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Eduardo Arranz Sotelo

Estética I

Søren Kierkegaard. Repercusión de la tragedia antigua en la moderna.

“Es muy probable, mi querido lector, que más de una vez se te haya ocurrido dudar de la legitimidad de la
famosa tesis filosófica que proclama que lo exterior es lo interior y que lo interior es lo exterior. Quizá tú
mismo hayas guardado alguna vez con todo tu ahínco un determinado secreto, porque con la alegría o la
pena que producía en tu alma resultaba algo tan querido como para no comunicárselo a nadie.” (Prólogo de
O lo uno o lo otro)1.
“[...] Nuestra época, ciertamente, posee una peculiaridad típica sobre aquella época griega de que estamos
hablando, a saber, la de ser más melancólica y, en consecuencia, más profundamente desesperada. Así
nuestra época es lo bastante melancólica como para no ignorar que existe una cosa que se llama
responsabilidad y que ésta tiene su importancia [...]”2.
“[...] en el mundo antiguo la subjetividad no era autorreflexiva. Aunque los individuos se movían libremente,
lo hacían, sin embargo, dependiendo de ciertas instancias sustanciales como el Estado, la familia y el
destino […] la caída del héroe no es solamente una consecuencia de su acción, sino que es, además un
padecimiento. […] en la tragedia moderna la caída del héroe no es propiamente algo que se padece, sino un
acto. […] El héroe trágico tiene conciencia reflexiva, y esta reflexión sobre sí mismo no solo le pone fuera
de todo contacto directo con el Estado, la familia y el destino, sino que con frecuencia lo desvincula incluso
de su misma vida anterior. […] El héroe se mantiene o sucumbe, única y exclusivamente en virtud de sus
propias acciones.”3.
“[...] del mismo modo que en la tragedia griega la acción es algo intermedio entre el actuar y el padecer, así
lo es también la culpa, y en esto consiste el choque trágico. En cambio, la culpa resultará tanto más ética
cuanto más reflexiva se haga la subjetividad y más abandonado a sí mismo, de una manera total y
pelagiana, veamos al individuo. [...]”4.
“[...] En la tragedia antigua la pena es más profunda y el dolor menor; en la moderna el dolor es mayor, la
pena menor. La pena, mucho más que el dolor, contiene siempre en sí misma algo sustancial. En el dolor
siempre hay una cierta reflexión sobre el sufrimiento, reflexión que la pena desconoce […] En Grecia la
pena es más profunda porque la culpa entraña la ambigüedad estética. En nuestro tiempo el dolor es mayor
[…] [en la tragedia moderna] el héroe sufre toda su culpa y se hace transparente a sí mismo en medio del
sufrimiento íntimo por su propia culpa”5.
“Nuestra época se ha quedado sin todas esas categorías sustantivas de familia, Estado y estirpe. Por eso no
tiene más remedio que abandonar al individuo enteramente a su suerte, de tal manera que éste estrictamente
se convierta en su propio creador. De ahí que su falta sea pecado y su dolor el del arrepentimiento. Claro
que de este modo ya no hay tragedia. O si se quiere solo queda una tragedia sufriente -en el sentido más
riguroso de este vocablo- sin el menor interés trágico, porque la fuerza de la que dimana el sufrimiento ha
perdido por completo su importancia y, en tales circunstancias, el espectador grita <<Ayúdate y el Cielo te
ayudará>>. O dicho con otras palabras, el espectador ya no tiene ninguna compasión del personaje. Ahora
bien, la compasión es, tanto en el sentido subjetivo como en el objetivo, la auténtica expresión que
corresponde a lo trágico.”6
“[...] La culpa trágica es mucho más que una culpa meramente subjetiva, es una culpa original […] Sin
embargo, la culpa original supone una íntima contradicción, a saber, que es culpa y al mismo tiempo no lo
es. El lazo por el que el individuo resulta culpable es precisamente el de la piedad, pero la culpa así

