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LAS RUSAŁKI DE LA “JOVEN POLONIA”

Francisco Molina Moreno


Universidad Complutense de Madrid

I. PRESENTACIÓN DE LAS RUSAŁKI ESLAVAS ...............................................................2


II. RUSAŁKI Y ESPÍRITUS AFINES EN EL FOLKLORE POLACO........................................4
III. ESPÍRITUS FEMENINOS EN LA LITERATURA POLACA ............................................7
III. 1. Introducción.........................................................................................7
III. 2. Jan Kasprowicz, Do rusałki (“A una ‘rusałka’ ’’) ................................9
III. 3. Antoni Lange, Na Świtezi (En el Świteź)............................................11
III. 4. Kazimierz Przerwa-Tetmajer, Rusałki ................................................14
III. 5. Kazimierz Przerwa-Tetmajer, Niezbadany Rycerz .............................17
(Rozmowa ze spotkaną)
III. 6. Bolesław Leśmian, Baśń......................................................................20
III. 7. Bolesław Leśmian, Ballada dziadowska .............................................25
(Balada de un mendigo)
III. 8. Władysław Orkan, Bajka .....................................................................27
III. 9. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES .............................................28
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................30
DEBATE POSTERIOR ...................................................................................................34

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LAS RUSAŁKI DE LA “JOVEN POLONIA”1

Francisco Molina Moreno


Universidad Complutense de Madrid

I. PRESENTACIÓN DE LAS RUSAŁKI ESLAVAS


El sustantivo que aparece en cursiva, en el título de esta exposición, puede resultar
exótico para muchos de nuestros oyentes no-eslavistas. Sólo tal vez un buen conocedor o
un sencillo aficionado a la música clásica recuerde la ópera de Antonin Dvořak, titulada
Rusalka. Las rusalki (pues tal es el plural de rusalka) son personajes femeninos del folklore
eslavo oriental, que comparten algunas características con las ninfas (muchas menos con las
sirenas2) de la mitología clásica: son espíritus que aparecen en la semana siguiente o anterior
a la Trinidad (7 semanas después de Pascua3), en los campos de cereal, en los bosques y
junto al agua, en forma de mujer de largos cabellos sueltos que puede ahogar en el agua o
hacer cosquillas a las personas hasta matarlas (Виноградова 2009: 495). Así podemos
resumir, siguiendo una de las más recientes y autorizadas publicaciones, los rasgos de las
rusalki que se atestiguan de forma más o menos recurrente en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Pero a esos rasgos comunes hay que añadir una inmensa variedad en los detalles.
Hemos basado lo que decíamos en el párrafo anterior en uno de los trabajos de conjunto
más recientes sobre las rusalki; pero, si saltamos ahora hacia atrás en el tiempo hasta el que,
según nuestros datos, es el más antiguo estudio que podemos llamar “científico” sobre
nuestras protagonistas, nos encontraremos con que apareció en un periódico polaco (el
Dziennik Wileński, o Diario de Wilno, la actual Vilnius, capital de Lituania) en 1817: una fecha
muy temprana, en el contexto del desarrollo de la folklorística en los países eslavos. Ahora
bien, hay que recordar que las rusalki de las que trata ese artículo son las de Bielorrusia,
buena parte de cuyo territorio había pertenecido a Polonia hasta que ésta fue repartida

1 Esta exposición contiene parte de los resultados del proyecto de investigación “Sirenas y ninfas vs.

‘rusalki’ del folklore eslavo: estudios comparativos”, desarrollado con cargo al programa “Ramón y Cajal”
(RYC—2008—02327). Publicado con autorización de la vicerrectora de investigación y política científica de
la Universidad Complutense de Madrid, Dª Carmen Acebal Sarabia (7 de junio de 2010).
2 Vid. nuestro trabajo «Классические сирены и Полесские русалки» (= «Sirenas de la Antigüedad y

rusalki del Polesie»), ponencia presentada el 3 de febrero de 2010 en el congreso titulado «II Всероссийский
Конгресс Фольклористов» (= «II Congreso Ruso de Folkloristas»), organizado por el «Государственный
Республиканский Центр Русского Фольклора» (=«Centro Estatal Republicano de Folklore Ruso»), Moscú,
Rusia, еn prensa, en las actas del congreso.
3 Presentamos este trabajo el 26 de mayo de 2010, e. d., durante la semana siguiente a la séptima a

partir de Pascua de este año 2010. Según las creencias populares eslavas, ésta es la época en la que las rusalki
deambulan por los bosques y prados.

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entre Prusia, Austria y Rusia. Los datos que ofrece ese primer trabajo son escuetos, pero
del mayor interés: según la autora, Maria Czarnowska, hasta unas décadas antes de su
publicación, en 1817, podía verse a las rusalki (a las que denomina “diosas”); pero luego los
popes lanzaron un exorcismo contra ellas. Cuando se las podía ver, iban desnudas, tenían
los ojos negros y largos cabellos sueltos del mismo color; habitaban en los bosques, donde
se columpiaban en las ramas de los árboles y, en cuanto veían a un caminante, lo llamaban
y lo invitaban a ir a columpiarse con ellas. Pobre del que se acercara: le hacían unas muecas
tan horribles que, al verlas, la cara del espectador quedaba también deformada para
siempre. Se decía que eran los espíritus de niños abortados o que habían muerto sin
bautizar. Además, durante la semana que sigue al día de la Trinidad, los campesinos no
deben trabajar, para no despertar la ira de las rusalki, que pueden castigarlos y hacer que el
ganado nazca con las cabezas o las patas torcidas. Todo lo cual, según Maria Czarnowska,
en 1817 ya no ocurría, gracias a un exorcismo que habían lanzado los popes contra las
rusalki (Czarnowska 1817: 406-407). Pero mucho de lo que acabamos de decir seguían
contándoselo en Bielorrusia, Ucrania y Rusia meridional a los investigadores de la
Academia de Ciencias de la U.R.S.S., en las décadas de 1970-1980.
Debemos indicar algunos detalles más sobre las rusalki. Por ejemplo, en cuanto a su
aspecto físico, incluso según los informantes de una misma zona, las rusalki pueden ser
tanto jóvenes y atractivas como deformes y espantosas. Ese último tipo abunda tanto más
cuanto más se avanza hacia el norte de Rusia (Виноградова 2009: 496). También es muy
variado lo que se cuenta sobre qué hacen las rusalki y cómo se relacionan con los seres
humanos: en general, éstos temen encontrarse con las rusalki, que, como hemos dicho más
arriba, pueden ahogar a las personas en el agua o hacerles cosquillas hasta matarlas. Las
rusalki son especialmente agresivas con las mujeres y los niños (en este sentido, pueden
desempeñar eficazmente la función aterradora de personajes como el coco, el bu, la tía
Tragantía y el tío Sacamantecas del folklore español). Pero también hay relatos que las
presentan como seres inofensivos o que hasta pueden favorecer a los humanos; su relación
con éstos puede ser incluso amorosa (Виноградова, 2009, 498-9). Hay que añadir
actividades neutrales con relación a la humanidad, por parte de las rusalki: éstas son muy
aficionadas a columpiarse en las ramas de los árboles, peinar sus largos cabellos, nadar,
bailar en corro, cantar (se ha llegado a transcribir los textos de las canciones que se les
atribuyen), recoger flores y hacerse coronas con ellas (Виноградова 2009: 498). Así consta
en relatos recogidos de la tradición oral a lo largo de toda la historia de la etnografía y de la
folklorística en los países eslavos orientales: desde la segunda década del siglo XIX hasta, p.
e., las expediciones de la Academia de Ciencias de la extinta U.R.S.S., bajo la dirección de

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Nikita Ilich Tolstoi (sobrino nieto del autor de Guerra y paz), en las décadas de 1970 y
19804, en las que se recogió uno de los corpora más voluminosos de material sobre nuestras
protagonistas. Los últimos rasgos que hemos mencionado (afición a columpiarse, bailar,
cantar, etc.), así como el entorno natural en el que suelen aparecer y su carácter peligroso,
crean una notable afinidad entre las rusalki y algunas clases de ninfas de la mitología clásica,
así como con personajes del tipo de la Lorelei y las Nixen del folklore germánico, o ciertos
miembros de la llamada fairy people de las Islas Británicas. Son esas características las que
más y mejor han inspirado a los autores literarios desde el Romanticismo en adelante (el
mismo período en el que empezaron a desarrollarse la etnografía y la folklorística eslavas
como disciplinas científicas).
Hemos identificado a nuestras protagonistas como seres propios del folklore eslavo
oriental, e. d., podemos encontrarlas ante todo en Rusia, Ucrania y Bielorrusia; pero
también existen, en la literatura de tradición oral de otros pueblos eslavos, personajes
“mitológicos” muy parecidos a las rusalki: pensamos en las llamadas вилы serbias y en las
самовилы búlgaras, que reaparecen en Eslovaquia con esos mismos nombres y con algunas
de sus características5.
Ahora, tras sobrevolar el territorio de los eslavos meridionales (serbios y búlgaros) y
orientales (ucranianos, rusos y bielorrusos), y tras una brevísima incursión en Eslovaquia,
llegamos a Polonia, donde nos detendremos para el resto de esta exposición.

II. RUSAŁKI Y ESPÍRITUS AFINES EN EL FOLKLORE POLACO6


Para explorar la presencia de espíritus femeninos en la literatura polaca (sea ésta de
tradición oral o escrita), vamos a seguir un criterio lingüístico, pues las fronteras políticas de
Polonia han sufrido múltiples modificaciones: dependiendo de las épocas, Polonia ha
abarcado territorios que ahora pertenecen a Alemania, Lituania, Bielorrusia, Ucrania o la
misma Rusia. Y lo primero que uno observa, cuando intenta seguir la pista de las rusalki en
el área lingüística polaca, es que el mismo término rusalka es muy raro: según la profesora
Liudmila Nikoláievna Vinográdova, de la Academia de Ciencias de Rusia, personajes
llamados rusałka aparecen en el voivodato (provincia) de Lublin, en el SE de Polonia, muy
cerca, por tanto, de Ucrania y Bielorrusia. En esa zona, las rusałki son espíritus del campo
que aparecen en forma de muchachas vestidas de blanco con los cabellos sueltos y

4 Una selección de los textos recogidos en esas expediciones puede hallarse en Виноградова 2000:

363–393. Se prevé su publicación íntegra en el curso del presente año 2010.


5 Agradecemos el dato a nuestro colega Bohdan Ulašin, de la Universidad Comenius de Bratislava

(conversación de 19 de mayo de 2010).


6 Agradecemos a nuestros maestros, colegas y amigos Agnieszka Matyjaszczyk-Grenda, Grzegorz Bąk

y Fernando Presa, sus sugerencias y apoyo profesional para la elaboración de estos apartados de nuestro
trabajo.

