunto, pero que no he olvidado ni olvidaré mientras lata
dentro de mi pecho un corazón agradecido.
Vicente Moreno improvisó dos o tres cuartetos dulces y sonoros,
que fueron muy aplaudidos; Luis González Gutiérrez, Antonio María
Fernández y yo, dijimos también algo, siendo acogido el brindis de
nuestro apreciable amigo Luis con las más vivas muestras de
entusiasmo. Después de nosotros, se sucedieron una multitud de
brindis sin interrupción, el entusiasmo se desbordaba en frases
elocuentes, no hubo sentimiento noble que no tuviera allí su
intérprete, se brindaba por la República, por el distrito de Ario, por la
paz y la libertad, por las instituciones, por el progreso, por el ejecutivo
federal, por el gobierno de Michoacán y por la amistad y la unión de
todos los hombres. Aquello fue una tempestad deshecha de afectos
puros, palpitaban electrizados y todos se amaban y querían como si
fueran individuos de una misma familia.
Antonio María Fernández, estaba en todas partes, adivinaba lo
que deseaba cada cual y hacía que se le sirviera en el acto, no se le
escapó palabra de las que se pronunciaron de un extremo a otro de la
mesa, y cuando menos se creía, tomaba parte en las conversaciones
animándolas más, y complaciendo a todos: no me extrañaba, pues,
que un hombre de genio tan franco, servicial y campechano, sea
querido y apreciado generalmente. Tuvo la deferencia de sentarse a
mi lado y entablamos una plática agradable, que él sazonaba con
chistes y epigramas inocentes, que me hacían reír de buen grado, por
mucho que sea mi carácter serio y triste.
—¡He! ¿Ve usted a aquél?
—El Sr. D. José María Castrejón.
El mismo. Acha mellada ¡es un pícaro!
—¡Pícaro! ¿Hombre, es posible?
—¡Vaya! Ha de saber Ud. que ha servido desinteresadamente a la
República en muchas ocasiones, por ejemplo en la revolución de
Ayutla; en aquel bendito tiempo de la acha y su santo filo, en que no
había cristiano que mandara cuatro soldados y un cabo, que no echara
la pelea, venía a Ario y ¿qué piensa Ud.? pues con sus chinacates se
nos metía bonitamente, y ni exigía préstamos, ni extorsionaba, por el
contrario, daba garantías, y cuanto pedía tanto pagaba; ¿ha visto Ud.

253
PABLO G. MACÍAS

pícaro mayor?, por eso le decíamos acha mellada, porque la suya sólo
tenía filo para los enemigos, ahora el maldito, tiene sus minitas de
cobre en Santa Clara, y mantiene un número considerable de
trabajadores con sus familias.
—¡Y por eso le llama Ud. pícaro!
—Precisamente: mire Ud. ese otro.
—El coronel Norberto Salgado.
—¡Bonito coronel! Peleó dale que dale contra la intervención y el
imperio, lo hirieron, y ni por esas; siguió firme, y sepa Ud. que ni
tiene ni busca empleo, ni ha hecho nunca ante el gobierno mérito de
sus servicios, sino que se está trabaja que trabaja con su comercio,
como si no hubiera tesorería.
—Vamos, le dije, a que de aquél si no tiene Ud. qué decir nada.
—¿De quién? ¿de ése? ¡Válgame! Si es el peor, Luis Pita,118
patriota si los hay, sorprendió en una ocasión un destacamento
imperial de los traidores, en Santa Clara: es agricultor, modesto y
honrado y si la patria peligrara de nuevo, estoy seguro que
abandonaría sus intereses por servirla…
Así, me fue hablando el presidente del ayuntamiento, de la mayor
parte de las personas presentes y seguimos nuestra conversación,
largo tiempo, entretanto que por toda la casa se iban dispersando los
convidados y se reunían en guerrillas de cuatro y cinco, entregándose
todos a las expansiones de la amistad y charlando agradablemente: ya
saboreaban el rico café, ya libaban el delicioso néctar que hizo célebre
a Baco en los anales del Olimpo: llegó la expansión, a tomar esa
fisonomía particular y característica de las reuniones en que culmina
la franqueza más completa, en que todos se sienten llenos de ternura
y se hacen unos a otros las confidencias más íntimas.
Francisco Solchaga, el coronel Salgado, el juez de letras y algunos
otros formaban un grupo, en el que prodigaron todo género de
atenciones, y me hicieron brindar de nuevo: de buena gana
reproduciría lo mucho bueno que se dijo allí, y no lo malo que yo dije,
pero tengo poca memoria y no me atrevo a poner en boca de
individuos inteligentes, conceptos, que quizá rechazarían, por mi

No confundir a este Luis Pita con su homónimo, fusilado en Santa Clara


118

por el contraguerrillero José María Orozco.

254
ARIO DE ROSALES

torpeza al exponerlos, y como de lo mío soy el único responsable, no


tengo inconvenientes en manifestar, que poco más o menos, hablé en
estos términos:
"Cuando los pueblos se convencen de que la paz, es el don más
precioso, cuando disfrutando de ella van prácticamente adonde los
lleva, al goce pleno de las instituciones liberales y a la conquista de
mejoras materiales que producirán su engrandecimiento y bienestar,
entonces es seguro, indefectible, que falta poco para que lleguen a
constituirse sólidamente y para que alcancen todo género de
prosperidades; brindo, pues, por la paz, y porque el distrito de Ario se
levante como un solo hombre, cuando alguna sedición criminal quiera
perturbarla. Es necesario, que en todas las conciencias se graben estas
palabras: no hay guerra que sea buena ni paz que sea mala; las
revoluciones hoy, no se deben hacer con las armas en la mano, ni en
el terreno sangriento de los campos de batalla, sino en la prensa, en la
tribuna, en las ideas: Los abusos, las tiranías, todos los vicios y todas
las preocupaciones que nos han legado por herencia los tiempos que
fueron, están cayendo sin estrépito y sin esfuerzo, como viejos
edificios medio arruinados, hasta los mismos que se declaran
sostenedores de la noche y del pasado, aceptan en la práctica nuestras
teorías, porque el sol del siglo XIX penetra por todas partes y al través
de todas las oscuridades, ilumina a la humanidad con el fuego de la
idea, destruye lo imposible, hace ver no sólo a los ciegos, sino hasta
los que para no ver cierran los ojos, invade como un diluvio de un
extremo a otro la tierra, y es el vapor, el telégrafo, el libro: brindo,
pues, por la ilustración y el progreso, porque el distrito de Ario llegue
a levantarse al nivel de los pueblos más adelantados. Que se hagan
aquí, a un lado todos los intereses mezquinos, personales y de
partido, que acabe la esclavitud del odio, y se levante en todos los
corazones la aurora de la fraternidad, que se trabaje en la guerra santa
de la paz, que consiste en construir caminos, tender rieles, abrir el
seno fecundo de la tierra con el arado, excavar sus profundidades para
arrancarle sus tesoros, y tras de esta lucha vendrá la abundancia y la
riqueza: brindo, pues, porque con el telégrafo se inicie en este distrito
una nueva era, en que todos sean amigos, todos hermanos y no
tengan más que este pensamiento: la prosperidad y grandeza de Ario
de Rosales".

255
PABLO G. MACÍAS

La convivialidad se prolongó hasta después de las oraciones,


dejando recuerdos muy gratos en los pechos de todos los que
asistieron a ella.
Debo, aquí, pagar una deuda de gratitud a las muchas personas
que llevaron su bondad hasta el grado de brindar por el humilde Gil
Blas, llenándole de elogios que no merece, pero que obligan para
siempre el corazón sincero de quien fue objeto de semejante
distinción. En la primera página del libro sagrado de mi amistad,
guardo sus nombres que no borrará el olvido jamás; como tampoco
estos otros de mis compañeros de viaje Ángel Padilla, Luis González
Gutiérrez y Vicente Moreno; el profundo cariño y respeto que profeso
desde mi infancia al Gobernador y los lazos de parentesco que me
unen con el secretario de gobierno hacen innecesaria cualquiera
manifestación de mi parte respecto de uno y del otro.

ACTIVIDADES DEL GOBERNADOR

En la mañana del 22 felicitaron al ciudadano Gobernador, los


comisionados que para este objeto enviaron de Pueblo Nuevo, el
Carrizal y otros pueblos. En nombre del Carrizal habló el C. Luis
González Gutiérrez y por Pueblo Nuevo el C. Maclovio Alcázar;
también la comunidad de indígenas de Ario se presentó y todos
fueron perfectamente recibidos. El Gobernador, después de
informarse minuciosamente de las necesidades más apremiantes de
los pueblos, en cuyo nombre hablaban, les concedió todo aquello que
estuvo en su mano, contestando con tanta benevolencia y
demostrando tal interés por sus localidades, que seguramente los dejó
contentos y satisfechos.
Con la comisión de Pueblo Nuevo, vino la música de aquel lugar,
que es notable si se considera la falta absoluta de conocimiento de los
que la componen, y que me trajo a la memoria la de Paracho que goza
de una merecida fama en todo el Estado.
El Gobernador recorrió la población, estuvo en la iglesia
parroquial, visitó la cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento,
y donde todo triste ruido hace su habitación, como dice el inmortal
autor del Quijote. Después se encaminó a la escuela de niñas donde se

256
ARIO DE ROSALES

le esperaba. La niña Beatriz Cárdenas pronunció un pequeño discurso


y la profesora para mostrar el adelanto de sus discípulas, hizo leer a
tres de ellas, y enseñó varias colecciones de planas. Es de lamentarse
que para demostrar al gobierno el mal estado y pobreza del
establecimiento, la directora haya recurrido al arbitrio de hacer cierta
ostentación de miseria, que hirió profundamente a todos los que nos
encontrábamos presentes. Para conseguir su objeto, bastaba indicar
las necesidades urgentes del gobierno, y este que se precia de atender
especialmente a la instrucción pública, y conocidos como son los
nobles sentimientos del ejecutivo del Estado, habría, sin duda,
atendido la escuela hasta donde le hubiera sido posible. Conmovido el
Gobernador, habló usando un lenguaje tan tierno y dulce que arrancó
lágrimas a muchos de los circunstantes, y concluyó prometiendo que
las escuelas serían dotadas de los útiles necesarios para la enseñanza.
Todos esperaban la llegada de la noche, con impaciencia, pues
debía verificarse un baile, con que el vecindario iba a obsequiar al
Gobernador. Nunca he sido aficionado a este género de diversiones, la
música me entristece, habla a mi alma con un lenguaje tan claro y
perceptible que no me distraería por nada del mundo, ni perdería una
sola nota, por el placer de entregarme a una danza voluptuosa o a un
vertiginoso vals. No sin amargura veo discurrir por los salones las
fantásticas parejas de los que bailan, pero este placer doloroso, me
agrada como agrada al prisionero divisar tras los hierros de su
claraboya el rayo de sol que dora la pradera, y al pájaro, que libre,
goza de su libertad. Siempre en el fondo del cáliz cubierto de rosas
que ofrece la vida, está el veneno perfumado que produce la
embriaguez de un dolor cruel: por eso hay alegrías que dan miedo, y
hay penas que satisfacen. ¡Cuántas veces he querido detener el vuelo
del tiempo, conteniendo hasta el aliento, para no hacerle huir con
mayor rapidez, en momentos en que había cortado en el campo ruin
de mi juventud las pocas flores que me ha sido dado arrancar! ¡Ah con
qué estremecimiento dolorosísimo he sentido pasar las contadas
dichas de mi existencia, como el sonido de una música que se aleja
rápidamente hasta desvanecerse por completo!.
Llegó, por fin, la hora tan deseada y nos dirigimos a la casa de
Antonio María Fernández, donde se daba el baile. El salón
engalanado con banderas, y otros adornos e iluminado profusamente,

257
PABLO G. MACÍAS

presentaba un bello aspecto: le recorrí siguiendo al Gobernador, y


aunque es de grandes dimensiones estaba completamente lleno por
una escogida concurrencia. Brillaban por su gracia y belleza las
jóvenes Dominga Molina de Salgado, Marciana Brambila, Salomé
Salgado, Jacoba Patiño, Ignacia Macías de Luviano, Lucía Macías de
Brambila, Andrea del Río, Virginia Brambila de Torres, Francisca
Ledesma, Ramona Ledesma de Carrillo, Modesta Román, Amelia
Torres, Jesús Barajas, Petra Días, Jesús Díaz, Clara Salinas de Torres,
Manuel López de Rendón, Pomposa Linares, Jesús Toledo de
Jáuregui y Macedonia Báez de Alcázar.
A poco de la llegada del Gobernador, empezó la orquesta a
estremecer los corazones con sus armonías, y se dio principio al baile.
La animación fue creciendo por grados, hasta que el entusiasmo,
reprimido por el respeto debido al Gobernador hizo explosión,
cuando éste, recorrió la sala, dirigiendo a todos frases llenas de
bondad y tomando una parte más directa en la fiesta, ofrecía a las
señoras refrescos y vino. En un momento dado, se habían parado las
damas, con sus respectivos galanes, como a bailar cuadrillas y
entonces se condujo, con engaños al apreciable Luis González
Gutiérrez, a la cabeza del cuadro, y de improviso se le presentaron las
jóvenes Dominga Molina, Josefa Sandoval e Ignacia Macías, las que le
ofrecieron en medio de los más vivos aplausos un machete orejano.
Esa sorpresa le habían reservado a González Gutiérrez sus amigos, y
quisieron con ello probarle cuánto le estiman y quieren. Hubo en
aquello, algo de las ceremonias caballerescas de los tiempos, según
Pesado.

REGRESO A MORELIA. STA. CLARA DEL COBRE Y TURIRAN

Nada es más triste que caminar en un día de lluvia y la mañana del 24


no parecía prometernos uno de esos días que tan agradables son a los
viajeros. A las 6 entramos a la diligencia, contando con un nuevo
compañero, el Sr. D. Anastasio Armería, telegrafista, que por encargo
del gobierno había dirigido la construcción de la línea de Pátzcuaro a
Ario; una multitud de gente esperaba vernos partir y muchas
personas nos acompañaron hasta tres y cuatro leguas fuera de la villa.

258
ARIO DE ROSALES

Todos dejábamos pesarosos aquel lugar donde habíamos pasado tan


bellas horas y cuando tuvimos que bajar de la diligencia, que por el
estado del camino no podía pasar con nosotros dentro de ella, en la
falda de una loma desde donde se domina perfectamente a Ario,
tendido a los pies del altivo cerro de la Barra, Antonio María
Fernández me lo mostró con un rapto de orgullo muy justificado, pues
positivamente presentaba un paisaje soberbio, digno del pincel de un
esclarecido artista. Pronto perdimos tan hermosa perspectiva y dirigí
con todo mi corazón un ¡adiós! tierno y entusiasta a la querida
población que dejaba, y que quién sabe si no volveré a ver en mi vida.
El tiempo se descomponía más, y las nubes ocultaban de tal
manera el horizonte, que perdíamos los hermosísimos puntos de vista
de que hubiéramos disfrutado al estar el día claro y sereno: el camino
que no tenía este atractivo, en cambio estaba lleno de molestias y
hasta peligros; el resbalón de una mula en aquella tierra mojada y
blanda como una mantequilla, la falta de puentes, que obligó al
carruaje a vadear algunos arroyos formados con las lluvias; lo
empinado de las cuestas y otras cien circunstancias, podían hacer
volcar la diligencia y para evitarlo teníamos frecuentemente, como he
dicho, que bajar a tierra y caminar a pie pues a caballo habría sido
peor.
Habíamos dejado a un lado el rancho de Turiran, célebre porque
llegó hasta él el dictador Santa Anna, estando el general Ignacio
Comonfort en Ario, por julio de 1855. El Alteza había creído, que con
sólo el prestigio de su nombre huirían los que se habían levantado en
defensa de la libertad: y rodeado de ese fausto, de esa grandeza, de
ese aparato y pompa que le daba aire de príncipe soberano, llegó
hasta Turiran; descendió de su ligera y elegante carretela, llamó a sus
generales, a sus ayudantes y les dijo señalando la sierra y remedando
ridículamente a Napoleón: "Mañana derrotaré a Comonfort y no se os
olvide que acostumbro dormir en los campos de batalla". Y ese
hombre, parodia de César, semejante a Satoloque, que se creía rey o
más que rey, entró al humilde jacal de unas pobres gentes, que
quedaron arruinadas para toda su vida; y el aguilucho durmió aquella
vez en tan pobre habitación, soñando las águilas del imperio. A la
mañana siguiente, después de una horrorosa tempestad, que duró
toda la noche, sonaron los clarines y tambores, los briosos corceles

259
PABLO G. MACÍAS

relinchaban impacientes, las banderas se desplegaron, los generales


jefe y oficiales cubrieron su pecho con la esmaltada cruz de
Guadalupe, y el sol, hacía resplandecer fusiles, espadas, cañones y
bordados. Aparece el serenísimo inválido, suspéndense como por
encanto los murmullos y gritos, se toca marcha, se presentan armas y
a un gesto de aquel hombre, se inclina aquella orgullosa división,
como dobla el viento los maizales o el aquilón los árboles de un
bosque. Aquellas colinas y aquel valle habían presenciado esta escena,
habían visto al dictador caminar soberbio hacia Ario, seguido de
aquellos lujosos guerreros que parecían ir a una gran parada y no a
una batalla: llega la brillante tropa a la orilla de un pequeño río, que
sólo tiene corriente en tiempo de las lluvias: entonces Santa Anna,
manda hacer alto, se detiene, parece vacilar, palidece, y por fin… da
orden de retroceder diciendo: "Ese río trae mucha agua"… César ha
temblado delante del Rubicón. ¡César está perdido!; al otro lado de
ese río, que podía saltar hasta un niño! ¿qué le esperaba? Unos
cuantos hombres mal armados, pero ¡atrás!... esos hombres son el
pueblo, son la libertad: y ¡cosa singular! aquella muchedumbre de
sombreros montados, de entorchados, de fajas azules y verdes, de
plumajes de oro y cruces, aquel mundo resplandeciente, en cuyo
centro se extendía como cola de un pavo real, el manto cerúleo y
estrellado de D. Antonio López de Santa Anna, todo aquello, vino a
hundirse, a perderse en el fondo de un miserable arroyo que alguna
vez ha pugnado por ser río…
Llegamos a Santa Clara, a eso de las once, allí se respiraba una
atmósfera pura, propia de los países fríos y el aspecto de la naturaleza
es muy distinto, ya no se ven las producciones variadas de la Tierra
Caliente, pero en su lugar se recrea la vista en los corpulentos y
majestuosos árboles que cubren con su frondosidad aquel hermoso
suelo, donde parece reinar siempre la alegría y el contento. Pocas
poblaciones he visto de aspecto tan risueño como Santa Clara, sus
hermosas calles, sus casas, el carácter franco de sus habitantes, todo
parece convidar al regocijo, como si a sus puertas debiera uno
sacudir, con el polvo del camino, toda clase de penas. Describir las
demostraciones de júbilo con que fuimos recibidos estaría demás,
básteme decir que nos esperábamos, conociendo ya el carácter de los
de Santa Clara, ser perfectamente tratados y que la realidad superó a

260
ARIO DE ROSALES

nuestra esperanza. La mesa estuvo perfectamente servida, y


sabrosísimo todo aquello que se nos dio, hasta el grado, que hubo
quien no comía dos días después, porque todavía estaba lleno: aquí,
por supuesto que tampoco faltaron los brindis, y D. Antonio María
Fernández que vino con nosotros hasta Santa Clara, pronunció lo
menos media docena, pero tuvo quien le contestara, D. Francisco
Ortega, que me aseguraron nunca había estado tan comunicativo
como este día, pues es de genio grave y serio. Estuvimos posados en la
casa del apreciable D. Wenceslao Vargas, y tanto a él como a la muy
amable señora hermana suya, Doña Carmen Vargas, les debimos toda
clase de atenciones y finezas y nos obsequiaban, tanto estas dos
personas como los demás vecinos, con tal franqueza, con un aire tal
de naturalidad y brillando en sus rostros tanto placer al hacerlo, y
todo tan espontáneamente, que no hubo uno de los viajeros, desde el
Gobernador hasta el último de nosotros, que no creyéramos estar en
nuestras casas.
En la tarde, el Gobernador visitó las escuelas: la de niños está a
cargo del tantas veces mentado en esta revista Jesús García Tinajero,
y el Gobernador quedó muy satisfecho del adelanto de los alumnos;
hizo algunas preguntas sobre aritmética y gramática a Rafael
Saucedo, Adelaido Rodríguez y Antonio A. Argüello, y respondieron
muy bien; el establecimiento de niñas honra a su directora la
apreciable señora Concepción Alva, perfectamente aseado, brilla por
su orden y limpieza y positivamente daba gusto ver aquellos rostros
infantiles de pequeños querubines, frescos, amables, con la sonrisa en
los labios: todas aquellas hermosas niñas muy limpiecitas, llenas de
expedición, contestando sin turbarse. Merecen mencionarse por su
aptitud y aprovechamiento a las niñas Trinidad Juárez, Francisca
Saucedo, Dolores Pérez y Concepción Girón; tanto a estas niñas como
a los que tiene a su cargo el Sr. Tinajero, y cuyos nombres acabo de
citar, les ha mandado el gobierno premios, en recompensa de su
aplicación y adelanto, que no dudamos les servirán de estímulo, para
dedicarse con más empeño a sus tareas.
El día 25 volvimos a proseguir nuestra marcha y no sin un
verdadero sentimiento dejamos a Santa Clara: del carácter de los
vecinos de esta población, sincero, franco, cariñoso y tan ingenuo y
expansivo, como hospitalario, resulta que se les cobre a poco tiempo

261
PABLO G. MACÍAS

de tratarlos, un grande afecto y de que se les quiera como amigos


antiguos, como a hermanos.
Entre otros pueblos habían ido a felicitar al Gobernador los
indígenas de Opopeo, y caminando ya, íbamos todos absortos en la
belleza de la naturaleza y cuando menos lo esperábamos, nos sacó de
nuestra contemplación, el ver brotar de entre unas peñas, un par de
indios de aquel pueblo, que a toda orquesta ejecutaban en la guitarra
y en un violín, un son llamado el "Adiós"; y lo gracioso del caso fue,
que en el momento en que los amables músicos tocaban con todas sus
fuerzas y entusiasmados, principió a llover, y era de verse la
precipitación con que guardaban sus instrumentos debajo de los
sarapes. Sin otro incidente hicimos la jornada, que más que jornada
fue un agradable paseo. El Sr. Wenceslao Vargas, los simpáticos
hermanos Faustino y Mateo Molina y el Sr. Castrejón fueron
acompañándonos hasta Pátzcuaro, adonde llegamos al mediodía,
parando otra vez en la casa del Sr. administrador de rentas D. Vicente
A. Ojeda.
Por un olvido involuntario, no había mencionado de una manera
especial al coronel D. Jesús Ocampo, prefecto de Pátzcuaro, que es
una de las personas que me he alegrado conocer; estuvo en Ario en la
inauguración y volvió con nosotros.

BAILE EN PÁTZCUARO. ALMUERZO EN HUIRAMBA. COMIDA EN TIRIPITÍO

El Ayuntamiento se presentó a dar la bienvenida al jefe del Estado y


después, una comisión fue a invitarle, en nombre de la ciudad, para
que concurriera a un baile, que como he dicho, se preparaba en su
honor para aquella noche. Dio el Gobernador las gracias y prometió
asistir.

REMEMBRANZAS LITERARIAS. ¡MORELIA A LA VISTA!...

El 27 volvimos a emprender nuestro camino, que debía conducirnos,


por último, al fin del agradable viaje que habíamos hecho. Nos
despedimos con verdadero sentimiento de aquella población cortés y

262
ARIO DE ROSALES

galante, que se había mostrado tan obsequiosa y fina con el primer


jefe del Estado, y estrechamos por último las manos de algunos
nuevos amigos, entre los que nos honramos en contar al Sr. D.
Cipriano Mendoza y al Lic. D. J. M. Ojeda, que en nombre de su
apreciable hermano D. Vicente, enfermo, por desgracia, aquellos días,
se encargó de que no faltase nada a sus huéspedes, quedando éstos
sumamente agradecidos de la franca hospitalidad que recibieron.
El mayor atractivo de la expedición había consistido seguramente
en las conversaciones familiares entabladas por los viajeros: hablaban
de todo, mientras la diligencia corría por en medio de valles
esmaltados de flores, o subía trabajosamente cuestas empinadas, o
rodaba con lentitud partiendo inmensas moles de lodo formado por
las lluvias: aquí, se había dado una acción en tiempo de la primera
independencia, más allá era un punto célebre por una victoria, el otro
por una derrota, esta cañada recordaba los hechos de un salteador de
vida romancesca como la de los bandidos de la campiña de Roma,
aquella aldea la muerte de un distinguido patriota; porque como decía
muy bien el apreciable sujeto, de quien hicimos mención al principio
y que nos dejó en Pátzcuaro: "la geografía del país, se conoce
perfectamente gracias a las innumerables acciones de guerra que han
tenido lugar en su inmensa extensión".
La poesía, la novela, la pintura, tienen en estos sitios cuadros no
explotados, tradiciones, minas riquísimas de que se podría sacar
completo provecho; yo no puedo detenerme, ni mis fuerzas son para
tanto, además, camino muy de prisa y me contento con excitar a
nuestros poetas, escritores y artistas a que salgan del sueño que
parecen dormir y se dediquen a dar a conocer el tesoro de historia y
de poesía que encierra Michoacán. Platicábamos, pues, de ciencias
con Luis González Gutiérrez, que nos explicaba los fenómenos de la
luz y del sonido, con tanta elocuencia, con tanta claridad, usando un
lenguaje tan adecuado a las circunstancias, que eran verdaderas
lecciones, algunas veces, y con un estilo florido y vivo, y dando más
fuerza a su entonación, se elevaba, y le escuchamos con gusto y no
perdíamos una de sus palabras. La política también nos entretenía, el
Gobernador discurrió sobre las esperanzas fundadas que se tenían
para creer que la paz general de la república pronto sería un hecho,
sobre el grandioso porvenir a que estaba llamada la nación, si aquélla

263
PABLO G. MACÍAS

se consolidaba; habló de los esfuerzos que se hacían para dotar con un


hospital a Zamora, y del establecimiento de una escuela industrial en
Morelia, donde hubiera salas de asilo para los niños huérfanos; de la
protección e impulso que debían recibir el trabajo y las artes, y de
otras muchas ideas nobles y elevadas, que no dudamos podrán
llevarse a cabo, con la perseverancia, prudencia, tino y buena
administración del Sr. Carrillo.
Ángel Padilla y Aristeo Mercado, admiraban los paisajes del
camino, referían anécdotas, encomiaban la franqueza, cortesía y
amabilidad de los pueblos que habíamos recorrido, y con el primero,
algunas veces, entablé pláticas completamente íntimas, pues Padilla
me supo inspirar una confianza tal, que será la base de una amistad
duradera.
Vicente Moreno y yo charlábamos sobre literatura, recitábamos
poesías adecuadas a las circunstancias y al lugar por donde
pasábamos.
Naturalmente, las poesías de los vates mexicanos eran las que
más citábamos y entre todas las de nuestro querido e inspirado
Gabino Ortiz, y no olvidábamos las de Manuel Acuña, autor del drama
"El Pasado", joven poeta, poco conocido aun en los Estados de la
República, pero que está llamado a ocupar un lugar distinguidísimo
en nuestra literatura.
En tan amenas conversaciones pasábamos el tiempo, y
conversando así llegamos a Huiramba, pueblo hermoso que se tiende
indolentemente en la falda de una colina. El camino real pasa por la
parte de la población que llega a la cumbre de la eminencia, y allí nos
detuvimos a almorzar. Entramos a una tienda, en cuyo mostrador se
ostentaban orgullosas unas cuantas botellas, queso y pan; penetramos
enseguida a una pieza, que servía de trastienda, comedor y cocina:
este cuarto recibe luz por una puerta que da a un pequeño corral
donde graznaban algunos patos y ensordecía con sus pies una
inmensa familia de pollos; algunos gorriones, venían a robar granos
de maíz a las aves domésticas y se iban a colocar en las bardas del
corral; el sol penetraba por aquella puerta y caía como una mancha de
oro sobre el suelo negro y sin ladrillos de la habitación. En una mesa
formada de tablones mal unidos, teniendo por asientos unas vigas con
pretensiones de blancos, cerca del comal donde se preparaban las

264
ARIO DE ROSALES

tortillas que son tan sabrosas tomándolas calientes con el jocoque,


devoramos los platillos, poco delicados pero suculentos y agradables
que se nos pudieron ofrecer quedando tan satisfechos como si nos
hubieran servido el más opíparo banquete.
Inmediatamente seguimos adelante y a eso de las dos de la tarde,
llegamos a la hacienda de "Coapa", los propietarios habían dispuesto
una comida para el señor Gobernador y los que teníamos la honra de
acompañarle. De nuevo nos sentamos a la mesa; los que pudieron
comieron grandemente, pues se servían platos exquisitos y de gusto,
algunos no probaron bocado pues habían almorzado con tanto apetito
en Huiramba que su estómago se resistía a recibir más alimentos, por
delicados que éstos fuesen. Nos despedimos del amable
administrador, se le dieron las gracias más cordiales y volvimos al
pesado vehículo que siguió rodando lentamente hacia Tiripitío.
Llegamos a este pueblo a eso de las tres y media, era domingo y sin
embargo su plaza y calles estaban desiertas; un extranjero se habría
sorprendido al saber que esta población es una de las más antiguas de
Michoacán, y que fue llamada lugar del oro, ya por su riqueza pasada,
o ya porque existía en uno de sus templos, antes de la conquista, un
ídolo de ese precioso metal; y habría crecido su asombro al saber que
allí se fundó la primera universidad que hubo en todo el Nuevo
Mundo, debido a los afanes de Fr. Alonso de la Veracruz. Al pasar, se
divisan en pie todavía algunos lienzos del claustro, y lo pintoresco del
paisaje hace más triste aquel lugar; el viajero, no puede menos de
estremecerse al ver aquellas ruinas donde algún día se albergaron la
ciencia y la virtud.
Divisábamos ya el risueño paisaje que ofrece el hermoso pueblo
de Santa María, levantándose sobre la loma que tiene el mismo
nombre.
La luz se iba extinguiendo poco a poco, y ya daba su último beso a
la naturaleza que parecía prepararse tristemente a la hora del silencio,
del reposo y de la meditación, cuando de pronto, de todos los labios
salió este grito: ¡Morelia! y todas las miradas se clavaron en la
hermosa ciudad que iluminada por los postreros rayos del sol, parecía
levantarse como una deidad antigua ceñidas las sienes con una
aureola de fuego sagrado. ¡Allí estaba Morelia y todos los corazones se
estremecieron a impulsos del sentimiento, que inspira siempre el

265
PABLO G. MACÍAS

lugar querido, donde se ha mecido nuestra cuna, arrulladas al son de


los dulces cantares de las santas mujeres que fueron nuestras madres!
Allí estaba Morelia, la ciudad siete veces bendita, la que ha
resplandecido con todos los fulgores de la libertad en las luchas
terribles que ha sostenido la Nación contra la tiranía doméstica y
extranjera. ¡Ah! yo te veía tierra de Morelos, coronada de gloria,
brillando en tu noble y magnífica frente los laureles que tus hijos
conquistaron en sangrientas batallas, y los que también arrancaron en
los campos esplendentes de la poesía, de las artes y de la ciencia. ¡Con
qué podría compararte patria querida, si no encuentro bosques más
hermosos que los de tu calzada, si no hay santuario más digno de Dios
que tu majestuosa Catedral, si amo tus calles, tus templos, tus
palacios, tus casas, tus jardines, como una parte de mi propia
existencia, pues tu sagrado recuerdo me acompaña a todas partes!.
La diligencia bajó la colina, cruzó rápidamente el verde valle,
lleno de una multitud de personas que andaban de paseo, la calzada
retembló bajo los cascos de las mulas que arrastraban la diligencia, de
los caballos de la escolta y de varios jinetes que salían a nuestro
encuentro o que venían de pasear, y todos, callados con el silencio de
los momentos solemnes, y saltándosenos dentro del pecho el corazón,
entramos a Morelia, en el instante en que las sonoras campanas de la
Catedral daban las oraciones de la noche.
He concluido; como se habrá visto, me abstuve de dar noticias
geográficas y estadísticas, éstas no son propias del índole de una
revista y están en su lugar en las obras especiales que tratan de esas
materias. No he dejado de arrepentirme de haber aceptado un trabajo
muy superior a mis fuerzas, pero ya no hay remedio, y sé que estos
artículos debieron ser como un eco del gozo de los pueblos y retratos
de sus fiestas al conseguir la importante mejora del telégrafo; sé
también que yo no he sabido ser intérprete de sus sentimientos pero
espero que me valdrá, al menos, la buena voluntad y la prisa con que
los he escrito, en los momentos en que voy a dejar el suelo
queridísimo donde nací.
Réstame, pues, hacer un elogio aquí, porque lo merece, a la
escolta federal, que por su disciplina, orden y moralidad, se granjeó el
aprecio de las poblaciones en donde estuvimos, y dar a éstas las
gracias más expresivas en nombre del Sr. Gobernador y de todos y de

266
ARIO DE ROSALES

cada uno de los que con él participaron de ocho días de continuas


fiestas, en las que se apreciaba justamente lo bien combinadas y lo
agradable de ellas, como la espontaneidad y sincero cariño con que
fueron ofrecidas. Estén, pues seguros los dignos habitantes de Ario,
Santa Clara y Pátzcuaro, que los que hemos sido huéspedes, siempre
les conservaremos la gratitud sin límites debido a su cordial y
generoso comportamiento.

267
PABLO G. MACÍAS

CAPÍTULO X

EL PORFIRIATO
(1884-1911)

La vida en la República durante la "paz porfiriana". Ario de Rosales


prospera, pero lentamente. Ábrense Las Fábricas de Francia de
Tron Hermanos y una sucursal del Banco Nacional de México.
Placa conmemorativa donde nació el doctor Miguel Silva Macías.
Se levanta el primer Plano de la villa. Personalidades de esta época:
Francisco Darío de Alcázar, José Trinidad Guido, Pudenciana
Bocanegra de Medal, Victoriano Pimentel. Conspiradores en Ario:
Martín Castrejón y Luis Padilla. Puntos de reunión: la tienda de
Francisco Cano y la casa de Isabel Magaña. Encarcelamiento de
antirreeleccionistas. Los prefectos Bernardino Pita Mota y Rafael
Valencia. Manifestación popular en Morelia. Actitud viril de los
nicolaitas. Aristeo Mercado se separa del gobierno. Porfirio Díaz
abandona la presidencia y parte para Europa. Fin del porfiriato.

EL PORFIRIATO. 34 AÑOS DE FÉRREA DICTADURA

EL PORFIRIATO o periodo de la dictadura de Porfirio Díaz abarca 34


años incluyendo el breve paso del general Manuel González por el
Palacio Nacional. Su estructura y persistencia es bastante conocida de
nosotros, pero como estos Apuntes están dedicados principalmente a
los estudiantes, a los obreros y campesinos, a la clase de medianos
recursos y a las generaciones de compatriotas en formación, no está
por demás que hagamos un resumen de cómo vivía el país en esa
época, para que puedan comprenderse en seguida con absoluta
certeza las causas que determinaron la Revolución de 1910, en la cual
tanto Ario de Rosales como otros lugares del país, dieron su
contribución a la victoria definitiva.
El general Porfirio Díaz llegó al gobierno en virtud de un
levantamiento armado iniciado en Tuxtepec en el mes de enero de
1876, contra el régimen de Sebastián Lerdo de Tejada, para impedir la

268
ARIO DE ROSALES

reelección del Presidente y de los gobernadores de los Estados. Esta


consigna fue incorporada en la Constitución; pero mediante una serie
de reformas que la anularon se perpetuó en el poder durante 34 años
hasta que estalló la revolución que lo obligó a abandonar el país.
El régimen de Díaz se apoyaba en el grupo de los llamados
"científicos", encabezado por su secretario de Hacienda, José Ives
Limantour, todos ellos hacendados, grandes comerciantes y
banqueros; en los porfiristas independientes como el general
Bernardo Reyes y en las empresas extranjeras que tenían en sus
manos las principales fuentes de producción económica, los
transportes y el comercio exterior.
Se apoyaba también en el ejército, integrado por campesinos la
mayor parte analfabetas incorporados mediante el procedimiento de
la "leva" y por delincuentes menores; pero con cuadros de mando con
espíritu de casta y profesionalmente bien preparados.
Ese gobierno correspondía a la estructura económica del país. Al
sistema de los latifundios, de las grandes haciendas con sus peones
esclavos y sus aparceros siervos. A la agricultura primitiva, dedicada
al consumo de numerosas regiones desvinculadas entre sí; el escaso
desarrollo de la industria por falta de un mercado interior para sus
productos; y al saqueo de las riquezas naturales del territorio por los
capitales extranjeros, sin provecho real para la nación.
Pero como, a pesar de la miseria de las masas populares, de la
gran mortalidad infantil y del bajo promedio de la vida humana, la
población seguía creciendo —al estallar la Revolución de
Independencia en 1810, México tenía apenas un poco más de seis
millones de habitantes; al iniciarse la Revolución de Reforma en 1854,
eran ya alrededor de ocho millones y medio, y en 1910 llegaban a
quince millones—, en tanto que la producción económica no crecía al
mismo ritmo, se creó un conflicto insalvable entre la población rural y
el sistema de las haciendas; entre los obreros y la mayoría de los
patrones, de mentalidad feudal casi todos; entre la burguesía
industrial mexicana de tipo nuevo que empezaba a formarse y los
hacendados, los banqueros agiotistas y las empresas extranjeras que
hacían imposible el desarrollo de la economía nacional.
Ese conflicto fue la causa principal del levantamiento del pueblo
contra la dictadura personal de Porfirio Díaz. Porque las revoluciones

269
PABLO G. MACÍAS

son grandes crisis sociales y políticas que obedecen a motivos


fundamentalmente económicos, a la necesidad imperiosa de
transformar el régimen establecido, a resolver de manera progresista
el antagonismo profundo entre las fuerzas que hacen posible la
producción, y la forma injusta de distribuir el producto.
Hay que reconocer, sin embargo, que la dictadura de Porfirio
Díaz dio a México sólido crédito económico y confianza exterior;
fueron realizadas obras suntuarias en la Capital y en algunas ciudades
del interior (teatros, monumentos, obras de arte, edificios públicos)
aunque a base de concesiones increíbles al capital extranjero; con
mano firme liquidó siempre este soldado oaxaqueño todo brote de
rebeldía; de seis líneas férreas que había en 1876, se elevó su número
a 87 a principios del siglo XX; las líneas telegráficas con precios
reducidos se multiplicaron, así como el número de faros y obras
portuarias; se llevó a cabo el desagüe del Valle de México y se ejecutó
la consolidación de los ferrocarriles.
Como es lógico suponerlo, se desatendió la instrucción pública y
no se tomó en cuenta para nada el bienestar de la gran población
agraria mexicana ni el mejoramiento del nivel de vida del peón y del
indígena que seguía remontado en sus montañas.

LA VIDA EN LA REPÚBLICA DURANTE LA "PAZ PORFIRIANA"

En esta época llamada también de la "paz porfiriana", en el territorio


de nuestra patria, de dos millones de kilómetros cuadrados; casi todos
los climas del mundo; más del 80 por ciento de malas tierras, sólo el
13 por ciento propicias para el cultivo; inmensos desiertos en el norte;
regiones tropicales potencialmente ricas pero difíciles de habitar por
las enfermedades endémicas; altas montañas paralelas a las costas y
sin ríos navegables, vivían 15 millones de habitantes en condiciones
dramáticas.
El uno por ciento de la población era propietaria del 95 por ciento
del territorio nacional. A los pequeños propietarios correspondía el 2
por ciento de la propiedad rústica y a los pueblos y comunidades sólo
el uno por ciento, a pesar de que estos últimos sectores constituían el
96 por ciento de la población dedicada a la agricultura.

270
ARIO DE ROSALES

Las haciendas —encarnación y espíritu del latifundismo— se


habían tragado a las poblaciones pequeñas y medianas. De las 70 mil
localidades habitadas que había en la República, 55 mil estaban
enclavadas en las haciendas. Sus propietarios eran factores decisivos
en los intereses de la mayor parte de los habitantes de México.
En esta "paz" que todavía hay quien lamenta su exterminio, los
peones trabajaban de "sol a sol", pero se ponían en pie horas antes del
amanecer y descansaban entrada la noche. El salario era de un real y
medio equivalente a 18 centavos del peso. De esa suma compraban en
la "tienda de raya" el maíz y el frijol para alimentarse, la "habilitación"
para sus necesidades rudimentarias, especialmente sal y jabón.
Completaban su dieta con hierbas, frutas, insectos y animales
silvestres. Vivían eternamente endrogados con el patrón y las deudas
se trasmitían de padres a hijos. No podían abandonar la hacienda sin
permiso escrito del dueño, que era propietario no sólo de su trabajo,
sino también el juez de su conducta. Disponía de policía propia —las
"guardias blancas"— de cárcel privada y del apoyo de la gendarmería
rural y de las autoridades militares y civiles para imponer su voluntad
sin riesgo alguno.
El amo era además interventor oficioso en la vida de la familia
campesina. Violaba a las doncellas, autorizaba los matrimonios y
explotaba el trabajo de las mujeres y de los niños en las labores de la
casa señorial, sin ningún estipendio.
La población indígena, despojada de sus tierras, había huido a las
montañas. En 1910, más de 6 millones hablaban las lenguas
vernáculas y cuatro por lo menos, seguían ignorando el español. El
alcoholismo era fomentado por los "enganchadores" de los indios,
para robarles el miserable salario y retenerlos el mayor tiempo
posible a su servicio.
A principios de este siglo, la industria manufacturera era la típica
de los países coloniales. El 72.5 por ciento correspondía a la
alimentación, integrada por pequeños trapiches de piloncillo,
negocios de bebidas alcohólicas, molinos de nixtamal, trigo y arroz, y
elaboración de pastas, cigarrillos, dulces y aguas gaseosas. Sólo una
fundidora de hierro y acero —la de Monterrey— y algunas de las
fábricas textiles, de tabacos y calzado podían llamarse industrias.

271
PABLO G. MACÍAS

La industria extractiva y parte de la básica tenían también el


carácter de industria colonial. La mayor parte de la producción salía
en bruto para ser beneficiada en el extranjero. La de más valor era la
de las minas. La del petróleo, iniciada en 1901 con 1,643 metros
cúbicos, en 1907 llegaba apenas a 159 mil 694 metros cúbicos.
La clase obrera no existía como conjunto organizado. Los
millares de artesanos que trabajaban en las fábricas, talleres y
obrajes, se hallaban dispersos e influidos por las costumbres feudales
y paternalistas. Sus agrupaciones eran sociedades de socorro mutuo
para el caso de enfermedades o de muerte, y sólo algunas habían
llegado a ser organismos de resistencia frente a los patrones. Las
huelgas de Cananea y Río Blanco son ejemplo de cómo se acallaban
las aspiraciones sociales de los trabajadores.
De los 10 millones 800 mil hombres y mujeres que había en 1910,
mayores de diez años, sólo sabían leer 270 mil 650. No sabían leer ni
escribir 7 millones 537 mil 414 personas. Las escuelas primarias eran
muy pocas y casi todas funcionaban en las ciudades. Las superiores se
reducían a la preparatoria en algunas de las capitales de los Estados y
a las escuelas profesionales llamadas liberales de acuerdo con la
tradición: derecho, medicina, ingeniería y arquitectura, en la ciudad
de México, en Morelia, Jalapa y alguna otra de provincia. Las escuelas
de "artes y oficios" que existían estaban imbuidas de ideas y métodos
del periodo inicial de la República.
Por último, la cultura era patrimonio de una insignificante
minoría compuesta por los elementos de la clase acaudalada, que se
inspiraba en las ideas y en los gustos de Europa, despreciando lo
autóctono y la valiosa aportación del siglo XVIII mexicano, precursor
de la nación moderna.

¿QUÉ OCURRÍA EN ARIO DE ROSALES DURANTE ESTE ACIAGO PERIODO?

Aquel esfuerzo creador que se operó durante los gobiernos de Juárez


y de Lerdo decayó —por contradictorio que parezca— en Ario de
Rosales durante la "paz" del porfiriato. El panorama descrito en líneas
anteriores explica las causas. La ciudadanía fue perdiendo su
entusiasmo, principalmente cuando se vio privada de su libertad

272
ARIO DE ROSALES

política. Desde la segunda reelección del dictador no fue difícil


comprobar a los arienses que el Presidente de la República nombraba
a los gobernadores de los Estados. En Michoacán, éstos imponían a
los prefectos o jefes políticos, quienes, a su vez, designaban a los
miembros de los ayuntamientos; de allí salían los alcaldes o
presidentes municipales que, siguiendo la consigna, nombraban a los
jefes de tenencia, de cuartel y de manzana. ¡Nada se movía sin la
férrea voluntad del soldado oaxaqueño que, con su corte de
"científicos", se creía infalible!.
Raros fueron aquellos gobernadores (acaso los licenciados
Pudenciano Dorantes y Ángel Padilla) que lograron sustraerse un
poco a la inquisitiva presión del caudillo, y alentaron el espíritu cívico
de los michoacanos; y más raro aún, que uno, ajeno a los intereses de
Michoacán por no haber sido hijo del Estado —el general Mariano
Jiménez, impuesto por don Porfirio— haya sido un gobernante justo y
progresista.
Entre 1884 en que principia el cacicazgo porfirista hasta 1911
cuando el oaxaqueño salió del país, hubo en Ario de Rosales prefectos,
ayuntamientos, alcaldes, Jueces de letras, administradores de rentas
del Estado, de Telégrafos, del Timbre y de Correos, algunos
gendarmes y una fuerza pública compuesta de "rurales" para la
seguridad del Distrito. La cabecera tenía entonces 4,084 habitantes.
Los miércoles y domingos eran "días de correo", es decir, esos
días llegaba la correspondencia de México, Morelia, Pátzcuaro, Santa
Clara y otros puntos del Estado y fuera de él, la cual era repartida por
un cartero o recogida en la oficina por los interesados después de que
se publicaban los nombres en una lista que se fijaba en la puerta. En
cambio, los martes y sábados se recogía para ser llevada a su destino
la correspondencia de Ario, La Huacana, Nuevo Urecho y otros
puntos del distrito.
El servicio telegráfico inaugurado en 1873, como se dijo en el
capítulo anterior, aportó muy grandes beneficios a la comarca desde
el primer momento. La tarifa de los mensajes por diez palabras, era la
siguiente:

273
PABLO G. MACÍAS

De Ario de Rosales a Tacámbaro $ 0.25


" " Taretan $ 0.30
" " Uruapan $ 0.25
" " Pátzcuaro $ 0.25
" " Quiroga $ 0.25
" " Morelia $ 0.29
" " Zinapécuaro $ 0.43
" " Acámbaro $ 0.69
" " Maravatío $ 0.60
" " Tlalpujahua $ 0.72
" " Angangueo $ 0.80
" " Zitácuaro $ 0.88
" " San Felipe Preso $ 0.80
" " Ixtlahuaca $ 0.88
" " Toluca $ 0.78
" " Tenango $ 1.04
" " Tenancingo $ 1.10
" " México $ 1.12

El 30 de junio de 1896 fue inaugurada la primera obra de captación e


introducción de agua potable en Ario, satisfaciendo por el momento
las necesidades de la villa en ese aspecto.
Según datos inscritos en un plano de la villa levantado en el año
de 1898, cuya copia nos fue proporcionada por el licenciado Arturo
Chávez Páramo, director del archivo general del Estado de
Michoacán, Ario "se encuentra a 113 kilómetros al suroeste de Morelia
y a 51 de Pátzcuaro; en consecuencia puede irse de Morelia a
Pátzcuaro por el Ferrocarril Nacional Mexicano, y de esa ciudad a
Ario de Rosales por el camino carretero que une a ambas naciones.
"Tiene la población alegres plazas que sirven de paseo y mercado;
un comercio regular; algunos buenos edificios y cuenta con las
oficinas necesarias para los funcionarios y autoridades; y con escuelas
públicas y particulares para niños y niñas. El viajero encontrará en
esta población regulares alojamientos, pues existen allí el 'Hotel
Alcázar' y posadas más o menos importantes.
"En Ario se ejercen las industrias más comunes en el Estado, su
comercio es regular, sobre todo en artículos de la Tierra Caliente y es

274
ARIO DE ROSALES

uno de aquellos pueblos de espíritu progresista que tienen esperanzas


de mejorar. No lejos de Ario se encuentra el célebre mineral de
Inguarán, notable por su rica producción de cobre".
Añadiremos como dato curioso que por atravesar los ríos del
Marqués y Las Balsas, los canoeros cobraban el siguiente peaje:
Paseo del Río del Marqués por la hacienda de La Pastoría,
importe por persona $0.60 y por animal $0.03. Paso del Río de Las
Balsas por la hacienda de este nombre, importe por persona $0.12
por animal $0.06.
Don Juan Medal en su trabajo enviado a fines del siglo pasado a
la academia de ciencias (Sociedad Científica "Antonio Alzate"),
expresa:

"El proyecto de abrir una carretera hasta el puerto de Zihuatanejo,


ha sido el pensamiento que ha preocupado en distintas épocas el
espíritu de los gobiernos, sin que hasta hoy se haya determinado
nada sobre esta interesante mejora. Pero como los intereses de
Michoacán en general, y en particular los de este Distrito (el de Ario)
se hallan ligados directamente con el plan de este proyecto, nada
más justo que indicar aquí la imperiosa necesidad de la apertura del
tramo de esta carretera entre Ario de Rosales y Paso de Las Balsas,
cuya distancia es aproximadamente de 32 leguas y cuyo costo según
varios presupuestos es de 8,000 a 10,000 pesos, por ser el medio
más a propósito de comunicar estas dos entidades federativas y la
manera de dar población, comercio y vida a todas las extensas e
incultas campiñas de la Tierra Caliente del Sur de Michoacán, cuyo
ramo agrícola sólo así puede hacerse prosperar".

