Está en la página 1de 6

UNIDAD ACADÉMICA

“AZCAPOTZALCO”

INVESTIGACIÓN
LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE EN LA CONDUCTA
LAS NEURONAS ESPEJO

Autor:
Jonathan Omar Pineda Jiménez

Licenciatura en Psicología G-LPSI203

Asignatura:
Ecopsicología

Profesor: Nuria Olivia Valera Ortiz

Viernes 08 de mayo de 2020


‘’Si queremos recomponer el planeta, si queremos
salvaguardar lo que nos queda de naturaleza, hemos de ser lo
suficientemente valientes de tomar contacto con aquello que nos
recuerda que somos tan potentes como la más pequeña de las
criaturas que viven en este mundo, y que somos tan vulnerables
como siempre lo hemos sido’’
JORGE CONESA

INTRODUCCIÓN
Está claro que la ecopsicología se enfoca más allá de las cuestiones
armónicas para las acciones del cuidado y mejora de la vida en la Tierra,
reconectando al individuo con la naturaleza no humana. Más allá de una
alternativa ante la crisis ecológica, es más bien, parte del desarrollo personal.
Sin duda el más valioso aporte que podemos dar a las siguientes
generaciones es dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos, o al menos
proponer caminos de solución desde el aspecto conductual y con cimientos
difíciles de sustituir o erradicar. Si bien el tejido social está afectando el desarrollo
y supervivencia de las condiciones sociales, culturales e incluso ambientales, es
obligatorio mostrar un buen ejemplo a la población perversa que busca, lejos de
las consecuencias puedan obtener, afectar al medio ambiente desde sus
condiciones más vulnerables.
La conducta se ve influenciada por el ambiente, sin embargo el ambiente
también lo creamos nosotros con nuestra conducta. Si promovemos hostilidad con
nuestras acciones promovemos negatividad en nuestro entorno, lo que ocasiona
indudablemente un ambiente hostil. Cuanto más consciente una persona ES, más
cuidadosa se convierte de su entorno y a mayor capacidad de valorar la
naturaleza, más salud y mejores vínculos.
La Ecopsicología se ocupa de estudiar y restablecer la conexión entre
nosotros y el mundo, a través de reencontrarnos con nosotros mismos, con
aquello que somos como seres vivientes, con nuestra esencia siempre cambiante,
y como parte del ecosistema de este universo.
LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE EN LA CONDUCTA
La conducta es la interacción de un organismo vivo, genéticamente dotado,
y su ambiente. La psicología se ocupa de la conducta. No es extraño que el influjo
del ambiente y la herencia en la conducta sea un tema capital y constante en la
ciencia psicológica. Ha resultado ser, además, un tema intrincado y polémico.
Trataré de resumirlo, con la máxima concisión y claridad, al hilo de su abundante
bibliografía, de la que presento al final una amplia selección.
Si bien es posible encontrar antecedentes conceptuales de la relación entre
psicología y medio ambiente, en la década de los años cuarenta, en el trabajo
pionero de Kurt Lewin (Lewin, 1951) y en el de algunos de sus discípulos (Barker y
Wright, 1955), sus avances teóricos son muy recientes y datan de sólo hace dos o
tres décadas. En este período, hemos presenciado el advenimiento de una serie
de interdisciplinas interesadas en establecer interfaces conceptuales y empíricas
entre la psicología y las ciencias ambientales, principalmente con la ecología.
Algunas de ellas, fértiles en contribuciones fueron la psicología ambiental, la
geografía conductual, la biología social, la ecología humana, la ecología
conductual, la arquitectura psicológica y la antropología y sociología urbanas.
El concepto de relación entre el comportamiento y el medio ambiente debe
merecer una consideración especial. Aquí concretamente describe una inter-
conducta (Kantor, 1959; Ribes y López, 1985) que pone de relieve la interacción
misma como objeto de interés primario de la psicología y que evita la dualidad
conducta-ambiente como dos eventos independientes en transacción mecánica
que establece conducta como simple actividad y ambiente como simple objeto que
suscita actividad. Desde esta perspectiva, la "relación" prevé el concepto de
interdependencia entre campos de relaciones sincrónicas. Por lo tanto como
menciona Willems (1973) la conducta es una propiedad del sistema más que un
atributo del individuo. Y en la misma dirección Proshansky y otros (1978),
afirmaban que existe sólo un medio ambiente total, del cual el hombre es
simplemente un componente en relación con sus otros componentes. El hombre,
nos decía, no existe excepto en sus relaciones con otros componentes.
El otro tema de la psicología ambiental tiene que ver con el estudio de las
relaciones conducta-medio ambiente, tomando aquella como determinante de los
efectos ambientales; es decir, con el análisis de las repercusiones ambientales del
ejercicio de la conducta sobre éste. En dicho contexto, la variable ambiental
resulta dependiente del comportamiento, el mismo que queda definido a partir de
sus consecuencias sobre el entorno natural.
Por lo tanto, es posible identificar dos clases de conducta: conducta
protectora, responsable o pro-ambiental y conducta destructiva, irresponsable o