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juguetean en los campos de cereal a mediodía. También se las llama żytnie panienki o
żytniczki (muchachitas del centeno). Se dice que, si una chica muere durante la semana de
las rusalii (siete semanas después de Pascua, cuando se cree que las rusałki deambulan por
los campos), se convierte en una rusałka y, como tal, correrá por los campos de centeno,
perseguirá a la gente y la ahogará o le hará cosquillas. En el voivodato de Podlasie (al NE de
Polonia), las rusałki se presentan en forma de mujeres con largos vestidos, con pañuelos en
la cabeza; unos creen que son espíritus protectores del cereal (por tanto, no sólo
inofensivos, sino incluso benéficos); pero otros creen que pueden hacer cosquillas a las
personas hasta matarlas. Por último, en los voivodatos de Podlasie, Lublin y Mazowsze
(Polonia centro-oriental, donde se encuentra Varsovia), se cree en unas viejas horrendas
llamadas rusawki (variante dialectal de rusałki) o bien kazytki o baby wodne (“mujeres del
agua”), que proceden de las almas de mujeres ancianas que murieron de muerte no-natural
(Виноградова 2009: 499). Todos esos motivos se encuentran también en Ucrania,
Bielorrusia y Rusia meridional; sólo con la salvedad del de las mujeres ancianas víctimas de
una muerte no-natural.
Sin embargo, como nos decía la profesora Vinográdova, las características de un
personaje mitológico son más importantes que su nombre, y así nos encontramos con que
el nombre más frecuente de ciertos espíritus femeninos, en el folklore polaco, es boginki,
plural de boginka, que podríamos traducir por “diosecilla”, si no fuera por las simpáticas
connotaciones que ese diminutivo tendría en español. También se las llama dziwożony, plural
de dziwożona, que podríamos traducir por “mujer extraña”. Y lo son, pero no para bien7. En
efecto, según datos que empezaron a recogerse en el s. XIX, las boginki comparten algunos
rasgos con el tipo de la rusalka espantosa del folklore eslavo oriental: se imagina que son de
feo aspecto, de figura deforme, con largos y enormes pechos echados sobre los hombros;
que hacen ruido por la noche, mientras lavan ropa blanca en los ríos; que importunan a los
jornaleros; que son vengativas; molestan a las chicas y a las mujeres, sobre todo
parturientas, y las obligan a cambiar a sus hijos por los de ellas (las boginki; cf. Kolberg
1888: 146-7; Udziela 1903: 44; Saloni 1908: 129-30).
En la Polonia meridional, en Silesia y (más raramente) en el Pomorze (norte de
Polonia, en la costa del Mar Báltico), circulan diversos relatos sobre las boginki. Los más
comunes cuentan cómo las boginki intentan llegar a las casas donde hay madres con niños
recién nacidos, las atraen al exterior y, aprovechándose de su distracción, cambian al bebé
hermoso y sano de la casa por sus propios hijos, feos y de gran cabeza. Los hijos de las
boginki se crían mal, a pesar de que comen mucho, lloran, tardan mucho en aprender a

7 La mayor parte de la información que presentamos a continuación procede de Kapełuś 1965.

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hablar; cuando se hacen mayores, ocultan su procedencia. Se les puede desenmascarar
dándoles un huevo cocido, que el niño cambiado no puede dejar de admirar y se pone a
pensar de qué manera se ha preparado ese manjar en el cascarón. A veces el niño cambiado
se distingue por una fuerza diabólica, que revela por casualidad, p. e., cuando ayuda a su
padre adoptivo a levantar un carro pesado.
Para obligar a una boginka a restituir al niño que robó, hay que golpear al que dejó
en su lugar; cuando lo oyen llorar, los demonios devuelven al niño humano y recogen al
propio. Una de las historias típicas habla de una mujer que, en época de cosecha, fue a
cumplir su prestación personal y llevó consigo a su bebé. Lo dejó en la linde; el niño
empezó de pronto a gritar con fuerza; pero el capataz no permitió a la madre ir por el niño
hasta la tarde, tras lo cual le explicó que había visto cómo una boginka lo cambiaba por el
propio, y a continuación, conmovida por el llanto del niño propio, había devuelto el
robado.
Como medio de defensa ante las boginki, que por lo demás sólo tienen poder sobre
los niños no bautizados, sirven unas flores que en polaco llaman kwiaty-dzwonki, y, en
español, corazoncillo. Esas flores deben estar consagradas a la Virgen de la Asunción (en
polaco, “Matka Boska Zielna”, con la raíz de zieleń, “verdor, verdura”8), y hay que ponerlas
en las puertas y ventanas de la casa. También un cuchillo puesto cerca de la cuna es útil
contra toda clase de demonios.
Uno de los cuentos más comunes sobre el poder del corazoncillo dice que tres
boginki robaron a un niño y huyeron con él a un desierto. La más vieja de las boginki, que era
coja, no podía seguir el paso de sus compañeras, y éstas no querían esperarla. Entonces,
resentida, aconsejó a la madre del niño, que las perseguía, que sujetara en la mano un
corazoncillo (Polonka, chwyć się dzwonka!, donde “Polonka” es un diminutivo de “Apolonia”).
De esa manera, la mujer recuperó al niño. S. Goszczyński, el autor de una de las más
antiguas menciones de las boginki y dziwożony de las montañas, cita una historia parecida. En
su Diario de viaje a los Tatry, de 1853, anotó la historia de una chica raptada por una dziwożona
y encontrada por un montañés en el bosque, en un arroyo. El hombre la rescató y huyó
con ella de las dziwożony que los perseguían, dirigiendo a su caballo, por consejo de la chica,
a un lugar cubierto de corazoncillos (Kapełuś 1965; Goszczyński 1853: 80-81).
Hasta aquí hemos presentado algunos datos sobre los espíritus femeninos en la
literatura polaca de tradición oral. Pasemos ahora a sus posibles ecos en la literatura escrita.

8 En polaco, “Matka Boska Zielna” (con la raíz de zieleń, “verdor, verdura”), literalmente “Divina

Madre del Verdor”.

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III. ESPÍRITUS FEMENINOS EN LA LITERATURA POLACA
III. 1. Introducción
No hemos encontrado aún referencias a espíritus femeninos como las rusałki, en la
literatura polaca anterior al romanticismo, que no se diferenció del de otros países europeos
en el interés por la literatura de tradición oral. Ésta representaba una alternativa muy
atrayente frente al neoclasicismo académico. También era una seña de identidad nacional y
de orgullo patriótico frente a las potencias ocupantes de Polonia, que, como estado
independiente y soberano, había desaparecido del mapa político europeo en 1795. A ese
interés por el folklore, propio de todo romántico que se precie, hay que añadir la
fascinación por lo sobrenatural. Ambas tendencias confluyeron en la curiosidad, más o
menos científica, por el paganismo eslavo, interés del que un ilustre ejemplo polaco
romántico es O słowiańszczyźnie przed chrześcijaństwem (Sobre los eslavos antes del cristianismo),
publicado en 1818 por Adam Czarnocki, que usó el pseudónimo literario de Zorian
Dołęga-Chodakowski (Presa González 1997: 687). Con tales presupuestos, era inevitable
que nuestras rusalki (y personajes afines a ellas) fascinaran a autores románticos polacos,
como Józef Bohdan Zaleski (1802-1886)9, Juliusz Słowacki (1809-1849)10, Teofil
Lenartowicz (1822-1893)11 y Cyprian Kamil Norwid (1824-1883)12. Lo mismo hicieron con
sus colegas rusos Muraviov, Orest Somov, Pushkin, Gógol y Lérmontov, entre otros13.
Nosotros nos vamos a ocupar aquí de una época de la historia literaria polaca en la
que resurgen algunos rasgos del romanticismo, la llamada “Młoda Polska” o “Joven
Polonia”. Tal es el nombre con el que se conocen las manifestaciones literarias y artísticas

9 Aparte de alusiones en Duch od stepu (El espíritu que viene de la estepa), de 1841, las rusalki protagonizan

un libro entero de poemas de Zaleski, Rusałki. Fantazja (Las „rusalki“. Fantasía), de 1829; cf., respectivamente,
http://www.pbi.edu.pl/book_reader.php?p=2036&s=1, para Duch od stepu, y
http://www.pbi.edu.pl/book_reader.php?p=51066&s=1, para Rusałki, consultados el 9 de abril de 2010.
10 Cf., p. e., Powieść kozacka. Rusałka (Relato cosaco. La „rusałka“), incluido en el segundo canto de Żmija.

Romans poetyczny z podań ukraińskich (La sierpe. Novela poética basada en tradiciones ucranianas), publicada en 1832.
Puede leerse en http://www.polona.pl/dlibra/doccontent2?id=20447&from=editionindex&from=-
3search&dirids=8&lang=en y en una edición posterior, también en
http://www.polona.pl/dlibra/doccontent2?id=7984&from=editionindex&from=-
3search&dirids=4&lang=en, consultadas ambas direcciones el 9 de abril de 2010.
11 Cf. el poema Rusałka, en
http://www.pbi.edu.pl/site.php?s=ODZiN2YxZTMwOTY4&tyt=Rusałka&aut=&x=35&y=11, consultado
el 19 de febrero de 2010.
12 Cf. el poema Rusałka, en http://mitencyklopedia.w.interia.pl/norwid_rusalka.html, consultado el 25

de octubre de 2009.
13 Cf. el poema Русалки, de Muraviov, en http://az.lib.ru/m/murawxew_a_n/text_0030.shtml,

consultado el 23 de octubre de 2009); el relato Русалка. Малороссийское предание, de Orest Somov (en
http://az.lib.ru/s/somow_o_m/text_0110.shtml, consultado el 19 de mayo de 2010); la balada Русалка, de
Pushkin, en http://www.feb-web.ru/feb/pushkin/texts/push17/vol02/y21-096-.htm, consultado el 14 de
abril de 2010; el drama de Pushkin con el mismo título (en http://www.feb-
web.ru/feb/pushkin/texts/push17/vol07/y072185-.htm, consultado el 19 de mayo de 2010; existe ed.
bilingüe ruso-francesa: Thomas, 1947); el relato Майская ночь или утопленница, de Gógol, en su obra de 1831-
32, y la balada Русалка, de Lérmontov, en http://ithil.mcst.ru/~igor/lermontov.html#0018, consultado el 3
de febrero de 2009.

