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BESTSELLER NACIONAL

Así es

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Junot Díaz
Ganador del Premio Pulitzer por La breve y maravillosavida de ÓscarWao
Elogios para

Así es como la pierdes

''Junot Díaz escrib e en un lenguaje tan electri-


zante y distinto que es casi un acto de agresión,
a la vez fascinante y erótico en su afirmación de
intim idad rep entina ... Es un ri tmo inco nfundi-
ble entre la opacidad y transparencia, exclusión
e inclu sión, resistencia y deseo ... Su estilo de
prosa es tan irr esistible, tan puramente divertid o,
qu e pon e al lector en p eligro de ser cegado por
su gran ofrenda. Pero un e su estilo aJ contenido
tan perfectam ente que en vez de cegarno s, se
co nvierte en un gran objet ivo en dond e vemos
la alegría y sufrimj ento en su forma de escribir " .
- 17,e New YorkTimes Book R eview

"Estas histori as ... son virtu osas, dornin an el co m-


po rtanuento qu e ext rae los corazo nes engañoso s
de los h ombre s co n maJ de amor es, y tienen un a
mezcla de la ternura, co media y vulgaridad de
Philip Roth. La voz de Oíaz es una delicia en
cada m ordid a propia, es un crisol de Span glish y
palabras callej eras, cultur a Domini cana y pop u-
lar, y poder descriptivo, tod o en una misma ora-
ción ". - USA Today
"Imp resion ante ... cómico en su depr esió n , en-
cantador en su locura e irresistible en su deseo
profund o". - The Washington Post

"Ardiente, algunas veces chistoso, y siempr e cau-


tivador. .. Los lectores se acordarán por que to do JU N OT DÍA Z
el mund o qui ere escrib ir como D íaz, traerlo a
casa, o las dos cosas. Crud o y hon esto, estas his- Así es como la pierdes
torias vibran con el ritm o del h.ip-hop y el sutil
pero aun m ás vital eco del corazón hum ano" .
-P ublishers Weekly Jun ot D íaz es el autor de la colección de relatos
Negociosy la novela La bre11e)' 111 ara11
illosa 11idade
"La destacada ficción escrita por D íaz perm a- ÓscarrM-io.Sus obras han aparecido en New Yor-
nece pr ecisa, sinu osa, fuerte e imag inativa ... ker, The París R eview y la anto logía de los mejo-
Cada atrevido relato de amor no correspo n- res relatos breves Best American.Short Storícs. H a
dido, de am.or traicion ero o de crisis familiares recibido el Premio PEN /Mala mud , el Premio
es eléctrico co n observaciones apasionadas e de Ficció n del Nationa 1 Book Cr itics Ci rcle, el
inteligenc ia emocional y social ... Ap resurados, Premio Anisfield-Wo lf, el MacArth u r Fellows-
impávidos, co mplejamente cóm.icos, callej eros, h.ip (Gen.ius Grant), el P remio Sunday T im es de
perfecta mente hechos y pro fundam ente sensi- C uento, y el Premio Puli tzer de Ficció n. N ació
bles, los cuen tos de D íaz desvelan vidas ensom- en Santo Domi ngo, Repú blica Domin icana, cre-
brecidas po r prejui cios y po breza y por despoj o ció en Nueva Jersey, y vive entre Nueva York y
de amor y co nfianza. Estas son vidas precarias, Boston, do nd e es editor de ficció n de la revista
poco apreciadas, pero preciosas, en las cuales la BostonRe11íew y profesor en la universidad M IT.
intimid ad es un arte perdido, la masculinid ad
un a parodi a, y la amabilidad y razón luchan por
la sobrevivencia como un a plántula en un a zona
de guerra". - Booklíst
Así es como la pierdes

TAMB I ÉN D E JUNOT DÍAZ

Negocios
Ln breve y maravilfosa vida de Óscar Wao JUNOT DÍAZ

Traducciónde Achy Obejas

VINTAGE
o ESPAÑOL
UNA DIV I SIÓN DE RANDOM HOUSE, INC.
NUEVA YORK
PR IMERA ED IC I Ó N V I NTAGE ESPAÑOL.JUN IO 2013
Para Marilyn Ducksworth y Mih-Ho Cha,
cd611© 2013 por Achy Obcjas
Copyright de la trad11
en honor a su amistad, su ardor,su delicadeza
Todos los derechos reservado s. Publicado en los Estados Unidos de
América por Vintage Español, una división de Random House, ln c.,
N ueva York y en Candada por Random H ouse of Ca nada Li111ic ed,
loronco . Origina lment e publi cado en inglés en EE.UU. co mo
T/1isis Ho111) 'á11 Lose Her, por Riv erhcad Books, una divisió n
de Pcnguin Group (USA), Nueva York, en 2012.
Co pyright © 2012 por Junoc Díaz.

Vimage es una marca registrada y Vintage Espa,io l y su co lofón


son marcas de Rand o m House, ln c.

Parces de este libro aparec ieron origina lmente en form ato diferente
en inglés en Tire Ncu, )1,rkcr.

Extracro de "Onc Last Poem for Ri chard" © 1987 po r Sand r:1Cisne ros.
Traducc ión del poema © 20 13 por Liliana Valcnzuela.

R eproducidoe"'' prrmiso de S111ar1


lJems1ci11Rcpresr111a1io11for A rtists,
N11c11a York. Todos los derechosreservados.

Esca es una obra de ficción . Los nombres , personajes, lugares e


incidentes o son produ cto de la imaginación dd autor o se usan de
forma ficticia. Cua lqui er parecido con per sonas, vivas o muertas ,
eventos o_escenarios son puramente casuales.

Vint agc ISBN: 978-0-345-80524-9

Para venta exclusiva en EE.UU., Canadá, Puerco Ki co y Filipinas.

www.vintagccspano l.co m

Impr eso en los Estados Unidos de América


10 9 8 7 6 5 4
Pu es, no funcionamos, y todo s
los recuerdos a deci r verdad no son bueno s.
Pero a veces la pasamo s bien.
E l amo r fue bu eno. M e encantaba tu dormir ch ue co
a mi lado y nun ca soñé co n mjedo.

D eb ería hab er estrellas para grand es gu erras co mo la nuestra.

SANDRA C ISN EROS ,


«Un últim o poe ma para R.ichard »
ÍNDI CE

El sol, la lun a, las estrellas. 13


Nild a . 37
Alma. 53
O tr a vida, otra vez 59
Flaca . 85
La d octr in a Pura 95
Invierno 123
Mi ss Lora. 147
G uía de am or para infi eles . 171
EL SOL, LA LUNA, LAS ESTRELLAS
No soy un tipo m alo. Sé cómo suena eso -defensivo, sin
escrúpulos- pero no es así.
Soy como todo el mundo: débil, capaz de cualq uier
metedura de pat a, pero básicamente buena gente. Sin
embargo, Magdalena no lo ve así. Ella me considera el
típico dominicano: un sucio, un perro. Sucede que,
hace varios meses, cuando Magda todavía era mi novia,
cuando yo no tenia que tener tanto cu idao con casi todo
lo que hacía, le pegué cuernos con un a j evita qu e tenía
una montaña de pelo a lo freesty le, como en los años
oc hent a. No le dije nada a Magda, por supuesto. Tú sa-
bes cómo es eso . Un huesito apestoso como ese, mejor
enterrarlo en el patio de tu vida . Magda solo se ente-
ró porque un a amiguita suya le mandó una fokin carta.
Y esa carta tenía detalles. Vainas que no le contarías a
tus panas, ni aunqu e estuvieras borracho.
Y lo peor es que esa pendejada se había terminado
ha cía meses. Magda y yo h abíamos recuperado nuestro
flow. Ya la distancia entre nosotros de aquel in vierno en
el cual le pegué cuernos estaba venc ida. Descongelada
totalmente. Ella venía a mi apartamento y en lugar de
hanguear -yo fumando, ella aburridí sim a- íbamos al cine.
Y a diferentes lu gares a comer. Hasta fuimo s a ver una
obra teatral en Crossroads y le tomé una foto co n unos
negros dramaturgos muy import antes, fotos en las que
ella sonríe tanto que parece que esa bocata suya se va a

15
desqui ciar. Volvíam os a ser parej a otra vez. Visitábamo s D éjame explicarte quién es M agda. O riund a de Berge n-
la familia los fin es de semana. D esayun ábamo s en cafe- line: baji ta de boca grande, treme ndas caderas y unos rizos
terías de madru gada, cuand o tod avía n adie se había le- n egros en los cuales se te pu ede desaparecer la mano. Su
vantado, hur gáb amos junt os por la bibliot eca de N ew papá es panadero, su mamá vende ropas de niño a domi -
Bru nswick, la que construyó Carnegie por remordimi en- cilio. D e p end ej a no tiene na, pero tamb ién sabe per-
to. Llevábamo s un ritm o rico. Pero entonces llegó la car- don ar. Ca tólica. M e arr astraba a la misa en españ ol los
ta y explotó com o un a granada de Sta r Trek, acaban do domin gos, y cuand o algún parient e está enfer mo, espe-
con todo pasado, pr esente y futuro. D e bu enas a prim e- cialment e los qu e siguen en Cub a, le escrib e cartas a un as
ras sus padres me querían matar. N o imp ort aba qu e los m onjas en Pennsylvania para pedirles qu e rece n po r su
hubi era ayudad o co n sus impu estos en los último s dos familia. Ella es la nerd que con oce n todas las bibli oteca-
años o qu e les cor tara el césped. Su papá, qui en m e h a- rias del pu eblo, la maestra a qui en todos los estudi ant es
bía tratado com o a su pro pi o hij o, ahora al co nt estar el adoran. Siempre dándome recor tes de pe riódicos, vainas
teléfo no m e llam a hijo ep uta y suena com o si se estu- domini canas . N os veíamos to das las seman as, y aun así
viera ahorcand o co n el cable del teléfo no. N o mereces me env iab a me nsaji tos cursis po r corr eo: Pa qu e no me
qu e te hable en esp aílo l, me dice. Veo a un a de las am.i- olvides. No existe nadie peor con quien qu edar mal que
gas de M agda en el Woo dbridge M aJJ-C laribel , la ecua- con M agda.
tor ian a co n títul o de bióloga y oj os ac hin aos- y me Mira, no te voy a aburri r contándo te lo qu e pasó des-
trata como si m e hu biera co mío al hijo pr edilecto de pu és que se enteró . Cómo le rogué, cómo me arrastré
alguien. po r enc i1na de vidr ios ro tos, có m o le llo ré. Vamos a
Mira, no quieras tú saber cómo reaccionó M agda. Fue d ej arlo en qu e despu és de dos sema nas de este drama,
co mo un choq ue de cin co trenes. M e tir ó la carta d e yendo hasta su casa, escrib iénd ole cart as y llamá nd ola a
Cassandra -f aJJó y fue a parar debajo de un Volvo- y en- to das h oras d e la noc he, nos reconcil iamos . N o q uiere
tonces se sentó en la acera y empezó a hiperventilar. O h, d ecir qu e vo lví a cenar co n su famili a ot ra vez o que
Di os, chilló. Oh , Di os. sus ami gas lo celebraron, esas cab ronas lo ú n ico que de-
Este es el mom ento en el cual mis panas dice n que lo cía n era: N o, j amás, never. N i la misma M agda estaba
hubi eran rebatid o to do con una Fokin Negac ión To tal. en tu siasmad a co n la reco n ciliación al pr in cipio, pero
¿Cassandra qui én? Pero yo estaba demasiao nervioso, n o yo te nía la fuerza del pasado de mi lad o. Cuando ella
po día ni siq uiera int entarlo. Me senté a su lado, le agarr é . m e preg unt ab a: ¿Por qué no me dejas tran qu ila?, yo le
los brazos, qu e aho ra se mo vían com o aspas de molin o, decía la ver dad : Porq ue te qui ero, ma m i. Sé qu e esto
y le dije algu na tontería como M agda, tienes qu e escu- parece un a p en dejada pero es verda d: Mag da es m i co-
charm e. O no vas a ent ender. razón . N o que ría que me dejara; n o m e iba a pone r a
buscar novia nueva porqu e hab ía metío la pata solo u na
fokin vez.

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Pero no creas que fue fácil, porque no lo fue. Magda es qu e estaba bien asfix:iao de Ma gda. Empecé a enfo-
es terca. Cuando em pezamo s a sabr, dijo qu e n o se iba a carm e en ella de nu evo, pero nada me daba resultado.
acostar conmigo hasta que estuviéramos junto s por lo Cada película que íbamos a ver, cada paseo en carro qu e
meno s un m es, y la hom egirl no se echó pa atrás, ro dábamos, cada vez qu e ella se qu edaba a dormir en mi
importó cuánto traté de bajarle los pantis. Ella es sensi- casa, parecía con fir mar algo negativo en nú . Sentía qu e
ble también. Asimila el dolor como el papel el agua . N o m e moría a grado s, pero cuando traté de hablarle de eso
te puedes im agin ar cuántas vec es m e preguntó (espe- me dijo que estab a parano ico.
cialmente después de rapar): ¿Me lo ibas a decir? Su otra Como al mes , emp ezó a camb iar de man era tal que
pregunta favorita era ¿Por qué? Mis respuestas favoritas de verdad le hubiera causado alarma a cualqui er tígu ere
eran Sí y Fue una estupid ez. No estaba pen sando. paranoico. Se cortó el pelo, empezó a com prar maqui-
Por fin pudimo s hablar sobre Cassandra, pero gene - llaje de mejor marca, ropa nu eva, y estaba de pachanga
ralmente en la oscurid ad, cuando no nos podía1no s ver todos los viernes con sus amigas. Cua ndo le pido a ver si
el uno al otro. Magda me pregunt ó si había qu erid o a pod emo s hangu ear, ya no estoy muy seguro de lo que me
C assandra y le dije que no. ¿Todavía piensas en ella? No. va a decir. Muchas veces me contesta casi de usted: N o,
¿Disfrutaste el sexo con ella? Para serte sincero, baby, fue gracias, mej or no. Le pregunto qué co ñazo cree qu e es
fatal. Sé que decir esto nun ca parece verdad pero en es- esto y me dice: Eso mismo me pregunto yo.
tas circunstan cias hay qu e decirlo de todos modo s, sin Sé lo que estaba haciendo. Se asegur aba d e que yo
imp or tar lo imb écil y falso qu e suene: hay que dec irlo. sup iera cuán precaria era mi po sición en su vida. Co mo
Así que por un tiempo despu és qu e volvimos, todo si ya no estuvi era consc ient e de ello.
iba tan bien como poclia esperarse. Entonces llegó junio. Nubes blancas y caluro sas enca-
Pero solo por un tiempito. Poco a poco , de manera casi lladas en el cielo, gente lavando carros con mangu era en
imperceptible, mi Magd a comenzó a convertir se en otra mano , mú sica en la calle. Todo el mundo preparándose
M agda. Y esta Ma gda no quería quedarse a dormir con - para el verano, incluso nosotros. Hací a un os meses había-
migo tanto como antes, o rascarme la espalda cuando se mos planificado u n viaje a Santo Domin go, un regalo de
lo peclia.Es increíble de lo que te das cuen ta. Por ejem plo, aniversario, y ahora ten íamos que decidir si todavía íba-
ella nun ca me había pedido que la volviera a llamar cuan- mo s a ir j unto s. La pregunta se había ido asomando po r
do estaba al teléfo no con otra gente. Yo siempr e había el horizonte hacía tiemp o, pero yo había calculado que
sido la prioridad. Pero ya no. Por supu esto que les eché la la cosa se resolvería sola. Cuando así no fue, saqu é los
culpa de tod a esa pendejada a sus amigo tas porqu e sabía pasaj es y le pregunté: ¿Qué te parece?
qu e ellas todavía le estaban hablando mal de nú. M e parece que es un compromiso demasiado grande .
Ella no era la úni ca con asesoramiento, mi s panas me Po dría ser peor. Son vacaciones, po r el amor de Dio s.
decían pal carajo con ella, no pierdas tiempo co n esa Lo veo co mo presió n.
j eva, pero cada vez qu e lo int entaba no podía. La verdad No tiene qu e ser presió n.

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No sé por qu é me apegué tanto a eso del viaje. Le surr a al vecino. La última vez que la vi tod avía no sabía
sacaba el tema todo s los días, tratando de que se compro - hablar bien, no podía decir un a frase compl eta. Pero ya es
metiera. Qui zá me estaba cansando de nu estra situac ión. toda una muj er. Imagín ate. Me encantan las maletas que
Quería estirarme, quería que algo camb iara. O quizá se mi mam á empaca, vainas pa la familia y algo pa M agda,
me había metido la idea en la cab eza de qu e si decía: Sí, un regalo. No importa lo qu e pase, tú le das esto.
vamos, entonces todo entre nosot ros se arreglarí a. Y si Si esto fuera otro tipo de historia , te hablaría del mar.
decía : No , esto no es para mí , por lo meno s entonce s Cómo se ve cuand o se dispara hacia el cielo por los agu-
entendería que habíamos terminado. j eros en los arrecifes, y có mo cuand o voy manejando
Sus amigas - las peores perdedora s d el mundo- le desde el aeropu erto y lo veo así co mo tr izas de plata, sé
aco nsejaron que hiciera el viaje y qu e enton ces jamás con certez a qu e estoy de regreso . Te co ntaría sob re la
me volviera a hablar. Por supu esto, ella me dec ía toda cantidad de pobres infelices qu e hay aquí. M ás albinos,
esta mierda porgue no podía dejar de contarme tod o lo más bizcos, más tígueres de lo qu e te pudi eras imag inar.
que estaba pensando.¿ Y qu é crees tú de esa sugerenc ia?, Y te habl aría sobr e el tráfi co : la histor ia auto movilística
le pregunté. ent era d e la segund a mitad del siglo vein te en un en-
Se encog ió de h ombro s. Es un a idea. ja mbr e cubri en do cada pulgada de suelo llano, una cos-
Hasta mi s panas ya estaban hartos . Loco , parece que mol ogía de cacharros , motoci cletas abolladas, cam.iones
estás botand o una pila de cuart o en esa vaina. Pero yo abo llados, gu aguas abo lladas, y un sinnúm ero de talleres
hon estam ente pensaba que el viaje nos podía ayud ar. para arreg larlos, en los que el mecánico es cualqui er co-
Muy dentro de nú, en esa part e núa adonde ni sigui era mem ierda con un alicate en la mano. Te con taría sobre
mis panas tienen acceso, soy op timista. Pensaba: E lla y los ranc hit os y las llaves sin agua y los mor enos en las
yo en la isla. ¿Có mo que no nos vamo s a ar reglar? vallas de anun cios com erciales y que la casa de mi fami-
lia cu en ta co n una letrina como algo indispensab le. Te
contaría sobr e mi abuelo y sus mano s de camp esin o, de
Tengo qu e confesa rlo: me encanta Santo Dom in go . M e lo triste qu e está p orgu e no vengo para quedarme, y so-
encanta llegar y enco ntrarm e co n esos tip os en chague- bre la calle donde nací, Calle XXI, y có mo todavía no
tados que me ofrecen vasitos de Brugal. M e encanta cuan- ha decidido si quier e ser un gueto o no, y cóm o se ha
do aterr izamos, todo el mundo aplaudiendo cuando las quedado en este estado de ind ecisión para siempr e.
rueda s del avión besan la pista. Me encanta qu e soy la Pero todo eso sería otro tipo de histor ia, y ya tengo
úni ca per son a en el avión sin un a conexión cuban a o sin bastante dificultad co n esta. C réeme. Santo D omin go es
un yaniguegue de maquillaje en la cara. M e encanta la Santo Domin go. Vamos a hacerno s de cuent a qu e todo s
pelirroja que viene a ver a la hija que no ha visto en once sabem os lo que pasa allí. ·
años. Los regalos que lleva sobre las piern as son co mo los
hu esos de un santo . Mij a ya tien e tetas, la muj er le su-

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Debí hab er estado fumando algo porque pens é que todo me estaba portando como si todo fuera a desbaratar se
andaba bien esos prim eros dfas. Sí, claro, el tiempo ence- en cualqui er momento. Me mole staba que ella insistiera
rrado s en casa de mi abuelo requeteaburrió a Magda. en repor tarse con sus amigas todas las noches -como si
Hasta me lo dijo: Estoy aburridísima, Yunior. Pero ya le creyera n que la iba a matar o algo así- , pero pal carajo,
había advertido sobre la visita obligatoria a mi abue lo. para nú la cosa iba mejor que nun ca an tes.
Pensé qu e no se molestaría; por lo general, ella se lleva Estábamos en un h otelito de mala muerte cerca de Pu-
muy bien co n los viejitos . Pero casi ni le habló. Estaba camaima. M e relajaba en el balcón ni.irando las Septen-
incó moda por el calor y se tomó como quinc e botellas trionales y la ciudad a oscuras en su eterno apagón cuando
de agua. La vaina es que antes de que amaneciera el se- la oí llor ando. Pen sé que era algo serio, busqu é la lint er-
gundo día ya habíamo s salido de la capital en un a guagua na y le iluni.iné la cara li.inchada por el calor. ¿Qué te pasa?
rumbo al interior del país. Los paisajes se veían superfly, Sacudió la cabeza . No quiero estar aquí.
a pesar de que había una seguía y el campo ent ero, inclu- No entiendo.
yendo las casas, estaba cubi erto de polvo rojizo. Le seña- ¿Qué es lo que no entiendes? Yo. No. Quiero . Estar.
laba todo lo que hab ía camb iado desde el año pasado. El Aquí.
Pizzarelli nu evo y el agua en funditas plásticas qu e ven- Esa no era la Magda que yo co no cía. La Magda qu e
dían los tigueritos. M e metí hasta en lo lústóri co. Aquí es yo conocía era supercorté s. Tocaba en la pu erta antes de
donde Trujillo y sus co mpin ches de la Marin a asesin aron entrar.
a los gaviJJeros, alli dond e el Jefe llevaba sus j evas, por acá Por po co grito: ¡Cuál es tu fokin problema! Pero me
donde Ba laguer le vendió su alm a al diablo. Parecía que aguanté. Terni.iné abrazándo la y ni.imándola y preguntán-
Magda disfrutaba de eso. Asentía con la cabeza . Me ha- dol e qué le pasaba. Lloró por largo rato y después de un
blaba de vez en cuando. ¿Qué te puedo decir? Creía que silencio volvió a hablar. Para entonces había vuelto la luz.
estábamos en bue na onda. El lío era que ella no quería estar viaj ando co mo un par
Ahora, cuan do lo pienso, me doy cuenta de que había de mu er to s de hambr e. Pensaba que íbamo s a estar en la
señales. Primero, Ma gda no es callada. Es habladora, una playa, me dijo.
fokin babo sa, y hasta teníam os un acuerdo: yo levantaba Vamos a estar en la playa. Pasao mañana.
la mano y pedía time out, y ella te1úa que callarse por lo ¿Por qué no podemos ir ahora?
menos por dos minuto s, para que yo pudiera pro cesar los ¿Qué más podía hacer? Ella d e pie esperando que yo
chorros de informa ción que ella había ido soltando. Le dijera algo y, para co lm o, en ropa int erior. ¿Y qué se me
daba pena, co mo si la hubi esen rega1i.ado,pero no le du- ocurrió? Baby, vamos a hacer lo que tú quieras. Llamé al
raba tanto como para no arrancar otra vez en el mi smo hotel en La Romana, pregunté si podíamos llegar tem-
momento en que yo le decía: OK, ya. prano , y por la mañana nos montamos en una guagua
Quizá fue que estaba de buen humor. Fue la primera express a la capital seguida de otra guagua a La Rom ana.
vez en muchas semanas en que me pud e relaj ar, que no No dije ni fokin pío, y ella tampoco. Tenía cara de can-

22 23

-.--f -- _-_e:.--<_ - t.! .• . ·-* ---..-.-


sada y nu raba el mund o de afuera co m o si estu viera a
punt o de dec id e algo. Ni sigui era qui ero decirt e dón de estamo s. Estam os en
Casa d e Ca mp o. El R eso rt gu e la Vergüenza O lvid ó.
Ya para m ediados del tercer día de nuestro All-Qui s-
A un com emierda cualqui era le en cantaría este lugar. Es
queya Rede mp tio n To ur estábam os en un bungalow co n
el cent ro turí stico m ás grand e, más millo nar io de toda la
aire aco ndicionao y nur and o HB O . Exac tament e dond e
isla, lo qu e qui ere d ecir qu e es un a fort aleza, co n tre-
quiero estar cuando estoy en Sant o D omin go. En un fokin
m endo s mu ros que n os separan del resto del mundo.
cent ro tu tí stico. M agda leía un libro escrito por un m onj e
Gua chim anes y pavos reales y un a ambi ciosa j ardin ería
de la T rap a, de mejor hum or, parecía, y yo estaba sentado
de mat as podadas co m o estatu as po r to dos lados . En Es-
en el borde de la cam a, manoseand o un mapa in ú til.
tados Unid os se anun cia co m o su propio pa ís, y la ver-
Se me oc urri ó qu e, despu és de tener qu e hace r to do
dad es qu e lo p arece. Ti ene su propio aero pu er to, trein ta
eso, m e m erecía algo. Algo fisico. M agda y yo ge neral-
y seis hoyos d e gol f y playas tan blan cas qu e pr áctica-
ment e teniam os un a actitud bastant e casual sobre el sex o,
ment e piden que las pisoteen ; el úni co d01n o de la isla
pero desde lo de los cuern os todo se había pu esto bastan -
que ves aquí o tien e la cara co m o un yaniqueq ue de ma-
te extraiio. Prim ero, ya n o lo hacíamos tan reg ular m ent e
quill aj e o te está camb iando las sábanas. En o tras pala-
co m o ant es. Co n suert e echába m os un po lvito un a vez
bras: nu abu elo j am ás ha pu esto un pie aquí, 11.i el tu yo
a la sema na. Yo soy qui en tien e gue insinu arle, ence n -
tamp oco . Aquí es do nde viene n los García y los Co lón
der la cosa, de lo co n trar io no singam os. Ella siempr e se
despu és de un m es de oprimi r a las m.asas, dond e los tu-
hace la que no lo qu iere, y algun as veces de verdad no
tump o tes se reún en a int ercambi ar datos co n sus colegas
quiere, ent onces tengo gue calmarme, coge rlo suave, p ero
del ex teri o r. Si hang ueas po r acá por mu ch o tiemp o,
o tras veces sí q uiere y tengo gue toca rle la choc ha, gu e
seguro qu e te revoca n el carn et de gu eto, sin dec irt e ni
es m i m anera de in iciar las cosas, de decid e: ¿Q ué m e
m edia palabra.
dices, mami? Y ella vira la cara, gu e es su m anera de decir:
N os levan tamos tem prani to para ir al bufet do nd e nos
Tengo d em asiado orgullo co m o para dejarm e vencer tan
sirven un as muj eres mu y sonri entes disfrazadas de Aunt
facilme n te po r tu deseo animal, pero si sigues co n el de do
ahí, no te voy a pa rar. Jemim a. Te lo jur o por m.i madre: estas neg ritas hasta se
ponen pañu elo en la cab eza. M agda le está escr ibiend o
H oy co m enzamo s a hace rlo sin pro blemas , y a la mi-
un p ar d e p ostales a su famili a. Q ui ero hablar sobr e lo
tad del cami n o, me dijo: Espera, frena, no debem os. Yo
quería saber po r gu é. que pasó ayer, p ero cuando lo int ent o ella baja el bolí-
grafo. Se tapa los oj os co n las gafas de sol.
Cerró los oj os como si le di era p ena. Forge t abo u t it ,
Sient o qu e m e estás presionando.
me dijo, y em pezó a m ove r las caderas debajo de mí.
O lvídalo. ¿C óm o es qu e te estoy p resio nando ?, pr eg unt o.
Solo qui ero un poco de esp acio pri vado de vez en
cuand o. Ca da vez qu e estoy co ntigo sien to gu e quieres
algo de mi.
24
25
Espac io privado , digo, ¿qué quieres decir con eso?
Yunior, porfa.
Que quizá una vez aJ día tú hagas algo por tu cuenta
y yo otra. Entonces ¿puedes dec ir que te gusto mucho?
¿Me puedes dejar tranquila? Mi ra que jod es.
¿Cuándo? ¿Ahora?
Dejo que el sol m e clave en la arena. Esta vaina entre
No tiene que ser ahora. Está exasperada. ¿Por qué no
bajamos a la playa? Magda y yo es desalentadora. No parece mo s u na pareja.
C uando sonríe, le pid en casarse con ella; cuando yo son-
Mientras caminamos hacia el carr ito de golf del ho-
río la gente chequea a ver que no les haya robado la car-
tel, le digo: Magda, siento que has rechazado mi país
entero. tera. Ma gda ha sido una estrella desde que llegamos aquí.
Tú sabes có mo es eso, cuand o llegas a la isla con un mu-
No seas ridículo. Deja caer una mano sobre mi rodi-
je rón así, a quien casi no se le ve el negro. Los pr ietos se
lla. Solo quiero relajarme. ¿Hay algo malo en eso?
vuelven locos. Tú sí eres beUa, muchac ha, Je pirop ean los
El sol está resplandec iente y e] azul del mar sobrecar-
machos en la guagua . Cada vez que m etía u n deo en el
ga mi cerebro. Casa de Campo tiene playas igua l que e]
agua para nadar, se aparecía un m ensajero de a111ormedi-
resto de la isla tiene probl emas. Pero sin merengu e, sin
terrán eo y empeza ba a darle mu ela. Por supu esto, no soy
carajitos, nadi e que te esté tratando de vender chicha-
na cor tés. ¿Por qu é no te largas, Pancho? Estamos de lun a
rrones, y se ve qu e hay tremendo déficit de melanina.
de mie l. Hay un perrito que sí es persistente, hasta se sien-
Cada cincuenta pies, hay por lo menos un fokin euro
ta cerca de nosotros para impresionarl a co n los pelo s pa-
desplayado en un a toall a como un monstruo pálido y
raos que tiene alrededor de las tetillas, pero en lugar de
horrible vomitado por e] m ar. Todos tienen cara de ca-
ignorarlo, eUa empie za a hablarle y resulta qu e también es
tedrático s de filosofia, Foucault s baratos, y mu chos -de-
dominicano, de Qu isqueya Heights, un fiscal auxiliar qu e
masiaos- están acompañaos de dominicanas morenas
quiere a su pu eblo. Es mejor que sea yo el qu e los acusa,
y culon as. D e verdad, estas j evitas con mirada d e puro
dice. Por lo menos los entiendo. Pero m e quedo pensando
ingenio no tienen más de dieciséis años de edad. Y como
que suena co mo uno de esos hijo eputas que en los viejos
no se pu eden comun icar, te das cuenta inm ed iatamente
tiemp os nos vendía al bwana sin pestafiear . Después de
que estas parejas no se co no cieron por casua lidad un día
en 1aRive Gauche. tres min ut os de oírlo hablar, ya no pu edo m ás y Je digo a
Magda: Deja de hablar con ese comemi e rda.
Magda anda en un bacaní simo bikini con colores de
El fiscal auxiliar se sobresalta. Eso conmigo no es, dice.
Ochún qu e sus amigu itas le ayudaron a eleg ir para tor-
De h echo , sí, sí lo es, Je digo .
turarme, y yo ando en un traj e de baño gastao qu e dice:
Esto es in creíble. Magda se levanta y cami na con ri-
«~andy Hook Forever!» . Confieso que, con Magda me-
gide z hacia el agua. Tiene una media luna d e arena pe-
d10 en cueros en público, me siento bastant e vuln erable
gada en las nalgas. Esto es una fokin angustia.
e intranqu ilo. Le pongo Ja mano en Ja rod illa. Quisiera
El tipo me dice algo pero no le pongo atención. Ya
que me dijera s que me quieres.
sé lo que eUa m e va a decir cuando regrese y se siente a
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1ni lado. Ha llega do el mom ento de que vayas por tu lado La mejor manera de volver a enc end er una relación
y yo p or el mio.
es con celos, m e aconseja. E sa lecc ión la ap re ndí cuan-
do era estudi ant e en Syracuse . Baila co n otra muj er, bai-
la un merengue, y a ver si tu jeva no salta a la acció n.
Esa no che m e qu edo rondand o por la piscin a y el bar , T ú qu er rás decir: Salta a la violencia.
llamado Club Cacique. Magda está desapare cida. Co- ¿Te pegó?
no zco a una dotn.inicana de West New York. Fly, claro. C uan do se lo con fesé, m e dio trem endo galletazo .
Trigu eña , con la greña más escanda losa de este lado de Pero, hermano, ¿cómo se te ocur rió decírselo? Es Bár-
Dy ckman. Se llama Luc y. Está hangu eando con tres pri- baro quien pr eg unt a. ¿Por qué no lo ne gaste?
mas adolescentes. Cuando se guita la bata para m eterse en Com padr e, le m andaron una cart a. Ten ía evidencia.
la piscina, le veo un a telaraña de cicatrices en la barriga. E l Vi cep resident e sonríe fantá sticame nt e y pu edo ver
Tambi én con ozco a un par de ricachon es tomando claram ent e por qu é es vicep reside nte. Luego, cuando re-
cog nac en la barr a. Se pre sentan co mo el Vicepresiden- grese a casa, le co ntaré a mi mam á todo este ro llo, y ella
te y Bárbaro, su g uardaespalda s. D ebo tene r trem enda m e dirá exactamente de qu é es vicepresidente este tipo .
cara de de sastre. M e dejan co nt arles mis pena s co mo si Di ce : Ellas solo te dan go lp es cua ndo te qui eren .
fueran un par de capos y les estuviera proponi endo un Amén, murmur a Bárbaro. Amén.
asesinato. Se co mp adece n de mi. Está co mo a 1nil gra do s
y los m osquito s zumban como si fu eran a h ereda r la
tier ra, p ero estos do s tigu eron es tienen pu estos unos Todas las ami gas de M agda dice n q ue le pu se cuerno s
trajes carís imo s y Bárbaro hasta lleva un ascot m ora do porq ue soy domini cano , qu e todos los dom os somos un os
amarr ado al cuello. Una vez, un soldado trató de serru- perros y qu e n o se pu ede co nfi ar en n osotros . Dudo
charle el cuello y ahora se cubr e la cicatri z. Soy un hom- qu e yo p u eda representar a todo s los h om br es domini-
bre mod esto, di ce.
cano s, p ero tamp oco creo qu e ellas puedan generalizar
Voy al tel éfo n o a ver si llamo al cuarto. M agda no así. Desde mi punto de vista, no fue po r ge nética; hub o
está. Voy a la recepc ió n. No hay m ensaje alguno . Re- razo n es. Ca usalidad es.
greso a la barra y sonrío.
La verdad es qu e no hay un a relación en e l mundo
El Vicepresidente es un tipo j oven, de treint a y pico que no pase p or turbu lenci as y sin dudas que ese era el
de años y bastant e chévere para ser un chupa barrio s. M e caso de la núa con M agda.
aconseja que me bu sque o traj eva, que sea bella y negra . Yo viv ía e n Brooklyn y ella co n sus padres en Jersey,
Y yo pienso: Cassandra.
hablábamo s tod os los días por teléfono y nos veíamos los
El Vi cep resid ent e agita la mano y los tragos de Bar- fines de sem ana. Gener alm ent e, yo iba a dond e ella. Éra-
celó aparecen tan rápido que todo aparenta ser ciencia mos súp er Jer sey: el mall, la fatn.ilia, el cin e, mu cha tele-
ficción.
visión. Después de un año junto s, así íb am os. Nue stra

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relación no era el sol, la luna y las estrellas, pero tampoco La prim era noche que lo hic imo s -y fue buenísimo, la
era un a mierda. Esp ecialmente no los sábados por la ma- verdad qu e ella no estaba haciendo cuentos- m e sentí tan
ñana en mi apartam ento cuando ella colab a café estilo mal que no pude dormir, a pesar de que ella es una de esas
campo, filtrándol o por la vaina esa que parece un a media. muj eres cuyo cuerpo se te encaj a perfe ctam.ente. D en-
Siempre les decía a sus padr es la no che anter ior que se tro de mí algo m e dijo: Ya lo sabe, así que llam é a Mag-
iba a quedar en casa de Claribel; ellos de seguro que sa- da desde la misma cama y le pregunté si todo estaba bien.
bían dónd e estaba, pero nun ca dij eron na. Yo dormía Su enas raro, m e dijo .
hasta tarde en la mañana y ella leía rascándom e la espalda Re cuerdo a Cassa ndra, presiona ndo la part idura del
en lentos círculos, y cuando m e qu ería levantar empeza- toto co ntra mi pi erna m ientr as yo le decía a Magda: Es
ba a be~arla hasta que ella m e decía: Por Dio s, Yunior, qu e te extra ño.
me estoy mojando.
No era infeliz y no andab a buscando otra s j evas, como
otros locos que co nozco . Por supu esto qu e chequeaba a Otro día p erfecto y soleado en el Car ib e y lo úni co qu e
las otras muj eres, hasta bail aba co n ellas c uand o salía, Ma gda me ha di cho es Pásame la crema de sol. H oy hay
pero no guardaba sus núm e ros ni na de eso. un a fiesta en el hot el. Todo s los hu éspedes están invit a-
Sin em bargo , n o te creas qu e el ver a algui en solo un a dos. E l atu end o es sem ifo rma l, pero no ten go ni la ropa
vez a la seman a no enfría las cosas, qu e bastant e que las ni la e nergía para vestir me. Pero claro que M agda sí. Se
enfría. Uno no se da cuenta hasta qu e se aparece un a j eva pon e uno s pantal ones gol d lam é sup erap re taos y un a
nu eva en el trabajo , con un culón y tremenda boca y de blusa co rta qu e le hace jue go y qu e deja qu e se Je vea el
una vez te e mpi eza a mano sea r, te toca los pec toral es anillo qu e lleva en el o mbligo. El pelo le brilla y es ne-
mientra s se qu eja de l no vio qu e la trata como un trapo; gro co mo la n oc he y me acuerdo qu e la p rimera vez
la verdad es qu e los negros no enti end en a las latin as. qu e besé esos rizos, le pr egunt é: ¿Y dón de están las es-
Cassandra. Ella organizab a las apu estas de fútb ol ame- trellas? Y ella co nt estó: Un poq uit o má s pabajo, papi.
ricano y hacía cruc igramas mi entr as hablaba por teléfo - No s param os frente al espejo. Tengo puestos uno s pan -
no. Siempr e se p o nía fald as de m ezclilla. E mp ezam os a tal ones de vestir y un a chacaba na estruj á. Ella se pin ta
salir a abnorzar junto s y siempre teníamos la mi sma co n- los labio s; siempre he creído qu e el uni verso inventó el
versac ión. Yo le aconsejaba qu e dej ara al mor e no, y ella color rojo exclusivame nte para las muj eres latinas.
me aco nsejaba qu e bus cara un a nov ia qu e supi era sin- W e look goo d, dice .
gar. La primera semana qu e la co no cí co m etí el erro r Es verdad.
de co nt arle que el sexo con M agda jam ás había sido nada R egresa mi optimismo. Se m e ocurre qu e esta es nue s-
del otro mundo. tra noch e de reco ncili ació n. La abrazo pero ella suel ta
Por Dios , m e da p ena co nti go , decía Ca ssandra. Ru - una bomb a sin fokin pestañear: Esta noch e, di ce, ne cesito
p ert por lo menos m e da güebo de primera clase. mi espacio.

