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Esa noche llegué temprano a casa, el trabajo no estuvo duro ese día y pude
regresar temprano. En mi mente la idea de llegar y encontrarlo despierto me
enloquecía de dicha, planeaba en mi cabeza, inocente de lo que ocurriría, una
noche romántica con vino que acababa de comprar y placer; pensaba
ingenuamente que con eso llenaría los vacíos que dejaba el trabajo entre
nosotros dos.
La lluvia caía cada vez más duro, como anunciándome la tragedia, pero no la
quise oír, hacía mucho tiempo que había dejado de oír la lluvia, las flores, el aire,
hacía tiempo que no vivía, era un zombi producto de una sociedad consumista
que cada vez se hundía más en su propia miseria y rutina: números, café,
números y más café, fin de mes un sueldo que apenas cubría mis necesidades y la
certeza de que el mes entrante sería igual. Al principio me fue difícil adaptarme a
una rutina tan horrenda, durante mi adolescencia siempre critiqué a las personas
robot, así solía llamarlas; ahora me había convertido justo en eso que tanto
odiaba y criticaba.
Mi único escape a esa vida sin dirección y a la vez con metas firmemente
trazadas, era él. Lo conocí en un parque, fue tan hermoso ese día, ¿cómo
olvidarlo? Él estaba allí sentado, con su guitarra y su voz mágica haciendo un
poco más alegre con sus canciones la vida de personas infelices como yo, mi
meta de ese día era clara, el suicidio que siempre estaba entre mis planes, él
quizá vio mi rostro y entendió que quería abandonar la vida, justo cuando pasé a
su lado me sonrió y detuvo la canción, me invitó a sentarme junto a él y
acompañarlo, pero ni siquiera me percaté de lo que me dijo, seguí caminando,
como una mujer que se abandona a sí misma, porque después de todo eso era
yo… Pero él se paró y corrió hacia mí, me tomó de la mano y me detuvo, en su
mano izquierda llevaba la guitarra, cuando alcé la vista y vi su rostro entendí que
era con él, con su sonrisa y su cabello largo y despeinado que quería levantarme
todos los días del resto de mi existencia, existencia que de no haber sido por él
no hubiese tenido más.
Ahora ya llevaba años a su lado, lo amaba tanto, el tiempo ya había hecho
estragos en nuestros espíritus y nuestros cuerpos, pero aún así seguíamos juntos,
la rutina se había apoderado de mí y ya no lo hacía feliz.
Por eso quería sorprenderlo una lluviosa noche de lunes. Caminé desde el
trabajo hasta la casa, la lluvia me besaba con fuerza. Llegué a casa por fin, toqué
pero nadie abrió, busqué entre mi bolso las llaves y abrí la puerta, al entrar oí
gemidos, al principio me aturdí luego de un rato descubrí que eran de una mujer
y que provenían del segundo piso, despacio subí las escaleras y la puerta de mi
cuarto, de nuestro cuarto, estaba medio abierta, pude distinguir la espalda de
una mujer que se asomaba por las sábanas blancas, sábanas que yo había puesto
el día anterior.
La mujer seguía gimiendo y retorciéndose sobre los miembros del hombre que un
día me dio una razón para vivir y ahora me daba otra para morir. Las manos de él
le acariciaban la espalda a esa linda mujer que ahora lo hacía sentir hombre, en
la cama donde yo algún día también lo hice. No soporté más la escena, retrocedí
unos pasos y llamé la razón, no sabía si entrar y descubrirlos de nuevo, poder
gritarle a él el dolor que sentía, el odio que me invadía y se apoderaba de mi por
completo, o simplemente irme, desaparecer de su vida, así como desaparecí de la
mía hacía ya tiempo. En un intento desesperado por calmarme me tapé la boca
para evitar que oyeran mis sollozos, las lágrimas brotaban de mis ojos a
goterones, como la lluvia del cielo, que hacía solo unos instantes me había
avisado la tragedia y no la quise escuchar.
Duré no más de dos minutos atragantándome con mi propio llanto y mi dolor,
dolor que solo yo comprendía; me sentía menos mujer, después de todo buscó
en brazos de otra el placer que quizás yo no le brindé, la belleza que yo había
perdido hacía tiempo.
Mientras pensaba, la mujer no paraba de gemir y luego empecé a oír Su voz,
también gemía, gritaba de placer y yo solo me limitaba a oír, se gritaban entre
ellos, ella lo hacía dueño de todas sus fantasías sexuales gritándole cosas que
quisiera nunca haber oído.
Luego de un rato tirada en el piso, sentí de nuevo el llamado de la vida, olí flores
frescas y bajé las escaleras, suavemente fui hasta la cocina, abrí el refrigerador y
saqué una cerveza, encendí un cigarrillo mientras las lágrimas al igual que los
gemidos de la mujer de arriba, cesaban. Puedo decir con certeza que hacía años
no disfrutaba tanto de una cerveza y un cigarrillo, el olor a vida me llamaba,
terminé mi cerveza, encendí otro cigarro, ya sabía qué tenía que hacer, el cuchillo
que reposaba en la mesa pasó a mi mano y el aroma a flores frescas lo percibía
cada vez más cerca, ah! Como extrañaba yo los días en que olía flores junto a mi
guitarra y buscaba mariposas posadas en los arbustos, extrañaba los días en que
oía los cantos del viento y la risa del agua, extrañaba los días en que … vivía…
Subí de nuevo las escaleras, no me importó esta vez hacer ruido, abrí
completamente la puerta y los vi allí. Estaban abrazados como dos seres que se
aman, abrazados como un día yo lo abracé a él. El ruido de la puerta al abrirse los
hizo percatarse de mi presencia. Recuerdo muy bien su expresión de sorpresa,
me vio a los ojos pero le parecieron muy feos y bajó la mirada… y ella, ella sólo
trataba de vestirse torpemente.
No me dijo nada, no había nada que pudiera decirme… mientras yo sólo pensaba
a cuál de los dos asesinar primero. Me decidí por ella, finalmente fue más el
hecho de que fuera joven y bella lo que más me hería, así que tomándola por el
cabello introduje el cuchillo en su vientre tantas veces como me fue posible,
la sangre no se hizo esperar y el olor a flores frescas invadía mi olfato, podía oír
el canto de la lluvia al caer sobre el tejado; terminé con ella y caminé hacía él que
permanecía inmóvil, no creo que me creyera capaz de hacer algo como lo que
acababa de hacer, lo tomé también por el cabello, pero él de un golpe se soltó y
me empujó, recuerdo tanto su expresión de desconcierto y sorpresa, caí al piso
levantándome casi inmediatamente y arremetiendo de nuevo contra él, contra su
pecho, contra su rostro, contra sus ojos y su sonrisa, clavé el cuchillo en su carne
mientras me veía, joven con una guitarra en el patio de mi casa uniendo acordes
y creando lindas melodías, a mi lado, un jardín de flores humedecidas por el rocío
y el viento levantando mi cabello y haciéndome soñar, las mariposas jugueteando
a mis espaldas y una sensación de tranquilidad y paz. No estoy segura de cuánto
tiempo duré en letargo, sólo sé que fue el suficiente para sentirme viva otra vez…
Todavía tengo su sonrisa guardada en el alma y su sangre seca en mi rostro.
Ahora puedo decir que logré mi objetivo, finalmente lo pude sorprender aquella
noche de lunes…
En el bus
Las calles, caminos y polvosos carriles de Colombia han sido territorio fértil para
mitos y leyendas incluso antes de la llegada de los españoles. Se habla de cuentos
como “La Patasola”, un alma en pena de una pierna que por siempre está en la
búsqueda de su hijo, y como “El Duende”, un trasgo con las piernas invertidas
que conducía viajeros a su perdición, por siglos perturbando su tranquilidad.
Aunque estas historias principalmente inquietaban a aquellos que circulaban o
residían en áreas rurales, el crecimiento de las ciudades trajo consigo un
florecimiento de leyendas urbanas cimentadas en la desconfianza que todavía
albergamos en algún lugar dentro de la tecnología moderna. Un ejemplo de esto
es el bus fantasma que presuntuosamente merodea las calles de la ciudad por las
noches. Según se relata, mujeres jóvenes que lo abordan desacompañadas son
encontradas mutiladas en campos de la periferia unos días después; una
irreparable mirada de profundo terror ilustrando el momento de su último,
atormentado aliento.
Con eso dicho, dado a que ciertamente no eres una jovenzuela —al menos no la
última vez que revisaste— y son las cuatro treinta en un martes por la tarde,
buses fantasmas y duendes minusválidos son la última cosa en tu mente. Has
estado usando el sistema de transporte público de Bogotá por más de dos
décadas, y tu mayor preocupación es que los niveles de tráfico han estado todo
excepto manejables desde que el último alcalde tomó el cargo. Sin embargo, tu
casa está a ochenta bloques de distancia, así que tu única opción es esperar hasta
que el bus correcto llegue. Caminar seguramente llevaría más que lidiar con
algún embotellamiento.
Cuando el bus mostrando la señal de ruta que esperabas se asoma, su tarifa es
doscientos pesos más baja que la cobrada estos días. Indicio que el vehículo en
cuestión es más antiguo y un poco menos confortable que la mayoría, pero a
ningún conductor de buses en la historia le ha importado un comino eso.
Ciudadanos que se consideran más ricos y “por sobre” este medio de transporte
pagan siete veces más por ser paseados en un taxi, estadísticamente
exponiéndose a mayores probabilidades de ser asaltados. Más poder para ellos,
¿eh?
Nunca uno que deja ir la oportunidad de conseguir más descuento, le preguntas
al conductor si te llevaría sólo por mil. Los ojos del hombre ni se apartan del
camino en lo que toma tu billete y lo desliza en el monedero colgando de la
palanca de cambios. Satisfecho, diriges tu atención a la cabina; lo que haría este
viaje ideal sería un asiento desocupado.
Curiosamente no hay suficientes pasajeros como para que alguien tuviera que ir
de pie. Unos cuantos asientos disponibles a la vista, así que escoges uno en la
izquierda, por el centro del bus. Tanto el asiento del pasillo como el de la ventana
están libres, y suspiras agradecido en lo que te recuestas sobre uno con tu pierna
descansando en el otro. Este viaje no debería llevar mucho.
La radio del conductor está apagada y la batería de tu celular murió hace una
hora; sin nada más que hacer pasas el rato viendo por la ventana, observando
vendedores ofrecer su mercancía y conductores moviendo su cabeza al ritmo de
cual fuera la música que escuchan. La posición que tomaste rápidamente
comienza a volverse incómoda para tu espalda, entonces te enderezas y te das
un momento para examinar a tus compañeros de viaje. Ninguno de ellos parece
estar viajando juntos, dado que todos están en silencio mirando al frente del bus.
Son también inusualmente viejos —no en el sentido que tienen más de cien, pero
en que ninguno parece tener menos de sesenta y cinco—. Encuentras esto un
poco extraño, y por un momento la idea de que no perteneces ahí se dispara en
tu mente. Es un pensamiento tonto, pero combinado con el particularmente
fuerte —aunque no necesariamente atípico— olor a moho y metal te hace
esperar impaciente el final del viaje. Como restan todavía otros treinta o
cuarenta bloques, vuelves a mirar por la ventana y dejas que tu mente fluya por
un tiempo.
El anuncio de la Pastelería de Pacho te saca de tu ensueño veinte minutos
después. Te levantas y haces tu camino a la salida posterior, donde buscas por el
pequeño botón plateado que le hará al conductor saber que has llegado a tu
parada. Cuando lo encuentras bajo la puerta, notas que nadie ha abordado ni
salido del transporte desde que te subiste. Dejándolo a un lado como otra
extraña coincidencia, presionas el botón y te agarras de la
Te toma unos buenos cinco o diez minutos asimilar lo que está pasando contigo,
entender que tu vida está yéndose frente a tus ojos. Tus manos son ahora como
esas de tu abuela, tu espalda molesta desde su base, y todo el recorrido hasta tu
cuello; tus ojos apenas pueden concentrarse en las enormes señales estampadas
sobre las ventanas. Tu mente denota carecer también de su previa agudeza, te
lleva un tanto decidirte por efectuar otro atentado para salir del bus.
Quizá la violencia no es la respuesta, quizá puedas abrir la puerta con gentileza.
Quizá si consideras al bus como algo viviente, un gentil ser viviente en vez de un
ente demoniaca, te dejará salir, quizá…
La anciana te está viendo de nuevo. Adviertes su chaqueta azul, que es
demasiado grande para ella; si vistiera con una blusa de la misma talla, colgaría
libre fuera de su delgada contextura. Una fina, vacilante lágrima se forma en su
rostro, y se desliza serpenteante por sus delicadas fracciones para acabar en su
muñeca con un deje melancólico. Hay un reloj Totto verde alrededor de esa
muñeca, de la clase que actualmente es la onda entre los niños de la secundaria.
Examinas la puerta. Dos paneles unidos por una línea vertical de bisagras,
recubierta desde la derecha por una almohadilla de caucho para evitar lesiones al
maniobrarla. La puerta está ligeramente hundida hacia el interior, y notarlo se
proyecta en ti con un último despojo de esperanza. Si sólo pudieras introducir
¡Qué carajos! ¡¿Qué carajos está pasando?! ¡Mis manos, son viejas, son las de un
bendito anciano!, ¡todo mi cuerpo lo es!
….Por Dios, sus dientes…; mis dientes, son diminutos, polvo casi, ¡¿qué carajos,
cuánto tiempo he estado aquí?! A la mierda, voy a romper la ventana con mi codo
y me vale que me lo fracture; no quiero morir aquí, no
….Estás acomodado en tu asiento, tu vista dirigida hacia el frente del bus.
60 segundos
Despertó y vio una pistola apuntando hacia ella. Se congeló del miedo y solo
atinó a mirar fijo al cañón.
- No te muevas ni hables.
Al lado derecho de Sandra estaba Axel, su novio. A su Izquierda, Sonia, su madre.
Y en frente de ella, Leo, su Ex.
Los tres estaban de rodillas, amarrados de pies y manos. Leo tenia un arma en
sus manos y apuntaba hacia los tres, con el dedo en el gatillo y sudando a
sobremanera.
- Leo… suéltanos, suéltanos ya – Susurró Sandra
- Tú no hables, perra.
- ¡No le hables así a mi novia infeliz! – Gritó un desesperado Axel, a lo que Leo
respondió con un cachazo en la quijada. Sonia solo miraba la escena en silencio,
sollozando en su lugar.
Leo miró a los tres con cara de satisfacción y carraspeó un momento.
- Tu madre, mí odiada Ex suegra. Gracias a tu noviecito ya no pasas mucho
tiempo en casa, ¿no es así?
- No es así, Leo…
- Usted no hable, señora. No intente tapar el sol con un dedo. Jajaja, lo amas
mucho, ¿cierto?
- Eso no te incumbe, asqueroso…
El cachazo fue para Sandra esta vez. Sandra lloraba y sangre salía de la pequeña
herida. Los tres, amarrados, impotentes, sometidos. Leo los tenía bajo su estricto
control. Leo se acercó a Sandra y comenzó a lamer sus labios, apuntando a la sien
en todo momento. Luego se alejó y miró nuevamente a los tres.
La ayuda de un desconocido
Una mujer finalizó sus compras en unos grandes almacenes y cargada de bolsas
se dirigió al aparcamiento donde tenía su vehículo. Al llegar se encontró con una
de las ruedas de su coche pinchada, abrió su maletero y sacó la rueda de repuesto
y las herramientas necesarias para realizar el cambio. Como no tenía mucha
experiencia le estaba resultado complicado cambiar el neumático.
Un hombre muy guapo, vestido con traje y corbata y con un lujoso maletín de
cuero se ofreció gentilmente a ayudarla, entre los dos cambiaron en pocos
minutos la rueda del coche mientras conversaban. Ambos frecuentaban el centro
comercial a la hora de la comida porque él trabajaba cerca, por lo que dijeron que
si alguna vez volvían a coincidir quedarían para comer juntos. El hombre una vez
que ganó confianza le pidió a la mujer si podía acercarle en coche a la otra planta
del parking, ya que sin darse cuenta se había equivocado al bajar en el ascensor y
tenía su coche aparcado en un piso superior, a ella no le supondría mucho porque
tenía que pasar por allí para dirigirse a la salida.
La mujer no quería parecer ingrata y decirle al hombre que no, pero no estaba
dispuesta a montar en su coche a alguien que apenas conocía; por lo que fingió
haber olvidado una bolsa en una de las tiendas y le pidió al señor que la esperara
un minuto mientras subía a recogerla. Cuando el hombre permaneció sentado en
su coche esperando en lugar de subir con ella a la planta en la que
supuestamente tenía el coche empezó a sospechar. Por lo que una vez dentro del
centro comercial se dirigió a un miembro del equipo de seguridad para contarle el
caso.
Al llegar ambos a su coche éste estaba vacío, pero el hombre en su huída
(probablemente al ver al ver al guardia de seguridad) olvidó su maletín en el
asiento de atrás del coche. Tras diez minutos de espera la seguridad y la mujer
llamaron a la policía para que se encargara de entregar el maletín a su
propietario. Los agentes en busca de algún tipo de identificación abrieron el
maletín, nadie podía esperar lo que encontraron dentro.
El maletín estaba lleno de distintos tipos de cuchillos, una cuerda, esparadrapo y
una cámara de fotos. Lo que encontraron dentro de la memoria de la misma les
dejó estupefactos.
El hombre secuestraba mujeres que torturaba y violaba antes de ejecutarlas, su
fetiche era fotografiar a sus víctimas que al parecer eran muchas. Los agentes de
inmediato le pidieron a la mujer que les mostrara la rueda que había cambiado el
asesino. La rueda estaba perfectamente, tan solo encontraron un pequeño trozo
de madera con el que al parecer había vaciado el aire de la misma obstruyendo la
válvula de entrada de aire.
El asesino tras localizar una posible presa que se encontraba sola en el parking,
vaciaba uno de los neumáticos y esperaba pacientemente a que regresara para
ofrecerse a ayudarla y ganarse su confianza, de este modo ellas accedían a
meterse con él en el coche donde las atacaba y secuestraba.
El teléfono público
-Este chico si que es irresponsable- Me quejaba yo por las 2 horas que se
demoraba mi amigo Dayer, quien con su voz de ”niño bueno” nos dijo ”a las 10
am estoy en el parque”, y solo estábamos yo y mi otro amigo José Luis.
A José Luis no parecía importarle mucho, el se distraía viendo a los niños jugar
futbol,”que mal juegan” me decía. En un momento de aburrimiento, decidimos
echar una siesta en el parque mientras esperábamos que Dayer llegara, después
de todo, sin el no podíamos ir a un lugar, que no especifico pero solo digo que el
solo nos podía dejar entrar. Antes de echarme a dormir, pude notar a una chica
hablando por el teléfono público, solo me fije, no le preste atención y me eche a
dormir.
Una rama que me cayó del árbol bajo el cual dormía me hizo saltar de golpe. Lo
primero que hice fue fijarme la hora.
-25 minutos y ese idiota no llama- dije yo volviendo a quejarme del irresponsable
de mi amigo.
-Dale mas tiempo, y no me hables que quiero dormir- me dijo José Luis, quien fue
el primero en llegar, y claro, el primero en cortar su sueño.
En eso al voltearme para volver a mi siesta, veo que la chica seguía hablando por
el teléfono público, lo raro era que desde que la vi, ella no hablaba, parecía más
bien que estaba escuchando. Ya habían pasado 25 minutos o más desde que la vi,
quien sabe desde que momento haya estado ahí, y de por si no es normal que
una persona este tanto tiempo en un teléfono público.
-Cuantas monedas habrá gastado- me dije pensativo, y decidí en vez de dormir,
observarla.
Mis ojos se rendían ante el sueño, pero yo seguía mirándola. Habrían pasado
unos 15 minutos más pero ella seguía ahí, en el teléfono público, sin hablar y sin
depositar monedas.
-Oye José Luis, ¿te has fijado en esa chica de allá?- le dije a mi amigo mientras lo
sacudía para llamar su atención.
-Que tienes esa chica- me respondió.
-Esta parada ahí hace más de 40 minutos sin decir nada.
-Tal vez esta hablando con su novio, déjala en paz además a ti que te interesa lo
que haga.
Poco después de que José Luis dijera eso, pude notar que la chica colgó el
teléfono, solo después que una sonrisa se marcara en su rostro.
-Mierda, vamos a ver- le dije a José Luis, empujándolo para que avanzara.
Pero grande fue mi sorpresa cuando nos dimos cuenta de que el teléfono que ella
estaba utilizando estaba descompuesto y al parecer, hace mucho tiempo.
-Tal vez es una enferma mental- me dijo José Luis sin importarle mucho.
Unos minutos después llego mi amigo Dayer y nos fuimos a ese lugar, del cuál no
les puedo dar información.
Al día siguiente, fui a llamar desde un teléfono público a mi papa ya que
necesitaba que me lleve a un lugar que no conocía para una entrevista de
trabajo. Como yo vivía cerca de la ubicación del teléfono público desde donde
llamaba esa misteriosa chica, pasé por ahí solo por curiosidad.
Ahí estaba. La misma chica hablando o escuchando, o creyendo escuchar desde el
teléfono. ”Esta loca” pensé, y busqué otro teléfono público desde donde llamar a
mi padre. Pero mi naturaleza desde pequeño siempre había sido la de ser
curioso, siempre me atrajo el misterio, el terror y cosas que necesiten valor para
demostrarse, esta era una de ellas y yo lo sabía, como también sabía que ella no
estaba loca, o por lo menos no tanto. Al día siguiente decidí sentarme en el
parque y ver si llegaba. Llegue a las 9 am puesto a que las dos veces que la vi fue
poco después de las 10 am y a las 10:30 am, entonces creí que vendría más
temprano. Hasta que a las 9 y 35 llegó. Tomó el teléfono, y puso una moneda. Se
quedo callada. Puse a andar un cronometro para tomar el tiempo en que
demoraba esa llamada. Mis ojos eran seducidos una vez más por el sueño pero
mi convicción era más grande y luche por mantenerme despierto hasta que esa
chica soltara el teléfono.
Exactamente a la hora volvió a sonreír y soltó en teléfono. 1 hora. 1 hora que
demoró la llamada y solo puso una moneda. La curiosidad me mataba, entonces
decidí esperar hasta que se fuera de mi vista, para correr al teléfono y esta vez
hacer yo una llamada. Hice lo mismo, puse una moneda y espere. El teléfono
como siempre apagado ¿cual era el truco?, como tenia una hora decidí dejar el
teléfono de tal manera que no se corte la llamada, después de todo como esta
descompuesto nadie se preocuparía de devolverlo a su sitio. Minutos antes de
que llegue la hora, volví y cogí el teléfono. Ya solo faltaban segundos para cumplir
la hora y descubrir si ciertamente esa chica era una enferma mental, o si el
teléfono, pues, no era inservible después de todo. Fue grande mi sorpresa
cuando al cumplirse la hora escuché una voz gruesa que me hizo saltar.
-Pardos- dijo la voz que no volvió a repetir ruido alguno. Me quedé con el
teléfono en la mano. Una voz. Una hora después una voz me dijo”Pardos”, pero
¿que significaba lo que me dijo?
Al llegar a casa me llamaron los de mi entrevista de trabajo, y me dijeron que me
habían aceptado, que empezaría a trabajar la próxima semana y que el día de
mañana debía acercarme para firmar el contrato. Estaba realmente contento por
la nueva oportunidad que se me daba cuando sonó mi celular, pero esta vez eran
de otra empresa, de Pardos Chicken, y como también había enviado mi
Curriculum a ellos, me llamaron para una entrevista. Pero ya tenia trabajo
asegurado, debería decirles”no gracias” o simplemente colgarles. Cuando iba a
hacer eso, me acorde de la voz del teléfono público. ”Pardos”. No perdía nada en
ir e intentar.
Fue lo mejor que pude hacer. Resultó que el puesto que me ofrecían tenía más
beneficios que el trabajo al que ya me había aceptado y tenía mucha mejor paga.
Así que decidí quedarme con Pardos. Estaba realmente agradecido con la voz del
teléfono público que decidí volver a visitarlo. Ese mismo día se me habían
perdido 5 soles, pero no les di importancia, todavía tenía un sol para llamar
desde ese teléfono público. Hice lo mismo, deposite la moneda, deje el teléfono,
me fui a descansar, y volvi en una hora. Al llegar, volvi a escuchar la voz, solo que
esta vez me dijo con un tono entrecortado”En-el-patio”.
Colgué. Rápidamente fui a casa y vi el patio. No había nada, excepto algo brillante
en medio del pasto, una moneda de 5 soles, seguro se me debió haber caído
mientras llegaba a casa y no lo escuche porque el pasto no hizo sonar su caída.
Estaba tan agradecido con ese teléfono, que comencé a utilizarlo para todo. Si se
me perdía algo recurría a el, si debía tomar una decisión recurría a el, ya casi se
había convertido en un amigo intimo para mi, aunque claro, no le conté a nadie
lo del teléfono, ni si quiera a mi familia. Todo iba bien, de maravilla, hasta que
llegó ese fatídico día. Bueno, yo iba a comprar tranquilamente a la tienda que
estaba a la vuelta de mi casa cuando me tope con ella. Era la chica que vi por
primera vez usando ese teléfono público. Yo seguí caminando pero ella se me
puso en medio y me dijo”No vuelvas a usar mi teléfono” y se fue. Bah! no le iba a
hacer caso, es un teléfono público y todos tienen derecho a usarlo. Además si lo
volvía a usar que iba a hacer ¿llamar a la policía? por un momento vacilaba con
esos pensamientos sin darme cuenta en el lio que me había metido.
Ese mismo día, después de usar el teléfono para saber que juego descargar a mi
computadora, vi a esa chica de lejos. Ella estaba mirándome atenta desde una
esquina, y wow, si que parecía fuera de orbita. Estaba como drogada, tenía una
mirada fuerte, y al ver que yo la vi, corrió hacia mí. Rayos estaba sangrando, tenía
cortes por todos sus brazos y piernas. Ella corría de una manera alocada, a la par
gritaba desmesuradamente ”MI TELEFONO MI TELEFONO DEJA MI TELEFONO TE
LO ADVERTI” mientras corría como si no le importara que un carro la atropellara
al cruzar la pista, como si yo fuese su objetivo, su prioridad para clavar esas
tijeras que llevaba en su mano. Sin pensarlo dos veces corrí. No podía volver a
casa, ella me seguiría y sabría donde vivo, ¡seria peor!
