La cerámica Chavín es una forma de expresión cultural
utilitaria/ceremonial suramericana, cuyo estilo es conocido como la
primera manifestación artística entre las culturas prehistóricas de los Andes. El material utilizado era de muy alta calidad y compacto, con acabados muy bien pulidos en color rojo, negro o marrón. Las piezas finalizadas eran de paredes delgadas, con imágenes y figuras religiosas muy sofisticadas decorando la superficie, hechas en relieve o tallados. La fundición la realizaban en hornos de arcilla alimentados con carbón vegetal. Así como todo el arte Chavín, sus elaborados en cerámica están llenos de imágenes de animales, como felinos (especialmente el jaguar), serpientes, aves de rapiña, monos, lagartos y otras representaciones sobrenaturales con colmillos y feroces facciones. A pesar de que también elaboraron piezas de uso común, la característica más resaltante de la cerámica Chavín son las piezas adornadas con gran sofisticación y detalle. Estas eran generalmente para hacer ofrendas en ritos ceremoniales propias de su religión La religión era un rasgo muy importante para la civilización Chavín, llena de una simbología muy rica e inmersa en el estilo de vida de todos. El culto a dioses en forma de animales predominaba en sus expresiones artísticas. El dios antropomorfo felino o jaguar es para Julio C. Tello la divinidad suprema en el panteón de Chavín de Huántar. Los atributos del felino aparecen como un motivo recurrente en todas las representaciones de Chavín. Se sabe que el felino fue un animal totémico, divinizado tal vez por su poder y su astucia. Sin embargo, no lo encontramos representado de manera realista en la iconografía prehispánica. Ya sea en piedra, cerámica, textil o metal, casi nunca aparece completo. Más bien se le evoca por aquellos elementos aislados que lo simbolizan: sus colmillos, sus garras, su cola y sus ojos. Todos estos elementos expresan fuerza, fiereza, poder y peligro. El dios felino con su fuerza y fiereza parece predicar un culto ordenador basado en el temor a las fuerzas sobrenaturales. La iconografía basada en animales poderosos es asociada con las clases altas de la cultura, como guerreros y sacerdotes. Estos eran los líderes del pueblo Chavín y los autorizados en poseer piezas de mayor calidad y mejor acabado artístico. El moldeo de los detalles en relieve de las piezas era tan sofisticado que su interpretación a veces era confusa o difícil interpretar. Se cree que solo los altos sacerdotes eran capaces de entender y leer los intrincados y complejos diseños visuales. Para el ojo de los no expertos, el efecto perceptual de las piezas producía confusión, sorpresa, asombro, y miedo por los dioses y espíritus de la naturaleza. Esto acentuaba el carácter sagrado y religioso de la cerámica Chavín.