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La suelto. Nos an1ontonamos en un BMW negro diplomático.
Sabía qu e te ibas a poner bravo, dice. Voy en el asiento trasero con Bárbaro, el Vicepres idente
Eres trem enda, cabrona. va delante, man ejando. Dejamos Casa d e Campo y la
Yo no soy la que quería estar aquí. Esto fue id ea tuya. algarabía de La Rom ana, y pronto todo huele a caña
Si no qu erías venir , entonces ¿po r qu é coñazo no me mo lida. La carretera está oscura -no hay un solo fokin
lo dijiste? palo de luz- y en las luces del carro se ven los insectos
Así seguimos por un rato hasta qu e por fin dig o : Pal volando como si fuera una plaga bíblica. Nos pasamo s la
caraJo, y me voy. botella de cognac . Co m o ando con un vicepres id ente,
M e siento a la deriva y no tengo la más mínima idea calcu lo que nada fokin importa.
de qu é pasará. Este es el fin del ju ego, pero en lu gar de Él está habl ando -má s que nada sobre el tiempo que
pon er me más chivo que un chivo, m e siento como un estuvo en el estado de N ueva York- pero Bá rba ro tam-
pari guayo sin suerte. Pobre de mi. Y me digo a mí m ismo bi én está hab lando. El traje del guardaespaldas está es-
una y otra vez: No soy un tipo malo, n o soy un tipo malo. trujao y le tiem bla la mano cuando fum a. Tr em endo
E l Club Cac iqu e está repleto. Busco a Lu cy. Pero en fokin guardaespalda s. Me cuent a sobre su niñez en San
vez de la j evita, a quien encu entro es al Vicepresid ente y Juan, cerca de la frontera con Hai tí. P u ro liborio. Yo
a Bárbaro. Están en el lado menos ruidoso de la barra, qu ería ser in gen iero, me di ce. Quería constru ir escuelas
tomando cognac y discutiendo si hay cincuenta y seis o y hosp itales para el pu eblo. No le pongo mucha aten -
cincuenta y siete dominicanos en las grandes ligas. Me ción; pienso en Magda: probab lemen te jamás volve ré a
ofrecen un asien to y me dan una palmada en el h ombro. sabor ear ese tato.
Este lugar m e está matando, les digo. Y de buenas a primeras dejamos el carro, vamos dan-
Qué m elodramát ico. El Vicepresidente busca las lla- do tropezones subiendo una !omita. Nos abrimos paso
ves en el bolsillo d e su traje . Ti ene puestos uno s zapatos entr e mat as de gui n eo y bambú y los mosquitos nos ata-
italianos de cuero que parece n unas chancl etas trenzadas. can co mo si fuéramos el especia l del día. Bárbaro lleva
¿Quieres dar un a vuelta con no sotros? una linterna gigantesca que arrasa con la oscuridad. El
Sí, digo. ¿Por qué co 1ios no? Vicep residente va maldiciendo, aplastando maleza y mur-
Te quiero ensefiar la cuna de nuestro país. murando: E stá por aq uí, por aqu í cerca. Esto m e pasa
Antes d e irnos, le doy un vistazo al club. Ya Lucy por llevar tanto tiempo en el puesto . Y es en ese mo-
llegó. Está sola al final de la barra en un vestido negro mento qu e m e doy cuenta qu e Bárbaro tamb ién lleva
muy fly. Me sonríe con interés, levanta el brazo y pu edo una fokin ametralladora y que ya no le tiembla la mano.
ver la som bra oscu ra de su axila. Tiene manchas de su- N o me mira ni mira aJ Vicepres idente, solo escucha. No
dor en el vestido y picaduras de mosquitos en sus be llos tengo miedo pero esta vaina se está ponie ndo un poco
brazos. Pienso que debo quedarme, pero mis pies m e sa- extraña.
can inmediatam ente del club. ¿Qué tipo de hierro es ese?, pr egunto como si na.

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Una P-90. calle George y ella estaba vestida de morado. Todos los
¿Y qué coñazo es eso? tonos de morado habidos y por hab er.
Algo viej o h echo nuevo. Y es en ese momen to que me doy cue nta qu e todo ha
Fantástico, pienso, me ha tocao un filósofo. terminado. Cuando te pones a pensar en el prin cipio es
Es aquí , nos gr ita el Vicepr esidente. porq u e has llegado aJ final. Lloro, y cuando me sacan, el
Me acerco con cautela y veo que está parao al lado Vicepres iden te, indignado, me dice: Por Dio s, no seas
de un hoyo en el suelo. Tierra roja. Bauxita. Pero el hoyo tan maricón.
es más negro que cualqui era de noso tros.
Esta es la Cueva delJagua, anun cia el Vicep residente
con voz h onda y respetuosa. La cu na de los taínos. Ese debe haber sido un treme n do vudú isleño: el final
Levanto las cejas. Pensaba qu e los taínos eran surame- que vi en la cueva se hizo realidad . Al día sigui ente re-
n canos. gresamos a Estados Un idos. C inco meses después recibí
Estamos hablando de mitolo gía. una carta de mi ex baby. Yo tenía novia nu eva, pero la
Bárbaro trata de apunt ar con la luz en el hoyo pero letra de Magda todav ía podía causar qu e cada molécula
no se ve nada. de aire en mis pu lmones exp lota ra.
¿Q uieres ver lo q ue hay adentro?, m e pregunta el Vi- R esulta qu e ella también tenía novi o nuevo. Un tipo
cepresident e. muy chéve re qu e había co nocido . Domo, como yo. Ex-
Debo hab er dicho que sí porque Bárbaro me da la cepto qu e él sí me quie re, decía .
lin terna y entre lo s dos me agarran por los tob illos y me Pero me estoy adelantando. Para tenninar esta histo -
bajan por el hu eco. Las monedas se me salen volando d e ria, tengo que demostrarte qu é clase de mamagüebo fui.
los bolsillos. Ben diciones . No se puede ver mu cho, solo Cuando regresé al bungalow esa noc he, Magda me
un os colores ex traños en las paredes gastadas . ¿Verdad estaba espera ndo. Ya había hecho la maleta, y parecía
que es bello?, vocea el Vicepres idente. que había estado llorando.
Me doy cuenta que estoy en el lugar perfecto para las Me regreso a casa mañana, dijo.
revelaciones, para convert irm e en una pe rsona mejor . E l Me senté a su lado . La tomé de la mano. Esto puede
Vicepresid ente probab lem ente vio su propio futuro en funcionar , le dije. Todo lo qu e tene m os que hacer es
esta oscur idad, los bulldozers derribando ranc hitos y de- tratar.
salojando a los po bres. Bárbaro probablemente también
tuvo su prop ia visión -comp rándo le una casa de cemen-
to a su mamá, enseñándole cómo prender el aire acon-
dicionao- pero a mí, a mí lo úni co que me llega a la
mente es la memo ri a de la primera vez que Magda y yo
hablamos. Fue en Rutg ers. Espe rábamos la guagua en la

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Nilda era la n ovia de mi herman o.
Así es como comienzan todas estas historias.
Era domini cana, de aquí, y tenía el pelo superla rgo
como las muchachas p'en tecostales, y un bu sto increíble.
Estoy hablando de world class.Rafa la colaba en el cuar-
to del sótano después qu e mam.i se acostaba y se lo metía
al ritmo de lo que tocaran en la radio en ese momento.
Pero tenían que dejar que me quedara en el sótano co n
ellos, porque si mami me oía en el sofa d e arriba acaba-
ría con todo el mundo . Y como yo no iba a pasarme la
noche entera en la calle, tenía que ser así.
Rafa no hacía ruido, qu izá algo bajito que pa recía
otra forma de respirar. Pero Nilda sí. Siempre parecía qu·e
estaba tratando de no llorar. Era una locura oírla. La Nil-
da que yo conocí de niño era un a de las muchachas más
calladas del barrio. Se dejab a un a cor tina de pelo que le
cubría la cara y leía The New Mutants, y las únicas veces
que mi raba directamente era cuan do co ntem plaba lo que
había afuera de la ven tana.
Pero eso fue antes qu e le crecieran así aque llas tetas,
fue ant es que ese giró n de pelo negro pasara de ser algo
que halar en la guagua a algo qu e acariciar en la oscu-
ridad. La Nild a nueva vestía pantalones apr etaos y cami-
setas de Iron Maid en; ya se había fugao de la casa de su
mamá y estaba alojada en un hogar institucional para ado-
lescentes; ya se había acostao con Toño y Néstor y Little

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An tho ny de P ark wood, tip os mu y m ayo res p ara ell a. Ese negr ito lin do nos tenía a to dos a sus pies.
Mu chas veces se quedaba en nu estro apart am ent o po rqu e Un a vez q ue Rafa se retrasó en el trab aj o y pasamos
odiaba a su mam á, la borracha del barrio. Se escapaba p o r solos un largo rato en el apart am ent o, le pr egu nt é a N il-
la m añan a antes qu e m.i mam á se despe rtara y la encon- da sob re el ho gar para adolescent es. Para e nt on ces solo
trara. H angu eaba por la parada de guagua, co m o si vin.ie- falt aban tres semanas para qu e se acabara el año escolar y
ra de su propi a casa, co n la m.isma ropa del dia ant eri or y todo el mun do estaba en un estado de desgane, sin que-
con el pel o sucio, parecía un cuero . Esp eraba a m i henn a- rer hace r na. Yo tenía catorce años y leía Dhalg ren po r
no, no le hablaba a nad.ie y nad.ie le hablaba a ella, po rqu e segund a vez. Te1úa un IQ con el qu e podría haber part i-
siemp re fu e un a de esas mu chachas callad.itas, sem.irretr a- do en dos a cualquiera, pero lo hubi era cam.bi ao en un
sadas co n qui en no se po día hablar a menos que estu vie- segun do po r un chance a una cara m edia lind a.
ras d.ispu esto a term.inar enr edao en un a pila de cuent os Ta to, dij o, mi e ntras tiraba del frent e del to p, tra tan -
estú pido s. Si R afa decidía no ir a la escuela, enton ces ella do de ec harse fresco en el pec h o. La co mid a era terri -
esp eraba cerca del apartament o hasta qu e veía a mi m am á ble pero los chi cos estaba n bu e ní sim os . To d os se qu e-
irse pal trabaj o. Algun as veces R afa la dej aba entr ar inme- rían acostar co nm igo .
d.iatam ent e. O tras veces se qu edaba do rm.ido y ella espe- E mp ezó a co m erse un a uña. Ha sta los empl eados m e
raba aJ otro lado de la calle, haciend o letras con un m on - llam ab an cuando me fui , dijo.
tón de piedrecitas hasta qu e lo veía cru zar por la sala.
Tenía be mb a de imb éc il y un a cara de lun a mu y tri s-
te, y la pi el resec a. Siemp re se estaba unt ando cre m a y La úni ca razó n po r la cual Rafa se me ti ó co n ella fue
m aldi cie nd o al padre m ore no de qui en la había here dao . po rqu e su últim a nov ia se habí a regresao a G uyana -e ra
Parecía qu e estaba esperando etern ament e por rni h er- un a do ugla co n un a sola cej a y u na piel co mo para n10-
mano. Hab ía n oc hes en qu e to caba a la pu erta y yo la ri rse- y po rqu e Nild a no dej aba de ec h ársele enc ima .
dej aba entr ar. N os sent ábam os junt os en el sofa núen tras Solo h acía un par de meses qu e había dej ao el hogar para
R afa tra baj ab a en la fábri ca de alfomb ras o hacía ej erci- adolesce nt es, pero ya te nía trem enda rep utac ión de cue-
cios e n el g imn asio. Co m partía mi s có m.ics nu evos con ro. Mu ch as d e las mu ch achas dom inica n as del pueblo
ella; los leía mu y d e ce rca, pero e n cuant o Rafa aparecía vivían b ajo un a especie de en cierr o. Las veíam os en la
m e los tiraba y saltaba a sus br azos. Te extrañ é, le dec ía guag ua y e n la escu ela y de vez en cuand o en el Path -
co n voz d e niñ a, y R afa se reía. Lo de bías h ab er visto m ark , pero co m o la m ayo ría de sus famili as co nocí an
en esos días: te nía la cara hu esud a de un sant o. Ent once s dem asiao bi en a los tígueres qu e deam b ul ab an po r la
mam.i aparecía e n fa pu ert a y Rafa se solt aba y camin aba barr iada, no las dej aban saJir a h angu ear. N ilda era dife-
con m eneo de cow boy hacia ella y le pr egun tab a: ¿Ha y ren te. Era lo que llamábam os e n esos días basur a pri eta.
algo de com er, viej a? Claro que sí, decía m anú , trat and o Su m a1ná era un a borr achona aburrí a, q ue se la pasaba
de po n erse los esp eju elos. de arrib a abaj o en So ut h Amb oy co n sus nov ios blan-

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cos. E n o tras pa labras, Ni ld a era libre y podía hace r lo tod avía bo xeaba y su cuerpo parecía una escultura , los
gue le diera su gana, y vaya si lo hacía. Siem.pr e andab a múscul os del pec h o y el vientr e tan estri ados que eran
en la calle, dond e lo s carros se le arr im aban. Antes de como de un dibujo de Frazetta. Él se ftjó en elJa p orqu e
ent erarm e de qu e había regresao del hogar p ara ado les- tenía puestos uno s sho rts ridículos y un a camisetica qu e
cent es ya se había m etía co n un neg ro viej o de los apar- se le p odía levantar de un estornudo . Se le veía un poqui-
tamentos de atrás. La tuvo bailan do en su gi.iebo por to de barri ga entre la camiseta y los shorts. Él le somió , y
cuatro m eses. Los veía paseando en su Sunbird ox idao y ella se puso superseria e incóm oda . Él le dijo que le hicie-
abo llao mientr as yo repart ía peri ódi cos. El hijo epu ta te- ra un té helao y ella le cont estó que se lo podía hacer él
nía com o trescient os años de edad, pero co mo tenía car ro, mismo. Tú eres visita aquí , le dijo . Deb es con tribuir algo
una co lecc ión de discos y álbum es de fotos de sus días al fokin m ante nimi ento de la casa. En cuanto se metió en
en Vietnam, y Je podía co mprar ropa para camb iar los la du cha, ella fue cor riendo a la cocina a hacerle el té. Le
trapos que llevaba, ella estaba asfixiá . dije que lo dejara , pero m e contes tó: No me es ningún
Odi aba a ese neg ro desgraciao con tod as mis fuerzas, inco nvenient e. Y entre los tres nos tomamos el té.
pero cuand o se trataba de hombres no había m anera de Qu ería advertírse lo, decirle que él era una bestia, pero
hablarle a Nilda. Le pr egun taba: ¿Q ué tal co n el gi.ie bo ella ya se había lanzado hacia él a la veloc idad de la lu z.
ar ru gao? Y se ponía tan brava gue dej aba de hablarm e Al día siguiente, el carro de R afa estaba roto -q u é
por días. Despu és m e m andaba un a nota gu e decía : Ne- coincidenc ia- , así qu e tomó la guagua a la escuela y cuan-
cesito qu e respet es a mi hombr e.W hatever, le co nt estaba. do pasó por nuestro lado le agarró la mano y la levantó.
Entonces el viejo se desapareció , y nadi e nun ca jam ás Ella dijo : D éjame tranquila. Sus oj os apu ntaban directa-
supo de él, vainas típi cas de mi barr io. Y durant e un par ment e al piso. Solo qui ero enseñar te algo, le dijo. ElJa
de m eses ella anduvo d e uno a o tro entr e los tiguero- trataba de soltarse el brazo, p ero el resto de su cuer po se
nes de Parkwood. Los ju eves, qu e era el día que yo co m- iba con él. Vamos, dijo Rafa , y por fin se rin dió. Cu ídam e
praba có m.ics, ella pasaba por casa a ver lo que tenia d e el asient o, me dijo ella, volviend o la cabeza en m.i direc-
nu evo, y m e contaba lo in feliz que estaba. No s sent ába- ción, y le con testé: No te preoc upes. Ant es qu e la guagua
mos junt os hasta g ue anoc hecía y ento n ces su bíper se entrara en la 516 ya N ilda estaba sentada en las piern as
disparaba y a1darle un vistazo rápido a los núm eros de - de rni her mano, cuya mano se había d esaparecido p or
cía: M e tengo qu e ir. Alguna s veces la agarra ba y la tum- debajo de su fald a de tal mane ra que parecía que le esta-
baba en el sofá y no s quedábamos así un largo rato, yo ba haciend o un proc ed imient o q uirú rgico . C uando nos
esperando que se enamor ara de mi , y ella esperand o no bajamos de la guagua, Rafa m e agarró y m e metió los de-
sé qué, pero había momentos en que tambi én se ponía dos en la nariz. Huele esto, dijo. Este es el probl ema de las
mu y ser ia. Tengo que irm e a ver a mi h ombre, decía . muJeres.
Uno de esos días de cómics lo que vio fue a mi her- Por el resto d el dí a, Ni lda estaba que no se le podía
mano despu és de un a de sus carr eras de cin co millas. Rafa ace rcar nadie . Se am arró el p elo en una cola y estaba

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gloriosa en su triun fo. Has ta las blanquit as qu e conocí an R afa siem pre and aba can sao y mu y pálid o. Su transfor-
a mi herm ano, el mu sculoso a punt o de co m en zar su mación h abía oc ur r ido en cuestión de días. Le decía :
últim o año esco lar, estaban impr esio nadas. Y nu entr as M írate, blanquito, y él co n testaba: M írate tú, negro feo.
N ilda, sentada en un a esquin a de nu estra mesa en la ca- Él n o ten ía ganas de hace r na, y como su carro se había
fetería, le co n taba todo a sus anu gas, mis panas y yo al- dañado d e verdad, nos qu edába m os con el aire acondi-
m orzábam.os un os sán dw ich es de p orq uería y hablá- cio nao en el apartam en to a ver televisión. Rafa había
bamos sobre los X-M en -es to era cuand o los X- M en decidido no regresar a la escuela para su últim o año, y
todavía te nían cierta lóg ica- , y aunqu e no qu eríam os aunqu e nu mamá te nía el corazón part ía y trataba de
adnu tirlo, la verdad era clara y terrible: las mej ores j evitas motivarlo, h aciéndolo sent irse culp able p or lo m en os
iban ru mbo a la secun daria como mariposas n oct urn as cin co veces al día, él no paraba de hablar sob re su deci -
sigui end o la lu z, y no había na qu e noso tro s, los más sión. N un ca le habí a gustao la escuela, y despu és qu e
j óve nes, pudi éramos hacer al respec to. Mi p anit a J osé mi papá nos aban do nó p o r un a jev ita de vein ti cin co
Neg ró n - tamb ién co nocido como Joe Black- fue quien años, Rafa sinti ó qu e ya n o tenía qu e fin gir in terés. Me
más su frió la deserción de Nil da, porgue se había ima- gu staría h acer un fo kin viaj e bie n largo, nos dijo . Ver
ginao qu e te nía un chan ce con ella. La prim .era vez qu e Califor nia antes qu e se hund a en el mar. Californ ia, d ije.
ella reg resó del hogar para adolescentes, se habían to - Californ ia, dijo . U n tíguere causaría sensació n ahí. Me
mao de la mano en la guagua, y aunqu e despu és ella se gustaría ir tamb ién , dijo N ilda, pero Rafa no le co ntes-
fuera co n otros, él nun ca se pud o olvidar de eso. tó . H abía cerra do los oj os y se po día ver qu e algo le
Tres noc hes despu és, yo estaba en el sótano cuan do dolía.
ella y R afa se acostaro n. Y esa prim.era vez ninguno de Casi nun ca hablábamos sobre nuestro padre. Yo esta-
los dos hizo soni do alguno . ba más qu e co ntento de que ya no me estuviera ent ran-
do a palos, pero una vez, al comenzar La Úl tim a Gran
Ausencia, le pregu nté a nu hermano dónde pensaba que
Saliero n junt os to do ese verano . N adie hizo n a en par- se había ido, y Ra fa co ntestó: Como si a rrú me foki n
ticular. Mi pandilEt a paté tica y yo hicimos una excur - importa ra.
sión a M a rgan C reek y nadamos en el agua qu e apesta- Fin de conversac ión. Mund o sin fin.
ba al lixiviado qu e se escapaba del vert edero . Ap enas ese Un día estábamos locos del aburri miento y nos fuimos
año fue que co m enzam os a coge r en serio eso de la be- a la piscin a; en tramos de gratis por gu e R afa era pana de
bid a y Joe Bla ck le robaba b otelJas de licor a su papá. un o de los salvavid as. N adé, Nild a buscó mil razo nes
N os las embi zcábamo s mi entr as nos mecíam os en los p ara darle la vu elta a la piscina para demostrar lo chul a
colum pios detrás de los apartamentos. Pero por causa del que estaba en su bikini, y R afa se estiró baj o un toldo
calor, y po r lo qu e sentía m uy adentro de nu pecho, mu- para óbservarlo todo. De vez en cuando m e llamaba y
chas veces me quedaba en casa con nu hermano y N ilda. nos sentábamos ju ntos por un ratico. Ce rraba los oj os

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mi entra s yo m.e entretenía estudiando cómo se secaba el ¿Y?
agua en mis pi erna s p alidu chas hasta que me dec ía qu e Rafa se enco gió de hombro s. El médico cree que ten-
volviera a la pis cina. Cuando Nild a ternunaba su show go anenua .
de co mparon a, reg resaba a donde estaba Rafa d escan- La anenua no es tan grave.
sand o y se arrodillaba a su 1ao. Él Je daba un b eso largo , No , dijo R afa, co n una sonri sa amarga. B endito Me-
sus mano s jugando parriba y pabaj o por su espaJda. No dicaid.
hay na mejor qu e un a j evita quinceañera co n un cu er- Lucía terrible a la luz de la televi sión.
pazo, así par ecía que me decía n esas mano s.
Jo e Black siempr e los mirab a. Co mp ái , murmuraba,
está tan bu ena qu e le lam ería el culo y se lo vendría a Ese fue el verano en qu e todo en lo que nos íbamo s a
contar a ustedes.
co nvertir estaba flot ando sobr e nosotros. Las jev as em-
Quizá a nú tambi én m e hubi era hecho gracia si no pezaban a fijars e en mí; no era buenmozo, pero sabía
co no ciera tan bien a Rafa. Aunque aparentab a estar ena- escuchar y tenía los br azos mu sculo sos co mo un boxea-
mo rao de Nild a, tambi én te1úa un a pila de j evitas en ór- dor. En otro univ erso, probabl ement e todo hubiera sali-
bita . Entre ellas habí a una blanquit a virat aJa de Sayreville, do bien , hubi era tenid o nules de novias, y bu eno s traba-
y un a m ore na de Ni euw Amsterdam Village que tam- j os, y un mar de amor en qu e nadar, pero en el mundo
bién se quedaba a dormir en casa y sonaba como un a en qu e vivía, tenía un herman o qu e se estaba muriendo
loco motora cuando lo hacían . No recuerdo su nombr e, de cáncer y la vida qu e me esperaba era un tún el largo
pero sí me acuerdo de có m o brillaba su pelo a la luz de y oscuro co mo un a null a de hi elo negro.
la pequeña lámp ara.
Un a n oche, un par d e semanas ante s qu e empezara la
En agos to Rafa dejó su trabaj o en la fábrica de al- escuela - debi ero n hab er pens ao qu e estab a dormido -
fom bra s. Estoy d em asiao cansa o, se qu ejó, y alguna s ma- Nild a empe zó a contarl e a Rafa sus planes para el futur o.
ñanas los hu esos de las pi ern as le dolían tanto qu e ni Creo qu e hasta ella ya sabía lo qu e iba a pasar. Oírla ha-
siqui era se podía levant ar. C uand o esto les pasaba a los blar, oír có mo ella se imagin aba a sí mi sma , fue un a de
roma n os cogían un hi erro y te h acía n añicos las pier- las experiencias más tristes que he vivido. Quería libe-
nas, le co ment é nu entr as les daba masajes a las can illas. rarse de su mam á y abrir un ho gar para niño s fugao s de
El dolor te mataba instantáneam ent e. Chévere, decía. sus casas. Sería bacanísimo, dijo . Sería para niños norma-
Anímame un poquitico más, fokin comemierda. Un día les pero con problemas . Lo debía hab er qu er ido mu cho
mami lo ll evó al ho spital para un chequ eo y d espu és porque se abrió por co mpleto. Hay gente qu e habla de
m e los encontr é a los dos vestiditos y sentaos en el sofá, un flow, pero lo que oí esa noche fue real, sin rupturas,
viendo televisió n como si na hubi era ocurrido. Estaban se contradecía y a la vez tenía sentido totaJ. Rafa no dijo
tom aos de la mano y mami pare cía chiquiti ca al lado na. Quiz á jugaba con su pelo, o quizá ya na le importa-
de él.
ba un carajo. Cuando ella terminó no dijo ni wow. Me

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guise mor ir de p ena. Co m o a la m edia hora ella se le- abandonó al final del verano. Tuve que ir a buscarla. La
vantó y se vistió; n o me vio o se hu biera enterao de que casa do nde se estaba quedan do era un a caj ita co n un cés-
para nú era her m osa. Se puso los pan talones co n un solo ped del tamaño de un sello postal y cero encant o. Ella se
gesto y sumi ó la barri ga mi entr as se lo aboto naba. H as- estaba comp ortand o como si fuera u naj evita italiana y en
ta lu ego, dij o. el carro m.e ofrec ió un pase, pero le tomé la man o y le
Sí, le contestó. dije qu e ya, qu e b asta. Al reg reso, se emp ató otra vez co n
Después qu e se fue prendi ó la radio y se puso a gol- un grupo de come mierdas, recié n llegaos al bar rio desde
pear la pera d e boxeo . Dej é de fi ngir qu e estaba d orm i- la ciud ad; ellos ya traían su pro pio rollo y sus mel od ramas
do; m e sen té y lo observé. y un gr upito de m u chachas le dieron tremen da paliza, a
¿Qu é pasó? ¿Di scuti ero n ? lo Brick C ity,y le tum baro n los dientes de abajo. En traba
No, dijo. y salía de la escuela y po r un tiem po le asignaron apren-
E ntonces ¿p or qu é se fue? dizaj e en casa, pero alú fue cuando final mente dej ó los
Se sentó en m i cam a. Tenía el pecho sud oroso. Se tuvo estudios. Cua ndo yo estaba en tercer año, ella em pezó a
qu e ir, es to do. repartir p er ió dicos para consegu ir un poco de di nero, y
Pero ¿dónde va a vivir? como en ese en to nces yo pasaba m u cho tiem po en la
No sé. M e tocó la cara tierna m ente. ¿Por qu é te me- calle, la veía de v~z en cuando. Me part ió el corazó n. To-
tes en lo qu e no te imp or ta? davía no había llegado a su pu nto más baj o, pero iba de
A la sema na ya ten ía otra novia. Una cocoa- panyo l canúno, y cuando nos to pábamos en la calle me sonreía
de Tr inid ad, co n un ace nt o in glés falso. Así es como y salud aba . Había empezado a aum enta r de peso, se ha-
éra m os todos ent o n ces. Na di e que ría ser n egro. Pa-ra bía co rtao el pe lo casi al rape, y su cara de lun a most raba
na- da. pesadumbr e y soledad. Siempre le decía Wassup, y cuando
tenía cigarr illos se los regalaba. Fue al entierro de nú her-
mano, igual que un par de sus ot ras ex novias, y había ·q ue
Pasaron m ás o m en os dos años. Mi herm an o ya se ha- ver la falda que se puso, com o si to davía lo quisiera con -
bía mu erto y pa recía q ue yo iba derechj to al ma1úcomjo_ vencer de algo. Le dio un beso a nú mamá pero la vieja
Casi no iba a la escuela, no te1úa anú gos y m e pasaba la no la reco noció . Ru mb o a casa le tuve que expl icar a
vida en casa nú rand o Uruv isión, o m e iba al verte d ero a manú quién era, pe ro de lo úni co qu e se acorda ba de ella
fum ar m e la mota q u e de bería hab er estado vendi endo es que era la qu e olía rico. No fue sino hasta que mami lo
hasta volverm e cieg o. A N ilda tamp oco le fue mu y bien . come ntó qu e me di cuenta que era cier to.
Pero muchas de las cosas que le pasaron n o tenfan na que
ver co nmi go o co n mi herm ano . Se en amor ó un par de
veces m ás, un a vez se en chul ó p or co mpl eto con un Fue solo u n verano y no es qu e ella h aya sido nadie es-
more no canúonero q ue se la llevó para M analapan y la pecial, así qu e ¿a qu é vi ene todo esto? Él ya no está, no

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está, no está. Tengo veintitrés , años y estoy lavando mi minamos por el viejo barrio, más despacio por el peso
ropa en el mini mall de Ernston Road. E lla está aquí de la ropa. London Tenace ha cambiao desde que ce-
conmigo, doblando su ropa y sonriéndome y mostrán- rraron el vertedero. Sub ieron los alquileres y ahora una
dome el vacío en su dentadura. Y me dice: ¿Hace 1ni l ola de asiáticos y blanquitos viven en los apartamentos,
años, no, Yunior? pero son nuestros carajitos los que se ven hangue ando
Muchísimos, le digo ni..ientraspongo los calzonc illos en la calle y en las terrazas .
y camisetas en la lavadora. Afuera no se ve una sola ga- Nilda in.ira al suelo como si tuviera mi edo de caerse.
viota en el cielo, y mi mamá me está esperando en el M e palpita el corazón y pienso : Podríamos hacer cual-
apartamento para cenar. Seis meses atrás estábamos sen- quier cosa. Hasta nos podríamos casar. Podríamos ir a
taos frente al televisor y mami dijo: Bueno, creo que ya California. Podríamo s come nzar de nu evo. Todo es po-
finalmente me cansé de este lugar. sible, pero ninguno de los dos dice na y el mom ento pasa
Nilda pregunta: ¿Se mudaron o qué? y entonces reg resamos a nue stro mundo de siemp re.
Sacudo la cabeza. Na, solo he estao trabajando . ¿Te acuerdas del día en que nos conoc im os?, me pre-
Dios, la verdad es que ha pasao mucho, mucho tiempo. gunta.
Dobla su ropa como una maga , todo arregladito, todo en Asiento.
su lugar. En el mostrador de la lavande1Í¡¡hay cuatro per- Querías ju gar pelota.
sonas, unos negros que parecen estar en olla, con m.edias Era verano, digo. Te1úaspuesta una canúseta sin n1,111gds
.
altas, gorras de crup ier y cicatri ces como serpientes por Me obligaste a ponerme otra camjsa para poder ser
los brazos. Todos parecen sonámbu los al lado de ella. Sa- parte de tu equipo. ¿Te acuerdas?
cude la cabeza, sonríe de oreja a oreja. Tu hermano, dice. M e acue rdo , digo.
Rafa. Jamás volvimos a hablar. Un par de años después me
M e seíi.alacon el dedo como siempre lo hacía 1ni her- fui del barrio pa la univ ersidad y nun ca más supe qué
mano. coño fue de elJa.
De vez en cuando lo extraño.
Asiente. Yo tambi én. Fue bueno co nni..igo.
Se tiene que haber dao cuenta de la incredulidad en
1ni exp resión porque me mira fijo ni..ientras sacude las
toallas. Fue el qu e m ejor me trató.
Nilda.
Solfa donnir con 1ni pelo en la cara. Me decí a que lo
hacía sen tirse a salvo.
¿Qué más hay que decir? Ella termina de doblar su
ropa y le abro la puerta. La gente nos mira al salir. Ca-

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Tú, Yuni or, tienes un a nov ia que se llama Alm a, qu e
tiene un cu ello de caballo tierno y largo y un culazo
domi nicano que parece existir en una cuarta dimensión
más allá de sus jea ns. Un cu lo que p od óa sacar de órb ita
a la lun a. Un culo qu e ella siemp re desprec ió hasta que
te conoc ió . No pasa un dfa en el qu e n o qui eres pegar la
cara co ntra ese culo o m orde r los deli cad os tendon es
que se deslizan por su cue llo. Te encanta cómo se estre-
mece cuando la mu erdes, có mo se resiste co n esos bra-
zos qu e tiene, tan flacos qu e deb erían prot agonizar un
do cum ental.
Alma estudia en Mason Gross, es un a de esas alter-
latinas que escu chan Sorúc Yo uth y lee n cómic s, y sin la
cual posible mente j amás hu bie ras perdido tu virginidad .
Se crió en H oboken , parte de la co munidad latina cuyo
corazón se qu emó cuando en los años oche nta los edifi-
cios de los viejos proyectos de vivie nd a se consumi eron
en llamas. Pasó casi to do s sus días de ju ventud en Losai-
da, y pensaba qu e ahí vivióa toda su vida, pero enton ces
tanto NYU como Co lumbi a dijeron nyet, y terminó aún
más lejos d e la ciudad qu e antes . A lma está ah ora en
un a fase de pin tora, y toda la gente a la qu e pinta tiene
color de moho, se ven como si los hubi eran dragado del
fondo de un lago. Eres el tema de su última obra, en la
qu e apareces recostado en la pu erta de la calle, con los
hombr os caídos, y lo úruco reconocible de ti es esa mi -

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rada q ue di ce: Tu ve una nifiez terce rmundist a terrible y lo m enos una vez a la semana se arrodill a en el colc hó n
tod o lo qu e le saqu é foe esta mala cara. Te ha pint ado un frente a ti y núent ras co n una mano se hala sus oscuro s
antebrazo gigant esco . Te dije qu e incluirí a los mú sculo s. pezones, co n la otra se toca sin dejar qu e la toque s, sus
En las últim as sem anas, aho ra qu e hac e un poquit ico de dedos sobando su suavidad y en la cara un a desesperada
calor, Alma ha abandonado el co lor n egro y ha com en- y foriosa expresió n de felicidad. También le gusta hablar
zado a pon erse uno s vestidit os de un a tela tan fin a qu e cuando hace de mala y te susurr a: Te encan ta núrarme,
parece pape l de tisú; un viento ligero la podrí a desnud ar. ¿verdad?, te encanta escucharme ve1úr, y cuando ternún a
Te dice qu e lo hace por ti:E stoy reclaman do mi herenc ia suelta un gernid o largo y demoledor y solo entonc es te
do1ninicana (y no es m entira, hasta está estudiand o espa- pernút e que la abraces nú entr as te restriega sus pegaj osos
ño l para p"oder atender m ej or a tu mamá) , y cuando la ves dedos en el pecho.
en la calle, pavoneándose y pavon eánd ose, sabes exac ta- Sí, es algo así como de atra cción de polos opuestos,
m ent e lo qu e está pensando cada tíguere que le pasa por como de sexo estupendo y de no pen sar. ¡Es maravillo so!
el lado, porqu e tú tamb ién estás pensand o exac tam ent e ¡Maravilloso ! Ha sta qu e un día de jrnúo Alma descubr e
lo mismo . que tambi én te estás singando a una bella mu chacha de
Alm a es tan flaquita co m o una caña y tú eres un bloc prim er ai"io llamada Laxmi, se ent era de la rapadera co n
adicto a los este roides; a A lm a le encant a manej ar, a ti los Laxnú porque ella, Alma , tu novia, abre tu diario y lo lee
libros; AL11a tie ne un Saturn , y tú no tienes ni un a man- (por supu esto qu e lo sospec haba). Te espera en la entra da
cha e n tu lice ncia de co ndu cir ; ella tiene las uñas dema- de la casa y cuand o parqu eas el Satu rn te das cuent a qu e
siado suci as co mo para coc inar, y tu espagueti con po llo tiene el diario en la m.ano, y el cor azón se te hund e igual
es el m ejor del mund o. So n tan diferent es, ella voltea los que se desplom a un gordo co ndenao por el hu eco de la
ojos cada vez que pones las no ticias y di ce qu e no «so- trampa en la plataforma de la horca. Te toma s tu tiempo
porta » la p o liti ca. Ni siquj era se co nsid era hi spana. Se para apagar el carro y por poco te ahoga s en una tri steza
j acta an te sus anúga s de que eres un «radi cal» y un domo pelágica; tri steza porqu e te descubri ero n, pero tambi én
de verdad (aunqu e en el Plátano Ind ex no apareces ni en por el hec ho in co ntro vertible de que jamás te perdonará.
el últim o lu gar, Alm a siend o solo la terce ra latin a co n Mira s esas in creíbles piern as y también lo qu e hay entre
qu ien has salid o). Alard eas con tu s panas de qu e ella tie- ellas, ese toto mu cho má s increíble aú n, y qu e has qu e-
ne más ruscos que ninguno de ellos y qu e cuando singáis rido tan in co nstant e m ente en estos últimos oc ho me-
ella dice vainas terribl es como una blanq uit a. Es más atre- ses. Te bajas del carro solo cuando ella se diri ge hacia ti
vida en la cama qu e nin gun a de lasj evas co n las qu e te has echando clúspas. C ruzas el césped como si estuvieras bai-
acostado; la prim era vez que estuvi ste con ella te pr egun- lando, impul sado por los últimos humos de tu escand a-
tó si qu erías ve1úrte en sus tetas o e n su cara, pero apa- losa sinvergüen cería. H ey, muñ eca, dices recurriendo a
rent emente te faltó alguna lección en tu adiestrami ent o evasivas hasta el final. Cuando em pie za a gritart e, le pre-
varo1úl y le dijiste: Hununm , en nin guna de las dos. Por gunta s: D arling , pero ¿qué te pasa?, y te dice :

56 57
mamagüebo
hijo eputa de mi erda
domo arrepentío.
Y declara:
que lo tien es chiquitico
que lo que tienes no es na
y lo peor de todo: que te gusta el toto con curry
(cosa que de verdad es injusta, tratas de explicarle, ya OTRA VIDA, OTRA VEZ
qu e Laxmi es de Guyana, no de la India, pero Alma no
te pone atención).
En lugar de bajar la cabeza y asumir la responsabilidad
como un hombre, recoges el diario como si fuera un pa-
ñal repleto de mi erda , como si fuera un condón enle-
chao. Les echas un vistazo a los pasajes ofensivos . Enton-
ces la miras y le sonrí es una sonrisa que tu propia cara
mentirosa recorda rá hasta el día que te mu eras . Baby,
dices, baby, esto es parte de mi novela .
Y así es co n10 la pierdes.

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Él se sienta en el colchón, sus nalgas desplegándose de
tal man era que estira y saca la sábana de las esquina s. La
ropa qu e tiene pu esta está tie sa d el frío, y la pintu ra seca
salpicada por los pantal o nes se ha congelado y vuelto
rema ch es. Huel e a pan. Ha estado h ablando de la casa
que quiere co mpr ar, y lo difí cil que es enco ntra r una
cuando eres latino. Cuando le pido qu e se levante para
arreg lar la can1a, carnin a h acia la ventana. Tanta nieve,
dice. Asiento pero qui siera qu e se callara. Ana Iris está
tratando de dormir en el o tro extremo del cuarto. Se h a
pasado med ia noche rezando por sus hijos allá en Sama-
ná y sé qu e por la mai'íana tiene que ir a trabajar en la
fabrica. Ella se mu eve inquieta, sepult ada baj o las man -
tas, tiene hasta la cabeza debajo de la alm ohada . Aun
aquí, en Estados Unid os, co loca u n mosquit ero por en-
cima de la cama.
Hay un cam ión trata ndo de do blar la esquina , m e
dice. M e aleg ro de no ser ese chamaco.
Ha y mucho tráfico en la calle, digo, y así es. Por las
mai'íanas encue ntro la sal y gravilla qu e derramaran los
camiones por el césped, como tesoros en la nieve. Acu és-
tate, le digo, y viene hacia mí y se desliza debajo de las
mantas. Su rop a es áspera y espero hasta qu e se po nga
calentito entr e las sábanas p ara d esabrocharle el pant a-
lón. T irit amos junto s y él no me toca hasta qu e dejamos
de hacerlo.

