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Trascendencia de Sandino

Cada 21 de febrero se recuerda el magnicidio de mayor impacto en la


historia de Nicaragua en materia de dignidad nacional, como fue el del
General Sandino. En 1934 quien fuera distinguido como General de
Hombres Libres por sus hombres era asesinado a mano de la
monstruosa creación imperial de lo que fue la prolongada dictadura
dinástica Somocista. Ese día y ese año, el fundador de aquel
aterrorizante y naciente régimen, Anastasio Somoza García, ordenaba
la ejecución de Augusto Calderón Sandino, el fecundo gigante del
altivo nacionalismo que corre por las venas de la inmensa mayoría de
los nicaragüenses y que se extiende por nuestra américa como un
referente de la dignidad latinoamericana contra el ofensivo e imperio norteamericano.
Augusto César Sandino o Augusto Nicolás Calderón Sandino vive y no lo expreso como un cliché de
propaganda, ni como una consigna, sino como una actitud, como un comportamiento inherente e
intrínseco que viene predicando con vigor una resistencia de dignidad nacida en Nicaragua como un
ejemplo al mundo de lo que un pequeño David puede hacer contra el gigante Goliat.
Hay dos gigantes en esta tierra fecunda de referentes heroicos y patrióticos, Sandino en lo político,
revolucionario, místicamente al lado de los postergados, por un lado y por el gran Darío en la
Literatura, la prosa y el verso. Gracias a ellos el nombre de Nicaragua, es un eco en el concierto de
las naciones y ambos tienen un lazo que los une: su nacionalismo, patriotismo, la visión de futuro
que tuvieron, la construcción de la dignidad que edificaron en la intimidad del pensamiento de la
mayoría de los nicaragüenses que hoy tienen una conciencia dinámica, crítica e inspiradora para
otros pueblos.
Augusto C. Sandino es una huella grabada para la posteridad en el pensamiento de quienes por
amar la libertad luchan contra todo símbolo externo que pretenda avasallarnos desde prácticas
interventoras en asuntos que por no ser de su competencia y jurisdicción tratan de imponer sistemas
fundamentados en la soberbia imperial que ya antes fue expulsada de Nicaragua y además vencida
por el ejército loco de aquel General de Hombres Libres que hizo morder el polvo de nuestras
agrestes montañas al gringo y al yanqui invasor.
Sandino combatió a muerte entre 1926 y 1933 una guerra contra las tropas de los Estados Unidos
que se mantenían en Nicaragua desde 1912 saqueando y chupando nuestras riquezas con el
consentimiento de los lacayos nacionales y los vende patria de aquellos tiempos que no son nada
distintos a los que existen ahora.
Para el general Sandino, eran traidores a la patria: “Todo nicaragüense que con miras políticas
traficase con la honra de la nación, solicitando el apoyo oficial de los invasores de la patria, así como
al gobierno de la Casa Blanca. Son traidores: el que prestare su ayuda a los invasores y traidores,
para asesinar a los patriotas nicaragüenses que están defendiendo la Soberanía Nacional.
El General de Hombres Libres aparece en el escenario político
y militar de Nicaragua, con un liderazgo sólido y enigmático
que eclipsó al zoológico político y partidario de la época.
Sandino peleó sus primeras batallas desde las contradicciones
liberales y por las mismas trascendió a los planos del más
correcto ideal y en vez de rendirse, de vender su fusil y
acomodarse por los halagos que le hicieron, comenzó una
resistencia estoica con la semilla de treinta hombres que
fueron la base de lo que más tarde fue aquel ejército loco,
aquel Ejército Defensor de la Soberanía Nacional que humillo
a los marines que creyeron ser el ejército más poderoso del
planeta.
Por la verdad histórica hay que reconocer que la lucha de
Sandino y su propio martirologio nunca fueron en vano porque
a partir de ahí comenzó el rescate de la dignidad y soberanía
de la nación y los tratados lesivos del imperio contra la patria
latinoamericana.
El ideario de Sandino está recogido por una gran cantidad de
frases testimoniadas a través de sus cartas, de sus manifiestos y de sus declaraciones. En lo
personal las tomo todas para hinchar mi agradecimiento al Creador por haberme hecho nacer aquí
porque como decía nuestro General de Hombres Libres, “Soy nicaragüense y me siento orgulloso de
que en mis venas circule, más que cualquiera otra, la sangre india americana que por atavismo
encierra el misterio de ser patriota leal y sincero”.
Sandino nunca murió después de su asesinato. Por el contrario, su pequeña figura se agigantó y su
sangre abonó una tierra fecunda que parió hombres de honor que siguen dando la cara por nuestra
nacionalidad, no solo contra el imperio maligno sino contra el somocismo que lo quiso borrar de la
historia y contra los sirvientes nacionales que se prestan para abofetear el rostro de Nicaragua junto
a extraños que siguen siendo vencidos a lo largo de la historia por la sombra, por la silueta, por el
espíritu del General de Hombres Libres.
Este 21 de febrero Nicaragua conmemora el 86 aniversario del
asesinato de Augusto C. Sandino haciendo predominar el rojo y
negro de libertad o muerte desde una visión más nacional que
partidaria porque en la actual coyuntura la soberanía, la lucha por
la dignidad, el enfrentamiento contra las nuevas modalidades
intervencionistas e invasivas y la obligación moral y nicaragüense,
por exponer al desnudo a los malos hijos de este país, va más allá
de cualquier sectarismo y obliga a la unidad por el alto interés
nacional.
En el 86 aniversario del cobarde asesinato del General de Hombres
Libres debemos fijarnos como metas profundizar sobre los más
altos valores de la nacionalidad y llevar a cada rincón del país la
siembra de la dignidad de la tierra que nos vio nacer, porque si
Sandino nos abrió el camino, entonces el sandinismo obliga a que
cada uno nos convirtamos en un eslabón transmisor de energías patrióticas que pongan distancias
entre el alto interés por la patria y la arrastrada vocación filibustera de quienes son los sirvientes
arrastrados del imperio.

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