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Beverley Birch

Louis Braille
El inventor del alfabeto de puntos en relieve que ha abierto las puertas de la cultura a
millones de ciegos

Título original: _Louis Braille_

Traducción del inglés: Nieves García de las Heras

Colección: _Gente de ayer y hoy_

Colección coordinada por Paz Barroso

Copyright Texto: Beverley Birch, 1990

Copyright Exley
Publications Ltd., 1990

Copyright Ediciones S.M., 1991


Joaquín Turina, 39
28044 Madrid

Comercializa: Cesma, S.A.


Aguacate, 25
28044 Madrid

Fotocomposición: Grafilia, S.L.

Impreso en Hungría

ISBN: 84-348-3634-3

Gente de ayer y hoy


Esta colección recoge las vidas de personas que se han distinguido por su sentido
humanitario y sus descubrimientos científicos. La narración y las fotografías, de gran
valor documental, van acompañadas de citas de los protagonistas, comentarios de
personas que los conocieron, artículos de prensa y otras fuentes de gran interés.
Al hilo de sus vivencias personales, situadas en el contexto sociopolítico del momento,
la colección _Gente de ayer y hoy_ nos acerca a estos hombres y mujeres que tanto han
contribuido al progreso de la humanidad.

Louis Braille perdió la vista cuando tenía tres años. A medida que fue creciendo, se
aferró a la creencia de que la tragedia de ser ciego no debería limitarlo a él, ni a los
demás que se encontraban en sus mismas circunstancias, a ser una pesada carga para su
familia. Con 13 años inventó un sistema completo de letras, signos de puntuación y
números formados por combinaciones de seis puntos en relieve. El sistema de este
hombre que consagró su vida a la educación de los invidentes ha sido adoptado en todo
el mundo y ha permitido a los ciegos integrarse plenamente en la sociedad.

La búsqueda de Louis

Nada se oía en la oscuridad salvo la respiración profunda y acompasada de los chicos,


el crujido de algún cabecero de hierro oxidado, el ocasional roce de las sábanas y, si se
escuchaba con mucha atención, unos golpecitos sordos.
En aquel dormitorio común había un chico que no dormía. Estaba sentado, con la ropa
de cama sobre los hombros para resguardarse del frío húmedo de la noche, concentrado
en un pequeño tablero con una hoja de papel encima de las rodillas. Con movimientos
rápidos y precisos, lo golpeaba repetidamente a intervalos irregulares.
No le molestaba en absoluto trabajar en la oscuridad. No había razón para ello, puesto
que la oscuridad o la luz no representaban ninguna diferencia para él. Tampoco podía
ver a los otros chicos que dormían a su alrededor, ni las camas, las ventanas o la puerta.
El tablero que sujetaba firmemente en sus rodillas y los rápidos movimientos de su
mano no eran una excepción.
El chico era ciego, y no recordaba haber tenido vista nunca. Sus compañeros en esa
oscura habitación, todos esos chicos que dormían tranquilamente en las estrechas camas
situadas a ambos lados de la suya, también eran ciegos. Pero, mientras ellos dormían, él
luchaba por vencer el sueño y no se permitiría el lujo de descansar hasta pasadas
muchas horas. Su tarea aún no estaba terminada y no tenía suficiente tiempo durante el
día para dedicarse a ella. Así que continuó golpeando firmemente el papel sobre el
tablero con el instrumento punzante que tenía en la mano, atento a ese leve repiqueteo
causado por su movimiento.
No era la primera vez que este chico de 14 años, llamado Louis Braille, se pasaba las
horas nocturnas inclinado sobre el tablero con el papel... Y, si este tiempo no le
resultaba suficiente, se levantaba temprano para proseguir en su empeño, antes de que
las clases ocuparan todo su tiempo.
Llevaba ya varios meses dedicado a esta tarea. Incluso cuando se había marchado de
vacaciones a su casa, había seguido trabajando. Se había pasado gran parte del verano
sentado en un banco soleado o en los escalones de la granja con su tablero, mientras su
familia se limitaba a sonreír y los habitantes del pueblo, cuando pasaban junto a él,
murmuraban: "Ahí está el joven Louis, otra vez con sus pinchazos".
Sólo pinchazos sobre una hoja de papel: eso es lo que eran para todo el mundo que
rodeaba a Louis. Observaban su obsesión con cierta mezcla de diversión y afecto,
porque, a decir verdad, pensaban que nada importante podía estar haciendo un chico
ciego, por más empeño y dedicación que pusiera en ello. Lo miraban con lástima y le
deseaban lo mejor, tanto a él como a su _juego_.
Ciertamente Louis se dedicaba a realizar pinchazos sobre una hoja de papel, pero unos
pinchazos destinados a convertirse en el alfabeto internacional de los ciegos, en la llave
que abriría la puerta de la lectura, el conocimiento, el aprendizaje y la cultura a los
ciegos del mundo entero. Una vez abierta, esa puerta nunca podría volver a cerrarse
sobre ellos ni encerrarlos en la oscuridad del invidente, mil veces más lamentable a
causa de su forzosa ignorancia.
En el plazo de 60 años, los _pinchazos_ de aquel chico de 14 años llamado Louis
Braille llegarían a ser reconocidos internacionalmente como una de las mayores
aportaciones realizadas por un hombre a sus semejantes.
Pies de ilustraciones:
::Entre los años 1822 y 1824, en París, en un barrio semejante al que aparece en esta
ilustración, se levantaba el edificio en el que Louis Braille empezó a desarrollar un
método para que los ciegos como él pudieran leer y escribir. Los informes oficiales de la
época nos hablan de "las emanaciones pútridas" y de la humedad insalubre del
emplazamiento del colegio, en el Barrio Latino. En la Institución no entraba la luz del
sol y se respiraba un aire que hedía a enfermedad, pobreza y lodo a causa de la cercanía
del río Sena. Pero el sistema de puntos en relieve que Louis inventó en este lugar es
ahora el alfabeto internacional de los ciegos, denominado _braille_ en honor a su
apellido.
::El alfabeto de Louis Braille. Al ser Louis ciego, comprendió que los invidentes como
él podrían suplir en gran medida su falta de vista con el tacto. Con su sistema de seis
puntos en relieve, combinados los unos con los otros, encontró un medio para formar
todas las letras, los números, los acentos, los signos de puntuación y los signos de
numeración arábiga y romana. Cada grupo de puntos está diseñado para poder sentirlo
perfectamente con la yema del dedo: puede ser reconocido inmediatamente por un lector
de _braille_ del mismo modo que un lector vidente reconoce la forma de una letra.
::Sistema _braille_: con sólo seis puntos, como los de una de las mitades de la ficha de
dominó, se pueden formar 63 combinaciones. Esto permitió a Braille inventar un
sistema completo de lectura y escritura. Para las primeras diez letras del alfabeto (a-j,
puesto que en el alfabeto francés no existe la ch) usó las dos filas superiores de puntos;
para las diez letras siguientes (k-t) añadió un punto en la tercera fila. Así, la _a_ se
forma con el punto 1; la _b_, con los puntos 1 y 2; la _k_ se hace con los puntos 1 y 3
(_a_ más el punto de la tercera fila); la _l_, con los puntos 1, 2 y 3 (_b_ más el punto de
la tercera fila), etcétera.

Un chico resuelto

Mal podía imaginarse Louis Braille en ese húmedo dormitorio de París, en el año
1823, la importancia que tendría su logro. Él sólo sabía que había que encontrar alguna
vía para que las personas ciegas como él y sus amigos pudieran leer y escribir con
facilidad -con la misma facilidad que los videntes-, y, gracias a ello, adquirir
conocimientos sobre el mundo y participar e, incluso, contribuir a enriquecer la cultura.
Y también sabía que se _podía_ encontrar esa vía. Era una convicción nacida de su
propio deseo apasionado de aprender; de su juventud y energía, que no le permitían
desalentarse; de la esperanza de que la tragedia de la ceguera no tuviera que estar
irremediablemente unida a la desgracia de una vida sumida en la ignorancia y en la
dependencia de los demás, una vida separada por mil barreras de la vida de las personas
normales.
_Era posible_ encontrar la vía. Louis lo sabía. No descansaría hasta que la hallara.

"El acceso a la comunicación en su sentido más amplio es el acceso al conocimiento, y


eso es de importancia vital para nosotros si no queremos continuar siendo despreciados
o protegidos por personas videntes compasivas. No necesitamos piedad ni que nos
recuerden que somos vulnerables. Tenemos que ser tratados como iguales, y la
comunicación es el medio por el que podemos conseguirlo".
Louis Braille.
El hijo de un guarnicionero de Coupvray

Louis Braille no había nacido ciego. Hasta los tres años había podido ver y, como
cualquier chiquillo de su edad, se había aventurado por la casa realizando sus
descubrimientos.
Su familia le había colmado de atención y cariño. Para sus hermanos mayores, el niño
había sido un gran entretenimiento. Tenía tres: Louis-Simon, de 17 años, que ya se
sentía un joven adulto; Catherine-Joséphine, de 19; y Marie-Céline, de 14. El benjamín
de la familia, el pequeño Louis, sorprendía a todos por su vitalidad y por la curiosidad
que demostraba acerca de su pequeño mundo. Además, hablaba sin parar y siempre
estaba haciendo preguntas.
Louis nació cuando sus padres eran ya bastante mayores: su madre, Monique, tenía 41
años; y su padre, Simon-René, 44. Louis sería, dijo orgullosamente Simon-René al
nacer el niño, el báculo de su vejez.

Una infancia en el campo

Louis nació el 4 de enero de 1809 en el pueblo de Coupvray, a unos 40 kilómetros de


París hacia el este, junto a la gran llanura cerealera de La Brie. Este bullicioso pueblo,
que está situado sobre la loma de una suave y arbolada colina, junto al valle del río
Marne, se enorgullecía de contar con un sastre, un cordelero, un tejedor, un cerrajero, un
médico, un farmacéutico y una matrona. Pero la gran mayoría de sus pobladores eran
granjeros y viñadores. También había unos pocos artesanos cuyas habilidades eran
esenciales para una comunidad rural: un herrero, un carretero y el padre de Louis,
Simon-René, el guarnicionero (*) del pueblo, que confeccionaba arneses. Su oficio, que
requería gran destreza, era muy rentable en aquellos días en que los caballos se
utilizaban como animales de tiro en el transporte. Antes que él, su padre había tenido el
mismo oficio, y Simon-René esperaba que sus dos hijos continuaran la tradición.
Era una vida sencilla y atareada. La familia era dueña de la granja y del taller de
Simon-René. Además, tenían 7,5 acres de tierras, viñedos junto al pueblo, una vaca y
aves de corral. Eso los mantenía permanentemente ocupados y les proporcionaba
bastantes alimentos a lo largo del año. No eran ricos, pero tampoco carecían de lo
esencial -ni de buenos amigos- en su trabajadora y unida comunidad. Una vez por
semana había mercado en el pueblo y acudían gentes de otros lugares; también se
celebraban cuatro ferias al año y se festejaba el acontecimiento de mayor relieve: la
recolección de la uva.
La casa familiar estaba situada en una calle llamada Chemin des Buttes; pero en
reconocimiento al inventor, que pasó allí los primeros años de su vida, se denominó más
adelante calle de Louis Braille. Aquí Louis jugaba o hablaba con su madre mientras ésta
se afanaba en su trabajo en la granja de muros de piedra y enorme tejado, con sus
oscuras ventanas emplomadas, sus enormes puertas de roble y una inmensa chimenea.
Cuando Louis se aburría, iba a visitar a su padre al taller, al otro lado del patio. ¡Qué
lugar tan fascinante! Esta habitación, llena de bridas, riendas y correas, despedía el
penetrante olor del cuero impregnado de grasa. Todos los rincones estaban ocupados
por los pesados bloques de madera en forma de cono que servían para colocar las
colleras de los arneses. En medio de la habitación se encontraba el firme banco sobre el
que se inclinaba su padre para cortar el cuero. Encima de él se encontraba una serie de
relucientes y afiladas herramientas: cuchillas para cortar el cuero y leznas (*) para hacer
agujeros.

Pie de ilustración:
::Típico pueblo francés del siglo XIX. En Coupvray, el pueblo en que nació Louis,
había mercado una vez a la semana. Esto atraía a gente de otros pueblos cercanos.
Todos los años se celebraban cuatro ferias y se festejaba el acontecimiento principal del
año: la recolección de la uva. El ritmo del pueblo se regía por el ciclo de los cultivos: la
siembra, el cuidado y la recolección de las cosechas. El padre de Louis, el guarnicionero
del pueblo, desempeñaba un oficio importante en aquella época de transportes y
maquinaria agraria tirados por caballos.

Sobreviene la oscuridad

No existen datos escritos sobre cómo ni en qué momento le sobrevino la ceguera a


Louis Braille, en el año 1812. La historia se ha reconstruido a partir de los recuerdos de
distintas personas; el resto hay que imaginarlo. Pero no resulta difícil figurarse a un
curioso niño de tres años, decidido a imitar a su padre en sus tareas cotidianas,
subiéndose al alto banco de madera, probablemente mientras Simon-René se encontraba
en el patio hablando con un granjero sobre los arreglos que necesitaba algún arnés.
Puede uno imaginarse a Louis cogiendo un trozo de cuero y una cuchilla, intentando
copiar los complicados movimientos de las hábiles manos de su padre.
Pero en las rechonchas manos de un niño de tres años, el afilado instrumento del
guarnicionero era un peligroso instrumento de destrucción. De repente, se escuchó un
grito, y un lloroso chiquillo salió del taller con la cara llena de sangre. Según parece, la
herramienta, torpemente manejada, se le había escurrido y clavado en un ojo.
Sus padres hicieron todo lo que estaba en su mano: le lavaron el ojo con agua limpia y
se lo vendaron. Luego, una anciana del pueblo, que conocía las propiedades curativas de
las hierbas, empapó una compresa en agua de lirios y se lo puso en el ojo.

Pies de ilustraciones:
::No tenemos datos acerca del accidente que produjo la ceguera de Louis Braille.
Algunos informes afirman que se clavó una cuchilla de cortar cuero; otros, una lezna, el
instrumento que sirve para hacer agujeros. El propio Louis, años después, sólo
recordaba que era un instrumento afilado y puntiagudo. Este cuadro de A. Harfort, que
se encuentra en el taller del padre de Louis, en Coupvray, muestra a Louis tratando de
alcanzar una cuchilla. Actualmente, la casa y el taller de Coupvray es un museo.
::El taller y las herramientas de guarnicionero que pertenecían a Simon-René Braille,
el padre de Louis. En este lugar se produjo el accidente que causó la ceguera de Louis.
::Escaleras que conducen a la bodega de la casa de Louis. Cuando ocurrió el accidente,
Louis era un inquieto niño de tres años, lleno de confianza en su pequeño mundo. A
medida que fue perdiendo vista, dejó de poder usar la forma, la luz o el tamaño para
reconocer los lugares y las cosas. Dejó de distinguir cuándo era de día y cuándo de
noche, para percibir tan sólo una masa informe de sonidos y olores que no podía
identificar. Tuvo que volver a aprender todo: a subir las escaleras y salir por unas
puertas que no podía ver, a moverse entre los muebles, a vestirse y a comer, a sustituir
el aspecto de las cosas por su tacto, olor, sonido y sabor. Con el tiempo, se borraron
todos sus recuerdos de los colores.
Ceguera permanente

Louis dejó de llorar; la sangre dejó de manar y rápidamente lo llevaron al médico del
pueblo. Pero, en aquellos tiempos, los médicos no entendían las causas de las
infecciones ni cómo atajarlas. Tendrían que pasar años para que el científico Louis
Pasteur descubriera cómo se desarrollan los microbios y cómo se transmiten las
infecciones mediante las manos, las vendas, el aire... Aún habría que esperar unos 100
años para que Alexander Fleming descubriera la penicilina, el primer antibiótico (*) que
podía curar las infecciones matando los microbios sin perjudicar al paciente.
Tanto los médicos como la familia vieron cómo, poco a poco, el ojo herido de Louis se
ponía rojo e hinchado, y el párpado se inflamaba y tomaba un aspecto magullado. Pero
no podían hacer nada para evitarlo. La infección se extendió al otro ojo, y la vista de
Louis fue empeorando. Veía los objetos borrosos, como si los mirara a través de una
espesa niebla, y fue volviéndose más torpe y más cauto. La familia observó cómo
comenzaba a golpearse contra los muebles, tropezar, caérsele un plato al intentar
ponerlo encima de la mesa...
Éstos fueron los primeros síntomas de una oscuridad progresiva que, para cuando
cumplió cinco años, se había cernido permanentemente sobre él.
Se sabe que lo llevaron a un oftalmólogo de la cercana ciudad de Meaux, pero todo fue
en vano. No se podía hacer nada para salvar la vista de Louis Braille. Nunca volvería a
ver de nuevo con ninguno de sus dos ojos.

