Está en la página 1de 130

e:


·-
>"'
·-
ca
>
(1)
:::J
z
Colección Freud O Lacan Paul-Laurent Assoun
Dirigida por Roberto Harari

FREUD
Y LA MUJER

Ediciones Nueva Visión


Buenos Aires
Título del original en francés: PREFACIO
Freud et lafemme a la segunda edición (1993)
© Calmann-Lévy 1983, 1993

Traducción de Pablo Betesh Ocurrió que el fundador del psicoanálisis, en referencia al "precepto
de Horacio" -y justamente en uno de sus textos más importantes sobre
la femineidad- formuló una extraña ley armónica de las obras
psic;oanalíticas. En efecto, recuerda discretamente que sería oportuno
"reprimir" la divulgación de un texto -unos "nueve años, de acuerdo
con el precepto de Horacio (nach dem Horazischen Rezept)"- antes
de entregarlo "a Ja publicación ". 1 Un consejo que había sido formu-
lado por el autor del Arte poético 2 como variante, en relación a la
escritura, de la recomendación de hacer girar siete veces Ja lengua en
la boca antes de hablar.
¿No se aplicará esta ley a destiempo, cuando ya ha transcurrido un
ciclo más o menos horaciano para un texto desde ese entonces
"entregado para su publicación" --como se suele decir de manera tan
temeraria- y al que resulta conveniente volver a ponerle Ja firma?
Para el autor será una prueba en la que se enfrentará de nuevo con él,
pero también la privilegiada oportunidad de convertirse de una buena

1
Sigmund Freud "Quelques différences psychiquesdeladifférencesexuelleana-
tomique", eQ Gesammelte Werke, Fischer Verlag, t. XIV, p. 20 (en adelante citado
como G. W., seguido por el número de tomo y la paginación), O. C. III, 483. Sobre
I.S.B.N. 950-602-299-2 ese texo, véase infra pp.19 y20 y bibliografía en la página 37 [4]. Freud dice haber
"reprimido la publicación" de La interpretación de los sueños y del "caso Dora", "si
© 1994 por Ediciones Nueva Visión SAIC
bien no nueve años según la recomendación de Horacio, al menos cuatro o cinco
Tucumán 3748, (1189) Buenos aires, República Argentina
años ... ".
Queda hecho el depósito que marca la ley 11723 2
Ese consejo, del autor de las Odas, compromete sin duda todo un ideal de la
Impreso en la Argentina I Printed en Argentina perfección del escrito consignado en sus Cartas.

7
vez en su propio lector y de reintroducir en él, a cambio de re- algún modo ha sido "sometida" en "extensión". 6 Por lo demás, no se
nombrarse su autor, "¿Lo volveré a decir así, nueve años más tarde?" trataba de "verificar" de alguna manera deductivamente la "fiabili-
Dicha ley, en efecto, podría valer afortiori en esta situación, pues si dad" de la hipótesis freudiana: más bien nos hemos dirigido, por el
bien no sirve para mucho "reprimir" la divulgación de un texto que movimiento mismo de la investigación iniciada de ese modo, a
contiene el estado de su reflexión en el momento de su urgencia examinar los "rasgos" en que se apreciaba esta verdad mayor. Esta es,
-justamente sobre uno de esos temas "atemporales" que Freud por lo tanto, la oportunidad de preguntarse aquello que se expresó de
designa como "las últimas causas, de los grandes problemas de la este modo: antes que una "puesta al día" de un texto, se trataba de
ciencia y la vida" en que "todo individuo es dominado en estas volver a esclarecer, por medio de lo real, la experiencia que allí se
cuestiones por preferencias íntimas, profundamente arraigadas " 3- apreciaba.
hay que atreverse a volver afirmar aquello sobre lo cual la ley del De este modo tenemos que explicarnos -y, al mismo tiempo, al
tiempo ha pasado y asumir la noción misma de una "segunda lector del presente texto- lo que nos condujo, por el extraño "cartel
edición"- en tanto que la única ética es también acá la de "atreverse indicador" freudiano del "querer-mujer", por pistas que, conforme-
a mirar con fría benevolencia los resultados de los propios esfuerzos mente a la esencia del enfoque analítico, no unifica ninguna "visión
intelectuales". del mundo". 7 Justamente, nuestra convicción es que el recurso al
psicoanálisis, antes que una nueva glosa sobre el enigma de la Mujer,
es el medio -pensándolo bien, acaso el único- de romper con una
Weltanschauung de lo Femenino. Más acá o más allá de toda
Acerca de una femineidad sin "visión del mundo" evaluación ideológica -o peor, de discursos de buenas intenciones-
se trata solamente de ayudar a comprender en su corazón la conflic-
tualidad del "querer-mujer" y de los procedimientos de constitución
Volver a introducirse en esta lectura de la femineidad es, por lo tanto, del deseo, que sólo podrá autorizar dicha mujer, que se "reconocerá"
intentar comunicar esta convicción del efecto de la teoría del "querer- allí como "una", en aquello de lo que se trata bajo el nombre de "la
mujer" que constituye su núcleo, 4 vale decir, abrir un laboratorio de Mujer" ...
investigación sobre las modalidades socio-clínicas de la mujer como El movimiento del Phantasieren metapsicológico es justamente
sujeto inconsciente. Si en efecto el presente trabajo marcaba el ése, abrir una pista que se sigue para saber a dónde nos lleva, hasta el
resultado de una apertura teórica sobre la cuestión de lo femenino-en punto en que "ya no es posible pensar de otro modo": 8 ¡"punto sin
"comprensión" de alguna manera, por medio de la profundización del retorno" a partir del cual es posible avanzar! En su famosa "autocrí-
"concepto" de femineidad-, para su autor, durante el período que lo tica" en la que reconoce haber apreciado mal la importancia del
separó de su reimpresión, fue el punto de partida de una puesta a vínculo con la madre, al mismo tiempo que confiesa que la pregunta
prueba de esa "hipótesis" -en el sentido fuerte del término, metapsi- "¿qué quiere la mujer?" sigue desafiando al psicoanálisis, Freud
cológico - 5 sobre diversos "objetos" o "fenómenos" en que ella de decididamente dio en el blanco. En las huellas trazadas de esa manera,
nosotros hemos "rodeado" ese blanco con puntos de vista tan diferen-
3 S. Freud, Más allá del principio de placer, sec. VI, G. W. , XIII, O. C. /, 1123.

Sobre el contexto de dicho pasaje, cf. nuestras obras L 'entendement freudien. Lagos
et Ananke, Gallimard, 1984. pp. 89-94 e lntroduction a la métapsychologie 6
Véase infra, pp 37-38, las referencias a esas contribuciones.
freudienne, Presses Universitaires de France, "Quadrige", 1993, op. cit. 7
Sobre ese punto determinante, cf. nuestra puesta al día en Le Freudisme, Que
4
Véase infra, segunda parte, "Teoría del querer-mujer", pp. 131-251 sais-je?, nº 2563, 1990, pp. 21-35.
5 En el sentido definido en lntroductiona la métapsychologiefreudienne, op. cit. 8
Es sabido que Freud emplea esa expresión a propósito de la "pulsión de muerte".

8 9
tes como el análisis literario, el examen de las configuraciones verdadero "plano". Al volver a trazar las etapas de esta especie de saga
clínicas y Ja lectura de situaciones sociales. Por el texto, el síntoma y del "devenir-mujer" en la que cada cual está comprometida, se tratará
lo real, todo nos pareció que llevaba a ese "punto oscuro" sobre el cual de sugerir, esta vez de manera "fenoménica", en su dinámica clínica,
hay que "concentrar toda la luz" .9 lo que más adelante es objeto de una deconstrucción. La dimensión
Queda dar cuenta de esa constatación el hecho de que, mediante Ja clínica ya no es solamente una "ilustración" de ese "modelo" -que por
investigación de ese "querer-mujer", nos hemos encontrado frente a otra parte Freud deduce de la experiencia clínica: quien se ve aclarado
esa paradójica pareja, El Perverso y la Mujer , 10 y luego frente a esa por esta "dramaturgia" y la legitima es lo real clínico mismo. Así se
Pareja inconsciente 11 que enfrenta "al amor postfreudiano" con ese "depositan" las diversas dimensiones en que se juega el devenir-
síntoma de la Pasión, en una forma que hemos bautizado como mujer, desde el vínculo con la madre hasta el objeto de la castración,
"postcortesana". pasando por la relación con el padre y la cuestión de la "elección" de
En efecto, de ahora en más es en esa trilogía que Ja conjunción objeto y del amor del hombre.
"Freud y la mujer" adquiere su significación -y realmente nos dimos Pero precisamente, este despliegue permitirá sugerir cómo esta
cuenta de ello mientras lo escribíamos, como si esa pareja sintomática dinámica nos lleva a cuestionar el estatuto de la mujer en lo ''simbó-
formada entre el fundador del psicoanálisis y lo Femenino impusiese lico" y su función como "síntoma social" -en semejante prueba de
que se volviera, por un lado, a la cuestión de la prohibición y del Otro verdad en la cual ella vuelve a designarse, desde "el deseo del niño"
en ese punto en que la femineidad se enfrenta con la perversión y, por hasta la experiencia pasional.
el otro, a la cuestión del objeto y del "goce de a dos", en la que Pasión Una oportunidad para nosotros de decir de un modo algo más
de La mujer se junta con la búsqueda de una mujer sostén de la pasión. directo lo que hemos visto confirmarse, en su carga de verdad clínica,
Cuando prometimos, al final de la presente investigación, tratar de de la teoría freudiana, pero también aquello que abre como perspec-
aclarar ese punto oscuro, 12 nos encontrábamos muy lejos de saber a tivas hasta en la escena social (iluminada de nuevo, por así decirlo,
qué clase de descubrimientos nos habíamos comprometido ... Por lo desde ese "agujero" del "apuntador" en que se encuentra alojado el
demás, ésta es la oportunidad para comprender lo que ocurrió, en ese clínico de la femineidad) ...
cambio de puesta en escena en que se perpetúa la misma historia ...
Por medio de su metáfora del "enigma micénico", Freud señala, en
efecto, la necesidad de una reconstrucción de los "estratos", que
precisamente deben ser "fechados", en una "arqueología" del deve- La Pasión materna: la viajera y su sombra
nir-mujer.
Tenemos que desplegar, por lo tanto, la escena de constitución de
la femineidad, tal como Freud la reconstituye; no sólo para refrescar Antes que nada se dio, pues, esta "confirmación": en el fondo, se
de algún modo la memoria de ese acontecimiento que se encuentra trataba de escucharen todo su alcance, clínico y "metapsicológico", 13
descrito detalladamente en el presente trabajo, sino para extraer un este descubrimiento a fin de cuentas tardío de Freud que tiene moti vos
para reorientar toda la escucha y la comprensión del "devenir-mujer"
9 Carta a Lou Andreas-Salomé de 1916, comentada en nuestra l11trod11ction a la a partir de ese vínculo-con-la-madre (Mutterbindung), más durable y
métapsyclzologie freudienne, op. cit. más intenso de lo que nunca hubiese sospechado. Que la "relación''
H>P.-L. Assoun, Le Pervers et la Femme, Anthropos/Economica, 1989.
11 Le Couple inconscient. Amour freudien et passion postcourtoise, Anthropos/

Economica, 1992.
13
En el sentido definido en nuestra lntroduction ala métapsycltologiefreudienne,
12
lnfra, p. 251. op. cit.

10 11
de la hija con su madre sea "efectivamente importante", ¿quién lo en su extremo a su madre, antes de abandonarla para ponerse a
puso alguna vez en duda? De lo que aquí es cuestión es de algo "preferir" a su padre -quien la llevará, al cabo de una nueva renun-
distinto, mucho más radical, y hay que subrayarlo en la medida en que cia ... al "hombre"? Estos cambios de objeto, en efecto, en el "devenir-
se trata de lo que el presente trabajo quiere hacer entender con un mujer" son espectaculares, y la mujer histérica llegado el caso podrá
particular relieve. ¿Qué dice Freud cuando subraya de ese modo el manifestar, en los términos más explícitos, esos virajes amorosos,
"tropismo" materno en el devenir-mujer? revelando así el contenido latente histérico de esta problemática: "¿A
Habrá que recordar que, de esa "pasión" primitiva, ella queda, en quién querés más? ..." De allí en más, la histérica vacilará siempre.
el sentido más literal, marcada de porvida y, en ese sentido, si allí hay Cuando la niña llega a hacer del padre su preferendum -con todo
un "mal de amor" de origen, dicho mal es incurable. La fórmula es lo que el antiguo término de "preferencia" expresa de la elección
verdadera, pero nada en la posición freudiana "halaga" esta situación amorosa que viene a designar al propio objeto elegido: "Sos mi
como para volver a lanzar esas especies de himnos al imaginario de preferencia"- ¿qué señala ella exactamente? Que es necesario una
la fusión materna [1], *aunque se haya dado cuenta de que la hija "alternancia" ante ese otro amor que fue "sin salida". Si ella acumula
soporta especialmente esa fuerza de atracción y termina pagando los "razones" para ya no amar a su madre, en una descripción que, para
gastos, importantes llegado el caso. Nos parece que la práctica nuestra óptica, sigue siendo una obra maestra clínica del "entendi-
analítica confirma masivamente-y de algún modo hasta la monoto- miento freudiano", 14 es para (no) reconocerse a sí misma la "ver-
nía, si las modalidades no se renovaran tanto por las historias dadera" razón: es sin salida (aussichtlos) e incluso "sin meta"
singulares en que se vuelve a in ventar el motivo- esta "confesión" de (ziellos). Los caminos que no llevan a ninguna parte son lo que, para
la hija de que su "gran amor" fue, en efecto, su madre. Declaración de esa viajadora que es la hija, habrían podido llevar hasta la madre. Por
amor por lo demás casi improferible, pero que brota desde todos sus lo demás, nosotros sospechamos que en lo que ella seguirá siendo
altercados de objeto y se vuelve a designar hasta alcanzar las más incurable es en no haber llevado la locura hasta el punto de perderse en
feroces invectivas contra el personaje materno. ella (pero justamente la psicosis en la mujer traduce los efectos de esta
Esta íntima "preferencia" no debe, sin embargo, ser descifrada locura "realizada", tanto como el desastre por no haber sabido romper
como respuesta por o contra a esa pregunta dirigida, en un ritual el vínculo). Cicatriz que quedará como su "punto de dolor" crónico.
debilitador, por adultos bien intencionados al niño en un momento
dado: "¿A quién querés más, a tu papá o a tu mamá?" Encuesta
intempestiva en la jerarquía de las imagos parentales, que el niño en
general esquiva mediante de un silencio reprobador o por medio de El querer-mujer o lo femenino como "estilo"
una respuesta que remite la demanda a su ineptitud: "¡A los dos!" Una
manera de designar, más allá del pudor, que la pregunta, aunque tal
vez no sin objeto, está profundamente mal planteada y, sobre todo, no Si no hay, por lo tanto, una "estructura" de la femineidad en tanto que
a quien corresponde. Freud, sin embargo, describe bien, especialmen- tal-lo cual justificaría otra "causalidad psíquica" de la neurosis en un
te a propósito de la hija, esas variaciones de "cotización" del objeto hombre o en una mujer, otro determinismo propio de la paranoia
"paterno" y/o "materno". ¿Acaso no responde, para reducirlo al más femenina como de la de su homólogo masculino, etc. -hay en la tesis
puro esquematismo, que la niña se distingue por amar primeramente del "querer-mujer" un alcance estructural, en la medida en que ella

14
En el sentido recortado en nuestra obra L'Entendement freudien. Logos et
*Las cifras ente corchetes remiten de aquí en más a las contribuciones citadas más
Ananke, op. cit.
abajo, pp. 37-38.

12 13
individuf!li;za el estilo -en el sentido más fuerte del término- de la
"""
clínica. Lo cual no indica todo, sin embargo, de la calidad, del valor
qonflictualidad psicosexµal de las mujeres, consideradas en la par- o de la autenticidad del amor de la hija por su padre. La paradoja de
ticular;dad de su estructura (neurótica, perversa, psicótica) y la la tesis freudiana es que revela, al revés de la pasión materna, esa
sip~ularidad subjetiv¡i de su sintomatología. Es eso lo qµe nos fuerza punzante de la demanda de amor dirigida al padre, es verdad
autoriza, ep el presente trabajo tanto como en las páginas que siguen, que sobre los destrozos de ese .amor justamente destrozado -y a su
a hablar d~ "ia mujer" como si, en la histérica tanto como en la propia iniciativa. Dicho amor hereda la fuerza de la desesperación y
anpré~ica o la mujer psicótica, se tratara de un mismo "nudo" "apunta" hacia una esperanza que el padre, a su vez, encarna.
ccmflictµal qµe hal;>ría que desatar -en la medida en que cada una Esta es la vastísima cuestión de la relación de la hija con el padre
~pprtaría su "solución" a un mismo "desafío", "enredándose" en él a que hemos encontrado, una de las más importantes y tal vez de las
~u filJ:lnera.,. menos exploradas de la clínica psicoanalítica.
A.sf, ~a histérica, por su pasión al padre, rinde homenaje a esa pasión En primer lugar hay que pensaren una suerte de principio de "vasos
difµnta de la madre y se compromete en una cabalgata fálica para comunicantes", en la medida en que parecería que Freud señala que,
f<;!Spon.der, a su manera, a esa misma pregunta que la anoréxica, por en la hija, el "contenido" materno no se vacía sino para llenar el
sY parte, zanja más radicalmente y según su modo "terrorista", "continente" paterno. En otros términos, de un intenso apego ideali-
instal.ándos~ en un "no-lugar" concedido a la madre y una recusación zante hacia el padre se podría deducir un lazo amoroso anterior
.c,le Ja creen~ia paterna en detrimento de su deseo, bloqueando todo en proporcional con la madre en una misma sujeto. Principio de "trans-
sµ demanda (lo que hemos descrito en [3]). Del mismo modo, la vase" que revela mucho de la economía del objeto en cuestión. En
cuestión del "deseo de niño" se impone, para toda mujer, como realidad, la lógica edípica se distingue en la niña por esa "economía"
!a prueba de verdad de ese lazo por desatar yde ese acceso, por el amor de un exceso de amor que no deja de fluir, o más bien de una
Qel hombre, a un más allá realizado del anhelo fálico -lo cual deniega "carencia" por "romper" ... Una niña se caracteriza por preguntarse a
secretamente ese artefacto que es el "deseo maquinal de niño" [9] que quién querer y encontrar un "continente" para ese amor que ella sólo
pretende ser profundamente sin sujeto. La tesis del querer-mujer, por pide "encarnar" -allí donde el varón más bien se ve asignado lo que
su alcance "psicopatológico" y social, nos parece que abre el camino ama a partir de lo que le está prohibido desear (con lo cual, su "caso"
.a una escucha, a través del imaginario esclavizan te de la norma social, ha sido identificado por Freud más rápidamente, lo que hizo pensar
a las exigencias de la mujer como sujeto inconsciente. en una pura y simple "masculinización" del Edipo). Ella se dedica
entonces a "poner orden" en sus imagos parentales.
Pero justamente, en virtud de esta incansable lógica de reencar-
nación de amor en busca y con prórroga de objeto, el padre -este
La elección del padre heredero sustituto del Objeto primitivo y nuevo "impetrante" des-
tinado a ocupar el trono vacío-debe haber sido objeto de una elección.
En efecto, todo ocurre como si la niña, que de entrada fue librada, para
El padre es el momento "histórico" de la "conversión'' hacia ese las buenas tanto como para las malas, al amor de la madre que le ha
devenir. sido impuesto como su destino interno e íntimo, tuviera que decidirse,
¿Ese padre es, por lo tanto, "elegido" sustitutivamente y de alguna para volver viable la ruptura con ese destino, a elegir-a partir de un
manera "tácticamente", como sucedáneo de la madre y refugio de una movimiento propio- a ese padre para amar, aunque sólo fuera como
pasión vacante?, ¿si se resigna a amar al padre es por estar decepcio- antídoto contra el dolor por la pérdida materna.
nada por la madre? Es lo que en efecto parecería, visto en su sequedad Por lo tanto, si por un lado el padre amado es muestra del

14 15
"sustituto" -lo que quedará marcado en la efigie paterna con los quien penetra en "la Vorzeit preedípica de la niña" 15 y la oscuridad de
blasones de la hija-, por el otro hace posible en ella una elección esos "torbellinos pulsionales", lo que está haciendo es reconocer el
amorosa propiamente dicha. Esta se presenta como un valioso opera~ posterior juramento de fidelidad de este ser "micénico" que es la
dor que cala al deseo en el amor. En efecto, si permaneciera fijada en mujer en su origen. Pero precisamente por el padre (entendamos por
el "tropismo amoroso" del goce materno, la niña estaría condenada a el "uso" que hace de él) es que ella se extrae de ese apego y "aprende
un amor sin deseo-y, en ese sentido, "descentrado". Lo que espera del a nadar" en esas aguas turbias ...
padre es la "prestación" simbólica: que le garantíce, a cambio de su Resulta desde luego delicado definir el "uso correcto" de ese padre.
sacrificio del amor materno y de sus "promesas" imposibles (lógica Digamos que será necesario que la hija haya visto su imagen -como
"sacrificial" de la que se puede dar cuenta en el momento pasional promesa de mujer-reflejada en la mirada de ese padre. Basta con que
[7]), un amor que resulte estable, que esté calado en el deseo. Es lo que esa mirada haya sido demasiado insistente-y la histérica dará cuenta,
ella requiere de él, y raras veces.se habrá señ:üado la importancia de por su acoso, a una "hiperfemineidad" de los esfuerzos de la seduc-
encontrar allí a un "buen entendedor". ción paterna (¡que paradójicamente también la hará dudar de su
No resulta exagerado sostener que, en este sentido, la intervención sexo!). Basta con que esa misma mirada falte, y la niña se abstraerá
del padre es suscitada por la hija con el objeto de que él le dé ... un peligrosamente del "cuadro"; como prueba, ese sentimiento de dolo-
Edipo. Entendamos que, en contraste con el pequeño Edipo, instalado rosa "invisibilidad" presente en la anoréxica, la bulímica o la toxicó-
de entrada en su tragedia -tener comercio con un objeto marcado por mana, y los esfuerzos de la homosexual que, para volver a existir,
la prohibición-, su homólogo femenino parte de lo imposible --del desafía la mirada del padre como condición de la encamación de un
lazo con la madre- que ella organiza como un drama: el clímax "deseo" -a costa de un mantenimiento del objeto en el linaje de las
patético de esta dramaturgia justamente lo constituye la relación con mujeres ...
el padre. Y desde luego, la relación padre/ hija estará marcada con un Puede entreverse que lo que se dibuja aquí es la cuestión de la
sello pasional, a la vez en lo que hace como de eco a la Pasión materna (pre)adolescencia en su versión femenina, pues la niña saldrá del
primitiva, pero también, por fin, en el hecho de que el amor puede ser amor "sin meta" ni "medida" de la Madre para acceder a las "razones"
declarado (de allí surge el aspecto explosivo de la pasión histérica del deseo cuando resurja bajo la mirada de un padre. A fin de cuentas,
hacia el padre, a la manera de"¡ abandone usted todo!"). Por lo demás, será amado quien quede: decir que es "el último de la serie" (de
es por ello que el apego edípico al padre durante mucho tiempo ha "objetos") es considerarlo como ese "fin de serie" que se designa
ocultado el "lazo preedípico con la madre". como el más valioso resto. Si el devenir-mujer implica el cambio, es
todo excepto "cambiante": la cuestión es "encontrar una razón" de
mantenerse fiel al objeto.
De esta relación específica de la niña con el padre se desprende la
El momento de la mirada referencia a un padre real. Se entiende que, en efecto, en contraste con
o del uso correcto del padre real el varón, que se. esfuerza siempre por inscribir -con mayor o menor
éxito- una función simbólica en el padre real, la niña estaría mucho
menos inclinada a arreglárselas por así decirlo con metáforas. Ese
Por lo tanto, de algún modo es por el padre que la hija, saliendo de la padre, en efecto, le es imprescindible "vivo" -puesto que no necesita
"prehistoria" materna, accede a su historia (en busca de una historia "matarlo" para identificarse con él: es un soporte vivo de idealización.
que sea suya ... ). Cuando Freud, sin ningún tipo de complacencia por
· los vapores del enigma, subraya el carácter de sobrecogimiento de
15 Sobre la sexualidad femenina, cf. infra, p. 178.

16 17
los órganos sexuales femeninos, latentes hasta entonces, una intensi-
Ella tiene que conseguir hacerse mirar por él y a considerarlo en sí ficación del narcisismo primitivo, que resulta desfavorable a la estruc-
mismo para ei uso que tiene que hacer de él: incluso idealizado, sobre turación (Gestaltung) de un amor objetivado regular y acompañado de
todo "idealizado", a él le corresponde encamar, en su realidad, un hiperestimación sexual. 17
ideal apto para sostener su deseo. En una palabra, debe estar ahí, en
ese preciso momento en que debe gestionar justamente la evicción de Cabe pensar que allí hay una "complacencia ( ... ) por sí misma"
la madre. La avidez hacia el padre colma así la separación de la madre, (Selbstgenügsamkeit) de la mujer, revelada en el momento de la
en un tornado de idealización. Basta con que haya una "falla" en ese "encarnación" de su femineidad. Lo cual no equivale a decir que la
padre, y será la desorientación anoréxica: pero para ese entonces ya mujer está condenada al "narcisismo" de los que sólo se aman a sí
nada se tiene en pie. mismos o prefiere hacerse amar. Pero este "surgimiento" del cuerpo
Lo cual nos indica finalmente algo acerca del amor del hombre en parece marcar a la pubertad en la mujer con esta "elevación" del auto-
la mujer: pues si el hombre, en la estela de su ecuación edípica, somete investimiento que sin duda hay que vincular con la búsqueda "fálica"
a la mujer a un trabajo desenfrenado y contrastado de "elevación" y mencionada.
de "disminución", lo cual indica bien el vaivén del "amor a la En efecto, si ella surge así es para la mirada del otro (paterno, luego
prostituta" con la llama cortesana dirigida hacia la Dama 16 [10] [5], masculino). Y de allí en más, parecería que el amor por el otro puede
la niña está apta a fin de cuentas para considerar a su partenaire en su depender de la imagen del amor provocado por ella-y de algún modo
realidad para -lo cual no es contradictorio- calar allí sus exigencias "desde" su narcisismo camal- en el otro. Lo cual da la impresión de
de ideal. En este sentido, necesita "admirar" a quien elegirá, pero que semejante mujer se apasiona tanto por el otro como por el amor
justamente para juntar la realidad de aquél al que ella se agarra ("el que despierta en ese otro. Ello sólo resultará "superficial" o "egoísta"
último que queda") con sus exigencias ideales. Por Jo tanto, eventual- si se ignora ese carácter del amor de recíproca "cristalización"
mente hará "de la realidad ideal" (como quien dice "hacer de la narcisista (lo cual nos conduce a la experiencia pasional [10]).
necesidad virtud"), encontrando y forjando así razones para amar. Es
así cómo una mujer, saliendo de lo imposible, se vuelve "razonable" ...
Por más dependiente que sea de su origen, en ese sentido sabe "llevar
a buen término" su búsqueda, como si, en el amor del hombre El "querer" como destino
presente, pudieran estabilizarse todas sus turbulencias, con tal que sea
·justamente "consistente" (a falta de lo cual se impondrá la tentación
de la "soledad", reexperiencia de la separación tanto como repliegue De esta búsqueda del grial en su versión femenina se desprende una
narcisista ... ). impresión que provoca un irónico contraste con la perplejidad freu-
Una extraña observación de Freud, al introducir la figura del diana: lo que ella, la mujer, quiere, a diferencia del psicoanálisis,
narcisismo femenino, parece sugerir una "falicización" del cuerpo de parece saberlo muy bien. O más bien -lo cual justamente no resulta
la mujer, en el momento en que precisamente el devenir-mujer se lo mismo: a falta de saber lo que quiere, está condenada a quererlo '
inscribe como transformación corporal: cueste lo que cueste. He aquí, en efecto, lo que nos parece que le da
su estilo a la femineidad inconsciente: el encaminamiento de un
( ... )parece surgir, con la pubertad y por el desarrollo (Ausbildung) de incansable-cuando no i!ltratable-querer, que se designa en sucesivas
16
Cf. los ensayos de "psicología amorosa", Sobre un tipo especial de la elección
de objeto en el hombre y Sobre una degradación general de la vida erótica y nuestro 11 lntroducción al narcisismo, sec. Il, G. W., X, p. 155, O.C. l, 1090..
comentario a esos textos de Freud en nuestras obras citadas.

19
18
decisiones que no dejan de recordar a cierta imagen de "soberanía". sin cesar a, alternativamente, salvar y romper el vínculo. La mujer
Decisiones de ruptura que vienen a romper con un corte neto el tiene todo el tiempo un vínculo por cortar para salvar a otro. Ello la
vínculo anterior: estar ligada infinitamente a la madre, luego tener conduce llegado el caso a un trabajo de "trapecio" en el cual,
que decidir "dejarla" o más bien hacerse dejar por ella; por lo tanto, habiéndose ajustado extensamente a un cierto régimen de objeto,
decidir ligarse al padre, con un entusiasmo tal que da, llegado el caso, tiene que abandonarlo para vol ver a lanzarse, en un vacío vertiginoso,
la impresión de "excitarse a amarlo" -con la presencia, de una hacia otro objeto. El viraje "de ciento ochenta grados" del investi-
"estación" a la otra, de la poderosa voluntad fálica, de quien la primera miento materno hacia la elección de objeto paterno constituye la
mirada al sexo del otro fue decisiva: "Al instante adopta su juicio y mayor escansión de ese devenir, al mismo tiempo que el paradigma
hace su decisión. Lo ha visto, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo" 18 de su "ritmo". Extraño amor, seguro de su objeto e incierto de su
[4] -¡una versión femenina en cierta medida del Veni, vidi, vici verdadero destinatario ...
cesariano! Luego, la decisión de romper con el deseo incestuoso para En cualquier caso, estamos muy lejos de la supuesta "pasividad"
construir el deseo del hombre, con una determinación que, una vez de la mujer: en su innato devenir, está más bien condenada a una
más, puede despertar la impresión de que quiere "echarle el guante". intensa actividad, ¡por no decir a un "activismo"! Fundamental
¡Es que lo que necesita es el amor del hombre (por lo tanto, el hombre febrilidad de quien se enfrenta, del principio al fin -y de algún modo
en quien ella calará finalmente un amor que encontró su destinatario de manera crónica- a poner en juego su ser en su devenir. Ella tiene
-y el canto de sirena de su objeto, llegado el caso, encontrará su Ulises que devenir mujer como quien pasa al acto -de manera que la teoría
(11])! En una palabra, el querer es en la mujer un destino -a fin de freudiana de lo femenino se presenta como el escenario de una
cuentas tan tiránico como la "anatomía" [4 ], puesto que ella no podría actuación. Delimitada por otra parte por determinismos sociales y
sustraerse a él sin sacrificar su sentimiento mismo de existir -lo cual obligaciones culturales aplastantes, la mujer, lejos de manterse inerte,
equivale a designarse hasta en las modalidades de la depresión se muestra sin embargo como pura actriz de su "identidad" (lo cual,
femenina, cuando el "guante", al regresar vacío, enfrenta a la mujer precisamente, problematiza fundamentalmente la noción misma de
depresiva con Ja carencia de objeto, al tiempo que la "reas pira" hacia una "identidad" femenina [2]).
la nostalgia totalitaria del Objeto materno primitivo -lo cual, escu- Condenada al "acto", la mujer también lo está debido a que, para
chándolo bien, tiñe con goce el hundimiento en la depresión. Tristeza ella, todo comenzó por el trauma de la separación-el que le ocurre con
infinita en que se perpetúa, como un "no querer saber nada", el la madre que Freud localiza en el niño de pecho como la experiencia
Pensamiento de Ja Madre ... del dolor, anterior a la de la "angustia" misma y al "duelo". 19
Se entiende el desafío que constituye el devenir-mujer, que Freud Momento de desaparición de la madre del campo visual, del que no
presentaba como una de las tareas más complejas que un mortal haya sabría evaluar ni Ja duración ni anticipar el fin. Se dirá que el varón
tenido alguna vez que llevar a cabo. Para dar forma en ella a Ja mujer no se salva de ese dolor. Todo ocurre sin embargo como si la
y luego a la madre, .l!.n a niña debe inscribir en su blasón, ante cada "edipización" del objeto, tan enérgica en el varón, viniera a alternar
prueba, una nueva divisa a la que deberá atenerse; una especie de enseguida ese miedo indecible de la separación, organizando otra
"máxima" que orientará su "acción"; divisa a la vez de "manteni- "dosificación" libidinal. En la niña, según nos parece, la angustia de
miento" como de "regenerescencia". Extraña "caballería", muy apro- la pérdida permanecerá "perforada" por esa experiencia de la separa-
piada para esa "cabalgata" desenfrenada aunque lúcida, que conduce ción, de manera tal que el "miedo a perder" el objeto será el punto
central de todas las tribulaciones posteriores. HastL en la angustia
18
Algunas consecuencias psíqucas de al diferencia sexual anatómica, G. W. , XIV,
p. 24. O. C., lll, p. 486. 19 Inhibición, síntoma y angustia, apéndice C, G. W., XIV, pp. 202-203.

20 21
pasional de "perder de vista" el objeto amado se la ve volver a que no podría hablarse de "pulsión pasiva", en la medida en que la
designarse -lo cual da el carácter "vital" de la famosa "necesidad de meta de toda pulsión es por definición "activa". ¿Entonces?
amar" y el aspecto "todo o nada" de sus elecciones de objeto o el Una vez más aquí, tomar en cuenta la tarea específica que repre-
carácter paroxístico de sus formas de celos (cuyo carácter particular- senta el devenir-mujer permite poner las cosas en su perspectiva real.
mente intenso y la propensión delirante fue observada por Freud). La mujer se nos aparece entonces como constreñida a una tarea
Lo que hay que "actuar" entonces es ese "malestar": de allí prometeana -que le prohíbe la inercia- pero ante cada prueba, hela
provienen los efectos espectaculares de "desimbolización" que vie~ aquí que rompe un eslabón para intentar... ¡encadenarse!
nen a marcar en la mujer la vivencia de la pérdida de objeto. En las Como por ejemplo, su posición con su-madre: si se lo piensa bien,
formas patológicas de "adicción" en la mujer -del alcoholismo a la lo que la amenaza en ese amor es la perfección del vínculo que la
bulimia, pasando por la toxicomanía-, acaso más específicamente "maniataría". Y es con pies y puños atados que llega a sacudir la tutela
que en los hombres, lo que habría que reconocer es el carácter materna. Lo que hay que leer aquí es la iluminadora descripción del
"adictivo" originario del amor y de la dependencia de objeto. ensayo Sobre la sexualidadfemenina,21 con su realista precisión que
da cuenta de la complejidad de esa relación con lo "activo" y con lo
"pasivo".
Si bien es verdad que toda vivencia de pasividad hace nacer una
Prometeo mujer: de lo "pasivo" materno tendencia a una "reacción activa", la "revuelta contra la pasividad" va
al activismo fálico a tomar una particular importancia en esta relación madre-hija. Si la
hija, objeto de la madre que "la amamanta, la alimenta, la limpia, la
viste y la obliga a realizar todas sus obligaciones", permanece
La mujer no podría permitirse ser "pasiva", pero ello no excluye eii "adherida a estas experiencias y goza de las satisfacciones con ellas
lo más mínimo que, como "recompensa" por esta intensa actividad de vinculadas", también intenta-un factor decisivo de su "evolución"-
conquista,* aspire de alguna manera a poder serlo. Tocamos aquí una "su conversión (cf. las experiencias) en actividad'', de lo que da
de las cuestiones peor tratadas -en la medida en que las indicaciones cuenta eminentemente esa puesta en escena del juego de la muñeca
\ de la clínica psicoanalítica parecen estar especialmente amenazadas que, lejos de valer como simple "signo precoz de la femineidad
por las distorsiones ideológicas-: algunos discursos, en cierto modo incipiente", responde a "la faz activa de la femineidad", que así se
ancestrales, quieren que sea pasiva para instruir su sujeción, otros le expresará y se desarrollará en una intensa actividad sexual, verdade-
prohíben como una tentación y una traición, hacia un misterioso Otro, ros fuegos artificiales de tendencias orales, sádicas e incluso fálicas
) imperativo de ideal, el fantasma de pasividad que, sin embargo -con -cuyo clímax es el anhelo de la niña de hacer o de haber hecho¡ un niño
el carácter testarudo de los hechos clínicos- la escucha analítica a la madre l Lejos de ir a la zaga del varón en actividad, la niña
localiza. Una vez más, se trata de intentar y de atreverse a decir lo que despliega un encarnizamiento de "sujeto activo" (¡y no sólo de "varón
puede leerse del lado del sujeto y de su texto. fallido"!) frente a una madre erigida como "objeto". En ese preciso
Considerado fuera de contexto, el discurso freudiano parece osci- momento estamos exactamente en el punto opuesto al de la "mujer-
lar contradictoriamente entre la tesis de una pasividad de principio objeto", justamente porque hay, para la niña, una "madre-objeto"
-simbolizada por el "masoquismo femenino" 2º - y la afirmación de (más cínicamente "dominada" que para el varón, quien ya siente los

*En castellano en el original (N. del T.).


El problema económico del masoquismo. Al designar el "masoquismo f~meni­
20
21
no", Freud da ejemplos de casos de perversión masoquista ... ¡masculina! G. W., XIV, pp. 529-534, O.C., l/I, 527, 530 ..

22 23
rigores de la prohibición edípica y los límites que le impone a su Ex omnibus unum elige:
pulsión de dominio). de la cláusula del incesto al amor del hombre
Pero llega el momento del "desprendimiento" de la madre (Abwen-
dung von der Mutter), ese acontecimiento fundamental de la vida de
: una niña: éste se paga con "una notable disminución de los impulsos El padre, por lo tanto, vuelve posible el acceso a la elección de objeto,
J sexuales activos y una acentuación de los pasivos": Y es justamente
"con ayuda de las tendencias pasivas" que "han escapado a las
y por ello mismo pone a la niña ante una "intimación" de la que el
varón se salva. Este, en efecto, de acuerdo con la tendencia edípica,
se "inclina" hacia su objeto (materno) por una suerte de fatalidad
) defraudaciones (Umsturz)" que se llevará a cabo "la transición al
objeto paterno". interna que viene a "perforar" la prohibición paterna. Porque debe re-
Por lo demás, el padre le permite ala niña, en ese momento decisivo nunciar a La que ella (no) eligió es que la niña deberá hacer del
de su metamorfosis pulsional, ceder a esas tendencias pasivas -lo que "padre" su "preferencia" -y éste, a su vez, le indicará la "línea"
abre el camino al desarrollo de la femineidad. Más adelante, el amor del objeto masculino, salvo que se produzca un renunciamiento, cuya
de un hombre se habrá vuelto posible por esa posibilidad de hacerse impecable fórmula se encuentra en Ovidio, en el momento en que
-por fin- pasiva (por un tiempo ... o una vida, sin que desaparezca la describe la posición de Mirra, la hija que, por su parte, es incapaz
reivindicación de las tendencias activas). Es el momento en que la justamente de renunciar al objeto paterno y se orienta hacia la
niña puede "depositar su hatillo" --corriendo el riesgo de reconocer su realización del incesto real: "Entre todos los hombres, elige a uno por
alivio por haber escapado así a su destino ... de actividad, a la vez que esposo, Mirra, siempre y cuando entre todos haya uno que excep-
lleva a cabo -"superándolo"- ¡el "pasivo materno"! túes" .22 Esos son, en efecto, en su formalismo los términos de la
Si se quiere, se trata de dejarse-ser: con la salvedad de que ella elección de objeto femenino: Ex omnibus unum elige -ese "uno" que
inviste al hombre amado con esa función de ideal. Ella le ordena que será su "prometido", al que ella habrá de atenerse. Es decir que en esa
encarne las razones de hacerse suficientemente "pasiva" para hacer "muchedumbre de hombres" virtualmente ilimitada, la única dificul-
tad es la elección -salvo una obligación o restricción: "Siempre y
) pasar en él su propio ideal fálico. Por lo demás, la desgracia caerá
sobre el que falle en esa tarea: pues entonces ella "recuperará", de un cuando entre todos haya uno que exceptúes" (Dum ne sit en omnibus
solo golpe, todas "sus bolitas" ... Que la mujer pueda experimentar su unus), o sea: "el padre", el suyo. El incesto de la hija equivale,
destino de actividad a veces como un "deber", a veces como un señalémoslo, al cortocircuito de dos miembros de la frase precedente
"peso", he aquí de lo que da cuenta la clínica psicoanalítica, dejando (en que unum = unus).
libres a los discursos ideológicos, a tal punto el psicoanálisis se presta Se dirá que la "cláusula del incesto" parece simétrica en el varón:
poco a una "utilización agonal" [6], a que juzguen en qué "beneficia" él también puede elegir cualquier mujer, con excepción de su madre.
ello a cierta esencia anhelada de la femineidad ... Pero justamente nos parece que la forma misma de "posicionamiento"
Resulta obvio que lo que se expresa en ese cruzamiento de de la elección es diferente: y es que el varón dispone de un "índice"
"actividad" (inherente a su "condición") y de "pasividad" (¡especie simbólico que marca justamente la que no será "su" mujer: índice
de "lujo" que ella sólo puede permitirse en estrictas condiciones!. .. ), paterno que designa a la madre como prohibida. Salvo cuando juega
es por ello mismo toda la "postura" de la mujer frente ala "castración" con esa prohibición, él la identifica (o, caso contrario, soporta todos
-y el estilo de su "complejo de castración". 1os estragos de la desimbol ización). La niña, por su parte, se encuentra

22 Ovide, Les Métamorphoses, libro X, Société des Belles Lettres, Club fram;ais

du livre, 1968, p. 315.

24 25
ante una "encrucijada" que parece poner en juego, de alguna manera, La temporalidad edípica femenina:
todo lo "arbitrario" de una elección. de la decepción al niño
Nadie la obliga a ello literalmente más que ella misma, en la
medida en que no dispone de un imperativo de "renuncia simboliza-
ble" ubicado fuera de ella misma. La tragedia de Mirra y su "fechoría" Este carácter específico de la temporalidad aparece cuando Freud
-el pasaje al acto incestuoso-, traducción mítica de una realidad menciona el momento decisivo del "complejo de Edipo" y de su
psíquica atestiguada por el fantasma, es que justamente el "uno" "declinación" en la niña: "La niña que se cree objeto preferente del
(unus) es aquí y allá el mismo: justamente el hecho de que deba ser amor (die bevorzugte Geliebte) de su padre recibe un día una dura
·~exceptuado" de la "elección" es lo que lo convierte en el objeto único corrección (Züchtigung) por parte de éste y se ve expulsada de su feliz
(e irremplazable) de su elección. No podría ser "ni devuelto ni paraíso." 23 Es la imagen empleada por Freud quien revela de qué se
cambiado" (es conocido el arte de la histérica de jugar de ese modo trata: la niña se representa en ese momento como "objeto preferente
con el objeto, metáfora del objeto materno-paterno, que necesita del amor", la elegida del "reino del Padre", cuando, al sufrir una
cueste lo que cueste pero nunca es "el bueno"). "exclusión", se encuentra literalmente "echada de todos los cielos"
Sin embargo, habrá que renunciar a este objeto paterno, confor- (aus allen Himmelns gestürtzt) -verdadera experiencia de la "caída"
memente a la prohibición del incesto- impedimento real más que con la que se tiñe la experiencia de las "decepciones dolorosas" a la
simbólico-, pero se comprende que la elección del "hombre de su que está asociada la imago paterna en la niña. Pero si no hay tal
vida" será bajo la coerción de esta misma lógica: por lo tanto, no habrá "corrección'', es bajo el efecto, ya no de una "catástrofe'', sino de un
sido el que no debía ser elegido, pero con todo ... no será elegido entre "fastidio" que se produce, como por "agotamiento", el "renuncia-
todos (ex omnibus unum) sino en la medida en que lleva la huella miento". "La ausencia de la satisfacción deseada acaba por apartar al
-misteriosamente materializada por la historia singular y sus tramas infantil enamorado de su inclinación sin esperanza." Mientras se
fantasmáticas- de ese "uno" que él mismo fue amado ya en lugar de espera la llegada de un anhelo que no vendrá, hay que dejar de "creer
"la Una", con lo que se cierra el círculo y, felizmente, cierra mal, puesto en Papá Noel" (corriendo el riesgo de legar ese "anhelo" a otro ... )
que justamente porque el hombre amado es distinto al padre (aunque Como en una "estación de trenes de clasificación", allí ocurre de
algún modo un "cambio del sistema de agujas":

1
se le "parezca") y diferente de la madre (aunque recuerde su promesa)
es que será deseado y amado, nos atreveríamos a decir, habiendo
considerado lo que ello representa: "¡Por sí mismo!...". Ella sólo podrá La niña pasa -podríamos decir que siguiendo una comparación simbó-
amar a un solo otro luego de haberse prohibido el "uno", corriendo el 1ica- de la idea del pene a la idea del niño. Su complejo de Edipo
riesgo de "hacerse raptar" por él para escapar de la escena familiar ... culmina en el deseo, retenido durante mucho tiempo, de recibir del
\ Se entiende que, mientras el varón se dedica a amar, a través de una
padre, como regalo, un niño, tener de él un hijo. Experimentamos la
impresión de que el complejo de Edipo es abandonado luego lentamen-
mujer, a una madre (sean cuales fueren los rodeos de la operación), te, porque este deseo no llega jamás a cumplirse." 24
la niña, por su parte, al tiempo que reinviste las imagos parentales (a
\ tal punto nunca ningún mortal de ninguno de los dos sexos renuncia De esta manera, a la inversa de lo que le ocurre al varón, el complejo
a algo, como Jo indica la sabiduría freudiana), debe elegir de veras ese de castración es el que le abre el camino al complejo de Edipo.
otro que relanzará la filiación. El más "patriarcal" orden conoce muy
, bien el obstáculo que constituye el querer de una hija que desafía, en
¡ el momento del "casamiento", la orden de las alianzas (ésa es una de 23 La disolución del complejo de Edipo, 1925, G. W., XIII, p. 395, O.C., //, 501 .
las más seguras venas tragicómicas). 24
Op. cit., p. 401.

26 27
Hacerse dejar por el objeto para querer dejarlo, tal es la "escansión" es llevar a cabo su "naturaleza", sino confrontarse de golpe con el
mayor del tiempo del deseo en que se forja el "devenir-mujer". "lote" de sus conflictos. Nuestro análisis del Kindeswunsch o "anhelo
El amor por la otra mujer debería ser situado en la esfera de cierta de niño" [9] ha permitido establecer la complejidad de ese desafío que
"venganza" contrae! padre, al mismo tiempo que una revancha contra significa realizar la ruptura con la madre (pasando de "mi madre" a
la madre. Lo que, en efecto, Freud nos describe de la homosexualidad "yo-madre"), sostener la presunción fálica y superar el fantasma
femenina, es verdad que bajo una forma histérica caracterizada, 25 da incestuoso dirigido al padre; todo lo cual converge hacia el amor del
cuenta de ese "drenaje" de la sed de ideal hacia "la Dama", hasta hombre: el deseo del hombre y el deseo de niño se encuentran por
entonces amada con un "amor cortesano", análogo al del hombre por reforzamiento mediante el "anhelo fálico" 27 (verdadero "doble o
la Mujer idealizada [ 1O]. En esta Schwdrmerei -término que designa nada" de todo el juego precedente y de quienes "dan las cartas").
una "pasión" teñida de "entusiasmo" en que la enamorada está En realidad, el deseo de niño no es más que el signo mayor y
"ardiendo por el fuego de la pasión" por un objeto "venerado"-, nos material de que el "nudo" se ha desembrollado. Por lo demás, su
encontramos ante un amor particularmente "ciego". Es que la otra emergencia coincide con la disolución de ese brillo del objeto
mujer se vuelve el blanco de esa necesidad de amor, de manera que imaginario primitivo -ese mismo que, como se verá, la experiencia
la suma de "decepciones" de las que son objeto los imagos parentales pasional le da la oportunidad de volver a brillar. El amor del hombre
se encuentran, a través de ella, como "mágicamente" superados. en el fondo le da la razón de hacer el duelo de ese objeto y acceder al
Ultima "chance" de hacerse amar. El "narcisismo" parece entonces ámbito del deseo, al tiempo que lleva a cabo sustitutivamente (el niño
"desteñir" sobre el objeto y debe callarse toda "crítica" contra éste. masculino es para la mujer la oportunidad de resarcimiento y de
Es verdad que también es el medio de regresar, por el desafío, a la "revancha" fálicos, mientras que una niña podría reflejarla como un
mirada del padre, y forzar su acceso: la forma misma de la tentativa remake de la vieja histoira de amor materno ... ).
de suicidio -tirarse en un "foso"- es relacionada literalmente con el De pronto se entiende que la "esterilidad" de la mujer -tratada por
hecho de "poner abajo" al niño.26 Como si, una vez más, se designara, los discursos y prácticas de la modernidad social como un prejuicio
como último recurso, el anhelo incestuoso. La Dama sería entonces que debe ser "tratado", por referencia a un "Otro maquinal [9]"-,
la última mediadora con esa "pareja parental" profundamente "dis- también pueda ser la prueba misma de una cuestión que confronta a
traída" ante una hija ávida por hacerse reconcer, cueste lo que cueste. la mujer con un deseo de niño que sea realmente suyo: de este modo,
tal como nos pareció que surgía del examen de los textos bíblicos, la
esterilidad vale como "prueba de la Ley" y confrontación del deseo
(de niño) de una mujer con la Ley del Otro [12].
Del deseo de niño a la prueba de la Ley

Hay por fin un lugar en que todo este trabajo subterráneo surge de
algún modo a la superficie y en que esta red de apuestas, por así La ley en juego: femineidad y perversión
decirlo, se "prueba": es el "deseo de niño". Como si, en ese momento,
la hija tuviera que volver a agarrar, de un solo golpe, todos los "hilos" De esa evocación del "estilo" que la femineidad impone al in-
de sus diversas relaciones de objeto. Devenir madre, desde luego no consciente, resurge una parte nada despreciable de su "secreto" : o sea,

25
Véase infra, pp. 170-173. 27
S. Freud, Sobre las trasposiciones de los instintos y especialmente del erotismo
26
G. W. , XII, p. 290, O.C. , !, 10. anal, 1917, C. w., X, p. 406, o.e.,!, p. 1001.

28 29
su desafío a lo simbólico. Si una mujer tiene que "hacerse ella misma" pues erige en arte de seducción el juego con la carencia en el que
-habría que pensar en un verdadero estatuto del selfmade women que llegado el caso se encuentra una mujer, allí donde un deseo más
"imaginarice" su trazado-, renegociando a cada momento las condi- genital -el de Jos "eternos maridos"- más bien borraría la preciosa
ciones de relación y de asentimiento con su Otro, se entiende que, en carencia. Lo que hemos visto emerger a lo largo de una investigación
contraste con el hombre, cuyas vías están balizadas por la tragedia sobre los textos literarios [5] es esa paradójica pareja: entre el
edípica que marca el camino de su deseo, ella dé la impresión de tener perverso y la mujer, es "ello", el objeto fálico cortina de la angustia
que reinventarse todo el tiempo -en una exigencia sin fin de "since- de castración, quien "crea los vínculos". Lo que justamente hace del
ridad" y de transparencia. Si el padre pone las condiciones de la perverso un "revelador" de femineidad es el hecho de estilizar la
prohibición estructurante, según una fórmula lapidaria que, a menos denegación de la castración. Se convierte en un "artista" en femineidad
que se la suavice, 28 restituye después de todo el "código" del deseo justamente al confrontar la diferencia sexual e intentar subvertirla.
masculino y su modo de calar en lo simbólico (de lo que da cuenta de Lo que también hemos visto emerger es esa relación entre lo
manera ejemplar el neurótico obsesivo), la mujer se encuentra, por su femenino y la Ley [5] [10]. La potencia de la Diosa Madre -y los
parte, capaz de conquistar un "lugar" en lo simbólico: vale decir, de prestigios de las "Madres", en el sentido que le da Goethe [8)-podría
hacerse una ley o, mejor, de hacerse "adoptar" por ella. Es lo que nos estar dando cuenta de un "culto" común para el hombre perverso y la
parece que queda demostrado por las modalidades de la culpa en la mujer -lo cual fundaría su "complicidad" de objeto. Lo que nos
mujer y por el "favor" que espera del padre, tal como se ha visto, a la pareció que se escribía incansablemente era aquello que, de la mujer,
recibe acogida en el perverso.
vez "vital" -puesto que ella juega el acceso a su deseo por su
reconocimiento en el orden del deseo~ y "condicional';, puesto que a Goce propiamente "sacrificial" [7] que permite esta extraña comu-
ese padre ella sólo puede amarlo-legitimado por la propia elección de nicación por el objeto de la carencia, cuyo paradigma lo hemos
ella. Es lo que convierte a la idealización de la instancia paterna en una encontrado en El azul del cielo de Georges Bataille [10], en la medida
circunstancia determinante de la saga de la mujer: ella debe constituir en que su Laure vuelve posible una forma "postcortesana" de pasión ...
-un trabajo agotador, a fin de cuentas- la ley en un modo de acceso
al amor para poder adherírsele. Sin duda, su "más caro anhelo" es el
de encontrar razones para amar al padre -y amar a un padre es una de
Lo Femenino y la ley de la pasión
las avenidas principales de la pasión en una mujer-, pero justamente
ella subordina su "juramento de fidelidad" a su querer (que debería
comprenderse un poco como su "buena voluntad *").
Todos estaremos de acuerdo en decir que ello constituye una Aunque sometida al rigor del susodicho "complejo de castración" en
relación específica con la "ley". Y es justamente esta posibilidad tanto que mujer, la niña, tal como ya ha sido suficientemente obser-
crónica de estar fuera de la ley la que nos condujo hasta este atajo de vado, parece que considera la cuestión de la castración ... ¡sin comple-
Ja femineidad a la perversión. 29 Don Juan sirve aquí como "pasador'', jo! En efecto, en esa primera mirada lanzada por la niña a la diferencia
anatómica, no se encuentra, tal como lo describe Freud en esa especie
de "escena primitiva escópica" [4], el sentimiento de dolor y de
mutilación: ese "falo", en contraste con la denegación y con la
* El autor juega con la buena voluntad, (en francés, bon vouloir) del querer vacilación del varón frente al sexo de la niña, de entrada eSioentifi-
(vouloir) del traductor (N. del T.).
2
RCf. nuestra síntesis en "Fonctions freudiennes du pere", en Le Pere, Denoel, cado como ese algo "por tener". Es verdad que todo el trayecto
1989, pp. 25-52. precedente reconstituido le dará el tiempo suficiente como para medir
29
Le Pervers et lafemme, op. cit.

30 31
la dificultad de la tarea y, llegado el caso, adquirirá la forma de un "vía Pasión. Una oportunidad, por lo demás, de elaborarla para encontrar
crucis", manchado tanto por dolores como por "extravagancias". los caminos y las metas del deseo.
Lo cual no impide que la niña así como la virgen puedan llegar a Cuando Freud compara el principio del amor de transferencia con
realizar su presunción fálica de manera por lo menos tan eficaz como un incendio durante una representación en un teatro, ¿no está desig-
aquél que se distingue por "tener algo que perder". nando la "función de alerta" en relación a la escena analítica -la
Pero justamente es en este punto que encontramos esta experiencia misma que está inclinada a despertar* la "escena social"?
de la "pareja inconsciente".
Pues nuestra investigación [10] nos ha confirmado que, en el
"contrato pasional", la mujer cumplía algo más que el papel de "una"
(de los dos de la pareja): ella tiende a identificarse con el "objeto" Del desafio a lo simbólico al síntoma social
mismo de esta "comunidad irreconocible". Es ella, a fin de cuentas,
quien llega para sostener ese "objeto fálico" que sella a la pareja
apasionada -lo que llega hasta la de-nominación del Padre que Se entiende así la significación propiamente social de ese "agujero"
consume el trayecto transgresivo de la pasión. De allí surge la que la mujer llegado el caso puede marcar en el orden simbólico. La
impresión de que entre el hombre y la mujer de la pareja circula algo cuestión que se plantea lo social-cuyas "modalidades de idealización
"Femenino". en la posthistoria del "asesinato del padre" son masculinas-33 es de
Lo que les da así la "vocación" a las Julietas [10] para encamar la fijar una mujer: de allí proviene su preocupación por asignarle un
pasión -con el hombre- ¿no es acaso su "experiencia" originaria de la " lugar". A nosotros nos parece que un modelo psicosociológico que
Pasión -de la madre -sustituida por la "máquina para idealizar" al reparte los sexos en "papeles" no podría considerar la importancia de
padre-objeto? Se entiende así lo que vuelve a una mujer sujeta a esta radical "anomía" que confronta a los ideales sociales con la
pasiones: re-accionar, por medio de un amante interpuesto, la Pasión fe mineidad. Lo que nosotros teorizamos enseguida después de la no
materna. participación de las mujeres en el Asesinato del Padre 34 y de la suerte
Así queda aclarado también ese estrenduoso "amor de transferen- de que de ello resulta para ellas, justamente a causa de -y no sólo a
cia"3º del que nos habla Freud. pesar de- esta ignorancia, vale decir, el destino de encamar la culpa
Si "el deseo de pene" (Peniswunsch) es sobre lo que vendría a en "la poesía mentirosa de los orígenes", 35 nos puede parecer cual-
chocar el análisis de una mujer, volviéndolo, llegado el caso, "inter- quier cosa menos justamente "mítico". Aquí hay que asumir la
minable" ,31 ¿acaso la "pasión de transferencia" no señala ese momen- provocante paradoja de la mujer como "síntoma de la organización
to de remake que, por medio de la travesía de la diferencia sexual, social" [2], en la misma medida en que la femineidad señala ese borde
pone en marcha sobre la persona del analista toda la carga del amor de lo social, efecto de una suerte de "represión crónica". A través de
dirigido al Objeto primitivo y reabrazado por la idealización paterna? la anorexia de la muchacha, bien podría ser ese "real" quien retorna
Así se comprendería su carácter "desmedido" e imperativo, por no
decir su avidez oral. Si, en la transferencia, el analizante "quiere
actuar sus pasiones", 32 la analizante, por su parte, habrá de revivir su * Intraducible juego de palabras entre función de alerta (en francés, fonction
d'éveil) y despertar (réveiller) (N. del T.).
33 Cf. Nuestro análisis en nuestra obra Freud et les sciencies sociales. Psyclumaly-

30 Observacions sobre el "amor de transferencia " , 1915. se et théorie de la culture, Armand Colin, 1993.
34
31 Análisis terminable e interminable, 1937, G. W., XVI, p. 99. lnfra, p. 235.
35 Cf. El anexo a la Psicología de las masas y análisis del "yo" , comentado más
32 La dinámica de la transferencia, 1915
abajo, p. 236.

32 33
de manera crítica, desafiando -aunque sólo sea con el efecto de
despertador de una pesadilla- los ideales familiares tanto como las desprende de un fondo de una suerte de Ananké. 40 Tal vez sea por el
evidencias de la psicopatología (2] [3] . hecho de que la mujer no tiene tanto como el hombre el sentimiento
No hay lugar, por lo tanto, para "hipostasear" lo Femenino, para de tener de entrada su "lugar" en cierto orden del mundo humano -el
decirlo de alguna manera, para hacer de él algún más allá místico (en que, en efecto, remite a la división de los "papeles"-que es capaz de
el sentido dudoso del término) 36 de la realidad social (¡un modo de "encabritarse" (Freud emplea esta expresión fuerte, sich strauben,
señalar a las mujeres de que "retornen a su enigma"!) . Es aquí y ahora, I para designar la "oposición" del neurótico en general frente a su
en el corazón de lo social, que las mujeres llegan a cuestionar esos "destino") de manera particularmente vigorosa -si ella no consigue
"ideales". Si una "muchedumbre de hombres" instituida -lo que "disponer" un orden de ella, por ejemplo "doméstico" (lo que también
Freud denomina "muchedumbre artificial"-37 se estructura implícita- constituye el tentador camino de la "normalidad"). Sin embargo, sea
mente en torno a cierto "objeto" ideal, es probable que la femineidad cual fuere la "elección" para vivir su destino, en uno u otro momento,
le recuerde a ese "objeto" su cebo: hay que entender que la mujer de manera manifiesta o discreta, ruidosa o en un murmullo, el "querer
reintroduce a la vez una verdad (reprimida en nombre del ideal social) de todos modos" es el que insiste. A nosotros nos parece que la
y una dimensión de ausencia -en el seno de lo social. escucha analítica está bien ubicada como para hacer de "caja de
Lo que, en efecto, impacta en el estatuto cultural de Ja mujer, resonancia" a ese murmullo obstinado que da su carácter extremada-
reconsiderado a partir de su "reverso" sintomático, tal como lo mente conmovedor a esta especie de heroísmo cotidiano que se puede
experimenta el psicoanálisis, es un extraño y violento contraste. Por designar entonces como "condición femenina" ...
un lado, a nadie se le asigna tanto su papel como a la mujer-aunque Es por ello que la crisis de los ideales sociohistóricos y la vacila-
sólo fuera, según la vigorosa fórmula freudiana, como "portadora de ción del orden simbólico en sus creencias se se vuelve a designar
los intereses sexuales de la humanidad" 38 -de manera tal que su regularmente por el recuestionamiento de la femineidad. Lo que el
"espacio de juego" parece extremadamente limitado, más allá de las síntoma de las mujeres viene a cuestionar de la "creencia" social -y
variaciones de las configuraciones culturales a través de la historia, a su basamento simbólico-en el fondo es "el malestar en la cultura" .41
por más espectaculares que sean . Pero, por otro lado, nadie "se Es por ello que la última parte de la presente investigación, al
encabrita" con tanto vigor, llegado el caso, frente a este "destino" presentar a la mujer como síntoma y prueba de verdad de la Kultur, 42
como una mujer, cuando ella se pone a querer ser, a pesar de y contra pretende ir más allá de una descripción en términos de "género" y de
todo: es lo que la histérica o la anoréxica hacen saltar a la vista del "papel". Cabe pensar allí a la femineidad como reverso de la Ley. Lo
orden instituido bajo la forma trágica del callejón sin salida del síntoma. que así resurge como des-simbolizado -desde la crisis histérica,
Momentos en que "una mujer se encabrita cóntra el destino de la originaria en la experiencia analítica, hasta la violencia muda del grito
Mujer". 39 anoréxico- es, según nos parece, esa llamada del cuerpo del síntoma
Es por ello que el "querer-mujer" vale en la medida en que se
"'En el sentido fuerte del término, verdadera "categoría" en Freud, como lo hemos
36 Sobre la actitud de Freud frente a la "mística"', remitimos a nuestro estudio establecido en nuestro trabajo L 'Entendement freudien, Lagos et Ananke, op. cit,
introducción.
L'Entendementfreudien. Lagos et Ananke. op. cit. 41
37 Cf. Psicología de las masas y análisis del "yo", c. VHI, y nuestro comentario Sobre esta problemática, cf. el número de Psychologye clinique, nº 6, "Malaise
en Freud el les sciences sociales, op. cit. de !'ideal", Klincksieck. 1993. Allí se encontrará una comprobación de esa noción
38 Sobre el contexto de esa expresión, véase infra, p. 186. en el laboratorio de investigaciones de la Universidad de Picardie/Ccntre national de
39 Expresión que se encuentra en el artículo Sobre la psicogénesis de un caso de la recherchc scientifique, "Psychanalyse et pratiques sociales de la santé" (dirección:
P.-L. Assoun, M. Zafiropoulos).
homosexualidadfemenina, G. W., XII, p. 298. 42
Cf. il~fra, pp. 171-205.

