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HABACUC

INTRODUCCIÓN
34 I. Trasfondo histórico. Es poquísimo lo que se sabe del profeta Habacuc. Por las liturgias de su libro (por ejemplo, 1,2-
2,4) se ha pensado que sería miembro, quizá jefe, del coro del templo. Ciertamente era un profundo pensador y hombre
que sabía mucho de letras, alguien que «luchaba con Dios» (san Jerónimo). Su bien construida obra comienza con un
diálogo entre Dios y el profeta. La novedad que aporta consiste en que se atreve, aunque respetuosamente, a pedir a Dios
que explique su extraña manera de gobernar el mundo. Cierto que Judá ha pecado, pero Dios, el Santo, cuyos ojos son tan
limpios que no pueden mirar la maldad, ¿por qué ha decidido castigar a los malhechores sirviéndose de otros que son aún
más malvados? ¿Acaso puede el Señor estar del lado de la injusticia? Habacuc se siente intensamente preocupado por el
problema del mal, escándalo perenne de todos los hombres de pensar profundo. Se le dio la orden de poner por escrito la
divina respuesta, para que pudieran leerla todos los que vinieran después: de forma paradójica para nosotros, Dios va
preparando la victoria final de la justicia. Los malvados pasarán, pero el justo vivirá con tal que se mantenga fiel (2,4).
Pablo utilizaría esta idea, «esencia de Habacuc», en su propia enseñanza sobre la fe (Rom 1,17; Gal 3,11; Heb 10,38).

Todavía reina la incertidumbre a propósito de las circunstancias que rodearon la misión profética de Habacuc. Tampoco
sabemos quién sería el opresor: Asiría, los caldeos o el rey Yoyaquim de Judá (609-598), bajo cuyo reinado se volvió a las
prácticas lamentables del rey Manases (cf. Jr 22,13-17). Se puede decir, en general, que los caldeos son los más probables,
dado que se les nombra (1,6) como instrumento de Dios, para el castigo de su pueblo. Contra ellos combatirá Yahvé.
Puede fecharse la profecía entre la derrota de Nekó a manos de Nabucodonosor en Karkemis (605) y el sitio de Jerusalén
(597). Según esta cronología, Habacuc viene poco después de Nahúm y sería también contemporáneo de Jeremías.

II. Contenido. El libro se divide claramente en tres partes:


I. Diálogo entre el profeta y Dios (1,1-2,4), en el que Habacuc recibe respuesta a dos preguntas;
II. Maldiciones contra los malhechores; aquí surge el problema: ¿son los caldeos o los mismos judíos? por cinco diferentes
tipos de crímenes (2,5-20);
III. Cántico de Habacuc (3,1-19), plegaria angustiosa pidiendo que el Señor intervenga en favor de su pueblo, como ya lo
hizo en el pasado, y descripción de su venida. Las indicaciones musicales que acompañan al himno sugieren que sería
utilizado en la liturgia.
Se ha sugerido el siguiente contenido para el libro de Habacuc:
I. Diálogo entre Dios y Habacuc (1,1-2,4)
A) Queja del profeta: no hay justicia (1,2-4)
B) Respuesta del Señor (1,5-11)
C) Segunda queja: la prolongada opresión (1,12-17)
D) Respuesta del Señor (2,1-4)
II. Maldiciones por diferentes crímenes (2,5-20)
A) Preludio (2,5-6)
B) Las maldiciones (2,6b-20)
a) ¡Ay! contra la avaricia opresora (2,6b-8)
b) Maldición contra la ganancia sin escrúpulos (2,9-11)
c) Maldición contra la política de violencia (2,12-14)
d) Maldición contra la crueldad injustificada (2,15-17)
e) Maldición contra los idólatras (2,18-20)
III. Cántico de Habacuc (3,1-19)
A) Título (3,1)
B) Plegaria de Habacuc (3,2)
C) La visión del Señor (3,3-7)
D) El avance belicoso del Señor (3,8-15)
E) Conclusión: Temor de Dios y confianza en él (3,16-19)
COMENTARIO

I. Diálogo entre Dios y Habacuc (1,1-2,4). 1. Este es el único título en los escritos proféticos preexílicos que nombra a su
autor dándole el calificativo de profeta.

