Está en la página 1de 6

A propósito del libro Imagen de Dios.

Antropología teológica
fundamental de J. L. Ruiz de la Peña

Mariano Ruiz Camposa

A día de hoy, Juan Luis Ruiz de la uno solo, no nos sería demasiado difícil.
Peña (1937-1996) es reconocido, de un Y no porque el suyo sea un pensamien-
modo prácticamente unánime, como to simple, sino porque, a lo largo de toda
uno de los teólogos más importantes del su producción teológica, y también de su
panorama teológico español. Además, actividad docente, aparece de un modo
su muerte todavía temprana, cuando se recurrente un tema que centra especial-
hallaba en la plenitud de su madurez in- mente su interés: el tema del hombre (an-
telectual y humana, lo ha convertido en tropología) y de su relación con Dios (teo-
un autor clásico cuyas obras son punto lógica). Desde esta perspectiva, nuestro
de referencia ineludible tanto en la ense- autor aborda el misterio del ser humano:
ñanza de la teología como en el debato de su naturaleza (creación), de su voca-
teológico actual. ción (gracia) y de su destino (vida eter-
Pero ¿cuáles fueron los grandes temas na)1; temas, todos ellos, que conforman lo
del pensamiento teológico de Ruiz de la que, en el mundo de la teología, se conoce
Peña? Si tuviéramos que sintetizarlos en como Antropología teológica2.

a
Facultad de Teología San Vicente Ferrer.

1
Una preciosa síntesis de todos estos temas se encuentra en J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Creación, gracia,
salvación, Santander, 1993. Además, en el contexto de esta reflexión teológica sobre el ser humano, nuestro autor
dedicó un interés especial al tema de la muerte, que él consideraba una cuestión antropológica antes aún que esca-
tológica: cf. Id., La Pascua de la creación. Escatología, Madrid, 20003, pp. 247-278. A ella había dedicado ya su tesis
doctoral, El hombre y su muerte. Antropología teológica actual (Burgos 1971) y algún otro ensayo en diálogo con el
pensamiento marxista: Muerte y marxismo humanista. Aproximación teológica, Salamanca, 1978.
2
Para obtener una información preliminar sobre los temas básicos de los que se ocupa esta disciplina teológica
puede consultarse L. F. LADARIA, Introducción a la Antropología teológica, Estella, 19983. El propio Ruiz de la

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X


136 Reseñas bibliográficas

Pues bien, la obra que nos propone- original y la salvación por la gracia. Esto
mos reseñar, Imagen de Dios. Antropología sería lo que Ruiz de la Peña llama Antro-
teológica fundamental (Santander 1988), pología teológica especial, y la desarrollará
forma de parte de este proyecto de re- en una obra posterior titulada El don de
flexión teológica sobre el ser humano que Dios3.
define el pensamiento de nuestro autor.
Se trata, más concretamente, de la prime-
ra parte de su antropología teológica, lo II
que él llama en el subtítulo Antropología
teológica fundamental, porque su objetivo Ahora bien, una vez que hemos visto
es estudiar las condiciones de posibilidad cómo Imagen de Dios constituye uno de
(fundamentos) de la existencia humana. los principales exponentes del pensamien-
Para nuestro autor, además, esos funda- to teológico de Ruiz de la Peña, adentré-
mentos de la existencia humana están monos en el análisis de sus contenidos
perfectamente expresados en la categoría fundamentales, que es el principal objeti-
bíblica de “imagen de Dios”, ya que esta vo de esta reseña.
tiene la capacidad de evocar tanto la con- La obra aparece estructurada en dos
sistencia del hombre en cuanto ser real- grandes partes, la primera de las cuales
mente distinto de Dios (criatura), como (Antropología bíblica) sirve de fundamen-
su trascendencia respecto a las demás cria- tación para la segunda (Antropología siste-
turas, en virtud de la cual solo él puede mática), ya que la reflexión teológica nun-
entrar en una relación dialógica con el ca debe partir ni de enunciados abstractos
Creador (imagen). ni de la pura especulación, sino de la reve-
Evidentemente esta Antropología teo- lación cristiana, la Palabra de Dios, con-
lógica fundamental está reclamando ser tenida principalmente en la Escritura. Y
completada por una reflexión ulterior que en esto hay que reconocer que Ruiz de la
se ocuparía también del hombre, pero ya Peña es plenamente fiel al ideal propuesto
no solo a nivel de los presupuestos bási- a los teólogos por el Vaticano II, según el
cos de su existencia, sino más bien desde cual la Escritura debe ser como el alma de
la perspectiva del desarrollo histórico- toda la teología (OT 16).
concreto de esta, a saber: la vocación del 2.1. Pero ¿qué nos dice la Biblia sobre
hombre a la amistad con Dios, el pecado el hombre? Para responder a esta pregun-

