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BATALLA DE JUNIN

Cada 6 de agosto los peruanos celebramos la gran victoria obtenida por los fuerzas
de Simón Bolívar en la histórica batalla de Junín (6-8-1824) en el marco de la
Guerra de Independencia. Aquí fue decisiva la participación de los Húsares del Perú
que con coraje y arrojo decidieron la victoria a favor de la libertad americana. Por su
valor, Bolívar rebautizó a los húsares peruanos como Húsares de Junín. 

RESEÑA HISTORICA 

La batalla se llevó cabo en la Pampa de Junín el 6 de agosto de 1824. Fue un triunfo


de Simón Bolívar sobre el español José de Canterac. Bolívar había preparado su
ejército en Trujillo y aprovechó que el ejército realista estaba disperso en el sur para
atacar el centro del Perú. Para contenerlo, Canterac llevó sus tropas hasta la llanura
de Junín. El 6 de agosto de 1824, la caballería patriota atacó a la española, pero el
choque le produjo muchas bajas. Los sobrevivientes emprendieron la retirada,
siendo perseguidos por el realista. 
Por fortuna, el batallón Húsares del Perú estaba en la reserva. Su jefe, Isidoro
Suárez, recibió una falsa orden de Andrés Rázuri y ordenó entrar en combate. Los
húsares peruanos entraron a la carga y embistieron a los españoles que estaban ya
desorganizados. La caballería patriota fue reorganizada por Guillermo Miller y
regresó al combate provocando la huída de los jinetes realistas. Canterac se reunió
con su ejército y huyeron rumbo al Cusco. Mientras que Simón Bolívar pudo tomar
Huancayo y avanzar hacia el sur del Perú. 
BATALLA DE AYACUCHO
A las 9 de la mañana del 9 de diciembre de 1824 comenzó la gran batalla de
Ayacucho. Los realistas iniciaron el ataque cuando descendió desde el cerro
Condorcunca la división del general Jerónimo Valdés. Eran más de dos mil hombres
que arremetieron contra los 1600 soldados de la división peruana que comandaba
José de La Mar. Este primer choque fue extremadamente violento, logrando los
realistas hacer retroceder a las filas patriotas con sus terribles cargas de caballería.
Afortunadamente, entró al combate la reserva de montoneros encabezada por
Marcelino Carreño, logrando detener a Valdés y permitiendo que La Mar reorganice
sus filas. 
Entonces, bajó del cerro la división de González Villalobos, pero la división de
Córdoba le cerró el paso y empezó a ganar las alturas por el flanco izquierdo de los
coloniales. Desesperado descendió el mismo virrey La Serna, junto a los batallones
de infantería de Monet y la caballería de Ferrás, pero fue herido y tomado
prisionero. La confusión y la desmoralización se apoderaron de muchos realistas. La
caballería patriota de Miller y la reserva de Lara también se batieron con coraje,
haciendo retroceder a los coloniales, incluso a la división de Canterac que entró a
luchar casi en el epílogo. 
Cuando se extendía el desánimo en las filas virreinales, y muchos de sus
sobrevivientes arrojaban sus armas y fugaban del campo de batalla, Canterac reunió
a la mayoría de oficiales en una junta que decidió negociar una capitulación con el
vencedor Antonio José de Sucre. Mientras tanto los patriotas celebraban con gritos
de júbilo y fraternales abrazos. Habían ganado la batalla final de la libertad
sudamericana y sus nombres se cubrían de gloria.

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