34
35
femenino dirigido a la Kultur, por no decir a lo simbólico (lo que le Referencias bibliográficas
dará un aspecto "demoníaco").
Así podría comprenderse que la perplejidad freudiana, a la cual
hace eco nuestro propio texto -"¿Qué quiere la mujer?"- ya sería el
eco de una respuesta, aunque sea en forma de interrogación: "¿Qué Se encuentran agrupadas aquí nuestras principales contribuciones
quiere, por lo tanto, la mujer del psicoanálisis?" Pero, más allá de eso, que, de alguna manera, constituyen la "antesala de investigación" de
el "acuse de recibo" del psicoanálisis es justamente poder repercutir la problemática Freud y la mujer y, por lo tanto, otros tantos
esta interpretación del querer-mujer dirigido a la Kultur: ésta no ''jalones" del trayecto que hemos marcado en el presente prefacio.
podría eludir, sin reproducir su malestar íntimo, lo que el querer- El lector podrá dirigirse a ellos para juzgar las "consecuencias" de
mujer viene a revelar de esa represión que el psicoanálisis tiene la esta investigación sobre tal aspecto de la femineidad, o sobre tal
vocación de revelar. "objeto " que la ilustra, en la medida en que la clínica psicoanalítica
Está fuera de cuestión para el psicoanálisis, por lo tanto, enunciar está aquí en pleno trabajo, ya sea sobre el texto literario, ya sea sobre
la verdad sobre la "femineidad" en su esencia. No es casual si Freud la situación social, ya sea sobre la cuestión psicopatológica en que
remite a quien quiera saber más acerca de la Weiblichkeit más bien a la femineidad está implicada.
sus "propias experiencias de vida" o a los "poetas".43 Quien, en
cambio, quiera tomar el camino de la "ciencia", debería contentarse
con estos valiosos "fragmentos", irremplazables chispas lanzadas
sobre el "continente negro" de la femineidad considerada desde el [l] P.-L. AssouN, "Le savoir de la mere", en "Sophrologie,
punto de vista del saber del inconsciente, que hacen trabajar a la haptonomie, parentalité", 2das Audiencias nacionales de sofro-relaja-
"ciencia clínica" ... ción obstétrica, noviembre de 1984, Centro hospitalario de Saint-
Pero justamente es en ello. que el "freudismo"44 le da su lugar a esa Cloud, selección de informes y comunicaciones, pp. 53-60.
elocuente "carencia". Si el psicoanálisis es esa "ciencia del hombre",
que debe comprenderse como "ciencia" de "lo que carece en el [2] P.-L. AssouN, "La femme, symptome de l'organisation so-
hombre", podría encontrar su "prueba de verdad" en este objeto de la ciale", en Le Sexe du pouvoir. Femmes, hommes et pouvoirs dans les
carencia que muestra el "querer-mujer" . organisations, Coloquio Universidad París-Dauphine, marzo de 1984,
Ed. Desclée de Brouwer, 1986, pp. 394-406.

[3] P.-L. AssouN, "Que veut une anorexique?", Universidad de


Angers, grupo de investigación "Psychanalyse, culture et société'',
Facultad de Letras, Lenguas y Ciencias Sociales, servicio univer-
~ sitario de psiquiatría, 1987, 28 p.

[4] P.-L. AssouN, "Mystere de l'etre sexué et inconscient. La


différence anthropologique saisie par Ja psychanalyse", en Lumiere
43 "La femineidad'', en Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis, G. W.,
et vie, No 194, "La différence des sexes", noviembre de 1989, pp. 31-
48.
XV, p. 145, O. C., 11, 943.
44 En el sentido que definimos en nuestro texto Le freudisme , op. cit.

36 37
INTRODUCCION
[5) P.-L. AssouN, Le Pervers et lafemme, Anthropos /Economica,
1989, 288 p.

[6) P.-L. AssouN, "Freudisme et féminisme", en Le Freudisme,


Que sais-je? No 2563, Presses Universitaires de France, 1990, pp.
109-112.

[7) P.-L. AssouN, "Lajouissance du sacrifice ou la passion incons-


ciente", en Dialogue, No 116, "Le sacrifice dans la famille", pp. 5-15.

[8) P.-L. AssouN, "Voyage aux pays des Meres. De Goethe a


Freud: maternité et savoir", en "Les Meres", Nouvelle revue de
psychanalyse, XLV, primavera de 1992, pp. 109-130.
Freud y la femineidad: un extraño vínculo
[9) P.-L. AssouN, "Le desir machinal d'enfant", en "Le petit de
l 'homme, l' enfant de la machine", Instituto de psicopatología clínica,
Departamento de formación permanente, coloquio del 5 de abril de
Un extraño vínculo une al psicoanálisis, bajo la forma que le dio su
1991, Les Cahiers de l'IPPC, No 13, abril de 1992, pp. 55-78. creador, Sigmund Freud, con la femineidad. Pues si, por un lado, la
mujer obsesiona al psicoanálisis desde el origen de su trayecto hasta
[10) P.-L. AssouN, Le Couple inconscient. Amour freudien et
sus más actuales posturas, por el otro, algo de la racionalidad analítica
passion postcourtoise, Anthropos / Economica, 1992, 200 p. parece haberse puesto en juego para mantener a la femineidad en la
puerta del templo. Hace mucho tiempo que ha sido subrayada esta
[ 11) P.-L. AssouN, "Feminin et voix del' Ailleurs: psychanalyse
ambigüedad del estatuto de la mujer en el análisis: nosotros sentimos,
des Sirenes", en "Analyses et réflexions sur Homere L'Odysée
sin embargo, que Jo que en verdad está en juego de esta reiación no
(Cantos V al XIII)" Ellipses /Marketing, 1992, pp. 84-90. ha sido sino evocado. Como si se deplorara simplemente que un cierto
encuentro entre Freud y la mujer hubiese faltado, remitiendo la causa
[12] P.-L. AssouN, "Les femmes stériles dans la Bible: la stérilité
de este fracaso a alguna fatalidad, social o personal.
comme épreuve de la Loi", en "Actes de lajournée d' études Femmes
Por lo tanto, nos parece necesario trazar de nuevo y más que nunca
et judeité", Escuela de altos estudios del judaísmo, 1992. la historia y la teoría de este vínculo tan a menudo mencionado. Pues
más allá del abundante discurso sobre esta relación de la mujer con
el psicoanálisis, a nuestro entender queda todavía un campo sopren-
dentemente virgen. Como si, por el hecho de no haberlo abordado en
su lugar propio, estuviéramos condenados a repetir un cierto número
de lugares comunes -incluso cuando parecen ser sutiles. De hecho,
esta cuestión de la mujer parece tener la particular virtud de girar en
el círculo de Ja repetición. ¿De dónde proviene que la charlatanería

39
38
que ella suscita parezca rebotar, semejante a un círculo imaginario,
como si fuera un eco de sí misma? frada como "disfunción". Pero precisamente por hacer del texto y de
O bien una suerte de prohibición obliga al Logos, incluso al la relación freudiana con la femineidad una lectura sintomal, lo que
analítico, a bajar las armas ante lo que sería "misterio", enigma, hay que restituir es la lógica de su articulación.
singularidad absoluta, de la femineidad; o bien los modelos fuerte- Por otra parte, es posible darse cuenta de por qué tan a menudo se
mente explicativos parecen agotarse, víctimas de su propia mecánica. ha sacrificado la aprehensión de esta lógica por un diagnóstico
El lirismo de lo inefable linda, por lo tanto, con el dogmatismo, como masivo, exterior a esta práctica, o por qué esta práctica no sirvió sino
dos caras de una misma lógica. para demostrar la supuesta contradicción de la teoría: es que la
Ahora bien, el psicoanálisis sin duda tiene cosas muy precisas por experiencia analítica sufrió, en este terreno, una denegación cuyo
decir, las cuales se ven autorizadas por su propia experiencia. En este ensañamiento puede ahora constatarse. Como si Freud, decidida-
sentido, la femineidad no es un inefable tan infinito que desampararía mente, pudiera decir la verdad, como mucho, sobre todo menos sobre
cualquier logos. Por no haber tomado el discurso freudiano sobre la eso. Por nuestra parte, no presupondremos que haya dicho la verdad
mujer en su consistencia y en su pretensión propias es que ha sido también sobre eso, pero nos impondremos como ley plantear la
reducido a una cierta doxa vacilante y contradictoria o endurecida en cuestión de la mujer en el terreno estrictamente natural de la experien-
cia que Freud inicia.
dogma. Incluso el retorno instruido al texto freudiano' debe leerse
según el principio elemental del psicoanálisis, vale decir, como
\ comentario de una relación determinada cuyo test determinante es la
clínica. Nuestra opinión es que, en lo que se refiere a la mujer, el
) recurso respectivo a la teoría y a la fenomenalidad clínica es especial- El desafío de la femineidad al psicoanálisis
mente divergente.
\ El principio metodológico del presente escrito es el de restituir el
~ movimiento conjugado de lo que Freud dice de la mujer a partir de lo Es verdad que la cuestión se vuelve cada vez más crítica: en efecto,
l que de ella recibe. ocurre que la dimensión de la femineidad se encuentra con la
La teoría freudiana de la femineidad es un notable procedimiento experiencia analítica según una trayectoria que hace de ella una suerte
' de recuperación, en un discurso singular, de lo que Freud recibió del de desafío. Da lugar a creer que allí precisamente la tarea crónica del
síntoma. Lo cual no impedirá, por lo demás, constatar en esta psicoanálisis -por no decir del inconsciente- se exacerbaba. Tal es,
\ ntrincación misma una articulación paradójica que puede ser desci- en efecto, el "destino" que Freud reivindicaba como propiamente
suyo: cuando el inconsciente golpea a su puerta, dejarse guiar por él
1 Remitimos al sentido de este recurso al texto freudiano a nuestros trabajos
por donde le da la gana llevarlo, como Itzig, el caballero del domingo. 2
anterio res sobre Freud, la filosofía y los filósofos (P.U.F., 1976; editado en castellano Pero ¿qué hacer cuando el caballo de Itzig lo lleva a un lugar vacío?
por Fondo de Cultura Económica), Freud y Nietzsche (P. U .F., 1980; 1982; editado Entendámonos: a un lugar no simplemente imposible de alcanzar,
en castellano por Fondo de Cultura Económica), ln1roduction a l'épistémologie sino a un lugar en que no es posible determinar si hay que bajar para
freudienne (Payot, 1981) y a nuestro comentario del lntéret de la psychanalyse (Retz, poner un pie en tierra o no.
1980). También remitimos a nuestro texto de pronta aparición l'Entendement
freudien. logos et Ananke (Gallimard, "Connaissance del 'inconscient"). El presente
trabajo, a pesar de su especificidad de objeto y de método, queda en parte aclarado 2
Cf. la carta a Wilhelm Fliess del 7 de julio de 1989: "Todo esto fue anotado tal
por esta apuesta por considerar la emergencia del valor de verdad de la experiencia
como el inconsciente me lo dictó, ajustá ndome a la famosa regla de Itzig, el jinete
y del texto freudianos a partir de lo que bien podría ser nombrar su límite constitu-
dominguero: "Itzig. ¿hacia dónde cabalgas?" "¡Qué sé yo; pregúntaselo al caballo."
yente: o sea, la femineidad.
(en la Naissance de la psychanalyse, P.U.F.. p. 229; O. C. 111, p. 813).

40
41
Una aventura de este tipo es la que, efectivamente, le ocurrió a -o querer-mujer, para respetar la literalidad de la fórmula freudiana-
Freud cuando seguía aquello que era el síntoma de las mujeres. No nos precisamente aquello que el psicoanálisis no ha sabido. Al plantear
precipitemos en catalogarla de imposible y de enigma, como si la esta cuestión en toda su desnudez, se nos ocurrió que ninguna era tan
femineidad tuviera una inclinación por producirlo, antes que el más radicalmente epistemológica como ésta. Pues esta "verdad" que no
mínimo Eros-lógico o práctico- pueda ceñirla. Lo más sorprendente quiere dejarse saber, es en efecto la prueba de verdad (en el sentido
de la actitud freudiana justamente es el hecho de que Freud durante ¡más literal) del psicoanálisis.
mucho tiempo haya experimentado no considerar a la femineidad Debe comprenderse que por ello no pretendemos reducir la cues-
como un enigma -zanjando de este modo los vértigos de desconoci- tión de la femineidad, cuyo efecto clínico es tan violento, a cierta
miento suscitados por Jos discursos acerca de la mujer. Lo que resulta cuestión de principio abstracta. Por el contrario, es el medio de
más notable es precisamente Ja determinación con la que va en busca instalarse en el corazón del choque entre freudismo y femineidad para
del "secreto" de la mujer. De esta ambición regresará con resonantes comprender el sismo que allí se produce. Ese caballo de Troya que la
desengaños. Pero no ha sido señalado suficientemente que sólo mujer trae para instalar en el centro del edificio tan bien construido
tardíamente se estableció el discurso del enigma y del "continente del psicoanálisis, al punto que se con vierte en una máquina de guerra,
negro" con los que gozan las mitologías surgidas del psicoanálisis. sólo puede comprenderse si se resuelve lo que el propio Freud
El famoso ¿Qué quiere la mujer? no es la fórmula de quien interpela. Lo que ella pone en peligro es la identidad del saber
"descansa" ante el enigma de la femineidad, legando a la posteridad analítico consigo mismo, es decir, su pretensión de verdad.
su voluptuosa perplejidad. Hay allí sin duda un efecto de lo real Con mucha lucidez, Freud sospecha que la Mujer es quien consti-
mismo de la femineidad, que se con vierte en pregunta dirigida al saber tuye una verdad hermética para el saber que él ha llegado a producir.
analítico. Pregunta sobre su "objeto" que no debe disimular la Es por eso que está alerta -sin huir ni desesperar románticamente: 3
pregunta de su saber: ¿cuál debe ser, en efecto, el saber analítico, para como si sospechara que la mujer da cuerpo al enigma del inconscien-
ser el que deja irresuelta esta pregunta? Y es también, y acaso sobre te. Por lo tanto, se entiende que cada paso que Freud hace hacia esa
todo, en este sentido que, según nuestro parecer, la pregunta debe dirección es, en realidad, una explicación con el estatuto de su propio
entonces ser leída y planteada de nuevo: ¿qué quiere, por lo tanto, la saber. Y puesto que el propio saber analítico no extrae su efectividad
mujer del psicoanálisis? sino de los procesos de la experiencia que realiza, el encuentro con la
Por ello, extrañamente, la interrogación acerca de la mujer es mujer se impone como una suerte de costura de esa experiencia.
indisociable del cuestionamiento de Freud sobre su saber. Lo que Formulada en estos términos, la cuestión de las relaciones entre
Freud toma nota con su signo de interrogación sobre el "querer de la freudismo y femineidad adquiere su propio aspecto: es poco decir que
mujer" es ese prodigioso efecto de retomo de ese trozo de verdad que Freud se ocupa de la mujer, resulta irrisorio sondear si la "trata" bien
no se reduce a dispositivos de saber. La mujer, por lo tanto, no sólo o mal. El hecho es que sella a la femineidad todo el movimiento de su
es lo que el psicoanálisis conoce mal -lo que no sería más que experienci~. Puede desconocer tan poco la importancia de la feminei-
diletantismo y renuncia a conocer, lo cual no cuaja con el estilo dad como la del psicoanálisis, en su contradictoria identidad. Nos
freudiano- sino aquello que, de existir, pone al saber analítico en una parece que ha llegado el momento, más allá de los juicios de condena
situación de suspenso. Más que de un fracaso -pues para suspender el o de rehabilitación de lo que sería la "actitud" freudiana hacia la mu-
movimiento de conocimiento freudiano sin duda se necesita bastante jer, de encontrar lo que allí se muestra: vale decir, la historia de la
más- hay que hablar de una detención de esa mecánica explicativa
irresistible que se encuentra con algo así como su alteridad. 3
La fórmula, por lo tanto, debe ser leída en el otro sentido: es mujer Cf. el sapere aude que está en el centro de la ética freudiana del conocimiento
(cf. nuestro escrito sobre L'Entendementfreudien. Logos et Ananke).

42
43
mujer en el análisis, por medio de la cual una y otro se descubren encuentra anulado -a pesar de las corrientes interpretaciones en el
sentido del escepticismo ultrajado. Por lo demás, ¿acaso Freud no es
recíprocamente.
un hombre que anularía una vida de trabajo por uno u otro punto? Hará
falta, por lo tanto, comprender la fórmula al pie de la letra:
¿Qué quiere la mujer? a pesar de todo lo que he aprendido acerca del deseo de la mujer, ello
no me ha permitido progresar ni un milímetro en mi investigación
sobre la naturaleza de lo que ella quiere".
En este sentido es como debe ser comprendida la famosa declaración
a María Bonaparte: Como si fuera necesario deducir de ese saber (por otra parte
indiscutible) relativo al deseo de la mujer, un saber imposible relativo
La gran pregunta que quedó sin respuesta y a Ja cual yo mismo nunca al querer del sujeto. Lo que sería incognoscible en el mundo del deseo
he podido responder a pesar de mis treinta años de estudio del alma
4 propio de la mujer sería la mujer misma, en la medida en que ella se
femenina es la siguiente: ¿qué quiere la mujer?
relaciona con ese deseo. Lo que falta en el deseo de la mujer es su
querer: por lo menos ése es el balance que en efecto debe extraer una
Aquí Freud no confiesa una de sus perplejidades, sino que, si se toma
mirada freudiana.
la fórmula al pie de la letra, se trata de la pregunta sobre la cual se
No sirve para nada machacar con la fórmula del "continente
ejerce su perplejidad. Lo cual constituye de por sí una razón para
negro": cuando Freud la menciona es en el escrito sobre la Cuestión
sospechar que la mujer debe asumir la figura en que se refleja la
del análisis profano ( 1926), al cabo de un largo trabajo, y en el umbral
imagen de la perplejidad más importante del psicoanálisis. 5 de una revisión teórica decisiva: 6 "La vida sexual de la mujer adulta,
Allí se encuentra, sin duda alguna, algo del efecto de la Medusa.
sin embargo, todavía es un dark continent para la psicología". Lo que
Pero si la Medusa deja estupefactos a sus enemigos, lo hace de
pasó a un estado de adagio tenía, para Freud, el sentido de un consuelo.
entrada: Freud, por el contrario, opone la duración de su trabajo
Si "de la vida sexual de la niña sabemos menos que de la del va-
-"treinta años de estudio del alma femenina", ¡como si estuviera
roncito", todavía es tiempo como para dibujar los límites de ese
diciendo treinta años al servicio de su misterio!- a la vacuidad del
continente. De esta manera, Freud no subraya el carácter relativamen-
balance. La antigüedad y la obstinación parecen no servir acá para
te inexplorado de ese continente sino a partir del momento en que
nada: excepto para medir el tiempo que ha sido necesario para
puede indentificarlo como por explorar.
comprender. .. que hay que volver a interrogarse-lo que no tiene nada
Este continente no era en efecto verdaderamente opaco sino
que ver con el modo mudo e inmediato con que pasma la Medusa.
mientras no se le ocurrió tratarlo como un continente específico: en
Dicho de otro modo, es un enigma que se trabaja.
el momento en que puede enunciarlo se ha dado ese paso decisivo.
Finalmente, la perplejidad descansa sin duda sobre el querer. De
Ahora bien, se trata justamente del momento en que la perplejidad
manera que este periplo de investigación del "alma femenina" no se
sobre el querer-mujer se radicaliza: lo cual demuestra suficien-
temente que si é 1se interroga no es debido a una falta de conocimiento
sobre el continente-mujer: lo hace ante la necesidad de cambiar de
4 ErnstJones,la Vieet l'oeuvredeSigmundFreud, P.U.F., tomoII, p. 445;editado pasaporte y de brújula para interrogar ese continente.
en castellano por Paidós
5 Cf. el corto texto de Freud sobre la cabeza de Medusa (publicado a título póstumo
en los Gesammelte Werke, XVIII, 47-48 ; O. C. , ll/, p. 385). Véase infra, p.199 y sig. 6 G. W. XIV, p. 251; O. C., l/, p. 843.
sobre la importancia de ese texto.

45
44
No caben, por lo tanto, ni el desconocími~nto ni el exotismo en este recordar Freud, es mucho lo que puede decirse. Pero la brújula
caso, sino más bien una toma de conciencia de la necesidad de una psicoanalítica se descompone justamente en el momento de pasar de
puesta al día de los instrumentos de exploración. la teoría del deseo de la mujer al querer propiamente dicho. Tal sería,
Se entiende que Freud no tuviera otra alternativa que interesarse de por lo tanto, la ubicación en que se juega la perplejidad freudiana
muy cerca por la mujer: ésta, después de haberle prometido al relativa a la mujer: la contingencia aparente de su querer, que debería
psicoanálisis que le entregaría el secreto del inconsciente -del cu,al la leerse como una no-congruencia, en ella, de lo que ella desea y de lo
histérica fµe Ja transmisión viva- ame1rnzó al saber analítico con no que ella quiere.
creer más en él 1 con desanudar su deseo de verdad. Pero este A través de Ja interpretación de la pregunta freudiana sobre la
recrudecimiento de agnosticismo7 que la mujer exige no debe anular mujer podemos medir tanto su límite como su fecundidad. Al poner
el rnov\miento de investimiento* de la femineidad: el mismo qu~, si todo lo que dice y practica de la mujer bajo la égida de su perplejidad
se lo sondea bien, nos revelaría todo lo que Freud pudo cJecir,p pesar final, Freud se distancia, con la típica ironía de su estilo, de éualquier
de todo, de esta verdad que se sustrae. discurso que transformaría a la mujer en un dato, para excluirla o para
reducirla, para denegarla o exaltarla.
El Was will das Weib? bien comprendido-y el presente escrito se
dirige a su comprensión- nos parece por eso mismo que desbarata el
Destinos clcl qperer y destinos del deseo doble efecto ideológico de un discurso sobre Ja Mujer: el de la
naturalización, que trata a la Mujer como Naturaleza, sujeto de
potencia y objeto de poder; y el de la mística, que erige en turbio goce
Y así vuelve a lanzarse l~ pregunta: ¿cuál es entonces el estatuto de la impotencia a enunciar. La interrogación freudiana no se remite, en
lo que Freud pudo pecir -si no llega a ser el propio "qu~rer de la efecto, a Ja naturaleza de la mujer -ni tampoco a su naturaleza
mujer"? ¿Este mundo de puesta fil día queda invalidado por deseante- sino, por supuesto, a su querer. Su pregunta, por lo tanto,
la perplejidacl final? Es lo que impondría la interpretación literal de la está suspendida entre un doble rechazo: a Ja aserción, que adjudicaría
declaración, o l¡i reducción de la frase a uqa de esas ocurrencias que cierta esencia a la mujer, y al enigma absoluto, el cual Je atribuiría un
no pos(<en ninguna significación clínica. Para resolver esta aparente inefable tal que dejaría estupefacto a todo Logos. Es por ello que hay
contradiccióri: hay que dar~e cuenta de que Freud reservó su perple- que desconfiar del tono con el que se pronuncia la fórmula, por otra
jidad al "querer" de la mujer. Lo que está en juego es el willen, no el parte dirigida a una mujer: sin el lirismo del enigma, sin tampoco
deseo. Ah9ra bien, freud no acostumbra hablar de "querer" allí donde exterioridad. Simplemente como perplejidad. Es verdad que esta
se encuentri:l connotada la experiencia analítica, articulada precisa- perplejidad no es simple: y justamente, el presente libro se propone
mente sobre el d~seo. hacer la historia y la teoría de esta perplejidad.
Serí¡i necesarho comprender algo_diferente a una invalidación de Por Jo pronto, ya mismo podemos dar cuenta de sus efectos. Por
todo su discurso sobre la mujer: en lo que respecta el deseo, parece med io de su pregunta, Freud dirige una temible sospecha de burla a
quienes saben demasiado bien lo que quiere Ja Mujer: tanto si la en-
tronizan como gestora de la Naturaleza o de la Familia, como si la
* Jn vestissemellt, "carga", según el vocabulario de psicoanálisis (N. del T.). erigen en ideal del goce. Tampoco hay que confundir el¿ Qué quiere
7Cf. el agnosticismo-la recusación a la posibilidad de un conocí miento de la "cosa la mujer? con cierta versión renovada de la ideología del eterno
en sí'' y la reducción del conocimiento al plano de los fenómenos- como pilar de la femenino, eco del famoso "nunca voy a entender a las mujeres'',
teoría freudiana del conocimento (cf. lntropuction a l'épistémologiefreudie1111e, p.
lenguaje típico del poder defraudado. Freud no se arrodilla delante del
67 y sig.).

46 47
Eterno femenino, como tampoco usa el lenguaje del desprecio: 8 mide encuentro, en el umbral o en el borde extremo de la experiencia
a la femineidad desde el saber analítico y confiesa que, después de analítica.
todo, no encuentra allí sus cartas -aunque en esa oportunidad descifre _ Por esto mismo, la femineidad es, de alguna manera, la metáfora
muy bien su juego. privilegiada de la cosa analítica, el inconsciente, el cual está suspen-
En la cacofonía de los discursos cuyo blanco o apuesta es la mujer, dido, según la singular fórmula del agnosticismo freudiano, entre la
esta posición freudiana es, a fin de cuentas, bastante original. Es Cosa en sí y la Nada en sí. 10 La femineidad permite medir precisamen-
sabido que, según sus propias palabras, Freud no suscribía sino a dos te la distancia y la proximidad del saber analítico con respecto a la
divinidades: Logos y Ananké. 9 Que haya un logos también de la mujer verdad que está explorando y que se le niega. Si queremos reencontrar
es, por lo tanto, la apuesta del Logos freudiano : y nosotros lo la huella significante de esta relación que instaura el freudismo con
seguiremos hasta el final en lo que puede y debe decirnos de la la femineidad, lo que debemos conservar es esta retorcida estructura:
femineidad en el inconsciente. Mostraremos que, si no es todo, no dejarle un lugarcito a la mujer en la casa de Freud, como para
tampoco es escaso, y que ese escaso vale mucho más que lo que los legalizar su estatuto, sino pensar la puesta a distancia (¿Qué quie-
discursos de lo inefable han segregado después de Freud. La posición re ... ?) hasta el punto en que ella regresa (como la mujer) en el deseo
de Freud no es una de esas que se barren así nomás, con la facilidad (de Freud) como la clave de su carencia. Tal vez deba sostenerse, en
de un gesto: ella sobrevive incluso a sus defectos. este sentido, la siguiente paradoja: en el punto extremo en que Freud
Pero es cierto que este Logos dibuja en profundidad su límite, duda de que la Mujer sea "verdadera" es donde él la constituye en
como si la femineidad devolviera al Logos analítico una figura verdad garante del saber que engendra. En este sentido, el ¿Qué
singularmente rebelde de 1aAnanké inconsciente. De esta manera, se quiere la mujer? sería algo muy distinto a una clausura: más bien, la
tiene la contrastada impresión de que el análisis habla sin cesar de la obertura de un campo que se ofrece a ser reconsiderado. En efecto, tal
mujer y que, sin embargo, la restablece sin cesar como alteridad. De vez sea en el preciso momento en que se pone a dudar el haber hecho
donde surge la impresión, ciertamente desconcertante, de que Freud la teoría del querer de la mujer que Freud designa, por medio de una
habla de la mujer a la vez como si existiera tanto que su existencia no puesta al día, el lugar propio de aquélla.
podría plantear problemas, y tan poco, en relación con el inconscien- En ello consistiría la femineidad como acontecimiento del análisis.
te, que sería poco razonable creer que se está diciendo algo a su Nosotros nos proponemos reconstituir la historia y demostrar la
respecto. lógica de ese acontecimiento; con la mirada siempre nueva que
En ello, como en todo el resto, Freud habla bajo el dictado del permite, un tanto milagrosamente, el movimiento freudiano de des-
inconsciente. ¿Y si, por esa misma razón, nos diera los medios para cubrimiento, más allá del montón de comentarios que ha suscitado.
producir un discurso sobre la femineidad que no sea pura charlata-
nería? ¿Y si fuera justamente ése el medio para plantear el límite,
abrazando al mismo tiempo algo de la realidad inconsciente de la
mujer? La interrogación freudiana no echa a la mujer ("puesto que no El lugar del decir psicoanalítico sobre la mujer
puedo saber lo que querés, volvé a tu enigma ... "): negocia el lugar del

En la famosa conclusión de la Nueva Aportación consagrada a la


" A pesar, es verdad, de que en algunos momentos maltrate su objeto de estudio: femineidad, Freud nos proporciona tal vez un medio de situar la
véase infra.
9 En referencia al escritor holandés Multatuli. Sobre ese punto, véase nuestro

trabajo ciatado en la nota 3. JO lntroduction a l'épistémologiefreudienne, p. 67 y sig.

48 49
función de la aproximación analítica de la femineidad. En apariencia ni sus cantos ni sus prejuicios: pero es lo que Freud ha podido aportar
es una excusa por no haber agotado la materia. como más específico al pensamiento de la femineidad.
Queda su relación, en cierto modo vertical, con el tercer término,
Si queréis saber más sobre la femineidad - aconseja Freud a los esa "experiencia" que es la piedra de toque de todo saber pero que no
lectores- podéis consultar a vuestra propia experiencia de la vida, o puede fundar ninguno. Le corresponde a la experiencia de cada uno
preguntar a los poetas, o esperar a que Ja ciencia pueda procuraros considerar este irreductible, que no puede entrarni en el decir poético,
informes más profundos y más coherentes. 11 ni en el discurso de la ciencia, y que el análisis busca cercar: lo que,
por lo tanto, es experimentado de la mujer, por ella misma y por el
Pero Freud no dice de manera evasiva que debe mirarse en otros hombre. Esta experiencia, sin duda, "sabe" algo de la femineidad,
lugares: indica claramente otras tres figuras del discurso sobre la puesto que la reproduce sin descanso: pero el psicoanálisis tiende a
femineidad, e inscribe, de ese modo, al psicoanálisis en un cuadrilá- objetivar precisamente el modo de producción de ese saber que se
tero imaginario. experimenta en el inconsciente.
En efecto, debe comprenderse, tomando el consejo al pie de la letra De esta manera, tal como puede observarse, mientras finge remi-
-a lo que de por sí nos invita el rigor irónico de Freud-que habría tres timos a aquello que está disponible en caso de decepción ante la
vías para acceder a una parte del misterio de la femineidad, y que el contribución pscioanalítica, Freud nos señala justamente lo que esa
análisis sería la cuarta: la experiencia, la poesía y la ciencia. ¿Y si postura tiene de irremplazable.
precisamente el decir analítico sobre la femineidad pudiera dejarse Para descifrarlo, es posible reubicarse en la dialéctica propuesta
captar como superación y, a la vez, como residuo de las otras tres? como constitutiva del querer y del deseo, para situar allí las estrategias
Hasta ahora, la poesía, en efecto, ha considerado el misterio distinguidas por Freud.
cantándolo: tendido entre verdad y ficción, el discurso poético pudo La poesía ha dicho el divorcio del querer y del deseo, pero ella lo
justamente abrazar ese momento de sentido suspendido que es la ha fijado de alguna manera en lirismo de lo inefable, reduciendo
Mujer. Freud atribuye simétricamente a alguna ciencia del futuro la distancia a una tragedia de lenguaje.
la esperanza de transformar ese habla en discurso: sería posible, ¿Qué quiere la ciencia de la femineidad, por su parte, si no
llegado ese momento, decir la verdad, tanto sobre Ja mujer como reabsorber el querer de la mujer a su deseo, del que sería justamente
sobre todo el resto; sobre el resto, tal vez, porque sobre la mujer. Lo posible un cierto saber? En cuanto a la experiencia, ésta se acomoda
que tiene para decir el psicoanálisis no estaría tendido entre esas dos a la escisión: menos lírica que los poetas, menos totalitaria que la
posiciones: no que se trate de una ciencia a medias -pues ha hecho ciencia, deja el enigma en una suerte de barbecho, al que se
votos de cientificidad 12 de manera radical- sino que el objeto desean- acomodan los usuarios de la "miseria real'', extrayendo, llegado el
te-inconsciente lo obliga a hacer poesía, corriendo el riesgo de darle caso, alguna ganancia: pero igualmente el antagonismo constitutivo
un lenguaje de ciencia. De esta manera, Freud produjo ese discurso del saber y del deseo se vuelve anodino.
desconcertante, que pasa sin descanso de un re-decir el señuelo que Ni exaltación trágica del Enigma, ni homogeneización científica,
define a la mujer en sus estrategias singulares, a un discurso de la ni reproducción reductiva, tal sería la intervención freudiana sobre la
objetividad, exterior hasta el cinismo. En él no se reconocen, es cierto, cuestión: no hay nada que sorprenda a partir del momento en que
ella segrega esas tres instancias: produce en efecto su experiencia, de
laque induce un saber, pone al descubierto su singular poesía. Lo cual
11
G. W. XV, p. 145; O. C. //, p. 943. nos proporcionará nuestra óptica, calcada de la inspiración freudiana
12
En tanto que Natwwissensclzafr (ciencia de la naturaleza): cf. lntroduction a misma.
l'épistémologiefreudienne, pp. 44-46.

50 51
El punto de partida ineludible será la experiencia de la relación
freudiana con las muje res, la cual culmina con el encuentro con la que
le indicará su propio sentido, a saber, la mujer histérica. De allí
pasaremos a la elaboración de un modelo estructural, inducido a partir
de esta experiencia, aunque articulado de manera tal que se pueda ver
dibujarse el modelo de saber que Freud ha podido tallar, no tanto
como respuesta a su perplejidad sobre la mujer, sino dentro y por ella.
De allí, finalmente, pasaremos a esa especie de poesía de la mujer que
es su desciframineto en la Kultur, consecuencia de una experiencia
sui generis y de un saber fundado sobre ésta. 13

PRIMERA PARTE

EL QUERER-MUJER
EN LA EXPERIENCIA FREUDIANA

13
Hacemos notar al respecto que lo propio de nuestro método consistirá en no
tratar cualquier texto que, en la obra de Freud, se refiera a la mujer, en el mismo nivel
semántico -lo que constituye la ilusión textológica y tiene efectos particularmente
individualizables en esta cuestión de la femineidad. La construcción del corpus a
través del cual se organiza la experiencia permitirá darle a cada enunciado su esfera
de validez propia - sobre todo sin mezclar lo que responde al orden del deseo con el
orden de la realidad, del sujeto y de la Kultur-cortocircuito con el que se alimentan
las ideologías de la femineidad. Este método, es ese sentido, es una anticipación de
la inspiración freudiana que nosotros restituiremos al cabo de la presente investiga-
ción: cf. la conclusión, p.239 y sig.

52
Capítulo I
LA FRAUENBINDUNG FREUDIANA

En la linde de esta investigación sobre la relación freudiana con la


femineidad, debemos tomar en consideración las figuras que, de
entrada, van a sobredeterminar la relación analítica con la feminei-
dad. Es que antes de que Freud hable de la mujer, su inconsciente ya
habla de ella. No se le ha prestado la suficiente atención a esas líneas
temáticas que, presentes desde el principio, le dan a la femineidad un
destino determinado en cuanto a lo que Freud puede decir al respecto.
Lo cual nos remite, es cierto, al autoanálisis del propio Freud: es
el único que puede sacar a luz para nosotros el advenimiento de esas
figuras femeninas que han escandido la constitución de su propia
Frauenbindung . 1 Pero no diremos nada personal previo al discurso
de Freud sobre la femineidad: de entrada buscaremos en el texto
freudiano su impacto y su huella significante.
De este modo, como si se tratara de una telaraña, podríamos

,,. 1
Hemos forjado este término en analogía al uso freudiano para designar el vínculo
con las mujeres. Como es sabido, en efecto, el uso alemán de los términos compuestos
permite referirse a un principio, en lugar de una simple añadidura. El uso freudiano
de tales compuestos permite designar una consistente determinación estructural. Este
vínculo personal es, además, ejemplo de una relación con la femineidad: lo que nos
interesará, por lo tanto, no es la relación casi anecdótica de Freud con las mujeres de
su entorno, sino más bien la manera con que se anuda su relación con la femineidad:
más allá del inventario de figuras de mujeres, lo que se verá construir es la lógica de
un vínculo con múltiples facetas.

55
devanar esta primera genealogía femenina que inaugura la relación cierto que, en el inconsciente, "los cofrecillos son también mujeres,
freudiana con la femineidad; la cual, de alguna manera, más que símbolo de la parte esencial en la mujer (Symbole des Wesentlichen
condicionarla, la constituye. De semejante telaraña, la Madre está an der Frau)" y, por lo tanto, de la mujermisma, 4 hay que comprender
llamada a encarnar el primer eslabón: en el sentido más radical, es la que la escena significa "la elección [que hace] un hombre entre tres
primera mujer. 2 mujeres". Y ello siempre ocurre de manera tal que la tercera mujer
resulta ser la que se debía o se habría debido elegir.
Así, en pocas palabras, se trata de una puesta en escena del deseo,
el cual, por lo tanto, se supone que depende de una elección del
l. Las tres mujeres y la Muerte hombre. Freud, entonces, procederá a llevar a cabo una de esas
notables inversiones, cuyo secreto sólo él posee, para leer, en el
reverso de ese contenido (cuasi)manifiesto, la verdadera intención
Ahora bien, Freud asocia estrechamente, en el inconsciente, la figura inconsciente, maquillada y a la vez límpida a partir del momento en
de la Madre, que es la apuesta del deseo, con la Muerte. Por esta que las particularidades de la trama quedan marcadas.
camino queda secretamente inaugurada la relación freudiana con la Freud inicia esa inversión a partir de un rasgo singular de la tercera
femineidad originaria. No es casual que el texto en que Freud pone de mujer: se trata del "mutismo" que la caracteriza, y cuyo mejor
manifiesto este valor inconsciente es el que nos proporcione una ejemplo lo constituye Cordelia, la tercera hija del rey Lear. Ahora
suerte de tipología fundamental de la femineidad: en este sentido, ese bien, la experiencia del inconsciente muestra que "la mudez es, en los
texto podría servir de epígrafe para la historia de esa relación; de sueños, una representación usual de la muerte". 5 Allí aparece el trío
modo que será por allí que, naturalmente, la consideraremos. mitológico que va a exhibir de algún modo la verdad de la trama para
En ningún lugar Freud expresa tan bien el profundo vínculo de la el inconsciente: las tres hermanas que simbolizan el Destino, las
mujer-madre con la muerte como en el extraordinario texto sobre "el Moiras, de las cuales la tercera no es otra que Atropos, la diosa de la
motivo de la elección de los cofres", traducido curiosamente bajo el Muerte, llamada por ello la Inexorable, la que corta el hilo de la vida.
título de "tema de los tres cofres".* Es verdad que la trilogía está Freud nos conduce así, de un modo igualmente inexorable, hacia la
estrechamente asociada con la elección decisiva, cuya exégesis Freud idea de que la tercera mujer no es otra que la muerte en persona, la
hace allí. Muerte hecha mujer.
Se trata, en efecto, de un leitmotiv que se encuentra en Shakespeare, De esta manera, mientras que la elección parece haber sido dictada
así como en toda una serie mitológica y literaria. 3 A partir de una por el deseo, en realidad lo que está en juego es la muerte; y mientras
situación en que a un hombre se le concede una mujer luego de que que parece que aquél es libre, bien se ve que es irresistible: ¡también
se le asigna una prueba -elegir entre tres cofres, uno de oro, otro de para el inconsciente la deliberación es un señuelo! Hay, por lo tanto,
plata y el tercero de plomo-, Freud detecta una situación que se le una fatalidad en caer, finalmente, en la Muerte: es lo que, en última
impone a partir de la equivalencia entre el cofre y la mujer. Si bien es instancia, cuenta la historia de los tres cofres:

*En castellano se respetó el título original : "El tema de la elección de cofrecillo" ,


O. C. 11, p. 1063 (N. del T.).
2 Acerca de la justificación de ese papel en la teoría freudiana de la femineid ad 4
Gesammelle Werke, X, 26. Das Mo1iv der Kiitschenwahl (1913); O. C., //,p.
misma, véase infra, p. 148 y sig. 1063.
3 Cf. el papel de Cenicienta en el cuento de Perrault, y de Psiquis en la fábula de 5
Op. cit., p. 29; O. C., 11, p. 1065.
Apuleyo.

56 57
Se elige allí donde en realidad se obedece a una coerción ineludible, y 2. Las figuras de la Madre en Freud
la elegida no es la muerte espantable y temida, sino Ja más bella y más
6
codiciable de las mujeres.
Tenemos nuestras razones para ver en este texto la culminación de su
De manera tal que éste es el "mayor de los triunfos del deseo" cuya aprehensión a la femineidad, emparejada con la muerte y con la
necesidad se realiza con toda la Ananké que implica, la de la Muerte maternidad.
misma. En un principio examinaremos en qué Freud reactiva el fantasma
¿De qué sería ejemplo, pues, esta escena, si no de la tragedia aparecido en el sueño de angustia: "la madre" "querida" evoca
edípica a la que da su escenografía? Pero se trata más precisamente, bastante ese vínculo entre la madre edípica y la Todesgottin: lo que
en la experiencia edípica, de aquello que anuda para el hombre la percibía el niño Freud ¿no es acaso el sentido de ese ritual funerario?
figura de la mujer con la de la muerte. En las últimas líneas de ese (véase infra). Los dos textos, por lo demás contemporáneos, sobre la
extraordinario escrito, Freud nos ofrece una aguda parábola: Diana efesia y el tema de los tres cofrecillos, presentan este rencuen-
tro con la Urmutter: lo cual impregna a este último texto con la aguda
Podríamos decir que para el hombre existen tres relaciones inevitables
tintura de una experiencia prínceps del inconsciente, reinvestida con
con Ja mujer (unvermeidliclzen Bezielzungen zum Weibe), aquí repre-
la fuerza de realidad de un singular fantasma.
sentadas: Ja madre [en francés, generadora] (die Gebiirerin), la
compañera (die Genossin) y la destructora (die Verderberin) .
7 Ello se verifica a través de un sueño que muestra que la potencia
de las tres Moiras ha sido experimentada por Freud, en su propio
Preciosa tipología que bien podría ser la última tipología freudiana inconsciente, antes de ser tratada como tema de análisis. En 1898,
Freud se encuentra finalmente con las tres mujeres:
de las figuras de la mujer.
Pero puesto que sólo es en tanto que madre que la mujer se descifra
para el hombre, va a ser necesario volver a transcribir las tres figuras En una ocasión en que al regresar de un viaje hube de acostarme,
fatigado y hambriento, actuaron durante mi reposo las grandes nece-
en el elemento de la maternidad. Se trata entonces de las "tres formas
sidades de Ja vida, y tuve el siguiente sueño: "Entro en una cocina en
que adopta la imagen de la madre (das Bild der Mutter) en el curso de demanda de un plato de Mehlspeise, plato hecho con harina, leche y
vida" : la madre misma (die Mutter selbst), la amada (die Geliebte) huevos; literalmente, ' manjar de harina'. En la cocina encuentro tres
elegida a su imagen (Ebenbild) y por último la madre tierra (die mujeres. U na de ellas, que es la dueña de Ja casa, da vueltas a algo entre
Mutter Erde), que la acoge de nuevo en su seno. sus manos, como si estuviera haciendo albóndigas (Knodel)." 8
De esta manera, el hombre mantendría tres veces seguidas una
relación con la figura de la Madre: en persona -es la madre del deseo Así surge la madre anunciadora de muerte, en el corazón mismo de
edípico-; como Ersatz, por lo tanto, como su mujer; y finalmente, su territorio, en esa cocina en donde está cocinando prometedoras
como muerte. Además, ése es el ritmo de su tragedia: pues marmitas para estómagos hambrientos.9
el anciano busca en vano el amor de la mujer (nach del Liebe des
Weibes), tal como primero lo obtuvo de su madre, y sólo la tercera de
las mujeres del Destino ( Sclzickalsfrauen), la muda diosa de la Muerte 8
Traumdeutung, G. W. II-Ill, 2 JO; la interpretación de lossue1ios, O. C.,/, p. 359.
(Todesgortin), le tomará en sus brazos. Este sueño es analizado en el Auto-a11alyse de Freud, P.U.F., 2da ed., 1975, tomo II,
pp. 473-484: allí está indicada la relación con el escrito sobre los tres cofrecillos.
9
Cf. la fobia de los viajes en Freud, como vinculada a la angustia de inanición y
6 Op. cit., p. 34. O. C., JI, p. 1067. a un recuerdo precoz de un viaje en tren en el curso del cual su libido giró ad matrem.
7 Op. cit., p. 37. O. C., ll, p. 1068.

59
58
Pero me responde que debo esperar hasta que acabe. Me impaciento y propio, referido en el último capítulo de la Traumdeutung. Se reduce,
me marcho, ofendido. Sigue un ejercicio de vestir marcado por el por lo demás, a una visión, situada en la edad de siete u ocho años:
10
encuentro con un extraño barbudo.
En él [sueño] vi que mi madre era traída a casa y llevada a su cuarto por
Freud relaciona el sueño con las dos funciones de la maternidad: dos o tres personas con picos de pájaro, que luego la tendían en el lecho.
Su rostro mostraba una serena expresión, como si se hallase dormida. 13
Mi sueño de las tres Parcas es, evidentemente, un sueño de hambre,
pero sabe retrotraer la necesidad de alimento hasta el ansia del chico Personajes que provenían directamente de la Biblia de Philippson,
por el pecho materno y utilizar esta ansia para encubrir otra de muy11 ofrecida a Sigmund por su padre, cuya importancia en su imaginario
distinto género, a Ja que no es lícito manifestarse con tanta franqueza. es bien conocida. 14
Freud remite esta angustia no a la creencia en la muerte de la madre,
Nótese que, esta vez, sólo la tercera Moira se expresa: el mutismo sino "a un placer sexual oscuramente adivinado que encontró una
queda para las otras dos. Y lo que ella dice es en efecto la orden de excelente expresión en el contenido visual del sueño." 15 No obstante,
aplazamiento de la satisfacción. se trata en efecto de una imagen de la madre dormida, en medio de un
En el corazón de su autoanálisis, en el momento en que despeja el sueño sereno que, asociado con los personajes mortuorios, crea la
novísimo terreno del mundo edípico, lo que le es señalado es en efecto angustia de muerte, en una patente atmósfera de escena originaria.
el enigma de las tres Moiras: una que proporciona el hilo mediante el Todo ocurre, sin embargo, como si la muerte reforzara en cierto
cual el hombre va a tener su existencia, Ja segunda que le asigna la sentido la potencia de la Madre. Freud tal vez tenga razón cuando dice
12
medida y la tercera que lo corta. que no tenía miedo de que la madre querida estuviera muerta, sino de
Así, este texto nos indica la serie femenina originaria: será nece- la imagen de la Muerte que presentaba la Madre.
sario desenrrollarla en el orden mismo que Freud señala como Por lo demás, dos angustias de muerte parecen estar intrincadas: la
inherente al destino de todo hijo: con Ja generadora, con la compañera de una muerte dada por esos personajes de emblema fálico -lo cual
y con ... la destructora. remite a la Urszene edípica-pero también la de una Muerte inherente
La genealogía de la imagen de la Madre en el inconsciente del a la Madre: el artículo definido, por otra parte, es empleado por Freud
propio Freud debe tomar en cuenta el célebre sueño que asocia a Ja como para distinguirla por medio de esa instancia de la Madre, de la
Madre con una angustia profunda, angustia de muerte en el sentido madre edípica, la cual habría requerido el uso del artículo posesivo.
A nuestro parecer, allí se halla un vínculo secreto entre la imagen
de la Madre del sueño de angustia infantil y aquella que se desprende
de ese breve texto intitulado "'¡Grande es Diana efesia!"'. A decir
1°Cf. lacontinuacióndel sueño: "(Unadeellas) me responde que tengo que esperar
hasta que acabe. Me impaciento y me marcho, ofendido. Me pongo un gabán, pero verdad, fue a partir de una simple nota bibliográfica que el escrito de
el primero que cojo me está demasiado largo. Al quitármelo, observo con sorpresa que Félix Sartiaux consagrado a las Ciudades muertas de Asia Menor,
está forrado de piel. Otro que cojo después tiene un largo bordado de dibujo turco.
En esto viene un desconocido, de alargado rostro y perilla corta, y me impide ponerme
el gabán, alegando que es el suyo. Le muestro entonces que está todo bordado a la
13
turca. Pero él me pregunta: '¿Qué le importan a usted los (bordados, dibujos) G. W. ll-111, 589; O. C./, p. 567. Cf. El análisis de este sueño en Anzieu, op. cit.,
turcos? .. .'No obstante, permanecemos juntos en buena armonía." t. 1, pp. 389-407.
14
11 Op. cit., pp. 238-239; O. C., /, p. 374. Se trata del segundo comentario de este Acerca de este punto, véanse las informaciones decisivas proporcionadas por
sueño en la Traumdeutung. Théo Pfrimmer en su trabajo Sigmund Freud, lecteur de la Bible (P.U.F., 1982).
15
12 Son respectivamente en la mitología griega, Cloto, Láquesis y Atropo. G. W. Il-111, 589; O. C. /,p. 567.

61
60
publicado en 1911 , ílegó a inspirar a Freud. Pero precisamente esta María: el apóstol Juan, al que Jesús habría confiado a su madre en la
actitud, poco habitual, no despertó aún un asombro suficiente: ese cruz, llega a Éfeso acompañado por ella. Es así como se levanta en el
modo de restituir el mensaje que se señaló en un texto sin agregar siglo 1v "una basílica en loor de la nueva deidad materna de los
ningún comentario propiamente dicho, llama realmente la atención. cristianos". Lo que visiblemente impacta a Freud es la perennidad del
Como si Freud pusiera ante sí algo que Je resultó a él signifivativo y culto materno, más allá de los ciclos de su reaparición y de su
que, por una vez, no puede hacer otra cosa más que repetirlo. desaparición: "La ciudad había recuperado a su magna diosa, sin que,
¿De qué se trata en realidad? ¿Qué es Jo que ha dado pie a una salvo el nombre, cambiara mucho en las condiciones anteriores."
meditación un tanto brusca? Sartiaux evoca el culto de Diana en Éfeso, Como si la Madre, decididamente, se quedara aquí con la última
palabra.
en Asia Menor. Se trata, según Freud resume, del encuentro en esa
ciudad hacia el siglo vm entre los inmigrantes jónicos y el culto a "una Por lo demás, Éfeso es el símbolo de una Ciudad de mujeres: en
antigua divinidad materna que quizá haya llevado el nombre de Oupis tanto que diosa de la fecundidad, Diana reina y las mujeres "con
y a la cual identificaron con Artemisa, deidad de las regiones de que deseos de tener un hijo" vienen para intentar obtener una parte de su
fecundidad.
eran oriundos" . 16 De este modo, la ciudad se llena de templos "en
honor de la divinidad". Y lo que es más, una cohorte de "sacerdotes, Es también el lugar privilegiado de la mística femenina: Freud
magos, peregrinos" sacaban dinero con sus amuletos, ¡haciendo de termina su evocación con el caso de Katharina Emmerich, quien en
Éfeso una suerte de Lo urdes de la Antigüedad! sueños indicó el viaje de María a Éfeso, el sitio de su casa y hasta la
Surge allí el acontecimiento que tanto impactara a Freud: en el año forma de su cama -adivinación que parece haber sido confirmada por
54 después de Jesucristo, el apóstol Pablo llega a Éfeso. Este repre- la excavaciones arqueológ icas. Una prueba de que "la gran diosa de
sentante del Dios-hijo encuentra ante sí ese culto materno. Por lo Éfeso, empero, no renunció con ello a sus pretensiones" (Anspruch).
demás, Freud recuerda que Pablo, convertido al cristianismo, sigúe Diosa mujer que habla a las mujeres: no cabe duda de que ella encarna
la fuerza de aquéllas.
siendo un "judío demasiado rígido": lo que se prepara, pues, es un
enfrentamiento entre el Dios Padre y la diosa materna. Enfrentamien- Pero debe notarse que esta fuerza toma la forma de una suerte de
to que no se hace esperar: la progresión del apostolado judeo-cristiano eternización que suspende al cuerpo materno entre la muerte y la vida:
suscita una verdadera revuelta. Aquellos que no pueden ser llamados no para de no morir. Sus mismas resurrecciones no hacen sino
de otro modo que los "hijos de Ja madre" afluyen por las calles de actualizar esta "perdurabilidad".
Éfeso para sumergir con su marea (una imagen por sí misma materna) Freud identifica allí un valor decisivo de la Madre en el in-
la ciudad que los "hijos del Padre" intentaban conseguir, dirigidos por consciente, aunque se trate de lo mismo que reactivara lo que se había
Demetrio, cuyo nombre proviene justamente de Deméter. De esta anudado para él mismo en el sueño de la "madre querida". Se puede
manera consiguieron obtener garantías de que "la majestad de la observar hasta qué punto la imagen de la majestad íntegra recuerda la
magna diosa [fuera] intocable (antastbar) y que estaría por encima de expresión de serenidad del sueño de infancia. En cuanto a Demetrio
todo ataque (Angriff) ". 17 Pablo, vencido, debe inclinarse y dejar Éfeso y sus hombres, parecen velar a la Madre adormecida (muerta-viva)
bajo el poder de la Diosa madre. como los personajes con picos de pájaro; éstos, es cierto, encarnan al
El cristianismo, sin embargo, se introduce en Éfeso por medio de mismo tiempo la amenaza (Angrijf) tanto como la conservación.
Por lo demás, el relato mediante el cual Freud se enteró por su
propia Madre de la necesidad de la muerte muestra hasta qué punto
la Madre esté ligada a la Muerte:
16
"Cross ist die Diana der Epheser", en G. W. VIII, 360; O. C. /JI, p. 480.
17
Op. cit., p. 361 ; O. C. lll, p. 480.

62 63
Teniendo yo seis años, mi madre, que procuraba ir dándome las
primeras lecciones de las cosas, me dijo que estábamos hechos de tierra incesto. 20 Así, el hijo recibe el mandato del padre, pero la vocación le
y que, por ello, a la tierra habíamos de volver; cosa que resistí a aceptar, viene de la madre.
manifestando mi incredulidad. Entonces, para convencerme, frotó mi Sólo que, mientras que el Padre establece la dialéctica a partir de
madre las palmas de sus manos una contra otra( ... ) y me mostró las la cual el sujeto podrá estructurarse (tal como lo indica el texto
negras escamas que de este modo quedan arrancadas de la epidermis edípico), la Madre no hace sino reinar. Es por ello que Freud parece
como prueba de la tierra de que estamos hechos. Asombrado ante esta evocarla, como aparece en ese texto, sólo para constatar su poder,
demostración ad oculos, me rendí a la enseñanza contenida en las igual a sí misma, más allá de la vida y de la muerte. Su rechazo a
palabras de mi madre, enseñanza que después había de hallar expre- ocupar el lugar de la Madre en la transferencia analítica, 21 su lucha
sada en la frase de que "todos somos deudores de una muerte a Ja contra los Demetrios que cuestionaron la ley del Padre en el análisis
Naturaleza " 18 para llevar allí el apeiron del goce materno -y son realmente muchos
los que lo intentaron-22 procedería de esta supremacía de la función
Entre el hijo y la madre hay, por lo tanto, cierta transmisión: de la paterna en la teoría del deseo. Este texto demuestra que, lejos de
vida (como realidad) y de la muerte (como mensaje), mientras que al desestimar el poder materno, le asigna el lugar de la eternidad.
Padre le está reservada la transmisión de la Ley. Las angustias de El recuerdo de infancia lo demuestra de vis u: la prueba de la muerte
inanición con las fobias de viajes nos parecen ser la huella de ese sale del cuerpo de la madre. Pero también de ella viene el alimento:
complejo materno de Freud, 19 a tal punto le resulta costoso al es lo que demuestra el curioso detalle según el cual, para dar la prueba
inconsciente separarse del cuerpo nutricio. de la muerte, ella se sirvió del mismo gesto con el que prepara-
Por otra parte, Freud sugiere que hay un vínculo entre un "gran ba deliciosas tortas ("exactamente igual a como se hacen los knodel,
hombre" y la madre. ¿No resulta bastante simbólico el hecho de que con la diferencia de que no había masa"). Eros y Hambre se sostienen,
el cuarto templo de Diana haya sido quemado, tal como se dice, en el por lo tanto, del cuerpo materno, el mismo del que habrá de nacer el
año 356, el mismo año en que nació Alejandro? ¿No responde a que anuncio de la pérdida irremediable que se debe a la naturaleza. Pues
"las persona que sabe que es la preferida de la madre trae a la vida una si la deuda con el Padre permite articular el deseo, la deuda con la
confianza particular en ella misma y un optimismo invencible que a madre designa su caducidad.
menudo toma un aspecto heroico y conduce a un éxito real"? De Habría que atribuir la percepción de una relación modelo del hijo
donde se desprende la idea de un cierto vínculo entre el éxito y el con la madre a laMutterbindung freudiana. Así, en esta afirmación de
las Nuevas Aportaciones ( 1932): "Sólo las relaciones de madre a hijo
son capaces de dar a la madre una plena satisfacción, pues de todas las
18 G. W. ll-III, 211; O. C./, p. 359. Esta expresión se encuentra en la carta a Fliess

del 6 de febrero de 1899: "Shakespeare dice: 'Tú le debes una muerte a la Naturaleza.'
relaciones humanas, es la más perfecta y la más desprovista de
Espero que cuando me llegue el turno tenga a mi lado a alguien que me trate con más
consideración y me advierta que ha llegado el momento de estar presto" (La
Naissance de la psychanalyse, p. 245; O. C. /11, p. 828). Puede percibirse aún la 2
°Cf. Traumdeutung. Esta idea se encuentra reafirmada en el ensayo sobre Un
profundidad del eco del recuerdo de infancia ligado al anuncio materno de la Muerte. recuerdo infantil de Goethe en 'Poesía y Verdad': "Cuando alguien ha sido el favorito
Cf. también la particular relación de Freud con el envejecimiento y con la muerte indiscutible de su madre, conserva a través de toda la vida aquella seguridad
como cuenta regresiva, durante mucho tiempo medida con la ayuda de la teoría de conquistadora, aquella confianza en el éxito que muchas veces basta eliminar para
Fliess de los períodos. lograrlo."
1 ~ Cf. Ernst Jones, La Vie et l 'oeuvre de Sigmund Freud, y las alusiones de la 21
Véase acerca de este punto infra, p. 128.
22 ¿Cómo no constatar que la mayoría de las alterna ti vas al freudismo, en el análisis
correspondencia con Fliess a la fobia ferroviaria de Freud, mejorada por el autoaná-
lisis. y fuera de él, invocan un retorno a la fusión materna contra la relación simbólica con
el Padre?

64 65
Lo cual bien podría enseñamos mucho acerca de la relación clínica
ambivalencia." 23 Milagrosa suspensión de la ambivalencia que pare- misma, de la que es, de alguna manera, el eco anticipado e invertido.
ce superar el destino de cualquier otra relación humana. Extraña relación, en efecto, la que se inaugura con una denegación:
Límite, también, de la plenitud fusiona! y de la absorción mor-
tífera, que ubica a la Madre en el crisol de la vida y de la muerte, de Mi querida y pequeña novia, si alguna vez dudé ante Ja posiblidad de
la fecundidad y de la esterilidad. Tal vez eso es lo que Freud retendrá unirnos parátoda la vida, hoy no te dejaría separarte de mi lado aunque
en el umbral de todo "enigma micénico" (véase infra), como si cayera sobre mí la mayor maldición y tuviese que cargar su peso sobre
temiera encontrar ese Origen mudo, prometedor de vida que, sin mis espaldas. 26
24
embargo, tiene el rostro de la muerte.
Este vínculo, en efecto, consiste en hacer penetrar la imagen de la
mujer elegida en la red de signos de pertenencia, no sin conflicto con
otra dependencia identificatoria:
3. Freud y su mujer
Me gustaría muchobuscarle un sitio al retrato entre los dioses familia-
res que están en rrti mesa, y me parece extraño que, pudiendo tener
De la generadora, tenemos que pasar ahora a la amante (Geliebte) y libremente los rostros de los hombres que admiro, tenga que guardar
bajo llave, en cambio, tu delicado rostro. 27
a la compañera (Genossin). La relación de Freud con su propia mujer,
Martha, va, por lo tanto, a concentrar nuestro interés, de un modo muy
distinto al de una simple curiosidad con respecto a las vivencias Hay allí una tensión entre el principio del padre y del trabajo, y el de
sentimentales del fundador del psicoanálisis. Por lo demás, resulta la mujer amada. Por lo demás, el reproche por momentos se objetiva:
verdaderamente sorprendente que esta relación no haya despertado "Una vez más me has vuelto haragán, querida Martha".28 Es sabido
mayor interés a la hora de echar luz sobre la posición misma de Freud que, incluso en su autobiografía de 1925, su mujer será acusada de
ante la femineidad. Esta extraña relación no debe, sin embargo, ser haber retrasado su trabajo.29 ¿Y si precisamente se abriera allí un
sometida a un enfoque psicoanalítico: lo que retendremos es la contraste entre la seriedad del trabajo y la futilidad de una demanda?
contracara de la relación clínica con la mujer que ella constituye. Lo Aparece además el tema del capricho, el cual evoca de manera
más notable es que, en efecto, a lo largo de toda la correspondencia humorística del autoritarismo que marcará la relación clínica: "A
con Martha, Freud instituya una relación que pretende estar codifica- decir verdad, el temperamento tiránico, que hace que las chicas me
da. Es decir que a medida que avanza la relación, la teoriza para hacer teman, no podía ser reprimido." 3º Lo cual se verá reflejado en un
malentendido, pues la "chica" se encerrará en cierto mutismo, si
resaltar lo que le parece importante, a los ojos de la propia Martha. Es
como si Freud, en el corazón de la relación femenina más importante damos crédito a esta súplica/reprimenda:
25
de su vida, tomara una postura (lo que es muy distinto a un "papel").
26
Carta del 19 de junio de 1882, vale decir, dos días después de su compromiso
(en Sigmund Freud, Correspondance, Gallimard, p. 17; editado en castellano bajo el
23 Nouvelles Conférences sur la psychanalyse, G. W. XV; Nuevas aportaciones al título de Cartas de amor, Editorial Premiá, México, 6ta edición, 1988, p. 30.
psicoanálisis, O. C. 11, p. 879 y sig. 27
/bid., op. cit., p. 18; p. 28.
24 A relacionar con el vínculo con lo arcaico; cf. nuestro artículo "L' archaique chez 28
Carta del 27 de junio de 1882, op. cit. , p. 21.
Freud", No uve lle Revue de psychanalyse, otoño de 1982, XXVI. 29
Véase infra, p. 1OO.
25 Sobre este término empleado por Freud en su autocrítica a propósito de Dora, 3
°Carta del 23 de julio de 1882, op. cit. , p. 28.
véase infra, p. 111.