"En aquellos tiempos, las personas ciegas eran consideradas una pesada carga, igual
que los locos. Sus padres solían guardarles rencor e, incluso, los mantenían a
regañadientes. Muchas familias pobres enviaban a sus hijos a un asilo, o los vendían
para exhibirlos en las ferias, o, peor aún, los echaban a la calle y tenían que arreglárselas
solos".
Norman Wymer, en _Los inventores_.

Louis se adapta

Poco a poco, Louis debió cambiar. Los niños que ven aprenden a imitar los
movimientos de las personas, la expresión de los ojos, la contracción de los labios, la
inclinación de la cabeza, los gestos de las manos... Pero estos recuerdos de Louis fueron
desapareciendo lentamente de su memoria; su cara se volvió más inexpresiva y
comenzó a ladear la cabeza ligeramente hacia adelante y hacia un lado, postura que
conservó, según se cuenta, toda su vida.
Todos sus esfuerzos se concentraron entonces en sobrevivir sin poder ver, en sustituir
la vista por los otros sentidos. Empezó a distinguir el sonido de sus pasos según pisara
sobre una superficie u otra, los cambiantes ecos de su voz según rebotase contra las
paredes, las puertas, los muebles... También aprendió a reconocer los ruidos de la calle,
el chirrido de las ruedas de los carros, el tintineo de los arneses transportados por su
padre, el tono de las voces de la gente, el ladrido de los perros... Gracias al sonido y a
las sensaciones táctiles fue intentando percibir el mundo que ya no podía ver.
La atareada familia de Louis enseguida buscó cosas que éste pudiera hacer, porque se
dieron cuenta de que tenía una asombrosa habilidad para reconocer los objetos mediante
el tacto, como si sus dedos ya hubieran sustituido su vista. Podía reconocer las distintas
formas y espesores de los trozos de cuero para su padre, y, más tarde, aprendió a hacer
flecos para los arneses. También podía clasificar las verduras y los huevos para que su
madre y sus hermanas pudieran venderlos en el mercado semanal.
Poco a poco, Louis fue olvidando cómo había sido su vida cuando podía ver, y se fue
aventurando en el mundo de la oscuridad que habitaba ahora. Fue aguzando su oído,
hasta conocer _cuál_ era el perro que había ladrado, _de quién_ eran las ruedas de carro
que se dirigían al taller de su padre, _quién_ le había saludado tan alegremente. Ya no
se tropezaba ni se golpeaba con los muebles andando por la casa, porque ahora la
conocía tanto por el sonido como por el tacto.

Pie de ilustración:
::Los padres de Louis debieron de pensar que a su hijo le aguardaba un futuro incierto.
¿Cómo iba a ganarse la vida una persona ciega? Mientras ellos vivieran, podrían
ocuparse de él; pero ¿qué sucedería después? La mayoría de los ciegos dependían
entonces de la caridad, ya que no podían trabajar. Muchos mendigaban por las calles;
unos pocos, como el ciego de este grabado, tocaban algún instrumento esperando que, a
cambio, le dieran algunas monedas.

La ocupación

Pero la vida tranquila de Coupvray no iba a durar mucho. A principios de 1814, los
ciudadanos de este pueblo se estremecieron ante la noticia de que el ejército francés,
bajo el mando del emperador Napoleón Bonaparte (*), había sido vencido por las
fuerzas combinadas de Austria, Rusia y Prusia (*) el pasado mes de octubre, y que se
encontraba en plena retirada. Las tropas tenían poca comida y estaban regresando
desordenadamente a la capital, París.
Los archivos de Coupvray nos proporcionan algunos datos sobre la retirada de
Napoleón y el avance del ejército enemigo a través de Francia: el 2 de enero de 1814,
Coupvray recibió instrucciones de entregar 275 sacos de avena a las derrotadas tropas
de Napoleón; el 23 de enero pidieron otros 132 sacos; el 28 de enero solicitaron 1.200
haces de heno y ocho vacas; el 8 de febrero, el panadero tuvo que hacer 706 hogazas de
pan para el ejército; el 20 de febrero, Napoleón se apropió de todos los caballos y
yeguas del distrito; poco después, se llevó una docena de vacas.
Para abril, la gente de Coupvray había comprobado por sí misma la derrota de
Napoleón. Éste fue obligado a abdicar (*), y Luis XVIII subió al trono. El 14 de abril
entraron en Coupvray las tropas del ejército imperial ruso, y también exigieron que les
proporcionaran comida, caballos, vacas, heno, avena y carretas para los soldados del
ejército de ocupación.
La familia Braille, como otras muchas familias de Coupvray y de otros lugares, tuvo
que alojar a tropas prusianas en su casa. La vida de Louis se llenó de las bruscas voces
de los extraños y de nuevos pasos que tuvo que aprender a reconocer. En el taller de su
padre entraban y salían sin parar los soldados de caballería extranjeros que llevaban a
reparar sus arneses. Y a todas horas oía a las gentes del lugar murmurando con voces
serias y preocupadas sobre los acontecimientos que él no podía entender del todo;
murmullos que cesaban súbitamente cuando se acercaba un soldado prusiano.
Rusos, prusianos, bávaros, más rusos. Durante los dos años de ocupación, la familia de
Louis alojó a 64 soldados en su casa. En el verano de 1816 se marchó el último soldado.
Louis había cumplido ya siete años. Entonces los ciudadanos de Coupvray pudieron
retomar la rutina de sus quehaceres cotidianos y comenzar a recuperarse de la dureza de
esos años de ocupación.
Pies de ilustraciones:
::El futuro más prometedor que Louis podía esperar era aprender algún oficio fácil,
como la cestería que practica el chico de la ilustración. Louis ya había demostrado su
habilidad manual cuando ayudaba a su padre a clasificar trozos de cuero en el taller.
::La infancia de Louis coincidió con una época turbulenta, en que las guerras contra el
ejército de Napoleón Bonaparte, el emperador de Francia, sacudieron toda Europa. Tras
su derrota en la batalla de Leipzig, en octubre de 1813, Napoleón se retiró hacia París,
aprovisionándose en pueblos como Coupvray. En los primeros meses de 1814 se
produjeron varios enfrentamientos al este y al sur de Coupvray. Poco después llegaron
noticias de que Napoleón había abdicado. En febrero de 1815, Napoleón regresó
triunfalmente a París; pero fue definitivamente derrotado, como podemos ver en este
cuadro, por el ejército británico en la batalla de Waterloo, en junio de 1815.

Un amigo

El sexto año de Louis, su tercer año de ceguera, fue el comienzo de una nueva época
para él. En ese año llegó un nuevo párroco a Coupvray.
La primera tarea del abad Jacques Palluy fue visitar a las familias de su parroquia.
Pronto conoció a Louis, y en el curso de unas pocas semanas se estableció entre ellos
una firme amistad. Sentados en el jardín, cuando hacía buen tiempo, o en la casa del
párroco, cuando hacía más frío, el abad Palluy empezó la educación de Louis. Le
contaba historias bíblicas, enseñaba al niño ciego a reconocer los perfumes y el tacto de
las flores, a diferenciar los cantos de los pájaros y los ruidos que emitían otros animales,
le hablaba de las estaciones del año y de los cambios de luz y temperatura que se
producen a lo largo del día.
Louis escuchaba fascinado al párroco. Pronto empezó a reconocer los olores, los
cantos de los pájaros al amanecer y a sentir el creciente frío del atardecer.
A medida que su amistad se acrecentaba, el abad Palluy también despertó en Louis una
profunda fe religiosa que conservaría durante el resto de su vida.

Pie de ilustración:
::La campiña de Coupvray. La amistad de Louis con el abad Palluy cambió
radicalmente su vida. Hablaban a diario mientras paseaban juntos por el campo, y el
párroco enseñaba a Louis a reconocer el tacto y el aroma de las plantas. El abad se dio
cuenta de la sed de conocimientos de su joven alumno, y decidió hacer todo lo que
estuviera en su mano para conseguir que este niño de seis años tuviera un futuro mejor
que la vida de dependencia, carente de toda educación, que aguardaba a los ciegos de su
tiempo.

Louis empieza el colegio

Louis alcanzó la edad escolar. Por aquel entonces llegó también a Coupvray un joven,
esforzado y entusiasta maestro de escuela, Antoine Bécheret.
Tan pronto como Bécheret se hubo instalado, el abad Palluy fue a hablarle de Louis.
Le dijo que no debía tener en cuenta que la mayoría de la gente opinase que no tenía
sentido dar clases a un chico ciego y que poco importaba que un invidente no pudiera
leer ni escribir; que un niño como Louis, despierto, inteligente, interesado en todo lo
que le rodeaba, debía, sin lugar a dudas, asistir a las clases y compartir la vida escolar de
los demás chicos del pueblo.
Bécheret estuvo de acuerdo. Era nuevo en su profesión y no tenía ningún perjuicio
acerca de la capacidad de un niño ciego; tampoco temía ganarse la desaprobación de las
autoridades en materia de educación por dar una plaza a alguien que ellos considerarían
un candidato con pocas posibilidades de adquirir una formación de cualquier tipo.
Así pues, Louis pudo ir todos los días a la escuela del pueblo, acompañado por uno de
sus amigos. Sentado en primera fila, en un banco junto al maestro, desde donde podía
oír bien todo lo que decía, Louis asimilaba las lecciones ávidamente. Su sed de
conocimientos parecía no saciarse nunca. Entendía y memorizaba instantáneamente
todo lo que el maestro enseñaba. Nunca parecía olvidar lo que había oído; era como si
los acontecimientos de la historia, los lugares y los pueblos que aprendía en geografía
abrieran ante él un mundo de imaginación que sustituyera el mundo de la vista que
había perdido.
Desde el principio fue de los primeros de su clase, y ya en esta primera etapa era
evidente su determinación de no dejar que la ceguera fuese una prisión sin libros, un
mundo sin la oportunidad de comunicarse con sus amigos, registrar sus pensamientos o
escribir sus notas. Un amigo de los Braille recordaba que el padre de Louis clavaba en
una madera clavos dispuestos con la forma de las letras del alfabeto, y que Louis
aprendió por sí mismo a reconocerlas por el tacto. Otros dicen que no aprendió con
clavos, sino con trozos de cuero recortados también por su padre.

Pies de ilustraciones:
::Como la mayoría de los ciegos eran personas sin educación, las personas videntes,
durante siglos, pensaron que la ceguera estaba relacionada con la falta de inteligencia, y
se reían de su torpeza y de su estupidez. Este cuadro de Brueghel, de un ciego guiando a
otros ciegos, nos muestra cómo solía caricaturizarse a estos pobres invidentes. En la
época de Braille, la actitud hacia los ciegos solía ser desconsiderada e, incluso, cruel. El
abad Palluy fue una excepción, pues creía que Louis tenía la misma inteligencia que un
niño vidente.
::La escuela de Louis en Coupvray debía de ser muy parecida a ésta. Los niños ciegos
casi nunca iban al colegio, pero Louis fue pronto el primero de su clase.

¿Qué futuro aguardaba a Louis?

Los sueños del pequeño Louis en poco se parecían a las perspectivas de futuro que
aguardaban a los niños ciegos de aquel entonces. Los invidentes, en el siglo XIX, no
podían estudiar como lo hacían los videntes, de manera que, por regla general, no
aprendían ningún oficio ni podían desempeñar trabajo alguno. ¿Cómo iban, pues, a
ganarse la vida? La mayoría de los ciegos dependían por completo de los demás para
todo lo que necesitasen. Si su familia era rica y se ocupaba de ellos, estarían bien
atendidos; pero si su familia era pobre o se los echaba de casa, no tenían forma de
ganarse el pan. Muchos tenían que mendigar en la calle y a la puerta de las iglesias.
Y como las personas ciegas solían carecer de oficio y educación, las personas videntes
solían relacionar la ceguera con la falta de inteligencia. De ahí que fueran marginados y
tratados como retrasados mentales incapaces de hacer nada. Se pensaba que lo mejor
que se podía hacer con ellos era recluirlos en un asilo, donde no les pudieran hacer
daño.
Así pues, ¿qué iba a ser de Louis? Mientras hubiera miembros de su familia que lo
cuidaran, no le faltaría amor, un hogar, comida ni ropa. ¡Pero tenía que haber algo más
que eso para él en la vida! El buen abad Palluy estaba decidido a no escatimar ningún
esfuerzo para que Louis pudiera tener una vida más fructífera; así que se dedicó en
cuerpo y alma a averiguar qué se podía hacer, preguntando a todos sus conocidos.

"Ciegos sin hogar de todas las edades vagaban por las calles de la mayoría de las
grandes ciudades, y hasta los hombres y mujeres con educación parecían encontrar
divertido cómo iban caminando, tropezándose y golpeándose contra los edificios. Solían
tirarles objetos o ponerles la zancadilla para reírse de ellos".
Norman Wymer, en _Los inventores_.

"En las carreteras era normal encontrar grupos de ciegos que vagaban desesperanzados
de un lugar a otro, a menudo acosados, generalmente ignorados y casi siempre evitados
o rechazados por su torpe manera de andar, su aspecto sucio y harapiento, sus manos
extendidas siempre en actitud mendicante... Se consideraba que estas personas eran
seres defectuosos, ignorantes y estúpidos".
Lennard Bickel, en _Triunfo sobre la oscuridad. La vida de Louis Braille_.

Un colegio especial en París

Nos han llegado varias versiones acerca de cómo se enteró la familia de Louis de la
existencia de un colegio especial para niños ciegos en París, pero lo más probable es que
el joven profesor Bécheret recordara haber oído hablar de él y que el abad Palluy,
espoleado por este descubrimiento, se dispusiera a hacer sus propias averiguaciones.

