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Beatri z García - Hui do bro

... Misterio en
el campamento
LAS VACACIONES DE SEPTIEMBFIE SON
EL MOMENTO PERFECTO PARA IRSE A LA
MONTAÑA DE CAMPAMENl'O A UN LUGAR
Beatriz García-Huldobro LO MAS ALEJADO POSIIILE DE U\
MISTERIO EN EL CIVILIZACIÓN, POR UN 1.AOO ESTÁ EL
CAMPAMENTO SITIO DE LAS C4RPAS PARA LOS
HOMBRES V A CIERTA D1$T4NCIA EL DE
LAS MUJERES.,. V EH LA SOLEDAD DE
LA$ NOCHES SE NARRAN HISTOfll4S DE
TERROR AL CALOR DE LAJ'OGATA. POCO
A POCO ESOS REI.ATOS se IRÁK Tl<ANS•
FORMANDO EN Utf ENORME Y VEROAOE•
RO MISTERIO QUE 081.IGMA A DIEGO 4
PO~ERSE al ACCION.

81.ATRIZ GAACÍA-KUU)08f10 ES CHILENA


ll'IAS Til\JLARSE EN PE0AGOGIA V
EJERCER COMO Pl'IOFESORA. DECIDIÓ
ESCfllBIA 08RAS PARANIOOS V JÓVENES
SUS Cl8f1AS HAN OB'tENIOO GfWI ÉXITO
C~i'CIAS A SUS ll<GENK)SOS AllGUMEN·
TOS CARGJ>DO$ DE: SUSPr:NSO. MISTERIO
YAVENTOAAS ENEDIClo,/ES SMTM1BIÉN
HA P\JSUCAOO "41STERIO EN LOS
PIÑONES. EN ESTA MISMA SERIE DE LA
ISBN 956-264-600-0
COLECCION EL BARCO DE VAPOlt

A PARTIR DE 9 AÑOS
Misterio en el
campamento
Beatriz García-Huidobro

ediciones 11
Misterio en el campamento
llusuaciones: Andrés Jullian F.

Dirección literaria: Sergio Tanhnuz P.

Dirección de arte: carmen Gloria Robles S.


Diagramación: M' Gabriela de la F~nte G.
Producción: Andrea Carrasco Z.

Primera edición: enero de 2009


Cuarta edición: agosto de 2011

O Beatriz García-Huidobro
O Ediciones SM Chile S.A
Coyancura 2283, oficina 203,
Providencia, Santiago de Chile.

www.ediciones-sm.cl
chile@ediciones-sm.cl

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Teléfono:600381 13 12

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ISBN: 978-956-264·600-0

lmp1esión: Maval Uda.


Rivas 530, San Joaquín, Santiago.

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l
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N()12CH
Listos para partir

Diego comprilnió la ropa recién plancha-


da, la empujó con fuerza dentro de la mochila
llena y trató de cerrarla.
-Es demasiada ropa -gru.ñó.
Sacó entonces algunas poleras, pantalones
y suéteres, los amontonó sobre la cama y por
fin el cierre pudo correr debidamente.
Su prima Sarita se asomó en ese momento.
Llevaba un mono de peluche en brazos y tras
ella, como una sombra, se arrastraba su perro
Salomón. La enfermedad crónica del animal,
que no le permitía correr y que Jo obligaba a
caminar casi reptando, no le ilnpedía mover la
cola con entusiasmo cada vez que escuchaba
la voz de su pequeña a1na y seguida adonde
quiera que fuera.

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-¿Por qué estás sacando tant.a ropa? -le ña, sin más adultos que un grupo de monito-
res expertos en sacarle el máximo provecho a
preguntó. ·
-Por eso mismo, porque es tanta. cada minuto!
-No hay canchas de tenis en el campa-
- Pero la vas a necesitar. Tu campamento
dura quince días. mento - agregó Sarita.
-Nos dejan tener solo un saco de dornür -Ya sé. Pero siempre puedo practicar el
saque y tal vez haya un muro en el que pueda
y una mochila. Si la lleno de cosas inútiles,
frontonear - dijo Pablo, para quien no existía
no puedo llevar lo que verdaderamente nece-
sito. Prefiero lavar cada día las poleras en el ningún lugar en el mundo donde no se pudie-
ra practicar deportes, especialmente tenis.
río antes que dejar acá mi microscopio, unos
- ¿Y cómo recoges las pelotas que caen por
libros ilnprescindibles, las lupas, la caja de
el precipicio? ¿Cómo?
química ...
-No se les olviden las parkas. En septiem- -Se descolgará por la pendiente, aferrado
a una cuerda que yo amarraré de una roca,
bre nunca se sabe si habrá sol o lluvia y tienen
sin saber si se sostendrá el tiempo suficiente.
que estar preparados para cualquier clima
Y cuando ya no dé más, descenderá por los
-agregó Sarita con aires de sabiduría.
Los pasos de Pablo, quien subía saltando riscos aferrándose a cada canto de las piedras,
los peldaños de tres en tres, retumbaron por tratando de no resbalar y caer al vacío oscuro
y desconocido, donde no sabe si hay... -la
la escalera y ruidosamente entró al cuarto.
voz ronca de Diego fue cortada por un grito
- ¡Se me estaba olvidando mi raqueta!
-exclamó mientras la blandía en el aire. de Sarita.
-¡Mejor que no vayan al campamento! ¡Se
-¿Tú también vas a irte sin ropa?
Pablo m.iró a su hermana menor y rió. No
sabía a qué se debía esa pregunta, pero estaba
1 pueden matar!
La abuela entró en ese momento y abrazó
a su nieta.
tan contento con la perspectiva del campa-
mento que cualquier c0111entario ·10 hada reír. t· · -¿Qué le están diciendo para hacerla
Ni Diego ni él habían tenido la oportwü- llorar?
- Nada, era solo w,a broma msignificante
dad de acampar al aire libre. ¡Y ahora estarían
durante dos semanas en medio de la n1onta- -explicó Diego.

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-Es que ella cree todo lo que uno le dice nada en borlas de colores. Es decir, vestía a la
.J.,
- agregó Pablo-. Imagínate un campamento última moda primaveral, anticipo del verano,
al borde de un precipicio. ¡Es imposible! como correspondía a w1a jovencita pretencio-
- Es en la n1ontaña y las montañas tienen sa y segura de sí misma.
precipicios -insistió Sarita, mientras Salomón -Estas vacaciones de septiembre son
lengüeteaba su mano y miraba con desaproba- perfectas -dijo mientras empujaba sin
ción a los niños. consideración las mochilas de los niños y se
-Te voy a mostrar unas fotos del campa- acomodaba tumbada boca abajo a lo largo
mento -dijo la abuela-. Ahí vas a ver que es de la cama-. Ustedes se van por su cuenta a
una enorme explanada entre cerros de lomaje corretear detrás de bichos asquerosos, a achi-
suave. Se puede caminar kilómetros y kiló- charrarse o entwnirse en carpas que se vienen
metros subiendo y bajando, sin más ayuda abajo a la menor provocación, a participar en
que la de un buen par de zapatillas. Hasta yo competencias infantiles, a encender fogatas
podría hacerlo si me bajara de los tacos. Y los con palitos, desconociendo el avance que signi-
monitores son n1uy estrictos: al que no obede- ficó la invención de los fósforos, a abalanzarse
ce las normas de seguridad, lo devuelven a hambrientos sobre un plato de tallarines que
Santiago inmediatamente. No tienes de qué parecen apetitosos pero resultan pegajosos y
preocuparte. fríos como el cochayuyo en la playa, a recoger
Cuando las dos salieron del cuarto, Pablo piedrecitas inútiles y clasificarlas en.. .
murmuró: - No lograrás hacernos enojar - interrum-
- ¡Mujeres... ! Por suerte estaremos dos pió Diego.
se1nanas sin ver a ninguna. -Yo no estoy tan seguro -masculló Pablo,
-No estoy tan seguro. El campamento de que fácil y rápidamente terminaba peleando
niñas está lo suficientemente cerca como para con su hermana mayor.
que compartamos algunas actividades con -Como sea -siguió Antonia-, mientras
ellas. ustedes se sume.rgen en la naturaleza indó-
-¡Sin nosotras se morirían! -irrumpió mita, yo estaré ni más ni menos que en una
Antonia en ese momento. Llevaba unos panta- preciosa cabaña a orillas de un lago, paseando
lones de largo indefinido y una blusa temu- en lancha, encontrándome con todo el mundo,

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comiendo kúchenes alemanes y otras cosas
exquisitas, conversando y jugando frente a
... - Veo que tienen todo preparado, pero
. quiero hacer una revisión final para estar
una chimenea... Eso es natura leza, pero natu- segura de que no se les queda nada -dijo.
ra leza domada, naturaleza civilizada. -¡Ay, tfa! Me costó tanto cerrar mi mochi-
-Eso es balneario de moda -sintetizó la. Pero llevo todo Jo necesario. Mi mamá me
Diego. mandó la ropa que faltaba por lavar y estoy
-Llámalo como quieras. No por eso deja seguro de que va el pijama, la escobilla de
de ser el mejor lugar del mundo. ¡Y a mí me dientes y una toalla, que son las cosas que a
invitaron a pasar quince días allá! ¡Y me van a uno se le podría n olvidar.
pasar a buscar en unas pocas horas más, viaja- La mamá de Diego era hermana de la
remos de noche y amaneceremos en el Sur! ¡El mainá de Pablo. Habían hablado por teléfono
precioso sur de Chi.le! varias veces en los últimos tres días. Ella, por
Antonia te1úa una cantidad incontable su trabajo, tenia que viajar bastante y en esos
de amigas con quienes hablaba por teléfono días su hijo Diego se alojaba con sus primos.
durante horas. Y cuando venían a la casa, se Esto era fabuloso para Pablo, ya que, como él
encerraban en su dormitorio, encendían el decía, estaba en desigualdad ante las mujeres
equipo de música y no dejaban entrar a nad ie, de la casa, de modo que cuando llegaba su
ni siquiera a Sarita, que compartía pieza con primo la situación se emparejaba al menos
su hermana y, legalmente, tenia derecho a numéricamente.
estar ahí cada vez que se le antojara. - Si quieres revisa la mía - dijo Pablo-. A
La mamá se asomó por la puerta. Diego, veces a mí se me olvidan cosas y se me desor-
disiinuladamente, empujó las canúsas y panta- dena todo.
lones que había sacado de la mochila hasta - ¿A veces?-preguntó sarcástica Antonia.
que cayeron por detrás de la cama, donde su La mamá abrió la mochila de Pablo, reaco-
tía no pudiera verlos. Sabía, por experiencia, modó la ropa, agregó los calcetines, chainpú,
que las n,adres nunca estaban de acuerdo con peineta y suéter que había olvidado, colo-
las decisiones de los niños, así es que era más có la raqueta y aún así el cierre corrió con
sano para ainbas partes no hacer 111ención del facilidad.
hecho y evitar una discusión. - Aprende, niño. Esa es la diferencia

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entre w,a mochila bien armada y una caótica Supongo que así tiene que ser y que es lo
---€Xplicó Antonia. ' correcto.
-Cada vez que n,e enojo, p ienso que no te - Además, Sarita se queda contigo -argu-
voy a ver durante dos semanas y me alegro mentó Pablo.
tanto ... -dijo Pablo. - Y ella sí que sabe hacer sentir su compa-
-Ojalá no pelearan el últin10 día en que ñía - agregó Antonia.
están juntos - suspiró la mamá-. Entiendo -¡Te oí! -chilló Sarita, entrando en ese
que estén felices porque tendrán unas estu- momento.
pendas vacaciones, pero yo no estoy nada - No he dicho nada de lo que piense arre-
de contenta. Es la pri1nera vez que estaremos pentirme -dijo Antonia- . Tú hablas, por
separados por tanto tiempo. Primeras vaca- expresarlo de alguna manera, en dosis excesi-
ciones en que la familia se dispersa. va; eres una sobredosis vivien te.
- Deberías núrarlo como un descanso, tía, -No entiendo lo que dijiste, pero sé que es
como un tiempo para ti misma, Piensa cuán- algo malo -refunfuñó Sil.rita,
tos cuadros lindos vas a poder pintar sin que -Te ha dicho parlanchina, sin embargo,
nosotros te interru1npamos -dijo Diego en nadie habla tanto como ella -sonrió la abuela,
su mejor tono persuasivo. quien había tenido solo dos hijas muy unidas
-Además, estas son solo las vacaciones de y hermanables entre sí, pero recordaba que
septiembre. Después viene el verano y típico era inevitable que discutieran y se lanzaran
que vamos a ir todos juntos por unos días a puUas. Ella, en cambio, había sido la menor y
la casa de Los Piñones -dijo Antonia hacien- única mujer entre nueve hermanos, y aunque
do un mohín de disgusto. La casa que tenía fue regaloneada y protegida por todos, no por
la familia en la playa le resultaba aburrida, eso dejaron de desarrollar una gran imagina-
ya que estaba en un balneario tradicional y ción para molestarla. Sabía que, por alguna
tranquilo, al que iban pocos jóvenes. Pasaba razón desconocida, los hermanos actuaban
por una etapa en la cual la belleza del paisaje, así a pesar de lo mucho que se quisieran.
la paz interior y el descanso la dejal:>an por - Pero basta ya de discusiones -continuó
completo indiferente. la abuela- . Ha llegado el momento de repar-
- Ya están grandes -suspiró la man1á-. tir unas cuantas cosillas antes de que esas

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mochilas se cierren. dulce, aquí tienen unas papitas fritas.
- ¡Bien! -exclamaron los primos: Sabían Los niños la abrazaron y le agradecieron el
que la abuela los iba a aprovisionar de varia- cargamento de golosinas, que, por abundante
das golosinas para el viaje y para sus noches que fuera, no les duraría hasta el término del
hambrientas, cuando no pudieran dormirse y campamento.
ya el estómago hubiera olvidado la reciente -Y otra cosa -dijo la abuela-. Un tarri-
comida. to de manjar y dos bolsas de mermelada por
La abuela tenía en su dormitorio un baúl si les dan solo pan con mantequilla y tienen
del cual siempre salían sorpresas. Lo abría ganas de algo más.
apenas, deslizaba subrepticiainente su mano -Ojalá que haya pan con huevos revueltos
y sacaba uno a uno los paquetes de golosinas. - aptmtó Sarita, quien vigilaba atentamente
- Veamos. Unas bo.lsas con malvaviscos las provisiones de los niños. En su interior
para asar en las noches, en la fogata. Galletas sonreía satisfecha, porque sabía que cada vez
de nata que horneé yo misma ... que la abuela le daba algo a un nieto, buscaba
- ¡Esas son las mejores! -exclamó Diego, qué ofrecerles a los otros para que nadie se
que sabía ganarse a su abuela. En realidad, quedara sin recibir algo. Por lo que suponía
ella era una pésima cocinera. No tenía pacien- que en el fondo de ese baúl había unas cuan-
cia; lanzaba los ingredientes sin medirlos con tas golosinas esperando por ella.
exactitud y los mezclaba sin dedicación, los Mientras los niños rellenaban sus mochilas
horneaba con apuro y a fuego alto y no inver- y las cerraban en forma definitiva, se pmúan
tía tiempo en decorar, porque te1úa la convic- sus parkas y recogían sus sacos de dormir,
ción de que la comida era para comerla y no llegó el papá de la oficina y los apuró para
para n1irarla. llevarlos al terminal de autobuses. Se despi-
- . , . ta1nbién galletas de las compradas, que dieron efusivamente unos de otros y Antonia
no son tan buenas pero duran bastante. Unos abrazó a su hermano y a su primo.
mazapanes artesanales que solo tienen almen- · -Para que no me echen tanto de menos
dras y azúcar, Una bolsa c;;on gomitas de diez -dijo. Y les entregó a cada cual una fotogra-
sabores. Una cajita con cuchuflíes rellenos con fía con un calendario impreso por detrás-. A
manjar. Y para cuando se hostiguen de tanto Diego le toca la imagen de un moderno !abo-

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ratorio en el que se hacen grandes d_escubri-
núentos científicos y donde seguramente hay
hartos bichos raros para analizar, y a Pablo, La llegada
una célebre escena del partido final de tenis
de no sé quiénes por no sé qué famosa copa.
Y los calendarios les sirven para saber en qué
día del año están y cuántos días de diversión
les quedan.
- Cuando hace estas cosas no sé qué
pensar -comentó Pablo, mientras veía como
su hermana se volvía un punto lejano a medi-
da que el auto en que ellos viajaban se alejaba.
- Es que en el fondo nos aprecia -sonrió
El autobús iba repleto de nitios que canta-
Diego, busca11do los anteojos que se le habían
ban y gritaban al unísono con idéntico caos,
caído entre la puerta y el asiento.
similar al existente en el depósito de los
Como el papá se había ido a dejar a los
bultos, donde habían lanzado sus mochilas y
niños, y la man1á y Anto1úa estaban arreglan-
sacos de dormir, demosh·ando de pasada un
do sus cosas antes de que la pasaran a buscar,
absoluto desapego por los bienes materiales.
la abuela habló con Sarita:
Un monitor, que alcanzó a presentarse
-Creo que solo tenemos una opción.
como Martín, viajaba a cargo del autobús. El
Vamos a recoger u.nas golosinas de mi baúl
joven, después de un par de intentos fallidos
y nos iremos al cine. No tenemos por qué
por lograr un bullicio n1zonal>le en lugar de
quedarnos viendo como todo el mundo sale
este atentado contra los decibeles, trató de
de vacaciones, excepto nosotras.
concentrarse en la lectura de un libro. No
- ¡Qué buena idea! -exclamó la niña. Y
lograba dar vuelta ni una página, ya que
después de mirarse repetidas veces en el espe-
debía recorrer cada cierto rato el pasillo para
jo y darse mutuo respaldo, salieron tomadas
evitar que abrieran las ventanas y ason1ara11
del brazo en busca de su propia diversión.
las cabezas a riesgo de decapitación, y tocar
el pito con energía para advertir de otros acci-


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dentes propios de la imaginación de más de Diego sonrió al escucharlo. Se veía que
veinte niños expectantes de aventuras; Martín era un apasionado de la geografía y
Diego se acercó a él y le preguntó: que sabría transmitirles sus inqwetudes.
-¿Es la primera vez que viajas con un Una vez que todos se repusieran del mareo,
grupo? eso sí. Por Jo sinuoso del camino empinado,
-Y la última - br.omeó sonriendo- . muchos niños se sintieron 1nal y debieron
Durante afíos, nüentras estuve en el colegio y terminar el viaje desplomados en sus asien-
en la unjversidad, fu i guía de algunos grupos. tos, con la cara lánguida apoyada contra el
Pero al recibirme de profesor de Historia, me vidrio y sumergidos en un silencio digno de
dediqué a la investigación en bibliotecas y la majestuosa cordillera de los Andes.
creo que me acostumbré al silencio más de lo El aire puro despertó a los adormilados y
necesario. se inició el desembarco de los sacos y mochi-
-¿Conoces el lugar? las. Los monitores empezaban a organizar
-Este rincón de la montafía, no. Pero he al grupo, cuando se escuchó el rugido de un
estado en muchos otros del norte y del sur. motor aproxjmándose.
¿Sabías que nuestro país es uno de los más - Es otro bus. Yo creía que no seríamos
inexplorados del mundo? Vivimos en él y más de veinticinco -dijo Pablo, empinándo-
creemos conocerlo, pero en realidad no sabe- se para ver cómo ascendía el vehículo por la
mos nada de sus pajsajes, de sus secretos, de ladera.
su gente. Chile posee tanta diversidad, pero - Deben ser las ruñas -Diego sonrió para
nosotros no la valoramos como corresponde. sus adentros al hablar, porque sabía que su
Imagínate: el desierto más seco y árido del primo reaccionaría con un grito.
mundo, una montaña majestuosa, una costa de - Pero ¡¿cómo?! ¡¿Las mujeres van a acam-
más de 4.000 kilómetros de largo, los bosques par al lado nuestro?!
nativos del sur, los lagos, la Patagonia, los fior- Otros niños dejaron caer sus bultos al escu-
dos y hie.los eternos, el territorio antártico ... Se charlo y se quedaron como hipnotizados,
debería obligar a los niños y jóvenes a conocer mirando con espanto a la veintena de niñas
su país de punta a cabo para que sepan acerca que descendían sonrientes y bu[ljciosas y
de las maravillas de nuestro territorio. los miraban con superioridad, deciilidas a

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hacerles la vida imposible. En realidad, la
mayoría de ellas también se sentía mareada y
solo estaban aliviándose de las horas de viaje,
sin intención de amenazar a nadie.
Los monitores iniciaron los saludos:
-Bienvenidos -dijo la única mujer. Era
joven, usaba pantalones cortos y unos enormes
zapatos todo terreno-. Yo me llamo Carmen
Gloria y pueden decirme Lola. Soy bióloga y
espero que les interese todo lo que se relaciona
con la naturaleza, porque tenemos mucho que
observar y que descubrir en este sector.
-Hola, yo soy Jorge - se presentó un
joven robusto y de pelo cortado al rape-. Las
actividades deportivas y de alpinismo están a
mi cargo. Vamos a realizar muchas competen-
cias. Van a tener la oportunidad de participar
en actividades emocionantes. Pero antes de
que den un solo paso, les advierto: la persona
que no respete las normas de seguridad queda
suspendida inmediatamente, y si persiste en
conductas de ese tipo, se vuelve a su casa en
ese mismo momento. Es en serio. La montaña
es maravillosa, pero debe ser respetada.
-Fíjate como miran alrededor sin impor-
tarles nada -murmuró Pablo con la vista fija
en el grupo de niñas.
-Eres un prejuicioso -respondió Diego.
Él, como hijo único, valoraba la compañía de

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otras personas sin distinguir si ernn hombres mirada sobre las cabezas de los niños y nifias,
o n1ujeres. Los primos eran cómpañeros de de modo que cada cual se sintió observado
clase en el colegio y la única desavenencia y se hizo la promesa interna de obedecer las
que tenían se producía al formar grupos de normas establecidas.
trabajo. Pablo no quería integrar a n.ifí.as en el -Ahora les explicaré cómo nos vamos a
grupo; en cambio, Diego prefería a una niña instalar. Primero que todo, van a ...
estudiosa y motivada antes que a un niño sin -Disculpe, señor Fernández, pero antes de
interés por hacer un buen trabajo. que empecemos falta que se presente el otro
El tercer monitor era un hombre de edad profesor - interrumpió una niña, señalando
mediana. Tenía la voz áspera y hablaba en un a Martín. Todos la miraron sorprendidos.
tono bajo que obligaba a mantener silencio en Llevaba unos minutos en el campamento y
torno a él. Había viajado en el autobús de las ya había hablado en público sin que nadie se
niñas, pero lucía fresco y b:anquilo, como si lo pidiera y además había te.nido la osadía de
viniera despertando de una siesta: señalarle al jefe lo que había que hacer.
- Mi nombre es Eduardo Femández. Para - Mo-ni-tor -corrigió el señor Fernández.
ustedes, soy el señor Fernández, y estoy a Su voz era un rugido.
cargo de la coordinación de los campamentos. - Como sea -siguió la niila-. Igual falta él.
Dicho de otra manera, yo seré el jefe durante La inmensa autoridad del señor Fernán-
los próximos quince días. Cualquier problema dez pareció temblar por el segundo en que se
o sugerencia debe reportarse a mí. Les aseguro quedó sin decir una palabra. En ese momento,
que van a pasar las mejores vacaciones de su el monitor dio unos pasos al frente y dijo:
vida, pero también debo recordarles que sus -Mi nombre es Martín. Los niños ya me
derechos y privilegios terminan donde e1npie- conocieron durante el viaje. Bueno, los que se
zan los derechos del otro. En pocas palabras, dieron cuenta de que yo venía acompañán-
nos respetaremos unos a otros y respetaremos dolos -miró a Diego, que era el único que le
las normas del campamento, que han sido había hablado-. Las actividades recreativas
escritas pensando en el bien común. quedan a mi cargo; sé que lo vamos a pasar
El señor Fernández blandió el papel que muy bien y no les diré nada más, ya que parte
contenía el reglamento interno y paseó su de la diversión está en la sorpresa.