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polacas de un período cuyos límites cronológicos pueden fijarse entre 1890 y 1918
(Matyjaszczyk Grenda 1997: 773). En esa época coexisten múltiples -ismos, corrientes
estéticas que podemos denominar modernismo, simbolismo, decadentismo,
impresionismo, expresionismo (Matyjaszczyk Grenda 1997: 781-9). Como en el caso del
simbolismo francés o ruso y del modernismo hispanoamericano, también la “Joven
Polonia” recuperó algunas actitudes románticas (Matyjaszczyk Grenda 1997: 781-2). En esa
recuperación influyeron el idealismo de Fichte y Schelling, las filosofías irracionalistas de
Schopenhauer, Nietzsche y Bergson (Matyjaszczyk Grenda 1997: 775-7), el pensamiento de
las antiguas India y China, así como las difíciles circunstancias políticas, sociales e incluso
económicas que vivía una Polonia ocupada por Rusia, Prusia y Austria. Entre los rasgos
que los autores de la “Joven Polonia” comparten con los románticos, figura el interés por
una espiritualidad entendida en un sentido muy amplio, no necesariamente ajustada a las
doctrinas de una iglesia establecida: por ejemplo, la atmósfera “decadente” de crisis de
creencias y valores y el anhelo de renovación aproximó a algunos autores, como Tadeusz
Miciński, a una religiosidad sincrética que abarcaba el gnosticismo y el satanismo
(Matyjaszczyk Grenda 1997: 780). En ese contexto, como es de esperar, en la “Joven
Polonia” también volvieron a ser jóvenes, si se nos permite la expresión, los espíritus,
fantasmas y personajes imaginarios del folklore eslavo que también habían fascinado a los
románticos (Dubowik 1999: 167). ¿Y las rusalki? ¿Qué acogida dispensó la “Joven Polonia”
a nuestras rusalki? ¿También ellas volvieron a ser jóvenes? En la habitual imposibilidad de
examinar la totalidad del material (y de acceder a una parte de éste), vamos a examinar la
imagen que dan de las rusałki algunos textos de cinco escritores representativos de la
“Joven Polonia”: Jan Kasprowicz (1860-1926), Antoni Lange (1861-1929), Kazimierz
Przerwa-Tetmajer (1865-1940), Władysław Orkan (pseudónimo literario de Władysław
Smaciarz-Smreczyński, 1876-1930) y Bolesław Leśmian (1878-1937). Para próximas
investigaciones dejamos la Rusałka, de Stefan Krzywoszewski, publicada en 1911, y del más
ilustre dramaturgo de la “Joven Polonia”, Stanisław Wyspiański. Con ayuda de los autores
que van a acompañarnos, creemos que podemos trazar al menos una parte del retrato
modernista polaco de las rusałki. Ese retrato muestra cómo, en efecto, nuestras
protagonistas habían vuelto a ser jóvenes, habían recuperado en la “Joven Polonia” su
peligroso atractivo. En la caracterización de las rusałki, se observan ecos ocasionales de
motivos que conocemos por la tradición oral eslava oriental; en cuanto a la tradición
propiamente polaca, la escasez de los testimonios a los que hemos podido acceder impide
llegar a conclusiones; pero las generalidades que hemos presentado en el apartado II no
sugieren que fuera esa tradición polaca la que más se reflejara en los textos que vamos a

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estudiar. En dichos textos vamos a poder observar que, para los autores seleccionados, las
rusałki, ocasionalmente dotadas de una inevitable aureola de femmes fatales, representaban un
mundo sobrenatural con el que el hombre moderno ya no podía comunicarse. Ese
sentimiento de pérdida y nostalgia de la maravilla fue característico, en general, de la cultura
de fines del siglo XIX y principios del XX.

III. 2. Jan Kasprowicz, Do rusałki (“A una ‘rusałka’ ’’)


En el primer volumen de su obra poética, publicado en 1912 en Lwów (el actual
Lviv, Ucrania; entonces también llamado Lemberg, perteneciente al Imperio Austro-
Húngaro), Jan Kasprowicz incluyó este poema dedicado a una de nuestras protagonistas:
Do Rusałki
O Rusałko! wychył głowę
Z namogilnej twojej cieni
I daj gęśl mi Bojanowę
Strojną w jasny zwój promieni,
5 A miłości skrę zapalę
I rozczulę i rozżalę
Wszechsłowiańską brać!

Wróg grobowy pył nam prószy


I urąga naszej wierze,
10 A nam dziwno jakoś w duszy
I nie ufno i nie szczerze
I w bezmyślnej swojej dumie
Brat czy nie chce czy nie umie
Kwiatu idej siać!14

Proponemos esta traducción15:


A una ‘Rusałka’
¡Oh, ‘Rusałka’! Por tu sombra
sepulcral, haz asomar
tu cabeza, y, afinados
a la espiral claridad
5 del relámpago fulgente,
trae los ‘gusli’ de Boyán,
que la llama del amor
yo la haré centellear,
y yo haré que se conmuevan
10 y se aflijan todos juntos
mis cofrades, los eslavos.

Enemigo de ultratumba,
el polvo que nos rocía
y que ultraja nuestra fe;
15 y quién sabe de qué modo
nuestra alma se sorprende:

14 Kasprowicz 1912: 87-8. El texto, tal como puede leerse en la dirección indicada en bibliografía,

termina con la abreviación “i t. d.” = “i tak dalej”, que significa “etcétera”. Al no haber podido cotejar
manuscritos u otras ediciones, no podemos decidir si es una errata.
15
Agradezco a Agnieszka Matyjaszczyk, Grzegorz Bąk y Fernando Presa González, y a mi padre,
Francisco Molina Sánchez, sus sugerencias y observaciones acerca de las traducciones propuestas (sugerencias
que no siempre hemos podido aprovechar, por exigencias métricas).

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he aquí que nuestro hermano
desconfía, se reserva
y, en su orgullo irreflexivo,
20 o no quiere o no sabe
sembrar la flor de una idea.

Antes de observar el papel de la rusałka en este poema, hay que indicar que los
“gusli de Boyán” mencionados en el v. 6 de la traducción propuesta (v. 3 del original), se
refieren a un instrumento de cuerda pulsada, tradicional en los países eslavos orientales;
Boyán es un cantor legendario evocado en el Cantar de la hueste de Igor, en el siglo XII, y en
otros textos posteriores16.
Dicho lo cual, podemos concentrar nuestra atención en la rusałka a la que se dirige el
poema. Observemos que el texto no dice nada acerca de la fisonomía del personaje ni de su
procedencia; sólo la alusión a la sombra sepulcral de la rusałka (v. 2 del original, vv. 1-2 de la
traducción) sugiere el triste entorno del que, según algunas fuentes, proceden esas criaturas:
ya hemos dicho que se cree que son espíritus de chicas que murieron antes de tener hijos, o
bien de niños muertos sin bautizar. Por otra parte, ese marco fúnebre es muy adecuado al
registro emotivo pesimista y melancólico que podemos llamar “decadente” y que era uno de
los preferidos de estos poetas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Tampoco encontramos ninguna referencia al canto o a los juegos, peligrosamente
atractivos, de la rusałka. Al contrario de lo que suele pasar en las fuentes de la tradición
oral, la rusałka no se dirige al hombre, no intenta atraerlo. No hay ninguna alusión a la
malignidad del personaje. Es el poeta (o, cuando menos, el sujeto lírico) el que la invoca y
le pide la inspiración poética, simbolizada por los “gusli de Boyán”. El poeta es consciente
de la atmósfera decadente de abulia y escepticismo dominantes entre su público,
representado por “mis cofrades los eslavos” (v. 7 del original; v. 11 de la traducción) y por
“nuestro hermano”, al que menciona en el v. 17 de la traducción (v. 13 del original) y de
quien dice que “desconfía, se reserva / y, en su orgullo irreflexivo, / o no quiere o no sabe
/ sembrar la flor de una idea” (vv. 18-21 de la traducción, vv. 11-14 del original). Y, para
sacudir esa atonía intelectual y emotiva, pide a un personaje sobrenatural que le
proporcione unos medios artísticos como los de un pasado lejano y prestigioso (los “gusli
de Boyán”). La rusałka desempeña aquí un papel afín al de las musas de las antiguas Grecia
y Roma. Al atribuir ese papel a una rusałka (aunque nunca hemos hallado ese papel en las
fuentes del folklore), el poeta está rindiendo un tácito homenaje a la fascinante destreza
musical de las rusałki, que sí ha sido evocada por múltiples portadores de la tradición oral

16 Sobre los gusli y sobre Boyán, vid., p. e., Финдейзен 1928: 67-80. Sobre Boyán en particular, cf.

http://feb-web.ru/feb/slovenc/es/default.asp y http://mitencyklopedia.w.interia.pl/bojan.html, consultados


el 25 de mayo de 2010.

- 10 -
en Rusia, Bielorrusia y Ucrania (Зеленин 1916: 160-161, 163, 171, 174, 190-191;
Виноградова 2000: 381-2).

III. 3. Antoni Lange, Na Świtezi (En el Świteź)


Antes de presentar el texto, debemos indicar que “el Świteź”, mencionado en el
título, es un lago que actualmente se encuentra en Bielorrusia, pero que perteneció al
territorio polaco hasta el desplazamiento de las fronteras hacia occidente, en 1945. Al
margen de los límites políticos, se trata de un lago que pertenece al imaginario polaco por
lo menos desde que Adam Mickiewicz, uno de los máximos poetas de Polonia (1798-1857),
le dedicara las baladas Świteź y Świtezianka, publicadas en 182217. La primera relata los
orígenes del lago Świteź: una ciudad fue asediada por las tropas rusas y, tras una heroica
resistencia, cuando la rendición era inminente, de la tierra brotó agua hasta formar un lago
bajo el cual se halla aún esa ciudad, que de ese modo evitó la ignominia de la capitulación y
la matanza subsiguiente. Ese lago, formado espontáneamente para salvar el honor de una
ciudad, es el Świteź, bajo el cual aún pueden oírse a veces, por la noche, los rumores de la
batalla. Así lo contó una especie de ondina del lago a unos intrépidos exploradores que la
sacaron de las aguas. Para otra mujer sobrenatural habitante del Świteź, Mickiewicz inventó
la denominación Świtezianka: ésta pone a prueba de una manera un tanto artera la fidelidad
de un muchacho, en otra balada de Mickiewicz. Existe lo que podemos llamar una
“tradición”, entre los musicólogos, según la cual estas baladas de Mickiewicz inspiraron, a
su vez, respectivamente, las baladas núms. 2 y 3 de Chopin (Ashton Jonson 1908: 210 y
228, y Kleczyński 1886: 42)18.
Pasemos ahora al poema de Antoni Lange, publicado en 1898. Está dividido en
diez partes, de las que sólo tenemos que ocuparnos aquí de la última. Las restantes evocan
una peregrinación al lago Świteź, para rendir homenaje al espíritu de Mickiewicz y pedirle
que fortalezca la inspiración de los poetas posteriores. Tras largas descripciones del paisaje
y de lo que éste sugiere al sujeto lírico, éste se dirige a un pescador del lago que lo ha
acompañado, en su barca, aguas adentro:
— A powiedzcież, rybaku mój młody,

Co tak znacie jeziora głębiny,


Czy też jeszcze są w falach tej wody

17 Cf. http://www.polona.pl/dlibra/editionindex?startint=10&dirids=9, y http://mickiewicz.klp.pl/ser-

106.html, consultadas el 20 de mayo de 2010. La edición de 1822 puede consultarse en línea en


http://www.polona.pl/dlibra/doccontent2?id=2242&from=editionindex&from=-3search&dirids=9&lang=en,
consultada el 21 de mayo de 2010.
18 A propósito de la segunda balada, Ashton Jonson (1908: 210) menciona el testimonio de Schumann,

según el cual Chopin decía que su segunda balada estaba inspirada en “unos poemas de Mickiewicz”; Ferra
(1974: 38) afirma que se trata de la balada Świteź.

