El Malestar en La Cultura PDF

También podría gustarte

Está en la página 1de 5

Ensayo

El psicoanálisis
en El malestar en la cultura
DANIEL GERBER Docente de la FES-Acatlán de la UNAM. Miembro de la Red Analítica Lacaniana. Fragmento
del primer capítulo del libro El psicoanálisis en el malestar en la cultura, editado por Lazos,
en Buenos Aires, 2005.

No hay nada para lo cual sea menos


cultural por excelencia– esta deuda insaldable. El ase-
apto el hombre, por su organización,
que para el psicoanálisis. sinato del padre es el fundamento de la sociedad que
se organiza como memoria viviente de un crimen cu-
S. Freud, carta a L. Binswanger.
yo recuerdo está reprimido. Este crimen no es sino la
expresión mítica de una violencia constitutiva, la vio-
Los acontecimientos de la actualidad vuelven a impo- lencia que el símbolo ejerce sobre lo real y que tiene
ner la necesidad de reflexionar en torno a El malestar por efecto abrir la dimensión de una falta en el cam-
en la cultura, texto esencial en la medida en que cons- po de lo representable. La estructura del lenguaje es
tituye el punto culminante del cuestionamiento freu- una estructura “agujerada” pues carece de respuesta
diano acerca del fundamento –la “estructura articulable acerca de su propio fundamento, es decir,
libidinal”– de la civilización y sus instituciones, y de acerca de la cuestión de la paternidad. Esta falta de
los ideales e ilusiones que ella promueve. respuesta conduce a Freud a inventar el mito de la
La tradición psicoanalítica ha hecho una división horda primordial que presenta un padre ideal en el
de la obra freudiana entre escritos específicos de psi- lugar del fundamento, un padre cuya imposibilidad
coanálisis y escritos “sociales”. Es una división impro- es correlativa del hecho de conjugar contradictoria-
cedente pues desconoce la articulación indisoluble mente la omnipotencia y la muerte. Éste es el padre
que existe entre la teoría psicoanalítica de la cultura y asesinado cuya memoria deberá ser siempre venerada
la teoría de la transferencia, esa articulación que Psi- como garantía insustituible de la obediencia a la ley.
cología de las masas y análisis del yo señala claramente El mito del padre muerto –padre fundador del or-
al establecer que aquello que se presenta en el fenó- den que debe quedar excluido de su propia obra– di-
meno de masas tiene su paradigma en lo que ocurre ce en el plano del relato épico que en el origen de la
en un psicoanálisis. No es un simple azar que este cultura hay un imposible. Este imposible es el funda-
texto comience con una crítica tajante a la oposición mento pues alude a un estado anterior a la cultura en
clásica entre sujeto individual y sujeto colectivo: para el que hay Uno –el padre– para quien ninguna prohi-
Freud, el sujeto en la cultura no es ni individual ni bición tiene vigencia. El padre encarna así un goce no
colectivo; es el sujeto del inconsciente que se consti- limitado por la castración, ese goce cuya pérdida irre-
tuye por la inserción del cuerpo viviente en el campo mediable está en la base de la cultura.
del Otro, el universo del lenguaje. Sujeto y cultura Esta última será entonces la organización social que
son efectos de la estructura del lenguaje que, al mis- se constituye a partir del imperativo de recuperación
mo tiempo que establece el orden social, la religión y del goce que la figura del padre mítico evoca. Por es-
la moral, genera el equívoco de una presunta oposi- to, el mito del padre, en la medida en que se organiza
ción entre individuo y sociedad. como evocación de un tiempo primordial –tiempo
La existencia del lenguaje como dimensión específi- fuera del tiempo, tiempo de la armonía plena– no
ca de lo humano permite comprender la definición hace más que señalar el lugar de una falta. La produc-
freudiana de la cultura: organización colectiva de ex- ción cultural no responderá a otra cosa que a la nos-
piación del asesinato primordial, el asesinato del pa- talgia por el padre, a la nostalgia por un estado
dre. La cultura es la tentativa de saldar la deuda anterior que se procurará preservar.
contraída por ese crimen y, simultáneamente, el eter- Reconstituir el estado anterior es reconstituir la hor-
no fracaso de este propósito, que obliga a cada gene- da primitiva, esa formación social donde el goce ple-
ración a transmitir a la siguiente –como legado no aparece como posible. La presencia de este afán de