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La niña sonrió con satisfacción después de de su hermano. Es decir, en silencio no había
escucharlo. Pablo la miró con c!isgusto. No le cómo distinguirlos, pero al escucharlos ya se
agradaban las niñas de ese estilo. Si el campa- sabía quién era quién.
mento femenino iba a estar junto al de ellos, -Podríamos llamarnos Los Animales
lo mínimo que esperaba era discreción. Que Muertos Vivientes - dijo Miguel-. O Los
desarrollaran sus actividades lo más lejos Lobos Asesinos de la Montaña. Haríamos un
posible y llegaran a encerrarse a sus carpas. canto fúnebre y nuestro logo sería un rostro
Verlas desde la distancia ya era demasiado. macabro o una calavera o ... ¡unos colmillos
El señor Fernández recitó siete instruccio- goteando sangre! Imagínense la música -y
nes precisas respecto del modo en que se iban emitió unos chirridos que en vez de aterrori-
a instalar en las carpas y todos los niños y zarlos los hicieron reír a todos, especialmente
niñas se pusieron en movimiento. a Manuel.
Cada una de las carpas era compartida por -O ponernos un nmnbre chistoso, como
cuatro niños. Antes de iniciar la primera cami- Los Huevos de Águila fritos 1umca revueltos
nata de reconocimiento, los grupos debían - siguió Miguel- o Los Guardianes de la
bautizar su carpa con el nombre de un anitnal, Montaña y hacer una caricatura de los super-
diseñar su logo, inventar el grito correspondien- héroes, unas éspecies de antihéroes que siem-
te y crear un canto o verso que darían a conocer pre fracasan.
por la noche, en la gran presentación grupal -Son buenas ideas -reflexionó Diego-,
Los compañeros de Pablo y Diego eran pero antes tenemos que pensar si queremos
una pareja de gemelos. Se presentaron como ser el centro de la atracción o no.
Miguel y Manuel, pero era irrelevante saber - ¿Centro de ...?-preguntó Miguel.
sus nombres, ya que eran tan idénticos que al - Es decir, que todos se fijen en nosotros.
hablar con uno no se sabía con quién se esta- Tal vez alguno de los monitores o las niñas
ba realmente conversando. Tenían las caras se burlen... Si los cuatro estamos de acuer-
pecosas y redondas, el pelo rubio y sonrisas do en que eso es lo que queremos, usemos
anchas y frecuentes. En poco rato descubrie- un nombre terrorífico o divertido -explicó
ron que era Miguel quien siempre hablaba y Diego, que no tenía ningún interés en ponerle
Manuel quien asentía y se reía con las ideas un nombre ridículo a su carpa.

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-¡Ni por nada! -exclamó Pablo-. Lo
último que quiero es que las 'ni.fías empiecen potreros. En el lado oriente se. levai1taban las
carpas de las niñas y en el poruente, las de los
con sus gritos y risas y que después se pasen
las dos semanas diciéndonos cosas. Yo voto nifios. En el centro del sector había una gran
por un nombre común y corriente. casona de madera donde estaban el comedor
Los gemelos tampoco queríai1 que las niñas y los dormitorios de los monitores. J~t~ a
ella una cocina que contrastaba con lo rustico
se burlaran de ellos, así es que deliberaron
un rato si les convenía más el nombre de un del 'enton10, ya que era blanca y reluciente.
-¡Hola! -exclan1ó una mujer corpulenta
animal en peligro de extinción que revelara su
espíritu ecológico o el nombre de un animal y enérgica que enarbolaba un cucharón ?I
saludarlos. Usaba un delantal a cuadros ro¡o
aventurero o tal vez uno feroz y temible.
Optaron por llamarse Los Cóndores, nombre y blanco y un pañuelo en la cabeza, Y, su ~oz
que a fin de cuentas representaba a un ave de era cantarina y alegre-. Yo soy Mana Y 1ªY
del que mañosee con mi comida!
montaña, una especie de cuya conservación
había que preocuparse y que además estaba La acompañaba un joven delgado que
en el escudo nacional. Rápidamente crearon apenas levantó su mirada huraña hacia los
su grito, Manuel dibujó el logo y entonaron niños y no los saludó. Estaba cortando en
una canción sencilla y melódica que acompa- trozos las papas ya peladas e indolentemente
fiarían con el golpeteo de unas piedras contra las dejaba caer en el agua hirviendo. Grandes
otras corno instrumento. ollas estaban al fuego y se sentía un olor que
anticipaba una cena sabrosa y contundente.
Conforn1es con su acuerdo, salieron de la
carpa y esperaron con unpaciencia que se Detrás de la cocina, en dos galpones parale-
diera inicio a la caminata de reconocimiento. los, se alineaban los baños. Al fondo, desven-
cijada y oscura, se veía una enonne bodega
Los grupos de niñas y los de niños se juntaron
sin ventanas, hecha de tablones de madera,
y emprendieron el recorrido tras los monitores.
en la que se almacenaban los alimentos, las
El campamento estaba montado en una
gran explanada. Alrededor, las altas monta- herramientas y otros articu1os. Un grueso
I'ias nevadas parecían encerrar el terreno, candado cruzaba el pasador y mantenía cerra-
como los setos de zarzamora en tomo a los da la puerta.
- Nos está mirando -:-dijo Pablo al oído de

28
29
r

su primo y señaló con un gesto a.la niña que


había pedido que presentaran al monitor.
-¡No te preocupes por ella y disfruta el
La primera noche
paseo! - rió Diego.
Pero Pablo mantuvo la vigilancia durante
el resto del atardecer. No podía permjtir que
una niña se les acercara demasiado y se entro-
metiera en sus asuntos.

Después de la caminata, la gran mayoría de


los estómagos rugía de hambre. Los jóvenes
ya se habían sobrepuesto a los mareos, habían
disfrutado del paseo y tenían toda su atención
dirigida a los grandes mesones.
El señor Fernández leyó en voz alta los
nombres de los niños a quienes les tocaba
servir esa noche:
- Cada día, los nifios de una carpa y las
niñas de otra carpa se harán cargo de servir,
retirar y lavar los platos. Algunas veces les
tocará atender el desayuno, otras veces el
álmuerzo y otras, la cena - hizo una pausa y,
mirando fijamente hacia el sector de los niños,
habló con más energía aún- : ¿Les pasa algo?
-Nada, nada -dijeron varias voces a coro.
A nadie le entusiasmaba la idea de ser los
,
30 31
I

primeros en servir las mesas, antes de conocer que nadie bajara el tono de voz. Finalmente,
a los demás n iños. Porque el señor Fernández se subió sobre una silla, sopló un pito que era
agregó que Jos cuatro njños y las cuatro nIDas bastante más potente que su voz, y habló:
que sirvieran deberían luego sentarse en la --Ciertamente, hoy haremos una gran foga-
misma mesa y comer juntos. Al escuchar los ta. Como ustedes saben, cada carpa presentará
nombres, se oyeron varios suspiros de alivio, su non1bre, su logo, su canto y su grito. Esto
entre ellos el de Pablo. nos tomará bastante tiempo, así es que hoy no
- Solo quiero comer. Y ahora -dijo. habrá actividades recreativas en la noche. Una
Se formó una larga fila de niños y njfías con sola advertencia: está prohibido burlarse de
sus platos en la mano para que les sirvieran los otros. Cada persona y cada grupo merece
la comida de la noche, que consistía en una nuestro respeto, ¿no les parece?
cazuela humeante. Uno de los designados Todos asintieron.
para ese turno echaba la papa, otro el choclo, -Aún así -siguió Martú1- , si llegara a
otro la carne y otros dos vertían el caldo espe- suceder que aJguien moleste a otros, debere-
so, con arroz y porotos verdes. Los demás mos tener establecida una sanción ...
encargados llevaban a las mesas las paneras, Inmeruatamente se escuchó un vocerío de
las fuentes con ensalada y los jarros con jugo niños sugiriendo castigos cada vez más feroces,
de variados sabores y colores. olvidando que la falta original no era tan grave:
Durante la comida hu bo un silencio casi -¡Dejarlos sin comer al día siguiente!
total. Solo se escuchaba el tintinear del n1etaJ -¡Mandar los a acostarse inmediatamente!
de los cubiertos contra la loza de los platos. Al -¡Dejarlos encerrados un día entero!
poco rato, con el hamb re debidamente sacia- -¡An1arrarlos a un árbol. .. !
d a, voces entusiastas empezaron a preguntar - ¡.. .Y amordazarlos!
dónde se encendería la fogata. - ¡Devolverlos a Santiago!
-¡Tienen que esperarnos a nosotros! -¡Aplicarles tortura china!
-exclamaron los ni.J"ios y Ofilas que tenían - ¡Darles latigazos!
asignado el turno de lava r los platos. Se escuchó nuevamente el pito de Martín y,
-Sí, oigan bien ..., pongan atención ... a aprovechando el momentáneo silencio, conti-
ver, escuchen -empezó a decir Martín, sin nuó diciendo:

,
32 33
-Después de sus valiosas sugerencias, -Van a ver que es mejor -sonrió Diego.
queda establecido que quienes ·se burlen o Y les empezó a explicar cómo los políticos y
molesten a otros, se irán a acostar a su carpa. otras figuras que querían qued ar en la memo-
Hubo una ligera rechifla por la indulgencia ria de su público, solicitaban presentarse al
del monitor, pero se apaciguó de inmediato final, ya que lo primero que se ve es lo prime-
cuando Diego dijo: ro que se olvida y pierde su fuerza. Y como
- Es un castigo justo. Y a cualquiera le ellos esperaban pasar inadvertidos, comenzar
podría tocar. era lo mejor.
El instinto de supervivencia de los niños y Todos los aplaudieron y, con el alivio de
niñas les hizo darse cuenta de que era mejor haber pasado ya por el temido trance, pudie-
no arriesgarse proponiendo castigos drás- ron disfrutar tranquila y alegremente de las
ticos; total, todos podían cometer una falta presentaciones de los demás.
alguna vez y nadie quería que lo devolvieran Los nombres de animales con que cada
a su casa antes de tiempo y m ucho menos que carpa se bautizó eran tan variados como sus
le dieran latigazos como había sugerido con cantos y gritos. Desde Los Indomables Pumas
tanta severidad una niña bajita y delgada. hasta Las Cuatro Gatitas Dormilonas.
Detrás de la bodega se amontonaban cien- - Ahora le toca a esa niña. Debería llam.a rse
tos de troncos y ramas. Los niños transpor- La urraca parlanchina -señaló Pablo cuando
taron los leños, armaron una gran pira y se le tocaba presentarse al gn1po en que estaba la
ubicaron en tomo a ella, formando un enorme niña que había interrumpido al guía.
círculo. Las caras se les ponían rojas con el -Veo que estás muy pendiente de esa niña
calor d el fuego y en la espalda sen tían el frío - afirmó Diego y junto con hablar, dio un
penetrante de la noche en la cordillera. salto hacia el lado para esquivar el inevitable
Diego se ofreció para que su carpa fuera la manotón de su primo.
primera en presentarse. Miguel y Manuel titu- Después de la presentación de su grupo,
bearon desconcertados, pero no dijeron nada. supieron que la niña se llamaba Cósima. Era
Pablo lo miró con angustia y un cierto rencor. alta y delgada, de facciones finas y enormes ojos
-¿Para qué qui e res que e mpecemos? pardos. Tenía el pelo castaño claro, que usaba
-murmuró mientras se levantaban y camina- en perfecto desorden, lo que armonizaba con
ban hacia el centro del círculo. su ropa holgada cayendo descuidadamente por

34 35
{

sus largos brazos y piernas. Tenía una bonita


voz y había actuado con ingenio y humor,
demostrando que era alegre y desenvuelta.
- Me cae bien -dijo Diego.
- ¡Hmpf! -bufó Pablo.
Al término de la reunión, Martín, que se
veía bastante aliviado ya que no había habido
ningún percance y los niños y niñas parecían
felices y cansados, les enseñó el himno del
campamento. Todos lo vocearon con entusias-
mo y se fueron a dormir.
- Bastante tranquilo este campamento
- rezongó Pablo mientras desenrollaba su saco
de dormir y lo acomodaba e1l el suelo-. Bailes,
cantos y poca acción. Solo falta que nos pidan
1 que recitemos poemas y hagamos dibujitos.
- No se pueden hacer actividades depor-
tivas de noche - respondió Miguel-. Pero t,e
apuesto que mañana habrá acción.
-Eso es seguro -afirmó Diego mientras
se acostaba. Sacó un cojín inflable, una linterna
de bolsillo y un libro, limpió sus anteojos y se
arrellanó para leer antes de dorm ir, como er.a
su costumbre. Los demás, apenas se deslizaron
en el interior de sus sacos, cerraron los ojos y
se quedaron profundamente dormidos. En el
silencio de la noche solo se escuchaba al viento
soplando i.rnpetuoso entre las montañas.

37
Un día muy agitado

Un estridente pito tocado a todo pulmón


despertó a los niños y niñas de las distintas
carpas.
-¡Rápido, rápido! ¡No tenemos todo el
día! -voceaba con energía Jorge a medida
que abría las carpas y las remecía sin piedad.
-El primer tumo de las duchas es para
los encargados del desayuno. Voy a decir
sus nombres y a partir de ese instante tienen
treinta segundos para estar bajo el agua
- anunció el señor Fernández. A medida que
los nombraba, ellos corrían hacia los baños
Ueva.n do en sus brazos el desordenado bulto de
ropas y toallas.
Los demás debían ordenar las carpas,
ventilar los sacos de dormir y prepararse

39
para la ducha que, como pudieron compro- Las niñas se miraron unas a otras y asintie-
bar prontamente, dejaba caer el ·agua a una ron con aprobación. Les gustaba el programa
temperatura incierta, a ratos tibia y a ratos del día y estaban impacientes por iniciar su
helada, obligándolos a enjabonarse y enjua- recorrido.
garse aceleradamente. El señor Femández aclaró:
El desayuno fue devorado con avidez por -Lo que las m ujeres hacen un dia, los
los niños y niñas. Grandes paneras, jarros de hombres lo hacen al siguiente y viceversa.
leche, cajas de cereales, panes de mantequilla Aunque cada atardecer se realizarán activida-
y frascos con mermelada desaparecieron en des recreativas compartidas.
minutos de los mesones. Solo quedaron algu- -A los niños ho y les toca alpinismo
nas migas entre los vasos y platos vacíos. - prosiguió Jorge-. Aprenderemos técnicas
Después de lavarse los dientes y reorga- para escalar la montaña, conoceremos los
nizar las carpas, cuyo orden había sido cues- equipos y las normas que, como descubrirán,
tionado severamente por el sei'ior Fernández, fueron cread as con el fin de proteger a las
los niños y niñas se reunieron para escuchar personas y darle seguridad a cada cual. Pero
expectantes las instrucciones del día. ¡basta de palabrería y que empiece la acción!
- Las niñas harán lo siguiente - explicó - Y que se vayan de una vez -murmuró
Lola-: vendrán con Martín y conmigo a reco- Pablo, mirando a las niñas que, en una bulli-
rrer senderos ocultos de la montaña. Llegare- ciosa fila, retiraban su almuerzo, su libreta y
mos hasta una hondonada donde podremos su lápiz.
examinar la flora y fauna de la zona. Luego Los niños caminaron hacia una casucha de
almorzaremos en el roquerío, emprendere- madera que el señor Femández abrió cere-
mos la marcha nuevamente y rodearemos esa moniosamente. En su interior estaban los
montaña para visitar el pueblo. Cada persona equipos, que distribuyó uno a uno. Miraban
deberá llevar, junto con la bolsa de su delicioso con desconcierto lo que recibían, sin decidirse
alm uerzo que le preparó María, la libreta de a· manipularlo antes de recibir las instruccio-
notas y el lápiz que les entregaremos en unos nes del señor Femández, que lo único que les
momentos. Así, cada cu al mantendrá un regis- pidió fue que se sentaran formando un círculo
tro de sus observaciones. ¿Alguna pregunta? y permanecieran en silencio.

40 41
- Antes de iniciar la mar.cha, quiero -¿Cuál es la diferencia entre alpinismo y
saber qué creen ustedes que vamos a hacer montañismo? - preguntó otro niño.
- preguntó el señor Femández. -El alpinismo consiste en subir montañas
- ¡Subir la montaña! de gran altura. Se divide en tres tipos: trepar,
- ¡Escalar la cumbre de un cerro! escalar en roca y escalar en hielo. El montañis-
- ¡Aprender técnicas para ser alpinistas! mo se refiere a una serie de actividades que se
-Todo eso es más o menos cierto. Pero realizan en la montaña, siendo la principal la
antes, precisemos de qué se trata el montañis- escalada de alturas.
mo, que es lo que ustedes van a practicar hoy -Es decir, son lo mismo -comentó otro
y en días siguientes. Este deporte, al principio, nil'ío.
tenía el propósito de investigar y explorar. Lo - Parecen lo mismo, pero existen reque-
realizaban científicos, geógrafos, mineros y rimientos distintos, dependiendo de lo que
otras personas que no pretendían disfrutar uno va a hacer. Por ejemplo, para trepar no se
subiendo la mon taña, sino que debían ascen- necesita nada más que un buen par de zapatos
derla con un propósito determinado. Es decir, y probablemente un bastón. Es una actividad
escalar era un medio y no uñ fiñ. que efectúa cualquier persona, de cualquier
El señor Fernández hizo una pausa y luego edad y sin entrenamiento previo. Escalar en
prosiguió: roca requiere de un determinado equipo, de
-Pero sucedió que ellos descubrieron en sólidos conocimientos técnicos en el uso de las
el ascenso a la montaña un placer impresio- cuerdas y un muy buen estado físico. Escalar
nante: la inmensidad del cielo, el aire transpa- en hielo, en cambio, supone el uso de raquetas,
rente, el silencio apenas cortado por el viento, crampones de acero, indumentaria especial y
el desafío personal de superar los obstáculos otras técnicas adecuadas al terreno.
hasta alcanzar la cima ... - Y el andinismo, entonces, ¿qué es?
-¡Fabuloso! -exclamó un niño con entu- - preguntó otro niño.
siasmo. - El andinismo son los deportes de monta-
- Así es como nació este deporte, del espí- ña practicados... a ver, ¿quién discurre qué es
ritu aventurero de... -el señor Fernández el andinismo? - sonrió Jorge.
volvió a ser interrumpido. Diego levantó la mano y dijo:

42 43
-El andinismo, como explicó el señor Jorge les señaló una cumbre cercana y todos
Femández, son los deportes ·de montaña aceleraron la marcha para llegar cuanto antes al
practicados en la cordillera de los Andes. Y lugar en el que practicarían las técnicas recién
seguramente el nombre alpinismo proviene aprendidas. Sin embargo, el tiempo pasaba y el
de escalar los Alpes. En el fondo, todo debería ca mino, que parecía recto y apenas ascendente,
llamarse montañismo. estaba lleno de subidas y bajadas, y el punto de
El señor Femández comentó que esa era llegada se mantenía a igual distancia que antes
una buena inferencia. Jorge asintió y levan- de iniciar el trayecto. Los gemelos tomaban
tó un complicado cinturón que h izo oscilar tanta agua, que vaciaron sus cantimploras y
mientras decía: se quejaban de sed y cansancio. Decían que la
- Escalar es maravilloso. Pero una agra- mochila se había vuelto pesada y sus piernas
dable experiencia deportiva puede llegar a ya no tenían la buena disposición del principio.
transformarse en una tragedia si no se hace lo -Piernas en huelga -dijo Miguel.
correcto. Por lo tanto, empezaremos por cono- Pablo los alentaba diciendo:
cer nuestro equipo. Esto es un arnés. Cada - Recuerden que las niñas mañana harán
uno de ustedes tiene un arnés en sus manos. el mismo recorrido. ¿Se imagi.nan que Jorge o
Vamos a ver cómo se regula en la cintura, en el señor Fernández les cuenten que nos está-
las perneras y cómo se asegura el anillo ventral. bamos quejando?
Los niños formaron parejas y durante una - No me importa lo que ellas piensen
hora estuvieron practicando el uso del arnés, -insistió Miguel.
de las cuerdas y piolets, según las instruc- -No es lo que ellas piensan, sino lo que
ciones y órdenes que daban los monitores. dicen. ¡Y cómo lo d icen! -precisó Pablo,
Cuando ya todos parecían expertos en el quien se estremeció imaginando las burlas de
manejo del equipo, recogieron sus mochilas, veinte niñas al unísono y aceleró el paso.
sus almuerzos, se embetunaron la cara con En ese momento bajaron una hondonada
protector sola r y emprendieron la marcha. e-iniciaron un nuevo ascenso. Las rocas eran
- ¿Hasta dónde vamos? -preguntó con ásperas y formaban ru tas impredecibles.
preocupación un niño algo gordito, que no Algunas piedras se desprendían con sus pasos
parecía tener gran entusiasmo por los deportes. y los niños se resbalaban.