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Świtezianki — rusałki — ondyny?
5 — Nie, panoczku! Już dziś Świtezianki
Nie ukażą się ludziom na oczy,
Jeno widać zaklętych ziół wianki,
Jeno skrzydła tej ważki przezroczej.
— Ale dawniej bywały rusałki?
10 — Oj, bywały! jak starzy nam prawią:
Czy zarośla gdzie, wody czy skałki,
Niby wszędy boginki się jawią.
— Teraz nie ma? — A nie ma, uciekły.
— Gdzież się skryły? — A kto ich tam znaje?
15 Musi ludzkie je grzechy urzekły,
Więc się w lepsze wyniosły gdzieś kraje.
— A dlaczegóż uciekły za morze?
— Że to ludzie niedobrzy się stali,
Więc im smutno tu było w jeziorze
20 I na innej tańcują dziś fali.
Bo rusałka się tylko pokaże
Takim ludziom, co w sercu są czyści,
Mają oczy spokojne i twarze,
Co są dobrzy i bez nienawiści...
25 Prawdę mówił ów rybak prostaczy:
Od złych oczów uchodzi ondyna,
Ach, a bóstwo ten tylko obaczy,
Co ma duszę jak leśna ptaszyna19.

En la traducción que proponemos a continuación, hemos conservado los nombres


de los personajes mitológicos en polaco (rusałki, boginki, świtezianki), porque no coinciden
exactamente con las denominaciones de ninguna de las especies de ninfas de la mitología
clásica u otros personajes del folklore más próximo a nosotros:

“–Y decidme, mi joven pescador,


que conocéis lo profundo del lago,
¿hay aún en las olas de estas aguas
‘Świtezianki’ o ‘rusałki’ u ondinas?”
5 “–¡No, señorito! Hoy las ‘Świtezianki’
ya no se muestran a ojos humanos.
Sólo se ven las guirnaldas de hierbas
encantadas, sólo se ven las alas,
las alas de esta diáfana libélula”.
10 “–Pero antes, ¿se veía a las ‘rusalki’?”
“–¡Oh, las veían! Nos dicen los viejos:
‘–Allí donde haya un arbusto, o aguas
o rocas, las ‘boginki’ en todas partes
aparecían’ ”.
“–Y ahora ¿no hay?”
“–No,
15 huyeron”.
“–¿Dónde, dónde se escondieron?”
“–¿Quién sabe? Los pecados de las gentes
tuvieron que ahuyentarlas, y a mejores
países se marcharon”.
“–Y ¿por qué,
pues, por qué huyeron allende los mares?”
20 “–Porque malas se volvieron las gentes,
y a ellas en el lago les pesaba
estar, y hoy sobre otras olas bailan.

19 Lange (1898: 108-109). Al menos no tenemos noticia de ediciones anteriores de ese poema.

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Que una ‘rusalka’ tan sólo se muestra
a las gentes de limpio corazón
25 y de paz en sus ojos y en su rostro,
a gente bondadosa y sin odio…”
Verdad dijo aquel simple pescador:
de malos ojos escapa la ondina,
y a un dios sólo lo ve quien tiene el alma
30 como la de los pájaros del bosque.

Creemos que el texto habla por sí mismo. No hay la menor referencia al origen, al
aspecto físico ni a lo que hacen las rusałki ni a cómo se relacionan con los seres humanos.
Evidentemente, se presupone que las boginki aludidas en el texto de Antoni Lange no son
las malévolas diablas desgreñadas que roban a los bebés y los sustituyen por sus propios
hijos, según la tradición oral: la denominación boginka equivale aquí a rusałka y a świtezianka,
término inventado por Mickiewicz para designar a las ondinas del Świteź, a las que un
romántico no podía dejar de atribuir una peligrosa hermosura. Lo que está claro en el texto
de Lange es la actitud del poeta hacia ellas, que puede expresarse con estas palabras:
nostalgia de lo sobrenatural y de una época de inocencia primigenia en la que era posible la
comunicación con lo maravilloso. Reaparece el motivo, ya aludido por Maria Czarnowska
en el artículo de 1817: los personajes mitológicos ya no frecuentan a los seres humanos;
pero ahora el abandono ya no se debe a un exorcismo de los popes. Es decir, no se trata de
la influencia de los portadores de creencias religiosas diferentes al paganismo en el que
dichos personajes tuvieran plena aceptación. Decir que los popes habían ahuyentado a las
rusałki implicaría afirmar la malignidad de nuestras protagonistas, desde el punto de vista de
la moralidad oficial, y nos hallamos en una época de sincretismo religioso en la que las
doctrinas de una religión establecida no podían aspirar a ser criterio exclusivo. Ese estado
de cosas entre los literatos era muy afín a lo que se ha llamado la “doble fe” de los pueblos
eslavos, entre los cuales el cristianismo coexiste con posibles huellas del paganismo. En
cuanto a Antoni Lange, está claro que tiene en muy alto concepto a las rusałki: éstas han
huido porque los hombres se han vuelto malvados. Ese motivo está presente también en
los Balcanes: una fuente de 1918 afirma que, según los serbios y eslovenos, las vily (especie
de ninfas que comparten bastantes rasgos con las rusałki y demás) se marcharon cuando los
hombres empezaron a utilizar látigos y armas de fuego, a gritar y a maldecir (Máchal 1918:
257-8). Más cerca de Polonia y del Świteź, y también cronológicamente cerca de la “Joven
Polonia”, en 1882, el escritor e investigador A. K. Kirkor (1818-1886) publicó que, en
1854, había visitado las inmediaciones del Świteź, y que un inspector forestal le había
contado que antes había panieńki (“señoritas”, otra denominación popular de las rusałki);
pero que, desde que Mickiewicz se había ido, no habían vuelto a aparecer (Киркор 1882:
262). Aquí el factor del que depende la presencia o ausencia de personajes sobrenaturales

- 13 -
no es la catadura moral colectiva, sino la categoría artística de una individualidad destacada.
Pero tanto la leyenda recogida por Kirkor, como el poema de Antoni Lange hacen constar
la ausencia de lo maravilloso. Cosa de esperar, en el caso de un poeta de una época afligida
por la conciencia de y el temor a la decadencia de la civilización europea.

III. 4. Kazimierz Przerwa-Tetmajer, Rusałki


El poema que vamos a presentar a continuación tuvo que ser publicado entre 1894
y 1900, en los volúmenes 2 o 4 de las Poezye, de Przerwa-Tetmajer, e. d., que no hemos
podido consultar aún. El poema en cuestión falta en los demás volúmenes que hemos
podido consultar; pero puede leerse en línea en varias direcciones. Como hemos hecho en
los apartados anteriores, reproducimos primero el texto polaco, al que sigue la traducción
que proponemos:

Rusałki
Od pól rusałki lecą
we mgłach i wód oparach,
ogniki łapią błędne
po bagnach i moczarach.

5 Nad gajem wiklinowym


taneczny wiją krąg,
a wiatr po łąkach szemrze,
a kwiaty pachną z łąk.

Od pól rusałki lecą


10 miesięczną cichą nocą
i łąki rosą srebrzą,
i gaje rosą złocą.

***
Od pól rusałki lecą
w perłowych mgieł pomroczy,
15 a dziecko na nie patrzy,
otwiera wielkie oczy.

Zdumione patrzy cicho


na ich taneczny krąg,
a wiatr po łąkach szemrze,
20 a kwiaty pachną z łąk.

Od pól rusałki lecą,


miesięczną cichą nocą
i łąki rosą srebrzą
i duszę dziecka złocą.

***
25 Od pól rusałki lecą,
splatają w locie wieńce -
skrzydlaty ku nim chłopiec
wyciąga w górę ręce.

I dusza mu się do nich,


30 skrzydlata dusza rwie,

- 14 -
a one zalśnią w blasku,
w perłowej giną mgle.

Od pól rusałki lecą,


nad chłopca zwisną głową,
35 białe doń ciałą zbliżą -
i lecą w mgłę perłową...

***
Od pól rusałki lecą,
we mgłach i wód oparach,
ogniki łapią błędne
40 po bagnach i moczarach.

Ujrzały duszę cichą


i nieskrzydlatą już -
złamane, krwawe skrzydła
upadły w proch i kurz...

45 Od pól rusałki lecą


w miesięcznych blasków fali,
ujrzały – krwawe skrzydła
i tańcząc lecą dalej20.

Rusałki
Vuelan desde los campos las ‘rusałki’,
entre nieblas que se exhalan del agua,
y atrapan fuegos fatuos en las ciénagas
y en los pantanos. Y sobre los mimbres
5 danzan en corro, y el viento murmura
por los prados. Un aroma de flores.
Vuelan desde los campos las ‘rusałki’
en la noche de luna, silenciosa,
y con rocío platean los prados,
10 y con rocío doran todo el bosque.

Vuelan desde los campos las ‘rusałki’,


en la penumbra de nieblas perladas,
y un niño mira hacia ellas, abriendo
sus grandes ojos. Asombrado, mira
15 su danza en círculo, en silencio. El viento
murmura en el prado. Aroma de flores.

Vuelan desde los campos las ‘rusałki’


en la noche de luna, silenciosa,
y con rocío platean los prados
20 y doran el espíritu del niño.

Vuelan desde los campos las ‘rusałki’,


entrelazan guirnaldas en su vuelo,
y un niño alado hacia ellas extiende
sus manos, hacia arriba, hacia lo alto.

25 Lanza su alma hacia ellas, alada,


impetuosa, y ellas resplandecen
y se pierden en la perlada niebla.

20 Reproducimos el texto que figura en http://przerwa-tetmajer.klp.pl/a-2201.html, consultado el 21

de mayo de 2010.

- 15 -
Vuelan desde los campos las ‘rusałki’.
Suspendidas en el aire aproximan
30 su cabeza, su blancura, hacia el niño,
y vuelan hacia la perlada niebla.

Vuelan desde los campos las ‘rusałki’,


entre nieblas que se exhalan del agua,
y atrapan fuegos fatuos en las ciénagas
35 y en los pantanos. Mas han visto un alma,
quieta, sin alas (que, rotas, con sangre,
cayeron, ya convertidas en polvo).

Vuelan desde los campos las‘rusałki’


hacia olas de destellos de luna;
40 han visto alas, cubiertas de sangre,
y vuelan, mientras bailan, a lo lejos.

