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SISTEMAS DE ECUACIONES

La fórmula preferida del profesor


Autor: Yoko Ogawa

ARGUMENTO

Esta novela trata sobre la entrañable relación entre un


hombre mayor –exprofesor de matemáticas–, su joven
asistenta y el hijo de esta, un niño de diez años al que llaman
Root. El exprofesor sufrió un accidente de tráfico y, como
consecuencia, perdió parte de la memoria. Solo recuerda lo
sucedido antes de 1975 y lo que pasa en los últimos ochenta
minutos. Para sobrellevar esta situación escribe papelitos con
los datos y las informaciones que le interesan y los adhiere
con un alfiler a la vieja chaqueta que siempre lleva encima.
Vive solo y se pasa las horas encerrado en su habitación
resolviendo los problemas que propone una revista de
matemáticas, una actividad que le proporciona algunos
ingresos. La asistenta es una chica joven, soltera y con un hijo
de diez años, que pasa solo gran parte del día, porque ella
tiene que trabajar en la casa del profesor. Cuando este se
entera de esta circunstancia, le propone que el niño vaya a su
casa al salir del colegio; así no estaría solo y él le ayudaría a
hacer los deberes. La madre, que es la narradora, acepta este
ofrecimiento y poco a poco entre los tres surge una intensa
amistad, difícil de mantener debido a la falta de memoria del
profesor, y no exenta de peligros, lo cual sirve para mantener
la intriga y el interés de esta emotiva novela.
En el fragmento siguiente, la asistenta narra cómo
transcurrían las sesiones en que el profesor ayudaba al niño
a hacer los deberes.

La fórmula preferida
del profesor
Como en el apartamento donde vivíamos Root y
yo no había biblioteca, la habitación del profesor,
con libros apilados por doquier, le parecía a mi
hijo un lugar extraordinario.
El profesor arrinconaba cuadernos, imperdibles y
restos de goma de borrar a un lado de la mesa,
haciéndole sitio a Root, y abría el cuadernillo de
ejercicios de aritmética.
¿Puede cualquier investigador de matemáticas en-
señar con tanta pericia la aritmética de la escuela
primaria?; ¿o es que el profesor tenía una facultad
especial? Explicaba las fracciones, las proporcio-
nes o los volúmenes en metros cúbicos de una ma-
nera maravillosa. Llegué incluso a pensar que
cualquier adulto que tuviera que supervisar los
deberes de un niño debería enseñar de aquella
manera.

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–355 multiplicado por 840..., 6 239 dividido por 23, 4,62 –Efectivamente, es probablemente el más complicado
más 2,74 da..., 5 y dos séptimos menos 2 y un séptimo de todos los deberes de hoy. Pero acabas de leerlo estu-
son… pendamente en voz alta. El problema está constituido
por tres frases. Los pañuelos y los calcetines salen tres
Aunque se tratara de simples enunciados o cálculos sen-
veces. Has dado perfectamente con el ritmo de x pañue-
cillos, el profesor empezaba por hacerle leer las pregun-
los, x pares de calcetines y x yenes, que se repite. Esta
tas en voz alta.
pregunta sosa y aburrida me ha sonado casi como un
–Todos los problemas tienen un ritmo, ves. Es igual que poema.
la música. Si consigues encontrar el ritmo al enunciarlo,
El profesor no escatimaba esfuerzos por elogiar a Root.
leyendo en voz alta, descubres la totalidad del problema
Aunque pasara mucho tiempo y no avanzara en la solu-
e incluso puedes adivinar las partes sospechosas en las
ción, el profesor no se impacientaba. Incluso cuando
que puede haber una trampa escondida.
Root se metía en un callejón sin salida, veía en aquello
Root se ponía entonces a leer con una voz clara, que re- alguna pequeña cualidad, como si recogiera una pepita
sonaba en las cuatro esquinas del estudio: de oro en el limo del fondo de un río.
–«He comprado dos pañuelos y dos pares de calcetines –Veamos: ¿por qué no dibujamos las compras de esta
con trescientos ochenta yenes. El otro día compré dos persona? Primero, dos pañuelos. Luego, dos pares de
pañuelos y cinco pares de calcetines iguales con sete- calcetines y...
cientos diez yenes. ¿Cuánto vale un pañuelo y un par de
–¡No parecen calcetines! ¡Son orugas verdes y gordas!
calcetines?».
Lo dibujo yo.
–Bueno, primero hay que saber por dónde se empieza.
–Vaya, en efecto, dibujados así parecen más unos calce-
–Ejem... es un poco difícil. tines. Lo comprendo.
–Me cuesta mucho esfuerzo dibujar cinco pares de cal-
cetines. Esta persona ha comprado la misma cantidad
de pañuelos, pero solo tres pares más calcetines. Los
que dibujo también se parecen cada vez más a unas oru-
gas...
–Qué va. Están muy bien. Tenías razón. El precio ha au-
mentado en función del número de calcetines. Vamos a
intentar calcular cuánto ha subido el precio.
–Veamos... Son 710 menos 380...
–Sería mejor dejar constancia de las operaciones, sin
borrarlas.
–Yo siempre pongo los cálculos detrás de una hoja de
borrador.
–Pero, sabes, ocurre que cualquier fórmula, cualquier
número, tiene su significación. Hay que tratarlos con
cuidado, pues de lo contrario resulta triste para ellos,
¿no te parece?
Yo estaba cosiendo, sentada en el borde de la cama.
Cuando los dos empezaban a hacer los deberes, como
quería estar con ellos, me las ingeniaba para hacer mi
trabajo en el estudio. Allí planchaba las camisas, inten-
taba quitar una mancha de la alfombra o desenvainaba
guisantes. Cuando desde la cocina escuchaba sus risas,
me sentía sola, como si me dejaran aparte y, sobre todo,
tenía ganas de estar al lado de Root cuando alguien era
amable con él.
En el estudio se oía muy bien cómo caía la lluvia. Era
como si el cielo estuviera, solo en aquel lugar, más bajo.
Debido a la frondosa vegetación circundante no había

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SISTEMAS DE ECUACIONES

La fórmula preferida del profesor


que preocuparse por si alguien curioseaba, de mane-
ra que yo dejaba las cortinas sin correr aun después de
anochecer. Entonces los perfiles de ambos se refleja-
ban en el cristal y parecían estar mojados. En los días
lluviosos, el olor de los papeles se hacía más denso de
lo habitual.
–¡Bien! ¡Eso es! Si logramos dividirlo, lo habremos con-
seguido.
–He logrado primero la solución de los calcetines. Son
110 yenes.
–Muy bien. Pero ahora hay que tener mucho cuidado.
Parece muy tranquilo, el pañuelo, pero tal vez sea muy
astuto y esté fingiendo...
–Es verdad... Pero en todo caso es más fácil empezar con
el número más pequeño, así que...
Root erguía su cabeza a la altura de la mesa, un poco
demasiado alta para él, se ponía de puntillas, y agarraba
un lápiz con la punta mordida. El profesor cruzaba las
piernas con aire relajado, contemplaba las puntas de sus
dedos, y de vez en cuando se acariciaba la barba descui-
dada. Ya no era un anciano frágil, ni un académico en-
tregado al pensamiento, sino el legítimo protector de un
pequeño ser. Los perfiles de ambos se acercaban, se su-
perponían, formando una sola línea continua. Mezcla-

dos con el sonido de la lluvia, se escuchaban ruiditos


como el rasgar del lápiz sobre el papel o el castañeteo de
la dentadura postiza del profesor.
–¿Puedo escribir la fórmula de cada operación? En la
escuela, el maestro se enfada si no las juntamos todas en
una.
–Curioso maestro que se enfada, encima de que tene-
mos tanto cuidado en no equivocarnos, ¿verdad?
–Bueno, bah... A ver, 110 multiplicado por dos es igual a
220. Se los restamos a 380... son 160, así que... 160 dividi-
do por dos son... 80. ¡Ya lo tengo! Un pañuelo vale
ochenta yenes.
–Está bien. La respuesta es correcta.
El profesor acarició la cabeza de Root, y mientras lo des-
peinaba, Root levantó varias veces la mirada hacia él
como si no quisiera perderse su cara de satisfacción.
–Ahora me gustaría a mí también ponerte unos deberes,
¿de acuerdo?
–¿Eh?
–No pongas esa cara. Mientras estudiaba contigo, me
han entrado ganas de imitar al maestro de la escuela y
proponerte un problema.
–¡No es justo!

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–Solo una pregunta, ya verás. Escucha: «¿Cuánto es la
suma de los números del uno al diez?».
–Anda, es muy fácil. Lo encuentro enseguida. A cambio,
yo también quiero hacerte una pregunta, para compen-
sar los deberes. ¿Podrías hacer que reparen la radio?
–¿Reparar la radio?
–Sí, porque aquí no se puede saber cómo van los parti-
dos de béisbol. No hay televisión, y además la radio está
estropeada. Y ya ha empezado la liga, ¿sabes?
–Vaya... el béisbol...
El profesor dio un largo suspiro, con la mano todavía
posada sobre la cabeza de Root.
–¿Cuál es tu equipo favorito?
–Es muy fácil de adivinar, por mi gorra. Los Tigers,
¡claro!
Se puso la gorra que estaba tirada al lado de la cartera.
–¿Los Tigers? Ah, es verdad, los Tigers –murmuró como
si hablara consigo mismo, antes de añadir–: yo soy fan
de Enatsu. Enatsu Yutaka, la estrella de los Tigers.
–¿De veras? Menos mal que no eres de los Giants. En-
tonces, debes reparar la radio sin falta –insistió Root. El
profesor seguía murmurando algo incomprensible.
Cerré la tapa del costurero y, levantándome de la cama,
dije:
–Venga, vamos a cenar.

ACTIVIDADES

1 Resuelve aritméticamente, como hizo Root, el problema que le había planteado su maestro:
«He comprado dos pañuelos y dos pares de calcetines con trescientos ochenta yenes.
El otro día compré dos pañuelos y cinco pares de calcetines iguales con setecientos diez yenes.
¿Cuánto vale un pañuelo y un par de calcetines?».