,
44 45
- ¡Sin caerse! -voceaba Jorge. Sus pier- regular cuando tuvieron la certeza de que la
nas eran gruesas y fumes; se le ·marcaban los larga caminata había terminado y llegaba el
músculos, que parecían tallados en roca. Iba momento de la acción.
delante de todos y nadie lograba seguirle el -Vamos a hacer ascensos y descensos del
tranco, ni siquiera Pablo, que era el más rápi- siguiente modo -explicó Jorge-: primero
do y fuerte del grupo. dos niños suben amarrados a la cuerda que
A la retaguardia avanzaba el señor Fernán- nosotros sujetaremos. Una vez que alcancen
dez, alentando a quienes se quedaban atrás. A la cima, practicaremos el descenso. El que no
pesar de que tenía más edad, caminaba como alcanza la cima, pierde su tumo. Después,
si estuviera en un parque, con agilidad y sin vamos a almorzar y en la tarde volveremos
tropezar, tampoco necesitaba inclinar el cuer- a practicar ascenso y descenso, con la salve-
po para afirmarse. dad de que no seremos solamente el señor
Después del empinado ascenso final, llega- Fernández y yo quienes sujetemos las cuer-
ron a una explanada ante la cual se erguía un das, sino que todos deberán ejercitar también
enorme muro de piedra que parecía obra de esta parte, que es la más complicada. Veamos
albañilería n\ás que de la naturaleza, como si al\ora quién va primero...
alguien hubiera querido tallar la montaña y Hubo un griterío más o menos potente
darle un corte casi recto. Era una pared de roca hasta que se definieron las dos filas y los turnos
imposible de escalar sin equ ipo, de unos doce de participación. Subir por el mu ro cortado a
metros de altura. Por detrás se enca.ramaba la pique no era sencillo: a mitad de camino los
montaña, que podía rodearse y así acceder a lo niños perdían pie y quedaban suspendidos
alto del muro. por las cuerdas.
Los niños descubrieron que en el mu ro - Ha llegado el momento de practicar el
los instructores habían fijado unos soportes descenso - voceaba el señor Femández y
cada ciertos tramos, de modo que se podían hacía ceder la cuerda y la tensaba, de modo
amarrar las cuerdas y también sujetarse de que el niño no cayera bruscamente.
ellos al escalar. Pablo fue el primero que logró alcanzar la
-Estaba todo preparado -sonrió Miguel. cima. Después de varios intentos, otros cinco
A todos les volvió el habla y la respiración niños lograron el objetivo, pero la mayoría


46 47
no llegó a lo alto. No bastaba con conocer la
técnica; escalar requería fuerza· y flexibilidad.
El niño gordito, que se llamaba Cristóbal, Noche de historias
apenas logró subir unos metros mientras
rezongaba:
-¿Qué sentido tiene esto? ¿Para qué me
sirve? ¿Para escalar el muro si se me quedan
las llaves dentro de la casa?
Agotados después del esfuerzo, se tumba-
ron en el suelo y se devoraron el almuerzo sin
chistar. El sol alto y luminoso les resecaba la
piel a pesar de que se sentía un viento helado
y penetrante.
En la tarde, después de volver a embe-
tunarse con protector solar, continuaron la Oscureóa temprano en la montaña y el frío
práctica de ascenso y descenso por el muro. pareda escarbar entre los huesos. Después de
Todavía no eran las cinco cuando recogieron un breve descanso en las carpas y de ponerse
las cosas para volver al campamento. el máximo de ropa, caminaron hasta el come-
-No debemos dejar ni un papel: nada de dor. Esa noche los esperaba un plato gigan-
nada -insistía el señor Fernández. tesco de tallarines con salsa y carne, además
El regreso pareció más corto, y aunque esta- de ensaladas y grandes cantidades de pan
ban cansados y con las piernas y los brazos que desaparecieron en segundos. Las niñas
temblorosos, se sentían felices. también se veían cansadas, pero la comida
- No sé si las n.i ñas resistan esto -comen- los animó a todos, y mientras unos retiraban
tó Pablo con satisfacción. la mesa y lavaban los platos, el resto acarrea-
ba leños y ramas para encender una enorme
fogata.
Marti'n era el monitor que dirigía los juegos
nocturnos. Esta vez comenzó diciendo que
no se comentarían las actividades del día, de

48 • 49
modo que el grupo contrario no supiera con 1m rtc del tiempo era solo uno quien cumpüa
detalle qué harían al día siguiente. \'.Onesta labor. Esta vez le tocó a un joven ir
Les enseñó unas canciones que vocearon por primera vez a pasar las semanas en las
con relativo entusiasmo y unos juegos de ,11luras. Imagínense la soledad. Días y días
competencia entre carpas en los que partici- sin hablar, p reocupándose sólo de su caballo
paron algo desganados, ya que todos sabían y del ganado disperso entre los vaivenes de
que tarde o temprano llegaría el momento lo montaña, con el frío de la cordillera pene-
de contar historias de terror y querían vivirlo lrándole la carne, las largas noches estrella-
cuanto antes. das alargándose en el silencio del viento y el
Cuando se decretó que los campeones eran hombre a solas, fumándose un cigarrillo, con
Los Mapaches Domlilones, los vitorearon, los los pensamientos de su mente ya gastados...
llevaron en andas e inmediatamente los deja- -¿Por qué se le gastaron los pensamien-
ron caer para acomodarse en círculo e iniciar tos? -preguntó Cósima.
las esperadas historias. -Tenía que ser ella -masculló Pablo.
- ¿Quién va a comenzar? -preguntaron -Porque ya no se le ocurría qué pensar
unos niños. - siguió Lola-. Le había dado vu elta a todos
-Que cuenten una historia de la montaña sus recuerdos, desde su infancia hasta su
-corearon otros. juventud y ya no tenía cómo llenar su mente.
-¡Eso! Así es que el hombre estaba solo, fumando un
-Les voy a contar la historia del arriero cigarrillo y escuchando los silbidos del viento,
extraviado -comenzó Lola-. Esto sucedió cuando sintió un susurro que lo llamaba. Era
hace muchos años, cuando en estas montañas una voz de mujer que le decia: "Ven, ven..., acá
cruzaban los hombres arreando el ganado en estoy..., ven..., ven". El arriero empezó a buscar
busca del pasto de veranada. En las cumbres hacia un lado y hacia otro sin ver a nadie. Y
lejanas levantaban pequeñas chozas que les la voz parecia venir de un lado y al momento
servían de refugio durante las semanas en siguiente parecia veriir de otro. El joven subía
que mantenían pastando a sus reses. Aunque y bajaba, daba vueltas de acá para allá y no
a veces eran dos los hombres que transpor- encontraba nada. Y cada noche oía lo mismo.
taban y cuidaban a los animales, la mayor A veces la voz le decía: "Ven, por favor..., por

50 51
favor, ayúdame ..., necesito que me ayudes ...". pero cuando llegaba la noche y recordaba el
Y era una voz tan dulce y desesperada, que el sufrimiento de su voz, sentía que debía subir
hombre no lograba irse a dormir y pasaba las a buscarla y rescatarla del peligro. Y no podía
noches en vela recorriendo las piedras de la ya disfrutar de la compañ.ía de sus amigos ni
montaña, iluminando apenas sus pasos con la lograba tener una novia, solo pensaba en la
luz mortecina de una vela, yendo de un lado mujer de la n1ontaña. Y al año siguiente...
a otro, sin encontrar jamás a la mujer que lo -¿Esperó un año entero? Debería haber
llamaba. Y a medida que pasaban los días, más ido a buscarla inmediatamente hasta encon-
hermosa se imaginaba a la mujer y con más trarla -opinó Cósima.
desesperación la buscaba. La últin1a noche que --O simplemente olvidarse de ella -discu-
pasó en la montaña, la voz le dijo: "Vuelve..., tió Pablo.
no me dejes sola..., no dejes que me maten..., -Como sea -a Lola parecían no impor-
por favor, vuelve, vuelve". El hombre inició tarle las interrupciones-, el joven arriero
el retorno y volvió a su pueblo. Cuando estu- debió esperar un año para volver a la monta-
vo con otros arrieros y les contó lo que le ña. Llevó a sus animales y, meses más tarde, al
había pasado, se rieron de él. Le d ijeron que ver que no regresaba, otros hombres subieron
la soledad y el viento encajonado hadan oír a buscarlo. Las reses ya casi no tenían qué
cosas que no eran ciertas, que había cientos comer, sin embargo estaban más gordas que
de historias semejantes, que se olvidara de la nunca y no se habían dispersado. En la choza
mujer y que celebrara con ellos... no había vestigios de vida; solo w1a grue-
-¡Ojalá que nosotros no empecen1os a sa_ manta colgaba de la saliente de una roca
imaginar voces! -exclamó una niña. como si la hubieran puesto a secar. Los arrie•
-¡Ojaláaaaaaaaa! -susurró a su oído un ros buscaron al joven, pero no encontraron
niño y ella dio un respingo. nada. Volvieron al pueblo con los animales y
- En fin -siguió Lola-, los meses pasa- durante mucho tiempo se con1entó la extraña
ban y el joven arriero no conseguJa olvidar desaparición.
la voz de la mujer llamándolo y pidiéndole -Tal vez se cayó por un precipicio y se
ayuda. Su razón le <leda que no era posible mató -opinó un niño.
que hubiera una mujer presa en la montaña, -Podría ser -siguió Lola- , pero los arrie-

52 53
ros saben descubrir las huellas, en la montaña
y no había rastros de una caída ni estaba el
cuerpo del hombre en ningún lugar. El hecho
es que, al año siguiente de la desaparición, dos
arrieros subieron a la montaña y durmieron en
el mismo refugio. Y contaron que por las noches
se oían las risas y los cantos de amor de un
hombre y de una mujer, aunque no había nadie
en los alrededores. Y desde entonces, cada año,
se escuchan las risas y los cantos del hombre
y de la mujer y hay también voces de niños
pequeños que parecen viajar en el viento.
-Se casaron -dijo una niña.
-Tal vez él debió morir para estar junto a
ella y es una familia de puros muertos-sugi-
rió Cósima.
-O en verdad se murió, no encontraron
el cuerpo y los demás hombres oyeron voces
misteriosas porque la montaña está llena de
sonidos inexplicables que produce el encajo-
namiento del viento entre las rocas -agregó
Diego.
-¿Y por qué la manta colgaba? ¿Tal vez
porque los muertos no la necesitan? -pregun-
tó una niña.
-Tal vez se fue con la mujer a una caverna
en lo alto de la cordillera, donde no hace ni
frío ni calor, porque se está tan cerca del cielo
que las necesidades de la tierra ya no existen
-siguió otra niña.

54
ven por el dorso, es un pedazo de roca como
Varios opinaron respecto de cuál podría ser
cualquier otro. Pero observen en su interior...
la explicación, pero lentamente los bostezos
interrumpieron las palabras y Lola los mandó Les mostró una roca con forma de medio
huevo. En una de sus caras, la piedra era
a dormir.
- Es temprano todavía - reclam.a ron algu- brillante y parecía estar socavada en su interior
nos, pero dócilmente caminaron hacia sus en cientos de diminutas cavernas de cristal.
carpas. El dfa había sido fatigoso y el saco de -Es bonita -opinó Miguel.
dormir les parecía más acogedor que cual- -Si la miras con tus ojos, te parece u.n a
linda piedra. Pero si la ves con n,i lupa, que
quier otro lugar en el mundo.
Mientras se ponían el pijama al interior de entre paréntesis no es una lupa cualquiera
su carpa, Pablo comentó: sino de especial potencia, descubrirás que las
- Esa no era una historia de terror, sino la cavidades son pequeños universos de luz y
típica lústoria de a.m or. Parece que la gente, color en los que uno parece perderse...
Los niños se turnaron para mirar con la
pasada cierta edad, no puede dejar de pensar
lupa, y si bien la visión les pareció espectacu-
en romanticisn10s y cosas de esas.
lar, rápidamente se cru1saron y se acostaron.
- No era una historia de amor sino de
-Deberías apagar la linterna de una vez
misterio -dijo Diego inflru,do su cojfu, sacan-
y dormirte -munnuró Pablo segundos antes
do una piedra del bolsillo y escarbando en la
de caer en un profundo sueño.
mochila hasta encontrar su lupa.
Pero para Diego las noches no eran solo
- ¿Qué es esa roca? - preguntó Miguel.
para dormir. A esa hora se acostaba en la
-Seguro que es un fósil -intervino
Pablo. . cama a leer, analiza.r y estudiar algún te1na de
interés. Su madre se desesperaba al ver el haz
-Imposible que sea un fósil -xplicó
Diego-. Aunque hace millones de años el mar de luz por debajo de la puerta de su dormito-
cubría la tierra y las montañas y por eso aún rio y le suplicaba que se durmiera, junto con
se encuentran trilobites, nautilus y amonitas explicarle por enésima vez que era durante
en los lechos de ríos y en los cerros, estamos a el sueño que se estimulaba la horn1ona del
demasiada altura. Lo que encontré son trozos crecimiento y que los niños necesitaban a lo
de una piedra volcánica muy especial. Si la n1enos nueve horas de sueño continuo para

57
56
funcionar adecuadamente al día siguien- corno para pensar en investigar quién se esta-
te. Sin embargo, Diego parecía no necesitar ba haciendo el gracioso.
dorm ir esa cantidad de horas y persistía en su Así es que volvió a acomodar su saco, se
costumbre de recostarse y no cerrar los ojos, acostó en él y finaln1ente se quedó dormido.
aun en la montaña y habiendo hecho un enor-
me esfuerzo físico.
Tenía la sensación de caer dentro de los
laberintos de la piedra volcánica y su mirada
se perdía por los sinuosos caminos internos de
la piedra, como si hubiera un universo en la
palma de su mano. Después guardó la roca en
su mochila y se acomodó a leer un libro acerca
de piedras y fósiles. El silencio de la noche era
absoluto, el viento casi no soplaba y los niños
estaban ta n cansados que parecían no respirar.
De pron to, a lo lejos, como si proviniera
del cainparnento de las nifias, escuchó una
voz que dec1a. '·"Ven..., ven... "E ra una voz
aflautada, posiblemente de mujer. Apenas se
distinguían sus palabras, pero Diego estaba
suficientemente despierto corno para saber lo
que había oído.
Se levantó, se cubrió con el mismo saco y
salió al frío de la noche. Ni entre las carpas
de las niñas a lo lejos ni entre las de los nil'íos
akededor de la suya vio a alguien ni percibió
movimiento alguno.
Pensó que se trataba de una broma, pero
hacía demasiado frío y estaba muy oscuro

58 59
Excursión tJ,l pueblo

Al día siguiente, el señor Fernández sacu-


dió la carpa y anunció:
-Hoy les toca preparar el desayuno, tienen
treinta segundos para levantarse, veinte para
llegar al baño, cuarenta para ducharse y treinta
para vestirse. En pocas palabras, los quiero en
menos de tres minutos instalados en la cocina
obedeciendo las órdenes de doña María.
Los niños se levantaron rápidainente y
cruzaron hasta los baños. De pronto, Manuel
frenó en seco, señaló hacia una roca distante y
por pritnera vez habló antes que su hermano:
-¡Miren! Es la manta del arriero.
En un risco agudo de.l cerro colgaba una
raída manta, descolorida y gruesa, semejante
a las que usaban los hombres en la cordillera.

61
- Se le debe haber quedado a alguien yo y soy mujer, así es que no generalice, joven.
-opinó Miguel. En el grupo de njñas estaba Cósin1a, quien
-Nadie usa ese tipo de mantas -dijo 1r.111sportaba rápidamente los alimentos hacia
Pablo. l.1 mesa, pero debido al vaivén de sus pasos
-Que nosotros hayamos visto, no los jarros rebosantes dejaban una huella de
-comentó Diego-. Pero no saben1os si uno gotas de leche.
de los monitores la usa como abrigo para Una vez que todo estuvo dispuesto, espe-
dormir o si guardan algunas en la bodega o raron que llegaran los demás. La señora María
en los armarios de sus dormitorios. se afanaba en la cocina con gran dinamismo.
-O la señora María y su ayudante - acotó - ¿Necesita que la ayudemos en algo más?
Pablo mientras miraba hacia la cocina desde - preguntó una niña.
donde la mujer les hacía un gesto para que - No, gracias. Mientras ustedes desayu-
aceleraran el paso. El joven cortaba rodajas nan, nosotros prepararemos sándwiches para
de pan con energía y no levantó la vista al su paseo de hoy.
verlos llegar. Había preparado varias paneras Cósima miró al joven ayudante de cocina y
que agrupaba en el mesón del lado donde se le preguntó:
alineaban junto a los frascos con mermelada, -¿Cómo te llamas?
la mantequilla, los cereales y la leche. Él la miró con djsgusto y masculló:
- Rapidito, trasladen todo a las mesas y -Ismael.
repártanlo equitativamente, sin favorecerse a - ¿Vives por aq uí cerca, en el pueblo? ¿O
ustedes mismos -ordenó la señora María. vienes solamente cuando se arma un campa-
Los cuatro niños comenzaron por llevar mento? ¿Siempre has querido ser cocinero o
los vasos, platos y cubiertos. En ese momento este es un trabajo que haces de vez en cuan-
aparecieron las cuatro niñas que completaban do? ¿Cómo viajas desde ...?
el turno. -Pareces periodista - interrumpió Pablo.
-Las mujeres siempre llegan tarde -dijo - ¡Ahí vienen todos! -exclamó Miguel.
Pablo. - Les falta llevar los azucareros - advirtió
- No es así -lo interrumpió la señora la señora María.
María-. La primera en aparecer cada día soy Cósima no se movió por unos instantes,

62 63
esperando al menos una resp11esta de Ismael,
clición del grupo anterior y los niños y las
pero él la ignoró y prosiguió con sus labores.
ni ñas estaban ansiosos por comenzar las acti-
Los niños se sentaron ante las mesas y
vidades.
comieron a gran velocidad. Miguel miró fija-
A medida que preparaban sus cosas, Diego
n1ente a las niñas y les dijo con la voz más
le contó a Pablo lo que había escuchado antes
misteriosa que fue capaz de emitir:
de dormir.
- ¿Se han fijado que en la saliente de esa
- ¿Estás seguro? ¿No lo habrás imagina-
ladera cuelga la manta del arriero desapare-
do?
cido?
Diego miró a su primo fijamente. Ambos
- ¿¡Dónde!? --exclamaron las cuatro al
sabían que él no pertenecía al tipo de perso-
unísono. Los niños señalaron el lugar y ellas
nas que ve visiones.
suspiraron desilusionadas.
-Yo creo que alguien quiso hacer una
-Es una manta cualquiera -dijeron.
broma y no le resultó.
- Parece una 1nanta cualquiera, pero es la
Se reunieron con el resto del grupo y
del arriero. Hemos averiguado y resulta que
emprendieron la marcha. En lugar de encami-
nadje es dueño de ella 1ú la enganchó en la
narse hacia el norte como el día anterior, enfi-
roca - mintió Miguel, que estaba disfrutando
laron hacia el sur. Los senderos eran apenas
con su historia y no quería restarle un ápice
escarpados y el peso de la mochila se les hada
de emoción.
liviano. Caminaban riendo y conversando y
-Tiene que haber una explicación -dijo
se burlaban del cansancio de las niñas.
Cósima-. Las historias de misterio que se
-Si ayer llegaron desfallecientes, imagí-
cuentan en las noches nunca son ciertas. Y
nense hoy.
menos se van a transfonn ar en verdaderas.
-Este sí que es un paseo para señoritas.
- Yo pienso lo mismo -aseguró una niña
-Es increíble que la marcha sea tan dife-
sin convicción. Pero como era de día, el sol
rente a pesar de que estamos en la misma
brillaba hermosamente y el cielo estaba tan
montaña.
azul que parecía pintado con acuarela, nadie
Lola y Martín los escuchaban y no decían
se asustó y el tema decayó rápidamente.
nada. Tras una hora de caminata, llegaron
Además, les correspondía realizar la expe-
a una gran hondonada que tenía el aspecto