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Yasmín, di ce. Su bi go te roza mi oreja, serru chando. pregunto en qu ién estará pensando . Su esposa, Virta , o
Un homb re muri ó hoy en la fabri ca de pan. Por un mo- qui zá su hij o. T iene un a casa en Villa Juana; he visto las
mento, no di ce más nada, como si el silen cio fu era un foto s que Vir ta m and ó . Ella se ve flaca y tr iste, el hij o
elástico que le va a tra er las próximas palabra s. U n tipo difunto a su lado. Él guar da las foto s en un jar ro mu y
se cayó de las vigas del techo. Héctor lo enc o ntró en tre bien sellado debajo de su cama.
las tran sportadoras . Nos quedamos dor mid os sin besarn os. Más tard e yo
¿Lo co no cías? me desp ier to y él tambi én. Le pre gun to qu e si va a re-
Sí. Lo reclut é en un bar. Le p rom etí que no lo ib an a gresar a su apartam ent o y me dice qu e no. La pró xima
engañar. vez qu e abro los oj os, él sigu e dormid o. En el frío y la
Qué m ala suerte, di go . Espero qu e n o h aya te nid o oscuridad del cuarto podría ser cu alqui era. Leva nt o su
fam ili a. manota. Pesa , y tiene h ari na bajo las uñas. Algun as veces
Creo que sí. le beso los nudiUo s, arruga dos como cirue las. En los tres
¿Lo viste? años que h emos estado ju ntos, sus manos siem pre han
¿Có m o que si lo vi? tenid o sabo r a galle ta y pan.
¿Q ue si lo viste muerto ?
No. Llarn.é al sup erv isor y m e dijo qu e no dejara qu e
nadi e se ac ercara. C ru za los bra zos . Y yo qu e siempre No habla ni co nmi go ni co n An a Ir is mientras se viste.
trabajo en esas vigas. En el bolsillo de la chaqu eta lleva un a rasurad ora de-
Tú eres un hombr e co n suert e, Ramón. sechab le azu l cuyo filo ha empezado a oxidar se. Se enja-
Sí, pero ¿y si hubi era sido yo? bona los cachetes y el m entón co n el agua fría aún por las
No hagas pr eg unt as estúpid as. tub erías; se raspa la cara para dej arla limpia , cambiand o
¿Qu é hubi eras hec ho tú? tocon es de barb a p or postillas. Sigo m.irándolo mient ras
Apr ieto mi cara co ntra la suya; si espera más ento nc es mi pec ho des nud o se eri za co mo p iel de gall.ina. Pi sa
se ha equ ivocado de muj er. Qui ero decirle: H aría exac- fuert e cuando baja las escaleras y sale a la calle, todav ía
tamen te lo mism o qu e tu esposa en Santo Domi ngo. Ana lleva un p oqu itico de pasta dental pegada a los dien tes.
Iris refunfuña desde su esquin a, pero n o le pasa nada. Está Tan pronto sale, oigo a mi s co mpañ eras de cuar to que-
tratando d e evitar qu e m e m eta en prob lema s. É l se qu e- jándos e de él. C uando entre en la co cin a, me pr egu ntar án
da callado porqu e no qui ere desperta rla. Despué s d e un si n o tiene su propia cama en qu e dormir. Y les dir é que
rato, va y se sienta al lado de la vent ana. Está n evando de sí, sonri endo . Por la vent ana cub ier ta de escarcha lo veo
nu evo. Radio WADO dice qu e este invierno va a ser p eor cuando se sub e la cap ucha y se arregla la trip le capa de
qu e los últim os cuatro, qu izá peo r qu e los últim os diez. camisa, suéter y abri go .
Lo observo : fuma , sus dedo s tra zan los hu esos fino s de la Ana Iri s em erge de entr e las m anta s. ¿Q ué haces?, me
cuenca de sus oj os, la piel suelta alrededor de la bo ca. M e

62 63
Nada, digo . M e obse rva desde la telaraña loca de su veces la sangre h uele tan fresca como lluvia. Co n toda
pelo mientra s me visto. la sangre que ve m.os te im agi n arías q ue hay u na gran
T ien es que aprend er a co nfiar e n tu s h om bre s, m e guerra mundial. Pero es solo la guerr a dentro de los pro-
dice . pio s cuerpos, di ce la nueva emp leada.
Co nfío. N o es qu e se pu eda conta r muc h o co n las mucha-
M e besa la nari z, baj a las escaleras. M e p ein o, limp io chas, pero disfrut o trabajar con ellas. Pon en m.úsica, dis-
las mi gaj as y los p elos púbicos de l cub reca ma. Ana Iris cut en, y m e hace n cue ntos divertid os. Y como no les
no cree qu e él me vaya a dejar; cree qu e ya está muy gr ito ni las presion o, les caigo bie n. Son j óvenes, y es-
bien instalado aquí , qu e hem os estado junto s demasiado tán en Estad os Uni dos por gu e sus padr es las mand aron .
tiempo. Es el tip o de ho mbr e que va al aeropuert o p ero Ti ene n la mi sma e dad que yo cuando llegué . Me ven
qu e no se acaba de m ontar en el avión, me dice. Ana Iris ah ora, a los veint ioc ho y con cinco años aq uí, co mo una
dej ó sus hij os e n la isla y no ha visto a aqu ellos tres mu- veterana, un a roca, pe ro en esos pr imeros días m e sentía
chach os en casi siete afios. E lla enti ende lo qu e se sacri- tan sola que cada día era com o si m e co núe ra mi propio
fica para poder viajar. corazón.
En el bafio , co nt emp lo nú s oj os. Los pelitos de su bar- A lgun as de las mu chachas tienen nov ios y esas son
ba siguen at rapados en gotas de agua y tiembl an co mo prec isament e co n las q ue no se pu ede con tar. Llegan tar-
aguj as de brújul as. de o se desapa rece n po r semanas en te ras; se mudan a
Trabajo a dos cuadras, en el hospital Saint Peter. Nun- Nu eva York o Union C ity sin avisar. En tonces tengo que
ca llego tarde . Nunca salgo de la lavander ía d el hosp ital. ir a la ofic in a del manage r. Es un hombr e bajit o, fla-
Nunca m e escapo d el calo r. Lle no las lavadora s, lle no las quito, parece u n pájaro; no tiene un pelo en la cara, pero
secado ras, d espego la te la de pelusa de los filt ros, nú do se le ve un pu fiado en el pecho y otro en el cu ello. C uan-
tazas re bo sant es d el deterge n te cri stalizado. Sup erv iso do le digo lo que ha pasado, saca la solicitud de trabajo de
a ot ras cuatr o trabajado ras y gano un su eld o ameri ca- la mu chacha qu e se ha ido y la romp e e n do s; es un so-
no, p ero es trabajo de burro. Uso guante s para separar nido muy lim pio . En m enos de una hora ya una de las
las m o ntafias de sában as. Las sucias las traen las camille- otras m e ha mandad o un a am.iga para llenar un a solici-
ras, casi toda s morenas. Nun ca veo a los enfermos; m e tud d e trabaj o.
visitan a través de las manchas y las marcas qu e d ejan en La m ás nu eva se llama Samantha y es problemát ica. Es
las sábana s, un alfab eto de dol or y muerte : Mu c has ve- tri gu efia, de mala cara y co n una boca que parece llena
ces las ni.anchas son mu y incensas y ten go que pon er las de vid ri o; cuando menos te lo esper as, te corta. Empe -
sábanas e n un a canasta espe cial. Una de las mu ch acha s zó cuando una de las o tras se fugó a D elawa re. Lleva
de Ba itoa m e dijo qu e se ent eró de qu e todo lo que cae solame nte seis sema nas en E stados Unido s y no puede
en esa canasta lo incin eran. Por el sida, m e susurra. Algu- creer que haga tan to frío. Ya van dos veces que tumba
nas veces las man ch as están ox idadas y so n viej as y o tras los barriles de dete rgente; tiene el mal hábito de trabajar

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sin guantes y lu ego tocarse los ojos. M e cuenta que ha má s o menos. Para él, la casa es algo seri o, lo que qu iere
estado enfe rma, que se ha tenido que mud ar dos veces, de cir que lo tiene que ser para nú tam.bién. Cada se-
y que sus compañeras de casa le han robado dinero. Tie- mana salimos al mundo a-ver lo qu e hay. Para él, es toda
n e la mirada asustada y atormentada del q ue tiene mala una ocasión, y se viste como si estuviera en trevistándo-
suert e. Trabajo es trabajo, le digo, pero le presto algo se para un a visa. Manejamos por los barrios m ás tran-
para el almuerzo y la dejo que use las máquina s para la- quilos de Paterson, donde los árboles les hacen fondo a
var su propia ropa. Creía qu e me iba a dar las gracias, los techos y los garaj es. Es muy importante tener cui-
pero en vez me dice que hablo como un hombre. dado, d ice, y estoy de acue rdo. Me lleva cuando puede,
Esto se pone mejor, ¿no?, la oigo cuando les pregunta pero me doy cue nta que no ayudo mu cho. No m e gus-
a las otras . Peor, le dicen. Deja que llegue la lluvi a helada. ta el camb io, le digo, y por lo tanto solo veo lo ma lo de
M e mira co n media sonr isa, insegura. Tiene quinc e años, Jas casas que le gustan a él. Luego, de vuelta en el carro ,
quizá, y es demasiado flaca para haber parido, pero ya me me acusa de sabotaj e, de ser dura.
ha enseñado las fotos de su gord ito, Mano lo. Está espe- Se supo ne que esta noc h e vamos a ver otra casa. En-
rando que le conteste, le inter esa mi opinión porque soy tra en la cocina aplaudiendo, las manos resecas, pero no
la veterana, pe ro volteo la cara y lleno la próxim a lava- estoy de bu en humor y se da cuen ta. Se sienta a nú lado.
dora. H e tratado de explicarle el truco del trabajo duro Me to ca la rodilla . ¿No vienes con nú go?
pero no le importa. Mastica chicle y m.e sonríe como si yo Me siento 1naJ.
fuera un a vieja de setenta. Cuando abro la próx im a sába- ¿Tan mal?
na tiene un a man cha de sangre como un a flor, más o me- Lo sufic ientemente mal.
no s del tarnañ.o de mi mano. A la canasta, digo , y Saman- Se pasa la mano po r la barba.¿ Y qué pasa si enc uen -
tha la destapa. Ha go una bola co n la sábana y la tiro. Cae tro la casa? ¿Quie res que decida solo?
perfectamente, y el peso del cent ro se lleva las esquina s. No creo que eso vaya a pasar.
¿Y si sí?
Jamás me mu daré a esa casa, y tú lo sabes.
Después de nuev e horas de alisar sában as, llego a casa y Hace una mueca. Mira el reloj . Se va.
me como una yuca fría con aceite calient e mientras es- Ana Iri s está en su otro trabajo, así que estoy sola en
pero que Ramón venga por mí en un carro pr estado. casa esta noche, escuc hando por la radio cómo el país
M e va a llevar a ver otra casa. Ha sido su sueñ o desde entero se está conge lando. Trato de mantenerme en cal-
que puso pie en Estados Unido s, y ahora, d espu és de ma, pero para las nueve de la noche ya tengo todo lo que
todos los trabajos que ha tenido y el dinero que ha aho- Ramón guarda en el clóset desplegado ante nú, precisa-
rrado, tiene la po sibilidad. ¿Cuántos llegan a este punto? mente las cosas que me ha adve rtido qu e jam ás debo ni
Solo los que nun ca se desvían , los que jamás cometen siqui era tocar. Sus libros y alguna ropa, unos esp eju elos
er rore s, los que jam ás tien en mala su erte. Así es Ramón, viejos en un estuch e de cartón, y un par de chancl etas

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gastadas. T ambi én hay cient os de bill etes de lotería e n No estamo s aquí para divertirn os, m e dij o An a Iris el
ro llos qu e se desbaratan cuand o Jos toco. Y d oce nas de dfa qu e n os co nocim os, y le co nt esté: Ti en es razón , aun-
postalitas de béisbol , todos ju gadores domini canos -G uz- qu e n o quería admitirl o.
m án, Fern ánd ez, los A lou- batea nd o, abanicand o y atr a- H oy le repito lo mi sm o a Sam anth a y ella m e mira
pand o un trem end o lini etazo del ot ro lado d e la raya. con odi o. C uando lleg ué al trabaj o esta m añana , m e la
M e ha d ej ado ropa su cia par a lavar, p ero no h e tenid o encontr é llorando en el baño , y aunqu e qui sier a dejarl a
tiemp o de hace rlo. A hora la pr eparo y veo qu e to daví a descansar p or un a hor a, nu estro s j efes jam ás nos lo per-
hay levadur a en los ru edos de los pant al o nes y en los nútirí an. La pu se a dobl ar p ero ahora le tiemblan Jas ma-
puñ os d e las cami sas de trabaj o. nos y está a pun to de ponerse a JJo rar de nu evo. La vigi-
Las cart as de V irt a están en un a caj a en la rep isa de lo un rato y ent on ces le p reg un to qu e qu é le pasa y ella
arrib a del clóse t , amarr adas co n un a liga gru esa de co- me dice : ¿Qu é no m e pasa?
lor marr ó n . Son casi oc ho a11os de cartas. Los sobres están Este país no es fácil, dice A na Iri s. H ay mu chas mu-
desgastados y frágiles y creo qu e se le ha olvidado qu e las chach as qu e no dur an ni un año.
esco ndió aJli . Las en co ntré un mes despu és de q ue guar- Co n cé nt rate en el t rabaj o, le ac on sejo a Sam an tha.
d ó sus cosas, al prin cipio de n u estr a relac ió n. No p ud e Eso ayud a.
resistir la tent ació n, aunqu e desp ués m e arrep entí. Asient e, p ero su cara de niñ a está vacía. P robablemen-
Jur a qu e dejó de escr ibirle el año antes de qu e co men- te extraña a su hijo , o al padre del p equ efi.o. O a nu estro
záram os, pero no es verdad . Todos los meses paso po r su país ent ero, en el que nun ca piensas hasta que ya no está
apartament o a d ej arle la ro pa limpi a y leo las cartas nu e- al alcan ce, y a] qu e nun ca qui eres tanto hasta qu e estás
vas, las que escon de debaj o de la cam a. M e sé e l no m- lej os. Le aprieto el bra zo y subo a la oficin a a repo rtar-
br e co mpl eto de Virt a, su d irecc ión , sé que tr abaj a en me. C uand o reg reso se ha desaparecido. Las otras se ha-
un a fabri ca de cho co lates y tambi én sé que R am ón n o cen las qu e no se han dado cu ent a. C heq u eo el bañ o y
le ha di ch o n ada sob re mí . me en cu ent ro un a pila de toall as d e papel estruj adas en
Co n los afies las cartas se han vuelto m ás belJas y aho- el pi so. Las recoj o y ]as abr o y las po ngo sobr e el lava-
ra la letra de su esposa tam bién ha cambi ado ; hace nud os, man os.
enlaza las letras alargá nd olas m ás a]Já de la lín ea sigu iente, H asta despu és del almu erzo sigo espe rand o qu e re-
com o un tim ón . Por favor, qu erid o esposo, por favor, há- grese y diga : Aquí estoy. Salí a coge r un poco de aire.
blam e, dim e qué pasa. ¿C uánt o tiemp o tu vo qu e pasar
para que tu esposa dejara de imp ort art e?
M e siento m ej o r desp ués d e lee r las cart as. Pero no La verdad es qu e me siento mu y di chosa d e tener un a
creo que eso diga nada bu en o de nú. amiga co m o An a Iris. Es mi h er m ana. La m ayoría de la
gent e q ue co nozco en Es tados U nid os no tien en ami -
gos; viven atestados en pequ eños apartam ent os. T ien en

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frío, se sienten solos, cansados . He visto las filas en esos Mis prim eros meses aquí me los pasé limpi ando casas
lu gares para h acer llamadas, y también a los tipos qu e y oyen do a Ramón discutir. En aque llos tiempos daba
venden núm eros de tarjetas de créd ito robadas, y todos largas caminatas por la ciudad y esperaba lo s domingos
los cua rto s que llevan en los bolsillo s. para llama r a nú mamá. Durante el día me co nt emp laba
Era igual cuando llegué a Estados Unidos, andaba sola, en los espejos de aque llas casas espléndi das y me decía
vivía con nueve mujeres en un segun do piso arri ba de que me estaba yendo mu y bien y al llegar a la casa me
un bar. No se podía dormir de noche por la gr iter ía, la sentaba frente del pequeño televisor alrededor del cual
bulla y las botellas explotand o en el bar. Mis compañeras todas n os apre tuj ábamos, y creía que lo que tenía era
de cuarto se la pasaban discutiendo sobre quié n le debía sufici ente.
cuánto a quién y qui én le había robado a quién. C uand o Conocí a Ana Iri s después qu e fracasó el n egoc io de
tenía algún dinero iba al lugar de las llamadas y llamaba Ramón. No hay sufic ientes ricos por estas partes, dijo
a mi mamá, pero era solo para oír las voces de la gent e sin desánimo. La conocí en una pescadería a través de
del barrio cuand o pasaban el teléfono de mano en mano, uno s am.igos. Mientras hablábamos Ana Iri s partía y pre-
como si mi voz les pudi era traer bu ena suer te. En ese paraba pescado. Pensé que era boricua, pero después me
ent onces Ramón era rni j efe. Todavía no estábamos jun- dijo qu e era nútad boricua, nútad dominicana. Lo mejor
tos, eso tomaría dos úíos. Él tenía un guiso de limpiar y lo peor del Ca rib e, dijo. Era rápida y exacta cuando
casas, allá en Piscataway. El día qu e nos co no cimos me cortaba y sus filetes no era n irr egu lares como muchos
echó una mirada clÍt ica. ¿Y de qué pueblo eres? de los otros qu e reposaban sobre el hielo granizado. Que-
Moca. ría saber si yo podía trabajar en un ho spital.
Mata dict ador , dijo, y al rato m e preguntó cuá l era mi H ago lo que sea, dije .
equ ipo favorito. Habrá sangre .
Águilas, le dije sin inter és. Si tú puedes picar pescado, yo puedo trabajar en un
Licey, exp lotó. Es el único equipo en la isla qu e vale la h ospital.
pena. Fue qui en me tomó las pr im eras fotos que mandé a
Lo dijo en el mismo tono de voz que usaba para man- Santo Domingo, fotos borrosas en las que sonreía, bien
darme a limpiar un inodoro o frega r una estufa. En esos vestida e insegura. En una estoy parada frente a un Mc-
días no m e caía nada bi en. Era demasiado arro gante y Donald's porque sabía qu e a mi mamá le iba a gustar esa
escanda loso y me ponía a cantur rear cuando lo oía dis- americanada. En otra estoy en un a librería y hago corno
cutiendo el pago con los du eños de las casas. Pero por lo que estoy leyendo, aunque el libro es en inglés. Tengo el
meno s no trataba de vio larte, como era la cost um bre en- pelo recogido y la piel alred edor de las orej as se m e not a
tre los otros jefes. Por lo menos. No miraba a nadie , no pálida por falta de sol. Me veo tan flaca que parezco en-
tocaba a n adie. T ení a otros plane s, plane s impo rtantes, ferma . En la foto qu e quedo mejor estoy frente a un edi-
nos decía, y co n simpl emente o bservarlo se lo creías. ficio de la universidad. No se ve ni un estudi ante pero

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hoycientos de sillas pl egables que han arreg lado para un Espero, pero sin esperanza, hasta que Ramón se m e acer-
vcnt.o.Estoy fren te a las sillas y las sillas frente a m.í y ca y dice que todo parece estar en orden.
bajo esa luz mi s manos parecen deslumbrantes co ntr a el Maravillo so, digo, todavía convenc ida de qu e Ramón
azu l de mi vestido. va a cambiar de p arecer. Él no co nfia e n nad a ni nadie,
y cuando llegamos al carro empieza, seguro de que el
viejo le está tratando de hacer trampa.
Tres no ches a la sema na vamos a ver casas. Están en ma- Pero ¿qué pasa? ¿Viste algo sospechoso?
lisimas co ndi cione s; son casas para fantasmas y cuca ra- Es que hacen que todo parezca bien , es part e del tru-
chas y para nosotros, los hispanos. Aun así, hay po ca gen- co. Tú verás, en dos sem anas se nos cae el techo encima.
te dispuesta a vendérnos las. En persona nos tratan bi en ¿N o crees que lo ar regle?
pero al fin al nun ca nos llama n , y la próxima vez que Dice que sí, pero ¿cómo vas a confiar e n un viejo
Ramón pasa por cualqui era de las casas, ya hay ot ra gen- como ese? Si ese viejo debería estar en un asilo.
te vivi end o aJli,casi siempr e blanquitos, cu idand o el cés- N o h ablam os más . Baja la cabeza , sube los hombros,
ped qu e debía haber sido nue stro, y espant and o cuervos y los ten don es d el cuello se le sobresaltan. Sé que si abro
d e lo que debían h aber sido nuestra s moreras . Hoy un la bo ca, exp lota . Fre na al llega r a casa y los neumático s
abuelo con rayito s rojos entr e las canas no s dijo que le resbalan en la nieve.
caímo s bien . Fue sold ado y estuvo en nuestro país du - Pregunto: ¿Vas a trabajar esta no che?
rant e la Guerra C ivil. Buena gent e, dice. Gente lind a. La Claro qu e voy a trabajar esta no che.
casa no está comp letamen te arruinada y los dos estam os Está cansado y se aco m oda en el Bui ck. E l parabri sas
nervioso s. Ramón lo escudri11.a todo como una gata pr e- está su cio y cubierto de hollín , y en los már ge nes del
ñada bus cando dónde parir. Entra en los clósets, da gol- cristal dond e no llegan los limpi avidri os hay como una
pecitos en las paredes y se pasa por lo menos cinco m.i- corteza. Vemos a dos caraj itos bombard eando a un ter-
nutos cheq ueand o con la yema de los dedos los empalmes cero co n bolas de nieve y sient o cuando Ra m ón se en-
húmed os en las parede s del sóta no. Huele el aire en bus- tr istece; sé qu e está pen sando en su hij o, y en ese mo -
ca de m oho. En el baño yo descargo el inodoro mi entr as mento lo que quiero es abraza rlo y decirle qu e to do va
él revisa Ja presión del agua co n la mano bajo el chorro a salir bien.
de la du cha . Registramos los gabin etes de la cocina a ver ¿Te veo después?
si hay cucarac has. En la habit ación de al lado, el abu elo Dep ende de có mo vaya e] trabaj o.
está en el teléfono cheq ueando nue stras referencias y se OK, digo.
ríe por aJgo que le dicen. C uando les cuento lo de la casa a mi s compañeras de
C uando cuelga le co menta algo a Ramón que no en- cuarto, sentada s alrededor d e la mesa cubi erta por un
tien do. Con esta gent e no me fio n.i en el tono de voz, te mantel manchado d e grasa, intercambian sonr isas falsas.
nú entan la madre co n el mismo ton o con que te salud an. Parec e qu e vas a estar bi en có m oda, dice Marisol.

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Sin pr eoc upa cion es para ti. Deja de b esarm e. Enr iquill o. Estuve de luto por mu -
Cero p reoc upa cion es. Deb es estar mu y org ullo sa. cho ti em po. Todavía lo ex traño.
Sí, les digo. Pu es no se te ve .
C uando m e acuesto oigo los camione s rondando por Es que no me mir as co n el sufi cien te cuid ado .
las calles, llenos de sal y are na. M e despiert o a m ecüa no - N o creo qu e se te vea .
che y m e do y cuenta qu e él no ha regr esado, p ero no me Baja Ja mano. N o eres un a mujer sagaz.
enoj o sino hasta por la m aña na . La cam a de Ana Iris está Solo te digo qu e no se te ve.
h ec h a, el mo squitero doblado con cuid ado al pi e del Ahor a veo, di ce, qu e no eres un a muj er sagaz.
cubr eca ma. La oigo h acie ndo gárgara s en el baño. Te n- Mi entra s se sienta al lado de la ventana y fum a, saco
go las m ano s y los pies morados d el frío y no pu edo ver de mi car tera la últim a carta de su muj er y Ja abro para
por la ventana p o rqu e está cubierta d e escarcha y ca- que la vea. No sabe lo descarada qu e pu edo ser. Es un a
rámbanos de hi elo. C uando Ana Iri s co mi enza a rezar, sola hoj a y hu ele a agua de vi oleta. En el ce ntro de la
Je ru ego qu e n o, que ho y no, por favor. página Virt a ha escr ito co n cuidado sa letra: Por favor.
E lla baja las mano s. M e visto. Eso es todo. Le sonrío y vuelvo a m eter la carta en el
sobr e.
Un a vez Ana Iri s m e pre guntó qu e si lo qu etí a y le
M e habla de nu evo sobr e el ho mbr e que se cayó de las conté so br e las lu ces en mi antig u a casa en ]a capital ,
vigas. ¿Q ué harías si hubi ese sid o yo? , m e pr egun ta d e có mo parp adeaban y nun ca sabí as si se iban a ir. Tenías
nuevo. qu e dejar lo que estuv ieras haciend o y esperar porq ue
M e bu sca ría o tro ho mbre , le digo. la verdad es que no podías hacer nada hasta que las lu ces
Sonr íe. ¿Ah, sí? ¿Y dónde lo buscaría s? se deci dieran . Así, le dije , es como me siento .
Ti en es am igos, ¿no?
¿Y qu é tip o de homb re to cada la novi a de un am igo
mu ert o? Su mujer es así: pequ e ña, con eno rm es caderas y Ja gra-
N o sé, cügo. N o tendtÍ a por qué decír selo a nadie. En- ve seri eda d qu e le toca a un a mujer a qu ien llamará n
co ntrarí a un hombre en la rni sma m an era que te enco n- doñ a ant es qu e cumpl a los cuarenta. Sospec ho que si vi-
tré a ti. vi éramos la misma vid a j amás seríamo s amigas.
Pero todo el mundo se daó a cuenta . Ha sta el más bru-
to vería la mu er te en tu s oj os.
N o hay qu e pasarse la vida entera de lut o. Levant o las sában as azul es del hospita l frente a mí y cie-
H ay gente que sí. M e besa. Apuesto que tú sí. Soy un rro los ojos, pero las mancha s de sangre insisten en flo -
hombr e difícil de remplazar. Eso m e dice n en el trabajo. tar e n la oscuridad. ¿Y si usamo s cloro ?, me preg unt a
¿Cuánto tiempo estuvi ste d e luto por tu hij o? Samantha. H a reg resado pero no sé cu ánto ti em po se

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qu edará. N o enti end o po r qu é n o aca bo de desp edid a. nas m orenas, un a muj er más cili da que el afre qu e la ro-
Q ui zá p o rqu e qui ero darle u n chance. Qui zá porque deaba. Un a muj er bu e na. N o m e im agin o a la esposa de
qui ero ver si se qu eda o se va. ¿Y eso qu é m e dir á? Sos- R am ón como inculta. Ve las telenovelas solo para pasar el
p ec h o q~e n ada. En la fund a qu e te ng o a mi s pies está tiemp o. En sus cartas habla de un niñ o que cuida a qui en
la ropa de R am ó n y la lavo junt o co n las cosas del hos- qujere casi tant o como guiso a su hij o. Al prin cipio, cuan-
pit al. Po r un día llevará el olor de mi trabajo , pero sé qu e do Ram ó n no hacía tant o tiemp o qu e se había ido, ella
el pan es más fu ert e qu e la sang re . · creía qu e podí an tener o tro hijo, igualito qu e este Vícto r,
N o h e dej ado de buscar evid encias de qu e la ex traña. su amor cito . Ju ega pe lo ta igu al qu e tú , Virt a dice en la
N o debes pensar en eso, me dice An a Iri s. Sácate eso de carta .Jam ás m enciona a E nriquill o.
la cabeza. Te vas a volver loca.
Así es como An a Iris sobrevive aquí , com o pued e man -
ten er su equilib rio a pesar de la situ ación co n sus hijo s. Aquí hay calamjdades sin fin , p ero a veces pu edo vern os
Así es como tod os sobr evivim os aquí, en part e . H e visto claram e nt e en e l futur o, y es bu e no. Vivirem os en su
fot os de sus tres hij os, tres varonc itos ju gand o en el Jardín casa y le coc inaré y cuan do deje co mid a en la m esa le
Japonés, cerca de un pin o, sonri endo , el m ás pequ eño es dir é qu e es un zángano . Pu edo verm e, co nte mpl ándolo
solo un a mancha borrosa de azafrán que trata de evitar la mie ntras se afeita por las m arianas. Pero ot ras veces nos
cám ara. Pr oc uro seguir sus co nsej os y de camino a casa y veo en esa casa y veo có mo al levant arse un día soleado
al trabaj o me co nce ntro en los o tros sonámbul os que m e (o un día com o hoy, cuando hace tant o frío qu e la m en-
rodean, los hom bres qu e barr en las calles y los qu e se pa- te te d a vuelt as cad a vez qu e sopla el vi ent o), se dará
ran en la entr ada trasera de los restaurantes co n el pelo cu enta de qu e todo ha sid o un a eq uivocac ió n . Se lavará
sin co rtar, fum and o cigarrill os; la ge nte traj ead a qu e sale la ca ra y se vo lverá hacia mí. Lo sient o, dir á . M e tengo
de los trenes en tropel, mu chos harán una parada en casa de qu e 1r.
sus am ant es y eso es en to do lo que pensarán mfr ntr as Samant ha llega al trabaj o e nferm a, con el flu ; me estoy
mastican la ce na fría en sus hogares, rnientr as están en la muri end o, dice, y todo lo hace con gran esfuerzo, se apo-
cam a co n sus parejas. Pienso en mj mamá, qu e tu vo una ya co ntr a la p ared para descansar, no com e nada, y al d ía
relación con un h ombr e casado cuando yo tenia siete arios, siguient e estoy e rúerma yo tambi én y se lo pego a R a-
un hombr e gua po co n barba y rostro c urti do qui en era m ó n; dice qu e soy un a co memi erda por pasárselo. ¿Crees
tan negro que todo el mund o qu e lo co nocía le decía qu e pu edo perder un día de trabajo? , pregunta indignado.
Noc he. T rabaj aba instalando cables de C OD ET EL en el No digo nada; sé que solo lo voy a fastidi ar.
camp o, pero vivía en nu estro barrio y te nia d os hijo s con Sus en cabron ami e ntos no dur an mu cho. Ti en e de-
un a muj er co n qui en se había casad o e n Pedernal es. Su m asiadas otras cosas en la cabeza .
esposa era muy linda, y cuando pienso en la muj er de R a- El vierne s viene a actu ah zarme sobre la casa. M e dice
m ón la veo a ella, en taco nes, exhi biend o esas largas pier- qu e el viej o n os la qui e re vend er. M e enseria un papel eo

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qu e no enti endo . Está contento pero tambi én tiene mie- De tod os modo s falta mu cho tiemp o. Me acu erdo de
do. R eco no zco esa sensación, tambi én la he sentid o. lo qu e R am ón dice un a y otra vez. C ualqui er ·cosa pu e-
¿Qu é crees qu e debo hacer? No me mir a a los oj os, de pasar.
mira por la ventana. Nos qu edamo s calladas por el resto de la película. N o
Cr eo que debes compr arte la casa. Te lo m ereces. le he preguntado lo que piensa de mi situación y ella no
Asiente. Pero necesito qu e el viej o baje e] precio. Saca me ha dado su opinión. R espetamo s nu estro silencio so-
los cigarrillo s. ¿Ti en es algun a idea cuánt o he esperado bre ciertas cosas;por ej emp lo,jam ás pregunto si algún día
por esto ? Ser du eiío de tu propia casa en este país es co- piensa traer a sus hijos. No tengo la menor idea de lo que
n1enzar a v1v1r. va a hacer. Ha tenido hombr es que tambi én han dormido
Trato de plant ear el tema de Virt a p ero lo esqui va, en nuestro cuarto, pero ella no dura mu cho con nadie.
como siempre. Re gresamos del cine caminando juntic as, con mu -
Ya te dij e qu e eso terminó, me dic e bru scam ent e. cho cuid ad o por el hielo qu e brill a entr e la ni eve. El
¿Qué más qui eres? ¿Un maldit o cadáver? Las muj eres barrio no es mu y segu ro. Los tígueres por aquí lo úni co
nunca saben cuánd o dej ar las cosas tranquil as. No sabes que saben decir en español son malas palabras, se pasan
có mo dej ar las cosas en paz. la vida en las esquin as ha ciéndol e m ala cara a todo el
Esa noc he Ana Iris y yo vamo s aJcine. N o entend emos mundo. C ru zan la calle sin mirar y cuando les pasamos
nada p orqu e la película es en inglés, pero a las dos nos por el lad o un go rdo no s dice : M amo tot o mejor que
gustan las alfomb ras nu evas y limpi as del teatro. Las ra- nadie. en el mund o. Coc hin o, dice An a Iris entr e dien-
yitas azules y rosadas de neó n parece n relámp agos en las tes, y m e agarra la mano. Pasamo s frente al apartam en-
paredes. Co mpr amo s palomit as d e maíz para co mp artir to dond e vivía ant es, el qu e está arriba del bar, y miro
y m etemos de co ntr abando unas latas d e ju go d e tama- bien la fachada, tratando de acordarm e desde cuál ven-
rindo qu e compr amos en la bodega. A nu estro alrededo r tana mirab a al mund o. Vam os, dice An a Iris, hace dema-
la gent e habla y nosotra s también . siado fóo .
Q ué suerte qu e te vas a poder ir, me dice. Esos cue-
ros me van a volver loca.
M e parece que me estoy adelantando pero le digo : Ramón le d ebe haber dicho algo a Vir ta porqu e las car-
Te voy a extrañar , y ella se ríe. tas han parado. Parece qu e es verdad lo que dicen: si es-
Estarás com enzando o tra vida. N o tendr ás tiemp o para peras lo sufi cien te, tod o pu ede cambi ar.
extrañarm e. Lo de la casa ha tomado más tiemp o de lo qu e n os
Claro qu e sí. Te voy a ir a ver casi todo s los días. habíamo s ima ginado. Él casi dej a la vaina un montón
N o tendr ás tiemp o. de veces, tir a teléfono s, lan za el trag o co ntr a la pared;
Verás qu e sí. ¿Te estás tratando de deshacer de nú ? yo creo qu e no se va a dar nad a, qu e nad a va a pasar.
C laro qu e no, Yasnún. No seas b oba. Y enton ces se hace el milagro.

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Mi ra, dj ce, y m e ense ña los doc um ent os, mir a. Casi N ecesit o un pr éstamo, m e di ce al oído. Mi m amá está
m e está roga nd o que los mire . en ferm a.
D e verda d qu e estoy con tent a p or él. Lo log raste, rru Siempr e es la m adre . D oy la vuel ta para irm e.
a1no r. Por favor, ru ega. Som os del mi sm o país.
Lo log ram os, dice en voz baj a. Ahor a po dem os em- Verdad. Lo som os.
p ezar. Alguien te tiene qu e haber ayud ad o algun a vez.
E nt o n ces p o ne la cabeza sobr e la m esa y lJora. Verdad tambi én.
Nos muda mos a la casa en di ciembr e. Es casi un a Al dí a siguie nt e le doy oc hoc ient os dólares. Es la mi-
ruin a y solo dos habi tacio nes son habit ables. Se parece tad de mis ah orros . Acuérdat e d e esto.
al pri me r lu gar en qu e viví cu and o lJeg ué a este país. M e aco rdaré, dice.
N o tenem os calefacción en tod o el invi ern o, y por un Está tan co nt enta. M ás co nte nta de lo qu e estaba yo
m es nos tene m os qu e bañar co n un cub o. Casa de Can,- cuand o nos mud amos a la casa. C uánt o m e gustaría ser
po, digo b rom eand o, pero él n o acept a nin gun a critica tan libre, tan suelta. Se pasa el resto de l turn o cant and o
sobr e su «niñ o». N o to do el mund o p ued e ser dueño de canc io nes de mi ju ventu d, Adam o y toda esa gent e. Pero
su p ro pia casa, m e recuerda. Ah o rr é por oc h o aiios. N o sigu e sien do Sam anth a. Ant es de te rm in arse el turn o
para d e trabajar en la casa, y saca m ateri ales de las pro- m e di ce: No te debes pin tar tant o los labios. Ya tienes la
piedades aband o nadas de la cuad ra. Cada tabla del piso bem ba dem asiado grand e.
qu e se vuelve a usar es din ero aho rrado, se j acta. A pesar Ana Iri s se ríe. ¿Esa ni11a te dijo eso?
de qu e h ay mu chos árbo les, el barri o no es fücil y tene- Así mism o .
m os que te nerlo to do baj o candad o to do el tiemp o. Q ué desgraciada, di ce, no sin admir ació n .
D urant e las prim eras sem anas var ias perso nas toca n Al fin al de la sem ana, Sam antha n o regresa al trabaj o.
a la pu ert a y pr egunt an si la casa to davía está en venta . Pr egu n to pero nadie sabe dó nd e vive. No recuerdo qu e
E n tre ellos hay parej as esperanzadas igual qu e noso tros. haya dicho nada especial su últim o día. Salió tan calladita
Pero R amó n les tir a la pu erta como si tu viera mie do co m o siempr e, caminand o sin rumb o ftjo hasta el cen-
de qu e se lo fueran a llevar con elJos. C uand o soy yo la tro don de coge ría un a guagu a. Le pid o a D ios po r elJa.
qu e co nt esta, trato de ser m ás suave. Ya se vendi ó, digo . R ec u erdo mi prim er año y lo d esesperadam ent e qu e
Buena suerte co n su bú squ eda. qu ería reg resar, y cuánt as veces lloré. R ezo para que se
Solo sé algo : la esperanza es etern a. qu ede, igual qu e yo.
El hospital em pi eza a co nstrui r otra ala; a los tres días Un a sem ana. Espero un a sem ana y despu és la dejo ir.
de las gr úa s rod ear nu estro edifi cio com o en un rezo La mu chach a qu e la rempl aza es calladita y gord a y tra-
' b aja sin parar y sin qu ejarse. D e vez en cuando , cu ando
Sam anth a pid e hablar conmj go. El invi ern o la ha dejado
reseca, co n m an os de reptil y labi os tan ag rietados qu e estoy de mal hum or, m e im agin o que Sam antha ha re-
parece q ue se le pu eden partir en cualqui er m om ent o . gresado a casa y está rod eada d e su gent e. AlJá donde

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hace calor. La oigo decir: No vue lvo más nun ca. No por Vamos, dice Ana Iris, y m e presea una bllfancla. Va-
nada. Ni por nadi e. mos a caminar un poco .
H ay noches cuando Ramón está trab'ajando en la Llevo la carta en las mano s. El día tiene el mismo co -
plomería o dándole lija al piso que leo las viejas cartas y lor que las palomas. Cada paso va mac h acando lo que
bebo un poco del ron que guardamos abajo del fregade- queda de la nieve, ahora con una capa de gravilla y pol vo.
ro y claro que pienso en ella, la de la otra vida. Esperamos que pase la fila de carro s en el semáforo y
entonces nos escabullimo s hacia el parqu e. Los primeros
m eses que estuvimos junto s Ramón y yo veníamos a
Cuando la próxima carta por fin llega, estoy embaraza - este parque todo s los dias. Para relajamos un poco d es-
da. Fue enviada de la antigua casa de Ramón directo a pu és del trabajo, decía, p ero m e pintaba las u1ias de rojo
nuestro nuevo h ogar. La saco de la pila del correo y la para cada o casión. M e acuerdo del día antes qu e hiciéra-
contemp lo. Mi co razón bombea co mo si estuviera solo mos el amor por pr im era vez, cómo yo ya sabía qu e iba
'
como si no hubi era nada más dentro de nú. Quiero abrir- a pasar. Me acababa de contar lo d e su mujer y de su hijo.
la pero llam.o a Ana Iris; hace tiempo que no hablamos. Yo estaba proce sando la informa ción , sin decir nada, de-
Mientras el teléfono suena observo los pájaros que cu- jando que mis pies no s guiaran. Nos enco ntram os con
bren los setos. unos caraji tos ju gando pelota y les arre bató el bate, hizo
Le digo que qui ero salir a caminar. un par de swings, y les indi có que cubri eran lejos, bien
Los brotes en las puntas de las ramas se están abri en- atrás. Pensé que iba a hacer el ridícul o y pasar trem enda
do. Cuando entro en el viejo apartamento me besa y me vergüenza, así que me alejé un poco pensando que le
sienta en la mesa de la coc ina. Solo quedan dos compa- daría una paJmadita en el brazo después qu e tropezara o
ñeras d e cuarto que conozco, las otras se han mudado o cua ndo la pelota cayera a sus pies. Pero conec tó con un
se han regresado. Las nu evas son recién llegadas de la isla. claro zumbid o del bate de aluminio y mandó la pe lota
Entran y salen de la coc ina sin darm e mucha importan- muy por en cima de dond e se habían puesto los mu-
cia, están muertas de cansancio por el peso de las prome- cha chos; todo con un movimiento facil y natural de su
sas que han hecho . Quiero aconseja rlas: no hay promesa cuer po. Los carajito s levantaron las manos en el aire y
que sobrev iva a ese mar. Se me ve la barriga , y An a Iris g ritaron y él me sonr ió por enc ima de sus cabezas.
está flaca y gastada. No se ha co rt ado el pelo en meses; Cam inamo s todo lo largo del parque sin hablar y en-
las puntas astilladas forman como un halo alrededor de ton ces cruzamos la carr etera para coger hacia downtown.
su cabeza. Todavía sonríe, y es una sonrisa de tanto brillo Digo: Volvió a escrib ir, pero Ana Iris m e in terrumpe.
que es un núlagro que no le haya p rendido fue go a algo. He estado tratando de llamar a mis hijos , dice. Se1ia-
Una mujer canta una bachata en el piso de arriba y la la al hombr e frente al edificio de la cort e, el qu e vende
manera en que su voz flota en el aire me recuerda el lo s números de tarjetas de llam.adas robadas. Han creci-
tamaño de la casa y lo alto que son los p un tales. do tan to , me dic e, que es difí cil reconocerles la voz.

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D espués de un rato, tenemos qu e sen tarn os para yo
pod er tom arle la ma no y para qu e ella pu eda llorar.
Siento qu e debo d ecirle algo pero n o tengo la meno r
idea de p or dónd e com enzar. Traerá a sus hij os o se re-
gresará. Tant o ha cambi ado.
Baj a la temp eratura. Regresa mos a casa. N os abr aza-
mos en la pu ert a com o por un a hora .
Esa no che le doy la carta a Ra món y trato de sonr eír
FLACA
mi entras la lee.