Este poema es mucho más explícito en cuanto al “hábitat natural” de los personajes
mitológicos: hay que suponer que alguna vez han estado en esos campos de los que, en el
poema, se marchan volando (vv. 1, 7, 11, 13, 21, 28, 32, 38 y 41 de la traducción; vv. 1, 9,
13, 21, 25, 33, 36, 37, 45 y 48 del original). El vuelo de las rusałki, como tal, se atestigua
raramente en el folklore eslavo oriental; parece más común entre las vily, las homólogas
serbias de nuestras rusałki21. Sí es muy característico que bailen (vv. 5, 15 y 41 de la
traducción; vv. 6, 18 y 48 del original) y que jueguen con los fuegos fatuos (vv. 3 y 34 de la
traducción; vv. 3 y 39 del original)22. También trenzar guirnaldas es una actividad muy
querida por nuestras protagonistas (v. 22 de la traducción; v. 26 del original; cf. Афанасьев
1869: 139, y Зеленин 1916: 193 de la edición de 1995). Las noches de luna (vv. 8 y 18 de la
traducción; vv. 10 y 22 del original) son, por otra parte, las preferidas por las rusalki, al
menos en el folklore eslavo oriental (Зеленин 1916: 190 de la edición de 1995). En cuanto
a su fisonomía, sólo nos consta esa blancura de la tez, mencionada en el v. 30 de la
traducción (v. 35 del original) y que constituye uno de los rasgos más característicos de las
rusalki (Афанасьев 1869: 241, y Зеленин 1916: 156-7 de la ed. de 1995).
Por lo demás, no hay ninguna referencia a su carácter peligroso para con los seres
humanos. El único personaje humano que aparece en el poema, aparte de las rusałki, es un
niño (vv. 13, 20 y 30 de la traducción; vv. 15, 24), que observa con asombro el baile aéreo
de las protagonistas (v. 14 de la trad.; v. 18 del original); además, hay otro niño alado (las
palabras que los designan son diferentes y sugieren que los personajes también son
distintos), que extiende sus manos hacia las rusałki (vv. 23-4 de la trad.; vv. 27-28 del
original) y lanza su alma hacia ellas (vv. 25-6 de la trad.; vv. 29-30 del original). Tal vez ese
niño alado represente un alma; pero este aspecto requeriría una investigación aparte. A

21 Para el vuelo de las rusalki eslavas orientales, vid., p. e., Виноградова 1995: 338. Para las vily serbias,

Афанасьев 1869: 240; Толстая: 1995, y Караџић 1841: 62.


22 Sobre los fuegos fatuos, vid., p. e., Афанасьев 1869: 243.

- 16 -
pesar de que, como hemos visto en secciones precedentes, las rusałki y boginki son
especialmente peligrosas para los niños, aquí la actitud de las rusałki parece amistosa: doran
el alma del niño o bien le aproximan sus caras desde lo alto.
Sin embargo, toda esa visión onírica de danzas aéreas, nieblas perladas y niños
fascinados se desvanece cuando las rusałki divisan un alma inmóvil cuyas alas han caído,
rotas, cubiertas de sangre (vv. 35-7 y 40 de la traducción; vv. 41-4 y 47 del original). La
imagen del alma alada es bien conocida en la literatura y las artes plásticas de Europa desde
las antiguas Grecia y Roma, y parece claro que las alas simbolizan el alejamiento de lo
material y el impulso hacia lo divino (Cirlot111995: 60-1, y Durand81969: 144-8). En nuestra
opinión, esas alas caídas, rotas y cubiertas de sangre representan, en el contexto al que
pertenece el poema, la trágica situación existencial del hombre de fines del siglo XIX y
principios del XX, aquejado por una crisis de creencias, esperanzas e ideales. Y la tragedia
consiste en que los seres que representan el mundo sobrenatural, al contemplar ese símbolo
de una dolorosa decadencia, huyen (v. 41 de la traducción; v. 48 del original). Las rusałki
podían acercarse a los niños que las admiran y sobre todo a otros personajes mitológicos (el
niño alado del poema); pero no a quien ha perdido los medios para elevarse hasta la esfera
sobrenatural. Como los poemas de Jan Kasprowicz y de Antoni Lange, también éste de
Kazimierz Przerwa-Tetmajer manifiesta la nostalgia de la maravilla.

III. 5. Kazimierz Przerwa-Tetmajer, Niezbadany Rycerz (Rozmowa ze


spotkaną)
También de Kazimierz Przerwa-Tetmajer es otro poema que vamos a presentar a
continuación. Éste fue publicado en 1912, en el volumen VII de la obra poética de este
autor. El poema titulado Niezbadany rycerz (El caballero inescrutable) consta de varias partes de
las que sólo tenemos que ocuparnos aquí de la primera, titulada Rozmowa ze spotkaną, que
podemos traducir como Encuentro y conversación. He aquí el texto polaco, seguido de la
traducción que proponemos:
NIEZBADANY RYCERZ
Rozmowa ze spotkaną
"Kędyż to jedziesz nad morską toń.
Przy boku brzęczy ci rdzawa broń,
a z hełmu twego kita rozkwita,
jak ptak czerwony wiatr w siebie chwyta - -
5 kędyż to jedziesz? Pozostań tu,
ja ci miękkiego uścielę mchu,
ja ci od boku odpaszę broń,
na mojej piersi przytulę skroń
i ręce moje miękkie i białe
10 otrą ci z kurzu lica zgorzałe.
Kędyż to jedziesz, rycerzu, stój,
zatrzymaj konia, przyjm spokój mój..."

- 17 -
"Dokąd ja jadę? Czyliż wiem sam?
Raz z wiatrem lecę, raz z morzem gnam,
15 raz włos mi stepu schwyca dziewica,
het w step ze sobą rwie obłędnica,
raz mię cudowne widziadło gór:
tęsknota woni w skał wiedzie mur,
to mię nad cichy uroczny rzek
20 szum: wiedzie z dala nasenny lek,
lub w kopiec mrówek patrzę się długo,
jak chodzą, wiją się wieczną strugą,
lub w gwiazdy patrzę i ścigam je
w wieczornym mroku, w porannej mgle..."

25 "Nie znasz spoczynku, nie wiesz, co sen.


Pójdź, zaprzędź palce w mych włosów len;
patrz: jam rusałka, wodna Urodna,
leśna Szumiąca, twej chęci godna,
jam z traw Wykwitła, jak kwiatów blask,
30 ja to zapalam słoneczny brzask,
ja muchy złote puszczam przez dłoń,
ja z gór dalekich zwołuję woń,
och! jam Świetlana, jam Zwierciadlana,
z źródeł kryształu w posąg ulana,
35 te włosy moje to rzeki szum
wklęty w zaśnięty magnetyzm dum..."

"Patrz, kędy leci ten orli ptak,


patrz, gdzie na szczycie tam widać znak,
jaka go ręka, siła stawiła?
40 Jak cud tyś piękna, jak cisza miła,
ale ten znak mię porywa tam - -
to sztandar jakichś niebieskich bram,
tam, za tą bramą niebieską, Bóg,
spichrz nieskończenia, świętości bróg,
45 ah, tam jest takieś świątalne życie,
tam dotrzeć koniem, stanąć na szczycie,
stamtąd, na skrzydłach rozpiętych wszerz,
spiąć konia - skoczyć, z gwiazd dzwonić wież!..."23

EL CABALLERO INESCRUTABLE
Encuentro y conversación
“–Por aquí, por aquí vas, sobre el mar.
Suena, a tu flanco, herrumbrosa armadura;
sobre tu yelmo florece el penacho.
Ave roja que se aferra a sí misma:
5 el viento.
¿Dónde vas? Quédate aquí.
Yo te haré un lecho de suave musgo,
y yo misma desceñiré tu espada;
estrecharé tu cabeza en mi pecho,
y mis manos, suavísimas y blancas,
10 te limpiarán de polvo tu semblante
abrasado. ¿Adónde vas? Deténte,
oh, caballero; detén tu caballo,
dígnate entrar en mi humilde morada”.

“–¿Adónde voy? ¿Acaso yo lo sé?

23 Przerwa-Tetmajer (1912: 64-6).

- 18 -
15 Yo vuelo al tiempo que el viento,
yo corro al tiempo que el mar.
La doncella de la estepa,
asiéndome del cabello,
a la estepa me arrebata
20 consigo, enloquecedora.
Una vez más, la visión prodigiosa
de los montes: al muro de sus rocas
me guía de su aroma la añoranza,
o hacia el quedo, fascinante rumor
25 de los ríos: de lejos me domina
como un somnífero. O bien paso el tiempo
mirando un hormiguero (cómo corren,
cómo se enlazan en eterno arroyo),
o miro a las estrellas, las acoso,
30 ya sea en la penumbra del ocaso,
ya sea en la niebla del amanecer…”

“–No conoces el descanso ni el sueño.


Ven: enreda tus dedos en el lino
de mis cabellos; mira: yo soy una
35 ‘rusałka’ Encantadora del agua,
Sonorosa del bosque; yo soy digna
de tu deseo. Nací de las hierbas,
como el brillo de las flores. Yo enciendo
la alborada del sol, moscas de oro
40 de mis manos escapan, y yo invoco
el aroma de lejanas montañas,
¡oh! yo soy Luminosa, Espejeante,
estatua moldeada con cristal
de las fuentes; mis cabellos, rumor
45 de río encantado en el dormido
magnetismo de todos los orgullos”.

“–Mira aquel águila: ¿hacia dónde vuela?


Mira: donde en la cumbre una señal
se ve, ¿qué mano, qué fuerza la puso?
50 Como un milagro eres bella,
amable como el silencio;
pero es que aquella señal me arrebata - -
Es bandera de una puerta celeste:
tras esa puerta celeste está Dios,
55 granero de infinito,
silo de santidad,
oh, allí hay como una vida santa,
allí se puede llegar a caballo,
detenerse en la cumbre y, desde allí,
60 las alas a lo ancho desplegadas,
espolear al caballo y saltar
y tocar las campanas de las torres
de las estrellas!”

