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laboratorio de

producción
teatral I
Técnicas de gestión y producción aplicadas
a proyectos alternativos

de Gustavo Schraier
Schraier, Gustavo Alberto
LABORATORIO DE PRODUCCIÓN TEATRAL 1. Técnicas de gestión y
producción aplicadas a proyectos alternativos –Buenos Aires, Argentina.
D.R. © Gustavo Alberto Schraier
ISBN 978-987-1155-50-7
I Teatro. I. Título
CDD 792.01

Primera edición, Inst. Nacional del Teatro 2006.


Primera edición comercial, Editorial Atuel 2008.
Segunda edición, Editorial Atuel 2010.
Primera edición digital, 217 páginas. Edición de autor 2011.

Asistente de producción literaria: Luciana Zylberberg


Diseño de tapa: {estudio dos} comunicación visual
Impreso digital: Proyecto2001

Foto de tapa: Ignacio Mollo


Foto de autor: Ramiro Lehkuniec

ISBN 978-987-1155-50-7

Hecho el depósito que marca la ley 11723. Derechos reservados conforme a la ley.
Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido total o parcialmente, por ningún
medio o método mecánico, electrónico o cibernético, sin la autorización por escrito
del autor. Los anexos y formatos podrán ser tomados como base para los propios
proyectos, dando el crédito correspondiente a la fuente en caso de publicaciones,
talleres y cursos.

laboratorio de producción teatral 1. GUSTAVO SCHRAIER


> agradecimientos

A mis primeros alumnos del Laboratorio de producción teatral I del año 2000, mis
“Apóstoles de la producción” (Anahí Martella, Paula Travnik, Gabriel Cabrera,
Adriana Fragati, Pablo Estévez, Sol Lereah, Lili Credenti, Claudio Armesto, Natalia
Felder, Andrea Hanna, Eugenia Mosteiro y María Figueras).
A los alumnos que tuve, que tengo y que tendré, con los que sigo aprendiendo y
reflexionando sobre el arte de producir.
A todos los directores, equipos creativos, elencos y técnicos con los que he trabajado en el
pasado y con los que trabajaré en el futuro.
A Kive Staiff, Lorenzo Juster, Carlos Fos, Magalí Muguercia y Centro de
Documentación de Teatro y Danza del CTBA, Alejandro Tantanian, Paula Simkin
y Daniel Franco, Jorge Dubatti, Eduardo Gaitán (Asociación Argentina de Actores)
y Carlos Pais (Argentores).
Al Instituto Nacional del Teatro, especialmente a Carlos Pacheco, Raquel Weksler
y Pablo Bontá, por su confianza, paciencia y apoyo.
A mi amiga Luciana Zylberberg por soportar mis obsesiones, ocuparse de mi buena
letra y acompañarme en este maravilloso viaje.
A mi amigo Javier Bajer, por el reencuentro.
A Sebastián, Mary Sue (y a la esperada Lucila), por estar siempre cerca.
A toda la gente que de una u otra forma participó de este sueño largamente anhelado
y finalmente cumplido...

A mis hijos Eugenio y el pequeño Lucio, por el amor incondicional.


Y muy especialmente a mi mujer María Laura, sin cuyo estímulo
y apoyo constantes este libro nunca hubiese aparecido.

>agradecimientos agregados a la edición digital 2011


A Damo, Jonhy, Carla, ellos saben porque.
A mis colegas y amigos Marisa de León (alma gemela, compinche, hermana), a Silvia
Peláez y a Miguel Ángel Pérez Martín.
A la memoria de Carlos Elia.

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>de cómo se produce un prólogo