Sabemos que decidió ponerse en contacto con el marqués d.Orvilliers, un noble cuyo
castillo se encontraba cerca del pueblo y que había ayudado en varias ocasiones a
personas necesitadas del lugar. El párroco tenía la esperanza de que el marqués le
prestara su apoyo para lograr así su propósito.
No quedó decepcionado. El marqués se había fijado en Louis los domingos en la
iglesia y escuchó con interés lo que el abad Palluy le relató con respecto al incierto
futuro del niño.
Resultó también que el propio marqués había tenido ciertos contactos con el colegio
para ciegos de París: había conocido hacía algún tiempo a su fundador, un caballero
llamado Valentin Haüy, en la corte real del palacio de Versalles (*), durante las
celebraciones navideñas de 1786. Valentin Haüy había asombrado al rey y a la reina y a
una gran audiencia de la nobleza de Francia con una demostración de lectura y
aritmética llevada a cabo por niños ciegos. El marqués, muy impresionado por lo que
había visto, donó, al igual que los reyes y otros muchos nobles, una suma de dinero para
el nuevo colegio para niños ciegos de Valentin Haüy.
Instado a ello por el decidido abad Palluy, el marqués d.Orvilliers escribió
inmediatamente al director del colegio en París, solicitando que admitiera a Louis en su
centro.
La respuesta no se hizo esperar. El doctor Guillié, el entonces director de la Institución
Real para Niños Ciegos de París, le informó de que el consejo de la Institución había
acordado ofrecer a Louis una plaza, e, incluso, una modesta beca para ayudarle a pagar
el colegio.
Louis tenía que ingresar en la Institución, en su sede de la calle de Saint-Victor, el 15
de febrero de 1819, poco después de su décimo cumpleaños.

Pie de ilustración:
::La Institución Real para Niños Ciegos se levantaba en un área húmeda y deprimida
de París. Cuando llegó Louis, seguramente se quedó asombrado y confuso por el gentío,
el ruido y el hedor a lodo en putrefacción procedente del río. ¡Era todo tan diferente de
Coupvray!

El viaje a París

El día, largamente esperado, amaneció con niebla y frío. La diligencia que salía de la
cercana ciudad de Meaux llevaría a Louis, los 40 kilómetros que separaban Meaux de
París, a través de un paisaje invernal.
Louis había estado deseando que llegara este día. Pero, ahora que finalmente había
llegado, no paraba de hablar. Se encontraba confuso, emocionado, nervioso,
esperanzado, pero también algo angustiado. ¿Sería como él quería que fuera? ¡Estaba
tan lejos! ¿Sería capaz de aprender? ¿Haría nuevos amigos? ¿Le resultaría difícil
moverse por su nuevo colegio?
Su padre también hablaba muchísimo, describiendo el paisaje y las gentes que divisaba
por la ventanilla de la diligencia para que Louis pudiera imaginárselos. Estaba
profundamente preocupado. No dejaba de tranquilizarse a sí mismo pensando que era lo
mejor para su hijo, que allí podría aprender muchas cosas. Pero iba a estar tan lejos de
casa, y era tan pequeño... Si al menos aprendiera un oficio...
En el colegio les enseñaban los oficios de zapatero, cestero, cordelero, hilador,
tejedor... ¡Pero la ciudad era tan grande! ¿Cómo iba a dejar allí a su pequeño hijo?
Incluso para él, Simon-René, un adulto que podía ver, París resultaba extraño,
atemorizador, grande, ruidoso y lleno de gente desconocida. La vida allí era tan
diferente de la sosegada rutina de Coupvray...
Tras cuatro horas de sacudidas y rebotes, de preocupaciones y especulaciones, Louis y
su padre llegaron a las afueras de París y se bajaron de la diligencia. A partir de ahí
tendrían que encontrar su camino a pie hasta el Barrio Latino. Cerca estaba la calle de
Saint-Victor; en el número 68 de esa calle se levantaba el edificio que se convertiría en
el hogar de Louis -aunque ellos no lo sabían- para el resto de su vida.

Pie de ilustración:
::El corto viaje de Coupvray a París duraba en 1819 cuatro horas en diligencias tiradas
por caballos, a través de pueblos que Louis no podía ver. Un siglo después de su muerte,
su cuerpo sin vida recorrió el mismo trayecto, acompañado por representantes de 40
naciones, para ser sepultado entre los hombres y mujeres ilustres de Francia, en el
Panteón de París.

Rue Saint-Victor nº 68

El edificio de la calle de Saint-Victor se encontraba, según unos informes oficiales de


la época, "en un terreno bajo, donde apenas corría el aire, con malos olores y propicio a
la propagación de enfermedades". Era oscuro y húmedo, y estaba lleno de laberínticos
pasillos estrechos y escaleras de peldaños desgastados. Debió de llenar de aprensión al
pobre Simon-René. ¡Qué diferente era de la luminosa campiña de Coupvray, con su aire
claro y la sana vida al aire libre que Louis estaba acostumbrado a llevar!
Pero el padre se tranquilizó tras entrevistarse con el director de la Institución, el doctor
Guillié. Éste le aseguró que el chico estaría bien atendido y que podría aprender allí
muchísimas cosas. Además, enseguida regresaría a Coupvray para pasar las vacaciones.
También Louis aseguraba que quería quedarse en el colegio, y lo decía con tal
convicción...

Tras abrazar a su hijo e infundirle ánimos, Simon-René se marchó. Ahora Louis estaba
solo de verdad. Personas extrañas a las que no podía ver lo rodeaban, y, por primera vez
en su vida, se encontraba en un edificio que no conocía.

Un entorno desconocido

Louis fue conducido directamente a una clase. El director le dijo que el profesor se
llamaba el señor Dufau. Louis entró en el aula muy nervioso. Por el ruido supo que los
alumnos se habían puesto en pie. Luego los oyó susurrar, pero se callaron
inmediatamente al oír la voz del doctor Guillié ordenando que se concentraran en su
trabajo.
Louis sintió que el profesor le guiaba hasta un asiento. Inmediatamente prosiguió la
clase. Era de geografía; el profesor hablaba del curso del río Sena a través de Francia.
Tras los primeros minutos, el nerviosismo, la timidez y las preocupaciones de Louis se
esfumaron. Atento a cada palabra que pronunciaba el profesor, escuchó fascinado sus
explicaciones y, al final de la lección, con gran sorpresa por parte del profesor, pudo
contestar a todas las preguntas sin dudar ni una sola vez.
Pero, después de la clase, volvió a sentirse un extraño en un lugar desconocido. ¿Qué
significaban los timbres que sonaban? ¿Adónde se dirigían todos los pasos? El profesor
le presentó a los demás alumnos y él intentó memorizar sus nombres y sus voces. Pero
para él todo era una confusión de nuevos olores, timbres y pasos apresurados que
parecían saber exactamente adónde tenían que ir. El pobre Louis permanecía quieto, en
un lamentable estado de incertidumbre, hasta que alguien lo cogía del brazo y lo
conducía hasta donde tenía que ir.
Más tarde, cuando ya había desempaquetado sus pocas pertenencias y las había
colocado debajo de su cama, cayó el silencio sobre el dormitorio. Louis sentía la
presencia de otros chicos, echados en camas de hierro semejantes a la suya.

"Había sesenta alumnos, y el director los trataba con gran severidad: los castigaba por
las faltas más triviales, privándolos de sus comidas o encerrándolos solos en una
habitación".
Norman Wymer, en _Los inventores_.

Nuevos horizontes

Durante estos primeros días, Louis conoció a Gabriel Gauthier, que sería su mejor
amigo durante el resto de su vida. Gauthier llevaba ya algún tiempo en el colegio,
aunque sólo era un año mayor que Louis. Se conocía los caminos por los interminables
pasillos y las retorcidas escaleras, y la rutina diaria de aquel lugar. Poco a poco, en su
compañía, Louis se lo aprendió también, a medida que se trasladaban juntos de
habitación en habitación, de un aula a otra, del comedor al dormitorio.
También llegaron de Coupvray cartas que lo animaron durante estas primeras semanas.
Se las leía uno de los supervisores del colegio. Pronto, el entorno se le hizo familiar,
parte de su propio territorio. Ahora podía encontrar su camino, sabiendo, sin tener que
contar sus pasos, cuándo había andado lo suficiente por el pasillo para llegar hasta las
escaleras, qué distancia había entre la puerta del dormitorio y su cama, de las clases al
patio y al comedor. Aprendió a reconocer las voces de sus compañeros y de los
profesores.
Y, sobre todo, estaban las clases de geografía, historia, aritmética, gramática... Entraba
en el aula con entusiasmo y descubría todas las maravillas que el abad Palluy le había
anticipado que encontraría. Los profesores impartían oralmente la lección y los alumnos
repetían lo que había dicho. Y, para su gran asombro, incluso había algunos libros
preparados especialmente para ellos. Louis empezó a aprender a leer.

Pie de ilustración:
::A lo largo de los siglos, en diferentes países, hubo algunos intentos de encontrar un
sistema de comunicar el alfabeto a los ciegos. Uno de los más curiosos fue este método
de representar las letras mediante nudos en una cuerda. Otras personas habían probado
con diversas formas de letras en relieve, talladas en madera o realizadas con cera, y
también con formas geométricas en relieve.

Los libros de Haüy para los ciegos

Valentin Haüy, el fundador del colegio, había desarrollado un método de impresión de


libros para ciegos que consistía en presionar un papel fuerte sobre unos caracteres de
plomo especiales, de gran tamaño, para hacer letras en relieve. Así, los ciegos podían
reconocerlas al tacto con los dedos.
No había muchos libros de este tipo en el colegio, porque eran difíciles y lentos de
imprimir. Había que colocar cada letra manualmente para componer la página y, luego,
poner una a una las hojas de papel húmedo en la prensa para imprimirlas. Llevaba
semanas hacer varias copias de una sola hoja, y no era de extrañar que, a lo largo de los
años, Valentin Haüy sólo hubiera podido producir unos pocos libros y folletos.
Además, estos libros eran grandes y pesados. Cada hoja estaba hecha de dos pegadas
por el reverso, de manera que sobresalieran las letras en relieve de cada página. Había
algunos textos religiosos y algunos libros de gramática en diversas lenguas. Formaban
una pintoresca colección, sobre todo si tenemos en cuenta que constituían la biblioteca
básica de los aproximadamente 60 alumnos de la Institución Real para Niños Ciegos.
Pero, a pesar de todo, eran libros.
Louis tuvo que reconocer, sin embargo, que, tras la primera emoción que le produjo
sentir esas letras en relieve bajo sus dedos, poco a poco la frustración se fue apoderando
de él. La lectura era muy lenta. Había que recorrer el trazado de cada letra con la yema
del dedo, y después había que recordarla mientras se continuaba con la siguiente, y
memorizar todas ellas en orden hasta llegar a la última letra de la palabra. Para cuando
llegaba al final, había olvidado muchas veces las primeras letras. Y aunque Louis
progresaba adecuadamente, se le hacía difícil reconocer las formas de las letras.

Pie de ilustración:
::En aquellos tiempos se caricaturizaba a los ciegos y también la educación que
algunos pocos recibían. En este dibujo vemos a un ciego intentando leer un enorme y
pesado libro. Los libros de Valentin Haüy para los ciegos eran tan grandes como éste, y,
además, una sola obra requería varios tomos.

"Los niños ciegos no tenían libros para estudiar las lecciones. Se habían imprimido
algunos con letras en relieve para que pudieran sentir sus formas al tacto, pero, como
cada letra era tan grande, para cuando llegaban al final de una frase, a menudo no
recordaban el comienzo".
Norman Wymer, en _Los inventores_.

Un alumno aventajado

Las clases de artesanía no representaban ningún problema para Louis. Tanto la cestería
como el tejer o el fabricar zapatos se le daban bien, y disfrutaba realizando estas tareas.
Al finalizar su primer año, ganó premios en las dos últimas actividades enumeradas
gracias a la agilidad y la destreza de sus dedos, cualidades que su familia ya había
apreciado cuando realizaba las tareas que le habían encomendado en casa.
¡Y, además, la música! La flauta, el bajo, el piano... En la Institución, unos profesores
que venían especialmente del Conservatorio de Música de París impartían clases de
todos esos instrumentos.
Enseñaban guiando las manos de los alumnos por el instrumento hasta que ellos
memorizaban la posición de las notas y los sonidos que debían emitir.
Louis descubrió que la música le producía un gran placer. Aprendió a tocar el piano, y
la sensación de libertad que este instrumento le proporcionaba se dejaba traslucir en su
forma de interpretarlo. Desde el principio se vio que tenía talento para ello y que, con el
tiempo, podría alcanzar una gran perfección.

"Cuando Louis Braille ingresó en la Institución, llamaba la atención su seriedad


infantil, muy acorde con las delicadas facciones de su rostro y la dulzura e inteligencia
de su expresión. Con el paso de los años, y hasta el final de su vida, siempre retuvo esa
expresión delicada, serena y bondadosa, pero, cuando hablaba, su cara se iluminaba y a
veces expresaba una gran animación, que contrastaba con su calma habitual".
El doctor Pignier, en _Notas biográficas sobre tres antiguos profesores de la Institución
para Niños Ciegos_.

Pie de ilustración:
::Louis demostró tener una gran capacidad intelectual en el colegio: obtuvo buenos
resultados en todas las asignaturas y destacó particularmente en música. Sus padres
empezaron a perder el miedo a que se convirtiera en un mendigo indigente cuando ellos
faltasen. Al menos ahora tenían la esperanza de que pudiera ganarse la vida como
músico, al igual que el gaitero ciego de este cuadro.

Un nuevo director

En 1821, Louis comenzó su tercer curso en la Institución. Ese año se produjo un


cambio importante: el director, el doctor Guillié, fue despedido, y fue nombrado un
nuevo director. Los alumnos no conocían los motivos de este cambio, pero no
lamentaron demasiado la marcha de su antiguo director. Pese a todo su trabajo en el
colegio, había sido un hombre brusco y poco accesible, que había dirigido el colegio
con gran severidad, imponiendo una dura disciplina.
El nuevo director, el doctor Pignier, era muy diferente. Según parece, fue un hombre
que se volcó en la Institución y que se interesó mucho por el progreso realizado por los
alumnos bajo su tutela. Gracias a él tenemos una importante fuente de información
sobre Louis, pues escribió sus memorias, y en ellas relataba cómo era su joven alumno,
desde sus primeros encuentros con él.
También hubo mucha excitación en los primeros meses de 1821, porque el colegio se
estaba preparando para dar la bienvenida a su fundador, Valentin Haüy.
El anciano no había visitado el colegio desde hacía muchos años. Esto se debía a que
había aceptado la invitación del zar Alejandro I para ir a Rusia y organizar allí un
proyecto de educación de niños ciegos. Valentin Haüy había permanecido en Rusia 11
años. Su regreso a París no se produjo hasta el año 1817. Las iniciativas llevadas a cabo
entonces para volver a visitar el colegio que había fundado habían sido muy
entristecedoras para él: el doctor Guillié se negaba a recibirlo.
El doctor Pignier y el resto del personal de la Institución no se oponían a que Valentin
Haüy tuviera su merecido reconocimiento. Valoraban a este hombre que había luchado
durante 17 años para establecer la primera escuela para ciegos del mundo.
Pero Valentin Haüy había hecho mucho más que simplemente ofrecer cultura a los
incultos. Fue el primero en llamar la atención sobre el hecho de que los ciegos eran
iguales que el resto de la gente, y que deberían tener las mismas oportunidades en la
vida. Quería que los ciegos recibiesen una educación y que se les enseñara a ser
autosuficientes e independientes. En Alemania, Austria, Prusia, Inglaterra y Rusia se
habían abierto colegios para ciegos, inspirados en el de París.

