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Psicología de la Personalidad

Escuela de Psicología - Universidad de Valparaíso


Docente: Javier Morán

MECANISMOS DE DEFENSA

A continuación se describen algunos mecanismos de defensa de acuerdo a las definiciones


otorgadas por Lapanche y Pontalis (1996), Kernberg (1996) y Segal (1964):

PROYECCIÓN
“Operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o
cosa) cualidades, sentimientos, deseos, que no reconoce o que rechaza en sí mismo. Se trata
de una defensa de origen muy arcaico que se ve actuar particularmente en la paranoia, pero
también en algunas formas de pensamiento normales, como la superstición en tribus que
proyectan sobre los dioses y naturaleza las propias cualidades y pasiones humanas. Se
busca en el exterior la causa de un displacer.”
Lo odio  proyecto: él me odia  tengo derecho a odiarlo: entonces…lo odio

INTROYECCIÓN
El sujeto hace pasar, en forma fantaseada, del «afuera» al «adentro» objetos y cualidades
Inherentes a estos objetos. La introyección está próxima a la Incorporación, que constituye
el prototipo corporal de aquélla, pero no implica necesariamente una referencia al límite
corporal (introyección en el yo, en el Ideal del yo).
Ferenczi. En Introyección y transferencia (1909) escribe: «Así corno el paranoico expulsa
de su yo las tendencias que se han vuelto displacenteras, el neurótico busca la solución
haciendo entrar en su yo la mayor parte posible del mundo exterior y convirtiéndola en
objeto de fantasmas inconscientes. Por consiguiente, puede darse a este proceso, en
contraste con la proyección, el nombre de introyección».
Se insiste en la distinción entre incorporación e introyección. En psicoanálisis, el límite
corporal constituye el prototipo de toda separación entre un interior y un exterior; el
proceso de incorporación se relaciona explícitamente con esta envoltura corporal. La
noción de introyección es más amplia: no se trata aquí sólo del interior del cuerpo, sino del
interior del aparato psíquico, de una instancia, etc. Así, se habla de introyección en el yo, en
el ideal del yo, etc.
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La introyección fue puesta en evidencia primeramente por Freud en el análisis de la
melancolía, y luego reconocida como un proceso más general. Desde este punto de vista, ha
renovado la teoría freudiana de la identificación.
En la medida en que la introyección permanece marcada por su prototipo corporal, se
traduce por fantasmas (fantasías) referentes a objetos, sean éstos parciales o totales. Este
concepto desempeña un papel muy importante en los trabajos de autores como Abraham y,
sobre todo, M. Klein, que ha descrito el ir y venir fantasmático de los objetos «buenos» y
«malos» (introyección, proyección, reintroyección). Estos autores hablan principalmente de
objetos introyectados y parece, en efecto, que el término debería reservarse a aquellos casos
en que intervienen objetos o cualidades inherentes a éstos.

SUBLIMACIÓN
“Proceso postulado por Freud para explicar ciertas actividades humanas que aparentemente
no guardan relación con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la fuerza de la
pulsión sexual. Freud describió como actividades de resorte principalmente la actividad
artística y la Investigación intelectual.”
A lo largo de toda su obra, Freud recurre al concepto de sublimación con el fin de explicar,
desde un punto de vista económico y dinámico, ciertos tipos de actividades sostenidas por
un deseo que no apunta, en forma manifiesta, hacia un fin sexual: por ejemplo, creación
artística, investigación intelectual y, en general, actividades a las cuales una determinada
sociedad concede gran valor.

