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“TÓTEM Y TABÚ” (1913)

"Tótem y Tabú" es una obra que se orienta a la Antropología. Sin embargo, al final,
la idea de la obra es clara: muestra que las creencias, la superstición, las religiones y las
neurosis comparten relaciones íntimas entre sí, en un pasado lejano.
La idea de este trabajo es que se podría pensar un parecido entre el desarrollo de
las sociedades primitivas y el desarrollo individual de la “mente” humana. El punto
fundamental de esta obra es que la ambivalencia (es decir, dos modos o maneras distintas
al mismo tiempo)que caracteriza la relación con el padre en el complejo de Edipo (rivalidad
e identificación del niño con él)sería igual al conflicto mítico que daría origen a la cultura:
el asesinato de un padre originario llevado a cabo por el clan de hermanos.
¿QUÉ ES UN TÓTEM?
Un tótem es una figura simbólica que representa la unión de un grupo, no por lazos
de sangre, sino por pertenecer a la misma imagen totémica, que puede ser un animal, una
planta o una fuerza natural (rayo, fuego). Esta figura totémica representaba los lazos
familiares de un grupo.
El tótem representa en primer lugar un antepasado común a un clan (grupo), y en
segundo lugar, su espíritu los protege y debe ser respetado.
¿QUÉ ES UN TABÚ?
El segundo concepto importante es el "Tabú". El Tabú es algo presente en pueblos
llamados "primitivos" y es lo prohibido por partida doble: se trata de aquello que es lo más
sagrado, tanto que no se puede ni debe tocar, pero al mismo tiempo puede representar a
lo más impuro, aquello "sucio" y desagradable que tampoco se debe tocar, o de lo que no
se debe hablar.
EL BANQUETE TOTÉMICO
Los banquetes totémicos son las fiestas que se celebran en honor al tótem, en las
cuales los miembros de la tribu o el clan se disfrazan pareciéndose al animal totémico,
imitan sus gritos y movimientos, matando y devorando cruelmente al animal. La acción es
prohibida a la persona, pero se puede hacer con la participación de todos, en conjunto.

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En ese acto de comerse al animal, los miembros consumen una parte y se identifican
con él. Una vez muerto, el animal es llorado y lamentado por miedo a una “venganza” y
para sacarse de encima la responsabilidad de una muerte. Se reparten las culpas entre
todos.
A este duelo y lamento le sigue una fiesta, que es un exceso permitido. La fiesta
podría explicarse, justamente, por el hecho de que los miembros del clan recibieron la vida
sagrada (al comerse una parte del tótem). Cada persona se quedó con una parte de la
fuerza de ese tótem.
Freud considera a ese animal totémico como un sustituto del padre y caracteriza
esa actitud ambivalente de amor y hostilidad hacia el tótem como una manifestación típica
de la ambivalencia (identificación y rivalidad al mismo tiempo) que los niños muestran por
sus padres.
HIPÓTESIS DE DARWIN SOBRE EL ESTADO PRIMORDIAL (INICIAL) DE LA
SOCIEDAD HUMANA
Freud toma de Darwin una hipótesis basada en la observación de los monos, según
la cual podría pensarse que el hombre primitivo vivió en pequeñas hordas o grupos que
estaban dominados por el macho más fuerte. Este macho impedía a los demás machos el
acceso a las hembras, reservándolas todas para sí mismo.
Esta hipótesis permite entender mejor el banquete totémico.
Entonces, si tenemos en cuenta el banquete totémico para explicar esta hipótesis,
puede pensarse de la siguiente manera:
En la horda primordial (inicial), hay un padre violento, celoso, que se “guarda” todas
las mujeres para sí mismo y expulsa a los hijos varones cuando crecen por ser una
competencia.
Un día, los hombres que habían sido expulsados formaron una alianza y mataron y
devoraron al padre, poniendo fin a la horda paterna.
Los hermanos odiaban a este padre porque era un obstáculo para sus necesidades
de poder y exigencias sexuales, pero al mismo tiempo, los hermanos amaban y admiraban
al padre (esta es la actitud ambivalente de la que habla Freud).
Tras matarlo y satisfacer su odio y deseo de identificarse con ese padre (comiendo
su cadáver para identificarse con él y que cada uno tuviese un poco de la fuerza del padre)
aparecieron los sentimientos tiernos en forma de arrepentimiento y así nació una conciencia
de culpa.
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De esta manera, el muerto se volvió más fuerte que en vida, porque lo que antes
ese padre había impedido con su existencia (el acceso a las mujeres), ahora los hermanos
que lo mataron se lo prohibían ellos mismos a causa de una “obediencia retrospectiva o
de efecto retardado”.
Desde la conciencia de culpa, los hijos crearon los dos tabúes (prohibiciones)
fundamentales del totemismo:
A.No matarás al animal totémico: no repetirás el asesinato del padre, porque si otro
macho ocupa el lugar del padre entonces hay que matarlo por ser el macho dominante;
B.Prohibición del incesto: no gozarás o disfrutarás de las mujeres del clan (ya que era
lo que el padre originalmente prohibía).
Como conclusión, se puede decir que la hazaña de matar al padre no dejó conforme
a ninguno de los hermanos; ninguno pudo satisfacer su deseo originario de ocupar el lugar
del padre.
RELACIONES CON EL COMPLEJO DE EDIPO
Los dos tabúes del totemismo, que se establecieron con el asesinato del padre
primordial (simbólico) coinciden con los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo:
Mantener una relación sexual (incesto) con el progenitor del sexo opuesto [madre o
padre];
Eliminar al padre del mismo sexo (parricidio).
Esos dos tabúes hicieron posible el comienzo de la eticidad de los hombres, es decir,
su ética, su moral, la educación de los valores humanos.
Para terminar, hay que aclarar que el padre es una función simbólica, relacionada
con una ley. El rol de padre funciona, cuando hay ausencia, por obediencia retrospectiva
(cuando estaba vivo se lo desafiaba. Una vez muerto, la sensación de culpa hace que se lo
obedezca y para esto se crean nuevas leyes –origen de la sociedad-.)

“PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO” [CAPÍTULOS VII, VIII Y XI]
(1921)
VII: LA IDENTIFICACIÓN
Freud comienza hablando de la identificación, y dice que es el vínculo o ligazón
afectiva con otra persona. Juega un papel muy importante en la prehistoria del complejo de
Edipo (es decir, antes de que ocurra el Edipo como tal, cuando el niño se identifica con el
padre antes de que sea un estorbo).