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Tu ojo izqui erdo se desviaba cuando estabas cansada o
enoj ada . Está bu scando algo, m e d ecías, y en aquellos días
cuand o salíamo s se revoloteab a y dab a vueltas de tal ma -
nera que tenías qu e pon erle el d edo en cima para que
parara . Estabas precisam ent e en esto cuando m e desper-
té y te descubrí sent ada en el borde de la silla. Toda vía
tenías pu esto tu atuendo de ma estra, pero te habías qui-
tado la chaqu eta y alguno s bot o nes de la blu sa estaban
abiertos de tal man era que se te veía el ajustador ne gro
qu e te había compr ado y las pecas en el pecho. No sabía-
mo s qu e eran los último s días pero deberíamo s haberlo
sabid o.
Acabo de llegar, m e dijist e. Mir é hacia donde había s
parqu eado el C ivic.
M ej or qu e vayas y cierres las vent anas.
No m e voy a qu edar mucho tiempo.
Te van a robar el carro.
Ya casi m e voy.
Permanecist e en tu silla y yo sabía qu e no debía acer-
cártem.e. Tenías tod o un elaborado sistema que te imagi-
nabas nos mant endría alejados de la cama: te sentabas al
otro lado de la habitación, n o m e dejabas que te hiciera
crujir lo s dedos, y no te qued abas más de quin ce minuto s.
Pero nunca funcionó, ¿verdá?
Les traje co mid a, dijiste. Hic e lasaña para mi clase y
traj e lo que sobr ó.

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Mi habitación es caluro sa y pequeña y está inund ada te podía llama r cuando quisiera pero que tú no m e ibas

l de libros. Nun ca quisiste estar aquí (es como estar dentro


de un a media, dijiste) y cada vez qu e mi s compañeros de
casa no estaban dormíamos e n la sala, sobre la alfombra.
El pelo largo te hacía sudar y por fin te quitaste la
a llamar a mí. Tú dec id es d ó nde y c uánd o , diji ste. Si
fuera por mí, te vería todos los días.
Por lo m enos fuiste hon esta, que es más d e lo qu e
puedo decir sobre nú nu smo. Jam ás te llamaba entre se-
mano d el oj o . No habías dejado de habl ar. mana, ni siqui e ra te extrañaba . M e e ntret enía con mi s
Hoy m e traj ero n un a estudia nt e nu eva. La m adre me panas y nu trabajo en Transactions Press. Pero los vier-
dijo qu e tuvi era cuidado con ella porque poclía ver cosas. nes y sábados por la no ch e, cuando no m e levantaba a
¿Poclía ve r cosas? nadie en los clubs, te llama ba. Co nversábam os hasta qu e
Asientes. Le pregunté a la señ o ra qu e si e1 poder ver los silencio s se hacían largos, hasta qu e por fin pregun-
cosas la habí a ayudado en la escu ela. Dij o: Na , pero de tabas: ¿Quieres verme?
vez e n cuando m e ha ayudado con la lo tería . Decía qu e sí y mientras te espe raba les decía a mi s
Debería reírm e pero miro afue ra donde un a hoja e n panas que era solo sexo , tú sabe, na ma. Ve nías co n un
form a de guant e se le ha pegado al parabrisas del C ivic. cambio de ropa y un sartén para hace rno s el desayuno ,
Te paras a m i lad o. Cua nd o te vi por primera vez, en la quizá también galleticas de las que les habías hec ho a tus
clase sobre Jam es Joyce y después en el g imna sio, sup e estu diant es. Por la maña na, los muchachos te encontra-
que te iba a llama r Flaca. Si hubi eras sido donunicana ban en la cocina vestida en un a de mi s camisas. Al prin-
mi fam ilia se hubi era preocupado por ti y te hubi era cipio, no se quejaron, pu es se ima gin aban qu e pronto te
traído com ida a la casa. Montones de plátanos y yuca desaparecerías. Y cuand o empezaro n a ha ce r come n-
bañados en hí gado o queso frito. Flaca. Aunque tu ver- tarios, ya era tarde, ¿verdá?
dadero nombre era Verónica , Verónica I-Jardr ada.
Mis pana s están por reg resar, le digo. Creo que debes
ir a cer rar las ventanas. Me acuerd o : los muchachos vigilándome . Se figurab an
Me voy, dices, y te tapas el ojo de nu evo co n la mano . que dos años no son po ca cosa, aunqu e jam ás te reclamé
en tod o ese tiempo. Lo que es un a loc ur a es que m e
sentía perfectam.ente bi en. Como si el vera no se hubi e-
Se sup one que la vaina e ntr e no so tro s nunca llegará a ra apoderado de nú. Les dije a nus panas que era la me-
ser nada ser io. No nos veo casánd onos ni na de eso, y j or decisión que había tom ado en mi vida. No te pu e-
asenti ste con la cabeza indic ando que entendías. Enton- des estar acostando co n blanquit as toda la vida.
ces rapamos para con eso pre te nd er que nada hiri en te En algunos grupos, esto se sobrentiende, p ero en el
había ocurr ido e ntr e nosotros. Era co m o la quinta vez nu estro no.
qu e nos veíamos y te pusiste un vestido negro transpa - En aquella clase de Joy ce, en la que jam ás abriste la
rente y un par de sand alias mexicanas y me diji ste que boca, yo sí hablab a, habl aba sin parar, y un a vez me mi-

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raste y yo a ti y te sonrojaste de tal man era qu e hasta el Asientes. Las pesadillas.
pro fesor se dio cuenta. Eras un a blanquita viratala de las Parqu eamo s frent e al clistribuidor de mapas y vamos a
afu eras de Pat e rson y se te not aba en la falta de sen tido nu estra lib rería. A pesar de la proximidad a la universi-
de la m oda y en tu conside rabl e expe rienci a con prietos. dad, somos los úni cos clientes, nosotros y un gato de
Te dij e:Te gustamos, y tú , enojada, dijiste : No, no es así. tres patas. Te sient as en el pasillo y co 1nienzas a hur gar
Pero la ver dá es que sí. Eras la blanquita que bailaba en tre las caj as. El gato se qu eda co nti go . Yo reviso los
bach ata , la qu e se hizo soc ia de las SLU/' la que había libros de histori a. Eres la úni ca perso na qu e cono zco
ido a Santo D omi ng o ya tre s veces. que aguanta estar tanto tiem po en un a libr ería como yo.
M e acu erdo: ofrecías llevarm e a casa en tu Ci vic. Una sabe lo tod o pero no un a sab elo to do cualqui era.
M e acu erdo: la tercera vez acepté. Nu est ras manos se C uand o vuelvo a d ond e estás te has quitado los zapatos
rozaron entre los asientos. Trataste de h ablarme en espa- y te rascas los callos, el resultado de tan to correr, mi ent ras
ñol pero te pedí que no. lees un libro infantil. Te ab razo. Flaca, digo. Tu pelo se
Hoy en día todavía nos hablamos. Digo: Q uizá debe - enr eda en mi barba. No me afeito con sufi cient e fre-
ríamo s hangu ear con los mu chachos, p ero tú sacudes la cu enc ia para nadie .
cabeza . Quiero pasar ti empo contigo, di ces . Si seg ui- Esto podría fun cionar, dices. So lo hay que darle un
mos bi en , qui zá la semana qu e viene. chance.
Es lo más que se pu ede esperar. Nad a dicho, nada he-
cho que podamos recorda r en el futuro. M e mir as mie n-
tras te pasas un ce pillo po r el pe lo. Ca da hebra rota es del Ese últi mo verano querías ir a algún lugar , así es que
largo de mi brazo. N o quieres que lo deje mos , pero tam- fuimos a Spruce Run ; los dos habíamos esta do ah í de
po co q uieres qu e te hi era. No es la n1ejor situac ión, pero ni ños. Te acordabas de los a1ios exactos , de los meses pre-
¿qué te pu edo decir? cisos en que estuv iste allí, pe ro yo apenas podía aproxi-
Vamos a Montcla ir, so rn.os pr áct icam ente el úni co marme a un Fu e Cuando Era N i1io.
carro en el Parkway. Todo está tranq uil o y oscuro y los Mira las flores de zanahor ia silvestre, diji ste. Te incl i-
árbole s brillan con la lluvi a de ayer. En ciert o punto, nabas por la ventana para respirar el aire noct urn o y te
justo al sur de los pu eblo s de Orange, el Parkwa y pasa puse la mano en la espalda, por si acaso.
por un ce rn.enterio. Mil es de tumbas y cenotafios a am- Estáb amo s borr acho s los dos y solo tenías ligas y me-
bo s lados de la carr eter a. Im agínate, dice s 1nientra s se1ia- dias debaj o de la fald a. Agarraste mi mano y te la pusis-
las la casita má s cerca na , si tuvieras qu e vivir ahí. te entre las piernas.
Lo s sueños que tendría s, elige. ¿Y qu é hacía tu famili a aquí?, pregunt aste .
Mi ré hacia el agu a noc turn a. H acíamos ba rb iqu iú .
Barbiquiú do mini can o. Mi papá no sabía lo que estaba
* Sigma Lambda Up silon : Señoritas Lati nas Un idas, Soro rity, lnc.
(N. de la T.) hacie nd o pero insistía. Se invent aba un a salsa roja que

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embarraba en las chul etas y enton ces invitaba a una pila minio , encendi end o cada go ta de rocío en los carros .
de desconocidos a qu e viniera n a come r co n no sotros. Me acuerdo de qu e corría po r los M emo rial Hom es, po r
Era horr ible. Joyce Kilmer, y pasaba por Throop, do nd e había estado
Yo usaba un parche sobr e el ojo cuando era niña, Came lot, ese antiguo bar ahora h echo cenizas y aban-
diji ste. Qui zá no s co n ocim os aquí y no s en amo ramos donado.
mi entr as compartíamos uno de esos b arbiquiú s horr i- No do r mía:por no ches enteras y cuand o el Viejo lle-
bles. gaba a casa de UPS, yo estaba apunt ando el hor ario de
Lo dud o, dije. los tren es que venían de Prin ceton Jun ction ; los frena-
Es solo un decir, Yunior. zos se oían desde la sala, rechinando al sur de 111.Í cora-
Q uizá estuvimos junto s hace cin co mil años. zón. Me imaginaba que ese insomnio signifi caba algo .
Hac e cinco mil años yo estaba en Dinamar ca. Quizá era pérdida o amor u o tra palab ra que usamos
Verdá. Y mitad de mí estaba en África. cuando ya es demasiado fokin tard e, pero a rnis panas no
¿Y qu é h acías? les gustaba el melodrama. Oían esa vaina y me decían
M e im agino qu e era agri cultor. Eso es lo que hace que n o. Especialmente el Viejo . Divor ciado a los veint e
todo el mund o en todas part es. año s, co n dos lujo s en D. C. a quienes ya no veía más, me
Quizá estuvim os junt os en o tro tiemp o. escuchó y dijo: Oye , hay cuarent a y cuatro maneras de
No se me ocur re cuándo, d ije. sobreviv ir a esto. Y entonces m e m.ostró sus manos re-
Tratas te de evitar 111.Írarme. Qu izá hace cin co millo - mordid as.
ne s de años.
La gent e no existía entonc es.
Esa no che te qu ed aste despiert a en la cama, escu- R egresamos a Spru ce Run un a vez 111.ás. ¿Te acu erdas?
chando las ambul anc ias que salían a mil por la calle. El Fu e cuando las discusiones ya no tenía n fin y siem pre
ard or de tu cara podría haber calen tado nu cuarto por termin ábamos en la cama desgarr ándonos el uno al otro
días. No ent endía cómo podías aguantar tu propi o fue- como si eso pud iera cambi ar las cosas . En un par de
go, el de tus senos, el de tu cara . C asi no te podía tocar. me ses tú tendrías o tro novio y yo no via nueva tambi én;
D e la nada djjiste: Te quiero . Para lo que te valga. ella no era mu cho más more na que tú, pero lavaba los
pantis en la ducha y tenía el pelo como un mar de pu -
ñito s. La prim era vez que n os viste, volteaste y subiste
Ese fue el verano en el que yo no pod ía dormir , el ve- en un a guagua qu e yo sabía no te1úas intención algun a
rano en qu e co rrí a por las calles de N ew Brun swick a de toma r y cuand o mi novia preg unt ó qu e qui én eras,
las cuatro de la ma1i.ana. Fuero n las úni cas veces qu e le dije: Nadie en particul ar.
corrí más de cinco null as, cu ando no había tráfico y los E n ese segu nd o viaje a la playa, me paré en la or illa
halóge no s lo pintaban todo d el co lor de papel de alu- del lago y te obser vé nue nt ras te metías al agua, mien-

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eras te echabas agua sobr e tus brazos flaco s y sobr e el
cuello. Los dos teníamos resaca y yo no qu ería moj arm e.
El agua cura, me explicaste. El cura habló de eso duran-
te la nusa . Guard aste un poco de agua en un a bot ella
para tu primo con leuce mi a y para tu tía que pad ece
del corazó n. Tenías puesto un bikini y una camiseta y
había una neblina sobre el cerro que se entr enzaba con
los árbo les. Te metiste hasta qu e el agua te daba por la LA DOCTRINA PURA
cintura y entonces te detuvi ste. M e 1nirab as y te mir aba,
y en ese ju sto mom ento ocurrió algo así co mo amor,
¿no crees?
Esa noche te metiste en mi cama, eras tan fl aca, y
cuando traté de besarte los pezo nes, me pu siste la mano
en el pecho. Espera , dijiste .
En el piso de abajo de mi apartam en to, los mu cha-
chos estaban viend o televisió n y grit and o.
Dejaste qu e el agua se te escurri era de la bo ca, estaba
fría. Llegaste hasta mi rodi lJa antes que tu vieras que
to mar otra vez de la bote lla. Escuché tu respiració n, lo
ligera que era, y el sonido del agua en la bo tella. Y en-
ton ces me cubriste la cara y la entr epier na y la espalda.
Susurraste n,j nombr e entero y nos qu edamo s do r-
nudos en un abrazo . Recuerdo que a la ma11.an a siguien-
te ya no estabas, te habías desaparec ido por compl eto, y
nada en mi cama o en la casa podía ofrecer pru eba co n-
traria.

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Aq uellos últimos mes es. No había manera de darle la
vuelta : Rafa se estab a muri endo. So lo quedábamos
mam.i y yo cu idándo lo y ninguno de los dos sabíamos
qué coñazo hace r, ni qué coñazo decir. Así que no de-
cíamos na. En todo caso, mi mamá no era muy efusiva,
tenía una de esas persona lidades tip o Horizont e de Su-
cesos, la mierda le caía enc im a y nunca sabías q ué pen-
saba de ello. Lo aguantaba todo, y no reflejaba nada , ni
luz ni cal or. Y la verdá es que yo no quería hablar aun-
que e.lla hubiera estado dispuesta. Las pocas veces que
mis panas en la escue la trataro n de tocar el tema les dije
que no se met ieran en lo que no les fok.in imp ortaba.
Que se quit aran de mi camino.
Tenía diecisiete años y medio , y fumaba tanta yerba
que si me pudiera acordar de una sola hora de esos días
sería mucho.
Mi mamá, a su man era, también se había desconecta-
do. Se desgastaba, entr e m.i hermano y la factoría y el
mantenimiento de la casa no creo que durmiera. (Yo no
levanta ba ni un fokin dedo en la casa, baby, privil egios
de ser m.acho.) Pero a pesar de todo , la Señora había
encontrado la ma n era de m ang ue arse un par de hora s
aquí y allá, para dedicárse las a su nu evo galán, Jehová. Yo
tenía mi yerba , y ella tenía lo suyo. N u nca antes le había
int eresao la iglesia, pero cuando ate rri zamos en el Pla-
neta Cá nce r se volvió tan loca co n J esu cristo que me

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imagino que se hubi era crucificado ella 1rusma si hu- volver algo, recogiendo cosas aquí y allá. Las poca s oca-
biera tenido una cruz a mano. Ese último año tenía el siones en qu e la vi h acer una pausa se tapaba los ojos
Ave María requetemontao. Un grupo de amigas venía a con la mano, y era entonces cua nd o yo sabía que estaba
casa a rez ar dos y tres veces al día. Yo las llamaba las agotada.
Cuatro Caraecaballos del Apocabpsis. La más joven, y la Pero de entre todos nosotros Rafa era quien se las
más caraecaballo, era Gladys. Diagno sticada con cáncer traía. Cuando reg resó del hospital la segunda vez, se ha-
de seno el año anterior, y en pleno tratami ento, el espo- cía como que nada había pasao. Lo que era un a locura,
so malvado se fugó a Colombia y se casó con una de sus porque la mitad del tiempo no sabía dónde fokin estaba
primas. ¡Aleluya! Había otra mujer - nunca me acuerdo parao por los efectos de la radiación, y la otra mitad del
de su nombre- que tenía cuarenta y cin co años, pero tiempo estaba tan cansao que no tenía la energía ni para
parecía que tenía noventa y era un gue to -desastre por tirarse un peo. Había perdido como ochenta libras por
completo: gorda, con problemas de espalda, problemas culpa de la quimioterapia y parecía un espíritu ende-
de riñones, problemas de rodillas, diabetes y, quizá, neu- moniao bailando (mi hermano fue el último co me-
ralgia ciática. ¡Aleluya! La líder era Doña Ro sie, la ve- mierda en J ersey en d ejar de usar el chándal y la gru esa
cina de arriba, una boricua supernice. La p ersona más cadena de cordón), tenía la espalda que era un encaje de
aleg re del mundo a pesar de ser ciega. ¡Aleluya! Tenías cicatr ices por las inyecciones, pero su bravuconeda es-
que tener mu cho cuidao con ella porque tenía la mala taba más o menos igual qu e antes que se enfermara: cien
cost umb re de sentarse sin verificar que había algo en por ciento demente. Estaba muy orgulloso de ser el loco
qu e caer, y ya dos veces se había desbaratao el culo tra- del barrio y no iba a dejar que una vaina como el cán-
tando de sentarse en el sofá. La última vez gritó: D ios cer lo alejara de sus obligaciones oficiale s. Una semana
mío, ¿qué me has hecho?, y tuve que subir del sótano despu és que le dieron de alta en el ho spital, le partió la
para ayud ar a levantarla. Estas viejas eran las únicas cara de un martillazo a un carajito peruano e ilegal y a
am igas que tenía mi mamá -nuestros pari ent es se ha- las dos horas estaba envuelto en un rebulú en el Path-
bían desaparecido después del segundo a1i.o-y sus visitas mark porqu e pensaba que un tipo había estado hablan -
eran los únicos mom ento s del día en que mamá se rela- do mal de él. Log ró me terle un dere cha zo medio débil
j aba y se port aba como antes. Le encantaba hacer esos en Ja boca al tipo antes qu e pudiéramos separarlos . Qué
chistes estúpidos del campo. No Je servía café a nadi e coñazo, nos gritaba , como si fuéramo s no sotros los que
hasta qu e estaba segura de que cada tacita tuviera la cometíamos la locura. Los more ton es que se hizo faján-
misma cantidad . Y cuando una de las cuatro empeza- do se con no sotros eran discos de sierra color morado,
ba a hac er el ridícu lo, se lo dejaba saber con un Bueee- pichones de ciclón.
nnnooo bien ex tendido. E l resto d el tiempo era más Ese tíguere estaba figureando, y a millón. Siempre
qu e ine scrutabl e, y en movimi ento perpetuo: limpiando , había sido tremendo papi chu lo, así qu e volvió a caer en
organizando, coc inando , d e regreso a la tienda para de- lo mismo, con las sucias de siempre, y las colaba al sótano

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sin impo rt arle si mamá estaba en casa o no. Una vez, en qui en él básicamente mal trató físicam ente du ran te toda
plena sesión de rezos, se paseó por el apartamento con su relación. Fue horrib le. Fue como un anun cio de ser-
un a muchacha d e Park wood gu e tenía el culón más vicio público que dur ó dos años . Se encajon aba tant o
grand e del mundo. Más tarde le dije: Rafa, un chi n de con ella qu e algunas veces la arrastraba por los cabe llos
respeto. Se encog ió de hombro s. No pu edo dejar gu e po r todo el parqueadero. U n a vez se le desabotonaron
pi ensen gu e estoy decayendo. Se pasaba la tard e han- los pan talones y él les dio un tirón qu e le llegaron h asta
gueando e n Honda H ill y cuand o regr esaba a casa es- los tob illos; se le vio el toto, se le vio to . Esa es la imagen
taba tan in co her ente gue parecía gue hablaba arameo. que to davía ten go de ella. D espu és de estar co n mi her-
C ualqui era gue n o supiera todo esto pen saría gue se mano, se m et ió con un blanquito con quien se casó
estab a cu rando . Voy a recuperar mi p eso, tú verá, es lo más ráp ido qu e lo qu e se di ce que sí. Una mucha cha
que le decía a la gente. Y tenía a mi mamá h aciéndole bella. ¿Rec uerd as esa descarga de José C hinga, «Fly Te-
uno s batido s de prot eína repugn ant es. tas»? Esa era Tammy. Casada y bella y todavía det rás de
D e h ec ho, mam á trataba de que no saliera de la casa. mi hermano . Lo extraño era qu e los días qu e pasaba po r
Acu érdat e de lo qu e te dijo el m édi co, hij o. Pero él casa no entraba, no asomaba ni la nariz en el aparta-
d ecía: Ta to, 1110111, ta to, y entonces salía bailand o por la mento. Parqueaba su Ca mry frente a la casa y él salía y
pue rta. Jam ás logró controlarlo. A nú me g ritaba y me se sen taba en el asiento del pasaj ero . Las vacacio nes de
ma ldecía y m e pegaba, pero co n él pare cía qu e estaba verano acababa n de em pezar y yo los observ aba desde la
haciend o un a audi ció n para un a telenove la m exicana. ventana de la cocina mientras esperaba que u na blanqui-
Ay, mi hijit o, ay, mi tesoro . Yo estaba enfocao en un a ta m e co nt estara las llam adas. Pe nsaba gue iba a ver
blanqu ita qu e vivía en C h eesequak e p ero también tra- cuando él la cogiera por el cuello y le bajara la cabeza
taba de pr eoc uparm e por él -Oye, tú , ¿no crees qu e hasta su entr epierna, pero j amás oc urrió na de eso. Ni
debes estar co nvaleciend o o algo por el estilo?- pero siqui era parecía qu e estaban co nversan d o. D espu és de
apenas m e miraba co n aque llos oj os mu ertos . quin ce o veinte minutos, él se desmontaba y ella arr an-
Eni güey, despu és de un as semanas de and ar así a mil, caba y se iba, y eso era todo .
el hijo eputa se desplomó. Desarro lJó u na tos exp losiva ¿Q ué coño estaban haciend o? ¿Com uni cándose te-
por estar tr asno chándose y tennin ó en el hospital po r lepáticam ent e?
un par de día s, lo cual, d esp ué s de su últ im a h azañ a Se to có las muelas ; a esas altur as, la radiación ya le
(och o m eses), de verdá qu e no era na. C uand o le dieron había tumba o do s.
de alta se le podía ver el cambio . D ejó de trasno charse y ¿No que está casá co n un pol aco? ¿No que tien e,
de toma r h asta vomi tar. Tam bién dej ó la vaina esa de dizque, dos hijos?
estar d e chu lo a lo Iceb erg Slim. Ya no había jev itas M e miró. ¿Qué caraj o sab es tú?
llorando en el sofa o mamándo le el rabo en el sótano. La N a.
úni ca qu e agua nt ó fue un a ex suya, Tammy Fran co, a Na de na. Ento nces cállate la fokin boca .

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Ahora hacía lo qu e debía hab er estado haciend o des- Tod o era un mister io total. N o era qu e mi herm ano
de el prin cipio : cogiéndo lo suave, qu edánd ose en casa, tuviera un a gran ética de trabaj o que necesitara ej ercitar.
fum ándo se to da mi yerba (yo m e escondía para fumar, El úni co trabaj o qu e R afa había tenido era vendiend o
pero él enr ollaba la suya en la mi sm a sala), viendo te- drogas a los blanquito s de O ld Brid ge, y siempre lo ha-
levisión, durmi end o. M ami estaba co nt entí sima . H asta bía tom ado con mu cha calm a. Si qu ería en treten erse,
se le veía en la cara. Le dijo al grup o de rez os qu e Di os podí a haber vuelto a eso, hubi era sido facil, y se lo dije .
santí sim o le hab ía h echo un a co ncesión. Tod avía con ocí am os a un montó n de blanquit os en
Alabanza, dijo D oña Ro sie, y sus oj os dieron vu eltas Cliffwood Beach y Laurence Harba r, tod a una clientel a
com o un par de canicas. qu e daba asco, pero él no qu ería . ¿Qu é clase de legado
M e sentaba con él cuand o había ju ego de los M ets sería eso?
por te levisión, pero no decía ni un a palabra sobre cómo ¿Legado ? N o podía cree r lo qu e estaba oyen do. Bro,
se sentí a, ni tamp oco hablab a de lo qu e p ensaba qu e ¡estás trab aj ando en el Yarn Barn !
iba a pasar. Era solo cuand o estaba en cama mareao o M ejo r qu e vender drogas. C ualqu iera pu ede vender
co n náuseas que lo oía quej arse: ¿Q ué co ñazo está pa- drogas.
sando? ¿Q ué hago? ¿Q ué hago? ¿Y vender hilo?¿ Verdá que eso es solo para gigantes?
Co locó las m anos sobre las piern as. Las mi ró fijo. Tú
vive tu vida, Yuni or, y yo viviré la núa.
M e d ebí haber dad o cuenta qu e era la calma ant es de la Mi h ermano j amás había sido un a p ersona muy ra-
torm enta. Dos semanas despu és qu e se recup eró de la tos cio nal pe ro esto ya era el colmo. Lo atr ibuí a su aburri -
se desaparec ió por casi un día ent ero y cuand o regresó mi ento, a los ocho m eses que había estado p reso en el
al apartamento anun ció que se había co nsegu ido un tra- h ospit al. A la m edicina qu e estaba to mand o. Qui zá solo
bajit o. qu ería sentir se coá io una persona no rm al. La verdá es
¿Un trabajito?, pregunté. ¿Estás fokin loco? que estaba bastante entusiasmao co n su trabajito. Se ves-
Un hom bre tiene q ue mantene rse oc up ao. Sonr ió, y tía par a ir a trabajar y se peinaba ese pelo que una vez
se le veían todos los hu ecos en la dent adura. N ecesito h ab ía sido una ma ravilla y ahora crecía ásp ero y tieso
ser úti l. po r la quimi oterap ia. Tomaba su tiempo. N o sopor taba
El trabajito era, de tod os los lugares posibles, en el llegar tarde. Cada vez que salía, mi mamá tiraba la puer-
Yarn Barn , un alma cé n d e hilos. Al p rin cipio , mi mamá ta a sus espaldas, y si el Grupo Aleluya estaba presen te
se lavó las ma nos. Si te qui eres matar, mátate . Pero des- to das se enfocaban en el rosario . Yo estaba arrebatao casi
pu és la o í trat ando de hablar co n él en la coc ina, ape- todo el tie mpo o cayé ndole at rás a aqu ella ni ña de
lánd ole en un a voz bajita y m.on ó to na h asta q ue mi C heesequ ake, pero bu scaba la m anera de ir a verlo para
herm.ano por fi n le dij o: M a, ¿por qu é no m e dejas estar seguro de qu e n o estaba boca abajo en la sección
tranquil o, eh? d e an gora . Era u na esce na surr ealista. El tígue re más

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duro del barrio cheq ueando precios como un pendejo . No te estás muri endo . Pero si fueras a co lgar los tenis,
Las visitas solo eran para confirmar qu e segu ía vivo. Él me dejas el carro , ¿OK?
se hacía el que no me veía; yo m e hacía como que no Este baby no se lo dejo a nadie. Me van a enterrar en
me había visto. él.
Cuando cobró su prim er cheque, tiró el dinero en la ¿En esta mjerda?
mesa y se rió. Una millonada, baby. Exactamente. Y con mi televisor y mi s guantes de
Ya veo, dije, estás acabando. boxeo.
Más tarde , le pedí veint e prestaos . Me miró ftjo pero ¿Así qu e ahora eres faraón?
me los dio. M e monté en el carro y salí co mo un cohe- Alzó el pu lgar en el aire. Y tu culo de esclavo lo en-
te a donde se suponía que Laura y unos amigos me es- terrar emos en el baúl.
taban esperando, pero cuando lleg ué ya ella se había La fiebr e duró do s días, pero le tom ó como una se-
desaparecido . mana el comenzar a sentirse mejor, y em.pezar a pasar el
tiempo en el sofá en lugar de la cama. Yo estaba conven-
cido de qu e en cuant o pudi era salir se iba a ir directo al
Ese trabajito no duró mu cho. ¿Cómo iba a durar? Des- Yarn Barn o a enlistarse en la Marina o algo por el esti-
pués de tres semana s poniendo nerv iosas a las señorotas lo. Mi mamá compartía el mismo temor. Cada vez qu e
blancas con esa facha de esqu eleto que tenía, se le co- te nía la oportunidad le decía que no lo iba a dej ar salir.
men zaro n a olvidar las cosas, se desor ientaba, les daba Qu e no lo iba a perm.itir. Y le bri llaban los ojos detrás
a los clientes el camb io equivocao y le echaba co11azosa de sus gafas oscuras estilo Madres de P laza de Mayo.
todo el mundo. Un día, por fin, se sentó en medio del Conmigo no juegues. Yo, que soy tu madre , no te lo
pasillo y no se pudo volver a levantar. Estaba tan ma l voy a permitir.
que no podía manejar, así que la ge nte del trabajo lla- Déjam e tranquilo, ma . Déjam.e tranquilo.
mó al apartamento y me sacaron de la cama. M e lo en- Te podías dar cue nta que estaba a punto de hace r
contr é en la oficina cabizbajo y, cua ndo lo ayudé a le- una estupid ez. Lo bueno fue qu e no trató de regresar al
vantarse, una nmchacha españo la que lo había estado Yarn Barn .
cuidando emp ezó .a llorar como si me lo llevara para la Lo malo fue que se casó.
cámara de gas. Tenía una fiebre del carajo: se le sentía el
calor por encima del delantal de trabajo azul que tenía
pue sto. ¿Te acuerdas de la j evita española, la que llor aba por él
Dios mío , Rafa, le dij e. en el Yarn Barn? Bueno, resulta que era dom inicana.
No p udo levantar los ojos. Farfulló algo. Nos fuimos. No dominicana como mi h ermano y yo , sino domini -
Se estiró en el asiento de atrás del Monar ch mientras cana dominicana. O sea, sin pape les y acabadita de ba-
yo manejaba. M e estoy muri endo, dijo. jarse de la yola, ese tipo de dominican a. Y co n un fok.in

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cuerpazo. Antes que Rafa m ejorara, e mp ezó a venir a de Farfan a Newark cuando una tía la tr ajo para qu e
casa, muy atenta y entusiasta, y se sentaba en el sofa con cuidara a su h.ijo reta rdao y a su marido enfermo; y que
él a ver Telemundo. (No tengo televisor, an unció por lo se había escapao de alú tam bién, porque ella no había
menos veint e veces.) Vivía en London Terrace, en el venido a Nueba Yol a ser esclava de nadie, ya no; y se
edificio número 22, con su hijito, Adrián, metida en un había pasado los siguie nt es cuatro años arrastrada por el
cuart ico que le alquilaba a un viejo hindú gujarati, así vie nto de la nec esidad, pasando por Newark, Elizab eth,
que no era exactam ente un sacr ifi cio ven ir a estar con Pat e rson, Union C ity, Pert h Amboy (donde un cubano
su gente, como de cía ella misma. A pesar de que estaba loco la preñó con el segundo h.ijo, Adrián), todo el mun-
tratando de ser muy correcta y mantener las piernas do siempre aprov echándose de su bu ena voluntad. Aho-
cruzadas, diciéndole señora a mi mamá, Rafa le cayó ra estaba aqu í en London Terra ce, tratando de mant e-
arriba como un pulpo. Ya para la quinta visita, la bajaba nerse a flote, a ver dónde podía enco ntrar su próxima
al sótano sin imp ortarle si el Grupo Aleluya estaba pre- opo rtunidad. Le sonrió de oreja a oreja a mi h ennano
sente. al decir eso.
Se llamaba Pura. Pura Adames. Ma, en Santo Domingo no casa n a las muchac has
Pura mi erda, le dec ía mi mamá. por din ero así, ¿verdá?
Para aclarar, a mí Pura no me caía tan mal. Era un Por favor, dijo mam i. No creas nada de lo que te diga
paso adelante en co mparación co n la pila de cueros que esa puta. Pero a la semana ella y las Caraecaballos la-
mi hermano generalmente traía a casa. Guapísima como mentaban la frec uen cia con la que pasaba eso e n el
el diablo: alta e indiecita, tenía los pies grandes y una campo, y cómo mami m.isma había te nido que luchar
cara in creíb lemente conmovedora. Pero en contraste para que su propia madre, una loca, no la vend.iera por
con las jevitas d el barrio, Pura no sabía qué hac er con un par de chivos.
esa bell eza, estaba sin cerament e perdida e n su pulcritud.
Campesina tota l, y se le veía en el caminao y en esa
manera de h ab lar tan ordin aria que yo no le entendía Mi mamá tení a una regla senc illa en cuanto a las <<a mi-
la m.itad de lo que m e decía. Usaba palabras como «de- guita s,>de m.i h ermano: como n.inguna iba a durar, ella
guab inao» y «estr ibao» con regularidad. Si la dejabas no ni se m olestaba en aprender sus nombre s, y les prestaba
paraba de hab lar, y era demasiao hon esta: nos co nt ó su la misma atención que a los gatos en República Domi-
vida en menos de un a semana. Nos enteramos de có m o nicana. Mami no era mala co n ellas. Si la muchacha la
su papá murió cuando era ch iquitica ; cómo su mamá la salud aba, ella salud aba. Si la muchacha le extendía algu-
casó cuando tenía solo trece años con un cincu entón na cortesía, mani.i le exte ndía la ni.isma cortesía. Pero la
tacaño por una suma desconocida (de ahí salió su pri- vieja no gas taba más de un vatio de sí mi sma con nin-
mer h.ijo, Néstor); y cómo a lo s pocos años de esa etapa gu na d e ellas. Su indiferen cia era castigadora, e inque-
tan terrible tuvo la oport unid ad de saltar de Las Mat as brantabl e.

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Pero con Pura era otra hi storia. D esde el principio la mu ert e. Te ima gin arías qu e con mami en cim a d e ella
estaba claro qu e a mami le caía mal esta mu chacha. Lo qui zá tendr ía más cuid ao y se agua nt aría un p oc o, pero
que le fastidi aba no era solo lo d escarada que era, in si- no era así. ¡La mu chach a se pa saba de atr evid a! Bú sca-
nuando sin p~rar lo de su situa ción mi gratori a, cómo me algo de co mer , m e decía. Ni un p orfa ni n a. Y si yo
mejoraría su vida, cómo mejor aría la vida d e su hijo, no le traía lo qu e pedía, se servía ella mi sma flan y re-
cómo por fin podría visitar a su pobr e madr e y a su otro fresco. M amá le quit aba la co mida de la mano , pero en
hijo e n Las Mat as, si solo tuvi era sus doc umento s. Mami cu anto m ami le daba la esp alda Pur a se m etí_a en el re-
había lidiado ant es con tipas qu e solo qu erían casarse por frig erador de nuevo y se ser vía o tra vez. Ha sta tu vo el
los papeles , p ero jamá s se había encabronao tanto. Había desca ro de dec irle a m ami qu e d ebía pintar el apart a-
algo en la cara de Pur a, algo inoportun o, y en su perso- m ento . Se necesita u n po co de co lor aquí. Est a sala está
nalid ad, qu e vo lvía lo ca a mi m amá. E ra algo muy per- n1uerta.
sonal. O qui zá simpl em ente mi mam á tenía un presen- N o debería reírm e pe ro la verdá es qu e era entr ete-
timi e nt o de lo que vendría. nid o.
Po r la razón que fu era, 1ni m amá trataba a P ur a su- ¿Y las Cara eca b allos? Po dr ían haber m ode ra o u n
pe rm al, si no la estab a rega ñand o por la man era qu e ha- poco las cosas , ¿no crees? Pero al contr ario : ¿pa qu é son
blaba, e ra por la man era qu e vestía, p or la man era qu e las ami gas si n o para instigar? Llevaban el ri tm o diar io
comia (con la boc a abierta) , o po r su cam.inao, o p or ser de la cam paña anti -P ur a. E lla es pri e ta. E lla es fea. Dejó
camp esina , o por ser pri eta. M ami la tr atab a co mo si un hij o en Santo D o min go . T iene o tro aqu í. N o tiene
fuera invisible, le p asaba po r el lado co m o si no estu vie- , h ombr e. No tien e din ero. No tiene papel es. ¿Qu é crees
ra ahí, la empuj aba e ignoraba h asta sus pregunt as más qu e bu sca po r aquí ? Am en azaba n a m am i co n la id ea
básicas . Si tení a qu e referir se a Pur a e n algo, lo hacía de qu e Pur a se iba a emb ara zar co n la espe rm a ciuda da-
dici e ndo c osas co m o : R afa, ¿Put a qu iere algo de co m er? na de mi her m ano y qu e ib a a tener qu e m ant en erla a
Ha sta yo mi smo le decía: Por D ios, m a, ¿qu é coñ o? Pe ro ella y a sus hij os y a su famili a en San to D o min go para
lo m ás incr eíb le era qu e ¡Pura hací a caso o mi so a la siemp re. Y m ami - la misma qu e rezaba co n un horario
ho stilid ad! No import aba cómo m amil a tratara o lo qu e mu sulm án- les j ur ó a las Ca raecab alios qu e si eso pasara
dij era, Pura seguía tratand o de co nve rsar con ella. En ella mi sm a le sacaría el bebé a Pura.
lugar de ac hicar a Pur a, la rud eza de m am.i la ha cía más Ten mu cho cuid ao, le dijo a mi her m ano. N o quiero
pre sent e. Cuand o ella y R afa estaban sol os Pu ra era ca- u n mo no en esta casa.
lladit a, p ero cuando mami entr ab a e n esce na, la j evita D em asiao tard e, dij o Ra fa, mir ánd om e a nú.
opin aba sobr e todo , se m etía en to das las conversacion es, Mi herm ano podía haber suavizado la vain a un p oco
diciendo tod a clase de pend ej adas - qu e si la capi tal de tam b ién. Le podía habe r p edid o a Pu ra qu e no vi ni e-
Estado s Unido s era Nu eba Yo !, o qu e habí a solo tres ra tanto a casa o le pod ía hab er limita do las visitas para
cont inent es- y enton ces defendí a esas estupid eces hasta cuand o m ami estuvie ra en la facto ría, pero ¿cuándo e n

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su vida había hecho algo razonab le? Se sentaba en el Rafa entró con Pura de rem.olque. Era obvio qu e es-
sofá en el medio de toda esa tensión y la verdá es que taba borracho , y Pura estaba vestida como si hubi eran
parecía que lo disfrutaba. estado bailando en un club.
¿Le gustaba Pura tanto como decía? Difícil saber. Sin Bi envenido a casa, mami dijo en voz baja.
duda qu e era más caballeroso con Pura que con las otras Mira, dijo Rafa, y nos enseñó su mano y la de Pura.
muchachas. Le abría las puertas. Le hablaba con corte - Llevaban anillos.
sía. Inclu so se portaba bien con el hijo bizco. Muchas ¡Nos casamos!
de sus ex novias se hubi eran muerto a1 ver a ese Rafa. Es oficial, dijo Pura entre risitas. Sacó el certificado de
Ese era el Rafa que todas habían estado esperando. matrimonio de su cartera.
Pero a pesar de su turno como Romeo,jamás se me Mi mamá pasó de irritada a aliviada a absolutamente
ocurrió que la relación iba a durar. Vamos, mi h ermano indescifrable.
nunca duraba con ninguna mu chacha,jamás; había bo- ¿Está en estado?, preguntó.
tao a mejores mujeronas que Pura con regularidad. Todavía no , dijo Pura.
Así es qu e todos sup oníamo s que el gu ión seguiría ¿Está en estado? Mi mam á nuró fijo a 1ni hermano .
igual. Y de spués de más o menos un mes, Pura se de- No , dijo Rafa . Vamos a hacer un brind is.
sapareció. Mi mamá no lo celebró, pero se le veía que M amá contestó: Nadie va a beber en mi casa.
estaba contenta. De spués de un par de semanas, mi her- M e voy a dar un trago. M i hermano caminó hacia la
mano también desap areció. Se llevó el Monar ch y se cocina pero mi mamá lo agarró fuerte por el brazo.
esfumó. Prim ero por un día, después dos. Y enton ces Ma, dijo Rafa.
mami empezó a preocupars e. Les p idió a las Cuatro Ca- Nadie va a beber en nu casa. Le dio un emp ujón a
raecaballos que le pidi eran ayuda a Dios por todos los Rafa. Si así - y señaló con la mano en la direcc ión de
medio s. Yo también estaba preocupao. M e acordé que Pura- es como qui eres pasar el resto de tu vida, enton-
cuando le diero n el diagnóstico por prim era vez, trató ces, R afae l Urbano, no tengo más nada que decir te.
de ir man ejando hasta Miami, dond e se suponí a que Qui siera que tú y tu puta se vayan de mi casa, por favor.
tenía un pana esperándo lo. Pero al pasar por Philad elphia Los ojos de m i h ermano se apaga ron . Yo no me voy
se le qu edó el carro. Estaba tan preoc upao que fui a casa pa ningún lugar.
de Tammy Franco, pero cuando el marido polaco con- Quiero que se m e vayan de aquí los dos .
testó la pu er ta perdí el valor. Di la vuelta y salí corri endo. Hubo un segundo en el qu e pens é que nu herm ano
La tercera noche de su desaparición estábamos en el le iba a dar a mi mamá, de verdá que lo pensé. Pero en-
apartamento, esperando, cuando oímos el Monar ch fre- tonces se le fue todo el desafío. Le echó un b razo por
nar. Mi mamá corrió a la ventana. Agarró la cor tina con encima a Pura (qui en por una vez en su vida parecía
tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Lle- entender que algo no iba bien). Hasta luego, ma, dijo. Se
gó, dijo finalm ente. montaron de nuevo en el Monarch y se fueron.

