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Angela María Vargas

Cada vez que vemos a La Gioconda, de Da Vinci, la reconocemos como una obra de arte y
apreciamos su grandeza. Sin embargo, podría no ocurrir lo mismo con una obra cuyo tema
afecta la moral que construimos como sociedad. La Gioconda tiene un punto a su favor: su
significado es todo un misterio; se le pueden dar muchas interpretaciones, todas con la
misma probabilidad de ser ciertas. ¿Pero qué ocurre cuando vemos una pintura y, como
sociedad, en lo primero que pensamos es en racismo, xenofobia, pedofilia, etc.?

Es necesario aclarar que una función del arte es comunicar: el arte transmite, le habla al
observador y espera respuesta. El punto es que no podemos esperar que toda comunicación
se acomode a nuestros constructos morales (que, a propósito, son muchos) y, de esta forma,
recibir únicamente mensajes positivos. Esto sin mencionar que, aunque erradicáramos el
arte sobre, por ejemplo, el machismo, no sería la solución para acabar con él: el machismo
seguiría existiendo a pesar de no hubiese una obra de arte que le hable al observador sobre
tal tema.

La UNESCO dice lo siguiente, a favor de la libre expresión en el entorno artístico:

“La libertad artística es la libertad de imaginar, crear y distribuir expresiones culturales


diversas sin censura gubernamental, interferencia política o presiones de actores no
estatales. Incluye el derecho de todos los ciudadanos a acceder a esas obras y es
fundamental para el bienestar de las sociedades.”

Esto nos indica que, si mi deseo como artista es expresar ciertas sensaciones,
circunstancias, puntos de enunciación, emociones, etc., que giran sobre cualquier tema que
escoja, tengo la libertad de hacerlo. Además, la UNESCO nos dice que es necesario para el
bienestar social: retomando el ejemplo del machismo, una pintura sobre tal problemática
podría concientizar a la sociedad de que el machismo existe y es necesario actuar frente al
caso.

Así mismo, Ricardo Potro dice:


“El arte y la libertad son dos elementos inseparables. Así como no es lógico pretender gozar
de los beneficios de la libertad sin estar dispuestos a soportar los costos de esa libertad; no
es posible disfrutar del arte sin aceptar la inquietud que el arte nos provoca. El arte nos
interpela, nos desafía”.

En este caso, Potro vincula al arte con la libertad: es dentro del arte que la moralidad y la
amoralidad van de la mano sin problema. En este orden de ideas, la libertad se encuentra en
el arte. A su vez, la libertad brinda la posibilidad de expresar lo que se desee. Mejor que
pensar en la moralidad y la amoralidad dentro del arte, pensar en el arte como un plano
trascendente donde no existen tales conceptos.

Ahora bien, es cierto que una obra de arte puede llegar a tener un mensaje fuertemente
negativo en la sociedad: recordemos que después de la aparición de Lolita, de Vladimir
Nabokov, la obra se interpretó como un apoyo a la pedofilia, e incluso fue romantizada la
relación entre los dos personajes principales. Al respecto, es fundamental ver la intención
de la obra, y para esto debemos encontrar la toma de posición del autor, pues el artista
siempre hace mímesis en su obra. En este caso, Nabokov aclaró que su obra trabaja la
pedofilia desde la visión del pedófilo, sin restar que sea un acto terrible, hasta inhumano.

También hay que preguntarnos hasta qué punto se puede llegar con fines artísticos: en la
Bienal de Johannesburgo, Juan Manuel Romero maltrató peces para mostrar el hostil
hábitat humano. Pero aquí entra en juego la subjetividad (como en todo lo que respecta al
arte, para ser sinceros). Hay que tener en cuenta la posición ideológica del observador:
habrá el que no tenga problema con el maltrato animal, habrá el que juzgue al artista como
maltratador y habrá el que se esfuerce por no lastimar ni al humano ni al pez, pues el uno es
reflejo del otro. El objetivo de apreciar el arte es dejarse afectar, sea para bien o para mal,
por él.

El punto de enunciación de este texto argumentativo es claro. Sin embargo, será finalizado
con una frase del pintor y escultor Georges Braque: “El arte perturba, la ciencia asegura.”

Número total de palabras: 697


Análisis sintáctico

 Oraciones simples:

Cada vez que vemos a La Gioconda, de Da Vinci, la reconocemos como una obra de arte y
apreciamos su grandeza. Sin embargo, podría no ocurrir lo mismo con una obra cuyo tema
afecta la moral que construimos como sociedad. La Gioconda tiene un punto a su favor: su
significado es todo un misterio; se le pueden dar muchas interpretaciones, todas con la
misma probabilidad de ser ciertas. ¿Pero qué ocurre cuando vemos una pintura y, como
sociedad, en lo primero que pensamos es en racismo, xenofobia, pedofilia, etc.?