E S T E P A Í S 1 7 6 39 N O V I E M B R E 2 0 0 5
Ensayo

reconstitución es, por otra parte, el elemento común resultado específico de este esfuerzo; toda creencia es,
que permite equiparar tres fenómenos diferentes: el en última instancia, creencia en el padre, erección de
enamoramiento, la hipnosis y las formaciones de ma- un significante paterno que pueda dar consistencia a
sas. Una misma matriz, la horda primitiva, explica a un sistema de símbolos.
los tres como tres modos distintos de regresar a ella. La muerte del padre indica el lugar vacío de la es-
Tres modos de regreso a la horda primordial y, por tructura de lo simbólico, y la institución del padre co-
lo tanto, tres modos de retorno de lo reprimido pri- mo amo absoluto para desmentir la existencia de ese
mordial, del acto asesino olvidado, caído bajo el peso lugar es el resorte fundamental de toda servidumbre
de la represión, es decir, del establecimiento de la Ley consentida. No hay servidumbre que no se apoye en
cuya función es borrar las huellas del crimen. La ins- el esfuerzo renovado por sostener al amo, por hacer
tauración del reino de la ley y el orden significa no existir al padre que no debe saber que está muerto. La
querer saber nada de ese acto: el soporte de la ley es un servidumbre consentida es resultado de la necesidad
saber prohibido. La forma pura de la ley –aquello de hacer existir al padre, tarea imposible que una cul-
que la define como tal– no se distingue del crimen y tura se impone y cuyo seguro incumplimiento es cau-
la transgresión; por esto el sentimiento inconsciente sa del sentimiento de culpa que agobia a sus
de culpa está en el corazón de la cultura, que nunca miembros. La necesidad de castigo que surge de este
habrá hecho lo suficiente para la expiación. incumplimiento no hará más que confirmar que hay
En su esencia, la ley es, entonces, no querer saber na- padre, y que la instancia convocada para aplicar el
da de la muete del padre. Por esto, será preciso –en castigo viene a figurar.
primer término– que sea ante todo él mismo quien no La institución requiere que haya un objeto que to-
lo sepa, pues de este modo podrá hacerse como si el me el lugar del Ideal. Para Freud, esta idealización es
padre no estuviera muerto, ficción indispensable para imprescindible para el surgimiento del amor, cuya
la creación y mantenimiento de todo lazo social. La función es operar como cemento que cohesiona al
negación de la muerte del padre impone a los hijos grupo. Pero todo amor es, en primer término, de-
–en nombre de la ley– lo mismo que él imponía con manda de amor; el grupo se basa en el espejismo de
su presencia: la renuncia al goce, ineludible para la un padre que ama por igual a todos sus hijos, quienes
génesis del sentimiento de fraternidad. aman al padre con el único objeto de hacerse ama-
Nostalgia del padre y culpa por su muerte se anu- bles, dignos de su amor, y por esto se someten a sus
dan así estrechamente pues el sentimiento de culpa exigencias. La nostalgia del padre es nostalgia de su
generado por el crimen lleva a erigir al padre –cuya amor, de ese amor que él puede distribuir equitativa-
ausencia resulta insoportable– como el amo a quien mente entre todos en tanto es un padre infalible, a
se debe venerar, actuando como si él estuviera siem- salvo del riesgo de cometer injusticias. Como el amor
pre presente. Freud señala que las instituciones socia- depende de la creencia, no hay creencia que no sea,
les sólo pueden llegar a constituirse en la medida en en última instancia, creencia en el padre, que es la
que un objeto es colocado en el lugar vacante del pa- pieza indispensable para concebir el orden simbólico
dre, el lugar del Ideal. La cohesión del grupo sólo como un todo, un lugar sin falta, un lugar donde está
puede ser obtenida si sus miembros están hermana- el objeto precioso que es el Bien de todos.
dos en idéntica veneración al padre: “Una masa [...] El sometimiento por amor al amo –sometimiento
es una multitud de individuos que han puesto un ob- generado por la necesidad de concebir la existencia
jeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo, a de un Otro completo que contiene el secreto de la di-
consecuencia de lo cual se han identificado entre sí cha que el sujeto ambiciona y del que el padre es el
en su yo”.1 aval– es el elemento esencial de la reflexión política
El grupo social se basa en una doble complicidad: de Freud. Una reflexión que no va encaminada al
en el crimen y en nada querer saber de ese crimen. En análisis de los regímenes políticos o de los grandes
el origen de la institución social hay una mentira proyectos sociales sino, más bien, a la revelación de
compartida: el padre no está muerto. Para asegurar su los mecanismos inconscientes que posibilitan el ejer-
eficacia –indisociable de la existencia de un funda- cicio del poder. Es por esto que los textos donde
mento incuestionable– el orden simbólico exige el Freud trata acerca de la política no la abordan directa-
empleo de todos los esfuerzos posibles para anular la mente sino que hablan de guerra y muerte, del lazo
pérdida del padre. La creencia, efecto de lo desmenti- libidinal entre los hombres, de la esencia del domi-
do de lo real traumático del asesinato del padre, es el nio que se ejerce sobre ellos con su pleno consenti-