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C ier ra la puerta co n llave. Fue todo lo qu e dijo antes No te qui ero aquí. Negó con la cabeza íirmc1111:nh :,
de encerrar se en su cuarto. Vete a vivir co n tu esposa.
¿Qu e si estaba sorp rendido? H abía qu e ver a mi h er-
mano. Parecía qu e lo habían abofetea o. Entonces fuck
Nun ca se m e hubi era ocurrido que la tensión entr e ellos you, le dijo , y cuando le pedí que no le hablara así a
se prolon gara de tal mane ra. M amá j amás pudo resistirse mamá, m e dijo: Y pal caraj o t_ú tambi én.
a mi her m ano .Jam ás. No imp orta ba qu é coñazo hubi era R afa, c' mon, le dije, sigui éndolo a la calle. Esto no
hecho -y mi h erm ano se metía en mu cha mierda-, ella puede ser en ser io, ni sig uiera conoces a esa jevi ta.
siempr e estaba de su par te, cien por cient o, como solo N o me escuchó. Cuando me le ace rqu é, m e dio un
un a m amá latina pu ede serlo con su qu erid o hijo mayor. trompón en el p echo .
Si él hubi era llegado a casa un día y dicho: O ye, mami , Espero qu e te guste cómo hu elen los hindú s, le gr ité.
acabo de exter min ar a medio mundo, estoy seguro de Y la mierda de niño .
que lo hubi era defen dido de todo s modos: Bueno, hijo , M a, dije, ¿qu é estabas pensan do?
había sob rep oblaci ón. C laro qu e estaba la vaina cultural, Pregú nta le a él qué es lo qu e estaba pe nsando .
y la vain a del cáncer, pero tam bién hab ía qu e to m ar en A los do s dfas, cuan do mami estaba en el trabajo y yo
cu enta qu e mami había abortad o dos veces ant es de em- andaba en Old Brid ge hangueand o co n Laur a -l o que
barazarse co n Rafa , y para ese ent onces le habían dicho vien e aser oírla quejarse de su madras trn y dec ir cuán-
mil veces que j am ás tendría hijos ot ra vez; mi herm ano to la odiaba-, Rafa se co ló en la casa y se llevó el resto
mismo por po co se mucr e al nacer, y du rant e los p rime- de sus cosas. Tambi én se llevó su cam a, el telev isor y la
ros dos años de su vida m ami tenía un mi edo mor boso cam a de mamá. Los vec inos qu e lo vieron nos dijero n
(según mis tías) de que algui en lo iba a secuestrar. H ay que hab ía un hindú ayudánd olo. Yo estaba tan encoj o-
qu e tomar en cuenta también qu e él siempr e fue el n iño nao que qui se Uamar a la po licía, pero 111.imamá no me
más bello -to tal.ment e co nsentid o- y por lo tan to se en- dej ó. Si así es co m o qui ere vivir su vida , ent on ces hay
tiende por qu é ella era como era co n ese loco. Las ma- qu e dejarlo.
m ás siempr e di cen qu e morirían por sus hijo s pero mi Fantástico, ma, pero ¿cómo co 1io voy yo a ver mis
m amá jam ás dijo semejante babosada. No había n ecesi- progra mas de televisión ahora?
dad. C uando se trataba de mi h erman o, lo tenía escrit o M e mir ó co n gravedad. Tenemos otro te levisor.
en la frent e co n letras de 112 punt os Tupac Gótico. E ra verdá. Tenía mos un televisor a blanco y negro de
Así qu e, lóg icamente, yo me im aginé qu e ella caería en diez pulgadas con el volum en trabado p er manente m en-
cuestión de días, y entonces habría abrazos y besos (y una te en el 2 .
patada por el culo a Pur a), y qu e reinaría el amo r de nu e- Mami m e pidi ó que baj ara un colc h ó n del apa rt a-
vo. Pero esta vez mamá no estaba ju gando , y ella se lo dijo mento de Doñ a Ro sie. Esto qu e está pasand o es terrib le,
directam ent e la pr óxima vez que Rafa vino a la puerta. dijo Doña R osie. Esto no es nada , dij o m ami. Tendría s

112 113
que haber visto en lo que dornúamos cuando yo era i:ecibir esas visitas, e igual vestía al hijo como R ecién
chiquit a. Bajado de la Yola. La verdá que Pura jugaba su papel al
La próxima vez que vi a mi hermano fue en la calle; máximo. Me daba un fuerte abrazo. ¿Cómo estás, herma-
estaba con Pura y el niño. Estaba vestido co n ropa que nito? Pero a Rafa parecía no importarle dos carajos. Esta-
no le servía y lucía terrible. Le gr ité: Fokin comem ie rda, ba acostao en la cama en calzoncillos, sin decirme na,
¡tienes a mami durmiend? en el fokin piso! mientras yo me sentaba con Pura en el borde de la cama,
No te metas conmigo, Yunior, me advirtió. Te voy a muy diligentem ent e explicándol e cómo tomar una u
cortar la fokin cabeza. otra pastilla. Pura movía la cabeza parriba y pabajo pero
C u ando quieras, bróder, le dije. Cuando quieras. nunca me convencía de que entendía nada de lo que le
A hora que él pesaba solo cincuenta kilos y yo levan- decía.
taba ochenta kilos en el banco, podía dármelas de agua- Y entonces, calladito, le preguntaba: ¿Ha com ido?
jero, pero él simplemente se pasó el dedo por el cuello ¿Se ha pu esto malo?
en a1nenaza. Pura le daba un vistazo rápido a mi hermano. Es muy
Déja lo tranquilo, me rogó Pura, tratando de suj e- fuerte.
tarlo para qu e no me cayera atrás. Déjano s a todos tran- ¿No ha vomitao? ¿No le ha dado fiebre?
quilos. Pura sacudía la cabeza.
Oh, Pura , hola. ¿Y todavía no te han deportao? Entonces OK. M e levantaba para irm e. Bye, Rafa.
Pero ya mi hermano estaba a mil y, a pesar de que Bye, caraverga.
pesaba solamente cincuenta kilos, decidí que no valdría Do11a Rosie siempre estaba con mi mamá cuando
la pena. Me largu é. regresaba de esas misiones , parec e que para ayudar a
Jamás lo hubiera creído, pero mi mamá no vaciló. Iba mami a no aparentar que estaba desesp erada. ¿Cómo lu-
al trabajo. Se reu1úa con el g rupo de rezo , y el resto del cía?, pr eguntaba la Doña, ¿dijo algo?
tiempo se lo pasaba en su cu arto. Esa fue su d ecisión. M e llamó caraverga. Me parec e bu ena señal.
Pero no dejó de rezar por él. La oía en el g rupo pidién- Una vez que mami y yo íbamos camino al Pathmark,
dole a Dios que lo prote giera, que lo curara, que le diera vim os a mi hermano en la distan cia con Pura y el mo-
el don de discernimi ento. D e vez en cuando me manda- coso. Yo me viré para ver si no s iban a saludar, pero mi
ba a ver cómo estaba bajo el pr etexto de llevarle medi- mamá siguió caminando.
cina. A nú me daba terror, y pensaba qu e m e iba a ma-
tar en el momento que tocara la puerta, p ero mi mamá
insistía. Sobrev ivirás, me decí a. En septiembr e la escuela comen zó de nuevo. Y Laura, la
Primero el gujarati me dejaba pasar al apartamento y blanquita a quien había estado persiguiendo y regalán-
entonces tenía que tocar para poder entrar en el cuarto . dol e yerba, se desapareció entre sus amigos de siempre.
Pura manteIÚa el sitio bien arregladíto, se arreglaba para Claro que me saludaba cuando me veía en el pasillo, pero

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de buenas a primeras ya no tení a tiempo p ara mí. Mis Entré en el cuarto mientras Rafa estaba hur gando en
panas pensaban que era comiquísimo. Apar ente mente el clóset. Saqué la cajita de un a de las gavetas y me la
no eres su tipo. Y yo les contestaba: Aparentemente. metí debaj o del brazo.
Oficialmente era mi último año, pero hasta eso era Salió del clóset. Me miró , y yo lo miré. Dámela, dijo.
dudo so. Ya me habían bajado de categoría, de honores a No te voy a dar ni cojones.
preparatoria - qu e era co1no en Cedar Ridg e le llama- Me agar ró. En cualquier otro mom ento de nuestras
ban al grupo de los que no iban rumbo a la universi- vidas esto no hubie se sido una contienda -me hubiera
dad-, y yo lo único que hacía era leer, y cuando no po- partido en cuatro-, pero las reglas habí an camb iao. No
día leer porque estaba demasiao arrebatao, miraba por la sabía cuál era má s grande : la euforia de por fin ganarle
ventana. en algo físico por primera vez en la vida, o el miedo de
Después de un par de semanas de esa vaina, emp ecé poderlo hacer.
a falta r a la escue la de nuevo, qu e fue, para comenzar, Tumbamos esto y lo otro, p ero yo no dejé que se
la razón por la que me habían bajado de h o nores. Mi acercara a la cajita y por fin se dio por venci do. Yo es-
mamá iba al trabajo temprano, regresaba tarde, y no po- taba listo para o tro round p ero él estaba temblando.
día lee r una palabra de inglés, así qu e no h abía mane- Está bien, j adeó. Quédate con el dinero. Pero no te
ra de que me fuera n a descubrir. Po r lo tanto estaba en preoc up es. Tú verás, yo te voy a pon er en tu sitio y
casa el día qu e mi hermano abrió la puerta y entró al pronto, Míster Gran Come mi erda.
apartamento. Saltó cuando me vio sentado en el sofá. Me estoy cagando de mi edo, le dije.
¿Q ué coño haces aquí? Esa no che se lo conté todo a mami. (Por supuesto,
Me reí. ¿Qué co ño hace s tú aquí? enfat icé que todo había ocurrido despu és de la escuela.)
Se veía terribl e. Tenía una llaga negra en la esquina Prend ió la hornilla de la estufa debajo de las habi-
de la boca y los oj os se Je habían hundido en la cara. chue las que había dejado en remojo esa mañan a. Por
¿En qué andas? Te ves fokin terribl e. favor, no pe lees con tu hermano. D eja que se lleve lo
M e ignoró y fue directo al cuarto de mami. Me quedé que le dé la gana.
sentao, pero lo oía buscando algo, y enton ces se fue. Pero ¡nos está robando el din ero!
Esto pasó dos veces más. No fue sino hasta la tercera Está bien.
vez en qu e le estaba poniendo el cuarto patas arriba que Coño que no, dije. Voy a cambi ar la cerrad ura.
mi ce rebrito enmarigu anao a lo C heech & Chong se No, no lo hagas. Esta es su casa tamb ién.
ilum inó y caí en cuenta. ¡R afa se estaba robando el di- No m e jodas, 111.a.Estaba a punto de explot ar, hasta
nero qu e mamá te1úa guardao en el cuarto ! Lo tenía en que m e di cue nta de lo que estaba pasando.
una cajita de metal , la cual escond ía en diferentes luga- ¿Ma?
res, pero que hasta yo mismo me mantenía al tanto de Dime, hijo.
dónde la ponía en caso de cualquier emergencia. ¿Hace cuánto tiempo qu e esto ha estado pasando?

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¿Q t1é cosa? Esa mi sma: Ta mm y Franco, tambi én co no cida como
Qu e él se está ro band o el din ero . Fly Tetas.
M e di o la espalda, así qu e pu se la cajita de m etal en
el piso y salí a fum ar.
Estuvo hospit alizado por un largo tiemp o. Mucho ocu-
rrió antes y después, p ero se acabaron las jevitas. Esa
A principios de octubre recibim os un a llamada de Pur a. part e de su vida había llegado a su fin. De vez en cuan-
No se siente bien. Mam á asintió, así que fui a ver. ¡Qu e no do Ta mmy lo visitaba en el hospital, pero seguía en la
se sentía bien, vaya eufem.ismo! Mi h er mano estaba fuera misma rutin a de siempr e; se sentaba , no decí a n.i pío, ni
de sus caba les. Ten ía una fiebr e que quem aba y cu ando él tampoco, y después de un rato se ib a. ¿Q ué coñ azo es
le pu se la mano encima me m.iró sin reconocerme. Pura eso?, le pre gunt é a mi h erm ano, pero j amá s lo explicó,
estaba sent ada en la cama co n su hij o en br azos y trata - j am ás dijo un a palabra.
ba d e apar entar estar pr eoc up ada. Dame las fokin lla- Pura -quien visitó a mi h er man o e n el hos pit al
ves, le dije, pero ella me sonri ó levement e. Las perdimos. exacta ment e cero veces- pasó por el aparta m ento un a
C laro que me estaba mintiendo. Ella sabí a que si las vez m ás. Ra fa todavía estaba en el Be th Israel, así qu e yo
llaves de l M onar ch caían en rnis mano s, ella j amás vería no tenía ob ligac ión alguna de dejarl a pasar, p ero m e
ese carro ot ra vez. pareció una estupid ez no ver qu é quería. Pura se sent ó
Él n o podía ca min ar. Cas i n o p o día ab rir la bo ca. en el sofá y trató de to marle las mano s a mamá , pero n o
Trat é de cargarlo p ero no podía, no po r diez cuadras, y había man era de qu e mam á la d ejara. Pur a había traíd o
por prim era vez en la historia d e nu estro barrio no ha- a Adrián y el mangansonito inmediat am ente empezó a
bía nadi e en la calle. Para ese ento nces ya nada de lo que co rr ete ar y a tumbar cosas por todo el apar tame nt o, y
murmur aba Rafa tenía sentid o y yo estaba atcrrori zao. yo tuve qu e resistir el im pu lso de m ete rle un a patada por
De verd á: me emp ecé a frikiar. Pensé : Se va a morir aquí el culo . Sin perder su cara de pobre-de - mí, Pur a exp licó
mism o. E nt o nces vi un carrito del sup erm ercao. Lo arras- qu e Rafa le habí a pedido prestao din ero y qu e ah o ra
tr é y lo m e tí dentro. We goo d , le dije . We grea t. Pur a ella lo neces itaba, si no iba a perder su apartamento.
no s miraba desde la puerta del ed ifi cio. Te ngo qu e cui - O h , por favor, escupí.
dar a Adrián, exp licó.· Mi mamá la miró d ete nid am e nt e. ¿C u án to dinero
Todos los rezos de mi m amá d ebe n h abe r te nido fu e?
algún efec to porqu e ese día se nos co ncedió un milagro . Dos mil dó lares.
¿Adivin a qui én estaba parq ueada frent e al apartamento , Dos mil dó lares. En 198 .. . Esta tipa estaba loca.
quién vino corr iend o cuand o vio a quien llevaba en el Mi mam á movi ó la cabeza conte mpl ativa m e nt e.
carrito, quién n os llevó a R afa y a mí y a mami y a todas ¿Y qu é tú crees que él hi zo co n el din ero?
las Caraecab allos hasta el ho spit al Bet h Israel? Yo no sé, Pura musitó. Él nun ca me exp licó nada a nú.

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Y enton ces se sonr ió con tremenda fokin sonr isa. Es la última vez que le alquilo a uno de usted es.
La verdá que la j evita era un ge nio. Marni y yo está- Amén, le dije.
bamos hechos mi erda, pero ella estaba como si na, y con
una confianza sin limit es: ahor a que todo había termi-
nao, ella ni se mol estaba en disimu lar. La hubi era aplau- Así que pensarías que quizá Rafa estaría un ch in arr e-
dido si hubi era tenido la fuerza, pero yo estaba demasiao pentía cuando por fin le dieron de alta. Nada podría ser
depre. más improbab le. No dijo na sobre Pura . N o dijo na de
Por un mom ento, mami no dijo nada, y entonces se na. Creo que por fin ente n dió de manera real que no se
levantó y fue a su cuarto. Me imag inaba que iba a salir iba a curar. Veía mucha televisión y algunas veces to-
con la po rquería de pistol a de mi papá , que fue lo ún ico maba un as lenta s caminatas por el vertedero. Le dio por
suyo co n qu e mamá se había quedao cuando él se fue. ponerse un crucifijo, pero se negó a rezar o a darle las
Para protegernos, había dicho en aquel momento, pero gracias a jesucristo, a pesar de que mi mam á se lo pedía.
era más probable que fuera para pegarl e un tiro a mi Las Caraecabailos estaban de regr eso en el aparta mento
papá si se le oc u rría asomarse por acá alguna vez. Yo y hacían acto de presencia casi todos los días. M i her-
miraba al caraji to de Pura, feliz mientr as tiraba la guía mano las miraba y pa jod er decía: Me resinga Jesú, lo
de la televisión. Me pregu n taba cómo le iba a gustar ser qu e causaba qu e rezaran con m ás fuerza.
hu érfano. Y entonces apareció m.i mamá, con un billete Yo traté de no estorbar. Por fin me había ligado con
de cien en la mano. una j evita que no era ni la mitad de Laur a, pero por lo
Ma, dije débi lm.ente. menos le caía bien . Ella m.e había introducido a los hon-
Le dio el b illete a Pura pero al pr incipio no Jo aflojó. gos al ucinógenos y yo andaba en eso; en vez de ir a la
Por un minuto, se miraron cara a cara, y ento nces mam.i escuela, andaba co n ella arr ebatao. No le dedicaba ni un
lo soltó y Ja fuerza entre ellas era tan grande qu e el bi- segundo a pensar sobre el futuro.
llete sonó. De vez en cuando, si había algún ju ego d e pelota en
Que Dios te bendiga, dijo Pura. Se arreg ló la blusa y la televisión y Rafa y yo nos encon trábamos solos, tra-
los senos antes de levantarse. taba de hablarle, pero jamá s me contesta ba. Se le había
Ninguno de no sotros volvimos a ver a Pura o a su caíd o todo el pe lo y ahora siempr e tenía pu esta una
hij o o nuestro carro o nuestro televisor o nu estras ca- gorra de los Yankees, aun den tro de la casa.
mas o los X dólares que Rafa se robó para ella. Se de- Entonces, como al mes de haber dejado el hospita l,
saparec ió de London Terrace antes de las navidad es y yo regresaba de la bodega co n un galón de leche, arre -
nunca se supo su paradero. Me ent eré de todo esto por - batao, y pensando en la jevita nueva, cuand o sent í de la
que el guj arati me lo dijo cuando me encontré con él nada como qu e mi cara había explotado . Todos los cir-
en el Pathmark. Estaba en cabronao porq ue Pura todavía cuitos de mi cereb ro de repente se apagaron. N o tengo
le debía dos meses de alquil er. idea de cuánto tiempo estuve inco nscient e, pero sueño y

120 121
medio después me enco ntr é de rodillas, la cara ence ncli-
da, y en mi s man os no la leche, sino un enor m e canda -
do Yale.
No fu e hasta que llegué a casa y mami me puso un a
venda en el nudo qu e tenía en el cach ete que me di
cuenta d e lo que h abía ocurrid o. Algu ien me h abía lan-
zado ese cand ado. A lguien quien, cua ndo to davía ju -
gaba pelot a durante la secund aria, tiraba un a recta que INVIERNO
zumb aba a ciento cincuenta kilómetros por h ora.
Horrib le, cacareó Rafa . Por poco te sacan el oj o.
Al rato, después que mami se acostó , me 1niró fij o :
¿No te dije qu e iba a haber un aju ste de cuentas? ¿No
te lo dije?
Y entonces se ech ó a reír.

I'
1

122
D esde la cima de Westmin ster, la calle principal, se pu ede
ver hacia el este un finí sim o borde d e m ar com o un a
cresta sobre el ho rizont e. A mi pap á le habían enseñad o
esa vista - la admini stración se la enseñ aba a todo el mun-
do-, pero al traerno s del aeropu erto JFK él no se detuvo
para señalarl a. Es p osible que el mar nos hubi era hecho
sentir m ejor, especialm ent e dado lo o tro qu e habí a qu e
ver. El propio Lond on Terrace era un desastre; la mit ad
de los edifici os todavía necesitaban alambr ado eléctrico
y co n las lu ces del ano checer parecían bu ques de ladri-
llos naufr agados. El fango perseguía la gravilla en todas
part es y la grama , semb rada dem asiao tard e en el otoño,
se ason1aba entr e la nieve en mec hon es m u erto s.
Papi expli có qu e cada ed ifici o te nía su propi a lavan-
dería. M am..isacó la boca co m o un h oc iquito p or e nci-
ma del cu ello de su parka y asinti ó . Qu é m aravilla, dijo.
Yo, mu ert o del miedo, mir aba la ni eve ce rnir se mi entr as
mi h er m ano hacía cruji r los dedos. Era nu estro prim er
día en Esta dos Unid os. El mund o se h abía co ngelao.
El apart am ento n os p arecía inm enso. Rafa y yo tenía-
m os nu estro prop io cuar to , y la coc ina, con su refrigera-
dor y estufa , era del tam año de nu estra casa en Sum.ner
Welles. No dej amo s de tembl ar de frío hasta qu e papi
aju stó la temp eratura del apartam ento a veinti siete gra-
d os. H abí a gotas de agua qu e parecía n abej as po r to das
las ventan as y tu vimo s qu e limpi ar el cristal para po der

125
ver p a afue ra. R afa y yo estábamos muy a la mo da en Busqu é a Rafa co n la vista, pero estaba scncndoe 111•
nu estra ropa nu eva y qu eríamo s salir, pero papi nos dijo dito fren te al televisor. En la isla, él y yo cogfamo ll ..
que n os quitáramos las bota s y las parka s. Nos sentó fren- guas solit os de u n lado de la capital al otro. Miré de
te al televisor, y vim os que sus brazos eran flacos y sor- nu evo a mi pap á, p ero su cara estrecha todav ía no me
prendentemente vellud os h asta la m arca de las mang as era familiar. No me mires así, dij o.
cortas . N os acababa de enseñar có mo descargar losino- Mami se pu so de pi e. M ejor sea q ue me den una
doro s, abrir la llave de los lavama nos y poner la d ucha . mamto.
Esto no es un ch iqu ero, dijo papi. Qui ero qu e trate n No m e moví. En la televisión los presen tad ores del
todo aquí con resp eto. No boten la basura en el piso ni not iciero ('.!
mitían ru idito s monótono s. Re petían la mis-
en la calle. No qui ero que hagan sus cosas en los mato- ma palabra una y otra vez. D espué s, en la escuela, apren-
rrale s. derí a qu e la palabra era «Vietnam ».
Rafa m e dio co n el co d o. En Santo Domi ngo m e
m eaba dondequiera y la prim era vez q ue pap i m e vio,
or in ando en una esquina la mj sma no che de su regreso Como no teníamos pen niso para salir de la casa -h ace
triunfa l, me gr itó: ¿Qué carajo estás haciend o? mu cho frío, papi dijo un a vez, p ero la úni ca verdadera
Lo s que viven aquí son ge nt e d ece nt e y así es co mo razó n era que a él no le daba la gana- , en esos prim eros
no sotros tam bién vamos a vivir. Ahora ustedes son ame- días nos la pasamo s sentad os frente al televisor o miran-
rican os. Tenía su bot ella de C hivas R egal en la ro dilla. do la m eve a través de la venta na. Mam i lim piaba todo
D espués de dejar pasar un os segu nd os para demos - como di ez veces y nos hacía unos almu erzos supe relabo-
trar qu e sí, qu e había entendid o todo lo qu e había di- rado s. Tod os nos estábam os n1.urie n do de l aburr imi ento.
cho , preg unt é: ¿Podemo s salir ahora? En esos primeros días m ami d ecidi ó qu e ver tel evi-
¿Po r qu é no me ayudas a desempa car?, sugiri ó rnam.i. sión podía ser bene ficioso; así aprend eríamos inglés. Veía
Tenía las m anos qui etas; gen eralm ent e jugaba n co n un nu estras ment es ado lesce ntes como un par de bellos gi-
pedazo de pap el, co n un a manga, o ent re sí. rasoles qu e nece sitaban luz y nos plantó lo más cerca
Solo vamos a salir po r un rati co, dije. M e levanté y po sible d el televisor para maxi mi zar nu estra exp osició n.
m e pu se las bota s. Si hubi era co noc ido m ejor a m.i p apá, Veíam os las no ticias, co m ed ias, los m uñ equito s, Tarzd11,
jam ás le hubi era dado la espalda. Pero no lo conocía; él Flash Gordon,j onny Quest, The H erculoids, Barrio Sésa111 0:
se había pasado los ú ltimo s cin co añ os trab aj ando en no s pasábamo s oc ho, nu eve h oras al día frent e al televi H
Estados Unido s, y no sotros habíamo s pasado los últimos y nu estras mejo res lecciones eran cortes ía de Barrio I
cin co años esperándolo en Santo Domingo. M e agarr ó samo.Pronun ciábamos cada palabra qu e apr en díamo I J
por un a o reja y me volvió a sent ar en el sofá. Se veía repetíamos un a y otra vez, pero cu ando mam.i no s pt·ill
que no estaba nada contento . qu e le en señáram os, sacudíamos la cabeza y le de cfon,
Saldrá s cuand o yo diga que pu edes salir. No te pr eocup es.

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N o, dí ganm e, no s p edí a, pero aun cuando pronun - si estu viera borr acho o algo parec ido. No tenía id ea de
ciábamo s las palabr as bien despacit o, haciendo son.idos en qu é trabaj aba en R eyn old s Alum.inum, pero en el
co mo g rand es burbuj as, ella nun ca las p odía duplicar. cló set h abía mu cho s uniform es co n m an chas de aceite
Sus labios desb arataban las vocales m ás simpl es. Eso sue- de motor.
na horribl e, le decía. M e había im agin ado un padr e dif erent e, un p adre
¿Y de sde cuánd o tú sabes habl ar in glés?, preg unt aba. qu e m edía más de dos m etro s de altur a y tenía sufi cien-
Dur ant e la cena, ella prob aba su in glés co n papi , pero te din ero para co mpr ar el barr io ent ero , p ero este era un
él solo pi caba co n el tenedor el p ernil, el cual no era el papá de tamañ o común , con una cara cualqui era. C uan-
m ejor plato de mi mam á. do se apareció_en Sant o D omin go, vino a la casa en un
No enti end o ni una palabr a de lo qu e m e estás di- ta:>,..'Í
ab ollado y de regalo n os trajo cosas p equ eñas -pi s-
ciend o, co m ent aba. Es mej or qu e m e dej es el in glés a nú . tol as pl ásti cas y tromp os- qu e no eran para niñ os de
E nt onces ¿có mo voy a apr end er? nu estra edad y qu e rompim os inm ediat am ent e. A pe-
N o tienes po r qu é aprend er, dijo. Ad em ás, la m ayorí a sar de qu e no s abr azó y nos llevó a co m er en el malecó n
de las muj eres no pu eden aprend er inglés. - prim era vez en la vida qu e co núam os filete de carn e a
E s un idio m a muy difí cil d e do mina r, dijo en espa- la parrill a- no sabía qué pensar de él. Es cüfícil imaginar-
ñol, y lo repit ió desp ués en inglés. se a un padre .
Mami no dijo ni un a sola palabr a m ás. Por la mañana, Las prim eras sem anas qu e estuvim os en Estados Uni -
en cuant o papi salía por la pu erta, prendí a el televisor y dos, casi todo el tiemp o qu e papi estuv o en casa se lo
nos plant aba frent e a él. Siempr e hacía frío en el aparta - p asó leyendo o viend o televisión . N os dijo mu y poco
men to por la m aña na y dej ar la cama era un verdadero qu e no fuera rega ri.o, lo qu e no no s sorpr endi ó . H abía-
to rm.ent o . m os visto a otros papás en acció n, p or lo tant o ent en-
E s d em asiao tempr ano , decíam os. díam os qu e las cosas eran así.
E s igual qu e ir a la escu ela, co nt estaba. C on m.i herm ano era cuestió n de qu e n o g ritara y de
N o, no es igual, decíam os. Estábam os acos tumbr ado s qu e n o trop ezara y tumb ara las cosas. Pero co nmi go se
a ir a la escuela al m ediodía . la cog ió co n la vain a de los co rdones de los zapatos. Papi
U sted es se qu ej an dem asiado. Ella se paraba detrás de estab a obsesion ado con los cordon es d e los zapato s. Yo
noso tros y cu ando me volteaba la veía m ascullando las no los sabía am arrar co rrectam ent e, y despu és que in-
misma s palabr as qu e estábam os apre ndi endo , tratand o vent aba un nud o formidabl e, papi se arrodill ab a y lo
de ent end erlas. deshací a co n un simpl e jal o n cit o. Po r lo m en os tien es
un futur o como ma go , decí a R afa, pero la vaina era en
se ri o. R afa m e enseñó, y yo dij e: Bi en , y lo hacía sin
H asta los ruid os m atutinos de papi m e era n extr año s. problem as cuando estaba con él. Pero en cu anto papi se
Desde la cam a oía cuand o tropezaba en el bañ o, com o aparecía y me observaba co n la m ano en la corr ea, m e

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traba ba; yo mira ba a papá co m o si para nú los cor don es M e sent é de lante .É l pu so un casete dt!Johm1y Vc11lll

fueran cables eléctri cos vivos qu e él qued a que yo tocara. ra y le dio suave hasta la Ruta 9. La ni eve escabonmon-
Conocí a h ombr es bruto s en la Gu ardia, papi decía, tonada en pilas suci as a ambo s lados de la car ret era. No
pero todos podí an ama rrar se los fokin cor done s. Mir ó a creo qu e haya nad a peor qu e la niev e vieja, dijo. Es linda
mi m amá. ¿Q ué le p asa a este mu chach o? cuando cae pero en cuanto toca tierra se co nvier te en
Ese tipo d e p regu nta n o tie ne respuesta. Ella baj ó la nlierd a nomá .
vista, estudi ó las venas de sus propi as m anos. Por un se- C uando cae nieve, ¿hay accidentes igual que cuando
gund o los ojos aguaos de mi papá dieron con los núo s. llueve?
N o m e mir es así. No cuando estoy yo al tim ón .
Y en los día s qu e log raba un nudo r~tardao m edio Las plantas a la orilla del Rar itan estaban tiesas y d e
decent e, co mo R afa les d ecía, enton ces papi me rega- co lor aren a. C uand o cru zamo s el río, papi dijo: T rabajo
ñab a por el pelo. E l pelo de R afa era lacio y se le podía en el próximo pu eblo.
pasar un peine como en el suet í.o de cualq ui er abuelo H abíam os id o a Perth Amboy en bu sca de un verda-
carib e1io, pero al mí o todav ía le qu edaban sufi cien tes dero talento, un barbero pu ertorri queño q ue se Ua1naba
rasgos de Áfr ica p ara co ndenarme a mú ltiples pases de Rub io qu e sabía exac tame nt e qu é hacer co n nli pelo
pei ne y a co rt es de pelo extraordina ri os. Mi mam á nos m alo. M e emba rr ó la cabeza co n dos o tres crema s y m e
pelaba un a vez al m es, pero cuando m e sentó esta vez hi zo esperar co n la cab eza llena de espuma . Desp u és
papá le dijo qu e no perdie ra el tiempo . qu e su esposa me lavó el cráneo, m e estud ió en el espe-
Eso solo se resuelve de un a m anera, dijo. Ve y vístete. jo, me hal ó el pelo, le ec hó aceite y, al fi nal, suspiró.
R afa m e sigu ió al cuar to y m e observó mientr as me Es m ej o r pelarlo a caco, dijo pap i.
abo tonaba la cami sa. No abri ó 1a boca. M e estaba po- Tengo o tra s cosas qu e podrían ayudar.
niend o nerv ioso. ¿Q ué te pasa?, pregun té. Papi oj eó su reloj . Pélalo a caco.
Na. Vaya, dijo Rubio. Vi las cuc hillas del abej ón pasar por
Enton ces deja d e nlir arm e. C uando llegó el momen- mi p elo co mo un arado r y vi apa rece r nli cuero cabellu -
to de po n erm e los zapatos, él me amarró los co rdones . do, tierno e ind efenso. Uno de los viej os que esperaba
E n la pu erta nli papá los vio y dijo: Vas mejora nd o. su turno resopló y se tapó la cara co n el per ió dico . Te-
Yo sabía dón d e estaba p arqu eada la van p ero cog í ní a náu seas; n o qu erí a q ue m e p elaran al rape pero
en la dir ecc ión opuesta solo para pod er ec harle un vis- ¿cómo se lo po día exp licar a nli pap á? No tenía palabras.
tazo al barrio. Pap i no se dio cuenta de mi d efecc ión Al terminar , Rubio m e ech ó talco en el cu ello. Ah ora
hasta qu e le había dado la vu elta a la esquina, y cuand o te ves gu apo, me dijo. Pero él mism o no estaba co nven-
g ruñ ó mi nombr e regresé ráp id o, pero por fi n había cido. Me regaló un chicle, que mi herm ano m e robó en
visto los campo s abi erto s y a los otros niñ os jug ando en cuanto llega m os a casa.
la ni eve. ¿Y?, pr eguntó papá.