,
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de un valle pedregoso. Un surco de piedras se podría llamar pasto. Un lejano graznido
húmedas revelaba que por ahí bajaba un río indicaba que tal vez verían sobrevolar algún
de deshielo de montaña que hacía reverdecer pájaro en la lejanía.
pequeños montículos en torno a él. -Acomoden sus mochilas y tengan en la
-Acá nos detendremos por un buen rato mano su libreta y su lápiz. Las indicaciones
- señaló Lola-. Como ven, este sector es un son las Sigliientes...
lecho de río y, como suele suceder, donde- Sin darse cuenta, pasaron tres horas en las
quiera que llega el agua, aparece la vida. que descubrieron un maravilloso mundo entre
-¡Sin agua no hay vida! --excla1nó un las rocas húmedas. Lola llevaba un microsco-
niño. pio y una lupa de gran potencia, a través de
-Efectivamente. Toda forma de vida se los cuales observaron las pequeñas y palpi-
extú,gue sin agua. Pero en las zonas desérticas tantes fonnas de vida que se encontraban en
donde no llueve y no hay agua de río, vemos cada recodo del camino del agua. Los grupos
que surgen matorrales espinosos y que sobre- intentaron clasificar y determinar categorías
viven roedores, reptiles e insectos. ¿Cómo se para cada cual, que después comentaron y
explica eso? discutieron hasta llegar a un acuerdo general
- Por el agua subterránea -dijo Diego. de ordenamiento.
-;Muy bien! -siguió Lola-. El aglia Estaban tan entusiasmados, que no sintie-
subterránea no se ve, pero las p !antas con ron hambre hasta que Martín anunció que ya
grandes raíces como los espinos llegan hasta era hora de almorzar. Solo entonces descu-
las napas y absorben el agua que necesitan brieron la sonajera de sus estómagos y se
para vivir. Y al alero de esta vida se genera abalanzaron sobre los sándwiches, jugos y
más vida. Pero ahora no estamos en el desier- frutas que les había preparado doña María.
to, sino en la cordillera, donde hay una varie- - Ahora seguiremos la marcha hasta el
dad impresionante de seres vivos. pueblo -dijo Martín. Se oyó un quejido
Los runos miraron en torno y no vieron general; la idea de ir a un pueblo era bastante
nada que llamara su atención: unos pedrus- menos atractiva que continuar explorando la
cos cubiertos de musgo, unas ra1nas secas, naturaleza-. Y no reclamen, porque también
manchones de algo verde que con optimismo el entorno de vida que crean las personas es

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interesante. Un pueblo es de una determinada Los niños recogieron papeles, corontas de
manera no porque a un arquitecto o diseñador manzana y envases y los depositaron en los
se le haya ocurrido o porque la gente empezó mismos cartuchos en que habían traído la
a levantar muros caprichosamente. Todo tiene comida. Los echaron en sus mochilas, que
que ver con el paisaje, con las creencias, con ahora estaba n más livianas y emprendieron la
la historia del pueblo que se instala y crece marcha.
en un lugar. El entorno es clave; su geografía, El camino pedregoso era a ratos empinado
su vegetación, los animales que ahí pueden y luego caía abruptamente, pero de cualqtüer
vivir, todo eso hace que las personas tomen modo resultaba más aliviado que el del día
sus decisiones. Un pueblo no es un montón anterior. Bordearon varios cerros antes de llegar
de casas y negocios espa reídos por ahf sin a una hondonada cruzada por un río y rodea-
sentido... - prosiguió Martín entusiasmado. da de montañas. Ahí se levantaba un pueblo
Y con10 no tenía trazas de callarse, Lola lo de casas bajas, todas blancas y con puertas de
interrun1pió diplomáticamente, dando una n1adera de djferentes colores. Frente a muchas
instrucción necesaria: de ellas se apostaba una silla o banco en el
-Hay algo muy importante que debernos que se sentaba algún anciano a conversar con
tener en cuenta. Cuando exploramos la monta- su vecina. La plaza tenía grandes y hern1osos
ña, nad ie tione que enterarse que estuvimos árboles, en contraste con la aridez general del
allí. Nunca hay que dejar huellas de perma- paisaje. Frente a ella se erguía una iglesia blan-
nencia en el lugar para que otros disfruten de ca de adobe, de dos pisos, con puertas y marcos
la naturaleza intacta. Nadie necesi ta saber que de ventanas pintados de azul. En las paredes
tú estuviste allí. Por eso es que van a recoger de su interior habían pintado unos frescos que
hasta la última miga de pan. Y qué decir de mostraban el vía crucis. Las figuras religiosas
las servilletas. En la altura, w1 papel puede eran de yeso pintado, a excepción de w1a cruz
tardar más de quince años en degradarse. de madera tallada y policromada que, con10
iDejémosles la montaña tal cual la encontra- explicó Martín, era muy antigua, de la época
mos a los próximos visitantes! Ellos tienen el de la Colonia.
mismo derecho que tuvimos nosotros de reci- - Hay una beHeza especial en las cosas
birla intacta. sencillas... -agregó Martín.

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... pero hechas con amor y devoción ya oscurecía. Diego estaba pensando cómo
-<ompletó Lola, quien seguramente ya había regresarían por la montafi.a sin luz, cuando
oído el discurso del día anterior. Lola y Martín les dijeron que en lugar de
Recorrieron las calles polvorientas del retomar el camino por el que habían llegado,
pueblo, conocieron los edificios públicos, que seguirían por el sendero contrario.
eran la comisaría, la escuela, el consultorio Avanzaron durante cuatro o cinco minutos
1nédico, la estación de radio y la alcaldía. por una ladera, cuando al tomar un recodo
-En general, los pueblos pequeños son del camino, vieron las luces del campamento.
dependientes de las ciudades veciJ1as, ya que -¿Cómo? ¡El pueblo estaba al lado de las
al tener pocos habi tantes no cuentan con los carpas! ¡No dijeron nada, nos hicieron tram-
mismos servicios que una población mayor. pa! -se rieron los niños.
Veamos, ¿qué servicios echan de menos? Los monitores les advirtieron que debían
- ¡Bomberos! esperar el regreso de las 1úfias antes de comer.
-¡Notaría! Los primos busca ron en sus mochilas algu-
-¡Hospital! nas de las golosinas de la abuela y Diego se
-¡Estadio! instaló en una piedra con su lupa, un libro de
-¡Canal de televisión! consulta y las anotaciones de sus observacio-
Descubrieron que la gente del pueblo nes hechas durante el paseo. Pablo, después
comunicaba sus necesidades a las poblacio- de preguntar a todos si alguien quería patear
nes vecinas por medio de la radio y así podían y atajar penales con él en un iJnprovisado
acceder a servicios que no tenían en caso de arco y recibir unas fatigosas negativas, tomó
e1nergencia. su raqueta y se fue a frontonear en el muro
- Pero hay tiendas con ,de todo un poco: trasero de la bodega.
pan, leche, verduras... ¡hasta golosi.nas! Las niñas regresaron silenciosas y cansadas,
-observó un niño. pero con suficiente hambre como para sentar-
- Es que aunque haya poca gente, igual se a comer y adquirir así nuevas energías que
necesitan comer; por eso los negocios siempre les permitieron comentar y desmenuzar cada
existen -le respondió otro niño. paso de su expedición.
Completaron su recorrido por el pueblo y

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Nuevas historias

Esa noche se nubló y el cielo no tenía estre-


llas. El fuego debió ser más grande que el día
anterior y los monitores llevaron lámparas de
gas para iluminar los alrededores.
Despu.S.s de los juegos y competencias, les
correspondió su turno a las historias de terror.
Esta vez los monitores les ofrecieron a los
niJios que fueran ellos quienes contaran a los
demás sus historias.
El niño gordito al que no le gustaban los
deportes se presentó y comenzó:
.- Por si se les o]vidó, yo me llamo Cristóbal
y esto que les voy a contar es perfectamente
auténtico. Sucedió cerca de la casa de campo
de mis abuelos, que ha logrado sobrevivir
n1ás de cien años a pesar de los terremotos y
otras catástrofes.

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-¿Dónde está el campo? -le preguntó tener hijos la visitaban y ella les daba una
Cósin1a. hierba rara para que prepararan una infusión.
-En el sur, cerca de Chiloé. Es una casa A la gente que se l e había perdido algo le daba
de madera que siempre cn,je mucho, por lo tma especie de café que calentaban, lo bebían y
que nadie les tiene miedo a sus q uejidos. Pero en la borra que quedaba en la taza aparecía la
fuera de la casa no se sabe qué puede pasar. imagen del lugar en que estaba lo que habían
Allá llueve 1nucho durante casi todo el año, perdido. A los lújos desobed ientes que no
por eso los árboles y las plantas crecen enor- querían seguir las enseñanzas de sus padres,
mes y frondosos. Si uno se mete en un bosque, les preparaba unas varillas de incienso cuyo
las ramas están tan altas que no se ve ni el olor en las noches penetraba las mentes de los
cielo; todo parece cerrarse alrededor y uno niños. A los enfermos sin remed io les aliviaba
se pierde sin remedio. Pero la gente del lugar los dolores y les hada más llevadero el canú-
conoce bien sus bosques, los ha visto crecer y no hacia la muerte. En fin, era una especie de
sabe orientarse al interior de ellos. Pero no de curandera a la que nadie quería ni respetaba,
todos. Cerca de la casa de mis abuelos hay un pero cuando la necesitaban, se acercaban a
bosque que nadie se atreve a cruzar y la gente ella.
prefiere rodearlo y caminar mucho más antes -¿Y el hijo?
que adentrarse en él. -El lújo fue un 1úño como tantos otros,
-¿Qué pasó? absoluta1nente normal. Lo malo es qu e al
-Hace años, cuando el bosque era todavía crecer le empezaron a gustar demasiado las
de árboles jóvenes y las personas lo cruzaban fiestas y pasaba noches de parranda, yendo a
sin temor, sucedió lo siguiente: Había en el los bares y a l.o s lugares donde hubiera gente
pueblo una señora que tenía un hijo. Ella era reunida. Como era tan farrero, no terminó sus
extraña, con cara de bruja y no hablaba con estudios y ningún trabajo le duraba y vivía
nadie. Todos sabían de sus poderes especia- a costa de su mamá y sus pócimas. Según
les y la gente se le acercaba a pedirle pócimas decían, ella lo adoraba 1nás que a nadie en el
secretas para distintas cosas. mundo y la pobre vieja se pasaba las noches
-¿Como qué? en vela, tomando café y leyendo en la borra
-Por ejemplo, las mujeres que no podían dónde estaba su hijo.

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-Las mamás son así -con1entó una "Ya volverá", le decían. Y la pobre vieja mero-
niña-. Yo tengo un hermano mayor y cada deaba por el precipicio y gritaba llamándolo,
vez que él sale a bailar, mi n1amá se queda sin obtener respuesta. En su casa las lecturas
dando vueltas para esperarlo.
del café le decían que él estaba vivo, herido
-La mía hace lo mismo con mi hennana y en algún Jugar de la queb~ada. Y también que
peor, porque la va a buscar y ella reclama que cada día estaba más débil. Cuando el ¡oven
es siempre la primera en irse -agregó un niño. llevaba un par de días desaparecido, un veci-
- ¡Mi hennana dice lo mismo! -exclamó no se apiadó de ella y la acompañó a buscar-
otra niña.
lo. Como era w1 hombre mayor, no podía
Cristóbal se cruzó de brazos y preguntó: descender Jo suficiente y tampoco encontró
-¿Puedo seguir con mi historia o vamos a nada a pesar de su esfuerzo. Al cuarto día la
contar anécdotas domésticas?
vieja salió llorando de su casa y en la plaza
Los niños se rieron y le pidieron que siguie- del pueblo, donde había gran cantidad de
ra. Él no se hizo de rogar y continuó:
personas, gritó que su hijo ha~í~ muerto en
-El hecho es que una de esas madrugadas la quebrada y lanzó una maldioón: en cada
en las que ella se quedaba en vela leyendo en familia desaparecería un hijo antes de que
su taza de café, vio a su hijo cayendo por un terminara el año. Y estaban cerca de Navidad,
precipicio. Desesperada, corrió a la comisaría
con el año llegando a su fin .
a pedir ayuda, pero se burlaron de ella y le -¿Se asustó la gente?
dijeron que esperara, que no tomara tanto café -¿Y estaba muerto en verdad?
y que él regresaría como siempre. Pero el joven -Calma, calma. La gente no se asustó para
no apareció en la mañana, por lo que la vieja nada. Se burlaron de ella y por poco no la
acudió nuevamente a la policía. Un sargento
echaron a patadas. Esa ro isma noche la casa ~e
salió con ella al lugar donde presuntamente la bruja ard ió en llamas y al amanecer del d1a
estaba su hijo, husmeó un poco y le dijo que siguiente apareció el cuerpo del joven muerto
allí no había nadie. Entonces ella golpeó las en la quebrada; unos niños estaban escalan-
puertas de todas las casas del pueblo solici- do cerca y lo encontraron. El médico dijo que
tando que le ayudaran a rescatarlo, pero no había fallecido hada pocas horas, justo cuan-
hubo ninguna persona dispuesta a ayudarla. do la vieja había lanzado la n1aldición.

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-Es decir, si todos hubieran ayudado a que el perro de su hermano corría hasta un
buscado, Jo habrían encontrado vivo. tronco, se arrimaba a él y gemía desesperado.
-Así fue. A la gente le dio un poco de cargo Las familias lloraban porque habían compren-
de conc.iencia, por lo que Je pidieron al cura dido que esos árboles nuevos eran sus hijos.
que hiciera una misa y enterrara al joven en Pegaban la cara contra los troncos y escuchan-
el cementerio, y se olvidaron del asunto. Pero do su crujir, trataban de descubrir si ese árbol
al día siguiente desapareció una niña. Y al era o no su hijo perdido.
día subsiguiente desaparecieron dos niños. Y - ¡Qué pena!
después, tres. Los habitantes del pueblo esta- - Desde ese día nadie pudo cortar o
ban desesperados; encerraban a sus hijos en las quemar ni siquiera w1a ran1a. Y pasó que los
casas, pero no había caso, seguían esfu mán- árboles crecieron enormes y se arrimaban
dose. Y mientras un grupo recorría bosques, unos a otros, creándose así un bosque fron-
quebradas y mares buscando a los niños y doso y oscuro al que no se podía entrar. Y
jóvenes, otro grupo viajaba a los pueblos veci- ahora, después de tantos y tantos años, na.die
nos en busca de la vieja para pedirle perdón se adentra en el bosque porque saben que
y rogarle que alejara la maldición. Pero nada pueden desaparecer en su follaje.
lograron: ni encontrar a la vieja ni saber qué -Ahora desaparecen debido a que el
fue de los desaparecidos. Cuando llegó el últi- bosque es demasiado espeso, no por la maldi-
mo día del año, en cada familia había un hijo ción - murmuró una niña.
perdido. Fue terrible. Llegó el Año Nuevo y - No se sabe - afirmó Cristóbal.
en lugar de risas y fiestas, solo se oían llantos. -¡Ahora yo quiero contar mi historia!
En eso, una mujer dijo que escuchaba lamen- -saltó Cósima-. Se llama "El retrato del futu-
tos en el bosque. Y todos se dieron cuenta de ro" y es absoluta y completamente auténtica.
que el crujir de los árboles sonaba distinto. Se - Si tiene título, no es auténtica. Las histo-
apresuraron a recorrer con lámparas el bosque rias con nombre son películas o libros
nuevamente y se sintió el grito de un niño que ..:.rezongó un niño.
exclamó: "¡Miren, este árbol no estaba antes!" - Esta sí tiene título y es autentiquísima.
Y todos empezaron a decir: "¡Ni éste!" "¡Ni Sucedió en un balneario de esos tranquilos,
este otro!" Y una niña se desmayó cuando vio donde solo hay mar, arena y una plaza. El resto

78 79
eran cabañas de madera y calles de tierra. Un lo más extraño era que unos envejecían más
día llegó a la plaza un joven cargando cajas que otros. Aunque todos tenían en común la
de madera que abrió y de las cuales sacó w1a expresión de angustia y miedo.
silla en la que se sentó y desplegó Wl atril y Wl -Podrían haberlo roto en pedazos y olvi-
enorme letrero que decía... darse - sugirió un niño.
- ¡El retrato del futuro! - gritaron varios. -Así lo hicieron algw1os. Pero no saca-
_-No. Decía: "Se hacen retratos". La gente ban nada, porque ya estaba en su memoria
muaba con curiosidad los dibujos que ádor- la imagen de su propio rostro envejecido y
naban su atd l, porque en lugar de mostrar sufriente. Sin embargo, hubo dos jóvenes
lo~ rostros alegres de gente joven y niños, se pescadores cuyos retratos no can1biaron casi
ve1an solo personas viejas y angustiadas. Y nada. "Solo me creció el pelo", contaba risue-
aW1que lo encontraban algo extraño, poco a ño uno de ellos. "Yo me veo preocupado,
P?Cº. se acercaron a él y le pidieron que los pero cómo no voy a estarlo si me caso el mes
d1bu¡ara. El pintor realizaba excelentes retra- entrante", se burlaba el otro. Y una semana
tos; tomaba los lápices de colores y los carbon- más tarde, cuando se hicieron a la mar y los
cillos y rápidamente entregaba el rostro de la sorprendió una tormenta en la que murieron
persona que tenía al frente, tan bien hecho ahogados sin tener ti.e mpo ni de pedir auxilio,
que parecía estar vivo, mirando y sonriendo. los demás comprendieron lo que pasaba: Esos
Como además cobraba barato, se corrió la voz retratos les mostraban ahora el rostro que
y llegó gente del puerto y de otros balnea- tendrían el día de su muerte. Les dio pánico,
rios que hacían cola para posar delante del sobre todo a los que no aparecían tan viejos y
joven. Cuando estaba por terminar el verano tenían más edad. Y hacían cosas extrañas para
y muchas de las personas regresarían a sus evitar parecerse al retrato, como una mujer
casas en la ciudad, el joven pintor se esfumó. que aparecía con el pelo muy corto y se lo
Y ~se_mismo día los retratos envejecieron. Al dejó crecer hasta la cintura, pero no sacó nada
prmop10, cada cual creía que era una broma porque se enfermó, perdió el pelo y cuando
de algún familiar o de un niño travieso, pero le estaba empezando a crecer, murió. Un
cuando descubrieron que eso les había pasa- hombre se hizo un tajo en la cara y esa noche
do a todos, se sorprendieron y asustaron. Y el retrato, además de la angustia, agregó la

80 81
cicatriz. Muchos intentaron borrarlo o pintar- ya era suficiente y los mandaro~1 a dorn.1ir.
lo por encima, pero no había caso, los papeles Caminando hacia las carpas, Cósuna le d1¡0 a
parecían estar cubiertos de cera y nada los Diego: _
al teraba. Buscaron al joven por otras ciudades -Tal vez mañana aparezcan senales de
y pueblos, pero no lo encontraron. Y cada uno que las historias eran verdaderas, como hoy
debió llevar hasta el fin de sus días la imagen con el manto del arriero.
de su rostro en el momento de su muerte. -Si te cuento un secreto, ¿serás capaz de
- Es interesante e imaginativa tu histo- guardarlo?
ria, pero no es autentiquísima como dijiste -¡Claro!
-sonrió Lola. -¿Prometido?
- Por supuesto que no, pero eso se tiene -Solenmemente.
que decir antes de una historia de misterio. Si -Ninguna mujer puede guardar un secre-
no, no vale nada - comentó Diego. to. No está en sus genes, su organismo o lo
- Él ha comprendido -sentenció Cósin1a. que sea -rezongó Pablo. .
-Aunque esa historia habría sido más Diego no le hizo caso a su primo y le contó
aterrorizante si en vez de mostrarles el rostro a Cósima Jo que había escuchado la noche
del día de su muerte les hubiese dibujado el anterior. Ella no lo cuestionó preguntándole s1
momento de su muerte -agregó Diego-. estaba seguro, ni si habría estado durmiendo,
Es decir, cómo iban a morir. Si en una pelea, sino que inmediatamente aceptó los hechos
en un accidente, en un paseo. Imagínate qué como reales y decidió que esto era en verdad
terrible sería llegar a un lugar y de pronto extraño.
descubrir que es el mismo en que vas a morir. -Seguramente era un bromista.
Cósima y Diego se miraron y sonrieron, -Al que no le resultó porque todos se
sin tener en cuenta la expresión enfurruñada durmieron antes de lo que él presupuestó
de Pablo, que no veía con buenos ojos esta -añadió Cósima.
nueva amistad de su primo, y los interrumpió - Es decir, si quisiéramos hacer un perfil
diciendo: del bromista, sabríamos que es una persona
-¿A quién le toca ahora? que no se duerme a la misma hora que la
Sin embargo, los monitores estimaron que mayoría.

