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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

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(University of K entucky)

Graffylia, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, Año 11, Número 16-17, enero-junio – julio-diciembre 2103 es una publicación
semestral que imprime en los meses de enero y julio de cada año la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a través de la
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Portada: Mighty Falls III / Fotografía análoga, collage / 20 cm x 30 cm / Autor Silvia Keppler
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La partición
de las artes
Jean-Luc Nancy
Universidad Politécnica de Valencia,
Pre-textos, 2013, 360 págs.

Óscar Moisés Romero Castro*

La partición de las artes es una recolección de textos inéditos del pensador fran-
cés Jean-Luc Nancy entregados a la Universidad de Valencia, publicado con el
apoyo de la excelente editorial Pre-textos. Hoy más que una breve presenta-
ción, invitación o reintroducción, me es necesario hablar de su ‘obra’ o la des-
obra expuesta al afuera de Nancy. Además por mencionar la complejidad de
sus problemáticas que recoge su pensamiento que aborda temas que van des-
de: el sentido, el mundo, la globalidad, el cuerpo, la libertad, por mencionar
algunos y, en particular, la ‘comunidad’; estas son problemáticas que siempre
nos acaecen, y el pensamiento de Nancy es un referente de que en pleno siglo
xxi se hace filosofía, la cual padece y atraviesa por una pulsión de muerte y ol-
vido; por mencionar algunos de sus títulos más destacados son: El olvido de la
filosofía, La comunidad desobrada, Ser-Singular-Plural, Un pensamiento finito a la ado-
ración, Corpus, La creación del mundo o la mundialización y El sentido del mundo.
Después de la hecatombe que resultó la publicación de La comunidad deso-
brada (Arena Libros, 2007), se da una nueva propuesta de interpretación de la
historia de la comunidad y trae a colación una nueva forma de hacer filosofía,
lo que significará entendernos con la obra de arte o, más bien, volver a repensar
la obra misma; es remover su verdad de arriba hacia abajo, preguntarnos por
la manera de filosofar con la obra y por cómo la hemos entendido es el traba-
jo expuesto de Nancy abordado en este libro; así filosofar tal como lo entiende
Nancy (en su libro El sentido del mundo, 2013), comienza ahí donde el sentido
se interrumpe.
Como bien se entiende en su apartado que lleva el título: De la obra y de las
obras en el presente libro, resulta de tal importancia denunciar el vacío que ha
dejado el siglo xx y lo que va del xxi y que se ha empeñado en reparar dicho
déficit y que nos ha dejado seguirnos pensando en obralidad o ejecutores de la
obra, porque “la obra de arte durante la historia se ha pensado como la consis-
tencia de la realidad o la efectuación de lo real que necesita de un agente pro-
ductor y un acto producido […]”, la coronación de la obra se da en su finalidad,
la obra culmina con su propio fin (55).
Nunca en la historia como hoy se ha llevado al extremo este pensamiento
que ha caído en su propio agotamiento, al cual solo podríamos rescatarlo con
su absolutidad, es aquí donde se pretende suponer –e imponerse– el comienzo

* Facultad de Filosofía y Letras - buap

revista de la facultad de filosofía y letras buap


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mismo, el punto de origen y el del fin de la obra “[…] que viene a disolverse
porque los puntos de inicio y fin llegan hasta el infinito y según el infinito con-
fluyen y se anulan en una idéntica ausencia de dimensión” (177), a modo de
ejemplo, siguiendo la línea de la comunidad desobrada; la comunidad no es una
obra, porque en su espaciamiento y su dimensión no se puede hacer obra de la
muerte ni actúa como la muerte. La muerte a la que la comunidad se consig-
na no opera el tránsito del ser muerto a alguna relación del yo con el tú. Como
en el Ser-Singular-Plural (Arena libros, 2006) se apunta cuando se habla sobre
la guerra y “la comunidad, por su parte la comunidad no opera la transfigura-
ción de sus muertos, en alguna sustancia o en cualquier tipo de sujeto”. Y actos
pensados con obralidad son los que propagan un vaciamiento del sentido, bien
nuestro siglo xxi inicia con la obra de arte de los ataques al Word Trade Center
la espectacularización de la obra de arte (o con lo que ahora discursos anterio-
res a Nancy puntúan como la desmesura del arte, el cual puede ser cualquier
cosa o acto), nos muestra que no hay límites en la obra y el nihilismo comien-
za. Este es el problema con el que Nancy se enfrenta.
El tema a tratar en este libro es plantear el problema del arte desde su par-
tición irrevocable, hoy por hoy nuestro trabajo es “Hacer, La poesía”, y lo que
se entenderá por poesía será entonces la condición de al menos negarse: de re-
negarse, de denegarse o de suprimirse. Porque la poesía niega que el acceso al
sentido pueda ser confundido con un modo cualquiera de expresión o de fi-
guración. Niega que aquello que es elevado pueda ser puesto al alcance de la
mano (121 y ss.).
Nancy, alejándose de estas categorías que se vacían más y más sobre nues-
tra consideración de la realidad y la obra de arte, expresa que frente al discurso
de resolver el problema con filosofía o que el discurso de la filosofía tenga una
resolución y por consecuencia de una extrema facilidad. “[…] La poesía, por su
parte, no está en los problemas: se hace en la dificultad” (120), y la filosofía no
será más un discurso sino una dificultad que clarea y expone la interrupción
del sentido, así esta oposición que se le había impuesto tanto a la filosofía ver-
sus poesía durante la historia, constituye para Nancy no una oposición sino que
cada una hace difícil a la otra, juntas son la dificultad misma de hacer sentido.
El relato que se desprende de la poesía puede hacer frente, y hacer pulsión
donde la filosofía se ha perdido durante más de 2000 años, es decir la vía de
querer trazar los comienzos y fines a todo, que durante su historia se a empe-
ñando a imponerle origen o comienzo a todo, son muestra de lo que bien la obra
en su virtualización se eleva, desprendiéndose totalmente del mundo para pro-
clamar un inicio más, un fin infinito que vuelve al mismo lugar, un lugar que
no tiene dimensión ni espacialidad.
Por su lado con el relato o la narración nos adaptamos a la dimensión misma,
porque disloca el origen y el comienzo, cuando comienza un relato tiene ya su
origen detrás de sí; recuerdo bien para ejemplificar lo anterior unas palabras
de Horacio Potel sobre el escritor y la escritura que sostienen: “Seguir pensado
en un hombre que hace una obra sin citar y plagiar, es seguir creyendo que de
la nada surgió todo”, al relato le anteceden los relatos, el relato nos impulsa al
sentido, pulsa al sentido, el sentido no se añade a los hechos ni está supuesto
en ellos sino que el relato impulsa y pulsa al mundo, que hacen un mundo, el
mundo es un mundo de relatos, pues el relato para Nancy hace que ocurra eso:
que nada ocurre sin relato (174).

Números 16-17 enero-junio – julio-diciembre 2103


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Sin esperar más, la filosofía obtiene un respiro en este libro de Nancy, por-
que La partición de las artes de Jean-Luc Nancy (como él nombra) no hace sino
mostrar los distintos nombres que se le ha dado a la poesía y a sus relatos; que
exponen la pulsación de sentido tanto en la escritura, y lo que nos ha dejado la
pintura, además de la música, la danza, el cine y el teatro, estas partes que ex-
ponen el negar de la filosofía, porque de esta manera la filosofía resuena en el
espacio que debe abrirse para permitir la resonancia, podemos decirlo de esta
manera: un mundo no está regulado por los valores que flotan por encima de
él, sino por las evaluaciones o valorizaciones de cada una de las artes y de cada
uno de nosotros, en resumen las afirmaciones de todos y de cada uno, en nues-
tra dimensión y espaciosidad.

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13/10/2018 La comunidad y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común | Reflexiones Marginales 
Re exiones Marginales - ISSN 2007-8501 Otorgado por el Centro Nacional del ISSN

(http://re exionesmarginales.com/3.0/)

 ( HTTP://REFLEXIONESMARGINALES.COM/3.0)  LA COMUNIDAD Y SU VIOLENCIA: LA FOSA COMÚN Y EL DETR I M ENTO DE LA VI DA
EN COMÚN

 (HTTP://REFLEXIONESMARGINALES.COM/3.0/27-EDITOR I AL /)  (HTTP://REFLEXIONESMARGINALES.COM/3.0/D E-VI L L ANOS-Y-


SANTOS-FRONTERIZOS/)

La comunidad y su violencia: la fosa común y el


detrimento de la vida en común
 OSCAR MOISÉS ROMERO CASTRO

Las humanidades acostumbradas por las modas o por costumbres en lo que ha sido el inicio de nuestro siglo[1]
quedan petri cadas cuando se le ponen a operar. Tratar de extenderlas para apropiarse de las investigaciones,
de los fenómenos a los cuales se les estudian, regularmente llegan a fracasar o quedarse en el ámbito de lo
cuantitativo y predecible. Por falta de instrumentos teóricos inclusive varias investigaciones se vienen abajo.
Pero sin duda es parte de la losofía la responsabilidad, es responsabilidad de lo que deje de decir o articular,
por lo tanto es menester entender a los fenómenos y problemáticas que ella mantiene o problematizar
aquellas problemáticas aun no comprendidas y que no son propiamente solo por causas de la losofía.

Atender al fenómeno de la comunidad, que es uno de los conceptos hoy menos claros, imprecisos,
ininteligibles; pero a la par más usados por el discurso de la política actual. Deja entrever que en el momento
que se ha tratado de de nir el concepto de comunidad, se han edi cado un sinfín de conceptos, que consolidan
el detrimento que tiene la misma; la historia que tienen los postulados de comunidad, y se pueden tomar como

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13/10/2018 La comunidad
referente la polis, la comunión, y su violencia:
el estado, la fosa común
la sociedad, y el detrimento
la ciudad… de lalavida
nos dan en común | Reflexiones
disposición Marginales
de interrogar ¿por qué a
lo que entendemos hoy, lo llamamos comunidad? ¿Por qué comunidad, por qué simplemente no designarle
ciudad o algo que se le parezca?

El concepto de comunidad trae consigo mismo un con icto, desde un principio la designación de la comunidad
como la vida-con, se fue diluyendo en el concepto impreciso de la ciudad vista como multitud, con Aristóteles
es muy claro, ya en el inicio de su libro la Política: una comunidad no se sostiene desde la unión o
amontonamiento de sus individuos.[2] Así:

La ciudad no es en principio la «comunidad» como tampoco es en principio el «espacio público»: es al


menos tanto como la revelación del ser-en-común como dis-posición (dispersión y disparidad) de la
comunidad sin origen común.[3]

Es así que el problema de la ciudad queda socavado a la aglomeración, su origen no es la relación con el otro,
en este entendido se alza la aporía de una comunidad que debería precederse de su constitución, como a rma
Jean-Luc Nancy “el «contrato» por su propio concepto, es la negación o la prescripción,
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13/10/2018 La comunidad
originaria de las singularidades quey su violencia: «concluirlo»”.[4]
deberían la fosa común y el detrimento de la vida
Es la rotura delenvínculo
común | Reflexiones Marginales de sus
de la singularidad
individuos, de pasar a pensar la proximidad del uno con el otro y sus distancias, su ocupamiento en el mundo,
pasamos a la negación del otro desde el momento que buscamos que arti ciosamente se de una relación con
el otro, en suma basamos nuestros resquicios de comunidad al número y la secuencia, un plano secuencia que
repite la misma imagen, una imagen que se resiste a ser la misma. La singularidad la entendemos como un
entre “la inefabilidad del individuo y la inteligibilidad del universal”[5] lo contingente e indeterminado, media
lo que en la tradición nos ha devenido como universal y lo particular, la singularidad es única e irrepetible y por
ello una comunidad debe contemplar a la singularidad.

Elaborando un paréntesis con la singularidad, la comunidad siempre entra en dialogo con la política pero
subsumiendo su concepto por otro. Eso que designamos, como el bien estar, y la regulación de la formas de
vida mejores, pero como hemos aclarado siempre ha entrado en crisis, una crisis paradójica de recuerdos
violentos aun todavía incomprensibles; hay que puntuar que la recuperación de estos hechos tan singulares,
que nos demarcan de

(…) no necesariamente reconocer una comunidad allí donde todos ven comunidad. No por pretensión
de ser extravagantes, sino por producir una ética que contemple también la extravagancia y las líneas
de fuga, los nuevos deseos de comunidad emergentes, las nuevas formas de asociarse que están
surgiendo en los contextos más auspiciosos o desesperantes.[6]

Tratar de de nir lo que es el concepto de comunidad, en la fuga y la violencia, tratando a la vez de de nir esto
que designamos como sociedad, ciudad, identidad, nación, y todo lo que se ha efectuado para designar esa
comunidad que nunca ha llegado, hace mantenernos como “(…) los testigos del agotamiento del pensamiento
de la historia, es el testimonio de la disolución, de la dislocación o confragación de la comunidad”.[7]

El concepto de ciudad, soberanía, tienden a un aglomerado, a una dispersión, y engloban en su interior un


amontonamiento rígido, lo hemos pensado para la población que ya no entra en las grandes ciudades
primarias, para elaborar los dichosos terceros mundos. Los conceptos que han devenido en aras del concepto
de comunidad, siempre han erigido la historia, y preguntemos sino es cierto que el concepto de «Estado», ha
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13/10/2018 La comunidad
perdurado, mientras que y su violencia:
el concepto la fosa común
de comunidad soloy es
el detrimento de la vida
secundario, y esensecundario
común | Reflexiones
inclusoMarginales
desde su raíz
etimológicamente, la cual designamos en primera instancia como un fenómeno histórico positivo que debe
otorgar toda política. Pero la comunidad es un abstracto y solo se llega a pensar en la communitas, Estado o
carácter común, de sociabilidad y afabilidad,[8] es la metamorfosis del concepto de comunidad en el que
debemos de escarbar pero a la par darle voz a todas la implicaciones que ha traído consigo, la violencia, la
hambruna, los pobres olvidados, las muertes constantes y asesinatos incontrolables por la policía y el crimen.

La vida en común es un imprevisto, lo que no hemos previsto es lo que nos acontece y nos aconteció, tal es el
caso del lager, los campos de concentración nazi. Estos son los que tanto le a igieron a Primo Levi, y por ese
a igimiento de Levi nos fue donado también el frívolo sufrimiento, así es menester analizar las consecuencias
que se desprenden de las condiciones de un Gueto o el lager y nos someten a analizar la bifurcaciones que
yacen de ese fenómeno tan atroz. Y el siguiente relato frívolo nos dista de todo escarnio de vida en común, el
campo de concentración, viene hacer tangible los deseos de reelaborar el concepto de la vida en común vista
desde el lager. Hay una imposibilidad de vida en común dentro de este fenómeno, la cual nos concierne a
analizar, en el lager:

Su vida es breve pero su número es desmesurado son ellos (…) los hundidos, los cimientos del campo,
ellos, la masa anónima, continuamente renovada y siempre idéntica, de no hombres que marchan y
trabajan en silencio, apagada en ello la llama divina, demasiados vacíos y para sufrir verdaderamente.
Se duda en llamarlos vivos: se duda en llamar muerte a su muerte, ante la que no temen porque están
demasiado cansados para comprenderla.[9]

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13/10/2018 La comunidad y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común | Reflexiones Marginales

Las fronteras entre la muerte y la comunidad, son muy borrosas, casi imprecisas en concomitancia la muerte
es anónima, solitaria, única, irreparable, y misteriosa. ¿Qué decir de la muerte y la comunidad? Hablar de estos
discursos que están en busca de la comunidad es hablar de ideas inmóviles, de inmovilizaciones que a través
de la supuesta preservación de la vida en común, —la muerte es reabsorbida—.[10] Para que la muerte
obtenga un sentido en nombre de esa pulcritud, un ejemplo: es el caso que para el nazi la raza aria le otorgaba
la comunidad, es ahí donde se habla de supremacía natural donde el vacío se causa; revela el sufrimiento de
sus víctimas.

El punto de re exión al que recaen los sufrimientos, lamentos y estupores del campo de concentración, es el
«cadáver», quizá la consecuencia más espantosa es la eliminación de todo espaciamiento que pudiera
comprobar que el lager fue real, porque los innumerables cadáveres de las víctimas, que deliberadamente
asesinadas o como a rma Primo Levi: consumidas por las privaciones, podían constituir una prueba y tenían
que ser eliminados fueran como fueran. La primera solución más terrible, es la de amontonar simplemente los
cadáveres, centenares de miles de cadáveres, en grandes fosas comunes.[11] ¿Cómo se justi can estas fosas
comunes? Y no solo estas sino las fosas encontradas en México por la guerra fratricida por el narco, las del
franquismo español, África…y las que encontramos en varios lugares del mundo día a día. A saber el concepto
de comunidad se desmorona con el repetimiento de miles de fosas comunes a lo largo de la historia, ¿la fosa
común es una comunidad? El entronque entre estos dos conceptos, y su razón nal de signi car cuerpos que
comparten un lugar en el mundo es casi irremediable. La fosa común tal como nos la hemos inventado vendría
a ser una imposibilidad de reinventar y establecer un concepto de comunidad.

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13/10/2018 La comunidad y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común | Reflexiones Marginales

No es que la fosa común sea la comunidad sino que la misma pregunta hace resonar que el «común» lo hemos
abandonado en una fosa. Así la fosa común primeramente utilizada para arrojar los cadáveres tras las
enfermedades, epidemias o catástrofes naturales que azotaban al mundo, —para ejemplo la peste negra—,
pasaron secundariamente a ser utilizadas para esos cadáveres que no tenían sepultura propia, que eran
irreconocibles, que son un dejo irreconocible por la historia.

En una fosa común encontramos esa singularidad cualquiera, y por ello se hace un esfuerzo por rede nir la
gura del cadáver, que llena la fosa pero a la vez vacía y hace un vacío en este mundo, el quehacer de una fosa
no es una otación de almas de sentido en nombre de la comunidad, la fosa se hace en la tierra donde al estar
enterrados los cadáveres, reconocemos que distan de nosotros, de esa proximidad y ese alejamiento de mi
lugar, de mis brazos, mis extremidades y mi voz.

Es esta fosa que tiene cuerpos encimados, cadáveres acallados bajo tierra ¿Por qué fosa común? Tan
degradado y desgarrable se ha vuelto este concepto de lo común, del cual surge una necesidad para designar
una fosa común, que fronteras separan los conceptos de fosa común y comunidad ¿Cuál es la diferencia?

Se atiende por lo consiguiente a la singularidad que en líneas anteriores habíamos dejado suspendida, ante la
rati cación que por lo demás una comunidad deberá contemplar la singularidad y la cual la entendemos, como
el ejemplo de la fosa común que da lugar a esa singularidad de hecho, como a rma Agamben:

Por una parte, todo ejemplo viene tratado, de hecho, como un caso particular real; pero, por otra, se
sobreentiende que el ejemplo no puede valer en su particularidad. Ni particular ni universal, el ejemplo
es un objeto singular que, por así decirlo, se hace ver como tal, muestra su singularidad.[12]

La fosa común con su disparidad singular, ensordece con su silencio. Nótese que hablar de este silencio o el
silenciamiento de los singulares-cadáveres encimados, no es por el simple hecho que se les ha acallado la voz,
encimándolos unos con otros, sino que una fosa común, no guarda aproximación, los cadáveres no están
próximos, son continuos, hay destazamiento, fragmentación es un choque de espaciosidad con espaciosidad,
de cuerpo con cuerpo, espaciosidad se entiende que guarda un equivalente con el cuerpo, donde se echa por
tierra una vez más la supuesta frontera entre el sueño individual y el sueño colectivo.[13]

La fosa vendría a ser una signatura[14] de lo común, que nos refrenda la violencia, amenaza y el sufrimiento; es
una generalidad aniquiladora del espaciamiento del otro, que es un singular irremplazable, que tiene una
contigüidad única, hace su propia distancia para concretar en el mundo su ser cualquiera que le deviene. En la
fosa por su parte la continuidad de cuerpos sobre cuerpos, hacen una repetición de huesos encimados, y es lo
que signi ca a los ojos de nuestra razón solo cuerpos sin verbo, sin sentido, la fosa viene a signi car la nada
que no atrae de si sentido.

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13/10/2018 La comunidad
Hoy tras la normalización y su violencia:
de la violencia enlaMéxico
fosa común y el detrimento
y las millonesdedela fosas
vida en común | Reflexiones
encontradas enMarginales
el país por los
enfrentamientos de la guerra contra el crimen organizado, vienen a signi carnos a los ojos de la razón una
necesidad por esta normalización de la violencia que incluye la vida en común, pero que a la vez la excluye
cuando se siguen repitiendo el encuentro de una fosa común más.

La complicidad de estos hechos históricos están ahí donde la singularidad cualquiera, es acallada o consumida
por la normalización de la violencia,[15] a colación tenemos todos los relatos de Primo Levi recordemos el
estupor que remarca:

No hay prisioneros que no recuerde, y que no recuerde su estupor de entonces: las primeras
amenazas, los primeros insultos, los primeros golpes no venían de la SS sino de los otros prisioneros,
de «compañeros», de aquellos misteriosos personajes que, sin embargo, se vestían con la misma túnica
a rayas que ellos, los recién llegados, acaba de ponerse.[16]

Resigni car el problema de la comunidad en el siglo xxi, es referirnos a encontrar una estructura en donde se
tome en cuenta una explicación de los expolios de violencias que se están hoy propagando por todo el orbe, así
la explicación de Primo Levi, de que aquellos que lanzan los golpes son los más próximos, aquello que lanzan
los golpes de unos a otros son la continuidad de los iguales donde no hay diferencia alguna. El crimen
organizado en México, resulta ser, que repite la misma estructura de violencia, más allá de surgir un orden y
condiciones sociales, históricas, económicas y eventuales para que permearan en Alemania por su parte el
nazismo y en México el Crimen organizado, llevan dentro de sí el Estado de excepción que se nos muestra
desocultado en las fosas comunes.

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13/10/2018 La comunidad y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común | Reflexiones Marginales

Unas de las tesis más exuberantes de Giorgio Agamben —de la cual nos apropiamos— es precisamente que el
Estado de excepción como estructura política fundamental en nuestro tiempo viene a ser una regla, por el
motivo que cualquiera puede darle muerte a cualquiera.

Cuando nuestro tiempos ha tratado de dar una localización visible permanente a eso ilocalizable, es
resultado ha sido el campo de concentración. No la cárcel sino el campo de concentración es, en rigor,
el espacio que corresponde a la estructura originaria del nomos. (…) El campo, como espacio absoluto
de excepción, es topológicamente diverso de un simple espacio de reclusión. [17]

El lager al que hace alusión Primo Levi y la guerra contra el narco, los genocidios en África… y la variedad que
alrededor del orbe dejan fosas comunes, da la posibilidad de introducir una a rmación acerca de la materia de
seguridad de la política contemporánea. Que es inevitable un fenómeno como Auschwitz o un genocidio en
Ruanda e inclusive cualquier evento con magnitudes mayores a las de Auschwitz. Enseguida si este fenómeno
apareciera no se podrían evitar; porque la violencia cuando viene a ser normalizada como la esencia de la
política, no dejará de usar violencia para que salga avante la política o se logren sus objetivos en materia de
seguridad.

http://reflexionesmarginales.com/3.0/la-comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimento-de-la-vida-en-comun/ 8/11
13/10/2018 La comunidad y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común | Reflexiones Marginales
En el Estado de excepción contemporáneo eso que llamamos poder constitutivo hoy por hoy, su base
para subsistir es la violencia que la ejerce como derecho; siempre en miras a la conservación de la vida
en común, así, sí desaparece la conciencia de la presencia latente de la violencia en una institución
jurídica, ésta decae.[18]

La comunidad es este lugar donde hay proximidad, no hay encimamiento, más allá de los distintos simulacros
de la vida en común, lo que aparece con todos estos pasajes violentos es el ensanchamiento de nuevas formas
de referirnos a la comunidad, desde las distancias.[19] Experimentar las distancias de los otros e
interpretarlas es ingresar a una trasformación y una metamorfosis del concepto de comunidad, ingresar en el
tramo de las distancias es también, contemplar las distancias de una fosa común y la retención de ese guardar
distancias. En el ejemplo de una fosa común es dar entonces cuenta de esos cadáveres privados de su
espaciamiento que también hicieron distancia.

Conscientes de que no se evitaría un genocidio por el simple uso de la razón, sino que se requiere de la
disposición de la razón de no hacerlo, y la disposición de la razón de no hacerlo decae cuando en la estructura
está normalizada por una cultura de la violencia, se concluye en la propagación de comunidades más violentas,
que se renuevan más y más siendo inevitables. Así históricamente el discurso de la reconstrucción de la
comunidad tal como hemos ondeado en todo lo anterior de este escrito, muestra lo mucho que nos ha
constado —las miles de fosas comunes—. En tal asunto se sostiene que la misma razón parece que ha sido
asaltada, no por la irracionalidad sino por ella misma.

Bibliografía

1. Agamben, Giorgio, La comunidad que viene Agamben, Traducción de José L. Villacañas y Claudio La Rocca
Pre-textos, Valencia, Pre-textos 1996
http://reflexionesmarginales.com/3.0/la-comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimento-de-la-vida-en-comun/ 9/11
13/10/2018 2. Agamben, Giorgio, La comunidad
Signatura y su violencia:
rerum, la fosa de
Traducción común y el detrimento
Flavia de la vida en común
Cosla y Mercedes | Reflexiones
Ruviluso Marginales
Barcelona, Anagrama,
2010.
3. Aristóteles, Política, versión de Antonio Gómez Robledo, UMAN, Ciudad de México, 2000.
4. Eduardo Subirats, Violencia y Civilización, Buenos Aires, Losada, 2006.
5. Giorgo Agamben, Homo sacer I, Traducción Antonio Gimeno, Valencia, 2010.
6. Nancy, Jean Luc, Ser singular plural, Traducción Antonio Tudela, Arena Libros, Madrid, 2006.
7. Nancy, Jean-Luc, La comunidad desobrada, Traducción de Pablo Perera, Arena libros, Madrid, 2001.
8. Nicol, Eduardo, Las ideas y los días, Coordinador Arturo Aguirre Moreno, Afínta, 2007.
9. Pál Pelbart, Peter, Filosofía de la deserción, Traducción Santigo García al, Tinta Limón, Buenos Aires, 2009.
10. Primo Levi, Trilogía de Auschwitz, Traducción Pilar Gómez, Barcelona, Océano, 2005.

Notas

[1] El fenómeno social de las modas en losofía es un tema y aparte, pero que le compete a la comunidad tal
como lo Esclarece Eduardo Nicol, apunta más bien con respecto a las costumbres y productos que por
naturaleza son efímeros, nos refrendamos a entender que la moda no es cosa sería, a lo que entendemos como
un fenómenos nuevo en losofía y en general en el pensamiento, es como si un virus de frivolidad hubiese
penetrado en el organismo del pensamiento. Eduardo Nicol, “Socrates que la hombría se prende”, Las ideas y
los días, página 453 y ss.

[2] Aristóteles, “libro I”, Política, 1252 a y ss.

[3] Jean-Luc Nancy, “Primera parte”, La comunidad desobrada, página 39.

[4] Jean Luc Nancy. “Entre nosotros: losofía primera”, Ser singular plural, página 39.

[5] Giorgio Agamben, “Cualsea”, La comunidad que viene Agamben, página 9.

[6] Peter Pál Pelbart, “Cómo vivir solos”, Filosofía de la deserción, página 41.

[7] Jean-Luc Nancy, “Primera parte”, La comunidad desobrada, página 13.

[8] Eustaquio Echauri, Diccionario esencial latino vox: latino-español, español-latino, Página 92.

[9] Primo Levi, “Los hundidos y los salvados”, Trilogía de Auschwitz, p. 120.

[10] Bataille comprobó que la nostalgia de un ser comunional era al mismo tiempo el deseo de una obra de
muerte. Estuvo obsesionado, con la idea de que un sacri cio humano debería sellar el destino de la comunidad
secreta de Acéphale. Comprendió sin duda entonces, tal como escribió más tarde, que la verdad del sacri cio
exigía a n de cuentas el suicidio del sacri cador. Jean-Luc Nancy, “Primera parte”, La comunidad desobrada,
página 38.

[11] Cfr. Primo Levi, Los hundidos y los salvados, Trilogía de Auschwitz, p. 447

[12] Giorgio Agamben, “Ejemplo”, La comunidad que viene Agamben, página 13.