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Está demasiao corto, confesé . tumbrado s a qu e la gente pusiera men:11 11• .au>tl, \ ,h•
Es mejor así, dijo, y le pagó aJ barbero. men las veinticuatro horas del día. Nu e. tí , \ft'l 1ílm 1b•
En cuanto salimos, el frío me cayó en la cabeza como arri ba , qui en es vivían pel eando co mo fieros, le dnb.\11¡ .,
un bloqu e de tierra fría. tadas al pi so. ¡Cá llense, por favor! Entonces papi snlfn del
Manejamos de regreso en silenc io total. Un buque cuarto, co n los calzoncillo s suelt os, y decía: ¿Qué les he
petrolero entraba al puerto de Raritan y yo trataba de dicho ? ¿Cuántas veces les tengo que decir que se callen?
im aginar cuán facil sería colarme a bordo y d esaparecer. Daba galletazos como si na y nos obligaba a pasar tardes
¿Te gustan las negras?, preguntó papá. enteras de castigo en el Penitenciario -nu estro cuarto- ,
Viré a ver a las mujeres que acababan de pasar. C uan- donde temamos qu e quedarnos en la cama y no nos po-
do volteé la cara de nuevo, me di cuent a qu e papá esta- díamos levantar. Si entraba y nos agarraba m.irando por la
ba espe rando que le contesta ra, que le interesaba sa- ventana, disfrutando la lind a nieve, nos halaba las orej as,
ber, y aunque quería solt ar que no me gustaban las nos daba otro galletazo y entonces nos obligaba a arrodi-
muchachas de ningún tipo , en vez le dije: C laro que llarnos en la esqu ina por horas. Si fallábamos en eso, por-
sí, y él sonrió . qu e nos pom amo s a jugar o a hacer trampa , entonces nos
Son belJas, dijo, y pr endió un cigar ro. Te atenderán h acía arrodi llar sobre un guayo de coco , sobre el lado
m ejor qu e nadie. co rtante , y solam ente nos dej aba ponerno s de pie cuando
En cuanto m e vio, Rafa exp lotó en risas. Pareces un empezában1os a sangrar y a llor iqu ear.
dedo gordo. Ahora a ver si se quedan callados, de cía satisfecho, y
Dios mio, dijo mami al darme la vuelta. ¿Por qué le nos acostábamos con las rodillas ardiendo por el yodo.
hiciste semejante cosa? Esperábamos a que se fuera al trabajo p ara poner las
Pero si lu ce bien, dijo papi. manos contra el vidrio frío de las vent anas.
Se va a enfermar del frío. Veíamos a los niñ os de l barrio construyendo hom -
Papi pu so su mano fría sobre mi cabeza. A él le gusta, bres de nieve e iglús, tirándo se bolas de nieve. Le contf O
dijo. mi herm ano del campo abierto que había visto, vasto en
mi memoria, pero él simp lemente se encog ió de hoin
bro s. H abía una pareja de hermanos que vivía al frenh',
Papi trabajaba una interminabl e semana de cincuenta ho- en el apartamento número cuatro, y cuando ellos , llitf
ras y esperaba disfrutar del silencio en sus días libres, pero a jugar los salud ábamos. E llos no s salud aban cambl U )
mi h ermano y yo temamos demasi ada energía como para con gestos nos pedían que saliéran10s a ju gar con 1·U j
estar callados . No lo pensábamos dos veces para dar brin- pero no sot ros sacudíamos la cabeza: no podíamo, .
cos en el sofa, como si fuera un trampolín, a las nu eve de E l h ermano h alaba a su hermana h acia dond t· 4"11
la mañana, precisamen te a la hora que papi estaba tratan- han los otros niños co n sus palas y su s largas buf n 1 ,
do de dormir. En nu estro anti guo barrio estábamos acos- in crustada s de nieve . A nú me parecía qu e a cll, h t!ltl

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taba R afa y se desp edía de él al ir se. Pe ro él no hacía A la tercera sem ana m.e p reoc up aba el qu e no fuéram os
ningún gesto. a sobr evivir. M arni había sid o nu estra aut orid ad en la
Se sup o ne qu e las am eri canas sean bellas, m e dijo. isla, pero aquí había declinado. N os coc in aba y ent o nces
¿Has visto algun a? se sentab a a esperar para fregar los platos . No tenía ami-
¿Y ella qu é es? Sacó un a servilleta y estornud ó, sol- gas, ni vecino s qu e visitar. D eben hablar co nm igo, decía,
tand o un dobl e cañ ó n de m oc os. Todos teníamo s do- pero no sotro s le co ntestábam os qu e debía esp erar a qu e
lor de cabeza y catarro y tos; aun co n la calefacció n al papi llegara a casa. Él hablará co nti go, le decía , te lo ase-
m áxim o, el invi ern o estaba acaband o co n no sotro s. M e guro. El temp eram ent o d e Ra fa emp eor ó . Ah o ra, cuan-
te1ú a qu e p o ner un gorro de N avidad h asta den tro del do le halaba el p elo, qu e siempr e h abí a sid o un ju ego
ap art am ento par a m anten er la cab eza calient e; parecía entr e nosotros, expl otaba. Peleábam os y pel eáb am os y
un du end e tropi cal malhum ora do. peleáb am os y despu és qu e m ami no s separaba, en vez de
M e limpi é la nari z. Si esto es Estados Unid os, qu e m e hace r las paces co m o ant es, nos sent ábam os en lad os
mand en de vuelta por cor reo. opue sto s del cu art o co n mala cara, planifi cand o la desa-
No te preoc up es. M arni dice que probablem ent e va- pari ció n del o tro. Te voy a qu emar vivo, me pro m etió.
mos a regresar. M ejor es qu e te cuent es las extremid ad es, le dije, para
¿Y có m o lo sabes? qu e así sepan có m o arreg lart e para tu enti er ro . Éra m os
E lla y papi lo han estad o discuti end o. Ella piensa qu e co m o un par de reptiles, ec hand o chor ros de ácido po r
es m ej o r si reg resam os. R afa co rri ó un de d o tri stem en- los oj os. El aplastant e aburrimi ent o lo hací a todo peo r.
te po r la vent an a; no se qu er ía ir ; le gustaba la televisión Un día vi a los herman os de l apart am ento cuatro sa-
y el inodoro y ya se imag inaba co n la m uch achit a del liend o a ju gar y en vez de salud arlos m e pu se la parka .
apart am ent o núm ero cuatro . R afa estaba en el sofa cambi and o canales entr e un sh ow
N o sé qu é pensar de eso, le dije. A mi m e parece qu e d e coc in a chin a y un jue go aU-star de pequ eñas ligas. Le
. . .
pap1 n o se quiere ir . dije: Voy a salir.
¿Y q ué tú sabe, si eres un m oj oncito? Ajá, dij o, pero cuand o abrí la pu ert a ex clam ó: ¡Hey !
Sé más qu e tú , le dije. Papi j amás había m encionado H acía frío afuera y por poco resbalo y m e caigo po r
regresar a la isla. Esperé a qu e estu viera de bu en humor , las escaleras. N adi e en el barrio era d e los qu e palean
despu és de ver el programa de Abb ott y Cos tello, y le ni eve. M e cubrí la b oca co n la bu fand a y patin é po r la
preg unt é si pe nsaba que nos íb am os a reg resar pro nt o. co rt eza irr egular de ni eve. M e enco ntr é co n los herm a-
¿A qu é? no s al lado del edifi cio .
A visitar. Gri té: ¡Esp eren ! Q ui ero ju gar co n ustedes.
Tú n o vas pa nin gun a part e. El ni ñ o m e mir ó co n m edia sonri sa pero sin enten-
der un a sola p alabr a de lo qu e les habí a dich o, apretu -
j and o los br azos ne rviosam ent e a los lad os. In creí ble-

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mente , su pe lo no tenía co lor alguno. Su herm ana tenía Parece que te co ngelast e.
los ojos verd es y pecas en la cara y usaba una cap ucha de No Je co nt esté . Vimos televisión h asta que un a bola
pelaje rosado. Teníamos guantes de la mi s1na mar ca, ba- de nie ve dio contr a la vent ana de la puerta del patio y
ratos , co mprado s en Two Guys. M e detuve y nos mi- los dos dim os un salt o.
ramos unos a otros, el blanco de nu estro s aliento s casi ¿Qué pasó?, mami preguntó desde su cuarto.
tocánd ose y achicando la di stanci a entr e no sotro s. El Do s bola s más le diero n a la vent ana. Eché un a m ira-
mundo era de hi elo y el hi elo quemaba con la lu z de l dit a detrás de la cor tina y vi a los h erman os d e al lado
sol. Este era m.i primer verdadero encuentro con ame - escondidos detrá s de un Dod ge ent erra d o en la nieve.
ricano s y m e sentía l.ibre y capaz. Hic e un gesto con mis Nada, señora, dijo Rafa. Es la nieve.
guantes y les sonreí. La niña se viró hacia su herm ano y ¿Cómo? ¿La nieve está aprendiendo a bailar ?
se rió. Él le d.ijo algo y ella salió corriendo a dond e es- Solo que está cayendo, dijo.
taban los otros niño s, su risa co mo chisp as qu e iba de- Los dos no s param os detrás de la co rtina y mir am os
jando atrás igual que el humo de su ali ento. al niño lanzando du ro y rápido, co m o un pitch er.
H e querido salir a ju gar, dije, pero m.i papá no nos
d eja por el mom ent o. Cree que somos muy chi quitos
pero, mir a, yo soy mayo r qu e tu hermana y mi herm ano Todos los días lo s camion es de basura pasaban por el
parece m ayor qu e tú. barr io. El vertedero qu edaba a dos milla s pero la mecá-
E l niño se señaló a sí 111.ismo. Eric, dijo . nica del aire de invi erno nos traía el ruid o y la peste sin
M e llam o Yunior , dije. diluirlos. Cuando abríam.os la ventana pod íamos oír y
Su sonr isa jam ás se apagó . Se viró y camin ó hacia el oler los bulldozers rega ndo la basura en grue sas y pútri-
grupo de mu cha chos qu e se acercaba. Sabía que Rafa das capas por el vertedero . Po díamo s ver las gaviotas en
m e estaba mirand o desde la ventana y resistí el impu lso la cima, mil es de ellas, revolotea ndo.
de dar la vu elta y salud arlo. Los g rin guito s m e mir aro n ¿T ú crees que los niño s j ue gu en alú?, le pregunt é a
a distancia y enton ces se fueron. Esperen, dije, pero en- R afa. Estábamos en la galería, haciéndono s los guapos;
tonces Uegó un O ldsmobile qu e se parqu eó en el próx i- papi podía entra r en el parqueo en cualqu ier momento
m o estacionamiento, sus llant as enfangadas y cubi er tas y vernos.
de nie ve. No lo s pude seguir. La niña rn.iró pa atrás una C laro qu e sí. ¿Tú no lo harías?
vez, y un m ec hón de pelo se Je esca pó de la cap ucha. Me pasé la lengua por los labios. Alú uno se podría
Cuando se fueron , m e quedé en la ni eve hasta qu e los en co ntr ar un montón de cosas.
pies se m e enfriaron. Tenía dernasiao terror de qu e me Exactamente, dijo R afa.
dieran una paliza por ir más lejo s. Esa noche soñé qu e estaba en casa, qu e j amás n os
Rafa estaba tirado frente aJ televisor. habíamo s ido. Cuando me desp erté, te1úa dolor de gar-
Hijo de la gran put a, le dije, y me sent é. gant a, tenía fiebre. M e lavé la cara en el lavam ano s y

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ento nces me senté frent e a la ven tana, mi hermano dor - no. Si papi decía que no s qu edáramo s adentro , R afa se
mido, y así vi cómo caían las go tas de hiel o y se co nver- quedaba adentro. Era como si el viaje a Estados Unid os
tían en una coraza dura sobr e los carros, la nieve y el hubiera acabado con lo más rudo de él. Cuan do meno s
pavimento. Se suponía qu e al crece r uno perdi era la ca- lo esperabas volvía a la vida, pero en esos primero s y te-
pacidad d e dormir con facilidad en lugar es nu evos, pero rri bles meses fun cionaba co n sigilo. Nadi e lo hu biera
yo nun ca la tuve co mo para perde rla. El edificio em - reconocido. Yo tambi én quería caerle bien a papá pero
pezaba a acomodarse; la magia del clavo acabado de no me daba la gana de obed ece r; a ratos ju gaba en la
martillar disminuía. Oí a alguien en la sala y cuando fui nieve, pero jamás me alejaba mu ch o del apartamento. Te
a ver encont ré a mi mamá frente a la puerta del patio. van a coger, prono sticaba Rafa. M e daba cu enta que mi
¿No pu edes dormir? , me preguntó. Y vi su cara sua- atrevimiento lo te1úa abatido; me miraba d esde la venta-
ve y perfecta en el resplandor de los h alóge no s. na mientr as yo compac taba la nieve y me tiraba en los
Sacudí la cabeza. vent isqu eros . M ant e1úa cierta distan cia de los gr ingos.
Siempre hemos sido igualitos, dijo. Y eso no te va a C uand o veía a los herm an os del apartam ento núm ero
hacer la vida nada fácil. cuatro , dejaba de comer mierda y m e po ,úa en alerta en
La abr acé por la cintura. Esa mañana desde la pu erta caso de ataques sorp resa. Eri c me saludaba y su herm ana
del pati o vimos llegar tres ca,niones de mudan za. Voy a tamb ién; yo no los saludaba. U na vez vino y me enseñó
rezar para qu e sean domini canos , dijo con la cara contra una pelota nu eva. Dijo: R oberto Clemente, pero yo se-
la ventana, pero todos resultaron ser pu ertorr iq ueños. gu í construyendo mi fortaleza de nieve. Su hermana se
Ella debió haber m e llevado a la cama, porgue po r la rubori zó y le gritó algo y enton ces Eric se fue.
mañ ana m e desperté junt o a Rafa. Ron caba. Papi dor- U n día, la hermana salió sola y yo la seguí al camp o
núa en la habitació n de al lado, roncan do tamb ién , y algo abierto. H abía uno s grandes tu bo s de conc reto regados
me decía qu e yo tampoco era un durmiente silencioso.. por la nieve. E lla se coló en un o y yo la seguí, arrastrán-
A fin del mes, los bulldoz ers llenaron el vertedero con dome de rodillas.
una capa de tierra blanda y rubia y desalojaron las gavio- Se sent ó co n las piern as cru zadas y m e sonr ió. Sacó
tas gue zumbaban sobre el proyecto, caga nd o y barbu- las man os de los guantes y las frotó. Estábamos protegi-
llando, h asta gu e empezaro n a traer basura de nu evo. do s del viento y seguí su ejemp lo. M e pulsó con el dedo.
Yumo r, dij e.
Elain e, dijo.
Mi h erman o estaba haciendo todo lo posible para ser Nos quedamos así por un rato, yo con dol or de ca-
Hijo Número Uno. En todo lo demás era el nu smo, p ero beza por el deseo de comunicar me, pero ella solo so-
ahora ob edecía a papá con una escrupulo sidad gue j amás plaba sus mano s. Enton ces oyó a su herm ano llamán-
había demostrado antes. Mi hermano solía ser un animal do la y salió co rri endo. Yo salí tamb ién. Estaba parada al
' lado de su h er mano . Cuand o él me vio, gritó algo y tiró
pero en la casa de papá se había convertido en niño bu e-

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un a bola d e nieve en mi direc ción . C ont esté tirando una rrio estaba vacío y sin un solo a1nigo . Le rogó a nú papá
tambi én. qu e por favor invitar a a sus anú gos a casa. Qu ería hablar
En meno s de un año se h abían mud ado. Ese fu e el de cosas sin imp o rtancia, qu ería hablar con algui en qu e
caso con todo s lo s blan cos . Los úni cos qu e qu edamos no fuera su hijo o su m arido.
fuimo s no sotro s, los pri etos. U sted es todavía no están en condi cion es para recibir
invitad os, dijo papi. Mir a la casa. Mir a a tu s hijo s. M e da
vergüen za verlos tirado s así.
Mami y papi hablaban de no ch e . Él se sentab a de su No te pu edes qu ejar de este apart am ent o . M e p aso la
lado d e Ja m esa y ella se in clin aba hacia él. Pr egunt aba: vid a limpi and o.
¿Tú no pi ensas d ej ar qu e esto s niños salgan? EJios no ¿Y tu s hijo s?
pued e n seguir encerr ados aquí. Mi m amá m e ec hó un vistazo y despu és a Rafa. C u-
Pront o e mp ezarán la escuela , dijo mi entra s fum aba su brí un zapato co n el otro. D espués de eso le pidió a R afa
pipa . Y en cuant o termin e el in vierno qui ero llevarlos a q ue se encargara de los cordo nes de 1nis zapato s. Cuand o
ver e l m ar. Se pu ede ver desde por aquí , p ero es m ej or veíamo s la van de papá llegar al estacionami ento , mami
cuand o lo ves de ce rca. nos llamab a para hacern os una in spección rápida. Pelo,
¿Y cuánt o m ás durar á el invierno ? die ntes, manos, pi es. Si teníamo s algo mal , nos esco ndía
C asi nada , pro m etió. Verás . En un os m eses nin guno en el ba110 hasta qu e lo pudi era arr eglar. Emp ezó a hace r
de ustedes se acor dará de esto y entonc es tampo co ten- un as co mida s elabo radas. H asta se levantaba a cambi ar el
dr é qu e tr abajar tanto. Podremo s viaj ar en la prim avera canal de la televisió n para papi sin llamarlo zángano.
y verlo tod o. O K , dijo po r fin. Qui zá po dem.os probar.
Espe ro qu e así sea, dijo m ami. N o tie ne qu e ser n ada especial, dij o mami.
Mi mamá no era el tipo de muj er qu e se d ej aba inti- D os vierne s seguidos trajo a ce nar a un am.igo, y m am.i
núd ar facilm ent e, pero en Estados Unid os se d ejó som e- se pu so su m ej o r mono de po liéster y nos vistió co n pan-
ter po r pap á. Si él le decía qu e tenía qu e estar en el tra- talon es roj os, co rreas blancas y anchas, y un as cami sas
baj o dos día s cor rido s, decía OK y coc in aba sufi cient e C hamp s de colo r azul am arant o. Verla a ella tan con tent a
m oro para qu e le du rara varios clias. Estaba deprimida y qu e casi no podía respirar nos daba esperanzas de qu e
tri ste y ex trañab a a su papá, y a sus ami gos, y a nu estro s nu estro mundo po dría m ej o rar, pero aqu ellas cenas fue-
vecin os. T od o el mund o Je había advertid o qu e Estados ro n bastante incó m odas. Los hombr es eran solt eros y di-
U nid os e ra un lugar difí cil y qu e hasta al Di ablo le ha- vidían su tiempo ent re hablarle a p api y ojearle el culo a
bían p artido el culo, p ero nadi e Je había dicho qu e se iba 1nanú. Papi disfrut aba las visitas, pero mami estaba de pi e
a pasar el resto de su vid a co n sus hijo s in co muni cada todo el tiempo , llevand o la co mid a a la m esa, destapand o
por la ni eve . Esc ribí a cart a tras ca rta ro gá ndol es a sus ce rvezas y cambi ando el canal. AJ principi o de cada no-
herm anas qu e vini eran lo ant es posibl e. Para ella el ba- ch e, estaba suelta y natur al y refunfuñ aba tan facil com o

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sonreía. Pero en cuanto los hombr es se desabro chaban la mo s cin co a1'i.os se hubi era vuelto inmun e al frío. Cuan-
co rrea de los pantalon es, se qÚitaban los zapato s y se per- do volvi ó ade ntro, se du chó y se pu so un os overoles.
dían en sus temas, ella se retiraba. Se quedaba con una leve Tengo qu e ir a trab aj ar, dijo.
y cautel osa sonri sa que iba cüsper sándo se como un a som- M ami dej ó de raspar el caldero con una cuchara. D e-
bra en la pared. En general, a no sotros los niño s no s igno - b es bu scart e un trab ajo más fijo .
raban, excep to un a vez, cuando el prim er visitante pre- Papi se encogió d e ho mbro s. Si crees qu e los trabajos
guntó: ¿U stedes dos boxean tan bi en co m o su papá? son tan fáciles de co nsegu ir, ent on ces búscate uno.
Son exc elen tes pelead ores , dijo papi. En cuant o salió , m ami le arra n có la aguja al disco e
Tu p apá es superr ápido. E xcele nt e co n las manos. int errumpi ó a Félix del Ros ario. La oímos en el clóset
Miguel se no s acercó. Un a vez lo vi acabar con un grin- poni éndo se el abrigo y las botas.
go, le dio hasta qu e chilló. ¿Crees qu e nos va a abandonar? , pregun té .
Mi gu el habí a traído una bot ella de ron Bermúd ez; R afa frun ció el ceño . Quizá, dijo .
papá y él se habí an emborra chao. C uando o ímo s la puer ta del apart am.ent o cerrar se,
Ya es h ora de qu e se vayan para el cuart o , dijo m am.i, salimos corriendo del cuarto y no s encon tram os con la
y m e tocó el hom bro. casa vacía.
¿Po r qu é?, pr eg unt é. No hace m os nad a más que sen- Tenem os qu e salir detrás d e ella, dije.
tarnos en el cuart o. Rafa paró aJ llega r a la pu e rta. Vamos a darl e un m.i-
Exac tam ent e igual co m o m e siento yo en m.i casa, nu~o, dijo.
dijo Mi guel. ¿Qué te pasa?
La m.irada de mi m amá me cortó por la mit ad. Cá - Vamos a esperar dos nú nuro s, dijo.
llate, dij o, y no s empujó hasta el cuarto. Igual que ha- Uno , le co nt esté en voz alta. Mir ó por la ventana
bí am os pronosticado, no s sentam os, y escuchamos. Las d e la p_u er ta del patio. Estábamo s a punto de salir cuan-
dos visitas sigui ero n el mi sm o gui ón: lo s ho mbr es co- do ella regresó jadeando, envuelt a en un h alo de frío.
mieron hasta reventars e, felicitaron a mam .i por la co mi- ¿D ónde estabas?, pregunt é .
da , a papi por sus hijos, y se qu edaron m ás o m enos una Fui a canúnar. Se guitó el abri go en la pu er ta. Tenía
h ora m ás para qu edar bi en . C igarr os, d o min ó, chi sm es, la cara roja de frío y respirab a hondo , co m o si hubi era
y en ton ces el in evitable: Bueno , tengo qu e coge r cami- saltado los último s treinta escalones.
no. Hay qu e tr abaj ar m añan a. Tú sabes có m o es. ¿Adónd e?
Claro que sí. Los domini cano s no conocemos o tr a A la esquina.
cosa . ¿Por qué co ño te fuiste?
De spu és, 1nam.i fregó los calderos calladita en la coc i- Empezó a llorar, y cuando R afa fue a ponerl e la mano
na, raspando el cuero de pu erco qu emao, mientra s papi en la cintura, se la quitó bru scamente. R eg resamos al
salió a la galería en m.angas co rtas, co mo si en esto s últi- cuart o.

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Creo qu e se está volviendo loca, dije. ¿Qué pasa si nos quedamos enterrados?, pregunté. ¿Nos
No , dijo Rafa , es que se sient e sola. vamos a morir? ¿Tendrán que ven.ir en bote a salvarnos?
No sé, dijo Rafa. No sé na de nieve. Lo estaba asus-
tando. Fue a la ventana a ver si podía ver algo.
La noche antes d e la tormenta oímos el viento por la Todo va a salir bien, dijo mami. Mientras tengamos
ventana. Cuando m e desperté por la mañana me estaba calefacc ión . Fue y subió la temperatura de nuevo.
conge lando. Mami ajustaba el termostato; el agua gor- Pero ¿qué pasa si nos quedamos enterrados?
goteaba en las tuberías, pero no había manera d e que el No puede caer tanta nieve.
apartamento se calentara. ¿Y qué sabes tú?
Vayan a ju gar, dijo mami. Así se distraen. Treinta centímetros no entierran a nadi e, ni siguiera
¿Se da11ó? a un dolor de cabeza como tú.
No sé. Miró el aparato con d esco nfianza. Quizá esté Salí a la galería a ver caer los primeros copos como
lento esta ma11ana. ceniza bien cernida. Si nos morimos, papi se va a sentir
No habí a un solo gringo afuera jugando. No s sen- bien jodio, d.ije.
tamo s frent e a la ven tana a espe rarlo s. Por la tard e, mi Mam.i viró la cara y se rió.
papá llamó d esde el trabajo; se podían oír los m o nta- Cayeron diez centímetros en una hora y la nieve se-
cargas por e l te léfono. guía.
¿R afa? Marni esperó hasta que ya nos habíamos acostao,
No,soy yo. pero cuando oí la puerta desperté a Rafa. Está en lo
Ve y bus ca a tu mamá. mismo otra vez, dije.
Viene tremenda tormenta, le explicó. Podía oír su ¿Salió?
voz aun desde donde estaba. No hay man era de qu e Sí.
pueda volver a casa. La vaina va d e mal e n peor. Qui- Se puso las botas con detenim.iento. Hizo pausa en la
zá pued a regresar m a11ana. puerta y contempló el apartamento vacío. Vamo s, dijo.
¿Q ué h ago? E lla estaba al final del pargueo , a punto de cruzar
No salgan y llena la bañad era de agua . Westminster. Se veía el resplandor de la luz de lo s apar-
¿Dónde vas a dormir?, preguntó mamá. tamentos en el suelo conge lao y nuestro aliento era
En casa de un am.igo. blanco en el aire nocturno. La nieve volaba .
Viró la cara para que no la viéramos. OK.. C uando col- Regresen a casa, dijo.
gó se sentó frente al tel evisor. Se dio cuenta que la iba a No nos movimos.
'fastidiar preguntando por pap i; me dijo: Mira tu show. ¿Por lo m eno s cerraro n la puerta con llave?, preguntó.
Radio WADO reco mendaba guardar frazadas, agua, Rafa sacudió la cabeza.
lint ernas y co mid a . No teníamos nin gun a de esas cosas . No hay ladrón que salga en este frío, dije.

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Mami sonrió y por poco resbala en la acera. Todavía
no sé cómo caminar muy bien en esta vaina.
Yo sí, dije. Agárrate de mí.
Cruzamos Westm.inster. Los carros venían lentamen-
te y el viento aullaba y nevaba.
No está tan malo , dije. Esta gente debería ver lo que
es un ciclón.
¿Adónde vamos?, preguntó Rafa. Pestañeaba para MI SS LORA
que no se le pegara la nieve en los oj os.
Derecho, dijo M am.i.Así no nos perdemos.
Deberíamo s marcar el hiel o.
Nos abrazó a los dos. Es m ejor si vamos recto.
Llegamos al fina l de los apartamentos y po díamos ver
el vertedero, un montícu lo impreciso y oscuro cont iguo
al Raritan. Brotaban fuegos de la basura como si fueran
llagas. Los camiones de basura y los bulldo zers descansa-
ban calladitos y con reverencia en la base. Todo olía a
algo del fondo del río, algo húm edo y jadeante. De spués
encontramos las canchas de básquet y la piscina sin agua,
y Parkwood, el próximo bar rio, con todas las casas ocu-
padas, y repleto de niños.
Hasta vimos el mar desde la cima de Westminster,
co mo la hoja de un cuc hill o largo y curvado. Mami
lloraba pero no s lucim os los que no nos habíamos dado
cuenta . Les tiramos bolas de nieve a los carros que ve-
nían resbalándose y, una vez, m e quité el gorro para ver
cómo se sentían los copos de .nieve al caer en mi dura y
fría cabeza pe lada.

146
1

Años después te preguntarás que, si no hubiese sido por


tu hermano, ¿te hubieras metido en aquel rollo? Te
acuerdas de que los tígueres todos la aborrecían, que
era demasiado flaca, que no tenía culo ni tetas, quepa-
recía un palito, pero a tu hermano no le importaba. Yo
se lo metería.
Tú se lo meterías a cualquiera, alguien dijo burlona-
mente.
Y él lo miró de arriba abajo. Lo dices como si eso
fuera algo malo.

Tu hermano. Hace un año que murió y de vez en cuan-


do todavía sientes una tristeza esplendorosa, aunque al
final la verdad es que se había convertido en un superhi-
joeputa. No tuvo una muerte facil.En esos últimos meses
no dejó de tratar de escaparse. Lo agarraban tratando de
coger un taxi en la puerta del Beth Israel o caminando
por alguna calle de Newark en su s piyamas verdes de
hospital. Una vez convenció a una ex novia para que lo
llevara en carro a California, pero a1llegar a las a.fueras
de Camden empezaron a darle convulsiones y ella te lla-

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mó, aterrada. ¿Fue algún impulso atávico de querer mo- la escuela o cuand o singabas con Paloma. Te desperta bas
rir solo, fuera de vista? ¿O es que estaba tratando de cum - aterro rizado, mordi énd ote tu propia lengua, con sangre
plir con algo que siempre había tenido dentro? ¿Por qué chorr eán dote hasta la barbilla.
estás haciendo eso?, le pr egunt aste. Pero él solo sonr ió . La verdad es qu e alguien te debería haber medicado.
¿Haci endo qué? Paloma enco ntrab a todo esto ridí culo. N o quería sa-
En esas últimas semanas, cu ando estaba tan débil que ber nada de La D estr ucción Mutua Asegurada, La Ago-
ya no podía tratar de escaparse, se rehu só a hablar con - nía del Gran Planeta Tierra, «Empezamos a bomba rdear
tigo o co n tu mamá, se n egó a pronunciar un a sola en cinco minuto s», SALT II, El día después, Catástrofe nu-
palabra h asta que se murió. A tu mamá no le importó. dear,Amanecerrojo,Juegosde guerra,Gamma Worldni nada
Ella lo quería y rezaba por él y le h ablaba como si él de eso. Te decía Mí ster Depre. Y ella sí que no necesita-
est uvi era bi en. Pero ese silen cio terco a ti te hiri ó. Eran ba nada más depresivo de lo qu e ya tenía en cima. Vivía
sus fokin últimos días y se negaba a decir una sola pala- en un apartame nto de un cuarto, con cuatro h ermani tos
bra. Le hacía s preguntas directas: ¿Cómo te sient es hoy? men ores y su mamá incapacitad a. Y encima de eso to-
Y Rafa viraba la cara. Como si ustedes no me recieran maba clases avanzadas. No tenía tiempo para nada y tú
una respuesta . Como si nadie m erecie ra una respue sta. sospechabas que elJa estaba contigo más qu e nada por-
que le daba pena lo que había pasado con tu hermano .
Tampoco pasaban tanto tiemp o juntos, ni se acostaban ni
3 nada de eso. Era la única pu ertorriqu eña en el planeta
que no daba el culo por ningun a razón. No puedo, decía.
Tú estabas en esa edad en la cua l te podías enamorar de No puedo cometer un solo error. ¿Y por qué es que el
un a muchacha solamente por un a exp resión, por un sexo conmigo sería un error?, exigías, pero ella sacudía la
gesto. Eso fue lo qu e ocurrió con tu novia, Paloma; se cabeza y te sacaba la mano de sus pantalones. Paloma
agach ó para recoger su cartera y tu co razón se te fue. estaba convencida de qu e si cometía un solo er ror en los
Eso fue lo que pasó también con miss Lora. próximos dos años, un solo error, estaría atrapada con esa
Era 1985. Tenías dieciséis años y estabas j odido y te familia de ella para siempre. Esa era su pesadilla. Imagína-
sentía s sup erfokin solo. Lo otro es que estabas conven - te si no me aceptan en ninguna uni versidad, decía. Toda-
cido -totalme nte, absolutam ente convencido- de que el vía me tendrías a mí, decías, tratando de consolarla, pero
mundo ib a a explotar en un millón de pedazos. Casi Paloma te miraba co mo si el apocalipsis fuera preferible.
todas las noches te dab an pesadillas que hacían a las del Así que le hablabas del día del juicio final a qui en te
pr esidente en Dreamscapeparecer como una com edera escuchara, a tu maestro de historia, qu e te confesó que
de mi erda. En tus sueños siempr e h abía b ombas explo- había construido una cabaña para sobrevivir en los Po-
tando y te evaporabas mientras camina bas, o cuando te conos, a tu pana qu e estaba haciendo servic io militar en
comías un a alit a de po llo, mientras ibas en la guagua de Panamá (en esos días todavía escrib ías cartas), y a la ve-

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cina de a la vuelta de la esquina, mi ss Lora. Eso fue lo últünos meses qu e te había s ftjado en ella. Había mu -
que los conectó a ustedes dos al principio. Te escuchó . chas muj eres de mediana edad en el barrio , naufragada s
Aún mejor, había leído Ay , Babiloniay había visto parte por toda clase de catástrofes, pero ella era una de las po-
de la película E/ d(a después, y las dos cosas la h abían cas qu e no tenia hijos, que vivía sola y qu e todavía se
dejado manga de miedo. veía joven. Algo le debe haber pasado, especu laba tu
El día después no tiene nada siniestro, te quejast e. Es man1á. Segú n ella, una mujer sin hijos solo se podía ex-
una mi erda. No se pu ede sobrevivir a la detonación de plicar por un a gran e ilimitada calamidad.
un exp losivo metiéndose abajo de un tablero. Quizá no le gustan los niños.
Qui zá fue un milagro, dijo , haciéndote el juego. A nadie le gustan los niños, te aseguró tu mamá. Eso
¿Un milagro? Qué estupidez. Lo que necesitas ver es no quiere decir que no los tengas.
Catástrcifenuclear.Eso sí que espanta a cualq uiera. Miss Lora no era nada del otro mundo. En el barrio
Probab lemente no lo podría soportar, te dijo, y en- había como mil viejas que estaban más buenas que ella,
tonces te puso la mano en el hombro. como Mrs. Del Orbe, con quien tu hermano singaba a
Todo el mundo siempre te andaba tocando. Ya estabas cada rato hasta que el marido se enteró y mudó a la fami-
acostumbrado. Eras un levantador de pesas aficionado, lia entera. Miss Lora era demasiado flaca. No tenía nada
algo qu e hacías para tener la m ente ocupada y no pen- de caderas. Ni tetas tampoco, ni culo, ni siquiera el pelo
sar en la mi erda que era tu vida . Y d ebes haber tenido llamaba la atención. Tenía los ojos lindo s, sí, pero lo que
un gen mutant e en tu ADN, porqu e toda esa levantade- le daba fama en el barrio eran los mús culos. No los tenía
ra de pesas te había convertido en un fenómeno decir- grandes como tú, la jeva era enju ta y n ervuda como un
co. La mayoría de las veces no te mol estaba cuando las alambre, cada fibra sobresalía con estrafalaria defini ción.
1nuchachas y, algunas veces, los mu chachos te manosea- En comparación, Iggy Pop parecía un gordito, y todo s los
ban. Pero cu ando miss Lora lo hizo te diste cuenta que veranos ella causaba sensación en la piscina. A pesar de
la vaina era difere nte. que no tenía curva alguna , siempre se ponía un bikini: el
Miss Lora te tocó y de repente la miraste y te diste top estirado por encima de los pectorales como cables y
cuenta de lo enormes que eran sus ojos en esa cara tan el trasero sosteniendo un abanico de mú sculos ondulan-
flaca, lo largas qu e eran sus pestañas , y cómo el ir is de tes. Siempre nadaba por debajo del agua, y las olas de su
un ojo ·tenía un chin más bronce que el otro. pelo negro parecían una mancha de angui las eléctri cas
que la perseguían. Siempre se bron ceaba (a lo que no se
atrevían ninguna de las otras mujeres) hasta que tenía el
4 color a nuez a.charolado de un zapato viejo. Las mamás se
quejaban: Esa mujer necesita taparse. Es como una funda
Por supuesto que la conocías; era tu vecina, era maestra plástica llena de gusanos. Pero ¿quién le podía quitar los
en Sayreville High Schoo l. Pero había sido solo en los ojos de encima? Ni tú ni tu hermano. Los cara.jites le

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preguntab an : Mi ss Lora, ¿usted es culcurista? Y ella sacu- Te pon e las m an os en la cintu ra y se hace la qu e se
día la cabeza desde detrás de un libro. Lo sient o, nací así. está esforzan do.
Ella vino de visita a tu casa un pa r de veces despu és Tu mamá ape nas se ríe. Pero sientes cóm o los mira a
qu e murió tu h erm ano. Tu m am á y ella tenían un lugar los do s.
en co mún , La Vega, d ond e mi ss Lo ra había nacid o y tu
m am á se h abía rec up erad o d espu és de Ja Gu er ra C ivil.
Vivir un añ o encero detrás d e la Casa Am arilla había 6
co nver tido a tu m am á en vega na. To davía oi go el río
Ca mú en mi s sueños, decía tu m am á. Mi ss Lo ra asentía. C u ando tu man1á enfr ent ó a tu herma no con el asun -
Un a vez, cuando era m uy j oven , vi a Juan Bosc h en nu es- to de Mr s. De l O rb e, él n o lo n egó . ¿Q ué tú qui ere,
tra calle. C uand o se sentaban a hablar sobr e esta vain a, era m a? Se m e m etió por los oj os .
u na conversac ió n sin fin . D e vez en cuando ella te salu- N o m e vengas con esa vain a de q ue se te me tió po r
daba en el pa rqu eo. ¿Q ué tal te va? ¿Y tu ma m á? Nun ca los oj os. Tú te m etiste por su culo.
sabías qué decir. Tu len gua siem pr e estaba hin chada, cru- Verdá, dijo tu h erm ano alegrem en te. Y p or su boca.
da, despu és de haberse dem olido en tus sue1i.os. Y ento nces tu mamá le dio un puñ etazo, tembland o de
vergüenza y furi a, lo qu e solo le causó más risa.

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H oy, aJ reg resar de co rr er, te la en cuentr as en la escalera
de la entr ada habland o con la d oña. Tu m am á te llama Es la prim era vez qu e un a h embra te desea. Así qu e
Ja aten ció n. Saluda a la p ro fesora. tienes qu e p ensarlo. Dej ar qu e dé vu eltas un rato po r
Estoy sud ado, pro testas. tu m ent e. Q u é loc ur a, te di ces a ti mi sm o. Y despu és,
Tu m am á se encoj o na. ¿A qui én carajo crees que le sin p en sarl o, se lo repi tes a Palo m a. Pero ella no te
estás h abland o? Salud a, co ñ o, a Ja pro fesora. pr esta atención. La verd ad qu e n o sab es qu é hace r co n
H ola, p rofeso ra. esta inform ació n. N o eres tu h erm ano , qu e hub iera
H ola, estud iant e. salido co rri endo inm ediatam ent e a m eterl e e] rabo a
Se ríe y reg resa a la co nversación co n tu m am á. mi ss Lora . Y aunqu e ah ora lo sab es, tien es mi edo de
N o enti end es po r qu é sient es tant a rabi a d e repent e. estar equiv oca do . Tien es mi edo de qu e se burl e de ti.
Te po drí a levant ar, le di ces, y fl exio nas el br azo. Así que tr atas d e sacár tela de tu m ent e, a ella y a la
Mi ss Lora te mira con un a ampli a y ridícul a sonri sa. m emori a de ella en bikini . C alculas qu e ant es qu e ten-
¿D e qu é estás habland o? Yo soy la qu e te pu ede levan- gas oportuni dad de ha cer algo exp lota rá alguna bomb a.
tar a ti. C uando las bomb as se ni egan a caer, se lo co men tas a

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Palo ma co n ciert a desesp eración , qu e la profe sora está Sacude la cab eza. Es mi úni co ej ercicio del dia . Si-
d et rás de ti . Suena mu y co nvince nte esa mentirit a. g uen junto s en silencio hasta qu e ella dice: ¿C uándo vas
¿Esa fokin vieja bruja ? Qu é cochin ada. a venir a pon erme esa películ a?
M e lo dices a mí , le cont estas co n ton o tri ste. ¿C uál p elícula?
Eso sería com o singar co n un palo, dice. La qu e dijiste qu e era la buen a. La película sobre la
Así mi smo, le asegura s. guerr a nucl ear.
Q ue no se te ocurr a singárt ela, Paloma te advi ert e Qui zá si fueras otra person a tuvi eras la disciplina para
despu és de una pausa. evadir toda esta vaina, pero eres el hijo de tu padre y el
Pero ¿de qu é estás h ablando ? h ermano de tu h erm ano. Do s días despu és estás en tu
Te lo estoy advirti endo . No te la singu es. Tú sab es casa y el silencio es terribl e; el televisor parece qu e está
qu e m e voy a ent erar. Tú no sabes decir m entira s. transmitiendo etern ament e el mi smo anun cio para
No seas lo ca, le dices, co n un a mir ada pen et rant e. arr eglar la tapi cería de los car ros. Te duch as, te afeitas, te
O bviam ent e, no m e estoy sin gand o a nadie. vistes.
Esa noche Palo ma te perlnit e tocar su clítori s co n la Ha sta luego.
punta de la len gu a, pero eso es to do. Ella se aguant a Tu mamá les tira un vistazo a tu s zapat os de salir.
co mo si su vida entera estuvi era en ju ego, y tú te rind es, ¿Adónd e vas?
desmor alizado. Po r alú.
Le escrib es al pana en Panam á: Sabía a cerveza. Ya son las diez, dice. Pero sales por la pu erta corno un
Ag regas un a carrera más a tu régim en de ej ercicios, coh ete.
co n la espe ran za de qu e te vaya a calmar un poco las Llam as un a, dos veces , y ella abre la puert a. Ti en e
ganas, pero no funcion a. T ienes un par de sueños en los pu esto un pantalón de sudad era y una cami seta de
qu e estás a punt o d e toca rla cuand o ex plo ta una bom - How ard Univ ersity y la frent e se le tensa de preocupa -
ba que destruy e Nu eva Yo rk por compl eto y tú te qu e- ción. Sus ojo s parece n salir de 1acara de una gigant e.
das hip not izado por la ond a sísmi ca hasta qu e te des- No te mol estas ni con un hola qu é tal. Te tir as y la
piertas, la lengua engrapada entr e los dientes. besas. Ella extiende el br azo por d etrás de ti y cier ra
Vienes de regreso de C hi ckcn Holid ay co n cuatro la pu erta.
pedazos d e p ollo, un mu slo en la bo ca, y ahí la ves sa- ¿Ten drás un condón ?
liendo del Pathmark en plena lucha con un par de fun- Te preocup as tanto así.
das plásticas. Co nt emplas largarte pero tu herm ano tiene No , te dice, y tratas de control art e y aun así te vienes
un a regla que te paraliza:Nun ca corras. Es una regla qu e dentr o de ella.
él en última instancia descartó pero a la qu e tú eres fiel I'm really sorry , dices.
en este prec iso m om ent o. M ansame nte, le pr egu nt as: Está bien, susurra ; mantien e las mano s en tu espalda
Mi ss Lora, ¿necesita ayuda ? y no te dej a sacarlo. N o te salgas.

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lo que estás haciendo es agarrando los mechones de pelo
de miss Lora como si fueran riendas e instándola para
8 que siga moviendo la cabeza con ese ritmo tan mara-
villoso.
Su apartamento es lo más limpio y arreg lado qu e has La verdad es que usted tiene un excelente cuerpo, le
visto, y dada la carencia de locura caribeña se podría dices después que te vienes.
pensar que ahí vive un blanco. Las paredes están llenas Ah, pues, gracias. Hace un gesto con la cabeza. ¿Me-
de fotografías de sus viajes y de sus hermanos y todos jor nos vamos para el cuarto?
aparentan ser felices y formales. ¿Así que tú eres la re- Aún más fotos. Pero estás seguro de que ninguna so-
belde?, le pregunta s, y se ríe. Algo así. brevivirá al desmadre nuclear. No quedará nada de este
También hay fotos de varios tipos. Reconoces algu - cuarto cuya ventana abre a una vista de Nueva York. Se
nos de cuando eras 1násjoven, pero no dice s nada. lo dices. Bueno, entonces tendremos qu e arreg lárnosla
Ella se mantiene callada , muy reservada JTtientras te por el momento , dice. Se desnuda como una experta y,
hace un che eseburger. De he cho, no puedo soportar a cuando empiezas, cierra los ojos y deja caer la cabeza
mi fam_ilia,dice mi ent ras aplasta la carne co n una espá- como si colgara de una bisagra rota. Te da tremendo
tula hasta que la grasa emp ieza a chi spotear. apretón en los hombros y te en tierra las uñas de talma-
Te pr eguntas si elJa siente lo que tú sient es. Al go así nera que sabes que te dejará la espalda como si te hubie-
como el amor. Le pones Catástrofe1mclear. Pr epárate , le ran azotado.
dic es. Y entonces te besa la barbilla.
Prepárate tú para que yo m e esco nda , te responde,
pero al pasar la hora ella se estira hacia ti, te quita los
lent es y te besa. Esta vez todavía no has perdido la clari- 9
dad y bu scas la fuerza para resistirla.
No puedo, le di ces. Tu papá y tu hermano, los dos eran tremendos sucios.
Y antes de meter se tu rabo en la boc a, dic e: ¿De ver- Coño, si tu papá te llevaba con él cuando iba a sus pe-
dad ? gaderas de cuernos, te dejaba en el carro mientras se lo
Pien sas en Paloma, tan cansada cada mañana que metía a sus novia s. Y tu hermano era igual, singándose a
se qu eda dormida rumbo a la escuela. Paloma, que a cuanta muchacha pudiera en la cama al lado de la tuya .
pesar d e todo encontró las fuerzas para ayudarte a es- Sucísimos, y ahora es oficial: tú eres igual. Habías ten.ido
tudiar para el exame n SAT. Paloma, qu e se ne gaba a esperanza de que el gen te había pasado por alto, salta-
darte el culo porqu e tenía terror d e que si salía emba- do un a generación, pero es obvio que te estabas enga-
razada no lo abortaría porque te qu ería y en tonces su ñando a ti mismo . La sangre siempre te traiciona, le co-
vida se arruinaría. Estás tratando de pensar en ella pero mentas a Paloma al día siguiente rumbo a la escuela.

