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LA CAJA
En un pr
de Paruclord de pesar;
198
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LA CAJA DE pAND(_ipL_{ LA CA
conoryo-dijo Pandora, pensativa-. Es Hermes. Si,,_
-Le
posee un bastón§así. Me trajo hasta áquí, lo rnismo que a la caja. \-
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plemen
riosidat
me cabe duda dd,q.r. ., prr:, mí. Probablemente en.irrrrá beilos -..i- lc
tidos o juguetes para nosotros.
deshacr
rnuy posible replicó Epimeteo, alejándose
-[s -. Pero
q":.r..Yermes regrese-v rór lo oráene, ni rú ni yo renemos
he.:=
ders¡-
abierta
.1
lugana
Su
f"..b;r-+rrg*:,éi desde la llegada de la niña, Epimeteo salió s-.- ojos, p
pedirle que pañara. Pandora se quedó mirando la caja. Aunc':. ver Pa
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muy bella y tan pulida, que Pandora veía su rostro reflejado en e--. sonríe
como en un esPero.
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- sus áqgulos y bordes estaban labrados con prodigioso arte. En u::.
franja esculpida aparecían graciosas figuras aá rroñures y mujeres
se aflo
,
«
lindos niños recostados o j.gando entré flor.s y follaje. to¿o érto ,--
vef a
presentado de manera tan exquisita, que parecía combinarse en ur-: F
guirnalda de rara- belleza. Mas.." aquí o a1lá, pandora creyó ver as,_- slgulo
marse por entre el follaje caras menos hermosas. Sin embargo, al exe-
acerta
minar con más atención aquellos puntos o al tocarlos con.Id.dr,.- «
acertaba a descubrir nada extraordinario. La cara más bella se halla:.
atado
colocada en mitad de la tapa. Pero sus facciones tenían una vivaz -
caja i
traviesa expresión.
T
Ataba la caja un cordón dorado, con nudo complicadísimo. ,Iama-,
n-rodc
se anudó un cordón de modo semcjante, q,re parecia desafiar ia habi-
tro d
lidad de los dedos que intenrasen deshacerlol sin embargo, aquel = r est:
misma dificultad incitó a Pandora a examinar el nudo.
voce(
«<Creo.que comienzo a ver cómo está hecho-se dijo-:I aur
cuando 1o desate, me parece que sabré volver a hacerlo. No hay en ell-
esta
el menor riesgo. Y no tengo que abrir la caja para nada.»
e11o
sin embargo, primero probó a levantarla. Era pesada, demasiadc
pesada para las fuerzas de una niña. La levantó un-os centímetros de.
mon
suelo, por un extremo, y luego la dejó caer con fierza. Entonces crer.,-
oír agitarse algo en su interior. Aplicó el oído a sus paredes y escuchi,.
En,
¡Tras ellas sonaba una especie de murmullo ahogaáo! ¿o sería sim-
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porque-la nube negra pasaba pór delante del sol. pandora miró a, _:-
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§, terior de lacaja. De su fondo surgió un enjambre de seres alados c..- Ir
I ).
(-(
§ pasó por su lado rozándola.
En aquel instante oy6 pronerir a Epimeteo un grito de dolor. q
Pandora dejó caer la tapa. La nube obscurecía ürrto la cabaña tt
que
apenas se distinguían los objetos, pero se oía un zumbiclo desagradadle.
Al acostumbrarse sus ojos a la o6scuridad, vio una multituide seres t
horribles, con alas parecidas a las del murciélago, armados de terribles
y largos aguijones. uno de ellos era el que acaÉaba de picar a su com- t
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pañero. Poco después ella:.misma empezó a chillar. un monstruo es-
pantoso se le había colocado en la frente y le hubiera picado también l
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LA CAJA DE PAI\DORd LA(
--No, no repus,o, sollozando de nuevo
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bastante con lo ocuirido.! ¡como si no tur.i=:.
D.*rririo;h;;;;;",-.;'ñ;-r"as
lan ya por la tir.',,": tuyas \r:- salió
¡No creas que soy tr'boÉ" como para dejr:= had¿
escapar a ti también !
Epimeteo, acurrucado en un rincón habi
de ra cabaña, se tapaba m=- plan
droso los oídos para no caer en ra
tentaciór, d..r.r.hrr aquer diároq
-¡Ah!-volvió a decir la dulce voz-.yo no me parezco a es_i
seres tan feos, provistos de crial
crueles aguijones. No
maras -i9r, ya lo verás cuando
* i.rmanos ni he:- sad¿
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EJlsenA eP ol{ral I3 ue selB sIuI JeleP
-ueldsoJ sl?.rel'srTsuad oJ souau oP
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