Eran aproximadamente las 6 de la tarde y no había casi ningún alma en la calle a
quien pedir ayuda. Pero como yo era muy rápido logre perderla, fue en ese
momento que una idea llego a mi mente. ¡Ya se! me dije, utilizaría el teléfono
para saber como deshacerme de ella o como calmarla, lo que sea que me diga el
teléfono será sobre ella y me ayudará, después de todo, siempre me dice cosas
que debo saber. Deposite una moneda, lo deje colgando, rápidamente me
escondí en el parque, en una pequeña habitación donde se hallaban las
herramientas del conserje de la municipalidad y cerré con llave.
Al pasar una hora decidí asomarme a ver si la chica estaba por ahí, al ver que no
estaba, corrí rápidamente al teléfono público. Solo faltaban dos minutos. ¡Rayos!
debí salir cuando solo faltaran segundos. Espere dos minutos con el corazón en
mi mano, volteando y girando a ver cada calle y cada extremo de la pista haber si
se acercaba esa extraña muchacha deseando escuchar esa gruesa y entrecortada
voz emergiendo del teléfono público. Llegó el momento y pegue mi oido al
teléfono, dándome cuenta lo mucho que había llegado a depender de el
últimamente y que por culpa de ese teléfono mi vida estaba colgando de un hilo.
Escuche su voz, esa voz que siempre me había ayudado, esa voz que me tenía
encadenado a su dependencia, voz sabia a la que recurría en momentos de
necesidad, me alegre al oírla una vez más, aunque al terminar de escucharla me
di cuenta de que todo era en vano, y que esa voz me podía decir que camino
tomar pero no alterar el camino, mostrarme la manera de resolver el problema,
pero no resolverlo. No recuerdo nada más después de haber escuchado la voz
salir de el teléfono público, tal vez todo paso tan rápido que ni siquiera lo sentí,
solo recuerdo lo que la voz me dijo: ”Detrás-de-ti”.
En el ático
Era las 3 de la mañana, Gabriel tenia una junta al otro día de la que dependía el
ascenso que había esperado ya hace 4 años, Un ruido extraño interrumpió su
sueño, una especie de pasos retumbaban en el techo de su cuarto. Se paro de su
cama, se puso sus pantuflas y se dispuso a revisar el ático donde se imagino
estaría el causante de aquellas pisadas.
Bajo la escalera del ático y subió uno por uno los escalones, llego al final de la
escalera encendió la luz y…
Nada, absolutamente nada.
Levanto cajas en búsqueda de algún animal que se haya escondido pero no, no
había ya ningún ruido, ni si quiera podía sentirse algo ahí.
Bajo la escalera, regreso a su cama y pensó:
-Estoy cansado y presionado por la junta de mañana debo estar escuchando
cosas. Y se fue a dormir.
No había pasado ni media hora cuando los pasos volvieron pero esta vez mas
fuertes, se podía distinguir por el sonido que lo que fuera que causara esas
pisadas lo hacia de una esquina de su cuarto a la otra.
Volvió a encender la luz, prendió la luz de su cuarto, bajo la escalera del ático,
encendió la luz de nuevo y otra vez nada.
Era imposible los pasos eran demasiado fuertes para que fuera un ratón y ni
pensar de cucaracha; un animal mas grande, no podía ser no tenia donde
esconderse el había revisado absolutamente todo.
Regreso a su cuarto bastante furioso.
-¡La junta de mañana es demasiado importante para distraerme en pendejadas
como esta!
Apago la luz, pero apenas lo hizo las pisadas volvieron esta vez parecían rodear su
cama, se sentó a llorar, él era un hombre muy fuerte pero todos tenemos un
limite y Gabriel había llegado al suyo.
Un pensamiento fugaz paso por su mente había un único lugar donde no había
revisado.
Encendió la luz, levanto lentamente su mirada, y lo vio.
Una criatura descarnada le regreso la mirada, aquello le sonrió.
Gritos se escucharon en toda la casa, Gabriel fue brutalmente asesinado por esa
horripilante criatura que todo el tiempo estuvo caminando en el techo de su
cuarto.
Día de los inocentes
El sonido de su celular lo despertó mas súbitamente que otras noches, mareado
aun por el sueño titubeó al contestar, – B Bueno, Diga... Por supuesto, estoy en
camino. Se levantó de la cama de un salto y volteó la mirada solo para asegurarse
que su esposa seguía dormida.
De su casa salió a paso veloz y subió a su automóvil, Héctor había formado parte
del cuerpo policial de su ciudad por 23 años (un mérito grande para muchos) era
un experimentado Criminalista y un férreo creyente de la justicia, la lluvia esa
noche era escasa, algo muy raro para esa época de lluvias pero eso no le daba un
tono misterioso a esa madrugada… Héctor Zárate reportándose al servicio.
El informe era claro, un brutal homicidio se había cometido en un tranquilo
vecindario, -¿sobrevivientes?, preguntó, lo cual era una pregunta poco
inteligente a sabiendas de que él era requerido solo cuando el saldo era rojo en
su totalidad. La casa estaba cubierta por el manto de la noche, y antes de entrar,
el detective le advirtió que la escena que presenciaría era Dantesca y confusa y
que era mejor que usara todo su criterio profesional.
Libreta de Notas de Héctor Zárate encontrada en su casa:
BORRADOR DEL DICTAMEN PERICIAL DE LA ESCENA DEL CRIMEN.
St. María no. 123 “Caso Jiménez”
Siendo las 5:32 de la madrugada del día 28 de diciembre, arribé a la casa marcada
en el expediente, al entrar me percato de que la cerradura de la puerta principal
no fue violada, lo cual indica que el “Ignoto” no utilizó la violencia para ingresar al
domicilio, al ingresar al inmueble se percibe un tétrico ambiente (anotación
personal, no es necesario incluirla en el reporte oficial). La sala principal es un
lago de sangre y parece ser que la escalera que da al segundo piso es la cascada…
Todo parece indicar que una fiesta se celebraba en esta casa al momento de los
homicidios, Después de recorrer los distintos sectores de la planta baja no hay
presencia de occisos.
Subí las escaleras cuidando el protocolo de no contaminar la escena, es curioso
que la paz que se percibe en la planta alta difiere de el de la planta baja, en este
piso visualizo dos recámaras y un baño, me dirigí a inspeccionar las habitaciones
comenzando por la que parece ser propiedad de las pequeñas gemelas de la
familia Jiménez, Esto es horrible! en años de experiencia no había presenciado tal
crueldad… ambos cuerpos están postrados en el suelo de la habitación, una boca
arriba y otra boca abajo, ambas cuidadosamente acomodadas (me atrevo a
suponer) de manera que una estuviera sobre la otra; dios, esto es horrible, que
ser humano es capas de realizar semejante acto, la sangre invade toda la
habitación, evidentemente las niñas fueron perseguidas por toda la recámara,
siendo ultimadas al pie de su ventana, ambos cuerpos presentan heridas
punzocortantes ocasionadas por arma blanca, es curioso, ambas están vestidas
de payaso, lo cual refuerza mi hipótesis de la fiesta.
Me dirigí ala segunda habitación, pude percatarme de un charco hemático que
sobre sale por debajo de la puerta del baño, pero siguiendo el protocolo de orden
inspeccionaré primero la segunda habitación.
En efecto, la mente humana en su naturaleza maligna es mas retorcida que la
imaginación de cualquier poeta o escritor, esto supera por de mas ala ficción,
víctima de sexo femenino aparentemente de unos 40 años, esta postrada en una
silla, su pierna derecha descansa sobre la izquierda (esto es curioso, nuevamente
es evidente que el cadáver fue acomodado cuidadosa mente por el ignoto
homicida) los brazos de la mujer están abiertos como si esperara a alguien y
forzadamente su rostro muestra una sonrisa (investigar este fenómeno de rigor
mortis), la mujer presenta una laceración profunda en su cuello (herida por
degüello) la hemorragia fue incontenible, es una horrible manera de morir,
además, el arma homicida esta en el suelo, esta evidencia será una excelente
línea de investigación.
La segunda víctima parece ser el esposo, aparentemente 40 años de edad, su
ropa esta ensangrentada por igual pero esta cubierto por una manta hasta el
cuello, también presenta ese extraño rigor mortis de sonrisa burlona en su rostro,
y su mirada me infunde pánico a pesar de mi experiencia.
Me dirigí al baño (el ultimo sector por revisar) parece que encontraré una victima
mas, esto lo delata el charco hemático que se filtra por debajo de la puerta.
Libreta de Héctor Zárate (1 hoja después del borrador de reporte)
Escribo estas líneas mientras voy rumbo a casa a bordo de un taxi, eh dado parte
a las autoridades para que lleguen antes que yo, es indescriptible el terror de lo
que siento al siquiera repetir la escena, al abrir la puerta de el baño no
encontré ningún cadáver, pero encontré una razón para huir del lugar a toda
prisa, en el espejo del baño se encontraba una leyenda aterradora “FELIZ DIA DE
LOS INOCENTES DETECTIVE ZÁRATE, AHORA NUESTRAS SONRISAS ALEGRARAN
TU HOGAR” al momento de leer esto la puerta tras de mi cerró de golpe, logré
forzarla después de unos minutos de intensos empujones solo para incrementar
mas mi terror, al correr por los obscuros pasillos de la casa me percaté que
ninguna de las víctimas antes mencionadas estaba en donde yo las había
observado inicialmente y diversas pisadas latentes marcadas por la pálida tinta
de la sangre recorrían el pasillo rumbo a las escaleras, bajé lo mas rápido posible
lo que ocasionó que me manchara de la sangre en la escalera al caer, mi espíritu
se rompió aun mas al ver que mi auto no estaba… Dios, Apiádate de mi y mi
familia…
EXPEDIENTE DE INVESTIGACIÓN
No. 0927465
CASO: TRIPLE HOMICIDIO
VÍCTIMAS: Héctor Zárate, su esposa Patricia Ríos, y sus dos hijos, Manuel y
Oswaldo Zárate Ríos.
Umbra
La luz de sol, inundada de partículas invisibles, penetró por la ventana de la
habitación y golpeó el rostro inexpresivo del durmiente cuya alma, al cálido
contacto, se arrastró desde las profundidades del inconsciente para despertar a
la realidad de todos los días. Una y otra vez abrió los parpados y la misma
cantidad de veces se topó con un muro de penumbra que no le permitió ver más
allá de su primer pensamiento del día.
El terror se apoderó de todos y cada uno de sus sentidos. Comenzó como una
revoltura en su estómago, que pronto se transformó en una helada sensación
que le recorrió la espina dorsal, se extendió a los miembros y se expulsó a si
mismo bajo la forma de un helado sudor. Al mismo tiempo, los pensamientos se
desbocaron sin orden ni razón con una velocidad pasmosa, aniquilándose entre
ellos hasta que sólo quedó una sola idea funesta: me he quedado ciego.
Nadie más había en la casa. Un silencio aplastante se extendía por todos lados,
asfixiando al pobre invidente quien totalmente paralizado en todas sus funciones
se hallaba tumbado sobre la cama, llorando en silencio ante su desgracia
intensificada por la persistente soledad que al igual que un maligno demonio, se
colaba en cada suspiro, alimentando la desesperación y la impotencia del
desgraciado, que totalmente indefenso, pronto intentó vomitar tan colosal
desgracia.
Los minutos se transformaron en horas. Las lágrimas se acabaron pronto y tras
aquella tempestad de emociones quedó una calma engañosa, una incertidumbre
intermitente que sin embargo, aclaró un poco las ideas del ciego. Lo primero que
se le ocurrió, fue pedir auxilio. Se levantó de la cama y se puso en pie, buscando
sin éxito las sandalias. El frío del piso le pareció terriblemente insoportable. Se
quedó quieto un momento, tratando de orientarse en la oscuridad trazando un
mapa mental a base de recuerdos imprecisos que lo llevaron directo hacia donde
no debía, pues terminó por tropezarse con una silla que casi nunca estaba en el
lugar donde la encontró y que lo llevó a impactarse contra el suelo, recibiendo el
mayor daño a la altura del estómago, lo que lo dejó sin aire varios angustiosos
segundos. No le quedó pues más remedio que intentar arrastrarse hacia donde
no sabía y terminó por chocar esta vez contra la húmeda pared de quien sabe
cual lado de la sala, la cual parecía extenderse infinitamente hacia cualquier
parte. Decidió pues quedarse donde estaba, hasta que algún familiar llegara para
prestarle auxilio.
No podía comprender que significaba tal desgracia. Lo meditó, al principio con
paciencia, recordando cualquier indicio que le hubiera presagiado aquel
indeseable estado. Indefenso sobre el piso preguntó a Dios en una plegaria qué
había hecho para merecer tal situación, y la única respuesta posible fue el eco de
sus propios pensamientos sombríos, que le hablaban de muerte, de abandono,
de desprecio y de hastío mientras giraban descontroladamente en su interior.
Aunque intentó acallarlas, su propia voz, multiplicada en muchas, resultaron ser
más fuertes que su voluntad. Sin embargo, una voz desconocida, seca y
amenazante se elevó por encima del bullicio y sembró una duda en el corazón.
“Dios es el culpable” gritó “él es el único responsable de lo que te pasa”.
El miedo dio paso a la ira, un enojo irracional que hizo al ciego maldecir su propia
vida. “No te daré el gusto” pensó y con fuerzas renovadas reptó por el frío suelo
abriéndose camino con un coraje inusitado.
Llegó a la cocina, la cual reconoció por el aroma a grasa añeja que pululaba en el
aire. Reincorporándose con gran agilidad empezó a tentar el comedor y el
fregadero, buscando un algo de lo que no estaba seguro. Derribó muchas cosas a
su paso, pero estaba fuera de sí, poseído por una sola obsesión, que a su vez
estaba sazonada por las mismas voces funestas que lo perseguían a donde quiera
que iba. Finalmente, su mano chocó contra una afilada punta de metal. Con las
yemas de los dedos, el ciego recorrió el artefacto hasta reconocerlo como un
cuchillo.
“Serás una carga para mí” oyó decir a su madre, aunque ésta no se encontraba
allí. “Allí tienes el pago de todo lo que has hecho” dijo la agresiva voz. “Ciego por
el resto de su vida” se dijo él mismo. Alzó el cuchillo tan alto como su brazo lo
permitía y lo dirigió contra si mismo.
Fue todo muy rápido. El filo cortó la carne y le hirió el alma. El dolor, si es que lo
hubo, fue un fugaz estremecimiento que lo tumbó de espaldas. La sangre brotó
con fuerza y rodeó su cuerpo como un aura maldita. De nueva cuenta, un frío
sobrenatural que partía de la herida se extendió por todo su cuerpo y le aturdió
el cerebro cauterizando los pensamientos y las ideas funestas. Sólo hubo silencio.
Pero no el silencio angustiante de antes. Esta vez era una agradable ausencia de
sonidos que lo hacía estar muy en paz. La penumbra que hasta entonces había
cubierto sus ojos impidiéndole ver, se fue desdibujando hasta revelar el mundo a
su alrededor. La ironía le golpeó de llenó el rostro y fue lo último que sintió antes
de morir.
El grito de un muerto fue lo que me hizo concebir aquel intenso horror hacia el
doctor Herbert West, horror que enturbió los últimos años de nuestra vida en
común. Es natural que una cosa como el grito de un muerto produzca horror, ya
que, evidentemente, no se trata de un suceso agradable ni ordinario. Pero yo
estaba acostumbrado a esta clase de experiencias; por tanto, lo que me afectó en
esa ocasión fue cierta circunstancia especial. Quiero decir, que no fue el muerto
lo que me asustó.
Herbert West, de quien era yo compañero y ayudante, poseía intereses
científicos muy alejados de la rutina habitual de un médico de pueblo. Esa era la
razón por la que, al establecer su consulta en Bolton, había elegido una casa
próxima al cementerio. Dicho brevemente y sin paliativos, el único interés
absorbente de West consistía en el estudio secreto de los fenómenos de la vida y
de su culminación, encaminados a reanimar a los muertos inyectándoles una
solución estimulante. Para llevar a cabo estos macabros experimentos era preciso
estar constantemente abastecidos de cadáveres humanos muy frescos; porque
aún la más mínima descomposición daña la estructura del cerebro; y humanos, y
descubrimos que el preparado necesitaba una composición específica, según los
diferentes tipos de organismos. Matamos docenas de conejos y cobayas para
tratarlos, pero este camino no nos llevó a ninguna parte. West nunca había
conseguido plenamente su objetivo porque nunca había podido disponer de un
cadáver suficientemente fresco. Necesitaba cuerpos cuya vitalidad hubiera
cesado muy poco antes; cuerpos con todas las células intactas, capaces de recibir
nuevamente el impulso hacia esa forma de movimiento llamado vida. Había
esperanzas de volver perpetua esta segunda vida artificial mediante repetidas
inyecciones; pero habíamos averiguado que una vida natural ordinaria no
respondía a la acción. Para infundir movimiento artificial, debía quedar
extinguida la vida nocturna: los ejemplares debían ser muy frescos, pero estar
auténticamente muertos.
Habíamos empezado West y yo la pavorosa investigación siendo estudiantes de
la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic, de Arkham,
profundamente convencidos desde un principio del carácter absolutamente
mecanicista de la vida. Eso fue siete años antes; sin embargo, él no parecía haber
envejecido ni un día: era bajo, rubio de cara afeitada, voz suave, y con gafas; a
veces había algún destello en sus fríos ojos azules que delataba el duro y
creciente fanatismo de su carácter, efecto de sus terribles investigaciones.
Nuestras experiencias habían sido a menudo espantosas en extremo, debidas a
una reanimación defectuosa, al galvanizar aquellos grumos de barro de
cementerio en un movimiento morboso, insensato y anormal, merced a diversas
modificaciones de la solución vital.
Uno de los ejemplares había proferido un alarido escalofriante; otro, se había
levantado, violentamente, nos había derribado dejándonos inconscientes, y había
huido enloquecido, antes de que lograran cogerle y encerrarlo tras los barrotes
del manicomio; y un tercero, una monstruosidad nauseabunda y africana, había
surgido de su poco profunda sepultura y había cometido una atrocidad… West
había tenido que matarlo a tiros. No podíamos conseguir cadáveres lo bastante
frescos como para que manifestasen algún vestigio de inteligencia al ser
reanimados, de modo que forzosamente creábamos horrores indecibles. Era
inquietante, pensar que uno de nuestros monstruos, o quizá dos, aun vivían… tal
pensamiento nos estuvo atormentando de manera vaga, hasta que finalmente
West desapareció en circunstancias espantosas.
Pero en la época del alarido en el laboratorio del sótano de la aislada casa de
Bolton, nuestros temores estaban subordinados a la ansiedad por conseguir
ejemplares extremadamente frescos. West se mostraba más ávido que yo, de
forma que casi me parecía que miraba con codicia el físico de cualquier persona
viva y saludable. Fue en julio de 1910 cuando empezó a mejorar nuestra suerte
en lo que a ejemplares se refiere. Yo me había ido a Illinois a hacerles una larga
visita a mis padres, y a mi regreso encontré a West en un estado de singular
euforia. Me dijo excitado que casi con toda probabilidad había resuelto el
problema de la frescura de los cadáveres abordándolo desde un ángulo
enteramente distinto: el de la preservación artificial. Yo sabía que trabajaba en
un preparado nuevo sumamente original, así que no me sorprendió que hubiera
dado resultado; pero hasta que me hubo explicado los detalles, me tuvo un poco
perplejo sobre cómo podía ayudarnos dicho preparado en nuestro trabajo, ya
que el enojoso deterioro de los ejemplares se debía ante todo al tiempo
transcurrido hasta que caían en nuestras manos. Esto lo había visto claramente
West, según me daba cuenta ahora, al crear un compuesto embalsamador para
uso futuro, más que inmediato, por si el destino le proporcionaba un cadáver
muy reciente y sin enterrar, como nos había ocurrido años antes, con el negro
aquel de Bolton, tras el combate de boxeo. Por último, el destino se nos mostró
propicio, de forma que en esta ocasión conseguimos tener en el laboratorio
secreto del sótano un cadáver cuya corrupción no había tenido posibilidad de
empezar aun. West no se atrevía a predecir que sucedería en el momento de la
reanimación, ni si podíamos esperar una revivificación de la mente y la razón. El
experimento marcaría un hito en nuestros estudios, por lo que había conservado
este nuevo cuerpo hasta mi regreso, a fin de que compartiésemos los dos el
resultado de la forma acostumbrada.
West me contó cómo había conseguido el ejemplar. Había sido un hombre
vigoroso; un extranjero bien vestido que se acababa de apear al tren, y que se
dirigía a las Fabricas Textiles de Bolton a resolver unos asuntos. Había dado un
largo paseo por el pueblo, y al detenerse en nuestra casa a preguntar el camino
de las fábricas, había sufrido un ataque al corazón. Se negó a tomar un cordial, y
cayo súbitamente muerto, un momento después. Como era de esperar, el
cadáver le pareció a West como llovido del cielo. En su breve conversación, el
forastero le había explicado que no conocía a nadie en Bolton; y tras registrarle
los bolsillos después, averiguó que se trataba de un tal Robert Leavitt, de St.
Louis, al parecer sin familia que pudiera hacer averiguaciones sobre su
desaparición. Si no conseguía devolverlo a la vida, nadie se enteraría de nuestro
experimento. Solíamos enterrar el despojos en una espesa franja de bosque que
había entre nuestra casa y el cementerio de enterramientos anónimos. En
cambio, si teníamos éxito, nuestra fama quedaría brillante y perpetuamente
establecida. De modo que West había inyectado sin demora, en la muñeca del
cadáver, el preparado que le mantendría fresco hasta mi llegada. La posible
debilidad del corazón, que a mi juicio haría peligrar el éxito de nuestro
experimento, no parecía preocupar demasiado a West. Esperaba conseguir al fin
lo que no había logrado hasta ahora: reavivar la chispa de la razón y devolverle la
vida, quizá, a una criatura normal.
De modo que la noche del 18 de julio de 1910; Herbert West y yo nos
encontrábamos en el laboratorio del sótano, contemplando la figura blanca e
inmóvil bajo la luz cegadora de la lámpara. El compuesto embalsamador había
dado un resultado extraordinariamente positivo; pues al comprobar fascinado el
cuerpo robusto que llevaba dos semanas sin que sobreviniese la rigidez, pedí a
West que me diese garantías de que estaba verdaderamente muerto. Me las dio
en el acto, recordándome que jamás administrábamos la solución reanimadora
sin una serie de pruebas minuciosas para comprobar que no había vida; ya que
en caso de subsistir el menor vestigio de vitalidad original no tendría ningún
efecto. Cuando West se puso a hacer todos los preparativos, me quedé
impresionado ante la enorme complejidad del nuevo experimento; era tanta, que
no quiso confiar el trabajo a otras manos que las suyas. Y tras prohibirme tocar
siquiera el cuerpo, inyectó primero una droga en la muñeca, cerca del sitio donde
había pinchado para inyectarle el compuesto embalsamador. Ésta, dijo,
neutralizaría el compuesto y liberaría los sistemas sumiéndolos en una relajación
normal, de forma que la solución reanimadora pudiese actuar libremente al ser
inyectada. Poco después, cuando se observó un cambio, y un leve temblor
pareció afectar los miembros muertos, West colocó sobre la cara espasmódica
una especie de almohada, la apretó violentamente y no la retiró hasta que el
cadáver se quedó absolutamente inmóvil y listo para nuestro intento de
reanimación. Él, pálido y entusiasta se dedicó ahora a efectuar unas cuantas
pruebas finales y someras para comprobar la absoluta carencia de vida, se apartó
satisfecho y, finalmente inyectó en el brazo izquierdo una dosis meticulosamente
medida del elixir vital, preparado durante la tarde con más minuciosidad que
nunca, desde nuestros tiempos universitarios, en que nuestras hazañas eran
nuevas e inseguras. No me es posible describir la tremenda e intensa
incertidumbre con que esperamos los resultados de este primer ejemplar
auténticamente fresco: el primero del que podíamos esperar razonablemente
que abriese los labios y nos contase quizá, con voz inteligente, lo que había visto
al otro lado del insondable abismo.
West era materialista, no creía en el alma, y atribuía toda función de la
conciencia a fenómenos corporales; por consiguiente, no esperaba ninguna
revelación sobre espantosos secretos de abismos y cavernas más allá de la
barrera de la muerte. Yo no disentía completamente de su teoría, aunque
conservaba vagos e instintivos vestigios de la primitiva fe de mis antecesores; de
modo que no podía dejar de observar el cadáver con cierto temor y terrible
expectación. Además… no podía borrar de mi memoria aquel grito espantoso e
inhumano que oímos la noche en que intentamos nuestro primer experimento en
la deshabitada granja de Arkham.
Había transcurrido muy poco tiempo, cuando observé que el ensayo no iba a ser
un fracaso total. Sus mejillas, hasta ahora blancas como la pared, habían
adquirido un levísimo color, que luego se extendió bajo la barba incipiente,
curiosamente amplia y arenosa. West, que tenía la mano puesta en el pulso de la
muñeca izquierda del ejemplar, asintió de pronto significativamente; y casi de
manera simultánea, apareció un vaho en el espejo inclinado sobre la boca del
cadáver. Siguieron unos cuantos movimientos musculares espasmódicos; y a
continuación una respiración audible y un movimiento visible del pecho. Observe
los párpados cerrados, y me pareció percibir un temblor. Después, se abrieron y
mostraron unos ojos grises, serenos y vivos, aunque todavía sin inteligencia, ni
siquiera curiosidad.
Movido por una fantástica ocurrencia, susurre unas preguntas en la oreja cada
vez más colorada; unas preguntas sobre otros mundos cuyo recuerdo aun podía
estar presente. Era el terror lo que las extraía de mi mente; pero creo que la
última que repetí, fue: “¿Dónde has estado?”. Aún no sé si me contestó o no, ya
que no brotó ningún sonido de su bien formada boca; lo que sí recuerdo es que
en aquel instante creí firmemente que los labios delgados se movieron
ligeramente, formando sílabas que yo habría vocalizado como “sólo ahora”, si la
frase hubiese tenido sentido o relación con lo que le preguntaba. En aquel
instante me sentí lleno de alegría, convencido de que habíamos alcanzado el gran
objetivo y que, por primera vez, un cuerpo reanimado había pronunciado
palabras movido claramente por la verdadera razón. Un segundo después, ya no
cupo ninguna duda sobre el éxito, ninguna duda de que la solución había
cumplido cabalmente su función, al menos de manera transitoria, devolviéndole
al muerto una vida racional y articulada… Pero con ese triunfo me invadió el más
grande de los terrores… no a causa del ser que había hablado, sino por la acción
que había presenciado, y por el hombre a quien me unían las vicisitudes
profesionales.
Porque aquel cadáver fresco, cobrando conciencia finalmente de forma
aterradora, con los ojos dilatados por el recuerdo de su última escena en la tierra,
manoteó frenético en una lucha de vida o muerte con el aire y, de súbito, se
desplomo en una segunda y definitiva disolución, de la que ya no pudo volver,
profiriendo un grito que resonara eternamente en mi cerebro atormentado:
-¡Auxilio! ¡Aparta, maldito demonio pelirrojo… aparta esa condenada aguja!