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- Y no necesariamente anda más cansado
o somnoliento por esto.
-No lo podríamos reconocer por sus
Cabalgata por la montaña
ojeras.
-Solo podríamos sorprenderlo en la
noche.
Al llegar a la carpa de los niños, Pablo abrió
la suya y la mantuvo abierta para que entrara
su primo y dejara de parlotear.
- Si creen que van a encontrar un misterio
en estas montañas, están más perdidos que el
arriero - les dijo.
-¡Mañana veremos si el bromista ataca de
nuevo! -se despidió Cósima, y corrió hacia el
El sonido de los cascos y los bufidos de los
sector de las niñas.
caballos, junto a la voz del señor Fernández,
los despertaron:
-¡Sorpresa! -exclam.aba a medida que
abría y remecía sin la menor delicadeza cada
una de las carpas.
Alineados junto al comedor y los dormito-
rios de los n1onitores, w1a veintena de caballos
miraba con indiferencia a los niños y niñas
que se acercaban, unos con temor, otros con
curiosidad y todos con entusiasmo. Apenas
oyeron al señor Fernández anunciando:
-Durante la mafiana, los niños cabalgarán
y las niñas tendrán una jornada deportiva.
Por la tarde, será a la inversa.
Entraron precipitadamente al comedor y se

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abalanzaron sobre el desayuno, devorándolo -¡El bromista! -exclamó Cósima.
en minutos. Los niños comentaron: - Mira, si tú te fijas bien, las personas retra-
-¿Se han fijado que aquí nadie es mafi.oso? tadas son los monitores -señaló Diego-.
-En mi casa yo no comería pan con 1nante- Este viejo con expresión de furia es el señor
quilla ni por nada. ¡Y acá lo encuentro exqui- Femández; acá está Martín: mi ra sus orejas
sito! un poco voladas, los anteojos y la cara flaca.
-A mí, si la leche no está tibia, no me la Y este de quijada cuadrada y boca enérgica es
den. Y estos días me la he tomado helada Jorge.
como piedra hasta la última gota. - Y miren qué mal hecho está el retrato
- Está visto que el hambre quita las de Lola. Definitivamente, el bromista no es
mañas. un buen dibujante -comentó Cósima con la
Cósio1a, que a pesar de ser muy delgada expresión ceñuda de una experta artista.
comía con el apetito de un pequeño caballo, -Deberíamos decirles a los monitores
se acercó a Diego y tocó su hombro. -sugirió Diego.
-¿Viste lo que había en la pared de afuera Entretanto se acercaron otros niños y
del comedor? niñas que captaron rápidamente lo que suce-
-¡No me digas que estás viendo visiones! día. Algw,os se asombraron con un poco de
¿Serán caballos? ¿O burros? - se burló Pablo. miedo, pero rápidamente se extendió la noti-
-No en este lado. Me refiero a la otra cia de que solo era una broma.
pared. - Una broma de bastante mal gusto
Diego se levantó y la siguió. Pablo también -sentenció el señor Fernández.
lo hizo, aunque con menos entusiasmo. Segu- - Yo estoy furiosa - dijo Lola. En su retra-
ramente había descubierto una florcita o una to aparecía vieja, gorda y mofletuda-. Es
piedra rnás brillante de lo normal y solo por una caricatura despiadada. E injusta. Tal vez
eso armaba tanto alboroto . llegue a ser una anciana llena de arrugas, pero
. En el tabique, colgando de astillas despren- no voy a ser gorda. ¡Ni voy a tener cachetes de
didas d~ la made~a, cuatro retratos dibujados esas dimensiones!
con lápiz se mec1an con la suave brisa de la -Al menos deberían conformarse sabien-
mañana. Cada uno mostraba a un anciano con do que todos llegarán a viejos - los consoló
cara de desesperación. Cósima.
,
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- Un momento - rugió el señor Fernán-
dez-. No quiero que nadie, absolutamente
nadie, suponga que hay algo de cierto en
esto. Primero, la historia era un cuento. Falsa,
completa y entera1nente falsa. Segundo, quien
hace este chistecito que cree gracioso, es solo
una persona con un sentido del humor retor-
cido. Lo importante es que ustedes sepan que
nada de esto es real. ¿Está claro?
Todos asintieron, en especial los niños, que
estaban expectantes. A ellos les tocaba la jorna-
da inicial con los caballos y no tenían tiempo
que perder. Además, el so.l brillando sobre la
nieve de las montañas lejanas, el cielo diáfano
y luminoso junto a la suave brisa de aire puro,
no dejaban espacio a pensamientos lúgubres.
Con poca elegancia y mucho ímpetu, los
niños montaron sus cabalgad uras. Los anima-
les se movían levemente de un lado a otro;
entretanto, los niños intentaban dominar las
riendas con relativo éxito. Solo Cristóbal no
montó.
- Les dije a mis papás que no quería venir.
Yo pretendía pasar mis vacaciones navegando
en Internet. Odio los deportes y no necesito
darme baños de naturaleza. Pero lo que más
detesto son los caballos...
Martín le ayudó a treparse a su montura. Él
seguía rezongando:

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- ...porque hacen lo que se. les antoja, sin Desmontaron y trataron de reacomodar sus
ningún respeto por la persona que tienen piernas a la posición vertical y recta de siem-
arriba. Y después me va a doler todo durante pre. Muchos niños tenían las manos enrojeci-
varios días. ¿Y esto por qué? Por esa manía das por el roce de las riendas y la pres ión que
de los humanos de sentirse superiores al ejercían sobre ellas al tratar de conducir a sus
dominar a una pobre bestia sin inteligencia ni cabal]os.
voluntad. El señor Fernández se dedicó a amarrar a los
- Piensa que ahora es el caballo el que hace animales junto a los árboles. Martín preguntó:
todo el esfuerzo y tú vas cómodamen te senta- - ¿Están todos? ¿Llegaron sanos y salvos?
do, dejándote llevar -dijo Diego. Mientras se les desentumecen las piernas, yo
- No te gastes. No habrá palabras que me voy a, ayudar al señor Fernández.
conforten en esta tragedia. Se alejó y entonces un niño preguntó:
El grupo encabezado por Martín partió - Un momento ... ¿dónde está Cristóbal?
hacia las monta.ñas escarpadas. A la retaguar- - ¿Cuál es Cristóbal?
dia iba el señor Fernández. Al d escender una - El que contó la historia de los niños que
empinada ladera, los niños se tambaleaban se convirtieron en árboles... ese un poco gordo
sobre sus monturas y debían pr-esionarlas con que rezongaba por los caballos ...
los muslos para no resbalar y caer. Al llegar a - ¡Vamos a decirles a los monitores! ¡Tal
un terreno plano, se sintió el galope retrasado vez se cayó más atrás y está mallierid o!
del señor Fernández. Se acercó a Martín, le - .Es raro, porque el señor Fernández venía
susurró algo al oído e inició las explicaciones siempre al final y lo h abría visto.
básicas necesarias para montar adecuada- Los niños estaban alarmados, aunque no
mente en la n,ontaña. querían aparentarlo. Por la mafi.ana habían
Anduvieron arriba y abajo por los cerros, descubierto los retratos de los monitores y
siempre aI paso, por los caminos agrestes y ahora desaparecía un niño, tal vez el primero
silenciosos. Tras un par de horas, llegaron a entre muchos, al igual que en la historia del
un terreno plano cubierto de húmedas piedras bosque.
de río. A lo lejos se veían unos árboles añosos De pronto, w,o de ellos dijo:
y ralos. - Esperen... a lo mejor Cristóbal es el

91
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bromista y ahora se escondió para que crea- Uno de ellos había desaparecido inexplicable-
mos que su historia se está cumpliendo. mente a vista y paciencia de todos.
-Y se va a reír de nosotros cuando vea que Martín se echó a reír y les explicó que
estamos preocupados. el niño se resistió a la cabalgata y el señor
-Pero... ¿y si le pasó algo y nosotros no Fernández lo llevó de vuelta al campamento.
hacemos nada por buscarlo? -¡Por eso usted venía galopando! - le dijo
-Podría estar necesitando nuestra ayuda Diego al señor Femández.
urgentemente mientras nosotros hablamos. Martín les contó la historia acerca de la
-Yo encuentro raro que las historias se expedición de los patriotas por el paso llama-
estén cumpliendo, aunque sea de broma. do Los Libertadores en recuerdo a su gesta,
- Te apuesto que vamos a sorprender al y pronto volvieron a montar para regresar al
bromista en cualquier momento. campamento.
-Pero no podemos creer que necesaria- Los cascos de los caballos resonaban contra
mente sea Cristóbal. También puede ser una las piedras del camino. Los niños ya se sentían
coincidencia. más seguros y disfrutaban de la cabalgata.
- Los retratos no eran casuales. Al llegar al campamento, las niñas los
- . Y probablemente la manta tampoco. esperaban expectantes.
Fm~ente, acordaron preguntar por Cris- -¡Ahora nos toca a nosotras! -gritaban.
tóbal sm darle mucha importancia, de modo -Primero, los animales necesitan descan-
que si él estaba escondido no se burlara, y si sar... -empezó Martín.
algo le había sucedido, los monitores pudie- -¡ Y nosotros, almorzar! -vocearon varios
ran reaccionar a tiempo. niños hambrientos.
Se acercaron al aparcadero y dijeron: Ese día la señora María les había preparado
-Estamos listos, con los músculos reno- pollo con papas que devoraron con tal rapidez
vados para el regreso. El único que falta es que fue necesario llevar doble ración de pan
Cristóbal. y de tomates para que se sintieran realmente
-¿Cómo? ¿No está? -preguntó alarmado satisfechos.
Martín. Cristóbal se rió al escuchar que algunos lo
Los niños se miraron con preocupación. creyeron desaparecido.

92 93
-Yo verúa a la cola. El caballo se negaba ña eran tan diferentes a los de ellos. Algunos
a andar y yo a hacer algo porque anduviera. estaban pensando pedirles a sus padres que
Estábamos de perfecto acuerdo, inmóviles en en el verano hicieran la travesía por el Paso
medio de la cordillera. El señor Femández Los Libertadores, recordando la hazaña de los
dijo que no resistía un segundo más mis reda- patriotas de la Independencia.
mos ni que me estuviera quedando siempre - Esa sería la ant ivacación. ¿Para qué
atrás y que no podía estar tirando las riendas quiero comprobar empíricamente que la
de mi pacífico caballo cada tres metros. No sé montaña es mucho más extensa y difícil de
qué esperaba, si los caballos no tienen el más cruzar de lo que parece a primera vista?
mínimo interés en avanzar hacia los preci- ¿Para qué revivir una jornada de días~ días
picios, moliéndose las pezuñas o lo que sea de sacri ficio si no hay a lo menos la inde-
que tienen en las patas. Como sea, me ofreció pendencia de un país como recompensa?
volver a las carpas y acá me explotaron toda Porque los soldados tenían ese estímulo.
la mañana en la cocina. Soy la Cenicienta de La independencia, la libertad, crear u~a
los Andes. República. Toda una mística. En cambio,
- ¡Preferiste perderte la cabalgata y ¿cuál sería el mío? ¿Masticar un pedazo de
quedarte cocinando! --exclamó Pablo con dlarqui al atardecer? -sel)tenció Cristóbal.
admiración ante tanta rareza. Las niñas partieron en los caballos y a los
-Habría preferido cualquier cosa antes niños les correspondió una tarde deportiva.
que seguir en esa montura gorda y hedionda. Hubo competencias de carreras, vóleibol
Y me gustaría que los monitores tuvieran la y fútbol, y en todas ellas Pablo resultó el
amabilidad de n1ostrarnos con anticipación campeón indiscutido. Luego, Jorge~ ~ola les
qué otra sorpresa de este tipo tienen p lanea- hicieron un cwso de primeros auX1hos que
da, porque yo no estoy dispuesto a desafiar practicaron en parejas. . .
la naturaleza. No soy un cóndor ni nada que -Por fin algo civilizado -suspiró Cristó-
se le parezca. Soy solo un ratón de ciudad, un bal enjugándose el sudor.
mouse del computador.
A los niños les divertía escudlar a Cristó-
bal, cuyos sentimientos respecto de la monta-

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Viento cordillerano

Por la noche, al ir a comer, empezó a soplar


un fuerte viento helado y el cielo se pobló de
nubes oscuras y amenazantes.
-Va a llover -dijo Pablo en la cocina,
cumpliendo con su nuevo turno de servir la
comida.
-No - afirmó Ismael.
-Pero sopla viento, hay nubes ...
-Si él te dice que no lloverá, es porque no
caerá ni una gota -dijo la señora María, que
tenía fe ciega en la capacidad de su ayudante
para ¡pronosticar el tiempo.
Al reunirse en torno a la fogata hacía tanto
frío que los niños debieron llevar sus sacos de
dormir y sentarse dentro de ellos. El viento
sonaba como una sirena distante y avanzaba

97
impetuoso entre la cima de una montaña y fiebre unos días, te recetan un medican1ento
otra. adecuado, te quedas en cama unas semanas y
La primera historia de la noche la contó se acabó. El cólera comenzaba con una diarrea
Martín: fulminante, en dos o tres días la gente moría
- Esta es la historia de la sepulturera. Los retorciéndose de dolor. La peste bubónica o
hechos ocurrieron en un pueblo cercano a este. peste negra la transmitían los ratones, que
O quizás fue en este mismo lugar, pero como eran animales casi imposibles de extinguir
la historia ha sido contada de generación en y que estaban en las despensas de todas las
generación, de boca en boca, nadie recuerda casas. Entonces no existían los refrigeradores
el lugar exacto en que aconteció. Hace ya ni las conservas, por lo que los aUmentos se
muchísimos años, cuando aún no se descu- ordenaban en despensas adonde los ratones
bría la penicilina ni muchos otros remedios llegaban tarde o temprano buscando alimen-
que ahora se compran fácilmente en cualquier to. Enfermedades como el sarampión y la
farmacia, las poblaciones eran asoladas por viruela, que ahora ya no existen porque te
terribles enfermedades. La gente hu ía a luga- vacunan al nacer, en esos tiempos eran plagas
res lejanos para distanciarse de las plagas. En temibles.
las ciudades, los muertos se amontonaban y Los niños se miraron unos a otros con
eran quen1ados, sin sepultura, sin misa; las alivio. ¡Por suerte ese período tan terrible ya
famiUas apenas tenían tiempo para llorar a había pasado!
sus parientes fallecidos cuando ya estaban - Sucedió que en una ciudad, después de
enfrentándose a otra muerte y, a veces, a la un año intensamente lluvioso, se desbordó el
propia. río e inund ó las riberas. El río llevaba agua,
- ¿Qué enfermedades contraían? tierra y piedras, de modo que cuando el tiem-
- Peste bubónica, cólera, tifus ... po mejoró y el sol evaporó el agua, los jardines
-¡A mi me dio tifus! -saltó una niña. y los pisos de las casas quedaron cubiertos
- En esa época, cuando alguien se enfer- de un barro pegajoso y sucio. Las paredes se
maba de tifus, lo más probable era que murie- humedecieron y cubrieron de hongos, los
ra y que contagiara a algunos en su familia, niños tosían sin cesar y los ancianos tenían los
que también morían. Ahora, en canlbio, tienes músculos agarrotados y los pulmones careo-

98 99
midos. En medio de tanta humedad y n1ugre, sus casas y sus recuerdos permanecían en la
se desató la más horrible epidemia de cólera. ciudad, no se atrevían a bajar nuevamente.
Cada día morían veinte o treinta personas, Entre ellos estaba una anciana que perdió a
de todas las edades, de todas las condicio- todos sus seres queridos y quedó completa-
nes. Los médicos no pudieron hacer nada mente sola. Y aunque no había nadie que no
más que decirle a la gente que huyera de la tuviera que lamentar a lo menos la muerte de
ciudad infectada, que se alejara. Ellos mismos algún pariente, todos la compadecían porque
también se fueron y la ciudad quedó desolada. su situación era la peor. Cada mañana, apenas
Las personas se dispersaron. Unos marcharon salia el sol, ella descendía la montaña sin que
hacia otras ciudades, otros se dirigieron a los se supiera adónde iba. Al caer la noche, la
campos y los niños huérfanos partieron en anciana regresaba cansada y hambrienta. Los
busca de fanliliares lejanos. vecinos la invitaban a com partir su alimento
-¿Y qué hadan con sus cosas?-preguntó y no bien había comido, se dormía profun-
un niño. damente. Así fue durante algunos meses,
- Las dejaban. Se llevaban lo más valioso y hasta que llegó el verano y los habitantes de
necesario, cerraban las puertas con llave y se la ciudad comprendieron que ya no era nece-
resignaban a perderlo todo. Porque el saqueo sario mantenerse lejos de sus casas. Como la
era inevitable en una ciudad abatida. e pidemia pasó y ya no había más casos de
-Pero los que robaban se podían infectar contagio, los sobrevivientes quisieron retomar
-dijo un niño. sus vidas. Y justo el día previo al regreso...
- Ahora se pueden ir presos y roban igual. -¡Volvió la plaga! -aventuró un niño.
Nada los detiene - señaló una niña. -No. Ese día falleció la anciana - aclaró
-En fin - siguió Martín-. Un grupo que Martín.
no tenía a dónde ir y no quería alejarse tanto - ¿De qué se murió? -preguntó una niña.
de la ciudad, formó una caravana y caminó - Nadie supo de qué. Sencillamente no
hacia las montañas. Junto al borde de un río despertó esa mañana. La gente tenía muchas
levantaron un campamento y se instalaron cosas que transportar, y llevar el cuerpo de la
con el ánimo de quedarse unos meses hasta anciana era un problema, así es que la ente-
que desapareciera la plaga. A pesar de que rraron en la montaña, señalaron su tumba con

,
100 101
unas piedras y regresaron a la ciudad. Nadie madera con el nacimiento de Jesús tallado
más había retornado aún, y para sorpresa de en ella y un ánfora de cerámica en la que
todos, en el silencio del atardecer de la ciudad sorprendentemente las flores no se marchita-
despoblada sintieron una música, aspiraron ban durante sen1anas.
el aroma de las flores y vieron las guirnal- -Es una historia triste -suspiró una
das de colores. A la entrada del cementerio niña.
había trenzas de papeles de colores y adornos -¡Yo conozco una! -dijo Miguel-. Y no
y todas las tumbas tenían flores. De varias es triste. Tampoco es alegre. Es de terror puro.
cajitas de música salían melodías que acom- Los niños y niñas se reacomodaron en sus
pañaban a los muertos y en la cabecera de sacos y se prepararon para escucharlo.
cada tumba, alguien había escrito un breve -Una tarde como cualquiera otra, la mamá
epitafio, decorado con una figura religiosa de Ana le pidió que...
u otro objeto hermoso que perteneciera a la -¿Quién era Ana?
familia de la persona fallecida. La gente llora- - Una ni.fía de siete años, una niña común
ba de emoción; ellos habían abandonado a y corriente, que vivía con sus padres, también
sus muertos, solo a algunos los enterraron y comunes y corrientes, en una casa como cual-
a los demás los habían quemado en una pira. quier casa, en un barrio normal de una ciudad
-Era la anciana, seguramente -murmuró normal. En realidad, se habían mudado
una niña. recientemente a la casa normal, aunque antes
- Así fue. Ella había caminado cada maña- vivían en otra semejante. Entonces, como iba
na hasta su pueblo, y a pesar del cansancio, la diciendo, la mamá de Ana le pidió que fuera a
pena y la soledad, le había dado un último y la casa de la vecina a pedirle un poco de hari-
digno hogar a los cuerpos de los muertos. na que necesitaba, ya que el almacén cercano
-Y a ella la abandonaron en la montaña estaba cerrado. Ella no podía ir porque recién
-suspiró una niña. había nacido el herma1úto de Ana y tenía que
- Pero no por mucho tiempo. La gente, quedarse cuidándolo. A Ana no le gustaba ir
agradecida y conmovida, la rescató de la a esa casa en la que había un perro negro que,
montaña y en su tumba pusieron la imagen aunque no ladraba, miraba a la gente de un
más bella de la iglesia: una enorme cruz de modo amenazante y silencioso que asustaba

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más que los rugidos de una fiera. Ana tocó
el timbre y esperó en la vereda, mientras el
perro neg:ro la miraba recostado en el medio
del camino de entrada a la casa. Se abrió la
puerta de calle y se asomó la vecina, quien
la invitó a entrar. Ella no se atrevía por el
perro, pero la señora la calmó diciéndole que
no tuviera cuidado, que no le haría nada en
tanto ella estuviera ahí. Dentro de la casa, la
mujer le pidió que esperara mientras busca-
ba una bolsa en la que vaciar la harina. Ana
se quedó sola en el recibidor que estaba en
penumbras, pero vio que a lo lejos, en un
estante, se alineaban las fotos de nil'\os y niñas
de difereJ1tes edades. De pronto, se prendió
una luz a sus espaldas que iluminó de lleno
las fotografías ...
Miguel hizo una pausa para respirar y
continuó:
- ... y entonces descubrió que todos ellos,
siendo muy d iferentes entre sí, te1úan los ojos
grandes y negros, semejantes a los del perro
de la vecina. "¿Te gusta mi colección?", le
preguntó la mujer. Ana dio un salto y le pidió
perdón por estar husmeando y se acercó a la
puerta de salida. La mujer siguió hablando:
"Todos estos niños estaban malditos y yo salvé
a la humanidad de ellos. Pero no hay caso.
Muchos se me escapan y se crían en distintos

, 105
lugares y cuando llegan a ser adultos hacen batía sus alas amenazante. Ana escuchó a la
más daño del que nadie se puede imaginar". señora y se mordió la lengua para no gritarle
1 Le contó que su perro los reconocía desde lejos que estaba loca y que era una asesina, si es
Y luego ella los seguía hasta comprobar que que lo que contaba era cierto. "Debes temerles
eran predestinados. Entonces los eliminaba. a esos nifíos, están malditos y cuando crecen
Ana murm.uró que eso estaba muy mal, que no llegan a ser perversos", le decía. Ana comen-
debía h~cedo, y sigui.ó acercándose a la puer- tó que elJa nunca había conocido a un n.i.fio
ta de salida, pero, aunque giraba la manilla, la con esas características, pero la mujer parecía
puerta no se abría. Ella hubiese querido gritar no escucharla y seguía hablando. De pronto,
Y salir corriendo, pero estaba atrapada. La la manilla de la puerta giró normalmente, la
mujer le dijo que a esos nifios se les reconocía vecina sonrió a1nablemente y le entregó la
por los ojos negros y fijos, tan especiales, con bolsa con harina. Afuera, el sol estaba por
que miraban. Su perro los reconocía porque se esconderse y los jardines se veían tan hermo-
le quedaban mirando fijo y entonces él aulla- sos que Ana llegó a dudar por un momento
ba. Luego, ella buscaba las otras dos sefíales, que hubiera escuchado tantas atrocidades.
y si las encontraba, sabía con certeza que ese - Era loca, seguro -dijo un nifío.
era un nifío maldito y debía matado para que -O mentirosa - agregó otro.
no causara sufrimiento a los demás. - No les voy a decir. Ana llegó a su casa
~¿Cuáles eran las señales? - preguntó y Je contó a su mainá que la vecina era muy
alguien. extraña, que tenía fotos de niños que decía que
-Si se ponía una flor o una planta cerca de estaban malditos y no le contó más detalles
la puerta de entrada de su casa o en el balcón para no asustarla. Al día siguiente, la mamá
~e su _ventana, esta se marchitaba y moría visitó a la señora y le contó a Ana que no vio
u~~ediat~mente. Y la otra señal era que estos fotos de ningún niño y que la mujer era muy
mn os teruan en su espalda, cerca del cuello y amable. Días después, cuando Ana volvió
la nuca, una gran mancha oscura con la forma del colegio, vio a su 1namá tomando té con la
de un pájaro con las alas abiertas. Era una yecina. De pronto Je pareció que todo había
mancha que nunca desaparecía y cuando el sido un sueño, ya que ella parecía una perso-
niño movía los brazos, el ave de la mancha na tan normal, conversaba con su mamá, le