A) Queja del profeta: no hay justicia (1,2-4). 2. ¿hasta cuándo, Señor?: La angustia de un pueblo pisoteado encuentra
expresión en la pregunta quejumbrosa. Habacuc no ve modo de entender la tolerancia del Señor para con los malvados.
No puede soportar la inactividad de Dios, ruina... miseria... destrucción... disensión... discordia: Los males así deplorados se
identifican mejor con la opresión por extraños (cf. Versículos 12-17). Notscher y otros, sin embargo, piensan que cuadran
al reinado de Yoyaquim (Jr 22,13-19). 4. la ley está inerte: Si los vv. 2-4 aluden a los extranjeros, entonces no se trataría aquí
de la Torah, sino que la ley habría de entenderse en el sentido de todo aquello que dice relación a la justicia. Parece
imponerse por todas partes una situación cercana a la anarquía y una falta absoluta de consideración a los derechos
personales (Miq 7,2-3; Is 59,14). Si este diálogo es en realidad una liturgia del templo (A. Weiser), entonces es que el
profeta habla en nombre de la comunidad.

B) Respuesta del Señor (1,5-11). 5. se está haciendo una obra...: Las acciones de Yahvé, lo mismo en la creación que cuando
interviene en la historia, se describen frecuentemente como obras (por ejemplo, Is 5,12; 28,21; 29,23). Opresores y
oprimidos quedarán asombrados al ver que Dios elige a los caldeos como instrumento de su justicia. 6. Los caldeos no
desmentían la descripción que de ellos se hace en los versículos 6-11, en que se les presenta como modelo de violencia y
brutal destrucción. Para caracterizar al invasor se acumulan las imágenes guerreras (cf. Is 5,25-29; 13,16-18; Jr 4,5-7.15-17;
Nah 3,2-3; Ez 23, 22-26, etc.). 7. de él... deriva su derecho y majestad: El vengador, aunque es instrumento del Señor, no conoce
a éste ni tiene en cuenta otra ley o derecho que su propia fuerza y su espada. 8. El enemigo inspirará terror sólo con su
intención decidida y su rápida llegada. Los lobos que cazan por la noche son proverbialmente el hambre y la ferocidad. El
término águilas designa probablemente a los buitres, que no conocen la compasión. 9. su ataque combinado...: Todos estos
enemigos se reúnen para atacar con violencia. El texto resulta desacostumbradamente difícil; el TM dice «la multitud de»
o el «ardor [o quizá la envidia] de sus rostros». Esto significa que se compara con el viento de la tormenta (qádim), el viento
este, el ataque furioso de unos crueles enemigos o su mirada codiciosa. El viento violento y abrasador del este, que viene
del desierto, sirve frecuentemente como símbolo para designar las invasiones procedentes de esa misma dirección (Os
12,2; Jr 18,17; Ez 17, lOss; lQpHab 3,9). 10. El término «él» se refiere al pueblo cruel de que ya se ha hablado (vv. 6-8). Los
príncipes le sirven de irrisión: Los babilonios llegaron a enumerar una lista impresionante de reyes vencidos. En 612
vencieron a Sinsariskun en Nínive; en 609, al hijo del anterior, Asuruballit, en Jarán; el año 605, en Karkemis, le tocó la
misma suerte a Nekó, faraón egipcio, amontona una rampa: Era frecuente apilar montones de tierra contra los muros de una
ciudad, de forma que las tropas pudieran situarse sobre ellos y colocar así sus máquinas de asedio (cf. 2 Sm 20,15). Más
tarde, Alejandro uniría la isla de Tiro a la tierra firme mediante una escollera. Puede que la «rampa» no fuera otra cosa
que un parapeto con que se protegían los atacantes (Is 29,3; Jr 6,6). 11. gira como el viento: Como un viento huracanado, el
vencedor desaparece repentina y rápidamente, dejando tras sí un rastro de devastación. Los invasores asirios y babilonios,
empujados por la codicia, dejaban la administración de las provincias conquistadas en manos de gobernadores locales,
cuya misión era cuidar del rápido pago de los tributos. Habacuc se indigna ante el orgullo que el conquistador siente por
su propia fuerza (cf. v. 7; Is 10,13).
C) Segunda queja: la prolongada opresión (1,12-17). El Señor dispone todo cuanto ocurre al pueblo elegido. Por
consiguiente, el profeta se dirige a él de nuevo. Su segunda queja se refiere a los caldeos y a Nabucodonosor, que ya han
sido designados para llevar a cabo los planes del Señor. Habacuc busca a tientas una respuesta ante males tan grandes (cf.
Jr 12,1-6). 12. mi santo... inmortal: Los escribas pusieron namüt (no moriremos) en vez de tamüt para eliminar el
pensamiento blasfemo de que el Señor podría morir. Es uno de los tiqquné sop"rim de la tradición judía, ¡oh Roca!: El Señor,
siempre inconmovible, es descrito muchas veces en el AT como una roca (cf. Dt 32,4). Es seguro que castigará a los
caldeos. 13. muy puros son tus ojos: El Señor es santo, y nunca enviará un castigo que no sea merecido. Esto precisamente es
lo que hace más desconcertante el que consienta que un opresor malvado predomine sobre quienes son «más justos que
él». El silencio y la inactividad del Señor infunden enorme perplejidad. 14. hombre... peces: En una chocante imagen (que se
encuentra también en la literatura asirio-babilónica), el hombre, la más selecta criatura de Dios, es comparado con los
desorientados peces del mar. 15. red: Poco menor que los ángeles y totalmente distinto de seres como la langosta o la
hormiga, el hombre ha sido, al parecer, entregado en manos del opresor para que éste lo cace como con redes y cuerdas.
16. sacrifica a su red: No se sabe que los babilonios ofrecieran sacrificios a sus redes (sin embargo, los escitas veneraban sus
propias espadas como símbolos de Ares). El sentido puede ser que el vencedor sólo reconoce y honra por dios a su propia
fortaleza, que le proporciona tantos bienes. 17. ¿seguirá, pues, blandiendo su espada?: ¿Hasta cuándo seguirá tolerando el
Señor a estos caldeos victoriosos e inmisericordes?

