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I.1.

Análisis del rol de los jueces

Haciendo énfasis en el rol de los jueces tanto de primera y de segunda instancia.


El juez, como figura procesal históricamente ha evolucionado, puesto que sus
potestades se han visto ampliadas y limitadas en algunos aspectos. Morales, J.
(2010) prescribía que

El Estado de Derecho moderno es el Estado Constitucional, donde el


juzgador cobra un papel relevante, porque interviene en el proceso de
producción de la norma al resolver el caso concreto, interpretándola con
discrecionalidad e independencia, validándola constitucionalmente, para
brindar soluciones razonables y justas (p.1).
Bajo esta premisa, procedemos a analizar el rol de los jueces que conocieron este
proceso, tanto en primera como en segunda instancia.

PRIMERA INSTANCIA:

La competencia del presente caso le correspondió al Quinto Juzgado Civil, al


tratarse de un proceso abreviado de tercería, conforme al art. 486° concordante
con el art. 488° del C.P.C, al ser la cuantía de la pretensión superior a las 500
URP.

Es menester, señalar que los artículos 50° y 51° del Código Civil, los cuales
prevén los deberes y facultades del Juez, respectivamente.

En primer lugar, respecto a los Deberes del Juez, nos avocamos al inciso 4 del art.
50°, según el cual, el Juez debe decidir, incluso en los casos en los que exista un
vacío o defecto legal, situaciones en las que deberá recurrir a los principios
generales del Derecho, la doctrina y la jurisprudencia.

En el presente caso, el Juez tenía que decidir respecto a la confrontación de dos


derechos: Derecho Real (la propiedad) vs. Derecho personal (el Embargo), por lo
cual se remitió al artículo 2022° segundo párrafo, siendo que este a su vez invoca
la aplicación de las normas del derecho común – premisa que da cabida a
diferentes interpretaciones -, por lo que el Juez opta por darle preferencia al
derecho real, fundamentándose en la Casación 638-2006, la cual considera que el
derecho real prevalece ante el derecho personal, con prescindencia del tiempo de
la inscripción.
Sin embargo, este fundamento lo llevó a realizar una incorrecta interpretación de
la norma, debido a que en momento en el que se emitió la sentencia existían
opiniones divergentes sobre la materia, pero actualmente el VII Pleno Casatorio
ha absuelto las interrogantes, estableciendo el siguiente precedente: “El derecho
de propiedad del tercerista es oponible al derecho del acreedor del embargante,
siempre que dicho derecho quede acreditado mediante documento de fecha cierta
más antiguo que la inscripción”, lo cual no sucede en el presente caso, siendo que
el embargo fue inscrito el 05 de octubre y el derecho real el 12 de octubre del
2006.

Otro fundamento, del VII Pleno Casatorio, nos recuerda que se debe respetar el
“principio de conservación del derecho”, a fin de preservar la seguridad jurídica.

Además, si tenemos en cuenta lo explicado en el apartado supra del presenta


trabajo (1.7), el embargo también puede ser considerado un derecho real en su
etapa de ejecución, el cual deriva de una obligación; por lo que el conflicto
quedaría reducido en la colisión entre Derecho real vs. Derecho real, en el cual
prevalece el que fue inscrito primero, teniéndose el mismo resultado.

Valdivia (2018), denomina a este error cometido por el Juez, como un error in
iudicando de derecho, el cual es un error interpretativo de la norma jurídica, que si
bien no inválida la resolución, la hace merecedora de una corrección.

Además, respecto al artículo 50°, en su inciso 2 faculta al Juez a ordenar los actos
procesales necesarios, tal como se hizo al llamar a declarar al notario Pastor La
Rosa; sin embargo advertimos un error en la interpretación de su testimonio,
debido en la audiencia de fecha 18.05.2010 se dejó constancia que el señor notario
no observó o analizó la copia literal, por lo que no pudo decir si había o no alguna
afectación y pese a ello, el Juez le dio un sentido diferente a la respuesta del
notario, afirmando que éste dijo que no aparecía gravamen alguno.

Por tanto, precisamos que también se incurrió en un error iudicando de hecho, al


cual Valdivia (2018) describe como un mal juzgamiento en los hechos invocados
por las partes o en la valoración de los medios de prueba.

