Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
gloria futura
Acabado ya el Tiempo Pascual, la Iglesia ha instituido una fiesta en honor
del Santísimo Cuerpo de Cristo para poder honrar el misterio con una
especial solemnidad externa que acompañe al gozo espiritual y al
agradecimiento por el don de la Eucaristía.
Para conocer los efectos que este sacramento produce en nosotros, podemos
compararlos con lo que el alimento hace en el cuerpo para el bien de la vida
física.
Es a todas luces evidente que Jesús no está hablando de la vida física sino
de la vida sobrenatural que está llamada a prolongarse «para siempre». La
obra de la Eucaristía en nosotros no se agota mientras vivimos en este
mundo sino que ha de llevarse a su plenitud en la eternidad, por eso en una
antigua oración, la Iglesia aclama el misterio de la Eucaristía: «¡Oh
sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial
de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria
futura!» (II Vísperas. Antífona del Magnificat). Es decir, la Eucaristía es
también la anticipación de la gloria celestial. Concede en esta vida suma
paz y tranquilidad de conciencia, y conduce después de la muerte a la gloria
y bienaventuranza eterna. Si en verdad tenemos por muy dichosos a quienes
hospedaron a Jesús en su casa o recobraron la salud tocando su vestido
estando en carne mortal, mucho más dichosos y felices somos nosotros,
cuando viene a nuestras almas revestido de gloria inmortal, para curar todas
nuestras llagas y unirnos consigo enriqueciéndonos con sus dones (cfr.
Catecismo Romano II, 4, 54).
***