[13] Véase Peter Pál Pelbart, “La vergüenza y lo intolerable. Cine y holocausto” Filosofía de la deserción, página
270 y ss.

http://reflexionesmarginales.com/3.0/la-comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimento-de-la-vida-en-comun/ 10/11
13/10/2018 La comunidad
[14] Toda investigación en las y ciencias
su violencia:humanas
la fosa común y y
el detrimento de la vida en
en particular en común | Reflexiones
el ámbito Marginales tiene
histórico—
necesariamente que ver con las signaturas. Tanto más urgente es para el investigador aprender a reconocerlas
y dominarlas del modo correcto, puesto que, en última instancia, el éxito de sus indagaciones dependerá
precisamente de ellas. Deleuze escribió que una investigación losó ca implica al menos dos elementos: la
identi cación del problema y la elección de los conceptos adecuados para enfrentarlo. Es preciso añadir que
los conceptos implican signaturas, sin las cuales permanecen inertes e improductivos. Puede ocurrir, así, que
lo que parece a primera vista un concepto, se revele como una signatura (y viceversa). Hemos visto, en este
sentido, que en la losofía primera los trascendentales no son conceptos, sino, más bien, signaturas y
«pasiones» del concepto «ser». Giorgio Agamben, “Teorias de las Signaturas”, Signatura rerum, página 13.

[15] Cfr. Eduardo Subirats, Violencia y Civilización, páginas 61-73.

[16] Primo Levi, Los hundidos y los salvados, Trilogía de Auschwitz, página 483.

[17] Giorgo Agamben, “La paradoja de la soberanía”, Homo sacer I, página 33.

[18] Ibídem, 57 y ss

[19] Peter Pál Pelbart, “Cómo vivir solos”, Filosofía de la deserción, página 49.

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comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimento-de-la-vida-en-comun/)

E S TA R E V I S TA E S P O S I B L E G R A C I A S A LO S P R OY E C TO S : PA P I I T I N - 4 0 2 9 1 1 Y 4 0 3 2 1 4

http://reflexionesmarginales.com/3.0/la-comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimento-de-la-vida-en-comun/ 11/11
Tradición y modernidad
en México: contribuciones
multidisciplinarias
(coordinadores)

Carlos Uriel del Carpio Penagos


Rafael de Jesús Araujo González
Esaú Márquez Espinosa
Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas


2015
Índice
Presentación general��������������������������������������������������������������������������������������������9

Territorio
Proemio������������������������������������������������������������������������������������������������������������������15

Proceso territorial: discursos sobre el pasado prehispánico y pa-


trimonio cultural en la región de Palenque y Salto de Agua������������������� 17
Joshua Abenamar Balcells González

Realidades y horizontes del pueblo purépecha en Michoacán:


territorialidad, resistencia y construcción civilizatoria�������������������������� 29
Rosa María Romero Cuevas

Chiapas y Centroamérica en la cartografía colonial�������������������������������� 39


Carlos Uriel del Carpio Penagos

Arqueología
Proemio������������������������������������������������������������������������������������������������������������������57

Grupo Los Murciélagos: diversos aspectos de una unidad


habitacional en Palenque��������������������������������������������������������������������������������� 59
Alejandro Tovalín Ahumada
Alejandro Sheseña Hernández

Cerámica de chontales: un recurso para identificar el desarrollo


sociocultural prehispánico regional ������������������������������������������������������������ 95
Deyvis Misael Oporta Fonseca

Tradición y folclor
Proemio�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������117

El Güegüense, origen sociohistórico���������������������������������������������������������������� 121


Ligia Madrigal Mendieta
Nambiyigua, cerro sagrado de Villaflores��������������������������������������������������135
José Romeo Interiano Ruiz

Calendario de fiestas en el estado de Chiapas������������������������������������������153


Esaú Márquez Espinosa

Filosofía, teatro, educación y literatura


Proemio����������������������������������������������������������������������������������������������������������������217

La voz del aterrado. Consideraciones de una filosofía sonora ha-


cia una razón doliente ante la violencia ����������������������������������������������������221
Arturo Aguirre Moisés
Óscar Moisés Romero Castro

Nocturno en que algo ocurre en la escena: notas y aproximacio-


nes al discurso teatral de Xavier Villaurrutia (X. V.)���������������������������� 233
Alejandro Ortiz Bullé Goyri

Apuntes sobre la narrativa posmoderna hispanoamericana��������������� 253


Antonio Durán Ruiz

Lêdo Ivo: cuando las hélices se detienen en el aire���������������������������������265


José Martínez Torres

“Sé leer y escribir, pero no hablo tzeltal, tío”. Educación pública


en Chiapas en el México posrevolucionario�������������������������������������������� 275
Ana Karla Camacho Chacón

Antecedentes del Ateneo de Chiapas��������������������������������������������������������� 283


Ma. Elena Tovar González

La chispa irreverente en la tradición literaria mexicana. Elemen-


tos teóricos para su estudio ��������������������������������������������������������������������������295
Rafael de Jesús Araujo González
La voz del aterrado. Consideraciones de una filosofía
sonora hacia una razón doliente ante la violencia1
Arturo Aguirre Moisés
Óscar Moisés Romero Castro2

S
e ha de precisar que éste no es un razonamiento ni la exposición
de conclusión alguna; no hay silogismos como “Sócrates es mor-
tal”, porque se parte de la constatación cotidiana de que “en Mé-
xico todos somos matables”, no solo mortales, finitos, sino matables,
violentables, violentables sometibles al desmembramiento, al ácido, al
fuego, a la tortura o a la desaparición.

Todos los griegos son mortales,


Sócrates es griego,
por lo tanto Sócrates es mortal.

Cuestionémonos si en nuestras aulas de enseñanza filosófica podemos


decir lo mismo de que

en México todos somos matables


usted es mexicano
por lo tanto, usted…

1
Este trabajo forma parte de las acciones de investigación del proyecto VIEP 2014 Fenomenología
de la violencia: el dispositivo exilio y la exclusión. El espacio, la memoria y la violencia. Ámbito de
aplicación crítica para el siglo XXI.
2
Catedráticos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

221
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

En realidad, ni siquiera la lógica implacable aristotélica aquella, susten-


tada en el principio de identidad, tan fría como aburrida y esquemática
de los silogismos,3 era ajena a la idea de un humanismo griego revelador:
la aparentemente banal idea de la mortalidad, de ese “todos los griegos
son mortales”, es la conciencia de la fragilidad humana frente a la fuer-
za de lo divino, de la guerra, de la política. Quizá en una reflexión más
honda y sentida, más fiel a la filosofía griega del siglo IV a.n.e. debería
enunciarse que

si todos los griegos son mortales, y


Sócrates fue griego,
por lo tanto, si y sólo si,

La muerte de Sócrates fue una expresión ejemplar de la fragilidad no


sólo del griego sino de todo lo humano frente al abuso, la ignorancia y
la incomprensión: pero, además, Sócrates sufrió la violencia del poder y
ante ello impuso la impotencia del saber.4
En realidad el problema es que las manifestaciones extremas de la
violencia, como puede ser el homicidio doloso, la tortura o la desapa-
rición, rompe con las secuencias reflexivas, suspende las lógicas que
transitan entre categorías asépticas y transmuta los alcances de sentido
que puedan sostener ciertos términos. La racionalidad también se con-
mociona y, sí, también, siente el temor, la incertidumbre, la intemperie.
De esta manera, uno de los retos más importantes y urgentes en Méxi-
co, de la última década a la fecha, es encontrar las rutas para hacer fren-
te a la intensa escalada de violencia en el espacio público que se ha dado
en el territorio nacional.5 Esa frontalidad de lo violento, esa plétora de

3
Aristóteles, Analítica primera, I, 4.
4
Para una exploración de la idea de “fragilidad” y “benignidad” frente a la violencia véase el texto
de Jacqueline de Romilly (2010), La antigua Grecia contra la violencia, Madrid, Gredos, pp. 61 y ss.
5
Véase, 8 delitos primero. Índice delictivo CIDAC, México 2013, disponible en http://cidac. org/
esp/uploads/1/Indice_Delictivo_CIDAC_2012._8_delitos_primero_1.pdf?__hstc=212340043.
a25717e79eab46f18383e5eae7095e2e.1389191947867.1389191947867.1394576268622.2&__
hssc=212340043.1.1394576268622&_hsfp=1150284577, Asimismo, véase Conflict Barometer
2013, del Instituto Heilderberg para la Investigación Internacional del Conflicto, disponible en http://
www.hiik.de/en/downloads/data/downloads_2013/ConflictBarometer 2013. pdf.

222
Tradición y modernidad en México: contribuciones multidisciplinarias

agravios y su consecuente sufrimiento, precisa de la problematicidad


que identifique críticamente cómo es que aquellas formas de violen-
cia, hasta hace tiempo excepcionales por su manifestación de fiereza,
encono y saña, se han agenciado el reconocimiento normalizador de lo
cotidiano, que convive con otras formas de violencia tan aceptadas, le-
gitimidas, como invisibilizadas bajo categorías históricas o dinámicas
de relación sociopolíticas.
Estamos ante una transformación temporal que, en las formas de
la violencia, repercute en una diseminación no correspondida con las
experiencias categoriales filosóficas, tanto ontológicas como afectivas,
pertinentes que deconstruyan las pétreas relaciones de todo acto vio-
lento; que gustan hoy día de mostrar un acto sin actores, armas sin ope-
rarios y violencias sin dolores ni secuelas.6
Enfaticemos en lo que aquí se sostiene que una deliberación filosófi-
ca sobre la violencia es antecedida por una disposición teórica bifocal:
a) visibilizar las formas de la violencia enunciándolas como actos in-
aceptables, injustificables por sí mismas, por cuanto al daño que ge-
neran bajo recursos consolidados y bajo otros emergentes;7 b) generar
una actitud de extrañamiento frente a toda violencia para fracturar su
normalización cotidiana, su virtualización espectacular, su analgesia
cultural por la ritualización del dolor y la culpa, así como la presupues-
ta inevitabilidad de la ejecución de la violencia.8
Como se lo ve, nos confrontamos con ideas a un proceso crecido
exponencialmente entre dinámicas individualizantes (autistas) y glo-
balizadoras (displicentes) regidas por cánones cuantitativos y unidi-

6
Durante la intensa “guerra contra el narco”, del sexenio presidencial pasado, el discurso oficial
que llegaba a la ciudadanía borraba (desrealizaba) en el flujo de la información el dolor y cualquier
capacidad, ya no sólo ciudadana sino humana, de condolencia. Términos como daño colateral y la
criminalización de toda víctima (y con inercia discursiva se mantiene a la fecha) fueron la constante
en un amasijo de soberanía, estado de derecho, salud pública y derechos humanos.
7
Agradezco enormemente la puntualización que retomo de Gerardo de la Fuente Lora, en el debate
público que tuvo lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sinaloa, con motivo de
las jornadas sobre la violencia organizadas en febrero de 2014 por Juan Carlos Ayala.
8
Cf. Eduardo Nicol (1972), El porvenir de la filosofía. México, FCE, en especial “Fenomenología de
la violencia”. Asimismo véase Rossana Reguillo (2012), “De las violencias: caligrafía y gramática del
horror”, revista Desacatos, núm. 40, disponible en http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/40%20 In-
dexado/saberes_2.pdf.

223
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

mensionales. En este panorama se inscribe el terror de la violencia, así


como su analgesia, en este mundo que repele y esconde tras represen-
taciones y funciones de entretenimiento, de ruptura, de vanguardia, de
microprocesador y hastío, lo que tendría que ser una manifestación de
este ser-fragilidad que somos, misma que nos dispusiera a la inacepta-
bilidad de la intensificación de realidades dolientes, que cavan profun-
das raíces en el yermo de nuestro territorio.
La reflexión sobre el dato mismo de las formas de la violencia, no sólo
sobre sus narrativas o la fría indicación de sus efectos, abre un horizon-
te de problemas cruciales para la compresión de lo humano como son la
muerte, el cuerpo, el sufrimiento, el tiempo, la relación, la identidad, la
política, la ética, la existencia; en fin, la reflexión sobre la fuerza en sus
lindes de la violencia extrema (aquella que mata, tortura y desaparece
a otros) apunta directamente a la irreemplazabilidad, a lo insustituible,
también, de cada cual, y por ende a la pasmosa acción violenta que co-
sifica, elimina y priva de espacio, arranca del mundo.
Aquí sobresale la relación de la violencia con el dolor, lo que hace
que el dolor sea dolor en lo que el acto violento promueve; mejor dicho,
no del dolor sino los dolores infligidos de unos hacia otros con inten-
ción de daño. Porque el dolor tiene el poder de someter la vida. Frente
al dolor y lo que lo ocasiona (el daño), el mundo, así como la vivencia,
entonces, se concentran en el punto doliente, un dolor invasivo que
quiebra el curso y la situación del existir: una rotura de la secuencia del
estar aquí y ahora:9 un espacio reducido, compactado, esto es: un no-
espacio en el que acontece la imposición al dolor.
Sostengo que para pensar la violencia común desde el espacio pú-
blico se debe tener presente la meditación del dolor, con las relaciones
y aristas, no únicamente en el sujeto doliente inmediato, sino también
en la estela de dolientes que nuestras relaciones amplían por nuestros
nexos sociales y humanos. Un espacio, en suma, doliente.
Desde esta perspectiva, es motivo y objeto de consideración la vio-
lencia en el espacio común, público. Para evitar confusiones, en una

9
Véase Christian Grüny (2004), Zerstörte Erfahrung. Eine Phänomenologie des Schmerzes [Experien-
cia destruida. Una fenomenología del dolor], Würzburg, Königshausen und Neumann.

224
Tradición y modernidad en México: contribuciones multidisciplinarias

primera aproximación teórica, puede ser de utilidad la distinción que


brinda el Informe mundial sobre la violencia y la salud de la Organización
Mundial de la Salud (OMS).10 Es decir: habría que considerar teórica-
mente la violencia desde tres ámbitos de ejecución: el autopersonal, el
intrafamiliar y el público. La violencia en el espacio público señala los
actos cometidos en el ámbito de relación de proximidad sociopolítica
en el espacio común.
Desde luego estos marcos referenciales están sujetos a discusión;
pero es posible justificar esto si tenemos en cuenta que México cuenta
con una media de 24 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes
accionados a causa de conflictos por la tierra o sus recursos, violencia
entre pandillas por el territorio o el control y asesinatos, así como vio-
lencia de Estado que atenta con dispositivos de orden y sus acciones
contra la integridad física de la ciudadanía.11 Anotemos una definición
primera:

decir “violencia en el espacio común” es señalar a un conjunto de


factores, elementos, acciones, actores, víctimas, instrumentos, con-
secuencias, que se dirigen en su empleo o amenaza (latencia de su
ejecución) con una fuerza dañina para intervenir, alterar, obligar,
controlar, organizar, jerarquizar y o usar disposiciones y posiciona-
mientos de individuos en el espacio compartido, sea este de reunión
o tránsito, que promueve o provoca heridas corporales dolorosas en
aquellos a quienes se dirige la violencia deliberada.12

Como se puede inferir, la idea de “espacio común” que aquí sostenemos


dista mucho de una institucionalización de intercambios colectivos,

10
Etienne Krug, Linda L. Dahlberg et al. (2003), Informe mundial sobre la violencia y la salud, Wash-
ington D. C., disponible en http://www.who.int/violence_injury_prevention/violence/world _ report/
es/summary_es.pdf.
11
Véase el indicador del Banco Mundial, disponible en http://datos.bancomundial.org/indica dor/
VC.IHR.PSRC.P5.
12
Esta perspectiva de violencia en el espacio común recurre a antecedentes teóricos de Nieburg,
Political violence. The behavorial process, Nueva York, Saint Martin’s Press, 1969. Asimismo véase
Jessop, Orden social, reforma y revolución. Una perspectiva del poder y la institucionalización, Ma-
drid, Tecnos, 1972.

225
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

o de una atracción cooperativa de individualidades intercambiables


y partición de bienes; el espacio común que tenemos en mente es la po-
sibilidad del encuentro para la creación de una vida compartida en la
sinergia de posiciones, de roces, de contactos. Tocar y tocarse, hacerse
espacio, es la prioridad de este postulado del espacio común, no sólo la
factualidad de asociaciones sino por la ontológica exhibición e inclina-
ción de “estar-en-relación-con”.13 Este espacio, que él mismo es tocable,
es arraigo, es la tierra en donde se es como cercanía, proximidad, vita-
lidad promesa, pero también como fragilidad, ajenidad, amenaza, estar
a merced de otros.
La responsabilidad del pensamiento filosófico en esto no es míni-
ma. Desde la Antigüedad la violencia fue estudiada, comprendida, pero
siempre fue repudiada. Se dejó claro que la violencia es una manifesta-
ción constante por la incapacidad de autarkeia y templanza entre los
humanos mortales. La consolidación de la política, la policía, la moral
y las restricciones religiosas dan razón de ello; pero también lo da el
arte y la consideración de una humana condición sufriente de todos los
mortales.
Ahora, aquí, a medida que escala la violencia –a medida que se da el
incremento de muertos y se incrementa la crueldad en sus muertes–, se
nos hace patente que el espacio común ha sido construido con cotas de
violencia contenidos en episodios históricos (conflictos políticos, con-
quistas, revueltas, revoluciones, independencias, guerras) o en marcos
de comprensión jurídica, política, cultural y mercantil (delitos, críme-
nes, ritos, pauperización de sectores poblacionales) que se han justifi-
cado como modos de lograr, extrañamente, la apropiación del espacio
mismo, de hacer del territorio el espacio común. Puede distinguirse,
ahora, que la pregunta por la violencia toca su fondo de problemati-
cidad en el momento que ese espacio se ve excedido; esto es, no puede
contener más lo que se presumía lo hacía ser espacio y ser común: hoy
el espacio común surge como un continuum de violencia que atentan ab-
solutamente contra la irremplazabilidad de la vida de los individuos,

13
Cf. Jean-Luc Nancy (2001), La comunidad desobrada. Madrid, Arena p. 15 y ss. Asimismo, véase
Jacques Derrida (2011), El tocar, Jean-Luc Nancy. Buenos Aires, Amorrortu, p. 113.

226
Tradición y modernidad en México: contribuciones multidisciplinarias

que se afirmaba ser lo más común de la comunidad. ¿Acaso no es la


repetibilidad de la muerte infundida, ahora, lo más común posible ante
la irremplazabilidad de la singularidad humana?
Asoma que la violencia en el espacio común diseminada hoy, esa que
nos conmociona por su crueldad agenciada por la voracidad armada, se
trenza con el uso técnico-racional de una fuerza, abierta o disimulada
que se ejecuta o es latente con la finalidad de obtener de un individuo o
de un grupo algo que no quiere consentir libremente,

entonces ampliemos la definición, la violencia emerge como el uso


consciente o la amenaza del uso de la fuerza física por parte de los
individuos, entidades o grupos que buscan el control del espacio
común, la manipulación de las disposiciones y acciones, así como la
conquista, la conservación o mantenimiento de situaciones ventajo-
sas al ejecutante de la violencia.14

En este sentido, la violencia homicida, dolosa, convive con aquella que


se instituye, formaliza e invisibiliza en sectores de relaciones, cuyos as-
pectos concretos de la violencia se organizan en dispositivos que bus-
can o suponen un bien mayor para la comunidad o ciertos fragmentos
de la comunidad.
Pero, a la par, formulamos que la diseminación de la violencia actual,
una expansión de violencia sin fin en su exceso, dispendio y alcance to-
tal se ha ajustado a realidades también históricas y culturales, no sólo
sociales, que exigen confrontar a todo teorizar que hace objeto de sus
reflexiones al ser, al mundo y a la acción humanas. La pertinencia del
pensar filosófico adquiere relevancia en este sentido. Pero, ¿cómo puede
ser un problema filosófico una situación devastadora como la violencia
pública del espacio común? ¿Dónde halla su legitimidad el instrumental
filosófico cuando hablamos de actos tan heterogéneos y diversos que son
abordados con pertinencia científica por disciplinas como la sociología,

14
Formulamos esta idea de violencia en relación con el “espacio común”; idea que concentra elemen-
tos teóricos de T. Honderich (1976), Political violence. N.Y., CUP, Ithaca; asimismo, V. Bufacchi (2005),
“Two concepts of violence”, en Political Studies, vol. 3, abril, núm. 2, pp. 193-204.

227
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

antropología, pedagogía, o con la autoridad de ramas del saber cómo la


biología, la medicina, la tecnología genética, o bien, con la eficiencia de la
acción policíaca, la ejecución jurídica o, en fin, con la precepción moral?
Esto es: ¿qué relación guarda la violencia con el daño y el dolor que pro-
duce? ¿Qué supone la desmemoria del dolor infundido en los individuos
por la violencia que provoca la puesta en crisis del espacio común y la
comunidad? ¿Qué reconsideraciones deben generarse del espacio común
y de la comunidad a partir del excedente de violencia en el México actual
que altera no sólo la comprensión de ciudadanía sino también la puesta
en crisis de todo espacio arraigable? La escalada de violencia –esa hibri-
dación entre brutalidad, deseo y avaricia, que absolutiza la ganancia y
desprecia a la vida misma– desterritorializa.
Con todo, asoma que el problema de la violencia en México no pue-
de solucionarse únicamente con políticas públicas o fuertes medidas
policíacas de control. Ha hecho falta, en el dominio cultural de aho-
ra, una crítica aguda y profunda de las manifestaciones de crueldad,
horror, terror, angustia, amenaza, exterminio y espectacularización de
la violencia; una crítica llevada a cabo con responsabilidad común por
parte de las ciencias humanas, encargadas de articular términos, ideas,
categorías, sentencias y cuadros referenciales que cuestionen los con-
ceptos, las estructuras semánticas, así como las comprensiones socio-
políticas tenidas por consabidas.
La ausencia de una crítica de la violencia conlleva, en suma, los pro-
blemas que de por sí ya tenían las ciencias humanas en nuestras latitu-
des: la marchita vocación de innovación, la carencia de investigación
actualizada y la incapacidad de problematización situada.15
Nos enfrentamos a la reconsideración total, no exclusivamente de la
violencia, de los análisis conceptuales y de sus implicaciones sociopo-
líticas, sino también de la humana experiencia del daño y el dolor que
le son intrínsecos a los actos violentos: individuos, singularidades vio-
lentadas, arrojadas como despojos, restos humanos esparcidos en las
calles, amontonados en fosas comunes, dejados a la intemperie en los

15
Remito al insoslayable texto de Alberto Constante (2014), Los imposibles de la filosofía en México
frente a Heidegger. México, Afínita, ebook.

228
Tradición y modernidad en México: contribuciones multidisciplinarias

descampados, colgados de los puentes, calcinados en los camellones.


Estamos no solo ante el deceso de una vida sino ante el límite de la
consideración absoluta de aquello que somos en tanto que humanos.16
Precisamos el reconocimiento frontal hacia una cultura, mejor aún,
una promoción de la violencia que ha inducido, en su espectacularización,
una a-nalgesia: un proceso indolente que a través de la exposición cons-
tante en los medios ha sobreencimado la imagen, el dato, la virtualidad
de un acto que toma distancia, mejor dicho, que neutraliza el dolor que
inflige.17 Esta violencia analgésica debe contrastarse con la considera-
ción ontológica de la muerte infligida violentamente: una existencia
singular que exhibe su vulnerabilidad, su fragilidad expuesta ante el
acto de destrucción del otro; acto en el que es evidente que lo que el
dolor infligido exhibe es que todos somos dolientes.
Atiéndase que la violencia, entonces, en este caso la violencia ho-
micida que ha campeado en el espacio público mexicano, no puede ser
considerada bajo criterios del fin vital de una ajena y distante indivi-
dualidad irremplazable, sino también de la consideración de una pro-
funda vulneración al valor absoluto-irreparable de la víctima.
Desde el espacio doliente que ha generado la violencia en México,
nos encontramos ante la posibilidad, y la necesidad, de cuestionar a la
comunidad allí en donde se afirmaba lo común; esto de cara al espa-
ciamiento y al terror. La reconsideración del espacio común desde la
violencia altera los imponderables políticos, ontológicos, éticos y cul-
turales que sostenían esas formas de asociarse y disociarse, de prender-
se y desprenderse que se habían enfatizado en la historia.
Estamos, entonces, ante la interpelación vocacional de la filosofía
por replantear no sólo la escalada sino la estela de la violencia que deja
dolientes sobre el espacio. Porque todo acto de violencia afecta al arrai-
go y manera de estar arraigado: esa acción de hacer del espacio, de la
tierra, algo vivenciable. Los actos violentos, en su latencia o ejecución
nos des-arraigan, nos dejan sin-tierra, a-terrados; porque ese espacio,

16
Véase Adriana Caravero (2009), Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea. Barcelona,
Anthopos, p. 27.
17
Véase Félix Duque (2004), Terror tras la posmodernidad. Madrid, Abada, p. 71.

229
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

hoy espacio doliente, muestra una evidencia más: que “todos somos
matables” y debemos vivir a-terrorizados.18
El acto violento que mata nos descubre, nos exhibe, la fragilidad de
una existencia nuestra sin tierra y de un espacio común que se vuelve
una intemperie compartida: un espacio doliente de dolientes.
De esta forma, aunado a la conjunción de la violencia, deberemos
enfatizar el dato de que el espacio no puede asentarse en la horizon-
talidad del paisaje y la verticalidad de los hombres en pie; el territorio
común deberá pensarse también hacia la zanja, la barranca, el hoyo, la
fosa, en suma, la oquedad de nuestro espacio en que reclaman espacio
los deprivados de espacio, los cuerpos y sus encimamientos, sus frag-
mentaciones producto de la mutilación y la diseminación de partes hu-
manas. Debemos pensar la comunidad, el sometimiento, la nulificación
de todo rastro de dignidad humana, que integran ahora los actos de vio-
lencia homicida, un umbral en donde todo puede pasarnos, en donde el
mundo, el cuerpo, la vida son alterados hasta perder significado en un
espacio doliente, un espacio de terror, una deformación de la existencia
en lo “a-terrador”.

Conclusión

El cuerpo es gravedad y no flota, ante este que es pesado y carga su


propio peso, sólo el lenguaje va a ser aquel que ejercerá su propia iner-
cia sobre él; por ello es preciso hacer la entonación ahí en donde no se
esperaría. Alterar la tonalidad de la argumentación con la síncopa de la
razón, y hacer un esfuerzo por pensar la violencia desde otra sonoridad
que ocupe la espaciosidad: la violencia que deja cadáveres y que inte-
rrumpe la comunidad, darle el sentido a nuestro lenguaje que enuncia
una comunidad y que no se pierda en la escisión entre nuestro espacio
18
Véase R. Reguillo, “De las violencias”… op. cit.; asimismo véase la categorización de terror que lleva
acabo F. Duque, Terror tras la posmodernidad, op. cit., pp. 15-17. Siguiendo el recorrido freudiano de
lo siniestro y la angustia heideggeriana, Duque afirma que el terror es una manera de estar, de ser
en arrebato de todo sentido; ser desarraigado y en lo inhóspito que promueve el dolor de todo acto
violento. El horror, por su parte, es esta manera de trivializar estetizante que ha diseñado la posmo-
dernidad, una analgesia y anestesia que pone distancia y seguridad entre mi vivencia y el dolor ajeno:
la imposibilidad de con-dolencia.

230
Tradición y modernidad en México: contribuciones multidisciplinarias

y el verbo; es decir, en el cuerpo que hemos inventado, sino una política


que abarque a los excluidos,19 marginados y sus víctimas con sus sufri-
mientos.
Ahora la voz y la filosofía sonora que habla de la violencia, debe lle-
var también contenidos los llantos y lamentos de los victimados, de la
comunidad interrumpida, para escarbar las palabras, una y todas. Esta
función de enunciar el llanto, señala la comunidad de la deuda (de los
deudos y deudores, de los dolientes y los que infligen el dolor) frente a
una supuesta comunidad contractual. En esta hay fuerzas, organización
de fuerzas; en la de la deuda hay negaciones, privaciones, incapacidades:
ahí aparecen los migrantes, los indígenas olvidados, los pobres dejados
por la modernidad, el miserable que se enriquece a costa de todos, lo que
nos debe el sicario, el soldado, el “halcón”... todo toma su lugar, también.
La violencia no termina en la fuerza, la violencia no se puede pensar
sólo como una tensión de fuerzas, no basta con identificar que la vio-
lencia es aquella fuerza desmedida ejercida de un agente a un pacien-
te.20 Al final, se trata de identificar el lugar ontológico de la violencia;
no la simple operación o aplicación de la fuerza, sino su dislocación que
provoca la emergencia del dolor y la exhibición absoluta de la fragilidad
de cada quien.
Además, pensar la violencia, entonces, más allá de lo muerto, im-
plica hacer también espacio, conceder al espacio que reclaman los vio-
lentados. Oponerse a la banalización y normalización de la violencia
requiere que no se le arrebate su singularidad al acontecimiento: cada
violencia opera sobre una singularidad irremplazable, inconmensura-
ble en sus sueños, sus ideas, sus faltas, sus errores, sus esfuerzos, y, a
la par, lo inconmensurable del dolor inaceptable que es infundido por
otro. La violencia, el dolor, el sufrimiento acometido a cada singulari-
dad no pueden ni deben homogenizarse en la cuantificación.
En suma, cada violencia es la interrupción de nuestra comunidad,
pero es simultáneamente la deuda de nuestra existencia en común. Tal

19
Agamben, G. (2010), Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida. Valencia, Pre-Textos, pp.
224-229.
20
Cf. Vittorio Bufacchi, op. cit., p. 295.