Finalmente concluye:

"…Hemos examinado el Distrito de Ario de Rosales en todas sus


fases y hemos concluido de nuestras observaciones, que su
decadencia será completa si no se le amplía una vía de comunicación
con el interior de la República, ya que la empresa de canalización del
río de Las Balsas no ha pasado de ser un sueño.

275
PABLO G. MACÍAS

"…Quiera el Cielo que muy pronto el Distrito de Ario entre en la era


del progreso a que está llamado por la riqueza de las producciones y
de su privilegiado suelo".119

En 1905 se estableció en Ario de Rosales una sucursal del Banco


Nacional de México, cuyo primer gerente fue Donato Vicentelo; al año
siguiente Felipe Calderón tomó a su cargo la oficina del Timbre; y en
1907 se terminó el edificio del Palacio Municipal, que de entonces acá
ha sido objeto de diversas reparaciones y ampliaciones, siendo la
última este año, de la cual nos ocuparemos adelante.
La firma comercial "Tron Hermanos", de mucha fama en Morelia
a principios de este siglo, se fundó en Ario de Rosales y abastecía de
sus productos no sólo a esta villa, sino a Santa Clara del Cobre,
Pátzcuaro, Tacámbaro, Uruapan y a toda la Tierra Caliente. Para el
curioso lector reproducimos un anuncio que encontramos en El
Ensayo (semanario de literatura, variedades y anuncios) publicado en
Ario, edición del 23 de febrero de 1908. Dice a la letra:

LAS FÁBRICAS DE FRANCIA

Los más grandes almacenes de ropa y abarrotes de este Distrito.


Recibimos constantemente: calzado americano, armas finas y
corrientes, artículos para barilleros, perfumería, máquinas de coser
marca "Las Fábricas de Francia".
Agencia de las Compañías Cervecera "Toluca y México" e Industrial
jabonera de "La Laguna", S. A.
Esta Casa es la única en el Distrito que puede satisfacer las exigencias de
la moda y el exquisito gusto de su numerosa clientela.
En baratura no admite competencia.
Los pedidos de fuera los atendemos con prontitud y a precisa vuelta de
correo.

TRON HERMANOS
Ario de Rosales, Mich.120

Memorias. Ut Supra, pp. 231 y 232.


119

Archivo particular de Roberto Pita Cornejo, vecino de Pátzcuaro, 3ª de


120

Ahumada 46.

276
ARIO DE ROSALES

Este anuncio da idea de la importancia comercial que nuevamente


había adquirido la población de referencia.
Uno de los actos más solemnes llevados a cabo en Ario a fines de
la centuria pasada, fue el descubrimiento de una placa
conmemorativa que el Ayuntamiento de la cabecera del Distrito
acordó colocar sobre un muro de la casa donde nació el doctor Miguel
Silva Macías, insigne ariense, de quien nos hemos ocupado muchas
veces en estos Apuntes. Durante la sesión pública del cabildo
celebrada al efecto, el presidente Donato Vicentelo y el secretario
Bernardino Macías, exaltaron las virtudes cívicas del desaparecido; y
en seguida el Ayuntamiento en pleno, seguido de una multitud del
pueblo, se dirigió a la histórica casa, ubicada en el portal "Miguel Silva
Macías", develando dicha placa que contiene esta inscripción:

"EL AYUNTAMIENTO DE ESTA CABECERA EN SESIÓN CELEBRADA EL 5 DE JULIO


DEL PRESENTE AÑO, TUVO LA HONRA DE ACORDAR SE DEDICARA HOY ESTA
LÁPIDA CONMEMORATIVA AL ILUSTRE PATRIOTA Y FILÁNTROPO DOCTOR
MIGUEL SILVA MACÍAS, POR SER ÉSTE EL SEPTUAGÉSIMO SEGUNDO
ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO OCURRIDO EN ESTA CASA EL 29 DE
SEPTIEMBRE DE 1821.
"ARIO DE ROSALES, SEPTIEMBRE 29 DE 1893.
D. VICENTELO. BERNARDINO MACÍAS, SECRETARIO"

La casa fue propiedad de don José María Silva (personaje que ya es


ampliamente conocido), padre que fue del doctor Miguel Silva Macías
y abuelo del doctor Miguel Silva González, primer Gobernador
maderista de Michoacán. En ella se alojaron en 1803 el barón
Alexander von Humboldt y su amigo el naturalista Aimé Bonpland,
cuando ambos estudiaron la erupción del volcán del Jorullo, siendo
huéspedes de su propietario.

PERSONAJES QUE DAN LUSTRE A ARIO DE ROSALES EN ESTA ÉPOCA

Los 34 años de porfiriato corresponden a una prosperidad


desequilibrada no sólo en Ario, sino en todos los lugares del país.
Mientras unos (la élite reducida de favoritos a que nos referimos al
principio de este capítulo) disfrutaban de todo y vivían muellemente

277
PABLO G. MACÍAS

en sus palacios y haciendas, otros carecían hasta de lo indispensable y


morían acosados por las enfermedades y el hambre.
A los arienses los mantuvo en pie con dinamismo y energía en
esta época de sumisión y conformismo, el ejemplo de un grupo de
destacados coterráneos suyos, algunos de los cuales ya habían dado
pruebas de su elevado espíritu y afán de progreso, desde las
revoluciones de Ayutla y la Reforma; pero ahora, en la madurez de su
existencia, prestigiaban doblemente al pueblo donde habían visto la
luz primera. Entre estos personajes figuran los cinco que aquí vamos
a mencionar.

Francisco Darío de Alcázar

Una de las primeras familias castellanas que escogieron Ario como


residencia y que allí fincaron su casa después de que fray Juan
Bautista de Moya posó sus plantas en ese lugar, fue la de los Alcázar,
gente emprendedora y humana que con el correr de los siglos fue
extendiendo su descendencia por todo Michoacán. A esta familia
pertenecía don Francisco Darío de Alcázar, quien vino al mundo en
Santiago Ario el 19 de diciembre de 1814, en medio de la lucha
insurgente que se libraba en esa región por la independencia del país,
y murió el 5 de mayo de 1889 al cabo de una vida dedicada al trabajo y
al bienestar de los arienses.
Su coterráneo, el gran poeta y escritor J. Lamberto Moreno Jasso,
se expresa de él, en Los Gañanes, de esta manera:

"…Alcázar, apellido que suena a fortaleza y que llevó en su limpia


travesía por la vida don Francisco Darío, hombre fuerte, hombre de
empresa que supo dar lustre a su prosapia y prestigio a su progenie.
Seda en su vida y seda en su trato".

En efecto, mientras otros buenos hijos de Ario se batían en las


revoluciones de Ayutla, la Reforma y contra la Intervención y el
Imperio —unos en la tribuna o la prensa, y otros con las armas en la
mano—, don Francisco Darío de Alcázar no abandonó su tierra y allí
mantuvo el amor por ella, alentando a los vecinos y dándoles su apoyo
tanto como particular, como por haber sido prefecto del distrito,

278
ARIO DE ROSALES

cargo que desempeñó varias veces. Además fue este insigne ariense,
tesorero general del Estado y diputado, puestos que aprovechó para
beneficiar a la ciudadanía michoacana. A este hombre se deben el
establecimiento de la oficina del Registro Civil en Ario de Rosales y el
primer plano que se levantó de la villa, impreso el año de 1898 —poco
después de su muerte— en los talleres gráficos de la Escuela
Industrial Militar "Porfirio Díaz", de Morelia.

José Trinidad Guido

El licenciado José Trinidad Guido dejó en esta época del porfiriato


una huella profunda de su labor política, docente y filantrópica. Nació
el 21 de junio de 1835, siendo sus padres don Ignacio Guido y su
esposa doña María Sandoval de Guido, vecinos de Santiago Ario y
emparentados con las principales familias del lugar. Estudió las
primeras letras y la instrucción secundaria (esta última tal como se
concebía entonces) en su pueblo natal, bajo la dirección del preceptor
Pedro Núñez, entusiasta maestro simpatizador de las reformas
educativas promulgadas por Gómez Farías en 1833.
La guerra de agresión de los Estados Unidos contra México
(1846-1847) interrumpió las clases en el Colegio de San Nicolás, y por
ello el jovencito Guido a los escasos doce años tuvo que posponer sus
estudios superiores hasta el año de 1851, fecha en que ingresó al
Tridentino Seminario de Morelia, donde permaneció mientras tenía la
oportunidad de inscribirse en otro plantel para estudiar Leyes.
Un acontecimiento ocurrido en mayo de 1859 favoreció los
deseos de Guido. Es el siguiente: poco después de la carnicería de
Tacubaya, el 11 de abril de ese año, en que la victoria fue adversa a las
armas liberales, el Gobernador de Michoacán Epitacio Huerta,
promulgó un decreto declarando a Uruapan capital del Estado y allá
trasladó los poderes.
Al día siguiente entró a Morelia el Tigre Leonardo Márquez y,
como era de rigor, los que clamaban por la "religión y fueros" y los
curas y estudiantes del seminario tridentino, le hicieron un gran
recibimiento, arrojando a su paso flores y versos adulatorios impresos
en papel de china. Pero el gusto les duró poco, porque algunos días
después Márquez evacuó la plaza y el Gobernador Huerta retornó a

279
PABLO G. MACÍAS

Morelia. Fue entonces cuando, en represalia el caudillo de Coeneo


incautó el edificio del colegio seminario, acuartelando en él sus tropas
y obligando por ese medio desusado en aquellas fechas, a sacerdotes,
sacristanes, escolapios y servidumbre a buscar otro refugio más
cómodo. Desde esa fecha el edificio fue destinado a palacio de los
supremos poderes del Estado y ahora es la residencia oficial del poder
ejecutivo.
El general Huerta dio validez legal a este acto, por decreto de 12
de mayo de 1859.
En vista de lo anterior, el joven Guido se trasladó a la ciudad de
Guanajuato, inscribiéndose en el Colegio del Estado, en cuyo plantel
cursó la carrera de Derecho, sustentando brillante examen
profesional el 24 de noviembre de 1866. Luego se reincorporó a
Morelia y allí ejerció su profesión interviniendo destacadamente en
las tramitaciones que siguieron a la desamortización de bienes de
"manos muertas" en Michoacán.
Durante los años que vivió en Guanajuato como estudiante,
Guido cultivó amistad con personalidades políticas e intelectuales de
aquel Estado, y tanto por esto como por sus ideas revolucionarias fue
elevado poco después a la primera magistratura de aquella entidad,
cargo que desempeñó hasta la caída del Presidente Lerdo.
Enemistado con Porfirio Díaz el licenciado Guido se expatrió
voluntariamente. Recorrió importantes lugares de España, Bruselas,
Londres, París y Roma; ciudades donde hizo estudios y observaciones
sobre medicina, química, astronomía, psicología, cosmografía y
derecho civil, penal, procesal, administrativo e internacional público.
Viajó también por el lejano Oriente. Estuvo algún tiempo en la
India y China; allí profundizó sus conocimientos en filosofía y en las
religiones orientales, adquiriendo un enorme acervo de ciencia que
después trasmitió a sus alumnos, principalmente del Colegio de San
Nicolás.
De regreso en nuestro país, Guido fue diputado, secretario
general de gobierno y Gobernador de Michoacán, sustituyendo en este
último cargo al licenciado Bruno Patiño quien solicitó una licencia
para separarse de la primera magistratura.
El año de 1878 marca el principio de su labor docente. En el
Colegio de San Nicolás fueron sus alumnos tres jóvenes que después

280
ARIO DE ROSALES

llegaron a ser grandes personajes: Melchor Ocampo Manzo,


Victoriano Pimentel y Mónico Gallegos.121
En la sala de lectura de la biblioteca pública de Ario, encontramos
estos interesantes datos sobre su vida.

"El licenciado José Trinidad Guido contrajo nupcias con la señorita


Carlota Tavera, en Tacámbaro, el año de 1882, después de su regreso
de Europa y Asia, habiendo procreado tres hijos: María Teresa,
Francisco y Gilberto. Su permanencia en el extranjero proporcionó a
Guido grandes conocimientos científicos que aprovechaba en sus
polémicas y en las clases que daba a los estudiantes. Allá por 1885

121 Melchor Ocampo Manzo nació en Maravatío, Mich., en 1862. Hijo


póstumo del reformador del mismo nombre y de Clara Campos, a quien éste,
para favorecerla como heredera de la quinta parte de sus bienes, la declaró
su hija natural. La señora Campos y su hijo recibieron el apoyo material y
moral del doctor José María Manzo, amigo del patricio, por cuya razón el
niño llevó como segundo apellido el de su benefactor. Ocampo Manzo
estudió en el Colegio de San Nicolás y en la escuela de jurisprudencia de
Morelia, donde se tituló de abogado el 4 de septiembre de 1886. Fue prefecto
de estudios (1887-1890) y maestro del Colegio (1904), oficial mayor del
gobierno de Michoacán (1890-1902), director del Periódico Oficial (1893-
1896), diputado local en dos ocasiones (1896-1898 y 1902-1904) y
magistrado del Tribunal de Justicia dos veces (1900-1902 y 1906-1907).
Comisionado por el gobierno de Michoacán formó un plano de la ciudad de
Morelia y un mapa que señaló los límites entre aquella entidad y Jalisco, y
escribió las notas geográficas y estadísticas de los distritos de su Estado. Fue
orador conceptuoso y elocuente; escribió poemas para ceremonias cívicas y
algunas interesantes monografías: Recuerdos de la guerra de Independencia
en Michoacán (1905), el Antiguo convento de San Diego. Historia del Monte
de Piedad (1898) y El Hospital Civil de Morelia (1901). Murió en 1907 y está
sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Estado.
—Del licenciado Victoriano Pimentel, por haber sido nativo de Ario de
Rosales nos ocuparemos en el texto de estas notas.
—Mónico Gallegos nació en Chucándiro, Mich., y murió en Morelia el año de
1946. Estudió en el Tridentino Seminario de la capital michoacana; después
en el Colegio de San Nicolás y en la escuela normal para maestros en donde
se graduó. Estuvo al frente de varias escuelas primarias y concurrió a los más
importantes Congresos pedagógicos. Fue maestro de varias generaciones de
estudiantes. Notable investigador y lingüista.

281
PABLO G. MACÍAS

empezaron a ponerse en boga las teorías de Carlos Darwin sobre la


evolución de las especies, y habiendo sido consultado al respecto por
varios intelectuales, él estuvo en contra, tal vez recordando las
teorías cosmogénitas del Desierto de Altai y del Tibet que le
impresionaron profundamente.
"En la prensa mundial del siglo pasado se entabló una polémica
entre Clarke y Leibnitz, muertos hacía un siglo. Guido terció en la
cuestión y su réplica fue acogida con beneplácito por los periódicos
de París, Bruselas, Lieja, Checoslovaquia y Leipzig, así como por
todas las universidades donde se cultivaban las nuevas teorías
científicas que apasionaban a los sabios de ese tiempo y que más
tarde conducirían al descubrimiento de las fuerzas atómicas y al
dominio del espacio.
"A principios de esta centuria, el licenciado Guido, por prescripción
de sus médicos que le recomendaron un clima más templado, se fue
a vivir al pueblecito de Santa María de los Altos, próximo a Morelia.
Allí se percató de que los habitantes del lugar carecían de agua
potable y de que los depósitos —alimentados por las lluvias—
estaban en las estribaciones de los montes vecinos; entonces de su
propio peculio sufragó los gastos de introducción de agua hasta el
pueblo de referencia. Santa María lleva ahora agregado a su nombre
el apellido de su benefactor, quien murió el 29 de abril de 1905".

El licenciado Guido logró formar una importante biblioteca, la que


después de muerto sin que sepamos las causas, fue quemada por sus
familiares, sufriendo igual suerte gran cantidad de sus escritos. El
hecho es todavía más lamentable porque estos últimos jamás se
dieron a la publicidad en forma de libros o folletos, quedando
dispersos en periódicos y revistas del país y del extranjero, difíciles de
obtener.
En 1943 el gobierno de Michoacán, a cargo del general Félix Ireta
Viveros, logró rescatar tres interesantes documentos de Guido, los
cuales se publicaron el propio año con motivo de la Feria del Libro y
Exposición Nacional de Periodismo, en un volumen, hoy agotado,
Aspectos del Pensamiento Michoacano, del cual los tomamos para
meditación de los estudiosos y orgullo de los arienses.

El espacio no es infinito
Refutación a Clarke

282
ARIO DE ROSALES

"Antes de investigar lo que es el espacio, será muy conveniente saber


lo que no es. Nuestro entendimiento es tan limitado que si no
siempre, al menos las más de las veces no llega al conocimiento
positivo de las cosas, sino por la remoción de todo aquello que no
son ellas mismas. Escombrando así el camino, procederemos con
más desembarazo en las investigaciones directas, si algunas se
pueden hacer.
"Ya hemos visto cómo algunos filósofos no tuvieron inconveniente en
considerar el espacio como una extensión infinita y cómo en
concepto de Newton y de Clarke, este mismo espacio no es sino la
inmensidad de Dios.
"En nuestros días no debiéramos ni mencionar aserciones tan
absurdas que bien pudieran relegarse al inmenso registro de las
extravagancias filosóficas que tanto humillan la pretenciosa ciencia
del hombre. Sin embargo, para mayor seguridad, me propongo
examinar tan extrañas opiniones a la luz de los principios tanto de la
filosofía como también de la sana teología, pues que la cuestión no es
tan sólo filosófica.
"Admito, por un momento, aunque por ninguno concedo la hipótesis
que atribuye al espacio de una existencia propia e independiente de
la extensión de los cuerpos.
"En ese supuesto, diré sin vacilar que un espacio infinito no
solamente no existe sino que ni aun puede existir, pues que su
simple concepto envuelve contradicciones tales que hacen su
realización imposible… Advertiré que siendo extensivas las pruebas
de mi proposición a toda clase de extensión, no me fijaré más bien en
la del espacio que en otra cualquiera, anticipando así la cuestión que
adelante se me ofrecería acerca de la extensión en común.
"No hay alguna duda en que la extensión es compuesta de partes
realmente distintas y colocadas las unas fuera de las otras de tal
suerte que lo que en una se hiciera no quedaría igualmente
practicada en las demás. Es, asimismo, incuestionable que un todo se
completa por todas y cada una de sus partes, de tal manera que sin el
concurso de una dejaría de ser lo que con ella.
"No hay inconveniente en que podamos prescindir de cualquiera de
las partes que constituyen la extensión, v.g. del espacio comprendido
en el recinto en que me hallo, pues que sólo se trata de una
abstracción. Yo pregunto ahora: ¿la extensión que nos resta, es decir,
toda la que se encuentra fuera de estas paredes, es la misma que
antes era, verificada una vez la sobredicha abstracción? Es evidente

283
PABLO G. MACÍAS

que no, pues que ya sentamos que un todo se completa por todas y
cada una de sus partes: luego también se descompleta por la
sustracción de alguna de ellas.
"Tenemos, por tanto, que la extensión que nos resta después de la
abstracción, más la parte abstraída, nos dan la suma de la extensión
o del espacio total, que para los adversarios es infinito. Luego si
llamamos X a la extensión comprendida en esta pieza y Z a la que se
halla afuera, podremos formar la siguiente ecuación: X más Z igual a
infinito, de la cual tenemos X igual a infinito menos Z.
"Tanto X como Z son cantidades finitas, pues que si Z no lo fuese
sería inexacta la ecuación. Luego X, cantidad finita, es la diferencia
entre infinito, cantidad infinita, y Z también limitada. Y ¿a quién
cupo jamás en el juicio que una cantidad finita pudiese ser la
diferencia entre una infinita y otra limitada? ¿Cómo puede ser que
por el hecho de unir dos extensiones finitas, desaparezcan los límites
que antes de la unión tenían? No importa que las ciencias exactas
usen con frecuencia de ese modo de hablar, formulando en
ecuaciones semejantes la diferencia entre lo finito y lo infinito. El
geómetra no necesita, como dice Santo Tomás, suponer una línea
infinita en acto, sino una en acto limitada, de la que pueda sustraer
cuanto sea necesario, y a éste llama línea infinita. Así, pues, en el
lenguaje algebraico lo infinito vale tanto como lo indefinido, y esto
basta para salvar su exactitud.
"Objetarán los contrarios, que por lo mismo que en la ecuación se
supuso infinita la extensión, ésta deberá permanecer siempre la
misma, sea cual fuera la substracción que se haga, en cuyo caso tanto
Z como X más Z, igual a infinito. Esta réplica se halla en diametral
oposición con el principio arriba sentado, pues que nos pone en la
necesidad de admitir que ninguna de las partes de la extensión
constituye la misma extensión. Lo mismo que se dice de una parte
del espacio, puede decirse de todas las demás; resultando de aquí
que ninguna de las que puedan substraerse, entra en composición
del infinito en cuestión.
"No falta quién pase por esta inevitable consecuencia dando como
bien sentado que el espacio, a pesar de su extensión, es del todo
indivisible. Pero no sea yo, sino el más ilustre de los adversarios, el
que ponga de manifiesto la contradicción de semejante aserto.
"En la famosa disputa que Clarke sostuvo contra Leibnitz sobre el
espacio, afirmaba aquél que el espacio infinito era absolutamente y
por su esencia indivisible. Leibnitz le apremiaba con inflexible lógica
en los términos que siguen: 'Decir que el espacio infinito existe sin

284
ARIO DE ROSALES

partes es afirmar que los espacios finitos no le componen y que el


espacio infinito podría subsistir, aunque fuesen aniquilados todos los
espacios finitos' 'Nada más hay que desear', añade Guido.
"A propósito y ya que se trata de Leibnitz, será conveniente que
sepamos el sentir de este filósofo en la presente cuestión.
Consecuente, según él mismo, con su principio de la razón suficiente,
nos dice con el acento magistral de un oráculo, que si bien
encontramos repugnancia en que Dios hubiera puesto límites al
Universo material, fue, sin embargo, más conforme a su sabiduría no
prescribir ningunos.
"No encontró el filósofo alemán razón suficiente para la limitación
del espacio, y esto fue bastante para decidirlo por su infinidad.
"Si Leibnitz hubiera buscado más bien la razón de intrínseca
repugnancia entre los términos incompatibles de extensión e
infinidad, sin duda que no sacrificara, en ésta como en otras veces, la
razón y la verdad a los caprichos sistemáticos de su optimismo
deslumbrante. No obstante Leibnitz parece tan grande cuando yerra,
como cuando dice la verdad.
"Examinemos ahora otra réplica bastante espaciosa en la que Balmes
pretende soltar la dificultad principal de mi primer argumento.
"La diferencia entre una cantidad infinita y otra finita (dice Balmes),
no podrá ser otra finita dada, sino que será infinita en algún
sentido… Si A es un valor finito dado… La diferencia entre A e
infinito no puede ser otro valor finito dado… Porque expresando la
diferencia por D, tendremos infinito menos A, igual a D. Luego D
más A igual a infinito; luego, si ambos fuesen valores finitos dados,
un infinito resultaría de dos valores finitos dados, lo que es
imposible.
"Se infiere de esto que una diferencia puede ser infinita en cierto
sentido, según la acepción que diésemos a la palabra infinidad. Si
desde el punto en que nos hallamos se tira una línea en la dirección
del Norte hasta lo infinito, y luego se prolonga en la dirección del
Sur, también hasta lo infinito, la diferencia entre la suma de las dos y
una de ellas será infinita en un solo sentido. Morelia, 9 de noviembre
de 1873".

II

Ojeada filosófica

285
PABLO G. MACÍAS

"Estamos ya en el último tercio del siglo XIX. Ochocientos años nos


separan de Tomás de Aquino, trescientos de su antagonista
Descartes. El experimentalismo que avanza y el ruido de sus
innumerables conquistas tiene aturdidos los oídos de la generación
presente.
"Las antiguas disputas físico-trascendentales, las ciencias metafísicas
en general, han quedado rezagadas en el olvido de las antiguas
bibliotecas.
"Descomponer y recomponer la materia, utilizar las fuerzas secretas
de la naturaleza: he aquí la ocupación preferente del siglo.
"La escuela no cuestiona ya con Descartes sobre la íntima naturaleza
de los fenómenos de la materia, y parece que, agotada la discusión
especulativa sin llegar a conseguirse el triunfo de ninguno de los
adversarios, se dio tregua a la lucha, en espera de los nuevos datos
que cada uno pudiera proporcionar el empirismo.
"Las escuelas se cerraron y el cartesianismo entronizado de hecho en
los modernos liceos es la hipótesis habitual de que gratuita e
inconscientemente se usa, cuando alguno de nuestros sabios tiene la
humorada de remontarse a las causas altísimas en las ampulosas
páginas de un prólogo que nada tendrá luego que ver con el
contenido de la obra.
"Sustentó esta tesis:
'Cuando la voluntad, firme y constante, sabe querer por todos los
medios conducentes a su propósito, excepto conservar siempre la
vida, puede obtener todo lo que ambicione, pues hasta la vida puede
prolongarse por acción decidida de la voluntad'.

III

Dos tesis jurídicas

"La diferencia esencial entre la hipoteca y la prenda consiste en que


en aquélla queda la cosa en poder del obligado y en la prenda en el
del acreedor y no en que sean muebles o inmuebles las cosas
hipotecadas o dadas en prenda.
"La doctrina de Sala que enseña que cuando en la hipoteca general
enajena el deudor alguna cosa con consentimiento del acreedor y
luego la recobra del mismo deudor, ya no queda gravada esta cosa
como antes de la enajenación, es combatida por graves autores y no
debe seguirse en la práctica.

286
ARIO DE ROSALES

"La primera parte de esta tesis estudiantil, anterior a los primeros


códigos civiles mexicanos, es correcta, pues en el derecho antiguo, a
diferencia del moderno, la cosa pignorada, para que su prenda
valiese, necesitaba ser entregada al acreedor; y mucho se ha
discutido y se discute aún si un crédito hipotecario es sólo pignorable
o sólo hipotecable.
"Se disputa sobre lo que debe entenderse por usufructo de una mina.
No puede ser el mismo metal que se extrae, porque el usufructo no
debe ser la misma sustancia de la cosa; antes bien, ésta debe
conservarse íntegra para el señor directo; y el metal de una mina no
es distinto de la sustancia de la mina. Probablemente lo que se lucre
con el dinero que la mina produzca es el usufructo y no el metal
mismo que en el caso es la cosa en que constituye el usufructo.
"Tesis tan original como seria".

Pudenciana Bocanegra de Medal

El día 27 de mayo de 1903 dejó de existir en México la señora


Pudenciana Bocanegra de Medal, acaudalada y filantrópica dama que
dejó todos sus bienes consistentes en ricas haciendas, alhajas y dinero
en efectivo en beneficio de los pobres vergonzantes de la ciudad de
Morelia.
Doña Pudenciana era descendiente de la heroína de la
Independencia Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega, fusilada en
Pátzcuaro por los realistas el 11 de octubre de 1817; nació en Ario de
Rosales donde pasó su niñez, luego se trasladó a la antigua Valladolid;
allí recibió una esmerada educación que le permitió comprender
desde muy joven los problemas sociales que afectaban principalmente
a la clase menesterosa, por lo cual dedicó sus propiedades a diversas
obras de beneficencia.
Cuando la señora Bocanegra dejó de existir, el Gobernador
Aristeo Mercado dispuso la creación de una institución denominada
"Caridad Bocanegra", encargada de administrar la herencia, la cual
por muchos años cumplió su cometido; pero al final dio origen a una
larga y enconada polémica que sostuvo durante bastante tiempo el
licenciado Mariano de Jesús Torres con el gobierno mercadista, al que
tachaba de haber manejado mal los fondos legados.

287
PABLO G. MACÍAS

Cuando doña Gertrudis vivía en su tierra, siendo aun pequeña, el


licenciado Torres era juez de letras en Ario de Rosales y frecuentaba la
casa de los Bocanegra. Desde entonces pudo darse cuenta de la
sensibilidad y delicadeza de espíritu de la niña, a la que él inició más
tarde en las buenas lecturas y aun la hizo participar en una obra suya,
en un acto y escrita en verso, denominada "Aurora o los amores de un
ángel", la cual fue representada por primera vez en Ario en 1863.
Radicada en Morelia siguió cultivando amistad con el licenciado
Torres, quien fue su consejero legal hasta su muerte.
Ni Ario de Rosales ni Morelia han hecho debida justicia a esta
insigne benefactora.

Victoriano Pimentel

Uno de los hombres más significados durante el porfiriato y en los


primeros años del México moderno, nacido en Ario en 1862, es, sin
duda, el licenciado Victoriano Pimentel. Realizó sus estudios en el
tridentino seminario de Morelia y en el Colegio de San Nicolás, donde
fue profesor aun antes de graduarse de abogado, en 1887. Crítico y
escritor profundo. Fue editorialista del diario El Universal y
colaborador de El Niño Mexicano, La Tierra y La Escuela Moderna;
ganó por oposición las cátedras de gramática castellana en las
Escuelas nacionales Preparatoria y de Comercio; enseñó derecho civil
y procedimientos civiles en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y
fue dos veces ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
en cuyo edificio fue colocado un busto en mérito a su relevante obra
jurídica. Murió el año de 1924. El gobierno del Estado mandó colocar
en la casa donde nació una placa conmemorativa que dice:

"A LA MEMORIA DE DON VICTORIANO PIMENTEL, MAESTRO,


JURISCONSULTO, PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN, NACIÓ EL 28 DE MARZO DE 1862 EN ARIO DE ROSALES,
MICHOACÁN. JUNTA CÍVICA DE CONMEMORACIÓN. LIC. AGUSTÍN ARRIAGA
RIVERA, GOBERNADOR DEL ESTADO DE MICHOACÁN".

Las autoridades de Ario, por su parte, impusieron el nombre de don


Victoriano a una plaza de aquella población.

288
ARIO DE ROSALES

Vicente Moreno

Al vate Vicente Moreno (1832-1901) lo hemos mencionado repetidas


veces en los capítulos VII y IX de estos Apuntes. Más que por su labor
política, siempre dentro de las filas del partido liberal, es conocido por
su obra poética, pues hizo resonar el nombre de Ario por todos los
centros culturales del país en aquel tiempo de artificiosa prosperidad.
En el capítulo VII se reproduce su famosa requisitoria poética
escrita en versos rotundos y sonoros, con motivo del asesinato de don
Melchor Ocampo; y en el IX su hermoso soneto a Ario de Rosales,
piezas ambas llenas de inspiración y hondo sentido estético.
A continuación publicamos tres octavas de su poema A Ella, que
le valió los más cálidos elogios de sus contemporáneos, y como una
demostración de su completo dominio sobre los diversos campos de la
poética, que explica las razones de su enorme popularidad.

Diste a mis muertas ilusiones vida,


diste a mi pobre corazón aliento,
y sentí el alma de placer henchida
al escuchar tu seductor acento.

Cerró tu vista la profunda herida


que me causara sin igual tormento;
y embriagado, mi bien, con tal victoria,
canté a los hombres mi amorosa historia.

Cuando ya mire mi ventura ausente


y disipado mis ensueños de oro,
tu dulce labio besará mi frente,
tu blanca mano enjugará mi lloro.

Quiero que sepa el mundo indiferente


que yo con loco frenesí te adoro
y sufriera del Tasso los quebrantos,
por revelar tus célicos encantos.

Ámame, pues, y la existencia mía

289
PABLO G. MACÍAS

embellece, mujer, con tus amores,


cual con su luz el luminar del día
embellece la vida de las flores.

Si eres la estrella que mis pasos guía,


no me ocultes jamás tus resplandores;
que anhelo un lauro conquistar de gloria
y hacer eterna tu feliz memoria.

MICHOACÁN BAJO LA DICTADURA DE ARISTEO MERCADO

Aristeo Mercado nació en la hacienda de Villachuato, Michoacán, en


1838. Su abuelo fue el jurisconsulto Antonio Florentino Mercado, y su
padre Manuel Antonio, quien falleció cuando Aristeo era muy
pequeño. Educado por su tío Florentino Mercado pasó a México a
estudiar ingeniería, pero no logró concluir la carrera a causa de la
situación política del país. Al estallar la revolución de Ayutla,
combatió a Santa Anna, y más tarde a los invasores franceses, bajo el
mando del coronel y licenciado Justo Mendoza, Gobernador
republicano de Michoacán.
Al triunfo de la república, Mendoza estableció su gobierno en
Morelia y nombró a Mercado oficial mayor. En la administración de
Rafael Carrillo desempeñó la secretaría general y se encargó de modo
interino del Ejecutivo del 27 de noviembre de 1875 al 28 de abril de
1876. En el gobierno del general Mariano Jiménez, fue diputado local
y suplió a éste a partir del 4 de junio de 1891, pero como el titular
falleciera el 28 de febrero de 1892, siguió en el poder hasta concluir el
periodo, resultando electo ese mismo año como Gobernador
constitucional. Desempeñó ese cargo cuatro periodos, hasta el 13 de
mayo de 1911. Durante los primeros años de su gobierno continuó la
obra constructiva del juarismo pero después siguió la línea política del
porfiriato, por lo cual se captó la enemistad del pueblo michoacano.
Reprimió a la prensa, persiguió con mano férrea a sus opositores y la
sangre corría por el menor motivo en pueblos tradicionalmente
amantes de la libertad, como Coeneo, Puruándiro, Ario de Rosales,
Pátzcuaro, Tacámbaro, Zitácuaro y Quiroga.

290
ARIO DE ROSALES

El año de 1904 fue, probablemente, la época en que se desarrolló


con más vigor la campaña oposicionista a don Aristeo. Todas las
fuerzas sociales no simpatizadoras del continuismo, se agruparon,
lanzando sus fuegos sobre los gobernantes deshonestos y
prevaricadores. Se fundaron con este motivo, en Morelia los
periódicos El despertador michoacano, vocero de las opiniones
renovadoras del Estado, Fierabraz y La voz de la juventud, este
último órgano de los estudiantes del Colegio de San Nicolás y
redactado por dos jóvenes (después abogados): Gregorio Ponce de
León y José Gaytán Corona.
Los tres periódicos pronto se fueron a la tumba. Ponce de León y
Gaytán Corona, menos hábiles que los redactores de los otros
periódicos, fueron aprehendidos y se les internó en las asquerosas
mazmorras de la célebre prisión de San Agustín donde permanecieron
durante cinco meses.
Para combatir la última reelección de Aristeo Mercado se volvió a
publicar en 1908 El despertador michoacano y se fundó el semanario
El Látigo, cuyo fin no se hizo esperar. Al llegar a 1911 sólo existía
propiamente en Morelia un semanario de oposición, que venía
publicándose desde 18 años atrás, por el licenciado Mariano de Jesús
Torres, El Centinela, cuyo lema agresivo y vibrante "Ni se quiebra ni
se dobla, morirá en su puesto", le había acarreado las simpatías
generales.
En Ario de Rosales se publicaba desde 1907 un semanario, El
Ensayo, con una tirada de seis mil ejemplares que circulaban en las
principales ciudades del Estado. Lo editaban Rafael Villanueva
Macías, José R. Argueta y Enrique Ibarra y Allende; en la planta de
colaboradores estaban gente de tanta valía como Fernando R.
Castellanos, doctor Manuel García Rojas, Enrique Chávez V., Isaac
Flores Sunderland, Porfirio Martínez, José Nieto y Aguilar, licenciado
Celerino Díaz, Elías Campos e Ignacio Valladares. El 23 de febrero de
1908 El Ensayo publicó en primera plana con grandes titulares, el
siguiente desplegado:

La redacción de

El Ensayo

291
PABLO G. MACÍAS

Uniéndose a la voluntad del pueblo michoacano


Postula para

Gobernador del Estado

en el próximo cuatrienio de 1908 a 1912


al intachable demócrata
ciudadano Aristeo Mercado.

Aparentemente el periódico era gobiernista, pero de cuando en


cuando se deslizaban en sus columnas críticas mordaces al régimen,
atribuidas unas veces a Castellanos y otras a Francisco J. Múgica, en
ese tiempo recaudador de Rentas en Tancítaro. Por aquellos días se
había formado en el seno del Colegio de San Nicolás la "Sociedad
Literaria Melchor Ocampo Manzo", cuyos directivos eran Francisco R.
Romero, Felipe Calderón, J. Isaac Arriaga y Cayetano Andrade, con
fines de divulgación literaria, pero a la postre se transformó en un
brazo del partido liberal silvista y en foco de agitación revolucionaria.
Corresponsales de esta Sociedad y colaboradores de Flor de Loto,
su órgano publicitario, eran J. Rubén Romero, radicado en Santa
Clara de los Cobres donde era recaudador de Rentas; licenciado Fidel
Silva, juez de letras de Ario de Rosales; doctor Manuel García Rojas,
vecino de Tacámbaro; Jesús González Valencia, de Tepalcatepec; y
Jesús Romero Flores, de La Piedad de Cavadas.
Pues bien, personas como éstas, valiéndose de "inocentes
reuniones literarias" que convocaban en los lugares de sus respectivas
residencias, dieron a conocer al pueblo los ideales de la Revolución de
1910.

APREHENSIONES EN ARIO. MÍTINES EN MORELIA. CAÍDA DE ARISTEO


MERCADO

A principios de 1907 tomó posesión como prefecto de Ario de Rosales,


Bernardino Pita Mota, quien sustituyó al mayor J. Jesús González,
que pasó con igual carácter a Apatzingán. Se caracterizó la actuación

292
ARIO DE ROSALES

de Pita Mota por un espíritu liberal y justiciero. Jamás expuso a sus


paisanos a la venganza del verdugo: prefirió más bien a mediados de
1908 —poco después de haber celebrado con gran pompa en su
pueblo natal el aniversario de la Batalla del 5 de mayo de 1862—
renunciar al cargo, pues no podía ya encubrir sin riesgos mayores, la
inquietud renovadora que sacudía a toda la Tierra Caliente, así como
a las "reuniones subversivas", verdaderas conspiraciones que se
venían efectuando en la propia cabecera del Distrito. Pita Mota fue
reemplazado por el mayor Rafael Valencia, testaferro del Gobernador
Mercado, quien cometió innumerables crímenes durante dos años
que estuvo en ejercicio.
Bueno es advertir que si los michoacanos no tomaron las armas el
mismo día 20 de noviembre de 1910, como Aquiles Serdán en Puebla,
y se lanzaron sobre el régimen porfirista, no por esto permanecieron
de simples espectadores, mientras las fuerzas revolucionarias
obligaban al dictador a capitular en Ciudad Juárez. En Ario de
Rosales desde 1908 Martín Castrejón y Luis Padilla desarrollaban una
intensa campaña antirreeleccionista a lo largo de la Tierra Caliente; y
de las palabras pasaron a los hechos: en la tienda de Francisco Cano y
en la casa habitación de doña Isabel Magaña se reunían secretamente,
acatando instrucciones de Castrejón y Padilla, ciudadanos arienses
dispuestos a lanzarse a la lucha armada.
Vive todavía en Ario Joaquín Benítez Zuloaga —nacido en el año
de 1900— sobrino de doña Isabel, quien haciendo recuerdos de su
niñez nos informó cómo los arrieros que transitaban entre Morelia y
la Tierra Caliente, con sus carretas y atajos repletos de mercaderías,
traían ocultos rifles 30 x 30, parque, pólvora, machetes y armas de
toda índole que Padilla y Castrejón almacenaban en un subterráneo
que había en la casa de doña Isabel. Afirma Benítez que tanto él como
su pequeña hermana Lucía, ayudaban a los arrieros a descargar el
armamento y a esconderlo en lugares seguros.
Precisamente por ese tiempo (1908) fueron aprehendidos por
sospechosos en Ario y encarcelados en la prisión municipal y en el
antiguo mesón de San Francisco los citados Castrejón y Padilla,
Mariano Marroquín, el cabo de Rurales Manuel Zuloaga, Heriberto
Ornelas, Cirilo Marrón, Francisco Magaña y Luis López, los cuales
pudieron salvarse de atropellos mayores por la actitud enérgica y

293
PABLO G. MACÍAS

solidaria del pueblo ariense. Más tarde Marrón fue asesinado en


Tacámbaro.
Dos años después la efervescencia revolucionaria era
incontenible en Michoacán. El 12 de noviembre de 1910 hubo en la
propia capital del Estado, una imponente manifestación popular que
recorrió las principales calles. Los oradores, casi todos alumnos del
Colegio de San Nicolás, atacaron sin embozo a Porfirio Díaz y a don
Aristeo. Del edificio del plantel los manifestantes tomaron hacia el
oriente por la antigua calle Nacional —ahora avenida Francisco I.
Madero—, pasando frente al palacio de gobierno para hacer alto en el
jardín de La Paz donde se alza la estatua a Melchor Ocampo. Allí
arengó a la multitud el estudiante de medicina J. Isaac Arriaga,
provocando con su verbo de fuego acres exclamaciones contra el
régimen.
Continuaron la marcha por la calle Morelos, deteniéndose frente
a la casa que habitó el héroe de Cuautla. En tal sitio habló el
estudiante José Torres, flagelando a la administración mercadista con
virilidad y calor. La muchedumbre siguió por la antigua calle del
Águila hasta la residencia del licenciado Mariano de Jesús Torres,
director del periódico El Centinela, donde se improvisó un mitin.
Desde uno de los balcones de la casa arengaron los estudiantes
Sidronio Sánchez Pineda y Cayetano Andrade. Sus discursos
candentes e impetuosos fueron tremendas catilinarias contra el
mercadismo y el porfiriato. ¡La sangre mártir de Aquiles Serdán que,
en Puebla, algunos meses más tarde había de bautizar a la
Revolución, animaba ya los cerebros de estos valientes nicolaitas,
para quienes las armas más poderosas que esgrimían contra la
dictadura, eran la fuerza convincente de su palabra, la razón y la
justicia!.
El mitin fue disuelto por la fuerza armada dirigida por el prefecto
del Distrito Lauro L. Guzmán, padre del escritor y político Martín
Luis Guzmán. El gobierno acordó en seguida la expulsión de sus
respectivos planteles de los líderes de este movimiento precursor: J.
Isaac Arriaga, Cayetano Andrade y Sidronio Sánchez Pineda.
Pero a pesar de estas represiones, los actos de protesta del pueblo
continuaron por todas partes.

294
ARIO DE ROSALES

A principios de mayo de 1911 los estudiantes del país lanzaron un


Manifiesto pidiendo la renuncia del Presidente Díaz. A dicha solicitud
se adhirieron importantes núcleos sociales, obreros y empleados de
comercio. El dictador respondió hostilizando a la juventud: la
Facultad de Medicina de México expulsó sin causa justa a Manuel
Escontria, Alfonso Sánchez Mejorada, Alberto Lozano Garza, Fandila
Peña, Melchor Menchaca, Tomás Valle, Miguel Carias y Cristóbal
Guajardo. El 9 de mayo los alumnos de la Escuela Nacional
Preparatoria dirigieron un memorial al ministro de Instrucción
Pública, licenciado Jorge Vera Estañol, protestando por los atropellos
de que estaban siendo víctimas los estudiantes del país. Este
memorial fue respaldado vigorosamente por los alumnos del Colegio
de San Nicolás.
El 13 de mayo de 1911 Aristeo Mercado, cuya posición era ya
insostenible, se separó del poder, quedando en su lugar el licenciado
Luis B. Valdés.
Siete días más tarde, como resultado de la toma de Ciudad Juárez
por las fuerzas maderistas, Porfirio Díaz abandonó la presidencia; se
embarcó en el puerto de Veracruz a bordo del "Ipiranga" y partió
rumbo a Europa de donde jamás había de volver. El porfiriato
quedaba así definitivamente liquidado.
¡Evidentemente la Revolución que empezaba en Michoacán,
comenzaba también a dar sus frutos!.

295
PABLO G. MACÍAS

CAPÍTULO XI

LA REVOLUCIÓN DE 1910
(1910-1920)

Se alzan en armas Salvador Escalante, en Santa Clara; Martín Castrejón y


Luis Padilla, en Ario de Rosales; Ortiz Rubio, en Otzumatlán. Los
maderistas toman Angangueo, Puruándiro, Tacámbaro, Uruapan
y Pátzcuaro. El doctor Miguel Silva, Gobernador del Estado.
Entrada triunfante de Escalante en Morelia. Asesinato de Madero y
Pino Suárez. Martín Castrejón y Ortiz Rubio contra Huerta.
Comienza la Revolución Constitucionalista. Angustia del doctor
Silva. Sale de Michoacán y se une a Carranza en Hermosillo.
Médico de la División del Norte. Se separa de Villa. Rencores del
Primer Jefe. El doctor Silva muerte pobre, desterrado y casi ciego
en La Habana. La vida social en Ario de Rosales. Andanzas de José
Valdovinos Garza. Personajes de la época: Medardo Rojas, Manuel
Coria, el violinista Jesús Hernández y Francisco Aguilera. Un
Leonardo Criollo en Tierra Caliente. El bandolerismo. Enésimo
ataque a Ario. Cientos de arienses emigran a Pátzcuaro.
Depredaciones de Chávez García. Inés burlado en Pátzcuaro.
Incendio de Santa Clara del Cobre. Anécdota del licenciado Jesús
Ramírez Mendoza. Fin de una sangrienta pesadilla.

SANTA CLARA DEL COBRE Y ARIO DE ROSALES EN PIE DE GUERRA

LA MAÑANA del 10 de mayo de 1911 —día en que cayó la plaza de


Ciudad Juárez en manos de la Revolución, rindiéndose a las fuerzas
maderistas el general Navarro con su Estado Mayor, 400 soldados,
parque y armamento— Salvador Escalante, subprefecto de Santa
Clara del Cobre, se levantó en armas al grito de ¡Viva Madero!
tremolando la bandera del Sufragio Efectivo. No Reelección.
Rápidamente reunió a sus amigos y al día siguiente tomó el camino de
Ario de Rosales, donde ya lo esperaban sus correligionarios Martín
Castrejón y Luis Padilla, con regular número de vecinos a los que
habían armado con el material oculto en la casa de Isabel Magaña.