Entonces, el varón muestra un interés hacia su padre y lo toma como su ideal
mientras toma como objeto de amor a la madre, transfiriendo su libido a ella (por elección
de objeto anaclítica o por apoyo). De esa manera, el niño crea dos lazos:
La madre como investidura sexual de objeto;
El padre como identificación.
Es en la unión de esos dos lazos que se da el nacimiento del complejo de Edipo: el
niño nota que el padre es un estorbo junto a la madre, entonces su identificación pasa a ser
más hostil y también busca reemplazar al padre en ese rol.
A partir de acá, la relación con el padre se vuelve ambivalente: por un lado, el niño
se identifica con él, pero por otro lado, quiere sustituirlo y ocupar su lugar junto a la madre.
Hay que aclarar que en la niña se dan estos mismos mecanismos, con las
correspondientes sustituciones (madre en la identificación, y padre en la investidura de
objeto, al contrario que en el niño).
La identificación tiene como objetivo configurar el yo propio con un parecido con
otro, que es tomado como “modelo”.
TRES TIPOS DE IDENTIFICACIÓN
1.La ligazón o unión afectiva a un objeto;
2.Introyección del objeto en el yo (es decir, se hacen propios rasgos o conductas de la
personalidad de otra persona);
3.Identificación de la masa: esta identificación fundamental se da cuando hay un rasgo
en común con la otra persona, que no es tomada como objeto sexual. Lo sexual no
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juega ningún papel en este tipo de identificación, es puramente social. Puede ocurrir,
por ejemplo, con el líder de la masa.
VIII: ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS
En algunos casos enamorarse se entiende simplemente como revestir a un objeto
de interés sexual para lograr una satisfacción erótica, desapareciendo ese “amor” cuando
se lleva a cabo ese fin (esta es la llamada “calentura del momento”, con un pibe o una piba).
Este es el amor sensual.
Hay distintos tipos de amor. En el desarrollo de la vida amorosa, el primer objeto de
amor son los padres: hacia ese objeto se dirigían las pulsiones sexuales. Luego, por
represión, estas pulsiones tendrán su meta inhibida, lo que produce un cambio en la relación
con nuestros padres: ahora sentimos ternura hacia ellos, dejando las aspiraciones
sensuales reprimidas (periodo de latencia).
Luego, más adelante en la pubertad, retornan las pulsiones de meta sexual. El
adolescente puede hacer una síntesis o “resumen” entre el amor no sensual y el sensual:
su relación con el objeto sexual une pulsiones no inhibidas y de meta inhibida (tiernas) (por
ejemplo, esto puede pensarse como un chico que está de novio con una chica. El chico
tiene sentimientos tiernos hacia ella, pero al mismo tiempo, tiene deseos sexuales. Es una
combinación de ternura y sexo).
Con respecto al enamoramiento, Freud habla del fenómeno de la sobrestimación
sexual: el hecho de que el objeto amado se lo estime más que a nadie. En otras palabras, se
idealiza a la persona amada.
Freud dice que el objeto es tratado como el yo propio, y por lo tanto en el
enamoramiento hay una parte de libido narcisista.
Y muchas veces la persona elegida como objeto de deseo sirve para sustituir un ideal
del yo propio, no alcanzado. Se ama entonces según las perfecciones que se han buscado
para el yo propio, que nunca las tuvo.
Si la sobrestimación sexual y el enamoramiento aumentan, lo que puede pasar es que
el yo se vuelva más modesto, más “humilde”, mientras que el objeto se hace más grandioso y
valioso (por ejemplo, el pibe que dice: “con que esa chica me mire y me sonría, me alcanza y
me sobra”).
En el enamoramiento, el objeto se pone en el lugar del “ideal del Yo”. El ideal del yo
falla en su función, porque no existe la conciencia moral hacia el objeto (es decir, no hay
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nada que ponga freno a los impulsos). Nada que la persona amada diga o haga puede ser
criticado, y entonces se produce una “ceguera de amor”. El objeto de amor devora al yo.
DIFERENCIAS ENTRE IDENTIFICACIÓN Y ENAMORAMIENTO
Se hace fácil describir la diferencia entre la identificación (fascinación por otra
persona) y el enamoramiento (servidumbre):
En la identificación, el yo se ha enriquecido con las propiedades del objeto;
En el enamoramiento, el yo se ha empobrecido, se ha entregado totalmente al
objeto. Es humillado.
SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS
El hipnotizado se comporta con el hipnotizador de la misma manera que el
enamorado con su objeto de amor: siendo sumiso, sin críticas y sin “respeto” por sí mismo.
Asimismo, el hipnotizador (como también el objeto de amor) pasa a ocupar el lugar
del ideal del yo, dice Freud, porque todo lo que es real para el hipnotizador es real para el
yo, dado que el ideal del yo se encarga de imponer o “dictar” la realidad. Siempre el ideal
del yo es impuesto desde fuera.
La diferencia entre enamoramiento e hipnosis es que la hipnosis es una entrega
enamorada que excluye toda satisfacción sexual, mientras que en el enamoramiento esa
satisfacción sexual permanece en segundo plano, como meta posible para más tarde, tal
vez en un futuro.
MASA E HIPNOSIS – IDENTIFICACIÓN EN LA MASA
Freud compara a la hipnosis con la masa. Dice que la hipnosis es una formación de
masa de dos. Además, ubica a la hipnosis como una etapa intermedia entre el enamoramiento
y la masa.
Lo que la hipnosis tiene en común con la masa es la conducta del individuo hacia el
conductor de la masa(o “líder”), como si fuera el hipnotizador. Y la diferencia es simplemente
el número de personas (en la masa hay muchos más individuos). Un ejemplo de masa es la
iglesia, donde el conductor de la masa puede ser el Papa. Otro ejemplo es el Ejército, donde
el conductor puede ser un General o Coronel.
Freud entiende que las masas están gobernadas por lazos afectivos de dos clases:
uno, el vínculo con el conductor; otro, el vínculo de los individuos entre sí.
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Ya que una masa es una multitud de individuos que han puesto un objeto, en esa masa,
los sujetos han puesto al líder en el lugar del ideal del yo, y se identifican todos entre sí porque
tienen eso en común.
