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El Agraviado y La Reparación Civil en El NCPP PDF
El Agraviado y La Reparación Civil en El NCPP PDF
El agraviado y la reparación
civil en el nuevo Código
Procesal Penal
GACETA
PRIMERA EDICIÓN
FEBRERO 2013
5,790 ejemplares
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822
ISBN: 978-612-311-040-6
REGISTRO DE PROYECTO EDITORIAL
31501021300179
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Henry Marquezado Negrini
Impreso en:
Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto 201 - Surquillo
Lima 34 - Perú
A Dios, por guiar mi camino y
bendecir mi vida
A mi familia, por ser soporte e
inspiración,
Gracias.
Introducción
Precisamente por ello, es decir, ante la importancia del paso dado en el país
con el reconocimiento de ciertos derechos para la víctima, surge la necesi-
dad de seguir avanzando en esta área para evitar que ese reconocimiento
sea solo simbólico. Una manera de apuntar en este avance es dar a cono-
cer, precisar y delimitar los alcances de los derechos de la víctima (o agravia-
do como la denomina el CPP de 2004) y cómo va a ser su participación en
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Elky Alexander Villegas Paiva
la solución del conflicto penal, pues solo así podrán ser invocados y garan-
tizárseles su respeto en un proceso penal en concreto, impidiendo que solo
queden en la letra de la ley.
Debe quedar claro desde ya, que con mejorar las condiciones de la víctima
del delito no se busca destruir el sistema de derechos y garantías que con
esfuerzo en el devenir de los años se ha construido para defender al acusa-
do frente a los atropellos del poder público. Lo que ahora se busca es un sis-
tema de garantías y derechos que amparen a la víctima no solo en relación
con las consecuencias del delito, sino, también, frente a su victimario. En su-
ma lo que se busca es que ambos sistemas (protección al imputado y pro-
tección a la víctima) se hallen en armonía y equilibrio en un Estado respe-
tuoso de los derechos fundamentales de todas las personas.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
A mi familia, por ser mi fuerza y razón para seguir avanzando, por su alien-
to y comprensión en todo momento. Igualmente mi agradecimiento a todas
aquellas personas que por diversas circunstancias de la vida se cruzaron en
mi camino y me mostraron su apoyo para seguir adelante.
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CAPÍTULO PRIMERO
El nuevo sistema procesal
penal peruano
El nuevo sistema procesal
penal peruano
Ahora bien, como se sabe, la justicia penal tiene como el reto más importan-
te que la sociedad le impone: el brindar un marco de respuesta adecuado a
los conflictos que inevitablemente llegan a su sede ante los fallidos intentos
de resolución por los demás medios de control social (formales e informa-
les[2]) instituidos para tal fin, y es por ello que no puede soslayarse ante tal
[1] Véase, entre otros, VARGAS VIANCOS, Juan Enrique. “La nueva generación de reformas procesales
penales en Latinoamérica”. En: GARCÍA RAMÍREZ, Sergio e ISLAS DE GONZALES MARISCAL, Olga
(Coordinadores). Panorama internacional sobre justicia penal. Proceso penal y justicia penal internacio-
nal. IIJ-UNAM, México D.F, 2007, p. 25 y ss. ORÉ GUARDIA, Arsenio y RAMOS DÁVILA, Lisa. “Aspectos
comunes de la reforma procesal penal en América Latina”. En: Alerta Informativa. Loza Ávalos Abogados,
Lima, 2008, pp. 1-48. También los trabajos contenidos en MAIER, Julio; AMBOS, Kai y WOISCHNIK,
Jan. (Coordinadores). Las reformas procesales penales en América Latina. Ad Hoc, Buenos Aires, 2000.
BENAVENTE CHORRES, Hesbert y PASTRANA BERDEJO, Juan David. Implementación del proceso penal
acusatorio adversarial en Latinoamérica. Flores Editor, México D.F., 2009. Asimismo resulta indispensable
consultar los estudios realizados por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA) denomina-
dos Proyecto de Seguimiento de las Reformas Penales en América Latina, especialmente: VARGAS, Juan
(Editor) y RIEGO, Cristian (autor informes comparativos). Reformas procesales penales en América Latina:
Resultados del proyecto de Seguimiento. Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), Santiago,
2005. AA.VV. Reformas procesales penales en América Latina: Resultados del proyecto de seguimiento,
V etapa. Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), Santiago, 2009. Para el caso específico de la
reforma procesal penal en el Perú véase los trabajos contenidos en AA.VV. Juntos generamos justicia. El nue-
vo Código Procesal Penal en el Perú. Implementación, experiencias y conclusiones 2003-2010. Cooperación
Alemana al Desarrollo Internacional-GIZ, Lima, 2011.
[2] Se habla de control social “institucionalizado” o “formal” cuando dicho control se ejerce directamente por insti-
tuciones, mecanismos o medios, que han sido creados o provienen del Estado para esa finalidad (la escuela,
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Sin embargo, el sistema penal inquisitivo y el sistema mixto, que hasta hace
algunos años predominaban en varios países de la región, incluido el nuestro,
adolecía de una serie de defectos que ponían en jaque todo el sistema penal.
Así, una de las cargas más pesadas con las que hasta ahora arrastra el siste-
ma de justicia penal, en los distritos judiciales donde aún no entra en vigen-
cia el CPP de 2004, es su lentitud para resolver los conflictos que llegan a él.
La imagen recurrente del proceso penal está vinculada a la morosidad de los
trámites, a la repetición innecesaria de diligencias, a la abultada carga pro-
cesal, a las actitudes burocráticas de los operadores e, incluso, a la conducta
–muchas veces– dilatoria de las partes.
la policía, los tribunales, etc.), mientras que el control social “difuso” o “informal” es aquel que carece de ins-
titucionalidad e inclusive puede surgir espontáneamente (los rumores, los prejuicios, las modas, etc.). De
acuerdo con lo anterior podemos afirmar que el sistema penal es parte del control social que resulta institucio-
nalizado en forma punitiva y con discurso punitivo, que alcanza en la práctica desde que se detecta la posibi-
lidad o sospecha de un delito hasta que se impone y ejecuta la pena, aunque en algunos casos puedan darse
acciones controladoras y represoras que aparentemente nada tienen que ver con aquel, el cual abarca a su
vez, como sectores o segmentos básicos, el policial, el judicial y el ejecutivo. El Derecho Penal, el Derecho
Procesal Penal, junto con las demás instituciones y áreas jurídico-sociales afines, conforman en ese contexto,
la globalidad del mencionado sistema penal. (HOUED, Mario y MORETA, Wilson. “La reforma procesal penal
en la República Dominicana”. En: Proceso penal acusatorio en la República Dominicana. Escuela Nacional de
la Judicatura, Santo Domingo-República Dominicana, 2001, p. 18).
[3] En este sentido se ha dicho que: “Los antiguos procesos, principalmente inquisitivos y llevados por escrito,
además de violar con frecuencia los derechos fundamentales y las garantías de los ciudadanos, no habían
sido eficientes para aclarar los hechos e imponer penas adecuadas a los culpables. Los procesos eran dema-
siado largos, lo cual en muchos países ha dado cabida a grandes espacios para la corrupción, que llegó a ex-
tenderse en los sistemas de justicia y, en opinión de la población, determinó que muchos delitos quedaran im-
punes” (SCHÖNBOHN, Horst. “Introducción”. En: Juntos generamos justicia. El nuevo Código Procesal Penal
en el Perú. Implementación, experiencias y conclusiones 2003-2010. Cooperación Alemana al Desarrollo
Internacional-GIZ, Lima, 2011, p. viii).
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Bajo ese sistema se entendió que el delito en primer orden, y por encima de
la relación entre agresor y agredido, comporta una ofensa a la sociedad, de-
terminando la intervención del Estado y la progresiva desaparición de la víc-
tima, no solo en la respuesta penal, sino también en su participación en el
proceso, al punto de dejarla solamente como un instrumento para acreditar
la conducta delictiva acaecida.
Ante esta crítica situación, los países de América Latina, casi sin excepciones,
procuraron reformar sus sistemas procesales penales, con el objeto de cam-
biar los sistemas inquisitivos[6] y escritos instaurados desde el tiempo de la
colonia, por sistemas acusatorios[7] de carácter adversarial y oral[8].
[4] En el sistema inquisitivo los procesos penales son escritos y la falta de publicidad implica una falta de transpa-
rencia del proceso penal. Una de las garantías frente a la contrariedad de los jueces es precisamente la publi-
cidad. Si un juez tiene que actuar en público, recibir las pruebas en público, tiene que observar el debate de las
pruebas que se realiza de manera concentrada y pública, todo el mundo sabe lo que pasó en el proceso penal
y sabe si la decisión fue justa o no, pero, si un proceso penal es escrito y está en expedientes con numerosos
folios le resulta muy difícil al ciudadano saber cuáles eran las pruebas que sustentaban la culpabilidad o las
pruebas que servían para absolver a una persona. (MÁRQUEZ CÁRDENAS, Álvaro. “La justicia restaurativa
versus la justicia retributiva en el contexto del sistema procesal de tendencia acusatoria”. En: Prolegómenos-
Derechos y Valores. Vol. X, Nº 20, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá, julio-diciembre de 2007, p. 202).
[5] GILLES BÉLANGER, Pierre. “Algunos apuntes sobre las razones de la reforma del procedimiento penal en
América Latina”. En: Prolegómenos-Derechos y Valores. Vol. XIII, Nº 26, Universidad Militar Nueva Granada,
Bogotá, julio-diciembre de 2010, p. 64.
[6] Para lograr una adecuada transformación de la justicia penal y vencer los principales obstáculos que se le
enfrentan, debemos reconocer en primer término que no se trata solamente de calificar como “inquisitivos” a
los sistemas procesales de la mayoría de nuestros países –dadas sus particulares características que así los
denota– sino que debemos admitir que llegó a constituirse un específico modo de “situarse ante la realidad y
considerarla”, esto es, una verdadera mentalidad, una “cultura inquisitiva” que se enraizó en el devenir histó-
rico de nuestras naciones. Esa “cultura” presenta ciertos rasgos muy significativos y comunes: una mentali-
dad eminentemente “formalista”, que conduce al excesivo ritualismo escrito con preservación de las “formas”,
como si esto produjese la solución del conflicto. Jueces y demás sujetos del proceso utilizan un lenguaje alam-
bicado y oscuro (con la excusa del “tecnicismo”), que aleja a la administración de justicia de su propósito den-
tro de la comunidad, pero que sirve en alguna medida para “justificar” (o “mitificar”) la necesidad de buscarse
la asesoría de un abogado. Resaltan este aspecto HOUED, Mario y MORETA, Wilson. “La reforma procesal
penal en la República Dominicana”. Ob. cit., p. 34.
[7] Sobre las diferentes maneras en las cuales los términos “acusatorio” (o “adversarial”) e “inquisitivo” pueden
ser usados, ver LANGER, Máximo. “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de mecanismos pro-
cesales de la tradición jurídica Anglo-Sajona”. En: MAIER, Julio y BOVINO, Alberto (editores). Procedimiento
abreviado. Editores del Puerto, Buenos Aires, 2001, p. 97.
[8] Reforma que ha sido considerada como la transformación más profunda que han experimentado los procesos
penales de América Latina en sus casi dos siglos de existencia. Así, LANGER, Máximo. Revolución en el pro-
ceso penal latinoamericano: difusión de ideas legales desde la periferia. Centro de Estudios de Justicia de la
Américas (CEJA), Santiago de Chile, 2008, p. 2.
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Elky Alexander Villegas Paiva
Bajo este contexto, desde hace algunos años la justicia penal peruana, si-
guiendo a la tendencia de la mayoría de los ordenamientos jurídicos de los
países latinoamericanos, se halla inmersa en una reforma integral[10] buscando
[9] Similar: LANGER, Máximo. Revolución en el proceso penal latinoamericano: difusión de ideas legales desde
la periferia. Ob. cit., p. 4.
[10] No se trata de un simple, aunque siempre importante, cambio de leyes, sino –y hacemos énfasis en ello– de
todo el aparato de justicia penal, y sobre todo de cambio de mentalidad de distintos actores del proceso pe-
nal. En tal sentido dicha reforma implica diversas dimensiones como: Desarrollo legislativo y normativo:
Adecuar los ajustes de los reglamentos internos de las instituciones a las exigencias del nuevo proceso penal
y establecer el rediseño de normas complementarias. Desarrollo institucional: Ajustar y fortalecer el funcio-
namiento de las instituciones, para que sean capaces de cumplir adecuadamente con sus nuevas funciones
en el sistema judicial reformado. Entre otros aspectos, se han introducido reformas profundas en la infraes-
tructura interior de cada una de las instituciones, en su organización administrativa y –mediante la capacita-
ción– se ha podido preparar a los operadores para que puedan cumplir a cabalidad con sus funciones en el
nuevo proceso penal. La voluntad política: Se ha obtenido, contando con el esfuerzo de las instituciones del
sistema de justicia penal y el apoyo del Poder Ejecutivo, los recursos financieros necesarios para la ejecución
de la Reforma. A la fecha, el Estado peruano ha invertido en la reforma procesal penal más de 800 millones
de nuevos soles. Participación de la sociedad civil: Se han desarrollado diversas iniciativas para informar
a la sociedad civil sobre los cambios en curso; no obstante, hasta el día de hoy se ha carecido de una estrate-
gia de comunicación idónea para instaurar espacios de discusión con la sociedad civil. (SCHÖNBOHN, Horst.
“Introducción”. En: Juntos generamos justicia. El nuevo Código Procesal Penal en el Perú. Implementación,
experiencias y conclusiones 2003 - 2010. Cooperación Alemana al Desarrollo Internacional - GIZ, Lima, 2011,
pp. ix-x).
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[11] El modelo inquisitivo se configura como un reflejo del sistema político de monarquía absolutista, y en el caso
del Perú dicho modelo proviene de la época del Virreinato. En ese esquema político, la función de administrar
justicia era competencia del rey –bajo una visión absolutista del poder–, quien la delegaba en funcionarios con
plenos poderes y que concentraban las funciones de investigar, acusar y juzgar.
[12] El proceso penal regulado en el Código de Procedimientos Penales de 1940, prevé una primera etapa de “ins-
trucción” (investigación judicial) de carácter inquisitivo y una segunda etapa de “juicio oral y público”, por lo
que, en teoría, dicho código responde a una configuración mixta. No obstante, la práctica inquisitiva y la cul-
tura institucional sobre la cual se desenvuelve dicha práctica, han sobrepasado la posibilidad de desarrollo de
una verdadera oralidad y publicidad en el juicio, previstos teóricamente en el citado Código adjetivo, pues en
la praxis judicial se abusa de la comunicación escrita y el juez mantiene y trabaja ejerciendo sus facultades de
investigación, lo que atenta contra su imparcialidad en el juzgamiento.
[13] El nuevo proceso penal se caracteriza -o al menos los esfuerzos van enfocados a que así sea- por la pre-
sencia de principios y garantías procesales, tales como oralidad, inmediación, publicidad, contradicción, pre-
sunción de inocencia. Además de la separación de funciones procesales, el inicio del proceso por sujeto dis-
tinto al juez, carga de la prueba totalmente en cabeza de la parte acusadora. Cfr. PÉREZ SARMIENTO, Eric
Lorenzo. Fundamentos del sistema acusatorio de enjuiciamiento penal. Temis, Bogotá, 2005, pp. 14-32.
[14] La principal característica de la reforma latinoamericana es construir el sistema de justicia penal sobre la base
del principio acusatorio, el cual exige que no debe ser la misma persona la que realice las investigaciones
y decida después al respecto, sino que debe preservarse en todo momento la distinción entre las funciones
propias de la acusación, de la defensa y del juzgador, en otras palabras tales funciones deben estar clara-
mente establecidas y llevadas a la práctica. En este sentido: BENAVENTE CHORRES, Hesbert. La aplica-
ción de la teoría del caso y de la teoría del delito en el proceso penal acusatorio. J.M. Bosch, Barcelona, 2011,
p. 36; CARBONELL, Miguel y OCHOA REZA, Enrique. Qué son y para qué sirven los juicios orales. Porrúa,
México D.F., 2008, p. 119. Ya con anterioridad Ferrajoli ha sostenido que: “La separación de juez y acusación
es el más importante de todos los elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, como presupues-
to estructural y lógico de todos los demás” (FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo pe-
nal. Traducción de Perfecto Andrés Ibáñez, Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón Mohino, Juan Terradillos
Basoco y Rocío Cantarero Bandrés. Trotta, Madrid, 1995, p. 567).
[15] Benavente Chorres explica que lo adversarial denota una división de responsabilidades entre quien toma la
decisión y las partes; tanto la decisión jurídica como la fáctica corresponden a un tercero imparcial que adop-
ta una posición en virtud del material suministrado por las partes adversarias, que son el Ministerio Público,
de un lado y la defensa, de otra. Que el sistema sea adversarial significa que la responsabilidad de investigar
los hechos, de presentar pruebas y determinar la argumentación pertinente es de las partes adversarias. Pero
eso no significa que el juez sea un convidado de piedra, sino que debe estar pendiente para evitar los excesos
de las partes e imponer a cada una de ellas el deber de contribuir en la consecución de información requeri-
da por la otra, de tal suerte que no podemos hablar de un sistema adversativo puro, sino de un sistema con
tendencia a lo adversarial o un adversarial regulado (BENAVENTE CHORRES, Hesbert. La aplicación de la
teoría del caso y de la teoría del delito en el proceso penal acusatorio. Ob. cit., p. 38).
[16] Consiste en el indispensable interés de someter a refutación y contraargumentación la información, actos y
pruebas de la contraparte. En ese sentido, por ejemplo, el sistema acusatorio permite que el acusado tenga
derecho desde el momento inicial a que se le informe de los hechos que se le atribuyen y conozca las prue-
bas que existen en su contra, para que esté en posibilidad de contestar, refutar o contradecir los cargos que
le son imputados. Con lo dicho queda demostrado que el principio contradictorio permite a su vez el ejercicio
efectivo del derecho de defensa. Es tal la importancia de este principio que Zamudio Arias ha sostenido que:
“(…) es solo mediante el efectivo ejercicio del contradictorio que puede lograrse el adecuado funcionamiento
del sistema a que se aspira, a la vez que alcanzar el objeto del proceso penal que lo constituye, según postu-
lado constitucional: “el esclarecimiento de los hechos, proteger al inocente, procurar que el culpable no que-
de impune y que los daños causados por el delito se reparen” (ZAMUDIO ARIAS, Rafael. “Principios rectores
del nuevo proceso penal, aplicaciones e implicaciones: oralidad, inmediación, contradicción, concentración”.
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En: El nuevo sistema de justicia penal acusatorio desde la perspectiva constitucional. Consejo de la Judicatura
Federal, México D.F., 2011, p. 67).
[17] Contrariamente a la escritura que impulsaba el sistema inquisitivo, el proceso acusatorio se asienta sobre la
oralidad, por medio de la cual se garantiza una rápida y directa comunicación entre los sujetos y demás inter-
vinientes en el juicio, así como mayor transparencia y control de las actividades de cada uno, incluido el juez.
[18] Supone que las actuaciones del proceso se realizan a la vista del público, garantizando con ello, al igual que
la oralidad, un verdadero control por parte de los ciudadanos en el ejercicio del juzgamiento.
[19] Señala Villavicencio Ríos que uno de los principios más importantes del nuevo sistema procesal penal perua-
no es el de celeridad procesal, el cual forma parte del derecho a un debido proceso sin dilaciones injustifica-
das, que implica un equilibrio razonable entre celeridad, rapidez, velocidad, prontitud, del proceso y el dere-
cho de defensa. Así, la ley debe armonizar el principio de celeridad, que tiende a que el proceso se adelante
en el menor lapso posible, y el derecho de defensa, que implica que la ley debe prever un tiempo mínimo para
que el imputado pueda comparecer al juicio y pueda preparar adecuadamente su defensa (VILLAVICENCIO
RÍOS, Frezia Sissi. “Apuntes sobre la celeridad procesal en el nuevo modelo procesal penal peruano”. En:
Derecho PUC. N° 65, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2010, p. 93).
[20] En la base de todo texto constitucional, se encuentra latente una concepción del Derecho que informa todas
las normas que componen el sistema jurídico, entre ellas, el Derecho Penal, aunque debe quedar claro que
la Constitución no contiene en su seno una Política Criminal concreta ni, por tanto, establece unos criterios
fijos, pero sí se marca unas líneas programáticas generales y contiene un sistema de valores. En este sen-
tido: CARBONELL MATEU, Juan. Derecho Penal: concepto y principios constitucionales. Tirant lo Blanch,
Valencia, 1995, pp. 78-79.
[21] BACIGALUPO, Enrique. Justicia penal y derechos fundamentales. Marcial Pons, Madrid, 2002, p. 133. En este
sentido se ha dicho que “la estructura del proceso penal de una nación no es sino el termómetro de los ele-
mentos corporativos o autoritarios de una constitución” (GOLDSCHMIDT, citado por ARMENTA DEU, Teresa.
“Principios y sistemas del proceso penal español”. En: QUINTERO OLIVARES, Gonzalo y MORALES PRATS,
Fermín (Coordinadores.). El nuevo Derecho Penal español. Estudios penales en memoria del Prof. José Manuel
Valle Muñiz. Aranzadi, Pamplona, 2001, p. 57). En la misma línea Roxin ha señalado gráficamente que el
Derecho Procesal Penal es “el sismógrafo de la Constitución del Estado” (ROXIN, Claus. Derecho Procesal
Penal. Traducción de Gabriela Córdoba y Daniel Pastor. Editores del Puerto, Buenos Aires, 2000, p. 10).
[22] Para conocer los orígenes de la reforma procesal penal en nuestro país y el proceso histórico-evolutivo
de la legislación procesal penal hasta llegar al CPP de 2004 véase: ORÉ GUARDIA, Arsenio. “La reforma
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
del proceso penal en el Perú”. En: Juntos generamos justicia. El nuevo Código Procesal Penal en el Perú.
Implementación, experiencias y conclusiones 2003-2010. Cooperación Alemana al Desarrollo Internacional –
GIZ, Lima, 2011, pp. 63-82.
[23] Cfr. ARROYO ZAPATERO, Luis. “Fundamento y función del sistema penal: el programa penal de la
Constitución”. En: Revista Jurídica de Castilla-La Mancha. Nº 1, Junta de Comunidades de Castilla-La
Mancha, 1987, p. 103; DONINI, Máximo. “Un Derecho Penal fundado en la carta constitucional: razones y
límites”. En: Revista Penal. Nº 8, La Ley, Madrid, 2001, pp. 24-26. Véase también, sobre la relación entre el
Derecho Constitucional y el sistema penal: MIR PUIG, Santiago. Bases constitucionales del Derecho Penal.
Iustel, Madrid, 2011, passim. TERRADILLOS BASOCO, Juan. “Constitución Penal. Los derechos de la liber-
tad”. En: Sistema penal y Estado de Derecho. Ensayos de Derecho Penal. Ara Editores, Lima, 2010, p. 21 y
ss. TIEDEMANN, Klaus. “Constitución y Derecho Penal”. En: Revista Española de Derecho Constitucional.
Año 11, Nº 33, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1991, p. 145 y ss. En la doctrina na-
cional, entre otros, REYNA ALFARO, Luis. “Proceso penal y Constitución. Reflexiones en torno a la trascen-
dencia del principio de Estado de Derecho en el Derecho Procesal Penal”. En: CUAREZMA TERÁN, Sergio
y LUCIANO PICHARDO, Rafael (Directores). Nuevas tendencias del Derecho Constitucional y el Derecho
Procesal Constitucional. Instituto de Estudio e Investigación Jurídica, Santo Domingo-República Dominicana,
2011, p. 472 y ss.; SOTA SÁNCHEZ, André. “El programa penal de la Constitución Política de 1993 y el
Derecho Penal Constitucional peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 41, Gaceta Jurídica, Lima,
noviembre de 2012, p. 336 y ss.
[24] Como explica San Martín Castro: “[l]a pretendida oposición garantías vs. elcacia es falsa en sí misma y ge-
nera discursos perversos desde una óptica conservadora. Un Código debe tomar en cuenta ambas perspecti-
vas y buscar la forma más adecuada para que la obligación o deber social del Estado –garantizar la seguridad
ciudadana sancionando a los delincuentes– sea eficaz, pero sin mengua del respeto de los derechos funda-
mentales de la persona” (SAN MARTÍN CASTRO, César. “La reforma procesal penal peruana: evolución y
perspectivas”. En: Anuario de Derecho Penal 2004: La reforma del proceso penal peruano. Fondo Editorial de
la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2004, p. 61).
[25] Señala con razón Conde-Pumpido Tourón que: “Garantías y eficacia son los dos factores claves de la reforma.
De un lado, el desarrollo de los derechos fundamentales (...) impone reformas que integren un sistema proce-
sal que los respete plenamente; de otro, el incremento, e incluso la masificación, de la criminalidad, su sofisti-
cación y el desarrollo de la criminalidad organizada aconsejan reformas tendentes a dotar el proceso de una
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Elky Alexander Villegas Paiva
propende entre otros aspectos, por un lado, una rápida y eficaz persecución
y respuesta penal contra los intervinientes de un delito, y por otro lado, una
efectiva protección de sus derechos, pero no solo de ellos, sino de todos los
sujetos procesales, incluyendo por ende a la víctima, tan olvidada y maltra-
tada por el sistema penal tradicional. Procurando con todo ello una real y
palpable eficacia del sistema penal.
Y es que la eficacia del sistema penal no puede ser contemplada solo desde
el punto de vista del delincuente o del delito sino que la respuesta, esto es,
la acción del sistema de la justicia penal, necesariamente debe actuar sobre
todos los sujetos procesales. Su eficacia deberá contemplarse desde la to-
tal perspectiva del conjunto, y por lo tanto, también desde el punto de vis-
ta de la víctima[26].
mayor eficacia para hacer frente a estos retos, modernizando sus procedimientos probatorios y agilizando
los trámites que la repuesta penal se produzca en un plazo razonable. Es decir, en un plazo proporcionado a
la complejidad de la actividad delictiva enjuiciada” (CONDE-PUMPIDO TOURÓN, Cándido. “Nuevas fórmu-
las para la Ley de Enjuiciamiento Criminal”. En: Iuris. Nº 56, La Ley, Madrid, diciembre de 2001, pp. 24-25).
[26] Cfr. DE JORGE MESAS, Luis Francisco. “La eficacia del sistema penal”. En: Cuadernos de Derecho Judicial.
Nº XXIX, dedicado a: Criminología. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, setiembre de 1994, p. 60. En
el mismo sentido MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés. “La víctima en el proceso penal”. En: Actualidad Penal. N° 4,
Madrid, 1990, p. 42, para quien la justicia penal ya no puede ni debe girar exclusivamente en torno a la perso-
na que ha originado la crisis de convivencia y que ha hecho necesaria su actuación, sino que ha de procurar
una mayor atención a quien no ha entrado voluntariamente en el sistema penal de enjuiciamiento de delitos,
precisamente quien ha sufrido la agresión, por azar o al menos, sin buscarlo de propósito.
[27] En este sentido Maier afirma que: el conflicto social como tal, el injusto jurídico, es único y toca, en primer lu-
gar, los intereses reales de la víctima jurídicamente reconocidos. La víctima es, como consecuencia, un prota-
gonista principal del conflicto social, junto al autor, y el conflicto nunca podrá pretender haber hallado solución
integral, si su interés no es atendido. Al menos si no se abre la puerta para que él ingrese al procedimiento,
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
dado que, en este punto, gobierna la autonomía de la voluntad privada. Solo con la participación de los prota-
gonistas –el imputado y el ofendido como hipotéticos protagonistas principales– resulta racional buscar la so-
lución del conflicto, óptimamente, esto es, de la mejor manera posible. Es por ello que todas las “Alternativas
a la Justicia” o “Alternativas al Derecho o a las formas jurídicas”, que intentan transformar la justicia estatal,
por ineficiente, con mecanismos informales de superación de los conflictos, conceden a la víctima un papel
central en su solución pacífica. De todos modos, como ya observamos, el papel principal de la víctima es casi
imposible de ignorar por la escena de reconstrucción del conflicto que representa el procedimiento penal: el
ofendido es un testigo irrenunciable, la mayoría de las veces, razón por la cual, aunque se le niegue derechos,
se le impone la obligación de informar en el procedimiento (MAIER, Julio. “La víctima y el sistema penal”. En:
MAIER, Julio. (compiladores.). De los delitos y de las víctimas. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1992, p. 220).
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Elky Alexander Villegas Paiva
Creemos que resulta necesario contar con un esquema básico de las princi-
pales características que rigen el sistema penal acusatorio conforme al CPP
de 2004, razón por la cual, valiéndonos del esquema elaborado por Salas Be-
teta[28], anotamos las siguientes:
[28] SALAS BETETA, Christian. El proceso penal común. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, pp. 19-21.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[29] ALCALDE, Virginia. “El proceso de implementación del nuevo Código Procesal Penal en el Ministerio Público”.
En: Juntos generamos justicia. El nuevo Código Procesal Penal en el Perú. Implementación, experiencias y
conclusiones 2003 – 2010. Cooperación Alemana al Desarrollo Internacional - GIZ, Lima, 2011, p. 275.
[30] BOVINO, Alberto. “La participación de la víctima en el procedimiento penal”. En: BOVINO, Alberto. Problemas
del Derecho Procesal Penal contemporáneo. Editores del Puerto, Buenos Aires, 1998, pp. 94 y 95.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[31] DONAIRE, Rafael. “La reforma procesal penal en el Perú: avances y desafíos”. En: Juntos generamos jus-
ticia. El nuevo Código Procesal Penal en el Perú. Implementación, experiencias y conclusiones 2003-2010.
Cooperación Alemana al Desarrollo Internacional-GIZ, Lima, 2011, p. 150.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[32] Se ha dicho que las razones que justifican la existencia de este juez radican en: a) Poner límites a las ac-
ciones de los órganos investigadores y de procuración de justicia, a fin de que sus acciones se sujeten a las
normas legales (con especial apego a los principios constitucionales del debido proceso y a las garantías del
acusado y de la víctima) se dice que, en este aspecto, su función es una suerte de control difuso de la consti-
tucionalidad permitida expresamente por la ley; b) Impedir la formación de prejuicios o influencias perniciosas
en el ánimo del juez que en su momento va a decidir lo que se considera el núcleo representativo del proce-
dimiento penal: el juicio oral. Es decir, tiene una función esencial para preservar el principio de imparcialidad
del juez que decide el juicio; c) Llevar a cabo los preparativos para que en su oportunidad se lleve a cabo el
juicio oral; d) O bien, llevar a cabo los actos o avalar las decisiones de las partes para que, en ciertos casos,
aplicando el criterio o principio de oportunidad, no haya necesidad de llegar hasta el juicio oral, para lograr
los objetivos restaurativos del modelo acusatorio y los fines de esta nueva manera de ver e impartir la justicia.
Véase: MARTÍNEZ CISNEROS, Germán. “El juez de control en México, un modelo para armar”. En: Revista
del Instituto de la Judicatura Federal. N° 27, Instituto de la Judicatura Federal, México D.F., 2009, pp. 181-182.
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Elky Alexander Villegas Paiva
26
CAPÍTULO SEGUNDO
Protagonismo, neutralización
y redescubrimiento de la
víctima en el sistema penal
Protagonismo, neutralización y
redescubrimiento de la víctima
en el sistema penal
En el primer capítulo hemos señalado que con los sistemas procesal penales
tradicionales (inquisitivo o mixto) la víctima se fue convirtiendo en “víctima”
del propio sistema penal, y que precisamente ello ha sido una de las causas
de la actual reforma. Pues bien, ahora veamos con mayor amplitud este pro-
ceso por el que ha pasado la víctima.
Quienes se han ocupado del tema con anterioridad, sostienen que en el pro-
ceso histórico de la humanidad la actuación de las víctimas en el campo del
proceso penal para hacer valer sus derechos ha pasado por tres etapas[33], y
que nosotros seguimos por fines didácticos, las cuales son:
[33] Cfr. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Criminología. 3ª edición, Valencia, 1996, p. 38; GARCÍA-
PABLOS DE MOLINA, Antonio. Criminología. Una introducción a sus fundamentos teóricos. 1ª edición perua-
na, Iuris Consulti, Lima, 2006, p. 67; FERREIRO BAAMONDE, Xulio. La víctima en el proceso penal. La Ley,
Madrid, 2005, p. 5 y ss.; MÁRQUEZ CÁRDENAS, Álvaro Enrique. La víctima en el sistema acusatorio y los
mecanismos de justicia restaurativa. Ibáñez, Bogotá, 2010, p. 145.
[34] Véase SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. “Victimología y Derecho Penal. Introducción a la `Victimodogmática`”.
En: SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Perspectivas sobre la Política Criminal moderna. Ábaco, Buenos Aires,
1998, p. 145.
[35] Señala Herrera Moreno que la víctima, en tiempos pretéritos, se erigía en exclusiva y plenipotenciaria deten-
tadora del control punitivo, justificando sobradamente la conocida visión victimológica de dicha etapa como
“edad de oro de la víctima” (HERRERA MORENO, Myriam. “Introducción a la problemática de la conciliación
víctima-ofensor. Hacia la paz social por la conciliación”. En: Revista de Derecho Penal y Criminología. Nº 6,
UNED, Madrid, 1996, p. 378).
29
Elky Alexander Villegas Paiva
sus parientes más próximos. En tanto la agresión era vista como un daño
eminentemente privado, es decir personal, que solo afectaba a la persona
que la sufrió y no a la comunidad o al interés social, entonces la venganza
privada o particular era la reacción habitual frente al comportamiento anti-
social[36], permitiendo que el conflicto se mantuviera en manos de la víctima
o de su familia.
[36] Se considera a la venganza como el aspecto que revestía la función punitiva cuando todavía el poder político
no se concebía como tal, ni mucho menos poseía la fuerza necesaria dentro de los grupos humanos para impo-
nerse a los particulares. Así, véase ZAMORA GRANT, José. Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema
penal mexicano. 2ª edición, 1ª reimpresión, Instituto Nacional de Ciencias Penales, México D.F., 2010, p. 25.
[37] DRAPKIN, Israel. “El derecho de las víctimas”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo
XXXIV, Fascículo II, Ministerio de Justicia, 1980, p. 374.
[38] Cfr. ZAMORA GRANT, José. Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema penal mexicano. Ob. cit., p. 26.
[39] Cfr. HERRERA MORENO, Myriam. La hora de la víctima. Edersa, Madrid, 1996, p. 28.
[40] DRAPKIN, Israel. “El derecho de las víctimas”. Ob. cit., p. 375.
30
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Este aspecto puramente subjetivo no se prestaba para crear las bases de ob-
jetividad indispensables a la incipiente justicia pública para pretender una
validez más universal. Por eso la primera y la más importante cuestión que
se planteó el codificador de aquella época, fue necesariamente la magnitud
de la reacción vindicativa[43]. Precisamente cuando el legislador primitivo se
enfrentó a las dificultades inherentes a la necesidad de codificar, tuvo nece-
sariamente que plantearse si los resultados de la reacción primitiva, innatos
en la venganza privada, eran adecuados o justificados. Es indudable que tu-
vo que tomar en cuenta también las normas objetivas o subjetivas que de la
justicia pudiera tener el rey o jerarca político.
Por último, le fue menester considerar si, para favorecer la paz y el bienestar
de la comunidad, sería necesario poner ciertas limitaciones al libre e ilimita-
do ejercicio del derecho de la venganza. La reacción en cadena que origina-
ba la venganza privada entre ofensor y víctima, y viceversa, así como los da-
ños de todo tipo que afectaban no solo a ambas partes, sino también a las
comunidades a las que ellos pertenecían, fueron otros argumentos para tra-
tar de limitar los abusos de la venganza privada.
[41] MÁRQUEZ CÁRDENAS, Álvaro. “La Victimología como estudio. Redescubrimiento de la víctima para el
proceso penal”. En: Prolegómenos-Derechos y Valores. Vol. XIV, Nº 27, Universidad Militar Nueva Granada,
Bogotá, julio-diciembre de 2011, pp. 35.