Peña se ocupó también del estatuto epistemológico de la antropología teológica en J. L. RUIZ DE LA PEÑA,
“Sobre la estructura, método y contenidos de la antropología teológica”, Studium Ovetense 8, 1980, pp. 347-360.
3
Cf. J. L. RUIZ DE LA PEÑA, El don de Dios. Antropología teológica especial, Santander, 1991. A su vez, estas
dos obras se completan con una anterior titulada Teología de la creación, Santander, 1986, cerrando así un tríptico
en el que nuestro autor ofrece una visión de conjunto de la concepción cristiana del hombre.

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X


A propósito del libro Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental... 137

ta, nuestro autor se sumerge, en primer Cristo) en que el Hijo de Dios deviene,
lugar, en el estudio del Antiguo Testamen- él mismo, criatura al hacerse hombre, de
to (capítulo I), comenzando por analizar modo que la criatura es elevada al rango
el vocabulario antropológico hebreo (lo de lo definitivamente asumible por Dios4.
que le permite concluir que los autores Más aún, en cuanto “nuevo Adán” y
bíblicos poseen una concepción unitaria hombre perfecto (ho téleios ánthropos), tal
del hombre) y siguiendo por la exégesis de como aparece en la teología paulina (cf. 1
los dos grandes relatos sobre la creación Cor 15, 45), Cristo aparece no solo como
del hombre: el sacerdotal (Gén 1, 26-30) el modelo al que el ser humano está lla-
y el yahvista (Gén 2, 4b-25). El estudio mado a configurarse, sino también como
de ambos relatos arroja como principal el término en el que se alcanza la plenitud
conclusión que, en el caso del ser huma- de la imagen divina. Luego, en el Nue-
no, la condición creatural no se resuelve vo Testamento, la perspectiva cristológi-
simplemente en su distinción del Creador ca imprime a la categoría de imagen una
y en su relación de dependencia con res- dimensión existencial y dinámica que no
pecto a él (común al resto de los seres), tenía en el Antiguo (pp. 78-81). Ahora el
sino que supone también su carácter de ser imagen de Dios ya no es una posesión
interlocutor de Dios (imagen), condición del hombre, sino más bien una vocación
que lo eleva sobre el resto de los seres im- y una tarea: llegar a hacerse semejantes a
primiendo en la creación una orientación Cristo, que es la imagen de Dios por anto-
antropocéntrica (pp. 47-51). nomasia. Pero este proceso es para toda la
Por su parte, el Nuevo Testamento vida, puesto que solo culminará con nues-
viene a corroborar esta visión del ser hu- tra participación definitiva en la misma
mano, solo que imprimiéndole un giro resurrección de Cristo.
cristológico (capítulo II), ya que en Cris- 2.2. Al concluir el estudio de esta pri-
to, Dios hecho hombre, es donde mejor mera parte de la obra, parece claro que la
aparece la extraordinaria dignidad de lo categoría de “imagen de Dios” resulta de-
humano, desvelándose plenamente todas cisiva para comprender qué idea de hom-
las implicaciones del ser imagen de Dios. bre tiene la Biblia. Pero una vez asentado
En efecto, el querer Dios verse reflejado esto, Ruiz de la Peña pasa, en la segun-
en la criatura humana, imagen suya (An- da parte de la obra, titulada Antropología
tiguo Testamento), se resuelve ahora (en sistemática, a reflexionar teológicamente

4
Esto lo había afirmado ya Ruiz de la Peña en Teología de la creación (Santander, 1986) al hablar sobre el esta-
tuto propiamente teológico de la fe cristiana en la creación, que hace de esta afirmación algo que no se puede de-
ducir ni de la cosmología ni de la metafísica: “Este carácter desbordante de la fe en la creación asoma nítidamente
en el artículo central del Credo cristiano: la encarnación del Verbo. A su luz, el primer artículo, la creación, cobra
un cariz absolutamente original: la criatura es lo que el creador ha querido llegar a ser. Dios no es solo el creador de
un mundo distinto de él. Dios es, él mismo, criatura” (p. 128s).