231
Carlos Uriel del Carpio Penagos, Rafael de Jesús Araujo González,
Esaú Márquez Espinosa, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz

vez por ello también habría que buscar los sonidos y las palabras, para
que se muestren los alcances y limitaciones de lo que la filosofía puede
y lo que precisa. Nos debemos a ese espacio que reclama nuestra aten-
ción: se nos ha exigido a esta generación conformar una comunidad de
la deuda y la penuria, no de la idea política del contrato y su juego de
fuerzas. Una comunidad que ha de dar razón, entonces, de la violencia.

232
Rectoría
Ing. Roberto Domínguez Castellanos
Rector

Dr. José Rodolfo Calvo Fonseca


Secretario General

Mtro. Florentino Pérez Pérez


Secretario Académico

Lic. Adolfo Guerra Talayero


Abogado General

Lic. Ricardo Cruz González


Director de Administración

Mtro. Pascual Ramos García


Director de Planeación

C.P. Miriam Matilde Solís Domínguez


Auditora General

Lic. Roberto Ramos Maza


Director de Extensión Universitaria

L.R.P. Aurora Evangelina Serrano Roblero


Directora de Servicios Escolares

Dra. María Adelina Schlie Guzmán


Directora de Investigación y Posgrado

Mtra. Brenda María Villarreal Antelo


Directora de Tecnologías de Información
y Comunicaciones

Lic. Noé Fernando Gutiérrez González


Director del Centro Universitario de Información y Documentación
VIOLENCIA EXPUESTA,
CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS SOBRE
EL FENÓMENO DE LA FOSA COMÚN

Arturo Aguirre
aguirre.arturo@yahoo.com

Oscar Moisés Romero Castro


moiromero08@gmail.com

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

ESPACIO I+D, Innovación más Desarrollo • Vol. IV, No. 9, Octubre 2015 • ISSN: 2007-6703
VIOLENCIA EXPUESTA, CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS SOBRE EL FENÓMENO DE LA FOSA COMÚN
83

RESUMEN

El artículo aborda el acontecimiento de la violencia actual como un


fenómeno de fuerza excesiva aplicada entre personas, dentro del es-
pacio común, con la finalidad de causar un daño irreversible en la
integridad ontológica del paciente de la fuerza. Esta reflexión, desar-
rollada desde el enfoque de la filosofía social, se lleva a cabo tomando
como punto de partida el paradigma de la fosa común, y se integra a
los análisis (desde el concepto de lo común) de la comunidad, con-
cepto que la filosofía contemporánea desarrolla; aunque nosotros
proponemos el análisis de la fosa común y la violencia en el espacio
público desde claves de pensamiento sobre el espacio vivido y doliente.

Palabras Clave.
Fosa común, encimamiento, espacio, comunidad, violencia

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VIOLENCIA EXPUESTA, CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS SOBRE EL FENÓMENO DE LA FOSA COMÚN
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VIOLENCE EXPOSED. PHILOSOPHICAL


CONSIDERATIONS ABOUT THE PHENOMENON
OF THE MASS GRAVE

— Abstract —

This paper deals with events of the current violence as a phenomenon


of excessive force applied between individuals, in the common space,
with the aim of cause irreversible damage to the ontological integrity
of the force’s patient. This discussion, developed from the perspective
of social philosophy, takes place from the starting point of the para-
digm of the mass grave, and it integrates to analyzes (since concept
of the “common”) community; a concept critically developed by the
philosophy contemporary; although we propose the analysis of the
mass grave and violence in public space since the key thought about
the lived space and the suffering space.

Keywords.
Mass Grave, Superimpose, Space, Community, Violence

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VIOLENCIA EXPUESTA, CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS SOBRE EL FENÓMENO DE LA FOSA COMÚN
85

E
l fenómeno de la fosa común, aunque con constantes registros a
lo largo de la historia de las comunidades1, no deja de generar,
en la secuencia cotidiana de la existencia compartida, una grie-
ta, una fractura en la forma de concebir la relación y sus formas de acon-
tecer, porque en la fosa común se da el testimonio negativo de la muerte
colectiva. Ya sea, desde esos mismos registros, que la fosa común se ge-
nere por causas de enfermedad, funcionalismo ante el deceso masivo o
por una pragmaticidad política para ocultar la atrocidad del exceso del
poder de dar muerte (esa subyugación ante el poder por el sacrificio y
terror que Achille Mbembe (2008) ha llamado “necropolítica”), lo cierto
es que la fosa común ―más allá de las particularidades y de las instru-
mentalidades― genera la frontal disolución de la individualidad, de su
espacialidad y de su memoria tan singular como única: se trata de la
liquidación de la identidad irremplazable, irrepetible e irreversible de
cada yo que ha sido dispuesto en una fosa común de una forma satu-
rada, encimada, desespaciada, en la expectativa de la deshumanización
de las víctimas que atenta contra el ser (espacio) de cada quien, mismo
que las tradiciones culturales han afirmado con las milenarias y diver-
sas prácticas funerarias (Coulanges, 1982: pp. 36-51).
En la actualidad, una preocupación creciente ha prestado atención
a los datos de la violencia. Así, los estudios interdisciplinares sobre la
violencia actual refieren a estos actos como instrumental, o bien como
absoluta. Instrumental en tanto son mediaciones agenciadas para ace-
lerar un proceso con la meta de obtener un fin deliberadamente perse-
guido. La violencia absoluta (o gratuita o banal) refiere actos cuyo fin
ha sido suspendido para congraciarse a sí y en sí misma; en este sentido
habrá de referirse a actos como la violencia innecesaria (crueldad) que
se aplica al cuerpo sin vida inerte (véase Sosfky, 2006: pp. 88 y ss.)

1. Tómense en cuenta los pozos en Gran Bretaña por la peste bubónica del siglo XIV; las fosas de los Campos de
la muerte en Camboya como dinámicas de genocidio durante el régimen de Pol Pot (1975-1979); las del estali-
nismo en la Gran purga entre 1937 y 1938; las de Hart Island en EE.UU. como producto del aprisionamiento, y un
largo etcétera. (Véase, Joseph Cummins, 2010.)

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En este artículo hablaremos de la fosa común, cavada desde un


uso instrumental de la violencia con la finalidad de generar una infra-
estructura para esconder al cuerpo en la tierra. Así, el abordaje teórico
sobre la fosa común se da desde el marco referencial de la violencia al
cuerpo inerte en el espacio común. Se percibe, asimismo, este fenómeno
como un acontecimiento de interrupción. Una comunidad que antes que
su progreso o su desarrollo tiene que volver sobre sí con la conciencia
de una desdicha constitutiva (Nancy, 2005: p.9 y ss.); porque la crisis
que opera detrás de una fosa, el hoyo o la zanja llena de cuerpos, es
la afirmación de una muerte que es, se presume o se quiere anónima,
fragmentaria y olvidable2. Lo que buscamos con este artículo es dispon-
ernos culturalmente, humanísticamente, de otra forma ante la violencia
y el horror que vivimos en México y el mundo, desde el descubrimiento
y énfasis de la fragilidad corporal (humana constitución nuestra) que
puede permitirnos acceder a la consideración de los muertos y de los
vivos, en donde puede despuntar la solidaridad humana, sumamente
humana, de la condolencia. Pues no basta una definición de violencia
o un esquema categorial de estudio aséptico si en ello la crítica de las
ciencias humanas nos insiste en la compasión, así como en la condo-
lencia en nuestras colectividades y en nuestro país todo.

***

Desde la Antigüedad la violencia fue estudiada y comprendida, pero


siempre fue denunciada como inaceptable, “y quizá sea precisamente
por haberla experimentado por lo que pudo [el griego] expresar con
tanta fuerza su rechazo y su deseo de abolirla” (Romilly, 2010: pp.

2. Como se enfatizará más adelante, una inercia de la historia de la filosofía pero también de los consabidos cultu-
rales, presume que la muerte o la destrucción (crimen) ontológica, solamente puede ocurrir a una persona “real”,
viva, no al cuerpo, cadáver o al muerto. La violencia absoluta o gratuita denunciada en el siglo XX y lo que va del
XXI por Hanna Arendt, Primo Levi, Emmanuel Levinas, Giorgio Agamben, así como por organismos internaciona-
les y organizaciones no gubernamentales, nos permiten de momento llamar la atención a que nuestras catego-
rías, marcos referenciales, discursos y presuposiciones han sido superados por la facticidad de una violencia en
crecimiento exponencial [son más los agentes de violencia, más los instrumentos, más las víctimas que sufren no
solo en “vida”, sino en su integridad corporal (ontológica) hasta después de la muerte].

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9-18). Fue mediante el pensamiento y las expresiones culturales que


se buscó la regulación, contención o prevención (bien por el derecho,
la política, las expresiones artísticas, la ética, la educación).
Todo ello nos sugiere que hay en Occidente una memoria de la
violencia y sus formas, una comprensión y resistencia, por lo cual es
posible, para la racionalidad y el quehacer científico, orillar todos sus
esfuerzos hacia una cultura de la no-violencia y contra la violencia, en
donde las ciencias humanas deben cuestionarse a sí mismas ¿qué tipo
de problema es la violencia y cómo se habrá de precisar la pregunta
sobre el exceso de la fuerza que aniquila? Desde esta perspectiva, es
motivo y objeto de consideración aquí la violencia (absoluta) en el es-
pacio común, público.
En una primera aproximación teórica, puede ser funcional la dis-
tinción que brinda el Informe mundial sobre la violencia y la salud
que la Organización Mundial de la Salud nos sugiere (Krug, 2002). En
ese tenor, habría que considerar teóricamente la violencia desde tres
ámbitos de ejecución: el autopersonal, el intrafamiliar y el público. El
autopersonal indica a aquellas acciones violentas que un individuo
ejerce sobre sí mismo; el intrafamiliar se refiere a acciones de violencia
en el núcleo social con personas que se conocen unas a otras; y la vio-
lencia en el espacio común señala los actos cometidos en el ámbito de
relación de proximidad sociopolítica en el espacio público. Desde luego,
estos marcos referenciales están sujetos a discusión, pero se justifican
si tenemos en cuenta que en México los altos índices de homicidios
intencionales se llevan a cabo día a día en el espacio público.
Las definiciones sobre la violencia pueden ser amplias o mini-
malistas. Amplias en el sentido que refieren a un orden de derechos
que el acto violento transgrede: la violencia o violación de leyes, de
derechos, de normas, daños psicológicos etc.; minimalistas, a su vez,
en el entendido de que esos mismos actos son referidos a la relación
de agente de fuerza y el daño (véase Bufacchi, 2015: pp. 13-37). La fosa
común que busca invisibilizar un crimen no refiere únicamente al daño
causado a los ahí tendidos, vulnerados; sino también a la trasgresión
del orden normativo de nuestra existencia y del desobramiento del es-

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pacio común, de su desrealización como espacio de vida. De manera


amplia, entonces, podemos definir operativamente la violencia en el
espacio común como un conjunto de factores, elementos, acciones,
actores, víctimas, instrumentos, consecuencias, que se dirigen en su
empleo o amenaza (latencia de su ejecución) con una fuerza dañina
para intervenir, alterar, obligar, controlar, organizar, jerarquizar
y/o usar disposiciones y posicionamientos de individuos en el espacio
compartido, sea este de reunión o tránsito, que promueve o provoca
heridas corporales y dolor indeseable en aquellos a quienes se dirige
la violencia deliberada.
La pertinencia del pensar y aportación de las ciencias humanas
adquiere relevancia en esta problemática. Pero ¿cómo puede ser un
problema filosófico ante una situación devastadora como la violencia
en el espacio común? ¿Dónde encuentran legitimidad las categorías
provenientes de las ciencias humanas cuando hablamos de actos tan
heterogéneos y diversos? Sugerimos la vía teórica de análisis general
de la violencia: evidenciar sus rasgos, sus características en los actos
de homicidio intencional bajo una dinámica creciente que no parece ser
efecto sino constituyente de esta violencia: la fosa común. Entonces,
¿qué reconsideraciones deben generarse del espacio común, de la ciu-
dadanía y la comunidad a partir del excedente de violencia expuesta
en la fosa común? La escalada de violencia y la proliferación de fosas
―esa hibridación entre brutalidad, deseo y avaricia, que absolutiza la
ganancia y desprecia a la vida misma― pone en interrogación y sus-
penso cualquier espacio, en tanto que lugar de vida 3. En este plano la
filosofía se encarga de pensar la existencia que tiene lugar ahí: ocu-
pando un espacio. El pensamiento filosófico opera, de tal manera, con
categorías que en filosofía llamamos ontológicas: piensan y articulan
el discurso desde el ser de los existentes, de la forma de estar unos
junto a otros; en lo que corresponde a lo humano, pensamos su ser

3. Véase el recuento incontenible día a día que en México se da sobre fosas clandestinas, cementerios ilegales,
tiraderos y narcocementerios, que están presentes en las notas de la prensa nacional. Por poner ejemplos: en
periódicos como El Universal (Muedano, 2013) y Milenio (Michel, 2013).

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en su tiempo y su espacio, su constitución, sus relaciones y la forma


ser de ser común, de estar en común. Entonces ¿cómo se desarrolla
un pensar ontológico en relación con el ser de cuerpos mutilados que
interrumpen la idea de una continuidad vital en la geografía del país?
¿cómo pensar no solo esos cuerpos, sino aquellos vivos que un día
fueron? ¿cómo categorizar el horror de las fosas comunes, lugares de
horror, de vidas prescindibles, matables, excedidas?
Así, por principio, elaborar un análisis del empleo panorámico
del concepto “fosa” y, sobre todo, de cuerpos encimados en un hoyo
cavado en la tierra ( fosa común) tienen una connotación referida a un
espacio legal, paralegal o ilegal 4. En especial, en España los estudios
sobre este fenómeno tan singular denotan una expresión casi política,
¿qué pasa en el momento de exhumar una fosa común? Para algunos
estudiosos españoles tratar de responder la pregunta es intervenir al
núcleo de la memoria, el dolor y el sufrimiento de las víctimas yacidas
en las fosas; se analiza la complejidad y dinamismo del proceso, que
incluye desde iniciativas políticas y judiciales de enorme proyección
pública y mediática, lo que han llamado ley de la memoria (Ferrándiz,
2009: p. 4 y ss.). En las últimas décadas esas inciativas han llevado,
en España, los procesos ante la Audiencia Nacional con la finalidad de
que se declaren competencias jurídicas para investigar y juzgar pre-
suntos delitos de detención forzada e ilegal, fundamentalmente por la
existencia de un plan sistemático y preconcebido de eliminación de
oponentes políticos a través de múltiples muertes, torturas, exilios y
desapariciones (ídem.).
Fue así que se llegó a la reconsideración de entender a la fosa no
solo como el espacio a donde fueron a dar aquellas y aquellos que no
se allegaron al plan político del franquismo; lo que obligó a pensar en

4. Adviértase por adelantado y como aclaración que no toda “fosa común” es clandestina. Los espacios de sepul-
tura no siempre son individuales. Lo que sucede es el cambio conceptual que se opera en el discurso político
(necropolítico) para asegurar que toda “fosa común” encontrada en el país no es clandestina por estar en donde
no debe estar, sino por contener presuntos integrantes de grupos criminales. Lo que opera es el dispositivo de
criminalización que exime de responsabilidades ministeriales, legales y ejecutivas que aclaren los hechos y se-
ñalen al victimario en la autorrealización del crimen conteniendo criminales que sería la fosa clandestina en sí.

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el término de lo común más allá de un leguaje arcaico de prácticas ju-


rídicas que pasaban desapercibidas ante el fenómeno de la fosa para
generar el común olvido político (Madrid, 2010: pp. 77). Todo lo cual
ha decantado en conceptualizaciones que se han vuelto una encrucijada
para la pragmaticidad y el pensar sobre la politicidad misma de la co-
munidad desde las desapariciones forzadas y las fosas comúnes abier-
tas en los últimos diez años. Los conceptos dan pauta para reflexionar
sobre: i) la memoria común del daño causado por el poder soberano
a los gobernados, ii) el dato de la fosa común desde el plano biológico
(biopolítico) de cesar la vida, iii) la frontal vulneración de derechos
civiles y iv) el exceso destruye y busca borrar la condición humana de
las víctimas. Todo ello pierde las dimensiones de una forma de dialéc-
tica de la violencia resuelta en la continuidad y progreso de historia de
una nación (España), para convertirse en un acontecimiento ―cada
fosa común― que suspende la historia (su gloria y su camino hacia la
conformación de los grandes discursos) para mostrar la interrupción
de la secuencia temporal, a través de la investigación y la exigencia
pública que realizan los familiares de los hombres y mujeres lanzados
a las fosas. La noción de acontecimiento, en tal sentido, es un término
de emergencia, es decir, el algo que ocurre en la secuencia lineal del
tiempo sin que esté previsto que ocurra, que tenga lugar. Por lo cual, el
acontecimiento es la suspensión o interrupción de la continuidad de los
hechos normales y habituales del día a día en las formas de convivencia
(Virilio, 2006: pp. 36-41), ello cuando emerge o acelera drásticamente
los procesos de daño o muerte en la integridad de las personas.
La fosa común, entonces, en cuanto acontecimiento es un acto
inesperado, eruptivo e imprevisible, que implica una inusual destruc-

5. Es de destacar que la búsqueda por ficheros en México no da por resultado una atención detenida al problema
o tema de la “fosa común” en los medios de publicación académicos y de investigación. Contamos con informes
de la prensa, muy valiosos muchos de ellos, que brindan documentación (estadística, gráfica y testimonial) pero
las ciencias humanas no han logrado capitalizar un discurso riguroso y reflexivo sobre la “fosa común”. Aunque,
por otro lado y como lo aprecia el lector, el problema en cuestión implica reflexiones ontológicas, antropológicas,
sociológicas, estéticas, históricas y políticas, con la adecuada formulación de marcos teóricos, que son precisa-
mente de los que carecemos hasta el momento en México

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ción del espacio y la integridad individual de las víctimas (cosificadas


para ser merecedoras de la destrucción violenta).
Muy diferente a lo que sucede en España, el acontecimiento de la
fosa común en México no ha pasado por una reflexión crítica5 sino que
se ha incorporado a las prácticas analgésicas y amnésicas del uso de la
imagen, la información y la “normalización” de la violencia homicida
en el espacio común. Las dificultades a las que nos enfrentamos son
que el concepto complejo de “fosa común” aún no es representado en
nuestra conciencia colectiva como un problema común de violencia en
el espacio público.
En el contexto que ha dejado el crimen organizado en México, la
violencia aplicada en la fosa común deviene de una práctica del des-
hecho para descomponer al cuerpo, terminar con su figura, eliminar
su presencia, borrarla del mundo. Práctica insistente desde el crimen
organizado y replicada por otros órdenes de control (policiaco, político,
militar, comunitario) del espacio público. Estas prácticas difieren de
las del mencionado franquismo, pues en España las fosas eran cavadas
para los opositores políticos; en México, por su parte, la violencia acon-
tecida en la fosa es en sí una exposición de excepción, porque no se
trata en absoluto de bandos de ideales políticos, se trata de mostrar
quién o quiénes son aquellos que controlan el derecho de dar la muerte
y tienen, por ello, la oportunidad de administrar la vida (Agamben,
1998: p. 20 y ss), de regular el espacio de vida, de dar o quitar espacio
a los muertos, de someter al olvido a colectivos e individualidades.
El fenómeno de la fosa común en México, después de una espec-
tacularización de la violencia acometidas en el cuerpo (como el desol-
lamiento, el descuartizamiento, cabezas tiradas en el asfalto, cuerpos
incinerados…) ―eventos que tuvieron relevancia en el 2006 hasta el
presente año―, determinan que el acontecimiento de la fosa no nece-
sariamente es un fenómeno común, sino parte de una cultura que
declina ante la valoración de la vida y empezó a asimilar la violencia
del cuerpo en el espacio común después de una banalización en los me-
dios de comunicación, proveniente de la estética repetición nihilista y
anestésica. El desfase es que los eventos violentos aumentan, pero los

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conceptos más cercanos para referirnos a las fosas que son encontra-
das cotidianamente muestran al otro vulnerado hasta el exceso como
parte de una clandestinidad organizada. Es decir, antes de focalizar la
atención discursiva en el concepto de un problema común ―la muerte
infligida de manera colectiva―, los dispositivos discursivos orientan la
conceptualización hacia a la conversión de los vulnerados como crimi-
nales y de la fosa como un evento clandestino, en donde se contabilizan
cuerpos arrojados (representación cuantitativa que genera una idea de
anonimidad). Todo ello persigue la suspensión del daño (propio del
acto violento) que esas muertes señalan en su propia evidencia, en su
propio aparecer que es no solo una muerte individual sino una prob-
lema común. Hoy mismo, el recuento o fría enumeración de muertos
y lugares que han sido señalados como espacios de horror en México
suspende la idea de un espacio de derechos, de bienestar, de oportuni-
dades, de desarrollo. Somos “testigos integrales”, sobrevivientes de
una violencia creciente que hace víctima a cualquiera y en donde sea,
violencia que pone en entredicho este espacio común y la cualidad del
nosotros. En verdad, este espacio puede suponerse unido e integral,
pero lo cierto es que la constante interrupción, cada fosa común hallada
desde el río Bravo hasta el Suchiate, afirma la fragmentación del espacio
por ser territorio de horrores. Por ello, el dispositivo anestésico de la
violencia se complica, pues no basta con la repetición sino que surge la
apelación discursiva a la enumeración la cual se vuelve no solo nece-
saria sino urgente: el acontecimiento de 200 cuerpos hallados (no solo
72) en la fosa de San Fernando Tamaulipas se nulifica a un accidente
noticioso con la aplicación del número que es abstracto, interminable
en su secuencia y que no da razón ni testimonio del sufrimiento ni del
dolor ni de las causas; por lo que las víctimas y la violencia mimética
que recorre intermitente Tamaulipas, Tierra caliente, Iguala, Boca del
Río, Ciudad Juárez, Culiacán, Tijuana, etcétera, queda contabilizada
pero no razonada ni imaginada.
Así, desde hace pocos años, las fosas comunes, su mención públi-
ca, sufrió un giro en el discurso político: había que despegar el con-
cepto de lo común (concepto político por antonomasia desde la koinoîa

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griega en la pólis hasta la communitas de la ciuitas latina) de un


evento cruento cada vez más reiterado y que se negaba a la reducción
numérica; así, se propagó por los medios de comunicación, desde in-
stancias jurídicas y políticas, dejar de hablar de “fosas comunes” para
dar lugar a las llamadas, primero narcofosas y después consolidarse
en “fosas clandestinas” (Lara, 2014). Clandestinas por referirse a fosas
llenas de cadáveres de delincuentes y criminales, que en concomitancia
se homologó con este sector. Los criminales son seres despreciables,
generadores de una aritmética deficitaria del daño: dañan los lazos de
la comunidad, la confianza interpersonal e institucional, vulneran al
todo común (la nación, la ciudad, el país, al nosotros). De ahí que se
permitió el tránsito del cadáver que estuviera arrojado en una fosa ten-
dría alguna participación con el sector delincuencial, mejor aún, con el
crimen organizado. Todo cadáver en una fosa clandestina se somete al
aura de la criminalización. De ahí que la fosa clandestina no tenía más
relación con las fosas comunes (aquellas que conocimos por enferme-
dad o por eficientar los panteones públicos), sino que devino un todo
rechazable, por cuanto en ello se reconocía la integridad de lo excluido,
repudiable, criminal, narco y organizado. La organización de la muerte
¿a quién más podría aplicarse sino es aquellos que están involucrados
en el crimen organizado? Así, la exclusión de lo clandestino operará
no solo en el desarrollo discursivo mediático y en concomitancia en el
juicio social, sino también en el ámbito jurídico que pocas facultades
tiene para conceptuar a la fosa misma.
Más allá de todo el contexto y las circunstancias que puedan in-
volucrase en el acontecimiento de la fosa común o clandestina, la evi-
dencia que deja y la marca profunda en la cual nos introducimos al
interrogarnos sobre este problema es el de la espacialidad que ocupa
en el mundo un sitio lleno de cuerpos; pues una reconsideración con-
sistente que tome en cuenta la mortalidad de los hombres y mujeres,
de sus cuerpos y los lugares que ocupan en las fosas comunes, reper-
cutiría en las nociones y formas de concebir el espacio mismo que la
OMS en su Informe mundial refiere como espacio público o común
(Krug, 2002: p. 238)

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***

La preocupación que detona cualquier meditación sobre la fosa no es,


por principio, ni la de un espacio (habitáculo) hecho para recibir, en-
gullir y pretender la desaparición de muertos ni, tampoco, es la idea
misma de los muertos ahí tirados6. La violencia tiene la impronta del
exceso de fuerza, de un daño; quizá, entonces, el sustantivo violencia
debería restringirse al punto en donde la fuerza es excesiva y en donde
la destrucción está siempre articulada. La idea de que la violencia es
fuerza desmedida, absoluta y condenable por sí, no parece extenderse
en la historia de Occidente hacia todos los ámbitos de la vida tanto
como se cree. Tal vez, aún hoy, la idea de las guerras justas o preven-
tivas que suspenden garantías, reconocimientos mínimos humanos,
son propias de este hacer fuerza o forzar para mantener en su límite a
lo temible (Romilly, 2010: p. 10 y ss.). En verdad, la reflexión filosófica
en la tradición instala a la fuerza, conflicto, violencia, vigor e ímpetu en
una misma zona que solo es discernible por sus narraciones; es decir,
por aquello que dota de sentido al acto de fuerza: el héroe, la gloria del
Estado, la defensa de la República, la integridad de la comunidad, la
sanidad del orden y un largo etcétera. El acto violento parece quedar,
en ese horizonte de sentido, fuera de aquello que es seguido de la jus-
tificación inicial y final: el acto suelto, banido de razones y motivos. El
acto violento, a diferencia de la agresión, parece necesitar siempre su
justificación para iniciar su agencia (Arendt, 2013: p. 105).
Hace unos cuantos siglos, sobre todo por la influencia de la
Ilustración, comenzamos a comprender la excepcionalidad de la vio-

6. Un discurso que fluye con fuerza y arremolinado por debajo del serpenteante discurso político, o mediático, o
bien filosófico sobre la fosa común es el discurso del victimario. Desde hace tiempo sabíamos de una terminología
esotérica propia del crimen organizado, pero se hizo evidente en los últimos días en México sobre el asesinato
y levantón de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa (septiembre 2014). La fosa común sería, para el
victimario, el tiradero, a diferencia del discurso oficial que habla de fosas clandestinas. Al escribir estas líneas
somos conscientes del limitado alcance de nuestro marco de trabajo (categorías sociológicas, filosóficas, antro-
pológicas, culturales y políticas) que hacen una “polémica de sombras” frente a un lenguaje (criminal y o político)
que agencia de manera directa la indolencia y analgesia frente a sus propios actos o negligencias u omisiones.