ENAMORAMIENTO – HIPNOSIS – MASA
En la hipnosis, el ideal del yo es ocupado por el hipnotizador; en el enamoramiento, ese
ideal es ocupado por el objeto amado y en la masa por el conductor (o “líder”).
La hipnosis se diferencia de la masa por ser un vínculo de dos, y del enamoramiento
por la ausencia de metas sexuales.
La hipnosis y el enamoramiento comparten la sumisión o “pasividad” del individuo, la
falta de crítica hacia el objeto amado o el hipnotizador y la obediencia, y en la masa el individuo
cambia su ideal del yo por el ideal de la masa.
XI: UN GRADO EN EL INTERIOR DEL YO
En la masa, la persona renuncia a su ideal y lo cambia por el de la masa,
representado en el conductor (líder).
INTRODUCCIÓN DEL NARCISISMO” [PUNTO III] (1914)
LA CUESTIÓN DEL IDEAL
En esta parte del texto “Introducción del narcisismo”, Freud dice que el narcisismo
primario del niño está expuesto a perturbaciones o “ataques” constantes, por lo que el niño
va a buscar medidas defensivas para protegerse de esos ataques. El complejo de
castración (miedo a la pérdida del pene en el niño y envidia del pene en la niña)es una
perturbación principal del narcisismo, porque está el temor de perder el pene, y con ello se
perdería también la imagen ideal, narcisista, que el niño tiene de sí mismo.
Por eso, el adulto normal tiene “sin efecto” el delirio de grandeza que una vez tuvo,
por esas perturbaciones del narcisismo de su infancia.
Entonces, ¿qué pasó con la libido yoica de esa persona, que estaba concentrada
en un principio cuando era un niño? No significa que la libido del yo se haya “gastado”
totalmente en investir o “cargar” objetos del mundo exterior: simplemente dice Freud que
hubo una represión al entrar en conflicto con cuestiones éticas y culturales.
Para que haya represión debe haberse formado el ideal del yo. Es desde ahí de
dónde sale la energía para mantener alejada de la conciencia a todo lo que se aleje del
ideal del yo. Por eso, podría decirse que la represión está al servicio del narcisismo, porque
la división entre yo ideal e ideal del yo apunta al narcisismo infantil y a su desplazamiento
y construcción de un ideal.
De esta manera, Freud postula que la persona se forma un ideal del yo, que viene
a ocupar un lugar sustituto del narcisismo infantil perdido. En la infancia, el niño era su
propio ideal (se puede decir que “era perfecto en todo sentido”).
Pero ese estado narcisista temprano, en el que el niño es todopoderoso, va
decayendo paulatinamente debido a las consecuencias de las relaciones con otros,
principalmente con los padres o con quienes estén a cargo de su cuidado, y ese narcisismo
se abandona principalmente por la censura y crítica que los padres ejercen sobre las
actitudes infantiles.
La caída definitiva del narcisismo primario coincide con la caída del complejo de
Edipo. En su lugar aparece esta instancia del ideal del yo.

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YO IDEAL – IDEAL DEL YO
Para dar una idea del yo ideal, puede pensarse de que manera ve el enamorado a
su objeto de amor: lo ve como la imagen de la perfección, es tan hermoso/a, todo lo que
hace está bien, etc. El objeto de amor es para el enamorado una imagen de perfección,
como si no le faltara nada. Cuando alguien está enamorado, como dice Freud, se suspende
el juicio crítico y la totalidad de la persona es perfecta.
Entonces la característica fundamental del yo ideal, es que viene de una necesidad
afectiva, o sea de una necesidad narcisista. Por eso dice que se constituye el yo ideal, para
recuperar el narcisismo perdido de la infancia, donde el niño “era todo, el centro del
universo, “Su Majestad el bebé”.
Por otro lado, cuando el niño renuncia al narcisismo producto de la educación y otros
procesos de socialización, guarda un “lindo recuerdo” de esa época de omnipotencia o
poder infantil, donde su propio yo era fuente de elogios (¡ay, mirá que bonito que está el
nene, como creció!, etc.)Teniendo en cuenta a la pulsión, cuando se obtiene satisfacción
de algo, cuesta renunciar a eso. Entonces va a tener lugar la formación del ideal del yo.
Lo que se opone al yo ideal es el concepto del ideal del yo. Mientras que el yo ideal
es una imagen global, total, de perfección, el ideal del yo es una condición que una persona
debe cumplir, que debe satisfacer para ser considerada valiosa.
Puede pensarse como un modelo al que el sujeto intenta adecuarse o ajustarse (es
lo que se espera de la persona, el rol que tendría que jugar).Es un atributo externo a la
persona (porque en cierto modo es impuesto por la sociedad), a diferencia del yo ideal, que
es la persona en sí misma, que es hermosa, que es perfecta, etc.
LA CONCIENCIA MORAL
Hay una instancia o etapa psíquica que explica la formación del ideal del yo: la
conciencia moral, que tiene una función censuradora y que fue creada por la crítica de los
padres y de la sociedad (como los educadores y la opinión pública). Consiste en observarse
a sí mismo (como si uno mismo sintiera un sentimiento de culpa haciendo ciertas cosas), y
el caso extremo es el delirio de ser observado todo el tiempo, supuestamente siendo
constantemente criticado.
Entonces, la conciencia moral se refiere al conjunto de prohibiciones, y en general
de valoraciones negativas, que los padres inculcan en el niño y que llevarán a éste a reprimir
ciertos contenidos psíquicos, provocando en el niño la vivencia de culpa.
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El ideal del yo es la suma de todas las restricciones que el yo debe obedecer.
ENAMORAMIENTO
En esta cuestión del ideal, Freud va a referirse al enamoramiento. Depender del
objeto amado tiene el efecto de rebajar el “sentimiento de sí” (todo lo que uno tiene o ha
alcanzado). El que está enamorado está humillado. En la persona se trata de sacrificar una
parte de su narcisismo, que sólo puede ser devuelto a cambio de que esa persona sea
amada.
El enamoramiento es el desborde de la libido yoica sobre el objeto. El ideal sexual
puede estar en relación con el ideal del yo.
Además, dice que muchas veces se ama a aquello que nos falta para alcanzar el
ideal.
DESARROLLO DEL YO
Para finalizar, Freud habla del desarrollo del yo en el ideal. Este desarrollo consiste
en un distanciamiento o alejamiento del narcisismo primario y se produce una intensa
aspiración a recuperarlo.