No se olviden de mí
Aquella noche Ángela y Martín se acostaron como de costumbre. Martín se
durmió rápidamente pero Ángela tenía el sueño más flojo, de modo que cuando
empezaron los arañazos ella los oyó y se puso alerta.
Lo primero que pensó al oír ruidos que no supo identificar debido al miedo, fue
que habían entrado ladrones en la casa. Despertó a su marido sin abrir siquiera la
luz y le pidió que escuchara y mirara a ver si había entrado alguien al hogar.
Martín se despertó, escuchó y dijo: “Son arañazos, será el perro”.
Si apenas hacer movimiento encendieron la luz y vieron al animal dormido a los
pies de la cama. No había sido él. Volvieron a apagar la luz pero esta vez se
reanudaron los arañazos, y cada vez parecía más claro que se estaban haciendo
en la puerta cerrada de la habitación.
Martín dijo en voz baja a Ángela que igual era un ratón, y que si era así, lo pillaría,
porque los ratones, al ver una luz, se quedaban inmóviles momentáneamente. Y
lo hizo, pero la luz demostró que allí no había ratones. Despertaron al perro, que
se puso nervioso.
Volvieron a hacer otra prueba y cada vez que apagaban la luz se escuchaban los
rasguños sobre la madera de la puerta. Martín decidió abrir la luz y levantarse y,
con bastante miedo, según confesaría, se dirigió a la puerta, la abrió y miró
ceñudamente a ambos lados. Nada.
Se dirigió hacia la cocina con Ángela siguiendo sus pasos. Pensaban en los niños,
no querían que se despertaran e intentaron caminar en silencio.
Al llegar a la cocina Ángela tuvo un pálpito.
- ¿Qué día es hoy, Martín?
Martín le dijo la fecha exacta.
- ¡Es el aniversario de la muerte de mi madre! -Exclamó ella.
Ángela encendió una vela y rezó y prometió a su madre que por aquel olvido le
haría una misa especial para ella. El resto de la noche no se escuchó ni un
rasguño más.
Hypnos Lullaby
Aquella vez estaba sola en casa, debían pasar de las once de la noche y como no
había mucho que hacer encendí la computadora y me puse a ver algunos videos
graciosos, de música y cosas por el estilo, comenzaba a aburrirme hasta que
encontré uno que me llamo la atención era de Pokémon, se llamaba Hypno´s
Lullaby y leí los comentarios donde supuestamente decían que el Pokémon era
pedófilo ya que gustaba de engañar y secuestrar niños para hacerles cosas poco
éticas, “puras patrañas” pensé, así que me puse a ver el video solo para
confirmar mi sospechas, el video tenia una imagen del Hypno con un par de niños
tomados de las manos, escuche con atención; era la música de alguna parte de
un juego de Pokémon y después de unos segundos se escuchaba una voz ronca
que cantaba al ritmo de la tonada decía algunas cosas un tanto extrañas, me
erizo un poco la piel, a pesar de que en un principio tome el video como algo
falso hecho por algún fan apenas termine de escucharlo sonó el teléfono celular,
estaba tan concentrada en el video que cuando el celular sonó me hizo brincar,
conteste y al hacerlo lo único que escuché era una respiración dificultosa y un
jadeo, me asusto ya que era lo ultimo que me esperaba porque ese celular no
tenía línea y solo lo usaba como cámara y reproductor de música, colgué de
inmediato y busque que numero había sido, para mi sorpresa aparecía como
numero desconocido y quedé muy intranquila por la llamada pensando que era
imposible que el teléfono sonara. Termine más tarde de ver videos pero por
alguna extraña razón no podía sacarme la canción de la cabeza, me fui a intentar
dormir pero no podía porque recordaba esa voz jadeante y la música del video.
Pase la noche sin poder conciliar el sueño del todo y así fue algunas noches
después de eso. Ya en la mañana me levantaba con dificultad, me sentía
confundida, cansada con una sensación de pesadez y tristeza, pensé que tal vez
tendría pesadillas pero contrario a eso no recordaba nada de lo que soñaba.
Aquella mañana no fue muy diferente de las otras aunque decir verdad me sentía
más apagado y sin energías ó deseos de hacer nada y en ratos recordaba la
tonadita. Cansada de esto y sin otra explicación de mi estado actual se debía a el
hecho de haber visto ese video se me ocurrió buscar más acerca de eso. Lo
primero que busque fue la letra y encontré una traducción en español, pues la
canción originalmente estaba en ingles y como la había escuchado solo una vez
no le había prestado mucha atención, La traducción es la siguiente:
La Canción de Hypno.
“Vengan, pequeños niños, vengan conmigo.
Seguros y felices estarán.
Lejos de sus casas, ahora déjennos correr.
Con Hypno tendrán mucha diversión.
Oh, pequeños niños, por favor no lloren.
Hypno no mataría a una mosca.
Sé libre, sé libre, sé libre para jugar.
Ven a mi cueva, quédate aquí.
Oh, pequeños niños, por favor no se muevan.
Estas cuerdas, lo sé, los sujetarán con fuerza.
Hypno te dice que esto es real.
Pero tristemente, Hypno te ha mentido.
Oh, pequeños niños, no podrán irse.
Sus familias los llorarán.
Sus mentes se abrirán.
Permitiéndome embrujar sus sueños.
Pero seguro, todos deben saber
que es tiempo de irse.
Oh, pequeños niños, no fueron listos,
Ahora se quedarán aquí por siempre.”
No era tanto la letra si no la voz lo que me daba escalofríos, busque entre los
videos de YouTube el de mayor antigüedad debía ser ese el que originalmente se
subió, al revisar los detalles del video me di cuenta que venían escritos de un
modo que no pude entender, al principio pensé que estaban escritos en alemán,
pase el texto de la descripción al traductor, no había muchos cambios, y no ayudo
mucho, en realidad en nada, pase a intentarlo con inglés, eslovaco, maltes, ruso,
nada me sirvió así que decidí dejar el video de lado y me fui a la escuela.
Sentía mucha pesadez y ya en el salón me preguntaron varias veces si me sentía
bien ó si estaba enferma y respondí que si para evitar una burla al decir que era
por un video que me había asustado y una llamada imposible. Así siguió mi día
hasta el receso cuando me encontré con un compañero llamado Dennis y se me
ocurrió preguntarle si sabía algo del video de Hypno.
- No me gustan los Hypno, tienen muy poca defensa, el video lo he visto, es ese
que tiene la música de torre Lavanda ¿no?
- ¿torre Lavanda? – pregunte no me sonaba mucho
- Si, ¿nunca jugaste “Pokémon Red and Blue”?
- Amm… No.
- Bueno en ese juego hay una torre llamada Lavanda y suena esa tonada, en una
especie de cementerio para Pokémon, es una parte medio complicada en el
juego, porque…
No termino de decir lo último porque en ese momento sentí un mareo y la voz de
Dennis se hizo muy lenta. Me desmayé por unos minutos y cuándo desperté vi
varios rostros preocupados alrededor de mí; la profesora, Dennis y otros
compañeros. Me sentía aturdida y veía todo borroso
- ¿estas bien?
Asentí aun confundida por lo que me llevaron a enfermería, la asesora llamo a mi
mamá para informar lo que había ocurrido, pasaron por mi más tarde.
Ya en casa me cambie y me acosté, justo cuando puse mi cabeza en la almohada
comencé a escuchar la tonada en mi cabeza me puse las manos en la cara y me di
la vuelta tratar de dormir ¿Que me pasaba? ¿Era por ese video? solo era uno de
esos tontos video de internet ¿Como podía estar yo así?
Me dormí y de inmediato desperté ó eso creí…
Estaba rodeada de oscuridad, mire a mi alrededor estaba recostada en una roca
plana, al parecer me encontraba dentro de una caverna, me levante y camine
guiándome por las paredes para no caer, había una ligera luz proveniente de un
túnel largo, fui por ahí buscando una salida de ese lugar. Mis pasos resonaban
por el eco del lugar, de pronto escuche un ruido, avance y vi una niña
amordazada y atada en el piso. Me acerque para ayudarla pero al quitarle la cinta
que tenia en la boca no dijo nada, tenía una mirada inexpresiva, con poca
dificultad la libere de las cuerdas, pero la pequeña permanecía inmóvil.
-Vamos, hay que irnos de aquí – no sabía que ocurría exactamente, pero si de
algo estaba segura era que debíamos marcharnos de ahí lo más pronto posible.
Tome la antorcha que iluminaba la caverna.
La niña me siguió sin oponerse ni decir nada, caminamos a través de la cueva por
un largo rato, todas las paredes y formaciones rocosas me parecían tan parecidas
que tuve la sensación de que habíamos estado caminando en círculos, la
desesperación comenzaba a invadirme. De pronto escuche unas pisadas detrás
de nosotras, me detuve un momento y al voltear lo vi, era Hypno, me parecía
familiar pero a diferencia de cómo lo conocía en la serie animada, lucía real; su
pelaje se veía pálido debido a la luz de la antorcha, sus ojos eran penetrantes, era
monstruoso, e intimidante a pesar de no ser más alto que yo, tenia un péndulo
en su mano y avanzaba despacio, me era imposible imaginar si sus pensamientos
sería semejantes a los humanos ó se conducía meramente por sus instintos ¿sería
capaz de razonar con él?
En mi cabeza empezó a sonar la tonada de Lavander town, retrocedí y por un
momento me olvide de la pequeña. Hypno se acercó y comenzó a oscilar su
péndulo. Lo mire; instantáneamente tuve la sensación de cansancio que ya
conocía, me sacudí, el monstruo sonrió, y en ese momento escuche su voz:
-Me encuentro muy solo en este lugar, ¿te llevaras a mi única compañía? ¿Por
qué no se quedan con Hypno? – era una voz extraña parecida a la de un anciano
con un tono un tanto agudo.
No movía su boca.
-D-de verdad, tenemos que irnos… – dije casi sin convicción, sentía un poco de
lastima por aquel.
- ¡por favor! – Suplicó exageradamente, haciendo caso omiso tome a la pequeña
de la mano y avance sin mirarlo – ¡Suficiente!- chasqueo sus extraños dedos y la
niña se detuvo, me miro con odio y me dio un puntapié en la espinilla, me dolía
un poco, aunque ese instante un recuerdo llego a mi mente.
-¿Por qué la tenias atada? no había necesidad ¿cierto? –La niña se paro a un lado
de Hypno y él sonrió con cierta malignidad.
-excelente cebo. ¿Quién se resiste a una pequeñita amordazada? –No entendía
bien, la uso como señuelo pero… ¿para que?
- no entiendo.
-Pronto estarás bajo mi poder – Se acercó con el péndulo, hacia mi, por inercia lo
golpee con la mano libre y cayo de espaldas lo amenace con la antorcha.
-libérala, ya – Dije mientras dirigía el fuego a su rostro.
Pude ver en sus ojos un brillo siniestro, una fuerza desconocida que me hizo
retroceder y que esfumo todo el valor que tenía en ese instante.
-¿Y crees que solo por ser tu sueño eres capaz de darme ordenes?- Dijo Hypno
mientras se levantaba lentamente con ayuda de la niña.
-Es mi sueño…- Pensé mientras buscaba en la cueva algo que pudiera ayudarme,
cuando en el piso pude ver un objeto que brillaba con la débil luz de la antorcha.
Hypno volteo enseguida a ese mismo punto y ambos vimos un objeto que si bien
podía salvarme Hypno no me dejaría llegar hasta donde se encontraba; una
pokébola.
Me abalancé en dirección de la pokébola e Hypno hizo lo mismo, estando a poco
de alcanzarla sentí como me tomó del tobillo y comenzó a jalarme.
-Esto es lo último que verás Hypno!- Dije mientras con un gran esfuerzo me
estire para alcanzar la Pokébola y vi como sus ojos se abrían dé la impresión y
sentí que era yo quién esta ocasión le influía miedo.
Aun en el piso lancé contra el la pokébola y al chocar con Hypno comenzó a gritar
mientras su cuerpo se deformaba convirtiéndose en algo similar a vidrio rojo.
Su mano seguía sosteniendo mi tobillo por lo que comencé a forcejear con el
para liberarme e Hypno me sostuvo con sus dos manos mientras la Pokébola lo
aspiraba a su interior. Con algo de miedo e inseguridad comencé a patearlo y a
darle golpes en ambas manos, sin pensarlo me incorpore un poco y tiré
fuertemente del péndulo que llevaba en su mano derecha arrebatándoselo.
-Como es posible que alguien como tu sea quién me destruya?!?!- Gritaba Hypno
mientras lo que quedaba de su cuerpo se volvía rojo y entraba en la pokébola.
Al ver que se había quedado inerte la pokébola me levante y me dirigí a donde
estaba la niña, que se veía aun perdida. La sacudí fuertemente y ella reacciono
como si hubiere despertado de aquel trance.
-Vámonos – le dije y la pequeña asintió y me siguió. Avanzamos dejando la
pokébola tras nosotras.
- Es por aquí – dijo ella
conduciéndome por aquellos
pasadizos, unos minutos después ya
vislumbrábamos la salida. Por un momento
me pregunte que me encontraría a salir
camine y la luz me deslumbro un instante,
abrí los ojos y estaba en mi cama, mire el
techo blanco de mi recamara. -Fue un
sueño???- Me levante y mire mi mano
izquierda con curiosidad porque sentía
algo en ella.
Epilogo
Era la hora del receso en la escuela y yo comía un sándwich con cierta voracidad,
le había contado todo a Dennis.
-Eso lo explica todo –dijo Dennis dejando su botella de jugo a un lado
-¿Como? – Pregunte desconcertada
- Hypno se alimenta de los sueños, usa su péndulo para hipnotizar y dormir a sus
presas y devorar sus sueños, por eso no tenias sueños, por eso estabas cansada
todo el tiempo, él se alimentaba de tu energía. Que cosa tan loca ¿no?
- Supongo que si – sonreí y saque el pequeño péndulo plateado de mi bolsillo,
meciéndolo frente a él.
El susodicho
Este diario relata la historia de los avistamientos de una mujer con algo
terrorífico que la asechaba. Los días van saltados porque estos son los días que
esta criatura interactuó con ella.
Día 1:
Me he llamado paranoica por las insignificantes cosas que me ponen al borde. No
puedo estar en la oscuridad, la sensación de alguien estando ahí sin yo darme
cuenta de ello me parece lo más insoportable. No tolero el silencio tampoco.
Pensarían que lo opuesto sería lo correcto, pues al menos en el silencio podría
escuchar si algo se aproxima, pero es sólo como si estuviera invitando a un
sonido que no pertenece. Como si estuviera invitando a que algo sucediera. A
que algo hiciera algo. Duermo con el televisor encendido, resuelve ambos
problemas de esta instintivo mal.
Ahora dudo que sólo sea una paranoia. Últimamente he estado oyendo ruidos a
lo largo de mi casa, y a veces cuando miro alrededor noto cosas caídas, perdidas,
o movidas de lugar. Más de una vez he oído algo correteando justo antes de
voltearme y no encontrar nada. Pesadillas, donde una criatura que nunca he visto
ni en lo más oscuro del folklore me dice que debo temer, porque seré como él
pronto.
Día 4:
Esta mañana, en mis primeros pasos del día, vi algo. Era exactamente como la
criatura de mis pesadillas. Me dije que todavía estaba en esos momentos de la
mañana donde el sueño te puede hacer imaginar cosas… No estoy segura de
haberme convencido.
Creo que me tocó.
Día 6:
Apareció de nuevo, y esta vez no pude negar que estaba totalmente despierta.
Fui a traer una bebida y me lo encontré en el pasillo, bajo la tenue iluminación
que resaltaba de mi alcoba. Era pálido, bastante pálido; casi sería blanco sino es
por su piel tan similar a la de un humano. Sus ojos eran sorprendentemente
grandes y negros, ligeramente reflejando la luz. Su pálida piel se estiraba a lo
largo de su huesudo cuerpo y sus venas estaban descubiertas, como si su piel
fuera demasiado delgada para cubrirlas. Tenía unas garras enormes, me aterró la
idea de que me hubiera rozado con ellas; eran como navajas, y las tres de en
medio se extendían a un pie de largo. Las demás no pasaban de dos pulgadas, y
eran todas sus seis del mismo color que mis uñas.
La escena pareció como capturada en una fotografía por el segundo que me miró
fijamente con sus enormes ojos, pareciendo sorprendido de que lo hubiera
descubierto, antes de que se lanzara de vuelta a la oscuridad del pasillo doblando
en la esquina por la que se había asomado.
Día 7:
Creo que ya abandonó la casa, aunque no dormí por el miedo de despertarme y
sentir sus garras tocándome de nuevo. No puedo dejar de pensar en ellas. Se
miraban como si estuvieran hechas del mismo material que las uñas… ¿entonces
cómo llegaron a verse tan afiladas?
Día 8:
Cuando desperté estaba observándome dormir, torpemente sentado en el rincón
diagonal a mí. No, no me desperté, me despertó. Lo oí respirar. Era un sonido
acelerado, como un animal enfermo sonaría: sin tono, sin emoción, plano. Lo vi
todo. Sus piernas traseras eran mucho más pequeñas que sus piernas frontales, y
recuerdo que mi primera idea fue “¿cómo puede caminar con las cuatro siendo
tan desiguales?”. Pude ver sus costillas… Es tan huesudo. No tenía fibra muscular,
ni nada que indicara su género. Puedo deducirlo por cómo se agachaba, sentaba,
o lo que fuera que estuviera haciendo con sus patas traseras. Tenía garras en sus
pies, en menor cantidad que en sus manos. Tres largas y una pequeña garra. Su
cara era larga, y no tenía nada de cabello en su cuerpo… y su repulsiva nariz de
esqueleto. Me dejó verlo. Daba la impresión de que lo disfrutaba, que
contemplara a su horripilantemente pálida y demacrada forma. Hacia lo mismo él
también, estudiando cada detalle de mi contextura. Terminamos al mismo
tiempo y sonrió antes de irse caminando a cuatro patas, lentamente, dejándome
ver cómo era que lo hacía, como si supiera que me intrigaba. Me miró de vuelta
en todo momento y nunca parpadeó, no creo que pueda.
Dios, esa mirada…
Día 9:
Estaba en la esquina de nuevo esta mañana. No reaccionó cuando desperté, aun
cuando no quería tenerlo en mi mirada de nuevo. Continuó ahí por más de una
hora hasta que me diera cuenta que estaba esperando a que me levantara. En su
lugar jalé las sábanas contra mí y me pegué a la pared que tenía atrás,
enfureciéndolo en el proceso. Acercó su largo antebrazo y clavó sus garras en mis
sábanas, quitándomelas con un pequeño movimiento de su muñeca. No sé cómo
lo hizo, no tenía músculos, pero fue tan fuerte que la velocidad con que me las
arrebató me dio una quemadura por fricción. Con mi corazón pulsando violento
en mi pecho y siempre atenta a cualquier otro movimiento de su parte, me moví
al borde de la cama, y pese a su inexistente respuesta, de alguna forma sentí que
se emocionó. Cuando al fin me paré continuó mirándome. Lo hizo desde mis pies
a cabeza. Luego sonrió, y se fue.
No me gusta su mirada.
Día 10:
Creo que le gusta ese rincón. Estaba ahí de nuevo esa mañana. Esta vez no me
sentí tan insegura de levantarme, creyendo que eso lo haría irse, aunque no fue
así. Siguió mirándome, como esperando que hiciera algo más. Cruzamos miradas
por un largo tiempo hasta que se desesperara. Se acercó a mí y me alejé por
reflejo hasta la pared al lado de mi puerta. Se veía complacido por mi temor, pero
me interponía en su camino. Estuve inmóvil cuando caminó en dirección hacia
mí, tirándome a un lado con su brazo para que le diera paso. Su piel era suave y
ligeramente delgada.
Día 11:
No estaba aquí hoy… un pequeño alivio. Sin embargo, mientras me vestía lo
caché espiándome. Me congelé con un brazo fuera de su manga y mis pantalones
a medio subir. Traté de ignorarlo y terminé de vestirme, y para cuando miré de
nuevo a la puerta, preocupada, ya se había ido.
Me da la impresión de que está ideando alguna clase de plan.
El hecho de que tenga la inteligencia suficiente como para hacer planes me pone
nerviosa.
Día 12:
No estaba en la esquina de nuevo. Aunque me vestí despacio y atenta en caso de
que estuviera afuera. Casi recé porque hubiera obtenido lo que quería de
espiarme y se fuera.
Estaba en la cocina expectante, como una mascota. Corrí a mi alcoba apenas lo
descubrí y él también lo hizo, siguiéndome, estando delante de mí de un
momento a otro, bloqueando mi camino y mirando con sus enormes ojos que
denotaban ninguna emoción; mas sabía que estaba enojado. Fui a la cocina y le
puse un filete crudo en un plato. Lo azotó contra la pared donde la carne golpeó
salpicando de manera repugnante mientras que el plato se hizo añicos.
Confundida ante sus deseos, saqué el jugo de naranja y le ofrecí un vaso,
dándome sólo un débil quejido, el primero que le había escuchado, y del que
logré deducir claramente que era hembra. Continuó observándome con el jugo
en mi mano hasta que le di un tímido sorbo, y se sentó augusto. Me preparé
tostadas y huevo. Ella no quería ninguno, sólo que yo comiera. Una vez terminé
se levantó y se fue.
Me pregunto si está tratando de engordarme.
Día 13:
Se está adentrando cada vez más en mi vida. Hoy no la vi hasta después del
desayuno. Iba a ir al baño y estaba de pronto bajo mis pies, sus garras a
centímetros de mis tobillos. Mantuve una postura firme, caminando tranquila
con ella a mi lado hasta quedar a dos pasos del baño, cuando corrí hacia dentro y
azoté la puerta, poniéndole seguro. Suspiré y tomé asiento en el retrete.
Entonces escuché su descomunal rugido venir desde afuera y vi cómo con todas
sus afiladas garras destrozó la parte baja de la puerta, y entró, sentándose a mi
lado con una triunfante sonrisa.
No pude contener las lágrimas. Se retiró hasta que había terminado.
Día 14:
Me siguió fuera de la casa hoy. Seguí mi rutina sin una señal de ella, contenta en
lo que me dirigía a la universidad, hasta que la escuché. Su respiración. Miré
alrededor temerosa y vi sus negros ojos puestos sobre mí, escondida bajo
sombras a pocos metros de mí. Cuando me detuve hizo un pequeño sonido de
desaprobación; reanudé mi camino sin más.
Me ha entrenado.
Día 15:
Estoy comenzando a entender cómo opera. Estuve atenta a su llegada hasta que
acabó mi horario en la universidad, pero no se presentó. Cuando llegué a casa,
como suponía, estaba ahí esperándome. Me precipité a mi siguiente actividad:
tarea. Permaneció a mi lado hasta que acabé.
Casi me siento contenta de entender qué es lo quiere.
Día 19:
Tenía razón; me siguió a través del resto de mi rutina diaria hasta que me fui a la
cama. He comenzado a preguntarme qué es lo que hace cuando no está
estudiándome. También si copilará los datos que saca sobre mí en algún lado. Me
doy cuenta de que eso podría significar que los esté compartiendo con otras
criaturas como ella. Dormí con dificultad.
Día 20:
Se ha ido. No la vi, aun después de irme a la cama. Estoy preocupada.
Día 23:
Sigue sin asomar la cara. Sólo estas entradas y el agujero en la puerta del baño
me convencen de que realmente estuvo aquí.
¿Dónde se ha ido?
Día 24:
Llamé a que reparan la puerta. No estoy segura de por qué no lo hice desde que
dejó de venir, o en el mismo momento que terminó de observar mis rituales de
“limpieza”. Me dijeron que tomará tres días.
Día 25:
El hombre me hizo muchas preguntas por el agujero, diciendo que parecía como
si alguien le hubiera dado con un hacha. Me preguntó por qué estaba tan abajo y
acerca de su tamaño tan extraño. Mentí y se me quedó viendo raro; le dije la
verdad y empeoré el asunto. Cuando insistí en que decía la verdad, me amenazó
y salió de mi casa.
No fue del todo inútil, hasta me siento un poco mejor por habérselo contado a
alguien. En fin, tendré que buscar a alguien más que me repare la puerta.
Día 26:
Todavía estoy temblando. Ha vuelto; pero algo está distinto en ella. Desperté y
me encontré con su boca alrededor de mi cabeza, casi engulléndola en su
totalidad. Vi todos sus afilados dientes insertados desde la entrada de su boca
hasta su garganta. Mi primer pensamiento fue que había vuelto para matarme.
Mi segundo fue si era realmente su comida. Mi tercero, cómo todos esos dientes
funcionaban en su garganta. Retiró su boca con lentitud y uno de sus dientes rozó
mi nariz; apenas me tocó, pero me hirió fuerte, y sangré en cantidad. Lamió la
herida y sentí su lengua como la de un gato. Se veía muy satisfecha por mi
apariencia horrorizada, y se fue abruptamente.
Día 27:
Me despertó de nuevo, esta vez estando encima de mí. La contextura de sus
huesos presionados sobre mí fue lo que me hizo reaccionar. Se me quedó viendo
con una sonrisa y persistió en enseñarme sus dientes de nuevo. Di un quejido y
saltó al rincón.
Día 31:
Nunca me deja sola ahora. Aprendí que no duerme, quizá no lo necesite. Siento
sus ojos dondequiera que voy.
Día 33:
Ayer recogí un gato enfermo de la calle en mi camino desde la universidad. Hoy
estaba destripado en la mesa de mi cocina. Sonrió cuando vomité.
Día 34:
Estuvo fuera por un rato hoy, y noté la puerta de mi closet abierta. Resulta que es
ahí donde ha estado viviendo. Tenía un intenso olor a muerte.
Día 37:
Por la primera vez en mucho tiempo, no se mostró. Aproveché la oportunidad y
salí toda la noche con unos amigos. Me siento un tanto mejor.
Día 41:
Está ganando peso y despide una sustancia asquerosa que huele a carne roída.
No estoy segura de en qué se está alimentando.
Día 43:
Me habló. Dijo que ya no puedo volver a salir.
Día 48:
Me he quedado sin comida. Vio que no había comido y me trajo un perro
degollado.
Día 50:
Intenté salir a traer comida y me atacó. Tengo la herida de tres de sus garras en
mi pierna de donde me tiró de vuelta a la casa. La maldije de todas las formas
que sabía.
Me comí el perro.