[42] GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio. “El redescubrimiento de la víctima, victimización secundaria y repa-
ración del daño”. En: Cuadernos de Derecho Judicial. Nº XIV-Dedicado a: Victimología. Consejo General del
Poder Judicial, Madrid, 1993, pp. 310-311.
[43] DRAPKIN, Israel. “El derecho de las víctimas”. Ob. cit., p. 374.
31
Elky Alexander Villegas Paiva
Es así como nació la Ley del Talión, por la cual la venganza de la víctima de-
bía tener proporcionalidad, es decir, de la misma magnitud que el daño cau-
sado debía ser el daño que debía sufrir el agresor (ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano y animal por animal).
[44] Ídem.
[45] Ídem.
[46] De este parecer FERREIRO BAAMONDE, Xulio. Ob. cit., p. 6.
[47] Sin embargo, sobre este punto es necesario acotar que, como señala Orduña Trujillo, el conocido precepto
de “ojo por ojo y diente por diente”, no fue tan simple y proporcional para todos los sectores de la sociedad, ya
que para que pudiera llevarse a cabo en estricto sentido, se requería que el agresor y la víctima pertenecieran
a la misma clase social. Así, si ambos eran nobles, la medida entre el daño y la venganza debía concordar con
exactitud, pero esto ya no se aplicaba igual si la víctima no pertenecía a la nobleza (ORDUÑA TRUJILLO, Eva
Leticia. “Los derechos humanos de las víctimas”. En: Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos.
Nº 40, UNAM, México D.F., 2005, p. 171). Ejemplificando lo dicho, Zamora señala que, si un noble destruía
el ojo a otro noble, su propio ojo debería ser destruido también; si le rompía un hueso a su turno la víctima le
rompía otro. Pero si la víctima no era un noble, el castigo entonces era una multa. Lo cual resulta comprensible
si se tiene en cuenta que la igualdad entre los hombres y ante la ley es producto de la modernidad (ZAMORA
GRANT, José. Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema penal mexicano. 2ª edición, Instituto Nacional
de Ciencias Penales, México D.F., 2010, p. 28); sobre ello véase también FERREIRO BAAMONDE, Xulio.
Ob. cit., pp. 9-12.
32
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Así tenemos que la Ley Mosaica establece que el agresor debe perder el mis-
mo miembro u órgano de su cuerpo que el hizo perder a su víctima, a no ser
que esta quede satisfecha con una adecuada compensación monetaria, “por
cuanto la ley otorga a la víctima el derecho de evaluar sus propios daños y
elegir entre talión o pago”[50].
[48] Cfr. MAIER, Julio. “Democracia y administración de justicia penal en Iberoamérica”. En: Jueces para la
Democracia. Nº 16-17, Asociación Jueces para la Democracia, Madrid, 1992, pp. 143-163.
[49] Cfr. HERRERA MORENO, Myriam. La hora de la víctima. Ob. cit., pp. 32-35.
[50] HAIM COHN. Victimology and Ancient Law, discurso pronunciado en la Sesión Inaugural del Primer Simposio
Internacional de Victimología (Jerusalén, 2-6 septiembre 1973) citado por DRAPKIN, Israel. “El derecho de
las víctimas”. Ob. cit., p. 374.
33
Elky Alexander Villegas Paiva
Se observa que con el correr del tiempo, los derechos absolutos que primi-
tivamente tenía la víctima se fueron limitando en forma progresiva. Primero
se aplicó el talión, luego la compensación voluntaria y enseguida la compo-
sición obligatoria. Esta vez es el derecho germánico el que mejor refleja es-
te transitar de la venganza privada a la compensación. La familia o tribu (sip-
pe) de la víctima estaba legitimada en el Derecho consuetudinario germá-
nico para vengarse (rache) de forma solidaria. El llamado wergeld supone el
paso de la venganza de sangre al arreglo económico entre víctima y ofen-
sor. Los germanos desarrollaron un sistema de compensación que incluía ta-
blas que establecían el monto y su distribución entre los perjudicados. Con
el tiempo estas tablas pasaron a ser manejadas por los jueces quienes impo-
nían la obligación de resarcir los perjuicios, su cuantía y su distribución. En el
sistema de compensación la expiación (buse) podía ser ejecutada mediante
la entrega de una cantidad dineraria a la familia de la víctima, que dependía
de la naturaleza e importancia de la ofensa. Esta cantidad de dinero se de-
nominaba Friedensgeld, que significa literalmente: dinero de paz. Tal sistema
implica, todavía, una concepción privada o semiprivada del delito, ya que la
respuesta penal era diferente en el caso de los delitos que atentaran contra
[51] Entre otros derechos de venganza se incluía en el Derecho Romano, por ejemplo, el del marido ofendido,
quien podía matar impunemente a la mujer adúltera y a su compañero de delito. BENAVENTE CHORRES,
Hesbert y PASTRANA BERDEJO, Juan David. Implementación del proceso penal acusatorio adversarial en
Latinoamérica. Ob. cit., pp. 3-6.
[52] ZAMORA GRANT, José. Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema penal mexicano. Ob. cit., p. 29.
34
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Bajo ese marco, los individuos ceden parcelas de poder a entes jurídico-po-
lítico superiores, que asumen un papel cada vez más preponderante en la
reacción penal. Los sistemas de compensación evolucionan y al lado de la
cantidad pagada al ofendido, el agresor deberá pagar una cantidad al Mo-
narca o a la comunidad, como contrapartida a los servicios de pacificación
y al papel asumido posteriormente de garante de su indemnidad frente a la
reacción violenta de la víctima. El castigo público hace su aparición como
35
Elky Alexander Villegas Paiva
2. LA NEUTRALIZACIÓN DE LA VÍCTIMA
A medida que las formas de organización social se van haciendo más com-
plejas, la comunidad reserva para sus instituciones un mayor número de
funciones, en detrimento de las facultades de los individuos. En el campo
de la represión penal, tal arrogación de funciones se traduce en la disminu-
ción de las facultades de persecución de los delitos por las víctimas y su en-
torno, acaparando para sí el Estado la persecución y castigo de los delitos.
36
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
El sistema procesal inquisitivo[57] –que corresponde a esta época– con las fa-
cultades ilimitadas del juez, convirtió al conflicto penal en una lucha entre
el representante estatal que debía resguardar los valores de la sociedad y el
transgresor de esos valores, de tal forma que los intereses de la víctima que-
daron totalmente al margen de la contienda penal.
[57] El sistema inquisitivo se fundamenta en que es derecho-deber del Estado promover la represión de los deli-
tos, lo cual no puede ser encomendado ni delegado a los particulares: inquisitio est magis favorabilis ad re-
primendum delicia quam accusatio (la inquisición es más favorable que la acusación para reprimir delitos).
Bajo este sistema, las funciones de acusación y decisión están en manos de la persona del juez. El proceso
se desarrolla bajo los principios de la escritura y el secreto. Véase: CALDERÓN SUMARRIVA, Ana. El nue-
vo sistema procesal penal: Análisis crítico. Ob. cit., p. 17; BENAVENTE CHORRES, Hesbert y PASTRANA
BERDEJO, Juan David. Implementación del proceso penal acusatorio adversarial en Latinoamérica. Ob. cit.,
pp. 6-9; CUBAS VILLANUEVA, Víctor. El nuevo proceso penal peruano. Teoría y práctica de su implemen-
tación. Palestra Editores, Lima, 2009, pp. 25-28; MADLERNER, Kurt. “Derecho Procesal Penal y derechos
humanos”. En: La ciencia penal y la política criminal en el umbral del siglo XXI. Instituto Nacional de Ciencias
Penales (INACIPE), México D.F., 1998, p. 203.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[58] FOUCAULT, Michael. La verdad y las formas jurídicas. 8ª reimpresión, Gedisa, Barcelona, 2001, p. 76.
[59] BOVINO, Alberto. “La participación de la víctima en el procedimiento penal”. En: BOVINO, Alberto. Problemas
del Derecho Procesal Penal contemporáneo. Editores del Puerto, Buenos Aires, 1998, p. 91.
38
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
La situación descrita del surgimiento del Derecho Penal moderno (es decir
de naturaleza pública y con el monopolio del ius puniendi a favor del Esta-
do) provocó que la víctima pasara a ocupar una posición marginal, casi ol-
vidada, pues con la expropiación del conflicto a la víctima[63], esta quedo
[60] NILS, Christie. “Los conflictos como pertenencia”. Traducción de Alberto Bovino y Fabricio Guariglia, En:
MAIER, Julio (Compilador). De los delitos y de las víctimas. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1992, p. 169. Este autor
afirma que: “En esta situación la víctima es el gran perdedor. No solo ha sido lastimada, ha sufrido o ha sido
despojada materialmente, y el Estado toma su compensación; sino que además ha perdido la participación
en su propio caso. Es la Corona la que ingresa al cono de luz, no la víctima. Es la Corona la que describe las
pérdidas, no la víctima. Es la Corona la que aparece en los diarios, rara vez la víctima. Es la Corona la que
tiene la posibilidad de hablar con el delincuente y, ni la Corona ni el delincuente están particularmente intere-
sados en llevar adelante esa conversación. La víctima podría haber estado muerta de miedo paralizada por el
pánico o furiosa. Pero no hubiera estado desinvolucrada. Hubiera sido uno de los días más importantes de su
vida. Algo que pertenecía a esa víctima le ha sido arrebatado (Ibídem, p. 170).
[61] REYNA ALFARO, Luis Miguel. “Las víctimas en el Derecho Penal latinoamericano: presente y perspectivas
a futuro”. En: Eguzkilore, Nº 22, Instituto Vasco de Criminología, San Sebastián, 2008, p. 137. Señala Baratta
que: “El interés de la víctima, lesionado por el delito, es sustituido por el interés de la sociedad por la pena, el
interés de la víctima se traduce en un interés privado, incidental, de resarcimiento” (BARATTA, Alessandro.
“La vida y el laboratorio del Derecho: a propósito de la imputación de responsabilidad en el proceso pe-
nal”. En: BARATTA, Alessandro. Criminología y sistema penal. Compilación in memoriam. Editorial B de F,
Montevideo-Buenos Aires, 2004, p. 34).
[62] SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. “La Victimología desde la Política Criminal y el Derecho Penal. Introducción
a la `Victimodogmática`”. Ob. cit., p. 596.
[63] Véase NILS, Christie. “Los conflictos como pertenencia”. Ob. cit., p. 169.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[64] Véase HASSEMER, Winfried. Fundamentos del Derecho Penal. Traducción de Francisco Muñoz Conde y Luis
Arroyo Zapatero, J.M Bosch, Barcelona, 1984, p. 92. HASSEMER, Winfried y MUÑOZ CONDE, Francisco.
Introducción a la Criminología y al Derecho Penal. Tirant lo Blanch, Valencia, 1989, p. 29. GARCÍA-PABLOS
DE MOLINA, Antonio. Tratado de Criminología, cit. p. 108 y ss. ÍDEM. Criminología. Una introducción a sus
fundamentos teóricos, 1ª edición peruana, Iuris Consulti, Lima, 2006, p. 67 y ss. LANDROVE DÍAZ, Gerardo.
Victimología. Tirant lo Blanch, Valencia, 1990, p. 22 y ss. CANCIO MELIÁ, Manuel. “La exclusión de la tipici-
dad por la responsabilidad de la víctima”. En: CANCIO MELIÁ, Manuel; FERRANTE, Marcelo y SANCINETTI,
Marcelo. Estudios sobre la teoría de la imputación objetiva. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1998, p. 77 y ss.
[65] MAIER, Julio. “La víctima y el sistema penal”. En: MAIER, Julio. (Compilador). De los delitos y de las víctimas.
Ob. cit., p. 186.
[66] ESER, Albin. “Sobre la exaltación del bien jurídico a costa de la víctima”. Traducción de Manuel Cancio Meliá.
En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLIX; Fasc. III-1996, Ministerio de Justicia, Madrid,
1999, p. 1041.
[67] GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Criminología. Una introducción a sus fundamentos teóricos.
Ob. cit., p. 68.
[68] FERREIRO BAAMONDE, Xulio. Ob. cit., p. 28.
40
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Si bien la evolución de la teoría del bien jurídico, por un lado, ha tenido gran
importancia en la creación de un Derecho Penal garantista, pues su consi-
deración impide que se pueda imponer una pena a una persona por la sim-
ple quiebra de una norma ética o moral, ya que el requisito de provocar una
lesión a un bien jurídicamente protegido implica la existencia de un daño a
un derecho o interés que la sociedad ha decidido amparar; sin embargo por
otro lado, ese interés significó la desaparición de los intereses de la víctima
del concepto de delito. El delito no es más afectación de los derechos de la
víctima, sino que se transforma en lesión de bienes jurídicos. En el contex-
to del debate doctrinal respecto a la idea del bien jurídico, las posiciones to-
man como punto de partida de referencia los presupuestos indispensables
de la vida en sociedad[72] y, por lo tanto, mediatizan a la víctima al punto de
prácticamente desaparecerla en la solución del conflicto penal[73].
[69] Véase ESER, Albin. “Sobre la exaltación del bien jurídico a costa de la víctima”. Ob. cit., passim.
[70] Sobre el paso de la lesión de derechos subjetivos a la lesión de bienes jurídicos véase una síntesis en
VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander. Los bienes jurídicos colectivos en el Derecho Penal. Consideraciones
sobre el fundamento y validez de la protección penal de los intereses macrosociales. Astrea, Buenos Aires,
2010, pp. 8-11. Disponible en: <www.astrea.com.ar>.
[71] ESER, Albin. “Sobre la exaltación del bien jurídico a costa de la víctima”. Ob. cit., p. 1029.
[72] Como señala Righi: “Se entendió entonces que lo decisivo no era la ofensa causada al titular del bien, sino la
afectación de un interés en cuya preservación estaba interesada la comunidad” (RIGHI, Esteban. “Dogmática
y política criminal de la víctima”. En: Teorías actuales en el Derecho Penal. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1998,
p. 327).
[73] Cfr. REYNA ALFARO, Luis Miguel. “Las víctimas en el Derecho Penal latinoamericano: presente y perspecti-
vas a futuro. Ob. cit., p. 137.
[74] HASSEMER, Wilfred. “Consideraciones sobre la víctima del delito”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias
Penales. Tomo XLIII, fasc. I, Ministerio de Justicia, Madrid, 1990, pp. 245 y 246.
41
Elky Alexander Villegas Paiva
[75] MAIER, Julio. “Dogmática penal y víctima del hecho punible”. En: Teorías actuales en el Derecho Penal. Ad-
Hoc, Buenos Aires, 1998, p. 344. Por su parte BOVINO, Alberto. “La víctima como sujeto público y el Estado
como sujeto sin derecho”. En: Ciencias Penales. Año 13, Nº 15; Asociación de Ciencias Penales de Costa
Rica, San José, 1998, p. 47, sostiene que: “(…) el bien jurídico no es más que la víctima objetivada en el tipo
penal. La exclusión de la víctima es tan completa que, a través de la indisponibilidad de los bienes jurídicos,
se afirma que la decisión que determina cuándo un individuo ha sido lesionado es un juicio objetivo y externo
a ese individuo, que se formula sin tener en cuenta su opinión. Al escindir el interés protegido de su titular o
portador, objetivamos ese interés, afirmando la irrelevancia política de ese individuo para considerarse afec-
tado por una lesión de carácter jurídico-penal”.
42
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[76] Cfr. SILVA SÁCHEZ, Jesús-María. “La consideración del comportamiento de la víctima en la teoría jurídica del
delito. Observaciones doctrinales y jurisprudenciales sobre la Victimodogmática”. En: Cuadernos de Derecho
Judicial. Dedicado a: La Victimología. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1992, pp. 11-52.
[77] Sobre el origen y apogeo de las ideas resocializadoras, así como su posterior crisis véase: MIR PUIG,
Santiago. “¿Qué queda en pie de la resocialización? En: Eguzkilore. Número extraordinario 2, Instituto de
Criminología del País Vasco, San Sebastián, 1989, p. 37 y ss.; MUÑOZ CONDE, Francisco. “La resocializa-
ción: análisis y crítica de un mito”. En: MIR PUIG, Santiago (editor). Política Criminal y reforma del Derecho
Penal. Temis, Bogotá, 1982. p. 131 y ss.; GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio. “La supuesta función re-
socializadora del Derecho Penal”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo 32, fascículo 3,
Ministerio de Justicia, Madrid, 1979, p. 645 y ss.
[78] MADLENER, Kurt. “El redescubrimiento de la víctima por las ciencias penales”. En: Cuadernos del Instituto de
Investigaciones Jurídicas. Año IV, Nº 10; UNAM, México D.F., 1989, p. 48.
[79] BOVINO, Alberto. “La víctima como sujeto público y el Estado como sujeto sin derecho”. Ob. cit. pp. 43-44. De
forma similar ESER, Albin. “Acerca del renacimiento de la víctima en el procedimiento penal”. Traducción de
Fabricio Guariglia y Fernando Córdova. En: MAIER, Julio. (Compilador). De los delitos y de las víctimas. Ob. cit.
p. 16: “(…) el ofendido es el fondo una figura marginal. En contraste con el procedimiento civil, donde el ofendi-
do juega un papel decisivo como “demandante”, en el procedimiento penal él ha sido en gran parte desplazado
por el Ministerio Público. Por ello actúa, por regla general, solo como testigo del hecho o sus consecuencias”.
[80] En este sentido MADLENER, Kurt. “El redescubrimiento de la víctima por las ciencias penales”. Ob. cit., p. 48.
43
Elky Alexander Villegas Paiva
Sin embargo, desde los años sesenta del siglo XX, la situación descrita co-
mienza a revertirse, así es, la ciencia penal ha vuelto a fijarse con mayor inte-
rés en la víctima, aparece la denominada Victimología, la cual ha dedicado
su estudio en dos ámbitos distintos. En primer lugar, en los derechos y ne-
cesidades de las víctimas –aspecto sobre el cual nos detendremos especial-
mente en el terreno del Derecho Procesal Penal–, y en segundo lugar, en el
estudio de cómo repercute la conducta de la víctima en la valoración jurídi-
co-penal del comportamiento del interviniente del presunto delito, dando
origen de este modo a la Victimodogmática.
3. EL REDESCUBRIMIENTO DE LA VÍCTIMA
[81] Del mismo parecer PIEDRABUENA RICHARD, Guillermo. “La Constitución y los derechos de la víctima en
el nuevo proceso penal chileno”. En: La víctima y el testigo en la reforma procesal penal. Ministerio Público-
Editorial Fallos del Mes, Santiago, 2003, p. 14.
44
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[82] Sobre el contenido, objeto, alcance y límites de la Victimología véase, entre otros: RODRÍGUEZ MANZANERA,
Luis. Victimología. Estudio de la víctima. 7ª edición, Porrúa, México D.F, 2002; ZAMORA GRANT, José.
Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema penal mexicano. 2ª edición, 1ª reimpresión, Instituto Nacional
de Ciencias Penales, México D.F., 2010; HIKAL, Wael. Victimología ¿Qué es y para qué sirve? Astrea, Buenos
Aires, 2009. Disponible en: <www.astrea.com.ar>; LIMA, María de la Luz. Modelo de atención a víctimas en
México. UNAM, México, 1997, p. 203 indica que el objeto de estudio de la Victimología es precisamente la víc-
tima, tanto individual como colectivamente, la etiología del fenómeno criminal y su comprensión, a fin de crear
una infraestructura humana y técnica que pueda y permita brindarles atención, apoyo y prevención.
[83] Sobre la discusión existente acerca de la Victimología como ciencia autónoma véase: RODRÍGUEZ
MANZANERA, Luis. Victimología. Estudio de la víctima. 7ª edición, Porrúa, México D.F., 2002, p. 26 y ss.
También, ARRONA PALACIOS, Arturo. “El dominio de la Victimología en los métodos alternativos de justicia”.
En: Rivista di Criminologia, Vittimologia e Sicurezza. Vol. VI, Nº 1, Società Italiana di Vittimologia, Bologna,
Genaio-Aprile di 2012, pp. 60-62.
[84] Acuñó el término victimology en contraposición a criminology, por entender que en los delitos concurren am-
bos factores, los que se derivan del criminal y los que se derivan de la víctima, autor de dos trabajos clásicos
en la materia: New bio-psychosocial, victimilogy (1946) y la célebre conferencia pronunciada en el Hospital
Coitzea-Bucarest en 1947. Cfr. MENDELSHON, Benjamín. “La Victimología y las tendencias de la sociedad
contemporánea”. En: Rev. ILANUD al día. Año 4, N° 10, ILANUD, San José de Costa Rica, 1981, pp. 55-56.
[85] Emigró de Alemania durante la segunda guerra mundial hacia Los Estados Unidos de Norte-América, donde
trabajó en la Universidad de Yale y realizó múltiples investigaciones acerca de las tipologías victimales a partir
de aspectos plurifactoriales (biológicos, sociales, o psicológicos) cuyos resultados le permitieron escribir va-
rias obras, entre ellas una de las más conocida, propugnó una concepción dinámica e interaccionista de la víc-
tima en su trabajo “Renardon the interaction of perpetrator and victim” (1941) publicado en Journal of Criminal
law and criminology, pp. 303-309. Profundizó sus estudios en su obra: VON HENTIG, Hans. The Criminal and
his Victims. Editorial Archon Books, Hamden, Conn, New Cork, 1979 (1948).
45
Elky Alexander Villegas Paiva
Junto a esta Victimología originaria, surgió en los años ochenta del siglo úl-
timo que se terminó, una nueva Victimología, diferente a la anterior; funda-
mentalmente por su preocupación por las necesidades y derechos de las
víctimas[87].
[86] Pérez Cepeda enseña que la Victimodogmática toma como punto de partida el hecho de que algunas víctimas
contribuyen dolosa o culposamente a la propia victimización, lo que puede influir en la responsabilidad crimi-
nal del agresor, incluso hasta desterrarla. El mecanismo habitual para determinar si estamos ante un caso que
requiere la imposición de una pena es que debemos investigar el hecho delictivo y a su autor, sin embargo, la
Victimodogmática completa este análisis incluyendo el papel desempeñado por la víctima. De esta suerte, lle-
gamos a determinar si la víctima merece y necesita la protección-jurídico penal, o por el contrario en función
del principio de última ratio, debe excluirse la sanción penal o al menos atenuarse. En consecuencia, en prin-
cipio, el objetivo primordial de la Victimodogmática es obtener una disminución en la aplicación de sanciones.
entre los muchos problemas que surgen con la Victimodogmática tendríamos que determinar si la interven-
ción típica de la víctima tendría alguna influencia en la determinación de la gravedad del injusto del autor, o si
la culpabilidad de la víctima determinaría la exclusión o la atenuación de la culpabilidad. JAKOBS, partiendo
de la idea de la existencia de un cierto ámbito de custodia sobre sus propios bienes, manifiesta la compe-
tencia de la víctima en la seguridad o intangibilidad de los bienes jurídicos concretos que ella porta. Según
JAKOBS, que se presenta como uno de los principales valedores de la dirección política de este movimiento,
un cierto deber de autoprotección de esos bienes y cierta aproximación a la prohibición de regreso deben ju-
gar un papel importante en la teoría del delito (PÉREZ CEPEDA, Ana Isabel. “Las víctimas ante el Derecho
Penal. Especial referencia a las vías formales de reparación y mediación”. En: ARROYO ZAPATERO, Luis y
BERDURGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio (Coordinadores.). Homenaje al Dr. Marino Barbero Santos. In
memorian. Tomo I, Universidad de Castilla-La Mancha, 2001, p. 448). Sobre el papel que desempeña la víc-
tima en la conducta que le genera afecciones a sus bienes jurídicos, determinando de ese modo la configu-
ración o no de un delito, pues puede llegarse a concluir que este mismo no existió porque la víctima actuó a
propio riesgo (imputación a la víctima) y sobre los casos de autopuestas en peligro y heteropuestas en peli-
gro consentidas véase entre otros: CANCIO MELIÁ, Manuel. Conducta de la víctima e imputación objetiva en
Derecho penal. Estudio sobre los ámbitos de responsabilidad de víctima y autor en actividades arriesgadas.
2ª edición, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2001; LÓPEZ DÍAZ, Claudia. Acciones a propio ries-
go. Exclusión de la tipicidad por responsabilidad de la víctima con base a una concepción funcional estructural
de la sociedad. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006.
[87] Pérez Pinzón resume este suceso del siguiente modo: “En los últimos años, quizá a partir de 1980, nuevamente
se dedica atención a la víctima del delito, en especial por obra de algunos movimientos criminológicos y de
los procesalistas. Por ejemplo el nuevo realismo llama la atención de los nuevos criminólogos y buscan que
desciendan de su idealismo centrado en el infractor, para que observen también, entre otras cosas, a la
víctima; los abolicionistas quieren que se otorgue mayor capacidad decisoria a la víctima, para que el sistema
46
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
De esta forma, “la Victimología –en palabras de Tamarit Sumalla–, puede ser
definida hoy en una fórmula de síntesis, como la ciencia multidisciplinar que
se ocupa del conocimiento relativo a los procesos de victimización y desvic-
timización. Concierne pues, a la Victimología el estudio del modo en que
una persona deviene víctima, de las diversas dimensiones de la victimiza-
ción (primaria, secundaria y terciaria), y de las estrategias de prevención y
penal, que le ha extraído el conflicto a sus protagonistas, se lo retorne a estos con la posibilidad de diálogo
entre victimario y víctima; los partidarios del derecho penal mínimo hacen hincapié en la primacía de la víctima
para que rija el desarrollo del proceso penal” (PÉREZ PINZÓN, Álvaro Orlando. Curso de Criminología.
6ª edición, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2000, pp. 175-176).
[88] LANDROVE DÍAZ, Gerardo. Victimología. Tirant lo Blanch, Madrid, 1990, pp. 24-26.
[89] LARRAURI, Elena. “Victimología”. En: MAIER, Julio (compilador). De los delitos y de las víctimas. Ad-Hoc,
Buenos Aires, 1992, pp. 284 y 285.
[90] MARTÍNEZ ARRIETA, Antonio. “La víctima en el proceso penal (I)”. En: Actualidad Penal. Nº 4, Madrid, 1990,
p. 43.
47
Elky Alexander Villegas Paiva
[91] TAMARIT SUMALLA, Joseph. “La Victimología: cuestiones conceptuales y metodológicas”. En: BACA
BALDOMERO, Enrique; ECHEBURÚA ODRIOZOLA, Enrique y TAMARIT SUMALLA, Joseph (coordinado-
res). Manual de Victimología. Tirant lo Blanch, Valencia, 2006, p. 17.
[92] SAMPEDRO-ARRUBLA, Julio Andrés. “Los derechos humanos de las víctimas: apuntes para la reformula-
ción del sistema penal”. En: Internacional Law. Revista Colombiana de Derecho Internacional. Nº 12, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, enero-junio de 2008, p. 357.
[93] ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL, Olga. Derechos de las víctimas y de los ofendidos por el delito. Ob. cit.,
p. XVIII.
48
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Ahora bien, lo que debe quedar claro es que lo que se pretende con el de-
nominado redescubrimiento de la víctima es generar un equilibrio en la re-
lación procesal, que así como se tiene en cuenta al procesado se tenga en
cuenta los derechos y garantías de las víctimas del delito, permitiendo la re-
definición de los roles que desarrollan las personas dentro del drama crimi-
nal en el proceso de la investigación penal[94]. Hay que cambiar el criterio se-
gún el cual los únicos protagonistas en el proceso penal son el Estado y el
delincuente; porque la víctima tiene mucho que decir, hacer y contribuir a la
solución del conflicto penal.
[94] GAVIRIA LONDOÑO, Vicente Emilio. “La víctima en el sistema acusatorio del nuevo Código de procedimien-
to penal”. En: Derecho Penal y Criminología. Vol. XXIV, Nº 74, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2003, p. 93 y ss.
[95] LARRAURI, Elena. “Victimología”. Ob. cit., p. 286 y ss.
49
Elky Alexander Villegas Paiva
50
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Igualmente el maltrato que surge, la mayor de las veces, por la propia auto-
ridad estatal, terminan por volver a victimizarla, sintiendo que no solo el de-
lincuente ha afectado sus derechos, sino que el propio Estado, personifica-
do por sus autoridades, han hecho lo mismo con ella.
En ese orden de ideas, se habla de una atención asistencial integral, que im-
plique, por ejemplo, una ayuda psicológica cuando el caso en concreto así lo
requiera, que igualmente en el plano del proceso penal reciba asesoría jurí-
dica gratuita, para la mejor defensa de sus intereses. Y también se preocupa
51
Elky Alexander Villegas Paiva
por que en los casos en que se fije una reparación civil esta sea proporcional
al daño que se le ocasionó, y sobre todo que se haga efectiva esta, lo que ra-
ras veces sucede con el sistema tradicional, por ello por ejemplo se plantean
la instauración de acuerdos reparatorios que benefician a ambas partes (im-
putado y víctima), en tanto el agresor podrá acogerse a varios beneficios si
logra reparar rápidamente los daños que le ocasionó a la víctima.
52
CAPÍTULO TERCERO
Víctima y victimización
Víctima y victimización
1. CONCEPTO DE VÍCTIMA
[96] Sobre ello véase NEUMAN, Elías. Victimología. El rol de la víctima en los delitos convencionales y no conven-
cionales. 2ª edición, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1994, p. 28.
[97] Así CARAMUTI, Carlos. “Dogmática y política criminal de la víctima en relación a la titularidad y ejercicio
de la acción penal”. En: Ciencias Penales Contemporáneas. Revista de Derecho penal, Procesal Penal y
Criminología. Nº 1, Ediciones Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2001, p. 32. En la misma línea: QUERALT, Joan.
“Víctimas y garantías: algunos cabos sueltos. A propósito del proyecto alternativo de reparación”. En: Anuario
de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLIX, fasc. I, Ministerio de Justicia, Madrid, enero-abril de 1996,
pp. 141-142, para quien víctima, en Derecho Penal, es el titular del bien jurídico-penalmente protegido que ha
sido dañado o puesto en peligro, es decir, el sujeto pasivo; junto a la víctima se hallan los perjudicados, es de-
cir, aquellos otros sujetos que se ven directamente afectados por el delito, pero que no son titulares del bien
jurídico lesionado o puesto en peligro. Para este autor la distinción entre víctima y perjudicado tiene trascen-
dencia dogmática, político-criminal y procesal. Por un lado, la relación del bien jurídico penalmente protegido
con la victima permite establecer la gravedad del ilícito por parte del legislador; de esta suerte la esencialidad
del bien y la consecuente intensidad de la punición de la conducta lesiva del mismo se determinarán a la vista
de la relación entre bien y titular del mismo. De otro lado, procesalmente, y con independencia de la acción
popular, la existencia de una víctima jurídicamente capaz de actuar impide el ejercicio de la acción penal y lo
civil por parte de los perjudicados en sentido estricto. El caso del padre de familia que, por las razones que
55
Elky Alexander Villegas Paiva
que goza de la titularidad del bien jurídico que ha sido vulnerado; para es-
ta postura víctima y sujeto pasivo del delito se tratarían de expresiones
sinónimas[98].
Igualmente se hace una distinción entre sujeto pasivo del delito y sujeto pa-
sivo de la acción típica, siendo este segundo aquel sobre el que recae even-
tualmente la acción punible y, que puede ser diferente de quien ve lesiona-
dos sus intereses o bienes por el delito.
fuere, no desea perseguir judicialmente a quien le ha estafado, cierra el paso a sus hijos para ejercer cual-
quier acción penal o civil al respecto por considerar que tal ilícito ha menguado, no ya su patrimonio, sino el
contenido de su derecho de futuro sobre el mismo.
[98] En esta línea, entre otros, BOBINO, Alberto. “La víctima en el procedimiento penal”. En: Problemas de
Derecho Procesal Penal contemporáneo. Editores del Puerto, Buenos Aires, 1998, p. 80.
[99] BAAMONDE, Xulio. Ob. cit., p. 123.
[100] Así, entre otros, FERNÁNDEZ PÉREZ, Rafael. “Elementos para la efectiva protección de los derechos de
la víctimas en el proceso penal”. En: Boletín Mexicano de Derecho Comparado. Nº 82, UNAM, México D.F.,
enero-abril de 1995, p 114; ABREU Y ABREU, Juan Carlos. “La Victimología a la luz de los derechos huma-
nos”. En: Prolegómenos. Derechos y Valores. Vol. XII, Nº 23, Universidad Militar Nueva Granada, enero-junio
de 2009, p. 101; BERISTAIN IPIÑA, Antonio. “Evolución desde el crimen al delincuente y a la víctima (aproxi-
maciones diacrónicas y sincrónicas a la Política Criminal”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Vol. LII, 1999, Ministerio de Justicia, Madrid, 2002, p. 79, quien sostiene que: “En política criminal de sesgo
jurídico-penal se dice que hay un sujeto pasivo del delito. Pero en política criminal victimológica se afirma que
hay cinco o diez víctimas directas del crimen (los familiares más íntimos de ese único sujeto pasivo del delito)
y muchas más víctimas indirectas del delito: los muchos amigos del lesionado o asesinado. Estos no entran
en el concepto de sujeto pasivo del delito; no entran en el campo del Derecho Penal; quizás tampoco en el de
la Criminología. Pero sí en el de la Victimología y de su Política Criminal”.
56
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
y que tienen los mismos derechos de quienes han sufrido la agresión directa
para ser atendidos en sus necesidades y expectativas con independencia de
la relación que tengan con los victimarios y del enjuiciamiento, acusación o
condena que se produzca en contra de estos últimos.
[101] La Directiva 2012/29/UE del parlamento europeo y del consejo del 25 de octubre de 2012 señala que se debe
considerar que una persona es una víctima independientemente de si se ha identificado, detenido, acusado o
condenado al infractor y con independencia de la relación familiar que exista entre ellos.
[102] En la misma línea el recordado profesor español Beristaín Ipiña, ha dejado dicho que: “A la luz de la actual
doctrina victimológica, por víctima ha de entenderse un círculo de personas naturales y jurídicas más amplio
que el sujeto pasivo de la infracción. Lo incluye, pero también lo rebasa. Víctimas son todas las personas na-
turales o jurídicas que directa y/o indirectamente sufren un daño notable (…) como consecuencia de la infrac-
ción” (BERISTAIN IPIÑA, Antonio. Nueva Criminología desde el Derecho Penal y la Victimología. Tirant lo
Blanch, Valencia, 1994, p. 359).
[103] Como señala Forero Ramírez: “Este concepto (de víctima) no puede identificarse con el sujeto pasivo, propio
de la dogmática jurídica, en la medida en el término víctima engloba además el sujeto perjudicado, es decir,
aquel que sin ser titular del bien jurídico respectivo sufre algún tipo de perjuicio con la comisión de una con-
ducta punible” (FORERO RAMÍREZ, Juan Carlos. “Los derechos de las víctimas en el nuevo sistema acusato-
rio”. En: Sistema Penal acusatorio. Centro Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2006, p. 167).
[104] SAMPEDRO-ARRUBLA, Julio Andrés. “Los derechos humanos de las víctimas: apuntes para la reformula-
ción del sistema penal”. En: Internacional Law. Revista Colombiana de Derecho Internacional. Nº 12, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, enero-junio de 2008, p. 359.
57
Elky Alexander Villegas Paiva
[105] A partir de 1945, el principal concepto de víctima gira alrededor de la macrovíctima, o de la víctima del abuso
del poder, concretamente del nazismo, con su genocidio de seis millones de judíos. Esta macrovictimización
explica, en parte, las naciones Unidas, en la declaración que citamos, dediquen un apartado, el B, a las vícti-
mas del abuso del poder, y las defina como “las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido da-
ños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial
de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que no lleguen a constituir vio-
laciones del derecho penal nacional, pero que violen normas internacionalmente reconocidas relativas a los
derechos humanos”. Posteriormente se extiende el Studio y el concepto acerca de las víctimas de los delitos
comunes, con especial y mayor atención a las mujeres y los niños, a personas más vulnerables (BERISTAIN
IPIÑA, Antonio. “El nuevo Código Penal de 1995 desde la Victimología”. En: Eguzkilore. Número extraordina-
rio 10, Instituto Vasco de Criminología, San Sebastián, octubre de 1997, p. 59).