"Poseedor de una viva inteligencia, Louis Braille destacó muy pronto por los progresos
que hacía y los buenos resultados que obtenía en las diversas asignaturas. Sus escritos,
tanto sobre temas literarios como científicos, eran modelos de claridad de pensamiento
que reflejaban la precisión de sus ideas y su dominio de la expresión escrita. Tenía una
imaginación fértil, pero siempre controlada por la razón".
El doctor Pignier, en _Notas biográficas sobre tres antiguos profesores de la Institución
para Niños Ciegos_.

El legado del fundador

El propio Haüy sólo comprendió el gran abismo que se abría entre los videntes y los
invidentes cuando presenció a un grupo de músicos ciegos, con orejas de burro y unas
enormes gafas, haciendo de payasos ante una multitud que se reía de ellos en la feria de
San Ovidio, en septiembre de 1771. Este espectáculo le había conmovido
profundamente, y decidió que haría todo lo que estuviera en su mano para cambiar esa
situación tan lamentable.
Pero tuvo que luchar contra una enorme carga de prejuicios antes de ser tomado en
serio. La hipótesis de que los ciegos eran necesariamente tontos estaba profundamente
arraigada, y la gente no se convencía con facilidad de que tuviera sentido gastar tiempo
y dinero para intentar enseñar a los que, en su opinión, no podían aprender.
Fue difícil encontrar financiación para su aventura y ciegos que estuvieran dispuestos a
ser enseñados. Trece años más tarde, en 1784, había recogido a su primer alumno de la
calle, evitando que tuviera que sobrevivir mendigando. Tenía 16 años y se llamaba
François Lesueur. Este chico, que merodeaba a diario por el pórtico de la iglesia de
Saint Germain, estaba ciego desde que tenía seis semanas y no recordaba haber hecho
otra cosa salvo mendigar. Valentin Haüy le ofreció un hogar y sus primeras lecciones.
Empezó a enseñar a leer a François con letras móviles, recortadas de una plancha fina
de madera, que disponía formando palabras. El sistema funcionó, y él pudo mostrar la
habilidad de su discípulo con algún orgullo ante la Real Academia, la asamblea de los
principales sabios y científicos de Francia. El que François leyera con tal facilidad causó
sensación entre esta gente.

Pie de ilustración:
::La feria de San Ovidio de 1771, en la cual Valentin Haüy presenció la jocosa
actuación de unos ciegos que provocó la hilaridad y las burlas de la multitud. Ver a
estos ciegos tan denigrados y desvalidos, convertidos en objeto de burla, le produjo una
honda y lamentable impresión. Eso lo llevó a fundar el primer colegio del mundo para
ciegos.

Un colegio para niños ciegos

El sueño de Valentin Haüy se hizo realidad: por fin había conseguido que el mundo
tuviera su primer colegio para niños ciegos. El edificio, una vieja casa de París, albergó
en sus comienzos a 24 alumnos. Algún tiempo después tuvo lugar la demostración en la
corte de Versalles, que fue presenciada por el marqués d.Orvilliers, y se hicieron
donaciones que permitieron a Haüy acoger a un mayor número de alumnos. En 1791, el
colegio se convirtió en una institución estatal, por decreto del Gobierno.
Pero, a causa de su dependencia estatal, el colegio acabó por fusionarse, por orden de
Napoleón, con un refugio para ancianos ciegos llamado Hôpital des Quinze-Vingts. Un
año después, Haüy había sido despedido.
Aunque el colegio había recuperado su independencia y era, de nuevo, una institución
adecuada para niños, que ya no tenía que servir también de hospital y asilo de personas
mayores, al anciano fundador nunca le habían permitido visitar el centro por cuya
creación tanto había luchado.

Haüy visita el colegio

Uno de los primeros actos del nuevo director, el doctor Pignier, fue reparar esta
injusticia. Cursó una invitación formal a Valentin Haüy, que por entonces era un
anciano de 70 años, para que hiciera una visita oficial a la Institución. No se ahorraría
ningún esfuerzo para honrarlo: se decorarían las aulas, se realizarían demostraciones de
aprendizaje y de manualidades y se celebraría una fiesta con música. Sería el
acontecimiento más importante del trimestre.
Louis recordaría toda la vida su encuentro con el anciano. Sintió, nada más conocerlo,
la gran felicidad que emanaba de este valiente pionero que finalmente podía ver el
trabajo que había hecho. Allí estaban, prueba viviente de su labor, esos niños que
tocaban instrumentos musicales, que recitaban poesías, que cantaban una canción
dedicada a él como agradecimiento por abrirles un mundo que estaba cerrado para
muchísimos otros afectados por la ceguera. ¡Qué gran diferencia con los mendigos y las
personas ciegas exhibidas en las ferias, tan grotescos con sus trajes de payaso, que
habían despertado su compasión!
Ese día, mientras cantaba con sus compañeros y estrechaba la mano de Valentin Haüy,
se renovó la convicción y la decisión del joven Louis. Porque, durante los últimos
meses, había realizado un descubrimiento que había inflamado su mente con una
emoción distinta y ambiciones nuevas.

Pies de ilustraciones:
::Esta estatua de Valentin Haüy con François Lesueur está ahora ante la sede del actual
Instituto Nacional para Niños Ciegos de París. Conmemora ese primer acto de
compasión e imaginación de Valentin Haüy, cuando recogió al ciego Lesueur y le
impartió sus primeras clases.
::Texto con las grandes letras en relieve desarrolladas por Valentin Haüy. Estos libros
eran muy grandes y pesados, ya que cada hoja tenía dos pegadas para que las letras
sobresalieran por ambas caras. Además, las letras tenían que ser lo suficientemente
grandes para que las yemas de los dedos detectaran su forma, de modo que en cada hoja
sólo había espacio para unos pocos párrafos. Algunas obras ocupaban hasta 20 tomos.
Cada tomo pesaba unos nueve kilos. La lectura de estos libros era muy lenta.

Los puntos y las rayas de Barbier

Unos meses antes, un capitán de artillería del ejército del rey Luis XVIII, llamado
Charles Barbier, había ido a ver al doctor Pignier con una propuesta interesante. Había
inventado una forma de escribir usando sólo puntos y rayas en relieve para que las
órdenes militares pudieran ser pasadas secretamente entre los soldados por la noche y
pudieran ser leídas aunque no hubiera luz. Había denominado su sistema "escritura
nocturna".
Algún tiempo después, Barbier había presenciado una demostración en el Museo de
Industria en la que unos alumnos ciegos leían los libros de Valentin Haüy, con sus
inmensas páginas de grandes letras en relieve. Al capitán Barbier le había impresionado
lo lento que resultaba el proceso de seguir el trazado de cada letra con el dedo.
Esto le había movido a continuar trabajando, modificando su escritura nocturna de
modo que pudiera ser utilizada por los ciegos. Barbier explicó al doctor Pignier cómo
era este sistema, rebautizado con el nombre de _sonografía_ (*): diversas
combinaciones de puntos y rayas representaban no una letra, sino un sonido.
A lo largo de los años, varios inventores habían llamado a la puerta de la Institución
para contar las virtudes de sus sistemas. Pero, una vez ensayados por los alumnos,
habían resultado poco adecuados.
Había que reconocer que el uso de puntos y rayas era algo nuevo. Todos los demás
sistemas se habían basado en el alfabeto usado por la gente vidente, modificado de
modo que pudiera ser percibido al tacto en lugar de ser visto. El sistema de Barbier era
lo suficientemente innovador como para que el doctor Pignier escuchara atentamente y
comentara con el capitán varios detalles de su invento, y finalmente decidió que debería
ser probado por los alumnos.
El capitán Barbier tuvo que contener su impaciencia y dar un plazo de prueba al doctor
para que ensayara el sistema con los alumnos ciegos, antes de que éste tomara decisión
alguna.
La primera noticia que tuvo Louis acerca del invento del capitán fue cuando el doctor
Pignier reunió a todo el colegio unos días después. Se especuló mucho sobre el motivo
de la reunión. Los alumnos suponían que tendría que ser un asunto muy importante para
que el doctor hubiera decidido reunirlos a todos. Sesenta niños se dirigieron inquietos
hacia el lugar de la reunión, junto con los también intrigados supervisores y profesores.
Esperando, quizá, algún nuevo cambio en la organización o el personal del colegio, no
estaban en absoluto preparados para la larga y detallada descripción del invento del
capitán Barbier ni para tocar las páginas en relieve que el doctor Pignier distribuyó entre
ellos.

Louis domina el sistema

¡Puntos! Louis estaba maravillado. Puede uno imaginarse los dedos de los alumnos
notando al tacto esos puntos y rayas por primera vez, los murmullos de interés, el lento
seguimiento de los puntos, la exploración de las distintas formas; y después, la creciente
emoción, a medida que todos se daban cuenta de cuánto más fácil era distinguir _estas_
formas que las letras grandes, en relieve, de los libros a los que estaban acostumbrados.
Hubo exclamaciones que delataban su estado de excitación. Todos opinaban: algunos
querían aprender ya el nuevo sistema; unos aseguraban que era algo complicado; para
otros, era más rápido. Pero lo importante era que con este sistema no sólo podrían leer,
sino también escribir.
Todos estuvieron de acuerdo en que había que probarlo, así que se informó al capitán
Charles Barbier de que su sonografía pasaría a ser un "método auxiliar de enseñanza" en
la Institución.
Louis y sus compañeros estaban deseosos de aprender la nueva escritura. Louis, con su
rápida inteligencia y sus hábiles dedos, pronto dominó el proceso de componer palabras
a partir de sonidos expresados en forma de puntos. Se aprendió la tabla de Barbier, que
contenía todas las combinaciones de puntos, y adquirió una gran habilidad con el
aparato que el capitán había desarrollado para escribir.
Este equipo era sencillo pero muy ingenioso: tenía una especie de regla con siete
surcos poco profundos que iban de lado a lado. Para _escribir_, se colocaba el papel
sobre este aparato. Una pinza se ajustaba sobre el papel y se deslizaba a lo largo de la
regla. En esta pinza deslizante había pequeñas ventanitas a través de las cuales la
persona que escribía podía colocar los puntos con precisión sobre el papel, situándolos
limpiamente en los surcos de la regla. Los puntos o las rayas se hacían con ayuda de un
fino instrumento puntiagudo que tenía una gran asa redondeada; con este punzón se
presionaba sobre el grueso papel, de tal forma que en el reverso de la hoja se pudiesen
sentir al tacto los puntos y rayas en relieve. Se escribía de derecha a izquierda, de
manera que, cuando se diera la vuelta a la hoja, se pudiera leer de izquierda a derecha.
A lo largo de ese invierno los alumnos trabajaron con entusiasmo con el invento de
Barbier. Estaban fascinados ante la idea de poder escribir y leer con menos dificultades.
Louis Braille y Gabriel Gauthier pasaron muchas horas escribiéndose frases y
leyéndolas mutuamente.

Problemas con el sistema de Barbier

Pero cuanta más pericia iba adquiriendo Louis con la sonografía, más tenía que admitir
que el sistema presentaba problemas. Para empezar, no se podía deletrear con él: sólo
estaba diseñado para representar las palabras como una sucesión de sonidos. No se
podían emplear comas, puntos ni ningún tipo de puntuación en las frases, porque el
capitán Barbier no había asignado ninguna combinación de puntos para ello. Tampoco
se podían poner acentos en las palabras (los acentos son esenciales en la ortografía
francesa), escribir números, hacer operaciones matemáticas ni escribir música.
Y, además, había que emplear muchísimos puntos para cada palabra. Cada símbolo
podía contener hasta seis puntos, y una sola sílaba podía necesitar ¡hasta 20 puntos!
Eran demasiados para sentirlos al tacto con un dedo, y también demasiados en cada
grupo para poder recordarlos.
Sin duda, este sistema era mucho mejor que las letras en relieve de Valentin Haüy,
pero, poco a poco, todos estuvieron de acuerdo en que había demasiados puntos y que
éstos no daban suficiente información.

Pie de ilustración:
::Sistema sonográfico de Barbier. Los puntos, que representaban un sonido, se situaban
en una cuadrícula de seis líneas horizontales y seis verticales. El número y la
disposición de los puntos indicaban la posición de cada sonido en esta cuadrícula: se
contaba el número de puntos de la primera columna para averiguar la posición del
sonido en las líneas verticales, y después los de la segunda columna para las líneas
horizontales. Este sistema inspiró el sistema de puntos en relieve inventado por Louis.
Pero el suyo era mucho más económico, preciso y sencillo.

Louis conoce al capitán Barbier

Louis intentó introducir algunas mejoras. Como sus experimentos parecían funcionar,
decidió mostrar sus innovaciones al doctor Pignier. El director, bastante impresionado,
sugirió que debería hablar con el capitán Barbier. El inventor, algo intrigado, acudió a la
cita propuesta por el director.
Los detalles exactos de la conversación mantenida por Louis y Barbier no han quedado
registrados, pero lo que sí sabemos es que Barbier se quedó estupefacto al conversar con
este chico de 13 años que afirmaba haber solucionado problemas que él no había podido
resolver. Si bien reconoció la utilidad de las pequeñas mejoras de Louis, no compartió el
punto de vista del chico con respecto a que había que realizar una serie de cambios
básicos para reducir el número de puntos y que era necesario introducir las letras y la
puntuación.
Pese a su demostrado interés por los niños ciegos, para los que había desarrollado la
sonografía, el capitán no compartía la creencia de Louis de que necesitaban un sistema
más completo. ¿Qué podían necesitar los ciegos, aparte de un medio de comunicación
básica? ¿Para qué necesitaban un alfabeto completo, signos de puntuación e, incluso,
signos matemáticos y notaciones musicales, que este ambicioso chico proponía?
Barbier no entendía su anhelo por un sistema que permitiera a los ciegos entrar
plenamente en el mundo de la literatura y de la ciencia, poder leer y escribir el más
complejo de los pensamientos y transmitirlo a otras personas sobre papel.

Los experimentos de Louis

Enfrentado a la obstinación del capitán Barbier, que insistía en que su sistema era todo
lo bueno que tenía que ser, Louis desistió de intentar convencerlo. Pero estaba seguro de
que se podían hacer mejoras. Con o sin Barbier, experimentaría y simplificaría.
Inventaría un sistema que le permitiera trabajar con mayor facilidad, que incluyera
todos los signos necesarios y tuviera la misma flexibilidad que el alfabeto de los
videntes.
Y así, Louis, que sólo contaba con 13 años, comenzó su búsqueda. Aprovechaba
cualquier rato libre que tenía durante su atareado horario de clases, continuaba de nuevo
en cuanto el dormitorio se quedaba en silencio y volvía a empezar muy temprano por la
mañana. También se dedicó a ello durante sus largas vacaciones veraniegas en
Coupvray. Louis trabajaba sin descanso: calculaba, experimentaba, repasaba...
En primer lugar, quería reducir el número de puntos, de manera que cada símbolo
pudiera ser percibido instantáneamente bajo la yema del dedo. También pretendía
eliminar toda disposición de puntos o rayas que pudiera ser confundida con otra: cada
grupo de puntos tenía que ser claramente distinto de todos los demás.
Había una solución, estaba seguro. Pero no era fácil dar con ella.

"Si no lo hubiera hecho Braille, alguna otra persona habría logrado, sin duda,
perfeccionar el sistema del capitán Barbier. Pero Braille hizo algo más que
perfeccionarlo: modificó sus mismísimas bases fundamentales. Aunque los ciegos no se
lo deban todo a él, al menos le deben la mejor parte. Barbier tenía ojos; Braille sólo
tenía sus dedos. De ahí que el modelo con un máximo de seis puntos se adaptara con tal
perfección a las posibilidades del tacto. Si hubiera tenido un solo punto más de altura o
de anchura, el signo habría sido difícil de leer. Además, su sistema no era meramente
sonográfico, sino un alfabeto completo, igual que el que usan los videntes, y también
unos signos de numeración, una notación musical y hasta una forma de taquigrafía".
Pierre Henri, en _Vida y obra de Louis Braille_.