Ese alejamiento se produce por medio del desplazamiento de la libido a un ideal del
yo impuesto desde afuera: la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de ese ideal.
El yo es una suma de rasgos que se toma de otros, por identificación.
Desde el ideal del yo empieza un camino importante para comprender la psicología
de las masas, ya que tiene un componente social, y si no se cumple el ideal “colectivo” se
genera angustia social
“ALGUNAS CONSECUENCIAS PSÍQUICAS DE LA DIFERENCIA ANATÓMICA ENTRE
LOS SEXOS” (1925)
En este texto, Freud va a explicar una parte de la teoría que elaboró sobre el
desarrollo psicológico de la mujer, mostrando las diferencias con el desarrollo del varón.
Al principio, dice Freud, que la madre es para ambos niños (varón y mujer) el primer
objeto de amor.
El niño, cuando puede ver el genital femenino (por accidente, por ejemplo) se
muestra como indeciso, poco interesado al principio. Sólo más tarde, cuando cayó en la
cuenta de una amenaza de castración, esa observación del genital femenino va a tener un
significado importante para el niño, porque va a creer realmente que la amenaza de
castración se cumple (a las niñas le cortaron el pene). De esta manera, ante la visión del
genital femenino, el niño puede tener dos reacciones que van a marcar su relación con la
mujer:
Horror frente a la criatura (mujer) mutilada;
Desprecio en forma de triunfo dirigido hacia la mujer (supuesta superioridad del
varón, “yo tengo y vos no”).
En cambio la niña, en el momento en que ve el genital masculino por primera vez
(pene), se forma su propia opinión: ha visto el pene, ella misma sabe que no tiene pene y
quiere tenerlo. De esta manera, cae presa de la envidia del pene.
En este punto puede aparecer el complejo de masculinidad en la mujer, que si no
puede superarlo, puede traerle muchas complicaciones para el desarrollo de su feminidad.
Este complejo de masculinidad puede tener dos caminos:
La esperanza de recibir alguna vez un pene, de la misma manera que el varón;
O la niña puede no aceptar el hecho de que fue castrada, y se afirma en la convicción
de que realmente tiene un pene, por lo que se comporta como si fuera un varón.
Entonces, teniendo en cuenta el título del texto, Freud va a hablar de las
“consecuencias psíquicas” de la envidia del pene en la mujer, estableciendo una diferencia
anatómica con el varón. Estas consecuencias psíquicas van a marcar el desarrollo sexual
de la mujer:
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Un sentimiento de inferioridad ante el varón;
Los celos, que están fuertemente reforzados desde la envidia del pene (“estoy
celosa de lo que me falta, de lo que no tengo”);
El aflojamiento de los vínculos tiernos con la madre (a quien eligió al principio como
primer objeto de amor);
Por última, la consecuencia psíquica de la envidia del pene más importante: la
asunción o apropiación de la feminidad, que se produce por una contracorriente
opuesta a la masturbación típica de la infancia, y que en la pubertad va a hacer
posible la feminidad como tal.
Entonces, dice Freud, que el conocimiento de la diferencia anatómica (genitales)
entre los sexos (varón y mujer), esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y de la
masturbación masculina (porque no puede competir en esto con el varón, ante la falta de
pene). Así, la niña va a buscar nuevas vías que lleven al despliegue de la feminidad.
La niña, asumiendo su feminidad, a través de la ecuación simbólica pene=hijo, va a
cambiar el objeto de amor desde la madre hacia el padre, y se hace posible la entrada al
complejo de Edipo, y la madre se convierte en una competidora de la niña por el amor del
padre.
Esa ecuación pene=hijo se puede pensar como si hubiera un deseo maternal (un
ejemplo son las niñas que juegan con muñecas a ser mamás); el deseo de tener un hijo del
padre para compensar el pene que se perdió, como un resarcimiento o indemnización.
EL EDIPO COMO FORMACIÓN SECUNDARIA EN LA NIÑA
Dice Freud que en la niña, el complejo de Edipo es una formación secundaria. Esto
es porque primero atraviesa el complejo de castración, se da cuenta de que ha sido
castrada, ha perdido el pene, y cae presa de la envidia del pene (querer un pene como el
de los demás). Entonces, se aleja de la madre, deja de tomarla como objeto de amor (rompe
la unión afectiva ligazón-madre porque ella no tiene el pene que la niña está buscando, no
se lo puede dar), y finalmente se produce un giro hacia el padre, que es tomado como objeto
de amor por la niña, por lo que recién acá termina siendo introducida en el complejo de
Edipo.
Mientras que en el varón es el camino inverso. Diríamos que primero pasa por el
complejo de Edipo, organiza su sexualidad en torno a un primer objeto de amor, que va a
ser la madre, y luego descubre la diferencia de los sexos (entre él y la niña) y relaciona la
amenaza de castración (¡te la voy a cortar, dejá de hacer eso!) con su elección sexual (la
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madre). Entonces, como dice Freud, sale del Edipo por la castración porque el relaciona la
elección de objeto que ha realizado (o sea, eligió a la madre) con la posibilidad de perder
el pene a manos del padre. Así termina por abandonar a la madre como objeto de amor.
Por estas cuestiones está bueno pensar las relaciones entre el complejo de Edipo
(que es la inclinación erótica del niño hacia la madre, acompañada de hostilidad y celos
hacia el padre, y es necesario superarlo para conseguir una sexualidad y personalidad
normal) y el complejo de castración (que es el temor del niño de perder el pene ante las
amenazas del padre porque ese niño “se toquetea” y por su vínculo afectivo [ser un
“pegote”] con la madre).
SEPULTAMIENTO O DESAPARICIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO
Para terminar, es bueno ver cómo Freud dice que el Edipo desaparece, tanto en el
varón como en la mujer.
Como ya se dijo, en un principio cae sobre el niño una amenaza de castración: no
sólo por jugar con su pene o “toquetearse”, también puede ser por mojar la cama o por no
querer bañarse. En un primer momento, el varón no hace caso a las amenazas, hasta que
ve los genitales femeninos y se convence de la falta del pene en un ser tan parecido a él.
Con esto se vuelve posible la pérdida del propio pene y la amenaza de castración tiene
efecto.