58
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
59
Elky Alexander Villegas Paiva
Corte Europea concluyó que también esta persona había sido víctima
y que el Estado era responsable de la violación del artículo 3 de la Con-
vención Europea”.
En la citada sentencia, el juez Sergio García Ramírez emite voto razonado,
mediante el cual analiza la evolución del concepto de víctima, lo que resul-
ta fundamental para identificar al sujeto pasivo de la lesión y, por sus con-
secuencias procesales, para determinar la legitimación y capacidad de ac-
tuación en las diversas etapas del proceso. El juez en mención, sostiene que:
“Es probable que la Corte vuelva a examinar este tema en futuras reso-
luciones. Para ello podría considerar como víctima directa a la persona
que sufre menoscabo de sus derechos fundamentales como efecto in-
mediato de la propia violación: entre esta y aquel existe una relación
de causa a efecto (en el sentido jurídico del vínculo), sin intermediario
ni solución de continuidad. En cambio, víctima indirecta sería quien ex-
perimenta el menoscabo en su derecho como consecuencia inmediata
y necesaria, conforme a las circunstancias, del daño que sufrió la vícti-
ma directa. En tal hipótesis, la afectación ocasionada a esta última sería
la fuente del menoscabo que experimenta la víctima indirecta. La dis-
tinción técnica entre ambas categorías no implica que alguna de ellas
revista mayor jerarquía para los fines de la tutela jurídica. Ambas se ha-
llan igualmente tuteladas por la Convención y pueden ser atendidas en
la Sentencia, tanto para considerarlas, sustantivamente, como sujetos
pasivos de una violación, acreedores a reparaciones, como para atri-
buirles legitimación procesal, de manera genérica e indistinta”[109].
[109] Véase Corte IDH. Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Sentencia de fondo, del 25 de noviembre de 2000,
voto razonado concurrente, juez Sergio García Ramírez, párr. 3. Cfr., también sobre los conceptos de víctima
directa e indirecta y los beneficiarios de ellas: Corte IDH. Caso Villagrán Morales y otros (Caso de los “Niños
de la Calle”). Sentencia de fondo, del 19 de noviembre de 1999, serie C, núm. 63, párrs. 173-177. Caso Blake
vs. Guatemala. Sentencia de fondo, del 24 de enero de 1998, serie C, núm. 36, párrs. 97 y 116.
[110] CHINCHAY CASTILLO, Alcides. “La víctima y su reparación en el proceso penal peruano”. En: Gaceta Penal
& Procesal Penal. Tomo 25, Gaceta Jurídica, Lima, julio de 2011, p. 278.
60
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
61
Elky Alexander Villegas Paiva
perjudicado, que es aquel que también sufre las consecuencias del even-
to delictivo, lo cierto es que tal distinción a efectos prácticos no genera con-
secuencias, por cuanto a ambos lo incluye dentro del genérico término de
agraviado, por lo que ambos (ofendido y perjudicado) gozan de los mismos
derechos. Aunque podríamos recordar lo que ha dicho la Corte IDH sobre la
existencia de una víctima directa y otra indirecta, lo que no afecta en nada
los derechos de ellas.
Por último debemos señalar que el CPP de 2004 prescribe que las asocia-
ciones en los delitos que afectan intereses colectivos o difusos, cuya titulari-
dad lesione a un número indeterminado de personas, o en los delitos inclui-
dos como crímenes internacionales en los Tratados Internacionales aproba-
dos y ratificados por el Perú, podrán ejercer los derechos y facultades atri-
buidas a las personas directamente ofendidas por el delito, siempre que el
objeto social de la misma se vincule directamente con esos intereses y ha-
ya sido reconocida e inscrita con anterioridad a la comisión del delito obje-
to del procedimiento.
[113] Así, DÍAZ COLORADO, Fernando. “Una mirada desde las víctimas: el surgimiento de la Victimología. Ensayo”.
En: Umbral Cientílco. Nº 9, Fundación Manuela Beltrán, Bogotá, 2006, p. 152.
62
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[114] JORGE MESAS, Luis Francisco.“La eficacia del sistema penal”. En: Cuadernos del Poder Judicial. Dedicado:
a Criminología. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1994, p. 63.
[115] GÓMEZ PÉREZ, Ángela. “Aspectos puntuales sobre la Victimología”. En: AGUILAR AVILÉS, Dager.
(compilador). Estudios cubanos sobre Victimología. Universidad de Málaga, Málaga, 2010, p. 22.
63
Elky Alexander Villegas Paiva
Cuando una víctima acude a los órganos de justicia –Policía, Fiscalía, Poder
Judicial– a efectos de sentar denuncia –pese al dolor y daño sufrido, con
una valiosa actitud de colaboración al esclarecimiento del delito y coadyu-
var con las investigaciones–, generalmente no recibe una atención adecua-
da, no recibe una asistencia inmediata, no es informada debidamente sobre
el proceso y pasos a seguir, no recibe un trato respetuoso y mucho menos
equitativo, no cuenta con información efectiva sobre sus derechos, en suma
es maltratada por el sistema legal.
Este desconocimiento por falta de información, por ejemplo: sobre las ins-
tancias a dónde acudir, puede llevar también a que la víctima se vea fre-
cuentemente rechazada por las oficinas públicas, indicándole que no es el
lugar competente para presentar la denuncia. Esto la coloca en un peregri-
naje de instituciones, sin que ninguna la atienda efectivamente[117].
64
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[119] Sobre la victimización secundaria véase, entre otros, LANDROVE DÍAZ, Gerardo. Victimología. Ob. cit.,
p. 44. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. “El redescubrimiento de la víctima: victimización secundaria y
programas de reparación de daño. La denominada victimización terciaria (el penado como víctima del sistema
legal”. En: Cuadernos de Derecho Judicial, Nº XV; Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1993, passim.
[120] Cfr. SORIA, Miguel Ángel. Psicología y práctica jurídica. Ariel, Barcelona, 1998, p. 35; LANDROVE DÍAZ,
Gerardo. Victimología. Ob. cit., p. 44.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[121] LLARENA CONDE, Pablo. “Los derechos de protección a la víctima”. En: Derecho Procesal Penal. Escuela
Nacional de la Judicatura, Santo Domingo (República Dominicana), 2006, pp. 314-315.
66
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
no por el inculpado mismo o su letrado; todo ello sin que durante la espe-
ra haya nadie que parezca estar allí para acudir en su defensa o protección.
A veces su esfuerzo de acudir al juzgado y esta violenta espera puede ter-
minar, no con la realización del acto judicial, sino con su suspensión y pos-
posición; viéndose obligado a reiterar su perjuicio sin explicación ninguna
o porque otro no ha acudido. En las declaraciones, muchas de sus acusacio-
nes habrán de hacerse ante la persona del agresor y quienes le acompañen.
Las partes se interesarán además, en público, de aspectos de su vida priva-
da que preferiría mantener bajo reserva, y no faltarán casos en los que ha-
brá de verse sometido a indecorosas exploraciones forenses, cuyos resulta-
dos serán además expuestos en la vista oral ante todo el público que desee
asistir y antes sus familiares más íntimos. Toda esta presión resultará atroz
cuando la víctima es un niño y particularmente inabordable cuando el tes-
timonio infantil sobre una agresión sexual vaya a truncar la vida de pareja
de su madre y llevar a su padre a la cárcel de forma inmediata y durante mu-
chos años. En toda esta situación, los comentarios desconsiderados de un
juez al que la víctima veía como último garante de sus derechos, pueden re-
sultar devastadores.
(…)
67
Elky Alexander Villegas Paiva
[122] Cfr. VILLACAMPA ESTIARTE, Carolina. “Víctima menor de edad y proceso penal: especialidades en la decla-
ración testifical de menores-víctimas”. En: Revista de Derecho Penal y Criminología. 2ª época, Nº 16, UNED,
Madrid, 2005, p. 266.
[123] LLARENA CONDE, Pablo. “Los derechos de protección a la víctima”. Ob. cit., p. 315.
68
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Existe una ruta crítica que deben transitar las víctimas de un delito en el
Perú, cuyos resultados terminan afectando y victimizando su esfera perso-
nal y familiar arrastrando consecuencias desfavorables de naturaleza eco-
nómica, social y psicológica. Ello conlleva a conductas de desconfianza y
un sentimiento de vulnerabilidad que conduce, finalmente, a la víctima al
[124] Uno de los problemas más frecuentes por los cuales una persona no denuncia un hecho delictivo es para no
verse enfrentada a la vergüenza pública de que se le reconozca como víctima. Socialmente la víctima es con-
siderada como una persona perdedora. Su historia es siempre objeto de comentarios secretos, hirientes algu-
nos, burlescos otros. A la víctima se le culpabiliza, se le señala como causante de su propia desgracia, se le
denigra socialmente. Los estudios criminológicos sobre el tema, han demostrado la persistencia de muchos
mitos y creencias que culpabilizan a la víctima; un ejemplo se encuentra en los casos de violación. Algunos
delitos son especialmente humillantes para las víctimas, como el incesto, que involucra sentimientos hacia la
familia, lealtades divididas y conllevan una alta dosis de morbo social y estigmatización. Es este temor a la
estigmatización social el que hace que muchas víctimas no denuncien lo sucedido, o peor aún, que ni siquiera
admitan qué ha sucedido. La violencia sexual y de género, son procesos repetidamente negados; el mismo
personal del sistema de justicia, compuesto por profesionales de distintas disciplinas, puede influir sobre la
víctima e incluso aconsejarle o pedirle que no denuncie o que guarde una estrategia del silencio. En los ca-
sos de abuso sexual infantil el secreto es una de las características más notables. En el centro del fenómeno
impera la ley del silencio, siendo sumamente difícil quebrarla. El temor a la vergüenza o al estigma social es
una de las razones más importantes de la enorme cifra negra que hay en estos delitos. De esta manera la es-
tigmatización social es una de las principales causas de la cifra negra de hechos delictivos, especialmente en
materia sexual. Lo cual refuerza los sentimientos de frustración, impotencia y disminución de la autoestima de
la víctima. Es claro que en este ambiente, la víctima termine asumiendo posturas autodestructivas, como el
suicidio, o escapistas, como el consumo de drogas, el alcohol, etc. Sin las redes de apoyo necesarias para po-
der romper el círculo de violencia que la rodea, la víctima será incapaz de superar la crisis (GÓMEZ PÉREZ,
Ángela. “Aspectos puntuales sobre la Victimología”. Ob. cit., p. 23).
69
Elky Alexander Villegas Paiva
[125] BERISTAIN IPIÑA, Antonio. “El nuevo Código Penal de 1995 desde la Victimología”. Ob. cit., p. 61.
70
CAPÍTULO CUARTO
Panorama internacional
sobre los derechos y
garantías de las víctimas
dentro del proceso penal
Panorama internacional sobre los
derechos y garantías de las víctimas
dentro del proceso penal
[126] Advierte ya esta problemática Beristain Ipiña, cuando hace más de dos décadas anotaba que: “En los cin-
cuenta y tantos instrumentos internacionales de derechos humanos que han aprobado las Naciones Unidas
desde 1948, el derecho de las víctimas a la total reparación no aparece debidamente reconocido. Ninguno
de esos documentos se detiene a formular los principios básicos acerca de la dignidad de las víctimas y de la
necesidad de brindarles la asistencia justa: acceso al sistema judicial, asistencia social, médica, económica,
etc. Excepcionalmente, la Declaración contra la tortura, de 1975, en su artículo 11, colma esa laguna, pero en
una parte muy pequeña” (BERISTAÍN IPIÑA, Antonio. “Derechos humanos de las víctimas del delito. Especial
consideración de los torturados y aterrorizados”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo
XXIX, fasc. III, Ministerio de Justicia, Madrid, setiembre-diciembre de 1986, p. 737).
73
Elky Alexander Villegas Paiva
[127] RODRÍGUEZ MANZANERA, Luis. “Situación actual de la Victimología en México. Retos y perspectivas”. En:
Primeras y segundas jornadas nacionales sobre víctimas del delito y derechos humanos. Comisión Nacional
de Derechos Humanos (CNDH), México D.F, 2003, p. 34.
74
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
restitución y otros servicios a las víctimas, sentando las bases de lo que mar-
caría la posterior reparación de las víctimas del delito.
75
Elky Alexander Villegas Paiva
76
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Nos parece necesario hacer mención los Principios y Directrices Básicos so-
bre el Derecho de las Víctimas de Violaciones a las Normas Internacionales
de Derechos Humanos y del Derecho Internacional de los Derechos Huma-
nos a interponer recursos y obtener reparaciones. Los cuales han sido apro-
bados por la Comisión de Derechos Humanos.
El Derecho interno de los Estados será compatible con sus obligaciones in-
ternacionales, para lo cual entre otras medidas: Incorporarán las normas in-
ternacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanita-
rio al derecho interno; adoptarán procedimientos administrativos y judicia-
les apropiados y eficaces que den acceso imparcial, efectivo y rápido a la jus-
ticia; pondrán a disposición de las víctimas las reparaciones suficientes, efi-
caces y rápidas.
77
Elky Alexander Villegas Paiva
Otro aspecto resaltante del mencionado instrumento son las formas de re-
paración a las que alude, como: la restitución, indemnización, rehabilitación,
satisfacción y garantías de no repetición, cada una de las cuales es debida-
mente diseminada en numerales siguientes del mismo instrumento.
78
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
2. EN LA LEGISLACIÓN COMPARADA
- Colombia
79
Elky Alexander Villegas Paiva
- México
“En todo proceso penal la víctima o el ofendido por algún delito, tendrá
derecho a recibir asesoría jurídica, a que se le satisfaga la reparación del
daño cuando proceda, a coadyuvar con el Ministerio Público, a que se
le presente atención médica de urgencia cuando la requiera y, los de-
más que señalen las leyes”.
Fue en el año 2000, cuando se insertó un apartado especial para regular los
derechos de las víctimas en la Constitución mexicana a través de la reforma
al artículo 20, siendo el inciso B el que contempla los derechos de las vícti-
mas en los siguientes términos:
II. Coadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los da-
tos o elementos de prueba con los que cuente, tanto en la averigua-
ción previa como en el proceso, y a que se desahoguen las diligencias
correspondientes.
IV. Que se le repare el daño. En los casos en que sea procedente, el Mi-
nisterio Público estará obligado a solicitar la reparación del daño y el
juzgador no podrá absolver al sentenciado de dicha reparación si ha
emitido una sentencia condenatoria.
80
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
VI. Solicitar las medidas y providencias que prevea la ley para su segu-
ridad y auxilio”.
En el 2008, con la reforma constitucional que incorpora el sistema penal
acusatorio, los derechos de las víctimas en el proceso penal mexicano fue-
ron ampliados y se encuentran contenidos en el artículo 20, inciso C. Resal-
tan en particular las siguientes modificaciones:
I. (...);
VII. Impugnar ante autoridad judicial las omisiones del Ministerio Públi-
co en la investigación de los delitos, así como las resoluciones de reser-
va, no ejercicio, desistimiento de la acción penal o suspensión del pro-
cedimiento cuando no esté satisfecha la reparación del daño” (enfasis
añadido).
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Elky Alexander Villegas Paiva
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
• En el nivel policial:
El personal de policía deberá estar formado para tratar a las víctimas de mo-
do comprensible, constructivo y tranquilizador.
• En el nivel judicial:
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Elky Alexander Villegas Paiva
• Durante el juicio:
La víctima deberá ser informada de la fecha y del lugar del juicio relativo a
las infracciones que le han perjudicado; de las posibilidades de obtener la
restitución y la reparación en el seno del proceso penal y de lograr el bene-
ficio de asistencia o de asesoramiento jurídico; de las condiciones en las que
podrá conocer las resoluciones que se pronuncien.
El Tribunal penal deberá poder ordenar la reparación por parte de quien ha-
ya cometido el delito en favor de la víctima. A este efecto deberían supri-
mirse los actuales límites de jurisdicción y las demás restricciones e impedi-
mentos de orden técnico que obstaculizan que esta posibilidad sea una rea-
lidad de modo general.
Todas las informaciones útiles sobre las lesiones y los daños sufridos por la
víctima deberán ser sometidas a la jurisdicción para que pudieran, en el mo-
mento de fijar la naturaleza y el quántum de la sanción, tomar en conside-
ración: la necesidad de reparación del perjuicio sufrido por la víctima; cual-
quier acto de reparación o de restitución efectuado por quien cometió el
delito o cualquier esfuerzo sincero de su parte en este sentido.
• En el momento de la ejecución:
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Sería enriquecedor contar con datos que documenten sobre el tipo de de-
litos que producen mayor victimización en mujeres y cuáles en el caso de
hombres; se podría también identificar qué tipo de acciones, de acuerdo al
género de la víctima, habría que priorizar en cada uno de los niveles de in-
tervención: policial, judicial, vida personal, etc.[128].
[128] RODRÍGUEZ, Alejandro. Sistema penal y víctima: una propuesta de atención integral desde el apoyo comu-
nitario. Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, Guatemala, 2007, p. 51.
85
CAPÍTULO QUINTO
Los derechos de la víctima en el
Código Procesal Penal de 2004
Los derechos de la víctima en el
Código Procesal Penal de 2004
1. INTRODUCCIÓN
[129] Así MACHUCA FUENTES, Carlos. “El agraviado en el nuevo proceso penal peruano”. En: Actualidad Jurídica,
Tomo 168, Gaceta Jurídica, Lima, 2007, p. 120.
[130] Del mismo parecer FERRER, María Josefina. “La víctima y la justicia procesal penal venezolana desde la
perspectiva victimológica”. En: Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura. Vol. VII, Nº 1, Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 2001, p. 202.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[131] Así lo ha reconocido, por ejemplo, la Corte Constitucional colombiana en la sentencia C-228 de 2002.
[132] De este parecer FERRER, María Josefina. “La víctima y la justicia procesal penal venezolana desde la pers-
pectiva victimológica”. En: Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura. Vol. VII, Nº 1, Universidad Central
de Venezuela, Caracas, 2001, p. 214: “Brindar a la víctima un trato digno y respetuoso es fundamental para
evitarle lo que se conoce en la doctrina victimológica como la victimización secundaria y terciaria, es decir,
los inconvenientes, sufrimientos que la víctima padece después del delito o de la violación de sus derechos
humanos por la falta de atención adecuada y oportuna a su condición particular por los medios de control for-
mal: policía, administración de justicia (victimización secundaria); o por el trato inadecuado de quienes confor-
man su contexto histórico y cotidiano de vida: familiares, amigos, compañeros de trabajo, de comunidad, de
escuela, la asistencia médica, psicológica y social (victimización terciaria).
90
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[133] El concepto de dignidad humana ha conocido varias fases en su formulación histórica. Durante la época pre-
moderna, dicho valor derivaba del parentesco uniendo el hombre con Dios y hacía del primero un ser exce-
lente por ser creado a la imagen del segundo. Gracias a las cualidades que le fueron atribuidas (pensamien-
to, lenguaje, etc.) el ser humano podía demostrar su grandeza y superioridad sobre los demás animales: el
hombre era el único ser valioso puesto que Dios le otorgó solo a él las capacidades más nobles para ejercer
su predominio y perfeccionar su conocimiento. El concepto de dignidad era así un concepto religioso y las ra-
zones de su aparición deben buscarse en el antropocentrismo fomentado en gran parte por la religión judío-
cristiana. En la época moderna, el concepto de dignidad fue reformulado: la dignidad del hombre deriva de su
naturaleza humana pero dicha naturaleza se desvincula progresivamente de cualquier origen divino. Como
en la época premoderna se hace un elogio de las capacidades humanas pero esta vez deduciendo de estas
mismas la dignidad del hombre, sin acudir a ningún parentesco religioso. El antropocentrismo está así preser-
vado, puesto que se insiste en la singularidad de la especie humana en relación con los demás animales. A
esta reformulación parcial del concepto se ha añadido una más profunda: el hombre es un fin en sí mismo y
debe ser tratado como tal y no meramente como un medio. Esta nueva formulación de la dignidad se plasma-
rá en el ámbito jurídico con la aparición de los derechos humanos. Desde ahora, la dignidad humana no solo
tiene un alcance vertical (la superioridad de los seres humanos sobre los animales) sino también un alcance
horizontal (la igualdad de los seres humanos entre ellos sea cual sea el rango que cada uno pueda desempe-
ñar en la sociedad). A pesar de sus diferencias, las dos versiones de dignidad tienen una misma consecuen-
cia: otorgan un valor absoluto al ser humano. Tanto el fundamento como la amplitud de este valor es distinto
según estas dos perspectivas. Sin embargo, coinciden en el otorgar una excelencia al ser humano. En cuanto
la perspectiva premoderna: el ser humano es un ser excelente y superior puesto que ha sido creado por Dios.
En caso contrario, la “indignidad” del ser humano hubiera limitado o contradicho la excelencia (creadora) de
Dios. En cuanto la perspectiva moderna: el ser humano es un ser excelente por los rasgos que derivan de su
única naturaleza humana. Esos rasgos eran también identificados por la primera perspectiva pero aquí se los
desvincula de su parentesco divino para considerar que pueden otorgar en sí mismos dignidad al ser huma-
no. La naturaleza humana llevaría razones suficientes para otorgar un valor supremo al individuo; un valor tan
supremo que se lo considera como el prius del orden jurídico del Estado de Derecho. (PELÉ, Antonio. “Una
aproximación al concepto de dignidad humana”. En: Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política. Nº 1,
Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas de la Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 2005,
pp. 9 y 10).
[134] En este sentido Fernández Sessarego sostiene que: “Los derechos fundamentales de la persona tienen
como finalidad la protección unitaria e integral de la persona en cuanto es un ser que posee dignidad. Esta
dignidad es la que justifica y explica los derechos fundamentales de la persona y le sirve de fundamen-
to”. (FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Defensa de la persona”. En: La Constitución comentada. Tomo I,
1ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 11).
[135] Así lo entiende, por ejemplo el Tribunal Constitucional español, cuando afirma que los derechos reconocidos
en el artículo 18 de la Constitución española (al honor, a la intimidad, a la propia imagen, al domicilio, al secre-
to de las comunicaciones) son “derechos fundamentales estrictamente vinculados a la propia personalidad,
derivados, sin duda, de la “dignidad de la persona (…) y que implican la existencia de un ámbito propio y re-
servado frente a la acción y conocimiento de los demás, necesario –según las pautas de nuestra cultura– para
mantener una calidad mínima de la vida humana” (STC español 231/88).
91
Elky Alexander Villegas Paiva
[136] Así, la Constitución de Brasil de 1988, artículo 1, señala que la República Federal de Brasil tiene como funda-
mentos “(...) III la dignidad de la persona humana”; la Constitución de Colombia de 1991, artículo 1, prescribe:
“Colombia es un Estado Social de Derecho (...) fundado en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y
la solidaridad de las personas que lo integran y en la prevalencia del interés general”; la Constitución Chilena,
en su artículo 1 determina: “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”; la Constitución de
Honduras de 1982, artículo 5, precisa: “la persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado.
Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla”; la Constitución de Guatemala de 1985 establece en su
artículo 1: “Protección de la persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a su
familia; su fin supremo es la realización del bien común”.
[137] El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas de 10 de diciembre
de 1948, determina que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Dotados
de razón y de conciencia, deben actuar unos con los otros en un espíritu de fraternidad. A su vez, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19 de diciembre de 1966, en su preámbulo afirma que “el re-
conocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la sociedad humana (…) constituye el funda-
mento de la libertad, la justicia y la paz mundial, en el reconocimiento que esos derechos derivan de la dig-
nidad inherente a los hombres”. Asimismo, la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura, de 1984, se
precisa en el preámbulo el “reconocimiento que esos derechos derivan de la dignidad inherente a los hom-
bres”. En el mismo sentido se expresa la Convención sobre Derechos del Niño de 1989, la que explicita la
“dignidad inherente a todos los miembros de la comunidad humana”.
[138] LANDA ARROYO, César. “Dignidad de la persona humana”. En: Cuestiones Constitucionales. Nº 7, UNAM,
México D.F., 2002, p. 110.
[139] STC Exp. Nº 0010-2002-AI/TC, f. j. 218.
[140] CANALES CAMA, Carolina. “La dignidad de la persona humana en el ordenamiento jurídico constitucional pe-
ruano”. En: SOSA SACIO, Juan. (coordinador). Los derechos fundamentales. Estudios de los derechos consti-
tucionales desde las diversas especialidades del Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 29.
92
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Por lo tanto, como acertadamente sostiene González Pérez, “La dignidad hu-
mana es una cualidad intrínseca, irrenunciable e inalienable de todo ser hu-
mano, constituyendo un elemento que cualifica al individuo en cuanto tal,
siendo una cualidad integrante e irrenunciable de la condición humana. Ella
es asegurada, respetada, garantizada y promovida por el orden jurídico es-
tatal e internacional, sin que pueda ser retirada a alguna persona por el or-
denamiento jurídico, siendo inherente a su naturaleza humana; ella no des-
aparece por más baja y vil que sea la persona en su conducta y sus actos”[144].
[141] Para Habermas siempre ha existido –aunque inicialmente de modo implícito– un vínculo conceptual interno
entre los derechos humanos y la dignidad humana, de modo que esta última no sería simplemente una carac-
terística común a tales derechos, sino antes bien la fuente moral de la que todos los derechos fundamentales
derivan su sustento (HABERMAS, Jürgen. “El concepto de dignidad humana y la utopía de los derechos hu-
manos”. Traducción de Javier Aguirre Román, revisada por Eduardo Mendieta y María Herrera. En: Diánoia.
Vol. LV, N° 64, Fondo de Cultura Económica, México D.F, mayo de 2010, p. 6 y ss.).
[142] Pérez Luño enseña que la dignidad es el “valor básico fundamentador de los derechos humanos (…). La
dignidad humana ha sido en la historia, y es en la actualidad, el punto de referencia de todas las facultades
que se dirigen al reconocimiento y afirmación de la dimensión moral de la persona”. (PÉREZ LUÑO, Antonio
Enrique. “Sobre los valores fundamentadores de los derechos humanos”. En: MUGUERZA, Javier et ál. El
fundamento de los derechos humanos. Debate, Madrid, 1989, pp. 280 y 281).
[143] GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter y SOSA SACIO, Juan Manuel. “Dignidad de la persona (comentario al ar-
tículo 1 de la Constitución)”. En: La Constitución comentada. Tomo I, 2ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2013,
p. 25.
[144] GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. La dignidad de la persona. Civitas. Madrid, 1986. p. 25.
[145] El Tribunal Constitucional ha señalado que: “(e)l principio de dignidad (…), en cuanto el valor central de la per-
sona impone que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto regulador al ámbito de la socie-
dad y de la propia autonomía privada. La dignidad de la persona trae consigo la proyección universal, frente a
todo tipo de destinatario, de los derechos fundamentales, de modo que no hay ámbito social que se exima de
su efecto normativo y regulador, pues de haber alguno, por excepcional que fuese, significaría negar el valor
normativo del mismo principio de dignidad” (STC Exp. N° 00048-2004-AI/TC, f. j. 37).
93
Elky Alexander Villegas Paiva
[146] GUTIÉRRÉZ CAMACHO, Walter y SOSA SACIO, Juan Manuel. “Dignidad de la persona” (comentario al ar-
tículo 1 de la Constitución)”. Ob. cit., p. 36.
[147] STC Exp. Nº 2273-2005-PHC/TC, f. j. 8.
[148] SILVESTRE, Gaetano. Considerazione sul valore costituzionale della dignità umana. En: <www.associazione-
deicostituzionaliti.it> (consulta: 14 de setiembre de 2012).
[149] STC Exp. Nº 2273-2005-PHC/TC, f. j. 10.
[150] Como criterio general de interpretación, el reconocimiento del valor de la dignidad humana requiere, por un
lado, que una disposición susceptible de asumir varios significados sea interpretada en el sentido más acorde
al principio de la dignidad; y por otro lado, excluye, que pueda ser legítimamente acogida una interpretación
contraria o que entre en conflicto con tal valor. Cfr. ROLLA, Giancarlo. Le Basi del Diritto Pubblico Italiano.
Giappichelli, Torino, 2005, p. 114 y ss.
94
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
En tal línea dicho artículo también se constituye en la base del sistema pe-
nal, por lo cual todas las personas que intervengan en un proceso penal de-
ben gozar del respeto a su dignidad, pues esta forma parte de todas las per-
sonas, y no cabe hacer algún tipo de distinción sobre ello[151].
Por ello, debe garantizarse una efectiva protección de los derechos de la víc-
tima, que en mucho superan al derecho de recibir una indemnización eco-
nómica. Así, los Principios Fundamentales de las Naciones Unidas estable-
cen en su apartado cuatro que “las víctimas serán tratadas con compasión y
respeto a su dignidad”; sin embargo, a este enunciado tan bonito no se in-
troduce alguna especificación más concreta al respecto que enumere, ni si-
quiera con carácter abierto, qué actuaciones deben llevarse a cabo para ha-
cer efectiva dicha previsión.
[151] Como lo reconocen diversos instrumentos supranacionales sobre derechos humanos. Así, por ejemplo la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre de 1948 que estableció que: “Todos los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y de conciencia, deben condu-
cirse fraternalmente los unos con los otros”; así como la Convención Americana sobre Derechos Humanos de
1969, que estableció en su artículo 11.1. que: “Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al recono-
cimiento de su dignidad”.
95
Elky Alexander Villegas Paiva
(...)
[152] Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-228/02, del 3 de abril. Líneas antes la citada Corte dejó esta-
blecido que el derecho de las víctimas a participar en el proceso penal, se encuentra ligado al respeto de la
dignidad humana. Al tenor de lo dispuesto en el artículo 1 de la Constitución Nacional, que dice que Colombia
es un Estado Social de Derecho fundado en el respeto de la dignidad humana, las víctimas y los perjudicados
por un hecho punible pueden exigir de los demás un trato acorde con su condición humana.
[153] En la misma línea y con una redacción más completa el Código de Justicia Militar en su artículo 228.1 pres-
cribe que la víctima tiene derecho a recibir un trato digno y respetuoso y que se hagan mínimas las molestias
derivadas del procedimiento.
[154] Vale la pena recordar lo dicho anteriormente, acerca de que cuando una víctima acude a los órganos de jus-
ticia –Policía, Fiscalía, Poder Judicial– a efectos de sentar denuncia muchas veces no recibe un trato o una
atención adecuada, no recibe una asistencia inmediata, no es informada debidamente sobre el proceso y pa-
sos a seguir, no recibe un trato respetuoso y mucho menos equitativo, no cuenta con información efectiva so-
bre sus derechos y es maltratada por el sistema legal, todo lo cual evidentemente vulnera su dignidad.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[155] En este sentido PIEDRABUENA RICHARD, Guillermo. “La Constitución y los derechos de la víctima en el
nuevo proceso penal chileno”, cit. p. 23.
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Elky Alexander Villegas Paiva
Artículo 25
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[156] Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Traducción de Gabriela Córdoba y Daniel Pastor. Editores del
Puerto, Buenos Aires, 2000, p. 1; BAUMANN, Jürgen. Derecho Procesal Penal. Conceptos fundamenta-
les y principios procesales. Introducción sobre la base de casos. Traducción de Conrado Finzi, Depalma,
Buenos Aires, 1986, p. 2; LEVENE, Ricardo (h.). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2ª edición,
Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 219; MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal, Tomo I, 2ª edición, 2ª reimpre-
sión, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2002, p. 84 y ss.; LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo. Tratado
99
Elky Alexander Villegas Paiva
Con ello –como bien dice Chocrón Giráldez– “Se trata pues de superar de-
finitivamente una función en esencia represora –propia de una época pre-
constitucional– para instaurar un modelo de proceso al servicio de los de-
rechos y libertades constitucionalmente consagrados. Por consiguiente, si
el proceso es el único medio a través del cual se puede declarar la culpabi-
lidad de una persona e imponerle una pena, y si al mismo tiempo se confi-
gura como instrumento de tutela de los derechos y garantías fundamenta-
les, habrá que terminar aceptando un mayor protagonismo de la víctima en
un contexto que hasta ahora venía siendo prácticamente acaparado por el
imputado y por el catálogo de garantías jurisdiccionales derivadas de las
exigencias del derecho a un proceso justo. Todo ello conduce necesaria-
mente a una profunda reflexión y análisis del proceso penal y en particu-
lar de la función o funciones que está llamado a desempeñar en este nue-
vo tiempo, lo que constituye además una inmejorable ocasión para evaluar
los mecanismos de respuesta de nuestro sistema judicial para hacer frente
de Derecho Procesal Penal. Thomson-Aranzadi, Madrid, 2004, p. 311; REYNA ALFARO, Luis Miguel. El
Proceso Penal aplicado conforme al Código Procesal Penal de 2004. 2ª edición, Grijley, Lima, 2011, p. 21;
ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. 2ª edición, Alternativas, Lima, 1999, p. 3; SAN
MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. 2ª edición, 1ª reimpresión, Grijley, Lima, 2006, p. 9.
[157] JAUCHEN, Eduardo. Tratado de la prueba en materia penal. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2004, p. 14.
[158] Cfr. GIMENO SENDRA, Vicente. Derecho Procesal Penal. Colex, Madrid, 2004, p. 45; ASENCIO MELLADO,
José María. Derecho Procesal Penal. 2ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 2010; SOLÉ RIERA, Jaume. La
tutela de la víctima en el proceso penal. J.M Bosch, Barcelona, 1997, p. 12.
[159] SANZ HERMIDA, Ágata. La situación jurídica de la víctima en el proceso penal. Tirant lo Blanch, Valencia,
2008, p. 63.
100
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
tanto a los intereses legítimos de quienes han sido víctimas de un delito co-
mo a las demandas de protección y seguridad de la sociedad en su conjun-
to ante nuevos ámbitos de criminalidad”[160].
El nuevo sistema procesal penal busca dar solución a esta problemática, pa-
ra lo cual se pretende determinar cuáles son los cauces o los medios más
adecuados para otorgar a las víctimas una mayor protección y, en su caso,
participación en el proceso penal.
En busca de lograr ese objetivo uno de los primeros derechos que debe re-
conocerle, es el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, el cual según Gar-
cía Morillo[162], es un derecho de todas las personas a tener acceso al sistema
judicial y a obtener del mismo una resolución fundada en derecho –y por
tanto, motivada– que pueda ser de inadmisión cuando concurre una cau-
sa legalmente prevista. A ello hay que añadir el derecho a no sufrir indefen-
sión, eso es a poder ejercer en el proceso, en apoyo de la propia posición, to-
das las facultades legalmente reconocidas.
[160] CHOCRÓN GIRÁLDEZ, Ana María. “Tutela cautelar y protección de la víctima en el proceso penal”. En:
Boletín de Información del Ministerio de Justicia. Año 61, Nº 2041, Ministerio de Justicia, Madrid, 2007,
p. 2828.
[161] SANZ HERMIDA, Ágata. La situación jurídica de la víctima en el proceso penal. Ob. cit., pp. 63-64.
[162] GARCÍA MORILLO, Joaquín, en AA.VV. Derecho Constitucional. Vol. I, 3ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia,
1997, p. 324.
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[163] Esta definición contiene la doble dimensión que se ha dicho que presenta la tutela jurisdiccional efectiva.
Así, ÁLVAREZ PÉREZ, Víctor. “Debido proceso y tutela jurisdiccional”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 54,
Gaceta Jurídica, Lima, junio de 2012, p. 368, sostiene que: “El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva pre-
senta una doble dimensión: por un lado, la posibilidad de acceder a los órganos jurisdiccionales para la pro-
tección de los derechos para hacer valer una pretensión, y, por el otro, como un conjunto de reglas dirigidas
a cautelar que toda persona, en el ejercicio o defensa de sus derechos e intereses ante los órganos jurisdic-
cionales, cuente con garantías mínimas y efectivas para su realización. En otras palabras, es el derecho a la
justicia, el cual solo será posible a través de un procedimiento eficaz, con las debidas garantías”.