296
ARIO DE ROSALES

Antes de partir, Escalante nombró nuevo Ayuntamiento en Santa


Clara, presidido por Carlos Pérez y ordenó a Braulio Mercado que
fuera a reclutar gente a Zirahuén. A Esteban Quezada, Alfonso
Solórzano, Juan Ortega y Delfino Pureco les dio otras comisiones
urgentes.
Uno de los primeros actos de los jefes de la Junta revolucionaria
de Ario —en cuanto Escalante proclamó la guerra— fue aprehender al
prefecto Rafael Valencia, para que respondiera de los crímenes que
había cometido durante su actuación; pero éste, habiéndose enterado
a tiempo de lo que pasaba en Santa Clara, se escapó al atardecer del
mismo día, con el propósito de llegar a la capital del Estado.
En su persecución partieron inmediatamente Castrejón y Padilla,
dándole alcance al cruzar la sierra.
Don Roberto Pita Hurtado122 testigo de aquellos hechos y quien
ha vivido casi toda su vida en Ario de Rosales, contó que los
revolucionarios condujeron al prefecto al centro de la villa por la hoy
avenida José María Morelos. Caminaba cabizbajo, en medio de
aquellos improvisados soldados; enredado al cuello llevaba un gasné
negro que el aire alborotaba, cubriéndole por momentos el rostro. Al
pasar frente a las casas, la gente le gritaba indignada:
—¡Asesino! ¡Ahora las pagarás todas juntas! ¡Asesino!.
Al llegar al palacio municipal hicieron alto. La multitud quiso
linchar a Valencia, pero Luis Padilla la contuvo. En seguida, ante la
expectación de todos, hizo subir al prisionero a uno de los balcones
del edificio y lo obligó a lanzar tres ¡vivas! al señor Madero.
—Ahora grite ¡muera Porfirio Díaz! —exigió Padilla, al momento
en que uno de los rebeldes le apuntaba con su 30 - 30.
—¡Muera Porfirio Díaz! —se apresuró a exclamar Valencia, si bien
ahora con acento tembloroso y acobardado.
Después de esto, la muchedumbre guardó unos instantes de
silencio. Al cabo, de entre ella se escuchó una voz anónima:
—¡Perdónalo Luis! ¡Perdónalo! ¡No vale la pena!.

122Don Roberto Pita Hurtado es padre del doctor Luis Pita Cornejo, ex rector
de la Universidad de Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, y del periodista
Roberto Pita Cornejo, ambos amigos personales del autor de estas notas.

297
PABLO G. MACÍAS

—¡Sí, perdónalo! —prorrumpió a coro el noble y generoso pueblo


de Ario de Rosales, echando un velo de olvido sobre los crímenes
cometidos por aquel verdugo de la dictadura.
La gente presenció después cómo ese hombre, abatido, se alejaba
paso a paso de la población hasta llegar a las últimas casas,
perdiéndose poco a poco en la lejanía sin que jamás volviera a saberse
de él.
Mientras estos acontecimientos tenían lugar en Ario, Salvador
Escalante que, como llevamos dicho, había salido de Santa Clara del
Cobre y avanzaba al Sur con su pequeña fuerza, se puso en contacto
con un amigo personal suyo, comprometido también en la
conspiración, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio, quien ya tenía listo a
un grupo de gente que con él trabajaba en sus labores profesionales.
El ingeniero Ortiz Rubio pertenecía a una antigua familia liberal
profundamente estimada en Morelia. Era hijo del licenciado Pascual
Ortiz de Ayala, connotado miembro del grupo juarista de la época de
la Reforma; había sido secretario de gobierno del Estado de
Michoacán en 1856 a 1863, en los gobiernos del doctor Miguel Silva
Macías y los generales Miguel Zincúnegui, Santos Degollado, Antonio
Huerta y Santiago Tapia; y también Gobernador interino en ausencia
de este último.
Las inquietudes revolucionarias de Ortiz Rubio afloraron cuando
contaba 18 años, en 1895. En tal fecha, siendo alumno del Colegio de
San Nicolás, del que era regente su padre, organizó en unión de sus
condiscípulos Juan B. Arriaga, Fausto Acevedo, Onésimo López
Couto, el guerrerense José Inocente Lugo y los guanajuatenses
Benjamín Arredondo y José Ortiz Rico, la oposición de los nicolaitas a
la dictadura.
En septiembre de ese año pisó por primera vez el suelo de una
cárcel. Tal día, hallándose los aduladores del régimen festejando el
onomástico del Gobernador Aristeo Mercado con un baile en el
edificio de la Academia de Niñas, sorpresivamente se presentaron los
estudiantes, se apostaron frente al local y arengaron a la
concurrencia, disolviéndose la fiesta. Como resultado, el prefecto del
distrito, coronel Luis García, les echó encima a los gendarmes, siendo
aprehendidos Pascual y veinte nicolaitas más que fueron encarcelados
en el cuartel de infantería del Estado. Diez días después, por gestiones

298
ARIO DE ROSALES

del regente del colegio y de los maestros Luis González Gutiérrez y


Ramón Mesa, fueron libertados.
Ese mismo año cuando Ortiz Rubio y sus amigos, en un acto de
reincidencia, celebraran una reunión clandestina en el pueblo de
Santa María de los Altos, fueron denunciados y aprehendidos diez de
ellos, poniéndolos en la cárcel.
Durante los movimientos oposicionistas de 1904 y 1908 en
Michoacán, Ortiz Rubio participó escribiendo en los periódicos y
activando a los grupos sociales contra la dictadura.
Hecha esta necesaria presentación, oigamos al propio Ortiz Rubio
referir sus nexos con Escalante.

"A mediados de 1910 —dice en sus Memorias— trabajaba yo como


ingeniero en una hacienda cercana a Santa Clara del Cobre, en donde
fungía como subprefecto un excelente amigo mío, Salvador
Escalante. Muchos recibimos invitación para tomar parte en el
movimiento libertario que se preparaba por Madero y aceptamos con
gusto. Convinimos en que yo procuraría agitar la parte oriente del
Estado, como lo hice; mientras él en el centro; Madrigal en
Puruándiro; el licenciado Tena en Pátzcuaro y Martín Castrejón en
Ario, harían otro tanto.
"Escalante, en 1911, fue el primero en comenzar la lucha armada; en
pocos días todos lo secundamos. Yo, con la compañía de caballería
que organicé en el mineral de Otzumatlán, amagué y tomé la plaza
de Angangueo, guarnecido por rurales al mando del mayor Francisco
Cárdenas. Los propios rurales al rendirse me entregaron como
prisionero a Cárdenas, a quien dejé en libertad, pues a lo largo de
toda mi vida pública y siempre que de mí dependió, evité las
represalias políticas y, sobre todo, el derramamiento de sangre
mexicana. Este sujeto fue el mismo que dos años después asesinó al
presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino
Suárez.
"Desde Angangueo me dirigí, conforme a las órdenes recibidas, al
sitio de la plaza de Morelia. Sostuve un combate a inmediaciones de
Charo, donde recibí una herida en el cuello. Resulté vencedor en
aquella acción".

Después de la entrevista, Escalante nombró a Ortiz Rubio capitán


primero de ingenieros del ejército libertador —como se dice en las

299
PABLO G. MACÍAS

Memorias—, le encomendó la tarea de poner sobre las armas a todas


las poblaciones situadas al oriente del Estado, para luego irse a
colocar con los efectivos que reuniera en las cercanías de Morelia,
plaza que tomarían los jefes sublevados juntos.
En Ario de Rosales, Escalante fue recibido con grandes muestras
de simpatía y desde luego se puso a formular con Luis Padilla y
Martín Castrejón el itinerario de campaña que había de seguir y que
fue todo un éxito, pues en sólo unos cuantos días cayeron en su poder
Tacámbaro, Puruándiro y Uruapan, amén de numerosos poblados de
la Tierra Caliente, que facilitaron hombres y elementos para la lucha.
Siguieron el ejemplo de estos jefes, numerosos vecinos de La Piedad,
Los Reyes, Zamora y Jiquilpan, quienes en son de guerra depusieron
a las autoridades mercadistas y libertaron a los presos políticos.

TORMENTA POLÍTICA EN MORELIA, EL DR. MIGUEL SILVA GOBERNADOR


DEL ESTADO

La lucha en Michoacán fue breve, pero firme y decisiva. El 13 de


mayo, apenas tres días después del levantamiento armado en Santa
Clara del Cobre, Aristeo Mercado pidió una licencia por cuatro meses
para separarse de la gubernatura, licencia que equivalía a una
renuncia, pues jamás volvió a recuperar el mando. La legislatura
estatal nombró Gobernador interino al licenciado Luis B. Valdés,
quien ya lo había suplido en 24 ocasiones durante 20 años. Pero
Valdés sólo pudo sostenerse cinco días, pues el día 15 de mayo,
Salvador Escalante con sus fuerzas había ya tomado Pátzcuaro y se
preparaba para poner sitio a Morelia; mientras por el oriente, el
ingeniero Ortiz Rubio con su gente se hallaba más acá de Charo y,
aunque herido, sólo esperaba la orden de su superior para atacar a
Morelia.
La entrada a Pátzcuaro se hizo de la siguiente manera: a la
vanguardia iban Escalante y los jefes que le seguían al mando, Martín
Castrejón y Braulio Mercado. La retaguardia la formaban Luis Padilla,
Alfonso Solórzano y Delfino Pureco. Pero antes de llegar a Pátzcuaro,
en las estribaciones del "Cerro del Frijol" o "Santa Juana", entre la
serranía, se oyó un grito de ¡quién vive! La retaguardia contestó:

300
ARIO DE ROSALES

"Madero". En seguida se escuchó un atronador y prolongado ¡viva!


lanzado por los señores licenciado Federico Tena, Amado Espinosa,
Estanislao Monje y José Dolores y Pilar Servín, quienes al acercarse
preguntaron a los revolucionarios por el general Escalante, a quien
iban a ofrecer sus servicios.
Explicaremos ahora cuál era la situación política en Michoacán,
en tales momentos.
Si en lugar de Valdés la Legislatura designaba Gobernador a un
elemento mercadista, las tropas revolucionarias mandadas por
Escalante, hubiesen en seguida avanzado sobre Morelia, capturándola
a sangre y fuego, ya que en ella contaba con la simpatía popular y la
de mucha gente de significación. Si por el contrario se hacía cargo del
ejecutivo algún ciudadano cuya filiación se juzgara oposicionista al
mercadismo, equivaldría por ese sólo hecho, a entregar el Estado en
manos de la Revolución y hay que recordar que aun estaba en la
presidencia Porfirio Díaz.
Si lo primero, la guerra seguiría y pueblos y ciudades
michoacanos sufriendo las consecuencias inevitables de ese estado de
cosas; y si lo segundo, los funcionarios aristeístas quedaría en
situación comprometida en un terreno conquistado por los
revolucionarios. El Congreso designó, al fin, con loable acierto, como
Gobernador por los cuatro meses de licencia que solicitó Mercado, a
un hombre sencillo, honesto, demócrata, inmaculado a quien el
pueblo amaba por sus virtudes cívicas y su pasión por la justicia: el
doctor Miguel Silva González.
Para el pueblo era un gobernante ideal; para los mercadistas sólo
significaba un elemento de transacción, el individuo indispensable en
aquellos momentos críticos en que se jugaban sus propias vidas y la
tranquilidad del Estado. En el fondo, los partidarios del antiguo
régimen encontraban en el nombramiento del doctor Silva un fin
político provechoso a sus intereses, como era el de que, siendo
Gobernador interino no podría aspirar a la gubernatura en el periodo
inmediato. De esta manera mataban dos pájaros de un tiro, puesto
que el doctor Silva venía figurando desde antes de la caída de
Mercado, como candidato al gobierno de Michoacán.
Con el propósito de dar por terminada la revuelta en el Estado,
evitando derramamiento de sangre, el doctor Silva, tan luego como

301
PABLO G. MACÍAS

hubo tomado posesión de la gubernatura, comisionó a los licenciados


José Ortiz Rodríguez y Manuel Ibarrola y a los doctores Enrique
Cortés y Enrique Ortiz, para que se trasladaran a Pátzcuaro donde se
encontraban las fuerzas maderistas, y negociaran, en su nombre, con
Salvador Escalante la entrada pacífica del ejército libertador en
Morelia.
Las pláticas, a las que se dio el nombre de los Convenios de
Pátzcuaro, produjeron el resultado apetecido, pues Escalante conocía
de sobra la personalidad del doctor Silva, y además asesor político de
éste y amigo de ambos, era el licenciado Daniel Huerta Cañedo, que
en esos momentos fungía como secretario particular del propio
Escalante.

SALVADOR ESCALANTE OCUPA PACÍFICAMENTE LA CIUDAD DE MORELIA

El 29 de mayo Felipe Iturbide y José Ortiz Rodríguez, presidente y


secretario respectivamente del "Círculo Paz y Unión" (que más tarde
se transformó en el Partido Liberal Silvista) circularon esta invitación
impresa:

"El Círculo Paz y Unión tiene el honor de invitar al demócrata pueblo


de Morelia para adornar el frente de sus casas y recibir calurosa y
entusiastamente al ejército libertador que operó en el Estado al
mando de su general Salvador Escalante y que hará su entrada a esta
ciudad, en son de paz, entre 10 y 11 de la mañana del martes 30 del
presente mes".123

Al día siguiente, 30 de mayo, el Gobernador Silva lanzó al pueblo la


siguiente proclama:

"Hoy llegará a esta ciudad, al frente de las tropas que comanda, el


jefe iniciador del movimiento maderista en Michoacán, señor don
Salvador Escalante. Estimo que es un deber mío, ya que me ha
cabido la altísima honra de ser por hoy vuestro gobernante, invitaros
para que os preparéis a recibir dignamente a quienes han abrazado y

123 Pablo G. Macías. Aula Nobilis. p. 223.

302
ARIO DE ROSALES

sostenido una causa que cuenta con la entusiasta aprobación de la


inmensa mayoría del pueblo mexicano, y cuyo jefe ha mantenido su
bandera reprimiendo con enérgica mano toda criminal perturbación
del orden público. Tengo una fe profunda en vuestra sensatez,
cultura y patriotismo, y por eso abrigo la grata convicción de que, al
demostrar vuestro regocijo por el acontecimiento que os anuncio,
demostraréis al propio tiempo la moderación y mesura digna de los
que van a ser vuestros huéspedes.
"También cumple a mi deber encareceros no sólo vuestro respeto,
sino vuestra adhesión sincera a los jefes y tropas que guarnecen esta
plaza, teniendo en cuenta que unos y otros han consagrado
eficazmente sus patrióticos esfuerzos en servicio de vuestro bienestar
y que desde hoy más contribuirán, en fraternal unión con las fuerzas
maderistas, para la defensa y sostén de los sagrados intereses de la
patria.
"Seguro de que responderéis a mis súplicas amistosas, recibid desde
ahora las expresiones de mi agradecimiento. Miguel Silva".124

En efecto, el 30 de mayo entraron a Morelia las fuerzas maderistas,


yendo a la cabeza de ellas Salvador Escalante. Para dar mayor
solemnidad al acontecimiento, el comercio cerró sus puertas, se
suspendieron las labores en las oficinas públicas y los frentes de la
mayoría de las casas de la ciudad aparecían adornados con los colores
nacionales.
Al sonar las 12 horas, las campanas de la catedral y de todas las
iglesias de Morelia dejaron oír sus bronces sonoros y, en esos
momentos, se avistaron por la garita de Chicácuaro las tropas
mandadas por Escalante. El Gobernador Silva presenció el desfile
desde el balcón central del Palacio de gobierno; después pasó a
saludarlo el general Escalante, seguido de su Estado Mayor. Las
tropas revolucionarias quedaron alojadas en el cuartel "Vasco de
Quiroga".
Ese mismo día, las clases sociales de Morelia ofrecieron un
banquete en el Casino, al Gobernador Silva y al general Escalante,
testimoniándose de esta manera el triunfo del maderismo en

124 Pablo G. Macías. Ut Supra, p. 223.

303
PABLO G. MACÍAS

Michoacán, y la simpatía que el pueblo guardaba para los iniciadores


de ese movimiento emancipador.
Al banquete asistieron funcionarios de los poderes locales,
representantes de la Federación, miembros del ejército y personas de
significación entre el comercio, la banca y la industria. El periódico El
Centinela publicó los siguientes nombres: Miguel Silva González,
Gobernador del Estado; general Salvador Escalante, jefe de la
Revolución maderista en Michoacán; licenciado Felipe de J. Tena,
secretario general de gobierno; ingeniero Porfirio García de León,
prefecto de la ciudad; licenciado Daniel Huerta Cañedo, secretario
particular de Escalante; teniente coronel Fernando Mass, jefe de las
fuerzas porfiristas rendidas; Braulio Mercado, jefe del Estado Mayor
del general Escalante; licenciado Federico Tena, Amado Espinosa,
Martín Castrejón, Luis Padilla, Alfonso Solórzano Sandoval, Trinidad
Ángel, Enrique Orozco (primo de Pascual Orozco), José Torres.
doctores Vicente Aragón, Nicolás Pérez Morelos (descendiente del
héroe de la patria José María Morelos y Pavón), Alberto Oviedo Mota,
Roberto Torres, Enrique Cortés, Enrique Ortiz y Gregorio Martínez,
licenciados Felipe y Mariano Castro Montaño, Mariano Cañedo,
Nicolás Méndez, Timoteo Guerrero, Manuel Ibarrola, José Ortiz
Rodríguez, Manuel Larrauri Montaño, Julio Ramírez Wiela, Manuel
Treviño, Adolfo Cano, Joaquín Romero, Pedro Pimentel, Herculano
Ibarrola y Mariano de Jesús Torres, director de El Centinela. Profesor
Rafael Elizarraraz, Rafael Quintero, Julio Iturbide, Jesús Medina
Ojeda, Manuel Aurrecochea, Ramón Santoyo, Joaquín Arriaga, José
Oseguera, Miguel Ramírez, Miguel Estrada, Enrique Arreguín, Miguel
de Hoyo, Juan A. Sáenz, Rafael Castro Montaño, Alberto Martínez,
Severo Cuevas, Antonio Solórzano Solchaga y Lorenzo Larrauri
Montaño.
El ágape fue ofrecido por el licenciado Manuel Ibarrola. Se puso
así término a la primera fase de la lucha clandestina en Michoacán.

LO HECHO POR EL DR. SILVA DURANTE SU INTERINATO

Al tomar posesión del gobierno, el doctor Silva dispuso como primera


medida, la reorganización del erario público, pues a la separación de

304
ARIO DE ROSALES

Aristeo Mercado, quedó casi en bancarrota. Él mismo, dando un


ejemplo de desinterés personal y de civismo, no sólo se negó a cobrar
su sueldo que le correspondía como jefe del Ejecutivo, sino que, de su
propio peculio, pagó por algún tiempo sus emolumentos a buen
número de empleados oficiales.
Impulsó de manera eficaz los ramos de la administración pública,
pero de manera especial las cuestiones sociales que por primera vez
abordaba un gobierno revolucionario. Dictó importantes medidas
sobre trabajo y previsión social y atacó el magno problema de la
alimentación correcta de los núcleos populares. Fundó la "Gota de
leche" para proveer de alimentos a los hijos de los trabajadores y a los
enfermos y creó varios centros de protección a la infancia. Comisionó
al ingeniero Ortiz Rubio para que utilizando a los presos comunes
recluidos en la cárcel de San Agustín —donde se demacraban por falta
de salubridad, haciéndose tuberculosos y la mayoría vegetaba en la
molicie y el vicio— desazolvara los ríos Chiquito y Grande de Morelia,
desecara los extensos pantanos cercanos a la ciudad y, hasta donde
fuera posible, reparara los caminos más importantes del distrito.
Respecto a la educación pública, seleccionó el profesorado y dotó
de libros y útiles a las escuelas primarias, de laboratorios y material
pedagógico al colegio de San Nicolás y a la facultad de Medicina. No
obstante su trabajo abrumador en el gobierno, se ingenió el modo de
impartir por las tardes un curso extraordinario de clínica médica, en
forma de conferencias, en el que dio a conocer su enorme experiencia
de maestro y sus observaciones hechas en los principales centros
médicos de Europa. Estas conferencias constituyeron un gran
acontecimiento en Morelia y a escucharlas acudía en masa el
alumnado de la facultad de Medicina, los maestros y aun médicos ya
en el ejercicio de su profesión.
Fenecido el término de su licencia, Aristeo Mercado no volvió a
Michoacán. La gubernatura quedó en manos sucesivamente de los
licenciados Felipe J. Tena y Primitivo Ortiz, retirándose el doctor
Silva de los asuntos oficiales para dedicarse a su campaña política. La
reacción adujo de inmediato que éste no podía figurar como aspirante
por haber cubierto la licencia de don Aristeo, pero la secretaría de
Gobernación resolvió el caso en favor del doctor Silva. En

305
PABLO G. MACÍAS

consecuencia la lucha electoral comenzó en el mes de septiembre de


1911.
Ya sabemos que el Partido Liberal Silvista apoyaba la candidatura
del doctor Silva. Ahora explicaremos que el clero, los restos del
porfiriato y del mercadismo, organizaron otro grupo denominado
Partido Católico Nacional, cuyo candidato fue al principio el
licenciado Francisco Elguero, y al final, el propio Gobernador Ortiz.
Surgió también como contrincante del doctor Silva un llamado
general Marcos V. Méndez, morfinómano, cretino e inconsciente —en
opinión de su contemporáneo don Pelagio A. Rodríguez— que no
tenía más mérito que haberse pronunciado contra don Porfirio
cuando ya Madero había triunfado. Nadie lo conocía en Michoacán ni
se supo jamás cómo obtuvo su grado de general; era un tipo ridículo y
fanfarrón al que jamás nadie tomó en serio, ni siquiera llegó a saberse
quiénes lo postulaban. Méndez terminó su apenas iniciada vida
política, levantándose en armas contra el régimen maderista, y murió
de un balazo el 11 de febrero de 1912 en el Rancho del Pino, cerca de
Apatzingán, cuando libraba un encuentro con fuerzas al mando de
Martín Barragán destacadas en su persecución.125
Finalmente, también aspiraba a la primera magistratura un
licenciado Munguía Santoyo, tan desconocido como el anterior.
En el campo político sólo quedaban, pues, de hecho, en la
campaña de 1911-1912, dos candidatos: el doctor Miguel Silva
González y el licenciado Primitivo Ortiz.
La dirección del Partido Liberal Silvista la componían los
licenciados José Ortiz Rodríguez, Felipe y Mariano Castro Montaño,
Joaquín Romero, Enrique Domenzáin, Timoteo Guerrero, Felipe de J.
Tena, Julio Ramírez Wiela y Manuel Ibarrola; los doctores Enrique
Anaya, Alberto Oviedo Mota, Emiliano Torres, Enrique Cortés y
Nicolás Pérez Morelos; los ingenieros Pascual Ortiz Rubio y Porfirio
García de León; los profesores Enrique Arreguín y José Ortiz Rico;
Martín Barragán y Carlos García de León.
Como oradores principales figuraban los abogados Fernando
Iglesias Calderón, Miguel Alessio Robles, doctor José Siurob y el

General Pelagio A. Rodríguez. La Revolución en Michoacán. Obra inédita


125

cuyos originales fueron proporcionados gentilmente al autor de estas notas.

306
ARIO DE ROSALES

periodista Alfredo N. Acosta. Para propagar la candidatura en el


Estado, el centro director nombró a Cayetano Andrade que recorrería
principalmente los municipios de Acuitzio del Canje, Tacámbaro,
Zinapécuaro y Huetamo; a J. Isaac Arriaga, los distritos de Uruapan y
Apatzingán; y a Pelagio A. Rodríguez, los de Ario de Rosales, Santa
Clara del Cobre y la Tierra Caliente.
La candidatura de Ortiz cifraba su triunfo en el púlpito y el
confesionario, pues su principal propagandista era el secretario de la
mitra michoacana, canónigo Francisco Banegas Galván. Pero contaba
también con oradores de la talla de los licenciados Francisco Elguero,
José Ugarte y David Franco, entre otras figuras importantes del
antiguo régimen.
Efectuadas las elecciones, resultó triunfante por una abrumadora
mayoría de votos el doctor Silva, quien tomó posesión como
gobernante constitucional el 16 de septiembre de 1912.

LA ASCENDENCIA ARIENSE DEL DR. MIGUEL SILVA GONZÁLEZ

Al llegar a este punto juzgamos necesario dar a conocer los


antecedentes de familia del doctor Miguel Silva González, su raíz
ariense, por la importancia del drama en que va a ser actor y
sabedores de que la historia de los pueblos es, en último término, la
historia de sus hijos.
El doctor Miguel Silva González era hijo de aquel patriota de la
Reforma que fuera también dos veces Gobernador de Michoacán,
doctor Miguel Silva Macías y de doña María González Gutiérrez, hija,
a su vez, de otro liberal ilustre y maestro de la juventud nicolaita, el
doctor Juan Manuel González Urueña, fundador de la Escuela de
Medicina de Morelia, quien por su oposición a la dictadura "Su Alteza
Serenísima" lo desterró del Estado y murió cuando iba camino al
exilio.
Era, por tanto, este eminente michoacano, nieto de don José
María Silva, el hombre que alojó en 1803 en su casa de Ario, al Barón
de Humboldt y al francés Aimè Bonpland; el partidario entusiasta de
la insurgencia, que conoció y trató al Siervo de la Nación, a Liceaga, a
Cos, a Matamoros y a Víctor Rosales, entre otros, a quienes por su

307
PABLO G. MACÍAS

actividad de comerciante les facilitaba víveres e información; el


mismo que en 1828 siendo diputado, propuso y obtuvo que a la
ciudad de Valladolid se le cambiara ese nombre por el de Morelia, en
honor de Morelos; y, por último, el mismo que en el desempeño de la
primera magistratura de Michoacán, llevó a cabo importantes
mejoras en el Estado.
Y nieto también, por la rama materna, del sabio don Juan
Manuel.
Miguel Silva González nació en Morelia el 25 de octubre de
1857;126 hizo sus estudios primarios en el plantel que dirigía en su
ciudad natal el profesor Francisco Breña, y los preparatorios en el
Colegio de San Nicolás, de donde pasó a la Facultad de Medicina de
México, titulándose de médico cirujano en diciembre de 1883.
Cuatro años tenía Silva González cuando murió su padre, en
Morelia, víctima de un contagio de tifo mientras atendía a los
enfermos de una epidemia. El niño y su familia quedaron en la
orfandad, pues no obstante que el doctor Silva Macías provenía, como
sabemos, de una familia acomodada de Ario de Rosales y había
desempeñado por dos veces el puesto de Gobernador del Estado,
carecía de bienes, pues su fortuna personal ha había agotado en la
causa de la Reforma y en obras de beneficencia.
El licenciado José Ortiz Rodríguez en su opúsculo intitulado El
doctor Miguel Silva, expresa: "…Como el doctor Silva Macías no
dejara bienes, su viuda y sus huérfanos subsistieron algún tiempo con
una pensión de cien pesos mensuales que, a moción del Tribunal
Supremo de Justicia, les decretó el Congreso del Estado, más una

126La partida de bautismo asienta textualmente: "En Morelia a 27 de octubre


de 1857, yo el presbítero Nicolás Corona, cura propietario de Celaya,
promotor fiscal y juez de testamento de este Obispado, con licencia
parroquial, exorcicé, puse óleo, sagrado crisma y bauticé solemnemente a un
infante que nació antier en esta ciudad; púsele por nombre Miguel
Crispiniano, hijo legítimo del señor gobernador don Miguel Silva Macías y
doña María González Gutiérrez; fueron sus padrinos el señor general don
Miguel Zincúnegui y doña Dolores Gutiérrez, a quienes advertí su obligación
y parentesco espiritual y lo firmé. Mariano Carreón. (rúbrica). Al margen:
Miguel Crispiniano Luis de Jesús. El presbítero Licenciado Nicolás Corona".

308
ARIO DE ROSALES

beca en el Colegio de San Nicolás para el joven Miguel Silva González.


Ese decreto tuvo en cuenta:
"Primero, que dichos doctores Miguel Silva Macías y Juan
Manuel González Urueña contrajeron grandes méritos en el Estado
por su constante y patriótica dedicación al servicio del mismo, y por
su absoluta y desinteresada consagración al alivio de la humanidad
doliente y por haber sucumbido y permanecido fieles al cumplimiento
de sus deberes; el uno, como buen mexicano en el ostracismo a que lo
condenara la tiranía, y el otro, víctima de la enfermedad que le
sobrevino por atender con celo a las funciones de su empleo.
"Segundo, que la familia de Silva Macías lo es también de
González Urueña, en grado inmediato (don Juan Manuel era padre
político de Miguel Silva Macías y, por consiguiente, abuelo de Miguel
Silva González); y
"Tercero, que la justicia y gratitud pública reclaman de parte del
gobierno una protección directa en favor de aquella familia para su
subsistencia y educación".
Posteriormente —imitando a su padre— el doctor Miguel Silva
González llevó a cabo estudios de especialización en Europa,
adquiriendo merecida fama en el ejercicio profesional.

EL DOCTOR SILVA EN EL DRAMA DE LA USURPACIÓN HUERTISTA EN


MICHOACÁN

Tal es el hombre al que por uno de esos azares del Destino, le tocó ser
la víctima más propicia e inocente en el terrible drama de la
usurpación huertista en Michoacán.
Escasos cinco meses tenía de haber tomado posesión del
gobierno, cuando se suscitó el pronunciamiento de La Ciudadela. La
triste, la dolorosa noticia del asesinato del Presidente Madero y del
Vicepresidente Pino Suárez, se conoció en Morelia el mismo 22 de
febrero de 1913, produciendo enorme consternación entre los
liberales.

309
PABLO G. MACÍAS

Pese a que algunos michoacanos, aisladamente, se alzaron en


armas en diversos puntos de la entidad,127 el doctor Silva no creyó en
ese primer momento que Victoriano Huerta estuviera involucrado en
el crimen; a diferencia de otros mandatarios que desde luego se
lanzaron a la rebelión adhiriéndose al Plan de Guadalupe, el
Gobernador de Michoacán pensó que el usurpador respetaría la
soberanía del Estado. ¡Y es que aquel hombre bueno, ajeno a la
perfidia y a la mala fe, no podía creer en la traición!
Amigos suyos y correligionarios lo urgían a que desconociera a
Huerta; al no lograrlo, Martín Castrejón y Ortiz Rubio —este último
jefe del Batallón Matamoros— resolvieron pronunciarse con los
elementos que tenían, pero cuando iban a poner en práctica su plan,
despertaron la sospecha. Entonces el jefe de la guarnición de Morelia
amenazó al Gobernador con la cárcel si no ordenaba la inmediata
captura de Castrejón, que aparecía como jefe de los descontentos.
He aquí cómo relata uno de los actores del drama —el ingeniero
Ortiz Rubio—128 aquellos terribles momentos:

"…El señor gobernador Silva creyó que los ofrecimientos de Huerta,


de respetar la soberanía del Estado, bastarían para que la horda
infame de la reacción no ahogara de nuevo todas las conquistas del
maderismo, y por más esfuerzos que hicimos el coronel Martín
Castrejón, el licenciado José Ortiz Rodríguez, el doctor Alberto
Oviedo Mota y yo para que Michoacán asumiera su soberanía y
combatiera a la reacción, nada conseguimos, pues el doctor era un
idealista y un caballero, y no podía concebir que Huerta iba a
atropellar todo y que era el verdadero asesino del señor Madero y del

127 Francisco J. Múgica se presentó en Coahuila a don Venustiano Carranza y


con el grado de capitán fue uno de los firmantes del Plan de Guadalupe.
128 La transcripción corresponde a las Memorias del ingeniero Pascual Ortiz

Rubio —documento valioso apenas conocido por amigos íntimos del ex


presidente— que su hijo el ingeniero Pascual Ortiz Rubio tuvo la gentileza de
proporcionarnos para consulta. Tiene el mérito de haber sido escrito con
franca y sincera sobriedad, sin que tal vez el autor mismo pudiera darse
cuenta cabal de la trascendencia histórica que sus aseveraciones iban a tener
para el futuro, pues en ningún escrito sobre Michoacán que nosotros
conozcamos, se hace alusión hasta hoy de los acontecimientos narrados en
las Memorias.

310
ARIO DE ROSALES

licenciado Pino Suárez y había jugado con la buena fe de cuantos


tuvieron la desgracia de creer en su palabra. Además, el doctor Silva
no quería que se derramara sangre y creía poderlo evitar
políticamente.
"En vista de su resistencia nos resolvimos a dar un golpe de audacia
con las fuerzas leales, para obligar al gobernador a secundarnos;
pero la víspera de eso, aconteció lo inesperado. Sabedor el huertismo
de nuestros propósitos, ordenó la prisión de Castrejón, que en esa
época era coronel y andando el tiempo llegó a general. Engañaron de
tal manera al doctor Silva que éste permitió que aquel acto se
consumara, pero tuvo la lealtad de llamarnos a Castrejón y a mí y
decirnos:
—En estos momentos me han puesto un dilema, o la prisión mía o la
de ustedes, y yo quiero que deliberemos.
—Señor gobernador —dijo Castrejón, mi deber es evitarle a
Michoacán y a usted mayores males; en este momento me voy a
presentar a la jefatura de la guarnición.
"El doctor Silva angustiadísimo por aquella resolución, pero con la
seria responsabilidad del puesto que no le permitía sino la
humillación, en lo que él creía el bien del Estado, o la rebeldía, para
lo cual se necesita un temple diverso del que tenía aquel sabio varón,
hombre pacífico, hombre de hogar y nada ducho en azares guerreros,
no hizo sino abrazar al coronel Castrejón conmovido y pedirle
perdón por su debilidad…
"Ante la resolución del coronel Castrejón de presentarse a la jefatura,
decidí yo acompañarlo para evitar que se cometiera con él un
atentado, y pedí al gobernador que me arreglara por teléfono el
permiso de la jefatura para no separarme de mi coronel, lo que fue
concedido. En la jefatura de la guarnición se nos puso en una pieza
con centinelas de vista; ¡rurales de Cárdenas! Pasamos la noche en
vela, platicando. A las cuatro de la mañana se nos condujo a la
estación. El doctor Silva debe haber pasado horas angustiadísimas,
tanto por la escena referida como por el temor, muy natural, por la
suerte que correríamos. Tan fue así que ordenó a su ayudante el
capitán Agustín Mora, que se nos incorporara en la estación y no se
alejara de nosotros un solo instante, para evitar cualquier crimen, y
le dio amplias cartas para sus amigos de México a efecto de que
influyeran con Huerta en favor de Castrejón.
"A la salida de Morelia, por ferrocarril, entre la escolta de rurales de
Cárdenas, se nos incorporó otro prisionero, José Carmen Luviano, ex
prefecto de Huetamo y sobrino del general José Rentería Luviano, ya

311
PABLO G. MACÍAS

en armas contra Huerta. Al llegar a México el coronel Castrejón fue


internado en el cuartel de San Pedro y San Pablo, y yo tuve cuidado
de visitarlo cuantas veces me lo permitieron, lo mismo que el capitán
Mora.
"Simultáneamente con ésta y otras prisiones llegó a Morelia el
general huertista Fidencio Hernández, con un respetable contingente
de juchitecos, y rápidamente se adueñaron de la situación, lo que
hizo abrir los ojos al doctor Silva, aunque tarde. Pidió licencia
indefinida para separarse del gobierno y se encaminó a México
donde su principal empeño fue salvar al coronel Castrejón, hasta que
obtuvo su libertad. En México el doctor Silva era estrechamente
vigilado, porque todo michoacano que tuvo que salir del Estado se
dirigía a México en busca del doctor, y la policía creyó que en la casa
de éste se conspiraba. En estas circunstancias convinimos el coronel
Castrejón y yo en irnos a Michoacán a incorporarnos con los
nuestros. Debería salir primero Castrejón, que era el más vigilado, y
en seguida yo. Una vez en Michoacán, se sumó a las fuerzas del
general Gertrudis G. Sánchez.
"Apenas se supo la escapatoria de Castrejón, el doctor Silva fue
amenazado seriamente y se le dijo que en caso de comprobarse que
él alentaba a sus partidarios para ir a engrosar a la revolución, sería
puesto en la penitenciaría. Esta amenaza nos impidió a muchos de
sus amigos incorporarnos desde luego a la revolución, y comenzamos
a trabajar cerca del doctor para que abandonara la República por su
seguridad y para dejarnos libres de ir a cumplir con nuestro deber. Al
fin logró escapar a la vigilancia huertista y, vía La Habana, se fue a
Hermosillo, donde don Venustiano Carranza dirigía la revolución
constitucionalista".

El doctor Silva fue sustituido en el gobierno de Michoacán por el jefe


de la guarnición de Morelia, Alberto Dorantes; y éste, pocos días
después, por el general Alberto Yarza, hasta el mes de agosto en que
Victoriano Huerta designó Gobernador y comandante militar en el
Estado a su lugarteniente Jesús Garza González. Sin embargo, la
lucha armada se había iniciado en Michoacán desde el 30 de marzo,
ocho días después del asesinato de Madero y Pino Suárez. La
emprendió el coronel Gertrudis G. Sánchez con el 28º Cuerpo Rural,
del que era teniente coronel Joaquín Amaro. En Huetamo (31 de
marzo) se les unió José Rentería Luviano con parte del 41º Cuerpo

312
ARIO DE ROSALES

Rural. El 16 de abril después de 7 horas de combate, tomaron


Tacámbaro; y el 20 Pátzcuaro. El 18 de abril Zinapécuaro cayó sin
combatir; Amaro ocupó Puruándiro el 27 de mayo y Rentería Luviano
Zamora el día 30. El 3 de junio Joaquín Amaro se apoderó de
Uruapan y a fines de este mismo mes Morelia, Jiquilpan, La Piedad y
Zamora estaban libres de perturbaciones; los distritos de Coalcomán,
Pátzcuaro, Maravatío, Puruándiro, Ario de Rosales y Zitácuaro
seguían parcialmente invadidos.
En los pueblos controlados por el huertismo, las autoridades
legítimas fueron depuestas. En Ario de Rosales fungió en aquellos
días azarosos como prefecto José Torres Salinas, auxiliado por Andrés
Zarzosa, sanguinario y cruel esbirro de la usurpación, que cometió
numerosos crímenes en todo el Distrito. Gente de Ario, que todavía
vive, recuerda las razias llevadas a cabo por Zarzosa de ciudadanos
pacíficos que caían asesinados a diario por el hecho de ser maderistas.

"Durante la estancia de Zarzosa en Ario —relata don Roberto Pita


Hurtado— constantemente se escuchaban las descargas de fusilería
que segaban vidas inocentes por los barrios de La Garita, el Panteón
Municipal, la Calzada de Canintzio y otros lugares".

Por cierto que Andrés Zarzosa —ignorándose los medios que puso en
práctica— andando el tiempo llegó a general y durante la campaña
almazanista murió asesinado a la puerta de su casa, en Monterrey.
Se desencadena una era de terror y sangre en el Distrito como no
la había habido antes. Ario de Rosales vuelve a ser campo propicio
para una lucha atroz. Las persecuciones y matanzas están a la orden
del día, sin contar los estragos que causaban las tropas de uno y de
otro bando, al tomar o evacuar la villa. Los hombres del pueblo que
escapaban de la muerte eran arrebatados de sus hogares y llevados en
"leva" a engrosar las filas de los asesinos de Madero.

DESTERRADO, POBRE Y CASI CIEGO MUERE EN LA HABANA EL DR. SILVA

Pero volvamos al doctor Silva.

313
PABLO G. MACÍAS

"Al finalizar el año de 1913 llegó al norte de Sonora —afirma Miguel


Alessio Robles, su compañero en la campaña—.129 No fue en busca de
prebendas ni prerrogativas. Con toda humildad ofreció sus servicios
para marchar a donde se le designara. No conoció la soberbia ni el
orgullo en los días de esplendor, mucho menos en los días de prueba,
cuando se luchaba con abnegación y con heroísmo para acabar con el
gobierno de Victoriano Huerta. La prestigiosa personalidad del
doctor Silva en las filas de la Revolución le daba fuerza, porque era
una garantía de orden, moralidad y honradez. Él se presentaba solo,
es cierto, pero estaba avalado por una legión de partidarios que lo
seguían a todas partes sin dudas ni vacilaciones. Aportaba al
movimiento legalista su cultura, sus afanes, su inteligencia. Una
ilustración selecta abrió su espíritu al viento de todas las ideas.
Respetaba todos los credos y todas las opiniones…
"Lo estamos contemplando en los hospitales de Chihuahua, de
Coahuila, de Zacatecas, atendiendo a los heridos con una tierna
solicitud. A los soldados, a los oficiales, a los jefes, a todos los atendía
por igual. Las salas estaban atestadas de heridos que reclamaban su
atención pronta y blanda, y para él no había un momento de
descanso. Los heridos de los hospitales le ocupaban todo su tiempo…
"Aquel hombre nobilísimo reconocía el mérito hasta de sus mismos
adversarios. La pasión no lo cegaba, mucho menos la envidia que
taladra las sienes de las pobres gentes que no han sentido nunca el
impulso generoso de hacer el bien, de luchar por una causa grande,
de defender a la patria… El egoísmo y la envidia no se albergaron
jamás en el pecho del doctor Miguel Silva, que era la personificación
de la bondad. Bondad en sus ideas que eran una constante
enseñanza de patriotismo, de abnegación y de nobleza. Por eso el
nombre del doctor Miguel Silva aparece cada día más puro y
luminoso ante nuestros ojos, y nos impulsa a tenerles compasión y
lástima a los que no han sentido nunca el rasgo generoso de partir el
pan con el hambriento y de luchar por la libertad de los esclavos y de
los oprimidos".

Por otra parte, el ingeniero Ortiz Rubio, que llegó poco después a
Hermosillo donde se hallaba ya el doctor Silva, escribe en sus
Memorias:

129El Universal. El gran diario de México. Número 7934, 29 de agosto de


1938.

314
ARIO DE ROSALES

"…Me incorporé al Ejército Constitucionalista y traté por primera vez


al Primer Jefe, señor Carranza; un hombre austero, de grandes
cualidades, de ideas avanzadas y bien cimentadas con férreo y
obstinado carácter, características excelentes para el caudillo en la
lucha contra el dictador Victoriano Huerta y para el guía que
encausaba nuestros ideales y aspiraciones de mejoramiento
económico-social. Pero ese mismo carácter obstinado también hacía
difícil su trato, y así lo sentimos muchos de los maderistas que nos
acercábamos a él ansiosos de empezar nuevamente la lucha
libertaria. Al doctor Silva, que fue de los más entusiastas maderistas,
lo había recibido el Primer jefe con notoria frialdad, reprochándole el
no haber desconocido a Huerta desde el primer momento, cosa
difícil de esperar en un hombre con cualidades de apóstol y no de
guerrero.
"Cuando le pregunté al doctor Silva la impresión que le había hecho
el señor Carranza, me dijo:
—La de un hombre de rostro de papier mâche, que nada deja
traslucir; a veces recibo de él muchas atenciones, otras, como que le
incomoda mi presencia; estoy a punto de retirarme de aquí".

Y en efecto, se trasladó a Ciudad Juárez donde los elementos


intelectuales que rodeaban a Francisco Villa, casi todos de
procedencia maderista pura, lo hicieron objeto de muchas atenciones,
en contraste con lo que pasaba en el campo carrancista.

"Entonces el doctor Silva —precisa Ortiz Rubio— recibió invitación


de Villa, a moción del general Felipe Ángeles, para organizar el
servicio sanitario de la División del Norte, que ya se disponía a
avanzar rumbo a Torreón. Aquel acto de confianza al doctor y la
oportunidad que se le presentaba de entregarse de lleno a su
profesión, de la que era apasionado, lo hizo aceptar y telegrafió al
señor Carranza renunciando al cargo que éste le había conferido. El
señor Carranza nunca perdonó al doctor Silva esto y varias veces me
lo recordó".

Al ocurrir la escisión entre Carranza y Villa, el doctor Silva como se ha


dicho, quedó del lado del "Centauro del Norte", y sufrió, como era

315
PABLO G. MACÍAS

natural, las consecuencias de las derrotas que Obregón infligió a la


División del Norte en Celaya y Trinidad.
Ortiz Rubio refiere en sus Memorias, con marcado patetismo, los
últimos meses del ilustre michoacano.

"…Tuve noticias de que el doctor Silva se había separado del villismo


y estaba escondido en la ciudad de México. Lo busqué y lo encontré
en una situación bien lamentable, muy enfermo y oculto en una
pequeña casa del licenciado José Ortiz Rodríguez, por el rumbo del
Hospital general. Debido a su enfermedad gangrenosa fue operado
en el hospital Franco-Suizo y le extrajeron un ojo, el derecho. Con las
debidas precauciones lo conduje a mi casa en la calle de Pimentel y le
pedí su autorización para gestionar su amnistía, a lo que accedió. Por
ese tiempo el primer Jefe estaba en Querétaro y Adolfo de la Huerta,
oficial mayor de gobernación, lo representaba en la capital. Hablé
con De la Huerta y le pedí la amnistía para aquel eminente sabio
aniquilado por sus males y completamente inutilizado moralmente
por los descalabros del partido al que perteneció y por la pérdida
total de su clientela como médico.
"De la Huerta se comprometió a obtener del primer Jefe la amnistía
para el infortunado ex gobernador de Michoacán; sin embargo, los
días pasaban y nada se me resolvía, pero un amigo mío que trabajaba
en la Inspección Federal de Policía me informó que ese
departamento tenía orden de aprehensión contra el doctor Silva y
que se creía que yo sabía dónde se ocultaba, por lo que pronto sería
yo interrogado. Entonces propuse al doctor Silva que saliera del país
para evitar un atropello, pues un hombre como él, ya casi anciano,
desmoralizado y seriamente enfermo, no soportaría una prisión.
Después de muchas instancias conseguí que aceptara mi propuesta y
se fijó en Cuba para su destierro.
"Con objeto de burlar la vigilancia que había sobre mí, me alojé en
un hotel por unos días mientras se realizaba el plan.
Afortunadamente se me ordenó pasar a Puebla a inspeccionar unos
cuarteles, y de acuerdo con el general Martín Castrejón (el antiguo
conspirador de Ario de Rosales), jefe de operaciones entre Puebla y
Veracruz, sacamos de México al doctor Silva disfrazado de soldado,
teñido el pelo y el bigote y en el mismo tren militar del general
Castrejón.
"Al llegar a Veracruz supimos que acababa de zarpar un barco para
La Habana y no habría otro sino hasta los diez días. El doctor Silva se

316
ARIO DE ROSALES

desesperó mucho y para evitar compromisos al general Castrejón y a


mí, quería presentarse a las autoridades del puerto. Logramos
disuadirlo y pedí autorización para permanecer quince días en
Veracruz arreglando negocios particulares, lo que se me concedió.
Me instalé con el doctor Silva en una casa apartada del centro, y sólo
salíamos de noche para hacer ejercicio.
"Repentinamente se puso el doctor muy malo de bronquitis y se
sintió en peligro, por lo que fue necesario ver a un médico que, en
confianza, me dijo tratarse de algo serio. El doctor Silva que
comprendió en parte su mal, determinó asilarse en el Sanatorio de la
Beneficencia Española, donde le arreglé el ingreso con nombre
supuesto: de Luis Ortiz, primo mío. Al poner su nombre en el libro
de registro de entrada, se conmovió y le rodó una lágrima del ojo que
le quedaba. Después me dijo:
—Si hace algún tiempo se me hubiera dicho que, anciano, pobre y
tuerto tendría que asilarme en un hospital y con nombre supuesto,
me hubiera indignado; y vea usted cómo nuestras pasiones políticas
nos conducen a los actos más absurdos.
"Realmente el doctor fue un célebre profesionista, culto, admirado y
querido. Al ser reconocido en el hospital, olvidó que iba de incógnito
y dio una cátedra de oftalmología cuando le preguntaron qué
operación había sufrido en el ojo. Yo tuve que explicar que era un
hombre instruido y de buena memoria y que se había aprendido lo
que los médicos le dijeron al operarlo.
"En el hospital se me dijo que la gangrena había invadido los
bronquios y amagaba el pulmón; que se necesitaba un tratamiento
especial y que sólo en México o en otra capital grande podrían
encontrarse medios para prolongarle la vida. En esto llegó el barco
que debería conducirlo a La Habana. Se le embarcó con dificultad
por su estado de salud y por la vigilancia de las autoridades;
afortunadamente los amigos nos ayudaron, principalmente el doctor
De Lucca, director de Sanidad Militar. Terminado este triste deber
con el amigo, regresé a la ciudad de México.
"En La Habana el doctor Silva fue atendido por el doctor Manuel
Márquez Sterling, admirador y amigo de México y en particular del
ilustre exiliado. Cuando en La Habana éste se dio cuenta de su
próximo fin, solicitó por mi conducto nuevamente su amnistía, pues
quería morir en su patria. Hablé sobre ello con el señor Carranza y lo
encontré renuente; entonces supliqué al general Obregón que
intercediera por el doctor Silva. El general Obregón tenía especial
afecto por el doctor, y aun alguna deuda de gratitud, así es que

317
PABLO G. MACÍAS

gustoso accedió a mi petición, pero fue desairado. Repetimos juntos


la instancia y el señor Carranza se negó de nuevo, justificando su
negativa en la circunstancia de que el prestigio que tuvo Francisco
Villa por algún tiempo la debió a personas de valer, como el doctor
Silva, el licenciado Díaz Lombardo, el general Ángeles y otros, a los
que conceptuaba los verdaderos responsables de la división entre los
revolucionarios y de los sangrientos episodios que siguieron a ella.
"Un día el general Obregón me comunicó que el señor Carranza, al
fin, accedía al regreso del doctor Silva. Inmediatamente lo
comuniqué por cable a la señora De Silva en La Habana. Ese día el
ilustre mexicano había muerto.
"Tiempo después el doctor Márquez Sterling me envió los restos
mortales de mi ilustre y querido amigo, que hallaron reposo en tierra
mexicana. Fue el doctor Silva un insigne michoacano, un patriota sin
mancha, un filántropo ejemplar y, sobre todo, un hombre bueno".