D) Respuesta del Señor (2,1-4). Amargado por los acontecimientos, el profeta espera ansioso la respuesta del Señor.
1. yo me mantendré en mi puesto de guardia sobre la muralla: Habacuc está alerta, en su propia casa o en cualquier otro lugar
propicio para recibir una revelación. El Señor le dice entonces lo que ha de hacer. 2. pon por escrito claramente la visión: El
Señor no quiere que sus palabras sean escuchadas únicamente por Habacuc. El mensaje deberá ser consignado en letras
tan grandes que «puedan ser leídas por todo el que pase» y, con el tiempo, pueda comprobarse si la visión se cumplió o no
(Is 30,8). 3. la visión aguarda aún su tiempo: Es como si la visión estuviera presionando, en virtud de su propio dinamismo
interno, hacia una futura realización que tendrá lugar el momento determinado por Dios (cf. Is 55,10-11). 4a. el hombre
imprudente no posee integridad: Expresión de la antigua teoría de la retribución: mientras que el malvado irá hacia un final
malo, ante el bueno se ofrece la perspectiva de una larga vida (Is 3,10). 4b. el justo vive por la je: Estas célebres palabras
resumen toda la visión. La noción hebrea de «fe» Cémünáh) es aplicada al justo, pero no según nuestra idea teológica, sino
más bien en el sentido de fidelidad, lealtad y constancia. El término se aplica a las manos alzadas de Moisés («mantenía
firmes», Ex 17,12) y a los hombres a los que se confía dinero (2 Re 12,16). El «hombre justo», pues, si se mantiene firme en
la ley de Dios, llegará a ver la retribución y recobrará su honor. El malvado (Babilonia con toda claridad en este contexto)
se hundirá en la desgracia. Pablo, siguiendo a los LXX (Rom 1,17; Gal 3,11; Heb 10,38), dice que el justo vive o es
justificado por la «fe». En esta fe entran la creencia y el amor tanto como la confianza ante los sufrimientos y las
tribulaciones.