La idea del "braille"

Cuando empezó el nuevo curso escolar, en octubre, Louis pensó que su alfabeto estaba
ya ultimado. Había encontrado un medio de formar todas las letras del alfabeto, los
acentos, los signos de puntuación y los signos matemáticos utilizando sólo _seis_
puntos y algunas pequeñas rayas horizontales. El grupo de puntos correspondiente a
cada signo era tan pequeño que ya no había ninguna necesidad de desplazar el dedo.
Gauthier, cuando se enteró, no podía contener su emoción. Grupos de alumnos se
reunieron en torno a ellos mientras Louis escribía con una asombrosa velocidad y
exactitud. Al cabo de unas horas, todo el colegio se había enterado de la invención de
Louis, y el director le mandó llamar para que se lo mostrara. El doctor Pignier observó
fascinado la rápida demostración. ¡El sistema de Louis era tan sencillo, tan exacto y tan
claro! Empleaba sólo seis puntos, pero el inteligente muchacho había encontrado el
medio de hacerlos formar 63 combinaciones. ¡Una proeza digna de tener en cuenta!
Aún quedaba algún detalle por resolver, le aseguró Louis con sinceridad. El director
felicitó al joven alumno y le pidió que continuara con sus experimentos.
Los demás alumnos tardaron poco tiempo en aprender el sistema de Louis. No tenía
ninguna de las frustraciones que habían experimentado con los puntos del capitán
Barbier. El doctor Pignier, impresionado por el entusiasmo demostrado por sus alumnos
y por la evidente celeridad de sus progresos, hizo adaptar las reglas de Barbier a los
puntos de Louis. Las grandes _ventanas_ de la pinza deslizante se dividieron en
ventanitas más pequeñas, de modo que en cada una se podía colocar un máximo de seis
puntos.
Por primera vez, los alumnos pudieron tomar notas, copiar párrafos que les gustaban e,
incluso, libros enteros. También consiguieron escribir cartas, diarios, cuentos..., todas
las cosas que una persona vidente da por sentadas, y que, hasta entonces, los ciegos no
habían podido hacer.
Para los invidentes suponía, sin duda, el amanecer de una nueva era.

Pies de ilustración:
::El dominó de Braille, en el que se quitaron los puntos para que quedaran unos
pequeños agujeros que se pudieran sentir al tacto.
::Regla de Barbier adaptada al sistema de seis puntos de Louis, a la izquierda. A la
derecha, la regla original de Barbier. Estos aparatos se encuentran sobre un texto escrito
con el primitivo alfabeto _braille_, que empleaba unas rayas que después se eliminarían.

Profesor y músico

La emoción y el entusiasmo de sus amigos eran suficiente prueba para Louis. Continuó
experimentando y perfeccionando su "pequeño sistema", como él lo llamaba. Pero,
durante todo este tiempo, nunca dejó de lado sus demás actividades; su vida continuaba
tan atareada como antes. Siguió dedicándose a sus estudios, en los que sobresalía, y a
sus habilidades manuales, en las que también destacaba.
En 1826, cuando todavía era un alumno de 17 años, Louis empezó a enseñar álgebra,
gramática y geografía a los alumnos más pequeños. Louis había encontrado su
vocación: el estudiante ciego se estaba convirtiendo rápidamente en un excelente
profesor de ciegos. Era una profesión que iba perfectamente con su carácter, ya que
tenía unos modales suaves, gestos alegres, mente flexible y se entendía bien con sus
alumnos y se ocupaba de ellos.
La música continuó reportando un gran placer a Louis. Por entonces estudiaba órgano,
y varios años más tarde se convirtió en organista de varias iglesias de la ciudad. Esta
ocupación ofreció al joven la doble posibilidad de tocar la música que le gustaba y de
expresar mediante ella su profunda fe religiosa.
Coltat, su discípulo y amigo, nos dice que interpretaba las partituras en el órgano de
forma "correcta, brillante y desenvuelta, reflejando claramente su personalidad".

Pie de ilustración:
::La iglesia de St. Nicholas du Chardonnet, próxima a la Institución para Niños Ciegos.
Louis pudo expresar su talento musical y su profunda fe religiosa trabajando como
organista de varias iglesias. En ellas ejecutó algunas de las primeras composiciones
musicales transcritas al _braille_.

El desarrollo del "braille"

Entretanto podemos seguir el desarrollo y el perfeccionamiento del _pequeño sistema_


de Louis a lo largo de varios años. En 1827 se transcribió un libro de gramática a su
alfabeto de puntos. Dos años después se transcribió otra gramática. En 1828 amplió su
sistema para poder escribir música. Por entonces había eliminado las rayas de su
alfabeto; la práctica le había demostrado que, aunque eran fáciles de sentir al tacto, era
difícil escribirlas correctamente con el punzón.
En 1829 salió la primera edición del _Método para escribir palabras, música y
canciones sencillas mediante puntos, para uso de ciegos y especialmente diseñado para
ellos_, de Louis Braille. Este libro supuso el nacimiento formal del alfabeto _braille_
original. Pero tendrían que pasar muchos años antes de que fuera adoptado oficialmente,
incluso por la propia Institución de Braille.
En el prólogo de su libro, Louis Braille hacía referencia a cómo había perfeccionado el
sistema del capitán Barbier. Sin embargo, fue escrupulosamente honrado en atribuir a
Barbier el mérito de haber inventado la escritura mediante puntos.
"Tengo que decir", escribió, "que este método me proporcionó la idea inicial de mi
propio método".

"Nunca dio por finalizado este trabajo. Jamás eludió la tarea de mejorar, desarrollar y
practicar su nuevo sistema de escritura y lectura".
Hippolyte Coltat, amigo de Louis Braille.

Pie de ilustración:
::Para 1828, Louis había aplicado su sistema también a la notación musical. A la
izquierda, podemos ver las notas en relieve producidas por Valentin Haüy, que tenían
todos los inconvenientes de las grandes letras en relieve. A la derecha, partitura en
_braille_ de 1841. Gracias a este sistema, los músicos ciegos podían no sólo leer
música, sino escribir sus propias composiciones. Louis continuó trabajando en su
sistema durante muchos años, buscando perfeccionarlo cada vez más.

Un profesor inspirado

En agosto de 1828, cuando tenía 19 años, Louis fue nombrado oficialmente profesor
de la Institución, y, cuando empezó de nuevo el curso escolar tras las vacaciones de
verano, continuó enseñando gramática, geografía, aritmética y música.
Como profesor, Louis era una fuente de constante inspiración. Según su discípulo
Coltat, "llevaba a cabo sus tareas con tal encanto y sabiduría, que la obligación de asistir
a su clase se convirtió en un auténtico placer para sus alumnos. No sólo competían para
igualarse y superarse, sino también en un esfuerzo constante y afectuoso por complacer
a un profesor al que admiraban como un superior y consideraban un amigo sabio y bien
informado, siempre dispuesto a dar buenos consejos".
La vida de Louis como profesor continuó siendo muy parecida a la que había tenido
como alumno. Las normas que regían la Institución nos pueden parecer muy duras, pero
no lo eran tanto hace 150 años. Louis no podía salir del colegio ni recibir visitas sin
permiso. Incluso sus cartas eran leídas. ¡Y esto sucedía bajo el benévolo régimen del
doctor Pignier!
Pero ya no tenía que dormir en el dormitorio común: tenía una habitación propia. Le
resultó extraño, al principio, no percibir la presencia de los demás alumnos, pero, en
cuanto se acostumbró, disfrutó plenamente de la tranquilidad y la calma de la soledad
para concentrarse en sus estudios y sus investigaciones cuando habían terminado las
actividades del día.
Louis era feliz. Sus clases, su investigación y sus amigos llenaban plenamente su vida.
Preparaba sus lecciones usando su propio alfabeto, y empezó a trabajar en un libro de
aritmética. Su investigación en el campo de la escritura musical también progresaba.

Pie de ilustración:
::Un profesor guía las manos de un niño ciego por el teclado de un piano. La música
siempre ha abierto nuevos horizontes a los ciegos, ya que éstos desarrollan más el
sentido del oído y del tacto. Coltat, el amigo de Braille, nos ha dejado varias
descripciones de Louis en las que pone de relieve su faceta de profesor amable y
bondadoso, que sabía despertar en sus alumnos un afán de superación, que procuraba
estimular su mente con sus amplios conocimientos y se preocupaba mucho de los
progresos que realizaban.

"Gracias a su juicio cabal, sus sólidos criterios y su sutil inteligencia, podía prever la
secuencia y las consecuencias de los acontecimientos; por ello, casi todos los que lo
conocían seguían sus consejos y los consideraban excelentes".
Hippolyte Coltat, amigo de Louis Braille.

Una lamentable pérdida

El año 1831, sin embargo, trajo consigo tristes sucesos para Louis. Su hermano, Louis-
Simon, fue a comunicarle que su padre había muerto. Hasta el final, Simon-René se
había preocupado por el futuro de su hijo ciego, que entonces tenía sólo 22 años. Louis-
Simon entregó al doctor Pignier la última carta de su padre, dictada en su lecho de
muerte. En ella, Simon-René le pedía al director que no abandonara a Louis, que no lo
echara nunca de la Institución.
Esa noche, Louis partió para Coupvray para compartir con su familia esos momentos
de dolor y acompañar a su madre durante algunos días. Al menos había logrado realizar
el más profundo anhelo de su padre: tener una profesión y unos ingresos propios, de
manera que no fuera una carga para su familia -como la mayor parte de los ciegos-, sino
un consuelo para su madre.

Mala salud

Durante los primeros años de la década de 1830, Louis enfermaba a menudo. Para
1835 era imposible ignorar los crecientes síntomas de alguna enfermedad
profundamente arraigada. Aunque sólo tenía 26 años, siempre estaba cansado, muchas
veces tenía fiebre y a menudo sentía una opresión en el pecho.
Una noche se despertó ardiendo de fiebre y, de repente, su boca se llenó de sangre.
Asustado, llamó pidiendo ayuda.
Al médico del colegio no le costó mucho diagnosticar su enfermedad: Louis había
sufrido una hemorragia interna, síntoma claro de haber contraído tuberculosis (*), una
enfermedad de los pulmones que no tenía tratamiento en aquellos tiempos.
Los médicos sabían muy poco acerca de la tuberculosis: podían diagnosticar la
enfermedad, pues reconocían sus síntomas, pero no sabían que estaba causada por un
germen que se contagiaba en los lugares cerrados y húmedos, como el colegio y la sucia
y atestada zona de París en que estaba situado. Un aire limpio y sano podría haber
contribuido a su restablecimiento, pero la única prescripción que el médico pudo dar fue
que descansara más y comiera bien.
Inmediatamente, el doctor Pignier reorganizó los horarios de clase de los profesores,
de manera que Louis sólo tuviera que impartir alguna con pocos alumnos. Así no
tendría que hablar demasiado ni emplear tanto tiempo en su preparación.
Obligado a reducir sus tareas docentes, Louis continuó, sin embargo, con sus
investigaciones. En 1836 añadió la letra _w_ a su alfabeto, a petición de un alumno
inglés del colegio (la letra _w_ no existe en francés). Un año después publicó una
edición revisada del libro sobre su sistema. Continuaba llamándolo "pequeño sistema de
escribir mediante puntos", sin sospechar que su nombre llegaría a ser inmortalizado
cuando el _pequeño sistema_ fuera conocido mundialmente como _braille_.

Rafigrafía

Por entonces, Louis comenzó a interesarse por un sistema que permitiera que los
ciegos y los videntes se escribieran. Sus puntos en relieve no servían para esto, puesto
que muy pocas personas videntes conocían el alfabeto _braille_. Había que encontrar la
manera de que un ciego pudiera escribir con letras que un vidente pudiera reconocer, o
sea, con el alfabeto latino de los videntes. La clave consistía en dar con la manera en
que un ciego pudiera formar esas letras con toda precisión.
En 1839, Louis había encontrado la solución. Su método consistió en utilizar las
formas de las letras del alfabeto, los mapas, las figuras geométricas y la música con
puntos en relieve; así los ciegos podrían sentirlos al tacto, y los videntes podrían verlos
y reconocerlos. Louis denominó su nuevo sistema rafigrafía (*), y los alumnos de la
Institución lo acogieron con tanto entusiasmo como el _braille_. Ahora podrían escribir
a sus familiares, seguros de que sus cartas podrían ser leídas.
El invento experimentó un nuevo avance cuando François-Pierre Foucault, un amigo
ciego de Louis, que vivía en el Hôpital des Quinze-Vingts, desarrolló una máquina para
imprimir en rafigrafía. Este hombre de gran imaginación y temperamento creativo unió
los caracteres a palancas que presionaban un papel para imprimir las letras. Así, este
ciego creó un precedente de la máquina de escribir.
Cuanto más desarrollaba Louis su investigación, más perfeccionaba su sistema. ¡Hacía
falta tanto espacio para transmitir cualquier palabra a los ciegos, incluso en su propio
sistema! Se propuso economizar espacio. Siendo Louis un genio de la precisión, logró
que el _braille_ se convirtiera en el mejor sistema para los ciegos.

Pie de ilustración:
::La rafigrafía, el método que inventó Louis Braille para representar las letras del
alfabeto latino mediante puntos en relieve. Este sistema permitió a los ciegos
comunicarse por escrito con los videntes que no supieran _braille_.

Oposición

Desde 1829, el doctor Pignier había pedido repetidas veces que el sistema de Braille se
reconociera como el sistema oficial del colegio. En 1834, incluso había organizado que
Louis hiciera una demostración de _braille_ en la Exposición de Industria que se
celebraba en la gran plaza de la Concordia, en París. Y en 1837, la prensa de imprimir
de la Institución produjo una historia de Francia en tres tomos: el primer libro impreso
en _braille_.
Pero las solicitudes del doctor Pignier para que el sistema fuera reconocido no fueron
aprobadas por la junta directiva del colegio. Oficialmente, el colegio tenía que seguir
usando las letras en relieve de Valentin Haüy, a pesar de que eran incómodas y poco
adecuadas y de que sólo se podían usar en forma impresa. Los intentos realizados a lo
largo de los años para enseñar a escribir con ese tipo de letras habían dado pocos frutos.
Pero cambiar el sistema sería caro, porque los libros tendrían que ser imprimidos de
nuevo; los instrumentos de trabajo, sustituidos, y todos los métodos de enseñanza del
colegio, renovados.
También había mucha gente que continuaba creyendo que el sistema usado por los
ciegos tenía que basarse en los mismos principios del alfabeto usado por los videntes.
Involucrarlos en un sistema diferente, según ellos, crearía una barrera infranqueable
entre los ciegos y los videntes. Esta idea persistiría durante varias décadas, y fue un gran
impedimento para la aceptación internacional del _braille_.
Louis estaba muy decepcionado por la falta de apoyo de las autoridades y llegó,
incluso, a escribir al Ministerio del Interior. No recibió respuesta. Hasta 1840, 17 años
después de que hubiera inventado el _braille_, no llegó el primer rayo de esperanza
desde los ámbitos oficiales, en respuesta a otra nueva petición del doctor Pignier. La
carta del ministerio decía: "Este trabajo me parece sobresaliente, y creo que habría que
alentar al señor Braille". A pesar de ello, seguía siendo el método de Valentin Haüy el
que tenía que ser enseñado oficialmente a los niños de la Institución.