Día 51:
Lloro mucho. No puedo recoger las fuerzas para salir de la cama. La herida está
infectada y se mira un tanto serio; pero a ella no parece importarle. Traté de
hablarle, preguntarle qué quería. Sólo sonrió con sus dientes y se me quedó
viendo… es todo lo que hace.
Día 52:
Me levanté para limpiar la herida. Tuve suerte de tener todo lo necesario, creo;
viviré. Desearía no haberla curado, y morir por la infección aun si tuviera que
soportar ese dolor que se extendía por todas mis venas; pero ella me obligó a
hacerlo.
Día 53:
Leí un libro y reí. Ella grito adolorida.
Día 55:
Sonreí. Ella aulló de dolor. Me tomó un tiempo darme cuenta de que su olor se
había ido.
Día 57:
Sé cómo matarla.
Día 64:
Finalmente soy libre. Después de una semana de preparación, conseguí
acercarme a ella mientras se dirigía al cuarto continuo a mi alcoba, y la abracé; su
piel estaba teñida y grasosa por ese horrible líquido. Gritó y trató de atacarme,
pero estaba sobre su espalda, tomándola fuerte y rehusándome a desistir ante
el miedo, sujetándola aún más fuerte cada vez. Ella corrió y casi perdí el agarre
por su velocidad y el olor que había comenzado a marearme; tuve que me
tragarme el bilis que subía por mi garganta. Besé su cabeza, sintiendo sus venas
pulsando exageradamente: fue entonces cuando calló al suelo dando un horrible
grito. Agitada, me levanté y vi que sus ojos estaban blancos, que ya no me
seguían más. Al fin había muerto.
Día 68:
El cuerpo se ha ido. No me importa siempre y cuando no tenga que verlo.
Día 71:
Fui despertada por la sensación de esas garras tocándome e inmediatamente me
lancé para abrazar la criatura, pero batió sus garras contra mi cara, hiriéndome
terrible. Una voz rió, era macho.
—Eso no funcionará dos veces.
Noté que había otro más en el rincón.
No puedo dejar de llorar.
Día 173:
Me enviaron a mi primera casa, el blanco es un niño pequeño. Se orinó encima
cuando le pasé mis garras. Fue maravilloso.
Gloomy Sunday
¿Alguna vez alguno de ustedes ha escuchado de la famosa canción del suicidio?
muy seguramente no, pero las historias más espeluznantes no son las
paranormales, son las que de hecho pertenecen al mundo real y esta es del
mundo real.
Esta historia empieza en Hungría durante los años 30, la gran depresión no solo
afecto a los Estados Unidos si no que también a Europa donde se respiraba climas
de guerra de lo que de hecho sería el enfrentamiento bélico más sangriento
que tendría jamás la humanidad que el hombre tendría el disgusto de conocer; y
si lo anterior dicho fuera poco resulta que allá en Europa lo veían venir con
mucha anticipación y eso tomado de la mano con el deslave de la clase media, el
hambre, la miseria, el terror y el pánico hacían de la vida muy gris y muy
miserable.
Fue entonces cuando un compositor de la mano de un poeta compuso
una canción, era muy bonita y como en aquel entonces la competencia musical
no era ni por asomo tan grande como lo es hoy, su obra en conjunto no tardó
mucho en salir a la radio, fue el principio de una serie de eventos aterradores por
no decir más, la famosa canción de este dúo hasta entonces desconocido
ocasionó una ola de suicidios, la policía así lo supuso por que la ultima
pertenencia en manos de muchas de las personas que se quitaron la vida, como
hasta incluso tomar una navaja y cortarse la propia garganta, era un disco al lado
emitiendo sonido blanco y que contenía la dichosa canción, incluso algunos
tuvieron la molestia de escribir la letra en una hoja de papel antes de cometer
suicidio.
Alrededor de toda Hungría se registraron 17 suicidios reales y en todos había algo
que equiparaba e igualaba todas estas muertes desafortunadas, en cualquier
caso de suicidio no tardaba en aparecer la misteriosa canción, resulta que el
creador o el poeta Rezső Seress la había compuesto inspirado en una novia suya
que se quito la vida saltando por una ventana, este evento lo marco muy
negativamente o al menos eso cuenta la leyenda; tras esta canción, parte de las
estrofas de la misma están compuestas por la ultima carta que dejó su amada
antes de pasar a mejor vida, el señor Seress por poco se mete en problemas
legales por que esta canción hacía alentó al suicidio. Leamos algunas de las
estrofas.
“Triste es el domingo, entre las sombras lo paso entero
Mi corazón y yo hemos decidido que se acabe todo. Pronto habrá velas y
oraciones tristes”
No hace falta ser un detective para saber que habla sobre un suicida, sobre
alguien que va a acabar con su propia vida; pero, quizá la mala suerte que al
estallar la 2da guerra mundial, Hungría ya no tenia tiempo para historias de esta
naturaleza así que la canción quedó dormida durante mucho tiempo hasta que
fue exportada a Estados Unidos donde se le dio el nombre de “Gloomy Sunday”,
o sea “Domingo Triste” basado en el nombre original. Si ustedes pensaban que
dentro de la realidad tenebrosa de esta historia, esos 17 suicidios eran una
simple coincidencia de cara a que la canción se encontraba cerca de las victimas,
cualquier duda se disipó.
Luego, Gloomy Sunday volvió a causar una oleada de suicidios en masa, esta vez
más de 50 alrededor de todo los Estados Unidos de América y para que el
factor aliviante de la coincidencia se siga abismando, resulta que estas muertes
ocurrieron entre los años 50 y los 60 ¿saben qué? esas décadas fueron las más
prósperas que vieron jamás los Estados Unidos, su bautismo como una gran
potencia, la más dominante de todas. Esto quería decir que no tenía nada que ver
con crisis económicas, esto quería decir que Gloomy Sunday se estaba cobrando
a puño limpio a sus victimas, gente que se cortaba las venas, personas que se
tiraban desde su apartamento o quienes sin tanto drama
decidieron descerrajarse la tapa de los sesos de un disparo. Todas esas muertes,
todos esos suicidios, tenían algo en común, Gloomy Sunday andaba cerca,
esa melodía que invitaba al suicidio.
Muchos psicólogos recomendaron encarecidamente no escuchar esta pieza
musical en una lengua que pudieras entender, es preferible escucharlo
en húngaro que en ingles donde puedas entender la tonada puesto que
ellos están convencidos que si la escuchas teniendo un
mal día puede deprimirte muchísimo. Esto no es ficción, por algo
muchos psicólogos desaconsejan escuchar tango cuando uno esta deprimido,
resulta que aquí hay una canción que parece ser mucho mas poderosa hasta el
limite de lo terrorífico; pero ¿quieren saber lo peor de todo? Durante los años 60
mientras investigaban el origen de esta canción intentaron dar con el compositor
de la misma, el compositor los llevo al poeta, pero lamentablemente ahí termino
todo, puesto que el señor Seress se había suicidado, saltando desde la misma
ventana por la que su amada se quitó la vida.
El sarcasmo del maligno
Quienes presenciaron la tragedia, aún sufren escalofríos al recordarlo, y como no,
si la mayoría eran madres, padres y hermanos de los desafortunados.
Era una tarde de agosto, calurosa y tranquila en campamento Río de Janeiro. El
río, a causa de la sequía veraniega no estaba profundo y de la usualmente
fragorosa cascada apenas caían unos tímidos chorros, los necesarios para no
secar el pedregoso lecho. Estaba por anochecer y a la luz del ocaso la
congregación entonaba dulces cánticos espirituales, mientras por la rivera
desfilaban cinco jovencitos ataviados en uniformes blancos y verdes sobre los
que relucían las meritorias insignias de Los Conquistadores. Todos ellos sonreían
nerviosos cuando se adentraron en las frías aguas, que apenas les cubría las
rodillas. El pastor los siguió biblia en mano, dispuesto a celebrar el bautismo. Los
cánticos cesaron para cederle la palabra al Ministro del Señor y justo cuando iba
a abrir la boca, un sordo estruendo desde la cima de la cascada ensombreció el
ánimo de todos los presentes, quienes con expectación dirigieron su mirada hacia
al punto mencionado para descubrir que estaba pasando y durante unos
segundos, tan sólo pudo oírse el débil eco de aquel ruido. Entonces ocurrió: por
la cascada se precipitó una avalancha de agua turbia, barrosa, que arrastraba
consigo filosas piedras y troncos de árboles de considerable tamaño que
convirtieron la caída en un furioso remolino que desmadró el cauce. La muerte se
desplazó vertiginosamente. Ni los Conquistadores ni el pastor lograron alcanzar la
ya inundada orilla pues antes de dar el primer paso ya habían sido derribados por
la corriente que los arrastró hasta el fondo. Los de la orilla también cayeron, pero
fueron expulsados hacia afuera. Los gritos de los infelices impregnaron el aire.
Manos, pies y cabezas ensangrentadas se asomaron por entre los remolinos del
alud, sacudiéndose con desesperación antes de ser ocultados de nuevo por el
lodo. Durante cinco minutos, todo fue confusión. Luego, el río recobró su
pesadez, aunque no la transparencia de sus aguas.
Durante días fueron buscados los cuerpos, pero no hallaron siquiera girones de
ropa. Extrañamente lo único que pudieron hallar fue la arruinada biblia del
predicador, que se atoró entre las ramas de un árbol que se arqueaba sobre las
aguas. Pero no hubo cadáveres que enterrar, tan sólo un misterio que perduraría
a través de los años pues nadie nunca pudo determinar que había provocado
aquella ola gigantesca. Y así, la triste noticia que ensombreció los titulares
terminó por convertirse en una más de las leyenda urbana que los
acampantes de Janeiro contaban en sus noches de insomnio. Fue así como me
enteré de ella, una viernes en la noche, en una cabaña atestada de desconocidos
que achacaban aquella tragedia a las malas artes del Diablo, la versión que la
Iglesia marcó como oficial para las siguientes generaciones.
Aquella noche de diciembre, tras oír cuentos insanos sobre niñas fantasmas que
acechaban los baños de los varones, o de susurros que provenían de la oscuridad,
me lo pensé dos veces antes de ir a orinar, pero como tampoco quería pasar la
vergüenza de sufrir un accidente, me armé de valor y salí a los sanitarios, que se
hallaban a menos de cincuenta metros del dormitorio. Hacía un frío de los mil
demonios y el viento era algo fuerte, lo cual provocaba que los árboles se
mecieran violentamente, aumentando el aspecto sombrío de los corredores sin
luz. Oriné de prisa, mirando de reojo continuamente por si el infantil espantajo
hacía acto de presencia, pero afortunadamente no fue así. Todavía temblando de
frío (y miedo) opté por no lavarme las manos y apuré mi regreso a la cabaña, no
sin antes mirar involuntariamente a mi alrededor y un poco más allá. El alma se
me fue a los pies cuando mis ojos se detuvieron frente al edificio que servía como
comedor: afuera, junto a las puertas, formados en una perfecta fila india, cinco
muchachos ataviados con un pantalón verde y una camisa blanca repleta de
insignias esperaban como hacíamos nosotros cada mañana, que nos permitieran
acceder al desayuno. Tenían todas las miradas perdidas y en sus rostros había
rasguños sangrantes provocados por las filosas piedras del fondo del río.
- Te ríes de tu obra ¿verdad?- pensé y temiendo recibir una respuesta, puse
pies en polvorosa. No sé como hallé el camino pero corrí velozmente hacia la
cabaña, donde casi entré de un salto, cerrando con un portazo.
- ¿Se te apareció la niña? – preguntó uno de los muchachos tras una
carcajada.
Tardé mucho en recuperar el aliento, sudaba frío y quería vomitar. Todos me
miraban entre divertidos y atemorizados murmurando cosas entre ellos, sin
saber que pensar al respecto. Finalmente, mis pensamientos se aclararon en
medio del espanto.
- El diablo les manda saludos – solté secamente imponiendo silencio. Me
escurrí hasta mi litera y me envolví en las sábanas, negándome a cerrar los ojos
para no mirar a esos demonios transfigurados en niños, cuyos rostros espectrales
se asomaban ya por las ventanas del dormitorio.
El cuadro de la anciana
Los 94 años de mi abuela habían llegado a su fin. La conocí de muy niño por la
razón de que vivíamos en la misma casa aunque en diferentes pisos. Pero la
quería mucho. La herencia que ella dejo aclaraba perfectamente que la casa
quedaba a mi nombre, y que por respeto debía dejar los cuadros y las cosas como
estaban.
Recordé claramente que siempre de niño subía al segundo piso a llevarle una
sopa a mi abuela cuando estaba enferma, y siempre pasaba por el pasillo
mirando al suelo, para no tener que ver el horrible cuadro colgado en la pared. El
cuadro de una anciana con una mirada penetrante.
Nadie nunca me contó nada de ella, pero como exigía la herencia, no debía
mover el espantoso cuadro de su lugar aunque estuviera desacuerdo.
Un día como cualquier otro, me levante a preparar mi desayuno, y casi me llevo
un susto con el cuadro. El cuadro me miraba con una mirada tan tenebrosa,
parecía que había cambiado el gesto que tenia normalmente, parecía que había
fruncido el ceño, como intentando ver algo a lo lejos.
Era sumamente espantoso.
En medio del susto, solo reaccione y le tire una sábana encima, que quedo
colgando de tal forma que tapaba el cuadro. Durante todo el día me pase por el
pasillo sin tener que ver ese horrible rostro mirándome.
Ya al caer la noche, pude escuchar un ruido muy sigiloso. Al salisteis al pasillo
para ver de donde había provenido el ruido, pude ver que la sabana se había
caído. Mi corazón salto.
Ahora el rostro de la anciana me estaba sonriendo de una manera macabra y
espeluznante, mostraba sus malgastados dientes y se mostraban exageradas
arrugas en su rostro. Era una pesadilla ver ese cuadro, solo la mantenía en la casa
por la herencia de mi abuela, aunque realmente no se porque apreciaba tanto
ese cuadro, más aún me intrigaba que ella no lo encontrara horrible. Fue un
martes por la mañana que casi me da un infarto por algo que llegue a ver.
Estaba desayunando mi clásico café con mi sándwich de pollo, cuando note que
una cabeza se asomaba por el extremo de la puerta a verme.
Pegué un grito que se debió haber escuchado en toda la cuadra, a la par que la
cabeza se escondía rápidamente. Salí al pasillo a ver que era lo que había pasado,
pero no vi nada, solo vi a ese horrible cuadro, que ahora había cambiado otra vez
los gestos de su rostro.
Estaba seria.
Yo sabia perfectamente que la cabeza que había visto era la de esa mujer, no se
como, pero había estirado su cuello para espiar lo que hacia. La noche siguiente
decidí hacer algo más inteligente. Coloqué una cámara delante del cuadro, con la
intención de comprobar si era de ese cuadro de donde salía esa cabeza, o si el
cuadro hacía movimientos extraños. Lo deje grabando 3 días, en los cuales salí
fuera de Lima, a otro departamento de mi país. Al tercer día, subí directamente al
segundo piso para ver las condiciones del cuadro y de la cámara. El cuadro
cambio una vez más, ahora estaba enojado, tenia una expresión llena de rabia y
de furia, sus ojos brillaban de odio, ¿porque?
Entonces empecé a chequear lo que había capturado mi cámara en los 3 días que
estuve ausente. El primer día no hubo movimiento alguno, hasta que cayó la
noche. Pude ver claramente como la cabeza del cuadro miraba a los lados, como
observando si había alguien ahí, después vi como estiraba su cuello y salía del
cuadro.
El cuello se estiraba y estiraba mientras la cabeza de la anciana recorría todas las
habitaciones, curioseando. Entonces volvió a su postura, y cambio su expresión a
la de una sonrisa. A la mañana siguiente pude ver como volvió a repetir el mismo
procedimiento, solo que ahora después de haber vuelto a su posición normal,
empezaba a moverse más.
Estaba saliendo del cuadro.
Al salir completamente, pude ver que era una mujer extremadamente alta, ¡era
el doble de mi estatura! tenia que caminar agachada para no chocar con el techo.
Pero su altura no se debía a su altura en si, sino a que su cuello estaba estirado
exageradamente.
La anciana se paseo en toda la casa, buscando a algo, y gritando el nombre de mi
abuela mientras sollozaba. Cuando regreso al cuadro, su expresión era una llena
de odio, pude ver sus largas uñas romperse de la ira. Tal vez extrañaba a mi
abuela.
Fue entonces que me harte, me decidí a botar ese horrible cuadro. Pero justo
cuando lo saque de la pared para botarlo, justo cuando arranque el cuadro de la
pared, la anciana estiro sus brazos a través del cuadro para ahorcarme.
Sus dedos se clavaban en mi cuello a la par que me quitaban el aire, me estaba
matando, no podía respirar. Estaba a punto de dejarme llevar cuando me zafe de
milagro y bote el cuadro. La anciana devolvió sus brazos dentro del cuadro y
siguió mirándome con odio, estaba completamente despeinada y al parecer no
quería que me le acercara.
Llame a mi padre para contarle lo sucedido. Sabía que no me creería, pensaría
que me estaba drogando, pero cuando le conté lo sucedido él me dijo algo.
-Hijo, ese cuadro… la anciana de ese cuadro… era tu bisabuela- me dijo mi padre
a través del celular que nos comunicaba.
-¿Mi bisabuela? eso no importa ahora ¿no escuchaste lo que te dije?
-Lo se, es que… ella murió de una manera peculiar- me dijo con dificultad mi
padre- ella sufría de una depresión horrible, un día no pudo más con su soledad y
se ahorcó.
Esa noticia me impacto. Esta bien, que mi bisabuela se ahorcara era algo extraño,
y en parte triste, pero ella quiso matarme y me costaba explicarle a mi padre lo
que estaba pasando. Le iba a colgar hasta que me contó una última cosa.
-Lo raro de ese cuadro hijo, fue que lo pinto tu abuela el mismo día en que tu
bisabuela se ahorcó, exactamente antes de que se ahorcara- me explicó mi
padre- bueno, tu bisabuela le pidió a tu abuela que lo pintara, pues según ella, a
través de ese cuadro ella la cuidaría mientras viva, de cualquier persona que la
quiera hacer daño… hijo… ¿hay algo que?–
Le corte el teléfono. Fácil podría decir que hubo un problema en la línea.
Rápidamente corrí al pasillo, el cuadro estaba vacío, el rostro de mi bisabuela no
estaba.
Sentí en ese momento una respiración helada a mi espalda. Allí se encontraba
ella.
La anciana, extremadamente alta, ángel protector de mi abuela. Ella me miro
unos segundos, con esos ojos llenos de odio, llenos de maldad, llenos de
venganza. Ese cuadro veía todo, lo sabía, estoy seguro que vio como yo le subía a
mi abuela una sopa, una sopa cargada de veneno, y como le hacia caso omiso a
los gritos de ayuda que emitía mi abuela en su agonía.
Ella sabía quien era el responsable de la muerte de mi abuela, y tal vez mi abuela
lo sospechaba, tal vez por eso me pidió en la herencia que mantuviera ese cuadro
en la casa, tal vez…
La anciana empezó a ahorcarme, sentí que mi respiración se cortaba hasta que
empecé a escuchar pasos en la casa que se acercaban a las escaleras. Mi
bisabuela volvió rápidamente al cuadro con esa expresión de odio en su
decrepito rostro. Era mi hermana que llegaba a casa, me había salvado la vida. Le
dije que se llevara ese cuadro y lo guardara en el sótano.
Mientras se lo llevaba, pude ver como mi bisabuela me hacia señas de muerte.
Nunca más volví a entrar al sótano, he incluso años después de estos sucesos,
podía escuchar por la noche el ruido de la manija del sótano, como si alguien
quisiera salir de ahí.
La verdad de Digimon
La siguiente historia que estoy a punto de contarles es real, está basada en los
verdaderos eventos que ocurrieron en un trágico accidente en un campamento
de verano por ahí del año 1954 en la Ciudad de Osaka, Japón que acabó con la
vida de 7 niños. Así es, el mismo sitio donde ocurren los eventos de Digimon
Adventure.
En la tarde de agosto 13 de 1954 un extraño pero a la vez escalofriante reporte
llegó a la jefatura de policía de Osaka envolviendo un accidente ocurrido a las
afueras de la ciudad cerca de la catarata de Ögama, el reporte incluía la
descripción del accidente, al parecer en una creciente repentina del Rio Naka
arrastró en su totalidad a 7 niños llevándolos río abajo pero con la desafortunada
suerte que corrieron al ocasionarles la muerte, el reporte indicaba el
fallecimiento de 2 mujeres y 5 hombres. Los nombres de los niños anexados en
una página aparte.
Yagami Taichi de 11 años de edad.
Ishida Yamato de 11 años de edad.
Takenouchi Sora de 11 años de edad.
Köshiro Izumi de 10 años de edad.
Tachikawa Mimi de 10 años de edad.
Kido Joe de 12 años de edad.
Takaishi Takeru de 8 años de edad.
La noticia cayó como dinamita a la comunidad de Osaka y la pérdida de las vidas
de esos niños hizo caer a la mayoría de las familias de los fallecidos en una
tremenda depresión en especial la hermana del fallecido Yagami Taichi, Hikari
Kamiya de , que por consiguiente enfermó de manera muy grave y rápidamente,
la enfermedad la consumía a paso rápido llegándole incluso a afectar el cerebro y
a provocarle alucinaciones, los enfermeros que la atendían recordaban
estremecerse y negarse a trabajar con la paciente ya que solía hablar sola y esto
les inducía temor; una de sus historias en particular llegó a los oídos del jefe de
enfermeros en turno que por el momento le tocaba la guardia nocturna y al oír
un murmullo en la noche fría y larga se dirigió al cuarto de la afligida, entre
abriendo la puerta en la oscuridad vio como el cuerpo de la misma con una cara
vacía y ojos desorbitados hablaba sin parar. Lo siguiente es un fragmento de lo
que el enfermero destaca que escuchó aquella noche:
Recuerdo muy bien aquella noche en que todos nos conocimos, quien diría que
nuestros corazones se unirían en el mundo al Mundo Digimon, hermano espero
que estés contento en lo fuerte que me he convertido, de igual forma yo puedo
notar como esta aventura nos ha cambiado a todos, no puedo creer lo mucho
que hemos crecido y espero en un futuro podamos volvernos a reunir, tal vez
nunca nadie me crea lo que estoy diciendo, quizá y si estoy loca como muchos
dicen…mis papás dicen que solo sirvo para dar problemas pero sé que muy
dentro de mi existe un potencial muy alto que podemos alcanzar cuando nos
unamos en la próxima aventura, no dejemos que estos malos Digimon nos quiten
nuestro sueño ¿si hermano? No le extrañó eso al enfermero sino la mención de
los demás niños que murieron en ese accidente ya que la paciente no los conocía
ni muchos menos había entablado comunicación con ellos en el pasado. Continuó
su historia hasta el año 1970 cuando murió de insuficiencia respiratoria.
La historia se extendió a lo largo de Japón y al final llegó al creador de lo que
ahora conocemos como la saga de Digimon, Akiyoshi Hongö que visitó a los
familiares de los fallecidos y pidió el permiso para narrar la historia de Digimon,
dándole a todos los personajes algún rasgo que los caracterizaban en la vida real
pero también a como los describía en sus fantasías Hikari.
Tai se caracterizó en ser alguien valeroso y rebelde pero a la vez desequilibrado
por tener que ser el jefe de familia ya que su padre y su madre nunca estaban en
casa y tenía que cuidar a su hermana todo el tiempo, su Digimon simbolizaba su
espíritu aventurero pero el miedo a enfrentarse a una adultez temprana y dejar
de ser niño a tan corta edad. Hikari se reusó a seguir mencionando a su hermano
ya que le causaba tristeza y le provocaba posteriores convulsiones.
Matt/Yamato chico rebelde cuyos padres lo maltrataban, huyó al campamento
para escapar su realidad tan cruel, su Digimon simbolizaba su forma de ser
calmada y estratégica pero también para llenar su vacío de soledad que sentía,
rudo y a la vez sádico con los demás. Hikari nunca lo mencionó en sus historias,
quizá no le fue relevante.
Sora, no llevaba una buena relación con su madre por lo que la misma la mandó
al campamento para poder tranquilizarse. Su Digimon simbolizaba lo que Sora
quería ser de grande, una aviadora de las fuerzas armadas justo como su padre,
en las historias de Hikari la describía como una niña mandona y quejumbrosa.
Izzi/Izumi, interesado por la naturaleza pidió a sus padres la experiencia de ir al
campamento sin saber lo que su porvenir tenía, su Digimon simbolizaba su
estudio e interés por los insectos y animales, sus padres esperaban mucho de él
ya que decían su IQ era un poco más de 130, en lo que Hikari respecta lo
describió como meticuloso y perfeccionista, no entabló relación con él por lo que
desconocía su forma de ser.
Mimi, al igual que Izzi ella pidió el viaje al campamento ya que le fascinaban los
espacios abiertos y las plantas, no disfrutó más de 3 días su viaje antes del trágico
infortunio, su Digimon simboliza su afán por las plantas y flores, “tal vez la razón
por lo que le fascinaban las plantas tanto era porque era alérgica a las mismas”,
su madre menciona. Hikari la describió como una buen compañía pero muy
llorona y asustadiza, tenía terror en saber lo que le había ocurrido por lo que no
lo mencionaban en su presencia los demás.
Joe, su padre lo mandó ahí ya que un amigo suyo era dueño del lugar en que se
estableció el campamento, el padre menciona que su amigo lo vio justo en el
momento en que la subida del rio se tragó a Joe y lo llevó rio abajo. Hikari se
expresaba de él con una sonrisa vacía ya que decía que era el más asustado y
desestabilizado de todos los demás, su pánico le causaba miedo a ella, su
Digimon simbolizaba una forma en la que Joe lidiaba con el hecho del miedo al
agua que pudo haber adquirido, por tanto su Digimon con elemento de agua le
daba una cierta imagen de alivio.
T.K/Takeru, su madre cometió suicidio después de la noticia y su padre su hundió
en la depresión después del incidente, su único hijo había muerto al igual que su
esposa, por lo que se negó a hablar de él y solo concedió el derecho a Digimon.
Su Digimon lo creó el Ayoshi a una imagen más allegada a los niños, un ángel que
bajó y lo tomó por la repentina muerte del niño. Hikari lo describió como buena
persona y explica que solía jugar con él bastante…nunca se dio cuenta de lo que
le había sucedido mientras estábamos ahí, dijo Hikari.
Al preguntársele a Hikari sobre lo que el mundo “Digimon” era solamente indicó
que era una especie de Limbo en el cual las almas de niños caían cuando morían
de forma repentina y sin tiempo para darse cuenta de lo sucedido y que los
Digimon eran una forma en la que eran guiados al final del camino para poder
“cruzar” a la otra vida, además puso en velo que no todo era bueno, ocurrían
cosas horribles que teníamos que enfrentar así como otros niños que
inexplicablemente desaparecían del mundo Digimon o eran tomados por entes
oscuros que corrompían sus almas.