E S T E P A Í S 1 7 6 40 N O V I E M B R E 2 0 0 5
Ensayo

miento. El interés “político” de Freud es tratar el ori- mal” constituye lo más próximo de la verdad que la
gen del dominio social y de las leyes de sumisión. habita, y que se oculta tras la ilusión que la presenta
Los filósofos y teóricos de la política se han ocupa- como el desarrollo del saber, de la moralización cre-
do a lo largo de la historia en pensar el mejor de los ciente de los Estados, del progreso hacia el respeto
regímenes posibles, esto es, en elaborar un ideal de del derecho de gentes, de la búsqueda incansable de
sociedad. En contraposición, el examen de Freud hacer realidad un ideal de paz permanente. La visión
apunta a lo que falta en las producciones de esos freudiana –inconciliable con toda ideología del pro-
pensadores: la reflexión acerca de las fuentes de la so- greso continuo y uniforme hacia estados de mayor
ciabilidad misma, sin la cual el examen de la política perfección y bienestar– denuncia la fragilidad de esas
siempre cojea. creencias que hacen aparecer a los Estados como
Por esto, es preciso someter esta última a un análi- “grandes individuos” que agrupan a los sujetos para
sis riguroso y tomar ante todo la guerra como su pa- tratar de conciliar sus deseos y tender hacia la univer-
radigma pues ella pone de manifiesto algo salización ideal de sus voluntades negando, de esta
generalmente ignorado: la falta de una sociabilidad manera, tanto la historia real como lo real de la histo-
“natural” en el ser humano. La hostilidad frente al ria, su grado cero. Para Freud, la historia real es la his-
Otro es anterior a todo lazo social posible, de modo toria de las migraciones, de la circulación intensa
que la existencia de un “instinto gregario” es para entre los pueblos, de las invasiones y, sobre todo, la
Freud una suposición insostenible: “El sentimiento historia en la que todo establecimiento de un lazo
social descansa en el cambio de un sentimiento pri- entre los hombres –es decir, toda conquista de amor
mero hostil en una ligazón de cuño positivo, de la ín- entre ellos– sólo puede consolidarse a condición de
dole de una identificación [...] dicho cambio parece que la agresión sea dirigida al exterior: “Siempre es
consumarse bajo el influjo de una ligazón tierna co- posible ligar en el amor a una multitud de seres hu-
mún con una persona situada fuera de la masa.”2 El manos, con tal que otros queden fuera para manifes-
lazo social no proviene de un instinto natural sino tarles la agresión.”3
que es efecto de la moderación de una agresividad La agresión significa que la sociedad está siempre
instalada en el corazón mismo del deseo humano y atravesada por una escisión antagónica que no puede
que es mucho más que la simple reacción de defensa ser integrada en el orden simbólico. Uno de los nom-
propia del individuo en peligro. Para Freud esta agre- bres de esta escisión puede ser el de “lucha de clases”,
sividad es el instrumento y la causa de un goce al que pero sólo en la medida en que este concepto no de-
sólo es posible aproximarse por la transgresión de los signe el “sentido último”, la referencia extrema que
límites del principio del placer, principio del equili- da la significación de todo fenómeno social –como
brio y la armonía. cuando se afirma que “el significado último de todos
los fenómenos sociales es conferido por la lucha de
La historia, lo real y la segregación clases”– sino el imposible constitutivo de la realidad
social, ese imposible por el cual cualquier intento de
El reinado de la ley y el símbolo le da a la palabra la totalización ideológica de la sociedad, de reducir el
función de anudar los lazos entre los hombres. Pero proceso histórico a un campo de significación unifi-
la capacidad “pacificadora” de la palabra es limitada cado, está consagrado al fracaso.
porque ella es causa del equívoco, del eterno malen- Para ocultar esa escisión constitutiva, ese imposi-
tendido, de la inevitable aparición de lo real –irreduc- ble, toda sociedad se organiza a partir de un fantas-
tible al significante– que genera un antagonismo ma ideológico-social que posibilita construir una
irresoluble entre los hombres, una imposibilidad de visión de la sociedad presentada como si no estuvie-
armonía que es de hecho el verdadero motor de la ra dividida de una manera antagónica, como un con-
historia. Los “excesos” que le presenta la primera gue- junto en el cual la relación entre sus diferentes partes
rra mundial conducen a Freud a impugnar toda ilu- es orgánica y complementaria. El funcionamiento de
sión de equilibrio en la vida humana y advertir la la ideología religiosa es el modelo de este fantasma
aparición, sin tapujos, de la otra cara de la historia, la ideológico pues las creencias religiosas –como lo se-
que expone al desnudo la violencia, el terror, la falta ñala Freud– constituyen una “ilusión”, no necesaria-
de armonía. mente un error: son ideas que se derivan de un deseo
Esta faz de la historia concebida habitualmente co- y tienen por función satisfacerlo por medio de una
mo una “anormalidad” dentro de un devenir “nor- escenificación fantasmal.