Pies de ilustraciones:
::Globo terráqueo en _braille_. El _braille_ puede utilizarse en cualquier aparato que
requiera el empleo del alfabeto, los números, la notación musical o los signos
científicos.
::Esta máquina fue desarrollada por François-Pierre Foucault, un inventor ciego, para
poder imprimir la rafigrafía de Louis.
::El conservador ciego del Museo Valentin Haüy, de París, trabaja con una moderna
máquina de escribir en _braille_. Con las seis teclas de este aparato se pueden formar las
diversas combinaciones de puntos que representan las letras en el alfabeto inventado por
Louis.

El doctor Pignier se marcha

Ese año trajo otras decepciones serias. Durante algún tiempo, el señor Dufau,
subdirector del colegio, había estado intentando librarse del doctor Pignier y hacerse
con el control del centro. En 1840, con la ayuda de un profesor, por fin consiguió
convencer a las autoridades de que el doctor Pignier estaba "corrompiendo las mentes
de los alumnos con su enseñanza de la historia". El doctor Pignier fue obligado a
jubilarse anticipadamente, y el señor Dufau ocupó su puesto.
El colegio había perdido a un hombre que, durante 20 años, se había dedicado por
completo a la educación y al cuidado de los niños ciegos. Y también había perdido al
principal defensor del _braille_. El doctor Pignier siempre había permitido que el
sistema se usara en el centro, a pesar de que no estaba reconocido oficialmente. A partir
de entonces, las cosas fueron muy diferentes. El señor Dufau no apoyaba este sistema, y
tanto Louis como los alumnos temían problemas si continuaban usándolo.

Pie de ilustración:
::Busto de Louis Braille. Según la descripción que nos ha dejado de él su amigo Coltat,
era de estatura mediana, tenía el pelo rubio y ondulado y, desde su infancia, inclinaba
siempre la cabeza hacia adelante y hacia un lado. A pesar de ser una persona tranquila,
era emprendedor y ágil de movimientos. La palidez de su rostro revelaba su delicada
salud.

El nuevo director
Los años de 1840 y 1841 fueron, en conjunto, tristes. En junio de 1841, la segunda
hermana de Louis, Marie-Céline, murió en Coupvray. Sólo tenía 43 años y dejaba a dos
niños pequeños, de seis y trece años. Al dolor por la pérdida de Marie-Céline se sumó la
preocupación por la salud de Louis, pues estaba permanentemente enfermo.
Y el colegio, bajo la dirección del señor Dufau, no era agradable: quería imponer su
autoridad a toda costa y cambiar todo. Casi a diario introducía una novedad, sin tener en
cuenta lo alarmante que pudiera resultar para los alumnos que modificara las cosas a las
que estaban acostumbrados.
El señor Dufau también era un convencido de que los ciegos tenían que utilizar el
mismo alfabeto que los videntes. Según él, usar uno diferente los separaría de la vida
intelectual de los demás. Sostenía estos puntos de vista con firmeza, pese a la evidente
refutación a su teoría que representaba la preferencia de los alumnos por el _braille_
frente al alfabeto en relieve.

La salud de Louis empeora

La salud de Louis empeoraba continuamente. Cada vez estaba más delgado. En los
primeros meses de 1843 tuvo más hemorragias internas y empezó a escupir sangre otra
vez, así que se vio forzado a guardar cama durante largas temporadas. El doctor
Allibert, el médico del colegio, fue inflexible: necesitaba reposo y tenía que dejar de dar
clases. Louis y el señor Dufau acordaron que así se haría.
Pasaron varias semanas; Louis recibía visitas de sus amigos que lo mantenían al día
hasta de los más pequeños incidentes acaecidos en el colegio. Cuando mejoró el tiempo
y los días se hicieron más calurosos, la salud de Louis pareció evolucionar
favorablemente. Entonces empezó a salir con Gauthier y Coltat. Iba a visitar al doctor
Pignier, que vivía cerca de allí desde que se había visto forzado a jubilarse. Pero, a su
regreso de uno de estos paseos, Louis sufrió otra fortísima hemorragia interna. El doctor
Allibert se temió lo peor. Insistió en que Louis tenía que ir a su casa, a descansar en el
campo.

"Para Louis Braille, la amistad era, además de un sentimiento de cariño, un deber


responsablemente asumido. Estaba dispuesto a sacrificar su tiempo, su salud y sus
pertenencias por sus amigos. á...ú Quería que aquellos que eran objeto de su amistad se
beneficiaran de ella. Por eso observaba su conducta, y a menudo daba consejos firmes y
ponderados. Si los demás se mostraban poco decididos a dar un consejo importante y
necesario pero doloroso a un amigo común, solía reírse y decir: _"Venga, me sacrificaré
yo_"".
Hippolyte Coltat, amigo de Louis Braille.

En casa, en Coupvray

Louis se marchó a Coupvray en la primavera de 1843. Allí permaneció seis meses. El


aire fresco, las comidas y los cuidados de su madre, la falta de preocupaciones y la
liberación de la desagradable atmósfera de rivalidad e intriga que el señor Dufau había
creado en el colegio parecieron contribuir a mejorar su salud. Empezó a sentirse
muchísimo mejor. Sin embargo, en Coupvray iba a sufrir una dolorosa pérdida: ese año
murió Antoine Bécheret, el único superviviente de ese trío de personas que habían sido
tan importantes para Louis durante sus primeros años de vida. El abad Palluy y el
marqués d.Orvilliers habían fallecido también hacía algún tiempo.
Pero la compañía de los miembros jóvenes de la familia, los hijos de sus hermanas,
deparó a Louis momentos de gran felicidad. Se llevaba particularmente bien con Céline-
Louise, la hija menor de su hermana muerta, que tenía ocho años. Pasaba horas
paseando y hablando con ella.

Pies de ilustraciones:
::Cuadro de un pueblo francés típico de aquella época. Louis permaneció en Coupvray
durante la primavera y el verano de 1843 para descansar y también para huir del
desagradable ambiente que reinaba en la Institución de París. Allí pudo disfrutar de la
compañía de los hijos de sus hermanas. A pesar de que su salud pareció mejorar durante
este período, en realidad la tuberculosis continuó evolucionando, hasta acabar con su
vida.
::La casa familiar de los Braille en Coupvray, tal como se encuentra en la actualidad.
En 1952, año del centenario de la muerte de Louis Braille, la casa y el taller de su padre
se convirtieron en museo.

Louis regresa a París

Louis, sintiéndose muy restablecido, volvió a París en octubre de 1843. En el colegio


se encontró con que las cosas estaban muchísimo peor que antes. El señor Dufau,
influido por el ejemplo de los profesores de ciegos de Escocia y Estados Unidos, estaba
cambiando el tamaño de las letras en relieve de Valentin Haüy y había mandado quemar
todos los libros antiguos, impresos en el alfabeto en relieve.
Los 26 libros impresos por el doctor Guillié y los 47 impresos por el doctor Pignier
también habían sido pasto de las llamas. Ahora, los alumnos ciegos tendrían que
aprender a leer otra vez, acostumbrándose a tamaños y formas completamente
diferentes.
El alfabeto de puntos de Louis no formaba parte de los nuevos planes de enseñanza de
Dufau, excepto para la escritura musical.
Pero los alumnos se aferraron obstinadamente al braille. Se enseñaban unos a otros
este sistema en sus ratos libres y lo usaban para sus apuntes y su correspondencia.
Mientras que los alumnos se negaban a relegar el braille, Dufau, consciente de la
adhesión de los chicos a este sistema, se opuso abiertamente a él, prohibiéndoles que lo
utilizaran.
Curiosamente, el apoyo al _braille_ sobrevino de forma imprevista y, además, de la
mano de un amigo del propio señor Dufau, Joseph Gaudet, el nuevo subdirector. Pese a
su amistad con el poderoso señor Dufau, Gaudet era un hombre que juzgaba por sí
mismo y no podía ignorar un hecho evidente a todas luces: los alumnos ciegos estaban
empeñados en utilizar el sistema de Louis e insistían en que era mejor que cualquier
otro. Además, Gaudet pudo ver con sus propios ojos lo deprisa que trabajaban con él. El
progreso que realizaban los chicos con las letras de Haüy, a pesar de los nuevos
tamaños, era lamentablemente lento comparado con el que lograban con el _braille_.
Gaudet se convirtió pronto en un entusiasta del alfabeto de Louis, y se propuso
convencer al obstinado señor Dufau de las ventajas del sistema. Estaba seguro de que el
_braille_ no aislaría a los ciegos y que se podrían transcribir muchos más libros con este
sistema de puntos que con las letras en relieve de Valentin Haüy.
¿Qué mejor acceso a la ciencia, a las artes y a la educación en general que disponer de
muchos más libros que se pudieran leer?

Pie de ilustración:
::Este dibujo muestra una situación muy diferente de la de la página 18, aunque el tema
sea el mismo: un ciego guiando a otros ciegos. Cuando los alumnos de la Institución
salían a la calle, caminaban en fila, cogidos a una cuerda. Louis dijo una vez: "No
queremos vivir desconectados del mundo a causa de no poder ver; por ello tenemos que
trabajar y estudiar para ser iguales que los demás, para no ser despreciados por
ignorantes ni tratados con compasión. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudaros a
conseguir la dignidad a través del conocimiento".

Un colegio nuevo

Entre las muchas personalidades que, en uno u otro momento, se acercaron a visitar el
para entonces ya famoso colegio de ciegos en París, se encontraba un poeta e historiador
muy conocido, Alphonse Marie Louis de Lamartine. Éste se había dedicado a la política
y había sido nombrado miembro de la Cámara de Diputados (*). En 1838 habló en la
Cámara acerca de las lamentables condiciones de vida existentes en el edificio de la
calle de Saint-Victor. Los diputados se conmovieron, y aprobaron la concesión de una
cantidad de dinero que permitiera a la Institución adquirir un terreno en el bulevar de los
Inválidos y construir allí un edificio nuevo.
Para noviembre de 1843, el edificio estaba finalizado. Los alumnos de la calle de
Saint-Victor debieron de sentir una rara mezcla de emociones cuando empaquetaron sus
pertenencias y se trasladaron, pues el desvencijado, insalubre y viejo edificio había sido
el hogar de muchos de ellos durante años. Pero ¡qué espacioso, limpio y aireado era el
nuevo edificio! Probablemente Louis Braille no hubiera contraído la tuberculosis si su
vida hubiera transcurrido en ese entorno.

"Ayer visité la Institución Real para Niños Ciegos. Ninguna descripción podría dar una
idea real de cómo es este edificio pequeño, sucio y triste, con unos pasillos tabicados
que reciben el nombre de talleres o clases, con unas escaleras tortuosas y carcomidas
que, en lugar de ser adecuadas para esos desgraciados que sólo se pueden guiar por su
sentido del tacto, son, si se me permite la expresión, más bien un desafío lanzado a la
ceguera de esos niños".
Alphonse de Lamartine, en su discurso ante la Cámara de Diputados.

Pie de ilustración:
::En 1843, el Instituto para Niños Ciegos se trasladó a un nuevo edificio en un área
más limpia, luminosa y sana de París: el bulevar de los Inválidos. Los Inválidos y los
elegantes jardines que se ven en esta ilustración se encuentran en el extremo norte de
este gran bulevar. Louis pasó los ocho años que le quedaban de vida en el nuevo
colegio, pero ya era demasiado tarde para que pudiera mejorar su salud, tan quebrantada
por la tuberculosis.

Aprobación del sistema de Louis


La inauguración oficial de los nuevos locales del colegio tuvo lugar el 22 de febrero de
1844. Acudieron a la ceremonia muchos personajes distinguidos, entre ellos varios
miembros del Gobierno, sin saber que estaban a punto de ser testigos de un
acontecimiento importante. El acto comenzó, y el coro del colegio cantó una canción en
homenaje a Valentin Haüy, compuesta por el señor Dufau y Gauthier. Luego, los
alumnos recitaron poemas y ejecutaron piezas musicales. Entonces le tocó al señor
Gaudet pronunciar un discurso.
Para asombro de Louis, anunció que Dufau iba a hablarles del sistema de puntos en
relieve. El director comenzó por referirse a los problemas que se habían planteado con
la sonografía del capitán Barbier y, después, habló de las enormes ventajas del sistema
de Louis. Atribuyó a Braille, sentado entre el público, todo el mérito de este innovador
sistema. Así pues, el señor Dufau alabó el invento de Louis y lo dio a conocer al público
presente. Este discurso, pronunciado ante tan principales personas, y la publicación de
un folleto sobre el sistema constituían, sin lugar a dudas, la aprobación oficial de los
puntos hasta entonces prohibidos.
La constancia y la devoción de los alumnos ciegos hacia el sistema de puntos, que
ellos sabían por experiencia que era el más adecuado, había triunfado. Tras 20 años,
finalmente se reconocía oficialmente el invento de Louis Braille. Cuando acabó el
discurso, el señor Gaudet supervisó unas cuantas demostraciones ante el atento público.
Una niña ciega escribió en _braille_ un poema que le fue dictado por un asistente al
acto. Otra niña, que no había estado presente durante el dictado, entró entonces y leyó
con fluidez el papel escrito. Después, el señor Gaudet hizo que uno de los profesores
escribiera un compás musical que le dictó uno de los asistentes. Otro alumno ciego
entró en la sala y lo leyó, sin cometer ninguna equivocación. La lectura y la escritura se
realizaban con gran facilidad y rapidez. El público estaba impresionado. Hubo un
estruendoso aplauso cuando finalizaron las demostraciones. Braille conoció un
momento de enorme felicidad. Presentía que la batalla librada para que su sistema se
adoptara había terminado.

"... El hecho es que el _braille_ no se estableció por influencia de terceros, sino por la
propia necesidad de los ciegos, por el entusiasmo de los que, al utilizarlo ellos mismos a
diario, sabían lo que valía, y por el reconocimiento, por parte de los videntes encargados
de la educación de los invidentes, de los evidentes progresos realizados por sus alumnos
cuando adoptaban este sistema".
Pierre Henri, en _Vida y obra de Louis Braille_.

Dufau intenta reparar sus equivocaciones

No hay duda de que el señor Dufau, con el paso del tiempo, se pasó por completo a la
causa del _braille_. Durante los años siguientes, parece que intentó reparar sus
equivocaciones. Intentó conseguir permiso para ocuparse de Louis en la Institución, a
medida que su enfermedad se agravaba; porque, pese a la felicidad que experimentó
durante la ceremonia de la inauguración, el cansancio, la emoción del traslado y el
reanudar otra vez sus clases acabaron por quebrantar definitivamente su salud.
Pocos meses después del acto, el señor Dufau le relevó de todos sus deberes en el
colegio y pidió permiso para que se quedara en la Institución, para poder proporcionarle
todos los cuidados que necesitaba.
Louis ocupaba su tiempo escribiendo cartas a sus antiguos alumnos, consiguiendo
libros o instrumentos de escritura para ellos -que pagaba con dinero de su propio
bolsillo- pidiéndoles que copiaran libros y pagándoselos, y dando después los libros a
otros que los necesitaban.
Sus amigos nos relatan muchos gestos realizados para ayudar a los demás por este
hombre modesto y bondadoso que no pedía nada a cambio. Hacía favores porque le
parecía que eran necesarios y deseaba hacerlos, no porque quisiera que la gente se los
agradeciera. Incluso llegó a renunciar a su trabajo como organista en una de las iglesias
de París en favor de un compañero que se encontraba sin empleo.