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lencia, su rasgo emergente como recurso cuando falla el concurso de la


razón; aunque ese recurso, no ajeno a las razones, como hemos dicho,
fue absorbido nuevamente por las narraciones de la historia, por la
legitimidad, primero, de la conquista, de la invasión, de la usurpación
y después vinieron los discursos de la emancipación, la revolución, la
descolonización, la resistencia, la revuelta… (Calleja, 2003: p. 65 y ss.).
Más allá de los castigos que padecieron el exiliado, el hereje, la bruja o
el criminal; es decir, aquellas violencias jurídicas, legítimas que hici-
eron de hombres y mujeres seres invisibles, temerosos de perder la vida
a cada paso, de aquellos que fueron torturados, quemados, hervidos en
aceite en las plazas públicas, lapidados y después llevados a la sombra
del orden jurídico-racional de la prisión o el manicomio (Foucault,
2003: p. 106), más allá de esto, un breve repaso por nuestra historia
moderna nos permite darnos cuenta del excedente de violencia de esa
fuerza física brotante y desbordante, ahora sistemática, tecnológica,
plena y contundente bajo la que hemos venido al mundo en el tránsito
de la excepcionalidad a la regularidad de la vida, esto es: la posibilidad
de ser vulnerados, de ser un cualsea (Agamben, 2006: p. 57) tirado,
ejecutado, aterrorizado.
Toda vez que se ha querido hablar de ese misterio que recorre
todo entendimiento, que lo trastoca, lo indecible por ver esos cuerpos
tendidos, esos que ha dejado todo el discurrir de la historia desde la
fuerza que inaugura a Occidente como la Ilíada o el poema de la fuerza,
(Weil, 2013) y que pasan por las violencias de ayer y hoy, hacen com-
prender y poner la disposición del pensamiento en adquirir conceptos
para entender qué es lo que llena una fosa: una fosa común es llenada
por cuerpos de hombres y mujeres que son o pretende hacer que sean
un dejo del olvido de la historia omnívora, inmanente en su propia
resolución interna que reduce al individuo a ser parte sin formar parte
de la realización de la comunidad (Sánchez Cuervo, 2014: 178-179).
De esta manera, es de tomarse en cuenta que echados por tierra las
promesas, los esfuerzos y los sueños entorno a una comunidad plena
de sentido y bienestar, de progreso y de inagotables recursos, ha es-
tallado en nuestro tiempo el impulso por cuestionar si estas formas

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de comunidad que conocemos ―que heredamos y activamos― son


ineludiblemente las únicas posibles y si habrá, o bien, que resignarse
ante ellas o precipitarlas en sí mismas para que muestren su oscuridad
constituyente. Quizá precisemos desactivar, neutralizar o enfatizar
categorías que han desbordado la vida; que han hecho suyas las op-
ciones en los modos de ser que se nos ofrecen: ciudadano, ser político,
hombre, etcétera; esto, debido a que, según se asoma, forman parte
de discursos que no pueden, porque no alcanzan, a dar razón de los
cuerpos violentados en una fosa.
Advirtamos que aquello que gravita de fondo es si será posible
pensar otra comunidad en donde la fosa común no sea posible. ¿Cómo
habrá de delinearse la pregunta por la comunidad misma? ¿Cómo habrá
de vivirse en una u otras comunidades posibles, es decir, si es posible
que haya otros tipos u otras comunidades venideras? (Agamben, 2006:
p. 26 y ss.) Como fuere, detengamos un momento esta reflexión para
pensar el encuentro de una fosa común en el mundo, la cual exige una
reconsideración de nuestra sinergia con el otro-común, que es arro-
jado a una fosa.
Si hablamos del cuerpo violentado es porque, según se mira, aún
estamos lejos de señalar claramente qué es el cuerpo cuando es enci-
mado entre otros cuerpos con una violencia infligida, no solo previa-
mente sino en esa forma de hacer al cuerpo desecho. La integridad y
unidad ontológica, el ser de lo humano, se mantiene también en su
corporalidad que en cada cual es singular e irrepetible; pero, a la vez,
por naturaleza es vulnerable y, en tanto que integridad, es fragmentable
por actos violentos. El cuerpo es vulnerable: herible, dañable. ¿Quién
no pensaría que esa vulneración se detiene cuando el paciente de la
violencia ha muerto? Sin embargo, reducido a una situación primaria
de cuerpo muerto, inerte, el cuerpo queda expuesto a daños que van
muchos más allá de la muerte. A este daño la filósofa italiana Adriana
Cavarero lo llama crimen ontológico sobre el cuerpo inerte (Cavarero,
2009: p. 58), lo cual quiere decir la deshonra creada, una falta de
condolencia y consideración a la singularidad corporal, todo lo cual

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sucede más allá del fin vital, con la exposición, el desmembramiento,


los ácidos, el fuego, etcétera. Así lo menciona Cavarero:

La física del horror no tiene que ver con la reacción instintiva frente a la amenaza
de muerte. Más bien tiene que ver con la instintiva repulsión por una violen-
cia que, no contentándose con matar, porque sería demasiado poco, busca
destruir la unicidad del cuerpo y se ensaña en su constitutiva vulnerabilidad.
Lo que está en juego no es el fin de la vida humana, sino la condición hu-
mana misma en cuanto encarnada en la singularidad de cuerpos vulnerables.
Carnicerías, masacres, torturas, y otras violencias aún más crudamente sutiles
forman parte del cuadro (2009: p. 25).

Así, desde el espacio doliente, aterrador y horroroso que ha generado la


violencia en México, nos encontramos ante la necesidad de cuestionar
a la comunidad allí en donde se afirmaba lo común y el límite hasta
donde se extiende el término: la fosa.
¿Qué es lo común ante la fosa? Los muertos, muertos son. Pero
cómo se puede comprender lo impensable de los muertos, no solo muer-
tos sino destruidos, sin piedad (como decían los antiguos griegos), sin
consideración, sin humanidad7. Es preciso recordar que el concepto de
muerto en Occidente va referido al muerto en su espacio, en el recono-
cimiento de individualidad: a eso refiere la tumba, a un espacio ocu-
pado en el suelo (humus), un espacio hecho para que el humano muerto
tenga acomodo; lo cual, queremos decir, indica que nunca el muerto
comparte la misma fosa en desorden. Pero en la fosa el encimamiento
excede al propio cuerpo, y este ya no es más tumba solitaria, memo-
rial y descanso; sino que es la marca de cómo someter al muerto, y

7. Un de los testimonios literarios de Occidente más relevantes, en relación con los muertos (enemigos), se re-
gistra en Las suplicantes de Eurípides: ellas, quienes piden, suplican el derecho sagrado de sepultar a sus hijos
(caudillos caídos en batalla), que no pueden quedar a la intemperie y a la humillación de ser comidos por los
animales carroñeros: “Devuélveme a mis hijos, no dejes los miembros de los muertos en manos de la muerte
que los miembros desata ni como bocado de fieras montaraces” (Eurípides, 1978: párrafos 44-45). Aunque el
respeto a los muertos y la petición de ritos funerarios se repite en la literatura griega: en Ilíada con los cuerpos de
Patroclo y Héctor; el cuerpo de Ayax en la tragedia homónima de Sófocles y del mismo autor trágico el cuerpo
de Polinesias en Antígona.

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propiamente al cadáver al olvido, al encimamiento que despersonaliza,


porque cada cual pierde la espacialidad que le es propia. La singulari-
dad de ese hombre, mujer, niño que tuvo una vida, una familia que no
guarda síntesis porque ya no hace lugar en el mundo.
Evidentemente nuestra existencia en México ha entrado en una
dinámica de muerte; mejor aún, de ser matable y dar muerte: lugar
éste en donde cualsea puede dar a otro común la muerte. Para sos-
tén y evidencia de este aparente juicio hiperbólico referimos al dato
aproximado de que 75% del territorio nacional ha sido utilizado para
construir fosas clandestinas y abandonar los restos de sus víctimas,
referimos a las 1,243 fosas encontradas y registradas del 2006 al 2013
(Lara, 2014), fosas que se han encontrado en el suelo de México, no
solo con relación a la criminalidad y guerra, en la lucha contra... sino
también en acciones de Estado aparejadas al modus operandi del cri-
men organizado8.

***

Según René Girard (2005: p. 332 y ss.) la violencia emerge imprevis-


iblemente y se distribuye como un contagio (epidemiós) incontenible
si no se utilizan recursos y se empeñan instrumentos para poner en
orden lo que el acto violento primario ha desarticulado o aquello que
posibilitó su emergencia.

8. Hace unos días, marzo 2015 (mientras se redacta este artículo para la Revista I+D), la periodista Karla Zablu-
dovsky solicitó información a los 32 estados de la República Mexicana y al Gobierno Federal sobre cuántas fosas
clandestinas había desde diciembre de 2006 ―fecha en la cual el presidente Felipe Calderón asumió el poder― se
especificaba en la solicitud cuántos muertos tenían las fosas, su sexo, el estado de descomposición de los cuer-
pos y si se habían identificado. El resultado de dicha petición dio por resultado el título del reportaje de K. Zablu-
dovsky (2014) “Nadie sabe cuántas fosas comunes hay en México. Mucho menos el Gobierno”. El dato es de por
sí relevante porque la información ocultada o imprecisa por las inconsistencias permite suponer los altos índices
de violencia homicida acontecidos en la fosas comunes desde hace años; pero también evidencia la inviabilidad
en México de tomar acciones adecuadas para prevenir, contener o erradicar la violencia, dado que todas las
“Recomendaciones” emitidas en los Informes sobre la violencia (OMS, La Organización Panamericana de la Salud,
el Banco Mundial, el Barómetro de Conflictos de Heildelberg) indican que se establezca o mejore la capacidad
nacional de recolectar y analizar datos relativos a la magnitud, las causas y las consecuencias de la violencia, con
la intención de fijar prioridades y planificar acciones concretas impacto directo.

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Pensemos que si el poder y o el saber generan vínculos y nexos,


esto es, obligaciones, compromisos y anhelos comunes; el acto vio-
lento, por su parte, no tiene en su constitución misma la posibilidad
de generar, sino, al contrario, su constitución factual es la de romper y
rasgar ―como llamará el griego― al acto que daña a la comunidad9. El
problema, entonces, es de qué manera se podrán generar los recursos
para detener violencias imprecisas, lejos del agente primario, ¿de qué
manera cuando no es posible una versión sacrificial ni catárquica que
contenga y termine con el contagio, la virulencia de lo violento, sino
simplemente lo que hay es el daño expuesto, el cuerpo expuesto, vul-
nerado, porque es suya, por cuanto condición de fragilidad humana,
la posibilidad de ser excedido por la fuerza del fuerte, del armado, del
organizado para matar? ¿Será el agotamiento, la renuncia, la posesión
final del territorio, el poder, el mercado, la mercancía, lo que finalice
hoy día violencias como las que vivimos en México? La diversificación
de medios, la instrumentalización de sus tránsitos del miedo, el temor
y el terror parecen ofrecer una incalculable, inajustable manera en las
cuentas: se engrosan las cantidades, las enumeraciones y así parece que
se empieza a generar una ciudad, una nación, un pueblo perdido, esto
es, esa incualificable cantidad de muertos que México es al día de hoy.
Los pensadores del siglo XXI, respecto al tema de la vida, nos
comprometen a partir del tema de la singularidad y, sobre todo, en un
ámbito en el que ésta yace relacionada irremediablemente con el espa-
cio. Como nos menciona Nancy, es el espacio y tiempo una conjunción,
jamás una disyuntiva porque estos son uno, pero tradicionalmente
separados en la Modernidad (Nancy, 2003: 105)10, en la cual se conci-
bió un espacio sin cuerpos, un dominio del ser sin cuerpos, vertidos en

9. No podríamos decir que hay una historia de la violencia, sino que hay una continuidad que atenta contra la re-
lación de vínculos que se generan en las creaciones humanas: el conflicto pone en juego a los actores; la violencia
nulifica o pone —acaso— en una situación de total y absoluta asimetría al violento y al violentado.

10. Jean-Luc Nancy (2003) en El sentido del mundo, mira la razón por la cual el tiempo kantiano, en el que todo pasa
exceptuando al tiempo mismo, es un tiempo en que nada tiene lugar —excepto el tiempo, que tiene lugar él mis-
mo como un tener— lugar inmóvil, como el surgimiento de una vez por todas de la sustancia misma del mundo.

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el horizonte de lo atemporal; lo cual nos planteó la pregunta de cómo


construir y edificar una comunidad que en su espacialidad no contem-
pla a los cuerpos que son mutables y finitos. Los roces, las distancias
de estos existentes… (el quejido cuando se siente la incomodidad del
escritorio y, sobre todo, cuando golpeamos la mesa con la rodilla). Un
espacio que no contempla la temporalidad de los seres mortales, menos
aún el encimamiento de los cuerpos en una fosa.
Hemos de observar, que la problemática es entender lo común
de los unos con los otros y los otros con los unos: lo común que es esta
vida compartida en un espacio. Lo común es el espacio ineludible de
la existencia. Ahora entendemos que la cuestión del ser en la comu-
nidad se convierte en la cuestión misma del ser (Higuera, 2008: p.
22)11, de la comunidad cuestionada desde la fosa común inescrutable
a los ojos de la razón.
Sabemos que no basta una metafísica ante el cuerpo muerto enter-
rado o expuesto en las fosas en México. No basta para el cuerpo muerto
pero tampoco para el cuerpo vivo. Por ello, confirmemos que precisa-
mos reescribir un nuevo corpus, en donde también debemos hablar de
las intervenciones tecnológicas (quirúrgicas, estéticas, genéticas), un
corpus en donde no solo el médico o el filósofo, sino también el político
y el criminal han visto el poder y el poder de intervención; necesita-
mos repensar la desmaterialización del cuerpo desde el acto violento
y también desde la dinámica simbólica ejercida como información: las
masacres, las crueldades, las violencias más diversas banalizadas y con-
vertidas en flujos digitales de ceros y unos, en cuantificaciones indolo-
ras, barridas por la voz o la escritura que se enciman y sobre-enciman
generando olvidos. También, necesitamos acallar de una buena vez la
profunda abstracción que ha distanciado al cuerpo de lo que somos
en tanto que expuestos a flor de piel como fragilidad vulnerable. Todo
ello, porque la intensificación y propagación de los actos violentos en
el espacio público no nos exenta de buscar definiciones alternativas y

11. Además véase Roberto Esposito (2006) en su libro Categorías de lo Impolítico.

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más precisas de la violencia para pensarla como acontecimiento, en


donde el dolor, el daño y la condolencia son elementos integrales de
su despliegue.
La vida es común. La muerte no tiene porque no serlo. Vida y
muerte nos implican de distinta manera a todos en nuestras relaciones
no solo consanguíneas o familiares, sino también políticas; y eso es, ex-
trañamente, lo que la política y la vida política (de este zoon politikón)
ha perdido de vista. Al pensar el espacio como un lugar común, lo que
advertimos es la evidencia del modo de ser de la existencia: cuando los
seres humanos nacen o, antes, cuando el vientre de la madre se hincha
por un embarazo viene la existencia precedida, dada a una relación
que se vierte en las distancias: el hijo dentro de la madre está a una
distancia con su piel y su carne en la carne de ella. Nunca el hijo es la
madre, siempre guarda una aproximación con ella. Así, cuando se da
el nacimiento, la proximidad del recién nacido con el mundo revelan el
origen de la existencia que es la del con-vivir (Esposito, 2009: p. 22).
Ésta es la idea de un espacio común, habitable en tanto que vivenciable
como dar a cada cual su lugar. Ello contrasta ante ideologías de muerte
que se han perfeccionado en el exterminio, el descuartizamiento y la
eliminación de espacio como nuevas formas (por cuanto extendidas)
de activar la violencia; como sucede en una fosa común o clandestina
que busca en su finalidad esa no visualización de diferencias, así como
esa no visibilidad de la violencia aplicada al antes vivo.
Entonces ¿qué es una fosa común? Una fosa común es, en suma,
ese lugar vacío pero a la vez lleno: la diferencia, la individualidad y
singularidad queda nulificada en la indistinción de un cuerpo con,
contra, encima, en otros cuerpos que han sido tirados al mismo hoyo.
Esto es, una zona que emplaza no a un dolor ni al espacio entre uno
y otro (espaciamiento); sino un lugar que no-es lugar12. En este tenor,
se trata de un espacio que no es sino hasta que es llenado como dolor

12. Nos referimos a eso que el griego denominó xorá: se trata de un espacio en el cual la cosa es, pero él mismo
no es espacio sin la cosa allí puesta. Xorá: es el no-espacio o habitáculo en la medida que es el intervalo de lo que
hace espacio (Algra, 1995: 72-117)..

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y temporalidad suspendida; no un espacio extendido sino un espacio


sin extensión, esto es: un no-lugar en el que acontece la imposición de
la desaparición y la indistinción. Pero reparemos, de soslayo, en este
no-espacio cuando hablamos de una fosa común: el hoyo no es un lugar,
porque para que el lugar sea las cosas han de ser, están en su lugar
como su modo de ser en, es decir, el lugar propio de cada cual y de cada
quien; pero en la fosa común lo que encontramos es la aglomeración,
el encimamiento que desdibuja la singularidad de los ahí arrojados,
que niega el ser de los negados a su ser vida; pero aún más, se trata del
intervalo de una fosa a otra, del horror que intensifica un no-lugar, un
espacio común de dolores, dolientes y deudos desde Guerrero hasta
Michoacán, desde Ciudad Juárez hasta Tamaulipas. El espacio común
entonces se vuelve una dolencia compartida, porque la verticalidad
de la vida se cuestiona a cada instante ante la horizontalidad amorfa
de los cuerpos desechados sin espacio propio, como es la fosa común
(Romero, 2014).
Habrá que entender que el espacio lo hemos considerado ―por la
matemática (al menos hasta Bernhard Reimman) y la filosofía mod-
ernas― como un lugar vacío, siempre el mismo: espacio listo para ser
ocupado, llenado; un lugar sin tiempo y eterno (Robles, 2000: p. 114
y ss). Así, entender el espacio como un lugar vacío imposibilita pensar
el encimamiento de una fosa común, porque solo se alcanza a mirar
la ocupación del lugar, del hoyo ocupado y jamás el cuerpo encimado
que ahí es-no-lugar, que ha sido tirado en la fosa.

***

Con todo, este acontecimiento forma un estupor colectivo irrepresent-


able: ya sea la fosa encontrada en Europa en los campos de concen-
tración, las fosas de Ruanda en África, las fosas en toda Latinoamérica
y las hoy encontradas en México hacen que lo común arrojado en la
fosa sea un espacio irrepresentable, porque el encimamiento es una
representación prohibida, una representación imposible para la razón.
Estamos, queramos o no, ante una transformación espacial y tempo-

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ral que, en las formas de la violencia, repercute en una diseminación


no correspondida con las experiencias categoriales filosóficas, tanto
ontológicas como afectivas.
La violencia como acontecer de la fosa, la reflexión sobre el dato
mismo de las formas de la violencia, no solo sobre sus narrativas o la
fría indicación de sus efectos, abre un horizonte de problemas crucia-
les para la compresión de lo humano en los tiempos actuales, y apunta
directamente a aquello que la fenomenología en todo el siglo pasado
señaló directamente: la irremplazabilidad singular, lo insustituible de
cada cual, y por ende, la pasmosa evidencia de que cada acción violenta
cosifica, elimina y priva de espacio al lugar de la existencia.
En México, con el acontecimiento expuesto de cuerpos encima-
dos, nos lleva a pensar nuestro ser al límite: al límite de sí y de su
historia, una manera de vernos más allá de la plástica del cuerpo para
concebirlo como un umbral en el cual acontece la ineludible forma de
estar, en dónde entramos en contacto, en dónde tenemos el tacto con
los otros, con lo otro y con nosotros mismos.
El problema que tenemos en la actualidad las ciencias humanas
es de qué manera se podrán generar los recursos para comprender y
detener violencias imprecisas/irrepresentables en el espacio común. La
información no puede detenerse en el conteo diario de pérdidas o del
descubrimiento de fosas, porque en realidad no son los muertos, los
sin aliento, los sin palabra, los sin voz; son además los reclamos que
están en el testimonio de las familias, de los testigos, de las evidencias:
porque es ahí en donde aquellos violentados siguen haciendo espacio,
reclamando su lugar arrebatado del mundo.
La vida común y la fosa común son dos modos enteramente opues-
tos de pensarnos desde la comunidad (de la vida y la muerte): si bien
la vida en común ha entrado en una dinámica de expropiación, la fosa
común revela la crisis de considerar a la fragilidad, y a la conversión por
parte del criminal de sustituir a un ser frágil, como lo somos todos, por
un ser matable. De esta forma, la violencia en el lugar común, que es la
tierra del espacio compartido en que somos, se comprende, pues, desde
la existencia intervenida e interrumpida en el dolor ocasionado, en el

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contacto que busca regular, jerarquizar o aniquilar. La violencia hoy


día no nos deja perplejos, nos deja, por principio, a-terrados, seres sin-
tierra para habitar, ante tanta crueldad y furia. Debemos reponernos
una y otra vez al impacto, a la constancia y a sus derivados; debemos
sobreponernos una y otra vez al eco de violencias infligidas, porque,
con todo, es posible interrogar por la violencia y su excepcionalidad,
que es su acontecer, borrando espacios, desrealizando temporalidad,
eliminando la vida en el espacio común.
Si consideramos que las ciencias humanas están incapacitadas
en muchos aspectos para preguntar por la violencia, porque no han
logrado generar el sistema categorial suficiente para interrogarla, pen-
semos que es preciso, entonces, en la actualidad deconstruir los mé-
todos, las categorías frente a acontecimientos violentos impensables
(aunque repetibles), para pasar del terror a la pregunta, para cuestionar
qué es lo común de la fosa y que es la comunidad en México ante tanta
fosa común.

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ISSN: 2449-1632
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Research Article Volume 1-1 (2015)

Violence Exposed. Philosophical Considerations about the Event of the Mass Grave

Ph. D. Arturo Aguirre & Lic. Oscar Moses Romero Castro

BENEME�RITA UNIVERSIDAD AUTO�NOMA DE PUEBLA, FACULTY OF PHILOSOPHY AND LETTERS

Accepted 26�� June, 2015

Abstract unnecessary violence (cruelty) that applies to the inert body


(see Sosfky, 2006: 88 et seq.)
The article discusses the event's current violence as a phenomenon
of excessive force applied between people, within the common In this article we will discuss common, dug from a use Fossa
space, with the purpose of causing irreversible damage to the instrumental violence with the aim of creating an
ontological integrity of the patient's strength. This reflection, infrastructure to hide the body in the Earth. Thus, theoretical
developed from the perspective of social philosophy, is carried out
approach on the mass grave is given from the reference
taking as point of departure the, Fossa common paradigm, and
integrates analysis (from the concept of the ordinary) community, frame of the violence the inert body in the common space.
concept that contemporary philosophy develops; Although we This phenomenon as a disruption event is also perceived. A
propose analysis of the grave and violence in public space from community that before their progress or development must
thinking about the space lived and ailing keys. come back on with the consciousness of a constituent
misfortune (Nancy, 2005: 9 et seq.); because the crisis that
Keywords: Mass Grave, Superimpose, Space, Community, operates behind a pit, the pit or ditch full of bodies, is the
Violence. affirmation of a death that is, it is assumed, or you want to
anonymously, fragmentary and forgettable. ² what we seek
Introduction with this article is to have us culturally, humanistically,
otherwise violence and horror that we live in Mexico and the
The phenomenon of the mass grave, although with constant world, from discovery and emphasis of bodily frailty (our
registers throughout the history of the communities,¹ human Constitution) which can enable us to gain access to
doesn't generate the sequence daily shared existence, a the account of the dead and the living, where can turn
crack, a fracture in the way of conceiving the relationship human, very human solidarity, sympathy.
and its forms take place, because the negative side of the
collective death testimony is given in the mass grave. Either, Maybe not enough a definition of violence or a categorical
since those same records, the mass grave generated by scheme of studies, if this criticism of the Humanities insists
causes of disease, functionalism to the massive death or by us in compassion and sympathy in our communities and in
a political pragmatic abilities to hide the atrocity of the our country all.
excess of power of killing (the subjugation at the power for
the sacrifice and terror that Achille Mbembe (2008) has From old violence was studied and understood, but was
called "necropolitics"), the truth is that common ?most always denounced as unacceptable, "and perhaps precisely
beyond pit peculiarities and the instrumentalities ? for having experienced by what [the Greek] could express
generates the front dissolution of individuality its spatiality its rejection and his desire to abolish it so hard" (Romilly,
and its so unique as a unique memory: is the liquidation of 2010: 9-18). It was through thinking and cultural
the irreplaceable, unrepeatable and irreversible identity of expressions that sought regulation, containment or
each I that has been arranged in a mass grave in a saturated, prevention (either by law, policy, artistic expression, ethics,
overlapped, form desespaciada, in expectation of the and education).
dehumanization of the victims that threatens to being
(space) of everyone, same that cultural traditions have ¹Take into account the wells in Britain by the bubonic plague of the
claimed with millenary and various funerary practices fourteenth century; the graves of the Killing Fields in Cambodia and
(Coulanges (, 1982: 36-51). dynamics of genocide during the regime of Pol Pot (1975-1979); the
Stalinism in the Great Purge between 1937 and 1938; the US Hart Island as
a result of imprisonment, and so on. (See Joseph Cummins, 2010)
Today, a growing concern has paid attention to details of the ²As lines are emphasized below, an inertia of the history of philosophy, but
violence. Thus, interdisciplinary studies on the current also of cultural consabidos, presumed death or destruction (crime)
violence refer to acts of violence as instrumental as absolute. ontological can only occur at a "real" live, not the body, person body or the
dead. The absolute or gratuitous violence reported in the twentieth century
Instrumental in that violent acts are agencies mediations to and so far this XXI by Hanna Arendt, Primo Levi, Emmanuel Levinas, Giorgio
accelerate a process with the goal of obtaining a deliberately Agamben, as well as international organizations and NGOs, allowing us time
purpose. Absolute violence (or free or trivial) concerns acts to get the attention of our categories , reference frames, discourses and
whose purpose has been suspended to ingratiate himself to assumptions have been overtaken by the factuality of exponentially growing
violence [are agents of violence, more tools, more victims suffering not only
itself and itself; in this sense shall refer to acts as in "life", but in his physical integrity (ontological ) until after death].All this
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suggests that there is a memory of the violence in the West articulate speech from the being of the existing ones, in the
and its forms, understanding and strength, therefore it is way of being with others; in what corresponds to the human,
possible for the rationality and scientific work edging its we think his being in his time and his space, its Constitution,
efforts towards a culture of non-violence and violence, its relations and form be common, living in common. So, how
where the human sciences must question themselves what does an ontological thinking in relation to being mutilated
kind of problem is violence and how it shall specify the bodies that interrupt the idea of vital continuity in the
question of excessive force that kills? From this perspective, geography of the country? How to think not only bodies, but
it is reason and under consideration here (absolute) violence also those living a day were? How categorizing the horror of
in common, public space. In a first approach, the distinction mass graves, places of horror, of expendable lives, matables,
provided the report on violence and health world that the exceeded? ,
World Health Organization suggests can be functional (Krug,
2002). In that tenor, should theoretically be violence from Thus, in principle, make an analysis of the panoramic use of
three areas of implementation: the autopersonal, the family the concept 'pit' and, above all, bodies overheads in a hole dug
and the public. Autopersonal indicates to those violent in the Earth (Fossa common) have a connotation referred to
actions an individual exerts on itself; domestic refers to acts a legal, paralegal, or illegal space. ⁴ in particular, in Spain this
of violence in the social nucleus with people who know each singular phenomenon studies denote an almost political
other; and violence in the common space designated acts in expression, what happens in time to exhume a mass grave?
the field of socio-political proximity in public space ratio. Of For some Spanish scholars try to answer the question is to
course, these frames of reference are subject to discussion, speak to the core of memory, the pain and the suffering of
but are justified if we take into account that in Mexico the yacidas victims in the graves; analyzes the complexity and
high rates of killings intentional are conducted every day in dynamism of the process, ranging from political and judicial
the public space. initiatives of enormous public projection and media, which
have called the memory law (Ferrándiz, 2009: 4 et seq.). In
The definitions of violence can be broad or minimalist. Broad recent decades these initiatives have brought, in Spain,
in the sense that refer to an order of rights that the violent processes before the National Court in order to be declared
act transgresses: violence or violation of laws, rights, rules, legal powers to investigate and prosecute alleged crimes of
psychological damage etc.; minimalist, in turn, on the forced and illegal detention primarily by the existence of a
understanding that the same acts are referred to the systematic and preconceived plan for elimination of political
relationship of strength and damage (see Bufacchi, 2015: opponents through multiple deaths, torture, exiles and
13-37). disappearances (Ditto.).