[164] Véase la STC Exp. Nº 04080-2004-AC/TC, f. j. 14.
[165] Véase la STC Exp. Nº 015-2001/TC, f. j. 16.
[166] Convención Americana sobre Derechos Humanos
Artículo 25. Protección judicial
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces
o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que
actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
2. Los Estados partes se comprometen:
a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los dere-
chos de toda persona que interponga tal recurso;
b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y
c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado
procedente el recurso.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[167] BIDART CAMPOS, Germán. Tratado elemental de Derecho Constitucional argentino. Tomo III, Ediar, Buenos
Aires, 1995, pp. 517 y 526.
[168] En este sentido la Corte IDH ha señalado que: “No basta con la existencia formal de los recursos, sino que
estos deben ser eficaces, es decir, deben dar resultados o respuestas a las violaciones contemplados en la
Convención. Este tribunal ha señalado que no pueden considerarse efectivos aquellos recursos que, por las
condiciones generales del país o incluso por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten iluso-
rios. Ello puede ocurrir, por ejemplo, cuando su inutilidad haya quedado demostrada por la práctica, porque
el órgano jurisdiccional carezca de independencia necesaria para decidir con imparcialidad o porque falten
los medios para ejecutar sus decisiones; por cualquier otra situación que configure un cuadro de denega-
ción de justicia, como sucede cuando se incurre en retardo injustificado” (Corte IDH. Caso Las Palmeras vs.
Colombia. Sentencia de fondo, del 6 de diciembre de 2001, párrafo 58).
[169] CAFFERATA NORES, José. Derecho de la víctima a la tutela judicial efectiva. Astrea, Buenos Aires, 2004,
p. 2. Disponible en: <www.astrea.com.ar>.
[170] Diferentes convenciones internacionales ratificadas y sancionadas por los Estados, consagran y reconocen
nuestro principio entre las cuales cabe destacar: a) La Declaración Universal de los Derechos Humanos, con-
sagra entre los derechos inherentes a todos los miembros de la familia humana el de tener un recurso ante
los tribunales competentes independientes e imparciales, para el amparo de los derechos reconocidos por la
Constitución y la Ley, con acceso a los mismos en condiciones de igualdad y en juicio público (artículos 8 y
10); b) El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,reconoce y sanciona entre los derechos inhe-
rentes a la dignidad humana, iguales e inalienables el de concurrir en condiciones de igualdad ante el tribunal
competente, independiente, imparcial y establecido por la ley para, en un juicio público y con las debidas garan-
tías, obtener la sustanciación de todo proceso civil o penal (artículo 14); c) Literal y análogamente se pronun-
cia la Convención Europea de Derechos Humanos (artículo 6); d) Por su parte, la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre consagra el derecho de justicia como uno de los derechos esenciales del
hombre, que consiste en aquel de concurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos (artículo 18); e) Y, por
último, la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos consagra como uno de los derechos esencia-
les del hombre, por ser un atributo de la persona humana que transciende su nacionalidad, el de ser oído con
las debidas garantías y plazo razonable por una jurisdicción competente, independiente, natural e imparcial en
toda contestación de orden penal, civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter (artículo 8, párrafo 1).
103
Elky Alexander Villegas Paiva
“[L]a tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los ór-
ganos de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia; es de-
cir, una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concer-
niente al derecho de acción frente al poder deber de la jurisdicción; el
derecho al debido proceso, en cambio, significa la observancia de los
derechos fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas
esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de
los derechos subjetivos”[171].
Tomando como base lo dicho (toda persona debe tener acceso a la adminis-
tración de justicia cualquiera sea la situación jurídica en que se encuentre) y
recordando la construcción bilateral de las garantías, la tutela judicial efec-
tiva y su correlato lógico de acceso a la administración de justicia implican,
para el procesado, la posibilidad efectiva de ejercer su derecho de defensa
obligatorio, incluso con la intervención estatal que deben proveer los me-
dios para que el acusado se defienda adecuadamente. En el mismo sentido,
para la víctima el fundamento de igualdad implica que el acceso a la justicia
supere el plano formal y se le permita una intervención efectiva en el proce-
so, el cual debe presentar toda una serie de garantías en tanto que debe tra-
tarse de un debido proceso, al mismo tiempo que una representación gra-
tuita, asesoramiento y patrocinio[172].
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
espera del proceso penal no una efectividad abstracta sino una eficacia re-
ferida a su problemática concreta, aquella que permita comprobar si la tute-
la judicial ha cumplido o no con su función. En este sentido, los operadores
del sistema de justicia penal deben aplicar, de manera creativa y efectiva las
garantías, de modo que dejen de ser postulados abstractos o teóricos para
convertirse en realidades de obligado acatamiento.
4. DERECHO A LA INTIMIDAD
[173] El derecho a la intimidad se encuentra recogido en diversos tratados internacionales. Así, el artículo 17 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece:
1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su co-
rrespondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de la Ley contra esas injerencias o esos ataques.
105
Elky Alexander Villegas Paiva
Entre las medidas que adopta el CPP de 2004, para resguardar la intimidad
de las víctimas, podemos hacer mención a las siguientes:
[174] Resulta apropiado traer a colación la Recomendación (85)11, adoptada por el Comité de Ministros del Consejo
de Europa del 28 de junio de 1985, en su artículo 11 establece que: “La política de información y de relacio-
nes con el público en el marco de la instrucción y el juicio de las infracciones deberá tomar debidamente en
cuenta la necesidad de proteger a la víctima de toda publicidad que implicara un ataque a su vida privada o a
su dignidad. Si el tipo de información, el estatuto particular, la situación o la seguridad personal de la víctima
requieren de especial protección, el proceso penal anterior a la sentencia debería tener lugar a puerta cerrada
o la divulgación de los datos personales de la víctima debería ser objeto de restricciones adecuadas”.
106
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Es común que la víctima sea objeto de prueba, realizándose sobre ella ins-
pecciones, pericias diversas, como una identificación del cadáver, exámenes
médicos sobre el cuerpo, verificación de edad, etc.
Entre las principales diligencias que la defensa del imputado suele pedir,
o que igualmente el fiscal solicita que se efectúe sobre las víctimas, se en-
cuentran exámenes a las partes íntimas de las víctimas de delitos sexuales,
extracciones de sangre, tomas de muestras de piel para pruebas de ADN, ex-
tracciones de cabellos y vellos, etc. La defensa también puede solicitar que
se proceda a hacer una investigación sobre el pasado de la víctima, su vida
privada y otros aspectos que afectan su intimidad.
107
Elky Alexander Villegas Paiva
[175] La función esencial del sistema penal de administración de justicia en un Estado Social y Democrático de
Derecho debe ser la de atender las necesidades de las víctimas, tratarlas con comprensión y respeto a su
dignidad, salvaguardar sus intereses así como aumentar la confianza en la justicia penal y alentar su coo-
peración; para ello, es preciso diseñar los mecanismos para suministrarles información suficiente acerca del
rol que pueden desempeñar en el proceso, del desarrollo del mismo, del contenido y alcance de las decisio-
nes judiciales, además de garantizar que sus opiniones y solicitudes serán tenidas en cuenta y decididas, sin
dilaciones, en las etapas adecuadas de la actuación (SAMPEDRO-ARRUBLA, Julio Andrés. “Los derechos
humanos de las víctimas: apuntes para la reformulación del sistema penal”. En: International Law. Revista
Colombiana de Derecho Internacional. Nº 12, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, enero-junio de 2008,
p. 363).
[176] Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, del 25 de octubre de 2012.
108
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Al prescribir el CPP de 2004 que la víctima debe ser informada de sus dere-
chos cuando interponga la denuncia o en su primera intervención en la cau-
sa, debemos entender que con ello se quiere decir que a la víctima se le de-
be brindar toda la información que necesita desde el primer momento que
entra en contacto con las autoridades[177]. Este aspecto resulta esencial, si
consideramos que el primer aspecto que abarca el derecho a una informa-
ción veraz para la víctima –generalmente lega en Derecho– es el relativo a
que se le informe de los derechos que tiene al interior del proceso, pues de
muy poco sirve que tenga tales derechos si no sabe que los tiene, ni cuáles
son las garantías que existen para proteger tales derechos.
[177] Resulta adecuado tener en cuenta, como referencia, la Decisión Marco del Consejo de Europa 2001/220/
JAI, del 15 de marzo de 2001 relativa al Estatuto de la Víctima en el Proceso Penal, donde el derecho a la
información a la víctima se basa en dos niveles: una primera información de carácter asistencial, en la medi-
da que está dirigida a brindar asesoramiento jurídico sobre donde presentar la denuncia y las consecuencias
de iniciar un proceso penal y, una segunda información sobre el curso del proceso penal a fin de facilitar su
participación activa en el mismo garantizando la posibilidad de ser oída durante las actuaciones y de facilitar
elementos de prueba. Por su parte la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, del 25 de
octubre de 2012, y que sustituye a la Decisión Marco del Consejo de Europa 2001/220/JAI, del 15 de marzo
de 2001, señala clara y expresamente el derecho de la víctima a recibir información desde el primer momento
109
Elky Alexander Villegas Paiva
en que entra en contacto con la autoridad, así establece de manera vinculante para el ámbito europeo lo si-
guiente: “Artículo 4: Derecho a recibir información desde el primer contacto con una autoridad competente
1. Los Estados miembros garantizarán que se ofrezca a las víctimas la información que se enuncia a continua-
ción, sin retrasos innecesarios, desde su primer contacto con la autoridad competente, a fin de que puedan
acceder al ejercicio de los derechos establecidos en la presente Directiva:
a) el tipo de apoyo que podrán obtener y de quién obtenerlo, incluida, si procede, información básica sobre el
acceso a atención médica, cualquier apoyo de especialistas, incluido el apoyo psicológico, y alojamiento al-
ternativo;
b) los procedimientos de interposición de denuncias relativas a infracciones penales y su papel en relación
con tales procedimientos;
c) el modo y las condiciones en que podrá obtener protección, incluidas las medidas de protección;
d) el modo y las condiciones para poder obtener asesoramiento jurídico, asistencia jurídica o cualquier otro
tipo de asesoramiento;
e) el modo y las condiciones para poder acceder a indemnizaciones;
f) el modo y las condiciones para tener derecho a interpretación y traducción;
g) si residen en un Estado miembro distinto de aquel en el que se ha cometido la infracción penal, las medidas,
procedimientos o mecanismos especiales que están disponibles para la defensa de sus intereses en el Estado
miembro en el que se establece el primer contacto con una autoridad competente;
h) los procedimientos de reclamación existentes en caso de que la autoridad competente actuante en el marco
de un proceso penal no respete sus derechos;
i) los datos de contacto para las comunicaciones sobre su causa;
j) los servicios de justicia reparadora existentes;
k) el modo y las condiciones para poder obtener el reembolso de los gastos en que hayan incurrido como re-
sultado de su participación en el proceso penal.
2. La extensión o detalle de la información enunciada en el apartado 1 podrá variar dependiendo de las nece-
sidades específicas y las circunstancias personales de la víctima, y el tipo o carácter del delito. Podrán faci-
litarse también detalles adicionales en fases posteriores, en función de las necesidades de la víctima y de la
pertinencia de esos detalles en cada fase del procedimiento.
[178] Ante la ausencia de pronunciamientos por parte de nuestra judicatura, recurrimos una vez más a la jurispru-
dencia colombiana que desde hace ya algunos años viene sentando importantes criterios sobre los derechos
de las víctimas de ilícitos penales.
110
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Asimismo, en el artículo 95, inciso 1, literal a) del CPP de 2004 se afirma que
el agraviado debe ser informado de los resultados de las actuaciones en que
haya intervenido, así como del resultado del procedimiento, aun cuando no
haya intervenido en él, siempre que lo solicite.
111
Elky Alexander Villegas Paiva
Ahora, si bien es cierto que el CPP de 2004 refiere que el resultado del pro-
cedimiento debe ser informado solo si la víctima lo solicita, entonces cree-
mos que una forma de compatibilizar esto con lo dicho en las últimas líneas
del párrafo anterior, sería el de determinar un momento procesal en el que
la víctima sea ilustrada de cuál es el alcance de su derecho a la información,
preguntándole además para que indique si en el futuro quiere ser informa-
da o no de aquellos extremos del proceso que el CPP de 2004 le reconoce
tal facultad de opción (v. gr. decidir si es informada o no del resultado del
procedimiento).
[182] Al respecto la Corte Constitucional colombiana en la Sentencia C-1154 de 2005 ha dicho: “La decisión de ar-
chivo puede tener incidencia sobre los derechos de las víctimas. En efecto, a ellas les interesa que se adelante
una investigación previa para que se esclarezca la verdad y se evite la impunidad. Por lo tanto, como la deci-
sión de archivo de una diligencia afecta de manera directa a las víctimas, dicha decisión debe ser motivada
para que estas puedan expresar su inconformidad a partir de fundamentos objetivos y para que las víctimas
puedan conocer dicha decisión. Para garantizar sus derechos la Corte encuentra que la orden de archivo de
las diligencias debe estar sujeta a su efectiva comunicación a las víctimas, para el ejercicio de sus derechos”.
112
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Abona a favor de esta idea lo prescrito en el inciso 1 del artículo 324 del CPP
de 2004, cuando señala que solo podrán enterarse del contenido de la in-
vestigación las partes de manera directa o a través de sus abogados debida-
mente acreditados en autos. Si bien podría decirse contra ello, que el cita-
do código hace alusión a las “partes” del proceso, lo que se podría entender
tanto al imputado, y en todo caso al agraviado pero únicamente cuando se
haya constituido en actor civil, sin embargo, consideramos que atender a es-
te último supuesto, significaría restringir demasiado el derecho a la informa-
ción que tiene la víctima, derecho que le asiste por el solo hecho de ser tal, al
margen de su participación en el proceso o de su constitución en actor civil.
[183] En este sentido, la Corte IDH ha conceptualizado el derecho a ser oído o escuchado como aquel que exi-
ge que toda persona pueda tener acceso al tribunal u órgano estatal encargado de determinar sus dere-
chos y obligaciones. Cf. Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia del 5 de agosto de 2008, párrafo 72; Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 30 de octubre de 2008, párrafo 101; y Caso Cabrera
García y Montiel Flores vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 26
de noviembre de 2010, párrafo 140.
113
Elky Alexander Villegas Paiva
resto de partes procesales. El proceso debe dejar cabida a que la víctima ma-
nifieste su opinión en consideración a su vivencia personal y única del delito
cometido, de las consecuencias que reportarán en su futuro y de la satisfac-
ción que pueda brindarle o no la respuesta procesal iniciada. El juez podrá
después desatender tal consideración, si bien sobre la base de un juicio ex-
teriorizable que ponga en evidencia su legalidad y conveniencia.
114
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
el derecho de las víctimas a ser oídas por el órgano que emitió la decisión y,
además, se restringió su derecho a participar en el proceso[184].
Por otro lado la Corte IDH en el Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay se-
ñaló que el derecho a ser oído consagrado en el artículo 8.1 presenta dos
ámbitos:
[184] Cf. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 31 de
enero de 2001, párr. 81.
[185] Cf. Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 27 de enero de 2009, párrafo 153. Tales criterios ha sido acogidos igualmente en los casos
Chocrón Chocrón vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 1 de ju-
lio de 2011, párrafo 118 y Caso López Mendoza vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del
1 de septiembre de 2011, párrafo 148.
115
Elky Alexander Villegas Paiva
que siempre deba ser acogido sino que se debe garantizar su capaci-
dad para producir el resultado para el que fue concebido”[186].
7. DERECHO A LA DEFENSA
Como dice Maier “el derecho de defensa no solo se limita a la protección del
imputado, sino también a otras personas que pueden intervenir en el proce-
so, como el actor civil o el tercero”[189]. A lo dicho por el citado autor nosotros
[186] Cf. Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 13 de
octubre de 2011, párrafo 136.
[187] El derecho de defensa alcanza a todas las personas que se vean sometidos a cualquier clase de proceso (ci-
vil, penal, administrativo, laboral, etc.), sin embargo, por la naturaleza propia de nuestro trabajo nos limitamos
a su estudio en el campo del proceso penal.
[188] Así por ejemplo Salas Beteta, cuando sostiene que: “Limitando el análisis del derecho de defensa al ámbito
del proceso penal, lo podemos definir como el derecho público constitucional que le asiste a toda persona
física a quien le pueda atribuir la comisión de un hecho punible, mediante cuyo ejercicio se garantiza al
imputado la asistencia técnica de un abogado defensor y se le concede a ambos la capacidad de postulación
necesaria para oponerse eficazmente a la pretensión punitiva y poder hacer valer dentro del proceso el dere-
cho constitucional a la libertad del ciudadano.
Existiendo una imputación nace el derecho de defensa, lo que importa reconocer que el imputado tiene,
en cuanto posibilidad procesal, el derecho de acceder al proceso o a la investigación, esto es, a ser oído por la
autoridad en todas y cada una de las instancias en que la causa se desenvuelva” (SALAS BETETA, Christian.
El proceso penal común. Ob. cit., p. 52; el resaltado es nuestro).
[189] MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal argentino. Tomo I, Vol. B, 2ª edición, AFA editores, Buenos Aires,
2001, p. 307.
116
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Como se sabe este derecho de defensa comprende dos aspectos: por un la-
do, una defensa material, que en el caso en específico de la víctima se da-
rá cuando sea ella misma la que ejerza su defensa, ya sea declarando la for-
ma en que ocurrieron los hechos, o sustente la pretensión de la reparación,
y por otro lado, una defensa técnica, lo que implica que deba ser asesora-
da por un abogado, el mismo que debería proveerle el Estado, por ello se ha
implementado por el Ministerio Público –dentro de su Unidad de Asistencia
a Víctimas y Testigos– a unos profesionales del Derecho que deberían aseso-
rarlos en todo lo que las víctimas necesiten, sin embargo, ello hasta el día de
hoy se ha mostrado muy tímidamente, debiendo los abogados ejercer más
activamente estas funciones asignadas.
El encargado de asesorar a las víctimas del delito –que en nuestro medio, tal
como acabamos de señalar, lo hace el Ministerio Público a través de los abo-
gados pertenecientes a la Unidad de Asistencia a Víctimas y Testigos– no so-
lo les debe informar sobre sus derechos, sino que también debe explicar las
[190] El derecho a la defensa se encuentra en el artículo 139, inciso 14 de la Constitución Política de 1993, igual-
mente se halla regulado en el artículo 11, inciso 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el
artículo 14, inciso 3, parágrafo d) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; el artículo 8, inciso 2,
parágrafo d) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
117
Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, como manifestaciones del derecho de defensa, tenemos que
el CPP de 2004, prevé que la víctima, aún cuando no se hayan constituido
en actor civil, podrá:
[191] Véase: Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia. Casación Nº 2-2008-La Libertad, Magistrado
ponente Zecenarro Mateus: “(…) la etapa de investigación preparatoria presenta, a su vez dos subetapas:
la primera correspondiente a las diligencias preliminares y la segunda que corresponde a la investigación
118
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
preparatoria propiamente dicha. En ese contexto la fase de diligencias preliminares tiene un plazo distinto, el
mismo que está sujeto a control conforme dispone el inciso segundo del numeral ciento cuarenta y cuatro del
Código Procesal Penal (…).
119
Elky Alexander Villegas Paiva
Ahora si bien el artículo 71 del CPP de 2004 solo prevé que el imputado pue-
de recurrir a través de la tutela de derechos cuando estos hayan sido violen-
tados, no es menos cierto que la víctima y con mucha mayor razón, el actor
civil en virtud de un argumento lógico a pari también lo puede hacer, al es-
tar conforme al nuevo sistema procesal en igualdad de condiciones y dere-
chos que el imputado.
Con más claridad se puede notar ello en el numeral 3 del artículo I del Títu-
lo Preliminar del CPP de 2004, el cual sostiene que las partes intervendrán
en el proceso con “iguales posibilidades de ejercer las facultades y derechos
previstos en la Constitución y en este Código”, y que los jueces preservarán
el principio de igualdad procesal, debiendo allanar todos los obstáculos que
impidan o dificulten su vigencia. Por lo tanto, los jueces –en este caso el Juez
de la investigación preparatoria– tienen el deber de preservar la igualdad
procesal de las partes, así como de allanar todos los obstáculos que impidan
o dificulten la plena eficacia de dicho principio, de forma tal que se admita
que si la víctima es conculcada en sus derechos, pueda solicitar la tutela de
derechos y obtener amparo del juez de garantías.
120
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
por ello que se les ha ubicado en el Título Preliminar del CPP de 2004[192],
lo cual implica –y de acuerdo al artículo X del mismo Título Preliminar[193]–
que prevalecen sobre cualquier otra disposición del citado código, disposi-
ciones que además deben ser interpretadas conforme a aquellos principios
rectores, en cuanto estos constituyen su fundamento. Entonces las disposi-
ciones normativas que regulan el instituto de la tutela de derechos, deben
estar sometidas a los derechos aludidos, por cuanto estos prevalecen sobre
aquellas, y esas mismas disposiciones deben ser interpretadas conforme a
tales derechos.
[192] El derecho a la igualdad se encuentra prescrito en el artículo I.3 del CPP de 2004 en los siguientes términos:
“Las partes intervendrán en el proceso con iguales posibilidades de ejercer las facultades y derechos previs-
tos en la Constitución y en este Código. Los jueces preservarán el principio de igualdad procesal, debiendo
allanar todos los obstáculos que impidan o dificulten su vigencia”. Por su parte el derecho de defensa se ubi-
ca en el artículo IX, en lo que interesa en el numeral 3 se sostiene que “el proceso penal garantiza, también,
el ejercicio de los derechos de información y de participación procesal a la persona agraviada o perjudicada
por el delito. La autoridad pública está obligada a velar por su protección y a brindarle un trato acorde con su
condición”.
[193] CPP de 2004. Artículo X.- “Las normas que integran el presente Título prevalecen sobre cualquier otra dispo-
sición de este Código. Serán utilizadas como fundamento de interpretación”.
[194] Sobre el control de convencionalidad, entre otros, véase: GARCÍA RAMÍREZ, Sergio. “El control interno de
convencionalidad”. En: Ius. N° 28, Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, Puebla, julio-diciembre de 2011,
p. 124 y ss.; BAZÁN, Víctor. “Control de convencionalidad, aperturas dialógicas e influencias jurisdicciona-
les recíprocas”. En: Revista Europea de Derechos Fundamentales. N° 18, 2º semestre de 2011, p. 68 y ss.;
REY CANTOR, Ernesto. Control de convencionalidad de las leyes y derechos humanos. Porrúa-Instituto
Mexicano de Derecho Procesal Constitucional, México D.F, 2008, pássim; JINESTA, Ernesto. “Control de con-
vencionalidad ejercido por los Tribunales y Salas Constitucionales”. En: FERRER MAC-GREGOR, Eduardo.
(coordinador). El control difuso de convencionalidad. Dialogo entre la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y los jueces nacionales. Fundación Universitaria de Derecho, Querétaro, 2011, p. 3 y ss.; IBÁÑEZ
RIVAS, Juana María. “Control de convencionalidad: precisiones para su aplicación desde la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. En: Anuario de Derechos Humanos. N° 8, Centro de
Derechos Humanos-Universidad de Chile, Santiago, 2012, p. 103 y ss.; CARLOS HITTERS, Juan. “Control
de constitucionalidad y control de convencionalidad. Comparación”. En: Estudios Constitucionales. Año 7,
Nº 2, Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad de Talca, Talca, 2009, p. 109 y ss.; FERRER
MAC-GREGOR, Eduardo. “El control difuso de convencionalidad en el Estado constitucional”. En: FIX-
ZAMUDIO, Héctor y VALADÉS, Diego (coordinadores). Formación y perspectiva del Estado mexicano. El
Colegio Nacional-UNAM, México D.F, 2010, p. 151 y ss.; FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. “Interpretación
conforme y control difuso de convencionalidad el nuevo paradigma para el juez mexicano”. En: Derechos
Humanos: Un nuevo modelo constitucional. IIJ-UNAM, México D.F, 2011, p. 349 y ss.; en el ámbito nacional
121
Elky Alexander Villegas Paiva
es el control del grado de compatibilidad que debe existir entre los actos y
decisiones de las autoridades estatales con las convenciones internaciona-
les de derechos humanos que han sido suscritas y ratificadas por el país[195].
La obligación de llevar a cabo este examen de convencionalidad[196], se de-
riva del principio de adecuación del Derecho interno al Derecho internacio-
nal que se encuentra reconocido en el artículo 27 de la Convención de Vie-
na sobre el Derecho de los Tratados de 1969.
véase: TORRES ZÚÑIGA, Natalia. El control de convencionalidad: deber complementario del juez constitu-
cional peruano y el juez interamericano (similitudes, diferencias y convergencias). Tesis para optar el Título de
Licenciada en Derecho, PUCP, Lima, 2012, passim.
[195] SAGUÉS, Pedro Néstor. “El control de convencionalidad en el Sistema Interamericano, y sus anticipos en
el ámbito de los derechos económico-sociales. Concordancias y diferencias con el sistema europeo. En:
FERRER MAC GREGOR, Eduardo (Coordinador). El control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la
Corte Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales. FUNDAP, Querétaro, 2012, pp. 383-
384, explica que el control de convencionalidad es una creación jurisprudencial, por ende producto de un ac-
tivismo tribunalicio. La Corte interamericana lo funda básicamente en dos, o si se prefiere desdoblar uno de
ellos, en tres argumentos: i) el principio de la buena fe en el cumplimiento de las obligaciones internaciona-
les, por parte de los Estados (quienes se han comprometido a cumplir el Pacto de San José y a obedecer las
sentencias de la Corte), combinado con ii) el principio del efecto útil de los convenios, cuya eficacia no puede
ser mermada por normas o prácticas de los Estados, y iii) el principio internacionalista que impide alegar el
derecho interno para eximirse de aquellos deberes, a tenor del artículo 27 de la Convención de Viena sobre el
derecho de los tratados.
[196] La terminología utilizada, esto es “control de convencionalidad”, fue manejada por primera vez, en el caso
Myrna Mack Chang, en el año 2003, a través del voto razonado del Juez Sergio García Ramírez. El 7 de di-
ciembre de 2004 en el caso Tibi, dicho magistrado volvió a referirse sobre esta problemática, sosteniendo,
con buen tino, que la tarea de los jueces transnacionales se asemeja a la de los Tribunales Constitucionales,
ya que estos últimos inspeccionan los actos impugnados –disposiciones de alcance general– a la luz de las
reglas, los principios y valores de las leyes fundamentales, “La Corte Interamericana, por su parte, analiza
los actos que llegan a su conocimiento en relación con normas, principios y valores de los tratados en los
que funda su competencia contenciosa. Dicho de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la
‘constitucionalidad’, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve acerca de la ‘convencionalidad’
de esos actos. A través del control de constitucionalidad, los órganos internos procuran conformar la actividad
del poder público –y, eventualmente, de otros agentes sociales– al orden que entraña el Estado de Derecho
en una sociedad democrática. El tribunal interamericano, por su parte, pretende conformar esa actividad al
orden internacional acogido en la convención fundadora de la jurisdicción interamericana y aceptado por los
Estados partes en ejercicio de su soberanía” (Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador, Sentencia del 7 de setiembre
de 2004, Serie C No. 114, voto concurrente razonado del Juez Sergio García Ramírez, párr. 3).
122
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[197] BENAVENTE CHORRES, Hesbert. “El conocimiento de los cargos formulados en contra del imputado como
materia de la acción de tutela”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 38, Gaceta Jurídica, Lima, agosto
de 2012, p. 62.
[198] Corte IDH. Caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del 24 de febrero de
2012, párr. 282.
123
Elky Alexander Villegas Paiva
8. DERECHO A LA VERDAD
[199] Corte IDH. caso Cepeda Vargas vs. Colombia. Excepciones preliminares, fondo y reparaciones. Sentencia del
26 de mayo de 2010, párr. 30.
[200] Corte IDH. Trabajadores cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de noviembre de 2006, párr. 128.
124
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[201] CASTILLO ALVA, José Luis. “La validez de una sentencia penal. Acerca de la calificación de un hecho como
grave violación a los derechos humanos: Entre el respeto a las normas internas y el cumplimiento de la ju-
risprudencia de la Corte IDH. A propósito de la sentencia del caso Barrios Altos (Primera parte)”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 39, Gaceta Jurídica, Lima, setiembre de 2012, p. 80.
[202] FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Traducción de Perfecto Andrés Ibáñez y
otros, Trotta, Madrid, 1995, p. 45.
[203] MACHUCA FUENTES, Carlos. “El agraviado en el nuevo proceso penal peruano”. En: Actualidad Jurídica.
Tomo 168, Gaceta Jurídica, Lima, 2007, p. 120 y ss.
[204] Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Gómez Paquiyauri vs. Perú. Fondo, reparaciones y cos-
tas. Sentencia del 8 de julio de 2004, párr. 230.
[205] Corte IDH. Caso “Barrios Altos” (“Chumbipuma Aguirre y otros vs. Perú”), sentencia del 14 de marzo de 2001,
párrs. 47-49; Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
125
Elky Alexander Villegas Paiva
En tal sentido se afirma que el núcleo del derecho a la verdad exige que el
Estado, cuando tiene la noticia o información de la comisión de un delito,
más aún si constituye una grave violación a los derechos humanos, deba de-
sarrollar un conjunto de acciones positivas tendientes a la averiguación del
hecho y de las circunstancias de su comisión. Existe en este ámbito un au-
téntico deber de esclarecimiento dirigido a los órganos del Estado encarga-
dos de la investigación y persecución del delito (Ministerio Público y Policía
Nacional)[206].
Costas. Sentencia del 26 de setiembre de 2006, párrafo 148; Caso Blanco Romero y otros vs. Venezuela.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 28 de noviembre de 2005, párr. 62; y Caso Gómez Palomino vs.
Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 22 de noviembre de 2005, párr. 78. (cursivas añadidas).
[206] CASTILLO ALVA, José Luis. “La validez de una sentencia penal. Acerca de la calificación de un hecho como
grave violación a los derechos humanos: Entre el respeto a las normas internas y el cumplimiento de la juris-
prudencia de la Corte IDH. A propósito de la sentencia del caso Barrios Altos (Primera parte)”. Ob. cit., p. 82.
[207] Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Sentencia de fondo, dictada el 29 de julio de 1988, párr.
177 (cursivas añadidas).
126
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[208] Cfr. AYALA CORAO, Carlos. “La ejecución de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.
En: Estudios Constitucionales. Año 5, Nº 1, Centro de Estudios Constitucionales-Universidad de Talca, Talca,
enero-junio de 2007, p. 153.
[209] Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 27 de no-
viembre de 2008, párr. 102.
[210] Corte IDH. Caso Anzualdo Castro vs. Perú. Excepción Preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia del
22 de setiembre de 2009, párr. 119.
127
Elky Alexander Villegas Paiva
128
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[214] HUERTA GUERRERO, Luis Alberto. “El derecho a la verdad: fundamento de la jurisprudencia constitucio-
nal en materia de violaciones a los derechos humanos”. En: SAÉNZ DÁVALOS, Luis (coordinador). Derechos
constitucionales no escritos reconocidos por el Tribunal Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 162.
129
Elky Alexander Villegas Paiva
[215] NEWMAN-PONT, Vivian. “Falso o verdadero (¿El derecho a la verdad es norma imperativa internacional?)”.
En: International Law. Revista Colombiana de Derecho Internacional. Nº 14, enero-junio de 2009, p. 52.
[216] CASTILLO ALVA, José Luis. “La validez de una sentencia penal. Acerca de la calificación de un hecho como
grave violación a los derechos humanos: Entre el respeto a las normas internas y el cumplimiento de la juris-
prudencia de la Corte IDH. A propósito de la sentencia del caso Barrios Altos (Primera parte)”. Ob. cit., p. 82.
130
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[217] Cfr. NAQVI, Yasmin. “El derecho a la verdad en el Derecho Internacional ¿Realidad o ficción?”. En: International
Review of the red Cross. Comité Internacional de la Cruz Roja, junio de 2006, p. 4.
[218] Sobre las formas en que actúa la presunción de inocencia véase: VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander. “La ga-
rantía constitucional de la presunción de inocencia en el proceso penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Tomo 29, Gaceta Jurídica, Lima, noviembre de 2011, p. 163 y ss.
131
Elky Alexander Villegas Paiva
- Protección policial.
- Cambio de residencia.
- Ocultación de su paradero
[219] CASTILLO ALVA, José Luis. “La validez de una sentencia penal. Acerca de la calificación de un hecho como
grave violación a los derechos humanos: Entre el respeto a las normas internas y el cumplimiento de la juris-
prudencia de la Corte IDH. A propósito de la sentencia del caso Barrios Altos (Primera parte)”. Ob. cit., p. 82.
132
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[220] DIVISIÓN DE ATENCIÓN A LAS VÍCTIMAS Y TESTIGOS DEL MINISTERIO PÚBLICO. “La víctima en el nue-
vo proceso penal”. En: La víctima y el testigo en la reforma procesal penal; Ministerio Público-Editorial Fallos
del Mes, Santiago, 2003. p. 56.
133
Elky Alexander Villegas Paiva
[221] DIVISIÓN DE ATENCIÓN A LAS VÍCTIMAS Y TESTIGOS DEL MINISTERIO PÚBLICO. “La víctima en el nue-
vo proceso penal”, cit., pp. 57-58.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
- Instruir a las víctimas y/o testigos sobre los derechos que les asiste du-
rante la investigación y el proceso judicial.
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Elky Alexander Villegas Paiva
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
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Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, debemos indicar que la principal característica del programa
es que su acceso es libre, voluntario y gratuito, lo que implica que se trata de
una decisión personal, ajena a toda posible manipulación y/o coerción, di-
cha decisión constará por escrito, la misma que adoptará el nombre de “ac-
ta de compromiso” y que para cumplir con la formalidad exigida y surtir sus
efectos, deberá contar con la firma del fiscal, el asistido (testigo o víctima)
y su núcleo familiar, de ser el caso, dicha acta también contendrá los dere-
chos y obligaciones que le corresponde al asistido, así como a los responsa-
bles del programa. Igualmente, se insertará las causales de exclusión, entre
las que destaca la renuncia voluntaria a colaborar con la administración de
justicia, la perpetración del hecho punible y por cierto el no acatamiento de
las obligaciones inherentes a su condición de asistido.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
139
Elky Alexander Villegas Paiva
Ahora bien, las propuestas que se hacen para alcanzar un acuerdo de com-
pensación entre autor y víctima son muy diversos en los detalles, pero la
idea fundamental es la misma: se debe llegar a una atenuación de la pena, o
a una suspensión condicional a prueba de la pena, o, incluso, a una renuncia
a la pena, si el autor repara los daños producidos y se esfuerza por alcanzar
una reconciliación con la víctima[224].
[222] Es necesario señalar que esta reparación del daño no se identifica con la reparación civil, de manera que no
se trata de darle un carácter penal a esta última. Aun cuando la reparación del daño consista en el pago de la
reparación civil, esta sigue siendo tal, lo que no impide que se le reconozca también ciertos efectos en el plano
penal. De la misma manera que en el non bis in idem la sanción penal puede abarcar los efectos de protección
del ámbito administrativo, la reparación civil puede alcanzar ciertos efectos beneficiosos o exoneratorios en
el ámbito penal. Así, GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Tomo II-Parte General. 2ª edición,
Grijley, Lima, 2007, p. 1010, n.p. 49.
[223] Cfr. HIRSCH, Hans Joachim. “La reparación del daño en el marco del Derecho penal material”. Traducción
de Elena Carranza. En: MAIER, Julio. (Comp.). De los delitos y de las víctimas; Ad-Hoc, Buenos Aires, 1992,
pp. 56-57. LARRAURI PIOJÁN, Elena. “La reparación”. En: CID MOLINÉ, José y LARRAURI PIOJÁN, Elena.
(Coordinadores.). Penas alternativas a la prisión. J.M. Bosch, Barcelona, 1997, p. 177 y ss.
[224] ROXIN, Claus. “Pena y reparación”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Vol. LII-1999, Ministerio
de Justicia, Madrid, 2002, p. 6.