Prologar un libro siempre es tarea grata para los prologuistas: a eso se dedican. Pero
los prólogos rara vez son leídos por ustedes – los lectores. Yo – debo confesarlo – soy
un devorador de prólogos: allí encontré las claves de muchas de mis lecturas.
Cervantes – que inventó todo – hizo algo parecido a esto que yo intento aquí - la
diversión prologal – la bienvenida feliz a todos aquellos que deciden trasponer
portadas y ver qué les deparan las páginas siguientes. No hay – entonces – mejor cosa
que despertar los buenos ánimos de los lectores – que bienvenir las voluntades y
propiciar el avance en la lectura: Borges (no voy a decir “salvando las distancias”)
invitaba a leer desde los prólogos – inolvidables piezas-trampolines para ahogarse en la
lectura: aguas a veces no tan felices como las que Borges anunciaba – pero aguas
borgianas al fin – aguas que parecían otras después de ser inauguradas por Borges.
También están los prólogos que prentenden – falsamente – disuadirnos de la lectura:
como el de Los Hermanos Karamazov escrito por el autor (que no es Dostoievski
sino – a la manera de Cervantes - otro personaje de Dostoievski), en donde se nos
advierte lo tediosa e inútil que será la lectura de aquella novela: muy pocos –
afortunadamente – siguen ese consejo. Allí está también Macedonio Fernández
prologando su Museo de la Novela de la Eterna con una infinita cantidad de
prólogos – prólogos dentro de prólogos dentro de prólogos – manera extraordinaria
de esconder aquello que se pretende deseado (la escritura) mediante la escritura
misma.
Hasta aquí una suerte de ejemplario (¿existirá la palabra?) sobre el arte de prologar – y,
sin ánimo de agotar esta serie, agrego éste - mi prólogo al libro de Gustavo Schraier - a
la improbable cifra de los prólogos existentes.
Este prólogo inaugura un libro primero y único: no se conoce un texto sobre
producción teatral en la Argentina: este libro – entonces – viene a llenar este vacío.
A Gustavo Schraier me une una larga experiencia en el campo profesional: formó
parte de dos procesos que yo desarrollé en el marco del Complejo Teatral de Buenos
Aires (CTBA): uno fue La escala humana – material que estrenamos con producción
del CTBA en el Teatro Callejón (antes Callejón de los deseos, hoy Espacio Callejón) y
el otro fue Dedos una obra de Borja Ortiz de Gondra que se estrenó en la sala Cunill
Cabanellas del Teatro San Martín. Y no sólo Gustavo Schraier estuvo cerca de mi
producción: varios de sus alumnos participaron en proyectos independientes de los
cuales formé parte (de lágrimas y Cine quirúrgico, por citar sólo dos de muchos
otros.)
Pensar en el rubro producción dentro del circuito independiente parecía un lujo
improbable a fines de los noventa, sin embargo el trabajo metódico de Gustavo
Schraier – mediante su propia inserción en el medio teatral como productor así como
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por su rol de docente de esta misma disciplina – transformó aquel rubro tan
malentendido (casi siempre asociado al Capital – y nosotros tan lejos, tan enemigos,
tan distantes de aquel concepto tan lejano, tan enemigo, tan distante del “Arte”) en
una necesidad del trabajo creativo en el campo de lo teatral. Se creó la necesidad y ella
– siempre tan prolija – hizo el resto.
Este texto que yo escribo es un prólogo a este libro sobre producción: este prólogo se
produce de determinada manera y por precisas necesidades. Cada objeto, cada idea, cada
decisión artística están avaladas por una necesidad de producirlas. ¿Cómo – entonces –
íbamos a privarnos de la posibilidad de entender los procesos de producción? ¿Por
qué debíamos seguir siendo parias de una disciplina que está incluida en el trabajo
creativo? ¿Por qué debíamos seguir ignorando que aquello que hacíamos sin método y
con profundas dudas del cómo, el cuándo y el por qué era un esquema de producción?
Este libro observa esas dudas y esos prejuicios para erradicarlos definitivamente y
permitir – así - la construcción de un edificio que no se asiente sobre la manera
imprecisa de hacer, sino sobre la certeza de que cada idea, cada imagen, cada palabra
tienen un motivo y un orden; y ese motivo, ese orden son estudiados, comprendidos y
sostenidos por un sistema de producción.
Pensar en la ausencia del rubro producción (como lo desarrolla Gustavo Schraier –
como lo entiende Gustavo Schraier – como lo enseña Gustavo Schraier) es pensar en
la ausencia del hecho teatral.
La producción y el hecho teatral parecen ser la misma cosa: son la misma cosa. Hasta
aquí el prólogo. De aquí en más, lo necesario.

ALEJANDRO TANTANIAN.
Buenos Aires, Barrio de Belgrano,
Febrero de 2006.

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>algunas reflexiones acerca de un laboratorio de producción teatral

“La producción es una cuestión relacionada con la moral”


Marin Karmitz (Productor francés de cine arte)

Cuando surgió la idea de escribir un libro sobre producción teatral me encontré, de