2 Resuelve mediante un sistema de ecuaciones el problema anterior.

3 Considera ahora esta variante del problema: «He comprado 3 pañuelos y 4 pares de calcetines
con 645 yenes. El otro día compré 5 pañuelos y 7 pares de calcetines iguales con 1 110 yenes.
¿Cuánto vale un pañuelo y un par de calcetines?». Intenta resolverlo aritméticamente
y, si no lo consigues, hazlo mediante un sistema de ecuaciones.

4 La edad del profesor es el doble de la edad de la asistenta. Hace 15 años, la suma de sus edades
era la edad que ahora tiene el profesor más 1. ¿Cuál es la edad actual de cada uno?

5 Un pantalón deportivo y una camiseta costaban juntos 27 €. Pero en la caja me hicieron


un descuento del 15 % en el pantalón y del 20 % en la camiseta, y pagué 22,35 €.
¿Cuál era el precio original de cada artículo?

6 Un fabricante quiere preparar 50 kg de café mezclando café colombiano, que cuesta


a 7 € el kilo, con café brasileño, que cuesta a 9 € el kilo. ¿Cuántos kilos deberá mezclar de cada tipo
si quiere vender la mezcla a 10,60 € el kilo ganando 2 € en cada kilo?

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LUGARES GEOMÉTRICOS. ÁREAS Y PERÍMETROS

Los Viajes de Gulliver


Autor: Jonathan Swift

ARGUMENTO

Esta novela clásica, famosa ya desde su publicación


en el siglo xviii, narra los viajes marinos de un médico británico,
Gulliver, que le conducen a países fantásticos
donde le ocurren sucesos extraordinarios. Aunque parezca
un libro solo de aventuras, Swift quiso darle también una
intención satírica. Por ejemplo, en el tercer viaje, del que trata
el texto siguiente, critica a los científicos teóricos de su época
que no se preocupan de aplicar la ciencia a la resolución
de problemas prácticos.
Gulliver, abandonado en una pequeña canoa por unos piratas
que habían asaltado su barco, ha desembarcado en un islote
rocoso.

Los Viajes de Gulliver

Pasé la noche en la cueva donde guardaba mis ví-


veres, tendido sobre las hierbas y algas que desti-
naba a combustible. Dormí muy poco pues la zo-
zobra del espíritu se sobreponía al cansancio del
cuerpo y me mantenía en vela. Pensaba en lo im-
posible que resultaría conservar la vida en un pa-
raje tan desolado, y en el lastimoso fin que me es-
peraba. Pero me sentía tan indiferente y abatido,
que me faltaban ánimos para levantarme, y antes
de cobrar alientos suficientes para arrastrarme
fuera de la cueva vi que el día estaba ya muy avan-
zado. Estuve caminando un rato entre las peñas: el
cielo estaba completamente despejado y el sol era
tan ardiente que me veía obligado a esconder el
rostro de sus rayos. Pero de repente todo se oscu-
reció y, a mi juicio, de manera distinta a cuando se
interpone una nube a la luz solar. Entonces me di
la vuelta y observé una enorme masa opaca que,
ocultándome el sol, avanzaba hacia la isla. Parecía
estar a unas dos millas de altura, y cubrió el astro
durante seis o siete minutos, pero yo no noté que
el aire fuera mucho más fresco ni que el cielo se
oscureciera más que si me encontrara a la sombra

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de una montaña. Conforme se acercaba al lugar donde no me equivoqué, que estos habían sido despachados a
yo estaba, parecía tratarse de un cuerpo sólido cuya su- recibir órdenes de alguna persona de autoridad.
perficie inferior era lisa y llana y con brillo intenso debi-
El número de espectadores fue aumentando y antes de
do al reflejo del mar sobre el que se cernía. Me encon-
media hora la isla se movió y elevó de tal modo que la
traba yo en un montículo distante unas doscientas
galería inferior quedó al nivel del montículo en que yo
yardas de la orilla y veía cómo descendía este enorme
estaba y a menos de cien yardas de distancia. Entonces
objeto hasta ponerse en paralelo conmigo a menos de
me puse en las posturas más suplicantes y les hablé en
una milla inglesa de distancia. Saqué entonces mi cata-
el tono más humilde, pero no recibí contestación alguna.
lejo del bolsillo y pude divisar gente que se movía en los
Los que estaban asomados más cerca de mí parecían ser
bordes de aquel objeto, bordes que semejaban inclina-
gente principal, a juzgar por su vestimenta. Gravemente
dos; no supe sin embargo distinguir lo que tales gentes
se consultaban unos a otros, mirando de vez en cuando
estaban haciendo.
hacia mí. Finalmente uno de ellos me habló en un dialec-
El natural deseo de vivir despertó dentro de mí cierto to claro, cortés y suave, no muy distinto en el sonido a la
júbilo y asomo de esperanza de que este nuevo suceso lengua italiana, por lo que yo repliqué en esta lengua,
pudiera de un modo u otro contribuir a liberarme del confiando en que su entonación fuera más agradable a
inhóspito lugar y del trance en que me encontraba. Pero su oído. Y así, aunque ninguno entendimos a nuestro
al mismo tiempo, imagine el lector mi asombro al con- interlocutor, el sentido de mis palabras quedó patente,
templar una isla flotando en el aire, habitada por hom- pues aquella gente vio el apuro en que me hallaba.
bres capaces, por las apariencias, de hacerla subir, bajar
Me hicieron señas de que bajara de mi observatorio y
o avanzar gradualmente a capricho. No sintiéndome en
me acercara a la costa, indicaciones que seguí. Luego,
aquel momento dispuesto a meditar sobre tal portento,
haciendo que la isla quedara a una altura conveniente,
me dediqué a observar qué rumbo iba a tomar la isla,
con el borde inmediatamente sobre mí, descolgaron una
pues por un momento pareció quedarse inmóvil. Mas
cadena desde la galería inferior, provista de un asiento
poco después empezó a acercarse y pude ver sus lados,
en su extremo al que me sujeté. Sentado en él me levan-
formados por varios niveles de galerías comunicadas
taron por medio de poleas.
entre sí, a intervalos, por escaleras. En el nivel más bajo
distinguí a algunos pescando con cañas y a otros con- Al dejar mi asiento y ponerme en pie me rodeó una gran
templando a los pescadores. Les hice señas agitando muchedumbre entre la que destacaban los más próxi-
hacia la isla un pañuelo y el gorro, pues el sombrero lo mos a mí como gente de condición. Me contemplaban
tenía destrozado hacía tiempo. Cuando se acercaron con vivas muestras y gestos de asombro, y en cuanto a
más los llamé a gritos hasta desgañitarme. Luego, mi- mí, no estaba menos maravillado, pues jamás había visto
rando con cuidado, descubrí un grupo reunido en la seres vivos tan singulares por su figura, vestimenta y
parte más visible para mí. Al ver que hacían señas en mi semblante. Tenían todos la cabeza inclinada; unos hacia
dirección y entre sí, deduje que se habían dado cuenta la derecha, otros a la izquierda. De los ojos, uno estaba
de mi presencia, aunque no hubo respuesta a mis gritos. vuelto hacia dentro, el otro mirando directamente al ce-
Pero pude advertir cómo cuatro o cinco de ellos subían nit. La ropa exterior tenía como adorno figuras de soles,
precipitadamente las escaleras hasta la superficie más lunas y estrellas entremezcladas con otras de violines,
alta de la isla y luego desaparecían. Supuse entonces, y flautas, arpas, trompetas, guitarras y clavicordios, así

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LUGARES GEOMÉTRICOS. ÁREAS Y PERÍMETROS

Los Viajes de Gulliver


como otros muchos instrumentos musicales que desco-
nocemos en Europa. Pude observar entre esta gente a
muchos en ropa de siervos, provistos de una vejiga hin-
chada, sujeta al extremo de un palo corto que llevaban
en la mano. Dentro de cada vejiga iban unos cuantos
guisantes o chinitas, según pude averiguar más tarde.
Con estas vejigas golpeaban de vez en cuando la boca y
orejas de los que tenían al lado, práctica cuyo significa-
do no pude imaginar entonces, pero que al parecer se
debe a que el pensamiento de aquellas gentes está tan
sumido en profundas especulaciones que no son capa-
ces de hablar y de prestar atención a lo que otros dicen,
a menos que se les despierte con algún contacto exterior
sobre los órganos del oído o de la palabra. […]
Por fin llegamos al Palacio y entramos en el salón de
audiencia donde vi al Rey en su trono acompañado a
ambos lados de gentes principales. Delante del trono
había una mesa ocupada por globos, esferas e instru-
mentos matemáticos de toda índole. […] Cuando quedó
patente que no nos podíamos entender en ninguna len-
gua, el Rey mandó que me llevaran a un aposento de
Palacio –pues este Monarca se distinguía de sus prede-
cesores por su hospitalidad– donde asignaron dos sir-
vientes a mi servicio. Trajeron luego la cena, en la que
me honraron con su compañía cuatro personas de cali-
vaca servido en trozos de sección romboidal, además de
dad que recordaba haber visto cerca del Rey. La cena
un pudín cuyo molde era una cicloide. La segunda con-
constaba de dos partes, con tres platos cada una. En la
sistía en dos patos aderezados y espetados en forma de
primera tomamos una paletilla de cordero, cortada en
violines, salchichas y repostería que imitaban flautas y
forma de triángulo equilátero y un trozo de carne de
oboes, y un pecho de ternera en forma de arpa. Los cria-
dos cortaban el pan en conos, cilindros, paralelogramos
y otras figuras geométricas […].
Mis conocimientos matemáticos me servían de gran
ayuda para aprender los términos y frases que usaban,
tomados en gran parte de aquellas ciencias y de la mú-
sica, en la que yo no era profano. Sus ideas aluden cons-
tantemente a líneas y figuras geométricas. Si han de ala-
bar la belleza de una mujer o de un animal, la describen
en términos de rombos, círculos, paralelogramos, elip-
ses, etc., o, si no, acudiendo a vocablos del arte musical,
que no es menester repetir aquí. Pude ver en la cocina
real toda clase de instrumentos matemáticos y musica-
les, que servían de modelo para dar figura a los trozos
de carne que se servían en la mesa del Rey.
Las casas están muy mal construidas, con las paredes
inclinadas y sin un solo ángulo recto en aposento algu-
no, deficiencia debida al desdén que sienten por la geo-
metría aplicada, que desprecian por vulgar y mecánica.
Así, las instrucciones que dan, por ser demasiado sutiles
para el intelecto de los obreros, ocasionan continuos
errores. Y aunque tienen destreza sobrada en el manejo
de la regla ante una hoja de papel, lo mismo que en el
lápiz y el compás, jamás he visto en los actos y compor-
tamientos de la vida corriente una gente más torpe y