Dejando a un lado su final abierto, este poema presenta, a diferencia de los


anteriores, un encuentro entre una rusałka y un ser humano, por misterioso y excepcional
que éste parezca. De la procedencia de la rusałka, sabemos lo que ella misma dice: que
nació de las hierbas, como el brillo de las flores (vv. 37-8 de la trad.; v. 29 del original), cosa
que jamás hemos encontrado en las fuentes folklóricas que conocemos, aunque sí hay

- 19 -
múltiples indicios de una relación (si bien no genética) de las rusałki con la vegetación24. Su
hábitat es el agua y el bosque (vv. 35-6 de la trad.; vv. 27-8 del original), en perfecta
consonancia con las fuentes folklóricas de los eslavos orientales. La misma rusałka se
encarga de llamar la atención sobre la blancura de sus manos (v. 9 de la trad. y del original),
y ya antes habíamos encontrado otra alusión a la blancura de la tez de las rusałki, motivo
presente también en las fuentes folklóricas. Asimismo, la rusałka elogia lo sedoso de sus
cabellos (“de lino”, según los vv. 33-4 de la trad.; v. 26 del original); también a propósito de
sus cabellos, los identifica metafóricamente como “rumor de río encantado en el dormido
magnetismo de todos los orgullos” (vv. 44-6 de la trad.; vv. 35-6 del original). Se describe a
sí misma como “estatua moldeada con cristal de las fuentes” (vv. 43-4 de la trad.; v. 34 del
original), y utiliza los adjetivos “Luminosa”, “Espejeante”, “Sonorosa” y “Encantadora”
como si fueran sus nombres propios (vv. 35-6 y 42 de la trad.; vv. 27-8 y 33 del original).
Tal vez tenga razón cuando, en los vv. 36-7 de la traducción (v. 28 del original), da por
sentado que es digna del deseo del caballero, en cuya opinión “como un milagro eres bella,
/ amable como el silencio” (vv. 50-1 de la trad.; v. 40 del original).
Está claro que esta criatura sobrenatural intenta seducir al caballero; pero éste se
resiste, atraído por una trascendencia simbolizada por el águila y la cumbre (vv. 47-8 y 52
de la trad.; vv. 37-8 y 46 del original; cf. Durand8 1969: 141-3 y 145). La rusałka desempeña
aquí un papel no muy lejano del de las femmes fatales a las que Luis Martínez Victorio dedicó
una estupenda presentación ante este mismo grupo de trabajo (cf. también Dijkstra, 1986).
Parece, pues, que la relación entre los seres humanos y los mitológicos no es posible, a la
vista de los textos de la “Joven Polonia” que hemos examinado. Ello resulta coherente en
una época de angustia ante una crisis que había roto el contacto del hombre con lo
sobrenatural y lo maravilloso.

III. 6. Bolesław Leśmian, Baśń


No hemos conseguido averiguar la fecha de publicación de este poema25:
Baśń
Strzeliło srebrne słońce
Nad siną gór korono,
Obłokiem purpurowym
Na dwoje przekreślone.
5 U samych progów lasu
Lśnią rzeki blade tonie,
A wietrzyk po nich chodzi
I wodę czerpie w dłonie...

24 P. e., es muy frecuente creer que las rusałki aparecen cuando florece el centeno. Vid., para ése y
otros motivos afines, Виноградова 2000: 183-219.
25 A la vista de la caracterización que de este autor ofrece Matyjaszczyk Grenda 1997: 790-1, parece

posible conjeturar que este poema pertenece a la primera época del autor (hasta aproximadamente 1920).

- 20 -
Zanucił jakiś ptaszek
10 I martwy w kwiaty spada...
Na brzeg rusałek wiotkich
Wybiega wnet gromada -
A ciała ich - zielone,
A warga się czerwieni,
15 Jak właśnie o poranku
Tęczowy liść jesieni!
Zdradliwych oczeretów
Twarde i ostre wstęgi
Stopy im poraniły
20 W ciemnozielone pręgi.
Lecz piersi im rozpiera
Śmiech pusty i uparty
I błyska rząd szmaragdów
Spod wargi wpółotwartej...
25 Światełka złotych oczu
Rzucają blask dokoła
I tonie w złotym świetle
Twarz cała – okrom czoła!...
A z boru staruch leśny
30 Wynurza kark otyły...
"Witajcie, swawulnice!
A coście dzisiaj śniły?"
I piersi mchem porosić
Łopuchem wciąż okrywa,
35 A w brodzie jakaś pliszka
Zastrzegła mu nieżywa.
I w krąg go otoczyły
Rusałek korowody...
"A siadajże, dziaduniu,
40 Na pniaku - wedle wody!
Kończ bajkę rozpoczętą,
Niech wątek się wyjaśni!
Już setny maj się zbliża,
A ty nie kończysz baśni!"

45 Na pniaku staruch usiadł


I gładzi włos zielony,
Aż z brody martwą pliszkę
Wyciągnął - zadziwiony...
"Tfu! martwa pliszka w brodzie!
50 Niedobra to oznaka:
Ktoś znowu przerwie bajkę!
Już dola moja taka!
Cóż robić! Ciągnę dalej,
Lecz, by nie popsuć wątku,
55 Pieszczotki moje wodne,
Zaczynam od początku:

"Lat tysiąc chyba temu


Królewna piękna żyła,
Co serce miała złote,
60 A w sercu smutków siła!
Raz - z okien swego zamku
Wyjrzała w świat daleki,
Wyjrzała i zasnęła,
Zasnęła jak na wieki!
65 I przyszedł rycerz młody,
A zbroja na nim szczera..."
Tu - urwał nagle staruch
I trwożnie się oziera:
"Ktoś idzie... Słyszę kroki...

- 21 -
70 Ha! martwa pliszka w brodzie...
Ja schowam się na drzewie,
A wy się skryjcie w wodzie!"

Szmer kroków wciąż się zbliża,


W całym go słychać lesie -
75 To rycerz w swych objęciach
Królewnę śpiącą niesie...
I niesie ją, i tuli,
I zrywa z lic zasłonę,
I do ust jej przyciska
80 Swe usta rozpalone...

Skoczyły wnet rusałki


Do rzeki - w samo słońce,
Co w wodzie się odbiło
Złociste, pałające!
85 I widać jeno w dali
Ich głowy rusałczane,
Z główkami lilii wodnych
Bezładnie przemieszane!

A wietrzyk pląsający
90 Słów ich odnosi echa
Do dziada, co na drzewie
Przez liście się uśmiecha:
"Nieznośny, nudny dziadu!
Któż bajkę nam wyjaśni?
95 Już setny maj się zbliża,
A ty nic kończysz baśni!"26

Cuento
El sol argénteo se eleva
sobre la corona azul
de los montes. Una nube
de púrpura lo divide.
5 En el mismo umbral del bosque
brillan, pálidas, las aguas
del río, y pasa la brisa
entre ellas y recoge
en su mano el agua. Canta
10 un pajarillo, que muerto
se desploma entre las flores.
Hacia la orilla, de pronto,
corren esbeltas ‘rusalki’
de cuerpo verde y de labios
15 rojos, como la irisada
hoja en el alba en otoño.
Duras y agudas, las cintas
de los juncos traicioneros
les lastimaron los pies
20 en verdes rayas oscuras;
pero una risa les llena,
obstinada y huera, el pecho.
Y relucen esmeraldas
en sus labios entreabiertos…
25 Lanzan sus ojos dorados
su brillo en torno, y se baña
su faz toda en luz de oro,

26 Reproducimos el texto que figura en http://lesmian.klp.pl/a-5058.html, consultado el 6 de marzo


de 2010.

- 22 -
sólo su frente en penumbra.
Y el viejo duende del bosque
30 asoma su grueso cuello:
“–Bienvenidas, juguetonas,
¿con qué habéis soñado hoy?”
Pecho rociado de musgo
y cubierto de lampazo,
35 y una aguzanieves muerta
en la barba. Lo rodean
en círculo las ‘rusalki’:
“–¡Siéntate ya, abuelito,
en el tocón, junto al agua!
40 ¡Termina el cuento empezado;
que se aclare su argumento!
Que ya han pasado cien mayos
¡y no terminas el cuento!”
En el tocón se ha sentado
45 el vejete y acaricia
su verde cabello, y quita
una aguzanieves muerta
de su barba, sorprendido.
“–¡Una aguzanieves muerta!
50 ¡Puaf! Esto es mala señal:
alguien interrumpirá
otra vez el cuento. Ése
es mi destino. ¿Qué hacer?
Pero proseguiré. Aunque,
55 para no perder el hilo,
mimosas mías del agua,
empiezo por el principio:
‘Hace ya tal vez mil años,
vivía una hermosa reina,
60 con el corazón de oro,
y, en el corazón, tristeza.
Una vez, por las ventanas
de su castillo, miró,
miró el mundo a lo lejos,
65 lo miró y se adormeció.
¡Se adormeció por los siglos!
Vino un joven caballero,
limpia era su armadura…’ ”
Calló entonces, de repente,
70 el vejete y miró en torno:
“–Alguien viene, oigo pasos…
¡Ja! Una aguzanieves muerta
en la barba… Yo me escondo
en el árbol, y vosotras
75 ocultaos en el agua”.
Rumor de pasos se acerca,
en todo el bosque se oye:
el caballero, abrazada,
lleva a la reina durmiente…
80 Lleva a la reina, la abraza,
le quita el velo del rostro,
y oprime los labios de ella
con sus labios inflamados.

Y saltaron las ‘rusalki’


85 al río, al sol que en el agua,
se refleja, se refleja,
dorado, ardiente, y no había
más que ver en la distancia
sus cabezas de ‘rusalki’,

- 23 -
90 al azar entreveradas
con corolas de nenúfares.

Y la brisa bailarina
lleva el eco de sus voces
al vejete, que en su árbol
95 entre las hojas se ríe:
‘–¡Viejo insufrible y cargante!
¿Quién nos va a contar el cuento?
Que ya han pasado cien mayos
¡y no terminas el cuento!’’.

He aquí una evocación de las rusałki en su propio ambiente, si podemos decirlo así:
lejos de la humanidad, en el marco de una naturaleza encantada en la que sólo intervienen
otros personajes de cuento, tales como el duende de los bosques (Криничная, 2004: 247-
323, y Левкиевская 2004) y los protagonistas principales de La bella durmiente.
La fisonomía de las rusałki, según el poema, tiene algo de lo que podíamos esperar
en estos personajes: esbeltez (v. 13 de la trad.; v. 11 del original), labios rojos “como la
irisada hoja en el alba en otoño” (vv. 14-16 de la trad. y del original); sin embargo,
sorprende que su cuerpo sea verde (v. 14 de la trad.; v. 13 del original) y que entre sus
labios reluzcan esmeraldas (v. 24 de la trad.; vv. 23-4 del original), en lugar de las perlas con
las que suelen compararse los dientes de las bellezas sobrenaturales. Tal vez el poeta ha
extendido a la tez y a los dientes el color que las fuentes folklóricas eslavas orientales
atribuyen frecuentemente al cabello de las rusalki (Зеленин, 1916, 159-63; 175-84 y 306-8
de la ed. de 1995) y al del duende del bosque, como vemos en v. 46 de la trad. y del
original. Se trata de un indicio más de la relación de nuestras protagonistas con la
vegetación, a la que aludíamos más arriba, en nuestras observaciones al fragmento de
Niezbadany rycerz, de Przerwa-Tetmajer. También es sorprendente que los ojos de las rusałki
sean dorados (v. 25 de la trad. y del original). Su hábitat abarca el bosque y el agua (vv. 5-7,
12, 75, 84-91 de la trad.; vv. 5-8, 11, 74 y 82-8 del original), y su actitud es lúdica y
desenfadada, como muestra la risa tonta a la que aluden los vv. 21-2 de la trad. (v. 22 del
original), y las palabras que dirigen al duende del bosque (vv. 38-43 de la trad.; vv. 39-44 del
original). Es un mundo de cuento habitado por personajes de cuento que pasan su vida
contando cuentos que nunca llegan a su fin. Lejos, pues, de las realidades humanas
aquejadas por el límite de la finitud y cuya relación con ese mundo fabuloso es siempre
problemática: bien sea porque el ser humano añora la relación con la esfera de la maravilla,
bien porque esa relación, cuando se establece, puede tener consecuencias fatales. Así lo
veremos en el poema al que dedicamos el siguiente apartado.

