En este contexto de recuperación de la memoria, el mayor mérito de Chacón
es reconstruir la historia de los más silenciados entre los silenciados, la historia de las mujeres que perdieron la guerra. Por esto Chacón entiende que este relato solo puede ser construido desde sus voces, y para la escritura de su novela no solo echa mano a documentación, sino sobre todo a testimonios orales recolectados durante cuatro años, lo que queda evidenciado en la larga lista de agradecimientos que la escritora incluye al final. A partir de estos testimonios, Chacón crea un relato ficcional en términos literarios, pero verídico en términos históricos. La obra se sitúa en el límite de la novela histórica, pero jamás se aparta de la creación literaria. Entre los recursos de ficcionalización, el primero es la construcción de un narrador tradicional en tercera persona omnisciente que irá presentando a las mujeres hacinadas en la cárcel de Ventas de Madrid y a los personajes que giran en torno a sus historias de vida. La voz narradora no tarda en desdibujarse tras las voces de las protagonistas, y el lector no dudará en estar frente a una estructura novelesca que resigna lo monológico para dar lugar a la polifonía Los personajes, entonces, se irán construyendo a sí mismos y dando a conocer sus historias en las posibles formas discursivas de una estructura dialógica. El discurso indirecto libre es la forma discursiva más utilizada para contar la vida de los personajes desde sus propias voces. Entre estas voces que cargan otras voces se va construyendo la historia de cada uno de los personajes. Sin embargo el silencio está presente a lo largo de toda la novela. en el contexto de represión callar salva al otro, pero sentencia al que calla. El silencio está presente también como la imposibilidad de comunicación entre el griterío de presas y visitas que desesperadamente intentan hacerse comprender. El silencio también es una forma de castigo de las reclusas hacia las guardias. El personaje de Tomasa es, sin duda, uno de los más logrados de la novela. En ella el contar adquiere distintas significaciones. Mantiene un silencio obcecado como única posibilidad de resistencia, y desprecia a sus compañeras moralmente derrotadas que solo saben contar una y otra vez sus historias personales, “pequeñas”, y no saben resguardar sus voces para sumarse al relato de una historia que las trascienda. Y sin embargo Tomasa contará también su pequeña historia como último recurso de supervivencia. Tomasa devela el propósito de la obra al emerger como representante de una España en su proceso de sanación a través de la palabra. El despertar de la voz de Tomasa -analogía del despertar de la voz de España- le permite sobrevivir, superar el terror y comenzar una nueva etapa.