"Pese a su ceguera, pese a su permanente escasa salud, pese a la mala voluntad de


algunas personas, que hizo que se retrasara el reconocimiento que merecía su trabajo, él
se enfrentó a la adversidad y a las decepciones acumuladas y mantuvo siempre su
carácter afable y alegre, y su fidelidad a sus amigos y a su ideal".
Jean Roblin, en su biografía _Louis Braille_.

Tres años felices

Louis sobrevivió a un fuerte ataque de tuberculosis ese año y, tras un largo período de
descanso, pareció reponerse. En 1847, el doctor Allibert opinó que su estado de salud
había mejorado lo suficiente como para volver a dar clases, y el señor Dufau le permitió
hacerlo.
¡Profesor de nuevo! Aunque estaba bastante delicado de salud y, por tanto, se cansaba
con facilidad, esos tres años fueron un período de felicidad para Louis. Impartía sus
clases con dedicación e imaginación, y continuó investigando sobre cómo usar el braille
para componer música. Ocasionalmente se marchaba unos días a Coupvray para ver a su
familia.
En ese mismo año de 1847 se ensayaron en el colegio nuevos métodos de impresión
adaptados al _braille_. En todas las esferas de la enseñanza, el _braille_ estaba
empezando a revelar sus cualidades. Los progresos realizados por aquellos que lo
utilizaban eran prueba patente de sus virtudes.

"Louis Braille fue el apóstol de la luz. Si bien es cierto que la posteridad recuerda,
sobre todo, el trabajo realizado por un hombre extraordinariamente perseverante y
metódico, con un prodigioso poder de concentración, tenemos que reconocer que no
sólo tuvo la mentalidad de un inventor, sino el alma de un santo".
Jean Roblin, en su biografía _Los dedos lectores. La vida de Louis Braille, 1809-
1852_.

Los últimos años de Louis

En el año 1850, Louis sintió que se estaba quedando sin fuerzas. Solicitó dejar la
enseñanza, pero el director le ofreció que se quedara en la Institución y que diera tan
sólo unas pocas clases de piano.
En diciembre de 1851 se dio cuenta de que se moría. Aún no había cumplido los 43
años. Coltat nos relata que sufrió varias hemorragias internas serias el 4 de diciembre.
Mientras Louis Braille yacía moribundo, fuera, en las calles de París, se levantaban
barricadas y se luchaba contra el presidente Luis Napoleón Bonaparte (*).
Otras hemorragias posteriores confinaron a Louis Braille en la cama durante el poco
tiempo que le quedó de vida. Aprovechó para poner sus asuntos en orden y dictar su
última voluntad de la manera tranquila, metódica y considerada que caracterizó toda su
vida. Dispuso que su madre recibiera una cantidad periódicamente y que los hijos de su
hermano y de sus hermanas heredaran el resto de sus bienes, salvo sus pertenencias
personales, que dejó a Coltat y que éste distribuyó entre los alumnos de Louis para que
tuvieran un recuerdo suyo.
Louis murió el 6 de enero de 1852, dos días después de su 42 cumpleaños. Lloraron su
pérdida no sólo los amigos y familiares que le conocían bien y habían recibido el
beneficio de su naturaleza honrada, cariñosa e inteligente, sino también muchos otros en
los que tanto había influido y a los que tanto había ayudado este profesor amable y
bondadoso.
Fue enterrado en Coupvray. Su cuerpo sin vida fue llevado a su pueblo natal por la
misma carretera por la que había viajado 32 años antes, cuando había acudido por vez
primera con su padre a la Institución, donde lograría realizar el trabajo de su vida.

Pero el reconocimiento de Louis Braille aún estaba por venir. Durante las tres décadas
siguientes, su nombre alcanzó la fama en el mundo entero. Se reconoció que había sido
el mayor benefactor de los ciegos, el hombre cuyo trabajo había servido para que
millones de personas ciegas lograsen alcanzar una vida más plena al poder leer, escribir,
aprender y crear, logrando de esta manera tener un lugar en la sociedad como seres
humanos, con una educación y una formación.

Pies de ilustraciones:
::En París, en el año 1848, los obreros y los estudiantes levantaron barricadas, y los
soldados de la Guardia Nacional declararon la república. Gauthier, Louis y otros
siguieron con interés el movimiento republicano. Semejante torbellino revolucionario
habría pasado inadvertido por los invidentes en otra época. Pero entonces, gracias a la
ventana abierta al mundo por Louis, con su sistema de puntos, participaron plenamente
en los acontecimientos que se desarrollaron durante aquellos turbulentos meses.
::El reloj de Louis; el cristal se puede levantar para tocar las manecillas.
::Un reloj _braille_, con el código de seis puntos de Louis.

"Sus treinta años de esforzada investigación habían hecho más por las personas ciegas
que siglos de limosnas y caridad. Pero, a pesar de ello, Braille murió con tanta sencillez
como había vivido, sin elegías, ni cantos ni alabanzas, desconocido por sus
contemporáneos".
Jean Roblin, en su biografía _Louis Braille_.

"Louis Braille murió como un ser humano pleno; aunque ciego, fue grande porque usó
su ceguera para liberar a otros seres afligidos. La actividad incansable de su mente clara
y científica, su tranquilidad y paciencia, su capacidad creativa como profesor, la gran
riqueza de su corazón empleada en los innumerables regalos secretos hechos con sus
escasos ahorros a los necesitados -tanto ciegos como videntes- son un legado que no
tiene precio".
Helen Keller, en el centenario de la muerte de Braille.

El "braille" se extiende más allá de Francia

Dos años después, en 1854, el _braille_ fue adoptado formalmente como el sistema
oficial de escritura de los ciegos en Francia.
Entonces empezó a extenderse fuera del país. Pero fue un proceso lento, ya que era
necesario que los profesores de los invidentes dejaran de lado la convicción de que sus
alumnos debían emplear un método basado en el alfabeto de los videntes. El _braille_ se
introdujo primero en la Suiza francófona, donde comenzó a ser enseñado en la década
de 1850. En 1860, la escuela suiza de ciegos de Lausana imprimió el primer libro en
_braille_ realizado fuera de Francia. Los países de habla alemana, en cambio, tardaron
40 años en adoptar el sistema de puntos de Louis.
En Inglaterra, el proceso fue especialmente lento. En este país se habían desarrollado
muchos sistemas para imprimir libros para ciegos. En la etapa comprendida desde los
primeros trabajos de Louis sobre el _braille_ hasta 10 años más tarde, en Inglaterra se
experimentó con al menos 20 métodos. Salvo unas cuantas excepciones, todos ellos se
basaron en alguna variación de las letras en relieve del alfabeto corriente.
Pero el _braille_ encontró un defensor: el doctor Thomas Armitage, fundador de la
Asociación Británica y Extranjera para la Promoción de la Educación de los Ciegos. A
éste le preocupaba la falta de homogeneidad en la enseñanza y en la impresión; era
consciente de que, cualquiera que fuera el sistema que un ciego dominara, se vería
limitado a trabajar únicamente con ese sistema, no pudiendo, además, utilizar el
material disponible en otros sistemas. A este inconveniente se sumaba otro: salvo el
_braille_, todos los demás métodos sólo servían para ser leídos o imprimidos; los
invidentes no podían escribir con ellos.
El doctor Armitage se comprometió a establecer un sistema que se usara en todos los
colegios, y fue inflexible al decir que los ciegos eran las únicas personas cualificadas
para decidir cuál debería ser. Organizó un comité formado por personas ciegas para que
evaluaran los diversos métodos disponibles y eligieran el mejor. Su elección recayó en
el _braille_. Ya en 1883, la gran mayoría de los colegios británicos para ciegos habían
adoptado este sistema.

Reconocimiento internacional

En 1878 se dio otro importante paso. Se celebró en París un congreso internacional de


naciones europeas en el que participaban Austria, Hungría, Bélgica, Dinamarca, el
Reino Unido, Francia, Alemania, los Países Bajos, Italia, Suecia y Suiza. Tras evaluar
los distintos métodos de impresión y escritura para ciegos, con la finalidad de implantar
un sistema único para el mundo entero, se votó mayoritariamente en favor del _braille_.
El único país con lengua europea que siguió empleando varios sistemas, entre ellos
variedades del alfabeto en relieve, el _braille_ original y varias formas de _braille_ muy
modificado, fue Estados Unidos. Hubo que esperar 40 años para que se impusiera
definitivamente el _braille_. En 1929 estaba ya a punto un sistema internacional de
escritura musical en _braille_. Esto habría alegrado enormemente a Louis, que había
pasado tantos años trabajando para aplicar su sistema de puntos a la música.
En 1932, los delegados de casi cien países aceptaron una forma revisada del _braille_
británico. En un período relativamente corto de tiempo, un ciego de habla inglesa pudo
escribir a cualquier otro y leer cualquier libro, periódico o revista impreso en _braille_.
En la actualidad, el _braille_ se ha extendido a los dialectos hindúes, las lenguas
árabes, el japonés, el indochino, el chino y varios dialectos africanos.

Pies de ilustraciones:
::Después de que el _braille_ se aceptara en todo el mundo en 1878, se desarrollaron
máquinas para escribir en _braille_. En este dibujo podemos ver una máquina de
_braille_ inventada por Mauler.
::Estudiantes con un globo terráqueo _braille_.

Tecnología moderna

Cuando se imprimió por vez primera en _braille_ un libro en la imprenta de la


Institución (una breve historia de Francia, impresa en 1837), sólo se hizo un modelo de
carácter que contenía los seis puntos; los propios alumnos y profesores quitaron con un
cincel los puntos que no eran necesarios para cada una de las letras, haciendo así los
caracteres para las diferentes letras del alfabeto. Después se compusieron las palabras.
Los libros eran grandes y gruesos, con hojas pegadas reverso con reverso para que los
puntos sobresalieran en cada página, igual que los libros con caracteres en relieve de
Haüy. Además, el proceso necesario para imprimir un manuscrito era lento y laborioso.

Pero ya en 1849 se imprimió utilizando estereotipos, es decir, planchas de metal que


contenían todos los símbolos en relieve de una página.
Hoy en día es posible usar ambos lados del papel, y ambos lados de la plancha de
impresión, mediante lo que se denomina _interpunteado_ (*), que consiste en situar las
líneas del reverso de la página entre las del anverso, de manera que no estén a la misma
altura.
Otro gran adelanto fue la máquina de escribir en _braille_, inventada por Frank Hall en
Estados Unidos. Se trataba de una máquina con seis teclas, una por cada punto, que
funcionaba presionando varias teclas a la vez para hacer todos los puntos de cualquier
letra con un movimiento único.
Cuando se escribe a mano con _braille_ es difícil alcanzar velocidades de más de 50 o
60 letras por minuto, pero la máquina de escribir en _braille_ permite doblar esa
velocidad con poco esfuerzo. La maquinaria para componer los caracteres de imprenta
se desarrolló siguiendo esas mismas líneas, y se expusieron modelos en la Feria de
Chicago de 1893.

Pie de ilustración:
::El _moon_, un sistema desarrollado por el doctor William Moon. Es el único de los
sistemas que competían con el _braille_ en la década de 1860, y sobrevive todavía.
Actualmente lo emplean algunas personas que se quedan ciegas cuando ya son mayores.
Como están familiarizadas con el alfabeto latino, encuentran más sencillo utilizar un
sistema como el de Moon, basado en ese mismo alfabeto simplificado, que aprender un
sistema completamente nuevo para ellos.

El "braille" en la era de los ordenadores

En un esfuerzo por ahorrar espacio y aumentar la velocidad a la que se puede leer y


escribir el _braille_, se ha desarrollado una gran variedad de abreviaturas de palabras de
uso frecuente para complementar el alfabeto _braille_ original.
Pero la transcripción de libros al _braille_ siempre ha necesitado de una persona
vidente, conocedora de este sistema.
A finales de 1950 se desarrolló en Estados Unidos una manera de imprimir en
_braille_ asistida por ordenador. Por vez primera, el _braille_ podía ser producido por
alguien que no conocía dicho sistema. Un mecanógrafo, usando un teclado corriente,
introduce el texto en el ordenador; gracias a un programa, el ordenador transcribe el
texto en _braille_. Estas máquinas cuentan ahora con el apoyo de los sistemas modernos
de tratamiento de textos, que permiten componer, modificar y corregir con mucha
mayor facilidad, velocidad y exactitud los textos, antes de proceder a grabar las
planchas metálicas.

Más recientemente se han desarrollado máquinas que pueden _leer_ electrónicamente


un texto impreso e introducirlo en el sistema de producción _braille_ asistido por
ordenador cuatro veces más rápido que cualquier mecanógrafo que tuviera que teclearlo.
Además, estos lectores ópticos no cometen los errores tipográficos que puede cometer el
hombre.
El desarrollo de los ordenadores personales ha abierto enormes posibilidades; entre
ellas, máquinas y programas que permiten que una persona ciega escriba, lea las
pruebas y haga las correcciones utilizando un teclado y una representación visual del
_braille_. Con este sistema puede también obtener una copia impresa no sólo en
_braille_, sino también en el alfabeto latino.

"Hoy en día, los mejores libros de autores modernos y también los periódicos y las
revistas se publican en _braille_ en casi todos los países del mundo. Sólo en Inglaterra
se imprimen cada año en este sistema unos 50.000 libros y medio millón de
publicaciones periódicas".
Norman Wymer, en _Los Inventores_.

Pies de ilustraciones:
::Un surafricano lee una Biblia en _braille_.
::Una niña nigeriana ciega con una cinta métrica _braille_. Según el Informe
Internacional Helen Keller, de 1987, hay 42 millones de personas ciegas en el mundo.
El _braille_ puede desarrollarse en cualquier idioma que use el alfabeto latino y no
tenga más de un acento por letra; también se puede desarrollar para la mayoría de los
alfabetos no latinos.

Uno de los héroes de Francia

Cien años después de la muerte de Louis, el sistema de seis puntos inventado por ese
chico de 13 años fue reconocido formalmente como el invento de relevancia mundial
que los ciegos hacía tiempo sabían que sería. En junio de 1952, representantes de 40
naciones se citaron ante la tumba de Louis Braille, en Coupvray, y después escoltaron
su ataúd hasta París, para recibir sepultura en el Panteón de esta ciudad, donde están
enterrados los hombres y mujeres ilustres de la nación.
Con independencia de que estuviera enterrado en el Panteón o en su pueblo de
Coupvray, no es probable que el nombre de Louis Braille caiga en el olvido. Mientras
haya personas ciegas que usen el _braille_ para compartir la herencia intelectual del
mundo y vivir como iguales junto a las personas videntes, recibiendo una educación y
logrando una independencia, tal como Louis Braille había soñado, su nombre será
recordado.
"Ya va siendo hora de que se reconozca el genio de Louis Braille en el mundo entero y
se relate la historia del divino valor y el corazón de oro con los que construyó una
escalera por la que pudieran subir esos millones de seres humanos que carecían de un
sentido...".
Helen Keller.

Pies de ilustraciones:
::Los alumnos de un colegio para ciegos aprenden a utilizar una máquina de escribir
_braille_. Algunas de estas máquinas escriben los caracteres en _braille_, y otras
escriben caracteres del alfabeto latino. La velocidad de lectura y escritura ya no es un
problema. A mano, una persona ciega puede escribir unas diez palabras en _braille_ por
minuto, pero las máquinas de escribir _braille_ pueden duplicar esa velocidad, y un
lector experimentado puede leer unas 100 palabras por minuto.
::Baraja de cartas en _braille_, con el código de seis puntos.