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desmañada, ni tan lerda y titubeante para entender otras
materias que no sean las matemáticas y la música. Son
poco aptos para el raciocinio y muy dados a llevar la
contraria, excepto cuando aciertan a ser de la opinión
correcta, lo que rara vez les ocurre. Imaginación, fanta-
sía e inventiva son nociones totalmente extrañas para
ellos, que no disponen de palabras en su lengua para ex-
presarlas. El alcance de sus ideas y pensamiento queda
así circunscrito a las dos susodichas disciplinas. […]
Estas gentes padecen continua desazón, sin poder gozar
un solo minuto de sosiego, y su inquietud nace de cau-
sas que afectan muy poco al resto de los mortales. Bro-
tan sus temores de diversos cambios que recelan en los
cuerpos celestes. Temen, por ejemplo, que la Tierra, al
acercarse continuamente el Sol a ella, acabará por ser
atraída y tragada por él; que la superficie solar quedará
cubierta gradualmente por una costra de las emanacio-
nes del astro que impedirá a este dar luz al mundo. Te-
men también que la Tierra, que por muy poco se libró de
quedar reducida a cenizas al rozar la cola del último co-
meta, quedará destruida probablemente por el próximo,
que según sus cálculos se acercará en treinta y un años,
pues si en su perihelio se acercara a cierta distancia del
Sol, alcanzaría una temperatura diez mil veces mayor
que la del hierro al rojo –cosa que según sus cálculos se
puede temer con razón– y al alejarse del Sol arrastrará
una cola llameante de un millón catorce millas de lon-
gitud. Si en su camino pasara el núcleo del cometa a
cien mil millas de la Tierra, la cola, a su paso, incendiaría
nuestro planeta reduciéndolo a cenizas. Les asusta fi-
nalmente que el Sol, al gastar diariamente sus rayos sin
alimento que los sustituya, acabará consumido y aniqui-
lado, lo que significaría el fin de la Tierra y de todos los
planetas que reciben luz de él.
Es tan constante la alarma en que viven, por temor de
estos y otros peligros inminentes parecidos, que no en-
cuentran reposo en el sueño ni solaz en los placeres y
diversiones de la vida.

ACTIVIDADES

1 Escribe una lista con los términos geométricos que aparecen en el texto anterior.

2 Dos de estos términos son «elipse» y «cicloide». Define estas curvas utilizando la expresión
«lugar geométrico».

3 ¿Cuál es el lugar geométrico de los puntos que equidistan de una recta y un punto fijo?

4 ¿Por qué crees que Swift, en la crítica que se trasluce en el texto anterior, ha mezclado
matemáticas, música y astronomía?

5 Calcula el perímetro y el área de un triángulo equilátero inscrito en una circunferencia


que mide 30 cm de longitud.

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MOVIMIENTOS Y SEMEJANZAS

El joven Arquímedes
Autor: Aldous Huxley

ARGUMENTO

Guido, el protagonista de este cuento, es un niño pobre que


vive en las afueras de Florencia. Un verano conoce a un niño
inglés, llamado Robin, cuya familia pasa las vacaciones cerca
de su casa. El padre de Robin, un hombre muy culto, se da
cuenta enseguida de que Guido tiene una capacidad
extraordinaria para la música y un poco más tarde descubre
que también es un superdotado para las matemáticas,
y por eso lo llama «el pequeño Arquímedes». En el siguiente
fragmento narra cómo lo descubrió.

El joven Arquímedes
Hice el descubrimiento una mañana, a principios
de verano. Estaba yo trabajando a la sombra tem-
plada del balcón que miraba hacia Poniente. Gui-
do y Robin jugaban en el jardincillo tapiado que se
extendía a mis pies. Absorto en mi trabajo, no me
di cuenta del poco ruido que hacían los niños has-
ta que el silencio se hubo prolongado largo rato.
Ni gritaban ni corrían: estaban hablando tranqui-
lamente. Sabedor de que cuando los niños se
muestran apacibles, esto quiere decir por lo gene-
ral que están ocupados en alguna deliciosa trave-
sura, me levanté de la silla y me asomé para ver
qué estaban haciendo.
Supuse que los iba a descubrir jugando con barro,
encendiendo una hoguera, pintándose de alqui-
trán o algo parecido. Pero lo que vi fue a Guido
con un palo quemado en la mano demostrando
sobre las losas pulidas del caminillo que el cuadra-

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do de la hipotenusa de un triángulo rectángulo es igual
a la suma de los cuadrados de los catetos. Estaba arrodi- figuras. Luego el área del cuadrado del interior de la
llado sobre el suelo, escribiendo con su lápiz de carbón segunda –el que se formaba con el lado más grande de
sobre las losas. Y Robin, arrodillado junto a él, mostraba los triángulos, llamado hipotenusa– resultaba ser igual
manifiesta impaciencia ante la lentitud de aquel juego. a la suma de las áreas de los dos cuadrados pequeños
de la primera figura –los que se formaban con los dos
–Guido –dijo; pero Guido no le hizo caso y continuó con- lados pequeños, llamados catetos–. Esta propiedad
centrado en su diagrama, fruncido el ceño. «descubierta» por Guido es el teorema de Pitágoras.
–¡Guido! –insistió Robin, mirando a la cara de su amigo
y torciendo el cuello para hacerlo–; ¿por qué no pintas Con palabras muy poco técnicas, pero con lógica clara e
un tren? impecable, Guido desarrolló su demostración. Robin le
escuchaba con un gesto de incomprensión absoluta re-
–Luego. Ahora te quiero enseñar esto. ¡Es tan bonito!
tratado en su cara pecosa y vivaz.
–añadió para convencer a Robin.
–Tren –repetía de cuando en cuando–; Tren, pinta un
–Pero... yo quiero un tren –insistió Robin.
tren.
–Espera un momento. Un momento nada más –dijo –Dentro de un momento –le imploraba Guido–; espera
Guido casi implorante. Robin se armó de paciencia. Un un momento nada más. Anda, espera –le rogaba–. ¡Es
minuto más tarde, Guido acabó sus dos diagramas. tan bello! ¡Es tan fácil! [...]
–¡Ya está! –dijo triunfalmente–. Y ahora te lo voy a expli- –Guido –dije desde el balcón–, ¿quién te ha enseñado a
car. Y, en efecto: procedió a demostrar el teorema de dibujar esos cuadrados?
Pitágoras, no según el método de Euclides, sino em-
pleando el sistema más sencillo que, probablemente, Naturalmente, era imposible que alguien se lo hubiese
siguió el mismo Pitágoras. enseñado.
–Nadie –repuso; y luego inquieto, como si temiera que el
dibujar cuadrados fuese un pecado, comenzó a excusar-
Había dibujado dos cuadrados iguales. El primero lo
se y a explicarme–: Es que me pareció tan bonito... [...]
dividió, mediante dos perpendiculares paralelas a los
lados, en dos cuadrados más pequeños y en dos –Sí; es muy bonito –le dije–; es maravillosamente bonito.
rectángulos iguales; cada rectángulo lo dividió, trazando Apareció en su cara una expresión de felicidad y de
una diagonal, en dos triángulos iguales (figura 1).
tranquilidad recobradas. Se echó a reír de gusto. [...]
Dentro del segundo cuadrado dibujó los mismos cuatro
–Yo quiero un tren –dijo Robin.
triángulos de la primera figura, de tal manera que sus
ángulos rectos se ajustaban a los vértices del cuadrado Me quedé contemplando a los dos niños apoyado en la
(figura 2). Los cuatro triángulos eran iguales en las dos barandilla del balcón pensando en la naturaleza extraor-
dinaria de lo que acababa de presenciar y en lo que

Figura 1. Descomposición de un cuadrado en cua- Figura 2. Descomposición de un cuadrado en cua-


tro triángulos y dos cuadrados pequeños. tro triángulos y otro cuadrado.

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MOVIMIENTOS Y SEMEJANZAS

El joven Arquímedes
quería decir. Pensé en las inmensas diferencias que dis-
tinguen a los seres humanos. […]
Este niño, me dije, ha tenido la suerte de nacer en una
época que le permitirá emplear adecuadamente su ca-
pacidad. Podrá utilizar los más complicados métodos
analíticos; podrá disponer de conocimientos prodigio-
sos acumulados para su beneficio. Pero supongamos
que hubiese nacido cuando estaba siendo edificado
Stonehenge; es posible que se hubiera pasado la vida
descubriendo los más elementales rudimentos, avan-
zando a oscuras, sin ayuda alguna. Nacido en la época
de la conquista normanda de Inglaterra, hubiese tenido
que luchar con todas las dificultades preliminares crea-
das por símbolos inadecuados. Por ejemplo, le hubiera
costado muchos años aprender el arte de dividir
MMMCCCCLXXXVIII por MCMXIX. Hoy aprendería
en cinco años lo que le costó al hombre muchas gene-
raciones de trabajo.
Pensé también en el triste destino de todos los hombres
nacidos fuera de tiempo, lo cual les impidió llevar a cabo
grandes obras. Beethoven, nacido en Grecia, se hubiera
tenido que contentar con tocar melodías afinadas en la
flauta o la lira; en aquella atmósfera intelectual parece

que le hubiera sido imposible imaginar la naturaleza de


la armonía.
Los niños habían pasado del dibujo de trenes a jugar al
tren. Corrían dando vueltas y más vueltas; Robin, con
los carrillos rotundos del símbolo querúbico del viento,
resoplaba con entusiasmo, y Guido, agarrado a la cola
de su delantal, le seguía arrastrando los pies y pitando.
Iban hacia delante, daban marcha atrás, se detenían en
estaciones imaginarias, maniobraban, rugían veloces al
pasar los puentes, se hundían con estrépito en los túne-
les, y descarrilaban y chocaban con cierta frecuencia. […]
En las semanas siguientes fui alternando las lecciones
diarias de música con las de matemáticas. Realmente,
más que lecciones eran insinuaciones, pues me limité
a mostrar caminos, a indicar métodos, dejando que el
niño descubriera por sí mismo los detalles. Le di a cono-
cer el álgebra con otra demostración del teorema de Pi-
tágoras. En esta demostración se traza una perpendicu-
lar desde el vértice del ángulo recto hasta la hipotenusa
(figura 3).