IDEALIZACIÓN
“Proceso psíquico en virtud del cual se llevan a la perfección las cualidades y el valor del
objeto. La identificación con el objeto idealizado contribuye a la formación y al
enriquecimiento de las instancias llamadas ideales de la persona (yo ideal, ideal del yo).”
Proceso psíquico en virtud del cual se llevan a la perfección las cualidades y el valor del
objeto. La identificación con el objeto idealizado contribuye a la formación y al
enriquecimiento de las instancias llamadas ideales de la persona (yo ideal, ideal del yo).
Al establecer el concepto de narcisismo Freud se vio inducido a definir la idealización,
cuya intervención había puesto de manifiesto, de un modo especial, en la vida amorosa
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(sobrestimación sexual). La diferencia de la sublimación: ésta «[...] es un proceso que
afecta a la libido objetal y consiste en que la pulsión se dirige hacia otro fin alejado de la
satisfacción sexual [...]. La idealización es un proceso concerniente al objeto y, en virtud
del cual, éste es engrandecido y exaltado psíquicamente sin que se cambie su naturaleza. La
idealización es posible tanto en el ámbito de la libido del yo como en el de la libido
objetal».
La realización, en especial la de los padres, interviene necesariamente en la constitución,
dentro del sujeto, de las instancias ideales (véase: Yo ideal; Ideal del yo). Pero no es
sinónimo de la formación de los ideales de la persona; en efecto, puede afectar a un objeto
independiente: por ejemplo, idealización de un objeto amado. Pero se observará que,
incluso en este caso, se halla siempre fuertemente marcada por el narcisismo: «Vemos que
el objeto es tratado como el yo propio y que, por consiguiente, en la pasión amorosa se
derrama sobre el objeto una cantidad importante de libido narcisista».
El papel defensivo de la idealización ha sido subrayado por numerosos autores,
especialmente por Melanie Klein. Según esta autora, la idealización del objeto constituiría,
en esencia, una defensa contra las pulsiones destructoras; en este sentido iría paralela a una
escisión llevada al extremo entre un objeto «bueno» idealizado y dotado de todas las
cualidades (por ejemplo, pecho materno siempre disponible e inagotable) y un objeto malo
cuyos rasgos perseguidores se llevan igualmente al paroxismo.
(Laplanche, 1996)

INTELECTUALIZACIÓN
“Proceso en virtud del cual el sujeto intenta dar una formulación discursiva a sus conflictos
y a sus emociones, con el fin de controlarlos. Una de las finalidades primordiales de la
intelectualización consiste en mantener a distancia y neutralizar los afectos”.
Proceso en virtud del cual el sujeto intenta dar una formulación discursiva a sus conflictos y
a sus emociones, con el fin de controlarlos. Así, un determinado paciente sólo presenta sus
problemas en términos racionales y generales (ante una elección amorosa, disertará sobre
las ventajas relativas del matrimonio y del amor libre). Otro, aunque evoca bien su historia,
su carácter, sus propios conflictos, los formula desde un principio en términos de una
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reconstrucción coherente que incluso puede tomar del lenguaje psicoanalítico (por ejemplo,
hablando de su oposición a la autoridad en lugar de referirse a las relaciones con su padre).
La intelectualización debe relacionarse con otros mecanismos descritos en psicoanálisis,
principalmente con la racionalización. Una de las finalidades primordiales de la
intelectualización consiste en mantener a distancia y neutralizar los afectos. A este respecto,
la racionalización ocupa un lugar distinto: no implica una evitación sistemática de los
afectos, pero atribuye a éstos motivaciones más plausibles que verdaderas, dándoles una
justificación de tipo racional o ideal (por ejemplo, un comportamiento sádico, en tiempo de
guerra, justificado por las necesidades de la lucha, el amor a la patria, etc.)  “Tengo
razones para sentir”