E S T E P A Í S 1 7 6 41 N O V I E M B R E 2 0 0 5
Ensayo

La religión –paradigma de las ideologías– hace po- cial mismo, la causa exterior cuya eliminación será
sible un universo en donde nada falta y de esta mane- necesaria para restaurar el orden, la estabilidad, la
ra restituye a los sujetos el narcisismo que han identidad. La exclusión, la segregación y, en el extre-
debido resignar. Es por esto que las ideologías no mo, el exterminio del Otro, son así indisociables de
constituyen un simple epifenómeno, una “superes- la existencia del grupo social.
tructura”; están en la cima del edificio social y a la vez La segregación comporta además otro aspecto. Se
son su cimiento, la base moral de la cultura que repo- ha afirmado que en el origen de la historia –en el ac-
sa sobre el mecanismo de la ilusión, indisociable de to mismo de institución de la ley– hay una mentira
la represión o inscripción simbólica. compartida que es sepultada bajo el peso de una re-
Esta afirmación –la cultura reposa sobre la ilusión– presión cuyo propósito es borrar las huellas del acto
no hace sin embargo del psicoanálisis una nueva asesino fundacional. Si se toma en cuenta que no
ideología del “sueño universal”, una ideología que hay represión sin retorno de lo reprimido, la falta co-
haría aparecer a la realidad entera como mera ilusión; metida en el origen, que es el núcleo esencial de la
a diferencia de una visión de este tipo, el psicoanáli- Ley, retorna en el seno del grupo humano para abru-
sis insiste sobre el resto, la roca, el núcleo duro, la co- mar a sus integrantes con un sentimiento de culpa
sa traumática que escapa al proceso de simbolización insoportable. Para librarse de él no hay más que un
y por eso mismo impugna la ilusión ideológica que solo camino: señalar un culpable. De este modo, el
es la ilusión del todo perfectamente integrado. Esta retorno de lo reprimido en el seno de los lazos socia-
ilusión es claramente manifiesta en la visión corpora- les se manifiesta como un impulso inagotable de re-
tivista de la sociedad, que la considera como un todo chazo que requiere de la existencia de un enemigo
orgánico, un cuerpo social en el cual las diferentes cla- interno o externo. El acto del sacrificio del Otro y la
ses son asimilables a miembros que contribuyen al institución del chivo expiatorio responden a esa exi-
todo según su función; la sociedad como cuerpo cons- gencia: ambos suponen la repetición del asesinato
tituido es el fantasma ideológico fundamental. originario con todo el goce que lo acompaña y, si-
Ahora bien, ¿de qué manera la ideología puede multáneamente, la expiación de la culpa que ese acto
