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Fraser (2009) hace un interesante análisis sobre la segunda ola del feminismo, al
considerarla como un fenómeno social que marcó una época; sitúa a esta
segunda ola en el contexto histórico del capitalismo. Su hipótesis, sostiene:
“(…) lo verdaderamente nuevo de la segunda ola del feminismo fue su modo de
entretejer, en la crítica al capitalismo organizado de Estado androcéntrico, tres
dimensiones de injusticia de género analíticamente específicas: económica,
cultural y política. Al someter el capitalismo organizado de Estado a un examen
amplio y polifacético, en el que esas tres perspectivas se entremezclaban
libremente, las feministas generaron una crítica simultáneamente ramificada y
sistemática. En las décadas posteriores, sin embargo, las tres dimensiones de la
injusticia se separaron, tanto entre sí como de la crítica al capitalismo. Con la
fragmentación de la crítica feminista se produjo la incorporación selectiva y la
recuperación parcial de parte de sus corrientes. Separadas unas de otras y de la
crítica social que las había integrado, las esperanzas de la segunda ola feminista
se reclutaron al servicio de un proyecto que divergía por completo de nuestra
visión integral más amplia de una sociedad justa. (Fraser, 2009: 89).
Plantea la autora que tenemos que ser críticas y analizar que buena parte del
feminismo de esta segunda ola, creció a la par que el neoliberalismo. Este proceso
que en América Latina se materializó en lo que se conoce como feminismo
institucionalizado y produciendo como efecto la división política y teórica del
movimiento.
Sostiene Fraser que: “El ascenso del neoliberalismo coincidió con una gran
alteración en la cultura política de las sociedades capitalistas. En este periodo, las
exigencias de justicia se expresaron cada vez más como reivindicaciones para
que se reconociesen la identidad y la diferencia. Este cambio «de la redistribución
al reconocimiento» fue acompañado por fuertes presiones para transformar el
feminismo de la segunda ola en una variante de las políticas de identidad.
Por otra parte, y ya en el ámbito de la academia, podemos decir que los estudios
de las mujeres, como se los denominó en algunos países, o los estudios de
género, abrevaron y abrevan teórica y políticamente en los movimientos
feministas, aunque no se puede desconocer que surgen en una década -finales de
los 60- donde se produce lo que Varela y Álvarez Uría (1994) llamaron “la crisis de
los paradigmas sociológicos”, aludiendo a un desajuste que se empezó a
visualizar entre “nuevos sentimientos y viejas teorías”. (Varela y Álvarez Uría,
1994: 2)
La epistemología del sujeto cognoscente, sería aquella que más allá de centrarse
en perspectivas estándares o no estándares (Marradi, y Piovani, 2010), privilegian
la posición del sujeto que conoce, o sea el investigador o la investigadora,
quienes, sostiene la autora “con sus recursos cognitivos, aborda al sujeto que está
siendo conocido y la situación en la que se halla”. (Vasilachis de Gialdino, 2007:
50).