The mass grave that seeks reducing a crime not confined So did the reconsideration of understanding into the pit, not
solely to damage caused to the routed there, violated; but just as a space where were to give those who are not gather
also to the transgression of the normative order of our onto the political plan of Francoism; forcing to think in term
existence and the unworking of the common space of their of the common beyond an archaic language of legal practices
derealization as living space. Broadly, then, can be defined which passed unnoticed to the phenomenon of the Fossa to
operationally, the violence in the common space as a set of generate political common forgetfulness (Madrid, 2010: 77).
factors, elements, actions, actors, victims, instruments,
consequences, which are directed at your job or (its execution All of which has opted in conceptualizations that have
latency) threatens to force harmful to intervene, alter, force, become a crossroads for the pragmatically and to think
control, organize, prioritize and or use provisions and about the same justice of the community from enforced
positions of individuals in shared space, either this meeting or disappearances and the pits Commons opened in the last ten
transit which promotes or causes bodily injury and years. The concepts given guideline to reflect on: i) the
undesirable pain in those who deliberate violence is directed. memory common of the damage caused by the sovereign
power to the governed, ii) data from the mass grave from
The relevance of thinking and contribution of the social the biological level (biopolitical) Cesar life, iii) frontal
sciences becomes relevant in this issue. But, how can be a violations of civil rights and iv) excess destroys and seeks to
philosophical problem with a devastating situation as delete the humanness of the victims. This loses dimensions
violence in the common space? Where you find legitimacy of a form of dialectic of violence resolved the continuity and
from the human sciences categories when we speak of acts progress of story of a nation (Spain), to become an event
as diverse and different? We suggest the theoretical route ?cada pit comun? suspending history (his glory and his way
of general analysis of violence: reveal their traits, their towards the formation of big speeches) to show interruption
characteristics in acts of wilful killing under a growing of temporal sequence, through research and the public
dynamic that doesn't seem to be effect but constituent of this demand that relatives of the men and women thrown into
violence: the common pit. Then, what reviews should be the pits.
generated from the common space, citizenship and the
community from the surplus of violence exposed in the ³ See irrepressible daily count in Mexico is given on mass graves, illegal
grave? The escalation of violence and the proliferation of cemeteries, landfills and narcocementerios, which are present in the notes
graves ?that hybridization between brutality and desire and to the national press. To give examples: in newspapers like El Universal
(Muedano, 2013) and Millennium (Michel, 2013).
greed that absolutizes the gain and despises the life itself? ⁴ Warned in advance and as clarification that not all "mass grave" is illegal.
in polling and suspense puts any space, as that place of life.³ Burial spaces are not always individual. What happens is the conceptual
in this plane philosophy is responsible for thinking the change that takes place in political discourse (necropolı́tico) to ensure that
existence that takes place there: occupying a space. all "mass grave" found in the country is not illegal to be in where it should
not be, but to contain suspected members of criminal groups. What is the
Philosophical thinking operates, in such a way, with device it operates exempting ministerial criminalization, legal and executive
categories that we call ontological philosophy: think and responsibilities to clarify the facts and point to the perpetrator of the crime
in self containing illegal criminals who would pit itself.
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The notion of event, in this sense, is a term of emergency, of a space of rights, welfare, development opportunities. We
i.e., something that occurs in the linear sequence of the time are "integral witnesses", survivors of a growing violence
without this expected to occur: that takes place. By which victim makes any and everywhere, violence that calls into
event is the suspension or interruption of the continuity of question this space common and the quality of us. Indeed,
the normal and usual facts of every day in the forms of this space can be United and comprehensive, but the truth
cohabitation (Virilio, 2006: 36-41), that when it emerges or is that constant interruption, each mass grave found since
dramatically speeds up the processes of damage or death in the rio Grande until the Suchiate, said the fragmentation of
the integrity of the people. space by being territory of horrors. Therefore, the device
anesthetic of violence is complicated, not just repetition but
The mass grave, then, in the event is an unexpected event, that arises the discursive appeal to the enumeration which
breakthrough and unpredictable, which implies an unusual becomes not only necessary but urgent: the event of 200
destruction of space and the personal integrity of the victims bodies found (not only 72) San Fernando Tamaulipas pit
(objectified to be worthy of violent destruction). nullifies news accident with the application of the number
which is abstract endless in its sequence and not give reason
Very different from what happens in Spain, event of the mass or testimony of suffering or pain or cause; so victims and
grave in Mexico has not gone through a critical reflection⁵ Mimetic violence that runs through intermittent Tamaulipas,
but it has been incorporated to the analgesic and amnesic Tierra caliente, Iguala, Boca del Rio, Ciudad Juárez, Culiacán,
practices of the use of the image, information and the Tijuana, etc., is recorded but not reasoned or imagined.
"standardization" of homicidal violence in the common
space. The difficulties that we are facing are that the complex Thus, since few years ago, the common fosas, its public
concept of "common pit" is not even represented on our mention, suffered a turn in political discourse: had to take
collective conscience as a common problem of violence in off the concept of the common (political concept par
public space. excellence from the Greek koinoia in the polis until the
communities of the Latin sclauorum ) of an increasingly
In the context that has left organized crime in Mexico, repeated bloody event and which refused to the numerical
violence applied in the grave becomes a practice of breaking reduction; Thus, spread by means of communication, from
down the body, complete with its figure, eliminate their instances legal and political, stop talking about "mass
presence and delete it from the world. Insistent practice graves" to give rise to calls, first narcofosas and then
from the organized crime and replicated by other commands consolidated in "clandestine mass graves" (Lara, 2014).
(police, political, military, community) of public space. These Clandestine by referring to pits filled with criminals and
practices differ from the of mentioned Franco, as in Spain, criminals who are officially approved with this sector in
the pits were dug for political opponents; in Mexico, for its conjunction. Criminals are despicable, generators beings of
part, the violence that took place in the Fossa is itself an a deficit arithmetic of damage: damage community
exhibition of exception, because it is not at all sides of confidence interpersonal ties and institutional breach to all
political ideals, it's show who or who are those that control common (nation, city, country, us). There were allowed
the right to death and have, therefore, the opportunity to transit of the corpse that was thrown in a pit would have any
manage life (Agamben, 1998: 20 and ss) regulate the living involvement with the criminal sector, better still, with
space, give or take space from the dead, to forgotten groups organized crime. All corpse in a clandestine grave is
and individuals. subjected to the aura of criminalization. Hence, the Fossa
clandestine had more to do with graves (those we met by
The phenomenon of the mass grave in Mexico, after a disease or improve the public vaults), but it became a whole
dramatization of rush violence in the body (such as the unacceptable, in as much as it recognized the integrity of the
skinning, the knackers, heads lying on the asphalt, bodies excluded, repugnant, criminal, narco and organized. The
incinerated...) ―events that had relevance in 2006 until the Organization of death who more could apply but in those
present taken, determine that the pit event is not necessarily who are involved in organized crime? Thus, the exclusion of
a common phenomenon, but part of a culture that declines the clandestine will operate not only the discursive media,
in the valuation of life and began to assimilate the violence and developing concomitance in social judgment, but also in
of the body in the common space After a trivialization in the the legal field that has few powers to conceptualize the same
media, from aesthetic nihilistic and anesthetic repetition. trench.

The gap is that the violent events increase, but the concepts Apart from all the context and the circumstances that may
closest to refer to the mass graves that are found on a daily get involved in the event of common or clandestine fossa,
basis are another violated to excess as part of an organized the evidence that it leaves and deep brand in which we
illegal immigration . I.e. before targeting the discursive introduce ourselves to ask us about this problem is that of
attention on the concept of a common problem ―the death the spatiality that is in the world a place full of bodies; as a
inflicted  in  a  way  collectives―,  discursive  devices  geared consistent review that takes into account the mortality of
toward conceptualization the conversion of the violated as
criminal and the pit as an event underground, where bodies ⁵It is noteworthy that the search for files in Mexico does not result close
attention to the problem or issue of "mass grave" in the media and academic
thrown (quantitative representation generated by an idea research publication. We press reports, many of them valuable, providing
of anonymity) are recorded. All pursues the suspension of documentation (statistics, graphics and testimonial) but human sciences
(typical of the violent act) damage which these deaths point have failed to capitalize on a rigorous and thoughtful discourse on the "mass
on its own evidence, in their own appear that it is not only grave". But on the other hand, as the reader appreciates the problem in
question involves ontological reflections, anthropological, sociological,
a single death but a common problem. Today, the count, or aesthetic, historical and political, with the proper formulation of theoretical
cold enumeration of dead and places that have been frameworks, which are precisely those who lack so far in Mexico.
designated as places of horror in Mexico suspends the idea
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men and women, their bodies and the places that they implement the disposition of thought to acquire concepts to
occupy in the mass graves, would have repercussions on the understand what is what fills a trench: a mass grave is filled
notions and ways of conceiving the same space than who in by bodies of men and women who are or intend to make
its report World referred to as public or common space them a hint of the oblivion of history omnivorous, immanent
(Krug, 2002: 238) in its own internal resolution that reduces the individual to
be part without forming part of the realization of the
Concern that detonates any meditation on the trench is, in Community (Sanchez Crow (, 2014: 178-179).
principle, not the (cockpit) space made for receive, swallow
and pretend the disappearance of dead or, nor, is the idea of In this way, is taken into account that cast by land promises,
the dead there pulled.⁶ the violence has the imprint of efforts and dreams environment to a community that is full
excessive force, of damage; Perhaps, then, the noun violence of meaning and well-being, progress and inexhaustible
should be restricted to the point where the force is excessive resource, has broken out in our time the impulse to question
and in where the destruction is always articulated. The idea if these forms of community that we know — which we
that violence is condemnable, absolute and unrestrained inherit and activate ― are absolutely the only possible and
force, does not seem to extend in the history of the West if there will be , either, to resign before them or precipitate
towards all fields of life as much as you think. Perhaps, even them in themselves so that they can show their constituent
today, the idea of the fair or preventive wars suspending darkness. Perhaps we need to deactivate, neutralize or
guarantees, minimal human honors, are typical of this emphasize categories that have overwhelmed the life; that
straining or forcing to keep its limit to the fearsome (Romilly, have endorsed the options in the ways of being we offer:
2010: 10 et seq.). citizen, be politician, male, etc.; This, since, as it looks, part
of speech which cannot, because they do not reach, to give
Indeed, philosophical reflection in the tradition installed reason for the bodies violated in one trench.
force, conflict, violence, force and momentum in an area only
is discernible by their narrations; i.e., for that which gives We note that what gravitates background is if it will be
meaning to the Act of force: hero, the glory of the State, the possible to think another community where the mass grave
defense of the Republic, the integrity of the community, the is not possible. How will it be there is to delineate the task
health of the order and a long etcetera. The violent act seems, for the community itself? How will you live in one or other
in this horizon of sense out of that which is followed by the possible communities, i.e., if it is possible there are other
initial justification and end: the loose, sweep Act of reasons types or other future communities? (Agamben, 2006: 26 et
and motives. The violent act, as opposed to aggression, seq.) In any case, stop a moment this reflection to think the
seems to always need justification to start your Agency meeting of a mass grave in the world, which requires a
(Arendt, 2013: 105). reconsideration of our synergy with other commons, who is
thrown into a mass grave.
A few centuries ago, primarily by the influence of the
Enlightenment, we begin to understand the exceptional If we speak of the brutalized body is because when viewing,
nature of the violence, its emerging trait as a resource when we are still far from clearly indicate what is the body when
it fails the reason contest; Although this resource, not it is topped among other bodies with violence inflicted, not
oblivious to the reasons, as we have said, it was taken over only previously but in that form to the body waste. Integrity
again by the narrations of history, legitimacy, first, conquest, and ontological unit, being human, is maintained also in their
invasion, usurpation and then came the discourses of physicality that each one is unique and unrepeatable; but,
emancipation, revolution, decolonization, resistance and at the same time, nature is vulnerable and, in so much that
revolt... (Calleja, 2003: 65 et seq.). integrity, is fragmentable by violent acts.

Beyond the punishments they suffered the exile, the heretic, The body is vulnerable: horrible, damaged. Who wouldn't
the witch or the criminal; i.e., those violence legal, legitimate think that that violation stops when the violence patient has
that made men and women beings invisible, fearful of losing died? However, reduced to a primary location of dead, inert
their lives at every step, from those who were tortured, body, the body is exposed to damage that are many beyond
burned, boiled in oil in public squares, stoned and then taken death. This damage the Italian philosopher Adriana Cavarero
to the shadow of the order legal-rational of prison or the called ontological crime over the inert body (Cavarero, 2009:
Madhouse (Foucault, 2003: 106), apart from this, a brief 58), which means created disgrace, a lack of sympathy and
review of our modern history will allow us to realize the consideration to the unique body, all of which happens
surplus of violence of that budding and overwhelming beyond the vital purpose, with the exhibition, the
physical force now systematic, technological, full and strong dismemberment, acid, fire, etc.
bass that we come into the world in transit of the exceptional
regularity of life, i.e.: the possibility of being violated, to be ⁶ A speech flowing hard and swirling below the winding political, or media,
or whichever it is (Agamben, 2006: 57) lying, executed, or philosophical discourse on the mass grave is the discourse of the
perpetrator. Long knew of its own esoteric terminology of organized crime,
terrified. but it became clear in recent days in Mexico on murder and boost from
students of the Normal School of Ayotzinapa (September 2014). The mass
Every time that they wanted to talk about the mystery that grave would be, for the perpetrator, the mess, unlike the official discourse
covers all understanding, which upsets him, the unspeakable of clandestine graves. As of this writing we are aware of the limited scope
of our framework (sociological, philosophical, anthropological, cultural and
to see these bodies tended, those which has left all the flow political categories) that make a "controversial shadows" in front of a
of history from the strength that opens to the West as the language (political criminal) that agency directly indolence and analgesia
Iliad or poem of force, (Weil, 2013) and passing through the in front of their own actions or negligence or omissions.
violence of yesterday and today , they do understand and
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Thus, Cavarero mentions it: and ending with the contagion, the virulence of the violent,
but there simply is exposed, exposed body, damage infringed,
The physical horror has nothing to do with the because it is yours? by the condition of human frailty, the
instinctive reaction to the threat of death. Rather has to possibility of being exceeded by the strength of the strong,
do with the instinctive revulsion by violence which, not armed, the organized to kill? It will be exhaustion,
content with killing, because it would be too little, seeks resignation, the final possession of the territory, the power,
to destroy the unity of the body and is merciless in its the market, merchandise, which end today violence as those
constituent vulnerability. What is at stake is not the end who live in Mexico? The diversification of media, the
of human life, but the same human condition as soon as instrumentalization of its transits of fear, fear and terror
embodied in the uniqueness of vulnerable bodies. seem to offer an incalculable, inajustable way in the
Butchers, massacres, torture, and other even more accounts: is thicken quantities, enums and so seems that
crudely subtle violence are part of the picture begins to build a city, a nation, a lost village, that is, that
(Cavarero, 2009: 25). incualificable amount of dead that Mexico is today.

Thus, from suffering, terrifying and horrific space that has Thinkers of the century xxi, with respect to the issue of life,
generated violence in Mexico, we are faced with the need to we undertake based on the theme of uniqueness and, above
question the community where it was stated the common all, in an area in which it lies inevitably related with space.
and the limit far extends the term: fossa. Nancy mentioned us, as space and time a conjunction, never
a dilemma because these are one, but traditionally separated
What is common to the pit? The dead are dead. But how we into modernity (Nancy, 2003: 105),¹⁰ which was conceived
can understand the unthinkable of the dead, not only dead a space without bodies, a domain be without bodies, dumped
but destroyed without mercy (as they said the ancient in the horizon of the timeless; which raised us the question
Greeks), without consideration, without humanity.⁷ it is of how to build and build a community that does not provide
necessary to remember that the concept of dead in the West the bodies are mutable and finite in its spatiality. The rods,
will referred to the dead in their space, in recognition of the distances of these existing... (moan when the discomfort
individuality: that means Tomb, a space occupied in the soil of the desktop feels and, above all, when we hit the table with
(humus), a space made to make the human dead the knee). A space that does not contemplate the temporality
accommodation; Thus, we want to say, indicates that the of mortal beings, let alone the encimamiento of bodies in a
dead never shared the same trench in disorder. But in the mass grave.
Fossa the encimamiento exceeds the body, and this is not
more lonely grave, memorial and rest; but that is the mark We must observe, that the problem is to understand the
of how to submit to the dead, and properly the corpse to ordinary of one with the other and the other with one: the
oblivion, to the encimamiento that depersonalized, because ordinary that is this life shared in a space.
each one lose the spatiality that is her own. The uniqueness
of that man, woman and child who had a life, a family that ⁷ One of the most important literary testimonies of the West in relation to
does not save synthesis because it is no longer a place in the the dead (enemies), is recorded in the pleading of Euripides them who ask,
beg the sacred right to bury their children (who died in battle caudillos),
world. not they can be weather and the humiliation of being eaten by scavengers:
"Give me back my children, do not let the members of the dead at the hands
Obviously our existence in Mexico has entered into a of death that members breaks or as a snack Rangers beasts" (Euripides,
dynamic of death; better still, be killable and give death: 1978: paragraphs 44-45). Although respect for the dead and funeral rites
request is repeated in Greek literature: in Iliad with the bodies of Patroclus
place this in where can give to another common death. For and Hector; Ajax's body on the eponymous tragedy by Sophocles and tragic
support and evidence of this apparent hyperbolic trial author Polynesian body in Antigone.
referred to the approximate data that 75% of the national ⁸ A few days ago, in March 2015 (while this article for the Journal R & D is
territory has been used to build clandestine graves and leave drawn), journalist Karla Zabludovsky requested information from the 32
states of the Mexican Republic and the Federal Government on how many
the remains of his victims, we refer to the 1243 graves were clandestine graves had since December 2006 -date in which President
found and recorded 2006-2013 (Lara, 2014), fosas that they Felipe Calderon took power-it was specified in the application how the
have been found in the soil of Mexico, not only in relation to graves were dead, sex, state of decomposition of the bodies and whether
crime and war , in the fight against... but also in State action they had identified. The result of that request resulted in the title story of
Zabludovsky K. (2014) "Nobody knows how many graves there are in
coupled to the modus operandi of organized crime. ⁸ Mexico. Much less the government. " The data is in itself relevant because
the hidden or inaccurate information inconsistencies suggests high rates
According  to  René  Girard  (2005:  332  and  ss.)  violence of homicidal violence occurred in the mass graves for years; but also
emerges unpredictably and spreads like a contagion demonstrates the impracticality in Mexico to take appropriate measures to
prevent, contain or eradicate violence actions, since all the
(epidemics) unstoppable if resources are not used and "Recommendations" issued in the reports on violence (WHO, the Pan
instruments are keen to put in order that the primary violent American Health Organization, the World Bank, the Barometer Conflict of
act has broken up or what enabled its emergence. Heidelberg) indicate that establish or enhance national capacity to collect
and analyze data on the magnitude, causes and consequences of violence,
with the intention of setting priorities and concrete action plan direct
We think that if the power and or knowledge generated links impact
and links, that is, obligations, commitments and common ⁹ We could not say that there is a history of violence, but there is a continuity
longings; the violent act, for its part, does not have in its that undermines the relationship of links that are generated in the human
Constitution itself the possibility of generating, but, to the creations: the conflict brings into play actors; It nullifies or puts the
violence-perhaps in a state of total and absolute asymmetry violent and
contrary, its factual Constitution is the break and tear ―como violated.
the  griego―  call  the  Act  that  harms  the  community.⁹ The ¹⁰ Jean-Luc Nancy (2003) in the sense of the world, look at the reason why
problem, then, is how resources can be generated to stop Kant's time, in which everything happens except time itself, is a time when
inaccurate violence, away from the primary agent, so when nothing takes place except the time, held him same as a still have- place, as
the emergence of once and for all of the same substance in the world.
it is not possible a sacrificial version or cathartic containing
Weber Sociology & Anthropology (ISSN: 2449-1632) Page 6

The ordinary is the inescapable existence. Now understand is the agglomeration , the encimamiento that blurs the
that the question of being in the community becomes the uniqueness of the thrown there, who denies the being of the
question of being (Higuera, 2008: 22),¹¹ of the community denied your life; But even more, is the interval of a mass
challenged from the mass grave inscrutable eyes of reason. grave to another horror that intensifies a non-place, a
common space of dolores, mourners and relatives from
We know that a metaphysics is not enough before the dead Guerrero to Michoacan, from Ciudad Juarez to Tamaulipas...
body buried or exposed in the pits in Mexico. It is not enough Common area then becomes a shared medical condition,
for the dead body but also for the living body. For this reason, because the verticality of the life is questioned at every
we have confirmed that we need to rewrite a new corpus, moment to the amorphous horizontality of the bodies
where also we talk about technological interventions discarded without their own space, as it is the mass grave
(surgical, aesthetic, genetic), a corpus in which not only the (Romero, 2014).
doctor or philosopher, but also the political and criminal
have seen the power and the power of intervention; We need We must understand that the space have considered it ―por
to rethink the dematerialization of the body from the violent (at least until Bernhard Reimman) mathematics and
act and also the symbolic Dynamics exerted as information: philosophy modern ― as an empty place, always the same:
massacres, cruelties, most diverse violences trivialized and space ready to be occupied, filling; a place without time and
converted into digital streams of zeros and ones, in painless eternal (ss and Robles, 2000: 114). Thus, understanding the
quantifications, swept by voice or writing is Sabugal and space as an empty place makes it impossible to think about
over-Sabugal generating forgetfulness. Also, need silence the encimamiento of a mass grave, because it only reaches
once the deep abstraction that has distanced itself to the to look at occupation of the place, occupied pit and never
body of what we are as that exposed to the surface as topped that body there es-no - place, which has been pulled
vulnerable fragility. All this, because the intensification and into the pit.
spread of violent acts in space public us not exempt from ***
search more accurate violence and alternative definitions to However, this event is a collective stupor unrepresentable:
think of it as an event, where pain, damage and sympathy either pit found in Europe in the concentration camps, the
are integral elements of your deployment. mass graves of Rwanda in Africa, found in Mexico pits in all
Latin America, and the today make the ordinary thrown in
Life is common. Death need not not be it. Life and death we the pit unrepresentable space, because the encimamiento is
imply differently to everyone in our relations not only inbred a prohibited representation, a representation of the
or relatives, but also policies; and that is, strangely, that impossible for the reason. We are, want or not, to a temporal
politics and political life (in the zoon politikon) has lost sight and spatial transformation in forms of violence, passed in a
of. To think of space as a common place, what we notice is dissemination not matched with categorical philosophical,
the evidence of mode of the existence: when humans are ontological both affective experiences.
born or before, when the womb is inflated by a pregnancy
comes the existence preceded, given to a relationship that Violence as events of fossa, the reflection on the same forms
is poured into the distances: the son within the mother is at of violence data, not only on their narratives or cold
a distance with your skin and your meat in the meat of it. indication of their effects, opens a horizon of crucial
The son is never the mother, always save an approximation problems for compression of humanity in modern times, and
with it. Thus, when the birth, given the proximity of the points directly to what phenomenology in the last century
newborn with the world reveal the origin of existence which pointed directly : the singular relating, as irreplaceable of
is the of the with - live (2009: 22 Esposito). This is the idea everyone, and therefore, astonishing evidence of every
of a common, living space as experienced as giving to each violent action to commodified, eliminates and deprived of
which instead. This contrasts with ideologies of death that space to the place of existence.
have been perfected in the extermination, the quartering
and the Elimination of space as new forms (for extended) In Mexico, with the exposed bodies overheads event, leads
activate the violence; as in a common or clandestine grave us to think our being at the limit: limit itself and its history,
looking at its purpose that do not display of differences, as a way of seeing beyond the body plastic to conceive it as a
well as that no visibility of violence applied to the formerly threshold in which occurs the inescapable form of being,
living. where we enter into contact, where we have touch with
others, with the other and with ourselves. The problem we
So what is a mass grave? A mass grave is, in short, that place have at present human science is how resources can be
vacuum but at the same time full: the difference, generated to understand and stop violence
individuality and uniqueness is placed in the lack of inaccurate/unrepresentable in common area. Information
distinction of a body with, against, above, in other bodies cannot be stemmed in the daily count of losses or the
that have been pulled to the same hole. This is an area that discovery of mass graves, because they are not actually dead,
is not to a pain or to the space between one and the other the breathless, the without Word, the voiceless... are also
(spacing); but a place to everything location. ¹² in this tenor, claims that are in the testimony of families, witnesses,
it is a space that is not until it is filled as pain and temporality evidence: because that's where those violated continue to
suspended; not an extended space, but a space without an make space, claiming its taken place in the world.
extension, this is: a non-place that happens to the imposition
of the disappearance and the lack of distinction. But repair, ¹¹ Otherwise see Roberto Esposito (2006) in his book categories as
sideways, in this non-space graduated when we talk about impolitic.
¹² We refer to the Greek called Xora: it is a space in which the thing is, but
a mass grave: pit is not a place, because for that place is he is not there space without the thing on. Xora: the non-space or
things have to be, are in place as your mode of be in, i.e., the compartment to the extent that is the interval of making space (Algra, 1995:
own place of each and every one; but in the grave we find it 72-117).
page 7 Weber Sociology & Anthropology (ISSN: 2449-1632)

The common life and the mass grave are two ways entirely three studies on exile. Human condition, historical experience
opposite of thinking ourselves from the Community (life and and political significance. Madrid: Edaf.
death): while life in common has entered into a dynamic of
14. Coulanges Fustel de (1982). The ancient city. Madrid: Edaf.
expropriation, the mass grave reveals the crisis considering
the fragility and the conversion by substitute criminal to be 15. Cummins J. (2010). The World's Bloodiest History. Massacre,
a fragile, as we are all, by a being killable. In this way, Genocide and the Scars the Left on Civilization. Beverly MA:
violence in the commonplace, which is the land of the shared Fair Winds Press.
space in which we are, understandably, because, since the
existence intervened and stopped at the pain caused the 16. Derrida, J. (2011). Touching, Jean-Luc Nancy. Buenos Aires:
contact seeking regular, nested or annihilate. The violence Amorrortu.
today day does not leave us perplexed, leaves us, by
17. Esposito, R. (2006). Categories of the impolitic. Madrid: Katz.
principle, a-terrados, beings without land to live, with so
much cruelty and anger. We gather ourselves again and 18. Esposito, R. (2009). Community, immunity and biopolitics.
again to the impact, constancy and their derivatives; we must Barcelona: Herder.
overcome again and again the echo of self-inflicted violence,
because, however, it is possible to interrogate by violence 19. Euripides. (1938). The Suppliants. New York: Random House.
and its uniqueness which is its happen deleting spaces,
desrealizando temporality, eliminating the life in common 20. Euripides (1978). The supplicants. Madrid: Gredos.
space.
21. Ferrandiz, R. (2009). "Mass graves, landscapes of terror".
Revista de Dialectologı́a y Tradiciones Populares. 64 (1).
If we consider that the human sciences are disabled in many
respects to inquire about violence, because they have failed 22. Foucault, Michel. (2003). discipline and punish. Birth of the
to generate enough categorical system for questioning, prison. Mexico: Siglo XXI. 32nd ed.
thinking that it is accurate, then, now deconstruct methods,
categories against unthinkable violent events (but 23. Girard, R. (2005). Violence and the sacred. Barcelona:
repeatable), to move from terror to question, to challenge Anagrama.
what is the ordinary of the mass grave and is the community 24. Higuera, J. (2008). "The concept of the impolitic". Journal of
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UAM: Recovered from http://www.di
|fusioncultural.uam.mx/revista/feb2001/selva.html.

41. Weil, S. (2001). "The Iliad or poem of force." (Spring 2001 ed.)
UAM: Recovered from http://www.di
|fusioncultural.uam.mx/revista/feb2001/selva.html.
Arturo Aguirre
Anel Nochebuena
(compiladores)

estudios para la

no
violencia I
pensar
la fragilidad
humana, LA
condolencia
y EL espacio
común
Vittorio Bufacchi Jean-Christophe Merle
Arturo Romero Eduardo Subirats
Arturo Aguirre Eduardo Yahair Báez Gil
Carlos Agüero Iglesia Gustavo Ogarrio
O. Moisés Romero Castro Mª del Carmen García Aguilar
Laura Gómez Muñoz Stefano Santasilia
Arturo Chávez Flores Luz Mariel Flores

3 Norte • Afínita Editorial ISBN: 978-607-8123-32-2


estudios para la no-violencia I
pensar LA fragilidad humana, LA condolencia
y EL espacio común
Usted es libre de copiar y difundir esta obra por medios mecánicos, electrónicos, digitales y todos
aquellos posibles, siempre y cuando se atenga a no alterar los contenidos, no lucrar y refiera en
todo momento a los créditos de autoría y créditos editoriales.
estudios para la no-violencia I
pensar LA fragilidad humana, LA condolencia
y EL espacio común

Arturo Aguirre
(coordinador y compilador)
Anel Nochebuena
(compiladora)

Vittorio Bufacchi • Arturo Romero


Arturo Aguirre • Carlos Agüero Iglesia
O. Moisés Romero • Laura Gómez Muñoz
Arturo Chávez Flores • Jean-Christophe Merle
Eduardo Subirats • E. Yahair Báez Gil
Gustavo Ogarrio • María del Carmen García Aguilar
Stefano Santasilia • Luz Mariel Flores

3 norte

Afínita Editorial
Para esta publicación cada colaboración y todas en su conjunto se han sometido a
dictámenes de pares y de los sellos editoriales respectivos.

Los contenidos de esta publicación son responsabilidad exclusiva de sus autoras y autores.