[225] Véase ROXIN, Claus. “Pena y reparación”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Vol. LII-1999,
Ministerio de Justicia, Madrid, 2002, p. 7 y ss.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
141
Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, resulta imperativo resaltar que mediación y justicia restaurati-
va no son lo mismo, pues la primera es solamente una de las formas de so-
lución que se prevén dentro de la justicia restaurativa[230]. Eso sí, es la de más
[226] Ontario, Canadá, es el lugar donde la doctrina frecuentemente sitúa la primera experiencia de justicia restau-
rativa, cuando en 1974 el Mennonite Central Committee (Church), en el espacio brindado por ciertos tribu-
nales, introdujo la mediación penal para resolver algunos casos. A pesar de lo dicho anteriormente, muchos
partidarios de la justicia restaurativa sostienen que las raíces de este tipo de procedimientos son más remotas
y las sitúan en los sistemas de resolución de conflictos de las sociedades pre modernas. Sin embargo, esta
aproximación ha sido discutida incluso por otros partidarios del movimiento.
[227] GONZÁLEZ-BALLESTEROS, Alejandra Mera. “Justicia restaurativa y proceso penal garantías procesales: lí-
mites y posibilidades”. En: Ius et Praxis. Año 15, N° 2, Universidad de Talca, Talca, 2009, p. 167; MÁRQUEZ
CÁRDENAS, Álvaro. “La víctima en el sistema de justicia restaurativa”. En: Prolegómenos. Derechos y valo-
res. Año VIII, N° 16, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá, julio-diciembre de 2005, p. 99.
[228] SAMPEDRO-ARRUBLA, Julio Andrés. “La justicia restaurativa: una nueva vía, desde las víctimas, en la solu-
ción al conflicto penal” En: International Law. Revista Colombiana de Derecho Internacional. N° 17, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, julio-diciembre de 2010, p. 90.
[229] “Principios Básicos sobre la utilización de Programas de Justicia Restaurativa en Materia Penal. ECOSOC, I.
1, 2, 3.
[230] Junto a la mediación las otras formas de solución que abarca la justicia restaurativa son la conciliación pre-
procesal y la reparación integral. Sobre ello véase: MÁRQUEZ CÁRDENAS, Álvaro. “La víctima en el sistema
de justicia restaurativa”. Ob. cit., p. 101 y ss.
142
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Sobre este aspecto Carnevali Rodríguez sostiene que: “Es indudable que una
de las grandes ventajas de estos procesos de mediación, está en relación con
la disminución en los grados de victimización secundaria no “revive” el dra-
ma del delito a través de un proceso largo y muchas veces doloroso, pues se
pretende arribar a una solución sin que sea necesario proseguir el procedi-
miento. Lo anterior admite, entre otras ventajas, racionalizar recursos estata-
les permitiendo dar una salida al conflicto sin que se requiera llegar a la sen-
tencia y con ello satisfacer a la víctima, la que no debe esperar a la finalización
del proceso para lograr algún grado de reparación. Por otra parte, brinda ma-
yores posibilidades de que el sujeto activo pueda reinsertarse, ya que evita
que este entre en contacto con el mundo delictual más violento”[231].
[231] CARNEVALI RODRÍGUEZ, Raúl. “Las políticas de orientación a la víctima examinadas a la luz del Derecho
Penal”. En: Revista de Derecho. Año XXVI, N° 24, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2005,
p. 32.
143
Elky Alexander Villegas Paiva
Es así pues, que solo podrían estimarse –con ciertas limitaciones– como ins-
tituciones que responden a este sistema, los acuerdos reparatorios, los mis-
mos que en el caso peruano han sido tomados en cuenta dentro del mar-
co del nuevo proceso penal (artículo 2, inciso 6 y 7 del CPP de 2004)[233], co-
mo una forma de criterios de oportunidad, que contiene también al princi-
pio de oportunidad.
[232] CARNEVALI RODRÍGUEZ, Raúl. “Las políticas de orientación a la víctima examinadas a la luz del Derecho
Penal”. Ob. cit., p. 33.
[233] Aunque no se debe olvidar que este instituto fue institucionalizado por la Ley Nº 28117 –Ley de celeridad y
Eficacia Procesal Penal– promulgada el 9 de diciembre de 2003, en la que aparece como un criterio del prin-
cipio de oportunidad. Sin embargo se ha ampliado considerablemente el radio de acción de los acuerdos re-
paratorios en el Código Procesal Penal de 2004.
[234] Los criterios de oportunidad son llamados también con el término genérico de “principio de oportunidad”, sin
embargo esta última denominación no sería acertada, pues, como señala Salas Beteta, no se trata de un prin-
cipio propiamente dicho, sino de una facultad conferida al titular de la acción penal para abstenerse de su
ejercicio en determinados casos, dependiendo del sistema por el cual se rija, el fiscal utiliza su criterio –aten-
diendo a los supuestos de procedencia– para decidir si ejercita o no la acción penal (disponibilidad) en los ca-
sos bajo su investigación (SALAS BETETA, Christian. El proceso penal común. Gaceta Jurídica, Lima, 2011,
p. 94).
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[235] ANGULO ARANA, Pedro. La investigación del delito en el nuevo Código Procesal Penal. Gaceta Jurídica,
Lima, 2006, p. 223.
[236] Véase GAMARRA HERRERA, Ronald y PÉREZ CASTAÑEDA, Jacqueline. “Los acuerdos reparatorios en el
nuevo Código Procesal Penal”. En: Revista Jurídica del Perú, Tomo 85, Gaceta Jurídica, Lima, enero de 2008,
p. 260.
[237] Cf. HULSMAN y BERNAT DE CELIS, Sistema penal y seguridad ciudadana: Hacia una alternativa. Traducción
de Sergio Politoff, Ariel, Barcelona, 1984, p. 73.
[238] Cfr. DELGADO MENÉNDEZ, María Antonieta. “La reforma procesal penal en el Perú: rompiendo moldes, con-
quistando metas y enfrentando pendientes”. En: Derecho PUC. N° 65, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2010,
p. 75.
145
Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, los acuerdos reparatorios solo proceden ante delitos leves o
delitos culposos, siendo los sujetos legitimados para proponer un acuerdo
reparatorio: la víctima, el imputado y el Ministerio Público. En esa línea se
puede decir que en este tipo de acuerdos el fiscal actúa como conciliador o
mediador dependiendo del momento y del origen de la convocatoria: el fis-
cal cuando de oficio pretende llevar adelante un Acuerdo Reparatorio será
un conciliador y por tanto su papel es más activo en lograr una cabal justi-
cia restaurativa; pero cuando las partes (víctima e indiciado) se avienen a so-
lucionar el conflicto penal, el fiscal pasa a un segundo plano y los protago-
nistas son ellos, quiere decir, que estamos ante un fiscal mediador. De eso
se colige que los medios de resolución de conflictos también se dan en el
Derecho Penal, aunque limitado a los delitos señalados taxativamente en la
norma[239].
Resulta necesario tener en cuenta que el fiscal debe verificar que quienes
concurran al acuerdo (víctima e indiciado), hayan prestado su consentimien-
to en forma libre, sin vicios que lo invaliden y con pleno conocimiento de
sus derechos y obligaciones, por lo que resultaría pertinente, desde nuestro
punto de vista, que el agraviado concurra con el abogado de víctimas y tes-
tigos que tiene la Fiscalía, en caso de que no cuente con abogado particular,
y que el indiciado concurra con su abogado de elección o defensor público,
pues será el consentimiento de ambos el que generará un hecho jurídico de
tal virtualidad que permita al fiscal abstenerse de ejercitar la acción penal, y
que la víctima se vea realmente satisfecha en sus intereses[240].
[239] HURTADO POMA, Juan Rolando. “Precisiones a los acuerdos reparatorios en el NCPP”. En: <www.lozavalos.
com.pe/alertainformativa>, p. 3.
[240] Véase, en sentido similar, HURTADO POMA, Juan Rolando. “Precisiones a los acuerdos reparatorios en
el NCPP”. En: <www.lozavalos.com.pe/alertainformativa>, p. 6. También GAMARRA HERRERA, Ronald y
PÉREZ CASTAÑEDA, Jacqueline. “Los acuerdos reparatorios en el nuevo Código Procesal Penal”. Ob. cit.,
p. 263.
146
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[241] PÉREZ SANZBERRO, Guadalupe. “Reparación y conciliación en el sistema penal” ¿Apertura de una nueva
vía?”. En: CASABONA ROMEO, Carlos. (director). Estudios de Derecho Penal. Comares, Granada, 1999,
p. 19.
147
Elky Alexander Villegas Paiva
148
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
- Cuando hay concurso con otro delito: salvo que este último sea de
menor gravedad o que afecte bienes jurídicos disponibles: por ejem-
plo, si se trata de un delito de hurto simple y concurse con el delito de
violación de domicilio, siendo que este último es de menos gravedad
que el de hurto simple.
11.2.4. Procedimiento
Una vez que el fiscal decide la aplicación del acuerdo reparatorio deberá ci-
tar a ambas partes a una audiencia de acuerdo reparatorio, donde el fiscal
de oficio o a pedido del imputado o de la víctima propondrá un acuerdo re-
paratorio. Si agraviado e imputado convienen el mismo, el fiscal se absten-
drá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda cita-
ción, o se ignora su domicilio o paradero, el fiscal promoverá la acción penal.
El fiscal para la celebración de dicha diligencia, tendrá que citar ambas par-
tes, si el imputado no concurre a la primera citación, se volverá a citar pa-
ra una segunda y última citación, siendo que si en esta tampoco se presen-
ta el imputado, se dará por concluido el trámite en cuyo caso el fiscal pro-
cederá de acuerdo a la ley. Ahora bien, esto es viable siempre y cuando se
conozca el domicilio del imputado y si ha tenido conocimiento indubitable
de las citaciones. Pues puede suceder que se ignore el domicilio del impu-
tado o su paradero, es decir, aun conociendo la dirección donde ha señala-
do domicilio, este no es ubicado en dicho lugar porque desconocen su pa-
radero, frente al cual ya no es necesario citarlo ya que ello sería solo una pér-
dida de tiempo.
149
CAPÍTULO SEXTO
La intervención de la víctima
como elemento probatorio
en el proceso: la posición de
la víctima como testigo y su
protección en este ámbito
La intervención de la víctima como
elemento probatorio en el proceso:
la posición de la víctima como testigo
y su protección en este ámbito
1. GENERALIDADES
[242] Una muestra clara de esta afirmación lo constituye la declaración incriminatoria de la víctima y la importancia
fundamental que reviste en los delitos de violación sexual. Así la IDH Corte ha determinado que la violación
sexual es un tipo particular de agresión que, en general, se caracteriza por producirse en ausencia de otras
personas más allá de la víctima y el agresor o los agresores. Dada la naturaleza de esta forma de violencia,
no se puede esperar la existencia de pruebas gráficas o documentales y, por ello, la declaración de la víctima
constituye una prueba fundamental sobre el hecho (Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 30 de agosto de 2010, párrafo 100; y
Caso Rosendo Cantú y otra vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del
31 de agosto de 2010, párr. 89). Asimismo a nivel jurisprudencial interno se ha dicho que: “Quinto: Que es
de anotar que los delitos sexuales por su índole son de comisión clandestina, secreta o encubierta, y hace
que la declaración de la víctima sirva de fundamento a una decisión judicial de condena cuando reúne los re-
quisitos de credibilidad, de lo contrario se llegaría a la más absoluta impunidad de estos delitos” (Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema de Justicia. R.N. N° 4970-2007-Ucayali, del 2 de junio de 2008, magistrado
ponente: señor Vocal Supremo Pedro Guillermo Urbina Ganvini).
153
Elky Alexander Villegas Paiva
Ahora bien, a pesar de que el testigo es definido como aquel tercero ajeno
al proceso que es llamado a este para que aporte el conocimiento que ten-
ga sobre el hecho delictivo, es pacífica la consideración doctrinal y jurispru-
dencial de que la declaración de la víctima en el proceso se produce a títu-
lo de testigo, pues ante el hecho de que el procedimiento penal no recoja
un régimen específico para introducir en el proceso la declaración de la víc-
tima, no quedaría otra interpretación alternativa que la absurda solución de
entender que la víctima no está facultada para actuar como elemento pro-
batorio, cuando se necesita de ella al ser un elemento de esclarecimiento
esencial, cuando no el único.
En tal sentido los deberes y derechos que tienen las personas cuando inter-
vienen como testigos, en principio le son imponibles a la víctima cuando
154
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Bajo ese panorama podemos señalar, por ejemplo, que la víctima queda-
rá excusada de su obligación de declarar en los mismos casos que los pre-
vistos para el testigo: i) cuando su declaración pueda comprometer su res-
ponsabilidad penal (artículo 163.2 de CPP de 2004), ii) cuando tenga obliga-
ción legal de guardar secreto (artículo 165.2 de CPP de 2004), iii) cuando sea
cónyuge o conviviente del imputado (artículo 165.1 de CPP de 2004), así co-
mo cuando sea pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad o segun-
do de afinidad (artículo 165.1 de CPP de 2004), teniendo este supuesto de
parentesco gran trascendencia para el enjuiciamiento de delitos de agresio-
nes sexuales o malos tratos en el ámbito familiar, en los cuales se deberá ser
particularmente cuidadoso en advertir a la víctima del derecho que le asiste
de abstenerse de contestar todas o alguna de las preguntas que se formu-
len, no solo por el vicio de nulidad que integra la declaración inadvertida,
sino por la victimización secundaria que para la víctima se deriva de apor-
tar ella misma la prueba de cargo que permitirá la punición de seres queri-
dos y que, a buen seguro, comportará además la ruptura del núcleo familiar
constituido libremente y en el que se ha desarrollado la personalidad y los
efectos durante años, con posible afectación de terceras personas integran-
tes del mismo núcleo.
155
Elky Alexander Villegas Paiva
[243] LLERENA CONDE, Pablo. “Los derechos de protección a la víctima”. Ob. cit., p. 336.
156
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Tales requisitos han sido acogidos por nuestra judicatura, así la Corte Supre-
ma ha sostenido que:
No puede culminarse este análisis sin destacar que estas mismas reglas se-
rán aplicables en aquellos casos en los que la apreciación del testimonio de
la víctima presenta dificultades especiales, como cuando se trate de meno-
res de edad a quienes se atribuye una especial capacidad para la fabulación
o la sugestión, o cuando la víctima padezca algún tipo de enfermedad o de-
ficiencia psíquica o mental. Si bien en estos supuestos, el tribunal debería
contar además con una información pericial que calibre la capacidad de la
víctima de percibir lo ocurrido y de trasmitir la realidad al tribunal.
[244] Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. Acuerdo Plenario Nº 2-2005/CJ-
116, f. j. 10.
157
Elky Alexander Villegas Paiva
Ahora bien ¿cuál será el valor que debe dársele a la declaración de la vícti-
ma, si esta ha dado versiones diferentes a lo largo del proceso? Pues en ta-
les casos es posible hacer prevalecer como confiable aquella con contenido
de inculpación por sobre las otras de carácter exculpante, claro ello está en
función de ciertos requisitos.
Por lo tanto, el acuerdo señala como doctrina legal que la validez de la re-
tractación de la víctima está en función de las resultas tanto de una eva-
luación de carácter interno como externo. En cuanto a la primera, se tra-
ta de indagar: a) la solidez o debilidad de la declaración incriminatoria y la
[245] Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. Acuerdo Plenario Nº 1-2011/CJ-116,
f. j. 23.
[246] Ibídem, f. j. 24.
158
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
159
Elky Alexander Villegas Paiva
[248] Corte IDH. Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño. Opinión Consultiva OC-17/02 del 28 de agosto
de 2002, párr. 96.
[249] Corte IDH. Caso Rosendo Cantú y otra vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 31 de agosto de 2010, párr. 201.
160
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[250] Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. R.N. Nº 2543-2009-Lima, del 4 de marzo de 2010,
magistrado ponente Jueza Suprema Barrios Alvarado, considerando quinto.
[251] Cf. Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia del 30 de agosto de 2010, párr. 195.
161
Elky Alexander Villegas Paiva
Asimismo la citada Corte señaló que “en casos de violencia sexual, la investi-
gación debe intentar evitar en lo posible la revictimización o reexperimen-
tación de la profunda experiencia traumática cada vez que la víctima recuer-
da o declara sobre lo ocurrido”[252].
Básicamente, la Cámara Gesell consiste en dos salas separadas por una pa-
red de vidrio espejado que permite mirar solo de un lado, dotada de un sis-
tema especial de audio y video; en esta cámara la víctima es entrevistada
una única vez y por un psicólogo en una sala y desde la otra los operado-
res de justicia observan y oyen todo lo que sucede sin ser vistos ni escucha-
dos; el psicólogo puede recibir, mediante un audífono especial, las pregun-
tas que los operadores de justicia requieran y trasmitírsela a la víctima en el
lenguaje adecuado. La entrevista es gravada con audio y video a color para
ser presentada como evidencia.
Por otro lado, las declaraciones brindadas en esta cámara, deben ser actua-
das como prueba anticipada, en tanto que en los delitos de violación se-
xual, a las víctimas se las debe examinar con urgencia ante la presencia de
un motivo fundado para considerar que no podrá hacerse en el juicio oral
por grave impedimento, cumpliendo con uno de los supuestos para reali-
zar la prueba anticipada, conforme al artículo 342.1.a) del CPP de 2004. Es-
te supuesto se verifica porque la gravedad del impedimento consiste que
[252] Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 30 de agosto de 2010, párr. 196.
162
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
163
CAPÍTULO SÉPTIMO
El actor civil y la reparación
civil en el proceso penal
El actor civil y la reparación
civil en el proceso penal
1. EL ACTOR CIVIL
1.1. Concepto
Parte civil o actor civil –tal como lo denomina el CPP de 2004– es el sujeto pro-
cesal (agraviado) que dentro del proceso penal enfoca su rol principalmente
167
Elky Alexander Villegas Paiva
en el ejercicio de la acción civil para demandar una reparación por los daños
que se le causó con la conducta ilícita de aparente relevancia penal.
Esa calidad de actor civil, como titular de la acción civil emergente del ac-
to ilícito de aparente relevancia penal, se adquiere cuando este se presen-
ta en el proceso penal para constituirse como tal. Para hacerlo el titular de-
be ser persona capaz civilmente, por cuanto si no lo fuere debe actuar con
las representaciones que la ley civil impone para el ejercicio de las acciones
civiles[256].
[253] Con base en ello se dice que: “La parte civil activa es el perjudicado, es decir, quien ha sufrido en su esfera
patrimonial o moral los daños producidos por la comisión del delito, siendo titular, frente al responsable civil,
de un derecho de crédito, bien (supuesto más normal) nacido de culpa, bien por la simple existencia de una
responsabilidad civil objetiva que pudiera surgir con ocasión de la comisión de un delito” (GIMENO SENDRA,
Vicente. Manual de Derecho Procesal Penal. 2ª edición, Colex, Madrid, 2010, p. 104).
[254] Cfr. VASSALLO SAMBUCETI, Efraín. La acción civil en el proceso penal. Editorial San Marcos, Lima, 2000,
p. 234. ASENCIO MELLADO, José María. La acción civil en el proceso penal. Dictamen jurídico-el salvataje
lnanciero. Ara Editores, Lima, 2010, p. 26. Este autor sostiene que: “El actor civil es el titular de la acción ci-
vil, el perjudicado por los hechos y su intervención en el proceso penal se limita y ha de limitar a esa concreta
acción, careciendo de legitimación para, aunque sea indirectamente, sostener la acción penal, menos aún, en
un sistema, como el peruano, que atribuye el monopolio de esta última al Ministerio Público”.
[255] Cfr. ASENCIO MELLADO, José María. La acción civil en el proceso penal. Dictamen jurídico-el salvataje l -
nanciero. Ara Editores, Lima, 2010, pp. 26, 54; señala que: “Sería absurdo pues, cuando se trata de favorecer
la economía procesal, que el actor civil hubiera de acreditar los hechos mediante actos diferentes a los que
sirven para la pretensión penal, máxime cuando son útiles los mismos medios de investigación y prueba”.
[256] MORAS MON, Jorge. Manual de Derecho Procesal Penal. 6ª edición, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2004,
p. 49.
168
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[257] Como anota CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito. Idemsa, Lima,
2001, p. 109: “Solo la calidad de perjudicado habilita para reclamar la reparación civil. El perjudicado puede
ser tanto una persona natural o jurídica que ha sufrido algún tipo de daño o perjuicio por la comisión de un
daño ilícito”.
169
Elky Alexander Villegas Paiva
[258] GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “Posibilidad de recurrir a la vía civil luego de concluido el proceso
penal. Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión ha sido amparada”. En: Actualidad
Jurídica. Tomo 227, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2012, p. 39.
170
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[259] Sobre la regulación de la prisión preventiva en el marco del CPP de 2004 véase: VILLEGAS PAIVA, Elky
Alexander. “Principios y presupuestos de la prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 18, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2010, p. 266 y ss.; VILLEGAS PAIVA,
Elky Alexander. “La prisión preventiva en la agenda judicial para la seguridad ciudadana. Entre el garantismo
y la eficacia en la persecución penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 28, Gaceta Jurídica, Lima,
octubre de 2011, p. 38 y ss.
[260] Sin embargo así lo entiende: VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel. “La constitución en actor civil: ¿Quién,
cuándo, para qué y cómo?”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 28, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de
2011, p. 307.
171
Elky Alexander Villegas Paiva
El CPP de 2004 en su artículo 100 prescribe las exigencias legales que debe
contener la solicitud de constitución en actor civil:
[261] CORNEJO PERALES, Guillermo Gabriel. “El rol del agraviado y del actor civil en el nuevo Código Procesal
Penal”. En: Procesal Penal. Ediciones Caballero Bustamante, Lima, 2012, p. 31.
172
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[262] Véase, así, GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos
y procesales. Pacifico Editores, Lima, 2011, p. 114.
173
Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, el artículo 96 del CP prescribe que el derecho a exigir la repa-
ración civil se transfiere a los herederos del agraviado. Prescripción que se
aplica al caso de que el agraviado haya muerto antes, durante o después del
proceso penal sin haber logrado el pago de la reparación civil. En este su-
puesto, los herederos del agraviado pueden iniciar o continuar la acción en-
caminada a lograr el pago. Sin embargo, situación distinta se presenta cuan-
do se trata de un caso de homicidio, aquí no habrá ninguna transferencia
del derecho de exigir la reparación civil, sino que este derecho lo tendrán los
herederos por ser perjudicados directos por la comisión de ese delito, tal co-
mo lo señala el artículo 94.2 del CPP de 2004.
Ahora bien, el artículo citado señala hasta qué momento puede solicitarse
la constitución en actor civil, pero no desde cuándo se puede plantear di-
cha solicitud. Entonces con respecto a esto último cabe preguntarse si la pe-
tición de constitución en actor civil puede hacerse en la fase de diligencias
preliminares –que integra la investigación preparatoria–, o si resulta necesa-
rio que se haya formalizado la continuación de la Investigación Preparatoria.
[263] GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y procesa-
les. Pacifico Editores, Lima, 2011, pp. 114-115.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[264] Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. Acuerdo Plenario N° 5-2011/CJ-116,
f. j. 17.
[265] Ibídem, f. j. 18.
[266] Ídem.
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Elky Alexander Villegas Paiva
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[269] Si la reparación civil tiene carácter público, o con mayor precisión jurídico-penal, su finalidad no puede ser aje-
na a la misión que se le asigna al Derecho Penal dentro del ordenamiento jurídico, la cual, según la orientación
de las ideas penales en la actualidad, solo puede ser de carácter preventivo. No se podría dejar de atender a
las consecuencias derivadas del principio de responsabilidad subjetiva y del principio de proporcionalidad que
obliga a ponderar en la aplicación de toda sanción jurídico-penal y la reparación civil lo sería –en el aspecto
subjetivo o interno del sujeto–. El juez penal en la fijación de la reparación no podría pasar por alto la adecua-
da valoración del dolo o la culpa del sujeto. Es más, estaría impedido de aplicar la reparación civil al no exis-
tir la demostración fehaciente de los datos psicológico-normativos mencionados. Por su parte de considerar
a la reparación como una institución propia del Derecho Civil implicaría aceptar la posibilidad de renunciar a
algunas garantías materiales del Derecho Penal como el aludido principio de responsabilidad subjetiva y el
mismo principio de proporcionalidad, que suelen desplegar su máxima importancia en el Derecho Público y,
en especial, en el Derecho Penal. El único criterio de medición de la reparación civil sería la magnitud o la enti-
dad del daño efectivamente producido. Se renunciaría, por tanto, a la valoración de los principales contenidos
del principio de culpabilidad (CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito.
Idemsa, Lima, 2001, pp. 72-73).
[270] Así véase: RODRÍGUEZ DELGADO, Julio. La reparación como sanción jurídico-penal. Editorial San Marcos,
Lima, 1999, passim; ZARZOSA CAMPOS, Carlos. La reparación civil del ilícito penal. Rodhas, Lima, 2001,
p. 155 y ss.
[271] Esta es la postura mayoritaria en la actualidad. Así, véase, entre otros: ZAFFARONI, Eugenio. Tratado de
Derecho Penal. Parte general. Tomo V, Ediar, Buenos Aires, 1988, p. 473; ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA,
Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho penal. Parte general. 2ª edición, Ediar, Buenos Aires, 2002,
p. 990; SOLER, Sebastián. Derecho Penal argentino. Tomo II, 5ª edición, 10ª reimpresión, Tipográfica Editora
Argentina, Buenos Aires, 1992, p. 560 y ss.; GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio. “La responsabilidad civil
derivada del delito y su controvertida naturaleza”. En: BAIGÚN, David. (coordinador). De las penas. Homenaje
al profesor Isidoro de Benedetti. Depalma, Buenos Aires, 1997, p. 241 y ss.; BUSTOS RAMÍREZ, Juan y
HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Lecciones de Derecho penal. Vol. I, Trotta, Madrid, 1997, p. 235; ROIG
TORRES, Margarita. La reparación del daño causado por el delito (aspectos civiles y penales). Tirant lo
177
Elky Alexander Villegas Paiva
Blanch, Madrid, 2000, p. 101 y ss.; CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Derecho Procesal Penal. Tomo I, actualizado
por Jorge Vásquez Rossi, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 169; ASENCIO MELLADO, José María. La
acción civil en el proceso penal. Dictamen jurídico-el salvataje lnanciero. Ara Editores, Lima, 2010, p. 41 y
ss. En la doctrina nacional: PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Las consecuencias jurídicas del delito. Gaceta
Jurídica, Lima, 2000, p. 279; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. La reparación civil en el proceso penal.
2ª edición, Lima, 2005, p. 74 y ss.; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “Posibilidad de recurrir a la vía ci-
vil luego de concluido el proceso penal. Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión
ha sido amparada”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 227, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2012, p. 34 y ss.;
CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito. Idemsa, Lima, 2001, p. 71
y ss.; GARCÍA CAVERO, Percy. “La naturaleza y alcance de la reparación civil: a propósito del precedente
vinculante establecido en la ejecutoria suprema R.N. Nº 948-2005-Junín”. En: CASTILLO ALVA, José Luis
(director). Comentarios a los precedentes vinculantes en materia penal de la Corte Suprema. Grijley, Lima,
2008, p. 591 y ss.; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso. “Naturaleza jurídica de la reparación civil ex delicto”.
En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 9, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2010, p. 73 y ss., GUILLERMO
BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y procesales. Pacifico
Editores, Lima, 2011, p. 39 y ss.
[272] VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal. Parte general. Temis, Bogotá, 1995, p. 707.
[273] Cfr. GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio. “La responsabilidad civil derivada del delito y su controvertida
naturaleza”. Ob. cit., p. 242.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
La redacción, no del todo clara, del artículo 92 del CP, parece abonar a favor
de esta postura. Dicho texto normativo establece que “la reparación civil se
determina conjuntamente con la pena”. Disposición que interpretada literal-
mente puede llevar a creer que la responsabilidad penal conlleva de mane-
ra automática la responsabilidad civil. Y es que en apariencia la norma aludi-
da impondría al juez la obligación de que junto a la determinación de la pe-
na, establezca a su vez la reparación civil, independientemente de la volun-
tad del perjudicado o sujeto agraviado.
[274] Como señala Asencio Mellado: “No hay dos tipos de responsabilidad civil por el hecho de una de ellas dima-
ne de un ilícito civil sin repercusión penal y otra lo sea de un hecho que a la vez puede ser considerado como
delito. La responsabilidad civil nunca tiene su origen o causa en la comisión de un hecho delictivo y es ajena
a esta calificación. Su origen siempre está en una conducta originadora de un daño civil y que como tal está
prevista en las leyes civiles, aunque los textos penales limiten posteriormente las acciones ejercitables en el
179
Elky Alexander Villegas Paiva
glas específicas que buscan hacerla efectiva y en tanto se basa para su confi-
guración en la existencia de un daño y no en la producción de un delito, de-
be ser considerada de naturaleza civil.
Siendo así, y así es, mal se hace cuando se pretende equiparar a la repara-
ción civil por hecho ilícito de apariencia delictiva con la sanción penal, pues
si bien tienen un mismo origen: hecho histórico que reviste el carácter de
proceso penal. Por tal razón, la respuesta judicial a la acción civil nunca lo es de carácter penal, sino civil,
la cual consiste en una restitución, en una reparación o en una indemnización” (ASENCIO MELLADO, José
María. La acción civil en el proceso penal. Dictamen jurídico-el salvataje lnanciero. Ob. cit., pp. 42-43).
[275] En este sentido se ha dicho que: “El fundamento de la responsabilidad civil ‘por delito’ al igual que el de la
responsabilidad por el hecho ilícito civil, es el daño, el daño causado obliga a repararlo, tanto si se produce a
consecuencia de un delito o falta o si deriva de una conducta no delictiva. En ambos casos, tanto en el de res-
ponsabilidad civil por delito como cuando es por acto no delictivo, en esencia nos encontramos siempre ante
lo mismo: ante responsabilidad puramente civil” (SÁNCHEZ JORDÁN, María Elena. “Problemas de la llamada
responsabilidad civil por delito”. En: Revista Jurídica de Navarra. N° 11, Navarra, enero-junio de 1991, p. 162).
[276] Por ejemplo, en el caso de una persona que cometa un delito que no ocasione ningún tipo de daño, como se-
ría el caso del condenado por tenencia ilegal de armas. Se podrá considerar que esa persona es responsable
criminalmente del delito, pero, al no haberse causado ningún daño no se podrá deliberar por el tribunal que
es responsable civil del mismo (SÁNCHEZ JORDÁN, María Elena. “Problemas de la llamada responsabilidad
civil por delito”. En: Revista Jurídica de Navarra. N° 11, Navarra, enero-junio de 1991, p. 163).
[277] No queremos señalar que en los delitos de peligro o en los casos de tentativa jamás se producirá un daño,
sino que ello suele generalmente ocurrir, pero habrá casos en que sí pueda producirse un daño. En perspecti-
va resulta acertado lo dicho por la Corte Suprema de Justicia, cuando sostiene que: “En los delitos de peligro,
desde luego, no cabe negar a priori la posibilidad de que surja responsabilidad civil, puesto que en ellos, –sin
perjuicio, según los casos, de efectivos daños generados en intereses individuales concretos– se produce
una alteración del ordenamiento jurídico con entidad suficiente, según los casos, para ocasionar daños civi-
les, sobre el que obviamente incide el interés tutelado por la norma penal, que por lo general y que siempre
sea así, perturbación del ordenamiento jurídico se debe procurar restablecer, así como los efectos que directa
o causalmente ha ocasionado su comisión (el daño como consecuencia directa y necesaria del hecho delic-
tivo (…). Por consiguiente, no cabe descartar la existencia de responsabilidad civil en esta clase de delitos,
y, en tal virtud, corresponderá al órgano jurisdiccional en lo penal determinar su presencia y fijar su cuantía”
(Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. Acuerdo Plenario
Nº 6-2006/CJ-116, f. j. 10).
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Como explica García Cavero: “La reparación civil no es una pena, pero com-
parte con esta un mismo presupuesto: la realización de un acto ilícito (…).
Pero cada una de ellas valora el hecho ilícito desde su propia perspectiva,
lo que se explica en el hecho de que parten de fundamentos distintos. Así,
mientras la pena se impone con la finalidad de mantener el bien jurídico
frente a vulneraciones culpables, la reparación civil derivada del delito se
centra en la función de reparar al daño producido a la víctima por la acción
delictiva”[278].
“La reparación civil, que legalmente define el ámbito del objeto civil
del proceso penal y está regulada por el artículo 93 del Código Penal,
desde luego, presenta elementos diferenciadores de la sanción penal;
existen notas propias, finalidades y criterios de imputación distintos
entre responsabilidad penal y responsabilidad civil, aun cuando com-
parten un mismo presupuesto: el acto ilícito causado por un hecho an-
tijurídico, a partir del cual surgen las diferencias respecto de su regula-
ción jurídica y contenido entre el ilícito penal y el ilícito civil. Así las co-
sas, se tiene que el fundamento de la responsabilidad civil, que origina
la obligación de reparar, es la existencia de un daño civil causado por
un ilícito penal, el que obviamente no puede identificarse con ‘ofensa
penal’ –lesión o puesta en peligro de un (bien) jurídico protegido, cuya
base se encuentra en la culpabilidad del agente– [la causa inmediata
de la responsabilidad penal y la civil ex delicto, infracción /daño, es dis-
tinta]; el resultado dañoso y el objeto sobre el que recae la lesión son
distintos”[279].
Bajo esa perspectiva, la determinación de la reparación civil se hace sobre la
base de sus propios criterios, no siguiendo los presupuestos para la deter-
minación de la responsabilidad penal. Esto se debe a que cada una tiene su
propia estructura: la responsabilidad penal requiere, en una teoría analítica
[278] GARCÍA CAVERO, Percy. “La naturaleza y alcance de la reparación civil: a propósito del precedente vinculan-
te establecido en la ejecutoria suprema R.N. Nº 948-2005-Junín”. Ob. cit., p. 594.
[279] Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. Acuerdo Plenario
Nº 6-2006/CJ-116, f. j. 10.
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Elky Alexander Villegas Paiva
[280] La inadecuación terminológica ha sido puesta de relieve, desde ya hace varios años, entre otros, por:
QUINTANO RIPOLLÉS, Antonio. ““La “acción tercera” o “cuasi criminal” propia de la responsabilidad civil dia-
mantes del delito”. En: Revista de Derecho Privado. Tomo XXX, Nº 357, Madrid, 1946, p. 936; DÍAZ ALABART,
“La responsabilidad por los actos ilícitos dañosos de los sometidos a patria potestad o tutela”. ADC, 1987,
p. 796; CASINO RUBIO, Responsabilidad civil de la Administración y delito. Madrid, 1998, pp. 194-195.
[281] Cfr. DE LA OLIVA SANTOS, Andrés; ARAGONESE MARTÍNEZ, Sara; HINOJOSA SEGOVIA, Rafael;
MUERZA ESPARZA, Julio y TOMÉ GARCÍA, José Antonio. Derecho Procesal Penal. 7ª edición, Centro de
Estudios Ramon Areces Madrid, 2004, p. 250.
[282] GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Tomo I-parte general. 2ª edición, Grijley, Lima, 2007,
p. 997.
[283] MARTÍN RÍOS, María del Pilar. El ejercicio de la acción civil en el proceso penal: una aproximación victimoló-
gica. La Ley, Madrid, 2007, p. 40.
[284] GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio. “La responsabilidad civil derivada del delito y su controvertida natu-
raleza”. Ob. cit., p. 245.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[285] GONZÁLEZ Rus. “El art. 444 del Código Penal y el régimen general de la responsabilidad civil derivada del
delito”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXXIII, fascículo Nº 2, Ministerio de Justicia,
Madrid, mayo-agosto de 1979, p. 395; GIMENO SENDRA, Vicente. Manual de Derecho Procesal Penal. 2ª
edición, Colex, Madrid, 2010, p. 150; GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Tomo I-parte ge-
neral. Ob. cit., p. 994.