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Yunior, dice m edio dormida, no tengo tiempo para tus 11
locuras, ¿OK?
Tratas de ser sensato. Tratas de contro larte, de estarte
tranquilo . Pero estás en su apartam ento todos los fokin
10 días. La vez que tratas de faltar, te retractas y terminas
fugándote de tu apartamento a las tres de la mañana y
Tratas de convencerte de que solo será un a vez. Pero al tocándole a la puerta sigilosamente hasta que ella te deja
día sigui ente regresas. Te sientas con tremenda melan- entrar. Tú sabes que tengo que trabajar, ¿verdad? Sí,
colía en 1acocina mientras ella te prepara otro cheese - contestas , pero soñé que algo te había pasado. Qué lin-
burger. do que me mientas así, ella suspira, y aunque se está que-
Are you going to be OK?, te pregunta . dando dormida deja que se lo metas directamente por
No sé. el culo. Absolutamente fokin increíb le, dices durante los
Esto es solo para divertirnos. cuatro segundos que te toma venirte. Tienes que halar-
Tengo novia. me el pelo mientras lo haces, te co nfía. Eso me hace
M e lo dijiste, ¿te acuerdas? venir como un a loca.
Te pone el plato en las piernas y te echa una mirada Esto debería ser la gran maravilla , así que ¿por qué es
crítica. Sabes, te pareces a tu hermano. Estoy segura de qu e tus sueños han empeorado? ¿Por qué hay más san-
qu e la gente siempre te lo co menta. gre en el lavamanos por las mañanas?
Alguna gente . Empiezas a conocer su vida. Se crió con un papá do-
Nunca pude creer lo buen mozo que era. Y él lo minicano qu e era médico y estaba loco. Su mamá los
sabía. Parecía que no sabía lo que era una cam isa. aban donó por un camare ro italiano, se fue a vivir a
Esta vez ni te molestas en preguntar por un condón. Roma, y eso acabó con su papá. Se pasaba la vida ame-
Te vienes adentro de ella. Te sor prende lo encabronado nazando co n suicidarse y, por lo menos una vez al día,
que estás. Pero ella te besa la cara un a y otra vez y eso te ella tenía que rogarle que no lo hiciera , y eso la afectó
conmueve. Nadie nunca te ha hecho eso. Las otras mu- fuertemente. C uand o era joven, había sido gimnasta y
chachas con quien es te has acostado siempre estaban hasta se habló de ir a las O limpi adas, pero entonces el
avergonzadas después. Y siempre había algún tipo de coach se robó todo el dinero y Santo Domingo se que-
páni co. Al guien había oído algo. Había que arreglar la dó sin eq uip o ese año. No te digo que hubiera ganado,
cama. Abrir las ventanas. Pero aquí no hay nada de eso. te dice. Pero pudiera haber hecho algo. Después de esa
Despué s, se levanta, su pecho tan senc illo como el vaina ella creció treinta cent ím etros y ahí terminó su
tuyo. ¿Qué más qui eres de comer? carrera como gimnasta . Al poco tiempo su papá con-
siguió trabajo en Ann Arbor, y ella y sus tres hermani-
tos lo siguieron. A los seis meses , los mudó con una

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viuda gorda, una blanca asquerosa que no podía so- Y así lo haces. Al am anecer te escabull es de su apar-
portar a Lora. No tenia amigos en la escuela y en el no- tamento y te cuelas en el tuyo por la ventana del sótano.
veno grado se acostó co n su maestro de historia. Ter- Tu mamá no tien e ni la más puta idea. En los viejos
minó vivien do en su casa. Su ex mujer también era tiempos, lo sabía todo. Tenia tremendo radar campesino.
maestra en esa misma escuela. Te pu edes imaginar cómo Pero ahora no está en nad a. Su dolor, y cuidar ese do lor,
tiene que haber sido eso. En cuanto se grad uó , se en- consume todo su tiempo.
redó con un negrito calladito y se fue a viv ir co n él a Te estás cagando de mi edo por lo que estás haciend o,
una base militar en Ramst ein, Alemania, pero eso no pero a la vez te exc ita 'y te hace sentir m eno s solo en el
funcionó. Hasta el día de hoy creo que era gay, dice. mundo. Tienes die ciséis años y tienes el pr esentimi ento
Después de unos años tratando de sobrevivir en Berlín, de que ahora que la loco motora de sexo ha arran cado
regresó a casa. Se mudó con una amiga que tenía un no hay fuerza en la tierr a que la pueda frenar.
apartam ento en London Tenace, tuvo algunos novios, Pero d e bu enas a primeras tu abue lo en Santo D o-
incluy endo a un amigo de su ex de la Fuerza Aérea que mingo se enferma y tu mamá tien e que regresar. Todo
la visitaba cuando tenía días libres , un mor eno con una saldrá bien, dice la Do1'ia. Mi ss Lora dice qu e te va a
dulce disposición. Cuando la amiga se casó y se mudó, cuidar.
miss Lora se qu edó co n el apartamento y se hizo ma es- Ma , yo puedo coc inar.
tra. Tomó la decisión de no mudarse tanto. No era No, no puedes. Y no traigas aquí a esa ni1'ia pu erto-
una mala vida, te dic e mi entras te enseña fotografias. rriqu eña. ¿Me enti endes?
En fin. Asientes. En vez de la niña pu ertorriqu eña traes al
Ella siempre está tratando de que hables de tu h er- muj erón dominicano.
mano. Verás que te ayuda, te dice. Ella chilla d e deleite al ver los sofas forrad os en plás-
No hay nada que decir. Le dio cáncer, se murió. tico y las cucharas de made ra co lgadas de la pared. La
Bu eno, es una n1anera de emp ezar. verdad es que te da un poq uiti co de pena por tu mamá.
Te trae panfletos de su trabajo de diferentes uni ver- Por supuesto que terminas en el sótano. Dond e las
sidades. Cuando te los da ya ha llenado la mitad de los cosas de tu h ermano están por todos lados. Ella va di-
formularios. Tienes que salir de aquí. rec tament e a por sus guant es de boxeo .
¿Adónde?, le preguntas. Por favor, dej a eso.
A donde sea. Vete pa Alaska, a mí qué me importa. Se los empuja co ntra la cara, los hu ele.
Ella duerm e con un prot ector bu cal. Y se cubr e los No hay mane ra de que te relajes. Estás convenci do
ojos con una máscara. de que pu ed es oír a tu m amá o a Paloma en la pu ert a.
Si te tienes que ir, espera a que me qu ede dormida , Esto causa que pares cada cinco minuto s. Despertar
¿OK? Pero después de unas semanas, te está diciendo: con ella en tu cama te inqui eta. Ha ce café, revoltillo de
Por favor, no te vayas. Y finalment e: Quédate. hu evos, y en vez de escuc har Radio WADO pone The

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Morning Zoo y todo le hace gracia . Es tan raro. Cuando Lo má s probable es que sí.
Paloma te llama para ver si vas a la escuela, mi ss Lora Todo esto te pone muy tenso. Pero a la vez hace que
anda por tu casa en camiseta y se le ven sus nalgas flacas. el sexo sea mucho mejor .
Algunas veces ves el carro de Mr. Ever son afuera de
su apartamento. Parece que Mr. Everson está de visita, te
12 dice uno de tus panas, y se ríe. De repente te sient es
débil de rabia. Consideras j ode rle el carro. Consideras to-
Dur ante tu último año en la secundari a, ella se co nsi- carle a la puerta . Consideras mil cosas. Pero te quedas en
gue un trabajo en tu escuela. Por supuesto. To do te casa levantando pesas hasta que se va. Cuando ella abre
parece tan extraño. La ves en el pasillo y se te sale el la puerta, entr as hecho un a fur ia sin decir un a sola pala-
co razón . ¿Esa es tu vecina?, te pregunta Paloma. Por bra. La casa apesta a cigarr illo.
Dios , mira cómo te está fokin mirando. La puta vieja. Tú hiedes a chin ch ilín, le dices. Vas al cuarto pero
En la escuel a, son las latin as las qu e la jod en. Se burlan ves que la cama está hec ha.
de su acen to , de su ropa, de su cuerpo. (Le dicen miss Ay, pobrecito, se ríe. No seas celoso.
Plana.) E lla nun ca se qu eja - Es un trabajo buerusimo, te Pero por supue sto que lo estás.
dice- pero eres testigo de esas tonterías. Son solo las
latin as las que joden. Las blanq uitas la quieren con co -
jones. Ella se encarg a del equ ipo de ginm asia. Las lleva 13
a ver programas de danza para inspirarlas. Y en un dos
por tres, emp iezan a gana r. Un día, hanguea nd o en las Te gradúas en junio y ella está prese nte, aplaudiendo al
afueras de la escuel a, las muc hachas del eq uipo le rue - lado de tu mamá. Tiene puesto un vestido rojo porque
gan y le insisten y ella h ace una voltereta que te deja una vez le dijiste que era tu color favorito, y debajo lle-
b obo por su perfección . Es lo más bello q ue h as visto va pantis del mismo color . Despu és los lleva a los dos a
en tu vida. Por supuesto, Mr. Evers on, el maestro de com er a un restaur ante mexicano en Perth Amboy. Pa-
cienc ias, se enamora de ella por comp leto. Él siempr e se loma no puede ir porque su mamá está enferma. Pero te
está enamo rando de alguien. Hubo un tiempo en que enc uentr as co n ella más tarde, esa misma noc he, en la
era Paloma, hasta qu e ella amenazó con report arlo. puerta de su apartamento.
Ahora los ves riéndose en el pasillo, almorzando juntos Lo logré, dice Paloma, encantada de la vida.
en la sala de los maestros. Estoy muy orgulloso de ti, dices. Y ento nces, aunque
Paloma no para de jod er. Dicen qu e a Mr. Everson le no es carac terístico de ti, ati.ades: Eres una muchacha
gusta ponerse vestidos de muj er. ¿Tú crees que ella se extraordinar ia.
pone un consolador de correa para él? Durante ese verano tú y Paloma solamente se ven
U stedes están loc as. dos veces. N o hay más besos . M entalmen te, ya se fue. En

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agosto se muda para asistir a la Univ ersidad de Delaware. h erm ano en los granos. Ha zlo, dijo Rafa, y entonces mi
A la sema na recibes un a carta que empi eza co n las paJa- h ermano te p egará un tiro en el culo. A tus espald as
bras «Pasando págin a». No te sorpr end e e n absolu to y ni Nueva York zumba en la distan cia. El mundo, te dices a
termin as de leerla. Co nsid eras manejar ha sta Delaware ti m.ismo ,jam ás se va a acabar.
para hablar con ella pero te das cuenta de lo inútil qu e
sería. Co mo es de espe rarse, ella jam ás reg resa.
Te qued as en el barrio. Consigues trabajo en Raritan 14
Ri ver Stee l. Al princ ipi o lo s lu gar eño s de Pen nsylvani a
te dan lu cha , pero con el tiempo en c uentra s tu camino Te toma un largo tiem po recuperart e. Acostumbrarte a
y te deja n tranquilo. Por la noc h e te vas a los bares co n un a vida sin secretos. Aun después que ya es parce de tu
alguno d e lo s otros idiotas qu e se quedaron atrapados en pasado y la has bloqu eado por compl eto, toda vía tien es
el barrio , te das tremenda jum a y Je toc as la puerta a mi edo de qu e vas a recae r. En Rutgers, donde por fin
miss Lora con el güebo en la mano . Ella to davía está aterri zaste , llevas una vida soc ial de loco, y cuando vas
tratando de conven certe de qu e vayas a la univ ersid ad. de un fracaso a otro te co nven ces de que tienes probl e-
H asta ofrece pagar los gasto s d e las solicitud es pero n o mas co n mu chachas de tu mi sma edad por culp a de ella.
estás e n nada de eso y se lo dices : Ah ora no . Ella está Por supu esto qu e jamás hablas d el tem a co n nadi e.
to mand o clases noc turna s en Mont clair. Está pensando Ha sta tu último a110, cuando co no ces al muj erón de tus
inscribi rse en un programa de doctorado . Entonces ten- sueño s, la qu e deja a su novio moreno para estar conti-
drás que diri girt e a nú co mo doctora. go, y la qu e espa nta a todos los pollito s de tu gallinero.
D e vez en c uand o se encue ntran en Perth Amboy, Ella es en quien por fin co nfí as. E lla es a quien se lo
d ond e nadie co no ce a ninguno de los dos. SaJen a cenar cuenta s todo.
como gen te n or mal. Es obvio que eres d em asiado joven D eben arr estar a ese cuero loco.
para ella y te mata cada vez qu e te to ca en público, pero No fue así.
¿qu é le vas a hacer? EIJa siempr e está con ten ta d e verte. La deben arrestar hoy m.ismo.
Tú sabes que esto no pu ede dur ar, y se lo dices, y ella Te h ace bien decírselo a algu ien. Tu gran mi edo había
asiente: Solo quiero lo m ejor para ti. Tú h aces un gran sido que ella te odiara, que toda s ellas te odiaran.
esfuerzo para con o cer a otr as mucha chas, te dices a ti Có mo te voy a odiar. Tú e res mi hombr e, dic e co n
mi sm o qu e n ecesitas a alguien que te ayude con la tran- o rgullo .
sició n , pero jamás e ncu ent ras a alguien que te guste. C uando van de visita a tu casa, ella se lo co menta a tu
Algunas veces, cuando dej as su apartam ento, carninas mamá. Doñ a, ¿es verdá qu e tu hij o tab a rapando una
hasta el vert edero donde tú y tu herm ano ju gaban de vieja?
niño s y te sien tas en un columpio . Es el mi smo lu gar Tu mamá sacud e la ca be za, indignada. Es igu alito
donde Mr . Del Orbe am en azó co n m eterle un tiro a tu qu e su pap á y su h erm ano.

166 - - -------- 167


Los hombres dominicanos, ¿verdá, Doña? Sucede que a final de cuentas se muda de London
Estos tres son los peores. Terrace . Los precios han subido. Se está llenando d e
Después te pid e pasar por casa de miss Lora. Hay una banglas y paquistan.ís. En unos años, tu mamá tamb ién
luz prenclida. se mudará, a Bergenline.
Voy a ir a decirle tres cosas, te dice el mujerón. Después, cuando tú y el mujerón ya no están jun-
Porfa,no. tos, escrib irás su nombre en la línea de búsqueda en la
Aquí voy. computadora, pero no aparecerá ni una sola pista. En un
Toca fuerte a la puerta. viaj e a la República Dominicana vas hasta La Vega y
Negra, no. preguntas por ella. Enseñas un a foto como si fueras un
Le grjt a: ¡Abre la puerta! detective. En ella se ven los dos, la única vez ql!e fueron
Pero naclie contesta. a la playa en Sandy Hook. Los dos sonríen ~Y en ese
Después de ese incidente no le hablas por unas sen-ia- ju sto momento, los dos pestañean.
nas. Es un a de tus separac iones más serias. Al final los
dos se encuentran en un co ncierto de A Tribe Called
Quest y ella te ve bailando con otra j eva y te salud a y es
todo lo qu e nece sitas. Vas a donde está sentada con todo
su gru pito malvado. Se ha afejtado la cab eza al rape de
nu evo.
Negra, dices.
Te arrastra a una esquina. Discúlpame por portarme
así. Solo qu eda protegerte.
Sacud es la cabeza. Ella vuelve a tus brazos.

15

Graduació n: y cuando la ves no te sorprende. Lo que sí


te sorprende es que no lo anticiparas. El segu nd o justo
antes que tú y el mujerón entren en la procesión, la ves
vestida de rojo, sola. Ha empezado a aum entar de peso; se
la ve bien. Después la ves canun ando sola por el césped
de O ld Queens co n un birrete en la mano. Tu mamá
tiene uno también. Después, lo colgará en la pared.

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GUÍA DE AMOR PARA INFIELES
AÑO CERO

Tu nov ia descubre que le estás pegando cuernos. (De


hecho, ella es tu promet ida, pero en cuestión de segun-
dos eso no va a importar para nada.) Se podía haber
enterado de una , se po día haber ent erado de dos, pero
como eres un cuero loco que jamás vació la latica de
basura del co rreo elect ró nico, ¡se enteró de cincuen ta!
Sí, claro, cincuenta en un períod o de seis años, pero va-
mos, hombre ... ¡cincuenta fokin jevas! Por el amo r de
Dios. Quizá si hu bieras estado com prometido con un a
blanquita de mente sup erabierta, podrías haber sobrevi-
vido. Pero tú no estás co mpr omet ido con un a blanquita
de mente supe rabierta. Tu novia es una cabro na salce-
de11a qu e no cree en nada; de hec ho , la ún ica adverten-
cia que te hizo, lo que siem pr e te jur ó que jamás te
perdonaría, fue serle infiel. Lo haces y te entro a n1a-
ch etazos, te promet ió. Y, por supuesto,j uraste que jamás
lo harías. Lo juraste. Jur aste que j amás.
Y ent on ces lo hiciste.
Ella se quedará por unos meses más por la simp le
razón d e que han estado juntos po r mucho tiempo. Por-
que han pasado po r tantas cosas junt os: la mu erte de su
papá, el rollo co n lo de tu cáted ra permanente en la
uni versid ad, su examen para la reválida de derecho
(aprobado al terce r in tento). Y po rque n o es tan fácil

173
deshacerse del amor , del verdadero amor. Durante un entonces te tiene s que mudar del apartamento en Har -
atormentado período de seis meses, viajarás a Santo Do- lem que han compartido . Contemp las negarte. Consi-
min go, a M éxico (para el entierro de un a amiga) y a d eras declarar te en huelga, un a ocupación. De hecho , le
Nueva Ze landa. Pasearán juntos por la playa donde fil- dic es que no te vas. Pero al final te vas.
maron El piano, algo que ella siempre quiso ha cer, y Por un tiempo , rondas la ciud ad como un mediocr e
ahora , arrepen tido y d esesperado, le regalas el viaje. Está pelotero de triple A qu e sueña con que lo llame n para
sumam ente triste y canúna sola por la playa, atravesando las grandes ligas. La llamas por teléfono todo s los días y
la arena brillante , sus pies descalzos en el agua helada, y dejas mensajes qu e ella jamás contesta. Le escribes largas
cuando tratas de abrazarla te dice: No. Mira fijamente cartas carifio sas, pero ella las devuelve sin abrir. Te apa-
las piedras que se proyectan en el agua mi entras el vien- reces en su apartamento a horas inoportunas y en su
to le tira el pelo hacia atrás. De camino al hotel , cruzan - trabajo en downtown, h asta que por fin su herma nit a
do las desoladas y em pinadas cuestas, recoge n a un par te llama, la qu e siempre estu vo de tu part e, y te habla
de transeúntes que pedían bol a, un a pareja absurdam en- directo: si tratas de co ntacta r a su h ermana un a vez más,
te m estiza, y tan enamorado s que por poco los sacas del te va a poner una orden de restricc ión.
carro. Ella no dice nad a. Despu és, en el hotel, llora. A ciertos tígueres eso no les importaría.
Tratas todo tru co habido y por haber para que se Pero tú no eres como esos tígueres.
qu ede conti go . Le escribes cartas. La llevas al trabajo. Le Paras. Regresas a Boston.Jamás la vue lves a ver.
citas a Neruda. Escrib es un correo electrónico en masa
en el que repudias todas las sucias con las qu e estuv iste.
Bloqueas los correos electrónicos de todas ellas. Cam- AÑO UNO
bias tu número telefónico. Dejas de to mar. Dejas de
fumar. Te declaras adicto al sexo y comienzas a ir a nú- Al principio, pretende s que no te importa. Además, tú
tines. Le echas la cul pa a tu papá. Le echas la culpa a tu tam bién habías estado acumu lando un montón de que-
mamá . Le echas la culpa al patriarcado. Le echas la cu lpa jas cont ra ella. ¡Claro que sí! Ella no te lo mam aba bien ,
a San to Domingo. Te buscas un terapista. Cancelas tu no te gu staba el vello de sus cachetes,jamás se depilaba
Facebook. Le das las contrase 11as de todas tus cuentas de el toto , y nunca lim p iaba el apartamento, etcétera. Por
correo electrónico. Comienzas a tomar clases de salsa un as semanas, casi te lo crees. Por supu esto qu e vuelve s
como siempre habías prometid o para que puedan bailar a empezar a fumar, a tomar , dejas el terapi sta y los míti-
junto s. Al egas que estabas enfermo, le aseguras qu e fue- nes d e adictos sexua les, y te la pasas pachangueando
ron mom en tos de debilidad - ¡Fue culpa del libro! ¡Fue con cueros como en los viejos tiempos, como si nada
la presión!- , y a cada ho ra, como un reloj, le di ces lo hubi era pasado.
arrepentido que estás. Haces de todo , pero un día ella I'm back, les dices a tus panas.
simpl emente se levanta d e la cama y dice: Basta y: Ya, y Elvis se ríe. Es casi como si j amás te hubi eras ido .

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Estás bien como por una semana . Entonces tu estado de bloquear una bala con una rcbamid.Jtli
de ánimo se vuelve errático. Un minuto tienes que con- bien?, te pregunta finalmente.
tenert e para no coge r el carro e irte a verla, y el próximo Chévere, dices. Mejor qu e nu nca .
estás llama ndo a un a sucia cualqu iera y dici éndol e: Tú Pero no es así. Perdiste todos los amigos mutuo s t.¡lH'
eres la que siempr e quise. Pierdes la paciencia con tus tenían en Nueva York (te aba ndon aro n por ella), tu
pana s, co n tus estudiant es, con tus co legas. Y cada vez mam á no te habla despu és de lo que pasó (tu novia le
que oyes a Mon chy y Alexan dra, sus favoritos, llora s. cae mej or que tú), y te sient es terrib lem ente culpable y
Y ahora, Boston, dond e jamás quisiste vivir, dond e te terriblemente solo. Le sigues escribiendo cartas, con la
sientes como un exiliado, se ha conve rtido en un pro- esperanza de que algún día se las pu edas entr egar. Y si-
blema serio. N o acabas de aju starte a vivir allí a tiemp o gues singan do todo lo que te cruza el frente . Te pasas el
comp leto; no te acostumbras a que los trenes dejen de día de Acció n de Gracias solo porque no puedes darle la
andar a la medianoch e, a la melancolí a de sus habitant es, cara a tu mamá y te encabrona la idea de que otra gente
a la ausencia total de la comida sichu an. Casi inm edia- sienta lástima de ti. La ex -as í es como te refieres a ella
tamente empi ezan a pasar una pila de vainas racistas. ahora- siempre coc inaba: un pavo, un pollo, un pernil.
Quizá siempr e fue así, o quizá lo ves más claro después Te guardaba las alas. Esa no ch e te emborrachas a tal ex-
de todo el tiempo que estuvi ste en Nueva York. Gente tremo que nece sitas dos días para recup erarte.
blanca frena al llegar al semáforo y te g rita con un a Crees que por fin has tocado fondo. Pero te equivocas.
furia h orrorosa, como si le hubi eras atropellado a la ma- Durante la semana de exá men es finales te arro lla una
dre. Te da tremendo fokin mi edo. Y antes que te des depresió n tan profund a que estás co nvencido de que
cuenta de lo qu e está pasando, te sacan el d edo y salen debe tener su propio nombr e. Te sientes como si te es-
co rri endo . Oc ur re una y otra vez. En las tiendas te vigi- tuvieran deshaciendo con tenazas, áto mo por áto mo .
lan los guardias de segu ridad y cada vez que pone s pie Dejas de ir al gimnasio y de salir a tomar tragos; dejas
en Harvard alguien te pide que muestTes identificació n. d e afeitarte y de lavar la ropa; de hecho, dejas de hacer
En tres ocasiones, uno s blancos borrachos tratan de fa- casi todo . Tus panas co nú enzan a preoc uparse por ti, y
j arse a trompadas con tigo en tres difere ntes barrios de la ellos no son el tipo de gente que se preocupa. Estoy
ciudad. bien, les dices, pero con cada semana qu e pasa, tu depre-
Lo tomas todo muy a pecho . Espero que alguien deje sión empeora. Tratas de describirla. Es como si alguien
caer un a fokin bomba sobre esta ciudad, vociferas. Esta es hubi era estre llado un avjón en tu alma. Es como si al-
la razón por la cual nadie de color quiere vivir aquí. La guien hubi era estrellado do s aviones en tu alma. Elvis
razón por la cual todos mis estudi antes negros y latinos se viene y hace el shivá contigo en el apartamento; te da
van en cuanto pueden. una palmadita en el hombro y te dice que lo coj as suave.
Elvis no dice nada. Nació y se crió en Jamai ca Plain , Hace cuatro años, en una carretera a las afueras de Bag-
y sab e que tratar de defe nd er a Boston es como tratar dad, a Elvis le explotaron un H umvee. La carroceáa en

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llamas le cayó encima, atrapándol o por lo que le pareció todas las viejas fotografias de ella, les clices adi6s a sus
había sido un a sem ana, así que él sabe algo sobre el dolor. faccion es de muj er marav illa. Vas al barbero, te afeitas la
Tiene tantas cicatrices por la espalda y las nalgas y el bra- cabeza al rape por primera vez en mil años y te co rtas
zo derech o, qu e ni siqui era tú, el duro , lo pu edes mir ar. la barb a.
Respira, te dice . Y tú respiras sin parar, como si fueras un ¿Ya?, te pregunta Elvis.
corredo r d e maratones, pero nad a te ayuda. Las carta s Ya.
que escrib es se van volviend o más y más patética s. Por- Un a abuel a blanca te forma un escándalo en un se-
fa, escrib es. Por favor, regr esa. Sueñas que ella te habla máforo y tú simplemente cierras los oj os h asta qu e ter-
como en los viejos tiempos, co n ese español dulce del mma y se va.
Cibao, sin ningún rasgo de rabia o desilusión. Entonces te Bú scate otrajeva, te aconsej a Elvis. Tiene a su hija en
despiertas. los brazos. Un clavo saca otro clavo.
No pu edes dormir y hay noches, cu ando estás bo rra- N ada saca nad a, le co nte stas. Nun ca habrá otra como
cho y solo, qu e te da un impul so loco y quieres abri r la ella.
ventana de tu apartamento en el quint o piso y dar un OK. Pero búscate otra j eva de todos modos .
salto . Si no fuera por un par de cosas ya lo hubi eras he- La niña nació en febr ero . Si hubiera sido varón, Elvis
cho. Pero : a) no eres el tipo de persona que se suicida; b) le hubi era dado el nombr e Irak, según su esp osa.
tu pan a Elvis te tiene vig ilado; está de visita todo el Esto y seguro de qu e estaba bromeando.
tiempo y se para aJ lado de la ventana como si supiera lo Ella mira hacia dond e él trabaja en su camion eta. No
qu e estás pensando, y e) tienes esta absurd a espe ranza lo creo .
de que algún d ía ella te perdonará. Deja a su lúja en tu s bra zos. Búscate un a buena mu-
Pero jamás lo hace. chacha, dominicana, te dice.
Sostiene s a la b ebé co n timid ez. Tu ex jam ás quiso
hijos pero hacia el final lúzo que te hicieras una pru eba
AÑO DOS de esperma, en caso de qu e camb iara de opinión al úl-
timo minuto. Le haces tro mpetill a en la barri ga a la
Apenas sobr evives los dos semest res. Ha sid o un largo bebé . ¿Existe semejante prueba?
tramo de mie rda y por fin la loc ur a empi eza a disiparse. Te la luciste, ¿no?
Es co mo de spert arse de la peo r fiebre de tu vida. No Cómo no .
eres el nú smo de ante s (¡ja,ja!), pero ya te pu edes parar
cerca de las ven tanas sin sent ir impul sos raros y eso es
un paso ade lant e. D esafort un adam ente has engorda do Decides rectificar tu co mportamiento. Paras toda acti-
veint e kilos. N o sabes có mo oc urri ó, pero oc ur rió . Solo vidad con todas las sucias de siempre , incluyendo la ira-
te sirven un par de jeans y ni un o de tus traj es. Guardas oí con qui en te acostaste todo el tiempo que estuviste

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con tu prometida. Q uieres dar un g iro po sitivo. Re- ra, y cuand o Elvis se qu eja de su espalda hace una lista de
quiere esfuerzo -a l fin y al cabo, los lazos con las sucias to do lo qu e podría ser la causa. Es una mu chachota y
de siem pr e son el hábito más djficil de romper -, pero tiene una piel increíble, y lo mejor de tod o es qu e no
por fin logras alejarte y te sientes mucho más ligero. Lo priva nada; de hecho, es buenísima gente. Le gusta sonre ír
debí haber h echo hace año s, declaras, y tu amiga Arlen- y cuando está nerviosa dice: Cuéntame algo. N egativos:
ny, que jamá s se met ió contigo (Grac ias a Dio s, mur- trabaja tod o el tiempo y tiene un hijo de cuatro años
mura), voltea los ojos. Esperas, dizque, una semana para llamado Ju stin. M e enseña las fotos; ese carajito tien e cara
que se desvanezca la mala energía y entonces empiezas de rapero . Lo tuvo con un banilejo que ya era padre de
a salir de nu evo. Como una per sona normal , le dices a cuatro otros niños con cuatro otras mujeres . ¿Y cómo se
Elvis. Sin mentir as. Elvis no djce nada, solo sonríe. te ocurrió que esto seóa un a buena idea?, le preguntas.
. AJ principio está bien: recoges números telefóni cos, Fue una estupid ez por nú parte, admit e. ¿Cómo lo cono -
pero no hay nadie a qui en llevarías a conocer a la familia. ciste? Igual qu e te conocí a ti, dice. Pachangu eand o.
Y despu és de un período ini cial de abundanc ia, viene la Norm alment e, las cosas jam ás tomarían vuelo co n
sequía. Y no es solo una sequía , es fokin Arrak een. Es- alguien co mo Noemí, pero ella no es solam ente agrada-
tás de pesca todo el tiempo, pero nadie ni siquiera se da ble, sino que también es fly. Es una de esas hot mam as y,
cuenta de tu carn ada. N i las j evas que j uran qu e les en- por la primera vez en más de un año, estás entusias1na-
cantan los latinos, y hay una qu·e cuando le dices que eres do. E l simpl e hec h o de estar al lado de ella mientras la
dom inicano, te dice a la cara: Pal carajo y sale como un mesera busca el menú te produce un a erecc ión.
cohete por la puerta. Dices: ¿En serio? E mpiezas a pre- El domingo es su úru co día libre; el papá de cinco
guntarte si llevas un a marca secreta en la frente. Cómo es lúj os cuida a Ju stin ese día, o mejo r dicho, él y su novia
qu e estas cabro nas ya te co no cen. nu eva cuidan a Ju stin ese día . Tú y No emí han caído en
Ten pacien cia, te ur ge Elvis. Está trabajando para un una rutin a: los sábados la invitas a comer . Ella no tien e
propi etari o del gueto y emp ieza a llevarte de acompa- espíritu aventurero ninguno con la com ida, así que siem-
ñante cuando va a cobrar. Resu lta qu e eres un refuerzo pre van a un restaurant e italiano, y entonces se queda la
fenomenal. Con solo mirar y verte esa cara ti.mesta, in- noc he contigo.
mediatam ente pagan todo lo qu e debe n . Dulcísimo ese tato, ¿eh?, Elvis te pregunta despu és
Pasa un mes , dos meses, tres meses y ento nces llega un de la prim era vez qu e se qu eda en tu casa.
rayito de esperanza . Se llama No emí, domini cana de Baní Pero tú no tienes ru id ea: ¡Noemí no te ha dejado
-aparentemente todos los domos en M assachu setts son probar nada! Tres sábad os segu idos se queda co ntigo, y
de Baní - , la co noces en Sofia's en los m eses antes que son tres sábado s segui dos sin nada . Besitos, manoseo,
cerra ra,j odiendo a la com urudad latina entera de Nuev a pero nada más. Trae su propia almohada, una de esas
Inglaterra para siempre. Ella no es la mitad de la mujer caras, d e espuma, y su propio cep illo de dientes, y se lo
que era tu ex pero tampo co es que sea nada. Es enferme- lleva todos lo s domingo s por la mañana . Te besa en la

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puert a cu ando se va, pero a ti to do te parece demasiado Están cuidando a su hija mientras juega en un parque
casto y poc o prom eted or. cerca de Columbi a Terrace. Trata de ser reconfortante.
¿N o toto? Elvis está asombr ado. Ella tiene un hijo . Eso probablemente no es para ti.
N o toto, confirm as. ¿Y qu é es esto? ¿Estamo s en sex- No, probablemente no .
to grad o o qu é? Estas pequeña s rupturas son terribles porque te hacen
Sab es que debes tener pa ciencia. Sabes qu e te está pensar de nuevo en la ex . Directo a la depre sión. Esta
haciend o pasar un a pru eba. Pr obablement e h a tenid o vez, te pasas seis meses sumido en pena antes de regresar
malas exper iencias con tip os qu e la atrop ellan y salen al mundo .
corri end o. Por ej emplo , el papá de Ju stin . Pero la verdad Después qu e te recup eras, le comentas a Elvis: Creo
qu e lo qu e te j ode es qu e se lo diera a un sinvergüenza que necesito un breique cito de estas cabronas.
sin empl eo, sin edu cación, sin nada, pero te esté haciendo ¿Qué vas a hacer?
a ti saltar por aros de fuego como si estuvi eran en un Me voy a enfocar en mí por un rato.
circo. D e hecho, te enfur ece. Eso es una buena idea, dic e su espo sa. Además , las
¿N os vamos a ver?, te pregunt a a la cuarta semana, y co sas solamente pasan cuando no las buscas.
tú por poc o dices qu e sí pero la imb ecilidad te vence. Eso es lo que dice todo el mundo. Más íacil decir eso
D epende, dices. que decir Esta vaina es un a núerd a.
¿D e qué? Se pone tensa y eso te irri ta aún 1nás. ¿Dó n- Esta vaina es una mierda , dice Elvis. ¿Te ayudó en algo?
d e carajo estaba esa reserva cuand o dej ó qu e ese banile- No lo creo.
j o se lo m etiera sin cond ón ? Rumbo a la casa, un Je ep te pasa a toda velocidad; el
D epend e de si piensas acostart e con migo o no . chofer te grita que eres un fokin osama. Un a de las ex
O h, qu é elega nt e. En cuan to se te escapan las pala- sucias publica un poem a acerca de ti en el internet. Se
bras sabes que te enterr aste. llama «El puto ».
N oe mí gu arda silencio. Y ent o nces dice : D éj am e
co lga r este telé fon o ant es q u e te di ga algo desag ra-
dable. AÑO TRES
Es tu últim a oportunid ad pero, en vez de pedir per-
dón, le ladr as: Está bien. Tomas tu br eiquecito. Te enfocas en tu trabajo, en tu
En m enos de un a ho ra te ha bo rr ado en Face b oo k . escritura . Empiezas tres diferentes novelas: una sobre un
Le mandas un text o explo ratorio pero jam ás te cont esta. pelotero, otra sobre un narco, y otra más sobre un bacha-
Año s despu és, cuand o la ves en DudJ ey Squ are, ella tero ... y las tres son un a mierda . Tomas tus clases en
se hará la qu e no te co noce y tú dec ides no for zar el serio y, para mejorar tu salud, empiezas a correr. Coráas
tema. cuando eras más joven y ahora te convences de que ne-
Efectivament e, qu é elegante, dic e Elvis. Bravo . cesitas hacerlo para no volverte loco. Y aparentemente,

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de verdad que lo n ecesitabas , porque cuando le coges el jora aun después de un desean.so de varios días. Y pron -
swin g estás corri endo cuatro cin co seis veces a la sema - to, hasta cuando no estás corriendo, estás cojeando. Vas
na. Es tu nu eva adicción. C orr es por la mañana y cor res a la sala de emergencias y el enfer mero presiona con el
tarde en la noche cuando no hay un alma por los paseos pulgar, te observa cuando te retuerces del dolor, y decla-
del río C harl es. Corres tanto que te parece qu e te va a ra que tienes fascitis plantar.
dar un ataque del co razó n. C uando llega el invi erno , No tienes ni idea de lo que es. ¿C uándo pu edo co -
tienes miedo de dejarlo -e l invi erno en Bo ston es un a rrer de nuevo?
especie de terrori smo -, pero necesitas mant enerte activo Te da un folleto. Algunas veces se cura en un mes.
más qu e nada y no paras aunque lo s árbole s n o tengan Algunas vece s seis meses . Algunas veces un año. Él hace
un a sola h oja y lo s send eros del bo squ e estén desiertos y un a pausa. Algunas veces neces itas aú n más tiempo.
la escarcha te llegue hasta los hu esos. Pront o solo qu e- Eso te en tri stece tanto que cuando llegas a la casa te
dan tú y un par d e locos. Po r supu esto, tu cuerpo cam- metes en la cama a oscuras. Tienes miedo. No quiero
bia . Pierdes toda la gordur a qu e vino con la tom adera y volver a cae r en el hue co de nu evo, le dices a Elvis. No
la fum adera y las pi ern as pronto parecen qu e son de otra tienes por qué , te co nt esta. Pero como eres un ter co,
perso na. Cada vez qu e pi ensas en tu ex, cada vez qu e la tratas de segu ir co rri endo y el dolor empeora. Por fin te
soledad se te m ete por dentro co m o un co ntin ent e en das por vencido. G uardas los tenis para co rrer . Duerm es
llam as, te amarras los co rdone s d e los tenis y te das a la hasta tarde. Cuando ves a otn gente por los sendero s,
fuga por los send eros y eso ayuda, de verdad qu e ayuda. viras la cara. Hasta lloras frente a las ventanas de las tien -
AJ fin del invi erno ya co noces a todo s los otros qu e das de artículos deportivos. De la nada se te ocurre lla-
co rren regularmente como tú y hay una mu chacha que te mar a la ex, pero por supuesto ella no co nt esta. El hecho
inspir a un poco de esperanza. Se pasan en los send eros de que no ha cambiado su número telefónico te da cier-
un par de veces a la semana y es un placer m irarla , es ta esperanza, aunque estás enterado de que tiene novio
co m o un a gace la, qué economía, qué paso, y qu é fok.in nuevo . Todo el mundo dice que la trata sup erbién .
cuerpa zo. Por sus facc iones diría s qu e es latina, pero tu Elvis te sugiere que pru eb es yoga. Un estilo medio
rad ar no ha estado funcionando por un tiempo y pien- bikram que enseña n en Ce ntral Square. Y para colmo, las
sas que igual podrí a ser mor ena. Siempr e te sonrí e cuan - clases, es una lo cura como están de muj eres, te dice, mu -
do te ve. Co nsideras llam arle la aten ción fin giendo una j eres al por mayor. Y aunque por el momento no estás
caída - ¡M i pierna! ¡Mi pierna! - pero te parece qu e sería muy interesado en las fem.inas, no quieres despre ciar los
in creíblem ent e cursi. Sigues esp erand o a ver si te la en- músculo s que has desarrollado, así que decides darle un
cu entr as alguna no che en algún lu gar. chance. Lo d e namasté te parece un a tontería, pero te
Todo te va espl éndid am ent e co n las carreras hasta un dejas llevar, y pronto estás practicando vinyasas como un
día, a los seis m eses, cuando sientes un dolor en el pi e exp erto. Elvis tema toda la razón . Hay mujeres como loco,
derec ho. Algo te quema en el puente del pie y no me- todas con los culos en el aire, pero ninguna ni siquiera te