Figura 3. Al trazar la altura de un triángulo rectángulo se obtienen


triángulos semejantes.

42 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
Los dos triángulos resultantes son semejantes al prime-
ro porque tienen sus ángulos correspondientes iguales.
En consecuencia, los lados del triángulo de la izquierda
son proporcionales a los del inicial, es decir:
hipotenusa del triángulo inicial
5
hipotenusa del triángulo pequeño
cateto mayor del inicial
5
cateto mayor del pequeño

a1b d
5 ; d2 5 a ? (a 1 b)
d a
Análogamente, como los lados del triángulo de la dere-
cha son proporcionales a los del inicial, se llega a la fór-
mula c2 5 b(a 1 b). Sumando estas dos igualdades se
demuestra algebraicamente que c2 1 d2 (la suma de los
cuadrados de los catetos) es igual a (a 1 b)2 (el cuadrado
de la hipotenusa). Guido se mostró tan encantado por
estos rudimentos del álgebra como si le hubiese regala-
do una máquina de vapor con una lamparilla de alcohol
para calentar la caldera; y aún más encantado, pues esta
máquina se hubiera roto antes o después, y en cualquier
caso hubiera acabado por perder su encanto al conser-
var inmutable su naturaleza de máquina, mientras que
los rudimentos del álgebra crecían y florecían en su
mente con una pujanza continua. Todos los días descu-
bría algo que se le antojaba de una belleza exquisita.
Aquel nuevo juguete tenía posibilidades ilimitadas.

Desgraciadamente, a veces las circunstancias son


demasiado fuertes y acaban ahogando a las personas.
Guido fue una de esas víctimas.

ACTIVIDADES

1 En la figura 1, descubre qué movimientos transforman el rectángulo horizontal formado


por los dos triángulos superiores en el rectángulo vertical del lateral derecho.

2 En la figura 2, ¿qué movimientos transforman uno de los triángulos en los otros tres?

3 Explica por qué los dibujos de Guido (figuras 1 y 2) demuestran el teorema de Pitágoras.

4 Copia en tu cuaderno la demostración algebraica del teorema de Pitágoras que aparece


en el texto y complétala con el razonamiento que falta sobre la semejanza del triángulo
de la derecha y el inicial.

5 a)  Demuestra que los dos triángulos pequeños de la figura 3 son semejantes entre sí.
b) Establece la proporcionalidad entre sus lados y encuentra una fórmula que relaciona
la altura del triángulo inicial con los segmentos a y b. Esta relación se llama teorema
de la altura.

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 43
10
CUERPOS GEOMÉTRICOS

Vida y fugas de Fanto Fantini


Autor: Álvaro Cunqueiro

ARGUMENTO

Durante los siglos XV y XVI, Italia era un mosaico de pequeños


estados rivales que, con mucha frecuencia, guerreaban entre sí.
En estas luchas intervenían bandas de mercenarios que servían
al mejor postor. Algunos de los capitanes de estas bandas,
llamados condotieros, acabaron siendo los señores de alguno
de esos estados a los que atacaban o a los que defendían.
Fanto Fantini della Gherardesca, el protagonista de esta novela
fantástica, es un condotiero especialmente famoso por sus
espectaculares fugas «de las más cerradas y vigiladas prisiones
de su tiempo». En el texto siguiente se relata cómo se escapó
de una de esas cárceles.

Vida y fugas
de Fanto Fantini
La prisión tenía la forma de un hexaedro inscrito
en una esfera, y cada celda repetía la forma hexaé-
drica en el interior y esférica exteriormente. Los
espacios vacíos entre las caras del hexaedro de
cada celda y la pared interior de la esfera se comu-
nicaban entre sí. Además, las esferas de las celdas
no se tocaban las unas a las otras, y el conjunto de
esferas flotaba, por decirlo así, en el interior del
gran hexaedro. Calculó que la esfera en la que es-
taba encerrado el hexaedro que le servía de celda
tenía seis metros de diámetro. El número de cel-
das era exactamente treinta y seis. Veía perfecta-
mente el conjunto, como si estuviera fuera de él, a
mediodía, de pie sobre la piel de la naranja, o su
maestro fra Luca Pacioli le mostrase una maqueta
desmontable, en ligera madera de abedul. La esca-
sa luz que iluminaba la celda procedía de seis sae-
teras, que cambiaban constantemente de posición,
abiertas en las que llamaremos paredes, y de seis

44 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
centímetros de ancho por treinta y seis de largo. (Tra-
duzco al sistema métrico decimal las varas, pies y pulga-
das itálicos del Quinientos). Por esas saeteras le introdu-
cían la comida, y los aplastados recipientes de barro que
contenían el agua. La luz que iluminaba la celda estaba
relacionada, en su duración e intensidad, con el proble-
ma que llamaremos de destrucción del tiempo, problema
del que había que prescindir si se quería avanzar hacia
una solución definitiva. Avanzar, naturalmente, en el ca-
mino de la liberación, de la fuga, camino que solamente
podía ser recorrido hasta el fin por medio de una acción
exclusivamente mental.
Cuando Fanto Fantini se demostró a sí mismo que la
fuga era una ‹‹cossa mentale››, se tranquilizó por com-
pleto. Sabía, ahora, que podía salir. En realidad, sabien-
do que la prisión era ‹‹una idea de una prisión››, ya esta-
ba fuera. Pero quería llegar hasta el fin del juego. Ya se
sentía fuera de la celda, ya avanzaba a grandes pasos
por un camino perpendicular a la base del gran hexae-
dro, hacia aquel círculo de luz roja, que era la puerta, en
el que se inscribía un hexágono azul. Pero no quería pre-
cipitarse. La palabra sosiego cobraba para él, como en el instante justo en el que el alma le ordenaba al cuerpo
tantas otras veces, su total sentido. Ya se consideraba el la sonrisa, un gesto, diremos, que iba a la vez a los ojos
prisionero un hombre libre, y por primera vez desde que –Fanto parpadeaba con más frecuencia cuando son-
estaba encarcelado, sonrió. No tenía espejo en la celda, reía–, y a los labios, y también a sí misma, porque no
pero se vio sonreír, abrir levemente los labios, y percibió tendría sentido sonreír solamente con el cuerpo. Se vio
en el campo, en lo alto de una colina, los brazos cruza-
dos sobre el pecho, contemplando lejanas cumbres ne-
vadas, y a su lado, su caballo «Liofante» pacía goloso.

El prisionero se dispone a ejecutar su plan de fuga.

Fanto Fantini della Gherardesca comprobó una vez más


que su cuerpo cabía exactamente dentro del hexágono
inscrito en una circunferencia que había dibujado con
tiza en el piso de la celda. Su rubio pelo rizado tocaba el
lado superior del hexágono, mientras sus pies se apoya-
ban firmemente en el lado inferior. Tenía que concen-
trarse, no permitir que entrase nada en su mente que no
perteneciese al estricto mundo de las realidades geomé-
tricas euclidianas. Si sus cálculos eran exactos, la circun-
ferencia por él trazada en el piso de la celda, tenía el
mismo diámetro que la que llamaremos circunferen-
cia-puerta, situada en la base del gran hexaedro interior.
Y sus cálculos eran sin duda exactos, puesto que habían
sido realizados una y otra vez con arreglo a lo que se
enseña en el tratado de Divina proportione, de su grande
y recordado amigo fra Luca Pacioli, sin olvidar El núme-
ro de oro, del dacio Matila Ghika, donde está toda la per-
fección del canon, célebre desde los griegos, y el De
prospectiva pingendi, del pintor Piero de la Francesca.
Aplicando el concepto que el pintor profesaba del cono
de rayos que va del ojo humano a los distintos objetos

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 45
10
CUERPOS GEOMÉTRICOS

Vida y fugas de Fanto Fantini


y que es cortado por un plano, en el cual las interseccio-
nes con esos rayos designan los lugares de los objetos,
el prisionero fijó el lugar y el diámetro de la circunferen-
cia-puerta.
Fanto comenzó a desnudarse, pues había concebido que
era desnudo como podía salir de la Esfera. [...] Conforme
había desnudado su cuerpo, tenía ahora que desnudar
su mente de todo lo que pudiese perturbar la acción que
iba a realizar. Lo había logrado ya en anteriores ocasio-
nes, tanto con los ojos cerrados como con los ojos abier-
tos. No podía intentar la salida hasta que en la medita-
ción llegase a ver su cuerpo no como tal, sino como una
línea sinuosa que cortaba con sus curvas una recta. La lí-
nea sinuosa nacía de una espiral en su frente, y termina-
ba en otra espiral en sus pies. Mentalmente, Fanto en-
viaba toda su sangre, la sangre que corría por su cuerpo,
a dicha línea sinuosa, la cual comenzaba a sufrir en sus
curvas exteriores, lentas sístoles y diástoles, mientras
que la línea recta, la columna, se ancheaba y aparecían
como cortándola, en doce partes iguales, pequeñas me-
dias lunas. La roja línea sinuosa contrastaba con la verde
recta y las blancas medias lunas, pero Fanto sabía que
tenía que superar la visión coloreada de aquel extraño
resumen de su cuerpo.