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X


138 Reseñas bibliográficas

sobre algunas cuestiones referentes al ser criaturas, lo cual lleva a Ruiz de la Peña a
humano implicadas en el concepto de plantearse el tema de la dignidad personal
imagen de Dios. Son estas cuatro: ¿dónde del ser humano. En efecto, frente al resto
reside en el hombre la imagen divina? (ca- de los seres de la creación, el hombre es
pítulo III); ¿qué supone para él ser imagen persona y no cosa, es alguien y no algo (p.
de Dios en comparación con el resto de 153s). Y esta dignidad encuentra su fun-
las criaturas? (capítulo IV); ¿cómo se re- damento más sólido en su relación de tú a
fleja la imagen divina en la actividad hu- tú con Dios, relación que no pueden tener
mana? (capítulo V), y ¿cuándo ha recibido el resto de las criaturas y que hace del ser
el ser humano la dignidad de la imagen? humano un absoluto con respecto a ellas.
(capítulo VI). Así la relación de dependencia que impli-
La primera cuestión lleva a nuestro au- ca el ser imagen, lejos de ser alienante para
tor a plantearse el tema de la unidad del el hombre, como temió el humanismo
ser humano. Todo el hombre es imagen ateo, lo que hace es otorgarle categoría de
de Dios y no solo, como se ha pensado en absoluto, convirtiéndolo en un “absoluto
otras épocas, una parte de él: alma (Cle- relativo”, dice Ruiz de la Peña, para dife-
mente, Orígenes, Agustín) o (Ireneo, Ter- renciarlo del Absoluto “absoluto” que solo
tuliano). Ruiz de la Peña, fiel a la visión puede ser Dios (pp. 176-179). Además,
unitaria del hombre suministrada por la según nuestro autor, si la persona huma-
Escritura, se muestra partidario de supe- na posee el valor de lo absoluto, de esto
rar tanto el dualismo antropológico como se sigue otra consecuencia importante.
el monismo (ya sea materialista o espiri- Y es que nuestra relación con Dios pasa
tualista), y propone una visión del ser hu- por, y se verifica en, nuestro trato con ese
mano entendido simultáneamente como absoluto creado que es nuestro prójimo,
cuerpo animado y como espíritu encarna- de modo que nadie puede amar a Dios,
do, en el que alma y cuerpo no se entien- a quien no ve, si no ama a su prójimo a
den como dos componentes sumables y, quien ve (1 Jn 4, 20); o como dice Ruiz de
por ende, separables del ser humano, sino la Peña: “la apertura trascendental a Dios
dos dimensiones inseparables, aunque in- se actúa, de hecho y necesariamente, en la
confundibles, del mismo y único ser (pp. mediación categorial de la imagen de Dios”
129-149). Según esta visión no se niega la (p. 180).
dualidad alma-cuerpo (el hombre es alma En tercer lugar, si la imagen divi-
y cuerpo), sino que esta no se comprende na otorga una dignidad extraordinaria
dualística o dicotómicamente (el hombre al ser humano, esta debe extenderse a
es uno). todo cuanto él hace, abarcando en con-
La segunda cuestión relacionada con secuencia no solo a su ser sino también
la imagen divina es qué supone esta para a su actividad en el mundo. De ahí que,
el hombre en comparación con el resto de por ser imagen de Dios, el hombre es un