Este libro es resultado de los trabajos del «Diplomado de Estudios para la No-Violencia
2014», realizado en colaboración por el Instituto Municipal de Arte y Cultura del H. Ayun-
tamiento de Puebla y por la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla; bajo la coordinación de la Subdirección de Cultura para la No-vio-
lencia y el Cuerpo Académico «Estudios-filosófico-culturales y su aplicación a las áreas de
lógica, género y análisis existencial» (BUAP-CA-260).

Primera edición 2015

© D.R. 2015 Instituto Municipal de Arte


y Cultura de Puebla
3 Norte, núm. 3
Centro Histórico
C. P. 72000
Puebla, Puebla
México
© D.R. 2015 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
4 Sur, núm. 104
Centro Histórico, C.P. 72000
Puebla
© D. R. 2015 Afínita Editorial México S. A. de C. V.
Golfo de Pechora, núm. 12-B
Lomas Lindas,
C. P. 52947
Atizapán de Zaragoza
Estado de México

ISBN: 978-607-8123-32-2 (3 norte)


ISBN: 978-607-8013-32-6 (Afínita)

No alterar, no lucrar y referir en todo momento a los créditos de autoría y créditos editoriales.
Autores, traductores y sellos editoriales han convenido en que usted es libre de copiar y
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bles, siempre y cuando se atenga a las restricciones anteriores.

impreso en méxico 2 printed in mexico


Índic e

9 Presentación
Arturo Aguirre
Anel Nochebuena

11 Dos conceptos de violencia


Vittorio Bufacchi

31 En torno a la crítica de la violencia en Walter Benjamin y Søren


Kierkegaard
Arturo Romero Contreras

59 Nuestro espacio doliente. Sobre la violencia


Arturo Aguirre

75 Miedo en el cuerpo. Reflexiones sobre los mecanismos


de poder y control en la sociedad contemporánea
Carlos Agüero Iglesia

89 La violencia al cuerpo. Reflexiones


sobre el paradigma de la fosa común
Oscar Moisés Romero Castro

105 Violencia, dolor y fragilidad


Laura Gómez Muñoz

113 El cuerpo doliente y el poder sobre la tortura


Arturo Chávez Flores

123 Globalización y responsabilidad para llevar a cabo los derechos


humanos ante la violencia
Jean-Christophe Merle
índice

139 Prometeo: esclarecimiento en una edad de destrucción


Eduardo Subirats

149 Estudio sobre la memoria y la violencia


Eduardo Yahair Baez Gil

159 Poéticas del desarraigo en México


Gustavo Ogarrio

167 Acciones y estrategias contra la violencia


hacia las mujeres en puebla
María del Carmen García Aguilar

181 La cuestión de la barbarie. Sobre la mutación


Stefano Santasilia

189 Ser intranquilo. Un análisis de la violencia estructural


desde el paradigma del exilio
Luz Mariel Flores Bautista
La violencia al cuerpo. Reflexiones
sobre el paradigma de la fosa común

Oscar Moisés Romero Castro

Unas de las dificultades que la filosofía ha encontrado para hablar de la


violencia en nuestro tiempo es la imposibilidad de nuestros recursos teóricos
para conceptualizar su desenvolvimiento ontológico. Tenemos una crítica
de la violencia con Walter Benjamín y un camino previo para su posible
conceptualización con Hannah Arendt, pero ambas posturas nos ofrecen un
vaivén de recursos para distinguir a la fuerza del poder y la violencia, sin situar
al cuerpo como protagonista del poder afectar y poder ser afectado como lo
comprende Wolfgang Sofsky en su Tratado sobre la violencia.1
A lo largo de esta investigación, entendemos que una teoría crítica de la vio-
lencia debe dar cuenta del cuerpo. En seguida el cuerpo violentado es el espacio
que nos urge aclarar como contemporáneos, porque ubicamos a México como
antecedente de nuestra investigación, un lugar que en el norte y sur de su terri-
torialidad se sitúa con violencia desde el año 2006,2 acto que ejecutan los bandos
criminales desde el uso intencional de la fuerza, del poder físico para causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones,3
que implican 23 homicidios por cada mil habitantes en el país.4
Al abordar el tema de la violencia, comprendemos el paradigma de la fosa
común como un referente ineludible de nuestro tiempo para acercarnos a una
posible conceptualización de la violencia. El paradigma permite reunir enun-
ciados y prácticas discursivas en un nuevo conjunto inteligible y en un nuevo
contexto problemático, es un ejemplo de la realidad, es válido en tanto que
1. Cf. Wolfgang Sofsky, Tratado sobre la violencia, Madrid, Abada, 2006; Walter
Benjamin, Crítica de la violencia, Madrid, Biblioteca Nueva, 2010; y Hannah Arendt,
Sobre la violencia, Madrid, Alianza, 2006.
2. Claudia Herrera Beltrán, «El gobierno se declara en guerra», La Jornada, unam,
12 de diciembre de 2006, disponible en http://www.jornada.unam.mx/2006/12/12/
index.php?section=politica&article=014n1pol.
3. Véase en Etienne G. Krug et al., Informe mundial sobre la violencia y la salud.
Washington, oms, 2002. p. 238.
4. Eduardo Guerrero Gutiérrez, «¿Bajó la violencia?», Revista Nexos, México, 2015, p. 22.

89
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

es verificable, al contrario de una lógica de universales que tiene una relación


dialéctica con particulares o viceversa, el paradigma se sostiene por su singula-
ridad fáctica. Por lo que se refiere a la fosa común podemos decir que implica
un movimiento que va «de la singularidad a la singularidad y que, sin salir de
esta, transforma cada caso singular en ejemplar de una regla general que nunca
puede formularse a priori».5
Lo que funcionaría como evidente para denunciar a la violencia es el ejemplo
de la fosa común que actúa como paradigma, porque una fosa común no es un
principio hipotético, tiene una relación a posteriori con el mundo, Agamben
afirma que «lo no-hipotético es lo que se abre en el punto en el que se quitan –es
decir, se asumen y eliminan a la vez– las hipótesis». 6
Lo que implica la práctica de cavar fosas comunes en México es el dolor y
el sufrimiento expuestos en los cuerpos violentados en el país. Para ejemplo las
estadísticas del 2014, año que tuvo el menor índice de homicidios relacionados
con el crimen organizado, se habla de 8004 homicidios en el país,7 y aunque es
una cifra muy alta e indignante, es una cifra que disminuye hasta 3 mil 265 homi-
cidios menos que en el año 2013. Por otro lado, el año 2011 es el periodo donde se
registra el mayor número de incidencia con homicidios relacionados a la delin-
cuencia organizada: se habla de 15 mil 768 homicidios en un solo año.8 Hay una
gran cantidad de censos realizados por distintas organizaciones no guberna-
mentales pero nos detendremos en retomar una cifra contundente que usan
los centros forenses del país. Se afirma que los homicidios y ejecuciones desde
el año 2007 al 2014, casi todo el periodo de la guerra contra el narco, dan un total
de 247 mil 756 muertos, cifra que no considera las llamadas «víctimas invisibles».9

***

Entonces ¿cómo referirnos a la violencia? ¿cómo referirnos a este mundo que


produce fosas comunes, que hace del cuerpo violentado un uso que excede
su espacio? Para elaborar una posible respuesta habrá que dejar en claro que
nosotros somos herederos de violencias espectacularizadas, y a la vez somos
parte de este acontecimiento de la violencia actual como un fenómeno de
fuerza excesiva aplicada entre personas dentro del espacio común. Entendemos
que elaborar un análisis minucioso de la fosa común permite entender el
desenvolvimiento de la violencia, que afecta la relación en común de los unos

5. Giorgio Agamben, Signatura Rerum, Barcelona, Anagrama, 2010, pp. 13 y ss.


6. Idem.
7. E. Guerrero Gutiérrez, «¿Bajó la violencia?», op. cit., pp. 21-28.
8. Ibid., p. 22.
9. Idem.

90
estudios para la no-violencia I

y los otros. Esto permite interrogar: ¿por qué la fosa común aparece como
una práctica común? ¿Qué es la violencia cuando se cava una fosa común?
Llama la atención que el concepto de la violencia desde hace algunas décadas y
primordialmente durante todo el siglo xx, con los distintos eventos que van desde
el perfeccionamiento en los campos de exterminio y distintas prácticas técnicas,
para concluir en distintos genocidios masivos alrededor del mundo, 10 sobrevenga
una alerta, una oquedad y una ausencia sobre la teoría de la violencia.11
Como herederos de estos acontecimientos no hemos esclarecido el devenir
de la fuerza de la violencia que arranca el existir. Para la filosofía debe de ser
insoslayable hablar de la violencia, porque su deber es interrogar el fenómeno
hasta las últimas consecuencias. Habrá que recordar que la historia de la huma-
nidad también está conformada por un fenómeno tan singular que expone los
rasgos de todo el detrimento que inscribe la violencia en el espacio público:
desde claves del pensamiento sobre el espacio vivido y doliente, se entiende que
el espacio vivido es el cuerpo que siente.12
Por lo cual el paradigma de la fosa común expone la singularidad y las conse-
cuencias que han echado por la borda la apropiación de un mundo que tiene lugar,
que evidencia el enajenamiento y la ruptura de los vínculos de nuestro coha-
bitar. Lo cierto es que somos herederos de la violencia, de sus marcas históricas:
de las cruzadas hasta dos guerras mundiales, exterminio, muerte nuclear, de las
prácticas más sofisticadas y tecnológicas que consolidan la evidencia de que la
violencia tiene un lugar en el mundo y es un fenómeno plenamente humano.13
El paradigma de la fosa común que tiene constantes registros a lo largo de
la historia14 degenera la existencia compartida, es una fractura que revela el

10. Sobre la línea teórica del problema del mundo y la globalización en plena violencia
véase en Jean- Luc Nancy, La creación del mundo y la mundialización, Barcelona, Paidós,
2003, pp. 27 y ss.
11. Entendemos el problema de la violencia en su latitud teórica, sobre la paradójica
ausencia de no tener una teoría de la violencia que dé a entender el protagonismo
ostensible y generalizado que ha cobrado dicho fenómeno. Lo que llamó la atención
de pensadores como Benjamin y Arendt es «que no hemos alcanzado verdaderamente
una compresión filosófica sobre lo nuevos significados de la violencia desde el punto de
vista de la historia de la civilización (…) desde el desarrollo científico e industrial, o en
los espectáculos crecientes de agresión tecnológica contra los equilibrios de la biósfera».
Véase Eduardo Subirats, Filosofía y tiempo final, México, Afínita, 2014, pp. 53-54.
12. Jacques Derrida, El tocar, Jean-Luc Nancy, Buenos Aires, Amorrortu, 2011, pp. 33
y ss.
13. En este mismo proceso «los campos de concentración y exterminio son representados
como la expresión absoluta de lo siniestro. En cambio, las primeras bombas atómicas
han sido elevadas a la altura de lo heroico y lo sublime». E. Subirats, Filosofía y tiempo
final, op. cit., p. 54.
14. Tómense en cuenta los pozos en Gran Bretaña por la peste bubónica del siglo xiv; las

91
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

testimonio de la muerte colectiva. Esta práctica común de la fosa está envuelta


por distintos acontecimientos, que van desde el sepulcro colectivo por las enfer-
medades continuas, desastres naturales, o por una pragmaticidad política, por
ocultar la atrocidad del exceso del poder de dar muerte. Lo cierto es que la fosa
común más allá de las particularidades y de las instrumentalidades que la com-
ponen, genera la frontal disolución de la individualidad, de su espacialidad y
de su memoria única: la liquidación de la identidad irremplazable, irrepetible e
irreversible de cada yo.15
Se percibe, asimismo, este fenómeno como un acontecimiento de interrup-
ción. Una comunidad que antes que su progreso o su desarrollo tiene que volver
sobre sí con la conciencia de una desdicha constitutiva;16 porque la crisis que
opera detrás de una fosa, el hoyo o la zanja llena de cuerpos, es la afirmación de
una muerte que es, se presume o se quiere anónima.
Así, las dinámicas conceptuales, nuestras categorías, se han visto sobrepa-
sadas y petrificadas para entender el ser matable en el que nos estamos convir-
tiendo desde el inicio del milenio.17 Porque la vida en común, se ha convertido
en una relación de violencia que desgarra a la comunidad política del espacio
público.18
Como resultado habrá que afirmar con Hannah Arendt que detrás del con-
cepto de violencia hay una deuda irreparable; porque nunca se le relacionó con
los términos fundamentales para entender su desenvolvimiento fenomenoló-
gico, como en el caso de la fuerza o de la potencia, dos instancias que tienen un
lugar en el mundo para causar un daño, porque más que adyacente, significa el
desgarro de una existencia por una fuerza deliberada que comprendemos como
violencia.19
Esto hizo más problemático entender este paradigma, porque hay que tener
en claro que la violencia inicia desde un agente hacia un paciente,20 ostentando

fosas de los Campos de la muerte en Camboya como dinámicas de genocidio durante


el régimen de Pol Pot (1975-1979); las del estalinismo en la Gran purga entre 1937 y
1938; las de Hart Island en EE.UU. como producto del aprisionamiento, y un largo
etcétera. Véase en Joseph Cummins, The World’s Bloodiest History. Masacre, Genocide
and the Scars the Left on Civilization, Beverly MA, Fair Winds Press, 2010.
15. Arturo Aguirre, Kaleidofonía, Puebla, buap-edaf, 2014, pp. 39 y ss.
16. Jean-Luc Nancy, Hegel la inquietud de lo negativo, Madrid, Arena, 2005, pp. 9 y ss.
17. Adriana Cavarero, Horrorismo: nombrando la violencia contemporánea, Barcelona,
Anthropos-uam, 2009, pp. 20 y ss.
18. A. Aguirre y Ó. Moisés Romero, “Violencia expuesta. Consideraciones filosóficas
sobre el acontecimiento de la fosa común”, Revista I+D, Chiapas, vol. iv, núm. 8, junio,
2015.
19. Hannah Arendt, Sobre la violencia, Madrid, Alianza, 2006, pp. 16 y ss.
20. Eduardo Gonzales Calleja, La violencia en la política. Perspectivas teóricas sobre el
empleo deliberado de la fuerza en los conflictos de poder, Madrid, csic, 2002, p. 13.

92
estudios para la no-violencia I

que los fenómenos de fuerza y potencia forman parte de la composición de la


violencia: porque se calcula una distancia, se hace una simetría del mundo, para
después tener su contundencia mortal sobre el otro. Este cálculo de la fuerza
mortal, se traza en un plano cartesiano para llegar a su objetivo último. El uso de
la razón forma parte de esta serie de pasos que conforman la violencia física; una
racionalidad moderna que ha construido además sistemas jurídicos y policiacos,
el doble juego del mundo globalizado y a la vez unitario, occidentalizado.21 Al
final, esta razón sufre imprecisiones para esclarecer el término de la violencia,
porque encontramos que se han hecho más análisis a lo largo de la historia sobre
cómo administrar la violencia antes que contenerla.22
El paradigma de la fosa común, cavada en la tierra desde un uso instrumental
de la violencia con la finalidad de generar una infraestructura para esconder al
cuerpo en la tierra,23 vista desde los estudios sobre la violencia actual, es instru-
mental o bien absoluta, en tanto que sus actos son mediaciones agenciadas para
acelerar un proceso con la meta de obtener un fin deliberadamente perseguido.
La violencia absoluta (o gratuita o banal) refiere actos cuyo fin ha sido suspen-
dido para congraciarse a sí y en sí misma; en este sentido habrá que referirse a
actos como la violencia innecesaria (crueldad) que se aplica al cuerpo sin vida
inerte,24 esto es lo que hemos de nombrar como el espectáculo de la violencia,
el paradigma de fosa común configura un espectáculo del encimamiento de
las extremidades del cuerpo, pero al mismo tiempo esconde el acto en la tierra
porque es intolerable.
Con todo, se compromete una razón que fue cultivada sobre un abordaje
teórico del cálculo simétrico, que enseña el marco referencial de la violencia en el
espacio común; es decir, cierto es que desde la Antigüedad la violencia fue estu-
diada y comprendida, pero siempre fue denunciada como inaceptable, mediante
el pensamiento y las expresiones culturales se buscó la regulación, contención
o prevención (bien por el derecho, la política, la ética, la educación).25 Todo ello
nos sugiere que hay en Occidente una memoria de la violencia y de sus formas,
además de una comprensión y resistencia. Esta perspectiva, ahora es motivo
21. Véase Jean-Luc Nancy, La creación del mundo y la mundialización… op. cit.,
p. 20. «Cada uno de los conceptos determinantes de esta interpretación de la historia
del mundo se nos aparece hoy día en un estado de fragilidad reconocido por todos: el
proceso, la conciencia, la posibilidad de liberar un valor y un fin en sí».
22. Son visibles en el espacio público las confrontaciones de los criminales que son el
resultado de un Estado debilitado e incapaz de poner límite a los abusos y arbitrariedades
de los sujetos, lo que se muestra en una lucha inevitable por la supervivencia, porque
el Estado combate con más violencia, contagiando a todos los estratos de la sociedad.
Este análisis lo encontramos más a fondo en W. Sofsky, Tratado sobre la violencia, op. cit.
23. Ibid., pp. 88 y ss.
24. Idem.
25. A. Aguirre, Kaleidofonía, op. cit., pp. 39 y ss.

93
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

y objeto para considerar a la violencia en el espacio común, público, como el


lugar dónde se opera la fuerza destructiva.
Actualmente hay un olvido sobre la pregunta por la violencia que deja fosas
con cuerpos en el mundo, a medida que se han recubierto los brotes de violencia
en nuestro país, la dificultad de la pregunta por la violencia, llegó a tal grado de
desconocer cuál era la finalidad de la fuerza deliberada que se administraba.26
Históricamente dicha práctica la encontramos desde el espectáculo que se ela-
boraba en el Medioevo sobre los ateos o los criminales, hasta llegar a los cuerpos
montados y expuestos en la calle por el crimen organizado en México, como si
fuera una galería de arte pública.27 Sobre todo al pasar por alto el término de
la violencia, también se ha pasado desapercibida la aniquilación que ocasiona
sobre nuestra existencia. En estas instancias no involucramos el sentido de fra-
gilidad de nuestro cuerpo vulnerable,28 hasta ausentar nuestro sentir, nosotros
somos cuerpo porque nos dolemos,29 el dolor que ocasiona la fuerza de la vio-
lencia, es casi imperceptible cuando ingresamos a conceptualizar a la violencia
en un análisis de la pura fuerza y su composición física.
La violencia reconocida por los griegos –no como una fuerza– como hybris
es la desmesura frente al orden de los cuerpos en el mundo, el mundo griego
no percibía como pura fuerza deliberada a la violencia, sino que es un acto que
no permitía la armonía de los unos con los otros. Precisamente se consideraba
26. Véase en Michela Marzano, Estudios sobre la «realidad-horror», México, Tusquets,
2007, pp. 37-38. Este es un estudio sobre la espectacularización de la violencia víctimas
por extremistas islámicos que: «En cambio, los sacrificios humanos perpetrados por los
islamistas no hacen más que encadenar una escalada sin fin de la violencia mediante la
multiplicación sin fin de las víctimas. Porque el espectáculo de la violencia a menudo
tiene algo contagioso, una deriva a la que es muy difícil escapar […] Las imágenes
pretenden sobre todo invadir la conciencia de los espectadores. Se ve en ellas a seres
humanos que imploran por su vida. El diseño carece aparentemente de ambigüedad; se
trata de suscitar el espanto y el miedo de una sociedad considerada como rica, culpable,
veleidosa y decadente».
27. Ibid., pp. 75 y ss. «Ni siquiera el cristianismo pudo erradicar totalmente esta
inclinación. El espectáculo de las condenas a muerte fue uno de los rasgos del Occidente
medieval. En la concepción de la ejecución extendida bajo el Antiguo Régimen, se
hacía lo posible para reunir al mayor número posible de gente. El espectáculo empieza
con la llegada del condenado encadenado, sostenido por los ayudantes del verdugo
y escoltado por los guardias. Todas las miradas se dirigen hacia el que va a morir. Se
imagina su miedo frente a lo que le espera o, al contrario, su fuerza de carácter. Se
acechan sus últimas palabras. ¿Morirá como un cobarde o como un héroe? ¿Mostrará
arrepentimiento, pedirá perdón por sus faltas al cura que lo acompaña o, al contrario,
persistirá en su odio a la sociedad?»
28. Cf. A. Cavarero, Horrorismo: nombrando la violencia contemporánea, op. cit., pp. 20
y ss.
29. Cf. W. Sofsky, Tratado sobre la violencia, op. cit., pp. 19 y ss.

94
estudios para la no-violencia I

un acto desmesurado aquel que rompía los límites, el cual no tiene una medida
que mida el fenómeno.30 A los griegos les asombraba demasiado cuando no se le
daba sepultura digna al cadáver, para ello el cadáver tiene un lugar en su orde-
namiento –habrá que recordar el caso de Héctor en la Ilíada sobre este tema–,31
porque tal acto provocaba el desgarro de la colectividad, hay resentimiento,
declinación y hambre de amenaza; en absoluto se trata del respeto y la memoria
que conservaban sobre sus muertos, sobre el cuerpo inerte, porque en esta cons-
tante los griegos también delinean los límites de la violencia sobre el inerte.32
La cuestión para nosotros como contemporáneos es muy distinta, el cuerpo
tiene una valoración diferente para nuestra cultura: el cuerpo es, en la medida
que cumple con la vitalidad, el valor de un cuerpo radica cuando está vivo. Es
así que los cuerpos violentados, cuerpos inertes o cadáveres dentro de una fosa
común son contenedores vacíos encimados, cuerpo sobre cuerpo, es un para-
digma que tiene lugar en el espacio común ocasionado por una fuerza deliberada,
pero las formas de dirigirnos al cuerpo violentado son muy distintas durante la
historia en Occidente y es lo que media el orden en una cultura.
Lo determinante en nuestra investigación sobre la violencia del inerte dentro
de la fosa es referirnos al entramado donde los límites ontológicos son los límites
del con-vivir. Pensemos, así, el dolor del otro como el límite que se exhibe, para
reconocerlo como el hombre o mujer que siente el dolor. En efecto la exce-
dencia del dolor provoca experimentar el límite de la muerte, cuando el arma
con la que se ejecuta la fuerza letal, desangra el cuerpo, el ejecutante (el agente)
aplica la violencia, hace un daño irreversible en la integridad existencial de su
víctima (paciente).
Por lo tanto se aplican en la realidad las contradicciones del leguaje, pues
hace posible eso que la lógica formal nos enseña que es contradictorio e inelu-

30. En el tema de la hybris hay que recordar el horizonte de la Antigüedad: Mundo


del límite bien delimitado, mundo del horizonte, de la phrónesis, de la mesótes, y del
métron. «La hybris era por excelencia la desmesura mesurable, y se sabía, o se podía en
principio saber, si Ayax, Antígona o Creonte, Cesar o Bruto, se pasaba de la raya, y
en qué medida. Entonces, la medida es conveniencia del ser, consigo mismo. Es su
modo, no su dimensión (su modo, su temperamento, su ritmo, su propia coherencia)».
Véase en Jean-Luc Nancy, Ser singular plural… op. cit., p. 196.
31. Véase Nicole Loraux, La ciudad dividida, el olvido de la memoria de Atenas, Madrid,
Katz, 2008, p. 15 y ss.
32. Jacqueline de Romilly, La Grecia antigua contra la violencia, Madrid, Gredos, 2010,
p.75 y ss. Tras la impronta de violencia que los griegos reconocieron, apreciaron sobre
todo que ante el acto violento lo que aparece es la debilidad humana, su fragilidad,
observan que el hombre es un ser matable: «De suerte que esta nueva moral, esta moral
de indulgencia, de la intolerancia, esta moral de la benignidad, que encuentra aquí su
expresión contra la violencia divina, está abiertamente vinculada con la debilidad del
hombre en general».

95
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

dible; que el hombre puede ser objeto y hombre a la vez. El agente de la violencia
por lo tanto virtualiza el espacio del cuerpo para transformarlo en un objeto. Así
al pensar el cuerpo violentado se debe considerar a ese espacio que se duele como su
límite evidente.
Ahora la violencia y las coordenadas por donde sugerimos analizarla son
desde su fenómeno más latente que tiene incidencia en nuestro cuerpo y a raíz
de este fenómeno se llega a la imposibilidad que se concluya una comunidad,
porque la violencia tiene un lugar en su interior. El caso concreto que nos arroja
el paradigma de la fosa común es que en su lugar es imposible una relación de
los cuerpos porque no tienen comunicación. Así, concebimos a la violencia como
fuerza, potencia, contundencia, vigor, energeía, que es trasladada por un agente a
un paciente, una fuerza excesiva aplicada por un individuo a otro, con intención
expresa de causar efectos sobre el que padece o recibe ese tránsito de fuerza.33
En esta investigación comprendemos a la violencia desde el espacio común
involucrando las cifras desmesuradas de muertos al día en México, por la guerra
contra el narco, y la lucha contra el crimen organizado por el control del terri-
torio alrededor de todo el país. Sostenemos que la fosa común dado que es la
consecuencia de actos excesivos de violencia, es un reflejo de una situación
política, social y cultural donde se comparte una normalización de la violencia
colectiva y la ejecución de un tránsito de fuerza deliberada en el sentido que
trata de controlar, organizar, jerarquizar y o usar disposiciones y posicionamientos
de individuos en el espacio compartido, como acto a posteriori.34 Sobre todo hay
registros que al menos, alrededor del mundo, se ha encontrado una fosa común
en cada continente: Asia, América, Europa, África, Oceanía.35
Avanzando se sugiere la vía teórica de análisis general de la violencia: evi-
denciar sus rasgos, sus características en los actos de homicidio intencional bajo
una dinámica creciente que no parece ser efecto sino constituyente de esta vio-
lencia: la fosa común. Es así que interpretar y a la vez reconocer las violencias
que nos acontecen en las diferentes territorialidades del mundo compromete a
un rastreo para vislumbrar ¿qué sentido tiene el cuerpo violentado en nuestra
memoria colectiva? ¿Qué entendemos por el cuerpo cuando es lanzado a la fosa?
La teoría crítica de la violencia se vierte en una encrucijada, porque debe de
considerar las bifurcaciones desde el momento que se reconoce que eso a lo que
se violenta en ese tránsito de fuerza es un cuerpo que se duele,36 porque dentro
de ese tránsito de fuerza de un ejecutante que genera un daño irreversible que
atenta con su mortalidad, retrae una clarificación del devenir de la violencia

33. Cf. Eduardo Gonzales Calleja, La violencia en la política... op. cit., pp. 13-14.
34. Véase supra., A. Aguirre, “Nuestro espacio doliente. Sobre la violencia”, en este
mismo volumen de Estudios para la no-violencia I.
35. Véase en J. Cummins, The World’s Bloodiest History… op. cit., pp. 80 y ss.
36. A. Aguirre, Kaleidofonía, op. cit., pp. 39 y ss.

96
estudios para la no-violencia I

en el mundo. Como primera inmediación el espacio común, la vida en común


es donde el paradigma de la fosa común tiene lugar, porque es un habitáculo de
seres en relación a otros seres donde la violencia se ejecuta desde la fuerza.
La consecuencia de seguir involucrados en el conservadurismo de un estudio
de la violencia que comprende solo un juego de fuerzas es que anula todo el pano-
rama ontológico que revela el muerto. Arendt tenía bien claro que ver a la vio-
lencia desde el entramado de la fuerza, lleva a confundirla fácilmente con el poder.
Distinguimos al poder como aquella creación que genera vínculos, a diferencia de
la violencia que es aquella fuerza degenerativa que rompe los vínculos.37
Siguiendo este análisis no se salva en ningún momento el tratar de diferen-
ciar tales conceptos el uno (poder) del otro (violencia), así cuando el poder trata
de alcanzar fines a corto plazo utiliza la violencia, para acelerar la temporalidad
en el entramado de los medios y fines, pero localizamos que el poder controla
una fuerza sobre el otro que es justificada para alcanzar un fin.
El término de la violencia de la fosa común se ejecuta en un espacio común, en
el cuerpo que es violentado, que se descompone cuando está inerte, que a la vez
muestra la descomposición de una comunidad política que usa el poder, donde
cree que su sentido es la violencia.38 Porque el uso de la violencia y propiamente
su administración forma parte del orden constitutivo de un orden universal.
Eduardo Subirats afirma que la pregunta por la violencia, bajo sus múltiples
figuras desde el exterminio humano hasta la fosa común, es la pregunta por el
sentido histórico constitutivo de la vida humana.39
Interrogar la figura de la fosa común que deja la violencia, es hacerle frente al
tiempo presente, a las dimensiones objetivas de nuestra angustia frente al futuro
histórico que se pierde en los límites de lo inexpresable, sinsentido de la colec-
tividad, sinsentido presente del uso de la violencia como regla constante para
el bienestar de una comunidad o para la obtención de vínculos sociales. Porque
la fosa representa el desgarro de los vínculos y una vez localizados, damos lugar, al
espacio que ocupa el cuerpo violentado.
Sin embargo, la carne vista como putrefacción hace reconsiderar la inte-
gración del cuerpo violentado a una perspectiva teórica que cambia, porque
al momento que la violencia adquiere no solo la mirada de la fuerza sino de las
tonalidades de la herida, la sangre, el sufrimiento, la cicatriz del testimonio, y
el cadáver de la víctima, se introduce en la violencia la necesaria categorización
del espacio común que se metamorfosea como espacio doliente,40 siguiendo el
pensamiento de Sofsky: «todos los hombres son iguales porque todos somos

37. Cf. H. Arendt, Sobre la violencia, op. cit., pp.16 y ss.


38. Cf. E. Subirats, Violencia y civilización, op. cit., pp. 61-73.
39. Cf. E. Subirats, Filosofía y tiempo final, op. cit., p. 45
40. A. Aguirre, Kaleidofonía, op. cit., pp. 45 y ss.