II. Maldiciones por diferentes crímenes (2,5-20).


40 A) Preludio (2,5-6). Cambiando repentinamente la orientación de su pensamiento, el profeta se refiere al ansia de
riquezas del opresor. 5. la riqueza es ciertamente traidora: En lQpHab 8,3 aparece la lectura hón en vez de yayin. El «vino
malvado» del TM encaja mal en el contexto. La riqueza hace que sus poseedores se vuelvan muchas veces orgullosos y
desasosegados. Incapaces de conformarse con lo que ya tienen, parecen no estar nunca satisfechos. 5b. el que abre de par en
par sus fauces... es insaciable: Lo mismo que el mundo inferior, el seol; el rico nunca se satisface (cf. Prov 27,20; 30,15-16). En
los textos ugaríticos (UT 67; ANE 112) se personifica a la muerte como Mot, cuyas fauces están siempre abiertas para
tragar. 5c junta para sí todas las naciones: Consecuencia habitual de las guerras antiguas era la deportación total. 6. un
insulto... sátiras y epigramas: El másal es fundamentalmente una comparación. Puede traducirse de muchas maneras, pero
aquí la mejor versión sería «canto de escarnio». Siguen a continuación cinco epigramas proféticos, cada uno de los cuales
empieza por un ¡ay! Que entraña una maldición (cf. Is 14,4; Miq 2,4). El malhechor, que nunca es nombrado
explícitamente, se puede presumir que en realidad es Babilonia.

41 B) Las maldiciones (2,6b-20).


a) ¡AY! CONTRA LA AVARICIA OPRESORA (2,6b-8). Las naciones cautivas tienen que gritar contra sus opresores. La
primera maldición es para quienes se enriquecieron a expensas de otros. El expoliador, aquí evidentemente Caldea, será a
su vez despojado. 6b. deudas: El hebreo Kabtit, que la Vg. traduce por densum lutum, se sabe ahora que sirve para designar
todo aquello que se toma de un pobre, como una «prenda». La idea es que los deudores recuperarán sus prendas e
hipotecas. 8. Medida por medida, la injusticia y el pecado serán adecuadamente castigados (cf. Is 33,1).
b) MALDICIÓN CONTRA LA GANANCIA SIN ESCRÚPULOS (2,9-11).
9. ay... mala ganancia... poniendo en lo alto su nido: El hombre que se ha enriquecido injustamente y, por tanto, trata de
escapar del castigo huyendo, es decir, edificando su «nido» o casa (dinastía; cf. Jr 22,13-17) lejos de la chusma vulgar, no
conseguirá sus propósitos (Is 14,13). La miseria, la vergüenza y la muerte le aguardan (cf. Jr 49,16). 11. Pues la piedra en el
muro gritará: Hasta las piedras del muro y las vigas del techo, aun habiendo sido mal adquiridas, gritan contra el dueño de
la casa.
c) MALDICIÓN CONTRA LA POLÍTICA DE VIOLENCIA (2,12-14).
Los vv. 12-13 pueden ser el reproche a que se alude en el anterior. 12. Los prisioneros de guerra y los esclavos constituían
un ejército de trabajadores baratos que el conquistador extenuaba literalmente hasta la muerte (cf. Miq 3,10; Jr 22,13). 13. la
gente se ajana para las llamas: Imagen gráfica del trabajo infructuoso. La ciudad edificada con sangre y maldad terminará
convertida en cenizas (Jr 51,58). 14. Pues se llenará la tierra: En esta cita de Is 11,9 se describe el triunfo del Señor, que
implica la desaparición de los opresores.
d) MALDICIÓN CONTRA LA CRUELDAD INJUSTIFICADA (2,15-17).
El profeta se vuelve a continuación contra el conquistador que se complace en infligir deshonor y degradación al enemigo
indefenso al que acaba de derrotar. 15. ¡ay... beber una inundación de tu ira!: Hacer que alguien beba la copa de la ira es
propio del Señor (cf. Jr 25,15; 51,7; Is 51,17). Babilonia ha usurpado este poder, por lo cual será castigada a bebería, hasta
que se vea su desnudez: Ser despojado de los vestidos y exhibido así en público es la suprema humillación (cf. Nah
3,4). 15. bebe tú también y titubea: La ira del Señor también embriaga. Los que beban de ella conocerán la humillación. En
15c, el TM muestra un brutal realismo: «Enseña tu incircuncísíón», es decir, «sufre a tu vez deshonor por estar
completamente desnudo, enseñando tu incircuncisión». 17. la violencia hecha al Líbano: Expresión estereotipada de la
devastación que causa en un país el ejército invasor (cf. Is 14,8; 37,24). Las ciudades edificadas a costa de sangre humana
no serán estables. Los caldeos tendrán su merecido por abusar de los hombres y de los animales.
e) MALDICIÓN CONTRA LOS IDÓLATRAS (2,18-20). El v. 19 debe anteponerse al 18 para mantener el esquema de las
anteriores maldiciones. Los profetas israelitas sólo sienten desprecio ante los ídolos, que ninguna ayuda pueden dar ni
proferir oráculos útiles para sus devotos (cf. Is 44,9-20; Jr 10,3-16). 20. el Señor está en su santo templo: Unida a la
exclamación imperativa, «¡silencio ante él toda la tierra!» (cf. Zac 2,17; Sof 1,7), esta frase sugiere que el v. 20 formaba en
otros tiempos parte de una fórmula litúrgica.