Durante el complejo de Edipo, el niño puede:
ponerse en el lugar del padre y mantener comercio con la madre (o sea, tener un
vínculo muy profundo con ella) donde el padre es visto como un obstáculo o estorbo;
o sustituir a la madre y hacerse amar por el padre, por lo que la madre queda
sobrando.
La aceptación del niño de la posibilidad de ser castrado pone fin a esas dos
posibilidades durante el Edipo, ya que ambas llevan a la pérdida del pene. Esto desata un
conflicto entre el interés narcisista (o sea, el interés hacia un mismo) por conservar el pene
y el interés de la libido (energía sexual) hacia los padres.
En este conflicto de fuerzas triunfa el yo del niño: y acá juega un papel la autoridad
del padre, tomando una actitud severa, prohibiendo el incesto.
Las aspiraciones o metas sexuales de la libido son, en parte, desexualizadas (“se
les quita el sexo”), y en parte transformadas en actitudes tiernas.
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El proceso salvó los genitales, dando inicio al período de latencia, que viene a
interrumpir el desarrollo sexual del niño.
Todo este proceso de desaparición del Edipo Freud lo describió en el varón.
En cambio, el proceso de la niña es más oscuro y denso. El clítoris se comporta en
principio como un pene, pero la comparación con un niño la hace percibir que es
"demasiado corto" (inferioridad).
Durante un tiempo pensará que crecerá y será tan grande como el de un niño
(complejo de masculinidad) hasta "suponer" que una vez tuvo un miembro igual de grande
y después lo perdió por castración.
Luego renuncia al pene, y tiene lugar la ecuación simbólica “pene=hijo”(pene por
hijo)y su complejo de Edipo termina en el deseo de recibir un hijo del padre, pero se
abandona poco a poco porque éste nunca se cumple.
Ambos deseos (poseer un pene y recibir un hijo) permanecen en el inconsciente,
preparando al ser femenino para su futura función sexual.

SEGUNDA TÓPICA DEL APARATO PSÍQUICO


“EL YO Y EL ELLO” (1923) – SIGMUND FREUD
INTRODUCCIÓN (apuntes de clase)
Lo que a Freud lo impulsa a formular la segunda tópica o teoría del aparato psíquico
(ello, yo y superyó) y a escribir “El yo y el ello”es el antecedente que él escribe en “Más allá
del principio de placer”, referido a los obstáculos que se presentan en la cura o clínica.
El planteó las neurosis de transferencia, que estaban totalmente relacionadas con
el fenómeno de la compulsión de repetición (es decir, durante el análisis, el paciente tendía
a repetirle al médico vivencias que no tenían ningún tipo de placer posible, en lugar de
recordar esas vivencias o “contarlas”).
La repetición de vivencias displacenteras parece ser que es propia del sujeto. Esto
a Freud lo lleva a pensar que “es mucho lo inconciente en el yo”. Hay algo de lo inconciente
que escapa a lo reprimido, porque es difícil explicar cómo es que el sujeto repite
constantemente hechos o vivencias displacenteras sin que puedan ser reprimidas.
Y esto lleva a su principal formulación en “El yo y el ello”, tal vez una de las más
complejas para ser pensadas: “Todo lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente
es reprimido”.
Hay que aclarar que la segunda tópica (ello, yo y superyó) de ninguna manera
reemplaza a la primera (inconciente, preconciente, conciente).Son muy diferentes los
motivos que llevan a Freud a formular la segunda tópica (que son los obstáculos que se
presentan en la transferencia), por lo que no hay relación con la primera.
La referencia más importante a los obstáculos que se presentan en la clínica o
transferencia es la reacción terapéutica negativa.
Otra de las cuestiones más importantes que hay que tener clara tiene que ver con
lo paradojal en esta segunda tópica: parece que el superyó se satisface con la renuncia
pulsional, con ponerle un freno al esfuerzo de la pulsión por alcanzar la satisfacción, pero
resulta que esto va a tener una “doble cara o vertiente”, porque está el ideal del yo como
función del superyó.
No hay que olvidarse de lo que era el ideal del yo: lo que quería alcanzar el yo ideal.
Por eso hay que tratar de poner en juego lo que venimos estudiando y lo que ya sabemos
para poder entender los nuevos conceptos.
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Además, Freud introduce un elemento mucho antes de este trabajo, y que
necesariamente va a tener que ubicarlo en algún lado en este segundo aparato psíquico:
es la pulsión.
En su primera tópica, o primer esquema del aparato psíquico, Freud todavía no tenía
el concepto de pulsión. Después, no solamente introduce la pulsión, sino que la pulsión le
“desorganiza” todo lo que tenía formulado.
También la introducción del concepto de narcisismo le afecta mucho a lo que él
había dicho hasta ese momento, porque Freud encuentra que el yo está sexualizado (o sea,
hay libido en el yo), por lo tanto, el yo es pulsional (porque la libido es la energía de la
pulsión). Entonces, algo de la pulsión del yo “hace quilombo” en la transferencia o análisis
en el paciente, pero si el paciente se quiere curar, ¿por qué resiste la curación? ¿Qué es lo
que resiste? No es el yo el que resiste, sino que es la pulsión. ¿Y la pulsión dónde la ubico
en esta segunda tópica?
Por eso, tiene que reformular todo el esquema que venía planteando hasta ahora,
porque encuentra, además, que hay algo inconciente en el yo.
En fin, se le arma un lío bárbaro con todo.
Por eso después va a dejar las pulsiones en el ello: algo de las pulsiones se reprime,
y algo no. Por eso va a decir que el yo y el ello están conectados directamente, y por eso
después va a hablar de la metáfora del jinete y el caballo (donde el jinete tiene que tomar
fuerzas prestadas). O sea, el yo tendría que tomar fuerzas prestadas del ello (por eso el yo
a veces se comporta como que “no sabe lo que está haciendo”. ¿Cuántas veces nos pasan
cosas que no queremos que nos pasen? Parece que estuviéramos “gobernados” por algo).
CAPÍTULO I
Freud empieza diciendo que lo fundamental hasta ahora en la teoría psicoanalítica
era la diferencia entre conciente e inconciente.
En sus orígenes, el psicoanálisis estuvo vinculado al estudio de la histeria, lo que
llevó de inmediato a formular la hipótesis de la represión como función psíquica, y esto a su
vez llevó a pensar al aparato psíquico dividido en dos partes: una parte era la reprimida y
la otra, la que se encargaba de reprimir. No era difícil pensar la parte reprimida del aparato
como lo “inconciente” y la otra como lo “conciente”.