67
66
Si me permites una petición, te ruego que no seas taciturna ni reticente A partir del momento en que hemos cerrado nuestra alianza, lo sabés,
conmigo [en todos los temas que causan tu desagrado], sino que ambos hemos debido transformarnos un poco, con el objeto de ser uno
para el otro lo que queríamos ser, y tal vez tenga derecho, cuando la
compartas conmigo cualquier infortunio que podamos superar y
31 antigua Marthita me parezca haber cedido enteramente su lugar a mi
soportar juntos como amigos y buenos camaradas.
amada, a decirlo y a explicarlo. 35
Curiosa demanda, un poco paternalista, que contrasta con el anterior
Pero ¿a qué obedece esa voluntad de transformación? Freud parece
romanticismo: ¡la amada instigada a hablar como una "buena camara- revelarlo en un contexto muy preciso; en él procede a una verdadera
da"! Hay, en todo caso, un imperativo que puede discernirse en esta prohibición de "mala frecuentación" femenina. Martha, en efecto,
demanda: "¡Hablá, hablame de una vez!" Eco, en la intimidad, del frecuentaba a una tal El isa, de quien Freud parece haber tenido la peor
imperativo dirigido simétricamente a la histérica. Este paralelo, tal
de las impresiones: en una virulenta misiva, le reprocha compro-
como se verá, es impuesto por el propio Freud, al integrar a Martha meterse en una relación de esa clase con una mujer, no sólo sin
en el ballet de identificaciones que conduce al sueño de la inyección
preocuparse por las conveniencias, sino sobre todo en razón de una
hecha a Irma. 32 "extrema debilidad de carácter" y de su falta de "modales". La
Allí se pone en escena una suerte de negociación en que se abre
corrección es muy severa:
paso una profesión de (buena) fe:
De todas maneras, que ella siga siendo (ella, la mala mujer) la pobre
Siempre he actuado así, a veces como consecuencia por tu naturaleza chica que busca un hombre por cualquier lado, y ponéte contenta de
delicada, y tú me has dicho que estabas de acuerdo con mi forma de ser. que haya conseguido uno, pero no te pongas en el mismo plano que ella
Si al obrar así te he causado alguna molestia, sé que mis esfuerzos por manteniendo con ella relaciones de amistad. 36
compartirlo contigo íntimamente ha sido posible, y me agrada que no
hayan caído en tierra baldía.33 El mensaje es claro: prohibición de acercarse a un doble malvado, con
el que podría confundirse. Pero para exorcizar la posible confusión
Me has dicho que estabas de acuerdo: he aquí una fórmula que toma con la "mujer perversa", no se necesita nada menos que la interven-
al asentimiento del otro como un argumento, justamente cuando el ción del dueño. Y, por una vez, Freud lo expresa sin más vueltas:
contencioso indica su frágilidad. Remite a la fuerte connotación "Esperá un poco, cuando yo llegue, te acostumbrarás a tener de nuevo
pedagógica, por no decir instructiva, que marca a esta relación, como un dueño, y un dueño severo, es cierto, pero no encontrarás otro que
si Freud quisiera enseñar a Martha a ser mujer, en el sentido en que te ame tanto y que se preocupe más en lo que a vos se refiere." El
él lo comprende. De donde surge una reivindicación de sinceridad de contrato de alianza evocado con anterioridad revela su naturaleza,
su parte-"Deseo mostrarme muy franco y con mucha, confianza hacia vale decir, la de dominio: ¿sería necesario, por lo tanto, un Dueño para
con vos"- que desemboca en verdaderas amenazas: "No quiero, sin que Ja mujer pueda acceder a su propia verdad? En la época en que
embargo, que mis cartas queden sin respuesta y dejaré de inmediato escribe esta sorprendente carta, Freud se prepara para encontrarse con
de escribirte si vos no me contestás." 34 Freud define así las condicio- Charcot: ¿podía adivinar que experimentaría su dominio frente a la
nes de un verdadero pacto: figura de la mujer que lo requiere y simultáneamente se resiste con la
mayor de las pasiones, la histérica?
31 Carta del 17 de agosto de 1882, op. cit. , p. 35; p. 42.
32 Véase infra, p. 100. 35
Op. cit., ibid., pp. 39-40.
33 Op. cit. , ibid; pp. 42-43. 36
Carta del 5 de julio de 1885, op. cit., p. 172.
34 Op. cit. , ibid.

69
68
En esta perspectiva, la siguiente declaración a su futura mujer Así lo muestra un sueño que data de 1898, ligado a la palabra
suena de manera muy premonitoria: "Te acordás ... a menudo me Autodidasker (autodidacta) la cual, según su propia interpretación,
decías que yo poseía el arte de provocar a cada instante tu resistencia ... "resulta fácilmente divisible en autor, autodidacta y Lasker, elemen-
Tu resistencia misma me enganchaba cada vez más a vos ..." Acaso to este último al que viene a agregarse el nombre de Lasalle" .38 Vale
Freud sospechara que a través de esta extraña declaración de amor ya decir, Eduard Lasker, líder del Partido Lliberal Nacional de Alema-
se estaba dirigiendo a la femineidad activa del inconsciente, la que nia39 y Ferdinand Lasalle, estrechamente asociado a Ja fundación del
encarnará de allí en más la mujer histérica: una resistencia que deberá partido socialdemócrata.40 Ahora bien, tanto uno como el otro murie-
"amar" ... ron "a causa de una mujer( ... ) Lasker, de parálisis progresiva( ... );
En realidad, la "compañera" se encuentra en una posición media- Lasalle, en un duelo", en condiciones dignas de Don Juan .41
dora: tiene que asumir el rol de objeto de reemplazo del objeto En la constelación asociativa, interviene Ja referencia, ciertamente
primitivo-materno, al tiempo que debe ponerse al servicio de Ja vida, indirecta, a Ja novela de ZolaL 'Oeuvre (la Obra) 42 que traza la historia
por alianza con el hombre; pero también se ve amenazada con del pintor Claude Lantier: Lantier experimenta el declive de su
identificarse a su doble malvado, esa tercera mujer fatal, por medio capacidad creadora al mismo tiempo que el de su potencia sexual, a
de la cual se restablece la amenaza de la Muerte. Y es así que, para continuación de su casamiento con Christine, una de sus modelos. La
cerrar la serie, debemos considerar ahora esta mujer destructora imagen final de Lantier ahorcándose ante Ja tela en que representó a
(Verderberin). su propia mujer desnuda no era una ilustración predestinada de la
ruina de L'Oeuvre: en efecto, luego de un último abrazo con su mujer
el hombre puso término a sus días. 43
Lo cual echa luz, por identificación con el talento malogrado, 44 esa
4. Freud y la mujer fatal extraña declaración a menudo considerada cínica, y que allí encuentra
todo su fundamento. En la Selbstdarstellung de 1925, luego de haber
alcanzado plenamente su propia obra, el psicoanálisis, Freud imputa
Una figura insistente de la mujer en Freud puede ser asimilada, en
efecto, a la mujer fatal: fatal, no obstante, en el sentido muy particular 38
G. W. 11 -III, 30S, Trawndeuttmg; O. C. /,p. 406;
39
que ella significa para una amenaza el hombre, en función de la Lasker, que nació en 1829, murió algunos años antes del sueño, en 1884. Acerca
fatalidad que ella misma sufre por el efecto de Ja Kultur. Destinada, del particular " liberalismo" de Freud, que daría cuenta de la forma política de su
en efecto, al polo de la libido, tal como se verá, 37 para que pueda deseo, remitimos a nuestro artículo "Freud et Ja politique'', en Pouvois Nº 11, reed.
1981.
acceder a los frutos de la sublimación obliga al hombre a retirar la 40
Lasalle nació en l 82S y, en efecto, murió a causa de un duelo contra el novio
- libido que él ha investido en ella. Es por ello que puede ser un temible de la muchacha que su padre le había negado, que era un corredor judío. Acerca de
obstáculo para el proceso creativo del hombre. la relación de Freud con la socialdemocracia, remitimos a nuestro artículo citado en
De este modo, no es casual si en la constelación psíquica de Freud la nota precedente.
41
Lo cual connota por otra parte el componente perverso -de desafío al Padre -
funciona un cierto tipo de hombre víctima de las mujeres-surgido de
que se encuentra en esas situaciones, a las que se identifica Freud. Acerca de estas
la realidad o de la literatura. Resulta conveniente restituir esta aproximaciones, véase Anzieu, op. cit., t. II, pp. S l 2-S20.
constelación, pues ella contribuye a determinar Ja imagen de la 42
Fuente descubierta por A. Grinstein, 011 Sigmund Freud's Dreams (1968) y
femineidad en Freud. mencionada por Anzieu, op. cit., p. S 17.
43
Véase i11fra, la importancia de tal observación a propósito del tema de la mujer
fatal.
44
37 Acerca de este punto esencial, véase i11fra, lII parte, pp. 1S3-l SS . Son conocidas las vacilaciones de Freud en cuanto a su genio y a su éxito.

70 71
su primera cita frustrada con el éxito a su "novia", y ello en el lugar afirmaba tener "un destino por llenar": 47 destino del que la mujer
mismo en que evoca su casamiento con "la mujer que era, hacía ya amenaza con alejarlo, destino que no puede tener sino un rostro de
más de cuatro años, mi prometida y me esperaba en una lejana mujer ...
ciudad": "Por cierto que, siendo aún novia mía, me hizo perder una ¡Y así hemos vuelto a la muerte, por un ciclo él mismo de estilo
ocasión de adquirir fama ya en aquellos años juveniles."45 La versión materno! Pero una última figura de mujer va a permitir recapitular y
de ese "fallo" se aclara a la luz del tema de la mujer que lo distrae de unificar esas tres funciones femeninas en un ramo final.
la tarea del saber. Freud, en efecto, explica que en el momento en que Freud descubre, en su autoanálisis, que ha encontrado a esta mujer
estaba "dedicado a esta labor" sobre la cocaína, "se me presentó en carne y hueso.
ocasión de hacer un viaje a la ciudad donde residía mi novia, a la que
no veía hacía ya dos años". Allí ocurre lo imperdonable: apurado por
reencontrarse con su amada, hizo de prisa su tarea ("Puse término
rápidamente a mi publicación ... ") y encarga a otro (Kongstein) que 5. Freud y la hechicera
verifique su hipótesis de utilización terapéutica del alcaloide. La
sanción no se hace esperar: "A mi vuelta encontré que no Kongstein,
sino otro de mis amigos, Karl Koller ( ...) había llevado a cabo En la relación de Freud con la mujer, resulta, en efecto, esencial tener
decisivos experimentos sobre sus propiedades anestésicas( ... )" Como en cuenta que la revelación de su propia vocación y su saber,
si Freud, un alquimista a punto de encontrar en ese momento su piedra siguiendo su propio testimonio, lo recibió de una mujer. En el
filosofal, hubiese escuchado el canto fatal de la sirena. Bastó con momento clave de su autoanálisis, en efecto, se revela el papel jugado
abandonar por un tiempo, por más poco que fuera, la ley del trabajo, por una anciana, la niñera de la familia. 48 La revelación se encuentra
¡para que otro goce con los frutos de su siembra! ¿No se creería acaso en Ja célebre carta del 3 de octubre de 1897, en la que Freud entrega
estar ante una nueva versión del mito literario antes mencionado? a Fliess los resultados más importantes de su autoanálisis en curso:
Luego de lo cual, Freud puede exponer su corrección: "Por mi
parte, no guardo a mi mujer rencor ninguno por la ocasión perdida". Unicamente puedo mencionarte que el viejo no desempeñó un papel
La cual sólo tiene valor como denegación. No hace sino ligar más activo en mi caso( ... ) que mi "autora" (de neurosis) fue una mujer vieja
estrechamente a la mujer con la "ocasión perdida". La Ve rbe rterin, en y fea, pero sabia, que me contó muchas cosas de Dios y del infierno y
me inculcó una alta opinión de mis propias capacidades. 49
su sentido más fuerte, ¿no es acaso la que echa a perder la oportunidad
ofrecida al hombre de acceder al saber absoluto? ¡Freud se presenta
como un Fausto fracasado a causa de su Margarita! Resulta notable que esta "autora" ambigua, asociada a la neurosis
Es como si el hombre, para parafrasear la expresión tan querida por
47
Freud, no pudiera servir a dos amos a la vez: el interés que lo une, por En el Schlusswort acerca de la discusión sobre el onanismo, 1912. Remitimos
su libido, a su mujer, y el que lo conduce hacia la sublimación y sus a nuestro trabajo sobre L 'Entendementfreudie11. Lagos et Ananke (Gallimard), en que
sistematizamos esta referencia capital de Freud.
obras. Doble destino antagonista y secretamente cómplice. "Para 48
A partir de las investigaciones de R. Gicklhorn ("The Freiberg Period of the
cada uno de nosotros, le confía Freud a Ferenczi, el destino tiene Ja Freud Family"), en Joumal of the History of Medicine, 24, 37-43, 1968, tr. fr. en
forma de una mujer (o de varias)." 46 Frase interesante para quien Etudes fre11die11nes, 11-12 de enero de 1976, y de Josef Sajner, "Sigmund Freud
Beziehungen zu einem Geburtsort Freiber (Pribor) und zu Mahren", Clio Medica, 3
(1968), sabemos que se trataba de una tal Mónica Zajic, célibe desde la edad de
45
G. W. XIV, 38; O. C. 11, p. 1016. cuarenta años. (Los Zalic eran vecinos de los Freud en Freiberg.)
49
46
Carta del 7 de julio de 1913 a Sandor Ferenczi. La Naissance lapsyclzanalyse, p. 193-194; O. C. 111, pp. 780-781.

72 73
y al nacimiento del Ideal del Y o freudiano, se introduzca entre el padre descubrió que era una ladrona, y entre sus cosas encontramos todas las
-por esa misma razón declarado inocente de la seducción - 50 y la relucientes monedas y todos los juguetes que te habíamos regalado. Tu
madre real, mencionada enseguida después. 51 Por otra parte, Freud propio hermano Philipp fue en busca del policía y luego la condenaron
a diez meses. 55
pide aclaraciones justamente a esta madre sobre Ja otra, Ja madre
diabólica:
¡Lo suficiente, por lo demás, para que en el espíritu de Freud queden
Le pregunté a mi madre si todavía recordaba a mi niñera. "Naturalmen- ligados por mucho tiempo la religión con el engaño!
te -me dijo-: una mujer de cierta edad, muy astuta por cierto. Solía Con esta revelación, su madre le había proporcionado la clave de
llevarte a todas las iglesias; cuando volvías a casa, te ponías a predicar un elemento esencial: la de un recuerdo-cortina de la que da cono-
52
y a contarnos cómo manejaba sus asuntos el buen Dios." cimiento en esa misma oportunidad:
De ese modo, esta mujer, descrita a partir del modelo de Ja hechicera,
Yo sollozo desesperadamente porque mi madre no se encuentra por
mezcla de fealdad e inteligencia, se convirtió en Ja intermediaria, para ninguna parte. Mi hermano Philipp (veinte años mayor que yo) me abre
el pequeño Sigmund -que por ese entonces tenía dos años y medio 53 un armario [Kasten]; pero cuando me convenzo de mi madre no se
-de las cosas sagradas. Pero es, más precisamente, la seductora encuentra en él, me echo a llorar todavía más, hasta que de pronto ella
primitiva: Freud la llama su "maestra en cosas sexuales". 54 entra por la puerta, esbelta y hermosa. 56
Como si hubiese sido necesario que quien tenía la vocación de
revelar hasta el final el enigma de la sexualidad, hubiese extraiído ese Puede observarse que este recuerdo-cortina tiene por tema aquello
prodigioso querer-saber -Erkenntnistrieb -del encuentro con una que nosotros 1lamaríamos la madre encajonada: ésta, de algún modo,
mujer, en la linde de su vida. Por lo demás, Freud menciona un curioso nace por condensación de la representación de la madre real -de qui~n
bautismo: ella lo "lavaba con un agua rojiza en la que antes se había se teme que llegue a faltar- y del destino de la "madre diabólica":
lavado a sí misma": como si ligara así, en este extraño recuerdo, la "¿Qué puede significar eso? ¿Por qué mi hermano me abre ese
menstruación con el saber. ¿Esta mujer entrada en años no sumergía armario [Kasten ], sabiendo que mi madre no estaba adentro y que, por
acaso a su pequeño protegido en esa agua iniciática, teñida a destiem- lo tanto, no podría tranquilizarme así? Ahora lo comprendo todo: yo
po con los colores de la menstruación? mismo debo habérselo pedido. Cuando no pude encontrar a mí madre,
Pero llega el golpe imprevisto: esta mujer tan sagaz, que estaba temí de pronto que hubiese desaparecido, igual que mi vieja niñera
convirtiendo al pequeño Sigmund al cristianismo, no era de una había desaparecido poco antes. Seguramente había oído decir alguna
probidad irreprochable: vez que a la vieja la habían "encerrado", creyendo entonces que a mi
madre le habría ocurrido lo mismo, o, mejor, que la habían "encajo-
Después de haber nacido Anna ( ... ), continúa la madre real, se
nado" [eingekastelt], pues mi hermano Philipp, que ahora tiene
sesenta y tres años, sigue siendo afecto a esas humorísticas expresio-
sq Es interesante observar este vínculo invertido en relación con la Vaterbindung
nes hasta hoy."
freudiana. Cf. acerca de este punto, la síntesis de Marianne Krull, Freud und sein
Vater, tr. fr. Sigmwzd, fils de Jacob, Gallimard, 1983. Tal es, por Jo tanto, el contenido de ese fantasma: Una madre es
51 "(Puedo mencionarte [a Fliess]) que más tarde( ...) despertóse mi libido hacia encajonada. Pero quien pierde a una madre, "la vieja", gana otra:
matrem en ocasión de viajar con ella de Leipzig a Viena, viaje en el cual debemos de
haber pasado una noche juntos, teniendo yo la acosación de verla nudam."
52 Carta del 15 de octubre de 1897, op. cit. p. 196. O. C. 111, p. 783.
55
53 Todo esto ocurría, en efecto, en 1848.
Carta del 15 de octubre de 1897, op. cit., ibid.
56
54 Carta del 4 de octubre de 1897, op. cit. p. 195. O. C. ll/, p. 781.
Op. cit., p. 197; O. C. lll, pp. 783-784.

74 75
nótese la Gestalt perceptiva de la madre real resurgiendo "esbelta y hechicera en momentos que, relacionados con el duelo del padre, se
hermosa", en contraste con el hundimiento que su hijo había supuesto. multiplican las metáforas diabólicas e infernales en su discurso. 58 En
Este detalle tiene su explicación en el hecho de que la madre real todo caso, tengamos en cuenta que fue una mujer quien le di el gusto
estaba ocupada en otra cosa, en la gestación de Anna, la hermanita de y el coraje de emocionar al Aqueronte. 59
Sigmund: y eso mismo es lo que había justificado la confidencia, Esta identificación de la Madre-de-saber nos parece estar tan
durante ese período, entre Freud y la niñera. En consecuencia, ella fuertemente implantada en Freud que resulta posible discernir su
aparece finalmente desembarazada, aligerada de esta niña-rival. reactivación hasta el final de su vida: así, cuando califica de "hechi-
Freud terminará asignándole al embarazo materno toda su significa- cera" a la "metapsicología", que le sirve para nombrar del modo más
ción en la Psicopatología de la vida cotidiana: personal a su saber: cuando un bloqueo interviene en la progresión del
saber, "Solamente podemos decir: 'Al fin hemos de llamar a la bruja
Ahora comprendo también por qué en la traducción de la visual escena en nuestra ayuda-la metapsicología de las brujas'" .60 ¡por más poco
infantil aparece acentuada la esbeltez de mi madre, la cual me debió de "claros" y "detallados" sean esos oráculos! Si pudo llamar tan
aparecer entonces como nueva y restaurada después de un peligro. 57 eficazmente a su hechicera para que acudiera en su ayuda, ¿no es
acaso porque ese Macbeth la había encontrado desde el principio,
Un vínculo, por lo tanto, se establece entre la madre grávida -"el como augurio de su destino? En ella, como en un "monograma", 61 se
armario o el cajón son, para él, símbolos del vientre materno"-, la encontraban acumuladas la Madre que había sido, por reemplazo, la
vida y la muerte. Perdida para él mientras engendraba al otro niño, es esposa iniciática y la seductora fatal. Tres en una: ella mostraba la
como si hubiese renacido. Pero por eso mismo es como si la madre unidad de las tres ...
real retomara sus poderes en la escena del deseo filial. La relación con Esta Hechicera anunciaba a otra: algo así como una mujer fatal, una
el medio-hermano da pruebas de la dimensión edípica del escenario: Verderberin que, al igual que la primera, lo iniciará en el saber
implicado en el "encajonamiento de la vieja", ¡sobre él cae la -analítico-, intentará seducirlo y le devolverá la imagen de la Muerte,
sospecha de tener algo que ver con la desaparición, con el embarazo extrañamente acoplada a la turbulencia del deseo: la Histérica. Pero
de la otra madre! con ella entramos en la relación propiamente analítica. Si ella es, en
Este entreacto -posible gracias a la ausencia de poder de la madre cierto sentido, la efectiva continuación de la misma historia-de modo
real- nos parece no obstante esencial para la génesis hermanada de la
relación freudiana con el saber y con la mujer. En su propio mito de
la fundación, Freud recibe la revelación de su vocación por el saber 5 s Hecho observado por David Bakan, Freud et la Mystique juive, tr. fr. Payot, p.

de la sexualidad de una vieja mujer. Una mujer que sabía se lo 179 y sig. Cf. la Naissance de la psychanalyse.
59 Cf. el famoso epígrafe de la Traumdeutung: "Flectere si nequeo Superas,
comunicó originariamente: y es a partir de eso que puede apoyarse en
su propio saber. Si hemos calificado esta instancia de "diabólica" es Acheronta movebo."
60 Análisis terminable e interminable, G. W. XVI, 69; O. C. lll, p. 548: "Sin una
porque cumple exactamente la función asignada al diablo en el especulación y ciertas teorizaciones -casi diría "fantasías" (Phantasieren; en fr.,
inconsciente, según el propio Freud: o sea, autorizar la transgresión. fantasmation)- metafísicas, no daremos otro paso adelante." Cf. acerca de este punto
Si el saber supone la transgresión de lo prohibido, Freud, por lo tanto, nuestra lntroduction a l'épistémologiefreudienne, Payot, 1981, p. 90. "Por desgra-
obtiene el derecho a transgredir de una mujer-hechicera. Sin duda, no cia, agrega Freud, aquí, como en otras partes, lo que nuestra bruja nos revela no es
ni muy claro ni muy detallado. También remitimos a nuestro artículo "Freud et
es casual que tome conciencia de los poderes primitivos de la
l'oracle" (Furor, No 7, 1982).
61 Un monograma es una letra compuesta por la articulación de los trazos de varias

51
letras.
Psicopatología de la vida cotidiana, cap. IV, G. W. IV; O. C./, p. 654.

76 77
Capítulo 11
que la imagen de la mujer histérica estaba presente como una LA ESCENA DE LA HISTERICA
premonición en las configuraciones inconscientes ya mencionadas-
r~presenta también el principio de un nuevo mundo. Ahora vamos a
explorarlo para comprender la parte inalienable que a l~ mujer
histérica le toca ~n la fundación del psicoanálisis, en tanto que
generadora, amante y portadora de muerte ...

l. El nombramiento de una mujer

Una pequeña historia mencionada en el último capítulo de la Psi-


copatología de la vida cotidiana ilustra y simboliza la extraña y
desgraciada experiencia que sufre Freud cuando intenta nombrar una
mujer. No resultará sorprendente que este fallido se encuentre vincu-
lado a Dora, nombre que por excelencia es para Freud vector de
femineidad.

Al exponer en cátedra la ya publicada historia patológica de la


muchacha a quien yo había dado el nombre de Dora, se me ocurrió que
una de las dos señoras que acudían a mis conferencias llevaba este
mismo nombre, que tantas veces había yo de pronunciar en mis
lecciones, ligándolo a las cosas más diversas, y me dirigí a mi joven
colega, a la que conocía personalmente, con la excusa de que no había
pensado en que se llamaba así, pero que estaba dispuesto a sustituir en
mi conferencia dicho nombre por otro. 1
.,.
La situación, por lo tanto, es la que sigue: a Freud lo asalta un
escrúpulo frente a la posibilidad de hablar de una mujer ante otra que
lo está escuchando. Explicable si se tienen en cuenta solamente las
leyes elementales de la discreción, esta elección, sin embargo, parece

1
G. W. IV ; O. C./, p. 750.

\,
79
78
estar ligada a aquello que está superdeterminado en el nombre en nombre y reteniendo una parte de aquél, como ocurre en el procedi-
cuestión -el de Dora. En este sentido, es como si Freud tuviera que miento metonímico.
hablar de Dora, la Dora del psicoanálisis, 2 ante una Dora. ¿Qué es, Sin duda, Freud no sospechaba que este divertido fallido contu-
pues, lo que teme? Conscientemente, molestar a su interlocutora; viera bajo una forma contracta y de algún modo parabólica la relación
inconscientemente, volver a encontrarse en esa situación límite que freudiana con la mujer: precisamente por el hecho de que allí cierta
el solo nombre de Dora conmemora, el reencuentro de la femineidad. cosa de una mujer no llega a nombrarse correctamente. A este
A punto tal que la interlocutora podría llegar a pensar que el tema en respecto, el mecanismo del acto fallido merece un pequeño análisis
cuestión es ella, amenazando de este modo con creerse Dora ... Por lo estructural, como si allí se encontrara lo real de la mujer como "acto
demás, es necesario hacer notar que no lleva a cabo ese razonamiento fallido" de Freud, a quien podríamos sorprender en flagrante delito.
de manera espontánea y para sí mismo, sino que descubre la homo- En el tiempo I, tenemos un nombre para dos mujeres. El nombre
nimia y se la comunica a su interlocutora-actitud que no se caracteri- Dora, en efecto, designa de manera homónima a la histérica y a la
za por su discreción. interlocutora (incluso cuando el nombre dado a la primera fuera
Una vez tomada la decisión de cambiar el nombre para disipar el ficticio).
peligroso equívoco, debe entonces encontrar otro: "Tenía, pues, que De allí se desprende una primera consecuencia: la de intentar
escoger rápidamente otro nombre, y al hacerlo pensé que debía evitar corregir el efecto de la homonimia recurriendo a otro nombre. Surge
elegir el de la otra oyente y dar de este modo a mis colegas, ya versados de ello la introducción de un testaferro * (Ema): a partir de entonces
en psicoanálisis, un mal ejemplo. Así pues, me quedé muy satisfecho se tratará de Dora (sujeto 1) bajo el pseudónimo de Ema (tiempo Il).
cuando, como sustitutivo de Dora, se me ocurrió el nombre de Erna, Entonces es cuando interviene el tiempo II: el nuevo nombre, que
del cual hice uso en la conferencia." La sustitución se lleva a término no debía ser más que un testaferro, resulta ser el apellido verdadero
en un clima de urgencia teñido de culpa: Freud no sólo está molesto de otra auditora. De este modo, señalémoslo, nos encontramos con
por la situación; además, teme al fallido. Las dos interlocutoras tres personas (referentes) -Dora I, Dora II y la segunda auditora, y
parecen haberse convertido en jueces que están observando cómo se sólo dos nombres (Dora y Ema).
las arreglará. Felizmente, apenas buscado, el otro nombre llegó a Dicho en otros términos, se revela la acción conjugada de dos
sustituir el nombre tabú: para su gran alivio, Erna se le impuso, y parejas: por un lado, la pareja nominal formada por Dora I y Dora II;
Freud no tuvo más que ponerlo en lugar de aquel otro que no debía ser por el otro, la pareja real presente, formada por las dos interlocutoras,
pronunciado. Dora II y Erna. Freud no hizo sino pasar de una pareja a la otra:
Entonces empieza el tercer acto: "Una vez terminada la conferen- habiendo querido conjurar la pareja unheimlich formada por Dora I
cia, me pregunté de dónde provendría tal nombre, y tuve que echarme y Dora II, se encuentra frente a la pareja real de sus dos interlocutoras,
a reír cuando vi que la posibilidad temida había vencido, por lo menos pareja nombrada sin que él lo supiera.
parcialmente, al escoger el nombre sustitutivo. La otra oyente se El balance puede expresarse de otra manera y de un modo más
llamaba de apellido Lucerna, del cual es Erna una parte." Así, no simple: Freud no dejó nunca de hablar de Dora, el original femenino
queriendo nombrar a la primera (de sus auditoras), Freud infali- que quiso exorcizar. Al quitarle el nombre, nombró a una mujer real.
blemente nombró a la segunda -al módico precio de una ligera Es como si Dora le dijera: por no querer llamarme personalmente, no
distorsión, desplazando el acento hacia el apellido en lugar del pudiste hacer más que nombrar cualquier mujer real. Resultaeviden-

* En francés, "testaferro" se dice préte-nom; dicho término, si nos atenemos al


2
sentido de las palabras que lo componen, bien podría traducirse por "presta nombre".
Véase infra, p. 107 y sig. el sentido de la importancia de Dora.
(N. del T.)

80 81
te que no era posible pronunciar inocentemente un nombre de mujer. En ese movimiento que iguala la figura de la histérica con la de
Basta con pronunciar un nombre de mujer para que una mujer real la Muerte, hay algo que resulta constituyente: expulsada del juego, no
responda al llamado. deja de volver a él.
Este proceso, como puede adivinarse, constituye un ejemplo y un
símbolo de aquello que se embrolla en el discurso de Freud cuando
éste trata de separar el nombre de la mujer. Basta, en efecto, con que
intente denegar el nombre de una para que ésta se lo devuelva bajo la 2. Estudios sobre la histeria
figura de la arta. y relación con l;i histérica
En última instancia, es de eso que se ríe Freud: de que la mención
de un nombre siempre encuentre su correspondiente, y que no sea
posible hacer trampa con el nombre. De manera que si no es una será ¿Ha sido bien advertida la ironía inconsciente con la que Freud
la otra quien recibirá en su cuerpo. la función de referente. Es una bautiza Estudios sobre la histeria* al balance de una relación de
advertencia de que la mujer debe ser considerada de un modo quince años con mujeres histéricas? En efecto, es como si la histérica
diferente a cuando se considera un universal: como la singularidad de no hiciera más que ilustrar a la histeria, cuando lo que ocurre es todo
un nombramiento. Por lo demás, la risa de Freud por su propia lo contrario. Incluso nos podríamos sentir tentados a caracterizar el
confusión encuentra su verdadera explicación en toda la seriedad de prodigioso vuelco operado por Freud con estos términos: mientras
una relación. La misma a la cual nos introducirá su extraño lapsus. que la entidad mórbida denominada "histeria" había sido individua-
En este sentido, elucidar esta relación tan sustancial y tan contra- lizada y construida desde hacía mucho tiempo, 4 Freud es el primero,
dictoria a la vez equivale a comprender lo que otorga a la mujer el por la mujer histérica en persona, en dejarse manifestar un nuevo
estatuto de "acto fallido" en el inconsciente freudiano. Por lo menos saber. Lo cual no le impide pretender profundizar, tal como el título
podemos llevar a cabo cierta aproximación, tan fundamental, sin lo indica, la comprensión de la histeria como tal, pero lo que anuncia
duda, que pasó inadvertida: Freud se encuentra inscrito en un trío de el libro es algo muy distinto: de ahora en más, estamos condenados
mujeres, por la escenografía misma que revela su acto fallido . Hay a buscar el "secreto" de la histeria en lugar alguno que no sea en la
una primera (Dora) que no quiere nombrar, una segunda (Dora II) que estrategia deseante de la mujer histérica.
no quiere confundir con su "primera edición", finalmente una tercera Sin duda ésa es la ganancia del enfoque freudiano. Pero todo ocurre
3
que la nombra a su pesar. Como en la escena de los tres cofrecillos, como si éste hubiese sido arrojado a un segundo plano ... , a los ojos del
parecería que tiene plena libertad de elección, pero la necesidad trae propio Freud, por lo irreductible que transmite esta relación con la
Ja figura que se está buscando evitar. Allí, aunque sea divertido, hay histérica. Ese trastorno que la histérica introduce en la relación,
cierto efecto de unheimlich: como si el nombre de la mujer reprimido Freud, mediante un movimiento doble y sincrnnizado, lo asume sin
regresara en el discurso, con el desfase corregido que hemos recons- desfallecer y lo reabsorbe para llevarlo de nuevo al plano del saber.
tituido. Dora es quien está presente a Ja vez en las tres figuras, y la que Así se entiende en qué medida el discurso sobre la histeria -aunque
vuelve al final de la serie, como en un círculo. Freud se encuentra ante
ella, como ante la tercera mujer. Ahora bien, es sabido que ésta
encarna propiamente a la figura de la Muerte. *En francés, "Études sur l' hystérie", título del trabajo conjunto de Freud y Breuer
que en castellano fue traducido como La Histeria (N. del T.).
4
Cf. por ejemplo, la Historia de la histeria, de Ilza Beth. Nombrada desde los
3 Cabe notar que Jones, al considerar la exposición del caso Dora, concluye citando tiempos de Hipócrates, antes de que en el siglo XIX se la volviera a descubrir,
Suydenham elaboró en el siglo XVII una teoría psicogenética.
esta anécdota.

82 83
fuera del puño de Freud- pudo servir para hacer olvidar, y hasta miento de la causa del síntoma: causa si ve ratio, a tal punto está Freud
denegar, lo que se jugó en esa relación . Por lo demás, no hace falta persuadido de que el saber puede identificar efectivamente la razón
suscribir a ningún inefable de la relación misma que desbarataría del proceso.
cualquier eventual tentativa por comprender: lo más notable es que El punto ciego de esta relación lo constituye uno de esos extraños
justamente Freud se encuentre allí tan a gusto, en una relación cuya momentos en que la histérica, a pesar del efecto que el saber
naturaleza él no controla. administrado debe provocar, persiste en el síntoma. El sujeto ha dado
Tenemos, pues, que ubicar ese punto ciego, el cual, en el seno de una estocada detrás del proceso. Y Freud debe improvisar una
la relación freudiana con la histérica, coexiste de manera tan extraña postura. Lo más notable es que, entonces, Freud vuelve a adoptar la
con la lucidez. Los Estudios sobre la histeria exigen, por lo tanto, ser actitud que se presenta en una relación trivial: mantiene muy a gusto
reaprehendidos también por lo que son, y ante todo, como documento el discurso de la razón indignada, y trata a la persistencia del síntoma
del encuentro con la histérica, como la conmemoración instruida de como "poco razonable". Que una mujer esté enferma por ignorar su
un acontecimiento. A fin de cuentas, Freud siempre insistió en el verdad, es lo que la relación tolera e incluso lo que la fundamenta, y
carácter novelesco de los relatos de los casos: 5 lo que los Estudios hasta lo que establece y codifica: pero si persiste en el desconocimien-
sobre la histeria dan a entender es precisamente que la histeria es esa to, incluso cuando sí sabe, aun cuando sólo sabe lo suficiente,
historia. entonces habrá que apelar al lenguaje de la razón autoritaria.
Por otra parte, Freud nos da todos los elementos para descifrarla: Esta relación se revela a propósito de un detalle del tratamiento de
sólo que habla del síntoma histérico. La relación ya está, pero no Emmy von N ... , el primer caso relatado por Freud en los Estudios
objetivada como tal. De manera que debemos descifrar el relato, sobre la histeria: ella se niega a comer y a beber, aunque sólo se trate
implícito y transparente a la- vez, que esos Estudios contienen: la de agua mineral, haciendo mención a dolores gástricos; al verse
historia del encuentro con la histérica, en tanto que escena primitiva obligada a alimentarse, termina por negarse a la hipnosis. Entonces
del encuentro con la femineidad. Hay algo trágico en ese destino que Freud se enoja:
de allí en más se dio Freud a sí mismo, el destino de restituir la verdad
de aquella que se queja: y lo que él superpone es ese residuo que el Renunciando a la hipnosis, le anuncié que le daba veinticuatro horas
discurso instruido no digirió bien, lo cual, si se lo localiza bien, para reflexionar y convencerse de que sus dolores de estómago no
permite restituir el efecto trágico de este texto. provenían sino de su miedo. Transcurrido dicho plazo, le preguntaría si
Lo que éste anuncia, a manera de enunciado de base de su saber, continuaba opinando que un vaso de agua mineral y una modesta
es que, en efecto, "el histérico padecería principalmente de remi- comida podían estropearle el estómago para ocho días, y si me contes-
niscencias". 6 Pero allí está el nombramiento de la causa del sufrimien- taba afirmativamente, daría por terminada mi misión facultativa. 7
to: el síntoma es planteado simultáneamente como máscara de esa
Se ve cómo el maestro del saber transforma la resistencia en
"causa". El acontecimiento que determina la intervención es lo que
amenaza: primero un ultimátum, combinado con un plazo casi
permitirá al sujeto un acceso al saber de esta relación del síntoma con
administrativo-semejante al que se da ante un embargo; remisión del
su causa. La causa que el saber individualiza es asimismo el nombra-
sujeto ante su propia razón para que juzgue la racionalidad de su
propia creencia-; finalmente, el momento de elección: ¡renunciar al
5 síntoma o al maestro!
Cf. la observación que se encuentra en Historiales clínicos.
6
Se trata de la famosa fórmula del final del primer apartado del primer capítulo Y de hecho la estrategia funciona: "Veinticuatro !.oras después la
de La Histeria (tr. fr. P.U.F. , p. 5; O. C. !, p. 27): "el mecanismo psíquico de los
fenómenos histéricos". 7
La Histeria, op. cit., p. 62-63; O. C./, p. 51.

84 85
encontré humilde y dócil. "Por lo demás, como para disculparse por No hay nada que resulte verdaderamente sorprendente en el hecho
tanta brutalidad, Freud agrega: "Esta pequeña escena contrastó inten- de que Emmy se convierta, en otra oportunidad, en la abanderada del
samente con el tono general de nuestras relaciones, fuera de ella muy discurso femenino. Al preguntarle Freud cuándo habían comenzado
amistosas." Ahora bien -<:orno rescate a cambio de esta curiosa sus síntomas gástricos, "de mala gana me responde que no sabe nada
victoria- se establece una nueva relación del lado del sujeto mismo: de lo que le pregunto". Y así reaparece la estrategia de intimidación:
la histérica cede, pero se defiende con un humor que refleja la "Le doy plazo hasta mañana para recordarlo. Entonces, francamente
emergencia de un habla que se deja domar sólo en apariencia. E mm y, malhumorada ya, me dice que no debo estar siempre preguntándole
en efecto, concede que él tiene la razón, ¡pero con qué términos! de dónde procede esto o aquello, sino dejarla relatarme lo que
"Creo que [los dolores gástricos] son consecuencia de mi miedo, pero desee." 1º La réplica simplemente permitió enunciar el principio de
sólo porque usted me lo asegura así." Esta curiosa fórmula, anotada asociación libre, sobre el que descansa la relación analítica, que aún
por Freud como si adivinara en ella un huella de verdad, anuncia de estaba por nacer. Por una vez, Freud cumple con lo que se le pide:
manera muy precisa lo que quiere decir. Lo cual, en efecto, no "Accedo a ello, y sin otros preliminares, me dice ... " Debe constatarse
·equivale a declarar "es verdad" o "es falso'', sino: "esta verdad tiene forzosamente que si Freud inauguró la regla del análisis fue para
por causa su decir". Es un asentimiento que sin duda merece un responder a la orden histérica. Por lo menos, la regla fue enunciada
desmontaje lógico. 8 El sujeto percibe que este asentimiento a la como protesta y demanda, antes de ser convertida en un imperativo.
verdad de la interpretación deja irreductible el estatuto del sujeto Como si éste reemplazara a una exigencia nacida del propio corazón
mismo de la enunciación. Ella dice "sí" a la interpretación freudiana, del conflicto.
confirmando, por lo tanto, su "valor de verdad" (en el sentido cuasi Mientras espera esta conversión al análisis, Freud organiza un
lógico del término), pero se separa de su propio asentimiento como sorprendente informe de investigación particular, razonando sobre el
si estuviera puesto al lado de ella. Se niega a reproducirlo en persona, deseo que le es mostrado en la historia histérica. Así, en el caso de
como si tuviera que mantenerse a cierta distancia: "No soy yo quien Miss Lucy R ... , busca la razón última del giro patológico:
aprueba, aunque diga que sí; no hago más que repercutir el discurso
que emitiste en mi lugar". Con todo, no me di por satisfecho con la explicación así alcanzada. 11
No obstante ser harto plausible, echaba de menos en ella una razón
Un poco más adelante, en el momento de la ejecución de la orden de
admisible de que la serie de excitaciones experimentadas por la sujeto
beber y de ahogar de esta manera el síntoma, la ironía histérica se vuelve y el conflicto de los afectos hubiese conducido precisamente a Ja
aun más aguda y lúcida: "Como muy bien y he engordado mucho. Del histeria. 12
agua mineral que usted me prescribió, he bebido ya cuarenta botellas.
Dígame si debo seguir bebiéndola?" 9 El inconsciente pregunta aquí con Semejante tipo de fórmula es revelador de la relación que se
precisión: ¿qué dosis de saber deberé tragar? ¿Hasta dónde deberé estableció en ese entonces: a partir del momento en que se trata de
obedecer para que finalmente sepas ... lo que yo quiero? compender el motivo determinante de la sujeto, en el plano del
proceso, la sujeto misma tiene por orden adherir a su razón. De esta
8
Por otra parte, es sabido hasta qué punto la cuestión de la femineidad interpela 10
Op. cit., p. 48; O. C. !, p. 41. Esta vez, quien consiente en efecto es Freud:
al psicoanálisis, en la medida en que exige una teoría del asentimiento: acerca de este
"Accedo a ello. y sin otros preliminares, me dice ... " Puede verse así que sabe ceder
punto, véanse los problemas revelados por Wittgenstein (en nuestro artículo, "Freud
cuando adivina una demanda legítima para el interés del tratamiento.
saisi par Wittgenstein, Wittgenstein séduit par Freud" [Le Temps de la réflexion, No
" En ese momento, Lucy alega un resfrío para explicar su alucinación olfativa.
2, 1981] y nuestro Freud y Wittgenstein, editado en castellano por Nueva Visión). 12
9 Op. cit., p. 90. O. C. l, p. 68.
op. cit., p. 64; O. C. l, p. 51.

86 87
manera, Freud consigue desprender respuestas del tipo de las que A través de este comentario, Freud reconoce suficientemente su
obtendría un Sócrates al percibir al sujeto del ejercicio de su propia tentación por ponerse en el Jugar del padre y amonestar a su ocasional
13
relación con la verdad: "Sí, creo que usted tiene razón." Sin hija, ¡Ja tentación por oponer de este modo la fuerza de su capricho al
embargo, a través del caso de Miss Lucy R. .., al descubrir un síntoma ofrecimiento de la verdad!
detrás de otro, Freud comienza a sospechar la complejidad del Por lo demás, eso provoca la inevitable ironía histérica: Al cabo de
proceso en curso. Pues si una "razón" puede esconder a otra, todo el tres presiones, 17 Freud recibe este sorprendente comentario, que a la
mecanismo es el que exigiría ser repensado. Freud, sin embargo, en vez constituye toda una confesión: "Esto mismo se lo hubiera podido
ese momento no tiene otra opción: mantiene su modelo de relaciones decir la primera vez." 18 A la muy natural pregunta: "¿Y por qué no me
del saber y de la verdad. Jo dijo usted?", llega esta respuesta, de una sutil ambigüedad: "Porque
Lo cual se ve reflejado por la sorprendente pretensión, aunque creía que no tenía nada que ver con lo que me preguntaba", combinada
precisamente en este modelo resulte comprensible, de extirpar la con otra: "Me figuré que podía callarlo, pero luego ha vuelto a
verdad de un solo golpe, como es el caso de la conversación con ocurrírseme las otras dos veces."
aquella Catalina... , encontrada "a dos mil metros de altura", 14 conver- Otra vez, aunque reproduzca el desconocimiento, la ironía histéri-
sación que hace las veces de catarsis relámpago. Por lo demás, a través ca da en el blanco: por más contradictorias que sean, las dos respuestas
de este ejemplo, Freud quiere mostrar la réplica inmediata del saber son igualmente verdaderas. A falta de asociación libre, la sujeto no
interpelado por el síntoma, allí donde éste no lo esperaba. Aquélla, por puede adherir a esta doble postulación: buscar el secreto ("lo que me
otra parte, se asemeja a una aparición, cuya desgracia Freud intenta preguntaba") y decir su verdad. En consecuencia, la verdad, reprimi-
conjurar reactivando la desgraciada escena de seducción. Una vez da por la loable intención de encontrar el secreto, insiste en hacerse
más, de un "Tal vez sea cierto ..." hasta un "Sí, por supuesto'', Freud admitir contra el procedimiento de tratamiento, tanto como por él.
obtiene la confesión. Así se establece esta larga práctica en que los dos partenaires,
Lo cual procede del postulado que él formula, bajo una referencia comprometidos en sus respectivas tareas, anudaban esta relación tan
poética, a través del caso de Isabel de R., el último caso tratado en Jos extraña, tan fecunda y tan llena de malentendidos: Freud, que com-
Estudios: "Esa mascarilla deja augurar un sentido oculto." 15 No tiene prendía todo tan bien, pero que veía resurgir sin cesar el querer-contra
nada de sorprendente el hecho de que esta "máscara" se transforme histérico; la otra, por su parte, que produce su verdad, reconociendo
en una mueca sarcástica que firma la resistencia: en el querer un reflejo fiel del que, sin embargo, estaba de alguna
manera despojada.
acompañaba estas palabras con una mirada de burla y me recordaba así De hecho, lo que está puesto en duda es el estatuto de Widerwille
los juicios de su padre sobre su carácter atrevido y a veces malicioso. y de Gegenwille, primeros términos empleados para designar la
Pero había de reconocer que en esta ocasión no eran del todo injusti-
resistencia -a partir del primer escrito psicológico de Freud en 1892-
ficadas sus burlas. 16
1893.19 Pero "en frente" se manifiesta la cuestión de la estrategia:

13 En efecto, en esos cortos asentimientos se observa el deseo de adherir a la verdad 17


Freud, en efecto, utilizó el método de presión sobre la frente con asociaciones
del maestro. como transición entre el método de hipnosis y el método se asociación libre. Esta
14 Op. cit. , p. 98. O. C. /, p. 73.

15 Op. cit. Por otra parte, en una nota menciona que, en este caso se había
forma de resistencia puede revelarse en ese tipo de contexto.
18 Op. cit., p. 122. O. C./, p. 89.
equivocado, lo que parece traducir simbólicamente un primer paso hacia la relativi- 19
"Un caso de curación hipnótica y algunas observaciones sobre la génesis de
zación de una lógica del "secreto" histérico. síntomas histéricos por "voluntad contraria", publicado en el Zeitschriftfür Hypno-
16 Op. cit., p. 114. O. C. !, p. 83.
tismus (diciembre de 1892 y enero de 1893); O. C. /,p. 167 y sig.

88 89
¿hay que quebrar esta resistencia por medio de la autoridad o domarla 3. El episodio Emma
a través de la seducción?
Parecería que esta profunda molestia frente a la seducción pro-
viene de un rechazo a ponerse en el lugar del seductor, anhelando al Hubo de llegar Ja crisis y la hora de verdad para esta relación.
mismo tiempo que Ja seducción tenga lugar, vaya de suyo -sin dar Llegamos al punto en que, en el corazón mismo de la relación clínica,
lugar a tener que ponerla sobre el escenario de Ja seducción. En esta va a revelarse la mayor contradicción de la demanda de verdad que
perspectiva, una relación parece servir como ideal implícito para Freud dirige a la histérica y la relación del sujeto con su propia verdad.
Freud: la del padre con su hija: una relación en que la proximidad va A nadie sorprenderá el hecho de que, en esta relación, pase a un primer
de suyo, sin que haya lugar a sospechas de seducción. Es por ello que plano el vínculo con el tercero mediador -papel que, en este caso, le
Freud busca crear, aunque sólo fuera provisoriamente, un vínculo corresponde a Wilhelm Fliess.
filial que le permita exigir implícitamente la autoridad de su "prote- Se trata del "episodio Emma", ocurrido en marzo de 1895, cuya
gida" sin fijar esta relación en una seducción. importancia reveló Max Schur, quien además constituyó su infor-
22
Ello nos llevaría, por lo demás, a un elemento de la Frauenbildung me. En el marco de la problemática que estamos construyendo, bien
freudiana que, a decir verdad, no es sino un ramo de grandes podría ser algo así como la escena primitiva del encuentro entre Freud
investimientos: 20 la relación de Freud con sus propias hijas. Lo cual y la histérica. Escena muy tardía, es verdad, puesto que clausura unos
quedó bien definido en el sueño que le cuenta a Fliess en mayo de quince años de intercambios: pero si parece saltar al rostro de Freud
1897: "No hace mucho soñé que sentía un cariño desmesurado por a destiempo en esa primavera de 1895 se debe, precisamente, a que
Mathilde [su hija], pero su nombre era "Hella", ( ... )[en alusión a su] esta relación mantuvo a cierta distancia un prodigioso efecto de real
pasión por Jos griegos." Pero ¿qué infiere Freud de ello? "El sueño clínico.
cumple, por supuesto, mi deseo de sorprender a un padre como La secuencia de los hechos que llevarán a esta Urszene puede ser
provocador de una neurosis, poniendo así punto final a mis dudas reconstituida con la ayuda de los documentos reunidos, sobre todo las
todavía persistentes." 21 Esta conclusión descansa en un sorprendente cartas a Fliess de esa época. Por ese entonces, Freud tenía ciertas
razonamiento: Fret1d en ese entonces se encuentra en pleno debate en dificultades con una histérica denominada Emma que sufría dolores
torno al papel del padre como seductor en la neurosis: al soñar con abdominales: Freud solicita la ayuda de Fliess, el cual se desplaza
complacencia esos tiernos sentimientos dirigidos a su propia hija, especialmente de Berlín para ejecutar la famosa operación de senos
declara Ja inocencia de su padre mostrando cómo él mismo, padre y trompas que, según él, debía restablecer el equilibrio-relacionando
irreprochable, experimenta tales sentimientos hacia su hija ... ¡sin ser misteriosamente los trastornos sexuales con los de la zona rino-
por ello un seductor! faríngea (febrero de 1895). Ahora bien, resulta que la enferma sigue
Su relación "paternalizante" hacia la histérica podría tener un quejándose: persiste en el lenguaje de su queja y de sus síntomas:
sentido en ese contexto (véase infra). ¡Pero esta chica rebelde e supuración de la nariz y hemorragias nasales. Una vez más aparece la
indócil no lo comprende justamente de esa manera! resistencia histérica localizada en el cuerpo mismo, y en el preciso
lugar en que pretendía atacarla el tratamiento: Freud diagnostica
simplemente una estrategia histérica.

22
20
Véase supra, capítulo primero. Véase La Mort dans la vie de Freud, tr. fr., Gallimard, p. 107 y sig. y "L' affaire
21
Los orígenes del psicoanálisis, pp. 182-183 (carta del 31 de mayu de 1897 a Emma. Lettres inédites de Freud a Fliess", en Etudesfreudiennes, 15-16, 1979, pp.
Fliess); O. C. 111, p. 769. 151-182. Dichas cartas faltan en la edición española de las Obras Completas.

90 91
Pero ante la insistencia del síntoma, que parece justificar la queja temible inversión del mundo, el Otro del saber -la mujer histérica-
y fundamentarla, se siente inquieto y solicita la intervención de otro decía la verdad. Y así la verdad es transferida del discurso que le daba
Otro (que no sea Fliess), un simple otorrinolaringólogo, quien extrae cuerpo al cuerpo de la mujer que, hasta ese momento, se suponía que
-revelando así el colmo del escándalo- de la nariz de la demandante mentía. Este reajuste en las relaciones de fuerzas de conocimiento
una banda de gaza de yodoformo de 50 centímetros impregnada de recuerda, por la extensión de sus consecuencias, el famoso reajuste
tintura de yodo -lo que provoca una hemorragia espectacular y el que, algunos meses más tarde, iba a necesitar la escena original. 25 Sin
desvanecimiento de Emma. duda, ella hizo bastante más que prefigurarla: puede incluso que fuera
Hay que rendirse ante la evidencia-la que en ese preciso momento su verdadero contenido.
designa con violencia el cuerpo histérico: el Otro-que supuestamente El terrible dilema proviene pues de esto: Freud tiene la sensación
detentaba el secreto de su deseo y de sus artimañas, Fliess en persona, de haberle hecho mal a una mujer con la complicidad de Fliess -lo
se había cruelmente equivocado: es él, el salvador, quien se había cual no deja de reactivar el contenido entrevisto en su autoanálisis
olvidado en los repliegues de ese cuerpo el instrumento mismo que bajo el encubrimiento de un recuerdo-cortina. 26 El dilema, en efecto,
debía curar, agravando el síntoma. Por una vez, es el propio Freud resulta temible: tenía que elegir entre el Ideal del Yo y el discurso del
quien desfallece: a punto tal -justa ironía de las cosas- que se Maestro por un lado, y la palabra de la histérica por el otro. ¡Ella decía
encuentra en la situación de la otra histérica, a la que pretendía hacer la verdad, y quien se equivocaba era el saber! Lo suficiente como para
23
tragar su verdad al mismo tiempo que una botella de agua mineral : que uno mismo desfallezca: de allí en más, Freud se entregará a un
por ese medio él mismo busca recuperar el aliento. profundo trabajo de duelo, anticipando de esta manera una vez más
Lo que resulta importante en ese momento dramático es compren- el trabajo de duelo tendiente a desanudar la Vaterbindung: 27 un
der qué está en juego en la relación freudiana con la histérica. ¿De qué proceso en el cual está proyectado. Freud, por lo demás, parece expiar
desfallece en ese entonces Freud? Sin duda, del espectáculo de sobre sí mismo a través de sus propios problemas de salud el daño que
desamparo ofrecido por el cuerpo histérico, de algún modo invo- le infligió a "esta pobre joven", su "niña sufriente".
luntariamente ajusticiado. Pero lo que allí queda revelado brutal- Lo más notable es que Freud se entrega a un doble proceso
mente es la separación, no menos insoportable, entre el saber magis- simultáneo: recusar la imagen del Maestro-de-saber (Fliess) bajo el
tral del que se supone que explica e inviste ese cuerpo por un lado, y cargo de acusación de haber infectado el cuerpo histérico mediante el
la verdad que el cuerpo de síntoma opone a ese saber, por el otro.
Desfallece, por lo tanto, por el hecho de que el síntoma desmiente tan 25
Ese decisivo reajuste por el cual Freud descubrió la orden del deseo detrás del
trágicamente el saber. relato de la escena primitiva se llevó a cabo durante septiembre de 1897 (cf. nuestra
Por lo demás, Freud se lo expresa claramente a Fliess. Poco tiempo aclaración en Histoire de la psychanalyse, Hachette, 1982, t. I, "Les grandes
después de ese 8 de marzo de 1895 -luego de transcurrido el tiempo découvertes de la psychanalyse").
suficiente como para efectuar el primer trabajo de duelo- se confiesa 26
Se trata del recuerdo-cortina mencionado en el giro de los años 1898 y 1899.
ante quien suponía que detentaba el saber sobre la mujer histérica: Siendo un niño de dos o tres años, Freud se encontraba en una pradera: "Recogíamos
flores amarillas y teníamos [con suprimo y su prima] en las manos una buena cantidad
"Todo se volvió claro para mí... Le habíamos causado daño, ella no
de dichas flores ya recogidas. La nena es quien tenía el ramo más lindo; pero nosotros,
era para nada anormal." 24 Nada más doloroso que esa tarea: anunciar los varones, como en un común acuerdo le caímos encima y le arrancamos las flores.
a la instancia de maestría que ésta se había equivocado y que, por una Ella se fue corriendo, bañada en llantos ... " ( G. W. 1, 541; cf. también Anzieu, op. cit.,
t. 11, pp. 525-533). ¿No creeríamos reconocer la escenografía de Emma: dos
hombrecitos maltratando a una muchachita inocente? ... Por lo menos podemos
23 Cf. supra, a propósito del caso Emmy, pp. 85-86. imaginar la resonancia de la escena para Freud.
27
24 Op. cit., "L'affaire Emma ...", p. 164. Cf. la observación supra, p. 73 y la nota 50.

92 93
saber que se suponía que debía curarlo: a fin de cuentas, este será uno habría repetido la hemorragia de sus quince años, por medio de la cual
de los elementos decisivos de su ruptura con Fliess. Pero, por otra estaba expresando su frustrado deseo de ser curada por un joven
parte, en lo inmediato se trata de salvar de nuevo la imagen del saber. médico del que se había enamorado secretamente. 32 ¡Por eso sangraba
En ciertos textos que de ahora en adelante podrán parecer un tanto la histérica! Aquí, la eficacia del deseo sirve para disculpar la falta del
cínicos, Freud buscará transformar la situación. Maestro. Ella habría padecido a causa de su propia efusión interna, y
Antes que nada, le confirma su fidelidad a Fliess: "Para mí -le no del cuerpo extraño dejado olvidado en el cuerpo sufriente. La
escribe el 20 de abril de ese año decisivo- seguís siendo el médico, el cuestión no es saber si Freud encuentra aquí una interpretación
tipo mismo de hombre en cuyas manos se ponen con toda confianza efectiva a la asociación deseante de ideas de Emma: bien podría, en
la propia vida y las del entorno ... " 28 Luego empieza una suerte de efecto, dar en el blanco, como ocurre tan seguido. Pero en su discurso,
teodicea, 29 a través de la cual el Saber, bajo su encarnación fliessiana, el haber encontrádo el síntoma funciona sin más como causa ocasio-
termina siendo rehabilitado a desmedro de la histérica, ¡nuevamente nal de disculpas por la violencia que el saber mismo ha impuesto al
inculpada! Al cabo de un año de proceso, el 16 de abril de 1896 le cuerpo histérico, aunque más no fuese por haber dado un pretexto
anticipa a Fliess: "Tengo una sorprendente explicación en relación sangrante a la reactivación de la Sehnsucht histérica.
con las hemorragias que te va a causar alegría." Es el grito de victoria Lo cual no impide que en ese momento se haya abierto una brecha
que anuncia que el Ideal del Y o puede restablecer su vacilante poder: entre el habla de una mujer de la que se suponía que no quería saber
pero parecería emplazarlo como para anunciar al Maestro su inocen- nada acerca de la verdad que le era ofrecida, y el de un maestro del que
cia recuperada. La explicación llegará el 26 de abril: "En lo que se sospechaba haber fallado en la producción de la verdad; esta
respecta a Emma, te podré probar que tenés razón, que sus hemorra- confusión entre laqueja y lafalta trastornó de una vez por todas el mo-
gias erán histéricas, que son la manifestación de una Sehnsucht, delo. De ahí en más, y diga lo que diga, Freud lo sabe perfectamente.
probablemente durante los períodos sexuales." 3ºEI síntoma hemorrá-
gico sería, por lo tanto, la repetición nostálgica de otra escena, en la
cual Fliess no estaba implicado, como tampoco Freud. Sobre la
naturaleza de esta escena, Freud todavía no da detalles: resulta 4. El sueño de la inyección aplicada a Irma
forzoso constatar que se pone en el lugar del Inquisidor cuya convic-
ción ya está establecida, pero que todavía no obtuvo de la bruja la
confesión que habría de confirmar las sospechas. En efecto, declara El caso de Emma tuvo un efecto decisivo: puso aFreud entre la espada
que ésta, a la que designó con el poco amable término de Frauen- y la pared en cuanto a su relación con la mujer histérica. A pesar del
zimmer,31 "por simple resistencia, todavía no dio las fechas". veredicto final, es ella quien alcanzará la victoria: pero fue necesario
El 5 de mayo de 1896 finalmente termina el informe que permite un sueño para que Freud (se) contara la verdad acerca de esta relación.
llevar a término la inculpación : el 8 de marzo del año anterior, Emma Es el famoso sueño de "la inyección aplicada a Irma de la noche del
24 al 25 de julio de 1895, que de algún modo figura en el frontispicio
28
de la Traumdeutung .33 Allí, en efecto, la mujer le habla a Freud en
Schur, op. cit., p. 167.
29 La teodicea es la metafísica destinada a inocentar a Dios por la presencia del Mal sueños y le dice su verdad: el texto onírico, por lo tanto, le da su texto
en el mundo que ha creado (cf. Leibnitz, creador del término y de la disciplina); hay
cierto tono a teodicea en ese discurso reparador: sin embargo, es cierto que Freud
32
fracasa en su intento. Aquí se ve perfilarse netamente la idea de transferencia.
33
Jo Op. cit., p. 179. Figura en la sección JI del capítulo Il de la Traumdeutung, que de alguna manera
J i Término peyorativo. inaugura.

95
a esta escena primitiva-el encuentro de Freud y la mujer-a la vez tan parece desplazarse hacia un temor por haber "dejado pasar" un
presente y tan denegada en la relación real que se había instaurado. A síntoma del cuerpo.
menudo comentado, este texto nos interesará desde un punto de vista Extraña secuencia. El saber se queja de la histérica: te "expliqué"
nuevo: en tanto que documento en que es posible leer literalmente la y vos persististe en tu mal, a pesar de mi saber, te negaste a hacerlo
relación freudiana con la femineidad, tal como ha sido reconstituida. tuyo. Luego el sujeto del síntoma, el de la "mala fe", insiste: se queja
Hay algo esencial que se dice ahí, semejante a una relación que, a falta al saber y a su instancia. Entonces el maestro duda de sí mismo y llama
de poder desanudarse, anuda su contradicción y le da mayor efec- al cuerpo: ¿me habré confundido? Extraña opresión, de manera que
tividad. si es "psíquico" tenés que estar de acuerdo con mi "solución"; si me
El texto del sueño mismo se organiza de hecho a través de una equivoqué, el responsable es tu cuerpo. Verdad y "mentira" saltan del
dramaturgia del encuentro, cuya primera frase será un reproche y la discurso del saber al cuerpo de sufrimiento, en un sutil intercambio
segunda una queja: de posiciones.
Los restos diurnos dan cuenta bastante bien de que Freud revive una
En un amplio hall. Muchos invitados, a los que recibimos. Entre ellos, situación ejemplar: desde el verano de 1895, en pleno trabajo de duelo
Irma, a la que me acerco en seguida para contestar, sin pérdida de por su falta para con Emma, tenía en tratamiento a "una joven dama",
momento, a su carta y reprocharle no haber aceptado aún la "solución". Irma, vinculada con su propia familia, tratamiento interrumpido a causa
Le digo: "Si todavía tienes dolores es por tu culpa." Ella me responde: de un desacuerdo en cuanto a su interpretación. La víspera, Freud se
"¡Si supieras qué dolores siento ahora en la garganta, el vientre y el encontró con Osear Rie, quien mencionó a la paciente incompletamente
estómago! ... ¡Siento una opresión!. .. " Asustado, la contemplo atenta- curada, recordándole su fracaso, como un reproche inconsciente. Acaso
mente. Está pálida y abotagada. Pienso que quizá me haya pasado fuera una casualidad que, mientras redactaba para su amigo Breuer la
inadvertido algo orgánico. 34 observación del caso Irma, se le despertara un dolor reumático: es como
si el locutor escribiera con una mano y transportara a su propio cuerpo
La historia precedente encuentra en este relato su texto, corto y (al hombro izquierdo) el recuerdo del síntoma que su saber reduce de
transparente como un plano. Nunca Freud fue tan lúcido como en este tan mala manera. Ahora bien, ¿acaso esta Irma no forma parte de los
caso, en esta otra escena que le procura el sueño y en donde, en tanto invitados de una próxima recepción de los Freud? Freud ve de este
que soñador, cuenta lo que pasa entre él y ella: relación marcada con modo volver hacia él, con una insistencia fatal, la figura de su fracaso.
el ritmo del momento de la interpelación -¿por qué no quisiste saber Es por ello, sin duda, que él es quien da el primer paso en el sueño,
nada de mi saber?- a la cual responde la repetición de la queja: no una haciendo un reproche para prevenir otro.
queja agresiva contra la autoridad, sino una petición dirigida a él para Queda claro por fin el sentido de esta iniciativa: se trata de la
que comprenda su queja. El saber que es demandado es otro -"¡si indignación del saber que el deseo supuestamente revelado por él no
supieras qué dolores siento!. .. "- junto a esa enumeración de órganos "asiente", no se reconoce en él. El tono autoritario disimula mal el del
apoyada por esta pregunta abierta. El cuerpo histérico se efectiviza en enamorado abandonado: "Por qué me dejaste?" Amor que, por otra
órganos de sufrimiento, que el saber deja que se desparramen quejo- parte, se dirige a su regalo: "¿Por qué no amaste la verdad que yo te
samente. Entonces el miedo se apodera del saber-ante el espectáculo había asignado?"
de esta insistente derelicción, reconocemos la secuencia del episodio Aún queda por descubrir lo más sorprendente: una vez que el saber
de Emma: pero curiosamente, se remite a la vertiente orgánica del ha perdido la cabeza, ve abrirse un abismo que lo interpela todavía
síntoma: la angustia de haber pasado por alto el cuerpo del síntoma más imperativamente que la queja verbalizada, la de una garganta
inflamada:
34
C. W. 11-lll, 111; O. C., ll, p. 310.