[286] SILVA SÁNCHEZ, Jesús María. “¿Ex delicto? Aspectos de la llamada ‘responsabilidad civil’ en el proceso pe-
nal”. En: InDret. N° 03/2001, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2001, p. 3. Al sostener que: “Lo que sí
debe considerarse correcto sin matización alguna es que el fundamento de la institución “responsabilidad civil
derivada de delito” se halla en un criterio de economía procesal, orientado a evitar el denominado “peregrinaje
de jurisdicciones”. En efecto, seguramente es este factor el único que puede explicar por completo el conjunto
de pronunciamientos de “responsabilidad civil” que se contienen en las sentencias penales: constituye el úni-
co denominador común de estos”.
[287] PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Derecho Penal. Parte general, Idemsa, Lima, 2009, p. 1163.
[288] Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. Acuerdo Plenario
Nº 5-2011/CJ-116, f. j. 8.
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Elky Alexander Villegas Paiva
Con esa posible acumulación de acciones se evita que la víctima del delito
“se la someta al doble esfuerzo de exigir, por un lado, el castigo del delito y,
por el otro, una indemnización por el daño producido”[289]. En nuestra reali-
dad se evitaría, por ejemplo, que el agraviado tenga que recurrir a la vía ci-
vil para exigir el pago de la indemnización correspondiente, donde tendría
que pagar costos de tasas judiciales –que, dependiendo de la cuantía de la
indemnización que se pretende, puede llegar a ser muy onerosas–, cédulas
de notificación, entre otros.
Por ello es posible acudir a otra vía distinta a la penal con la finalidad de que
el agraviado o perjudicado se procure la reparación civil correspondiente.
Además el CPP de 2004 en su artículo 11 inciso 1, acorde con lo dicho, pres-
cribe que: “El perjudicado por el delito podrá ejercer la acción civil en el pro-
ceso penal o ante el orden jurisdiccional civil. Pero una vez que se opta por
una de ellas, no podrá deducirla en la otra vía jurisdiccional”. Lo que se debe
concordar con el artículo 106 del mismo cuerpo normativo, que a la letra es-
tablece: “La constitución en actor civil impide que se presente demanda in-
demnizatoria en la vía extra-penal. El actor civil que se desiste como tal an-
tes de la acusación fiscal no está impedido de ejercer la acción indemniza-
toria en la otra vía”.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que la unificación de pretensiones (ci-
vil y penal) en el proceso penal no afecta la autonomía de cada una de ellas,
[289] CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito. Idemsa, Lima, 2001, p. 81.
[290] GUILLERMO BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y procesa-
les. Ob. cit., p. 148.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
de modo tal que la falta de una condena no es óbice para imponer una repa-
ración civil en caso de que estén acreditadas los daños en el proceso penal.
[291] En esta línea la Corte Suprema ha señalado que: “En ese sentido se establece en el artículo 12, inciso 3 del
CPP de 2004 que la sentencia absolutoria o el auto de sobreseimiento no impedirán al órgano jurisdiccional
pronunciarse sobre la acción civil derivada del hecho punible válidamente ejercida, cuando proceda. Esto sig-
nifica, en buena cuenta, que cuando se sobresee la causa o se absuelve al acusado, no necesariamente la
jurisdicción debe renunciar a la reparación de un daño que se ha producido como consecuencia del hecho
que constituye el objeto del proceso, incluso cuando ese hecho –siempre ilícito– no puede ser calificado como
infracción penal” (Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República.
Acuerdo Plenario Nº 5-2011/CJ-116, f.j. 7).
[292] Los primeros obligados al pago de la reparación civil son los responsables del hecho ilícito que han causado
daño, y que de determinarse que esa conducta ilícita es también un delito, vendrían a ser, los autores, coau-
tores, autores mediatos, cómplices e inductores.
[293] El tercero civil es la persona natural o jurídica que sin haber participado en la comisión del delito ni causado
el daño, sin embargo resulta obligado al pago de las consecuencias económicas. Dicha responsabilidad nace
de la ley. Los terceros civilmente responsables no han realizado una acción penalmente relevante, ni son cau-
santes directos del daño al no haber al no haber una relación de causalidad. No siendo necesario acreditar
que obró con dolo o culpa, pues se trata de una responsabilidad objetiva. Su incorporación al proceso penal
se halla prevista en el artículo 111 del CPP de 2004: “Las personas que conjuntamente con el imputado ten-
gan responsabilidad civil por las consecuencias del delito, podrán ser incorporadas como parte en el proceso
penal a solicitud del Ministerio Público o del actor civil”.
185
Elky Alexander Villegas Paiva
Tal solidaridad se puede dar –no de manera separada– tanto entre los res-
ponsables del delito como entre los terceros civilmente responsables, si los
hubiera. Esto último se da en los supuestos en los que en un proceso penal
seguido contra el causante directo del daño, se comprende como tercero ci-
vil a otra persona no causante, esto es quien no ha intervenido en la mate-
rialización del daño ni en la comisión del delito y, sin embargo, resulta vin-
culado (responsable) al resarcimiento por el factor de atribución de respon-
sabilidad denominado “garantía de reparación”.
[294] DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando. La responsabilidad extracontractual. Tomo II, Fondo Editorial de la
PUCP, Lima, 1990, p. 575.
[295] CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito. Idemsa, Lima, 2001, p. 157.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
A su vez el artículo 96 del mismo texto legal prescribe que: “La obligación de
la reparación civil fijada en la sentencia se transmite a los herederos del res-
ponsable hasta donde alcance los bienes de la herencia. El derecho a exigir
la reparación civil se transfiere a los herederos del agraviado”.
Apreciándose de la lectura del mismo que esta transmisión tiene como des-
tinatarios, por un lado, a los herederos del responsable y, por el otro, a los
herederos del agraviado.
Respecto a los herederos del agraviado: ellos no solo pueden exigir el pago
de la reparación civil, si esta ya hubiera sido fijada, sino incluso el derecho a
iniciar la acción correspondiente para procurarse esta. Este precepto del CP
debe ser concordado con el artículo 660 del Código Civil, que a la letra se-
ñala: “Desde el momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos
y obligaciones que constituyen la herencia se transmiten a sus sucesores”.
[296] Para que el daño resulte resarcible debe ser cierto (por oposición al eventual, hipotético), actual y futuro (compren-
sivo de ambas categorías), subsistente (en el sentido de que el responsable no lo haya reparado), propio (o perso-
nal del damnificado) y debe afectar a un interés legítimo o significativo. En idéntico sentido, debe mediar una re-
lación causal jurídicamente relevante entre el hecho y la lesión sufrida. Véase: TANZI, Silvia. “La reparabilidad de
la pérdida de la chance”. En: LÓPEZ CABANA, Roberto M. y ALTERINI, Atilio A. (directores). La Responsabilidad
(Libro en homenaje al Prof. Dr. Isidoro Goldenberg). Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 330.
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Elky Alexander Villegas Paiva
La segunda clasificación, que se sustenta en los efectos del daño, nos per-
mite distinguir dos tipos de dados. De un lado podemos referirnos a los da-
ños extrapersonales o patrimoniales, que son los que tienen consecuencias
apreciables en dinero y, del otro, cabe aludir a los daños personales o extra-
patrimoniales o no patrimoniales, los mismos cuyos efectos no pueden tra-
ducirse en dinero.
[297] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Hacia una nueva sistematización del daño a la persona”. En: Cuadernos
de Derecho. N° 3, Órgano del Centro de Investigación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima,
Lima, setiembre de 1993; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El daño al proyecto de vida en la doctrina y
la jurisprudencia contemporáneas”. En: Revista Jurídica del Perú. Tomo 100, Gaceta Jurídica, Lima, junio
de 2009; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El Derecho de daños en el umbral de un nuevo milenio”. En:
Revista Justicia y Derecho. Año 1, N° 1, enero de 2008, disponible en: <http://www.justiciayderecho.org/re-
vista1/articulos/elderecho.pdf>; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los jueces y la reparación del daño al
proyecto de vida”. En: Revista Olcial del Poder Judicial. Vol. 1, N° 1, Centro de Investigaciones Judiciales del
Poder Judicial, Lima, 2007, p. 179 y ss.
[298] Para justificar esta distinción el autor peruano explica que: “Su interés radica en que debe tenerse presente
que la naturaleza o calidad ontológica del bien lesionado exige un determinado tratamiento en cuanto a su
protección y a la reparación de las consecuencias del daño que pueda ocasionársele. No es por ello lo mismo
reparar un daño a un ente único, que consiste en “una unidad psicosomática constituida y sustentada en su li-
bertad”, que un objeto o cosa del mundo exterior al ser humano”. Véase: FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos.
“El Derecho de daños en el umbral de un nuevo milenio”. Ob. cit., p. 53.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Esta última clasificación es la más usual por quienes se han ocupado del te-
ma, por tal razón y con fines meramente expositivos, nos referiremos a ella
con algo más de detalle.
[299] TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Elementos de la responsabilidad civil. Grijley, Lima, 2001, p. 56.
[300] DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando. La responsabilidad extracontractual. Tomo II, Fondo Editorial de la
PUCP, Lima, 1990, p. 36.
189
Elky Alexander Villegas Paiva
Señala el citado autor: “La tradicional concepción del daño moral se cen-
tra en el daño ocasionado al ámbito afectivo o sentimental de la persona,
lo que trae como consecuencia, sufrimiento, dolor, perturbación espiritual.
Decimos que es un daño a determinado “aspecto” de la persona, al igual que
una multiplicidad de otros daños lesionan otros tantos aspectos del com-
plejo y, a la vez, unitario ser humano. Se trata en este específico caso de la
lesión a una modalidad del género “daño a la persona”. Por esta razón somos
de la opinión que debe incluirse la restringida noción de daño moral den-
tro de aquella otra, genérica y comprensiva, de daño a la persona. Y es que
el daño moral no es otra cosa, como está dicho, que un daño específico que
compromete básicamente la esfera afectiva o sentimental de la persona,
[301] El llamado daño a la persona incluye también los perjuicios que se puedan causar al concebido o persona por
nacer, en razón a ello es que se le denomina “daño subjetivo”, a fin de que no surjan dudas de que también se
incluye dentro del referido concepto al nasciturus. Cfr. CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. “Apuntes sobre el de-
nominado daño a la persona”. En: Revista de Derecho y Ciencias Políticas. Vol. IV, Facultad de Derecho de la
Universidad de San Marcos, Lima, 1989.
[302] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El daño al proyecto de vida”. Disponible en: <http://dike.pucp.edu.pe>,
p. 9.
190
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Como corolario a lo dicho hasta este punto debemos enfatizar en que des-
de una perspectiva integral de la reparación de los daños, todos los tipos de
daños deben ser tomados en cuenta y evaluados en sede penal, cuando se
[303] Cfr. FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El daño a la persona en el Código Civil peruano de 1984 y el Código
Civil italiano de 1942”. En: El Código Civil peruano y el sistema jurídico latinoamericano. Cultural Cuzco, Lima,
1986, p. 251 y ss.; Civil FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El daño al proyecto de vida en la doctrina y la
jurisprudencia contemporáneas”. En: Revista Jurídica del Perú. Tomo 100, Gaceta Jurídica, Lima, junio de
2009, p. 19 y ss. FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El “daño a la libertad fenoménica” o “daño al proyecto
de vida” en el escenario jurídico contemporáneo”. En: JUS Doctrina & Práctica. N° 6/2007, Grijley, Lima, ju-
nio de 2007; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los jueces y la reparación del daño al proyecto de vida”.
En: Revista Olcial del Poder Judicial. Vol. 1, N° 1, Centro de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial,
Lima, 2007, p. 169 y ss.; DÍAZ CÁCEDA, Joel. El daño a la persona y el daño al proyecto de vida. Una aproxi-
mación a la doctrina y su aplicación en el ámbito nacional e internacional. Jurista Editores, Lima, 2006, pas-
sim; BILOTTA, Francesco. “El daño a la persona en el derecho peruano. ‘daño al bienestar’, ‘daño al proyecto
de vida’ y daño existencial: una lectura comparada”. En: Revista Peruana de Derecho Privado. Año 1, Nº 1,
Círculo de Estudios de Derecho Privado, Lima, enero junio de 2011, p. 4 y ss.
[304] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, “El daño a la persona en el Código civil de 1984”. En: Libro Homenaje
a José León Barandiarán. Editorial Cuzco, Lima, 1985, p. 202. Asimismo llega a considerar que no es dable
equiparar el daño a la persona con el daño extrapatrimonial. Indica que: “En los inicios de nuestras reflexio-
nes sobre el ‘daño a la persona’ no pudimos sustraernos a la influencia de la doctrina y la jurisprudencia ita-
lianas en el sentido de equiparar, creando confusión, los conceptos de ‘daño a la persona’ con el de ‘daño
extrapatrimonial’. Probablemente a fines de la década de los años ochenta del siglo pasado, al intentar una
clasificación y sistematización del ‘daño a la persona’, comprendimos que ello no era posible. En efecto, es
dable encontrar una diferencia en el daño al ser humano (daño-evento), que ocasiona una lesión, de las con-
secuencias, de orden tanto patrimonial como extrapatrimonial, que genera dicho daño (daño-consecuencia)”.
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El Derecho de daños en el umbral de un nuevo milenio”. Ob. cit., p. 56.
En otra oportunidad ha señalado que: “No se puede perder de vista que el daño a la persona no solo gene-
ra consecuencias extrapatrimoniales sino también patrimoniales” (FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los
jueces y la reparación del daño al proyecto de vida”. En: Revista Olcial del Poder Judicial. Vol. 1, N° 1, Centro
de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial, Lima, 2007, p. 180).
[305] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los jueces y la reparación del daño al proyecto de vida”. En: Revista
Olcial del Poder Judicial. Vol. 1, N° 1, Centro de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial, Lima, 2007,
p. 178.
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Elky Alexander Villegas Paiva
Para lograr ello, citamos una vez más a Fernández Sessarego, cuando muy
atinadamente sostiene que: “Es conveniente que los jueces no fijen, con un
criterio facilista, reparaciones globales o en bloque en relación con las diver-
sas modalidades de daños al ser humano. El empleo de esta metodología no
permite identificar la entidad o nivel de gravedad de cada una de las diver-
sas lesiones sufridas por la persona y el consiguiente monto que debería co-
rresponder por los perjuicios sufridos en cada caso. La finalidad perseguida
con el desagregado de los daños a la persona es el determinar, en cada caso,
la reparación adecuada que, frente a las consecuencias de cada uno de ellos,
debe asumir el agente del daño. Además, este desagregado de lesiones cau-
sadas a la persona ayudará a que los jueces se familiaricen con el abanico de
daños que se le pueden causar, los identifique cada vez con mayor nitidez,
y se vayan acostumbrando a fijar criterios para su reparación, basándose en
baremos o en la equidad, creando jurisprudencia que, a la larga, facilitará y
uniformará, relativamente, las reparaciones a otorgarse, en cada caso, a las
víctimas de un daño a la persona”[307].
Así por ejemplo, de los múltiples daños que se pueden causar a una perso-
na algunos acarrean consecuencias de orden extrapatrimonial mientras que
otros tendrán consecuencias de carácter patrimonial. Así, por ejemplo, si un
pianista pierde la mano derecha, el juez tendrá que fijar reparaciones inde-
pendientes por las consecuencias derivadas de cada uno de los diferentes
daños de los que la persona ha sido víctima. De un lado, ha de indemnizar
las consecuencias de la lesión en sí misma (daño biológico), mientras que
del otro ha de reparar aquellas que inciden en la calidad de vida de la perso-
na (daño al bienestar) y, estas dos, a su vez, de cualquier otra consecuencia
como la causada al proyecto de vida. Y todas estas consecuencias de los di-
ferentes daños a la persona no excluyen los resarcimientos de orden patri-
monial como el daño emergente generado por la hospitalización del artista
[306] Desde la perspectiva que la reparación civil por actos ilícitos de apariencia delictiva debe ser integral, el ar-
tículo 93 del CP establece los conceptos que abarca la aludida reparación. Por un lado, se encuentra la resti-
tución del bien (opera para delitos que han implicado un despojo o apropiación de bienes) y, por otro lado, la
indemnización por los daños y perjuicios ya sean de índole patrimonial o extrapatrimonial.
[307] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los jueces y la reparación del daño al proyecto de vida”. En: Revista
Olcial del Poder Judicial. Ob. cit., pp. 181-182.
192
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
y sus derivados, así como los del lucro cesante de contratos por conciertos
suscritos que no podrá cumplir.
Cada daño exige una singular reparación. Cada uno de los daños referidos
–daño biológico, daño al bienestar, daño al proyecto de vida, daño emer-
gente y lucro cesante– debe ser reparado de manera independiente por-
que sus consecuencias son diferentes de las de los otros daños causados a
la persona[308].
El primero de los artículos citados (artículo 2001, inciso 4 del CC) estable-
ce que prescriben “salvo disposición diversa de la ley: (…) 4. A los dos años,
la acción de anulabilidad, la acción reivindicatoria, la que proviene de pen-
sión alimenticia, la acción indemnizatoria por responsabilidad extracontrac-
tual (…)”.
A su vez el artículo 100 del CP establece que la “acción civil derivada del he-
cho punible no extingue mientras subsista la acción penal”.
De acuerdo a ello, se tiene que el artículo 100 del CP regula que la acción ci-
vil solo se extinguirá (por prescripción) cuando la acción penal se extinga
igualmente por prescripción. De modo que debe descartarse aquella inter-
pretación literal del referido artículo, que entiende que si la acción civil no se
[308] FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Los jueces y la reparación del daño al proyecto de vida”. En: Revista
Olcial del Poder Judicial. Ob. cit., p. 185.
[309] Cfr. CASTILLO ALVA, José Luis. Las consecuencias jurídico-económicas del delito. Ob. cit., p. 160; REVILLA
LLAZA, Percy. “Precisiones sobre la prescripción de la acción civil reparatoria sustentada en el daño ex delic-
to”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 127, Gaceta Jurídica, Lima, abril de 2009, p. 197; GUILLERMO
BRINGAS, Luis Gustavo. La reparación civil en proceso penal. Aspectos sustantivos y procesales. Ob. cit.
p. 153.
193
Elky Alexander Villegas Paiva
Por otro lado, el artículo 100 del CP no constituye una causal de suspensión
de la prescripción de la acción civil si se toma en cuenta que el momento a
[310] Si la acción penal se extingue por amnistía, la acción civil quedará vigente, pudiendo ejercitarse contra el
agente amnistiado o contra el propio Estado, pues la amnistía no puede perjudicar al titular de la reparación
civil, quien no tiene por qué asumir el costo de la acción perdonada. Así, GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino.
La reparación civil en el proceso penal. 2ª edición, Lima, 2005, pp. 334-335.
[311] Si se trata de la extinción de la acción penal por muerte del agente del delito, y se ha producido un daño in-
demnizable, la acción resarcitoria podrá ejercitarse contra los herederos de dicho agente de conformidad con
el artículo 1218 del CC.
[312] SALINAS SICCHA, Ramiro. “La extinción de la acción civil derivada del hecho punible”. En: Gaceta Penal &
Procesal Penal. Tomo 3, Gaceta Jurídica, Lima, setiembre de 2009, p. 57.
[313] Ejemplo: se perpetró un delito de lesiones graves imprudentes, que produjo un daño ilícito al agraviado. Por
diversas razones, transcurren más de dos años desde la fecha de comisión del delito hasta que este fue des-
cubierto, el fiscal promovió la acción penal y el imputado tomó conocimiento de la pretensión civil. Es en este
caso donde el artículo 100 del CP es aplicable y surte efecto. Si no fuera por él, la acción civil en el proceso
penal se hubiera extinguido por prescripción conforme al plazo que establece el inciso 4 del artículo 2001 del
CC. Igual sucede si tras dos años (inciso 4 del artículo 2001 del CC) de producido el delito generador del daño
(v. gr. Lesiones graves imprudentes), el agraviado decide acudir a la vía civil para plantear una acción indem-
nizatoria (alegando que el daño ocasionado proviene de un delito con expresa invocación del artículo 100 del
CP). En este caso, la acción civil tampoco se ha extinguido, pese a que desde la fecha de comisión del deli-
to han transcurrido más de los dos años que establece el inciso 4 del artículo 2001 del CC. Aquí también es
aplicable el plazo especial de extinción de la acción indemnizatoria por responsabilidad extracontractual del
artículo 100 del CP, al observarse sus presupuestos habilitantes: i) el daño indemnizable deriva de un delito,
y ii) la acción penal aún no se ha extinguido por prescripción. Casos propuestos por REVILLA LLAZA, Percy.
“Precisiones sobre la prescripción de la acción civil reparatoria sustentada en el daño ex delicto”. Ob. cit.,
pp. 198 y 199.
194
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Tampoco se puede afirmar que funcione, en todos los casos en que suele
afirmarse, como una causal de interrupción de la acción civil. Debe descar-
tarse ello, en tanto se sostenga que, en virtud al artículo 100 del CP, el lapso
en que subsiste la acción penal quede siempre sin efecto y solo una vez ex-
tinta ella (por prescripción) corra un nuevo plazo de prescripción: dos años
conforme al inciso 4 del artículo 2001 del Código Civil (CC).
Con mejor criterio, debe aplicarse aquí el inciso 2 del artículo 1997 del CC,
que señala que el desistimiento de la pretensión civil (en este caso, dentro
de un proceso penal) hace que quede sin efecto la interrupción de la pres-
cripción de la acción civil, de modo que el agraviado tendrá, a partir de di-
cho acto procesal, dos años para plantear su acción indemnizatoria en sede
civil (aun cuando prosiga el proceso penal).
Por otro lado, es necesario tener presente que el artículo 100 del CP se limi-
ta a hacer depender la subsistencia de la acción civil de la acción penal. No
expresa que la acción civil “se interrumpe por las mismas causales que la ac-
ción penal”. Luego, la acción civil conserva su autonomía normativa con re-
lación a sus propias causales de interrupción (véase artículo 1996 del CC).
Por otro lado, la acción para ejercitar la acción resarcitoria, es decir, la facul-
tad para recurrir a la autoridad jurisdiccional a fin de que esta determine la
reparación, tanto en su entidad como en su monto, prescribe en general a
[314] REVILLA LLAZA, Percy. “Precisiones sobre la prescripción de la acción civil reparatoria sustentada en el
daño ex delicto”. Ob. cit., pp. 197 y 198.
195
Elky Alexander Villegas Paiva
los 2 años o en el plazo que se mantenga vigente la acción penal, una vez
que ello se ha realizado a través de una sentencia consentida o ejecutoriada,
nos encontramos ante una obligación nacida de una ejecutoria, cuyo plazo
de prescripción, está previsto en el inciso 1) del artículo 2001 del Código Ci-
vil. En este caso el plazo de prescripción es de 10 años, el mismo que puede
interrumpirse con el requerimiento de pago, que puede realizarse de modo
indeterminado. Esto es el agraviado, cuya reparación civil se ha amparado
en el proceso, tiene el más amplio plazo para cobrar la reparación civil, pu-
diendo hacerlo directamente en ejecución de sentencia, como ya se ha indi-
cado, o inclusive utilizando la sentencia como título ejecutivo[315].
De todo ello se entiende, que el agraviado puede optar por la vía penal o
civil para solicitar la reparación civil ex delicto. Si elige la vía penal deberá
constituirse en actor civil, lo que a su vez implica que ya no pueda ejercer di-
cha demanda en la vía civil, a no ser que se desista de tal pretensión en la vía
penal, hasta antes de la etapa intermedia, en tal caso si podrá acudir al pro-
ceso civil, pasada dicha etapa ya no será factible hacer eso.
[315] GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. La reparación civil en el proceso penal. Ob. cit., p. 342.
196
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[316] En este sentido GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. “Posibilidad de recurrir a la vía civil luego de conclui-
do el proceso penal. Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión ha sido amparada”.
Ob. cit., pp. 42-45.
197
Elky Alexander Villegas Paiva
Como enseña García Cavero: “El principio general debe ser que la reparación
civil impuesta definitivamente en el proceso penal constituye cosa juzga-
da. No obstante, esta afirmación no implica que en ningún caso pueda revi-
sarse en la vía civil una reparación impuesta en sede penal. En primer lugar,
puede presentarse un caso en el que no exista identidad de objeto, de ma-
nera que no puede hablarse de cosa juzgada. Así sería el caso, por ejemplo,
si en el proceso penal la parte civil ha recibido solamente como reparación
la restitución del bien, pero no existe pronunciamiento sobre la indemniza-
ción por los daños y perjuicios ocasionados. En este caso, el actor civil man-
tiene plenamente su derecho de accionar en la vía civil para exigir el pago
de la indemnización. Por otra parte, debe recordarse que las resoluciones
judiciales que tienen el carácter de cosa juzgada pueden tener un carácter
absoluto o relativo. Bajo esta lógica, consideramos que la cosa juzgada ten-
drá un carácter relativo si en el proceso penal no se actuaron pruebas dirigi-
das a demostrar la entidad del daño por razones no atribuibles a los afecta-
dos. En estos casos, la tutela judicial efectiva exigiría no negar la posibilidad
de que en sede civil pueda acreditarse la entidad del daño y recibir una re-
paración civil justa”[317].
[317] GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Tomo II-Parte general. Ob. cit., pp. 1006-1007, GARCÍA
CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., pp., 793-794.
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
[318] GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. ““Posibilidad de recurrir a la vía civil luego de concluido el proceso penal.
Cuando el agraviado se ha constituido en actor civil y su pretensión ha sido amparada”. Ob. cit., p. 43.
199
ANEXOS
Anexos
DECLARACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE JUSTICIA PARA LAS
VÍCTIMAS DE DELITOS Y DEL ABUSO DE PODER
Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 40/34, del 29 de
noviembre de 1985
A.- Las víctimas de delitos
1. Se entenderá por “víctimas” las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido
daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o me-
noscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omi-
siones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que pros-
cribe el abuso de poder.
2. Podrá considerarse “víctima” a una persona, con arreglo a la presente Declaración, inde-
pendientemente de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene al perpetrador e inde-
pendientemente de la relación familiar entre el perpetrador y la víctima. En la expresión “víc-
tima” se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a cargo que tengan relación
inmediata con la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para
asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización.
3. Las disposiciones de la presente Declaración serán aplicables a todas las personas sin dis-
tinción alguna, ya sea de raza, color, sexo, edad, idioma, religión, nacionalidad, opinión políti-
ca o de otra índole, creencias o prácticas culturales, situación económica, nacimiento o situa-
ción familiar, origen étnico o social, o impedimento físico.
Acceso a la justicia y trato justo
4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán derecho al
acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido,
según lo dispuesto en la legislación nacional.
5. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos
que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos oficiales u oficio-
sos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a las víctimas de sus
derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos.
6. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesi-
dades de las víctimas:
a) Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marcha
de las actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de
delitos graves y cuando hayan solicitado esa información;
b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las víctimas sean presentadas y exami-
nadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego sus intereses, sin
perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente;
c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial;
203
Elky Alexander Villegas Paiva
d) Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su in-
timidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los
testigos en su favor, contra todo acto de intimidación y represalia;
e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución de los man-
damientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas.
7. Se utilizarán, cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de controversias, in-
cluidos la mediación, el arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin
de facilitar la conciliación y la reparación en favor de las víctimas.
Resarcimiento
8. Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta resarcirán equitativamen-
te, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas a su cargo. Ese resarcimien-
to comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufridos, el
reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la victimización, la prestación de
servicios y la restitución de derechos.
9. Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y leyes de modo que se conside-
re el resarcimiento como una sentencia posible en los casos penales, además de otras san-
ciones penales.
10. En los casos en que se causen daños considerables al medio ambiente, el resarcimiento
que se exija comprenderá, en la medida de lo posible, la rehabilitación del medio ambien-
te, la reconstrucción de la infraestructura, la reposición de las instalaciones comunitarias y el
reembolso de los gastos de reubicación cuando esos daños causen la disgregación de una
comunidad.
11. Cuando funcionarios públicos u otros agentes que actúen a título oficial o cuasioficial ha-
yan violado la legislación penal nacional, las víctimas serán resarcidas por el Estado, cuyos
funcionarios o agentes hayan sido responsables de los daños causados. En los casos en que
ya no exista el gobierno bajo cuya autoridad se produjo la acción u omisión victimizadora, el
Estado o gobierno sucesor deberá proveer al resarcimiento de las víctimas.
Indemnización
12. Cuando no sea suficiente la indemnización procedente del delincuente o de otras fuen-
tes, los Estados procurarán indemnizar financieramente:
a) A las víctimas de delitos que hayan sufrido importantes lesiones corporales o menoscabo
de su salud física o mental como consecuencia de delitos graves;
b) A la familia, en particular a las personas a cargo, de las víctimas que hayan muerto o hayan
quedado física o mentalmente incapacitadas como consecuencia de la victimización.
13. Se fomentará el establecimiento, el reforzamiento y la ampliación de fondos nacionales
para indemnizar a las víctimas. Cuando proceda, también podrán establecerse otros fondos
con ese propósito, incluidos los casos en los que el Estado de nacionalidad de la víctima no
esté en condiciones de indemnizarla por el daño sufrido.
Asistencia
14. Las víctimas recibirán la asistencia material, médica, psicológica y social que sea necesa-
ria, por conducto de los medios gubernamentales, voluntarios, comunitarios y autóctonos.
15. Se informará a las víctimas de la disponibilidad de servicios sanitarios y sociales y demás
asistencia pertinente, y se facilitará su acceso a ellos.
16. Se proporcionará al personal de policía, de justicia, de salud, de servicios sociales y demás
personal interesado capacitación que lo haga receptivo a las necesidades de las víctimas y di-
rectrices que garanticen una ayuda apropiada y rápida.
204
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
17. Al proporcionar servicios y asistencia a las víctimas, se prestará atención a las que tengan
necesidades especiales por la índole de los daños sufridos o debido a factores como los men-
cionados en el párrafo 3 supra.
B.- Las víctimas del abuso de poder
18. Se entenderá por “víctimas” las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido
daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o me-
noscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omi-
siones que no lleguen a constituir violaciones del Derecho Penal nacional, pero violen nor-
mas internacionalmente reconocidas relativas a los derechos humanos.
19. Los Estados considerarán la posibilidad de incorporar a la legislación nacional normas
que proscriban los abusos de poder y proporcionen remedios a las víctimas de esos abusos.
En particular, esos remedios incluirán el resarcimiento y la indemnización, así como la asis-
tencia y el apoyo materiales, médicos, psicológicos y sociales necesarios.
20. Los Estados considerarán la posibilidad de negociar tratados internacionales multilatera-
les relativos a las víctimas, definidas en el párrafo 18.
21. Los Estados revisarán periódicamente la legislación y la práctica vigentes para asegurar su
adaptación a las circunstancias cambiantes, promulgarán y aplicarán, en su caso, leyes por las
cuales se prohíban los actos que constituyan graves abusos de poder político o económico y
se fomenten medidas y mecanismos para prevenir esos actos, y establecerán derechos y re-
cursos adecuados para las víctimas de tales actos, facilitándoles su ejercicio.
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Elky Alexander Villegas Paiva
de 25 de octubre de 2012
Por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de
las víctimas de delitos, y por la que se sustituye la Decisión marco 2001/220/JAI del Consejo
EL PARLAMENTO EUROPEO Y EL CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA,
Visto el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, y en particular su artículo 82, apar-
tado 2,
Vista la propuesta de la Comisión Europea,
Previa transmisión del proyecto de acto legislativo a los Parlamentos nacionales,
Visto el dictamen del Comité Económico y Social Europeo[1],
Visto el dictamen del Comité de las Regiones[2],
De conformidad con el procedimiento legislativo ordinario[3],
Considerando lo siguiente:
(1) La Unión se ha impuesto el objetivo de mantener e impulsar un espacio de libertad, segu-
ridad y justicia, cuya piedra angular la constituye el reconocimiento mutuo de decisiones ju-
diciales en materia civil y penal.
(2) La Unión está comprometida con la protección de las víctimas de delitos y el estableci-
miento de normas de carácter mínimo en dicha materia, y el Consejo ha adoptado la Deci-
sión marco 2001/220/JAI, de 15 de marzo de 2001, relativa al estatuto de la víctima en el pro-
ceso penal[4]. En el marco del Programa de Estocolmo - Una Europa abierta y segura que sir-
va y proteja al ciudadano[5], adoptado por el Consejo Europeo en su sesión de los días 10 y
11 de diciembre de 2009, se solicitó a la Comisión y los Estados miembros que analizasen có-
mo mejorar la legislación y las medidas prácticas de apoyo para la protección de las víctimas,
centrándose en prestar asistencia y reconocimiento a todas las víctimas, incluidas las vícti-
mas del terrorismo, con carácter prioritario.
(3) El artículo 82, apartado 2, del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) pre-
vé el establecimiento de normas mínimas aplicables en los Estados miembros, en la medida
en que sea necesario para facilitar el reconocimiento mutuo de las sentencias y resoluciones
judiciales, y la cooperación policial y judicial en asuntos penales con dimensión transfronteri-
za, en particular por lo que respecta a los derechos de las víctimas de delitos.
(4) En su Resolución de 10 de junio de 2011 sobre un plan de trabajo para reforzar los dere-
chos y la protección de las víctimas, en particular en los procesos penales[6] (“Plan de trabajo
de Budapest”), el Consejo declaró que debían tomarse medidas a escala de la Unión para re-
forzar los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos. Para ello, y de acuer-
do con dicha Resolución, el objeto de la presente Directiva es revisar y complementar los
206
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
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género, la orientación sexual, el estatuto de residente o la salud. En todos los contactos con
una autoridad competente que actúe en el contexto de procesos penales, y cualquier servi-
cio que entre en contacto con las víctimas, como los servicios de apoyo a las víctimas o de
justicia reparadora, se deben tener en cuenta la situación personal y las necesidades inme-
diatas, edad, sexo, posible discapacidad y madurez de las víctimas de delitos, al mismo tiem-
po que se respetan plenamente su integridad física, psíquica y moral. Se ha de proteger a las
víctimas de delitos frente a la victimización secundaria y reiterada, así como frente a la intimi-
dación y las represalias; han de recibir apoyo adecuado para facilitar su recuperación y con-
tar con un acceso suficiente a la justicia.
(10) La presente Directiva no trata las condiciones de la residencia de las víctimas de delitos
en el territorio de los Estados miembros. Los Estados miembros deben tomar las medidas ne-
cesarias para que los derechos establecidos en la presente Directiva no se condicionen al es-
tatuto de residencia de la víctima en su territorio o a la ciudadanía o nacionalidad de la vícti-
ma. Por otro lado, la denuncia de un delito y la participación en procesos penales no generan
derecho alguno respecto del estatuto de residencia de la víctima.
(11) La presente Directiva establece normas de carácter mínimo. Los Estados miembros pue-
den ampliar los derechos establecidos en la presente Directiva con el fin de proporcionar un
nivel más elevado de protección.
(12) Los derechos establecidos en la presente Directiva se han de entender sin perjuicio de
los derechos del infractor. El término “infractor” se refiere a la persona condenada por un de-
lito. Sin embargo, a los efectos de la presente Directiva, también hace referencia a los sospe-
chosos y a los inculpados, antes de que se haya reconocido la culpabilidad o se haya pronun-
ciado la condena, y se entiende sin perjuicio de la presunción de inocencia.
(13) La presente Directiva se aplica en relación con los delitos penales cometidos en la Unión
y con los procesos penales que tienen lugar en la Unión. Confiere derechos a las víctimas
de infracciones extraterritoriales únicamente en relación con los procesos penales que tie-
nen lugar en la Unión. Las denuncias presentadas ante autoridades competentes fuera de
la Unión, como por ejemplo las embajadas, no generan las obligaciones previstas en la pre-
sente Directiva.
(14) En la aplicación de la presente Directiva debe ser primordial el interés superior del me-
nor, de conformidad con la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño adoptada el 20 de noviem-
bre de 1989. Las víctimas menores de edad deben ser consideradas y tratadas como titula-
res plenos de los derechos establecidos en la presente Directiva, y deben tener la facultad
de ejercitar esos derechos de una forma que tenga en cuenta su capacidad de juicio propio.