El 20 de agosto de 1938 el embajador de México en Cuba José Rubén


Romero mandó publicar en la prensa la siguiente excitativa:

A todos los michoacanos

"El 20 de agosto de 1916, hace hoy 22 años, murió en la ciudad de La


Habana el doctor Miguel Silva, desterrado y pobre. Su vida fue un
espejo de virtudes: como médico, derramó todo género de bienes y
conquistó íntegramente el amor de los habitantes de nuestro Estado;
como gobernante, fue un idealista que puso al servicio del pueblo su
prestigio personal y su inmaculada honradez; como revolucionario,
recorrió los campos de batalla logrando salvar con su ciencia de
cirujano a millares de heridos, y como amigo fue leal hasta el
sacrificio y generoso hasta la prodigalidad.
"¿Es justo que varón tan preclaro no tenga un monumento en
cualquier escondido rincón de la ciudad que lo vio nacer?
"A todos los michoacanos mi dirijo, lo mismo al señor Presidente de
la República que al campesino más humilde, a fin de que
contribuyan con sus donativos para la erección de una estatua al
doctor Miguel Silva, en la ciudad de Morelia".

Y la estatua sugerida por el que en su juventud fuera secretario


particular del nieto de don José María Silva y de don Juan Manuel

318
ARIO DE ROSALES

González Urueña, luce hoy esplendorosa en el edificio del Hospital


Civil de la capital michoacana.
La muerte había reclamado también en estos primeros cinco años
del decenio a don Salvador Escalante, quien pereció en Villachuato el
14 de noviembre de 1914 combatiendo contra una facción huertista; y
al general Gertrudis G. Sánchez, iniciador de la revolución
constitucionalista en Michoacán. El 2 de agosto de 1914 Sánchez
asumió el cargo de Gobernador interino después de tomar Morelia;
pero ante el avance de los villistas trasladó la capital a Tacámbaro el
14 de febrero de 1915. En San Antonio de las Huertas, batiéndose con
tropas de Pablo López, resultó gravemente herido; su gente pudo
llevarlo hasta Huetamo donde le dio alcance su antiguo subordinado
Trinidad Mastache, quien, sin consideración a su estado, mandó
fusilarlo en su propia camilla el 23 de abril de aquel año.

LA VIDA SOCIAL EN ARIO DURANTE LA REVOLUCIÓN CONSTITUCIONALISTA

La vida social en Ario de Rosales durante los disturbios


revolucionarios de la década 1910-1920, está en relación directa con el
carácter de los habitantes. El temple de hombres y mujeres de ese
lugar había adquirido desde la Independencia, justificada fama en la
región y servía de ejemplo a otros pueblos comarcanos para "crecerse
al castigo". Nadie se amilanaba ante el desastre que ocasionaban las
revueltas y conforme las tropas se destrozaban en lucha por sus
ideales, la población civil permanecía en sus tareas, sin abandonar sus
costumbres ni su proverbial buen humor.
Lo único que preocupaba al pueblo —y eso sí, en grado
superlativo— era la protección debida a las doncellas, pues las hordas
de facinerosos que surgieron a la sombra de la Revolución,
especialmente las comandadas por José Inés Chávez García, asolaron
durante tres años consecutivos (1916-1918) a todas las poblaciones del
Estado de Michoacán y territorios vecinos, excluyendo Morelia.
Sin que incurramos en exageraciones —nos valemos en esta parte
de nuestras notas de los informes que nos fueron proporcionados por
vecinos viejos de Ario y los escritos que dejó don José Valdovinos

319
PABLO G. MACÍAS

Garza,130 dilecto amigo, quien vivió aquella época en la región como


administrador, o algo así, de la hacienda de Rancho Nuevo, propiedad
de Jesús Briz— las fiestas en aquel romántico pueblo parecían no
tener fin. Los paseos se hacían a cualquiera de los alrededores. El
paisaje brindaba rincones de embrujo en todos los sitios, como La
Luneta Colorada, que fue solaz de los abuelos y veneración de los
actuales habitantes.
El poeta J. Lamberto Moreno, natural de Ario, de quien nos
ocuparemos a su tiempo, escribió un hermoso poema a la Luneta
Colorada, al que pertenecen estas cinco cuartetas que dan idea de lo
que ha sido para los arienses este paseo:

"Largo tiempo el afán de los abuelos


a tu vera encontró, en callado lance,
un reducto a sus tímidos anhelos
y un rincón seductor para el romance.

"Voces tiernas, discretas, rumorosas


deslizáronse gratas y furtivas
como un raudo volar de mariposas
al correr de las horas fugitivas.

"Pactos de amor con rúbrica de besos,


himeneos en la limpia lontananza;
ansiedad, lasitud, castos excesos
como un dulce anticipo a la esperanza.

"Crepúsculos del Vésper silenciosos,


cómplices del amor y el desvarío,
atardeceres suaves, misteriosos
cálidos como el soplo del Estío.

"Hoy os llama, de inmensa lejanía


con el dulce añorar en que me pierdo,

130José Valdovinos Garza. Tres capítulos de la política michoacana. México,


1960.

320
ARIO DE ROSALES

el clamor de la hermosa tierra mía


y la noble inquietud de mi recuerdo".

Para las reuniones sociales las residencias de Manuel Coria y


Francisco Aguilera siempre fueron las preferidas. En aquellas casas
solariegas y nobles, de amplitud acogedora en las que florecían
perfumados rosales, había para regalo de los invitados, opulentas y
bien surtidas despensas abarrotadas de vinos exquisitos y de toda
clase de productos regionales.
La comarca de Ario —ya lo hemos dicho muchas veces— por su
posición geográfica y su excelente clima, constituye una de las
regiones más fértiles y bellas del Estado de Michoacán. Los ríos de
Tzintzongo, el Marqués y Santa Casilda, afluentes del caudaloso
Balsas, bañan las ricas campiñas de la Tierra Caliente de donde llega a
la población una gran variedad de exquisitos productos, con los que se
condimentan típicas comidas. En aquellas mesas nunca llegaron a
faltar a guisa de entremés, a la hora del aperitivo, los deliciosos
quesillos y la carne seca de Tumbiscatío, ni los estupendos aguacates
de Nuevo Urecho, tampoco las apetitosas panelas de requesón, ni
menos aun las imponderables asaderas de Jorullo, el producto más
solicitado de toda la comarca. En los agasajos del medio día, que se
alternaban con los de la noche, cuando no eran éstos su continuación,
se hacía obligatorio agotar el rico menú que se servía después del
entremés y que consistía en abundantes y apetitosos platillos
sazonados por el gusto de gentiles damas arienses.
En las reuniones nocturnas la orquesta de Francisco Méndez o la
del violinista virtuoso Jesús Hernández; o también cualquier
improvisado conjunto de guitarras y mandolinas, amenizaba el baile,
que generalmente se prolongaba hasta la alborada del nuevo día,
momento esperado por la concurrencia para saborear el clásico pozole
michoacano con el que se restauraban las energías agotadas en las
veladas y neutralizábanse los efectos de los ponches.

"El pozole era y es aún —comenta festivo Valdovinos Garza— la


terapéutica más racional para contrarrestar la gastritis y los demás
trastornos ocasionados por las bebidas, que ahora se combaten con
alkaseltzers, sonrisales y otras porquerías menos agradables e

321
PABLO G. MACÍAS

incomparablemente menos folclóricas que aquel condumio


milagroso".

Y añade:

"Sabido es que todas las actividades de la vida producen


especialistas. Yo recuerdo que entre la juventud masculina de Ario
de Rosales se destacaba en esa época romántica Medardo Rojas,
quien había hecho del arte de recitar una verdadera creación. Era
Medardo el Berta Singerman masculino de todas las fiestas y
reuniones. Y al hacer esta comparación estoy seguro de no ofender a
la gran recitadora, porque mi amigo, con un poco de escuela
declamatoria, hubiera llegado con el tiempo a ser tan famoso
mundialmente como ella. Había que oírlo en las noches de
plenilunio, cuando recorríamos la población en alegre 'gallo', recitar,
cabe la reja de los balcones coloniales, grandes tiradas de versos
aconsonantados que conmovían a los seres y a las cosas. Lástima que
su repertorio fuera tan corto: La serenata de Schubert, La caída de
las hojas, el Nocturno a Rosario, En un charco de sangre… Su
última carta.
"Pero el personaje más sensacional de aquel ambiente era, a no
dudarlo, el profesor J. Lamberto Moreno, algo así como un
Leonardo criollo. Su selecto espíritu atesoraba toda la cultura del
espacio y del tiempo. Porque Lamberto bailaba desde un zapateado
hasta un minuet; recitaba poemas de los clásicos españoles del Siglo
de Oro y páginas enteras del Romancero, incluso paisajes en italiano
de Bocaccio y el Aretino. Lo mismo cantaba trozos de ópera que los
corridos de la Revolución o los versos espeluznantes del Alabado.
Tocaba indistintamente cualquier instrumento de cuerda o de
aliento y manejaba las castañuelas como una gitana. Finalmente era
dramaturgo, poeta, orador y novelista, todo. Sin perjuicio de su gran
calidad de actor eximio.
"Indispensable era este proteico personaje en todas las fiestas y
duelos de aquella población. Y ¡claro! con el tiempo Lamberto ha
sido el mejor cronista de Ario de Rosales. A mis manos cayó,
amablemente dedicada, su obra Los Gañanes, en la que pinta en
forma novelada, con argumento revolucionario —porque también fue
y sigue siendo revolucionario— la vida y costumbres de esa época,

322
ARIO DE ROSALES

obra vivida y sentida que se traduce en bellísimas estampas


provincianas de la más alta calidad".131

Los habitantes de Ario de Rosales, como los de las demás poblaciones


del Estado ubicadas dentro del campo de operaciones revolucionarias,
abandonaban sólo cuando era preciso sus patrios lares para
concentrarse en poblaciones de mayor seguridad, regresando a ellos
tan pronto las fuerzas del gobierno les impartían garantías. El
encargado de la defensa de esa comarca en el tiempo que reseñamos,
era el entonces coronel Benigno Serrato, quien mantenía a raya a
numerosos cabecillas, entre los que se destacaba el temible J. Jesús
Cepeda Madrigal, alias "El Tejón", bandolero de una audacia y de una
temeridad inconcebible.
Pero la situación militar motivó el traslado de Serrato a
Pátzcuaro.
Roberto Pita Cornejo en carta que recientemente nos dirigió,
afirma a este respecto:

"En el año de 1918 el entonces coronel Benigno Serrato se


encontraba de guarnición en Ario de Rosales con una corta fuerza de
línea; un día de ese año llamó a don Ramón Hurtado, a don
Bernardino Pita, a don Francisco González y a otros vecinos
caracterizados y, mostrándoles un telegrama, les dijo: Señores, he
recibido orden de trasladarme a Pátzcuaro. Esta plaza va a quedar
desguarnecida, de modo que si ustedes quieren seguirme, por su
seguridad y la de sus familias, pueden hacerlo.
"La noticia cundió con rapidez por el pueblo y a los pocos días,
cuando Serrato emprendió la marcha, todo el mundo lo siguió, unos
a caballo, otros en asnos y mulas, algunos en carretas tiradas por
bueyes y los más a pie.
"La hospitalidad, la comprensión y la simpatía de los patzcuarenses
abrió las puertas de sus amplias casas al éxodo ariense y en esta
forma fueron alojadas hasta dos o tres familias en cada finca,
llenándose la ciudad de alegría por la novedad y el carácter
jacarandoso de los inmigrantes, con quienes desde luego se inició un
cordial intercambio social. Las fiestas menudeaban, las reuniones se
convocaban por cualquier pretexto. Todo era tranquilidad y alegría,

131 José Valdovinos Garza. Ut Supra. pp. 130 y 131.

323
PABLO G. MACÍAS

hasta que un domingo en la mañana —el 16 de junio de 1918— el


vecindario se percató con horror de que por la Loma Blanca estaban
descendiendo a todo galope como Jinetes del Apocalipsis, los
temidos chavistas…
"Así me lo platicaron mis padres desde que yo era niño. Creo que
esta es la verdad".

Entonces la tranquilidad del sector ariense se vio nuevamente


alterada, pero ahora por el sanguinario bandido J. Inés Chávez
García, que desde el norte del Estado iba extendiendo sus tentáculos a
todo Michoacán.
A fines de febrero de 1918 corrieron rumores en aquella zona, de
que Chávez García se preparaba a caer sobre Santa Clara del Cobre,
donde el patriota J. Concepción Pérez, alias Conchito se había
convertido en terror del bandidaje. Y en efecto, el 3 de marzo, a media
tarde, hizo su entrada el temible criminal al frente de más de dos mil
forajidos.
No obstante que era domingo —nos relatan sobrevivientes de la
jornada— el pueblo estaba casi solo. Unos cuantos campesinos que
habían venido de los ranchos cercanos a surtir sus despensas vagaban
por la plaza. La defensa civil, al mando de Conchito se encontraba en
el "Mal País" que está al norte de la población. Cuando los chavistas
empezaron a hacer los primeros disparos en lo alto del pueblo, en el
punto denominado "La Calzada" por donde sale el camino a Ario de
Rosales, Conchito se acercó a la orilla del monte con objeto de vigilar
los movimientos del enemigo y no permitir que atacara a la gente
pacífica; de allí la defensa rompió el fuego, pero, claro, unas cuantas
decenas de valientes no pudieron contener la avalancha de asaltantes
que quedaron dueños de la plaza. El lunes 4 empezó el saqueo y la
destrucción del pueblo. Inmensas columnas de humo eran el triste
mensaje que recibían los moradores de Santa Clara en sus refugios. El
fuego consumió todo el poblado, dejando en pie solamente los
templos, la huatapera y algunas casas a medio quemar.
El coronel Serrato, acantonado en Pátzcuaro, como sabemos, no
pudo prestar auxilio a Conchito, por no desguarnecer esta ciudad y
por lo limitado de sus efectivos.

324
ARIO DE ROSALES

El 8 de abril Ario de Rosales sufrió su enésimo ataque. Ese día los


cabecillas Dionisio Mendoza y Claudio Zaranda que se habían
apoderado de la villa, fueron batidos por el teniente coronel Cabrera,
de las fuerzas de Serrato que estaban en Pátzcuaro. Por su parte, J.
Concepción Pérez, Conchito, partió de Santa Clara donde se hallaba
con su gente, para auxiliar a Cabrera.
El ataque se inició a las doce del día y a las dos de la tarde los
cabecillas habían sufrido una derrota completa, dejando en el campo
36 muertos y numerosos heridos. Cuando ya casi había terminado la
acción los soldados Delfino Pureco y Gonzalo Cruz Ornelas, de la
tropa de Conchito, descubrieron que en el Mesón de la Vaca se
encontraban ocultos Mendoza y Zaranda, a quienes trataron de
aprehender. Estos se defendieron, pereciendo en la balacera Pureco,
Ornelas y Mendoza. Enfurecido Conchito por la pérdida de sus dos
valientes soldados, cargó sobre el mesón, tomándolo. Fue entonces
cuando sacaron a Claudio Zaranda de una letrina donde se había
escondido. Conchito ordenó la inmediata ejecución del bandido, pero
el capitán que se había hecho cargo de la fuerza del gobierno porque
el teniente coronel Cabrera había muerto en la refriega, se interpuso y
amenazó a Conchito con que acabaría con él y su gente, en caso de
que lo fusilara. Pero el de Santa Clara se mostró inflexible y contestó
al capitán con la misma actitud: Zaranda fue fusilado.
Por cierto que este Conchito, a quien protegían los habitantes de
Santa Clara y en general de toda la región, por su patriotismo y
valentía, de siempre para el bandolerismo, pero principalmente para
Chávez García, como su propia sombra, acosándolo sin descanso con
sus atrevidos guerrilleros. Un nuevo éxodo volvió a dejar
abandonados campiñas y poblados. La alegre fisonomía de Ario de
Rosales se trocó en cuadro de tristeza y se acabaron jolgorios y
paseos. Numerosísimas familias se trasladaron a Pátzcuaro en
seguimiento de Serrato, y las que quedaron, recogíanse a hora
temprana en sus domicilios. ¡Pero ninguna perdía la moral y hasta
hacían bromas, a veces, de sus repentinos y forzados cambios de vida!

325
PABLO G. MACÍAS

EL BANDIDAJE, LASTRE QUE DEJÓ LA GUERRA CIVIL

La promulgación de la Carta de Querétaro el 5 de febrero de 1917


coronó el triunfo del Ejército Constitucionalista. Don Venustiano
Carranza había dejado de ser primer Jefe, para convertirse en
Presidente de la República; y en Michoacán gobernaba el ingeniero
Pascual Ortiz Rubio, electo por el pueblo en una memorable campaña.
La tierra de Morelos, sin embargo, sufría ahora, como
anunciamos antes, el más terrible de los azotes que siguieron a la
guerra civil: el bandidaje. Cerca de cuatro años duró la lucha contra
esa lacra, sin que las fuerzas federales pudieran pacificar el Estado.
Jefes tan fogueados como Enrique Estrada, Lázaro Cárdenas, Juan F.
Azcárate, Anacleto López, Gonzalo Novoa, Francisco Urbalejo, José
María Tapia, Dávila Magaña, Norzagaray, Albañez, Rivera y otros,
jamás pudieron exterminar de raíz a los bandidos.
El más temible de todos ellos era José Inés Chávez García, con su
Estado Mayor de villanos: Manuel Roa, su estratego; Macario Silva y
Manuel Núñez, cabecillas procedentes de Valle de Santiago,
Guanajuato; el famoso Manco Nares, de Peribán; los hermanos
Cendejas, de Villa Jiménez; Luis y Tomás Morales, de Tendeparacua;
Pedro Vázquez, de Chucándiro; los hermanos Barriga, de Quiroga, y
muchos cuyos crímenes y hazañas temerarias los hicieron tristemente
célebres, incluso el más sanguinario de éstos, Fidel González, de las
Cañadas de Villa Morelos, que acostumbraba asesinar personalmente
a sus víctimas con un puñal, escogiendo para herirlas, el sitio de la
yugular y recrearse así con el espectáculo de la sangre que brotaba a
borbotones.
Al caer las poblaciones en su poder, aquellas hordas de
facinerosos se dedicaban a cometer todo género de delitos
imaginables, entre los que sobresalían el estupro y las violaciones de
doncellas. Todavía se recuerda con horror las bacanales con que
celebraba sus triunfos Chávez García, en muchos lugares del Estado,
donde la soldadesca se dedicaba a saciar sus apetitos sexuales con las
vírgenes de la localidad.
Pues bien, el 16 de junio de 1918, Chávez García y Jesús Cíntora
con más de mil ochocientos salvajes se presentaron frente a
Pátzcuaro, plaza defendida por Benigno Serrato con sólo ochenta

326
ARIO DE ROSALES

hombres del 73 Batallón de Línea y algunos voluntarios civiles que


temían por la seguridad de sus esposas, hijas o novias. Durante todo
el día se luchó con encarnizamiento, no obstante la enorme diferencia
del número de beligerantes; y cuando la ciudad se encontraba ya casi
tomada por Chávez García, y la defensa reducida a unos cuantos
soldados que aun resistían dentro de los muros de La Colegiata,
escucharon éstos por todos los rumbos clarines tocando zafarrancho
de combate, vítores al gobierno federal y mueras a Chávez García; en
la estación las locomotoras pitaban jubilosamente sus silbatos y en las
torres de las iglesias alguien repicaba las campanas. También
presenciaron con enorme sorpresa, que los chavistas salían de la
ciudad a todo escape, abandonando el botín. ¡Parecía que aquellos
facinerosos eran perseguidos al mismo tiempo por todos lados, sin
dejarles portillo alguno libre para huir!.
Serrato no podía creer lo que veía. La ciudad estaba salvada y
junto con ella las poblaciones de Ario de Rosales, Tacámbaro y otras
tan cruelmente martirizadas varias veces, cuyos habitantes habían
encontrado refugio en su hospitalario seno.
Al oír Serrato los clarines, los silbatos y las campanas de los
trenes, los vivas al supremo gobierno, y al ver huir a los chavistas,
salió tras ellos con los pocos soldados que le quedaban y de pronto se
encontró con el subteniente Ildefonso Herrera Elvira, apostado en la
esquina de la calle de Iturbe y Plaza de Vasco de Quiroga, ambos con
las pistolas en la mano y jadeantes:
—¿Cuántos batallones llegaron, chamaco?132
—"Ninguno, mi coronel.
—¿Cuántos regimientos?
—¡Ninguno, mi coronel!
—Pero, ¡no es posible!; entonces, ¿quién hizo todo esto?
—Yo, mi coronel.
—¿Pero, con qué gente? —exclamó sorprendido, Serrato.
—¡Con éstos, mi coronel! —contestó Herrera Elvira; y le señaló a
los pocos soldados y civiles que lo acompañaban.

132 Por su baja estatura y su juventud (18 años), la tropa llamaba "chamaco"
al subteniente Herrera Elvira. Hoy ostenta el grado de teniente coronel y vive
en Pátzcuaro con su familia.

327
PABLO G. MACÍAS

—¡Muy bien, chamaco! —fue la respuesta y el coronel lo abrazó,


diciéndole: "serás recompensado. Ahora vamos a seguir pegándoles a
éstos…".
No hubo en este "simulacro" ninguna tropa federal, aparte de los
defensores de la plaza que mandaba Serratos; no hubo batallones, ni
regimientos, ni trenes. Se trataba sólo de una estratagema urdida por
el subteniente Herrera Elvira, quien, a bordo de la máquina
exploradora que venía escoltando al tren de pasajeros procedente de
Uruapan, y con cuarenta soldados armados, incluyendo dieciséis
cornetas, distribuyó a éstos por diferentes calles de la ciudad con
órdenes de hacer nutrido fuego; tocar zafarrancho de combate y
cuanto más supieran, y lanzaran al mismo tiempo exclamaciones de
¡viva el supremo gobierno! ¡viva el regimiento 35! ¡viva el Batallón 73!
¡viva el escuadrón 80! ¡Viva el general Diéguez! ¡Viva mi general
Enrique Estrada! ¡Viva Amaro! ¡Viva el general Novoa! ¡Muera
Chávez García!.
A los 40 soldados de Herrera Elvira se unió una veintena de
voluntarios, otros se quedaron tocando los silbatos de las locomotoras
y algunos más se subieron a las torres de las iglesias a tocar las
campanas.133
Herrera Elvira, a quien entrevistamos en Pátzcuaro en uno de
nuestros viajes, nos refirió que cuando entró con su gente a los patios
del ferrocarril, el "jefe Alfaro" (así llamaban los patzcuarenses a don
Julio Miguel Alfaro, el jefe de la estación), le decía con insistencia:
—¡Pélate, Chamaco, al cabo la cosa está perdida! A Serrato ya lo
mataron y si te metes va a venir Chávez a incendiar el tren!.
En el convoy viajaba el célebre general Ireneo Rauda como
simple pasajero, sin gente a su mando, quien, contrariando el consejo
de Alfaro, gritaba a Herrera desde uno de los vagones:

133El autor examinó el original de un testimonio expedido el 9 de octubre de


1964 por el general de división Rafael A. Barba González, funcionario del
Departamento de Historia de la Secretaría de la Defensa Nacional, por el que
se reconoce la autenticidad del hecho de armas aquí narrado y la importante
intervención que en el mismo tuvo el subteniente Ildefonso Herrera Elvira, a
quien, después de un dictamen producido por el licenciado y coronel
Fernando Cuén, asesor legal de la expresada Secretaría, se otorgó la
condecoración al "valor heroico" de primera clase y el Diploma respectivo.

328
ARIO DE ROSALES

—¡Ándale, muchachito, atácalos; qué no, ni qué nada… y si le


pasa algo a mi "chaparrita", te fusilo (la "Chaparrita" a quien Rauda se
refería era la Virgen de la Salud, venerada en Pátzcuaro).
Dice Herrera que cuando corrían por la Plaza Grande tratando de
alcanzar a los chavistas, sus soldados se le querían "desbalagar" para
hacerse de las mercancías que como consecuencia del saqueo, estaban
tiradas en los portales. Él les gritó:
—¡Espérense, muchachos; primero vamos a acabar con éstos… y
después todo será de ustedes!
Pero cuando regresaron ya la gente del pueblo había "limpiado"
el campo…
Roberto Pita Cornejo nos proporcionó de su archivo particular
unos apuntes que dan cuenta de lo que ocurría en la ciudad mientras
los chavistas atacaban a Serrato. Para gozo de los lectores los
parafrasearemos, respetando el pintoresco estilo de nuestro amigo:

"…Tal fue el desconcierto, la confusión de la gente de Inés Chávez


García al escuchar los clarines, los silbatos de las locomotoras y los
gritos de los soldados que avanzaban a paso veloz, que muchos de
sus hombres saltaron precipitadamente sobre sus caballos y les
aplicaron las espuelas con violencia, sin acordarse de que los tenían
amarrados, lo que ocasionó que azotaran como simios viejos.
"Otros, creyéndose perdidos, se metieron hasta el pescuezo en los
excusados del pozo y de allí fueron sacados y fusilados sin
miramiento por orden del subteniente Herrera. Un vecino que
contemplaba la escena sentado tranquilamente en el alféizar de la
ventana de su casa, recibió un balazo entre las cejas que le cortó para
siempre el espectáculo.
"Mi tío Leopoldo Cornejo Gil y su familia —como tantas otras
familias arienses en la ciudad— se habían instalado en la calle de La
Libertad, en la casa que ahora ocupa la panadería de Luis Vergara.
Como a las 9 de la mañana sus hijos Antonio y Arturo, que andaban
jugando en la azotea, llegaron corriendo y avisaron que 'unos
monitos a caballo venían bajando por la Loma Blanca y hasta
echaban tierrita'. Mi tío Leopoldo y su hermano Sóstenes subieron a
percatarse y al darse cuenta del peligro que se cernía sobre la
población, procedieron a atrancar las puertas y a ocultar en un hoyo
que taparon con leña a sus jóvenes hermanas Chole y Pachita, ésta
última autora de mis días.

329
PABLO G. MACÍAS

"A mi tía Juanita, que ahora cuenta 87 años, la sorprendió el


combate en el negocio familiar que ella atendía y que se ubicaba en
las calles de Lloreda, en el sitio donde ahora Pachita Chávez tiene su
expendio de calzado. Allí permaneció todo el día encerrada, 'íngrima,
con un poquito de susto', mientras las balas silbaban y la oleada
chavista era contenida en ese sector por cinco o seis abnegados
gendarmes que hora tras hora estuvieron disparando sin descanso
sus carabinas desde la torre de San Agustín; al terminar el combate
llegaron hasta el despacho de mi tía con las caras ennegrecidas por la
pólvora y con los dedos quemados, agarrotados y ampollados,
diciéndole:
—Mire cómo venimos, doña Juanita… regálenos unas tortas.
"Los hermanos Aguilar se opusieron valientemente a que sus bellas
hermanas fueran ultrajadas y en el acto fueron asesinados.
"El respetado varón don Donato Vicentelo, de Ario de Rosales, fue
tomado como rehén con la finalidad de cobrar crecido rescate, y al
no obtenerlo de sus familiares fue abandonado sin vida en la
serranía, con inequívocas huellas de habérsele sometido a bárbaros
tormentos.
"A los arienses Manuel Gutiérrez Bocanegra (sobrino de doña
Gertrudis) y Mariano Marroquín, los sorprendió el ataque cuando
estaban 'curándose la desvelada' en un zangarro. Allí estuvieron
encerrados, pero de cuando en cuando salían, tiraban unos balazos y
tornaban a su coloquio… Así pasaron todo el día, al cobijo de varios
litros de aguardiente.
"La finca conocida como La Quemada, en la esquina de las calles de
Lloreda y Antonio Salas León, fue arrasada por las llamas.
"El popular Ladislao Molina, de Huiramba, quien andando el tiempo
llegaría a 'general' de los cristeros, al iniciarse la huída de la gente de
Chávez García se metió hasta la cintura en una alcantarilla que aun
existe en la Plaza grande, y allí estuvo disparándoles casi a quema
ropa, causándoles numerosas bajas.
"El que después sería mi abuelo, don Bernardino Pita, se había
establecido con su familia en una casa frontera a la Plaza grande,
donde ahora vive don Rafael Ochoa Rentería. En el inmueble vecino,
actual hogar de la familia Valencia, vivían dos guapas maestras que
tal vez por el susto dejaron el zaguán entreabierto. Por allí penetró la
chusma, agarraron a mi papá que entonces contaba 18 años, y le
exigieron 'un préstamo para la causa', pero como no tenía dinero (ya
habían sido demasiados préstamos los entregados en Ario a los
diferentes sublevados) lo iban a colgar en el patio.

330
ARIO DE ROSALES

"Entonces mi abuelo cogió el cajón con la venta del día —era


comerciante en ropa— y lo arrojó a la soldadesca, despojándose
también de sus anillos y su reloj. Mi padre aprovechó el momento
para escapar, pero entonces aprehendieron a mi tío Arturo Pita
Hurtado, y al no poderles entregar éste los cinco mil pesos que
querían, se oyó una voz que ordenaba:
—¡Fusilen a este desgraciado…!
"Pero en el instante de preparar las armas y apuntar, mi tío cerró los
ojos y dice haberse encomendado a la Virgen de la Salud,
prometiéndole llevarle una vela de rodillas si lo salvaba…
"En ese instante sonaron unos taconcitos en la escalera… Eran las
jóvenes maestras que inexplicablemente bajaban de sus
habitaciones. Entonces los chavistas se olvidaron de mi tío, que en
esa forma pudo escapar, habiendo pagado hasta hace poco —después
de más de 50 años— su manda a la milagrosa Imagen que nos legara
Tata Vasco. ¿Qué fue de las jóvenes maestras? ¡Hasta la fecha no lo
he sabido, pero es fácil imaginarlo!".

Por último, entre los apuntes de Pita encontramos esta anécdota


referente al licenciado Jesús Ramírez Mendoza, personaje muy
estimado en Michoacán —recientemente fallecido—, quien fue uno de
los primeros que al conocerse la traición de Victoriano Huerta,
abandonó Morelia y en el norte se incorporó al Ejército
Constitucionalista, en cuyas filas alcanzó el grado de teniente coronel.
Triunfante Carranza, Ramírez Mendoza se dio de baja y volvió a sus
actividades profesionales en Michoacán, donde ocupó altos puestos
en la judicatura y en la Universidad nicolaita.
El día del ataque chavista a Pátzcuaro, el licenciado Ramírez
Mendoza platicaba con el coronel Serrato cerca del desaparecido
teatro "Apolo", en la plaza de San Agustín, cuando un oficial llevó a
éste el parte de "enemigo al frente". En aquellos mismos instantes se
desató la balacera. Serrato invitó entonces a su amigo a que lo
siguiera al cuartel de La Basílica en calidad de voluntario, pero el
abogado se resistió, alegando que él ya no era militar.
Entonces Serrato le espetó estas palabras convincentes:
—No te hagas tonto, al cabo de todos modos te van a matar.
Mejor véndela cara…

331
PABLO G. MACÍAS

Y Ramírez Mendoza fue aquel día uno de los más denodados


defensores de Pátzcuaro.
Un señor artesano —finaliza Pita Cornejo— bastante conocido en
Pátzcuaro, que tenía una esposa de no malos bigotes, tuvo la feliz
ocurrencia de enjarrarla con ollín y manteca, rociarla con creolina,
desgreñarla, envolverla en una gruesa "picha" y arrinconarla en la
cocina. Cada vez que un chavista se le quería acercar el marido le
gritaba:
—¡Cuidado que tiene lepra!...
Y los presuntos Casanovas se retiraban asustados sin hacerle
daño.
Días más tarde, cuando Inés conoció todos los detalles del engaño
sufrido por él en Pátzcuaro y del ridículo en que se hallaba colocado
entre su propia gente, prometió convertir en cenizas a la histórica
urbe de Tariácuri, en la misma forma en que dos meses antes había
destruido a Santa Clara del Cobre; y si en Santa Clara quedaron en pie
los templos, la huatapera y tres casas a medio quemar, en Pátzcuaro,
vociferó, no escaparía de las llamas ni La Colegiata.
Pero Chávez García no tuvo tiempo de cumplir su terrible
amenaza. Unas semanas después —el 14 de noviembre—, presa de
horrible desesperación, acabaron con su triste vida los espasmos
mortales de la influenza española.
—El castigo le vino de lo alto… Los generales no pudieron con él
—decía la gente.
Y así terminó una de las más sangrientas pesadillas que padeció
el Estado de Michoacán, después de la victoria del
Constitucionalismo.
Finalmente, en la década de la Revolución, hubo largo periodos
en que Ario de Rosales careció de autoridades legítimas,
manteniéndose la población en disciplina sólo por el elevado espíritu
cívico de sus habitantes. Entre quienes prestaron su ayuda en época
tan difícil, merecen citarse a Damián Báez Padilla, por cierto que a la
vieja calle Nacional le puso el nombre de Francisco I. Madero; Manuel
Gutiérrez Bocanegra, Francisco González, Miguel Hernández, Ramón
Tapia Gutiérrez, José Oropeza, Francisco Pérez Ríos, Alejandro
Calderón y Melesio Mora, este último, tío de un personaje muy
popular en el pueblo apodado El Colas.

332
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO XII

EN MARCHA HACIA EL FUTURO


(1920-1979)

Últimas rachas del vendaval revolucionario. Tropiezos al aplicar lo


conquistado. El conflicto religioso. Cristeros, sinarquistas y
"dorados". El cabecilla Luis Navarro Origel causa descalabros en la
Tierra Caliente. Atentado al Presidente municipal Luis García
Olmos. Zafarrancho en Ario. Soldados y sinarquistas muertos en la
refriega. Asesinato del coronel Olivares y del Tte. Coronel
Hernández Montalvo. El problema del agua. Curiosas escenas en
tiempo de escasez. El ferrocarril de Ario. Los emigrados del
Paricutín. Nueva traza urbana. Se forma la tenencia "Miguel Silva
Macías". Monumentos al Padre de la Patria y a Víctor Rosales. La
Biblioteca Pública. El turismo. Cómo debe verse en el Distrito de
Ario. Artesanías y lugares históricos.

ÚLTIMAS RACHAS DEL VENDAVAL REVOLUCIONARIO

SI BIEN, DURANTE LA DÉCADA de los treintas todavía sacudieron al país


las últimas rachas del vendaval revolucionario, las poblaciones todas,
con interés y entusiasmo, empezaron su reconstrucción. Sin embargo,
las ambiciones, como resultado de la victoria contra la dictadura y el
huertismo —que se atribuían en mayor o menor escala los jefes
vencedores— habían despertado, de súbito, entre éstos y pugnaban,
echando mano de todos los medios, por el control del poder.
En esta nueva lucha entre los propios revolucionarios
sucumbieron el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo, el Presidente
Carranza; en 1923 se desató la llamada "revolución delahuertista"
porque Obregón decidió imponer como su sucesor al general Plutarco
Elías Calles; el 17 de julio de 1928, el caudillo de Sonora fue asesinado
en "La Bombilla"; y el 3 de marzo de 1929 estalló la asonada
"Escobarista", último brote armado del caudillismo. En adelante, con
excepción de los generales Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas y

333
PABLO G. MACÍAS

Manuel Ávila Camacho (1932-1946), se inauguraría el periodo de los


regímenes civilistas que comienzan con el Presidente Miguel Alemán
Valdés.
En Michoacán, en 1920, el Gobernador Ortiz Rubio se adhirió al
Plan de Agua Prieta y tomó las armas; lo suplieron en sus ausencias
Primo Serranía Mercado, Porfirio García de León, Francisco Ortiz
Rubio, Rafael Álvarez y Álvarez, José Huerta y Lázaro Cárdenas. Aquí
termina el periodo caótico que en nuestro Estado provocó el
bandolerismo, de que se habla en el capítulo anterior.
Triunfantes los caudillos sonorenses, Ortiz Rubio ocupó la
Secretaría de Comunicaciones bajo el gobierno de Álvaro Obregón. El
general Francisco J. Mújica, sorteando incontables problemas
políticos, es declarado Gobernador de Michoacán; pero tras
dramáticas acciones y reacciones de los bandos en lucha, lo sustituyen
sucesivamente Celerino y José Rentería Luviano, Primo Serranía
Mercado, Sidronio Sánchez Pineda y Jesús Magaña Soto, entre el 22
de septiembre de 1920 en que tomó posesión del gobierno y el 24 de
enero de 1924, cuando Morelia cayó en poder de las fuerzas
delahuertistas. Ponciano Pulido quedó entonces como mandatario,
mas al abandonar Morelia los enemigos de Obregón, se hizo cargo del
gobierno el licenciado Silvestre Guerrero, quien entregó el mando el
16 de septiembre de 1924 al Gobernador electo, general Enrique
Ramírez.
A este mandatario le tocó encarar el problema de la lucha cristera
y la clausura de los oficios religiosos en Michoacán, de que se hablará
adelante. Terminado su periodo, el 16 de septiembre de 1928 asumió
la gubernatura el general Lázaro Cárdenas, cuyas preocupaciones
fueron la lucha agraria, la pacificación del Estado y la desfanatización
del pueblo. Sus instrumentos para alcanzar estos objetivos fueron la
Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo, que él fundó,
y los ayuntamientos de conformidad con el artículo 115 constitucional.
Repartió 408,807 hectáreas a 24,000 ejidatarios, no siempre de
modo pacífico, pues hubo varios disturbios intergremiales. Al calor de
la campaña desfanatizadora ocurrieron saqueos de templos y quemas
de santos. Cárdenas se ausentó varias veces del gobierno, siendo
suplido por su hermano Dámaso y por el licenciado Gabino Vázquez.

334
ARIO DE ROSALES

Del 16 de septiembre de 1932 al 3 de diciembre de 1934, en que


murió en un accidente aéreo cerca de Ario de Rosales, fue Gobernador
el general Benigno Serrato, a quien se acusó de contemporizar con los
patrones y latifundistas y de perseguir a los líderes obreros y
agraristas. A la muerte de Serrato fueron gobernadores interinos
Rafael Sánchez Tapia y Rafael Ordorica Villamar. El antiguo general
zapatista Gildardo Magaña ocupó el gobierno como propietario desde
el 16 de septiembre de 1936 hasta su muerte ocurrida el 13 de
diciembre de 1939. Sus ausencias estuvieron cubiertas por su
hermano Conrado y Arnulfo Ávila. Durante este gobierno se
construyeron algunas importantes obras de irrigación, se inauguró la
carretera México-Morelia-Guadalajara, se tendieron algunos ramales
de ésta y se logró la unidad de varios de los grupos antagónicos.
El 16 de septiembre de 1940 asumió el gobierno de la entidad el
general Félix Ireta Viveros. Entonces se construyeron nuevos caminos
y nuevas obras de irrigación, se prosiguió el reparto de la tierra y se
hizo una reforma constitucional ampliando el periodo de las
legislaturas en un año y el de Gobernador en dos, beneficio del que ya
gozó Ireta.
Siguiendo el ejemplo de la Federación, con Ireta terminan los
gobiernos militaristas de Michoacán. A él le sucedieron los siguientes
mandatarios: José María Mendoza Pardo, Daniel T. Rentería, Dámaso
Cárdenas (la excepción), David Franco Rodríguez, Agustín Arriaga
Rivera, Carlos Gálvez Betancourt, José Servando Chávez Hernández y
Carlos Torres Manzo.

TROPIEZOS AL PONERSE EN PRÁCTICA EL PROGRAMA DE LA REVOLUCIÓN

Conocidos de todo el mundo son los problemas políticos, sociales y


económicos que tuvieron que enfrentar los regímenes revolucionarios
desde el triunfo del movimiento constitucionalista, hasta 1940; pero
entre ellos destacan tres que en ciertos momentos pusieron en peligro
la soberanía del país: ellos son, la cuestión agraria, la organización de
los trabajadores (obreros y campesinos) y la nueva estructura
económica de la nación, claramente abordados en la Carta Magna de
1917.

335
PABLO G. MACÍAS

El clero fue el primero que soliviantó a sus aliados de siempre,


banqueros, terratenientes y fanáticos. En el mismo gobierno del
Presidente Carranza el Episcopado mexicano levantó su protesta
contra la Constitución de Querétaro, pero el régimen embarcado en
aquellos instantes en la magna empresa de consolidar las conquistas
alcanzadas durante la lucha armada, y de dar forma a un México
regido por la justicia y el derecho, no dio importancia a tales
desplantes. Como consecuencia, renacieron los grupos "cristeros" que
en el siglo pasado tuvieron en jaque al gobierno del Presidente
Sebastián Lerdo de Tejada, sólo que ahora éstos, al grito de ¡Viva
Cristo Rey!, esgrimían la vieja muletilla de aquéllos: la "persecución
religiosa".
Pues bien, tales "cristeros" con el apoyo de la clase retrógrada,
alcanzaron verdadero auge por sus depredaciones entre 1920 y 1940,
en los Estados de Michoacán, Guanajuato, Querétaro, San Luis
Potosí, Zacatecas, Nayarit, Sinaloa, Durango, Colima, Guerrero y,
sobre todo en Jalisco, cuya región de Los Altos fue un baluarte casi
inexpugnable para las tropas federales que los perseguían.
En Michoacán sus actividades se hicieron visibles desde la época
aciaga del bandolerismo, y hubo momentos en que se confundieron,
pues unos y otros hablaban de represión religiosa, incluyendo la
horda "chavista", aunque su jefe en un acto de despecho hubiera
amenazado incendiar incluso la Basílica de la Virgen de la Salud de
Pátzcuaro.
Al gobierno del general Mújica le tocó en 1921 enfrentar el primer
ataque serio en plena capital del Estado. Allí murieron el 12 de mayo
de ese año 14 personas y resultaron cuarenta más heridas. Entre los
muertos estaba J. Isaac Arriaga, antiguo nicolaita, luchador contra el
huertismo y a la sazón jefe de la Comisión local Agraria en Morelia,
personaje muy querido de la grey estudiantil y del campesinado de la
entidad, pero odiado de los capitalistas, el clero y los detentadores de
la tierra.134

134Este acontecimiento, pese a la repercusión que tuvo en aquellos días en la


agitada vida del país, la Historia de Michoacán (Edición del gobierno del
Estado, Morelia, 1962) de don Jesús Romero Flores, que debía tratarlo con la
amplitud necesaria, lo ignora por completo: la Enciclopedia de México

336
ARIO DE ROSALES

Estos "cristeros" que luego se transformaron en "sinarquistas" y


después en "dorados", fueron con el tiempo cobrando ímpetus
arrolladores.
En febrero de 1926 preocupaba al gobierno de la República la
resolución de muy graves problemas, entre éstos la animosidad de
Washington por la cuestión del petróleo. La prensa del país y la de los
Estados Unidos, excitaba a la opinión pública abultando los
acontecimientos, a tal grado que hubo órganos periodísticos que
llegaron a asegurar en sus columnas que, de un momento a otro,
vendría la declaración de guerra, y que una poderosa escuadra
norteamericana había recibido orden de salir rumbo al sur, debiendo
recibir instrucciones en alta mar, sobre la misión que habían de
cumplir y que no era otra que desembarcar tropas yanquis en
territorio mexicano para dar principio a la guerra entre las dos
naciones.
Es lógico suponer que esta crisis absorbía toda la atención del
gabinete del general Calles. Pues bien, tal fue el momento, por demás
angustioso, que escogió el clero mexicano para declarar
categóricamente, por boca de su máximo representante el arzobispo
José Mora y del Río, que la grey católica no acataría los mandatos de
la Constitución General de la República e incitaba a todos los
ciudadanos del país a su desobediencia. El ejecutivo, tal vez por lo

(Edición de 1977, México) apenas le dedica 15 líneas; y otros autores más


recientes, o bien lo pasan por alto o sólo mencionan nombres, fechas y
lugares para evitarse tal vez el trabajo de una investigación acuciosa y el
comentario que aconseja la moderna ciencia de la Historia. En vista de ello,
damos a conocer en el Apéndice de esta obra, una reseña de aquellos hechos
—marcada con el número 5— tomada de nuestro libro Auris Nobilis (Edición
de Vanguardia Nicolaita, México, 1940). Tal reseña fue elaborada en su
tiempo con informaciones y materiales de primera mano que
proporcionaron al autor los doctores Cayetano Andrade y Enrique Arreguín;
Luis Mora Tovar, Leopoldo Zincúnegui Tercero, José Valdovinos Garza,
Licenciado Daniel Franco López y Alberto Bremauntz, José Álvarez y Gasca y
el doctor Salvador Franco López, todos de solvencia intelectual fuera de toda
duda; algunos, como Andrade y los hermanos Franco López, sus
condiscípulos, y los otros, compañeros de ideales del gran líder socialista
puruandirense. N. del A.

337
PABLO G. MACÍAS

absurdo, no dio importancia a semejante bravata; pero como días


después las declaraciones de Mora y del Río no sólo fueron ratificadas
por él, sino que las aprobó y secundó el resto del Episcopado
mexicano, el Presidente Calles tuvo que enfrentarse resueltamente al
problema para defender la estabilidad del gobierno y el imperio de la
ley.
Mas como no existían sanciones penales para castigar la
desobediencia, el Ejecutivo formuló y decretó la ley que reformaba el
Código Penal, estableciendo las penas que se impondrían a los
sacerdotes que desobedecieran los preceptos constitucionales.
Tales reformas fueron el pretexto para que el clero se declarara
en abierta rebeldía. Inició una intensa propaganda escrita dentro y
fuera del país, llenando al gobierno de injurias y calumnias; declaró
un boicot económico pretendiendo paralizar la vida nacional; acudió
en demanda de apoyo a los agentes diplomáticos acreditados en el
país, cuya actitud secundó el Vaticano, y cuando todos estos recursos
fracasaron, recurrió a la rebelión armada para derrocar al gobierno.
Buen número de curas se convirtieron en cabecillas de "cristeros" y
aun algún jerarca, entre ellos el arzobispo de Guadalajara Francisco
Orozco y Jiménez —según aseveración del Presidente Portes Gil—
mantuvo la rebelión por varios años en Los Altos, Jalisco.
A fin de exacerbar más el ánimo de los fanáticos, el citado clero
dispuso la suspensión de cultos en las iglesias del país.
En Morelia los sacerdotes dejaron de oficiar el 18 de abril del
citado año de 1926, y cinco días más tarde ninguno ejercía su
ministerio en el Estado de Michoacán.135 Esta actitud en un medio
como el nuestro, donde la mayor parte de la gente pretende ser
católica, provocó choques sangrientos en diversas poblaciones
michoacanas. En Zitácuaro, por ejemplo, un grupo numeroso de
fanáticos soliviantado por el cura del lugar, presbítero Luis G. Cerda,
quiso deponer al Ayuntamiento, pero éste se defendió apoyado por la
fuerza federal, registrándose un zafarrancho con saldo de varios
muertos y heridos.