De ser una simple fantasía creada por el trauma generado por la enfermedad en
Hikari o si realmente podía comunicarse con aquellos niños nunca se pudo
comprobar nada y todo esto quedó como un archivo más de casos inexplicables.
Gul
¿Quién es Gul? Gul es un ser imaginario, lo que puede resultar curioso, gracioso
incluso si lo quieres ver así. Pero hay algo que debes saber. Él no es bueno, y no
es tu amigo. Quizás al leer esto pienses que es una estupidez, adelante, no hago
esto para que te guste. Pero es muy importante que sepas, que en el momento
que comiences a imaginar a Gul, será tan real como tu mano, porque sin darte
cuenta, lo estarás haciendo parte de Tu realidad.
Él va allá donde pronuncien su nombre. No importa si lo hacen varias personas a
la vez Él se quedara con quien mas le guste y lo seguirá Arrastrando su túnica,
vieja y podrida, ocultando su cara carcomida por la lepra.
Gul disfruta del sufrimiento, es casi tan imprescindible para el como para
nosotros el agua o la comida. Una vez que has dicho su nombre, el aparecerá allí
donde estés, cada vez que llores, cada vez que sientas miedo, el estará allí
regodeándose en una macabra felicidad porque disfruta del sufrimiento ajeno.
Por supuesto. Gul puede seguirte toda tu vida sin que lo notes, y sin hacerte
daño… Por lo menos hasta que lo imagines. Una vez que imagines a Gul, como
dije antes, será tan real como tu y yo, aun así, si no se deja ver (lo que sería una
suerte para ti) Desde ese momento en adelante, comenzará la verdadera
pesadilla.
Pronto notarás que alguien intenta asfixiarte cuando duermes, como si algo
estuviera oprimiéndote el pecho sin dejarte respirar. O como cuando crees que
todo fue un sueño y de pronto alguien comienza a respirar en tu oído con odio.
Las pesadillas serán lo siguiente, si alguna vez has temido u odiado algo, Gul se
meterá en tus pesadillas y multiplicara aquello que temes por mil.
Pero, Lo mas importante, es que si notas o descubres que el esta observando, y
en que lugar esta del cuarto en el que te encuentras, (rara vez ocurre esto, y solo
con personas que poseen habilidades psíquicas innatas) NO y repito NO
INTENTES POR NADA DEL MUNDO HABLARLE NI INSULTARLE NI TOCARLE. Esto es
muy importante. Si notas que esta ahí, simplemente actúa como si nada, por más
que estés apunto de vomitar por el miedo. ¿Qué por qué digo esto? porque
Hablarle, decirle que se vaya o intentar ahuyentarlo, solo lo enfurecería pues ya
te has dado cuenta que esta ahí y ya no tendrá todo el control sobre tus miedos.
Y una vez que pase esto, Gul perderá el interés en ti… Sin embargo no te dejará
en paz. Comenzará a lastimarte de verdad, empujándote, arrastrándote de tu
cama cuando duermes, arañándote. Hasta que finalmente un día acabe contigo
de la peor forma que se te ocurra.
Otra cosa, nada ni el más poderoso brujo, sacerdote, curandero, ni monje
podrá alejar a Gul. Pues solo es real para ti, nadie puede ayudarte, solo tu
mismo.
La única forma de deshacerte de él, es mediante un tributo. Deberás guardar en
una caja que te hayan regalado (no importa si es madera cartón u otro material,
solo tienen que habértela regalado) Algo roto (puede ser un plato, un juguete,
etc.) algo viejo (NO FOTOS, puede ser algo de tus abuelos, un reloj viejo por
ejemplo) y algo nuevo (que te hayan regalado también) y luego enterrar la caja
en algún lugar donde sepas que algún curioso no removería la tierra.
Ahora, es muy importante que esa noche no vuelvas a tu casa. Pásala en casa de
un amigo, bajo cualquier excusa (menos la verdad, porque solo conseguirías
quedar como un demente) y si no tienes donde pasarla, metete en algún bar que
funcione las 24 hrs. o si es necesario duerme en la calle. Pero NO VUELVAS a tu
hogar. Gul sabrá lo que has hecho al oler la tierra en ti. Y el tormento por el que
pasarás, no sería comparable a ninguna de las torturas que haya inventado el
hombre.
Al día siguiente Gul se habrá ido de tu casa para siempre. Así como si nada. Si
vuelves al lugar donde enterraste la caja con los objetos, encontrarás un gran
hoyo muy profundo que seguramente despedirá un olor nauseabundo como a
carne humana en descomposición.
Pero Gul ya no será parte de tu vida, tan solo te quedará arreglar el desorden que
puede haber hecho en tu hogar. Si tenías una mascota que no te llevaste el día
que enterraste la caja, prepárate para lo peor, es mejor que no te describa lo
que Gul le habrá hecho pues por ti mismo podrás observarlo.
Ahora, recuerda esto, JAMAS vuelvas a llamarlo. Es mas, intenta convencerte a ti
mismo de que nada de esto ocurrió nunca, olvídalo, múdate de casa si eso te
ayuda. Pero si le llamas de nuevo. Ni tu dios, ni ningún otro, podrán ayudarte.
Porque al fin y al cabo tu lo has invitado a volver.
Ahora, terminado el relato, me despido. Espero que te haya gustado la historia,
puedes ir a ver Pornografía en algún sitio web de mala muerte, irte a la cama o
simplemente pensar “Bah, estupideces” y usar el resto que te quede de la noche
para tus juegos online. Pero recuerda “nada es tan real hasta que tu decidas que
lo es” Gul puede no ser nada, puede ser un invento de algún viejo cuenta
cuentos buscando matar de miedo a todo mundo, o
puede ser real, tan real como tu, o como aquel suspiro exhalado con odio que
seguramente sentirás en tu oído en los momentos siguientes.
El fantasma de María Teresa
Hace unos meses atrás, para ser exactos, en las vacaciones de semana santa, al
tener tiempo libre, varios amigos decidieron subir el Ávila, un punto turístico de
la ciudad de la ciudad de Caracas. En realidad es algo que había hecho de
pequeño, pero nunca había llegado a ningún sitio de interés. Por eso he de
admitir que me emocione al saber que haríamos eso en vez del repetitivo viaje a
la playa. La preparación para eso días se hizo sin ninguna eventualidad
importante. Al final iríamos de viaje 5 personas, 2 muchachos y 3 muchachas,
todos nos conocíamos y no teníamos problemas para acampar juntos.
La ruta que seguiríamos al principio seria una de las mas conocidas por los
excursionistas. Pero al ir en el trayecto Carla, una amiga que había tratado de
convencernos de usar otra ruta más difícil, logro su cometido y decidimos
cambiar la ruta de ascenso, ahora en vez de subir por “La Julia” subiríamos por
Galindo.
Al llegar a la entrada, revisamos el equipaje y empezamos el ascenso, por suerte
para nosotros había otro grupo de excursionistas subiendo por esa ruta, lo que
realmente me agrado, pues ninguno de nosotros teníamos experiencia en eso, y
aunque la subida no era difícil, me daba miedo que termináramos perdidos.
Entablamos conversación con los otros excursionistas y decidimos subir juntos ya
que ellos nos dijeron que esa era su cuarta ascensión. Al principio no nos costó
resistir el paso de ellos, pero el cansancio y la falta de práctica nos desanimo al
cabo de la primera hora.
Al vernos tan cansados Alberto, uno de los muchachos del otro grupo nos dijo
que si queríamos descansarnos y montáramos campamento en un sitio poco
conocido llamado Las Ruinas de Meztiatti, un lugar con mucha historia, y
relativamente cerca de un rio donde podríamos bañarnos y relajarnos, porque
como él dijo, eso no era una carrera si no un viaje recreativo, y no importaba si
nos tomábamos el resto del día libre para conocer la zona y disfrutar de la
vegetación.
Cuando Alberto termino el relato de María Teresa, quizás por el tono de su voz, el
silencio, el frio y la oscuridad que nos rodeaba, o simplemente por el hecho de
que el tiempo parecía haberse detenido, todos nos encontrábamos bastante
asustados, incluso juro haber visto una sombra alejarse misteriosamente de
Alberto y acercarse a mi.
- Que historia tan buena, nunca la había escuchado- Dijo Carla rompiendo el
silencio del bosque.
- Realmente –comente- Una historia con bastante fuerza, no como los otros
relatos de terror que hemos escuchado la mayoría de nosotros…
- Desde luego – Me interrumpió Elizabeth- La historia tiene a una mujer
como protagonistas, y no sabes cuan aterradoras podemos llegar a ser.
Con ese comentario el aura de terror que invadía a todos los de nuestro grupo se
esfumo. Las risas no se hicieron esperar, y poco a poco todos nos calmamos. Sin
embargo no pude dejar de notar que Alberto me observaba con una mirada
extraña, es como si el sintiera culpa por algo que había hecho.
Luego de terminar la velada decidimos irnos a dormir, pues al día siguiente
queríamos llegar a la cima de la montaña, ya que habíamos perdido el tiempo en
vano.
A la mañana siguiente me levante a las 5 a.m. y decidí ir al rio a bañarme, trate de
levantar a mis compañeros, pero todos querían seguir descansando. Al salir de la
tienda vi que Alberto estaba despierto, y me pregunto que hacia levantado.
- Nada respondí, pensé en ir a bañarme, para estar listo cuando la gente se
despierte-le conteste
- Jajajajajaja, cuidado, el agua del rio debe estar a esta hora helada.
- No me preocupa, estoy acostumbrado a bañarme con agua fría.
- Bueno, de todos modos ten cuidado, el bosque a estas horas es bastante
terrorífico, especialmente para ti.
Esta última frase al principio me incomodo, pero luego lo tome como una broma
y me dirigí hacia el rio. Supe el camino al instante, pues el día anterior había
memorizado el camino. Al llegar a una roca que queda sobre el rio me resbale y
caí con fuerza en el piso golpeándome la cabeza. Maldije por lo bajo y me
levante, palpe con mis mano el golpe y por suerte me di cuenta de que no estaba
sangrando así que proseguí mi camino, había decidido bañarme en una zona
donde la corriente no era muy fuerte. Me desnude y me sumergí en el rio, por
suerte el agua no estaba tan fría como había imaginado, me quede un rato con
los ojos cerrados y al abrirlos pude ver algo que me helaría la sangre mas que la
mismísima agua.
Al otro lado del rio había una pareja también bañándose, sin ningún pudor, al
parecer no habían notado mi presencia, así que decidí levantarme y darles
privacidad, ya luego yo acabaría de bañarme, en el camino de regreso escucho el
grito de la muchacha, al voltearme vi una escena que casi me hace vomitar,
habían llegado mas de 10 hombres al rio, y uno de ellos golpeaba la cabeza del
que supuse era el novio de la muchacha contra una roca, mientras 2 hombres
agarraban a la muchacha por los brazos, mientras el joven yacía en el suelo, el
sujeto que lo había golpeado, lo levanto y lo golpeo empujándolo al rio, ya en el
agua ambos, el sujeto agarro la cabeza del joven y la sumergió en el agua, cuando
dejo de luchar volteo hacia la muchacha que seguía gritando y llorando.
- Ahora voy a matar a este animal por tomar lo que no le pertenece- Dijo el
hombre
Así, agarrando una piedra grande con su manos, la lanzo estrellándola contra la
cabeza del joven que yacía en el rio, la sangre broto como un manantial, en esos
momentos, mis rodillas flaquearon y caí a al suelo.
La sangre que brotaba del cadáver era tanta que dejo una estela en el rio, nunca
pensé que un cuerpo humano podría contener tal cantidad de liquido rojo, esa
imagen me hizo dar arcadas pero me resistí a vomitar. Trate de ordenar mis
pensamientos y comprendí que estaba viendo de primera mano el trágico final de
la historia que escuche la noche anterior.
- Y a ti, maldita niña, te voy a enseñar a respetar a los hombres- Dijo el que
supuse que seria Héctor- Mira que hacerme esto cuando ya la fecha del
compromiso esta tan cerca.
Él se acercó a la joven niña y la abofeteo, haciendo que esta callera hacia un
árbol. Luego procedió a bajarse a los pantalones, y a tirar de ella por las piernas.
- Te voy a enseñar lo que es un hombre de verdad- dijo mientras comenzaba
a violarla. El grito que profirió la pobre niña fue tan fuerte que tuvo que golpearla
para hacer que se callara.
Después de eso simplemente perdí la noción del tiempo, trate de levantarme,
pero no podía. Solo viendo como uno tras otro ultrajaba a la pobre niña, cuyas
fuerzas se habían agotado, y simplemente se quedaba allí, mirando hacia un lado,
y dejando que la trataran como a una muñeca. Al terminar con ella todos los
hombres empezaron a vestirse, mientras la pateaban y la escupían mientras se
reían de la pobre. Y fue justo allí cuando paso, Héctor sacando el cuchillo que
llevaba en su cinturón, procedió a clavárselo en el estomago, haciendo que el
cuerpo de esta se tensionara y profiriera sollozo de dolor.
- Dejémosla aquí, nadie la encontrara, y si la encuentran pensaran, que la
mato el animal este- Dijo Héctor mientras pateaba el cadáver de Julián.
Fue allí cuando agarre fuerzas y me levante de mi sitio, me acerque y pude ver a
la hermosa niña desangrándose, y también vi como se acercaba una mujer negra
de como 60 años.
- Pobre niña- dijo mientras cubría su cuerpo con una manta- Por que no
escucho a esta vieja, que solo trataba evitarles este dolor.
Las lágrimas brotaron de los ojos de la anciana al ver el cuerpo sin vida de Julián,
y cargando a la niña la acerco a su amado. La niña que aun seguía con los ojos
inexpresivos acerco su mano a la de Julián. Y haciendo uso de sus ultimas fuerzas
dijo, con una convicción tan fuerte que erizo los vellos de mi nuca, una frase que
quedo grabada en mi memoria.
- Tranquila Jimena, estoy tan segura de que pagaran por este pecado, todos
ellos y su maldita descendencia, es tan cierto esto como que voy a morir aquí y
ahora.-y con un movimiento agarro el cuchillo de su vientre y se lo saco.
- Que así sea mi señorita- sollozo la anciana mientras que con su mano
cerraba los ojos de María Teresa. La acostó al lado de Julián, rezo una oración en
un idioma poco conocido por mí y se fue.
Quede parado un minuto viendo los cadáveres aun cogidos de la mano, hasta
que un sonido a mi espalda me obligo a voltearme. Frente a mi estaba la misma
niña a la que había estado observando segundos atrás. Aunque físicamente era la
misma niña, había algo diferente en ella, un frio recorrió mi cuerpo al toparme
con su mirada.
- Disfrutaste el espectáculo –dijo- disfrutaste viendo los males que tus
antepasados me causaron.
- No , claro que no –Alcance a balbucear, pues con un rápido movimiento se
acercó haciéndome caer en el piso
- No lo hiciste, ya veo, pero igual pagaras por este pecado, tu y todos
aquellos que lleven la sangre de esos desgraciados sufrirán mi venganza- me
susurro al oído y agarrándome del cuello, empezó a asfixiarme, con la mano
izquierda trate de empujarla y al tocarla simplemente desapareció. Una
obscuridad me rodeo de golpe y me desmaye
Al levantarme estaba rodeado por mis amigos mientras Elizabeth trataba de
moverme con cuidado, todos tenían una expresión de susto en su cara.
- Estas bien?, al parecer te caíste de esa piedra y te golpeaste la cabeza,
estuvimos buscándote por casi una hora, por que nos pareció raro que no
llegaras al campamento- sollozo Elizabeth
Me Incorpore con dificultad, estaba mareado y confundido, ¿que mierda había
pasado?, ¿Dónde estaba? Poco a poco recordé lo que había pasado y entendí que
al caerme me había desmayado, y que todo lo que experimente no fue más que
una pesadilla. Las voces de mis amigos al fondo preguntando si estaba bien no
me dejaban pensar con claridad, pero aun así me alegre de su preocupación
- Ya dejen de gritar, no se dan cuenta que lo atormentan- Dijo Carla- te
encuentras mejor
- Si, solo un poco mareado, déjame levantarme.
Con un poco de ayuda nos dirigimos al campamento, el cual ya estaba
prácticamente recogido. Allí estaba Alberto quien me dirigió una extraña mirada.
- Nos tenías preocupados ¿Dónde estabas?
Mis amigos le contaron donde me encontraron, y luego procedí a contarle lo que
me había pasado, pasando por alto la visión que había tenido. No quería
revelarles que esa historia había causado tal impresión en mí. Después, a pesar
de que mis amigos seguían preocupados, decidimos seguir subiendo, y al cabo de
unas cuantas horas ya habíamos llegado al pico Naiguatá, nuestro destino.
Pasamos el resto del día hablando y recuperando la energía para el día siguiente
emprender el descenso.
El viaje había terminado, dejando a todos satisfechos de haber desfrutado el
hermoso paisaje. Sin embargo a mi me dejo un malestar, que atribuí a la caída, y
a la pesadilla que había tenido. Cuando el descenso termino, nos despedimos de
Wilmer y Alberto, quienes se dirigieron a su carro, me di cuenta de que Alberto
discutía con Wilmer, quien al escuchar algo se puso pálido como un fantasma.
Cuando ya habíamos guardado todo en el carro me acerque a despedirme de
nuevo de los muchachos.
- La pasamos muy bien –dijo Elizabeth- Gracias por acompañarnos y
amenizar el viaje con la historia del espíritu que contaste.
- No hay de que -Dijo Alberto y siguió despidiéndose de los demás, cuando
estaba por montarse en su coche, me dijo algo que realmente me sorprendió.-
Tuviste mucha suerte, sabes, esa pulsera que tienes en la mano izquierda cumple
la misma función que la que tenia Julián.
Con esa frase cerro la puerta y me dejo pensativo observando mi Ilde. Decidí no
pensar en eso y regresar con mis amigos y saber que haríamos el resto de las
vacaciones. Ese mismo día en la tarde recibo una llamada de mi Padre,
diciéndome que estaba en Venezuela y que tenia tiempo intentando comunicarse
conmigo para que pasáramos unos días en la playa, pues teníamos cerca de un
año sin vernos.
Al día siguiente me ya con todo preparado, baje al estacionamiento, y mientras
estaba en el ascensor, escucho como unas piedrecitas cayendo al piso, cuando
miro, observo que mi ilde se había roto. Al levantar la vista, fue un segundo nada
más, pero juro haber visto la imagen de María Teresa reflejada en el espejo del
ascensor. Me caí al suelo y Carla se rio, por que pensó que solo me había
resbalado. Aun asustado le dije que no había pasado nada, llegamos al carro y
emprendimos camino a la casa de mi padre.
Llegamos sin ningún contratiempo, y después de las presentaciones pertinentes
fui hacia el cuarto en el que dormiría con Carla. Desempaque el poco equipaje
que llevaba y pasamos el día en la piscina hablando y poniéndonos al día mi
padre y yo.
Al llegar la noche estaba agotado y me acosté a dormir, sin siquiera bañarme,
poco es lo que recuerdo de esa noche, pero si sé que me levanto el grito de Carla
quien me agarraba los brazos, y me gritaba “Despiértate” repetidamente, mi
padre entro en la habitación y prendió la luz.
- Que pasa- dijo al vernos, intuyo que pensó que estábamos peleando o algo
por el estilo- ¿Hijo es eso sangre?
Me levante y vi en el espejo que tenia rasguños alrededor de mi cuello, y que al
verme las manos estaban llenas de un poco de sangre. Carla llorando nos conto.
- Hace como 15 minutos, cuando entre en el cuarto y te vi dormido, te note
como ofuscado y moviéndote de un lado a otro. Pensé que tendrías una
pesadilla, pero al acercarme te quedaste quieto y preferí no despertarte. Me
acosté en la otra cama y apague la luz. Hace como dos minutos te escuche otra
vez moviéndote, encendí la luz y te vi convulsionándote y rasguñándote el cuello.
Me levante he intente levantarte mientras evitaba que te hicieras mas daño
Vi sus brazos y me di cuenta que su historia era real, varios rasguños en sus
brazos lo comprobaban. Mi padre se fue al baño y trajo el botiquín para
limpiarnos las heridas, nos dejo solos para que habláramos. Tenia pena por
haberle hecho eso a Carla. Esa noche no pude dormir, y estoy seguro que Carla
tampoco. A la mañana siguiente fui al cuarto de mi padre, y le comente que no
me acordaba de nada de lo había pasado. Me tranquilizo y me dijo que seguro
era el stress, luego de eso se percato de que no llevaba el ilde.
- Que paso con tu ilde-pregunto.
- Nada –Respondí- Ayer cuando venia para acá se me rompió
- Siempre tienes que tenerlo puesto, creo que tengo lo necesario para
ponértelo de nuevo.
Me sentí un poco incomodo con mi padre poniéndome el ilde, tratando de
averiguar todo los detalles de como se rompió, estoy seguro que sabia que le
ocultaba algo, pues es muy difícil engañar a un babalawo y mucho mas si este es
tu padre, pero no me importo. No quería parecer un cobarde frente a él. Al final
me dijo que lo llamara si se rompía de nuevo, y que si no podía el ponérmelo, me
pondría en contacto con su padrino.
Ya después de ese día, el tema se dio por olvidado, terminamos de pasar las
vacaciones con mi padre, y empezó de nuevo la rutina laboral. Había pasado
cerca de un mes y ya casi me había olvidado del tema por completo, cuando
durante el almuerzo Felipe nos soltó una noticia que nos perturbo bastante.
- Oigan chicos, ¿se acuerdan de Alberto, el muchacho con el que
incursionamos durante semana santa? – Dijo, y al ver que todos
asentíamos prosiguió- Lo encontraron muerto en su casa, miren esta en el
periódico.
Agarramos el periódico y leímos la noticia, era verdad, al parecer se había
suicidado. La noticia nos inquieto bastante a todos, es verdad que ninguno había
hablado con el desde semana santa, pero saber que alguien a quien conoces se
suicido es un poco escalofriante. Esa tarde al salir del trabajo le pregunte a Carla
si quería que la llevara a su casa.
- No se viene conmigo – dijo Elizabeth- me va a acompañar a comprar unas
cosas.
- Bueno –dije mientras me montaba al carro- Cuídense hablamos mañana.
Me dirigí a mi casa, llegue y procedí a meterme a bañar, ya en la ducha escuche
el mismo sonido del ascensor, piedrecitas golpeando el piso. “es extraño que se
rompiera otra vez” pensé mientras empezaba a recoger las partes del ilde roto.
Termine de bañarme y vague un poco por internet antes de acostarme a dormir.
Esa misma noche tuve una pesadilla, no recuerdo muy bien de que trataba, solo
recuerdo que fue con María Teresa, ella me decía algo, seguía siendo la misma
niña que había visto, pero al igual que la ultima ves, había algo en ella realmente
terrorífico.
Los sueños siguieron varias semanas, no había noche en la que no soñara con
ella. No me era posible nunca recordar lo que soñaba, pero siempre me
levantaba asustado y con un una fina capa de sudor en la frente. Que estaba
pasándome, ya casi ni podía dormir. Pasaba las noches despierto haciendo
cualquier cosa en internet. Me encontraba agotado todo el día, pero al llegar la
noche no podía dormir más de una hora sin levantarme.
Comente esta situación con un amigo del trabajo, que esta estudiando psicología,
y me dijo que podía ser stress, y que lo mejor para aliviarlo, era escribir lo que me
pasaba. Por eso decidí empezar a escribir esto, obligándome cada noche a
escribir un poco más.
Por extraño que parezca, la terapia realmente funciono. Las noches en que me
sentaba a escribir, podía dormir sin tener ningún sueño extraño, por eso cada día
le dedicaba más tiempo a la historia. Pase varios días y mientras mas avanzaba,
un sentimiento de culpa me invadía, es verdad, podía dormir mejor, pero escribir
este relato me hacia sentir mal conmigo mismo.
Al terminarlo de escribir por primera vez, decidí borrarlo, no tenia idea de que
mas hacer con el. La misma noche en que borre el relato, tuve la peor pesadilla
hasta ese día. Estaba en mi cuarto cuando me dieron ganas de ir al baño, al
terminar y mientras me lavaba las manos vi al espejo, y allí estaba ella otra vez, al
intentar voltearme sentí como si una fuerza me empujara hacia el espejo aunque
ella no se hubiera movido. Alcance a poner mi brazo derecho para protegerme la
cara, pero el vidrio se rompió haciendo que me cortara el brazo. Al voltearme
María Teresa me acaricio suavemente la mejilla y me dijo “no seas tonto, crees
que te habría permitido seguir con vida si no me fueras útil. No hagas otra vez
que me moleste, pues la próxima vez no seré tan benevolente” se separo de
mi. Luego de eso puso su mano en mi frente y perdí la noción de mi mismo.
Cuando me levante entendí que había sido una pesadilla, pero al sentir un agudo
dolor en mi brazo lo vi, sangre seca con fragmentos de vidrio en todo mi
brazo. Que mierda estaba pasando conmigo. Llame a Carla para que viniera a
ayudarme, pues con mi mano izquierda no podía limpiarme las heridas. A los
pocos minutos llego y se puso a limpiarme la herida del brazo.
- Que te paso, volviste a tener una pesadilla- su cara demostró una clara
mueca de espanto
- Claro que no tonta- mentí- fui al baño y me resbale por que no lo seque al
terminar de bañarme, eso fue todo.
Al parecer creyó mi historia pues no hizo ninguna pregunta. Ese día se quedo a
dormir en mi casa. A la mañana siguiente pidió mi computadora prestada para
enviar unos correos, al prestársela vi que un archivo Word estaba abierto. El
mismo archivo que había borrado la noche anterior, eso no era posible pues
estaba seguro de haberlo eliminado, al detenerme a leerlo, vi que era bastante
parecido, pero no era el mismo. Sea como sea, tras cambiar la historia un poco y
guardarla, le preste la computadora a Carla.
El resto de la semana transcurrió normalmente, la gente en el trabajo me
preguntaba que me había pasado. Espere un poco para que la anécdota de mi
caída fuera olvidada. Sin embargo en mi casa las cosas no cambiaron, las
pesadillas eran cada vez más lucidas, incluso cada vez era más fácil recordar
fragmento de lo que decía María Teresa en esos sueños. Solo decía frases como
“descendencia maldita” y “sufrirán un dolor inimaginable”.
Ya en realidad no sabia que esperar, me molestaba llegar a mi casa, por que sabía
que solo tendría unas pocas horas de sueño y sé que despertaría tras tener una
pesadilla peor que la noche anterior. Sin embargo ya el cansancio era
inaguantable, por eso ese día decidí usar pastillas para dormir. Sucedió lo mismo,
otra vez soque con María Teresa.