97
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

cuerpos».41 Comparten la vulnerabilidad, comparten su miedo al dolor de su


propio cuerpo.

La violencia física es la demostración más intensa del poder. Afecta directa-


mente a lo que es el centro de la existencia de la víctima: su cuerpo. Ningún
otro lenguaje tiene más fuerza de persuasión que el lenguaje de la violencia
[…] La violencia mantiene la presencia de la muerte, alimenta el temor a la
muerte.42

Se intenta, así, dar cuenta de los cuerpos violentados que amanecen inertes
en Ciudad Juárez, de las cifras cualificadas, de homicidios, desaparecidos,
violaciones, secuestros, amenazas y extorsiones, que se acrecientan día a día.
Se han mencionado cifras de muertos que nos introducen a la situación de
la violencia que acontece en el país, pero estas no cuentan las así llamadas
víctimas invisibles.43 Sin embargo, no hablan de la exposición de los cuerpos
violentados,44 que no se reducen a la numeración, que exponen su espacio
doliente.45
Sobre esta misma dinámica reflexiva frente a la vulnerabilidad de nuestro
cuerpo, una vez que la violencia aniquila todos sus rasgos de expresión, que le
da muerte, el cuerpo que pasa a ser la materia negativa donde su extensión se
expone en la singularidad de cuerpos vulnerables. Carnicerías, masacres, tor-
turas, y otras violencias aún más crudamente sutiles forman parte de este dolor
que nos expone así: vulnerables.46
Frente a esta impronta de violencia el concepto del cuerpo (corpus) es ahora
menos claro. No solo hablamos de este cuerpo que se ha ido complejizando
alrededor de la tradición, no hablamos solo del corpus que creemos que han

41. W. Sofsky, Tratado sobre la violencia, op. cit., p. 9.


42. Ibid., pp. 9-17.
43. Leticia Ramírez de Alba, «Primer corte preelectoral: 88 mil 361 muertos en el
sexenio», Revista Proceso, número 1857, 2 de julio de 2012, disponible en: http://www.
proceso.com.mx/?p=309572. Ver sirenped (Sistema del Registro Nacional de Personas
Extraviadas o Desaparecidas) cifras de 26 mil 121 desaparecidos. En el año anterior
2014, las cifras de enero-junio son de 16 mil personas desaparecidas (véase en Alberto
Morales, «segob precisa cifra de desaparecidos: ascienden a 16 mil», El Universal,
disponible en http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2014/segob-precisa-
cifra-de-desaparecidos-ascienden-a-16-mil-1017375.html, 16 de junio del 2014).
44. Cf. Jean-Luc Nancy, Corpus, Madrid, Arena Libros, 2003, pp. 28-29.
45. Cf. Jean-Luc Nancy, El sentido del mundo, Buenos Aires, La marca, 2003, pp. 111-
120.
46. Cf. A. Cavarero, Horrorismo… op. cit., p. 25.

98
estudios para la no-violencia I

comprendido el médico o el filósofo, uno desde su alteración genética o quirúr-


gica y otro desde su lugar ontológico, sino del cuerpo que es violentado.47
¿Qué es este lugar, este corpus que se violenta? Imaginemos ese hombre
o mujer que antes de ser arrojado a la fosa común, antes de someterlo a un
mutismo, un cuerpo inerte, un cuerpo mudo, acallado, nacido el cuerpo después
de ausentado el verbo, el alma, el espíritu o en el cese de la actividad neuronal,48
tienen lugar en el mundo:

El cuerpo es simplemente un alma. Un alma arrugada, grasa o seca, peluda o


callosa, áspera, flexible, crujiente, graciosa, flatulenta, irisada, nacarada, pin-
tarrajada, cubierta de organdí o camufala de caqui, multicolor, cubierta de
mugre, de llagas, de verrugas. Es un alma en forma de acordeón, de trom-
peta, de vientre de viola.49 […] Es una colección de piezas, de pedazos, de
miembros, de zonas, de estados, de funciones. Cabezas, manos y cartílagos,
quemaduras, suavidades, chorros, sueño, digestión, horripilación, excitación,
respirar, digerir, reproducirse, recuperarse, saliva, sinovia, torsiones, calambres
y lunares.50

Este cuerpo del que hablamos es un espacio que le implica el dolor, doliente
en cuanto expresa la relación frontal entre la violencia, dolor y espacio, lugar
de dolores inacabados. El corpus insiste, siente y se sostiene:

El cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante, imaginante. Todo el


tiempo siente algo. Siente todo lo que es corporal. Siente las pieles y las piedras,
los metales, las hierbas, las aguas y las llamas. No para de sentir… Sin embargo, la
que siente es el alma. Y el alma siente, en primer lugar, el cuerpo.51

El cuerpo no es una dualidad de alma y cuerpo. Se necesita de un cuerpo que


siente en su totalidad, para arraigarnos a este mundo compartido; un mundo
que se siente. El violentado reclama su espacio, se hace espacio, «porque esta
tenencia o este su cuerpo, sujeto de violencia, es en la ineludible manera de
ser espacio expuesto, fragilidad doliente de este espacio que es la manera
de tenerse».52

47. Véase en A. Aguirre, Kaleidofonía, op. cit., pp. 23.


48. Cf. ibid., pp. 45 y ss.
49. Jean-Luc Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, Buenos Aires, La Cebra, 2007, p. 167.
50. Ibid. p. 23.
51. Ibid. p. 15.
52. A. Aguirre, Kaleidofonía, op. cit., pp. 50 y ss.

99
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

Pensemos ahora a la violencia como un lugar que expone su fuerza letal, el


paradigma de la fosa común, el cuerpo que irremediablemente es sometido a
una maquinaria conceptual que compromete su existencia, lo cosifica como des-
hecho, como materia bofa, animal de carga, materia estúpida, resto del alma…53
Hoy los actos violentos alrededor del mundo hacen de esta línea discursiva
una apropiación práctica, hemos construido a la vez que erigido una teoría del
cuerpo que históricamente es la carga de la existencia, porque:

No tiene sentido hablar de cuerpo y de pensamiento separadamente uno del


otro como si pudiesen ser subsistentes cada uno por sí mismos: no son otra
cosa que su tocarse uno a otro, el tacto de la fractura de uno por otro, de uno
en otro. Ese toque es el límite, el espaciamiento de la existencia.54

El límite de la existencia al que se refiere Jean-Luc Nancy es franqueable, en


el momento que hay en la colectividad una experiencia del simulacro por el
cuerpo. El cuerpo desde antiguo ha sido relegado a un objeto, Occidente
recuerda con Simone Weil, en el texto de «La Ilíada o el poema de la fuerza»,
que el cuerpo se convierte en objeto por la violencia de su

fuerza –que es esa x que transforma a todo el que se ve sujeto a ella en una cosa.
Ejercida hasta el límite, convierte al ser humano en una cosa en el sentido más
literal de la palabra: hace de él un cadáver. Alguien estaba aquí y al minuto
siguiente aquí ya no hay nadie […].55

El cuerpo ha sido cosificado hasta el punto de ser una maquinaria de muerte,


pero también de las prácticas más sofisticadas de la violencia, el cuerpo una
vez cadáver, la extensión que ocupa un lugar en el mundo es un desecho que
históricamente se reafirma una y otra vez, hace de su paciente una x cualquiera,
reductible a una objetivación, es la reducción de cualsea que se somete a una
fuerza deliberada, es una x, siguiendo este razonamiento, si toda x es un objeto
que se somete a la fuerza deliberada por lo tanto cualquier hombre que se
somete a la fuerza, es un objeto, un medio sin fin en sí mismo.
Nos convencemos que al ingresar en una línea discursiva de la muerte cons-
tante que históricamente objetiva al cuerpo, revela el detrimento de un pen-
samiento que dé cuenta de la existencia compartida, si el cuerpo se muestra

53. Cf. Jean-Luc Nancy, Corpus, op. cit., pp. 28-29.


54. Ibid., p. 30. (El subrayado es mío.)
55. Simone Weil, «La Ilíada o el poema de la fuerza, México», uam, 29 de abril de
2013, disponible en: http://www.difusioncultural.uam.mx/revista/feb2001/selva.html

100
estudios para la no-violencia I

investido por una consideración repugnante, estorbosa o como carga para la


existencia, no es extraño que actos crueles sobre el cadáver quieran llegar hasta
el punto de deshacerse de todo su lugar, marcas o huellas que representen
que una vez ocupó el mundo en vida, 56 es así que nos apropiamos del espacio
doliente, de la violencia del espacio común para restituir una argumentación
que explique su violencia.
Comprender al cuerpo y su violencia, debe considerar la proximidad que
tenemos con la fosa común que desnuda esta violencia, fuerza deliberada con el
interés de fulminar la vida del otro, que da lugar a que toda la sustancia de tal
evento sea en su espacio del cuerpo violentado.57
El cuerpo frente a lo simbólico de la guerra contra el narco, la guerra del
franquismo, la guerra del islam, la guerra contra el comunismo, etcétera, se
produce una lógica en donde este discurso simbólico trata de borrar nuestro
espacio, al final, el cuerpo del otro es el enemigo, ya se llame opositor político,
criminal, víctima o chivo expiatorio.58 Nos queda claro que el poder de alterar la
temporalidad del otro para darle muerte, no es un poder que hoy solo adminis-
tran las autoridades en México, sino cualquiera que se empodera, para ejemplo:
la figura del sicario, que es al mismo tiempo la exaltación de esta cultura de la
violencia a la que nos hemos introducido, muchas de sus matanzas son el pro-
ducto de la simple espectacularización de la violencia. 59 Las víctimas y muchos
de los cuerpos lacerados que se encuentran expuestos en diferentes puntos de
México son causa de esta violencia.60
56. Giorgio Agamben, El lenguaje y la muerte, Valencia, Pre-Textos, 2008, p. 10.
Sobre el tema del cuerpo «este advenimiento de nihilismo, más allá de cuyo horizonte
el pensamiento contemporáneo y su praxis (su «política») no han avanzado todavía
un solo paso. Por el contrario, lo que este intenta pensar como lo místico, o lo sin
fundamento, […] es simplemente una representación del pensamiento fundamental de
la onto-teo-lógica». Es una experiencia metafísica.
57. Cf. Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, Madrid, Arena, 2006, p. 62.
58. Cf. René Girard, La violencia y lo sagrado, Barcelona, Anagrama, 1995, pp. 12 y ss.
59. Una cifra que nos alerta en solo un año (2011). De las víctimas del crimen
organizado es que hubo un registro de 12,903 fallecimientos vinculados con hechos
criminales. Véase en Tania L. Montalvo, El 43% de las muertes del crimen organizado se
concentran en 17 municipios. CNN, México, 11 de enero de 2011, disponible en: http://
mexico.cnn.com/nacional/2012/01/11/el-43-de-las-muertes-del-crimen-organizado-
se-concentran-en-17-municipios
60. En los últimos cinco años, México ha registrado por lo menos 47,515 muertes
vinculadas con hechos criminales de diciembre de 2006 a julio de 2011, según cifras de
la Procuraduría General de la República. La Comisión Nacional de Derechos Humanos
ha alertado sobre la desaparición de alrededor de 5,300 personas desde 2006 hasta abril
del 2011. Véase entrevista hecha por: Charles Bowden, El Sicario revela cómo funciona
el crimen organizado en México. cnn, México, 24 de febrero de 2012, disponible en:
http://mexico.cnn.com/nacional/2012/02/24/el-sicario-revela-como-funciona-el-
crimen-organizado-en-mexico

101
La violencia al cuerpo. Reflexiones sobre el paradigma de la fosa común

Con todo, proponemos que el paradigma del cual nos apropiamos para
entender la violencia, es la fosa común, tema que involucra y pone en relieve
este espacio doliente que guarda proximidad hacia nosotros, reafirma la labor
de la filosofía frente al acto de cavar fosas en la tierra para esconder cuerpos
violentados, nos permite evaluar que ahora no solo es la fuerza que se mani-
fiesta en el contacto físico altera la temporalidad del cuerpo, sino su entramado
consecuente que es la imposibilidad de que haya vida en común. El análisis de
las víctimas que terminan en una fosa común, precisamente debe considerar
cómo es que este paradigma por sí solo altera la vida en común, que rompe los
vínculos a la vez. De esta manera, resulta que el vínculo que tiene la fosa común
como la comunidad es la violencia del cuerpo, lo que comparten es la violencia
ya sea del cuerpo vital o del cuerpo inerte, porque ambas franquean el límite
más evidente de la vida y la muerte: el cuerpo expuesto en el mundo.61
Tras este recorrido entendemos que la violencia no es solo fuerza o energía,
la violencia es, porque anula o frustra sus propósitos, en lugar de ejercerlos o
realizarlos. Cuando su resultado es desperdicio en lugar de producción, destruc-
ción en lugar de construcción, no la llamamos energía o poder, sino violencia.62
Es así que la fosa común nos revela las intenciones destructivas sobre el espacio
del otro común que revela la violencia en acto.

61. Cf. Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, op. cit., p. 152.
62. Véase supra., Vittorio Bufacchi «Dos conceptos de violencia», en este mismo
volumen de Estudios para la no-violencia I. («Two Concepts of Violence», Political
Studies Review, Volumen 3, Issue 2, 2005, pp. 193-204.

102
estudios para la no-violencia I

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selva.html

104
Estudios para la no-violencia I se terminó de imprimir en los
talleres de El Errante Editor S. A. de C. V. ubicados en Priv.
Emiliano Zapata 5947, san Baltasar Campeche, Puebla,
México. La composición tipográfica que se utilizó fue Avenir
y Adobre Garamond Pro.
El tiraje consta de 600 ejemplares.
Julio de 2015.

Al cuidado editorial
E. Yahair Baez, Arturo Aguirre y Mariel Flores.
LIBRO 1. EDUCACIÓN, INNOVACIÓN,
CREATIVIDAD Y TECNOLOGÍA
Ángel Xolocotzi Yáñez
Dr. Alfonso Esparza Ortiz
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(coordinador)
(coordinadores)

LIBRO 2. POLÍTICA, GOBIERNO Y


Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez
CIUDADANÍA
Doctor en filosofía por la Universidad de Friburgo,

Problemas Sociales: Retos


Dra. Angélica Mendieta Ramírez Alemania. Actualmente es Director de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad
Dr. José Antonio Meyer Rodríguez Autónoma de Puebla. Ha sido becario del KAAD,
(coordinadores) DAAD, Humboldt‐Stiftung (Alemania), O’Gorman

y Propuestas
Grant (Columbia University) y del Programa de
estancia de doctores y tecnólogos (Universidad
Complutense de Madrid–Grupo Santander).
Fo r m a p a r te d e l S i ste m a N a c i o n a l d e
LIBRO 3. PROBLEMAS SOCIALES: Investigadores de México (nivel III). Tiene en su
haber dos traducciones de Martin Heidegger así
RETOS Y PROPUESTAS como nueve libros de su autoría y catorce libros
Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez corodinados. Sus áreas de interés se centran en la

Problemas Sociales: Retos y Propuestas


filosofía contemporánea, especialmente en la
Mtro. Francisco Tenorio Martínez fenomenología y la hermenéutica.
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LIBRO 4. DESAFÍOS EN EL MUNDO


Este libro forma parte de una colección de 6 volúmenes que examinan de manera
multidisciplinaria temas de vanguardia e interés científico que expusieron
EMPRESARIAL Y LAS CIENCIAS
estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla durante el Congreso
Dr. José Salvador Esteban Pérez
de Estudiantes de Educación Superior (CEESU), “Miradas desde la
Mendoza
Multidisciplinariedad”, con el objetivo de reflexionar y analizar sobre diversas
Mtro. Mauricio Mateo Chino
problemáticas sociales, políticas, culturales, entre otras, desde diferentes miradas y
(coordinadores)
disciplinas, con un enfoque crítico y propositivo que pretende impactar en los
diversos entornos y fortalecer la investigación. Mtro. José Francisco Tenorio Martínez
La serie aborda una agenda ambiciosa, desde la educación, cultura, política, Contador Público y Auditor, Maestría en
gobierno y tecnología, hasta el arte y las nuevas tecnologías. Incluir a toda la Administración; egresado de la Facultad de
Contaduría Pública (FCP) de la Benemérita
LIBRO 5. CIENCIA, SALUD, comunidad universitaria de la BUAP (preparatorias, facultades, institutos, campus Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
SUSTENTABILIDAD regionales) fue un reto y una enorme satisfacción. Certificación Profesional para ejercer la
contaduría pública (IMCP), Certificación en la
Dr. Ygnacio Martínez Laguna Con esta obra colectiva, coordinada por las diversas autoridades de la Benemérita Disciplina de Finanzas (IMCP‐IMEF) y Certificación
Académica (ANFECA). Director electo de la FCP‐
M.C. Jaime Meneses Guerra Universidad Autónoma de Puebla, se cumple el propósito de aportar soluciones y BUAP periodo 2016 – 2020. Catedrático titular de
(coordinadores) propuestas a las diversas preocupaciones que desde la universidad se tienen, para tiempo completo en el área de finanzas, en
licenciatura y posgrado. FCP‐BUAP. Es Secretario
ofrecer a los lectores una amplia mirada del trabajo de los universitarios y garantizar Técnico Regional de Certificación Académica, zona
la calidad educativa, innovadora y con un fuerte compromiso con la sociedad. V centro sur (ANFECA). Es evaluador ANFECA
(México) y ALAFEC (América Latina), para la
Agradecemos al rector Dr. Alfonso Esparza Ortiz por Certificación Académica. Es evaluador de
programas académicos, Consejo de Acreditación
LIBRO 6. CULTURA, ARTE Y DEPORTE su visión hacia el reconocimiento de la ciencia y la en Ciencias Administrativas, Contables y Afines A.C
Mtra. Sheng‐li Chilián Herrera tecnología, así como la participación abierta y decidida (CACECA). Es evaluador internacional de
programas académicos, Consejo de Acreditación
Dr. José Luis Estrada Rodríguez de estudiantes de todos los niveles educativos de la en Ciencias Sociales, Contables y Administrativas
(coordinadores) BUAP; así como nuestro agradecimiento al Comité en la Educación Superior en Latinoamérica
(CACSLA). Actualmente es Director de la Facultad
Evaluador de los seis libros publicados. 9 786077 512653 de Contaduría de la BUAP.
Problemas sociales:
retos y propuestas
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Primera Edición: Agosto, 2017.


ISBN: 978-607-7512-65-3

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Dr. José Alfonso Esparza Ortiz
Rector
Dr. René Valdiviezo Sandoval
Secretario General
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Vicerrector de Investigación y Estudios de Posgrado
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Director de la Facultad de Ciencias de la Comunicación
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Coordinadora General del Congreso de Estudiantes de Educación Superior

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por escrito de la editorial.

Impreso y Hecho en México / Printed and bound in México


Índice
Prólogo
Dr. Alfonso Esparza Ortiz 11
Introducción
Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez 15
Mtro. Francisco Tenorio Martínez

I. Hacia un cambio ideológico sobre la vida y la muerte: un análisis


sobre la viabilidad de legalización de la Eutanasia en Puebla 17
Adriana Jeniffer Chimal Aparicio

II. La basura no es un problema


Gabriela Cuevas García
29
III. Feminicidio: un problema de cosificación de la mujer
Claudia Paola Ángeles Vázquez
Nancy Badillo López Oropeza 39
Angelina Elioza López
Clara Mendoza Sánchez

IV. Puebla en los años 70’s: Homosexualidad, violencia y marginación


Efraín Gómez Parra
51
V. Nuevo parque cementerio municipal en la ciudad de
Tehuacán, Puebla (Encapsulamiento, columbarios y criptas)
Martín Baldibia Acevedo 55
David Hernández Martínez
José Luis Sánchez Pérez

VI. ¿Cómo sostener una sociedad?


Fernanda Saraí Jiménez Hernández
63
VII. México controlado en decibeles
Karla Ivonne Cervantes Hernández
Abigail Luna García 75
Deriat Martín Martínez Luna

VIII. El maltrato animal en la infancia: Indicador


del desarrollo de una personalidad violenta 83
Karen Machado Pérez Mayesffer

IX. Renovando nuestra manera de andar


Luis Ángel Hernández Gutiérrez
Roberto Ángel Marcelino Zárate 91
Luis Daniel Hernández Gutiérrez
Luis Manuel López Berra

X. Sistema Nacional Anticorrupcion (SNA)


Arturo Muñoz Martinez 99
XI. Tercer Sector y Comunicación Interna
Yamileth Nereida Pérez Salgado 103
XII. Análisis del proceso en la gestion de calidad de
servicio del municipio de Pahuatlán del estado de Puebla 111
Erika Dayhán Pimentel Montoya

XIII. Hate Speech (Discurso al Odio)


Erikc Axel Ramírez Martínez 129
XIV. Reflexiones filosóficas sobre la
comunidad y el espacio de la fosa común 141
Oscar Moisés Romero Castro

XV. Movimiento #HechoenMéxico


¿Labor Colectiva o difusión viral? 155
Verónica Sánchez Hernández
XVI. Sistema de ayuda para personas con autismo
Enrique Correa Ojeda 161
Lorena Santamaría Ramírez

XVII. La importancia de Kim Kardashian en nuestros tiempos


Carmen Téllez
171
XVIII. Residencia asistencial para el adulto mayor: Una solución
arquitectónica de carácter privado en Tehuacán, Puebla
Jorge Alberto, Martínez Hernández
Julio Portillo Bello 183
César Romero Cruz
Lauro David Tenorio
Salvador Jiménez

XIX. Aproximación al estudio de la violencia


en la universidad: una revisión bibliohemerográfica
Bertha Fabiola Tlalolin Morales 195
Melissa García-Meraz

XX. La vigilancia de la maternidad a través de las redes sociales


Anayeli Vega Anduaga 203
Juan Carlos Muñoz Vargas

Semblanza de los autores 213


XIV
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad
y el espacio de la fosa común

Oscar Moisés Romero Castro

Introducción
Como contemporáneos, una de las problemáticas que la humanidad ha
dejado pendiente es el hecho de esclarecer el tema de la relación humana,
la interacción de unos con otros. A lo largo de la historia, grandes
ejemplos han destacado, desde el ejercicio de la República de Platón, la
Política en Aristóteles, la Ciudad de Dios de Agustín hasta el contrato
social de Rousseau y los comunismos; sin embargo, nos han quedado a
deber una reflexión sobre la comunidad en un sentido que entienda aquel
espacio de relación de los unos con los otros donde hay distancias y
conflictos, aquel espacio donde es intervenido por los cuerpos y sobre
todo donde acontecen eventos violentos como la fosa común. Por ello,
el siguiente trabajo tiene como intención elaborar un análisis conceptual
sobre el modo en que hemos empleado el termino de fosa común, con
el fin de hacer un diagnostico sobre nuestras nociones de comunidad,
tomando específicamente dos momentos históricos: 1) el acontecimiento
del franquismo español y las fosas comunes que dejó tras su despliegue
histórico; y 2) las fosas comunes producidas por el crimen organizado en
México.
Por ello, hay que tomar en cuenta y dejar de lado la significación de
la fosa común empleada para los desastres naturales o enfermedades para

141
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

el control sanitario, desde ejemplos que se nos presentan en la historia


(Lefebvre, 2013, p. 125), y por otro lado asumir y entender por fosa
común una infraestructura intencionada para esconder y deshacerse del
cuerpo espacial de uno o más individuos. La fosa común se presenta de
esta manera como una ruptura de vínculos del espacio compartido.
Específicamente, nos remitiremos a mencionar el concepto de espacio,
únicamente como espacio social: espacio diferenciado donde hay cuerpos
en él (Lefebvre, 2013, p. 240), donde se juegan tensiones y oposiciones.
Este espacio es atravesado y trenzado por múltiples espacios, no es univoco.
Un ejemplo es el espacio público y privado que son parte esencial de la
construcción de nuestras prácticas espaciales. Somos un ser espacial que
construye y activa espacios (Lefebvre, 2013, p. 244), porque ahí donde
destacan unas prácticas sobre otras, se provocan conflictos. Por ende,
encontramos un puente con el problema de las violencias contemporáneas,
porque la humanidad, al crear y producir espacios, interviene el horizonte
de la coexistencia simultánea con el otro y lo otro. Por ello, en toda
práctica espacial hay afecciones simultáneas con los otros. Esto que
hemos denominado comunidad, sociedad, Estado o Nación, etcétera, a
lo largo de la humanidad, se conforma por cuerpos espaciales que hacen
prácticas espaciales (Lefebvre, 2013, p. 244).
Pero nuestro problema surge en el momento de comprender y analizar a
la comunidad, así Roberto Esposito afirma que al ingresar a la compresión
de la comunidad se debe entender a la vida como la comunidad: la vida
en común es un modo de ser de la existencia (Esposito, 2009, p. 22).
Cuando los hombres nacen o el vientre de la madre se hincha por un
embarazo, viene la existencia precedida de una relación que se vierte en
las distancias (Pál Pelbart, 2009, p. 49). El hijo dentro de la madre tiene
una distancia de los fluidos, los músculos y los huesos.Jamás el hijo es
la madre, siempre guarda una aproximación con la madre. Así, cuando
se da el nacimiento, la proximidad del recién nacido con el mundo revela
el origen de la existencia que es la del con-vivir, somos un origen. Por
ello, ontológicamente, la comunidad se nos da. Venimos al mundo siendo

142
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

seres de relación con los otros. La comunidad no es puesta o ni asignada


por un discurso. Cuando un ser muere, hace un vacío en la comunidad y
es irremplazable. Por ello, la relación que tenemos lo unos con los otros,
cuando hay violencia, se desgarra.

1. El paradigma de la fosa común


Ha sido inexplicable para muchos el encontrar y reencontrar el paradigma
de la fosa común alrededor del mundo1 (CNN, 2014; BBC Mundo, 2015), o
limpiezas de pobres, matanzas y desplazamientos alrededor de las ciudades
principales de Latinoamérica o los brotes de violencia en el siglo \\^en
el Medio Oriente, Estados Unidos y Europa. El asombro acompañado de
la angustia hace referirnos al tema de la comunidad y la fosa común que
aparece como una relación intrínseca porque ambos paradigmas exponen
la violencia del cuerpo y, por otra parte, en su concepto de lo común de la
fosa, muestra el desgarramiento del tejido social. Esta es la imposibilidad
de la comunidad porque concluyendo desde esta perspectiva el concepto
de comunidad, es necesario desecharlo cuando se le pone de frente el
plano ontológico de la muerte que yace excedida en la fosa.
El límite de todo discurso, ontológicamente es la muerte. Drásticamente,
cuando las palabras ya no son conmensurables sobre el tema de la muerte,
se le embellece o se le glorifica para transfigurar la muerte como parte de
la historia, parte de la comunidad o como parte de una infinitud que no
tiene una síntesis en los integrantes de este mundo, al cual se le pisa, al
cual se le escarba para hacer una fosa común llena de cuerpos. ¿La fosa
común es una comunidad? La fosa común no es que sea una comunidad,
sino que, precisamente, la misma pregunta hace resonar que el común
lo hemos abandonado en una fosa. Así, la fosa común primeramente
utilizada para arrojar los cadáveres tras las enfermedades, epidemias o
catástrofes naturales que azotaban al mundo —para ejemplo la peste negra
(Benedictow, 2013)—,2 pasaron secundariamente a ser utilizadas para
1
Desde el inicio del siglo, se han contabilizado un sinfín de notas periodísticas que exponen el encuentro de
fosas comunes alrededor del mundo; México, África, Irak, España.