1 Prólogo de “La alternativa” en Estudios estéticos, Kierkegaard, S. Madrid, Guadarrama, 1969, I.


2 Repercusión de la tragedia antigua en la moderna, Kierkegaard, S., Madrid, Gredos, 2010. p. 160.
3 Íbid. p. 162.
4 Íbid. p. 163.
5 Íbid. p.p. 167, 168.
6 Íbid. p. 169.
contraída tiene el carácter de la máxima anfibología estética [...]7.
“[...] En este mismo punto yo me aparto y sigo otro camino. Es verdad que los sucesos son idénticos. Y, sin
embargo, todo es distinto. Todos saben que Edipo ha dado muerte a la esfinge y ha liberado a Tebas; todos
le honran y le admiran y él vive feliz con su mujer Yocasta. Lo demás permanece oculto a los ojos de los
hombres y ni siquiera ha habido entre ellos el más mínimo presentimiento capaz de dar cuerpo a tan terrible
pesadilla. Solamente Antígona lo sabe […] la certidumbre la arrojó en brazos de la angustia.”8.
“[...] la angustia entraña siempre una reflexión sobre la temporalidad. Porque no puedo sentirme
angustiado a causa del presente, sino solo de lo que ya ha pasado y de lo que va a venir. Ahora bien, lo
pasado y lo por venir, enfrentados de tal manera que el tiempo presente desaparezca, son dos
determinaciones de la reflexión. Por contraste, la pena griega, lo mismo que todo el resto de la vida
helénica, es pura actualidad, que es a lo que se debe el que sea más profunda en tanto que el dolor es menor.
Por eso la angustia constituye una parte importante de la tragedia [...]”9.
“[...] Su vida no se desarrolla como la de la Antígona griega, no es una vida volcada hacia fuera, sino hacia
dentro. Y el escenario de esta su vida no es exterior, sino interior; es decir, un escenario espiritual.” 10.
“[...] No necesito aclararos que la mujer que tenemos delante no es débil ni enfermiza, al contrario, es
soberbia y fuerte. Quizá no haya nada que ennoblezca tanto a un ser humano como el que sepa guardar un
secreto. Esto le da a su vida entera una significación -en todo caso solamente válida para el individuo de
que se trate-, que lo libera de cualquier vana referencia o atención al mundo circundante y que lo hace
sentirse lo bastante feliz en medio de su secreto, incluso cuando éste, casi estamos por afirmarlo, fuese el
más desventurado de todos los secretos [...]”11.
“[...] Filoctetes se queja de que nadie conozca sus sufrimientos. He aquí un rasgo típicamente helénico. Y,
además, ¡es tan humano desear que los demás sientan nuestras penas! Sin embargo, nada de esto ocurre
con el dolor reflexivo. Antígona no desea, ni por lo más remoto, que los demás lleguen a conocer su dolor.
Al revés, lo siente o lo vive ella sola de cara al padre, al mismo tiempo que siente que sus sufrimientos son
justos, ya que éstos, estéticamente, implican una justicia tan grande como el castigo que padece el que ha
hecho algo malo. En la tragedia griega solo al final la idea de ser enterrada viva le arranca a Antígona una
explosión de pena: <<¡Desventurada!¡No habrá morada para mí en este mundoni en el otro! Ya no soy ni
de los vivos ni de los muertos>>. Puesbien, estas palabras que aquélla grita al final, las podría estar
repitiendo Antígona toda su vida [...]”12.
“[...] Para la Antígona clásica la culpa y el sufrimiento de su padre son hechos exteriores […] su propio
sufrimiento aparece como pura facticidad exterior cuando la vemos que en virtud de la consecuencia de
orden natural está sufriendo personalmente la culpa de su padre”13.
“el significado de su vida consistirá ahora en consagrarse del todo a rendir al padre los últimos honores” 14.
“[...] está a punto de dar un salto decisivo sobre uno de los elementos constitutivos de su vida, está a punto
de consagrarse a vivir una vida íntegramente espiritual, cosa que la naturaleza no tolerará nunca en un ser
humano.”15.
“Las fuerzas contendientes están tan tiesas frente a frente que ya no es posible la acción para el individuo
trágico. El dolor de la heroína ha crecido ahora en virtud de su propio amor y del sufrimiento compartido
con aquel a quien ama. Solamente en la muerte podrá encontrar el reposo” 16.

7 Íbid. p. 170.
8 Íbid. p. 175.
9 Íbid. p. 176.
10 Íbid. p. 178.
11 Íbid. p. 178.
12 Íbid. p. 180.
13 Íbid. p. 182.
14 Íbid. p. 182.
15 Íbid. p. 184.
16 Íbid. p. 186.

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