135 Pablo G. Macías. Ut Supra, p. 445.

338
ARIO DE ROSALES

El cura Cerda y sus lugartenientes Ezequiel Correa, Cesáreo


Robledo y Epigmenio Nieto fueron conducidos a México a responder
de los delitos cometidos.
En la región de Coalcomán, Luis Navarro Origel se puso al frente
de una guerrilla cristera, que se hizo cada vez más numerosa, la cual
logró causar muy serios descalabros al ejército y problemas no menos
graves al Gobernador Enrique Ramírez. Sus actividades se
extendieron por toda la Tierra Caliente hasta Ario de Rosales,
proponiéndose construir un fuerte en el Cerro del Castillo, pero los
habitantes no secundaron sus planes y los expulsaron con valentía.
Entre 1926 y 1940 las autoridades municipales de Ario de Rosales
tuvieron que sortear multitud de conflictos ocasionados por los
cristeros, quienes satisfacían su ira mutilando a infelices maestros
rurales, violando a las profesoras, asesinando agraristas, devastando
los ejidos y parcelas, apoderándose de sus cosechas, destruyendo las
vías férreas de Ajuno a Uruapan, de Ajuno a Pénjamo y
obstruccionando las obras del ramal de Ajuno a Ario de Rosales,
cortado las líneas telegráficas y telefónicas y aun incendiando los
bosques.
Entre los alcaldes de Ario que afrontaron esta campaña están
José Torres Guillén, Bruno Toledo, José Guido Sandoval, Rafael
Padilla, Manuel Razo Paz, Joaquín Osornio Hurtado, Carlos Tejeda,
Luis Gómez Hurtado, José Regil, Fernando Guerrero, Cosme R.
Sedano, José Ochoa y Joaquín Brambila Alva. No podemos situar
cronológicamente la actuación de estas autoridades, porque Ario de
Rosales de facto carece de archivos municipales de 1940 para atrás,
pues desde la Guerra de Independencia pasando por la Reforma, la
Intervención y el Imperio, la Revolución de 1910 y el periodo cristero,
los enemigos de los sucesivos gobiernos legítimos entre lo primero
que hacían cuando tomaban un pueblo, era incendiar los archivos.
Por eso siempre será un ejemplo de patriotismo el celo de los
patzcuarenses que supieron ingeniarse el modo de guardar un archivo
municipal, que hoy se halla perfectamente clasificado desde el siglo
XVI, en cuya labor ha intervenido personal competente del Instituto
Nacional de Antropología.

339
PABLO G. MACÍAS

ARIO DE ROSALES ENTRE CRISTEROS Y SINARQUISTAS

Uno de los jóvenes entusiastas de Ario de Rosales que, según cuentan


sus contemporáneos, descolló casi desde su niñez por su inteligencia y
don de servicio, fue Luis García Olmos, nacido en la casa número 3
del Portal Miguel Silva Macías el 18 de septiembre de 1915. Era hijo
del comerciante Primitivo García y de su esposa Gertrudis Olmos,
personas muy estimadas en la localidad. A los 7 años fue inscrito en la
escuela "Melchor Ocampo" y al terminar la instrucción primaria pasó
a la Academia Comercial que dirigía María de la Luz Montaño, amén
de que tomaba lecciones particulares de idioma inglés con un
matrimonio norteamericano radicado en Ario, apellidado Brown.
En 1937, cuando apenas contaba 22 años, el presidente municipal
José Ochoa Reyes, que se había dado cuenta de la simpatía general de
que gozaba Luis no sólo en la cabecera del municipio, sino en todo el
Distrito, de su honradez y gusto por servir a su pueblo, lo llamó a
colaborar a su lado dándole el empleo de tesorero municipal, cargo
que en opinión de sus paisanos desempeñó eficientemente.
Al concluir su periodo Ochoa Reyes, Luis García Olmos quedó
preparado para sustituir a Joaquín Brambila Alva como presidente
municipal para el trienio 1943-1945 en una elección que ha pasado a
la historia, porque sus coterráneos casi unánimemente votaron por él.
En esos días la escasez de agua potable en Ario de Rosales era
alarmante, pues si bien existían algunas tomas en ciertos lugares, el
público tenía que formar largas "colas" para proveerse del líquido. Tal
circunstancia, como era natural, afectaba la salubridad de la
población y la higiene familiar.
García Olmos, conocedor del problema, se echó a cuestas el
trabajo de resolverlo, aunque fuera en parte. Para el efecto, convocó a
sus colaboradores y a los principales vecinos del pueblo y, de común
acuerdo, iniciaron los trabajos de abastecimiento, trayendo el
preciado líquido del manantial de El Cedro. Justo es consignar el
hecho de que todos los habitantes de Ario colaboraron con su alcalde,
proporcionando mano de obra gratuita, mientras que éste obtenía de
Gregorio Gómez un préstamo en efectivo —que el municipio pagó en
los términos estipulados— para la compra de tubería y otros
materiales necesarios.

340
ARIO DE ROSALES

Hallábanse los vecinos entregados a estos trabajos cuando un día,


con sorpresa de todos, pudieron observar que más allá de la Luneta
Colorada, por el paseo de Canintzio y el camino que conduce a
Pátzcuaro, se estaba concentrando mucha gente desconocida,
portadora de pancartas y banderas con la cruz gamada. Eran cerca de
cinco mil sinarquistas y "dorados" —según cálculos de la prensa— que
iban a hacer en Ario de Rosales una demostración de fuerza, como
advertencia a las poblaciones de la Tierra Caliente que despreciaban
las tácticas que ellos seguían.
La columna de inmediato comenzó a descender al centro de la
población, cubriendo totalmente la antigua Calle Real. A la
descubierta marchaban como cien "cuerudos tierracalenteños", que,
en actitud desafiante, lucían sus machetes y tremolaban las banderas
sinarquistas y nazis, lanzando sus consabidos retos.
Aquella concentración fue tan repentina e inesperada, que el
pueblo no se percató en el primer momento de que se trataba de
sinarquistas, hasta que se escucharon las injurias a las autoridades.
La columna hizo alto frente al Palacio Municipal; uno de los oradores
se preparaba a usar de la palabra cuando apareció Luis García Olmos,
solo, montado en su brioso caballo "El Duende", fumando un gran
puro, vistiendo camisola de campaña y sombrero texano, cerrándoles
el paso. Caracoleaba su nervioso rocín de un extremo a otro de la
calle; y como los manifestantes quisieran seguir adelante, García
Olmos les advirtió con voz enérgica:
—Esta columna no puede continuar.
Uno de los jefes sinarquistas mostró entonces al joven alcalde un
telegrama de la Secretaría de Gobernación, autorizándolos a efectuar
aquel acto, si bien sin pancartas, banderas ni insignias de ninguna
clase.
La reacción de García Olmos fue tremenda.
—Este telegrama vale pura… Yo soy aquí el presidente municipal
y no permito que se altere el orden en mi pueblo —exclamó lleno de
cólera, al tiempo que hacía trizas el papel del telegrama.
Los "cuerudos" no esperaron más; blandiendo sus "bolos" se
lanzaron sobre García Olmos, propinándole un tremendo golpe en la
cabeza que lo derribó del caballo. Lo quisieron rematar, pero el noble

341
PABLO G. MACÍAS

bruto piafando y repartiendo coces por todos lados nunca dejó que se
acercara nadie al cuerpo, tendido en el suelo.
La columna siguió después, desafiante, por las principales calles
de Ario, igual que lo siguieron haciendo en posteriores ocasiones.
En cuanto a García Olmos, restablecido de sus heridas, una de las
cuales le dejó cicatriz perpetua en la frente, continuó presidiendo el
Ayuntamiento y activando las obras de introducción de agua de que se
ha hablado antes.
Posteriormente volvió a ser alcalde, trabajó en la Comisión del
Balsas y ocupó puestos políticos en Buenavista, Tomatlán,
Tepalcatepec y La Huacana, donde falleció prematuramente. Sus
restos fueron trasladados a Ario de Rosales para que el pueblo le
rindiera su postrer homenaje, pues se le considera como uno de los
más limpios y progresistas presidentes municipales que ha tenido ese
lugar.

EL ZAFARRANCHO DE 1950

La tolerancia que por esos días el gobierno dispensaba a sinarquistas


y "dorados", tal vez con la intención de atraerlos por las buenas,
motivó que éstos se llenaran de soberbia. Estamos ahora a principios
de 1950 y hacía apenas unas cuantas semanas que acababa de tomar
posesión de la presidencia municipal don Daniel Romero Madrigal,
persona muy estimada en la región por su carácter ameno y
bondadoso.
Era un domingo. La plaza estaba llena de gente que había venido
de las rancherías cercanas a proveerse de mercaderías, pero entre ésta
habíanse mezclado numerosos sinarquistas, sin más propósito que
agitar y causar desórdenes. Los fieles que al medio día salían de misa
mayor vieron, con sorpresa, que junto a la puerta principal de la
iglesia y encaramado en una silla a guisa de tribuna, manoteaba un
corpulento líder sinarquista apellidado Rangel, quien arengaba
furiosamente a los adeptos que lo escuchaban. Pronto se vio rodeado
de curiosos, pues los sinarquistas coreaban los denuestos y baldones
que el sujeto lanzaba contra el gobierno.

342
ARIO DE ROSALES

Absorto con el espectáculo se encontraba un tipo chaparro,


pintoresco, llamado Francisco Rosas, quien solía contar que había
alcanzado buenos galones en la Revolución delahuertista. Por su
apariencia física, el populacho lo conocía con el mote de "Popeye". En
lo álgido de aquella oratoria subversiva, "Popeye" creyó un deber
cívico informar de lo que ocurría en la plaza al jefe del Subsector
militar en Ario, coronel Olivares, y al efecto se trasladó a su oficina
ubicada en aquellos días en la primera calle de Benigno Serrato.
Olivares mandó entonces a unos soldados para que notificaran a
Rangel que se presentara inmediatamente a su oficina; pero entonces
el líder, burlonamente y con deliberada mala fe, dirigiéndose a la
multitud, exclamó con sarcasmo:
—Ya ven, nos mandan llamar..! ¿Vamos?
—¡Pues, vamos! —respondió la gente y el tumulto se dirigió a la
calle de Serrato en seguimiento del agitador.
Estaba la turba agolpada frente a la oficina, cuando a una cuadra
de distancia acertó a pasar el teniente coronel Pascual Hernández
Montalvo, segundo en el mando, quien se dirigía al centro de la
población, llevando a un hijito suyo de la mano. Al ver el tumulto y
escuchar los gritos, se desvió para dar protección al coronel Olivares,
pero al intentar abrirse paso, uno de los sinarquistas le clavó un puñal
en el pecho que le causó la muerte pocos instantes después. Entonces
los soldados de la guardia hicieron fuego sobre los revoltosos y éstos
respondieron en la misma forma, mientras en el interior de la oficina,
Rangel vaciaba su pistola sobre el coronel Olivares, y otro de sus
cofrades hacía picadillo, materialmente, con un puñal al teniente
Felipe García.
Cuando las autoridades levantaron el campo se encontraron en la
calle con cinco muertos: dos soldados, dos sinarquistas y un
transeúnte que curioseaba por ahí a la hora del zafarrancho. Tanto el
coronel Olivares como el teniente coronel Hernández Montalvo
fallecieron al practicárseles las primeras curaciones; sólo el teniente
Felipe García, no obstante las numerosas heridas que recibió en el
cuerpo por arma punzo cortante, logró sobrevivir para relatar los
hechos aquí descritos.

343
PABLO G. MACÍAS

En cuanto a Rangel, llevando una herida de bala en una pierna,


logró escapar protegido de los suyos, sin que hasta la fecha se conozca
su paradero.
Al día siguiente llegaron a Ario numerosos soldados de refuerzo
al mando de un coronel apellidado Rosas, quien trató sin miramiento
alguno al alcalde Romero Madrigal; se posesionaron del palacio
municipal y emplazaron en el patio varias ametralladoras para
intimidar al pueblo.
Algunos cómplices de Rangel que las autoridades lograron
capturar, pronto fueron indultados por el gobierno, pero jamás
regresaron a la Tierra Caliente.
Sinarquistas y "dorados" dieron todavía mucho quehacer no se
diga a las autoridades de Ario de Rosales, sino a las de la República
entera, jactándose de que si habían encapuchado la efigie del
Benemérito en el Hemiciclo de la ciudad de México, no perdían la
esperanza de encapuchar a la Revolución.

EL PROBLEMA DEL AGUA EN ARIO. CURIOSAS ESCENAS EN TIEMPO DE


ESCASEZ

Pero como se dice al principio de este capítulo, no obstante las


últimas rachas del vendaval que desató la Revolución de 1910, las
poblaciones todas empezaron a progresar. En Ario de Rosales, por
ejemplo, Ayuntamiento y vecinos en franca colaboración se abocaron
a la solución de los más urgentes problemas. Y entre éstos, desde
luego, estaba la carencia de agua potable. El caso no era nuevo. Las
autoridades de 1896 ya habían construido una toma —trayendo el
agua del manantial de "El Reventón"— que consideraban suficiente
para proveer a las necesidades de los habitantes de aquellos días.
Por cierto que, durante una de nuestras visitas a Ario nos fue
mostrada una "invitación", elegantemente impresa —propiedad de
don Everardo Vega, recién fallecido, que gustaba de coleccionar y
apuntar cuanto de importancia ocurría en el pueblo— para asistir a la
inauguración de la toma de agua de "El Reventón". En el programa
figuraba el niño Clodualdo Alcázar, que recitaría una composición
poética. (Este Clodualdo —se nos aseguró— se convertiría andando el

344
ARIO DE ROSALES

tiempo en un simpático borracho al estilo de Pito Pérez, que sabía


latín o, por lo menos, lo mascullaba; era buen pendolista y tenía
ocurrencias estupendas en las que no siempre salían bien parados
muchos de sus paisanos).
También tomaban parte en el programa Catalina Infante —tía de
José Infante Hurtado— quien tocaría al piano el vals "Sobre las Olas"
de Juventino Rosas; y, desde luego, la banda de música de las
señoritas de Ario de Rosales, lo cual demuestra que ya a fines del siglo
pasado había en ese pueblo un alto nivel de cultura musical.
Del manantial de "El Reventón" bajaba el líquido por un tubo
metálico de tres pulgadas que llegaba a la pila de la Plaza principal.
En el trayecto se construyeron varios ramales para alimentar los
surtidores instalados en algunas esquinas.

"Pero resulta, nos dice Roberto Pita Cornejo en carta que poseemos,
que al principiar la década de los treintas hubo en mi tierra, por
desgracia, gente irresponsable que para proveerse de la piedra que
empleaban en las construcciones, ponían 'cuetes' o 'barrenos' de
dinamita en las grandes rocas que rodean al manantial, lo cual
ocasionó que la mayor parte del agua se perdiera, comenzando
entonces en Ario una terrible escasez. Por los hidrantes salían
escuálidos chorritos y la gente —entre ella mi madre— tenía que
levantarse a las primeras horas de la madrugada para ganar campo
en alguna toma, llevando cuanto traste podía para obtener un poco
del preciado líquido. En cuanto al aseo personal, cerca del paseo de
Canintzio existe un pequeño venero de agua cristalina llamado 'El
Chorrito'. Allí acudía la gente humilde a bañarse, cosa que aun
sucede aunque en menor escala.
"Llevábamos ya quince o más años de sufrimiento, cuando llegó a la
presidencia municipal el joven ariense Luis García Olmos, quien con
gran entusiasmo y ayudado por el pueblo, logró la captación de las
aguas del manantial de 'El Cedro', situado en la ciénega de
Tanácuaro, como a siete kilómetros al norte del centro de Ario. El
tramo se cubrió con tubo de concreto de 6 pulgadas y se hizo llegar
hasta el depósito de 'Los Tumines', que algunos años atrás (1931)
había sido construido por el alcalde Esteban Oseguera.
"El júbilo de la gente fue desbordante. El Gobernador del Estado,
general Félix Ireta Viveros, hizo la inauguración respectiva el 15 de
diciembre de 1943, y el pueblo vio desde entonces en Luis García

345
PABLO G. MACÍAS

Olmos a un auténtico benefactor, pues esa obra transformó la


economía de toda la región.
"En seguida la gente comenzó a instalar baños en sus casas,
excusados ingleses y demás servicios sanitarios; se construyeron
alcantarillas en diversas calles y mejoró el riego de los jardines.
Desgraciadamente al cabo de 14 o 15 años el servicio llegó a
presentar muy serias fallas, por carecer de un oportuno y eficaz
mantenimiento. Los tubos se rompían con frecuencia y, para colmo,
dentro de ellos crecía la plaga denominada 'cola de caballo' que los
inutilizaba completamente. ¡El pueblo, sin darse cuenta, estaba a
punto de quedarse otra vez sin agua!.
"Por fortuna en 1954 resultó electo presidente municipal Antonio
Villanueva Macías, quien puso el caso en conocimiento del general
Lázaro Cárdenas, a la sazón Vocal Ejecutivo de la Comisión del
Tepalcatepec, y éste acordó de inmediato la donación de la tubería
necesaria (7 kilómetros) de hierro fundido, quedando así resuelto el
problema. Por otra parte, este activo alcalde organizó al vecindario y
con el asesoramiento de personal técnico de la citada Comisión del
Tepalcatepec, logró construir una caja de captación de agua del
manantial de 'El Tejocote', en la misma ciénaga de Tunácuaro. Se
inició el servicio con una corriente de 20 litros por segundo en tubo
de 12 pulgadas; al comenzar el descenso se convirtió en 8' y al llegar
a la pendiente del Cerro del Castillo se redujo a 6' hasta el depósito
de 'Los Tumines'.
"A inaugurar esta obra concurrió el Gobernador del Estado,
licenciado David Franco Rodríguez. Por segunda vez Ario de Rosales
se salvó de quedarse sin servicio de agua potable.
"Desde entonces la ciudad fue creciendo aceleradamente y las fincas
fueron mejorando. Ahora casi todas tienen agua potable en su
interior, excusado inglés, baños y por ello el gasto de agua viene
siendo cada vez más grande, aparte de que, como ocurre en donde
quiera, gente irresponsable desperdicia lamentablemente el líquido.
"Así transcurrieron otros años. Agudizado el problema nuevamente,
el presidente municipal Adelaido Torres Duarte —como lo hiciera la
vez anterior el alcalde Villanueva Macías— recurrió al general
Cárdenas, sólo que ya en tal tiempo éste era Vocal Ejecutivo de la
Comisión del Balsas. Torres Duarte consiguió durante su gestión
administrativa, con la cooperación decidida del vecindario, la
construcción al norte de la ciudad de un gran tanque de
almacenamiento, en un punto llamado 'Las Planillas'. Tiene una
capacidad de 800,000 metros cúbicos, mucho mayor que el de 'Los

346
ARIO DE ROSALES

Tumines'. Sin embargo, no fue posible ponerlo a funcionar sino


hasta fines de 1977, cuando fue presidente municipal el profesor José
Trinidad Ramos Zamudio, quien contó con la ayuda técnica del
ingeniero Jorge García Álvarez, actual director de obras públicas del
Estado.
"Se logró entonces hacer llegar al tanque de 'Las Planillas' el caudal
de agua del manantial de 'El Cedro' y se tendió tubería de 6 pulgadas
hasta entroncar con la línea metálica que baja del manantial de 'El
Tejocote', en el punto donde ésta cruza con la carretera Ario-
Pátzcuaro.
"Así se encuentran las cosas al presente —concluye la carta de Pita—.
El pueblo sigue quejándose de escasez de agua, de recibir servicio
sólo unas horas, principalmente en la dura temporada del estiaje,
pero mucho tienen que ver las circunstancias a que antes me he
referido (excusados ingleses, baños en casi todas las casas,
crecimiento urbano, cría de puercos, lavado de autos, desperdicios a
granel y desmontes de los bosques aledaños, que han hecho
disminuir el caudal de los veneros). El problema se solucionará
solamente con la ejecución de una obra integral, bien planeada, pero
sumamente costosa, que el municipio y el gobierno del Estado no
pueden afrontar por sí solos".

Desde el 30 de junio de 1896 el manantial "El Reventón" estuvo


proporcionando agua suficiente a los vecinos de Ario hasta 1923,
cuando imprudentemente y sin medir las consecuencias —como
asegura Pita Cornejo en su carta— empezaron a extraer piedra de sus
alrededores empleando cartuchos de dinamita. A partir de esta fecha,
las autoridades municipales, quienes más, quienes menos,
preocupadas del problema, han tratado de resolverlo dentro de sus
posibilidades. Así, junto a Luis García Olmos, Antonio Villanueva
Macías, Esteban Oseguera y otros funcionarios deben figurar por su
entusiasmo y cooperación, los alcaldes Vicente Granados Plancarte,
general Norberto Heredia Castrejón, Diódoro Gaytán Díaz, José
Trinidad Ramos Zamudio y Adelaido Torres Duarte. Y desde luego, el
gobierno del Estado, la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y
Material de Ario de Rosales, la Junta Local de Agua Potable y
Alcantarillado de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, la Comisión
del Tepalcatepec, la Comisión del Balsas y el pueblo en general.

347
PABLO G. MACÍAS

EL FERROCARRIL DE ARIO

Por 1941 el Ferrocarril de Ario efectuaba sus últimas corridas entre


este lugar y Ajuno, donde entroncaba con la línea México-Morelia-
Pátzcuaro-Uruapan y el ramal de Ajuno a Pénjamo. La construcción
de la carretera a Pátzcuaro y el tránsito de camiones, más intenso,
rápido y económico, acabó con la empresa que, tras de observar la
merma de utilidades, decidió vender el negocio a sus propios
trabajadores.
El Ferrocarril de Ario comenzó a operar hacia 1925 bajo el
régimen presidencial del general Calles, siendo Gobernador de
Michoacán Enrique Ramírez. Fue su concesionario el norteamericano
Santiago Slade, que tenía en explotación los ricos bosques de Tzatztio,
de los que extraía grandes cantidades de madera. La línea tenía dos
ramales de vía angosta: de Ario a Ajuno, pasando por Zirahuén; y de
Ario a Tacámbaro, tocando Los Lobos y Tecario. Además de los
furgones para la carga, el tren arrastraba un vagón para los pasajeros,
dividido en primera y segunda clases.
En sus mejores días, que fueron tal vez durante el gobierno del
general Benigno Serrato, la estación de Ario de Rosales presentaba un
bello aspecto. Junto a la construcción había un campo de futbol, una
plaza de toros de madera y campos libres para juegos. Los arienses se
daban cita allí los domingos y paseaban por la ancha calzada de
Canintzio, mientras esperaban la llegada y salida de los trenes.
Concurría a ese lugar la música de aliento, los vendedores de
"fruta de horno", golosinas, frutas naturales y juguetes para los niños.
Las damas y caballeros lucían sus mejores galas y todo se resolvía en
un ambiente provinciano, típico y genuinamente alegre.
Cuando el Ferrocarril definitivamente dejó de funcionar,
materiales y edificios quedaron abandonados. Las bodegas
ferroviarias de Ario se convirtieron después en lo que es hoy la
escuela primaria federal "José María Morelos y Pavón".

348
ARIO DE ROSALES

LOS EMIGRANTES DEL PARICUTÍN. LA TENENCIA "MIGUEL SILVA MACÍAS"

El 20 de febrero de 1943 es una fecha inolvidable para los habitantes


de Ario de Rosales. Cuando los primeros rayos del sol iluminaron la
cima del majestuoso Pico de Tancítaro, los vecinos madrugadores
divisaron allá a lo lejos, al norte de la citada mole, una inmensa
columna de humo negro que muchos conjeturaron podría ser el
incendio de un gran depósito de resina, y otros, que se trataba del
cráter de un nuevo volcán en erupción.
Por la tarde de ese día, los arienses comenzaron a escuchar
estampidos semejantes a lejanos disparos de un cañón, y la gente se
arremolinaba al final de las calles que corren del centro al oeste para
contemplar el fuego que se alcanzaba a distinguir en la lejanía con
intervalos de segundos, en el mismo sitio donde se veía la gran
columna de humo; pero lo que más espanto produjo entre el
vecindario fueron los frecuentes temblores de tierra que comenzaron
a sentirse, ocasionando cuarteaduras en algunas casas.
El pánico cundió entonces entre la población. Un baile que se iba
a celebrar en "El Parián" (hoy explanada general Víctor Rosales) hubo
de suspenderse; y muchas personas llevaban sus colchones a la
Plazuela Hidalgo donde pasaban las noches.
Al poco tiempo la transparencia del aire y el claro azul del cielo se
tornaron grises por la constante arena que durante muchos meses
estuvo arrojando el volcán. Los rojos techos de las casas se cubrieron
de un fino polvo negrusco, mal oliente y molesto a los ojos,
invadiendo también muebles y alimentos, mientras los estampidos y
temblores continuaron durante largo tiempo.
Luego se supo en Ario que la lava del "Paricutín" —nombre dado
al volcán por el sitio donde nació— arrasó campos y rancherías de la
región de Uruapan, desapareciendo bajo el fuego los pueblos de
Zirosto y San Juan Parangaricutiro o de las Colchas.
En tales condiciones, el general Lázaro Cárdenas que había
visitado la zona de desastre, sugirió que los damnificados que no
hallaran acomodo en otro sitio, se concentraran en un punto por el
rumbo de Tzintzongo llamado Las Ánimas, a cuatro kilómetros
aproximadamente del centro de Ario, para que allí rehicieran sus
hogares. Acudieron de Zirosto y San Juan, pero estos últimos con

349
PABLO G. MACÍAS

mayores recursos que los otros, pronto abandonaron el nuevo


poblado, quedando sólo los laboriosos campesinos de Zirosto.
Estos emigrantes, que hicieron de Las Ánimas un lugar
floreciente, padecieron mucho al principio porque nadie podía
auxiliar a nadie, a causa de que nadie poseía bienes ni dinero;
además, una epidemia desatada en esos días debido a la insalubridad
y a la contaminación del ambiente por los desechos volcánicos, les
causó más de quinientas bajas en poco tiempo.
No podemos pasar por alto el noble gesto de los arienses, que en
momentos tan difíciles abrieron sus brazos generosos a estos
desamparados campesinos y los auxiliaron con recursos,
comprándoles incluso toda la leña que llevaban a vender a la ciudad,
como producto de su entonces única y muy precaria industria.
Ario de Rosales pagó de esta manera la ayuda que en la misma
forma recibieron sus habitantes en 1918, de los patzcuarenses, cuando
tuvieron que abandonar sus hogares, acosados por las hordas del
bandolero José Inés Chávez García.
Dos años después, el gobierno del Estado, en premio a la
laboriosidad de los emigrantes, elevó a Las Ánimas a la categoría de
tenencia de Ario, dándole el nombre del ilustre gobernante de la
Reforma, doctor Miguel Silva Macías, como puede verse por el
siguiente decreto.

"José María Mendoza Pardo, Gobernador Constitucional del Estado


Libre y Soberano de Michoacán de Ocampo, a todos sus habitantes
hace saber:
"Que, el H. Congreso del Estado se ha servido dirigirme el siguiente

Decreto

"El Congreso de Michoacán de Ocampo decreta:

Número 26

"Artículo único. Se eleva a la categoría de tenencia el punto


denominado Las Ánimas, que ha venido perteneciendo al municipio
de Ario de Rosales, en donde se levantó últimamente un caserío que
ocupan los damnificados del volcán Paricutín, que se denominará en

350
ARIO DE ROSALES

lo sucesivo 'Tenencia Miguel Silva Macías', en memoria del C.


diputado del mismo nombre, padre que fue del ilustre michoacano
doctor Miguel Silva.
Transitorio

"Artículo primero: Se modifica en lo relativo la Ley de División


Territorial del Estado.
"Artículo segundo. Esta Ley empezará a regir desde la fecha de su
publicación en el Periódico Oficial.
"El Ejecutivo del Estado dispondrá se publique, circule y observe.
Palacio del Poder Legislativo. Morelia, Mich., a 12 de febrero de
1945. Diputado presidente, Lic. Julio Torres. Diputado secretario,
Lic. Luis G. Zumaya. Diputado Secretario, Ignacio Torres Espinosa.
"Por tanto, mando se imprima, publique, circule y observe.
"Palacio del Poder Ejecutivo. Morelia, Mich., a 12 de marzo de 1945.
Lic. José María Mendoza Pardo. El Secretario de gobierno, Lic. Luis
M. Moreno".

TRANSFORMACIÓN DE LA TRAZA URBANA DE ARIO DE ROSALES

Tocó al presidente municipal José Regil iniciar, propiamente, la época


constructiva en Ario de Rosales. Durante su administración se mandó
construir el primer drenaje; se suprimieron los malolientes y
antiestéticos caños; se pusieron banquetas de cemento y se procedió a
empedrar buen número de calles.
Otro alcalde —José Ochoa Reyes— al que ya hemos citado antes,
procedió al reparto de varias haciendas ubicadas en el municipio, de
conformidad con la política agraria del gobierno; impartió protección
a los campesinos y pequeños propietarios, y dio garantías al pequeño
comercio.
Pero hubo también en Ario como, sin duda, en otras poblaciones
del país, presidentes municipales deshonestos y tiranos. Entre éstos
figura Cosme R. Sedano, a quien se acusa de haber dado muerte a
varias personas en el interior de la cárcel.
La traza actual de la ciudad es más o menos uniforme, las casas se
agrupan en calles paralelas a la Plaza grande. Gran parte de las
construcciones son de adobe con techos de teja o palma. Las arterias

351
PABLO G. MACÍAS

del centro y algunas adyacentes están pavimentadas y tienen


alumbrado público. No obstante que Ario conserva muchas
características de un pueblo, su gente es sociable, afecta a la cultura y
a la buena mesa. Fue por este tiempo cuando Lamberto Moreno hizo
en "Los Gañanes" esta semblanza de su pueblo:

"Tiene calles anchas, limpiecitas, de buenos empedrados que con su


comba y sus cunetas laterales, remedan pavimentos citadinos… Y por
una bendición del cielo, por un dulce capricho de la botánica
michoacana, nacen y crecen en Ario con prodigalidad ilimitada,
rosales de gran linaje: rojos, amarillos, blancos, sonrosados… Y con
la misma fragante variedad, nacen y crecen en el bendito suelo,
muchachas de todos los matices: rubias, morenas, blancas y
sonrosadas, solaz de los nativos y envidia de los extraños. Mujeres
deliciosas que las hacen ser novias soñadoras, esposas inigualables y
madres sin parangón en toda la provincia. Verdaderos rosales de
impoluta frescura que afirman con su presencia, la prestancia misma
del amable gentilicio".

Un hecho curioso que se nos hizo notar en alguno de nuestros viajes


es el de que no sólo en la cabecera municipal, sino en pequeños
poblados como Urapa, y aun en las rancherías, abundan familias de
tez blanca, pelo rubio y ojos azules, a las que pudiera suponerse
descendientes de franceses o belgas por el contacto que éstos
pudieron haber tenido con los nativos, durante la guerra de
Intervención y el Imperio; pero ha sido descartada tal hipótesis, pues
los apellidos que lleva esa gente son todos de origen español.
También admira el carácter festivo y oportuno de los arienses,
pues en el acontecer de sus problemas, en vez de llegar a lo trágico, "lo
toman a broma". Así, en forma graciosa y humana, dan salida a las
situaciones más difíciles.
Y lo que más sorprende aún —nos comentaba el licenciado
Atilano Vázquez Herrera, secretario del Ayuntamiento en febrero de
este año—, es que sus paisanos tienen "la manía" de dedicarse
preferentemente al negocio de productos farmacéuticos, a grado tal
que las boticas de la cabecera del municipio, de Urapa, El Paso Real,
Agua Zarca, Puente Alto, Rancho Nuevo y otros lugares, son todas
propiedad de vecinos de Ario; y no menos del 50 por ciento de las

352
ARIO DE ROSALES

farmacias que funcionan en la ciudad de México y su área


metropolitana, son también de personas nativas de Ario de Rosales,
según datos ministrados por la Sociedad de Arienses del Distrito
Federal.
La ciudad tiene dos jardines (el mantenimiento y belleza de ellos
depende del interés de los funcionarios municipales): en el más
grande fue levantado un monumento de cantera rosa a la memoria del
insurgente Víctor Rosales, coronado por una estatua del héroe en
uniforme de mariscal de campo, fundida en bronce. En el capítulo V
de estas notas damos los detalles de tal obra. Sólo añadiremos que, si
bien en la placa colocada al frente del monumento se dice que "fue
erigido por el pueblo de Michoacán", las autoridades municipales de
Ario nos aseguraron que éste fue obsequiado a la ciudad por el
general Lázaro Cárdenas.
En el sitio donde se levantó la estatua de Rosales, había antes un
busto de bronce del Padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla, obra
del escultor italiano Gabriel Ponzanelli, el cual fue develado el 16 de
septiembre de 1910 con motivo del primer centenario de la iniciación
de la Independencia de México. Este busto que, en opinión de
expertos, es verdadera obra de arte, fue obsequiado por Ario a una de
sus dos tenencias, Urapa (la otra es "Miguel Silva Macías"), cuyas
autoridades lo colocaron en un decoroso pedestal, en la plaza del
pequeño pueblo.
El otro jardín se localiza en la antigua plazuela de Jesús María o
de "Los Dulces Nombres". Lo preside una estatua magnífica del Cura
de Dolores, inaugurada el 14 de septiembre de 1958. La información
del acto publicada en La Voz de Michoacán, merece consignarse por
los interesantes detalles que contiene.

"Hoy, a las 12 horas y bajo los rayos de un sol esplendoroso —dice—,


se recibió en esta ciudad la efigie en bronce magnífico del cura don
Miguel Hidalgo y Costilla, Padre de la Independencia Nacional.
Egregio es el bronce que representa la figura; excelso el prócer y
fuertes las líneas que vitalizan la imagen.
"A la munificencia reconocida del general Lázaro Cárdenas, Vocal
Ejecutivo de la Comisión del Tepalcatepec, se debe el pródigo regalo
que, a partir de hoy, se sustentará sobre el recio plinto de piedra

353
PABLO G. MACÍAS

basáltica, para alentar el espíritu cívico de los moradores de esta


ciudad y de los de todo el Distrito.
"Tres metros cincuenta centímetros mide la estatua del héroe que
con mayestática dignidad sostiene en su mano derecha la bandera de
la libertad. Marco espléndido para tan noble figura es la plazuela
antigua de Jesús María, transformada por la Comisión del
Tepalcatepec en un bello parque rodeado de verdes camellones que
se encuadran a la sombra de los truenos, viejos pero rejuvenecidos,
para exornar el pedestal que sostiene el magnífico bronce.
"A la hora antes dicha, una enorme columna encabezada por el
Ayuntamiento local, por el general Martín González, por don José
Carrillo Arriaga, por el diputado Reynaldo Valdespino, por vecinos
distinguidos a los que seguían los alumnos de las escuelas oficiales y
particulares, llegó el camión que vino conduciendo la broncínea
escultura que entre jubilosas aclamaciones de la multitud fue llevada
hasta el pedestal que habrá de sostenerla imperecederamente.
"En nombre del Ayuntamiento hizo uso de la palabra Roberto Pita
Cornejo, secretario de la propia comuna, quien, con vibrante
expresión exaltó las glorias de nuestro libertador y arrancó
fervorosos votos de reconocimiento para quien, como el general
Cárdenas, ha dado inequívocas muestras de cariño hacia Ario de
Rosales.
"El bronce del padre Hidalgo fue entregado por el señor José Carrillo
Arriaga al Ayuntamiento de la ciudad, habiéndolo acompañado en
este acto el general Martín González y el diputado Valdespino Soto,
representantes del divisionario Félix Ireta Viveros, Jefe de la 21ª
Zona Militar; y licenciado David Franco Rodríguez, gobernador del
Estado, respectivamente.
"La banda de música que dirige el maestro Ramón Hernández
Figueroa cedida por el Ejecutivo del Estado, amenizó y dio
solemnidad a la ceremonia; y por la tarde dio en los portales una
audición a la que asistió numeroso público, no obstante la intensa y
molesta lluvia.
"El Ayuntamiento ha decretado que la plazuela frontera a sus
oficinas y al templo parroquial, lleve el nombre del conspicuo
jurisconsulto ariense Victoriano Pimentel, que antes titulaba a la
plazuela, que con la instalación de la estatua referida, cambia de
nombre".
La Luneta Colorada, evocador sitio de la vida romántica de Ario de
Rosales a principios del siglo (ver capítulo XI), fue objeto también de
algunas reformas. El lugar fue acondicionado discreta y

354
ARIO DE ROSALES

artísticamente y en el centro se colocó un busto del general


Cárdenas, en reconocimiento a los grandes beneficios otorgados a la
ciudad. La invitación al acto reza de esta manera:
"El honorable Ayuntamiento 1978-1980, los profesionales para el
desarrollo de Michoacán, A. C. y los maestros y alumnos de los
diferentes planteles educativos de la ciudad, invitan a usted y a su
apreciable familia a la develación del busto del ilustre michoacano
general de división Lázaro Cárdenas del Río, el cual ha quedado
instalado en la Luneta Colorada de la calzada de Canintzio, el viernes
12 del presente (enero de 1979) a las 17 horas".

Durante el acto, se rindieron honores a la bandera nacional; el


presidente del Ayuntamiento doctor Mario Cardona Mendoza, al
develar el busto, pronunció un discurso; se dio a conocer un corrido al
general Lázaro Cárdenas; el licenciado Armando Ballinas Mayés
dirigió al pueblo unas palabras a nombre de los profesionales para el
desarrollo de Michoacán, y después de que los representantes de las
instituciones educativas de Ario plantaron un árbol simbólico, se tocó
el Himno Nacional.

SE FUNDA LA BIBLIOTECA PÚBLICA "JOSÉ TRINIDAD GUIDO"

La biblioteca pública de Ario de Rosales es obra de un grupo


entusiasta de vecinos, al que secundó eficazmente el presidente
municipal Flavio Ornelas. La idea fue concebida por el joven Luis Pita
Cornejo, quien allá por el año de 1950 después de concluir sus
estudios de secundaria, pasó a servir como maestro de primeras letras
en las minas de Opopeo, en la inhóspita Tierra Caliente. Dos años
permaneció allá; se recuerda que desempeñó el cargo con
responsabilidad y cariño, no obstante lo mezquino del sueldo y la
rebelde incultura de los lugareños. Pero tales circunstancias lo
hicieron reflexionar en que si el hombre desea prosperar en la vida,
requiere en principio, dar firmeza a su carácter y cultivar su espíritu.
Tal premisa se reafirmó en Luis cuando, debido a las estrecheces
económicas por que atravesaba en esos momentos su familia, tuvo
que regresar a su tierra y para ayudar en algo a los gastos domésticos,

355
PABLO G. MACÍAS

se empleó como despachador de la Cooperativa de Autotransportes


"El Jorullo".
En Ario, su hermano Roberto secundó el propósito y juntos
iniciaron una tarea que parecía utópica, si bien hallaron desde luego
franca colaboración en don Trinidad Torres Gutiérrez, en Humberto
del mismo apellido y en otras personas de buena voluntad porque,
aunque parezca paradójico, la mayor parte de la gente no siempre
comprende la labor generosa y callada que se desarrolla en los centros
de cultura, labor que ningunos beneficios económicos proporciona a
quienes se dedican a ella.
Se puso a la biblioteca el nombre del licenciado José Trinidad
Guido y pronto se apreciaron sus frutos: la juventud empezó a
apartarse de las diversiones superfluas y el adulto encontró un medio
de mejorar, con buenas lecturas, su conducta ciudadana. A los
primeros libros reunidos por los iniciadores, se fueron agregando
otros hasta llegar a un acervo que pasa de cinco mil ejemplares. Desde
el comienzo y sin más estímulo que contribuir a una causa noble, la
señorita Eudelina Marroquín, se dio a la tarea de clasificar y catalogar
los volúmenes. Con verdadero celo esta admirable mujer ha venido
poniendo en práctica con sus paisanos, el sublime pensamiento de
Carlyle: "Uno de los principales deberes del hombre es cultivar la
amistad de los libros".
En 1972 el Ayuntamiento de Ario de Rosales rindió un cálido
homenaje al vate J. Lamberto Moreno, uno de los grandes de la
poesía romántica michoacana del siglo XIX. Las palabras dichas en tal
ocasión por el presidente municipal Adelaido Torres Duarte,
proporcionan otros importantes datos que el lector debe conocer.

"Al referirme a este centro de cultura —dijo— nacido en forma por


demás humilde y que ahora constituye un legítimo timbre de orgullo
para nuestra población, considero de justicia recordar a un paisano
nuestro, al maestro Lamberto Moreno Jasso, recientemente
fallecido, que fue honra y prez de su ciudad natal. Aparte habernos
dejado otros muchos recuerdos; aparte su abundante, nacionalista y
gallarda producción literaria y poética; aparte la no superada
actividad social que realizó en Ario durante sus últimos años,
después de una fecunda vida recorriendo los caminos de la patria,
consagrado al magisterio; aparte haber trabajado con arrestos

356
ARIO DE ROSALES

juveniles hasta lograr que la biblioteca pública municipal se


enriqueciera y se ampliara creándole una sección infantil; aparte
todo esto, como una suprema muestra de cariño hacia la tierra que lo
vio nacer, emitió su última voluntad en el sentido de que su
biblioteca particular —un verdadero tesoro por su contenido y una
verdadera joya por la riqueza material de sus volúmenes y
anaqueles— pasara definitivamente a formar parte del patrimonio
del pueblo de Ario de Rosales, y en forma muy especial dedicada a la
niñez y a la juventud de su solar nativo.
"Mención honrosa y conmovida debemos hacer de la fiel compañera
de vida del maestro, la distinguida profesora María Guadalupe
Ortega viuda de Moreno, quien con la bondad inmensa que
caracteriza a la mujer mexicana, con el grande cariño que como
maestra también ella profesa a la juventud y con la lealtad debida al
amoroso mandato de su esposo, siempre gentil, siempre amable,
hizo entrega al Ayuntamiento no solamente de los libros y de los
muebles que los contiene, sino también de un gran retrato al óleo del
maestro, de las numerosas preseas que a lo largo de su vida le fueron
otorgadas y de numerosas obras poéticas y musicales, conocidas o
inéditas, que encierran inmarcesible belleza y son portadoras de los
mensajes de lucha, superación, paz y amor al trabajo que siempre
tuvo a flor de labios el ilustre desaparecido, a quien pido rindamos
postrer homenaje de admiración, puestos todos de pie y en
respetuoso silencio".

Tanto la sección de consulta e investigación, como la infantil, son


atendidas personalmente y con verdadero afán de servicio, por la
señorita Marroquín, merecedora por todos conceptos de algo más
elocuente que el sincero afecto de sus paisanos.
Preside la sala de consulta e investigación, un retrato del
licenciado José Trinidad Guido; y la infantil, el ya dicho antes del
maestro J. Lamberto Moreno Jasso.

EL TURISMO EN ARIO Y SU ZONA DE INFLUENCIA

El turismo en Ario de Rosales y su zona de influencia abarca un


complejo de recursos, de belleza múltiple, que va desde el imponente
bosque milenario, los ríos, las cascadas, los lagos (cuyas aguas

357
PABLO G. MACÍAS

transparentes reflejan la hermosura del cielo), los tibios amaneceres


en la Tierra Caliente y los crepúsculos de maravilla que sólo pueden
contemplarse entre Ario y Urapa o desde el Cerro del Castillo
(teniendo como fondo el majestuoso Pico de Tancítaro), hasta los
suculentos condumios de la cocina regional; y las artesanías que
hablan al viajero con más elocuencia que las palabras, de la
sensibilidad artística de los michoacanos.
Comprendido así el fenómeno, el gobierno del Estado incluyó
este año dentro del programa de infraestructura caminera, diversas
obras para facilitar el acceso a regiones turísticas, entre ellas la
carretera Pátzcuaro-Erongarícuaro-San Jerónimo y la que va al Lago
de Zirahuén; el puente de Jarácuaro y la zona arqueológica de
Tzintzuntzan.136
La producción artesanal, tan importante en nuestros días, es
admirable en Michoacán. Sus ricos y variados matices y su
manufactura cuidadosa, envuelven el gusto, el color y la historia de un
pueblo amante del trabajo. Los hombres de Santa Clara del Cobre
forman parte de esta manifestación, lo mismo que los de zonas como
Pátzcuaro, Quiroga, Tzintzuntzan, Paracho, Uruapan y otras que,
evocando las disciplinas señaladas por don Vasco de Quiroga,
elaboran piezas de extraordinaria perfección.
El aspecto turístico en Ario de Rosales debe examinarse pues, con
los ojos de una perspectiva más amplia. Aunque la ciudad está llena
de sitios históricos, el visitante no debe esperar encontrarse ante
grandes monumentos, símbolos o edificios (por más que muy grandes
fueron los sucesos que allí se desarrollaron) que identifiquen sus
glorias, porque tanto el municipio como el Estado mismo, son pobres
y carecen por el momento, de presupuesto suficiente para emprender
trabajos de semejante importancia.
Allí están Nuevo Urecho, Turicato, La Huacana, Taretan,
Churumuco y otras poblaciones de la Tierra Caliente, donde a cada
paso el viajante se tropieza con la historia, sin encontrar más que
apenas en algún lugar insospechado, vestigios o tradiciones orales de

136Carlos Torres Manzo, Quinto Informe de Gobierno, p. 177. Morelia,


septiembre de 1979.

358
ARIO DE ROSALES

las hazañas heroicas de aquellos prohombres que desde 1810 han


venido dando dimensiones universales a la comarca.
Hecha esta explicación, señalaremos algunos puntos importantes
de Ario de Rosales.

EL PRIMER PALACIO NACIONAL

La residencia de doña Clara Guido Figueroa viuda de Téllez,


compuesta de dos plantas, ubicada en el portal Gordiano Guzmán, si
bien luce hermosa en su interior, por su patio y corredores llenos de
plantas florecidas y verdes follajes, está semidestruida; sus paredes,
pisos y techos reclaman una necesaria y urgente reparación, que la
propietaria no puede hacer. En el pórtico del edificio hay una modesta
placa informando que allí se instaló el primer Tribunal Supremo de
Justicia del país. La verdad, sin embargo, es otra: esa vieja casona,
indiferente para la mayor parte de los habitantes de la región fue, en
rigor, el primer Palacio Nacional. Bajo sus techos, de robustas vigas y
rojizas tejas, despacharon no sólo los cinco magistrados de la indicada
Corte, los abogados José Mariano Sánchez Arriola, José María Ponce
de León, Mariano Tercero, Antonio de Castro y el ariense Juan
Nepomuceno Marroquín, sino también los diputados del Congreso de
Chilpancingo, que allí redactaron buena parte de la Constitución de
Apatzingán; y también los miembros del Poder Ejecutivo: don José
María Morelos y Pavón, don José María Liceaga y el doctor José
María Cos. Fue, pues, residencia de los tres Supremos Poderes de la
América Septentrional.
Esa casa, por este solo hecho, constituye un santuario de la patria
que el gobierno federal debe proteger para conservarla con el decoro y
dignidad de los grandes monumentos nacionales. ¡Hoy, ningún
viajero que pase por allí puede imaginarse siquiera, lo que en verdad
significan para México aquellos muros venerables!

LA CASA DEL DR. MIGUEL SILVA MACÍAS

En el portal poniente de la Plaza grande está la casa que desde fines


del siglo XVIII fue propiedad de un ilustre ariense: don José María

359
PABLO G. MACÍAS

Silva. Por tres razones, cuando menos, el edificio merece fervoroso


recordatorio. Primero, porque allí estableció su hogar don José María,
personaje que influyó mucho en los destinos de México desde la
insurgencia hasta el fin del primer régimen federal, habiendo sido
diputado y dos veces Gobernador del Estado; segundo, porque en
1803 el sabio barón de Humboldt y su amigo el botánico francés Aimé
Bonpland fueron huéspedes de don José María Silva, en ese lugar
tomaron sus últimas determinaciones para explorar el Volcán del
Jorullo; y tercero, porque bajo su techo nació en 1821 el filántropo y
hombre de ciencia doctor Miguel Silva Macías, quien, con su carácter
de Gobernador, fue el primero en aplicar en Michoacán las Leyes de
Reforma.
En esa casa se celebraban también, al comenzar la mitad del siglo
pasado, tertulias presididas por Silva Macías, en las que se conspiraba
contra la dictadura de Santa Anna y se propagaban las ideas del Plan
de Ayutla.