Es necesario aclarar que una función del arte es comunicar: el arte transmite, le habla al
observador y espera respuesta. El punto es que no podemos esperar que toda comunicación
se acomode a nuestros constructos morales (que, a propósito, son muchos) y, de esta forma,
recibir únicamente mensajes positivos. Esto sin mencionar que, aunque [nosotros]
erradicáramos el arte sobre, por ejemplo, el machismo, no sería la solución para acabar con
él: el machismo seguiría existiendo a pesar de no hubiese una obra de arte que le hable al
observador sobre tal tema.

La UNESCO dice lo siguiente, a favor de la libre expresión en el entorno artístico:

“La libertad artística es la libertad de imaginar, crear y distribuir expresiones culturales


diversas sin censura gubernamental, interferencia política o presiones de actores no
estatales. Incluye el derecho de todos los ciudadanos a acceder a esas obras y es
fundamental para el bienestar de las sociedades.”

Esto nos indica que, si mi deseo como artista es expresar ciertas sensaciones,
circunstancias, puntos de enunciación, emociones, etc., que giran sobre cualquier tema que
escoja, tengo la libertad de hacerlo. Además, La UNESCO nos dice que es necesario para el
bienestar social: retomando el ejemplo del machismo, una pintura sobre tal problemática
podría concientizar a la sociedad de que el machismo existe y es necesario actuar frente al
caso.
Así mismo, Ricardo Potro dice:

“El arte y la libertad son dos elementos inseparables. Así como no es lógico pretender gozar
de los beneficios de la libertad sin estar dispuestos a soportar los costos de esa libertad; no
es posible disfrutar del arte sin aceptar la inquietud que el arte nos provoca. El arte nos
interpela, nos desafía. “

En este caso, Potro vincula al arte con la libertad: es dentro del arte que la moralidad y la
amoralidad van de la mano sin problema. En este orden de ideas, la libertad se encuentra en
el arte. A su vez, la libertad brinda la posibilidad de expresar lo que se desee. Mejor que
pensar en la moralidad y la amoralidad dentro del arte, pensar en el arte como un plano
trascendente donde no existen tales conceptos.

Ahora bien, es cierto que una obra de arte puede llegar a tener un mensaje fuertemente
negativo en la sociedad: recordemos que después de la aparición de Lolita, de Vladimir
Nabokov, la obra se interpretó como un apoyo a la pedofilia, e incluso fue romantizada la
relación entre los dos personajes principales. Al respecto, es fundamental ver la intención
de la obra, y para esto debemos encontrar la toma de posición del autor, pues el artista
siempre hace mímesis en su obra. En este caso, Nabokov aclaró que su obra trabaja la
pedofilia desde la visión del pedófilo, sin restar que sea un acto terrible, hasta inhumano.

También hay que preguntarnos hasta qué punto se puede llegar con fines artísticos: en la
Bienal de Johanesburgo, Juan Manuel Romero maltrató peces para mostrar el hostil hábitat
humano. Pero aquí entra en juego la subjetividad (como en todo lo que respecta al arte, para
ser sinceros). Hay que tener en cuenta la posición ideológica del observador: habrá el que
no tenga problema con el maltrato animal, habrá el que juzgue al artista como maltratador y
habrá el que se esfuerce por no lastimar ni al humano ni al pez, pues el uno es reflejo del
otro. El objetivo de apreciar el arte es dejarse afectar, sea para bien o para mal, por él.

El punto de enunciación de este texto argumentativo es claro. Sin embargo, será finalizado
con una frase del pintor y escultor Georges Braque: “El arte perturba, la ciencia asegura.”

Amarillo Sujeto
Verde Verbo conjugado
Azul claro Objeto directo
Morado Complemento circunstancial de causa
Rojo Complemento circunstancial de finalidad
Azul oscuro Complemento de objeto indirecto
Gris claro Complemento circunstancial de lugar
Gris oscuro Complemento circunstancial de modo

 Oraciones compuestas:

Cada vez que [nosotros] vemos a La Gioconda, de Da Vinci (subordinada sustantiva),


[nosotros] la reconocemos como una obra de arte (subordinada circunstancial de modo) y
[nosotros] apreciamos su grandeza (subordinada sustantiva). Sin embargo, podría no
ocurrir lo mismo con una obra cuyo tema afecta la moral que [nosotros] construimos como
sociedad (subordinada sustantiva). La Gioconda tiene un punto a su favor: su significado
es todo un misterio; se le pueden dar muchas interpretaciones, todas con la misma
probabilidad de ser ciertas. ¿Pero qué ocurre cuando vemos una pintura y, como sociedad,
en lo primero que pensamos es en racismo, xenofobia, pedofilia, etc.?