106 107
ofreció un paste l que había preparado... Ana dijo que no se preocupara, q ue cuando nace
suspiró y pensó que tal vez lo había soñado, o un niño a los hermanos les cuesta aceptarlo,
le habían hecho una broma pesad a para asus- que la llevarían a un psicólogo que le ayuda-
tarla. Pero entonces su herma1úto lloró en la ría a entender y querer a su hermanito...
cuna y su madre lo tomó en brazos. Cuando -¡¿Por qué no le creían?! -exclamó una
se calmó, el bebé abrió sus grandes ojos negros 1úña.
y se quedó con la vista fija en las copas de los - A mí tampoco me creyeron cuando dije
árboles. Ana vio la mfrada de la vecina fija que había ratones en el entretecho de mi casa
en s u hermanito y supo que nada había sido y tuve que oírlos durante noclles y noches, y
imaginado y que esa mujer estaba loca y que solo cuando entró uno a la pieza de mi mamá
veía en los grandes ojos negros de su herma- se pusieron histéricos y llamaron al desratiza-
no a otro niño ma ldito. Aguantó cuanto pudo dor -rezongó Cósilna.
disirnulando hasta que ella se fue. Entonces - A uno nunca le quieren creer - refunfu.
corrió con su hermanito en brazos, lo llevó ñó w1ruño.
a s u cuna y lo desvistió. En su espalda tenía - Y les encantan los psicólogos -añadió
una mancha semejante a w1 pájaro desplegan- Cris tóbal.
do las alas. Miró hacia la ventana y observó - ¿Y a A.na la llevaron a una terapia?
q ue las ramas del naranjo que llegaba hasta -preguntó Lota.
su ventana estaban secas y sin hojas, a pesar -Sí, pasaron unos meses y ella se preocu-
de que el resto del árbol estaba rebosante de paba de mantener alejada a la vecina, pero el
hojas y frutos. Ana pensaba: "Es coincidencia, problema eran las horas que pasaba en el cole-
es solo coincidencia", pero se daba cuenta de gí.o. Así es que hizo un acuerdo con su main á
que si la vecma descubría estas características de no hablar de la vecina, ir al psicólogo y
de su hermanito, lo mataría sin consideración. cumplir con lo que le indicaran, siempre y
Corrió donde s u mamá y le explicó todo lo q ue cuando no dejaran que la mujer estuviera con
pasaba y le rogó que nw1ca permitiera que el su hermano. Como a la mamá le daba igual
perro se le acercara ni que la mujer viera al ser o no amiga de la vecina, accedió y todos
bebé sin ropa. La mamá la tranquilizó, aunque estaban n1ás o menos conformes. Sm embargo,
no le creía, y esa noche, su papá la abrazó y le una tarde en que Ana volvió del colegio, s u

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mamá no estaba y en su lugar, Ja vecina cuida- vio a la señora con su perro negro, los padres
ba al bebé. Le explicó que la abuela se había de Ana pensaron que habían sido celos y, en
sentido mal, por eso su mamá debió salir apre- pocas palabras, todos felices y contentos.
suradamente para llevarla al hospital y ella se -Un final feliz -comentó Martú1.
ofreció para quedar a cargo del nili.o. "¿Hace -La historia no termina aquí. Años
cuánto rato fue eso?': preguntó Ana. La vecina después, la antigua vecina de An~ se lament~-
le contestó que estaba desde la mañana. Ana ba mientras leía en el diario la notioa del terri-
comprendió que la n1ujer había tenido tiempo ble incendio en el que había muerto la familia
suficiente para ver la mancha de la espalda, de Ana. Los bomberos no lograban descubrir
traer al perro y descubrir las ramas sin hojas. el origen del fuego. Solo el pequeño hijo había
-Podría haberlo matado entonces. Tuvo salvado ileso, milagrosa,nente no tenía ni un
todo el dfa para hacerlo. rasguño y ¡fin! Esa es mi historia.
-Ahora solo era cuestión de tiempo para -O sea, ¡la vecina tenía razón! -xclamó
que la n1ujer encontrara la forma de matarlo un niño.
sin que sospecharan de ella. Porque obvia- -O todo fue una serie de coincidencias.
mente ella no quería que la sorprendieran. Los nmos y n.ifi.as se fueron a acostar
Ana le pid.ió que se fuera porque ella podía comentando las historias. Diego se acercó a
cuidar a su hermano, y la vecina le respondió Cósima y le dijo:
que se iría, pero que debía entender que el niño -¿Qué irá a preparar el bromista durante
estaba maldito, que cuando a ·eciera dañaría esta noche?
primero a su familia y después a 1nud1as otras -Tal vez deberíamos espiarlo.
personas más. "Y es inteligente, agregó, y la -Hagamos algo. Si mañana siguen las
maldad sumada a la inteligencia es mil veces bromas, en la noche haremos unas investiga-
más dañina". Cuando regresaron los padres ciones.
de Ana la encontraron llorando desesperada. . -¡Genial! -xclmnó y corrió hacia su
Les contó lo que habló con la vecina y au11que carpa.
no le creyeron, decidieron que cambiarse de Al acostarse: Pablo preguntó a su primo
casa sería bueno para Ana. Tras la mudanza, por qué chillaba la niña. Diego le repitió la
todo volvió a la norma lidad, nm1ca más se conversación y Pablo dijo:

110 111
-No cuentes corunigo si ella se mete.
Se dio media vuelta en su saco y se quedó
dormido. Una extraña aparición

El día am.a.neció nublado y frío. Durante el


desayuno, el sei\or Fernández les explicó las
actividades del día:
- Las nii\as irán con Martín y con Lola a
realizar una jon1ada de estudio científico. Los
niños vendrán con Jorge y conmigo a reforzar
las técnicas que han aprendido para escalar
muros y laderas de montaña. Así es que ... ¡a
moverse! ¡Busquen sus equipos y prepárense
para la acción! ¡Yo ya tengo sus aln1uerzos en
esas mochilas que se turnarán para ca rgar!
Los nii\os y niñas se movieron con rapidez.
Ellas fueron a la cocina a buscar sus almuer-
zos, mientras ellos se agolparon frente a la
bodega para retirar los equipos.

112 113
Esperando que llegara el señor Fernán- persistían, él prohibiría las historias y hasta
dez con las llaves, sintieron unos gruñidos las fogatas si era necesario.
en el interior de la bodega. Las voces de los Cuando retomaron el ritmo de sus activi-
niños alertaron al perro que estaba dentro, el dades, Diego susurró a Cósima:
que empezó a ladrar fuertemente. Las ni.fias -¿Te fijaste que la señora María parecía
también se acercaron. conocer al perro?
-¿Qué hace un perro aquí?-preguntó un -¿Tú crees que ella lo trajo?
nmo. -No sé nada. Pero como tú tienes que ir
-Debe ser un perro grande y negro, como a la cocina a buscar tu almuerzo, ofrécete tu
el de la historia de Miguel - aventuró Diego. ayuda y pregúntale.
-Es el bromista de nuevo -dijo Cósima. La nil'ía corrió hacia la cocina y Diego reti-
-¿Dónde habrá conseguido un perro? ró su equipo de la bodega. Jorge y el señor
-preguntó Pablo. Fernández parecían tener prisa esa mañana,
-En el pueblo había varios perros y se así es que debieron iniciar la marcha antes de
llega rápidamente hasta allá por el oriente conocer la respuesta de dofia María.
-señaló Diego. Durante el camino, Diego comentó a su
-Pero tendría que haberlo buscado de primo:
noche y los caminos son oscuros -se estre- -Creo que el bromista busca algo más que
meció Cósima-. No sé si vale la pena arries- asustarnos o hacernos unos trucos. Pero no
garse tanto por una broma. me imagino qué puede ser.
-Es extraño -<:onvino Diego. - Yo tampoco. Aunque a lo mejor tu nueva
Al abrir la puerta, el perro salió corrien- amiga tiene ideas.
do, dio unas vueltas por el campamento y se -A lo mejor -se rió Diego.
acercó a la cocina: La señora María se asomó Esa mañana escalaron el muro en parejas y
a ver el alboroto y le dio un pedazo de pan al fueron capaces de sostener las cuerdas y tensar-
animal, que se lo devoró en un santiamén. las de modo que no J:iubiera accidentes. El señor
El señor Femández estaba furioso y retó al Fernández insistía en su frase: "Quienes sostie-
campamento completo antes de que iniciaran nen las cuerdas hacen una labor más difícil e
sus actividades. Les advirtió que si las bromas importante que quien escala". Tras algunas

114 115
horas de ejercitación y un delicioso almuerzo, - Podría ser -pensó Diego-. Aunque
emprendieron la caminata de regreso. hay algo que no coincide, y es que Ismael viaja
Las niñas los esperaban impacientes para cada madrugada con la señora María. Llegan
recibir los equipos e iniciar sus ejercicios. en la ca.mioneta del panadero trayendo el pan
Cósima dijo a Diego: y los víveres de cada día.
-Tú tenías razón. Ella conocía al perro. - El.la se habría dado cuenta si hubiese
-Eso podría ser interesante. Aunque, por venido el perro -dijo Cósirna- . Yo me tengo
otra parte, es natural que en un pueblo chico que ir ahora. ¿Estuvo muy dura la excursión?
uno conozca a algunos de los perros. ¿Dónde está mi arnés? ¿Qué más tengo que
- ¿Te dijo de quién era? - intervino Pablo. llevar?
- Esa es la mejor parte. El perro es de Se alejó tratando de organizar el desorden
Ismael, su ayudante. Cuando le pregunté a de cuerdas y aparatos que llevaba. Recién se
la señora María, él me escuchó y correteó al habían alejado las niñas, y los niños estaban
perro diciendo que ese era un quiltro vaga- recibiendo las instrucciones de Lola y Martú1,
bundo que siempre merodeaba en la plaza del cuando sintieron el correr de las niñas regre-
pueblo, Pero el perro no se fue, dio la vuelta sando cómo una estan1pida de caballos.
y entró por detrás. Yo hice lo mismo y me - ¡Alguien hizo una animita con una cruz!
quedé espiando un momento, el tiempo sufi- - ¡Es una tumba!
ciente para escuchar cómo Ismael le hablaba -¡Se está cumpliendo la leyenda de la
cariñosamente y le daba algo de comer. La sepulturera!
señora María le dijo que estaba renegando de -¡No me atrevo a ver qué enterraron!
su perro igual que San Pedro y él le contestó - No han enterrado nada, calma -decía
que no se metiera en sus asuntos. exasperado el señor Fernández-. Esta tontería
- Entonces, él es el bromista -asegu- ha ido demasiado lejos. Vuelvan todas inme-
ró Pablo-. Nadie más podría haber traído diatamente al camino y no pierdan tie.mpo.
al perro y cada vez que pasa algo, nosotros · Las niñas regresaron a su sendero y se aleja-
creernos que lo hacen de noche, pero perfecta- ron nuevamente, sin dejar de hablar y comen-
mente puede ser al an1anecer, cuando llegan tar. Los niños le pidieron a Lola y Martín si
Ismael y la señora María. podían ir a ver de qué se trataba .

116 • 117
- Una vez que el señor Fernández esté sufi-
cientemente lejos y no nos vea -aclararon.
Lola dudó, pero fue Martú1 quien final-
mente los autorizó.
-Si no les permito ir, no se van a concen-
trar en lo que deben - dijo.
Los niños llegaron hasta la hondonada en
la que se veía una gran cruz de madera sobre
un montículo. Alrededor se alineaban piedras
blancas y entre cada una de ellas se amonto-
naban verdes hojas y U11os cuantos pétalos de
flores ponían color a lo gris del paisaje.
-Esa cruz se parece a la que hay en la igle-
sia -dijo un niño.
- ¡Es cierto! ¡Es la cruz del altar! ¡Hay que
devolverla! - agregó alguien.
-Esta es más opaca, no es la misma
-opinó Lola.
- Vamos a hacer Jo siguiente -dijo
Martrn- . Ustedes van a iniciar sus activida-
des con Lola y yo le voy a llevar la cruz al
padre. Él nos dirá si es o no la auténtica.
Todos estuvieron de acuerdo. Martín
desmontó la hermosa cruz de madera tallada,
la puso cerca de su mochila y luego partió con
ella hacia el pueblo. Al principio, a los niños
les costó concentrarse en su tarea, pero pronto
se olvidaron de la cruz y se dedicaron a clasi-
ficar las hojas, piedras e insectos según las
categorías que discutían y establecían.

11 8
Poco después regresó Martfu y dijo: sus historias en torno al fuego como si nada
-La cruz era de la iglesia. hubiese pasado y mañana veremos. ¿Están de
Y a pesar de las preguntas de los niños, no acuerdo?
tocó más el tema. Todos dijeron que sí, que les parecía justo.
Al caer la tarde y una vez que las niñas -¿Y qué opina el bromista?
hubieron vuelto, el señor Fernández reunió a Nadie respondió.
todos
. en el comedor. No usó su tono militar, Doña María había traído los manteles, se
smo que se dirigió a ellos con calma y pacien- quedó escuchando y luego dijo:
cia, haciendo un esfuerzo para que entendie- - En el pueblo se dice que están pasando
ran su mensaje. cosas extrañas en el campamento. Yo les he
. - Esto y~ dejó de ser gracioso. Alguien dicho que son juegos de niños, pero algunas
u1gresó a la iglesia y robó la cruz para hacerse personas rumorean que tal vez haya u.na
el chistoso. Se los digo de una vez: no es gracio- n1aldición en el aire.
so. La broma de pretender que las historias Los niños y niñas se estremecieron. La voz
se vuelven reales es una lesera. Pero cuando de doña María parecía seria y profunda.
alguien llega al extremo de ir a la ciudad para - No los asuste, doña María -dijo Lola,
da~le efectividad a su juego, está rompiendo quien trató de parecer alegre y despreocupa-
senamente las reglas del crunpamento. Alejar- da-. La gente siempre habla por hablar.
se del grupo es peligroso. Caminar de noche - Pero es verdad -insistió la mujer-. El
por las laderas es peligroso. Aventurarse solo padre Luis estaba preocupado; nunca nadie
en un pueblo, aunq ue éste sea un lugar tran- había robado ni las monedas de la colecta y
quilo, es una actitud de riesgo. ¿Y qué dijimos ahora se meten de noche y sacan un crucifi-
que le sucedería a la persona que hiciera algo jo antiguo que aparece en un anirnita en la
temerario? montru'\a. Eso no es juegos de niños, no señor.
- La devolverían a su casa -murn1uró El padrecito estará viejo y medio ciego, pero se
alguien. da cuenta de que algo malo hay detrás. Ahora
-Efectivamente. Les diré algo. Voy a darle la cruz está en un armario con llave, tiene que
al bromista la oportunidad de olvidarse de dejar cerrados los candados de las puertas
su diversión. Después de comer contarán de la iglesia al atardecer y la gente no puede

120 121
entrar y salir con la confianza de antes. con mímicas y actuaciones, que los hicieron
-Usted tiene razón. A quienquiera que reír y olvidarse de la persona que quería hacer
haya sido se le pasó la n1ano - intervino el realidad los cuentos de las noches.
señor Fernández-. Aún así, eso no quiere Sin embargo, era inevitable que se contaran
decir que esté pasando algo en este sector. nuevas historias. La noche oscura, el vien-
Hay una o m.ás personas que han tratado de to suave y frío, las estrellas desparramadas
burlarse asustando a otros, eso es todo. brillando orgullosas en el cielo, el aire puro
- ¿Y lo del perro de Ismael? Porque usted y seco... todo invitaba a arrellanarse y a escu-
sabrá que alguien lo encontró en Ja noche charlas.
cuando salió a dar sus vueltas y Jo encerró en
la bodega. Ese no es animal que se deje atrapar
muy fácilmente.¿Y usted cree que en el medio
de la noche, por las calles del pueblo, la gente
no se fijaría en unos niños traviesos? Y resulta
que nadie ha visto nada. Como si los animales
y las cosas llegaran volando hasta acá.
El señor Fernández se acercó a la mujer y le
dijo que salieran un momento. Quería pedirle
que no hablara más de ese n1odo delante de
los niños, ya que temía que algunos pudieran
creer que eso era cietto y asustarse.
Durante la comida los niños y 1úñas
murmuraban acerca de quién podía ser, por
qué lo hada, cómo atraparlo, qué haría esta
noche. La mayoría estaba segu ra de que era
un broJnista, pero había unos pocos que creían
que podía existir algo sobrenatural.
Ante el fuego, los monitores los invitaron
a participar en una serie de juegos graciosos,

122
123
1 '
Diego cuenta una historia

Alrededor de la fogata, una niña fue la


primera en pedir la palabra.
-Se trata de una joven que se ded icaba
a cuidar niños después del colegio. Si unos
papás querían ir al cine o a comer, la llamaban
y ella se quedaba a cargo de sus hijos. Con esto
ganaba dinero para sus gastos, ya que en su
casa no tenían suficiente como para darle una
mesada. Una tarde lluv.iosa y fría, la contrató
la señora Williams.
-¿Por qué le pusiste apellido inglés?
-Yo no le puse nada. Ese era su verdadero
non1bre. Además, da lo mismo cómo se llame.
LÓ importante es que la señora Williams tenía
un baile muy elegante jwlto a su marido y
necesitaba que alguien se q uedara con el
pequeño Thomas.

125
- ¿Thomas o Tomás? sonó nuevamente el teléfono. La voz Je dijo: "Te
- Thomas. Esto pasó en Estados Unidos y quedan pocas horas, muy pocas". Ella le contes-
es au téntico, salió en los diarios. Como sea, la tó: "Entonces déjame pasar 1nis ú ltimas horas
joven, que se llamaba Pat, llegó a la casa de los tranquila y no me molestes". Siguió leyendo y
Williams muy contenta. Ellos eran amables, el teléfono volvió a repicar. "Ayer estabas sola
su h ijo era un chiquitín de tres años muy bien en el p arque. Pero no era tu día. Hoy es el día
educado y simpático, y siempre le dejaban de tu muerte". Pat le pidió que no molestara
cosas ricas en el refrigerador. Pat llevaba varios más, pero la voz le colgó. Un frío Je recorrió la
libros porque pensaba estudiar después de espalda. Ella había estado el d ía anterior en el
darle de comer y acostar al niño. Jugaron un parque y por más que se estrujaba la mente, no
rato, le preparó su com ida, lo bañó y lo llevó a recordaba haber encontrado a ni nguno de su s
la cama. A Thomas le gustaba oír varias veces amigos, ni siquiera haberlos v.isto desde lejos.
el mismo cuento y luego se quedaba dormido. Se levantó y revisó que todas las puertas y
Esa noche fue igual; tras escuchar siete veces ventanas estuvieran b ien cerradas.
la historia de la tortilla corredora, se quedó - Yo no me atrevería n i a moverme
dormido abrazado a su osito de peluche. Pat -te1nb ló una niña.
bajó " la cocina a prepararse algo, cuando :;unó -Después de q ue comprobó q ue todo esta-
el teléfono. Era una voz que le decía: "Esta ba en orden y que Thomas seguía durmiendo,
noche es la última noche de tu vida". Pat te1úa volvió a su lectura. Como el silencio la po nía
muchos amigos y pensó que alguno de ellos le nerviosa, prendió la radio. El teléfono volvió
estaba haciendo una broma, así es que respon- a sonar y la voz dijo: "¿Qué sacas con cerrar
dió burlonamente: "¡Ay, qué núedo!" Y se rió y las puertas si la mue rte está dentro de ti?". Ella
colgó. En los últimos meses había habido unos pensó: "¡Me está mirando por a.Iguna ventana,
casos de jovencitas asesinadas en la ciudad, pero está afuera!" Corrió las cortinas que aún esta-
en barrios distantes. Muchos jóvenes hacían ban abiertas y to1nó el teléfono para llamar a
chacota al respecto, asustándose unos a otros, la policía. Pero cuando descolgó, el teléfono n o
sin pensar que pudiera sucederles algo. Pat llevó tenía tono, se había quedado mudo.
su bandeja cargada de cosas ricas y se instaló -¿Por qué? ¿Justo hubo una tormenta o
en la salita a comer. Hojeaba un libro cuando qué? - preguntó una niña.