conciliar la inevitable contradicción entre esa visión generó. No existe grupo social que no se constituya
corporativa y la sociedad real, siempre dividida por sin exclusión, sin segregación, sin repetición de ese
antagonismos? No es muy difícil: se trata de presentar rechazo del Otro que hace de este último la dimen-
un elemento exterior, un cuerpo “extraño” al que se sión exterior del mundo familiar de las confirmacio-
considera causante del surgimiento de corrupción en nes narcisistas, el in-mundo indispensable para
el tejido social “sano”. Este cuerpo extraño –el Otro circunscribir los límites del mundo “propio”, que se
radical– toma el valor de fetiche, de objeto, que al identificará como lo familiar por contraposición con
mismo tiempo que desmiente, encarna la imposibili- lo segregado.
dad estructural de la sociedad. Así, la escisión antagó- Para la conformación del grupo humano, de la
nica –que debe ser excluida del orden simbólico para masa, es imprescindible la existencia de un fantasma
cumplir con la exigencia de hacer de éste un universo de totalidad armónica, de cuerpo organizado. Pero
completamente armónico– retorna en lo real bajo la no hay organización sin un elemento rector que inte-
forma del síntoma social, punto donde se hace evi- gra las partes: la sociedad se constituye como todo a
dente que la sociedad “no marcha”, que el mecanis- partir de un trazo –el Ideal– que tiene por función
mo social “cojea”, punto que denuncia una armonizar el funcionamiento de sus diversos com-
negatividad que amenaza el cumplimiento de todo ponentes. Por el espejismo de totalidad el deseo pa-
proyecto ideológico. rece determinado por un ideal común, ocultándose
El señalamiento de un “responsable” de la falla po- así su verdadera causa que no es un significante del
sitiviza esa negatividad porque coloca un objeto en orden simbólico sino el imposible que caracteriza a
ese lugar, un objeto que señala la falta y a la vez niega este último: la falta de armonía plena, la ausencia de
su existencia. El “responsable” del mal –por ejemplo, relación entre las partes, la incompatibilidad de cada
el “complot judío”– aparece de este modo en el dis- uno con el Otro. Para el mantenimiento de la orga-
curso ideológico como el intruso que pretende impo- nización social, el deseo tiene que alienarse a las exi-
ner desde el exterior el desorden, la descomposición, gencias del Otro, a la demanda del amo que se
la corrupción. Es señalado como la causa positiva ex- impone como ideal a cumplir. El paradigma de la so-
terior de una negatividad que es interior del orden so- ciedad –como lo señala Freud– lo constituyen la