- Mi paciencia se esta terminando – recuerdo perfectamente que dijo-
espero que pronto termines. Del resto me encargo yo como la última vez.
- De que estas hablando pregunte- ya estaba cansado de esta situación- que
quieres que termine.
- Quiero que compartas la misma misión y destino que Alberto. Es muy
sencillo, solo tienes que ayudarme a encontrar a mi próxima victima -espeto con
una sonrisa irónica en su rostro.
- No te ayudare – grite mientras ella simplemente negaba con su cabeza-
esta mierda acaba aquí
- Sabes que eso ya no depende de ti- dijo mientras desaparecía, llevándose
con ella toda la luz de mi alrededor dejándome en la obscuridad.
Al levantarme al día siguiente me di cuenta que había logrado dormir mas de 8
horas, no había sido un sueño placentero, pero amenos había descansado un
poco mas pero ya era tarde para ir al trabajo. Llame a mi jefe y le pedí disculpa
por faltar alegando que no me encontraba bien de salud.
Pase esa mañana acomodando mi casa pues no tenia nada que hacer. A eso de
las 11 recibí una llamada de mi padre, preguntándome como estaba todo. Le dije
que estaba bien para que no se preocupara, me dijo que esa noche quería verme.
- Porqué no ahora- le respondí- Falte al trabajo por que no me he sentido
bien, pero podemos vernos, si quieres llego hasta tu casa en una hora, espero
que te sirva.
- Me parece bien, yo estoy llegando aquí. Entonces te espero.
Inmediatamente me metía a bañar, para prepararme lo más rápido posible y salir
de mi casa, por alguna extraña razón después de esa llamada no me sentía
cómodo estando allí. Termine de vestirme y me dirigí a la puerta, al abrirla
estaba ella otra vez. Di un paso hacia atrás.
- Crees que te permitiré ir con alguien que te puede brindar protección –
grito haciéndome caer al piso- ESTA VEZ NO
- Que maldita mierda quieres de -mi grite.
- Solo tu vida, solo eso te permitirá expiar los pecados de tus antepasados
- ¿Mi vida? ¿Pecado? – fue lo único que alcance a murmurar
- Si, con tu vida limpiaras parte del pecado que tu ancestro junto con Héctor
Sevilla cometieron, al abusar de mí y al matar a mi amado.
Se acercó a mi, volvió a tocar mi frente, y caí en un sueño profundo.
Al levantarme estaba en el hospital, mi padre estaba a mi lado, note que tenia el
brazo izquierdo completamente vendado.
- Te encuentras mejor hijo?- me dijo viéndome con extrañeza
- Que paso, que hago en el hospital. Que paso con tu brazo
- Me preocupe cuando no llegaste a mi casa así que trate de llamarte, como
no me contéstate fui a tu apartamento. Al entrar, te vi en la computadora escribir
como loco. Cuando intente detenerte, te abalanzaste contra mí golpeándome y
mordiéndome en el brazo. Agarre tu pisapapeles que había caído al piso y te
golpee en la cabeza. Luego leí lo que estabas escribiendo y lo comprendí todo.
- Enserio, no recuerdo nada- Dije mirándolo con extrañeza.
Pasaron los días y había dejado de tener pesadillas, me había mudado esos
últimos 4 días con mi padre. Este mostraba muy preocupado por mi. Esa misma
noche me dijo mientras se cambiaba el vendaje en la cocina:
- Fuiste muy estúpido al no llamarme sabes, podríamos haber afrontado
esto juntos- era la primera vez que hablábamos de lo sucedido desde el hospital-
- No quería que nadie pensara que estoy loco, incluso yo mismo empiezo a
creer que los que pasó fue producto de mi imaginación.
- La prueba de que no estas loco esta en el relato que escribiste, incluso creo
que seria bueno que lo publicaras.
Me quede viéndolo con extrañeza, procedió a salir de la cocina y sentarse en la
sala a leer el periódico en la sala.
- No creo que lo haga, lo mejor para mi seria olvidar todo este
asunto.
- Seria tonto de tu parte. Tienes una gran historia entre tus manos -
dijo riéndose y rascándose la cabeza.
- Por cierto papá ¿que paso con tu ilde?
Dulces Sueños
Era una noche común, como cualquier otra en la que nada interesante
pasa, no esperaba nada más que llegar a casa y hacer lo que me plazca
en el ordenador, pero esa vez fue diferente, nunca imagine lo tanto que
extrañaría pasar una noche aburrida como todas.
Esa noche de regreso a casa pretendía seguir el camino que siempre
tomo, pero algo llamo mi atención al otro lado de la calle, en el piso se
apreciaba un pequeño pero atractivo destello el cual sobresalía en esa
poca iluminada calle, dicho destello era como el de una moneda, y como
una moneda extra en el bolsillo no estorba, decidí ir a recogerla, conforme
me acercaba algo se inquietaba dentro de mí, llegue hasta ahí, me agache
a recoger lo que efectivamente era una moneda, pero antes de tomarla del
suelo pude observar una extraña figura grabada en la moneda, era algo
tétrico, algo que nunca había visto, así que decidí tomarla, justo al
momento en que me pongo de pie alguien susurra detrás de mi “DULCES
SUEÑOS”, quede totalmente asustado al notar que no había
absolutamente nadie a mi alrededor, así que empecé a correr sin
detenerme, mientras corría no podía evitar sentir como si alguien me
siguiera, acercándose cada vez más a mí.
Al fin llegue a casa, llame a la puerta tranquilamente para no asustar a
nadie en casa y hacer de cuenta que nada pasó; entre a mi cuarto y al
revisar mi bolsillo la moneda había desaparecido, tratando de ignorar ese
suceso me dispuse a dormir, cierro mis ojos y con dificultad para conciliar
mi sueño después de lo sucedido, siento un soplo en mi rostro, un soplo
caliente y pesado.
Al despertar miro el reloj que tengo encima de mi televisor, eran las 2:13
AM, aun con sueño sentí la necesidad de levantarme de mi cama, apenas
volteando a mi puerta veo pasar una sombra, supuse que fue mi
imaginación debido a la hora que era, al avanzar hacia mi cocina lo
primero que note fue la fecha en el calendario: “13/Abril/2012”, había
dormido durante tres días.
Confundido por esto decidí ir al cuarto de mis padres y obtener una
explicación de lo que sucedió, pero antes de llegar comencé a
sentir cientos de manos tocando desde mi cara hasta mis pies, me quede
paralizado, no supe cuanto tiempo quede inmóvil, después sentí algo que
recorría mi rostro, a como pude moverme, tente de inmediato mi cara y al
ver mis manos envueltas en sangre corrí de prisa al baño, esas manos
habían rasgado la mayoría de mi rostro.
Con mi vista aun en el espejo pude ver una figura detrás de mí, una
figura tan clara, como si ese horrendo ser se quisiera mostrar a mi desde
un principio, sin antes mantenerme en suspenso; era un rostro horrible
totalmente pálido, ojos enormes con un profundo punto negro en ellos, piel
agrietada y una boca enorme, sin poder quitar mi mirada del espejo veo
como esa mujer apunta hacia mí con su dedo índice lleno de gusanos los
cuales también comenzaron a salir de sus ojos al mismo tiempo en
que sangre salía de su piel, nunca podre olvidar la manera en que me
sonrió con esa enorme boca con dientes afilados y manchados de sangre
y su lengua larga y puntiaguda moviéndose como si estuviera saboreando
mi miedo, yo estaba totalmente paralizado mientras veía como esta mujer
se desvanecía.
No podía creer todo lo que me estaba sucediendo.
Inmediatamente pensé en abandonar mi casa, pero antes de llegar a la
puerta veo como en la pared se comenzaron a formar símbolos y letras,
en esa pared estaban escritos los nombres de mi familia y debajo de sus
nombres escurriendo en sangre estaba mi nombre rodeado de un
sinnúmero de símbolos raros, hui inmediatamente hacia mi cuarto ya que
las puertas y ventanas estaban bloqueadas y era imposible abrirlas.
El televisor de mi cuarto se encendió a todo volumen, la pantalla tenía un
tono rojizo y en ella apareció una imagen de mi familia la cual hasta ahora
no puedo comprender, solo sé que era una imagen repulsiva y bastante
extraña, el televisor se apagó para volverse a encender y ahora solo se
veían miles de rostros horribles, uno tras otro mientras del televisor salían
miles de gritos cada vez más fuertes, eran gritos horribles como si hubiera
una gran multitud de gente sufriendo.
NO PUEDO SOPORTALO MAS, NO SOPORTO MAS ESOS GRITOS,
ESAS CARAS SON HORRENDAS, QUE PORFAVOR PAREN DE
TEMBLAR LAS VENTANAS Y QUE LOS OBJETOS DEJEN DE CAER,
APARTEN ESA MUJER DE MI, NO DEJEN QUE SE ACERQUE.
Comencé a gritar desesperadamente, mientras escuchaba cientos de
risas burlonas, algo me estaba tocando, volteo a todas partes y solo
puedo ver sangre y una sombra rodeándome.
Por suerte tan pronto como me di cuenta todo había parado, no habían
mas gritos, no más risas, y todo lo que recuerdo es que me desmaye y
luego desperté completamente sudado, con mi corazón alterado como
nunca antes.
Qué bien, todo fue un horrible sueño, volteo a ver mi reloj y veo la hora,
eran las “2:13 AM”, inquieto y esperando que sea una simple coincidencia
me levanto para ver el calendario, no puedo creer lo que mis ojos llenos
de lagrimas ven, “13/Abril/2012”, y todo comenzó de nuevo.
Hasta ahora me he despertado ya 6 veces, el tiempo no avanza, siempre
que despierto es la misma hora y la misma fecha, esta situación me tiene
cansado y débil, aun no puedo asimilar todo lo que está sucediendo, me
estoy volviendo loco, extraño tanto mi familia y esas noches aburridas,
solo me queda más escribir todo lo que me está pasando y esperar que
alguien me ayude.
Me es difícil concentrarme mientras escucho aun esos gritos y esas risas
que no han parado de sonar desde que estoy despierto, apenas puedo ver
las teclas de mi computadora entre la oscuridad y la sangre que cae de mi
rostro herido, y es aun mas difícil tratar de concentrase con esa horrenda
mujer riendo mientras flota a escasos metros de mi.
Ya no encuentro sentido a seguir despertando para vivir la misma
pesadilla una y otra vez, quizá deba dormir para siempre, de esta forma
no me molestaran nunca más, adiós para siempre y… DULCES SUEÑOS.
De hecho, quería Diamond. Dialga era muchas veces mejor que Palkia, y
de verdad disfruté el hecho de que finalmente iba a capturarlo esta vez, en
lugar de hackear para obtenerlo o cambiarlo.
Antes de que continúe, debo decirles que esto no involucra a Dialga para
nada. Simplemente me gusta y originalmente quería Diamond pero me
tuve qué quedar con Pearl porque mi hermano lo pidió primero.
Esto comienza con un 87Pokémon legendario, aunque tengo la certeza de
que si hubiese usado cualquier otro, el resultado habría sido el mismo…
esto parecía hecho en específico para mí… de otra forma, probablemente
no hubiese ocurrido… algo que de hecho, me habría alegrado.
Comencé con su juego guardado, sólo para ver todo lo que tenía. La
información decía que tenía a todos los Pokémon en su pokedex, incluso
los que aún no salían a través de eventos wireless, lo que me recordó que
él adoraba usar códigos Action Replay para mejorar su experiencia al
jugar… fue probablemente la única cosa que lo llevó a quedarse con el
juego por todo ese tiempo… pero incluso usar cheats llega a aburrir con el
tiempo.
Usé este código por mí misma cuando jugué Pearl por primera vez, e
intercambié estos Pokémon a través de internet para incrementar mis
posibilidades de ganar la lotería del juego. O al menos es lo que hacía
antes de que un amigo me reprendiera y me viese forzada a iniciar sin
cheats desde un principio. Si bien él no necesitaba ningún 88Pokémon
para completar su pokedex o necesitase Pokémon extra, intercambiar era
siempre una experiencia divertida sólo para ver de donde venían.
Así que fui al Global Trading Center de Jubilife City para ver qué podían
darme por uno de estos Rayquazas. Sabía que los podía cambiar por
cualquier cosa, pero en secreto tenía rencor contra estos seis por
masacrarme tantas veces.
Luego de no hacer nada por al menos seis horas, volví para ver si alguien
me ofrecía algo por el intercambio. De inmediato me emocioné cuando
comenzó la secuencia de intercambio. Sé que fue un simple Bronzong,
pero aun así, me gustaba mucho el proceso. Podrías haberme mandado
un Magikarp y me habría excitado por eso.
Luego de salir, revisé sus stats; todo estaba en 666, su viejo entrenador
era llamado ‘Beelze’ (algo que, de nuevo, tocó una fibra sensible en mí) y
fue capturado en la Lost Tower, pero estaba dentro de una Cherish Ball.
Claramente era hackeado, pero fue lo que obtuve por ofrecer un hack.
Los stats y la información del Pokémon me asustaron un poco por el
hecho de que no me gustaba el nombre o la información, pero asumí que
estaba bien. Aun así, si no me gustaba, podría ofrecerlo a cambio de
nuevo… fue aquí donde aceptaría un Magikarp con gusto. Pero cada vez
que intentaba ponerlo en el GTS, el juego me informaba que ese
Pokémon no podía ser ofrecido para intercambio.
Aun así, quería deshacerme de él, por lo que la única otra opción era
liberarlo. Antes de ir a la PC, revisé el ítem que tenía adherido. El dueño le
había añadido un correo, que siempre es divertido… aunque las
elecciones de lo que hay que decir son severamente limitadas y las cartas
siempre son cursis (algo que odio de la 89Pokémones la duración de los
juegos).
“Llévame de vuelta.”
Cuando revisé a Hell Bell de nuevo, tenía otro ítem de correo… cosa que
no tenía sentido pues se lo quité la primera vez. Lo abrí y leí un mensaje
algo más largo:
“Lost Tower.”
Ansioso por deshacerme de él, dejé el edificio GTS y avancé por Jubilife.
Estaba muy impaciente para tomar a un 90Pokémon volador del PC, así
que solo le enseñé a uno de los Rayquazas el movimiento ‘Fly’ y elegí
usarlo. Pero cuando elegí Solaceon Town en el mapa, el juego me informó
que no podía volar ahí… sabía que mi hermano había visitado la ciudad
antes, y no sabía por qué no podía ir, pero no me tomé el tiempo para
pensar en ello, así que solo volé a Hearthome.
No perdí tiempo en Hearthome, simplemente viajé por la ruta 209 para ir a
la Lost Tower y ojalá poder deshacerme de este extraño Pokémon
simplemente al llevarlo a donde quería ir.
Curioso, le hablé… y fue ahí donde las cosas comenzaron a ponerse algo
raras para mí. No decía algo que tuviese sentido, simplemente repetía la
misma cosa una y otra vez por un tiempo molestamente largo, así como
cuando hablas con un ciclista en específico en el camino bici de Ruby,
Sapphire y Emerald. Ya saben cual, el que dice que sabe de donde
obtuviste la bici porque el nombre está escrito por todos lados.
Una vez dentro, intenté subir las escaleras pero algo me lo impedía.
Pensé que todos los 91Pokémon hackeados habían logrado joder mi
juego, pero ese no fue el caso. Luego de un momento de silencio, el
sonido de una gruesa campana de bronce comenzó a sonar lentamente
(si tienes curiosidad de como se oye, inicia tu Heart Gold/Soul Silver. Esa
campana es el sonido)
Luego de cuatro tañidos, la tumba en el centro de la habitación se quebró
y se destrozó como si hubiesen usado Rock Smash en ella. Bajo la tumba
estaba un agujero, y ya que no podía ir por las escaleras hacia arriba,
caminé hacia él y caí.
Finalmente llegué al fin del camino, que era solo una plataforma pequeña
de 4x4, y la campana dejó de sonar. Me pregunté qué haría ahí, pues no
había nada más que hacer, ninguna forma de liberar a Hell Bell y ninguna
de salir… recibí mi pregunta en la forma de una voz sin cuerpo. Una caja
de diálogo salió y decía:
“No, no. Tu nombre real, por favor. No puedo agradecerte con un nombre
falso, tú sabes.”
La ‘tinta’ en la cual escribía ahora, era de un color rojo brillante… pero aun
así escribí mi nombre completo. Nombre y apellido en el espacio que me
dieron. Cuando finalicé, el hombre habló de nuevo:
Hell Bell se movió hacia delante, poniéndose sobre mi sprite y una caja de
diálogo final apareció:
Intenté pelear con ellos lo mejor que pude, pero no hubo nada qué pudiera
hacer. Su poder era demasiado para mis pocas habilidades. Dí todo de
mí, pero fui derrotado y reducido a esta prisión. Las cadenas pesan en mi
alma, y solo puedo imaginar el dolor que esta prisión me depara. Tuve un
buen rato intentando mantenerme alejado de ello; muchos de nosotros lo
hicimos, pero parece que en años recientes el poder del enemigo ha
crecido de forma inconmesurable. Hemos perdido.
Parece que nuestro destino es ser capturados por estos tiranos y forzados
a pelear con nuestra gente como perros por el resto de la eternidad. Es
difícil para mí el imaginarlo. El pensamiento de que tarde o temprano
estaré allá afuera atacando e hiriendo a mi propia gente contra mi
voluntad - y eso si en ese entonces aún pueda llamarlos "mi gente".
Tal vez las cosas no son tan malas como parecen... Digo, después de
todo es algo probado que bajo supervisión y entrenamiento de parte de
estos seres, mi gente se vuelve más y más poderosa de lo que podrían
ser por sí mismos en estado salvaje. Aún más, creo que ellos
genuinamente cuidan de nosotros. Sí. Nos alimentan, nos dan refugio, e
incluso sanan nuestras heridas a causa de las batallas. Seguro, estas
heridas son de pelear contra aquellos que alguna vez fueron mis amigos,
pero, tal vez, y solo tal vez, en nombre de mi Entrenador, eso es lo
correcto...
Las cosas no son tan malas como las imaginé. No, de ningún motivo. Veo
todo muy diferente ahora. Creo que cuando mi Entrenador decida
llamarme a pelear, haré lo mejor que pueda por él.
Abril 4, 1989.
Todas las noches de esta semana, ha sucedido exactamente lo mismo:
abro mis ojos por un ruido, creo ver una cola, o pata, o incluso la cabeza
de una iguana gigante frente a mis ojos. Despierto sobresaltado, y ya no
esta. Y como siempre, algo mirándome en la ventana… es aterrador.
Mi hijo esta algo afectado también; desde que hay vigilancia, Derf no ha
vuelto a aparecer. Se esta sintiendo solo… Empezare a llevarle a un
psicólogo. Quien sabe si esa cosa es tan buena como dice…
Abril 8, 1989.
Sigue ocurriendo. A pesar de que cerramos la ventana, incluso con
candado, a la mañana la ventana esta abierta, y el candado, hecho
añicos. Esto ya me ha hartado. He decidido que a partir de mañana,
dormire con una linterna y una escopeta. Asi veré finalmente que sucede
aquí.
Ninguna buena noticia del psicólogo de Tomas, tampoco. El sigue
empeñado en que Derf es real. Lo han colocado bajo hipnosis, pero nada;
no hay nada que le moleste en su mente. No esta loco. Sin embargo,
cuando hablan de las conversaciones entre el y Derf, los temas mas
sombríos salen a la luz; al parecer, esa cosa hablo a mi hijo de el
deliciosos sabor de la sangre, el placer de matar, y, algo perturbador,
mostraba una enorme insistencia con que jamas, de ninguna manera,
tocara el árbol que era su hogar. Las lastimaduras si tenían que ver con el
árbol, pero no era accidental; Derf le golpeo cuando estuvo a segundos de
tocarlo.
Abril 9, 1989.
Hoy, lo he visto… Esa criatura es real. Unos ojos rojos, igual que su boca
por la sangre, me miraba de manera indescriptible, como si no me viera
mas que como un perro… o mas bien, como su mascota. Me saludo
amablemente con una gran sonrisa, no parecía notar el miedo que me
producía el solo verlo. No tuve agallas siquiera de sostener ese arma, me
desmaye ahí mismo. Al despertar, estaba encerrado en mi propio balcón.
Aun temblaba por el horror.
Ya no puedo soportarlo. No me importa que esa cosa sea su amigo, no
me importa que sea “buena”, no me importa que mi hijo quede solo. Esta
mansión que alguna vez fue de mis sueños, ahora es la casa de mis
pesadillas por culpa de esa cosa. No pienso soportarlo mas; ahora mismo
tomare mi hacha y talare ese maldito árbol, aunque me muera en el
intento.
Ultimas anotaciones del diario de Hernan Fiaggio, una de las 27 victimas
encontradas en la mansión que era de su pertenencia. Todos los cuerpos
tenían lastimaduras al parecer causadas por la fricción de una cuerda.
Carecían de liquido alguno, no había una sola gota de sangre derramada
o en sus cuerpos. En el centro de la mansión, se encontraba el cadáver de
Hernan, que parecía haber pasado por una moledora de carne. Y en el
árbol, estaba clavada un hacha, que tenia las mismas marcas que los
cuerpos.
La llamada nocturna
Llegas a casa después de un largo día de trabajo, estás cayendo de
sueño cuando de pronto recuerdas que prometiste llamar a tu amigo que
no vive muy lejos de ti, levantas el teléfono, mas no te fijas en las teclas
que estás marcando ya que crees que conoces su número a la perfección.
Te contesta un hombre de voz ronca, te es extraño... ya que tu amigo no
vive con nadie más...
Al preguntar por tu amigo, aquella voz de tono inusual no parece segura
de conocer a tu amigo por lo cual crees que te has equivocado, te estás
durmiendo, puede que te haya fallado algún número. Estabas a punto de
colgar cuando, un grito salió de la bocina del teléfono, al regresar a este,
preguntas si todo está bien, la misma macabra voz te responde que todo
está en orden y si se te ofrece algo mas, amablemente das las gracias
pero juras haber escuchado que alguien ha gritado tu nombre al otro lado
del teléfono, pero ya no le das importancia y cuelgas.
A la mañana siguiente, el noticiero reporta el asesinato de un joven a unas
calles de tu casa durante la noche de ayer...
¿Seguro que marcaste el número equivocado anoche?
RELACIÓN
Mi alterego
Ésos ojos de un azul hermoso para el resto del mundo, eran llamas
infernales para mi, ¿Es que acaso no puede sentir el odio que queda en
ésa mirada, ahora gris? Claro, hablo con gente común. Hay sentimientos
que la mayoría arroja al abismo del olvido. Pero yo no logro hacerlo. Y es
por eso que me vi presionado a matarla.
Ésa chica que usted encontró es sólo los despojos del peor de los
demonios jamás engendrado. Y yo he acabado con él. Ya no atormentará
más a cualquier individuo con la misma sensibilidad que yo, como le he
dicho, soy diferente a usted y a los demás presentes.
El inexpresivo
En junio de 1972, una mujer apareció en el hospital Cedro Senai en nada
más que un vestido blanco cubierto de sangre. Esto no debería ser
demasiado sorprendente, la gente a menudo tiene accidentes cerca y
viene al hospital más cercano para la asistencia médica. Pero había dos
cosas que causaron a la gente el deseo de vomitar y escapar de terror. El
primero, es que ella no era exactamente un humano
. Era algo parecido a un maniquí, pero tenía la destreza y la fluidez de un
ser humano normal. Su cara, era tan impecable como los maniquíes, sin
cejas ni maquillaje. La segunda razón por la cual la gente vomitaba o
escapaba de terror, es que ella tenía un gatito apretado en medio sus
dientes, sus mandíbulas apretaban de una manera tan fuerte al pequeño
gatito al punto donde ningunos dientes podrían ser vistos, la sangre salía
a chorro hacia fuera sobre su vestido y en el piso. Ella entonces lo sacó de
su boca, lo abandonó y se desmayo.
. A partir del momento ella fue tomada a un espacio de hospital y limpiada
antes de ser preparada para la sedación, ella se mostraba completamente
tranquila, inexpresiva e inmóvil. Los doctores lo habían pensado mejor
refrenarla hasta que las autoridades pudieran llegar y ella no protestó.
Ellos eran incapaces de conseguir cualquier clase de respuesta de ella y
la mayor parte de empleados se sintieron demasiado incómodos para
mirar directamente ella por más que unos segundos. Pero cuando el
personal intentó darle el calmante, ella se defendió con la fuerza extrema.
Dos miembros de personal que la dominaban con su cuerpo se elevaron
encima de la cama para sostenerla, su expresión estaba en blanco. Ella
giró sus ojos impasibles hacia el doctor masculino e hizo algo insólito. Ella
rió. En cuanto lo hizo la enfermera gritaba y quedando en shock se
desmayo, ya que en la boca de la mujer no eran dientes humanos, solo
unos puntos largos y agudos.
Era demasiado el tiempo que la mujer tenia los dientes así que al
incrustárselos en sus labios no sentía ningún dolor, el doctor la miró
fijamente durante un momento antes de la petición ” Qué mierda es usted?
” Ella se libero de los doctores que aun la sostenían espantados, todavía
sonriendo. Había una pausa larga, la seguridad había sido alertada y
podría ser oída bajando el vestíbulo. Como ella los oyó, se lanzó adelante,
hundiendo sus dientes en el cuello del Doctor, arrancando su yugular y
dejándole caerse al piso, muriéndose… sobre el piso, él se ahogó sobre
su propia sangre. Ella se levantó, su mirada era peligrosa como la vida
descolorida de sus ojos. Ella se inclinó más cerca y susurró en el oído del
Doctor muerto. “Yo…Soy. Dios.” Los ojos de los demás doctores llenos de
miedo la miraron… ella muy calmada alejándose para saludar a los
agentes de la seguridad. Cada vez que alguien mira sus dientes, se
convierte en su bocadillo.
La enfermera que sobrevivió el incidente la llamó “el Inexpresivo” y nunca
más se supo de ella.
El escritor
8 de mayo: Ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esto. Siempre odié los
diarios íntimos, me parecen de púber en celo. Quizá tenga miedo y por
eso escribo esto para estar seguro, para poder rever lo que está pasando,
o para, sencillamente, escaparme. Ryleh. Acá puedo escribir sin que me
influy… ya estoy hablando pelotudeces. Bueno, sencillamente escribiré lo
que pase, por las dudas. Necesito salir a comprar, se me está acabando la
comida.
El ojo de la sangre
¿Nunca antes has deseado algo con toda tu alma…Tanto que estarías
dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirlo?
Si es así, y quieres obtener lo que deseas a cualquier precio te hablaré, oh
aventurero, del Ojo de La Sangre.