RACIONALIZACIÓN
“Procedimiento mediante el cual el sujeto intenta dar una explicación coherente, desde el
punto de vista lógico, o aceptable desde el punto de vista moral, a una actitud, un acto, una
idea, un sentimiento, etc., cuyos motivos verdaderos no percibe”.
EJ: Tengo razones para sentir lo que siento o hacer lo que hago
La racionalización constituye un procedimiento muy corriente, que abarca un amplio
territorio que se extiende desde el delirio hasta el pensamiento normal. Dado que toda
conducta puede admitir una explicación racional, a menudo resulta difícil decidir si ésta es
insuficiente. Especialmente en la cura psicoanalítica, se encuentran todos los grados
intermedios entre dos extremos: en algunos casos, resulta fácil mostrarle al paciente el
carácter artificial de las motivaciones invocadas, incitándole así a no contentarse con ellas;
en otros casos, los motivos racionales son particularmente sólidos (los analistas conocen las
resistencias que pueden ocultarse, por ejemplo, bajo “el recurso a la realidad”), pero incluso
entonces puede resultar útil ponerlos «entre paréntesis» para descubrir las satisfacciones o
las defensas inconscientes que se sobreañaden.
Como ejemplo del primer caso, se encuentran racionalizaciones de síntomas, neuróticos o
perversos (por ejemplo, conducta homosexual masculina que se intenta explicar por una
superioridad intelectual y estética del hombre), de compulsiones defensivas (ceremonial
alimentario que se explica, por ejemplo, por preocupaciones higiénicas).
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En el caso de rasgos de carácter o de comportamientos muy integrados al yo, resulta más
difícil hacer que el sujeto se dé cuenta del papel desempeñado por la racionalización.
Habitualmente la racionalización no se clasifica entre los mecanismos de defensa, a pesar
de su función defensiva patente. Ello es debido a que no se dirige directamente contra la
satisfacción pulsional, sino que viene más bien a disimular secundariamente los diversos
elementos del conflicto defensivo. Así, pueden racionalizarse defensas, resistencias en el
análisis, formaciones reactivas. La racionalización encuentra firmes apoyos en ideologías
constituidas, moral común, religiones, convicciones políticas, etc., viniendo el superyó a
reforzar aquí las defensas del yo.
La racionalización es equiparable a la elaboración secundaria, que somete las imágenes del
sueño a un guión coherente.
En este sentido limitado intervendría, según Freud, la racionalización en la explicación del
delirio. Freud, en efecto, le niega la función de crear temas delirantes, oponiéndose así a
una concepción clásica que considera, por ejemplo, la megalomanía como una
racionalización del delirio de persecución («debo ser un gran personaje para merecer ser
perseguido por seres tan poderosos»).
Intelectualización es un término afín al de racionalización. Sin embargo, deben
diferenciarse entre sí.

IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA
“Mecanismo mediante el cual se tiende a buscar, controlar y poseer al objeto. Recae dentro
del objeto, teniendo una intención agresiva, o sea que si su intensidad es excesiva puede ser
desestructurante. Se proyectan partes escindidas del yo y de los objetos internos con la
intención de tener control sobre los objetos externos. También se proyectan partes malas
del yo para liberarse de ellas, o tal vez partes buenas con la intención de protegerlas de las
partes malas introyectadas”.
Término introducido por Melanie Klein para designar un mecanismo que se traduce por
fantasías en las que el sujeto introduce su propia persona (his self), en su totalidad o en
parte, en el interior del objeto para dañarlo, poseerlo y controlarlo.
El término «identificación proyectiva» ha sido utilizado por Melanie Klein en un sentido
muy especial, distinto del que sugiere a primera vista la asociación de las dos palabras, es
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decir, una atribución a otro de ciertos rasgos de sí mismo o de una semejanza global
consigo mismo. Melanie Klein describió, en El psicoanálisis de los niños (1932), fantasías
de ataque contra el interior del cuerpo materno y de intrusión sádica dentro de éste. Pero
sólo más tarde (1946) introdujo este término para designar «una forma particular de
identificación que establece el prototipo de una relación de objeto agresiva».
Este mecanismo, que guarda estrecha relación con la posición esquizoparanoide, consiste
en una proyección fantaseada al interior del cuerpo materno de partes escindidas de la
propia persona del sujeto, o incluso de éste en su totalidad (y no solamente de objetos
parciales malos) con el fin de dañar y controlar a la madre desde su interior. Esta fantasía es
fuente de angustias tales como la de hallarse aprisionado y perseguido en el interior del
cuerpo materno; o también la identificación proyectiva puede acarrear, a cambio, que la
introyección sea sentida «[...] como
una penetración forzada desde el exterior al interior en castigo por una proyección
violenta». Otro peligro es que el yo se encuentre debilitado y empobrecido en la medida en
que puede perder, en la identificación proyectiva, partes «buenas» de sí mismo; de este
modo, una instancia como el ideal del yo podría entonces convertirse en exterior al sujeto.
(Segal, 1979)