96 97
La conduzco junto a una ventana y me dispongo a reconocerle la
garganta. Al principio se resiste un poco, como acostumbran hacerlo proximidad con el trabajo sobte la química de las glándulas sexuales.
en estos casos las mujeres que llevan dentadura postiza ( ... ) Por fin, Por lo tanto, lo que se estaba tratando de inyectar era en efecto el
abre bien la boca, y veo a la derecha una gran mancha blanca y, en otras contenido del saber tanto como su objeto: la histérica sufre por la
partes, singulares escaras grisáceas, cuya forma recuerda la de los sexualidad. Pero el saber que justamente nombra la causa puede
cornetes de la nariz. infectarlo, ante la falta de una mediación. Por lo menos es necesario
hacer una teoría nueva de la inyección -de la relación de Ja jeringuilla
No resulta nada soprendente que en el interior abierto del cuerpo, con el cuerpo del síntoma- la cual no es otra sino Ja teoría de la
Freud encuentre el cuerpo del síntoma anteriormente localizado en transferencia.
Emma. Pero a pesar del fulgor que supuestamente se introduce en esta Queda la imagen de la mujer, cuyo emblema es Irma. Lo que resulta
oscuridad, lo que se muestra es el abismo Oial de una demanda, impactante, a partir de los elementos proporcionados por Freud, es la
mezclada con reticencia. composición en forma de mosaico, es decir, la multiplicidad de trazos
Se produce entonces un terrible fenómeno: el soñador se ve (Züge) tomados prestados para determinar la fisonomía del personaje
expulsado a un segundo plano del decorado. Entre él y el cuerpo de central. De este modo, la resistencia a dejarse examinar remite a la
la histérica se interpondrá un pequeño ejército de "hombres del arte"; analogía con la niñera que se negaba a dejarse ver de muy cerca a
ciertamente requeridos por él mismo, como para suplir su flaqueza: causa de su dentadura postiza; la posición de Irma cerca de la ventana
el doctor M. (Breuer), el amigo Otto (Rie), el amigo Léopold (Fliess). está tomada de Ja posición de una de sus amigas, vista por Freud
El diagnóstico de infección termina imponiéndose, y el grupo consi- mientras era examinada por el doctor M. (Breuer); la palidez y el
dera la necesidad de una inyección de trimetilamina, sustancia cuya aspecto entumecido, así como los dolores de panza, son una alusión
fórmula Freud ve inscrita "ante (sus ojos)" en gruesos caracteres. Se a Martha, en ese entonces embarazada, que se dejaba acercar de muy
pueden reconocer las diversas figuras de hombres implicadas en la mala gana. Finalmente, hemos visto todo lo que la analogía de la
relación con Irma, directamente o por desplazamiento. Es cómo si situación implica con respecto a la identificación de Irma con Emma.
Freud, en esta oportunidad, sacudiera el recuerdo de quienes fueran Este extremo estallido puntillista de los síntomas es revelador de
sus mediadores a lo largo de la génesis de su relación con la histeria: la estructura galáctica que Freud busca integraren la concreción de un
pero ahora parecen más bien interponerse. . cuerpo histérico, pacientemente recompuesto. Irma se convierte en el
La última imagen es la de un cuerpo de sufrimiento sobrecargado lugar geométrico de los síntomas de una serie de singularidades: ella
de terapeutas, la cual culmina con la inyección final. ¿Acaso no es, por erige en tipo esta pluralidad que no podría constituir un universal
lo demás, lo que constituía el límite de manera crónica a la relación, (subsumiendo las diferencias bajo una generalidad), sino un cuerpo
a saber, querer inyectar al sujeto el saber saludable desde el exterior? compuesto por unidades retorcidas de síntomas. Plurivalencia inte-
¿Lo que le siguió no fue acaso, por una cruel paradoja, una infección? grada: historia(s) de una(s) que Freud parece veren su sueño como en
El texto de la pesadilla que Freud tuvo a propósito de Emma era ése, una recapitulación de un cuerpo sintomático.
que el saber pueda infectar al paciente. Encima, en el sueño habla de Hay algo en ese sueño que hace mención a ciertos adioses: adiós
una operación hecha "tan ligeramente", con una "jeringuilla" que a la relación directa con el cuerpo histérico, cuya hipótesis era el
"estaría además sucia". Así, ante la imposibilidad de reducir la médium, adiós al mundo de los intercesores que debería garantizar el
mancha del síntoma, el instrumento mismo aparece como contamina- acceso al cuerpo. En este balance es donde la primera relación
do y contaminante. encuentra su límite y su verdad: de ahora en más habrá que acudir a
Por otra parte, Freud nos indica que la sustancia misma de la una nueva institución, la cual intentará que el encuentro tenga éxito:
inyección está señalando la importancia de la sexualidad, por la el análisis propiamente dicho.

98
99
recuerda los errores médicos que marcan el ritmo de ese recorrido. Por
A título de emblema de este acontecimiento, ¿cómo no mencionar
si eso fuera poco, este episodio está ligado nada menos que al
lo que siguió de cerca al sueño de la inyección? Algunos meses más
descubrimiento analítico, el del complejo de Edipo: según el mismo
tarde, en efecto, nacía Anna, indirectamente implicada por la alusión
reconoció, en el preciso momento en que "debía hallarme en camino
al embarazo de Martha. El sexto hijo de Freud, una hija, la única que
de considerar el general carácter humano (das allgemein mens
habría de retomar la antorcha analítica. El inconsciente sospecha un
Charakter) de la fábula de Edipo" es cuando interviene este intrigante
vínculo secreto entre este sueño decisivo en que algo esencial de la
error.
relación de Freud con la femineidad se desanuda, y el nacimiento de
La "víctima" reveladora es de alguna manera el reverso del tipo de
quien será hablitada por el padre a retomar el mensaje de su saber. En
la joven histérica que era Irma-Emma: se trata de una paciente
efecto, una vez liberado de cierto malentendido del saber analítico
nonagenaria que Freud curaba hacia fines del año 1897 en tanto que
con respecto a la verdad exhibida por la mujer histérica, ¿acaso no
médico. Pero en uno y otro caso se da lugar a una inyección
debía elegir a una mujer como portadora de su saber, como prueba de
defectuosa:
que el análisis puede sobrevivir a la irreductible queja de Irma-
Emma? Me hallaba yo bajo la impresión de un sueño que me había sido relatado
Esta garganta boquiabierta es como la victoria histérica en este la noche anterior por un joven, cuyo contenido no podía interpretarse
primer combate: boquiabierta de un querer que tan bien se sustrajo del más que como el comercio sexual del sujeto con su propia madre.( .. .)
lugar en que lo asignaba su deseo. A Freud le quedará por comprender Abstraído en estos pensamientos llegué a casa de mi paciente, que
cómo pudo haber tenido tanta razón, sin obtener la razón de ese frisaba en los noventa años, y debía hallarme en camino de considerar
querer. el general carácter humano de la fábula de Edipo como la correlación
Por ello mismo, lo que retorna es ciertamente la cuestión de la de la fatal profecía expresada por el oráculo, pues "me equivoqué con"
hechicera, a quien habíamos mencionado al final del capítulo prece- o "atenté contra la anciana". 37
dente.35 Dos años después del sueño de la inyección aplicada a Irma,
36 Lo que tenía que hacer en realidad era, por un lado, echar en los ojos
en el preciso momento de la promulgación del psicoanálisis, Freud
tendrá otro sueño de inyección, el cual podría estar secretamente de la anciana una instilación de colirio y, por el otro, aplicarle una
vinculado, por la reactivación del pacto primitivo, con la hechicera, inyección de morfina. Bajo el efecto misteriosamente desordenador
su primera "maestra en cosas sexuales". de las ideas precedentes, invierte parcialmente la secuencia e instila
la morfina en los ojos, error que rectifica de inmediato, no sin que le
vengan a la mente la expresión "profanar a la vieja". Ambigua
expresión -sich vergreifen quiere decir al mismo tiempo "profanar"
5. La inyección fallida: la histérica y la hechicera y "equivocarse"- que constituye la simbólica realización del progra-
ma que Freud vio perfilarse en el inconsciente del hijo obsesivo.
Resulta fácil adivinar, por lo tanto, que entre la revelación especí-
Un extraño episodio confirma, en efecto, el estrecho vínculo entre el fica del Edipo, en el sueño mencionado del obsesivo, y su proclama-
saber freudiano y el oráculo constituido por la anciana mujer. Freud ción analítica en tanto que verdad universal-válida para todo hijo de
hace de él un acto fallido, cuyo efecto real no es despreciable y mujeres- se intercala este error de inyección, cuya víctima es una

37 Psicopatologíade la vida cotidiana, G. W. IV, 196-198; O. C. !, p. 717. El relato


35 Véase supra, p. 73 y sig. figura en el capítulo 8 (g). Cf. también Anzieu, op. cit., t. 1, p. 326 y sig.
36 En efecto, es el momento decisivo del descubrimiento del Edipo.

101
100
mujer vieja. Mujer en el umbral de la muerte, como para encarnar la Capítulo III
identificación impuesta por el inconsciente entre la Muerte y la LA REVELACION DEL QUERER-MUJER
Madre. 38 Este acto simbólico de "profanación" es una suerte de
confirmación, venida de la propia mano de Freud, de Ja fatalidad a
punto de serle revelada. ¿No era necesario este acto para convencerse
de la fuerza de Ja fatalidad?
Con ese acto profanador, llevado a cabo sobre el cuerpo extendido
de la Madre, es que Freud inaugura, por medio de un error, el oficio
del saber analítico, en su texto fundador, edípico. Pero una "vieja"
recuerda a otra: es ciertamente el nombre que le daba a Nanie, la
Hechicera de quien recibió el derecho a saber, infringiendo la prohi-
bición a pensar. Esta entrada en el saber se inaugura por una falla; pero
dándole un estatuto a esta falla es como se anuda el saber del
inconsciente. Freud padece aquí la Ananké de su "objeto", 39 paga su l. La apuesta de Ja transferencia
función: el oráculo sólo podía ejercerse mediante esta sumisión a la
fatalidad. No queda sino que la vieja mujer proporcione a Freud la
imagen de la Moira, esa Fatalidad que ella expía y encama al mismo Resulta conveniente comprender bien lo que va a implicar el pasaje
tiempo. Tal es, en efecto, el estatuto que el texto edípico asigna a la al análisis en lo que respecta a la relación con la mujer. Un pasaje
madre: víctima todopoderosa. Recibió su vocación de una mujer- después de todo impuesto por la histérica, como una alternativa o
hechicera; de otra mujer hechicera, de la histérica, recibió el naci- huida inconsciente. Cansado de "mirar a los ojos de las histéricas"
miento. Ante cada revelación, es necesario el error -el mismo- del durante ocho horas por día, Freud instaura otra escena, la de la cura
cual el saber puede tomar vuelo nuevamente. de lenguaje en que el sujeto puede, de ahora en más alcanzar el título
de sujeto (dividido) de su deseo, antes que objeto de un proceso.
Pero he aquí lo más sorprendente: y es que a partir de ese momento,
la cura va a acoger a hombres obsesivos que se mueven allí en su
propio elemento, 1 mientras que las mujeres histéricas serán represen-
tadas como la reintrusión de esos demonios demasiado conocidos de
la época de la hipnosis. El papel del caso Dora justamente es el
de haber revelado la estimulante y amarga verdad de que si todo había
cambiado en la relación instaurada de ese modo, nada, en el fondo,
había cambiado en cuanto al punto litigioso entre Freud y la femi-
neidad.
Es verdad que este nuevo desafío, aliviado del enfrentamiento
38
Véase supra, p. 60 y sig.
39
Cf. nuestro ensayo sobre L'Entendementfreudien. Logos et Ananke (Galli- 1
mard), en donde ponemos de manifiesto el sentido de ese sentimiento para la Cf. la docilidad del "hombre de las ratas" o del "hombre de los lobos" ante el
racionalidad freudiana misma. El propio Freud toma prestada su referencia a la contrato analítico, a cambio de ir luego en su contra, tal como lo indica la cláusula de
resistencia...
Ananké y al Logos del escritor holandés Multatuli .

102 103
cuerpo a cuerpo en el que Freud se sentía incómodo, obtendrá una elaborar una patente contradicción una vez que ya pasó, al tiempo que
considerable ganancia: la transferencia. esa piedra angular de la cura reivindica su pesadez, Freud va a afrontar esta nueva figura de la
analítica. Dora va a ser la nueva figura de la hechicera, dejándole a Ananké: ¿es posible relacionarme diferentemente con la demanda de
Freud, al mismo tiempo que un gusto amargo por un semifracaso, esta seducción de la mujer? ¿Acaso no era ser seducida lo que ella quería
llave maestra de saber que es la transferencia, la cual no es ni más ni ser y todavía quiere ser, en la cura? El acceso a la cura no tuvo por
menos que el nombre propio de la relación analítica. efecto sino el que esta cuestión se volviera insoslayable en lo que
Pero una vez más, la cuestión debe ser reformulada y redescubier- respecta a la feminidad. Así, Freud, una vez más, es remitido a la
ta, considerándola desde la relación con la feminidad: resulta extraño figura de su propia relación con el saber y con el deseo, es decir, a
que se haya presentado la transferencia como descubrimiento a pesar la realidad de su propia relación, tan embarazosa y tan insistente a la
de Dora, contra ella, como mucho gracias a ella. Ahora bien, vez, con la seducción.
nuevamente en este caso la relación con la mujer no es una simple ¿Cómo no mencionar, siguiendo esta perspectiva, el famoso sueño
oportunidad de ganancia de saber analítico: es su misma condición de de la escalera, relatado en mayo 1897, en el momento clave del
posibilidad. Lo cual, para poder ser bien evaluado, supone restituir "nacimiento del psicoanálisis"?
ese "momento" nuevo en la continuidad de una historia que no deja
de escribirse, asociando el destino de la cosa analítica con la femi- Soñé -relata Freud- que estaba subiendo por una escalera, a medio
neidad. vestir y con mucha prisa( ... ). De pronto advierto que una mujer me
sigue por la escalera, y en ese momento me siento clavado al suelo,
paralizado, como es tan común en los sueños. La sensación acompa-
ñante no era de angustia, sino una excitación erótica. 2
2. Freud y la seducción
Ello "suele ocurrir", desde luego, pero en este caso, le toca a Freud,
perseguido por "una buena mujer", ser presa de esa parálisis, en la que
De este modo se revela algo igualmente importante: el pasaje de la detecta por lo demás "un deseo de exhibición".
hipnosis y del primer modelo relacional al segundo, marcado por el Lo cual se parece mucho a una huida, pero es como si hubiese
dispositivo analítico, tiene un efecto revelador en lo que se refiere a quedado estupefacto por detrás: 3 esta huida viene acompañada por
la relación de Freud con la seducción. Ante esta cuestión, el término una visible connotación erótica. En ese momento decisivo, en el que
de "contra-transferencia" resulta bien formal: no es sino la transpo- renuncia al enfrentamiento "cuerpo a cuerpo" con la histérica, todo
sición "técnica" de lo que no deja de trabajar en la relación de Freud ocurre como si sientiera su mirada fija en él, y su efecto fuera el de
con las mujeres. Pero si fue necesario hablar de ello en ese momento, inmovilizar su carrera. Y a no mira al cuerpo del síntoma, ¿pero no
se debe a que la seducción se había sustraído del discurso de Freud ocurre acaso que cae por esa misma razón bajo la mirada del otro, en
sobre esa relación de una manera tan resuelta, como si estuviera una suerte de intolerable exhibición? Lo cual confirma el sentimiento
funcionando una denegación casi perceptiva, a tal punto es cierto que
lo que Freud quería era ciertamente seducir, aunque sólo fuera en 2
Este sueño se encuentra en la carta a Fliess del 31 de mayo de 1897; Los orígenes
nombre de su verdad. del psicoanálisis, p. 183; O. C.///, pp. 769-770. Véase también Anzieu, op. cit., t. I,
De este modo, en ese momento -y precisamente en el momento del p. 302-308. Será retomado en la Traumdeutung, G. W. II-III , 243 ; O. C. !, p. 377.
3
encuentro con Dora- Freud, de una vez por todas, se planteará la "Avergonzado, quiero apresurarme, pero en este momento se apodera de mí la
cuestión de la seducción. Con esa extraña lucidez, que le permite parálisis indicada y me resulta imposible avanzar un solo paso. " (Traumdeutung, op.
cit.).

104
105
de caer a la merced de una requisitoria, también indicado por el sueño necesaria esta "experiencia" para que sus ... temores se confirmaran.
de la Mesa redonda (véase infra). ¿Fue necesario por lo tanto eso para que renunciara a la hipnosis? Pero
Así, por no mirar ya a la histérica en los ojos, se expone a entonces Jo está esperando "el amor de transferencia" en la cura,
convertirse en el objeto mismo de su mirada. Escena primitiva donde podía creerse al abrigo ...
invertida: "una mujer me mira, soy mirado por una mujer". También
una sanción: si te negás a mirarme, si desconocés la imagen -el
síntoma que lanzo a tus ojos- padecerás la fatalidad, mortífera, de mi
mirada. Mi síntoma, por lo tanto, te está mirando. 3. Dora como síntoma de Freud
El sapere aude freudiano, que exige mirar el peligro en Ja cara,
encuentra allí decididamente un temible efecto de espejo. ¿Acaso no
es la muerte de quien huye aquí, Ja misma que quiere "tomarlo en sus En esta perspectiva, se puede comprender la considerable importan-
brazos" 4 enamoradamente? cia del caso Dora. U na vez más, este episodio tan citado nos interesará
La cuestión es que Freud, en el relato oficial que da en su para nuestro propósito desde el punto de vista de lo que Freud aprende
Selbstdarstellung, asocia el renunciamiento a la hipnosis con una de la relación misma. Por lo demás, el error sobre el "contenido" de
escena de enlazamiento: "Un día tuve una experiencia que me mostró la interpretación -a desestimación de la fijación de la otra mujer, la
bajo una de las más crudas luces lo que sospechaba desde hacía Sra. K.- también se deja comprender a partir de la mayor confesión
tiempo. Ese día acaba de liberar de sus males a una de mis más dóciles de Freud: el desconocimiento de la transferencia. Pero si es cierto que
pacientes, en quien la hipnosis había permitido las más exitosas con Dora Freud se da cuenta del papel determinante de la transferen-
proezas al relacionar sus crisis dolorosas con sus causas pasadas. cia en el análisis, todavía debe comprender cómo esta "toma de
Cuando se despertó, mi paciente me abrazó al cuello. El inesperado conciencia" se vincula con el anuncio que le es hecho de ella por la
ingreso de una persona de servicio nos evitó una penosa explicación, histérica misma.
pero a partir de ese día renunciamos y de común acuerdo a la Dora es, en efecto, la Frauenzimmer que, tal como lo indica la
5
continuación del tratamiento hipnótico." metáfora, es una clave. Sin duda, lo esencial lo constituye el hecho
Escena incongruente y reveladora desde todo punto de vista: Freud de que una mujer le proporcionó la clave transferencia) del análisis.
ha adquirido la fuerza y el prestigio de su técnica hipnótica. Como si Pero Ja manera en que Freud lo experimenta es lo único que permite
fuera Ja Bella Durmiente, una vez que ha sido despertada la enferma determinar lo que allí está en juego, con la condición justamente de
abraza a su salvador. Pero he aquí una que, a diferencia de muchas reinsertar este acontecimiento en la historia precedente.
otras, es demasiado dócil. En lugar de una "explicación" (¿de qué Las últimas líneas del caso Dora merecen ser leídas en esta pers-
naturaleza, pues, habría sido?), todo concluye con la intervención de pectiva. ¿En qué consiste la autocrítica de Freud? Se resume a unas
un tercero-que decididamente siempre está presente entre Freud y la pocas palabras: "No conseguí adueñarme a tiempo de la transferen-
6
histérica. Y esta vez las dos partes llegan a un acuerdo -¿por qué, en cia. " Lo cual puede ser leído literalmente, para mantener el filo de los
estas circunstancias, era necesario llegar entonces a uno?- para que términos elegidos por Freud: "Ella no encontró en mí el dueño de la
se rompa el pacto, para que se consume la ruptura.
Por lo demás, Freud nos dice, con fingida ingenuidad, que fue 5
Zimmer también quiere decir "habitación". Véase infra, p. 134 , sobre esta
imagen de la clave de la intimidad.
6
G. W V; tr. fr. en Cinq psychanalyses, P.U.F., p. 88; tr. esp. en Historiales
4
Cf. La expresión empleada en el texto de los tres cofrecillos, supra, p .. Clínicos, O. C. 11, p. 655.

106
107
en que yo le recordaba a K., Dora hizo recaer sobre mí la venganza que
transferencia." O incluso: "Fallé al caer en el lugar del dueño* de
quería ejercitar contra K. y me abandonó como ella creía haber sido
la transferencia." No se trata de una simple carencia "técnica", sino
engañada y abandonada por él. La paciente vivió así de nuevo un
de una falla simbólica. fragmento esencial de sus recuerdos y fantasías en lugar de reprodu-
Concretamente, ello se habría manifestado por un error táctico
cirlo verbalmente en la cura." Dicho de otro modo, la histérica
concerniente a los signos de transferencia y al plazo disponible para
sorprende al adversario, precipitándolo en el tiempo de la acción,
responder a ella: a pesar de los primeros signos tangibles .de la
escapando al tiempo de Ja representación y de la elaboración. De
identificación llevada a cabo por Dora de Freud con la instancia
donde proviene, por otra parte, su queja relativa al tiempo: "Me decía
paterna, Freud reconoce: que la cura duraba demasiado, mientras que en las primeras semanas
era Jo suficientemente razonable como para no protestar cuando le
Pero incurrí en el error de descuidar esta primera advertencia, pensan-
do disponer aún de tiempo más que suficiente, ya que no se presentaban
decía que el tiempo necesario para su restablecimiento sería de
nuevos estadios de la transferencia ni parecía agotarse aún el material alrededor un año."
analizable.7
Pero allí aparece la cuestión cuyo punto importante no es otro sino
el tiempo: si Dora se aburre a partir de ese momento en la cura, es
Notable razonamiento: el error correspondería a un descuido de la también porque se aburre en compañía de Freud. Si recusa la exigen-
urgencia del bloqueo transferencial. Freud seguía interpretando el cia de una duración, es porque ha dejado de suscribir a la Ley que él
material, trabajaba, por lo tanto, sobre el material sintomático de encarna en persona. Freud dejó pasar su oportunidad, la dejó escapar
Dora, mientras que ella, durante ese tiempo, iba copando el terreno. de su temporalidad, la de la elaboración y del saber. A partir de ese
¡Mientras Freud se ocupaba de sus síntomas, ella pensaba en él! Esta momento, ella está en otra parte.A partir de ese momento, no se
condición de tiempo remite a la dialéctica cruzada del deseo y de la compende muy bien de qué se queja él, o por quién se lamenta.
muerte: no hay que dejar pasar el momento decisivo, el de Hic En efecto, a veces se queja de haber sido abandonado; ¡a veces,
Rhodus, hic saltus. Pero si la urgencia se descubre especialmente en sospecha que no la sedujo lo suficiente! Consolándose por no haber
este caso, es porque la histérica pone al tiempo analítico, procesual, sabido nunca desempeñar su "papel", Freud expresa en realidad su
sobre el tapete. Es como si Freud nos dijera: estaba trabajando en la ambivalencia: pues precisamente su decisión tiene por objeto el papel
eternidad -el tiempo obsesivo, por lo tanto, 8 mientras que ella que le corresponde cumplir. Como si declarara no querer suscribir al
histeriqueaba el tiempo de Ja cura, llevándolo a la instantaneidad, la donjuanismo, sea cual fuere su forma, mientras lamenta que ella no
de la demanda de seducción, que no soporta plazo alguno. haya sido seducida ... ¡sin que él tuviera que desempeñar su papel de
Se trata, por lo tanto, de un tiempo aprovechado: "De este modo, seductor! La reflexión final -"No sé que clase de auxilio quería
la transferencia me sorprendió desprevenido, y a causa de un 'algo' demandarme" 9- muestra lo bastante su perplejidad. Pero acaso lo que
se desliza en la última declaración de Freud a Dora sea una nostalgia
de la seducción fallida: "Le aseguré que le había perdonado haberme
*En francés, el término maftre corresponde en castellano tanto a" amo" y "dueño"
privado de la satisfacción de haberla libertado más fundamentalmen-
como a "maestro", de manera que resulta posible "adueñarse" de algo con un sentido te de sus dolencias."
de "maestría" y no de posesión, como es en este caso. Se entiende, entonces, que Freud Uno siente que resurge el reproche a Irma: "¿Por qué no aceptaste
es el "maestro" y no el "dueño" de la transferencia (N. del T.). mi solución?", pero adaptado a la nueva situación: Freud se ubica del
7 Op. cit., p. 89; p. 656.
8 Comparar con las estrategias dilatorias del hombre de las ratas, prolongando el
9
tiempo para postergar sus estrategias (es el tiempo de la "procrastinación"). G. W. V, Op. cit., p. 91; p. 657.
283 (tr. fr. p. 89).

109
108
lado de la falta, para reubicarse in extremis en la posición del maestro: carroza". Lo que también se escribe de la siguiente manera: "Puesto
el que puede perdonar a quien le ha quitado el prestigio de una victoria que no supiste seducirme con tu verdad, puesto que no la pudiste
y sugerir a la otra un último despecho:"¡ Quedáte entonces con tu mal, presentar como si fuera la mía, me voy."
dado que no querés amar mi saber!" Pero, en los tiempos de Irma, Vemos a Freud, entonces, sorprendido en pleno esfuerzo: de
Freud todavía soñaba con "la enferma ideal". Dora lo cpndujo a la entrada, va a intentar impresionarla asignándole la razón de la
realidad del síntoma. Acaso se&, finalmente, la mujer real. aquella de ruptura: "¿Cuándo tomó usted esa resolución? -Hace quince días.
quien tiene que experimentP.r lo real del síntoma. -Quince días. Parece como si se tratase del despido de una criada o
La verdad de la relación de Freud con Dora estalla en la última de una niñera." Ahora bien, esto suscita una asociación inmediata con
entrevista, en la que viene a anunciar~ que se vª. Escena de ruptura, cierta niñera que renunció después de haber sido seducida por el Sr.
después de t9do, en que la estrategia de Freud ªparece entre Ja espada K., el mismo que intentó seducir en el lago a Dora. Así, Freud tomó
y la pared. No es casual si Freud retranscribe en estilo directo, co):llo el anuncio de "despido" como síntoma.
citando, lo sustancial de este intercambio verbal. La entrevista c.on la De allí en más le impondrá a Dora una sesión extraordinaria a partir
histérica es un verdadero pequeño género literario que Freud in.ventó de un imperativo: "Ya sabe usted que puede intem1mpirel tratamien-
º
a partir de los EstudiQs. 1 TP.mpoco es casual si pasa al estilo directo to cuando quiera. Pero hoy vamos a trabajar todavía." De este modo,
justamente en los mornentos dramáticos de l<t reJación coq la histéri- le va a asestar una considerable dosis de saber-como si hubiésemos
ca. Si, llegado el caso, el discurs9 pbsesivo pueqe contentarse con un vuelto a una lógica de la "inyección", en particular revelándole la
resumen en estilo in.directo, como si el contenido füera sustancial a la naturaleza de su deseo por el seductor deshonrado. Como mucho;
enunciación, un efecto propio de l<t histérica es el de dar a la enun- consigue impresionarla.- "Dora me oyó sin contradecirme, como
dación mism&, proferida, µn valor de afecio propio, que Freud no solía. Parecía impresionada. Se despidió amablemente de mí, deseán-
puede hacer menos que reproducir. dome toda clase de venturas en el nuevo año ... y no volvió a aparecer
Pero esta vez puede 9ecirse que es el punto más alto del género. Por por mi consulta." 12 Uno siente que Freud revive el momento en que
lo demás quien toroª lª iniciativa es ella, lanzando inocentemente su iba tras el menor efecto de su discurso para evaluar su poder.
bomba. Da comienzo a la tercera sesión con estas palabras; ''¿Sabe Es también el momento de lamentarse:
usted, doctor, qye hoy es la última vez que vengo aquí?" 11 De lo que
resulta una re~puesta a la <tliura del anuncio: "¡Cómo voy a saberlo si Surge aquí la cuestión de si hubiera quizá logrado retener a la paciente
hasta ahora no me ha picho usted nada que pudiera hacérmelo prestándome a desempeñar un papel insincero; esto es, exagerando el
prever!". Respuesta e11 forma de falsa evidencia, pues Freud remite a valor que para mí había de tener la continuación del tratamiento y
la locutora el peso de su propio discurso: eso no va pata nada de suyo, mostrando a Dora un caluroso interés que, no obstante las limitaciones
puesto que usted ¡ne lo está diciendo: asuma, por lo tanto, su decir. impuestas por mi situación profesional, habría sido acogido por ella
La razón dada µorla paciente justamente es su impaciencia: "Sí. como una sustitución del cariño que tanto ansiaba. No lo sé. 13
Resolví quedarme hasta Año Nuevo, pero ni un día más. No quiero
esperar por más tiempo la curación." Resulta fácil reconocer el Confesión de un no saber que pesa y mucho en ese preciso instante.
desafío, incluso en su formtt lingüística: "puesto que no has sabido a Freud, que tan bien amplió el deseo de Dora en un tiempo récord, que
tiempo, rompo el pacto; no puedo quedarme esperando que pase Ja supo tan bien lo que ella deseaba, he aquí lo no supo: por qué ella no
quería su verdad.

10 Véase supra, p. 84 y sig. 12


Op. cit., p. 82; p. 651 .
11 Op. cit., p. 78; p. 649. 13
Op. cit., ibid., p. 652.

110 11 l
Debe prestársele atención al hecho de que la subestimación de tal la cuestión se notificó en el inconsciente de Freud desde la época de
14 la cura de Dora. Una vez más, Freud encuentra a la mujer en la escena
hecho-la proximidad con la Sra. K.-por más decisivo que fuera, no
debe esconder aquello que más problemas trae a Freud: no tanto haber del sueño.
olvidado algo que debía saber como el hecho de no haber "sabido qué Se trata del sueño de la "Mesa redonda", que data de ese mes de
hacer". No se encuentra lejos del seductor frustrado, el propio Sr. K., octubre de 1900, en que comienza el tratamiento de Dora. Por lo
cuyo destino menciona enseguida después. Pero finalmente Freud pronto, la heroína es una mujer:
acepta soportar la venganza que le corresponde al hombre que
despierta a los demonios y no los elude: grandezas y servidumbres del Varias personas comiendo juntas. Reunión de invitados o mesa redon-
da ... Estamos comiendo espinacas. La Sra. E. L. se halla sentada junto
oficio analítico. a mí, se vuelve y coloca con toda confianza una de sus manos sobre mi
Por lo menos sabe lo que sus prójimos ignoran; sabe que ella ya no
rodilla. Yo alejo su mano de mí, rechazándola. Entonces dice la señora:
volvería, una vez pasado ese momento: "El padre( ... ) me aseguró que "¡Ha tenido usted siempre tan bellos ojos! ... " En este punto veo
volvería.( ... ) Yo sabía muy bien que Dora no volvería a mi consul- vagamente algo como dos ojos dibujados o el contorno de los cristales
ta."15 Este saber es una parte importante de la lucidez a la que tiene de unos lentes. 18
derecho Freud: mientras que los demás son finalmente vencidos e
"histeriqueados" por Dora, 16 por lo menos Freud tiene derecho a su He aquí a la mujer seductora, dando los primeros pasos para conquis-
secreta estima: ella sabe que él sabía lo que ella deseaba, pero se sirvió tar a Freud, reducido a una posición que, por su pasividad, ¡no deja de
de ese saber para histeriquear a su entorno. Que haya sido posible este evocar la posición de la histérica! El gesto seguido por la declaración
desvío de saber analítico, que la puesta en escena de la hipnosis se de amor, en efecto, parece dirigido a una mujer, quien responde a ello
haya reproducido en el espacio analítico como una suerte de compul- con una resistencia. Esta mujer que "se vuelve hacia él" y lo incita
sión impuesta por la fuerza histérica, he aquí lo que anuda de manera recibe finalmente una negativa de parte de Freud.
determinante la perplejidad de Freud y no dejará de alimentarla, a En su interpretación, Freud ve en este sueño el cumplimiento de un
medida que se fueron imponiendo las anotaciones de ese texto que deseo por inversión, o sea el rencor por el amor gratuito que le es
17
conmemora una crisis mayor del encuentro con la feminidad. negado" . 19 Por el contexto de las asociaciones, el sueño remitiría en
Lo que el caso Dora revela, en cuanto a su significación en la efecto al disgusto por un gasto, por una inútil expresión de generosi-
relación freudiana con la feminidad, es que ésta se juega desde una dad. Así, se ponía en una posición de seducido por deseo a que lo
escena primitiva de la seducción, ¡cuyo actor imposible es el propio seduzcan: ¡aquí queda expresada la forma paradójica del donjuanis-
Freud ! Su modo de dar vueltas en torno al "papel" que habría podido mo de Freud! Ser amado por sus bellos ojos, tal sería el contenido
o debido actuar para retener a Dora, que se exhibe hasta en las notas latente de la seducción manifiesta.
tardías de su informe del caso, no es sólo un remordimiento, como se En materia de mujeres, Freud mismo le hace actuar un papel
lo pudo pensar durante mucho tiempo. Hay un sueño que muestra que determinante a su propia mujer, mencionando un episodio del encuentro
de ambos y una reciente disputa. A su cuñada Minna no la evoca sino
14 Véase infra, cap. IV. como trasfondo de las asociaciones y sin contenido explicativo. 20
is Op. cit., p. 82; p. 651.
16 Como es sabido, una simple mirada culpabilizadora de Dora provocaría un

accidente cuya víctima fue el Sr. K., mientras que sus padres le pedirían perdón, cada 18
Uberden Traum, G. W. Il-III, 649; O. C./, p. 233. Cf. Anzieu, op. cit., t. U, p.
uno a su manera. 685 y sig. para la correlación con el caso Dora (pp. 700-703).
17 Cf. las importantes anotaciones de 1923, que datan de la época en que Freud 1
• Op. cit., p. 661.
modifica de manera decisiva su teoría de la femineidad (véase infra, cap. IV). 20
Es conocida la particular inclinación de Freud por su cuñada.

113
112
tan bien a lo largo de una experiencia de un cuarto de siglo, hipnótica
Pero la presumible heroína, Dora, no es mencionada en lo más y luego analítica. Se trata, sin embargo, de un texto en que trata de la
mínimo. Vinculada con la relación con Dora, ésta bien podría ser Ja manera más elocuente de la mujer en persona, en tanto que se notifica
primera mención hecha por Freud, en su inconsciente, de ese "amor su demanda de amor, en el marco mismo que debería garantizarle el
de transferencia" que él estudiará más tarde (véase infra) . a~ceso a la "verdad" (la cura analfüca). Lo que aquí se encuentra
Pero es como si Dora diera vuelta el sueño de Ja inyección aplicada considerado es lo real de Ja dem.a ndade Ja mujer, tanto indirectamente
a Irma: ya no es cuestión de inyectarle la verdad, es ella quien replica -en la medida en que Freud no ve en ello sino una peripecia técnica,
por una transferencia arrojada en pleno rostro del operador del saber. por más importante que sea- como lúcidamente, a tal punto se
Por esta vía puede comprenderse el temible lazo que la histérica consagra a no desconocer la naturaleza de la demanda aquí dirigida,
introduce entre la seducción y la muerte. Si incluso se evita pronun- para replicar como es debido. El analista, sustituído por Freud en
ciar su nombre, éste volverá sobre la escena. En este sentido, ella es persona, es quien debe tomar aquí lo que le es demandado. En efecto,
irresistible. ¿No será acaso lo que enlaza paradójica y antitéticamente
21 allí, sobre el terreno, en el centro de la experiencia analítica, se
en el inconsciente de Freud la fatalidad relacionada con la Madre radicaliza la cuestión de lo que la mujer quiere ... del anális(ta)is. De
y aquella relacionada con la histérica? manera que el"¿ Qué hacer?" requiere comprender, de una buena vez,
lo que ella (la analizante) quiere.
La tesis del escrito puede expresarse en pocas palabras: Freud
diagnostica en el "amor de transferencia" ( Übertragungsliebe) un
4. El amor de la mujer como transferencia medio de resistencia a la progresión del análisis. Todo consiste en
saber cómo tratar esta resistencia. Pero lo más interesante es la
especie de fenomenología del amor de transferencia que Freud
Entre los escritos llamados "técnicos" de Freud, hay uno que está efectúa en esta oportunidad, de manera que el destinatario de dicha
consagrado especialmente a la mujer: se trata de las Observaciones llama no se equivoque y pueda agregar su propia réplica. Esta
sobre el "amor de transferencia" 22 (1915). Texto curioso, mezcla de comienza por una imagen destinada a restituir el efecto de real que
indicaciones determinantes y de humor: nos parece que, reinsertado implica el amor de transferencia:
en la génesis precisa de la relación freudiana con la feminidad, puede
indicar mucho más de lo que se creería. Es incluso el momento en que La paciente, incluso Ja que hasta entonces se había mostrado más
Freud ajusta su discurso-un comentario sobre cierta figura de la tecné dúctil, pierde de repente todo interés por Ja cura y no quiere hablar ni
analítica- a la realidad de su relación. oír hablar más que de su amor, para el cual demanda correspondencia.
La situación examinada concierne, en efecto, a una mujer que se No muestra ya ninguno de los síntomas que Ja aquejaban, o no se ocupa
enamora de su analista: "el caso de que una paciente demuestre con · de ellos para nada, y se declara completamente curada.24
signos inequívocos o declare abiertamente haberse enamorado, como
23
otra mortal cualquiera, del médico que está analizándola". A quien En una palabra: "La escena cambia totalmente, como si una súbita
Freud se dirige es al analista: lo que intenta decodificar es, en efecto, realidad hubiese venido a interrumpir el desarrollo de una comedia,
su postura frente a tal demanda, por haberla él mismo experimentado corno cuando en medio de una representación teatral surge la voz de
'fuego' ."

21 Véase infra, p. 145 y sig.


24
22 G. W. X; tr. fr. en La vie sexuelle, P.U.F. Op. cit., p. 119; p. 443.
23 Tr. fr. , op. cit. , p. 116; O. C. ll, p. 442.

115
114
Metáfora reveladora que pone el acento en la violencia y en lo
El enamoramiento de la sujeto depende exclusivamente de la situación
repentino del acontecimiento, en su carácter revolucionario, en el
psicoanalítica y no puede ser atribuido en modo alguno a sus propios
sentido literal de que revuelve la escena del análisis. Más reveladora atractivos personales, por lo cual no tiene el menor derecho a envane-
todavía, en la medida en que asimila al análisis con una escena, a su cerse de aquella "conquista", según se la denominaría fuera del
texto y a su acción con una ficción, que por lo demás resulta cómica análisis. 25
-mientras que el amor transferencia! es asimilado a un "aconteci-
miento real". La pregunta se vuelve insistente: en el interior de la situación
Freud no dejará de mostrar que este amor es una estrategia analítica que debe ser mantenida a cualquier precio, ¿cómo tratar ese
inconsciente de resistencia: de allí en más ella va a amar para real embarazoso que representa una pasión dirigida de hecho, cuando
obstaculizar el proceso de acceso a la verdad analítica. Hay que no de derecho, a la persona del analista, en tanto que hombre?
deducir que este amor, sin embargo, es algo muy distinto a una Por lo demás, éste se encuentra abiertamente expuesto a ese "canto
"mentira", en el sentido más trivial del término: nada es más real que de sirena". Si cede a la "paciente ávida de amor'', si ese canto
un incendio ... o que un amor de transferencia. Es incluso lo que encuentra un eco en él, entonces se producirá un desastre total para el
permite salir de un golpe, sin transición, de la ficción, para volver a tratamiento. 26 Pero si se niega, el análisis corre el riesgo de venirse a
hundirse en lo real. En una palabra, es el momento del despertar. Para pique debido a esa negativa al amor minimal gracias al cual se
parafrasear una célebre metáfora filosófica, el amor de transferencia sostiene la relación misma. El analista se encuentra en la increíble
es lo que despierta al anális(ta)is de su sueño dogmático. posición de encarnar la verdad analítica y, simultáneamente, obstacu-
Allí reside la más patente incongruencia de la situación así creada: lizarla. Puede ser tanto causa real de no-querer-curar como causa
quien permanece en la convención analítica-la que une a un hombre ocasional de querer-curar. Le es necesario, por lo tanto, desviar esta
(el analista) y una mujer (la analizante) para buscar juntos la verdad- pasión en provecho de la causa del análisis.
es el analista, mientras que la mujer, por su parte, reintroduce lo real Freud teoriza su estrategia con la paciencia de un casuista que
en el escenario analítico. Este amor es, hablando con propiedad, un escribe un tratado de la contra-seducción:
trozo de real caído en el espacio analítico -como un adoquín en un
charco ... Y obsérvese que él constituye una infracción al "contrato" El camino que ha de seguir el analista es muy diferente y carece de
analítico, tanto como la prueba de que dicho contrato jamás exorcizó antecedentes en la vida real. Nos guardamos de desviar a la paciente
lo real. de su transferencia amorosa o de disuadirla de ella, pero también, y con
Tal es la singular forma de resistencia de la mujer: no tanto un igual firmeza, de toda correspondencia. Conservamos la transferencia
aflojamiento simbólico del contrato, que caracterizaría más específica- amorosa, pero la tratamos como algo irreal. 27
mente a la resistencia obsesiva, como la irrupción de lo real en lo
simbólico: ésa sería la pasión que la "enamorada de transferencia" Freud invierte su metáfora: resulta conveniente desactivar ese real
experimenta por el analista, suspendiendo en el momento y sine die que interrumpe la "representación" analítica dándole un modo muy
-si la dejara hacer- su supuesta búsqueda de la verdad del análisis. De particular de existencia: en efecto, ¿cómo aceptarlo sin adherir a él,
allí surge el peligro que amenaza al analista: caer él mismo, por el cómo mantenerlo a distancia sin rechazarlo? Lo mejor es tratarlo
espacio así abierto de la demanda pasional, en ese real del que se como algo que va de suyo, para no echar aceite a este fuego
mantiene alejado para asumir la carga simbólica de su función. Allí incendiario, oo ceder a la provocación: lo cual equivale a considerarlo
interviene el humor de Freud, haciendo una advertencia para no 25
Op. cit., p. 118; p. 443.
dejarse engañar: 26
Op. cit., p. 123; p. 445.
27
Op. cit., p. 124; p. 446.

116
117
como algo que no puede sino irrealizarse, a término, como una Queda un aspecto en este texto, el cual, más allá de la "tecnicidad",
situación que se ha de atravesar fatalmente en el curso del tratamiento es sin duda el más rico en sentido cuando se busca tomar en cuenta el
y que ha de ser referida a sus orígenes inconscientes ... "Partiendo de deseo propio de una mujer considerada en la situación analítica. Es el
estos elementos nos mostrará 'el camino que hade conducirnos a los momento en que Freud, con su talento para retomar bruscamente una
fundamentos infantiles de su amor'." cuestión que habría debido pasar inadvertida por lo elemental, y que
Allí, la estrategia, por más "racional" que sea, se encuentra con un concierne al criterio de distinción entre un amor que sería "auténtico"
límite absoluto: Freud señala que hay un "amor de transferencia" (echt), en oposición a un amor "artificial". Esta cuestión resulta
incontrolable e irrecuperable para la cáusa de la verdad: inevitable en la medida en que este amor, llamado "de transferencia",
al tiempo que es una astucia suprema de la resistencia, se parece
Con cierta categoría de mujeres fracasará, sin embargo, esta tentativa
demasiado.al amor propiamente dicho. Es como si Freud encontrase
de conservar, sin satisfacerla, la transferencia amorosa, para utilizarla
en Ja labor analítica. Son éstas las mujeres de pasiones elementales que
en el negativo, a la inversa de esa embarazosa turbulencia que traba
no toleran subrogado alguno, naturalezas primitivas que no quieren la relación analítica, la cuestión elemental de lo que es una pasión de
mujer...
aceptar lo psíquico por lo material. Siguiendo las palabras del poeta,
esas mujeres no son accesibles sino a la lógica de la sopa y a los Como de costumbre, Freud se niega a reducir las dificultades,
argumentos-mendrugo. 28 * incluso cuando ello parece perjudicar la tesis que quiere defender.
Así, al tiempo que subraya el carácter artificial del amor llamado de
Heine, el poeta de la ironía realista, sirve aquí para nombraruna de las transferencia, llega a otorgarle Ja autenticidad que por lo demás le
figuras más peyorativas de la mujer en el discurso freudiano: las que cuestiona. Es verdad, en efecto, que es un amor indócil, animado por
son incapaces de sublimar-según el esquema que encuentra su razón la resistencia, es verdad también que "nada en la presente situación,
en el lugar de la mujer en la Kultur-29 y que, peor aún, no pueden lo justifica", de manera que es una reedición estereotipada de "rela-
idealizar. Al ser incapaces de entrar en dicha dialéctica, ellas sólo ciones infantiles". No obstante, antes que crearla, el amor explota la
ofrecen como única solución, a falta de satisfacerlas, la de huir de resistencia, y además, el amor "reputado normal" también consta de
ellas. El amor de transferencia habría tenido, al menos en ese caso, la este componente compulsional. "¿En qué caracteres podemos, pues,
función de revelar, por su misma intransigencia, el hecho de que esas reconocer la autenticidad de un amor?" Ni en su eficiencia, ni en
mujeres no estaban hechas para el análisis, o el análisis para ellas: cualquier otra cosa. Como mucho, es un poco más rígido que el amor
sería revelador de esa carencia de educabilidad (Erziehbarkeit) sin la llamado auténtico. "Resumiendo: no tenemos derecho alguno a negar
cual la relación analítica no es posible, según las estipulaciones al enamoramiento que surge en el tratamiento analítico el carácter de
31
elementales que Freud indica en otra parte. 30 auténtico." Ligado al análisis, intensificado por la resistencia,
especialmente "irracional" y ciego, en última instancia es verdadero.
Esta honesta confesión de Freud exige que sea bien evaluada.
* A todas luces, Ja frase de Heine presenta más de un problema a los traductores. Ante todo indica que lo que anima la resistencia es la verdad: en
Siguiendo una triste tradición, López-Ballesteros directamente la omite, mientras que
la traducción francesa mereció una nota por parte del autor (véase n. 28). Al no poseer
este "amor loco", demanda airada, Freud encuentra algo muy distinto
el original en lengua alemana, me veo obligado a vertirla del francés siguiendo un a un obstáculo técnico: vale decir, el rostro de una pasión cuyo tenor,
sentido que, visiblemente, ya incluye una interpretación (N. del T.). por lo demás, nosotros ya conocemos: es a la Madre a quien se dirige
28
Mejor que los ·'argumentos de croquetas [quenelles]" que propone la no en última, así como en primera instancia.32
obstante sugestiva traducción francesa (p. 125).
29
Véase infra, III parte, cap. VII. 31
Op. cit., p. 127; p. 447.
30
Cf. Sobre la psicoterapia (1904) y las severas cartas a Eduardo Weiss. 32
Cf infra, 11 parte, p. 148 y sig.

118 119
Una idea latente en el discurso freudiano sobre la mujer es su con todas las perfecciones psíquicas imaginables, hasta que alcanza-
adherencia a la realidad. Ello se manifiesta por el hecho de que el ron su meta." 34 Puede observarse que la meta material-la seducción-
enfoque a la feminidad obstaculiza por lo real que ella opone un en- está presente como lo irreductible, de quien "la idealización psíquica"
foque por medio de la psiquis. Una buena parte de los enunciados de no es sino un medio, por no decir un disfraz: por lo demás, Freud
cariz cínico y brutal que se encuentran en su boca o en su pluma se presenta a este fenómeno como una suerte de fenómeno natural,
explicaría por la idea de que no hay que subestimar la pesadez de esta análogo a cierta erupción, ¡y que provoca admiración! Ante este
realidad: vale decir, la particular dependencia de la mujer a los terrremoto, por lo demás al igual que en el escrito sobre el amor de
elementos de la naturaleza y de la cultura. Pero esta idea tiene un transferencia, propone un endurecimiento: adquiriendo cierta "piel
preciso correlato psicoanalítico: vale decir, la supremacía de la dura", se llega a ser maestro de Ja "contra-transferencia" en la que de
realidad sobre la actividad fantasmática en las vivencias inconscien- todos modos uno está ubicado en cada oportunidad, y se aprende a
tes de la mujer misma. desplazar los propios afectos y a ubicarlos correctamente. Es un
En una carta de 1907 dirigida a Jung, Freud lo expresa con mayor blessing in disguise: ¡no se dirá, decididamente, que la mujer no
claridad y con el carácter lapidario que permite una correspondencia cumple el papel de la Ananké que endurece al sabio y permite medir
privada: "Según la acostumbrada manera de vivir las experiencias, la el poder de su voluntad con la vara de la fuerza adversa!
realidad está demasiado próxima de las mujeres como para que crean
en el fantasma." 33 El contexto de esta fórmula es revelador por su
misma crudeza: a lo que se refiere es a las "particularidades sexuales"
de la "clase" de "mujeres de alcoba", las "mucamas": "Personas 5. El análisis como mujer
informadas me aseguran que esas señoritas tienen más facilidad en
dejarse copular que por ejemplo en dejarse mirar desvestidas." Con
esta observación busca mostrar que dichas sujetos desconocen la Al cabo de este proceso, se produce para Freud una extraña iden-
realidad sexual de sus fantasmas, mientras que ponen en funciona- tificación de la mujer con la verdad analítica misma. Esta idea aparece
miento la sexualidad. Incluso extrae la sorprendente conclusión de con más claridad recubierta con una aproximación de aspecto fanta-
que no es posible hacer un relato de su vida fantasmática, y que sioso en la conclusión de El delirio y los sueños en la "Gradiva" de
hay que informarles a dichas sujetos su propia historia, estereotipada W. Jensen. Como es sabido, en efecto, Ja resolución del delirio de
y deducible de casos similares: "La ventaja de la terapéutica consiste Norberto Hanold se lleva a cabo mediante la intervención de Zoe
en que primeramente hemos aprendido tantas cosas en los otros casos Bertgang, la mujer real que, de alguna manera, le permite escapar a
que nos resulta posible contarles a esas personas sus propias historias, su alienación por la mujer imaginaria, Gradiva, encarnándola en
sin tener que esperar sus contribuciones." Extraño acceso por lo real carne y hueso. La aproximación, por lo tanto, se le ha impuesto a
de aquello que no puede ser elaborado en el fantasma: ¡he aquí de Freud, siempre cuidadoso, es verdad, de proceder a precisiones
nuevo "la lógica de la sopa"! didácticas sobre el proceso analítico: Zoe-Gravida realizó, por medio
La sutil combinación del tema de la mujer "hija de la naturaleza" de su intervención, lo que el análisis busca producir por su lado.
y de la mujer fatal desemboca en declaraciones bastante violentas. "El procedimiento que el poeta hace adoptar a Zoe para curar el
Así, en una carta de 1909 a Jung: "El espectáculo natural más delirio de Hanold muestra, más que una amplia analogía, una total
grandioso es el de la capacidad de esas mujeres en hacerse encantos

34
33 Correspondance avec Jung (Gallimard, t. I, p. 115). !bid., t. II, p. 309.

120 121
identidad" 35 con el método psicoanalítico. En uno y otro caso se trata puede responder al amor que ha logrado llevar desde lo inconsciente
de "hacer llegar forzadamente, en cierto sentido, a la conciencia( ... ) a la conciencia, cosa que al médico le está vedada. Además, es ella el
lo inconsciente, a cuya represión se debe la enfermedad". Pero es para objeto del anterior amor reprimido y su persona ofrece en el acto a la
agregar de inmediato que "Cierto es que para Gradiva resulta este tendencia amorosa liberada un fin apetecible. En cambio, el médico
tratamiento harto más fácil que para el médico, pues su posición con ha sido hasta el momento de la cura un extraño para el enfermo y tiene
respecto al enfermo es la más favorable al éxito terapéutico". Si se que procurar volver a serlo, una vez terminada su misión terapéutica."
toma esto al pie de la letra, hay que pensar que la mujer amada-cuyo ¿No podría decirse que se deja escapar una suerte de envidia de Freud
amor es el objeto mismo de la represión del sujeto (en este caso analista hacia la posición ideal que ocupa la mujer amada, como si
Hanold)-se encuentra en la posición más favorable, a partir de la cual quisiera decir que su fuerza supera a su propio poder? El amor de la
se podría llevar a término la liberación de la represión, posición que mujer amada es, de alguna manera, la solución viva que el analista no
el psicoanálisis viene a ocupar en la realidad. La técnica analítica es puede sino parodiar e "inventar".
presentada como la "compensación" de esa desventaja que significa Al mismo tiempo, no hay que dejarse engañar, la distancia del
no poder ocupar el lugar de la mujer amada. analista-en tanto que "extraño"- es la clave de su poder de emanci-
En efecto, mientras que a la mujer amada le es posible saber en su pación que Freud menciona allí como una desventaja: vuelve posible
inconsciente de manera inmediata, el analista, en cambio, debe la mediación que Gradiva no puede sino encamaren su ser inmediato.
"aprender", "concluir", "adivinar", en una palabra, trabajar el com- Se podría creer que el objeto de la represión sostenía al sujeto el
plejo. El analista busca producir una "recidiva amorosa" semejante a discurso de su pasión y le daba informaciones acerca de él. Acaso sea
la que obtiene Zoe, pero con los medios a su alcance. Freud incluso lo que permite que la reconciliación del sujeto con el objeto de su
irá más lejos: toma como "prueba" de esta recidiva la transferencia propio deseo figure "idealmente", de manera que éste pueda infor-
misma: marle: "Yo soy efectivamente el objeto de tu amor reprimido."
Puede observarse, finalmente, en qué puede servir esto de emble-
Mas cuando esta coincidencia de nuestro procedimiento con el descrito ma para la secreta y contradictoria identificación de la verdad
por el poeta en su Gradiva llega a su grado máximo, es al añadir que analítica con la mujer misma: si el deseo quiere acceder a su verdad,
también en la psicoterapia analítica la pasión nuevamente despertada el lugar que le ha sido asignado es el de la seducción y de la muerte.
36
-sea amor u odio-elige siempre como objeto a la persona del médico. La mujer, como el análisis, dan al sujeto la orden, el imperativo de
adherirse al objeto de su deseo, una encarnándolo, el otro desig-
Comprendamos bien lo que Freud quiere decimos aquí: el analista se nándolo. He aquí, pues, a la mujer, objeto contradictorio del análisis,
encuentra en el camino de pasaje de la passio-rediviva. En el paralelo puesta, por medio de un extraño desplazamiento, en el lugar mismo
con Gradiva, ello implica que está en el lugar de la mujer a quien va en que se promulga la verdad analítica, a tal punto que puede darle
dirigida la pasión. ¿El analista no es a la vez causa y objeto del amor cuerpo, en lo ideal...
liberado? Simplemente, lo que la mujer amada de alguna manera A tal punto que el análisis mismo es presentado "como una mujer
deposita en su propia cuenta, el analista debe girarlo a la cuenta ... de que desea ser conquistada pero que sabe que será muy poco estimada
la verdad. si no opone alguna resistencia". 37
Aquí se separan los caminos y se detiene la analogía: "Gradiva

35 Tr. fr., "Idées", Gallimard, p. 238; O. C. /,p. 625. 37


Carta a Sandor Ferenczi del 7 de julio de 1913.
36 Op. cit., p. 240; p. 625-626.

122 123
6. El epílogo de una extraña relación De donde se desprende el sorprendente consuelo dado a su pacien-
te: "En análisis, la persona está muerta cuando el análisis está
terminado. En ello no hace ninguna diferencia que yo tenga setenta y
Tenemos la oportunidad de observar la relación de Freud con las siete o cuarenta y siete años." 41 Por lo tanto: me podés amar, a pesar
mujeres en el otro extremo de su trayecto. Nos lo ha sido propor- de mi edad. O bien: no tomes a mi edad como causa de resistencia: al
cionado por la poeta norteamericana Hilda Doolittle, quien mantuvo temer mi muerte, lo que temés es en realidad la tuya, o sea la extinción
dos series de sesiones de análisis con Freud entre el verano de 1933 de la forma neurótica de tu deseo que firmaría el fin del análisis.
y el otoño de 1934. Estos Escritos sobre la pared y Del Adviento son De allí surge ese juego sobre las edades: podés suponer que no
dos valiosos documentos para quien ha seguido paso a paso la manera tengo setenta y siete, sino cuarenta y siete, es decir, tu edad -la edad
en que se tejió la relación freudiana con la feminidad. Son aun más en que podríamos legítimamente amarnos. Freud no se dió cuenta de
interesantes en la medida en que se sitúan en la época decisiva en que que, al darse ficticiamente esa edad, ¡se estaba transportando muy
Freud ha efectuado su gran autocrítica sobre la "sexualidad femeni- cerca de la edad que tenía cuando conoció a Dora! Así, hubo una
na" .38 La ironía del destino lo pone en una suerte de test: ahora que ha (Dora) que habría podido amarme cuando yo tenía la edad que la otra
comprendido mejor la naturaleza de la contradicción del querer y del (Hilda) tiene en la actualidad, en el mismo momento en que me niega
deseo y las astucias de la transferencia, ¿va a modificar su enfoque su amor. Decididamente, resulta imposible tener la buena edad,
del síntoma-mujer a la luz de su nuevo saber? En una palabra, ¿qué aquélla en la que se estaría a la altura del "papel" .42 Freud, por lo tanto,
va a hacer Freud frente a esta nueva emanación de Dora, treinta años le ruega a Hilda que "cierre los ojos" o, por lo menos, un ojo 43 sobre
su realidad de anciano para dejar que la transferencia haga su efecto.
más tarde?
Es verdad que Freud tiene setenta y siete años, y su paciente Encubierto por la ironía, a quien se dirige es al inconsciente de
cuarenta y siete. La cifra, por lo demás, no es inocente. Un día se lo Hilda para solicitarle que se acerque hasta el lugar en que el encuentro
echará en cara a su analizante: "El problema es que yo soy un hombre imaginario podría llevarse a cabo. Pero para sellar el contrato analí-
39
de edad. Usted no piensa que valga la pena amarme." La recibe, en tico con una mujer, decididamente hace falta una declaración. A
efecto, al comienzo de una sesión con las siguientes palabras: "Estaba mitad de camino, es verdad, entre la declaración de amor y la consigna
pensando en lo que me ha dicho; que no vale la pena amar a un anciano técnica: "Le ruego que me ame." O mejor aún: "Le recomiendo, para
de setenta y siete años. " 4º Alusión a una frase que expresaba un temor. el buen progreso de la cura, que no descuide amarme, y que considere
De manera que Hilda corrige: "No dije que no valiera la pena, dije que que después de todo vale la pena ... " En este último caso, ¡se repite la
constatación de no poder estar en el lugar del seductor y el último
tenía temor."
Ultimo malentendido ejemplar: Freud traduce el contenido incons- pesar de que bien podría haber sido de otro modo!
ciente del temor, mostrando de manera cínica el deseo que apunta bajo Con todos los recursos de su cultura y sus fantasmas, Hilda
el temor, lo que ella misma confiesa: "Tengo solamente la constante Doolittle proporciona además una notable parábola de la relación que
obsesión de que la muerte venga a interrumpir el análisis." Pero se instituyó entre Freud y la mujer: "Su pequeño chow-chow, Yofi,
simultáneamente Freud expresa algo de su propio deseo, vale decir, está sentado a sus pies. Formamos un ciclo o un círculo antiguo: el
aquello que, en su propia edad, podría obstaculizar la transferencia. sabio, la mujer y la leona (es así como llama a su perro)." 44 Hay en

41
Op. cit., p. 59.
42
38 Véase infra, II parte, p. 145 y sig. Véase supra, p ..
43
39 Visages de Freud, H. D., ed. Denoel, p. 130. Alusión al sueño de Freud relativo a la muerte de su padre.
44
40 Op. cit., p. 58. Op. cit., p. 31.