Según Freud, una fuerza reprimida trataba de abrirse paso o llegar hasta la
conciencia, pero era inmediatamente frenada por otra fuerza que reprimía: parece que lo
“inconciente” se oponía al “yo” o a la “conciencia”.
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Sin embargo, Freud se va dando cuenta, a través de la clínica con pacientes, que
esa distinción entre conciente e inconciente no es suficiente. En el análisis, el enfermo tiene
muchas dificultades para acercarse a lo reprimido a través de la asociación libre (el método
de “diga lo primero que se le viene a la cabeza”, y de ahí se forman conexiones entre las
cosas que el paciente dice).
Esa situación le muestra a Freud que parece haber una resistencia en el yo, que
justamente, se resiste a sacar a la luz las vivencias o representaciones reprimidas.
Entonces, parece haber algo en el yo que es inconciente, porque el paciente no se da
cuenta de esa resistencia, no tiene noción (el yo no sabe qué resiste ni por qué resiste.
Parece haber algo que va “más allá” del yo).
De esta manera (como ya dije en la introducción), Freud empieza a suponer que
“todo lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente es reprimido”, y además dice
es “es mucho lo inconciente en el yo”. Si pensamos en la compulsión de repetición en la
transferencia o análisis, parece haber algo inconciente en el yo que escapa a lo reprimido,
porque no se explica la repetición de vivencias displacenteras sin que sean reprimidas. Por
eso dice que no todo lo inconciente es reprimido.
Uno mismo estaba acostumbrado a pensar al yo como lo “conciente”. Pero ahora
que parece haber algo inconciente en el yo, cambia totalmente la concepción que Freud
venía sosteniendo hasta el momento. Hasta ahora, el que reprimía la satisfacción de la
pulsión era el yo, pero ahora, el yo es, al mismo tiempo, portador de lo no reprimido de la
pulsión (hay algo que no termina de ligarse, algo que escapa a lo reprimido).
ANTES QUE NADA… ELLO, YO Y SUPERYÓ (SEGUNDA TÓPICA)
Y TAMBIÉN… ¿POR QUÉ EL SUPERYÓ ES EL HEREDERO DEL COMPLEJO DE
EDIPO?
Esos tres sistemas son conceptos fundamentales en la formulación de la segunda
tópica del aparato psíquico por Freud, que sin embargo comparten funciones y no se
encuentran separados físicamente. A su vez, gran parte de los contenidos y mecanismos
psíquicos que operan en cada uno de estos sistemas son inconscientes:
El ello es la base primitiva, inconsciente, del aparato psíquico (con “primitivo” se
refiere a que estuvo antes que cualquier otra cosa, fue lo primero). El ello es la parte
del aparato psíquico que contiene todas las pulsiones y deseos, y está en conflicto
con el Yo y el Superyó.Dice Freud que el aparato psíquico de un recién nacido es
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“puro ello” (o sea, está totalmente gobernado por las pulsiones que luchan por
alcanzar su satisfacción. Todavía no hay nada que les pueda poner un freno). Está
bueno aclarar que el ello no está organizado para nada. Después sí, el yo viene, por
influencia del mundo exterior a través de la represión y otros mecanismos, a
organizar el campo del ello;
El yo es la parte “conciente” del aparato psíquico, y actúa como guía ante la realidad.
Puede adaptarse a esa realidad o cambiarla. El yo tiene un aspecto externo (porque
se encarga de recibir las percepciones que vienen desde afuera) y un aspecto
interno (porque funciona como un mecanismo de represión. El yo usa todos los
mecanismos de defensa para defenderse de la exigencia de las pulsiones del ello).
Por ejemplo, la represión que ejerce el yo sobre el ello es inconsciente. El yo se
encarga de organizar los impulsos de la persona, de modo tal que estos no entren
en contradicción con sus valores morales. Para eso, tiene que renunciar a ciertas
cosas que a veces la realidad le impone;
El superyó(que no es la conciencia moral), para Freud, es el heredero del complejo
de Edipo. Esto se explica así: al principio, el bebé siente hacia sus padres una
profunda hostilidad que no puede expresar (en parte por amor, ya que elige como
objeto de amor a la madre, y se identifica con el padre; y en parte por temor a ser
castrado [acordémonos de lo que pasaba en el complejo de castración]).El bebé va
a crecer, obviamente, pero siempre va a tener la sensación de que lo están
observando o vigilando. Cuando los impulsos o las mociones pulsionales del
complejo de Edipo se reprimen y desaparecen, ese lugar lo viene a ocupar el
superyó. La madre y el padre pasan a introyectarse (o sea, a “plasmarse” como si
realmente estuvieran)en el aparato psíquico y se empiezan a interiorizar o
“aprender” las prohibiciones externas, se conservan las normas parentales de
prohibición. El superyó será el representante de las normas dominantes en la
cultura. Si las demandas del Superyó se oponen a las del Ello, es el Yo el encargado
de lidiar entre ambos;
EL SUPERYÓ, LA CONCIENCIA MORAL Y EL IDEAL DEL YO
Para que quede claro, la función del superyó va a ser la de representar las normas
y prohibiciones.
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El Superyó no está presente desde el principio de la vida del sujeto, sino que surge
a consecuencia de la internalización o “incorporación” de la figura del padre (como
autoridad) al aparato psíquico, cuando se resuelve o acaba el complejo de Edipo.
Las dos funciones del superyó van a ser la conciencia moral y el ideal del yo (que
antes estaba por sí solo, y ahora Freud lo nombra como una función del superyó):
La conciencia moral es el conjunto de prohibiciones al que las personas creen que
deben obedecer, aquello que no debe hacerse (por ejemplo, no robarás);
El ideal del yo es el conjunto de conductas, lo que se espera que haga la persona,
lo valorado como positivo. Es la autoimagen ideal que tiene conductas aprobadas y
recompensadas por la sociedad (por eso es una idealización. Es lo que se espera
de la persona: “vos deberías ser así”).
CAPÍTULO II: “EL YO Y EL ELLO”
Freud intenta seguir averiguando algo más sobre el yo.
