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DIACONIA

Proviene del verbo diokó que se traduce como “apresurarse en pos de..”, “perseguir” (asistente en las carreras)

Diácono significa, sirviente, esclavo, el que sirve las mesas. No es el que sienta a la mesa, sino el que atiende
amorosamente las necesidades de los que están en comunión.

Se usa también para designar el carácter de los ángeles, Mt 22:13.

Diakonós (sirvientes) y doulos (esclavo) están relacionados. El primero se refiere al ministerio del siervo (Mt. 22:3-4, 6, 8,
10-), el segundo destaca su relación personal con su Dueño (Mt. 22:13)

Diakoneo (verbo) es el acto de “ejercer el diaconado” 1 Tim. 3:10, 13

Lo que NO es un Diácono

Un Gobernante

El Diacono es un siervo. No esta para “competir” con los pastores, sino para ser complementarios.

Un Administrador de Bienes y Edificios

No es un “conserje glorificado”. Es un ministro de misericordia. Sus elementos de trabajo no son cosas sino personas y
necesidades concretas

Un Funcionario o Ejecutivo de la Iglesia

La iglesia no es una “empresa” sino el Cuerpo de Cristo. Los diáconos nos son un “todoterreno”, tienen funciones
específicas

Un Receptáculo de Gratificación

El diaconado no es “premio” a nada. El diaconado es un llamamiento divino y no un mecanismo de congratulación

Lo que SÍ es un Diácono

Es un título formal para designar un cargo bíblico. 1 Tim. 3; Fil. 1:1

Un servidor a los necesitados y quebrantados

Son personas que ejercen responsabilidades de gran confianza pública. 1 Tim. 3:10

El énfasis de su ministerio es el servicio caritativo y no la gobernación.

Están subordinados a la dirección y gobierno de los pastores

Es complementario al pastorado

Importancia del Diaconado

Alexander Strauch en “El Diácono del NT” (1994, p. 14), dice:

Los cristianos hoy deben entender la necesidad absoluta y la vital importancia de los diáconos del Nuevo Testamento
para la iglesia local con el fin de que aquellos en nuestra iglesia que son necesitados, pobres y que sufren sean atendidos
de una manera totalmente cristiana. Este es un aspecto que le preocupa mucho a Dios (…) Jonathan Edwards ( ) escribió:
“No conozco ningún deber que sea de tanta importancia, insistencia y urgencia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, como la obligación de ayudarle al pobre” Sin embargo, repetidamente las iglesias descuidan al pobre y
necesitado; invierten cientos de miles de dinero, hasta millones, en edificación, cortinas, bancas y vitrales, pero
escasamente pueden sacar ‘algo’ de su presupuesto para ayudar a los necesitados de su propia iglesia. Dios ha dado a
los diákonos un ministerio maravilloso de misericordia y amor para los necesitados

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