Tras algunos ensayos, Fantini consigue eliminar Habían llegado el día y la hora. Fanto Fantini della Ghe-
los colores de aquella extraña figura geométrica rardesca, desnudo, tumbado en el suelo de su celda, era
a la que había conseguido reducir su cuerpo a través pura geometría, una línea sinuosa cortada por una recta,
de la meditación. inscrita en un hexágono, a su vez inscrito en una circun-
ferencia. El conjunto se desprendía del suelo y se incor-
poraba, deslizándose hacia el espacio vacío entre las
esferas. Fanto comprobaba que la Esfera era una cons-
trucción imaginaria del Gran Rector, que aquello no ha-
bía sido nunca construido: una tela de araña imaginada
por alguien que podía estar a mil leguas de allí, y a la
que le bastaba para subsistir que los prisioneros se cre-
yeran atrapados para siempre. Sus reflexiones sobre la
Esfera habían sido correctas, y solamente transformán-
dose en algo de la misma naturaleza imaginaria que la
construcción del Gran Rector, era posible la salida. Apo-
yando la cabeza y los pies en los lados superior e inferior
del hexágono, respectivamente, recobrando, iniciada la
marcha en el vacío, segundo a segundo su cuerpo, que
iba pareciendo tal pintura de Apolo en el bastidor bajo
el pincel del maestro, Fanto volaba como cometa hacia
la puerta, a la que ya veía allá abajo, primero no colorea-
da, más tarde, a medida que abandonaba su expresión
geométrica, circunferencia roja, hexágono azul. Atrave-
saba capas de aire caliente, en cierto modo del cerebro
del Gran Rector. El hexágono en que Fanto estaba ins-
crito era ya solo la idea que él tenía de la existencia de un
hexágono, y no la figura dibujada con tiza en el suelo de
la celda hexaédrica. Avanzaba, suponía, a una velocidad
constante, probablemente la del sonido. En el momento

46 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
mismo en que «su» hexágono, chocase contra el hexá-
gono de la puerta, idéntico, Fanto saltaría hacia el exte-
rior, al campo. [...]
Pero el Gran Rector comenzaba a actuar. Con un pincel,
la enorme mano de oro reforzaba con tinta negra los la-
dos del hexágono-puerta. Para mantener la proporción
dentro de la estructura general, permanecía –una leve
línea azul–, el hexágono primitivo, aquel cuya área era
idéntica a la del hexágono en el que había iniciado su
viaje Fanto. Por segunda vez, el pincel engrosó las líneas
que limitaban el polígono, reduciendo, por tanto, el ta-
maño del hueco por el que Fanto iba a salir. Fanto no
podía detenerse en la fuga, buscar otra salida, que sin
duda habría. No podía romper el juego –no quería–, di-
ciendo que adivinado que la construcción no existía, ya
estaba libre. Si se detenía, le daría tiempo a la mano del
Gran Rector para cubrir con la oscura y mefítica tinta de
su pincel toda el área del hexágono... Fanto ya veía el
campo verde en el que iba a caer. El viento introdujo en
la Esfera unas hojas secas, con las que tropezó el rostro
de Fanto en el momento del choque de los dos hexágo-
nos. Fanto rodó fuera, y con la violencia del golpe perdió
el conocimiento. No pudo darse cuenta de que había
asustado a unas ovejas pardas, y a unos cuervos, que
buscaban granos en una era recién sembrada. Una mu-
jer gritó.

ACTIVIDADES

1 Observa la escultura de Günter Haese –un artista alemán nacido


en 1924– que se muestra en la fotografía.
Casualmente, casi es un modelo reducido de la prisión de Fanto
Fantini. Descubre qué le sobra y qué le falta para coincidir
plenamente.

2 En el texto anterior se dice que la esfera donde estaba inscrito


el hexaedro que servía de celda a Fanto Fantini medía 6 m
de diámetro. Calcula:
a)  el volumen de la esfera.
b)  el volumen del hexaedro.

3 Dibuja la imagen geométrica mental a la que queda reducido


el cuerpo de Fanto Fantini cuando ensaya la fuga.

4 En el texto se habla también del cono de rayos que, partiendo


de los ojos, sirve para pintar un cuadro en perspectiva.
Analiza las figuras geométricas planas que se obtienen cuando
un cono se corta con un plano variando su inclinación
con respecto al eje.

5 Investiga quiénes fueron los dos personajes reales que aparecen


en el relato: Piero de la Francesca y Luca Pacioli. Escultura de Günter Haese.

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 47
11
FUNCIONES

Tuya
Autor: Claudia Piñeiro

ARGUMENTO

Esta novela narra la historia de un triángulo (o cuadrilátero)


amoroso con asesinatos incluidos. Comienza cuando
una mujer casada y madre de una chica de diecisiete años
sospecha que su marido tiene una amante. Una noche
lo sigue hasta la orilla de un lago, donde la pareja
ha concertado una cita. Sin oír lo que dicen, se da cuenta
de que están discutiendo acaloradamente y ve cómo
el marido empuja a la amante, esta cae al suelo y ya no
se levanta. Poco después observa que el marido sube
el cadáver a una barca y lo tira en el centro del lago. La mujer,
sin decirle nada al marido, le perdona y decide ayudarle
en caso de que le investiguen. Para estar bien informada,
estudia cómo trabajan los forenses cuando tratan
de descubrir las circunstancias de una muerte no natural.
Con esos datos elabora pequeños informes, como el del texto
siguiente, en el que explica el proceso de rigidez
y enfriamiento de un cadáver.

Tuya y el cadáver empieza a relajarse. Y lo hace en el mismo


sentido que el anterior. Primero se relajan los párpados,
después la cara, el tronco, y por último las piernas.
La temperatura corporal desciende durante las doce ho-
ras posteriores a la muerte a razón de un grado por El livor mortis es un proceso anterior, muy útil para de-
hora. terminar la hora de la muerte. En el momento en que se
detiene el corazón, y por lo tanto la circulación sanguínea,
En las doce horas siguientes el descenso es menor, casi la fuerza de la gravedad hace que los glóbulos rojos des-
la mitad. Claro que si el cuerpo ha estado sumergido en ciendan hasta las partes del cuerpo que están apoyadas
agua, el enfriamiento del cadáver es mucho más veloz. en el suelo. Es por esto que cerca de las dos horas des-
(Párrafo resaltado). pués de producida la muerte el color se fija en esas zo-
Los datos relacionados con el enfriamiento del cuerpo, nas por rompimiento de los glóbulos rojos que invaden
así como el rigor mortis o el livor mortis, son indicadores los tejidos cercanos. Cuando la muerte fue por envenena-
de la fecha y hora en que se produjo el deceso. miento, el color es muy intenso. Cuando se usa cianuro,
el color, en cambio, suele ser rosado. Y en las muertes
El rigor mortis, o sea, la rigidez típica de quien está con monóxido de carbono, las partes inferiores del cuer-
muerto, se produce por un proceso químico. La química po presentan un color rojo brillante.
interna del cuerpo cambia de un estado ácido a alcalino,
y los músculos se tensan. El proceso de tensión se inicia Claro que todo cambia si el cadáver tarda en aparecer, y
en los párpados, baja por la cara, un poco después el entonces su estado dependerá del lugar donde estuvo
tronco, y finalmente las piernas. todo ese tiempo. (Párrafo resaltado). […]

Una vez que se completa el ciclo de rigor mortis, el cuer- Al encontrar un cuerpo en el agua, no importa en qué
po sin vida presenta la rigidez de un tronco. (Resaltada la circunstancias, lo primero que determinan los forenses
palabra «tronco»). Pero el cadáver no se queda así eter- es si la víctima murió ahogada, si murió por hipotermia
namente. Doce horas después de completado el proceso al haber permanecido en el agua fría, o si ya estaba
que lleva al rigor mortis, se produce otro proceso ácido muerta antes de caer o al ser arrojada al agua. En el caso

48 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
de que haya muerto ahogada, los pulmones estarán lle-
nos de agua; en los otros casos, no. […]
En todos estos casos el enfriamiento es mucho más vio-
lento y el cadáver se enfría en pocas horas. La lividez
post mortem no presenta sus características habituales:
la piel del cadáver es de un blanco anormal, y presen-
ta la llamada «piel de gallina», ya que los folículos de los
pelos se erizan. […]
Después de seis o siete días de muerte bajo el agua, se
produce otro proceso químico que origina que el abdo-
men del cadáver se llene de gases. Y un abdomen lleno
de gases hace que el cuerpo tienda a flotar y, por lo tan-
to, ascienda a la superficie. (Párrafo resaltado). Excepto
que algas o algún otro elemento extraño lo atasquen
para siempre en la profundidad de las aguas donde
yace. (Párrafo resaltado).

ACTIVIDADES

1 Aunque el fragmento anterior pueda parecer algo macabro, aporta datos científicos muy
interesantes que ayudan a los médicos a determinar las circunstancias de una muerte
cuando esta no se produce de un modo natural. Por ejemplo, al comienzo se explica cómo
desciende la temperatura corporal según van pasando las horas en condiciones normales.
Haz una gráfica que refleje este proceso partiendo de una temperatura de 37º.

2 Escribe la expresión algebraica de la función que relaciona las variables tiempo (en horas)
y temperatura (en grados centígrados) desde los 37º hasta los 7º. Escribe sus características:
dominio, recorrido, intervalos de crecimiento y decrecimiento, etc.

3 Dibuja la gráfica aproximada del enfriamiento corporal si el cadáver hubiera estado


sumergido en un lago con el agua a 12º.

4 La gráfica siguiente refleja la temperatura de un enfermo durante cuatro días.


a) Escribe los intervalos de crecimiento y de decrecimiento.
b) Determina los máximos y los mínimos, indicando el momento en que se alcanzan.
c) ¿Puedes decir cuándo empezaron a hacerle efecto los medicamentos?

39

38

37

36

8   
12  
16  
20  
24  4   
8        4  
8         
4  
8        4
1.er día 2.o día 3.er día 4.o día

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 49
12
FUNCIONES LINEALES Y CUADRÁTICAS

El consuelo
Autor: Anna Gavalda

ARGUMENTO

Charles, un prestigioso arquitecto de cuarenta y tantos años,


está casado con Laurence, una mujer de su misma edad,
divorciada y con una hija de su primer matrimonio, que se
llama Mathilde. Debido al exceso de trabajo de Charles y a sus
muchos viajes para atender las obras que tiene en todo
el mundo, las relaciones entre la pareja atraviesan
un momento de crisis. Mathilde y su padrastro Charles
siempre se han llevado muy bien, pero en la época en que
se desarrolla la novela, empiezan a surgir desencuentros
y roces, en parte producidos por la etapa vital que atraviesa
Mathilde: la adolescencia.
En la primera escena del texto siguiente, Charles narra
en primera persona la frialdad con que lo recibe Mathilde
al llegar a casa después de un viaje por Rusia. En cambio,
en la segunda escena, escrita en tercera persona,
encontramos un comportamiento de Mathilde que es
al mismo tiempo zalamero y cariñoso.