Es necesario aclarar que una función del arte es comunicar: el arte transmite, le habla al
observador y espera respuesta. El punto es que [nosotros] no podemos esperar que toda
comunicación se acomode a nuestros constructos morales (que, a propósito, son muchos)
(subordinada sustantiva) y (coordinada copulativa), de esta forma, recibir únicamente
mensajes positivos. Esto sin mencionar que, aunque erradicáramos el arte sobre, por
ejemplo, el machismo, no sería la solución para acabar con él: el machismo seguiría
existiendo a pesar de no hubiese una obra de arte que le hable al observador sobre tal tema.

La UNESCO dice lo siguiente, a favor de la libre expresión en el entorno artístico:

“La libertad artística es la libertad de imaginar, crear y distribuir expresiones culturales


diversas sin censura gubernamental, interferencia política o presiones de actores no
estatales. Incluye el derecho de todos los ciudadanos a acceder a esas obras y es
fundamental para el bienestar de las sociedades.”

Esto nos indica que, si mi deseo como artista es expresar ciertas sensaciones,
circunstancias, puntos de enunciación, emociones, etc., que giran sobre cualquier tema
que escoja, tengo la libertad de hacerlo (subordinada sustantiva). Además, la UNESCO
nos dice que es necesario para el bienestar social: retomando el ejemplo del machismo, una
pintura sobre tal problemática podría concientizar a la sociedad de que el machismo existe
y es necesario actuar frente al caso.

Así mismo, Ricardo Potro dice:

“El arte y la libertad son dos elementos inseparables. Así como no es lógico pretender gozar
de los beneficios de la libertad sin estar dispuestos a soportar los costos de esa libertad; no
es posible disfrutar del arte sin aceptar la inquietud que el arte nos provoca. El arte nos
interpela, nos desafía. “

En este caso, Potro vincula al arte con la libertad: es dentro del arte que la moralidad y la
amoralidad van de la mano sin problema. En este orden de ideas, la libertad se encuentra en
el arte. A su vez, la libertad brinda la posibilidad de expresar lo que se desee. Mejor que
pensar en la moralidad y la amoralidad dentro del arte, pensar en el arte como un plano
trascendente donde no existen tales conceptos.

Ahora bien, es cierto que una obra de arte puede llegar a tener un mensaje fuertemente
negativo en la sociedad: recordemos que después de la aparición de Lolita (subordinada
circunstancial de tiempo), de Vladimir Nabokov, la obra se interpretó como un apoyo a la
pedofilia, e (coordinada copulativa) incluso fue romantizada la relación entre los dos
personajes principales (subordinada adjetival). Al respecto, es fundamental ver la
intención de la obra, y para esto debemos encontrar la toma de posición del autor
(subordinada sustantiva), pues el artista siempre hace mímesis en su obra (subordinada
circunstancial de tiempo).

En este caso, Nabokov aclaró que su obra trabaja la pedofilia desde la visión del pedófilo,
sin restar que sea un acto terrible, hasta inhumano.

También hay que preguntarnos hasta qué punto se puede llegar con fines artísticos: en la
Bienal de Johanesburgo, Juan Manuel Romero maltrató peces para mostrar el hostil hábitat
humano. Pero aquí entra en juego la subjetividad (como en todo lo que respecta al arte, para
ser sinceros). Hay que tener en cuenta la posición ideológica del observador: habrá el
[observador] que no tenga problema con el maltrato animal (subordinada adjetival), habrá
el [observador] que juzgue al artista como maltratador (subordinada adjetival) y habrá el
[observador] que se esfuerce por no lastimar ni al humano ni al pez, pues el uno es reflejo
del otro (subordinada adjetival). El objetivo de apreciar el arte es dejarse afectar, sea para
bien o para mal, por él.

El punto de enunciación de este texto argumentativo es claro. Sin embargo, será finalizado
con una frase del pintor y escultor Georges Braque: “El arte perturba, la ciencia asegura.”
Fuentes:

 https://en.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/artistic_freedom_esp_pdf_web.
pdf
 http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/bitstream/handle/123456789/3720/Es
%20razonable_Porto.pdf?sequence=1

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