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-Es obvio que cortó los cables por fuera un abismo profundo y frío y estás sola, terri-
-aseguró Cristóbal con la sabiduría del que blenwnte sola, para siempre sola" y junto con
ha oído demasiadas histoñas de suspenso. colgar se apagaron las luces. La casa quedó a
- Pat no sabía qué hacer. Si corría en busca oscuras, no se escuchaba ya la música, todo
de ayuda, el tipo podía atraparla antes de que era silencio y oscuridad; Pat solo oía los lati-
llegara a la casa vecina. Y aún así, debía dejar dos de su corazón y el resuello de su respira-
solo a Thou1as, que quedaría en manos del ción acezante y atemorizada.
asesino. Subió corriendo las escaleras y entró -¡Y ahí entró el asesi no! - intervino
a la pieza del niño, que dormía tranquilamen- alguien.
te. Lo tomó en brazos y el teléfono volvió a -No se escuchaba nada. Apenas el viento
sonar. "¿Te gustó tu última cena?", le dijo la rozando las ventanas. Pat caminó tant,eando
voz y luego cortó. Pat intentó nuevamente las paredes, llegó hasta el sofá donde dornúa el
llamar a la policía, pero el teléfono estaba sin niño, lo envolvió con una manta y lo tomó en
tono. Ella comprendió que él estaba afuera, brazos. Fue hasta la puerta de salida de la cocina
rozando las paredes de la casa, conectando y y se guedó esperando. Pasaron varios minutos
desconectando los cables. Trató de pensar con sin que percibiera nada. Los brazos se le ,cansa-
lógica y decidió que si él estaba en el jardín, ban de sostener a TI1omas, pero no se movió del
su única alternativa era esconderse suficiente- lugar. Finalmente, escuchó un leve sonido que
mente bien para que él no lla encontrara. Pero provenía del segundo piso. Era como el roce de
la casa no tenía escondrijos y por haber un una tela, apenas perceptible. Seguramente el
niño pequeño, los Williams habían quitado hombre estaba entrando por una ventana y el
las cerraduras de las chapas. Al interior de la viento movía las cortinas. Entonces, Pat encen-
casa estaba atrapada como en una ratonera. dió un fósforo, lo dejó caer sobre el piso de la
Llevó a Thomas a la salita y lo acomodó en un cocina y corrió al jardín, cruzó la reja y siguió
sofá. Ella fue a la cocina porque quería trazar un corriendo, no dejaba de correr con el niño en
plan, algo para el momento en que el hombre brazos, mientras la casa a sus espaldas estalla-
entrara a matarla. El teléfono volvió a sonar y ba en una enorme hoguera.
la voz le dijo: "La muerte es como un túnel -¿Quién quemó la casa?
negro en el que no puedes ver nada, caes en -Ella quemó la casa. Cuando supo que

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sería la próxima víctima del asesino, pensó -Les voy a contar la historia de los ahorca-
que su única alternativa era volcar un bidón dos. Esto sucedió entre los cerros y los campos
con parafina sobre el piso y los muebles de de Chile. En esos tiempos, los bandoleros se
la cocina. En el centro puso los detergentes y refugiaban en cavernas y cuevas que encon-
aerosoles y cuanto envase con advertencia de traban en los faldeos de la cordillera, por
inflamable encontró. Cuando el hombre qufao caminos ocultos y desconocidos. Montaban
bajar las escaleras y vio que la casa estaba en sus caballos y asolaban los campos, sembra-
llamas, volvió a subirlas. El fuego lamía rápi- ban el terror y robaban lo que encontraban a
damente las paredes y él no podía bajar, así es su paso. Algunos bandoleros eran solo ladro-
que descendió por la mjsma ruta que había nes, pero otros asesinaban sin piedad.
entrado: un árbol que llegaba hasta la venta- -No han cambiado tanto los ladrones
na. Al bajar, los vecinos que se habían alerta- desde entonces hasta ahora -dijo una niña.
do por el fuego, lo vieron y lo interceptaron - Lo que menos ha cambiado son sus
creyendo que era un ladrón que intentaba intenciones -siguió Diego-. En un campo
robar. Después, la policía encontró en su casa vivía una enorme familia. Además del papá,
recortes y evidencias de los otros asesinatos y la mamá y varios hijos, estaban los abuelos,
se comprobó que él era el culpable. unos tíos y unos primos. La casa tenía veinte
Los niños y niñas iniciaron una discusión: dormitorios, cuatro patios y cientos de metros
-No sé si los papás de Thomas estarían de corredores. El dueño de casa era conocido
muy contentos de que les quemaran la casa. por la dureza con que trataba a sus enen1igos;
- Peor era que les mataran al hijo. si alguien tenía un problema con él, nunca lo
- Iba a matarla a ella, no al niñito. olvidaba y no descansaba hasta vengarse. A
- Quién sabe. sus trabajadores los trataba con firmeza, era
-Cualquier vida es más importante que muy exigente, pero nunca injusto ni abusador.
las cosas materiales. Por eso la gente lo quería y respetaba aunque
-¿Incluso la de una niña? -bromeó además Je temían. En la madrugada de un día
Pablo. de verano, el señor, que se llan1aba Ricardo,
Varias niñas gritaron en protesta y Diego salió con otros señores de campos vecinos y
intervino: algunos de sus invitados a cazar patos. Alre-

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1 1
dedor del mediodía, durante el regreso, sintie- - Claro que sí. Pero cuando la niña contó
ron un galope desenfrenado a lo lejos y vieron
acerca del asesino que llamaba por teléf?no,
el polvo que se levantaba en una nube lejana
me di cuenta de q ue el brom ista no_ tiei:e
y oscura. Apuraron la marcha y al llegar a la
ninguna opción de representa r esa hlstona
casa encontraron la peor escena que hubieran
como real. ¿Qué puede hacer? ¿Quemar las
visto jamás. La sangre manchaba las paredes carpas? Así es que rápidamente inve.nté una
y en cada cuarto aJ que entraba11 estaba el
que se puede aparentar con toda facilidad ._
cuerpo despedazado de alguno de los niños, - Tal vez el bromista obedezca al senor
de las mujeres, de los viejos. Dos mujeres de
Fernández y deje de lado sus trucos esta noche
la cocina, que se habfan escondido en una
- intervino Pablo.
despensa, eran las únicas sobrevivientes y
- No lo va a hacer y yo Jo voy a sorprender.
lloraban al contarles cómo se escuchaban los -¡Yo te acompaño! -saltó Cósima.
gritos. Don Ricardo estaba enloquecido y juró -Esto es cosa de hombres. Tú te quedas
vengarse. Desde ese día, cada mañana amane- durmiendo en tu carpa y mañana mientras
cía un bandolero ahorcado, colgando de un
tomas el desayuno cómodamente sentad~,
árbol. Prohibió que a lguien los descolgara. En
nosotros te contamos qué averiguamos -di¡o
pocas semanas, en cada árbol del campo había
un esqueleto o un cuP.rpo balanceándose al Pablo. , I
- Voy a ir igual, te guste o no -afirmo a
viento, como volantines sobre las cruces de los
muertos de su familia. niña.
- Es mejor que seamos tres - dijo Diego-.
Diego quedó e n silencio y alguien dijo:
-¿Y después? Así podremos abarcar un terreno mayor Y
-Esa es la historia. estar atentos a lo que suceda en todos la_dos.
-Organicémonos. ¿A qué hora nos 1unta-
-Es fome, no da miedo -opinó una niña. mos? ¿Dónde? Yo tengo que esperar a que las
El fuego se estaba extinguiendo y el señor
otras niñas se duerman.
Fernández les anunció que debían irse a acostar. - En cuarenta y cinco minutos más nos
Cósima se acercó a Diego y le dijo:
encontraremos en la parte trasera de la bod~ga.
- Estoy segura de que tienes mejores histo- y se fueron corriendo hasta sus respectivas
rias para contar que esa.
carpas.

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Una noche a oscuras

Cuando Diego y Pablo llegaron, Cósiina ya


estaba junto a la bodega. Les hizo una seña y
murmuró:
-Sentí un ruido dentro de la cocina. Los
estaba esperando para entrar.
- ¿Sonaba como algo que reconocieras?
¿Viste algo? - preguntó Diego.
- Fue un ruido solamente. Como el roce de
una cosa contra otra. Me pareció ver la silueta
de un hombre, pero no estoy segura. Me refie-
ro a que la sombra q ue vi no era de w, niño,
~ino de un adulto. La vi a través de la ventana
de la cocina.
- Entre1nos -dijo Pablo y empujó la puer-
ta con cuidado.
La cocina estaba reluciente; la luz de la luna

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entraba por las ventanas abiertas, caía sobre
los muebles lustrosos y destellaba suavemente.
-Todo parece en orden -murmuró Pablo.
- Tienes razón - afirmó Cósima-.
Aunque sé que había alguien por aquí.
Caminaron hacia la puerta, pero Diego
seguía abriendo los muebles y cajones,
buscando en su interior.
-¡Miren! --exclamó en un susurro-.
Faltm,. Yo sabía que no iban a estar -afirmó
mientras abría las puertas del mueble semi va-
cío y sonreía con satisfacción.
- ¿Qué se supone que tiene que haber
aquí? - preguntó Cósima.
-Tú eres mujer -dijo Pablo-. Deberías
saber exactamente dónde se guarda cada cosa
en una cocina.
- Me estás molestando para disimu la1;
porque tú tampoco sabes qué tenía que haber
alú.
-Si no pelean, la nome nos va a cundir
más -1nunnuró Diego- . En este mueble se
guardan los manteles.
- Yo no sabía porque nunca me toca poner
la mesa, sino hacer trabajos más efectivos
-dijo Pablo.
-Todos los trabajos son igualmente
importantes - sentenció Cósima y luego dijo
a Diego-: No entiendo por qué te interesa si

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faltan los mantel s. Tal vez estén tendidos o - ¡rvliren! La puerta está entreabiert.l. Est..a-
e los Jlevó doña ~latía para lavarlos. ba cerrada cuando llegamos, estoy segura.
-O los guJrdaron tin otra pnrt -agregó - Eso quiere decir que estamos sigui ndo
l'ablo. la pista correcta -murmuró Diego con 54lti -
-Yo pienso lo ~iguiente - dijo Diego-. facción-, y cuando entremos a la bod ga
El bromista va a represent.lr una historia seguro que faltarán unas cuerda .
hoy. Como la d 1 asesino es imposibl~, tendrj En el interior estaba pmfundam nte oscu-
que hacerlo con la de los ahorcado . Y para ro. Apenas habían dado uno poco pasos,
eso ncc sita ropa que scguranwnte colgará cuando tropezaron y cay ron al sudo. Junto
en algún. lugar del campnm nto. Pero si usa con eso~ se sintió C'l golpe eco y uave de la
su propia ropa o la de un cornpctñt'ro será puerta ni ser ~rrada. CorriE.>ron hacia la sali-
fácil descubrirlo. Así que lo lógico es que use da, pero ,a el pa ador había sido cntzado y
mantel y frazadas y t.al vez algo que encuen- no podían abrir.
tre por ahí, gorros o guant <]Ut' alguien haya - ¡8 tamos atrapados!--exclamó Cósima.
dejado olvidados. - No "' v nada - rt'funfuñó Pablo-.
-¡Tienes razón[ ¡Y también necesita cucr- Dcbirnos tra runa linterna.
dasr ¡Las cuerdas d e calar t1ue están en fa -Yo tE.>ngo fósforos -dijo Diego y sacó
bodega! -agregó Có ima ntusiasmada. una cnja d su bolsillo-. o qu ise traer una
-La bodega está con llave y solan1cnlc el linterna porqut' verían desde lejos el h.:iz de
s r'\or Femándcz pu d abrirla -dijo Pablo. luz y no orprenderían. En fin. Vec1mos qué
-Quizás lo intente dt' otra manera -sugi- d cubrimo ·.
rió Cósima. Encendió los fósforos uno tras otro hasta
Decidieron rod ar la bodega y ver si había que ~ncontraron una anLigua lámpara d
modo de entrar a ella, a la vez que manten- mint'ro. La encendieron y bnjo su luz scudri-
drían la vigilélncia. Luego, organizélrían el naron los rincones de la bodega.
modo de s upervisar el campam nto d dt' -Acá se guardan las u rdas -señaló
todos los ángulo ' , Pablo hacia la pared con gancho .
Se acercaban a la gran bodega d madera, -Y acá en el sucio, la cu rdas de,-parra-
cuando ósima los cogió de los bra¿o para madas que nos pu. o para qu tro~záramo .
que sed tuvit'ran y susurró~ - En esta rcpi'-a trin la mantas -agregó

138 139
Cósima-. Pero es imposible que sepamos nos va a mandar de vuelta a Santiago donde
si faltan algunas; no sabíamos cuántas había mis papás n1e van a terminar de triturar.
antes. -Les explicas lo que te pasó-dijo Pablo.
- Hay una que cayó al suelo- observó Diego -Primero tendría que conseguir que
al tiempo que sus anteojos también caían- . me oigan. Y después, que me crean. Misión
Está arrugada pero limpia. Si llevara d ías en el Ínlposible. Ellos no querían danne permiso
suelo, tendría polvo. De cualquier modo, saber para venir y n,e comprometí a tener la máxi-
que el bromista se llevó unas mantas y cuerdas ma prudencia para convencerlos. Despídanse
tal cual suponíamos no nos sirve de mucho. de mí; mafiana solo quedarán los restos de
- No para salir de aquí -dijo Pablo. lo que fue una niña alegre y despreocupada
- Es obvio que vamos a tener que pasar la que recorría los peligros de la n1ontaiia sin
noche en esta bodega. Si alguien me garantiza sospechar... -el dramatismo de Cósima fue
que no hay ratones ni arañas, me acomodaré interrumpido por Pablo:
una cama con estas mantas y ¡miren, encontré - ¡Silencio! Alguien anda afuera.
unas colchonetas! -exclamó Cósima. -¿Qué hacemos? - susurró Cósima.
-En estricto rigor, esto es bastante más -Yo creo que es mejor avisarle, quienquie-
cómodo que las carpas - señaló Diego exten- ra que sea -dijo Diego-. Lo peor que nos
diendo una manta. Sacó unas galletas de su puede pasar es que sea el señor Fernández,
bolsillo y les ofreció. y de cualquier modo él se enterará tarde o
- ¿Todavía te quedan golosinas de la temprano de lo sucedido.
abuela? A mí se me acabaron el segundo día. Asintieron y golpearon las paredes de
La montafia hace que a uno le dé de1nasiada madera, al principio suaven1ente y luego con
hambre -afinnó Pablo. energía, al igual que sus voces llamando a
-A ti siempre te da hambre -añadió quienquiera que a11duviera rondando.
Diego y sacó ahora una tableta de chocolate y . La puerta se abrió y vieron la silueta de
la partió en pedazos. Ismael recortada contra el cielo oscuro y la
-Yo no soy hambrienta, pero cuando estoy enorme cara blanca de la lw1a.
nerviosa me gusta comer. ¡Ahora me caen del -¡Gracias, nos salvaste la vida! -excla-
cielo tus galletas! Mañana el señor Fernández mó Cósima, hincándose dramáticamente a
nos va a cortar en pedacitos o, lo que es peor, los pies de Ismael-. Si quieres que nuestras

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cortas vidas se prolonguen hasta la vejez, por -O sabe quién es -agregó Cóshna.
favor no le digas a nadie que estábamos en la -LástÍina que no podemos probar nada
bodega. -dijo Pablo.
¡Ten piedad, te lo suplico! Si tú supieras lo -Podríamos tenderle una trampa -siguió
que es pasarse meses y meses castigada solo Cósima, pero se interrumpió a sí misma y
por... señaló-: Miren... ¡los ahorcados!
-No le voy a decir nada a nadie. No n1e A la distancia, de un árbol añoso colgaban
interesa. dos mufiecos de trapo de tamaño natural que
-¿Cómo conseguiste abrir la bodega? desde lejos parecían personas reales.
-preguntó Pablo. -Es impresionante -dijo Cósima estre-
-El candado no estaba cerrado. Solo meciéndose-. Nosotros sabíamos que esta-
habían corrido el pasador. rían, hasta sabíainos cómo los harían, y aún
-¿Qué haces aquí de noche? -preguntó así me dan miedo.
Diego. -Vainos a arruinarle la diversión al
Ismael los núró fijamente. Hizo chasquear bromista - sugirió Diego-. Descolguemos
los dedos y el perro negro llegó corriendo los muñecos y volvamos a guardar las mantas
desde la cocina. y cuerdas en la bodega.
-Vine a buscarlo. Ayer alguien le d io - Yo no vuelvo a entrar a esa bodega ni
comida. Seguramente volvió buscando más. muerta.
-Tú encontraste a tu perro, nosotros pudi- -Yo tampoco-coincidió Pablo.
mos salir de la bodega y es hora de volver - Entonces, escondámoslas en otro lugar.
a dorm.ir a nuestros duros y hospitalarios Llegaron hasta el árbol y tironearon los
sacos, y mañana amaneceremos como si nada muñecos hasta que cayeron. Estaban hechos
hubiera pasado. Mucho gusto y hasta luego. de mantas atadas simulando un cuerpo
Final feliz -expresó Cósima y emprendió la humano y colgaban de gruesas cuerdas.
marcha hacia su carpa. . Tomaron los bultos y los llevaron detrás de
Los niños se despidieron de Ismael y la unas rocas. Luego corrieron a sus respectivas
siguieron. carpas, se sacaron la ropa y en pocos minutos
- Ismael es el bro1nista -afirmó Pablo con estaban profundamente dorm.idos.
absoluta seguridad.

142 143
Una enf ermedad i nesperada

Durante el desayuno, los niños comentaron


que el bromista había entrado en razón. Cósi-
ma, Diego y Pablo miraban en torno buscan-
do una mirada desconcertada que revelara
a quien montó la escena de los ahorcados
durante la noche. Pero nadie tenía una mirada
extraña ni se quedaba viéndolos fijamente. En
realidad, la mayoría de los ojos estaban vuel-
tos hacia los caballos que esa mañana nueva-
mente los esperaban para una excursión.
-¡Nosotros primero! --exclamaron los
ni.fios.
- ¡A nosotras nos toca antes esta vez!
-grita ron las niñas.
- Esto no está en remate -aclaró el señor
Fernández-. Las niñas saldrán primero con

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Lola y Martín. Los niños irán conmigo y con - Sí - respondió, dejando en claro una vez
Jorge a perfeccionar la técnica de escalar en más que la conversación no era su deporte
muro. Cuando vuelvan a Santiago, los quiero favorito.
a todos inscritos en el gimnasio donde se esca- -¿No pudiste dormir bien?
la un muro artificial, para que después salgan - No.
a la montafia con grupos de andinistas. Esta - ¿Qué te pasó? ¿Se te escapó de nuevo el
es u.na disciplina que les dará fortaleza, coor- perro? ¿Te pasó algo por el camino?
dinación y valentía. La montaña les permite -No pasó nada -dijo y se alejó.
encontrarse con ustedes mismos y mirar la Doña María lo observaba con preocupación
ci udad con la perspectiva de la altura, descu- y su mirada se cruzó con la de Diego y Pablo.
briendo que los problemas son más pequeños - Parece preocupado - señaló Diego.
y simples de lo que parecen. -Así son los jóvenes -respondió doña
-Es todo un filósofo del deporte -sonrió María-. Hacen un mundo de cualquier cosa.
Diego. El grupo emprendió la marcha por el
-Lo terrible es que pone su filosofía en camino de la montaña. Jorge les enseñó una
acción. Si pudiera quedarse sólo en las pala- canción que se Uamaba "El camino difícil", y
bras... -suspiró Cristóbal con resignación. tararearla hacía que las subidas y bajadas del
Rápidamente las niñas treparon a las trayecto resultaran menos pesadas.
monturas. Desde lo alto de sus cabalgaduras -¿Qué le pasará a Ismael? -preguntó
les pedían a los nifios que les pasaran sus Pablo.
mochilas y sus almuerzos. - Problemas personales, seguramente
-Se creen reí.nas - rezongó Pablo. -respondió Diego.
Doña María no se acercaba a los caballos, - Yo todavía creo que es el bromista o que
de modo que era Ismael quien llevaba las sabe algo.
bolsas con sándwiches a las niñas. Tenía una . -Cósima piensa lo mismo que tú - afir-
expresión demacrada, como si no hubiera mó Diego y esperó que su primo reaccionara
podido dormir durante la noche. enojado, pero no d ijo nada. Ni siquiera hizo
-¿Estás cansado? - murmuró Cósima un gesto de reproche. Diego sonrió para
indinándose hacia él. sus adentros y confirmó lo que pensaba: no

146 147
importa si es niño o niña, lo que importa es siendo el entrenador de los equipos del cole-
cómo sea en su interior. Y Cósima era una gio y el principal consejero de Pablo, quien era
persona que definitivamente le gustaba y que alto y fuerte y destacaba en varias disciplinas.
a su primo también empezaba a agradarle. Al regresar después de almorzar entre las
La mañana resultó muy gratificante para rocas, encontraron a las niñas alborotadas y ,
los jóvenes montañistas, puesto que ya habían a Lola intentando contenerlas. Los caballos,
adquirido suficientes habilidades básicas indiferentes al bullicio de las niñas, resopla-
como para escalar sin caer abruptamente. ban entre bocado y bocado de alfalfa.
También el camíno se les hizo 1nás aliviado. -¡Se enfermó!
-Han mejorado su estado físico - les dijo -¡Ismael tuvo que traer la camioneta de
el señor Fernández-. Eso es imprescindible la panadería porque no hay a.mbulancia en el
para sobrevivir en la montaña. pueblo!
-Lo que no es imprescindible es venir a - Apuesto que es un ataque de apendicitis
la montaña - rezongó Cristóbal. Le exigían como el que tuvo mi primo.
menor rendimiento al escalar, pero él no logra- -Tal vez lo envenenaron.
ba resignarse, especialmente cuando pensaba -¡Recemos porque no se muera!
que esa tarde debería cabalgar- . Mis papás - Se retorcía como un langostino, el pobre.
van a tener que escucharme. Y por largo rato. Así, entre frases entrecortadas, se enteraron
Que vayan desde ya juntando tiempo para de la repentina enfermedad de Martú1 que
oír las cuatro verdades que les diré. Son mis lo había obligado a irse a Santiago. Como los
vacaciones, no las suyas. Y yo debería escoger niños no podrían ir solo con Lola a cabalgar, el
cómo pasarlas. He arriesgado mi vida a cada señor Fe.m ández anunció que las actividades
momento, inútilmente. de la tarde se realizarían en la mañana siguien-
Le hablaba a Diego, pues al verlo delgado y te y que esa jornada la destinarían al primer
algo bajo para su edad, le parecía que también ensayo de las grandes piezas teatrales que se
debía odiar las actividades de la montaña. Sin P!esentarían al térmíno del campamento. Por
embargo, a Diego los deportes le fascinaban la noche llegaría un nuevo monitor en reem-
y hacía lo posible por aprender las técnicas plazo de Martín y al día siguiente retomarían
de cada uno, aunque finalmente termínara el ritmo correspondiente.