Hay que acordarse que en “Más allá del principio del placer”, él había puesto la
vesícula como ejemplo para describir el aparato psíquico, y había dicho que la conciencia
era la superficie de ese aparato, encargado de las percepciones internas y externas.
En este capítulo, va a hacer un esquema del aparato psíquico y va a describir sus
límites, según las nuevas formulaciones que él empieza a elaborar de la segunda tópica.
Piensa al aparato psíquico como un “modelo cerebral”, donde ubica al yo, al ello y a
lo reprimido de las pulsiones. Muestra que el yo es una parte del ello modificada por la
influencia del mundo exterior, por las percepciones que entran desde fuera.
Además, agrega que el yo es como un receptor, y para Freud, es un “yo cuerpo”,
porque de ahí parten tanto percepciones internas como externas.
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METÁFORA DEL JINETE Y EL CABALLO
Para poder hablar de la importancia del yo, y de su relación con el ello, Freud
propone la metáfora del jinete y el caballo: “con relación al ello, el yo se parece al jinete que
debe frenar la fuerza del caballo, con la diferencia de que el jinete lo intenta con sus propias
fuerzas, mientras que el yo lo hace con fuerzas prestadas”.
¿Qué quiere decir con esta metáfora? El ello es la pasión salvaje del hombre (o sea,
las pulsiones que luchan por la satisfacción), y el yo sería la razón, la “cordura” de alguna
manera. El yo es el jinete, y el ello el caballo.
Entonces, el jinete tiene que controlar la fuerza del caballo (o sea, que el yo tiene
que tratar de dominar la exigencia de las pulsiones y evitar caer por fuera de las normas o
reglas sociales).
CAPÍTULO III: “EL YO Y EL SUPERYÓ (IDEAL DEL YO)”
Ya de primera está bueno aclarar que el título de este capítulo puede llevar a una
confusión. El ideal del yo no es lo mismo que el superyó, sino que, como ya dije
anteriormente en este resumen, el ideal del yo es una función del superyó.
Dicho esto, lo más importante que Freud va a trabajar en este capítulo son los
efectos de las primeras identificaciones (con los padres), las que se realizan en la primera
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infancia y son más duraderas en la vida de cualquier persona, y eso lleva a la aparición del
ideal del yo.
Freud postula que, como resultado del complejo de Edipo en su doble aspecto
positivo y negativo (es decir, el aspecto positivo se refiere a la elección de la madre como
objeto de amor, a la investidura libidinal de ella elegida como objeto; pero al mismo tiempo,
está presente el aspecto negativo, que se refiere a la hostilidad del niño hacia el padre por
el lugar que éste ocupa junto a la madre), en el yo va a quedar siempre un residuo o un
resto a causa de esas identificaciones con los padres. Y cuando el complejo de Edipo llega
a su fin, ese resto, ese “algo” que siempre queda, se va a oponer al yo como superyó.
Entonces, la oposición del yo al superyó se puede ver en este ejemplo que da Freud:
“Así como el padre tenés que ser” (o sea, es lo que se espera del niño, las conductas que
tiene que seguir para ser valorado) y “Así como el padre no tenés que ser” (o sea, las
prohibiciones). En pocas palabras, hay ciertas cosas que están permitidas y otras que no,
según lo establece el superyó.
Está bueno aclarar que el superyó no es siempre “malvado” o “prohibitivo”. Hay
muchas cosas que están permitidas, pero hay otras que no.
A medida que avanza el desarrollo de la persona, los maestros y las autoridades
juegan el papel de padre (“padre” no en el sentido de parentesco, sino como figuras de
autoridad), (“padre” no en el sentido de parentesco, sino como figuras de autoridad), y
establecen las prohibiciones en el ideal del yo, ejerciendo como una conciencia moral. La
tensión o el conflicto permanente entre las exigencias de la conciencia moral (prohibiciones)
y el yo es un sentimiento de culpa, por quebrar las normas establecidas socialmente.
Después Freud explica por qué el superyó es el heredero del complejo de Edipo (lo
cual expliqué más arriba en este resumen).
CAPÍTULO V: “LOS VASALLAJES DEL YO”
En este capítulo, Freud se va a enfocar fundamentalmente en el sentimiento
inconciente de culpa (que está relacionado con la angustia), de dónde proviene, y en la
llamada reacción terapéutica negativa, como un fenómeno que parece impedir la curación
en la clínica.
Este es un capítulo muy lleno de contenido, y ya Freud lo aclara al principio:
“sírvanos de disculpa el carácter enmarañado de nuestro asunto”.
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Se centra bastante en la cuestión de la identificación y el lugar que tiene ésta en la
conformación del yo; en la resignación o renuncia de las investiduras del Edipo; en el resto
que queda de esa renuncia, y en la relación del superyó con el ello.
Dijo nuestra profe: “Lo que se ha tomado en los parciales es: ¿por qué Freud plantea
que, en ocasiones, el superyó es cultivo de la pulsión de muerte?”. Si habla de la pulsión
de muerte, hay que pensar si o si la relación del superyó con el ello.
También, en este capítulo se puede ver que “no se renuncia sin resarcimiento”, como
Freud planteaba en textos anteriores. Por ejemplo, ¿de qué manera se resarce o
“compensa” el yo al reprimir las mociones pulsionales? ¿Qué negociación hace con el ello?
El yo toma rasgos o características del objeto al que tuvo que renunciar para no cumplir con
la exigencia de la satisfacción de la pulsión. A cambio de la renuncia, el yo toma rasgos del
objeto: “ámame a mí, soy tan parecido al objeto…”. Entonces, hay algo en el yo que se
conserva del ello.
Por eso, en este capítulo, el papel que juega la identificación es clave.
Entonces, Freud empieza diciendo que el yo se forma por identificaciones, que
toman el lugar de las investiduras o “elecciones” de objeto, que provienen del ello y se
tuvieron que renunciar.
¿Qué es lo que hace que el yo tenga que renunciar a esas investiduras? Serían un
peligro para el yo por la posibilidad de castración (acordémonos del Edipo), y por eso son
reprimidas. Hay que aclarar que no toda renuncia de objeto es represión: sólo aquellas que
conlleven un peligro de castración. Y cuando se renuncia al objeto, nunca se hace sin
alguna compensación o resarcimiento (como se aclaró antes).
