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Júlia Dias
"Hay una línea muy delgada entre sensibilizar a la opinión pública y acabar con mi
carrera profesional", considera.
"Conozco el mapa mental del empresariado y cualquier tipo de agresividad puede
terminar jugándote en contra. Puedes rápidamente ser visto como un victimario o
como una persona problemática".
A los 14 años fue a una entrevista de trabajo para empezar a trabajar en una conocida
cadena de venta de materiales escolares. Era su primer empleo. La mujer que entregaba
las fichas de preinscripción a los candidatos le dijo que para él "no había vacantes", que
le pidiera trabajo a los "amigos" encargados del aparcamiento de carros. Ellos eran
todos negros.
"Me decía que yo era afortunado por no ser un negro perezoso, por ser guapo, hablar
bien y no ser bruto", recuerda.
Más recientemente, a los 30 y pocos años, descubrió un intercambio de correos
electrónicos en una empresa para la cual brindaba consultoría en la que los empleados le
llamaban "mono" y se burlaban de su ropa, sobre todo de que usara camisas marca
Lacoste. "¿Dónde se vio un negro con pinta de blanco?", decía un mensaje.
El joven dice que que tuvo acceso a los correos de casualidad y que elevó el caso a un
superior, pero que fue descartado. Poco tiempo después, fue despedido.
"Desgraciadamente todavía tenemos ese cáncer en la sociedad brasileña que asocia a
los negros con delincuentes, vagabundos y otros adjetivos peyorativos", sostiene.
X no quiere revelar el nombre de la empresa que "no entrevista negros". Sólo dice que
es "grande" y que estaba aspirando a un cargo gerencial medio. De hecho, ya había
pasado un primer filtro con el coordinador de recursos humanos.
Cuando volvió para la segunda fatídica entrevista, el mismo coordinador lo guió hasta la
sala de reuniones con el gerente. "¿Nunca percibiste que no contrato negros?", le
preguntó el ejecutivo al hombre de recursos humanos en cuanto vio a X.