148 149
Esa era una unportante tradkión. Consistía De pronto, se alejaron hacia los dormitorios
en que una carpa de niñas se unía con otra de de los monitores.
niños y juntos creaban y representaban una -¡Vamos a ver qué están haciendo!
obra de teatro que podía ser origu,al o adapta- -exclamó Cósima.
da de una historia o cuento. Las actuaciones se -Yo no voy -dijo una niña-. El señor
fibn aban y luego eran editadas junto con otras Fernández nos puede retar y prefiero no acer-
imágenes que los monitores habían captado carme.
día a día, como las cabalgatas, escaladas y -Yo tampoco -dijeron las otras.
almuerzos, de modo que cada cual se llevaba - Está de mal humor, mejor dejémoslo
como recuerdo una copia de los días pasados tranquilo -dijo Miguel.
en la montaña. ·Para las obras teatrales había -Nosotros sí vamos -corearon Pablo y
cartones, pintura y géneros que les permitirían Cósima. Se levantaron y caminaron hasta la
elaborar la escenografía y el vestuario. cabaña. El señor Fernández acababa de colgar
Los nu'íos y niñas iniciaron una acalorada el teléfono y miraba con disgusto a Diego.
discusión, pri.mero para fonnar los grupos -Más te vale que sea cierto -a1nenazó- .
y luego para decidir qué representaría11. La No me gustaría estar haciendo pasar un mal
carpa de Diego, Pablo y los gemelos se unió rato a quien no lo 1nerece.
a la de Cósima y sus amigas. En medio de las - Estoy 99,9% seguro. No digo cien porque
argumentaciones para definir si escogerían nadie es infalible - dijo Diego y sonrió al ver
una historia de terror o una de humor, Cósi- a sus amigos.
ma dijo: - ¿Qué pasa?-preguntó Cósima.
-No podemos decidir nada todavía. Falta -En un rato más lo sabremos. Ahora vuel-
Diego. van a decidir sobre su obra de teatro. Apenas
- ¿Dónde está? -preguntó Pablo. tengan claro qué harán, Lola les repartirá
-Está con el señor Fernández -señaló papeles y lápices para que escriban sus parla-
Miguel. mentos.
A lo lejos se veía la figura 1nenuda de Se reunieron nuevamente y optaron por
Diego gesticulando con mucho ímpetu y al hacer una comedia. Sería acerca de w,a niña
señor Fernández con cara de preocupación. a quien todo le resu ltaba al revés de lo que

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esperaba. Se reían imaginando las escenas
de desatinos y torpezas, la furia de quienes
la rodea.can y cómo lograría que al final las
Diego descubre el misterio
cosas importantes le resultaran a pesar de sí
misma.
Aunque planear la obra les resultaba diver-
tido, Cósima y Pablo sentían una extraña
impaciencia. Sabían que Diego tenía algo que
decir y seguramente era 1nucho más de lo que
ellos esperaban.

El señor Fernández no se volvió a asomar


hasta que, mucho rato después, llegó un
carabinero. Venía pedaleando con energía su
bicicleta y se dirigió hacia los dormitorios.
Minutos más tarde, el señor Fernández llamó
a Diego y unos metros tras de él fueron Cósi-
ma y Pablo, qtúenes se sentaron disi.mulada-
mente en un extremo del cuarto, en tanto que
Diego, el señor Fernández y el comisario, que
tomaba nota con dedicación, se agruparon en
el centro de la habitación sentados en tiesas
sillas de palo.
· El señor Fernández giró su cabeza hacia el
rincón y les d ijo:
-Quiero que me prometan que no repeti-
rán nada de lo que escuchen aquí. Si no son

152 153
capaces de controlar su lengua, más vale que
salgan inn1ediatamente.
- ¡Prometido! -exclamaron Cósirna y
Pablo.
-Quiero que usted, joven, me cuente todo
lo que sabe -dijo el comisario seriamente a
Diego, sin soltar el lápiz, indinado sobre su
libreta que llenaba rápidamente con su letra
redonda y arrastrada, corno una cadena de
caracoles.
-Todo comenzó cuando Lola contó la h.isto-
ria del arriero. Esa noche yo escuché una voz
que decía "ven, ven", al igual que en el relato.
Parecía una voz de hombre imitando la voz
de una mujer, pero también podía ser a la inver-
sa, es decir, la voz de una mujer o de un ruño
simulando lo contrario. Supongo que preten-
día que varios la oyéramos, pero la mayoría
estaba tan cansada que solo yo la escudié.
Y al día sigu.iente apareció una manta colgan-
do, también como en el relato. Seguramente
era una de las mantas de la bodega, pero surtió
efecto y todos sentimos que tal vez se estaban
cumptiendo las hlstorias que se contaban de
noche. En la segunda nodie, Cristóbal contó
el relato de los niños que se volvieron árboles
en el bosque y al día siguiente él desapare-
ció por un rato del paseo a caballo. Cierto es
que al momento supimos por qué fue, pero

154
akanza1nos a sentir que a.lgo estaba pasando, - Efectivamente -acotó el comisario- .
y al mjsmo tiempo aparecieron los retratos del Nos acaban1os de enterar que esa cruz tiene su
futuro de la historia de Cósima y nos conven- hlstoria desde el siglo XVJ, tallada por un gran
cimos de que había un bromista en el grupo. Y artista delRenacintiento, con gemas muy valio-
también tratamos de hacer pensar lo mismo a sas, y que fue traída a América en los primeros
los demás, porque algunos estaban asustados viajes. Al parecer pertenecía al virreinato del
y creían que era una especie de maldición. Perú y adornaba el altar mayor de la Catedral
A esas alturas, el comisario, que había deja- hasta que un soldado se apropió de ella y buscó
do de tomar nota desde las primeras palabras,
dijo:
.. una humilde iglesia para esconderla, pero para
su desgracia murió repentinamente y nadie
-Al grano, por favor. supo dónde estaba. Hasta ahora.
- Ese es el grano. Había alguien hacien- -¿Y en este pueblo han tenido por años
do creer a la gente que las hlstorias que se y años w1a valiosísima pieza artística sin
contaban por las noches eran verdaderas y se ni siquiera saberlo? ¿Y la han guardado en
cumplían. Yo me di cuenta de inmediato que u11a iglesia sin llave? Es sorprendente - dijo
no era un bromjsta. Porque a los bromistas les Cósima y luego prosiguió-: En realidad, no
gusta que los descubran pronto para burlar- entiendo mucho de lo que está pasando. ¿Se
se de los demás; no se esconden por mucho robaron la cruz del altar? ¿Cuándo? ¿Quién?
tiempo. Pensé que la persona que hacía esto ¿Y por qué le preguntan a Diego?
tenía una intención. Y eso es lo que más me -Calma - intervino el señor Fernández-.
costó descubrir. Para qué quería asustarnos. Para eso estamos aquí. Y si no e res capaz de
- ¿Para qué? -intervinieron Cósima y guardar silencio...
Pablo desde el rincón. -¡Ya estoy muda!
-Cuando Martín contó la historia de la - El hecho es que me pareció que el supues-
sepulturera y al día siguiente apareció el to bromista estaba fabricando un ambiente
animita. con la cruz de la iglesia, supe que esa para que todo lo que sucediera relacionado
era la razón: robarse la lujosa cruz del altar, con las historias disimulara lo único impor-
que seg:uramente es mucho más val.iosa de lo tante q ue iba a suceder en realidad: el robo de
que nosotros sospechamos. la cruz.

156 157
-Pero como Martín la devolvió cuando Y si Diego no nos advierte, tal vez nunca la
apareció en la aoinúta y desde entonces el habríamos recuperado. Y nunca se habría
padre la guarda con llave, al bromista-ladrón encontrado al culpable.
se le fue al agua su... ¡perdón, me quedo calla- -¿Quién era el ladrón, si fueran tan
da de inmediato! ¡No he dicho nada! amables de decírmelo antes de que explote?
Diego explicó que el ladrón debía mantener -dijo educada y calmadamente Cósima. A su
la rutina de hacer aparecer como verdaderas lado, Pablo respiraba aliviado porque era la
las historias, pero tuvo problemas la noche niña quien formulaba las mismas preguntas
siguiente cuando Miguel contó la historia que a él también Jo tenían a punto de reventar
del asesino y el incendio de la casa. Enton- " de curiosidad.
ces, Diego debió improvisar una historia que - Martín -dijo Diego.
fuera fácil de simular, para que intentara -¿¡Él!? ¡Imposible! Él no puede ser el
representarla y ellos pudieran sorprenderlo ladrón, es demasiado simpático, sabe todo,
en )anoche. Je fascina la historia de Chile, los profesores
Cuando estuvieron encerrados en la bode- nunca son ladrones, no p1,1ede ser, yo creo
ga, él supo que su teoría era cierta y que había que ... -Cósima tuvo que detenerse al sentir
que hacer algo al respecto para que el pueblo el peso de la mirada furibunda del señor
no perdiera el objeto más valioso que tenía sin Fernández. ,.
darse cuenta de ello. -Justamente fue su entusiasmo por la
-Pero los acontecimientos del día no me lústoria lo que me hizo descubrirlo. Porque si
dieron tiempo de reaccionar, hasta ahora la cruz era el objetivo, ¿quién podía conocer
-aclaró. su valor aparte de alguien que ha pasado los
-¿Alguien se robó la cruz o no? -pregun- últimos años investigando en bibliotecas?
tó con impaciencia Cósima. Una cosa era el -No es por ofenderlo, señor Fernández,
respetuoso silencio cuando otros hablaban eero también podría haber sido cualquiera de
y otra 1nuy distinta que pretendieran dejar- los otros monitores -dijo Cósima.
la callada núentras parloteaban sin aclarar -Por un momento lo pensé -aclaró
nunca lo esencial. Diego-, pero no tenía lógica. Ellos han veni-
-Claro que sí- dijo el señor Fernández-. do varias veces y han tenido cientos de opor-

159
158
tunidades. Martín era el único nuevo, se había campamento y lo sorprenderían. Además, con
ofrecido para esta actividad, era obvio. esta farsa, éramos muchos los sospechosos y
Continuó explicando cómo, al enterarse consiguió también que el padre guardara la
de la enfermedad de Martín, supo que él en cruz y por lo tanto ya no estuviera a la vista
realidad estaba huyendo con la valiosa pieza, de los demás que podían darse cuenta del
de modo que si se llegaba a descubrir el robo, engaño. Podrían haber pasado meses y tal vez
él ya estaría lejos. años antes de que d escubrieran el cambio de
-¿Sabes cómo la robó? -preguntó el la auténtica por una falsa.
comisario. ,, -Entonces no debería haberse ido fingién-
-Claro. La tomó de la iglesia por la noche dose enfermo -reflexionó Cósima- . O tal
y la puso sobre la animita. Al día siguiente vez se asustó porque pensó que lo habíamos
fue a devolverla para alejar cualquier futura visto en la noche.
sospecha de él y en cambio le dio al padre una -Da lo mismo, porque mi primo ya había
réplica de la auténtica cruz. La traía desde descubierto su plan -dijo con orgullo Pablo.
Santiago, seguramente la encargó a algún El señor Fernández les habló seriamente:
artesano basándose en .los dibujos que encon- -Insisto en lo que les dije anteriormente.
tró en los archivos de la biblioteca y, aprove- No quiero que los demás niños y niñas sepan
chando que el padre está muy anciano y casi esta historia. Algunos pueden asustarse y
ciego y no sabría distinguir, le entregó la falsa tampoco deseo que p ierdan la confianza en
para que la guardara bajo llave y no siguiera a sus monitores. Esta noche llegará Paula, que
la vista de los demás. es una historiadora con mucha experiencia
-Qué manera tan enredada de hacer l.as en la monta.ña y no seria conveniente que la
cosas -<:on1entó Pablo, a quien le gustaban reciban con aprensión. ¿Está claro?
los procedimientos directos y rápidos-. ¿Por Los niños asintieron. Pablo y Cósima debie-
qué no fue a la iglesia e hizo el cambio de una ron volver con su grupo, en tanto que Diego
vez, sin armar tanto lío? permaneció un rato más con el comisario y el
- Yo creo que ésa era su intención al señor Fernández.
principio, pero seguramente pensó que si Cósima dijo algo taimada:
alguien descubría el engaño, revisarían el -Está bien que él haya resuelto este caso,

160 161
pero creo que debió decirnos antes lo que para que él aplique con su novia y ella vuelva
sospechaba. Traducir en palabras todos y a caer rendida a sus pies. A ver qué opinan...
cada uno de sus pensamientos y no tenernos Y mientras ella hablaba y hablaba, Diego
haciendo el ridículo pensando disparates. sonreía para sus adentros. Era evidente que
Yo estaba convencida de que Ismael era el Ismael sufría una pena de amor y él se había
bromista y además creía que el bromista era percatado desde el principio, pero Cósima
eso: un bromista. estaba tan contenta creyendo que había sido
La niña se desvió hasta la cocina y salió la primera en saberlo, que no sería él quien le
rápidamente, sin dar ninguna explicación. arruinara este buen momento .
Cuando Diego regresó al grupo, Cósima le •
- A las mujeres esto de hacer planes
preguntó: románticos es algo que les fascina -susurró
-Tú que todo lo adivinas, ¿sabes por qué a su oído Pablo.
Ismael anda tan enfurrunado? Diego asintió y ambos sonrieron.
Diego se cruzó de brazos, meditó por unos
instantes y dijo:
- No tengo idea. ¿Será porque no Je gusta
cocinar? ¿O porque se quiere ir del pueblo? Sí,
lo más probable es que quiera marcharse lejos
y, corno no puede, se pone de mal humor.
- ¡Frío, frío! - rió Cósima-. Está irritado
porque su novia se enojó con él y ya no quiere
vedo. Penas de amor, eso es lo que Je pasa.
- Nunca lo hubiera imaginado -dijo
Diego con sorpresa.
- Así es - sonrió Cósima con satisfac-
ción- . Y le gusta cocinar, quiere llegar a ser •
chef, pero ese no es el tema. Ahora la parte
interesante es esta. La señora María me contó
la causa del enojo y yo tengo un excelente plan

162 163
Regresando a casa

Las dos semanas pasaron volando. la


mañana en que desmontaron las carpas y
rellenaron sus mochilas con la ropa suda y
terrosa hubo varios lamentos y quejidos:
- ¡No nos queremos volver!
- ¡la montaña es perfecta, qu iero quedar-
me a vivir aquí!
-¡Todavía nos faltan más actividades por
realizar!
- ¡Qué vamos a hacer en el esmog de la
ciudad si nuestros pulmones se acostumbra-
ron al aire puro!
-Y para colmo, a clases.
- ¡Ay!
Cristóbal, con su mochila herméticamente
cerrada y colgando en su espalda desde hacía
un buen rato, exclamó:

165
-¡ Vamos de vuelta a la civilización! Mis - Es una calle bastante larga, pero creo que
pequeños, indefensos y maltratados músculos sí, que sé cuál es. Lo que pasa es que a mí no
están entumecidos, nunca habían sido some- me dejan salir sola, siempre tengo que ir en
tidos a tanta presión. Por fin podré desplo- automóvil. Si hiciera el trayecto caminando,
marme sobre una silla giratoria y escribir me fijaría más.
enérgicamente sobre el teclado de mi pobre y -¿Nunca andas en bus? - intervino con
olvidado computador, que debe estar echán- sorpresa Pablo.
dome de menos tanto como yo a él. -Jarnás de los jamases. Mis papás se demo-
Sin embargo, su discurso había perdido raron como n'li! años en tenerme y aden1ás no
fuerza. Se veía rozagante, más delgado y más tengo hermanos; creen que soy algo así como
fuerte. En los últimos días había cabalgado un jarrón de cristal. Concentran todos sus
con los demás y lograba escalar casi tanto instintos paternales en sobreprotegerme. Lo
como el resto. único bueno es que como les da miedo que
En los dos autobuses viajaron niñas y ni.fios vaya a otras casas, me dejan invitar a quienes
mezclados en los grupos de amigos que se quiera cuantas veces quiera.
habían fonnado. Unos y otros intercambiaban -Al menos te permitieron venir al campa-
papeles con sus direcciones y teléfonos y se mento -dijo Pablo.
comprometían a regresar durante el verano. - Por suerte. ¿Pero sabes tú cuán tas averi-
Cósima y Diego anotaron sus respectivas guaciones hicieron, los miles de papeles y
direcciones. fotografías que pidieron? ¿Y la alharaca que
-¡Somos vecinos, v ivimos en la misma debí organizar? Fueron semanas de esfuerzo
calle! -exclamó sorprendida la nifia-. Mira, sostenido. Tuve sue rte porque ellos se iban
mi número es 13120 y el tuyo 13670, eso es a un viaje muy importante con un grupo de
como cinco o seis cuadras de distancia. ¿Cuál gente antipática que no aceptaba nifios. Si no,
es tu casa? A lo mejor la miro todos los días es seguro que me habrían llevado. Son así,
sin tener idea que es la tuya. aprensivos.
-Yo vivo en un departamento. Creo que es - Eso es porque te quieren - afirmó
el único edificio que ha y en toda la calle, así es Diego.
que debes haberlo visto. -Supongo.

166 167
Al descender, hubo una larga sesión de instrucciones de llevar a Cósirna hasta su casa
abrazos, tanto a los familiares que los iban a y no podía delegar su tarea en otra persona,
buscar como a los compafieros de campamen- especialmente por estar de viaje sus padres.
to y a los monitores. Se despidieron efusivamente y la niña solo se
La mamá de Diego estaba en el andén y fue después de que Diego y Pablo le prome-
estrujó a su hijo. Ella tenía que trabajar para tieron formalmente varias veces llamarla y
mantener a la familia y eran muchas las opor- organizar un encuentro.
tunidades en que no podía acompañar a su · El departamento de Diego quedaba en la
hijo y debía pedirle a su hermana que se hicie- ruta hacia la casa de Pablo. Al pasar por su
ra cargo de él, integrándolo a las actividades calle, le pidieron a la n,amá que avanzara
de sus primos. Por fortuna esa tarde había despacio para conocer la casa de su amiga.
podido recoger a los nifios. -¡Ése es el número! -exclamó Diego-.
- Ya, suficiente -dijo Diego zafándose Cósirna vive en la casa grande, donde nunca
del abrazo para recoger los anteojos que se le se ve a nadie.
hab(an cafdo, sonrojándose ligeramente ante - Imposible ver a alguien a través de esos
su amiga. muros y árboles añosos -<lijo la mamá.
Cósima saludó a un hombre que la espera- -Tienen cancha de tenis, mi máxima envi-
ba y dijo: dia -suspiró Pablo.
-Ya me voy. Él es Gonzalo, nuestro -Cuando vengamos a verla, podrás fron-
chofer. tonear hasta que se te acalambre el brazo.
-¿Por qué no vienes con nosotros? -saltó En la casa de Pablo los esperaban impa-
Diego--. Vivimos al lado. Y si quieres nos cientes, puesta la mesa para tornar té con los
acompafias a la casa de Pablo para que conoz- más exquisitos pasteles y panecillos.
cas a sus hermanos, a sus papás y a nuestra -¡Mi hermanito! ¡Mi primo! - los abrazó
abuela. Sarita.
- ¡Qué buena idea! Así Gonzalo se puede . -Están más altos y con la piel curtida
ir a su casa más temprano y nosotros conver- como arrieros. Después les voy a poner crema
saremos un rato más. y lociones -comentó la abuela.
Sin emba rgo, el chofer tenía estrictas -¡Ni lo sueñes! -exclamaron.

168 169
-¿Qué tal estuvo la inhóspita vida cordi- ÍNDICE
llerana? -preguntó Antonia-. Porque si
quieren oír acerca de las mejores vacaciones
en el mejor lugar del mundo, pregúntenme
a mí y me limitaré a describirles las dos últi- Listos para partir 7
mas semanas de mi vida. ¡Fueron perfectas, La llegada 19
el cielo, el paraíso, las siete maravilJas del
mundo: todo está en el sur de Chile! La primera noche 31
Los niños se atragantaban comiendo y Un día muy agitado 39
hablando a la vez y entre tanta algarabía se
escuchó la voz de la abuela diciendo: Noche de historias 49
- Para el próximo paseo que se organice,
sea cuando sea y sea como sea, Sarita y yo Excursión al pueblo 61
estaremos incluidas. Que quede claro. Nuevas historias 73
-¡Efectivamente! - aseguró la niña. El
perro Salomón dio un gran ladrido de apro- Cabalgata por la montaña 85
bación y ella agregó, acariciándolo-: Tú Viento cordillerano 97
también estás incluido.
- Porque sabrán ustedes que cualquier Una extraña aparición 113
cosa que hayan hecho, yo la hice hace años y
puedo repetirla cuando se me ocurra. Diego cuenta una historia 125
Pablo y Diego se miraron e imaginaron a la Una noche a oscuras 135
abuela asomándose a la ladera de la montaña
con sus altos tacones, su cartera colga.n do del Una enfermedad inesperada 145
brazo arrimada a su cintura y a su peinado Diego descubre el misterio 153
inalterable remecido por el viento. Sonrieron
y dijeron: Regresando a casa 165
- Claro que sí.

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Misterio en el
campamento,

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libros de la colección
El Barco de Vapor.
~ - -- - - ~1==S=e=r=i=e=N
==
•ª='=ª=n,;;'1=
· ª= =1~ - - - --

Misterio en Los Piñones


Diego es uwitado por la familia de sus primos a
pasar las vacaciones en el tranquilo balneario La guerra del bosque
costero de Los Piñones, un pequeño y tradicional Rigo es un n.i ño que ama profundamente la
pueblo donde tienen una casa de descanso y que naturalei,..a que rodea al pueblo en que vive. Sin
solo se anima un poco con la llegada del verano. embargo, el terrateniente del lugar instala un
Pero toda la calma del lugar se va a ver alterada aserradero para explotar el bosque nativo de la
con la misteriosa desaparición de la reina de la feria región. Su familia, en especial su hermana, además
de Los Piñones el mismo día de su coronación. Ahí de Mamartita, la machi, y hasta la nieta de s u rival
comienza una novela policial plena de suspenso en lo ayudarán en su lucha. Pero no serán ellas las
la que los primos serán pieza clave. únicas que lo hagan, también los animales tienen
algo que decir. Todos juntos darán la pelea.
Beatriz. García-Huidobro es chilena. Tras titularse
en Pedagogía y ejercer como profesora, decidió Felipe Jordán Jiménez, profesor de Lenguaje, se
escribir libros para niños y jóvenes. Sus obras han • adjudicó en 2006 el primer premio en el Concurso
obtenido gran éxito gracias, principalmente, a sus de Literatura lnfantjJ El Barco de Vapor realizado
mgeniosos argumentos cargados de suspenso, en Chile, con su obra Gallito Jazz, también
misterio y aventuras. publicada por Ediciones SM en esta colección.

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IAICO I .. L - -- - - et ••HCO

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