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mir a. Hay un a blanq uita ch.iquiti ca que trata de hablar desviste. Pero entonces perd erías ese culo, co menta s, y
contigo. Le impr esion a que seas el único h ombre en la ella se ríe. Lo sé, ese es el dilema.
clase qu e j am ás se quit a la camisa, pero te escabulles de Todo va bien, maravillosamente, hasta qu e, en el me -
su sonrisa plástica. ¿Q ué coñazo harías con un a blanquit a? dio de un saludo al sol, sientes un cambio en la zo na
Se lo meterías sin parar, sug iere Elvis. lum bar y pau , es algo así co mo un apagón instantán eo.
Te vendrías en su boca, agrega tu pan a Darriell. Pierdes toda la fuerza y te tienes qu e recostar. Sí, te alien-
Dale un chan ce, te pid e Arlenny. ta el maestro, descansa si lo n ecesitas. C uando termina la
Pero no h aces nada. Al fin de cada clase recoges todo clase la blanquita te ayuda a ponerte de pie. ¿Q uier es que
rápid ament e, limpia s tu colc hon eta y hu yes. Ella se da te lleve a algún lugar ?, pregunta, pero sacud es la cabeza.
por aludid a y jam ás te vuelve a decir nada otra vez. Pero Caminar hasta tu apartam ent o es una o disea estilo Ba-
algunas veces durante las sesione s te mira co n ganas . taan. Cuando llegas al Ploug h and Stars, te agarras del
Pronto te obsesionas co n el yoga y llevas la colch one- palo d e una señal de alto y llam as a Elvis al celular.
ta a todas partes. Dejas de fant asear que la ·ex te estará Se aparece en cuestión de segu ndo s aco mpañado de
esperando en frent e de tu apa rt am ento, aunque de vez tremendo mujerón. Es una caboverdi ana de Can1-bridge.
en cuan do todavía la llamas y dejas que el teléfono sue- Tienen cara de hab er esta do singand o.¿ Y esa qui én es?
ne hasta qu e sale la contestadora. Por fin com ienzas a Sacud e la cabeza . Te arra stra a la sala d e em erge ncias.
trab aj ar en tu n ovela sob re un apoca lipsi s en los años Para cuando aparece la do ctora , estás en corvado co mo
oc hent a -« por fin co mienzas» quiere decir que escribes un an ciano.
un párrafo- y en un arre bat o de co nfianz a empi ezas a Parece qu e es un a herni a discal, anunci a.
salir co n un a j ove n morenita que asiste a la escu ela de Bravo, dices.
derecho d e Har vard y qu e co n ociste en el E nor mo us Estás en cama por dos semanas segui das. E lvis te trae
Ro om. Tienes el doble de su edad, pero ella es un a de comida y te aco mpaña mi entras comes. Te habla sobre
esos super ge ni os que terminó la uni versid ad a los die- la caboverdiana. T iene un a chocha perfecta , te di ce. Es
cinu eve años y es lindísim a, en ser io . Elv is y Darnell como si metieras el rabo en un m an go calient e.
aprueban. Geni al, te dicen. Arlenny repara. Es tan j oven, Lo escuchas por un rato. No termin es como yo, le
¿no te parece? Sí, es muy j oven y sin gan cantidad y du- aconseJas.
ran te el acto se abrazan co m o si sus propias vidas depen- Elvis sonrí e. No jodas , nadi e puede terminar co mo
dieran de ello pero después, al tenni n ar, se separan como tú, Yunior. Eres un domo original.
si les diera vergüenza. Casi siempre sospec has que ella te Su lúja tira tus libros al pi so. No te impor ta. Quizá le
tiene pen a. Te dice que le gusta tu cere bro, pero cuando dará curio sidad por leer, di ces.
consideras que ella es m ás inteligente que tú, te parece Así que ahora tienes jodid os los pies, la espalda y el
dud oso. Lo qu e está claro es que le gusta tu cuerpo y no corazó n. No puedes corr er, no puedes hacer yoga. Tra-
te deja de toca r. D ebo volver al ballet, dice mientr as te tas de montar bicicl eta, pensando que te vas a convertir

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en otro Arm stro ng, pero el dolor de la espalda por poco con mu cho cuidado. Sales a comer con un par d e mu-
1
te mata. Decid es qu e vas a caminar, sin variar. Caminas chachas. Una está casada y está bu enísima en esa mane-
un a h ora por la mañana y un a hora por la no che. No ra típica de las dominican as treintonas de clase media .
sient es ningun a descarga de adrenalina, ningun a presión Te das cuenta que está contemplando acostarse contigo
en los p ulm o nes, ningún sh ock a tu sistema, pero es y nú entras te estás co mi endo las costillitas siente s que
mejor que nada. estás precalenta ndo el bate. En Santo Donún go jamás
AJ mes la estudi an te de derecho te deja por un com- se hubiera encontrado contigo así, te dice con gran ge-
p a11e ro de clase. Te dice que Ja pasó bien pero que tiene nerosidad. Casi todas sus co nversacion es empiezan co n
que comenzar a ser realista. Traducc ión:Tengo que de- «En Santo D omin go». Se está pasando un año estudian-
j ar de acostarme co n viejos. Al poco la ves con el com- do en la escuel a de n egocios, pero a pesar de lo mu cho
pa11ero en el campu s. Es más blan co qu e tú pero a la qu e halaga Bosto n te das cuenta qu e extraña Santo Do-
vez es indi scuti blemente negro. Mide co mo tres m e- mingo y qu e j amás viviría en otro lugar.
tros y parece un dibuj o de un m anu al b ásico de anato - Pero hay tremendo racismo en Bo ston, le dices como
1nía. Andan de la mano y ella está tan contenta que tratas forma de orientación .
de no envidiárselo, tratas de darle un poco de espacio en Te mira co mo si estuvi eras loco. No hay racismo en
tu corazón. A los dos segundos un guardia de segu ri - Bo ston, te dice. También se burla de la idea de que haya
dad se te ace rca y te pide identifi cació n . Al próximo racismo en Santo Domingo.
día, un blanquito en un a bicicleta te tira un a lata de D iet ¿Así que ahora los domiru cano s amamos a los hai-
Ca ke. tianos?
Empieza n las clases y los cuadritos de mús culos de tu Eso no tien e qu e ver con el racismo. Pronunci a cada
vien tre han sido reabsorbido s, co mo islitas en un mar de sílaba. Eso tiene qu e ver co n la nacionalidad .
grasa. Escaneas los nu evos m.iembros de la facu ltad para Por supu esto que terminan en la cama. La pasas bien
ver si hay algu na pos ibilidad, p ero no hay nadie de in- exce pto qu e ella nunc a se vien e y no dej a de qu ejarse
terés. Ves mu cha televisión. A lgunas veces Elvis viene del marido. Es exige nt e, y d entro de poco la estás acom-
a ver te levisió n cont igo porqu e su esposa no permite pañando a todo tipo de activida des en la ciudad y más
qu e fum e yerba en la casa. Se ha metido también en el allá de la ciudad: a Salero en Hallow een y un fin de se-
yoga, especialmente desp u és de ver cómo te fue a ti. mana a Cape Co d. N adie te para cuando estás con ella o
Qué cant idad d e cu eros, dice, sonri en do. No quieres te pid e identificaci ó n. Siempre toma fotos pero nunca
o diarlo. ninguna de ti. Les escrib e po stales a sus hijos cuando está
¿Qué le pasó a la cabo verd iana? en la cama co ntigo .
¿Cuál caboverdiana?, te pregunta secamente. AJ concluir el semestre, regresa a casa. Mi casa, no tu
Vas m ejora nd o poco a poco. Emp iezas a hacer lagar- casa, dice con ponzoñ a. Siempre está tratando de probar
tijas y pull - up s y h asta algunos ej ercicios de yoga, pero que no eres dominicano. Si yo no soy dominicano, en-

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conces nadie lo es, le con testas, p ero a ella le hace gracia en la sala de em ergencias. Esperas qu e sea eso, y flexio -
y se ríe. Ento nces ce desafía: D ím elo en español, y por nas las manos, preo cup ado . D e verdad que esperas qu e
supu esto no puedes. El últim o día la llevas al aeropu erto, sea eso.
p ero no hay nin gún beso devastado r estilo Casablanca, En marzo vas a San Fran cisco a dar una conferencia,
solo u na sonri sita y un abracito med io maricón y sus p ero no te va nada bien ; n o vien e casi nadi e más allá d e
tetas falsas se apretujan co ntra ti co mo si füeran algo irre- aqu ellos qu e fueron obli gado s por sus pro fesores. Soli -
vocable. Escríbeme, le dices, y ella co ntesta: Por supuesto, to te vas a K- town y te atiborras de kalbi hasta qu e estás
pero nin guno de los d os se molesta en hacerlo. Con el a punto de explotar. Man ej as por la ciudad por un par
tiemp o borr as su informa ció n de tu teléfono, pero no las de horas para ver qu é hay. Ti enes un par de amigo s que
fotos qu e tomaste de ella desn ud a y dor mida en tu cama, viven aquí , pero no los llamas porqu e sabes qu e de lo
esas sí qu e no. único que van a hablar es d e los viejo s tiempos y de la
ex. C ono ces a una sucia qu e vive aquí, pero cuand o por
fin la llamas y ella oye qui én es, te cuelga.
AÑO CUATRO C uando regresas a Bo ston la estudiante de derecho
te está esperando en el vestíbulo de tu edifi cio. Te tom a
E mpi ezan a llegar po r co rreo invitacio nes a las bodas de de sorpr esa y te entu siasma, pero a la vez tienes cierto
tus ex sucias. No tienes idea de có mo exp licar esta locu - recelo. ¿Qu é pasa?
ra. Q ué coñazo, dices. Le pides a Arlenny que te ilumin e. Es como una mala telen ovela. Te das cuenta qu e tie-
Ella voltea las invitac io nes. Es co m o dijo Oates: La me - ne tres maletas en fila en el pasillo. Y cuando miras bien
j or venganza es vivir bien , sin ti. Pal caraj o co n H all & ves que sus ojo s pers as están rojo s de hab er estado llo-
Oa tes, dice Elvis. Estas cabro nas creen qu e noso tros so- rando y qu e se acaba de pon er rim el.
mos los cabro nes. C ree n que nos va a impo rtar esa vai- Esto y emb arazada, dic e.
na. Exa mi na las invitacio nes. ¿M e eq uivoco o es q u e Al principi o no enti end es. Bro meas.¿ Y?
todas las jevas asiáticas de este mun do se casan con blan- Pend ejo . Empie za a llora r. Probablemente es tu fokin
cos? ¿Está en sus genes o algo así? hijo.
Este es el año en el cual los br azos y las piernas te H ay so rp resas, hay tod o tip o d e sorpr esas, y tambi én
empi ezan a causar p roblem as, se te adorm ece n de vez hay esto.
en cuand o, p arpadeando co m o las luces en la isla. Es No sab es qué d ecir ni cóm o reaccion ar, así qu e la
un a extraifa sensación, como un cosq uilleo. ¿Q ué coñaz o invitas a qu e suba a tu apartam ento . Cargas sus maletas
es esto?, te pregu nt as. Esp ero qu e no me esté mu rien- a pesar d e tu espalda , a pesar d e tu pie, a pesar de tus
do. Prob ablem ente estás h ac iend o d emasia d o ejerc i- brazos y del dolor qu e va y viene. No dice nada, solo
cio, d ice Elvis. P rotes tas: Cas i no estoy h aciendo ejer - sujeta su almohada contra su suéter de Howard Univ er-
cicio. Pro b ablem ent e es el estrés, te dice la en fermera sity. Es un a sureña co n exc elente postura y cuando se

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sienta te da la impr esión de qu e está a pun to de hacert e Elvis no te escu ch a. Sonrí e pcnsondo ·n ,1~11 muy
un a entr evista. Des pu és qu e le sirves un té, Je pr eguntas: dentro de él. C hequ ea para estar seguro de que:l 1 • p I J
¿Lo vas a ten er? no lo pu ede o ír. ¿Te acuerdas de la últim a vez que füi-
Cl aro qu e lo voy a tener. m os a Sant o D omin go?
¿Y Kimathi ? Claro qu e sí. H ace tres añ os. Tod o el mund o la pasó
Ella n o enti end e. ¿Q uién? sup erbién excepto tú. Estab as en m edio de la gran de-
Tu kenian o. N o pu edes ni siquiera pronun ciar la pa- presión , lo qu e quier e decir que p asaste casi todo el
labr a novio. tiempo solo, flot ando d e esp aldas en el mar o emb orr a-
Me bo tó. É l sabe que n o es suyo. Ju ega con algo en chándot e en la barra o camin ando p o r la playa al ama-
su su éter. Voy a desemp acar la m aleta, ¿O K? Asient es y nece r ant es qu e nadie se despertar a.
la mi ras. Ella es ex tremadam ent e bella. Piensas en ese Sí, ¿y qu é?
v iejo dicho : Mu éstrame un a muj er her mosa y te mos- Bu en o, dej é en estado a un a mu chacha durant e esa
traré a alguien cansado d e singar co n ella. Pero dud as visita.
que tú te hubi eras cansado de ella. N o me fokin jod as.
Pero podría ser de él, ¿verdad? Asiente.
Es tuyo, ¿OK? Llora. Yo sé qu e no quieres qu e sea ¿En estado ?
tuyo, pero es tuyo. Asient e de nuevo.
Te sorpr en de qu e te sientas tan vacío po r dent ro. N o ¿Y lo tuvo?
tienes idea si debes mostrar en tusiasmo o apoyo. Te pasas Busca en su celular. Te enseña un a foto de un ni11ito
la mano por los pocos pelos in cipien tes qu e te qu edan perfecto con la carit a más do mini cana que te pued es
en la cabeza. nn agmar.
Neces ito quedarm e aq uí , te di ce despu és, tras un Ese es mi hij o, dice Elvis con o rgullo. Elvis Xav ier
po lvo torp e e incó modo . N o tengo dónde ir. N o pu edo Juni or.
volver co n mi fanú lia. Loco, tú no estás habland o en serio . Si tu muj er se
C uand o se Jo cuent as a Elvis crees q ue se va a fri- ent era . ..
kiar, que va a demandar que la b otes. Temes su reacció n Elvis se mol esta. Ella no se va a enterar.
p orqu e sabes qu e no tien es fuerzas para botarla. D ecides pens arlo un rat o. Estás en la parte trasera de
Pero Elvis n o se frikea. Te da una palmada en la es- la casa, ce rca d e Ce nt ral Squar e. En el verano, estas cua-
palda, sonrí e de orej a a orej a. Eso es fantástico, prim o. dras están repletas de actividad, p ero hoy hasta pu edes
¿Có mo qu e es fant ástico? oír un arrendaj o trinando.
Vas a ser padr e. Vas a tener un hij o. Los bebés son fokin caros. Elvis te da un puñ etazo en
¿Un hijo? ¿D e qu é coño estás hablando ? N i siqui era el brazo . Así qu e pr epárate, mi herm ano, porque te vas a
h ay p rue ba de qu e sea mí o. qu edar en olla.

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Cuando regresas a t~ apartamento, la estudiante de e!Ja espera a que te vayas antes de seguir mecanogra -
derecho se ha apoderado de dos de tus clósets y casi fiando.
todo tu lavamanos y, para colmo, ha tomado posesión No puedes botar a la ca!Je a la madre de tu hijo, El vis
absoluta de tu cama. Ha puesto una almohada y una sá- te recuerda. Jodería al chama por el resto de su vida.
bana en el sof.a.Para ti. Además, es un karma terrible. Deja que !Jegue el bebé.
¿Cómo? ¿Ahora ni siquiera puedo compartir mi cama Verás como las cosas se arreg lan.
contigo? Pasa un mes, dos me ses. Te da terror decírselo a nadie,
No creo que me venga bien. Seóa demasiado estnfs. compartir la... ¿qué? ¿Las buenas noticias? Tú sabes que
No quiero perder la barriga. si Arlenny supiera vendóa y le meteóa una patada por el
Es dificil discutir contra eso. Pero el sof.a no es nada culo y la pondría en la calle. Tu espalda es una agonía y
cómodo y cuando te despiertas por la mañana la espalda los brazos se te entumecen con regularidad. El único lu-
te duele más que nunca. gar en el apartamento donde puedes estar solo es en la
«Solamente a una prieta cabrona se le ocurre venir a ducha y allí susurras: El infierno, Netl ey. Estamos en el
Harvard a embarazarse. Las blanquitas no hacen eso. Las infierno.
asiáticas no hacen eso. Solo las fokin negras y latinas.
¿Para qué carajo se molestan en que las acepten en Har-
vard si van a salir en estado? Podían haberse quedado en Despu és lo recordarás como el sueño de una fiebre terri-
la misma cuadra de siempre para esa mierda.» ble, pero en el mom.ento todo se movía tan lentament e, y
Eso es lo que escribes en tu diario. Cuando regresas todo parecía tan real. La llevas a las citas médicas. La ayudas
de dar clases el próximo día, la estudiante de derecho con las vitan-unas y el resto de esa vaina. Pagas por casi
te tira la libreta en la cara. Te fokin odio, grita. Espero todo. Ella no le está hablando a su mamá, así que todo lo
que no sea tuyo. Espero que sí sea tuyo y que sea retar- que tiene son dos anugas que están en el apartamento casi
dado. tanto como tú. Son part e del grupo de apoyo de Cr isis de
Le chillas: ¿Cómo se te ocurre decir eso? ¿Cómo se te Identidad Birra cial y te nuran co n sospech a. Sigues es-
puede ocurrir decir algo así? perando a que se derrita un poco pero ella mantiene su
Va a la cocina y se sirve un trago y la sigu es y le qui- distancia. Hay días en los que nuentra s ella está dunnien -
tas la botella de las manos y echas todo su contenido en do y tú estás tratando de trabajar, te pernutes el lujo de
el fregadero. Esto es ridículo, dices. Pura telenovela. imaginart e qu é tipo de hijo tendrían. Si será hembra o
Ella no te dirige la palabra por dos fok:in semanas . varón, inteligente o tímido. Como tú o como ella.
Pasas el mayor tiempo posible en tu oficina o en casa de ¿Ya tienen nombres?, pregunta la esposa de Elvis.
Elvis. Cada vez que entras en la habitación, ella inme- Todavía no.
diatamente cierra la computadora. No te estoy espian - Taína si es h embra, te sugiere. Y Elvis si es _varón . Le
do. No me interesa lo que estás haciendo, le dices. Pero tira un vistazo burlón a su marido y se ríe.

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A mí me gusta mi nombre, dice Elvis. Yo se lo daría hieras violado su seguridad o algo así. Te quitas la bata;
a un varón. esperas un rato, y cuando po r fin te das cuenta de lo que
Por encima de mi cadáver, dice su mujer. Es más, este estás haciendo, te vas para tu casa.
hornito está cerrado.
Por la noche, cuando estás tratando de dormir, ves la
luz de su computadora por la puerta abierta del cuarto, No sabes nada de ella hasta que te llama una de las ami-
oyes el sonido de sus dedos en el teclado. gas, la misma que te mand ó el texto cuando le atacaron
¿Necesitas algo? los dolores. Iré a buscar sus cosas, ¿OK? Cuando llega,
No, gracias. Estoy bien. evalúa la situación co n rece lo. No te vas a volver psicó-
Vas a la puerta un par de veces y la miras, esperando pata, ¿no?
que te invite a entrar, pero te lanza una mirada asesina y No, claro que no. Y después de un a pausa, le exiges:
te pregunta: ¿Qué coñazo quieres? ¿Cómo se te ocurre decir eso? Yo j amás en la vida le
Na, solo chequeando. he pegado a una mujer. Y ent onces te das cuenta cómo
Cinco meses, seis meses, el séptimo m es. Estás dando suena eso, como un tíguere que les hace daño a las mu-
clase , <<Introducción a la ficc ión», cua~do recibes un jeres todo el tiempo. Todo lo de ella regresa a las male-
texto de una de sus amigas diciendo que le comenzaron tas y ayud as a la am iga a bajarlas a su yipeta.
los dolores, adelantada seis semanas. Te asaltan todo tipo Debes senti r tremendo alivio, te dice.
de temores . La llamas por el celular pero no contesta. No le contestas.
Llamas a Elvis pero no contesta tan-ipoco. Así que arran- Y ahí se acaba todo . Después te enteras de que el ke-
cas solo para el hospital. niano la fue a ver al hospital y que cuando vio el bebé
¿Usted es el papá?, pregu nta la mujer en la recepción. tuvieron una reconciliación emocionant e; se perdonaron
Sí, soy yo, dices tímidamente. todo.
Te llevan por los pasillos y te dan una bata médica y Ahí es donde metiste la pata, dice Elvis. Deberías
te dicen que te laves las manos y te dan instru cciones hab er tenido un hijo co n tu ex. Entonces jamás te hu-
sobre dónde te deb es parar y te advierten sobre el pro - biera dejado.
ceso, pero en el instante que entras a la sala de parto, la Ella te hubiera deja do de todos modos, dice Ar-
estudiante de derecho chilla: No lo quiero aquí . No lo lenny. Crée me.
quiero aquí. No es el padre. El resto del sem.estre resulta ser un fokin desastre.
Jamás se te hubiera ocurrido que eso te podía doler Recibes las peores evaluacion es de los seis años que has
tanto y tan profundamente. Las dos amigas vienen hacia sido profesor. Tu único estud iante de color del semes-
ti pero ya te has ido. Viste sus piernas flaquitas y palidu - tre escr ib e: Dice que n o sabemos nada, pero no nos
chas y la espalda del médico y nada más. Te alegras de muestra cómo podemos abordar estas deficiencias. Una
qu e no viste nada más. Te hubieras sentido como si hu - noche llamas a tu ex y cuando oyes el click de la con -

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testadora, dices: Debeáamos haber tenido un hijo. Y en- ma de la otra, donde todo es puro lodo y ranchitos y
tonces cuelgas, avergonzado. ¿Por qué dijiste eso?, te motos y jodienda e hijoeputas regados por todas partes
preguntas a ti mismo. Ahora, sin duda,jamás te volverá que apenas te sonríen, como si hubieras llegado al borde
a hablar. de la civilización. Tienen que dejar la yipeta que alqui-
No creo que la llamada sea el problema, dice Ar- laron en lo último que queda del camino pavimentado
lenny. y montarse en unos motoconchos; llevan las maletas a la 11

Mira esto. Elvis produce una fotografia de Elvis Jr. espalda. Nadie les pone atención porque lo que ustedes
con un bate. Este niño va a ser una bestia. llevan no se compara: ustedes han visto a un solo moto-
Durante las vacaciones de invierno vas con Elvis a concho cargar con una familia de cinco y un puerco.
Santo Domingo. ¿Qué otra cosa vas a hacer? No estás Por fin llegan a una casita y sale la Baby Mama; es una
en nada, y te pasas la vida moviendo los brazos cada vez bienvenida feliz. Te gustaría decir que te acuerdas de la
que se te adormecen. Baby Mama del viaje anterior, pero no es el caso. Es alta
Elvis está superalborotado. Lleva tres maletas repletas y culona, exactamente como le gustan a Elvis. Debe te-
de vainas para el muchacho, incluyendo su primer guan- ner veintiún o veintidós años y tiene una sonrisa irresis-
te, su primera pelota y su primera camiseta de los Red tible, como Georgina Duluc, y cuando te ve te da tre-
Sox de Boston. Lleva como ochenta kilos de ropa y otras mendo abrazo. Así que el padrino por fin decidió venir
vainas para la mamá del chama. Lo había tenido todo de visita, declama con una voz ronca y campesina. Tam-
escondido en tu apartamento. Tú estás en su casa cuan- bién conoces a su mamá, a su abuela, a su hermano, a su
do se despide de su mujer y de su suegra y de su hija. hermana y a tres tíos. A todo el mundo le faltan dientes.
La hija no entiende lo que está pasando, pero cuando Elvis levanta al niño. Mi hijo, canta. Mi hijo.
la puerta se cierra ella suelta un chillido que te aprieta El niño empieza a llorar.
como un alambre serpentino. Elvis se mantiene tran- La casita de la Baby Mama casi no llega a dos habita-
quilo. Piensas: Así mismito era yo. Yo yo yo. ciones, una cama, una silla, una mesita, un solo bombillo
Por supuesto que la buscas en el avión. No tienes en el techo. Hay más mosquitos que en un campo de
otra opción. refugiados. Detrás de la casa hay un desagüe de aguas
Te imaginas que la mamá del niño vive en algún lu- negras. Le das una mirada a Elvis, qué carajo. Las pocas
gar pobre como Capotillo o Los Alcarrizos, pero jamás fotos de familia en la pared tienen manchas de agua.
se te ocurrió que viviría en Nadalandia. Has ido de visi- Cuando llueve -la Baby Mama levanta las manos- todo
ta a Nadalandia un par de veces; pal carajo, tu familia se nos cae encima.
salió de un lugar como este. Terrenos ocupados y con- No te preocupes, dice Elvis, los voy a mudar este
vertidos de la noche a la mañana en barrios sin calles, sin mismo mes si logro ahorrar el dinero.
luz, sin agua, sin conexión ninguna, sin nada, donde las La alegre pareja te deja con la familia y con Elvis Jr.
casas maltrechas en las que vive la gente están una enci- mientras va a arreglar cuentas en varios negocios y a

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comprar algunas ne cesid ades . Baby Mama tambi én Eso no se lo pu edes refutar. Los br azos te están ma -
qui ere presentarle a Elvis a todo el mundo, por supuesto . tan d o, así que d ecides carga r al chama par a estimul ar
Te sientas en una silla plástica frente a la casa con el la circulació n. Lo mira s a los ojos. Él te mir a a los tu-
niño en las piernas. Los vecinos te admiran con feliz avi- yos. Parece preternatur alment e sabio. Irá al MIT , di-
dez. Empiezan un ju ego de dominó y a ti te toca con el ces mientr as le acarici as el cabello , qu e pare ce salpi-
herm ano malhumorado de la Baby Mama. Le toma me - cado de granito s d e pimienta. Empieza a llor ar, así qu e
nos de cinco segundos convencert e de que debes pedir un lo bajas y lo observas mi entra s co rr etea de un lado a
par de cervezas grand es y una bot ella de Brugal del col- otro .
mado del barrio. También : tres cajas de cigarros, un salami Y es más o m enos en ese m oment o en qu e te das
y una botella de j arabe para la tos para una vecina cuya cuenta .
hija está congestionada. Ta muy mal, dice. Claro que tod o El segundo piso de la casa no está terminad o y se ven
el mundo tiene una hermana o una prim a que te quier en las varillas saliendo de los bloque s de cement o como
presentar. Que tan más buena qu e el Diablo, te aseguran. horrible s folículos retorc idos. Tú y Elvis se paran allá
Ante s de terminar la primera bot ella de ron, las herma - arriba y toma n cerveza y mü an más allá de los límit es
nas y prinus empi ezan a aparecer . Se ven un tant o áspe - de la ciudad, más allá de todas las parábolas de antenas de
ras pero admiras el esfuerzo. Las invitas a que se sienten, radio que se ven en la distancia, hacia las montañas del
compras más cervezas y un poco de pica pollo malísimo. C ibao, la cordillera central, dond e nació tu padre y la fa-
Tú me dice s cuál te gusta, te susurra un vec ino, y m.ijja entera de tu ex. Te deja sin aliento.
te la consigo. Él no es tu hij o, le dices a Elvis.
Elvi s Jr. te observa con gran seriedad. Es un carajito ¿De qu é estás habland o?
lindí simo. Tiene picadas de mo squitos por las piernas y El niño no es tuyo.
una postilla en la cabeza que nadie te pued e explicar. No seas pesao. Si es igualito a mí.
De rep ent e te dan ganas de cubrirlo con tus brazos y Elvis. Le agarras el br azo. Lo mi ras fijo a los oj os. No
prote ge rlo con todo tu cu erpo. coma s tanta mierda.
M ás tarde, Elvis padr e te exp lica el Plan. En uno s Hay un largo silencio. Pero si es igualito a mí.
años me lo llevo para Estados Unidos. Le diré a mi es- Mi herm ano, n o se par ece a ti en nada.
posa que fue un accidente, una sola noche borracho, y Al día sigui ent e cargan al niño y regre san a la ciu-
qu e no me enteré de nada hasta ese momento. dad , a Gazcue . Litera lm ente tien en qu e espantar a la
¿Y tú crees que eso va a funcionar? fam ilia para qu e no los aco mpañ en. Ant es qu e pu edan
Todo va a salir bien, te dice impacientemente . coger camino, uno de los tíos te aparta. Le deb en com-
Mi herm ano, tu mujer no va a creer n a de eso. prar un refrigerador a esta gente. Entonc es el herm ano
¿Y qué carajo sabes tú ?, dice Elvis. Si na de lo tuyo te aparta. Y un televisor. La madr e te aparta. Y un a plan-
jam ás sale bien. ch a de pelo tambi én.

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El tráfico de regreso al centro se parece a la Franja
de Gaza y hay un choque a cada quinientos metros.
Elvis está constantemente amenazando con devolver- AÑO CINCO
se. Tú lo ignoras y contemplas el reguero de concreto ' ~

roto, los vendedores con toda la mierda del mundo


sobre sus hombros, las palmas cubiertas de polvo. El
Te imaginas que ese es el fin del cuento, que los resul-
tados no cambiarán nada. Pero a las cuatro semanas del
j
niño te abraza fuerte. Te convences de que eso no sig- viaje, Elvis te da la noticia de que la prueba es negativa.
nifica nada. Es igual que un reflejo de Moro, nada más. Pal coño de su madre, dice con amargura, pal coño de
No me obligues a hacer esto, Yunior, te ruega Elvis. su maldita madre. Y entonces corta toda la comunica-
Insistes. Tienes que hacerlo, Elvis. No puedes vivir ción con el niño y su mamá. Cambia el número de su
engañado. No seáa bueno ni para el niño ni para ti.¿No celular y la dirección de su correo electrónico. Le dije a
crees que será mejor saberlo? la cabrona que jamás me vuelva a llamar. Hay cosas que
Pero yo siempre he querido un hijo, dice. Es lo que no se pueden perdonar.
he querido toda mi vida. Cuando estaba en esa vaina en Por supu.esto que te sientes terrible. Te acuerdas de
Irak, lo único que pensaba era: Por favor, Dios, déjame cómo te miraba el niño. Por lo menos dame su núme-
vivir lo suficiente para tener un hijo, por favor, entonces ro, le dices. Piensas que les podrías mandar un poquito
me puedes dejar morir ahí mismo. Y mira, me lo dio, de dinero cada mes, pero él se niega. Pal carajo con esa
¿ves? Me lo dio. cabrona mentirosa.
La clínica está en una de esas casas construidas al esti- Piensas que lo tiene que haber sabido, muy adentro
lo internacional durante la época de Trujillo. Estánen la suyo, que quizá te llevó para que fueras tú quien le
recepción. Tienes al niño de la mano. El niño te mira abrieras los ojos, pero dejas las cosas tranquilas. Decides
con una intensidad lapidaria. Lo espera el fango. Lo es- no explorar el tema. Él va a yoga cinco veces a la se-
peran los mosquitos. Lo espera la Nada. mana ahora, está en las mejores condiciones de su vida,
Dale, le dices a Elvis. mientras que tú has subido otra talla de jeans. Cuando
Francamente, tú crees que no lo hará,que todo ter- vas a casa de Elvis en esos días, su hija te saluda efusiva-
minará ahí. Que se llevará al niño y que regresará a la mente, te dice Tío Junji. Es tu nombre coreano, bromea
yipeta. Pero en vez, se lleva al niño a una habitación Elvis.
donde le toman una muestra bucal con hisopo y ya. Es como si nada hubiera pasado. Quisieras poder ser
Preguntas: ¿Cuánto tiempo para los resultados? tan impasible.
Cuatro semanas, te contesta la laboratorista. ¿Piensas en ellos?
¿Tanto? Sacude la cabeza.Jamás, y jamás lo haré.
Se encoge de hombros. Bienvenidos a Santo Do- La falta de sensación en los brazos y piernas aumenta.
mmgo. Regresas al médico y te mandan a un neurólogo que te

---------- 202 ---------- ,_.;.


·1-.'
---------- 203
ordena un IRM. Tienes estenosis por toda la columna Quieres pasar página, exorcizar toda esta vaina, así que
vertebral, te explica el médico, algo impresionado. encuentras un apartamento nuevo al otro lado de la pla-
¿Eso es malo? za con una vista de la silueta de los edificios de Harvard.
Bueno, no es bueno. ¿Has hecho mucho trabajo pe- Ahí están todos esos campanarios increíbles, incluyendo
sado? tu favorito, la daga gris que es la iglesia Old Cambridge
¿Como, por ejemplo, cargar mesas de billar para de- Baptist. En los primeros días en el nuevo apartamento,
livery? un águila se asienta en el árból muerto que queda fren-
Eso mismo. El médico bizquea cuando mira el IRM. te a tu. ventana en el quinto piso. Te mira directamente.
Vamos a ver cómo te va con la terapia física. Si eso no Te parece un buen augurio.
funciona, entonces podemos hablar sobre otras op- Al mes la estudiante de derecho te manda una invita-
ciones. ción a su boda en Kenia. Hay una foto en la cual los dos
¿Como qué? están vestidos en lo que supones es un atuendo tradicional
El médico, contemplativo, se toca las palmas de las keniano. Ella está flaquísima y usa demasiado maquilla-
manos. Cirugía. je. Crees que vas a encontrar una nota, algo que te dé las
Desde ese momento tu vida se va pal carajo. Un es- gracias por todo lo que hiciste por ella, pero no hay nada.
tudiante se queja de que eres demasiado vulgar.Te tie- La dirección está escrita a máquina, no de puño y letra.
nes que reunir con el decano que te dice más o menos Quizá fue una equivocación, dices.
que tengas mucho cuidado. Te para la policía tres fines Arlenny te asegura que no fue una equivocación.
de semana consecutivos. Una vez te bajan del carro y te Elvis rompe la invitación y la bota por la ventana de
sientan en el contén y te toca mirar el desfile de carros la camioneta. Pal carajo con esa cabrona. Pal carajo con
en frente de ti; los pasajeros te ojean sospechosamente. todas las cabronas.
En la carretera, durante la peor hora de tráfico, crees Logras salvar un pedacito de la foto. Es su mano.
que ves a tu ex por un segundo y se te aflojan las rodi- Te enfocas más que nunca, en tus clases, tu terapia fi-
llas, pero resulta que no es ella, que es una latina cual- sica, tu terapia regular, tus lecturas, tus caminatas. Sigues
quiera, otro mujerón vestida con un traje a la medida. esperando que se levante el peso que has sentido por
Por supuesto que sueñas con ella. Estás en Nueva tanto tiempo. Sigues esperando por el momento en que
Zelanda o en Santo Domingo o, improbablemente, jamás volverás a pensar en tu ex. Pero no llega.
años atrás en la universidad, en el dormitorio. Quieres Le preguntas a todo el mundo: ¿Cuánto tiempo toma
que pronuncie tu nombre, que te toque, pero se niega. recuperarse?
Sacude la cabeza. Hay muchas fórmulas. Un año por cada año que es-
Ya. tuvieron juntos, dos años por cada año que estuvieron
juntos. Es cuestión de voluntad: el día que lo decidas, se
te pasa. Nunca se te pasa.

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Una noche invernal sales con tus panas a un club la- de haber terminado contigo. «Querido Yunior, para tu
tino estilo gueto en Mattapan Square. Mata-fokin-pan. próximo libro.» Probablemente esa fue la última vez
La temperatura afuera está a cero, pero en el club hace que escribió tu nombre.
tanto calor que todo el mundo está en camisetas y el Lo lees de principio a fin (sí, ella lo encuadernó). Te
tufo es tan sofocante como un afro. Hay una jevita que sorprende lo fokin pendejo y cobarde que eres. Te mata
no deja de tropezar contigo. Le dices: Pero, mi amor, ya. reconocerlo pero es verdad. Te asombran los extremos
Y ella te contesta: Ya tú. Es dominicana y ágil y superal- de tu mendacidad. Cuando terminas de leer el libro la
ta. Jamás podría salir con alguien tan bajito como tú, te segunda vez, admites la verdad: Hiciste bien, negra. Hi-
dice al principio de la conversación. Pero al final de la ciste bien.
noche te da su número. Todo el tiempo Elvis está ca- Ella tiene toda la razón; esto sería tremendo libro, te
lladito en la barra, tomando trago tras trago de Rémy. dice Elvis. Un policía los ha parado y están esperando
Fue a Santo Domingo la semana anterior, un viaje re- que el hijoeputa oficial verifique tu licencia. Elvis saca
lámpago solitario, un viaje de espionaje. No te dijo nada una de las fotos del archivo.
hasta después del hecho. Fue a buscar a Elvis Jr. y a su Es colombiana, dices.
mamá, pero se habían mudado y nadie sabía nada de ellos. Él silba. Que viva Colombia. Te devuelve el Libro. La
Ninguno de los teléfonos que tenía funcionaban. Espe- verdad que debes escribir una guía de amor para infieles.
ro que aparezcan, dice. ¿Tú crees?
Yo también. Claro que sí.
Te da por tomar unas caminatas larguísimas.Cada diez El tiempo pasa. Sales con la muchacha alta. Ves a más
minutos paras y haces lagartijas y sentadillas. No es igual médicos. Celebras el doctorado de Arlenny. Y una no-
·t,

que correr, pero te sube el ritmo cardíaco y es mejor que che de junio garabateas el nombre de tu ex y le añades:
,.
nada. Después tienes tanto dolor de nervios que casi no ~.-. La vida media del amor es eterna.
te puedes mover. Se te ocurren un par de otras cosas. Entonces bajas la
Hay noches que sueñas estilo Neuromancery ves a tu cabeza.
ex y al niño y a otra figura, que te es familiar, saludán- Al día siguiente revisas lo que escribiste. Por primera
dote en la distancia. «En algún lugar, muy cerca, la risa vez no quieres quemar las hojas o dejar de escribir para
que no era nsa.» siempre.
Y entonces, por fin, cuando crees que ya lo puedes Es un comienzo, le dices a la habitación vacía.
hacer sin explotar en un millón de átomos, abres un Y eso es todo. En los próximos meses sigues el ritmo
archivo que tienes escondido debajo de la cama. El Li- del trabajo, porque te da esperanza, algo como una ben-
bro del Día del Juicio. Son copias de todos los correos dición, y porque en tu corazón de cuernú mentiroso sa-
electrónicos y las fotos de los días de cuernos, las que tu bes que algunas veces un comienzo es todo lo que nos
ex encontró y recopiló y te mandó por correo al mes toca.

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1'AMíSll!N DE jUNOT DíAZ

LA BREVE Y MARAVILLO SA VIDA DE ÓSCAR WAO


Una crónica familiar que abarca tres generac iones y dos
países, La breve y maravillosa vida de Óscar Wao cuenta
la historia del gordiflón y solitario Óscar de León en su
intento de convertirse en el J. R. R. Tolkien dominicano y
su desafortuna da búsqueda del amor. Pero Osear sólo es
la última víctima del fukú -una maldición que durante
generaciones ha perseguido a su familia, condenándoles a
vidas de tortura, sufrim iento y amor desdichado. Con uno s
personajes inolvid ab les y una prosa vibrante e hipnótica,
esta novela co nfirma a Junot Díaz como una de las mejo-
res y más deslumbrantes voces de nuestra época, y nos
ofrece una sobrecogedora visión de la inagotab le capacidad
humana para perseverar y arriesgarlo todo por amor .
Ficción/Literatura

NEGOC IO S
En Negocios, Junot Díaz nos transporta desde los pueb-
los y parajes polvorientos de su tierra natal, la República
Dominicana, hasta los barrios industriales y el paisaje
urb ano de Nueva Jersey, bajo un ho rizonte de chimen eas
humeantes. La obra triunfal que marcó el arra nqu e literario
de Junot Díaz puede aho ra disfrutarse en una edición en
españo l que conser va en su integridad la fuerza desabrida
y la delicadeza del texto original. Los niño s y jóvenes que
pueblan las páginas de Negocios grav itan sin sosiego por
terr itori os marginales, a mitad de camino entre la inocencia
y la experie ncia, entre la curiosidad infantil y la crueldad
más descarnada.
Ficción/Literatura

VINTAGE
o ESPAÑOL
Disponibles en su librería favorita.
www.vintageespanol.com
Ganador del Sunday Times (Londres) Short Story Award

Uno de los mejores libros del año para


The New York Times, Entertainment Weekly, The LA Times,

-
• Newsday y muchos más .

Así es como la pierdes es un libro sobre mujeres que quitan el sentido, sobre el amor
y el ardor, sobre la traición, porque a veces traicionamos lo que más queremos, y
también es un libro sobre el suplicio que pasamos después -los ruegos, las lágrimas,
la sensación de estar atravesando un campo de minas- para intentar recuperar lo
que perdimos, aquello que creíamos que no queríamos, que no nos importaba.

Estos cuentos nos enseñan las leyes fijas del amor: que la desesperanza de los padres
la acaban sufriendo los hijos, que lo que les hacemos a nuestros ex amantes nos lo
harán inevitablemente a nosotros, y que aquello de "amar al prójimo como a uno
mismo" no funciona bajo la influencia de Eros. Pero sobre todo, estos cuentos nos

-
recuerdan que el ardor siempre triunfa sobre la experiencia, y que el amor, cuando
llega de verdad, necesita más de una vida para desvanecerse.

"Estos re latos exhiben una potente mezc la de e locuenc ia literaria y el sabor de la


reputación callejera dignos del Premio Pulitzer ... La prosa de Díaz es vulgar, valiente
y poética " . - O Magazine

"Relatos agudos e irresist ibles ... Díaz evoca un mundo difícil y a la vez lleno de belleza
y humor, que se mant iene a flote por la tenacidad del espíritu humano ". -People

"La oscura ferocidad en cada uno de estos relatos y los distintos amores que retrata
es razón más que suficiente para celebrar este libro". -National Public Radio

EE.UU. $15.00 Can. $17.00 Ficción/Relatos


Diseño e ilustracíon de la cubierta: Rodrigo Corral
ISBN 978-0-345-80524-9
Para venta exclusiva en EE.UU., 5 15 OO
Canadá, Puerto Rico y Filipinas

www.vintageespanol.com

o VINTAGE ESPAÑOL
9 780345
1 805249

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