Fechas importantes

1771: En el mes de septiembre, Valentin Haüy ve un grupo de músicos ciegos que son
el hazmerreír de una feria. Decide abrir un colegio para ayudarlos.
1784: Se abre en París la Institución para Niños Ciegos, fundada por Haüy.
1786: Un grupo de niños ciegos de la Institución hace una demostración de lectura
mediante el tacto en la corte de Versalles. Luis XVI otorga al colegio la protección real.
1789: Estalla la Revolución Francesa. Haüy es despedido como director del colegio.
1800: Por orden de Napoleón, los niños ciegos se integran en un hospicio para
minusválidos.
1806: Haüy huye de la furia revolucionaria con Remy Fournier, uno de sus alumnos.
Se instalan en Prusia, donde fundan un colegio para ciegos.
1807: A medida que avanzan las tropas de Napoleón, Haüy y Fournier se escapan a
Rusia y abren allí otro colegio de niños ciegos.
1809: El 4 de enero nace Louis Braille en Coupvray, Francia.
1812: En el verano, Louis se queda ciego de un ojo tras sufrir un accidente. Tiene tres
años.
1813-1814: Louis pierde progresivamente la vista del otro ojo.
1814: Las tropas rusas ocupan Coupvray, tras la derrota de Napoleón. El capitán
Barbier empieza a trabajar en su sistema de _escritura nocturna_.
1815: Jacques Palluy es nombrado párroco de Coupvray. Empieza a enseñar a Louis.
Vuelve a abrir en París la Institución para Niños Ciegos.
1816: Antoine Bécheret ofrece a Louis una plaza en la escuela de Coupvray.
1819: Louis se marcha a París para ingresar en el colegio fundado por Haüy. Tiene 10
años.
1821: Barbier hace una demostración de su _escritura nocturna_ en la Institución. Los
alumnos encuentran que este sistema tiene muchas ventajas. El doctor Pignier es
nombrado director.
1824: Tras dos años de trabajo, Louis acaba su primer alfabeto de puntos en relieve,
basado en el invento de Barbier. Acaba de cumplir 15 años.
1825: Louis aprende a tocar el piano y demuestra tener un gran talento musical.
1827: Se transcribe un libro de gramática francesa al sistema de seis puntos de Louis.
1828: Louis es nombrado profesor adjunto de la Institución. Adapta su sistema para
poder escribir música. El edificio de la Institución es declarado insalubre por un grupo
de médicos.
1829: Louis publica un folleto explicando su sistema de seis puntos.
1833: Louis es nombrado organista de un colegio cercano. Continúa trabajando como
organista durante el resto de su vida.
1834: La dirección de la Institución no autoriza el empleo del alfabeto de puntos de
Braille. Él hace una demostración de su sistema en la Exposición de Industria de París.
1835: Louis padece los primeros síntomas de tuberculosis.
1837: Se inscribe e imprime el primer libro en _braille_. Fue realizado por los propios
profesores y los alumnos ciegos de la Institución.
1838: El 14 de mayo, Lamartine denuncia las condiciones sanitarias de la Institución
ante la Asamblea Nacional. Se aprueba la concesión de 1.600.000 francos para la
construcción de un nuevo edificio.
1839: Louis empieza a trabajar, con la ayuda de personas videntes, en máquinas para
imprimir en _braille_. Desarrolla la rafigrafía, utilizando puntos en relieve para formar
las letras del alfabeto latino.
1840: El doctor Pignier, director del colegio, se ve forzado a jubilarse. Su adjunto,
Dufau, le sustituye en el cargo. Manda destruir todos los libros que existían para los
ciegos e impone nuevos sistemas de lectura. Gaudet se convierte en el nuevo director
adjunto.
1841: François-Pierre Foucault inventa una máquina para escribir en rafigrafía.
1843: La salud de Louis empeora; se va a Coupvray durante seis meses. En noviembre
acaban las obras del nuevo colegio y se procede al traslado.
1844: El 22 de febrero se inaugura oficialmente el nuevo colegio. Durante los actos
organizados, los alumnos realizan una convincente demostración de _braille_.
1847: Foucault, con la colaboración de Louis Braille, inventa su máquina para escribir
en _braille_.
1848: La enfermedad de Louis se agrava. Se ve obligado a dejar su trabajo docente,
salvo unas pocas clases de música.
1851: Louis ingresa en el hospital de la Institución.
1852: El 6 de enero muere Louis Braille, a la edad de 43 años. Es enterrado en
Coupvray.
1854: El _braille_ es adoptado como el sistema oficial para los ciegos de Francia.
1878: Un congreso internacional elige el _braille_ como el mejor sistema para ciegos y
decide promoverlo en el mundo entero.
1917: El _braille_ se impone en Estados Unidos.
1929: Se adopta la escritura musical en _braille_.
1949: La India pide a la Unesco que regule el _braille_ para su uso en todos los
idiomas. Más de cien idiomas y cientos de dialectos pueden escribirse en _braille_ a
partir de entonces.
1952: Se procede a trasladar el cuerpo de Braille a París, donde recibe sepultura en el
Panteón de esta ciudad (el máximo honor para cualquier ciudadano francés).

Vocabulario

Abdicar: Ceder o renunciar a la soberanía de un pueblo; renunciar a otras dignidades o


empleos. Tras la derrota de Napoleón en la batalla de Leipzig, en octubre de 1813, el
ejército francés se encontraba agotado. A pesar de ello, Napoleón logró reorganizarlo y
lanzar una serie de ofensivas contra los aliados en el frente noreste, pero resultaron
vanas. Cuando las deserciones se multiplicaron y Napoleón se encontró solo y rodeado
por los enemigos, comprendió que no tenía más remedio que abdicar. El 6 de abril
redactó el documento de su abdicación, en el que afirmaba: "Como quiera que las
potencias enemigas han proclamado que el emperador Napoleón es el único obstáculo
para el restablecimiento de la paz en Europa, el emperador, fiel a sus juramentos,
declara que renuncia, para sí y para sus herederos, a los tronos de Francia e Italia,
porque no hay sacrificio personal alguno que no esté dispuesto a hacer en favor de
Francia". Tras su abdicación, Napoleón fue desterrado a la isla de Elba y Luis XVIII
subió al trono de Francia, iniciándose la Restauración.
Antibiótico: Sustancia química, como la penicilina, que puede destruir o inhibir el
crecimiento de microorganismos que causan enfermedades.
Cámara de Diputados: La Cámara baja del Parlamento francés.
Guarnicionero: Artesano especializado que hace todo tipo de guarniciones -correajes,
arneses, etc.- que se ponen a las caballerías para que tiren de los carruajes, para
montarlas o para cargarlas.
Interpunteado: Técnica de intercalar los puntos en relieve del sistema _braille_ del
anverso de una hoja con los puntos del reverso, de modo que no coincidan y se pueda
imprimir la hoja por ambos lados, ahorrando así papel.
Lezna: Herramienta puntiaguda con un borde estriado que se emplea para hacer
agujeros en la madera o en el cuero.
Luis Napoleón Bonaparte (1808-1873): Tercer hijo del rey de Holanda y de Hortensia
Beauharnais. Fue presidente de la II República y, al acabar su mandato, decidió imponer
su poder personal mediante un golpe de Estado el 2 de diciembre de 1851. Esto provocó
la oposición de los monárquicos y los demócratas. Se impuso el estado de sitio y unas
27.000 personas fueron detenidas. En 1852, el pueblo francés aceptó por un plebiscito la
proclamación de Luis Napoleón como emperador. Tomó el nombre de Napoleón III.
Napoleón Bonaparte (1769-1821): Nacido en Córcega, llegó al poder en 1799, tras dar
un golpe de Estado. Brillante general, conquistó la mayor parte de Europa entre 1800 y
1813. Fue derrotado definitivamente en la batalla de Waterloo (Bruselas), en 1815, y
enviado al exilio a la isla de Santa Elena, donde murió el 5 de mayo de 1821.
Palacio de Versalles: Palacio construido por Luis XIV, cerca de París.
Penicilina: Antibiótico hecho a partir de un hongo y empleado para tratar una gran
variedad de infecciones.
Prusia: Antiguo reino situado al noreste de la Alemania actual y Polonia, que se
convirtió en el país dominante de la Federación Alemana, en 1871. El rey de Prusia se
convirtió en el emperador (káiser) de Alemania.
Rafigrafía: Así denominó Braille el sistema que inventó para escribir el alfabeto latino
mediante puntos que permitieran tanto a ciegos como a videntes reconocer las letras. En
1841, François-Pierre Foucault inventó una máquina que escribía los signos en este
sistema.
Sonografía: Sistema de puntos y rayas en relieve, desarrollado por el capitán Charles
Barbier. Braille intentó perfeccionarlo, y acabó por crear su propio sistema de puntos en
relieve.
Tuberculosis: Enfermedad infecciosa causada por un germen que ataca, sobre todo, a
los pulmones. El contagio puede producirse bebiendo leche de vacas infectadas o
respirando en un ambiente polvoriento que contenga gérmenes causados por la tos de
otras personas. Estos gérmenes pueden vivir durante semanas en el polvo, la suciedad y
en los ambientes húmedos. Los mata la luz del sol. Si la gente vive en edificios oscuros,
sucios y mal acondicionados, como la antigua Institución, es mucho más vulnerable a
esta enfermedad.

¿Cómo puedes ayudar?

-Si ves por la calle a una persona ciega que necesita ayuda, acércate a ella y pregúntale
si puedes guiarla o proporcionarle información.
-Nunca empujes a un ciego para indicarle dónde se encuentra algo; ofrécele tu brazo y
camina acoplando tu paso al suyo.
-Si llevas a un ciego del brazo y tienes que subir o bajar unas escaleras, infórmale de
ello y dile cuántos peldaños tiene. Si las escaleras tienen pasamanos, pon la mano de la
persona ciega sobre él; eso le será de gran ayuda. Avísale cuando lleguéis al último
escalón.
-Ayuda a los ciegos a sentarse colocando su mano en el respaldo de la silla; lo demás
lo harán ellos. No los sientes tú directamente en un asiento que no hayan inspeccionado.
-Si hay que caminar en fila india, indícaselo al invidente colocándole el brazo con el
que lo guías justo detrás de tu espalda.
-Si te acercas a saludar a una persona ciega, infórmale de quién eres por si no reconoce
tu voz. Y cuando vayas a marcharte, díselo: puede ser muy molesto para él darse cuenta
de que está hablando a solas.
-Si vas a visitar a una persona ciega, no cambies las cosas de sitio; puede tardar horas
en volver a encontrarlas.
-Intenta hacer algo todos los días -comer, preparar una bebida, peinarte o buscar algo
en tu mesa o en tu armario- cerrando los ojos.
-Colabora con la organización de ciegos de tu ciudad. Puedes ayudar a las personas
ciegas que lo necesiten haciéndoles la compra, paseando con ellas o leyéndoles en voz
alta.
-Puedes ofrecerte a cuidar de un perro que vaya a ser adiestrado para ciegos. Estos
perros necesitan atención y cariño durante su primer año de vida, antes de comenzar su
adiestramiento.
-Recuerda que los ciegos son gente normal -sólo que no pueden ver- y trátalos como
tratarías a cualquier otra persona (excepto en las ocasiones en que necesiten ayuda,
debido a sus circunstancias peculiares).

Direcciones útiles

ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles):


Calle del Prado, nº 24
28014 Madrid

Índice alfabético

Armitage, el doctor Thomas 54-55.


Barbier, el capitán Charles 30, 32, 34, 36, 39
desarrolla la sonografía 30-31
dificultades de su sistema 32-33
empleo de su sistema en la Institución 32
encuentro con Braille 33.
Bécheret, Antoine 17, 18, 20, 46.
_Braille_ 41, 42, 43, 44, 47, 53, 54, 55, 58
demostración en la Institución Real 49-51
desarrollo 37
difusión 54-55
forma revisada 56
invención del alfabeto 37-39
máquina de escribir 57
notación musical 56
oposición 42-44, 45, 47-48
reconocimiento mundial 55-56
reconocimiento oficial 50
se adopta en Francia 54
se adopta en Inglaterra 55
tecnología moderna 56-58.

Braille, Louis
amistad con el abad Palluy 17
amistad con Gabriel Gauthier 24
aprobación de su sistema 49-51
conoce a Valentin Haüy 29-30
demostración del _braille_ 34-36
desarrolla el _braille_ 5-6,
desarrolla la rafigrafía 41
enfermedad 40-41, 45, 51-53
enterramiento en el Panteón 58
escuela en Coupvray 18-19
familia 7-8
infancia en Coupvray 7-15
ingresa en la Institución para Niños Ciegos 21-25
interés por la música 37
legado 58
muerte 54
muerte de su padre 40
nacimiento 9
pierde la vista 11-14
profesor en la Institución Real 36-37, 39-40
publica su libro 37-38
reconocimiento de su trabajo 54

reunión con el capitán Barbier


sonografía 31-34.
Coupvray 9, 17, 22, 23, 25, 40
ocupación 15-17.
Dufau director de la Institución 44
oposición al _braille_ 45, 47-48.
Fleming, Alexander 13
Foucault, François-Pierre, 41.
Gauthier, Gabriel 24, 32, 34, 45, 49.
Gaudet 48, 49, 50-51
defiende el _braille_ 48-49.
Guillié, doctor 21, 23.
Hall, Frank 57.
Haüy, Valentin 21, 28, 49
decisión de ayudar a los ciegos
despido de la Institución Real
funda un colegio para niños ciegos
libros para ciegos 25, 47, 49
visita la Institución Real 29-30.
Institución Real para Niños Ciegos 21, 25 Braille ingresa en la Institución 21

Dufau es nombrado director


emplazamiento 22-23
nuevo edificio 49
Pignier es nombrado director 29.

Interpunteado 57
Lamartine, Alphonse Marie Louis 49.
Palluy, abad Jacques 17, 20, 25,
preocupación por el futuro de Braille 20-21.
Pasteur, Louis 13.
Pignier, doctor 28, 36, 39, 40, 41, 45
defensor del _braille_ 42-43,
invita a Valentin Haüy a la Institución 29
nombrado director de la Institución Real 29
retiro forzado de la Institución

sonografía 31.
Rafigrafía 41-42.
Sonografía 30-31

mejoras realizadas por Braille


problemas 32-33
uso en la Institución Real 32.

Índice de fotografías

Museo de Arte Brigdeman: 8-9, 50-51,


Museo Picardy, Amiens 19,
Galería Nacional de Capodimonte, Naples 18,
Museo de Victoria y Albert 4, 27;
Hermanos Chevojon: 44;
Archivo fotográfico de Exley: 21,
Nick Birch, páginas 10, 12, 16 (inferior), 29, 30, 35 (todo), 42, 43 (todo), 47, 55
(todo), 57;
Archivo fotográfico Fine: 16 (superior), 22, 46;
Giraudon: 22, 52;
Archivo de Alan Hutchinson: Mauricio Harvey 58 (izquierda),
Juliet Highet 58 (derecha);
Filmes Rex Ltd.: 38, 59 (completo);
Archivo pictórico de Ann Ronan: 14, 15, 24, 25, 48, 56 (completo);
Roger-Viollet: 28, 56 (inferior);
Instituto Nacional Real para Ciegos; 6, 7, 33, 41;
Archivo fotográfico de Ciencias: Eunice Harris 59 (inferior).

Fin del libro.

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