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LA ORATORIA
1.- Introducción:
El pensador ateniense Pericles acuñó magistralmente la frase “El que sabe pensar
pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar”,
frase inmortal que hoy cobra alarmante vigencia pues al verificar las estadísticas,
comprobamos que en nuestro medio, son escasas las personas que tienen la habilidad
de halar con efectividad y firmeza a fin de transmitir sus pensamientos e impresiones
sin que el miedo les paralice el cuerpo, cuando están frente a un público numeroso y
variado.
Con toda seguridad una persona que tenga buena dicción, que sepa conversar, que
tenga trato agradable, que sea ameno, correcto, tendrá mejores oportunidades en la
vida, que otra que carezca de ellos.
5.1. PERSUADIR: “Implica convencer a nuestros semejantes para que tomen una
decisión o hagan una acción determinada”. Involucra también la motivación para que
otros realicen lo que en el fondo muchas veces no quieren hacer.
5.4 AGRADAR: Es crear belleza con la palaba hablada; es decir, producir en el alma
ajena un sentimiento de placer con fines determinados. La Oratoria como
entretenimiento se orienta al campo del sentimiento.
Por eso, cuando leemos un libro de chistes o espectamos un programa humorístico,
sentimos que perdemos todo contacto con la realidad reímos y nos alegramos.
Cuando escuchamos a un cantante, su voz; o nos desagrada, lo mismo ocurre con un
conductor radial al momento de hablarnos románticamente con su voz impostada.
f) Oratoria Militar.- Es la oratoria propia del ámbito castrense (FF.AA y FF.PP) tiene
por objeto instruir la defensa y el amor por la patria y estimular las virtudes heroicas en
los soldados. Los discursos en este tipo de oratoria son casi siempre leídos, pocas
veces son espontáneos.
EL ORADOR
Es quien elabora y pronuncia el discurso. Es la persona que tiene el arte de hablar con
elocuencia.
Es una persona que expone un tema específico ante un grupo de personas o ante un
auditorio.
Entre los aspectos que deben observarse con mucha atención, están los siguientes:
Voz: La imagen auditiva tiene un gran impacto para el auditorio. A través de la voz se
pueden transmitir sentimientos y actitudes. Es importante, sobre todo, evitar una voz
débil, apenas audible, o demasiado chillona; ambos extremos producirán malestar y
desinterés. Al contrario, hay que darle color e interés a lo dicho por medio del volumen
y la entonación de la voz.
Para hablar en público –como dice el Dr. Loprete -, lo ideal sería tener “una voz
expedita, llena, suave, flexible, sana, dulce, amable, clara, limpia, penetrante y que
dure en los oídos”.
Postura: Es necesario que el orador establezca una cercanía con su auditorio. Por
eso, debe evitarse la rigidez y reflejar serenidad y dinamismo. Si se va a hablar de pie,
lo recomendable es asumir una postura firme, erguida. Si, por el contrario, se va a
hablar sentado, es preferible asumir una posición ejecutiva, con la columna vertebral
bien recta y la porción inferior del tronco recargada contra el respaldo de la silla.
Dicción: El hablante debe tener un buen dominio del idioma, la cual es necesaria para
la comprensión del mensaje. Al hablar, hay que respirar con tranquilidad, proyectar la
voz y dominar la entonación. No se debe, gritar y caer en la repetición de muletillas,
como “verdad” o “este”.
Vocabulario: Al hablar, debe utilizarse un léxico que el receptor pueda entender. Por
eso, en primer lugar, hay que tomar en cuenta el tipo de público al que va dirigido el
mensaje. Normalmente, lo deseable en una persona con gran destreza para la
expresión oral es que el público logre entender lo que dice.
Gestos: Los gestos son los movimientos del rostro. El 55% de lo que se comunica se
hace mediante gestos. Acompañan habitualmente, a las ideas capitales del discurso.
Por eso, los gestos pueden repetir, contradecir o enfatizar lo que se dice verbalmente
.Los gestos ha de ser naturales, oportunos y convenientes, no se puede abusar de
ellos, pues se corre el peligro de caer en el ridículo. Deben evitarse los gestos
exagerados.
Son el producto del estudio, esfuerzo y práctica: hay que remarcar que el orador no
nace para ser orador sino que se forma mediante el empeño que ponga en su práctica
intensiva, producto del verdadero interés y valor que le dé a la oratoria.
Entre las ventajas que tiene un orador podemos citar las siguientes: competencia
social, satisfacción, elogio, honor, distinción, pode, influencia, dinero, posición,
personalidad destacada, etc.
1° CUALIDADES FÍSICAS:
Estas cualidades tienen que ver con la apariencia personal del orador, cumpliendo
una serie de pautas sencillas que le permitan resaltar su personalidad, de tal forma
que constituya un conjunto armonioso y estético ante los ojos de los demás.
Buen aspecto del orador, la presencia debe conducirse con la postura de quien tiene
plena confianza en si mismo.
Una voz clara, bien modulada, sonora y de gato timbre, determina, en gran parte, el
buen éxito de un orador.
3° CUALIDADES MORALES:
Normas de comportamiento que debe cumplir un orador, para que exista congruencia
entre lo que predica y hace, en el ejercicio de su labor profesional.
Honradez: Involucra actuar con honestidad, significa no apartarnos de los cánones
morales establecidos por la profesión. Un orador que no sea honrado, poco tiempo
durará en su trabajo, pues las exigencias de su labor demandan de él, un proceder
recto y honesto.
Puntualidad: Es una cualidad que todo orador debe practicar e interiorizar en su
subconsciente. Es ser exactos en hacer las cosas con prontitud y de llegar a los sitios
convenidos en la hora establecida.
Sinceridad: Es el modo de expresarse libre de fingimiento y mentiras. Involucra hablar
con veracidad. Un orador debe ser sincero tanto en lo que dice como en lo que hace.
Congruencia: Es la relación que existe entre «el pensar» y «el actuar», relación que
muchas veces no es armoniosa, pues a menudo no hacemos lo que predicamos.
Lealtad: Es convertirse en una persona incapaz de traicionar la confianza depositada
en uno, o ser incapaz de engañar a quien le ha brindado su consideración. Se
entiende por leal a la persona que pese a los graves problemas que se suscitan, no
abandona jamás al compañero, jefe o institución para la que trabaja.
EL MIEDO ORATORIO
El gran enemigo del orador es el temor o miedo al público: éste paraliza la lengua,
seca la boca y la garganta, produce transpiración engendra movimientos torpes del
cuerpo (brazos y piernas), aumentan los latidos cardiacos y presión arterial,
malestares digestivos, traba la articulación la voz y lo que es peor, obnubila la mente.
El miedo a hablar en público puede aparecer ante situaciones muy diferentes, como
por ejemplo, impartir una conferencia, realizar preguntas a un profesor, expresar una
opinión en un debate, narrar un hecho que le ha ocurrido a uno personalmente,
exponer alguna duda, mostrar desacuerdo, realizar un cumplido o valorar positiva o
negativamente algo que te ha gustado o disgustado, etc.