ESCICIÓN
Probablemente la manifestación más clara de escisión es la división de los objetos externos
en “completamente buenos" y "completamente malos", con posibilidad concomitante de
cambios completos, abruptos, de un objeto desde un compartimiento extremo, al otro -o
sea, virajes repentinos y completos de todos los sentimientos y conceptuaciones sobre una
persona particular. La oscilación repetitiva extrema entre conceptos contradictorios entre sí
mismo es otra manifestación del mecanismo de escisión.
(Kernberg, 1987)

NEGACIÓN
Mecanismo de defensa por el que se rechazan aquellos aspectos de la realidad que se
consideran desagradables. El individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de
origen interno o externo negándose a reconocer algunos aspectos dolorosos de la realidad
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externa o de las experiencias subjetivas que son manifiestos para los demás. El sujeto a
pesar de formular uno de sus deseos, pensamientos o sentimientos hasta entonces
reprimidos, sigue defendiéndose negando que le pertenezca.
En un artículo de 1925, «La negación», Freud delimita la negación en el juego entre el
establecimiento de un juicio de atribución (sello del yo-placer) y el juicio de existencia
(sello del yo-realidad); en el marco del «yo-placer», el sujeto niega toda articulación entre
él y un contenido que expresa (negación); en el marco del «yo-realidad», el sujeto sostiene
que la realidad percibida no corresponde a la representación que se había hecho de ella
(negación simple). Los lingüistas, en efecto, distinguen una negación «simple» (por
ejemplo, «esto no es una mesa», que hay que entender como «es una silla»), de una
negación «modal», o sea, «es una mesa pero para mí no lo es», que indica una apreciación,
y por lo tanto intersubjetividad. En este movimiento entre juicio de atribución y juicio de
existencia, Freud capta la importancia del lugar de la enunciación: por medio de la
negación, el pensamiento se vuelve operante; una primera frase afirmativa utiliza los
términos que encierran los afectos («Usted pregunta quién puede ser esta persona del sueño.
Mi madre. ..»), pero una segunda frase niega a la anterior «...no es ella»). De hecho Freud
deduce que la negación permite cierta enunciación de la toma de conciencia de la represión,
sin que el sujeto acepte su contenido -separación de la función intelectual respecto del
proceso afectivo.

OMNIPOTENCIA Y DEVALUACIÓN
Tanto la omnipotencia como la devaluación son derivaciones de operaciones de escisión
que afectan las representaciones del sí mismo y de los objetos y se representan en forma
típica por la activación de estados del yo que reflejan un sí mismo grandioso, muy inflado,
en relación con una representación de los demás despreciada y emocionalmente degradante.
(Kernberg, 1996)

IDEALIZACIÓN PRIMITIVA
Este mecanismo complica la tendencia a ver los objetos externos como totalmente buenos o
totalmente malos, al aumentar artificial y patológicamente su cualidad de "bondad" o
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"maldad". La idealización primitiva crea imágenes no realistas, poderosas y completamente
buenas.
(Kernberg, 1996)

REFERENCIAS

Kernberg O. (1995). Trastornos graves de la personalidad. Cap. 1. Ed. Manual Moderno.


Laplanche, J.; Pontalis, J (1996). Diccionario de Psicoanálisis. Editorial Paidos, Buenos
Aires, Argentina
Segal, A. (1964). Introducción a la obra de Melanie Klein. Editorial Paidos.

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