LA IMPRENTA DEL DR. COS

En una pequeña casa, ubicada en la esquina de las calles de Hidalgo y


Rayón funcionaba a principios de este año un modesto taller de
carpintería. En ese lugar, según nos informaron las autoridades de
Ario, instaló en 1814 el doctor Cos la imprenta del gobierno. Sabido es
que el inquieto sacerdote, sin desatender sus funciones como
integrante del poder ejecutivo o como militar, siempre fue un
apasionado de la imprenta; llegó hasta a fabricar con sus propias
manos caracteres y tinta, con objeto de dar a conocer las proclamas de
los jefes insurgentes.
Ese sitio, también, y otro, situado en el antiguo Portal Juan
Álvarez, ahora dedicado a comercio, fueron varias veces refugio oculto
de los archivos del señor Morelos, del Congreso de Chilpancingo y de
las cajas de tipos de la imprenta.
Ninguna de estas últimas fincas ostenta la más leve señal que las
identifique con la historia. En iguales condiciones están las casas
donde vieron la luz primera el poeta Vicente Moreno, don José
Trinidad Guido, doña Pudenciana Bocanegra de Medal y el

360
ARIO DE ROSALES

polifacético Lamberto Moreno Jasso, personajes que han dado lustre


a su pueblo. Apenas se salva la casa —convertida también en
comercio— donde vino al mundo el licenciado Victoriano Pimentel, de
quien nos hemos ocupado en estos Apuntes.
De los viejos mesones de San Francisco, Buenavista y de la Vaca,
escenarios de grandes acontecimientos, así como de los portales y la
placita de Jesús María donde Iturbide y Ramón Méndez levantaron
sus cadalsos, no hay vestigios, y de ello no debe culparse al
Ayuntamiento local ni al Estado, sino a la escasez de recursos.
En cambio, los condumios de Ario de Rosales siguen siendo los
preferidos de toda la zona. Los quesos, la carne, seca, las adoberas, los
aguacates, las panelas de requesón, el pozole y, sobre todo, el guiso
llamado "Olla Podrida", famoso en toda la costa michoacana y
comparable, por su sabrosura, con el mole poblano, el caldo michi de
Guadalajara o el cabrito al horno y al pastor, orgullo de la frontera
norte del país.

"Los servicios de auxilio turístico de 'Los Ángeles Verdes', como los


visitantes llaman a las unidades de patrullaje, ampliaron la cobertura
de sus rutas —afirmó el 29 de septiembre de este año el Gobernador
Constitucional del Estado—,137 Atendiendo nuestras gestiones, la
Secretaría de Turismo autorizó la adquisición de cuatro nuevas
unidades que entraron en operación y podemos decir que con las
nueve rutas actuales, el patrullaje de auxilio turístico cubre todas las
vías de acceso a las principales zonas de aprovechamiento turístico
en la entidad.
"Es obvio señalar, que un elevado porcentaje de la derrama
económica provocada por el turismo, benefició a los artesanos de
Michoacán, a quienes hemos apoyado sin reservas, brindándoles
asesoría técnica para el financiamiento y comercialización de sus
productos, especialmente a través de la Casa de las Artesanías,
institución que recibió la visita de cerca de doscientas mil personas y
que interviene sistemáticamente en la promoción de tianguis y ferias
artesanales.
"Durante el desarrollo de la XX Exposición y Feria de Michoacán,
evento ya tradicional que en mayo anterior recibió la visita de más de

137Carlos Torres Manzo, Quinto Informe de Gobierno, pp. 178-181. Morelia,


septiembre de 1979.

361
PABLO G. MACÍAS

seiscientas mil personas, los artesanos michoacanos dispusieron de


un pabellón que les permitió mostrar ante miles de personas los
ancestros procesos de elaboración artesanal; y en agosto pasado
asistimos al inicio de la Feria Nacional del Cobre en Santa Clara y de
la Feria Nacional de la Guitarra en Paracho.
"La participación de los artesanos ha sido constante en exposiciones
y ferias regionales tan importantes como las de Apatzingán,
Pátzcuaro, Jiquilpan, Sahuayo y Zamora, además del apoyo que les
hemos dado para que participen en eventos nacionales que
promueven la comercialización de artesanías michoacanas en el país
y en el extranjero".

La máxima fiesta cívica en Ario, es el 7 de marzo, aniversario de la


instalación en esa ciudad, de los tres Supremos Poderes de la América
Septentrional, emanados de la Constitución de Apatzingán. Año con
año, en tal fecha, se celebran suntuosas ceremonias a cargo de
elementos culturales, folclóricos y deportivos de todo el Estado.

362
ARIO DE ROSALES

CAPÍTULO XIII

LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS


(1950-1979)

Se construyen grandes obras materiales. Panorama de la educación en el


municipio. Quiénes la sostienen y en qué proporción. El jardín de
niños "Luz María Serradell". Escuelas primarias. La Secundaria
"Lázaro Cárdenas". La Técnica Agropecuaria. La Preparatoria "J.
Isaac Arriaga". El Centro de Capacitación CONASUPO. Hospitales.
Medios de comunicación masiva. Periódicos. Teléfonos. Arienses
exponentes de cultura. Ario de Rosales actual. Densidad
demográfica. Estado financiero. Cuarto Centenario de su
fundación. Los Juegos Florales. S. G. M. Raquel I. Su corte de
honor. Las embajadoras de México, Tacámbaro, Churumuco, La
Huacana y Nuevo Urecho. J. Lamberto Moreno, poeta laureado.
Reinauguración del Palacio Municipal. Las fiestas del 7 de marzo
de 1979.

OBRAS MATERIALES MÁS IMPORTANTES EN ARIO

LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS —de 1950 a la fecha— se significan por


una actividad febril desarrollada por los habitantes de Ario de
Rosales, en beneficio de su pueblo y de las comunidades de su zona de
influencia. El progreso se advierte lo mismo en materia de educación
(del jardín de niños al bachillerato y al técnico agropecuario), de
salubridad e higiene, de comunicaciones y transportes, de economía,
desarrollo agrícola y comercio, que en actos cívicos de diversa índole,
los cuales ponen de relieve la cultura asimilada.
En el curso de estas tres décadas se han construido en Ario
amplios y hermosos edificios escolares, canchas deportivas (de futbol
y basquetbol) y una alberca para natación; se han abierto al tránsito
nuevas carreteras que lo comunican a todas partes; se terminaron las
obras de reconstrucción del viejo palacio municipal, reinaugurado el 7
de marzo de este año por el Gobernador del Estado, licenciado Carlos

363
PABLO G. MACÍAS

Torres Manzo; y se ha mejorado y ampliado el cultivo de plantas en


los viveros municipales, cuya producción, junto con la de los viveros
de Morelia y Los Azufres, tiene a su cargo la reforestación artificial de
3,150 hectáreas.138
Tiene Ario un buen alumbrado eléctrico que proporciona la
Comisión Federal de Electricidad; excelente servicio telefónico
automático local y de larga distancia; oficina telegráfica y un regular
alcantarillado en las calles. Cuenta, además, con un hospital y centro
de salud, una moderna clínica del IMSS con diez consultorios, 56
camas, gabinete de rayos X, quirófano, lavandería, cocina, comedor y
salas de espera. El servicio de correos es bueno; hay tres terminales de
autobuses que hacen alrededor de cien corridas diarias a diferentes
rumbos; dos estaciones de servicio para automóviles, varios talleres
mecánicos, cuatro hoteles, restaurantes y una sucursal del Banco de
Londres y México.
Ario es una de las ciudades más chicas del Estado de Michoacán.
Como tal, su industria aun es precaria. La más importante es la
Resinería Ejidal de Michoacán, S. A., ubicada en la avenida
Circunvalación, y que produce colofonía y aguarrás de alta calidad,
cuya venta se hace principalmente en el extranjero. Socios de esta
negociación son algunos dueños de bosques, campesinos, ejidatarios y
pequeños propietarios. Le sigue una fábrica de harina de trigo
denominada "La Gloria", en calle Iriarte núm. 20; y luego seis
pequeñas industrias más: Roberto Bárcenas Álvarez, en calles Rivas y
Valle, que elabora cajas de empaque, de madera; Martín Cardona
Gaona, herrería artística, en Rivas 225; la Imprenta Rex, en Guerrero
146; Efraín López Gaytán, herrería artística; Flaviano Marroquín
Sánchez, en calles de Galeana, que fabrica mosaicos y losetas; y
Pinosa S. de R. L., establecida en Abasolo 45 y que produce aguarrás y
brea.139

138 Carlos Torres Manzo. Quinto Informe de Gobierno, p. 121. Morelia,


septiembre de 1979.
139 Michoacán. Potencial Económico. Directorio Industrial 1978, p. 149,

Morelia, 1978.

364
ARIO DE ROSALES

En cuanto a las artesanías, desgraciadamente, poco a poco han


ido desapareciendo; solamente queda una tenería, la de José
Medrano, y dos o tres talabarterías.

MAGNO IMPULSO A LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Funcionan hoy en Ario los siguientes establecimientos educativos:

1. Escuela preparatoria "J. Isaac Arriaga", dependiente de la


Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
2. Escuela secundaria federal "Lázaro Cárdenas".
3. Escuela secundaria nocturna particular "Dr. Miguel Silva
Macías".
4. Escuela secundaria técnica agropecuaria "Francisco I.
Madero", dependiente de la SEP.
5. Escuela primaria federal "Melchor Ocampo".
6. Escuela primaria federal "José María Morelos y Pavón".
7. Escuela primaria federal "Justo Sierra".
8. Colegio particular incorporado a la SEP, de enseñanza
primaria "Vasco de Quiroga".
9. Colegio particular incorporado, de enseñanza primaria
"Miguel Hidalgo y Costilla".
10. Jardín de Niños "Luz María Serradell".
11. Centro CONASUPO de capacitación campesina.
12. Academia comercial particular "Fray Juan Bautista de Moya".

Por lo que respecta al estado general de la educación pública en el


municipio, nada tan elocuente como esta parte del Informe que el
presidente del Ayuntamiento acaba de rendir al pueblo:

"El mejoramiento del sistema socio-económico de nuestro municipio


será posible en la medida en que podamos elevar el nivel cultural del
pueblo, pero en forma especial el de las nuevas generaciones, para
capacitarlas en el desempeño de actividades productivas y de
servicios, o para encauzarlas en el estudio de la ciencia y la
tecnología.

365
PABLO G. MACÍAS

"Con espíritu patriótico, los gobiernos federal, estatal, municipal y la


iniciativa privada, están abocados a resolver el problema educativo
en todos los niveles y por ende en el de primarias: fundando
escuelas, construyendo aulas, haciendo remodelaciones y
aumentando maestros, tanto en el medio urbano como en el rural.
"La educación primaria en general está atendida y financiada por los
gobiernos federal, estatal, municipal y la iniciativa privada
sosteniendo escuelas y maestros a la medida de su nivel económico.
"Funcionan escuelas federales en las siguientes comunidades: Ario
de Rosales, El Agostadero, Araparícuaro, El Arenal, La Barra, El
Calabozo, El Cangrejo, Las Carámicuas, Cuaraya, Chuén, El
Chupadero, El Durazno, Limón del Tejamanil, La Mesa del
Manzanillo, El Moral, Los Negros, Pablo Cuín, La Palma de
Altamira, Paso Real, La Playa de Guadalupe, Puente Alto,
Puentecillas, Rancho Nuevo, La Sandía, San José de Chuén, San José
de las Cañas, Tepamal, Tunácuaro, Urapa, El Ortigal, Palma Cuata,
Tahuaenambo, Carrizalillo de Chuén, El Pinal Tres Palos y La
Cebadilla.
"Las escuelas que sostiene el gobierno del Estado se encuentran
ubicadas en las comunidades de El Guayabo Colorado, Los Pareos,
Las Fuentes, Puerto de Urapa, Las Escobillas, San Cayetano, El
Colorín y El Rincón de la Yerbabuena.
"El gobierno municipal tiene establecidas escuelas en las
comunidades de Planillas y Buenavista del Sur.
"El Consejo Nacional de Fomento Educativo tiene escuelas con
maestros comunitarios en las comunidades de Los Pulidos, El
Remate, La Alberca, Carrizalillo de Palma Cuata, El Ciprés, El
Mortero, La Ilusión, El Tejamanil y San Rafael.
"Por lo que corresponde a la iniciativa privada sostiene escuelas en
Ario de Rosales y Urapa.
"Durante mi primer año de gobierno se han terminado las
construcciones de las escuelas de las comunidades de San José de
Chuén, de Chuén y de la Playa de Guadalupe con un total de 6 aulas y
una dirección, habiendo sido financiadas sus construcciones en
forma tripartita de la manera siguiente:

El gobierno federal aportó la cantidad de $243,750


El gobierno del Estado aportó la cantidad de $243,750
Aportación de los vecinos de las comunidades $243,750
TOTAL $731,250

366
ARIO DE ROSALES

"El gobierno federal atiende 41 escuelas, 3 en el medio urbano y 38


en el medio rural. Las escuelas urbanas están atendidas por 49
maestros de los diferentes sistemas atendiendo a 1980 alumnos. Las
escuelas rurales están atendidas por 76 maestros de los diferentes
sistemas que atienden la educación de 3,000 alumnos.
"El gobierno del Estado tiene a su cargo la atención de 8 escuelas,
todas ubicadas en el medio rural, atendidas por 10 maestros,
también de los diferentes sistemas y educan un total de 407
alumnos.
"El gobierno municipal sostiene a 6 maestros municipales, dos de
ellos tienen a su cargo una escuela cada uno y los otros 4 están
adscritos en escuelas federales. En las dos escuelas municipales se
atienden a 62 alumnos.
"El Consejo Nacional de Fomento Educativo tiene a su cargo la
atención de 9 escuelas con un maestro comunitario cada una, más 4
adscritos a escuelas federales y estatales que atienden a 379
alumnos.
"La iniciativa privada atiende 3 escuelas particulares, 2 en el medio
urbano con 11 maestros y 411 alumnos; y una en el medio rural con 4
maestras que atienden a 131 alumnos.
"Educación para Todos contrató los servicios de 65 instructores y 5
maestros supervisores para atender el sistema de educación de
adultos, en su primera etapa de alfabetización, estando inscritos
actualmente 1,300 iletrados en los diferentes centros de estudio
establecidos en todo el municipio y cuya etapa culminó el 31 de enero
de 1979.
"A grandes rasgos este es el panorama en el renglón de educación en
nuestro municipio".140

SE FUNDA LA PREPARATORIA "J. ISAAC ARRIAGA"

No podían estar satisfechos los arienses sin contar con una escuela
preparatoria en su ciudad. Resulta que los egresados de la secundaria
"Justo Sierra", si deseaban proseguir estudios hasta obtener un grado
universitario, tenían que emigrar a Morelia para inscribirse en el
Colegio de San Nicolás, o a Uruapan, en la preparatoria "Eduardo

140 Expediente Informes. Archivo Municipal de Ario de Rosales, 1979.

367
PABLO G. MACÍAS

Ruiz". Las familias no siempre estaban en condiciones de sufragar los


gastos inherentes y de ahí que muy pocos jóvenes pudieran obtener
un título profesional; los demás desembocaban en la burocracia
provinciana, se dedicaban al comercio, a alguna pequeña industria o a
otras actividades de escasa remuneración.
Y, como en ocasiones anteriores, el pueblo y sus autoridades
pusieron manos a la obra. La institución, en condiciones muy
modestas, comenzó a trabajar por el mes de septiembre de 1964, en
una casa habitación que le fue otorgada en préstamo, ubicada en la
calle de Guerrero 289. El 12 de enero del siguiente año, la escuela fue
incorporada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
para el reconocimiento y validez de los estudios; pero no mejoró gran
cosa la penuria en que se debatía.
En aquella casa prestada la escuela se sostuvo sin desmayos,
durante doce años, hasta que el gobierno del Estado le cedió el casco y
parte de los terrenos de una vieja hacienda, donde la Comisión del
Balsas había instalado sus oficinas desde hacía algún tiempo. En ese
predio fueron construidos los salones con que ahora cuenta.
El plantel desde su erección ha producido trece generaciones; la
inscripción de este año es de 148 alumnos.

SE INSTALA EN ARIO UN CENTRO DE CAPACITACIÓN CONASUPO

Ario de Rosales cuenta, además, con un Centro importante de


capacitación técnica que desde su fundación en 1971, ha producido
óptimos beneficios en todo el Estado, principalmente entre los
trabajadores del campo. Nació ante la necesidad de adiestrar al
personal que presta sus servicios en la CONASUPO, a los ejidatarios,
comuneros y pequeños propietarios, para integrarlos al proceso social
y económico del país.
CONASUPO inició esta tarea poniendo a funcionar veinte
Centros en el país, acondicionados debidamente y ubicándolos en
regiones agrícolas con buenas vías de comunicación y en condiciones
geográficas y climatológicas adecuadas.
Por lo que respecta a Michoacán, Ario de Rosales fue escogido
para esta magna empresa. Se construyeron de inmediato las

368
ARIO DE ROSALES

instalaciones necesarias y se les dio el nombre de Centro CONASUPO


de Capacitación Lázaro Cárdenas.
En una extensa área de terreno se levantaron amplios salones,
bodegas, oficinas administrativas, talleres, dormitorios, comedor,
cocina, servicios sanitarios y campos deportivos.
Entre 1917 y 1977 —informó al autor de estas notas el director del
Centro, licenciado Xavier Vázquez Monforte— un total de 3,791
campesinos fueron capacitados bajo el sistema de internado. En 1974
ya el Centro resultaba insuficiente para satisfacer la demanda de
aspirantes, por lo que desde luego se fue estructurando un programa
de capacitación externa, bajo el cual fueron adiestrados entre ese año
y 1977, 13,970 trabajadores del campo, cifra que representa 78.66 por
ciento del total.

EL AGUACATE Y LA ESCUELA SECUNDARIA TÉCNICA AGROPECUARIA

Hará todavía unos quince años que tanto en la región templada como
en la Tierra Caliente, prevalecía la creencia de que el aguacate más
rico por su sabor, tamaño y forma era el cultivado en Nuevo Urecho.
No sólo Michoacán, sino los Estados vecinos y aun el Distrito Federal,
se proveían preferentemente del aguacate de Nuevo Urecho y nada
raro era que por la temporada de cosecha, apareciera también este
fruto en los mercados norteños y de otros lugares del país.
Sin quitarle, desde luego, su fama bien adquirida al aguacate de
Nuevo Urecho, algunos arienses se dieron a la tarea de renovar sus
plantaciones y mejorar las variedades. Existían de tiempo atrás varias
huertas (como la de Trinidad Torres Gutiérrez), pero éstas se
explotaban al "estilo antiguo" y, por tanto, rendían precarios
dividendos a sus propietarios. Pensando en ello, hace como diez años
los hermanos Luis, Roberto y Francisco Pita Cornejo en sociedad con
Gabriel Morelos Gómez, concluyeron un plan de producción racional
del aguacate en Ario, utilizando para el experimento un predio
denominado "La Chuparrosa". Sin embargo, poco después la sociedad
se disolvió, pero los socios por separado se entregaron al cultivo del
árbol en un potrero ubicado frente a la actual gasolinera de Manuel
Escobar Vega.

369
PABLO G. MACÍAS

El éxito alcanzado por estos pioneros (actualmente hay cerca de


200,000 árboles plantados en el municipio), pronto despertó el
entusiasmo de los vecinos, cosa que ensanchó el horizonte económico
de Ario; tanto más cuanto que, según agrónomos que han explorado
las tierras y examinado las semillas, opinan que la región y el clima de
la comarca, son ideales para el cultivo del aguacate "Has", que es el de
mejor calidad.
No estamos en posibilidad de afirmar que el aguacate haya
motivado la fundación de la Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria
de Ario de Rosales, pero sí de asegurar que de la excelencia y
perspectiva de este producto, surgió la idea durante una de las
frecuentes visitas del divisionario Lázaro Cárdenas a aquel lugar, de
crear un establecimiento donde los campesinos, huertanos y
pequeños agricultores pudieran recibir asesoría en materias agrícola y
ganadera.141
Conocida la idea del ex Presidente, la acogieron con entusiasmo
el gobierno de Michoacán y otros organismos y personas importantes,
proporcionando recursos y dirección para construir las instalaciones
que hoy están en plena actividad en una superficie de once mil metros
cuadrados, al norte de Ario.

EL JARDÍN DE NIÑOS "LUZ MA. SERRADELL"

A la fecha Ario de Rosales sólo cuenta con un jardín de niños. Este es


un renglón que, en materia educativa, se ha descuidado, si se toma en
cuenta la numerosa población infantil. El que existe, "Luz Ma.
Serradell", tiene su historia; una historia no exenta de sacrificios y de
intrigas. En 1956 fue fundado por la señora profesora Imelda Maya de
Castro, quien actualmente reside en Morelia. Por azares del destino

141La Voz de Michoacán, diario publicado en Morelia, en edición del 27 de


febrero de 1972, hizo este comentario que corrobora la opinión de los
arienses:
"En septiembre próximo quedará incorporada a la Secretaría de
Educación Pública la Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria de
Ario de Rosales, que habiendo sido iniciada por voluntad del ex
presidente Lázaro Cárdenas, habrá de representar inversiones
globales de cerca de dos millones de pesos".

370
ARIO DE ROSALES

esta dama tuvo en aquella fecha necesidad de radicarse en Ario y,


disponiendo de tiempo, se dio a la tarea de coadyuvar a la educación
de la niñez.

"En esos días —refiere en carta al autor— sólo había una escuela
secundaria (la "Lázaro Cárdenas") con pocos alumnos, un colegio
particular y una escuela primaria que dirigía el profesor Ignacio
Magaña Cancino. Cuando visité este último establecimiento, me di
cuenta de que en el grupo de primer año había numerosos niños
apenas en edad preescolar. Así se lo manifesté al director y él estuvo
de acuerdo".

Ese mismo día el profesor Magaña habló con los padres de los
pequeños, indicándoles la conveniencia de fundar un jardín de niños.
Aceptada la idea, con el apoyo de éstos y de las autoridades
municipales, se hicieron gestiones ante el señor Gobernador y como
resultado, la Dirección de Educación autorizó la apertura del jardín y
designó a la profesora Maya, educadora. Se instaló en la casa núm. 16
de la calle de Iriarte.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA

Además de los caminos y carreteras que en los últimos treinta años


han puesto a Ario de Rosales en conexión terrestre con todas las
poblaciones importantes de la República, la ciudad disfruta, como se
dijo al principio de este Capítulo, de excelentes servicios de correos,
telégrafos, radio y televisión.
La red de radio-telefonía en el Estado de Michoacán incluye en
sus circuitos, desde luego a Ario de Rosales, así como a Nuevo
Urecho, La Huacana, Churumuco, Taretan e Inguarán, que
corresponden a su zona de influencia, como veremos:
Frecuencia: 4,910 Khz. Horario: 08 a 18 h. Circuito número 1.
Cuarenta y siete estaciones fijas ubicadas en: Morelia, Uruapan,
Apatzingán, Copándaro, Benito Juárez, Villa Madero, Carácuaro,
Turicato, Pastor Ortiz, Tuzantla, Susupuato, Churumuco, Huetamo,
San Lucas, Tiquicheo, Tacámbaro, Tingambato, Tijútaro, Nuevo
Urecho, Arteaga, Aquila, Coalcomán, Caleta de Campo, Coahuayana,

371
PABLO G. MACÍAS

Infiernillo, La Huacana, Melchor Ocampo, Playa Azul, Tumbiscatío


de Ruiz, Epitacio Huerta, Paracho, Zitácuaro, Buena Vista de
Tomatlán, Aguililla, Taretan, Tepalcatepec, Tancítaro, Ucareo,
Contepec, Tzitzio, Ziquítaro, Acuitzio del Canje, Ario de Rosales, e
Inguarán y tres estaciones fijas en los campamentos de trabajo en
donde se construyeron caminos en el Estado.
Circuito número 2. Cuarenta y siete estaciones de base en el
Estado de Michoacán, ubicadas en los mismos lugares del Circuito
Núm. 1, en esta frecuencia y dos estaciones móviles terrestres con
radio de acción dentro del Estado de Michoacán, que se comunican
con las estaciones base.142
Los habitantes de Ario, como los de todas las ciudades del país,
están informados al momento de los sucesos importantes que ocurren
en el mundo; y como hace apenas diez años que la antigua villa
alcanzó el rango de ciudad, y es, además, una de las ciudades más
pequeñas, merece que se destaquen los órganos de comunicación
masiva con que cuenta y los cuales, sin duda, han contribuido a su
progreso y bienestar en los últimos años. Nos referimos a la
incorporación al sistema automático LADA de los teléfonos locales; y
a la prensa, cuyas bondades no necesitan ponderación.
A partir del 5 de junio de 1966, Ario quedó comunicada al resto
del mundo por el sistema LADA. Ese día, durante el acto inaugural, el
presidente del Ayuntamiento, Diódoro Gaytán Díaz, dijo en un
discurso entre otras cosas:

"…En este momento se inaugura el servicio de comunicación


automática a larga distancia, quedando nuestra ciudad incorporada
por teléfono a todo el mundo. Merecen nuestro reconocimiento y
gratitud los señores José María Cuarón, director administrativo de
Teléfonos de México; José Modesto Esquivel, gerente de zona en la
ciudad de Morelia, quienes siempre nos proporcionaron información
y orientaciones que hicieron posible realizar esta obra…"

Respecto a la prensa, corre la versión en la Tierra Caliente, de que


Ario de Rosales fue una de las poblaciones que desde la insurgencia

142Michoacán. Inventario de Recursos, p. 145. México, 1973. Gobierno del


Estado de Michoacán.

372
ARIO DE ROSALES

dieron a luz, si no precisamente periódicos como ahora los


conocemos, sí hojas impresas con breves noticias, especialmente de
los acontecimientos militares. Pero, con excepción de las proclamas
del gobierno emanado de la Constitución de Apatzingán, instalado allí
que publicaba en su imprenta el doctor Cos, no logramos encontrar
otros documentos que confirmaran la especie.
Por tanto, vamos a consignar aquí únicamente los periódicos que
logramos hallar en archivos particulares y en la Hemeroteca "Mariano
de Jesús Torres", de Morelia.
El más antiguo es El Ensayo, semanario de literatura, variedades
y anuncios. Fue fundado el año de 1905 y, según declaraban sus
editores al final de 1910, llegó a alcanzar una circulación de 6,000
ejemplares y se expendía en las principales ciudades michoacanas.143
El Ariense, quincenal órgano independiente al servicio del
pueblo.
Lea, revista mensual al servicio de Michoacán. Fue fundada y
dirigida por el Profr. Luis Carreño Suárez. El primer número impreso
en papel tablet, a dos tintas, buen formato y portada excelente papel
couché de 90 kilos, apareció el primero de septiembre de 1947 y se
sostuvo durante un año.
Evolución, tabloide, estuvo apareciendo sin interrupción desde
junio de 1975 y todo 1976.
La Palabra Escrita, semanario, se sostuvo dos años. El primer
número apareció el primero de agosto de 1976.
Al desaparecer La Palabra Escrita, surgió La Palabra. Este
periódico era semanario, tenía sus oficinas en Degollado 48, y valía un
peso el ejemplar.
Por último, El Hachón estuvo publicándose durante 1977.
Todos los días, en las primeras horas de la mañana, se expende
en Ario La Voz de Michoacán, diario publicado en Morelia; y poco
después del medio día, los principales periódicos de México.

Archivo Pita Cornejo. En el Capítulo X se dan las características de esta


143

publicación.

373
PABLO G. MACÍAS

OTROS ARIENSES EXPONENTES DE CULTURA

A medida que el lector fue pasando sus ojos por las páginas de estas
Notas, fue también descubriendo los nombres de personajes hijos de
Ario de Rosales, que de una o de otra manera se significaron y dieron
a conocer lo que su tierra natal ha sido y es en la historia de México.
Unos —casi todos— buenos patriotas, filántropos, progresistas,
dinámicos y audaces que con su conducta cívica y las luces de su
cultura, han dado brillo a su solar nativo; y otros —dos o tres— acaso
no deliberadamente, sino al calor de las más enconadas pasiones
políticas, lo han empañado, como es el caso del general Ramón
Méndez.
A la pléyade de brillantes personajes vamos a añadir otros
nombres tomados al azar, pues las omisiones que resulten, muy
naturales en estos casos, sólo pueden atribuirse a la brevedad del
tiempo de que se dispuso para escribir estos Apuntes.

J. Lamberto Moreno Jasso

El primero de ellos es el profesor J. Lamberto Moreno Jasso. Nació


este personaje en Ario el 17 de septiembre de 1883. Era hijo de Víctor
Moreno Huerta y de su esposa Refugio Jasso. Muy niño perdió a sus
progenitores y quedó al cuidado de su tía paterna Josefina Moreno,
quien lo crió y ya grandecito lo mandó al Colegio Salesiano de
Morelia, donde destacó no sólo en sus estudios, sino en el Coro, por
su dulce y melodiosa voz. Al elegir carrera, ya joven, decidió aprender
Leyes (contra los deseos de su protectora que deseaba consagrarlo al
sacerdocio). Sin embargo, por la estrechez económica de ésta, no
pudo continuar los estudios de Derecho y entonces eligió el
magisterio.
Fue de los primeros maestros rurales surgidos después de la
lucha armada; por su talento y dotes pedagógicas, pronto ascendió a
inspector de zona y después a director federal de educación, empleos
que desempeñó en diversos Estados de la República. Trabajó en las
Misiones Culturales, creadas durante el gobierno del Presidente
Cárdenas; de ahí, por encargo expreso del Primer Mandatario, fue a
recibir a los niños españoles, huérfanos de la Guerra Civil, habiendo

374
ARIO DE ROSALES

sido el primer director de la escuela "México-España", establecida en


Morelia.
Más tarde, Harris Lloyd Hughes lo invitó a trabajar en la
UNESCO. Se trasladó entonces a París y fue comisionado por aquel
organismo para dirigir la educación fundamental en El Salvador, Perú
y otras naciones de Centro y Sudamérica.
De nuevo en el país prosiguió su labor magisterial hasta obtener
su jubilación en 1960, después de más de 50 años de servicio.
J. Lamberto Moreno Jasso era un personaje sumamente culto.
Dominaba el latín, el francés y el italiano. Poeta romántico de altos
vuelos, es autor de numerosísimas poesías que, desgraciadamente, no
han sido editadas en forma de libro.
Compuso el "Himno a la Paz", que adoptó oficialmente la
UNESCO, así como el "Himno a Rosales".
Dueño de una prosa sutil escribió cuentos y novelas
costumbristas, entre éstas "Los Gañanes". Bohemio a carta cabal se
carteó con los grandes de la poesía de su tiempo: Ramón López
Velarde, González Martínez, el Vate Frías, Samuel Ruiz Cabañas; y de
los literatos michoacanos era amigo íntimo de Rubén C. Navarro, Luis
Mora Tovar, Salvador Ortiz Vidales, Alfredo Maillefert, Leopoldo
Zincúnegui Tercero, José Barriga Zavala y José Palomares Ortiz, entre
otros.
Amó a su tierra como pocos. Donó a la biblioteca "José Trinidad
Guido" sus numerosos libros y las preseas que alcanzó en vida por su
labor social, pedagógica y literaria. (Ver capítulos XI y XII y los
Documentos 2 y 3 del Apéndice). El Ayuntamiento presidido por el
general Heredia Castrejón lo declaró hijo predilecto de su ciudad
natal.

Luis Pita Cornejo

Luis Pita Cornejo nació el 14 de junio de 1929, hijo del matrimonio


formado por don Roberto Pita Hurtado y doña Francisca Cornejo Gil,
ambos pertenecientes a antiguas familias de origen liberal. Se le
bautizó con el nombre de Luis en memoria de su bisabuelo, el coronel
juarista Luis Pita, quien defendió denodadamente la causa
republicana contra los franceses, austriacos y belgas y los mexicanos

375
PABLO G. MACÍAS

traidores que los secundaron. Cursó su instrucción primaria en la


escuela "Melchor Ocampo" de su tierra y de allí pasó al internado de
enseñanza secundaria "Nicolás de Régules", de Tacámbaro.
Concluidos estos estudios, fue maestro rural en la Tierra Caliente y
despachador en la Cooperativa de Autotransportes "El Jorullo". Más
tarde se inscribió en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de
Hidalgo, y luego en la Facultad de Medicina hasta obtener el título de
médico cirujano y partero.
También hizo estudios de postgrado en la Universidad Nacional
de México y en los Estados Unidos, regresando al país para dedicarse
a su profesión y al ejercicio del magisterio. Fue profesor y director de
la Facultad de Medicina de Michoacán, miembro de la Junta de
Gobierno de la Universidad Nicolaita y rector de la misma; hizo un
papel brillante en el desempeño de este último cargo, al lograr del
gobierno federal un incremento extraordinario en favor de la
Universidad, por más de veinte millones de pesos. Casó con la doctora
Victoria Ramírez Centeno, hija del distinguido michoacano licenciado
Jesús Ramírez Mendoza. (Ver Capítulo XII).

Carlos Huerta Cañedo

Este distinguido profesional fue hijo del licenciado Daniel Huerta


Cañedo que, como se dijo en el Cap. XI, desempeñó el cargo de
secretario particular de Salvador Escalante cuando éste se levantó en
armas en Santa Clara del Cobre. Nació en Ario en 1902, realizó sus
estudios preparatorios en el Colegio de San Nicolás y los profesionales
en la Facultad de Derecho. Ocupó cargos importantes en la
judicatura, entre otros el de Procurador General de Justicia del
Estado y Presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán.
Falleció en Morelia en el año de 1972.

Enrique Estrada Aceves

Enrique Estrada Aceves nació en Ario de Rosales el 7 de julio de 1903,


cuando sus padres licenciado Enrique Estrada Villegas y Elvira Aceves
Ávila, originarios de La Piedad de Cavadas, se avecindaron en aquel
lugar.

376
ARIO DE ROSALES

Estudió las primeras letras en la escuela primaria "Benito Juárez"


de Morelia; la secundaria en Pátzcuaro, donde a la vez empezó a
trabajar como escribiente en el juzgado de primera instancia. En 1926
se hizo cargo de la Secretaría del Juzgado de Ario de Rosales hasta
1932 cuando fue promovido a secretario de la Tercera Sala del
Tribunal de Justicia del Estado. Aprovechó su estancia en Morelia
para hacer estudios de Jurisprudencia; una vez graduado, fue
profesor de derecho civil en la Escuela de Leyes de la Universidad
Michoacana; juez primero de lo civil y presidente de la Junta de
Conciliación y Arbitraje. Desempeñó también los cargos de rector de
la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y magistrado
primero y después presidente del Tribunal Superior de Justicia del
Estado. Murió en Morelia en noviembre de 1974.

Monseñor Felipe de Jesús Torres Hurtado

Nació este notable sacerdote el año de 1901 en una casa del Portal
Chaparro (ahora Benito Juárez), frente a la plaza principal de Ario;
hijo de Crescencio Torres y de María de la Salud Hurtado.
Permaneció diez años en Roma, donde hizo brillantes estudios
teológicos, al grado de que por mandato personal del Sumo Pontífice,
fue nombrado Vicario Apostólico en la Baja California. Allá estuvo
muchos años propagando la fe de Cristo; pasó después a Saltillo,
como secretario de la Mitra. Pese a su precaria salud volvió a la Baja
California a continuar su obra, con el carácter de simple misionero.

Roberto Pita Cornejo

A Roberto Pita Cornejo nos hemos referido en casi todos los Capítulos
de esta obra. Fue un auxiliar insustituible en las investigaciones que el
autor llevó a cabo en Ario y la Tierra Caliente, para escribir estos
Apuntes. No concluyó sus estudios universitarios como su hermano
Luis, pero es inspirado poeta, escritor, orador y periodista. Tampoco
ha publicado nada en forma de libro; sus escritos aparecen en
numerosos periódicos y revistas de Michoacán en los que ha
colaborado. Se le estima grandemente en toda la Comarca, donde
familiarmente lo llaman Pilos.

377
PABLO G. MACÍAS

Ha sido varias veces secretario del Ayuntamiento de su tierra


natal y actualmente lo es del de Pátzcuaro.

Otros nombres

A los anteriores, añadiremos otros nombres:

Luis Padilla, precursor del movimiento maderista de 1910. Con


Martín Castrejón conspiró en Ario contra la dictadura del Presidente
Díaz y al levantarse en armas Salvador Escalante, en Santa Clara del
Cobre, se unió a él. En el curso de los años alcanzó el grado de
general. Murió en Uruapan. (Ver Cap. XI).

Ingeniero Jorge García Álvarez

Este profesional es actualmente director de Obras Públicas del Estado


de Michoacán. A él se debe la remodelación del Palacio Nacional y la
plaza principal de Ario, su tierra natal.

Ingeniero Félix Barragán Suárez

Por los trabajos que tuvo a su cargo, de embellecimiento de la ciudad


principalmente, el Ayuntamiento le otorgó el título de "Hijo
Predilecto de Ario de Rosales".

Otro ariense, Ramón Vázquez Salinas, es hoy en día funcionario


directivo del Canal 11 de Televisión, en la ciudad de México.

ARIO DE ROSALES EN LA ACTUALIDAD

Observando las gráficas de crecimiento que contiene el Inventario de


Recursos de Michoacán (Ed. del Gobierno del Estado. México, 1973),
se puede calcular la probable población para las décadas de 1980 y
1990. Estos datos son de suma importancia, pues permiten hacer
proyectos a corto o largo plazo con cierta seguridad de satisfacer las
necesidades que existirán en Ario para esas fechas.

378
ARIO DE ROSALES

Por lo que respecta a planificación, es muy importante estudiar


los datos que se refieren a la natalidad, mortalidad, fecundidad,
estado civil y migración, ya que todos ellos son claros indicadores de
la mayor o menor explosión demográfica existente en el municipio y
en su zona de influencia.
En febrero de este año, el entonces secretario del Ayuntamiento
de Ario, licenciado Atilano Vázquez Herrera, se echó a cuestas la tarea
meritísima de levantar un censo de población de todo el municipio,
auxiliado de los maestros de escuela y calculándose los promedios por
el volumen de inscripción en los planteles educativos.
Los centros poblados en el municipio, incluyendo la cabecera, son
153.
El número de habitantes atribuido a cada centro de población
debe verse con cierto criterio, pues serán los Censos Nacionales de
1980 los que digan la última palabra sobre este cálculo.
Por lo que respecta a la situación financiera del municipio, el
administrador de rentas del Estado, Juan Murillo Mora, el primero de
marzo del presente año nos proporcionó por escrito el siguiente
informe:

"Recaudación obtenida en Ario de Rosales por concepto del


impuesto predial urbano durante el año de 1979: 353 mil 535 pesos
15 centavos. Se estima recuperado el 80 por ciento.
"Recaudación predial rústico: 24 mil 945 pesos 50 centavos y se
estima recuperado el 60 por ciento".

CUARTO CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE ARIO DE ROSALES

Sin duda alguna, el suceso más relevante registrado en los últimos


treinta años en la comarca que historiamos, es la celebración del
Cuarto Centenario de la fundación de Ario, los días 10, 11 y 12 de
noviembre de 1956.
Como ocurriera en otras ocasiones, tratándose de intereses
comunes, pueblo y gobierno unieron sus esfuerzos para el éxito de la
empresa. Se constituyó, como primera medida, una Comisión
Organizadora de la que formaron parte el Ayuntamiento presidido
por el alcalde Antonio Villanueva Macías, la Junta de Mejoramiento

379
PABLO G. MACÍAS

Moral, Cívico y Material de Ario y el Comité Patriótico de Damas de la


propia ciudad, Comisión que tuvo a su cargo la tarea de llevar a feliz
término las distintas ceremonias.
En este organismo figuraron con prominencia Diódoro Gaytán
Díaz, Agustín Rangel, Lic. Juan Martínez Díaz, Profra. Raquel Reyes,
Ángela García O. de Ávila, Profra. Imelda Maya de Castro, Amelia
López, Emma González Escobar, María de la Luz Wember de Ortiz,
Esperanza García O. de Ortiz, Leonor Téllez de Ortiz, Graciela Salinas
E., Olivia Ramírez, María Socorro Vázquez Torres, Gracia Saucedo,
María Guadalupe Ortiz Pio, Ernestina Díaz Cabrera, Luz Prado
Constancio, Lázara Pérez Vega, Felipa Ortiz Aguilar, María Trinidad
Flores T., Laura Villanueva Ruiz, Martha Ramírez Díaz, Rosa Elena de
Martínez Díaz, Carmen Zavala, Rita Pérez de Celis, María Calderón
Torres, Mercedes Z. de Rangel, Guadalupe Hernández Reyes y, desde
luego, el presidente municipal Antonio Villanueva Macías y Manuel
Gutiérrez Hurtado, entusiasta animador de los arienses radicados en
México.
Una vez confirmada por los historiadores Jesús Romero Flores y
Antonio Salas León la fecha de la fundación de Santiago Ario (Ver
Cap. I), se pensó como acto principal de los festejos convocar unos
Juegos Florales; hecho esto se nombró mantenedor al Profr. Rubén
Valdés Hoffay y, sin perder tiempo, el 23 de julio se lanzó la
convocatoria para elegir reina, resultando electa el 31 de octubre
siguiente, después de hacer el cómputo de votos, S. G. M. Raquel I.
Por su parte, en justa correspondencia al cariño de los arienses
por su terruño y a la bien ganada preponderancia política, social y
económica de la región, la Legislatura del Estado elevó a la categoría
de ciudad la antigua villa, según podrá verse por el siguiente Decreto:

"David Franco Rodríguez, Gobernador Constitucional del Estado


Libre y Soberano de Michoacán de Ocampo, a todos sus habitantes
hace saber que:
"El H. Congreso del Estado se ha servido dirigirme el siguiente
Decreto:
"El Congreso de Michoacán de Ocampo decreta:

Número 7

380
ARIO DE ROSALES

Artículo único. Se eleva a la categoría de ciudad la villa de Ario de


Rosales, Michoacán, en mérito a la importancia de su densidad
demográfica y relevancia en el orden social, económico y cultural.
"Transitorio:
"Artículo único. Este Decreto surtirá sus efectos a partir de la fecha
de su publicación en el Periódico Oficial del Estado.
"El Ejecutivo del Poder Legislativo dispondrá se publique, circule y
observe.
"Palacio del Poder Legislativo. Morelia, Mich., 9 de octubre de 1956.
Diputado presidente, Antonio Gil Cardona. Diputado secretario Lic.
Luis Marín Pérez. Diputado secretario, Lic. Leonel Domínguez G.
"Por tanto mando se imprima, publique, circule y observe.
"Palacio del Poder Ejecutivo. Morelia, Mich., 17 de octubre de 1956.
El Gobernador Constitucional del Estado, Lic. David Franco
Rodríguez. El Secretario General de Gobierno, Lic. Roberto Estrada
Salgado".

De conformidad con el programa, tres fueron los actos principales de


la conmemoración.
Primero: La exaltación de Ario de Rosales a ciudad y la entrega
solemne del Decreto respectivo al Ayuntamiento, el 10 de noviembre
de 1956. (Ver Documento 4 del Apéndice).
Segundo: Los Juegos Florales presididos por S. G. M. Raquel I, el
11 de noviembre; y
Tercero: Las fiestas populares el día 12, en las que participaron
habitantes de toda la Comarca, venidos de Churumuco, La Huacana,
Nuevo Urecho, Taretan, Tacámbaro, Santa Clara de los Cobres,
Pátzcuaro, Turicato, Morelia y numerosos arienses residentes en la
Metrópoli.

LOS JUEGOS FLORALES

El día 10 a las 9.30 —comenta El Ariense de 30 de noviembre de


1956— una salva de cohetes y alegres fanfarrias anunciaron que salía
de su residencia S. G. M. Raquel I, para dirigirse al lugar de la
ceremonia. Después, seis heraldos abrían paso a la reina y enseguida
cruzaron el pasillo central del lunetario, las ocho hermosas jóvenes

381
PABLO G. MACÍAS

que, elegidas por la propia soberana de las fiestas, formaron su corte


de honor: Elia Mares, Mercedes Figueroa, Lilia Díaz, Leonila Barriga,
Emma Díaz Barriga, Lilia García, María de la Luz Marroquín y Marina
Rojas. A continuación se deslizaron gentilmente a lo largo de la
pasarela central, las bellas embajadoras de los municipios de
Churumuco, La Huacana, Nuevo Urecho, Tacámbaro y la de los
arienses radicados en México.
Tras de escucharse la marcha triunfal de Tanhausser ejecutada
por la Orquesta de Acción Cívica del Gobierno del Estado, bajo la
batuta del maestro Bonifacio Rojas Bonilla, el Gobernador del Estado,
Lic. David Franco Rodríguez, ciñó la frente de la reina con la corona
real y le entregó el cetro que la investía con los simbólicos atributos de
reina de las Fiestas del Cuarto Centenario y de los Juegos Florales.
Finalmente, el profesor J. Lamberto Moreno subió a la tribuna
para hacer un elogio lírico de la soberana, que concluyó con el
delicado madrigal de Gutierre de Cetina: "Ojos Claros, serenos…"
El día 11 se efectuó el acto central de los festejos: la velada en que
habían de darse a conocer las piezas seleccionadas en los Juegos
Florales, y la presentación de sus autores. El Jurado calificador
integrado por los aedas Cayetano Andrade, Jesús Romero Flores,
Guillermo de Luzuriaga, Lydia Pureco de Ramírez y Ana Figueroa de
Chacón, previamente había emitido su veredicto y el pueblo se hallaba
ansioso por conocer los trabajos, ya que los nombres de los
vencedores circulaban de boca en boca: J. Lamberto Moreno Jasso,
(flor natural, dalia de oro); Miguel García Palmeño, (medalla de oro);
Víctor Ceja Reyes (premio especial), y los niños J. Jesús Ortega
Pierres y David Melgoza Melgarejo (menciones honoríficas).
A las 8 de la noche los heraldos anunciaron la llegada de la reina,
de su corte de honor, de las embajadoras y de las señoritas Melania
Figueroa y Laura Eugenia Villanueva, reinas de las últimas fiestas
patrias, que acudieron invitadas por S. G. M. Raquel I. Estas últimas
se presentaron sin manto, sin cetro y sin corona para dejar todos los
atributos del reinado a la soberana del torneo, pero ocuparon sitios de
honor a uno y otro lado del trono de la reina.
Estuvieron presentes como invitados especiales de la Comisión
Organizadora, el Gobernador del Estado, licenciado David Franco
Rodríguez; el Vocal Ejecutivo de la Comisión del Tepalcatepec,

382
ARIO DE ROSALES

general Lázaro Cárdenas; los diputados de la Legislatura local;


miembros del Ayuntamiento; funcionarios federales y del Estado y los
generales Enrique Ramírez y Norberto Heredia Castrejón, grandes
benefactores de la comarca.
Ya en el desarrollo del programa intervinieron la Orquesta de
Acción Cívica del gobierno del Estado y el Grupo autóctono de
Tingambato, este último dirigido por Salvador Próspero, el cual
ejecutó una melodía "tarasca" dedicada a S. G. M. Raquel I.
Y llegó, por fin, el momento culminante. El poeta ariense J.
Lamberto Moreno Jasso se colocó en el ángulo de los oradores y tras
la venia de S. M. dio lectura a su poema histórico "A mi pueblo,
homenaje a fray Juan Bautista de Moya", escrito en versos inspirados
y enérgicos que paralizaron la atención del auditorio. (Ver Documento
3 del Apéndice).
A continuación Miguel García Palmeño leyó su trabajo sobre la
vida y hechos del Apóstol de Tierra Caliente; tocaba su turno a Víctor
Ceja Reyes, tercer lugar, por su documentado estudio sobre el
insurgente Víctor Rosales, pero dado lo avanzado de la hora y el
intenso frío que soportaba la concurrencia a causa de una repentina
onda gélida, hubo de aplazarse la lectura, así como la de los escritos
de los niños Jesús Ortega y David Melgoza.
Los arienses deben haber quedado muy satisfechos del resultado
de estas festividades, cuando leyeron el siguiente comentario
publicado en el diario La Prensa de México:

"Parece increíble que en una población tan pequeña y tan escasa de


recursos artísticos, hubiera podido efectuarse un acto tan solemne y
tan pulcro como éste, que bien podría haberse expuesto en cualquier
capital de provincia y hasta en la misma metrópoli.
"Llama, además, poderosamente la atención ese silencio respetuoso
de la inmensa concurrencia, aun de aquella que fuera del recinto
cerrado, se toca con el proletario sombrero de petate y escucha con
tanta delectación cuanto acontece en esta bella comunidad.
"La prensa de México no dejará pasar inadvertido este acto y hará
relato amplio de una manifestación de suprema cultura que ofrece
con inaudita sorpresa el pueblo de Ario de Rosales".