125
124
Me tendió el objeto. Lo tomé en mis manos. Era una pequeña estatua
efecto ese tercer término que la mujer llama con su anhelo, para hacer en bronce, con casco, cubierta hasta los pies por un vestido cincelado
de mediador entre su verdad y el saber del analista en alguna oscura y el busto envuelto con un quitón o peplo grabado. Una de sus manos
tarea. Por lo demás, ¡a tal punto se formaliza que "el Profesor" le estaba extendida como si sostuviera un bastón o una vara. 47
prohíbe toda familiaridad con ese mediador de la sabiduría!
Naturalmente, es a través de la mirada de Hilda que vemos aquí Allí interviene el comentario que acompaña a esa exhibición: "Es
dibujarse la relación de Freud con una mujer en un proceso analítico. perfecta, dice Freud, desgraciadamente ha perdido su lanza."
Pero hay algo real que se deja ver en la puesta en escena de esta Esta frase da lugar en su destinataria a una reacción de mutismo
relación. Como por ejemplo, la mediación simbólica que Freud admirativo. Luego, a un comentario lingüístico efectuado más tarde,
asigna a las estatuillas que forman el decorado de su casa. Acaso no interesante en la medida en que insiste sobre el hecho de que el último
sea casual que interrumpa aquella sesión para hacer una visita a su fragmento de la frase está destacado del resto, como una medida
"museo", a tal punto que Hilda lo compara con un guardián de museo, musical autónoma. Lo que salta a los ojos es lo que Hilda no parece
como si la alianza debiera reforzarse de esa manera. Por eso la sospechar en su comentario lírico y lo que el mismísimo Freud tal vez
importancia de tales anotaciones: "Había tomado del escritorio una no llevó al plano de su propia conciencia, a saber, la designación sobre
45 el cuerpo mismo, femenino, de la estatuilla, de la carencia fálica,
de las estatuillas. La tenía en Ja mano y me miraba."
De este modo, ella tiene razón al interrogarse: "Nunca sabía si las expresada de manera increíblemente violenta e ingenua al mismo
incursiones en las que acompañaba al Profesor en la otra pieza se tiempo, en contraste con la perfección del cuerpo. "Mirá cómo es
hacían a título de distracción, en ocasión a un verdadero intercambio perfecta, pero ello no le impide carecer." Su perfección, precisamen-
social o si formaban parte de su plan"46 Ella vacila entre la solución te, brilla por carecer. Ese "desgraciadamente" enuncia en efecto una
estratégica -"Tal vez quería descubrir mis reacciones ante ciertas desgracia, pero se lo dirige al inconsciente de la mujer bajo la forma
ideas encarnadas en esas estatuillas ..."-y la solución oblativa-"¿O de una imagen, de una falla visible.
quizá simplemente quería darme a entender que deseaba compartir De regreso al espacio del análisis, la mujer debía guardar esa
sus tesoros conmigo, esas formas tangibles que bajo nuestras miradas imagen para realizar aquello que marca el 1ímite de su acceso al saber
sugerían acaso la existencia de tesoros intangibles y cuánto más analítico, vale decir, el penisneid. 48 Freud, de este modo, a la manera
fascinantes de su espíritu?" El hecho es que en esos pequeños viajes de una estrategia histérica intentó arrojar en la cara de esta mujer la
a la otra pieza, Freud pretende revelar a una mujer algo que se juega imagen de la carencia, para inyectarla en el tren de lenguaje de su
en otra escena. Ese "tesoro" que muestra también parece ser un deseo. En este sentido, Hilda tenía razón al interrogarse: era efecti-
desecho que no pudo ser producido en la pieza del analista, en el vamente un "plan", pero cuya iniciativa sólo le correspondía al
diván. inconsciente de Freud. Hay más: esa carencia cuyo anuncio envía, Ja
Es como si Freud quisiera mostrar algo al margen de la meditación presenta como siéndole valiosa -bajo Ja forma de una estatuilla.
del proceso analítico mismo. Este extraño intercambio encuentra su ¿Acaso no le es valiosa justamente por lo que carece? Como sucede
momento de verdad según nuestra óptica en la exhibición de una tan a menudo en la lógica invertida del inconsciente, la restricción
estatuilla de Palas Atenea, presentada como su más precioso tesoro: funciona bien aquí en tanto que causa: es porque carece que me es
"Esta es mi preferida", dice. querida ... como vos misma.

47
Op. cit., p. 186.
45 Op. cit., p. 184. •s Véase i11fra, cap. VI.
46 Op. cit., p. 185.

127
126
Pero Freud equilibra este movimiento de gratificación clandestina
mediante una firme negativa: la que dirige a cierta demanda materna. Padre para ajustar allí su deseo . Pues es a ese precio que ella puede
desprenderse de los prestigios ambivalentes de la Madre todopodero-
En momentos en que Hilda aspira a entrar en la isla que forma el
sa, al tiempo que recibe la promesa de una nueva alianza. Acaso haya
espacio ofrecido por Freud, recibiendo con entusiasmo todo signo de
algo de esa promesa en un detalle de postura que no escapa al ojo
fusión o con desesperación todo signo de rechazo, Freud replica con
vigilante de Hilda, aunque no le dé ningún estatuto: la mirada de Freud
una suerte de prohibición, firmemente notificada:
puesta en ella mientras hace girar su alianza con aire ensimismado ...
Y ... debo decirle (usted ha sido franca conmigo, yo lo seré, por lo tanto, Tal vez debamos quedarnos con esa mirada: la de una misteriosa
también con usted), que 110 me gusta ser la madre en una transferencia. alianza, incesantemente deseada e incesantemente desanudada, se-
Me sorprende y siempre me impresiona un poco. Me siento tan ducción suspendida del principio al fin. A partir de ahora deberemos
masculino. 49 dirigir nuestra atención hacia la considerable ganancia que representa
esta tan tumultuosa relación : aquello que Freud pudo teorizar de ese
La forma misma de la intervención es interesante, pues comunica querer-mujer que ha experimentado.
una suerte de confesión de temperamento, que vale como prohibición
terapéutica. Freud amenaza a Hilda con palabras encubiertas con el
fracaso de toda tentativa de ponerlo en el lugar de su madre. Por lo
demás, esta fórmula repite casi literalmente una que le fue dirigida a
Groddeck. 50
Por otra parte, Hilda reacciona con una muy pertinente pregunta,
como si adivinara en ese afecto la evocación de un pasado: "Le
pregunté si otros habrían efectuado sobre él lo que llamaba una
transferencia materna. Me respondió con ironía y tal vez con cierto
desencanto: ' ¡Oh! sí, muchos'."
Sólo que es a una mujer, a la cual acababa de mostrar toda la
dependencia materna que implica su lugar en el inconsciente, a quien
le dirige esa prohibición. Hay un vínculo secreto y determinante entre
ese doble artículo: por un lado, la referencia al penisneid; por el otro,
la negativa a "maternalizar" la transferencia. De donde se desprende
la figura que quiere tomar Freud en la relación analítica, cuando se
presenta una mujer: el lugar del Padre, atento a la carencia.
Por lo demás, él no suscribe a ningún "paternalismo". El le asigna
como meta a la mujer tener que pensar su carencia en la figura del

49
Op. cit., p. 65.
so Cf. Correspondance (Gallimard, 1977, p. 93); Groddeck, <;a et moi (carta de
Navidad de 1922): "Su inserción de mi persona en Ja serie materna -en la que, sin
embargo, a todas luces no estoy en mi lugar- muestra claramente que usted busca
evitar la transferencia paterna."

128
129
Capítulo IV
ACERCA DE UN QUERER REACIO A SU DESEO:
EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO

En la parte precedente hemos restituido el movimiento mismo de la


relación freudiana con la mujer, dándole al contenido sólo el estatuto
de soporte de esa relación -a tal punto nos parecía que ella había sido
desestimada en la posición de la cuestión. Pero ha llegado el tiempo
de considerar la ganancia de este análisis en el plano mismo del
contenido del saber que la relación ha descubierto. Dicho en otros
términos, se trata de retomar la teoría freudiana de la feminidad no
como un conjunto de tesis que pueden gustar o no, sino más bien
como lo que se ha experimentado en ese movimiento de acceso a una
experiencia, de la que hemos buscado mostrar el rigor con que ella
elabora una relación contradictoria, que Freud, a falta de resolver, no
debilita jamás.
Lo cual supone una particular reflexión que buscará en la teoría
freudiana del querer-mujer, mucho antes que la superestructura de
una experiencia, el medio de decirla radicalmente. Lo esencial es ese
tiempo que le fue necesario a Freud para comprender lo que se estaba
notificando, aunque sólo fuera de manera aporística, en esta experien-
cia, para elevarla al plano de la elaboración metapsicológica -si es
verdad que ninguna experiencia, y ésta menos que ninguna otra,
"habla sola". Aquí se trata en efecto de "llenar con contenido" 1 lo que
allí fue experimentado.

1
Es la expresión que emplea Freud en sus Ensayos de Metapsicología para
designar su movimiento de investimiento de conceptos analíticos a partir de las
indicaciones del "material" clínico.

133
tad- obligó a Freud a renunciar a esta postura externa, que rayaba en
Ahora bien, el objeto huidizo de esta experiencia es cierta dehis- los estereotipos del enigma de Ja mujer. Así, Freud eliminó la
cencia. Por medio de una seriación precisa de escalones es como dificultad: nombró el principio que recusa toda temática de la llave y
Freud llega a localizarla y a darle de esa misma manera un estatuto. la cerradura. ¡Dejó de hablar a propósito de la mujer, la vio aparecer
en primera persona como lo innominable de su propio querer!

1. La ganancia de una relación:


del secreto a la verdad 2. La mujer, síntoma del hombre

En efecto, hemos visto construirse, de alguna manera, a través de la Para comprender :::ómo se produjo ello, hace falta volver a considerar,
relación freudiana con la mujer, la interrogación que termina por ubicándose en el punto del nacimiento del psicoanálisis, 3 de qué modo
formular: ¿qué quiere, por lo tanto, la mujer? Resulta esencial que se Je notificó a Freud la emergencia de la feminidad . Se trata de no
esta fórmula, bajo la forma de una pregunta, llegue a nombrar una presuponer nada-tanto en el plano del conocimiento del inconsciente
experiencia. Es verdad que es posible percibir en tal carta de Freud, como en el plano de las entidades mórbidas. Nos dejaremos anunciar,
en los orígenes de su trayecto, una formulación de este género. tanto como resulte posible, por el movimiento mismo del movimiento
Cuando, en 1884, escribe "que el arte da (a los artistas) una llave que freudiano de descubrimiento, 4 cómo se cristalizó para él la figura del
permite penetrar fácilmente en los corazones femeninos, mientras inconsciente asociada con la feminidad. Lo que nos interesará es la
que nosotros -investigadores hundidos en los detalles de una inves- "fuente del Nilo", para retomar la metáfora freudiana, 5 en la medida
tigación científica- permaneceremos turbados ante esta cerradura y en que allí se anudan el logos freudiano del inconsciente con la
nos vemos obligados a torturarnos el alma para descubrir cuál es la feminidad.
llave que resulta conveniente",2 ¿no está dando ya crédito al misterio Una vez que se decidió este enfoque, nos sorprendemos al consta-
que lo acompañará durante medio siglo? ¿Acaso no es como si le tar que la mujer se impone a Freud como síntoma ... del hombre. Más
confesara a María Bonaparte que no ha avanzado ni un milímetro? exactamente, a la sintomatología femenina se le otorga un estatuto
En realidad, de una fórmula a la otra se ha producido una expe- como correlación con la del hombre: "La histeria de la mujer, dice en
riencia: Ja perplejidad freudiana de algún modo se hafundamentado. ese sentido un manuscrito de 1892, es una consecuencia directa de la
En 1884, Freud buscaba una llave para la cerradura: pensaba en la neurastenia masculina, a través de la disminución de potencia que ésta
mujer sólo como un "secreto" por adivinar. Pero por más difícil que causa en el hombre." 6 En Ja repartición nosográfica primitiva de la
fuera encontrar la llave conveniente para dicha cerradura, suponía
que estaba allí, esperando st;r abierta. Ahora que habla desde el saber 3
analítico constituido, renunció a la idea del secreto: remitió la Volvemos a empezar desde el principio para aprehender el contenido, cuando en
la primera parte no habíamos hecho más que la historia de la relación: por lo demás,
cuestión a la identidad del querer-mujer. Si en uh cierto sentido la de esa manera aparecerá en qué medida una es el reflejo del otro.
perplejidad se reforzó y confirmó, en otro se completó con su 4
Acerca dela teorización de esta noción de "descubrimiento", remitimos a nuestro
sustancia. La experiencia analítica-y hemos visto con cuánta dificul- artículo "Les grandes décou vertes de la psychanalyse" en H istoire de la psyclianaly-
se, op. cit.
5
Acerca de esta idea, véase nuestro Freud y Nietzsche, F.C.E., conclusión.
6
2 Obsérvese que esta expresión cuaja bastante bien con el primer modelo, cuyo Véase La Naissance de la psychanalyse, p. 60, en "theses" de un documento que
data de finales del año 1892; Los orígenes del psicoanálisis, O. C. JI/, p. 643.
tañido fúnebre de alguna manera será Dora.

135
neurastenia y de la histeria, que recubre la sumaria distinción de una
patología con dominante masculina y con dominante femenina res- Pero eso no es todo: al mismo tiempo que se bloquea el acceso de la
pectivamente, la mujer histérica aparece como el efecto de un hombre mujer al objeto sexual-por finalidad de represión social- se le pide que
neurasténico: "Cuanto menor la potencia del hombre, tanto más ejerza sobre el hombre una acción específica tendiente a seducirlo. De
predominante será la histeria de la mujer, al punto que el neurasténico allí se desprende el antagonismo funcional que se instaura en el sistema
sexual es más apto para tornar a su mujer histérica que neurasténica. " 7 "mujer": "en ella se procure mantener atenuada la tensión sexual y se
La primera imagen de la mujer histérica en la representación freudia- cierre en lo posible su acceso al grupo sexual psíquico, supliendo de
na es, por lo tanto, la de una carencia que un hombre manifiesta de ese alguna otra manera la fuerza indispensable de dicho grupo."
modo en el mundo. 8 Freud nos invita a buscar detrás de toda mujer Este notable texto muestra que Freud, mediante esta elemental
histérica un hombre que sería la causa directa de su carencia. Como "sistemización" funcional, encuentra el modo de articular la génesis
si el hombre tuviera dos síntomas: su neurastenia personal, ¡más la social y pulsional que va a conducir a la mujer -la misma que tiene
histeria de su compañera! 9 bajo su mirada al final del siglo- a ese déficit. Llegado el caso, lo que
Correlativamente, Freud pone el acento en la anestesia sexual que esboza es una teoría de la melancolía: 12 pero a partir de ese esquema
caracteriza al estatuto de la mujer en la economía social del goce. Un puede leerse el conjunto del pathos femenino. La feminidad designa-
manuscrito del año 1895 esboza un modelo explicativo de la génesis ría en ese sentido el término genérico de esos destinos que tienen una
de esa anestesia, "atributo de las mujeres". Por más arcaico que sea relación cruzada con la carencia del objeto (cuyo acceso le está
en las categorías empleadas por Freud, en la época del Esquema de prohibido) y con el deseo del Otro -para el que es requerida la
psicología científica, este esquema explicativo es revelador de esa seducción. En consecuencia, la mujer estaría condenada a funcionar
alienación del goce, es decir, de una relación de dependencia con la de manera a la vez deficitaria -en la línea de la objetalidad- y Oi)
estrategia del otro. "sobresolicitada" -en la línea del Otro. ¿No es ya la silueta de la ~
Se trata de mostrar que la "educación" de la mujer"estáenderezada histérica quien es sugerida-remitida incesantemente desde su caren- /
a no despertar tensiones sexuales somáticas (S.S .), sino a convertir en cia específica al Otro que tiene que seducir? Es comprensible, en IP¡J
estímulos psíquicos todas las excitaciones que de otro modo tendrían efecto, que un sistema tal se sature de manera crónica, tomado como ·
aquel efecto, de manera tal que la vía punteada que parte del objeto está en la lógica contradictoria del déficit y de la sobreexcitación: ése
sexual se desvíe totalmente" al grupo sexual psíquico.'º Por ello es, ya enunciado, su destino.
mismo, se trata de hacer de tal manera que "la reacción específica falte Lo cual nos conduce a la escena primitiva: en tanto que lugar, causa
en la mujer" -la misma que, justamente, en el hombre "pondría al y acontecimiento en que se anudan la relación del sujeto con su deseo,
objeto sexual en una posición favorable" y determina una conducta de la escena primitiva lo inaugura en el sentido fuerte del término.
apropiación. Es el tema de la disminución de la mujer, que cumple un Sabido es que Freud descubrió por ese camino la eficacia del orden
papel central en el discurso freudiano sobre la mujer en la Kultur. 11 del deseo: en el marco de su "teoría general de la neurosis", la Urszene
es aquello por medio de lo cual el sujeto deseante instituye una
7
relación con lo real de su deseo. Encuentro con el Otro que se descifra
Op. cit., p. 63; p. 647.
8 Véase el sorpendente eco "metafísico" de esta observación clínica en la en el registro contrastado del trauma y del placer. O bien el sujeto se
conclusión del presente libro. vuelve espectador de la relación del Otro (coito parental), o bien
9
Véase supra, la idea de la mujer como síntoma del hombre que confirma esta idea. se vuelve su blanco en la escena de seducción.
10
La Naissance de la psychanalyse, op. cit., p. 96; O. C. JI/, p. 682. Se trata del
apartado V del manuscrito fechado el 7 de enero de 1895. 12
11
Véase infra, III parte, pp. 222-223. Es el título del manuscrito citado, cf. op. cit., p. 91; p. 677. Véase infra, acerca
de la importancia de la melancolía para la femineidad p. 181.

136
137
3. El seductor imposible
De lo que se trata de fijar, por lo tanto, es el papel de Ja mujer en
Ja escena primitiva: o sea, en un sentido estricto, el papel que le
corresponde, en tanto que se instituye la relación, indisolublemente Se trata de una fobia histérica bien localizada: "En estos momentos,
acoplada por la escenografía misma, con su deseo y con el deseo del Emma está atormentada por la idea de que no debe entrar sola en
Otro. ningún negocio." 15 El primer lazo asociativo -causal, dicho sea de
Dicho en otros términos: ¿según qué modalidad propia la mujer paso- es indicado enseguida: "Ella se la adjudica a un recuerdo que
vi ve su escena primitiva? Allí una vez más, la histérica aparece como remonta a cuando tenía trece años ... Después de haber entrado en un
el documento viviente de esa relación con el Otro, al mismo tiempo negocio para comprar algo, observó que los dos vendedores (se
fallido y demasiado vivaz. Freud nos proporciona una indicación muy acuerda de uno de ellos) se estaban riendo a carcajadas. El pánico se
precisa gracias a una diferenciación con su homólogo masculino apoderó de ella, de modo que huyó del negocio precipitadamente. De
(obsesivo): 13 "La histeria presupone necesariamente una vivencia allí proviene la idea de que los dos hombres se estaban burlando de
14
primaria disp\acentera; es decir, de índole pasiva." La pasividad, su vestido y que uno de ellos había ejercido una atracción sexual sobre
cuya génesis había sido dada por el modelo precedente, se halla allí ella." Pero si se lo observa con cuidado, "el recuerdo resurgido no
reencontrada, en el origen de la relación de la mujer, sujeto deseante, explica ni Ja obsesión ni la determinación del síntoma". La causa
con su deseo. alegada como real (el temor al ridículo en relación al vestido) no
Incluso conviene pensar esta pasividad de manera muy distinta a puede ser sino ocasional.
la de cierto elemento constitucional: Freud no hace aquí sino señalar Es entonces cuando, detrás de ésta, el análisis "pone bajo la luz"
la postura de la histérica frente a la revelación que le es hecha del otra escena, de la cual constituye una repetición transportada de la
deseo del Otro: o sea, la manera bajo la cual ella ajusta a ese deseo el anterior. No es otra sino un relato de escena primitiva:
suyo propio. El hecho es que ella lo recibe del Otro como habiéndole
sido dado: allí donde el obsesivo "activaría" la seducción, la histérica a la edad de ocho años entró dos veces en el negocio de un almacenero
instaura sin embargo a partir de esa "recepción" una estrategia muy para comprar unas golosinas; el comerciante, a través de la tela del
precisa. vestido, llevó su mano hasta sus órganos genitales. A pesar de este
Allí comienza a plantearse la cuestión de la fabulación. Freud primer incidente, volvió a ir al negocio. Luego dejó de ir. 16
designa como "protos pseudos" el primer paso mediante el cual se
regula el baile histérico. Comprendamos que se trata de una "primera Hay una analogía de situación, de maneta que la escena I, como la
mentira", relativa precisamente a la escena primitiva, a partir de la bautizó Freud -la de los dos empleados- hace de metáfora de la
cual se desencadena la mecánica de la que saldrá Ja neurosis. escena II (primera en la genealogía del síntoma).
En el desarrollo del Esquema de psicología científica que Je está Esta escena de seducción consiste en una maniobra sexual de
consagrado, Freud cierne ese mecanismo con el caso de la reactiva- seducción experimentada pasivamente. Pero ¿cuál es precisamente el
ción de una escena primitiva cuya puesta en escena es reveladora por estatuto del seductor? Se presenta con un detalle: "la sonrisa ges-
su misma trivialidad. ticulante con la que el comerciante había acompañado su gesto". Allí
está la iconografía de alguna manera típica de la Urszene: la sonrisa

15
Se trata del apartado IV de la segunda parte del Esquema, en !.A Naissance de
13 En éste, en efecto, Ja escena sería con dominante activa. la psychanalyse, op. cit., p. 364.
14 Manuscrito K del 1 de enero de 1896, en La Naissance de la psychanalyse, p. 16
Op. cit., p. 365.
136; o. c. l/l, p. 723.
139
138
,
que busca ser seductora se transforma en mímica grotesca y repulsiva precisamente hacia la idea de que el seductor no es tal cosa: y que es
bajo el efecto de la culpa. En este caso hay, sin embargo, algo más de esto último, tanto como de la manipulación, que se alimenta el
preciso. Todo ocurre justamente como si la seducción no hubiese proton pseudos histérico. Ese sería el destino de la histérica, si se
funcionado. Recordemos, en efecto, el modelo precedente: a la mujer siguen de alguna manera literalmente las indicaciones de esa escena:
se le da todo como para que asuma en ella misma, y de algún modo ser solicitada para una seducción en la que no hay seductor (compren-
pagando el precio propio de su organización, el papel de la seducción. damos: capaz de asumir ese papel).
De allí en más, el Seductor no puede desempeñar su papel, aunque El desdoblamiento del seductor, bajo la forma de dos empleados,
sólo fuera en la escena primitiva: lamentablemente no puede sino parece ser revelador de lo que se ha escindido en la escena de
hacer muecas. seducción: uno que se ríe y ella ama, el otro que solamente se ríe. ¿No
Lo cual no significa que no ocurra nada en esta puesta en escena: es también esta dualidad la que hace huir a Emma, como la revelación
hay algo que indudablemente se despierta, pero es algo totalmente de que se burlan de su carencia, al tiempo que la deseari? Al desmontar
particular que pone efectivamente a la "no-seducida" en una situación el fantasma puede verse hasta qué punto la "pasividad" que Freud
de mentira (proton pseudos). Esto hace que, precisamente, ella vuelva designa recubre un montón de actividad estratégica: es verdad que
al lugar de la agresión -nombre que resulta estrictamente conveniente ella padece el acontecimiento, pero teje allí el lenguaje de su deseo y
para una seducción que no tuvo éxito. ¿Por qué? Para comprender lo señala aquello que la escena llamada de seducción dejó irresuelto en
que pasó, o más bien lo que no pasó. Y el colmo es que su culpa se ella haciendo actuar su repetición de manera muy singular.
alimenta con eso: "Después de lo cual se reprochó haber vuelto al ¿Y si precisamente la histérica, de allí en más, estuviera buscando
negocio de ese comerciante, como si hubiese querido provocar un un verdadero seductor -el que el "seductor" de la escena primitiva
nuevo atentado." En efecto, la fobia de la escena de los dos empleados había revelado en su principio y, al mismo tiempo, había hecho
encuentra su alimento en esta primera fuente, habiendo actuado entre fracasar, convirtiéndose en instrumento de una seducción fallida? La
ambas la pubertad. "primera mentira", por lo tanto, vista desde la aventura histérica, sería
la mentira del seductor, el cual le dio esa vocación por la búsqueda de
El recuerdo desenadena una liberación (de energía) sexual (que no la verdad: aquello que, por el momento, designaremos como lo que
habría sido posible en el momento del incidente) y que se transforma debe hacer que la seducción tenga "éxito".
en angustia. Un temor se apodera de ella, tiene miedo de que los En esta perspectiva, podría comprenderse que las historias que se
empleados repitan el atentado y entonces huye. incluyen en los Estudios sobre la histeria son historias de seducción
imposible -antes que de satisfacción imposible. Una histérica sería
Pero justamente el efecto de esta seducción fallida-la de la escena aquélla que carece de seductor. De allí proviene, por otra parte, el
de los empleados- se revela con posterioridad al hecho, así como el hecho de que se vea obligada a cumplir ese papel y que vuelva a otra
efecto de la toma de conciencia de la culpa, y en última instancia el mujer -su doble- por identificación con el seductor.
de la segunda vez, cuando volvió al negocio del comerciante. ¿Qué Ello culmina con el caso Dora: allí hay en efecto una seducción
estaba buscando? Aparentemente, no tanto la repetición de esta imposible: el Sr. K. es un seductor irrisorio. La famosa escena del lago
escena absurda como el modo de acceder, confusamente, a un lugar que lo "vuelve a poner en su lugar" lo invalida como seductor
en que se la solicitaba sin que supiera para qué era requerida. fracasado, tanto como mal marido. De eso se queja Dora, de manera
Por lo demás, esta "seducción" es un gesto de designación de que Freud, al ponerla tras la huella de su atracción reprimida por el Sr.
aquello que, escondido bajo la tela del vestido, designa la carencia: K., estaba expresando una parte de la verdad, mientras que la otra era
signo de la castración del que, sin embargo, parece alimentarse el el hecho de que le reprochara al Sr. K. no estar a la altura del papel que
deseo del "seductor". Pero para nosotros todo parece converger

140 141
le había otorgado para que él cumpliera. El "arrebatamiento" histéri- sobre el narcisismo femenino debe interpretarse mucho más radica-
~o podría proceder de esta demanda que todo el tiempo se está lemente, como el ·indicio de que la feminidad va a poder ser pensada
topando con su imposible. de nuevo a la luz del narcisismo. De este modo, la generalidad según
· Si se presta atención a este estatuto originario de la feminidad en la cual la mujer sería "más narcisista" que el hombre no nos sería de
este primer modelo, en que sin embargo se atascaba la relación ninguna utilidad para la comprensión de lo que aquí está en juego.
freudiana con la histérica, 17 puede verse cómo le es reservado un lugar Dicha generalidad, no obstante, indica torpemente que la dualidad de
a una posidón de la carencia de la mujer. Allí debe pensarse de los dos principios o centros de gravedad del edificio metapsicológico
inmediato en algo que QO accede. A partir de laexperienciadelpráton freudiano -libido y luego narcisismo- implican de manera muy
pseudos cabe preguntarse, más allá de lo que el pseudo-seductor diferente la masculinidad y la feminidad.
desea de ella, aquello que ella bien puede querer. En esta indecisión En efecto, mientras Freud se mantuvo centrado en una teoría de la
del primero al segundo paso, ¿no hay acaso un primer esbozo del baile objetalidad libidinal, la mujer parecía desaparecer del paisaje. Ese
que, por lo demás, lo exaspera por momentos a Freud tanto como lo punto de vista imponía la idea que Freud enuncia, como para no eludir
intriga? Es por ello que, al mismo tiempo, se exaspera ... ¡por com- las consecuencias de su propio punto de vista: a saber, la masculinidad
prender! de la libido, que marcan los Tres ensayos sobre la teoría de la
Pues justamente la evolución, después de todo extraordinaria, se sexualidad, ese evangelio de la "diosa libido". 19 La mujer, en tanto
producirá insensiblemente cuando Freud, al recibir esta ambigüedad que "usuaria" de la libido, tiene la posibilidad de afiliarse de alguna
por p.arte del hombre, de quien ella funciona precisamente como manera a las reglas masculinas de su funcionamiento. Ocurre de un
síntoma, va a volver a convertir esta cuestión sobre sí misma. Ante modo muy diferente con la introducción del narcisismo: aquello que
esta conversión, una simple ética de respeto por la diferencia parece no era más que marginalidad, en el registro libidinal, se volverá un
muy insuficiente: ¿qué es lo que hace falta para darse cuenta de que, indicio de especificidad estructural.
más allá de la máscara·no obstante tan pesada de lo real y de la relación Es como si la mujer volviera a salir bruscamente a la superficie de
de fuerzas al que está asignada la mujer, lo que hay que interrogar es la teoría psicoanalítica, en tanto que singularidad sui generis, como
la singularidad de su propia división? Vale decir: dejarse intrigar por cristalización del narcisismo que, de ahí en más, se puede localizar en
el querer-mujer. ella misma. Hay todavía algo más: la mujer sirve así para pensar el
narcisismo mismo, dando la ilustración arquetípica. En ese sentido,
en un momento clave del ensayo sobre el narcisismo, en que "la
elección de objeto por apuntalamiento" se encuentra distinguida de
4. Un querer-Narciso "la elección de objeto narcisista", Freud llega a mencionar el "tipo
femenino más frecuente e indudablemente más puro y más auténti-
co", 2º en una palabra, la "verdadera mujer" en que se muestra lo
Resulta notable que "la introducción al narcisismo" -acontecimiento verdadero de la mujer: "Estrictamente hablando, tales mujeres sólo
fundamental de la génesis metapsicológica- 18 haya tenido efectos se aman a sí mismas, casi con tanta intensidad como el hombre las
fundamentales sobre la teoría de la feminidad. La insistencia de Freud ama." En esto, al igual que otros grandes tipos narcisistas, ellas

19
17 Sobre este punto, véase nuestra aclaración en l es grandes découvertes de la
Véase supra, cap. 11. psychanalyse, op. cit.
18
Sobre este punto, véase nuestra aclaración en Les grandes découvertes de la io G. W. X.
psychanalyse, op. cit.

142 143
encarnan "una posición de la libido inatacable", 21 pero es en su cuerpo Así se comprendería que Freud no pueda pensar en ello más que
que ellas lo muestran. De allí proviene la belleza que sería, tanto como pensando el narcisismo: ¡una libido sin objeto,. en efecto, sería
una razón narcisista, un efecto supremo del narcisismo que habría impensable! Pero ello, si se lo comprende correctamente, nos permite
encontrado un cuerpo feliz. Así, Freud menciona como analogía a los volver a la perplejidad cuya teoría estamos haciendo: al interrogarse
gatos y a los animales rapaces, a los grandes criminales y los a sobre el querer-mujer y al pensarlo suspendiéndole el objeto, Freud
humoristas para hacer ver literalmente el sentimiento autárquico con lo destaca del orden del deseo, o más precisamente de un deseo que
el que se sostiene el éxito narcisista. se satisface con un objeto ... Es como si Freud se planteara una
Ello le proporciona una suerte de soberanía lúdicra, libre ante la pregunta de este género: ¿es posible decir el objeto de ese querer
"elección de objeto": en esta oportunidad, en efecto, Freud no pierde "inobjetal" de la mujer?
la referencia a la realidad, y recuerda que este "estado en que la mujer Ya se ve el círculo: reclamar su objeto sería conducirlo a la lógica
se basta a sí misma" funciona como aquello que "la compensa de la libidinal-deseante que él subvierte. Pero es justamente allí que se
libertad de elección de objeto que le impugna la sociedad". Como si anuda la perplejidad de Freud: ese querer tiende decididamente hacia
no dejara de detectar la carencia objetal real que puede disimular esta algún oscuro objeto, desafiando así al psicoanálisis que, a pesar de
riqueza narcisista. Por otra parte, Freud indica la posibilidad de una todos sus esfuerzos, no pudo nombrarlo.
evolución mediante la maternidad, narcisismo secundario que le
permite volver al objeto. Lo cual no impide que sea de algún modo
sobre esta cima narcisista que Freud pudo enunciar "el momento de
verdad"de la feminidad. Este cambio cruzado de la pareja libido 5. El desvío por el querer
-narcisismo, masculinidad/feminidad, es confirmada por la presen-
tación del "ideal masculino" hacia el cual puede replegarse la niña, en
la fase llamada "fálica'', como un renunciamiento precoz al nar- Por ello mismo alcanzamos la mayor ganancia de nuestro método:
cisismo. partiendo de la relación, resulta posible reaprehender las tesis freudia-
Es necesario, por lo tanto, darle todo su sentido a esta "redundan- nas relativas a la "sexualidad femenina" de un modo distinto a un
cia" del narcisismo en la feminidad. Hay algo allí muy distinto a un conjunto de tesis. Hay allí un modelo explicativo de la posición
estereotipo, y es necesario preguntarse qué es lo que consagra a la "mujer" en el inconsciente, que le ha sido impuesto por las mujeres
feminidad a esta determinación "narcisista". Este elemento va a a la teoría freudiana: pues quien impuso la teoría freudiana es la
permitir especificar nuestra problemática de la relación que constitu- resistencia de ellas. Dicha teoría no puede ser leída fuera de este
ye el querer y el deseo en la feminidad-al mismo tiempo que confirma movimiento. Llegaremos a sostener incluso que lo que Freud dice de
que hay que buscar para ese lado. Si el deseo es tomado en efecto en la mujeres el síntoma de la relación de cierta mitad de siglo: es verdad
la objetalidad, ¿acaso no es en su componente narcisista que hay que que Freud tiene ese don irremplazable de transformar el síntoma en
pensar el "querer"? La pureza narcisista se traduce por esta suspen- verdad -lo que él llama metapsicología.
sión de toda elección de objeto que le da el privilegio de recusar la ley 1 Por lo menos esta representación permite dar cuenta de varios
del objeto. Podría decirse que un ser de esa clase ya no desea ni hechos patentes, que tendrían que haber resultado chocantes por su
siquiera a sí mismo: semejante a un puro conato, sólo aspira a aspecto contradictorio. Por un lado, el hecho de que el discurso de
perseverar en su ser. Freud sobre la feminidad obedezca a una extraña diacronía: después
del apogeo del período primitivo en que la cuestión de la histeria
ocupa todo el cuadro -que culmina con el caso Dora a principios de
21 Introducción al narcisismo.

144 145
siglo-, habrá que esperar hasta mediados de los años 1920 para que de su relación clínica, experiencia cuyo hilo le fue necesario desen-
) proceda a la solemne puntualización autocrítica que se le conoce; a rrollar en su totalidad para poder, finalmente, formularla. Esto es lo
principios de los años 30, aparece el ensayo sobre la Sexualidad que Freud percibió: a partir de ahora se comprendería que es algo muy
femenina y la Nueva Conferencia consagrada a la feminidad. Una distinto a una vaga e irracional perplejidad que expresa el¿ Qué quiere
ruptura tan radical, que se ha intentado partir de esos textos como si la mujer? Es el enunciado del efecto de verdad propio de la mujer,
se tratara de la exposición freudiana sobre la feminidad, cuando en sobre el cual sólo el saber analítico puede interrogarse, habiendo
) realidad no son 5¡i10 el punto de llegada, la notable fijación de una experimentado lo irreductible.
relación contradictoria. El querer, tomado en su acepción más elemental y más fundamen-
¿Freud habría "olvidado" en el intervalo a la mujer? Todo indica tal, designa la actividad, incluso inconsciente, pero permanente y
que allí se halla el tiempo que Je sigue a la experiencia, período dirigida en un sentido definido. 22 En este sentido, define la "tendencia
durante el cual Freud extrae las consecuencias de una relación: el fundamental de un ser". Resulta comprensible que semejante defini-
contenido de la teoría freudiana debe (re)leerse en esta perspectiva. ción esté muy poco determinada como para una exigencia analítica:
El segundo hecho patente que exige una explicación es Ja contem- como cualquier hablante, Freud lo emplea en este sentido. El "querer"
poraneidad de la confesión final-¿qué quiere la mujer?- con la puesta no es un concepto psicoanalítico sui generis.
. al descubierto de esa síntesis final. ¿Por qué confiesa su aparente No obstante, el saber analítico como saber de los mecanismos
escepticismo en el momento en que sistematiza su teoría sobre Ja deseantes, debería poder asignar al conato del sujeto la ley de su
feminidad? ¿Freud tendría dos posiciones tan opuestas, una en el deseo, para que su ambición explicativa esté completa. Lo que Freud,
secreto de la confidencia y la otra en su obra? La única solución a fin de cuentas, entiende que busca persuadir por medio de su teoría
coherente es tomar la fórmula al pie de la letra: el "escepticismo" etiológica misma es que el deseo da cuenta de la actividad o de la
freudiano relativo a la mujer llega a expresarse en el preciso momento tendencia fundamental de un ser. El postulado de equivalencia
en que la teoría de la sexualidad ha quedado fijada en lo esencial: por antropológica freudiano podría formularse en una equivalencia del
Jo tanto, en el momento en que Freud fija la teoría de la forma de deseo tipo: "Dime cómo deseas y qué deseas, y yo te diré qué quieres."
que define a la mujer -en su propio devenir- es cuando puede El hecho es que, en el caso de la mujer, el principio de equivalencia
localizar lo irreductible en su querer. no funciona. Lo cual, como puede verse, no suspende la ambición de
Esta escisión del discurso de Freud sobre la feminidad (su meta- comprender: pero ello obstaculiza el razonamiento de equivalencia
psicología de la mujer) y del habla freudiana a propósito de la mujer, etiológica. Hay que suponer que hay un sujeto en el inconsciente para
según nuestra posición debe leerse tal como sigue: "Aunque yo haya quien la congruencia no es pertinente.
podido reconstituir la lógica deseante de la feminidad, no puedo Antes que nada, podemos verificar que esta representación permite
deducir de ello lo que la mujer quiere." Pero este último límite no es comprender el principio del discurso freudiano sobre la feminidad, y
un irracional: es una verdad clínica. En este sentido, para darle al texto asignarle su propio lugar.
freudiano relativo a la feminidad todo su alcance, tenemos que Freud lo expresa claramente en La Feminidad:
plantearnos esta pregunta: ¿de dónde proviene el hecho de que, para
la mujer -en cuanto al texto constituyente de su inconsciente- el 22
Empleamos aquí la definición del Vocabuluire technique et critique de la
enunciado sobre la naturaleza de su querer no sea directamente philosophie de Lalande, artículo "vouloir" que remite a un sentido específico del
derivable o "deducible" del saber relativo a su deseo? artículo "Volonté" (§E). Nótese que aquí el querer precisamente tiene una definición
Al formular la cuestión de esta manera, se comprendería al mismo propia que no se reduce a la definición de voluntad como facultad. El despojo mismo
de esa definición se vuelve casi irónico a la luz del psicoanálisis (véase el: "¡incluso
tiempo que allí está el problema experimentado en la contradicción inconsciente!"). Pero justamente permite restituir el nivel que intentamos situar aquí.

146 147
A la peculiaridad (Eigenart) del psicoanálisis corresponde entonces no La penetración (Einsicht) en la prehistoria (Vorzeit) preedípica de la
tratar de describir lo que es la mujer-cosa que sería para nuestra ciencia niña produce un efecto de sorpresa (wirkt als Uberraschung), así
una labor casi impracticable-, sino investigar cómo de la disposición como, en otro terreno, el descubrimiento de la civilización minoico
bisexual infantil surge la mujer. 23 micénica escondida tras la civilización griega. 26

Una traducción literal de esta célebre fórmula revela la cuestión Antes que nada hay que subrayar el efecto de sorpresa: ¿qué es lo
que encierra: Freud pone de lado aquello que el psicoanálisis no que sorprende en esta oportunidad a Freud? El hecho de que hubiese,
quiere: decir lo que la mujer es (dass sie nicht beschreiben will, was en el devenir mujer, mucho antes del muy conocido texto edípico, una
das Weib ist). Pero de esa misma manera separa una investigación escritura que ya habla, aunque indescifrable -esa "lineal B" que más
sobre la "tendencia fundamental" del ser-mujer (de acuerdo con la tarde será efectivamente descifrada. 27 Ahora bien, si la lengua edípica
definición corriente del "querer"). Queda, por lo tanto, una suerte de es el griego del inconsciente -lengua civilizada de alguna manera- la
ecuación del deseo: cómo se produce la mujer a partir de un "x" lengua preedípica es como el micénico: una promesa de una civiliza-
bisexual. ción brillante, pero también una sospecha de ininteligibilidad.
1 Pero allí se anuda la contradicción: Freud no hace más que fijar la ¿Pero esta oposición no esconde acaso en el fondo la oposición
forma singular de (en) articulación del querer y del deseo en la mujer. esencial entre la Vaterbindung y laMutterbindung? Si, en efecto, para
¡ En esta perspectiva, nos es necesario reexaminar el modelo explica- el texto edípico el padre dicta la ley, la madre sería la clave de ese texto
\ tivo de la sexualidad femenina propuesto en los años 30. preedípico. Con ese apego irreductible que, de algún modo, dicta la
ley en el inconsciente de la mujer, Freud cae en un extraño remanso:
puerto de donde parte la niña, pero del que no se comprende para nada
bien por qué tarda tanto en desprenderse de él y, a la vez, por qué un
6. La mujer y su madre día se desprende de él...
Ahora bien, ¿ese mundo fusiona! de la Mutterbindung no lleva
encerrada la forma primordial del querer-mujer? Una forma a la vez
La razón fundamental mencionada por Freud para justificar su transparente y muda. De allí proceden los encarnizados esfuerzos de
autocrítica final es conocida: la subestimación de la fuerza y de la Freud por encontrar el lazo de derivación: cómo ese ser a la vez
duración del "apego a la madre" 24 (Mutterbindung). La contradicción bisexual y enamorado de la madre se convierte en mujer. ¿Acaso no
final contra la que choca Freud es, más precisamente, la articulación se trata, a partir de ese momento, de comprender cómo ese ser pasa
entre el abandono de la zona clitorídea por la zona genital, la vagina, de su querer primordial a su deseo? Es allí que lo espera el psicoaná-
por un lado y, por el otro, "el cambio del objeto originario - materno- lisis: en efecto, allí está completamente equipada. Pero la cuestión
por el padre". 25 peliaguda es la de la genealogía del querer con el deseo.
Pero no se trata de un simple reajustamiento técnico sin importancia: · Podemos decirlo con mayor precisión: el objeto primordial del
pensando hasta el final el sentido de la Mutterbindung Freud va a
desembocar en otro mundo. Es en este preciso nivel que surgen las
metáforas del arcaico femenino, sobre todo el paralelo arqueológico: 26
G. W. XIV, p. 519. Acerca de la posición de esta figura femenina de lo arcaico
en relación a las demás, remitimos a nuestro texto: "Lo arcaico en rreud", en No uve lle
23 G. W. XV; O. C. ll, p. 933. Revue de Psychanalyse, 1982.
27
24
G. W. XIV, p. 518. Por Michael Bentris en 1952. Cf. John Chadwick, Le Déchiffrement du linéaire
25 Op. cit., p. 517. B, Gallimard.

148 149
querer-mujer es efectivamente la Madre. Pero para desear y acceder términos se suelen designar las razones que son demasiado "buenas"
al hombre, le fue necesario hacer el duelo de ese querer. La inte- como para ser convincentes. Freud había adivinado con qué extraños
rrogación de Freud sería, por lo tanto: ¿por qué se queda así, en su "mecanismos" iba a tener que vérselas: lo que aquí está en cuestión
\ querer, más allá de su deseo? -es lo que no alcanzo a comprender. no es un simple cambio de objeto, que tendría motivos o razones
La considerable importancia de esta pregunta no aparece en ningún localizables: es una producción de "razones" para justificar una
lugar mejor que en esta segunda sección del ensayo sobre La sexua- desviación de objeto. ¡Cuántas cosas le harán falta inventar a la mujer
lidadfemenina en que Freud se plantea la cuestión fundamental de los en devenir para darse la fuerza y las razones como para mirar en una
1
"motivos" del abandono de su madre por la niña. La expresión exacta dirección distinta a la de la Madre! Freud, por lo tanto, hará desfilar
es Abwendung von der Mutter, 28 lo cual connota una suerte de su "serie" no porque no pueda asignar la causa del desapego o porque
desviación, de cambio radical de dirección (Ab-wendung). Cambio de no llega a decidirse: es porque de alguna manera sigue con la mirada
objeto, en suma: pero justamente Freud entrevé una cuestión funda- la seriación que se va a operar, e intenta poner allí algún orden, no
\ mental de estilo, 29 que hace pensar que allí hay algo muy distinto a un omitiendo ninguna, y hasta pesándolas. Es verdad que la serie sirve
intercambio. Es de algún modo la otra cara de la Mutterbindung, al para ahogar al pez: pero ésa es justamente la postura de la niña, que
mismo tiempo que su tan paradójica hora de verdad. Se trata de intenta ahogar su Objeto primordial en un chorro de "buenas razones"
\comprender cómo va a anudarse ese lazo tan fuerte, tal vez el más -por temor, por otra parte, a ser sumergida ella misma en el chorro
fuerte que el inconsciente haya alguna vez urdido. materno.
Que no haya lugar a engaño: al operar su autocrítica sobre el papel Freud se convierte en el atento contador de esta aritmética. Más

\\del apego a la madre, Freud pone al descubierto una cuestión mucho


ás peliaguda, que es la desvinculación. Lo más difícil de compren-
er es precisamente lo que permite desatar semejante Bindung. Más
precisamente, se convierte en el notario de ese fundamental enredo
familiar, de ese litigio tan decisivo para la futura mujer, la misma que
lo trae para que arregle su "contencioso" con su madre. Como en una

É _fícil todavía es comprender el estatuto de semejante sujeto en el


nconsciente: pues al cabo de la desvinculación, a quien encontramos
es a la mujer que ha accedido a la feminidad.
serie de "considerandos" jurídicos, Freud se esfuerza por no omitir
ninguno.
Esos Motieven o Momenten también los llama Vorwuife, que se
En este terreno "micénico", Freud parece estar buscando "su podrían traducir por "reproches" o, mejor aún, por "quejas". Hay allí
griego", al tiempo que intenta adaptarlo a la extrañeza de la situación algo referente al resentimiento: las quejas se multiplican para fundar
que tiene que pensar. Así, nos advierte que tiene que pensar en la la Queja: si ella busca apuntalarse con buenas razones es debido a que
pluralidad: "Estamos preparados para encontrar, no un motivo, sino el resentimiento ya está ahí, pero cada queja refuerza el resentimien-
toda una serie (Reihe) de tales motivos, que colaboran para una misma to, a punto tal que, ante cada queja suplementaria, dicho resentimiento
meta final" (Eindzie[). 30 Y esa meta es el desapego: "Nuestro interés se convierte cada vez más en causa de sí mismo, justificando cada vez
debe dirigirse hacia los mecanismos que actúan en la desviación del más el ejercicio su venganza. 31
objeto materno, tan intensivo y tan extraordinariamente amado." Así, Freud despliega así una lista de esos motivos-quejas contra la
ante el abandono del Objeto, en el que se encama lo único inefable, madre: reproche por haber otorgado el amor, tan exclusivamente
hace falta una sarta de "buenas razones". Es sabido que con esos codiciado, a otros (hermanos y hermanas, rivales); acción del com-
plejo de castración que implica la queja hecha a la madre de haber
28
G. W. XIV.
29
Cf. infra, pp. 159 y sig. 31 Resulta fácil adivinar la conclusión de un análisis de tipo nietzscheano. Cf. sobre
30
Op. cit. este punto Freud y Nietzsche.

150 151
Se comprende, finalmente, el papel del Padre, como sustituto y
producido un niño castrado, y de revelarse ella misma castrada,
alternativa: debe existir para que la alternancia sea posible ... ¡en el
perjuicio que mancha la presunción de omnipotencia; reproche por
Paraíso! Papel a la vez saludable e ingrato, que le corresponderá al
haber seducido a su propia hija, bajo el pretexto de cuidados corpo-
Padre tanto como a su heredero, el hombre amado. Es por ello que
rales, y al mismo tiempo haber impedido la masturbación. Reproche,
Freud localiza la huella insistente de la antigua demanda materna en
también, por no haber nutrido lo suficiente a su hijo. Parecería, a fin
el corazón mismo de la elección de objeto masculino de la mujer.
de cuentas, que esta acumulación proporciona demasiadas razones: al
¿Eso quiere decir que es fallido? En realidad, el proceso está
punto de provocar una sospecha de reedición del argumento del
bastante bien hecho, o bastante bien "trucado" para desembocar en un
caldero mencionado en la Traumdeutung, en donde la inflación de
cierto sentido: la madre será condenada para que la hija pueda
argumentos desemboca en una patente contradicción: así, acusado de
soportar emanciparse de ese amor sin salida. Pero todo ocurre como
haber estropeado un caldero que le habían prestado, nuestro sujeto
si la aporía del amor primitivo -de la Madre-fuera a restablecerse en
afirmaba que no estaba estropeado, que no se lo habían prestado y, de
el límite de la doble relación: o sea, la línea del Padre, de la castración
paso, ¡que ya lo había devuelto!
y del deseo, y la de la Madre, de la demanda ... y del querer. Cicatriz
No obstante, de este argumento demasiado voluminoso como para
irreductible que marcaría todo deseo posterior -por poco que haya
ser honesto, se pueden extraer dos razones principales: la primera,
una mujer por sujeto- con la marca de su querer.
que de por sí forma ella sola toda una clase, y que no es otra sino la
No es sólo que va a seguir queriéndola al desearlo: es que,
castración; 32 la otra, que tiene que ver con la pareja madre-hija, cuya 1
estructuralmente, el deseo tomó vuelo a partir de que ha sido recusada
verdadera naturaleza Freud finalmente formula: la verdad es, en
la demanda. ¡Cuánta voluntad le fue necesaria a esa niña para hacer
efecto, que este amor "sin medida", que "desea la exclusividad", es
ese esfuerzo -al punto que Freud se la representa vacía prematura-
también "para hablar con propiedad sin meta (ziellos ), es incapaz de
mente de sus fuerzas! 33 Tanta energía para querer no amar más a la
obtener plena satisfacción", de manera que está "condenado a desembo-
madre como por haberla amado. El deseo que salga de allí estará
car en una decepción (Enttiiuschung) y a dejar el lugar a una posición
marcado por esta prueba.
hostil". Amor sin salida: tal es, en efecto, el punto en que se anuda lo
A partir de entonces, sin que el propio Freud se diera cuenta por no
trágico de la relación madre-hija.
haberlas relacionado, puede comprenderse que la pregunta formulada
Se comprende que las otras razones no hacen sino detallar de
en esa oportunidad: "¿Qué desea la niña de la madre?" y la pregunta
alguna manera esta aporía mayor: sólo es necesario algo de tiempo
"¿Qué quiere la mujer?" se hacen eco. Una es la apuesta de la otra.
para comprender que entre una y otra el amor no tiene salida, y es
Pues comprender lo que se surca de deseo de la Madre; nótese en
llevando en sí misma las razones de la ruptura que una se desvía de
efecto el de -Was verlangt das kleine Miidchen von der Mutter-que
la otra y se convierte en mujer.
connota la apuesta de una demanda más que de un objeto de deseo, es
Freud no pudo pensar en nada más preciso, con el nombre de
medir de alguna manera el~ que mide la demanda primitiva.
"mujer", que el efecto de esa desviación. Y una mujer se convierte por
Allí se ubica en efecto el desarrollo de la actividad y la pasividad.
sí misma en mujer realizando singularmente esta desviación. Tam-
Pero lo esencial es que esta relación de alguna manera es ejemplar-
bién se comprende el extraño maquiavelismo de esta relación: el fin
mente pulsional: la cuestión se refiere a lo que la madre hace con el
justificaría los medios -el desapego justificaría las "razones"- si,
cuerpo de la hija, y aloque la hija, instalada así como blanco de placer,
precisamente, no fueran los medios de convencerse que el fin no tiene
salida: ¡al inculpar a la Madre misma de alta traición!
33
Véanse sus declaraciones sobre la viscosidad de la libido femenina: la fijación
no hace sino connotar aquí la codicia de la conquista precedente.
32
Véase infra, cap. VI.

153
152
en esta relación que ella padece, puede devolver en contra de la silogismo es en efecto la demanda dirigida a la Madre. La consecuen-
madre, en esta circulación intensiva de los signos del cuerpo. Es como cia, finalmente, es la mujer misma, llegada como mediación de una
si la relación de asistencia estuviera aquí superdeterminada: la niña, y otra referencia: pero justamente vemos que esta mediación "no
para vivir esta relación, debe convertirse en la dueña de la que posee camina" debido a Ja nostalgia (en el sentido del Sehnsucht alemán)
la madre como siendo ella misma. ¿Acaso no es la imagen sorpren- por lo que hizo falta arrancar del origen -por el hecho de que el
dente de esta "autonomía", que consiste en llevar a cabo completa- silogismo tuvo que ponerse en movimiento. El "querer" es lo que
mente sola lo que hasta entonces hacía con (ella), o sea localizar detiene la mediación, o lo que permite nombrar esta "detención" de
activamente en el juego sus experiencias pasivas, o sea hacer verda- Ja mediación.
deramente de la madre un objeto ante el cual (ella) se comporta como Lo que habría que mencionar aquí es más bien el cuento de los tres
sujeto activo? ¿Acaso no es en ese lugar en que ella repite lúdicramen- deseos.
te la relación con la madre que la niña señala lo que ella desea de la Su primer deseo fue dirigido efectivamente a la Madre: de eso
madre? Momento capital en que la hija emerge hasta sí misma, a la estaba segura. Pero a partir del momento en que le fue demostrada la
vez como el residuo de una ausencia y como la repetición de esta ausencia de salida de ese deseo -una vez que ella se lo demostró- se
presencia, ahora dominada. Tal vez se podría encontrar allí el secreto entrega a la segunda oportunidad: el deseo del padre y del hombre.
del esplín por el cual se fenomenaliza con tanto gusto el querer mujer, Hay que suponer, sin embargo, que se descubre entonces una tercera
que requiere una disponibilidad que raya con el aburrimiento ero- posición, una suerte de suspensión recíproca de la posición 1 y de la
tizado ... posición 11, en la que el sujeto mismo se experimenta como lo que
En el proceso reconstituido más arriba del devenir-mujer, hemos resta, más que como la "solución".
encontrado en efecto este extraño problema al que Freud se vio Así, si bien es verdad que Freud identifica Ja relación con el falo
confrontado: el de una "desviación de la madre" que no dejaba de como el destino del deseo de la mujer, también es verdad que detecta
inflarse, por cúmulo de razones para justificar la traición de la Madre en la mujer, más allá del deseo, aquello del gran querer primitivo-
bienamada, y que sin embargo no llegaba a terminar. Esta Ab- materno que sigue brillando.
wendung es efectivamente una Wendung, una "conversión" de la
Una-amada al Otro por amar. Se comprende, a partir de entonces, que
la relación con el falo y con la castración, por más constitutiva que
fuera para el deseo de la mujer, es tomada en una muy particular 7. Teoría del "capricho"
ecuación. En efecto, es como si la referencia al padre fuera a alimentar
la energía de la "conversión", a reforzarla desde el exterior: "Y a que
me abandonás", dice el deseo de la hija a la Madre -dando por Todavía resulta conveniente interpretar la referencia a este irreducti-
entendido que la traición debe producirse, para salir de la relación ble que el "querer" nombra. ¿No parece marcar el límite de esta lógica
descrita como sin salida- "que por lo menos reine el Padre". Tiene que del deseo que el psicoanálisis puso al descubierto de manera ejem-
consagrarse, a partir de entonces, al falo, aunque para ello no tenga ... plar? Pero a ese "querer", ¿no le hace falta un sujeto? Cabe sentirse
ninguna inclinación. tentado entonces en localizarlo en algún plano "psicológico" que el
Es !oque explicaría que la castración, por más imperativa que fuera deseo habría reabsorbido mal -en referencia a cierto "voluntarismo"
para marcar el deseo de Ja mujer, no pueda ser pensada sin esta que resistiría al deseo, por no decir al inconsciente.
referencia a una suerte de silogismo inconsciente en que ella es la Ahora bien, en realidad se trata de pensar en algo muy distinto:
"menor" -por más grande que sea su importancia. La "mayor" de este pues ese querer no tiene por sujeto ningún otro sino el del deseo. Por

155
lo demás, el psicoanálisis no puede concebir que haya otro. Pero lo Pero también se comprende que no hay otro destino del querer que
que queda por pensar es esta dehiscencia del sujeto de deseo que no sea el del deseo: de este modo, al insistir en el efecto del querer,
parece distinguir a la "modalidad femenina" del inconsciente. Antes hay que cuidarse de no hipostasearlo a su vez. Pero he aquí preci-
incluso que una turbulencia del querer en la mecánica del deseo, se samente, mediante aproximaciones, lo que se podría intentar pensar:
trataría de una tranquila puesta a distancia, de una deducción que el que el "querer" no designa ninguna "facultad" específica en el
sujeto opera, con respecto a lo que le debe a su deseo. Esta parte de inconsciente, sino ese punto imposible de absorber en que el sujeto
querer que hace que el sujeto parezca que no habita totalmente su firma su presencia en su propio deseo, como posibilidad de adherir o
deseo no remite ni a una estrategia de comportamiento (preconscien- no a él. En ese punto, la feminidad sería ejemplar.
te, de alguna manera), ni a un oscuro sacrificio, si es cierto que el Por esa misma razón se comprende que Freud no haya reabsorbido
querer no es una "parte maldita". Es, podría decirse, una reserva: la crucial cuestión de la adherencia de la mujer a su deseo mediante
reserva en la que no debe habitar totalmente el contenido de su propio alguna teoría de la conducta: como si ella no se condujera como
deseo, de manera que el sujeto se reserve -y es en ello que residiría desearía. Freud se mantiene en el área exclusiva del deseo y de sus
su "querer". · representaciones: pero la carencia vuelve en esta perpetua "escapato-
De este modo, puede ser descifrado como suprema expresión de ria" a la que le asigna como principio el "querer".
libertad o como pura y simple arbitrariedad. Pero lo esencial es darle El cual no es un fenómeno, como tampoco es una facultad: no se
certificado de existencia en la experiencia analítica, sin lo cual algo le puede asignar ni causa ni función. No obstante, no es por ello un
de la mujer será sin duda denegado, que podría ser lo esencial y, puro vértigo: Freud mismo se resiste, más o menos eficazmente, a
paradójicamente, la "prueba clínica" de que la mujer no tiene esencia tratarlo como "capricho". Este lugar de la contingencia tiene incluso
en el inconsciente. tan bien su lógica que resulta posible hacer un principio de descifra-
Resulta patente que la adjudicación de una esencia a la mujer, miento de estructura.
aunque sea deseante, tiene por resultado hacer una anticipación en el Hubo un tiempo en que fue necesario, para descifrar la libertad del
destino de su propio deseo. La no congruencia del querer y del deseo sujeto, de una oposición mayor: la de la "voluntad" y la del "enten-
es quien fija esta imposibilidad de anticipar. Sea lo que fuere lo que dimiento" .35 Así, Descartes oponía el carácter infinito de la voluntad
yo pueda saber del deseo, no puedo anticipar lo que el querer pondrá al carácter finito del entendimiento, del que hacía nacer el error, en el
allí: tal es la verdad que la mujer, al cabo de un largo aprendizaje, le punto de emergencia de esta libertad que puede convertir en abuso lo
enseña a Freud a articular. · que el entendimiento percibe. 36 Podría haber una necesidad allí
Lo cual no implica en lo más mínimo que quede anulado el deseo: -totalmente conjetural, en esos mismos términos- de reactivar una
sólo que es tenido como reserva por aquello que el sujeto pone allí de forma de oposición de ese tipo en la teoría de la feminidad. Pero para
su "volición". Se comprende que cuando Freud caracteriza a la hacedo, no es necesario ningún dualismo de la afectividad y del
técnica analítica como aquella técnica de lo "imposible'', "en la que
se puede estar seguro que el efecto será decepcionante" 34 bien podría 35
Cf. los Principios de filosofía . 'Todas las maneras de pensar que observamos
haber extraído esa sabiduría de la experiencia privilegiada de la
en nosotros pueden ser remitidas a dos generales: la primera, que consiste en percibir
feminidad. Lo que retiene a la tecné analítica de la ilusión "tecnoló- por el entendimiento; y la segunda, en determinarse por la voluntad"(§ 32).
gica" es el hecho de que entre el deseo y su efecto se intercale el querer 36
"Por lo demás el entendimiento se limita a esos pocos objetos que se presentan
del sujeto. Tal vez de quien haya obtenido Freud esta verdad sea a él, y su conocimiento es siempre limitado: la voluntad, en cambio, puede parecer
principalmente de la mujer. infinita ... "(§ 35). Hay algo de ello en el famoso Video meliora proboque, deteriora
sequorde Ovidio: pero entre el primer verbo-quien ve lo mejor-y el segundo-quien
34
Cf. Análisis terminable e interminable, G. W. XVI, p. 94. sigue lo peor-, ¡se ubica nada menos que la división del sujeto!

156 157
conocimiento: Freud nos ha demostrado de modo suficiente que el Capítulo V
deseo estaba enganchado, en el inconsciente, a una cuestión de saber, FIGURAS CLINICAS DEL QUERER-MUJER
es verdad que un tanto particular, en la medida en que divide al sujeto
con respecto a su propia verdad.
Pero precisamente se ve lo que la feminidad nos obliga a agregar
(o a suprimir) para pensarla: o bien una escisión del entendimiento
deseante -o bien lo que el sujeto "percibe" de su propio deseo,
poniéndose a sus órdenes, aunque sólo sea de manera dividida-y del
querer, que se caracteriza por desarreglar las percepciones. Resulta
comprensible que Freud, finalmente, pierda allí un tanto la brújula,
puesto que se toparía, a propósito de la mujer, con una voluntad que
no se reduce a su entendimiento. De ello nos queda por saldar los
efectos concretos en la clínica misma.

Habiendo llegado a este estadio de nuestra investigación, hemos


transformado el punto de interrogación en un principio de explica-
ción: dicho en otros términos, nos parece posible, e incluso necesario,
volver a pensar las estructuras más importantes mediante las cuales
en cierta medida se fenomenaliza la feminidad a partir de lo que indica
la pregunta freudiana: la división constitutiva del querer y del deseo,
en el sentido circunscripto en el capítulo precedente.
Habría que pensar, por lo tanto, a la mujer en el cruce inconsciente
de dos líneas rivales cuyos elementos hemos identificado: por un
lado, el Querer-apego materno-demanda, por el otro Deseo-referen-
cia paterna-falo. Entre ambas sería posible leer la costura imaginaria
por la cual ella puede identificarse. Tal como se observa, no se trata
de un imponderable, sino de una forma singular de irreductible que
permite releer con rigor el despliegue de esta contradicción en el
inconsciente en que ella hace sentido en cierto modo obstinadamente .

..
l. El estilo de la estructura

De esta manera, dibujaremos ese campo, esbozado en Freud, aunque


sólo fuera para indicar el área de búsqueda destinada a la inves-

158 159
tigación analítica de la feminidad, 1 a partir del momento en que se da con el hombre, aquello que no puede ser llamado de otro modo que
fe al principio sugerido por Freud. su "estilo". De allí proviene que se deba conciliar la idea de una
Las tres líneas estructurales mayores de la neurosis, de la psicosis identidad de las estructuras y la de una diferencia clínica en la
y de la perversión pueden servir como indicaciones: en esas tres efectuación de éstas. Allí, precisamente, puede servir el principio
"ocasiones", la feminidad experimenta su mayor aporía. Justamente, distintivo de no congruencia querer/deseo: es en este terreno clínico
debjdo al hecho de que la feminidad no hace estructura en el que tenemos que verificarlo para experimentarlo en concreto. Es
inconsciente es que sólo puede ser individualizada por medio de la como si ese principio tuviera valor de un "esquema" que permitiría
reduplicación de su aporía singular en el seno de las estructuras producir la mediación entre la teoría de la feminidad y la correspon-
individualizadas como tales. En dichas estructuras la feminidad diente clínica.
imprime su estilo, esa cosa "micénica" que hay que agregarle a la De esta manera, propondremos tres proyecciones identificables,
escritura clásica (el "griego" del inconsciente) para llevar a cabo la plegando este principio de no congruencia sobre las tres estructuras
decodificación. maestras del inconsciente.
Con el término de neurosis, Freud distingue una forma de oposi- La fórmula de la feminidad neurótica debería ser buscada del lado
ción del deseo del sujeto con la prohibición, que le permite mantener de un sujeto -una mujer- que no quiere aquello que desea. Simétri-
la inherencia a la realidad, cuando en la psicosis la realidad misma camente, la perversión se caracterizaría por querer aquello que no
cede a las exigencias pulsionales. Mientras que, en la neurosis, el alcanza a desear. La psicosis, finalmente, reflejaría un querer desear,
sujeto "reprime un fragmento del ello" en nombre de lo real, y el ello que reexperimenta siempre de nuevo la carencia del deseo. Tres
se "compensaría" por medio de ese "aflojamiento de la relación con figuras de un mismo encuentro fallido, en el seno de un mismo sujeto,
lo real" que constituye el fantasma, el proceso psicótico, en cambio, de su querer y de su deseo, que nos permiten esbozar una suerte de
después de haber cortado al yo de la realidad, intentaría, por medio del tragedia en tres actos del "capricho".
delirio y de la alucinación, "reparar los daños reconstituyendo a Comprendamos que las estructuras proporcionan el núcleo conflic-
expensas del ello la relación con Ja realidad". 2 La perversión, por su tivo -algo así como la puesta en ecuación de la relación del deseo con
parte, hace una incisión en lo real para denegar allí la huella insopor- la prohi0ición y con la realidad. La triple fórmula precedente indica,
table de la castración, pero el sujeto está obligado a partirse otro tanto, para cada una de esas estructuras, lo que se incorprora en tanto que
al tiempo que rellena por medio de la estrategia fetichista los agujeros estilo de efectuación de ese núcleo conflictual, agregándole la dehis-
por los que la amenaza podría regresar en lo real. cencia que estamos tratando de pensar. Tenemos que ver en qué
La considerable apuesta no es otra sino la de marcar en qué medida justamente ello resulta aclarador para reaprehender lo que Freud nos
la feminidad imprime sobre estas estructuras, que ella "comparte" dice de la feminidad cuando se encuentra con sus singulares aporías.