(15) En la aplicación de la presente Directiva, los Estados miembros deben velar por que las
víctimas con discapacidad puedan disfrutar plenamente de los derechos establecidos en la
presente Directiva, en pie de igualdad con los demás, lo que incluye la facilitación del acceso
a los locales en que tengan lugar los procesos penales, así como el acceso a la información.
(16) Las víctimas del terrorismo han sufrido atentados cuya intención última era hacer daño
a la sociedad. Por ello pueden necesitar especial atención, apoyo y protección, debido al es-
pecial carácter del delito cometido contra ellos. Las víctimas del terrorismo pueden ser obje-
to de un importante escrutinio público y a menudo necesitan el reconocimiento social y un
trato respetuoso por parte de la sociedad. En consecuencia, los Estados miembros deben te-
ner especialmente en cuenta las necesidades de las víctimas del terrorismo, y esforzarse por
proteger su dignidad y seguridad.
(17) La violencia dirigida contra una persona a causa de su sexo, identidad o expresión de
género, o que afecte a personas de un sexo en particular de modo desproporcionado se en-
tiende como violencia por motivos de género. Puede causar a las víctimas lesiones corpora-
les o sexuales, daños emocionales o psicológicos, o perjuicios económicos. La violencia por
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
motivos de género se entiende como una forma de discriminación y una violación de las li-
bertades fundamentales de la víctima y comprende, sin limitarse a ellas, la violencia en las
relaciones personales, la violencia sexual (incluida la violación, la agresión sexual y el acoso
sexual), la trata de personas, la esclavitud y diferentes formas de prácticas nocivas, como los
matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina y los denominados “delitos relaciona-
dos con el honor”. Las mujeres víctimas de la violencia por motivos de género y sus hijos re-
quieren con frecuencia especial apoyo y protección debido al elevado riesgo de victimiza-
ción secundaria o reiterada, o de intimidación o represalias ligadas a este tipo de violencia.
(18) Cuando la violencia se comete en una relación personal, la comete una persona que es
o ha sido cónyuge o compañera de la víctima, o bien otro familiar de la víctima, tanto si el in-
fractor comparte, o ha compartido, el mismo hogar con la víctima, o no. Dicha violencia pue-
de consistir en violencia física, sexual, psicológica o económica, y puede causar lesiones cor-
porales, daños psíquicos o emocionales, o perjuicios económicos. La violencia en las rela-
ciones personales constituye un grave problema social, a menudo oculto, que puede causar
traumas psicológicos y físicos sistemáticos de graves consecuencias, debido al hecho de que
es cometida por una persona en la que la víctima debería poder confiar. Por lo tanto, las víc-
timas de violencia en relaciones personales pueden necesitar medidas de protección espe-
ciales. Las mujeres se ven afectadas por esta violencia en grado desproporcionado, y la situa-
ción puede agravarse aún más cuando la mujer depende del infractor en lo económico, lo so-
cial o para su derecho a la residencia.
(19) Se debe considerar que una persona es una víctima independientemente de si se ha
identificado, detenido, acusado o condenado al infractor y con independencia de la relación
familiar que exista entre ellos. Los familiares de las víctimas también pueden resultar perju-
dicados por el delito. En particular, los familiares de una persona cuya muerte ha sido causa-
da directamente por un delito pueden verse perjudicados a causa del delito. Por consiguien-
te, esos familiares, que son víctimas indirectas del delito, también deben disfrutar de protec-
ción en el marco de la presente Directiva. No obstante, los Estados miembros deben tener la
facultad de establecer procedimientos para limitar el número de familiares que pueden dis-
frutar de los derechos establecidos en la presente Directiva. En el caso de los menores, el pro-
pio menor, o, a menos que sea contrario al interés del menor, el titular de la responsabilidad
parental en nombre del menor, debe tener derecho a ejercer los derechos establecidos en la
presente Directiva. La presente Directiva se ha de entender sin perjuicio de cualesquiera pro-
cedimientos o actuaciones administrativas nacionales exigidos para declarar que esa perso-
na es una víctima.
(20) El estatuto de la víctima en el sistema de justicia penal y si pueden participar activamen-
te en procesos penales varían de un Estado miembro a otro en función del sistema nacional,
y está determinado por uno o más de los criterios siguientes: si el sistema nacional reconoce
un estatuto jurídico de parte en el proceso penal; si la víctima está sometida a la obligación
legal o a la recomendación de participar activamente en el proceso penal, por ejemplo como
testigo; o si la víctima tiene legalmente un derecho reconocido en virtud del Derecho nacio-
nal a participar de modo activo en el proceso penal y manifiesta su deseo de hacerlo, cuan-
do el sistema nacional no reconozca a las víctimas un estatuto jurídico de parte en el proceso
penal. Los Estados miembros deben decidir cuál de esos criterios se aplica para determinar el
alcance de los derechos establecidos en la presente Directiva, en los casos en que se haga re-
ferencia al estatuto de la víctima en el sistema de justicia penal correspondiente.
(21) La información y las orientaciones brindadas por las autoridades competentes, los servi-
cios de apoyo a las víctimas y de justicia reparadora deben ofrecerse, en la medida de lo posi-
ble, a través de una diversidad de medios y de forma que pueda ser entendida por la víctima.
La información y las orientaciones deben proporcionarse en términos sencillos y en un len-
guaje accesible. Asimismo, debe garantizarse que la víctima pueda ser entendida durante las
actuaciones. A este respecto, debe tenerse en cuenta el conocimiento que tenga la víctima
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
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las víctimas, los infractores, sus hijos y su entorno social más amplio. Uno de los principales
cometidos de estos servicios y de su personal, que desempeñan un importante papel para
ayudar a la víctima a recuperarse de los posibles daños o traumas resultantes de un delito y
a superarlos, debe consistir en informar a las víctimas de sus derechos en virtud de la presen-
te Directiva, para que puedan tomar decisiones en un entorno que apoye a la víctima y la tra-
te con dignidad, respeto y sensibilidad. Los tipos de ayuda que estos servicios de apoyo es-
pecializado deben ofrecer pueden consistir en facilitar acogida y alojamiento seguros, aten-
ción médica inmediata, derivación de las víctimas a reconocimiento médico y forense para la
obtención de pruebas en caso de violación o agresión sexual, asistencia psicológica a corto
y largo plazo, tratamiento de traumas, asesoramiento jurídico, acceso a la defensa y servicios
específicos para menores que sean víctimas directas o indirectas.
(39) Los servicios de apoyo a las víctimas no tienen por qué facilitar por sí mismos extensos
conocimientos especializados y experiencia profesionales. De ser necesario, los servicios de
apoyo a las víctimas deben ayudar a estas a encontrar el apoyo profesional existente, por
ejemplo, psicólogos.
(40) Aunque la prestación de apoyo no debe depender de que las víctimas denuncien un de-
lito ante la autoridad competente, como la policía, tal autoridad suele estar en posición ópti-
ma para informar a las víctimas de la posibilidad de que se les brinde apoyo. Por lo tanto, se
anima a los Estados miembros a que creen las condiciones adecuadas para que se pueda de-
rivar a las víctimas a los servicios de apoyo, entre otros, garantizando que se puedan cumplir
y que se cumplan las normas en materia de protección de datos. Debe evitarse derivar de for-
ma reiterada a las víctimas de un servicio a otro.
(41) Debe considerarse que se ha concedido a las víctimas el derecho a ser oídas cuando pue-
dan declarar o manifestarse por escrito.
(42) El derecho de las víctimas menores de edad a ser oídas en procesos penales no debe ex-
cluirse únicamente basándose en la edad de la víctima.
(43) El derecho a que se revise la decisión de no formular acusación se ha de entender refe-
rido a decisiones adoptadas por los fiscales y jueces de instrucción o autoridades policiales,
como los agentes de policía, pero no a las decisiones adoptadas por órganos jurisdiccionales.
Toda revisión de una decisión de no formular acusación debe ser llevada a cabo por una per-
sona o autoridad distinta de la que adoptase la decisión inicial, a no ser que la decisión inicial
de no formular acusación hubiese sido adoptada por la autoridad instructora de mayor ran-
go contra cuya decisión no cabe revisión, en cuyo caso la revisión puede ser realizada por la
misma autoridad. El derecho a que se revise una decisión de no formular acusación no afecta
a procedimientos especiales, como aquellos contra miembros del parlamento o del gobier-
no en relación con el ejercicio de sus cargos oficiales.
(44) La decisión que ponga término al proceso penal debe incluir las situaciones en que el fis-
cal decide retirar los cargos o desistir del procedimiento.
(45) Una decisión del fiscal que dé lugar a un arreglo extrajudicial que ponga término al pro-
ceso penal excluye el derecho de las víctimas a revisión de la decisión del fiscal de formular
acusación solamente si el citado arreglo implica al menos una advertencia o una obligación.
(46) Los servicios de justicia reparadora, incluidos, por ejemplo, la mediación entre víctima e
infractor, las conferencias de grupo familiar y los círculos de sentencia, pueden ser de gran
ayuda para la víctima, pero requieren garantías para evitar toda victimización secundaria y
reiterada, la intimidación y las represalias. Por tanto, estos servicios deben fijarse como prio-
ridad satisfacer los intereses y necesidades de la víctima, reparar el perjuicio que se le haya
ocasionado e impedir cualquier otro perjuicio adicional. A la hora de remitir un asunto a los
servicios de justicia reparadora o de llevar a cabo un proceso de justicia reparadora, se de-
ben tomar en consideración factores tales como la naturaleza y gravedad del delito, el gra-
do de daño causado, la violación repetida de la integridad física, sexual o psicológica de una
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
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Elky Alexander Villegas Paiva
haya de mantener con ellas, recurriendo, por ejemplo, a grabar en vídeo las declaraciones y
permitiendo su uso en los procesos judiciales. Se debe poner a disposición de los profesio-
nales del Derecho la más amplia gama de medidas posible con objeto de evitar angustia a la
víctima en el transcurso del proceso judicial, especialmente como resultado del contacto vi-
sual con el delincuente, su familia, sus colaboradores o el público en general. A tal efecto, se
ha de animar a los Estados miembros a que introduzcan, especialmente en las dependencias
judiciales y las comisarías de policía, medidas prácticas y viables para que las dependencias
cuenten con instalaciones como entradas y salas de espera separadas para las víctimas. Ade-
más, los Estados miembros deberán, en la medida de lo posible, planificar los procesos pena-
les evitando el contacto entre las víctimas y sus familiares y los infractores, por ejemplo citan-
do a las víctimas y a los infractores a audiencias en momentos distintos.
(54) Proteger la intimidad de la víctima puede ser un medio importante de evitar la victimiza-
ción secundaria o reiterada, la intimidación o las represalias, y puede lograrse mediante una
serie de medidas como la prohibición o la limitación de la difusión de información relativa a
la identidad y el paradero de la víctima. Esta protección reviste especial importancia para las
víctimas que sean menores, e incluye la prohibición de difundir el nombre del menor. Sin em-
bargo, puede haber casos en los que excepcionalmente pueda beneficiar al menor la revela-
ción o incluso la divulgación pública de información, por ejemplo, en los casos de secuestro.
Las medidas que puedan adoptarse para proteger la intimidad y la imagen de las víctimas y
sus familiares deberán ser siempre coherentes con los derechos a un juez imparcial y a la li-
bertad de expresión, tal como los reconocen los artículos 6 y 10 del Convenio para la Protec-
ción de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
(55) Durante los procesos penales, algunas víctimas están especialmente expuestas al riesgo
de victimización secundaria o reiterada, de intimidación o de represalias por parte del infrac-
tor. Estos riesgos derivan en general de las características personales de la víctima, o del tipo,
la naturaleza o las circunstancias del delito. Solo mediante evaluaciones individuales, efec-
tuadas lo antes posible, se podrá determinar con eficacia este riesgo. Estas evaluaciones se
deberán efectuar respecto de todas las víctimas, a fin de determinar si están expuestas a ries-
go de victimización secundaria o reiterada, intimidación o represalias, y decidir qué medidas
especiales de protección necesitan.
(56) Las evaluaciones individuales deben tomar en consideración las características perso-
nales de la víctima, como edad, sexo, identidad o expresión de género, etnia, raza, religión,
orientación sexual, estado de salud, discapacidad, estatuto de residente, dificultades de co-
municación, relación con el infractor o dependencia del mismo, experiencia anterior de deli-
tos. Deben tener en cuenta, asimismo, el tipo o la naturaleza del delito y las circunstancias del
mismo, por ejemplo, si se trata de un delito por motivos de odio, prejuicios o discriminación,
la violencia sexual, la violencia en el marco de las relaciones personales, si el infractor estaba
en situación de control, si la víctima reside en una zona con una elevada tasa de delincuen-
cia o dominada por bandas, o si el país de origen de la víctima no coincide con el del Estado
miembro en que se cometió el delito.
(57) Las víctimas de trata de seres humanos, terrorismo, delincuencia organizada, violencia
en el marco de las relaciones personales, violencia o explotación sexual, violencia de géne-
ro, delitos por motivos de odio, las víctimas con discapacidad y los menores víctimas de de-
lito tienden a sufrir una elevada tasa de victimización secundaria o reiterada, intimidación o
represalias. Se deberá poner especial cuidado a la hora de evaluar si tales víctimas están ex-
puestas a riesgo de victimización, intimidación o represalias, y debe haber motivos sólidos
para presumir que dichas víctimas se beneficiarán de medidas de protección especial.
(58) Se deben ofrecer medidas adecuadas a las víctimas que hayan sido consideradas vul-
nerables a la victimización secundaria o reiterada, la intimidación o las represalias, con el fin
de protegerlas durante el proceso penal. La naturaleza exacta de tales medidas debe deter-
minarse mediante la evaluación individual, teniendo en cuenta los deseos de la víctima. La
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
magnitud de cualquier medida de este tipo deberá determinarse sin perjuicio de los dere-
chos de la defensa y de conformidad con las normas de discrecionalidad judicial. Las inquie-
tudes y miedos de la víctima en relación con las actuaciones deben ser un factor esencial a la
hora de determinar si necesitan alguna medida específica.
(59) Las necesidades operativas inmediatas y otro tipo de limitaciones inmediatas de orden
práctico pueden imposibilitar que se pueda asegurar, por ejemplo, que la víctima sea entre-
vistada sistemáticamente por el mismo agente de policía; las citadas limitaciones pueden
ser una baja por enfermedad o un permiso de maternidad o permiso parental. Además, pue-
de que los locales concebidos especialmente para las entrevistas no estén disponibles, por
ejemplo por renovación. Cuando se den estas limitaciones de orden operativo o práctico
puede que no sea posible proporcionar un tratamiento especializado a la víctima.
(60) Cuando, de conformidad con la presente Directiva, se haya de designar un tutor o un re-
presentante para un menor, tales funciones podrán ser desempeñadas por la misma persona
o por una persona jurídica, una institución o una autoridad.
(61) Todos los funcionarios que intervengan en procesos penales y que puedan entrar en
contacto personal con víctimas deben poder acceder a una formación adecuada tanto inicial
como permanente y a un nivel acorde con su contacto con las víctimas, a fin de estar en con-
diciones de poder identificar a las víctimas y determinar sus necesidades y ocuparse de ellas
con respeto, profesionalidad y empatía, de manera no discriminatoria. Las personas con pro-
babilidad de intervenir en la evaluación individual para determinar las necesidades de pro-
tección especial de las víctimas, así como su necesidad de medidas de protección especial
deberán recibir formación específica sobre la forma de efectuar estas evaluaciones. Los Es-
tados miembros han de garantizar esa formación para las fuerzas de policía y el personal ju-
dicial. Del mismo modo debe fomentarse la formación destinada a abogados, fiscales y jue-
ces, así como a los profesionales que proporcionen apoyo a las víctimas o los servicios de jus-
ticia reparadora. Este requisito debe incluir formación sobre los servicios de apoyo especial
a los que debe derivarse a las víctimas o formación especializada cuando sus actividades se
proyecten sobre víctimas con necesidades especiales, al igual que formación psicológica es-
pecial, según convenga. Cuando proceda, esta formación debe tener en cuenta la perspec-
tiva de género. Las acciones de los Estados miembros deben complementarse con orienta-
ciones, recomendaciones e intercambio de mejores prácticas, de conformidad con el Plan de
trabajo de Budapest.
(62) Los Estados miembros deben animar a las organizaciones de la sociedad civil y colabo-
rar estrechamente con ellas, incluidas las organizaciones no gubernamentales reconocidas y
que trabajen activamente con víctimas de delitos, especialmente en iniciativas de desarrollo
de políticas, campañas de información y concienciación, programas de investigación y edu-
cación, y en acciones de formación, así como en el seguimiento y evaluación del impacto de
las medidas de apoyo y protección de las víctimas de delitos. Para que las víctimas de delitos
reciban atención, apoyo y protección en un grado adecuado, los servicios públicos deberán
trabajar de forma coordinada e intervenir en todos los niveles administrativos, tanto a esca-
la de la Unión como nacional, regional y local. Se deberá prestar asistencia a las víctimas pa-
ra identificar los servicios competentes y dirigirse a ellos, a fin de evitar repetidas derivacio-
nes de uno a otro servicio. Los Estados miembros deberán considerar la creación de servicios
comunes a varios organismos, siguiendo el principio de “punto de acceso único” o de “ven-
tanilla única”, que se ocupen de las múltiples necesidades de las víctimas cuando participen
en procesos penales, con inclusión de la necesidad de recibir información, apoyo, asistencia,
protección e indemnización.
(63) Con el fin de fomentar y facilitar las denuncias, y ofrecer a las víctimas la posibilidad de
romper el círculo de la victimización secundaria, es esencial que las víctimas dispongan de
servicios de apoyo fiables y que las autoridades competentes estén preparadas para respon-
der a las denuncias de las víctimas de forma respetuosa, considerada, no discriminatoria y
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Elky Alexander Villegas Paiva
profesional. Esto aumentaría la confianza de las víctimas en los sistemas de justicia penal y
reduciría el número de delitos no denunciados. Los profesionales con probabilidad de recibir
denuncias de víctimas en relación con delitos penales están formados adecuadamente pa-
ra facilitar las denuncias y se deben tomar medidas para posibilitar las denuncias de terceros,
incluidas las de organizaciones de la sociedad civil. Deberá ser posible hacer uso de las tec-
nologías de la comunicación, como el correo electrónico, las grabaciones de vídeo o los for-
mularios electrónicos en red para presentar denuncias.
(64) Una recopilación de datos estadísticos sistemática y adecuada constituye un compo-
nente esencial de la formulación efectiva de políticas en el ámbito de los derechos estableci-
dos en la presente Directiva. Con el fin de facilitar la evaluación de la aplicación de la presen-
te Directiva, los Estados miembros deben comunicar a la Comisión los datos estadísticos per-
tinentes en relación con la aplicación de los procedimientos nacionales para las víctimas de
delitos, que incluya, como mínimo, el número y tipo de los delitos denunciados y, en la medi-
da en que se disponga de dichos datos, el número, edad y sexo de las víctimas. Entre los da-
tos estadísticos correspondientes se podrán incluir datos registrados por las autoridades ju-
diciales y los cuerpos policiales, y, en la medida de lo posible, los datos administrativos com-
pilados por los servicios sanitarios y sociales, las organizaciones públicas y no gubernamen-
tales de apoyo a las víctimas o los servicios de justicia reparadora, y los de otras organizacio-
nes que trabajan con víctimas de delitos. Entre los datos judiciales se puede incluir informa-
ción sobre delitos denunciados, número de casos investigados y personas procesadas o con
sentencia condenatoria dictada. Los datos administrativos basados en la actuación de servi-
cios pueden incluir, en la medida de lo posible, datos sobre la manera en que las víctimas uti-
lizan los servicios facilitados por organismos públicos y las organizaciones públicas y priva-
das de apoyo, así como el número de derivaciones de víctimas por parte de la policía a los
servicios de apoyo, el número de víctimas que solicitan apoyo y que reciben o no reciben
apoyo o justicia reparadora.
(65) El objetivo de la presente Directiva es modificar y ampliar las disposiciones de la Directi-
va marco 2001/220/JAI. Como las modificaciones que se desea introducir son sustanciales en
número y naturaleza, por motivos de claridad debería sustituirse dicha Decisión marco en su
totalidad ES L 315/64 Diario Oficial de la Unión Europea.
(66) La presente Directiva respeta los derechos fundamentales y observa los principios reco-
nocidos por la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. En particular, aspira
a promover el derecho a la dignidad, a la vida, a la integridad física y mental, a la libertad y la
seguridad, el respeto a la vida privada y familiar, el derecho a la propiedad, el principio de no
discriminación, el principio de igualdad entre hombres y mujeres, los derechos del menor,
de los mayores y de las personas con discapacidad, así como el derecho a un juez imparcial.
(67) Dado que el objetivo de la presente Directiva, a saber, el establecimiento de normas mí-
nimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos, no puede ser
alcanzado por los Estados Miembros, y, por consiguiente, debido a sus dimensiones y efec-
tos potenciales, puede lograrse mejor a escala de la Unión, esta puede adoptar medidas,
de acuerdo con el principio de subsidiariedad consagrado en el artículo 5 del Tratado de la
Unión Europea. De conformidad con el principio de proporcionalidad enunciado en dicho ar-
tículo, la presente Directiva no excede de lo necesario para alcanzar ese objetivo.
(68) Los datos de carácter personal tratados en el contexto de la aplicación de la presente Di-
rectiva deben estar protegidos conforme a la Decisión marco 2008/977/JAI del Consejo, de
27 de noviembre de 2008, relativa a la protección de datos personales tratados en el mar-
co de la cooperación policial y judicial en materia penal[14], y con arreglo a los principios del
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Convenio del Consejo de Europa del 28 de enero de 1981 para la protección de las personas
con respecto al tratamiento automatizado de datos de carácter personal, ratificado por to-
dos los Estados miembros.
(69) La presente Directiva no afecta a las disposiciones de mayor alcance incluidas en otros
actos normativos de la Unión que abordan las necesidades específicas de categorías parti-
culares de víctimas, como, por ejemplo, las víctimas de trata de seres humanos y menores
víctimas de abusos sexuales, explotación sexual y pornografía infantil, de una manera más
específica.
(70) De conformidad con el artículo 3 del Protocolo Nº 21 sobre la posición del Reino Unido
y de Irlanda con respecto al Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia, anejo al TUE y al TFUE,
estos Estados miembros han notificado su deseo de participar en la adopción y aplicación de
la presente Directiva.
(71) De conformidad con los artículos 1 y 2 del Protocolo Nº 22 sobre la posición de Dinamar-
ca, anejo al TUE y al TFUE, Dinamarca no participa en la adopción de la presente Directiva y
no queda vinculada por la misma ni sujeta a su aplicación.
(72) El Supervisor Europeo de Protección de Datos emitió un dictamen el 17 de octubre de
2011[15], basado en el artículo 41, apartado 2, del Reglamento (CE) Nº 45/2001 del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2000, relativo a la protección de las personas
físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales por las instituciones y los orga-
nismos comunitarios y a la libre circulación de estos datos[16].
HAN ADOPTADO LA PRESENTE DIRECTIVA:
CAPÍTULO 1
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1
Objetivos
1. La finalidad de la presente Directiva es garantizar que las víctimas de delitos reciban infor-
mación, apoyo y protección adecuados y que puedan participar en procesos penales.
Los Estados miembros velarán por que se reconozca a las víctimas su condición como tales y
porque sean tratadas de manera respetuosa y sensible, individualizada, profesional y no dis-
criminatoria, en todos sus contactos con servicios de apoyo a las víctimas o de justicia repa-
radora, o con cualquier autoridad competente que actúe en el contexto de un procedimien-
to penal. Los derechos establecidos en la presente Directiva se aplicarán a las víctimas de ma-
nera no discriminatoria, también en relación con su estatuto de residencia.
2. Cuando la víctima sea un menor de edad, los Estados miembros velarán por que en la apli-
cación de la presente Directiva prime el interés superior del menor y dicho interés sea objeto
de una evaluación individual. Prevalecerá un planteamiento sensible a la condición de me-
nor, que tenga en cuenta la edad del menor, su grado de madurez y su opinión, al igual que
sus necesidades e inquietudes. El menor y su representante legal, si lo hubiere, serán infor-
mados de toda medida o derecho centrado específicamente en el menor.
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Elky Alexander Villegas Paiva
Artículo 2
Definiciones
1. Con arreglo a la presente Directiva se entenderá por:
a) “víctima”,
i) la persona física que haya sufrido un daño o perjuicio, en especial lesiones físicas o men-
tales, daños emocionales o un perjuicio económico, directamente causado por una infrac-
ción penal,
ii) los familiares de una persona cuya muerte haya sido directamente causada por un delito
y que haya sufrido un daño o perjuicio como consecuencia de la muerte de dicha persona;
b) “familiares”, el cónyuge, la persona que convive con la víctima y mantiene con ella una re-
lación personal íntima y comprometida, en un hogar común y de manera estable y continua,
los familiares en línea directa, los hermanos y hermanas, y las personas a cargo de la víctima;
c) “menor”, cualquier persona menor de 18 años;
d) “justicia reparadora”, cualquier proceso que permita a la víctima y al infractor participar ac-
tivamente, si dan su consentimiento libremente para ello, en la solución de los problemas re-
sultantes de la infracción penal con la ayuda de un tercero imparcial.
2. Los Estados miembros podrán establecer procedimientos:
a) Para limitar el número de familiares que puedan acogerse a los derechos establecidos en la
presente Directiva, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de cada caso, y
b) por lo que respecta al apartado 1, letra a), inciso ii), para determinar qué familiares tienen
prioridad en relación con el ejercicio de los derechos establecidos en la presente Directiva.
CAPÍTULO 2
INFORMACIÓN Y APOYO
Artículo 3
Derecho a entender y a ser entendido
1. Los Estados miembros adoptarán las medidas adecuadas para ayudar a las víctimas para
que entiendan y puedan ser entendidas desde el primer momento y durante toda actuación
necesaria frente a cualquier autoridad competente en el contexto de los procesos penales,
incluyéndose el caso de que dichas autoridades les faciliten información.
2. Los Estados miembros garantizarán que las comunicaciones con las víctimas se hagan
en lenguaje sencillo y accesible, oralmente o por escrito. Estas comunicaciones tendrán en
cuenta las características personales de la víctima, incluida cualquier discapacidad que pue-
da afectar a su capacidad de entender o de ser entendida.
3. Salvo que fuera contrario a los intereses de la víctima o perjudicara al curso del proceso,
los Estados miembros permitirán que las víctimas vayan acompañadas de una persona de su
elección en el primer contacto con una autoridad competente, cuando, debido a la inciden-
cia del delito, la víctima requiera asistencia para entender o ser entendida.
Artículo 4
Derecho a recibir información desde el primer contacto con una autoridad competente
1. Los Estados miembros garantizarán que se ofrezca a las víctimas la información que se
enuncia a continuación, sin retrasos innecesarios, desde su primer contacto con la autoridad
competente, a fin de que puedan acceder al ejercicio de los derechos establecidos en la pre-
sente Directiva:
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
a) el tipo de apoyo que podrán obtener y de quién obtenerlo, incluida, si procede, informa-
ción básica sobre el acceso a atención médica, cualquier apoyo de especialistas, incluido el
apoyo psicológico, y alojamiento alternativo;
b) los procedimientos de interposición de denuncias relativas a infracciones penales y su pa-
pel en relación con tales procedimientos;
c) el modo y las condiciones en que podrá obtener protección, incluidas las medidas de
protección;
d) el modo y las condiciones para poder obtener asesoramiento jurídico, asistencia jurídica o
cualquier otro tipo de asesoramiento;
e) el modo y las condiciones para poder acceder a indemnizaciones;
f ) el modo y las condiciones para tener derecho a interpretación y traducción;
g) si residen en un Estado miembro distinto de aquel en el que se ha cometido la infracción
penal, las medidas, procedimientos o mecanismos especiales que están disponibles para la
defensa de sus intereses en el Estado miembro en el que se establece el primer contacto con
una autoridad competente;
h) los procedimientos de reclamación existentes en caso de que la autoridad competente ac-
tuante en el marco de un proceso penal no respete sus derechos;
i) los datos de contacto para las comunicaciones sobre su causa;
j) los servicios de justicia reparadora existentes;
k) el modo y las condiciones para poder obtener el reembolso de los gastos en que hayan in-
currido como resultado de su participación en el proceso penal.
2. La extensión o detalle de la información enunciada en el apartado 1 podrá variar depen-
diendo de las necesidades específicas y las circunstancias personales de la víctima, y el tipo
o carácter del delito. Podrán facilitarse también detalles adicionales en fases posteriores, en
función de las necesidades de la víctima y de la pertinencia de esos detalles en cada fase del
procedimiento.
Artículo 5
Derecho de las víctimas cuando interpongan una denuncia
1. Los Estados miembros garantizarán que las víctimas reciban una declaración por escrito
que sirva de reconocimiento de la denuncia formal que hayan presentado ante las autorida-
des competentes de un Estado miembro, y en la que consten los elementos básicos de la in-
fracción penal de que se trate.
2. Los Estados miembros garantizarán que las víctimas que deseen denunciar una infracción
penal y no entiendan o no hablen la lengua de la autoridad competente puedan presentar
la denuncia en una lengua que entiendan o recibiendo la asistencia lingüística necesaria.
3. Los Estados miembros garantizarán que las víctimas que no entiendan o no hablen la len-
gua de la autoridad competente reciban gratuitamente una traducción de la declaración por
escrito de la denuncia que se exige en el apartado 1, previa solicitud, en una lengua que
entiendan.
Artículo 6
Derecho a recibir información sobre su causa
1. Los Estados miembros garantizarán que se notifique a las víctimas sin retrasos innecesa-
rios su derecho a recibir la siguiente información sobre el proceso penal iniciado a raíz de la
denuncia de una infracción penal de la que hayan sido víctimas, y que, si lo solicitan, reciban
dicha información:
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El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
información incluirán, como mínimo, toda decisión de poner término al proceso penal rela-
tivo a la infracción penal que haya padecido la víctima, y a petición de esta, los motivos o un
breve resumen de los motivos de dicha decisión, salvo en el caso de una decisión de un jura-
do o una decisión de carácter confidencial, en las que el ordenamiento jurídico nacional no
exija motivación.
4. Los Estados miembros garantizarán que las víctimas que tengan derecho a ser informadas
de la hora y el lugar del juicio, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 6, apartado 1, letra b),
y que no entiendan la lengua de la autoridad competente, reciban una traducción de esta in-
formación a la que tienen derecho, si así lo solicitan.
5. Las víctimas podrán presentar una solicitud motivada para que se considere esencial un
documento. No será preciso traducir pasajes de documentos esenciales que no resulten per-
tinentes a efectos de que las víctimas participen activamente en los procesos penales.
6. No obstante los apartados 1 y 3, podrá facilitarse, en lugar de una traducción escrita, una
oral o un resumen oral de los documentos esenciales, siempre y cuando dicha traducción
oral o dicho resumen oral no afecte a la equidad del proceso.
7. Los Estados miembros garantizarán que las autoridades competentes evalúen si las vícti-
mas necesitan interpretación o traducción según lo establecido en los apartados 1 y 3. Las
víctimas podrán impugnar toda decisión de no facilitar interpretación o traducción. Las nor-
mas de procedimiento para tal impugnación se determinarán en la legislación nacional.
8. La interpretación y la traducción, así como cualquier consideración de impugnar una deci-
sión de no facilitar interpretación o traducción con arreglo al presente artículo, no prolonga-
rán de modo injustificado el proceso penal.
Artículo 8
Derecho de acceso a los servicios de apoyo a las víctimas
1. Los Estados miembros garantizarán que las víctimas, de acuerdo con sus necesidades, ten-
gan acceso gratuito y confidencial a servicios de apoyo a las víctimas que actúen en interés
de las víctimas antes, durante y por un periodo de tiempo adecuado después de la conclu-
sión del proceso penal. Los familiares tendrán acceso a los servicios de apoyo a las víctimas
en función de sus necesidades y del grado de daño sufrido como resultado de la infracción
penal cometida contra la víctima.
2. Los Estados miembros facilitarán la derivación de las víctimas, por parte de la autoridad
competente que recibiera la denuncia y por otras entidades pertinentes, a los servicios de
apoyo a las víctimas.
3. Los Estados miembros tomarán medidas para establecer servicios de apoyo especializa-
do gratuito y confidencial adicionales a los servicios generales de apoyo a las víctimas o co-
mo parte de ellos, o para posibilitar que las organizaciones de apoyo a las víctimas recurran a
las entidades especializadas existentes que prestan ese apoyo especializado. Las víctimas, en
función de sus necesidades específicas, tendrán acceso a tales servicios y los familiares ten-
drán acceso según sus necesidades específicas y el grado de daño sufrido a consecuencia de
la infracción penal cometida contra la víctima.
4. Los servicios de apoyo a las víctimas y cualquier servicio de apoyo especializado podrán es-
tablecerse como organizaciones públicas o no gubernamentales, y podrán organizarse con
carácter profesional o voluntario.
5. Los Estados miembros garantizarán que el acceso a los servicios de apoyo a las víctimas no
dependa de que la víctima presente una denuncia formal por una infracción penal ante una
autoridad competente.
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Artículo 9
Apoyo prestado por servicios de apoyo a las víctimas
1. Los servicios de apoyo a las víctimas, a los que se refiere el artículo 8, apartado 1, facilita-
rán como mínimo:
a) Información, asesoramiento y apoyo adecuados en relación con los derechos de las víc-
timas, también sobre cómo acceder a los sistemas nacionales de indemnización por los da-
ños y perjuicios de índole penal, y su papel en el proceso penal, incluida la preparación pa-
ra asistir al juicio;
b) información sobre cualquier servicio pertinente de apoyo especializado o derivación di-
recta al mismo;
c) apoyo emocional y, cuando se disponga de él, psicológico;
d) asesoramiento sobre cuestiones financieras y de tipo práctico resultantes del delito;
e) salvo que sea proporcionado por otros servicios públicos o privados, asesoramiento sobre
el riesgo y la prevención de victimización secundaria o reiterada, intimidación o represalias.
2. Los Estados miembros animarán a los servicios de apoyo a las víctimas a que presten espe-
cial atención a las necesidades específicas de las víctimas que hayan sufrido daños conside-
rables a causa de la gravedad del delito.
3. Salvo que sean proporcionados por otros servicios públicos o privados, los servicios de
apoyo especializados a que se refiere el artículo 8, apartado 3, desarrollarán y proporciona-
rán como mínimo:
a) refugios o cualquier otro tipo de alojamiento provisional para las víctimas que necesiten
de un lugar seguro debido a un riesgo inminente de victimización secundaria o reiterada, in-
timidación o represalias;
b) apoyo específico e integrado a las víctimas con necesidades especiales, como las víctimas
de violencia sexual, las víctimas de violencia de género y las víctimas de violencia en las re-
laciones personales, incluidos el apoyo para la superación del trauma y el asesoramiento.
CAPÍTULO 3
PARTICIPACIÓN EN EL PROCESO PENAL
Artículo 10
Derecho a ser oído
1. Los Estados miembros garantizarán a la víctima la posibilidad de ser oída durante las ac-
tuaciones y de facilitar elementos de prueba. Cuando una víctima menor haya de ser oída, se
tendrán debidamente en cuenta la edad y la madurez del menor.
2. Las normas de procedimiento en virtud de las cuales las víctimas pueden ser oídas y pue-
den presentar pruebas durante el proceso penal se determinarán en el Derecho nacional.
Artículo 11
Derechos en caso de que se adopte una decisión de no continuar el procesamiento
1. Los Estados miembros garantizarán a las víctimas, de acuerdo con su estatuto en el siste-
ma judicial penal pertinente, el derecho a una revisión de una decisión de no continuar con
el procesamiento. Las normas procesales de dicha revisión se determinarán en el Derecho
nacional.