El consuelo
Estaba la cadena puesta, y esos diez centímetros
tras los que mi propio hogar se me resistía me sa-
caron de mis casillas. Venía de demasiado lejos,
había visto demasiadas cosas, el avión se había
retrasado demasiado y Dios era demasiado delica-
do. Perdí los estribos.
–¡Soy yo! ¡Abrid!
Gritaba golpeando la puerta.
–¡Que abráis de una vez, maldita sea!
El hocico de Snoopy apareció en el espacio que
dejaba la cadena.
–Que sí, vale... Tranquilo, ¿vale?... Tranquilo...
Mathilde descorrió la cadena, se apartó y ya me
daba la espalda cuando franqueé el umbral.
–¡Hola! –exclamé.
Se contentó con levantar el brazo, agitando sin ga-
nas unos pocos dedos.
En la espalda de su camiseta ponía Enjoy. Qué
guasa. Durante un segundo, pensé en agarrarla
del pelo y romperle la nuca para obligarla a darse

50 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
la vuelta y repetirle, mirándola a los ojos, esas dos silabi-
tas tan pasadas de moda: Ho-la. Pero, bah... Pasé. De
todas maneras, la puerta de su habitación ya se había
cerrado con un buen portazo.
[…]
Mathilde... Esa niñita a la que me había costado tanto
ganarme... Me había costado tanto... Cuánto había cre-
cido, Dios mío. Menos mal que nos quedaba Snoopy...
–¿Te encuentras mejor? –me preguntó.
–Sí –dije, soplando un café para que se enfriara–, gra-
cias. Tengo la sensación de que por fin, por fin he aterri-
zado... ¿No tienes clase?
–Nah...
–¿Laurence trabaja hoy todo el día?
–Sí. Irá directamente a casa de la abuela... Oh, nooooooo...
No me digas que se te ha olvidado... Pero si sabes que
esta noche es su cumple...
Se me había olvidado. No que al día siguiente fuera el
cumpleaños de Laurence, pero sí que teníamos por de-
lante una simpática velada. Una auténtica reunión fami-
liar, de las que a mí me gustaban. Lo que más falta me
hacía en esos momentos, desde luego.
–No tengo regalo.
Ya lo sé... Por eso no me he ido a dormir a casa de Léa.
Sabía que me ibas a necesitar...
La adolescencia… Qué yoyó más agotador. […]

La primavera todavía estaba lejos, pero el sol procedía


ya a una serie de calentamientos, estirándose perezosa-
mente sobre la bóveda del Panteón. Mi-hija-que-no-era-
mi-hija-pero-que-no-era-menos-tampoco me cogía del
brazo para no perder el sonido de su mp3, y estábamos
en París, la ciudad más hermosa del mundo, había ter-
minado por reconocerlo a fuerza de abandonarla. […]
Estábamos delante de la tienda de libros y discos Gibert.
–Entra. Te regalo mi bonito impermeable azul tirando
a verde...
Fruncí el ceño en las cajas. Como por arte de magia ha-
bían aparecido tres discos más sobre el mostrador.
–¡A ver, ¿qué quieres?! –soltó, con aire fatalista–, estos
también me los pensaba bajar...
Pagué, y me rozó la mejilla. Visto y no visto.
De nuevo entre el gentío del bulevar Saint-Michel, me
atreví a sacar el tema.
–¿Mathilde?
–Yes.
–¿Puedo hacerte una pregunta delicada?

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 51
12
FUNCIONES LINEALES Y CUADRÁTICAS

El consuelo
–No.
Y unos metros más adelante, mientras se cubría la cara.
–A ver, te escucho, dime.
–¿Por qué la situación se ha vuelto así entre nosotros?
Tan...
Silencio.
–¿Tan qué? –preguntó su capucha.
–No sé... previsible... tan canjeable por dinero... Saco la
tarjeta de crédito y tengo derecho a un gesto de cariño.
Bueno, tanto como de cariño... Dejémoslo en un gesto...
¿Cuánto... cuánto cuesta un beso tuyo, a ver? –Abrí la
cartera y comprobé el recibo–. Bueno tampoco esto es
una cuestión de dinero, me hace ilusión regalarte estos
discos, pero… hubiera preferido con diferencia que di-
jeras hola antes, al volver a casa…

**********

Charles tropezó con la mochila de Mathilde en el ves-


tíbulo.
«SOS mi querido padrastro adorado al que quiero con
todo mi corazón, no consigo hacer este ejercicio y es
para mañana (y se lo tengo que entregar a la profesora,
y le pondrá nota, y esa nota cuenta para la media del
trimestre) (no sé si te haces cargo de la gravedad
del tema...).

»Posdata 1: por favor te lo pido, ¡¡¡¡¡nada de explicacio-


nes!!!!! Solo las respuestas.
»Posdata 2: ya sé que es un abuso, pero si por una vez
pudieras aplicarte en la letra, me vendría muy bien.
»Posdata 3: gracias.
»Posdata 4: buenas noches.
»Posdata 5: te adoro».
En un sistema de referencia ortonormal (O; i, j), situar los
puntos A(27, 1) y B(1, 7).
1)  a) ¿Cuáles son las coordenadas de los vectores OA,
OB, AB? Demostrar que AOB es un triángulo rec-
tángulo isósceles.
b) Sea C el círculo circunscrito en el triángulo AOB.
Calcular las coordenadas de su centro y su radio.
2) Sea f la función afín definida por f (27) 5 1 y f (1) 5 7.
a)  Determinar la expresión de f.
b)  ¿Cuál es su representación gráfica...? Etc.
Un ejercicio sin el más mínimo interés...

52 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
Y Charles, una vez más, se instaló a solas en una cocina a una niña muy vaga, no pudo evitar medir el abismo
fantasma. Abrió un estuche famélico, soltó un taco al ver que lo separaba entonces de Rem Koolhaas... [un arqui-
un lápiz todo mordisqueado, sacó su propio portaminas tecto contemporáneo muy importante].
y se aplicó para escribir con buena letra. Se consolaba recordando que él, al menos, y eso con-
Mientras lo hacía, mientras situaba C, determinaba f, re- taba para la media del trimestre, era un padrastro
cortaba papel de calco y le sacaba las castañas del fuego adorado.

ACTIVIDADES

1 Resuelve el segundo de los problemas que Mathilde le planteó a su padre:


«Sea f la función afín definida por  f (27) 5 1  y  f (1) 5 7.
a)  Determina la expresión de f.
b)  ¿Cuál es su representación gráfica?».

2 Las siguientes gráficas corresponden a dos funciones afines. Determina la expresión


algebraica de cada una de ellas.

1 1

1 1

3 El tiempo que tarda en asarse un pavo depende de su peso. La relación viene dada
por la tabla siguiente:

Peso (kg) 4 5 6 7 8

Tiempo (min) 180 210 240 270 300

a) ¿Por qué esta tabla define una función? ¿Cuáles son la variable independiente
y la variable dependiente?
b)  Representa gráficamente la función.
c) Halla la fórmula de esta función. ¿De qué tipo es? Escribe también sus características.

4 a) ¿Qué tienen en común las ecuaciones de dos rectas paralelas? ¿Por qué?
b) Halla la ecuación de la recta paralela a y 5 2x 2 1 que pasa por el punto A(1, 3).

5 Halla los puntos en que la recta 3x 2 y 5 3 corta a los ejes de coordenadas. Halla otro punto más
y dibújala.
Halla también su pendiente y su ordenada en el origen.

6 Halla algebraica y gráficamente el punto donde se cortan las rectas de ecuaciones:

x 2 y 5 1      2x 1 y 5 2

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 53
13
ESTADÍSTICA

La caverna
Autor: José Saramago

ARGUMENTO

El personaje central de la novela es un alfarero viudo, de


nombre Cipriano Algor, que vende sus productos a un centro
comercial con monopolio exclusivo sobre sus proveedores,
quienes se comprometen, por escrito, a no vender nada
a ningún otro establecimiento. Es también un centro
residencial dotado con todos los servicios: hospital, escuela,
cementerio, playa... En esta ciudad dentro de la ciudad,
trabaja, como vigilante de segunda clase, el marido
de la única hija de Cipriano Algor, que vive con el padre
en un pueblo próximo. Al comienzo de la novela, el Centro
–así lo llama el narrador– le anuncia a Cipriano que sus vajillas
de loza, arrinconadas o, mejor dicho, fulminadas por las de
plástico, ya no se venden. Y esta circunstancia la aprovecha
el yerno para planear que, cuando él ascienda a guarda
residente, abandonen el pueblo y vayan a vivir los tres juntos
al Centro.
En el párrafo siguiente se describe cómo es este Centro.

