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Actitudes, Creencias y Percepciones

¿Me funcionará esta vez?


Ninguno siente una pizca de vacilación. La decisión de masticar vidrio, coger
víboras cobrizas o caminar sobre piedras ardientes trasciende su cuerpo, el
entorno y el tiempo, por lo que su biología cambia para permitirles hacer lo
imposible.
Su fe a toda prueba en la protección de sus dioses les impide dudar.

Tanto si el cambio en nuestro estado interior se debe a la fe en la curación, al


condicionamiento, a la liberación de emociones reprimidas, a la creencia en
los símbolos o a una determinada práctica espiritual, la pregunta sigue sin
responder: ¿qué ha sucedido para crear alteraciones tan profundas en el
cuerpo? Y si descubrimos a qué se deben, ¿podemos cultivarlas?

De dónde vienen nuestras creencias

Nuestras creencias no son siempre tan conscientes como pensamos. Tal vez
nos dé la impresión de aceptar una idea, pero si en el fondo no creemos que
sea posible, nuestra aceptación no será más que un proceso intelectual.

Para que se dé el efecto placebo tienes que cambiar lo que crees de ti mismo y
lo que es posible en cuanto a tu cuerpo y tu salud, debes comprender qué son
las creencias y de dónde vienen.

Supongamos que una persona aquejada de ciertos síntomas va a ver al médico


y este le diagnostica una enfermedad basándose en sus conclusiones objetivas.
El médico le hace el diagnóstico y el pronóstico, y le da opciones en cuanto al
tratamiento basándose en los resultados habituales.
Tan pronto como el paciente oye al médico decir “diabetes”, “cáncer”,
“hipotiroidismo” o “síndrome de fatiga crónica”, le vienen a la cabeza una
serie de pensamientos, imágenes y emociones basadas en sus experiencias
pasadas. Como, por ejemplo, tal vez sus padres padecieron la enfermedad, vio
una película en la tele en la que uno de los personajes se moría a causa de ella,
o incluso leyó algo en Internet que hizo que el diagnóstico le asustara.

En cuanto el paciente ve al médico y oye su opinión profesional, acepta


automáticamente la enfermedad, cree lo que ese médico tan seguro de sí
mismo le dice, y luego se entrega al tratamiento y a los resultados, y además
lo hace sin analizarlo en absoluto. El paciente se deja sugestionar (y es
vulnerable) por lo que le dice el médico. Si acepta entonces las emociones del
miedo, la preocupación y la ansiedad, y también la tristeza, los únicos
pensamientos posibles que tendrá (o autosugestiones) serán los que equivalen
a cómo se siente.

Aunque el paciente intente tener pensamientos positivos sobre que se acabará


curando, su cuerpo se seguirá sintiendo mal porque ha recibido el placebo
inadecuado, lo cual le ha producido un estado del ser inadecuado, la
señalización de los mismos genes y la incapacidad de ver o percibir cualquier
posibilidad nueva. Estará a merced de sus creencias (y de las del médico)
sobre el diagnóstico.

¿qué hicieron diferente?

En primer lugar, no aceptaron la irrevocabilidad del diagnóstico, pronóstico o


tratamiento. Ni creyeron en el resultado más probable o en el destino futuro
que el médico les resumió de manera autoritaria. Ni tampoco siguieron el
diagnóstico, el pronóstico ni el tratamiento sugerido.
Al tener una actitud distinta a la de los que sí aceptaron, creyeron y siguieron
lo que les dijo el médico, experimentaron un distinto estado del ser.

No se dejaron sugestionar por el consejo ni las opiniones del médico, porque


no se sentían aterrados, victimizados ni tristes. En su lugar se mostraron
optimistas y entusiastas, y estas emociones les produjeron una nueva serie de
pensamientos que a su vez les permitió ver nuevas posibilidades. Como tenían
distintas ideas y creencias sobre lo que era posible, no condicionaron al cuerpo
a sufrir la peor situación imaginada, ni esperaron el mismo resultado
previsible que las personas que habían recibido el mismo diagnóstico, ni le
asignaron el mismo significado a diferencia del resto que tenía la misma
enfermedad. Y al asignarle un distinto significado a su futuro, tuvieron una
distinta intención.
Comprendieron la función de la epigenética y la neuroplasticidad, de ahí que,
en lugar de verse pasivamente como víctimas de la enfermedad, usaran esos
conocimientos para volverse proactivos. Por eso cosecharon unos resultados
distintos y mejores que los de otros pacientes con el mismo diagnóstico.