III. Cántico de Habacuc (3,1-19). Este famoso pasaje describe la venida del Señor en poder y majestad para vengar a su
pueblo.
A) Título (3,1). Aunque se trata de una «plegaria», sólo el v. 2 contiene una súplica. El resto es un himno dirigido al
Todopoderoso. Las indicaciones de pausa (selah, vv. 3, 9, 19; cf. N. Snaith, Selah: VT 2 [1952], 43-56) son adiciones
posteriores, así como el nombre de Habacuc.
B) Plegaria de Habacuc (3,2). 2. ¡oh Señor, he oído tu fama!: El profeta piensa en todo lo que el Señor hizo por su pueblo en
los tiempos de Moisés y el éxodo. La experiencia del Sinaí fue gloriosa y se convirtió en prototipo para las interpretaciones
posteriores de la historia (Nm 14,15; Dt 2,25; Nah 3,19). he temido ante tu obra: No se trata del terror, sino del temor
reverencial ante una manifestación del poder divino, revívelo en el curso de los años: La obra del Señor prosigue, pero el
profeta le insiste para que se manifieste una vez más ahora como el Señor de los antepasados. Ha manifestado su enojo
enviando a los caldeos contra su pueblo. Que no se olvide ahora de mostrarse también misericordioso (Is 26,20; 54,8).
43 C) La visión del Señor (3,3-7). Habacuc contempla en espíritu la venida del Señor: teofanía (3-7) y disputa que sigue a
aquélla (8-15). Las alusiones a los acontecimientos gloriosos del pasado sirven para despertar la confianza en la ayuda del
Señor, pues aquella primera liberación del éxodo no fue sino una prefiguración de otra que el profeta espera
ansiosamente. 3. Dios viene de Teman... del monte Varán: Para evocar el pasado, Habacuc emplea aquí una forma arcaica del
nombre divino Célóah). Teman y Paran representan el distrito y la montaña, que están al sur y al oeste de Judá. El Señor
viene desde la dirección del monte Sinaí y su proximidad se siente como una violenta tempestad (cf. Dt 33,2.26; Jue
5,4.5.20; Sal 68,29, etc.). 4. su esplendor... rayos... poder: El resplandor del Señor es como el del día; de sus manos brotan rayos
de luz (lit., «cuernos»; cf. Ex 34,29-30.35). El dios fenicio de la tormenta aparece portando un haz de rayos en sus manos
(ANE140). El poder del Señor se manifiesta rodeado de resplandor. 5. Ante él... peste... le sigue la plaga: Atentos al Señor hay
dos azotes dispuestos para ejecutar sus órdenes (cf. 2 Sm 23,1-24,15; Os 13,14; Sal 91,6); el segundo de ellos es la fiebre
(resep) (Dt 32,24; Sal 91,6). 6. Se puede obtener un sentido más claro leyendo wayyam'éd. El Señor se detiene para mirar a su
alrededor y la tierra tiembla (en vez de «para examinar la tierra»). Su mirada hace que las naciones sientan agitación y
miedo. Se describe primero la reacción de la tierra (las antiguas colinas sobre las que pisa el Señor son sacudidas por el
terremoto; cf. Miq 1,3; Am 4,13; Sal 77,17-21); siguen después las perturbaciones experimentadas
por las naciones. 7. Esta es la única vez que se menciona Kusán en el AT. Probablemente es un nombre arcaico de Madián
(Ex2,15). Es claro que el profeta piensa en la ruta del Sinaí. Conforme avanza el Señor, todo cae ante él.
D) El avance belicoso del Señor (3,8-15). La venida del Señor se acompaña de algunos fenómenos pavorosos semejantes a
los que ocurrieron durante el éxodo (cf. Jue 5,4-5; Sal 77,15-21; 114,3-7). 8. Encontramos aquí algunos ecos de antiguos
mitos sobre la lucha entre la divinidad y los elementos caóticos (el abismo, el mar, el río; cf. ANET 129ss; Sal 89,10-11; Is
51,9, etc.). Los corceles, el carro victorioso y las armas del Señor sugieren la idea de una guerra. Se representa a Dios
cabalgando sobre las nubes (Is 19,1; Dt 33,26-27). 9. desnudo y preparado tu arco: El Señor saca de su estuche el arco, símbolo
de poder y arma adecuada a los que combaten sobre carros (Gn 49,24; Job 29,20). Por flechas tiene el relámpago (v. 4; Sal
29,7; 77,18). divides la tierra en torrentes: Las lluvias torrenciales excavan cauces en la superficie de la tierra (cf. Sal 77,17-19;
Jue 5,4). Puede tratarse también de los cursos de agua que el Señor hace brotar de la tierra dividiéndola. 10. Tehom, el
océano primordial o abismo, cuyas aguas se juntan con las del cielo, añade su rugido al tumulto. 11. el sol y la luna
permanecen en su guarida: El sol no da su luz (LXX). Sólo las armas fulgurantes del Señor, cuyo brillo se compara con
flechas y lanzas, henderán las tinieblas. El resplandor del Señor eclipsa las demás luces. 12. Hay una transición entre la
descripción simbólica de una tormenta y la consideración directa del triunfo del Señor sobre todos los enemigos de su
pueblo. La furia del Señor es por un deseo de justicia. Pisotea las naciones para separar las buenas de las malas. 13.
vienes... para salvar a tu ungido: El contexto indica que el ungido es el pueblo (mejor que el rey), machacas las cabezas de la
casa del malvado: Versículo muy oscuro. Si «cabeza» se toma en singular, como el TM, entonces el malvado es el caldeo (cf.
1,4.13), contra el cual tiene que defender a su pueblo el Señor. La casa de este malvado tiene que ser destruida. Albright ve
aquí una alusión a la derrota del impío Mot; Gadd y Tournay se niegan a seguir esta interpretación mitológica. 14. cuyo
orgullo sería devorar a los infelices en su cubil: El enemigo malvado se compara con las fieras que arrastran la presa hasta su
cubil para devorarla tranquilamente. 15. tú surcas el mar con tus corceles... batiendo... las aguas profundas:
Sobre esta imagen, cf. Sal 77,20; Is 43,16-17. Es frecuente comparar las nubes tormentosas con caballos y carros (Dt 33,26-
27). Reaparece aquí el recuerdo del paso triunfante del mar Rojo (Ex 14-15) y la derrota sufrida por el ejército egipcio.