La caverna
Cipriano Algor buscó una calle tranquila para ha-
cer tiempo mientras llegaba la hora de recoger al
yerno en la puerta del Servicio de Seguridad. Es-
tacionó la furgoneta en una esquina desde donde
se divisaba, a la distancia de tres extensas manza-
nas, una franja de una de las fachadas descomuna-
les del Centro, precisamente la que corresponde a
la zona residencial. Exceptuando las puertas que
comunican con el exterior, en ninguna de las res-
tantes fachadas hay aberturas, son impenetrables
paños de muralla donde los paneles suspendidos
que prometen seguridad no pueden ser responsa-
bilizados de tapar la luz y robar el aire a quien vive
dentro. Por el contrario, esta otra fachada está cri-
bada de ventanas, centenares y centenares de
ventanas, millares de ventanas, siempre cerradas
debido al acondicionamiento de la atmósfera in-
terna. Es sabido que cuando ignoramos la altura
exacta de un edificio, pero queremos dar una idea
aproximada de su tamaño, decimos que tiene un
determinado número de pisos, que pueden ser
dos, o cinco, o quince, o veinte, o treinta, o los que
sean, menos o más que estos números, del uno al
infinito. El edificio del Centro no es ni tan pequeño
ni tan grande, se satisface con exhibir cuarenta y

54 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
ocho pisos sobre el nivel de la calle y esconder diez pisos
por debajo. Y ya puestos, dado que Cipriano Algor ha
estacionado la furgoneta en este lugar y comenzamos a
ponderar alguno de los números que especifican el vo-
lumen del Centro, digamos que el ancho de las fachadas
menores es de cerca de ciento cincuenta metros, y el de
las mayores un poco más de trescientos cincuenta. [...]
Adelantando ahora un poco más los cálculos y tomando
como media una altura de tres metros por cada uno de
los pisos, incluyendo la espesura del pavimento que los
separa, encontraremos, considerando también los diez
pisos subterráneos, una altura total de ciento setenta y
cuatro metros. Si multiplicamos este número por los
ciento cincuenta metros de ancho y por los trescientos
cincuenta metros de largo, observaremos como resulta-
do, salvo error, omisión o confusión, un volumen de
nueve millones ciento treinta y cinco mil metros cúbicos,
palmo más palmo menos, punto más coma menos. El
Centro, no hay una sola persona que no lo reconozca
con asombro, es realmente grande. Y es ahí, dijo Cipria-
no Algor entre dientes, donde mi querido yerno quiere
que yo vaya a vivir, detrás de una de esas ventanas que
no se pueden abrir, dicen ellos que es para no alterar la
estabilidad térmica del aire acondicionado, pero la ver-
dad es otra, las personas pueden suicidarse, si quieren,
pero no tirándose desde cien metros de altura a la calle,
es una desesperación demasiado manifiesta y estimula
la curiosidad morbosa de los transeúntes, que ensegui-
da quieren saber por qué. El alfarero Cipriano Algor y su hija Marta, que trabaja
con él, no se hunden ante la decisión del Centro de no
comercializar sus vajillas de loza. Por el contrario,
reaccionan presentándoles una nueva propuesta:
fabricar figurillas policromadas de barro con forma
de payasos, enfermeras, reyes asirios, mandarines,
bufones y esquimales. El Centro les da otra
oportunidad, pero naturalmente el mercado manda,
y cuando los muñecos son expuestos en las
estanterías, el jefe del departamento de compras
autoriza la realización de una encuesta para analizar
su potencia mercantil. Pasados unos días, llama
por teléfono al alfarero Cipriano Algor y mantienen
la conversación que se describe en el siguiente párrafo.

Buenas tardes, señor Algor, Buenas tardes, señor, Su-


pongo que imagina por qué motivo le estoy telefonean-
do hoy, Supone bien, señor, dígame, Tengo ante mí los
resultados y las conclusiones del sondeo acerca de sus
artículos, que un subjefe del departamento, con mi apro-
bación, decidió promover, Y esos resultados cuáles son,
señor, preguntó Cipriano Algor, Lamento informarle de
que no fueron tan buenos cuanto desearíamos, Si es así
nadie lo lamentará más que yo, Temo que su participa-
ción en la vida de nuestro Centro ha llegado al final, To-
dos los días se comienzan cosas, pero, tarde o temprano,
todas acaban, No quiere que le lea los resultados, Me

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 55
13
ESTADÍSTICA

La caverna
interesan más las conclusiones, y esas ya las sé, el Cen- artículos de este tipo, es bueno que sepa que si tomamos
tro no comprará más nuestras figurillas. Marta, que ha- esta decisión, señor Algor, fue para no perjudicarlo de
bía escuchado con ansiedad cada vez mayor las palabras entrada, Muchas gracias, señor, Le doy un ejemplo, si
del padre, se llevó las manos a la boca como para sujetar hubiéramos seleccionado cincuenta jóvenes modernos,
una exclamación. Cipriano Algor le hizo gestos pidién- cincuenta chicos y chicas de nuestro tiempo, puede te-
dole calma, al mismo tiempo que respondía a una pre- ner la certeza, señor Algor, de que ninguno querría lle-
gunta del jefe del departamento de compras, Compren- varse a casa uno de sus muñecos, o si se lo llevase sería
do su deseo de que no quede ninguna duda en mi para usarlo en algo así como tiro al blanco, Comprendo,
espíritu, estoy de acuerdo con lo que acaba de decir, que Escogimos veinticinco personas de cada sexo, de profe-
presentar conclusiones sin la exposición previa de los siones e ingresos medios, personas con antecedentes
motivos que las originaron podría ser entendido como familiares modestos, todavía apegadas a gustos tradicio-
una manera poco habilidosa de enmascarar una deci- nales, y en cuyas casas la rusticidad del producto no de-
sión arbitraria, lo que no sería nunca, evidentemente, el sentonaría demasiado, E incluso así, Es verdad, señor
caso del Centro, Menos mal que está de acuerdo conmi- Algor, incluso así los resultados fueron malos, Qué le
go, Es difícil no estar de acuerdo, señor, Vaya tomando vamos a hacer, señor, Veinte hombres y diez mujeres
entonces nota de los resultados, Dígamelos, El universo respondieron que no les gustaban los muñecos de
de los clientes sobre el que incidiría el sondeo quedó barro, cuatro mujeres dijeron que quizá los compraran
definido desde el principio por la exclusión de las perso- si fueran más grandes, tres podrían comprarlos si fue-
nas que por edad, posición social, educación y cultura, y sen más pequeños, de los cinco hombres que quedaban,
también por sus hábitos conocidos de consumo, fuesen cuatro dijeron que ya no estaban en edad de jugar y otro
previsible y radicalmente contrarias a la adquisición de protestó por el hecho de que tres de las figurillas repre-
sentasen extranjeros, para colmo exóticos, y en cuanto a
las ocho mujeres que todavía faltan por mencionar, dos
se declararon alérgicas al barro, cuatro tenían malos re-
cuerdos de esta clase de objetos, y solo las dos últimas
respondieron agradeciendo mucho la posibilidad que
les había sido proporcionada de decorar gratuitamente
su casa con unos muñequitos tan simpáticos, hay que
añadir que se trata de personas de edad que viven solas,
Me gustaría conocer los nombres y las direcciones de
esas señoras para darles las gracias, dijo Cipriano Algor,
Lo lamento, pero no estoy autorizado a revelar datos
personales de los encuestados, es una condición estricta
de cualquier sondeo de este tipo, respetar el anonima-
to de las respuestas, Tal vez pueda decirme, en todo
caso, si esas personas viven en el Centro, A quiénes se
refiere, a todas las personas, preguntó el jefe del depar-
tamento de compras, No señor, solo a las dos que tuvie-
ron la bondad de encontrar simpáticos nuestros muñe-
cos, dijo Cipriano Algor, Tratándose de un dato no
particularmente sustancial supongo que no estaré trai-
cionando la deontología que rige los sondeos si le digo
que esas dos mujeres viven fuera del Centro, en la ciu-
dad, Muchas gracias por la información, señor, Le ha
servido de algo, Desgraciadamente no, señor, Entonces
para qué quería saberlo, Podría ocurrir que tuviera la
oportunidad de encontrármelas y agradecérselo perso-
nalmente, viviendo en la ciudad será casi imposible, Y si
viviesen aquí, Cuando, al principio de esta conversación,
me dijo que mi participación en la vida del Centro había
llegado a su fin, estuve a punto de interrumpirlo, Por
qué, Porque, al contrario de lo que piensa, y a pesar
de que no quieran ver más ni la loza ni los muñecos de
este alfarero, mi vida seguirá ligada al Centro, No com-

56 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
prendo, explíquese mejor, por favor, Dentro de cinco o
seis días estaré viviendo ahí, mi yerno ha sido ascendido
a guarda residente y yo me iré a vivir con mi hija y con
él, Me alegra esa noticia y le felicito, finalmente usted es
un hombre de mucha suerte, no se podrá quejar, acaba
ganándolo todo cuando creía que lo había perdido todo,
No me quejo, señor […] Espero que a partir de su próxi-
ma mudanza al Centro nos podamos ver otras veces y
sigamos intercambiando ideas, Yo también, señor, Bue-
nas tardes, Buenas tardes.
Cipriano Algor colgó el teléfono y miró a su hija. Marta
estaba sentada, con las manos en el regazo, como si de
súbito hubiera necesitado proteger la primera y todavía
apenas perceptible redondez del vientre. Dejan de com-
prar, preguntó, Sí, hicieron un sondeo entre los clientes
y el resultado salió negativo, Y no comprarán siquiera
los trescientos muñecos que están en el horno.

ACTIVIDADES

1 Como has leído en el texto anterior, para averiguar si los muñecos de barro se iban a vender
bien, el encargado hizo una encuesta a 50 personas. ¿Qué criterios utilizó para elegir esta muestra?
¿Crees que son adecuados?

2 Aunque el texto no lo dice, es probable que la pregunta de la encuesta anterior fuera esta:
«¿Compraría usted estos muñecos?». Las respuestas se pueden resumir en la siguiente tabla
de frecuencias:

No, porque no me gustan 30

No, porque parecen juguetes 4

No, porque algunos representan personajes extranjeros 1

No, porque el barro me produce alergia 2

No, porque me traen malos recuerdos 4

Los compraría si fuesen más grandes 4

Los compraría si fuesen más pequeños 3

Sí los compraría 2

Dibuja el correspondiente diagrama de barras y calcula la moda.

3 A la salida de un centro comercial se preguntó a 20 personas cuántas veces lo visitaban


aproximadamente cada mes. Estas fueron sus respuestas:

4, 4, 3, 2, 2, 1, 3, 1, 3, 1, 1, 1, 3, 2, 2, 2, 4, 2, 2, 3

Haz una tabla de frecuencias, represéntala mediante un diagrama de sectores y calcula la moda,
la media y la mediana. Calcula también la desviación típica.

4 En el primer fragmento que has leído aparecen las dimensiones del Centro. Cópialas
y calcula su volumen. ¿Coincide tu resultado con el que da el novelista?