' Este primer trabajo se limita a destacar e t campo que Freud permite pensar.
Tenemos previ sto de alguna manera sacar partido de las apreciaciones freudianas,
teni endo en cue nta, en una publicaci ón ulterior, las aplicaciones en el campo clínico. 2. El sueño fundador: acerca de un caviar sin deseo
El presente capítulo en cierta medida proporciona su gramática estrucutral y su
programa.
2
Cf. Los dos ensayos de Freud sobre ta cuestión, que datan de 1924, Neurosis y Freud da una ilustración ejemplar de este principio en un extraño
psicosis y La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis. Acerca de las pasaje de la Traumdeutung. No nos sorprenderá el hecho de que, una
aporías de esta co ncepción de la realidad, remitimos a nuestro tex to: "Les fondements
philosophiques de la psychanalyse", en Histoire de la psychanalyse, op. cit., t. l. vez más, sea en la escena del sueño que Freud dé la clave de una verdad

160 161
esencial concerniente a la mujer. Pero el contexto es particularmente enunciar en ese entonces será uno de los más lúcidos chispazos sobre
paradójico, en la medida en que proporciona la ocasión de nombrar el estatuto de la feminidad en el inconsciente.
esa paradoja que tratamos de pensar, y a la que Freud da aquí de alguna El relato del sueño, en efecto, está constituido por una serie de
manera un certificado de legitimidad. fracasos:
En el capítulo V de la Ciencia de los sueíios, en donde examina la
"transposición" que funciona en la lógica onírica, Freud menciona Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón
una objec'~ :1a su principio fundador según el cual el sueño sería la ahumado. Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que
realización de un deseo. Ahora bien, esta objeción proviene de una es domingo por la tarde y que las tiendas están cerradas. Intento luego
mujer, calificada de "ingeniosa", que cita allí contra uno de sus telefonear a algunos proveedores, y resulta que el teléfono no funciona.
propios sueños. Esta refutación toma la explícita forma de un desafío De este modo, tengo que renunciar al deseo de dar la cena.
al maestro del saber: "Dice usted que todo sueño es un deseo cumplido
- me expone una ingeniosa paciente-. Pues bien: le voy a referir uno Para esta derrota, Freud encuentra rápidamente un modelo en lo real:
que es todo lo contrario. ¿Cómo armoniza usted esto con su teoría?" 3 en efecto, nos encontramos en un mundo en que dominan los valores
Nos encontramos, por lo tanto, en una situación particular: no se orales. En tanto que mujer de un carnicero al por mayor, parece estar
trata solamente de interpretar un sueño entre tantos otros, sino de inclinada a identificar sus deseos en términos de "ganas". Su marido,
poner en juego toda la "ciencia de los sueños". En efecto, se trata de cuya salud física y genital es subrayada, él mismo identifica su objeto
un sueño del que se creería que escapa a su destino inconsciente: de deseo en términos carnales. Como si tratara a las mujeres, objetos
resulta aparentemente imposible "reconciliarlo" con la teoría, pues de su inclinación, como "bellos pedazos" de carnicería. Así parecería
todo anda mal para la soñadora. Allí se encuentra algo más que un que ella se ve obligada a suscribir, por lo menos en apariencia, a este
trivial escepticisimo con respecto a la interpretación analítica: es un ideal, para hacerse amar por un hombre de quien ella misma dice estar
anti-sueño (en el sentido analítico del término) . Por lo demás, enamorada: al punto de desear tener esas formas redondas que ella
conocemos bien la sintaxis del desafío regularmente dirigido a Freud sabe que le gustan a su marido carnicero.
por sus pacientes: "A ver si podés explicar esto que proviene de mí Lo que desentona en ese marco de gordura es una discreta negativa:
-sueño o síntoma- para probar tu saber." Lo hemos experimentado le pidió a su marido que no le diera caviar, cuando en realidad anhela
precisamente a lo largo de la relación con la histeria. desde hace tiempo tener todas las tardes un sandwich de caviar, pero
Sólo que, en esta oportunidad, el desafío es mucho más radical: a no se permite ese gasto. Esta abstinencia está dirigida a su marido,
lo que apunta el desafío no es a comprender el contenido del sueño, puesto que sabe muy bien que él va a satisfacer inmediatamente su
sino la presencia del deseo en persona: "Mirá bien mi sueño, y decíme demanda, de manera tal, según dice ella, que pueda hacerle bromas
si pod~s ver en él algo que se parezca a un deseo." Reivindicación con eso más tiempo todavía. ¿No se ve acaso surgir aquí el "capricho",
fundamental en el plano de la feminidad: producir una verdad que, con su efecto inmediato sobre el Otro, que efectivamente se puede
aunque procediendo del inconsciente, escaparía al ámbito del deseo. transportar en el consciente con el término de "broma" empleado por
Es por ello que algo esencial nos parece que se está jugando en esta la interesada?
demanda y en la réplica que Freud le dirige. Pues lejos de mantenerla De este modo, la paciente tenía razón cuando se refería al con-
a distancia, se metede lleno en el escenario, como ocurre cada que vez tenido de su sueño como "deseo insatisfecho". Pero la pregunta
se esboza una objeción mortal para su propio saber: lo que va a golpea otro tanto: "Noto que ella está obligada a crearse un deseo
insatisfecho. Su sueño le muestra ese deseo como realmente insa-
tisfecho." Pero ¿por qué le era necesario un anhelo insatisfecho?
3 G. W. 11-III, tr. fr. Club fran\:ais du livre, p. 84: O. C. /,p. 330. (Wozu braucht sie aber einen unetfiillten Wunsch?)

162 163
Hemos subrayado esta última frase, pues da la verdadera dimen- Pero ¿no puede radicalizarse la expresión así realizada? Esta, en
sión de la apuesta al cuestionamiento freudiano acerca del querer- última instancia, podría descifrarse como una última y compleja
mujer. Freud no se ensaña en encontrar la huella de una lógica de la astucia del deseo, mientras que también está indicando una escisión.
satisfacción, que estaría ocultada por el relato del deseo insatisfecho: A donde ella busca acceder es al lugar de la carencia: el lugar de la
de alguna manera sigue con la mirada el rebote que el deseo de la mujer delgada que a pesar de todo suscita el deseo que ella reivindica,
mujer realiza, de su aparente insatisfacción al sujeto mismo: ¿cuál es tanto como el lugar del caviar no consumido. Como si, por ello
el estatuto de ese sujeto que quiere que su deseo sea insatisfecho? Y mismo, ella, la soñadora -en eso tan ejemplar de la estrategia
en semejante sujeto, ¿cuál es la naturaleza del "querer"? inconsciente de la feminidad- se negara a girar en torno a la órbita del
Esta mujer que, en sentido propio, no carece de nada, ¿acaso no deseo del Otro (el hombre) para vol ver a alcanzarlo y proponérselo de
llega a dirigirle al Otro mismo de su deseo una demanda de carecer? nuevo como carencia a amar. 5
Como si ella le dijera: "A vos, que te amo, dame esta carencia: Se comprende el extraño mensaje codificado de este sueño de
¡permitíme carecer!" Del colmo del deseo (o del deseo colmado) mujer: si no quiere ese caviar que tanto desea, sería para señalar que
surge, hacia atrás, el sujeto del querer, que señala en el sueño la verdad no quiere lo que desea. Por lo tanto, que no se crea que ella está toda
de su estrategia. en su deseo (que por otra parte no ponga mala cara, como parece
Pero este desdoblamiento se vuelve posible por la referencia a la indicarlo la realidad de cierta felicidad genital): en semejante lugar no
otra mujer: una amiga de inmediato caracterizada como delgada (en se la encontrará. Hela aquí en efecto que, mediante la hendidura
este universo en que la silueta es un criterio determinante de evalua- facilitada por la negación del caviar, vuelve hacia el Otro que la ama
ción), que sin embargo suscita la admiración del marido amado a y que, sin embargo, no la esperaba allí: vale decir, por el hueco de esa
pesar de (¿o a causa de?) su predilección por las "formas llenas". carencia que señala su amiga y que el marido, aunque sólo fuera
Ahora bien, esta mujer había solicitado una invitación a cenar y vagamente, pudo desear.
nuestra sujeto de inmediato sospechó un peligro: engordada de esa Freud parece estar aquí más preocupado, por otra parte, en ilustrar
manera, ¿no cumpliría una condición que la haría hacer valer ante su el fenómeno de "identificación histérica": pero nos parece que ése es
marido? Una cena semejante sería muy peligrosa, y el sueño la un medio que forma parte de una estrategia más global: ella busca
suspende oportunamente. hacerse desear tal como la otra mujer. Es por ello que le fue necesario
El rasgo decisivo por el cual se confirma la identificación con la seguir la mirada de su marido fijada en la otra mujer para alcanzar la
amiga es la equivalencia de los dos caprichos: mientras la primera no carencia que pudo suscitar semejante llama e intentar desviarla para
se permite el caviar tan codiciado, la otra no se permite el salmón su provecho: "¡Amáme como si fuera la otra!" No tanto que aquella
ahumado, 4 el cual se convierte en el objeto del pequeño baile sea más deseada que ella misma (lo contrario sería más bien verdad):
mencionado por el sueño. Por ello mismo, la soñadora "ocupa en su pero ella es "admirada", inspirante. Como si el marido, deseando tan
sueño el lugar de su amiga porque ésta ocupa en el ánimo de su marido bien a su mujer, se dejara inspirar por la carencia de la otra, suspensión
el lugar que a ella le corresponde y porque quisiera ocupar en la del deseo en el punto en que todavía no reabsorbe en lo más mínimo
estimación del mismo el lugar que aquélla ocupa." la carencia. Resulta conveniente fijar nuestra atención en este punto:
pues bien podría ser el lugar al que tiende el querer-mujer, en donde
4
"¿Por qué ha escogido usted en su sueño precisamente este pescado?" "Sin duda
encuentra su área de proyección y de reflexión.
-me responde- porque es el plato preferido de mi amiga." Casualmente conozco
también a esta señora y puedo confirmar que le sucede con este plato lo mismo que 5 Jacques Lacan es quien le dio a este sueño Ja importancia que merecía, a pesar

a mi paciente con el caviar": obsérvese la atención de Freud por establecer una de su modesto lugar en la Traumdeutung: cf. "La dirección de la cura y los principios
correlación entre los "caprichos" de las dos mujeres que conoce por separado. de su poder" (l 958), § 5 (en Ecrits, p. 621).

164 165
Si la histérica recurre tan a menudo a ese doble femenino, polo de pero la verdad del sueño es justamente la instancia "volitiva" que los
identificación que regula y administra su duplicidad, es parajugarcon subyace.
este intervalo indecidible de su deseo y de su querer. Una duplicidad, Ante cada fracaso aparente de un deseo, hay un querer que se
en ese sentido, ejemplar de la feminidad, que Freud ve golpear a su notifica para descomponer la máquina del deseo; cada querer que
puerta -a través del desafío, al cual casi le da derecho de ciudadanía. aborta deniega un deseo.
Casi, pues, al tiempo que piensa esta necesidad de la insatisfacción, A este respecto, ese sueño, en la puesta en escena que instituye,
parece preocupado sobre todo por volver a depositarla en la cuenta de merece figurar como epígrafe de la histeria, o como su confesión.
una economía universal del deseo, como una última astucia. Quedaría Aquí, Freud no descuidó en responder al desafío de la soñadora, quien
por preguntarse si esta "astucia" no sería más bien la feminidad lo atraía por otra parte por esa misma razón al lugar supuestamente
misma ... insondable de su querer.
En todo caso, no resulta fortuito que en el mismo contexto Así puede verse como se pone en marcha, bajo el signo de este
mencione a "la más ingeniosa de todas aquellas mujeres cuyos sueños sueño, la posición de la histérica, profundamente indecisa en afiliarse
he analizado'', la cual, para recusar, también ella, su teoría de la a la orden del deseo o a restaurar la plenitud de la demanda; tomada
realización del deseo, produjo la noche siguiente un sueño contradicto- entre el "anhelo" y el deseo, negando su deseo y deseando su anhelo,
rio: "El deseo de la paciente era precisamente éste: el de que yo no optando al mismo tiempo por el padre y por la madre, en resumen,
tuviese razón -y el sueño se lo muestra realizado". Freud, en lo que haciendo un cortocircuito con los dos registros y aferrando su síntoma
bien podría ser la forma más radical de "contra-transferencia" inter- a ese doble hogar. Freud, al interpretar, no hace más que situarla con
preta, por lo tanto, la infracción de la orden del deseo como infracción respecto a su deseo: descuenta el anhelo-tan consistente en su propia
de la orden de su saber, remitiéndole el sueño como la confirmación economía- mientras el deseo esté insatisfecho: quien introduce aquí
de esta orden doble. No hay nada que resulte sorprendente en el hecho el subjuntivo es el querer.
de que, después de haber respondido tan magistralmente a la notifi- De este modo, el baile histérico experimentado por Freud encuen-
cación de la escisión entre el querer y el deseo, llegue finalmente a tra aquí la clave, la norma de su coreografía. Pero también se ve que
preguntarse: "Pero entonces, si no es su deseo, si no es el saber de su la histérica muestra la aporía entre los dos registros sin llevarla hasta
deseo, ¿qué es lo que quiere?" el final-puesto que su arte justamente es el de mantenerse en la cuerda
Antes que una "resistencia", habría que pensar más bien en algo de uno y del otro. El querer aquí impone el deseo al tiempo que vuelve
irreductible. ¿Acaso el propio Freud no incita, cuando califica todo el a lanzar la mecánica: lo cual es lo propio de la neurosis. Ahora
tiempo a este tipo de mujeres reacias como "ingeniosas", 6 a bautizar deberemos explorar en la otra orilla un destino en que el querer puede
-eso como "espíritu"?* Espíritu de contradicción si se quiere, pero en mostrarse al rojo vivo: no tanto que se emancipe del deseo -lo cual es
un sentido más radical: el muy particular espíritu de quien se experi- imposible en el modelo revelado por el análisis. Pero el divorcio allí
menta como la contradicción viviente de su querer y de su deseo. La es tal que lo que se desprende no es tan sólo un hilo: el "capricho" llega
forma verbal misma del sueño puede releerse con la ironía revelada a deshacer toda la costura, a tal punto que muestra su reverso. La
por Freud: es relatado como una serie de "quereres" que fracasan, anorexia, en tanto que "síndrome" histérico, nos conducirá hacia la
perversión, en donde precisamente se realiza la insurrección del
querer -a tal punto es cierto que la histeria, según las primeras
*Tal como probablemente el lector se habrá dado cuenta, en francés a una persona fórmulas de Freud, nace del "rechazo a una perversión". 7
"ingeniosa" se la llama "espiritual" (N. del T.).
6 7
Nótese que Freud venga a la mujer de su invectiva acerca de la "lógica de la sopa": Acerca de este punto, véase La Naissance de lapsychanalyse, pp. 158-159, 167,
sin duda, es también la figura de la mujer que más aprecia, en la lucha. 191.

166 167
3. La anoréxica o el puro querer
aumentar otro tanto: pues el misterio anoréxico tiene por apuesta
explicar esta desintrincación.
En realidad, lo que ella no sabe -y a lo cual la certeza de su querer
Vemos abrirse así un nuevo espacio para la explicación de la anorexia hace de cortina tan eficazmente como el propio cuerpo que lo
mental, cuya afinidad con la forma femenina de confictualidad es bien encarna- es que ese querer de hierro se apoya sobre una negación del
conocida. Resulta fácilmente adivinable que en ese síndrome hay deseo. De donde proviene esta particular forma de Verleugnung 8que
algo esencial para la feminidad que se está expresando. Aquí no nos le da su coloración perversa a esta estructura neurótica. El querer
interesará más que para mostrar aquello que aclara en relación con garantiza la presunción de saber absoluto, pero ese cuerpo domado
esta dialéctica entre querer y deseo, en este caso ejemplarmente obstaculiza algo que no se quiere decir, que es el deseo del otro.
revelado por su trágico bloqueo. Freud nos proporciona un principio La energía de este querer visiblemente se alimenta, por lo tanto, de
que él mismo no ha aplicado, a tal punto se mantiene sobrio en sus este no querer saber nada del deseo, como si ello no concerniera en
alusiones a la anorexia, relacionada con la histeria. nada al sujeto. El misterio sigue siendo que esta energía tan reactiva
Lo que resulta flagrante en la anorexia es esa desintrincación entre se convierta en semejante bomba destructora. Parecería que un
el hambre y la sexualidad. El adelgazamiento del cuerpo parece principio sui generis es liberado en ese preciso momento. Ahora bien,
extraer su fuerza en ese "cortocircuito" de la sexualidad y de la existen razones para sospechar -como ocurre toda vez que la energía
función nutritiva, según un esquema teorizado por Freud en su primer se despliega en la feminidad-que lo que así ha sido reactivado es algo
dualismo pulsional. Como si la anoréxica hubiese encontrado una que tiene que ver con la infinita demanda a la madre. Con la salvedad
solución original a la cuestión de los "dos amos": para desobedecer de que ha sido invertida: a saber, no querer deber ya nada a la madre.
a uno (la emergencia del deseo sexual), se garantiza el dominio del Etica del self-made man, en suma (en su versión femenina): "¡Nunca
otro: de allí proviene la ética ascética del cuerpo. En ese cuerpo en que le pedí nada a nadie!" -fórmula cuya tintura de miseria melancólica
ya nada idealmente debe entrar, se forja un dominio de hierro. La no escapará a nadie: ¡cómo debe ser un sujeto semejante que ha
hiperactividad motriz, el gusto por las hazañas, atestigua que algo así bloqueado todo comercio con el Otro!
como un "querer" ha sido liberado, por la recusación del deseo. Freud mismo subrayó, en un texto precoz, que "la neurosis ali-
No llega a ser esa ausencia de afecto que señala el "carácter" mentaria paralela a la melancolía es la anorexia". En efecto: "La tan
anoréxico, el cual no debería comprenderse en ese sentido cuasi conocida anorexia nerviosa de las adolescentes me parece presentar,
estoico. La mujer anoréxica se vuelve a su turno, por la sabiduría tras detenida observación, una melancolía en presencia de una sexua-
encarnada en semejante cuerpo desafectado, la encarnación de la lidad rudimentaria." 9 Pero la concepción posterior de la melancolía
Ananké que el sabio no puede domar más que identificándose a ella. revelará el papel determinante de la experiencia de la pérdida (cf.
Todo se vuelve indiferente, a partir del momento en que esto está Duelo y Melancolía). Hay pues allí efectivamente una experiencia de
garantizado: el dominio del querer. Lo cual reduce al Otro a un "objeto la pérdida, que vuelve a ser conducida al cuerpo del sujeto hasta el
parcial" rechazado o a un instrumento del programa de dominio. punto límite de la extinción: pero también es sabido que en ese preciso
Llegaremos a decir, en la particular perspectiva de nuestra actual momento es cuando la euforia de la omnipotencia alcanza su punto
problemática, que la anoréxica presenta un espectáculo que responde culminante.
a la perplejidad de Freud, puesto que-en su fantasmática pretensión-
ella es quien., por excelencia, sabe lo que quiere. Es la encarnación 8
Véase infra,, pp. 195 y sig.
9
de una elección. Resulta inútil agregar que la perplejidad debería Manuscrito G del 7 de enero de 1895, § Il, en La Naissance de la psychanalyse,
p. 93; Los orígenes del psicoanálisis, O. C. lll, p. 679. Cf. también los episodios
anoréxicos en el caso Emmy de La Histeria y en el caso Anna O.

168
169
Esa melancolía tiene por efecto valorizar secretamente ese cuerpo mujer homosexual y prostituta siente la joven una verdadera "vene-
demacrado. La recusación de la abertura deseante sobre el otro ración". A continuación de un encuentro en la calle con su propio
concluye en una erotización de ese cuerpo aparentemente desertado padre en compañía de su amiga tuvo una tentativa de suicidio: no tanto
por la libido. Hay una suerte de mística en esta experiencia de un por haber sido soprendida, puesto que ella buscaba hacer ostentación
cuerpo que alcanza el auto-goce mediante la deserción de toda libido de su amor, sino porque su mujer amada, luego de ese incidente, había
"alógena". Toda identificación "de pasaje" no hace sino engancharse amenzado con romper por temor a los "comentarios".
con el sujeto para aumentar su fuerza. Freud establece enseguida que la primera manifestación de su
De esta doble negación -ni demanda ni falo- como respuesta homosexualidad coincide con un embarazo tardío de la madre,
terrorista a la enunciada cuestión del devenir-mujer, surge sin embar- cuando ella tenía deiciseis años: es entonces cuando comenzó a
go una posición que asusta por su inmediatez: un cuerpo-querer que °
mostrarun agudo "interés por las mujeres maduras" . 1 Freud interpre-
ha hecho tan bien su duelo de la demanda y del deseo que parece ta de este modo: lo que desencadenó la elección perversa es la
recogerse en demanda universal y desearse a sí mismo hasta la decepción hacia el padre, al mismo tiempo que la frustración de tener
muerte. Cuerpo fálico, después de todo -con el largo desvío de un hijo del padre: "Indignada y amargada ante esta traición, la sujeto
sufrimiento y de privación que implica ese resultado. Pero ello se apartó del padre y en general del hombre." Por lo tanto, "después
permite justamente no carecer ... de nada. de este primer doloroso fracaso rechazó su feminidad y tendió a dar
Tal sería la ilustración anoréxica de la división del querer y del a su libido otro destino." En consecuencia, "se transformó en hombre
deseo-su trágico emblema: la imagen de un querer liberado del yugo y tomó como objeto erótico a la madre en lugar del padre." Correla-
del deseo. Esa es la misión que la anoréxica parecería haberse dado, tivamente, frente al objeto amado adopta "una postura que correspon-
pagándolo directamente en su propio cuerpo (a su costo): volver de al 'tipo de elección masculina de objeto', que consiste en idealizar-
posible -puesto que ella lo hace- detener el tren del deseo hacia el lo y salvarlo 11 contra viento y marea de la corrupción del mundo
Otro y recoger la demanda, bloquearla sobre el propio cuerpo. Hay ambiente, ¡el de los padres y las madres! Lo cual implica una
allí, por lo tanto, algo así como un "síndrome de la feminidad'', la sobreestimación amorosa: el objeto es tratado de manera platónica y
tentación crónica de desaprobación del orden del deseo en el que se con una apasionada ternura".
reivindica el querer-mujer. Es lo que le da al sufrimiento anoréxico Lo cual culmina con la actitud, típica en la perversión, de desafío
su valor de verdad. Pues esa "nada" a la que reduce su deseo, la al padre. Se trata en efecto de conseguir de ello una venganza: "Tú me
produce con Ja energía de un querer totalitario. has engañado, y ahora tienes que sufrir que yo te engañe." 12 Freud
resume correctamente el desajuste de la constelación parental:

Es, además, singular que tanto el padre como la madre se condujesen


4. El "voluntarismo" perverso como si comprendiesen la secreta psicología de la hija. La madre se
mostraba tolerante, como si reconociese el favor que le había hecho la
hija dejándole el campo libre; el padre ardía en cólera, como si se diese
Freud proporciona los elementos de análisis de la perversión femeni- cuenta de las intenciones vengativas orientadas contra su persona. 13
na en un solo texto, Sobre la psicogénesis de un caso de homo-
sexualidad femenina ( 1920). 10
G. W. XII, tr. fr. en Névrose, Perversion, Féminité, p. 246 y sig.; O. C. /,p. l 009.
Se trata de una joven de dieciocho años, enamorada de una mujer 11
Véase infra, en el próximo capítulo, pp. 185 y sig.
12
de treinta años, la cual vive en Ja casa de una amiga casada. Por esa Op. cit., p. 258; p. 1011.
13
Op. cit., ibid.

170 171
Del mismo modo, el mecanismo del devenir-mujer parece inver- padre retome con la mirada del objeto amado, vuelto contra ella.
tido: la hija renuncia a vengarse de la traición de la madre y a adherirse Entonces la carencia literalmente le salta a la vista: es lo que había que
al padre. Pero es sabido que si la hija no efectúa esa adhesión, no podrá evitar antes que ninguna otra cosa.
identificar el objeto propio de su deseo. Se coloca a partir de entonces En esta corta secuencia, Freud identificó lo que se organiza en la
como rival del padre, y mantiene por ello mismo la relación con la figura perversa de la feminidad. La pasión homosexual se alimenta de
misma -con otra mujer- experimentada en la fusión materna. La ese fuego de un objeto que la sujeto quiere amar en lugar del que no
convierte en el Objeto supremo. puede desear. Por lo demás, esta lógica de sustituto no hace mella en
Así es cómo puede verse, en la perversión femenina, surgir la la autenticidad: incluso la necesita, para suplir la carencia deseante.
energía del querer fundamental : es tal vez la estructura en que se En el caso de la mujer, la demanda es tan profunda, por el vértigo de
muestra al desnudo y al rojo vivo, puesto que ha recusado el acceso la demanda materna que reactiva, que justamente permite exhibir una
al deseo. De donde surge el voluntarismo desenfrenado con el que se transgresión del principio de deseo mismo.
colorea esta elección de objeto homosexual. Es como si la sujeto se No cabe la menor sorpresa que a partir de entonces despunte el
convirtiera en militante de su propio querer 14 -y es por ello que papel de la madre, que de otro modo corría el riesgo de pasar
necesita una "voluntad de hierro": resistir al Padre, de manera que inadvertido: Freud, quien todavía no midió toda su importancia, hace
quede invalidada, al mismo tiempo que el lenguaje de la prohibición, notar la huella de la M utterbindung en este caso. En la idealización de
la ley del deseo. No se trata sin embargo de un simple retorno a la la "amiga" amada, detecta una transposición del amor originariamen-
madre: en lugar de soportar la relación, se trata de instaurarla, o sea te dirigido a la madre:
inventar de alguna manera completamente un objeto erótico: basta
con que Ella exista para que pueda adorarla. La sujeto no demanda Su relación con la madre había sido seguramente desde un principio
más que eso. ambivalente, resultando fácil para la sujeto reavivar el amor anterior
Esta posición es, por lo demás, bastante frágil: pues ella va a a su madre y compensar con su ayuda su hostilidad contra ella. Mas
construir, sobre la abertura de su deseo-no estampillado por el padre- como la madre real no era ciertamente asequible a su cariño, la
transmutación sentimental descrita la impulsó a buscar un subrogado
un amor que será a la vez totalitario y artificial. Como si la sujeto
materno al que poder consagrar su amor. 15
adornara la violencia de su querer con los prestigios de un deseo
imposible. El objeto es querido con avidez: en lo cual se muestra al
Puede reconocerse, en efecto, anticipadamente, lo que será descrito
rojo vivo el capricho: "¡Es a ésa a quien quiero, y a ninguna otra!" Se
de la Mutterbindung con sus metáforas de "apego". 16
comprende que ese capricho está dirigido al padre: mide la pretensión
Ella ofrecerá su síntoma a esa madre que aprecia ser cortejada por
del querer con la vara de la mirada paterna. Pero justamente de lo que
los hombres: "si la muchacha se hacía homosexual, abandonaba los
careció la hija para acceder a su propio ser deseante es de esa mirada.
hombres a su madre, y por decirlo así, le dejaba el campo libre y
La prueba magistral que administra Freud es la causa del hundi-
suprimía con ello algo que había provocado hasta entonces el disfavor
miento. El peligro más grave que podía amenazar a esta posición era
materno". Prueba de que lo que soñaba la hija era efectivamente una
que el objeto de su pasión sostuviera el discurso del padre: "Su amiga
reconciliación con la madre, aunque tuviera que poner su pasión en
le habló exactamente como su padre, imponiéndole idéntica prohibi- manos de otra ...
ción". Lo que resulta insoportable, en este caso, es que la mirada del

15
Op. cit., p. 257; p. /OJO.
14
Freud, por otra parte, relaciona el feminismo de la sujeto con esta estructura 16
militante. Véase supra, pp. 153-154.

172 173
5. La mujer psicótica o la carencia a q1.1erer lo cual permitiría extraer de ese terreno los frutos de lo que fue
experimentado en el otro. Pero el papel que en la neurosis cumplen la
conversión y la sustitución, en este caso es llevado a cabo por la
Ahora podemos tocar el último nivel en qu.e es observable en una proyección: de esa manera, "la desconfianza con respecto a sí mismo"
estructqra la refraccíón del querer-mujer: vale decir, en la psicosis. La se convierte en "desconfianza con respecto a los demás", lo cual
cuestión parece ser, en este caso, tgdavía más peliaguda debido .a. la desencadena la lógica persecutoria.
conocida reserva de Freud frente a la psicosis corno tal. 17 Pero ijay UIJ Freud encuentra la escena primitiva en "haberse desnudado una
hecho que debe ser tenido justamente en cuenta: y es que una de las noche, teniendo seis años, ante su hermano, sin haber sentido ver-
primeras oportuniqades q4e tuvo Freug de tratar la psicosis fue en el güenza ninguna".2º Ahora bien, la alucinación central menciona la
ámbito de la paranoia fomenina. A partir de su primera teoría desnudez: "Después comenzó a ver imágenes que la espantaban:
etiológica, centrada en torno a la noción de "psiconeurosis de defen- alucinaciones de desnudos femeninos, especialmente el regazo feme-
sa", Freud se encuentra con ese ~err!mo electivo en eJ cual, de alguna nino de una mujer adulta", lo que suscitaba una "sensación de peso
manera, el conflicto se radicaliza. sobre sus propios genitales". 21
No es casual, por lo tanto, si Las Nuevas 9bservaciones sobre las A este respecto, Freud da importantes indicaciones sobre el lazo
psiconeurosis de defensa (1896) consideran, a col}tinuación qe la entre el delirio paranoico femenino con la desnudez femenina:
histeria y la neurosis obsesiva, "el análisis de un caso de paranoia
crónica". 1 ~ Ahora bien, para ilustrarlo f reud elige el caso de una joven Las primeras imágenes de desnudos femeninos habían surgido en el
mujer que presenta un delirio de observación, acompañado con balneario pocas horas después de haber visto efectivamente la sujeto
aluc;:inaciones visuales y auditivas. 19 La joven le fue confiada para el a otras bañistas desnudas en la piscina general( ... ) Manifestó la sujeto
tratamiento en el invierno de 1895. Y lo más notable es qµe Freud que había sentido vergüenza por aquellas mujeres. 22
intepta ll~v&r la paranoia a una suerte de lógica homólog<J. a la histeria,
Por lo demás, tenía esas alucinaciones "siempre que se hallaba con
otra mujer, y las interpretaba suponiendo que las desnudeces que veía
17
Freud define al psicoanálisis como método de tratamiento de neurótieos pertenecían a la persona con quien se hallaba, ¡la cual a su vez la veía
(Psicoanálisis y teoría de l(l lipido, 1923) y reconoce en esa oportunidad que "no a ella en igual forma!". 23 El signo de exclamación* con el que Freud
entiende nada a esas per$onas", refiriéndose a los psicóticos. Lo cual no Je impidió acompaña esta observación refleja una perplejidad -la misma que, en
en lo más mí11imo desmontar los principales mecanismos psicóticos. él, señala el encuentro con lo esencial de la mujer. Al margen del eje
• Tr. fr. en Névrose, Psychose, P~rversion (P.U.F.), p. 72 y sig.; Primeras
1

apor[qciones a la teoría de las neurosis, O. C. /, p. 225. de la represión libidinal centrado en la escena primitiva inaugurante
19
"Pero no le ~:ibfµ la menor duda de que todos -parientes y amigos- la del deseo, aquí eó efecto hay que pensar en un revelador desdobla-
desconsideraban y h¡¡cían lo posible por irritarla.( ... ) Algún tiempo después empezó miento imaginario. En su delirio, la mujer paranoica incluye ese
a quejarse de ser observada de contjnuo por los vecinos, que adivinaban sus mundo de mujeres desnudas, en una suerte de solidaridad imagir.:::ia:
pensamientos y sabían todo lo que en su casa pasaba. Una tarde se le ocurrió de repente como si ella fuera esa mujer desnuda, todas esas mujeres desnudas
que la espiaban por !a noche, mientras se desnudaba, y desde este momento inició al
acostarse tocia una serie de complicadas medidas preventivas, no. desnudándose sino
*Cabe señalar, pues el autor así lo hace, que dicho signo de exclamación no figura
a oscuras y despu~s de meterse en la cama" (op. cit., p. 73; p. 225-226). "Simultánea-
en la traducción de López-Ballesteros (N. del T.).
mente a estas alucinaciones visuales (véase infra) (... )comenzó a oír voces descono-
"'Op. cit., p. 75; p. 227.
cidas, cuya procedencia no podía explicarse. Cuando iba por la calle oía: 'Esa es 21
!bid. , p. 74; p. 226.
FµJana. Ahí va. ¿Dónde irá?' Se comentaban todos sus actos y ademanes, y a veces 22
!bid., p. 75; p. 227.
oía amenazas y reproches" (p. 74; p. 226). · 23
!bid., p. 74; p. 226.

174 175
que ella veía. Pululación de cuerpos imaginarios, liberados por la perseguido, lo cual es lo que menos puede pedirse en semejante
culpa. Ella ya no es más uno de esos cuerpos. El contenido obsceno hipótesis. Ahora bien, "el caso que nos ocupa contradecía abierta-
de la representación manifiesta tanto la vergüenza del cuerpo mostra- mente tal hipótesis", puesto que la joven transformaba en perseguidor
do al otro como la exhibición de la castración. El contenido mnémico al ser amado, al que lo acusaba de atraerla a su casa "para hacer tomar
del reproche y el cuerpo denegado vuelven a significarse por lo real. por un espectador oculto fotografías de sus tiernas citas de amor". 28
En un escrito publicado en 1915, pero que remite a una experiencia Freud, sin embargo -y tal como era previsible- muestra no ceder
anterior en varios años, Freud tuvo la oportunidad de precisar su teoría a esta apariencia de contradicción. Se fija en la génesis del delirio de
de la paranoia femenina bajo el curioso título de Comunicación de un observación y descubre una escena intermediaria, que nos interesa
caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica: 24 nuevo desa- muy especialmente, más allá del papel determinante que cumple en
fío, pues, una vez más asociado a una mujer. este caso particular:
En este caso, todo gira en torno a un delirio de observación de una
joven mujer25 ligado a una experiencia amorosa clandestina con uno Al día siguiente de su primera visita al joven empleado entró éste en
de sus colegas. 26 Pero esta vez, en una evolución significativa, Freud la sección para comunicar a la directora [se trata de la directora del
orienta su diagnóstico hacia la homosexualidad, como si la psicosis servicio en que ambos trabajaban] algún asunto del servicio, y mientras
paranoica, bajo el efecto de la introducción del narcisismo, 27 hiciera hablaba con ella en voz baja surgió de pronto en nuestra sujeto la
juego a partir de ahora con la perversión. Queda claro entonces que convicción de que le estaba relatando su aventura de la víspera. 29
Freud no por casualidad escribe este artículo bajo la influencia de su
ensayo sobre el presidente Schreber, publicado cuatro años antes. La Momento capital desde todo punto de vista -y no es indiferente que
ocasión es todavía más interesante para nuestra intención: ¿no intenta ello ocurra en la escena de la paranoia: Freud ha descubierto a la
escribir la versión femenina del caso Schreber? ¿No nos proporciona Madre en la escena primitiva de la hija.
por ello mismo la privilegiada oportunidad de atrapar en directo ese Esa dama de cabellos blancos es efectivamente por identificación
estilo de la estructura que intentamos desalojar? la propia madre de la paciente: ella la "describió diciendo que tenía
Por otra parte, ¿acaso Freud no nos dice que quería verificar en este el pelo blanco, como su madre",30 esa madre con la que vivía, "cuyo
caso el principio de la etiología en relación con la homosexualidad? único sostén era"3 1 ella misma. "Reconocemos sin dificultad, comen-
Pero éste implicaría que el perseguidor sea del mismo sexo que el ta Freud, que la anciana directora de blancos cabellos es una sustitu-
ción de la madre ... " 32 Lo más grave del asunto estaba precisamente
allí: "Su maternal directora lo sabía ya todo." De esta manera, "El
24
Tr. fr. en Névrose, Psychose, Perversion p. 209 y sig.; O. C. /,p. 994. perseguidor primitivo, la instancia a cuyo influjo quiere escapara la
25
Este delirio se habría puesto en marcha después de la segunda visita que hizo sujeto, no es tampoco en este caso el hombre, sino la mujer." Por lo
a un hombre: "Al salir la sujeto de casa de su amigo encontró en la escalera a dos tanto, habría que buscar la génesis de la paranoia femenina en este eje
individuos que murmuraron algo a su paso" (op. cit., pp. 210-211; p. 995). de la Madre perseguidora.
26 " ... el hombre rechazaba la idea de renunciar( .. .) a la unión sexual, alegando que
A partir de allí, no es casual que Freud mencione en esta oportuni-
sería insensato sacrificar a una mera convención social algo por ambos deseado( ... ).
Ante su promesa de evitarle todo peligro, accedió, por fin, nuestra sujeto a visitar a
su enamorado en su pisito de soltero. Después de mutuos besos y abrazos, se hallaba 28
Op. cit., p. 209; p. 994.
ella en actitud abandonada, que permitía admirar parte de sus bellezas" (op . cit., p. 29
/bid., p. 213; p. 996.
210; p. 995) .
JO /bid., p. 212; p. 996.
27
Cf. supra, sobre el sentido de esta introducción en la teoría de la feminidad (p.
JI /bid., p. 210; p. 995.
108 y sig.).
Jl /bid., p. 213; p. 996.

177
sobre la Sexualidad femenina muestra su papel constituyente para la
dad las relaciones madre-hija que explicitará unos quince años más
feminidad .
tarde, como si hubiera puesto el dedo encima gracias al texto
Se podría suponer que el papel de la desnudez culpable del caso
paranoico que muestra al desnudo el apego a la Madre en su reverso
precedente toma ei sentido de ese .cuerpo de hija a la vez abandonado
persecutorio: por la Madre y desmultiplicado (véase la escena del baño), conjugan-
La ligazón al propio sexo se opone a los esfuerzos de adoptar como do el desamparo de un cuerpo abandonado y la obscenidad de un
objeto amoroso un indivi duo del sexo contrario. El amor a la madre CJJerpo castrado, que exhibe la castración misma de la Madre. De allí
toma la representación de todas aquellas tendencias que en calidad ele proviene la relación tan decisiva con el doble en la paranoia femenina.
"conciencia moral" quieren detener a la joven sus primeros pasos por A partir de entonces resulta comprensible que deseo y querer no
el camino, múltiplemente peligroso, hacia la satisfacción sexual nor- puedan, como en la histeria, soportar la tensión. Pero el querer ya no
mal, y consigue, en efecto, destruir su relación con el hombre. 33 puede trabajar, como ocurría con la perversión, alternando con el
deseo. La carencia de alguna manera corta al sujeto mismo: y es en lo
A este respecto, Freud menciona un verdadero combate entre el Titán real que resurge, por el deseo persecutorio. Es como si el sujeto se
materno y el hombre que intenta "atraerla a sí" .34 Es, por lo tanto, a persiguiera, en el corazón mismo de su deseo, 38 con la ayuda de su
la Madre a quien le "correspondió en el primer delirio el papel querer-madre.
principal" .35 Ello obliga en efecto a pensar en un estilo particular en la efectua-
La paranoia femenina sería de alguna manera la defensa contra el ción del callejón sin salida paranoico en la mujer. Pues el perseguidor
amor del hombre en nombre de la Madre. Freud sugiere en efecto que supuesto en el deliro no es sino el testaferro del perseguidor incons-
el delirio paranoico, originariamente dirigido contra la mujer, llevó ciente real. ¿No es acaso como decir que el amado y el perseguidor
a cabo "el avance desde la mujer al hombre como objeto". 36 Podemos están disjuntados -mientras que en el hombre se confunden, como es
volver a efectuar esos notables análisis a la luz de nuestro principio: el caso con Schreber? ¿No es precisamente el indicio de un destino
en la paranoia, es el querer fundamental procedente de la Madre quien divergente de la suerte del objeto del deseo y del otro, cuyo principio
se objeta al deseo del hombre. Freud lo llama "complejo materno" ,37 hemos localizado en el querer-mujer? En ese caso, no es para nada
como si fuera una formación patológica, mientras que en el escrito casual que la paranoia femenina deba parecer estar en contradicción
con el modelo de la identificación inmediata del objeto del deseo
como perseguidor.
33 Op. cit., p. 213-2i4; p. 996-997.
Mientras que Schreber tenía por misión convertirse en mujer para
34 !bid., p. 214; p. 997.
35 lbid., p. 2 15; p. 997.

36 !bid., p. 217; p. 999.


37 De allí provienen las formulaciones del tipo: "Al estorbara detener la actividad

sexual de la hija cumple la madre una función normal, diseñada ya en las relaciones por esta época. Véanse también las observaciones del artículo citado sobre el caso de
infantiles , fundada en enérgicas motivaciones inconscientes y sancionada por la homosexualidad fememnina : "Las madres suelen avergonzarse en tales circunstan-
sociedad. A la hija compete desligarse de esta influencia y decidirse, sobre la base de cias ante sus hijas casaderas ya, y las hijas experimentan hacia la madre un sentimiento
una amplia motivación racional, por una medida personal de permisión o privación mixto de compasión, desprecio y envidia, que no contribuye ciertamente a intensi-
del goce sexual. Si en esta tentativa de libertarse sucumbe a la enfermedad neurótica, ficar su cariño hacia ella" (op. cit., p. 255; O. C. !, p. 1009).
es que integraba un complejo materno excesivamente intenso( ... )" (op . cit. p. 214; 38
Op. cit., p. 215; p. 997: "Medio desnuda sobre el diván y tendida al lado del
p. 997). Este tipo de fórmulas muestra qu e Freud está tras la pista del vínculo materno, amado, oye de repente la sujeto un ruido semejante a un chasquido, una percusión o
pero del que aún reduce su funci ón estructural, viendo todavía allí un a suerte de un latido, cuya causa no conoce( ...)" ¿Este dispositivo no es acaso un símbolo de ese
impedimentum. No obstante, Freud empieza a insistir en las relaciones madre I hija tintineo de la "protesta" de la madre a la realización del deseo?

179
178
llevar a cabo su delirio, la mujer paranoica encuentra en su ruta el esquizofrenia fe menina, que en ese sentido merece su antiguo nombre
obstáculo mayor de su propio devenir-mujer: el apego a la Madre que de "demencia precoz": la de un hundimiento cuya oportunidad la
Je disputa al deseo del hombre su legitimidad. ofrece el muchacho. 41 En apariencia tan determinante, que con justa
Es posible comprender, por medio de este trampolín privilegiado razón se puede sospechar que desvía la violencia de una causa real
de Ja paranoia, Ja experiencia de Ja pérdida con Ja que se explica antigua de la que es el poderoso catalizador ocasional. Que no haya
selectivamente la feminidad en su callejón sin salida psicótico. No es lugar para el error: es en el terreno del deseo que se efectúa el
casual que en los casos mencionados de esquizofrenia o de psicosis desempate: pero la sujeto está ubicada en la frontera de dos órdenes
alucinatoria cuyas sujetos son mujeres Freud describa un escenario cuya articulación es imposible. La energía de la desesperación con la
casi estereotipado de abandono. que se proclama el abandono por el amado se alimenta efectivamente
El escrito sobre la Psiconeurosis de defensa (1894) proporciona de la catástrofe inmemorial de la traición materna. Es a esta prehis-
una suerte de símbolo de esta situación: allí describe el caso de "una toria que, en el presente del hundimiento que también es el momento
muchacha que ha ofrendado a un hombre su primera inclinación posterior al hecho, regresa el hundimiento esquizofrénico, con ese
amorosa, y cree firmemente ser correspondida".39 Después de una estilo de abandono que señala de nuevo allí el callejón sin salida
elaboración histérica viene el pasaje al delirio: psicótico del devenir-mujer.
Su esperanza se concentra, por último, en determinado día, en el que Finalmente, queda por hacer una mención a la melancolía: no tanto
se celebra en su casa una fiesta familiar. Mas el día transcurre sin que para buscar el estilo de efectuación de Ja feminidad como para
el joven acuda. Pasados todos los trenes en que podía llegar, cae Ja nombrarla simplemente. Lo que Freud describe en Duelo y Me-
sujeto en una locura alucinatoria: su amor ha llegado; oye su voz en el lancolía ( 1915) -no por casualidad en el momento del gran reajuste
jardín y baja a recibirle. 40 metapsicológico en torno al narcisismo- parece ser nada menos que
Por más elemental que sea esta puesta en escena, ella representa una la metáfora mayor de la relación con el objeto propio de la feminidad.
tensión que se dirige con convicción a una fuente que supera por Es como si ese texto, tan profundamente descriptivo del seísmo
mucho el deseo del hombre amado. Ese día elegido como fecha límite melancólico, masculino o femenino, resonara como contrapunto, a la
en que la totalidad de la promesa imaginaria debe ser restituida, se luz de todos los desarrollos precedentes, como aquéllo de Jo que ha
apoya en una realidad: así ocurrió, en efecto, en cierta oportunidad, sido cuestión incesantemente en la experiencia de la pérdida que está
con la relación materna. De este modo, la puesta al descubierto en el corazón de la feminidad.
realizada por Freud a propósito de la paranoia femenina se aplica Lo que Freud describe como la Abwendung del objeto suprema-
aquí: eso que no (re)torna es el Objeto mismo, el Summum Bonum mente amado (cf. cap. 4) y que nosotros, en el presente capítulo,
alucinatoriamente reactivado. vimos en la práctica en las diversas formas clínicas, parece en efecto
El compañero soñado parece funcionar de nuevo en este caso como ubicara toda mujer, en tanto que ella tiene "que devenir loqueellaes",
portavoz y heredero, en el ámbito del deseo, de lo que hablaba antes, capaz de duelo. En este caso, se trata en efecto de "decidir si (el sujeto
del lenguaje de la madre. Así se explicaría esa típica escena de la de la pérdida) quiere compartir ese destino (el del objeto perdido)" o
si "se decide a romper su lazo con el objeto aniquilado". 42 La mujer
es claramente el producto de su duelo.
39
El subtítulo del texto dice: "Ensayo de una teoría psicológica de la histeria Lo que detiene a Freud, y lo que él señala tan fuertemente por su
adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas y de ciertas psicosis
alucinatorias" (en Névrose, Psychose, Pen1ersion p. 1; O. C. /,p . 173).
40
Op. cit., ibid: nótese la imagen de los trenes que pasaron que simbolizan tan bien
41
a "perder el tren" (en el sentido de "perder la oportunidad"). Cf. El caso mencionado incidentalmente en la Metapsicología ( 1915).
42
Deuil et Mélancolie; G. W. X, 4, pp 442-443.

180 181
perplejidad misma, podría ser efectivamente esta especie de reverbe- Capítulo VI
ración que hace ese duelo de Ja madre llevado a cabo de manera EL QUERER-MUJER Y LA CASTRACION
incompleta-comprendamos que su naturaleza es la de ser inacabable.
Hemos detallado las posibles estrategias frente a esta pérdida -neu-
rótica, perversa o psicótica. Tal vez donde lo real de esta pérdida se
muestra más al desnudo sea en la experiencia melancólica de Ja mujer,
en tanto que tragedia de la pérdida inacabable, que asocia a la hija con
la madre en un mismo destino mortífero. Pero, al margen, ello nos
daría la posibilidad de descifrar el lenguaje del deseo en Ja mujer
como articulado a la nostalgia del querer y a la melancolía de la
Madre.

l. El contenido de la carencia

Hemos llegado al punto en que, luego de haber mostrado el efecto


clínico de la forma particular de división que especifica a la mujer en
el inconsciente, debemos situarla con respecto a la experiencia
propiamente dicha de la carencia en el inconsciente, que la cas-
tración nombra. Es sabido que Freud asigna a todo mortal, mujer u
hombre, esta suprema prueba por la cual se encuentra experimentado
el límite, que impide a todo deseo igualarse a su satisfacción.
¿No sería eso lo que se situaría en la misteriosa disjunción del
"querer" y del deseo?¿ Y no bastaba con decirlo? Por lo demás, es en
relación a la castración que efectivamente se organizan las estructuras
desplegadas en el capítulo precedente. Ahora bien, allí se encuentra
justamente la prueba de validez de una teoría analítica de la feminidad
y de sus consecuencias clínicas. Hay que pensar al mismo tiempo que:
, (a) se ha dicho lo esencial cuando se habló de la relación de la mujer
con la castración, en el sentido de que todo gira efectivamente en torno
, a esta cuestión; pero: (b) queda todo por comprender, pues falta
determinar en qué medida la mujer está implicada en la castración.
Tocamos allí su tan paradójico destino inconsciente, vale decir, el
de estar afiliada al destino del falo, pero quedar tan exterior o
descentrada con respecto a él, o mejor, "reservada" (en el sentido

182 183
circunscripto más arriba). 1 Comprendamos bien que en la experiencia 2. Acerca de una particular elección de mujer
freudiana no hay un principio propiamente femenino que sería una
suerte de más allá del falo -toda simetría demuestra ser una solución
facticia, 2 a partir del momento en que se experimenta en el terreno de El estatuto que la mujer recibe en el inconsciente del hombre es
la clínica. Lo cual no implica que no pueda pensarse en algo así como dictado naturalmente por la situación edípica: una mujer hereda en
un "más acá": la mujer está implicada en este asunto de una manera efecto naturalmente todo del papel de la mujer, la primera que contó
muy particular. Comprendiendo ese modo de implicación es como para el "cachorro de hombre", o sea la Madre. Pero resulta notable que
terminaremos de especificar la no congruencia del querer con el deseo Freud no efectúe una consecución directa entre los dos. Resulta
en la mujer. evidente que esta correlación se produce, pero Freud no establece el
Para comprender esta tan compleja e incómoda posición, hay que proceso de filiación en sí mismo, lo cual constituiría un valioso relevo
tomar en consideración dos aspectos de la cuestión: por un lado, el para comprender cómo la imagen de la mujer se forma en el incons-
destino para la mujer, por la mirada que echa el hombre, que está ciente a partir de la experiencia constituyente del Edipo.
hecho para ocupar el lazo de la castración y funcionar allí como tal, Sin embargo, si se lo considera de más cerca, Freud nos propor-
en función de estrategias que le son impuestas: este aspecto constitu- ciona ciertos elementos valiosos, allí donde los encuentra, para la
ye uno de los más importantes del discurso de Frel!ld sobre la comprensión de esta genealogía de la mujer a partir de la madre. El
feminidad; por otro lado, para la mujer misma, en su propia economía, texto más importante nos parece seres a extraña figura del inconscien-
se trata nada menos que de su relación con la castración: sobre este te que da para su publicación a la Sociedad psicoanalítica de Viena en
punto Freud es más discreto, aunque dijo algo esencial que trataremos 1909 y que publicará bajo el título Sobre un tipo especial de la
de establecer. elección de objeto en el hombre como una de las Aportaciones a la
Este contraste puede provocar sorpresa, y más aún si se piensa que psicología de la vida erótica.3 Esta última expresión merece por otra
le molesta tan poco aFreud, a tal punto que hace de la teoría masculina parte ser señalada* y tomada al pie de la letra: en el psicoanálisis hay
de la feminidad un elemento principal de la teoría de la feminidad una "psicología de la vida erótica" que se distingue de la teoría de la
misma. Muchos no se sintieron identificados allí, y tomaron el relato sexualidad: ella recoge los efectos de la teoría de la sexualidad en el
del fantasma masculino por el discurso psicoanalítico mismo. Pero plano de las vivencias del amor, es decir, de la relación entre los dos
justamente lo que queda por pensar es que la mujer es tomada en su sexos ¡pero vista desde el hombre! Queda claro que la expresión se
propia relación con la castración mediante la mirada del hombre hacia vuelve irónica, a partir del momento en que se piensa que esta
ella. Partiremos, por lo tanto, de ese primer aspecto para llegar psicología erótica no deja de experimentar la precariedad de la
mediante este enfoque aparentemente periférico a la relación de la relación misma, a la cual la castración provoca una constante inter-
mujer con la castración. Una vez más, estamos condenados a consi- ferencia.
derarla como síntoma del hombre: pero esta vez, en el corazón del En esta oportunidad, Freud individualiza una figura desconcer-
síntoma, en ese punto en que provoca un cortocircuito en la forma tante de la "elección de objeto" (femenino) en cierto tipo de hombre.
misma del deseo de la sujeto. Este se deja entrever a partir de "una serie de «condiciones eróti-

* En francés, el texto de Freud ha sido traducido como "Contribuciones a la


1 psicología de la vida amorosa'', y no erótica, como lo hace López-Ballesteros
Supra, p. 156. (N. del T.).
2
Son conocidos los intentos de Jones sobre la "afánisis", que sería la simetría 3
Reproducido en francés en la Vie sexuelle, P.U.F., p. 47 y sig.; O. C./, p. 963.
femenina de la castración, que no hace avanzar en casi nada a lo que se trata de pensar
Se trata de la primera de las Aportaciones a la psicología de la vida erótica.
en este caso.

184 185
cas»". 4 Se trata, por lo tanto, de un sistema de coerción en el sentido el militante activo de esta Ananké que lo oprime: dado que es
casi lógico, con el que el hombre ajusta su acceso a la mujer. A este necesario que ella sea del otro (el Padre) a cualquier precio, de todos
respecto, se comprende hasta qué punto esta figura de elección de modos la amaré, e incluso a causa de ello: de allí proviene la pasión,
objeto es valiosa en la medida en que revela la puesta en escena que como si fuera necesario agregarla para elegir el objeto.
el hombre, llegado el caso, se impone para determinar su acceso a la Freud subraya entonces que en tales sujetos,
mujer. Ahora bien, ese "programa" impacta poruna paradoja: lejos de
aplicar el programa edípico, parece responder exactamente a lo la libido ha continuado aún ligada a la madre después de la pubertad,
contrario. y durante tanto tiempo que los caracteres maternos permanecen
En primer lugar, en efecto, necesariamente impresos en los objetos eróticos ulteriormente elegidos, los cuales
resultan así subrogados maternos fácilmente reconocibles. 7
el sujeto no elegirá jamás como objeto amoroso a una mujer que halle
aún libre( ... ) por el contrario, invariablemente, en alguna mujer sobre Y para que esta noción de impresión no pase inadvertida, la deja ver
la cual pueda ya hacer valer un derecho de propiedad otro hombre; 5 en una imagen anatómica: "se nos impone aquí la comparación con
la estructura craneana del recién nacido, en la que se nos ofrece un
en segundo lugar, las mujeres elegidas son "aquellas sexualmente vaciado de la pelvis materna". Tales sujetos llevan la marca indeleble
sospechosas"; así "elegida", "adquiere para ellos la mujer su pleno de la madre: enamorados tardíos de la madre, deben estar predispues-
valor", suscitando celos; finalmente, el enamorado quiere "salvar a tos a esta particular pasión.
la mujer elegida". ¿Freud no nos había enseñado que el niño soñaba A partir de allí, las condiciones de la elección de objeto se vuelven
con tener la exclusividad de la mujer que ama, la madre? ¿No quisiera más claras: en primer lugar, "la pertenencia de la madre al padre
suponerla pura y para él? Y, una vez que llega a sospechar que lo ha constituye un atributo esencial de la figura materna". 8 Freud da aquí
traicionado con el padre, ¿no la llena de reproches al punto de la fórmula más fundamental de la percepción de la madre por el
renegarla? Lo que se describe aquí es una suerte de relación edípica "cachorro de hombre". No hay, en efecto, una esencia materna en sí:
invertida. ésta sólo se deja definir a partir de ese predicado específico de
Es necesario, en efecto que "mantenga alguna de esas relaciones posesión paterna. De allí surge la "condición de tercero perjudicado" 9
designadas con otro hombre" (marido, novio o amigo), sin la cual primitiva en la elección de objeto que nos interesa, que es la expresión
nuestro hombre permanece indiferente. Y a partir de allí, parece exacerbada de este texto edípico fundamental. Pero ¿cómo se pasa de
apasionarse por su "vicio", al punto de sobreestimarlo. Lo cual esto a la identificación de la madre con la mujer de mala vida? Parece
concluye en una verdadera soteriología: 6 ella debe existir para que el oponerse a "toda deducción a partir del complejo materno", conside-
sujeto se proponga como misión salvarla. Ante la sistematicidad de rado sin embargo como el complejo nuclear de este tipo de hombres.
esta inversión, es posible sospechar que esta estrategia funciona Allí se impone la correlación con la "novela familiar" que Freud
de manera reacciona} en la experiencia edípica. Todo ocurre, en justamente pone al descubierto en esa misma época: la acción
efecto, como si el hombre de esa elección convirtiera a la necesidad combinada del deseo (de la madre) y la sed de venganza (contra el
edípica, por más horrorosa que sea, en una virtud. Así se convierte en padre a quien ella le ha "otorgado el favor sexual") impone los

4
Op. cit., p. 47; p. 963. 7
Op. cit., p. 51 ; p. 965.
5 Op. cit., p. 48; p. 963. 8
6
Nótese la definición casi aristotélica y escolástica de un accidente inherente a la
Así se denomina en teología la doctrina de la salvación: ahora bien, es en efecto esencia de una sustancia ...
la condición casi doctrinal de la elección de objeto en cuestión. 9
Op. cit., p. 48; p. 963.

186 187
fantasmas de infidelidad de la madre, que la asimila a su antagonista. De esta manera ello se une al objetivo de la Kultur, vale decir, "la
Así se explica la génesis de lo que Freud llama fríamente "el amor a degradación( ... ) del objeto sexual". 14
la prostituta". Lo que esta paradójica estrategia coloca en una suerte de per-
Queda lo más decisivo: la condición de la salvación. Freud lo fección no es sino la novelización familiar, que Freud individualiza
vincula con el sentimiento primitivo que el niño "debe su vida a sus a partir del nacimiento del psicoanálisis, mucho antes de consagrarle
padres o que su madre le ha dado la vida" . 10 A partir de entonces, un ensayo en 1909. 15
busca devolverles el préstamo: de allí provienen los fantasmas de Esa historia, que no es otra cosa más que un Edipo novelado,
salvar al padre de un peligro que lo amenaza (por desafío) y de salvar le permite al hijo ajustar cuentas con su madre que lo traicionó
a la madre mediante la ternura. dándole la preferencia al padre. Ella está efectivamente en el centro
Pero ¿cómo, si no es pormediodelfantasmade "regalarle o hacerle de la construcción. Pues después de haber imaginado que sus padres
un niño, naturalmente, un niño en todo semejante al sujeto"? 1 1 Allí se no eran los verdaderos, vuelve más sutil la historia imaginando que
encuentra el verdadero equivalente del don materno de la vida: solamente el padre es ilegítimo: la madre, por lo tanto, es su-
ofrecer a la madre el propio sí mismo, y de esa misma forma, "ser su puestamente seducida y abandonada. De este modo encuentra la
propio padre", causa de sí. Puede observarse la generalizada inver- astuta manera de guardar a la madre -que en cierto sentido él recoge-
sión de las relaciones de parentesco: el hijo se convierte fantasmática- al tiempo que la inculpa. Freud lo declara desde el origen de su teoría:
mente en padre de sí mismo ... y de su propio padre. ¿Quién lo habría "En la novela familiar... es la madre quien es sorprendida, desenmas-
dicho? Esa entrega a la mujer, esa sed por salvarla, estaría al servicio carada y condenada." 16
de una feroz voluntad por dar vuelta de arriba abajo las relaciones de No es casual que en donde mejor se ve en la práctica el trabajo
fuerzas edípicas. Se alimenta con el deseo de devenir "causa de su del fantasma sobre la madre sea en esta elaboración "mitológica" del
nacimiento". Edipo: la tan particular "elección de objeto" es quien va a elaborarlo
El siguiente ensayo Sobre una degradación general de la vida de nuevo , al punto de convertirse en ejemplo del funcionamiento de
erótica asigna a esta estrategia su verdadero telón de fondo: el la feminidad en el fantasma del hombre. Ahora bien, el momento
conflicto de las dos "corrientes de la vida erótica" que son la decisivo es sin duda cuando "comprende que pater semper incertus
sensualidad y la ternura. 12 est, mientras que la madre es certissima".'7 De allí proviene el
El acceso a la otra mujer(diferente de la madre) exige, por lo tanto, singular goce (Lust) que consiste en "poner a la madre, objeto de la
una condición que Freud enuncia como paradójica tanto como
desagradable:
14
/bid., p. 63; p. 969. Freud marca incluso un síntoma social que nos permite
Ha de afirmarse que para poder ser verdaderamente libre, y con ello anticiparnos a la próxima etapa: "Esta necesidad de un objeto sexual degradado, al
verdaderamente feliz en la vida erótica, es preciso haber vencido el cual se enlace fisiológicamente la posibilidad de una completa satisfacción, explica
,,. respeto a la mujer y el horror a la idea del incesto con la madre o la la frecuencia con que los individuos pertenecientes a las más altas clases sociales
hermana. 13 buscan sus amantes, y a veces sus esposas, en clases inferiores." op. cit., p. 61 ;p.971).
15
Der Familianroman der Neurotiker, publicado por primera vez con el ensayo
de Otto Rank acerca del "mito del héroe", que constituye la transposición mitológica
10
Op. cit., p. 53; p. 966. de la novela familiar, como puesta en escena del "hijo preferido", tr. fr. en Névrose,
11
/bid.' p. 54; p. 967. Psychose, Pen,ersion, p. 157 y sig.; La novelafami/iardel neurótico, O. C.///, p. 465.
16
12 /bid., p. 57; p. 968. Véase infra, III parte, para la significación de una Carta del 20 de junio de 1898, nº 91 en la Naissance de la psychanalyse, p. 228;
observación de ese tipo sobre el estatuto de la mujer en la Kultur. Los orígenes del psicoanálisis, O. C. 1/1, p. 812.
17
IJ /bid., p. 187; p. 97 J. La novela familiar del neurótico, O. C. III, p. 467.