E S T E P A Í S 1 7 6 42 N O V I E M B R E 2 0 0 5
Ensayo

iglesia y el ejército, instituciones cuya subsistencia momento en que se ha cedido el deseo para someter-
está supeditada al sometimiento de los sujetos a un se a ideales comunes, la presencia del Otro que no ha
conductor; de este modo, la autoridad política se cedido sobre su deseo –o que al menos no ha cedido
funda en la ilusión de existencia de un padre que del mismo modo– muestra “otra cosa”, algo excesivo,
ama por igual a todos sus hijos. insoportable, algo que conduce a imponerle la exi-
Se puede decir que el grupo social exige de cada gencia de ceder. Como lo manifiesta Freud: “una reli-
uno de sus miembros ceder el deseo. El amo quiere el gión, aunque se llame la religión del amor, no puede
Bien de todos, no el deseo, y porque quiere el Bien se dejar de ser dura y sin amor hacia quienes no perte-
presenta como su portador para ofrecerlo a quienes necen a ella”.4 Toda sociabilidad contiene, como su
cedan; a ofrecerlo bajo la modalidad del amor del pa- más seguro componente, una “hipocresía agresiva”
dre igual para todos. El amor del padre es el Bien Su- que no es sino el efecto de ceder el deseo. Ella impo-
premo que los hijos pueden obtener a cambio de ne a los hombres “vivir por encima de sus medios”,5
nada saber del deseo causado por la imposibilidad de aceptando exigencias del ideal que están por encima
existencia de ese Bien. Así, en el lugar de la pérdida, de sus posibilidades reales.
del objeto perdido que causa el deseo, el grupo va a Para cumplir esas exigencias el sacrificio es indis-
colocar y mantener un amo cuyo amor será estimado pensable como acto repetitivo de exclusión ritual
como el tesoro más precioso a obtener. El ideal del yo destinado a conservar el amor del padre, y, de este
encarnado por el objeto-conductor es aquello que en modo, la cohesión social. Sin embargo, esto no es
la masa ocupa el lugar de un objeto esencialmente suficiente: en la vida de los seres humanos se com-
perdido para desmentir así el carácter irremediable de prueba que ninguna renuncia al deseo es suficiente
la pérdida. para satisfacer la ley del amo que sostiene el grupo.
El amor del Otro –es decir, del padre– tiene la fun- Por el contrario, a mayor renuncia, más intenso re-
ción de tapón que, a la vez que obtura el vacío creado sulta el sentimiento de culpa que agobia a los suje-
por la pérdida del objeto de deseo, sostiene el ideal tos; como si el hecho de aproximarse al ideal hiciera
común que permite unir una masa siempre creciente más notable la distancia que siempre existe con él y
de individuos. El fundamento del lazo que liga a los más evidente la imposibilidad de realizarlo. El más
sujetos es el amor del padre, el mismo amor que po- virtuoso será así quien más intensamente experimen-
sibilita el mantenimiento de la represión sobre el sa- tará el sentimiento de culpa.
ber del crimen cometido. Sin embargo, lo reprimido
retorna; lo rechazado hacia el exterior del grupo no
puede ser definitivamente eliminado, de modo que el
lazo social resulta siempre frágil. Eso, lo rechazado, es
lo Otro –Otro del lazo que unifica. Otro de lo simbó-
lico– y por esto su retorno se efectivizará encarnado
en Otro, en otros hombres: otros que no aman forzo- 1 S.Freud: Psicología de las masas y análisis del yo. Obras
samente el mismo ideal del yo, que no reconocen el Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, tomo XVIII, p.
mismo lazo, la misma ley; otros que en esa diferencia 110 ss.
ofrecen el testimonio contundente de que el deseo se 2 Ibid., p. 115.
resiste a lo universal, de que sólo hay deseo como re- 3 Ibid., p. 111.
sultado de la imposibilidad del ideal, de la imposibi- 4 S. Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, op. cit., p. 94.
lidad de regencia absoluta del ideal. 5 S. Freud, De guerra y muerte. Temas de actualidad. Obras
Lo rechazado del grupo retorna como exceso del Completas, tomo XIV, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p.
deseo cedido encarnado por el Otro radical. Desde el 286.

E S T E P A Í S 1 7 6 43 N O V I E M B R E 2 0 0 5

También podría gustarte