- 24 -
III. 7. Bolesław Leśmian, Ballada dziadowska (Balada de un mendigo)
Este poema pertenece al libro titulado Łąka (La pradera), publicado en 1920:

Ballada dziadowska
Postukiwał dziadyga o ziem kulą drewnianą,
Miał ci nogę obciętą aż po samo kolano.

Szedł skądkolwiek gdziekolwiek - byle zażyć wywczasu,


Nad brzegami strumienia stanął tyłem do lasu.

5 Stał i patrzał tym białkiem, co w nim pełno czerwieni,


Oj da-dana, da-dana! - jak się strumień strumieni!

Wychynęła z głębiny rusałczana dziewczyca,


Obryzgała mu ślepie, aż przymarszczył pół lica.

Nie wiedziała, jak pieścić - nie wiedziała, jak nęcić?


10 Jakim śmiechem pośmieszyć, jakim smutkiem posmęcić?

Wytrzeszczyła nań oczy - szmaragdowe płoszydła -


I objęła za nogi – pokuśnica obrzydła.

Całowała uczenie, i łechtliwie i czule,


Oj da-dana, da-dana! - tę drewnianą, tę kulę!

15 Parskał śmiechem dziadyga w kark poklękłej ułudy.


Aż przysiadał na trawie, jakby tańczył przysiudy.

Aż mu trzęsła się broda i dwie wargi u gęby,


Aż się kulą obijał o perłowe jej zęby!

–„Czemuż jeno całujesz moją kłodę stroskaną?


20 „Czemuż dziada pomijasz aż po samo kolano?

„Za wysokie snadź progi dla czarciego nasienia,


„Ty, wymoczku rusalny, - ty, chorobo strumienia!

„Pieszczotami to drewno chcesz pokusić do grzechu?


„Oj da-dana, da-dana ! - umrę chyba ze śmiechu!“ -

25 „Spowiła go ramieniem, okręciła, jak frygą!


„–Pójdźże ze mną, dziadoku - dziaduleńku -dziadygo !

„Będę ciebie na zapiecku z korali,


„Będę ciebie tuczyła kromką żwiru spod fali.

„Będziesz w moim pałacu miał wywczasy niedzielne,


30 „Będziesz pijał z mej wargi pocałunki śmiertelne!“

Pociągnęła za brodę i za torbę żebraczą


Do tych nurtów pochłonnych, co się w słońcu inaczą.

Nim się zdążył obejrzeć, - już miał falę na grzbiecie, -


Nim się zdołał przeżegnać - już nie było go w świecie!

35 Zakłębiły się nurty - wyrównała się woda,


Znikła torba dziadowska i łysina i broda !

Jeno kloc ten chodziwy - owa kula drewniana


Wypłynęła zwycięsko - oj da-dana, da-dana!

- 25 -
Wypłynęła - niczyja, nie należna nikomu,
40 Wyzwolona z kalectwa, wypłukana ze sromu!

Brnęła tędy - owędy szukająca swej drogi,


Niby szczątek okrętu, co się wyzbył załogi!

Grzała gnaty na słońcu ku swobodzie, ku życiu,


Zapląsała radośnie na swym własnym odbiciu!

45 I we żwawych poskokach podyrdała przez fale.


Oj da-dana. da-dana! - w te zaświaty - oddale!27

Balada de un mendigo
Un viejo golpeaba la tierra con su palo.
Tenía una pierna coja hasta la rodilla.

Iba de un lado a otro, a aprovechar su asueto,


a la orilla del río, dando la espalda al bosque,
5 se detuvo y miró, con lo blanco del ojo,
que él muy rojo tenía. ¡Ay, el río, como corre!

Se asomó desde el fondo, se asomó una ‘rusalka’,


le salpicó los ojos, le arrugó media cara.

¿Acariciar, tentar, seducir no sabía,


10 ni reírse o burlarse, ni aburrir con sus penas?

Con ojos de esmeralda, que espantan, lo miró,


lo abrazó por la pierna, inmunda tentadora.

Sabiamente besó, haciéndole cosquillas


y con delicadeza, el palo de madera.

15 Se echó a reír el viejo ante aquel espejismo


y se sentó en la hierba, tal como si bailara.

Y le tembló la barba y los labios en la boca,


y chocó la muleta con los dientes de perla.

“¿Por qué besas tan sólo ese palo infeliz?


20 ¿Por qué hasta la rodilla no haces caso del viejo?

Son muy altos umbrales para negra semilla,


tú, infusorio, ‘rusalka’, miasma de esta corriente.

¿Querrías, con caricias, hacer pecar a un palo?


¡Huy, huy, huy! Me parece que me muero de risa”.

25 Lo envolvió con sus brazos, como una serpiente.


“–¡Ven conmigo, abuelito, abuelete, vejete!

¡Yo te haré de niñera en hogar de coral,


te daré entre las olas un terrón de… arena!

¡Tendrás en mi palacio descansos semanales,


30 beberás de mis labios unos besos mortales!”

Le tiró de la barba y de su pobre bolsa,


a la voraz corriente que al sol, sin cesar, fluye.

27 Leśmian (1920: 47-9).

- 26 -
Antes que se volviera, tenía encima una ola;
antes de persignarse, ya no estaba en el mundo.

35 Se arremolinó el agua, quedó lisa, y la bolsa


del mendigo, su calva y su barba ¡volaron!

Sólo aquella muleta, que a andar le ayudaba,


a flote, victoriosa, salió. ¡Huy! ¡Vaya, vaya!

Salió a flote, sin ser ya de nadie, de nadie,


40 libre de lisiadura, limpia de sus vergüenzas.

Fue de aquí para allá, buscando su camino,


como despojo de un buque, ya sin tripulación.

Calentó al sol sus huesos, viva y en libertad,


bailó con alegría por su liberación.

45 Y en rápidos, pequeños saltos, fue, atravesando


las olas (¡huy! ¡Vaya, vaya!), a otro mundo, ¡muy lejos!

Un cuadro muy diferente de aquel al que nos estaban acostumbrando los poemas
presentados anteriormente. Nos hallamos ante una caricatura en la que lo grotesco se alía
con lo patético. Este tratamiento caricaturesco de los motivos folklóricos relacionados con
las rusalki estaba ya presente en uno de los monumentos clásicos (y más tempranos)
dedicados a estos personajes: la balada de Pushkin, de 1819. Aquí la víctima de la rusałka
no es un niño ni una mujer en edad fértil, como es lo más habitual en las fuentes folklóricas
(Виноградова 2009: 498-9), sino un anciano mendigo. Como vemos en los vv. 15-24 del
original y de la traducción, incluso para el mendigo es risible el erotismo de la rusałka
(motivo, por lo demás, poco frecuente en el folklore), que contrasta de manera casi
sangrante con la condición de su víctima. Por lo demás, el hábitat acuático (vv. 4 y 28 de la
traducción y del original) es uno de los posibles, si bien no el único, para una rusałka; el
texto (v. 29 de la trad. y del original) alude a un palacio subacuático del que también hablan
algunas fuentes folklóricas (Зеленин 1916: 162-4, 169, 171, 175 de la ed. de 1995).

III. 8. Władysław Orkan, Bajka


No hemos conseguido averiguar la fecha y circunstancias de publicación de este
poema:
Bajka
1
Chcesz, żebym bajkę Ci napisał,
Jaką dziecku opowiada mama
Po cóż ułudą śnioną Cię kołysać,
Gdy Bajką jesteś sama.
2
5 Czyż nie zjawiłaś się na morskiej plaży
Jako Rusałka, topielica zwodna,
Która najdoświadczeńszych z kół śmiałych barkarzy
Na toń sprowadzić godna?

- 27 -
3
Albo nie wstałaś z białej morza piany
10 Jako Syrena z oddali wabiąca,
Która żeglarzy w kraj raf zabłąkanych
W otchłań ułudą wtrąca?28

Cuento
1
Quieres que un cuento te escriba
que cuenta a un niño su madre.
Para qué mecerte en sueños,
si tú misma eres un cuento.
2
5 ¿Acaso no apareciste en la playa,
‘rusałka’, ahogada, engañosa,
que incluso a los barqueros más expertos
puede arrastrar a las aguas profundas?
3
¿O no surgiste de la blanca espuma
10 del mar, como sirena que de lejos
atrae y a los marinos perdidos entre escollos
arrastra con engaños al abismo?

El poema alude a un rasgo de las rusalki al que los otros textos examinados no se
referían: cuando llama a la rusałka “ahogada” (“topielica”, v. 6 de la trad. y del original), nos
hace recordar que, según múltiples testimonios folklóricos del entorno eslavo oriental, las
rusalki son espíritus de doncellas ahogadas (Афанасьев 1869: 241, y Зеленин 1916: 164 y
308). Aparte de esa referencia al origen de la rusałka, el rasgo en torno al cual gira el poema
es la peligrosa atracción ejercida por ese personaje: como las sirenas de la Odisea, con las
cuales se la compara en el v. 10 del original y de la traducción, también la rusałka atrae y
arrastra al abismo a los marinos perdidos entre escollos. Una vez más, nos hallamos ante
un testimonio de esa difícil relación entre los seres humanos y los mitológicos, tal como la
encontrábamos en los otros poemas que hemos examinado.

III. 9. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES


Los poemas que hemos recorrido permiten una primera aproximación a lo que los
poetas de la “Joven Polonia” hicieron con las rusałki. Evidentemente, lo que dijeron sobre
ellas no tiene ninguna pretensión de ceñirse a todos los datos de las fuentes de la tradición
oral: no sólo es que un escritor no tenga por qué ser necesariamente un folklorista, sino que
además el marco intelectual de la “Joven Polonia” era bastante escéptico con respecto a la
concepción positivista de la ciencia, por lo que no podemos exigir a los autores de ese
período fidelidad a los datos de la etnografía. En cualquier caso, hemos podido observar
coincidencias con motivos atestiguados en la tradición oral ucraniana, bielorrusa y rusa,

28 Texto tomado de http://www.pbi.edu.pl/site.php?s=YjZmMDFjMTgwOTY4&tyt=&aut=Orkan&x=0&y=0,

(consultado el 31 de agosto de 2009).