383
PABLO G. MACÍAS

REINAUGURACIÓN DEL PALACIO MUNICIPAL DE ARIO DE ROSALES

La Dirección de Obras Públicas del Estado, dentro del convenio único


de coordinación que tiene celebrado, concluyó este año la
reconstrucción del Palacio Municipal de Ario, al que se añadió un piso
superior (conservando el estilo típico arquitectónico de la población),
se le dotó de magníficas y funcionales oficinas, modernos sanitarios,
faroles coloniales, mobiliario moderno completo y una amplia terraza
con vista a la plaza principal.
Presidirán las sesiones del Cabildo dos retratos al óleo. Uno
corresponde al generalísimo de América don José María Morelos y
Pavón, del pintor michoacano Agustín Cárdenas Castro (autor del
Escudo Oficial del Estado de Michoacán y de los frescos pintados en el
Palacio de Justicia de Morelia), fue donado al pueblo de Ario por el
Gobernador Carlos Torres Manzo. El otro representa al mariscal de
campo Víctor Rosales, obra de Rafael Gallegos, vecino de Uruapan. Su
propietario, el poeta J. Lamberto Moreno Jasso, lo obsequió poco
antes de morir, al Ayuntamiento de su amado terruño.
Como —se ha dicho en capítulos precedentes— el 7 de marzo es la
fiesta cívica máxima de Ario, por ser ese día del año de 1815 cuando el
señor Morelos instaló el Primer Tribunal de Justicia de la Nación, en
la casa que ahora es propiedad de doña Clara Guido Figueroa viuda de
Téllez, se quiso realzar el acontecimiento incluyendo en el Programa
que se llevaría a cabo este año, la reinauguración del Palacio
municipal.
Las fiestas comenzaron desde el domingo 4 con la presentación
de la obra "José María", escrita por Fernando López Alanís, referente
a la vida del "Siervo de la Nación", y actuada por el grupo de teatro de
la Casa de la Cultura de Morelia. Se abrió la exposición de acuarelas
del pintor Jorge Monroy y de dibujos de los alumnos de las escuelas
del lugar, en el edificio de la secundaria "Lázaro Cárdenas".
El día 5, por la tarde, hubo un atractivo festival folclórico en el
Teatro del Pueblo; y a las 18 horas, se escenificó la "Danza de los
Viejitos de Jarácuaro". El día 6 desde las 10 de la mañana hasta las 18
horas, tuvieron lugar diversos encuentros deportivos; y por la noche,
a partir de las 20 horas el ballet folclórico de Morelia tuvo su segunda
actuación en el Teatro del Pueblo.

384
ARIO DE ROSALES

El día 7 a las 5.30 de la mañana el vecindario se despertó con las


alegres notas de una alborada ofrecida por la Banda Grande de
Capula; a las 10, el desfile cívico recorrió las principales calles de la
ciudad y a las 11 en el Portal Guzmán, se llevó a cabo el solemne acto
conmemorativo de la instalación del Supremo Tribunal de Justicia,
ceremonia que fue presidida por el Gobernador del Estado, Lic. Carlos
Torres Manzo y numerosos funcionarios de su comitiva.
Por la tarde del mismo día, el Gobernador Torres Manzo declaró
inaugurado el Palacio Municipal e hizo un recorrido por sus
dependencias. Se desarrolló allí un breve programa: se rindieron
honores a la bandera; el presidente municipal, doctor Mario Cardona
Mendoza pronunció un discurso, aludiendo a los antecedentes
históricos de Ario; el magistrado Felipe González Oseguera habló de
la figura gigantesca de Morelos y, finalmente, concluyó el acto con el
Himno Nacional.
El último número de estas fiestas fue el concierto de órgano a
cargo del maestro Alfonso Vega Núñez en el templo de Santiago
Apóstol; y a las 21 horas dio principio en la explanada municipal una
alegre verbena popular por la Banda Grande Capula, sin faltar el
atractivo "palo encebado".
Antes de principiar las fiestas, las autoridades municipales
hicieron circular entre el público, el siguiente aviso:

"Durante los días de fiesta habrá toritos, canastillos y luces de


bengala. Se suplica no llevar niños al concierto de órgano en el
templo. Los equipos participantes en los eventos deportivos serán
premiados con vistosos trofeos los cuales serán exhibidos en la
Zapatería "Rosa Elena". Para mayor lucidez de nuestras fiestas se
recomienda a todos los ciudadanos asear el frente de sus casas
diariamente y adornarla con los colores patrios".

El Palacio Municipal de Ario fue construido a mediados del siglo


pasado; en 1907 el prefecto Bernardino Pita Mota le hizo una primera
ampliación; en 1955 el alcalde Antonio Villanueva Macías mandó
poner pisos de mosaico a las oficinas y se enyesaron las paredes; en
1972 el presidente municipal Adelaido Torres Duarte elaboró un
proyecto más ambicioso e inició gestiones para realizarlo, las cuales
fueron continuadas por su sucesor José Trinidad Ramos Zamudio;

385
PABLO G. MACÍAS

pero fue el Gobernador Torres Manzo quien tomó verdadero interés y


ordenó la iniciación de la obra en 1977, la cual, como queda dicho,
terminó este año.
Al escribir la última página de estos modestos Apuntes sobre Ario
de Rosales no podemos apartar de nuestro pensamiento aquella
hermosa frase de Anatole France:

"Quise, hojeando la pequeña ciudad, como se hojea un libro, resumir


dos o tres de sus páginas de piedra. Las ciudades son algo semejante
a los libros; hermosos libros con estampas donde vemos a nuestros
antepasados".

386
ARIO DE ROSALES

APÉNDICE

DOCUMENTO Nº. 1

Cap. III Organización administrativa


y territorial en la Colonia

LISTA DE LOS ALCALDES MAYORES, Corregidores e Intendentes que


tuvo Michoacán desde 1581, cuando se trasladó la sede episcopal de
Pátzcuaro a Valladolid, hasta la consumación de la Independencia en
1821.

ALCALDES MAYORES

Años
1. El Dr. D. Alfonso Martínez que había sido nombrado 1581
Alcalde mayor desde antes de 1578 y por haber pasado a la
N. Galicia, ejercía interinamente su empleo Juan de Hierro
(cuando fue la traslación), volvió y presidió el Ayuntamiento
por Real Cédula, en 20 de febrero de 1581.
2. Antonio Delgadillo, vecino de México, fue nombrado 1582
Alcalde mayor con Real Título, por el Virrey Conde de la
Coruña (interinamente en lugar del anterior), en 22 de
enero de 1582, y tomó posesión el 23 de febrero de dicho
año.
3. El M. I. Sr. Mariscal de Castilla, D. Carlos de Luna y 1584
Arellano, fue nombrado Alcalde mayor con Real Título y
tomó posesión en 23 de septiembre de 1584; su
nombramiento fue en 5 de abril de dicho año.
(D. Fernando Sotelo fue nombrado interinamente Justicia 1585
mayor en 4 de mayo de 1585 por el Sr. Virrey Moya de
Contreras, y ejerció el empleo hasta la entrada del sigte.)
4. El M. I. Sr. Hernando Altamirano, fue nombrado Alcalde 1586
mayor con Real Título por el mismo Sr. Virrey en 9 de
agosto de dicho año; era natural de México.
5. Juan Farfán de Lizarrarás, fue nombrado Alcalde mayor 1586
con Real Título en lugar del anterior, en 20 de septiembre

387
PABLO G. MACÍAS

de 1586, y tomó posesión en 29 de Nov. del mismo año.


6. D. Alonso de Oñate, vecino de México, fue nombrado 1588
Alcalde mayor con Real Título, para suceder al anterior, en
3 de marzo de 1588, por el tiempo de 16 meses (como era de
estilo), y tomó posesión en 4 de abril de dicho año.
7. D. Rodrigo de Vivero (el mozo), fue nombrado Alcalde 1591
mayor por el Virrey D. Luis de Velasco, con Real Título para
suceder al anterior, en 15 de diciembre de 1590, y tomó
posesión en 25 de enero de 1591.
(Luis Valderrama fue nombrado interinamente Justicia 1594
mayor por el Virrey Velasco, y para tomar residencia al
anterior, en 28 de julio de 1594).
8. Bernardino Vázquez de Tapia, fue nombrado Alcalde 1595
mayor con Real Título por el mismo Virrey Velasco en 28 de
noviembre, y tomó posesión en 12 de diciembre de 1594; era
vecino de México, y estaba de Teniente D. Álvaro de Resa.
9. D. Alonso de Zúñiga fue nombrado Alcalde mayor con Real 1596
Título por el Sr. Virrey en 22 de agosto de 1596, y tomó
posesión en 22 de septiembre del mismo año.
10. El Dr. D. Fernando de Villegas y Peralta fue nombrado 1599
Alcalde mayor con Real Título por el Virrey Conde de
Monterrey en 19 de octubre de 1599 años. (El Lic. Juan
Valderrama lo había sido interinamente por el mismo
Virrey, esto es, Justicia mayor para residenciar al anterior
en diciembre de 1598).
11. D. Fernando Altamirano tomó posesión del empleo de 1602
Alcalde mayor con Real Título, en 5 de Dbre. de 1602 años.
12. El Lic. D. Pedro de Sosa Portocarrero, fue nombrado 1606
Alcalde mayor por el Rey en lugar del anterior, en 24 de
enero de 1606 años.
13. D. Alonso Martín de Mendoza, vecino de México, fue 1608
nombrado Alcalde mayor con Real Título, en 25 de agosto
de 1608 para suceder al antecedente. (Los Alcaldes
ordinarios presidieron el Cabildo int. en 1601 y 1611).
14. D. Antonio de Saavedra y Guzmán fue nombrado Alcalde 1611
mayor con Real Título, en lugar del precedente, en 4 de
marzo de 1611 por el Sr. Virrey D. Luis de Velasco.
15. D. Juan de Saldívar Mendoza tomó posesión del empleo de 1613
Alcalde mayor por Real nombramiento en 26 de agosto de
1613.

388
ARIO DE ROSALES

16. D. Pedro Maldonado Zapata, fue nombrado Alcalde mayor 1614


de Huitzizila, Pátzcuaro y Valladolid por S. M. a propuesta
del Virrey Marqués de Guadalcázar en 3 de octubre de 1614,
y tomó posesión en 9 de noviembre del mismo año.
17. Gaspar de Solís y Orduña, fue nombrado Alcalde mayor 1616
por S. M. en 7 de diciembre de 1616, siendo vecino de
México. (Por su muerte se nombró Presidente para las
elecciones de 1º. de enero de 1618).
18. D. Alonso de Altamirano Estrada, tomó posesión del 1618
empleo de Alcalde mayor con Real Título en 3 de marzo de
1618.
(El Capitán D. Francisco Carriedo Ordóñez, fue 1620
interinamente nombrado por el Virrey Marqués de
Guadalcázar, siendo vecino de México por los años de 1620,
y ejerció el empleo hasta la venida de Bocanegra. (Por este
tiempo y en la Jura de Felipe IV fue la vez primera que se
tiene noticia de haberse visto soldados en esta Capital de la
Provincia).
19. D. Fernando Bocanegra tomó posesión del empleo de 1622
Alcalde mayor con Real Título, en 18 de julio de 1622; y en
estos tiempos estaban establecidos en estos países Alcaldes
de la Santa Hermandad, como en la Península.
20. D. Pedro de Acuña y Jaso, fue nombrado por la Audiencia 1624
de esta N.E. para "Alcalde mayor de las Ciudades de
Valladolid, Pátzcuaro y Provincia de Michoacán, Huitzizila y
sus barrios, etc., por tiempo de un año, como lo fue D.
Fernando de Bocanegra". (Este es el tenor del
nombramiento) en 18 de septiembre de 1624 años.
(El Lic. Lucas de Roca, o Rocas, que por comisión del Sr. 1625
Virrey Marqués de Cerralvo estaba tomando residencia a los
dos Alcaldes mayores que preceden, fue nombrado
interinamente Justicia mayor en 4 de junio de 1625.
Después fue éste residenciado por el de las Minas de
Tlalpujahua, D. Pedro Carmona Oñate).
21. D. Diego de Azevedo y Carvajal, vecino de México, fue 1627
nombrado y tomó posesión del empleo de Alcalde mayor
con Real Título, y el de Juez de Matanzas, por el mismo Sr.
Virrey, en 21 de Dbre. de 1625, y todavía lo ejercía en 1627.
(D. Pedro Moreno, fue nombrado en este tiempo para 1629
tomar residencia al anterior, igualmente que al Cabildo).

389
PABLO G. MACÍAS

22. D. Francisco de Solís y Barrasa, estaba ya en posesión de la 1631


Alcaldía mayor de Valladolid en 17 de marzo de 1631. (No se
sabe cuándo tomó posesión, y sí que estaba condecorado
con el Hábito y Cruz de Calatrava).
(El Capitán D. Juan de Arredondo Bracamonte, era Justicia 1636
mayor interinamente en Valladolid en 28 de abril de 1636, y
aun ejercía este empleo en julio de 1639).
23. El Capitán D. Gregorio Romano Altamirano, Caballero de 1641
la Orden de Santiago, ejercía ya el empleo de Alcalde mayor
con Real Título, en 9 de diciembre de 1641 años.
24. El Capitán D. Gregorio Estupiñán, ejercía ya dicho empleo 1642
con Real Título, en 14 de marzo de 1642.
25. El Capitán Alonso Ramírez de Espinosa, era Alcalde mayor 1653
con Real Título entre los años de 1642 y 1654, en cuyo año
ejercía este empleo, cuando tomó posesión el siguiente.
26. El Capitán D. Juan Hurtado de Castilla, fue nombrado 1654
Alcalde mayor con Real Título por el Sr. Virrey Duque de
Alburquerque en 25 de enero de 1654. Era Caballero de
Santiago y Visitador general de los Caballeros de su orden
en esta N.E. y tomó posesión en 27 de marzo del mismo
año, dándole facultad de nombrar un Teniente de Alcalde
mayor en Pátzcuaro
27. El Sr. Almirante D. Diego de Bracamonte Dávila, fue 1656
nombrado Alcalde mayor con Real Título, y el de Teniente
de Capitán general, por un año de 12 meses (así el
nombramiento) en 8 de enero de 1656, y tomó posesión en
28 de febrero de dicho año. Fuéle después prorrogado el
mando.
(El Capitán D. Juan Bazán de Albornoz, ejercía 1659
interinamente y por su ausencia, el empleo de Justicia
mayor en Valladolid en 13 de marzo de 1659).
(El Capitán D. José Aguilar Manjarrez, era Justicia mayor 1661
de la Provincia interinamente en 22 de septiembre de 1661,
siéndolo en propiedad hasta 1662 el Almirante Bracamonte.
(El Sr. Capitán D. José Antonio de la Cerda y Granada, 1662
ejerció interinamente el empleo de Justicia mayor,
presidiendo las elecciones de 1º de enero de 1662.
28. El Sr. Capitán D. Francisco Moreno de Monroy, fue 1662
nombrado Alcalde mayor con Real Título por el Virrey
Conde de Baños, en 12 de febrero de 1662, tomó posesión

390
ARIO DE ROSALES

en 24 de abril y murió en fines del propio año.


29. El Capitán D. Antonio de la Cerda Granada, fue nombrado 1663
Alcalde mayor con Real Título en propiedad, y por
fallecimiento del anterior en 7 de diciembre, y tomó
posesión en 31 de dicho del propio año para presidir las
elecciones del siguiente.
30. D. Pedro de Villalva, fue nombrado Alcalde mayor con Real 1664
Título por el Sr. Virrey Marqués de Mancera, en 3 de
noviembre de 1664, tomó posesión en 4 de diciembre de
dicho año, y aun ejercía este empleo en 1666.
31. El Capitán D. Cristóbal de Saldívar y Castilla, ejercía el 1668
empleo de Alcalde mayor que presidió las elecciones.
32. D. Diego Sarmiento de Luna, fue nombrado Alcalde mayor 1669
con Real Título por el mencionado Sr. Virrey en 2 de julio
de 1669, y aun ejercía el empleo en fines del año de 1670.

NOTA. La pérdida de los Libros de Cabildo nos presenta


aquí algunos corrales, o breves intervalos en la Serie
Cronológica de los Jefes políticos de Valladolid, hasta el
año 1756 en que sigue sin interrupción.
33. El Capitán D. Julián de Atristain, era Alcalde mayor con 1684
Real Título, en 19 de enero de 1684.
34. D. Juan Maldonado, ejercía el empleo de Teniente de 1704
Alcalde mayor interinamente por el propietario, cuyo
nombre se ignora, en Valladolid por el año de 1704 a 21 de
febrero.
35. D. Alonso Arias Maldonado, estaba por estos años de 1719 1719
en posesión del empleo de Alcalde mayor hasta que vino a
residenciarlo el siguiente.
(D. Francisco de Oñate, estaba tomando residencia, y 1720
ejerciendo el empleo de Justicia mayor interino en
Valladolid en 28 de marzo de 1720). (D. Fermín de
Garagorri parece estuvo después).
36. D. Juan Bautista de Gurtubay, era Alcalde mayor de 1725
Valladolid por S. M. en 30 de abril de 1725.
(D. Domingo Bustamante, estaba tomando residencia a D. 1735
Fermín de Garagorri, en 25 de agosto de 1735, y ejercía el
empleo de Justicia mayor interino).
37. D. Fermín de Garagorri (reelecto sin duda o nombrado en 1742
propiedad), presidió como Alcalde mayor efectivo por S. M.

391
PABLO G. MACÍAS

las elecciones del 1º de enero en los años de 1742 y 1743.


38. El Capitán D. Fausto Álvarez de Ulate, Regidor Alguacil 1745
mayor de México por S. M. y Teniente general de esta
Provincia por el Superior Gobierno, presidió las elecciones
de principio de año en los de 1745, 46, 47 y 48, como
Alcalde mayor.
39. D. José de Ochoa y Güemes, era Alcalde mayor de 1749
Michoacán con Real Título en 1º de enero de 1749, en que
presidió las elecciones.
40. D. Manuel Ferrón, ejercía ya el empleo de Alcalde mayor 1750
con Real Título, en 28 de enero de 1750.
(Los Alcaldes ordinarios ejercían la Justicia y a veces de
Alcalde mayor interinamente desde 1752 hasta el año de
1775 inclusive).
41. D. Manuel Antonio de Terán, presidió las elecciones, como 1756
Alcalde mayor por S. M. en 1º de enero de 1756.
42. El Sr. Teniente Coronel D. Martín de Reinoso, Mendoza y 1758
Luyando, estaba ya nombrado Alcalde mayor por el Rey en
27 de marzo de 1756, y como tal presidió las elecciones de
los años de 1758 hasta el de 1761 sin interrupción.
43. D. Luis Vélez de las Cuevas, Cabeza de Vaca, que había sido 1761
nombrado Alcalde mayor por S. M. y Teniente de Capitán
general (porque ya había Compañías de Milicias en
Valladolid), tomó posesión en dicha ciudad, el 11 de
noviembre de 1761. (Parece había venido a tomar residencia
al anterior).
44. El Capitán D. Felipe de Ordóñez y Sarmiento, Teniente de 1768
Fragata de la Real Armada, fue nombrado Alcalde mayor
por S. M. y fallecimiento del precedente en 5 de febrero de
1767, y tomó posesión en Valladolid en 11 de octubre de
1768. (Ya entonces duraban más de cinco años estos
magistrados en el ejercicio de su empleo).
(Los Alcaldes Ordinarios presidieron en ausencia de 1771
Ordóñez las elecciones de 1771 y 1772, y en el año de 1774
todavía estaba aquél en propiedad).

392
ARIO DE ROSALES

ALCALDES CORREGIDORES

Año
45. El Lic. D. Juan Sevillano, ejercía ya el empleo de Alcalde 1775
mayor por S. M. Teniente de Capitán general y
Corregidor de las Ciudades y Provincia de Michoacán, en
1º de enero de 1775, que presidió las elecciones, así como
las de los años siguientes hasta 1778. (Era abogado de los
Reales Consejos, Cancillería de Valladolid, Audiencia de
México, y fue el primer Corregidor nombrado para toda
la Provincia).
46. D. Policarpo Crisóstomo Dávila, tomó posesión del 1779
empleo de Corregidor (el 2º de este título) con Real
Nombramiento de Teniente de Capitán general de las
ciudades y Provincia de Michoacán, en 11 de agosto de
1779. (Pasó a Alcalde mayor de Celaya con Real Título de
15 de agosto de 1783).
47. D. Juan Antonio de Riaño, Teniente de Navío de la Real 1787
Armada, tomó posesión en Pátzcuaro del empleo de
Justicia mayor y Corregidor interino de la Ciudad de
Valladolid de Michoacán en 13 de enero de 1787, y en 17
del mismo mes y año, la tomó en Valladolid por
nombramiento del Sr. Virrey de México. (Por estos
tiempos se establecieron las Intendencias en esta N. E.).

INTENDENTES

1º. El mismo Sr. D. Juan Antonio de Riaño y Bárcena, 1787


natural de las Montañas, fue nombrado por el Rey
Intendente Corregidor de la Provincia de Michoacán en
21 de febrero de 1787, y tomó posesión en 13 de junio del
mismo año. (Pasó en 1789 a Intendente de Guanajuato,
donde murió de un balazo al comenzar la revolución en
1810).
(D. Onésimo Durán, natural de Andalucía, fue
nombrado su Asesor letrado, y tomó posesión en 20 de
septiembre de 1788; se le removió después a
Guadalajara).
II El Sr. Teniente Coronel D. Felipe Díaz de Ortega, 1792

393
PABLO G. MACÍAS

natural de Burgos y Caballero de la Orden de Carlos III,


fue nombrado por el Rey Intendente Corregidor de la
Provincia de Michoacán en 22 de julio de 1791, y tomó
posesión en 28 de abril de 1792. (Murió en su empleo
poco antes de la revolución).
1796
(D. José Alonso de Terán, fue nombrado por S. M.
Asesor y Juez Letrado de la Intendencia en 19 de junio
de 1799, y tomó posesión en 2 de diciembre de 1800).
(El mismo D. José Alonso de Terán por fallecimiento del 1810
Sr. Ortega, quedó gobernando interinamente la
Intendencia hasta fines de 1810, en que comenzada la
revolución murió desgraciadamente).

NOTA. En este tiempo comenzó la revolución y el


trastorno del Gobierno, hasta la vuelta de las Tropas
Reales, en fin del año.

(El Teniente Coronel D. Torcuato Trujillo, primer 1811


comandante general Militar de esta Provincia, presidió
voluntariamente algunos Cabildos como Jefe Político en
principios de 1811).
(D. José María Arteaga, fue nombrado Intendente
1811
interino, cuyo empleo ejerció desde 1811 hasta la venida
del Sr. Merino).
(El Sr. D. Agustín de Lopetedi, fue nombrado igualmente
Asesor, y tomó posesión en 20 de agosto de 1811). 1811
III El Sr. D. Manuel de Merino y Moreno, Intendente de 1811
México y Secretario que fue del Virreinato, fue
nombrado Intendente Corregidor de la Provincia de
Michoacán por S. M. Tomó posesión en 14 de octubre de
dicho año de 1811, y lo ejerció hasta 1821 en que fue
removido de su empleo.
(D. José María Relaño, Abogado de los Reales Consejos, 1813
y Auditor de Guerra de las Provincias Internas
Orientales de esta N. E. Fue Asesor y Auditor en esta
Provincia en 14 de octubre de 1811, y tomó posesión en
24 de mayo de 1813. Fue igualmente removido en 1821.)
IV El Sr. D. Ramón de Huarte, Caballero de la Orden 1821
Imperial de Guadalupe, por emigración del precedente
en 22 de mayo de 1821, y siendo Alcalde 1º

394
ARIO DE ROSALES

Constitucional de Valladolid, quedó en el cargo de Jefe


Político de la Provincia, y en 27 del mismo se le
encomendó la Dirección de la Hacienda nacional, por
considerarse inseparables en aquellas circunstancias
ambos empleos; y en 18 de octubre del propio año,
afianzada la Independencia de este Imperio con la toma
de la Capital, se le confirió en propiedad el empleo de
Intendente Jefe Político de Michoacán por el Supremo
Consejo de Regencia, que actualmente ejerce.
Finalmente, con arreglo a la Constitución Española 1822
jurada en esta Provincia en 1820 y que rige
interinamente en el Imperio, por orden expresa del
Supremo Gobierno de México se nombró e instaló en 1º
de febrero de 1822 solemnemente la Diputación
Provincial para el Gobierno y dirección de los negocios
políticos y económicos de Michoacán, y los fines que
indica aquella inmortal Carta.

395
PABLO G. MACÍAS

DOCUMENTO Nº 4

Cap. XIII.
Ario de Rosales elevado a la categoría de Ciudad

ACTA LEVANTADA POR EL H. AYUNTAMIENTO CON MOTIVO DE LA


ELEVACIÓN DE LA VILLA DE ARIO DE ROSALES A LA CATEGORÍA DE
CIUDAD.

SESIÓN EXTRAORDINARIA del día 10 diez de noviembre de 1956


mil novecientos cincuenta y seis. Presidencia del ciudadano
ANTONIO VILLANUEVA MACÍAS. A las 12 doce horas y con
asistencia de los ciudadanos regidores Pedro Espitia Hurtado, Mario
Infante Cornejo, Martiniano Castillo Gil y Emilio Oseguera (síndico),
se constituyó el H. Ayuntamiento en el teatro-cine "Amado Nervo", de
esta Cabecera, con el objeto de asistir a la solemne sesión que en
dicho local, habilitado ex profeso como recinto oficial del H. Congreso
del Estado, habría de celebrar la H. LIV Legislatura Constitucional de
esta Entidad, como número especial del programa general con que se
conmemora el IV Centenario de la fundación de este pueblo por el
ilustre misionero agustino Fray JUAN BAUTISTA MOYA. Con tal
motivo y después de un recibimiento apoteósico que pueblo y
autoridades tributaron a los ciudadanos miembros de los tres poderes
del Estado, se instaló el presídium en el foro del mencionado teatro,
habiéndose hecho la declaratoria de apertura de la sesión por parte
del C. Dr. Guillermo Salazar Navarro, presidente del H. Congreso.
Inmediatamente se pasó al primer punto de la orden del día con la
lectura que hizo el ciudadano Agapito Ochoa Reyes, diputado
secretario de la Cámara, del Decreto número 8, mediante el cual y
conforme a la Ley se habilitó el Salón como recinto oficial del H.
Cuerpo Legislativo. A continuación y en medio de la expectación
jubilosa del numeroso público que llenaba el recinto y se agolpaba en
el exterior, el ciudadano licenciado David Franco Rodríguez,
Gobernador Constitucional del Estado, hizo entrega al H.
Ayuntamiento, por conducto del C. Antonio Villanueva Macías,
presidente municipal de un pergamino que contiene el decreto

396
ARIO DE ROSALES

mediante el cual se eleva a la población a la categoría de ciudad; este


documento, que previamente fue leído en alta voz por el C. diputado
secretario, capitán Eduardo Chávez Núñez, dice literalmente lo que a
continuación se transcribe: "DAVID FRANCO RODRIGUEZ,
Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de
MICHOACÁN DE OCAMPO, a todos sus habitantes hace saber que:
El H. Congreso del Estado se ha servido dirigirme el siguiente
decreto: EL CONGRESO DE MICHOACÁN DE OCAMPO DECRETA:
Número 7. ARTÍCULO ÚNICO. Se eleva a la categoría de Ciudad la
Vila de Ario de Rosales, Michoacán, en mérito a la importancia de su
densidad demográfica y su relevancia en el orden económico y
cultural. TRANSITORIO: Artículo Único. Este Decreto surtirá sus
efectos a partir de su publicación en el Periódico Oficial del Estado. El
Ejecutivo del Estado dispondrá se publique, circule y observe. Palacio
del Poder Legislativo. Morelia, Mich., a 9 de octubre de 1956.
Diputado Presidente, Lic. José Molina Marín. Diputado Secretario,
Agapito Ochoa Reyes. Diputado Secretario, Capitán Eduardo Chávez
Núñez. Firmados. Por tanto mando se imprima, publique y observe.
PALACIO DEL PODER EJECUTIVO. Morelia, Mich., octubre 17 de
1956. El Gobernador Constitucional del Estado, Lic. David Franco
Rodríguez. El Secretario general de Gobierno, Lic. Roberto Estrada
Salgado". Al terminarse la lectura de este decreto que fue publicado
en el número 37 del Periódico Oficial del Estado con fecha 18 de
octubre del presente año, el pueblo prorrumpió en aclamaciones y
aplausos y las bandas de guerra de las escuelas locales y visitantes
tocaron vibrantes dianas, al mismo tiempo que en el exterior se
dejaron escuchar detonaciones de salva y las campanas de los templos
se echaron a vuelo. Pasado este momento de supremo regocijo, el
ciudadano licenciado Julián Luviano Costilla, diputado al Congreso
local por este Distrito, ocupó la tribuna para pronunciar un elocuente
y bien documentado discurso mediante el cual hizo el panegírico de la
nueva ciudad, relatando los hechos históricos trascendentes en los
que Ario tomó parte o de los que fue escenario, habiendo mencionado
conmovidamente al reverendo Fray Juan Bautista Moya, al heroico
mariscal Insurgente Víctor Rosales, que luchando por la
Independencia Nacional sucumbió en este Municipio, dándole así su
nombre preclaro; a los ilustres hijos de Ario como Don José María

397
PABLO G. MACÍAS

Silva, el doctor Miguel Silva Macías, el guerrillero republicano José


Nieves Sosa, Doña Pudenciana Bocanegra, los licenciados José
Trinidad Guido y Victoriano Pimentel, el poeta Vicente Moreno y
otros más que han honrado a México con la luz de su talento y la
límpida pureza de sus convicciones democráticas, que profesaron y
defendieron hasta el sacrificio heroico; terminó el orador felicitando
al pueblo y haciendo votos por su futuro bienestar y su prosperidad.
Por último, el ciudadano Roberto Pita Cornejo, en su carácter de
secretario del H. Ayuntamiento, se dirigió a los ciudadanos
representantes de los tres poderes del Estado en los siguientes
términos: "El pueblo que fue mi cuna viste sus mejores galas para
recibiros y para brindaros cobijo en su regazo cálido, hospitalario y
palpitante, en este día venturoso en que, trémulo y emocionado, viene
a celebrar sus bodas de oro con la Historia. La suprema soberanía del
pueblo Michoacano, merecidamente depositada en vosotros, viene a
ungir las sienes virginales de este gironcito de patria mexicana en
ocasión tan importante. Ario de Rosales se presenta ataviada con los
albos atuendos de las desposadas y viene con la misma emoción, con
igual inquietud, con idéntica candidez, a prosternarse ante el solio
soberano de las instituciones democráticas, para recibir el óleo que le
consagra definitivamente entre las hijas predilectas de Michoacán; su
tierra moderna, cubierta de exúberos boscajes, su cielo límpido y
puro, sus arroyuelos cantarines, la rojiza techumbre de sus viejas
casonas, sus siempre bellas mujeres, y sus hombres, y sus niños, todos
vibran con el mismo temblor expectante en esta hora suprema, única
y trascendental. Hoy hace cuatrocientos años que nuestro pueblo vio
la primera luz. Nació bajo el doliente signo de las estrellas que
iluminaron la trágica y larga noche de la conquista y la dominación
españolas, pero tres centurias después, al igual que todos los pueblos
oprimidos de México, sacudió su letargo y se levantó arrogante a
reclamar sus derechos conculcados, al conjuro de la voz estentórea
que como estallido de cañón resonó en Dolores y repercutió por todos
los ámbitos de nuestra América, dejándose escuchar también, terrible
y justiciera, bajo las anchas bóvedas de los castillos señoriales de la
vieja España, y ahora, a la distancia de cuatrocientos años, al celebrar
su primer encuentro con la Historia, luce como magnífica vestal
indígena, bajo el sol esplendente de la Independencia y de la

398
ARIO DE ROSALES

Democracia. Posiblemente los espíritus de nuestros antepasados


flotan en el ambiente de este recinto, y, sin que nosotros lo podamos
ver, en ronda espectra y augusta, presiden nuestra asamblea.
Posiblemente sea así, porque hoy hace cuatrocientos años que en este
mismo paisaje posó su planta ligera el virtuoso iluminado que en el
nombre del Rabí de Galilea vino predicando la caridad y el perdón, la
justicia y el trabajo; porque tres siglos después el más grande coloso
de nuestra Independencia Nacional, Morelos, descendió muchas
veces de su cabalgadura y en medio de estos mismos atardeceres que
ahora nosotros podemos contemplar, echó a los vientos su
imaginación febril y forjó mil ensueños de libertad y de justicia, que
más tarde cristalizaron en los insignes capítulos de la gloriosa
Constitución de Apatzingán; porque en esta misma jornada cruenta
pasó veloz y denodado por estas campiñas —que después abonó con el
limo generoso de su sangre— el glorioso mártir de la Independencia
Nacional y Benemérito de la Patria, Mariscal Víctor Rosales; porque
muchos mártires y muchas heroínas que vieron la luz primera bajo
este bendito cielo ofrendaron sus vidas generosas para salvar la
integridad del territorio nacional y la independencia patria, durante
las arteras invasiones de los Estados Unidos y de la Francia
Imperialista; porque los despojos de muchos arienses pueblan hoy los
cementerios de la República, después de haber perdido la vida en aras
de nuestra redención social, de dignificación y justicia para los de
abajo. Estos muertos ilustres os dan la bienvenida, estos muertos
insignes de quienes heredamos los arienses el acendrado cariño que a
nuestra tierra natal profesamos y el espíritu de lucha y sacrificio que
está latente en nosotros; y ya que usando de las facultades soberanas
de que estáis investidos, os habéis dignado otorgar a nuestra Villa el
honroso título de Ciudad, como un inestimable presente al cumplirse
cuatro siglos de su abnegada existencia, os damos gracias rendidas y
os aseguramos que Ario de Rosales está orgulloso de su brillante
tradición histórica y que este pueblo permanece consciente de la
responsabilidad que sobre él gravita como parte pequeña pero
importante en el engranaje social de nuestra Patria. Las cuatro
centurias de su existencia sorprenden a Ario de Rosales en plena
etapa de evolución, en pie de lucha, caminando por el empinado
camino del progreso: plazas y jardines, escuelas y monumentos,

399
PABLO G. MACÍAS

energía eléctrica y agua potable, bibliotecas y hospital. Todas estas


obras se están realizando gracias al dinámico esfuerzo de los arienses,
que en esta lucha constante cuentan siempre con la ayuda
gubernamental oportuna y generosa. Vosotros sois testigos de esta
actitud gallarda y positiva; vosotros la venís a sancionar con vuestra
presencia y vuestra docta palabra. Vuestros nombres han de quedar
grabados indeleblemente en el fondo de nuestros corazones, y esta
fecha memorable ha de quedar escrita con caracteres áureos y
brillantes en las páginas gloriosas de nuestra Historia Nacional".
Como número final se rindieron honores a la bandera, con lo que
dio por terminado el acto, levantándose la presente para constancia.
Doy fe. A. Villanueva M.— E. Oseguera.— P. Espitia.— M. Castillo
Gil.— M. Infante C.— R. Pita C., Srio. (Rúbricas).

400
ARIO DE ROSALES

DOCUMENTO Nº 5

Cap. XII
Tropiezos al ponerse en práctica
el Programa de la Revolución

RESEÑA DEL ASESINATO DE J. ISAAC ARRIAGA EN MORELIA, PUBLICADA


EN AULA NOBILIS (MONOGRAFÍA DEL COLEGIO PRIMITIVO
Y NACIONAL DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO), POR
PABLO G. MACÍAS. EDICIÓN DE VANGUARDIA
NICOLAITA. MÉXICO, 1940.

EL 8 DE MAYO de 1921 ocurrió en Morelia un suceso insólito y de


enorme repercusión política en todo el país. Se trataba de la
celebración del "Día del Trabajo", que no pudo efectuarse el 1º de
Mayo en vista de haber tenido lugar en esa fecha las elecciones de
jueces menores.
Por primera vez en la historia del movimiento socialista en
Michoacán, se conmemoró ese año, oficialmente, el aniversario del
sacrificio de los mártires de Chicago. Los grupos proletarios,
previamente instruidos por sus dirigentes sindicales, pasearon, en
manifestación, por las tranquilas calles de Morelia y ante el azoro de
las beatas y las murmuraciones del clero, las figuras epónimas de las
víctimas del capitalismo.
En el Teatro Ocampo y en las oficinas sindicales se celebraron,
durante la mañana, actos cívicos dedicados a la memoria de los
iniciadores de la jornada de ocho horas de trabajo para los obreros del
mundo; los oradores, entre ellos Guillermo Palacios y Sebastián
Sanvicente, hicieron una síntesis histórica de los trágicos sucesos de
Illinois, diciendo cómo fueron ametralladas por la policía chicaguense
las masas obreras huelguistas, y se refirieron a la oposición
sistemática del imperialismo y la burguesía para reconocer las
conquistas del trabajador.
Por la noche, en la casa del obrero mundial, se efectuó una velada
luctuosa en honor de los mártires, y José Álvarez y Gasca, Juan

401
PABLO G. MACÍAS

Ascencio y Othón Sosa pronunciaron vibrantes arengas


revolucionarias, anunciando el exterminio de la burguesía y del
imperialismo y el establecimiento de un sistema colectivo de
producción y la socialización de la tierra y de las industrias.
Pero lo que el clero especuló con buena fortuna en el ánimo de los
ingenuos morelianos para hacerlos enfrentarse, como turba loca y
fanática, contra sus hermanos, fue el hecho de que los obreros, en su
regocijo, colocaron sus banderas rojinegras en las torres de la catedral
y en los edificios de otras iglesias.
Resulta que, a la hora en que los trabajadores desfilaban por la
Avenida Francisco I. Madero, se detuvieron frente a la catedral y los
oradores empezaron a flagelar con la palabra a los explotadores de la
clase obrera. En esos momentos se produjo lo que los mismos
asalariados y sacerdotes no llegaron siquiera a suponer. De entre la
muchedumbre, un hombre lazó un grito incendiario que cayó como
bomba en el corazón de aquellos oprimidos:
—¡No queremos más engañifas! ¡Abajo los curas! ¡Viva la
revolución social!.
Y sin decir agua va, aquel individuo se lanzó hacia el templo y tras
él un grupo numeroso de trabajadores, llegando al interior, donde —al
recuerdo de los sufrimientos, de las miserias y de las injusticias
pasadas— se apoderaron de una imagen de la Virgen de Guadalupe y
la hicieron pedazos.
Los oradores se impusieron, al fin, y la manifestación continuó su
marcha; pero aquel incidente —condenable por ser una expresión de
violencia y disculpable, a la vez, porque el pueblo, cansado de
crueldad y de ignominia, quiso hacerse justicia por su propia mano,
cuando nadie se la brindaba— fue maravillosamente aprovechado por
los fanáticos, quienes lanzaron un grito estentóreo por todo el país:
"¡Profanación! ¡Profanación!".
Y a ese grito —que entrañaba un deliberado y puro sentido de
rebelión— contestaron excitando al pueblo a levantarse en armas, los
arzobispos y obispos; sobre todo, los de Puebla y Guadalajara; los
miembros del claustro de la llamada Universidad Pontificia Mexicana;
el alto clero de la metrópoli; los Caballeros de Colón y, ¿quién lo
creyera?, hasta cierta gente que cobraba dinero del erario público y

402
ARIO DE ROSALES

que se hubieran muerto de hambre al dejar de exaccionar el


presupuesto.
A medida que el incidente referido iba corriendo de boca en boca,
era abultado hasta cobrar proporciones increíbles. Se dijo después —y
esto con el ánimo de enardecer más a los fanáticos— que los
socialistas habían penetrado a la catedral y a otros templos,
apuñalando las imágenes de los santos, especialmente de la
Guadalupana. Los días del 8 al 11 de mayo fueron de ajetreo inmenso
en Morelia, debido a las actividades de la A.C.J.M., de las Damas
Católicas, de los llamados Hijos de Jesús y de los Caballeros de Colón,
sin contar las particulares de los curas, de los "espontáneos" que
aspiraban a la canonización, y de las cofradías y archicofradías, que se
movían por todas partes como tentáculos siniestros.
En los templos, especialmente en catedral, hubo diversas
ceremonias imponentes dizque de desagravio a la "Reina de los
Mexicanos"; pero en el fondo, todos estos actos sólo contribuían a
recrudecer los odios existentes entre los explotadores y reaccionarios,
por una parte, y por otra, el partido político que estaba en el poder.
Inmediatamente después del incidente que queda relatado, la
mitra convocó a una junta a sus agrupaciones y acordó organizar una
manifestación muda de protesta el día 10 de mayo, pero como las
autoridades lo impidieron apoyándose en que la Constitución
particular del Estado prohíbe terminantemente toda clase de actos
públicos de esta naturaleza, resolvió llevarla a cabo, con o sin
permiso, el día 12 del propio mes, y en la cual formarían hombres,
mujeres y niños de todas las categorías sociales.
El 12 de mayo llegó envuelto en una tremenda excitación clerical.
Ir y venir de gente trasmitiendo las últimas instrucciones del clero
para la manifestación de ese día, se notaba como síntoma de tragedia
por todas las calles morelianas. ¡La orden estaba dada y nadie debía
echarse atrás aunque le costase la vida! Los Caballeros de Colón y los
miembros de la A.C.J.M. eran de los más exaltados. Algunos cándidos
se consideraban ya merecedores de la santidad y se soñaban ser
adorados en las iglesias. Se advertía en el ánimo de los fanáticos un
incontenible espíritu de provocación y de manifiesta rebeldía contra
las autoridades locales. Y era que los curas hábilmente, mejor dicho,
malignamente, habían propalado desde el púlpito la especie de que

403
PABLO G. MACÍAS

las fuerzas federales al mando del general Alfredo C. García,


Comandante Militar en Michoacán, los apoyarían con las armas si el
gobierno mugiquista continuaba en su empeño de no permitirles
desfilar.
El propio día 12 el Ayuntamiento de Morelia mandó fijar en las
esquinas y circular entre el público unos volantes impresos que
decían:

A V I S O

"En vista de los desórdenes cometidos durante las últimas


manifestaciones que se han verificado en esta ciudad, la Presidencia
de mi cargo hace del conocimiento del público, que no ha concedido
permiso para la que está anunciada a las 4 de la tarde del día de hoy,
así como que en lo sucesivo y mientras dure la excitación de ánimo
reinante, no se concederá permiso para ninguna manifestación
pública.

"Morelia, Mich., 12 de mayo de 1921.

El Presidente Municipal,
Dr. ANASTASIO GUZMÁN.
El Secretario
ANTONIO ARIAS".144

Todas las medidas legales al alcance de las autoridades, tendientes a


impedir que los fanáticos, azuzados por los curas y terratenientes,
desfilaran por la vía pública con velas encendidas e imágenes de
santos, resultaron estériles. Los funestos grupos sectaristas a que nos
hemos referido conminaron al pueblo moreliano, bajo amenaza de
excomunión mayor, a presentarse a las 4 de la tarde en el antiguo
Jardín Azteca, frontero al templo de San Diego, llevando sus
respectivos estandartes religiosos y cartelones con leyendas injuriosas
para los "socialistas" ó "bolcheviques".