188 189
suprema curiosidad ~~xu al, en la situación de ser secretamente infiel, denegación que el hombre alcanza a la mujer: de alguna manera ella
de tener relaciones amorosas ocultas". es el blanco de un fetichismo crónico. En ella, el hombre vive su
Ultimo y paradójico homenaje a la Madre, que Freud resume en propia división, esa Spaltung localizada por Freud21 in extremis, por
otra parte citando a Lichtenberg: "El hombre sabe con el mismo saber la cual el sujeto literalmente se parte para internalizar lo insoportable
quién es su padre y si la Luna está habitada; sabe con un saber muy de la castración.
diferente quién es su madre." 18 A ello habrá que agregarle todavía, Sería erróneo, sin embargo, inferir Ja alienación social de la mujer
como pudo verse, una novelización desenfrenada ... a partir de este estatuto poco cómodo y sin mediación. En lo que se
refiere al deseo, la mujer y el hombre giran tanto una como el otro en
torno a la castración. La carencia fálica misma es de alguna manera
más original que la división sexual. De esta manera, la mujer descubre
3. La mujer y el fetiche la figura de la carencia en el cuerpo de la madre castrada. El colmo es
que se dedique a cumplir en relación al hombre el papel reservado a
la madre en relación a ella misma: tal vez se enuncie aquí justamente
En el fetichismo, estudiado por Freud en el ensayo de 1927 que lleva la figura más determinante del destino-mujer en el inconsciente.
ese título, es donde aparece la "estrategia" del hombre con respecto Lo cual desemboca en una figura extraordinaria de la relación del
a la mujer. Una mujer hereda en efecto el horror de Ja castración que hombre con la mujer, que Freud no enuncia en ningún lugar mejor que
suscitó en un primer momento el cuerpo castrado de la madre. De este en su conclusión del análisis del fetichismo. La ilustra y, a la vez, la
modo, el fetiche es "el sustituto del falo de Ja mujer (de la madre), en simboliza en esa "costumbre china de mutilar ( verstümmeln) primero
cuya existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual-bien sabemos el pie de la mujer para adorarlo (verehren) luego como fetiche". 22
por qué- no quiere renunciar". 19 Entonces, el fetiche "sigue siendo el Doble movimiento paradójico que contrae el rechazo y la idealiza-
signo de un triunfo sobre Ja amenaza de la castración y una protección ción : es como si esa doble relación permitiera mantener "en el aire"
contra esa amenaza". 20 A este respecto, se trata de un compromiso con el proceso, como en la "detención del recuerdo" que se produce en "la
ese "terrora Ja castración" que "ningún ser humano( ...) puede eludir". amnesia traumática". En Ja descripción de la relación, "la ternura y la
Se ve el correlato del fetichismo: la mujer es destinada de oficio a hostilidad en el trato del fetiche, equivalentes a Ja denegación y a la
ese lugar en que debe hacer de escena, incluso en su propio cuerpo, aceptación de la castración",23 ¿cómo no reconocer Ja radical ambi-
de la angustia de castración del hombre. La mirada del hombre sobre valencia del hombre con respecto a !a mujer?
la mujer es de tal naturaleza que lee en ella la amenaza de castración, A partir de ahí, esta constatación en apariencia cínica que cree
aunque sólo sea para erotizarla. Se trata de esa manera de hacer poder emitir Freud debe ser escuchada en el plano del deseo: "Pare-
perdurar su "creencia" en el falo materno, al tiempo que extrae de esa cería que el hombre chino (mutilando a la mujer para poderla venerar)
carencia un beneficio: "Te quiero, aunque carezcas, porque carecés" quisiera agradecer a la mujer por haberse sometido a la castración."24 •
A este respecto, ella es el lugar de la Verleugnung, esa denegación por En un sitio semejante, resulta casi imposible esperar un dejo de
la cual la percepción de la carencia permanece, a la vez que queda solidaridad del hombre hacia Ja mujer: pero, si se lo mira de más cerca,
simultáneamente suspendida.
Lo cual significa que, en el inconsciente, no es sino por la
21
Cf. el ensayo de 1938, Escisión del yo en el proceso de defensa.
22
Op. cit. , p. 138; p. 5 JO.
is Aforismo que cita el propio Freud. 23
!bid., p. 137; p. 509.
19
Tr. fr. en La Vie sexuelle, op. cit., p. 134; O. C. ///, p. 506. 24
lbid., p. 138; p. 5/0.
2
º !bid., p. 135; l/l, p. 507.

190 191
en ningún otro lugar que no sea ése habría podido estar presente. El la virginidad2 5 (1918). Allí donde una teoría sociopolítica vería una
papel mismo del inconsciente es el de desplazar la "diferencia sexual" voluntad de dominación, para el hombre, en el hecho de reservarse la
hacia otro corte, más fundamental, que designa la castración. Hombre virginidad de la mujer, Freud ve una extraña repulsión del inconscien-
y mujer, a partir de entonces, están allí asociados, les guste o no les te: ni el temor a la sangre, ni la difusa ansiedad, ni el tabú general de
guste. la sexualidad podrían dar cuenta del temor masculino a la desflora-
Es verdad que Freud va más lejos en su fórmula: habla de ción. La primera relación sexual bien debe contener un peligro por lo
"agradecimiento". Lo cual debería comprenderse como esa frase demás importante para el inconsciente mismo. Ese temible peligro es
dirigida por el inconsciente del hombre al de la mujer: gracias por que "la insatisfacción sexual de la mujer descarga sus reacciones
prestarte a esta puesta en escena, como si formaras parte de mi sobre el hombre que Ja inicia en el acto sexual". 26 He aquí, por lo tanto,
amenaza. Por lo demás, no le pide su opinión: pero, mediante esa la carencia femenina transformada en potencia explosiva.
costumbre, le solicita en su propio inconsciente que participe en la De esta manera, Ja posición de debilidad y de sujeción de la mujer
angustia fálica. En resumen, la mujer da (un) cuerpo a la angustia de se transforma en peligro para la potencia misma del hombre. De allí
castración del hombre. provienen el papel atribuido a la virgen vengadora, cuyo prototipo
Habiendo experimentado él mismo la castración por la amenaza Freud lo encuentra en la Judith de Hebbel. 27
paterna, reactivando el descubrimiento de la existencia de la posibi- Puede pensarse aquí que en la Gradiva de Jensen Freud encontró
lidad de la castración sobre el cuerpo de la madre, supone, por Jo tanto, una sorprendente ilustración de este tema de Ja virgen omnirres-
que ella ha sido castrada por el Padre: lo que le permite poner en plandeciente y omnipotente. ¿Acaso no es la clave de la extraña
escena su propia castración, al tiempo que la evita. Tal sería el origen pasión de Norberto Hanold, el personaje central del relato? Una vez
de la gratitud que el hombre abriga hacia con Ja mujer, gratitud más, se trata de la historia de un fantasma de hombre. 28 Resulta
todavía más sincera en la medida en que extrae sus raíces del cinismo esencial que la primera identificación que de ella hace, cuando el
del inconsciente. joven arqueólogo Ja descubre en el fragmento de fresco, insista sobre
el hecho de que no es una mujer (keine Frau). Todavía no es una
mujer, podría decirse con mayor justeza. Pero una virgen, justamente,
en el inconsciente del hombre no es una mujer inacabada, sino que
4. La virgen como omnipotencia constituye una entidad propia: es de ello que Hanold se enamora de
manera tan fuerte y tan curiosa.
Por otra parte, es conocida Ja importancia determinante de la
Al cabo de este desfile por medio del cual hemos seguido el cúmulo de posición de su Gradiva: "la que camina- hacia adelante". La muy
la angustia y del deseo masculinos sobre la mujer, descubrimos una
nueva figura: la de la potencia femenina. Por una profunda paradoja que 25 Se trata de la tercera de las Contribution.s alapsychologie de la vie amoureuse;
la dialéctica precedente intenta aclarar, el cuerpo de la mujer, lugar de tr. fr. en La Vie sexuelle, p. 66 y sig.;Aportaciones a la psicología de la vida erótica,
designación de la castración, termina por encamar la omnipotencia. O. C. lll, p. 973.
26
Resulta esencial comprender ese paso de la carencia a la perfección, Op. cit., p. 78; p. 980.
27
pues allí se anuda Ja verdad de la mujer en el inconsciente del hombre. Freud se refiere a esta obra como sexualización del episodio bíblico: su Judith
aparece allí como la que utilizaría su virginidad ofrecida al general asirio Holofernes
Ahora bien, esta explosiva convergencia se produce en el cuerpo para cortarle la cabeza, castrándolo así simbólicamente.
de la virgen: la mujer intacta de la relación sexual polariza en ella una 28
Recordemos que se trata de la historia de Norberto Hanold, joven arqueólogo
extraña potencia. Así lo establece Freud en su escrito sobre el tabú de enamorado de una muchacha que descubrió en un fresco y que trata de encontrarla
en la realidad.

192 193
prec1,a descripción de la posición del pie revela un investimiento Finalmente ~e comprende que la muchacha real -Zoe Bertgang-,
fetich 1-;ta del cuerpo virginal. 29 No hay lugar para la sorpresa a partir para hacerse amar deba dejarse alcanzar por el intermediario de su
del momento en que surge su parentesco con Marte: ella tiene la doble: en efecto, es por identificación inconsciente con su amiga de
potencia del dios de la guerra. El movimiento parece connotar una la infancia que Hanold amaba a Gradiva. Lo contrario sería más
panicular autarquía: semejante a "una fuerza que va", parece no cierto: Zoe puede tomar cuerpo en su deseo sólo en tanto que Gradiva.
necesitar a nadie más que a su movimiento. El ojo fascinado de Hay allí un nuevo efecto del complejo de Pigmalión: pero aquí es una
Hanold percibe algo de esta potencia que Freud pone de manifiesto mujer real quien endosa el investimiento imaginario para absorberlo
en su escrito sobre "el tabú de la virginidad", aunque no lo marque en en su provecho. Así, el diálogo delirante en que Hanold se dirige aZoe
relación a Gradiva: hay allí una potencia contenida en el cuerpo de la como si fuera Gradiva expresa de manera extraordinaria lo que ocurre
puella que no es liberada. cuando el hombre Pigmalión se dirige a la mujer real como si le
Es verdad que Gradiva no es más que una representación de piedra: hablara a su fantasma. Lo peor -o lo extraordinario- es que ella
pero precisamente tiene el brillo absoluto de la piedra supuestamente responda, como, llegado el caso, en la estrategia fetichista a la que la
blanca. Es por eso que Hanold se enamora de esta imagen, él que hasta mujer hace eco. Con la condición de que la mujer pueda igualarse,
ese entonces se mantuvo tan alejado de las mujeres. Mientras recusa para el hombre, a su fantasma.
a los que mantienen relaciones sexuales e ironiza acerca de ellos, 30 Ese papel adjudicado a la virgen por el hombre nos indica también,
reserva su llama para aquella que parece estar más allá de esa relación. por contraste, lo que ocurre con la posición de la mujer con respecto
Extraño enamorado que reserva su llama a aquélla que no debería a su deseo y al hombre. Freud lo ilustra en su escrito sobre la
necesitar a nadie más que sí misma. En un mundo lleno de parejas, él virginidad por medio de la mención del sueño de la joven casada,
busca a la única, de alguna manera para posarse sobre ella. A partir como "una reacción a su desfloramiento", "delatando el deseo de
de allí no resulta soprendente que en cierto momento se lo califique castrar a su joven marido y conservar ella su pene." 33 Es como si con
de "nene de mamá": 3 1 lo que está buscando en la virgen, la mujer ello confirmara la estrategia del hombre hacia la virgen, encontrando
inmaculada que el poder del hombre no ha hecho mella, es algo de la una huella de ella incluso en la joven mujer. Pero ello nos conduce a
potencia materna. buscar del lado de la demanda de la mujer a la otra, en frente. 34
¿Hay algo que resulte soprendente a partir del momento en que la
ecuación "Miidchen =falo" 32 se impone de nuevo? La virgen extrae
su carisma efectivamente del poder fálico: incluso es ella quien lo
convierte en potencia. Ella simboliza el autogoce, exhibiendo al goce 5. El querer-mujer como Verleugnung de sí misma
como causa de ella misma. Hanold, en una estrategia de perverso,
quiere abrazarla a ella su goce-semejante a un Don Juan que buscaría
conectar a la única sin pasar por la seriación. Freud ha apuntado esta relación de la feminidad con una demanda
exclusiva de valoren un contexto muy extraño. En efecto, haciendo una
29
analogía con la intolerancia militar en relación al descuido, señala que:
Véase la insistencia sobre la muy particular posición del pie en el fresco, apenas
apoyado en el suelo, que combina la idea de potencia con la impresión de gracia y de
soltura.
30
Véase sus sarcasmos dirigidos a la pareja que percibe en Pompeya. 33
Op. cit., p. 77; O. C.!, p. 980.
31
Es el sarcasmo que le lanza una verdulera, mientras persigue la imagen de Zoe 34
Acerca de esta relación "cara a cara", véase infra, Conclusión (p. 242) el valor
que vió en Ja calle. significante en el Texto.
2
3 Cf. la Traumdeutung.

194 195
Tanto el servicio de las damas como el servicio militar tienen el ha olvidado es ¡despedirse de Cleopatra!" De donde hay que inferir
privilegio de que todo lo que a ellos se refiere debe sustraerse al olvido, "lo poco que César se ocupaba de la pequeña princesa egipcia", lo
y de este modo sugieren la opinión de que el olvido es permisible en
cual, si ése hubiera sido el caso, sin duda no habría escapado al
las cosas triviales, al paso que en las importantes es signo de que se las
inconsciente de Cleopatra. 37 Así, la mujer está ubicada en ese extraño
quisiera tratar como si no lo fue~en y, por lo tanto, de que se discute toda
su importancia. 35
lugar en que tiene que ser, en el inconsciente del hombre, suprema-
mente significante o insignificante. De allí le viene esa actitud de
¿A su entender habría una posible asimilación entre la autoridad vigilar el inconsciente del hombre, para estar al tanto del estado del
femenina y la autoridad más intolerante? significante que ella asume, ¡como si estuviera en todo momento bajo
El contenido de esta intolerancia debe ser bien identificado: a fin la amenaza de ser anulada! Eso es lo que parece convertirla decidida-
de cuentas descansa sobre una forma de lucidez endopsíquica. Allí mente en acto fallido del hombre. De esta manera Freud, a través de
donde no podría verse sino un descuido, las mujeres, semejantes a los esta "coquetería" y esta focidez sobre el deseo del Otro, detecta una
militares, ven algo "significativo". La aparente confusión de memo- verdadera estructura de relación a sí mismo en denegación.
ria tiene sentido, por lo tanto, inmediata e imperiosamente como De este modo, Ja mirada del hombre sobre la mujer nos condujo a
signo de un desinvestimiento de la autoridad -en lo cual, a fin de su lugar propio, vale decir, el de Ja castración: ahora nos toca
cuentas, tienen razón. "Olvidar" en el ámbito de las "cosas importan- comprender sin duda lo más difícil: o sea, el posicionamiento de Ja
tes" tiene para el inconsciente un sentido de infracción: está dirigido mujer misma con respecto a la castración. El hecho es que, llegado el
efectivamente al otro. caso, ella puede volverse cómplice de esta estrategia y participar en
Pero en esa comparación hay algo más que una suerte de broma: ella. Pero la verdadera cuestión es todavía más radical: se trata de
es la marca de un diagnóstico. Por la reivindicación narcisista de un comprender cómo ella se relaciona con la castración en tanto que
apego sin fallas, las mujeres estarían inclinadas a dar un sentido a todo ligada a su propio ser.
fallo en relación a ellas-lo cual, señalémoslo, se lee en el otro sentido, Allí comienza el mayor malentendido acerca de Ja posición de
puesto que el autoritarismo mi litar señalaría ¡una demanda de exclu- Freud: ¿acaso no es el punto de vista del hombre el que Freud presenta
sividad narcisista de naturaleza femenina! como siendo el de Ja mujer? Sospechamos que nos encontramos ante
De allí surge el riguroso reparto de la memoria y de la demanda del una desapropiación, pero justamente es de esta desapropiación que
Otro: lo no-importante (ante sO para la "facultad de olvido" puede Freud hace la teoría. Lo que se puede hacer es intentar poner algo de
ejercerse de manera anodina, y lo "importante" en que olvidar orden y tratar de ver un poco más claro.
equivale de entrada a faltar en la debida idealización. Lo que debe pensarse es efectivamente la posibilidad para el
Pero, por esa misma razón esto ubica a la mujer en un lugar inconsciente de Ja mujer de suscribir a esta forma de desapropiación,
soprendente con respecto al hombre: ¿no está condenada a ponerse no sólo para, llegado el caso, encontrar placer allí, sino de manera tal
-como objeto de deseo solícito- en el lugar mismo del acto fallido ... que su identificación pase por ahí. Por lo demás ello no implica, para
del hombre? Freud da como símbolo la actitud del César de Shaw, el ser rigurosos, una imagen de la mujerº castrada -imagen peyorativa
cual se atormenta, "al ir a partir de Egipto, con la idea de que se había que infaltablemente evoca la posición freudiana. Recordemos a este
propuesto hacer algo antes de partir y había olvidado qué". 36 Ahora respecto que la única experiencia de la castración pasa por la imagen
bien, de lo que se trataba era de una mujer. "Por fin, resulta que lo que del cuerpo castrado de la madre en el fantasma de la niña (como en el
del niño). A partir de allí, Ja cuestión que va a plantearse para la niña
35
Psicopatología de la vida cotidiana, Cap. VII, B; O. C.!, p. 704.
36
Op. cit. 37
!bid.

196 197
es la de tener que situar su propio deseo en relación a esa carencia, en relación con el falo, sé introduce necesariamente en tanto que
tanto que le sería imputable-por el hombre y por ella misma. Así, que alternativa ante la madre. Pero-aquí se encuentra el lúe- no hay modo
la mujer tenga una relación con la castración no está diciendo· nada de querer ese deseo como si agotara Ja forma misma del querer
acerca de un ser castrado de la mujer. primitivo.
De esa particular posición del sujeto en cuestión-una mujer-en re- Se entiende que la castración cumple el papel de motor del
lación a esta posibilidad de carencia es de lo que hay que hacer la teoría. conflicto y de cortina: motor, puesto que la castración es quien decide
Freud nos dice que, en el caso de la niña, todo se juega en la primera el pasaje decisivo-esa Ilíadaque anuda el destino del devenir-mujer-
mirada: ella sabe que carece y va a lanzarse en la escalada: de la queja pero sólo cortina, pues la cuestión parece jugarse en otro lugar: como
de la privación a las ganas de revancha, todo se determina en esta per- si la castración produjera un cortocircuito en la angustia de desfusión
cepción. La cuestión es, por lo tanto, saber lo que la sujeto ve o no ve materna:
allí. ¿Qué es lo que, en ese momento preciso y decisivo, le intima acare- Es lo que daría esa muy particular inocencia a la mujer, tocando la
cer? Allí está efectivamente el misterio y lo arbitrario por ser pensado, prohibición a la que la consagra la Kultur únicamente a través de una
a partir del cual puede descifrarse la otra cara del querer-mujer. Verleugnung que le garantiza que la ley no la conozca. Se entiende
Para comprenderlo disponemos de una señal introducida por Freud que la presunción de inocencia del perverso, renegando, desafiando
para pensar la perversión ... ¡del hombre! Se trata del mecanismo que y denegando la ley, puede encontrar un eco en este "programa" al que
funciona en esa muy particular relación de negación de la percepción está asignada la mujer. Quien le garantiza en su fuero inconsciente la
de la carencia que Freud bautiza Verleugnung (denegación). Es una "impunidad", es Ja referencia al Paraíso materno.
modalidad particular de cambio de opinión (Verurteilung): Freud Se entiende por fin que la castración que señala el límite de la
subraya que descansa sobre la representación misma, mientras que la condición del deseo le interese -en el propio sentido- en tanto que
represión descansaría sobre el afecto. De esa manera se encuentra concierne al límite de su deseo (como también el del hombre), pero
suspendido lo que la representación de la carencia implica como también en tanto que concierne al límite del orden del deseo. La mujer
insoportable. En este sentido, lo que está tachado es efectivamente la estaría, por lo tanto, en la confluencia de una doble carencia -la de Ja
realidad perceptiva. A decir verdad, no completamente tachada, Madre y la carencia fálica- de manera que una sería la metáfora de la
puesto que hay que pensar que aquello sobre lo que la percepción ha otra. De manera que debería situarse a la mujer -como sujeto
sido suspendida ya ha sido visto y, en algún lado, aún mantiene su dividido- en el centro de la "costura" de esta (doble) carencia.
pretensión a ser visto -lo cual conduce al sujeto a una división.
Lo que describimos aquí es el curioso trabajo del perverso. Ahora
bien, he aquí lo que hay que pensar: lo perverso es a la vez la estrategia
del hombre sobre la mujer-la misma que hemos descrito en la primera 6. El doble efecto de la Medusa
parte de este capítulo,38 y lo que puede servir para descifrar la relación
de la mujer misma con la castración.
Podemos decodificar la diferencia del orden del deseo con el Tal vez haya que rever en este sentido el mito de la Medusa, del que
ámbito del querer descifrándolo en los términos del Edipo particular es para Freud, como es sabido, la encarnación misma de la castra-
de la mujer. La Madre sería, como la Madre total del origen, objeto ción. 39 Pero lo que debemos pensar no es sólo el espantapájaros de la
de la Sehnsucht fundamental de la mujer. El deseo, fundado sobre la
39
Das Medusenhaupt, en G. W. XVII, 47-48. El manuscrito data de 1922, pero
38
sólo apareció en 1940 (en lnternationalen Zeitsschrift Psychoanalyse und !mago).
Supra, pp. 185-195.

198 199
castración exhibido de esta manera, sino la posibilidad de que la mujer cos'' (Vervielfiiltigung der Penissymbole), 40 es también la apertura
haga de Medusa, que cumpla ese papel. Ahora bien, ello no ocurre sin materna: ella "ostenta (literalmente: lleva a la mirada, tragt... zur
que ella misma se meduse. * Hombre y mujer serían así como dos Schau) los genitales terroríficos (erschreckende Genitale) de la
polos del "medusamiento". Lo cual no es la más insignificante ironía Madre." Lo mismo cuya denegación Don Juan eternizó, fundando allí
de la historia de la castración en el inconsciente. su presunción de un saber absoluto de la mujer.
Pues para medusar, la mujer-medusa debe imaginar su mirada de La conjunción perversión y feminidad debe entenderse como el
Medusa y la mirada, simétricamente medusada, del hombre sobre indicio de una suerte de afinidad estructural, los dos bordes del efecto
ella. Es en este punto que se decide el increíble baile que regula la de Medusa. Es como si la experiencia analítica, tan fallida a la hora
castración. Se entendería de este modo que Freud no haya elegido de aislar una estructura "mujer" en el inconsciente, se sorprendiera
separar los dos efectos del "medusamiento", conjugando los efectos mientras recurre al lenguaje de una estructura de la carencia: o sea la
hasta mezclarlos. No obstante, eso es lo que da a la mujer esta estructura perversa. Se entiende en este caso la alianza objetiva que
capacidad sin igual de pasearse desde su imagen hasta la del Otro, puede instaurarse entre la estrategia perversa y algunas posturas
como si estuviera allí captada. esenciales de la feminidad. Pero lo que queda por pensar en el caso de
Es sin duda entre el perverso y la mujer que esta alianza pierde toda la mujer, para sistematizar la homología, sería una Verleugnung
su fuerza, al punto que los dos parecen medusarse recíprocamente: particular en la que ella sería al mismo tiempo referente (para ella
esa podría ser la clave de Don Juan para gustar a la mujer hablándole misma) y destinataria (para la mirada del otro).
-se entiende que con palabras encubiertas- solamente de su carencia. De ello procedería que la mujer se presente más fácilmente como
De esa manera se vuelve completamente irresistible: devolviendo el un problema para ella misma, en su demanda primitiva -antes que
movimiento de la Medusa, revive su propio medusamiento perverso teniendo, como el hombre, problemas a causa de alguna cosa. Se
ante la castración. Producirá su signo a partir del momento en que lo encontraría así ante la posibilidad de la amenaza, de "repudio" de ella
explora incansablemente en toda mujer. Es ello lo que le permite misma, lo que justamente la escisión entre qµerer y deseo viene a
tomarlas una por una, haciendo una suerte de censo de su carencia y atestiguar. Tenemos, por lo tanto, que buscar en la Kultur, es decir en
convirtiéndola en la causa de su propio deseo, cuya carencia se la forma socializada de la realidad, cómo consigue realizarse ese
compensa incansablemente. De este modo también hay huellas en estatuto imposible. Pero el trabajo precedente nos permite plantearlo
Don Juan de ese querer que ningún deseo llena. en términos que no sean reductores, como una doble interrogación.
Lo propio de Don Juan es transformar el Grauen, ese estreme- ¿Qué hace falta que la mujer sea para que la Kultur esté contra ella
cimiento que suscita la castración, en erotismo-superando el espanto de este modo?
(Schreck) por la seducción misma.
Pero se entiende el secreto del donjuanismo: tomar el insondable
querer de la mujer como objeto de deseo. Lo que la Medusa remite de
espantoso, con esa aterradora "multiplicación de los símbolos fáli-

*Apremiado por las circunstancias que hacen del personaje mitológico uno de los
ejes del actual punto de la investigación, he adoptado en cada caso el neologismo
"medusar", directa traducción del verbo francés "méduser", cuyo sentido deriva del
efecto que producía la Medusa, vale decir, "dejar estupefacto", "pasmar", "petrificar"
(N. del T.).
40
Op. cit., p. 47; O. C. III, p. 386.

200 201
Capítulo VII
LA MUJER COMO SINTOMA DE LA KULTUR

Nuestra investigación sobre el estatuto de la mujer en la experiencia


y el discurso freudianos sería incompleta si no tomara en considera-
ción lo que puede decirse sobre su lugar en la realidad, el de la
sociedad y el de la Kultur. No es casual, sin embargo, que hayamos
propuesto caracterizar ese momento en que el discurso analítico junta
su "poesía" 1 con la realidad. Entendamos que se trata de un discurso
autorizado por una experiencia y un saber. ¿Desde dónde se autoriza-
ría Freud a decir algo sobre el destino de la mujer en la realidad social
-que no sea su simple "doxa" - sino desde lo que ha experimentado
en su relación clínica y teorizado en su metapsicología? Es, por lo
tanto, en este nivel que debemos tomar en cuenta lo que el psicoaná-
lisis puede señalar de la singular huella que hace el querer-mujer en
la Kultur, lo cual podría aclarar qué es lo que la propia Kultur tiene
en su contra ...
Desde otro punto de vista esto podría parecer lo más importante.
Es un hecho que el enunciado cultural relativo a la feminidad tiene la
.,. tendencia a anticiparse a todo "diagnóstico" sobre la forma de su
deseo y a marcar a partir de allí la huella de una sobre el otro. Pero nos
parece que el psicoanálisis tiene por efecto justamente superar la
oposición entre cierto "interior" psicológico y la realidad ''.exterior":
la mujer también funciona como lugar de sus síntomas tanto como
síntoma de la Kultur. De manera que en Freud esta dimensión es algo

1
Cf. supra, introducción, p. e infra, p. 229 y sig.

205
muy di.stinto a un "prolongador" de la teoría y de la experiencia de la una carta que data de noviembre de 1883, le dirige esta larga
feminida9 en eJ inconsciente: es una dimensión necesaria e intrínseca. aclaración a su mujer, Martha.3 El contexto aclara su intención:
A (!Ste respecto también merece ser tomada en cuenta en el plano Martha había leído el ensayo de Stuart Mill sobre la Emancipación de
spciopolítico, donde la feminidad tiene uno de sus lugares. las mujeres, best-seller del feminismo masculino, que parece haberla
Pero si no es necesario en lo más mínimo hacer un salto para pasar impresionado favorablemente. Freud, en el marco de la función de
de las dos dimensiones precedentes a ésta, es verdad que hay que formador y de iluminador de su joven mujer (véase supra), 4 cree ú.til
camb~ar de "esce.na". Y a no es en su carencia que la mujer es proceder a una precisión, como para corregiruna mala lectura de Mill.
experimentada y comprendida: es en su realidad, por donde su Allí se encuentra la primera exposición extensa de Freud sobre la
"carencia" por lo menos va a practicarse. El discurso del propio Freud visión de la mujer en Ja Kultur. Resulta tanto más importante
debe cambiar de tono: allí se trata de tomar una posición con respecto profundizarla en la medida en que ciertos temas se encontrarán en las
al }l,lgar de la mujer en la sociedad y la civilización, vale de.cir, exposiciones posteriores. Pero no nos equivoquemos: lo que allí
comprometerse con respecto a su destino. encontramos es la doxa freudiana sobre la mujer. En 1883, y aun más
Tomaremos el discurso de Freud sobre la mujer en la sociedad en en el marco de una correspondencia privada, Freud no se se siente
los orígenes -en el momento en que, es verdad, decide su propia autorizado aún por la experiencia analítica: habla, por así decirlo,
"doxa"-para comprender lo que dice como sujeto de un discurso y no "como particular". Lo cual no impide que en esa época efectúe el
en el ejercicio de su función analítica. Sobre el fondo de la evolución primer paso en el proceso que va a llevarlo a interesarse en la histeria:
reconstituida en las dos experiencias precedentes de la "práctica" y de esta carta es contemporánea del caso tópico de Anna 0. 5 Se encuentra
la teoría de la feminidad, nos será necesario discernir con la mayor expresada, por lo tanto, la imagen que Freud se hacía del destino de
precisión posible cómo se perpetuó esta "doxa", modificada, revolu- la mujer en la Kultur. A menudo citadas como prueba indudable del
cionada bajo la presión de lo que insistía en hacerse admitir. carácter conservador de Freud, estas declaraciones exigen ser exami-
Es el momento en que, al margen de ese saber y de esa experiencia, nadas y evaluadas globalmente por ellas mismas.
Freud puede escribir esta poesía de la mujer en la Kultur, es decir, la Por otra parte, Freud, al final de su discurso, reivindica el carácter
función que le ha sido asignada en el epos de la humanidad. Lo más conservador de su posición: "En este aspecto yo prefiero la vieja
notable, en este tema, es el matrimonio del más directo -por no decir manera de pensar". 6 (*) Todavía hay que comprender cuál es la vie-
más cínico- realismo, con el que Freud acompaña a su discurso, y la ja manera de pensar y cómo se relaciona Freud con ella. La oportu-
Fantasía, libre evocación de la mujer en esa fabulación de los nidad llega con el ensayo de Mill que encarna "la nueva manera de
orígenes de la Kultur y de las ilusiones que el psicoanálisis puede pensar" sobre las mujeres. Ahora bien, Freud tuvo la posibilidad de
autorizar, 2 como cierta necesaria mitología que le fuera dictada por familiarizarse muy tempranamente con Mill. A pedido de Gomperz,
una dura experiencia y un austero saber.
* Las citas seguidas de un asterisco entre paréntesis (*) fueron adaptadas por
divergencias entre las traducciones francesa y española (N. del T.).
l. El veredicto freudiano en el origen 3
Esta carta-documento se encuentra en la Correspondencia de Sigmund Freud
(Gallimard), p. 86 y sig; traducido al castellano bajo el título de Cartas a la novia,
Ed. Tusquets, p.32-33 . Fue escrita el 5 de noviembre de 1883.
Disponemos de un valioso documento para comprender la posición 4
Op. cit., pp. 87; p. 33.
5
de Freud en el origen mismo sobre el estatuto social de la mujer. En El tratamiento concluyó en mayo de 1882. Freud se halla en el umbral de su
encuentro con la histeria en el momento en que redacta esta extraordinaria carta.
6
Op. cit., p. 87; p. 33.
2
Asignándole el contenido inconsciente de éstas (cf. capítulo siguiente).

206 207
tuvo la oportunidad de traducir un volumen de sus obras. Freud suyo el papel exclusivo del trabajo como medio de emancipación.
empieza recordando el poco vigor y la ch atura del estilo de Mill, pero De ahí en más puede dar un nuevo paso: "Me parece una idea muy
destaca su libertad de pensamiento. "Posiblemente, fue el hombre que poco realista la de enviar mujeres a la lucha por la existencia como si
en este siglo se ha mostrado más capaz de liberarse de la dominación fueran hombres." 8 Esta vez, el argumento que se evoca es el de la
ejercida por los prejuicios habituales. " 7 Es conocido todo el valor que relativa debilidad de las mujeres en la "selección natural" social. No
tiene este elogio para Freud, en tanto que Aufklarer. Pero ese sin cierto chantaje dirigido en particular a su mujer: "¿He de pensar
simpático racionalismo tiene su reverso: "En consecuencia - pues en mi dulce y delicada niña como en un competidor?" De donde se
siempre existe una correlación-, carecería del sentido del absurdo en desprende finalmente el tono protector que adjudica a la mujer el
diversos puntos ... " Y el punto es justamente el que nos interesa: "por hogar como marco único de una vida protegida:
ejemplo, en lo que se refiere a la emancipación de las mujeres."
La tesis que combate Freud es la de la autonomía económica, en la Después de todo, la contienda podría terminar sólo diciéndole, como
que Mill veía a la vez la prueba y el medio de la emancipación de las lo hice hace diecisiete meses, que la amo y que haré todo lo que sea
mujeres: "Recuerdo que uno de los principales argumentos en el preciso para mantenerla alejada de la lucha por la existencia en la
libelo que traduje consistía en que la mujer casada puede ganar tanto sosegada e ininterrumpida actividad de mi hogar.
como el marido." La refutación aparece con una preocupación
visiblemente pedagógica para uso de su esposa: Freud llega a tomar posición sobre la cuestión de la educación de
las mujeres, un punto decisivo en las discusiones de numerosos
Tú y yo estarnos de acuerdo (se sobreentiende: ¡espero que no pienses siglos: 9
de otra manera!) en estimar que el cuidado de la casa y de los niños, así
corno la educación de éstos, reclaman toda la actividad de la mujer, Es posible que una educación distinta pudiera suprimir todas las
eliminando prácticamente la posibilidad de que desempeñe cualquier delicadas cualidades femeninas -tan necesitadas de protección y al
profesión. Y seguirá siendo así el día en que las cosas se simplifiquen mismo tiempo tan poderosas-con el resultado de que podrían ganarse
y los adelantos liberen a la mujer de la limpieza, la cocina, etc.(*) la vida como cualquier hombre.

El argumento naturalmente huele a sofisma, puesto que Freud parece Esta vez, por lo tanto, la autonomía económica es considerada como
contar con el hecho de que las muje res ya tienen demasiado por hacer posible, pero como nociva: "Mas quizá, en este caso, no existiría
con sus ocupaciones domésticas (gustosamente detalladas) para que justificación para la melancolía originada por la desaparición de la
se les imponga, encima, que trabajen. Descarta, por lo tanto, como de cosa más hermosa que el mundo puede ofrecernos: nuestro ideal
femenino." En este caso, por lo tanto, ¡el hombre ya no reconocerá su
7
ideal de mujer! La educación, lejos de permitir el desarrollo de la
Op. cit., p. 86. p. 32. Nótese que, un cuarto de siglo más tarde, Freud mantendrá
mujer, ahogaría lo más "hermoso" que hay en ella.
una posición análoga sobre Mil i. Así, el 11 de marzo de 1908, durante un "miércoles"
de la Sociedad psicoanalítica de Viena, en el curso de una conferencia sobre "la Lo cual permite comprender la fórmula final de esta profesión de
posición natural de la mujer" de Wittels, declaró que "En un artículo sobre la sujeción fe-incul pací ón:
de la mujer, J. S. Mili descuidó el hecho de que una mujer no puede ejercer una
profesión y educar a sus hijos al mismo tiempo." En esa oportunidad agregó: "Las
mujeres en tanto que grupo no ganan nada con el movimiento feminista moderno;
como mucho, sólo algunas aisladas sacan provecho de él' (en "Minutes de la société 8
Op. cit., p. 87; p. 33.
psychanalytique de Vienne", bajo el título de Les Premiers Psychanalystes, t. l, 9
La cuestión efectivamente fue sistematizada a partir del siglo XVI, hasta el si-
Gallimard, p. 364). glo XIX.

208 209
Estimo, en cualquier caso, que toda posible reforma, que toda legisla- tacar volviendo a la crítica a Mill, que es la oportunidad de aquella
ción y educación se estrellarán contra el hecho de que, mucho antes de precisión. Lo que Freud combate es la posición de una teoría racional
la edad en que puede ejercerse en nuestra sociedad una profesión, la y social desencarnada: de este modo, señala muy pertinentemente que
Naturaleza habrá designado ya a la mujer, por su belleza, encanto y este defensor de la emancipación de las mujeres que era Mill tuvo
bondad, para otra clase de empresa. relaciones muy perturbadas ... con su propia mujer, 11 mientras que su
autobiografía revela muy simplemente la ausencia de la mujer:
Puede verse aquí funcionar la oposición sociedad/ naturaleza como
encubriendo la oposición hombre / mujer. Sobre todo, se ve como El olvidó todo esto, del mismo modo que omitió todas aquellas
aparece un tema que se encontrará, traspuesto, en la teoría de la relaciones que toman como base el sexo. Este es un tema en que Mili
evolución libidinal de la mujer: el "hecho" de que todo se juegue antes no se muestra muy humano. Su autobiografía es tan pazguata o tan fría
en la mujer. Acaso se tenga un lejano eco en la impresión comunicada que, leyéndola, uno jamás sospecharía que la Humanidad está dividida
en las Nuevas Aportaciones, medio siglo más tarde, sobre el hecho de en dos sexos, ni que esta diferencia es la más importante que existe. 12
que una mujer de treinta años espanta al analista "por lo que encon-
tramos en ella de fijo, de inmutable", como si "su libido, al haber Freud encuentra allí su genio de diagnóstico: nos invita a pensar
adoptado posiciones definitivas fuera incapaz de ahora en más de esta paradoja en que el emancipador desenfrenado de la Mujer le ha
cambiar". 10 dado tan poca existencia a las mujeres. A tal punto que, leyendo el
Así, por su destino social y pulsional, la mujer desactivaría toda \H relato de su vida, ¡sea posible olvidar que el género humano pueda
posibilidad de evolución real: estar compuesto de hombres y de mujeres! Como siempre, la paradoja
aparente es el signo de una ambivalencia y de una necesidad en el
La legislación y la costumbre habrán de conceder a vuestro sexo inconsciente mismo. Debe haber un lazo secreto, adivina Freud, entre
muchos privilegios de los que hoy está privado, pero la función de la el discurso de la Emancipación de la Mujer y la denegación de la
mujer no podrá cambiar y seguirá siendo una novia adorada en feminidad, en ese racionalismo abstracto del primer "feminismo de
la juventud y una esposa bien amada en la vejez. hombres". Por su parte, es en esa posición que él no consigue
reconocerse. Y lo que Freud rechaza, en efecto, es esta forma de
Constátese no obstante que este estatismo no viene acompañado de un feminismo: por más conservador que sea en su tono general, este texto
statu quo social: Freud reconoce, con Mili, que el capital de "dere- no puede ser leído, por lo tanto, como el de un matasiete ciego de toda
chos" de la mujer debe ser ampliado, que efectivamente se ha visto emancipación de la mujer: revela la desconfianza de Freud con
privada de ellos. Pero es como si Freud temiera que ella se pusiera a respecto a toda socialización integral del destino de la mujer, como
carecer de lo que no debería carecer, comprometiendo así sus ganan- encubriendo en sus defensores una sutil denegación de la feminidad.
cias de amor. De ese modo, es verdad, no le promete mejor destino que El lirismo de la invocación de la Mujer, por más sincero que sea,
el de encontrar a un hombre que la ame y le atribuya sus poderes de encubriría una denegación de la feminidad. Ese sería el caso de Mill,
mujer-¡semejante a Martha que encuentra a Sigmund! celebrando tan fuertemente a la Mujer y borrando aquello que, de su
Esa es sin duda "la antigua manera de pensar", acompañada por un singularidad, quiere darse a conocer.
férreo · progresismo, pero limitado por lo que precisamente no es De esa manera, leído más de cerca, este texto contiene dos
socializable. Sin embargo, en esta posición después de todo este- enseñanzas: por un lado, es verdad, una posición en retirada con
reotipada, hay elementos que merecen matizarla. Se los puede des-
11
Alusión a la relación de Mili con la Sra. Taylor.
10
G. X. XV, 144. 12
Op. cit., p. 87.

210 211
respecto al progresismo social que pretendía arreglar la cuestión de En estas condiciones, extraordinariamente frecuentes, sobre todo para
la mujer. De manera que uno se sentiría tentado a pensar que Freud la mujer, en la sociedad actual, es en las que se desarrolla la neurosis
empezó mal en lo que se refiere a aprehender la reivindicación por parte de angustia, de la cual las fobias son una manifestación psíquica. 13
de las mujeres de su propia autonomía. Después de todo, uno incluso se
siente soprendido de Jo que ha podido comprender del deseo de Ja mujer, ¿Freud no hace allí más que recordar una generalidad sociológica,
a pesar de esta coraza defensiva. Pero -y ésta es la segunda enseñania- del tipo: resulta obvio que todo lo que puede decirse de las manifes-
esta posición poco abierta justamente va a permitirle no reducir de taciones patológicas en las mujeres debe ser relacionado con su
entrada a la mujer a su destino social. Va a poder, por lo tanto, verla situación de frustración objetiva? ¿Ese sería el aspecto "condicional"
llegar, de alguna manera, en su estrategia deseante. de la aparición de las neurosis? En realidad, Freud va más lejos: si se
En efecto, le guste o no le guste, tendrá que hacer encuadrar en esta lo mira de más cerca, lo que está descrito son tipos sociales femeninos
representación una figura de mujer que no se reduce a su destino que están comprometidos en una relación intituida con el hombre,
social como tampoco a su destino "natural": vale decir, Ja histérica. fallida o postergada: adolescentes, jóvenes casadas, viudas, de quie-
Es la histérica quien va a imponer una vez más allí una suerte de nes el importante escrito sobre la neurastenia y la "neurosis de
"implosión" de este modelo de la feminidad. En efecto, al exponerse angustia" hace una verdadera estadística. 14 Se puede pensar que el
a la demanda histérica, y por su voluntad de seguirla hasta el final, prototipo de ese cuadro son "las recién casadas anestésicas": 15 repre-
Freud va a hacer explotar su posición desde el interior mismo. Lo cual sentan, en efecto, el tipo mismo de angustia que sobreviene después
se traducirá justamente por Ja aparición del doble registro: el de la clí- de la revelación decepcionante de la realidad sexual: "En la joven
nica del deseo, en que se formula la figura inconsciente de la casada anestésica, la angustia sólo aparece cuando las primeras
feminidad, y el discurso sobre la Kultur, en que se desarrolla la te- relaciones despiertan una cantidad suficiente de excitación somáti-
mática esbozada en Ja carta de 1883. ca." Tal es, en efecto, la configuración real esencial que Freud vio
perfilarse en la clínica con la que tenía que tratar: pero se entiende por
qué, para su propósito, no necesita decir nada más. Lo que le interesa
es aquello que, de lo real, es dado al programa del deseo: aquello con
2. Figuras de la miseria real lo que la mujer "tiene que tratar" demuestra ser especialmente
miserable: condenada a entrar en el deseo sólo por medio de la unión
con el hombre, ¡le debe hasta la propiedad de su angustia! Cuando se
Y a en los orígenes de su experiencia clínica, Freud es conducido de siente frustrada, lo esencial de su alienación social ya se jugó-puesto
ese modo a poner el acento en los componentes sociales de la que su entrada en el casamiento es la que la condena a ligar a él su
patología en la que está implicada la mujer. Es importante com- economía de goce. Pero es en ese punto que ella empieza a protestar,
prender el sentido de esas consideraciones de apariencia sociológica mediante su inconsciente: allí, en efecto, ¡Freud la espera en la
que salpican al texto clínico: ¿hay que ver allí una serie de incidencias consulta! Resulta comprensible que Freud sólo se interese por el
sociales en la descripción clínica? En cuyo caso no es posible otro factor condicionante, para comprender lo real determinante del
sentimiento más que el de experimentar o lamentar que Freud haya conflicto.
dicho demasiado o demasiado poco. Como por ejemplo, esta obser-
vación en el escrito de 1895 sobre Obsesiones y Fobias: después de
13
haber descrito numerosas manifestaciones fóbicas en mujeres y Escrito traducido al francés en Névrose, Psychose, Perversion, p. 45; O. C. l,
muchachas jóvenes, relacionadas con la ansiedad, Freud hace notar pp. 203-204.
14
Op. cit. en el libro citado, p. 15 y sig.; p. 180.
la parte de objetividad social en esos trastornos : 15
/bid., p. 24; p. 185.

212 213
Simplemente, es posible señalar la especificidad de la situación así M., cuyo marido, poseedor de una brillante situación en la industria,
creada: "El establecimiento de un divorcio (Entfremdung) entre lo muere bruscamente dejándole dos hijas: "Desde la muerte de su
somático y lo psíquico en el curso de la excitación sexual se produce marido, hace catorce años, ha estado siempre enferma, con mayor o
más rápidamente y es más difícil de suprimir en la mujer que en el menor intensidad." 16 Si Emmy exhala su queja en un castillo, Lucy R.
hombre." Freud busca pensar en este carácter dividido: pero la his- teje sus síntomas en Ja casa de un director de fábrica en un suburbio
térica no existe mecánicamente a causa de su alienación socia-1. Por de Viena, donde ejerce como institutriz inglesa: lo que Freud le revela
la singular respuesta que ella da en la estrategia de su deseo a una son sus sentimientos amorosos hacia su patrón, remontando el curso
realidad dividida es que ella se divide otro tanto. de las asociaciones a partir de un olor a harina quemada. En su
De este modo queda aclarado el sentido de la famosa fórmula según confesión, ella señala el contenido soci.al de su inhibición:
la cual la puesta al descubierto de la miseria simbólica no hace más
que reducirla a la miseria real. La "miseria real" sirve objetivamente Si algo me resultaba penoso, era que se tratase de la persona que me
para esconder lo real de la miseria así "simbolizada". Pues la miseria tiene a su servicio, en cuya casa vivo y con respecto a Ja cual no me
siento con tan plena independencia como ante cualquier otra. Y siendo
simbólica no es sólo el reflejo de la miseria real, cuyo peso Freud no
yo una muchacha pobre y él un hombre rico y de familia distinguida,
subestima: es, en una palabra, su síntoma. Todo lo que puede decirse todo el mundo se reiría de mí si sospechase algo.17
es que, en verdad, Freud nunca marcó de manera tan positiva, por no
decir empírica, Jos efectos de la miseria simbólica como en los años Por lo demás, accede a la cura mediante Ja admisión de la miseria real:
de Ja prehistoria y de la fundación del psicoanálisis. "¿Sigue usted amando al padre de las niñas? -Desde luego. Sigo
Más tarde, estas "aportaciones" parecen haber tenido una doble queriéndole, pero sin atormentarme. En su fuero interno puede uno
posteridad en la obra de Freud: en primer lugar, aparecieron para pensar y sentir lo que quiera." 18 Lo que ha sido dispersado es, en
salpicar los informes de análisis; en segundo lugar, han sido retoma- efecto, el olor a comida, ¡de manera que sólo queda el amor im-
das en un nuevo tipo de discurso: el del lugar y Ja función de la mujer posible!
en la Kultur. Catalina, por su parte, hija de un posadero, está constantemente
En lo que respecta a las "aportaciones" sobre Ja relación de expuesta a las seducciones sexuales familiares, de las que es testigo
dominación social que subyace al callejón sin salida simbólico, Freud o el blanco: sus síntomas respiratorios están efectivamente relaciona-
siempre parece estar diciendo demasiado o no lo suficiente, según se dos con todos esos delitos, pero cuando le comunica a su "tía" las
midan esas anotaciones con la vara de una teoría más o menos intenciones de su "tío'', 19 lo único que consigue como toda respuesta
elaborada de la causalidad social. Ahora bien, una vez más, conviene es que "Todo eso hay que tenerlo en cuenta, pues si en el pleito de
comprender para qué función se requieren esas aportaciones: apare- divorcio pone alguna dificultad Jo contaremos ante los tribunales." 2º
cerá a la vez que son necesarias y que no pueden exceder su estatuto He aquí, pues, esas "historias", transformadas en signos sociales y
de "aportaciones". jurídicos, anulados, de manera que la represión se impone a partir de
Una sistematización, por más rápida que sea, de esas "aportacio- allí como su propio destino.
nes" puede permitirnos esbozar Ja imagen freudiana de Ja sujeción
social de Ja mujer. 16
En efecto, parece desprenderse un cuadro que evoca la situación de Etudes sur l'hystérie, p. 36-37; O. C./, p. 34.
11
Op. cit. , p. 92; p. 169.
una mujer atrapada en una red social de la que depende fuertemente, IR lbid., p. 95; p. 171.
y en relación a la cual se encuentra en determinado momento en una 19
En realidad su padre, tal co mo lo revel a Freud enseguida después.
situación de abandono y/o de agresión. Como por ejemplo Emmy von 20
Op. cit., p. 104; p. 177.

214 215
Isabel de R. es la "bella indiferente", proveniente de un medio indicios de emoción. (... ) De este modo se encuentran reunidos los
social acomodado, agobiada por desgracias familiares, desaparicio- materiales para una histeria de retención.
nes y enfermedades. Ella se convierte a su vez en el síntoma de esa
enfermedad familiar, para castigarse por una inclinación por un Ahora bien, en esa división de las tareas, la posición objetiva de la
cuñado, esposo de una hermana desaparecida tempranamente. mujer es, en efecto, la de curar a su entorno: y efectivamente, en "el
Puede verse cómo se constituye el pequeño universo familiar: pero. período en que se suministran esos cuidados" es cuando se producen
en esos diversos medios en cada caso hay un lugar para una mujer- los gérmenes de la histeria que se desencadenará más adelante, en
síntoma. Síntoma de una reproducción hipócrita de las relaciones conflicto con "los sentimientos de aspiración a la liberación".
familiares que asigna a la mujer el cuidado de esconder sus secretos La otra figura, la de la muchacha rebelde, es encarnada maravi-
al tiempo que debe sacrificar su deseo, el cual de allí en más sólo llosamente por Dora. El hecho de que haya sido conducida para ser
puede decirse en el síntoma. En cada caso un hombre -marido curada por su propio padre, un gran industrial amigo de Freud,
desaparecido, patrón amado, padre o tío seductor, cuñado amado- muestra ya de por sí que su familia se percibe a través de ella como
cumple el papel de causa del síntoma. síntoma, incluso si intenta presentar su síntoma como un antojo ... o
De este cuadro se desprenden dos tipos característicos: el de la capricho. Por otra parte, ella se destaca por ubicarse en todas las líneas
joven mujer sacrificada consagrada a los cuidados de los demás; y el de circulación de relaciones de poder intrafamiliares: entre una madre
de la muchacha rebelde, chivo expiatorio y tirano a la vez de las "buena ama de casa" despreciada, un padre donjuanesco y un seductor
infamias ambientes. bastante trabajador: por ello mismo se convierte ella en la conciencia
Ana O. ofrece una imagen de la primera: y no resulta indiferente de la familia. Freud recibe, por lo tanto, en su diván la confesión de
que sea por ella, con Breuer interpuesto, que Freud haya visto un síntoma que se alimenta justamente de lo real de la familia: su
ofrecérsele el acceso a la histeria. Es una imagen de Epinal *de la hija esfuerzo es el de separar lo que debe serlo, o sea, la parte de realidad
fiel que se sacrifica en el lecho de muerte de su padre y teje su síntoma miserable de la coartada del síntoma. A tal punto que le demuestra a
en la culpa por su muerte. Generalmente es más bien la mujer quien Dora que ella se está erigiendo como conciencia de esa corrupción
carga con el peso de los síntomas del grupo familiar y se consagra a para dar un nuevo impulso a la mecánica de su síntoma. Por medio de
ellos. De este modo, se convierte efectivamente en su síntoma: su fantasma y de su síntoma, participa así en la apatía y en las intrigas
designa su real. En este preciso sentido, es poco decir que la histeria de los miembros de su entorno, al tiempo que no para de desafiarlos.
refleja la organización social: la encarna, al punto de constituir el Por lo demás, ¡Freud no habrá hecho más que equiparla con un saber
secreto regulador de su patología crónica. Freud hace notar en este suplementario que le permitirá reproducir las astucias con una efica-
sentido que "el papel de enfermera cumple un papel muy importante cia todavía mayor! De esta manera, si la mujer que cuida toma al
en la génesis de las histéricas." Aquí debe entenderse que mundo a su cargo, la muchacha rebelde también lo hace, a su manera:
con lo cual se identifican con la miseria, y hasta la erotizan, al tiempo
quien está acaparado y todo el tiempo preocupado por las mil tareas que pagan el sufrimiento de su síntoma, esa nadita que estropea el
exigidas para los cuidados que exige un enfermo, cuidados que se
decorado mostrando que las cosas no van tan bien, y a la que no es
prolongan sin interrupción, interminablemente, durante semanas y
posible esconder.
meses, se acostumbra poco a poco a echar tierra en él a todos los
Queda una última figura en este decorado femenino de la miseria
burguesa: la empleada doméstica. Es el eslabón débil de la cadena, la
que debe soportar las insinuaciones del patrón y administrar los
* Ciudad francesa, famosa a partir de la revolución de 1789 en todo el país galo desperdicios de este mundo que sólo reconoce la sexualidad en sus
por su industria de imágenes impresas (N. del T.).

216
217
márgenes. Freud no dejó de encontrarse con este personaje en el Pero esta concepción resultará necesariamente decepcionante si
sistema de intrigas que le revelaba la histérica. Es conocido el sólo se ve en ella un conjunto de puntos de vista después de todo
importante papel identificatorio que cumple la mucama seducida y bastante triviales sobre la represión sexual y sus efectos en Ja mujer.
abandonada por el Sr. K. en la identificación de Dora: en efecto, ella Más bien importa comprender lo que inclina a Ja mujer a dar cuerpo
constituye el reverso de la miseria real, el forro de la histérica. al síntoma de la nerviosidad moderna. Vemos entonces emerger el
¿Quién podría sostener, con esta sola mención, que Freud haya cuerpo histérico en tanto que ejemplo del destino cultural. Es como
subestimado el peso de la realidad social en la génesis de la neurosis si Freud, en ese ensayo, trasladara la histeria al espacio de la Kultur.
propia de la mujer de su tiempo? Lo más notable es que, justamente, A falta de haber planteado Ja cuestión en estos términos es que se ha
enfocando el mundo sólo por el síntoma, sin agregarle ningún deplorado demasiado rápidamente la ausencia de una consideración
discurso de la liberación objetivado en tanto que tal, haya puesto al de la dimensión social en la teoría freudiana de la histeria. Pero
desnudo un decorado de una injusticia tan abrumadora. No es Ja también ocurre que Freud no está jamás de acuerdo con la ingenua
menor de las grandezas de las mujeres el haber podido soportar ese idea de una socio-génesis inmediata del síntoma histérico: lo que debe
sórdido trozo de realidad que les era otorgado, y de haber respondido ser comprendido es más bien la elaboración de la postura desean te por
aél por esa especie de sufrimiento~reativo que es el síntoma histérico. la histérica, tomando en cuenta la situación que le es asignada por la
No es el mundo, sino la propia mujer, en conflicto con ese mundo, Kultur. Es posible incluso que la histérica tenga una eminente función
¡quien dio a luz a semejante obra de arte de la desgracia! Freud no social: la de revelar la histeria propia de la Kultur...
temió reconstituir esta Ananké social que superdetermina la posición Tenemos que seguir, por lo tanto, el momento en que la conside-
de Ja mujer con respecto a su deseo y que forma parte de ella. ración del "problema de la mujer" va a aparecer en el horizonte de la
Agregando su miseria simbólica es como ella también pudo soportar teoría freudiana de la Kultur. En realidad propone un principio
la realidad de la miseria ... explicativo global -el conflicto entre la pulsión sexual y la prohibi-
ción cultural fundada en la renuncia-y una suerte de ley histórica de
tres estados para descifrar la evolución de esa relación: estadio de
libertad integral de la actividad sexual; estadio de represión del
3. Las mujeres en la nerviosidad moderna conjunto de la pulsión sexual, con excepción de la reproducción;
estadio "en que la reproducción legítima es autorizada como pulsión
sexual". 22 A partir de allí se entiende que este proceso deje en el
Para que esas "aportaciones" se sistematicen en un discurso propio camino a quienes no pueden dar satisfacción a esta exigencia de
hacía falta que la mujer apareciera como una figura de Ja Kultur. Pero represión. Freud nos muestra, abandonados en el camino, a quienes
una vez más, ella funciona allí como síntoma: como síntoma del de allí en más no dejarán de cuestionar con su sola existencia dicha
perjuicio que la "moral sexual civilizada" causa al deseo individual. exigencia: la compañía de perversos y de neuróticos.
De allí proviene su lugar central en el ensayo que, en 1908, cuestiona Resulta curioso notar que una primera imagen, fugitiva, de la
Ja relación de la nerviosidad con Ja modernidad. 21 Allí encontramos mujer, aparece en ese momento: la de la hermana neurótica del
codificada la cuestión de la mujer como síntoma de Ja Kultur: a este hermano perverso23 -réplica de la idea decididamente insistente en
respecto, se trata de un verdadero acontecimiento en la génesis del Freud que hace del síntoma-mujer una réplica del síntoma del
discurso freudiano sobre la feminidad.

22
G. W. Vil, 152.
21
La Moral sexual "cultural" y la nerviosidad moderna, O. C.!, p. 943. 23
Op. cit.

218 219
hombre. Pero la "diferencia sexual", en ese momento de la argumen- Por su parte, las mujeres que, en calidad de sustratos propiamente
tación, no hace más que ilustrar Ja tesis general de los neuróticos como dichos de los intereses sexuales de los hombres (als eigentliche
"negativo" de las perversiones -estando Ja mujer más bien inclinada Tragerinnen der Sexualinteressen des Menchen), no poseen sino en
a funcionar en consecuencia como negativo neurótico de la perver- muy escasa medida el don de la sublimación (Cabe der Sublimierung),
y para las cuales sólo dur,ante la lactancia pueden constituir los hijos
sión de su doble masculino. una sustitución suficienteidel objeto sexual (als Ersatz des Sexualob-
Pero al comentar el tercer estadio es cuando Freud va a emitir su jektes); las mujeres, repetimos, llegan a contraer, bajo el influjo de las
propia teoría de Ja mujer en Ja Kultur. Se entiende por qué: es en el desilusiones aportadas por la vida conyugal, graves neurosis que
estadio de la organización monogámica, correlativo a la legitimación perturban duraderamente su existencia. 28
exclusiva de la reproducción, que la mujer va a ser tomada en cuenta.
Pero ello revela a destiempo que Freud no mencionó al estatuto de la
mujer en los dos primeros estadios: como si la mujer de la promiscui-
'l En consecuencia: "Bajo las actuales normas culturales, el matrimonio
ha cesado de ser hace mucho tiempo el remedio general (Allheilmit-
dad primitiva tan querida por Bachofen24 no hubiese retenido su tel) de todas las afecciones nerviosas de la mujer."
atención. Así se confirma que Freud plantea la cuestión de la sublimación de
Esto no quiere decir que para Freud Ja mujer se sienta a gusto en la mujer como un "don", una aptitud -en consecuencia variable y
el matrimonio: por el contrario, la denuncia de Freud va a emplearse vulnerable, cuando no deficitaria. Como si en las mujeres la sublima-
para destacar esa posición insostenible que le es dada a ella -con lo ción fuera un don personal, mientras que en el hombre tuviera una
cual, todas esas "aportaciones" precedentes 25 se animan en un diag- función necesaria-llevada a cabo o no, sana o neurótica. Las mujeres
nóstico global. Pero si él no tiene esa intención ni antes ni en otro serían las artistas de la sublimación: de allí surge la considerable
lugar, es porque dicha intención no es pensable, para él, ni en otro diferencia entre Ja gran figura de mujer que elevó a la sublimación en
lugar ni en otro momento- lo cual confirma la primera posición de "gran arte" y la figura de la mujer sensible solamente "a la lógica de
odas, expresada a su propia mujer. 26 la sopa".
Es por ello que el estatuto de la mujer en la Kultur va a ser Por otra parte, Freud otorga a las mujeres una tarea precisa-de la que
emprendido en el preciso momento en que Freud se pregunta "si el toma nota antes que la exalta: la de "portadora de los intereses sexuales
comercio sexual (Sexualverkehr) dentro del matrimonio legítimo de Ja humanidad." Fórmula bastante misteriosa que al menos se puede
puede ofrecer una compensación total de Ja restricción sexual anterior explicitar en su contexto: esa sería la causa, en efecto, de la aptitud más
al mismo". 27 Es allí que se verificará Ja respuesta negativa que limitada para la sublimación. La mujer, en tanto que procreadora,
proporciona todo el ensayo de Freud. Al diagnosticar un fracaso, y al estaría más "comprometida" en la función social, de manera que
pensar en Ja desilusión que provoca Ja experiencia de la pareja en designaría el polo pulsional de la Kultur. O por lo menos, tendría que
términos notablemente pesimistas, Freud comienza a dar una idea del negociar con la pulsión de manera más ajustada el espacio de juego de
J destino cultural que expresa la miseria a la que está condenada Ja la sublimación. Es cierto que Freud no habla de "función" sino de
mujer. La mujer sale neurotizada tanto del matrimonio como del "intereses", lo cual no es más que un elegante eufemismo. Es como si
\ resto: quisiera decir que la humanidad tendría "intereses" nada desdeñables
por investir en la Kultur, de manera que ésta no los evacue nunca
totalmente (ésa es incluso toda la tesis del ensayo): las mujeres, por lo
24 Véase Das Mutterrecht ( 1861 ). tanto, serían las garantes, les guste o no les guste, de esos "intereses".
25 Véase supra, pp. 212-218 ..
26 Supra, p. 208 y sig.
27 Op. cit., p. 157; p. 949.
28
Véase supra, p. 116.