- 28 -
como hemos podido comprobar a través de fuentes que ya estaban publicadas o estaban
publicándose precisamente en los años de la “Joven Polonia”, y a las que por tanto
nuestros autores podían haber tenido acceso: p. e., además de los Очерки русской мифологии
(Еsbozos de mitología rusa), de Zelenin, publicados en 1916, una obra sumamente popular era
la titulada Поэтические воззрения славян на природу (Visiones poéticas de la naturaleza entre los
eslavos), de Afanásiev, publicada entre 1865 y 1869.
Además, es obvio que nuestros poetas podían basarse en lo que era ya una rica
tradición literaria: los modelos rusos constituidos por Pushkin, Gógol y Lérmontov, y los
románticos polacos: Słowacki, Józef Bohdan Zaleski (ambos nacidos en territorio de lo que
ahora es Ucrania), Lenartowicz, Ignacy Kułakowski, Henryk Jabłoński, Seweryn
Goszczyński o Michał Czajkowski, entre otros muchos. La escasez de los materiales de la
tradición oral polaca a los que hemos podido acceder, nos impide conclusiones definitivas
sobre su relación con los poetas que nos han acompañado; pero no parece que su fuente de
inspiración fuera polaca. También tuvieron que influir en ellos personajes como la Lorelei
de Heine, las Ondinas de E. T. A. Hoffmann o de Aloysius Bertrand, la Sirenita de
Andersen, las Nixen del folklore alemán o sus homólogas entre la fairy people de las Islas
Británicas.
Cualesquiera que fueran los modelos e influencias de los modernistas polacos,
podemos afirmar que, para ellos, las rusałki representaban un mundo fabuloso con el que al
hombre moderno ya le resultaba imposible relacionarse. La conciencia de esa imposibilidad
y del peligro inherente a aproximarse a ese mundo sobrenatural hizo que nuestros autores,
por una parte, evocaran con nostalgia esa esfera de la maravilla (así lo vemos en Antoni
Lange, Bolesław Leśmian o Kazimierz Przerwa-Tetmajer), que invocaran a las rusałki como
musas (como lo hizo Jan Kasprowicz), y que, por otra parte, las dotaran en ocasiones de
una inevitable aureola de femmes fatales (Przerwa-Tetmajer, Leśmian, Orkan). Esa imagen de
femme fatale estaba plenamente de acuerdo con la tradición oral y con el imaginario de fines
del siglo XIX y principios del XX. También el sentimiento de pérdida y nostalgia por lo
maravilloso era típico de la cultura europea de esa época.
Debemos plantearnos una última cuestión. ¿Podemos considerar los textos
estudiados como fuente para el estudio de la mitología eslava? Antes de contestar a esa
pregunta, hay que formular otra: ¿de qué mitología eslava estamos hablando?
Normalmente, “mitología” es algo que se asocia con el paganismo y con un estadio de
civilización muy lejano en el tiempo o, cuando menos, en la mentalidad. Evidentemente, es
una audacia temeraria utilizar la literatura de la “Joven Polonia” para reconstruir las
creencias de los eslavos antes de su conversión al cristianismo; pero sí los podemos utilizar

- 29 -
para estudiar la mitología eslava de fines del siglo XIX y principios del XX, período en el
que la creencia en las rusalki estaba viva en la cultura tradicional de los países eslavos, como
muestran las publicaciones de los folkloristas.
Podemos añadir que, a la vista de los textos presentados y de la dialéctica que
mantienen con otras fuentes de la literatura (tanto oral como escrita), creemos que nuestras
rusalki, tanto en Rusia, Ucrania y Bielorrusia como en Polonia, han protagonizado un
proceso de transmisión o tradición míticas análogo a los que podemos observar en otros
pueblos y en otras épocas: pensamos en la larga historia que media desde los cantos sobre
Ulises y las sirenas, que suponemos transmitidos primero oralmente y luego integrados y
puestos por escrito en la Odisea, hasta los múltiples poetas, filósofos, oradores y gramáticos
posteriores que siguieron aludiendo a ese episodio o que lo interpretaron, o bien hasta los
artistas plásticos que lo representaron. La distancia entre los textos presentados y las
creencias de los eslavos paganos puede compararse, con las debidas precauciones, con la
que media entre, p. e., Ovidio y Hesíodo, que vivieron y crearon en contextos culturales y
religiosos muy distintos, sin que por ello dejen de ser fuentes de la mitología clásica, cada
uno para su época. Lo mismo puede decirse de nuestros autores de la “Joven Polonia”.

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DEBATE POSTERIOR
José Manuel Losada: Muchísimas gracias, Francisco, por este discurso, en el que
nos has ilustrado desde el luminismo, puesto que nos has hablado del carácter trascendente
de estos seres, hasta el romanticismo, o el simbolismo, que no lo asume, para terminar con
el expresionismo. Aunque todo reduccionismo de los ismos es sospechoso, lo que yo he
dicho, por supuesto, puede ayudar a estudiar la mitología. Estoy seguro de que gente como
Mercedes, que tanto sabe de las sirenas, puede sugerir algo. Da gusto, no es la primera ni la
segunda sesión sobre seres femeninos acuáticos. Da gusto, y ganas de lanzarse a hacer una
compilación de estos seres.
Francisco Molina: De uno más.
Mercedes Aguirre: Estoy completamente de acuerdo, es un tema fascinante,
parece que nunca queremos acabar. ¿Hay algún artista plástico que haya trabajado sobre
estas criaturas?
Francisco Molina: Sí, en la pintura polaca de esta época, les influye el modelo de
las ninfas de la mitología clásica. Había pensado ilustrar la intervención, pero quizá para
otra ocasión. Hay representaciones de estos seres en la pintura polaca de este periodo y en
la pintura rusa.
Mercedes Aguirre: Justo esta mañana unas chicas del grado han hablado de
figuras del folklore ruso, y decían que lo habían vivido. Y eso me chocaba, me parecía
intersante, señalar que es algo que se ha mantenido vivo.
Francisco Molina: Sí.
Pilar Andrade: Tenía tres cosas que preguntar. Primero, cómo se pronuncia
Chopin en polaco.
Francisco Molina: Es francés, y lo propio es decirlo a la francesa. Pero en Polonia
lo dicen con acentuación polaca, y hacen caer el acento en la primera sílaba, porque la
mayoría de las palabras polacas son llanas. Pero no es correcto. El acento en polaco no se
indica gráficamente, e incluso a veces lo escriben con -sz que es lo que indica el sonido
/ch/ en polaco.
Pilar Andrade: También quería preguntar por el verso 43 de la última hoja, en el
momento en que atrae el mendigo, me parece que ella ahoga al mendigo.
Francisco Molina: O el mendigo se ahoga, empujado por ella. Perdón, el sujeto es
el bastón, que es lo único que queda del mendigo, se ve en el verso 37. El sujeto de todos
esos verbos es el bastón.
Mariano Hernández: Yo quería preguntar por la ópera de Dvořak. Ahí aparece
más la historia de Andersen, que no está tan conectada con esto que has comentado,
porque ella es muy tranquila, muy buena, aunque se llama Rusalka.
Francisco Molina: Han eslavizado su nombre, para aproximarlo a su público, pero
el motivo es el de los Andersen, del ser sobrenatural que ansía incorporarse a la humanidad,
pero el motivo de la Rusalka de Borzak es el de Andersen y el de los personajes del folklore
europeo, más que el de los eslavos.

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María del Mar Mañas: Quería felicitarte por esta intervención. Habías comentado
que había más influencia de textos escritos... ¿Puede tener que ver con una tendencia
culturalista?
Francisco Molina: Sí, y también tiene una vocación universalista. Todo ísmo es
una reducción y una simplifiacion, y también en este periodo hay corrientes que pueden
parecer contrapuestas. Hay una voluntad de distanciarse de lo provincial, de que la
literatura no sea sólo para los polacos y trate de los polacos, sino que tengan una
proyección más europea, pero esto que has dicho es perfectamente verosímil.
Mercedes Aguirre: A mí me recuerda también a los personajes folklóricos vascos
y asturianos..., las lamias y las xanas...
Francisco Molina: La creencia en los personajes se mantiene.
Cristina Coriasso: Pero no se mantiene en los poetas...
Francisco Molina: Habría que preguntarles a ellos...
Cristina Coriasso: Pero predomina el tono de que ya no es posible el contacto con
esos mundos.
Carmen Gómez: Es el reclamo de Heine: los dioses han huido, el poeta es el único
que tiene acceso a ellos.
Francisco Molina: Sí, predomina el tono nostálgico.
Mercedes Aguirre: Esto me recuerda a las lamias del País Vasco: se dice que la
construcción de ermitas hizo desaparecer a las lamias. El cristianismo viene a desalojar las
creencias paganas.
Francisco Molina: Además, las demonizan, porque quedan vestigios de que eran
buenas: donde bailan las rusalki crece mejor el trigo. Hay quien ha intentado relacionar esa
progresiva demonización y afeamiento de estos personajes según se avanza hacia el norte
de Rusia con el clima: cuanto más frío... Yo no sé hasta qué punto, en Ucrania también hay
20 grados bajo cero y las rusalki ucranianas son muy divertidas...
Pilar Andrade: ¿Y no hay un personaje masculino así parecido?
Francisco Molina: Hay alguna tradición en los materiales recogidos por Nikita
Ilich Tolstoi. Era lingüista, etnólogo y dialectólogo, un sabio de esos que surgen de vez en
cuando que apabullan. Dirigió una expedición etnolingüística por la Rusia meridional entre
1970 y 1980, recogieron de forma sistemática y rigurosa con transcripciones una gran
cantidad de material sobre estos personajes y muchos otros, sobre la cultura tradicional de
esta región, y cuando se trata del origen de estos personajes, que son espíritus de chicas
muertas en circunstancias no naturales, como origen de la rusalka... Un hombre
pematuramente muerto también se puede convertir en rusalka, pero los testimonios son
extraordinariamente raros. De hecho, si nos damos al otro término de referencia, que es la
Grecia antigua, a las sirenas y a las ninfas, tienen algunos rasgos en común: canto,
peligrosidad, pero tienen muchos rasgos que las diferencian. También hay imágenes de
sirenos, de sirenas con barba, y ya son sirenos.

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Mercedes Aguirre: Pero en el fondo tampoco tenemos testimonio de que hagan lo
mismo, tenemos la iconografía, y se acabó. Son seres fundamentalmente femeninos.
Pilar Andrade: Es muy misógino esto.
Francisco Molina: O más que misógino, machista. Son motivos pensados por
hombres. Por lo demás, en el ámbito de las Islas Británicas, ahí hay de todo. Hay un
espíritu de las aguas, un hombre con cola de pez..., parecido de alguna manera a los tritones
de la mitología clásica. En el ámbito eslavo es rarísimo, es una aplastante minoría, o
aplastada minoría.
José Manuel Losada: Muchísimas gracias una vez más, Francisco. Quedamos
emplazados para el mes de junio.

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