Antes que nada debes saber que al ojo le gustan los juegos, por lo tanto,
si decides seguir adelante con esto espero que estés dispuesto a jugar.
Primero que nada procura estar solo en casa, así nadie podrá interrumpir.
Luego de este punto, no habrá vuelta atrás. Si decides no jugar, solo vete,
cierra el navegador y olvida que alguna vez estuviste ante la presencia de
El Ojo de la Sangre. Pero si decides jugar, no te preocupes, yo seré tu
guía mientras no haya ni la mas mínima señal de duda en tu espíritu.
Buena suerte…
Cuenta hasta diez mientras el ojo te observa. No importa que tan bien
guardes tus secretos, mentiras y pecados. el ojo llegará hasta las
profundidades mas recónditas de tu alma y encontrará y desnudará todo
aquello que escondes. Si te encuentra indigno no te preocupes, el juego
ha terminado antes de comenzar y eres libre de irte, o puedes quedarte de
espectador. Pero no intentes jugar. Esa es una grave ofensa y recuerda
que él conoce muchas maneras de torturar un alma y un cuerpo.
Pero, si el ojo te ha considerado digno, escucharás en los momentos
siguientes un suave tintineo de campanas que parece sonar solo dentro
de tu cabeza. El juego ha comenzado y el lleva la ventaja.
Rápido, ponte de pie, ya no hay vuelta atrás. Corre y apaga todas las
luces que estén encendidas. Todas absolutamente todas, Rómpelas si es
necesario porque has llamado a las criaturas de la oscuridad para que te
ayuden y no lo harán si hay alguna fuente de luz en tu hogar. Luego
vuelve aquí.
Comenzarás a escuchar susurros que parecen seguirte a donde quiera
que vayas. Las criaturas de las tinieblas han respondido a tu llamado de
ayuda y te están juzgando.
Si no te han aprobado, las luces volverán a tu hogar y las criaturas te
llevarán a las profundidades del abismo donde serás objeto de las mas
crueles torturas y perversiones que nunca han pasado por la mente de los
humanos.
Pero si has pasado será mejor que continuemos, pues el ojo es
impaciente y no le gusta que lo hagan esperar.
Corre rápidamente al baño de tu casa, y no prendas la luz, enciérrate y
coloca dos velas cerca del espejo, No importa si no tenías velas, ya
tendrás dos en tu bolsillo. espera a escuchar una voz de niña, dulce e
infantil que tararea una melodía que seguramente te será conocida de tu
infancia. En los momentos siguientes escucharás como la niña comienza
a gritar pidiéndote que toques el espejo. No lo hagas… Será violada,
torturada, mutilada , descuartizada y asesinada. No importa lo que
escuches en medio de esa oscuridad, no importa lo que ella diga. No le
hagas caso a sus gritos de ayuda. Ella murió hace tiempo, y nada de lo
que hagas puede ayudarla. Esta condenada a vivir sus últimos momentos
de vida por la eternidad y no debes intervenir amenos que quieras sufrir su
destino en carne propia.
Todo permanecerá en silencio unos segundos hasta que las dos velas se
encenderán de pronto. En el espejo podrás ver el rostro de la niña, sin
labios ni ojos que te mira sonriendo y estira una mano hacia tí para
hacerte lo mismo que le hicieron a ella.
No te preocupes, recuerda que las criaturas de la oscuridad están de tu
parte y no permitirán que te toque.
El espíritu de la niña entonces se quitará un lazo rojo del cabello y lo
dejará en tus manos deseándote buena suerte, ahora sabe que estas
jugando al mismo juego que ella perdió hace ya muchos años y ha
decidido ayudarte.
Guárdalo en tu bolsillo.
Si haz llegado hasta aquí significa que tu espíritu es fuerte, sin embargo tu
destino aún es nebuloso.
Ahora debes ir hacia la cocina, una vez allí toma un cuchillo, el mas
afilado que tengas. Esto último es lo mas importante, debe estar lo mas
afilado posible.
Ahora si tienes alguna habitación en la que guarden cajas y cosas viejas,
algo así como un depósito dirígete a toda prisa hacia el.
La puerta estará cerrada y la manija de esta arderá al rojo.
Golpea tres veces y cuando escuches un gruñido parecido al que hace
alguien que habla con la boca llena, entra.
la habitación estará en penumbras y vacía a excepción de una mesa y una
silla en frente de ti. Sobre la mesa habrá un elegante mantel blanco de
seda y un plato de porcelana. Siéntate educadamente en la silla y espera
a que tu acompañante al que no puedes ver bien termine de comer. El
hedor a carne descompuesta que despide es nauseabundo pero debes
evitar hacer una sola mueca de asco. Pero si no puedes contigo mismo y
no logras evitarlo, el parará de comer y te mirará a los ojos, aunque no
puedas verlo sabrás que lo esta haciendo. En ese momento di “Lo siento,
algo que comí me ha hecho mal”
Tu acompañante no mediará palabra y continuará con su comida.
Espera a que deje de comer y arroje su plato al suelo.
Todo permanecerá en silencio por unos instantes y luego te pedirá algo
para comer. No importa lo que te pida no se lo niegues pues mas que la
carne de los humanos, le gustan sus gritos. “Dedo” será seguramente su
primera palabra. No dudes y toma el cuchillo que tenías y cercena uno de
tus dedos. no importa si gritas y te retuerces. El disfruta el espectáculo.
Coloca el dedo en tu plato y pásaselo. El se lo comerá y te devolverá el
plato vacío para que lo llenes de nuevo con lo que te pida a continuación.
Depende de la valentía que haya en tu corazón el numero de partes que
te pida pues solo disfruta masticando la carne de los débiles.
Lo último que dirá será “corazón”. No te alteres y coloca en el plato el lazo
manchado de sangre que te dio la niña y pásaselo de nuevo.
El devorará el lazo y se atragantará con el. Proferirá múltiples alaridos
hasta caer muerto sobre la mesa.
Ponte de pié, lo mas difícil ya pasó. Acércate a el y busca en el plato que
le pasaste con el lazo. Encontrarás dos esferas viscosas, son un par de
ojos. No los mires y guárdalos en tu bolsillo mientras sales de la
habitación.
Tendrás todos tus dedos de vuelta y el dolor habrá desaparecido.
Hasta este momento has demostrado ser un digno oponente para El Ojo
de la Sangre y ahora enfrentarás la última prueba que decidirá tu destino.
Debes regresar a tu habitación y sentarte frente al ordenador como si
nada.
Ella esta detrás de ti ahora, por favor no voltees. Ella antes solía ser una
hermosa mujer, pero pagó con su belleza y su vida la traición hacia su
marido. Este le arrancó la nariz y los labios, le amputó los senos y abrió
con un cuchillo su vientre en el que llevaba el fruto de la infidelidad.
Respira tranquilo, ella no te hará daño por ahora.
Comenzará a sollozar por lo bajo lo injusta que fue la vida con ella y lo
cruel que fue su muerte y que jamas podrá ver a su hijo al que aun
lleva descomponiéndose en su útero destajado y cocido por gruesos hilos
de entre los cuales mana sangre purulenta.
Levántate, no la mires directo a la cara ni al vientre y di con toda la
firmeza que puedas “Un humilde regalo para una dama tan bella” y sin
mirarlos entrégale los ojos que tienes en tu bolsillo.
Si ella ríe de manera diabólica con una voz gruesa y sobrenatural, no has
sido lo suficientemente convincente y ella personalmente te quitará tus
ojos, abrirá tu estómago y coserá en el a su niño putrefacto.
Pero si ríe con macabra inocencia tu regalo le ha gustado y ha decidido
darte su bendición. Ella se colocará los ojos y por primera y última vez
podrás verla como era antes, quizás la mas bella mujer que verás en tu
vida y sentirás el impulso de seguirla cuando se este yendo. Pero
recuerda su verdadera imagen y despídela cuando te dé un beso en la
mejilla.
la habitación se oscurecerá totalmente y solo quedará un sangriento punto
rojo en una de las paredes de la habitación en la que estas.
Se respetuoso pues estas ante El Ojo de la Sangre. Esta furioso porque lo
haz vencido en su juego y no perderá oportunidad de hacer con tu cuerpo
cosas inimaginables y hacerte experimentar niveles de dolor que no crees
posibles.
Pero al fin y al cabo haz ganado. Ahora puedes pedirle tres y solo tres
deseos. Puedes pedirle lo que quieras excepto, obviamente, mas deseos.
Eso sería estúpido de tu parte después de todo lo que haz pasado.
Puedes pedirle que mate a alguien a quien odias, riquezas, fortuna, poder,
conocimiento. Cualquier cosa que pase por tu mente.
Una vez que hayas terminado aparecerá ante ti un vial de vidrio y una
pequeña navaja. Sin pensarlo córtate un poco el brazo lo suficiente para
llenar un poco el vial, no es necesario llenarlo del todo. Has alimentado al
Ojo de la Sangre con la tuya propia y por esto, te dejará ir.
Cierra tus ojos, las luces que antes apagaste se encenderán y aparecerás
en tu hogar. No olvides darle las gracias a las criaturas de las tinieblas que
te han ayudado y despídelas con cortesía. Jamas las volverás a ver ni a
ellas ni a las demás criaturas que viste hoy. Sin embargo conservarás por
siempre la cicatriz del corte en tu brazo con el que llenaste el vial de
sangre.
Recuerda que lo que has visto esta noche es un secreto del cual jamás
debes hablar con nadie. No te preocupes, nadie te preguntará por las
cosas que hayas obtenido mediante los deseos anteriores.
Considérate afortunado pues eres uno de los pocos que ha vencido al Ojo
de la Sangre.
Esto es todo, ha llegado mi hora de irme… Gracias por jugar.
Esta vez el link era seguido por "Ya no puedes revertir nada", lo presioné y
en todas las fotos había alguien más como un fantasma, era transparente
y no se notaba quien era. Me dio mucho sueño realmente, asi que me fui a
dormir. Desperte a las 3 de la mañana totalmente descanzado, como si
hubiera dormido una eternidad además tenía la mano pegajosa y un poco
roja, me había cortado de alguna manera seguramente. Desde la muerte
de mi hermanito no me podia quedar quieto en la cama asi que supuse
que fui yo mismo.
La policia se esta acercando asi que debo irme, estoy llendo a tu casa
internauta acercandome a ti porque esto es lo que realmente me divierte
pero antes dejame agarrar mi camara y mi cuchillo favorito... Y dime
¿acazo te estoy divirtiendo?
1
Ya la página es bastante conocida.
Me refiero a FSA, esa página web que estamos diseñando. Yo y dos
amigos más. Es todo muy entretenido, y sentimos un entusiasmo voraz
por acabar con ella, terminar de editarla, ponerla en la red de una vez por
todas.
Hace ya algunas semanas que venimos prometiendo entretenimientos,
música, videos, historietas, dibujos, cuentos, etc., y no había ninguna
especie de problema con eso. Hasta hace unos días. Fuimos diciéndoles
a todos que la página iba progresando, que iba acercándose al final. Cosa
muy distinta era lo que ocurría en realidad.
Hace aproximadamente 10 días, tal vez 12; no lo recuerdo bien, se nos
comenzó a manifestar cierto tipo de incomodidades… Sí, así podrían
llamarse. La página tenía sus desperfectos, o el editor, mejor dicho: a
menudo se nos tildaba y muchas veces nos complicaba subir música,
imágenes.
Quizá en el momento, en la sorpresa, no nos dimos cuenta. Se podría
decir que hasta subestimamos lo que nos pasaba. La primera cosa
extraña que notamos fue que, al abrir el editor, se tardaba más de la
cuenta. Todos conocen la clásica barra de porcentaje que indica el
progreso de carga de la página. Pues, lo que más nos desconcertó, de
buenas a primeras, fue que esta misma barra se quedaba estancada en
1%. Cada vez que abríamos el editor; tanto era así, tan recurrente, que
decidimos tomar el tiempo exacto que tardaba en regresar a la carga
normal. 6 minutos exactos. Seis minutos demorados en ese 1.
Cada vez me costaba más subir la información. La carga siempre se
interrumpía, el Plug-In se tildaba cada vez más seguido.
Era frustrante.
Debí intentar clausurar el proyecto de la manera que pudiera, y así perder
todos los datos, todos los cambios hechos en la página. Pero subestimé lo
que estaba pasando. Ineptamente, atribuía todos esos errores a que la
página estaba sobrecargada y excedida en capacidad de archivos.
La máxima sorpresa fue al día siguiente.
Bueno, en realidad no me sorprendió cuando lo vi por primera vez. Hasta
creo haber reído. Un enorme 10. Un enorme 10 escrito en todas y cada
una de las páginas. Un 10 en color rojo. Y ahora que lo pienso, en una
fuente que no conocía, y que ni la página ni mi computadora poseía.
Llamé a mis dos amigos y les consulté si esto era obra suya, alguna
especie de broma; aunque sin mucha convicción. Sin convicción primero,
porque si se trataba de una broma, obviamente intentarían mantenerla y
no me dirían la verdad. Segundo, porque pensé que ellos serían
incapaces de hacer algo así. Por más que tengamos cierta complicidad
para las bromas, no somos muy tolerantes.
Pero ellos tenían el mismo problema. Y estaban empecinados, ambos, en
que yo confesara que era obra mía.
No, no habían sido ellos. Los conozco demasiado como para saber
cuándo mienten y cuándo no. Por otro lado, su voz sonaba incluso…
asustada. Haciéndome ver que ellos sí se tomaban en serio que la página
estuviese dando problemas.
Esa tarde decidimos reunirnos. Comenzamos a pensar, las ideas fueron
descartadas tan rápido como fueron llegando. Consideramos tomarlo
como un error de edición, en alguna imagen que podría haber surgido de
una carga mal hecha; que quizás algunas de las imágenes que subimos
simplemente se habían roto, e incluso en la posibilidad de un hacker.
En fin, el daño estaba hecho. El resto del día lo ocupamos borrando todos
esos 10 enormes de cada página maestra, página y subpágina. Al volver a
casa y sentarme en mi computadora me abordó una sensación de asco
por el simple hecho de tener que encenderla y otra vez tener que ver ese
monitor, escribir en ese incómodo teclado.
Abrí Facebook, creo que YouTube, y algunas páginas más, como
buscando algo en que relajar mi cabeza. Incluso me preparé un té, cosa
rarísima en mí.
Dejándome llevar por Internet, que es casi como una droga electrónica,
sin darme cuenta, olvidé el extraño suceso vivido ese día. Llegado el
momento, abrí el editor de la página, casi inconscientemente.
Tiré mi taza al suelo. Contuve mis ganas de maldecir.
Simplemente no podía apartar mis ojos del monitor. 10. Por todos lados.
En cada página, otra vez.
Actualicé y actualicé millones de veces la página. La abría y la volvía a
cerrar. Era imposible. ¿Acaso habíamos olvidado guardar los cambios esa
misma tarde? No, fuimos cuidadosos. No se nos hubiera pasado por alto.
Volví a Facebook esperando ver conectado a alguno de mis amigos. Me
resigné enseguida.
Cerré mis ojos lanzando un bufido, pensando en lo tedioso que sería
borrarlos de nuevo.
Hacker sin duda, pensé.
Al otro día me levanté algo tarde. Creo que mis padres ya habían
almorzado. Por instinto encendí la computadora, inseguro de si realmente
quería hacerlo o no. Entré a Facebook primero, tenía 3 mensajes. Dos de
mis amigos diciendo… bueno, insultando, que los 10 estaban de nuevo en
la página, ambos de la noche anterior.
Abrí el tercero, sin saber qué esperar. Sólo vi un 9. Sacudí la cabeza, y
pestañeé, creí que un 9 sería lo último que me encontraría en mis
mensajes.
Cansado de la situación me fui a preparar algo de comer. Recibí una
llamada de mi amigo al rato, desconcertado repitiendo que entrara a la
página. Corrí al ordenador.
9.
9 por todos lados.
—¡Mierda! —grité.
Era inminente, estábamos invadidos por hackers.
No sólo conseguimos antivirus de toda clase, como así anti-hackers y de
los mejores, también fuimos a la biblioteca a iniciar la página desde ahí.
La borramos totalmente de nuestras computadoras y nos trasladamos a la
biblioteca. Hicimos lo posible por cambiar de contraseñas, nicks y demás.
Inclusive enviamos un correo al dueño de Wix.com, que es el editor desde
el cual hacemos la página, contándole nuestros problemas, e implorándole
ayuda.
Lo único que logramos fue frustrarnos aún más.
Tuvimos que ver cómo, con el pasar de los días, no sólo los números
volvían a aparecer cuando los borrábamos, sino que también iban en
cuenta regresiva. Nos sentíamos burlados. Y preferimos esperar a ver qué
sucedería al llegar a 0.
Y por más molesta que la escena haya sido, el cero no llegó, quedando el
conteo parado descaradamente en el 1.
Se mantuvo así, por un tiempo, hasta que nos dignamos de intentar
borrarlo. Nos tomó un tiempo y fue más difícil que veces anteriores por la
poca cooperación que ofrecía el editor. Acabamos y esperamos, un día
pasó y al no ver más señales de que la situación fuese a continuar dimos
como terminado el problema, aliviados.
Pero no fue así.
Por cada intento que hacíamos de subir una imagen, se nos era
respondido con otra en su lugar. Vistas perturbadoras que nadie por
voluntad propia se dispondría a contemplar. Todo cuanto tecleábamos
aparecía en esa repulsiva fuente con la que estaban escritos los números,
con su color que permanecía en negro, siempre, por más que
intentáramos seleccionar de la paleta cualquier otro. Y las insistentes
pesadillas. Eran las experiencias más aberrantes y desgarradoras que
hayamos advertido.
Pero no sólo eso, solíamos escuchar un terrible chillido, que más de una
vez me pareció entender que decía “one”. Acompañado de la constante,
persistente frase: Just a Warning.
Cuando se nos denegó acceso completo a la página y una imagen
apareció salvajemente en la pantalla; una delgada línea como un haz de
luz en vertical, y un gran 10 rojo a su lado, sólo pudimos suponer lo peor.
Todo el maldito juego, una vez más, desde el comienzo.
Recuerdo que cruzamos las miradas resignados. Nos alejamos de la
pantalla y sentamos en la cama, siempre con vista al computador. Y nos
quedamos allí, observando…, observando la imagen. Imagen que parecía
moverse.
Transcurrido alrededor de una hora el haz de luz se había hecho
notoriamente más grande. Justo en ese momento, el 10 cambió tan
abruptamente que la ilusión del 10 quedó grabada en nuestros ojos varios
segundos, antes de que nos percatáramos de que sobre la pantalla se
enseñaba un 9 morbosamente en rojo. Entonces pudimos distinguir que
no era sólo un haz de luz. Era una puerta, que se estaba abriendo.
Fue justamente en el 8, una hora después exactamente, que nos dimos
cuenta de la molesta melodía que sonaba detrás. Una horrible sensación
nos llegó de tener la columna congelada, o peor, hecha de hielo.
Causándonos esa sensación de sosiego, temiendo que el frágil hielo se
quebrara de movernos.
Y transcurrían las horas, y con cada hora el número descendía
aritméticamente. Hasta el 4 cesó el movimiento y la puerta quedó
completamente abierta. Comenzamos a ver una silueta que aparecía; el
sólo hecho de verla me erizó los pelos de todo el cuerpo. Se acercaba a
paso lento, bastante lento.
Para este punto estábamos demasiado cansados, y vaya, hasta aburridos.
Me recosté y conseguí dormir algo, dejando a mis dos amigos que se
rehusaban a apartar la vista de la pantalla. No sé la verdad cómo logré
conciliar el sueño en ese momento. Incluso soñé, nada tan exagerado, ni
con mucho sentido, como usualmente se espera en mis sueños; pero me
relajé por esas tres horas hasta que cayera el 1 anunciado por un
espantoso grito que casi me tira de la cama. En el monitor había un rostro
pálido y con los ojos vacíos, una boca abierta y profunda. Dejaba ver su
roída mano con el índice levantado, en señal de silencio; o así fue como lo
comprendí.
Dejó salir un gemido rasposo del que pude distinguir claramente
“one”. Uno de mis amigos entró en llanto, y no hizo más que inquietarme.
Y entonces la energía se fue súbitamente, en toda la cuadra. Creo que si
hubiera estado solo en mi casa en esa situación, no podría haberlo
soportado. Hubiera gritado, hubiera gritado hasta que el desgarro de mis
cuerdas vocales lograra saciar mi sed de calor, de algo en lo que
aferrarme; hubiera gritado hasta que el dolor de desangrarme la garganta
opacara el terror que estaba sintiendo.
La música regresó, su voz… Pero la energía seguía ausente.
Estaba en la habitación.
No tardamos mucho en ubicarlo a unos pasos de la puerta mirándonos
fijamente, sonriendo con malicia. Pronunció unas palabras en inglés, en lo
que parecía ser un dialecto bastante antiguo, que con dificultad logramos
captar. Pero tal y como los discípulos de Jesús pudieron entenderse entre
ellos aquella noche de la llegada del Espíritu Santo, aunque no hablaban
la misma lengua, pudimos nosotros comprender sus palabras:
“Sólo fue una advertencia, pero continuaron persistiendo…”
Esa cosa se nos acercó y susurró suavemente a mi oído…
“Zero”.
El terror me cerró los pulmones haciéndome casi imposible respirar. Por
una hora entera permanecí inerte ante sus violentos gritos, a su presencia,
a las alucinaciones que nos obligaba ver. No sé muy bien dónde nos ha
llevado, pero estoy seguro que no seguimos en mi habitación. Y ha
comenzado a contar, una vez más, desde el 10 hacia abajo.
Se me nubla la vista.
4…
Mi pulso disminuye.
3…
Me recuesto en este frío suelo, incapaz de seguir en pie.
2…
Pierdo lentamente el conocimiento.
1…
Y dejo de respirar…
Ayudenme
Una familia acababa de mudarse a una nueva casa cerca del bosque. Es
una casa más grande, en un pueblecito tranquilo, los niños tienen sitio
para jugar y los padres están tranquilos,... Todos estaban muy a gusto en
su nuevo hogar. El padre trabajaba y debía ausentarse de casa una
semana de cada dos por motivos laborales.
Tras varias semanas viendo a su hija cavar diciendo que oía que la
llamaban voces pidiendo ayuda, la familia no pudo más y decidieron cavar
ellos en el punto dónde cavaba la niña. Cavaban más y más profundo,
intentando encontrar una solución. Y la encontraron. En el punto donde la
niña cavaba encontraron la solución al porqué Caterina actuaba así.
¡Encontraron un esqueleto de una niña!
Escandalizados, llamaron a profesionales para hacer una búsqueda y
supieron que hacía dos años atrás desapareció una niña en el pueblo. La
buscaron durante mucho tiempo pero nunca la encontraron. De una sola
vez se habían resuelto ambos interrogantes.
Los extraños
Mi nombre es Andrew Erics. Viví, alguna vez, en una ciudad llamada
Nueva York. Mi madre es Terrie Erics. Si alguna vez vas a la ciudad, y
lees esto, por favor, encuéntrala. Ella está en el libro amarillo. no le
muestres esto, pero dile que la amo, y trato de volver con ella. Por favor.
Todo empezó cuando decidí, al cumplir 25, que era tiempo para dejar de
llevar la mochila donde cargaba mis libros para ir a trabajar. Me haría lucir
más maduro, pensaba. Por supuesto que eso significaría también que
tendría que dejar de leer en el metro durante las mañanas y tardes. Un
portafolio hubiera parecido un poco raro debido a que trabajaba en una
fábrica, y un bolso de mensajería se hubiera visto, no lo sé, raro a mi
gusto.
Tenía un reproductor de mp3, el cual me ayudaba a pasar el tiempo por
un rato, pero se descompuso después de un tiempo. Así que cada
mañana, me sentaba en el metro por medias horas que se me hacían
eternas, con nada que hacer más que ver pasajeros subir y bajar del
metro. Era bastante tímido, y no me gustaba que me miraran, así que
siempre buscaba la manera de taparme estando en público.
Rápidamente me percaté de que no era la única persona que se sentía
poco confortable en público; Me di cuenta que había personas que se
cubrían de distintas maneras, pero aprendí a distinguirlos. Estaban los
nerviosos que no podían estar cómodos de ninguna manera, moviendo
sus manos, cambiando su posición, y mirando para todos
lados. Después de ellos, estaban los falsos-dormilones, los cuales
normalmente corren a su asiento y cierran los ojos inmediatamente. La
mayoría no dormía sin embargo. Los que realmente se quedaban
dormidos se movían menos y generalmente se despertaban de repente
cuando el tren llegaba a su estación. Por ultimo estaban los adictos al
mp3, los ocasionales usuarios de laps o tablets y los que venían en
grupos y hablaban muy fuerte. Eso sin contar los adictos al celular que
parecían no poder cerrar la boca por menos de 2 minutos.
El observar gente era horriblemente aburrido. Hasta que encontré mi
primera incongruencia. Un hombre de edad media con cabello café de
tamaño y peso promedio, el cual se vestía de manera muy casual. Lo
extraño en él, es que parecía quizá, demasiado normal. No tenía ninguna
característica remarcable, ningún manierismo, como si estuviera
designado para desvanecerse en la multitud. Eso fue lo que hizo fijarme
en él. Yo trataba de ver de manera intencional, como era que la gente
actuaba en el metro. Y el no actuaba para nada. No reaccionaba para
anda. Era como ver a alguien sentado frente a la TV, viendo un
documentario de peces; No estaba excitado, ni involucrado, pero tampoco
miraba a otro lado. Presente pero distante.
Él siempre estaba en el metro por las tardes. Llevaba más de un mes con
mi experimento de observación a la gente, antes de que lo notara, porque
no tomaba el mismo metro cada día, y nunca me sentaba en el mismo
vagón de manera consiente. La primera vez que lo vi fue un lunes, me
parece, y la segunda, fue el jueves de la misma semana. El obviamente
tomo el mismo tren, y se sentó en el mismo lugar -incluso en el mismo
asiento-. Como me llamo tanto la atención la primera vez, le
preste más atención la siguiente. Francamente, él era perturbador. Se
sentaba allí, sin hacer nada, sin cambiar su expresión, con la cabeza
derecha, sin importar lo que pasara. Recuerdo a una mujer con un niño
llorón que se sentó detrás de él, y aun así, nada. El no movió su cabeza,
ni cambio su gesto en molestia. Él niño era jodidamente molesto!
Para cuando llegaba a mi parada, me sentía con náusea, y mis manos
temblaban como si tuviera un ataque de nicotina. Algo acerca de ese
hombre estaba “mal”. Él era, pensaba, una especie de freak. Un sociópata
quizá, uno de esos tipos callados que guardan docenas de cabezas de
mujeres en un refrigerador, con su madre como primera víctima.