220 221
Finalmente, el casamiento, que habría podido hacer las veces de (Denkhemmung) necesaria para la coerción sexual." 32 Pero lo esen-
solución para las neurosis mayores del silogismo de la denegación, ya cial de la argumentación de Freud está constituido por la oposición del
no cumple esa función. El matrimonio mismo trabaja en la neurosis: hecho y el derecho. De manera tal que su posición es todavía más
ése es uno de los signos más alarmantes de la neurosis inherente a la firmemente opuesta a cualquier idea de naturaleza femenina, a la vez
"moral sexual" llamada "civilizada". La huida hacia el adulterio no que no desconoce en ningún momento la fatalidad singular que de eso
hace sino encarecer el conflicto que es asignado a la mujer: parecería resulta.
que Freud está pensando aquí en numerosos casos de experiencias En realidad, el Denkverbot cultural se encarniza especialmente en
paranoides de adulterio en las mujeres. 29 las mujeres, por el hecho ya mencionado de ser "las portadoras
Allí aparece finalmente el aspecto más crítico del ensayo de Freud: propiamente dichas de los intereses sexuales de la humanidad". Es
al reflexionar acerca de la situación que así se les presenta a las por ello que su caso ilustra tan bien la tesis según la cual "la conducta
mujeres, hace falta diagnosticar los efectos catastróficos del oscuran- sexual de una persona constituye el "prototipo" (Vorbildlichkeit) de
°
tismo, más precisamente de la prohibición a pensar. 3 Freud, en tanto todas sus demás reacciones". Es lo que les asigna el grandioso y
que Aufkliirer, 31 sabe demasiado bien lo que significa la inhibición miserable destino de encarnar la ambivalencia de la Kultur con
impuesta a los hombres: ahora bien, todo ocurre como si, según su respecto a esta "función sexual" tan central en su destino.
opinión, la mujer fuera quien llevara la carga más pesada de la 1
Estas consideraciones encuentran su eco en la "psicología de la
33
prohibición a pensar en el umbral del siglo xx. En efecto: ) vida erótica" como lo demuestra el ensayo Sobre una degradación
general de la vida erótica (1912). Parecería que las mujeres son el
La educación les prohíbe toda elaboración intelectual de los problemas objeto de una doble estrategia de sobreestimación y de degradación.
sexuales (die intellektuelle Beschtiftigung mit den Sexualproblemen), En este sentido ellas padecen, además del "efecto de la educación",
los cuales les inspiran siempre máxima curiosidad (Wissbegierde) ( ...). el rechazo del comportamiento de los hombres: "La sobreestima
Esta intimación coarta su actividad intelectual (Denken) y rebasa en su
inicial, debida a la pasión amorosa, es reemplazada, una vez que el
ánimo el valor de todo conocimiento.
hombre la ha poseído, por la depreciación"; pero, por esa misma
razón, hace notar la "sobreestima sexual" como lo propio del hombre:
A partir de allí, el Denkenverbot de la sexualidad se extiende al
la mujer, por su parte, "no presenta nada( ...) que se parezca a lo que
conjunto de los intereses humanos.
en el hombre es la sobreestima sexual". 34 En su lugar, se encontraría
En estos sobrios términos, Freud llega a presentar a la mujer como
en ella una preocupación por el secreto, incluso en "las relaciones
la víctima del peor proceso de represión social: el que alcanza al
autorizadas", asociada a una exigencia de fidelidad al amado, aun si
propio pensar. De esta manera, el homenaje que le rinde puede parecer 1
es bajo la forma de la "fidelidad segunda" otorgada al amante.
amargo para las mujeres de su tiempo: rechazando la desenfrenada
\ Si, tal como se ha visto, ella representa el polo de la sensualidad
teoría misógina de la "debilidad mental fisiológica" de la mujer, la
para el deseo del hombre, su vida psíquica no se reduce solamente a
corrige en estos términos: "Opino que la indudable inferioridad
la corriente tierna. También ella vive en la confluencia de dos
intelectual de tantas mujeres ha de atribuirse a la coerción mental
corrientes de la vida psíquica. De esta forma, luego de haber mostrado
que el hombre puede conseguir conjurar la impotencia psíquica
29
Cf. los primeros escritos, supra, p. 174 y sig.
Jo Acerca de esta noción considerada globalmente, remitimos a nuestro texto 32
Op. cit. , p. 162; p. 952.
"Trouble du penser et pensée du trouble chez Freud" , Nouvelle Revue de Psychanaly-
JJCf. la definición de esta "rúbrica", supra.
se, 1982. 4
J No obstante, véase el papel que desempeña la sobreestimación en la homose-
JI Cf. nuestro artículo, op. cit.
xualidad femenina, supra, p. 171.

222 223
degradando el objeto para hacer de él un objeto de pura sensualidad, Lo cual nos permite individualizar y sistematizar la dimensión del
Freud intenta buscar un equivalen te en la mujer, y lo encuentra en "la discurso freudiano que concierne a la feminidad (Weiblichkeit) en
condición de la prohibición en la vida amorosa". tanto que tal, como lugar de cruzamiento del inconsciente y del
Hay que destacar bien esta observación, cuya importancia podría proceso cultural. Esta debe ser tratada por ella misma, con el objeto
pasar inadvertida: Freud está mostrándonos la ganancia de placer que de que no sea confundida con lo que el psicoanálisis puede decir de
representa la prohibición, que por otra parte le es asignada como la "sexualidad femenina" ( weibliche Sexualitiit). En este último caso,
figura de su destino en la Kultur. En la medida en que 1aKultur impone del que el ensayo de 1931 que lleva ese título es un buen ejemplo,
tanto al hombre como a la mujer "un largo plazo( ... ) entre la madurez Freud trata la posición de las mujeres con respecto al advenimiento
y la actividad sexual", ambos necesitan una estrategia de réplica. El de su propio deseo. 36 Ocurre algo muy distinto cuando Freud consi-
hombre degrada el objeto para triunfar ante la dominación de las dera a la Weiblichkeit de manera global. Lo cual no equivale a decir
mociones tiernas que postergan la sensualidad; en cuanto a la mujer, que el psicoanálisis pueda tener sobre la mujer algún discurso
sólo le queda la prohibición para reactivar sus propias mociones general: es, en efecto, el "ser sexual" de la mujer lo que le interesa, en
sensuales: así "se establece en ella el estrecho vínculo entre prohibi- un sentido fuerte, al psicoanálisis. Pero puede decirlo de dos maneras:
ción y sexualidad". No dice más que eso: pero es posible percibir la ya sea para expresar lo que la experiencia analítica descubre en cuanto
fecundidad de semejante observación para la fenomenología históri- al modo de inserción de las mujeres en su inconsciente; ya sea para
ca de la identificación por parte de la mujer de su propio deseo, en el saldar en el terreno del proceso cultural lo que la experiencia analítica
seno mismo de la situación que le ha sido dada por la Kultur. puede decir de la Weiblichkeit. A falta de no haber sabido distinguir
El propio Freud se da cuenta de lo que significa, llegado el caso: en cada caso con claridad estos dos niveles del discurso freudiano
así, cuando se publica el sorprendente diario de Grete Lainer, que sobre la mujer es que, paradójicamente, se ha denegado la dimensión
describe las vivencias de una niña en el umbral de la pubertad, Freud sociocultural del discurso freudiano sobre la mujer y reducido lo que
le agrega una pequeña carta como prefacio: Freud pudiera decir del deseo de la mujer a un juicio social -lo cual
se vio complicado por la referencia al tercer nivel de elocución, más
Este diario es una joyita. Realmente creo que nunca antes se penetró informal, el de la doxa freudiana sobre la mujer. Todo el interés
con una claridad y una sinceridad semejantes en los movimientos del reside, por lo tanto, en reactivar esta distinción de los discursos y
alma que caracterizan, en los años que preceden a la pubertad, el mostrar libremente su contradictoria articulación.
desarrollo de la niña de nuestra sociedad, en el estado presente de
De esta manera, la famosa Conferencia de 1932 sobre la Weiblich-
nuestra civilización. 35
keit, si se la observa con atención, retoma los elementos de la
De este modo adivina la atractiva lucha de la muchacha ante el problemática considerada en el ensayo de 1908. Debe ser leída y
Denkverbort: comprendida, por lo tanto, como discurso de la feminidad. Sólo que,
en el intervalo, la teoría freudiana de la mujer sufrió un sismo clínico
Sobre todo vemos cómo emerge el misterio sexual, al princ1p10 y teórico tal que Freud se vio obligado a reajustar, por lo que supo de
impreciso, luego, poco a poco, toma entera posesión del alma infantil; allí en más de la sexualidad femenina, lo que podía decir de la
vemos el prejuicio que causa en la niña la conciencia de sus conoci- Weiblichkeit. Es en este sentido que hay que leer esta teoría, antes que
mientos ocultos, prejuicio que progresivamente consigue vencer. como un inventario masivo e indiferenciado de todo lo que puede ser
enunciado.
Es ésa precisamente la versión social del devenir-mujer.

36
35 Journal psychanalytique d 'une petitefille, Denoel, p. 7. Véase supra, 11 parte.

224 225
El propio Freud nos lo advierte en la conclusión: "No debéis el de la represión. El resultado es, sin embargo, negativo: de allí se
olvidar que sólo hemos descrito a Ja mujer en cuanto su ser (Wesen) desprende la so prenden te idea de la que la feminidad es un freno para
es determinado por su función sexual." 37 El error sería interpretar a la civilización:
posteriori esta advertencia al lector como una simple excusa por
haber descuidado otros aspectos de la feminidad. Es la indicación de Las mujeres( ... ) no tardan en oponerse a la corriente cultural( ...) Sin
una cuestión fundamental: la de la posibilidad de hablar del ser-mujer embargo, son estas mismas mujeres las que originariamente estable-
desde un punto de vista diferente al de la "función sexual" y, cieron el fundamento de Ja cultura, con las exigencias de su amor. 39
correlativamente, al de la reducción que acarrea semejante punto de
vista. Freud, al margen de la coquetería, se siente realmente dividido Hay que comprender que el enojoso destino de la feminidad es un
entre la necesidad de alcanzar la verdad de la mujer por su ser sexual ejemplo, según la mirada de Freud, del de Eros: compensa la Ananké
-a la que le da ampliamente derecho- y a lo arbitrario que percibe al creando el lazo fundamental entre los hombres, pero debe soportar
implicar en semejante discurso el ser (Wesen) de la mujer. inevitablemente los gastos del proceso que así está dispuesto.
A la primera necesidad no podrá sustraerse: es por ello que lo que De allí proviene el papel central tanto como marginal que le
intenta hacer destacar es la determinación (Bestimmung) sexual de la corresponde a las mujeres:
feminidad: no evita ninguna consecuencia de ese punto de vista. Pero
( ...)[ellas] representan los intereses de la familia y de Ja vida sexual;
no se contenta con ello. Por un lado, se siente comprometido en lo que
la obra cultural, en cambio, se convierte cada vez más en tarea
respecta al estatuto de la mujer en la Kultur, como si su propia masculina, imponiendo a los hombres dificultades crecientes y obli-
experiencia le diera derecho a hacerlo. Por el otro, señala un residuo gándoles a sublimar sus instintos, sublimación para Ja que las mujeres
irreductible de su discurso -abandonándolo a la propia experiencia están escasamente dotadas.
(eigenen Lebenseifahrungen ), al decir poético o a una ciencia todavía
por venir. Por lo tanto, el discurso analítico sobre la mujer, a la vez que Pueden reconocerse aquí, en un ramo recapitulativo, los elementos de
los acumula, estará suspendido entre por lo menos esos tres polos: la evaluación freudiana del papel de la mujer en la Kultur: pero ellos
vale decir, una experiencia, una fabulación v 11n saber científico.38 adquieren aun más sentido situándolos en su propio contexto. La
feminidad, en efecto, ocupa el polo opuesto a la sublimación, en el
seno de la Kultur. Resultan comprensibles los malos entendidos que
semejantes fórmulas pudieron suscitar: parecería que Freud hablara
4. La Mujer y el "Malestar en la Cultura" · a la vez de las mujeres en su función en el seno de la Kultur y de las
mujeres desde el punto de vista de la economía de su propia psiquis
inconsciente.
En la última teoría freudiana de la Kultur, no resultará sorprendente, De este modo, decir que ellas tienen una capacidad limitada de
por lo tanto, ver a la mujer implicada en el corazón mismo del sublimación equivale a afirmar que, en el reparto de poder en el seno
Malestar que la define. La mujeres mencionada en el momento en que de la Kultur, tienen que cumplir este ambiguo papel: a la vez
se revela que Eros y la Kultur no hacen una buena pareja. Está ubicada irreductible y desecho de la Kultur como proceso de sublimación.
del lado de Eros y comparte con él dos avatares: el de la fundación y Pero esta confusión es reveladora de la suerte así impuesta a las
mujeres: vivir a través de la suerte que la Kultur les ha asignado es una
37
G. W. XV, 145; O. C. 11, p. 943.
38 39
De este modo, llegamos al punto anunciado en la introducción (supra, p. 49-52). G. W. XIV, 463; O. C. Ill, p. 30.

226 227
figura de su destino. Destino cuya extensión debe ser medida para Capítulo VIII
determinar los caminos de su "reversión". LA MUJER COMO VERDAD DE LA KULTUR
1 He ahí a la mujer, pues, excluida de los beneficios de la Kultur-al
igual que los demás desheredados de Ja civilización- pero además
sigue siendo el pilar, el atadero: madre de Jos hombres y objeto de sus
deseos, no deja de ser solicitada como garante de Ja Kultur y excluida
de sus beneficios. "La mujer, viéndose así relegada a segundo término
/ por las exigencias de Ja cultura, adopta frente a ésta una actitud
( hostil." Con esta simple frase puede comprenderse el paso que dio
\ Freud desde cierta carta escrita medio siglo antes: sin nunca levantar
1
el tono, con declaraciones que buscaban dar precisiones, llega a poner
al descubierto con una cruda violencia la hostilidad que se le asigna
contra la Kultur misma, más todavía que contra la sociedad. Bien
podría ser, en este sentido, el lugar por excelencia en que se reflexiona Hemos seguido el diagnóstico freudiano acerca de Ja miseria de la
el Malestar en la Cultura. Permite comprender que el malestar del mujer en la Kultur. Pero su posición no se reduce a esta constatación
querer-mujer procede también de lo que la Kultur tiene en contra de negativa. Incluye un último aspecto relativo al destino de la Kultur
ella ... que es la mujer. Dicho en otros términos, Ja mujer no es sólo un
síntoma de la Kultur: en ella se juega cierto destino de la Kultur que
ella permite nombrar.

l. La poesía de la Kultur

De este modo, alcanzamos una verdadera "poética" de la feminidad,


sin embargo cuidadosamente mantenida al margen de todo lirismo.
Dicha poética consiste en la puesta al descubierto de la parte inaliena-
ble que la mujer toma en la Kultur y, correlativamente, en la puesta
al descubierto de su futuro en el destino de sus ilusiones . Es verdad
que en el inconsciente el futuro se acopla estrechamente con el origen:
se trata, por lo tanto, de situar, para concluir, el lugar de la mujer en
el Origen, o sea en la primitiva repartición del deseo y de la
prohibición, de la horda humana y de sus pulsiones. De este modo se
encontrará puesto en una perspectiva mitológica aquello que tiene
que ver con su querer.
Si se entiende correctamente el diagnóstico freudiano sobre la

228 229
Entfremdung femenina, es posible darle un estatuto propio a esa 2. El rechazo al hetairísmo
ejemplar observación emitida durante una sesión de la Sociedad
psicoanalítica de Viena:
Ese mismo 15 de mayo de 1907, una intervención llevada a cabo por
Wittels ante la Sociedad psicoanalítica de Viena le dio la oportunidad
La mujer, que la sociedad cargó con una carga más pesada (en
particular en cuanto a la reproducción), debe ser juzgada con indulgen- a Freud de tomar una postura acerca de la mujer en la Kultur. Resulta
cia y tolerancia en los ámbitos en que se encuentra atrasada con todavía más interesante examinar esta postura en la medida en que
respecto al hombre.' contiene una de las fórmulas más virulentas que pueden encontrarse
en la boca de Freud (no así, es verdad, en su pluma). Freud reacciona,
Esta fórmula, que raya con el paternalismo, sin embargo debe ser en efecto, ante un artículo sobre las Las mujeres médicos. Pero cabe
leída sin afecto: Freud, es sabido, se pasa el tiempo saldando el crédito señalar aquí que dicho artículo se prolongaba con un notable desarro-
y el débito que la Kultur impone a las pulsiones de los individuos. llo sobre "la gran cortesana" (Hetaira).
Aquí se limita a constatar el excedente que aparentemente se le pide Después de haber tomado una postura con respecto a las cuestión
a la mujer, en función de lo cual hay que disculparla de su "retraso". del ejercicio de la medicina por las mujeres y los destinos de la
Pero esta aptitud menor para la sublimación que le es adjudicada sublimación en el hombre y la mujer, Freud levanta el tono para
está estrechamente relacionada con el imperioso deseo que el hombre arreglar sus cuentas, según parece, con el ideal de la gran cortesana
tiene puesto en ella: que autoriza cierto discurso: 2 "Nuestra civilización no tiene nada que
ver con el ideal de la cortesana( ... ). Una mujer como la cortesana, en
Una mujer escultora pierde todos sus conocimientos técnicos apenas cuya sexualidad no es posible fiarse, no vale nada; no es más que un
quiere modelar un cuerpo de hombre; una muchacha cuyo profesor Haderlump." 3 Freud saca del lunfardo vienés este término, como para
abraza cada vez que hace un buen trabajo, se vuelve incapaz de llevar revelar, al revés de la noble cortesana, la sórdida figura de la
a cabo la menor tarea. "bribona" o de la "pícara".
La apuesta de esta intevención es clara: se trata de recusar cierto
Tal es, por lo tanto, el estatuto de la mujer, suspendida entre lo modo erróneo de idealización de la feminidad. Ahora bien, se suponía
referente al deseo y lo referente al trabajo. que éste era producido como alternativa ante la prostitución legal
Pero ello nos prepara para comprender la capacidad "poética" de representada en el casamiento por dinero. Freud excluye, por lo tanto,
la mujer, o sea su delegación de Eros en la Kultur. Si es por ahí que el camino a semejante "solución". Lo cual supera, por lo demás, la
ella padece, también es por ahí que le da su propio rostro a la Kultur. estrategia social: aquí la mujer es la apuesta de cierto destino de
Pero para poder desprender esta función positiva, hay que dejar de la sexualidad en el seno de la Kultur. Entre la evocación del ideal
lado otro destino posible, que Freud ejecuta con cierta brutalidad en hetáirico y su brutal recusación como Haderlump, Freud sugiere, en
el mismo contexto. efecto, la apuesta de la cuestión:

Nosotros intentamos quitar el velo a la sexualidad; pero una vez


concluido dicho develamiento, exigimos que se tome conciencia de
toda esa represión de la sexualidad y que aprendamos a subordinarla

2
1
Sesión del 15 de mayo de 1907, en "Les premiers psychanalystes", Minutes de Véanse especialmente los debates en tomo a Ja Antorcha de Karl Kraus.
la société psychanalytique de Vienne, Gallimard, p. 219. 3 Op. cit., p. 220.

230 231
a .las necesidades de la cultura. Reemplazamos la represión (en fr. Si, por lo tanto, esta invectiva ridiculiza cierta imagen de la mujer,
refoulement) por una represión (répression) normal. de la que se supone que es a la vez prostituta y liberada, su apuesta está
Allí donde el ideal hetairico exalta la sexualidad al punto precisa- en otro lugar --en el destino que el psicoanálisis le asigna, en el seno
mente de idealizarla, el ideal del "nosotros" analítico designa la de la Kultur, a aquello que pone al descubierto- vale decir, la
"represión normal" -curiosa expresión que parece estar especialmen- sexualidad. No obstante, es un hecho que la feminidad está asociada
te dirigida a recusar un destino de exaltación de la sexualidad. Freud, a esa apuesta. Como si la feminidad estuviera inclinada, en la
para hacer de contrapeso, no vacila en mencionar la abstinencia : mitología que le es asignada, a exhibir un destino de alternancia, a la
vez a la represión y a la sublimación. Es lo que busca ser pensado bajo
No es posible resolver el problema de la sexualidad sin tener en cuenta el emblema de la hetaira que vivía "libremente su sexualidad bajo
el problema social, y quien prefiere la abstinencia a las lamentables todos sus aspectos" .6
condiciones en las que se vive la sexualidad, se abstiene protestando. Para Freud no es una solución sino simplemente un señuelo. Un
modo de satisfacción femenino que no estaría ni en la represión ni en
Se observará que no es en tanto que contra-ideal, sino como contra-
la sublimación debe asumir su término más bajo -resulta compren-
valorización de una estrategia de la auto-represión: la abstinencia, por
sible que lo haya ido a buscar en el registro de la vulgaridad que
lo tanto, es comprensible, y hasta estimable, como respuesta, aunque
corrige cínicamente la pretensión de ideal por medio de un término
sea negativa, a la miseria ambiente. Freud llegará finalmente a
peyorativo.
mencionar "el sentimiento de pecado que se opone a la sexualidad"
Es como si temiera por encima de todas las cosas que se asimile al
-como si todo valiera más que ese "hetairismo" en el que Wittels es
psicoanálisis con una sirvienta cualquiera de la hetaira, la cual sería
acusado de poner su ideal. Por lo demás, éste declara sentirse "tan
su ideal encamado: Freud se enfrenta, por lo tanto, visiblemente a una
afectado por (esta) observación de Freud [la cortesana es un "Ha-
suerte de imagen fóbica de la mujer -la de la cortesana- ¡que
derlump"] que por el momento no puede responder detalladamente a
amenazaría con develar el Ideal del Y o del Análisis mismo! Allí
las objeciones".4
donde comienza esta figura de la mujer, hace notar, el psicoanálisis
Eso da la medida de la violencia del veredicto que Freud quiso
debe abandonarla: ya no corresponde a su jurisdicción. Encima, debe
emitir en esa oportunidad: todavía falta comprender a qué obedece
defenderse de ella: como si el psicoanálisis, para adaptar su propia
esta violencia controlada. Freud quiere de esa manera cerrar el
conciencia a aquello que puede pensar de la feminidad, debiera
camino al hetairismo que amenaza al mismísimo "ideal analítico".
conjurar esta imagen de la mujer: la del goce total perverso. Acerca
Por otra parte, es lo propio de un peligro para la autonomía de la causa
de esta forma de querer-mujer, Freud mismo no quiere saber nada:
analítica el de suscitar en Freud este tipo de fórmulas de rechazo,
se lo impone incluso como una ley. Pero al mismo tiempo en que
acompañado con una referencia a esa primera persona del plural que
impresiona a algunos de sus "hijos" por medio de la violencia de su
llama a los defensores del análisis a mantenerse reservados. Lo cual
veredicto, ¡se peleará con ellos para hacer admitir una mujer en el
suena, por lo tanto, como una barrera ante el hecho de tener que alistar
cenáculo (en 1910)!
al análisis en las filas de un ideal hetáirico-negativa semejante a tener
A este ideal hetáirico, opone una imagen que no puede ser
que hacerlo tras un ideal religioso, filosófico, político u otro. 5
calificada de otro modo que no sea "ortográfica". Es el término, a la
vez violento y misterioso, que emplea en una carta a Schonberg,
4
Op. cit., p. 221. reclamándole a una mujer, como criterio de su estima, "sentimientos
5Acerca de este punto, véase Freud, La Philosophie el les plzilosophes, P.U.F.,
1976, donde establecemos ese modo de pensar de Freud en relación a toda Weltans-
6 Op. cit.
chauung.

232 233
ortográficos". 7 Lo cual podría ser, a fin de cuentas, la virtud de la absurdum: si el hombre no tuviera relaciones con la mujer, viviría en
mujer según la mirada de Freud. masa; ¡siente una vocación por la Kultur porque arna a la mujer! En
Pero no es difícil adivinar que lo que hace reconocer a la mujer que ese sentido, sería el factor de universalidad.
se mantiene "derecha" en el sentido connotado por el término ortos Freud nos presenta así un doble destino de la socialización: uno
no es la conformidad a una nom1a. Lo que excluye esta interpretación orientado, vía el Ideal, hacia el Jefe, uniendo a los hombres en torno
normalizante es toda la representación freudiana de la mujer como a un Hombre idealizado; el otro, irreductible al primero, ligando al
síntoma de la Kultur. ¿Cómo podría mantenerse "derecho" un sín- hombre con la mujer y fundando sobre este Eros una obra cultural. El
toma? amor del Padre permite a los hombres agruparse para oponerse a otros
Habrá que buscar, por lo tanto, en otro lugar la virtud que la mujer hombres; el amor de la mujer les permitiría converger en Eros.
introduce en la Kultur. Es imposible desconocer la importancia de esta idea. No se trata,
en efecto, de una extensión poética de la teoría de la feminidad, sino
más bien de su "poesía" que no deja de trabajar su propio objeto.
Dicho en otros términos, Freud rinde un homenaje a la mujer
3. La mujer como Eros de la Kultur correlativo al de Eros.
Puede verse en qué le corta el paso a una concepción mimetista que
Es en otro lugar, por lo tanto, que también Freud busca el destino- se fijaría sólo en las gesticulaciones de los hijos de la horda primitiva
mujerde la Kultur. La mujer tiene, según la óptica de Freud, un efecto olvidándose de su objeto. Freud postula efectivamente una substan-
positivo fundamental sobre la Kultur, que se lo podría calificar cialidad del deseo, garante del papel determinante de Eros en los
literalmente como antídoto contra la masa (Massa). Resulta conve- grupos humanos.
niente poner bien de manifiesto esta idea, pues parece deslizarse en Pero se entiende también en qué esta idea sirve como contrapeso
la "psicología de las masas" de Freud como una observación dicha al poético a la anarquía de los quereres-mujer experimentada en la
pasar, 8 cuando en realidad constituye su reverso. Al señalar que en la clínica. Es como si Freud le reembolsara aquí a la feminidad la
Iglesia y en el Ejército "no existe lugar ninguno para la mujer como carencia que no dejó de experimentar y de decir, afiliándolos nada
objeto sexual" ,9 pareciera que sospecha que se trata de una condición menos que al Eros que mueve a Ja Kultur. Es por Ja mujer que el
necesaria. No es casual si "el amor homosexual se adapta mejor a los hombre participaría en el Eros.
lazos colectivos", como si estuviera inclinado a socializarse. En El drama singular de Ja mujer sería el de quedar atrapada entre el
cambio, "el amor a la mujer rompe los lazos colectivos de la raza, la papel que le asigna Eros para hacer nacer el deseo en el corazón de los
nacionalidad y la clase social y lleva así a cabo una importantísima hombres y permitirles unificar sus deseos, mientras que las mujeres
labor de civilización." son remitidas, una tras otra, a la unicidad de sus quereres.
He aquí a la mujer, pues, en otro lugar presentada como límite de
la Kultur, y aquí como capaz de favorecerla. Permite superar las
divisiones al arrancar al hombre de su apego a la masa. Es posible 4. La omisión del Asesinato primitivo
sistematizar esta observación en ley, mediante un razonamiento per

Si hubiera que volver a considerar el Jugar de la mujer en el drama de


7 Carta a Schonberg, citada por Iones, op. cit.
8 Por otra parte, figura en el apéndice del trabajo, a menudo descuidado.
la Kultur, habría que recurrir a una parábola de la ausencia y de la
9
G. W. XIII, 158; O. C. /,p. 1164. recuperación: todo podría proceder del hecho de que la mujer no

234 235
participó en el asesinato originario del Padre, del que Freud hace salir Puede observarse que, si aquélla no está implicada más que como
la prohibición fundadora de Ja Kultur. Su lugar bien podría ser esa apuesta de la lucha de los hombres, para colmo será inculpada. Causa
marca en la Urszenede laKultur, que ocurre entre el Padre y los hijos- ocasional del asesinato, será juzgada, en efecto, como "instigadora";
del-padre, en una palabra, entre hombres. Aunque sea lo que está en tomada originariamente en el eje de la seducción, será puesta en lugar
juego en el asesinato, ella no participa como actriz. En tanto que de la tentación. Puede verse que los mitos de la culpa femenina-cuya
posesiones del Urvaterde la horda primitiva, las mujeres encontraban consecuencia sería la misoginia- son presentados como formaciones
protección: Freud nos señala claramente que la maternidad podía reaccionales al asesinato del padre. En tanto que formaciones legen-
ejercerse al amparo de la ley del Padre. Como esposas de Jos hijos, de darias secundarias, este discurso sobre la falta de la mujer constituiría
allí en más como administradoras de la familia, no se sienten a gusto, una suerte de integración fantasmática derivada. ¡Los hermanos se
como ha podido verse, a punto tal que sólo pueden "acampar" en esta hicieron creer así que la mujer los habría incitado al asesinato del
Kultur hostil y extraña -como si su ser no alcanzara nunca a recibir Padre! Por esa misma razón le confirieron una intención -diabólica-
un estatuto. ª la causa misma de sus respectivos deseos y a la oportunidad de su
Sólo que esta exclusión del asesinato y del Estado de derecho odio, lo que nos vuelve a conducir al efecto de la castración en la
también fundaría su inocencia: 10 podría ser que el psicoanálisis, en Kultur.
sus relaciones con la feminidad, se ocupe de saldar los ambiguos
·efectos de esa inocencia, en la escena del deseo tanto como en la de
la Kultur, es decir, lo que vale una inocencia de la omisión del acto
en el que se llevó a cabo el reparto primitivo de la prohibición y la 5. El tejido como emblema de la mujer
culpa. ¿Hay que pensarlo, por lo tanto, más allá de la prohibición o
más acá? ¿Lo que allí fue evitado puede ser fundado? Podría ser que
en el¿ Was will das Weib? freudiano repercuta la perplejidad de quien Freud da un sobrecogedor símbolo de esta huella de la castración de
participó, en su inconsciente, al asesinato original, ante aquella que la mujer en la Kultur: el del tejido (weben). En el ensayo sobre la
-inocente o/y perversa- se ahorró el trabajo, mantenida, por lo tanto, Feminidad, en efecto, les acredita a las mujeres, que "no han contri-
en el umbral de la historia, golpeando a la puerta del templo para buido sino muy poco a los descubrimientos e inventos de la historia
hacerse reconocer. de la civilización", una única invención: "pero quizá sí han descubier-
En las importantes Consideraciones suplementarias de su Psicolo- to, por lo menos, una técnica: la de tejer e hilar." 12
gía de las masas y análisis del yo, Freud menciona no obstante una Al emitir esta hipótesis, y al buscar el "motivo inconsciente",
transposición del asesinato del Padre que implica a la mujer: "La Freud invierte también la lógica de su idea: Freud menciona al tejido
elaboración poética de las realidades de estas épocas transformó para exhibir, en la Kultur, al ser inconsciente de la mujer. Se lo
probablemente a la mujer, que no había sido el premio de la lucha y acredita por medio de una analogía con el cuerpo castrado de la mujer:
la razón del asesinato, en instigadora y cómplice del misino." 11 Es es la imagen misma del sexo femenino quien habría suscitado la idea
como si, por medio de esta observación, completara el cuadro de de una tecné, mediante el enlazamiento de fibras, a imitación de los
Tótem y tabú, inscribiendo en él una figura específica de Ja mujer. vellos aislados que salían de la piel del pubis.
Correlativamente, la mujer se habría sentido inclinada, por "la
defectuosidad (Defekt) de los órganos genitales", al pudor y a las
10 Véase supra sobre los fundamentos clínicos de esta presunción, en relación con

la perversión, p. 199.
11
G. W. XIII, 152; O. C./, p. 1161. 12
G. W. XV, 142; O. C. 11, p. 941.

236 237
técnicas de defensa contra la desnudez. Puede observarse que esta CONCLUSION
invención supuestamente femenina es concebida como una respuesta ,
a una carencia y que la "naturaleza" le proporciona un "modelo". El
movimiento de recubrimiento del cuerpo, por lo tanto, sería dejado a
la iniciativa de la mujer, por la precisa razón, paradójicamente, de que
disimula una carencia. Al tener su nada por esconder, se negaría a
exponerse a la desnudez, allí donde ''ya no queda nada por esconder".
De allí ella extraería una gamincia se,mndaria, al transformar la
carencia, así escondida, en tesoro de "encantos".
Pero simultáneamente, el tejido opone a es<). carencia un pac;:iente
trabajo de reparación. Gustosamente haremos de ello, pues, una
parábola de la intervención de la mujer en la Kultur, entre carencia y
Eros. Si la carencia es la causa del tejido, el tejido mismo es una
respuesta a la carencia. ¿Acaso no es en ese preciso momento de la Llegados al término de este viaje a través del discurso freudiano sobre
recuperación del hilo en que la mujer se siente capaz de superar la la feminidad, puntuado por una experiencia, una teoría y un texto,
deshilachadura que la amenaza? ¿Apaso no es ese misterioso vínculo podemos ver cómo cada nivel se refleja en el otro, de manera que toma
entre la carencia y el Bros que encarna Penélope, retomando la labor consistencia un discurso a la vez riguroso y aporítico, que nos da una
desde c.ero, como pa,ra reexperimentar su vacío -esperando a un oportunidad de individualizar qué ocurre con la escena propia de la
hombre,, pero volviendo a la labor, en cada día de su vidª de mujer, mujer.
para volver a tejer e hilar el vínculo? De este modo puede entreverse Empezaremos por reconsiderar esta investigación, en una recupe-
la raíz clínica de ese querer que no deja de deshacer las obras del ración que no sólo será un balance sino también una abertura,
deseo, pero vuelve a retomarse en una nueva obr.a. La presencia de la mediante una transición con la parábola precedente en que culmina el
feminidad en la Ku/tur constituiría esta particular versión del "Fort/ logos freudiano sobre la feminidad.
Da", movimiento de vaivén de la pérdida y el retorno. La ganancia de este pasaje por Freud para aclarar el estatuto de la
feminidad no puede ser evaluado plenamente sino situando el texto
freudiano en relación al texto, es decir, en relación a lo que es posible
decir de la mujer, con o sin el psicoanálisis. A este precio, se podrá
evaluar el significativo peso de este discurso y la autenticidad de esta
experiencia, sin posiciones dogmáticas o eclécticas, lo cual, en una
ética inspirada justamente de Freud, no sería más que cobarc!í::i de
... entendimiento. Dicho en otros términos, sabiendo Jo que Freud nos
dijo esencialmente de la cuestión, localizando la propia contribución,
se trata de esbozar un montaje de su postura en el presente del discurso
sobre la mujer -lo cual, una vez más, implica confrontarse con el
origen- es decir, el momento en que se empezó a decir hablar de la
mujer en la figura de nuestra Kultur.

238 239
La Mujer y el Texto como si el Texto señalara dos enunciados contradictorios que, sin
embargo, deben ser pensados juntos: por un lado, que la mujer no es
necesaria para el Todo pero que, por el otro, su inexistencia le
¿Cómo medir mejor el alcance del discurso analítico sobre la femini- impediría volver a cerrarse. Dicho en otros términos: Todo está bien
dad si no es confrontándolo con el Texto sobre la Mujer, o sea, la (sin que se haya pensado en la Mujer); pero si la Mujer llega a carecer,
mismísima Biblia? Ese texto, en efecto, da una versión precisa del entonces la carencia amenaza con perdurar en el mundo. Pero ¿en qué
nacimiento de la mujer, tan a menudo citado, es verdad, que su sentido consiste esa carencia, cuya respuesta sería la mujer, como respon-
terminó cubriéndose. La experiencia abierta por Freud permite, diendo a una llamada? No es otra sino la soledad del hombre.
paradójicamente, mostrar el núcleo de realidad que ese texto contie- Sólo que, según la Biblia, eso no lo dice el hombre mismo sino
ne, para el inconsciente mismo. Aquí se trata de algo muy distinto de Dios, que no quiere un Adán solitario. Es que, en efecto, un ser
un psicoanálisis del texto bíblico: simplemente, intentamos compren- semejante podría autorizar la ilusión y la impostura de un Dios del
der cómo se inscribe Freud, de manera muy particular, cuando mundo creado: "Las criaturas correrían el riesgo de decir: el que nos
articula su ¿Qué quiere la mujer? en relación a la cuestión del lugar creó es Adán." La mujer sería creada a su vez-lo cual, como puede
de la Mujer en el Texto. Lo cual nos ayudará a reconsiderar, por lo verse, exige un acto separado- como objeción al Uno adámico: ella
tanto, al término de esta investigación, la singular manera ~on la que será el Otro (del Uno) que, por su sola existencia, recusa la apariencia
el texto freudiano repite y subvierte, con un enfoque singular, lo que de divinidad que le tocó en suerte al hombre. Por otra parte, la Mujer
·el Texto dice de la mujer. va a poner término a la relación frente a frente del Hombre solo y del
Ahora bien, la hora de la verdad es naturalmente aquélla en que se Unico-Dios: desde ese punto de vista, ella es la segunda del hombre,
necesita a la mujer para que exista. Habrá que observar, por lo tanto, el "segundo sexo", y la tercera de la pareja Hombre-Dios. Pero de eso
el momento en que el Texto presenta a la mujer emergiendo del no- sólo Dios puede tomar la iniciativa: es que ello parece necesario para
ser. ¿Qué tiempo del Génesis, por lo tanto, marca la mujer? hacer evolucionar la relación de Adán mismo con la Ley. Sin la Otra-
Antes que nada constatamos que ese momento es fundamental- Mujer, el Hombre sería sin deseo humano, lo que amenazaría al deseo
mente un Después: después del Hombre, pero también después de Ja de la Ley misma con ser letra muerta para él. La Mujer, por lo tanto,
Creación. Incluso más: después de la Ley. Adán, según el Texto, fue interviene en ese nivel como intermediaria en la economía contrac-
y conoció la Ley antes de conocer la Mujer. Pero ¿por qué hubo de tual del hombre y de la ley, pero sin otro poder mediador que su
haber la Mujer? La respuesta se da en el versículo 18 del capítulo 11: existencia misma, en tanto que va a llenar la carencia del mundo y
"Dijo luego Yahveh Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy alimentar con su carencia misma el deseo del hombre; o mejor aún:
a hacerle una ayuda adecuada."* Ahora bien, en el primer capítulo se hacerlo nacer (es por ello que es necesario que ella misma nazca).
decía: "Dios vio que estaba bien", después de haber creado el Mundo. Lo cual nos permite comprender la famosa "operación" por medio
Por lo tanto, en primer lugar, todo está bien; luego aparece la de la cual Dios hizo nacer a la mujer del hombre.
constatación de que algo no está bien en el interior mismo de la lógica
divina de la Creación. ¿Era una privación? No, en la medida en que Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre,
el Todo-bien es adquirido en tanto que creado. Pero sigue habiendo el cual se durmió.
una carencia, una falla, y es el que intentará colmar el ser-mujer. Es Y le quitó una de las costillas (o costados= Tsalotav),
rellenando el vacío con su carne.

* Las citas de la Biblia han sido tomadas de la Nueva Biblia de Jerusalén, Ed.
Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975. l De la costilla (Tsela)
que Yahveh Dios había tomado del hombre
formó una mujer

240 241
y la llevó ante el hombre. él de quien se ocupa Dios y del que habla la Ley. Pero de algún modo
Entonces éste exclamó: "Esta vez sí es un acontecimiento tan importante en sí que no hace más que resaltar
que es hueso de mis huesos mejor el contraste con el ser de aquella que lo encarna. En efecto, sólo
y carne de mi carne
a partir de la aparición de la mujer es que el hombre se vuelve sujeto
ésta será llamada mujer (Issah)
porque del varón (Is) ha sido tomada. de su deseo: Ja Ley habla al hombre desde ese tiempo, al punto que
(Génesis, II, 21 -23) la mujer parece haber sido suscitada con ese fin fundamental.
Sólo que ella no es promovida al ser más que para exhibir la
Así, por la operación divina, se opera el reparto que engendra la c.arencia de donde tomará vµelo el deseo del hombre. A punto tal que
necesidad de una individuación sexual. En el libro I del Génesis se el hombre sólo se sabe fálico a partir dei preciso momento en que tiene
decía que: en frente de él a la carencia. Es a la mujer, por lo tanto, que le debe su
des~o, a condición de ponerla en el lugar de la carencia. Del mismo
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, modo, si el falo se deja ver es desde el punto de vista de la mirada de
a imagen de Dios le creó, la mujer, en frente.
macho y hembra los creó. He aquí el porqué de que Ja mujer no hable en el origen. La creación
(v. 27) prevé su existencia, pero no un verbo para ella: ella es más bien
hablada por el hombre, o condenada a existir al lado del Verbo.
La operación, por lo tanto, creó la sección del Adán bisexual pri- Organo del hombre, se consagra a la unión silenciosa, de la que se
mitivo. Se puede casi conjurar que Dios hizo que el Adán bisexual presume que agota los recursos de su ser.
soñara con su carencia, de manera que una parte de su cuerpo se Llegará el momento, sin embargo, en que ella hablará. Como es
desprendió de él. Al despertarse, salido de ese recogimiento nar- bien sabido, es el momento del diálogo con Ja serpiente. Las cir-
cisista, se escindió: ha nacido este ser que aún no tiene nombre propio, cunstancias son notables: Adán duerme después de la consumación
prologación del hombre. del acto sexual 1 -como dormía cuando Dios operaba en su cuerpo para
Es en ese preciso momento del despertar y del encuentro con esa hacer llegar a la existencia a la mujer. Ella no duerme; y todo
extraña alteridad tan próxima a él ("hueso de mis huesos y carne de comienza ahí, antes incluso de la llegada de la serpiente: ella hablará
mi carne") y sin embargo externa. Pasada "en frente", según el plan porque no duerme. Y si se queda despierta es porque no está
previsto de la creación ("Voy a hacerle una ayuda en frente"), puede satisfecha; o, más bien, al no tener una experiencia de la satisfacción,
ponerse a desearla. Es la visión de este "objeto parcial" Jo que suscita ella se constata como afuera. Mientras que Adán, en su sueño
aquí el primer deseo de Adán. Al nombrar su deseo, por lo demás satisfe~ho, ha reintegrado la costilla, y provisoriamente vuelve a estar
recuerda su origen: ¿es por ser "sacada de él", por lo tanto, que puede sin deseo, ella va a plantearse la pregunta de qué pasa consigo misma,
amarla? Pero, simultáneamente, también es por exhibirle su carencia, qué es lo que hace que ella no sea igual a ella misma.
y por devolvérselo como objeto posible de amor. Es en ese preciso Así, el único pecado de la mujer consiste en que, después de todo
momento que se convence de amarla. Sorprendente pareja, por lo -aunque no esté previsto- tenga ganas de hablar. Es que, creada para
tanto, sacada del Uno, el deseo que nace de la escisión de ese Uno, que las necesidades del Texto, ella es también para sí misma la forma
puede extenderse de su parte, como en una suerte de metonimia
sagrada.
Tal como puede verse, la Mujer no es sujeto, sino acontecimiento 1
Según otra versión, sería en el momento del trabajo en su campo (¿pero éste
del Texto. El Hombre, por su parte, es sujeto desde el principio: es de existía antes de la exclusión del Paraíso?). El contenido inconsciente de la presente
versión permite en todo caso autorizarlo.

243
singular de su carencia: se encuentra, por lo tanto, en el momento en entonces, sólo entonces, ella puede ser nombrada: "El hombre llamó
que no ejerce su función objetiva, ante la pregunta de la carencia que a su mujer "Eva", por ser ella la madre de todos los vivientes." 2 En
ella es. A este habla es necesario un destinatario, y ése no puede ser efecto, se convierte en Javvah, la madre viviente: se convierte en
otro sino la serpiente. Es esa disponibilidad lo que aquélla explota. O sujeto de sus obras, como si su habla cayera en su hijo. Lo que ella
mejor aún, ¿acaso la serpiente es algo distinto a ese habla sin sujeto, convertirá en forma de su deseo, de maternidad: "Dame hijos, si no
la lengua fuera de la ley y fuera de texto que no tiene nada que decir me muero.'' 3
más que a la mujer? La serpiente bien podría ser, para el inconsciente,
ese habla de más o de menos que sólo le habla a la mujer, justamente
porque esta última es ese habla que la lengua del Texto no podría
agotar. Freud, la mujer y su texto
Ahora bien, ese habla se presenta como una promesa: de divinidad,
de transparencia y de inmortalidad. No resulta nada sorprendente el
hecho de que esta promesa tome prestado a la oralidad los prestigios ¿Cómo negar que algo decisivo relativo a la mujer se juega en el
del saber absoluto. Ver, después de haber comido el fruto. La Mujer Texto? Hemos visto que es algo muy distinto a la maniquea asocia-
es seducida a partir del momento en que experimenta, en lo que la ción de la falta y la mujer: pero la mujer está situada en un lugar del
serpiente le devuelve, la lengua de su deseo sin lugar, a saber, que el que es lícito preguntarse cómo hablar de él. Freud en un sentido no
fruto era bueno para comer y el árbol bello para ver. Por medio de lo "'J hace más que acompañar los términos de esta cuestión.
cual se anticipa ese placer de lengua-en el doble sentido de la palabra: Sobreviviendo de algún modo al sueño del hombre, ¿qué hace la
pues la oralidad es también el inaudito placer puesto a hablar. Por esa primera mujer, en efecto, si no es preguntarse qué puede querer, a
misma razón, de ser objeto del deseo adámico, ella accedió a la forma partir del momento en que está al lado de su deseo? Y en el fondo, este
del placer que emana de su propio habla, lo que sin duda tiene que ver Texto, que habla de autoridad de la mujer, no dice demasiado de su
con el modo de goce de sí de la mujer. querer: por eso mismo, no abusa de su fuerza.
En ello, es verdad, hay transgresión: y la función diabólica de la Nosotros no procederemos a ninguna fácil equivalencia entre las
serpiente lo demuestra suficientemente al dar permiso para infringir figuras bíblicas y psicoanalíticas. Nos contentaremos con · hacer
la prohibición. Pero es más bien una tarea sobre la ley. Después del escuchar los ecos, tan precisos, entre los dos textos: en efecto, aparece
delito, a quien Dios interroga y acusa es a Adán. Y con razón: a la como la trama de una misma historia que se cuenta. No que Freud esté
mujer que ignora la Ley, Dios no tiene, literalmente, nada que decir. simplemente bajo el efecto de alguna prenoción bíblica; no que sea
¿Qué es, pues, esa sombra inaudita sobre la Ley, que enturbia el lícito, inversamente, llevar al texto bíblico hacia el análisis: sino más
contrato, si no el habla de la mujer? Es como si ese habla fuera del bien que, en uno y otro caso, lo que se anuda es un mismo nudo
orden de lo increado, de donde proviene que ella desarregle (el invertido entre el texto y el inconsciente de la feminidad.
mundo) antes que transgreda (la Ley) . De este modo, Freud, tan embebido como estaba por el discurso
Este punto es esencial, ya que su desconocimiento explica que se masculino sobre la mujer, se expuso sin miramientos -aunque no sin
haya insistido tanto en la culpa de la Mujer que el Texto bíblico estaría resistencia de su parte- a ese habla inaudita que desarregla el Texto,
autorizando. Mientras que lo que aparece es más bien la inocencia: y que lleva el n~mbre de histeria. Ese habla vacante, sobreviviendo
inocencia, es verdad, funesta. La sanción lo atestigua: es por la falta
de la inocencia de la mujer que el hombre es excluido del Paraíso. De
2
ahí en más, al hombre le toca trabajar; a la mujer, parir con dolor. Y Es el sentido de la palabra Javvalz.
3
Es el grito de Raquel.

245
a la orden de los parentescos, erigiendo la ley de su querer por encima efecto de "redundancia'', la división del saber y de la verdad consti-
de la miseria de su deseo, esa misma que está tan bien dicha en el tuyente de la objetividad analítica -o sea del inconsciente mismo-
Texto, ¿acaso no es laque padece Jahisteriay que ella le tiraen la cara estuviera allí exacerbada. La cuestion de la feminidad bien podría ser
a su partenaire, el detentor del Texto? Inocente transgresión, de la cual en este sentido la puesta en acto del problema epistemológico del
Freud experimentó todas sus dificultades para referirla a una lógica psicoanálisis en su identidad misma. 4
de la transgresión, por más teñida de culpa que estuviera. Pero justamente, si el Texto habla de carencia, no puede darle otro
¿Ese habla histérica no da cuenta de la tan singular tragedia de un estatuto que el de lo increado: ya sea para reabsorber, ya sea para
deseo que quiere igualarse al emblema del goce masculino? Que ella excluir. Si Freud, poruna parte, está del lado de la Ley de donde puede
pueda estar para el otro en el lugar del falo vuelve a conducir a la ser escrito el Texto, por otra parte está del lado... de la serpiente. Del
genealogía por la "costilla". Pero, por otra parte, este homenaje al lado en que el habla de la carencia se vuelve audible. Más exactamen-
hombre cuestiona su poder: ¿de dónde proviene la fuerza de cuestio- te, está del lado de un hombre que se habría puesto de acuerdo para
namiento histérico que tira a la cara del poder fálico el brillo notificar la carencia de la mujer y tendría una oreja para ello: en una
refractado y asesino de su fuerza? ¿De dónde viene también que palabra, del lado de Don Juan. 5
represente de manera ejemplar esta forma de feminidad que no puede Sin embargo, tal como hemos visto es también un Don Juan que se
resolverse a abdicar esa fuerza mortífera de su habla para cambiarla deniega a sí mismo: pero, a través de la nostalgia6 señalada, se notifica
por el Niño y la figura de la maternidad? la cuestión que está en juego, la apuesta de una relación y de un texto.
De ahora en más se entiende dónde habría que situar el aporte En realidad, Freud tal vez nunca hizo más que intentar situarse con
freudiano en ese lugar contradictorio en que, al tiempo que interpela respecto a la demanda de la mujer, al tiempo que intentaba, con el
a la feminidad desde el punto de vista de la Ley, no deja de marcar lo mismo movimiento, opuesto, hacerla entrar en el texto. No pudo
que allí es irreductible. Es, por lo tanto, el reverso del Texto: como si elegir entre los dos, y allí reside la contradicción, sin duda inevitable,
su historia se repitiera y estuviera invertida al mismo tiempo. Es por de la relación psicoanalítica con la feminidad . De allí proviene que
ello que puede ser contada como la historia de la resistencia de Freud ella tenga que meditar acerca de la aventura de Freud para replantear
a la mujer tanto como la puesta al descubierto de la verdad de su la cuestión de su propia naturaleza.
irreductible: de este modo, no hemos dejado de devolver la mujer al Esta posición freudiana, a fin de cuentas, es única. Deberíamos
trayecto freudiano como su "síntoma" e individualizar la irremplaza- situarla en alguna parte entre la Biblia y Don Juan, entre la voluntad
ble exploración de los callejones sin salida de la figura inconsciente de conocer sobre la mujer y experimentar su carencia a punto tal de
que la feminidad le permite pensar. La fecundidad sin igual del gozarla. Es lo que explicaría que a menudo encuentre el modo de ver
freudismo alcanza tal punto que nos autoriza a hacer jugar a Freud con tanta justeza y a la vez que falte al encuentro con ella; que golpee
contra sí mismo. En todo caso, hemos visto cuán lejos estábamos de de lleno en una verdad, al tiempo que mantiene el equívoco de la
la brutal reducción de la feminidad que se le ha atribuido, a falta de relación.
elucidar la específica contradicción que se anuda en la relación de la La ley implícita del texto lo obliga a buscar la clave del deseo, hasta
fundación psicoanalítica con la feminidad. el límite de una lógica de la transgresión de donde brota lo arbitrario
Al principio hemos hablado de apuesta epistemológica y ésta no es,
en el fondo, más que el aspecto, del lado de la efectuación del saber, 4
Se juzgarán los efectos de ese desvío de nuestra reflexión posterior acerca de la
de la cuestión "ética", la de la ley. Si aquí la feminidad es la objeción episteme freudiana.
desde un punto de vista de la inocencia al Texto de la ley, allí es la 5 Véase supra. ¿Es una casualidad, dicho sea de paso, que el Don Juan de Mozart

objeción de la verdad al punto de vista del saber. Es como si, por algún sea una de las rarísimas obras musicales juzgada como "soportable" por Freud?
6
Véase supra.

246 247
del querer que él no teme en decir, aunque haga estallar la armadura presente trabajo, la única vía de acceso que permite comenzar a decir
del texto. A fin de cuentas, hay algo verdadero de la feminidad que sobre la mujer. Es verdad que, para ello, no basta, como Freud finge
consigue decirse, por medio de ese dispositivo exclusivo que instaura creer, con mantenerse alejado "de toda tendencia" en general. Es que
el psicoanálisis. se trata de esa muy particular "tendencia" que es la castración, que
acompaña al decir sobre la mujer en este tan singular obstáculo. Que
Freud haya puesto a pesar de todo semejante lagos, es una razón para
no dejar de tener en cuenta.
El único "punto oscuro" Una notita del escrito sobre la sexualidad femenina indica que
nunca le pasó inadvertida la cuestión de la interpretación del vínculo
demostrado por la experiencia analítica entre 1.a mujer y la castración.
Es así cómo debe comprenderse la tranquila reivindicación de Freud: Si la considera de una manera tan marginal, cuando a nosotros nos
"Quizá no sea inútil asegurar que esta descripción de la vida erótica puede parecer ahora central, es para darle el único estatuto que le
femenina no implica tendencia ninguna a disminuir a la mujer, aparte corresponde en el discurso analítico: el de un rumor que provoca una
de que acostumbro mantenerme alejado de toda tendencia." 7 El teoría analítica fuera del campo en que es producida. Por lo demás, le
mismo debió hacer resaltar que el giro gramatical de tales dé;claracio- da un preciso estatuto: lo que pueden decir los "amigos" y los
nes remite a una lógica de la denegación. De manera que, en el "enemigos" de las "mujeres" a partir de lo que el psicoanálisis emite
inconsciente, se abriera paso esta Tendenz zur Herabsetzung que no es más que un "empleo del psicoanálisis como arma de controver-
menciona para alejarla. Semejante protesta de inocencia, por lo tanto, sia".8 Esta traducción* reduce la precisión de la expresión en alemán:
no podría ser considerada únicamente en su simple contenido cons- "agonale Verwendung". Verwendung evoca la idea de empleo y
ciente. aplicación, pero también de intercesión y de interposición; mientras
Pero también puede ser tomada al pie de la letra: es verdad que, bajo que agonale remite a la idea de "combate". Se trata, por lo tanto, de
el efecto de un largo proceso clínico y teórico, Freud encontró y apoderarse de la teoría de la castración, de interponerse entre ella y la
expresó, aunque sólo fuera contradictoriamente, "la vida amorosa experiencia que la ha autorizado, para debatir y combatir con ella-en
femenina". Es tal vez contra sí mismo que se dejó imponer lo que su el sentido de un desprecio de la mujer, lo cual da fundamento a
experiencia analítica lo forzaba a decir de la mujer. Habría allí, por lo discursos falocráticos de segundo grado.
tanto, algo así como una denegación dada vuelta, que podríamos La posición de Freud sobre esta estrategia, tan activa desde su
expresar bajo una fórmula de este tipo: yo (en tanto que hombre) época en adelante, es firme y sobria al mismo tiempo: "Es evidente
habría podido estar implicado en la tendencia a disminuir a la mujer (ojfenbar) que el empleo del análisis como arma de controversia no
-Tendenz que se desprende del complejo de castración a través del lleva a decisión (Entscheidung) alguna." Dicho en otros términos,
cual el hombre alcanza a la mujer; pero me encontré protegido de ello nada, en la experiencia estrictamente analítica, permite autorizar una
gracias a mi frecuentación del inconsciente, que considera, más acá tesis polémica, relativa a lo que sería ventajoso o peyorativo para la
de "toda tendencia", la verdad producida por el sujeto, en debate con esencia femenina. Si alguien llegara no obstante a intentarlo, fácil-
el objeto de su deseo. Salvo en el caso de hacer propio el deseo de mente constatará que la tesis analítica funciona como "arma de doble
Freud, podemos ver cómo se abre, tal como lo ha querido señalar el

* La edición francesa que critica el autor traduce "una aplicación polémica del
psicoanálisis" (N. del T.).
7 Introducción al narcisismo, G. W. X; O. C. /, p. 1090. 8 G. W. XIV, nota l; O. C. 1//, p. 522, nota l.

249
filo". 9 Lo que tiene de temible y de reconfortante la tesis analítica es en la elaboración estructural que puede ser hecha de ella. En cuanto
el hecho de que quienes se amparan en ella para legitimar su discurso Ja la Kultur, le proporciona a esta escena su especie de realidad.
se hieren con ella inevitablemente, es decir, ofrecen al adversario los Es como si, después de todo, a través de "la idea fija" 11 de Freud,
medios para invertir su discurso. algo del querer-mujer hubiese tomado cuerpo, a la vez por su
Esto es sin duda lo que Freud no enseña esencialmente sobre la resistencia y su encarnizamiento con la verdad. Ya sea que Freud haya
)cuestión de la mujer: en la cacofonía de los discursos de la mujer, hay hecho entrar a la mujer en su texto, ya sea que se haya encontrado
que sostener firmemente el arma de la teoría analítica para reafirmar ubicado en el texto de la mujer: es en ese lugar, en todo caso, que ese
incansablemente su propio filo, irreductible a las manipulaciones algo de la feminidad fue dicho, y que no habrá que dejar que se
ideológicas. Ello no quiere decir que la posición freudiana esté pierda. 12

~
ilagrosamente inmunizada contra la contradicción ideológica. He-
mos podido observar al pasar más de una brutal confirmación de lo
ontrario. Pero lo que nos parece más impactante es que la posición
reudiana se abra camino, en esta cuestión como en otras, tan fecunda
1 tan desprovista de concesiones.
1
Nos queda por preguntarnos de qué depende este privilegio de la
1 aprehensión freudiana-pues es de allí que procede la legitimidad de
hacerla intervenir en las actuales circunstancias. Podríamos decir que
1 ese privilegio depende de un hecho esencial: es que Freud acomete la
feminidad por el tragaluz, a la vez estrecho e iluminador, de la
experiencia analítica. El mismo confiesa haber hecho un negro en
torno a su objeto inconsciente para concentrar su atención en el "único
punto oscuro" . 10 Es lo que ocurrió también con la feminidad.
Ese "punto oscuro" único es el querer-mujer. A falta de producir
( un modelo global e integrador que nos permitiría considerar toda la
fuerza de alienación social hecha a la mujer, articulada en su depen-
dencia "psicológica'', Freud se ubica en un muy particular punto del
horizonte, que es la feminidad considerada por el inconsciente. La
ventaja reside en el hecho de que en ningún momento lo que queda
como indecible en lo que quiere la Mujer es adjudicado a algo en
especial. Hemos intentado adaptar el método del presente escrito a
este cruzamiento de "escenas" que, sin embargo, encuentra todo su
rigor en el efecto recíproco. De este modo, hemos visto cómo lo que
Freud experimentaba de la forma específica de resistencia de la
11
histérica, conjugado con Ja experimentación inconsciente de su 12
Freud designa con este término su teoría de la castración.
l\'lropia resistencia, podía ser pensado y dicho en el plano de la teoría, Para tratar de no dejar que se pierda esta huella, trataremos de profundizar en
extensión esta teoría freudiana, mostrando su fecundidad clínica, y en comprensión,
9 continuando la reflexión sobre la episteme freudiana emprendida hace poco más de
Op. cit. ibid.
una década.
'º Cf. la carta a Lou Andreas-Salomé.

250 251
INDICE

PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN (1993)

Acerca de una feminidad sin "visión del mundo" 8


La Pasión materna: la viajera y su sombra 11
El querer-mujer o lo femenino como "estilo" 13
La elección del padre 14
1
1 El momento de la mirada o del uso correcto del padre real 16
El "querer" como destino 18
Prometeo mujer: de lo "pasivo" materno al activismo fálico 22
Ex omnibus u11um elige:
de la cláusula del incesto al amor del hombre 25
La temporalidad edípica femenina :
de la decepción al niño 26
Del deseo de niño a la prueba de la Ley 28
La ley en juego: feminidad y perversión 29
Lo Femenino y la ley de la pasión 31
Del desafío a lo simbólico al síntoma social 33
Referencias bibliográficas 37

...
INTRODUCCIÓN

Freud y la feminidad: un extraño vínculo 39


El desafío de la feminidad al psicoanálisis 41
¿Qué quiere la mujer? ...... .......... ......... . 44
Destinos del querer y destinos del deseo 46
El lugar del decir psicoanalítico sobre la mujer 49

253
PRIMERA PARTE V. FIGURAS CLÍNICAS DEL QUERER-MUJER 159
EL QUERER-MUJER EN LA EXPERIENCIA FREUD{ANA 1. El estilo de la estructura 159
2. El sueño fundador: acerca de un caviar sin deseo 161
l. LA FRAUENBINDUNG FREUDIANA 55 3. La anoréxica o el puro querer 168
l. Las tres mujeres y la Muerte 56 4. El "voluntarismo" perverso 170
2. Las figuras de la Madre en Freud 59 5. La mujer psicótica o la carencia a querer 174
3. Freud y su mujer 66
4. Freud y la mujer fatal 70 VI. EL QUERER-MUJER Y LA CASTRACIÓN 183
5. Freud y la hechicera 73 1. El contenido de la carencia 183
2. Acerca de una particular elección de mujer 185
Il. LA ESCENA DE LA HISTÉRICA 79 3. La mujer y el fetiche 190
1. El nombramiento de una mujer 79 4. La virgen como omnipotencia 192
2. Estudios sobre la histeria 5. El querer-mujer como Verleugnung de sí misma 195
y relación con la histérica 83 6. El doble efecto de la Medusa 199
3. El episodio Emma 91
4. El sueño de la inyección aplicada a Irma 95
5. La inyección fallida: la histérica y la hechicera 100 TERCERA PARTE
Los DESTINOS DEL QUERER-MUJER EN LA KULTUR
111. LA REVELACIÓN DEL QUERER-MUJER 103
1. La apuesta de la transferencia 103 VII. LA MUJER COMO SÍNTOMA DE LA KuLTUR 205
2. Freud y la seducción 104 1. El veredicto freudiano en el origen 206
3. Dora como síntoma de Freud 107 2. Figuras de la miseria real 212
4. El am..,; de la mujer como transferencia 114 3. Las mujeres en la nerviosidad moderna 218
5. El análisis como mujer 121 4. La Mujer y el "Malestar en la Cultura" 226
6. El epílogo de una extraña relación 124
VIII. LA MUJER COMO VERDAD DE LA K ULTUR .. . . .. .. .. ...............•..... . . . ........ 229
1. La poesía de la Kultur .................... .... ..... .. .... .............................. ..... 229
SEGUNDA PARTE 2. El rechazo al hetairismo .. ... ..................... .......... ................ ............... 231
TEORIA DEL QUERER-MUJER 3. La mujer como Eros de la Kultur ............. ...... .. ....... .......... .... .......... 234
4. La omisión del Asesinato primitivo ...... ... ..... ..... .... .. ........................ 235
IV. ACERCA DE UN QUERER REACIO A SU DESEO: 5. El tejido como emblema de la mujer .... ........... .... .......... ....... ...... ..... 237
EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO 133
1. La ganancia de una relación:
del secreto a la verdad 134 CONCLUSIÓN
2. La mujer, síntoma del hombre 135
3. El seductor imposible 139 La Mujer y el Texto 240
4. Un querer-Narciso 142 Freud, la mujer y su texto 245
5. El desvío por el querer 145 El único "punto oscuro" 248
6. La mujer y su madre 148
7. Teoría del "capricho" 155

254 255
~E
o- ·-
- ¡}
(])u
"O •
o~
·- ......
e,....
:J -O
-~,....
(]) <'>
"O o
"'>
(]) (])
Et:::(])
-u.
(]) "'
e'~
(]) "O
~ e
:r:=
o.<(
Eu
·- 5'
(]) LJ.J
"O~
'º_f; o<(
E'.:)
~ Ul
.... "'
(]) (])
CD e
"'o
o "fil
li Q.
:= E
(])
.... e
-
U'.l (])

"¿Qué quiere la mujer?"
Según Freud, esa es "la única gran pregunta que queda
sin respuesta" por parte del psicoanálisis, el "continente
negro" que sigue inexplorado.
Pero podría ser que esa gran pregunta sea también la
prueba de verdad de la experiencia psicoanalítica. En
esta obra, el autor parte de la actitud de Freud frente a
la femineidad y a la relación clínica que hace posible.
Desarrolla una teoría estructural del "querer-mujer"
reconstituyendo, paso a paso, la historia de esa "pasión"
en sus impasses y desafíos. El lugar de la madre .se
impone como el motivo central del "volverse-mujer" y
permite elaborar la versión femenina del complejo de
Edipo.
De todo ello resulta nada menos que una definición del
estatuto de la mujer en la civilización, donde ellá mues-
tra el malestar y encarna la verdad.

l.S.B.N.: 950-602-299-2
Código N51 861

También podría gustarte