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Artículo 14
Derecho al reembolso de gastos
Los Estados miembros brindarán a las víctimas que participen en procesos penales la posibi-
lidad de que se les reembolsen los gastos que hayan afrontado por su participación activa en
dichos procesos penales, de acuerdo con su estatuto en el sistema de justicia penal pertinen-
te. Las condiciones o normas procesales en virtud de las cuales las víctimas podrán recibir el
reembolso se determinarán en el Derecho nacional.
Artículo 15
Derecho a la restitución de bienes
Los Estados miembros garantizarán que, previa decisión de una autoridad competente, se
devuelvan sin demora a las víctimas los bienes restituibles que les hayan sido incautados en
el curso de un proceso penal, salvo en caso de necesidad impuesta por el proceso penal. Las
condiciones o normas procesales en virtud de las cuales se restituirán tales bienes a las vícti-
mas se determinarán en el Derecho nacional.
Artículo 16
Derecho a obtener una decisión relativa a la indemnización por parte del infractor en
el curso del proceso penal
1. Los Estados miembros garantizarán que, en el curso del proceso penal, las víctimas tengan
derecho a obtener una decisión sobre la indemnización por parte del infractor, en un pla-
zo razonable, excepto cuando el Derecho nacional estipule que dicha decisión se adopte en
otro procedimiento judicial.
2. Los Estados miembros promoverán medidas para que el autor de la infracción indemnice
a la víctima adecuadamente.
Artículo 17
Derechos de las víctimas residentes en otro Estado miembro
1. Los Estados miembros velarán por que sus autoridades competentes puedan tomar las
medidas necesarias para paliar las dificultades derivadas del hecho de que la víctima resida
en un Estado miembro distinto de aquel en que se haya cometido la infracción penal, en es-
pecial en lo que se refiere al desarrollo de las actuaciones. A tal efecto, las autoridades del Es-
tado miembro en el que se haya cometido la infracción penal deberán poder llevar a cabo las
siguientes actuaciones, entre otras:
a) Tomar declaración a la víctima inmediatamente después de que se presente la denuncia
de la infracción penal ante la autoridad competente;
b) recurrir en la medida de lo posible, cuando se deba oír a las víctimas residentes en el ex-
tranjero, a las disposiciones sobre videoconferencia y conferencia telefónica previstas en el
Convenio relativo a la asistencia judicial en materia penal entre los Estados miembros de la
Unión Europea, de 29 de mayo de 2000[17].
2. Los Estados miembros velarán por que las víctimas de una infracción penal cometida en
cualquier Estado miembro distinto de aquel en el que residan dispongan de la posibilidad de
presentar la denuncia ante las autoridades competentes del Estado miembro de residencia
si no pudieran hacerlo en el Estado miembro en el que se haya cometido la infracción penal,
224
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
o, en el caso de una infracción penal grave así tipificada en el Derecho de dicho Estado, si no
desearan hacerlo.
3. Los Estados miembros velarán por que la autoridad competente ante la que la víctima pre-
sente la denuncia la transmita sin dilación a la autoridad competente del Estado miembro en
el que se haya cometido la infracción penal, en caso de que el Estado miembro en que se pre-
sente la denuncia no ejerza la competencia de iniciar el procedimiento.
CAPÍTULO 4
PROTECCIÓN DE LAS VÍCTIMAS Y RECONOCIMIENTO DE LAS VÍCTIMAS CON NECESIDAD
DE PROTECCIÓN ESPECIAL
Artículo 18
Derecho a la protección
Sin perjuicio de los derechos de la defensa, los Estados miembros velarán por que se dispon-
gan medidas para proteger a las víctimas y a sus familiares frente a la victimización secunda-
ria o reiterada, la intimidación o las represalias, incluido el riesgo de daños emocionales o psi-
cológicos, y para proteger la dignidad de las víctimas durante la toma de declaración y cuan-
do testifiquen. Cuando sea necesario, esas medidas podrán incluir también procedimientos
establecidos en el Derecho nacional para la protección física de las víctimas y sus familiares.
Artículo 19
Derecho a evitar el contacto entre víctima e infractor
1. Los Estados miembros establecerán las condiciones necesarias para evitar el contacto en-
tre, por una parte, las víctimas y sus familiares, y, por otra, el infractor, en las dependencias
donde se celebre el proceso penal, salvo que este lo requiera.
2. Los Estados miembros garantizarán que toda nueva dependencia de los tribunales cuente
con salas de espera separadas para las víctimas.
Artículo 20
Derecho a la protección de las víctimas durante las investigaciones penales
Sin perjuicio de los derechos de la defensa y de conformidad con las normas relativas a la fa-
cultad de apreciación de los tribunales, los Estados miembros velarán por que durante las in-
vestigaciones penales:
a) La toma de declaración de las víctimas se lleve a cabo sin dilaciones injustificadas, una vez
que se haya presentado ante la autoridad competente la denuncia de una infracción penal;
b) el número de declaraciones de las víctimas sea el menor posible y solo se celebren cuando
sea estrictamente necesario para los fines de las investigaciones penales;
c) las víctimas puedan ir acompañadas de su representante legal y de una persona de su elec-
ción, a menos que se haya adoptado una resolución motivada en contrario;
d) cualquier reconocimiento médico se reduzca al mínimo y se efectúe únicamente si es ne-
cesario para los fines del proceso penal.
Artículo 21
Derecho a la protección de la intimidad
1. Los Estados miembros velarán por que, durante el proceso penal, las autoridades compe-
tentes puedan tomar las medidas adecuadas para proteger la intimidad, incluidas las carac-
terísticas personales de la víctima tenidas en cuenta en la evaluación individual contempla-
da en el artículo 22, así como las imágenes de las víctimas y de sus familiares. Además, los
225
Elky Alexander Villegas Paiva
Estados miembros garantizarán que las autoridades competentes puedan tomar todas las
medidas legales para impedir la difusión de cualquier información que pudiera llevar a la
identificación de las víctimas menores de edad.
2. Respetando la libertad de expresión y la libertad de los medios de comunicación y su plu-
ralismo, los Estados miembros instarán a dichos medios a aplicar medidas de autorregula-
ción con el fin de proteger la intimidad, la integridad personal y los datos personales de las
víctimas.
Artículo 22
Evaluación individual de las víctimas a fin de determinar sus necesidades especiales
de protección
1. Los Estados miembros velarán por que las víctimas reciban una evaluación puntual e indivi-
dual, con arreglo a los procedimientos nacionales, para determinar las necesidades especiales
de protección y si, y en qué medida, podrían beneficiarse de medidas especiales en el curso del
proceso penal, según se establece en los artículos 23 y 24, por el hecho de que sean particular-
mente vulnerables a la victimización secundaria o reiterada, a la intimidación o a las represalias.
2. La evaluación individual tendrá especialmente en cuenta:
a) las características personales de la víctima;
b) el tipo o la naturaleza del delito, y
c) las circunstancias del delito.
3. En el contexto de la evaluación individual, se prestará especial atención a las víctimas que
hayan sufrido un daño considerable debido a la gravedad del delito; las víctimas afectadas
por un delito motivado por prejuicios o por motivos de discriminación, relacionado en parti-
cular con sus características personales, y las víctimas cuya relación con el infractor o su de-
pendencia del mismo las haga especialmente vulnerables. A este respecto, serán objeto de
debida consideración las víctimas de terrorismo, delincuencia organizada, trata de personas,
violencia de género, violencia en las relaciones personales, violencia o explotación sexual y
delitos por motivos de odio, así como las víctimas con discapacidad.
4. A efectos de la presente Directiva, se dará por supuesto que las víctimas menores de edad
tienen necesidades especiales de protección en razón de su vulnerabilidad a la victimización
secundaria o reiterada, a la intimidación o a las represalias. A fin de determinar si deben be-
neficiarse de medidas especiales conforme a lo establecido en los artículos 23 y 24 y en qué
medida, las víctimas menores se someterán a una evaluación individual conforme a lo esta-
blecido en el apartado 1 del presente artículo.
5. El alcance de la evaluación individual podrá adaptarse en función de la gravedad del deli-
to y del grado de daño aparente sufrido por la víctima.
6. Las evaluaciones individuales se efectuarán con la estrecha participación de las víctimas y
deberán tener en cuenta sus deseos, incluso cuando este sea el de no beneficiarse de las me-
didas especiales que establecen los artículos 23 y 24.
7. Si los elementos en los que se basa la evaluación individual cambiasen de modo signifi-
cativo, los Estados miembros velarán por que la misma sea actualizada a lo largo de todo el
proceso penal.
Artículo 23
Derecho a la protección de las víctimas con necesidades especiales de protección du-
rante el proceso penal
1. Sin perjuicio de los derechos de la defensa y con arreglo a las normas relativas a la facul-
tad de apreciación de los tribunales, los Estados miembros garantizarán que las víctimas con
226
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
227
Elky Alexander Villegas Paiva
exista, o pudiera existir, un conflicto de intereses entre la víctima menor de edad y los titula-
res de responsabilidad parental.
Las normas procesales de las grabaciones audiovisuales mencionadas en la letra a) del párra-
fo primero y el uso de las mismas se determinarán en el Derecho nacional.
2. Cuando no se conozca con certeza la edad de una víctima y haya motivos para pensar que
es menor de edad, se presumirá, a efectos de la presente Directiva, que dicha víctima es me-
nor de edad.
CAPÍTULO 5
OTRAS DISPOSICIONES
Artículo 25
Formación de los profesionales
1. Los Estados miembros garantizarán que aquellos funcionarios que probablemente vayan
a entrar en contacto con las víctimas, como los agentes de policía y el personal al servicio de
la administración de justicia, reciban tanto formación general como especializada a un nivel
adecuado al contacto que mantengan con las víctimas, con el fin de mejorar su conciencia-
ción respecto de las necesidades de las víctimas y de capacitarlos para tratar a las víctimas de
manera imparcial, respetuosa y profesional.
2. Sin perjuicio de la independencia judicial y de las diferencias en la organización de los sis-
temas judiciales en la Unión, los Estados miembros solicitarán a los responsables de la forma-
ción de los jueces y fiscales que participen en procesos penales que velen por que se imparta
tanto formación general como especializada, con el fin de mejorar la concienciación de jue-
ces y fiscales respecto de las necesidades de las víctimas.
3. Respetando debidamente la independencia de la profesión jurídica, los Estados miembros
recomendarán que los responsables de la formación de los abogados faciliten tanto forma-
ción general como especializada, con el fin de mejorar la concienciación de los abogados res-
pecto de las necesidades de las víctimas.
4. Los Estados miembros fomentarán iniciativas, a través de sus servicios públicos o median-
te la financiación de organizaciones de apoyo a las víctimas, mediante las que se posibilite
que las personas que prestan servicios de apoyo a las víctimas y servicios de justicia repara-
dora reciban la formación adecuada de un nivel que sea el adecuado al tipo de contactos que
mantengan con las víctimas, y observen normas profesionales para garantizar que tales ser-
vicios se prestan de manera imparcial, respetuosa y profesional.
5. En función de las tareas que han de desempeñar y la naturaleza y el grado de contacto que
los profesionales mantengan con las víctimas, la formación tendrá como objetivo capacitar
a los profesionales para reconocer a las víctimas y tratarlas de manera respetuosa, profesio-
nal y no discriminatoria.
Artículo 26
Cooperación y coordinación de los servicios
1. Los Estados miembros tomarán las medidas adecuadas para facilitar la cooperación entre
Estados miembros con el fin de mejorar el acceso de las víctimas al ejercicio de los derechos
que establece la presente Directiva y el Derecho nacional. Dicha cooperación se destinará al
menos a lo siguiente:
a) El intercambio de mejores prácticas;
b) la consulta en casos individuales, y
228
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
c) la asistencia a las redes europeas que trabajan sobre aspectos relacionados directamente
con los derechos de las víctimas.
2. Los Estados miembros tomarán las medidas adecuadas, incluso a través de Internet, en-
caminadas a concienciar sobre los derechos establecidos en la presente Directiva, reducir el
riesgo de victimización y minimizar la incidencia negativa de la delincuencia, y los riesgos
de victimización secundaria o reiterada, intimidación o represalias, centrándose en particu-
lar en los grupos de riesgo, como los menores de edad y las víctimas de violencia de géne-
ro y de violencia en el marco de las relaciones personales. Estas acciones pueden consistir en
campañas de información y concienciación, así como programas de investigación y educa-
ción, en su caso en cooperación con organizaciones pertinentes de la sociedad civil y otros
interesados.
CAPÍTULO 6
DISPOSICIONES FINALES
Artículo 27
Incorporación al Derecho interno
1. Los Estados miembros pondrán en vigor las disposiciones legales, reglamentarias y admi-
nistrativas necesarias para dar cumplimiento a lo establecido en la presente Directiva a más
tardar el 16 de noviembre de 2015.
2. Cuando los Estados miembros adopten dichas disposiciones, estas harán referencia a la
presente Directiva o irán acompañadas de dicha referencia en su publicación oficial. Los Es-
tados miembros establecerán las modalidades de la mencionada referencia.
Artículo 28
Comunicación de datos y estadísticas
Los Estados miembros comunicarán a la Comisión Europea a más tardar el 16 de noviembre
de 2017, y, a continuación, cada tres años, los datos de que dispongan en los que se mues-
tren de qué modo han accedido las víctimas al ejercicio de los derechos establecidos en la
presente Directiva.
Artículo 29
Informe
A más tardar el 16 de noviembre de 2017, la Comisión presentará al Parlamento Europeo y al
Consejo un informe en el que se evaluará en qué medida los Estados miembros han adop-
tado las disposiciones necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la presente Direc-
tiva, incluida una descripción de las medidas adoptadas en virtud de los artículos 8, 9 y 23,
acompañado, si es necesario, de propuestas legislativas.
Artículo 30
Sustitución de la Decisión marco 2001/220/JAI
Queda sustituida la Decisión marco 2001/220/JAI en lo relativo a los Estados miembros que
participan en la adopción de la presente Directiva, sin perjuicio de las obligaciones de los Es-
tados miembros en lo que se refiere a los plazos para la transposición en sus ordenamien-
tos jurídicos.
Por lo que respecta a los Estados miembros que participan en la adopción de la presente
Directiva, las referencias a la Decisión marco derogada se entenderán hechas a la presen-
te Directiva.
229
Elky Alexander Villegas Paiva
Artículo 31
Entrada en vigor
La presente Directiva entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial
de la Unión Europea.
Artículo 32
Destinatarios
Los destinatarios de la presente Directiva son los Estados miembros, de conformidad con lo
dispuesto en los Tratados.
Hecho en Estrasburgo, el 25 de octubre de 2012.
Por el Parlamento Europeo
El Presidente M. SCHULZ
Por el Consejo
El Presidente A. D. MAVROYIANNIS
230
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
231
Elky Alexander Villegas Paiva
la comisión del delito–, debe ser instado por el Ministerio Público, tal como prevé el artícu-
lo 1 de su Ley Orgánica.
El objeto civil se rige por los artículos 54 al 58, 225.4, 227 y 285 del Código de Procedimien-
tos Penales y los artículos 92 al 101 del Código Penal –este último precepto remite, en lo per-
tinente, a las disposiciones del Código Civil–.
A partir de esas normas, nuestro proceso penal cumple con una de sus funciones primordia-
les: la protección de la víctima y aseguramiento de la reparación de los derechos afectados
por la comisión del delito, en cuya virtud garantiza “(...) la satisfacción de intereses que el Esta-
do no puede dejar sin protección” (ASENCIO MELLADO, José María. Derecho Procesal Penal, Edi-
torial Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, página 27).
7. La reparación civil, que legalmente define el ámbito del objeto civil del proceso penal y es-
tá regulada por el artículo 93 del Código Penal, desde luego, presenta elementos diferencia-
dores de la sanción penal; existen notas propias, finalidades y criterios de imputación distin-
tos entre responsabilidad penal y responsabilidad civil, aun cuando comparten un mismo
presupuesto: el acto ilícito causado por un hecho antijurídico, a partir del cual surgen las di-
ferencias respecto de su regulación jurídica y contenido entre el ilícito penal y el ilícito civil.
Así las cosas, se tiene que el fundamento de la responsabilidad civil, que origina la obligación
de reparar, es la existencia de un daño civil causado por un ilícito penal, el que obviamente
no puede identificarse con “ofensa penal” –lesión o puesta en peligro de un (bien) jurídico
protegido, cuya base se encuentra en la culpabilidad del agente– [la causa inmediata de la
responsabilidad penal y la civil ex delicto, infracción /daño, es distinta]; el resultado dañoso y
el objeto sobre el que recae la lesión son distintos.
8. Desde esta perspectiva el daño civil debe entenderse como aquellos efectos negativos que
derivan de la lesión de un interés protegido, lesión que puede originar consecuencias patri-
moniales y no patrimoniales. Una concreta conducta puede ocasionar tanto (1) daños patri-
moniales, que consisten en la lesión de derechos de naturaleza económica, que debe ser re-
parada, radicada en la disminución de la esfera patrimonial del dañado y en el no incremen-
to en el patrimonio del dañado o ganancia patrimonial neta dejada de percibir –menoscabo
patrimonial–; cuanto (2) daños no patrimoniales, circunscrita a la lesión de derechos o legí-
timos intereses existenciales –no patrimoniales– tanto de las personas naturales como de las
personas jurídicas –se afectan, como acota ALASTUEY DOBÓN, bienes inmateriales del per-
judicado, que no tienen reflejo patrimonial alguno– (Conforme: ESPINOZA ESPINOZA, Juan.
Derecho de la responsabilidad civil. Gaceta Jurídica, 2002, páginas 157/159).
9. Los delitos de peligro –especie de tipo legal según las características externas de la ac-
ción– pueden definirse como aquellos en los que no se requiere que la conducta del agente
haya ocasionado un daño sobre un objeto, sino que es suficiente con que el objeto jurídica-
mente protegido haya sido puesto en peligro de sufrir la lesión que se quiere evitar [el peligro
es un concepto de naturaleza normativa en cuanto a que su objeto de referencia es un bien
jurídico, aunque su fundamento, además de normativo, también se basa en una regla de ex-
periencia o de frecuente que es, a su vez, sintetizada en un tipo legal], sea cuando se requie-
re realmente la posibilidad de la lesión –peligro concreto– o cuando según la experiencia ge-
neral representa en sí misma un peligro para el objeto protegido –peligro abstracto– (BACIGA-
LUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal - Parte General. ARA Editores, Lima, 2004, página 223).
Los primeros son, siempre, delitos de resultado, y los otros son delitos de mera actividad.
10. A partir de lo expuesto, cabe establecer si los delitos de peligro pueden ocasionar daños
civiles y, por tanto, si es menester fijar la correspondiente reparación civil, más allá de las es-
peciales dificultades que en estos delitos genera la concreción de la responsabilidad civil. Co-
mo se ha dicho, el daño civil lesiona derechos de naturaleza económica y/o derechos o legíti-
mos intereses existenciales, no patrimoniales, de las personas. Por consiguiente, aun cuando
es distinto el objeto sobre el que recae la lesión en la ofensa penal y en el daño civil, es claro
232
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
que, pese a que no se haya producido un resultado delictivo concreto, es posible que existan
daños civiles que deban ser reparados.
En los delitos de peligro, desde luego, no cabe negar a priori la posibilidad de que surja res-
ponsabilidad civil, puesto que en ellos –sin perjuicio, según los casos, de efectivos daños ge-
nerados en intereses individuales concretos– se produce una alteración del ordenamiento ju-
rídico con entidad suficiente, según los casos, para ocasionar daños civiles, sobre el que ob-
viamente incide el interés tutelado por la norma penal –que, por lo general y que siempre
sea así, es de carácter supraindividual–. Esta delictiva alteración o perturbación del ordena-
miento jurídico se debe procurar restablecer, así como los efectos que directa o causalmente
ha ocasionado su comisión [el daño como consecuencia directa y necesaria del hecho delic-
tivo] (conforme: ROIG TORRES, Margarita. La reparación del daño causado por el delito. Edito-
rial Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, páginas 124/125).
Por consiguiente, no cabe descartar la existencia de responsabilidad civil en esta clase de de-
litos, y, en tal virtud, corresponderá al órgano jurisdiccional en lo penal determinar su pre-
sencia y fijar su cuantía.
III. DECISIÓN
11. En atención lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Supre-
ma de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, y de conformidad con lo dis-
puesto por el artículo 116 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial;
por unanimidad;
ACORDÓ:
12. ESTABLECER como reglas de interpretación para la determinación de la responsabilidad
civil en los delitos de peligro las que se describen en los párrafos 7 al 10 del presente Acuerdo
Plenario. En consecuencia, dichos párrafos constituyen precedentes vinculantes.
13. PRECISAR que los principios jurisprudenciales antes mencionados deben ser invocados
por los Magistrados de las instancias correspondientes, sin prejuicio de la excepción que esti-
pula el segundo párrafo del artículo 22 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Po-
der Judicial.
14. PUBLICAR este Acuerdo Plenario en el diario oficial El Peruano. Hágase saber.
SS. SALAS GAMBOA; SIVINA HURTADO; GONZALES CAMPOS; SAN MARTÍN CASTRO; VALDEZ
ROCA; BARRIENTOS PEÑA; VEGA VEGA; LECAROS CORNEJO; MOLINA ORDÓÑEZ; PEIRANO
SÁNCHEZ; VINATEA MEDINA; PRÍNCIPE TRUJILLO; CALDERÓN CASTILLO; URBINA GANVINI
233
Elky Alexander Villegas Paiva
234
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
Plenario, emitido conforme a lo dispuesto en el artículo 116 de la LOPJ, que, faculta a las Sa-
las Especializadas del Poder Judicial a dictar este tipo de Acuerdos con la finalidad de concor-
dar criterios jurisprudenciales de su especialidad.
5. La deliberación y votación se realizó el día de la fecha. Como resultado del debate y en vir-
tud de la votación efectuada, por unanimidad, se emitió el presente Acuerdo Plenario. Inter-
vinieron como ponentes el señor SAN MARTÍN CASTRO, Presidente del Poder Judicial, y el se-
ñor NEYRA FLORES.
II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS
§ 1. Aspectos generales
6. El actor civil, en cuanto parte procesal, presenta una configuración jurídica de suma impor-
tancia, en la medida que esta institución ha generado interpretaciones contradictorias que
con el tiempo han ido encontrando su cauce mediante las decisiones que han venido profi-
riendo los Juzgados y Salas, pero que al parecer no gozan de unánime respaldo.
Así las cosas, corresponde a este Supremo Tribunal en aras de garantizar la igualdad en la
aplicación judicial del derecho objetivo y la vigencia del valor seguridad jurídica, dictar un
Acuerdo Plenario que fije los alcances de los puntos en conflicto.
7. El Código Procesal Penal de 2004 establece que el ejercicio de la acción civil derivada del
hecho punible corresponde al Ministerio Público y, especialmente, al perjudicado por el deli-
to; además, estipula que si este último se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Mi-
nisterio Público para intervenir en el objeto civil del proceso: artículo 11, apartado 1), del cita-
do Código adjetivo. En tal virtud, la participación del Ministerio Público será por sustitución,
esto es, representa un interés privado. Por ello, su intervención cesa definitivamente cuando
el actor civil se apersona al proceso.
Sin lugar a dudas, la modificación más importante del Código Procesal Penal en el ámbito de
la acción civil incorporada al proceso penal se ubica en el artículo 12, apartado 3), del referi-
do Código, que estipula que la sentencia absolutoria o el auto de sobreseimiento no impedi-
rán al órgano jurisdiccional pronunciarse sobre la acción civil derivada del hecho punible vá-
lidamente ejercida, cuando proceda. Esto significa, en buena cuenta, que cuando se sobre-
see la causa o se absuelve al acusado no necesariamente la Jurisdicción debe renunciar a la
reparación de un daño que se ha producido como consecuencia del hecho que constituye
el objeto del proceso, incluso cuando ese hecho -siempre ilícito- no puede ser calificado co-
mo infracción penal.
8. El Código Penal –Título VI, Capítulo I, Libro I– regula el instituto de la reparación civil. El Có-
digo Procesal Penal –Libro I, Sección II–, por su parte, prescribe el procedimiento necesario
para su persecución eficaz. Con independencia de su ubicación formal, la naturaleza jurídi-
ca de la reparación civil es incuestionablemente civil, y que aun cuando exista la posibilidad
legislativamente admitida de que un Juez Penal pueda pronunciarse sobre el daño y su atri-
bución, y en su caso determinar el quántum indemnizatorio –acumulación heterogénea de
acciones–, ello responde de manera exclusiva a la aplicación del principio de economía pro-
cesal. GIMENO SENDRA sostiene, al respecto, que cuando sostiene que el fundamento de la
acumulación de la acción civil a la penal derivada del delito es la economía procesal, toda vez
que dicho sistema permite discutir y decidir en un solo proceso, tanto la pretensión penal, co-
mo la pretensión civil resarcitoria que pudiera surgir como consecuencia de los daños come-
tidos por la acción delictuosa y que, de ser decidida con absoluta separación en un proceso
civil produciría mayores gastos y dilaciones al perjudicado por el delito, debido a la onerosi-
dad, lentitud e ineficacia de nuestro ordenamiento procesal civil [Derecho Procesal Penal, 2ª
edición, Editorial Colex, Madrid, 2007, p. 257].
9. El artículo 139, inciso 3), de la Constitución consagra la garantía de tutela jurisdiccio-
nal, que incluye como uno de sus elementos esenciales el derecho de acceso a los órganos
235
Elky Alexander Villegas Paiva
jurisdiccionales, a través del cauce del ejercicio del poder jurídico de acción, que implica la
atribución que tiene toda persona de poder acudir al órgano jurisdiccional para que este, a
través de la prestación del servicio de impartir justicia al que está obligado, resuelva un con-
flicto de intereses o una incertidumbre jurídica.
En el proceso penal peruano la titularidad de la promoción de la acción penal –que se con-
creta en la expedición de la disposición de formalización y continuación de la investigación
preparatoria– corresponde en exclusiva en los delitos públicos a la Fiscalía –que es un dere-
cho deber del Ministerio Público–, y en los delitos privados al perjudicado por el delito. El ciu-
dadano frente a la comisión de delitos públicos solo tiene un derecho de petición, debida-
mente reglado, de acudir al Ministerio Público para dar cuenta de la notitia criminis.
10. Como se advierte, nuestro sistema procesal penal se ha adherido a la opción de posibi-
litar la acumulación de la pretensión resarcitoria, de naturaleza civil, en el proceso penal. En
tal sentido GÓMEZ COLOMER expresa que una vez aceptada la existencia de la permisibili-
dad de la acumulación al proceso penal de uno civil, toca determinar el objeto del proceso ci-
vil acumulado, que no es otro que la pretensión y la resistencia, siendo el contenido de la re-
ferida pretensión, casi siempre, de naturaleza patrimonial [Derecho Jurisdiccional III. Proce-
so Penal. El objeto del proceso. 12ª Edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 110).
En otras palabras, la acumulación de la acción civil al proceso penal, responde sencillamente
a un supuesto de acumulación heterogénea de pretensiones, con fines procesales estrictos.
Esta tendencia encuentra un beneficio en el hecho de que, con el menor desgaste posible de
jurisdicción, se pueda reprimir el daño público causado por el delito y reparar el daño priva-
do ocasionado por el mismo hecho.
§ 2. Actor civil. Requisitos para su constitución
11. Actor civil es el perjudicado que ejerce su derecho de acción civil dentro del proceso pe-
nal. Es decir, es quien ha sufrido en su esfera patrimonial los daños producidos por la comi-
sión del delito, siendo titular, frente al responsable civil, de un derecho de crédito, bien a títu-
lo de culpa, bien por la simple existencia de una responsabilidad objetiva que pudiera surgir
con ocasión de la comisión de un delito [VICENTE GIMENO SENDRA, Ibídem, p. 181]. Dicho de
otro modo, en palabras de SAN MARTÍN CASTRO, se define al actor civil como aquella perso-
na que puede ser el agraviado o sujeto pasivo del delito, es decir quien directamente ha su-
frido un daño criminal y, en defecto de él, el perjudicado, esto es, el sujeto pasivo del daño in-
demnizable o el titular del interés directa o inmediatamente lesionado por el delito, que de-
duce expresamente en el proceso penal una pretensión patrimonial que trae a causa de la
comisión de un delito [Derecho Procesal Penal, 2ª Edición, Editorial Grijley, Lima, 2003, p. 259].
12. El artículo 98 del Código Procesal Penal prevé la constitución del actor civil y sus dere-
chos. Esta figura legal está regulada en la Sección IV “El Ministerio Público y los demás suje-
tos procesales”, Título IV “La Víctima”, Capítulo II “El Actor Civil” del Libro Primero “Disposicio-
nes Generales”. Prescribe la citada norma que: “La acción reparatoria en el proceso penal solo
podrá ser ejercitada por quien resulte perjudicado por el delito, es decir, por quien según la
Ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los daños y perjuicios pro-
ducidos por el delito”.
13. El citado artículo 98 del Código Procesal Penal establece como premisa inicial que el ac-
tor civil es el titular de la acción reparatoria, y luego precisa que esta acción solo podrá ser
ejercitada por quien resulte perjudicado del delito. No debe olvidarse que la naturaleza de la
acción reparatoria es fundamentalmente patrimonial y es por ello la denominación del titu-
lar de ella: “actor civil”.
Este deberá, en primer término, sustentar en el proceso cómo es que ha sido perjudicado por
la conducta imputada al investigado y cómo el daño sufrido puede ser resarcido. Si bien en
muchos casos se admite que hay un componente moral en la colaboración del actor civil en
el proceso a fin de aportar con elementos que permitan probar la comisión del ilícito, lo cierto
236
El agraviado y la reparación civil en el nuevo Código Procesal Penal
237
Elky Alexander Villegas Paiva
resolver dentro del tercer día, es el hecho de analizar si este procedimiento de constitución
en actor civil debe hacerse obligatoriamente con la celebración de audiencia.
19. La lectura asistemática del artículo 102, apartado 1), del Código Procesal Penal puede
sugerir a algunas personas que el juez dictará la resolución sin otro trámite que el haber re-
cabado la información y la notificación de la solicitud de constitución en actor civil. Empe-
ro, el segundo apartado del indicado artículo precisa que para efectos del trámite rige lo dis-
puesto en el artículo 8 –se trata, como es obvio, de una clara norma de remisión–. Esta últi-
ma disposición estatuye que el procedimiento requiere como acto procesal central que el
juez lleve a cabo una audiencia con la intervención obligatoria del fiscal y, debe entender-
se así, con la participación facultativa de las otras partes procesales. No es el caso, por ejem-
plo, del artículo 15.2.c) del Código Procesal Penal, que autoriza al juez, bajo la expresión: “(…)
de ser el caso”, resolver un incidente procesal determinado solo si se producen determina-
dos presupuestos.
Resulta entonces que el trámite de la constitución en actor civil tendría que realizarse nece-
sariamente mediante audiencia, en cumplimiento de los principios procedimentales de ora-
lidad y publicidad, y el principio procesal de contradicción establecidos en el artículo I.2 del
Título Preliminar del Código Procesal Penal. Debe entenderse, desde esta perspectiva, que el
plazo de tres días fijado en el artículo 202.1 de la Ley Procesal Penal se refiere al paso de ex-
pedición de la resolución correspondiente –que en el caso del artículo 8 es de dos días de ce-
lebrada la audiencia como plazo máximo–, pero esta debe proferirse, como paso posterior,
de la realización de la audiencia.
Por consiguiente, no es posible deducir de la ley que la audiencia solo se llevará a cabo an-
te la oposición de una parte procesal, pues tal posibilidad no está reconocida por el Código
Procesal Penal y sería contraria al principio de legalidad procesal. No obstante ello, la vulnera-
ción del Derecho objetivo no necesariamente produce nulidad de actuaciones, pues esta tie-
ne como presupuestos no solo la vulneración de la ley sino principalmente la generación de
una indefensión material a las partes procesales o la absoluta desnaturalización del procedi-
miento lesiva a los principios y garantías que le son propios e insustituibles. La nulidad, pues,
está condicionada a las infracciones de relevancia constitucional se anotan.
III. DECISIÓN
20. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Supre-
ma de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, y de conformidad con lo dis-
puesto en el artículo 116 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial;
ACORDARON:
21. ESTABLECER como doctrina legal, los criterios expuestos en los fundamentos jurídicos
6 al 19.
22. PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina legal antes men-
cionada deben ser invocados por los jueces de todas las instancias judiciales, sin perjuicio
de la excepción que estipula el segundo párrafo del artículo 22 de la LOPJ, aplicable exten-
sivamente a los Acuerdos Plenarios dictados al amparo del artículo 116 del citado estatuto
orgánico.
23. PUBLICAR el presente Acuerdo Plenario en el diario oficial El Peruano. Hágase saber.
Ss. SAN MARTÍN CASTRO; VILLA STEIN; LECAROS CORNEJO; PRADO SALDARRIAGA; RODRÍ-
GUEZ TINEO; PARIONA PASTRANA; BARRIOS ALVARADO; NEYRA FLORES; VILLA BONILLA;
CALDERÓN CASTILLO; SANTA MARÍA MORILLO
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ÍNDICE GENERAL
Índice general
Dedicatoria ................................................................................................................ 5
Introducción ............................................................................................................. 7
CAPÍTULO PRIMERO
El nuevo sistema procesal penal peruano
1. La reforma procesal penal peruana en el contexto de la reforma
de la justicia penal en Latinoamérica: breve referencia .................... 13
2. Características de un proceso penal basado en el sistema
acusatorio........................................................................................................... 22
CAPÍTULO SEGUNDO
Protagonismo, neutralización y redescubrimiento
de la víctima en el sistema penal
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CAPÍTULO TERCERO
Víctima y victimización
1. Concepto de víctima ...................................................................................... 55
1.1. Concepto de víctima en el Código Procesal Penal de 2004 60
2. La victimización y sus consecuencias. Especial referencia a la
victimización secundaria .............................................................................. 62
2.1. Victimización primaria...................................................................... 63
2.2. Victimización secundaria................................................................. 63
2.3. Victimización terciaria ...................................................................... 70
CAPÍTULO CUARTO
Panorama internacional sobre los derechos y
garantías de las víctimas dentro del proceso penal
1. En los instrumentos supranacionales ...................................................... 73
2. En la legislación comparada ....................................................................... 79
CAPÍTULO QUINTO
Los derechos de la víctima en el Código
Procesal Penal de 2004
1. Introducción ...................................................................................................... 89
2. El derecho a un trato digno y respetuoso .............................................. 90
3. Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso ..... 99
4. Derecho a la intimidad .................................................................................. 105
5. Derecho a la información veraz.................................................................. 108
6. Derecho a ser escuchado en el proceso .................................................. 113
7. Derecho a la defensa ...................................................................................... 116
7.1. La audiencia de tutela de derechos como manifestación
del derecho de defensa a favor de la víctima .......................... 118
8. Derecho a la verdad........................................................................................ 124
9. Derecho a la protección integral .............................................................. 132
262
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CAPÍTULO SEXTO
La intervención de la víctima como elemento
probatorio en el proceso: la posición de la víctima
como testigo y su protección en este ámbito
1. Generalidades ................................................................................................... 153
2. La validez del testimonio de la víctima como elemento de
prueba ................................................................................................................. 155
3. Especiales circunstancias de la declaración de la víctima: el uso de
la cámara Gessel .............................................................................................. 159
CAPÍTULO SÉPTIMO
El actor civil y la reparación civil en el proceso penal
1. El actor civil ........................................................................................................ 167
1.1. Concepto ............................................................................................... 167
1.2. ¿Para qué constituirse en actor civil? .......................................... 170
1.3. Requisitos y oportunidad para constituirse en actor civil ... 172
2. La reparación civil en el proceso penal ................................................... 176
2.1. Naturaleza jurídica ............................................................................. 176
2.2. Daños resarcibles ............................................................................... 187
2.3. Extinción (prescripción) de la reparación civil ......................... 193
2.4. Excursos: Agraviado que recibió una reparación civil en
el proceso penal puede excepcionalmente obtener una
indemnización en la vía civil .......................................................... 196
Anexos ......................................................................................................................... 203
Bibliografía ................................................................................................................. 241
Índice general ........................................................................................................... 261
263