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La historia de Luisa:

Luisa era una joven de 19 años, alegre, simpática, llena de vitalidad y energía, con las ideas
muy claras. Hace un tiempo conoció a un chico, Chema, muy atento y amable que la cortejaba
y halagaba desde que la vio por primera vez. A ella al principio no le convencía mucho, pero
Chema cada vez era más atento, cariñoso y la hacía reír. Además, era muy detallista y cada cita
que tenían era especial, la llevaba a sitios bonitos, le regalaba bombones, flores u otros
presentes y de vez en cuando le hacía sorpresas. Empezaron a salir juntos, a compartir muchos
momentos el uno con el otro, parecían compenetrarse bien. Todo marchaba sobre sus ruedas
y con el tiempo se casaron. A Luisa le encantaba y le nacía pasar tiempo con Chema, así que se
desvinculó de sus amig@s, sólo salía muy de vez en cuando eran planes durante el día y
cortitos. Chema le comentaba que salir a ciertas horas era peligroso, por eso, ella le hacía caso.
Además, le pedía consejo sobre cómo vestirse, él la aconsejaba. Con el tiempo, los consejos se
hicieron hábitos y los hábitos mandatos. Tuvieron 2 hijos, Marisa y Pablo. La educación de cada
uno fue muy distinta, mientras que a Pablo se le permitía salir hasta tarde por las noches, a
Marisa no se le dejaba, por los peligros que la noche podían suponer. Marisa siempre fue la
“niña bonita” de la familia y Pablo “el machote”, que protege a su hermana pequeña, según
comentaba Chema.

Un día Luisa, con sus 36años, se encontró con un antiguo compañero del cole, Javi, con el que
siempre se había llevado muy bien y decidieron intercambiarse los teléfonos para retomar el
contacto y poder hablar tranquilamente algún día. Ella, ilusionada, se lo dijo a Chema. A este
no le pareció bien y se enfadó con ella. Ella, disgustada, decidió no contestar a la llamada que
Javi le hizo a los días. Chema estuvo muy enfadado los próximos días. Gritaba por todo,
cualquier desencuentro o malentendido le hacía alterarse. Luisa pensó que se le pasaría con el
tiempo, es cuestión de tiempo. El caso es que con el tiempo fue a más. Su carácter empezó a
endurecerse, los chillos hacia Luisa o sus hijos eran por tonterías eran cada vez más frecuentes
y Luisa intentaba calmarle o no hacerle caso hasta que las explosiones de Chema mermaran.
Ella empezó a dejar de hacer cosas para que él no se enfadara y reinara la armonía en casa, ya
que era lo mejor para todos. Si le molestaba algo de Chema se callaba, para evitar conflictos.

Un día, cuando Luisa tenía en una de las explosiones de ira de Chema, este levantó la mano a
Luisa y ésta muy disgustada se puso a llorar. Él la consoló y la pidió perdón. Ella aceptó las
disculpas, pero le dijo que aquello no podía repetirse. Con el tiempo, ese suceso se repitió,
sucediendo lo mismo que en los anteriores. Un día, Chema pegó un empujón a Luisa. Ella no se
lo contó a nadie por vergüenza, además sabía que la gente pensaría que Chema era un
maltratador y sólo ha sido porque está más estresado de lo normal, tiene más trabajo,
problemas de herencia con sus hermanas y económicamente las cosas en la familia no
marchan bien. En una pareja, hay que ceder a veces y tener paciencia. Con el paso del tiempo,
el carácter de Chema fue a peor…siendo las discusiones cada vez peores, plagadas de insultos y
humillaciones como: “eres una jilipollas”, “en qué hora me casé contigo”, “no te voy hablar en
semanas”, “¿pero tú que te has pensado que eres si no vales para nada”?, “como salgas hoy a
la calle te juro que me divorcio”. Cuando se le pasaba el enfado, le pedía perdón. Ella le
perdonaba y seguía evitando hacer cosas para que él no se enfadara: salir cuando él estaba
enfadado, (que solía ser habitual), quedar a tomar un café con sus amigas (a las que cada vez
veía menos) u opinar distinto a él en temas del telediario.

Un día, Chema la dio un bofetón y otro día, un puñetazo. Luisa intentaba ocultar sus golpes, no
quería que sus hijos los vieran, quería protegerlos, quería proteger a su familia, aunque eso
supusiera sufrir en silencio. Su estado de ánimo era cada vez más apagado, dejó de ser la chica
vital y alegre que era. Lloraba en silencio. No contó nada a las pocas amigas que le quedaban,
no quería que a Chema le pasar nada, le quería.

Reflexión grupal:

Detecta las conductas machistas del texto y las de maltrato.

¿Quién o quiénes tienen un problema?

¿Qué puede hacer Luisa?

¿Qué podemos hacer las personas de alrededor de Luisa que se enteren de la situación?

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