144 Archivo particular del autor.

404
ARIO DE ROSALES

Poco después del mediodía la inquietud que se notaba era


tremenda. Los fanáticos, efectivamente, contra la orden expresa del
Jefe del Ayuntamiento, se empezaron a reunir frente al templo de San
Diego, entonando cánticos religiosos y lanzando gritos provocadores a
las autoridades.
Así las cosas, el Inspector General de Policía, señor Vicente Coyt,
se dispuso a impedir que la procesión se efectuara, empleando para
ello la persuasión y el convencimiento. En efecto, se trasladó al Jardín
Azteca y habló con los líderes católicos, explicándoles la conveniencia
de que se disolvieran, pues de lo contrario se vería obligado a hacerlo
por medio de la policía. Pero los fanáticos estaban ya muy
envalentonados del espíritu y nada consiguió.
Coyt regresó a sus oficinas y solicitó el auxilio de los trabajadores
organizados, para el caso de que sobreviniera una emergencia.
Rápidamente se empezaron a reunir entonces en la Casa del Obrero
Mundial y en el domicilio del Partido Socialista, situado en el ex
convento de San Francisco, algunos grupos de obreros.
A eso de las tres de la tarde, la columna de católicos, con sus
estandartes, velas encendidas, imágenes religiosas y cartelones en los
que se injuriaba a los "bolcheviques" y a las autoridades, se empezó a
mover hacia el poniente, por la antigua Calzada de Guadalupe,
tratando de llegar a la catedral.
Casi al mismo tiempo, los trabajadores socialistas partían del ex
convento de San Francisco para ir al encuentro de los fanáticos; pero
en esos momentos el inspector Coyt, queriendo todavía impedir un
coque sangriento, puso en práctica el último recurso que le quedaba
de solucionar el conflicto pacíficamente: el de pedir al nicolaita J.
Isaac Arriaga, presidente del Partido Socialista y hombre al que
amaba el pueblo por su bondad extrema y su cariño hacia los de
abajo, que usara la palabra ante los manifestantes, invitándolos a
retirarse a sus casas.
Pocos minutos antes de esto, Arriaga había abandonado su casa,
ubicada también en las cercanías del templo de San Diego, y se dirigía
a pie a sus oficinas de la Comisión Local Agraria, por la Av. Madero.
Coyt lo abordó apenas acababa de pasar el Jardín de Villalongín;
brevemente le explicó el caso, indicándole que sólo él podría evitar un
encuentro entre cerca de 10,000 fanáticos y unos cuantos policías y

405
PABLO G. MACÍAS

trabajadores. Isaac se opuso en un principio; no eran esas sus


actividades, ni tenía injerencia alguna en la participación de los
sindicalizados en aquel acto; pero luego, con esa nobleza de
sentimientos que siempre lo caracterizó, y pensando que, acaso,
podría impedir con la sinceridad de sus palabras un derramamiento
de sangre inocente, regresó con Coyt hasta el sitio en que se cruzan el
acueducto y la Calzada de Guadalupe y esperó el momento oportuno
para dirigirse al pueblo.
Primero habló el Inspector de Policía, y cuando los fanáticos iban
ya a desembocar al Jardín de Villalongín, J. Isaac Arriaga trepó a una
de las bancas de cantera construidas a los lados de la calzada, para
arengar a los manifestantes. En esos momentos un individuo llamado
Eladio García, de oficio carnicero y protegido de los Caballeros de
Colón, se apartó de la columna fanática y, sin que nadie sospechara
sus criminales intenciones, se acercó al prócer nicolaita y por la
espalda, sin mirarle la cara, sin darle tiempo a ninguna defensa, le
disparó un balazo en la cabeza, arrancándole la vida
instantáneamente.
Isaac, bañado en sangre, se bamboleó un instante y luego, desde
lo alto de la banca, cayó de bruces, estrellándose en las baldosas del
piso.
Aquella era la señal convenida por los pistoleros clericales para
iniciar el combate contra la policía y los trabajadores. Sin perder
tiempo, los fanáticos abrieron el fuego en medio ya del mayor
desconcierto, cayendo de los primeros los camaradas José Martínez,
Jefe de la Policía Reservada; Vicente Núñez y varias mujeres,
resultando gravemente herido de tremenda cuchillada en el costado
izquierdo, el propio inspector Coyt.
Ante semejante agresión, los gendarmes, que vieron rodar a su
jefe herido de muerte, contestaron el fuego, trabándose así un
zafarrancho sangriento que costó más de quince vidas y como
cuarenta lesionados.
Aprovechando la confusión que siguió al asalto, Eladio García, el
asesino de J. Isaac Arriaga, abandonó el campo y más tarde era
abrazado y felicitado por los generales Alfredo C. García y Juan
Domínguez, Comandante y Subcomandante de Operaciones Militares,
respectivamente, en Michoacán. Este hecho, presenciado por un

406
ARIO DE ROSALES

hermano del mártir, el entonces joven de 15 años de edad Jesús


Arriaga, vino a corroborar el desacuerdo existente entre las
autoridades civiles y las militares en nuestro Estado y a confirmar la
connivencia de estas últimas con el clero, en las maniobras criminales
del reaccionarismo moreliano.
Se cerró así la jornada trágica del 12 de mayo de 1921, provocada
por los curas. Y mientras los cadáveres de las mujeres inocentes y de
los obreros yacían sobre el pavimento ensangrentado de la Plaza de
Villalongín y de la Calzada de Guadalupe, los ensotanados sin
conciencia brindaban pos su triunfo definitivo, puesto que las cosas
resultaron como ellos lo habían planeado.
Los detalles de la matanza, en una ciudad pequeña como Morelia,
bien pronto se conocieron en todos los círculos, provocando la más
justa indignación popular contra los fanáticos.
Los cadáveres de las víctimas fueron trasladados al Hospital civil
"Doctor Miguel Silva", donde se les practicó la autopsia y luego se
entregaron a sus deudos; a los heridos se les atendió solícitamente
por los doctores y practicantes de la Facultad de Medicina.
El cadáver de J. Isaac Arriaga fue conducido la misma tarde del
12 de mayo al edificio de la Comisión Local Agraria, donde se le veló.
Ante su catafalco, envuelto en la bandera roji-negra, desfilaron
durante la noche millares de trabajadores, en su mayoría campesinos
humildes a cuyo mejoramiento y bienestar consagró aquél toda su
vida. Delegaciones de los planteles universitarios acudieron llevando
sus ofrendas florales; directivos de sindicatos, elementos intelectuales
y, en una palabra, hasta muchos de sus antagonistas en ideas, se
presentaron a rendir homenaje al hombre bueno, al que no conoció de
mezquindades ni de bajezas, al que siempre hizo el bien sin esperar
recompensa, al que fue ciudadano distinguido y patriota
incomparable.
Y es que el pueblo siempre vio en J. Isaac Arriaga a un apóstol, a
un apóstol joven que entregaba su vida a los 29 años de edad. Antonio
Díaz Soto Gama llegó a decir de él, por su apasionada lucha en favor
de las clases campesinas, que era el "Emiliano Zapata de Michoacán".
El 13 de mayo amaneció lluvioso. Pertinaz lluvia se descolgó poco
antes de la aurora, y a las 6 de la mañana el sol asomó por la cumbre
del Punhuato en medio de una densa nieblecilla. Entonces pudieron

407
PABLO G. MACÍAS

observar los morelianos que la Enseña Patria aparecía izada a media


asta en el Palacio de Gobierno y demás edificios públicos; en los
locales de los sindicatos fueron enlutadas las banderas del
proletariado, y las oficinas públicas suspendieron sus labores, todo en
señal de duelo por la muerte del mártir nicolaita.
A eso de las 9 de la mañana, un grupo de alumnos del Colegio
Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, encabezado por
Moisés Márquez y Daniel Franco López, se presentó en la Comisión
Local Agraria solicitando el cuerpo de Arriaga para rendirle en su
plantel, del cual primero fue alumno y después maestro, el tributo
cálido de gratitud, de admiración y de cariño de las juventudes
michoacanas.
Los balcones del Colegio de San Nicolás que dan a la Avenida
Madero estaban enlutados. La capilla ardiente se erigió en el primer
patio, a un lado de la estatua del Padre de la Patria, con objeto de que
todos los estudiantes de la Universidad pudieran tributarle su
homenaje. En su torno se colocaron multitud de coronas florales y a la
cabecera del catafalco lucía el estandarte del glorioso Colegio de don
Vasco. Allí permaneció el cuerpo hasta la tarde del 13 de mayo en que
se efectuó el sepelio en el panteón civil. El féretro de Arriaga partió
del Colegio de San Nicolás y el de José Martínez a la Casa del Obrero,
habiendo presidido el cortejo, que integraban millares de personas, el
general Francisco J. Múgica, Gobernador Constitucional del Estado.
Ya ante la fosa abierta, el propio general Múgica pronunció una
arenga refiriéndose a la vida ejemplar de J. Isaac Arriaga, y a
continuación, el estudiante Daniel Franco López, a nombre del
Colegio de San Nicolás, lo despidió con la siguiente oración fúnebre:
"No ha muchos días que con un motivo del todo distinto al que
hoy nos trae, decía yo en medio del mayor convencimiento: el Colegio
de San Nicolás sigue siendo cuna de liberales convictos que se han
opuesto y se opondrán a cualquier burla que intente hacer el buitre
conservador. Y venimos hoy a demostrarlo, porque ahora el monstruo
intenta dominar al adversario haciendo uso de pistolas y puñales;
porque enarbolando la bandera de la mentira, careciendo de
moralidad y valentía, se vale de una multitud inconsciente para
arremeter contra unos cuantos hombres celosos de cumplir un deber
social, sí, contra los que querían ser obstáculo para que se derramara

408
ARIO DE ROSALES

sangre, porque los mismos que pregonan que el pueblo nunca sea
carne de cañón, lo han sacrificado ayer; y esto únicamente por egoísta
capricho y cretino pensar de un Valenzuela, presidente de la nefasta
asociación de la A.C.J.M., mediocre leguleyo que toma la religión
como base de sus especulaciones materiales. Al llegar a este punto no
deja de acudir a mi imaginación, la común, cuanto seria
consideración, de que ocuparse de un cero a la izquierda es porque se
le quiere dar valor alguno, y este politicastro ensotanado está a la
izquierda: así pues, no puedo más que lanzar sobre él mi más
profundo desprecio y cerrar el paréntesis.
"El patrimonio de la humanidad abre sus doradas páginas para
inscribir en ellas, eternamente, el nombre del mártir, de un
filántropo, de un profesor y alumno del Colegio de San Nicolás de
Hidalgo: Isaac Arriaga. ¿Quién de todos los presentes no comprendió
el valor de este cerebro, de este libertador de la clase oprimida?
¿Quién no le conoce sus filantrópicos actos para el caído, para el
débil, cuando sus mismos asesinos fueron un día libres por él? ¿Y
quién de vosotros, estimados compañeros, no tiene algo que
agradecerle cuando le veíamos sonreír en los corredores de nuestro
Colegio? ¿Quién olvidará que, deseoso de darle brillo a la ceremonia
para festejar el natalicio del Padre de la Patria, nos cedía su sueldo y
después vertía la idea de celebrar el 3 de junio145 otra de las fechas de
que abomina el fanatismo, con toda solemnidad? ¿No es de estar
agradecidos por todo esto y tomar ejemplo de su inagotable
filantropía democrática y estudiantil?.
"Pues bien, yo, ahora como representante de una colectividad
estudiosa, protesto enérgica y virilmente contra el crimen de este
gremio de canallas que, como siempre, escudado bajo la sombra de la
religión católica y simulando hipócritamente amor al prójimo,
cometió en la persona de Isaac Arriaga el acto más reprobable, el
asesinato más proditorio, cuya gravedad es mayor para los directores
intelectuales, ya que ellos se dicen representantes y apóstoles de
Cristo y que perdonan, en nombre de Dios, los crímenes como éstos, a
pesar de que hubo premeditación, alevosía y ventaja. Pero el Colegio

145Aniversario del asesinato del ínclito liberal michoacano, licenciado


Melchor Ocampo.

409
PABLO G. MACÍAS

de San Nicolás no perdona un atropello brutal y malintencionado; no


deja pasar desapercibidas las violaciones de la Ley cometidas por ese
gran número de arbitrarios, por esos malditos zánganos que viven a
costa de los creyentes, de esos diques del progreso que debían haber
nacido en la edad de piedra para que pudieran llevar una vida más o
menos conforme con sus ideas retardatarias.
"¡Pueblo querido! ¡Estimados compañeros! No nos arredre el
derramar nuestra sangre en pro de nuestras ideas progresistas, ya que
es mucho muy decoroso morir en aras de la adquisición de la verdad y
por el imperio de la justicia; sobre todo cuando hay momentos en que
es preciso que la sangre se vierta, pues nosotros debemos honrar a
nuestros ideales y no que nuestros ideales nos honren a nosotros.
¡Imitemos al grande, levantemos al caído, pero siempre
conduciéndolo por los senderos de la verdad, sin permitir jamás que
en su cerebro plante sus reales el sectarista criterio religioso, que ha
estado siempre por encaminarnos a la ruina!.
"¡Murió el apóstol! ¡Los que ciframos en él nuestras esperanzas
de redención social, los que escuchamos de sus labios profundas
enseñanzas, sus amigos, sus hermanos en ideales, su familia
engrandecida hoy por la sangre del mártir, lloramos su prematura y
trágica muerte! ¡La tierra abre piadosa su seno para esconder el
cuerpo del que en vida fuera terror de los curas y los ricos! ¡Dormirá
el sueño del justo en la callada fosa, pero sus ideales y su labor
fructificarán con el impulso de ésta y otras generaciones, aunque para
ello sea preciso regar la benéfica simiente con la hervorosa sangre que
sacude nuestras venas!.
"¡Descanse tranquilo, a la sombra de esta silenciosa y corpulenta
arboleda, el que con su verbo de fuego, su entereza de carácter, sus
levantadas ideas y su incansable actividad, infundió en Michoacán el
soplo de la vida a las redentoras ideas del socialismo!".146
La muerte de J. Isaac Arriaga vino a consolidar las conquistas
ideológicas no sólo de los estudiantes michoacanos, sino de las
agrupaciones obreras y campesinas, que encontraron en él un símbolo
de actividad, de trabajo y de alteza de principios.

146Documento tomado del archivo particular del señor Jesús Arriaga,


hermano de J. Isaac.

410
ARIO DE ROSALES

A veces, tratándose en nuestro libro de la vida de un colegio,


parece que nos apartamos del tema, pero no; el desarrollo de los
acontecimientos exige que hagamos, si se quiere, estas necesarias
digresiones con objeto de que el lector interprete por sí mismo
muchos fenómenos sociales que no tendrían explicación de otra
manera. Por ello abundamos en la narración de sucesos que más bien
pertenecen a la historia de Michoacán, pero que para nosotros son
sustanciales, puesto que vienen a fijar la posición de los hijos
esclarecidos de nuestro Colegio.
J. Isaac Arriaga, por ejemplo, a quien hemos escogido como tipo
representativo de todos los buenos hijos de la Casa de don Vasco
sacrificados por un ideal, no era un simple líder provinciano. Su
ejecutoria revolucionaria palpitaba en todo el país y sus doctrinas
habían rebasado las fronteras de la patria.
En Arriaga concurrieron las características, las circunstancias de
Ignacio M. Altamirano: fue soldado cuando la patria necesitó de su
espada; fue orador y encausador de las modernas corrientes
filosóficas, cuando la tiranía y la degradación parecían haberse
apoderado del pueblo; fue un apasionado del socialismo científico
cuando —como dice el doctor José Siurob— "nosotros llevábamos un
ideal político, él, Isaac, ya nos aconsejaba que abordáramos
directamente el ideal social".147 Fue un apóstol de la democracia, un
agitador continuo y un maestro siempre.
Pues bien, los despojos mortales de J. Isaac —él, que se había
prodigado por entero al proletariado— no podían permanecer en un
panteón olvidado de la provincia michoacana.
Tan luego como en México se supo la noticia de su muerte, la
Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, la
Confederación Regional Obrera Mexicana, la Unión de Obreros de
Artes Gráficas de los Talleres Oficiales y otras agrupaciones
sindicales, nombraron una comisión de entre sus miembros para que
se trasladara a Morelia y llevara a la capital el cadáver embalsamado

147Discurso pronunciado por el doctor, general y diputado José Siurob, el 13


de mayo de 1921, en la Cámara de Diputados, solicitando se enlutara la
tribuna parlamentaria en señal de duelo por el asesinato del líder agrarista J.
Isaac Arriaga. "Diario de los Debates", México, D. F.

411
PABLO G. MACÍAS

de Arriaga, con objeto de que el proletariado de México le rindiera su


tributo de admiración.
El acto revistió caracteres verdaderamente imponentes. Los
edificios sociales de la CROM y de las federaciones sindicales no sólo
de la metrópoli, sino de todo el país, fueron enlutados y se efectuaron
diversas ceremonias luctuosas a la memoria del mártir nicolaita. El
día 13 de mayo, frente a la Federación de Sindicatos Obreros del
Distrito Federal, en el número 64 de las calles de Belisario
Domínguez, hubo un mitin de protesta contra el clero por el asesinato
de J. Isaac Arriaga, en el cual usaron de la palabra, entre otros
oradores: Nicolás Ballesteros, Delegado de la Casa del Obrero
Mundial y de los sindicatos de Morelia; José Gutiérrez Palacios, Luis
N. Morones, Pioquinto Roldán, Diego Morales y Felipe Carrillo
Puerto.
Llegados los restos de J. Isaac Arriaga a México, se instaló la sala
funeraria en el edificio de la Federación de Sindicatos Obreros del
Distrito Federal. Allí estuvieron desfilando, hasta el día 19,
representantes de todas las agrupaciones obreras y campesinas del
país. La ciudad de México, a pesar de su natural ajetreo y de su
indiferencia proverbial, estaba conmovida por los acontecimientos de
Morelia y el homenaje de los trabajadores de México al apóstol
agrarista de Michoacán.
El 19 de mayo, a eso de las 2 de la tarde, el féretro fue sacado
rumbo al panteón civil, seguido de una enorme muchedumbre que
encabezaban los líderes Luis N. Morones, Antonio Díaz Soto y Gama y
Felipe Carrillo Puerto. El complaciente gobierno del general Álvaro
Obregón prohibió que el cortejo pasara por las calles céntricas, dizque
para evitar nuevas fricciones, dado lo exaltado de los ánimos; pero en
el fondo sólo le hizo el juego a la reacción que no podía perdonar a
Arriaga su brillante actividad de agitador socialista.
De las calles de Belisario Domínguez, la comitiva luctuosa tomó
por las del Brasil entrando luego a las de 5 de Febrero y Regina,
doblando por las de San Miguel a fin de tomar la Av. Chapultepec.
Cerca de las 4 de la tarde llegó el tren fúnebre al Panteón Civil,
avanzando por las solitarias y angostas calzadas hasta el lugar donde
se abría la fosa número 5,954 del primer lote de segunda clase, donde
reposan los restos mortales de este mártir.

412
ARIO DE ROSALES

En aquel sitio, en medio de absoluto silencio y antes de descender


el ataúd al seno de la madre tierra, usó de la palabra el obrero
Florencio Salcedo, de los Talleres Gráficos de la Nación, quien, tras de
hacer el panegírico del mártir, dijo textualmente:
"…Una mano criminal ha asesinado al que fuera ayer en el Estado
de Michoacán el impulso simbólico del proletariado que anhela
divisar nuevos horizontes de progreso, de igualdad y de bienestar. Es
ahora Isaac Arriaga la víctima que aumenta la lista de los héroes en
las páginas sublimes de la historia social. Es ahora que, con su sueño
profundo y su silencio elocuente, nos viene a mostrar ejemplo
altísimo. La lucha está emprendida y el enemigo es fuerte por su
capital, por sus arterías, por sus infamias… ¡Vénos, pues, aquí, Isaac!
¡Contempla a tu derredor a este conjunto de camaradas que te supo
comprender y que te sabrá imitar! La Unión de Obreros de Artes
Gráficas de los Talleres Oficiales hace suyo el dolor que la muerte de
Arriaga provoca en todos los pechos proletarios, y fragantes vierten en
tu tumba sus tiernos sentimientos. ¡Adiós, hermano! ¡Duerme
tranquilo! ¡Nosotros continuaremos tu obra!".148
Tan pronto como terminó de hablar Salcedo, tomó la palabra
Luis Romero M., quien disertó sobre los sangrientos acontecimientos
desarrollados en Morelia y en los cuales perdiera la vida J. Isaac
Arriaga. Y a continuación, Luis N. Morones fue designado para
pronunciar la oración fúnebre a nombre de la CROM.
"En nombre de la Confederación Regional Obrera Mexicana —
dijo el orador— vengo a dirigir la palabra a los concurrentes, en los
momentos en que desciende a la tumba el cuerpo de nuestro
camarada Isaac Arriaga. Este hombre ha muerto, regando con su
sangre un jirón del Estado de Michoacán; pero su muerte, su gloriosa
muerte, no significa sino que tiene un eslabón más la cadena de los
mártires del proletariado. La sangre regada por este apóstol servirá
para que todos los espíritus que decaigan, para que todos los que se
desalienten, sigan con más firmeza, con más tesón, con más ahínco,
en la lucha que ha emprendido la clase trabajadora para librarse de la
opresión de los adoradores del asno de oro.

La Lucha, periódico socialista, México, D. F., viernes 20 de mayo de 1921,


148

tomo II, número 116, Director: Juan Rico.

413
PABLO G. MACÍAS

"Venimos a dejar el cuerpo de Arriaga y a rendirle homenaje y


pleitesía, creyendo que ha desaparecido; tengamos la seguridad de
que su cuerpo vibra, que escucha la imprecación que lanzamos, que
oye nuestra protesta más enérgica por el crimen horrible de Morelia.
"Estamos aquí reunidos para depositar con nuestra ofrenda
floral, las sinceras quejas de nuestro corazón, a un mártir que no
pudimos arrancar de las garras de los enemigos del proletariado,
quienes habrían deseado aun hacer que desapareciese su cadáver…"
Luis N. Morones se refiere luego al asesinato de otros
trabajadores michoacanos y después continúa con más vehemencia:
"…La sangre de Arriaga será como las corrientes subterráneas
que a pesar de los obstáculos que encuentran a su paso, llegan al lugar
donde forman un purísimo manantial. La sangre de nuestros mártires
va dispersándose por todos los ámbitos del mundo, para que los
trabajadores persistan constantemente en la lucha por su
emancipación.
"Son mujeres las que en este doloroso momento tremolan la
bandera roji-negra, símbolo de las aspiraciones de los oprimidos; y
cuando son manos de compañeras que traen este símbolo, cuando
ellas, las que tienen sus manso callosas por el trabajo —las
compañeras del taller— son las que hacen ondear nuestro pendón,
pensamos más hondamente lo que el movimiento significa, lo que es,
lo que será en el futuro.
"En este lugar, para nosotros desde hoy sagrado, si acaso la
momentánea derrota llega a las huestes trabajadoras; si acaso otra vez
hayamos de lamentar la pérdida de un luchador entero, aquí será
donde vengamos a recibir fuerzas que nos animen para los grandes
días de lucha. Aquí será donde adquiramos fuerza cuando
supongamos que nuestra causa ha sido debilitada.
"El Estado de Michoacán hubiera podido guardar los restos del
compañero Arriaga, como guarda los de otros muchos que han caído
bajo los puñales asesinos; pero los trabajadores, formando una
guardia de corazones, han querido ser los poseedores de estos
despojos, porque la saña de los enemigos bien puede llegar a la
profanación. Por eso todos los que estamos presentes debemos llevar
el compromiso fiel de guardar para siempre estos sagrados restos y
estar alertas para que ellos no sean ultrajados.

414
ARIO DE ROSALES

"Hay seres que no representan nada, y éstos, cuando mueren,


desaparecen. También los hay que representan desolación, miseria,
muerte. Arriaga no fue de éstos, representó siempre un ideal purísimo
y fue como un sol que llegó a su ocaso y que seguramente volverá a
lucir esplendoroso, llenando el cielo de nuestra esperanza con áureos
fulgores. Entonces será cuando el proletariado toque las trompetas de
la gloria. Mañana, cuando este sol que ha sido ocultado por infame
crimen vuelva a brillar, ya no alumbrará a un raquítico puñado de
hombres que protestan, sino a un gran cambio social que será el
triunfo del proletariado.
"La sangre de estos compañeros es como el agua de los
manantiales: abona nuestra causa. Ojalá que todos los que se
encuentran aquí comprendan las miserias de la vida y unidos
trabajemos todos por el bienestar general…"149
El proditorio asesinato de J. Isaac Arriaga provocó tremenda
indignación entre todos los sectores sociales del país. El Partido
Laborista Mexicano y las agrupaciones obreras de la República se
dirigieron telegráficamente al Presidente Obregón, protestando por el
incalificable crimen.
La CROM mandó publicar en la prensa metropolitana, el día 13
de mayo, la siguiente protesta:
"La Confederación Regional Obrera Mexicana y la Federación de
Sindicatos Obreros del Distrito Federal protestan, de la manera más
enérgica, por los asesinatos cometidos ayer en Morelia en los
compañeros J. Isaac Arriaga y José Martínez.
"Además, protestamos por los muchos crímenes cometidos en
indefensos labriegos del Estado de Michoacán y señalamos como
responsables al clero y al general Alfredo C. García, Jefe de
Operaciones".
Pero lo que produjo mayor excitación en el ánimo de la
burocracia mexicana, fue la irrupción de cerca de trescientos obreros
en la Cámara de Diputados, la noche del 13 de mayo; es decir, un día
después del crimen, pidiendo que fueran castigados los asesinos del
líder J. Isaac Arriaga.

149 La Lucha, periódico proletario ya citado.

415
PABLO G. MACÍAS

Jamás en la historia de México se había registrado un caso


semejante, y los diputados y senadores pertenecientes al Partido
Liberal Constitucionalista, la parecer confabulados con la reacción, se
valieron de ello para atacar a los obreros y coquetear con los obispos,
aduciendo que se había violado el recinto parlamentario…
Presidía esa noche la sesión el diputado Uriel Avilés, y el doctor
José Siurob, que ocupaba la tribuna, discutía el artículo primero de la
Ley sobre Latifundios. De pronto se escucharon fuertes voces en la
calle y a poco se observó, frente a las puertas de la Cámara, una
multitud que pedía amenazante que se le franqueara la entrada al
edificio.
En esos momentos se oyeron gritos que decían:
—¡Viva la Revolución! ¡Viva la bandera roji-negra! ¡Abran! ¡Esta
es la casa del pueblo! ¡Tenemos derecho a entrar! ¡Echemos abajo las
puertas!.
Y casi en seguida las puertas se abrieron y la muchedumbre
penetró al edificio, sólo que en vez de utilizar las escalinatas que
conducen a las galerías, se dirigieron, ante el asombro y la sorpresa de
los diputados, al salón de sesiones, en actitud agresiva y violenta,
pidiendo que se les escuchara.
"…Un joven obrero tomó la palabra, desde luego, sin solicitar
permiso de nadie, y con voz enérgica condenó la muerte del ex
diputado J. Isaac Arriaga… Venimos a pedir justicia para la víctima —
dijo—, que los asesinos caigan bajo el peso de la ley y que se
reivindique a la clase obrera tan cruelmente azotada…"150
Calló aquel obrero y luego otro tomó la palabra para lanzar
tremenda catilinaria contra los diputados que no estudiaban las leyes
pendientes, como la del Trabajo, la de Latifundios, etc., y, en cambio,
sí cobraban puntualmente sus dietas…
Después hablaron, para calmar los ánimos e imponer respeto a
los obreros, los diputados doctor José Siurob, licenciado Antonio Díaz
Soto y Gama y profesor Aurelio Manrique Jr.
Finalmente, como algunos momentos antes de la irrupción
popular el diputado Siurob había presentado una moción, que

150Excélsior, El Periódico de la vida nacional, núm. 1,519, de 14 de mayo de


1921, Director: Rafael Alducin.

416
ARIO DE ROSALES

apoyaban Soto y Gama y otros, en el sentido de que, a la memoria de


J. Isaac Arriaga, fuera enlutada por tres días la tribuna parlamentaria,
los diputados "peleceanos" que andaban quedando bien con el clero y
los moderados por conveniencias políticas, se apoyaron en ello para
acusar a los del "Bloque Democrático Social", que presidía Froylán C.
Manjarrez, de estar de acuerdo con los "bolcheviques" en provocar ese
escándalo en la Cámara.
A pesar de lo peregrino de la acusación, trajo como consecuencia
que los diputados y senadores del P.L.C. y que formaban la mayoría
parlamentaria, entregaran, personalmente, el 16 de mayo, un extenso
memorial al Presidente Obregón, en el cual reseñaban a su manera los
acontecimientos de Morelia y los registrados en la Cámara, pidiendo
la destitución de los siguientes funcionarios a quienes consideraban
instigadores de las doctrinas bolcheviques en México: general
Plutarco Elías Calles, Secretario de Gobernación; Adolfo de la Huerta,
Secretario de Hacienda y Crédito Público; general Celestino Gasca,
Gobernador del Distrito Federal; Luis N. Morones, Jefe de Fabriles y
de Aprovisionamiento del Ejército, y coronel Raygadas, Inspector de
Policía de México.
En cambio, el "Bloque Demócrata Social" de la Cámara, defendía
a estos funcionarios y daba una explicación razonada de los hechos,
pero de todas maneras, a partir de entonces, se inició una lucha
enconada en el Congreso de la Unión, cuyo relato no es ya tema de
este libro.
El día 15 de mayo el Presidente Obregón hizo declaraciones que
se publicaron en la prensa, respecto a los sucesos sangrientos de
Morelia y su relación con los de la Cámara de Diputados;
declaraciones que, fundándose en el sobado recurso de "impartir
garantías por igual a todos los ciudadanos", se traicionó a las
organizaciones obreras en sus demandas de justicia y se dio pábulo a
que el clero "se creciera" más y redoblara, al amparo de las palabras
presidenciales, su campaña criminal contra el proletariado.
Obregón, olvidándose de que obreros y campesinos fueron
quienes lo llevaron a la Presidencia de la República, dio órdenes a la
Secretaría de Guerra para que las fuerzas federales, dizque en auxilio
de las autoridades civiles, reprimieran en los Estados nuevos
escándalos, significando esto que los trabajadores quedaran a merced

417
PABLO G. MACÍAS

de los militaroides; consignó, además, a la Procuraduría General de la


Nación, los hechos de Morelia y los de la Cámara de Diputados; y
expulsó del país bajo el "delito" de bolcheviques, a los siguientes
representantes de organizaciones proletarias extranjeras: Sebastián
Sanvicente (español), Franck Seaman (inglés), Natalia Michealowa
(rusa), Jorge A. Sánchez (periodista hondureño), José Rubio, Fort
Mayer, M. Paley, José Allen y Karl Limón.
Hemos visto ya, en el curso de esta reseña, la forma cobarde en
que fue asesinado J. Isaac Arriaga; conocemos las maniobras
tortuosas del clero tendientes a predisponer al pueblo contra el
gobierno del general Múgica; sabemos de las actividades criminales
de los Caballeros de Colón, la A.C.J.M., los Hijos de Jesús y las Damas
Católicas, y de las calumnias e intrigas de todos estos elementos para
enloquecer de fanatismo a la gente sencilla de la provincia,
envenenando sus almas contra sus mandatarios. Notoria era la
responsabilidad del clero y la reacción, ante los hechos.
Sin embargo, los arzobispos y banqueros supieron defenderse,
merced a su dinero, a su influencia, a la tolerancia del Presidente
Obregón y a la complicidad de soldadones sin escrúpulos. Y el
zafarrancho de Morelia, en el que fue sacrificado alevosamente J.
Isaac Arriaga, se hizo aparecer en aquel tiempo como una
provocación de los "bolcheviques".
Al día siguiente de la muerte de Isaac, el Presidente Obregón
ordenó al Subsecretario de Gobernación encargado del Despacho,
licenciado José Inocente Lugo, nicolaita por cierto, y al general
Enrique Estrada, Secretario de Guerra y Marina, que salieran a
Morelia a bordo de un tren especial, con objeto de investigar los
hechos y consignar a los responsables.
Dichos funcionarios permanecieron en la capital michoacana dos
o tres días; no se supo nunca con certeza cuál fue su informe al Primer
Magistrado, pero con sorpresa vieron los trabajadores que el general
Alfredo C. García, Jefe de Operaciones de Morelia, cuya remoción
habían pedido, continuaba en su puesto con más bríos que nunca; que
al Gobernador Múgica, lejos de apoyársele como mandatario de una
entidad libre y soberana, se le empezó a considerar oposicionista al
Gobierno del Centro; y que el clero, en una palabra, quedaba bien
parado y con el látigo en la mano.

418
ARIO DE ROSALES

Vino a favorecer esta labor contrarrevolucionaria, primero, la


escisión surgida en la Cámara de Diputados; segundo, la actitud
estúpida de ciertos funcionarios que se solidarizaron o coquetearon
con la reacción; y tercero, la tibieza del Gobierno Federal para
sacudirse de una buena vez a los ensotanados.
En efecto, el día 12 de mayo, los diputados locales José L.
Mandujano, Rafael Cortés Farfán, Manuel Arias Córdoba y Jesús M.
Sotelo, dirigieron de Morelia un mensaje de protesta al Presidente
Obregón, arrojando toda la culpa del zafarrancho sobre los obreros
socialistas. En iguales términos se expresó, por telégrafo, desde
Pátzcuaro donde se encontraba, el diputado federal michoacano
Eduardo Laris Rubio.
En cierta forma también inculparon a los trabajadores de
Morelia, los representantes federales ante la Cámara de la Unión,
ingenieros Gustavo P. Serrano y Norberto Domínguez.
Animados, pues, por esta conducta deleznable de los propios
elementos que se decían revolucionarios y que estaban obligados a
defender las conquistas consignadas en la Constitución de 1917, el
clero mexicano lanzó al tapete una nueva carta, recriminando
públicamente a los "bolcheviques" causantes de la matanza de
Morelia.
El 14 de mayo, es decir, dos días después de la muerte de J. Isaac
Arriaga, se publicó en México una serie de entrevistas sobre los
acontecimientos referidos, de miembros del alto clero católico
mexicano y elementos de filiación notoriamente contraria al
régimen.151
El primero en opinar en esa encuesta es un personaje conocido ya
de nuestros lectores. Fue aquel que, en 1912, cuando contendía por la
gubernatura de Michoacán con el doctor Miguel Silva, balaceó desde
un balcón de su residencia, a una manifestación inerme del pueblo de
Morelia, causando varias víctimas, y que después queriendo
impresionar al entonces Gobernador para que no lo encarcelara por
su crimen, solicitó los oficios de monseñor Francisco Banegas Galván,
y al no producirle el efecto deseado, huyó de Morelia saltando tapias

Excélsior. El periódico de la vida nacional. México, núm. 1519, de 14 de


151

mayo de 1921. Director: Rafael Alducin.

419
PABLO G. MACÍAS

como cualquier delincuente vulgar: se habrá adivinado ya que se trata


del señor licenciado Francisco Elguero.
"…¿Quedará impune tamaño crimen? —se preguntaba este
caballero lleno de la más conmovedora emoción—. ¿Se resfriarán los
católicos en su obra pacífica de movilización nacional porque ella les
cuesta persecución y sangre? ¿No querrán poner coto los mismos
hombres de la Revolución, más advertidos y más serenos, al
bolchevismo que deshonra al país y nos presenta ante el extranjero
como enemigos de la civilización humana?.
"Esperamos que la reacción natural, en las almas bien puestas,
contra los atentados de la barbarie, restablezca el orden en la nación
toda, dé la tranquilidad a las conciencias, ampare la libertad
individual y salve la independencia de la patria. Si esa reacción no se
provoca en vista de lo que acontece, los funerales de las víctimas de
Morelia, serán los de nuestra civilización".
Así se expresaba Elguero en aquellos días, todavía cuando el
cadáver de J. Isaac Arriaga no bajaba al seno de la tierra. Sus
declaraciones sarcásticas lo presentan como un farsante; son una
franca incitación a los católicos para que se levantaran contra los
trabajadores. Entonces no recordaba que él llevaba en la frente el
estigma de haber ametrallado al pueblo humilde de Morelia…
El presbítero y doctor Benigno Esquivel, Vicerrector de la
Universidad Pontificia Mexicana, dijo, entre otras cosas:
"…Estoy seguro de que la sangre que ha empapado las calles de
Morelia, antes que servir de desaliento a los católicos, va a servir para
unirles en apretado escuadrón, para que sigan confesando su fe, con
la frente levantada y limpia, y sigan defendiendo sus derechos.
"No será la bandera roja la que traiga la paz y el relativo bienestar
al mundo, porque lleva entre sus pliegues la tea incendiaria y el puñal
asesino; los recibirá única y exclusivamente de la cruz que lleva en sus
brazos toda la caridad de Cristo…
"Quiera el cielo que, amaestrados por la Historia, llegue el día en
que todos, hasta los que hoy llevan en una mano el puñal y en otra la
bandera roja, se postren ante la Cruz para decir la exclamación de los
siglos 'O crux, ave, spes unica'".
Don José de Villa, Gran Caballero en la Orden de los Caballeros
de Colón, a quien también entrevistó 'Excélsior', estuvo, a la inversa

420
ARIO DE ROSALES

de los miembros de la Iglesia y llamados pastores del Señor,


ponderado, ecuánime y juicioso. Se limitó a decir que los hechos,
cualquiera que haya sido su origen, eran lamentables, y recomendaba
usar de prudencia en lo futuro. No había en sus palabras esa
provocación a la violencia, ni se encontró la injuria contra sus
adversarios en ideas.
El presbítero Ramón García Plaza, doctor en Teología, Filosofía y
Derecho Canónico, y miembro del claustro de la Universidad
Pontificia Mexicana, se expresó así:
"…Ante semejantes atentados, cabe, pues, que esperemos de las
autoridades, que den las debidas garantías, pues no por ser católicos
perdemos nuestros derechos. Y esperamos también que la sangre de
los mártires, como dijo Tertuliano, sea semilla de cristianos;
esperamos que no se arredren ante los atropellos ni ante las balas,
sino que defiendan los derechos sagrados de la religión de Jesucristo".
El presbítero y doctor José Castillo y Piña, también miembro del
claustro universitario católico, produjo, entre otros, los siguientes
conceptos:
"…Los actos de salvajismo que los socialistas de Morelia han
cometido, con lujo de cobardía, contra los católicos, que en
cumplimiento de un deber, protestaron por haberles profanado su
santa catedral, han consternado profundamente el ánimo de todos los
buenos mexicanos; y creemos firmemente que ellos, a semejanza de
los cruzados de la Edad Media, más que nunca se decidan a luchar
para cimentar las ideas cristianas, que son las únicas llamadas a
restablecer el orden social tan atrozmente ultrajado".
Por último, el presbítero y doctor Adolfo L. Cacho Ordorgoiti, del
propio claustro universitario, ahogándose de ira, dijo lo que sigue:
"…Esto sucede y todos los mexicanos que, en su mayoría se dicen
católicos, permanecen indiferentes y callados! …Yo, por lo menos, no
queriendo ser cómplice de ese silencio infame y cobarde, protesto
contra ese atentado de la autoridad y lo hago con toda la energía de
mi corazón de católico y de mexicano".
Los conceptos de los altos dignatarios de la Iglesia católica
reproducidos aquí, encierran una franca incitación a la lucha. No
están escritos en el estilo y el tono jesuítico peculiar de esta gente; en
esta vez, con el deliberado propósito de ofender el amor propio del

421
PABLO G. MACÍAS

pueblo fanático, llegaron a la rudeza del insulto. Sus palabras son


bastante claras y no necesitan ninguna interpretación. Ellas son los
documentos acusatorios que recogemos para la Historia, en la
seguridad de que las nuevas generaciones sabrán hacer justicia a los
próceres sacrificados por tales engendros.

422
ARIO DE ROSALES

BIBLIOGRAFÍA

Alamán, Lucas. Historia de México desde los primeros movimientos


que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la
época presente, México. Imprenta de J. M. Lara, calle de la
Palma número 4. 1850.
Amaya Topete, Jesús. Víctor Rosales, héroe de la Insurgencia,
Estudio biográfico premiado en los XII Juegos Florales
celebrados en Zacatecas, en mayo de 1958. Inédito. (Archivo
de Pita Cornejo).
Anónimo. Relación de las ceremonias y ritos y población y gobierno
de los indios de la Provincia de Michoacán, hecha al Ilmo.
señor don Antonio de Mendoza, virrey y gobernador de esta
Nueva España, Edición facsímil de la Editorial Aguilar, S. A.
Madrid, 1956.
Andrade, Cayetano. Antología de escritores nicolaitas (IV Centenario
del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo)
1540-1940. Ediciones de Vanguardia Nicolaita. México, 1941.
Arellano Z., Manuel. Morelos. Documentos, t. II. Edición del gobierno
del Estado de Michoacán. Talleres Fimax, Ocampo 140.
Morelia, 1965.
Arriaga Ochoa, Antonio. Morelos. Documentos, t. I. Edición del
Gobierno del Estado de Michoacán. Talleres de la Editorial
Cultura. México, 1965.
BENÍTEZ, José R. Morelos, su casta y su casa en Valladolid, Edición
del gobierno del Estado de Michoacán. Talleres de la Editorial
Cultura. México, 1965.
Bustamante, Carlos María de. Cuadro Histórico de la Revolución de
Independencia, Ediciones de la Comisión Nacional para la
celebración del sesquicentenario de la proclamación de la
Independencia nacional y del Cincuentenario de la Revolución
Mexicana. México, 1961.
Cárdenas de la Peña, Enrique. Vasco de Quiroga. Precursor de
seguridad social, Edición de lujo del IMSS. México, 1968.

423
PABLO G. MACÍAS

Llaca, Pedro M. Michoacán, t. I. Estudios histórico-económico-


fiscales sobre los Estados de la República. Secretaría de
Hacienda y Crédito Público. México, 1940.
Macías, Pablo G. Aula Nobilis (Monografía del Colegio Primitivo y
Nacional de San Nicolás de Hidalgo), Edición de Vanguardia
Nicolaita. México, 1940.
_____________ La Educación Pública en la Constitución de 1857,
Edición de la Escuela Nacional de Artes Gráficas. México,
1957.
_____________ Los Chichimecas, Apuntes para escribir la historia
prehispánica de Michoacán. Edición del Gobierno del Estado
de Michoacán. México, 1979.
_____________ Pátzcuaro, Monografías municipales. Ediciones
del gobierno del Estado de Michoacán. México, 1978.
MEDAL, Juan. Apuntes estadísticos sobre el Distrito de Ario, Estado
de Michoacán, t. II de las Memorias de la Academia de
Ciencias "Antonio Alzate". México, 1988.
Martínez de Lejarza, Juan José. Análisis estadístico de la Provincia
de Michoacán en 1822, Edición de Fimax Publicistas. Ocampo
140. Morelia, 1974.
Marmolejo, Lucio. Efemérides guanajuatenses, Imprenta, librería y
papelería de Francisco Díaz. Calle de la Tenaza, Letra L.
Guanajuato, 1907.
Michoacán. Directorio Industrial, Edición del gobierno del Estado de
Michoacán. México, 1973.
Michoacán. Inventario de recursos, Edición del gobierno del Estado
de Michoacán. México, 1973.
Palavicini, Félix F. y otros. México. Historia de su evolución
constructiva, 4 t. Talleres tipográficos Modelo. México, 1945.
Prieto, Guillermo. Memorias de mis tiempos. Editorial Patria, S. A.
Avenida Uruguay 25. México, 1958.
Romero Flores, Jesús. Historia de Michoacán, Edición del gobierno
del Estado de Michoacán. Talleres gráficos de la Escuela
Técnica Industrial "Álvaro Obregón". Morelia, 1962.
_____________ Nomenclatura geográfica de Michoacán.
Investigaciones lingüísticas. Cuadernos de Cultura popular.
Morelia, 1974.

424
ARIO DE ROSALES

Rojas Sánchez, Jesús, Santa Clara del Cobre. Cuadernillo sin fecha ni
pie de imprenta. Prólogo de Antonio Arriaga.
Ruiz, Eduardo. Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán,
Segunda edición. Talleres Gráficos de la Nación. México, 1940.
Torres Manzo, Carlos. Quinto Informe de gobierno. Talleres Gráficos
de la Comisión Forestal del Estado de Michoacán. Morelia,
septiembre de 1979.
Portes Gil, Emilio. Quince años de política mexicana, Segunda
edición. Imprenta de Manuel León Sánchez, S. C. L. M. R. del
Toro de Lazarín número 7. México, 1941.
Valdovinos Garza, José. Tres Capítulos de la política michoacana,
Talleres Linotipográficos de Ramírez Editores, S. A. México,
1960.
Vargas, Fulgencio. Historia elemental del Estado de Guanajuato, Sin
pie de imprenta. Guanajuato, Gto.
Varios. Enciclopedia de México, 12 t. Talleres de Impresora y Editora
Mexicana, S. A. de C. V. San Mateo Tecoloapan, Estado de
México. Edición de 1977.
_____________ México a través de los Siglos, 5 t. Editorial
Cumbre, S. A. México, 1953.
_____________ Geografía Física del Estado de Michoacán, t. I.
Edición del Gobierno del Estado. México, 1974.
_____________ Estudios sobre el Decreto Constitucional de
Apatzingán, Universidad Nacional Autónoma de México.
México, 1964.
Zarco, Francisco. Historia del Congreso Constituyente de 1857,
México. Imprenta de I. Escalante, S. A. 1916.

===**===

425
PABLO G. MACÍAS

ÍNDICE
Pág.

PRESENTACIÓN 3

PREFACIO 5

CAPÍTULO I 8
ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (1315-1556) 8
Misionero en la Tierra Caliente de Michoacán 8
Ario prehispánico. Posible época de su fundación 10
La integración del Imperio refuerza la hipótesis 18
Santiago Ario, Don Vasco de Quiroga y fray Juan Bautista de 23
Moya 27
Fundación de Santiago-Ario. Opinión del historiador Romero
Flores

CAPÍTULO II 31
EL RÉGIMEN COLONIAL (1556-1800) 31
Michoacán a la caída del Imperio Chichimeca 31
Descripción general del vasto escenario 33
Climatología 35
Minería 36
La fauna 38
Ario, Nuevo Urecho, La Huacana y Churumuco 38
Nuevo Urecho 41
La Huacana 41
Churumuco 43
Estructura económica del régimen colonial 44
Las tierras comunales 48
La actividad comercial 49
El Volcán del Jorullo 52
Cómo anunció el volcán su nacimiento. Maldición de los frailes 55
capuchinos
Científicos extranjeros en El Jorullo 56

CAPÍTULO III 59
SEMILLA DE LA LIBERTAD (1522-1810) 59
Organización administrativa y territorial de la Colonia 59

426
ARIO DE ROSALES

Las ideas libertadoras en Ario y la Tierra Caliente 67


Los hermanos Hidalgo en Santa Clara del Cobre 74
Don Manuel de la Torre Lloreda 76
La arriería 78

CAPÍTULO IV 83
COMIENZA LA LUCHA ARMADA (1810-1815) 83
Noticias en Valladolid del levantamiento de Hidalgo 83
Primeras acciones de guerra en Michoacán 85
Se intensifica la ofensiva realista 90
El Congreso de Chilpancingo 92
Derrota de Morelos frente a Valladolid 95
Desastre de Puruarán 97
Los poderes públicos a punto de ser destruidos en Ario 103

CAPÍTULO V 111
EN EL FRAGOR DE LA INSURGENCIA (1815-1821) 111
Consecuencias del frustrado Plan de Iturbide 111
Últimos pasos del Congreso. Captura y muerte de Morelos 116
Víctor Rosales, héroe de leyenda 123
Decae el ímpetu de la insurgencia 129
Víctor Rosales muere combatiendo cerca de Ario 131

CAPÍTULO VI 139
LUCES DE LA ANARQUÍA (1821-1853) 139
El Plan de Iguala. Capitulación de Valladolid 139
México independiente. Ario en la nueva división territorial 145
El Liberalismo. La lucha de las facciones 153
Ario en el período caótico. Reformas educativas 157

CAPÍTULO VII 166


AYUTLA Y LA REFORMA (1853-1861) 166
Liberales y conservadores. La Revolución de Ayutla 166
"Su Alteza Serenísima" en Michoacán 172
Comonfort frustra la toma de Ario por Santa Anna 181
La Constitución de 1857. La Guerra de Reforma 184
Ocampo y el Colegio de San Nicolás 189

CAPÍTULO VIII 195


LA INTERVENCIÓN Y EL IMPERIO (1861-1867) 195
El Congreso suspende el pago de la deuda exterior 195

427
PABLO G. MACÍAS

Se abre la campaña en Michoacán 199


La batalla de Morelia. Se vislumbra la traición de Uraga 202
Zamora y Uruapan en poder de los franceses 204
Cristóbal Orozco ataca a Ario de Rosales 205
Uraga, Caamaño y Antonio Huerta se pasan al Imperio 208
El "Tigre de Tacubaya" y "Guadalupe La Chinaca" 212
Mariano Ochoa, héroe de Santa Clara, fusilado en Pátzcuaro 217
Ramón Méndez. Ario en el vértigo de la lucha contra el Imperio 219
José Nieves Sosa, héroe inmaculado de Ario de Rosales 233

CAPÍTULO IX 235
EL ESFUERZO RECONSTRUCTOR (1967-1884) 235
Después de la guerra, Ario resurge de sus propias ruinas 235
Los caminos 235
La instrucción pública 237
Aspecto urbano 238
Las comunicaciones 239
A caballo y en diligencia rumbo a Ario de Rosales 241
Telegramas al Presidente Lerdo y a la Legislatura Estatal 246
Los arienses desbordan su alegría. Banquetes y brindis 252
Actividades del Gobernador 256
Regreso a Morelia. Sta. Clara del Cobre y Turirán 258
Baile en Pátzcuaro. Almuerzo en Huiramba. Comida en Tiripitío 262
Remembranzas literarias. ¡Morelia a la vista!... 262

CAPÍTULO X 268
EL PORFIRIATO (1884-1911) 268
El Porfiriato. 34 años de férrea dictadura 268
La vida en la República durante la "Paz porfiriana" 270
¿Qué ocurría en Ario de Rosales durante este aciago período? 272
Personajes que dan lustre a Ario de Rosales en esta época 277
Michoacán bajo la dictadura de Aristeo Mercado 290
Aprehensiones en Ario. Mítines en Morelia. Caída de Aristeo 293
Mercado

CAPÍTULO XI 296
LA REVOLUCIÓN DE 1910 (1910-1920) 296
Santa Clara del Cobre y Ario de Rosales en pie de guerra 296
Salvador Escalante ocupa pacíficamente la ciudad de Morelia 302
Lo hecho por el Dr. Silva durante su interinato 304
La ascendencia ariense del Dr. Miguel Silva González 307

428
ARIO DE ROSALES

El doctor Silva en el drama de la usurpación huertista en 309


Michoacán 313
Desterrado, pobre y casi ciego muere en La Habana el Dr. Silva 319
La vida social en Ario durante la Revolución Constitucionalista 325
El bandidaje, lastre que dejó la guerra civil

CAPÍTULO XII 333


EN MARCHA HACIA EL FUTURO (1920-1979) 333
Últimas rachas del vendaval revolucionario 333
Tropiezos al ponerse en práctica el programa de la Revolución 335
Ario de Rosales entre cristeros y sinarquistas 340
El zafarrancho de 1950 342
El problema del agua en Ario. Curiosas escenas en tiempo de 344
escasez 348
El ferrocarril de Ario 349
Los emigrantes del Paricutín. La tenencia "Miguel Silva Macías" 351
Transformación de la traza urbana de Ario de Rosales 355
Se funda la biblioteca pública "José Trinidad Guido" 358
El turismo en Ario y su zona de influencia 359
El primer Palacio Nacional 360
La casa del Dr. Miguel Silva Macías 360
La imprenta del Dr. Cos

CAPÍTULO XIII 363


LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS (1950-1979) 363
Obras materiales más importantes en Ario 363
Magno impulso a la educación pública 365
Se funda la Preparatoria "J. Isaac Arriaga" 368
Se instala en Ario un Centro de Capacitación CONASUPO 368
El aguacate y la Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria 369
El Jardín de Niños "Luz Ma. Serradell" 371
Los medios de comunicación masiva 371
Otros arienses exponentes de cultura 374
Ario de Rosales en la actualidad 379
Cuarto centenario de la fundación de Ario de Rosales 380
Los Juegos Florales 382
Reinauguración del Palacio Municipal de Ario de Rosales 384

APÉNDICE 387
DOCUMENTO Nº 1 387
Cap. III. Organización administrativa y territorial en la Colonia 387

429
PABLO G. MACÍAS

DOCUMENTO Nº 4 396
Cap. XIII. Ario de Rosales elevado a la categoría de Ciudad 396
DOCUMENTO Nº 5 401
Cap. XII. Tropiezos al ponerse en práctica el Programa de la 401
Revolución

BIBLIOGRAFÍA 423

------

Se terminó de imprimir
el 30 de mayo de 1980
en los talleres de
Imprenta Madero, S.A.,
Avena 102, México, D.F.
Cuidó de la edición
Leopoldo Herrera Morales.
Se tiraron 3,000 ejemplares.

430

También podría gustarte