Por un tiempo, me dedique a holgazanear de manera intencional después
del trabajo. Me paraba en los centros comerciales y kioscos cerca del
metro sin intenciones de comprar nada. Por un par de semanas, evadí
tomar el metro a esa hora, y siempre que me encontraba en la parada,
titubeaba para entrar en él. Me asegure de siempre tomar el carro
más lejano del cual había visto al hombre.
Entonces, una mañana, vi a otra persona que alarmo las campanas de
emergencia de mi cabeza. Una mujer, que lucía tan simple, tan fuera de
lugar, y tan ignorante de la conmoción de su alrededor. Me di cuenta
entonces, que reconocí a la mujer en el momento en el que mi
obsesión de mirar a las personas empezó nuevamente, debido al
aburrimiento. Lo más grave, es que este hobby de observar a las
personas se había vuelto una especie de religión para mí; Me di cuenta
que no podía entrar al metro o a un autobús sin examinar a todos,
llenando listas mentales en mi cabeza: Colores sólidos y simples, no
usaba bolsa, pulseras o accesorios. No miraba casualmente a las
ventanas o hacia otros pasajeros. Empecé a llamarlos los extraños.
No los veía a diario, ni cuando empecé a utilizar el metro aun cuando
no lo necesitaba. Pero estaban allí, de manera constante. Ver uno de
ellos hacia que la mandíbula se me trabara, mis palmas sudaran y que
mi garganta se secara. Si alguna vez has dado un discurso en público,
sabes cuál es la sensación.
Ellos no me prestaban el más mínimo de atención, a pesar de que sentía
que estaba en display para ellos. Como era posible que ellos no me
notaran?
No me notaban, al menos no de una manera que yo pudiera sentir.
Eventualmente, mi curiosidad supero a mi miedo, y decidí seguir a uno.
Elegí al primero que encontré, el hombre del tren de la tarde que siempre
se sentaba en el mismo lugar. Tome un asiento, y me senté detrás de él.
Llegando casi al final de la línea, él se levantó y camino antes que yo.
Manteniendo distancia entre nosotros, lo seguí, pero el no llego muy lejos.
Se sentó en una banca cercana, tan poco expresivo como siempre. Así
que me puse detrás de una esquina y espere, tratando de parecer
indiferente. Después de unos minutos, llego el siguiente metro lo vi
tomarlo, sentados en el mismo asiento. No tuve el valor para seguirlo otra
vez.
Simplemente tomo el metro al final de la línea y ya! Y luego qué? Se fue
de regreso? Porque haría eso? Me preguntaba durante el camino a mi
casa y mientras trataba de dormir. No podía dejar esto así, no hasta saber
un poco que estaba pasando. Me sentía más que confundido: Estaba
realmente enojado! Porque este extraño tipo sacado del valle desconocido
tomaba el tren de ida y regreso sin ir a ningún lado?! Recuerdo leer en
algún lado que la mente rechaza ciertas cosas simplemente porque son
agravantes; Por ejemplo, las arañas perturban a muchas personas,
especialmente las grandes… Lucen simplemente extrañas, alíen para
nosotros. Ese era el efecto de los extraños en mí. Ofendían a mis
sentidos!
Lo seguí nuevamente el día siguiente. Y otra vez el día siguiente. Todos
los días por al menos una semana; Los dos hacíamos nuestros viajes
silenciosos juntos. Para el fin de semana, lo seguía por horas hasta que el
último tren se detenía cerca de mi departamento. Nos movíamos de un
lado de la ciudad al otro, y de regreso. Ya no miraba a las personas. No
tenía ojos para nadie más , aunque si notaba algunas miradas confusas
hacia mí. Fuera de eso, nosotros podríamos ser las únicas personas del
planeta por lo que me importaba.
Perdí mi trabajo la siguiente semana. Mi jefe fue amable, tímido pero
firme. No me concentraba. No tenía enfoque. No estaba siendo
productivo. Fue de hecho, un gran discurso, me parece, pero apenas
podía oírlo. Solo podía pensar en mi “Trabajo” nuevo, mi vigía… Que es lo
que hacia ese hombre, esa cosa en el metro cuando no estaba yo para
observarlo? Deje el trabajo por última vez casi al anochecer ese día.
Desearía haber prestado más atención aquel día. Estaba soleado? Era
verano? Pude haber tomado un helado y cappuccino, o ver a algunas
chicas bonitas para sacar esa obsesión de mi cabeza. O quizás encontrar
un nuevo trabajo y esta vez, dedicarme a leer en los trenes y autobuses.
En lugar de eso, espere. Espere en la estación hasta que lo vi en una
ventana. Me subí al vagón del tren y note por primera vez que mi piel no
estaba pegajosa, ni mis manos húmedas ni mi corazón latía fuertemente.
Por primera vez, me senté justo frente a él, directamente en su línea de
visión. Espera por un cambio en sus gestos. Acaso me reconocería? Si lo
hizo, no vi señales de ello realmente me fijaba en él. Me imagino la pareja
que hacíamos, sentados uno frente al otro mirándonos fijamente. No iba a
permitir expresar mi furia interna , pero realmente me esforcé en
permanecer tan inmóvil e inexpresivo como él. Pero por dentro, le gritaba.
“Reacciona maldito imbécil! Mírame carajo, quiero saber que eres!”
No lo hice, y mis demandas silenciosas no fueron respondidas, no en la
primera vuelta, o la segunda, o la tercera, ni en la décima. Viajamos
mucho esa noche juntos, y en cada terminal, nos bajábamos y esperamos.
me sentaba a su lado en la banca, observándolo desde la esquina de mi
ojo, y aun así, no obtuve nada de él. Pero dos pueden jugar ese jueguito.
Finalmente, realizamos nuestro último viaje juntos. Lo tenía, y lo sabía. En
el último viaje de los trenes en la noche antes de que estos dejaran de
correr. Siempre lo dejaba ir a partir de este punto, porque la terminal
representa un largo camino a mi casa, y los autobuses dejan de operar
casi al mismo tiempo que el metro. Pero esta vez, lo seguí, para
finalmente saber que hacia cuando los trenes dejaban de funcionar.
finalmente obtendría respuestas… Quizá.
El tren se detuvo, y la anticipación crecía en mí. El vagón se vaciaba
alrededor nuestro lentamente, hasta que solo quedamos los dos
observadores silenciosos. Luche internamente por mantener una sonrisa
maniática.
El extraño no se movió, seguía sin reaccionar. El carro permanecía
inmóvil, con las puertas abiertas. Se escuchó el aviso de que habíamos
llegado al final de la línea, y que todos tenemos que desalojar el metro. El
extraño seguía sin moverse. Finalmente, escuche unos pasos, un
conductor o alguien, asomándose para asegurarse que nadie se
quedaría en los vagones antes de llevar el tren a donde quiera que lleven
los trenes en la noche. Aun así, no quite la mirada de mi acompañante
silencioso.
Logre ver al conductor desde la esquina de mi ojo cuando finalmente llego
a nuestro vagón. Se asomó, puso sus ojos en nosotros, y puso un gesto
de extrañeza en su cara. Parpadeo un par de veces. Espere a que el
hablara en el momento que se acercó, pero con una ligera negación en su
cabeza, nos dejó. Había un vagón más después del nuestro, y escuche
que lo reviso, y unos minutos después, el tren se empezó a mover
nuevamente. Avanzamos por un rato, después dio una vuelta, y el tren se
detuvo en su aparcamiento. Pude ver a re ojo los demás trenes a lado
nuestro.
Y entonces, me sonrió. Fue muy ligero, que hubiera pasado
desapercibido, si no hubiese estudiado su cara. “Así que”, me dijo en un
áspero tono, “Hemos llegado”.
Trate de responderle, pero no pude hacerlo. Mi garganta se secó. Me llene
de terror. Sentí que la caverna subterránea en la que estábamos, se
había derrumbado sobre de mi de repente. tosí, y finalmente, con una vos
rasposa, le pregunte lo que me había mantenido despierto y me había
llevado casi a la locura, y me atrajo a este momento. “¿Que eres tu?”
Me ignoro. Se levantó y las puertas del tren se abrieron. Entonces, de
manera sorpresiva, se volteo para mirarme diciéndome, “¿Vienes?” no
espero mi respuesta y camino en la plataforma. Temblando, y
tropezándome, lo seguí. “Carajo, vamos, háblame, que eres?! Porque
viajas en el metro todo el maldito día?!”. No me miro siquiera, ni detuvo su
paso. No podía ver su cara, pero me es fácil adivinar que no reacciono en
lo absoluto. Lo seguí por un rato, gritándole todavía por un rato, pero
eventualmente me rendí.
Caminando en la plataforma hasta que llegamos a un cruce. estábamos
ahora perpendiculares a los trenes a nuestro alrededor. El camino estaba
iluminado desde arriba, pero no podía ver donde terminaba. Parecía haber
demásiados trenes como para servir a la ciudad. Pero no me importaba,
mi atención estaba en el extraño.
No estoy seguro de cuánto tiempo caminamos. el extraño de repente se
detenía para mirar un vagón por un par de minutos, para después seguir
su camino. Me tomo un rato entender el porqué, pero eventualmente vi
que no todos eran iguales. Largas líneas de ellos lucían similares, pero a
veces notaba un modelo diferente. A veces eran un poco más chicos o
más grandes o a veces eran de un modelo un poco diferente. Incluso las
cabinas de los conductores eran superficialmente diferentes también. No
sabía exactamente que estaba buscando el extraño, porque después de
una vuelta, las puertas de un vagón se abrieron frente a nosotros.
Entramos y tomamos nuestros asientos.
“¿Estas dispuesto a hablar ahora?”, le pregunte. No hubo respuesta.
Suspire de frustración y realmente empecé a pensar en darle un golpe en
la cara, cuando de repente, las luces del tren se encendieron, y el motor
se encendió nuevamente. “¿Qué carajo..?”
Me miro de una manera casi triste. “No podrás regresar”.
“¿De que me estás hablando? ¿Regresar a dónde? No me respondió. De
repente, el tren se puso en movimiento en dirección contraria de dónde
venimos. Al menos, eso creo. Lo mire, y note que su Mirada vagabunda se
hacía cada vez más aguda, y por primera vez, tuve la sensación de que
me miraba.
“Calla, mantente en silencio. No llames su atención”.
El tren se detuvo, y las puertas se abrieron, y entonces, ellos entraron
como una ola. No sé qué fue lo primero que note –Los extraños ropajes,
los brazos demasiado largos, cuyas manos casi se arrastraban por el piso,
los ojos completamente negros, o su piel azuleada. Mi cerebro tardo
mucho en procesar lo que mis ojos veían, pero cuando finalmente lo hizo,
sentí que mi Corazón estallaría. Diablos, creí que yo estallaría por
completo. Mis instintos me gritaban
–Quédate quieto! No te muevas, no llames su atención!!!”
Viajamos en el vagón del metro quietos y sin expresión por horas, por días
quizá. Parecía más larga de la línea que conocía, la línea por la cual
seguí al extraño. Esas cosas horribles a nuestro alrededor parecían no
prestarnos atención. Estaba tan petrificado, tan asustado, que cuando
finalmente regresamos a la caverna con trenes, colapse en lágrimas , con
el extraño mirándome impacientemente.
Cuando gane control de mí mismo, lo mire y le implore, “Llévame a casa…
Por favor…”.
“No puedo” –replico-. “No sé cuál de estos te llevara de regreso, si alguno
puede hacerlo”. Se paró y salió del vagón, y entonces lo seguí. Volteo de
repente exclamándome ¨Creo que me has seguido suficiente!”
La furia que tenía antes con él, la que se disipo por el miedo, regreso
nuevamente. “¿Que?” le grite, acercándome. Lo tome por lo hombros, y
con una fuerza que no sabía que estaba en mí, lo empuje en contra de
uno de los vagones. “Maldito hijo de puta, que carajos me hiciste?!”. Lo
azote una y otra vez. “Llévame de regreso!” Él se quedaba mirándome
pasivamente mientras mi furia me dejaba vacío. “Por favor, por favor
llévame a casa”.
“Así no funciona. Si estamos juntos, es más probable que nos noten.
Vete. Quédate quieto y se sutil, y ellos creerán que eres uno de ellos”.
“Como me pudiste hacer esto, ¿porque?!”
Me miro casi tristemente. “Tenía que hacerlo. Tú lo harás también.
Quedaras… atorado algunas veces”. Se quitó mis manos de mis
hombros, y se alejó de mí. Me puse de rodillas, después de perder mi
fuerza repentinamente, y lo vi alejarse. “Lo siento”. Y entonces, se había
ido.
Trate de encontrar el camino por el que había iniciado, encontrar un tren
que reconociera, pero no estaba ya seguro de a dónde iba. Finalmente,
encontré un tren que parecía vagamente familiar. O al menos estaba tan
desesperado que eso quería creer. Cuando me acerque a la puerta, esta
se abrió para mí y tome asiento. El metro se movió, y a pesar de ser un
ateo de toda la vida, ore por encontrar la salida. El tren se detuvo, y por un
momento pensé que estaba salvado. Gente! Seres humanos! Debo ser el
hombre más afortunado del mundo!
Entonces note los ojos. Específicamente, el gran tercer ojo al centro de
sus frentes. “Bien al Diablo contigo, Dios”, pensé.
Su tercer ojo parpadeaba independientemente de los otros dos, lo cual
encontré nauseabundo. Y cuando uno de ellos sonrió, note que sus
dientes eran filosos y chuecos, y verde-amarillo por la suciedad. Pero aun
así fui cuidadoso y selectivamente ciego.
Entonces note que no había ni comido ni tomado liquido por horas, quizá
días, y sentía que necesitaba comer algo.
En la siguiente terminal, decidí tratar de encontrar algo que comer y beber.
No sé porque espere, pero me pareció importante – Llegar al final de la
línea. Cuando llegue allí, me costó mucho salir del vago; Nunca había
visto al extraño salir de bajo tierra; Nunca lo había visto ni comer ni beber.
Sin embargo, mi estómago no tomaría un “no” como respuesta. Trate de
poner mi cara lo más neutral posible y salí de la estación.
Estaba enojado, perdido, hambriento y abandonado a un destino que si no
fuese peor que el infierno, era dos veces más estúpido y con tres veces
menos sentido. No estaba en mi mejor estado mental. Normalmente
trataba de dar vueltas amplias en las esquinas para evitar chocar con
alguien o algo. Continúe en la obscuridad por un buen rato hasta llegar a
una pequeña abertura en la pared. Hambriento y desesperado, me senté
en la pared, con mis piernas totalmente recogidas, imaginándome a mi
golpeado al maldito extraño con un martillo hasta la muerte. Era una
imagen aliviadora.
Una rata estaba merodeando cerca en la obscuridad. Normalmente, la
hubiera pateado para espantarla, pero ahora no me moleste ni por eso.
Rabia o lo que sea sería una bendición comparado a viajar por
subterráneos de mundos desconocidos, solo y perdido. Cuando se me
acerco, no la espante, aun cuando se pegó a mi pierna, no me importo. No
hasta que un tren paso, y la luz de los vagones iluminaron el lugar en el
que yo estaba, y la cosa que yo creí, era una rata.
Parecía una rata, sí, pero con facciones arácnidas. Como si alguien las
hubiera cruzado, resultando en la horrible abominación que husmeaba por
mi pierna. Me pare rápidamente, y la patee como un balón de soccer, al
lado opuesto de la pared, y la mire retorcerse hasta que el tren paso
regresando la obscuridad.
Y en la obscuridad, me llegó un horrible pensamiento; Me pregunto si se
podrá comer esa cosa. Me asqueaba el imaginármelo, pero estaba
hambriento. Y no había garantía de que encontraría comida en este lugar,
o en algún otro momento. La cosa esa era mi única opción. Me mantuve
tanto como pude, pero creo que mis instintos de supervivencia triunfaron
sobre mi asco. Tenía mi encendedor, pero nada conque encender un
fuego. Tome un poco de carne de su cascaron, y la cocine un poco con el
encendedor, pero no ayudo mucho. Nada hubiera podido. La carne era
fétida, más fétida de lo que puedes imaginarte. He comido muchas cosas
cuestionables en mi vida, pero nada tan asqueroso, como la carne de esa
cosa.
En retrospectiva, Fue ese momento en el que me convertí en un extraño.
Antes, me costaba mantenerme sin expresiones como los otros. Destazar
y comer una creatura casi alíen en la obscuridad, bajo un mundo extraño,
alienígeno, fue cuando perdí toda la cordura. Para cuando deje la
obscuridad, y regrese al túnel, estaba tan falto de expresiones y vacío por
dentro como el primer extraño que había visto.
Eso no fue lo peor sin embargo. Lo peor vino después, la primera vez que
me atasque. El extraño la había mencionado, pero en el estado que
estaba, casi no lo note, Una noche, al final de la línea, se me pidió
abandonar el tren en un mundo casi parecido al mundo normal. Le gente
allí era casi humana, por lo que podía reconocer. Eran anaranjados y
jorobados, seguro, pero fuera de eso, eran prácticamente “normales” –En
el “mundo” que había visitado anteriormente, habitaban criaturas gordas
con seis pechos sin nariz, así que los tipos anaranjados lucían bastante
hermosos para mí-.
Al principio pensé que el conductor le hablaba a alguien más , pero yo era
el único en el vagón. Y además, le entendí. Cuando me pare, me di cuenta
de porque no me podía parar derecho: Tenia una joroba, y vi mi reflejo
que tenía la piel naranja. Entonces me di cuenta de todo. Atorado
significaba, estar atrapado en este mundo. Sería útil de no ser porque es
posible dejar la “estación”, pero al momento de poner un pie fuera de ella,
te das cuenta de los nauseabundo que es para ti un mundo alienígena. Tu
cerebro hace comparaciones y trata de establecer normalidad, lo que te
pone demasiado nauseabundo.
No podía ni quería quedarme en ese lugar. Solo quería una de dos cosas:
Encontrar mi hogar, o encontrar al extraño que me puso en este camino, y
patearle el trasero. Nada más me daría alivio.
Algunas veces me pregunte si podía hacer yo que algún pobre bastardo
me siguiera en este inframundo por la eternidad… Si podría atraerlo de
alguna manera… Resulta que no tenía que hacerlo. Después de unos
meses, uno de ellos, me noto, y si, comenzó a seguirme por semanas. De
manera cuidadosa, hice los posible por parecer que no lo había visto, justo
como el extraño había hecho conmigo. Pero estaba indeciso entre el
deseo de advertirle o de traerlo al final de la línea para dejar este
inframundo de una vez por todas.
La última noche, el me siguió al final de la línea, justo como yo lo había
hecho alguna vez. No tuvo el valor de sentarse frente a mí, sin embargo.
Cuando el tren se detuvo, el huyo rápidamente. Deje el vagón, y el tren se
fue sin mí, mientras yo maldecía en mi interior. Mientras caminaba hacia
los túneles, el joven que me había estado siguiendo, me ataco. Tenía un
cuchillo curvado y me tomó absolutamente de sorpresa. Pero ya he
viajado por mundos hostiles por años, así que mis reflejos fueron muy
agudos.
Peleamos viciosamente, hasta que pude hacer que soltara el cuchillo, el
cual tome, y accidentalmente hundí en su cuello. No quería matarlo, ni
siquiera estaba enojado. Mientras el yacía en el suelo, desangrándose,
me enoje mucho. Lo patee repetidas veces mientras le gritaba, “Idiota, se
supone que debías seguirme!”. Hui de la escena del crimen, pero no por
mucho; era temprano, y podía tomar el primer tren. Así que tome el primer
tren, una vez más al final de la línea, a la “central”. Era invisible para el
conductor una vez más . Supuse entonces que, para llegar a la “central”,
debes de llevar a uno, o matarlo.
Era invisible otra vez, pero también era naranja y jorobado, hasta la
siguiente vez que me quede atorado. Esta siguiente vez, mate
nuevamente. Ese otro cayo mucho más rápido. No quería que ella me
siguiera. Una vez que me reconoció ella como un extraño, yo la reconocí
como la “próxima” y tome mi decisión. No voy a atraer a nadie a esto.
Me Pregunto ahora del extraño que me introdujo a esto. Como lucia
originalmente, y si sabía que podía matarme. Me pregunto también de los
otros que vi antes, y de las raras ocasiones que me topé con otros
extraños en mis viajes en el inframundo. Matan o los atraen? E
independientemente de lo que eligen, lo consideran piedad? No me atrevo
a hablar con ellos. Estamos condenados de todas maneras, y los
condenados debemos sufrir en soledad.
He matado ya a 15, y me he hecho muy bueno en ello. Pero he tomado
una decisión. No matare más – inocentes, al menos -. Antes de llegar a la
“central” por primera vez, llene mi mochila con tanto papel como pude, y
escribí esta historia, cientos de veces, dejándolos en botellas en las
estaciones. Esta es una advertencia y una petición.
Mi petición, como ya dije, es la de encontrar a mi madre. Una mentira
blanca. Dile a mi mama que la amo, y que intento regresar a casa. Quizá
le dé un poco de esperanza, o un poco de paz. Ojala fuera verdad. Pero
esta es la cosa: Me he visto a mí mismo como Odiseo, tratando de
regresar a casa, aunque perdido y sin rumbo. Perdido en túneles
interminables, como un laberinto. Pero con una diferencia: Un laberinto es
diseñado, construido. Alguien o algo creo este lugar imposible. Me
reclutaron como a Teseo, pero no voy a jugar ese papel. Sus extrañas
reglas me convirtieron en un monstruo, así que seré el minotauro de este
laberinto. Y si puedo, destruiré todo lo que está a mi alrededor, y destruiré
a los que hicieron este lugar. Los haré responsables de esto.
Mi advertencia es que debes tener mucho cuidado en lugares públicos, de
las personas silenciosas e inexpresivas. Hombres o mujeres. Pueden
matarte. O pueden hacerte algo peor. Si los ves, aléjate, huye
rápidamente. Pero más importante: No tomes el metro al final de las
líneas.
El juego de la pelota
El típico caso del soldado que le nace un hijo estando en servicio, en la
guerra, y este hombre recibe fotos de su hijo, se los manda su querida
esposa; lo ve y no hace si no añorar estar con el, jugar con el.
Asi que finalmente llega ese preciado día en que le dan la baja y el papa
viaja en avión, pensando en su hijo, y camino a casa el le compra una
pelota, el primer regalo del chico.
Finalmente llega a su casa, muy bonita casa con un bosque detrás, no hay
rejas, no hacen falta, al menos eso piensa.
El papa abraza a su hijo, mima a su hijo, el matrimonio esta mejor que
nunca, y afortunadamente este es uno de esos matrimonios que el por ser
soldado no tiene problemas con su esposa.
Él juega con su hijo todo los días y su juego favorito es pasarse la pelota.
El niño llega se la tira y el papa la patea pero despacito con el zapato, el
niño aprende la conducta y chuta despacito la pelota hacia el y el papa lo
hace otra ves. Y ahí están en ese juego tonto pero amoroso, incluso a
veces horas y horas, todos los días,; padre he hijo el juego favorito de
ambos.
Pero sucede que en un dia muy caluroso, era pleno verano, el papa deja
al hijo con la pelota y se va trotando hacia la casa para beber un jugo que
su mujer trae en una bandeja y se quedan conversando.
Sopla la brisa, los arboles se mueven y se sacuden, y la pelota se va por
el camino y se pierde entre los arboles.
Cuando el papa se viene a dar cuenta no ve ni la pelota y lo mas
importante tampoco a su hijo.
Corre a buscarlo y estalla el terror porque no lo encuentra, y sigue
buscando, y sigue buscando, la mujer se pone a llorar, llaman a la policía,
llaman a los amigos, pero lo único que logran recuperar es la pelota.
El niño desaparece y como es común cuando pasa un tiempo se le da por
muerto.
Pasa el tiempo, el matrimonio sigue junto pero ya se han mudado de esa
casa, él no tiene trabajo, su mujer tiene 2 empleos, tienen problemas;
pero el ya no es el mismo de antes porque el, menos que ella, supero la
muerte de su hijo, y no podía lidiar con el hecho que tuvieran que enterrar
un pequeño ataúd con piedras adentro.
Llora a solas no quiere que la mujer lo vea, y de todas maneras casi no lo
ve ella esta siempre afuera, mientras el colecciona cartas de rechazo de
cada empleo por el que intenta aplicar.
Era una tarde de verano, el estaba en el escritorio viendo las cartas de
rechazo cuando de pronto siente un golpecito sobre la alfombra, se gira en
la silla y ve la pelota, la pelota de su hijo, el recuerdo mas preciado del
padre; esa pelota que el tenia en uno de los estantes a lado de los libros y
otras cosas.
El padre se queda estupefacto, tal ves el viento tiro la pelota, era una
estupidez que no tenia razón de ser ni debió haber pasado porque
alimentaba recuerdos.
Pero cuando él la va a agarrar y la deja en el mismo estante y se sienta de
nuevo en su silla, vuelve a escuchar el mismo golpecito en la alfombra y la
pelota esta vez toca la horma de su zapato.
El ex soldado se levanta y se le queda viendo a la pelota frio, y el recuerdo
mas paternal le llega por que el chuta la pelota despacito la pelota llega
hasta la puerta y se regresa a su zapato, y lo vuelve a hacer y la pelota
siempre regresa como cuando su hijo estaba vivo.
Ya lejos de estar asustados, el disfrutaba entre lagrimas ese intimo juego
paranormal; cuando siente que ya ha tenido suficiente levanta la pelota se
la lleva al pecho, la deja en su lugar y se va a acostar ,con mucho que
pensar y a la vez nada que pensar, salvo que mañana será un día mejor.
Al otro dia va al buzon con mucho miedo, porque sabe que ahí están las
cartas de rechazo, las recoje una por una y ve un sobre muy extraño,
escrito a mano que dice léeme.
El abre el sobre separa el papel y lo que hay adentro es un trozo de tela
arrancada de la ropa de un niño, y escrito en sangre decía lo siguiente:
-Gracias por enseñarme a jugar el juego favorito de tu hijo, quizás haga
que todo lo que esta pasando aquí sea un poco mas agradable para el.
Ella
Mira hacia la derecha, no hay nada ahí; mira hacia la izquierda, tampoco
hay nada ahí; mira hacia abajo, no hay nada ahí; repite esto ultimo hasta
que lo creas, pero por nada del mundo mires hacia arriba porque a ella no
le gusta que la vean. ¿Volteaste y no
viste nada?, tal ves ella no te quiere en este momento pero ya estas
advertido deberías revisar siempre detrás tuyo, no querrás que un dia de
la nada, voltees y lo ultimo que veas en tu vida, sea su desfigurada
sonrisa, antes que acabe con ella. Buenas noches y
dulces pesadillas.