A consecuencia de los errores acaecidos, tales como el error iudicando de hecho


como de derecho, el Juez finalmente resolvió declarar fundada la demandada de
tercería excluyente de propiedad, fallando a favor de Daniel Jeremias Mendoza
Arias.

SEGUNDA INSTANCIA:

Si bien es cierto, el Juez de Segunda Instancia también está sujeto a respetar lo


establecido en los art. 50° y 51° del C.P.C, así como las ley del Orgánica del
Poder Judicial y otros dispositivos legales, a fin de velar por la preservación del
debido proceso y la legalidad del mismo, también se encuentra facultado a
cumplir el art. 370° del mismo cuerpo normativo, el mismo que establece la
Competencia del Juez Superior, siendo estos quienes debe conocer el proceso en
segunda instancia.

En el presente caso, el Ad quem fue la Primera Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia conformado por los Jueces Superiores: Samuel Sánchez Melgarejo,
Niczon Holando Espinoza y Miguel Sánchez Cruzado. Esta instancia no es ajena a
haber errado, por lo que procedemos a analizar el rol que cumplió.

Ortells (2002) señala que la segunda instancia no es un nuevo juicio por lo que no
se puede modificar el objeto de la primera instancia, ante ello se presentan algunas
limitaciones, entre las cuales, mencionaremos al principio dispositivo, plena
jurisdicción e Iura Novit Curia, los cuales advertimos en el presente caso.

El principio dispositivo, debido al cual existe una doble limitación: el Juzgado no


se puede pronunciar respecto a cuestiones no propuestas en la sentencia de
primera instancia y no se puede exceder la materia del recurso de apelación, ni su
fundamento.

En relación a ello, en el presente caso, la Sala emitió pronunciamiento sobre


hechos ajenos a los señalados en la sentencia de primera instancia, como el
proceso de ODSD, seguido por el co demandante León contra la empresa Alfonso
Suen Velásquez SA, atendiendo que el Juez de Primera Instancia no profundizó
en la misma.

También debemos indicar que la Sala fue acertada al referir que no pronunciaría
respecto a una deuda entre la sociedad e Hindrandina, o el origen de la suma que
puso a cobro el codemando León, al considerarlos impertinentes para discutir
respecto a un proceso de tercería.

Iura Novit Curia, este principio provee al órgano jurisdiccional de segunda


instancia de facultades para determinar las normas que consideren más idóneas
para aplicar en su decisión, sin perjuicio de invocar los mismos fundamentos
jurídicos esgrimidos por las partes en su recurso impugnatorio o los aplicados por
el Juez de primera instancia.

Atendiendo ello, debemos señalar que en el presente caso, el Juez utilizó un


fundamento totalmente diferente al de la primera instancia:

Mientras que el Juez de primera instancia se limitó a invocar el artículo 2022°


concordante con el art. 349°, los mismos que aunando a la Casación 638-2011,
Lima, motivaron su sentencia; por otro lado, la Sala Civil optó por motivar su
sentencia, fundándose en que la prioridad en el registro y la buena fe pública
registral, reguladas en los artículos 2016° y 2014° del CC, debido a que indica que
estos priman ante terceros, si bien es cierto, para llegar a estos argumentos, los
Jueces partieron del artículo 2022 segundo párrafo – también utilizado por la
primera instancia, la interpretación fue disímil.

En este orden de ideas, arribamos a que el Ad quem infringió el principio


dispositivo, por el que se encontraba limitado y que si bien es cierto hizo un buen
uso del Iura Novit Curia, pudo haber invocado jurisprudencia o doctrina que
fundamente de manera más profunda su resolución.

Bibliografía:

Valdivia R. (2018). Problemática actual del juez revisor y sus limitaciones para
anular la resolución impugnada en materia civil. LP Derecho: Recuperado de:
https://lpderecho.pe/problematica-actual-juez-revisor-limitaciones-anular-resolucion-
impugnada-materia-civil/#_ftnref19

Ortells M. (2002). Derecho Procesal Civil. Navarra: Editorial Aranzadi.

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