Ser discreto y comprender el concepto de confidencialidad. Tener la mente abierta para considerar ideas y puntos de vista alternativos. Ser diplomático y tener tacto con el trato con las distintas personas. Ser firme. En este punto es importante destacar que en la auditoría el auditor no debe negociar con el auditado sobre la inclusión o eliminación de un determinado hallazgo en el informe final ya que, de esta forma, desvirtúa la eficacia de esta. Tener una alta capacidad de observación. Tener instinto para ser consciente y comprender las situaciones. Adaptarse fácilmente a los distintos contextos, es decir, ser versátil. Tener una clara orientación hacia la consecución de los logros definidos como metas. Alcanzar conclusiones basadas en razonamientos lógicos y el análisis de las distintas evidencias. Estar seguro de sí mismo. No tener prejuicios que limiten o eliminen su objetividad. Algunas recomendaciones para seleccionar auditores Independencia de los auditores en relación a los procesos y/o áreas a ser auditados; Habilidad específica en el área técnica involucrada; Tener en cuenta los aspectos de comportamiento de los auditores. Deben evitarse los equipos formados por personas con características muy semejantes; por ejemplo, muy tímidos, excesivamente habladores, etc. Formación del equipo con por lo menos dos auditores, siendo uno el auditor líder, con más experiencia práctica en auditorías.