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X


A propósito del libro Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental... 139

ser creativo; es decir, es una criatura cuya III


actividad aparece asociada íntimamente a
la propia actividad creadora de Dios. Para Vayamos concluyendo. Al terminar
el hombre, pues, el trabajo no tiene una nuestro reseña de Imagen de Dios. An-
connotación peyorativa (aunque su desa- tropología teológica fundamental de Juan
rrollo se haya visto afectado por el hecho Luis Ruiz de la Peña, valdría la pena plan-
del pecado), sino todo lo contrario. Con tearnos dos preguntas: ¿de dónde puede
su trabajo, el ser humano contribuye a de- venirle a un teólogo el interés por la an-
sarrollar la obra creadora de Dios y, más tropología?, y segunda: ¿qué interés puede
todavía, se asocia al misterio redentor de tener esta obra para que le dediquemos un
Cristo, que también quiso someterse a la espacio en una revista de filosofía?
ley del trabajo (pp. 229-236). A la primera pregunta se puede respon-
Y, por último, nos queda una última der fácilmente si tenemos en cuenta que el
cuestión sobre el ser humano que Ruiz cristianismo cree en un Dios del hombre,
de la Peña se plantea en su antropología más aún en el Dios hecho hombre para la
sistemática. Se trata de la cuestión del salvación del hombre. De modo que, en la
origen del ser humano, cuestión inten- fe cristiana –y la teología es ciencia de la
samente debatida no solo en el ámbito fe– Dios y hombre no son dos cuestiones
científico, sino también en el teológico, distintas, ni mucho menos contrapuestas;
especialmente a partir del darwinismo. sino que una remite inevitablemente a la
Apoyándose en el teólogo alemán Karl otra. De modo que la cuestión del hom-
Rahner, nuestro autor apuesta por superar bre nos lleva a la cuestión de Dios (por
la tendencia dualista que explica el origen glosar el título de una obra de Juan Alfaro,
del cuerpo (evolución o procreación) se- el maestro de Ruiz de la Peña), y la cues-
paradamente del origen del alma (crea- tión de Dios debe llevarnos al tema del
ción), como si de dos génesis del hombre hombre. Y así, como dice nuestro autor
se tratara (pp. 256-261). Ruiz de la Peña al comenzar Imagen de Dios, “la teo-logía
cree, más bien, que en el ser humano se da cristiana es, esencial e irrenunciablemen-
una “sola génesis psicosomática” en la cual te, antropo-logía, aunque –claro está– en
la causalidad biológica se autotrasciende un sentido bien distinto al propuesto por
para dar lugar a un ser realmente único Feuerbach” (p. 9). Y efectivamente la teo-
y nuevo, la persona humana individual. logía no es antropología, en el sentido de
Y en esta novedad radica la causalidad que sea el resultado de una proyección en
creadora divina. Por eso el ser humano ser celestial (Dios) de los deseos humanos,
posee la dignidad de la imagen –y, en sino en el sentido de que Dios se ha di-
consecuencia, su valor absoluto– desde el cho a sí mismo y se nos ha narrado en el
primer instante de su existencia como ser hombre Jesús, su Verbo hecho carne (cf.
realmente nuevo y distinto de sus padres. Jn 1,14.18).

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X


140 Reseñas bibliográficas

En segundo lugar, a la pregunta sobre nadamente con las principales corrientes


la oportunidad de dedicar un espacio a la filosóficas del siglo XX: del existencialismo
obra de un teólogo en una revista de filoso- (Heidegger, Sartre) al estructuralismo pa-
fía, podríamos responder simplemente re- sando por el neomarxismo (Bloch, Garau-
mitiendo a la importancia que la reflexión dy), y sin olvidar el personalismo dialógico
filosófica tiene en la teología de Ruiz de (Buber, Scheler) por el que manifiesta un
la Peña, y más en concreto en su antro- afecto especial y que resulta decisivo para
pología teológica5. En efecto, en Imagen su propuesta de teología de la persona (pp.
de Dios el teólogo ovetense se nos muestra 161-164 y 176-178).
como un gran conocedor de la filosofía, En definitiva, Imagen de Dios, de Juan
especialmente de la contemporánea, aun- Luis Ruiz de la Peña, es una obra que vale
que también siente un gran aprecio por el la pena leer y releer no solo para cono-
pensamiento filosófico de Santo Tomás de cer mejor la visión cristiana del hombre,
Aquino. Basta leer con una cierta atención sino también para hacer un ejercicio de
las páginas de esta obra para ver cómo diálogo desde la fe con el pensamiento
Ruiz de la Peña dialoga intensa y apasio- contemporáneo.

5
Esto se comprueba fácilmente en otra obra importantísima de nuestro autor: Las nuevas antropologías. Un
reto a la teología, Santander, 1983.

FIDES ET RATIO 2 [Mayo 2017], 135-140, ISSN: 2444-961X

También podría gustarte