Piensa ahora en una persona común y corriente que recibe un diagnóstico y


anuncia de inmediato: “¡Esa enfermedad no podrá conmigo!”
Alguien puede no aceptar la enfermedad y el resultado que el médico le
comunica, pero la diferencia está en que la mayoría de la gente no ha
cambiado realmente su creencia sobre no estar enfermo. Para cambiar una
creencia es necesario cambiar el programa subconsciente, ya que una creencia,
como pronto aprenderás, es un estado del ser subconsciente.

Las personas que intentan cambiar algo de su vida solo con la mente
consciente nunca salen de su estado habitual para reprogramar sus genes,
porque no saben cómo hacerlo. Por eso no se curan. Son incapaces de
entregarse a la posibilidad, ya que les resulta imposible dejarse sugestionar por
cualquier otra cosa que no sea lo que les dice el médico.

1. ¿Es posible que una persona no responda al tratamiento o siga enferma


por vivir a diario en el mismo estado emocional, aceptando, creyendo y
siguiendo el modelo médico sin analizarlo, basándose en la actitud de
millones de personas que hacen exactamente lo mismo?

2. ¿Acaso el diagnóstico médico de nuestros tiempos modernos no


equivale en realidad a un maleficio vudú?

Cuando tienes una serie de pensamientos y sentimientos hasta que se vuelven


habituales o automáticos, estás creando una actitud. Y como lo que piensas y
sientes produce un estado del ser, las actitudes no son más que estados del ser
más cortos. Pueden variar de un momento a otro a medida que tus
pensamientos y sentimientos cambian. Cualquier actitud puede durar minutos,
horas, días o incluso una o dos semanas.

Por ejemplo, si tienes una serie de buenos pensamientos afines a una serie de
buenos sentimientos, puedes decir: “Hoy tengo una buena actitud”. Y si tienes
una serie de pensamientos negativos afines a una serie de sentimientos
negativos, puedes decir: “Hoy tengo una mala actitud”.

Si tienes la misma actitud las suficientes veces, se vuelve automática.

Si repites o mantienes ciertas actitudes el tiempo suficiente y las unes, acaban


generando una creencia.

¿Qué es una creencia?


Una creencia no es más que un estado del ser más duradero, básicamente
las creencias son pensamientos y sentimientos (actitudes) que no cesas de
tener y sentir una y otra vez hasta que se graban en tu cerebro y luego
condicionan emocionalmente a tu cuerpo.

Se podría decir que te has vuelto adicto a ellas, por eso te cuesta tanto
cambiarlas y sientes un vacío en el estómago cuando las ves peligrar. Como
las experiencias se han grabado neurológicamente en tu cerebro (generando
tus pensamientos) y se han expresado químicamente como emociones
(generando tus sentimientos), la mayoría de tus creencias se basan en tus
recuerdos del pasado.

Cuando tienes los mismos pensamientos una y otra vez al pensar y analizar lo
que recuerdas del pasado, esos pensamientos activan y refuerzan los
programas inconscientes automáticos. Y si tienes los mismos sentimientos
basados en experiencias pasadas y sientes lo mismo que sentiste cuando te
ocurrieron, estás condicionando al cuerpo a ser subconscientemente la mente
de esa emoción, y estará viviendo inconscientemente en el pasado.

Y si la repetición de lo que piensas y sientes con el tiempo condiciona a tu


cuerpo a convertirse en mente, y acabas programándolo subconscientemente,
en este caso las creencias son estados del ser subconscientes e inconscientes
procedentes del pasado. Y también son más duraderas que las actitudes,
pueden durar meses o incluso años. Y como duran más, se programan con más
fuerza en ti.