degradante. Ambas se definen por sus efectos contextuales. Pertenecen a la
primera clase, todo comportamiento encaminado a aliviar o solucionar problemas
ambientales que caen en alguna de las siguientes categorías: estéticos, de salud y
de manejo sostenible de los recursos naturales. Por otra parte, pertenecen a la
segunda clase, las conductas que atentan o agudizan los problemas referidos a
los mismos aspectos arriba señalados. Ejemplos de dichas conductas son la
alteración del paisaje, toda acción que contamina el suelo, el aire, el agua y que
atenta contra la vida de plantas y animales; y todo comportamiento que como
consecuencia propicia la degradación de los recursos naturales, como aquellos
patrones productivos o tecnológicos ambientalmente poco adecuados.
LAS NEURONAS ESPEJO
Es frecuente que para explicar la función de las neuronas espejo se recurra
al símil de los trapecistas en el circo. En el trapecio hay un acróbata que resbala,
pierde el equilibrio, al público que lo observa se le encoge el estómago, sienten un
nudo en la garganta y se les acelera el pulso, como si fueran ellos mismos quienes
cuelgan en el abismo.
Esta capacidad para sentirse en la piel del otro es posible gracias a la
existencia de las neuronas espejo. Determinadas neuronas cercanas al área de
Broca, o de la corteza pre-motora o del lóbulo parietal inferior, se excitan cuando
el investigado observa una acción de otro individuo, de forma parecida a si
actuasen ellos. Se les denomina neuronas espejo. El libro de Rizzolatti y Sinigaglia
describe, con meticulosidad, el proceso de su descubrimiento en monos y en
humanos, así como la trascendencia y límites que su conocimiento supone para
comprender mejor algunos aspectos de la naturaleza humana, desde la empatía
hasta la capacidad para el lenguaje. Es un libro de gran interés, con
pormenorizadas explicaciones técnicas, a menudo muy especializadas, y
profusión de figuras. Se acompaña de amplia bibliografía y un índice analítico y
onomástico.
A mediados de la década de los noventa, colocando electrodos en la
corteza cerebral del mono, (los autores son poco explícitos pero parece que se
trata de cercopitecos) se descubrió que en algunas áreas frontales posteriores
había neuronas que reaccionaban tanto cuando el mono realizaba una acción
determinada como cuando observaba a otro individuo que realizaba la misma
acción. Cuando el mono agarraba una fruta de la mesa se activaban unas
neuronas de la zona frontal posterior, pero cuando era el experimentador quien
agarraba la fruta para llevársela a la boca también se activaban las mismas
neuronas en el mono. Se les denominó neuronas espejo. El cerebro del animal era
capaz de revivir la acción de otro en sus propios circuitos neuronales. Mediante
estas neuronas espejo el animal tenía comprensión motora de las acciones de
otro, a pesar de estar inmovilizado.
La actividad de las neuronas espejo parece indicar que la observación de la
acción llevada a cabo por otros individuos evoca en el cerebro del observador el
diseño de un acto motor análogo al espontáneamente activado por voluntad
propia.
En los humanos la investigación es más compleja pues, por razones obvias,
debe sustituirse el pinchado de neuronas con electrodos por otros sistemas menos
cruentos pero también menos discriminativos, como son la resonancia magnética
funcional, el estudio de los potenciales evocados, la estimulación magnética
transcraneal, o la tomografía por emisión de positrones.
En 1954, Gastaut había demostrado que la observación de acciones
realizadas por otros individuos provocaba una alteración característica del
electroencefalograma, como si fuese la persona estudiada quien realizara la
acción. Pero los estudios con electroencefalografía no podían conducir más allá.
En los últimos años, gracias a los trabajos de los autores con técnicas de imagen
cerebral, se han identificado algunas zonas cerebrales donde las neuronas espejo
son activas, especialmente en el lóbulo parietal, área 40 de Brodman, y en el
lóbulo frontal posterior, área 44 de Brodman, junto al área de Broca.
REFERENCIAS
 Rizzolatti, G. y Sinigaglia, C. (2006). Las neuronas espejo. Los mecanismos
de la empatía emocional. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.

 Gagné, R.M. y Paradise, N.E. (1961). Habilidades y conjuntos de


aprendizaje en adquisición de conocimiento Psychol. Monogr .. 75, nº 14.

 Bühler, C. (1964). El niño y su familia. Buenos Aires: Paidós.

 Lewin, K. (1951), Teoría de campo y aprendizaje. En D., Cartwrigth, (Ed.)


Field Theory in Social Science. Artículos teóricos seleccionados por Kurt
Lewin. Harper & Row, pp. 60-86, Nueva York, 1951.

 Kantor, J.R. (1959), Psicología interconductual. Principia Press, Chicago.

 Ribes, E y López, F. (1985), Teoría de la conducta. Un análisis de campo y


paramétrico. México, Editorial Trillas.

 Willems, E.P. (1973), Behavior-Environment Systems: Un enfoque


ecológico. Man - Environment Systems 3: 79-110.

 Proshansky, H.M., Ittelson,W.H., Rivlin, L.G. (1978), Psicología Ambiental.


El hombre y su entorno físico. México Editorial Trillas.

También podría gustarte