repente, frente a un panorama inquietante. En primer lugar, me hallaba como
productor teatral ante a la enorme responsabilidad de redactar un material inédito en la
Argentina. En segundo, dado que mi métier no es la escritura sino la producción
ejecutiva (aprendida en el oficio diario desde hace aproximadamente 15 años), me
resultaba muy difícil encontrar el marco teórico necesario y el estilo literario para que
este trabajo no fuera un compendio tedioso ni un manual de autoayuda sobre el arte
de producir. En tercer término, el desafío de lidiar con la tentación que me provocaba
opinar sobre lo que considero debe ser la relación entre la producción y la creación
artística, sin parecer por eso un diletante trasnochado. Finalmente, me preguntaba
como responder a tantas preguntas que sobrevendrían sin tener todas las respuestas.
Cuando hacia los años ochenta me formaba como actor y participaba en diversas
cooperativas teatrales, no imaginaba que el sinfín de tareas adicionales que realizaba de
forma intuitiva y rudimentaria irían construyendo, la que sería mi profesión.
Mi paso posterior por la Fundación Banco Patricios durante seis años (primero como
asistente de producción, luego como productor ejecutivo de espectáculos teatrales y
eventos de otras disciplinas artísticas) me alejó definitivamente de la actuación pero no
del teatro.
En ese transcurrir desarrollé una intensa formación teórica que provino y proviene -
porque uno nunca deja de aprender y más aun en un mundo en constante cambio- de
la búsqueda insaciable de información y de un espíritu de investigación. Un productor
debe ser curioso. Por aquel entonces, no existían cursos ni carreras universitarias de
capacitación en producción teatral en el país. Se dice que la producción implica un
30% de teoría y un 70% de práctica; yo me vi forzado a investigar en materiales
bibliográficos que provenían sin excepción del exterior que, a pesar de explicar
algunos procesos de producción similares a los utilizados en Argentina, diferían en su
metodología y modelos productivos o de gestión, estructura organizacional, legislación
teatral, etcétera. No fue hasta que salté a lo que podríamos llamar las “grandes ligas
profesionales” (como el holding de entretenimiento CIE- Rock & Pop primero y
luego el Teatro San Martín), que me surgió la intención de ocupar un vacío formativo
-que a mi entender aún hoy persiste- transmitiendo mis experiencias y sistematizando
lo que considero debe ser la formación del productor y su rol en el proceso creativo.
Por eso en el año 2000 inicié el Taller de Producción Teatral en el Centro Cultural
Recoleta, que transformaría al año siguiente en un Laboratorio de Producción Teatral
(Centro Cultural R. Ricardo Rojas - U.B.A) o posteriormente en los seminarios del

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Teatro San Martín, pensados no sólo como espacios de formación sino también como
ámbitos propicios para reflexionar acerca de la problemática relación de los artistas
con la producción sobre todo escuchando, aprendiendo y polemizando con ellos.
Como habrán notado hasta aquí, he desarrollado mi carrera en la ciudad de Buenos
Aires participando en proyectos de muy diversa índole (transitando entre lo alternativo
y lo público pasando por lo empresarial); mi lugar de enunciación por tanto, estará
signado por las experiencias y lugares que han marcado mi recorrido. Intentaré dar
cuenta del modo de llevar adelante la producción de un proyecto pensándolo de forma
más general, aplicable a cualquier contexto o marco, tratando de evitar localismos (lo
que no siempre me será posible).
Deseo que este Laboratorio de Producción Teatral I sea el primero de una serie de
trabajos acerca del vastísimo arte de la producción porque, al igual que Jesús Cimarro,
considero imposible compendiar todo “... en un manual haciendo de ello una técnica definitiva
o única”. 1
Estructuré el libro siguiendo lo que sería –a grandes rasgos- el proceso de la
producción de un proyecto teatral. Veremos detalladamente las variables que
conforman cada una de las tres fases -preproducción, producción y explotación- que
hacen a la producción teatral deteniéndonos particularmente en el análisis de la
primera ya que es esta la que considero esencial. Será en ella donde podremos analizar
y pensar más detenidamente qué proyecto deseamos realizar, cómo y con quienes
queremos hacerlo, entre otros aspectos. Será esta etapa la que determinará el curso de
todo el proceso.
Quiero provocar al “productor- creador” que todo artista puede llevar dentro, dando
algunas respuestas, pero sobretodo cuestionando de manera radical y beligerante la
limitada mirada que éste tiene acerca de la producción y dejando en claro desde este
instante que no pretendo dar soluciones ni fórmulas para resolver los eternos
problemas del teatro alternativo, sino conformar con este material un espacio de
análisis sobre cómo producimos lo que producimos.
¿Suena absurdo proponer a los colectivos teatrales métodos profesionales de trabajo?
Pienso que no, como veremos a lo largo de este texto. El intento de decenas de
cooperativas de dar ese salto a la profesionalización -estoy convencido- requerirá de la
aplicación de algunas herramientas de gestión similares a las que se utilizan en
empresas (aunque los objetivos de unos y otros sean diametralmente opuestos) para
no quedar sólo en una buena intención.
El anhelo de lograr espectáculos de mayor calidad, el esfuerzo por optimizar los
recursos involucrados en aquellos (ya sean económicos, humanos, materiales,
artísticos, etc.) y los constantes avances en la gestión y la producción teatral reclaman
profesionales cada vez mejor preparados. Pretendo contribuir en ese sentido,

1 Cimarro, Jesús, Producción, gestión y distribución del Teatro, Pág. 19, SGAE, España, 1997
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proponiendo una metodología de trabajo, pero sobre todo generando un territorio de
reflexión y de consulta.
Más cuaderno de investigación y trabajo que manual, este libro, no intenta ser la
verdad absoluta sobre la producción teatral (si es que eso existiese), sino una mirada
personal, apasionada pero no por eso menos reflexiva sobre esta, ya que como digo en
las clases “a la producción se la hace mucho, pero se la piensa poco”.

GUSTAVO SCHRAIER
Marzo de 2006

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