143
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

esos cadáveres que no tenían sepultura propia, que eran irreconocibles,


que son un dejo irreconocible por la historia de las comunidades envueltas
de violencia.
En suma, en una fosa común encontramos esa singularidad cualquiera
(Agamben, 1996)3, y por ello se hace un esfuerzo por redefinir la figura del
cadáver que llena la fosa; pero, a la vez, vacía y hace un vacío en este mundo.
El paradigma de la fosa no es una flotación de almas de sentido en nombre
de la comunidad. La fosa se hace en la tierra donde, al estar enterrados
los cadáveres, reconocemos que distan de nosotros, de esa proximidad y
ese alejamiento de mi lugar, de mis brazos, mis extremidades y mi voz.
De estas fosas que tienen cuerpos encimados, cadáveres acallados bajo
tierra, ¿por qué fosa común? Tan degradado y desgarrable se ha vuelto
este concepto de lo común. ¿Qué fronteras separan los conceptos de la
fosa común y la comunidad? ¿Cuál es la diferencia?
Tratando de entender el vínculo que tenemos como contemporáneos
sobre el paradigma la fosa común frente a la comunidad, se entiende
que, después de la culminación de actos violentos, lo que dejan son fosas
comunes, como la culminación de una serie de experiencias históricas
anteriores y tras muchos de los casos son comparables (Subirats, 2014,
p. 58). Dentro del campo de exterminio,      `
cual no se puntualizará en esta investigación y por tanto no habrá una
reflexión más profunda, pero mencionarlo es importante porque, como
hecho histórico, dejó un sinfín de fosas comunes{|  }€ !‚†` 
establecer que la integración del trabajo productivo sobre condiciones
letales de supervivencia humana forma parte de la historia de nuestra
humanidad, es innegable. Además, precedidos por el control del trabajo,
el exterminio humano revela que se extendieron los genocidios en
proporciones masivas. Son lugares que ocupó también el paradigma de
2
La peste negra fue un desastre de tal magnitud que no sólo sacudió los cimientos económicos y sociales del
Viejo Mundo, sino que cambió el curso de la historia humana.
3
Agamben localiza que la problemática del Dasein en Heidegger, en tanto que sabe de su muerte y su existencia,
toma la forma de una anticipación de su posibilidad. (…) Nosotros podemos agregar que solo bajo el modo,
puramente negativo, de este ser-para-la-muerte, en el que tiene la experiencia de la imposibilidad más radical,
puede el Dasein tener acceso a la propia dimensión más auténtica y comprenderse como un todo, porque
cualquiera puede ser víctima para ser arrojado en una fosa común..

144
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

la fosa común, revelando una tradición de campos de trabajos forzados y


muerte alrededor de todo el planeta. Estos tuvieron lugar desde “el Caribe
y África coloniales en una fecha tan aproximada como a finales del siglo
\^\. Su modelo se retrotrae a las mitas en México y Perú en el siglo \‡^
[…]” (Nancy, 2006, p. 58). Asimismo, los campos de exterminio que se
percibieron en la Segunda Guerra Mundial tienen que comprenderse sobre
una continuidad lógica e histórica, como afirma Eduardo Subirats, de una
serie interrumpida de genocidios que han acompañado a la expansión
del Occidente cristiano en América, África y Asia desde los inicios de la
edad moderna (Nancy, 2006, p. 58). Pero el dato ontológico que nos dejan
estos sucesos es considerado un fenómeno inédito. El paradigma de la
fosa común es el rasgo evidente de la violencia. Las consecuencias que
dejan los hechos violentos anteriormente mencionados son aberturas del
mundo con cuerpos inertes que reclaman un lugar, pero, sobre todo, el
paradigma de la fosa común forma parte de nuestras prácticas culturales
en relación con el extermino humano.
Evidenciar el paradigma de la fosa común esclarece el dato que
desgarra a la comunidad. En primera instancia, el cuerpo que llena a la
fosa viene a renovar sobre nosotros la intención de reelaborar la siguiente
interrogante: ¿cuál es el motivo de una fosa? Este paradigma se nos hace
presente en las prácticas desde el inicio de la humanidad, pero las fosas
más representativas de la humanidad son las del franquismo español
en 1932 (Moreno y Rodríguez, 2009, p. 13), y las del exterminio judío
en 1941. El dilema de las fosas encontradas del franquismo tienen la
actualidad de tambalear todo discurso de comunidad empleado hoy en día.
Principalmente, se ha empleado una activación política que representa
el nudo que permea constantemente la política en España; la memoria
colectiva, su implosión de reconocer los hechos precedidos (López et al.,
2008, p. 105).4 Consolidar el recuerdo de una comunidad de la deuda con
otros, hacen de su sufrimiento un recóndito vaivén de reflexiones que
4
Apuntamos, entonces, que hablar de justicia en este caso significa hablar de reparación de lo irreparable y
memoria de lo irreparable (en relación con el daño personal); hablar de reconocimiento de su ser ciudadano
(en relación con el daño político) y de reconciliación, con todos los matices (en relación con el daño social).

145
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

escandalizan y metamorfosean lo que hoy entendemos por el paradigma


de fosa común.

2. La fosa común en España


En principio, elaborando un análisis del empleo panorámico del
concepto de fosa y, sobre todo, cuerpos encimados en un hoyo cavado
en la tierra, fosa común, interviene un sinfín de modos de vida, formas
de relacionarse, formación política y social. Fosa común, en español,
tienen una connotación referida al cementerio; tiene un horizonte legal
y jurídico. Denota una expresión casi política. ¿Qué pasa en el momento
de exhumar una fosa común? Para los españoles, tratar de responder esta
pregunta es intervenir al núcleo de la memoria, el dolor y el sufrimiento
de las victimas yacidas en las fosas.
Analizando la complejidad y dinamismo del proceso jurídico del tema
de la fosa común, que incluye las iniciativas políticas y judiciales de
enorme proyección pública y mediática, lo que le han llamado la ley de
la memoria en España (Ferrándiz, 2009, p. 61-94), conceptos que se han
envuelto en una encrucijada como la memoria, que, de ser un dato en el
plano biológico, psicológico o de la condición humana, se metamorfosea
como histórico y hasta fundamental para comprender el modo de ser del
hombre.
El contexto donde giran estas investigaciones impone su importancia
cuando los familiares de los hombres y mujeres lanzados a las fosas
piden a la Audiencia Nacional y al Juez que se declare competente para
investigar y juzgar presuntos delitos de detención ilegal fundamentalmente
por la existencia de un plan sistemático y preconcebido de eliminación
de oponentes políticos a través de múltiples muertes, torturas, exilio
y desapariciones forzadas (Ferrándiz, 2009, p. 61-94); fue así que la
reconsideración de entender la fosa, no sólo como basurero o como el
desperdicio de los ideales que no se adecuan al plan comunitario del
franquismo, se le adecuó el término de lo común a la zanja llena de cuerpos.
Históricamente, después de la etapa del franquismo en España lo que se

146
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

expone son fosas comunes que expresan, al mismo tiempo, el fundamento


ontológico del orden trascendente de sus normas sociales y su poder
político, para alternar e involucrar a la fosa común dentro de un leguaje
arcaico de prácticas jurídicas que deja desapercibido el fenómeno de la
fosa, que dentro de ella se encuentra el otro común olvidado.
La fosa común cobra relevancia en el cementerio, este lugar para sepultar
a los cuerpos; tiene legalidad a los ojos de la comunidad política porque,
analizando más a fondo, estas fosas comunes que tuvieron legalidad
jurídica en el contexto del franquismo, hoy en día las reconocemos como
un crimen de Estado.
Habría que decir también que en el proyecto de la memoria era
fundamental no caer en el olvido, renegarse e involucrar, a la vez, que una
fosa común representa una parte de la comunidad de una deuda irreparable.
Era importante hacer de la fosa común parte del cementerio que guarda su
orden y su simetría con el mundo, hacer que esta montaña de cuerpos en
el subsuelo sea parte de un orden legal, el cual, hasta apenas desde el año
2008 en España, incorporó en su lenguaje jurídico el término fosa común
(Junquera Valientes, 2013).

3. La fosa común en México


El nomos lo entendemos desde su raíz como la ley, que proviene del
griego ad-judicar, a-signar, dis-pensar (Agamben, 2019, p.45). Antes de
pensar, reflexionar o elegir, ahí está la ley, pues el origen de la misma es
incuestionable. Esto ha posibilitado una experiencia metafísica sobre el
asunto de la ley. Lo cierto es que tenemos que vérnosla con esta experiencia
que penetra la vida y la muerte, que las distribuye y compone la forma
de relacionarnos. Ahora nos hemos dado cuenta que el nomos es un dis-
positivo que interviene en la vitalidad, el orden social y que controla para
administrar la fuerza (la violencia) que causa muerte (Agamben, 2019,
p.45). Nos hemos dado cuenta de que a la ley se le puede alterar (Pál
Palbert, 2009, p. 49), cambiar su forma de interactuar en el mundo, porque
la ley deviene de una construcción y su base debe estar orientada al cuerpo

147
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

espacial con el que somos en este mundo.


Muy al contrario de lo que sucede en España, el paradigma de la
fosa común sucede en México. Este paradigma se ha incorporado en las
prácticas de nuestro día a día. Las dificultad a la que nos enfrentamos
es que el concepto de fosa común aún no es representado en nuestra
conciencia colectiva como un fenómeno común. En el contexto que ha
dejado el crimen organizado en México, la narco-cultura, el narcotráfico,
deviene de una práctica del des-hecho, destazar al cuerpo, terminar con su
integridad ontológica, descomponerla, para arrojarlo a una fosa.
En México, por otro lado, la violencia que permea en todos los estratos
de la sociedad es, en sí, una exposición espectacular de la violencia,
porque no se trata en absoluto de bandos de ideales políticos, se trata de
mostrar quién es aquel que controla el poder de dar la muerte,5 pues aquel
que controla este derecho, tiene la oportunidad de administrar la vida,
porque el miedo jugaría el momento fundamental para lograr visualizar el
empoderamiento que tiene el sicario y el delincuente, los cuales exponen
la espectacularización de la violencia (Villegas Contreras et al., 2014, p.
282).
Es importante mencionar que esta dinámica, a la que el cuerpo
violentado se somete dentro de los medios de comunicación, altera su
integridad para ser digerida desde un simulacro simultáneo que normaliza
nuestra percepción: el paradigma de la fosa común juega un papel del
espectáculo de la violencia desenfrenada sobre el cuerpo inerte, de tal
forma nos han sobreencimado de actos violentos (Aguirre, 2014, p.
17-19) que, al mismo, tiempo nos han habituado progresivamente más
a cuadros de crímenes y masacres, no solamente no existe solución de
continuidad entre la representación ficticia de la muerte en los telefilmes
y la muerte real de los videos informativos. La identidad del medio otorga
a la representación de la realidad el mismo significado ontológico que a
5
En la soberanía clásica de los siglos \‡^ y \‡^^ afirma el autor: sólo se puede ejercer (el poder de dar muerte)
en la medida en que la vida del soberano está puesta en cuestión (...) así entendido el derecho de la vida o
muerte ya no es privilegio absoluto: está condicionado por la defensa del soberano y su propia supervivencia
(...) desde la genealogía de Foucault, el derecho de muerte tendió a desplazarse y a apoyarse en un poder que
administra la vida.

148
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

sus imágenes ficticias, a la vez que la intensidad emocional inherente a


estas nos anestesia e inmuniza frente a las representaciones informativas
de muerte y violencia en tiempo real (Subirats, 2014, p. 42).
En la fosa común, el fenómeno de la inmunización se replica, porque en
México, después de una espectacularización de las violencias acometidas
en el cuerpo, como el desollamiento, el descuartizamiento, cabezas
tiradas en el asfalto, incinerados, eventos que tuvieron relevancia desde el
2006 hasta el presente año determinarían que el paradigma de la fosa no
necesariamente era un fenómeno común, sino parte de una barbarie que
empezó a asimilar la violencia extrema aplicada al cuerpo inerte (Williams,
2012).
Esta cuestión alteró y se fue modulando en medida en que la colectividad
decrecía y los eventos violentos aumentaban. Los conceptos más cercanos
para referirnos a las fosas que eran encontradas mes tras mes, al contrario
de involucrar a la fosa como un evento de nuestro reconocimiento del ser
en común, fue parte de la clandestinidad. Raro fue que las instancias de
seguridad pública en el país no se refirieran a las fosas como comunes sino
como clandestinas. La fosa clandestina jugaba un papel muy importante en
el discurso político, porque ahora se desapegaba de la violencia inherente
de la fosa. Entonces, ¿es legal y válido el dolor de la fosa legal común
y no es legal e inválido el dolor de la fosa clandestina? La violencia era
evidente, pues las llamadas fosas clandestinas alteraron la línea discursiva
para referirnos a un evento de la violencia deliberada (Lara, 2014).
Por otra parte la legalidad de la fosa común abre una discusión, porque
de ahora en adelante cada vez que se hable de una fosa clandestina es para
designar fosas llenas de cadáveres de delincuentes y criminales que en
concomitancia todo aquel cadáver que estuviera en una fosa, era un acto
rechazado por la sociedad convirtiéndose en un acto asimilable, pues se
reconocía como clandestino, pasó a la aceptación, porque se concebía que
eran solo criminales que se lo merecían, su lugar era la fosa sin un entierro
digno.
La situación es incontrolable porque ahora, en México, este paradigma

149
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

ha recubierto todo el país,6 al final involucrados en una cultura que niega a


la muerte como experiencia vital, donde es difusa y trivializada, además de
la conjunción que lleva con las alteraciones entre la ficción de los medios
de comunicación (Lara, 2014). El concepto de fosa común es modulado
de tal forma que no importa quiénes son esos seres singulares que ocupan
un lugar en la zanja cavada en el mundo, sino que se ejerce un olvido
perpetuo. La memoria es rechazada por el discurso que se le impone a la
fosa común como clandestina, pero habrá que reafirmar ontológicamente
la fosa, que es común en tanto acontecimiento, lugar en el mundo.

4. Conclusiones
En México ha faltado introducir en el lenguaje jurídico el concepto de
fosa común y, más a fondo, habrá que introducir nuestra argumentación en
un ámbito plenamente jurídico, pues jugar con el término clandestinidad
en el espacio público quiere decir que hay una fosa legal en el espacio
público; son paradojas que van en torno a la crisis de nuestro Código Civil.
Es tradicional que el mismo origen de los derechos civiles devenga del
nacimiento de los hombres y las mujeres. Retomando, al mismo tiempo, el
pensamiento de Giorgio Agamben (1996b, p. 41), el principio de la tierra-
sangre,7 el lugar del nacimiento de los hombres y las mujeres determinaría
su cultura, su política y su sociedad, pero en cierto momento también la
dinámica de entregarse a una comunidad política del contrato y, a la vez,
como dice el Código Civil: “la capacidad jurídica de las personas físicas
se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte; pero desde el
momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de
6
Los cuerpos registrados por la PGR de 2006 a 2013 dan una cifra en el país de 1,243 fosas clandestinas
encontradas por la violencia desenfrenada en México.
7
Todo lo que se retome sobre el conflicto de la “tierra y la sangre”, se aborda como la ha entendido Agamben.
Estamos acostumbrados a compendiar en el sintagma “tierra y sangre” la esencia de la ideología nacional-
socialista. La ficción aquí implícita es que el nacimiento se convierte inmediatamente en nación, de modo que
entre los dos términos no puede haber ninguna diferencia. Lo anterior, como Agamben desarrolla más adelante,
sirve para identificar la ciudadanía (es decir, la adscripción primaria de la vida al orden estatal): ius soli (el
nacimiento en un determinado territorio) y ius sanguinis (el nacimiento de padres ciudadanos). Estos, dos
criterios jurídicos tradicionales que en el antiguo régimen no tienen significado y adquieren el significado ya en
la revolución francesa y ya en todas las posteriores guerras como la Segunda Guerra Mundial.

150
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

la ley y se le tiene por nacido para los efectos declarados en el presente


Código”.
Después de esta ley adjudicada a todos aquellos en vida, la muerte
pasa a ser un tema casi nulo en el Código Civil, un des-hecho, sobre todo
la fosa común nunca se menciona en todo el aparato jurídico. Cuando
muere otro, sólo debemos justificar el lugar donde se sepulta y no en qué
condiciones o si este lugar es o no un cementerio.8
Ha resultado terrible que el nomos, la ley, después de una serie de
hechos violentos y eventos irreparables, no sea regulada en el Código
Civil y en el Código Penal. Un ejemplo es que, por un lado, nunca se
menciona algún artículo que involucre como delito el acto de cavar
una fosa y arrojar muertos al fondo. Nos remitimos y nos limitamos a
considerar, en particular, el Código Civil y Penal, que nunca mencionan
el paradigma de la fosa común.9 Por un lado se pone más atención y se
condena la exhumación de un cuerpo sin los permisos legales pertinentes
que la ejecución de una matanza en masa para cavar una fosa común.
Para involucrar y demandar el paradigma de la fosa común, hay que
reconocer la línea discursiva para entender dicho paradigma, el cual
vendría a consolidar el lastre y el detrimento del discurso de comunidad
que hemos construido desde el momento que entramos y cedemos nuestra
existencia al funcionamiento de un nomos, tan arcano y arcaico que
regula nuestra política contemporánea.
8
Cf. Código Civil Federal. Lo único que se dice al respecto es lo siguiente: Artículo 118.- En el acta de
fallecimiento se asentarán los datos que el Juez del Registro Civil requiera o la declaración que se le haga, y será
firmada por dos testigos, prefiriéndose para el caso, los parientes si los hay, o los vecinos. Artículo 119.- El acta
de fallecimiento contendrá: I. El nombre, apellido, edad, ocupación y domicilio que tuvo el difunto; II. El estado
civil de éste, y si era casado o viudo, el nombre y apellido de su cónyuge; (…) IV. Los nombres de los padres
del difunto si se supieren; V. La clase de enfermedad que determinó la muerte y especificadamente el lugar en
que se sepulte el cadáver; VI. La hora de la muerte, si se supiere, y todos los informes que se hagan en caso de
muerte violenta (el subrayado es de nosotros).
9
Nunca hay una referencia de la fosa clandestina o fosa común, se habla de la sepultura o destrucción del
cuerpo pero no aclara la legalidad de la fosa. Véase capitulo único: violación de las leyes sobre inhumaciones
y exhumaciones Artículo 280.- Se impondrá prisión de tres días a dos años o de 30 a 90 días de multa: I.- Al
que oculte, destruya o sepulte un cadáver o un feto humano, sin la orden de la autoridad que deba darla o sin
los requisitos que exijan los Códigos Civil y Sanitario o leyes especiales; II.- Al que oculte, destruya, o sin la
licencia correspondiente sepulte el cadáver de una persona, siempre que la muerte haya sido a consecuencia
de golpes, heridas u otras lesiones, si el reo sabía esa circunstancia (…) III.- Al que exhume un cadáver sin los
requisitos legales o con violación de derechos. Artículo 281.- Se impondrá de uno a cinco años de prisión: I.- Al
que viole un túmulo, un sepulcro, una sepultura o féretro (el subrayado es de nosotros).

151
ROMERO CASTRO, Oscar Moisés

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Pál Pelbart, P. (2009). Filosofía de la deserción. Buenos Aires: Tinta Limón.
Subirats, E. (2014). Filosofía y tiempo final. México: Afínita.

152
Reflexiones filosóficas sobre la comunidad y el espacio de la fosa común

Villegas Contreras, A. et al. (2014). Apropiaciones Contemporáneas de la filosofía


Antigua. México: Afínita.
Williams, P. (2012). El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva
comparativa. CIDE. Disponible en: http://www.istor.cide.edu/archivos/num_42/
dossier2.pdf.

153
Semblanza de
los autores
I. Adriana Jeniffer Chimal Aparicio, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la
Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

II. Gabriela Cuevas García, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación


de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

III. Claudia Paola Ángeles Vázquez, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la


Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.
Nancy Badillo López Oropeza, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la
Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.
Angelina Elioza López, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de
la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.
Clara Mendoza Sánchez, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación
de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

IV. Efraín Gómez Parra, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de


Ciencias de la Comunicación-BUAP.

V. Martín Baldibia Acevedo, estudiante de la Licenciatura en Arquitectura Facultad de


Arquitectura-BUAP.
David Hernández Martínez, estudiante de la Licenciatura en Arquitectura Facultad de
Arquitectura-BUAP.
José Luis Sánchez Pérez, estudiante de la Licenciatura en Arquitectura Facultad de
Arquitectura-BUAP.

VI. Fernanda Saraí Jiménez Hernández, estudiante de la Licenciatura de Ingeniería


Química de la Facultad de Ingeniería Química-BUAP.

213
Problemas sociales, retos y propuestas

VII. Karla Ivonne Cervantes Hernández, estudiante de la Licenciatura en Comunicación


de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.
Abigail Luna García, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de
Ciencias de la Comunicación-BUAP.
Deriat Martín Martínez Luna, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la
Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

VIII. Karen Machado Pérez Mayesffer, estudiante de la Licenciatura en Comunicación


de la Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

IX. Luis Ángel Hernández Gutiérrez, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería Mecánica


y Eléctrica de la Facultad de Ingeniería BUAP.
Luis Daniel Hernández Gutiérrez, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería Mecánica y
Eléctrica de la Facultad de Ingeniería BUAP.
Luis Manuel López Berra, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería Mecánica y
Eléctrica de la Facultad de Ingeniería BUAP.
Marcelino Zárate Roberto Ángel, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería Mecánica y
Eléctrica de la Facultad de Ingeniería BUAP.

X. Arturo Muñoz Martínez, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad


de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

XI. Yamileth Nereida Pérez Salgado, licenciado en Comunicación y estudiante de la


Maestría en Comunicación Estratégica en la Facultad de Ciencias de la Comunicación-
BUAP.

XII. Erika Dayhán Pimentel Montoya, licenciada en Ciencias de la Comunicación y


estudiante de la Maestría en Comunicación Estratégica, de la Facultad de Comunicación-
BUAP.

XIII. Erikc Axel Ramírez Martínez, estudiante de la Licenciatura en Derecho Facultad de


Derecho y Ciencias Sociales-BUAP.

XIV. Óscar Moisés Romero Castro, licenciado en Filosofía y estudiante de la Maestría en


Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras-BUAP.

XV. Verónica Sánchez Hernández, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la


Facultad de Ciencias de la Comunicación-BUAP.

214
Semblanza de los autores

XVI. Lorena Santamaría Ramírez, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería en Ciencias


de la Computación de la Facultad de Ciencias de la Computación-BUAP.
Enrique Correa Ojeda, estudiante de la Licenciatura en Ingeniería en Ciencias de la
Computación de la Facultad de Ciencias de la Computación-BUAP.

XVII. Simhja del Carmen Téllez Bouret, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la


Comunicación de la Facultad de ciencias de la Comunicación-BUAP.

XVIII. Jorge Alberto, Martínez Hernández, estudiante de la Licenciatura de Arquitectura


de la Facultad de Arquitectura-BUAP.
Julio Portillo Bello, estudiante de la Licenciatura de Arquitectura de la Facultad de
Arquitectura-BUAP.
César Romero Cruz, estudiante de la Licenciatura de Arquitectura de la Facultad de
Arquitectura-BUAP.
Lauro David Tenorio, estudiante de la Licenciatura de Arquitectura de la Facultad de
Arquitectura-BUAP.
Salvador Jiménez, estudiante de la Licenciatura de Arquitectura de la Facultad de
Arquitectura-BUAP.

XIX. Bertha Fabiola Tlalolin Morales, estudiante de la Licenciatura en Psicología de la


Facultad de Psicología-BUAP.
Melissa García Meraz, estudiante de la Licenciatura en Psicología de la Facultad de
Psicología-BUAP.

XX. Anayeli Vega Anduaga, estudiante de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación


de la Facultad de Comunicación-BUAP.
Juan Carlos Muñoz Vargas, estudiante de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación
de la Facultad de Comunicación-BUAP.

215
LIBRO 1. EDUCACIÓN, INNOVACIÓN,
CREATIVIDAD Y TECNOLOGÍA
Ángel Xolocotzi Yáñez
Dr. Alfonso Esparza Ortiz
Francisco Tenorio Martínez
(coordinador)
(coordinadores)

LIBRO 2. POLÍTICA, GOBIERNO Y


Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez
CIUDADANÍA
Doctor en filosofía por la Universidad de Friburgo,

Problemas Sociales: Retos


Dra. Angélica Mendieta Ramírez Alemania. Actualmente es Director de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad
Dr. José Antonio Meyer Rodríguez Autónoma de Puebla. Ha sido becario del KAAD,
(coordinadores) DAAD, Humboldt‐Stiftung (Alemania), O’Gorman

y Propuestas
Grant (Columbia University) y del Programa de
estancia de doctores y tecnólogos (Universidad
Complutense de Madrid–Grupo Santander).
Fo r m a p a r te d e l S i ste m a N a c i o n a l d e
LIBRO 3. PROBLEMAS SOCIALES: Investigadores de México (nivel III). Tiene en su
haber dos traducciones de Martin Heidegger así
RETOS Y PROPUESTAS como nueve libros de su autoría y catorce libros
Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez corodinados. Sus áreas de interés se centran en la

Problemas Sociales: Retos y Propuestas


filosofía contemporánea, especialmente en la
Mtro. Francisco Tenorio Martínez fenomenología y la hermenéutica.
(coordinadores)

LIBRO 4. DESAFÍOS EN EL MUNDO


Este libro forma parte de una colección de 6 volúmenes que examinan de manera
multidisciplinaria temas de vanguardia e interés científico que expusieron
EMPRESARIAL Y LAS CIENCIAS
estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla durante el Congreso
Dr. José Salvador Esteban Pérez
de Estudiantes de Educación Superior (CEESU), “Miradas desde la
Mendoza
Multidisciplinariedad”, con el objetivo de reflexionar y analizar sobre diversas
Mtro. Mauricio Mateo Chino
problemáticas sociales, políticas, culturales, entre otras, desde diferentes miradas y
(coordinadores)
disciplinas, con un enfoque crítico y propositivo que pretende impactar en los
diversos entornos y fortalecer la investigación. Mtro. José Francisco Tenorio Martínez
La serie aborda una agenda ambiciosa, desde la educación, cultura, política, Contador Público y Auditor, Maestría en
gobierno y tecnología, hasta el arte y las nuevas tecnologías. Incluir a toda la Administración; egresado de la Facultad de
Contaduría Pública (FCP) de la Benemérita
LIBRO 5. CIENCIA, SALUD, comunidad universitaria de la BUAP (preparatorias, facultades, institutos, campus Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
SUSTENTABILIDAD regionales) fue un reto y una enorme satisfacción. Certificación Profesional para ejercer la
contaduría pública (IMCP), Certificación en la
Dr. Ygnacio Martínez Laguna Con esta obra colectiva, coordinada por las diversas autoridades de la Benemérita Disciplina de Finanzas (IMCP‐IMEF) y Certificación
Académica (ANFECA). Director electo de la FCP‐
M.C. Jaime Meneses Guerra Universidad Autónoma de Puebla, se cumple el propósito de aportar soluciones y BUAP periodo 2016 – 2020. Catedrático titular de
(coordinadores) propuestas a las diversas preocupaciones que desde la universidad se tienen, para tiempo completo en el área de finanzas, en
licenciatura y posgrado. FCP‐BUAP. Es Secretario
ofrecer a los lectores una amplia mirada del trabajo de los universitarios y garantizar Técnico Regional de Certificación Académica, zona
la calidad educativa, innovadora y con un fuerte compromiso con la sociedad. V centro sur (ANFECA). Es evaluador ANFECA
(México) y ALAFEC (América Latina), para la
Agradecemos al rector Dr. Alfonso Esparza Ortiz por Certificación Académica. Es evaluador de
programas académicos, Consejo de Acreditación
LIBRO 6. CULTURA, ARTE Y DEPORTE su visión hacia el reconocimiento de la ciencia y la en Ciencias Administrativas, Contables y Afines A.C
Mtra. Sheng‐li Chilián Herrera tecnología, así como la participación abierta y decidida (CACECA). Es evaluador internacional de
programas académicos, Consejo de Acreditación
Dr. José Luis Estrada Rodríguez de estudiantes de todos los niveles educativos de la en Ciencias Sociales, Contables y Administrativas
(coordinadores) BUAP; así como nuestro agradecimiento al Comité en la Educación Superior en Latinoamérica
(CACSLA). Actualmente es Director de la Facultad
Evaluador de los seis libros publicados. 9 786077 512653 de Contaduría de la BUAP.

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