E) Conclusión: Temor de Dios y confianza en él (3,16-19).


La visión ha llegado ahora a su fin y el profeta se siente profundamente conmovido. 16. La tormenta ha sido tan violenta
que escribe «yo oigo» (cf. también 3,2; Is 21,3-4; Jr 23,9; Dn 8,18.27; 10,8). mi cuerpo tiembla... mis labios se estremecen: El
cuerpo de Habacuc reacciona violentamente por lo que acaba de ver y escuchar; se siente lleno de temor reverencial, el
desmayo invade mis huesos: Compárese con Os 5, 12; Prov 12,4; 14,30; Job 13,28. El profeta se encuentra tan atemorizado que
sus huesos apenas pueden sostenerle. Trata de fortalecerse para aguardar hasta el día de la desgracia que caerá sobre los
opresores de la nación. 17. La descripción que sigue de la miseria en la agricultura puede ser una glosa (los vv. 16 y 18-19
van juntos), cuya intención es reforzar la lección de esperanza en el Señor. También podría tratarse de una descripción de
los daños causados por la guerra en Judá (cf. Jr 5, 17). Van Hoonacker considera la posibilidad de que los vv. 17-19 sean
una adición que trata de inculcar la confianza que siempre se debe poner en el Señor, sean cuales fueren las circunstancias.
18. A pesar del hambre y la miseria, el profeta y la comunidad que hizo suyo el cántico de aquél no perdieron ni el ánimo
ni la esperanza. La confianza de Habacuc está profundamente enraizada en la fe en el Señor, del que se fía por encima de
cualquier clase de dificultades (cf. Miq 7,7). 19. La rapidez de movimientos es característica del vencedor que acude a
ocupar las alturas desde las que puede dominarse el territorio (cf. Sal 18,34; Dt32,13). Las últimas palabras se refieren a la
puesta en música del «cántico», y son una rúbrica para el director del coro. Se usarán instrumentos de cuerda. Estas
rúbricas suelen encontrarse al principio de los salmos.

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