Si combinas una serie de creencias relacionadas, forman tu percepción. O sea


que tu percepción de la realidad la sustenta un estado del ser basado en las
creencias, actitudes, pensamientos y sentimientos que has tenido durante
mucho tiempo. Y como tus creencias se convierten en estados del ser
subconscientes e inconscientes (es decir, ni siquiera sabes por qué crees ciertas
cosas, o no adviertes tus creencias hasta que las analizas), la mayor parte de
tus percepciones tu forma de ver las cosas subjetivamente se convierten en la
visión subconsciente e inconsciente de tu realidad del pasado.

Según han revelado ciertos experimentos científicos tú no ves la realidad tal


como es, sino que la llenas sin darte cuenta con tus recuerdos del pasado, que
es lo que se ha grabado neurológicamente en tu cerebro. Cuando las
percepciones se convierten en implícitas o no declarativas, se vuelven
automáticas o subconscientes, o sea que de manera automática estás siempre
alterando la realidad subjetivamente.

Por ejemplo, sabes que tu coche es el tuyo porque lo has conducido muchas
veces. Tienes la misma experiencia de él a diario porque apenas cambia.
Piensas y sientes lo mismo sobre él cada día. Tu actitud sobre tu coche ha
creado una creencia acerca de él que a su vez te hace percibir tu vehículo de
una determinada forma, como, por ejemplo, que es un buen coche porque casi
nunca se estropea. Y aunque aceptes automáticamente esta percepción, en
realidad es una percepción subjetiva, ya que otra persona puede tener un coche
de la misma marca y modelo que, sin embargo, se estropee siempre, por lo que
tendrá creencias y percepciones distintas a las tuyas sobre el mismo vehículo,
basadas en su experiencia personal.

De hecho, si eres como la mayoría de las personas, probablemente no te fijes


en varios aspectos de tu coche hasta que alguno falle. Esperas que te funcione
como el día anterior y que en el futuro lo siga haciendo como lo ha hecho en
el pasado, el día anterior y los que le precedieron, esta es tu percepción. Pero
cuando no te funciona bien, no te queda más remedio que prestarle más
atención (como escuchar el sonido del motor con más detenimiento) y ser
consciente de la percepción inconsciente que tienes de tu coche.

En cuanto la percepción de tu coche cambia porque ya no funciona como


antes, lo percibes de distinta manera. Lo mismo sucede con las relaciones que
mantienes con tu pareja y tus compañeros de trabajo, con tu cultura y tu raza,
e incluso con tu cuerpo y tu dolor. De hecho, es el modo en que funcionan la
mayoría de las percepciones sobre la realidad.

¿Qué es una percepción?

Es una experiencia que positivamente creemos pensamos y sentimos cada


día y que esperamos que no cambie y que siga funcionando como el día
anterior y los que le precedieron. Esta actitud es tu percepción.

¿Cómo cambiar una percepción?

Si quieres cambiar una percepción implícita o subconsciente, debes


volverte más consciente y menos inconsciente.
Debemos estar más atentos a aquellos aspectos de nuestra vida
relacionados con nosotros mismo en lo que antes no, nos fijábamos. Mejor
aún, debemos tomar más consciencia, estar más atentos y advertir aquello
de lo que no te dabas cuenta.

Prestarle más atención a todos los aspectos relacionados contigo y con tu vida
en los que no te fijas demasiado. Mejor aún, debes tomar conciencia, estar más
atento y advertir aquello de lo que no te dabas cuenta.
Tus pensamientos y sentimientos proceden de los recuerdos del pasado.
Cuando piensas y sientes de una determinada forma, empiezas a crear una
actitud. Una actitud es un ciclo de pensamientos y sentimientos de corta
duración experimentados una y otra vez. Las actitudes son estados del ser
cortos.
Si combinas una serie de actitudes, creas una creencia.
Las creencias son estados del ser más duraderos y tienden a volverse
subconscientes. Cuando unes varias creencias, generas una percepción.
Tus percepciones tienen que ver con las decisiones que tomas, las conductas
que manifiestas, las relaciones que eliges y las realidades que creas.

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