Retomando el capítulo, si uno piensa las prohibiciones del superyó en relación a las
prohibiciones de Tótem y tabú (la prohibición del incesto y el parricidio o asesinato del
padre), no pueden pensarse esas prohibiciones como “algo malo”, sino como algo que
organiza el campo de las pulsiones (o sea, el ello).
LA PRIMERA PULSIÓN
Para Freud, la primera pulsión es la agresión, que después Freud la va a “conectar”
a la pulsión de muerte como la tendencia a la agresión externa.
La cultura viene a sofocar o a “ahogar” esa primera pulsión para impedir su
satisfacción. La sofoca, y el yo se lo cree, pero por más que la pulsión no se pueda
satisfacer, el deseo persiste o continúa. Esta va a ser la clave de la tesis paradojal: el
superyó todo lo sabe. Entonces, por más que se impida la satisfacción de la pulsión, el
deseo continúa.
EL SENTIMIENTO INCONCIENTE DE CULPA
Freud va a empezar a hablar de un sentimiento inconciente de culpa, que es un
obstáculo para llegar a la cura.
Va a plantear algo fundamental: que el sentimiento inconciente de culpa tiene que
ser normalmente inconciente, porque la aparición o el nacimiento de la conciencia moral
(una de las funciones del superyó) se conecta con el complejo de Edipo, que es inconciente.
LA REACCIÓN TERAPÉUTICA NEGATIVA
La reacción terapéutica negativa es el fenómeno que Freud empieza a observar en
algunas curas psicoanalíticas y que es un tipo de resistencia a la curación difícil de vencer:
en vez de esperar del análisis una mejoría, tiene lugar una agravación, como si ciertas
personas prefirieran el sufrimiento a la curación.
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Él piensa esta reacción como causa de un sentimiento de culpabilidad inconsciente
que encuentra su satisfacción en la enfermedad, y no quiere renunciar al castigo del
padecer. El estado del paciente se agrava durante el tratamiento, en lugar de mejorar.
Obviamente, ese sentimiento de culpa es inconsciente. Es un sentimiento mudo
para el enfermo, porque él no se siente culpable, sino enfermo. Acá se puede decir que hay
desmezcla pulsional entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte.
Además, dice Freud, que resulta difícil convencer al enfermo de que está preso bajo
un sentimiento inconciente de culpa, y por eso se siente enfermo. El paciente va a decir
que el tratamiento no sirve para nada.
EL SUPERYÓ:
No está en contacto con el mundo exterior, sino que está en contacto con el ello.
Toda la carga o la energía que el superyó necesita, la adquiere del ello; pero el
superyó siempre tiene un resto “de lo oído o de lo escuchado”: es lo cultural que se
incorpora por lo dicho, a través de la palabra se establecen las reglas y prohibiciones
(así te está permitido ser; así no te está permitido ser);
El superyó elabora siempre al servicio de la pulsión de muerte. Esto es lo que explica
elcarácter o la forma cruel y autoritaria con la que trabaja el superyó y con la que
constantemente agota al yo. La pulsión de muerte se liberó en el proceso de
desexualización o desmezcla pulsional (cuando las pulsiones se separaron cada
una por su cuenta).
EL YO Y LAS SERVIDUMBRES O VASALLAJES:
Aparece como sumamente poderoso y fuerte porque puede ordenar la realidad y
porque tiene acceso hacia la posibilidad de tramitar o “manejar” la descarga o
excitación del aparato psíquico. Pero esta tramitación de la descarga no es siempre
posible. Freud dice que esta fortaleza del yo es aparente, porque “El yo seve
permanentemente expuesto a tres poderes que lo tienen como siervo o esclavo”.
Acá aparecen los tres amos del yo, son tres clases de peligro de los que habla Freud
(la libido del ello, el mundo exterior y la severidad o autoridad del superyó).
Entonces, el yo, que parece ser el que gobierna todo, la figura fuerte y poderosa,
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está permanentemente expuesta y tiene que tratar de cumplir con las exigencias
pero nunca puede, sino que lo intenta.
EL ELLO Y EL YO:
¿Qué quiere el ello? La satisfacción de las pulsiones.
¿Qué hace el yo ante esta exigencia? No puede cumplir con este mandato porque
la satisfacción permanente es un desgaste terrible.
El yo intenta complacerlo o compensarlo ofreciéndose como objeto de amor, pero si
se ofrece tiene que quitar la libido yoica, y la consecuencia que va a tener esto es que se
va a producir una desmezcla pulsional y se va a liberar la pulsión de muerte.
EL MUNDO EXTERIOR Y EL YO:
¿Qué le exige el mundo exterior permanentemente al yo? Que mude o le pase las
percepciones que recibe de afuera al ello, que instale el mundo exterior en el ello para
cumplir con las satisfacciones de las pulsiones. Pero el yo no puede hacerlo.
Esta exigencia tiene un desgaste en el yo, porque se abandona el yo mismo, o sea,
que tiene como consecuencia probable la muerte. Esto lo angustia.
¿Qué hace el yo? Tramita o “procesa” como puede: reprimiendo todo lo que tiene a
su alcance o por otros mecanismos de defensa.
EL SUPERYÓ Y EL YO:
¿Qué le exige el superyó al yo? Que cumpla el ideal (o sea, lo que se espera de él, los
valores vistos como positivos para la sociedad). Pero el yo muchas veces no puede.
Entonces, ¿qué hace? Acá puede aparecer el sentimiento de culpa por esta
exigencia terrible. El superyó tiene la internalización paterna, o la introyección o
“incorporación” de los padres, junto con sus reglas y prohibiciones (posibilitada cuando se
termina el complejo de Edipo y se resignan las investiduras de objeto), pero esto puede
llevar al padre de la horda primordial (de “Tótem y tabú”) que tiene que ver con la
identificación primaria (así te es permitido ser; así no te es permitido ser).
Lo que viene a jugar un papel fundamental es la amenaza de castración.
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Dice Freud que esta angustia (castración) que viene a producir esta relación con el
superyó es la que viene a darle sentido a la angustia de muerte. El yo le tiene miedo a la
muerte y se angustia, pero la angustia no es a la muerte, sino a la castración.
TIPOS DE ANGUSTIA
De castración (superyó);
De muerte (en el ello, ante la pulsión de muerte, que pretende volver, a través de la
compulsión de repetición, a un aparato psíquico que no esté perturbado por
estímulos);
Objetiva (que aparece ante las amenazas y exigencias del mundo exterior

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