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 57
14
PROBABILIDAD

El teorema
Autor: Adam Fawer

ARGUMENTO

David Caine, el protagonista de esta novela, es un joven


graduado en Estadística que todavía no ha cumplido los
treinta años. Da clases en una universidad norteamericana,
pero, a pesar de sus buenos comienzos como profesor,
pronto su pasión por el póquer lo convertirá en un ludópata.
Sabe que las leyes matemáticas de la probabilidad predicen
el comportamiento del azar cuando se hacen decenas
de miles de jugadas, pero nunca lo que va a suceder
en una jugada concreta. Aun así, David Caine se dejará
seducir por su fe en los números en vez de utilizarlos
para protegerse. Y así, acumulando una deuda tras otra,
la vida se le complica progresivamente. Sus desventuras
constituyen el argumento central de la novela.
En el siguiente texto asistimos a la primera clase que da David
Caine de una asignatura que se llama «Introducción
a la Estadística».

El teorema
–Veamos, ¿alguien conoce de dónde viene la teoría
de las probabilidades?
Silencio.
–Muy bien, os ofreceré varias respuestas. La teoría
de las probabilidades surgió de una serie de cartas
entre dos matemáticos franceses que discutían
de... (a) física, (b) filosofía o (c) dados.
Ninguna respuesta.
–Si alguien no levanta la mano en los próximos
cinco segundos, esto entrará en el examen. –Vein-
te manos se levantaron en el acto–. Eso está mejor.
Jerry, ¿tú qué dices?
–¿Física?
–No. La respuesta correcta es (c), dados. El hom-
bre al que debemos el cálculo de las probabilida-
des nació en 1623 y se llamaba Blaise Pascal. Como
muchos niños privilegiados de la época, Pascal fue
educado en su casa por su padre y varios tutores.
Sin embargo, el padre de Pascal no quería que su
hijo se esforzara en exceso y por lo tanto decidió
que Blaise debía concentrarse en los idiomas y de-
jar a un lado las matemáticas. Como era un chico
normal, el hecho de que no pudiera estudiar mate-
máticas solo sirvió para incentivar su curiosidad,

58 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
así que decidió estudiar geometría en su tiempo libre.
–Alguno de los estudiantes habían puesto los ojos en
blanco, y Caine añadió–: Escuchad, esto fue antes de los
videojuegos; no había muchas cosas que un chico pu-
diera hacer para divertirse.
Risas.
–En cuanto el padre se enteró del don natural de Blaise
para los números, le regaló Los elementos de Euclides;
recordad que tampoco había televisión, así que la gente
leía esas cosas llamadas «libros». –Esto cosechó un par
de carcajadas–. Después de ver cómo Blaise se tragaba
Euclides, el padre contrató a los mejores maestros de
matemáticas, algo que resultó ser una muy sabia deci-
sión porque Blaise Pascal se convirtió en uno de los ma-
temáticos más importantes del siglo XVII. Entre otras
muchas cosas, una de sus invenciones ha tenido una
gran repercusión en las vidas de todos los que están
presentes en esta sala. ¿Alguien sabe qué era?
–¿El ábaco? –Arriesgó una de las alumnas.

–Creo que confundes a los franceses con los antiguos


chinos –le dijo Caine–. Aunque vas por el camino
correcto. Inventó la primera máquina de calcular, que
más tarde evolucionó hasta ser la calculadora actual.
Durante el resto de su vida, estudió matemáticas y física,
aunque unos pocos años antes de su muerte renunció a
su obsesión por los números y, aunque resulte una iro-
nía, lo hizo porque se demostró matemáticamente que
aprovecharía mejor su tiempo si lo dedicaba a la religión
y la filosofía.
–¿Cómo lo hizo? –preguntó un estudiante barbudo sen-
tado en la última fila.
–Buena pregunta y la responderé en un instante. Bien,
¿por dónde iba? Ah, sí... –Caine bebió un sorbo de café
y continuó–: Antes de que Pascal abandonara las mate-
máticas, un noble francés llamado Chevalier de Méré,
en 1654, le planteó varias preguntas. Intrigado por esas
preguntas, Pascal comenzó a cartearse con un viejo ami-
go de su padre, un antiguo consejero del reino llamado
Pierre de Fermat. Resultó ser que De Méré era un jugador
compulsivo y sus preguntas se referían a un juego de
dados muy popular donde el jugador tira cuatro dados.
Si lo hacía sin sacar un seis, cobraba la apuesta, pero
si sacaba un seis, entonces ganaba la casa. De Méré que-
ría saber si las probabilidades estaban a favor de la casa.
Escuchad bien, si solo tenéis que aprender una cosa de
esta clase, espero que sea esto.
Caine se volvió hacia la pizarra y escribió con grandes
letras mayúsculas: «las probabilidades siempre están a
favor de la casa».

Se oyeron unas cuantas risas.

COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L. 59
14
PROBABILIDAD

El teorema
–Bien, ¿alguien puede decirme por qué es así? Jim.
El estudiante favorito de Caine se animó.
–Porque si las probabilidades no estuviesen a favor de la
casa, entonces la casa perdería más dinero del que gana,
así que al final no habría casa.
–Exactamente –asintió Caine–. En mi opinión, incluso
antes de la creación de la teoría de las probabilidades,
el señor De Méré tendría que haberlo sabido. Pero, por
supuesto, si los nobles franceses hubiesen sido listos,
probablemente no les habrían cortado la cabeza. La
cuestión es que Pascal y Fermat demostraron matemá-
ticamente, sorpresa, sorpresa, que las probabilidades
estaban efectivamente a favor de la casa. Demostraron
que si un jugador hacía 100 tiradas, probablemente no
sacaría un seis y ganaría 48 veces, pero sacaría un seis
y perdería 52 veces. Por lo tanto, las probabilidades del
juego estaban a favor de la casa, 52 a 48. Así nació la
teoría de las probabilidades, porque un noble francés
quería saber si apostar a que no sacaría un seis con cua- –¿Sí, Michael? –preguntó Caine.
tro dados era una apuesta inteligente.
–¿Cómo demostró Pascal que debía dedicar su vida a la
Unas cuantas cabezas asintieron, cosa que Caine había religión?
aprendido que era el código para «vaya, interesante».
–Oh, tienes razón, ya casi lo había olvidado. Utilizó un
Un estudiante afroamericano sentado entre los últimos,
concepto que más tarde se llamaría «esperanza matemá-
levantó la mano.
tica». Básicamente consiste en sumar los productos de las
probabilidades de varios acontecimientos multiplicados
por lo que recibirías si sucediera cada acontecimiento.
Caine vio las expresiones en blanco de los estudiantes.
–Muy bien, de acuerdo, tomemos un ejemplo del mundo
real: la loto. ¿Cuál es el bote de esta semana? ¿Alguien lo
sabe?
–Diez millones de pavos –dijo un listillo de la última fila.
–Vale, por ahora, vamos a fingir que vivimos en un país
de fantasía donde no existen los impuestos. Yo sé que las
probabilidades de ganar el bote son de aproximadamen-
te una de 120 millones, dado que ese es el número que
hay de posibles combinaciones numéricas. La manera
de calcular lo que espero ganar si pago un dólar por un
cupón es esta: multiplico la probabilidad de ganar por la
cantidad que ganaría y luego lo sumaría a la probabili-
dad de perder multiplicada por cero, dado que no gano
nada si pierdo:
Esperanza matemática (cupón de la loto) 5
5 (probabilidad de ganar) · (valor del bote) 1
1 (probabilidad de perder) ? (0 $) 5
5 (1/120 000 000) ? (10 000 000 $) 1
1 (119 999 999/120 000 000) · (0 $) 5
5 (0,00000083 %) ? (10 000 000 $) +
1 (99,99999917%) ? (0 $) 5
5 0,083 $ + 0,000 $ 5
5 0,083 $

60 COMPETENCIAS PARA EL SIGLO XXI MATEMÁTICAS 3.° ESO Material fotocopiable © Santillana Educación, S. L.
Esto significa que si esta semana juegas a la loto, espe-
rarías ganar solo 8,3 centavos. Sin embargo, como el
cupón cuesta un dólar y el valor esperado es de 8,3 cen-
tavos, de acuerdo con la teoría de las probabilidades, no
tiene ningún sentido jugar, porque el coste es superior
al valor esperado. Por consiguiente, incluso si creéis que
valdría la pena que a cambio de un dólar uno tenga la
oportunidad de ganar 10 millones, estaríais cometiendo
un error, porque en realidad ni siquiera vale la pena ju-
gar diez centavos.
Caine bebió otro sorbo de café mientras calaba lo dicho.
Cuando estuvo seguro de que todos habían entendido la
explicación, planteó esta pregunta:
–¿Cuándo valdría la pena jugar? Madison.
La rubia vivaracha se irguió en su asiento.
–Solo cuando el bote fuera mayor de 120 millones de
dólares.
–Correcto. ¿Por qué?
–Porque si el bote fuese, digamos de 125 millones y las
probabilidades de ganar son de una contra 120 millo-
nes, entonces la esperanza matemática de cada cupón
sería de... –Madison hizo una pausa mientras efectuaba
los cálculos– 1,04 dólares, que es superior al coste de un
dólar.
–Exactamente. Desde el punto de vista de la esperanza
matemática, solo tiene sentido jugar cuando el valor es
superior al coste. Por lo tanto, en este caso solo deberías
jugar cuando pudieras ganar más de 120 millones.

ACTIVIDADES

1 ¿Qué significa la frase: «Las probabilidades siempre están a favor de la casa»?

2 ¿Qué quiso decir el profesor con la frase: «Si los nobles franceses hubieran sido listos,
probablemente no les habrían cortado la cabeza»?

3 Sergio apuesta a sacar al menos un seis al tirar dos dados, y Ruth, al suceso contrario.
Calcula la probabilidad de ganar que tiene cada uno. ¿Cuál es mayor?

4 Se tiran dos dados simultáneamente, uno de color rojo y otro azul. Escribe el espacio
muestral y calcula las probabilidades de los siguientes sucesos:
a)  Obtener suma par.
b)  Obtener una puntuación en uno de ellos superior a 4.
c)  Obtener dos puntuaciones impares.

5 Lanzamos tres monedas (no trucadas) y observamos los resultados. Escribe el espacio
muestral. Calcula probabilidades de los siguientes sucesos:
a)  Obtener dos caras.
b)  Obtener al menos dos cruces.
c)  Obtener una cara y una cruz.

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